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Genoveva era una niña muy mandona.

A todo el Total, que un día sus amigos se aburrieron de ella y


mundo le ordenaba. Cuando llegaba al salón, solo daba decidieron darle una lección. Cada uno de ellos le dio
ordenes: una orden y la obligaron a que las obedeciera.
-Dame el lápiz. Tráeme la silla. Cierra la puerta. Desde entonces Genoveva ya no da tantas órdenes.
A la hora del recreo seguía igual: Y cuando pide algo siempre dice “Por favor…”
-Dame de tu comida. Tú juega conmigo. Tú trae la
pelota.
Y no paraba. Una vez, cuando estaba muy nublado Genoveva era una niña muy mandona. A todo el
hasta al gallo le ordenó: mundo le ordenaba. Cuando llegaba al salón, solo daba
-Canta para que salga el sol. ordenes:
Total, que un día sus amigos se aburrieron de ella y -Dame el lápiz. Tráeme la silla. Cierra la puerta.
decidieron darle una lección. Cada uno de ellos le dio A la hora del recreo seguía igual:
una orden y la obligaron a que las obedeciera. -Dame de tu comida. Tú juega conmigo. Tú trae la
Desde entonces Genoveva ya no da tantas órdenes. pelota.
Y cuando pide algo siempre dice “Por favor…” Y no paraba. Una vez, cuando estaba muy nublado
hasta al gallo le ordenó:
-Canta para que salga el sol.
Genoveva era una niña muy mandona. A todo el Total, que un día sus amigos se aburrieron de ella y
mundo le ordenaba. Cuando llegaba al salón, solo daba decidieron darle una lección. Cada uno de ellos le dio
ordenes: una orden y la obligaron a que las obedeciera.
-Dame el lápiz. Tráeme la silla. Cierra la puerta. Desde entonces Genoveva ya no da tantas órdenes.
A la hora del recreo seguía igual: Y cuando pide algo siempre dice “Por favor…”
-Dame de tu comida. Tú juega conmigo. Tú trae la
pelota.
Y no paraba. Una vez, cuando estaba muy nublado
hasta al gallo le ordenó:
-Canta para que salga el sol.
Total, que un día sus amigos se aburrieron de ella y
decidieron darle una lección. Cada uno de ellos le dio
una orden y la obligaron a que las obedeciera.
Desde entonces Genoveva ya no da tantas órdenes.
Y cuando pide algo siempre dice “Por favor…”

Genoveva era una niña muy mandona. A todo el


mundo le ordenaba. Cuando llegaba al salón, solo daba
ordenes:
-Dame el lápiz. Tráeme la silla. Cierra la puerta.
A la hora del recreo seguía igual:
-Dame de tu comida. Tú juega conmigo. Tú trae la
pelota.
Y no paraba. Una vez, cuando estaba muy nublado
hasta al gallo le ordenó:
-Canta para que salga el sol.

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