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CAPITULO 1

Acomode mi ropa, después de probarme un par de cosas,


salí del vestidor, camine hacia la dependienta, deje la ropa
sobre el mostrador, alegando que nada me complacía, me
dirigí hacia la salida con una sonrisa sexy en mi rostro
hacía el guardia de seguridad, cuando la alarma sonó tuve
que correr tan rápido como mis pies me lo permitieron. No
era la primera vez que me veía obligada a robar, conocía
muy bien mi ruta de escape, hoy había sido ropa, algunas
veces, robaba comida, zapatos, era mi modo de vida, pese
a que tenía un trabajo de medio tiempo, no me alcazaba
absolutamente para nada más que para pagar la matrícula
de la Universidad y el cuarto tamaño de una caja de
zapatos en el que vivía.

Acelere el paso, cuando me di cuenta que los


guardias del Centro Comercial venían tras de mí, creí que se
cansarían luego, pero por lo visto, tenían otros planes así
que corrí lo más rápido que pude, cuando los perdí de vista
entre a la panadería mientras fingía comprar, apenas vi que
se alejaron, sonreí una vez más había logrado escapar.
Sabía que no siempre tendría suerte y que un día me
pondría las manos encima, ese día estaría perdida.
Camine hacia mi casa, bueno si a eso le podría llamar casa,
vivo en una pequeña habitación de alquiler, no tenía
muebles, solo contaba con un catre, viejo y duro donde
dormía, la cocina, casi nunca la utilizaba, carecía de lo
necesario para incluso llamarle cocina, la vieja estufa casi
nunca era encendida, porque no tenía dinero para el gas.

Deseaba muchas cosas que no tenía, había llegado


de un pueblo remoto, perdido en algún lugar de mi país, no
tenía familia, amigos o quien se preocupara por mí, ha
sido así desde que tenía alrededor de doce años, escape
muchas veces de personas con “buenas intenciones” de
ayudarme, sabía que nada era gratis en la vida, y si tenía
que elegir entre complacer o robar para poder comer,
prefería robar, antes que darles lo que ellos querían de mí,
pero estaba cansada, muchas veces me pregunte lo que
sería ceder a sus intenciones si con eso lograba poner un
techo decente sobre mi cabeza, pero no me atreví nunca
dar el paso.

Sobre todo cuando conocí a Alberto, un chico mayor por un


año, estudiábamos en la misma universidad, nos
conocimos accidentalmente cuando venía con prisas, sin
querer chocamos, termine en el piso, después de eso nos
hicimos amigos y tres meses después acepte embarcarme
en una relación sentimental con él, desde entonces ha
pasado alrededor de cinco meses, los mejores cinco meses
de mi vida, sentía que a alguien le importaba y no dude en
entregarle mi amor, más no mi cuerpo, era lo único que
podía llamar mío de verdad.

Alberto, tiene una solvencia económica estable,


trabajaba en un Antro de prestigio en el centro de la Ciudad,
a pesar de que llevamos cinco meses, nunca he sido capaz
de hablarle sobre mi situación económica, le he mentido,
diciendo que no tengo necesidad de trabajar y como
siempre voy bien vestida, él nunca ha dudado de mí.
Sé qué pensarán que no merezco a un chico como Alberto,
pero es lo que hay y es lo que soy, quiero a Alberto, más
nunca estaré preparada para revelarle mi secreto.

Hoy me ha invitado a celebrar mi cumpleaños, me ha


pedido que asista a su lugar de trabajo, como era de
suponerse, debía esperar a que entregara su turno, no
podía molestarme, no debería, pero no puedo evitarlo, el
que tenga un buen trabajo, un buen sueldo está bien, pero
enserio ¿tenía que trabajar hoy? Como fuera entré a la
ducha a darme un baño, era un verdadero milagro que
hubiera agua hoy, estaba harta de la vida que llevaba,
soñaba con otro nivel de vida, donde no tuviese que
preocuparme por lo que comería al día siguiente o de pagar
la renta el fin de mes, tenía un retraso, estaba segura que el
dueño del edificio aparecería pronto en mi puerta para
cobrarme, necesitaba dinero, necesitaba dejar de ser pobre,
pero a menos que me ganara la lotería lo veía imposible,
sobre todo porque no tenía dinero ni para probar mi suerte.

Me vestí, con la ropa que había robado por la tarde,


había perdido la vergüenza hace un tiempo atrás, no todos
teníamos la dicha de nacer en una familia estable o incluso
tener una familia, soy huérfana y aunque eso no me
justifica, no tuve guía de nadie en mi vida. Comí el único
trozo de pan que tenía, estaba duro e incluso mohoso, tenía
varios días guardando las raciones que Félix, el panadero
había sacado para que los perros se los comieran, sonreí
ante lo que era mi vida, pelearme incluso con un perro por
la siguiente ración. Si al menos tuviese un trabajo con suelo
decente, pero era casi imposible con la situación
económica que se vivía en el país, era por eso que invertía
cada centavo en mi educación, porque era la única manera
de cambiar mi destino a menos que…

Vi mi reflejo en el espejo roto y opaco que venía incluido


con la habitación, la falda de corte campana, quedaba
sobre mi rodilla, no era lo suficientemente corto, para dar
la impresión de ser una fulana y eso me gustaba, mi blusa
pegada a mi cuerpo, con un escote decente, para quien
viera pudiera imaginar lo que había dentro. Salí de mi
habitación, hoy quería olvidar todo era la primera vez que
celebraría mi cumpleaños en más de ocho años desde que
mis padres murieran, tome la micro, pagar los servicios de
un taxi, es un lujo que nunca podría darme, tendría para
comer dos o tres días con eso, así que el recorrido fue largo
hasta la zona viva, llegue alrededor de una hora y media
después a la dirección que Alberto me dejó, el hombre de la
puerta me dejo entrar apenas le dije que era una invitada de
Alberto, el ambiente estaba aún tranquilo, eran apenas las
nueve de la noche, pero tendría que esperar en el lugar por
lo menos dos horas, hasta que Alberto, tomará un
descanso o entregara su turno.

Alberto, me sonrió tan pronto me acerque a la barra

- Hola, ¿llegue temprano? – pregunté, recibiendo una


cerveza, le di un pequeño sorbo, mientras veía a mi
alrededor, era la primera vez que estaba en un lugar como
este.

- Nunca, preciosa, lo siento, tengo que trabajar – se


disculpó, asentí, porque el sonido de la música se hizo
escuchar, gire sobre el banco donde estaba sentada y me
dispuse a observar a los chicos de dinero que estaban en
lugar, botellas del mejor licor, cervezas e incluso tenía la
impresión que había polvo blanco en el lugar.

Suspire por enésima vez, eran pasada de las once de la


noche y Alberto no había tomado un solo descanso, el lugar
estaba abarrotado para esa hora, temía que no habría
festejo.

- Lo siento cariño, no tendré el descanso habitual, mi


compañero de turno se ha enfermado y tuvo que irse,
tendré que trabajar hasta el cierre – sonreí

- Está bien, no te preocupes – dije, mientras por dentro me


sentía, cansada y frustrada, había estado sentada por más
de dos horas y media sin moverme siquiera, observando
nada más.

- Iré a los servicios – dije mostrando hacía el lugar, para


que me entendiera la música había subido de volumen, mi
tímpanos parecía que se romperían, incluso la sensación
extraña en mi pecho, odiaba los lugares cerrados con tanto
bullicio, había estado tan emocionada que se me había
olvidado

Camine, decepcionada, pero trate de comprender a Alberto,


saque el móvil que me había regalado por mi cumpleaños,
había estado pidiendo mi número, casi morí de
vergüenza, no tenía uno, así que dije que me lo habían
robado y que no tenía tiempo ni ganas de comprarme otro,
excusas, todas eran excusas.

Caminar entre la gente para lograr llegar a los servicios


parecía misión imposible, los chicos se empujaban entre si
lamente llevar la cerveza en la mano, cuando sin querer
alguien empujo mi espalda y la vacié sobre el hombre
frente a mí

- Lo siento – musite rápidamente, mientras levante la


cabeza para ver al hombre alto frente a mí, parecía mayor,
mucho mayor a cualquier chico en el Bar.

- Ha sido un accidente – su voz era gruesa, muy atractiva,


pero lo que más me llamo la atención fue la ropa que
llevaba, Dolce Gabanna era una de las marcas más caras,
mordí mi labio, ¿qué haría si el hombre pedía que pagará
los servicios de lavandería? Difícilmente podría
permitírmelo

- Permíteme ayudarle – tomé su mano y entre a los


servicios, el no opuso resistencia y camino con ella.

- ¿Eres consciente que estamos en el servicio para


hombres? – no, no había sido consciente de nada, me
preocupe demasiado por la mancha que no me di cuenta a
donde había entrado.

- Yo, lo siento, ¿podrías limpiarla? – pregunte tratando de


encaminarme hacía fuera

- No tiene caso, déjalo así, en todo caso agradezco tu


buena intención, pero esta arruinado

- Realmente lo siento, ¿hay algo que pueda hacer por usted?


– pregunte cruzando los dedos y mordiéndome el labio
involuntariamente, ante la idea de que pidiera pagar la
tintorería para el traje

- No hace falta, en todo caso agradezco tu sentido de


responsabilidad – sonreí aliviada, por su respuesta, sin
embargo el Rolex en su muñeca, llamó mi atención, el
hombre no era cualquier hombre.

- Te invito una copa – dijo después de un momento de


silencio

- Yo – no sabía que responder, Alberto estaba dentro y


negarme sería demasiado ya le había arruinado el traje

- ¿Estás sola? – Preguntó ante mi duda – si estas


acompañada no hay problema – sonrió y se encamino a la
salida
- Estoy sola - dije sin pensarlo más

CAPITULO 2

Ella se mordió el labio, al darse cuenta de que había


tomado una decisión de manera impulsiva, no había
pensado que Alberto, estaba dentro esperando terminar su
turno, para poder celebrar su cumpleaños, pero la noche
estaba avanzando, había estado sola y aburrida.

- ¿Podríamos tomar esa copa, después de cambiarme? -


señalo el desastre que era su ropa. Sus mejillas se tiñeron
de rojo

- Sólo iremos a mi casa por ropa y luego puedo llevarte a


donde tú quieras – respiro profundo antes de aceptar y salir
detrás del desconocido, mientras escribía un corto mensaje
para su novio. El aire frio de la noche le hizo estremecerse,
observo el perfil del hombre mayor, era totalmente un
desconocido cuestionando momentáneamente su cordura

- Bruno Torrebiarte – se presentó, como si pudiera leer la


mente de la chica frente a él

- Ángela Beltrán – Bruno, le sonrió en respuesta, mientras


se preguntaba si podía ser hija de alguno de sus amigos, su
ropa era de marca y su gusto por la moda no podía
discutirse. Negó por un momento, esto no era típico de él,
debía culpar a su cita fallida de esa noche y los tragos que
se había tomado. La sonrisa que Ángela le dedico, causó
revuelo en tu interior, hacia tanto tiempo que se había
permitido sentir algo más que deseo físico por una mujer,
su tiempo se había invertido en los negocios, hasta el día
de hoy, su corazón latió fuerte cuando su mano tomó las de
la chica.

Ángela sonrió de una manera tan sexy que hizo su cuerpo


doler, trato de ignorar las emociones que provocaban en él,
abrió la puerta del copiloto de su Aston Martin DB11, color
gris plata. Ángela, sonrió mientras él rodeaba el auto, había
decidido su destino, seduciría a Bruno Torrebiarte, sin
importar el costo, estaba cansada de vivir en la pobreza,
cansada de esperar llegar a ser una profesional en
Economía mientras su estómago dolía de hambre.

Bruno, condujo su auto, hasta su casa, la pista estuvo


desierta, lo que le permitió mirar de perfil a su
acompañante, tenía un bello rostro, su maquillaje no era en
absoluto exagerado, parecía más natural, su vestimenta,
tampoco era tan llamativa, pero de buen gusto, se preguntó
nuevamente si no estaría llevándose a la hija de alguien
conocido, amigo, socio o incluso la hija de algún enemigo
comercial
Ángela, contuvo la respiración al entrar por las rejas de la
casa de Bruno, en su vida nunca había visto algo tan
impresionante, sin embargo logro que la impresión no se
reflejara en su rostro, no cuando se supone que ella estaba
acostumbrada a esto y más, no podría explicar que su ropa
de marca era producto de un delito.

- Tienes una casa impresionante – Bruno, sonrió mientras


abría la puerta del coche, para que ella pudiera salir

- Gracias – musitó, se sentía nerviosa, Bruno, era realmente


un desconocido, estaba arriesgando mucho, más bien todo
con tal de salir de la miseria.

- Tus padres pueden molestarse si llegas tarde – Bruno,


inserto la llave en la puerta principal, se adentró un poco lo
suficiente, para encender las luces. Si por dentro la casa
era preciosa, por dentro, todo gritaba dinero, el enorme
ventanal, daba al jardín, los sofás grises, con almohadones
a juego, la mesita de centro en madera y vidrió, las
lámparas colgantes y de piso, tenía la impresión de que
fueron bañados en oro, por supuesto era solo su impresión

- ¿Ángela? - Bruno, deseaba cambiarse la ropa, el silenció


de la chica, evito que saliera a su habitación
- Perdón ¿Qué me decías? – se regañó mentalmente, debía
parecer una chica tonta, que no tenía idea de nada

- te preguntaba sobre tus padres – se aflojo la camisa ante


la mirada atenta de Ángela

- No te preocupes, no tengo padres

- Siento lo de tus padres – él, le mostró el camino hacía el


pequeño bar en una esquina de la sala

- Gracias, sucedió hace muchos años, he aprendido a vivir


sola, tengo un trabajo y también estudio Economía – se
acomodó en el lujoso sofá, fue tan suave que casi le hizo
suspirar

- Aun así, lo lamento, subiré a cambiarme la ropa y luego


podremos ir por esa copa – Ángela asintió, mientras el
subió por las escaleras de mármol con el barandal hecho
de madera color chocolate, suspiró, nunca en su vida había
estado siquiera en la puerta de una casa como la de Bruno.

Bruno, escogió algo no tan formal, jeans y una camisa


negra tipo polo, que resaltaba su tono de piel.

Ángela, se paseó por la sala, observando cada detalle,


imaginándose lo que sería vivir en una cosa como esas,
tener tarjetas de crédito, gastar sin miedo por que llegará el
día de mañana. Continúo su inspección por unos
momentos, hasta que los pasos de Bruno le indicaron que
había vuelto.

- ¿Y bien? ¿Has decidido a dónde quieres ir? – Ángela, se


giró para verlo, se veía realmente guapo con su ropa menos
formal su chaqueta de cuero BLANKNYC, en tono color
negro hacía resaltar su cremosa piel ¿Cuántos años
tendría? Se preguntó

- Si no te importa ¿podemos beber ese trago aquí? – de


repente se le antojo mucho la idea de quedarse en casa,
Bruno, no tendría oportunidad de poner los ojos en alguna
otra chica.

- Por supuesto, ¿Qué te sirvo? ¿Whisky, Vodka, Tequila? –


ofreció mientras, observaba a su invitada, sus ojos se
habían teñido de tristeza

- Un tequila estaría bien – no había bebido ninguna de las


tres opciones, así que se decantó por el tequila

- ¿te sucede algo?, noto cierto aire de melancolía en tus


ojos – ella, levanto la mirada, mientras él servía el tequila

- Hoy es mi cumpleaños y desde que mis padres murieron,


siempre he estado sola, aunque este rodeado de gente
como hoy en el Antro, no estaba acompañada de nadie –
mintió

- Vamos a celebrarlo – Bruno, se acercó con la bandeja de


tequileros, limón y sal como acompañante

- ¿Harías eso por mí?

- Por supuesto, podemos beber esta ronda aquí y luego ir a


otro sitio – Ángela, sonrió antes de responder

- Son más de la una de la mañana – señalo el reloj – dudo


que algún sitio este abierto – imitó a Bruno y bebió el
tequila en un solo trago, sus ojos ardieron ante el fuego que
sintió en su garganta, dejo de respirar momentáneamente

¿Estás bien? – Bruno, pudo notar sus ojos llorosos

- Sí, creo que fue muy deprisa - no tenía otra cosa que decir

- Porque este cumpleaños sea distinto – ambos levantaron


un chupito más, brindaron antes de beber, el segundo
resulto ser más tolerable, bebieron un par de chupitos más
antes de que se preguntara ¿si la echaría de su casa? No
sabía siquiera la ubicación de la casa de Bruno, conseguir
un micro a esa hora sería imposible, volver su mugrienta
habitación, ni siquiera quería pensarlo.
Bruno, no se alteró cuando Ángela se acercó a él, su pierna
rozaba con la suya

- ¿Qué sucede? – el calor del cuerpo de la chica, sumado a


sus tragos, calentaron su cuerpo de una manera casi
dolorosa

- Estar contigo, no es algo que hubiese podido imaginar,


cuando abrí los ojos esta mañana, pero sin duda ha sido el
mejor encuentro que he podido tener, gracias Bruno – tenía
que despedirse o al menos fingiría despedirse, estaba
deseando que ese hombre la invitara a su cama

- No suelo frecuentar esos lugares, tenía una cita, pero


nunca llegó, ¿podríamos pensar que ha sido cosa del
destino?

- Podemos – Ángela, se acercó lo suficiente como para


dejar un beso en la comisura de los labios de Bruno, quien
contuvo la respiración ante tal acto

- Ángela – él se apartó un poco, lo suficiente para hablar sin


verse tentado a tomar sus labios entre los suyos

- Lo siento – se disculpó mordiéndose los labios, temiendo


arruinar su única oportunidad
- Puedes quedarte a dormir esta noche, te llevaré a casa
mañana por la mañana – no había sido fácil tomar el
control de sus emociones, deseaba tomarla entre sus
brazos, hacerla suya, sus labios eran una tentación, pero él
no era un chiquillo y era consiente que la diferencia de
edades entre ellos podría ser un problema el día de
mañana.

- ¿Contigo? – sus ojos empezaban a cerrarse, el alcohol


empezaba a dominar sus sentidos

Bruno, la cogió entre sus brazos, cuando ella se desvaneció,


intuía que no tenía experiencia con el tequila, sonrió, era
prácticamente una niña que bien podría ser su hija “pero no
lo es” le gritó su conciencia, la recostó en una de las
habitaciones de invitados estuvo tentado de quitar la ropa
de su cuerpo para que pudiera dormir comoda, pero se
abstuvo, no sería lo correcto, la chica parecía demasiado
inocente y e no sería un pervertido abusando de ella y su
estado, cubrió su cuerpo con las sabanas, le dejo un beso
en la mejilla, apago la luz y la dejo sola…

CAPITULO 3

Ángela, se removió en la suavidad de la cama, nunca en su


vida había dormido tan cómodamente, abrió sus ojos para
ver la lujosa habitación donde se encontraba, trato de
recordar lo que sucedió en la madrugada, pero recordaba
poco, levanto la sabanas para ver su cuerpo, cubierto por
sus ropas, no sabía si eso era bueno o malo para sus
planes, ahora con la luz del día y su mente despejada, la
idea de conquistar a Bruno Torrebiarte, se reafirmó en su
mente, era esto lo que deseaba, vivir de esta manera, no
tener que preocuparse por levantarse a la hora, para salir a
su trabajo de miedo tiempo mal pagado, comiendo pan de
varios días, estirando los centavos para pagar alquiler y
matricula, estaba cansada, a pesar de su situación había
trato de vivir sin tener que vender su cuerpo por tres pesos,
pero esto era totalmente diferente, Bruno no era el dueño
de una panadería, seguramente era uno de los hombres
más ricos del país y sería suyo…

- Buenos, día señorita – una chica con uniforme niego y


delantal blanco entro con un par de jeans y blusas, ropa
interior y un leve sonrojo en sus mejillas

- Buenos días – respondió se sentía tan bien ser respetada,


tratada de esta manera, si tan solo la chica del servicio
supiera que era mucho más afortunada que ella,
seguramente no la miraría o hablaría así.
- El señor Torrebiarte le envía esto, si no es de su agrado o
talla, siéntase libre de comunicármelo

- Gracias, puedes retirarte – se sentía tan bien, salió de la


cama y reviso la ropa, era unos jeans Lee original, valdrían
al menos su sueldo de una quincena, cielos esto se sentía
tan bien.

Bruno parecía tener buen ojo, los jeans le quedaron


perfectos, se amoldaron a su las largas piernas y su
estrecha cintura, escogió una blusa con cuello ve que se
amoldaba a su figura sin mencionar la ropa interior que
llevaba bajo la ropa Victoria´s Secret, sentía que este era un
sueño y se negaba a despertar. El sonido de la puerta llamo
su atención nuevamente.

- Buenos días ¿Qué tal dormiste? – Bruno abrió la puerta y


entró a la habitación

- Muy bien gracias, lamento haber arruinado nuestra noche


– se disculpó, aunque dudo un poco de que sus palabras
fueran las correctas

- No te preocupes Ángela, deduje rápidamente que no eres


buena bebiendo tequila – sonrió y ella se sonrojo
- Lo siento – volvió a disculparse – tengo que irme, mis
clases inician en media hora - busco su bolso, no
recordaba siquiera donde había quedado

- Tu bolso quedo en la sala, vamos a desayunar y te llevo a


la Universidad, tengo que llegar al trabajo – ella asintió
encantada

- Gracias – susurró mientras caminaba detrás de Bruno, a


la luz del día y con todos sus sentidos, podía ver la belleza
del hombre maduro, bien podría ser su padre, pero ella era
huérfana, así que no debía preocuparse por eso, mientras
Bruno fuera soltero…

Ángela, tuvo que contenerse de gemir, al ver el plato de


frutas, jugo, leche, tocino, omelet y algunas otras cosas que
no había probado en su vida, sintió el impulsó de coger de
todo y comer tan rápido, pero se abstuvo, el olor tentaba su
estómago pero lo hizo cuando Bruno se lo indico.

- Apenas termines te llevaré a la Universidad ¿Qué


estudias? – no deseaba hablar, quería únicamente abrir la
boca para comer, pero será demasiado evidente su desaire

- Estudio Economía en la Universidad del Valle – era una de


las universidades más caras del país habían otras que ni
siquiera podría soñar con pagar la Matricula, ella tenía
media beca de lo contrario sería imposible, soñaba con
graduarse y ser una de las Economistas más reconocidas
del país, pero su sueño se hacía más y más lejano con el
incremento de trimestral de las cuotas, ni siquiera la Beca
podría sostenerla cuando estuviera en el último años de su
carrera.

- Me sorprendes – Bruno, se llevó un trozo de fruta a la


boca, nunca había traído a nadie a su casa, este era su
santuario y Ángela parecía encajar perfectamente.

Salieron media hora después, Bruno, había cambiado de


auto dejo el Aston Martin, por un Mercedes Benz Maybach
Exelero, negro, luchó para no abrir la boca y babear este
hombre no era simplemente rico, era posiblemente
asquerosamente millonario

- ¿Qué harás esta noche? – la pregunta repentina le hizo


salir de sus pensamientos

- Supongo que dormir

- ¿Dormir? Es sábado creí que tenías algún plan – se mordí


el labio, tratando de que su acción fuese sexy

- Estoy sola, ¿Qué planes puedo tener? – miró hacia la


ventana, topándose con el reflejo de Bruno, preguntándose
si volvería a verlo después de hoy
- Te invito a cenar – había pensado mucho antes de
atreverse a hacer tal invitación, pero recordó que el día
anterior había sido su cumpleaños y que no había tenido
oportunidad de celebrarlo. Ella pareció sorprendida, al
parecer no se esperaba esto

- ¿Hablas enserio? – Ángela, lo miro por un momento

- Tenemos un cumpleaños que celebrar - sonrió

- Gracias – también le sonrió

Llegaron a la entrada del Edificio que ocupaba la


Universidad, se despidió dándole un beso en la mejilla a
Bruno, bajo del auto bajo la atenta mirada de más de un
estudiante, sonrió ante sus rostros de sorpresa.

- Hola – Alberto se acercó, abrazándola por la espalda, se


tensó ante la idea de que la hubiese visto bajar del auto de
Bruno.

- Hola – respondió con una sonrisa nerviosa

- Lo siento, perdóname cariño – Alberto beso su mejilla,


disculpándose por no haberle prestado atención la noche
anterior

- No te preocupes, comprendo que fue por tu trabajo –


sonrió para demostrarle que no estaba molesta, sobre todo
porque lo había dejado para ir con otro hombre, aunque no
había hecho nada aun.

- Gracias por ser tan comprensiva, te amo – su labios


dejaron un corto beso sobre los suyos, antes de separarse,
Alberto estudiaba en la Facultad de Ingeniería, los edificios
quedaban en distinto lugar.

- Te veré al salir – se despidió, ella camino hacía su salón,


pensando únicamente en Torrebiarte, tenía que buscar
información de él, lo haría apenas tuviese tiempo.

El día se hizo eterno, las agujas del reloj parecía no avanzar,


estaba nerviosa, ansiosa, había buscado información sobre
Bruno Torrebiarte en internet, Era el dueño de una Cadena
de Centros comerciales y Almacenes de ropa, también
tenía el 51% de acciones en una compañía de telefonía, su
nombre figuraba entre los cinco hombres más ricos del
país, como lo había imaginado, él era su boleto de lotería,
solo tenía que pagar el precio del premio.

CAPITULO 4

La tarde finalmente termino, estaba desesperada, esperaba


el mensaje de Bruno, para salir corriendo, no quería
encontrarse con Alberto. El sonido de su móvil hizo que
revisara rápidamente, era un mensaje de su novio
- “También te amo” – tecleó rápidamente, mientras bajaba
las escaleras, el móvil volvió a sonar

- “Estoy fuera” – camino más rápido para ir al encuentro de


Bruno.

- “Voy bajando”

- “Lo lamento, no podré verte hoy, tengo un proyecto con


mis compañeros, te amo” – envió el mensaje, le estaba
mintiendo, pero no quería renunciar a Alberto sin saber a
dónde llevaría esto que empezaba con Bruno, borró el
mensaje, antes de salir del edificio y coloco en modo
silencio su móvil.

- Hola – saludo subiéndose al auto

- ¿todo bien? – Bruno, preguntó

- Casi perfecto, la tarde se me hizo eterna – Bruno, sonrió


puso el auto en Marcha, conversaron sobre el trabajo y los
estudios, mientras se dirigían a la Casa, por un momento
pensó que la llevaría a algún restaurante exclusivo de la
cuidad, no que cenarían en casa, pero no dijo nada.

- Espero no te moleste que la cena sea en casa, no soy


mucho de salir a lugares públicos – espero la respuesta de
la chica, quien sonrió
- No tengo ningún problema, siempre que la compañía seas
tú – coqueto

Estaciono el auto, salió rápidamente para abrirle la puerta a


Ángela, estuvo tentado a llevarla a su restaurante favorito,
pero era una figura pública, seguramente se encontraría
con periodista y no estaba interesado en la publicidad
gratuita y mal intencionado de los medios, había tenido
suficiente de ellos en el pasado.

- Hay algo para ti en la habitación que utilizaste anoche,


¿puedes ir por ello? - Ángela, camino hacia la habitación,
aun no se acostumbraba al lujo de lugar, pero se dio prisa,
ya tendría tiempo para admirar cada rincón.

Había llamado al medio día para dar instrucciones de lo


que quería para la cena y como lo quería, su gente no lo
decepcionó, la mesa en el jardín, estaba decorada de
manera elegante, la botella de champagne, con dos copas
servidas, en la bandeja, fresas, chocolate, dulces, eran solo
un pequeño detalle, se había asegurado de que la comida
fuera Lasaña a la Boloñesa, su plato favorito esperaba que
Ángela, pudiera degustar y disfrutar tanto como él, las velas
en el jardín completaban la sorpresa.
- Volví – el vestido que había sobre su cama, era hermoso
en color negro con perlas en color plata, le quedaba por
encima de la rodilla, el escote del pecho en un corte
corazón de tirantes, la sensación de la seda le provocó un
escalofrío

- ¡Hermosa! – sonrió mientras camino hacía donde Bruno le


había extendido la mano, la decoración en el jardín la hizo
jadear, no se esperaba esto…

- Feliz Cumpleaños – susurro en su oído ella tembló ante la


cercanía del hombre mayor

- Gracias esto es, no tengo palabras –Ángela le dio un beso


en la comisura de los labios, caminaron en silenció a la
mesa, Bruno retiro la silla para ayudarla y luego se sentó
frente a ella.

Un chico, bien vestido les atendió y luego se retiró


discretamente luego de servirles – Buen provecho – musito

Ángela disfruto de la comida, el Champagne, era mucho


más suave que el tequila, pero parecía tener el mismo
efecto en ella, su mente se sentía achispada después de
dos copas.

- Muchas gracias Bruno, este ha sido el mejor cumpleaños


de mi vida – dijo con sinceridad
- Un festejo retrasado – sonrió mientras él se puso de pie
camino hasta su lado, le tendió la mano para que ella se
pusiera de pie, la música sonó en algún lugar, era suave,
lenta, tanto que se sentía seducida

- ¿Estás seduciéndome? – preguntó, mientras su cuerpo se


mecía al ritmo lento de la música

- Podría pensar lo mismo de ti – respondió con una sonrisa


en los labios

- ¿Tienes miedo? – Ángela, cerró los ojos mientras


preguntaba

- ¿Quieres averiguarlo? – abrió sus ojos, el rostro de Bruno


estaba tan cerca que sus respiraciones se mezclaron, sus
labios estaban tan cerca, Ángela, no lo pensó, probo los
labios del mayor en un apasionado beso.

Bruno la tomo de los hombros para alejarla lo suficiente,


para poder pensar con claridad…

- No quiero, que te sientas obligada a esto Ángela, lo que te


he dado esta noche es un regalo de mi parte por tu
cumpleaños – era hermosa, se sentiría totalmente feliz si
ella pudiera elegirlo
- Te agradezco el regalo Bruno, pero no tiene nada que ver
con agradecimiento o sentirme obligada, eres un hombre
excitante, todo en ti es perfecto, tan perfecto que me
pareces un sueño, me siento atraída por ti, tan atraída
como la polilla a la luz – Ángela, cerro el poco espacio
entre ellos, beso los labios del mayor, mientas mordía
suavemente

Bruno, no se apartó, en su lugar hizo el beso más profundo,


no podía creer que Ángela, realmente se sentía atraída por
él, no sabía si esto duraría más de una noche, dejo de
pensar cuando ella gimió, sus manos habían aprisionado su
cintura y pegada a su cuerpo, haciendo que sintiera la
dureza contra sus caderas.

Las manos de Ángela, subieron por la camisa de Bruno,


acaricio sus pectorales por encima de su camisa, la tela
impedía poder sentir su piel contra sus dedos, el beso subió
de intensidad, Bruno dejo su boca y recorrió el largo de su
cuello, mientras sus manos apretaron las redondas nalgas
de la chica.

Ángela, gimió, cuando las manos de Bruno acariciaron


nuevamente sus redondas nalgas, podía sentir su creciente
erección contra su pelvis se movió instintivamente para
sentir un poco más de esa dureza.
Bruno, se separó, la tomó de la mano y entró a la casa,
busco la habitación más cercana, se sentía demasiado
caliente para detenerse ahora.

- Bruno - susurro Ángela, cuando las manos del mayor,


acariciaron sus piernas, las manos estaban debajo de su
vestido, un escalofrió atravesó su cuerpo, cuando esos
dedos tocaron su monte de venus por encima de sus
bragas ya húmedas.

- ¡Ah! – movió sus caderas para tener más contacto con los
dedos que se movían en círculo sobre su coño…

- Eres un pecado Ángela, un Ángel seductor – Murmuro por


encima de su yugular, sus manos dejaron de tocarla, el
cierre se abrió y el vestido cayo a sus pies, dejándola solo
en ropa interior, el color negro hacia que su piel cremosa
resaltara…

Bruno bajo la cabeza sobre uno de sus pechos, para dejar


besos, con su mano desabrochó el sostén dejándolo caer,
la condujo a la cama para recostarse levemente sobre ella,
sus labios se apoderaron de su pezón, excitándolo hasta
dejarlo duro como un botón.

- ¡Ah! – arqueo su cuerpo, ante el placer recibido, su coño


estaba siendo hurgado de nuevo, los dedos de Bruno
hicieron presión sobre su clítoris, haciéndola temblar de
deseo, queriendo más, necesitando más.

- por favor – ni siquiera sabía que pedía, solo quería apagar


el fuego que había nacido en su parte íntima y corría como
fuego por todo su cuerpo…

Bruno sonrió, mientras su humedad lengua recorría el


camino hasta su sexo, sus manos apartaron las bragas de
su camino

- ¡Ah! – Ángela, se mordió la mano para acallar su gemido,


cuando sintió la lengua de Bruno hacer círculos sobre su
clítoris, esto era mucho mejor que sentir sus dedos, su
lengua humedad, recorrió sus labios, su entrada dolía ante
la necesidad…

- ¡Voy a correrme! – gritó, era virgen, pero el placer no era


desconocido para ella, sus dedos le dieron más de una
buena corrida, pero nada se comparaba con lo que estaba
sintiendo ahora

Bruno abandono su pequeña cueva, sus ojos estaban


vidriosos por el deseo, se despojó de sus ropas en tan
rápido que por un momento dudo que no estuviera ya
desnudo, el peso de su cuerpo hundió la cama. La beso
nuevamente, pudo sentir el sabor de sus jugos en los labios
de Bruno, mientras él se acomodaba en su entrada…

- ¡Ah! ¡Ah! – su cuello se tensó cuando Bruno se abrió paso


por su apretado canal, la sensación de estar partiéndose en
dos la lleno de dolor, dolor que fue reemplazado poco a
poco por placer, cuando recibió las caricias de Bruno sobre
su cuerpo, sus besos la distrajeron cuando finalmente se
enterró por completo en ella.

Bruno espero a que ella se acostumbraba, quería moverse


tan salvajemente dentro de ella, su erección estaba
apretada en su interior, las paredes vaginales se aferraban
a su miembro que fue difícil no correrse al instante en el
joven cuerpo de Ángela

La sensación de sentirse llena, no era suficiente, movió sus


caderas, contra Bruno, quería sentir placer y olvidar el dolor
que sentía en su entrada

- ¡Ah! ¡Sí! – gritó cuando Bruno, embistió con un golpe


certero pegando su punto g, arqueó la espada, levanto las
caderas para salir al encuentro de las embestidas que el
mayor le estaba dando, el placer reemplazo el dolor y su
mundo se veía tentado a explotar en cualquier momento, su
orgasmo nació en su bajo vientre, se sentía perdida, al
borde de un precipicio sin llegar a caer.

Bruno embistió más rápido y profundo, mientras Ángela,


correspondía moviendo sus caderas con frenesí

- ¡Bruno! – gritó cuando el placer atravesó su cuerpo como


un rayo, sus piernas temblaban su cuerpo entero era como
una gelatina en brazos del mayor. Bruno penetro un par de
veces más antes de correrse en su interior con un fuerte
gemido, el éxtasis casi lo cegó. Salió con cuidado de la
pequeña cavidad para recostarse su lado, le dio un corto
beso, antes de cerrar sus ojos, completamente
satisfechos…

CAPITULO 5

Se removió inquieta en su lugar, no podía apartar las


imágenes de Bruno y ella enredados haciendo el amor
hasta el amanecer, sus cuerpos sudados, un fin de semana
lleno de placer. Levanto su brazo un reloj Lady Datejust,
adornaba su muñeca, mordió su labio al recordar el
momento exacto en el que Bruno, se lo dio como un regalo
de cumpleaños, esta era la vida que deseaba, a la que no
estaba dispuesta a renunciar, no volvería a dormir en una
cama dura jamás, mucho menos por preocuparse de lo
siguiente que comería, hoy había tenido un delicioso
desayuno, al volver a la habitación por sus cosas para
asistir a la Universidad se encontró con un lindo Jeans
celeste, una blusa de tirantes en color blanco y una linda
chaqueta negra, Bruno tenía un justo exquisito y ella podía
acostumbrase fácilmente, para rematar su mañana, la llevo
hasta la puerta de la Universidad en un Porsche Taycán
Turbo S, el hombre tenía una colección increíble de autos,
que la dejo alucinada cuando entró al garaje, suspiró,
pensando que si movía bien sus cartas todo eso sería suyo,
camino hacía la cafetería, podía darse el gusto de pagar por
un rico almuerzo hoy.

Alberto sonrió apenas sus ojos se posaron sobre la figura


de su novia, se acercó, mientras la abrazó por la espalda,
esperaba que realmente no estuviera enojada, aunque los
días habían pasado, aun se sentía culpable por dejarla sola
en el Antro.

- Lo siento – murmuro en el cuello de Ángela, dejando un


beso húmedo, Alberto no era una relación que debía
esconder, pero de repente se sintió incomoda, apenas
había dejado la cama de su amante, los cariños de Alberto
le resultaron un tanto molestos.
- Está bien, no te preocupes – repitió lo mismo que el día
anterior

- Era tu cumpleaños, esa noche debí estar contigo – sonrió


ante las disculpas de su novio, en realidad, ahora agradecía
que su compañero de turno se enfermara

- Todo está bien, te lo juro - aseguro queriendo dejar el tema

- Quiero compensarte, esta noche tengo libre, podemos ir a


cenar, conozco un lugar donde sirven la mejor comida, es
sencillo, pero estoy seguro que lo disfrutaras – Ángela, se
mordió el interior de su mejilla, no quería ocuparse con
nada ni con nadie, quería estar libre para Bruno

- Me encantaría, pero tengo que trabajar sobre un proyecto,


¿podemos ir otro día? – esperaba que Alberto no se pusiera
intenso, realmente lo quería, pero él no podría darle lo que
ella necesitaba.

- Entiendo, será otro día ¿tienes clases por la tarde? – negó

- No, pero tengo el proyecto – tenía que trabajar, medio


tiempo, aun no podía contar con Bruno, como su benefactor
o como le decían las chicas su Sugar Daddy…

⧓⧓⧓⧓
Ángela, había pasado toda la tarde esperando un mensaje
de o una llamada de Bruno, había terminado su turno en la
cafetería, hacía más de dos horas, estuvo sentada en la
última mesa fingiendo tomarse un café, no quería ir a casa,
por si Bruno llamaba estaría cerca, pero no había sido así,
¿Qué podía esperar? Se había entregado a él todo el fin de
semana, le había hecho regalos caros, imaginaba que era el
pago por sus servicios, apretó su puño con enojo, ¿podría
vender el reloj? Dudaba que pagaran algo por él, no tenía la
factura de la compra, venderlo en el mercado ilegal, serio
regalarlo el precio sería sumamente ridículo.

Tomo su móvil decidida, "Si la montaña no viene a


Mahoma, Mahoma irá a la montaña"

- “Ten dulces sueños” – presiono el teclado de enviar y


espero, tenía que enamorarlo, tenía que dejar la vida
que hasta ahora había llevado. Espero por un largo rato,
estaba aburrida y desesperada

- “Te amo Angie” – Alberto, le había enviado un mensaje,


suspiró

- “También te amo” – tecleo rápido

- “Como va tu proyecto”
- “Te escribiré cuando vaya a la cama, estoy ocupada,
realmente lo siento” – tomó sus cosas y salió de
la cafetería, Bruno Torrebiarte, no había respondido su
mensaje

- “No te olvides de mí” – el último mensaje de Alberto, fue


ignorado guardo el móvil, la zona por la que tendría que
caminar no era nada segura y por nada del mundo quería
perder el único medio que tenía para comunicarse con
Bruno.

Una hora más tarde, abrió las puertas de su habitación, el


lugar estaba frió y sombrío, había vivido de esta manera y
en condiciones peores durante ocho años, sería paciente,
esperaría un poco más, solo un poco más antes de dejar
todo esto atrás. El timbre del móvil, la trajo a la realidad, lo
cogió rápidamente, con la esperanza de que fuera Bruno

- “Dulces sueños Angie” – se sintió de repente molesta, si


Alberto, perteneciera al mundo de Bruno, no tendría que
hacer esto, pero no podía vivir de los sueños, el amor daba
felicidad, pero no te quitaba el hambre, ni te ofrecía un lugar
seguro para vivir, ni comodidades, ni lujos.

- “Te veo mañana” – tecleó rápido, tomó sus cosas para


darse un baño, ojala hubiese agua, no le apetecía bañarse
con agua fría, pero su suerte no era buena con ella ese día,
no había agua en las tuberías, tendría que hacerlo con el
agua que había apartado desde el viernes por la tarde.

⧓⧓⧓⧓

- “Ten dulces sueños” – se lamentó no haber visto el


mensaje a tiempo, eran cerca de las dos de la mañana,
cuando se dio cuenta, había asistido a una reunión con
unos amigos interesados en adquirir locales comerciales,
pudo delegarle el trabajo al personal, pero Pablo, era el hijo
de un buen amigo, no podía dejárselo al personal, las horas
se extendieron, olvido le móvil en el auto, finalmente pudo
ponerse al día cuando estaba ya acostado.

- “Lo siento, estuve ocupado”– envió el mensaje, mañana


quizá podría verla, había estado pensando en ello durante
muchas horas, ¿podría darse una oportunidad con ella?
El fiasco que se llevó con Carlota, cuando tenía solo veinte,
le había servido para ser precavido con las mujeres, no
necesitaba una nueva arribista en su vida, necesitaba
alguien en quien poder confiar, a quien amar, esperaba que
Ángela Beltrán fuera esa mujer, era hermosa, inteligente,
una estudiante A, en una de las mejores Universidades,
esperaba saber un poco más de ella.
Sonrió al recordar, cuando le había entregado el regalo de
cumpleaños que había elegido para ella, sus ojos habían
sido de sorpresa y luego su renuncia aceptarlo, eso le había
llamado la atención y aumentado su interés por ella.

- “No puedo aceptarlo, es demasiado, pero te lo agradezco


Bruno” – había dejado un beso en los labios del mayor,
como muestra de agradecimiento

- “Es un regalo de cumpleaños, Ángela, por favor” – había


insistido, para que ella pudiera aceptarlo

- “Bruno, me gustas tú, no lo que pueda obtener de ti” – sus


palabras habían causado una sacudida en su interior

- “Es un regalo, por favor” – ella sonrió

- “Está bien, voy a aceptarlo porque insistes, muchas


gracias” – terminaron haciendo el amor una vez más, el
recuerdo hizo que su cuerpo reaccionara, las imágenes de
Ángela enredada en su cuerpo, era algo que deseaba
repetir.

Durante el día no había tenido oportunidad de pensar en


ella, sus reuniones y trabajo, lo habían mantenido ocupado,
pero ahora en la soledad de su lujosa habitación, podía
recordarla. Estaba fascinado por su belleza, podría decirse
que enamorado, era demasiado pronto para palabras tan
grandes, aunque no lo descartaba, se daría tiempo de
explorar las emociones y sentimientos que ella le
provocaba, tiempo para conocerse mejor…

CAPITULO 6

Suspiró cansada, había por fin terminado de lavar su ropa ¡a


mano! – no podía darse ningún lujo por el momento, se
repetía, su obsesión por Bruno, estaba aumentando había
visto su mensaje disculpándose, no había respondido
enseguida, se había levantado cerca de las cinco de la
mañana, hoy no tenía clases hasta después del almuerzo,
así inicio trazando su plan, tenía una semana para salir de
su mugre vivienda, una semana para enamorarlo…

Después de darse un baño escogió un vestido casual de


tirante que amoldaba su impresionante figura, no sabía si,
su cuerpo era natural o era el resultado de los días de
ayuno forzados, sobreviviendo a base de agua, reviso su
monedero tenía el pago de la tarde de ayer, suspiro, haría
algo suicida con ese dinero, pero valdría la pena si tenía
resultados, su estómago gruño, no había comido desde el
almuerzo el día anterior, lo ignoro, camino hasta la parada
para tomar el micro. Mahoma iba en busca de la montaña,
sonrió
⧓⧓⧓⧓

Busco la dirección de las oficinas Torrebiarte en su móvil,


era lento pero no tenía de otra, había comprado el servicio,
por necesidad, cada centavo que gastaba, se decía
constantemente que era una inversión, una buena inversión,
estaba comprándose el cachito con el premio mayor, era el
consuelo que se daba para no lamentarse.

Bajo del micro una cuadra antes, no iba a permitir que la


vieran bajando de un servicio público arruinaría su misión,
camino podía ver la impresionante construcción, según la
información era conocido como el Edificio Cristal, ahora
entendía el porqué, su estructura era totalmente en vidrió,
dinero por donde mirara. Una vez frente al edificio, saludo
al guardia de seguridad con una sonrisa, mientras se
encaminaba a recepción, no tenía idea de cuál sería el piso
en el que Bruno se encontraba, pero ya estaba ahí, no iba a
echarse para tras…

- Bienvenida al Conglomerado Torrebiarte S.A., le saluda


Sandra Martínez, en que puedo ayudarle – sonrió
educadamente

- Buenos días, me gustaría ver al Señor Torrebiarte por


favor
- Con mucho gusto ¿tiene usted cita? Me puede indicar su
nombre y el motivo de su visita – espero, mientras Ángela
analizaba la situación

- Soy amiga del señor Torrebiarte – la mujer dejo lo que


hacía y la miró de pies a cabeza

- Lo siento no puede ver al señor, sin una cita previa, son


ordenes – Ángela sonrió, aunque por dentro quería gritarle
a la mujer, se relajó y juego su última carta

- Comunícate con él y dile que Ángela Beltrán está aquí –


insistió

- Me temo que no podré ayudarle, señorita Beltrán, si no


tiene cita, no puedo hacer nada por usted – dejo se ser
cordial, su rostro se mostró agrió

- Espero que no tengas que lamentar esto señorita Martínez


- marco el número de Bruno, rápidamente llevo el móvil a su
oído para que su melena rubia lo cubriera y no pasar penas
el modelo era uno bastante pasado de moda

- Hola, Bruno, perdona que te moleste, estoy en la recepción


de tus oficinas, sólo quería darte algo, pero la encargada de
recepción, no puede dejarme pasar – hablo lo suficiente
alto para que la chica escuchará, quien sólo se limitó a
rodar los ojos, dudaba que realmente estuviera hablando
con su Jefe

- “Ángela” – el pareció sorprendido

- Si, lamento interrumpirte, dejaré con tu secretaría lo que


traigo para ti, espero lo disfrutes – cruzaba los dedos para
que no se desentendiera de ella, fácilmente con la opción
que había sugerido.

- “No te vayas, firmaré unos documentos y bajaré dame


diez minutos” – sonrió ante las palabras de Bruno, justo lo
que deseaba escuchar

- Por supuesto, puedo esperarte, mis clases comienzan


dentro de dos horas, me iré si no bajas - sonrió.

- ¿Puedo esperar aquí?, o ¿prefieres que lo haga fuera? -


reto a la recepcionista muy segura de si

- Como prefieras – volvió a su trabajo ignorándola


completamente, algo que enfureció a Ángela, pero que dejo
pasar por el momento…

⧓⧓⧓⧓

La llamada de Ángela, le sorprendió, que estuviera en la


recepción mucho más, pudo hacerla ingresar de inmediato,
pero tenía que respetar sus propias reglas, así que la
atendería después de terminar los pendientes que tenía,
eran cerca de las once de la mañana cuando llamo, miro el
reloj llevaba aproximadamente treinta minutos esperando,
salió de la oficina para verla, estaba deseándolo, su cuerpo
tembló con anticipación, esa misma mañana había estado
meditando sobre darse tiempo para conocerla mejor, pero
con estas visitas difícilmente podría dejar de pensar en ella.
Las puertas del ascensor se abrieron y pudo ver su
hermosa cabellera rubia, estaba sentada observando, era
realmente increíble que no se fuera ante su demora, algo
que agradeció.

- Hola, lamento la demora – se disculpó apenas se acerco

- No te preocupes, es bueno que estés aquí – se levantó y


cerro la distancia entre ellos, dejo un beso en la comisura
de sus labios y luego se alejó lo suficiente para que sus
miradas se cruzaran verdes y grises enfrentados.

- Espero que te gusten los bollos – levanto la bolsa con un


recipiente dentro

- ¿Para mí? – estaba sorprendido, nadie antes de Ángela, se


había molestado por darle algo, era todo lo contrrio
disfrutaban con lo que él podía darles
- Claro, pase por una cafetería y pensé en ti – sonrió de
manera sexy mostrando su perfecta dentadura

- Gracias – sin poder evitarlo le dio un beso en los labios,


bajo la atenta mirada de la recepcionista, su rostro había
cambiado de color. Ángela sonrió, porque había sido el
quien le había besado en los labios.

- No quiero interrumpir tu trabajo – se alejó un poco nada


más

- ¿Aun tienes tiempo? – asintió, mirando su reloj

- Mis clases inician en hora y media – Bruno, la tomó de la


mano y camino hacia el elevador

- Que nadie me interrumpa – Ángela, sonrió al pasar frente


a ella

- Sí, señor – murmuro roja como un tomate de enojo,


posiblemente sería regañada por culpa de la visitante

Ángela, se perdió entre los pasillos caminando de la mano


de Bruno, la decoración roja, blanca y gris le daba un toque
exquisito, algunos voltearon a verla, otros continuaron
concentrados en su trabajo, pero no se cohibió, todo lo
contrario no podía parecer que el ambiente la intimidada,
así que se fundió con él.
- ¡Wow! – es impresiónante, dijo cuando entro a la oficina
de presidencia, el escritorio largo de color gris ocupaba el
centro de la oficina, aun lado cinco sillas en tono rojo con
una mesa de vidrió en el centro, columnas en color beige,
los ventanales de vidrió, juntos como se miraba desde
fuera

- ¿Te gusta?

- Es maravillosa – se acercó a él, no había tenido tiempo de


apreciarlo, el traje hecho a medida de color azul marino, le
hacía lucir terriblemente sexy, el blanco de su camisa le
daba el toque, se mordió el labio, él solo era un medió para
salir de su pobreza, pero no era ciega el hombre era
hermoso…

- ¿Puedo saber en qué piensas? – cerro la distancias entre


ellos, quería tener las manos lejos de Ángela, pero con ese
vestido difícilmente podría, se ajustaba a su cuerpo como
una segunda piel, el nacimiento de sus deliciosos pechos le
invitaban a probarlo…

- No he podido dejar de pensar en ti, Bruno, estoy en


constante excitación, sólo con los recuerdos – susurro a su
oído, pegando sus pechos al cuerpo de su amante

- No lo dices enserió
- Totalmente – tomó una de sus manos y las llevo a su
pecho, por encima de la tela, para darle a conocer que no
lleva sujetador

- Ángela

- Bruno – sus manos, tomaron su cabello, donde enredo los


dedos, sus labios estaban tan cerca de los suyos, sus
alientos podían mezclarse, en el fondo deseaba estar
haciéndolo correctamente había pasado casi una hora
leyendo temas de seducción

- Estamos en la oficina – podía negarse, podía pedirle que


se fuera, pero la cosa era que no quería.

Ángela le dejo un beso corto, antes de separarse y caminar


hasta la puerta, por un momento creyó que se iría, pero le
sorprendió cuando ella puso el seguro y volvió con la
mirada encendida, estaban en la oficina, pero ya no le
importaba tanto.

Cuando se acercó lo suficiente, fue él quien la atrajo hacía


su cuerpo, su mano en su cuello la atrajo a su boca en un
beso necesitado, sus lenguas danzaron en un beso
húmedo.
La boca de Bruno dejo los labios, para dejar besos cortos
sobre el cuello, esbelto Ángela, quien le dio acceso
echando la cabeza hacía tras.

- ¡Ah! – Gimió cuando él mordió su hombro desnudo – te


extrañe – susurro en su oído mientras mordió el lóbulo de
su oído

- También te extraño, cielos, solo hemos estado separado


un día – dijo cuándo se separaron

- Lo suficiente para necesitarte – declaró Ángela, mientras


acariciaba el bulto formando en los pantalones del hombre

Un gemido profundamente y masculino salió de sus labios,


cuando la pequeña mano femenina acaricio su dura
erección, los dedos de Ángela, bajaron la bragueta, llegó a
pensar realmente si estaba bien de la cabeza, pero aparto
sus pensamientos, cuando bajo lentamente hasta
arrodillarse frente a Bruno, sus manos temblaron cuando la
dura erección salto en libertad, respiró profundo y recordó
lo que había visto anoche en internet…

Bruno, aspiró fuerte, cuando su miembro fue tocado por los


labios húmedos de Ángela, su lengua acaricio su
masculinidad, sin poder evitarlo, enredo sus dedos entre la
melena rubia, sosteniendo su cabeza para marcar el ritmo…
Ángela, gimió y el la sensación de placer se entendió por el
cuerpo de Bruno, Ángela, succionaba, chupaba como si de
una paleta se tratara, sus manos acariciaron sus testículos,
apretándolos ligeramente.

- Ángela – gimió mientras movía sus caderas para


adentrase en la dulce cavidad bucal de su chica, si su
chica…

Ella movió su boca, haciendo que la dura erección entrara y


saliera de ella, sus bragas se mojaron, no había amor, pero
la pasión no era fingida, desde la primera vez, le fascino la
manera en que Bruno le hizo el amor, no había tenido
experiencia, pero dudaba que alguien pudiera superarlo.

Bruno, no soporto la visión de Ángela a sus pies casi le hizo


correrse en su boca, la tomo del brazo, sus manos se
deshicieron de sus bragas, mojadas mientras se sentaba en
el escritorio haciendo que ella se sentará encima de sus
piernas, la pelvis de Ángela fue golpeada por la dura
erección segundos antes de enterrarse en ella.

- ¡Ah! ¡Ah! – sus labios no pudieron evitar liberar el gemido,


ante la fuerza con la que Bruno, la penetro, sus labios se
unieron en un beso salvaje, mientras el entraba y salía de su
apretada entrada, la fricción sobre su clítoris debido a la
posición en la que se encontraba, le hizo temblar, quería
más

- ¡Si, si, Bruno! ¡Quiero más! – grito, sin importar si en el


pasillo pudieran escucharla, estaba entregada a la pasión,
Bruno no se hizo de rogar, con sus manos sobre sus
caderas, se ayudó para ir lo más profundo dentro de su
apretado canal

- ¡Voy a correrme! – echo su cabeza hacía tras, cuando su


orgasmo travesó su cuerpo, sacudida hasta lo más
profundo de su cuerpo

El éxtasis atravesó su cuerpo cuando las paredes vaginales


de Ángela apretaron su mimbro, sin poder evitarlo embistió
una vez más antes de correrse en su interior de nuevo,
después de que le asegurar que no había riesgos, había
dejado de preocuparse.

Sus respiraciones eran erráticas, Ángela se movió


levemente incomodo por la posición, mientras Bruno
continuaba en su interior

- Terriblemente hermosa, musito aun lado de su cuello

- Terriblemente maravilloso – Ángela beso los labios de


Bruno, mientras este se retiró de su interior.
Sus piernas temblaron, cuando se puso de pie, sonrió
mientras se acomodaba el vestido y buscaba sus bragas en
el piso.

- Tengo que irme, espero disfrutes de mi pequeño obsequio


– sonrió, cuando él se acercó, con su ropa ya acomodada

- Gracias Ángela – le dio un corto beso mientras


acomodaba sus rubios cabellos detrás de su oreja

- ¿Cómo me veo? – pregunto, tratando de alisar las arrugas


del vestido con sus manos

- Como alguien que recién acaba de hacer el amor – sonrió


cuando ella se sonrojo

- ¿Te veré esta noche? – preguntó, deseando que fuera así,


no se le antojaba volver a su cuarto.

- Te llamaré…

CAPITULO 7

Después de que el chófer de la empresa la dejara en las


puertas de la universidad se concentró, en sus clases,
moría de hambre, no había probado más que una botella de
agua y un bollo, pero sabía que había valido la pena…
- Hola amor – Alberto le dio un susto, estaba concentrado
recordando el rostro de placer de Bruno, su juventud era
una de las cosas que tenía a su favor e iba a usarlo

- Hola – saludo, no fue el tono cariñoso de siempre, Alberto


era su novio, pero…

- Por más que trates de ocultarlo, no podrás – esas


palabras le hicieron girar en su dirección, ¿se había dado
cuenta? ¿Lo sabía?

- ¿Qué? – la duda se instaló en ella, pero si tuviera que


elegir entre Bruno y Alberto, debía disculparse con él y
marcharse, Bruno era lo que ella necesitaba

- Estás molesta, por la noche de tu cumpleaños, realmente


lo siento cariño – beso su hombro desnudo, el hombre que
Bruno había… movió su cabeza para arrancarse los
recuerdos

- Son ideas tuyas – sonrió para convencerlo

- Estás distante – ser mordió el labio

- Tengo tanto en que pensar Alberto, no te preocupes de


verdad – aseguro

- ¿Estas segura? Si hay algo que pueda hacer solo tienes


que decírmelo – sonrió mucho más
- ¿Me invitas a comer?

- Claro, ¿aún no tienes clases? - negó

- Tengo medía hora –tomó su mano y camino hacia la


cafetería su estómago lo agradecería

Media hora después camino hacia su salón de clases, las


tortillas con pollo, no era un almuerzo en toda la extensión
de la palabra, peo le llenaron lo suficiente para prestar
atención a sus clases a la espera de Bruno, él dijo que la
llamaría y lo estaba deseando.

⧓⧓⧓⧓

Después del encuentro caliente con Ángela, Bruno, fue


incapaz de pensar en nada que no fuera la chica de ojos
grises, era una mujer espectacular, su entrega total, lo
tenían loco, como decían los jóvenes “Estaba comiendo de
su mano”. Le había dicho que le llamaría, eran cerca de las
cinco de la tarde, ella saldría de clases en una hora, dejo de
pensarlo más, tomo su gabardina y salió rumbo al elevador,
le daría una sorpresa esa noche, quería a Ángela en su vida
de manera permanente quizá era una locura no tenía ni una
semana en conocerla, pero habían hecho el amor más
veces de las que se habían visto eso debía contar ¿cierto?

- Señorita Martínez – la recepcionista tembló ligeramente


- Señor Torrebiarte – saludo con voz temblorosa

- la próxima vez que la señorita Beltrán venga, no la haga


esperar – ella asintió, mientras el abandono el edificio.

Llamo e hizo una reservación en uno de los Restaurantes


de su preferencia, esperaba que a ella le gustará su
elección, sonrió, estaba enamorándose de una chica de la
que en realidad no sabía nada, no era hombre de hurgar en
el pasado, él vivía su presente así que aparto sus
pensamientos y condujo hasta la Universidad de Ángela.

⧓⧓⧓⧓

- No sé, lo que le ves a Ángela, Alberto, se le nota por


encima que no es una buena persona – Trato de no
reaccionar Barbará nunca estuvo de acuerdo con su
relación, no tenía por qué estarlo tampoco, no era su asunto
pensó para si

- Deja el tema, Barbie, no quiero enfadarme contigo, te


aprecio, pero mi relación con Ángela, no es un tema que
quiera discutir contigo, ni con nadie – estaba cansado
siempre de discutir lo mismo con su amiga

- Bien, cuando te haga sufrir no vengas a mí, porque diré te


lo dije – tomó sus cosas y salió de la clase, tenía curso aun,
pero ella había pedido permiso para faltar a la última clase
por asuntos personales

- Temo que Barbie, esta celosa, no es un secreto que está


enamorada de ti – Raúl, golpeo su hombro, lo sabía, pero
no podía hacer nada, no podía verla como mujer, Barbie, era
su amiga y nada cambiaría esa realidad

- No fastidies Raúl, ponte al día, el profesor no tarda en


llegar – trató de olvidarse del tema de Barbie, le
preocupaba más el comportamiento de Ángela, podía
entender hasta cierto punto su molestia, pero ella en
realidad no parecía estar enojada, era mucho peor, estaba
siendo fría y reservada con él. Tendría que hablar con ella,
quizás estaba atravesando alguna situación y quería
hacerle saber que podía contar siempre con él.

⧓⧓⧓⧓

- “Estoy frente al edificio” – el mensaje que tanto había


deseado por fin había llegado, tomo sus cosas para dejar el
salón aún tenía una clases, pero Bruno era mucho más
importante

- ¿A dónde vas? – Karla, su compañera y casi amiga, la


tomó del brazo antes que pudiera salir del salón
- Tengo una cita importante, no puedo faltar, Karla, te
molestaré con los apuntes luego – camino rápido, no
quería hacerlo esperar mucho, aunque si lo pensaba podría
hacerlo, pero no ahora.

- “Voy saliendo del salón” – tecleó mientras bajaba las


escaleras, estudiaba en el tercer nivel, así que el camino iba
a ser un poco largo hasta el estacionamiento. Apenas
deslumbró el auto apresuro su paso, sobre todo porque no
quería ser observada por compañeros, no quería ser el
motivo de chismes por los pasillos, eso podría afectar su
beca, no había pensado en eso.

Abrió la puerta del copiloto y subió casi de prisa – Hola de


nuevo – saludo con un beso, los labios de Bruno estaban
convirtiéndose en una adicción, pero su mente le recordaba
que esto no era amor.

- Hola, todo bien – preguntó al verla agitada

- Claro, estudio en el tercer nivel – dijo como única


explicación

- Hice reservación en mi Restaurante favorito ¿vienes? –


preguntó, esperaba que no rechazará su ofrecimiento, no le
había llamado para preguntarle si estaba libre
- Claro, vamos – colocó su mano en la pierna derecha de
Bruno mientras sonreía

- Perfecto

Ángela, estaba impresionada, nunca había estado en un


lugar tan lujos como ese, había estado en las afueras, con
su carpeta solicitando trabajo, pero nunca dentro como un
cliente, el mozo los condujo hasta la zona Vip, para mejor
comodidad. Observo el lugar con disimulo, las mesas con
manteles rojos y bordes dorados, jarrones con rosas
naturales en el centro, cubiertos de plata.

Las paredes estaban adornadas con cuadros hecho por los


más famosos pintores, era precioso, estaba deslumbrada,
esto era lo que deseaba y había soñado tener, en un
principio lo intento por su cuenta, trabar y estudiar, pero
consiguió nada ahora no le importaba dar su cuerpo para
entrar a este mundo de lujo y prestigio.

- Por favor siéntanse libres de solicitar mis servicios – el


mozo se retiró, después de dejarlos en su mesa, una botella
de Champagne los esperaba, dos copas con borde dorado
y la comida que Bruno había elegido.

- Espero no te moleste que ordenara por ti – sirvió el


champagne y le entrego una copa
- Gracias – sonrió, mientras bebió lentamente, las burbujas
le hicieron cosquillas en la boca.

La cena fue deliciosa, disfruto de todo lo que Bruno, había


pedido, le dio algunos besos cortos nada que pudiera
incitarlo en un lugar público, después de pedir la cuenta,
salieron al estacionamiento

- Supongo que debemos despedirnos, tengo que volver a


casa – Ángela, estaba jugándose cada carta de
la mejor manera

- ¿Tienes? – sonrió cuando arrincono su cuerpo contra la


puerta del auto, sus labios chocaron con los suyos, el beso
fue demandante, pasional, Ángela, gimió, su cuerpo ardió
en llamas

- ¿Vamos a casa? – sonrió, mientras sus miradas quedaban


atrapadas una en la otra

- Realmente lo estoy deseando – fue ella quien tomó la


iniciativa de un segundo beso, anhelando fundirse en uno
solo…

CAPITULO 8

Volvieron a la Casa de Bruno, apenas entraron, Bruno, la


tomó de la cintura y la atrajo hacia su cuerpo, el beso fue
demandante, su lengua pedía permiso para entrar y ella no
se lo negó, su cuerpo estaba en llamas, esto no era parte
del plan, pero no podía contenerse, bastaba con que Bruno,
tocara sus puntos sensibles para estar deseosa de más,
Bruno, era su primera vez y ella parecía una adicta,
deseando en todo momento su próxima dosis.

Se separó al darse cuenta, pero no fue por mucho tiempo,


Bruno, la condujo a su habitación, no era la habitación de
invitados donde había dormido la primera noche, ni donde
habían hecho el amor todo un fin de semana, no, no era esa
habitación, Bruno la condujo a la habitación principal, su
corazón latió fuerte, esto tenía que significar algo, tenía
que significar que no volvería a su cuarto inmundo nunca
más, estaba deseándolo, locamente…

- ¿Puedo darme una ducha? – se sentía sucia, tenía los


flujos de su actividad por la mañana, además estaba
segura que el agua estaría deliciosamente caliente

- Por supuesto, ve primero, luego iré yo – asintió, se


encamino a la ducha admirando el lujo detenidamente,
abrió las puertas de cristal de la ducha, dejo caer su vestido
antes de entrar, disfruto del momento a solas, mientras
meditaba sobre la reacción de su cuerpo con Bruno, estaba
húmeda de nuevo, apenas lo habían hecho en la mañana,
sus mejillas se tiñeron de rojo, estaba comportándose
como una… descarada.

Bruno se mordió el labio al verla salir de su cuarto de baño,


su cuerpo estaba cubierto solamente por una toalla,
enrollada a la altura de sus pechos, su miembro reacciono,
verla de esa manera bastaba para ponerlo duro como una
roca. Ninguna mujer antes de Ángela, había logrado tener
su lívido por las nubes, como lo hacía ella.

- Me daré un baño – anunció saliendo hacía la ducha, tenía


la sangre caliente, deseaba enterrarse en ella, pero quizá
era mejor hablar, quería que ella fuera algo mucho más que
una simple amante. Ángela, sonrió fue consciente del
efecto que tenía en él, se lamió los labios

Bruno se quedó de piedra al salir de la habitación, sus ojos


se agrandaron al ver la imagen de Ángela frente a él, su
pene, salto a la vida de nuevo, se le olvido lo que tenía que
decirle, camino como hipnotizado hacia ella, Ángela estaba
de piernas abiertas, con sus dedos moviéndose sobre su
clítoris, era la visión más erótica y exquisita que sus ojos
podían ver, sus jugos mojaban su concha y él estaba
deseando poder hacer algo.
- ¿Necesitas ayuda? – dejo que la tolla cayera a sus pies,
mientras se recostó al lado de su joven amante, beso sus
labios, mientras su manos acariciaban su cuerpo desnudo,
Ángela tembló ante el toque del mayor

- Por favor – murmuro, mientras Bruno, mordió su lóbulo,


beso su cuello y se fue deslizando por hasta atormentar
sus jóvenes pezones, los pequeños botones estaban duros
debido a la estipulación

- ¡Ah!, ¡Ah! – gemidos salieron de los labios de Ángela,


mientras arqueaba la espada para sentir las caricias de su
amante

Bruno, recorrió el vientre joven y hermoso con la punta de


su lengua, hasta llegar al monte de venus de la chica, el
primer lengüetazo envió escalofríos al cuerpo de Ángela,
oficialmente se consideraba una adicta, nadie le dijo que
sería así, no estaba preparada para esto, pero no quería
renunciar, quería sentir a Bruno, en su interior, gritar su
nombre correrse con él.

- ¡Bruno! – gritó, cuando la experimentada lengua, recorrió


sus labios vaginales, su entrada se estremeció, cuando la
sedosa lengua entró, junto a uno de los dedos del hombre
Bruno, ardía en deseo, deseaba enterrarse en el joven
cuerpo y permanecer allí, para siempre, quería tantas cosas,
metió dos de sus dedos en la estrecha entrada, sabía que
ella había sido únicamente suya, era virgen cuando la había
tomado y eso solo aumento su deseo por ella, embistió un
par de veces antes de reemplazar su dedos por su dura
erección, se posiciono en medio de su piernas, acaricio su
clítoris con su dureza, antes de adentrarse lentamente en
ella.

- ¡Sí!, ¡sí! – Bruno embistió haciendo temblar su cuerpo, su


vaivén fue una locura absoluta, su punto g fue golpeado
mientras sentía que un rayo atravesaba su cuerpo, enredo
sus piernas en la cintura de Bruno, para hacer las
penetraciones más profundas, estaba poseída.

Bruno, salió del cuerpo de Ángela, para empujar con


dureza, ambos temblaron y gimieron cuando el orgasmo
llego, con respiraciones agitadas y erráticas, pero
satisfechos, la habitación olía a sexo y pasión…

- Hazme el amor otra vez – Ángela pidió después de unos


minutos de descanso, mientras permanecían desnudos
sobre la cama.
- Me temo que mañana no podrás caminar – bromeó pero
su masculinidad había reaccionado ante la petición

- No pienses solo házmelo – pidió y Bruno, no se hizo de


rogar…

⧓⧓⧓⧓

Ángela se removió entre las sedosas sabanas, el cuerpo de


Bruno pegado al suyo, su brazo sobre su estrecha cintura,
le dolía el cuerpo entero en especial su parte intima, habían
hecho el amor casi toda la noche, gimió bajito cuando
Bruno, pego su pelvis a sus nalgas ¿Bruno, le haría el amor
de nuevo?

El móvil la despertó después del mediodía, se había


quedado dormida después de hacerlo en la mañana, estaba
molida, pero muy satisfecha

- “Te amo” – apago el móvil, no podía contestarle a Alberto,


mientras pensaba seriamente en terminar con él, no tenía
sentido, Alberto era lindo y sentía cosas por él, pero no
podía vivir de sentimiento y Bruno, Bruno, significaba
mucho para ella monetariamente y quizá también
sexualmente
- ¿Faltaras a clases? – preguntó saliendo del cuarto de
baño, totalmente vestido, su traje negro que resaltaba su
camisa blanca, era perfecto

- ¿Quieres que me vaya? – no era esa la pregunta que


quería hacerle

- No, todo lo contrario, me preguntaba si, ¿aceptas vivir


conmigo? – Preguntó – sé perfectamente que no tenemos
mucho tiempo de conocernos, pero quiero intentar algo
serio contigo, no quiero separarme de ti por mucho tiempo,
quiero que seas lo primero que vea al despertar y lo último
al acostarme

- ¿No, estás bromeando verdad? – preguntó mientras se


mordía el labio, por fin, por fin tendría la vida que quería, por
fin dejaría su pasado atrás

- ¿Aceptas? – se levantó de la cama, sin ninguna vergüenza


de exponer su cuerpo desnudo a la luz del día, se acercó a
Bruno y estampo sus labios con los suyos en un beso
ardiente

- Acepto – dijo mientras le dio un nuevo beso…

- Tengo que ir a la oficina, si necesitas algo, solo tienes que


pedirlo, hay gente para todo, el chofer puede llevarte a la
universidad
- Gracias – dijo, mientras se despedía con un nuevo beso,
espero a que Bruno dejará la habitación para dar vueltas,
feliz de haber logrado su primer objetivo, el Millonario
Bruno Torrebiarte, era suyo…

⧓⧓⧓⧓

- ¿Qué? – el hombre frente a Bruno se puso de pie, sin


poder creer lo que le estaba diciendo

- Ya lo has escuchado Juan Carlos, tengo una novia y vivirá


conmigo a partir de ahora – el hombre parecía molesto
ante la decisión de Bruno

- No puedes meter a cualquier mujer a tu casa, Bruno por


todos los cielos, debes ser precavido – arrugo la frente ante
las palabras de Juan Carlos, sabía por dónde iba la cosa

- Ángela, no es como Carlota, no hay punto de comparación


– la comparación entre ellas estaba demás

- No te ciegues Bruno, investiga su pasado – gritó enojado

- Soy su presente y es lo único que me importar, si no


puedes aceptarlo hermano, lo lamento, pero vivirá en mi
casa no en la tuya, dormirá conmigo no contigo – fue
tajante, nunca podría ponerse de acuerdo con su hermano
por más que lo intentará
- Sino lo haces tú lo haré yo

- No te atrevas a interferir en mi vida de nuevo – Grito


molesto, aunque los años habían pasado, no podía olvidar
lo sucedido.

- Bien, haz lo que quieras – salió ofuscado de la oficina de


su hermano mayor, debía conocer a la “fantástica” mujer
que había llevado a Bruno a tomar esa decisión.

⧓⧓⧓⧓

Bajo cuando el chófer le abrió la puerta, vestido negro,


zapatos rojos color sangre, completaban su atuendo, era
una suerte que el día anterior había estado preparada.

- Gracias Zacarías, salgo a las seis en punto, le agradecería


su puntualidad, odio esperar

- Lo tendré presente señorita – Sonrió, pronto quizá sería la


señora de Torrebiarte, si, no se conformaría con ser la
amante o novia de turno del millonario, quería amarrar su
futuro de una vez, ahora que tenía juventud.

Camino hacía su salón, deseando no tener que encontrarse


con Alberto, aun no estaba lista para enfrentarlo.

- Llegas tarde – Karla, se acercó para saludar


- Estuve ocupada, podrías pasarme tus anotaciones, quiero
ponerme al día – la chica asintió, claro voy camino a la
cafetería ¿vienes? – preguntó, casi evitaba el lugar

- Por supuesto, yo invito – sonrió, Bruno le había dejado


dinero sobre la cómoda con una pequeña nota “Pide si
necesitas más” B.

Esto sólo era el principio…

CAPITULO 9

La primera semana de su nueva vida paso tan rápido que


se lamentó no poder hacer que fuera lento para disfrutar
cada bendito segundo de lo que estaba viviendo, no iba a
engañarse, si Bruno, llegaba a darse cuenta que lo estaba
engañando, la echaría sin contemplación, así que su cabeza
empezó a fabricar planes y más planes para evitarlo, lo
primero sería hablar con Gustavo y darle fin a su relación,
no lo había visto en toda la semana, Zacarías la llevaba y
traía a casa todo los días, la noches pasaba entre las
sabanas de Bruno, no tenía queja el sexo era fantástico y
los lujos algo de lo que no podía cansarse. Bruno, había
dicho que tenía una sorpresa para ella, el fin de semana, así
que trato de prepararse, asistiría a su última clase de la
semana, no tenía que preocuparse por su beca, dentro de
poco tendría para pagar su colegiatura completa.

- Señora – Zacarías, llamo su atención, era casi orgásmico


el placer que le daba que la trataran con respeto

- Estoy lista Zacarías, podrías pasar primero a la oficina del


señor, quiero llevarle el almuerzo – no era una experta en la
cocina pero lo había intentado, preparo lasaña a la
boloñesa, sabía que era el plato favorito de Bruno y quería
complacerlo en todos los sentidos, quería que viera en ella
algo más que un cuerpo para poseer.

- Por supuesto Señora – el chófer puso el auto en marcha


era un Aston Martin, se mentalizo pedir que le enseñaran a
conducir, así no dependería de nadie para trasladarse y
tener mucha más libertad, el sonido de su móvil llamo la
atención, al verlo recordó que debía cambiarlo, estaba
pasado de moda y había visto el que Bruno, utilizaba quería
uno igual.

- “Cariño, salgo de la ciudad, volveremos en un mes, es el


proyecto del que te había comentado a principios de año,
lamento no haber tenido tiempo para verte” – no recordaba
sobre qué proyecto hablaba, era lo de menos sin Alberto en
la ciudad, sería difícil terminar su relación, tendría que
esperar a que volviera

- “No te preocupes, es tu parte de los estudios,


comprendo, ve con cuidado” – tecleó, mientras le
entregaba una caja de comida a Zacarías

- Disfrútalo, espero que te guste - él sonrió y agradeció,


había cocinado más de lo que podía comer y no quería que
se perdiera, había dejado incluso comida para el servicio y
le traía a Karla su porción

Bajo frente del auto, aliso el vestido en la parte trasera para


evitar que se viera arrugado, había sido otro regalo de
Bruno, amaba que la vistiera, incluso había prometido
llevarla a una de sus tiendas para que pudiera tener su
closet lleno, camino hacia la recepción, no había regresado
desde que vino por los bollos, saludo al guardia de
seguridad, y camino hacia la mujer detrás del escritorio

- Buenos días Martínez, podría decirle al señor Torrebiarte


que estoy aquí – saludo, sabía que la mujer estaba
enfadada y no disfrutaba pero tampoco iba a dejar que la
tipa la mirara por encima del hombro

- El señor Torrebiarte está en una junta ahora mismo


- ¿En su oficina? – preguntó mientras pensaba en su
siguiente paso

- No, la reunión es en la sala de juntas – aclaró la chica con


una sonrisa hipócrita en su rostro

- Lo esperare en su oficina – camino dos pasos antes que


la chica la detuviera

- Lo siento no puede pasar, el señor tiene prohibido que


entren a su oficina si no se encuentra presente

- Perdón, creo que no te quedo claro la última vez, no soy


una extraña para Bruno, soy su mujer – la chica palideció

- Me haré cargo Martínez, vuelva a su trabajo – la voz grave


del hombre le hizo girarse para quedar frente a frente con
una versión más joven de Bruno

- Señorita por favor acompáñeme – tuvo la impresión que el


hombre parecía molesto y solamente fingió su amabilidad,
pero no tuvo otra opción

- ¿Usted es? – se atrevió a preguntar, una vez que estaban


en el elevador

- Juan Carlos Torrebiarte, el hermano menor de su ¿marido?


– tono le pareció burla, pero sonrió, no se dejaría intimidad
por nadie.
- Encantada de conocerte, soy Ángela Beltrán, la novia de tu
hermano – extendió la mano, esperando que el hombre
serio frente a ella, correspondiera su saludo, temía que él
fuera una piedra en su camino, su mirada era claramente de
desconfianza

- ¿Qué es lo que quieres de mi hermano? – fue directo, no


iba andarse por las ramas Ángela, era muy joven, podría
bien ser su sobrina, tenía la edad para serlo si su hermano
se hubiese casado hace veintiún años con Carlota la
arribista que solo había estado interesada en su dinero,
quien no dudo en largarse apenas le habían extendido un
cheque por una suma de dinero bastante elevada, estaba
seguro que esta mujer frente a él no era diferente, incluso
tenían un parecido, sus ojos grises eran como los de
aquella mujer

- Lo quiero a él específicamente, estamos en una relación,


te guste o no Juan Carlos, soy su novia – fue tajante y tan
directa como él lo había sido al preguntar

- ¿Crees que puedes engañarme? – sus ojos la miraron con


desdén

- ¿Lo crees?, ¿crees saberlo todo?


- No juegues conmigo Ángela, no soy como mi hermano de
los Torrebiarte puedo ser el más cruel

- ¿Me estas amenazando? – el tono en que se dirigió a ella,


fue como la gota que colmó el vaso

- Te estoy haciendo una advertencia, dime tu preció y deja


en paz a mi hermano – las puertas del ascensor se
abrieron, Bruno estaba justo parado frente a ella

- No hay dinero que pueda comprar lo que siento por Bruno,


déjanos ser felices sino te gusto mira hacia otro lado

- Juan Carlos – sonrió cuando noto el cuerpo tenso de su


cuñado, Bruno había escuchado la conversación

- Te estoy advirtiendo – salió y dejo a la pareja

- ¿Que te ha dicho? – negó, hablar mal del hermano no iba a


ayudarle mucho

- No ha sido nada, solo se preocupa por ti, si tuviese


hermanos creó que haría lo mismo, dale tiempo a que me
conozca – beso sus labios para olvidar el tema

- Te traje el almuerzo, espero que no hayas comido ya –


sonrió
- Estaba justo por bajar, gracias – beso sus labios en
respuesta antes de ir a la oficina, donde podrían tener
privacidad.

Él, la tomo entre sus brazos apenas la puerta se cerró,


empezaba a amar los detalles que tenía con él, estaba feliz,
luego se ocuparía de su hermano. Sus labios se unieron en
un beso corto, antes de dejarla ir, moría por enterrarse en
ella, pero no quería que su relación se basara en sexo
simplemente, quería una vida entera con ella.

- Voy camino a la Universidad, te preparé el almuerzo,


espero lo disfrutes

- ¿Cocinaste? – estaba sorprendido, hubiera sido fácil para


ella solo pedir que le preparan el almuerzo y traerlo, pero el
que lo hubiera hecho con sus propias manos le daba una
importancia enorme

- Por supuesto, no soy experta, ni creo compararme con tu


chef, aun así espero que te guste – sonrió

- Me tengo que ir, te espero en casa – le dio un beso para


salir de la oficina

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Las horas transcurrieron entre reuniones y papeles, estaba
ansioso por el fin de semana, había planificado una
excursión a Río Dulce, hizo las reservaciones al Boatique
Hotel and Marina, esperaba que a Ángela le gustará, él
había estado hospedado con anterioridad y el ambiente le
había parecido excelente al igual que el servicio sin contar
lo romántico que podía ser a la luz de la velas y la luna.

- ¿Estarás fuera el fin de semana? – su hermano


difícilmente le dejaría tener paz, suspiro

- ¿Tengo que pedirte permiso? Te recuerdo Juan Carlos,


que soy el socio mayoritario, no le rindo cuentas a nadie,
por mucho que seas mi hermano no tienes derecho a
inmiscuirte en mi vida personal – había escuchado la oferta
que su hermano le había hecho a Ángela, en el elevador

- ¿Perderás la cabeza por un par de piernas?

- Ten cuidado cuando hables de Ángela, es mi novia y no


descarto que en un futuro se convierta en mi esposa – fue
directo, su hermano no era el tipo que entendería si se iba
por las ramas

- Podría ser tu hija, no puedes creer que en verdad este


enamorada de ti
- Pero no lo es, así que te agradecería que te ocuparas de
tus propios asuntos – tomó su saco y salió dejando a su
hermano enfadado, Juan Carlos, podía ser intenso sobre
todo cuando se refería a él, no entendía porque, era el
menor pero parecía que tenía la responsabilidad de cuidar
de él.

- Esa mujer no es para ti Bruno y te lo demostrare…

CAPITULO 10

Estaba impresionada con la belleza de Río Dulce, nunca


antes había viajado excepto el día que dejo su pueblo en el
oriente del país cuando tenía quince años, no había tenido
oportunidad de ver las maravillas que existía en su país.

- ¿Has estado aquí antes? – Bruno, se había sorprendido de


que la fascinación en los ojos grises

- No, no había tenido la oportunidad, es hermoso, gracias


Bruno – se acercó, cruzo sus manos detrás del cuello del
mayor y beso sus labios, no era un beso pasional como los
que intercambiaban, no era un beso de seducción, era un
beso ¿de qué? No lo sabía con exactitud y tuvo miedo,
mucho miedo de analizar lo que sentía, así que se limitó a
disfrutar sin pensar, sin dudar más.
La Cabaña de madera, con el techo de paja, las lámparas
estilo colonial, la piscina personal estaba escondida detrás
de una valla hecha de tarros de bambú, el tema muy
natural, le hacían sentirse relajada…

- ¿Un baño? – Bruno, beso su hombro desnudo, su vestido


de strapless, dejaba expuesta su piel cremosa

- Sólo si vienes conmigo – sonrió, cuando el cierre de su


vestido se abrió, cayendo a sus pies, no llevaban sostén
debido al modelo que utilizaba su monte de venus estaba
cubierto por una fina braga de encaje de color rojo pasión,
como su vestido. Se mordió el labio cuando un gemido
escapo de la garganta de su amante, sus labios acariciaron
su cuello, mientras sus manos se ocuparon de recorrer
centímetro a centímetro su cuerpo

- Me vuelves loco – mordió su hombro antes separarse de


ella

- ahora estoy contigo – se alejó dirigiéndose a la habitación,


mientras ella disfruto de agua climatizada, su cuerpo se
relajó, nado durante unos minutos, para luego recostar su
rostro sobre el bordillo de la piscina, sintió la presencia de
Bruno, cuando sus manos recorrieron su columna vertebral
- Pareces una sirena – murmuro mientras besaba su cuello,
sus manos acariciaron, su plano abdomen, hasta dirigir su
manos a su monte de venus ahora libre de prendas,
siempre sabía cómo sorprenderlo…

- Bruno – tembló ante las caricias, por alguna razón se


sentía totalmente diferente

- Muero por enterrarme en ti, cariño – pego su dura


erección con las nalgas redondas de Ángela, se movió para
sentir un poco más de su dureza, echo su cuello, hacía
atrás para que toda ella estuviera entre sus
brazos, salieron de la piscina después de un momento de
juegos previos, el cuerpo de Ángela, fue recostado
delicadamente sobre la tumbona de mimbre frente a la
piscina, recorrió el joven cuerpo con su húmeda lengua,
atormentando cada centímetro aquel cuerpo con placer,
sus dedos acariciaron, sus muslos haciéndola temblar de
anticipación,, sus labios descendieron hasta su monte de
venus, su lengua jugo con su clítoris, el rece de su barba
contra sus labios vaginales solo aumentaba su placer, se
abrió para él, sus manos presionaron su cabeza sobre su
parte intima para tener más de ese enloquecedor y
prohibido placer.
- ¡Ah! ¡mmm! – gimió cuando uno de sus dedos se abrió
paso en su interior, se sentía tan humedad y resbaladiza

Trazo círculos sobre su hinchado botón mientras lamía sus


jugos, ascendió de nuevo, hasta que sus labios tomaron los
suaves y labios de Ángela, gimió al sentir su sabor en los
labios de Bruno, mientras él se abría paso en su interior.
Movió sus caderas para salir a su encuentro, enrosco sus
piernas en la cintura para poder llevarlo más dentro suyo, la
fuerza de los embistes, el placer que recibía casi le hicieron
voltear los ojos, cuando el orgasmo la atravesó, Bruno,
continuo invistiendo, antes de correrse en su interior, su
espeso y caliente semen inundo su canal, gimió, cuando él
salió de su dolorida y satisfecha entrada.

Bruno, sonrió beso su frente – Cielos, no tenía intención de


iniciar de esta manera nuestro fin de semana, pero eres
terriblemente tentadora es imposible, apartar las manos de
ti – beso de nuevo los labios de Ángela

- No hay mejor manera de iniciar, nuestro fin de semana


cariño – susurro, su cuerpo estaba aún temblando por el
orgasmo – podríamos repetirlo – se acercó y beso la boca
de Bruno con pasión una vez más.

⧓⧓⧓⧓
El desayuno, se dirigieron a Finca Paraíso, una cascada
geotermal caliente que se mezcla con el río San Antonio
debajo, rodeada de naturaleza se sentía feliz, vivió en las
calles y lugares inmundos que estar en medio de este
hermoso paisaje le hacía sentir que todo lo que había vivido
y soportado había valido la pena.

- Es hermoso – musito mientras se deshacía de sus


zapatillas deportivas para probar el agua caliente

- Tengo pensado un Tour por el río Livingston en yate, el día


de mañana – imito el acto de Ángela, sus pies en el agua
chapotearon como si fueran dos niños y no dos adultos

- ¿En Yate? – preguntó, nunca había subido siquiera a una


lancha

- Sí, estoy seguro que lo disfrutaras – asintió, los visitantes


los observaban, seguramente por la diferencia de edades
entre ellos, pero poco le importo, se portó cariñosa con
Bruno, dejo besos cada vez que quiso sin importar lo que
esos desconocidos pudieran pensar.

- ¿Me dirás lo que hablaste con Juan Carlos? – Ángela lo


observo, habían regresado a la cabaña al atardecer.

- Nada importante, sólo me temo que no soy de su agrado –


llevo un trozo de fruta a sus labios, habían comido fuera,
pero había sido incapaz de resistir a pedir frutas en el
restaurante del hotel

- No te preocupes me encargaré de que no te moleste – su


sonrisa se extendió por su bello rostro

- Gracias, Bruno, por todo esto – el vibrador de su móvil


interrumpió su conversación

- ¿No vas a responder? – negó, era Alberto, quien llamaba

- ¿Qué pasa?

- Es de mi trabajo – mintió, no había regresado a la


cafetería en toda la semana, esperaba no necesitar más de
ese trabajo, porque el dueño no volvería a contratarla,
después de irse sin agradecerle si quiera.

- atiende, saldré un momento – dejo un beso en su frente y


salió dándole la privacidad que tengo necesitaba

- hola – trato de no sonar fría

- “Angie, cariño, te extraño, ¿cómo estás?” – la voz de


Alberto, casi no recordaba como sonaba hasta hoy, ¿Qué le
sucedía?

- Estoy bien ¿Y tú?


- “Echándote de menos, este mes se me hará una
eternidad, necesito verte Angie, necesito besarte” – se
mordió los labios, ella no podía pensar en seguir su
relación, menos con la amenaza de Juan Carlos Torrebiarte,
sobre su cabeza

- Tengo que hablar contigo, esperare a que vuelvas - No


podía terminar por teléfono

- “Te amo Angie”

- Yo también – colgó, no podía decirle que lo amaba, porque


estaba dudado, no podía decirle nada, porque había
decidido terminar con él, la próxima vez que se vieran.

- ¿Todo bien? – Bruno entró después de un momento

- Me temo que estoy despedida – se mordió el interior de


su mejilla, estaba enredando las cosas más de lo que ya lo
había hecho.

- No veo cual es el problema cariño, no necesitas trabajar

- Por supuesto que lo necesito, no quiero darle a tu


hermano más argumentos para estar en mi contra, apenas
volvamos buscaré un trabajo – en realidad lo necesitaba
ahora para que Juan Carlos dejará de fastidiarla

- Si es tu deseo, déjame ver en que puedo ayudarte


- Gracias, cariño - salieron a la piscina, para ver las estrellas
y disfrutar de su noche

⧓⧓⧓⧓

- Tío, ¿tú aquí? – la hermosa pelinegra bajo las escaleras


casi corriendo aunque tenía veinte años, parecía que seguía
siendo una niña cuando se trataba de su tío favorito

- Barbará, cariño ¿Cómo has estado? – le dio un beso en la


frente antes de sentarse en el sofá

- Bien, estoy en medio de un proyecto, pero tuve que volver


por algunos problemas con mamá ya sabes cómo es –
sonrió, por supuesto que conocía a su hermana era diez
años mayor que él y sabía lo estricta que podía ser con su
única hija. Incluso lo era con él que era su hermano

-¿Qué tal los estudios? – juego con la melena de su sobrina,


un hábito que tenía desde que ella era niña, él tenía quince
años, cuando la pequeña llego a casa, la había visto crecer
hasta los diez, cuando se había ido de casa de su hermana,
después de la muerte tan abrupta de sus padres, se había
quedado bajo el mando de Alina y Enrique

- ¿Tío? – la suave voz lo saco de sus recuerdos, sonrió

- ¿Tu madre?
- En la biblioteca con mi padre, realmente no sé porque me
ha pedido volver, si nunca me presta atención, tengo que
volver mañana, no sabes lo fastidioso que es, mis
compañeros deben estar adelantando del trabajo – se
quejó

- No te quejes tanto, vamos por un helado – ella sonrió,


amaba a su tío, se levantó justo cuando su móvil sonó

- Lo siento tengo que responder es mi grupo de trabajo - se


disculpó y camino hacia el jardín

- Juan Carlos…

CAPITULO 11

- ¿Qué milagro trae al pequeño de la familia a casa? – Alina,


sonrió mientras saludaba a su hermano, lo amaba como a
un hijo, había sido ella quien terminara de criarlo tras la
muerte de sus padres

- Alina, ¿Cómo estás? – saludó a su hermana, no entendía


cómo podía ser tan cariñosa con él y tan agria con Barbará
que era su hija

- Extrañándote, ¿Cómo está Bruno?, hace tiempo que no se


digna a visitar la casa familiar, Enrique no ha podido
comunicarse con él, parece tener el móvil desconectado
- No me sorprende, sobre todo ahora que tiene novia –
espetó molesto

- ¿Cómo?

- Una chica que podría ser su hija, no entiendo a Bruno,


después de lo sucedido con Carlota, no sé cómo puede
confiar en ella

- No puede ser tan joven, Bruno tiene cuarenta, quizá te


estés equivocando cariño – acarició el rostro de su
hermano, para alisar las arrugas que se habían formado a
un lado de sus ojos por el enfado

- Tiene la edad de Barbie, cielos, no quiero que salga herido


– el rostro de su hermana cambio

- ¿Barbará? – asintió cuando vio entrar a su sobrina de


nuevo a la sala interrumpiendo la conversación

- Tengo que irme mamá, Alberto y Raúl, me necesitan


¿podría pedirle al chófer que me lleve? – Alina resoplo

- Conduce tu auto niña y deja de molestar, no ves que estoy


ocupada con mi hermano – Juan Carlos, no entendía la
crueldad que utilizaba con Barbie

- Puedo llevarte cariño – se ofreció, bajo la mirada furiosa


de su hermana
- No tienes porque, el chófer puede llevarla – dijo enojada
sin siquiera mirar a su hija

- De ninguna manera, ve por tu bolsa cariño – ella sintió y


salió en busca de sus cosas

- No sé por qué la mimas tanto, tiene que aprender a


valerse por sí misma, no le seré eterna – dijo tajante

- Eres demasiado dura con ella, Alina, Barbie, es tu hija, sin


embargo siento que me tratas mejor a mí que a ella

- No compares cariño, nunca podría compararse contigo –


eso molesto al más joven, pero no dijo nada, espero a que
su sobrina bajará para llevarla a su destino.

⧓⧓⧓⧓

- Eres maravilloso – Bruno, sonrió, cuando Ángela, beso su


cuello, habían hecho el amor de nuevo, nunca se cansaría
de esta mujer la quería a su lado para todo la vida.

- Ángela – ella presto atención, mientras trazaba sobre el


pecho de Bruno

- Quiero presentarte a mi familia – Ella prestó mayor


atención, ya había conocido a Juan Carlos y claramente no
había estado de acuerdo con la elección de Bruno, aunque
poco pudiera hacer al respecto, pero ¿había más?
- ¿Tú Familia? – asintió, mientras apretaba su cuerpo
contra su pecho, piel contra piel

- Mis padres fallecieron hace varios años, pero tengo dos


hermanos, Juan Carlos, a quien ya conoces es el menor de
los tres, Alina es mi hermana mayor, quiero hacerles saber
que estamos junto, no tengo porque darles explicaciones,
pero somos familia sólo nos tenemos a nosotros – asintió

- ¿Cuántos años tiene tu hermana? – preguntó, quería tener


una idea de lo que podría encontrar en su camino, en el
momento de ser presentada como la novia de Bruno

- Tiene cincuenta años en todo caso no debe


preocuparte, solo quiero que te conozcan y hacer publica
nuestra relación – sonrió, aunque tenía dudas sobre la
aceptación que podía recibir, no podía negarse.

- Estaré lista siempre que tú estés a mi lado – dejo un beso


sobre su pecho desnudo…

- Me complace escuchar eso – sonrió, no tendría ojos para


nadie más mientras Ángela estuviera a su lado.

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- ¿Sigues enfadada? – preguntó mientras se concentraba
en el volante, quería voltear su mirada y ver la verdad
cuando sus labios le dijeran una mentira

- No, en realidad estoy acostumbrada a este tipo de cariños


por parte de mi madre, aunque si te soy sincera he llegado
a dudar que tu hermana en realidad sea mi madre – eso
hizo que frenara en seco, la carretera estaba desolada, eran
alrededor de las diez de la noche, estaban a media hora de
su destino en Quetzaltenango.

- Alina es estricta cariño, pero no puedes dudar de que sea


tu madre, estuve ahí el día que ingreso al hospital y cuando
llegaste a casa, te amé desde entonces – ella levanto la
mirada, añoraba tanto no ser hija de Alina Torrebiarte, para
poder confesar a Juan Carlos su amor, había intentado
fijarse en Alberto, pero sólo podía verlo como a un amigo,
casi hermano, por eso le molestaba que Ángela, jugara con
él, no eran celos, era su instinto de protección sobre lo que
era importante para ella. Juan Carlos con quince años más
que ella, se había robado su corazón desde que tenía
quince, su vida desde que descubrió sus sentimientos no
había sido la misma, verlo con una novia diferente sólo la
hacía sufrir, su tormento no terminaría fácilmente, aunque
no tuviese una novia, seguiría siendo su tío.
- ¿Tú me amas? – quería gritar, su corazón no estaba
siendo racional, su mano picaba por tocar la piel expuesta
del brazo de Juan Carlos, se mordió el labio, para que sus
sentidos se hicieran presentes, pero no podía apartar la
mirada de ese pedazo de piel.

- Por supuesto cariño, eres mi única sobrina, daría lo que


fuera por verte feliz – sonrió ajeno de los sentimientos que
provocaba en ella.

- “Para ser feliz, sólo te necesito a ti” - movió su cabeza,


tratando de alejar los pensamientos que llegaban a su
cabeza, no podía ser, por muy difícil que le fuera entender,
necesitaba seguir luchando contra ese insano amor

- ¡Yo también te amo!, eres el mejor tío que puedo tener –


sonrió, eran otras las palabras que quería escuchar, no
quería perder la cercanía que existían entre ellos.

Puso el auto de nuevo en Marcha, debía regresar al día


siguiente, habían negociaciones que necesitaban su
presencia de lo contrario se quedaría con su sobrina, era
una niña dulce, su hermana definitivamente debía estar
mal, para tratarla como una extraña, si no la hubiese visto
embarazada, también dudaría que Barbie fuera hija suya.

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Ángela lanzó la maleta de viaje al piso de la lujos
habitación, habían sido dos días maravillosos al lado de
Bruno, alejados de todo y de todos, estaba segura que
había reforzado su relación con él, se mordió el labio al
pensar que dentro de pocos días sería inevitable hablar con
Alberto y también estaba el asunto del nuevo trabajo que
tenía que encontrar. Suspiro frustrada, sino fuera por Juan
Carlos, no tendría tal necesidad de demostrar que no
estaba interesada en Bruno, únicamente por su dinero, pero
él no le quitaría el ojo de encima, debía andarse con
cuidado, al menos hasta que pudiera encontrar algo que
pudiera utilizar en su contra.

- ¿Cansada? – Bruno, entro a la habitación, para dejar su


maleta junto al de Ángela

- Ha sido un fin de semana maravilloso, no podría quejarme


cariño – le dio un beso, antes de dirigirse a la ducha, estaba
cansada debido al viaje y las actividades físicas del fin de
semana, no solo en los paseos, sino también en la cama de
Bruno.

- Estaré en la biblioteca – escuchó decir a Bruno,


mientras abría la llave, el agua caliente relajo sus músculos
tensos y se dejó llevar por los pensamientos que
embargaron su mente, su niñez, su juventud y ahora su
nueva vida, una mezcla de imágenes abarrotaron su mente.

- Creí que no llegarías nunca

- Alina, ¿Qué haces aquí y a esta hora? – Bruno, nunca


imagino que su hermana, mayor pudiera visitarlo, menos a
la hora que el reloj en la pared marcaba

- Juan Carlos, me ha puesto al corriente de tu nueva novia,


¿está aquí? Quiero conocerla

- Mi vida y mi novia no deben de preocuparte Alina, te


recomiendo te mantengas al margen de mi vida privada,
eres mi hermana y te respeto, pero no voy a permitir que
tomes atribuciones que no te corresponden – termino por
entrar a la biblioteca, su hermana estaba sentada detrás del
escritorio, con sus aires de gran señora.

- Me preocupas Bruno, aunque no lo parezca, eres mi


hermano y mi deber es cuidar de ti y de Juan Carlos – se
levantó con la elegancia característica de ella

- Soy feliz Alina, es lo único que debes saber – sus miradas


se cruzaron, conocía a su hermana mejor que nadie, sabía
por el brillo en sus ojos, que esperaba el momento de su
caída, no le perdonaba haber sido el heredero de la fortuna
familiar cuando la mayor era ella, aunque trataba de
engañarlos a todos con sus actos amorosos.

- Si es de esa manera, te felicito, ¿puedo conocerla? –


insistió

- Esta dormida, apenas volvimos – asintió, tomo su bolsa


que descansaba en uno de los sillones de la habitación

- Tráela a casa el próximo fin de semana, Enrique estará de


cumpleaños y quiero hacerle algo privado, amistades
cercanas y familia, no faltes – dejo un beso en la mejilla de
Bruno y salió, con la sonrisa marcada en su rostro, Alina
Torrebiarte en realidad no era quien aparentaba ser…

CAPITULO 12

- “Lo siento, realmente lo siento tanto Alberto, habría


querido decirte esto en persona, pero no puedo más, yo no
puedo continuar en esta relación, te apreció mucho, pero
creo que no te amo, lo suficiente” – con dedos
temblorosos envió el mensaje, lágrimas escaparon de sus
ojos, los recuerdos desde que se conocieron la primera vez,
su amistad después de eso y luego su relación, había sido
muy lindo, pero no podía continuar engañándose, no podía
engañarlo más tiempo, Bruno estaba metiéndose en su
corazón de una manera alarmante, pero no era tonta para
reconocer que si un día, descubriera la verdad
posiblemente la echaría de su lado como ella lo hacía ahora
con Alberto, pero quería intentarlo, quería creer que estaba
a tiempo de ganarse el amor y el respeto de Bruno, no por
dinero, sino construir una relación estable a su lado.

- “¿Por qué Ángela?” – abrió el mensaje, quería terminar


con todo esto aprovechando que estaba sola en casa

- “Por favor, no me busques más en términos románticos,


podemos ser amigos si tú quieres, pero no puedo
continuar como tu novia, perdóname” – incapaz de
continuar su conversación por mensaje, opto por entrar a la
ducha, tenía que asistir a clases, por la tarde iría de
compras con Bruno, para elegir el vestido que usaría en el
cumpleaños del esposo de Alina, la hermana mayor de los
Torrebiarte, los nervios se instalaron en su cuerpo, más no
podía negarse a asistir, era su oportunidad para aparecer
en público del brazo de Bruno y que nadie cuestionara su
relación, mucho menos los hermanos.

Salió, de la casa alrededor de las once de la mañana, sólo


asistiría a clases hasta la tres, Bruno pasaría por ella a
la Universidad, no podía quitarse la sensación de peligro de
encima, había aprendido a confiar en sus presentimientos,
le habían salvado la vida en más de una ocasión.
- Hasta que la señora sale de la madriguera – giró
lentamente su cuerpo, estaba a punto de subir al auto, pero
Juan Carlos tenía otros planes. Observo al hombre
detenidamente, tan parecido y tan distinto a Bruno,
mientras uno era cálido el otro era tan frío como el mármol
o esa era la impresión que le dio desde que lo conoció

- Juan Carlos, ¿a qué debo el honor de tu visita? – trato que


su voz sonara despreocupada, la verdad era que sus
miedos se instalaron de manera abrazadora dentro de su
corazón

- Necesito hablar contigo ¿puedo llevarte? – por su tono,


supo que no era una pregunta, asintió y camino hacia
donde un convertible negro estaba estacionado

- ¿Qué es lo que quieres? – incapaz de contenerse preguntó


apenas salieron de las puertas de la mansión

- Impaciente, me sorprendes – sonrió, pero no hablo más se


condujo a las afueras de la ciudad, a 17 minutos por
Calzada Atanasio Tzul

- ¿Qué es lo que pretendes? ¿A dónde me llevas? – el miedo


se hizo más fuerte, no debió acompañarlo, no lo conocía de
nada y lo último que recordaba de él eran las palabras
claras “de los Torrebiarte puedo ser el más cruel”
- Ten cuidado con lo que tengas en mente, soy la novia de
tu hermano y pasará por mí a la universidad. Zacarías es
testigo que salí contigo de casa – trato de buscar todos los
argumentos para convencerlo de regresar a la ciudad, pero
él, sólo sonrió ante sus palabras.

- ¿Asustada? – estaciono el auto a la orilla de la carretera

- Baja - ordenó, Ángela, respiró, conecto su móvil rogando


porque Bruno atendiera la llamada, volvió e móvil a su bolsa
y bajo del auto.

- ¿Cuánto dinero quieres para dejar a Bruno? – la seriedad


en sus ojos, le indico que no estaba jugando y que estaba
dispuesto a pagar lo que pidiera para alejarse, rogó porque
Bruno, estuviera escuchando.

- No puedes pagarme para dejar a tu hermano, porque no


estoy dispuesta a renunciar a su amor

- ¿Su amor? O ¿su dinero? – se acercó lo suficiente para


sentir el calor de su aliento en su mejilla

- ¿Por qué quieres que me aleje? – respondió con otra


pregunta

- Puedo adivinar lo que buscas de él, no eres la primera


chica que se mete a su cama tratando de conseguir su
fortuna, pero como ellas, también fracasarás, todas tienen
un precio y no me importa si el tuyo es alto, estoy dispuesto
a pagar lo que pidas – Ella sonrió después de un momento,
obligo a su cuerpo relajarse y a su voz salir segura de sus
labios, metió la mano en su bolsa presiono el botón rojo,
Bruno había escuchado suficiente

- No soy ellas Juan Carlos, no tengo precio que puedas


pagar, te crees tan perfecto, tanto que imagino las cosas
que has de ocultar detrás de esa fachada tan
impresionante, ¿Estás seguro que no tienes cola que te
pisen? – El timbre de su móvil los distrajo, contesto la
llamada bajo la atenta mirada de su “cuñado”

- Amor, ¿Qué tal tu día? – sonrió

- Con tu hermano, ha tenido la amabilidad de traerme a la


Universidad, no te preocupes por supuesto cariño – colgó
la llamada

- Ups, creo que sin querer mí móvil se conectó mientras me


hacías tan tentadora oferta, tu hermano quiere verte en su
oficina ahora – el magnífico rostro de Juan Carlos,
palideció y Ángela se sintió ganadora del primer round.

Después de cuarenta y cinco minutos, estaba en las


afueras de la universidad, bajo del auto sin despedirse.
- “Volveré el viernes, por favor hablemos” – borró el
mensaje sin contestar y camino hacía su clase

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- No puedo entender, que parte de no meterte en mi vida no


has comprendido Juan Carlos, no tienes ningún derecho a
interferir en mi relación con Ángela – gritó enojado, se
aferró al escritorio con disimulo o sería capaz de golpear a
su hermano, después de escuchar la conversación que
había tenido con Ángela una hora atrás

- Estás ciego, no te das cuenta que esa mujer solo quiere tu


dinero, reacciona Bruno, te lo he dicho y te lo vuelvo a
repetir, es prácticamente una niña a tu lado, no sabes si
quiera de donde viene, ¿conoces a su familia? – su enojo
creció al darse cuenta de su estupidez, había querido alejar
a Ángela de su hermano y todo le había salido mal

- No quiero saber su pasado, te lo he dicho, se lo he


mencionado a Alina, a quien fuiste con el chisme, por todos
los cielos, eres un hombre de treinta y cinco años pero
actúas como un adolescente, búscate una novia, una vida y
déjame en paz – apretó su puño, nunca antes Bruno, le
había hablado en ese tono, nunca su mirada había sido de
enfado como hoy
- Sufrirás, date cuenta – insistió

- Déjame solo – no espero a ver si su hermano salía de la


oficina, giró su silla para ver la ciudad a través del cristal,
mientras la duda se instalaba en su corazón, la cena de
Alina para Enrique, también podría ser solo una trampa
contra Ángela, la sensación amarga de la verdad, no le
agrado ni un poquito. Se levantó para salir, no podía esperar
para encontrarse con Ángela, necesitaba saber que el
ofrecimiento de Juan Carlos no había sido capaz de
tentarla.

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- Maldita mujer, no te saldrás con la tuya, encontrare tu


punto débil y te destruiré – lanzó los documentos de su
escritorio al suelo, estaba tan enojado que deseaba, tener
su fino cuello entre sus dedos y estrangularla lentamente.
Debía andarse con cuidado de ahora en adelante, esta
lección le había servido para saber que no sería una tarea
fácil. Maldijo nuevamente cuando el sonido de su móvil se
escuchó, sonrió al ver el nombre en el identificador.

- Hola cariño – contesto, tratando de no sonar enfadado

- “Tengo un problema ¿podrías ayudarme?” –

- Por supuesto cariño, ¿Qué necesitas?


- “Dudo mucho poder llegar a la cena de papá, mamá
me matará si falto” – resopló

- Barbie cariño, dime lo que necesitas – preguntó,


olvidándose del enfado de hace unos minutos atrás

- “Podrías venir por mí, por favor, por favor, mis


compañeros vuelven el viernes por la tarde, yo no puedo,
por culpa de mi padre, tengo que quedarme y saldré hasta
el sábado y no tengo auto” – suspiró, el viaje sería de más
de ocho horas de ida y vuelta pero no podía negarse

- Estaré allí a primera hora princesa, no te preocupes –


escucho que ella sonreía

- “¡Gracias te quiero!” – apretó el móvil, repitiéndose una y


otra vez que Barbie era su sobrina, su SOBRINA…

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Salió del salón, sin esperar más, Bruno le había enviado un


mensaje, la esperaba en el estacionamiento, tenía nervios,
no sabía cómo había ido el enfrentamiento entre ellos,
esperaba que no fuera a salir mal parada de la situación,
había sido Juan Carlos, quien había hecho la propuesta y
puesto dinero sobre la mesa para alejarse de Bruno…
- Cariño – él saludo apenas entró al auto, sus manos
acariciaron su mejilla mientras acerco el rostro tan
despacio que pareció una eternidad cuando sus labios se
tocaron, mordió suavemente y Ángela, gimió mitad por el
dolor y mitad por el placer que la húmeda lengua causo
mientras delineaba sus labios.

- ¿Estás bien? – Ángela preguntó, mientras se apartó un


poco lo justo para que sus ojos se encontraran

- Perfectamente bien, estaba pensando en la reunión del


sábado, si no te sientes comoda podemos no asistir – era
la salida que ella había deseado antes del enfrentamiento
con Juan Carlos, había cambiado de parecer.

- No te preocupes por mí, estaré bien, siempre que tu estés


a mi lado, sosteniendo mi mano – no hubo mentira en sus
palabras, era así como se sentía, estaba confundida con
sus sentimientos, pero sabía que sería muy fácil amarlo…

CAPITULO 13

Se había decidido por un vestido largo en color azul, media


campana, con tela de encaje para la blusa, el escote dejaba
una buena parte de su pecho a la vista, pero nada que
pudiera tomarse como inmoral , después de todo no sabía
a lo que tendría que enfrentarse esa noche, observó su
reflejo en el espejo, realmente le quedaba fantástico, se fijó
en el precio de la etiqueta, valía al menos diez sueldos de
su antiguo trabajo, de repente se sintió apenada, no
entendía el motivo, no era la primera vez que Bruno pagaba
su vestuario, pero si era la primera vez que ella lo elegía.

─ ¿Está segura que puede pagarlo? – la vendedora


preguntó con un tono de voz molesto, era el tercer vestido
que probaba, pero el que le había robado el aliento, Bruno
estaba fuera no había tenido oportunidad de verla con
ninguna prenda que se había probado.

─ ¿Perdón? – se mostró indignada ante la mujer

─ No sería la primera vez, que alguien se talla más de un


vestido y termina por irse sin comprar

─ Esas no son maneras de tratar a un cliente, señorita –


no quería discutir, la chica estaba irritada por algo y quizá
no tenía nada que ver con ella

─ Lo siento, no ha sido mi intención, he tenido un mal


día – agacho la mirada, pero pudo notar dolor en sus ojos

─ Ayúdame con el vestido por favor – camino hacia el


probador, no sabía que había impulsado a llevar a la chica
para ayudarla cuando era perfectamente capaz de hacerlo
sola
─ Por favor, no me reporte, necesito el trabajo, mi madre
está enferma y necesito dinero, aunque mi salario es
bastante considerable, no puedo cubrir todos los gastos,
trabaje durante la noche, casi no he dormido – se mordió el
labio, esa chica no podía ser mayor que ella.

─ ¿Cuánto necesitas? – preguntó, quiso recordarse que


ese no era su problema, pero muchas veces ella estuvo sin
comida y sin dinero, no podía ver a alguien en esa situación
y no intentar ayudarla

─ Ni siquiera lo sé, en el hospital no hay medicamentos,


tengo que comprarlos a diario – se limpió las lágrimas, no
se había fijado en las ojeras que tenía bajo sus ojos, no
podía estar mintiéndole

─ No tengo efectivo para darte, pero puedes quedarte


con esto – el reloj que Bruno le había obsequiado para su
cumpleaños estaba en la mano de la chica, quién no podía
creer tal cosa

─ Es un reloj carísimo, puedes venderlo, no tengo la


factura porque ha sido un regalo de mi novio, pero estoy
segura que pueden darte algo – la chica sonrió, nadie se
antes se había detenido a preguntar el porqué de su mal
humor, aunque no era justificable, no podía más, una noche
más y no sabría qué sería de ella.

─ Gracias señorita y por favor perdóneme por tratarla de


la manera en que lo hice – agacho la cabeza disculpándose
nuevamente

─ No te preocupes, espero que tu madre se recupere


pronto, puedes salir, me vestiré sola – sonrió, nunca creyó
entregar el primer regalo que Bruno, le había hecho, pero
alguien debía ayudarla y quien mejor que alguien que
conocía las necesidades, además de no tener nada más
que poder darle. Termine de vestirme de manera, rápida,
me lleve una sorpresa cuando salí Bruno estaba recargado
contra la pared del vestidor

─ Cariño ¿has esperando mucho? – pregunté casi


sonrojándome y no entendía los motivos, cuando había
dormido desnuda entre sus brazos, pero últimamente se
sentía diferente cuando la mira, no podía siquiera
explicarlo.

─ No te preocupes todo bien – beso mis labios, bajo la


atenta mirada del personal, la chica de hace unos
momentos me sonrió y me sentí bien por ella, aunque no
fuera mi dinero era gratificante usarlo para alguien más.
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Los besos y las caricias, la hicieron gemir de placer, estaba


dolorida, sonrió sin abrir los ojos, sabía que Bruno tenía
puesta su mirada sobre ella y su desnudez

─ Despierta cariño – susurro sobre su oído, la lengua


humedad de su amante, le hizo gemir de nuevo, empezaba
a amar estos amaneceres, los dedos de Bruno, recorrieron
su espalda, hasta el inicio de sus redondas nalgas.

─ Vamos bella durmiente, tengo algo para ti – abrió los


ojos, no esperaba otro regalo y por increíble que le
pareciera, no estaba entusiasmada por descubrir de lo que
se trataba, algo estaba cambiando

─ No es necesario cariño – acomodo su cuerpo en el


respaldo de la cama, mientras tapaba sus pechos
desnudos con la sabana, seguía preguntándose ¿Por qué
tenía tanta modestia ahora? si él conocía todo de ella.

─ Lo sé, pero no puedo dejar de pensar que contigo


conseguí lo mejor de mi vida – sus palabras le hicieron
sentirse miserable, ella en el fondo no era buena para él, lo
había utilizado para salir de su pobreza en un momento de
cansancio, había sobrevivido sola a duras penas pero lo
había hecho, basto dos segundos para que su mente se
nublara de ambición, puedo enamorarlo y enamorarse sin
mentiras, escogió el camino equivocado, pero estaba
decidida a enderezarlo, no perdería a Bruno, no ahora que
sus sentimientos día con día iban esclareciendo.

─ ¿Puedo rechazarlo? – preguntó mordiéndose el labio

─ No tienes razones para hacerlo cariño, menos cuando


es tuyo – abrió los ojos al ver el hermoso reloj, no estaba en
el estuche por lo que estaba segura que era el mismo que
le había dado a la chica de la boutique

─ ¿Cómo? – su mirada se cruzó con las hermosas orbes


verdes frente a ella, mientras él sonreía

─ No podía permitir que lo vendiera por un precio


miserable así que se lo he comprado y he pagado un precio
justo – sin poder evitarlo sus ojos dejaron escapar un par
de lágrimas, Bruno no podía ser real, no podía ser tan
perfecto, se olvidó de su desnudez y se lanzó a sus brazos
fundiéndose en un apasionado beso.

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─ ¿Enserio? No puedo creerlo Alberto, no pudo dejarte


por un maldito mensaje de texto, que le pasa – Bárbara,
estaba indignada por la manera que Ángela había
terminado con su amigo
─ Hablare con ella, estoy seguro que está molesta
porque la poca atención que le he prestado

─ No es tu culpa, no puedes ir por ahí de esta manera,


has hecho todo por ella, desde que la conociste por todos
los cielos, no es justo

─ Déjalo tranquilo Barbie, no lo agobies más, desde que


recibió el mensaje a estado molesto y lo peor es que no es
con ella, sino consigo mismo, culpándose no llegaremos a
nada si empeoramos las cosas – Raúl, la retuvo cuando
intento salir tras su amigo

─ No es justo Raúl, Alberto no ha hecho otra cosa que


amarla, hasta se alejó de nosotros para estar con ella – se
quejó la rubia

─ Sigues molesta ¿Por qué no se fijó en ti? – ella


parpadeo varias veces, antes de hablar

─ No estoy interesada en Alberto de esa manera, pero


mi amor por ustedes dos es incondicional, él y tú, son mis
únicos amigos, a ustedes nunca les ha importado mi
condición social, me han tratado como una de ustedes,
nunca antes tuve amigos, apenas la gente conocía mi
apellido venían como jauría para ver lo que podían obtener
de mí, pero no ustedes – repitió lo ultimo
─ Te quiero Barbie – la estrecho entre sus brazos,
nunca antes había creído que la amistad entre un hombre y
una mujer fuera posible, sin tener nada sexual o
sentimental de por medio. Pero se había equivocado,
amaba a Barbará y nada tenía que ver con algo que no
fuera amistad

─ También te quiero Raúl, ¿puedes ir con él? – asintió,


dejo a su amiga para salir a buscar a su mejor amigo, las
cosas del corazón eran difíciles, esperaba que Alberto
pudiera aclarar su relación con Ángela al volver.

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─ Deja que el chófer se haga cargo, no tienes por qué


conducir a Quetzaltenango, por culpa de Barbará – dejó la
taza sobre la mesa, mientras observaba a su hermano

─ Le prometí ir por ella y lo haré Alina, realmente me


pregunto porque tanta dureza con ella, nunca las has
tratado con cariño – preguntó mientras daba un sorbo a su
café

─ Tiene de todo, no creo que necesite más – dijo de


manera fría

─ El dinero no puede comprar tu cariño o tu tiempo,


desde niña la has apartado de ti – quería preguntar,
deseaba tanto poder saber qué era lo que su hermana
escondía detrás de su comportamiento distante

─ Tonterías, no puedo hacer que cambies de opinión, te


cuidado – acaricio la mejilla algo quera era muy normal
entre ellos, pero esta vez Juan Carlos se sintió incomodo
cuando ella le sonrió

─ Gracias Alina – se levantó, sintiéndose fuera de lugar

─ Que tengas buena tarde – le dio un beso y salió tan


rápido como sus pies se lo permitieron, subió a su auto,
donde se permitió respirar. Después de varios minutos
puso el auto en marcha, debía pasar a su departamento
antes de salir a Quetzaltenango, le daría una sorpresa a
Barbie, quizá con suerte podrían visitar algún antro, le hacía
falta su vida se limitaba al trabajo únicamente

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Unas horas la apartaban de la primera prueba de fuego,


respiró, había estado pensando en esto todo el día casi sin
poder concentrarse en su clase, salió para ir a casa, Bruno,
llegaría tarde hoy, había mencionada una cena de negocios
así que estaría sola hasta que volviera. Camino por los
pasillos, bajo cada peldaño de las escaleras, tratando de
analizarse a profundidad.
─ Ángela…

CAPITULO 14

—Ángela – giro su cuerpo al escuchar la voz de Alberto, a


su espalda

—Alberto – susurro tan bajo que llego a dudar que la


hubiese escuchado siquiera

—¿Podemos hablar? – quería negarse

—Por supuesto, ¿podemos ir a la cafetería? – Zacarías la


esperaba en el auto, le había enviado un mensaje hace diez
minutos, así que escribió un y corto mensaje avisando
sobre su retraso

— ¿Cómo estás? - ¿Qué podía responder? Estaba bien, pero


no feliz del todo

— Bien y ¿tu? – no quería extender la conversación, tenía


que volver a casa

— ¿Por qué Ángela? – ella sabía que él preguntaba por su


ruptura

— Es lo mejor Alberto, te quiero, pero me temo que no lo


suficiente para permanecer a tu lado – se mordió el labio
una mala costumbre que tenía cuando estaba nerviosa
— Te amo, entiendo que no he sido un buen novio, que he
estado ausente ¿podemos intentarlo? – negó

— No eres tu Alberto, soy el problema en esta relación y no


quiero herirte más de lo que ya lo estoy haciendo, por favor,
perdóname – la tristeza en su rostro casi le hace dar un
paso atrás, pero no podía continuar de esta manera, era
Alberto o Bruno, pero no podría tenerlos a los dos, Alberto
era dulce, tierno, pero ya no era suficiente para ella,
necesitaba los besos de Bruno, era adicta a él.

Ángela

— Lo siento – camino hacia la salida de la cafetería, ni


siquiera llego a sentarse, no podía verlo sufrir por su culpa,
esperaba que un día la perdonara.

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— Eres tan hermosa, el vestido es perfecto, aunque


sinceramente creo que le hace falta algo – Bruno dejo un
beso sobre su hombro, antes d caminar hacía la cómoda,
abrió la gaveta y saco un estuche negro

— ¿Qué es? – preguntó sin poder evitarlo

— Cierra los ojos – ella hizo lo que le pidió


Bruno sonrió, había elegido el juego de joyas el día anterior,
la fiesta era una trampa en la que no se permitiría caer sin
luchar, llevaría a Ángela, preparada para la batalla. Abrió el
estuche un hermoso collar de oro blanco junto a un juego
de aretes en forma de hoja quedaron a la vista, sacó la
gargantilla y se la coloco sobre su desnudo cuello, acarició
su clavícula.

— Abre los ojos – ella, tembló al sentir el cálido aliento de


su amante sobre su mejilla

El collar era hermoso, resaltaba con el azul de su vestido,


observo las piezas que aún estaban en el estuche

— ¿No crees que es demasiado? – preguntó, pero él sonrió

— Nunca será demasiado para ti querida – le ayudo con los


aretes, antes de dejarle un beso apasionado, como era su
costumbre, ella correspondió, tratando de apartar de mente
el encuentro con Alberto el día anterior en la universidad.

— Se nos hace tarde – escapo de los brazos de Bruno, se


veía terriblemente sexy con su traje hecho a medida, sus
zapatos de vestir lujosamente lustrados, estaba tentada a
quedarse con él entre las sabanas

Salieron de la habitación tomados de la mano, no sabía lo


que encontrarían en casa de Alina…
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— No entiendo tu necedad con Juan Carlos, bien pudiste


venir en autobús – Alina, riño a su hija, después de
enterarse que el auto de su hermano se había quedado
varado en medio de la carretera en la Cumbre de Alaska de
la Carretera Interamericana a 170K de Quetzaltenango.

— Lo siento – se disculpó, habían llegado hace apenas dos


horas, con tiempo justo para la fiesta de su madre

— Pusiste la vida de Juan Carlos en peligro, por tu insana


necesidad de estar junto a él – camino de un lado a otro
con la elegancia que la caracterizaba, el vestido negro
pegado a su cuerpo dejaba en claro que, a pesar de la edad
continuaba siendo hermosa

— Ya me he disculpado con él mamá y lo hago contigo, si


me hubieras permitido viajar con el chófer, no habría tenido
de molestar a mi tío, sabes que no conozco la carretera,
pareciera que no te importo – se quejó, nunca había
conducido por su cuenta fuera de la ciudad

— Como sea, vístete de prisa Bruno y su novia están


llegando – salió de la habitación sin ver a su hija, dudaba
que un día pudieran llevarse bien, aunque lo intento en un
principio parecía imposible, solo verla la irritaba y nada
podía cambiar esa realidad, apenas bajo se aseguró que
sus invitados estuviesen cómodos, revisó que las botellas
de Champagne estuviera a una temperatura adecuada, las
botellas de Ron Zacapa XO, adornaban sus vitrinas junto a
otras marcas extranjeras, prefería lo nacional, teniendo en
cuenta que era dueña de un cuarenta por ciento de las
acciones de la Licorera nacional.

Alina

— Querido – enarco una ceja cuando miro a Ángela,


comprobando que las palabras de Juan Carlos eran ciertas,
esa mujer podía ser su hija

— Te presento a Ángela Beltrán mi novia – tomó la cintura


de Ángela para darle seguridad

— Cariño te presento a Alina Torrebiarte de Sandoval, mi


hermana mayor

Mucho gusto señora Alina – sonrió, pero Alina, ni se


molestó en responder su saludo

— Demasiado joven, tanto que podría ser tu hija, no quiero


imaginarme la cantidad de chismes que correrán por ahí a
partir de hoy – dijo con desprecio
— No estamos interesados en los chismes señora, lo que la
gente opine de nuestra relación me tiene sin cuidado –
Ángela, no pudo contener su lengua

Tan mal educada, ¿de que prostíbulo la has sacado? – bajo


la voz para no hacer evidente la discusión

— Estas acabando con mi paciencia Alina y sabes lo que


eso significa – la mujer palideció ante la amenaza

— ¡Bruno! – Enrique camino hacía donde su esposa estaba


con su cuñado, algo debía ir mal, conocía la postura de
Alina, parecía enfada

Felicidades Bruno – le dio un abrazo y apretón de manos

— ¿Y esta belleza? – preguntó apenas puso los ojos en


Ángela

— Mi novia Ángela Beltrán, Enrique, mi cuñado – Ángela le


sonrió por compromiso, podía sentir la mirada del hombre
sobre el escote de su vestido

— Felicidades señor Sandoval – trato de ser lo más formal


posible, no quería darle un solo motivo que pedirá
interpretarse mal

— Tonterías, deja las formalidades, solo Enrique por favor –


su mano toco el brazo de Ángela
— Prefiero las formalidades si no es mucha molestia – se
aferró al brazo de Bruno, era su salvavidas, estaba
incomoda entre esta gente

— Como prefieras querida – Alina hizo un ruido nada


femenino ante los halagos de su marido a otra mujer

— Perdona Cariño, Barbie ¿Dónde está? – cambió de tema


para no arriesgarse a sufrir el enfado de su mujer

— No tarda en bajar, por favor Bruno – el enseño el camino


hacía el jardín donde se llevaría a cabo la recepción

⧓⧓⧓

— Lamento tanto haberte hecho pasar una noche tan larga


– la rubia de ojos color miel, murmuro mientras sus dedos
acariciaban la cabellera del mayor, quien dormía en el
cómodo sofá de la biblioteca, solo mientras dormía podía
tener este momento de privacidad y de felicidad, los
sentimientos por él eran cada vez más y más grandes, a
pesar de saber que no tenían un futuro, no podía dejar de
amarlo.

— Limpió la traviesa lágrima que derramo, su bello rostro,


sus labios eran una tentación, podía hacerlo, podía irse y
olvidar este momento o bien podía quedarse y arriesgarse,
lo observo un momento más antes de que su rostro
descendiera hasta tocar los finos labios de su tío

— Perdón me he equivocado de habitación – Barbará abrió


los ojos con sorpresa

— ¿Ángela? ¿Qué carajo haces mi casa? – preguntó


apartándose de su tío, quien se removió ante los gritos

— ¿Tú casa? – la idea de encontrarse con Alberto y Raúl, le


dio un escalofrió, aunque había terminado su relación con
él, no estaba lista para enfrentarlos aun

— Por supuesto, ¿Qué haces aquí? – maldijo su suerte, si


Barbará le decía a Bruno, que se conocían estaría perdida

— ¿Qué sucede? – Juan Carlos, se sentó, había despertado


debido a los gritos

Nada tío – Barbará la miro enojada

— ¿Tío? – el rostro de Barbará ahora palideció al darse


cuenta que Ángela, había visto cuando ella lo besaba

— Que pequeño es el mundo ¿No te parece Barbie? –


sonrió, aunque por dentro los nervios la consumían

— ¿Se conocen?
— Estudiamos en la misma Universidad, en diferentes
facultades, así que solo de vista – Barbará trato de
relajarse

— ¿De dónde la conoces tú? – pregunto al ver que su tío


miraba con odio a Ángela

— Es la novia de Bruno – abrió los ojos

— ¿Cómo pero ella es?

— Soy de tu edad, lo sé, pero no soy la única enamorada de


un hombre mayor ¿no crees? Me parece haber visto…

— Buscaba los servicios, ¿podrías indicarme dónde puedo


encontrarlo?

— Claro – camino saliendo de la biblioteca, no podía creer


que de todas las chicas que conocía en la universidad tenía
que encontrarse con Ángela en su propia casa y sobre todo
en una situación tan comprometedora para ella. La muy
maldita la tenía en sus manos.

— Espera – se detuvo mientras Ángela, se colocó a su lado

— ¿Qué? – pregunto con rudeza

— Será mejor que no menciones mi relación con Alberto,


soy la novia de tu Tío
— No voy a ocultar la verdad, mi tío debe saber la clase de
mujer que eres – murmuro con los dientes apretados

— Entonces ve y dile lo que sabes de mí, veremos quien se


roba la noche con revelaciones comprometedoras – se
olvidó de los servicios y volvió al lado de su novio

—¿Te pasa algo? —sonrió, mus manos aun temblaban

— No, todo está bien, no te preocupes cariño – le dio un


beso en la comisura de sus labios, bajo la mirada de más
de un invitado, en su mesa solo estaban ellos dos…

CAPITULO 15

Los susurros y murmullos de los presentes eran tan claros


como si lo gritaran, las miradas estaban sobre ellos, pero
no les importo, nadie podía opinar o dirigir sus vidas, la
fiesta transcurrió entre la falsa moral que muchos
pregonaban y otros cuantos admirados de la belleza que
tenía Bruno como pareja. Mientras él se sintiera
completamente orgulloso de su mujer, las opiniones salían
sobrando sobre todo porque muchos de ellos terminaban
debiéndole uno que otro favor.

—¿Cansada? — negó
—No ¿y tú? — sabía que su día había sido difícil, firmas y
contratos, papeles aquí y haya.

—Puedo soportarlo un momento más —aseguró. Mientras


observaron caminar a Barbará y Juan Carlos hacía ellos

—Tío, un gusto verte —Estaba incomoda, la mirada de


Ángela, sobre ella, odiaba el hecho de sentirse en
desventaja contra ella. Había perdido su oportunidad de
desenmascararla por culpa de su impulsivo
comportamiento en la biblioteca

—Cariño, el gusto es mío —a pesar de ser familia su


comunicación era limitada

—Te presento a.

—La conozco —fue tajante, pero la sonrisa de Ángela, le


hicieron apretar los dientes

—No lo sabía.

—En realidad no sabía que Barbará era tu sobrina, ha sido


una verdadera sorpresa encontrarla en la biblioteca
¿puedes creerlo? Buscaba los servicios y entre en la
habitación equivocada.

—No sé cómo has podido confundirte, es imposible que la


biblioteca de esta casa tenga la apariencia de un servicio.
—Tienes toda la razón, no conozco el lugar y es lógico, todo
es tan lujoso que no sabes que se puede encontrar al otro
lado de la puerta ¿no lo crees así Barbie?

—Imagino que no ha de ser fácil distinguir una cosa de otra,


cuando se entra a un mundo al que no se pertenece —
Barbará. No pensaba bajar fácilmente la cabeza, aunque se
estaba jugando mucho desafiándola abiertamente.

—Toda la razón Barbie, no puedo discutir contigo, Cariño


puedes creer lo que vi mientras estaba equivocándome de
puerta.

—Con tu permiso tío, tengo que ayudar a mamá con los


invitados, fue un gusto verte —huyó, no había sido valiente
para enfrentarla, tenía mucho más que perder que esa
mentirosa mujer.

—Ahora regreso —Ángela asintió. Lo vio marcharse,


seguramente a saludar a algunos clientes, agradeció el que
no la llevará, estaba cansada, sabía que era el tema de
conversación en más de una mesa. Trato de olvidar su
molestia, bebió un sorbo de su copa antes de que Bárbara
ocupara el lugar de Bruno

—¿Se puede saber qué es lo que buscas?


—Bárbara, no quiero discutir contigo, por favor, evitemos
hacer una escena, es el cumpleaños de tu padre

—No me importa, eres la novia de Alberto.

—La ex de Alberto, que es muy distinto, ahora soy la novia


de Bruno, te agradecería tu discreción a cambio te ofrezco
la mía, puedes estar completamente segura que no diré
una sola palabra de lo que vi, llevemos la fiesta en paz y
ambas seremos felices, se levantó para ir en busca de
Bruno, no podría permanecer quieta, mientras los ojos
estaban sobre ella.

—Nos vamos, por favor —pidió con discreción

—Si me disculpas —No se molestó en presentarla y lo


agradeció, quería ir a casa, acurrucarse entre sus brazos,
sentirse segura como sólo él era capaz de hacerla sentir

—Te vi habla con Bárbara ¿Qué sucedió? ¿Te ofendió? ¿Te


dijo algo malo?

—No tiene nada que ver con ella, me ha dolido la cabeza de


repente, lo lamento —se disculpó

—No te preocupes estaba deseando marcharme —salieron


sin despedirse de nadie, afortunadamente estaban
enfrascados en sus conversaciones de negocios. Subieron
al auto.

—Te noto pensativo —Ángela se apresuró a preguntar,


mientras sus dedos se enredaban con los de Bruno.

—Tengo que viajar la próxima semana a México —el


silencio se hizo dentro del auto, aun así sus dedos
continuaron aferrados

—¿Cuánto tiempo?

—Son negociaciones, supongo que será alrededor de una o


dos semanas

—Te echaré de menos —no sabía que decir, se mordió el


labio, estaba nerviosa de nuevo ¿y si él se marchaba y no
volvía a ella?

—No te preocupes cariño, solo serán unos días, volveré tan


pronto como pueda —estaciono el auto, Ángela se
sorprendió al descubrir que habían llegado a casa, no se
movió, soltó el cinturón de seguridad y mientras se acercó
a Bruno, para besar su labios con pasión

—Cariño

—Te deseo Bruno, te he deseado toda la noche, desde que


saliste de la ducha he estado deseando arrancarte la ropa
—por un momento se vio sorprendido, fue cuestión de un
momento, antes de corresponder el beso con pasión.

La puerta de la habitación se cerró de golpe, Bruno comía


literalmente la boca de Ángela, quien estaba entregada a la
pasión de su amante, su vestido se enredó entre sus
piernas mientras se acercaba a la cama, donde cayó con
Bruno encima de ella, sus manos recorrieron cada
centímetro de su cuerpo sobre la tela.

—¡Ah! —se tapó la boca con su puño, tratando de detener


sus gemidos

—No te limites amor, déjame escuchar tus gemidos,


son música para mis oídos, son un canto de sirena —
recorrió el cuello expuesto de Ángela, cuando le dio acceso
libre, sus manos levantaron la falda larga para acariciar sus
esbeltas piernas con las yemas de sus manos.

—¡Cielos Bruno! —él sonrió ante el sonido desesperado de


su novia

Se apartó lo suficiente para ayudarla a ponerse de pie el


vestido cayó más rápido de lo que pudo imaginarlo,
quedando expuesta, se mordió el labio antes de recostarse
sobre la cama
—Por favor — suplicó. Bruno se acercó lentamente, su
mano recorrió desde su pierna hasta su cuello

— ¡Te necesito! —se rindió ante la pequeño tormento al que


era sometida

—Hazme tuya, Bruno, por favor.

Bruno se abrió paso entre sus piernas, para penetrarla


lentamente, el placer se extendió por sus cuerpos. Después
de un momento las embestidas se hicieron rápidas y
fuertes, excitados hasta el punto de olvidar si alguien podía
escucharlo.

—¡Ah! ¡Ah!, Bruno, por favor más, quiero más, no te


detengas por favor, ¡voy a correrme!

—Córrete conmigo amor, vamos a hacerlo junto —Bruno dio


una última estocada haciendo que sus cuerpos fueran
atravesados por un potente orgasmo, sus respiraciones
eran agitadas, sus cuerpos estaban casi laxos, debido al
placer. Besó los labios de Ángela, mientras salía
lentamente de su concha mojada por su semen.

—Te amo —Bruno susurró, ella tembló

—Yo también —murmuro, no fue capaz de decirle


claramente que lo amaba.
—Volveré a mi departamento —Ángela no sabía los planes
de Bruno con respecto a ella.

—No es necesario, cariño vivimos juntos desde que nos


conocimos, puedes quedarte en casa, no estaré fuera
mucho tiempo y apenas vuelva quiero que seas lo primero
que mis ojos vean —Ángela sonrió. Besó los labios de
Bruno

—Gracias cariño —se aferró a su cuerpo para quedar


abrazada a él y dormir con la seguridad de sus brazos.

⧓⧓⧓

Los siguientes días, pasaron en un abrir y cerrar de ojos,


afortunadamente no se había cruzado con Alberto,
esperaba que Barbará no le dijera nada, aunque realmente
dudaba que se quedará callada.

—¿Tienes todo listo? —preguntó mientras cerraba la maleta


de viaje que personalmente le había preparado. Bruno,
viajaba hoy a México.

—Sí, gracias por estar al pendiente cariño —tomó su rostro


y la beso con pasión

—Creo que es mejor marcharnos o perderás tu vuelo —se


apartó a raja dientes
—Tienes razón, te llamaré apenas llegue al Hotel, cuídate
por favor —le dejó un último beso y salió al aeropuerto,
Ángela había insistido en acompañarlo, pero él se negó.

Salió casi detrás de Bruno, tenía un examen que presentar,


era la razón por la que él se había rehusado a que lo
acompañara, subió al auto y salió hacía la universidad en
compañía de Zacarías.

—Alberto

—Te he esperado, ¿podemos hablar?

—No tiene caso, por favor Alberto

—¿Por qué no me dijiste que salías con un rico empresario?


— la mirada de sus compañeros de salón se posaron sobre
ella, camino por el pasillo, no tendría esa conversación con
tantos oídos presentes

—Termine mi relación contigo Alberto, no tengo porque


darte explicaciones —la actitud de su ex le hizo enojar.

Sin previo aviso, Alberto la tomo de la cintura, la atrapo


entre la pared y su cuerpo, sin oportunidad de poder
liberarse, el pasillo estaba vació y el miedo la recorrió

—Suéltame Alberto, esto no tiene ninguna gracia — dijo


molesta. Alberto la beso como nunca antes lo había hecho,
era agresivo, descuidado, Ángela gimió, no por el beso si no
por el golpe que su espada se había llevado contra la
columna del salón.

—¿Qué tratas de hacer? Déjame, suéltame —grito, deseando


que alguien pudiera venir en su ayuda

—Quiero estar contigo, quiero sentirme dentro de tu cuerpo,


te deseo.

—Pues yo no, aléjate ¡ahora!

—Tendré de ti lo mismo que tiene él —Ángela dejó de


pensar, levantó su rodilla para golpear a su agresor, lo que
Alberto pretendía hacer era violación y ella no iba a
permitirlo bajo ninguna circunstancia

—¡Arg! —gritó debido al golpe recibido

—Nunca en tu vida, vuelvas a acercarte a mí, aléjate, no


quiero volver verte —camino rápido incapaz de entrar a
clases, tendría problema con su examen, pero no
importaba, trataría de recuperarlo ahora mismo solo quería
estar con Bruno, sentirse protegida entre sus brazos…

CAPITULO 16

Ángela aparto las sabanas y corrió al baño. Vomito hasta


que sintió que ya no podía más. ¿Qué le sucedía? Era la
cuarta mañana consecutiva que esto sucedía, casi no había
cenado la noche anterior, echaba de menos a Bruno, nunca
imaginó que la separación sería tan difícil para ella,
añoraba el calor de su cuerpo junto al suyo, desayunar por
las mañanas. Se cepillo los dientes, lavo su rosto, el reflejo
del espejo la asusto, tenía ojeras y estaba pálida. Culpo a
Bruno por hacerse extrañar tanto, se ducho y bajo a
desayunar, un poco de pan tostado y naranjada no fue
capaz de comer un solo bocado más, tenía que presentarse
a clases, su profesor le había dado oportunidad de
presentar el examen que había perdido por culpa de
Alberto. En esos momentos sentía que lo odiaba.

—Señora ¿se encuentra bien? —Zacarías abrió la puerta del


coche para que ella pudiera subirse

—Sí, gracias por su preocupación, ¿ha desayunado? — hoy


salía un poco más temprano

—Tomé una buena taza de café señora. Gracias por


preguntar —cerró la puerta y camino alrededor para subirse
al auto y llevar a su señora a la Universidad, sonrió. Si era
sincero la primera vez que había visto a Ángela con su jefe
le había parecido falsa, con el paso de los días, se había
dado cuenta que no era mala, todo lo contrario, siempre se
preocupaba por los demás incluso había días en los que
personalmente cocinaba para todos

—No es suficiente Zacarías, debe alimentarse bien —abrió


su bolsa y le extendió un billete de cien quetzales

—Señora

—Por favor Zacarías, tómelo le hecho madrugar esta


mañana y encima tiene que esperarme, pude ir a la
cafetería por favor – insistió

—Gracias señora Ángela

—No me las dé, por favor —no soportaría que alguien más
pasara hambre por su culpa, ella sabía lo que se sentía ir de
un lado a otro con el estómago vacío y la sensación era
cruel.

⧓⧓⧓

La siguiente semana fue terrible, Alberto había estado


buscándola, ella no quería verlo mucho menos hablar con
él, después de lo ocurrido. Sobre todo porque Barbará
parecía estar al tanto. Sus días sólo eran salvables al
momento de hablar con Bruno, las vídeo llamadas eran lo
único que la mantenía cuerda, sobre todo porque los
malestares continuaban, tenía una ligera sospecha de lo
que podía hacer, esa mañana había pasado a la farmacia,
apretó la caja entre sus dedos recién se había despedido de
Bruno, camino hacía el baño y con dedos tembloroso leyó
las instrucciones. Tenía veinte años y no era tonta, había
olvidado tomarse la pastilla una o dos veces, las
probabilidades existían y podían ser altas.

Espero el tiempo y un poquito más, estaba nerviosa, sentía


hasta que el aire le faltaba, no tenía valor para abrir los
ojos y ver el test de embarazo que tenía en las manos, con
todo el miedo del mundo se fijó en las dos rayitas rojas que
comprobaban su estado.

—Cielos ¿Qué voy hacer? —No era planeado, ni siquiera


podía imaginar lo que Bruno pensaría, ella había asegurado
estar protegida. Salió de cuarto de baño, con el pequeño
instrumento aun entre sus dedos, se dejó caer sin
ceremonia sobre la cama. ¿Podía haber un error? ¿Existía la
posibilidad? Las preguntas llegaban y se iban sin respuesta
alguna de su mente. ¿Y si Bruno, la deja por estar
embarazada? Negó con un movimiento de cabeza, él no
podía dejarla.

Respiro profundo, debía pensar positivo, pediría cita en la


clínica y saldría de dudas, había escuchado que las pruebas
de farmacia no eran cien por cien confiables, pero una
prueba de sangre seria contundente. Con un poco más de
claridad se metió bajo las sabanas, se abrazó a la
almohada de Bruno, para respirar su olor.

⧓⧓⧓

—No tienes por qué disculparte —la rubia tenía lo que


necesitaba para arruinar a su enemiga

—Por supuesto que sí, lo que hice o trate de hacerle no


fue lo correcto, actué impulsivamente y por enojo, porque
tú me llenaste la cabeza —Alberto estaba arrepentido de lo
ocurrido, aun no podía creer que había sido capaz de
intentar forzarla ¿en qué tipo de hombre lo convertía esa
acción? No se atrevió a ponerle un nombre, sólo fue
consciente de su error cuando ella lo golpeo para liberarse.
Desde entonces había estado buscándola para disculparse
pero se negaba, huía cuando lo miraba, te temía y era su
culpa.

—No dije más que la verdad, su relación con mi tío sólo


puede ser de interés, mi tío es un hombre mayor Alberto,
dudo mucho que Ángela este enamorada de él, sólo lo
utilizará, espera y veras

—No quiero ver nada, Bárbara te agradecería que te


guardes de ahora en adelante sus comentarios y dejes a
Ángela tranquila, si eligió ser feliz con tu tío no puedo hacer
nada.

—¡Pero tú la amas! —gritó.

—El amor también es renunciar Bárbara —se levantó de su


lugar y camino por los pasillo esperaba tener suerte hoy y
poder hablar con Ángela.

—Fuiste demasiado lejos Barbie —Raúl había estado en


silencio al verlos discutir, estaba dolido por Alberto, pero
las acciones de Bárbara no eran las correctas

—¡Lo engaño, lo ha dejado por otro hombre!

—Si él ha decidido renunciar ¿Cuál es tu problema? —si ella


decía no estar enamorada de Alberto, lo entendía, lo que no
podía comprender es su obsesión por destruir a Ángela.

—Está jugando con ellos.

—Sigue sin ser un argumento válido a tu comportamiento,


¿has pensado en lo que podía haber pasado con Alberto, si
hubiese atacado a Ángela? —esa pregunta la hizo callar

—Alberto pudo terminar en prisión, si Ángela lo denuncia


podrían abrir un acaso para investigar. Si eres su amiga
ayúdale a sobrellevar su ruptura, no le hables más de tu tío
y ella —salió del lugar estaba enfadado y no quería decir
más cosas de las que se podría arrepentir más adelante.

—Te dejaré tranquila sólo, el tiempo que yo quiera —abrió la


foto que había captado en el pasillo aquel día, su tío no
dudaría al tener pruebas. Ángela ya no podría amenazar
con lo que había visto en la biblioteca del día del
cumpleaños de su padre era su palabra contra la suya—
sonrió

⧓⧓⧓

Bruno, suspiro cansado, las reuniones parecían no tener fin,


en meses atrás o incluso años atrás no le hubiera
importado, no tenía a nadie que esperara por él en casa.
Ahora era diferente Ángela esperaba por él, estaba ansioso
por volver, aunque su comunicación era casi religión todos
los días y casi a la misma hora, moría por tenerla entre sus
brazos, le había preocupado el semblante de la noche
anterior, tenía ojeras y se veía desanimada y pálida. Estaba
deseando poder adelantar el viaje pero era todo lo contrario
al parecer necesitaría más tiempo antes de cerrar el trato.
La idea de viajar el fin de semana nunca había sido tan
tentadora y entre más lo pensaba más le gustaba.
—Estás tenso ¿Qué sucede?—había olvidado que estaba en
una reunión ahora mismo, la voz de su futura socia lo
distrajo

—Perdona Miriam.

—No te preocupes, te preguntaba si ¿está disponible el fin


de semana para viajar a Cancún? —sonrió de manera
seductora

—Lo lamento viajare a Guatemala el fin de semana —aparto


disimuladamente el brazo donde la mano de Miriam
descansaba

—¿Algún problema? —no estaba acostumbrada a ser


rechazada y Bruno Torrebiarte no iba a ser la excepción

—Problema ninguno, tengo mi prometida me espera —la


sonrisa se le borro del rostro al escuchar Bruno

—¿Prometida?

—Así es, por favor discúlpame, espero que esto no arruine


nuestros negocios —ella negó, no era estúpida para
mezclar una cosa con la otra, pero aun así no renunciaría
fácilmente.
—Ten buen viaje entonces —se levantó y camino hacia las
puertas del salón donde llevaban reuniéndose por más de
dos semanas.

—Gracias —murmuro al aire, ella ya no estaba

⧓⧓⧓

—¡Hola! —Juan Carlos giró su silla, al escuchar la voz de su


sobrina

—Cariño ¿Qué milagro te trae por aquí? —se levantó para


saludarla con un abrazo y un beso, “momento robados” le
grito su conciencia

—Viene a saludar, pase por la oficina de Gerencia pero al


parecer Bruno no está

—No dejes que te escuche llamarlo únicamente por su


nombre —Se encogió de hombros

—Nos vemos poco — se sentó en el largo sofá que


adornaba la oficina de Finanzas

—En todo caso ¿Qué necesitas?

—Solo quería saludar, supongo que debe estar con su novia


—el tono molesto no pasó desapercibido para el mayor

—¿Creí que eran amigas?


—No podría ser amiga de una tipa como Ángela ¿sabes
dónde puedo encontrarlo?

—Esta fuera del país, ¿necesitas algo? —volvió a preguntar

—No. Te invito a comer —cambió el tema, quizá debía


pensar mejor las cosas, había llegado ofuscada y sin
pensar bien lo que le diría a su tío, ahora que tenía
oportunidad quizá debía planearlo mejor.

—Encantado, déjame terminar unos pendientes y vamos a


donde tú quieras.

⧓⧓⧓

—Señorita Beltrán, el doctor la espera — respiró profundo,


había realizado los exámenes que le habían solicitado
cuando llego, espero alrededor de una hora ante de ser
atendida, por un momento estuvo tentada a marcharse sin
ver al médico, pero necesitaba saber.

—Gracias —camino tras la enfermera

—Señorita Beltrán, tome asiento por favor — hizo lo que el


médico le pidió con los nervios a flor de piel. Mientras el
abría el sobre con sus resultados.

—Sus resultados son positivos señorita Beltrán, está usted


embarazada —por un momento sintió que el piso se movió
bajo sus pies ¿un hijo? un hijo de Bruno, poco a poco el
miedo fue superado por una emoción mucho más fuerte y
arrasadora, aunque no desapareció ahora era pequeño
comparado con las emociones que sentía.

—Un hijo…

CAPITULO 17

Después de la visita al ginecólogo el día anterior, sus


emociones estaban a flor de piel, se sentía feliz y triste al
mismo tiempo, no podía explicar con exactitud sus
emociones. Había confirmado su embarazo, ¿Cómo se lo
diría a Bruno? Los nervios y el miedo a ser rechazada se
instalaron en su vientre ¿Qué haría si la rechazaba? No
tenía nada que ofrecer a su hijo más que su amor ¿bastaría
para salir adelante? Quizá si renunciaba a la Universidad y
conseguí algún trabajo de medio tiempo de lo que fuera, no
sabía que haría, lo único de lo que estaba segura es que
tendría a su hijo, no había sido planeado, pero sería amado.
Si Bruno la dejaba nunca más volvería a estar sola, tendría
a su hijo con ella.

Se recostó un momento, esperando la hora para hablar con


Bruno. Se quedó dormida en algún momento. El
movimiento en la cama le hizo abrir los ojos para
encontrarse con Bruno. Bruno estaba en casa, sin pensarlo
se lanzó a sus brazos y beso con pasión, nunca imagino
extrañar tanto a alguien.

Bruno gimió. Cuando la lengua de Ángela se enredó con la


suya, no era la primera vez que ella tomaba la iniciativa,
pero ese beso le hizo temblar. Ángela abandono sus labios
para recorrer su dura y marcada mandíbula, mientras
sus manos buscaban despojarlo de su ropa, las manos
sobre su piel acariciando su marcado y tonificado abdomen
con ternura, Ángela recorrió con la yema de sus dedos
cada musculo hasta posar su mano sobre su pecho, donde
su corazón latía de manera acelerada.

—Ángela cariño —trato de hablar pero ella cayó su boca con


sus besos, lo estaba seduciendo y él estaba encantado de
permitirlo.

—¡Te eche de menos! —se aferró al cuerpo de Bruno en un


abrazo, fue consciente de su arrebato, pero no se arrepintió,
quería fundirse en él grabarse su piel, sus caricias, sus
besos, si iban a separarse quería mantener un buen
recuerdo de él.
Sus manos apartaron del todo la camisa que ya estaba sin
botones, quería tenerlo una vez más antes de darle la
noticia y correr el riesgo de que la echara de su vida.

—¿Te sucede algo? — estaba sorprendido, también la echo


de menos todos estos días, pero había algo diferente en
ella.

—Te amo —confesó ante la pregunta, se sorprendió de su


respuesta, pero trato de buscar la mentira en su corazón
sin hallarla. Estaba enamorada de Bruno Torrebiarte, cerró
los ojos ante su propia revelación

—¿Qué? —estaba sorprendido, no esperaba esta confesión.


Su corazón martillo fuerte

—Te amo Bruno —repitió. No hubo repuesta. El silencio


lleno la habitación.

—Te amo —no le dio tiempo a nada más, sus labios se


unieron en un nuevo y apasionado beso, entregándose
complemente al calor de la pasión, no necesitaron
palabras.

Bruno, acarició el cuerpo de Ángela con amor y delicadeza,


tanta que casi le hizo llorar, quería creer que esto sería para
siempre antes de Bruno, nunca se había sentido tan segura,
echo la cabeza a un lado cuando los labios de su amante
buscaron su garganta, se abrió para él como tantas veces
antes. Pero ninguna podía compararse con esta vez, era
consciente que esta entrega era completamente sincera y
por amo.

—¡Ah! —gimió cuando sus cuerpos se hicieron uno sólo,


levanto las caderas para salir al encuentro de las
embestidas de Bruno, su punto g fue golpeado y tembló de
placer y anticipación, su corazón latía tan fuerte por las
emociones y sentimientos.

—¡Te amo! —gritó cuando el orgasmo atravesó su cuerpo


completamente saciado de placer.

—Te amo —susurró. Bruno beso su frente antes de


abandonar su humedad cavidad. Se acurrucaron para
disfrutar del calor de sus cuerpos, mañana seria otro día.
Un día lleno de verdades.

Ángela había salido muy temprano de casa, dejando a


Bruno aun dormido, esperaba que no despertara pronto,
volvió después de haber conseguido lo que buscaba,
sonrió nerviosa antes de entrar a la habitación y
comprobar que seguía completamente dormido, se acercó
a él para dejar un beso sobre sus labios. Los nervios se
hicieron presentes de nuevo, pero no podía retrasar lo
inevitable y si buscaba el momento adecuado
seguramente nunca lo encontraría

—Despierta dormilón, tengo algo para ti —Bruno se removió,


estaba cansado el viaje y la noche de amor entre las
sabanas con Ángela, lo habían dejado fuera de combate
momentáneamente

—Déjame dormir un momento más —pidió.

—Cariño —insistió hasta que él se dio por vencido y abrió


los ojos, la sonrisa de Ángela era nerviosa, sus manos
temblaban

—Tengo algo para ti —volvió a preguntar, espero a que


Bruno se sentara y acomodará contra el respaldo de la
cama.

—¿Qué es? ¿De qué se trata? —ella mordió su labio, un


hábito en ella.

—Ábrela —Extendió la pequeña caja hacía Bruno, quien la


recibió con una ceja levantada

—¿Ahora? — preguntó. Ella asintió

El rostro de Bruno cambió, al abrir la pequeña caja —


¿Ángela?— ella asintió una vez más.
Un par de zapatitos para bebe junto a una prueba de
embarazo que marcaba ¿dos rayas rojas o eran rosas?
¿Importaba?

—Tu… Tú ¿estás embarazada? —preguntó pálido. Tanto que


Ángela temía que fuera a desmayarse.

—Sí, yo… yo creí que estarás feliz —dijo. Sin poder evitar
que las lágrimas se derramaran de sus ojos ante la
angustia de lo que vendría ahora.

—Yo… lo siento —esas palabras fueron como un balde de


agua fría.

—Bruno ¿no quieres a nuestro hijo?

—Cariño, déjame procesar la información, soy nuevo en


esto aunque sea mucho mayor que tú, es la primera vez
que seré padre —sonrió

—Eso ¿quiere decir qué?

—Que estoy feliz, emocionado, ni siquiera sé cómo decir lo


que siento ¡Gracias Ángela! —se acercó para besar sus
labios con una ternura que hasta hoy no conocía.

Bruno sonrió, sin poder creer aun que sería padre, un hijo,
un hijo suyo y de Ángela, un hijo del amor.
—Estoy molesto —dijo. Apartándose un poco de ella

—¿Por qué?

—Me habría gustado estar contigo y acompañarte al


médico —se acercó al vientre de Ángela para dejar un beso.

—Podrás estas en nuestra siguiente cita —sonrió feliz de


que Bruno aceptara feliz su embarazo

—Puedes estar segura. Soy el hombre más feliz del mundo


—sin poder evitar por más tiempo dejo que sus lágrimas
corrieran por sus mejillas, sería padre a sus cuarenta años y
con una chica mucho más joven que él, la amaba, estaba
enamorado tan profundamente de ella. Beso sus labios de
nuevo ante de separarse.

—Me daré una ducha y saldremos a celebrar, prepárate


estaremos todo el día fuera —dejo un beso sobre su nariz y
salió a la ducha. Dejando a Ángela inmensamente feliz.

⧓⧓⧓

Barbará había llamado de nuevo a la oficina de su tío para


saber sobre su regreso, no sabían nada y eso la tenía al
borde, tenía que desenmascarar a esa mujer antes de que
se convirtiera en al más que una novia para su tío.
—¿Qué te sucede? —giró para ver a su madre parada en la
puerta de su habitación.

—¿Realmente estás interesada? —Alina sonrió

—Por supuesto que no, pero estoy cansada de que Juan


Carlos, discuta conmigo por tu causa, realmente no sé
porque se interesa tanto por ti —camino para acercarse a
su hija

—Soy su única sobrina, es lógico después de ver el amor


que me tienes.

—No seas sentimental Bárbara, no esperes de mí, más de lo


que tienes ahora

—Me pregunto realmente si ¿soy tu hija? —había querido


preguntar desde hace mucho tiempo, pero nunca había
tenido el coraje para hacerlo hasta hoy

—¿Importa? Tienes todo a mi lado, no pidas más, no


busques más

—Mamá

—¿Conoces a Ángela Beltrán? —el cambio brusco del tema


no le sorprendió, pero si el que preguntara por Ángela

—Puede que si ¿Por qué? —se interesó


—La conoces o no —preguntó. Enojada ante el juego de
palabras de su hija

—Sí, la conozco más de lo que quisiera

—Quiero saber todo de ella Bárbara

—Puedo decirte todo lo que quieras a cambio de algo…

⧓⧓⧓

Bruno estaciono el auto frente al edificio, era uno de los


restaurantes lujoso y exclusivos de la ciudad. Entro de las
llaves al joven del valet parking para que se hiciera cargo
del auto, mientras ellos caminaron cogidos de la mano
hacía el apartado Vip. La mesa estaba decorada con rosas
rojas, una botella de vino y velas, sabía que Bruno era el
responsable, lo que no sabía era el momento en el que
había solicitado el servicio sí estuvieron todo el día juntos.

La cena consistió en un menú italiana la preferida de Bruno,


fue tranquila, mientras conversaban de sus días
separados, no fue capaz de comentarlo lo ocurrido con
Alberto, no quería romper la magia del momento.

Justo cuando el reloj marco la media noche, Bruno se


arrodillo frente a ella sorprendiéndola.
—Ángela Beltrán, me condecirías el honor de convertirte en
mi esposa, para amarte el resto de mi vida —Preguntó
abriendo el estuche con un precioso anillo dentro.

—¡Sí!—no había nada que pensar, su felicidad no podía estar


más completa…

CAPITULO 18

—¿Estás loco? No sabes nada de ella, no sabes ni siquiera


quienes son sus padres ¿y pretendes casarte con ella? —
Juan Carlos, se giró enojado hacia su hermano mayor

—¿Has terminado? Te lo estoy comunicando, no estoy


pidiendo tu permiso Juan Carlos, eres mi hermano y
supongo que puedo contar contigo —se levantó ante el
arrebato de su hermano menor

—Le darás acceso y poder sobre todo tu fortuna si te casas


con ella, al menos haz que firme un acuerdo pre-nupcial
para tener la seguridad que no está solamente detrás de tu
dinero.

—Es mi dinero, al final de todo, no voy a desconfiar de ella


por ti. Nos casaremos en una semana
—¡Definitivamente te has vuelto loco! —salió de la oficina
dando un portazo, furioso por las locuras de su hermano
mayor.

⧓⧓⧓

—Zacarías, lleve esto a la oficina del señor por favor —el


chófer asintió

—Como desee señora, ¿algo más que pueda hacer antes de


marcharme? —negó

—solamente Zacarías gracias, es muy amable, ante de irse


pase a la cocina, deje comida preparada para que pueda
llevarla —él sonrió sus ojos se iluminaron, cielos ella
conocía esa mirada, era como verse así misma cuando
alguien le regalaba un migaja de pan, negó y limpio sus
lágrimas disimuladamente

—Gracias señora —no dijo nada. Por temor a que su voz la


delatara, subió a su habitación y se sentó sobre la enorme
cama, tenía todo ahora pero no se sentía bien consigo
misma, debía hablar con Bruno, sobre su pasado,
necesitaba decirle, que se enterara por sus labios y quitarse
la amenaza de Bárbara de encima. Respiró profundo hoy le
diría la verdad a Bruno o al menos parte de la verdad,
necesitaba decirle, necesitaba que su hijo naciera en un
hogar sin secretos.

La puerta se abrió de golpe, sacándola de sus


pensamientos, su mano se posó sobre su vientre como
protección al ver al hombre parado frente a ella, totalmente
enojado.

—Tu maldita vividora, ¿Cuánto dinero piensas que es


suficiente para alejarte de mi hermano?

—¿Qué haces aquí? Sal de mi habitación, no tienes derecho


de entrar de esta manera —se puso de pie, para no estar en
desventaja contra su cuñado

—Tu habitación, Tu casa, ¡todo te pertenece! —gritó furioso

—Dime tu maldito precio y lárgate

—¿Qué diablos te sucede? —Bruno tuvo la sensatez de


seguir a su hermano después de dejar la oficina tan
abruptamente

—Es que no lo ves Bruno, esa mujer no te ama

—Lárgate de mi casa Juan Carlos, ¡ahora! —Su rostro lo


decía todo, estaba furioso
—Voy a demostrarte con que clases de mujer te has metido
—salió no sin antes dirigirle una mirada de odio a Ángela

Ángela lloro, de enojo, de miedo, ese hombre la odiaba y no


entendía porque

—Tranquila cariño, le harás daño al bebe —Bruno, le ayudo a


sentarse para que se calmara la tomo entre sus brazos,
mientras dejaba un beso sobre su cabeza.

—Me odia Bruno, me odia tanto que me da miedo, por favor


no me dejes sola, por favor —suplicó, Bruno debía volver a
México al día siguiente.

—No te preocupes me haré cargo de que no vuelva a


molestarte le aseguro con enojo, mientras Ángela lloraba
entres su brazos.

⧓⧓⧓

—¡Se ha vuelto loco! ¿Hace cuánto que la conoce? ¿Dos o


tres meses? —Alina estaba furiosa, si Bruno se casaba su
fortuna pasaría a manos de su esposa en un futuro y ella no
tendría nada, había convencido a sus padres de que Carlota
era una mala mujer y ellos no dudaron en apartarla de su
lado, ahora ellos no estaban, tendría que hacerlo, incluso
había manipulado cuidadosamente a Juan Carlos con
respecto a las mujeres oportunistas que había por ahí
dispuestas a todo con tal de quedarse con su dinero, pero
no iba a permitirse perder nada de lo que debió ser suyo
desde un principio.

—Está decidido, me ha echado de su casa por culpa de esa


mujer

—¡Barbará! —gritó

—¿Para que la llamas? —esperaba que su hermana no se


desquitara con ella, por su culpa

—Hay algo que necesitas ver —sonrió

—No vamos a permitir que esa mujer aparecida de la nada


se quede con la fortuna de Bruno — aseguró mientras
esperaba por su hija.

⧓⧓⧓

Ángela se paseó de un lado a otro, Bruno había salido


desde muy temprano, ayer no había podido hablar con él
sobre Alberto, necesitaba contarle, explicarle lo ocurrido.
No podía dejar pasar más tiempo.

Las puertas se abrieron, sonrió al ver a Bruno, pero su


sonrisa duro poco, cuando Alina Torrebiarte entró
acompañada de Bárbara, Juan Carlos y Alberto. Las
náuseas subieron por su garganta ¿Qué hacía Alberto ahí?
—Hola Ángela — Bárbara sonrió

—¿Alguna cosa que quieras decirme Ángela? —su voz


gélida provoco un escalofrió en su rostro

—Bruno yo… yo puedo explicarlo

—Te lo dije Bruno y no me creíste — Juan Carlos la miro con


mucho más desprecio que antes

—¿Conoces a este hombre? —asintió incapaz de hablar

—¿Tu amante? —apretó los dientes, para no gritar

—¡No! — no era su amante, había sido su novia nada más

—Mientes Ángela, tú, Alberto y yo sabemos que mientes —


Ángela deseaba golpear a la mujer y borrar su sonrisa de
triunfo de su rostro, sus manos temblaban

—No fui su amante y tampoco lo soy —se defendió


buscando auxilió en Bruno pero él se aparto

—Bruno por favor, créeme, fui su novia, pero nunca he


estado con él —miró a Alberto, quien había permanecido
callado

—Deja de mentir Ángela y dile la verdad, te acercaste a él


por su dinero, todo fue un plan cariño —abrió los ojos ante
las palabras de Alberto
—¡Estás loco! —gritó con lágrimas en sus bellos ojos

—Lo siento señor Bruno, pero es la verdad, solo queríamos


su dinero —Alberto bajo la mirada cuando los ojos de
Ángela lo miraron con resentimiento, mentía, pero no tenía
otra opción, Alina, había amenazado con arruinar su vida si
no hacía lo que ella le pedía, si perdía su beca su vida
profesional terminaría su sueño de tener una mejor vida se
iría al diablo y su madre sería quien pagara las
consecuencias y no podía darse el lujo de perder lo que
tenía, odiaba a Bárbara por obligarlo a hacer esto, la
odiaba más de lo que una vez la había apreciado como
amiga.

—¡Mientes! Bruno por favor no lo escuches, por favor cariño


—lloro, pero Bruno parecía no escucharla.

—Ten las pruebas si aún dudas —Alina lanzó las fotos que
Barbará había tomado el día que Alberto la había
arrinconado contra el salón, el día que casi la forzó.

—Váyanse, ¡Fuera de mi casa! —gritó enojado

—Pero Bruno —Alina quería saber lo que haría su hermano,


necesitaba saber que su plan había funcionado

—¡Largo! —estaba herido, su mundo perfecto se había


venido abajo en un abrir y cerrar de ojos. Todos salieron sin
decir nada, sin atreverse a decir más, el daño ya estaba
hecho.

—¿Ángela? — se giró para quedar frente a frente a la mujer


que amaba, la mujer que solo lo había utilizado

—Bruno, mi amor, no es lo que tú crees, por favor


escúchame —pidió, aunque las palabras de Alberto y las
fotos ya la habían condenado

—¿Qué demonios vas explicarme? Te has burlado de mi


todo este tiempo, has jugado a ser feliz a mi lado mientras
te entendías con él

—No, no desconfíes de mi por favor te lo suplico

—¿Estás segura que el niño que esperas es mío? —la


pregunta fue mucho peor que un golpe, la desconfianza en
su voz le rompió el corazón

— Te juro que mi hijo es tuyo Bruno, solo he estado contigo,


reconozco que te mentí, aun no terminaba mi relación con
Alberto cuando inicie contigo, pero te amo, me enamore
perdidamente de ti

—Amas mi dinero que es muy diferente, te enamoraste de


los lujos que mi dinero podía comprar —se giró para darle la
espalda no quería que lo viera llorar
—¿Por qué me has hecho esto, porque tú? —apretó su puño
con fuerza, hasta que sintió le filo de sus uñas cortar su
piel.

—Fue mi novio, pero no hice nada con él, nunca —su


corazón estaba rompiéndose ante la frialdad de Bruno, sus
ojos derramaron lágrimas de impotencia era su culpa, era
su culpa que Bruno desconfiara de ella, si tan solo hubiera
sido sincera.

—La foto no es falsa, pero tampoco lo bese, ese día el me


tomo por sorpresa, me beso a la fuerza, si no hubiera
escapado posiblemente el…

—Calla no quiero saber más, déjame sólo Ángela por favor


—se acercó para tocarlo pero él se alejo

—No me toques Ángela, no te atrevas, vete

—Te amo —se dio la vuelta para salir apenas la puerta se


cerró puedo escuchar el seguro activarse. Se recostó sobre
la puerta, su corazón latía tan fuerte que sentía que saldría
de su pecho

—Maldita seas ¿Por qué tú? ¿Por qué me has hecho esto?
¿Por qué tuve que enamorarme de ti? — gritó furioso, su
dolor lo cegaba, quería creer, pero no podía, se sentía
patético, destrozado, las cosas de su escritorios cayeron al
piso cuando en un arrebato lanzo todo a su paso.

Ángela, no podía cree que su felicidad se escapara de esta


manera, escuchar a Bruno sufrir le rompía el corazón,
porque sabía que era la causante de su dolor.

—Bruno, por favor, abre la puerta, por favor —suplicó, pero


no hubo respuesta alguna

—Señora —Zacarías entró al escuchar los ruidos en la


biblioteca

—Zacarías, por favor —no sabía ni lo que pedía

—¿Qué sucedió Señora?

—Lo he perdido Zacarías, lo he perdido —sollozo

—Permitame ayudarle —la acompaño a su habitación,


Ángela lloro hasta quedarse dormida, su sueño fue
intranquilo, lleno de pesadillas.

—Bruno, Bruno, por favor perdóname, Bruno, te amo —


murmuro un par de veces

—Adiós Ángela…
CAPITULO 19

Ángela Beltrán, espero tener una oportunidad de explicarle


a Bruno la situación cuando estuviese más calmado, sin
embargo no puedo ser así, Bruno se habría marchado,
regresando a México sin despedirse, sin darle la
oportunidad de nada, sabía que era su culpa, sabía que
debió hablarle con la verdad, pero eligió no hacerlo. Motivo
por el cual no podía culparlo, había herido sus sentimientos
al ocultarla su relación con Alberto y debía afrontar las
consecuencias de sus actos…

—¿Señora? —Zacarías su fiel amigo, había estado a su lado


los últimos cinco días, esperando en vano el regreso de
Bruno.

—No volverá, Zacarías el no volverá —lloró. Sentada en las


gradas de la inmensa mansión, nunca se había sentido más
sola que ahora, ni siquiera cuando moría de hambre y de
frió en las calles con tan solo quince años. Este tipo de
sentimientos era mucho más fuerte y desgarrador, era
amor, estaba enamorada y había perdido.

—Trate de serenarse el volverá, está enamorado de usted —


sonrío. Quería creer que era así, deseaba confiar en que
Bruno volvería y le daría una oportunidad a su amor.
—No lo sé Zacarías, le herido tanto —él. Se sentó a su lado,
existía una confianza entre ellos que no podía comprender
del todo, pero que agradecía profundamente, si no fuera por
Zacarías su vida posiblemente fuera un infierno.

—¿Esperara por él? —se atrevió a preguntar

—Necesito hablarle, necesito que me perdone —observo un


punto en la nada, mañana, esperaría hasta mañana por él.

⧓⧓⧓

—No tenías que llegar a todo esto Alina, ¿Por qué? —


Enrique, nunca entendió el odio que su esposa le tenía a
Bruno, eran hermanos

—¿Pretendías que permitiera que esa mujer se quedara con


lo que me pertenece? No Enrique, no hice que Carlota se
apartará de él para perderlo todo por culpa de una niña que
bien podría ser su hija —bebió un sorbo de su copa,
mientras observaba a su marido con determinación

—Es su dinero, es su vida, no tienes por qué interferir —


Alina, se levantó estrellando el vaso sobre el escritorio con
fuerza

—Ese dinero debió ser mío, trabaje para eso, pero al final
mis padres lo eligieron a él, si puede incrementar la fortuna
que tengo es gracias a que obtuve la custodia de Juan
Carlos. De haberse quedado con Bruno, no tendría nada, no
fue fácil tenerlo de mi lado, tuve que sobornar a mucha
gente en los juzgados, incluso gente particular para
atestiguar en contra de Bruno, hice todo para conseguirlo y
lo logré. Así que no te quejes querido, disfruta de los
privilegios que conlleva ser mi marido, de lo contrario ni tú,
ni tu hija tendrían hoy la vida lujosa que llevan —dijo con
enojo

—Aun así no ha sido correcto arrastrar a Bárbara en todo


esto— dijo molestó

—Tu hija está enamorada de mi hermano, así que no creas


que es una santa, lo que realmente es: es una descarada,
creció viéndolo como un tío sin embargo lo ha codiciado
como hombre —el rostro de Enrique palideció

—Mientes, sólo tratas de justificarte

—¿No me crees? ¿Por qué no le preguntamos? me dio toda


la información de Ángela Beltrán a cambio de saber la
verdad sobre su origen

—No te atreviste a…
—Créeme que tu hija esta, tan feliz que poco le ha
importado descubrir que no soy su madre biológica —
Enrique cayó sobre el sillón

—Prometiste no decirle nunca

—Lo siento cariño, realmente lo lamento

—Alina —la voz rota de Juan Carlos rompió el silencio que


se había formado entre la pareja

—¿Qué haces aquí? —el rostro de Alina cambió de color, por


primera vez sintió miedo al ver el rostro de su hermano
menor.

—¿Me has manipulado todo este tiempo? —preguntó sin


apartar la mirada de su hermana mayor, a quien miro
siempre como una madre

—Has entendido mal cariño —trato de acercarse para tocar


su brazo

—No me toques, no te atrevas a tocarme. He sido un


estúpido, he creído en ti ciegamente Alina, solo me has
utilizado para dañar a Bruno —dio dos pasos hacia atrás
para alejarse de quien hasta el día de hoy era su idea de la
mujer perfecta
—Todo lo que hecho es para tener lo que por derecho nos
corresponde Juan Carlos

—Basta, no te creo —salió de la casa donde creció, no podía


soportar verla un solo minuto más, veinte años, había sido
manipulado veinte años de su vida, era un estúpido.

⧓⧓⧓

—Alberto ¡escúchame por favor! —Barbará gritó a su amigo

—No, no quiero saber nada de ti, sabes perfectamente que


Ángela, había terminado conmigo, te aprovechaste de un
momento de debilidad de mi parte, usaste fotografías que
si ella hubiese interpuesto una demanda sería utilizado en
mi contra, no conforme con eso te metiste con mi madre,
¡Mi madre! me has amenazado —gritó furioso

—No lo hice yo, fue mi madre —se defendió

—Fuiste tú quien le dio la información, es lo mismo Bárbara,


no vuelvas a buscarme, dile a tu madre que se aparte del
camino de mi madre para siempre —salió sin ver a la mujer
que había sido su amiga desde hace mucho tiempo, la
amiga en quien confiaba con su vida.

—¿Que has hecho Bárbara?


—Tu no Raúl, por favor tú no —camino hacía la salida del
edificio, no tenía ánimos de estudiar, había perdido a sus
dos mejores amigos, la mirada de decepción en Raúl, se lo
dijo claro, sin necesidad de palabras.

⧓⧓⧓

Ángela suspiró por enésima vez, había preparado su


maleta, nada la retenía en aquella casa, no la echaría de
menos, como a los que vivían en ella, echaría de menos
cocinar. Se había cansado de esperar, tuvo esperanzas de
que Bruno volviera el día de su boda, pero nunca apareció,
ni una sola llamada en cuatro largas semanas, su
embarazo de casi tres meses empezaba a notarse, tomó
unas cuantas prendas que Bruno le había comprado el día
que le pidió matrimonio, habría deseado no llevarse nada,
pero era consiente que su situación financiera era nefasta,
nada de lo que tenía era suyo. Prácticamente se iba con lo
que había llegado y un pequeño niño dentro de ella.

—Espere un poco más —Martina, le pidió casi no hablaba


con ella, la mujer mayor tenía sus reservas hasta que la
había escuchado llorar por su jefe.

—No tiene caso Martina, él ni siquiera ha llamado, ni


preguntado por él bebe, imagino que no está interesado
más en nosotros, por favor cuídese y cuídelo cuando
vuelva, por favor —tomó su pequeña maleta y dejó la casa
donde por fin había conocido la felicidad.

—Déjeme llevarla Señora Ángela por favor —Zacarías, tenía


un nudo en su garganta, no era fácil verla partir, estaba
dividido

—No se preocupe Zacarías estoy bien —Mintió. Sonrió una


última vez y se marchó sin ver atrás…

⧓⧓⧓

Un mes después…

Había regresado al país después de cerrar el negocio en


México con Salinas S.A. había trabajado durante días y
noches enteras, para no pensar en Ángela, pero era
imposible apartarla de su mente y sus pensamientos, la
llevaba clavada en el alma. Lanzo los papeles sobre el
escritorio, estaba cansado de todo, cansado de fingir que
estaba bien, cansado de mantenerse alejado.

—Bruno —levantó la mirada para encontrarse con la mirada


de Juan Carlos

—¿Qué haces aquí? —preguntó molesto

—Lo siento —esa disculpa realmente le sorprendió


—¿Qué de todo es lo que sientes? —en el fondo deseaba no
haberse enterado de nada, vivir engañado pero feliz, sabía
la verdad y su vida era un completo infierno, ni siquiera
podía compararse con el desengaño sufrido años atrás por
Carlota, esto era mucho más difícil de asimilar, de superar.
Sobre todo porque la duda lo mataba, Ángela estaba
embarazada y él bebe bien podía ser suyo.

—Siento haber sido tan duro contigo, hasta el punto de


arruinar tu relación con Ángela —enarco una ceja, no podía
creer en la disculpa de su hermano

—Demasiado tarde —dijo con dureza

—Pero si estás enamorado puedes perdonarla —la mirada


de su hermano le hizo temblar, sus ojos eran dos pozos
llenos de tristeza

—Vete Juan Carlos, de verdad no quiero verte, ni hablar


contigo. Muchos menos si es de Ángela —no discutió ni
insistió se dio media vuelta y salió de la oficina, lamentando
su estupidez…

⧓⧓⧓

—¿Se encuentra bien? —el hombre sostuvo su brazo,


cuando estaba a punto de caer
—Si —mintió, llevaba días sin alimentarse bien, aunque tenía
seis semestres cursados en Economía, no había podido
encontrar un trabajo que le permitiera establecerse, el
motivo sus cuatro notorios meses de embrazo, odiaba con
toda su alma la situación, odiaba no poder darle a su hijo
una alimentación adecuada, temía tanto que algo le
sucediera, no podía perdonárselo, su bebe era su mundo…

—¿Ángela? —levantó la mirada cuando escucho su nombre


salir del hombre que amablemente le había ayudado

—¿Raúl? —cielos porque de toda la gente tenía que


encontrarse precisamente con el amigo de Alberto y
Bárbara, ¿porque él? se preguntó, con vergüenza, sus ropas
eran de segunda mano, trataba de ahorrar todo lo que
podía para poder cubrir los gastos de prenatales y comprar
ropa para su bebe.

—Tengo que irme —se liberó del agarre de Raúl y trato de


huir lo más lejos que pudo, pero él se lo impidió

—Espera Ángela por favor. Déjame ayudarte

—Raúl yo…

—Lo sé todo Ángela, sé que Alberto hizo mal pero…


—No quiero saber nada de él, por favor —se liberó del toque
del joven, no quería nada que le recordará el pasado, se
había propuesto olvidar a Bruno y todo lo que vivió a su
lado. Aunque fuera imposible, aunque todas las noches
estuviera tentada a marcar su número como lo había hecho
las dos primeras semanas después de dejar la casa, pero
no había tenido éxito, Bruno colgaba la llamada apenas
escuchaba su voz, ya no podía darse el lujo de invertir en
pagar llamadas. Ya no era la prioridad

—Puedo ayudarte —Raúl insistió, había quedado


impresionado ante la imagen de Ángela, sobre todo el bulto
que sobresalía en su vientre.

—¿Estas embarazada? —quería confirmar sus sospechas,


había permanecido al margen, después de lo ocurrido, pero
esto cambiaba las cosa, Alberto debía responder por
Ángela

—Si —no tenía caso esconderlo

—¿Es Alberto el padre? —Ángela lo fulmino con la mirada

—¡Por supuesto que no! Déjame en paz, no me sigas —


Ángela se giró tan rápido que no le dio tiempo de fijarse
que las gradas de la estación estaban cerca
—¡Ángela! —el gritó de Raúl, llego tan tarde, como
demasiado tarde fue intentar sostenerse de algo, su cuerpo
rodó al menos diez gradas, trato de proteger a su hijo, sin
importar los golpes que podía llevarse…

CAPITULO 20

Raúl recibió la bolsa de Ángela, había sido ingresada con


urgencia al hospital público de la ciudad, no sabía a quién
llamar, por Alberto sabía que Ángela no tenía familia
alguna. Se sentó pensando ¿en qué hacer? ¿Y si le pasaba
algo? ¿Qué haría? El móvil empezó a sonar, se dio prisa
quizá tenía a alguien para avisar en caso de emergencia

—Bueno —el silencio le siguió a su contestación

—Por favor si hay alguien en la línea es urgente —dijo. Sin


saber que más hacer

—¿La señora Ángela? —le sorprendió escucha la voz del


hombre parecía mayor, ¿sería Bruno?

—Ángela sufrió un accidente —le silencio volvió a asustarle


—Bueno, bueno por favor, ¿alguien en la línea?

—¿En qué clínica está? —respiró aliviado

—En el Hospital Nacional San Juan de Dios


—Voy para allá —el hombre colgó sin decir nada más,
espero a que llegará. Quería quitarse la responsabilidad, sin
embargo no podía, era la razón por la que Ángela había
caído por las escaleras, si él, la hubiese dejado tranquila, si
no la hubiera seguido, nada de esto hubiera pasado, pero
los hubieras no existían debía asumir su responsabilidad.
Así que espero sentado en la sala de espera, rogando en su
fuero interno que nada malo le pasara, aunque temía por el
niño.

⧓⧓⧓

No pudo soportarlo más, estaba estacionado frente a su


casa, no se atrevía a entrar, temía enfrentarla ¿Qué le diría?
Sabía que las cosas fueron por mal camino. Se cegó hasta
el punto de no querer escucharla ¿Cómo podía decir que la
amaba?

—¡Señor Bruno, gracias al cielo! —Zacarías venía corriendo


hacia él, bajo del auto ante el rostro afligido de su chófer

—¿Qué sucede Zacarías porque tienes esa cara?

—La señora Ángela, sufrió un accidente —el aire escapó de


sus pulmones

—¿Qué paso? —no podía digerir la noticia


—No lo sé la señora se fue hace poco más de un mes, no
sabía nada de ella hasta el día de hoy un joven contesto su
móvil y me ha dado la noticia.

—¿Dónde está? —angustia corría por su cuerpo

—En el Hospital Nacional —subió a su auto sin esperar por


Zacarías, cielos esto era su culpa, todo era culpa suya por
no saber escuchar.

Entró a la sala de urgencia para pedir información, la


enfermera le señalo a un joven sentado en una de las
últimas bancas del lugar. Camino a paso lento
preguntándose ¿Quién era ese hombre?

—Perdón ¿ha sido usted quien respondió el número de


Ángela Beltrán? —Raúl se puso de pie, con el bolso de
Ángela entre sus manos

—Sí, he sido yo —estaba impresionado, la voz era diferente


totalmente diferente a quien había llamado hace unos
momento atrás

—¿Qué sucedió? —preguntó serio

—¿Usted quién es? — Raúl tenía una idea de quién podía


ser, pero quiso estar seguro

—El prometido de Ángela —aseguro. Raúl asintió


—Ella cayó de manera accidental por la gradas en la parada
de buses —no se atrevía a decir que había sido por su culpa
es hombre posiblemente lo molería a golpes

—Que ha dicho el…

—Familiares del Ángela Beltrán —se giró hacia el médico


justo estaba por preguntar por él

—Soy su prometido —dijo serio

—¿Cómo está? —se acercó más al doctor encargado de


atender a Ángela

—Hemos logrado estabilizarla, pero necesitara mucho


reposo, no puede, no debe alterarse, su condición es
preocupante, sus defensas están demasiado bajas, tiene
punto de anemia, dejaremos un tratamiento riguroso por la
menos los próximos meses hasta que dé a luz. Esperemos
que todo esto funcione y no pierda al bebe — asintió,
incapaz decir algo más

—¿Estarán bien doctor? —la voz de Zacarías llego a sus


oídos, no se dio cuenta en que momento había llegado.

—Por el momento ambos están estables, pero todo


depende del organismo de la señora. Con su permiso tengo
que atender a otros pacientes, podrán verla cuando sea
trasladada a una habitación —Bruno asintió,

—Gracias —fue lo único que dijo.

—¿Por qué la dejaste marchar? —Zacarías lo miro con


tristeza antes de responder

—Se cansó de esperar señor, se vistió de novia para


esperarlo el día de la boda, pero usted nunca llegó, lloro en
cada esquina, perdone si estoy hablando de esto, pero la vi
sufrir demasiado no pude retenerla.

—¿Se vistió de novia? —preguntó con un nudo en la


garganta, se sentó porque llego a temer que sus piernas no
fueran lo suficientemente fuertes para sostenerlo de pie.

—Sí, espero todos los atardeceres sentada en la entrada de


la casa, ha sido muy cruel señor —Zacarías, sabía que podía
ser despedido por hablar así a su jefe, pero estimaba a
Ángela tanto como si se tratara de su propia hija.

—No digas más por favor —dos traviesas lágrimas rodaron


por sus mejillas, cielos porque tenía que sufrir y hacerla
sufrir

—Lo siento señor —se disculpó antes de sentarse en una de


las sillas, lo más lejos que pudo
Bruno entró entro a la habitación a penas la enfermera le
notificó que Ángela había sido trasladada. La habitación
era compartida había tres camas más pero solo ella estaba
por el momento.

Su pálido rostro le hizo sentir miles de cuchillas en su


corazón, sus ojos hundidos, con ojeras ¿Qué había hecho?
Acaricio la huesuda mejilla, sus dedos se entrelazaron con
una de sus manos, estaban ásperas, tan diferentes de
como solía ser.

—Lo siento —murmuro dejando un beso sobre su frente

—Ayúdame a confiar en ti, por favor Ángela, ayúdame — con


su mano libre toco el abultado vientre, algo se movió bajo
su palma y la emoción corrió por su cuerpo, haciendo que
su corazón palpitara fuerte.

—¿Bru… Bruno? —Pestañeo para acostumbrarse a la


claridad —¿Dónde estoy? —pregunto mientras recordaba el
momento exacto en el que había rodado por las escaleras.

—¿Mi hijo Bruno? ¿Mi hijo? —entró en pánico

—Cálmate, Ángela, él bebe está bien —no fue capaz de decir


nuestro, la maldita duda no se apartaba de su corazón.

—¿Dónde estoy? —volvió a preguntar


—En el hospital, Ángela sufriste un accidente —ella recordó
el momento exacto en el que había rodado por las
escaleras en la parada de autobuses.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó sin poder olvidar las


veces que marco hasta el cansancio el número de Bruno y
el nunca cogió ninguna llamada.

—Yo volvía a casa —aparto los ojos, ¿Cómo explicar lo que


sentía?

—Puedes volver cuando quieras, es tu casa y yo, ya no vivo


allí —quería explicarle, pero Bruno, no escucharía así que
opto por callar.

—Quiero escucharte Ángela, quiero saber tus razones,


quiero saber toda la verdad, por muy cruel que sea —abrió
los ojos con sorpresa ¿tendría una oportunidad?

—Yo. Tenía doce años cuando mis padres murieron, era hija
única y no tenía más familia. Fui llevada a un orfanato del
cual escape meses después, el lugar era terrible, los
encargados maltrataban a las chicas y demás niños, vi
cosas horribles. Esa no era una casa hogar, era más bien el
infierno en la tierra y nadie hacía nada para ayudar. Escape
apenas tuve una oportunidad. Viví varios meses en las
calles, no tenía donde dormir, ni comida, prácticamente era
una indigente con sólo quince años de edad – dejó que las
lágrimas corrieran una vez más por sus mejillas al recordar
su pasado, siempre evitaba recordar esta parte de su vida.

—Huí de mi pueblo, aproveche el viaje de algunos


comerciantes que llegaban a las plazas, me dieron comida
y donde dormir a cambio de ayudarles, supe pronto que
nada era dado de buen corazón, cuando las ventas iban
mal, me obligaron a robar así que volví a escapar estando
ya en la ciudad —Bruno apretó su puño, quería gritar, nunca
lo hubiera siquiera imaginado. Permaneció callado

—Conseguí empleos de medio tiempo y mal pagados


debido a mi edad, los dueños alegaban el riesgo de que las
autoridades los llevaran a juicio por contratar menores de
edad. Siempre creí que era su manera de justificar los
sueldos miserables por largas horas de trabajo, pero
necesitaba trabajar. Curse mis estudios en el programa
Educación Acelerada, conseguí una beca en la Universidad
y creí que mi vida sería totalmente distinta —se rió sin
ganas, sonaba hueca, sin humor alguno

—Conocí a Alberto, el primer día de clases, nos hicimos


amigos después de eso, dos meses después me pidió ser
su novia, él no sabía nada de mí, nunca se lo comente…
—Cuando nos conocimos esa noche en el antro viste la
oportunidad perfecta ¿no es así? —Ángela bajo la mirada
porque era realmente la verdad

—La noche en el antro, realmente no fue planeado, el


vaciarte la cerveza fue verdaderamente un accidente

—Esa noche estabas con Alberto —preguntó. Apretó su


puño imaginaba la respuesta

—Si

—¡Me mentiste desde el principio! —Volvió a exaltarse —Me


dijiste que estabas sola, de haber sabido que eras de otro
hombre, nunca me habría fijado en ti —se levantó, paso la
mano sobre su rostro, quería marcharse y olvidarle para
siempre

—Lo sé, te mentí y le mentí a él, pero jamás he sido suya,


reconozco mi cobardía por no saber decirte la verdad a
tiempo, te amo, me enamore de ti como nunca podría amar
a alguien más mientras viva Bruno, sólo tuve tanto miedo
de perderte que prefería callar —se limpió las lágrimas de
sus mejillas, había abierto su corazón, estaba en él
perdonar o dejarla.
—¿Eres sincera? —Ángela asintió, quería ponerse de pie,
pero el dolor en su costilla derecha le dijo que era una mala
idea.

—Te amo —aseguro con firmeza

—¿Te acostaste con él?

—Jamás

—¿Las fotos?

—Las fotos las tomo tu sobrina, el día que Alberto intento


forzarme, había terminado con él y eso lo había puesto
mal, prácticamente me ataco esa tarde y Bárbara
aprovecho para hacer las fotos que me han condenado

—¡Maldito sea! —se giró con brusquedad

—Si aún tienes dudas sobre la paternidad de mi hijo,


puedes esperar a que nazca y hacerle una prueba de ADN
jamás te mentiría sobre él — Bruno la miro, sólo alguien
completamente segura podría ofrecer tal cosa, aun así…

—Duerme tienes que descansar él bebe aún necesita


cuidados, volveré mañana —salió bajo la atenta mirada de
Ángela.
Estaba rota de dolor, había perdido a Bruno, por no saber
ser sincera, aprendió de la mala manera que las mentiras
tenían pies cortos y el precio a pagar era demasiado caro.

CAPITULO 21

—Creí que al no ser Alina tu madre estarías a salvo de


heredar su ambición, pero me equivoque Bárbara, eres
exactamente como ella —Levantó el rostro en desafió,
Bruno no era su tío favorito

—No eres nadie para juzgarme, porque no le preguntas a tu


prostituta —las palabras hirientes de Bárbara solo
aumentaron su ira

—Dime una maldita vez ¿Dónde puedo encontrar a Alberto?

—¡No lo sé!

—Dile donde podemos encontrarlo Barbie —Juan Carlos


había escuchado la manera de expresarse de Bárbara, era
normal siendo que ninguno de ellos era su tío biológico aun
así le debía respeto.

—Juan Carlos —él sonrió, ante el tono meloso de Bárbara,


había deseado tanto que no fueran nada, pero ahora que lo
sabía, todo era distinto, nada como lo esperaba.
—Barbie, sólo dile lo que quiere saber y se marchará no
volverá a molestarte —cambio de técnica

—Deja que anote la dirección —se acercó a la mesa para


sacar un trozo de papel y apuntar una dirección

—Toma, pero te advierto que la única culpable ha sido esa


mujer —Bruno, tomo el papel entre sus dedos y salió sin
decir nada más

—Juan Carlos —le dirigió una mirada fría y salió tras su


hermano

—Espera Bruno ¿Qué piensas hacer ?— detuvo los pasos del


mayor cuando atrapó su brazo

—Voy a enfrentarlo. Eso es lo que haré ¿sabías que Bárbara


capto las fotos mientras ese miserable trataba de forzar a
Ángela? —apretó los dientes, el papel se arrugo entre sus
dedos

—¿Qué dices?

—Has escuchado perfectamente, ese hombre trato de


hacerla suya por la fuerza y Bárbara aprovecho para
tomarle fotos, pero me alegro. Tengo pruebas
contundentes para enviarlo a prisión —dijo con enojo

⧓⧓⧓
—Zacarías —Ángela abrió los ojos, estuvo durmiendo desde
que Bruno dejo la habitación el día anterior, las pocas veces
que abrió los ojos fue el rostro preocupado de Zacarías lo
único que miro.

—Señora ¿necesita algo? —ella negó

—Necesito irme, por favor ayúdeme

—No puede abandonar el Hospital es peligro para él bebe —


señalo hacía su pequeño vientre

—Podría llamar al doctor por favor, quiero preguntarle —no


sabía con exactitud los peligros que podría enfrentar si
dejaba el hospital, así que opto por preguntar, quería
marcharse y olvidar lo ocurrido, Bruno no había regresado a
pesar de haber dicho que volvería.

—Claro señora, ahora vuelvo —suspiro, sus lágrimas


amenazaron con volver a correr por sus mejillas, no podía
darse el lujo, su hijo la necesitaba fuerte y entera.

Pensó en todo lo ocurrido de nuevo, mientras esperaba a


que el doctor llegase, Bruno, Bruno sería posiblemente el
hombre a quien amaría toda la vida. Dolía, dolía tanto saber
que su amor no podía ser, que sus mentiras y las mentiras
de Alberto habían logrado romper su relación. Dejo de
pensar cuando el doctor entró a la habitación
—Buenos días ¿Ángela? —preguntó. Ella asintió

—Su caso es un poco delicado, logramos salvar al niño, ya


su padre nos ha manifestad su deseo de abandonar el
hospital, como profesional no se lo recomendaría, sería
muy arriesgado para usted y para su hijo, sin embargo no
podemos retenerla si no desea permanecer aquí, solo
tendría que firmar el acta donde se hace responsable de lo
que pueda suceder y quitar al hospital toda responsabilidad
o culpa —le entregó el formulario

—Por favor sientas libre de pensarlo, le recomiendo que


permanezca al menos una semana por seguridad —no dijo
nada. Miró al doctor marcharse.

—Piénselo señora

—¿Mi padre? —interrogó

—Lo siento señora yo…

—Gracias Zacarías, me encantaría ser su hija de verdad —


admitió, con lágrimas en sus ojos

—¿No está molesta? —negó con la cabeza

—Nunca podría estar molesta, todo lo contrario —el chófer


sonrió sinceramente
—Le agradezco todo lo que hace por mí Zacarías, le
prometo que nunca voy a olvidarlo, además mi hijo necesita
un abuelo —sonrió con lágrimas en sus ojos

—Señora yo…

—¿Acepta ser el abuelo de mi hijo? Zacarías —preguntó con


ilusión, estuvo falta de cariño por mucho tiempo, en este
hombre mayor había encontrado el calor paterno perdido
hace muchos años, podía renunciar a todo, menos al
sentimiento de saberse querida de verdad. Sin ningún
interés oculto de por medio. Así que espero pacientemente

—Sería un verdadero honor Señora —sus ojos se había


puesto vidriosos

—Si es, el abuelo de mi hijo, dejo de ser la señora para ser


Ángela tu hija —sabía que estaba pidiendo mucho, pero la
ilusión de tener algo parecido a una familia estaba
creciendo a pasos agigantados en su corazón que fue
imposible frenarla

—Deje que me acostumbre —dijo humildemente sin poder


creer que ella lo había elegido como su padre y abuelo para
su bebe, el hijo de su jefe.

—Gracias papá —esa palabras salieron de sus labios


dejando un calor maravilloso dentro de su pecho, hacía
años que no había pronunciado esas palabras, justo
cuando se cansó de llamar a su padre, cuando sentía
miedo al dormir en las calles, cuando sus sueños fueron
pesadilla, dejo de hacerlo cuando entendió que nadie
vendría… hasta ahora quizá justo cuando más lo
necesitaba.

⧓⧓⧓

—No tenías por qué acompañarme —apretó el volante,


estaba estacionado frente al edificio, según la dirección
Alberto vivía en este lugar.

—Me he equivocado Bruno y no tengo otra manera de


resarcir mi culpa, más que ayudarte y evitar que te metas
en problemas —había corrido prácticamente tras su
hermano para subir a su auto, iba a evitar que cometiera
una tragedia.

Bruno bajo del auto, era momento de aclarar todo con


Alberto, quería hacerlo rápido Ángela esperaba en el
hospital e iría por ella, había meditado toda la noche, había
recordado una y otra vez su versión de los hechos, cielos
no podía culparla de haber tratado de usarlo para mejorar
su vida. La vida había sido cruel con ella, demasiado cruel
para una niña de doce años, para la adolescente y luego
para la mujer en la que se convirtió.

Camino hasta encontrar la puerta con el número de piso


anotado en el arrugado papel, tocó el timbre un par de
veces casi desesperado.

—Cálmate es posible que no haya nadie en casa —Juan


Carlos lo estaba deseando, Bruno podía ser terriblemente
temperamental

—Tienes razón, será mejor enviar a mi abogado. Tengo algo


mucho más importante que hacer ahora —no espero a ver
si la puerta se habría o no, corrió por los pasillos, bajo las
gradas de dos en dos.

⧓⧓⧓

—Quien tocaba la puerta de esa manera tan exigente —


preguntó mientras se sentaba con la ayuda de su hijo

—No había nadie mamá, algún niño debió estar jugando


como siempre —ella sonrió viendo el rostro de su hijo tenía
muchos rasgos de su padre cuando era joven, pero se
alegraba que se pareciera mucho más a ella

—Estos niños no aprenden, ¿te sienes mejor? —no podía


creer lo que su hijo había hecho
—Sí mamá, desearía poder hablar con ella, lamento tanto lo
sucedido, estaba ofuscado, pero tienes razón el amor no se
puede obligar —ella asintió

—Nunca bajo ningún concepto Alberto debes utilizar la


fuerza contra una mujer, piensa en mí antes de volver a
hacer algo como esto, no puedes, no debes —el asintió
avergonzado, le había comentado a su madre lo sucedido
con Ángela, sentía vergüenza su madre le había ensañado
bien, pero un acto de estupidez casi le hace cometer una
bajeza.

—Lo sé mamá, buscaré a Ángela para pedirle perdón —no


menciono nada de lo ocurrido con Bruno Torrebiarte y las
mentiras que tuvo que decir, no podía con la culpa, había
buscado la dirección de su casa, iría a visitarlo y hablaría
con él, debía contar la verdad, había sido un cobarde, pero
el temor le había hecho actuar sin medir las consecuencias.

⧓⧓⧓

—Zacarías — él levanto la mirada apenas su jefe entró en la


habitación, había arreglado el día anterior con el Director
del hospital no llevar a ningún otro paciente a la habitación
para que Ángela pudiera tener un poco de privacidad.
—Señor, pensé que no vendría —no se molestó en ocultar
sus pensamientos

—Tenía cosas que hacer Zacarías, cosas que no podían


esperar, por favor váyase a descansar me quedaré con
Ángela esta noche —el pareció dudar, pero el brillo en los
ojos de Bruno le hizo darse cuenta que las cosas podían
mejorar.

—Sí señor, por favor no le haga daño —pidió se estaba


tomando muy enserio ser el padre de Ángela

—No se preocupe Zacarías —asintió. Marchándose de la


habitación, rogando porque Ángela fuera feliz.

Se acercó lentamente, su rostro tenía un mejor semblante,


acaricio con amor los rubios cabellos, besó su frente antes
de sentarse en la silla que antes había ocupado Zacarías.

⧓⧓⧓

—¡Maldito seas Bruno! —Alina lanzo los papeles sobre el


escritorio de su oficina

—¿Qué pasa? —Enrique entró con prisa al escuchar el grito


de su esposa y algunas cosas caer al piso

—Bruno, Bruno se atrevió a cancelar la exhibición de mis


productos en sus vitrinas, pretende que pague por sus
servicios, ¿sabes cuánto dinero significaría perder al año? Y
encima cancelo el cheque mensual que la empresa envía
para los gastos de mantenimiento de esta casa. ¿Es que
acaso pretende arruinarme? —gritó molesta perdiendo sus
finos modales

—Te has metido sola en esto Alina, te lo advertí en tu


maldito afán de tenerlo todo terminaras por perderlo todo
—sus ojos ardieron en furia al escuchar las palabras de su
marido

—Estás loco, como puedes ser tan malditamente


conformista, bueno que puedo esperar de ti, naciste más
pobre que una rata, solo eras el bodeguero en el Centro
Comercial de mis padres.

—Tienes razón, pero no soy ningún conformista, mírame


soy tu marido, me supe vender bien tanto que terminaste
pagando mi valor — estaba cansado de las humillaciones
de Alina, lamentaba haber aceptado su maldito trato, Alina
Torrebiarte solo lo había utilizado para quedarse con la
fortuna de sus padres, creyó que al casarse primero y
darles un nieto lograría ser la heredara de todo, se había
equivocado y tuvo que cargar con él y su hija, el resto de su
vida, por temor a ser una mujer divorciada y sobre todo por
el miedo a que descubrieran su origen.
—Vete, no quiero verte —se giró para ahorrarse el disgusto
de ver a su marido, era una tonta se había enamorado de un
simple bodeguero, habría dado todo por él, pero él nunca
dejo de amar a la madre de Bárbara, la mujer estaba muerta
y él no fue capaz de amarla…

⧓⧓⧓

No sabía cuánto tiempo había dormido, sentía que estaba


recuperando el tiempo que no había dormido en las últimas
semanas. El peso de una mano sobre su vientre le hizo
abrir sus ojos del todo…

—¿Bruno? —su corazón martillo, ¿sería posible?

—Lo siento Ángela, lo siento tanto —había un rastro de


lágrimas en sus ojos

—¿Qué?

—Perdóname cariño, sé que puedes elegir no hacerlo y lo


comprenderé, vuelve conmigo Ángela, no quiero estar más
tiempo separado de ti…

—¿Crees en mí? —era la pregunta más importante y la


respuesta que podría cambiar su vida para siempre

—Sí, no necesito una prueba de ADN, para saber que este


niño —colocó la otra mano sobre el abultado vientre— Es
mío, nuestro hijo, por favor por él dame una segunda
oportunidad. Te amo Ángela…

—Yo, no lo sé, tengo miedo, no podría soportar tus dudas,


no podría vivir así

—No más dudas, te lo prometo

—Te amo…

CAPITULO 22

Ángela aun dudaba que esto fuera real, había sido de alta
hace apenas unas horas, estaba volviendo a casa con
Bruno, después de creer que esto sería imposible, que la
vida al lado de Bruno sería un lejano recuerdo se
encontraba de nuevo en su habitación, no era el lujo lo que
había echado de menos en estas semanas lejos. Era el
calor del hogar, la gente en la casa a Bruno en su cama.

—¿Estas cómoda? —preguntó atento, después de ayudarla


a entrar a la cama

—Sí, gracias Bruno, te amo —sonrió cuando él besó sus


labios, lo había extrañado tanto, nunca creyó que se pudiera
morir de amor.
—Te amo cariño, descansa por favor —asintió. Mientras
cerraba los ojos con la plena seguridad que al despertar
Bruno estaría a su lado.

⧓⧓⧓

—¿Cómo dice?

—El joven Alberto Soberanís tiene una citación en el


Juzgado para resolver el caso de agresión sobre la Señorita
Ángela Beltrán — Alberto miró a su madre con
preocupación y vergüenza

—No puede ser, quien interpone la demanda —preguntó


afligida, sabía que su hijo había actuado mal. Incluso ella
había enfurecido cuando le había comentado sobre su
reacción en el momento que la chica rompió su relación
pero ¿Abusarla?

—El señor Bruno Torrebiarte, el prometido de la señorita —


sus ojos se abrieron con sorpresa, de todas las personas
en el mundo, había deseado no volver a escuchar el nombre
de Bruno en su vida. Sin embargo estaba ahí, acusando a
su hijo de un crimen tan horrendo.

—Debe haber una equivocación señor —insistió


—Lo que tengan que decir será mejor que sea en el
Juzgado frente al Juez que llevará su caso, no trate de
escapar de la ciudad le recomiendo asistir a la citación para
esclarecer este asunto —el hombre vestido de traje y
corbata salió del lugar dejando a madre e hijo en un dilema

—Me dijiste que habías usado la fuerza con esa mujer, no


que hubiera intentado abusar de ella ¡Alberto mírame! —
gritó molesta

—¡Lo siento estaba enojado!

—En que problema te has metido y con ese hombre por


Dios, Alberto no sabes de lo que puede ser capaz ese
hombre, ¡no tienes una idea! —su cuerpo temblada de enojo
y de miedo al mismo tiempo, no podía apartar los
recuerdos que atormentaban su mente desde hace muchos
años, la manera tan cruel con la que fue tratada por los
Torrebiarte, Bruno no era un buen hombre.

—Parece que lo conoces muy bien mamá, ¿también tienes


secretos sobre él? —se dio cuenta del error que había
cometido al ver el rostro de su madre empapado en
lagrimas

—Lo siento mamá yo, no tengo excusa. Tengo miedo —


respiró profundo —Tengo la culpa fui a provocarlo a su
casa —Carlota abrió los ojos de nuevo rojos por el llanto
pero con el miedo gravado mucho más que antes.

—¿Cómo que fuiste a su casa? —esto estaba fuera de todo


control, ella no podría evitarlo por más tiempo.

—Yo… no puedo decírtelo mamá lo siento —tomó su


mochila y salió tenía que buscar a Bárbara había sido ella
quien le había buscado problemas con su tío. Tenía que ser
ella quien le ayudará a salir de ellos.

⧓⧓⧓

—¿Qué significa esto? —los papeles sobre su escritorio le


decían de lo que se trataba pero no podía simplemente
aceptarlo sin preguntar, no confiaba en su hermano

—Romperé mi asociación con Alina, además de revocar el


poder sobre las mis acciones, voy a manejarlos de ahora en
adelante, pero necesito que firmes el acuerdo para que
pueda hacer los trámites.

Bruno, observo el papel detenidamente, Alina tenía


alrededor del 60% de las acciones en la compañía familiar
porque contaba con las de Juan Carlos para tener
participación voz y voto, sin embargo aunque era
mayoritaria no podía acceder a la Gerencia porque las
acciones no le pertenecían. Con un treinta por ciento de su
participación legal había logrado mantenerla alejada.

—¿Estás seguro? Alina es como tu segunda madre —no


podía dejar de reconocer que lo había terminado de criar
aunque tenía quince años Juan Carlos fue quien más sintió
la muerte de sus padres.

—La he amado como tal. Pero al parecer ella solo ha estado


pensando en los beneficios que puede obtener de mí, me
ha manipulado por más de veinte años, no puedo continuar
así soy un hombre y puedo hacerme cargo de mis negocios
si no lo había hecho hasta ahora es porque consideraba a
Alina una buena persona.

—Entiendo —esto sólo eran las consecuencias de la


ambición de Alina, nunca antes había visto con tanta
claridad su maldad, firmó los documentos y se los devolvió
a su hermano menor. Sin Juan Carlos de su lado y sin la
ayuda adicional que él le brindaba Alina estaría arruinada
en menos de lo que se podía imaginar.

⧓⧓⧓

—No puede ser cierto Bruno, no puedo interponer una


demanda en mi contra —Bárbara observo la citación al
juzgado que su padre le había lanzado a la cama
—Pues lo ha hecho, teniendo en cuenta que no es tu tío,
nada lo detendrá, ¿eres feliz ahora? No puedo creer tú nivel
de estupidez hija, trate de que tuvieras lo mejor he
soportado a Alina durante todos estos años por ti—Enrique
estaba decepcionado de su hija.

—Sólo quise ayudarla, estaba molesta porque Ángela había


jugado con los sentimientos de mi mejor amigo —trato de
justificarse

—Mientes, no lo hiciste por ella o por tu amigo, lo has hecho


por ti, por tu beneficio, por tu loco interés en Juan Carlos o
¿vas a negarlo? —Bárbara no podía negar lo evidente

—Estoy enamorada de él papá —confesó

—Lo estás, pero tus actos sólo lo han alejado de ti, dejarlo ir
y la próxima vez que te enamores piensa muy bien cada
acto que cometas —salió de la habitación, hablaría con
Juan Carlos y Bruno, uno de los dos debía evitar que
compareciera en los tribunales, el nombre de la familia no
podía mancharse de esa manera y todo por una mujer.

⧓⧓⧓

Ángela despertó con el sonido del móvil, no había revisado


su teléfono desde el accidente, creyó incluso que lo había
perdido.
—Hola —saludo el número no estaba registrado

—Ángela —La voz de una mujer se hizo escuchar a través


del auricular

—¿Quién habla? —no reconocía la voz y eso de cierta


manera le asusto

—Carlota Soberanís la madre de Alberto —se sorprendió,


nunca la había conocido y mucho menos había cruzado
palabra alguna con ella.

—¿En que puedo ayudarle señora? —trato de apartar los


miedos que se instalaron en su corazón

—Necesito hablar contigo, es sobre Alberto. Por favor —eso


le sorprendió mucho más, hacía tiempo que no se cruzaba
con él y realmente no lo deseaba tampoco, el último
recuerdo de él no era agradable

—¿Puede venir a mi casa?

—¿Tú casa?

—Sí, tuve un accidente y no puedo salir, deme su dirección


enviaré al chófer por usted — sólo deseaba que Bruno no
llegará pronto, después de todo era la madre de su ex quien
estaría en su casa.
—Está bien ¿tienes donde anotar? —preguntó después de
un largo silencio

Ángela anoto la dirección, colgó la llamada luego de unos


minutos, preguntándose si ¿no estaría cometiendo un
error?, pero no tenía otra opción, embarazada como estaba
y en reposo no la dejaría ir ni a la cocina. Marco el número
de Zacarías para darle la dirección pronto conocería a
Carlota Soberanís…

CAPITULO 23

—Quiero una explicación sobre esto Bruno —Alina lanzó los


papales sobre el escritorio de su hermano justo cuando
estaba a punto de volver a casa

—¿Explicación? No tengo porque Alina, el abogado ha sido


claro contigo —su mira fue dura y fría

—No puedes hacer esto, sabes los gastos que representa


mantener la casa de nuestros padres, hay tantas cosas que
pagar —se encogió de hombros

—Lo siento eres tu quien vive allí no yo, son tus gastos no
los míos, puedes manejarte como mejor te guste, despide
personal, consume menos energía que se yo, pero déjame
tranquilo — se puso de pie bajo la atenta y afilada mirada
de su hermana
—Eres un cretino Bruno, no te basto con quedarte con más
de la mitad de la herencia de nuestros padres, cuando a
Juan Carlos y a mí solo nos dejaron la mitad, ahora también
retiras el dinero destinado al mantenimiento de la casa
familiar —gritó enojada

—El dinero destinado al mantenimiento no era ninguna


cláusula en el testamento lo hice porque quería ayudarte.
Por todos los recuerdos que esa casa tiene para mí, pero
no mereces ningún tipo de ayuda, has manipulado a todo el
mundo a tu antojo, incluso lo hiciste con Juan Carlos quien
siempre te vio cómo su segunda madre

—No metas a Juan Carlos en esto, no tiene nada que ver.


Esto es entre tú y yo

—Tendrías que haberlo pensado antes de manipularlo para


estar en mi contra ¿Tienes idea del daño que le has
causado? Te veía como a una madre

—¡Soy su madre!

—Es así como te veía por todos los cielos, como has podido
herirlo tanto —Bruno camino hacia ella

—No me lo quitaras Bruno, puedes tenerlo todo menos a él


—Juan Carlos no es un objeto Alina. Hasta que lo
entiendas verás el daño que le has hecho, es tu hermano

—Soy su madre, su verdadera madre, mis padres me


apartaron de él apenas unas horas de haber dado a luz,
porque era menor de edad, porque la gente hablaría de mí,
estuve encerrada en un Finca lejos de la cuidad, tuve que
verlo como hermano, pero nunca me resigne, así que no lo
haré ahora —Bruno no podía creer lo que Alina decía

—Estás loca Alina, completamente loca mis padres no


pudieron hacerte tal cosa, ellos no — la risa de la mayor se
hizo escuchar en la oficina

—Ni siquiera sabes de lo que eran capaces de hacer, crees


que Carlota te abandono por dinero, la pobre idiota se fue
sin un sólo centavo, porque tus preciosos padres le dijeron
que ibas a casarte con otra mujer, que ella había sido sólo
un juguete para ti, le ofrecieron dinero pero ella lo rechazo.

—¡Mientes!

—Lástima que no puedas averiguarlo por tu cuenta, esa


mujer despareció más rápido de lo que imagine y espero
que nunca más vuelva a aparecer…

⧓⧓⧓
—Ángela, la señora está en la sala — asintió. Estaba
nerviosa

—Por favor hazla pasar — se sentó en el sofá esperando por


la mujer

Carlota no conocía esta la casa la última vez que había


visto a uno de los Torrebiarte había sido en una casa
totalmente distinta.

—Buenas tardes Señora por favor — Ángela la invitó a


sentarse frente a ella

—¿Estás Embarazada? —fue la primera pregunta que recibió


por parte de la madre de Alberto

—Sí. — Llevó su mano a su vientre tenía cuatro meses no


iba a poder esconderlo además de tener motivos para ello.

—Tu hijo es de…

—Mi hijo es de Bruno, no quiero malas interpretaciones ya


he tenido bastante con su hijo —fue directa.

—No puedo justificar a mi hijo, se lo que te hizo, pero por


favor podrías pedir a tu prometido que retire la demanda en
su contra —Ángela abrió los ojos sorprendida
—¿Demanda? No tengo idea de lo que usted habla – Bruno
no le había comentado nada

—Llego la citación hoy por la mañana, por favor Ángela, si


puedes convencerlo te lo agradecería mucho, no sé con
exactitud lo ocurrido entre ustedes, pero aun así te lo pido,
Alberto es lo único que tengo en la vida por favor —su
intención no había sido suplicar, pero Ángela no había sido
agresiva todo lo contrario parecía desconocer los actos de
Bruno, era típico de él no decir nada.

—Hablaré con él sin embargo no puedo prometer nada —


Carlota estaba sorprendida, nunca imagino que Bruno
elegiría a una niña como esposa podría ser su hija. Tendría
la edad de Alberto.

—Es mejor Ángela, porque no pienso retirarla, hombres


como él necesitan un escarmiento —El cuerpo entero de
Carlota templo ante la voz que sonó a su espalda, había
rogado por no encontrárselo

—Mi hijo se equivocó como cualquier ser humano, ni


siquiera tu puedes ir por la vida libre de pecado —se puso
de pie, se giró tan lento que por un momento se le hizo una
eternidad para quedar frente a frente al hombre que un día
la había abandonado
—¿Carlota? —no podía creer que justo Alina la mencionara y
ella apareciera en su casa junto a Ángela

—Sí. Carlota —Ángela observaba el intercambio de miradas,


se puso de pie lentamente, la tensión en el ambiente era
abrumadora

—¿Se conocen? —preguntó viendo a Bruno

—No —Carlota no pensó que Bruno negaría su relación del


pasado, pero no le convenía que su nueva novia supiera sus
bajezas

—Cariño, por favor déjame resolver este asunto, sube a la


habitación —le dio un beso, Carlota aparto la mirada, sus
manos se apretaron en dos puños.

—¿Está todo bien?

—Vete Ángela — no preguntó más. El tono fue claro, pocas


veces lo había escuchado enojado y aunque sabía que no
era con ella, le hizo sentir mal

—¿Qué buscas Carlota? —preguntó con la voz afilada

—De ti no quisiera absolutamente nada, pero si puedes


hacer algo bueno en tu vida, hazlo mi hijo, retira la
demanda, Alberto es joven, quedará machando si procede
la demanda —era su única preocupación en la vida
—Atacó a Ángela, no esperes que lo deje ir fácilmente —las
palabras de Alina vinieron a su mente

—¡Fue una acto imprudente de su parte! — Carlota exclamó

—Un acto imprudente que bien pudo terminar en delito


Carlota, debería ser más hombre y enfrentar el hecho que
Ángela no está enamorada de él.

—¿Un hombre cómo tú? Que me dejaste para casarte con


otra, jugaste con mis sentimientos me engañaste, te
burlaste de mi mientras tontamente te decía que te amaba

—Fuiste tú, quien se largó en cuanto mis padres pusieron el


dinero en tus manos, pero eso no viene al tema —Bruno se
apartó

—¿Fue eso lo que te dijeron?

—¿Fue así? —preguntó

—No me lleve ni una sola moneda de lo que me ofrecieron


por mis servicios prestados — te odie tanto como nunca
tendrá una idea, perdí tanto por tu culpa

—Estas mal Carlota, has podido ver a Ángela después de ti


es mi única relación real y estable —no había venido a
discutir su pasado, pero saber esto le había dejado mucho
más herida de lo que podría ser capaz de admitir
—Te lo suplico deja en paz a mi hijo por favor

—Por favor Bruno, hazlo por mí —Ángela había escuchado


todo, no quería que Alberto fuera a prisión, si era sincera
consigo misma tenía parte de culpa, no lo justificaba, pero
conocía a Alberto y un momento de ira lo había perdido.

—Ángela

—Por favor Bruno, por favor —se acercó hasta tomar la


mano de Bruno entre las suyas y enlazar sus dedos

—Se equivocó pero ¿quién no lo ha hecho en esta vida?,


todos cometemos errores, Yo misma los he cometido y me
has sabido perdonar…

CAPITULO 24

Carlota estaba segura que no cedería a la petición de su


nueva prometida, no podía permitir que su hijo fuera a
presión por culpa de Bruno. No debía ser de esa manera, no
debieron encontrarse en primer lugar, pero nadie puede
escapar del destino por más lejos que intentará correr, el
pasado siempre llegaba y no siempre de la mejor manera.

—¿Qué haces aquí mamá? —lo que iba a decir se vio


interrumpido por Alberto, quien había entrado acompañado
de otra joven guapa y rubia.
—Alberto

Bruno observo al joven muy parecido a Carlota, en realidad


se veían como madre e hijo…

—Tío por favor, retira la denuncia que has interpuesto, sólo


hicimos lo que mi madre nos pidió —mentía las fotos
fueron de utilidad y beneficio para ella nada más

—Vete Bárbara, no tengo nada que hablar contigo —ni


siquiera se molestó en mirarla, su vista estaba sobre
Carlota y Alberto ahora que estaban juntos, la duda asalto
su corazón.

—No puedes echarme sin antes aclarar este asunto, soy


inocente —alegó la joven

—No quiero escucharte por favor márchate —girándose


salió a paso apresurado, había perdido todo en su intento
de tener a Juan Carlos a su lado, no tenía nada, incluso
Alina y su padre estaban distanciados, su familia se
desmoronaba ante sus ojos.

—Cariño —Ángela giró su rostro para verlo directamente a


los ojos

—Dime

—¿Qué edad tiene Alberto? —susurro a su oído


—Cumplirá veintiuno en uno meses —asintió, su mirada
volvió a los visitantes

—¿Alberto es?

—¡No!

—¿Estás segura? —Carlota bajo la mirada, incapaz de ver a


Bruno y a su hijo

—Olvidemos el pasado, olvidemos que volvimos a


encontrarnos —Carlota quería marcharse, le había mentido
a Alberto y no quería que su hijo sintiera algún rencor
contra ella.

—Llegaste a mi casa, no puedes fingir que esto no ha


ocurrido —Ángela, sentía la tensión, temía que las cosas no
irían bien.

—Alberto acompáñame por favor —él pareció confundido

—¿Por qué? ¿Qué sucede? —preguntó. Viendo a su madre

—¿Se conocen? —volvió a preguntar después de un largo


silencio y no obtener respuesta de su madre.

—Sí. Podrías dejarnos hijo, por favor —pidió. Casi suplicó,


Ángela salió de la habitación a paso lento, seguido por
Alberto.
—¿Sabes que ocurre entre ellos? —negó. Mientras se alejó
unos pasos

—¿Estás embarazada? —preguntó sorprendido había


estado tan ocupado en ver a su madre y Bruno que no se
había fijado en ella.

—Sí. Lo estaba ya cuando me atacaste ese día en la


Universidad, sin embargo no puedo culparte, tuvo culpa, he
cometido errores al igual que tú, sé que no podemos ser
amigos, pero no tiene ningún caso ser enemigos Alberto,
por el amor un día nos tuvimos, creo que sería mejor decir
adiós en buenos términos, te quiero y te agradeceré
siempre la amabilidad que me mostraste desde el primer
día, lamento mucho no haberte podido amar como
merecías —Alberto levanto una mano para tocar su brazo
pero ella se alejó.

—Me dolió mucho el que terminaras conmigo, sin embargo


reconozco mi culpa Ángela, tampoco fui un novio modelo,
entre el trabajo y la universidad te descuide mucho. Me
alegró que encontraras tu felicidad al lado de Bruno
Torrebiarte. Te deseo toda la felicidad del mundo, si un día
necesitas un amigo, puedes estar segura que en mí podrás
encontrar uno —Ángela sonrió. Sus palabras le recordaron a
su primer encuentro, aunque fue accidentado habían sido
esas palabras las que días más tardes les había convertido
en amigos.

—Gracias Alberto, no te preocupes por el asunto de la


demanda, Bruno retirara los cargos sólo recuerda que basta
un momento de duda y debilidad para cambiar el destino de
tu vida para siempre. Cuídate —subió las escaleras de
manera lenta, sabía que Alberto la observaba pero no
estaba en condiciones de permanecer mucho tiempo de
pie, su cuerpo se sentía cansado y su bebe era prioridad.

⧓⧓⧓

—Seamos honestos Carlota —Bruno se sentó frente a ella,


hacía años, muchos años que habían estado frente a
frente.

—¿Honestos? —ella no creía en él

—Sí. Quizá nuestro encuentro llego demasiado tarde aun


así, quiero saber el motivo por el que marchaste —no
quería creer que sus padres fueran responsables. A estas
alturas sólo un necio podía continuar confiando

—Demasiado tarde. Pero es justo que tengamos un cierre


definitivo en esta historia Bruno, un cierre que nos libre y
nos permita continuar nuestro camino sin odios ni rencores
—Entonces

—El día que volvías de tus vacaciones vine a buscarte, pero


ellos no me permitieron verte, alegando que estabas
ocupado con tu prometida arreglando todo para tu boda, no
podía creerlo, pero cuando me enseñaron una fotografía
donde estaba abrazada de otra chica no dude, además
estaba el hecho de que no habías respondido a mis
llamadas y no tenía ninguna otra manera de llegar a ti, me
ofrecieron un cheque por varios miles de quetzales que
rechace, mi amor por ti no tenía precio y aunque creí en sus
palabras no pude llevarme nada más conmigo de lo que ya
me habías dado —se llevó una mano a su plano abdomen

—¿Estabas embarazada? —preguntó atónito

—Sí. Tenía dos meses de embarazo y estaba ansiosa por


darte la noticia, nunca puede —sus lágrimas se derramaron
ante los recuerdos de ese día fatídico

—¿Es Alberto mi hijo? —no podría vivir con Ángela si la


respuesta de Carlota era positiva, no podría vivir con la
culpa de haberse llevado a la novia de su hijo, sería
demasiado para él.

—No. Alberto no es hijo tuyo


—¿Estás completamente segura? —ella asintió. Se limpió
las lágrimas antes de continuar

—Perdí a nuestro hijo el mismo día que te perdí, cuando salí


de tu casa, fui atropellada por un auto, ni siquiera sé de
donde salió, fueron segundos que terminaron con la vida de
mi bebe —Bruno derramo lágrimas de tristeza y dolor, al
enterarse de la muerte de su primer hijo, un niño del que no
sabía nada hasta ahora

—Por todo lo que es sagrado perdóname —ella negó con


una sonrisa triste— No lo sabía, nunca lo supe, cuando volví
mis padres me entregaron los cheques cobrados a tu
nombre, te busque y no pude encontrarte, me negué a
aceptar que me habías dejado cuando más te amaba, lo
siento tanto — se lamento

—Sucedió hace mucho tiempo, no voy a negar que te odio


cada minutos que estuve en la clínica recuperándome,
maldije tu nombre una y mil veces, porque te creía culpable,
para mí eras el único responsable. Ha pasado mucho
tiempo de eso ahora solo quiero cuidar de Alberto, no es mi
hijo, es mi sobrino, pero él no sabe la verdad, él fue
rescatado del cuerpo de su madre muerta después de
recibir un disparo, no tenía a nadie, estábamos solos. No
quiero que él se entere por favor —el asintió
—Lo siento Carlota realmente lamento todo lo ocurrido, no
tenía idea —volvió repetir

—¿Retiraras la demanda? —él pareció pensarlo un momento

—Es lo menos que puedo hacer por ti —aceptó

—Gracias —se puso de pie, dolía la verdad dolía, pero no


podía continuar estancada en el pasado, Bruno había
continuado su camino, tal como ella lo había hecho

Bruno se puso de pie, camino hasta donde Carlota


esperaba de pie, besó su frente antes de darle un último
abrazó

—Perdóname —susurro, cuando ella correspondió el


abrazo

—Se feliz con la mujer que amas y disfruta de tu hijo cada


minuto de tu vida —sonrió sin que la felicidad se viera
reflejada en sus ojos melancólicos.

—Si un día necesitas algo no dudes en acudir a mí —ofreció


cuando ella se liberó de su abrazo y camino hacia la puerta
sin mirar atrás.

—Adiós Bruno

—Adiós Carlota
⧓⧓⧓

—¿Estás bien? —Zacarías le había llevado un vaso de leche


tibia, estaba preocupado había visto salir a la mujer
llorando con el chico a su lado, por un momento llego a
temer por Ángela

—Todo bien gracias, ¿Bruno sigue en la biblioteca? —asintió

—No lo he visto salir

—¿Puedes ayudarme a bajar? Por favor —la ayudo a


ponerse de pie y con cuidado la ayuda bajar cada una de
las escaleras, hasta dejarla frente a la puerta, podía
escuchar a Bruno llorar, le rompió el corazón, el recordaba
el día que ellos se habían separado.

—Gracias, te llamaré si te necesito —podía adivinar su


preocupación por la manera en la que la miraba

—Estaré cerca—asintió. Golpeo dos, tres veces la puerta


antes de que se abriera

—Bruno, cariño —él se aferró a su cuerpo, sus lágrimas


mojaron su hombro, su cuerpo temblaba y su corazón lloro
con él.
—Amor, ¿Qué ha pasado? —no dijo una sola palabra,
permaneció de pie aferrado a ella como si su vida
dependiera de ello.

Ángela no hizo más preguntas, estaba segura que cuando


él estuviera listo para hablar lo haría y ella podía esperar,
permaneció de pie todo el tiempo que fue necesario,
consolando, acarició su espalda con ternura.

—Te amo —murmuro con suavidad, en respuesta. Él la


apretó más contra su cuerpo.

Bruno no fue consciente del tiempo que permaneció


aferrado al cuerpo de Ángela, su calor le hacía sentir mejor,
había deseado llorar en silencio, en soledad, pero sentir que
ella estaba a su lado le hizo sentir bien, lloro por el amor
que perdió en su juventud, lloro por el niño que nunca nació.
Lloro por el engaño y la traición de sus padres.

CAPITULO 25

Saber la verdad sobre el proceder de sus padres en el


pasado supuso un duro golpe para Bruno, quien nunca
imagino que fueran capaces de semejante bajeza. Carlota
había estado embarazada, su primer hijo no había llegado a
nacer, por culpa de sus padres y estaba segura que
también por culpa de su hermana mayor, Alina y sus padres
eran la misma cosa, Alina era como una extensión de ellos,
después de su muerte.

Pero a pesar de todo debía continuar, Carlota y él se habían


despedido en buenos términos aunque ninguna disculpa
iba a borrar el pasado por lo menos podían intentarlo.

—¿Está bien? —la voz de Ángela lo trajo a la realidad, había


pasado más de dos meses desde que había visto a Carlota
por última vez.

—Sí. Lo lamento cariño —Ángela aun no sabía lo que había


ocurrido entre Carlota y Bruno, pero intuía que era la razón
por la que Bruno estaba divagando la mayor parte del
tiempo, algo en su corazón se quebró, intento hacer caso
omiso a sus instintos sin embargo no había podido apagar
la voz que le gritaba desesperada que Carlota significaba
más para Bruno de lo que podía imaginar.

—¿Tiene algo que ver la señora Carlota? —falló


estrepitosamente al intentar que su voz sonar segura

—Ángela

—No me mientas, he esperado paciente a que decidas


abrirte a mí, he estado a tu lado esperando poder saber lo
que te atormenta, pero no puedo más Bruno, lo lamento.
Si no pregunto siento que explotare
Bruno bajo la mirada, no había tenido en cuenta los
sentimientos de Ángela, no quería perderla, estaba
enamorado aunque su mente estuviera confundida.

—Lo siento, no ha sido mi intención lastimarte cariño —


besó los labios de Ángela antes de sonreírle

—Lo siento Bruno, sé que te prometí darte tiempo y espacio,


pero no puedo menos cuando tu estas apagándote frente a
mis ojos, no puedo — sus lágrimas se desbordaron de sus
ojos, las hormonas continuaban a flor de piel y estaba
doblemente sensible

—Eres tú quien debe disculparme cariño, ven — se


apartaron de la ventana que daba al jardín para entrar a su
habitación

—Bruno

—No digas nada, mi bella, escucha y luego júzgame —


Ángela permaneció callada, la angustia rondaba su
corazón.

—Carlota Soberanís fue mi novia en el pasado —Ángela


contuvo la respiración ante la revelación, aunque tenía una
ligera sospecha escucharlo de sus labios era muy distinto
—¿Aun la amas? —rogaba porque la respuesta fuera no, no
sabría qué hacer, si dijera lo contrario, era joven y
consciente que muchas veces el primer amor era para
siempre.

—La ame Ángela, y no puedo olvidar que sufrió por mi culpa


—no era capaz de decirle que ella había sido la madre de su
primer hijo no nacido, sería demasiado y revelar el secreto
de Carlota era algo que no le correspondía hacer.

—Si crees que ustedes pueden tener una oportunidad


inténtalo —los ojos de Bruno se abrieron con sorpresa al
escuchar las palabras de Ángela

—No podría, estoy enamorado de ti, no voy a negar que


verla hizo estragos mi vida, pero no cambió el amor que
siento por ti, eres la mujer que deseo tener a mi lado, la
mujer a la que amo —respiró de manera lenta ante las
palabras de Bruno, quería borrar el pasado, pero sabía de
primera mano que era imposible, lo mejor que podían hacer
era llenar su presente de cosas hermosas.

—Te amo —Ángela se acercó lo suficiente hasta unir sus


labios con los de su prometido, deseaba borrar los malos
recuerdos, los malos momentos a base de amor y ternura.
Abrió los botones de la camisa de Bruno uno a uno, dejando
pequeñas caricias sobre la ropa antes de apartarla y poder
sentir el calor de su piel contra la palma de su mano

—Ángela

—Shhh. Déjame amarte, déjame borrar tus malos recuerdos


—sus labios buscaron los del mayor de nuevo, estaba vez
correspondió con un feroz beso, quería fundirse en ella
hacerse un sólo ser.

Sus ropas fueron quedando en el camino hacia la cama,


Bruno cerró su mente y se concentró en la mujer entre sus
brazos. Acaricio con reverencia su cuerpo, deposito besos
por su cuello, acariciando cada parte mientras la recostaba
sobre la fina seda.

—Te amo — aseguró mientras su labios se apoderaron de


sus botones duros e hinchados por la estimulación, sus
manos recorrieron su vientre hasta llegar a su húmeda
femineidad arrancando un sonoro gemido en ella.

—¡Bruno! — gritó echando su cabeza hacía tras por las


sensaciones que estaba provocando con sus labios y sus
manos.

—¡Ah! ¡Ah! —el cuerpo de Ángela vibró mientras Bruno se


abría paso en su interior. Mientras ella levantaba las
caderas para recibirlo y moverse al mismo son, ambos
temblaron cuando el orgasmo los atravesó al mismo
tiempo. Sus cuerpos bailaron al compás de su amor,
entregándose, haciéndose uno…

—Te amo —le aseguró

⧓⧓⧓

—¿Qué haces aquí? —Juan Carlos lamento el abrir la puerta


apenas se dio cuenta de quien estaba parada frente a ella.

—¿Podemos hablar?

—No tenemos nada de qué hablar Alina, por favor vete

—No puedes tratarme de esta manera Juan Carlos, por


favor tu no, puedo soportar todo en esta vida incluso que
Bruno se quedará con todo, pero no podría soportar el
perderte por favor — se hizo a un lado para dejarla pasar,
sabía que de nada serviría hablar con ella, no cambiaría su
manera de pensar y su sentir respecto a lo que ella le había
hecho.

—Di lo que tengas que decir y márchate por favor —el


silencio se hizo entre ellos, por un momento largo, la
tensión en la sala podía cortarse con tijera
—Perdóname hijo por favor — No sabía cómo confesar la
verdad

—Olvídalo Alina y no me llames hijo porque no lo soy,


somos hermanos —dijo molesto

—¡No! Tú eres mi hijo Juan Carlos, no eres mi hermano, sino


mi hijo, hijo de mi sangre y de mi carne, fui quien te dio a luz
—él sonrió, pensando que Alina se había vuelto loca

—Vete Alina, terminemos con esto de una vez —camino


hacia la puerta para abrirla

—Soy tu madre, por favor escúchame —no se movió ni un


solo paso, ella no iba a irse sin conseguir que su hijo la
aceptara y perdonara

—Deja ya de mentir, me has manipulado todo este tiempo


pero no más Alina por favor vete

—¡No lo haré!

—Si no lo haces tú lo haré yo —cerró la puerta tras de él, no


podía creerle, no debía creer en ella, los recuerdos de su
niñez pasaron por su mente, ella siempre estuvo pendiente
de él, cuando su padres murieron fue ella quien lo sostuvo
entre sus brazos negó. No podía con esa verdad, prefería
creer que sólo eran hermanos.
—¡Regresa! ¡Juan Carlos! —Alina se desmorono, ella podía
soportar todo menos perderlo, se había equivocado, pero
todo lo había hecho por él, todo lo había hecho para él.

⧓⧓⧓

—Bárbara ¿estás segura de hacer esto? —la rubia asintió

—Me he equivocado en todo papá, no he sido una buena


hija contigo, ni he sido agradecida con nadie, perdí a mis
mejores amigos por perseguir un sueño inalcanzable, es
mejor alejarme y volver cuando mis heridas estén cerradas,
cuando lo que siento por Juan Carlos sea menos intenso y
doloroso de lo que es ahora

—Sabes que puedes volver cuando quieras cariño, estaré


para ti —Enrique, nunca se había separado de su hija, pero
siempre había una primera vez solo esperaba que la
distancias verdaderamente le ayudara a superar sus
sentimientos no correspondidos por Juan Carlos
Torrebiarte.

—Te amo papá —se despidió con un fuerte abrazo mientras


caminaba hacía el área de abordaje. Dejando todo atrás…

⧓⧓⧓

Meses después…
El llanto de un niño rompió el silencio y la paz de la familia
Torrebiarte Beltrán junto a un último grito casi desgarrador
de Ángela.

Bruno, estaba desesperado por entrar y asegurarse que los


dos amores de su vida estuvieran bien, Ángela había sido
atendida en casa, porque no hubo tiempo de trasladarla a
una clínica, al parecer el pequeño sería muy exigente, lo
había dejado claro a la hora de nacer.

—Tranquilo señor, mi niña y él bebe están bien, las malas


noticias siempre son las primeras en llegar—Zacarías trato
de tranquilizar a su jefe, mientras él, era un manojo de
nervios, había escuchado los gritos de Ángela quería
ayudarla pero sabía que este era el proceso que debía
pasar para tener finalmente a su hijo entre sus brazos.

—Pueden pasar —el doctor que atendió la emergencia salió


y les dio el permiso media hora después de que la paz
reinara en la habitación, entró a paso lento, su ojos se
posaron sobre Ángela y su hijo, la visión más hermosa que
jamás hubiera podido imaginar nunca. Ángela acunaba a su
bebe entre los brazos, alimentándolo con una hermosa
sonrisa en su rostro.
—Nuestro hijo Bruno, nuestro hijo —le tendió una mano para
que se acercará a ellos, todo parecía un sueño, un sueño
que hoy se hizo realidad.

—Es hermoso —musito. Mientras lágrimas de felicidad


rodaban por sus mejillas.

—Se parece tanto a ti Bruno

—Gracias Ángela, gracias por este hermoso regalo te amo…

EPILOGO

Ángela observo su imagen en el espejo, su vestido blanco


tipo princesa se abrazaba a su cuerpo. El encaje acariciaba
su espalda, su cabello rubio recogido el velo acompañado
de una tiara adornaba su cabeza, los aretes largos a juego
con su collar “un regalo de bodas” había dicho Bruno el día
anterior después de hacer el amor.

—Te ves hermosa Ángela —Zacarías, tenía los ojos


húmedos por las lágrimas, había dejado de ser el chófer de
la familia para pasar a ser parte de ella. Su amor
desinteresado por Ángela y el amor que ella le tenía era
genuino. Era el padre de Ángela y el abuelo de sus hijos.

—Gracias papá. Gracias por estar a mi lado desde el primer


día que llegue —evito las lágrimas para que su maquillaje
no se corriera, pero se fundió en un abrazo sin importar si el
vestido se arrugaba o no.

—Gracias a ti querida, por aceptarme como tu padre, por


querer ser mí hija—Nunca había imaginado ser padre, no
tuvo suerte en el amor, pero con Ángela en su vida no
necesitaba más, tenía todo lo que nunca soñó una familia,
era padre, abuelo y suegro.

—¿Estás listo? —preguntó nerviosa

—¿Cuándo tú quieras hija? —Salió de la habitación con una


sonrisa en los labios, del brazo de Zacarías no el chófer
sino su padre, el abuelo de sus hijos.

Bajo lentamente los peldaños, la fiesta se llevaría a cabo en


el salón de la casa, no habían muchos invitados, estaban
los que eran realmente importantes, Raúl, Alberto, Karla y
otros amigos y conocidos de Bruno.

Bruno observo a su novia caminar del brazo de su suegro,


era tan hermosa, en algún momento llego a creer que la
pasión entre ellos se apagaría con el paso de los años, pero
no había sido así con diez años de convivencias y la
renuencia de Ángela de casarse antes habían forjado una
unión maravillosa.
—¡Es hermosa papá! —Gritaron dos niños a su lado, Jacob
de nueve y Daniel de siete años, eran la viva imagen de su
padre, lo único que tenían de Ángela eran sus hermoso ojos
grises.

—Lo es, su madre es la mujer más hermosa del mundo —


sonrió cuando ella llego a su lado, los niños estaban
vestidos como dos príncipes, con sus trajes hechos a
medidas en color gris, igual al de su padre.

La ceremonia fue oficiada por un Abogado y por el


sacerdote, Ángela había demorado diez años en aceptar el
matrimonio entre ellos, pero él se había encargado de
atarla de todas las maneras posibles.

—Por favor sus votos —el sacerdote pidió

—Yo, Bruno Torrebiarte, te recibo a ti, Ángela Beltrán, como


esposa y me entrego a ti y prometo serte fiel en lo próspero
y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y así amarte
y respetarte todos los días de mi vida

—Yo, Ángela Beltrán, te recibo a ti, Bruno Torrebiarte, como


esposo y me entrego a ti y prometo serte fiel en lo próspero
y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y así amarte
y respetarte todos los días de mi vida
— Te amo y te prometo amor eterno. Ser para siempre uno
en el bien y en el mal. Hoy te demuestro cuánto te amé, te
amo y te amare hasta mi final — ambos recitaron juntos las
últimas líneas de sus votos, sellando su amor con un
apasionado beso, que hizo gritar a los presentes y arranco
aplausos que duraron lo que el beso.

Recibieron las felicitaciones de amigos e invitados,


disfrutaron del banquete, Ángela bailo con los cuatro
amores de su vida, sus dos hermosos hijos, su padre y su
marido…

—Hoy ha sido uno de los días más felices de mi vida

—Así, ¿Cuáles han sido los otros?

—El día que te conocí en el Antro, cuando me diste la


noticia de nuestro primer hijo, cuando diste a luz a Jacob y
luego la noticia de Daniel, sin duda no cambiaría nada de
ese día en el antro

—El destino me empujo hacía ti — sonrió. Besó los labios de


Bruno mientras la melodía continuaba, ellos bailaron al
compás, sus cuerpos se movían en uno sólo…

No sabía en qué momento abandonaron la pista de baile, lo


único que sabía era que estaba disfrutando este momento,
su cuerpo unido al de Bruno, como tantas veces antes, la
única diferencia es que hoy era la esposa, la señora de
Bruno y lo sería por muchos tiempo.

Gimió cuando el orgasmo atravesó su cuerpo, tan plena, tan


llena de vida, tan segura del hombre a su lado, sus frentes
descansaron, mientras trataban de normalizar sus
respiraciones agitadas.

—Te amo —Bruno embistió una vez más para recordarle


que la noche aun no terminaba

—Te amo, tengo algo para ti —él enarco una ceja

—¿De qué se trata? —preguntó sin abandonar el cuerpo de


su esposa

—¡Estamos embarazados!

⧓⧓⧓

Las risas que provenían del jardín eran el paraíso, sus hijos
jugando, corriendo de un lado a otro libres y felices, era
todo lo que necesitaba para hacer de su vida un delirio
absoluto.

—¿Cómo están las dos mujeres más hermosas del mundo?


—Bruno se acercó para saludar y depositar un beso sobre la
cabeza de Camila, la pequeña de seis meses de edad,
dormida entre los brazos de su madre.
—Tu hija hermosa como siempre —la pequeña rubia era la
imagen de Ángela

Bruno beso lo labios de su esposa, mientras tomaba a la


pequeña entre sus brazos…

—¡Papá! —los niños entraron como torbellino a saludar a su


padre felices

—Mis amores —Bruno sonrió absolutamente feliz cuando


los brazos de sus hijos le rodearon la cintura.

—¡Voy a ganarles la partida! —Zacarías gritó desde el jardín

—¡No vamos a permitirlo abuelo, esta vez ganaremos


nosotros! —gritaron. Mientras salían corriendo al jardín a
disfrutar la tarde con su abuelo…

—Gracias Ángela

—¿Por qué?

—Por todo lo que me has dado

—Oh sólo espera lo que tengo para ti esta noche —sonrió de


manera seductora

—Eres una Santa Descarada…

Fin…

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