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La generación del 37, SHUMWAY:

La generación del 37 fue un grupo de jóvenes que en 1837 organizaron una Sociedad Literaria, como
parte de una reflexión crítica sobre el país: de ahí saldrían algunas de las más perdurables ficciones
orientadoras de la Argentina. Los hombres del 37 se asignaron dos altas tareas intelectuales:
identificar sin idealización los problemas que enfrentaba el país y trazar un programa que hiciera de
la Argentina una nación moderna. Crearon lo que luego se transformó en un género de las letras
argentinas: la explicación del fracaso. Observaron la incapacidad de las diversas provincias de formar
una unidad, el fracaso de los liberales porteños de proporcionar un liderazgo inclusivo, el fracaso de
los liberales porteños de proporcionar un liderazgo inclusivo, el fracaso de las masas de elegir
funcionarios responsables y el fracaso de las teorías europeas. En cuanto a crear un programa que
resuelva los problemas argentinos, confiaron en las ideas de sus contemporáneos europeos.

Su desarrollo intelectual e identidad de grupo está vinculado con el reinado de su enemigo político e
ideológico: Juan Manuel de Rosas. Esta figura toma relevancia tras la sacudida que produce la
muerte de Dorrego (gobernador de la provincia de Buenos Aires). Luego de aquella muerte, la
oposición federalista se congregó alrededor de Rosas, el cual se preparó para la guerra contra
Lavalle (unitario que derroca y manda a matar a Dorrego, luego de que este último firme un acuerdo
para hacer a Uruguay una nación independiente). Lavalle pacta una tregua con Rosas y llama a
elecciones, de las que sale un gobierno provisional de 3 meses bajo Juan José Viamonte. La anarquía
volvió a amenazar a Buenos Aires, y a fines de 1829 la legislatura provincial fue reconstituida. A los
días, nombró a Rosas como el nuevo gobernador. Rosas se había convertido en un caudillo, era
idolatrado por los pobres de la ciudad y los gauchos del campo, a su vez pertenencia a la oligarquía
terrateniente conservadora. A los estancieros conservadores poco les importaba la política en tanto
los indios siguieran cediendo tierras y el mercado para los cueros y las salazones siguiera fuerte. Aun
así, Rosas no fue un caudillo como los demás, ya que no era ni populista ni progresista.

En su primer periodo de gobierno usó con prudencia su poder. Rosas anuló las reformas
rivadavianas, restringió la libertad de prensa, se olvidó de la educación, apoyó al clero conservador,
reforzó el ejército y acalló a sus críticos. Para que nadie pudiera acusarlo de autoritario, devolvió las
facultades extraordinarias a la legislatura y volvió a su estancia. Tras su renuncia, Buenos Aires volvió
al caos, por lo que la legislatura en 1834 voto el segundo nombramiento de Rosas como gobernador.
Rosas lo rechaza, pero luego lo acepta con la condición de que la legislatura le conceda la suma del
poder público. Así fue que comenzó la dictadura de Rosas. Y hasta su caída en 1852, conservó el
poder sin necesidad de elecciones. Ya en dictadura, mostró su cara antipopular del federalismo
argentino: se restauró la sociedad jerarquica de los monarcas españoles. Obligó a que se use la
insignia roja de la federación, se persiguió a los enemigos políticos, se censuraron publicaciones y los
periodicos porteños se volvieron apologias del régimen. Economicamente, el pais creció
significativamente en su periodo. A su vez, este gobierno reaccionario estimuló el desarrollo de la
primera generación importante de intelectuales en la Argentina: la generación del 37.

Shumway examina a la generación en dos partes. La primera se refiere al escrito de Alberdi


“Fragmento preliminar al estudio de derecho”. En este, el autor afirma que Rosas era una transición
necesaria de la guerra civil a la democracia estable (subestimaba la malevolencia de Rosas). El
nombre de esta generación proviene de un salón literario organizado en mayo de 1837 en una
librería de buenos Aires. Es fundada meses después de la publicación de “fragmento”, y se inspira de
las sociedades revolucionarias juveniles que habian surgido en toda europa. Mostraron gran
confianza en las ideas como necesario punto de partida para reformar a la argentina. Manifestaron
una pasion similar por por las ideas europeas y los modelos norteamericanos. Para ellos, inspirados
en autores franceses, se debia encontrar la manera de iluminar al pueblo. Por lo que crean la revista
“La moda” en el año 1837 (cerrada por rosas al año). La moda intenta atraer la cultura europea a
Argentina. Para no causar problemas con el regimen, apoyaba sus políticas. Luego de cerrar la
revista, rosas persigue a sus miembros; los cuales para 1841 estaban en su mayoría en el exilio.

Los hombres del 37 atribuyeron los males de su pais a tres grandes causas: la tierra, la tradición
española y la raza. En cuanto a los problemas de argentina, el pensamiento de la generación corre en
dos polos: el de sarmiento y el de Alberdi.

Samiento vio en la tierra argentina la fuente primordial de los problemas del país. Para el, la
naturaleza debe ser superada si la argentina y su gente quiere llegar al estadio de la civilización. Así,
intenta combatir a la barbarie. La descripción de Sarmiento sobre las tierras como fuente de
barbarie inició una tradición en las letras argentinas: la de atribuir los problemas argentinos a causas
naturales antes que a errores humanos.

Por otro lado, Alberdi afirma que la única división real en la sociedad argentina corre entre el
hombre del interior del país y el de la costa. Alberdi concibe la construcción de una nación como
resultado de la voluntad humana, antes que de las circunstancias históricas y materiales. Aun así, los
dos están de acuerdo con la receta de Sarmiento para domesticar la tierra; ferrocarriles, mejores
transportes fluviales, nuevos puertos de mar, propiedad privada de la tierra e inversión extranjera.
Para sarmiento, el desarrollo capitalista también era necesario, ya que traería prosperidad a las
pampas y terminaría con la barbarie de dicho territorio.

Además de considerar la dominación de a tierra como un factor esencial para el progreso, los
hombres del 37 estaban de acuerdo con la deficiencia de España. Poseían un sentimiento
antiespañol, el cual los llevaba a no considerar a España como parte de Europa. Sarmiento creía que
España era la cuna de la barbarie. Además del desdén a la herencia española, los hombres del 37
mostraban un acuerdo casi universal respecto de la inadecuación de los grupos étnicos de la
Argentina -”razas”-. Sarmiento explica la supuesta conexión entre raza y fracaso político burlándose
de los partidarios de Rosas con el apelativo de “lomos negros” y aun sugiere que el éxito político de
Rosas se debe en gran medida a un celoso espionaje formada por sirvientes negros de una raza
salvaje infiltrada en el seno de cada familia de Buenos Aires. Explica el fracaso como resultado de la
inadecuación racial. A su vez, sugiere que el fracaso de la democracia en Hispanoamérica puede
explicarse solo tomando en cuenta la inadecuación de los pueblos latinos, especialmente cuando se
los combina con los indios barbaros –caudillos- para gobernarse a sí mismos. La generación estaba
levantando un marco ideológico a priori para un sistema político que excluiría, perseguiría,
desposeería y a menudo materia a los racialmente inferiores: gauchos, indios y mestizos. Se puede
observar en la conquista del desierto, que desplazo y mato a miles de indios y gauchos.
La generación del 37, PARTE DOS:

Los hombres del 37 identificaron los males de la nación, y a partir de eso crearon una nueva fórmula
de principios de gobierno y ficciones conductoras que pusieran a la Argentina en el camino del
progreso. La solución que plantean entonces, para una población maldita por la tradición española y
la inadecuación racial, es la inmigración. Sarmiento declara en su texto “Facundo” que el elemento
principal del orden y moralización que la republica cuenta es la inmigración europea. Dicho libro
anticipa los aspectos más originales de la ficción latinoamericana contemporánea. A su vez, propone
una política oficial para atraer alemanes a las playas sudamericanas. Alberdi también apoyó la
inmigración europea como una solución segura a los males argentinos. Plantea que “gobernar es
poblar”, ya que la única manera de cambiar a la argentina es traer pedazos vivos de la cultura de
Europa del Norte para cambiar la estructura étnica del país. Y para que estos echen raíces, Argentina
debe cambiar sus leyes sobre adquisición de tierra, derechos civiles y religión.

Los hombres del 37, afirmaban su fe en dios a la vez que promovían la libertad de culto y la
educación secular como religión ilustrada. Alberdi siente que no solo el clero debería abandonar las
aulas, sino también que la educación humanística debería ser reemplazada con estudios prácticos de
física e ingeniería, y que el inglés debería reemplazar al latín. A pesar de esto, los hombres del 37 no
querían terminar con la religión en argentina. Querían garantizar la libertad religiosa para los
inmigrantes protestantes y a su vez usar la religión como una herramienta para construir su visión de
la Argentina. En este sentido, querían una iglesia dócil que renunciara a una autoridad y verdad
exclusivas para asumir un rol útil en la formación de la Argentina positivista.

Los hombres del 37 comprendieron que sus planes inmigratorios, esquemas económicos y
prescripciones de libertad religiosa, estaban teñidas de utopismo. Echeverria recomienda, antes que
permitir a todo el pueblo acceso inmediato al gobierno, que el poder real sea dejado en manos de
una elite natural. La democracia para la generación del 37 se definía como un gobierno para el
pueblo, pero no por el pueblo (Democracia Exclusivista). El gobierno que tenía la Argentina era el
del caudillo, el cual era apoyado por una mayoría, aunque no se hubiesen dado elecciones formales.
Sarmiento explica que es el espejo en que se reflejan las creencias, las necesidades como
preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada en su historia. También explica el
vínculo irracional entre las masas y su líder: el caudillo refleja el espíritu popular, que es la fuerza de
la barbarie y es preciso eliminarlo. Alberdi creía que la figura recurrente del caudillo era prueba de la
necesidad de un ejecutivo fuerte.

Domesticar el caudillismo mediante un ejecutivo fuerte no fue la única receta de la generación del
37 para los males de la nación. Intentaron definir una policita económica para la Argentina. Para
obrar un cambio portentoso en pocos años se necesitaba el ferrocarril, la libre navegación interior y
la libertad comercial, para las cuales se requería inversión de capital y tecnología. Las inversiones y
experiencia europeas eran consideradas el mejor modo de construir la infraestructura del país. El
objetivo de esta generación era recrear la civilización europea en América y repetir el éxito de los
Estados Unidos. Loa hombres del 37 creían que la civilización y la cultura debían ser importadas del
norte. Aun así, debe señalarse que, al menos en teoría, la generación desaprobaba la imitación servil
de Europa y los Estados Unidos. Sarmiento, Alberdi y Echeverria encontraron mucho que criticar en
Europa y Estados Unidos. A pesar de esto, tampoco avizoraron ninguna misión especial para su país:
bastaba con trasplantar e imitar a dichos países.

Los hombres del 37 concebían a España como la cuna de la barbarie. A su vez, sentían que el resto
de América Latina debía aprender de la Argentina: la República Argentina aparece al frente del
movimiento de esta América. Alberdi explica que un dictador como Rosas podría ayudar a los
Estados Sudamericanos en su evolución retrasada. Este autor cree que América Latina debe seguir a
la Argentina porque la Argentina es una buena imitación.

La compresión de los problemas del país y sus propuestas para resolver problemas serian, y seguirán
siendo, ficciones orientadoras del liberalismo argentino. Los gobiernos liberales persiguieron con
uniformidad esencial el problema enunciado por los hombres del 37. Las historias contadas por
estos hombres formaron posteriormente las bases de los textos escolares. El legado ideológico que
dejaron los primeros liberales argentinos fue la ficción orientadora de traer Europa al cono sur.
Cuando le generación del 37 explica el fracaso en términos de la tradición española, la raza y la
mezcla racial, sugieren que la enfermedad nacional es un resultado inescapable del pasado, la tierra
y la etnia. Esta metáfora de la enfermedad incurable se sigue reproduciendo en la actualidad: “este
país no tiene arreglo”. Por último, la rígida polaridad de la retórica de la generación del 37 dejó un
marco de debate que impide toda media tinta o acuerdo. Cuando un lado es tan correcto y el otro
tan erróneo, el acuerdo y la inclusión se vuelven sinónimos de renuncia y pecado. Aquella división
sigue siendo su legado más influyente y menos afortunado.

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