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2231-180803 Sala Constitucional. Juez Revisa Su Propia Sentencia
2231-180803 Sala Constitucional. Juez Revisa Su Propia Sentencia
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SALA CONSTITUCIONAL
MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO J. GARCÍA GARCÍA
El 12 de julio de 2002, fue presentado ante la Secretaría de esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, escrito contentivo de la acción de amparo constitucional, interpuesta
por el ciudadano SAID JOSÉ MIJOVA JUÁREZ, titular de la cédula de identidad número 1.406.277,
actuando en su propio nombre, contra la sentencia dictada, el 19 de julio de 2001, por la Corte
Primera de lo Contencioso Administrativo, que revocó la decisión, del 8 de agosto de 1990, por el
suprimido Tribunal de la Carrera Administrativa, y en su lugar declaró sin lugar una demanda que
J. García García.
El 19 de mayo de 2003, esta Sala, con ponencia del Magistrado que suscribe, declaró
de abandono de trámite no podía resultar procedente, debido a que, el 13 de febrero de 2003, había
consignado diligencia solicitando pronunciamiento sobre la causa, la cual no estaba presente en el
expediente, debido a que la misma equívocamente se agregó a los autos del expediente 02-1762.
El 11 de julio de 2003, la Secretaría de esta Sala Constitucional, previa revisión del libro diario,
constató que se había incurrido en un error material involuntario en la consignación de la diligencia
presentada por el accionante, por lo que procedió a su corrección, de conformidad con lo establecido
en el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil y 48 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
lectura individual del expediente, esta Sala pasa a decidir, previas las siguientes consideraciones:
I
FUNDAMENTO DEL AMPARO
Señaló el ciudadano Said José Mijova Juárez que, la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo le cercenó sus derechos al debido proceso, a la defensa y a la igualdad, lo que lo
motivó a interponer la presente acción de amparo bajo los alegatos que, a continuación, esta Sala
resume:
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Refirió que, se le había desconocido el pago de la cantidad de cuarenta mil bolívares (Bs.
40.000), que resultaba por haber laborado los meses de febrero, marzo, septiembre a diciembre de
1987 y los meses de enero a marzo de 1988. Asimismo, que se le adeudaba la cantidad de cinco mil
bolívares (Bs. 5.000), por concepto de prestaciones sociales.
Precisó que, la referida suma constituyó la pretensión fundamental de su demanda que incoó
contra la República, en específico la Oficina Central de Coordinación y Planificación (CORDIPLAN),
la cual fue conocida por el Tribunal de la Carrera Administrativa y declarada por decisión del 8 de
agosto de 1990, parcialmente con lugar y, en virtud de esa declaratoria, se ordenó la cancelación, a
su favor, de dos mil quinientos bolívares (Bs. 2.500), correspondientes a la labores realizadas en el
mes de marzo de 1988, así como la cantidad de cinco mil bolívares (Bs. 5.000), por concepto de
funcionario de carrera, dado que había superado largamente el periodo de seis (6) meses, señalado
en el parágrafo segundo del artículo 36 de la derogada Ley de Carrera Administrativa. Además, que
aún en el caso de que no se le hubiese otorgado un nombramiento, había adquirido esos derechos
que provenían de la relación laboral, que no se le podían desconocer. Asimismo, que había
recurso de apelación contra la decisión dictada por el Tribunal de la Carrera Administrativa, lo que
Precisó que, no pudo “impulsar” la apelación que interpuso, pero que la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo declaró, el 19 de julio de 2001, con lugar la apelación del Procurador
cursaban en los autos, existiendo, a juicio del accionante, una falta de correspondencia entre lo
decidido y la realidad de los hechos que había alegado y probado dentro del juicio.
Sostuvo que, existía una evidente relación laboral que duró un (1) año y cinco (5) semanas y
que ello se encontraba demostrado en el expediente, dado que, el 13 de marzo de 1987 se habían
iniciado los trámites de su reingreso a la Administración, mediante la figura del nombramiento, lo que
requisitos para ejercer el cargo de Planificador Central Jefe en ese ente. Asimismo, que habían
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transcurrido seis (6) meses, sin que se le hubiese contratado, ni producido su nombramiento, pero
que ya había adquirido derechos que no podían ser desconocidos por dicha oficina estatal.
de Mediano y Largo Plazo de ese ente, para hacerle llegar un informe sobre el programa de
fue realizado en forma continua, desde el 2 de febrero de 1987 hasta el 14 de marzo de 1988,
recibiendo una contraprestación de cinco mil bolívares (Bs. 5.000), existiendo además, dentro de la
de inducción, que comenzó el 25 de febrero de 1987, una etapa de programación, que empezó el 12
se evidenciaba de unas órdenes de pago que cursaban en el expediente. Igualmente, que estaba
demostrada la continuidad de su relación laboral y la eficacia y continuidad del trabajo que había
desempeñado.
Señaló que, no obstante lo anterior, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo omitió
el estudio y balance de buena parte de las pruebas existentes, incluyendo las contenidas en el
expediente administrativo, y que tampoco se pronunció sobre el criterio sostenido por el Tribunal de
Sostuvo que, las violaciones de sus derechos constitucionales convalidaba los abusos y
arbitrariedades a que fue sometido, en detrimento de su honor y reputación, dado que no le fue
reconocida su condición de funcionario público, cuando lo cierto era que había laborado durante un
(1) año y cinco (5) semanas en la Oficina Central de Coordinación y Planificación (CORDIPLAN), lo
que significaba que era acreedor de unos derechos laborales que no podían ser desconocidos.
Por tal motivo, señaló que la vía del amparo era la idónea para que se declarase nula la
sentencia dictada, el 19 de julio de 2001, por la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, y se
dictase una nueva decisión, con acatamiento de lo señalado en el artículo 208 del Código de
Procedimiento Civil.
II
DE LA DECISIÓN APELADA
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apelación interpuesta por el ciudadano Said José Mijova Juárez y con lugar la apelación interpuesta
por la Procuraduría General de la República, contra la decisión dictada, el 8 de agosto de 1990, por
el Tribunal de la Carrera Administrativa, que había declarado parcialmente con lugar la demanda
febrero de 1987, por el Director de Planificación Agrícola al Director General de la Oficina Central de
Director de Planificación de Industrias de ese ente, dirigido al Director de Personal; unos “bauchers”
correspondientes al pago de los meses de mayo hasta noviembre de 1987; un comunicado suscrito
por el ciudadano Said José Mijova Suárez dirigido al Director General Sectorial de Planificación de
Mediano a Largo Plazo; un oficio N° DGSPMYLP, del 14 de marzo de 1988, suscrito por los
Indicó que, se encontraba evidenciado que el ciudadano Said José Mijova Juárez había
realizado unos trabajos correspondientes al Proyecto Industrial Rural Alterno, con el apoyo
nombramiento o contrato.
presupuestarios.
Indicó que, si bien era cierto que el accionante era un funcionario de carrera, dado que dicha
condición no se perdía una vez adquirida, aun egresando de la Administración, no era menos cierto
que la relación que mantenía con el organismo querellado, no constituía una relación estatutaria o
vínculo funcionarial.
Precisó que, el fallo apelado se encontraba viciado de conformidad con lo señalado en el
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III
MOTIVACIÓN PARA DECIDIR
En primer término, visto que la Sala, en decisión del 19 de mayo de 2003, declaró la
terminación de la causa por abandono del trámite, debe previamente declarar la nulidad del mismo
por contrario imperio, en virtud del reconocimiento del error material involuntario cometido por la
Secretaría de esta Sala. A tal efecto, se hacen las siguientes consideraciones:
La previsión constitucional contenida en el artículo 334, señala:
“Artículo 334.- Todos los jueces o juezas de la República, en el ámbito de
sus competencias y conforme a lo previsto en esta Constitución y en la ley,
están en la obligación de asegurar la integridad de esta Constitución”.
El encabezamiento de la norma transcrita no sólo supone la potestad del juez para proceder a
dejar sin efecto cualquier actuación que lesione normas constitucionales, sino además expresa la
obligación en que aquél se encuentra. Pero es más, el primer aparte de esa misma disposición, que
contempla lo que la doctrina ha denominado el control difuso de la constitucionalidad, confirma el
anterior aserto.
Por otra parte, se advierte que el artículo 206 del aludido Código adjetivo, establece la
obligación que tienen los jueces de corregir las faltas que vicien de manera absoluta e incorregible
los actos procesales, la cual debe proceder cuando así lo permita la ley, o cuando el acto no haya
cumplido una formalidad esencial para su validez.
De la norma se desprende, sin embargo, por argumento en contrario, que, en principio, sólo
aquellas decisiones no sujetas apelación pueden revocarse. Lo que queda confirmado por la
disposición contenida en el artículo 310, que señala expresamente:
“Artículo 310.-Los actos y providencias de mera sustanciación o de mero
trámite, podrán ser revocados o reformados de oficio o a petición de parte, por el
Tribunal que los haya dictado, mientras no se haya pronunciado la sentencia definitiva,
salvo disposiciones especiales. Contra la negativa de revocatoria o reforma no habrá
recurso alguno, pero en el caso contrario se oirá apelación en el solo efecto
devolutivo”.
Observa la Sala, al respecto, que aun cuando las decisiones definitivas o interlocutorias
sujetas a apelación no pueden modificarse ni revocarse por el tribunal que las haya pronunciado e,
igualmente, la revocatoria por contrario imperio sólo es procedente contra aquellas actuaciones o
providencias de mera sustanciación o mero trámite cuando atentan contra principios de orden
constitucional, aunque no estén sometidas a apelación, si el propio juez advierte que ha incurrido en
este tipo de violaciones está autorizado y obligado a revocar la actuación lesiva.
Por otra parte, el artículo 212 eiusdem establece:
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De lo anterior se colige que, al ser la sentencia interlocutoria un acto procesal, la lesión que la
misma origine al orden público, daría lugar a la declaratoria de nulidad aun por el mismo juez que la
emitió, no obstante la inicialmente mencionada prohibición.
En efecto, razones de economía procesal; la responsabilidad, idoneidad y celeridad que debe
garantizar el Estado cuando imparte justicia se imponen para permitirle al Juez revocar una decisión
no sólo írrita, desde el punto de vista legal, sino también constitucional. Desde este punto de vista el
Juez se encuentra legitimado para revocar su propia sentencia al ser advertido de un error que
conduzca a la lesión de un derecho constitucional que agreda a una de las partes o a un tercero,
pues no tiene sentido que reconociendo su propio error con el que ha causado un daño y, en
pronunciamiento con carácter definitivo, que aun cuando no prejuzgó sobre el mérito era definitiva,
puso fin al juicio, al haber declarado terminado el procedimiento por abandono de trámite, no puede
dejar de advertirse que la decisión se adoptó prescindiendo de un elemento esencial que haría
improcedente tal declaratoria, como lo es, la diligencia presentada por el representante judicial del
quejoso el 13 de febrero de 2003, solicitando pronunciamiento definitivo en la causa, y que no se
agregó a los autos por el ya aludido error incurrido por la Secretaría de la Sala.
Siendo ello así, mal podría mantenerse un pronunciamiento que tiene una connotación
sancionatoria, fundamentada en un falso supuesto, esto es, en una inactividad no incurrida por la
parte afectada, por lo que necesariamente y, vista la peculiaridad del caso, constatado que no se
analizaron en su totalidad los elementos necesarios para la decisión adoptada, esta Sala, en aras el
principio constitucional de la justicia material como valor preeminente sobre el carácter formal
normativo, y con fundamento en criterio anterior expuesto en un caso de igual similitud (vid. s. S.C.
115/2003), aplica la disposición contenida en el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil y, en
consecuencia, revoca el fallo dictado por esta misma Sala, el 19 de mayo de 2003, mediante el cual
se declaró terminado el presente procedimiento. Así se decide.
Delimitado lo anterior, corresponde a esta Sala pronunciarse nuevamente respecto a su
competencia, la cual, con fundamento en los artículos 266, numeral 1, y 335 de la Constitución de la
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Constitucionales, se declaró competente para conocer de las acciones de amparo constitucional que
se ejerzan contra las sentencias de última instancia que dicten los Juzgados Superiores (con
excepción de la materia contenciosa administrativa), la Corte Primera de lo Contencioso
de agosto de 1990 por el entonces Tribunal de la Carrera Administrativa, la cual había declarado
parcialmente con lugar la querella interpuesta por la hoy accionante.
Tal decisión se fundamentó en que el contrato suscrito por la accionante con la entonces
ambos grados de la vía contencioso administrativa, buscan presentar nuevamente ante la Sala, los
razonamientos bajo los cuales se incoó el recurso de nulidad, como lo son, su argumentación
relacionada con el reingreso a la administración mediante los servicios prestados temporalmente a
CORDIPLAN, el fallo que parcialmente le favoreció, acordado por el otrora Tribunal de la Carrera
Administrativa, los argumentos esgrimidos por la Procuraduría General de la República en su
La posición presentada por el accionante no puede considerarse como una nueva violación
constitucional que haya acaecido durante el transcurso del procedimiento contencioso administrativo,
ni de la sentencia dictada por esa instancia, toda vez que la misma no está comprendida dentro de
los supuestos relacionados con la extralimitación y abusos de funciones, así como tampoco en la
falta de competencia, tal como lo alude el artículo 4 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y
Garantías Constitucionales.
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Respecto a la utilización de la tutela constitucional como medio para reabrir causas que han
sostenido lo siguiente:
“Para que el amparo proceda, es necesario que exista una infracción por acción u
omisión a una norma constitucional, sea esta realizada mediante desconocimiento, mala
praxis, o errada interpretación de normas legales o sub-legales, siempre que ella enerve el
goce y ejercicio pleno de un derecho constitucional.
Ahora bien, hay que distinguir entre la incorrecta aplicación de una norma, su omisión, o
los errores en su interpretación, que se refieren a su actividad y entendimiento, de la infracción
de un derecho o garantía constitucional. Estos no se ven -en principio- vulnerados, porque la
norma deja de aplicarse, se aplica mal o se interpreta erradamente. Estos vicios, por sí
mismos, no constituyen infracción constitucional alguna, y es del ámbito del juzgamiento de
los jueces, corregir los quebrantamientos señalados, los cuales pueden producir nulidades o
ser declarados sin lugar. Cuando estos vicios se refieren a las normas de instrumentación del
derecho constitucional, en principio los derechos fundamentales no quedan enervados. La
forma como interpretan la Ley el Juez o la Administración o su subsiguiente aplicación, puede
ser errada u omisiva, pero necesariamente ello no va a dejar lesionado un derecho o una
garantía constitucional, ni va a vaciar su contenido, haciéndolo nugatorio. Por ejemplo, en un
proceso puede surgir el quebrantamiento de normas procesales, pero ello no quiere decir que
una parte ha quedado indefensa, si puede pedir su corrección dentro de él. La Administración
puede tomar erradamente una decisión sobre unos bienes, pero esto no significa que le prive
al dueño el derecho de propiedad. Se tratará de una restricción ilegal que originará acciones
del perjudicado, pero no la de amparo, al no quedar cercenado el derecho de propiedad del
dueño.
Pero cuando el tipo de vicio aludido deja sin aplicación o menoscaba un derecho o
garantía constitucional eliminándolo, y no puede ser corregido dentro de los cauces normales,
perjudicándose así la situación jurídica de alguien, se da uno de los supuestos para que
proceda el amparo, cuando de inmediato se hace necesario restablecer la situación jurídica
lesionada o amenazada de lesión. Si la inmediatez no existe, no es necesario acudir a la vía
del amparo, sino a la ordinaria, no porque el amparo sea una vía extraordinaria, sino porque
su supuesto de procedencia es la urgencia en el restablecimiento de la situación o en el
rechazo a la amenaza, y si tal urgencia no existe, el amparo tampoco debe proceder.
Los errores de juzgamiento sobre la aplicabilidad o interpretación de las normas
legales, en principio no tienen por qué dejar sin contenido o contradecir una norma
constitucional, motivo por el cual ellos no pueden generar amparos. Lo que los generan es
cuando los errores efectivamente hagan nugatoria la Constitución, que la infrinjan de una
manera concreta y diáfana. Es decir, que el derecho o garantía constitucional, en la forma
preceptuada en la constitución, quede desconocido”.
aspectos bajo los cuales la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo dictó su decisión, siendo
un elemento ajeno a la protección constitucional por no estar la tutela destinada a revisar los
aspectos relacionados con el estudio y la convicción bajo la cual los jueces adoptan sus decisiones,
por no constituir un medio para abrir nuevamente una causa como una tercera instancia para
dilucidar el fondo de los asuntos que se debaten en los procesos principales, por lo que, siendo la
solicitud presentada bajo esta perspectiva, la misma no puede prosperar, toda vez que los aspectos
que conllevaron la decisión del juzgador en la causa principal, no son materia de amparo, y, en el
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caso del alegato relacionado con la inobservancia de elementos probatorios, se evidencia que esa
Corte entró a revisar nuevamente las probanzas constantes en autos, verificando que simplemente
se había suscrito un contrato que no le retorna al accionante su carácter de funcionario de carrera,
toda vez que los servicios estipulados y prestados fueron de índole eventual y no permanente, por lo
que tampoco puede afirmarse que hubo un silencio de pruebas, sino solamente la disconformidad de
la parte con el criterio adoptado por el juzgador, por lo que el amparo debe declararse improcedente
Por las razones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional,
Contencioso Administrativo.
Publíquese, regístrese y notifíquese.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los días 18 del mes de agosto de dos mil tres (2003). Años:
193° de la Independencia y 144° de la Federación.
El Presidente,
El Vicepresidente,
Los Magistrados,
El Secretario,
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Exp. N° 02-1702
AGG/bps
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