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Diciembre de 2011
Vincent
Procedimiento Apelación
Dicha remisión se efectuó a fin que esta Sala conozca de la apelación ejercida por el
recurrente, contra la sentencia del a quo, de fecha 21 de febrero de 2011, mediante la cual se
declaró la improcedencia del amparo cautelar solicitado.
ANTECEDENTES
Por decisión de fecha 21 de febrero de 2011, se declaró la improcedencia del amparo cautelar
solicitado.
Mediante diligencia de fecha 16 de marzo de 2011, la parte actora se dio por notificada de la
decisión cautelar de amparo y apeló de la misma.
II
Que su representado, “(…) se desempeñó como Presidente del Instituto Regional del Deporte
del Estado Miranda, (…) instituto autónomo dependiente de la Gobernación del Estado
Miranda (…) en el periodo comprendido entre el 18 de septiembre de 2000 y el 9 de
noviembre de 2004, cuando entregó el despacho al presidente entrante, ciudadano H.B.,
mediante acta levantada de acuerdo con la Resolución número 01-00-00-029 del Contralor
General de la República (…)”.
Que “[el] acto administrativo impugnado es definitivo, pues significó la conclusión del
procedimiento abierto contra [su] patrocinado, de conformidad con lo dispuesto en la Ley
Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal”.
Que en su acta de entrega el recurrente dejó constancia que el ciudadano, “(…) H.B., recibió
toda la documentación que respaldaba las erogaciones hechas por el Instituto Regional del
Deporte del Estado Miranda. También en dicha acta se dijo que H.B. disponía de ciento veinte
(120) días hábiles, para objetar al entrega del mencionado despacho (…) y (…) que la
consecuencia de no hacerlo en tiempo útil, es la extensión de la responsabilidad al funcionario
entrante por cualquier irregularidad administrativa, que se detectase posteriormente”.(sic)
Que, “[por] cuanto el ciudadano H.B. no objetó oportunamente el acta de entrega de G.P.O.,
debe concluirse (…) que aquel es también responsable de las irregularidades detectadas por la
Contraloría del Estado Miranda”.
Que, “[como] consecuencia de lo antes dicho [su] representado, solicitó a la Contraloría del
Estado Miranda, en escrito de fecha 18 de marzo de 2010, la reposición de la causa al estado
de notificar a todos los involucrados, con el propósito de que ellos –sin discriminación alguna-
pudieran ejercer a cabalidad su derecho a la defensa; sin embargo, dicha Contraloría
desestimó esa petición en el acto impugnado (…)”.
Que las normas de la Contraloría General de la República, “(…) disponen una consecuencia
jurídica muy clara: Por cuanto el funcionario entrante (H.B.) no objetó el acta de entrega, se le
considera responsable de las irregularidades que se detecten posteriormente”.
Que “(…) tanto G.P.O. como H.B., se encontraban en la misma situación jurídica, es decir, ellos
tenían la misma obligación de rendir cuentas de su gestión en el instituto ya mencionado (…)
pero por obra del (…) órgano contralor del estado Miranda, la acción punitiva del Estado se
dirigió exclusivamente contra G.P.O., dando así un trato preferencial a H.B. al eximirlo de su
obligación, con el agravante de que la inercia de nombrada Contraloría ha permitido que se
consume la prescripción de la acción (…) por lo que respecta al ciudadano Buyo” .
Que “[lo] expuesto hasta este punto configura una infracción del derecho a la igualdad
recogido en el articulo 21-numeral 1- del texto fundamental (…)”
Que “(…) puede concluirse (…) que la actuación de la Contraloría del Estado Miranda
constituye una violación del derecho constitucional a la igualdad, que corresponde a mi
mandante, ya que otorgó un privilegio inaceptable a otra persona que – al igual que G.P.O.-
estaba obligada a rendir cuentas de su gestión al frente del ‘IRDEM’(…)”.
Que “[la] violación del derecho constitucional invocado sólo es corregible mediante el
restablecimiento de la situación jurídica infringida, que por tratarse de un amparo
constitucional de naturaleza cautelar, se materializa a través de la suspensión de los efectos
del acto administrativo de efectos particulares (…) por medio del cual declaró la
responsabilidad administrativa de G.P.O. y le impuso una multa, así como un reparo (…)”.
Que “(…) la competencia para imponer las sanciones previstas en la Ley Orgánica de la
Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal, corresponde a la
Contralora del Estado Miranda (…) por ende, la única facultada para ejercer todas las
potestades legalmente otorgadas a ese despacho; no así al ciudadano A.T.A., autor del acto
impugnado, quien es un funcionario subalterno de la Contralora (…) y carece de la autorización
legal necesaria, para imponer tales sanciones”.
Que “[aun] cuando las pruebas contenidas en el expediente administrativo, demuestran que
no están cubiertos los extremos legales arriba mencionados; quiero-sin embargo- poner en
evidencia, la tergiversación de las normas del Código Civil, que hizo la Contraloría del Estado
Miranda en el acto impugnado, puesto que incluso en el supuesto negado de que [su]
representado hubiese ordenado pagos indebidos, quien estaría obligado a repetirlos sería su
beneficiario, no mi mandante, pues así claramente lo disponen los artículos 1.179;1.180 y
1.181 del Código Civil (…)”.
Que “[invocar] el pago de lo indebido previsto en el artículo 1.178 del Código Civil, como
fundamento del reparo formulado a [su] patrocinado, pero deformando, retorciendo,
tergiversando la consecuencia jurídica pautada en los artículos 1.179; 1.180 y 1.181 del mismo
código, constituye el vicio de falso supuesto de derecho(…)”.
Que “[de] acuerdo con el criterio sostenido por la Sala Político Administrativa ‘(…) todo acto
administrativo para que pueda ser dictado, requiere: a) que el órgano tenga competencia; b)
que una norma expresa autorice la actuación; c) que el funcionario interprete adecuadamente
esa norma; d) que constate la existencia de una serie de hechos del caso concreto y e) que
esos supuestos de hecho concuerden con la norma y con los presupuestos de hecho. (…) No
puede, por tanto, la Administración, dictar actos fundados en hechos que no ha comprobado’.
(Sentencia número 1.705 del 20 de julio de 2000)”.
Que “[como] es sabido y ha sido reiterado de manera pacífica, tanto por la Sala Político-
Administrativa, como por esta Corte, cuando el acto administrativo no está respaldado por
pruebas, que permitan verificar la legalidad de la actuación del funcionario, se configura el
vicio de falso supuesto de hecho (…)”.
Que el reparo formulado contra el recurrente se fundamentó en los “(…) artículos 1.185 del
Código Civil y 85 de la Ley Orgánica de la Contraloría general de la República y del Sistema
Nacional de Control Fiscal, en virtud de que se ha causado un daño y su autor está obligado a
repararlo; sin embargo, no basta la sola invocación de un daño para aplicar esa sanción; la
Contraloría del Estado Miranda debía demostrar que ese daño efectivamente se produjo e
igualmente debía probar su extensión (…)”.
Que “(…) la Contraloría del Estado Miranda no acreditó en forma alguna en el expediente
administrativo, ni la existencia del pretendido daño, ni su extensión, sino que por el contrario;
el acto impugnado parte de la premisa del silencio de los alegatos de defensa de [su]
patrocinado, así como de las pruebas que le son favorables, lo que constituye una evidente
manipulación de los hechos acreditados en vía administrativa y que en modo alguno,
jurídicamente hablando, pueden justificar la sanción que impuso al ciudadano G.P.O.(…)”.
Que “(…) con basamento que la decisión de la Contraloría del Estado Miranda, está afectada
por el vicio de su elemento causal denominado falso supuesto de hecho, ya que el órgano
administrativo no demostró ni la existencia, ni la extensión del supuesto daño patrimonial
causado al entonces Instituto Regional del Deporte del Estado Miranda, hoy denominado
Instituto Mirandino del Deporte y la Recreación (…)”.
Que “(…) el ‘Fumus bonis iuris’ o apariencia de buen derecho, se desprende del análisis de la
documentación anexa a [ese] escrito, en donde puede apreciarse sin ningún género de dudas
que a pesar de que los ciudadanos G.P.O. y H.B., estaban obligados a dar a la Contraloría del
Estado Miranda, la informaciones (sic) que les solicitase en ejercicios de sus funciones de
control, el mencionado, organismo (…) dio un tratamiento diferenciado a los antes
mencionados ciudadanos, pues solo se inició el procedimiento administrativo contra G.P.O.,
excluyendo del mismo sin ninguna justificación a los demás co-obligados”.
Que “(…) deriva del carácter ejecutivo de todo acto administrativo, lo que significa la potestad
de la Administración de ejecutar la multa y el reparo, sin importar que hayan sido decididos
con menoscabo de los derechos fundamentales de [su] representado. Motivo por lo cual se
hace imperativa la declaratoria del amparo cautelar solicitado”.
Por lo expuesto anteriormente pidió se declarase con lugar la medida cautelar de amparo
solicitada.
III
DE LA SENTENCIA APELADA
(…)realizando una apreciación del escrito contentivo del recurso contencioso administrativo de
nulidad con sus respectivos anexos, observa esta Corte que fue acreditado como derecho
constitucional presuntamente conculcado por la Administración: el derecho a la igualdad
‘recogido en el artículo 21 -numeral 1- del texto fundamental’.
Ello así, pasa esta Corte al estudio individualizado del Derecho Constitucional invocado como
conculcado por la Administración recurrida, a los fines de la determinación de la vulneración o
no del mismo, realizando a tal efecto las siguientes consideraciones:
Alegó que en su acta de entrega del Instituto donde fue Presidente el recurrente dejó
constancia que el ciudadano ‘(…) H.B., recibió toda la documentación que respaldaba las
erogaciones hechas por el Instituto Regional del Deporte del Estado Miranda. También en
dicha acta se dijo que H.B. disponía de ciento veinte (120) días hábiles, para objetar al entrega
del mencionado despacho (…) y (…) que la consecuencia de no hacerlo en tiempo útil, es la
extensión de la responsabilidad al funcionario entrante por cualquier irregularidad
administrativa, que se detectase posteriormente’.
Objetó que ‘[por] cuanto el ciudadano H.B. no objetó oportunamente el acta de entrega de
G.P.O., debe concluirse (…) que aquel es también responsable de las irregularidades
detectadas por la Contraloría del Estado Miranda’.(…)
De tal manera que ‘[como] consecuencia de lo antes dicho [su] representado, solicitó a la
Contraloría del estado Miranda, en escrito de fecha 18 de marzo de 2010, la reposición de la
causa al estado de notificar a todos los involucrados, con el propósito de que ellos –sin
discriminación alguna- pudieran ejercer a cabalidad su derecho a la defensa; sin embargo,
dicha Contraloría desestimó esa petición en el acto impugnado (…)’.
Que las normas de la Contraloría General de la República ‘(…) disponen una consecuencia
jurídica muy clara: Por cuanto el funcionario entrante (H.B.) no objetó el acta de entrega, se le
considera responsable de las irregularidades que se detecten posteriormente’.
Expuso que ‘(…) tanto G.P.O. como H.B., se encontraban en la misma situación jurídica, es
decir, ellos tenían la misma obligación de rendir cuentas de su gestión en el instituto ya
mencionado (…) pero por obra del (…) órgano contralor del estado Miranda, la acción punitiva
del Estado se dirigió exclusivamente contra G.P.O., dando así un trato preferencial a H.B. al
eximirlo de su obligación, con el agravante de que la inercia de nombrada Contraloría ha
permitido que se consume la prescripción de la acción (…) por lo que respecta al ciudadano
Buyo’ .
Vistos los términos en que quedó plasmada la denuncia, debe señalar esta Instancia que el
derecho a la igualdad se encuentra contenido en el artículo 21 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el cual es del tenor siguiente:
‘Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia:
La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley
sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser
discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que
por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad
manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas.
Al respecto, debe destacar este Juzgador que la igualdad ante la ley, ha sido entendida como el
derecho a que ésta sea aplicada a todos por igual, sin acepciones de personas, es decir, sin
tener en cuenta otros criterios de diferenciación entre las personas o entre las situaciones que
los contenidos en la misma Ley y, la igualdad en la aplicación de la ley, se traduce en que la
misma sea aplicada efectivamente de modo igual a todos aquellos que se encuentren en la
misma situación, sin que el aplicador pueda establecer injustificadas diferencias en razón de
las personas o de las circunstancias no previstas en la norma, no garantizándose la obtención
de resoluciones iguales a las que se hayan adoptado o adopten en el futuro por el mismo
órgano juridicial, sino, más estrictamente, la razonable confianza de que la propia pretensión
merecerá del juzgador la misma respuesta obtenida por otros en casos iguales, salvo una
debida motivación explícita o implícitamente razonable en su última resolución (Vid. J.B.,
Antonio y otros, “Comentario a la Constitución-La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional”,
Edit. Centro de Estudios R.A., S.A, Madrid, España, 1993, pp. 60, 74 y 75).
En ese orden de ideas, resulta necesario destacar que no basta la alegación relativa a un “trato
desigual”, pues, deben aportarse términos concretos de comparación -no indicaciones
genéricas y abstractas- que permitan constatar la desigualdad denunciada (Vid. J.B., Antonio y
otros, “Comentario a la Constitución-La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional”, Edit.
Centro de Estudios R.A., S.A, Madrid, España, 1993, p. 74).
‘(…) la cláusula de igualdad ante la ley, no prohíbe que se le confiera un trato desigual a un
ciudadano o grupo de ciudadanos, siempre y cuando se den las siguientes condiciones: a) que
los ciudadanos o colectivos se encuentren real y efectivamente en distintas situaciones de
hecho; b) que el trato desigual persiga una finalidad específica; c) que la finalidad buscada sea
razonable, es decir, que la misma sea admisible desde la perspectiva de los derechos y
principios constitucionales; y d) que la relación sea proporcionada, es decir, que la
consecuencia jurídica que constituye el trato desigual no guarde una absoluta desproporción
con las circunstancias de hecho y la finalidad que la justifica. Si concurren las condiciones antes
señaladas, el trato desigual será admisible y por ello constitutivo de una diferenciación
constitucionalmente legítima’ (Vid. Sentencia N° 1.197 de fecha 17 de octubre de 2000. Caso:
L.A.P.).
En efecto, para poder avanzar en el análisis de la posible vulneración del derecho a la igualdad
del recurrente, es necesario, en primer lugar que se haya verificado un caso específico de trato
en apariencia discriminatorio y, en segundo lugar, que no exista razones válidas que permitan
justificar el trato diferenciado otorgado (Al respecto, Vid. sentencia de esta Corte identificada
con el Número 2010-613 de fecha 10 de mayo de 2010, caso: G.B. vs. Oficina Subalterna del
Registro Civil de la Parroquia El Paraíso de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador).
Al respecto esta Corte considera que en el caso de autos no cabría una vulneración en el
Derecho a la Igualdad contenido en nuestra Carta Magna, por cuanto los hechos
presuntamente cometidos por el recurrente que derivaron en la declaración de
responsabilidad administrativa así como en la correspondiente multa y reparo formulados por
el Órgano Contralor del Estado Miranda, ocurrieron en el momento que éste ostentaba el
cargo de Presidente del Instituto Regional del Deporte del Estado Miranda.
Asimismo, observa prima facie que si bien el ciudadano H.B. al momento de recibir el cargo de
Presidente del Instituto Regional del Deporte del Estado Miranda, no objetó la recepción del
referido cargo esta Corte desconoce las circunstancias en la cuales fue recibido y sólo se atiene
a lo que consta en autos, que es la presunta responsabilidad administrativa del recurrente, por
lo que mal podría esta Corte pronunciarse acerca de la actuación de la Administración en
cuanto a la gestión del ciudadano H.B. como Presidente del Instituto antes mencionado por
cuanto esta no forma parte del caso que nos ocupa.
Así, con respecto al presunto trato desigual realizado por la Administración en cuanto a estos
dos ciudadanos, debe destacar este juzgador que no puede desprenderse de autos las
particularidades de la gestión del ciudadano H.B. al frente del Instituto Regional del Deporte
del Estado Miranda, al tiempo que el ámbito objetivo de la presente acción consiste en la
declaratoria de responsabilidad administrativa así como del reparo y la multa impuestos por el
Órgano Contralor del Estado Miranda y no una denuncia de responsabilidad administrativa en
contra del ciudadano H.B. por su gestión frente al Instituto antes mencionado, para lo cual
existen los canales regulares convenientes, por lo tanto es necesario resaltar que no operó
trato desigual o discriminatorio en la actuación de la Administración.
En efecto, para poder avanzar en el análisis de la posible vulneración del derecho a la igualdad
del ciudadano recurrente, es necesario, en primer lugar que se haya verificado un caso
específico de trato en apariencia discriminatorio y, en segundo lugar, que no exista razones
válidas que permitan justificar el trato diferenciado otorgado; de manera que, no existiendo
evidencia concreta del primero de los supuestos antes referidos, esto es, que se haya aplicado
de manera distinta el supuesto de hecho establecido en la ley, resulta consecuente declarar
improcedente la violación del derecho a la igualdad denunciado por la parte recurrente. Así se
declara.
Ahora bien, al considerar este Órgano Jurisdiccional que en el presente caso prima facie no se
evidencia una real y efectiva vulneración del Derecho a la Igualdad del recurrente,
consecuencialmente debe declarar como no configurado el requisito del fumus bonis iuris o
apariencia de buen derecho y, al tratarse de una presunta infracción a una n.d.R.C., la no
satisfacción de este requisito basta para que no se verifique el elemento periculum in mora o
riesgo de daño irreparable, por lo tanto resulta necesario declarar improcedente el amparo
cautelar solicitado. Así se decide (…)
(sic)
IV
FUNDAMENTOS DE LA APELACIÓN
Por escrito presentado en fecha 10 de agosto de 2011, el apoderado judicial del ciudadano
G.P.O., fundamentó la apelación ejercida con base en los siguientes argumentos:
Que exonerar al ciudadano H.B. de rendir cuentas y por el contrario, utilizar el acervo
probatorio para justificar la sanción impuesta al recurrente, demuestra una actuación sesgada
de la Administración a favor de aquél.
Que “…la Contraloría del Estado Miranda no trató de manera igual a los iguales, pues merced a
su valoración sesgada de las pruebas, así como a la inaplicación injustificada de la Ley Orgánica
de la Contraloría General de la República y del Sistema nacional de Control Fiscal y de las
disposiciones del Contralor General de la República, dirigió todo su poder sancionador hacia
G.P.O., exonerando a priori de toda responsabilidad en las supuestas irregularidades
administrativas, al ciudadano H.B.…”.
Finalmente, y en razón de las razones expuestas, solicitó que la apelación ejercida fuese
declarada con lugar.
Respecto al derecho a la igualdad, cuya violación se denuncia, la Sala dejó sentado en decisión
de fecha 14 de julio de 2007 (caso: R.M.A.), como sigue:
Evidentemente, por ser la discriminación de las personas una circunstancia negativa desde
antaño, las distintas sociedades se han visto en la obligación de regular o impedir a través de
los recursos legislativos a su alcance, la vulneración de un derecho fundamental del ser
humano, como es la igualdad frente a los otros. En ese orden, el método mejor conocido para
protegerlo parte principalmente de los Textos Fundamentales de cada Estado; de allí que en
nuestro caso, el Constituyente, incluso en épocas anteriores que datan de la Constitución de
1811, se haya preocupado por resguardar, naturalmente en distinta medida pero siempre
evolucionando al ritmo en que avanza la sociedad, la aplicación del derecho a la igualdad y a la
no discriminación.
Así, dentro de las normativas más recientes, tenemos que en la Constitución de 1961 se
prohibía específicamente la discriminación fundada en la raza, el sexo, el credo o la condición
social, haciéndose mención adicional a la prohibición del reconocimiento de títulos nobiliarios
y distinciones hereditarias.
2.- La Ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley
sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser
discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que
por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancias de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
3.- Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana, salvo las fórmulas diplomáticas.
En un análisis comparativo de las normas, se aprecia que si bien el Texto Fundamental de 1961
regulaba de forma general el tema, incluyendo la mayor parte de los elementos que
normalmente han sido considerados discriminatorios, como son el sexo, la raza, la condición
social o el credo; con el nuevo orden Constitucional no sólo se reafirman estos aspectos, sino
además, se extiende el concepto de discriminación a todas aquellas situaciones que anulen o
menoscaben el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y
libertades de toda persona, por lo que resulta importante inferir dos conclusiones.
En segundo lugar, es importante tener en cuenta que la norma en referencia exige que la
discriminación alegada, de alguna forma, menoscabe el reconocimiento, goce o ejercicio de un
derecho, pero siempre en condiciones de igualdad, esto es, que existiendo casos similares, se
dé un trato diferente a alguno de los sujetos involucrados.(…)
Así, la violación del derecho a la igualdad surge cuando se da trato desigual a sujetos en
igualdad de circunstancias.
Advierte la Sala, que la referida Resolución del Contralor General de la República, contiene las
“Normas para Regular la Entrega de las Oficinas de Hacienda de la Administración Pública
Nacional, Estadal y Municipal, por parte de sus Máximas Autoridades”; se observa, que la
normativa allí contenida no penaliza al funcionario entrante por no objetar el acta de entrega
de la Oficina o Dependencia, o lo hace responsable solidariamente con el funcionario que hace
la entrega, sino que la misma se constituye como garantía para aquél y para adoptar las
acciones correctivas a las que haya lugar en caso de que se determinaran hechos o situaciones
que “…pongan en peligro de pérdida, deterioro o menoscabo al patrimonio del organismo o la
entidad…”.
Establecido lo anterior, se hace evidente que en modo alguno el actor está en situación de
igualdad con el sucesor de su cargo, a los efectos de rendir cuentas por su gestión, por lo que
mal puede denunciar el atropello de su derecho a la igualdad.
VI
DECISIÓN
Por las razones antes expuestas, esta Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara
SIN LUGAR la apelación ejercida por el ciudadano G.P.O., contra la decisión de la Corte
Segunda de lo Contencioso Administrativo, de fecha 21 de febrero de 2011, mediante la cual
se declaró la improcedencia del amparo cautelar ejercido conjuntamente con el recurso de
nulidad incoado contra el acto administrativo de efectos particulares dictado el 14 de mayo de
2010, por el DIRECTOR DE DETERMINACIÓN DE RESPONSABILIDADES DE LA CONTRALORÍA DEL
ESTADO MIRANDA, mediante el cual se declaró la responsabilidad administrativa del
recurrente y le fue impuesta una multa de ochocientas unidades tributarias (800 UT),
equivalentes a trece mil veinticuatro bolívares (Bs.13.024,00), así como un reparo por la suma
de trescientos setenta y nueve mil quinientos cuarenta y dos bolívares con 64 céntimos (Bs.
379.542,64), de conformidad con lo dispuesto en la Ley Orgánica de la Contraloría General de
la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal. En consecuencia, se CONFIRMA dicho
fallo.
La Presidenta
E.M.O.
La Vicepresidenta
Y.J.G.
Los Magistrados,
L.I.Z.
Ponente
E.G.R.
T.O.Z.
La Secretaria,
S.Y.G.
En siete (07) de diciembre del año dos mil once, se publicó y registró la anterior sentencia bajo
el Nº 01687.
La Secretaria,
S.Y.G.