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IV CONGRESO REGIONAL. SOCIEDAD INTERAMERICANA DE PSICOLOGÍA.


Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 21 al 23 de junio,2012.

Conferencia: EVALUACIÓN PSICOLÓGICA Y DIVERSIDAD DEL


COMPORTAMIENTO. APORTES DE LA PSICOLOGÍA CULTURAL

Autora: Dra. E. Norma Contini de González.


Universidad Nacional de Tucumán. Fac. Psicología. Argentina.
Email: nocon@arnet.com.ar

RESUMEN
Se hará referencia a la Evaluación y Diagnóstico Psicológicos, como tarea
central en las prácticas del Psicólogo y se plantearán interrogantes acerca de los
métodos que se emplean y de las teorías que los fundamentan a partir de los
desarrollos de la Psicología Cultural. Se abordará la problemática de obtener
diagnósticos erróneos al utilizar instrumentos surgidos en un contexto cultural
disímil del cual van a ser utilizados. Se analizarán las relaciones
cultura/comportamiento y las nociones de diversidad y uniformidad en el
comportamiento. Se ejemplificará con investigaciones transculturales sobre
habilidades sociales y psicopatologías prevalentes en adolescentes a fin de
argumentar cómo las prácticas sociales promueven el desarrollo de
comportamientos culturalmente específicos. Debido a la frecuente necesidad de
evaluar sujetos provenientes de culturas disímiles, tanto por la configuración
poblacional de los países americanos, como por las migraciones contemporáneas,
el tema adquiere particular relevancia. El objetivo es compartir conceptos con la
comunidad de psicólogos de la región que eviten confundir diferencias culturales
con desvío o psicopatología y conduzcan a diagnósticos más fiables.

La Antropología nos invita a atemperar nuestra vanagloria, a respetar otras formas de


vivir, a cuestionarnos a través del conocimiento de otros usos que nos asombran, nos
chocan o nos repugnan; un poco al modo de Rousseau, que prefería creer que los
gorilas recientemente descriptos por los viajeros de su tiempo eran hombres, en lugar
de correr el riesgo de negar la calidad de hombres a seres que, quizás, revelaban un
aspecto aún desconocido de la naturaleza humana
Claude Lévi-Strauss, Tokio, 1986.

Introducción
Las tareas de evaluación y diagnóstico psicológico han cobrado creciente
relevancia, en cuanto constituyen una posibilidad cierta de identificar diversas
problemáticas subjetivas. Tales problemáticas se encuentran profundamente
entrelazadas al contexto ecológico, social, económico y cultural en el cual viven
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los sujetos. Escenarios sociales con fuertes contrastes en latinoamerica y en


Argentina en particular, contribuyen a la estructuración de sistemas familiares
disfuncionales y, a la emergencia de sintomatología en niños y adolecentes,
partícipes de dichos sistemas, y en los cuales centraré mi exposición.
Existe consenso entre diversos autores (Fernández Ballesteros, 1991; Sendín,
2000; Ocampo, Arzeno y Grassano, 1983; Avila Espada, 1992; Buela Casal y
Sierra, 1997; Frank de Verthely, 1992) acerca de que la Evaluación Psicológica es
un proceso cuyo objetivo es el estudio científico del comportamiento del sujeto, en
distintos niveles de complejidad y a través de procedimientos rigurosos. Dicho
estudio tiene como fin último promover el cambio en el comportamiento que
implique el logro de una vida de calidad. En el caso de la infancia y adolescencia
Sendín (2001) hace referencia a un concepto potente, el de la evaluación como
intervención preventiva. Ello implica que signos y síntomas han de valorarse
precozmente, diferenciando si se trata de un comportamiento propio del ciclo vital
o anuncia la potencial instalación de un cuadro psicopatológico. La intervención
temprana es quizá no de los recursos más fértiles del modelo de evaluación
psicológica. Al respecto, se considera que si el proceso ha sido correctamente
conducido, éste y en particular la entrevista de devolución producirán beneficios
psicológicos no sólo en el niño sino también en el grupo familiar. A partir del
esclarecimiento de la causalidad del cuadro —que implica el análisis de las redes
vinculares y de los mecanismos a través de los cuales se depositan los
conflictos— se podrán obtener modificaciones en el comportamiento de los padres
y en el ejercicio de sus funciones parentales. Consecuentemente se preservará de
este modo a los otros integrantes del grupo familiar y se evitará que, a posteriori,
deban llegar a la consulta.

Un modelo posible en Evaluación Psicológica


Un modelo dominante que se mantuvo desde la posguerra fue el psicométrico. La
denominada medición ha sido base fundamental de la evaluación tradicional; en
este sentido, ordinariamente, ha sido sinónimo de EP. De hecho que asimilar
medición con EP constituye un enfoque reduccionista, sin desconocer que gran
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parte de la instrumentación de la EP infanto-juvenil se ha podido llevar a cabo en


virtud de los hallazgos de la psicometría. Se citan solo algunas de las técnicas de
uso corriente a nivel internacional: Escalas de Inteligencia de Wechsler para Niños
(WISC), Test gestáltico viso-motor de Bender; Escala de autoconcepto; en
adolescencia los Inventarios de personalidad de Millon; Escala de bienestar
psicológico, escalas de afrontamiento.
Este enfoque ha evolucionado, tal como advierten Korchin y Schuldberg
(1992) a partir de la convergencia de la tradición psicométrica y dinámica en
psicología.“No tiene sentido discutir sobre los méritos de los tests respecto de las
entrevistas y observaciones clínicas; los tres son necesarios en la investigación y
la práctica clínicas “(p. 59). De cara al siglo XXI falta aun una mayor integración de
enfoques que clásicamente han estado divorciados.
La cuestión actual es integrar los hallazgos psicométricos en un contexto
teórico que les dé cuerpo y sentido. Es necesario contar con un mayor número de
investigaciones regionales, ya que se considera que no será igual evaluar a un
niño de zona urbana que a otro de montaña, ni tampoco a uno de la provincia de
Tucumán (Argentina) que de Buenos Aires. Es conveniente estar atentos a la
incidencia —al parecer decisiva— de los factores geográficos, sociales,
económicos y culturales.

Universales psicológicos y el papel de la cultura


La práctica en EP y las tareas de docencia universitaria fueron mostrando
inconsistencias en los resultados obtenidos cuando se empleaban tests y técnicas
de evaluación psicológica, en particular con niños que no pertenecían a un nivel
socioeconómico (NES) medio, o bien no vivían en zonas urbanas o no tenían una
escolarización sistemática. Durante mucho tiempo se han empleado versiones en
español de instrumentos surgidos en contextos anglosajones y se generalizó el
empleo de categorías diagnósticas únicas, como el DSM IV o el CIE 10. El
cuestionamiento a los instrumentos empleados condujo a otra pregunta referida a
qué se está evaluando cuando se utilizan algunos tests y criterios diagnósticos
estándar.
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En los países latinoamericanos es frecuente asistir a sujetos provenientes


de culturas disímiles, tanto por la particular configuración de aquellos, como por
las migraciones contemporáneas vinculadas a procesos políticos, económicos y
sociales favorecidas por un vertiginoso desarrollo en las comunicaciones. Como
consecuencia, el multiculturalismo es una realidad hoy y exige al psicólogo teorías
y metodologías adecuadas para lograr diagnósticos confiables.

El contexto ecocultural
Son los antropólogos más que los psicólogos los que se interesaron por las
diferencias entre culturas y por las relaciones entre cultura y comportamiento.

A partir de 1930, numerosos estudiosos de la Antropología se guiaron por la


formulación axiomática de que cultura y personalidad estaban relacionadas.
Visualizaron a la cultura como un conjunto de condiciones que determinaban
experiencias tempranas y concluyeron que esta sería el mayor formador de la
personalidad.

La Psicología Transcultural recupera luego estos conceptos y se va a


preocupar por determinar el vínculo entre las variables ecológicas, sociales y
culturales y el comportamiento. Trata de describir cómo y en qué grado el
ambiente influye en el sujeto; se interesa tanto por las semejanzas (uniformidad,
nivel de análisis etic) como por las diferencias (diversidad, nivel de análisis emic)
en el funcionamiento psicológico individual en varios grupos étnicos y culturales.
(Berry, Poortinga, Segall y Dasen, 1992; Berry, Segall y Kagitçibasi, 1997, Casullo,
2009; Contini, 2000, 2003; Georgas, van de Vijver y Berry, 2004). Se interroga
acerca de qué podría ser psicológicamente común o universal en los diversos
grupos humanos.

Fundamentalmente se destaca la noción de cultura como concepto clave,


entendida como “los modos de vida compartidos por un grupo de personas” (Berry
y otros, 1992, p.1) o como “la parte del medio ambiente construida por el hombre”
(Herskovits, 1981). De la cultura concebida como proveedora de un marco estable
para el desarrollo del sujeto, se ha pasado a otro enfoque que la considera como
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un contexto en cambio, tanto por su dinámica interna, como por el contacto con
otras culturas (Berry, 1980). Sobre la base de esta diversificación no es prudente
arriesgar definiciones simples.

Por otra parte, si bien la noción de cultura es central en este enfoque no se


ha descuidado la consideración de las variables biológicas, por ejemplo los niños
con síndrome de Down verán afectadas sus capacidades cognitivas, y tal situación
encuentra una causalidad orgánica, más allá que distintos contextos otorgarán un
peso diferente a este factor; o bien los niños que, al vivir bajo condiciones de
pobreza han carecido desde el nacimiento de una nutrición adecuada; ello va a
afectar el desarrollo de la corteza cerebral y, por ende, en los procesos cognitivos.

Asimismo Berry puntualiza la importancia de incluir en este análisis del


comportamiento las variables ecológicas, por cuanto se considera a los diversos
grupos humanos en un proceso de adaptación a su medio ambiente natural. Se
destacan factores tales como el clima, el suelo, la provisión de agua y su impacto
en los sistemas de producción de alimentos, así como en la actividad económica.
Estas variables ecológicas promueven prácticas culturales que, a su turno,
modelan el comportamiento. En tal sentido, las experiencias de un niño o
adolescente en una sociedad posindustrial serán diferentes de las de un niño
inserto en una comunidad agrícola.

Un concepto central en Psicología Transcultural, es el denominado


relativismo cultural (Herskovits, 1981), como postura opuesta al darwinismo social.
Según éste, el comportamiento y los variados contextos de los grupos humanos
son descriptos pero no considerados mejor o peor. El comportamiento es
investigado en las particulares condiciones en que se produce: tiene un carácter
contextual. Dicho comportamiento es producto en gran parte del aprendizaje
social. Ahora bien qué se aprende y cómo, se presenta fuertemente influido por
factores sociales y culturales, articulados con variables biológicas tanto como
ecológicas. A modo de ejemplo, un niño de zona rural es menos verbal que otro
de zona urbana, y ello no implica que sea peor su desempeño. En concreto, si la
mayor parte de lo que se aprende está contenido en la cultura, se podría tomar
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como punto de partida de la evaluación del comportamiento la premisa de que la


misma será significativa sólo cuando sea realizada en el contexto sociocultural en
el que ocurre.

Otro tema central lo constituye el enfoque etic-emic, es decir, lo universal y


lo particular de los comportamientos entre grupos. En términos generales se
puede afirmar que gran parte de las investigaciones en Psicología el siglo XX se
ha focalizado en universales psicológicos. De este modo ha sido frecuente la
expresión el niño, el adolescente. A su vez, cuando el Psicólogo centra su
atención en las diferencias, corre el riesgo de visualizarlas como deficiencias. Esta
actitud es lo que se ha dado en llamar etnocentrismo e implica la tendencia a
emplear los estándares de nuestro propio grupo como si lo fueran de otros. En su
lugar, el Psicólogo debería asumir una posición de mayor neutralidad evitando
juicios absolutos que tengan origen en su propia cultura.

La propuesta para reducir el etnocentrismo es reconocer las limitaciones de


nuestros conocimientos y tratar de verificar si los resultados y teorías con que se
cuenta se cumplen en otras culturas.

A fin de articular teoría y práctica, se hará referencia a investigaciones con


niños y adolescentes de Tucumán que permitan analizar críticamente las nociones
de universales psicológicos y el peso de factores ecológicos y culturales.

Las habilidades sociales en la adolescencia temprana. Una investigación en


el NOA de Argentina

Las habilidades sociales (HHSS) constituyen un recurso indispensable para


la inclusión eficaz del sujeto en su grupo de referencia (Gil y León Rubio, 1998) y
desde esta perspectiva puede afirmarse que la salud integral tiene sólidas
conexiones con el apoyo social que el sujeto percibe en su grupo de referencia.
De allí el auge de las investigaciones en este campo en las últimas décadas del
siglo XX y en la actualidad (Ballester y Gil Llario, 2002; Gil y León Rubio, 1998;
Monjas Casares, 2000).
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El argumento precedente, respaldado en estudios empíricos ha sido tan


potente que ha desplazado de algún modo la motivación de los científicos por el
estudio de las habilidades cognitivas que, expresadas en medidas sintéticas de CI,
han sido objeto de numerosísimas investigaciones a lo largo del siglo XX (Binet,
1905; Guilford, 1967; Spearman, 1927; Sternberg, 1987; Terman, 1916;
Thurstone, 1947; Vernon, 1961; Wechsler, 1939, 2003, 2010). Es igualmente
cierto que los estudios sobre habilidades cognitivas han sido fructíferos, puesto
que permitieron una mejor definición del constructo y un destacado refinamiento
metodológico para su evaluación (Contini, 2009).

Habilidades sociales y contexto


Tal como se ha venido planteando, en la configuración de las HHSS, inciden
múltiples variables, unas de carácter intraindividual y otras, de índole contextual.
La variación según el contexto convierte la evaluación de las mismas en un hecho
muy complejo.
Entre las variables contextuales se destaca la cultura en un sentido amplio,
el entorno sociocultural y, dentro de este, se recorta como decisivo el sistema
familiar, el grupo de pares y el ambiente escolar. Existen numerosas
investigaciones desde la psicología transcultural que demuestran cómo cada
cultura promueve distintos valores sociomorales y juega un papel relevante en la
configuración de comportamientos prosociales y altruistas en un grupo humano
(Garaigordobil Landazabal, 2006; 2008/2000).
Los fenómenos culturales están por encima o más allá del sujeto, de lo
individual; esta posición es sumamente importante para hacer la distinción
individual-grupal al tratar de establecer la influencia de factores culturales en los
comportamientos individuales, en el caso que nos ocupa en el comportamiento
prosocial, en el altruismo, en el comportamiento de compartir, ayudar, cooperar en
lugar de competir, por citar los más importantes.
Tanto la socialización como la endoculturación se producen en un contexto
determinado. Los crecientes contextos de pobreza debido a la crónica
inestabilidad de Argentina vienen siendo objeto de estudio en las Ciencias
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Sociales, y la Psicología no ha sido la excepción. Ello se debe a la comprobación


que la vida bajo condiciones de privaciones restringe la posibilidad del sujeto
desde muy temprana edad de realizar aprendizajes significativos. Tales
aprendizajes asegurarán su inclusión social y mejor calidad de vida.
Según Ardila (1979), la pobreza no es sólo la carencia de bienes materiales
sino que se trata de un problema socioeconómico al que se añade el impacto
psicológico negativo de las múltiples privaciones. La pobreza, principalmente la
crónica –aquella de transmisión generacional– provoca secuelas psicológicas
difíciles de revertir por afectar desde la temprana infancia los procesos neuro-
cognitivos y la socialización tanto como la constitución de una personalidad
saludable. La distinción entre quienes son y no son pobres, vinculada a una
diferencia real y válida entre los que tienen acceso a diversos bienes de la cultura
y pueden hacer uso de ellos, ha vinculado el tema de la pobreza con otra temática:
la desigualdad. La relación entre ambas ha cobrado mucho sentido en la
actualidad. Kliksberg (2006) sostiene que la desigualdad tiene no solo impacto en
el crecimiento económico sino que es antiética, puesto que atenta contra la
igualdad de oportunidades para todos y contradice valores básicos de nuestra
civilización.
De allí la importancia de analizar la cualidad de las HHSS en contextos
urbanos y rurales. A su vez, dentro del contexto urbano, será fundamental la
diferenciación por niveles socioeconómicos. La pregunta gira en torno a qué
HHSS desarrolla el adolescente que vive bajo condiciones de pobreza y si tales
HHSS son iguales o diferentes de las adquiridas por el adolescente urbano,
inserto en una sociedad tecnológica con elevados niveles de consumo.
Los objetivos del trabajo fueron: a) describir las HHSS de adolescentes
escolarizados de 11 y 12 años residentes en contextos rurales de Tucumán, b)
comparar la cualidad de las HHSS de los adolescentes de contexto rural con las
HHSS de contexto urbano de nivel socioeconómico bajo, c) comparar la cualidad
de las HHSS de los adolescentes de contexto rural con las HHSS de contexto
urbano de nivel socioeconómico alto y d) describir la influencia del contexto
socioeconómico y geográfico en las HHSS de los adolescentes participantes.
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Los participantes fueron 372 adolescentes, de 11 y 12 años escolarizados


residentes en contexto rural de la provincia de Tucumán, Argentina (Departamento
Burruyacu, localidades de La Cruz y Burruyacu; Departamento Simoca, localidad
Villa Chicligasta y Departamento Chicligasta, localidad Gastona Sur) y urbano
(San Miguel de Tucumán) de la provincia de Tucumán, pertenecientes a niveles
socioeconómicos (NES) alto y bajo (ver Tabla 1). Se utilizó la Batería de
Socialización para adolescentes (BAS 3) de Silva y Martorell (192) y una encuesta
sociodemográfica (Contini, Lacunza, y Esterkind, 2010).

Tabla 1.Distribución de la muestra según contexto, nivel socioeconómico y sexo

Contexto geográfico y NES Sexo


Mujeres Varones
(N: 189) (N: 183)
F % F %
Contexto rural- NES bajo 66 35 46 25
Contexto urbano- NES bajo 62 33 68 37
Contexto urbano- NES alto 61 32 69 38

Discusión
Uno de los objetivos del estudio fue comparar la cualidad de las HHSS de los
adolescentes rurales participantes respecto a adolescentes urbanos, de NES alto
y bajo. Los análisis univariados (Anova de un factor) mostraron diferencias
estadísticas en las escalas Consideración con los demás, Co (F (2, 369) = 6.84, p
= .001), Liderazgo, Li (F (2, 369) = 13.99, p = .000), Retraimiento, Re (F (2, 369) =
54.87, p = .001) y Ansiedad social/timidez, At (F (2, 369) = 19.04, p = .000). Se
realizaron análisis post hoc de comparaciones múltiples de Tukey observándose
diferencias de medias entre adolescentes urbanos de NES alto y bajo en la
variable dependiente Co (M = -1.08, p = .001) a favor de los primeros, Li (M = .94,
p < .05) a favor de los segundos y mayores déficits en el grupo rural respecto a las
escalas inhibidoras Re (M = 2.42, p < .05) y At (M = 1.72, p = .000). Por su parte,
se hallaron diferencias de medias entre adolescentes urbanos de NES alto y
rurales en las escalas Li (M = 1.58, p < .05), Re (M = 2.51, p < .05) y At (M = -
1.93, p < .05).
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Tabla 2. Comparaciones entre los grupos de contexto según escalas de BAS-3. Anova de
un factor, muestra completa

Variables Contexto rural Contexto urbano Contexto urbano


Dependientes (N: 112) NES bajo (N: 130) NES alto (N: 130)
M DE M DE M DE F

Co 11.79 2.77 11.38 2,39 12.46 1.92 6.84*


Ac 9.54 2.92 9.26 2,56 9.59 3.13 .494
Li 8.77 2.21 8.12 2.29 7.18 2.51 13.99*
Re 3.88 2.41 3.78 2.08 1.37 1.98 54.87*
At 5.91 2.64 5.69 2.66 3.98 2.83 19.04*
S 3.5 2.26 3.86 2.2 5.58 2.27 30.39*
Nota. Co (Consideración con los demás); Ac (Autocontrol); Li (Liderazgo); Re
(Retraimiento); At (Ansiedad Social / timidez)
* p < .05

De todos esos datos interesa destacar desde un análisis transcultural que


los adolescentes rurales refirieron más comportamientos de ansiedad frente a
situaciones sociales, unidos a reacciones de timidez y actitud evasiva (escala
Ansiedad social/timidez). Igualmente tendían a apartarse, dando cuenta de
incomodidad en situaciones sociales comparativamente con los adolescentes
urbanos de NES alto.
En cambio se encontraron diferencias estadísticas en los valores de la
escala Li, a favor de los adolescentes rurales de contexto de pobreza. Esta escala
analiza habilidades sociales vinculadas al espíritu de servicio y coordinación de
grupos. Así estos resultados se vincularían a la influencia de la cultura respecto al
aprendizaje de HHSS. Barrón (1996), Green y Rodgers (2001) entre otros,
sostienen que en las culturas colectivistas, tal como es mayoritariamente en el
ámbito rural, el intercambio social y la recepción de apoyo suele percibirse de
modo positivo; mientras que en las culturas individualistas, tal como es la
predominante en contextos urbanos socioeconómicos altos, la práctica de HHSS
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de apoyo y trabajo grupal suele entrar en conflicto con los valores de


independencia, autoconfianza y control interno.
Desde un enfoque transcultural se analizó el contexto en el cual vivían los
adolescentes en estudio. Así, los indicadores sociodemográficos reflejaron que,
tanto en el grupo rural como en el urbano de NES bajo, la pobreza constituía un
factor contextual destacable. Se analizaron las variables nivel educativo, nivel
ocupacional del Principal Sostén del Hogar estructura familiar.
Los adolescentes de la muestra urbana de NES bajo se escolarizaban en
escuelas públicas de zona suburbana de la ciudad de S. M. de Tucumán. Éstas se
encuentran situadas en sectores donde habitan familias que viven bajo
condiciones de pobreza. En cuanto a la educación del principal sostén del hogar,
que un 61% contaba con escuela primaria completa y el 31% primaria incompleta
con ocupación estable de baja calificación (obreros, cuentapropistas, changarines
y albañiles). Al mismo tiempo las Directoras de los establecimientos escolares
expresaron que el 80% de estas familias recibían apoyo económico a través de
planes sociales del gobierno provincial, lo que da cuenta de la precariedad de
ingresos. Las familias eran numerosas (promedio 4 hijos). La categoría biparental
aparecía como la estructura familiar predominante (72%) mientras que las familias
monoparentales alcanzaban el 19%. Este grupo no tenía acceso a bienes de
consumo que impliquen confort en la vida diaria.
Los adolescentes de zona rural de la muestra asistían a escuelas públicas.
Con respecto al nivel educativo del principal sostén del hogar predominaba el
nivel primario, tanto completo como incompleto (67%). Con respecto a la
ocupación de éstos, se destacaba la precariedad laboral, que se expresaba en la
en la categoría de trabajador inestable, cartonero o beneficiario de planes sociales
del gobierno provincial en el 62% de los casos. Sólo el 19% era cuentapropista,
empleada doméstica y/o jubilado/pensionado. Al analizar la estructura familiar se
constató que predominaba la familia biparental (69%), el resto de los casos se
distribuyó entre familias extendidas con inclusión de abuelos, o con la ausencia de
alguno de los progenitores. La cantidad de hermanos de los adolescentes rurales
variaba entre ninguno y nueve.
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En contraste con lo señalado precedentemente, los adolescentes de la


muestra de NES alto asistían a colegios privados de doble escolaridad, o bien con
escolaridad simple pero con una oferta contraturno valiosa que enriquecía la
formación de alumno. El costo de la matrícula era elevado. El principal sostén del
hogar había logrado estudios secundarios completos, o terciarios, universitarios o
postuniversitarios (completo o incompleto); la educación universitaria completa era
lo más frecuente en este grupo (83 %). La ocupación del principal sostén del hogar
correspondía a directivos de pequeñas y medianas empresas (PYME),
socio/dueño de pequeñas empresas y profesionales independientes con
ocupación plena (66 %). En segundo lugar, y muy distante de la primera, aparecía
la categoría de profesionales dependientes e independientes (sin ocupación
plena) y jefes en empresas medianas y grandes (14 %). Este grupo tenía
disponibilidad de bienes de uso y consumo en el hogar, tales como microondas,
computadora, acceso a Internet, aire acondicionado, automóvil y televisor de
plasma. Con respecto a la estructura del grupo familiar la categoría biparental se
presentaba como la predominante en este grupo (84%); mientras que las familias
monoparentales alcanzaban el 10%. A partir de estos resultados se destaca que
el principal sostén del hogar de los adolescentes urbanos de NES alto habían
alcanzado un elevado nivel de educación, vinculado a ocupaciones de alto nivel
jerárquico, lo cual se asocia por un lado, a independencia económica y, por otro, a
un poder adquisitivo o de consumo.
La diversidad y contraste de los datos sociodemográficos descriptos da
cuenta de las diferencias del contexto ecológico y socioeconómico de los
adolescentes, todo lo cual ha incidido en el perfil de HHSS de los grupos. Esto fue
corroborado por la existencia de asociaciones estadísticas positivas entre NES y
escala Consideración con los demás (Co) y las asociaciones negativas
encontradas respecto al NES y Liderazgo (Li), Retraimiento (Re) y Ansiedad
social/Timidez (At). La correlación positiva NES-Escala Consideración con los
demás, permite afirmar que la inclusión del adolescente en un sistema familiar que
opera con respaldo económico y con acceso a variados bienes de la cultura ha
favorecido una mayor disponibilidad de la figura materna para el establecimiento
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de un vínculo saludable, ampliado luego al contexto escolar. Todo ello es sostén


del crecimiento del adolescente, en particular, en el modelado de las interacciones
sociales. La progresiva ampliación del universo en el cual se desenvuelve el
adolescente, a un ambiente que proporciona variedad de estímulos influye en el
aprendizaje de HHSS; el adolescente reconoce a los otros como sujetos de
derecho, es capaz de registrar las necesidades de los demás y logra vincularse en
una relación mutuamente satisfactoria.
Por otra parte, se observó que el contexto de pobreza mostraba efectos
diversos en la población en estudio. Por un lado puede afirmarse que las
condiciones adversas, con recursos económicos que no aseguran muchas veces
la subsistencia limitan el acceso a consumos y bienes de la cultura; la ausencia de
las figuras parentales, en particular de la madre orientada a resolver dicha
subsistencia por medio del trabajo, unido a un bajo nivel de educación parental,
generan estrés en todo el sistema familiar. Igualmente disminuyen las
posibilidades por parte de la figura materna –comparado con lo señalado
precedentemente en NES alto- de modelar saludablemente el comportamiento del
adolescente. El resultado de ello es la presencia de HHSS marcadas por la
ansiedad social, temor en la relación con otros e inhibición. Por otro lado, en
aquellos adolescentes de NES bajo - tanto urbanos como rurales - que lograron
superar estas situaciones de estrés se encontraron habilidades para la conducción
de grupos, de iniciativa y de ascendencia entre los pares. Tal liderazgo se
expresaría en la propensión, ante la situación de pobreza, de unirse con otros,
buscar ayuda en redes sociales, organizarse para actividades comunitarias.
Con relación a los niveles más elevados de ansiedad social/timidez y
retraimiento de los adolescentes rurales encontrados cabe analizar críticamente
los ítems que componen las dimensiones respectivas de la prueba empleada, BAS
-3. Así, en la dimensión Ansiedad social/timidez, se puntúa (o sea se penaliza) si
se responde si al ítem 38. Soy vergonzoso. Sería conveniente definir con mayor
claridad el constructo vergonzoso, puesto que niños y adolescentes de zona rural,
desde la observación clínica estilan afrontar la situación de interacción social con
mayor cautela, mayor distancia emocional y con menos verbalización que el
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urbano. Desde la Psicología Cultural el interrogante sería si dicho ítem contribuye


a evaluar Ansiedad social o si opera como un universal impuesto (etic impuesto).
En la misma línea cabe el análisis para el ítem 33. Tengo facilidad de palabra (se
penaliza si responde no).
Con vistas a dar respuestas a interrogantes como el precedentemente
planteado, la Psicología Cultural señaló la necesidad de contar con un test
culturalmente imparcial. Éste podría consistir en un conjunto de situaciones de
prueba no familiares para los sujetos en cualquier cultura posible, de tal modo que
todos tuvieran la misma oportunidad de realizarlas correctamente, lo que se
presenta hoy como improbable de construir. O bien, se pensó que un test
culturalmente imparcial podría consistir en una serie de ítems modificados para
emplear en cada cultura, con lo que estaríamos asegurando el mismo grado de
familiaridad en cada una de ellas. Éstas serían pruebas emic. El planteo resulta
muy atrayente, pero lleva implícito otro problema de medición. Éste se refiere a
saber cuál es la probabilidad de que los comportamientos puedan tener diferentes
significados a través de las culturas, o que los mismos procesos puedan mostrar
manifestaciones diferentes.

Psicopatologías prevalentes en adolescentes


Con el propósito de determinar psicopatologías prevalentes en
adolescentes de Tucumán (Proyecto CIUNT K010, 1998-2000) se utilizó el
Inventario Multifásico de personalidad de Minnesota (MMPI-A, adaptación
Casullo). Se trabajó con 1468 adolescentes de ambos sexos de 14 a 18 años, de
población no clínica que asistían a establecimientos escolares públicos o privados
de diverso nivel sociocultural del Gran San Miguel de Tucumán.
Se analizan a continuación los resultados de dos escalas extraídas de dicho
inventario, que han generado algunas dificultades en la administración y en la
evaluación y promovido una serie de reflexiones.
En la Escala suplementaria Propensión al alcohol y a las drogas el 8% de
la muestra presentaba puntajes t elevados (Carreras, 2000); mientras que los
datos provistos por informantes clave (profesores, directores, Instituto Provincial
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de Lucha contra el Alcoholismo) coincidían en afirmar el incremento notable del


consumo de alcohol tanto en varones como en mujeres, situando muy por encima
del 8% - obtenido con el MMPI-A -el nivel de consumo.
Si analizamos los ítems que contiene dicha escala se advierte que incluye
aspectos generales, es decir, universales en cuanto a comportamientos
relacionados con la bebida. Un estudio de las variables emic del comportamiento
de los jóvenes según el contexto sociocultural en el que están insertos permite
señalar que tienen patrones diferentes de consumo, que no están contempladas
en el instrumento.
El MMPI-A, al ser un test estandarizado, con bases en la clínica
fenomenológica, incluye ítems que focalizan rasgos universales o supuestamente
universales. Sobre esta base se hipotetiza que el instrumento empleado
subdiagnostica la tendencia al alcohol de los adolescentes de Tucumán.
Es sensato aceptar que falta aún refinar los métodos de evaluación y que la
complejidad de los comportamientos no permiten vislumbrar en la actualidad cómo
encararlos con un margen menor de error. Por ej. resulta difícil diferenciar la
ingesta de alcohol normal de la anormal, no obstante que el hecho de beber esté
presente en diversas culturas. Igualmente, las consecuencias del uso excesivo de
alcohol varían ampliamente según los contextos (Murphy, 1992) y pueden o no
generar problemas sociales, médicos o legales. De allí que el desarrollo de
criterios universales de alcoholismo implique un desafío para los investigadores
transculturales.
Prosiguiendo con nuestro análisis de los enfoques universalista y relativista
del comportamiento, vamos a considerar la escala de contenido Bajas
aspiraciones adolescentes (MMPI-A).
En primer lugar se considera primordial definir el constructo, puesto que se
presenta culturalmente limitado (culture bound). En el caso de los adolescentes de
Tucumán, las aspiraciones de los jóvenes de nivel sociocultural bajo no tienen la
misma significación que en los de nivel sociocultural medio y alto; tampoco es
igual si se trata de un medio urbano, con estimulación propia de una sociedad
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tecnológica, que de zona rural, agrícola, menos competitiva, en donde el vínculo


está más focalizado entre el sujeto y el contexto ecológico.
Al analizar los ítems que componen dicha escala observamos que se
presentan apropiados a los valores y estilo de vida de los adolescentes urbanos
de NES medio y alto, por ej: la única parte interesante de los diarios es la página
de historietas (se puntúa si responde “Verdadero”). Respuestas a puntuar si
responde “Falso”: Me gustan las ciencias; Me gusta leer libros científicos; Me
gusta leer los editoriales de los diarios; Me gusta asistir a charlas o conferencias
en las que se tratan temas serios; Quiero ir a la Universidad.
En cambio para los de NES bajo estos ítems operarían como un etic
impuesto, puesto que resultan extraños a las situaciones de vida del adolescente y
a los antecedentes culturales de su grupo de referencia. Por lo tanto, la prueba
puede estar subestimando el nivel de aspiraciones y de expectativas de logro de
los adolescentes rurales y urbanos de NSC bajo.

Síntesis de lo tratado
El enfoque transcultural desarrollado permite un abordaje más integral de
las tareas de evaluación y diagnóstico psicológico. Se ha enfatizado la importancia
de articular cultura y comportamiento, y en tratar de descubrir cómo y en qué
grado un sujeto está influido por su ambiente en una distinción emic/etic, es decir
los comportamientos universales, y los propios de un grupo cultural. Para lograrlo
es necesario acrecentar las investigaciones con los diversos grupos que habitan
un país o una región. Ello evitará subdiagnosticar o sobrediagnosticar al
considerar como psicopatológicas variaciones normales del comportamiento que
son habituales en la cultura de un particular sujeto (Tanaka-Matsumi y Draguns,
1997)
El estudio del comportamiento desde una perspectiva cultural toma como
unidad de análisis al sujeto en su contexto.
Habiendo considerado resultados de investigaciones con adolescentes de
de Argentina referentes a habilidades sociales y a psicopatologías prevalente se
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puede afirmar que para comprender el comportamiento se lo debe estudiar en el


contexto en el cual ocurre.
La configuración multiétnica de los países americanos, tanto como los
intensos procesos migratorios que ocurren actualmente, debieran estimular la
investigación del comportamiento desde una perspectiva multicultural.
La Psicología Cultural no ha estado debidamente jerarquizada en países
como Argentina, y los estudios desde este marco conceptual no figuran en la
corriente principal de las investigaciones. Se necesitan, entonces, estudios que
profundicen el análisis de las variables culturales, tanto como en los constructos
psicológicos que aspiran a evaluar; investigaciones que no se limiten a realizar
una discreta comparación entre muestras sino que logren exponer con solidez
teórica y metodológica, el modo en que las variables ecológicas, sociales y
culturales impactan en el comportamiento; que superen posturas etnocéntricas,
que no confundan psicopatología con variaciones culturales. Todo ello contribuirá
a elevar el status de la psicología como una ciencia social y a superar su condición
etnocéntrica, limitada a grupos urbanos, escolarizados y de clase media.

Argentina, S.M.de Tucumán, junio, 2012.

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