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LA TRA1VSFERENCIA EN EL A1VALISIS
DE NIÑOS, EN ESPECIAL EN LOS
ANALISIS TEMPRANOS l

por ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE

"El proceso de la curación se completa por un resurgi-


miento del amor, si es que podernos dar este nombre a la
reunión de todos los heterogéneos componentes de'[ instinto
sexual, y esta recaída amorosa es indispensable, pues los
síntomas a causa de los cuales se sometió el enfermo al trata-
miento no son sino residuos de anteriores luchas de repre-
sión o de retorno a la conciencia y sólo por una nueva crecida
de las mismas pasiones que han provocado el combate pueden
tales restos ser ahogados y removidos. Todo tratamiento psico-
analítico es, por lo tanto, una tentativa de libertar amor repri-
mido, qne había hallado en un síntoma un insuficiente exu-
torio transaccional."
SlGMUND FREUD.

El Delirio y Ios Sueños en la Gradioa, de W. JENSEN.


Obras Completas. Ed. Americana. t. 111. página 371.

El historial de Juanito 2 orientó la investigación psicoanalítica


hacia el "psicoanálisis de niños". Las observaciones de Freud du-
rante el desarrollo y el tratamiento de este niño confirmaron sus
conclusiones sobre el desarrollo sexual del mismo y sobre la estruc-
turación del complejo de Edipo, conclusiones a las que había llegado
durante el análisis de adultos.
Pero como en el caso de J uanito no existió la diaria relación
directa del psicoanalista y su paciente, y como el padre del niño era

1 Este trabajo fué leído en la Asociación Psicoanalítíca Argentina el 23 de sep-


tiembre de 1952. Expongo en él mi experiencia de 10 años corno analista de niños en
los que apliqué, en mis comienzos, la técnica de Anna Freud y luego la de Melanie Klein.
Agregué luego la experiencia adquirida durante el control de candidatos a analistas
de niños y en seminarios técnicos.
2 FREUD, SlGMUND: Historiales clínicos. Obras completas. Ed. Americana. T. XV,
pág. 145.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 266

el intermediario en el tratamiento, no pudieron sacarse conclusiones


técnicas sobre los dinamismos y destinos de la transferencia, aunque
marcó el camino para elaborar una técnica de acercamiento al in-
consciente del niño, interpretando sus juegos a, dibujos, sueños y
fantasías 4.
Los primeros intentos de crear una técnica especial en análisis
de niños fracasaron 5 y una primera formulación de aquélla está en
las obras de Anna Freud y de Melanie Klein 7.
1)

Desde el primer momento se plantearon diferencias fundamen-


tales entre las dos direcciones, las que dieron origen a la organización
de dos escuelas en psicoanálisis de niños 8.
Según mi experiencia, utilizando la técnica de juego 9, el niño
es capaz de transferir a la analista, de una manera inmediata y es-
pontánea, los sentimientos positivos y negativos que siente hacia sus
objetos originarios, así como de repetir de un modo inconsciente
hechos y síntomas en la transferencia.
Desde la primera sesión, se tiene una idea bastante clara de la
relación del niño con sus objetos, al observar su conducta con el
analista y con los juguetes, pues, tal como expondré luego, mediante
la simbolización y personificación en el juego, nos revela sus conflic-
tos, fantasías, experiencias y sus ansiedades y defensas más agudas.
Si se interpreta la conducta del niño y el contenido más urgente

3 Más tarde se ocupó en especial de este tema y en \Más allá del principio del placer
describió e interpretó tan exhaustivamente el juego de un niño pequeño que aún hoyes
un modelo de observación y una guía en la interpretación. (CL op. cit., págs. 2:86
y sig.)
En Totem. y tabú cuando estudia el animismo, abrió el camino a la comprensión de
las personificaciones en el juego (Ob. como Ed. Americana. T. 8, pág. 105.)
4 FREUD, SIGMUN[): La interpretación de los sueños. Obras completas. Ed. Ameri-
cana. Tomo VI, págs, 158 y siguientes.
5 HUG HELLMUTH, H. V.: Zur Technik der Kinder Analyse. InI. Zeit. Für Psychana-
Iyse, Bd. VIII-1921.
M'oRGENSTERN,SOPHlE: Psychanalyse iniantile. París, 1937.
RAMPERT, MA[)ELETNE: Une nousrelle techriique en psych.analyse injantile. Le jeu
<le guignol-Revue Francaise de Psychanalyse. VX, pág. 50, 1930.
6 FREUD, ANNA: El psicoanálisis del niño. Edición Imán, 1951.
7 KLEIN, ME,LANIE: El psicoanálisis de niños. Biblioteca de Psicoanálisis. 1948.
8 Aconsejo al lector leer en especial Symposium on child Analysis, Contribution
to psychoanalysis, The Hogart Press, 1948.
9 Esta técnica fué creada por Me!anie Klein y en la obra El psicoanálisis de niños.
Biblioteca de Psicoanálisis, 1948, expone sus aplicaciones en las diferentes edades.
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267 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

de la primera sesión, considerando la situación global sin limitarse


al simbolismo del juego, la transferencia se establece.
Trataré de demostrar estas conclusiones a través de fragmentos
del análisis de dos casos, el de una niña de 6 años con inhibiciones
de lenguaje, anorexia y enuresis, y el de un varón de 2 años y medio
que padecía de anginas frecuentes, de pavores nocturnos, de incon-
tinencia de orina y fecales.
Antes de entrar a la exposición de los casos, quiero hacer alguna
referencia al problema de la transferencia en el análisis de niños,
tal como se desarrolla cuando se emplea la técnica de juego.
A los mecanismos descritos por Freud en la dinámica de la trans-
ferencia, el hecho de que toda persona adquiere en la infancia deter-
minadas características para vivir su amor (y su odio), de las que
resulta un clisé o varios, que son repetidos en el curso de su vida 10;
la necesidad y la espectativa libidinosa dirigida hacia todo objeto
nuevo y que surge de la insatisfacción libidinosa 11; la compulsión
a repetir situaciones pasadas 12, se agrega, en el caso del niño, un
nuevo factor descrito por Melanie Klein 13: la mayor intensidad de
la ansiedad y el hecho de que esta ansiedad movilice la compulsión
de repetición, los mecanismos de simbolización y personifica,ción
que están en la base de la actividad de juego.
La relación con los objetos es el centro de la vida emocional del
niño desde sus primeros contactos con el mundo. "La transferencia
se origina en estos primeros procesos que determinan las relaciones
objetales en los primeros estadios del desarrollo y en ella reviven
el amor y el odio que sienten por ellos, las fantasías, las angustias,
las defensas que estos objetos despiertan en él" 14. Al revivir estas
primeras relaciones de objeto en la transferencia, el niño nos revela
lo que han sido sus primeros impulsos, fantasías y defensas, median-
10 CL FREuD, SIGMUND: Recuerdos, repetición J' elaboraci.on. Oh. comp. Ed. Ame-
ricana. T. XIV, pág. 179.
11 CL FREUD, SIGMUND: La dinámica de la, transferencia. T. VI, pág. 121. Observa-
ciones sobre el amor de transjerencia. T. XIV, pág. 19L
12 FREUD, SIGMUND: ¡Más allá del principio del placer. Obras comp. Edición Ame-
ricana. T. Il, pág. 275.
13 KLEIN, MELANIE: El psicoanálisis de niños. Biblioteca de Psicoanálisis. 19'18.
14 KLEIN, M!.ELANIE: Les origines du translert, Revue Francaise de Psychanalyse.
T. XVI, NQ 1 Y 2, pág. 178.
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la transferencia se puede pensar cómo herramienta que cura: SI SE INTERPRETA ayuda a la persona a entender
icc
ARMINDA A. DE PICHON RIVIOO 268

te la proyección, simbolización y personificación en los juguetes, en


el ambiente y en el analista.
"La transferencia es el instrumento principal para conocer lo que
sucede en la mente del enfermo, como también para descubrir y re-
construir su historia temprana.
"El descubrimiento de la fantasía de transferencia y el estable-
-cimiento de su relación con las primeras experiencias y las situacio-
nes actuales constituyen el medio principal de curación.
"La repetición de las situaciones tempranas en la transferencia
nos remontan a situaciones muy anteriores a los primeros recuerdos
conscientes como el acting out, el enfermo ya sea niño o adulto nos
muestra con frecuencia con los detalles más vívidos y dramáticos,
sentimientos, impulsos, y aptitudes apropiadas no solamente a la de
su niñez sino también a la de los primeros meses de vida.
"En sus fantasías con el analista el enfermo retrocede a sus pri-
meros días y el estudiar estas fantasías en su contexto y comprenderlas
en detalle es obtener un conocimiento sólido de lo que sucedió en
realidad en su mente cuando niño" 15.
La misma ansiedad que lleva a la división de imagos buena y
mala, en la temprana infancia, se revive de la misma manera en el
análisis.
Las ansiedades depresivas y paranoides son experimentadas en
el análisis, expresadas en el juego y reducidas por la interpretación.
Las actuaciones de las imagos con características fantásticamente
buenas y malas es un mecanismo general en niños y adultos, y lleva
a ansiedades y a defensas muy intensas. Cuando en el desarrollo
normal se disminuye la división entre objetos persecutorios e ideali-
zados y el odio es mitigado por el amor, pueden establecerse objetos
buenos en el mundo interno. En el tratamiento, este logro conduce
a la curación.
El progreso en la capacidad de sintetizar, prueba que el proceso
de disociación originado en la temprana infancia ha disminuído y
conduce a disminuir la compulsión de repetición.

15 ISAAC SUSAN: Naturaleza y [uncián de la fantasía. Revista de Psicoanálisis.


r. VII, NQ 4, pág. 555.
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269 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS


recaida amorosa (transferencia) amor/odio no se pueden separar - interpretar ambos
De todo esto se infiere la necesidad de interpretar la transferen-
cia negativa así como la positiva, de tener en cuenta el mundo inter-
no, su repercusión sobre el mundo externo, y viceversa, de relacio-
nar la ansiedad, la agresión y la culpa.
El niño "repite para recordar" y cuando las ansiedades más pro-
fundas han sido aliviadas por la interpretación de su acción, sólo es
capaz de "recordar" expresando su recuerdo en palabras 16. Por eso,
en un análisis de niños terminado, el paciente debe ser capaz de ex-
presarse en palabras, lógicamente en cada caso de acuerdo a la edad.
En la terminación del análisis el paciente revive emociones de
la época del destete y la elaboración del duelo transferencial se lo-
gra a través del análisis de las situaciones paranoides y depresivas 17.
Para sustentar estos puntos de vista teóricos he elegido frag-
mentos de dos historiales de niños pequeños por parecerme el mate-
rial más vívido y convincente. Trataré de describir cómo se inició
la situación transferencial en el caso de Marta, una niña de seis
años, con dificultades de lenguaje, anorexia y enuresis, y luego se-
ñalaré algunos fragmentos del análisis que me parecen interesantes
para el estudio de la situación transferencial.
Cuando la vi por primera vez me pareció poco desarrollada, algo
tímida y ansiosa y exageradamente limpia. Aunque era una niña
atractiva, se creía muy fea y sentía celos de sus hermanas a las que
consideraba hermosas. La madre era poco afectuosa, aunque se de-
dicaba mucho a sus hijas. Daba la impresión de estar esclavizada
por la maternidad; por ejemplo, aunque tenía una niñera que dor-
mía en el cuarto de las hijas era ella la que se levantaba varias veces
en la noche, para hacerlas orinar, perturbando así sus relaciones con
el marido. Junto a esta preocupación exagerada tenía una total inca-
pacidad para comprender a sus hijas; a menudo se encolerizaba con
ellas y las trataba con violencia.
El padre, que era un rico industrial, vivía esclavo de su trabajo.
A la mañana salía demasiado temprano cuando ellas todavía dormían
16 Sobre este tema en psicoanálisis de adultos confróntese el trabajo de HElINRICH
RACKER: Notas sobre la teoría de la transjerencia. Leído en la Asociación Psicoanalítica
Argentina. Sep. 1952. No publicado.
17 KLErN, MEL,A:NtE: On the críterium [or the termination. of the Psychoanalysis,
Int. Journal oí Psychoanalysis. V. XXX. T. 1 y 2, pág. 78.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 270

y volvía demasiado tarde para encontrarlas levantadas. Los domino


gas salía con su mujer y con sus hijas.
Vivía con ellos la abuela materna, mujer de edad y con marca-
dos rasgos psicóticos con la que Marta se identificó en muchos as-
pectos. Su presencia era en todo sentido perturbadora. Por ejemplo,
aunque la pareja era joven y parecía quererse, la sombra de la abue-
la daba a todo el ambiente un clima de tristeza y limitación; domi-
naba, aunque sin imponerse, y más bien por su invalidez y puerili-
dad. Marta buscó, como su abuela, concentrar la atención de las per-
sonas que la rodeaban, por un síntoma que las obligaba a esforzarse
para entenderla y protegerla.
Tanto Marta como la madre y la abuela con las que ella se ha-
bía identificado tenían un modo similar de vivir "como en el aire",
fuera de la realidad del tiempo y del espacio.
Cuando Marta inició el análisis tenía seis años y sus hermanas
5 y 3 respectivamente. Había sido deseada y el embarazo y el parto
fueron normales. La madre la amamantó durante siete meses, época
en que quedó embarazada de su segunda hija. Ésta, Mónica, nació
cuando Marta tenía 16 meses y 2 años después nació una tercera
hija, Diana.
Aunque la madre recordaba muy confusamente los comienzos
del lenguaje en Marta, creía que habían coincidido con la época del
segundo embarazo (a los 7 u 8 meses). Recordaba claramente que
al nacer la hermana decía "papá, mamá y atá". Tampoco podía
precisar el momento en que la evolución del lenguaje se detuvo,
pero había observado que la niña no adquirió nuevas palabras. Cuan-
do inició el análisis tenía 6 años y su vocabulario seguía siendo ése.
Agregaba sonidos inarticulados que ni sus padres ni las personas
allegadas podían comprender, supliendo esta incapacidad con una
mímica bastante expresiva.
Su inteligencia se desarrollaba normalmente; comprendía todo
cuanto se le decía y aunque no podía responder con palabras, su
conducta y sus expresiones, así como sus juegos, eran los de una niña
normal. Sólo la insuficiencia del lenguaje le hizo pensar al pediatra
en un trastorno grave. Padecía también de enuresis nocturna. El
aprendizaje de limpieza iniciado después del año fué exitoso en
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271 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

cuanto al control diurno, pero fracasó en el control de orina durante


la noche.
Las dificultades para comer, presentadas al final del primer
año, se mantuvieron y al comenzar el análisis su anorexia era bas-
tante grave. El desarrollo motriz fué normal aunque un poco lento
en opinión del pediatra que la asistía. Caminó alrededor del año,
pero tenía una marcada tendencia a caerse y a golpearse. La madre
la definía como "atropellada" pues vivía golpeándose y rompiendo
todo lo que tocaba. Cuando comenzó el análisis su habilidad motriz
estaba por deba jo de su edad. Solía tener crisis de ansiedad y de
rabia cuando se la contrariaba o no la comprendían. En esas oca-
siones la madre y la niñera eran intolerantes, llegando a veces a
recurrir a duchas frías para calmarla.
Pasaré ahora a relatar la primera entrevista.
Cuando entró a la sala de juegos, Marta demostró una gran des-
confianza, pero aceptó separarse de su madre a condición de que
dejáramos la puerta abierta para poder verla de lejos. Después de
algunos minutos de dudas tomó autos, algunos con cuerda y otros
sin ella, los alineó unos detrás de otros y los hizo entrar y salir de
un pequeño garage repetidas veces. Luego tomó un lapiz y comenzó
a sacarle punta con una máquina; miraba con suma atención el agu-
jero en el que entraba el lápiz, cada vez que le iba a sacar punta.
Después de haber hecho las experiencias de introducir el lápiz, de
dar vuelta a la manija, de ver caer la mina y el aserrín en el depó-
sito transparente de la máquina que se llenaba, tomó un pedazo de
plastilina y tapó el agujero. Luego trató de meter los lápices en el
agujero tapado y me señaló con gestos que ya no podía entrar el lá-
piz. Repitió el juego varias veces. En ese momento hice la primera
interpretación: "Cierras el agujero de mamá para impedir que las
cosas entren y salgan de ella y por eso también necesitas vigilarla".
Negó con la cabeza, pero mientras negaba vació el contenido del
depósito que era aserrín y mina pulverizada, puso todo en un pe-
queño papel, hizo un paquete bien apretado y luego de reforzarlo
con varios papeles, lo guardó en su cajón individual que cerró con
llave.
Este paquetito fué el objeto de sus juegos durante meses y se hizo
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 272


entonces evidente que las sustancias que llegó a envolver, así como
el modo con que las usaba, tenían múltiples usos y significados.

Representaban para ella el producto de las relaciones sexuales de los pa-


dres; lo que la madre tenía dentro, penes y las sustancias para hacer niños;
lo que había puesto en ella y en sus hermanas. Sirvieron para que simbolizara
su concepción de por qué ella era incompleta e insuficiente y sus celos y temo-
res en la transferencia. Al encerrar estos contenidos en paquetitos, expresó
su deseo y necesidad de controlar a la madre. Cuando algo se escapaba de
ellos y perdía el control omnipotente, los veía como perseguidores. Repre-
sentó toda su fantasía del mundo interior: a) cómo fué hecha; b) su imper-
fección; e) cómo quería volver a nacer y a integrar su propio cuerpo. En la
medida en que su análisis progresó esas sustancias se hicieron múltiples,
agregó otras que consideraba positivas: leche, café; con ellas representó la
fantasía de volver a nacer en otras condiciones jugando con una gran olla
de puchero en la que metía todas las sustancias de que disponía en su cajón
individual. Todo lo que para ella era "malo" lo "colaba" sacándolo fuera,
y a las sustancias que quedaban, agregaba cada vez más cantidad de las que
ella consideraba "buenas", por ej.: azúcar, que significaba para ella cariño
y belleza, café, que significaba ser grande, etc.
Cuando en el transcurso de muchas sesiones esos contenidos llegaron a
un "punto" de bondad que ella consideró suficiente, los volcó en el cajón
individual.
En una fase posterior del análisis abandonó el juego con sustancias y
simbolizó las mismas situaciones con juguetes que representaban continentes
en vez de contenidos, por ej.; colecciones de tacitas, j arras, ollas, etc., selec-
cionándolos con el criterio de rompibles e irrompibles y manifestó, a través
de esos juegos, sus fantasías y su capacidad de restauración.
En una última fase utilizó continentes con contenidos, por ej.: grandes
bolsas llenas de juguetes que variaban según sus fantasías actuantes en ese
momento y cuyo tema central era el de "Necesito tener un pene dentro de mí
para poder hablar". "No sé si a una mujer le corresponde un pene", "Quiero
que tú me des un pene que arregle mi interior y me cure".

Después de guardar los paquetitos en el cajón, comenzó a exami-


nar la habitación y a tomar juguetes. En éste y en otros casos la ins-
pección del cuarto en la primera sesión, inspección que deja un re-
cuerdo claro y duradero (ef. caso Luis, más adelante), equivaldría
a calcular de qué objetos se dispone para la simbolización 18. Primero
18 E. Pichon Riviére observó que el miedo a la oscuridad, en los niños, puede
surgir de la ausencia de objetos que hagan posible la simbolización.
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273 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

los miraba atentamente, luego me los mostraba y por medio de sig-


nos y sonidos inarticulados o de alguna de sus tres palabras, me
preguntaba el nombre de cada uno de ellos. Observé que elegía obje-
tos muy conocidos, por ejemplo, una cama, una silla; etc., y también
los autos con cuerda y los otros que había utilizado en el comienzo de
la sesión. El gesto interrogativo tenía el carácter de las preguntas
que hacen los niños "por qué sí" sobre cosas que ya conocen, pero
que esconden el deseo de saber algo que les parece censurado. Inter-
preté: "Tú quieres saber por qué tú no puedes hablar y los otros
niños sí, si hay algo que te falta como a los autos sin cuerda y por
qué tu mamá te ha hecho así". Sin responder a mi interpretación
pidió ir al cuarto de baño, haciendo signos de que quería orinar.
La madre, al verla salir, la acompañó y pude oír cómo la retaba
porque había ensuciado sus manos con los lápices y con la plastilina
con los que había jugado.
Cuando nuevamente entró en la habitación estaba muy ansiosa y
me hizo signos de que quería irse inmediatamente. Interpreté: "Quie-
res irte porque tienes miedo de que yo me transforme en una persona
mala que ponga dentro de ti cosas malas (la suciedad en las manos)
y que puedan hacerte daño (el reto de la madre), del mismo modo
que imaginas que son esas cosas malas que tu madre ha puesto en
ti las que te han hecho no poder hablar". Mientras hablaba, puso la
parte sucia de sus manos en la boca y la chupó mirándome interro-
gativamente. Luego chupó la parte limpia de sus manos, sonriendo,
aunque todavíavia esta b a angustia
. d a 19.
Le dije: "Aquí tú y yo vamos a ver poco a poco por qué no pue-
des hablar, por qué sonríes aun cuando estás triste y asustada y por
qué tienes miedo de mí y de tu madre". Era el término de la hora
y antes de irse corrió hacia el diván, lo besó y salió rápidamente sin
mirarme. No se había animado a besarme a mí, pero su gesto indi-
caba ya que se sentía aliviada y que había puesto en mí una parte
buena de sí misma, lo que me convertía en una posible figura de
apoyo para ella.
19 Una de sus defensas más típicas era la negación (inversión de afectos). Sonreía
cuando más angustiada estaba. Es interesante señalar que la madre tenía risas como
pulsivas cuando quería llorar y decía: "Parezco tonta, me río aunque no quiero".
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE

Por un proceso de identificación proyectiva de personificación


y de simbolización, dejó depositado algo bueno de sí, para poder
luchar contra las imagos aterradoras en su próxima sesion.
Simbólicamente dió al diván y tomó del diván. En la habitación
de juegos el diván es lo que más se parecía a la cama y hemos visto
que sus conflictos giraban alrededor de lo que hacían los padres en
la cama y de sus consecuencias.
En éste y en otros casos, la inspección del cuarto en la primera
sesión, inspección que deja un recuerdo claro y duradero [C], caso
Luis, más adelante), equivale calcular de qué objetos van a dispo-
ner los niños para la simbolización.
Marta utilizó los mecanismos que según Melanie Klein serían
el verdadero origen dinámico de la transferencia y que también es-
tán en la base del jugar: la identificación proyectiva, la simboliza-
ción y la personificación.
Me detendré en este momento de la sesión, en el que considero
que se estableció la situación analítica. Estudiaré en qué medida el
juego, al permitir la división y el desplazamiento de situaciones an-
gustiosas por el mecanismo de simbolización y personificación, hizo
posible una disminución de las angustias y una expansión en la ac-
tividad lúdica.
El conflicto interno, al ser proyectado y simbolizado en los ju-
guetes, se hace menos violento y cuando el yo descubre que este
desplazamiento en los objetos exteriores produce pruebas por la
realidad del proceso personificado, disminuye la ansiedad.
La verdadera base de la personificación en el juego es la divi-
sión, proyección, simbolización, y la prueba por la realidad, me-
diante la repartición y repetición.
En la sesión primera Marta simbolizó el coito de los padres (los
autos entrando y saliendo del garage). En la segunda simbolización
con la máquina de sacar punta ya aparece el producto del coito y
en el manejo que ella hace de ese producto (meterlos en un paquete
y encerrarlos) reveló su situación interior de control omnipotente
de los perseguidores. Elegir el diván para personificar un pedazo de
mí como figura de amparo para luchar contra la imago aterradora
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275 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

de la madre con la que debía encontrarse al salir de su sesión, era la


simbolización más adecuada.
Dinámicamente la división de la imagen de la madre y la pro-
yección de una parte de ella en mí, cuando entró en la sesión después
de orinar, era un intento de conservar a la madre idealizada proyec-
tando en mí toda la parte temida y terrorífica. Esto determinó en
ella la ansiedad que la obligaba a salir del cuarto de análisis. Fué la
interpretación transferencial que retrotrajo los afectos negativos a la
figura originaria, lo que le permitió quedarse en la sesión.
Pienso que el pedirme ir a orinar en el momento que interpreté
que pensaba que no podía hablar porque le faltaba algo (cuerda),
era de una gran importancia y meses después lo relacioné con datos
que me relató la madre: la detención del lenguaje apareció en los
días del nacimiento de la hermana y en relación con el comienzo del
aprendizaje urinario y fecal.
Me parece ahora interesante relatar el detalle de las situaciones
traumáticas a consecuencia de las cuales se detuvo la evolución del
lenguaje de esta niña y la medida y forma en que se revelaron du-
rante las sesiones de juego, cuando ella repetía en la transferencia
sus relaciones de objeto con la madre. Había transcurrido algo más
de un año de análisis y su lenguaje era el de una niña de tres o cua-
tro años cuando acontecieron las sesiones que referiré a continuación
y que me revelaron los conflictos desencadenantes de los síntomas.
Cuando Marta tuvo siete meses, como ya dije, su madre se em-
barazó y por consejo del médico interrumpió bruscamente la lactan-
cia. Esta situación, que en apariencia no había sido traumática para
ella, la expresó en la situación analítica cuando mostraba una gran
desconfianza hacia mí, y temía que le robara los tesoros guardados
en su cajón individual para dárselos a otros niños. Comenzaba casi
todas sus sesiones con una inspección de los contenidos del cajón y
mostraba un gran deseo de mirar los cajones de otros niños para
saber qué cosas tenían dentro. Robaba a menudo pequeños objetos del
cuarto de juguetes para ponerlos en su cajón individual. Llegó a po-
ner tantas cosas en él que debió utilizar un segundo cajón y luego
un tercero, con lo que se resarcía de todo lo que le habían robado,
según pensaba.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 276

Interpreté que creía que siendo pequeña la madre la había priva-


do de leche para dársela a sus hermanas y que pensaba que el amor
y el alimento que le venían de su madre le habían sido robados para
"hacer" a sus hermanas; que era por esto que había sufrido tanto
por el nacimiento de Diana y de Mónica y a menudo deseaba sacar-
les todo lo que tenían para vengarse de ellas. Pensaba que yo tam-
bién la privaba de cosas buenas para dárselas a otros niños y quería
vengarse de ellos y reconstituir el interior de su cuerpo robando lo
que les pertenecía.
Bajo el efecto de estas interpretaciones que hice poco a poco y
durante numerosas sesiones, trajo de su casa una muñeca que se po-
día alimentar y que orinaba. Comenzó por cuidarla con ternura y
afecto, le daba los mejores alimentos, la acostaba al final de la se·
sión, la besaba tiernamente y la despertaba cada día cuando iniciaba
una nueva hora de análisis. Pero la situación cambió bruscamente
en una sesión en que comenzó a manchar la muñeca con pintura,
poniéndola cada vez más fea y cada vez más sucia. La acostó en el
suelo, le mostraba la mamadera y la dejaba sin comer y la tenía
desnuda. Había elegido el cuarto de baño para todos estos suplicios
y cuando terminaba la sesión se iba sin besarla y sin acostarla en su
cajón individual. La dejaba desnuda en el suelo. Durante estas sesio-
nes me obligaba a quedar en la habitación de al lado, inmóvil, ausen-
te y según su idea, suficientemente lejos para evitar que socorriese
a la muñeca. Extraña a todo lo que pasaba, me obligaba a mirar sin
mostrar ninguna piedad por la muñeca y sin limpiarla, haciéndome
desempeñar el papel de una madre que ella había imaginado indife-
rente (ausente) cuando ella hizo su aprendizaje urinario y fecal,
tratando de dominar por el control omnipotente y la acción, lo que
había sufrido pasivamente. En la misma época me mostró una gran
desconfianza. Acechaba en el cuarto de juegos los signos más insig-
nificantes que delataran la presencia de otros niños, por ejemplo,
una mancha en la mesa de trabajo, una quemadura en el suelo, que
siempre habían estado, pero que ella sólo ahora veía y que le signi-
ficaban la presencia de niños responsables de esas manchas o que-
maduras.
J unto a esa conducta de desconfianza se había hecho muy difícil -
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277 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

adaptarla a la duración de la sesión. Quería permanecer una vez


terminada o por lo contrario se iba mucho antes de que terminase.
Cuando quería quedarse indefinidamente en el cuarto de análisis
solía hacerme preguntas sobre quién venía, si era un grande o un
chico, si era una nena o un nene. Interpreté sus celos en transferencia
en relación con las dudas y angustias que ella sintió cuando su ma-
dre estaba embarazada y no sabía qué iba a salir de dentro de su
vientre. Muchas veces interrumpía la sesión llena de ira y decía:
"¡No quiero ver a la otra chica!" Se refería a una niña que había
visto en algunas ocasiones en la sala de espera que, aunque de su
edad, parecía mucho más grande y que era rosada y saludable como
sus hermanas. Tenía frente a ella una gran rivalidad que interpreté
en la transferencia como repetición de sus ideas paranoides de celos
con las hermanas. Ella imaginaba que el cajón de esa niña estaba
lleno de cosas mucho mejores que las que ella tenía, del mismo modo
que pensaba que la madre había puesto en las hermanas muchas
más cosas y más buenas ya que ellas eran gordas y sanas. Pensaba
que ella era flaca y que hablaba mal porque la madre le había saca-
do todo para "hacer" a sus hermanas, y que éste era un castigo por
sus fantasías de sacarle todo a la madre y de eliminar a sus herma-
nas durante el embarazo. (CL el juego inicial.)
En mis interpretaciones, insistía sobre el hecho de que ella había
relacionado el abandono de su madre, la privación de leche, la idea
de que era fea y mala, porque tenía cosas malas adentro, con la idea
de que su madre la había privado de leche y de amor porque ella
era mala.
Tuve la impresión de que en el caso de esta niña se habían pro-
ducido acontecimientos particulares en el momento del control esfin-
teriano porque en las sesiones de juego con la muñeca, en que ella
dramatizó un cuadro tan trágico de abandono y sufrimiento, mostró
muy marcados celos hacia los otros niños. Además, en este momento
del análisis, se hicieron evidentes crisis de angustia muy aguda a las
que me he referido, que a veces hadan imposible que permaneciese
toda la hora conmigo.
Pregunté a la madre si el comienzo del aprendizaje esfinteriano
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 278

110 había coincidido con el nacimiento de la segunda hija. Recordó


y me relató entonces dos hechos importantes: tenía en esa época una
niñera muy severa que creía necesario iniciar el aprendizaje esfin-
teriano muy temprano, mientras que la madre quería hacerlo al fi-
nal del primer año y personalmente. Cuando Marta tuvo doce meses
ella se sintió pesada y fatigada por el segundo embarazo y decidió
postergar el aprendizaje para después del nacimiento del segundo
hi jo. Pero cuando se internó en la clínica para tener a Mónica, la
niñera aprovechó para realizar la educación de Marta. Como era
exigente y quería lograr el control en ocho días antes del regreso de
la madre con la recién nacida, esta educación fué cruel y severa.
Sentaba a Marta varias veces en el orinal durante el día y aun du-
rante la noche y además la retaba duramente cuando tenía inconti-
nencias.
Estas características del aprendizaje súbito, severo y en ausen-
cia de la madre son las que repetía Marta en sus sesiones de juego.
Cuando la madre volvió de la clínica, Marta estaba limpia durante
el día, pero se orinaba a la noche, síntoma que permanecía cuando
empezó su tratamiento. Desde el punto de vista del lenguaje, en el
momento de nacer su hermana Marta pronunciaba claramente tres
palabras. Trataron de enseñarle a pronunciar el nombre de su her-
mana y lo intentó varias veces sin lograrlo hasta que un día, cuando
la madre acostaba al bebé después de haberlo alimentado, Marta
gritó con una voz aguda "Onica". Su madre lejos de alegrarse por
esta adquisición la retó violentamente y la castigó diciéndole "vas a
despertar a tu hermana". Ella no volvió a pronunciar este nombre
y la evolución de su lenguaje se detuvo, conservando sólo las tres
palabras mencionadas. Es interesante anotar que mediante estas tres
palabras "papá, mamá y atá" (esta última omnipotente, que signi-
fica para el bebé encontrar o reencontrar) unía y retenía a sus padres
haciéndolos reaparecer mágicamente en su fantasía. Significaban,
además, la posibilidad de reparar mágicamente el objeto dañado,
representante de ella y de los padres para superar las angustias de-
presivas y paranoides, la pérdida de objeto y la persecución por el
objeto dañado.
Hablar regresivamente como cuando era bebé, significaba ade-
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279 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE 'NIÑOS

más conservar a los padres sólo para ella como en aquella época,
anulando el nacimiento de la hermana y todos los acontecimientos
traumáticos que lo siguieron, por ejemplo, el verse forzada a dar
sus heces.
La falta de lenguaje era, además, una venganza a sus padres,
pues significaba imponerles el esfuerzo de entenderla y una herida
narcisística bien observable por ella y evidente a través de los co-
mentarios de la madre.
Cuando la madre me contó estos acontecimientos tan importantes
yo dudé en utilizarlos o no en mis interpretaciones y me decidí a
hacerlo aún a riesgo de alguna dificultad transferencial :".
Cuando durante la sesión, Marta expresó temores y desconfianza
frente a mí y al mismo tiempo gran crueldad hacia la muñeca, uti-
licé el conocimiento de los hechos mencionados para la interpreta-
ción que formulé, tratando de relacionar los siguientes hechos: la
privación de leche materna, el furor que esta privación había des-
pertado en ella, sus deseos de asaltar y robar los contenidos de la
madre que hizo que ella la viese como mala y destruí da, el aban-
dono de la madre cuando se fué a la clínica -abandono que el mie-
do de no verla volver (por la actuación de sus fantasías) había
hecho más angustiosa-, la severidad de la niñera que la había
obligado a dar en ausencia de la madre lo que ella tenía en el inte-
rior de su cuerpo y la prohibición de hablar que le había hecho su
madre en el momento en que pronunció el nombre de su hermana.
En esta misma interpretación puse en relación su conducta en los
juegos con la muñeca y los sentimientos que ella tenía hacia mí.
En el juego, la muñeca era ella, mala, sucia y abandonada, llena de
"porquería", ella hacía el papel de la niñera y fluctuaba entre buena
y mala continuamente. Yo debía tener el papel de la madre ausente,
mala, muerta.
Este aislamiento a que me condenaba, este no querer verme,
respondía a la necesidad de no ver, ni tener presente el hecho trau-
mático que desencadenó la detención del lenguaje.
20 Susan Isaac cuando se plantea el problema técnico, se inclina a pensar que en
ciertos casos conviene arriesgar dificultades y utilizar los datos suministrados por los
padres en la interpretación. Confrontar su artículo Ansiedad psicática de un niño de
4, años. Revista de psicoanálisis. Tomo VI, N9 2, 1948. Buenos Aires, pág. 436. Nota N9 2.
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ARMINDA A. DE PICJION RIVIERE 280

Llevado el recuerdo a la conciencia comenzó a fusionar la imago


de la madre con la mía.
Durante esta fase del análisis que he descrito en detalle la situa-
ción de la niña en la casa fué difícil para ella y para su medio
ambiente.
Perdió el lenguaje que había adquirido lentamente y que era
cada vez más claro y completo. Pronunciaba sólo sonidos inarticula-
dos y estaba exigente e incómoda como un bebé en la fase oral sádica.
Esta actu~dón no duró mucho tiempo y no traté de influir a la
madre en su conducta con la hija. Me limité a señalarle que esto
coincidía con situaciones dolorosas que estaba reviviendo en las se-
siones y que me consultase si tenía mayores dificultades.
Esa misma actitud la vivía en la hora de análisis a través de las
personificaciones en sus juegos con la muñeca (que he descrito) y
fué posible interpretar esa agresión y esa conducta.
Esta vuelta y las vicisitudes de los síntomas, de acuerdo a la
relación conmigo y al contenido total de las sesiones, muestra, con
evidencia, cómo el niño reedita en la transferencia, sus relaciones
de objeto, sus ansiedades y sus conflictos tempranos.
En el curso del análisis se vió cómo fueron las fantasías agresi-
vas al vientre de la madre embarazada, los deseos de robar y de
destruir los contenidos de su cuerpo, los que dieron el sustrato (mun-
do interior de imagos angustiantes). El momento y la forma en que
se realizó el aprendizaje de limpieza determinó que lo viviera como
vaciamiento por castigo y en esta situación interna, fué un reto de
su madre, cuando intentó pronunciar el nombre de su hermana, el
desencadenante de la detención y regresión de su lenguaje.
Si he elegido este ejemplo entre muchos otros, es porque muestra
muy claramente cómo establece el niño la transferencia desde un
primer momento y cómo repite en la transferencia, de un modo in-
consciente, los hechos y las situaciones de los primeros meses de
vida. Muestra, además, que la transferencia negativa debe ser inter-
pretada desde el comienzo y que esta interpretación facilita el esta-
blecimiento de la situación analítica.
Cuando en la primera sesión Marta besó el diván, fué evidente
que deseaba tomar de mí algo que fuese bueno para ella, pero tam-
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281 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

bién fué claro que este hecho implicaba que había proyectado en
mí una parte buena de ella misma, estableciendo así la relación
analítica por identificación proyectiva, por simbolización y perso-
nificación.
En el caso de Marta quiero señalar, además, que en su primera
sesión expresó, mediante juegos, sus sufrimientos y sus síntomas a
través de su fantasía del cuerpo, es decir cerrar el agujero que a más
de la interpretación dada, significaba que ella había cerrado su
agujero (es decir la boca) a causa de los sufrimientos experimen-
tados por el embarazo de su madre, así como debió cerrar su agujero
(el ano), sometiéndose al control, por la niñera, en esta misma época.
En segundo lugar, mostró que sus dificultades para la contención
urinaria estaban ligadas a la idea de que ella estaba destruí da o in-
completa (ella fué a orinar después de mi interpretación sobre los
autos con cuerda o sin ella). En tercer lugar, me mostró que creía
que esas dificultades se debían a que su madre había puesto en ella
cosas malas (el producto del coito), o que se habían hecho malas a
causa de sus fantasías destructivas (cuando ella chupó la parte sucia
de las manos con minas de lá piz ) . Después me mostró que
necesitaba poner cosas buenas en ella (la parte limpia de sus manos)
para curar sus dificultades. Mostró también cuando sonreía manía-
camente (para luchar contra la depresión), cuál era una de sus de-
fensas más típicas: la negación maníaca.
Finalmente expresó su capacidad de amar cuando besó el diván
tomando así en ella algo de mí, ya que esto era posible sólo por la
proyección de una parte buena de ella puesta en mí y que me hacía
capaz de ayudarla. Tal como en la primera relación de objeto, el
niño pone en la madre tanto lo bueno como lo malo 21.
Espero haber mostrado cómo la situación analítica se estableció
en la primera sesión y cómo en la segunda sesión fué Marta la que
cerró la puerta del cuarto de análisis. Exigía, sin embargo, que la
madre quedara en el cuarto vecino porque para ella yo seguía repre-
sentando también a la niñera o a la parte mala de su madre o a ella

21 KLEIN, MELANIE: Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Rev. de Psico-


análisis. T. VI, N9 1. Año 1948, págs. 91-92.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 282

misma y quería poder tener a su disposición a su madre real por si


yo le hacía mal.
Analizaré ahora el material de las diez primeras sesiones.
Después de la sesión cuarta me habló la madre preguntándome
qué debía hacer con la niña porque por la noche se les presentaba a
cada rato en su dormitorio "como si quisiera ver qué hacían".
Desde dicha sesión el material se desarrolló vertiginosamente
hasta las sesiones IX y X en las que dijo sus primeras palabras:
"no" y "sí".
El desarrollo posterior fué lento con progresos y retrocesos
suceSIVOS.
El tratamiento duró 2 años y medio a cuatro sesiones semanales
con interrupciones en dos veranos, por vacaciones. Se consiguió com-
pleto desarrollo del lenguaje en cuanto a la construcción y riqueza
del vocabulario aunque se mantuvieron dificultades de pronunciación
en las sílabas combinadas "tra", "pra", etc. La concurrencia a una
escuela que se hizo posible por sus progresos en el lenguaje puso
en evidencia las dificultades de Marta para leer (reading deshability),
aunque escribe correctamente. Tuvo también inhibiciones en el apren-
dizaje de la suma y resta. Curó su enuresis y la anorexia.
Ha interrumpido el análisis por seis meses a pedido de la madre
con la promesa de reiniciarlo por el tiempo que sea necesario.

Relato de las sesiones

SESIÓN JI. Me señala que le arme las vías del tren. (Ella trató de hacerlo
y no pudo). Busca la locomotora y el túneL Coloca el túnel fuera de la vía
de modo que el tren no pueda pasar por debajo. (Es otra simbolización del
evitar que el padre entre en la madre como en la sesión 1). Cuando anda la
locomotora, se excita, se enrojece y palmotea. Prueba tres máquinas distintas
(posiblemente las tres locomotoras representan las tres veces que el padre
hizo hijas a la madre, ella y las dos hermanas). Las mira y me señala que
le enseñe cómo enganchan los vagones. Toma la locomotora de madera, la
engancha con el vagón, le ata un piolín y la hace dar vueltas en el cuarto
y, finalmente, la fija a la pata de la mesa donde está la máquina de sacar
punta (Cf. control omnipotente del coito de los padres). Cuando le até bien
el tren y el vagón enganchados (ella no pudo hacerlo), comienza a sacar
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283 LA TRANSFERENCIA
EN EL ANÁLISISDE NIÑOS

punta a los lápices. Siempre se le rompe hasta que me toma la mano y me


obligada a sostener el lápiz; saca bien la punta y me mira triunfante.
Interpreto que me pide ayuda para que le arregle cosas que piensa se le han
roto. Pide ir a orinar (puede interpretarse que ella quería expulsar las cosas
rotas, pero también quería corroborar si funcionaba bien). Al volver de
orinar me pide ayuda otra vez para sacar punta. Teniendo en cuenta su enu-
resis interpreto: "Quieres que te ayude también a arreglar tus dificultades para
guardar el pis". Dibuja tres garabatos, uno de un color violáceo y dos de
color naranja casi idénticos. El violeta es mayor en tamaño y los otros dos,
casi iguales en color, son uno más pequeño que el otro, pero siempre más
chico que el violeta. Vinculo eso con mi interpretación anterior y le señalo:
"Quisieras saber por qué tú eres distinta a tus hermanas y por qué no puedes
hablar y quieres que te ayude a ser como ellas". Dibuja una mesa de cuatro
patas; luego la llena de múltiples patas y entonces la borronea y la deshace
con violencia. Interpreto: "La mesa es tu mamá con todas las patitas que
pone papá adentro. Te da mucha rabia que ella tenga todas las patas; las
querrías deshacer, aplastar, borrar, sacarle todo y piensas que ahora eres tú
quien se ha roto". Se ríe maníacamente y niega con la cabeza [negación-de-
fensa maníaca). Sigue sacando punta, mira lo que sale en el depósito y
guarda todo en paquetitos que mete en su cajón. Interpreto su deseo de ver
lo que el padre pone en la madre, de sacarlo, de guardarlo y de controlarlo
allí. Pone todo el aserrín y las minas sobre la mesa, los acaricia muy sen-
sualmente y me indica que debo hacerle más y más cantidad de ese material
y que debo entregárselo sin interrupción. (Su expresión podría ser comparada
con la de un avaro que cuida el aumento de sus riquezas). En mi papel nada
debe quedar para mí; debo darle todo.
Cuando algo de esa mina y del aserrín escapa a su control y cae sobre su
vestido se desespera y tengo que sacárselo. (En la medida en que no puede
controlarme o controlar los contenidos de la madre me transforma en per-
seguidora) .
SESIÓN III. En cuanto entra busca su paquete de aserrín y de mina
pulverizada que ahora ha envuelto en doble papel para asegurarlo más. Lo
inspecciona con desconfianza. Interpreto que teme que le haya robado algo
de su paquete mientras no me ve. Durante las horas de intervalo entre una
sesión y otra no puede controlarme y entonces me transformo en un objeto
perseguidor y peligroso. Esto explica por qué cada iniciación de sus sesiones
comenzaba por esa inspección por desconfianza paranoide.
Coloca un poco de aserrín en la parte alta del garage (que usó en la pri-
mera sesión para representar el coito de los padres y en el que ponía autos
con cuerda o sin ella). Trata de taparlo, pero sin perder ni un poquito de
aserrín (fantasía de reparación de la madre). Me da lápices para que les
saque punta y le dé más aserrín y mina. Hace entonces cuatro paquetitos y
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ARMINDA
A. DE PICHONRIVrE:RE 284
dibuja sobre tres de ellos un círculo chico y sobre el otro un círculo grande.
Interpreto su necesidad de devolver a la madre lo que le ha sacado para
repartirlo en partes iguales entre ella y las hermanas. Revisa los cajones del
escritorio y me saca todos los lápices. Interpreto que se siente vacía por todo
lo que ha tenido que devolver y que me pide que la llene de nuevo (fantasía
de un pecho idealizado, inagotable).
Toma plastilina y quiere tapar la mesa; no le alcanza y entonces la saca,
hace una barrita, la rompe en pedazos y luego trata de armar la vía del
tren. Armar las vías, que es meter algo en un agujero, representa algo que
ella no sabe hacer. Interpreto su sensación de incapacidad para cubrir a la
madre y su deseo de robar el pene del 'padre para poder ser capaz de hacerlo,
para restaurar a la madre y a ella misma.
Toma la locomotora y le agrega plastilina a la chimenea y con esa plas-
tilina sostiene parado un lápiz largo de modo que la chimenea se hace altí-
sima (fantasía de reparar al padre). Es interesante observar que la plastilina
sirvió primero para cubrir, repararl a la madre, y luego para simbolizar la
destrucción y reparación del pene.
Toma un vagón de lata que tiene un agujero redondo debajo. Con la plas-
tilina hace cositas alargadas que mete por el agujero hasta llenarlo.
Interpreto que así piensa que queda la mamá llena con los pitos del papá
y que quiere que yo le ayude a conseguir eso para ella, para llenarse y estar
sana. En toda la sesión mi papel ha sido ayudarle a incorporar cosas buenas.
SESIÓNIV. Me pide los lápices y los ordena en orden creciente. Toma el
más grande para ella y el más chiquito me lo da y dice "mamá". Saca punta
a los otros y agrega el producto a su paquete.
Va a jugar con los platitos y con la cocina y en cada detalle del juego se
observa que busca que cada cosa esté donde corresponde: los cubiertos con
los platos, las tazas y la tetera en otra parte, las ollas en la cocinita, es decir
cada cosa en su lugar (restitución). Todas estas fantasías sobre la relación
sexual de los padres son las que la impulsaron a espiarlos por la noche, bus-
cando controlarlos y asegurarse de que estaban sin 'peligro.
SESIÓNV. Saca las sustancias que contienen el almacén y la cocina. Trata
de que nada se pierda ni que se caiga al suelo. En cuanto saca algo del cajón
del almacén yo tengo que llenárselo (pecho idealizado inagotable). Coloca
los platos y cubiertos en la mesa y hace como si repartiese entre personajes
imaginarios los alimentos.
SESIÓNVI. Toma un pizarrón pequeño y lo cubre con tiza tratando de
que no quede ni un pedacito vacío. Mientras ella hace eso, durante más o
menos media hora, yo debo fingir que hago comida.
Toma una muñeca, le abre bien la boca con una tijera y finge que le va
a dar la comida que yo hice, pero en el momento de dársela tira todo al
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285 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

suelo, con un movimiento brusco. No ha quedado nada para la muñeca, es


decir para ella.
SESIÓN VII. Toma las tizas y comienza a cubrir el pizarrón. Me señala
que cocine, pero cambia de idea y me da tizas para que le ayude a pintar el
pizarrón. Me señala que yo tape todos los lugares donde hay huecos (madre
idealizada) .
Interpreto que me pide ayuda para tapar a la madre y para tenerla sólo
para ella.
Toma la muñeca con la que jugó en la sesión VI. Repite el juego, otra
vez deja caer la comida y nuevamente se la echa encima. Toma lo que tiene
sobre el vestido y cubre el pizarrón, abandonando el juego con ansiedad.
Quiere sacarse todos los rastros de comida porque lo bueno se ha transfor-
mado en perseguidor por la frustración que impone a la muñeca en la que
repite sus propias frustraciones.
Me da lápices para que les saque punta y agrega a sus paquetitos lo que
le voy dando.
Parte del aserrín lo pone en el vagón que usó en la sesión 111 para sim-
bolizar el coito. Mete todo en el cajón y antes de irse saca un avión
y abre de nuevo el cajón para meterlo dentro (incorpora el pene bueno).
Al irse deja abierto el cajón lo que evidenció una disminución de sus ansie-
dades paranoides en la transferencia y fué un anticipo del abrir la boca y
darme los contenidos, es decir de hablar.
SESIÓN VIII. Cubre con tiza el pizarrón. Para pintarlo elige las tizas
más grandes y me da a mí las más pequeñas, a veces pedacitos inservibles.
Pone el pizarrón, la cocina, los paquetitos y las tizas sobre la mesa. Ella se
sienta, rodeada de todo y me manda a mí lejos. Me da cubos para que yo
juegue, pero cuando ha cubierto algo más de la mitad del pizarrón me pide
que la ayude. Deja de pintar y toma los cubos que me había dado y hace
con ellos puentes y túneles. Cuando le falla la construcción se angustia y
rompe todo. Interpreto que ella piensa que no puede arreglar las cosas que
ha roto en la mamá, el puente. el túnel y teme que la mamá le haga lo mismo.
Entonces quiere terminar de destruirla para que no pueda hacerle más daño.
Es un mecanismo típico del niño, que Melanie Klein ha descrito diciendo
que el objeto que no puede ser reparado se transforma en perseguidor.
Hace señales de desaliento como diciéndome "No sé hacerlo". Interpreto
que ella teme no poder arreglar las cosas porque piensa que está ella misma
desarreglada y rota. Niega con la cabeza. Sigo interpretando que necesita
imaginarme como alguien que le dé siempre cosas para meterse dentro y
que vigila a su mamá para saber si no le hace daño sacándome esas cosas.
(Cuanto más idealizada estoy yo, más perseguidora se hace la madre).
Trata de armar las vías, no puede y pide mi ayuda.
Toma el túnel, saca el lápiz de su chimenea (Cf. sesión III), se lo guarda
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 286

y hace andar el tren 'por debajo del túnel. Interpreto que piensa que si toma
para ella el pito del padre y las cosas que le da la madre va a ser sana y podrá
hablar y que si el padre no tiene pito ella puede dejarlo entrar en la madre
sin peligro.
Se va a cocinar y me pide ayuda. Debemos tomar cantidades pequeñí-
simas de aserrín, un poquito de mina, algo de cada cosa pero muy poco. Con
ayuda de la analista, que personifica para ella un pecho idealizado y mediante
la repetición del juego y la repartición en el mismo, tantea la realidad y busca
elaborar sus conflictos.
SESIÓNIX. Titubea ante los juguetes. No se decide a jugar. Me hace señas
de que le ponga todo alrededor como en la sesión anterior. Toma el lápiz azul
y comienza a pintar con mucha fuerza. Me lo muestra con gesto interrogativo.
" ¿Es el cielo?", le digo. Mueve la cabeza negativamente. Sigue pintando con
azul pero el movimiento ondulatorio y a veces encrespado que da a sus trazos,
me hace pensar en el mar. "¿Es agua?" le digo. Afirma. Agrego: "¿Agua
del mar?" Afirma. (La madre me había dicho que le tenía terror al mar).
Interpreto: "Me muestras el mar, que te da tanto miedo, para mostrarme que
todas estas cosas que están aquí a tu alrededor y que es lo que piensas que
tienen dentro, son para ti como el mar y también te dan miedo. Por eso las
tocas con cuidado y dea poquito y te asusta cuando te manchan o te caen
encima. Todos estos miedos son los que vamos a ver tú y yo aquí. Cuando
tengas menos miedo de mí podrás abrirme tu boca y darme tus palabras, así
como dejaste abierto para mí el cajón de tus juguetes. Lo que tú y yo hable-
mos será un secreto, como es un secreto entre tú y yo lo que guardas en el
cajón con llave para que nadie lo toque".
Me ha escuchado atentamente y es la primera vez que no ha contestado
con un "no" a una interpretación mía.
Vuelca el contenido de sus paquetes sobre el 'pizarrón. En la parte de abajo
y al medio comienza a hacer un caminito. Interpreto: "Ése es el caminito de
tu mamá y es una de las cosas que te dan miedo". Toma los lápices y los va
metiendo uno a uno en el caminito hasta llenarlo mientras pronuncia algo
que parece ser caeica. Le pregunto: "¿La casita de mamá 7" Mueve la cabeza
afirmativamente. Interpreto: "Así piensas que están dentro de mamá los pitos
de papá". Algunos pequeños aserrines han caído sobre su pollera y en el
asiento. Tiene gran ansiedad, se levanta, se sacude la pollera, saca los que
han caído sobre la silla y como no puede sacarlos a todos, cambia de silla.
Interpreto que ella ha deseado sacar todo eso a la mamá y vaciarla, Ahora
tiene miedo de que todas esas cosas le hagan mal a ella y tiene miedo de la
casita de mamá. Dice "i No!", claramente y acompañando el movimiento de
negación que ha hecho con la cabeza. También en esta sesión deja el cajón
abierto.
SESIÓNX. Trae un libro de su casa. Lo abre en una página donde hay
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287 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

una ronda de niños y niñas. Toma los lápices de colores, los arregla de mayor
a menor. Yo no debo tocar nada.
Pinta los trajes de las niñas con un color y cuando va a pintar el de los
varones titubea si sacar otro color. Cambia de idea y los pinta con el mismo
con el que pintó a las niñas. Interpreto que ella querría que los niños y las
niñas fueran iguales. Contesta: "¡Sí!" Interpreto también su curiosidad sobre
la diferencia entre las personas chicas y los grandes (los lápices alineados de
mayor a menor), que esas ideas sobre cómo son las niñas y los niños, los
grandes y los chicos, también le dan miedo. Toma un lápiz, hace como que va
a escribir y garabatea las hojas con una gran ansiedad.
Con el "no" y el "sí", primeras palabras que dice en su análisis, expresa
los cambios internos de su situación frente a los objetos proyectados en mí
en la transferencia.

Pienso que el "no" significaba un rechazo a las palabras que


salían de mí, así como un rechazo de los contenidos de la madre.
Expresaba su situación de rechazo general frente al mundo, cargado
de peligro por la proyección de sus fantasías agresivas. En el "sí"
recibía mis palabras dentro de ella, incorporaba partes buenas de
mí, las que le permitieron la estructuración de un mundo interno
nuevo. Podría decir que esta incorporación anunció el proceso de su
., 22
curaclOn .
Al transcribir estas 10 primeras sesiones he puesto el énfasis sobre
la relación transferencia]. Me asignó un papel que podría definirse
como de entrega altruísta de todos mis contenidos. (ef. sesiones I1,
III, IV, VII). Si le entregaba todo, ella podría contrarrestar la
imago perseguidora que la devora (el mar que la traga). (Cf. se-
sión IX).
Mi papel de perseguidora se observa en el hecho de que, cuando en
estas mismas sesiones en que yo le debo dar todos mis contenidos (la
mina y el aserrín de todos mis lápices, contenidos que ella guarda en
paquetitos y los controla) se le escapa fuera de su control omnipo-
tente un poquito de aserrín o de mina y se le cae en el traje o en el

22 FREUD, SrGMUND: La negación. T. Ll, pág. 10-12. Obras comp. en dos tomos. Edí-
torial Biblioteca Nueva. Estudia allí la negación como expresión del instinto de muerte y
la afirmación como el triunfo del instinto de vida.
Compara el "sí" con el aceptar, tragar, asimilar, incorporar y el "no" con el escupir.
el rechazar la vida.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 288

cuerpo, se desespera pidiéndome que se lo saque. (Cf. sesiones n,


I1lyVI).
En la medida en que esos contenidos míos escapan a su control
omnipotente me transforma en perseguidora. Todos sus juegos tienen
el denominador común de control omnipotente de los padres en coito,
para probar afuera lo que teme no poder controlar por dentro. (Cf. en
especial sesiones I y I1). En los juegos se rodea de sus paquetitos,
llenos de productos del coito pero los debe manejar ella y yo debo
quedar alejada (desconfianza paranoide},
En la sesión II se ve cómo, a consecuencia de las fantasías trans-
ferenciales de una madre idealizada con un pecho inagotable, ella
divide sus productos entre las hermanas y la madre (los paqueti-
tos), pero en seguida revisa mis cajones para corroborar si le puedo
reponer todo lo que saca de su interior.
En las sesiones III, VII, VIII se puso en evidencia el deseo de
castrar al padre para apoderarse de su pene y para evitar que penetre
en la madre.
En sus fantasías en el complejo de Edipo a veces ella queda con
lo más grande y priva a la madre. (Cf. sesión IV y VIII) ; otras veces
ella queda sin nada por la agresión de la madre (sesión VI-VII) o
porque debe reparar lo que ha robado. (Cf. sesión III).
A veces ejerce un control obsesivo sobre las cosas con lo que se
ven sus fantasías de reparación. (Cf. III).
Después de la sesión IV la madre me cuenta que muestra curio-
sidad por lo que hacen ellos en la cama, presentándoseles en el cuarto
por la noche. Esto puede interpretarse en relación con la transferencia:
mientras vive en su relación conmigo todas sus angustias persecuto-
rias, depresivas y reparatorias, disminuye la angustia frente a los
padres y puede investigarlos.
Desde la sesión VII hasta la X en que comienza a hablar deja el
cajón abierto, hecho que interpreto como un deseo de abrir su interior
y empezar a hablar.
Mediante la incorporación del pecho idealizado ella se tolera
robar el pene del padre porque ese pene es ahora, por la incorpora-
ción previa, un objeto de menor ansiedad para ella. Si tiene un pene y
un pecho dentro puede empezar a expulsar el pecho y el pene malo
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289 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

sin el peligro de caer en la desolación y, además, reparar las cosas


que pudiera destruir con su palabra.
El valor destructivo de las palabras que se evidenció en sus se-
siones se originó en la prohibición de su madre a pronunciar el nomo
bre de la hermana. Si diciendo su nombre podía hacerle mal era nece-
sario retener las palabras.

* * *
Expondré ahora otro caso en el cual se puede ver cómo los hechos
de la vida real se viven en la sesión de análisis y cómo se hacen sentir
en la transferencia.
Luis era un niño de 2 años que sufría de anginas continuas y
graves, que tenía trastornos del sueño y que comía muy mal. El apren-
dizaje del control urinario y fecal había fracasado y continuaba
rechazando el orinal.
Cuando Luis comenzó el análisis, su madre pensaba no tener más
hijos pues la maternidad le había resultado una catástrofe. Era una
mujer bonita, narcisista, para la que el niño era una fuente de per-
petuas heridas y humillaciones, en especial en su rivalidad con su
propia madre de la que dependía anormalmente. En lugar del varón
robusto y fuerte que había soñado exhibirle tenía este niño "pequeño
y pálido, con grandes ojos asustados". En lugar de un niño limpio y
bien educado tenía "este Luisito que orinaba y defecaba en el suelo
como un perro y que decía palabrotas y estaba siempre enfermo".
Me refirió cómo se deprimía y se sentía vejada cuando su madre
le hacía reflexiones sobre su incapacidad para educar a Luis y cómo,
entonces, ella descargaba sobre el hijo toda su rabia y frustración.
La enfermedad de su hijo era sobre todo una herida a su vanidad y
la humillaba confiar su hijo a otra mujer para que lo cuidara.
El padre era un hombre simpático y afectuoso. Trataba al niño
como una verdadera madre, lo consolaba, lo acariciaba, lo mimaba,
salvo cuando se interponía entre su mujer y él.
Sus sentimientos hacia el niño eran mucho más normales que los
de la madre y quería curarlo, pero estaba muy sometido a su mujer
y esto le traía conflictos en la relación con el niño y en el análisis.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 290

Luis no fué un hijo deseado. Fué concebido algunos meses des-


pués del matrimonio, y la madre, que era frígida, pensaba que este
embarazo precoz había impedido el curso normal de sus relaciones
con el marido. Durante el embarazo tuvo vómitos continuamente y
estuvo muy nerviosa. El niño nació con fórceps después de muchas
y dolorosas horas de espera. Después del nacimiento, pensó que las
preocupaciones que le daba el hijo y sus continuas enfermedades le
habían impedido llegar a una comprensión física y psíquica con
su marido.
Alimentó a Luis sólo 15 días. Primero tuvo grietas en el pezón
y luego un absceso que impidió la continuación de la lactancia. Tuvo
muy poca leche y como el niño sufría hambre el pediatra aconsejó
agregar un biberón desde los primeros días. Cuando se formó el
absceso, interrumpió bruscamente la lactancia y le dió solamente el
biberón. Luis fué circuncidado cuando tenía quince días, coincidiendo
esto con la privación del pecho. La evolución física del niño fué bas-
tante normal y vigilada regularmente por un médico.
Alrededor de los 8 meses comenzó a tener trastornos del sueño,
insomnio y crisis de pavor nocturno. Las anginas aparecieron más o
menos a los 11 meses. Los padres no recordaban el momento preciso
de la iniciación de este síntoma pero lo relacionaban con una época
en que estuvo muy nervioso, coincidente con el primer intento de que
controlase sus esfínteres. No aceptó nunca sentarse en el orinal para
defecar ni tampoco orinar de pie depositando su orina en el W. C. o
en el orinal. Orinaba y defecaba en el suelo y en pequeñas cantidades
cada vez. Esta dificultad se mantenía cuando inició el análisis.
Entre los 8 y 10 meses cuando ya acostado iba a dormirse. se
balanceaba de adelante hacia atrás haciendo un ruido muy pronun-
ciado que repetía en sueños y que era suficientemente fuerte para
despertar a sus padres. Éstos pensaban que el niño se masturbaba
durante "toda la noche" y estaban muy preocupados. En cuanto a
estos dos síntomas, ambos fueron muy severos con el niño.
La primera vez que vi a Luis tenía 2 años y 3 meses. Los padres
querían saber si se podría modificar su estado con un tratamiento
psicoanalítico y deseaban mi opinión, pero no estaban decididos al
análisis, aun cuando había sido aconsejado por el médico.
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291 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

El juego de Luis consistió solo en provocar inundaciones ha.


ciendo correr agua y dejando desbordar la pileta y en hacer bombas
de arena que tiraba en los diferentes rincones de la habitación pero
sin mezclar jamás las bombas y el agua. Separaba muy cuidadosa-
mente la arena del agua. Observé este comportamiento con gran aten-
ción ya que sus padres me habían dicho que él no aceptaba sentarse
en el orinal, que orinaba y defecaba en el suelo pero depositando
la orina de un lado y las materias fecales del otro y dividiendo a
menudo las materias fecales, depositada poco a poco y en diferentes
lugares. Ya en esta conducta mostraba, dividiéndolos, el dominio de
los perseguidores. El control mágico del objeto se hizo evidente en
el curso de las sesiones siguientes. Cuando terminó esta primera hora,
el cuarto tenía un aspecto de destrucción impresionante pues había
tirado las bombas contra las paredes, contra el techo, contra el suelo
y había mojado todo. En esta primera hora no quiso separarse de su
madre. La miraba continuamente para asegurarse de que ella estaba
allí, cerca de él. No nos dirigió la palabra pero mientras me hacía
participar en sus juegos mantenía a su madre apartada, identificán-
dome a mí con su síntoma y maldades y haciéndome participar
en ellos.
Cuando al día siguiente hablé con la madre le aconsejé el análisis
del niño. Los padres no se decidieron. El pediatra que había enviado
al niño continuaba tratándolo clínicamente aunque persuadido de que
la causa de las anginas estaba en relación con conflictos emocionales.
Tres o cuatro meses después de esta sesión única, el pediatra me
contó el hecho siguiente: lo habían llamado porque el niño tenía una
angina grave, con fiebre muy alta. Mientras él escribía en un recetario
la dosis de sulfamida que debían darle, el niño se incorporó en la
cama y le dijo: "Con esto no me vas a curar sino con la señora X y
sus juguetes". Los padres comentaron asombrados esta observación
sobre todo porque después de aquella primera visita nadie había
hablado de mí en la casa. En parte impresionados por este hecho y
en parte desalentados por el estado del niño, me llamaron para que
lo analizara. En este momento yo trasladaba el cuarto de análisis a
otra casa por lo que debieron esperar alrededor de un mes antes de
que pudiera recibir al niño. Además, cuando él comenzó su análisis,
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ARl\lINDA A. DE PICHON RIVIERE 292

el cuarto era diferente del que había conocido. En lugar del cuarto
sucio y destruí do que él recordaba, encontró una habitación recién
pintada y con juguetes nuevos. Faltaban algunos de los juguetes que
yo no trasladé al nuevo cuarto por considerarlos ya inútiles. Cuando
Luis entró, se echó hacia atrás asustado y me dijo: "Yo no te conozco".
(Debo señalar que la habitación estaba en el segundo piso, y que
cuando fuí a buscarlo a la sala de espera, me reconoció y se separó
voluntariamente de la madre). Su angustia surgió cuando entró en
la habitación. Quiso inmediatamente irse con su madre. Interpreté:
"Tienes miedo que del mismo modo que la habitación ha cambiado
yo también pueda cambiar y ser mala contigo". No respondió pero
me preguntó por qué no estaba el tren quemado que tenía en el otro
cuarto ni el latón con el que había jugado aquella vez. Era evidente
que el tren así como el latón en el que había hecho las inundaciones,
simbolizó para él mi tolerancia a sus pulsiones agresivas.
Después de haberme exigido el viejo tren y el latón, jugó con agua
y arena, diciéndome: "Tenés todo lo que no tengo en casa". Pero no
jugó como la primera vez, sino con una cierta desconfianza, tratando
de no ensuciar demasiado y tuvo que interrumpir varias veces sus
juegos para ir a orinar. Orinó en el suelo, en el cuarto de baño y en
pequeñas cantidades. Se acurrucaba en un rincón, me miraba con
ansiedad y suspicacia y orinaba a gotitas.
Miró los autos destruí dos y me preguntó quién los había roto,
agregando: "Son chicos malos".
Su dificultad para orinar, su actitud, su ansiedad y desconfianza
y su asociación después de ver autos destruídos en la sala de juego
cuando preguntó: "¿Por qué los autos están rotos? ¿Quién los rom-
pió?", evidenciaban que temía de mí un ataque a sus genitales.
Mostraba una gran desconfianza y el temor de que yo pudiese des-
trozar su "pito" y pensaba que si el cuarto era limpio yo sería
severa con él si lo ensuciaba. Para él, severidad y limpieza estaban
ligadas y transfería sobre mí la imago que él tenía de su madre
durante la educación de esfínteres y desconfiaba de mí, considerán-
dome capaz de hacerle mucho mal y de obligarlo a dar sus materias
fecales y su orina, que aunque peligrosas, eran las únicas armas
defensivas contra su madre y contra el medio.
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293 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

Este cambio de cuarto y el hecho de haberlo obligado a esperar


un mes cuando él estaba tan enfermo y me necesitaba, fueron dos
circunstancias que tuvieron una gran repercusión sobre la situación
transferencial. Por ejemplo, durante muchos meses no podía aceptar
un cambio de hora. La luz artificial o natural, encontrar otras gentes,
le provocaba reacciones agudas de ansiedad, originadas por el temor
de que yo también cambiase. El cambio de mi domicilio lo vivió como
causado por él, y la limpieza del nuevo cuarto como la prohibición a
realizar nuevas fantasías sádicas. El haberlo hecho esperar le condi-
cionó una intensa agresión y desconfianza.
Durante meses iniciaba las sesiones con una fantasía que no alcan-
zaba a interpretar hasta que lo vi a la luz de esa frustración inicial.
Me decía: "Ayer fué mi cumpleaños y vos no viniste; tenía torta con
velitas y vos no viniste. Venís mañana. Mañana es mi cumpleaños.
Voy a dar cine". Para él había una relación entre día de nacimiento
y día de iniciación del análisis y lo que me reprochaba era mi ausen-
cia cuando él quiso iniciar su análisis y yo no lo hice venir, trans-
formado en el tú TlIO viniste.
En muchas situaciones dolorosas recurrió a esa misma fantasía
relacionada posiblemente con lo que le hizo esperar la madre para
hacerlo nacer.
Durante muchas sesiones no destruía juguetes ni inundaba, sino
que me insultaba con las palabras más soeces y luego me preguntaba
con una voz angustiada: "¿Te puedo decir eso?" Tenía mucho miedo
de que yo hubiese cambiado y de que mi tolerancia a sus fantasías
agresivas se transformase en un castigo. La presencia del viejo tren
y del latón lo protegían mágicamente y lo tranquilizaban a veces en
su angustia, cuando aparecían esas necesidades irresistibles de insul-
tarme. Se acercaba al viejo tren destruí do y apoyándose en él, como
en un amuleto, me decía las palabras más soeces y agresivas.
Fué claro algunas sesiones después que él temía que las destruc-
ciones que había realizado con el agua y la arena fueran las que me
obligaron a mudarme y se hizo evidente que imaginaba haber des-
truído mi casa y mis hijos en el curso de sus primeras destrucciones.
Solamente después de la interpretación de sus deseos agresivos
contra la madre y contra mí, del miedo que sentía frente a nosotras
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 294

dos, fué que la transferencia positiva comenzó a expresarse con lenti-


tud y fuertemente mezclada de ambivalencia. En una sesión en que
él trataba de dominar las angustias que le causaba el orinal, jugó a
pasar el agua de un vaso a otro tratando siempre de que no cayese
ni una gota y me dijo: "Dame tu leche". Tomaba entonces un poco
de agua y tiraba el resto observándome con desconfianza. En realidad,
repetía conmigo su situación de niño anoréxico frente a la madre:
rechazaba lo que su madre le daba porque temía comer cosas que
le hicieran maL
Los que aceptamos que las fantasías inconscientes están activas
desde el comienzo de la vida y que cada frustración o gratificación
es vivida como sensación y elaborada como fantasía, estaremos tenta-
dos de ligar esta fantasía transferencial de pedirme leche, mientras
simbolizaba el control de esfínteres, con el daño que sintió que infli-
gían a sus genitales con la circuncisión. (Recordemos que el retiro del
pecho y la circuncisión fueron simultáneos). El no poder controlar la
orina es vivido por el niño como un daño en sus genitales. Cuando él
acepta simbólicamente el orinal (pene restituído), simbólicamente
acepta algo bueno de mi pecho para incorporar. Colocaba odio en la
comida y sólo cuando pudo luchar contra las fantasías sádicas de des-
trucción (retener la orina), pudo poner elementos positivos en mi
pecho e incorporarlo, pero sólo gota a gota, para probar por la reali-
dad, dividiendo y repitiendo la experiencia angustiosa. El tema de
la circuncisión se presentó en múltiples sesiones. Tenía conciencia
de que su pene era diferente del de otros niños y su angustia era mayor
porque su primo (judío, pero cuya madre analizada se negó a la cir-
cuncisión) le impedía aceptar la teoría de su padre que lo había
circuncidado porque era judío. La angustia de castración lo llevó a
un intento de vaginización haciéndose una herida en el meato. (Con-
frontar más adelante).
Después de la interpretación de sus fantasías paranoides y de su
temor de ser envenenado con la leche mala de la madre y con la mía,
comenzó a comer en la casa, pero realizando una separación de los
alimentos que repetía claramente sus angustias de expulsión de la
orina y materia fecaL Por ejemplo: si comía pan, no podía tomar al
mismo tiempo ningún otro alimento. Es como si necesitara probar una
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295 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁUSIS DE NIÑOS

cosa cada vez y no mezclar nada en su interior, temiendo que el unir


los alimentos dentro de él significase incorporar a los padres unidos
en coito 23.
En la época en que comenzó a tener sentimientos positivos hacia
mí, por ejemplo, cuando fingía beber mi leche, me preguntaba al irse
si yo podría dejar el cuarto tal como estaba sin modificar nada hasta
el día siguiente. Este deseo de mantener las cosas sin cambio expre-
saba su temor a que yo pudiese cambiar y transformarme en mala.
Cuando a través del tratamiento se hizo evidente el deseo de
reconstruir su objeto y de conservarlo, orinaba antes de entrar a la
sesión para hacerse inofensivo y no correr el riesgo de destruirme y
poder así introyectarme como objeto no dañado. Al mismo tiempo, en
sus juegos ensayaba su capacidad de restaurar los objetos destruidos,
comenzando a surgir en él deseos genitales, angustia de castración y
dudas sobre las capacidades positivas de su pene. Por ejemplo, du-
rante una de las sesiones de esta época observó atentamente la loco-
motora en la que el enganche estaba destruído y trató de engancharla
al vagón. Cuando lo consiguió me pidió la cartera, vació su contenido
y tomó mi lapicera, interpreté su juego como un deseo de estar autori-
zado a penetrar en mí y a recuperar el pene perdido. Luego tomó una
locomotora mecánica, le dió toda la cuerda, observó el movimiento y
escuchó el ruido. Este juego estaba en relación con la masturbación
y se lo interpreté vinculándolo a sus fantasías sobre el coito de los
padres. La disminución de sus fantasías sádicas y el incremento de
su creencia en la capacidad de reparar, lo llevaron a aceptar lo que
sus padres hacían juntos y a que él tolerase su masturbación y sus
fantasías.
Me pidió entonces dibujar locomotoras con vagones enganchados
y comenzó a interesarse por el reloj. Lo observó y luego me pidió que
le explicara el funcionamiento, juego que le interpreté en relación
con la curiosidad sobre el funcionamiento de su cuerpo y en especial
de los genitales.
23 Sus síntomas (insomnios, pavor nocturno y masturbación compulsiva) tenían
un denominador común que era la fantasía de los padres copulando en coito sádico.
Por otra parte, es frecuente en los niños la teoría de que si lo que sale de su cuerpo
es malo y feo es porque le han metido dentro cosas malas y feas, y si ellos han salido
mal, era malo 10 que sus padres pusieron dentro para hacerlos.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 296

En otra sesión jugó a calentar el horno de una cocinita y a meter


dentro muñequitos para ver si se quemaban. Prendió velas y observó
si se cortaban al quemarse; trató luego de reconstruírlas al tamaño
original. Todos estos juegos significaban su necesidad de experimen-
tal': "¿ Qué pasa cuando las cosas queman?" Son experiencias que
denunciaban la angustia de lo que podía sucederle a su cuerpo y a su
órgano caliente por la excitación. Estas fantasías estaban latentes
también en el juego del horno que significaba: "¿ Qué pasa en el
vientre caliente (excitado) de la madre y de la analista?"
Al mismo tiempo daba un material cada vez más claro sobre sus
dificultades con el orinal; temía que la orina y las materias fecales,
al mezclarse, produjeran un explosivo peligroso. Unir arena yagua,
fecales y orina, era para él hacer explosivos y destrucción. Toda unión
era para él peligrosa de acuerdo a su fantasía sádica del coito de los
padres. Así, para hacerlas inofensivas, consideraba necesario no mez-
clarlas lo que no era posible en el orinal.
Mezclar la orina con las materias fecales era para él repetir la
peligrosa unión de su padre y de su madre, peligrosa por la proyec-
ción de sus impulsos agresivos nacidos de los primeros estadios de
la formación de su complejo de Edipo,
En Luis se veían claramente las variaciones velocísimas de las
imagos personificadas en el juego y en la transferencia, de buenas
en malas, de enemigas en aliadas y cómo actuaban los mecanismos
esquizoides depresivos y paranoides.

Por ej. durante una sesión toma una caja de construcciones y hace un
tren. Dice: "Aquí voy yo, papá y vos. ¡No! ¡También va Josefa!" (es una
niñera a la que el niño teme y odia). En una de sus fantasías de masturbación
decía "Tengo que balancearme siempre, siempre, si no Josefa se enoja".
Es evidente que yo he sustituído a la madre y que agrega a Josefa para
que mediante la división de objeto yo pueda permanecer junto a él sin ser
peligrosa. Su cara es alegre y se excita en la medida en que va agregando
vagones al tren.
Pone los ladrillos más gordos uno junto al otro, tiene una crisis de ansie-
dad y me grita "Pistolera, sos sonsa, mala, conchuda de mierda". Súbitamente
me besa y dice "Sos un churro, linda" y luego explota en una crisis de ansie-
dad y me dice "Te voy a matar, a destripar, a romper, a romperte la casa,
los juguetes, todo", excitándose cada vez más. Queda un segundo en silencio
y me dice: "¿Puedo?"
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297 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

Me pregunta luego por qué no estoy más en la otra casa y mientras pre-
gunta, su expresión es muy ansiosa. Interpreto que él teme haber destruí do
todo en el cuarto anterior cuando jugó con la arena y el agua y que piensa
que eso me ha obligado a irme de allí. Teme repetir aquí lo mismo, destrozarlo
todo, quedarse sin mí y que yo le haga a él lo mismo.
Vemos cómo, mediante juegos, elabora en la transferencia sus emociones
frente a los padres unidos. El tren que lleva a la madre y a él es la personi-
ficación suya cuando observa las relaciones de los padres, el identificado con
la madre. Los vagones agregados a la locomotora, que a medida que aumentan
incrementan su odio y ansiedad, es la repetición de situaciones ya vividas.
Veremos entonces cómo un acontecimiento de la vida diaria, una visita
que me hizo el padre, incrementó todas las situaciones latentes. Cuando el
padre regresó a su casa, me elogió e hizo bromas algo eróticas delante del
niño, despertando sus celos y su odio como se vió en la sesión subsiguiente.
Entonces, toma el material con que había representado el tren y lo reparte
en partes iguales entre el padre y él. Me dice: "¿ Sabés lo que dice mi papá?
Que sos macanuda. No" no, no sos macanuda. Sos una loca. ¿Sabés una cosa?
Ahora vengo a menudo, a menudo, a menudo, a menudo, macanudo". Aquí
las dificultades de la simbolización verbal se explican por el incremento- de la
agresión 24. Y determinan también una inhibición de juego.
Quiere que el tren .de cuerda ande con todos los vagones. Se interesa
mucho por los enganches. Saca punta a los lápices pero cuando está larga
la corta y busca otra. Mientras hace eso se desabrocha el pantalón y me
muestra su pene en erección. Dice: "Es mi pompón".
Interpreto que teme que pueda hacerle a su "pompón" lo que él hace
con los lápices y lo que le hicieron con el "tajito".
Toma la caja de construcciones y busca hacer una casa en que junto a
los palos largos haya siempre palos muy chiquitos. Interpreto que él compara
su "pompón" con el del papá. Me pregunta la hora y dice: "Dame tu leche,
vos tenés todo, yo soy pobre; ¿no ves que soy pobre?" Interpreto que él
piensa que estoy llena de todas las cosas buenas que me da el padre y que
él tiene celos y envidia como tuvo celos y rabia cuando pensaba que sus

24 El fracaso en el proceso de la simbolización se produce por una defensa exce-


siva y prematura del yo contra el sadismo impidiendo el establecimiento del contacto
con la realidad y anulando el desarrollo de la vida de las fantasías. No existiendo
entonces una posesión y exploración sadística del cuerpo materno y del mundo exterior
(el cuerpo de la madre en su sentido más amplio) cesa en forma casi total cualquier
relación simbólica con las cosas y objetos que representan el cuerpo de la madre y,
por consiguiente, el contacto del sujeto con su ambiente y con la realidad en general.
Es el incremento anormal de las tendencias destructivas y en consecuencia de la
ansiedad lo que puede determinar un fracaso en el proceso de simbolización. También
cuando los símbolos están dotados de toda la angustia del objeto original deben ser
reprimidos o negados, si el ser "como algo" llega a ser "algo".
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 298

padres estaban juntos, se daban ricas cosas mientras él estaba solo y se


sentía triste.
Él pensaba que el padre me quería. Me tenía rabia y celos por eso y
quería hacerme daño y sacarme todo. Quería irse por miedo a hacerme daño.
Estos pensamientos, sentimientos y fantasías, se expresaban en su juego con
el tren, el que incluye siempre a tres personas. Fluctúa entre enganchar la
locomotora y los vagones, sacar los vagones y dejar la locomotora sola, hacer
chocar la locomotora con los vagones y no hacer funcionar el tren sino obser-
var cómo se descarga la cuerda. Culmina en un juego en el que toma una
gran locomotora que representa a su padre; engancha un vagón que repre-
senta a su madre y a mí; lo desengancha con violencia colocando en su lugar
una pequeña locomotora muy rápida que había elegido para representarse a
sí mismo. Lo que atacaba en los vagones (que representan a la madre y a mí)
era la parte mala que él había puesto en nosotros por sus celos, envidia y frus-
tración. En su destrucción era eso lo que quería eliminar.

Ese día su pediatra me relató que el niño había hecho un intento


de formarse una vagina en el pene haciéndose una herida en el meato
urinario. Durante esa y muchas otras sesiones interpreté sus sentimien-
tos hostiles hacia mí y hacia su madre, su rivalidad con la mujer, su
necesidad y su deseo de ser penetrado y amado por su padre. Fué sólo
después de estas interpretaciones que el complejo de Edipo positivo
comenzó a presentarse de nuevo de una manera más clara y per-
sistente.
En este momento de su tratamiento otro acontecimiento de la
vida real modificó una vez más el curso de la transferencia, refor-
zando sus dudas y sus temores frente a mí: un nuevo embarazo de
la madre.
Quisiera señalar por qué esta madre que no quería tener más
hijos tuvo en esa época en que Luis empezó a expresar libremente su
transferencia positiva y su excitación genital un deseo tan irresistible
de tener otro hijo.
Las razones de su segundo embarazo se aclararon bastante después
de haber conversado largamente con ella. Temía perder a su hijo y
quería reencontrarlo en un recién nacido y al mismo tiempo vengarse
del abandono. Si Luis cambiaba a su madre por otra, ella cambiaría
.a su hijo por otro. Esta conducta de la madre era una contraprueba de
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299 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

la capacidad de transferencia del niño y de la intensidad de los senti-


mientos que se habían despertado en él.
El embarazo de la madre despertó en Luis sentimientos muy agre-
sivos contra ella y contra mí en la transferencia. Llegó a tirarme los
juguetes a la cara, insultándome.
Hizo tentativas de suicidio como tirarse por la ventana del cuarto
de análisis. Su intento de proyectar al exterior su agresión a fin de
preservarse y el temor de que el objeto destruí do se vengara en él,
volviéndose contra él, habían fracasado. Arrojándose fuera quería
escapar a la persecución 25.
Cuando la madre le confirmó su embarazo, simultáneamente a una
infección provocada por su intento de feminización (lo que le pro-
ducía ardores cuando orinaba, ardores que él consideraba un castigo
por su intento de tomar el lugar de la madre y de recibir dentro de él
el pene del padre) se puso en un estado de creciente angustia.
En una de las sesiones de esa época, escondido en un rincón, can-
taba "ella no me quiere porque soy malo, vaya morir". (Cf. se-
sión XL).
J ugaba conmigo a las escondidas con el significado de dominar
la angustia de haber perdido a su madre y de encontrarla a voluntad
en sus juegos. (Cf. XL.)
La interpretación de sus angustias por haber destruido a la madre
y por estar abandonado, lo alivió en la medida en que las represen-
taba en sus juegos. La situación de transferencia fué muy difícil de
manejar. En todas las sesiones tuvo crisis de angustia y quiso irse.
Jugaba a matar o a matarse insultándome con palabras soeces. Otras
veces él era un animal salvaje que quería comerme y yo debía salvar-
me. Me escondía y cuando él me encontraba (era él quien decidía el
momento), se había vuelto bueno y yo no tenía nada que temer. Por
el control omnipotente de lo externo, estaba tratando de dominar su
situación interior. Este juego prueba una intensificación de sus ansie-
dades paranoides frente a sus perseguidores internos y externos. Reco-
menzó a tener anginas e interpreté su enfermedad como un intento

25 Frente a esta difícil situación, así como frente a otras similares en las que el
analista o el analizado están en peligro real, se impide la acción y al mismo tiempo
se interpreta.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 300

de destruir la parte mala de su madre dentro de él, para preservarla


en la vida real como buena.
Sus sentimientos positivos afloraron nuevamente en la transferencia
así como su excitación genital, acompañada, claro está, de grandes
angustias y de dudas sobre mí. Desde el momento en que supo que su
madre estaba embarazada, comenzó a preocuparse y a estar muy
celoso de mis hijos. Fué entonces que hizo la fantasía de haberlos
matado en la primera sesión cuando él inundó y bombardeó la habi-
tación. Puso a prueba mi capacidad y mi voluntad de ayudarlo ha-
ciendo varios intentos de lastimarse. Otras veces traía juguetes de la
casa, pidiéndome que se los guardase. Cuando algunos días después
los veía sanos expresaba una gran alegría y me besaba tiernamente.
Significaba esto para él que podía contar conmigo porque yo era
capaz de guardar en mí sus partes buenas. Según Melanie Klein
ésta es una de las bases de la dependencia del hijo con la madre 26.
Como en el caso de Marta deseo transcribir algunas de las sesio-
nes de análisis que aclaran los mecanismos y contenidos a los que me
he referido.
Antes daré una rápida visión de los resultados del análisis. Luis
consiguió control diurno y nocturno; la anorexia desapareció; dismi-
nuyó la predisposición a las anginas, las que dejaron de ser el medio
de expresión de sus conflictos; las amígdalas disminuyeron notable-
mente de tamaño. La elaboración de sus celos, de su envidia y de su
odio, desencadenados por el embarazo de la madre y vividos conmigo
en la transferencia, permitieron una buena adaptación cuando nació
el hermano y que primaran en él los vínculos positivos de alianza.
Su relación con los padres se hizo cordial, se adaptó a la vida escolar
y no ha tenido trastornos de aprendizaje.
Su entrada al período de latencia y su buena adaptación a las
exigencias de esa edad (convivencia y aprendizaje escolar), fueron el
índice del éxito del análisis, más que la desaparición de los sínto-
mas. Hace 4 años que terminó el análisis que duró 2 años y medio a
5 sesiones semanales.

26 KLEIN, M.ELANIE: Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Rev. de Psico-


análisis. T. VI, N° 1, 1948, págs. 82 y sigo
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301 LA TRANSFERENCIA
EN EL ANÁLISIS
DE NIÑOS

Relato de las sesiones

SESIÓNXL. Viene muy agresivo. Se encarama en el mueble de juguetes,


saca todo con violencia y lo tira. Interpreto: "Sacas los juguetes del armario
porque quieres sacar de la barriga de mamá al hermanito y además destruir
todos los juguetes para que ningún otro chico venga a jugar conmigo, como
quieres destruir a los chicos que piensas que hay en la barriga de mamá".
Orina, expresando así otra forma de destrucción. Juega a sacar punta a
los lá:pices, y los rompe a todos. Se angustia. Me pide jugar a las escondidas.
(En este juego yo soy la madre destruída, desaparecida, re'parada, encontrada).
Interpreto que necesita asegurarse que no ha destruido a la: madre ni a mí
ya que cada vez vuelve a encontrarme.
Va a la arena, hace pozos y dice: "Está lleno de gusanos, los vaya tirar".
Hace como si los echara por el W. C. y tira la cadena. Interpreto que su rabia
y celos es por el posible nacimiento de su hermano. Pide lavarse las manos,
pasa más de diez minutos refregándolas con agua, jabón y cepillo y le parece
que nunca están limpias (agresión-culpa y reparación). Este juego es una
evidente simbolización más libre y más cerca de lo simbolizado. Al hacerse
más evidentes los contenidos de sus fantasías se hace mayor la culpa y debe
recurrir a un síntoma de lavado de manos para lavar el crimen.
Mientras se lava, derrama grandes cantidades de agua en el piso, me
pregunta si es su hora, y dónde están mis hijos. Interpreto que también tiene
rabia porque yo recibo a otros chicos y porque tengo otros hijos, que desearía
ahogar y destruir a todos pero que le da miedo repetir ese juego que hizo en
el viejo cuarto de la primera hora, ya que había temido deshacer todo. Por eso
quiere irse. (La vuelta de lo reprimido, el crimen, se expresa esta vez en la
situación transferencial: su fantasía de haber matado a mis hijos y de matar a
mis analizados).
Comienza a jugar con construcciones. Mientras lo hace diee : "¡Quiero
morir!, ¡morir!, ¡morir! Ella no me quiere porque soy malito". La ansiedad
depresiva surge del temor a no poder reparar e intenta vencerla jugando
nuevamente a las escondidas.
Antes de irse mete el jabón en la arena, de donde sacó y mató al her-
mano. Me pide que lo guarde allí, que lo ayude a mantener escondido su
secreto entre los dos. Al mismo tiempo expresa el temor de que algo cambie
cuando él vuelva a verme.
SESIÓNLVI. Se sube al armario y tira todos los juguetes. Toma autitos,
les pone y saca las ruedas. Mientras tanto me dice: "¿ Qué hacen el búfalo,
el león, el tigre?" y sigue nombrando animales feroces.
Interpreto que él quiere saber qué son esas cosas salvajes que siente dentro
de él cuando tira y rompe los juguetes (niños, de la madre v míos). Me pre-
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ARMINDAA. DE PICHON RIVIERE 302

gunta: "¿ Querés a los chicos malos? Mi mamá no quiere a los chicos malos".
Vaa orinar. Al volver me dice: "Mi papá no te conoce".
Intenta negar su destructividad y sus consecuencias utilizando la negaclOn
de una situación que le fué muy penosa y que lo llevó a una irrupción de las
tendencias agresivas contra la madre y contra mí.
"Mi papá no te conoce" quiere decir para él "yo no te he destruido",
Continúa: "Un chico me dijo que sos una mierda" (proyección en otro
para que sea menos peligroso). Sigue: "¿ Qué hace Robertito?" (Robertito
es el compañero de juegos sexuales con el que ha comparado muchas veces,
sus genitales. Continúa diciendo: "¿Vos sabés lo que hace?, ¿Vos sabés lo
que hace mi primo Alex? (Es un primo a quien yo he tratado, así como a
su hermana).
Expresa la desconfianza de que yo cuente las cosas que él hace y proyecta
su omnipotencia en mí : "Yo sé todo, puedo ver todo".
Sigue diciendo: "Ayer fué mi cumpleaños. ¿ Por qué no viniste a mi cama,
casa?" Hace un lapsus y cuando quiere decir "casa" dice "cama". "¿ Cómo
dormís vos? Yo duermo así y simula que ronca". ("Yo sé hacer ruido, yo
sé coger").
Se levanta, construye una estación con cubos y dice: "¿ Me regalás un tren
el día de mi cumpleaños?" ("me vas a dejar entrar en vos"). Sigue diciendo:
"Compráme un auto de bombero" ("apagáme el calor que tengo").
En la medida en que va descargando sus fantasías agresivas aparecen
deseos genitales. En la negación "papá no te conoce" está también la negación
del padre como rival. En esta sesión se hicieron evidentes múltiples mecanis-
mos de defensa: negación, proyección, huída en la fantasía (huída hacia el
objeto interno idealizado).
SESIÓN XXXIX. Entra preguntándome: "¿ Tenés chiches nuevos?"
Toma la locomotora y la engancha al vagón. Da cuerda a la locomotora,
toma la carbonera (la madre llena de cosas) y la hace rozar y chocar contra
aquélla.
Separa la locomotora de la carbonera y engancha dos locomotoras juntas
y después dos vagones juntos. Interpreto que él querría que el papá se juntara
con él y las mamás con las mamás. "Claro", dice.
Arma las vías, pone el tren y el vagón grande enganchado. Toma luego
un vagón chiquito con el que suele representarse y lo pone solito dentro de
las vías, pero fuera de ellas. "Está enfermo", dice. "Tiene fiebre". Interpreto:
"Así te sientes tú cuando papá y mamá están juntos y enganchados, tienes
calor, te parece que estás enfermo y abandonado".
Toma la locomotora grande, la engancha al vagoncito chico y lo hace
salir fuera de la vía, hacia un rincón de la habitación. Interpreto su deseo de
irse con el padre. "Sí", dice, "porque es bueno".
Toma la tetera y comienza a servir té en las tacitas: "Esto es lo que yo
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303 LA TRANSFERENCIA
EN EL ANÁLISIS
DE NIÑOS

quería; sos buena", Interpreto "Si mamá y yo te damos el lindo pito de papá
piensas que podrías orinar en el W. C." (el pito de la tetera, su pene, el del
padre). La taza lo representa a él en el papel femenino y también al W. C.
"A ella, eso le gusta. Cuando me orino se enoja. Soy malo, todos los días soy
malo". Da vuelta el reloj y me dice: "Me quedo con vos, no sabés la hora".
En la situación transferencial hay dos hechos importantes. La primera
pregunta "¿ Tenés chiches nuevos ?", es lo que quiere omnipotentemente que
yo le dé: el pito del padre. El mecanismo de su homosexualidad es recibir del
padre para aprender a ser potente.
El dar vuelta el reloj y decirme "ahora me quedo", es la expresión de la
frustración en la sesión analítica. Su deseo de quedarse surge del miedo que
tiene a la madre real por la proyección de todas sus fantasías de robo que
han sido el eje de la sesión.
Quiere quedarse para que le dé un pito y para que lo protej a contra
la madre.
SESIÓNXXXV. Cocina y luego finge que comemos los dos. Comienza
ofreciéndome comida, muy cariñosamente, pero en seguida me tira la taza
con violencia y dice: "Mirá, si no cornés te doy una patada en el traste. Si
comés te doy besitos",
Me deja comiendo y se va a quemar papeles a la habitación de al lado.
Comienza a hacer una casa, se interrumpe y me dice: "¿Por qué no están
tus chicos?" Abandona la construcción y va al cajón de arena. Me pide que
le saque las botas y las medias (mientras lo hago, se tira un pedo).
Toma una muñequita pequeña, la baña y luego la tira a la arena. Se mete
él en el cajón de arena, me pide que le eche agua, toma la muñequita, la saca
del cajón y la tira al suelo llamándola mala. Interpreto el deseo de entrar
otra vez en la barriga de la mamá y de echar a la hermanita. Dice: "Sí, pero
a mí mamá le va a doler".
Queda adentro de la arena pataleando como un bebito y haciendo una
especie de canto laleo.
Pide una muñeca y un muñeco que es para él "el maestro". titubeando si
mete a uno o al otro (el padre o la hermana) en el cajón de arena.
Pone la muñeca, pide más agua y dice: "Nene, en el agua yo también".
es decir que habla como si fuera más chiquito.
Es la hora y cuando le aviso que debe irse, me dice: "¿No me das tu
estufita?". Interpreto que él necesita llevarse algo de mí qne le dé calorcito,
cariño, para ayudarlo si llegara a sentirse triste y enojado con la madre
cuando sale de su sesión.
Saca una galletita del bolsillo y se va comiendo.
En la situación de transferencia ha expresado celos de mis nmos y celos
de los niños de: la madre. Y la 'necesidad de llevar algo bueno de mí para
luchar contra la imago aterradora de la madre, embarazada y odiada.
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 304

Conclusiones

He buscado demostrar con este trabajo que la capacidad de hacer


transferencia es espontánea en el niño si se emplea la técnica de juego,
manteniendo la situación analítica, es decir que el analista no tome me-
didas educacionales, que interprete la transferencia negativa y positiva
y que no exija al niño ver en la figura del analista un objeto ideali-
zado omnipotente.
Los dinamismos de la transferencia y su manejo son los mismos
en las tres edades y el análisis de la transferencia es en cada una, el
análisis de su fantasía del mundo interior, pero varía el modo de pre-
sentarse la situación transferencial.
He elegido el material analítico de niños menores de 6 años por-
que en esa edad la ansiedad es más aguda y los impulsa a permanentes
simbolizaciones que los alejen de los objetos originarios y porque los
papeles que hacen jugar al analista ya los juguetes son más evidentes:
son como imágenes que en un espejo reflejan su mundo interno.
En el primer caso 27 he querido destacar, en especial, cómo la niña
vivió en la transferencia todas las emociones, fantasías y defensas que
acompañaron su aprendizaje de limpieza y su trauma por el nacimien-
to de la hermana y cómo la remoción de estas situaciones y sus afectos
en la transferencia determinaron una regresión a la época del origen
de su síntoma, como lo vivió y lo resolvió en la transferencia.
En el segundo caso, en cambio, me interesó mostrar cómo lo exter-
no y actual es traído también a la relación transferencial y cómo la
repetición, en la transferencia, de sus celos, angustias, odio y culpa,
provocados por el embarazo de la madre, hicieron que el niño elabo-
rase la situación, adecuándose a la realidad y que los vínculos posi-
tivos con su madre, padre y hermanos se hicieran posibles.
Espero haber mostrado que los mecanismos de personificación
en el juego y en la transferencia son, como ha dicho Melanie Klein,
múltiples y rápidamente cambiantes en sus opuestos y que se originan
en la división y proyección de las imagos originarias.
27 La estructura general de este caso puede incluirse dentro del grupo, de los niños
con "aut ismo precoz infantil'" y el historial completo será expuesto en un próximo trabajo.
Aquí he tenido en cuenta sólo algunos aspectos de la transferencia.
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:305 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

RESUMEN

En la base del problema de la transferencia, en el análisis de runos, está


el de la técnica empleada: el juego. Freud descubrió que la compulsión a repetir
situaciones traumáticas en el juego, elaborándolas por la repetición y la acción,
es la base de la actividad lúdica. La tendencia a jugar ha sido estudiada por
Melanie Klein como una consecuencia de la ansiedad aguda del niño, la que
lo impulsa a continuas simbolizaciones y personificaciones para probar en la
realidad lo que es interno, proyectándolo, repartiéndolo y repitiéndolo. Las
dos ideas se complementan, ya que la ansiedad es la que pone en movimiento
la compulsión de repetición. Mediante simbolizaciones y personificaciones se
hace posible el juego con juguetes, objetos y personas del mundo exterior.
Un mecanismo fundamental en la actividad del juego es separar las diferentes
identificaciones que trabajan en el niño para formar un todo. A través de la
división en papeles, logra expulsar al padre, a la madre y a los objetos que ha
incorporado en la elaboración del complejo de Edipo y que ahora lo torturan
con su severidad. El placer que siente jl::jando se deriva, en parte, de esta
expulsión. Cuando juega, el niño expresa fantasías, deseos y experiencias, utili-
zando un modo simbólico por medio de juguetes y de actos. El juego significa
para él un juicio por la realidad de temores fantaseados y así puede superar
los sentimientos de pérdida, inherentes a su primer desarrollo. El impulso a
superar la situación depresiva lo lleva a desplazar sus angustias e intereses
sobre múltiples objetos. Probarlos por la realidad e intentar modificarlos y
controlarlos es otro de los mecanismos que impulsan al niño a jugar. El juguete,
por su pequeñez, por su semejanza con la realidad, por ser dado al niño.
hace que sea el instrumento para la ejecución de estos mecanismos. La com-
pulsión a repetir las primeras relaciones de objeto hace posible la espontánea
transferencia del niño. Cuando el revivir la relación de objeto con el analista
se hace demasiado peligrosa por el incremento de las primeras ansiedades
depresivas o paranoides, es la resistencia la que se opone a esa tendencia de
repetir. La interpretación de la transferencia negativa, retrotrayendo los afec-
tos a los objetos originarios, alivia la ansiedad transferencial y hace posible
la continuación del análisis. En el juego y en la transferencia operan imagos
con características fantásticamente buenas y malas que corresponden a esta-
dios intermedios del superyo amenazador y que se originan en las primeras
identificaciones que son totalmente diferentes al objeto real. Se personifican
en el juego del niño, en los juguetes y en los papeles que hace desempeñar al
analista, lo que nos da una idea de la formación del superyo. Estas caracterís-
ticas del juego lo convierten en instrumento para repetir las primeras relaciones
de objeto (origen del superyo) y para probar la realidad, por las técnicas de
división, identificación proyectiva, simbolización y personificación. La inter-
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 306

pr etación transferencial, retrotrayendo las angustias a los objetos ongmarios


permite la modificación de las primeras imagos terroríficas. Por otra parte el
progreso en el desarrollo de la libido facilita la elaboración de imagos honda-
dosas y la síntesis entre las diferentes partes del superyo se hace posible en la
medida en que hay un menor clivaje entre las imagos idealizadas y las
perseguidoras.
Ilustro estos puntos de vista a través del análisis de dos casos: el de una
niña de 6 años con inhibiciones de lenguaje, anorexia y enuresis y el de
un varón de 2 años y medio que padecía de anginas frecuentes, de pavores
nocturnos, de anorexia y de incontinencia de orina y fecales.

SUMMARY

Translerence in Child-Analysis.

A basic factor in the problem of transference in child-analysis is that of


the technique employed, viz: play. Freud diseovered that the compulsion to
repeat traumatic situations, elaborating them by repetition and action, is
the basis of play activity, Melanie Klein has studied the child's tendency to
playas a consequence of his acute anxiety, which drives him to continual
symbolizations and personifications in order to test out in reality what is
internal, by projecting it, dividing it up, and repeating it. The two ideas
complement each other, ,as it is anxiety that sets the repetition-compulsion
going. Play with toys, objects and persons in the external world is made pos-
sible through symbolizations and personifications, One of the fundamental
mechanisms, play-activity, consists in separating the diverse identifications
that work in the child in order to form a whole. By means of division into
roles, the child isable to expel his father, his m~ther and the objects he
incorporated in the elaboration of the Oedipus Complex, which now torture
him with thcir severity. The pleasure the child gets out of playing is partly
to be derived from this expulsion. ~Thile plaving, the child expresses phantasies,
wishes and experiences in a symbolic way by means of his toys and actions,
Play signifies for him a reality- testing of his imaginative fears, and in this
way he can overcome his feelings of loss, inherent in his early development.
The impulse to overcome the depressive situation induces him to transfer his
anxieties and interests to multiple objects. To submit them to the test of reality
and to try to modify and control them is another mechanism that prompts the
child to play. Toys, on account of their smalI size, their likeness to reality and
the fact that they are given to the child, are the instruments for the execution
of these mechanisms. The compulsion to repeat the first object relations makes
the child's spontaneous transference possible, When the revival of the object
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307 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

reIations with the analyst becomes too dangerous on account of the increase
of the depressive or paranoid anxieties, resistan ce opposes the tendency to
repeat. Interpretation of the negative transference, by retroverting the affects
to the original objects, al1eviates the transferential anxiety, and enables one
to continue analysis, In play and in transference, imagos operate with phan-
tastical1y good or bad characteristics, with correspond to intermediate states
of the threatening Super-Ego, and which arise from the first identifications,
which are total1y different from the real object. They are personified in the
child's play, in toys and in the róles he makes the analyst perform, and give
us an idea of the formation of the Super-Ego. These characteristics transform
his play into an instrument for the repetition of the first object relations
(origin of the Super-Ego) and for reality-testing by means of the techniques
of division, projective identification, symbolization and personification. The
interpretation of transference by retroverting the anxieties to the original
objects, permits the modification of the primary terrifying imagos, On the
other hand, the process of libido development facilitates the elaboration of
tolerant imagos, and the synthesis between the different parts of the Super-
Ego hecomes possible according to the lesser cleavage between the idealized
and persecuting imagos.
The author illustrates these viewpoints by means of the analysis of two
cases. one of a six-year-old girl with speech inhibitions, anorexia and enuresis,
and the other of a thwo-and-a-half-year-old boy, who suffered from frequent
anginas, pavor nocturnus, anorexia, and urinary and faecal incontinence.

RÉSUMÉ

Le transjert dans la psychanalyse d' enlants,

A la base du probléme du transfert, dans la psychanalyse d'enfants, il


existe ceIui de la technique employée: le jeu. Freud a découvert que la com-
pulsion de répéter des situations traumatiques dans le jeu, en élaborant par
la répétition et par l' action, est la base de l' activité ludique. La tendence a
jouer a été étudiée par Melanie Klein, comme étant une conséquence de
l'anxiété aigüe de l'enfant, qui le pousse a de continuelles symbolisations et
personnifications pour éprouver dans la réalité, ce qui est intérieur, en le pro-
yectant, en le divisant et en le répétant. Les deux idées se complettent puis-
que l' anxiété est ce qui déclanche la compulsion de répétition. Moyennant des
symbolisations et des personnifications, le jeu avec des jouets, des objets et
des personnes du monde extérieur devient possihle, Un mécanisme fondamen-
tal, 1'activité du jeu, consiste a séparer les différentes identifications qui tra-
vaillent chez l'enfant pour former un tout, A travers la division en róles, il
parvient a expulser le pére, la mere et les objets qu'il a incorporé dans l'élabo-
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 308

ration da Complexe d'CEdipe et qui, maintenant, le torturent avec leur sévérité.


Le plaisir qu'il sent en jouant dérive, en partie, de cette expulsion. Quand il
joue, l'enfant exprime des fantaisies, des désirs et des expériences en emplo-
yant un mode symbolique, au moyen de jouets et d'actes. Le jeu signifie pour
lui un jugement, par la réalité, de craintes imaginées, et c'est ainsi qu'il peut
surmonter les sentiments de perte inhérents a son premier développement,
L'impulsion de surmonter la situation dépressive le mene a déplacer ses angoi-
sses et ses intéréts sur de multiples objets, Les éprouver par la réalité, et tenter
de les modifier et de les contróler, est un autre des mécanismes qui pousse
l'enfant a jouer. Le jouet, parcequ'il est de petite taille, parcequ'il est semblable
a la réalité, parcequ'il est donné a l'enfant, se trouve étre l'instrument pour
l'exécution de ces mécanismes. La compulsion de répéter les premieres relations
d'objet rend possible la tranfert spontanné de l'enfant. Lorsque revivre la rela-
tion d'object aves I'analyste devient trop -Iangereux, a cause de l'accroissement
des premiéres anxiétés dépressives ou paranordes, c'est la résistance qui vient
s'opposer a cette tendance a répéter. L'interprétation du transfert négatif, en
rapportant les affects aux objets d'origine, soulage l'anxiété de transfert et
permet de continuer l'analyse. Dans le jeu et dans le transfert, des imagos
opérent, qui ont des caractéristiques fantastiquement bonnes et mauvaises,
correspondantes a des stades intermédiaires du Sur-Mol menacant, et qui ont
leur origine dans les premiéres identifications qui sont tout a fait différentes
de l'objet réeI. Ces imagos sont personnifiées, dans le jeu de I'enfant, a travers
les jouets et les roles qu'il fait jouerá I'analyste, ce qui nous donne une idée
de la formation du Sur-Moi, Ces caractéristiques du jeu font de lui un instru-
ment qui sert a répéter les premiéres relations d' objet (origine du Sur-Mol]
et a éprouver la réalité par les techniques de división, d'identification proyec-
tive, de symbolisation et de personification. L'interprétation transferentielle
qui raméne l'angoisse aux objets originaires, perrnet la modification des pre-
miéres imagos terrifiantes. D'autre part, le processus du développement de
la libido facilite l' élaboration de bonnes imagos et la synthése des différentes
parties du Sur-Mo i devient possible dans la mesure oii s'amoindrit le clivage
entre les imagos idéalisées et les presécutrices.
J'illustre ces points de vue a travers l'analyse de deux cas: celui d'une fillet-
te de six ans qui présentait des inhibitions de langage, de l'anorexie et de
l'enuresis, et celui d'un petit garcon de deux ans et demi qui souffrait d'angines
fréquentes, de crises de pavor nocturnus, d'anorexie et d'incontinence d'urine
et de féces,
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309 LA TRANSFERENCIA EN EL ANÁLISIS DE NIÑOS

ZUSAMME.NFASSUNG

Die Übertragung bei Kinderanalysen;

Dem Problem der Übertragung hei Kinderanalysen liegt die angewandte


Technik zu Grunde: das Spiel. Freud entdeckte, dass der Zwang traumatische
Situationen im Spiel zu wiederholen, und sie durch diese Wiederholung und
Tatigkeit zu verarbeiten, die Basis der Aktivitat im Spiel bildet. Melanie Klein
hat in ihren Studien festgestellt, dass die Tendenz zu spielen eine Konsequenz
der grossen Angst des Kindes ist, die es treibt durch Iortwahrende Symbo-
lisierungen und Personifizierungen in der Wirklichkeit zu prüfen was innerlich
ist, indem es proj iziert, zerteilt und wiederholt. Beide Ideen erganzen sich,
da es die Angst ist, we1cheden Wiederholungszwang in Bewegung setzt, Durch
Symbolisierungen und Personifizierungen wird das Spiel mit Spielzeug, Dingen
und Personen in der Aussenwelt moglich. Ein grundsatzlicher Meohanismus
-die Aktivitat im Spiel- besteht darin die verschiedenen Identifikationen,
die im Kinde wirken zu verteilen um ein Ganzes zu bilden. Mit der Rollen-
verteilung erzielt das Kind den Vater, die Mutter und die Objekte, die es bei
der Verarbeitung des Oedipuskomplexes einverleibt hat, und die es jetzt mit
ihrer Strenge qualen, auszustossen. Das Vergnügen, das das Kind beim Spiel
verspíirt, stammt zum Teil von diesem ausstossen, Beim Spiel bringt das Kind
Phantasien, Wünsche und Erfahrungen zum Ausdruck, indem es dazu, in
symbolischer Form Spielzeug und Tatigkeit verwendet. Das Spiel bedeutet für
das Kind eine Wirklichkeitsprüfung phantasierter Angste, und somit kann es
die Verlustgefühle, die seine erste Entwicklung mitsichbringt, überwinden.
Der Zwang, die depressive Situation zu überwinden, führt es dazu seine Angste
und Interessen auf vielfaltige Objekte zu übertragen. Sie mit der Wirklichkeit
zu vergleichen, und versuchen, sie zu modifizieren und kontrollieren, ist ein
anderer Mechanismus, welcher das Kind zum spie1en antreibt. Das Spie1zeug
wird, durch sein geringes Maass, durch seine Ahnlichkeit mit der Wirklichkeit
und weil es dem Kind gegeben wird, zum Instrument für die Vollziehung dieser
Mechanismen. Der Zwang, die ersten Objektbeziehungen zu wiederholen, macht
die spontane Übertragung des Kindes moglich. Wenn das Wiedererleben der
Objektbeziehungen mit dem Analytiker, durch das Anwachsen der ersten de-
pressiven oder paranoiden Angste zu gefahrlich wird, so stellt sich die Hesistenz
dieser Wiederholungstendenz entgegen. Die Deutung der negativen Übertra-
gung, die die Mfekte auf die ursprünglichen Objekte zurückführt, vermindert
die Übertragungsangst und ermoglicht die Fortsetzung der Analyse. 1m Spiel
und in der Übertragung wirken Imagos mit phantastisch guten und bósen
Charakteristika, die den Zwischenstadien des drohenden Überichs entsprechen,
die sich von den ersten Identifikationen ableiten und die von den wirklichen
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ARMINDA A. DE PICHON RIVIERE 310

Objekten ganz versehieden sind, Sie verkorpern sich im Spiel des Kindes, so
wie im Spielzeug und in den Rollen, die das Kind den Analytiker spielen lasst,
und liefern uns eine Idee über die Bildung des Überichs. Diese Charakteristika
des Spiels verwandeln letzteres in ein Instrument um die ersten Objektbezie-
hungen zu wiederholen (Ursprung des Überichs) und um die Wirkliehkeit,
rnittels der Teehnik der Zerteilung, der projektiven Identifikation, der Sym-
bolisierung und der Personifizierung zu prüfen, Die Deutung der Übertragung,
die die Angst auf die urspríinglichen Objekte zurüekführt, ermoglicht die
Verandcrung der ersten ersehreekenden Imagos. Andrerseits erlaubt der Pro-
zess in der Libidoentwieklung die Sehaffung von gütigen Imagos und die
Synthese zwischen den versehiedenen Teilen des Überichs, in dem Maasse als
der Abgrund zwisehen den idealisierten und den verfolgenden Imagos sich
verringert.
Die Verfasserin verbildlieht ihren Standpunkt mit der Analyse zweier Falle:
der eines sechsjahr igen Madchens mit Spraehhemmungen, anorexia und Bett-
nassen, und der eines zweieinhalbjahrigen Knabens, der an sich wiederholenden
Mandelentzündungen, pQvor nocturnus, anorexia und Harn- und Stuhlinkon-
tinenz litt.
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