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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

CARRERA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

ESTUDIANTE:
 CARUAJULCA BAZÁN, WITMAN YOEL

CURSO:
PERSONAS CON HABILIDADES DIFERENTES

TEMA:
PARÁLISIS CEREBRAL

DOCENTE:
RICHARD NILTON SAENZ NEYRA

CAJAMARCA - PERÚ
2023 - 1
PARÁLISIS CEREBRAL.
El término PC define a un grupo de trastornos del control del movimiento y la
postura, no progresivos, que ocurren por una injuria sostenida en etapas
precoces del desarrollo del sistema nervioso, esto es dentro de los primeros 5
años de vida. Se trata de un trastorno mayormente relacionado con problemas
motores, aunque puede venir acompañado de otros déficits o anomalías.
Aunque la condición en sí no avanza progresivamente, sus síntomas pueden
cambiar conforme el niño crece y se desarrolla. Sin una intervención adecuada
en neurorrehabilitación, podría generarse un deterioro a nivel muscular,
esquelético y/o funcional a medio o largo plazo. La alteración se localiza en el
cerebro, específicamente en el área del foramen magno. Este trastorno se
manifiesta durante períodos de rápido crecimiento cerebral, que algunos
consideran que finalizan a los 3 años mientras que otros mencionan los 5 años,
momento en el que se estima que el 95% del desarrollo cerebral se ha
completado. Es crucial descartar la presencia de una enfermedad progresiva
del sistema nervioso central.
Se proponen estándares más rigurosos para definir la asfixia neonatal, lo que
disminuye su conexión con la parálisis cerebral. Estos criterios más estrictos
han sido establecidos por el Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras
para la Encefalopatía Neonatal y la Parálisis Cerebral. Se ha sugerido que la
aplicación de estos criterios estrictos podría minimizar los riesgos asociados a
la parálisis cerebral después de un episodio de asfixia al nacer. En una editorial
de Hermansen en la revista Clinics in Perinatology de 2006, dedicada a este
tema, se hace una estimación sobre la contribución de cada causa dentro del
conjunto total de pacientes que padecen parálisis cerebral.
La lesión cerebral que provoca la parálisis cerebral conlleva una alteración en
las vías neuronales o en las vías motoras, las cuales tienen un efecto inhibitorio
sobre la alfa motoneurona localizada en la parte frontal de la médula espinal.
Este desequilibrio entre los estímulos excitatorios e inhibitorios que afectan a
esta motoneurona conlleva consecuencias inmediatas, como la pérdida de
habilidades motoras debido a la lesión de las neuronas motoras, así como
consecuencias a largo plazo derivadas de cambios en la actividad medular, que
resultan en un aumento del tono muscular (espasticidad). Tanto el déficit motor
como la espasticidad contribuyen a limitar los movimientos articulares o a
provocar contracciones musculares.
Las parálisis cerebrales se categorizan según el nivel de restricción funcional
en las actividades cotidianas. Estas categorías son: "leve", que no presenta
restricciones significativas; "moderada", que implica algunas limitaciones; y
"severa", que se caracteriza por una restricción significativa o importante en la
realización de todas las actividades diarias.
Por lo general, el desarrollo de habilidades motoras, cognitivas y lingüísticas en
personas con parálisis cerebral tiende a avanzar, aunque de manera más lenta
y en ocasiones de manera incompleta en comparación con niños que no
presentan este trastorno. El nivel de progreso en la adquisición de estas
habilidades estará influenciado por el tipo específico de parálisis cerebral, el
grado de afectación cerebral y los déficits adicionales que puedan estar
presentes.
El diagnóstico de la parálisis cerebral se realiza principalmente mediante
evaluación clínica. Sin embargo, los exámenes complementarios se utilizan
para varios propósitos: identificar la causa subyacente cuando no está clara a
través de la historia clínica, determinar la extensión y ubicación del daño
cerebral mediante neuroimágenes, descartar enfermedades neurometabólicas
o neurodegenerativas progresivas y detectar trastornos adicionales y/o
complicaciones asociadas. Po ello, El diagnóstico precoz es fundamental para
iniciar tratamiento en forma oportuna, para lo cual es necesario identificar a
niños de alto riesgo.
Alrededor de la mitad de las personas afectadas por parálisis cerebral
presentan algún grado de déficit intelectual, siendo los individuos con parálisis
cerebral extrapiramidal quienes muestran un nivel intelectual más favorable,
mientras que aquellos con tetraparesia espástica tienden a experimentar un
déficit intelectual más grave.
La epilepsia afecta alrededor del 25 al 30% de las personas con parálisis
cerebral, y generalmente comienza en los primeros dos años de vida. Es más
común en niños con parálisis cerebral hemipléjica o cuadripléjica, así como en
aquellos con un mayor deterioro intelectual.
El déficit visual afecta al 50% de los niños con parálisis cerebral, y la gravedad
está asociada con el grado de afectación motora y cognitiva. Las anomalías
visuales más comunes incluyen la falta de control de los movimientos oculares,
estrabismo y otras alteraciones como ambliopía, atrofia óptica y problemas
refractivos, además de los problemas derivados de la causa subyacente (como
cataratas o coriorretinitis).
La pérdida de audición se presenta en aproximadamente el 10 al 15% de los
casos de parálisis cerebral, siendo más común en personas con parálisis
cerebral extrapiramidal secundaria a kernicterus o encefalopatía bilirrubínica,
condiciones que han disminuido en frecuencia. En la actualidad, se relaciona
con casos de incompatibilidad de grupo sanguíneo clásico o Encefalopatía
Hipóxico-Isquémica con compromiso de ganglios de la base.
Los trastornos del lenguaje y del habla en personas con parálisis cerebral están
relacionados con factores motores, cognitivos, auditivos y ambientales. Los
individuos con parálisis cerebral extrapiramidal suelen experimentar trastornos
como dispraxia verbal, anartria y disartria. Es crucial detectar signos de
intención comunicativa e implementar técnicas de comunicación
alternativa/aumentativa (CAA). Los trastornos del lenguaje en niños con
parálisis cerebral, como disfasias semánticas, semántico-pragmáticas y
fonológico-sintácticas, requieren una alta sospecha diagnóstica y la
intervención de terapeutas del lenguaje capacitados para identificar y
proporcionar terapias que mejoren la comunicación del niño.
Los trastornos del aprendizaje pueden ser detectados por educadores
especializados con experiencia en niños con discapacidad motora, en
colaboración con terapeutas del lenguaje. Estos profesionales pueden
identificar trastornos específicos como dislexia y discalculia, e implementar
estrategias para minimizar su impacto en el aprendizaje general del niño. Los
educadores deben recibir formación para facilitar la integración de los niños con
habilidades adaptadas a entornos educativos regulares, cuando sea posible.
Los trastornos del sueño son frecuentes en personas con parálisis cerebral y
requieren estrategias para establecer hábitos de sueño saludables, y en
algunos casos, el uso de fármacos reguladores del ciclo sueño-vigilia.
Los trastornos psiquiátricos, como los de conducta con agresión auto o
heterodirigida, son motivo de consulta común y requieren un manejo
cuidadoso, ya que el uso de neurolépticos para controlar estos trastornos
puede exacerbar movimientos anormales incluso después de su suspensión.
Los trastornos del estado de ánimo pueden manifestarse, especialmente en
pacientes con discapacidad severa, pero con buen potencial intelectual, y
necesitan atención especializada.

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