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14. LA ILUSTRACIÓN DEL SIGLO XVIII
14.1. filosofía, ilustración y colonialidad manas en los siglos xviii y xix asistimos entonces
Santiago Castro-Gómez a la paulatina invisibilización de la simultanei-
dad epistémica del mundo. A la expropiación
En este trabajo defenderé la tesis de que bue- territorial y económica que hizo Europa de las
na parte de la filosofía europea articulada en colonias (colonialismo), correspondería enton-
el siglo xviii (que Michel Foucault denomina ces una expropiación epistémica (colonialidad)
como la “época clásica”) puede y debe ser re- que condenó a los conocimientos producidos
pensada conforme al modelo analítico de la en ellas a ser tan sólo el “pasado” de la ciencia
“heterogeneidad estructural”, articulado pri- moderna (Castro-Gómez, S., 2005b).
mero por José Carlos Mariátegui y desarrolla- Mi tesis es, entonces, que la filosofía ilus-
do posteriormente por el sociólogo peruano trada del siglo xviii en Europa contribuyó sus-
Aníbal Quijano, por la teoría latinoamericana tancialmente a la construcción de una mirada
de la dependencia, la filosofía de la liberación imperial sobre el mundo que postula a Euro-
(Dussel, E., 1985) y actualmente por el grupo pa como telos de la civilización humana, esta-
modernidad/colonialidad (Castro-Gómez, S., bleciendo al mismo tiempo una taxonomía
2007). De acuerdo con este modelo, la colo- jerárquica entre las diversas formas de produ-
nialidad y la modernidad no deben ser enten- cir conocimientos. El ensayo pretende mos-
didas como “fases” sucesivas en el tiempo (la trar los lazos entre el proyecto ilustrado de la
modernidad como “superación” de la colonia- “ciencia del hombre” y el proyecto colonial
lidad) sino como fenómenos coexistentes y europeo, señalando que el escenario de la Ilus-
mutuamente dependientes al interior del sis- tración fue la lucha imperial por el control de
tema capitalista mundial. Es decir que a con- territorios clave para la expansión del naciente
trapelo de lo afirmado tradicionalmente por la capitalismo y de la población que habitaba esos
teoría social moderna, el colonialismo no es territorios.
un fenómeno puramente aditivo sino que es
constitutivo de la modernidad. La hybris del punto cero
Este modelo analítico nos permitirá esta-
blecer una relación genética entre el nacimien- Iniciaré mi reflexión con la siguiente hipóte-
to de las ciencias humanas y el nacimiento del sis: entre 1492 y 1700 se produce una ruptura
colonialismo moderno, como ya lo habían vis- con el modo como la naturaleza era entendida
to teóricos poscoloniales como Edward Said. previamente, no sólo en Europa sino en todas
El gran mérito de Said es haber anticipado que las culturas del planeta. Si hasta antes de 1492
los discursos de las ciencias humanas que han predominaba una visión orgánica del mundo,
construido la imagen triunfalista del “progreso en la que la naturaleza, el hombre y el conoci-
histórico”, se sostienen sobre una maquinaria miento formaban parte de un todo interrela-
geopolítica de saber/poder que ha subalterni- cionado, con la formación del sistema-mundo
zado las voces “otras” de la humanidad desde capitalista y la expansión colonial de Europa,
un punto de vista epistémico, es decir, que ha esta visión orgánica empieza a quedar subal-
declarado como ilegítima la existencia simultá ternizada. Se impuso poco a poco la idea de
nea de distintas formas de producir conoci- que la naturaleza y el hombre son ámbitos on-
mientos. Con el nacimiento de las ciencias hu- tológicamente separados y que la función del
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la ilustración del siglo xviii 131
conocimiento es ejercer un control racional so- mentos, para luego recomponerlo según un
bre el mundo. Es decir que el conocimiento ya orden lógico-matemático. Para Descartes, co
no tiene como fin último la comprensión de las mo luego para Newton, el universo material
“conexiones ocultas” entre todas las cosas, sino es como una máquina en la que no hay vida
la descomposición de la realidad en fragmen- ni telos ni mensaje moral de ningún tipo, sino
tos con el fin de dominarla. tan sólo movimientos y ensamblajes que pue-
A Descartes se le suele asociar con el sur den explicarse de acuerdo con la disposición
gimiento de este nuevo paradigma filosófico. lógica de sus partes. No sólo la naturaleza fí-
Tanto en el Discurso del método como en las sica sino también el hombre, las plantas, los
Meditaciones metafísicas, Descartes afirma que animales, son vistos como meros autómatas,
la certeza del conocimiento sólo es posible en regidos por una lógica maquínica. Un hom-
la medida en que se produce una distancia en- bre enfermo equivale simplemente a un reloj
tre el sujeto conocedor y el objeto conocido. descompuesto, y el grito de un animal maltra-
Entre mayor sea la distancia del sujeto frente tado no significa más que el crujido de una
al objeto, mayor será la objetividad. Descartes rueda sin aceite.
pensaba que los sentidos constituyen un obs- Pues bien, es este tipo de modelo epistémi-
táculo epistemológico para la certeza del co- co el que deseo denominar la hybris del punto
nocimiento y que, por tanto, esa certeza sola- cero (Castro-Gómez, S., 2005). Podríamos ca-
mente podía obtenerse en la medida en que la racterizar este modelo utilizando la metáfora
ciencia pudiera fundamentarse en un ámbito teológica del Deus Absconditus. Como Dios, el
incontaminado por lo empírico y situado fue- observador observa el mundo desde una plata-
ra de toda duda. Los olores, los sabores, los forma inobservada de observación con el fin
colores, en fin, todo aquello que tenga que ver de generar una observación veraz y fuera de to
con la experiencia corporal constituye para da duda. Como el Dios de la metáfora, la cien-
Descartes un “obstáculo epistemológico” y de cia moderna occidental se sitúa fuera del mun-
be ser, por ello, expulsado del paraíso de la do (en el punto cero) para observar al mundo,
ciencia y condenado a vivir en el infierno de pero, a diferencia de Dios, no consigue obte-
la doxa. El conocimiento verdadero (episteme) ner una mirada orgánica sobre el mundo sino
debe fundamentarse en un ámbito incorpó- tan sólo una mirada analítica. La ciencia mo-
reo, que no puede ser otro sino el cogito. Y el derna pretende ubicarse en el punto cero de
pensamiento —en opinión de Descartes— es observación para ser como Dios, pero no logra
un ámbito metaempírico que funciona con observar como Dios. Por eso hablamos de la
un modelo que nada tiene que ver con la sabi- hybris, del pecado de la desmesura. Cuando
duría práctica y cotidiana de los hombres. Es los mortales quieren ser como los dioses pero
el modelo abstracto de las matemáticas. Por sin tener capacidad de serlo, incurren en el pe-
ello, la certeza del conocimiento sólo es posi- cado de la hybris, y esto es, más o menos, lo
ble en la medida en que se asienta en un punto que ocurre con la ciencia occidental de la mo-
de observación inobservado, previo a la expe- dernidad. De hecho, la hybris es el gran peca-
riencia, que debido a su estructura matemáti- do de Occidente: pretender hacerse de un pun-
ca no puede ser puesto en duda bajo ninguna to de vista sobre todos los demás puntos de
circunstancia. vista, pero sin que de ese punto de vista pueda
En efecto, Descartes estaba convencido de tenerse un punto de vista. Recordemos que de
que la clave para entender el universo se ha- acuerdo con este modelo, el hipotético obser-
llaba en la estructura matemática del pensa- vador del mundo tiene que desligarse sistemá-
miento, y que esta estructura coincidía con la ticamente de los diferentes lugares empíricos
estructura matemática de la realidad. La vi- de observación (punto 1, punto 2, punto 3,
sión del universo como un todo orgánico, punto n) para ubicarse en una plataforma in-
vivo y espiritual, fue remplazada por la con- observada que le permita obtener la certeza
cepción de un mundo similar a una máquina. del conocimiento. Pero esta plataforma no es
Por ello, Descartes privilegia el método de ra- sólo metaempírica sino también metacultural.
zonamiento analítico como el único adecua- No son sólo los olores, los sabores y los colores
do para entender la naturaleza. El análisis lo que obstaculiza el logro de la certeza, sino
consiste en dividir el objeto en partes, desmem- también la pertenencia a cualquier tipo de tra-
brarlo, y reducirlo al mayor número de frag diciones culturales. Observados desde el punto
132 primera parte: periodos
cero, aquellos conocimientos que están liga- blecer mediaciones racionales para todos los
dos a saberes ancestrales o a tradiciones cultu- ámbitos de acción humana. La política, el co-
rales lejanas o exóticas son vistos como doxa, nocimiento y la moral quedaron sometidos a
es decir, como un obstáculo epistemológico un orden preconstituido que, sin reproducir
que debe ser superado. Solamente son legíti- los viejos dualismos de la edad media, sí pos-
mos aquellos conocimientos que cumplen con tulaba un nuevo ordenamiento metafísico del
las características metodológicas y epistémi- mundo. No era ya Dios sino la “naturaleza hu-
cas definidas a partir del punto cero mismo. El mana” la garante de que las leyes del cosmos
resto de conocimientos desplegados histórica- tienen correspondencia con las leyes de la po
mente por la humanidad durante milenios son lis (Hardt y Negri, 2001, pp. 110-112). Es qui-
vistos como anecdóticos, superficiales, folcló- zás en el Tratado de la naturaleza humana,
ricos, mitológicos, “precientíficos” y, en cual- escrito por David Hume en 1734, donde por
quier caso, como pertenecientes al pasado de primera vez se formula sistemáticamente el
Occidente. proyecto de una ciencia fundada en el plano
Este colonialismo epistémico de la ciencia trascendente de la naturaleza humana.1
occidental no es en absoluto gratuito. La hy Al igual que Descartes, Hume propone “un
bris del punto cero se forma, precisamente, en sistema completo de las ciencias, edificado so-
el momento en que Europa inicia su expan- bre un fundamento casi enteramente nuevo,
sión colonial por el mundo en los siglos xvi y el único sobre el que las ciencias puedan ba-
xvii, acompañando así las pretensiones impe- sarse con seguridad” (Hume, 1981, p. 81). En
rialistas de Occidente. El punto cero sería en- Descartes, como se sabe, la objetividad de la
tonces la dimensión epistémica del colonia ciencia proviene de un método en el que se
lismo, lo cual no debe entenderse como una busca en la conciencia una certeza primaria
simple prolongación ideológica o “superes- (una idea “clara y distinta”) para después, y en
tructural” del mismo, como quiso el marxis- forma estrictamente matemática, deducir de
mo, sino como un elemento perteneciente a ella todas las verdades científicas. Hume pien-
su “infraestructura”, es decir, como algo cons sa que aunque todas las ramas de las ciencias
titutivo. Sin el concurso de la ciencia moderna parecen ocuparse de objetos que se encuen-
no habría sido posible la expansión colonial tran fuera de la conciencia, en realidad son los
de Europa, porque ella no sólo contribuyó a hombres mismos quienes juzgan acerca de la
inaugurar la “época de la imagen del mundo” verdad o falsedad de las proposiciones que
—como lo dijera Heidegger—, sino también a utilizan para estudiar esos objetos. Por tanto,
generar una determinada representación so- si lo que se busca es un fundamento sólido
bre los pobladores de las colonias como parte que garantice la certeza del conocimiento, ese
de esa imagen. Tales poblaciones empiezan a fundamento no puede ser otro que las faculta-
ser vistas como Gestell, es decir, como “natura- des perceptivas y cognitivas del hombre. El
leza” que es posible manipular, moldear, disci- estudio de esas facultades de la naturaleza hu-
plinar y “civilizar”, según los criterios técnicos mana es el objeto de la “ciencia del hombre”:
de eficiencia y rentabilidad. Diremos entonces
que hacia mediados del siglo xviii Europa se Es evidente que todas las ciencias se relacionan
mira a sí misma como poseedora de un apa en mayor o menor grado con la naturaleza huma-
rato de conocimiento desde el cual es posible na, y que aunque algunas parezcan desenvolverse
ejercer juicio sobre los demás aparatos de co- a gran distancia de ésta, regresan finalmente a
nocimiento (pasados, presentes o futuros) y ella por una u otra vía. Incluso las matemáticas,
también como la única cultura capaz de unifi- la filosofía natural y la religión natural dependen
car al planeta bajo los criterios superiores de de algún modo de la ciencia del hombre, pues es-
ese parámetro. tán bajo comprensión de los hombres y son juz-
gadas según las capacidades y facultades de éstos con el fin de establecer una analogía entre el
[…] No hay problema de importancia cuya deci- universo newtoniano y el universo político-
sión no esté comprendida en la ciencia del hom- moral. Pero la pretensión de ambos pensado-
bre; y nada puede decidirse con certeza antes de res es la misma: convertir a la ciencia en una
que nos hayamos familiarizado con dicha ciencia plataforma inobservada de observación a par-
[…] Y como la ciencia del hombre es la única fun tir de la cual un observador imparcial se en-
damentación sólida de todas las demás, es claro cuentre en la capacidad de establecer las leyes
que la única fundamentación sólida que podemos que gobiernan tanto al cosmos como a la po
dar a esta misma ciencia deberá estar en la expe- lis. Alcanzar el punto cero implica, por tanto,
riencia y la observación (Hume, 1981, pp. 79-81. que ese hipotético observador se desprenda de
Cursivas mías). cualquier observación precientífica y metafísi-
ca que pueda empañar la transparencia de su
La ciencia del hombre se convierte así en el mirada. La primera regla para llegar al punto
fundamento epistemológico de todas las de- cero es entonces la siguiente: cualquier otro
más ciencias, incluso de la “filosofía natural”, conocimiento que no responda a las exigen-
es decir, de la física ejemplificada por Newton. cias del método analítico-experimental, debe
¿Cómo ha sido esto posible? Según Hume, ser radicalmente desechado. Para Hume, el
aplicando al estudio del hombre el “método cumplimiento estricto de esta regla permitirá
experimental de razonamiento”, que tan bue- que la ciencia del hombre mire a su objeto de
nos resultados ha dado en el campo las cien- estudio tal como es y no tal como debiera ser.
cias físicas. De lo que se trata, entonces, es de Observar la “naturaleza humana” desde el pun-
investigar el comportamiento humano sin to- to cero equivale a poner entre paréntesis cual-
mar como punto de partida una idea precon- quier consideración moral, religiosa o metafí-
cebida y metafísica del hombre, sino utilizando sica sobre el hombre, para verlo en su facticidad
solamente los datos empíricos proporciona- pura. La ciencia del hombre no es normativa,
dos por “la experiencia y la observación”. Así sino descriptiva.
como Newton logró despegarse de una con- ¿Pero cuál es la facticidad de la naturaleza
cepción metafísica de la naturaleza, heredada humana que la ciencia del hombre descubre?
de Aristóteles, para formular las leyes que ri- Las acciones humanas —afirma Hume— no
gen el movimiento de los cuerpos celestes, así son movidas por la razón sino por el interés
también el científico de la sociedad (el Newton en la propia conservación. Nadie actúa pres-
de las ciencias humanas) debe distanciarse de cindiendo de su propio interés personal, de
todo tipo de preconcepciones mitológicas so- modo que la utilidad (o el placer) que una de-
bre el hombre, con el fin de formular las leyes terminada acción pueda brindar al individuo,
que rigen la naturaleza humana. En otras pa es aquello que explica por qué tal acción es
labras: del mismo modo como la física logró juzgada como “buena” o “mala”. Así, la moral
establecer las leyes que gobiernan el mundo y la justicia no están inscritas en la naturaleza
celeste, la ciencia del hombre debe aplicar el humana, sino que son convenciones a través
mismo método para establecer las leyes que de las cuales el hombre manifiesta públicamen
gobiernan el mundo terrestre de la vida social. te sus pasiones (véase Hume, 1981, p. 707):
Y como estas leyes —según Hume— se en-
cuentran ancladas en la naturaleza humana, Es manifiesto que en la estructura original de
la nueva ciencia tomará como objeto de estu- nuestra mente la atención más intensa está cen-
dio las facultades cognitivas y perceptivas del trada en torno a nosotros mismos; la siguiente en
hombre, con el fin de explicar, a través de la intensidad se dirige a nuestras relaciones y cono-
observación y la experiencia, las estructuras cidos; tan sólo la más débil alcanza a los extraños
básicas que rigen su comportamiento social y y a las personas que nos son indiferentes […]
moral. Ninguna afirmación es más cierta que la de que
Nótese que la pretensión de Hume, como los hombres están guiados en gran medida por
la de Descartes, es ubicar a la ciencia del hom- su interés y que, cuando extienden sus cuidados
bre en un punto cero de observación, capaz de más allá de sí mismos, no los llevan demasiado
garantizar su objetividad. Sólo que, a diferen- lejos ni les es usual en la vida ordinaria ir más
cia de aquél, ese punto cero es alcanzado me- allá de sus más cercanos amigos y conocidos
diante la aplicación del método experimental, (Hume, 1981, pp. 713-770. Cursivas mías).
134 primera parte: periodos
son, entonces, fenómenos universales que no cen su poder sobre otros, sino como resultado
dependen de la conciencia individual de na- necesario e inevitable de la evolución de la so-
die, ni de la cultura a la que alguien pertenece, ciedad humana, es el mecanismo natural que
sino que se hallan regulados por un mecanis regula el intercambio de mercancías (Smith,
mo impersonal que, precisamente, constituye A., 1993, p. 53). Basta entonces con dejar que
el objeto de estudio de la ciencia del hombre, los individuos entren libremente al mercado
y en este caso de la economía política. La uni- buscando satisfacer sus intereses cercanos,
versalidad de estos fenómenos se debe a que para que las leyes internas y supraindividua-
están anclados en una tendencia invariable de les del mecanismo, a la manera de una “mano
la naturaleza humana que ya había sido seña- invisible”, regulen con precisión el equilibrio
lada por Hume: la necesidad de satisfacer los entre lo individual y lo colectivo:
intereses cercanos por encima de los remotos.
Si los hombres entablan relaciones comercia- By preferring the support of domestic to that of
les, esto no se debe al interés de unos por su- foreign industry [every individual] intends only
plir la carencia de los otros, sino a los resortes his own security; and by directing that industry in
pasionales que subyacen a toda acción huma- such a manner as its produce may be of the great-
na y que llevan, indefectiblemente, a la bús- est value, he intends only his own gain, and he is
queda egoísta del propio beneficio.4 in this, as in many other cases, led by an invisible
Al igual que Hume, Smith se pregunta có hand to promote an end which was no part of his
mo potenciar esta búsqueda del propio bene intention. Nor is it always the worse for the soci-
ficio de tal modo que los intereses egoístas de ety that is was no part of it. By pursuing his own
los individuos puedan ser armonizados con los interest, he frequently promotes that of the soci-
intereses de la colectividad. Pero la respuesta ety more effectually than when he really intends
del discípulo varía un tanto con respecto a la to promote it (Smith, A., 1993, pp. 291-292).
ofrecida por el maestro. Mientras que Hume
considera necesario reprimir (haciendo uso La trascendentalidad del mercado mundial
de la ley) el deseo natural de satisfacer lo cer- se fundamenta en las leyes de la naturaleza
cano por encima de lo remoto con el fin de humana, descubiertas por la economía políti-
asegurar la convivencia pacífica, Smith piensa ca. Hume y Smith parten entonces de un su-
que cualquier tipo de coacción sobre la na puesto incuestionable: la naturaleza humana
turaleza humana resultaría perjudicial. Antes es un ámbito de fundación trascendental que
que reprimir, lo que se debe hacer es potenciar vale para todos los pueblos de la tierra y funcio
las tendencias egoístas que movilizan las ac- na con independencia de cualquier variable cul
ciones de los hombres. Hay que “dejar-hacer” tural o subjetiva. Por eso, la ciencia que estu-
a los individuos su propia voluntad, con el fin dia esta naturaleza debe liberarse de cualquier
de que la búsqueda egoísta de su propio enri- opinión precientífica y ubicarse en el plano de
quecimiento genere beneficios para toda la la trascendencia, en el punto cero desde el
colectividad. No es necesario construir un me- cual podrá ganar una mirada objetiva y totali-
canismo artificial que regule estatalmente la zante sobre su objeto de estudio. Pero aquí
economía, sencillamente porque ese mecanis- cabe la pregunta: ¿cuál es el lugar de enuncia-
mo ya existe (es ontológico) y se encuentra ción que permite que Smith y Hume afirmen
regulado por las leyes sociales del movimien- que su enunciación no tiene lugar? ¿En dónde
to. El mercado, visto por Smith no como el se encuentra la grilla inmanente de poder que
ámbito contingente donde unos hombres ejer- postula que ese poder tiene una fundación
trascendental? La tradición marxista ha seña-
4
“Give me that which I want, and I shall have this lado que ese “lugar de poder” es el de la pujan-
which you want, is the meaning of every such offer; and te burguesía comercial inglesa, con su escala
it is in this manner that we obtain from one another the de valores centrada en la ética del trabajo (Be
far greater part of those good offices which we stand in rufsethik), el mercantilismo y el utilitarismo.
need of. It is not from the benevolence of the butcher, Desde esta perspectiva de análisis, el progra-
the brewer, or the baker, that we expect our dinner, but
ma ilustrado de Smith y Hume sería la expre-
from their regard to their own interest. We address our-
selves, not to their humanity but to their self-love, and sión de una Weltanschauung típicamente bur-
never talk to them of our own necessities but of their guesa, la cual se opondría directamente a los
advantages” (Smith, A., 1993, p. 22). valores de la aristocracia centrados en el ocio,
136 primera parte: periodos
la economía de subsistencia y la inutilidad del sólo dar cuenta del origen de la sociedad hu-
conocimiento.5 mana, sino que intentará reconstruir racio-
Sin embargo, y aun reconociendo el víncu- nalmente su evolución histórica, con el fin de
lo obvio que existe entre la Ilustración y la mostrar en qué consiste la lógica inexorable
burguesía europea, nos parece que el locus del progreso. Una lógica que permitirá a Euro
enuntiationis de Smith y Hume posee una di- pa la construcción ex negativo de su identidad
mensión que va más allá de su condición de económica y política frente a las colonias, y a
“clase” en el marco del capitalismo inglés. Pa los criollos de las colonias el fortalecimiento
ra la época en que Hume y Smith escribieron de su identidad racial frente a las castas.
sus tratados, Inglaterra, Holanda y Francia se
encontraban disputando el control del circui- La negación de la simultaneidad epistémica
to del Atlántico, que había estado en manos
españolas desde el siglo xvi. Estas potencias Durante la segunda mitad del siglo xviii, con
sabían que era necesario generar enclaves co- los escritos de Turgot, Bossuet y Condorcet, el
merciales en las colonias de ultramar, con el proyecto ilustrado de una ciencia del hombre
fin de aprovechar la mano de obra de la pobla- buscó reconstruir la evolución histórica de la
ción no europea. Inglaterra en particular de sociedad humana. Pero el proyecto enfrenta-
cidió fundar colonias estables en la ruta hacia ba un serio problema metodológico: ¿cómo
las Indias, con la finalidad de que el trabajo realizar observaciones empíricas del pasado?
productivo de los nativos (tanto colonos como Si lo que caracteriza una observación científi-
esclavos) pudiera abrir nuevos mercados e in- ca es precisamente el “método experimental
crementar las ganancias de las compañías de de razonamiento” que le garantiza ubicarse
comercio (Wallerstein, I., 1980, pp. 244-289; en el punto cero, ¿cómo tener experiencias de
Wolf, E., 1997, pp. 158-194). El acceso a nue- sociedades que vivieron en tiempos pasados?
vas fuentes de riqueza dependía entonces de La solución a este dilema se apoyaba en un
la interacción asimétrica entre colonos euro- razonamiento simple: ciertamente no es posi-
peos y poblaciones nativas. ble tener observaciones científicas sino de so-
Esto explica por qué razón Smith debe in- ciedades que viven en el presente; pero sí es
cluir no sólo a las naciones europeas sino tam- posible defender racionalmente la hipótesis
bién a las colonias de Europa en su teoría del de que algunas de esas sociedades han perma-
mercado mundial. Las poblaciones de unas y necido estancadas en su evolución histórica,
otras se encuentran ubicadas en el lugar exac mientras que otras han realizado progresos
to que les corresponde por naturaleza; es decir ulteriores. La hipótesis de fondo es entonces
que su función como productores, comerciali- la siguiente: como la naturaleza humana es
zadores o procesadores de materias primas no una sola, la historia de todas las sociedades
puede ser alterada, pues ello equivaldría a in- humanas puede ser reconstruida a posteriori
tervenir en las dinámicas propias del merca- como siguiendo un mismo patrón evolutivo
do, es decir a querer cambiar las leyes de la en el tiempo.6 De modo que aunque en el pre-
naturaleza. Por esta razón, una de las tareas sente tengamos experiencias de una gran can-
centrales de la ciencia del hombre es mostrar, tidad de sociedades simultáneas en el espacio,
como veremos enseguida, que no todas las po- no todas estas sociedades son simultáneas en
blaciones del planeta se encuentran en el mis- el tiempo. Bastará con observar comparati
mo nivel de la evolución humana, y que esta vamente, siguiendo el método analítico, para
asimetría obedece a un plan maestro de la na determinar cuáles de esas sociedades perte
turaleza. La ciencia del hombre procurará no necen a un estadio inferior (o anterior en el
5
Como un botón para la muestra, baste recordar el
profundo análisis que hace Lukács sobre las “antinomias 6
Arthur Lovejoy ha mostrado que durante el siglo
del pensamiento burgués” en su ya clásico libro Historia xviii,la hipótesis de la “gran cadena del ser”, que opera-
y conciencia de clase. Pero a esta tradición pertenecen ba hasta ese momento como principio organizador del
también Hardt y Negri, cuando afirman que “con Des- conocimiento en la ciencia occidental, empieza a tem-
cartes estamos en el comienzo de la historia del ilumi- poralizarse. Esto significa que la plenitud ontológica de
nismo, o mejor dicho, de la ideología burguesa. El apa- todos los seres empieza a ser concebida como un “plan
rato trascendental que él propone es la marca distintiva de la naturaleza” que se despliega paulatinamente en el
del iluminismo europeo” (Hardt-Negri, 2001, p. 112). tiempo (Lovejoy, A., 2001, pp. 242-287).
la ilustración del siglo xviii 137
ducirá, más tarde o más temprano, hacia el barbarie. En la “primera época de la humani-
pináculo de la economía capitalista moderna. dad”, los hombres vivían sumergidos en el caos
El telos de la historia es la cancelación defini de las sensaciones, el lenguaje no era capaz de
tiva de aquello que durante milenios se cons articular ideas abstractas y las necesidades
tituyó en la maldición por excelencia de la rea- básicas eran suplidas mediante una economía
lidad humana: la escasez. de subsistencia (Turgot, 1998, pp. 168-169).
Pero quizá sea en los escritos de Anne-Ro- De esta situación primitiva lograrán salir cuan-
bert-Jacques Turgot donde mejor se expresa do el lenguaje se torne más complejo, pues
la pretensión de reconstruir científicamente sólo entonces la escritura, las ciencias y las ar-
las leyes que rigen el desarrollo de la historia tes tendrán oportunidad de desplegarse. Así,
humana. El presupuesto metodológico con el los hombres aprenderán a dominar técnica-
que trabaja Turgot es el mismo señalado por mente las fuerzas de la naturaleza, a organi-
Descartes: la ciencia debe ubicarse en un pun- zar racionalmente la fuerza de trabajo, y la
to cero de observación que garantice la “rup- economía pasará lentamente, de ser una eco-
tura epistemológica” del observador con toda nomía doméstica de subsistencia, a ser una
concepción religiosa y metafísica del mundo. economía de producción sustentada en el mer-
En particular, la mirada científica sobre el pa- cado. Para Turgot, el “progreso de la huma
sado debe quedar libre de la narrativa cristia- nidad” combina dos factores que van de la
na de la “historia de la salvación”, que veía los mano: de un lado, el despliegue paulatino de
sucesos humanos como orientados hacia fines las facultades racionales y el consecuente trán-
trascendentes. Despojada de este lastre me sito del mito hacia el conocimiento científico
tafísico, la historia empieza a ser vista como (paso de la doxa a la episteme); del otro, el des-
el resultado de la lucha feroz entablada por el pliegue de los medios técnicos y de las compe-
hombre para dominar la naturaleza mediante tencias organizacionales que permiten domi-
el trabajo; lucha que no es producto del azar, nar la naturaleza a través del trabajo (paso de
sino que está gobernada por las mismas leyes la escasez a la abundancia).
mecánicas que estudió Newton. El filósofo de Tenemos entonces que, al igual que Hume
be dar cuenta de esas leyes, que son las mis- y Smith, Turgot considera la dimensión eco-
mas para todas las sociedades, ya que todos nómica de la vida humana como la clave para
los hombres están dotados con los mismos ór- una reconstrucción racional de la historia de
ganos, sus ideas se forman obedeciendo a una los pueblos. Y al igual que Locke, pensaba que
misma “lógica” y sus necesidades, inclinacio- los “salvajes de América” tenían que ser colo-
nes y reacciones frente a la naturaleza son las cados en la escala más baja de esa historia (el
mismas.8 estadio “infantil” de la humanidad), puesto que
La reconstrucción racional de Turgot tra- en ellos se observaba el predominio absoluto
baja entonces con el supuesto de que la natu- de la doxa en materia cognitiva, y de la escasez
raleza humana es una sola (homo faber) y, por en materia económica:
tanto, de que en el comienzo de la historia to-
dos los hombres eran iguales en la escasez y la Una ojeada a la tierra nos muestra hasta hoy día
la historia entera del género humano, al expo-
ner los vestigios de su tránsito y los monumentos
8
En el Cuadro filosófico de los progresos sucesivos del de los diversos grados por los que ha pasado, des-
espíritu humano escribe Turgot: “Los mismos sentidos, de la barbarie, aún subsistente en los pueblos
los mismos órganos, el espectáculo del universo mismo americanos, hasta la civilización de las nacio-
han dado en todas partes las mismas ideas a los hom-
nes más ilustradas de Europa. ¡Ay de mí!, ¡nues-
bres, así como iguales necesidades e inclinaciones les
han enseñado en todas partes las mismas artes” (Turgot, tros antepasados y los pelasgos que precedieron
1991, p. 38). Y en el Plan de dos discursos acerca de la a los griegos se asemejaron a los salvajes de Améri
historia universal agrega: “Revelar la influencia de las ca! (Turgot, 1998, pp. 200-201).
causas generales y necesarias, la de las causas particula-
res y de las acciones libres de los grandes hombres, así Nuevamente encontramos el argumento de
como la relación de todo esto con la constitución propia
la no simultaneidad temporal entre las socie-
del hombre; mostrar las motivaciones y la mecánica de
las causas morales por sus efectos: he aquí lo que es la dades indígenas americanas y las sociedades
historia a juicio de un filósofo” (Turgot, 1998, p. 166. Las ilustradas europeas. Observadas desde el pun-
cursivas son mías). to cero, estas dos sociedades coexistentes en el
la ilustración del siglo xviii 139
espacio, no coexisten sin embargo en el tiem- sostenían pensadores alemanes como Blumen
po, porque sus modos de producción econó- bach y Kant?
mica y cognitiva difieren en términos evoluti
vos. Para Turgot, la evolución de la humanidad Razas inmaduras
parece conducir necesariamente, con la mis-
ma necesidad de las leyes naturales, a la Ilus- Nos interesa mostrar ahora de qué forma el
tración observada en las sociedades europeas pensamiento de Kant se vincula al proyecto
de su tiempo. La forma de producción de ri- ilustrado de la ciencia del hombre, y quere-
quezas (el capitalismo) y conocimientos (la mos hacerlo atendiendo al siguiente comen-
nueva ciencia) de la Europa moderna es mira- tario del filósofo nigeriano Emmanuel Eze:
da como el criterio a partir del cual es posible “Estrictamente hablando, la antropología y la
medir el desarrollo temporal de todas las de- geografía de Kant ofrecen la más fuerte, si no
más sociedades. El conocimiento habría pasa- la única, justificación filosófica suficientemen-
do entonces por “diversos grados” medidos en te articulada de la clasificación superior /in
una escala lineal, desde la mentalidad primiti- ferior de las ‘razas’ del hombre, de cualquier
va hasta el pensamiento abstracto, y lo mismo escritor europeo hasta ese tiempo” (Eze, E.C.,
puede decirse de los modos de producción de 2001, p. 249).
la riqueza, que progresan desde la economía En efecto, aunque los escritos sobre antro-
de subsistencia hasta la economía capitalista pología y geografía de Kant son vistos tradicio-
de mercado. Nada en esta escala de progreso nalmente como “obras menores” por la comu-
ocurre por casualidad y ninguno de los esla- nidad filosófica, Eze tiene razón al plantear
bones puede ser visto como innecesario. Todo que una consideración de esos textos puede
el conjunto revela la perfección y exactitud de darnos la clave para entender la posición de
un mecanismo racional de tal modo que Tur- Kant en relación con la ciencia del hombre o
got puede decir con toda confianza: Menschenkunde, como él mismo la denominó.9
Como los demás pensadores europeos consi-
El género humano, considerado desde su origen, derados hasta el momento, Kant estaba con-
parece a los ojos de un filósofo un todo inmenso vencido de que el hombre debía ser mirado
que tiene, como cada individuo, su infancia y sus como parte integral del reino de la naturaleza
progresos […] En medio de sus destrucciones, y, por tanto, como un objeto de estudio perte-
las costumbres se suavizan, el espíritu humano neciente a lo que en aquella época se denomi-
se ilustra, las naciones aisladas se acercan las naba “historia natural”. Sin embargo, él pen-
unas a las otras. El comercio y la política reúnen, saba que, además de ser parte de la naturaleza
en definitiva, todas las partes del globo. La masa física, había algo en el hombre que escapaba al
total del género humano, con alternativas de cal- determinismo de las leyes naturales y que no
ma y agitación, de bienes y males, marcha siem- podía ser estudiado por la historia natural. Ese
pre —aunque a paso lento— hacia una perfec- “algo más” es la naturaleza moral del hombre,
ción mayor (Turgot, 1998, pp. 200-201). cuyo estudio debe fundarse en un método di
ferente al utilizado por las ciencias empíricas.
Lo que no explica el entusiasta Turgot es De acuerdo con esto, la ciencia del hombre se
por qué razón, si todos los hombres son igua- divide en dos grandes subdisciplinas: la “geo-
les en cuanto a sus facultades naturales, el grafía física”, que estudia la naturaleza corpo-
pensamiento científico y la economía de mer- ral del hombre desde el punto de vista de sus
cado surgieron precisamente en Europa y no se determinaciones externas (medio ambiente,
desarrollaron primero en Asia, África o Améri- fisionomía, temperamento, raza), y la “antro-
ca. ¿Qué causas naturales explican la no simul-
taneidad temporal entre las distintas formas 9
Hay que recordar que a lo largo de su carrera como
de producción de conocimientos y riquezas? profesor universitario, Kant dictó más cursos de antro-
¿Quizá la influencia del clima y la geografía pología y geografía física que de metafísica y filosofía
sobre las facultades humanas, como afirmaba moral, y los enseñó en forma continua durante más de
cuarenta años. También es preciso tener en cuenta que
Montesquieu? ¿Quizá los cambios abruptos
hacia la década de 1760, el filósofo era conocido en Ale-
en las condiciones medioambientales, como mania precisamente por sus disertaciones sobre temas
suponía Rousseau? ¿O tal vez tenga que ver la de historia, antropología y geografía (Zammito, J.H.,
superioridad natural de la raza blanca, como 2002, p. 292).
140 primera parte: periodos
ce que son únicamente cuatro los grupos hu- raleza. En otras palabras, Kant está diciendo
manos que deben ser clasificados bajo la que la raza, y en particular el color de la piel,
categoría formal de raza: debe ser vista como un indicativo de la capaci-
dad o incapacidad que tiene un pueblo para
Creo que sólo es necesario presuponer cuatro ra- “educar” (Bildung) la naturaleza moral inhe-
zas para poder derivar de ellas todas las diferen- rente a todos los hombres (1996, p. 68).
cias reconocibles que se perpetúan [en los pue- En efecto, por su peculiar temperamento
blos] 1] la raza blanca, 2] la raza negra, 3] la raza psicológico y moral, algunas razas no pueden
de los hunos (mongólica o kalmúnica), 4] la raza elevarse a la autoconciencia y desarrollar una
hindú o hindostánica […] De estas cuatro razas voluntad de acción racional, mientras que
creo que pueden derivarse todas las característi- otras van educándose a sí mismas (es decir,
cas hereditarias de los pueblos, sea como [for- progresan moralmente) a través de las cien-
mas] mestizas o puras (Kant, 1996, pp. 14-15. cias y las artes. Los africanos, los asiáticos y
Traducción mía). los americanos son razas moralmente inmadu
ras porque su cultura revela una incapacidad
Diez años después, en Bestimmung des Be para realizar el ideal verdaderamente huma-
griffs einer Menschenrasse, Kant distingue las no, que es superar el determinismo de la natu-
cuatro razas según la geografía y el color de la raleza para colocarse bajo el imperio de la ley
piel, introduciendo una variante con relación moral. Solamente la raza blanca europea, por
a su taxonomía anterior: los indios america- sus características internas y externas, es ca-
nos, que antes eran tenidos como una variante paz de llevar a cabo este ideal moral de la hu-
de la raza mongólica, aparecen ahora como manidad. En su Physische Geographie, Kant
una de las Grundrassen debido al color rojo de establece claramente que
su piel.11 Las cuatro razas fundamentales se-
rían entonces la blanca (Europa), la amarilla La humanidad existe en su mayor perfección
(Asia), la negra (África) y la roja (América) (Volkommenheit) en la raza blanca. Los hindúes
(Kant, 1996, p. 67). Con todo, la tesis básica amarillos poseen una menor cantidad de talento.
de Kant continúa siendo la misma: las cuatro Los negros son inferiores y en el fondo se en-
razas no sólo corresponden a diferencias en- cuentra una parte de los pueblos americanos
tre grupos humanos marcadas por determina- (Kant, 1968, p. 316).
ciones externas (clima y geografía), sino que
también, y sobre todo, corresponden a diferen La ciencia del hombre defendida por Kant
cias en cuanto al carácter moral de los pueblos, plantea entonces la existencia de una jerarquía
es decir, a diferencias internas marcadas por moral entre los hombres basada en el color de
la capacidad que tienen esos grupos o indivi- la piel. Así como Turgot y Condorcet negaban
duos para superar el determinismo de la natu- la simultaneidad de los conocimientos y las
formas de producción al establecer una jerar-
quía temporal en la que la nueva ciencia y la
11
La clasificación de las razas según el color de la
economía de mercado aparecen como institu-
piel revela con claridad la influencia de Johann Frie-
drich Blumenbach, quien en su libro De generis humani ciones vanguardistas del progreso humano,
varietati nativa había distinguido cinco razas: caucásica Kant niega la simultaneidad de las formas cul-
(blanca), mongólica (amarilla), etiópica (negra), ameri- turales al establecer una jerarquía moral que
cana (roja) y malásica (cobriza) (véase Vögelin, 1989, p. privilegia los usos y las costumbres de la raza
74). Pero hay sin duda otro factor que explica el cambio blanca como modelo único de “humanidad”.
hecho por Kant en su taxonomía. Entre 1775 y 1785,
Por eso, del mismo modo en que Locke y Hob-
periodo de tiempo que marca la redacción de los dos
ensayos aquí considerados, Kant se había familiarizado bes observaban a las sociedades americanas
con la literatura de viajes, y particularmente con las cró- de forma similar al modo como un paleontólo-
nicas que informaban al público europeo sobre los usos go observa los restos de un dinosaurio, es decir,
y costumbres de los indígenas americanos. De hecho, como testimonio (congelado en el tiempo) de
Kant comienza su ensayo de 1785 con la siguiente frase: lo que fue la vida humana en el pasado, Kant
“Los conocimientos sobre la inmensa variedad de la es-
ubica a la “raza roja” en el estadio más pri
pecie humana que son difundidos por los nuevos viajes,
han contribuido más a estimular el deseo por la in mitivo del desarrollo moral, estableciendo así
vestigación de este tema, que a satisfacerlo” (Kant, 1996, el contraste entre el ayer de la Unmündigkeit
p. 65. Traducción mía). y el hoy de la Ilustración (Aufklärung).
142 primera parte: periodos