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COMERCIAL 2 (PRIVADO 5)

CAPÍTULO PRIMERO.
TÍTULOS VALORES EN GENERAL.

REGULACIÓN NORMATIVA DE LOS TÍTULOS VALORES.

El régimen de Derecho interno para los títulos valores básicamente se compone de dos decretos leyes: el
Decreto Ley 14.412 conocido como “ley de Cheques” y Decreto Ley 14.701 de Títulos Valores, conocido
como “ley de Títulos Valores”.
El DL 14412 contiene una remisión a la disciplina general de las letras de cambio para lo no previsto
especialmente.
A su vez, el art. 126 del DL 14701 se refiere a los cheques y se remite al DL 14412 que los regula, sin
perjuicio de disponer la aplicabilidad de las disposiciones generales y de las especiales relativas a la letra de
cambio en lo pertinente y en lo que no se le oponga.

Con la sanción en el año 1977 del DL 14701, quedaron expresamente derogados el art. 197- 2, y los arts.
788 a 934 inclusive del Código de Comercio y también, fueron expresamente derogados el art. 941 - 2, el
art. 968 y el art. 1000 del Código de Comercio.
Pero la derogación no alcanza a ciertas normas del Código de Comercio que permanecen vigentes y que
regulan documentos como la factura, la carta de porte, el conocimiento marítimo y la póliza del préstamo a
la gruesa.
E1 DL 14701 ha sufrido varias modificaciones que les iré enseñando.

Posteriormente se han dictado normas que indirectamente inciden y hasta modifican la disciplina sobre los
títulos valores.
El art. 353 del CGP incluye entre los títulos ejecutivos al cheque bancario, a la letra de cambio y a los vales,
pagarés y conformes, haciendo remisión a lo dispuesto en las leyes respectivas.
También, incluye las facturas de venta de mercaderías suscritas por el obligado o por su representante, en
tanto la firma se encuentre reconocida o haya sido dada por reconocida o que hayan sido certificadas por
escribano público.

Pero además de las normas de Derecho interno, el Tratado de Derecho Comercial Terrestre de Montevideo
de 1940 en el título VI contiene normas para regular los conflictos de leyes en materia de letra de cambio,
vales y cheques a la orden y para títulos y papeles al portador. Fundamentalmente el tratado establece la
Ley aplicable y la competencia judicial competente para resolver las cuestiones que se plantean.

También existen dos Convenciones Interamericanas sobre títulos valores, ambas celebradas en de Panamá
en 1975: la de Conflicto de Leyes en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas (el art. 10 se refiere a
facturas negociables) y la de Conflictos de Leyes en Materia de Cheques.
Sobre otros títulos valores, como las acciones y debentures, no hay previsiones de Derecho internacional,
los profesores López y Bado consideran que puede aplicable el Tratado de Montevideo de 1940 por lo
dispuesto en los arts. 32 y 36, que se refieren a los demás papeles a la orden y a los papeles al portador, sin
hacer distinciones.
Los créditos documentarios o cartas de crédito y los títulos representativos de mercaderías, tal es el caso
de los conocimientos marítimos y aéreos, son objeto de regulación convencional.
CONCEPTO DE TÍTULO VALOR.

El art. 1 del Decreto Ley 14.701 reza: “Los títulos valores son los documentos necesarios para ejercitar el
derecho literal y autónomo que en ellos se consigna.”
¿Qué nos está diciendo esta definición del DL 14701?

Nos dice que:

1- Que los títulos valores son documentos;


2- Que en los títulos valores se consigna un derecho literal y autónomo;
3- Que el documento es necesario para ejercitar el derecho en el consignado.
Los títulos valores constituyen documentos que consignan un derecho, pero no son los únicos documentos
que pueden hacerlo.

¿Cuál es la particularidad del documento denominado título valor?

La particularidad es:

1- Que la legislación les establece un régimen diferente para su trasmisión, que permite que el crédito en
ellos consignado se transfiera con mayor facilidad y
2- Que, de ser necesario recurrir a la Justicia para su cobro, disponen de un proceso especial – con menos
exigencias previas y, también, con limitaciones a las posibilidades de defensa del deudor – nos estamos
refiriendo al juicio ejecutivo cambiario.

El juicio ejecutivo cambiario especial presenta dos diferencias fundamentales con el juicio ejecutivo
común:

- En primer lugar, la limitación de medios probatorios.


Así sucede en cuanto a la excepción de espera o quita, que debe ser acreditada por “documento público o
privado reconocido judicialmente”.
- En segundo lugar, la limitación de excepciones. Esta particularidad surge de lo dispuesto en los arts. 45
del Decreto Ley 14.412 y 108, inciso final, del DL 14701.

De acuerdo a la definición legal, encontramos en los títulos valores dos aspectos distintos que están
íntimamente relacionados.

- Por un lado, encontramos el aspecto material.

Desde este punto de vista, el título valor es un documento escrito, un pedazo de papel que contiene
diversas menciones.

- Por otro lado, encontramos el aspecto sustancial.

Desde este punto de vista, el título valor es un derecho, un derecho de crédito en beneficio de la persona a
quien se entregue el documento.

- Finalmente, en cuanto negocio jurídico, sería un negocio unilateral.


El título valor como documento

El título valor es definido por el DL 14701 como un documento.


En efecto, el DL 14.701, de Títulos Valores define a los títulos valores como documentos, agregando que a
estos se les consigna un derecho.
Otros negocios jurídicos son definidos por la Ley, como actos o contratos, poniendo énfasis en la
manifestación de voluntad de quien o quienes intervienen en ellos.
En cambio, en el título valor el documento tiene la mayor importancia.

Función del documento.

En materia de títulos valores el documento no es meramente probatorio de un derecho, sino que es


constitutivo de un derecho.
El derecho consignado en el título no preexiste al título, sino que nace con el documento.
En el documento se hace constar un derecho y la obligación correlativa y con la firma de ese documento
nacen uno y otro, es decir que, al crearse el documento, nace el derecho y la obligación correspondiente.
El título valor es un mecanismo creado en la práctica, elaborado por la doctrina y, luego, recogido por la
Ley, que permite hacer constar un derecho en un documento, corporizándolo y jerarquizando el
documento que, de esta manera, adquiere valor en sí mismo.

La jerarquía del documento permite una forma más fácil de circulación de los derechos; en lugar de ceder
tales derechos, se transmite el documento como una cosa mueble, el que tendrá incorporado el derecho
consignado en él.

El título valor como derecho

El DL 14701 se refiere al derecho consignado en el título valor: un derecho de crédito en beneficio de una
persona.
El derecho consignado en el título no preexiste al título, sino que nace con él.
El derecho consignado en el documento, nace con la creación de éste; creado el documento nace el
derecho.
Al documentar el derecho de crédito, se le da al crédito los atributos de una cosa corporal de forma tal
que, transmitido el documento, se transmite también el derecho de crédito en él incorporado.
Entre las menciones esenciales que debe contener el documento, el DL 14701 como incluye el derecho que
en el título se incorpora.
Este derecho de crédito, puede recaer en diferentes bienes: dinero, mercaderías o puede ser un derecho
de participación.
Y eso hace que los títulos valores se clasifiquen según su objeto en: títulos valores representativos de
dinero, títulos valores representativos de mercaderías, títulos valores representativos de derechos o títulos
valores representativos de una participación.

El título valor como negocio jurídico unilateral

Los títulos valores, son negocios jurídicos unilaterales pues son la expresión de voluntad del librador.
La fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de quien la creó.
Así lo dispone el art. 7 del DL 14701: “Toda obligación incorporada a un Título Valor deriva de la firma
puesta en el mismo”.
Es unilateral porque el título se crea y produce sus efectos con la sola expresión de voluntad del firmante,
sin necesidad de que su voluntad se combine con otra que haya de añadirse a ella para integrar un solo
negocio.
Quien suscribe el título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la subordina a
ninguna aceptación ni contraprestación.
Y esto lo diferencia del contrato, en el que siempre hay una manifestación de voluntad que debe estar
integrada con otra manifestación de voluntad; en cambio en el título valor el negocio jurídico nace con la
sola manifestación de voluntad, de una sola parte.

Pero tengan presente que esto no significa que este negocio necesariamente sea el resultado de una sola
voluntad puesto que pueden aparecer, en su creación, la voluntad de varias personas.
O sea, quien suscribe un título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no subordina
esa obligación a ninguna aceptación, a ninguna contraprestación.

En consecuencia, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de
quien lo crea.

Alcance de la regulación legal de los títulos valores

Los profesores López y Bado enseñan que en cuanto el DL 14701 sólo disciplina tres títulos valores, el
legislador crea la primera duda interpretativa: si consideró o no la existencia de otras clases de títulos,
comprendidos en la parte general del DL 14701.
Sobre este tema existen dos interpretaciones:

1) Que entiende que no existen más títulos valores que los especificados en el propio DL 14701.

Los argumentos son los siguientes:

- En primer lugar, el título segundo, denominado “De las distintas especies de títulos valores”, sólo se
refiere a los vales, conformes y pagarés, las letras de cambio y los cheques.
- En segundo lugar, varias de las normas contenidas en el título primero, no obstante, su generalidad, no
resultan aplicables a todos los documentos que la doctrina califica como títulos valores.
Es el caso del art. 5 referente al importe del título; del art. 6 sobre el pago y es el caso de las normas sobre
el aval que no tienen aplicación, sino para los títulos valores que contienen una obligación dineraria.

2) Otros entienden que puede interpretarse que el legislador estableció una disciplina general para todos
los títulos valores y luego reglamentó tres categorías.
Entienden que las normas generales serían aplicables a otros títulos valores no regulados específicamente
en tanto queden comprendidos en la definición de título valor dada por el art. 1 del DL 14701.

Y se basan en los siguientes argumentos:

- La denominación utilizada por la Ley “títulos valores” fue tomada de la doctrina germánica, en remplazo
de la expresión latina títulos de crédito con la intención de que su régimen abarcara otros documentos y
no sólo los de contenido dinerario.
- El art. 3 del DL 14701 introduciría otros títulos desde que realiza una referencia genérica a cualquier Ley
dictada o que se dicte en el futuro.
Vean que el art. 3 establece que los títulos valores en general, deben tener ciertas enunciaciones que allí se
mencionan, pero, cuando se refiera a los especificados por la Ley, no dice los especificados por “esta ley”,
sino los especificados por “la Ley”, es decir, que la norma del art. 3 se aplicaría a los especificados por el DL
14701 y a los especificados por otras leyes.

Por otra parte, el mismo art. 3, refiere a los títulos valores consagrados por el uso, de manera que estaría
admitiendo títulos valores originados en los usos que no tienen una regulación legal.
Sería el caso del crédito documentario, que no está disciplinado por el DL 14701 y que sin embargo es el
documento principal en toda negociación de comercio de una plaza a otra plaza. Por la aplicación del art.
3, con esta referencia a los usos, el crédito documentario queda sometido a la disciplina del DL 14701, en
tanto título valor.

- Fue la intención del legislador otorgar al DL 14701 un alcance amplio y así parece desprenderse de los
comentarios del consejero Viana Reyes sobre el alcance del art. 28.
- Finalmente, se afirma que cuando el legislador quiso excluir a determinados documentos de la aplicación
del DL 14701, lo hizo a texto expreso.

Tal cosa sucede con los boletos, fichas, contraseñas u otros documentos no destinados a circular y que
sirven tan sólo para identificar a su tenedor (art. 29).
Consecuentemente, quedan fuera del régimen legal del DL 14701 las tarjetas de crédito y las tarjetas
emitidas para realizar operaciones bancarias en cajeros automáticos y demás tarjetas de identificación.

Los profesores Bado y López entienden que el ámbito de aplicación del DL 14701 va más allá de los tres
títulos regulados especialmente.
Estos docentes sostienen que el DL 14701 no agota el elenco de títulos valores en el título segundo.
Consideran que el DL 14701 pretende regular los títulos valores en sus rasgos generales, con normas
aplicables a todos los documentos utilizables en el comercio y aun fuera de él, sin perjuicio de regular
específicamente determinados tipos. Pueden existir otros títulos valores y quedarán gobernados por esta
norma en tanto se trate de documentos con las características
reclamadas por el art. 1.

Caracteres comunes a todos los títulos valores.

Vamos a ver en primer lugar los caracteres que surgen de la definición legal de título valor.

Literalidad

De acuerdo con lo dispuesto en el art. 1 del DL 14701, el derecho consignado en los títulos valores tiene,
como característica la literalidad.
Esto significa que los derechos que acuerda la posesión del documento son los que emergen literalmente
de su enunciado, no pueden ser limitados ni ampliados por nada que esté fuera del documento y tampoco
pueden ser limitados por derechos o relaciones existentes entre el librador o deudor del documento con
los anteriores poseedores del documento.
El poseedor tiene los derechos que emanan y surgen del título valor.

Autonomía del derecho

El art. 1 del DL 14701 nos dice que el título valor consigna un derecho autónomo.
La autonomía, en los títulos valores, es un concepto que califica al derecho consignado en el título valor, al
derecho que tiene el poseedor del título valor.
La autonomía significa que el poseedor – y cada poseedor – tiene un derecho propio nuevo, originario y,
por lo tanto, no le son oponibles las excepciones que el deudor podría invocar frente a un antecesor en la
posesión.

El tenedor del título valor tiene un derecho autónomo frente al obligado cambiario.

Su derecho es autónomo respecto a relaciones del obligado cambiario con anteriores tenedores, como si el
documento hubiera sido creado directamente a favor del poseedor, aunque haya tenido anteriores
poseedores. Se entiende que cada poseedor adquiere el título "ex novo", como si fuera originariamente.

El adquirente no se subroga en la posición de su enajenante del título, como consecuencia de esto, el


deudor no puede oponer al tenedor que pretende el pago, excepciones que son personales a los
poseedores precedentes del título.

La autonomía del título valor se concilia con la literalidad del mismo.

La autonomía funciona como un complemento de la literalidad, en la medida que el poseedor sólo tiene
los derechos que emanan y surgen del título valor.

López y Bado sostienen que la autonomía se impone para fomentar la transmisibilidad del documento;
pues nadie aceptaría recibir un título valor si los derechos que ese título valor le concede pudieren verse
de algún modo retaceados con excepcionamientos del deudor basados en sus relaciones con tenedores
anteriores.

Y de esta manera, los títulos valores se diferencian de cualquier otra relación crediticia. Cuando se trata de
un crédito emergente de un contrato, el acreedor puede ceder su crédito, pero cuando cede el crédito se
coloca al cesionario en la posición del cedente y el cesionario no tiene, entonces, un derecho autónomo
contra el deudor de esa relación crediticia.

El deudor tiene derecho a oponerse a la cesión y, luego, plantear al cesionario las excepciones que habría
podido invocar frente al cedente porque el derecho del cesionario es un derecho derivado del derecho del
cedente.

Existen otros caracteres de los títulos valores que no surgen de la definición que de los mismos nos brinda
el DL 14701, veamos entonces cuáles son:

1- Autonomía de las Obligaciones:

Ya hemos visto que el rasgo de la autonomía recogido en el art. 1 del DL 14701, está referido al derecho: el
derecho que consta en el título valor es autónomo.
Pero el rasgo de la autonomía de las obligaciones está dado en el art. 8 del DL 14701 que dispone: "Todo
suscriptor de un título valor se obligará autónomamente".
Cada persona que firma un título valor contrae una obligación que es independiente de las obligaciones
contraídas por los demás obligados.

Tales obligaciones no están afectadas por circunstancias que invaliden la obligación de otros. Por ejemplo,
si el librador era incapaz ello no invalida la obligación contraída por un endosante.
Recuerden y no confundan los dos conceptos de autonomía, pues hay una autonomía para el derecho y
una autonomía para las obligaciones.
Gracias a la autonomía de la obligación, se fortalece la posición del tenedor.
De acuerdo con el art. 8 del DL 14701, el obligado cartular demandado no puede oponerse al pago
alegando como excepción la nulidad de las obligaciones suscritas por otros firmantes.

El art. 8 del DL 14701 nos dice: "La circunstancia que invalida la obligación de alguno o algunos de los
signatarios, no afectará a las obligaciones de los demás".
Y este criterio dado en el art. 8 del DL 14701, está desarrollado en el art. 62, para la letra de cambio.

El art. 62 dice que cuando una letra de cambio lleva la firma de personas incapaces de obligarse por la letra
de cambio o firmas falsas o de personas imaginarias o firmas que por cualquier otra razón no pueden
obligar a la persona que haya firmado la letra de cambio, las obligaciones de cualquiera de los firmantes no
dejarán, por eso, de ser válidas.

2- Solidaridad.

En un solo documento - título valor - pueden sucederse distintos actos.


Habrá necesariamente un acto de creación, pero luego podrá haber un acto de endoso o podrá darse un
acto de aval.
Si se trata de una letra de cambio, podrá suceder un acto de aceptación.
El art. 14 refiere a la solidaridad de quienes firman un mismo acto en un título valor, disponiendo que: "los
suscriptores de un mismo acto de un título valor se obligan solidariamente".

Cuando el art. 14 dice "suscriptor de un mismo acto" se refiere a los suscriptores de determinado acto; por
ejemplo: el acto de creación o el acto de endoso.
El art. 14 se refiere a cada uno de esos actos posibles, en la mecánica y funcionamiento de un título valor y
a los otorgantes de cada uno de esos actos.
No se refiere a todos los firmantes de un título valor sino a quienes suscriban conjuntamente un mismo
acto, dentro del documento título valor.

Para los casos de suscripción conjunta por más de una persona de cualquier acto, vinculado a un título
valor, el DL 14701 impone la solidaridad en la obligación.
Se aparta la norma del derecho común en que, para el caso en que dos personas firman un contrato en
común y se obligan a una prestación, la deuda se divide entre los dos, porque la solidaridad requiere pacto
expreso.

El art. 14 agrega que el signatario de un acto, que paga, tiene los derechos y acciones que competen al
deudor solidario contra los demás obligados.
Los derechos y acciones a que se refiere el texto legal son los que acuerda el Derecho comercial a los
deudores solidarios en sus relaciones entre sí.

De acuerdo con el art. 269 del Código de Comercio, cada deudor responde por la cuota que le
corresponde; de manera que, pagada la prestación debida, por uno de ellos, sólo podrá reclamar de los
restantes deudores, sus respectivas cuotas.

Veamos un ejemplo otorgado por la profesora Nury Rodríguez: “si un vale es creado por dos personas,
aplicando el art. 14, ambos son solidariamente responsables; si uno de ellos paga, podrá reclamar del otro
firmante la mitad del importe pagado. Damos otro ejemplo: un contrato de transporte fue contratado por
dos personas, que tienen mercaderías para transportar. Ellas dos firmarán la carta de porte. Si se considera
que la carta de porte es un título valor, esas personas que firman un acto único, por el art. 14, son
responsables solidarios. Si uno de ellos paga el flete podrá reclamar la mitad del otro.”

Sepan también que el art. 14 después de disponer el derecho del signatario que paga respecto a los otros
signatarios del mismo acto, contiene una salvedad final cuando dice: "pero deja expeditas las acciones
cambiarias que puedan corresponder contra los obligados".
Esto significa que si un signatario de un acto, paga la prestación debida por el título valor, puede luego
reclamar la cuota parte de quien lo suscribió con él, sin perjuicio de poder accionar contra otros obligados
por vía de regreso.

Y la salvedad se aplicará sólo a la letra de cambio y vales y cheques, pues las acciones cambiarias sólo se
prevén específicamente para los títulos de contenido dinerario (art. 99).

De manera que, para estos títulos, la solidaridad del art. 14 se debe conciliar con la solidaridad del art. 105.
Veamos un ejemplo citado por el profesor Carlos López “el caso de un vale, en que la creación se hace por
dos personas, que firman su libramiento. Por el art. 14, ambos son solidariamente responsables; si uno de
ellos paga, podrá reclamar del otro firmante la mitad del importe pagado. Si un endoso del vale es suscrito
por dos personas, ellas serán responsables solidariamente frente a cualquier tenedor y si una de ellas paga
puede repetir contra el otro firmante del vale la mitad de lo pagado o puede promover acción de regreso
contra el librador o endosantes anteriores.”

Diferencia entre la solidaridad cambiaria y la solidaridad entre los firmantes en el mismo acto. Arts 14 y
105 del DL 14701.

La solidaridad cambiaria del art. 105 del DL 14701 se aplica sólo a los títulos valores de contenido
dinerario y es distinta de la solidaridad entre los deudores del mismo acto del art. 14 del mismo Decreto
Ley; solidaridad que se aplica a todas las especies.

Para la solidaridad cambiaria, todos los que firman un título valor de contenido dinerario (librador,
endosante, avalista o girado aceptante), aun cuando lo hagan en actos distintos, son solidariamente
responsables por el pago total del mismo.

Entonces el acreedor puede demandar a uno o a todos por el total de la deuda, sin tener que respetar el
orden en que se fueron sucediendo las firmas.

A diferencia de la solidaridad del art. 14, el deudor paga el total y luego tiene derecho a repetir de los
obligados que le preceden el total de la deuda.

Por el contrario, los obligados al pago en un mismo acto (dos libradores o dos endosantes o dos avalistas o
dos girados aceptantes), cuando pagan, pagan el total, pero sólo pueden reclamar del cofirmante la parte
que le corresponde, pues son codeudores.

En conclusión, hay tres diferencias:

1- Respecto a los títulos en los que se aplica: La solidaridad cambiaria se aplica sólo a los títulos valores de
contenido dinerario.
La solidaridad en el mismo acto se aplica a todos los títulos valores, sin importar el derecho que tengan
incorporado al documento.
2- Respecto a los sujetos involucrados: En la cambiaria son responsables solidarios por el pago todos los
firmantes del título valor sin importar en qué acto lo hagan.
En la solidaridad en el mismo acto, en cambio, se hacen responsables por el pago total sólo los que firman
en forma conjunta un mismo acto (sea de libramiento, de endoso, de aval o de aceptación)

3 - Respecto a la aplicación del beneficio de división: En la solidaridad cambiaria no es posible aplicar el


beneficio de división puesto que los obligados cambiarios no son codeudores y por tanto no comparten la
deuda.
Por esta razón todos han de pagar el cien por cien del título.
En la solidaridad en el acto, en cambio, los firmantes en cada acto se obligan en la medida en que
comparten la obligación y consecuentemente, el codeudor que paga la totalidad del título al acreedor,
tiene derecho a reclamar de su compañero cofirmante, sólo lo que corresponda.

Clasificación de los Títulos Valores.

Con fundamento en lo dispuesto en el art. 3 del DL 14701, existen cuatro especies:

1) títulos valores cuyo objeto es una prestación dineraria;


2) títulos valores representativos de mercaderías;
3) títulos valores representativos de un derecho;
4) títulos valores de participación.

1) Títulos representativos de dinero

Dentro de los denominados títulos valores de contenido dinerario se incluyen los documentos en los cuales
se hace constar una obligación de dar una suma de dinero.
En nuestro Derecho encontramos en esta categoría los siguientes documentos: vales, conformes y pagarés;
letras de cambio, cheques, obligaciones negociables o debentures y facturas.
En todos ellos, por encima de sus diferencias, existe un rasgo común: todos son documentos en los cuales
se consigna el derecho de una persona de exigir una suma de dinero a otra persona.

El DL 14701 en su capítulo I del título segundo, denominado De las distintas especies de títulos valores,
establece el régimen aplicable a las letras de cambio.
Por la remisión hecha en los arts. 125 y 126, en lo no expresamente previsto y en cuanto fuere pertinente,
a los vales, conformes, pagarés y cheques le son aplicables las disposiciones del título primero del DLTV y
también las disposiciones previstas para la letra de cambio.

Letra de Cambio:

La letra de cambio es un título valor que contiene una orden por la cual una persona (librador), ordena a
otra (girado), el pago de una suma de dinero a favor de una persona determinada (beneficiario).
El mecanismo de la letra de cambio implica la intervención de tres personas.

- El librador es quien libra la letra y da la orden de pagar.


- El girado es quien recibe la orden del librador y cumple con el acto de pago.
- El beneficiario es la persona acreedora del dinero que la letra representa y que está expresamente
designada en el documento.
Y esos sujetos se encuentran vinculados por lo que se denominan relaciones extracartulares,
fundamentales o causales.
Las relaciones extracarturales fundamentales o causales son los vínculos contractuales que explican por
qué el librador se obliga y libra la letra a favor de una persona determinada y por qué le da la orden de
pagar a un girado en particular y no a otro.

Respecto del librador se produce una superposición de relaciones jurídicas, por ejemplo: el comprador que
paga con una letra de cambio se obliga dos veces.
Una vez se obliga por haber firmado la letra de cambio. Otra vez, y concomitantemente, se obliga en la
medida en que consiente el contrato de compraventa, por ejemplo, contrato que explica la razón del
libramiento de la letra.

Una vez que el importe de la letra haya sido pagado se habrán extinguido las dos obligaciones: la
obligación cambiaria, esto es, la derivada de la firma del título valor y también la relación causal o
fundamental que le ha servido de fundamento.

El Cheque

En el art. 2 del Decreto Ley 14.412, de Cheques, se establece que el cheque común es un documento que
contiene una orden de pago por la cual una persona encarga el pago de una suma de dinero a un banco,
donde tiene fondos depositados en cuenta corriente o autorización para girar en descubierto.
Su funcionamiento involucra tres personas.

- El librador es la persona que imparte la orden de pago.


- El banco es quien recibe la orden de pago y quien paga luego de realizar ciertos controles sobre el
cheque, la cuenta corriente y el librador.
- El beneficiario es la persona que ha de recibir el pago.

En el cheque también existen una serie de relaciones fundamentales o extracartulares.


Por una parte, existe una relación extracartular que vincula al librador del cheque con el banco y que
explica por qué le ordena pagar y por qué el banco paga: se trata de la cuenta corriente bancaria.
La cuenta corriente bancaria es un contrato bancario convenido entre un banco y su cliente por el cual
aquél se obliga a realizar, por cuenta de éste, todas las operaciones inherentes al servicio de caja
contabilizando puntual y sistemáticamente los ingresos y egresos de fondos en la cuenta del cliente.

El contrato de cuenta corriente bancaria está regulado en los arts. 33 a 38 de la Ley 6895 de 1919. De
acuerdo al art. 33, la cuenta corriente opera con provisión de fondos, esto es, con dinero provisto por el
propia cuenta correntista (en cuyo caso se combina con el contrato de depósito bancario), o funciona al
descubierto, esto es, con dinero proporcionado por el banco en cuyo caso la cuenta opera en combinación
con el contrato de apertura de crédito.

El librador del cheque que paga una compraventa con un cheque se obliga dos veces.

Una vez se obliga por la firma puesta en el cheque (obligación cambiaria o cartular) y otra vez se obliga por
haber consentido la compraventa (obligación extracambiaria, causal o fundamental que explica el
libramiento del cheque).

Se produce, por tanto, una superposición de obligaciones, obligaciones que se extinguirán con el pago del
cheque.
A diferencia de la letra y del vale, los cheques son proporcionados por los bancos y están confeccionados
de acuerdo a ciertas normas impartidas por el Banco Central del Uruguay (BCU).
Diferencias entre cheque y letra de cambio:
El cheque y la letra de cambio tienen en común el número de elementos personales intervinientes, no
obstante la similitud anotada y fuera de las menciones, presentan las siguientes diferencias:
- En primer lugar, si bien hay un girado, en el cheque siempre y en todos los casos debe tratarse de un
banco en tanto que en la letra de cambio el girado puede ser cualquier persona.
- En segundo lugar, el beneficiario de la letra de cambio siempre es una persona específicamente
determinada, lo que significa que las letras se libran a la orden de una persona y nunca son al portador.
Las letras jamás pueden ser transmitidas por la simple entrega; y el cheque, en cambio, se puede librar a la
orden de una persona determinada o se puede librar al portador, esto es, sin especificar beneficiario, en
cuyo caso puede ser transmitido por la simple entrega manual.
- En tercer lugar, en la letra de cambio el girado que acepta la letra se obliga a pagarla a su vencimiento y
con ello compromete su patrimonio.
El tenedor insatisfecho podría demandarlo de modo de cobarse el importe de la letra mediante la
denominada acción de cobro o de reemobolso directa.
En el cheque, en cambio, el banco nunca es obligado cambiario y por tanto jamás es obligado al pago de la
suma de dinero que representa.
Si el banco no paga el cheque, el portador sólo tendrá acción contra el librador (acción de cobro directa) y
endosantes (acción de cobro de regreso). Estos temas los veremos en su momento.
El Vale:
El vale es un título valor por el cual el librador promete al portador o a quien aparezca desigando en el
texto, el pago de una suma de dinero.
El vale contiene, por tanto, la promesa de pagar una suma de dinero y no una orden de pagar una suma de
dinero, como acontece en las letras de cambio y en los cheques.
El funcionamiento del vale supone la existencia de dos elementos personales:
- el librador, quien mediante su promesa se obliga a pagar, y
- el beneficiario, quien será el que recibirá el pago y que puede o no estar designado en el documento.
El DL 14701, utiliza la denominación de vales, pagarés o conformes, pues eran de estilo en la época de
sanción de la norma.
Vemos entonces que el DL 14701 recoge la terminología de la práctica y la incorpora al texto normativo,
pero no establece ningún criterio de distinción entre el vale, el conforme y el pagaré.
Los vales, los pagaré s y los conformes están sometidos a la misma disciplina jurídica .
Los tres vocablos designan una misma cosa, esto es, un título valor en el cual el librador promete pagar una
cantidad de dinero.
Igual que en el caso de las letras y de los cheques, el librador de un vale mantiene una relación
fundamental o con el acreedor que explica el libramiento del vale.
Puede tratarse de una compraventa, por ejemplo, o de un préstamo.
Se obliga, por tanto, dos veces: una por la relación fundamental y otra por la relación cambiaria que se
constituye al firmar el vale.
Y cuando ese vale se paga, se extingue la relación cambiaria y también la relación fundamental que motivó
su libramiento.
Diferencias entre el vale y la letra de cambio:
La diferencia más importante entre el vale y la letra de cambio la encontramos en su diferente naturaleza
jurídica.
Si bien ambos son títulos valores de contenido dinerario, la letra es una orden de pago y el vale es una
promesa de pago.
En tanto el librador de la letra ordena pagar a otra persona, no asume él la obligación de pagar. No
obstante, la Ley lo responsabiliza por el pago en forma solidaria con el girado aceptante de forma de
asegurar el cobro de la letra.
Si el girado no acepta, el principal obligado es el librador.
Vemos la diferente composición de elementos personales: en el vale el librador se obliga a pagar una
cantidad de dinero al beneficiario, se dan dos personas; y en la letra, en cambio, quien la libra ordena el
pago a una tercera persona llamada girado.
2) Títulos representativos de mercaderías.
Aquí nos referimos a todos aquellos títulos que confieren a su tenedor el derecho a reclamar determinada
mercadería.
Los más importantes son la carta de porte, los conocimientos marítimo y aéreo y los certificados de
depósito.
El DL 14701 refiere a ellos y dice en su art. 28 que: “Los títulos representativos de mercaderías atribuirán a
su legítimo tenedor el derecho exclusivo de disponer de las mercaderías que en ellos se especifiquen.”
Y fuera de este artículo 28 y del art. 11 donde se los menciona específicamente, se les aplica el régimen
general dispuesto en el título primero del DL 14701,en lo que corresponda.
Veamos estos títulos:
Carta de porte, conocimiento marítimo y conocimiento aéreo
La carta de porte, art. 166 del Código de Comercio y los conocimientos marítimos, art. 1196 del Código de
Comercio y aéreo, art. 147 del Código Aeronáutico; son títulos valores que se extienden cuando se celebra
un contrato de transporte terrestre, marítimo y aéreo, respectivamente.
Estos títulos otorgan al portador el derecho a reclamar la entrega de los bienes transportados según
aparezcan detallados en el documento y además confieren el derecho a transmitir el derecho a otra
persona.
El art. 165 del Código de Comercio establece que la carta de porte debe contener el nombre del dueño de
los efectos o cargador y el de la persona a quien se han de entregar los efectos, el lugar donde debe
hacerse la entrega, el flete , esto es el precio del transporte y el plazo de la entrega.
Pero el Código de Comercio no dice nada dice respecto a la forma cómo se transmiten; por lo tanto pueden
emitirse al portador y transmitirse por la simple entrega o pueden emitirse a la orden de una persona
determinada y transmitirse por endoso y entrega.
Por su parte el artículo 1205 del Código de Comercio autoriza a que el conocimiento se extienda indicando
el nombre del consignatario o a la orden o que sea al portador, con lo cual crea un régimen da fácil
transmisibilidad.
El art. 1212 del mismo Código admite expresamente su transferencia por endoso
Y el art. 1222 de dicho Código establece que no será admisible en juicio ninguna acción entre el capitán y
los cargadores o aseguradores si no se acompaña alguno de los ejemplares del conocimiento original.
Certificados de depósito y warrant
El certificado de depósito es un título valor que confiere a su tenedor el derecho a reclamar determinados
bienes objeto de un contrato de depósito.
Nuestro Derecho regula especialmente el régimen de expedición y transmisión de los denominados
certificados de depósito en recintos aduaneros.
Y es así que la Aduana puede extender certificados de depósito a la orden, por aquellos depósitos que se
hacen en sus dependencias y se prevé que esos resguardos son endosables. El endosatario del resguardo
tiene derecho de exigir la entrega de las mercaderías depositadas en la Aduana.
Con esos certificados se puede vender o se puede prendar los bienes depositados.
Por su parte los warrant son títulos valores expedidos por los usuarios de las zonas francas.
Confieren a sus beneficiarios un derecho de crédito por un importe de dinero que se encuentra
garantizado con la prenda de los bienes depositados en zona franca.
Sólo serían negociables una vez refrendados por la Dirección de Zonas Francas.
3) Títulos Valores representativos de derechos.
Los derechos también pueden ser objeto de incorporación en un título valor.
Aquí la doctrina suele ubicar a los certificados de prenda sin desplazamiento, los futuros y las opciones.
Certificados de prenda
Con el certificado de prenda se documenta el contrato de prenda sin desplazamiento.
La prenda es un contrato de garantía según el cual el acreedor prendario asegura su crédito con un
derecho de preferencia en la ejecución de ciertos bienes propiedad del deudor.
El documento se trasmite por endoso y, al trasmitirse el documento, se transfiere el derecho de
preferencia del tenedor sobre los bienes prendados.
No son títulos valores porque no se ajustan a la definición legal.
Futuros y opciones
Los futuros y las opciones son contratos de compraventa celebrados en la bolsa de valores que se ejecutan
en el futuro, siempre y cuando se cumplan las condiciones pactadas.
De esta forma se logra eliminar parte de la incertidumbre propia de la fluctuación de los precios en la
compraventa bursátil.
El derecho a la compra, en las condiciones pactadas, se representa en un documento que puede
transmitirse a otras personas, llamado futuro u opción.
Los futuros documentan la obligación de entrega de bienes a cambio de un precio determinado, en una
fecha determinada.
Las opciones, que pueden ser de compra (call) o de venta (put), obligan a su emisor a respetar las
condiciones, fundamentalmente referentes al precio y a la fecha de entrega, en tanto que el adquirente de
la opción puede, justamente, optar por respetar esos términos o cancelar el negocio sin responsabilidad.
4) Títulos valores representativos de una participación
La doctrina incluye en esta grupo a las acciones, los debentures, los bonos o partes beneficiarias y las
cuotas partes de fondos de inversión.
Acciones
La acción es un valor emitido por las sociedades anónimas que confieren a su beneficiario o al portador, los
derechos que la Ley 16.060, Ley de Sociedades Comerciales (LSC) confiere a los accionistas en los arts. 319
y siguientes.
Entre otros, el accionista puede ejercer el derecho de voto, el derecho a las ganancias, al remanente de la
liquidación y el derecho de transmitir la participación de modo de investir a otra persona de la condición
de socio.
El art. 316 de la ley 16060 dispone que a las acciones se les aplique las normas sobre títulos valores.
Pero...¿ las acciones son títulos valores?
Algunos autores han sostenido que son títulos valores de participación.
También se ha dicho que no son títulos valores por no adecuarse a la definición del art. 1 del DL 14701.
Los profesores López y Bado consideran que tal discusión carece de importancia práctica pues el art. 316
de la ley 16060 establece que las acciones sean reguladas por el DL 14701.
No puede decirse que las acciones sean títulos valores de contenido dinerario.
Vimos que en las letras de cambio, en los cheques y en los vales se hace constar una obligación de dar una
suma de dinero.
Pero las acciones no son títulos valores de contenido dinerario porque la cantidad expresada en ellas, el
denominado valor nominal, no es representativo de un monto de dinero exigible a su librador, sino que es
representativo de la participación que le corresponde al tenedor en los derechos que integran el estatus de
socio.
Además, las acciones no son abstractas, ni sus firmantes asumen responsabilidad solidaria como es
característico en los títulos valores de contenido dinerario.
¿Las acciones son títulos valores de participación?
La respuesta es si, en base a las siguientes consideraciones:
- El contenido y el alcance del derecho de participación surgen del texto de la acción.
Es en virtud del derecho de participación, literalmente expresado, que se distribuirán las utilidades, se
votará en la asamblea, etc.
No puede decirse que el derecho incorporado no es literal debido a que, por ejemplo, el valor nominal que
aparece en la acción no refleja la verdadera extensión del derecho del accionista, y que para verificar este
extremo habría que analizar el contrato social y los documentos que permitan determinar cuánto vale esa
acción.
Lópes y Bado dicen que razonar de esta forma supone atribuir a la acción la condición de título valor de
contenido dinerario, cosa que ya hemos descartado.
- Por otra parte el derecho de participación incorporado a la acción es autónomo porque la sociedad no
puede, una vez transmitida la acción, impedir al legítimo tenedor el ejercicio de los derechos que ella
representa argumentando excepciones o defensas fundadas en la relación personal que tiene con un
tenedor anterior.
Veamos un ejemplo de la profesora Bado: si la sociedad emite acciones y el accionista es A, que la endosa y
entrega a B, que a su vez la endosa y entrega a C, cuando C pretenda participar enlas ganancias, la
sociedad no puede negarle este derecho argumentando que A no cumplió íntegramente con su obligación
de aportar. El derecho de participación en las ganacias de C es autónomo del derecho de participación de
A.
Entonces vemos que la acción es un título valor creado por una sociedad anónima que se entrega a quien
ha aportado capital.
Representa la participación del accionista en el capital integrado de la sociedad anónima y los derechos
que tal participación le atribuye, derechos que su tenedor habrá de ejercer exhibiendo el título y que
puede transmitir a otra persona .
La única excepción estaría dada por las acciones escriturales que, en tanto no están documentadas, no
cumplen con el principal requerimiento del art. 1 del DL 14701.
Debentures u obligaciones negociables.
Las obligaciones o debentures son valores por los cuales el suscriptor se obliga a pagar una suma de
dinero, en una determinada fecha, bajo ciertas condiciones y que se entregan a cambio del empréstito
colectivo que se celebra como forma de financiar un emprendimiento de importancia.
Son regulados por la ley 18627 de Mercado de Valores.
Bonos
Los bonos o partes beneficiarias son valores emitidos por una sociedad anónima que confieren a sus
beneficiarios (generalmente los fundadores y promotores), el derecho a reclamar de la sociedad una
participación en las ganancias, de acuerdo a lo establecido en los arts. 420 y siguientes de la ley de
sociedades comerciales 16060.
Cuotas partes de fondos de inversión
Las cuotas partes de los fondos de inversión son títulos valores que representan el derecho de copropiedad
del beneficiario designado o del portador sobre los bienes que conforman el patrimonio afectado a la
inversión dispuesta.
El art. 1 de la ley 16774 dice que Fondo de Inversión es un patrimonio de afectación independiente
integrado por aportes de personas físicas o jurídicas bajo el régimen de la presente ley, para su inversión
en valores y otros activos.
Y el art. 4 de dicha ley admite que las participaciones se representen en títulos negociables denominados
cuotapartes.
Pueden ser al portador, nominativas o escriturales. Los escriturales no podrían ser títulos valores en la
medida en que carecen de documento.

Naturaleza Jurídica de la Obligación Cambiaria.


Vamos a ver las diferentes teorías que existen sobre este tema:
A) TEORÍAS CONTRACTUALISTAS-
Según las primeras teorías formuladas para explicar la naturaleza jurídica de la obligación cartular, ésta
deriva de un acuerdo de voluntades (contrato de cambio) entre quienes participan en la formación del
título de crédito.
El título valor sería el instrumento para la ejecución del contrato y, al mismo tiempo, probaría la existencia
del contrato.
Estas teorías predominaron hasta que Einert, en publicaciones aparecidas en 1824 y 1839, las cuestiona
radicalmente.
Analizando el funcionamiento de la letra de cambio, este autor partía del principio de que ese título
constituía el papel moneda de los comerciantes.
Según Einert, el título valor no es el instrumento de un contrato, sino una promesa abstracta, dirigida al
público en general, de pagar conforme a las cláusulas insertas en el documento. Una vez instrumentado el
título valor, éste queda desligado de toda relación personal entre quienes intervinieron en su creación.
La obligación del suscriptor es asumida ante una persona indeterminada o sea ante el que posea
legítimamente el título.
Las teorías contractualistas podrían ser satisfactorias si sólo se tomase en cuenta las relaciones entre el
librador y el tomador del título.
Sin embargo, cuando se analizan las relaciones entre el deudor y los subsecuentes poseedores del título, se
tropieza con un obstáculo: es fundamental que los sucesivos tenedores se encuentren investidos de un
derecho autónomo, que los coloque al abrigo de todas las excepciones de carácter personal que podrían
oponerse a los tenedores anteriores. L
as teorías contractualistas no pueden explicar satisfactoriamente la autonomía del derecho de los
sucesivos tenedores, con quienes el librador no tiene relación alguna.
Los partidarios de las teorías contractualistas, entonces, realizan un importante esfuerzo por superar las
críticas, a través de precisiones a la formulación básica de la teoría.
Liebe, insistía en la existencia de un acuerdo de voluntades entre el librador y el tomador del título en el
momento de la suscripción del título pero ese acuerdo, según Liebe, tendería solamente a producir el
título.
Goldschmidt sostenía que el librador contrataba con el primer tomador, a favor de éste y, al mismo tiempo,
en favor de la serie indeterminada de los subsiguientes tomadores.
En un sentido similar, Vivante, entendía que la fuente de la obligación cartular tenía una doble origen: un
contrato en cuanto al primer tomador y la voluntad unilateral frente a los tenedores sucesivos
B) TESIS UNILATERALISTAS.
En nuestro Derecho, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral
de quien la creó.
Así lo dispone el artículo 7 del DL 14.701, que nos dice: “Toda obligación incorporada a un Título Valor
deriva de la firma puesta en el mismo”.
Vemos entonces que en nuestro Derecho, la obligación cartular tiene su fuente en la voluntad unilateral
porque el título se crea y produce sus efectos, con la sola expresión de voluntad del firmante, sin necesidad
de que su voluntad se combine con otra, que haya de añadirse a ella para integrar un solo negocio.
Quien suscribe el título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la subordina a
ninguna aceptación ni contraprestación.
Así es a diferencia del contrato, ya que en el contrato siempre hay una manifestación de voluntad que debe
estar integrada con otra manifestación de voluntad; en el título valor, la obligación cartular nace con una
sola manifestación de voluntad de una sola parte.
Vemos entonces que nuestro legislador agregó a las fuentes clásicas de las obligaciones: ley, contrato,
cuasicontrato, delito y cuasidelito, esta nueva, de la voluntad unilateral, cuya existencia, por otra parte, ya
se sostenía bajo el imperio del Código de comercio.
El DL 14.701 establece con toda claridad, lo que antes era una mera elaboración doctrinaria.
Entonces recuerden que quien suscribe un título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del
título y no subordina esa obligación a ninguna aceptación, a ninguna contraprestación.
En consecuencia, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de
quien lo crea.
Y esa voluntad unilateral es la fuente de cada una de las obligaciones que constan en el título.
El artículo 7 del DL 14.701 nos dice que toda obligación, incorporada a un título valor, deriva de la firma
puesta en el mismo.
En el título pueden figurar distintas firmas: la firma del librador, las firmas de los endosantes, las firmas del
aceptante, la firma del avalista.
La obligación del endosante – como la del librador - va a surgir de su sola voluntad unilateral y sin
necesidad de una voluntad complementaria.
Si estamos ante una letra de cambio y el girado acepta, su obligación va a emanar de su sola firma
agregada al documento, obligación unilateral asumida por el girado al aceptarla.
Si una persona avala el título y lo firma, su obligación, también, ha de derivar de su sola firma. Habrá
entonces obligación contraída por la sola firma del creador, obligación del girado que acepta, obligación
nacida de la sola voluntad del endosante y obligación derivada de la sola firma del avalista. En todos los
casos, la obligación deriva de la sola firma del obligado.
A. La obligación cartular como negocio jurídico unilateral
Para la doctrina de aquellos países cuyos Derechos recogen el concepto de “negocio jurídico”, el Derecho
alemán y el italiano, por ejemplo, la obligación cartular es un negocio jurídico unilateral.
Entre estos autores tenemos a Messineo.
El libramiento, el endoso, el aval, la aceptación, serían negocios jurídicos unilaterales, pues resultan de una
sola declaración de voluntad y producen efectos independientemente del consentimiento ajeno.
El suscriptor de un título valor no subordina la validez de su obligación a ninguna aceptación o
contraprestación.
Además, el suscriptor se obliga frente al poseedor que presente el título no frente al primer tomador,
siéndole indiferente que quien exhiba el título sea el primer tomador o un poseedor subsiguiente.
En los títulos de crédito hay una despersonalización del acreedor.
El acreedor es un sujeto activo indeterminado aunque determinable futuramente, cuando llegue el
momento de cumplir con la obligación contenida en el título.
No debe entenderse que en este negocio participa una sola voluntad, puesto que puede aparecer, en su
creación, la voluntad de varias personas.
Lo que significa es que cada obligación emana de una voluntad única o unitaria, derivada de una sola parte
o de un solo centro de intereses.
Veamos un ejemplo: dos personas A y B firman un vale, creándolo.
El vale contendrá dos expresiones de voluntad pero ellas forman una sola parte.
Cuando A y B firman el documento no son partes opuestas o complementarias en la relación. Es decir, se
trata de un negocio unilateral, aunque existe pluralidad de sujetos, porque se perfecciona y produce sus
efectos sin necesidad de que la voluntad manifestada se combine con otra, que haya de añadirse a ella
para integrar el negocio.
B. La obligación cartular como acto jurídico unilateral
Pérez Fontana enseña que en nuestro Derecho, la noción de negocio jurídico que maneja la doctrina
alemana e italiana, carece de apoyo legal.
En nuestro Derecho sólo se conocen los actos jurídicos, que pueden ser tanto unilaterales como bilaterales.
Y en cuanto a la voluntad unilateral como fuente de obligaciones, existen algunas discrepancias
doctrinarias en cuanto al momento en que exactamente nace la obligación del creador del documento.
Existen, fundamentalmente dos teorías: la teoría de la creación y la teoría de la emisión.
Tesis de la emisión:
La tesis de la emisión fue desarrollada, principalmente, por Stobbe.
Según esta tesis de la emisión, la obligación nace después de la creación, con la entrega voluntaria del
documento.
Stobbe dice que es necesario que al acto de creación siga un acto de desapoderamiento del título por obra
del suscriptor, porque es únicamente con ese acto que él se priva definitivamente del poder de destruir o
de anular el título y de impedir el nacimiento de la obligación.
Por su parte Gierke sostiene que existen dos actos unilaterales, un acto unilateral de creación y, luego, un
acto unilateral de entrega, pero recién después de ese momento de la entrega voluntaria o de la emisión,
nacería la obligación.
Entonces para para esta tesis, si se firma y crea un vale, y el firmante no lo emite sino que lo conserva en
su poder, todavía no estaría obligado.
O sea, si el título no pasa a las manos de un tercero, falta la posibilidad de que se haga valer la obligación,
que subsiste meramente en potencia.
El problema surge cuando el título sale del poder de su creador sin su voluntad o cuando el tenedor de
buena fe lo recibe de una persona que no tenía derecho sobre él (adquisición a non domino).
Y en estos casos el DL 14.701 protege al tenedor mediante la prohibición de que se le opongan las
excepciones personales que el deudor podría oponer a los anteriores tenedores.
Tesis de la creación:
La teoría de la creación se debe a Kuntze.
Para esta tesis el título valor se crea cuando se firma el documento, la obligación cartular nace con la sola
creación.
Aun cuando permanezca en manos del suscriptor, ya tiene un valor patrimonial y está en condiciones de
llegar a ser fuente de un derecho de crédito.
Existiría una obligación sujeta a condición suspensiva.
Y la condición se cumple cuando el título llega a manos del sujeto que, de acuerdo al tenor del documento
y a su ley de circulación, está legitimado para hacerlo valer.
Para Kuntze, el querer a que se obliga el librador está contenido en las palabras extendidas en el título.
El creador pone así fuera de su persona un querer de obligarse, lo ha objetivado y lo ha licenciado.
En esta posición, entonces, si se crea un título valor, el firmante está obligado desde el momento en que lo
ha creado, aunque no lo emita voluntariamente.
Y es esta la tesis que adoptó nuestro derecho en el DL 14701.
La obligación nace con la sola creación del documento.
Así surge del artículo 7, que establece que la obligación deriva de la firma.
La firma es el acto que culmina la creación.
De varios artículos, especialmente de los artículos 9, 25 y 30 resulta que nuestro legislador adoptó la tesis
de la creación.
Veamos:
El artículo 9 del DL 14.701 nos dice que: “El suscriptor de un título valor quedará obligado en los términos
literales del mismo aunque el título entre en circulación contra su voluntad o después de que sobrevengan
su muerte o incapacidad.”
El suscriptor de un título valor, por la tesis de la creación, queda obligado aunque el título entre en
circulación contra su voluntad, es decir: aunque no lo haya emitido voluntariamente. Aquí radica la
importancia práctica de adoptar la tesis de la creación o la tesis de la emisión.
La profesora Rodríguez Olivera nos pone el siguiente ejemplo:
“Una persona firma un vale y lo guarda en su escritorio; ya ha creado un título valor con una obligación a
su cargo. No es necesario, según la tesis adoptada por la Ley, que entregue ese documento, porque la
obligación nació con la sola creación. Si el vale es sustraído por un empleado infiel, el librador está obligado
por la declaración que ha formulado, porque su obligación nació con la sola firma y no puede alegar la
desposesión involuntaria, frente al poseedor que le reclame el importe del vale.”
Si se hubiera adoptado la tesis de la emisión, en el ejemplo puesto, el firmante podría alegar que no hubo
emisión y, por lo tanto, no estaría obligado.
El artículo 9 tutela el prestigio del título valor, porque el título valor circula en la plaza con mucha facilidad,
sobre la base de que quien se obligó, va a pagar al poseedor.
Si cualquier persona que se propone adquirir un título valor tuviera la duda de que el librador no lo pagará
al vencimiento, no lo adquiriría, pero el poseedor sabe que lo va a cobrar, porque el que libró la letra no
puede alegar la desposesión involuntaria.
Y de esta manera la norma da seguridad a los eventuales tenedores futuros.
Se está protegiendo de esta manera la circulación de los títulos valores.
Frente a una desposesión involuntaria, la Ley no protege al creador del título valor sino a los poseedores
del título.
Frente al autor de la desposesión, el creador podrá promover una acción de reivindicación o formular una
denuncia penal pero frente al poseedor del título no le puede decir: “no le pago porque este documento
me fue sustraído”.
El artículo 25 se refiere a los efectos de la creación y el artículo 30 a los títulos creados en el extranjero,
demostrando que el legislador centra su régimen en la creación.
Tesis de la promesa unilateral pura:
Siegel desarrolló esta tesis según la cual, el título obliga al suscriptor aun antes de salir de sus manos pero,
mientras está en sus manos, coinciden en una misma persona las calidades de deudor y acreedor.
De esa manera, se mantiene en suspenso el ejercicio del derecho de crédito por parte de un tercero.
El desapoderamiento del título es la condición para que la obligación se transforme de potencial en actual.
Teoría de la obligación legal:
Según esta teoría, la obligación cartular no reposa sobre la voluntad sino sobre la Ley.
Esta posición es aceptada por Mossa y por Garrigues.
Mossa explica que el Derecho cambiario es un Derecho formal, que atribuye a la sola creación del título el
efecto de obligar.
La Ley es lo que determina los efectos jurídicos.
El contenido de la declaración, la intención y la voluntad, no son indispensables porque el sistema formal
dicta todas las normas que disciplinan al título.
El obligado no puede fijar un contenido distinto al legal.
La Ley agota por sí misma el contenido de la declaración.

ACTOS RELACIONADOS CON LOS TÍTULOS VALORES

La mecánica de los títulos valores implica la consecución de diferentes actos:


- libramiento;
- transmisión;
- aval;
- pago;
- aceptación y exclusivamente para la letra de cambio.
Estudiemos entonces c/u de estos actos.

Libramiento
De acuerdo al art. 2 del DL 14701, los títulos valores son documentos solemnes.
La solemnidad alcanza al documento y a todos los actos que pueden existir en torno a un título valor.
En relación al documento, el art. 3 establece las menciones esenciales que debe contener todo título valor.
Nos dice este artículo que: “Además de lo dispuesto para cada título valor en particular, tanto los
tipificados por la ley como los consagrados por los usos deberán llenar los requisitos siguientes:
1. El nombre del título valor de que se trate.
2. La fecha y el lugar de creación.
3. El derecho que en el título se incorpore.
4. El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho.
5. La firma de quien lo crea.”
Si el título valor carece de alguna de estas menciones esenciales, cualquiera o todos los obligados
cambiarios podrán oponer la excepción de inhabilidad de título prevista en el art. 108 del DL 14701.
Por su parte, el art. 2 dispone una salvedad: .”..debe contener los requisitos que la ley señala, salvo que ella
los presuma.”
Esto quiere decir que en algunos casos el DL 14701 autoriza a no incluir una determinada mención porque
se crea una presunción para suplir la omisión del suscriptor.
Vamos a estudiar ahora c/u de las menciones a que refiere el artículo 1.
1- Nombre del título:
En algún lugar del cuerpo del documento debe denunciarse la especie de título valor de que se trate pues
de lo contrario no hay obligación cambiaria y, por tanto, no hay título valor. Estrictamente alcanzaría con
denunciar el nombre del título valor en el cuerpo del documento ; por ejemplo: “Páguese por esta letra de
cambio...”, “Páguese por este cheque...”.
Pero sin embargo, la práctica comercial acostumbra, además, denunciar la especie en forma de título.
En el caso de los vales, por expresa disposición del art. 120, el nombre debe colocarse en la redacción
misma del documento “Vale por la suma de...”.
2- Fecha y lugar de creación:
En el título valor debe indicarse el día, el mes y el año que corresponda al momento de su creación.
La fecha es necesaria para establecer la capacidad de quien crea el documento y para oficiar de punto de
partida de distintos términos legales como, por ejemplo, los vencimientos y los plazos de presentación de
algunos títulos.
El lugar de creación es necesario para determinar la legislación aplicable a ese título.
3- Derecho incorporado:
El título debe contener la prestación exacta que se pretende del deudor.
El derecho que se incorpore al título dependerá del tipo de título valor de que se trate: dinero, mercadería,
derechos o la participación.
4- Lugar y fecha de ejercicio del derecho:
El lugar y la fecha de ejercicio del derecho no son menciones esenciales lo que significa que, si faltan, son
interpretadas de acuerdo a las presunciones que la Ley establece en el art. 3, inciso 2.
Por ejemplo, en el caso de las de letras de cambio y de vales, si el creador del título no indicó fecha para el
ejercicio del derecho, la Ley presume que serán pagaderos a la vista esto es, a su presentación.
Y si el librador no indicó el lugar del ejercicio del derecho, la Ley presume que el pago se hará en el
domicilio del creador y, de haber varios, el tenedor tiene derecho a elegir uno de ellos.
Pero también puede suceder que, por una mención expresa del creador, el beneficiario del derecho, deba
ejercerlo en un lugar y en una fecha determinada.
En este caso se debe estipular el lugar, el día, mes, año, dónde y a partir del cual, debe exigirse la
prestación debida.
El acreedor tiene la obligación de respetar esta mención.
5- Firma del librador:
La firma es la mención esencial por excelencia pues es la que determina el nacimiento de la obligación y
del derecho correlativo.
No olvidemos que la voluntad unilateral del creador del título es la fuente de las obligaciones contenidas
en él.
Esa voluntad unilateral se manifiesta con la firma y sin firma no hay título valor ni obligación cambiaria.
Y debe firmarse inmediatamente después del texto porqué de lo contrario, no se valida la declaración de
voluntad.
Quien firma un título valor puede hacerlo por sí y para sí o puede hacerlo a través de un tercero mediante
un poder.
El poder establece los límites de la representación otorgada por el mandante al mandatario.
Si una persona se excede o firma sin poder, entonces, de acuerdo al art. 24, responde personalmente.
El art. 24 dice que “Quien suscriba un título valor a nombre de otro sin facultades legal es, se obligará
personalmente como si hubiera obrado en nombre propio. Y si pagare tiene los mismos derechos que
hubiera tenido la persona a quien pretendió representar.”
Por su parte el art. 23 del DL 14701, El art. 23 del DLTV prevé la situación del administrador de una
sociedad comercial y la situación del factor o gerente de un establecimiento comercial. Este art. 24 declara
autorizados a éstas personas por el sólo hecho de su nombramiento para suscribir títulos valores a nombre
de la sociedad o del principal para quienes trabajan.
Si la sociedad o el principal no desean que su administrador y factor gocen de esta facultad, deberán
dejarlo asentado por escrito, en el estatuto de la sociedad, en el caso del administrador, y en el mandato
institorio, en el caso del factor.

Títulos valores incompletos

Los títulos valores pueden librarse dejando en blanco determinadas menciones esenciales.
Los blancos no obstaculizan su circulación pues pueden ser endosados o entregados a otras personas.
Elsto está permitido por el art. 4 del DL 14701: “Si se omitieren algunas menciones o requisitos, cualquier
tenedor legítimo podrá llenarlas antes de presentar el título para el ejercicio del derecho que en él se
consigne.”
Requisitos para el completamiento de los títulos valores incompletos
El art. 4 nos exige dos requisitos.
En primer lugar, el completamiento lo debe realizar el tenedor legítimo, esto es, quien pueda justificar
poseer el título legítimamente y no ingresa en esta categoría quien lo haya hurtado o quién lo haya
encontrado extraviado.
En segundo lugar, los blancos deben ser llenados antes de presentar el título para el ejercicio del derecho.
Pero el art. 4 debe ser complementado por el art. 61 del DL 14701, el art. 61 se ubica en sede de letras de
cambio, pero es también aplicable a vales y cheques y nos dice que:
“Cuando una letra de cambio incompleta en el momento de su creación, se hubiese completado
contrariamente a los acuerdos celebrados, el cumplimiento de estos acuerdos no podrá alegarse contra el
tenedor, a no ser que éste haya adquirido la letra de cambio con mala fe o que al adquirirla , haya incurrido
en culpa grave”.
El pacto de completamiento y las consecuencias de su desobediencia
El libramiento del título valor con blancos es una práctica muy común que supone un complejo de
instrucciones convenidas con el librador conocido como pacto cambiario de completamiento.
Si el tenedor completa los blancos contradiciendo las instrucciones impartidas, el deudor no podrá alegar
esta circunstancia y deberá pagar lo establecido en el título de acuerdo al tenor literal del mismo.
Sólo podrá alegar la violación del pacto de completamiento frente a la persona que, cuando tomó el título,
celebró el pacto con él.
Y esto es así pues el pacto de completamiento es de naturaleza extra cambiaria y vincula, solamente, al
creador del título con su inmediato tenedor.
Las demás personas no se encuentran vinculadas porque ignoran su existencia.
El problema aparece cuando se puede probar que el tenedor conocía el alcance de las instrucciones y, aun
así, hizo caso omiso de ellas.
En cambio sí se pueden oponer al tercero de mala fe.
Es una norma en protección de los intereses de los terceros de buena fe.
A continuación les adjunto el texto de una muy interesante sentencia referida a este tema que recién
hemos visto:

Año 2001 LJU CASO 14211

títulos valores
+ Causa en los títulos valores
++ Pacto extracartular o pacto de complemento
+++ Es válido y puede usarse para oponer excepciones personales en la ejecución cambiaria
La primera instancia precisa que se cumplen las condiciones pues la excepción fue opuesta por el firmante
de los títulos valores contra el acreedor que sólo había comparecido por representante (endoso en
procuración). Prim. Inst.
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar -d-,
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< PROCESO EJECUTIVO CAMBIARIO
<<<< pacto extracartular / pacto de complemento /
firma en blanco
LJU CASO 14211
+++ No requiere instrumentación por escrito y puede probarse por cualquier medio
La primera instancia y la mayoría de la segunda son contestes en que ninguna norma legal exige la prueba
escrita del pacto de complemento, resultando idóneo cualquier medio de prueba.
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar -d-,
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< PROCESO EJECUTIVO CAMBIARIO
<<<< pacto extracautelar / pacto de complemento
/ firma en blanco
LJU CASO 14211
proceso ejecutivo cambiario
+ Excepciones cambiarias
++ Excepciones admisibles
+++ Excepciones de fondo
++++ Abuso de firma en blanco
+++++ Por violar pacto extracartular o de complemento
La excepción referida al comportamiento del título valor en contradicción con los términos acordados debe
ser admitida en el proceso ejecutivo. Prim. Inst.
Cfdoct. Rodríguez Olivera, N. (Acciones y excepciones cambiarias, p. 91)
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar-d-
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< TITULOS VALORES
<<<< excepciones personales / pacto extracar-
tular / pacto de complemento /
firma en
blanco / exceptio doli
LJU CASO 14211

Sentencia Nº 2/98.-
Montevideo, 9 de febrero de 1998.
VISTOS:
Para sentencia definitiva de primera instancia estos autos caratulados "H.O.O. c/ A.D.L. - Juicio
Ejecutivo" F. 151/94.
RESULTANDO:
I .-Que a fs. 5 comparece el actor solicitando intimación de pago de los conformes que acompaña, de los
que es tenedor en procuración, suscritos por A.D.L. el 16 de abril de 1993 con vencimiento el 16 de agosto y
el 16 de octubre de 1993, por un monto de U$S 12.052 y 7.334 respectivamente. Vencidos los mismos no se
procedió a cancelarlos, habiendo cursado telegrama colacionado. No disponiendo de la constancia de
recepción del telegrama cursado solicita se intime el pago.
Por auto Nº 1061 se hizo lugar a la intimación de pago solicitada la que se efectivizó según consta a fs. 8.
A fs. 10 comparece el actor promoviendo juicio ejecutivo contra el demandado atento a que no se han
abonado las sumas adeudadas y sus acrecidas.
Por providencia Nº 1289 (fs. 11) se trabó el embargo solicitado y se dispuso citación de excepciones.
II .-Que a fs. 19 comparece el representante del demandado oponiendo excepciones y expresándose: el 15
de abril de 1993 su mandante prometió comprar a "Automotora Oriental SRL" y éste prometió vender un
automóvil marca "Honda" que describe por un precio de U$S 33.500, abonándose U$S 17.500 al contado
en el mismo acto de otorgamiento. El saldo de U$S 16.000 se abonaría en 12 cuotas iguales, mensuales y
consecutivas. Posteriormente, al día siguiente, su mandante y "Automotora Oriental SRL" modificaron
verbalmente lo convenido en cuanto a la forma de pago del saldo de precio. Se suprimió la financiación
bancaria. Las doce cuotas se sustituyeron por seis cuotas bimensuales. En dicha fecha se suscribieron 6
conformes a favor de dicha Automotora con vencimientos bimensuales: 16 de junio, 16 de agosto, 16 de
octubre, 16 de diciembre (de 1993), 16 de febrero y 16 de abril (de 1994 los dos últimos).
Atento a la posibilidad de cancelar la totalidad del precio en una sola partida, todos los títulos quedaron
incompletos, en cuanto a la suma de dinero a pagar, en manos de la Automotora.
Su mandante no pudo cancelar la deuda en 1993 ni en su totalidad ni en forma bimensual.
De acuerdo a lo convenido "Automotora Oriental" completó el título número 1 con vencimiento el 16 de
junio de 1993, insertándole como suma de dinero a pagar la totalidad del saldo de precio U$S 16.000
incrementado no sabemos porque en U$S 588.
Previo a su endoso en procuración al Dr. O. promovió en agosto de 1993 la ejecución cambiaria ante el
similar de 1º Turno (F. 129/93), en la cual su mandante extinguió la obligación por la paga en audiencia
verificada el 3 de octubre de 1994, obteniendo la cancelación del conforme y la devolución del mismo,
documento que agrega.
Fuera de la adquisición del automotor marca Honda, negocio extinguido por cumplimiento, no se
constituyó deudor por ningún otro concepto de "automotora Oriental" el 16 de abril de 1993, ni por las
sumas de U$S 12.052 o U$S 7.334, no por ninguna otra cantidad.
La referida Automotora completó los títulos con vencimiento el 16 de agosto y 16 de octubre de 1993,
insertándole como sumas a pagar dichas cantidades.
Funda el derecho, presenta prueba y solicita no se haga lugar a la ejecución promovida.
III .- Que por auto Nº 1519 (fs. 24vta.) se dio traslado de las excepciones interpuestas el que fue evacuado
por la parte actora a fs. 27 expresando: las argumentaciones del deudor dicen relación con un negocio
causal que no habría dado lugar al libramiento de los títulos valores de que se trata. Por ello es de
aplicación lo dispuesto en el art. 108 del Decreto Ley 14701 no pudiendo obstar el juicio ejecutivo y siendo
materia de un juicio ordinario posterior.
Señala que no es verdad que el Sr. A.D.L. hubiera creado a favor de "Automotora Oriental SRL" seis
conformes ni que éstos hubieran quedado incompletos en manos de dicha sociedad. Tampoco es cierto que
la Automotora haya dolosamente completado los títulos violando acuerdos invocados por el accionado.
El ejecutado omite que el vínculo entre las partes no se limitó a la mera adquisición por el deudor del
automotor marca Honda, sino que a su vez el Sr. A.D.L. se desprendió de un automóvil que le pertenecía -
marca Ford, modelo Escort, XR3, que individualiza, en favor de "Automotora Oriental SRL" que fue
entregado como parte integrante de la operación negocial.
El automóvil presentaba desperfectos y obligaciones impagas de patentes y otros.
Conocían la solvencia del Sr. A.D.L. quien se encontraba transitoriamente en Montevideo, pues residía en
Italia y tenía problemas de liquidez, atento a ello se le adelantaron sumas en calidad de préstamo. En
consecuencia el Sr. A.D.L. libró los títulos valores de autos.
En ningún momento hubieron acuerdos negociales violados, ni complemento de requisitos de los títulos
valores.
IV .-Que en la primer audiencia celebrada en autos (fs. 83), el representante del excepcionamiento efectuó
aclaraciones a lo expresado en su escrito de excepciones las que fueron contestadas por la contraparte.
Se efectuaron las audiencias necesarias a efectos de diligenciar la prueba y alegar de bien probado (fs. 83,
105, 119, 134 y 162), señalándose al término de esta última el día de la fecha para el dictado de la
sentencia definitiva.
CONSIDERANDO:
I .-Que corresponde, en primer lugar, tener presente que el actor en el proceso en examen comparece en
virtud de un endoso en procuración efectuado por "Automotora Oriental S.R.L.", es decir que actúa como
mandatario obrando en nombre y representación de dicha sociedad.
Ello resulta trascendente porque como expresa Pérez Fontana: "Si el endosatario en procuración inicia un
juicio el deudor no podrá oponerle las excepciones personales que tenga contra él porque el endosatario no
actúa por derecho propio sino en representación. Podrá oponerle las excepciones que tenga contra el
endosante" ("Títulos Valores" II, FCU pág. 195).
II .-Que el objeto del proceso se estableció, en el subexámine, en determinar la procedencia de la excepción
de pago, así como, si los títulos valores en ejecución se completaron contrariando lo estipulado entre las
partes (fs. 85).
La determinación del objeto del proceso fue consentida por ambas partes.
A juico de la decisora la excepción referida al complemento del título valor en contradicción con los
términos acordados debe ser admitida en el proceso ejecutivo.
De acuerdo a Nury Rodríguez: "La taxatividad de las excepciones de todos modos funciona pues no se
podrán interponer más excepciones que las previstas en el art. 108 y en otros textos de la misma ley o aun
de otros cuerpos legislativos. El excepcionamiento en estudio no está previsto en el art. 108 pero su
admisibilidad resulta del art. 61" ("Acciones y Excepciones Cambiarias", FCU 1987 pág. 91).
La admisión de esta excepción tiene limitaciones a los efectos de no vulnerar la autonomía del derecho
mencionado en los títulos valores, de modo de proteger su circulación, impidiendo que al tenedor se le
puedan oponer las excepciones personales que se podían oponer a los anteriores tenedores.
En este sentido expresa Nury Rodríguez: "Este excepcionamiento es personal y relativo. Es relativo porque
sólo puede oponerse por el creador del T.V. o por quien lo firmó antes del llenado del claro. Es personal
porque se puede oponer sólo contra la persona con quien se suscribió el pacto cambiario o contrato de
completamiento o contra el portador de mala fe o que incurrió en culpa grave" (ob. cit. pág. 91).
En el caso se cumplen ambas condiciones en cuanto la excepción es opuesta por el firmante de los títulos
valores -Sr. A.D.L.- en contra de quien suscribió el contrato de complemento _"Automotora Oriental S.R.L.-
representada por el actor en estos procedimientos en virtud del endoso en procuración, según se
anticipara.
Debe tenerse presente que la facultad de completar un título valor está prevista por la ley y no supone una
conducta ilícita, sino que encuadra dentro de lo admitido en el derecho cambiario, siempre que se complete
en la forma pactada y en plazo estipulado.
Ahora bien, en la especie, los elementos probatorios acercados a la causa y en especial las declaraciones de
parte de los representantes de "Automotora Oriental S.R.L." y del demandado -que brindaron la posibilidad
de tener un mayor conocimiento de los litigantes y apreciar una notoria diferencia entre los mencionados
en primer término (profesionales en la compra y venta de automóviles) y el Sr. A.D.L. en cuanto a la aptitud
para valorar la importancia de documentar en forma una negociación y el alcance de la suscripción de
títulos valores- sumados al conjunto del caudal probatorio recepcionado, conducen a la decisora a
considerar que los conformes ejecutados en autos fueron firmados en blanco y completados en
contradicción a lo acordado verbalmente y por escrito por las partes.
Del examen de estos autos es posible inferir:
- el 15 de abril de 1993 -un día antes de la fecha de suscripción de los conformes- se otorgó entre las partes
la promesa de compraventa del vehículo Honda por un precio de U$S 33.500 dólares pagadero U$S 17.500
al contado y saldo de U$S 16.588 en 16 cuotas iguales, mensuales y consecutivas, mediante financiación
bancaria (fs. 16).
Ambas partes han coincidido en cuanto a que, posteriormente, debido a la demora en obtener la
financiación bancaria, se modificaron los términos de la negociación, quedando un saldo pendiente.
De acuerdo a la declaración de parte del Sr. A.D.L., la forma de pago del vehículo pactada fue la siguiente:
"Nosotros le vendimos un Honda CRX, fue en los primeros meses del 93, el precio se pagaba así: una parte
con un coche y el saldo era en dos o tres veces no lo recuerdo, era en tres veces, él nos entregó tres
documentos para el pago del saldo de precio, los intereses correspondientes (el negocio se hizo en el
comienzo del 93 y el saldo se terminaba de pagar en octubre). No recuerdo la cantidad que se puso en cada
vale, sí que el coche que nosotros recibimos debía una cantidad de patente y había que hacerle
reparaciones, eso se tomó en cuenta en estos últimos vales pero no se formalizó por escrito" (fs. 179).
Esta declaración -escuchada y valorada atentamente por el Tribunal- fue prestada en forma clara y
espontánea por el Dr. A.D.L y no resulta desvirtuada por la aclaración formulada posteriormente, a
requerimiento de su abogado patrocinante, que contradice en forma inexplicable lo afirmado
anteriormente (fs. 125).
Dicha declaración demuestra que los vales fueron firmados en blanco y que posteriormente fueron llenados
contrariando los términos acordados verbalmente -en el primer momento- y por escrito en el Contrato de
Compraventa del vehículo Honda glosado en autos.
Del antes referido contrato de compraventa, suscrito por las partes, surge que el Sr. A.D.L. entregó al
contado U$S 17.500 "quedando un saldo pendiente de U$S 16.588 en un documento renovable cada 60
días con amortizaciones de U$S 5.000 con vencimiento el primero el 16 de junio de 1993".
El primer conforme con vencimiento el 16 de junio de 1993 es el ejecutado ante el similar de 1º Turno, F.
129/93, los otros dos -que de acuerdo a lo pactado verbalmente y a lo establecido en el contrato vencían
cada 60 días- tienen el vencimiento justamente en dicho término: el segundo el 16 de agosto de 1993 y el
tercero el 16 de octubre de 1993 (el Sr. A.D.L. declaró que el saldo se terminaba de pagar en octubre según
viene de verse) y son los ejecutados en autos (fs. 4 y 3 respectivamente).
Surge probado que el monto de dichos conformes fue completado posteriormente, estableciéndose el
monto total del saldo de precio en el primer conforme -cuando se ha admitido que el saldo se terminaba de
pagar en octubre- ejecutado ante Civil 1º y otros montos por diferentes conceptos, en los conformes a que
refieren estos procedimientos, todo ello, contrariando lo acordado en el contrato de compraventa del
vehículo Honda.
Cabe destacar, asimismo, que en el proceso tramitado ante Civil 1º se arribó a una conciliación en la
audiencia preliminar abonando el Sr. A.D.L. U$S 20.925 (fs. 22 del testimonio acordonado).
Dicha conciliación se efectuó el día 3 de octubre de 1994 (fecha posterior a la intimación de pago efectuada
en autos, fs. 8), sin constar ninguna referencia a los conformes agregados en autos, habiéndose presentado
la demanda ejecutiva en estos obrados el mismo día: 3 de octubre de 1994.
Confirma la interpretación anticipada, en cuanto a la forma de pago del saldo de precio, lo expresado por el
Sr. R.: "Es otro de los tantos cambios que tuvo el negocio, se combinó como dice el contrato de
compraventa en un saldo de U$S 16.588 dólares, teniendo el Sr. A.D.L. la posibilidad de ir haciendo
amortizaciones, como llegado el vencimiento y no hizo amortización ni pago ninguno, me extraña que el Dr.
Bianchi me haga esa pregunta, porque tuvimos que ejecutar de entrada, porque para poder cumplir ese
compromiso tenía que haber habido una amortización de 5.000 dólares" (fs. 197).
Ello resulta congruente con la firma de los tres conformes para amortizar el saldo de precio pendiente,
conforme la previsión contractual antes examinada.
La parte actora ha sostenido que los dos conformes ejecutados en autos se refieren al costo de reparación
del vehículo Ford Escort (entregado como parte del pago al contado del Honda), a deudas de dicho rodado
por patentes, multas y recargos y al monto de un préstamo.
No se ha aportado prueba alguna que acredite la existencia del préstamo alegado.
Al respecto es importante considerar que de acuerdo a lo dictaminado por el Sr. Perito resulta: que no se
encontró registro alguno de imputación a la cuenta de Deudores Sr. A.D.L., consta sí el asiento contable por
la venta de un Automotor con fecha 6 de mayo de 1993, por $U 116.393 correspondiente a U$S 30.800
imputado a la cuenta deudora A.D.L. (fs. 116).
Recién con fecha 30 de noviembre de 1996 "posteriormente a la fecha de oposición de excepciones y
tramitación de la segunda instancia en el presente proceso- consta en el Libro Inventario en el rubro
"Deudores en Gestión" el Sr. A.D.L. por la suma de $U 72.309,78 equivalentes a U$S 19.386.
El Sr. Perito expresa: "No consta registro alguno en el que podamos cotejar la veracidad de tal registro" (fs.
116).
En la ampliación de su informe (fs. 167) el Sr. Perito reitera que el Sr. A.D.L. no figura en la contabilidad en
el rubro "Deudores en Gestión" en el libro inventario a los días 30 de noviembre de 1993 / 30 de noviembre
de 1994 / 30 de noviembre de 1995, por la suma equivalente a U$S 19.386.
En relación a si existe o no comprobante de salida de Caja firmado por el Sr. D.L. que dé origen a los vales,
el Sr. Perito informó: "No hemos podido constatar tal existencia".
En dicho dictamen se expresa: "lo que sí resulta extraño a este perito, que dado el importe que se está
reclamando (aprox. U$S 20.000), fuese registrado con tanta posterioridad".
En la audiencia de aclaración del dictamen pericial, el Sr. Perito afirmó: "a mí me llama la atención que la
empresa no haya registrado por 20.000 dólares, es una cifra importante" (fs. 187).
En cuanto a las reparaciones del vehículo Ford y a las deudas por concepto de patente, es claro, que dichos
montos no se conocían en el momento en que fueron suscritos los conformes, lo que demostraría, una vez
más, que los mismos fueron firmados en blanco.
Preguntado el Sr. R. en relación a cuándo descubrió los desperfectos, con qué posterioridad a la firma del 15
de abril de 1993, manifestó: En el momento en que entregamos el coche 0 kilómetro, recibimos el de él y
fue cuando lo pudimos llevar al taller y corroborar los desperfectos, no son cosas que saltan a la vista. Eso
fue unos días después que nos pusimos de acuerdo con el negocio". (fs. 140).
En cuanto a la deuda de patentes el Sr. R. manifiesta: "Cuando nos hacen entrega del Ford Escort (de la
respuesta anterior surge que fue unos días después) nos enteramos ahí que no tenía la libreta, que se la
habían retirado por falta de pago, multas y se convino hacer un documento por separado para hacer frente
a los gastos de reparación y patentes, multas y recargos. La única fuente de información fue el Municipio"
(fs. 140).
Los tres conformes se firmaron el 16 de abril de 1993, al otro día de firmada la promesa de compraventa, lo
que surge de los propios documentos y fue admitido por el Sr. A.D.L. (fs. 125): en esa fecha era imposible
determinar el monto de desperfectos y de la deuda de patentes, cuya existencia se desconocía, lo que
demuestra claramente que dichos documentos fueron firmados en blanco.
Debe también considerarse que de la promesa de compraventa del vehículo Ford Escort, entregado como
parte del precio según afirmaciones de ambas partes, surge que el mismo fue examinado por la parte
promitente compradora y "recibido a su entera satisfacción en buenas condiciones de conservación y
funcionamiento" (fs. 26).
Se desconoce qué elementos se tuvieron en cuenta para determinar el precio del automóvil Ford Escort que
surge de la promesa de compraventa agregada en autos y que fue consentido por ambas partes.
En suma, existen suficientes elementos de convicción para concluir que por el saldo de precio se firmaron
tres conformes en blanco, al día siguiente de la promesa de compraventa del vehículo Honda, variando los
términos de la misma por un acuerdo verbal, que luego fue recogido en el contrato de compraventa (fs. 91).
De dicho contrato de compraventa surgen los términos del acuerdo de completamiento de dichos
conformes (fs. 91vta.) cuyos términos no fueron cumplidos.
Consecuentemente con los expresado, se concluye que, los montos adeudados que debieron establecerse
en los documentos en ejecución de acuerdo a lo pactado, ya han sido abonados por el ejecutado en el
proceso tramitado ante el Similar de Primer Turno.
Por último, debe también mencionarse, como un indicio más en cuanto a la forma muy particular que
caracterizó la instrumentación de la negociación, la discordancia entre la fecha del contrato de
Compraventa -2 de mayo de 1993- y la fecha de la certificación notarial de la firma: 27 de mayo de 1993, la
que no fue suficientemente justificada por la declaración del Escribano interviniente en los autos
tramitados ante el Juzgado de Paz Departamental de la Capital de 9º Turno (F. 749/95), fs. 63, cuyo
testimonio obra acordonado a los presentes.
III .- Que, a juicio de la decisora, la conducta procesal de "Automotora Oriental S.R.L.", representada en
autos por el actor en virtud de un endoso en procuración, evidencia que litigó con malicia que merece la
nota de temeridad (art. 688 del CC), lo que habrá de determinar su condena al pago de las máximas
sanciones procesales.
Por tales fundamentos, FALLO:
Haciendo lugar al excepcionamiento interpuesto con costos y costas a cargo de la parte actora (honorarios
fictos, a los solos efectos fiscales, $ 10.000 para cada parte). Decrétase el levantamiento del embargo
dispuesto por auto Nº 1289 (fs. 11) y oportunamente comuníquese. Ejecutoriada que sea, cúmplase y
previos los desgloses que correspondieren, archívese.
Dra. Maggi, Juez Ltdo.
Esc. Montemurro, Act.
Sentencia Nº 14.-
Min. Red.: Dra. Klett.
Montevideo, 21 de febrero de 2001.
VISTOS:
Para sentencia definitiva de segunda instancia, estos autos caratulados "H.O.O. c/ A.D.L. - Juicio Ejecutivo",
Fª 83/98, venidos a conocimiento de este Tribunal, por virtud del recurso de apelación interpuesto por la
actora, contra la sentencia Nº 2 de 9 de febrero de 1998, dictada por la Sra. Jueza Letrada de Primera
Instancia en lo Civil de 9º Turno.
RESULTANDO:
1 .-Que por el referido pronunciamiento se amparó el excepcionamiento opuesto por el demandado, y se
condenó a la actora a las costas y costos del grado, ordenando el levantamiento del embargo dispuesto.
2 .-Que en tiempo y forma dedujo recurso de apelación la actora y se agravió respecto de la sentencia,
manifestando sintéticamente: es menester una prueba contundente y terminante de que el monto de los
conformes fue completado posteriormente; no puede sustituirse un dictamen técnico inequívoco por
elementos de mera convicción, cuando quien tuvo la carga de probar resignó expresamente dicho onus, sin
razón o fundamento alguno; no se valoran en debida forma las declaraciones prestadas, advirtiéndose que
se hace caudal de determinadas expresiones desatendiéndose otras, no habiendo incurrido el Sr. A.D.L. en
contradicciones; el demandado no ha probado el presupuesto esencial del excepcionamiento, esto es, la
existencia de títulos valores incompletos llenados a posteriori; asimismo, se agravió el recurrente de la
condena en costas y costos, cuando no existió en modo alguno conducta procesal maliciosa o temeraria y
ello surge del proceso.
3 .-Que fluye de autos que el recurso fue legalmente sustanciado, habiendo el demandado evacuado el
traslado respectivo, abogando por la confirmatoria de la sentencia.
4 .-Concedido el recurso, y elevados los autos a esta Sala, se procedió al estudio de precepto por los
miembros naturales, y culminado el mismo, se convocó a la audiencia prevista en el art. 344 CGP; al existir
discordia se dispuso la integración de la Sala, resultando designado el Dr. Ricardo Harriague, debiéndose
convocar a nueva audiencia de sorteo en virtud de su traslado al TAP de 3º Turno; realizada la audiencia (fs.
275) y emitido el voto por el Sr. Ministro Integrado Dr. Daniel Gutiérrez se convocó a audiencia; al persistir
la discordia se integró la Sala y emitió su voto el Dr. Leslie Van Rompaey; convocada la audiencia de
precepto no pudo realizarse en tres ocasiones; realizada finalmente el día 13/12/00 se acordó sentencia en
legal forma, citándose a las partes para su lectura para el día 14/2/01, la que debió prorrogarse para el día
de hoy, por licencia del Sr. Ministro Dr. Julio Chalar.
CONSIDERANDO:
I .-Que el Tribunal -integrado-, con la voluntad coincidente de los miembros necesarios (art. 61 inc. 1 LOT),
habrá de confirmar la sentencia de autos.
II .-Liminarmente, entiende la Sala -integrada- que la sentencia de autos ha realizado una adecuada
valoración probatoria, como asimismo un correcto encuadre jurídico de la litis, de conformidad con los
hechos que corresponde tener por probados (arts. 137, 140, 141, 197 y 198 CGP), en cuyo mérito la vía
recursiva intentada no es de recibo.
En efecto, el análisis de las probanzas allegadas a la causa, realizado de conformidad con los principios de
racionalidad y unidad de la prueba, evidencia tanto la existencia de un pacto de complementación del
título-valor como su violación por parte de la endosante en procuración. De la concordancia y convergencia
de los múltiples elementos probatorios diligenciados (documental, declaraciones de las partes e indiciarios)
examinados con toda precisión en la sentencia en recurso, surge la certeza de la realización de una
maniobra fraudulenta de llenado de los títulos en ejecución, en incumplimiento del pacto de
completamiento que sólo refería al saldo del precio de venta del automóvil, y que ya fuera percibido
íntegramente por el acreedor en otro proceso ejecutivo.
En opinión de quienes suscriben este dispositivo, y más allá de la autonomía y literalidad de los documentos
en cuestión (en la que pretende escudarse el actor), es evidente que los títulos en ejecución se libraron en
pago del saldo de precio del automóvil vendido al ejecutado por un precio total de U$S 33.500, de los
cuales pagó en el acto y al contado la suma de U$S 17.500 (fs. 16); posteriormente, ante la ejecución
promovida ante la Sede de Civil 1º por U$S 16.588 (fs. 6 a 8 del acordonado), pagó la cantidad de U$S
20.925 (fs. 22 de esos obrados), teniendo en su poder el conforme cancelado (fs. 18 de esta pieza).
En tal sentido y en primer lugar, estima el Tribunal -integrado- que ninguna norma legal exige la prueba
escrita del pacto de completamiento, resultando idóneo cualquier medio de prueba que, en el caso, se
concreta en los propios términos del vínculo negocial causal, sobre el cual resultan suficientemente
ilustrativas las declaraciones de los intervinientes, correcta y completamente examinadas en la atacada, a
diferencia de lo que sostiene el apelante, criterio éste que, a su vez, descarta la pretensión del actor de
exigir, como único medio conducente, la prueba pericial a la que renunció el demandado por las razones
que explicitó oportunamente.
Por otra parte, la explicación que brinda el actor sobre la causa de la emisión de los títulos en ejecución
(costos de reparación, patentes atrasadas, préstamo dinerario), es inverosímil.
Siendo aquella compraventa la única operación demostrada entre las partes, carece de toda explicación
plausible la deuda consignada en los conformes en ejecución en autos, por un monto total de U$S 19.386.
No es creíble, en primer término, que la deuda por patente y reparaciones del automóvil entregado por el
ejecutado como parte del pago ascendiera a esa suma. Adviértase que la deuda por patentes era la
consignada a fs. 191 por el organismo competente, información que incluyó los recargos; y, si dicho
automóvil fue tasado en U$S 15.500, no es creíble que su reparación (por los conceptos referidos a fs. 180)
ascendiera a la cantidad consignada en el título-valor.
Tampoco parece verosímil que el dueño de la automotora oficiara de prestamista, máxime cuando
reconoce que no se dedica a tal actividad (declaración de fs. 183); especialmente, porque no puede indicar
ni cómo habría obtenido el dinero supuestamente prestado, ni por qué se concedió un préstamo en efectivo
por U$S 12.052 sin garantía alguna (sólo el estado patrimonial), y, al mismo tiempo se constituyó una
prenda por el saldo de precio del automóvil por suma no muy superior. ¿Es que el estado patrimonial servía
como respaldo para el préstamo y no servía para garantizar el pago del saldo de precio?
En definitiva, la Sala -integrada- no puede soslayar que, trátase de comerciantes avezados en el ramo de
compraventa de automotores. Y carece de todo sentido racional, conspira contra las máximas de la
experiencia, el curso ordinario de los acontecimientos y elementales criterio de razonabilidad aceptar que el
vendedor de autos tome uno usado como parte del precio, sin examinarlo y tasarlo previamente; y que se
constituya en acreedor por el costo de reparación documentado en un título-valor. Así, no existe prueba
alguna de que se hubiere efectuado estimación alguna a dicho respecto. La deuda por patentes atrasadas
no guardaba relación alguna a la fecha de la compraventa, con las cifras estampadas con posterioridad en
los documentos en ejecución.
Finalmente, la concesión de un préstamo dinerario constituye una versión totalmente huérfana de
asistencia probatoria. Es altamente improbable que este tipo de comerciantes otorgue un préstamo
dinerario a un cliente ocasional, sin garantía alguna, ni documentación contable que acredite la salida de
caja. Pero además, la pericia contable es contundente en punto a la inverosimilitud de un crédito por
préstamo, que se ingresa a los registros contables de la empresa nada menos que dos años después de su
concertación (ver dictamen y ampliación, fs. 116, 167, 187).
III .-En cuanto a la condena a la parte actora a los gastos causídicos, entiende la Sala -integrada- que la
misma resulta preceptiva en casos de procesos ejecutivos para el perdidoso (arts. 56 y 392.2 CGP; cf. sent.
11(00); más allá de que quien funda su pretensión en un negocio fraudulento debe cargar con las máximas
sanciones procesales, con abstracción de la corrección formal de los actos procesales desarrollados en el
curso de la instancia.
Por estos fundamentos, el Tribunal Integrado FALLA:
Confírmase la recurrida, con las costas y costos del grado. Oportunamente, devuélvase a la Sede de origen.
Klett - Van Rompaey - Gutiérrez
Chalar - DISCORDE, en tanto procede revocar la recurrida.
Porque pesando sobre la ejecutada la carga de demostrar los hechos en cuya alegación fundara su defensa,
i.e., la existencia de un acuerdo obligacional cuyo objeto era el contenido materia de completamiento de
los títulos y, además, su incumplimiento, no cumplió con aquélla.
Minvielle - DISCORDE, por idénticos fundamentos a los expuestos por el Dr. Chalar.
Esc. Puga, Sec.

LA ABSTRACCIÓN.
Conceptualmente hemos de tener presente que los títulos valores son documentos de carácter necesario y
solemne, a los que en forma voluntaria y unilateralmente se les incorpora un derecho literal y autónomo
(art. 3 ley 14.701), (en dinero, mercaderías, o constituyen una participación), cuya emisión puede revestir
tres modalidades: a) nominativos; b) a la orden; c) y al portador.
Los títulos valores de contenido dinerario (en adelante T.V.) están regulados por el Decreto ley 14.701 y sus
modificativas (letras de Cambio, Vales, Conformes y Pagarés), y por la ley 14.412 (Cheques) aplicándoseles
como derecho común a todos el título primero de la ley de T.V..
Son una de las tres categorías que se conocen por contraposición a los que son representativos de
mercaderías, que confieren el derecho de disponer de las mercaderías como los conocimientos de
embarque, la Carta de porte, y los certificados de depósito de mercaderías o Warrants todos ellos con una
regulación dispersa incorporada fundamentalmente al C. Comercio; y a los los títulos de participación
(acciones, bonos o partes beneficiarias y las obligaciones) reguladas por la ley 16.060 de Sociedades
Comerciales y ley de mercado de valores que son las otras dos categorías que los conforman.
Quedan fuera del régimen de la ley de T.V. las tarjetas de créditos las tarjetas magnéticas, y demás tarjetas.
Le son características por un lado la solidaridad pasiva de todos los firmantes; la de abstracción que hace
que una vez creados se independicen de la relación fundamental que le dio origen, imposibilitando que el
obligado al pago, pueda excepcionarse invocando dicha relación. Entre otros.
Con las notas de autonomía y abstracción, se persiguió la finalidad de facilitar su circulación, priorizando
los valores: Certeza, Seguridad Jurídica, y Rapidez en el tráfico jurídico; valores por los que optó el
legislador, en la búsqueda de promover el fortalecimiento de la posición del acreedor - ejecutante ante el
régimen procesal de entonces, lento y benigno para el deudor.
La abstracción es la nota que mayores discusiones ha generado, principalmente a partir de la
interpretación del régimen de limitación de las excepciones que se pueden interponer en el marco del
juicio ejecutivo cambiario.
Este tema ha dividido a la doctrina entre causalistas y no causalistas, y todos han elaborado un
cúmulo de muy fundados argumentos especialmente a propósito de los títulos valores incompletos o
emitidos en blanco.
La abstracción a aquel atributo de los títulos valores de contenido dinerario, que impide que las relaciones
personales entre actor y demandado, sean oponibles como excepciones en el juicio ejecutivo cambiario.
La abstracción es un rasgo propio de los títulos valores de contenido dinerario: letras de cambio, vales y
cheques.
No es una característica de otros títulos valores. Cuando los títulos valores no son abstractos, se llaman
causados, por ejemplo, es el caso de la factura.
Cuando se crea un título valor éste se desvincula de la relación fundamental, de tal forma que el obligado
no excepcionarse ante la demanda ejecutiva cambiaria, alegando ninguna situación referida a dicha
relación fundamental.
Lo que la doctrina denomina abstracción se encuentra previsto expresamente en el art. 108 del DL 14.701
de Títulos Valores y en el art. 45 del DL de Cheques 14.412
En esos artículos, después de enumerar las excepciones que se pueden oponer en el juicio ejecutivo se
establece: “Cualquier otra excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado,
no obstará al progreso del juicio ejecutivo.”
Con la expresión “relaciones personales”, las normas transcriptas se refieren, entre otras, a la relación
fundamental que fue causa de la creación del título valor.
Veamos con un ejemplo de la profesora Nury Rodríguez: el comprador que ha firmado un vale no puede
excepcionarse frente a la demanda ejecutiva cambiaria, aduciendo que la mercadería vendida no era de la
calidad pactada. No podría argumentar, en el juicio ejecutivo cambiario, después que firmó un vale en pago
de una computadora, por ejemplo, “no pago el vale porque la computadora tenía un defecto”. En el
momento de exigírsele el vale tiene que pagarlo, sin poder excepcionarse invocando un incumplimiento de
las obligaciones emergentes de la relación fundamental.
La causa en los títulos valores
Para estudiar la abstracción, es necesario realizar unas consideraciones previas.
En primer lugar, debemos referirnos a la relación fundamental calificada como causa de la creación de los
títulos valores dinerarios.
Cuando se estudia la causa de los títulos valores se aclara que no es el mismo concepto o no se maneja con
el mismo alcance que cuando se habla de causa en los contratos. De acuerdo con el art. 1287 del Código
Civil, es causa para obligarse cada parte contratante, la ventaja o provecho que le procura la otra parte.
El uso de la palabra causa en un título valor, obedece a un sentido vulgar de la palabra, es decir, se habla de
causa como del antecedente del título valor o como la razón de ser del título valor o la justificación de la
creación de un título valor.
La relación fundamental
Relación fundamental entre el librador y el primer tomador del título
En un título valor, generalmente, hay dos elementos personales: la persona obligada y la persona
acreedora de la obligación.
Y esto es así porque el título valor crea un derecho de crédito y el crédito presupone dos polos: un polo
activo que corresponde al acreedor y un polo pasivo que corresponde al deudor. Generalmente, el deudor
de la obligación es quien crea el título y el acreedor es la persona que está legitimada para exigir la
prestación.
El libramiento de todo título supone una relación fundamental entre quien lo libra y su beneficiario.
Y presupone también un pacto cambiario, que es un convenio explícito o tácito entre los sujetos del
negocio fundamental por el cual ellos acuerdan la creación y la posterior entrega de un título valor.
La relación fundamental es la causa mediata de la creación del título valor; el pacto cambiario es su causa
inmediata.
Creado el título valor, nace de él un derecho y la obligación correlativa, nuevos, independientes de los
negocios que son su causa.
Si bien preexiste un derecho emanado de una relación fundamental del título valor, el derecho consignado
en el título es un derecho nuevo que se superpone a derechos emergentes de aquella relación
fundamental.
La relación fundamental que puede ser por ejemplo: un contrato de compraventa, un préstamo, un
depósito, etc; puede documentarse mediante la firma de un contrato por las dos partes (comprador y
vendedor, prestamista y prestatario, depositante y depositario).
Por el pacto cambiario las partes contratantes acuerdan que el comprador, el prestatario o el depositario
emitan un título valor.
Y así, respecto a cualquiera de estos negocios que hemos mencionado, se habrá celebrado un contrato, un
pacto cambiario y se habrá creado un título valor.
El documento que prueba una relación fundamental y el título valor creado como consecuencia de aquélla,
tienen distintas funciones y caracteres jurídicos disímiles.
¿Por qué ese juego de documentos y de negocios que se superponen?
Ello es así porque el título valor ofrece ventajas frente a las meras relaciones contractuales. Especialmente,
el título valor considerado como cosa mueble, es transmisible con mayor facilidad por los mecanismos
jurídicos del endoso o la mera entrega.
Trasmitido el título, el adquirente adquiere un derecho autónomo y el deudor del título no le puede
oponer relaciones con anteriores poseedores.
En cambio, para ceder un contrato, es necesario cumplir con mayores formalidades y es posible, en algún
caso, que el cedido oponga al cesionario excepciones que tiene contra el cedente.
Recuerden además que si se trata de un título de contenido dinerario como la letra, el vale o el cheque,
todos estos documentos tienen el respaldo de la responsabilidad solidaria de todos sus firmantes.
Por otra parte, los títulos valores están dotados de una fuerza ejecutiva y de un régimen procesal con
limitación de excepciones oponibles, que facilitan el cobro de la suma consignada.
Entonces, puede existir un documento que pruebe la relación fundamental, un documento que pruebe el
pacto cambiario y un documento en que se consigna un derecho y que es el título valor.
Y puede suceder también que el pacto cambiario se incluya como cláusula del negocio fundamental.
Relación fundamental entre otros elementos personales del título valor:
Pueden existir otras figuras como los endosantes y endosatarios y, en materia de las letras de cambio y
cheques, aparece otro elemento personal: el girado.
Recuerden que entre esas figuras, también, existe una relación fundamental y un pacto cambiario.

NORMAS ESPECIALES EN DEFENSA DEL CONSUMIDOR.


Estudiantes para este tema se les adjunta un artículo doctrinario del Dr. Facal, publicado en la Revista N.º
136 del Colegio de Abogados del Uruguay.
LAS RELACIONES DE CONSUMO Y LOS TÍTULOS VALORES :
TRES INTERROGANTES Y SUS POSIBLES SOLUCIONES
Julio Facal Seoane
1. Consideraciones preliminares
Al introducirnos en el análisis del tema seleccionado y con miras a abordar la problemática que se plantea,
no podemos dejar de referirnos brevemente a las nociones básicas de los títulos valores, los cuales dentro
del género, abarcan una de las especies objeto del presente estudio como lo son aquellos cuyo contenido
es el pago de una suma de dinero y denominamos títulos valores cambiarios.
Estos títulos valores o títulos de crédito, desde su nacimiento mismo han sido una herramienta principal de
toda la vida comercial. Dotados de elementos indispensables como la literalidad, la solemnidad y la
autonomía, gozan además de notas distintivas como ser la certeza, la fehaciencia inicial, la seguridad
jurídica en el marco de una tutela sustancial y procesal que los distinguen notoriamente de otros títulos
que no son cambiarios. La solidaridad cambiaria, y la posibilidad de circular mediante un negocio
dispositivo llamado endoso, características encaminadas a hacer de éstos instrumentos de crédito, no solo
un sustitutivo de la moneda sino además un bien jurídico que propugna la defensa del acreedor cambiario.
Mencionamos además como nota saliente de estos títulos de contenido dinerario y más allá de las
discusiones doctrinarias cuya referencia haremos a continuación, a la abstracción desvinculándolos de la
causa o relación fundamental que les dio origen.
En definitiva la posibilidad de invocar el derecho en ellos incorporado, que no es otro que un derecho de
crédito que puede ser invocado por quién se encuentra en relación con éstos documentos y frente a todos
los obligados cambiarios cuya voluntad no fue subordinada a aceptación alguna. La función misma de éstos
documentos es cumplida a partir de su circulación, desde el mismo momento en que parten de la órbita de
su creador, dando origen entonces a diversos derechos nuevos y originarios toda vez que esto sucede.
Avanzando en el estudio del tema propuesto, surge la nueva normativa que regula las relaciones de
consumo . La misma nace como una necesidad impostergable en la búsqueda de una protección a la
figura del consumidor y respecto de nuestros países vecinos, ya que tanto Brasil como Argentina tienen
fuertes normas en defensa del mismo.
A diferencia de otras legislaciones, nuestra ley regula las “relaciones de consumo”, por lo que ya desde el
inicio hablamos de una regulación que busca ser por lo menos más equilibrada.
En efecto, el objeto es regular las relaciones de consumo y el objetivo es claro: crear transparencia y
equilibrio de las fuerzas en el mercado de consumo y los instrumentos para ello, son la creación de un
marco normativo general para defender a ese consumidor, delimitando sus derechos así como imponiendo
sanciones respectivas.
Analizados estos primeros aspectos podemos señalar que el espíritu de la ley es hacer un consumidor más
libre, siendo la columna vertebral , el derecho a la información, y la tutela de la buena fe contractual.
A modo de introducción primaria y con motivo de ingresar en el desarrollo del tema , es que nos
planteamos tres interrogantes cuyas respuestas posibles irán surgiendo en el transcurso de este trabajo :
a) ¿ La ley que regula las relaciones de consumo quiebra con el principio de la autonomía de los títulos
valores de contenido cambiario?
b) ¿ Altera en alguna medida la abstracción y la circulación de los títulos valores de contenido dinerario?
c) ¿ Consagra la ley que regula las Relaciones de Consumo la teoría causalista en cuanto a la admisibilidad
de excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario?.
A partir de estas tres interrogantes y producto de intentar responderlas es que nos proponemos previo
examen de algunos conceptos ya conocidos realizar un pequeño aporte a una problemática que
entendemos no ha sido solucionada.
1.2. La autonomía en los títulos valores.
Nuestra ley define a los títulos valores como “..documentos necesarios para ejercitar el derecho literal y
autónomo que en ellos se consigna”...
Como expresábamos al principio, dentro de los elementos esenciales, la autonomía aparece como ese
derecho nuevo , propio , diferente de otros tenedores anteriores de ese documento, derecho que va a
surgir de una nueva relación fundamental y una nueva causa que le dio origen, por lo que ese derecho
nunca será derivado.
¿ En donde se plasma ese derecho nuevo ,originario y no derivado? Justamente como veremos más
adelante en la imposibilidad de oponer las excepciones personales por el deudor que podría haber
opuesto contra un tenedor anterior.
La autonomía es un elemento configurativo y absoluto de todo título valor, salvo mala fe.
Es aquí donde diferenciamos a la autonomía de la abstracción, implicando esta última un
desmembramiento de la relación fundamental que le dio origen, la posibilidad de que la causa no circule
con el título cambiario, protegiendo al acreedor mediante esa inoponibilidad de excepciones
anteriormente referida.
A diferencia de la autonomía como valor absoluto, en el Derecho comparado, la abstracción, es un valor
que se relativiza y sólo hay consenso de que el mismo existe frente a terceros de buena fe pero no respecto
de partes inmediatas ya que la causa se mantiene y sigue siendo la misma. Es mediante la circulación que
esa abstracción nace, desprendiéndose de la causa que le dio origen y dando nacimiento asimismo a un
nuevo derecho autónomo del anterior.
Entre otras cosas a señalar que quien detente el documento será acreedor sin importar los derechos de
tenedores anteriores, por lo que quién se constituya en deudor u obligado cambiario deberá pagar al
verdadero tenedor del documento exigiendo ante la cancelación de la deuda, la restitución del mismo, ya
que recordemos son documentos de presentación, documentos de rescate por lo que el pago debe
realizarse a quien se halle en posesión del documento.
1.3. La abstracción en los títulos valores.
Entendemos necesario puntualizar una vez más acerca de este concepto. Es decir el elemento abstracción,
no siempre presente en los títulos valores de contenido dinerario, como concepto cuya finalidad principal
es el otorgar la seguridad jurídica necesaria para la circulación de los títulos de crédito, previniendo e
impidiendo la oposición de excepciones basadas en la causa , es decir en la relación fundamental que les
dio origen. Dónde se hace necesaria esa abstracción? Indudablemente entre el deudor y el tercero de
buena fe, quien no intervino en esa relación fundamental que le dio origen y que va a ser titular de un
nuevo derecho autónomo como expresáramos en el párrafo anterior.
Como bien señalan algunos autores, existen títulos causales, o causados ( caso de aquellos que son
representativos de mercaderías, como el Warrant ) en donde consta el negocio principal que les dio
nacimiento ; incluso el mismo “conforme “ tuvo su origen en la compraventa e mercaderías ....”conforme a
mercaderías por igual valor”....Sin embargo esto no impide muchas veces la circulación.
Ahora bien ,en el caso de los títulos cambiarios éstos son esencialmente abstractos, desvinculándose de
esa causa que originó su creación toda vez que comienzan a circular.
Queda claro la posibilidad de oponer excepciones por el deudor basados en la causa que les dio origen en
aquellos títulos valores que son causales , pero también queda claro la imposibilidad de oponer esas
excepciones en los títulos que son abstractos, y en esto la doctrina es unánime , siempre que estemos en
presencia de terceros de buena fe.
En nuestro derecho las posiciones doctrinarias han coincidido en el concepto de abstracción, así como en
la inoponibilidad de excepciones causales y personales al tercero de buena fe; sin embargo y dado el tenor
literal del Dec. Ley 14.701 en su art. 108, las posiciones se han dividido a la hora de analizar si existe
abstracción entre partes inmediatas , es decir entre aquellos mismos que dieron origen al negocio principal
del cual surgió como parte de ese acuerdo el título valor sin que este haya previamente circulado.
Al decir del Dr. S. Rippe “ en estos casos la abstracción entendida en sus consecuencias prácticas como
imposibilidad de deducir excepciones basadas en la causa ya carece de sentido y deja de tener fundamento
en cuanto preexiste una relación negocial entre las mismas partes intervinientes ,esto es, el poseedor del
título valor es el mismo que participó en el negocio sustancial y así también el deudor ,dándose exacta
identidad y coincidencia personal entre las partes de la relación fundamental y de la relación cambiaria....”.
Esto último nos lleva directamente al tercero de los elementos objeto de estudio, es decir la posibilidad de
la oposición de excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario.
1.4. La inoponibilidad de excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario.
Simplemente y previo a buscar las interrogantes a las respuestas iniciales planteadas, establecer
claramente las posiciones doctrinarias actuales en nuestro derecho, a efectos de ver los argumentos
vertidos y analizar si la legislación vigente en materia de relaciones de consumo rompe con los criterios
mayoritarios sustentados actualmente.
En este sentido recordemos que nuestra justicia ha desestimado de plano y muchas veces sin necesidad de
exámen alguno las excepciones que no surjan de la taxatividad del art. 108 de la ley de títulos valores. La
argumentación ha sido siempre la abstracción de los títulos de crédito donde la causa no está presente, y
donde la declaración unilateral de voluntad de su creador lo obliga frente a cualquier legítimo tenedor
independientemente de la causa que lo originó.
Esta inoponibilidad ha sido entendida incluso entre partes inmediatas , pero lo que es mayor aún entre
poseedores de mala fe y esto se ha entendido así por debido a la enumeración del art. 108 del Dec. Ley
14.701 que reza..”Contra la ejecución de las letras de cambio no se admitirán más excepciones
que .....”......” cualquier otra excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado ,
no obstará al proceso ejecutivo....”.
En algunos casos, y para ciertos autores como Teitelbaum la inoponiblidad de las excepciones causales rige
también en el juicio ordinario posterior ya que el mismo no deja de ser cambiario, más allá de que aquí no
regiría la limitación de excepciones .
Entendemos como bien señala Isaac Gorfinkiel, que las excepciones causales son una especie dentro del
género excepciones personales, siendo las personales causales “...las que impugnan la validez o eficacia del
negocio fundamental por falta o vicios del consentimiento , de causa u objeto o ilicitud de los mismos ...”
más adelante agrega como otras excepciones personales causales, el incumplimiento y las causas o modos
de extinción de la obligación fundamental ( pago, compensación, remisión, confusión etc.) ....” son
excepciones personales no causales las que se originan en las llamadas relaciones adyacentes ....”
En definitiva más allá de la definición que intentemos buscar de excepciones causales o personales, lo
importante es la inadmisibilidad consagrada por nuestros tribunales respecto de otras excepciones que no
sean las admitidas por el texto legal. La lista de acuerdo con las posiciones mayoritarias es taxativa.
La posición minoritaria sostenida básicamente por el Dr. Rippe, no ha tenido asidero legal.
El fundamento lógico de su estudio, basado en los principios generales de nuestro ordenamiento jurídico, y
en la justicia y equidad como valores supremos, se enfrenta entonces a la taxatividad aparente del texto
legal o tal vez a la imprevisión del legislador, que seguramente tratando de proteger la circulación de los
títulos de crédito como forma de brindar seguridad jurídica a la negociación , dejó en nuestra opinión un
texto legal de cuya interpretación se tutela la mala fe, ya que el poseedor de mala fe podría invocar un
derecho autónomo ante la inoponibilidad consagrada.
El prestigioso doctrino continúa diciendo:...”En efecto , la interpretación estricta impacta y vulnera
principios elementales de carácter general y esencial de nuestro ordenamiento jurídico : la justicia como
solución moderadora y equilibrante del desajuste justicia –ley; la buena fe como valor implícito en toda
relación humana tutelada por el Derecho; la economía procesal como mecánica procedimental para la
abreviada y convergente resolución de conflictos de intereses independientes...”
En definitiva y es en resumen el objeto de la posición minoritaria, ésta entiende como admisibles las
excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario en el caso de interpartes inmediatas y en relación de
poseedores de buena fe.
Se nos ocurre pensar en una compraventa con un saldo de precio por el cual se firmaron vales. Dichos
vales no circulan quedando en poder de quién se obligó a cumplir con la prestación acordada en la relación
fundamental.¿ No parecería lógica la posibilidad de oponer la excepción de contrato no cumplido frente al
incumplidor de su obligación recíproca? ¿De no haber circulado el título, parece razonable quedar sujetos a
la mala fe contractual por el mero hecho de haber firmado un título valor? La conclusión creemos como lo
sostiene el Dr. Rippe, tiene su fundamento en razones de justicia y equidad.
Indudablemente de haber circulado dicho título valor, comienza a cumplir la función solutoria para la cual
fue creado, generando respecto de ese tercero de buena fe un derecho autónomo y originario. En este
caso la abstracción cobraría plena vigencia haciendo inoponible toda excepción causal.
2. La normativa vigente en materia de relaciones de consumo.
2.1 Caracteres.
La consagración del marco normativo que regula las relaciones de consumo en la ley 17.250 (con sus
mofificativas) y su decreto reglamentario 308/002, tiene por cometido como referíamos primariamente el
hacer del consumidor un elector más libre, cuy consentimiento no esté viciado, protegiendo la buena fe
contractual como principio básico. De allí que la columna vertebral de la normativa vigente sea la
información. El saber porqué y para qué, como forma de que el consumidor no se vea sorprendido en su
buena fe. La definición de consumidor es clara ..”toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza
productos o servicios como destinatario final en una relación de consumo o en función de ella....”lo cual
nos da una noción amplia de consumidor, no ya quien contrata directamente un producto o un servicio
sino quién lo utiliza como destinatario final en una relación de consumo. En este aspecto nos detendremos
más adelante.
Dentro de las notas más distintivas , destacamos que se consagra en la ley 17.250 y en su decreto
reglamentario, el “derecho al arrepentimiento”, es decir a rescindir unilateralmente el contrato siempre y
cuando el servicio o producto fuera adquirido en determinadas condiciones y en un plazo determinado
que marca la ley. Esto para nosotros adquiere una gran importancia. No sólo porque quiebra con los
principios generales de nuestro derecho en materia contractual ( recordemos que los casos de rescisión
unilateral en nuestro derecho son muy pocos) ya que se establece la posibilidad de arrepentirse ante la
toma de una decisión después que las partes pactaron cosa por precio, sino porque además ingresa en el
terreno de los títulos valores, ya que esas adquisiciones pueden haberse realizado a través de una tarjeta
de crédito o bien mediante la suscripción de títulos valores como pago por la adquisición del servicio o
producto respectivo.
2.2. La adquisición de productos o servicios mediante el pago a través de títulos valores.
La capacidad de los títulos valores y su función como sustitutivos de la moneda y facilitadores del crédito,
hacen que muchos productos o servicios se adquieran a través del llamado “crédito de la casa “ mediante
la suscripción de un título valor ( la firma de un vale o conforme) o simplemente el pago de los mismos a
través del instrumento de la técnica bancaria llamado cheque. Por lo planteado anteriormente en primer
término la figura del consumidor no tiene porqué coincidir necesariamente con la del creador del título
valor, pero de ser así, procederá dentro de las condiciones previstas, la rescisión unilateral del contrato con
las consecuencias descriptas anteriormente, es decir la devolución del producto al proveedor y la
cancelación de las obligaciones ,en este caso respaldadas a través de un título valor , como si éstas nunca
hubieran existido.
3. La problemática planteada.
Es hora entonces de volver a plantearnos las tres interrogantes objeto de este trabajo.
3.1 ¿ La ley que regula las relaciones de consumo quiebra con el principio de la autonomía de los títulos
valores de contenido cambiario?
En la primera de las hipótesis planteadas, y ante la cancelación de obligaciones asumidas ante emisores
de tarjetas de crédito, pueden darse diversas situaciones:
a) El vale de la tarjeta de crédito dentro de los cinco días hábiles que marca la ley no haya circulado
respecto de su tenedor originario (proveedor de productos o servicios). En este caso pensamos que en
cierta forma no hay alteración alguna de la autonomía del título valor en virtud de que el derecho no es
nuevo ni autónomo sino emanado de la relación fundamental en virtud de la no circulación del mismo,
por lo que procedería a nuestro entender la devolución del producto ,así como del vale, el cual debería
retornar a su creador.
b) El vale es entregado de inmediato por el proveedor de servicios al emisor en virtud de la triple relación
que supone el contrato de tarjeta de crédito y que traba relaciones jurídicas de distinta naturaleza : entre
emisor suscriptor, entre emisor proveedor, y entre suscriptor poveedor. En este caso, si bien la situación es
más compleja podrá discutirse si en definitiva la circulación del vale a manos del emisor, hace nacer un
derecho autónomo respecto de este que es alterado por la voluntad del creador invocando
extrajudicialmente argumentos de origen puramente causal, es decir el haberse arrepentido ante la
adquisición del producto o servicio por razones de distinta índole seguramente nacidos en la relación que
le dio origen. En todo caso habrá que analizar en profundidad si no estamos ante la presencia de dos
tenedores originarios: por un lado el proveedor en base a la relación fundamental que originó la creación
del mencionado título valor y por otro lado el emisor cuya relación fundamental ( el contrato de apertura
de crédito y cuenta corriente exclusivo para el uso de la tarjeta de crédito) pactó de antemano en dicha
relación contractual la forma en que se iba a obligar el usuario de la tarjeta, por lo que creemos que en
ambos casos no se alteraría la autonomía del título valor sino la libre circulación del mismo.
c) Nos preguntamos sí que sucede entonces ante la circulación del vale originado en la adquisición de ese
producto o servicio, tanto por el proveedor a otro comerciante ( situación muy común) o por el propio
emisor. ¿Cuál es la situación de los terceros tenedores del título valor respectivo? Tanto para los
causalistas como para los que no lo son , el problema es ver si la ley que regula las relaciones de consumo
quiebra en esta caso el principio de autonomía de los títulos valores. Entendemos en este caso que debe
regir la buena fe contractual, por lo que ante la circulación del título valor, los terceros de buena fe ( y
sobre esto habrá consenso) no podrán verse afectados. Estamos entonces ante una situación no prevista
por la legislación vigente en materia de relaciones de consumo ante la posibilidad que tiene todo título
valor de entrar en circulación y generar a partir de ese momento un derecho autónomo ,originario
diferente al anterior.
Sin duda que la no restitución del título valor, más allá de la devolución del dinero hará incurrir tanto al
proveedor como al emisor en responsabilidad de acuerdo a lo establecido en la ley 17.250 en sus arts. 32 y
ss, que establecen el concepto de incumplimiento y sus respectivas sanciones. Cabe destacar nuevamente
que al ser documentos de presentación y de rescate, la cancelación de los mismos implica necesariamente
su devolución a su creador o eventualmente a quién efectuó el pago, ya que los efectos novatorios no se
presumen. Recordemos además que en materia de títulos valores aunque no se hubiesen pactado
intereses, igual se deberán los moratorios a partir de la caída en mora de acuerdo a lo que se desprende
del Dec.ley 14.701 en su art.100 con los perjuicios que ello pueda acarrear.
3.2¿ Altera en alguna medida la legislación en materia de relaciones de consumo la abstracción y la
circulación de los títulos valores de contenido dinerario?
Como ya vimos el consumidor final puede del momento mismo en que la relación fundamental, que dio
origen a dichos títulos valores, en determinadas condiciones que la ley establece, evitar la libre circulación
de los mismos obligando a sus tenedores a la restitución como si la obligación jamás hubiera existido.
Nos preguntamos entonces : se altera la abstracción del título valor? ¿es posible que el desprendimiento
de la relación fundamental quede sin efecto? Y de ser así ¿ cuál es la opinión de los anticausalistas? ¿cómo
solucionar el problema de que ni siquiera entre interpartes inmediatas tienen cabida aspectos que hacen a
la relación fundamental?
En este caso en particular, creemos firmemente que sin duda la legislación vigente en materia de
relaciones de consumo estaría alterando la abstracción del título valor así como está concebida por nuestra
doctrina. La posibilidad que la propia causa que le dio origen sea la esgrimida a efectos de impedir la libre
circulación y el desmembramiento de la obligación principal y el negocio jurídico que lo originó.
Indudablemente esta norma se torna ineficaz ante la circulación del título no pudiendo afectar a terceros
de buena fe, pero entre partes inmediatas e incluso frente a terceros de mala fe, creemos la solución
podría ser otra.
Más allá de la discusión doctrinaria de si leyes posteriores y especiales derogan leyes anteriores, creemos
que en materia de relaciones de consumo la intención del legislador fue clara: proteger a la parte más
débil del contrato, y equilibrar las fuerzas en el mercado, pero por sobre todas las cosas tutelar la buena fe
contractual por lo que terceros de mala fe creemos no podrían ampararse en el marco de una relación de
consumo en la inoponiblidad de excepciones causales o personales del demandado siempre y cuando éstas
tengan su origen en las condiciones exigidas por el art. 16 de la ley 17.250.
3.3¿ Consagra la ley que regula las Relaciones de Consumo la teoría causalista en cuanto a la admisibilidad
de excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario?.
Del párrafo anterior se desprende a nuestro entender claramente la respuesta a esta interrogante. De
cumplirse las condiciones exigidas por el texto legal, es decir, si nos enfrentamos a una relación de
consumo concebida en el marco del artículo 16, y se cumplieron las etapas requeridas ( aviso fehaciente al
proveedor y emisor ) dentro del plazo establecido, creemos se consagra a texto expreso la posibilidad de
oponer excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario promovido en virtud del título valor originado
en esa relación de consumo. El legislador consagró esta posibilidad a texto expreso, por lo que prosperaría
entre partes inmediatas y frente a terceros de mala fe, la excepción de haber usado oportunamente de la
facultad otorgada por la ley 17.250, de rescindir el contrato y obtener la restitución del título valor
respectivo.
Sin duda nos enfrentamos ante la intención clara del legislador, donde de configurarse las condiciones
exigidas por el art. 16, la relación de consumo se extingue, pero además se extingue el pago sin importar el
instrumento utilizado para hacer efectivo el mismo con las consecuencias señaladas anteriormente.
La promoción de un juicio ejecutivo cambiario en virtud de un título originado en una relación de consumo
y en la cual el consumidor optó por las facultades que le acuerda la ley en determinadas condiciones , es
sin duda un caso de notoria mala fe contractual, que sin duda es interés de la ley 17.250 erradicar. ¿ Como
se soluciona el problema de la inoponibilidad que surge de la enumeración taxativa del art. 108 y la
obligación impuesta por la ley de restituir el título valor al creador ante su voluntad de rescindir el negocio
principal que le dio origen? Será sin duda una cuestión de amplio debate, pero particularmente pensamos
y reiteramos nuestra posición de que sólo en los casos previstos y consagrados a texto expreso por la
norma analizada, el Juez deberá apartarse del criterio anticausalista utilizado hasta el momento y
consagrar, basados en principios de equidad, justicia y buena fe contractual la solución prevista en la ley
que regula las relaciones de consumo.
Al decir del Dr. Rippe : ...” la única interpretación auténtica es la del propio legislador de acuerdo con el art.
12 del Código Civil y adicionalmente , que lo más importante no es la voluntad del legislador sino la
voluntad de la ley tal como está expresada en ella misma ya que la ley cobra vida independiente y
autónoma susceptible de desarrollo y evolución propia.
Cuál sería la excepción causal oponible?, indudablemente de rescindirse el contrato, desaparece la causa
que dio origen a ese título valor , por lo que pensamos que la falta o ausencia de causa y todo lo que se
relacione con la inexistencia de la misma podría constituirse en una excepción admisible, en virtud de que
para ello se utilizó el mecanismo otorgado por la legislación vigente.
Por supuesto que deberá probarse dentro del trámite del juicio ejecutivo que el consumidor hizo uso de la
opción otorgada por la ley dentro del marco establecido.
4. Conclusiones. Nuestra opinión.
Como podemos apreciar el estudio realizado no pretende agotarse en sí mismo sino sentar las bases para
una discusión tendiente a solucionar los problemas analizados. Conjugar la necesidad de proteger al
acreedor cambiario otorgando seguridad jurídica y certeza a la circulación de los títulos de crédito, con la
necesidad de proteger al mismo tiempo al destinatario final de una relación de consumo, no parece fácil.
Sin embargo se deberán encontrar los mecanismos tendientes a la unificación de criterios que tiendan a
armonizar el contexto de la legislación comercial vigente.
Deberá tenerse presente además que:
a) Las relaciones de consumo concebidas como tales, carecían de regulación y conceptualización específica
en el momento histórico en que fueron aprobadas las leyes que rigen a los títulos valores por lo que sólo
encontrábamos normas aisladas . Es indudable que las contingencias históricas, el contenido cambiante del
Derecho comercial y la legislación comercial que nace producto de esas necesidades históricas, hicieron
que el legislador buscara regular específicamente las relaciones de consumo independientemente de si
existían normas anteriores en áreas diversas.
b) En materia de títulos valores , y siempre que nos enfrentamos a una relación de consumo generada en
determindadas condiciones, donde exista la necesidad de proteger el consentimiento libre del elector, la
oportunidad de meditar acerca de la adquisición realizada y de si ésta no fue producto de una técnica
agresiva o persuasiva de ventas, debemos tener presente que el legislador tuvo especial interés de regular
en base a las necesidades históricas, regionales y mundiales que habían surgido esa relación jurídica
específica. Todo ello sin duda producto de la situación de inferioridad acentuada en que se encontraba el
consumidor absorbido por los cambios de la vida moderna (la publicidad, la rapidez en las
comunicaciones, la informática etc.).
c) Sin ingresar en una discusión doctrinaria de si leyes posteriores o anteriores prevalecen si son específicas
o no, creemos que la intención del legislador fue clara : regular una materia pendiente hasta el momento,
unificar criterios y abarcar TODO AQUELLO QUE SE CONSIDERE UNA RELACIÓN DE CONSUMO, donde
queda vigente, indudablemente aquella normativa específica y complementaria inherente a cada área del
derecho.
En definitiva pensamos que la legislación en materia de relaciones de consumo consagra para casos muy
concretos y dentro de determinadas condiciones la posibilidad de oponer excepciones causales al tenedor
originario tratándose de partes inmediatas o de terceros de mala fe.
Creemos importante que una norma imponga la obligación tanto al proveedor tenedor de un título valor
como al emisor de la tarjeta de crédito de retener en los casos citados cuando la relación tuvo origen en la
forma descripta por el art. 16 de la ley 17.250 por un plazo determinado la documentación de referencia
evitando la inmediata circulación del título valor, que en definitiva viene a quedar sujeto a condición por
un plazo de cinco días hábiles a partir de la adquisición del producto o del servicio determinado.
Entendemos por último que la consagración de oponibilidad de excepciones causales en los casos
mencionados ,lejos de afectar la seguridad en el crédito y la circulación como mecanismo principal de las
relaciones cambiarias, fortalece la buena fe contractual sobre la cual debe reposar necesariamente todo el
ordenamiento jurídico vigente.

VAMOS A VER AHORA UN ARTÍCULO DOCTRINARIO DEL DR. MILLER SOBRE TÍTULOS VALORES Y TÍTULOS
ELECTRÓNICOS:
I. LOS MEDIOS DE PAGO ELECTRÓNICOS Y LOS TÍTULOS VALORES. ¿FIN DE UNA ERA?

1.La noticia del periódico El Observador del 21 de Diciembre de 2016 (página 9) no deja dudas: se lanza el
primer servicio de pagos digitales diferidos para empresas (aunque suponemos que en el futuro extendido
a personas físicas) con la finalidad que manifiesta el Presidente del BCU al respecto que “la idea es que
para todo lo que antes se hacía con papeles, billetes, cheques, ahora se pueda hacer con medios
electrónicos”. El Presidente del BROU complementa la idea indicando que “esto lo que hace es empezar a
competirle al obsoleto cheque”, concepto que nos aporta la misma nota periodística. Estas expresiones
cuestionan lo que hasta hoy era indiscutible, esto es, aquello de que los títulos valores constituyen el
instrumento más eficaz y perfecto para la movilización de riqueza y para la circulación del crédito.
2.Las declaraciones anteriores nos imponen algunas reflexiones. ¿Será que los medios de pago electrónicos
vienen a reemplazar a los títulos valores, será el adiós a los títulos valores? ¿Estos medios o instrumentos
electrónicos de pago o de crédito no constituyen acaso títulos valores “de segunda generación” frente a los
tradicionales de soporte papel? ¿Es el propio título valor como concepto y como instituto jurídico el
cuestionado o solamente se pone en tela de juicio la materialidad física del documento sobre el cual se
apoya la teoría general de los títulos valores? En cuyo caso bastará una modernización de la ley de títulos
valores en lo que hace a sus conceptos y adecuando sus principios rectores a este nuevo soporte técnico,
por ejemplo introduciendo la desmaterialización del título, pero manteniendo en sustancia el esquema
normativo correspondiente a la circulación, representación, garantía, cobro y cancelación, etcétera de los
valores. O por el contrario, estamos presenciando, sin mucha consciencia, el nacimiento de una nueva era
que de lo tecnológico llega también a lo jurídico y toma por asalto a los títulos valores, para desplazarlos.
Acaso estamos ante el comienzo del fin de los títulos valores como instrumento útil al comercio. El fin de
un instituto jurídico de cuño medieval y su reemplazo por otro instrumento. El que como tal obedece a
conceptos y características propias y deberá, en consonancia, tener un marco normativo propio. He aquí
las inquietudes que la noticia provoca y al mismo tiempo la encrucijada en que entendemos que nos
coloca esta noticia a los juristas mercantiles.
3.Sigamos con más información. El sistema anunciado se trata de un procedimiento de pagos digitales
diferidos (PDD) que le permite a las empresas pagar y cobrar facturas de manera diferida emulando el uso
del cheque de pago diferido. Cuando llegue la fecha el sistema automáticamente realizará el débito de la
cuenta del monto de la factura que vence y el cliente deberá previamente acreditar en su cuenta los
fondos. La compensación es electrónica (SPE). De nuevo se señala que este sistema ha de permitir el uso
de las transferencias electrónicas diferidas como alternativa más eficiente y moderna al tradicional cheque
de pago diferido. Incluso se destaca que se ha de enviar en el año 2017 un proyecto de ley para posibilitar
que la transferencia diferida tenga el carácter de irrevocable y quien la emplee asuma las mismas
obligaciones que el emisor de un cheque. Incluso habilitándose el endoso electrónico de tales medios de
pago.
4.En suma, de nuevo la pregunta del título: ¿estamos ante una nueva era y el fin de otra que viniendo
desde la Edad Media culmina? Modernizar la ley de títulos valores y ajustar la teoría general a estos nuevos
valores o elementos; o partir de una nueva ley creada sobre la base del medio electrónico como el objeto
de regulación y construir en torno al mismo y sus características toda una nueva teoría general. De tal
manera que coexistan los valores convencionales o títulos valores con su ley y por otro lado los valores o
medios electrónicos con su propio marco normativo y sus principios. He ahí el dilema, parafraseando al
Bardo.
5.Dilema que tiene su sentido, como nos lo recuerda ALEGRÍA, en aquello de que “uno de los temas
permanentes de la ciencia jurídica es, sin duda, la constante interacción entre realidad y derecho. Desde
antiguo -y en particular en el derecho mercantil- se viene pregonando la necesidad de construir sobre la
base de los hechos reales, frente a las motivaciones, los requerimientos y los objetivos de la comunidad.”
Realidad que el derecho mercantil debe atender necesariamente para comprender a los empresarios y al
mundo en que ellos negocian, con los actuales instrumentos que emplean. De manera tal de contar con
una buena legislación, la que como nos dice ARGAÑA, se caracteriza por crear y fomentar todas aquellas
instituciones destinadas a estimular esos factores del engrandecimiento comercial. De lo contrario, nos
tememos que la ley mercantil en esta temática quede como ley muerta, abrazada a un instituto y un
concepto del mismo como documento físico de uso cada día más residual, en suma haciendo referencia a
categorías jurídicas ya históricas. El Código de Comercio en muchos de sus pasajes así nos lo demuestra.
II. EL TÍTULO VALOR Y SU SOPORTE PAPEL (EL DOCUMENTO NECESARIO)
1. Con el relanzamiento del comercio en la Edad Media y especialmente entre las ciudades-estados
italianas surge la necesidad de favorecer el mismo a través de un instrumento de crédito que permitiera el
traslado físico de la moneda, el pago en efectivo. Razones coincidentes hoy en día con los instrumentos
electrónicos de pago. Para atender a esta necesidad fruto de la “realidad mercantil del medioevo” nace el
instituto jurídico del título valor (TV). Documento éste que pretendía, lográndolo, resolver el tema de
generar un elemento que sirviera para el pago o el crédito con las notas de “certeza” jurídica en punto a la
exigibilidad del derecho contenido en dicho título y de “celeridad” en su transmisión o negociación como
instrumento. Características que el mercado de ese entonces y hasta hoy en día exigían y continúan
haciéndolo. La teoría jurídica del TV se apoya por tanto en el “soporte papel”, que era el soporte por
excelencia en esa época.
2.La necesidad de apoyarse en ese soporte papel es explicado con mucha claridad por ALEGRÍA, para
quien, la circulación rápida y segura del crédito necesitaba de una apoyatura jurídica sólida. Y como el
crédito es un bien inmaterial la doctrina acudió a un “invento”. “Este consistió en suponer -cosificado- el
crédito al incorporarlo a un elemento material (en general el papel) con lo cual se lograba esa
materialidad.”
El crédito o el derecho así consignado en el TV aparece así “cosificado”. Se hace tangible. Para usar la feliz
expresión de ASQUINI que nos trae el citado autor de que “donde está el título está el derecho.” Y por eso
es que este derecho ahora cosificado, corporizado, permite ser llevado con seguridad, ser transferido con
certeza y en forma dinámica. Al decir de la doctrina este documento y la necesidad que el derecho de
crédito (inmaterial) estuviera incorporado al soporte papel “suministró los medios técnicos idóneos para
permitir el mentado desplazamiento del crédito a la producción y a la industria, propiciando la satisfacción
de las necesidades económicas de la circulación, a la vez, que lo hizo preservar los valores esenciales de
ésta” que son la certeza en la existencia del derecho de crédito al momento de hacerse con el título valor;
la rapidez en las negociaciones que se practican con dicho documento; y la seguridad en la realización final
del crédito al tiempo de tornarse exigible. Esta es, en resumida manera, la utilidad del título valor prestada
desde el medioevo a nuestros días. La objetivación del crédito, aspecto que permitió prescindir de la
persona obligada para posibilitar que el crédito desarraigado de este aspecto personal iniciático pudiera
circular con certeza, con rapidez y con seguridad para sus tenedores legítimos.
En el mismo sentido nos acota RUBIO que los TV han nacido, a pesar de su generalización actual (en la que
podríamos incluir la tarjeta de debido y de crédito) como una institución típica del derecho mercantil, para
permitir la circulación rápida y segura de un tipo especial de bienes: los derechos y en especial los de
crédito. Bajo esta óptica es que deben concebirse los TV: para facilitar y asegurar esa circulación.
Por eso el soporte papel desde el Medievo a nuestros días ha sido el determinante. Hoy asistimos a esa
mudanza en el soporte técnico. El expediente de papel pasa a ser electrónico pero no se altera en
concepción o utilidad y el TV ¿por qué no habría de serlo también?
3. El documento sobre el que se asienta ese derecho cambiario aparece entonces como un presupuesto
imprescindible para la teoría jurídica de los títulos valores. Se hace necesaria su existencia y su tenencia y
presentación para ejercer el derecho contenido en el mismo. Son títulos de presentación, se afirma y
podríamos agregar de rescate también. Tal es así que el documento en el plano jurídico de la teoría de los
TV se lo ubica como cumpliendo diversas funciones: una constitutiva (por ser el documento el objeto que
contiene el derecho cambiario incorporado a éste, y por tanto, la incorporación del derecho al
documento); la dispositiva (la tenencia legítima del documento es condición imprescindible para ejercer el
derecho contenido en el mismo, tal tenencia regular inviste al sujeto acreedor); y finalmente la probatoria
(esta es común a todo documento).
Sobre el particular FERRI señala que con la incorporación del derecho al documento, y por tanto hacerlo
objetivo, se encontró la llave para la solución de los diversos problemas que se presentan, léase la certeza
del crédito y su circulación. En este marco conceptual, nos dice, que la llamada incorporación del derecho
al documento configura una imagen plástica que expresa con evidencia la conexión entre documento y
derecho.
Para WINIZSKY esta incorporación del derecho al documento es mucho más que una imagen plástica, no
solamente vale como explicación doctrinaria sino que es el principio jurídico sobre el que se asienta el
concepto y marco legal de los TV. Acuña otra frase igualmente potente: “dentro del título, todo; fuera de él,
nada.” Consignemos que nuestro DLTV 14.701 recepta la incorporación, la necesidad del documento y la
investidura que el mismo otorga al legítimo tenedor todo ello al proclamar que el TV es un documento
(físico, al decir de la doctrina) necesario para ejercer el derecho contenido en el mismo y que la exhibición
del mismo es fundamental para ejercer el derecho en él contenido (arts. 1 y 6). Por eso es que se ha
afirmado en nuestra doctrina que en el TV el documento tiene la mayor importancia y en tal sentido
“consignar” alude a dejar asentado por escrito reforzando la idea de la necesidad del documento para la
existencia del TV.
4. Volviendo a las notas de rapidez y seguridad y que dan sentido al TV como tal, digamos que la
materialidad del crédito, cosificándolo y objetivando al derecho inserto en el documento, tal circunstancia
le confiere tanto (a) certeza en cuanto a la existencia jurídica del crédito como (b) rapidez o dinámica, a
través de la ausencia de requerimientos formales, para su circulación, notas que son destacadas en la
doctrina cambiaria.(*10) De manera tal que el TV sirvió como elemento jurídico para el desarrollo del
comercio. En nuestra doctrina fue ROCCA quien gráficamente señala “los papeles de comercio, le pusieron
alas a la vida comercial” permitiendo la multiplicación indefinida de las operaciones mercantiles. Misión
cumplida hasta hoy. Ahora los TV afrontan nuevos desafíos desde el ángulo del soporte técnico los que se
trasladan al campo jurídico.
5.En suma podemos afirmar que el TV se corporiza en el documento con soporte papel porque éste era el
medio técnico imperante en la época. Ahora bien, si mantenemos esta premisa, el TV concebido con como
un derecho corporizado en un documento y con la finalidad de circular, fuera de toda consideración
respecto del soporte que adopte, por qué no pensar que tal concepción se mantiene válida y útil al
comercio, pese al cambio tecnológico. Reflexionemos sobre esta apreciación.
III. MEDIOS ELECTRÓNICOS: ¿UN CUESTIONAMIENTO DIRIGIDO A LA MATERIALIDAD DEL TV?
1. Si este nuevo mundo electrónico que ha llegado pretende dejar indemne al TV como instrumento y con
él a toda la teoría legal que le rodea, en tal caso, la alternativa parece indubitable: se impone una pronta
modernización del DLTV. Incorporar la desmaterialización del TV como concepto fundante del mismo y con
ello conjuntamente introducir el elemento electrónico en el régimen legal de los TV. Adecuar el endoso a la
vía electrónica, la circulación del TV en general, el aval, la emisión y representación, la aceptación de la
letra de cambio, el protesto o las acciones de cobro del TV, incluso la cancelación del TV. Una cuidada
revisión de la LTV que permita traer a dicha ley, con utilidad, a este nuevo mundo. O sea, trabajar desde el
concepto del TV para dotarlo al mismo de un nuevo enfoque y con ello volverlo a su lugar de preeminencia
como instrumento comercial.
2. En este esquema de pensamiento puede tomarse como ejemplo el proyectado Código de Comercio
brasilero, redactado por COELHO ULHOA, en donde se recepta un nuevo concepto del TV basado en
soporte papel o bien en soporte electrónico, al punto que se conceptúa al TV como aquél documento
cambiario o electrónico que contiene la cláusula cambial (Art. 445). Bajo esta premisa se adecuaría todo el
esquema legal de los TV.
3. Ahora bien, una reflexión. ¿Sería tan complejo conciliar que el TV abandone su soporte físico, deje su
materialidad física y pase a ser desmaterializado, receptando el soporte electrónico? No lo creemos.
Veamos.
4. Si se observa el DLTV 14.701 el mismo alude al documento, identifica al TV como el documento y lo
declara necesario. Adicionalmente el texto legal expresa que el derecho que se incorpora al documento
surge como tal porque se consigna en el documento (Art. 1). Y se señala que consignar es asentar lo que
debe hacerse en un papel. Comentario puntual: es cierto que consignar, entre varios significados, tiene el
de asentar, anotar.
Pero también no es menos cierto que se puede, en una interpretación analógica, entender que el
consignar o asentar se puede verificar tanto respecto de un documento en soporte papel como en uno de
tipo electrónico. En cuyo caso la expresión legal deja de ser determinante. Sigamos con el análisis. Luego
hay varias referencias al suscritor del TV (Arts. 8, 9, 14). Comentario: actualmente nuestro país tiene
aprobada la firma electrónica y la certificación electrónica de firma con lo cual es factible legalmente
suscribir un documento en soporte electrónico. Por tanto nuevamente se abre un puente legal
interpretativo para propiciar esta conciliación.
5. Examinemos ahora el concepto de “documento” que la ley exige. Primera comprobación: no hay en el
texto legal (DLTV) ninguna indicación sobre qué debe entenderse por tal. Si en papel o en otro material.
Quizás era tan obvio en 1977 que no se previó. No obstante, la doctrina comparada registra casos de
documentos en otros materiales (esteras de madera, ladrillos, tapa de caja de habanos, manteles,
esculpido en granito, o esteras de barro, etcétera) y la discusión de si conforman cambiariamente
documentos o no. Lo de la tapa de caja de habanos fue discutido en los tribunales austríacos y se declaró
válido el TV asentado en tal curioso soporte. Por eso hacía bien CÁMARA cuando tras recordar la definición
de VIVANTE de los TV como un documento necesario, se preguntaba ¿qué es un documento? Y reseñaba
que para algunos se trataba de cualquier cosa idónea para la representación de un hecho, aludiendo a
CARNELUTTI. Segunda comprobación: con este concepto el documento electrónico ingresa en la misma al
tener la capacidad de representar un hecho. La certeza del documento en cuanto a su autenticidad será
saco de otro costal y a ello alude la normativa sobre firma electrónica certificada. No obstante para
CÁMARA este concepto es demasiado lato ya que no exige escritura. Comentario puntual, resulta que el
documento electrónico exige escritura. Por tanto, la crítica se desvanece en este punto. Concluye CÁMARA
en que por documento debe entenderse algo corporizado, una res mobilis, por su aptitud circulatoria, lo
que implique “excluyendo cualquier forma verbal carente de materialidad o de una declaración grabada en
un disco o cinta magnética que no lleva la firma del librador.” Por tanto para este autor documento es
sinónimo de hoja de papel pero nos advierte que a pesar de ello y sin ignorar la práctica, ante la falta de
prohibición expresa cabe redactar la letra de cambio en cualquier material idóneo distinto, siempre que
pueda trasmitirse -mueble- por la función económica. No correspondería argüir la nulidad de tal título de
crédito.” Y termina señalando que es irrelevante el documento impreso, manuscrito, o mecanografiado,
así como tampoco hay exigencia alguna sobre el material para escribir, tinta, color, diseño.
Tercera comprobación: normalmente el documento es una hoja de papel pero esto no deja de ser la
costumbre, la regla general, no obstante sin asidero legal en el sentido que no se pueda emplear otro
soporte que no sea el papel. Y si se hace con otro soporte, no hay nulidad en ello. Nuevamente se tiende el
puente interpretativo. Si se admite soportes que no sean en papel en tanto sean transmisibles porque no
admitirse documentos electrónicos en tanto éstos sean transmisibles y certeros.
6. En la doctrina nacional también esta cuestión se ha presentado. Se señala en la doctrina nacional que el
documento es un escrito en papel, aunque podría consignarse un derecho en algo que no fuera un papel.
“En un sentido lato, también, es un documento una piedra o una pared pero, como es obvio el DLTV no se
refiere a tales tipos de documentos pues ellos no servirán para cumplir la función que los títulos valores
normalmente desempeñan en el comercio.”
O sea la circulación. Evidentemente cuando se aprobó el DLTV no se pensaba en otros documentos que no
fueran los de soporte papel. Pero actualmente la norma legal, a nuestro concepto, deja abierta la
posibilidad de interpretar e incorporar los documentos electrónicos al marco conceptual de los TV. Así en
tanto tales medios o documentos electrónicos de pago o de crédito cumplan con la triple característica
funcional de los TV a la que hicimos referencia (la certeza del derecho, la seguridad jurídica en el cobro por
parte del investido y la rapidez en su circulación) no vemos por qué no deban ser bienvenidos al mundo
cambiario. Sin duda, han de propiciar diversos cambios en la normativa para adecuar la misma a su
particular estructuración. Pero conceptualmente no vemos distantes estos nuevos medios o documentos
electrónicos del tradicional título valor físicamente representado.
7. Por tanto, de ser factible extender el concepto del TV a aquel documento que también esté en soporte
informático o electrónico, por qué no se ha de poder partir del DLTV para adecuarla y así dotar a estos TV
de nueva generación un marco legal idóneo que contemple las particularidades de su soporte electrónico y
que sea a la vez armónico con los TV tradicionales y sus principios. Para lograr esto, ya sea: (a) tomando el
régimen legal de los TV y procediendo a adaptarlo a estos documentos en soporte electrónico, con el
beneficio de conservar las diferentes interpretaciones tanto doctrinarias como jurisprudenciales en la
temática; o bien, (b) generando un sistema específico para estos documentos electrónicos pero dentro del
DLTV de forma tal que la teoría general de los TV sea común en a ambas especies de documentos tanto en
su espíritu como en su propósito de circulación del título.
8. Hace ya casi treinta años ALEGRÍA tuvo oportunidad de referirse a este fenómeno de la
desmaterialización del título valor. Un fenómeno de base preponderantemente técnica, nos dice, que
opera como un revulsivo para los conceptos más asentados de la teoría de los TV. “La desaparición del
soporte papel, provoca una nueva revolución” nos dice, añadiendo que “nos asomamos, una vez más, a la
génesis del derecho del mañana”.
Por eso lo del título de este trabajo, una nueva era acaso. Repasemos. El documento, como hemos
referido, es necesario para la constitución, modificación, transferencia, gravámenes y también para el
cumplimiento del derecho representado en el título. Por tanto sin documento no hay TV. No hay derecho
incorporado. Ahora bien, esto supone que todo documento que no esté en soporte papel no es
documento a los efectos del DLTV y por tanto no hay TV ni derecho incorporado. Ciertamente no. Y esto es
justamente lo que se cuestiona ALEGRÍA en el siguiente razonamiento al que adherimos. Se pregunta si es
factible descubrir la existencia de un “documento informático”. Documento que si bien tendrá caracteres
diferentes al documento- papel, no obstante nos ha de permitir aprehender otra noción de “documento” a
los efectos legales y con ello servir de sustento a una nueva construcción teórica. Por eso para ALEGRÍA “el
interrogante básico es si la teoría de los títulos valores resiste a esta innovación y sí, en consecuencia, es
aplicable a las modalidades técnicas recibidas de la informática.”
Ya hemos adelantado e intentado aportar las razones para una respuesta afirmativa a esta pregunta. Para
el citado profesor si el cuestionamiento de estos nuevos documentos alude a la materialidad del TV (tal
como lo indicamos en el título de este capítulo) en tal caso la alternativa legal deberá ser la de acudir a la
teoría general y a los principios rectores en materia de TV.
De ellos proceder a desplazar ciertos elementos que se consideraban antes como esenciales (como la
necesidad del documento físico, por ejemplo) y que ahora pasarían a ser propios de una especie de TV
(aquellos tradicionales). Y sugiere culminar este proceso con el reservar para la teoría general los
caracteres típicos comunes a los documentos TV como género, es decir, elementos comunes tanto a
aquellos en soporte papel como en soporte electrónico. De manera tal que los elementos y principios
comunes a ambas especies de TV serán aquellos que por ley se reputen esenciales para el género TV, o sea
para ambas especies.
Por otro lado, elaborar un marco normativo específico para los nuevos documentos de soporte electrónico,
pero dentro del DLTV.
En resumen un marco normativo que comprenda ambas especies de TV en donde la aparición de estos
nuevos TV electrónicos no necesariamente deba desplazar a los tradicionales, sino incorporarlos en un
único sistema que comprenda a ambos documentos y permita su coexistencia y compartir su marco
regulatorio (circulación, endoso, pago, representación, etcétera).
IV. MEDIOS ELECTRÓNICOS: ¿UN CUESTIONAMIENTO DE MÁXIMA: EL ADIÓS A LOS TÍTULOS VALORES?
1. El segundo escenario y al que parece aludir la noticia cuando se anuncia que se enviará al Parlamento un
proyecto de ley de medios electrónicos pasa por la premisa de crear una nueva teoría general legal para
estos instrumentos. Un marco legal que los tenga como exclusivo objeto de regulación. ¿Y los TV? Estos
irían lentamente deviniendo en categorías históricas, obsoletos. Y su marco legal en letra muerta
comercialmente. Claro no será ni inmediato y ni abrupto, pero esta normativa que aludimos y la Ley de
Inclusión Financiera contribuyen a ello. La desventaja de esta alternativa está en que toda la experticia
jurídica, tanto doctrinaria como jurisprudencial acuñada en estos años de vigencia del DLTV se ha de
perder o bien ha de quedar desvaluada. La solución que se describe en el capítulo anterior, precisamente,
procura rescatar esta experticia, adecuarla a las nuevas tecnologías y mantenerla en valor.
2.De todas maneras, aun en este escenario de máxima como es el adiós a los TV, no dejan de ser
rescatables los diversos institutos propios de los TV los que podrán trasladarse en interpretaciones
analógicas a este nuevo marco normativo. Como, por ejemplo, la normativa sobre el endoso (ahora endoso
electrónico) y las variantes del mismo así como los derechos que se transmiten en cada una de ellas. Pero
claro se corre el riesgo que si la normativa no es completa y sistémica entonces jueces y abogados deberán
recurrir a la interpretación analógica o a la integración para colmar estas lagunas legales del sistema de
documentos electrónicos hacia el DLTV (Arts. 16 y 17, C. Civil). Aplicando normativa, principios, conceptos
y términos que fueron pensados para otro tipo de documento y que no siempre será factible acudir a tal
remisión. Ciertamente un escenario que, a nuestro entender, debería evitarse.

RÉGIMEN DE CIRCULACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES.


La transmisión del título valor significa transmitir, a otra persona, el documento y, con él, el derecho allí
incorporado.
El DL 14.701 de Títulos Valores (DLTV) clasifica a los títulos valores en tres categorías, organizando sendos
capítulos para cada una:
- títulos nominativos;
- títulos a la orden y
- títulos al portador.
Cada una de estas categorías tiene un régimen de trasmisión distinto.
La distinta forma en que se crea el título indica su forma de transmisión y el régimen de legitimación para
el cobro.
El creador, al adoptar cualquiera de las modalidades - en los casos en que le es posible optar - se
autoimpone o impone al obligado cambiario una distinta diligencia al momento del vencimiento.
En el documento al portador, el deudor paga bien a quien presente el título.
El obligado no debe hacer contralores; paga a quien sea que lo presente.
Si el título es a la orden, se impone, en cambio, una mayor diligencia: el obligado cambiario debe controlar
la continuidad de los endosos e identificar al último tenedor , ver los arts. 48 y 49, DL 14701.
En el documento nominativo, el deudor debe controlar la continuidad de los endosos, debe identificar al
último tenedor y debe verificar que ese tenedor, que figura como beneficiario en el título valor coincida
con quien figura inscripto como tal, en el registro.
La modalidad adoptada por el creador no puede ser alterada de acuerdo con lo que dispone el art. 12 del
DL 14701: “El tenedor de un título valor no podrá cambiar su forma de circulación sin consentimiento del
creador del título.”
Por ejemplo, si se creara un título valor a la orden, un endosante no puede estampar la cláusula al
portador y con ello cambiar el régimen de transmisión del título valor y aligerar de ese modo la diligencia
que el librador impuso al obligado para el momento del pago.
Títulos valores al portador
Título valor al portador es aquél en el cual no figura el nombre del beneficiario.
Para que un título sea al portador no es necesario que se estampe la mención al portador, el art. 52 del DL
14701: “Son títulos al portador los que no se expidan a favor de persona determinada, aunque no
contengan la cláusula ‘al portador’ y su trasmisión se producirá por su simple tradición.”
Los títulos valores al portador se trasmiten por la sola entrega, por la simple tradición; no se requiere un
título que preceda a la entrega.
En el régimen vigente, el principio general es que cualquier título valor puede ser emitido al portador, sin
necesidad de un texto legal expreso que lo autorice.
En materia de cheques, el DL 14.412, en su art. 4 inciso 5 autoriza expresamente que se emitan al portador.
Para las letra de cambio, el art 55 número IV del DL 14701, impone que se establezca en el título el
nombre de beneficiario .
Se trata de una mención esencial; en consecuencia, no podrá crearse una letra de cambio pagadera al
portador.
En materia de vales, el art. 120 que se refiere a las menciones que debe contener el vale, se remite al art.
3, en el que no se impone que se indique el nombre del beneficiario y entonces vemos que puede
concluirse que pueden ser al portador.
Las acciones de sociedades anónimas, las obligaciones y las cuotas partes de fondos de inversión pueden
ser al portador. Los títulos valores públicos, generalmente, se emiten al portador.
Títulos valores a la orden
En los títulos a la orden se incluye siempre el nombre del beneficiario.
En principio, el título que lleve el nombre del beneficiario se entenderá que es a la orden de acuerdo con
los arts. 32, inc. 3, y 36.
El título valor a la orden se trasmite por endoso y entrega.
Es suficiente que contenga el nombre del beneficiario para que se pueda trasmitir por endoso y entrega;
no es necesario incluir una mención que diga a la orden.
El DL 14701 no prevé pero tampoco prohíbe que un título creado con inclusión del nombre del beneficiario
lleve la cláusula no a la orden o no endosable u otra similar.
Esta hipótesis se admite expresamente para los cheques, en el DL 14412; aparece entonces un género o
modalidad: título valor con indicación del beneficiario pero que no es nominativo ni a la orden.
Su transmisión se efectúa por el contrato de cesión de créditos no endosables, requiriéndose además
tradición.
Podría suceder que el creador lleve registro y al librar el título ponga además la mención no a la orden; en
este caso el título se trasmitirá por cesión de créditos no endosables y, además, por la inscripción en el
registro y la tradición.
La cesión de créditos se aplica en los títulos que no son transmisibles por endoso, por ejemplo las acciones
escriturales y a los títulos emitidos a nombre de un beneficiario pero con la cláusula no a la orden.
Títulos valores nominativos
Si contienen la mención de que el creador lleva registro o si el registro es impuesto por una ley, el título
será nominativo, transmisible por endoso y tradición, o – si es no endosable - por cesión de crédito y
entrega.
Además, en el caso de los títulos valores nominativos, la trasmisión deberá inscribirse en el registro del
creador como requisito para conferirle legitimación frente a éste.
En los títulos nominativos el nombre del beneficiario debe aparecer en el documento y, también, en un
registro que lleva el creador del título.
En el registro constaran las sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.

ENDOSO.
El endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal, total e incondicional, consistente
en una constancia puesta al dorso del título o en hoja adherida a él, a los efectos de operar como título
para la trasmisión de ciertos títulos valores.
Endoso como acto unilateral total e incondicional
Jurídicamente, el endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal (solemne), pues
debe realizarse siguiendo las instrucciones legales.
Puede consistir en la sola firma del endosante.
El endoso no se debe notificar al deudor.
A diferencia del endoso, la cesión de créditos es un contrato que se celebra entre cedente y cesionario.
La cesión de crédito se debe notificar al cedido y si no se le notifica o si se le notifica y no lo consiente, el
cesionario podrá oponer al cedido las mismas excepciones que tiene contra el cedente.
El endoso es total porque no se permite la transmisión de parte del derecho incorporado en el título; es
puro y simple porque no puede estar sujeto a condición alguna.
Endoso como constancia en el título valor
El endoso es una constancia que se escritura en el mismo título valor.
El art. 39 del DL 14.701 establece el contenido del endoso su y dice que debe constar en el título o en hoja
adherida a él y que debe ser firmado por el endosante.
Puede consistir en la sola firma del endosante.
Se firma sólo por el endosante.
Clases de endosos
En el art. 43 del DL, se distingue distintos tipos de endosos:
- endoso que trasmiten la propiedad;
- endosos en procuración;
- endosos en garantía.
Cualquiera de los tipos de endosos legitima al endosatario para el cobro frente al obligado, pero el DL
14701 prevé distintos efectos para cada uno de ellos.
1- Endoso en propiedad
El endoso es el título requerido para poder trasmitir los títulos valores a la orden y, también, los
nominativos.
Los títulos valores a la orden son aquellos títulos que se libran a favor de una persona determinada y se
caracterizan por ser transmitidos mediante el acto del endoso a lo que debe agregarse la entrega.
El título nominativo es aquél en que se indica el nombre del beneficiario, el nombre de esta persona debe
aparecer en el título propiamente dicho y, también, en un registro que lleva el creador del título.
La transmisión de éstos títulos se realiza mediante el endoso y entrega del documento.
A los efectos de hacer oponible la trasmisión frente al creador del título, se requiere, además, la inscripción
en el Registro que lleva el emisor.
En el registro constaran las sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.
El art. 37 del DL 14701 establece que puede trasmitirse el título a la orden por un medio diverso del
endoso.
Ese artículo se refiere a la posibilidad de trasmisión por sucesión o por una cesión de créditos no
endosables.
En el caso de sucesión, el adquirente se coloca en la posición del causante, no adquiere un derecho nuevo
y autónomo y por lo tanto el deudor puede oponerle las excepciones que tenía frente al causante.
Para estas hipótesis de trasmisión por vía distinta del endoso, el art. 38 prevé: “Quien justifique que se la
ha trasmitido un título a la orden por medio distinto del endoso, podrá exigir que el Juez en vía de
jurisdicción voluntaria haga constar la trasmisión en el título o en hoja adherida a él.”
El endoso del cheque se encuentra regulado en el DL 14412, tema que veremos cuando estudiemos los
cheques.
2- Endoso en procuración
El art. 45 del DL 14701 en su primer inciso establece: “El endoso en procuración se otorgará con las
cláusulas ‘en procuración’, ‘por poder’, “al cobro’ u otra equivalente.”
Como podemos apreciar,no hay términos sacramentales ya que el DL 14701 formula tres posibles
enunciaciones pero admite cualquier otra equivalente.
Los derechos que confiere el endoso en procuración se establecen en el art. 45: derecho a cobrarlo,
judicial o extrajudicialmente; derecho a endosarlo en procuración.
El endosatario podrá nuevamente endosarlo, pero sólo en procuración, ya que el endosatario no puede
trasmitir más derechos que los que él tiene.
La profesora Rodríguez Olivera dice que no se incluyó el derecho de realizar todas las diligencias necesarias
para conservar los derechos que derivan del título (protestos, avisos, etc.) en cuanto correspondan, pero
ella entiende que son facultades implícitas.
El inc. 2 del art. 45 en su parte final, tiene un contenido complejo.
En primer lugar, prevé el efecto de la muerte o incapacidad del endosante en procuración.
Se establece que el mandato no termina ni por la muerte ni por la incapacidad - debe entenderse
sobreviniente - del endosante.
La norma es derogatoria de los principios generales en materia de mandato, por los cuales la muerte o
incapacidad del mandante son causa de extinción del mandato.
En segundo lugar, regula la revocación del mandato conferido por endoso y establece que la revocación
produce efectos frente a terceros, cuando la revocación se anote en el título o cuando la revocación sea
judicial.
Si se obtuvo una declaración judicial, aunque no lo diga la Ley, deberá notificarse la sentencia declarativa al
deudor o deudores cambiarios.
El art. 50 del DL 14701 contiene una norma específica para bancos.
En dicho artículo se establece que los bancos que reciben títulos para acreditar en la cuenta del tenedor,
pueden presentarlos al cobro, aun cuando esos títulos no hayan sido endosados a su favor.
Entonces sabemos que los bancos, aun cuando no aparezcan como endosatarios, podrán percibir el
importe de los títulos valores y el deudor que paga a un banco paga bien.
El DL 14701 impone una sola formalidad y es que los bancos firmen en el propio título o en una hoja
adherida, que han recibido su importe y la calidad en que actúan, esto es, por cuenta de quién efectúan la
cobranza.
3- Endoso en garantía
Para el endoso “en garantía” o “en prenda” no hay términos sacramentales, pudiendo utilizarse cualquier
otra expresión equivalente.
El art. 46 del DL 14701 nos dice cuál es la eficacia de tal endoso, establece que constituye un derecho
prendario sobre el título.
Entonces quien endosa en garantía, está dando el título en prenda, bajo el régimen de la prenda común
regulado por el Código de Comercio.
El art. 46 establece que el endoso en garantía confiere al endosatario los derechos del acreedor prendario.
Tales derechos son los establecidos en el art. 759 del CCom: practicar los actos conservatorios del crédito y
cobrar el importe del título y sus intereses. El art. 46 agrega que el endosatario tiene, además, las
facultades que confiere el endoso en procuración, esto es, la cobranza judicial o extrajudicial y de
endosarlo nuevamente en procuración.
El inc. 2 del art. 46 reitera, para el endosatario que recibe el título en garantía, el carácter de la autonomía
que tiene el derecho consignado en el título valor.
El acreedor prendario adquiere un derecho autónomo frente al deudor, quien no puede oponerle las
excepciones que hubiera podido oponerle a anteriores tenedores.
El endoso en garantía es el que confiere al endosatario los derechos que corresponden al acreedor
prendario y que le permite, además, endosarlo en procuración.
Derecho de preferencia y de persecución
La prenda acuerda al acreedor un derecho real de preferencia y de persecución. De preferencia, porque
excluye a otros acreedores en caso de concurso.
Cobra antes que los demás, con el importe del bien prendado y cobra todo. Incluso fuera de concurso, en
caso de que un tercero ejecute el bien prendado, el acreedor prendario se puede oponer con su mejor
derecho y cobra primero. El art. 1741 del Código de Comercio establece en su inc. 1: “Para que el acreedor
prendario pueda usar del derecho que le acuerda el artículo 1737, es necesario que se encuentre en
posesión de la cosa, y que el contrato de prenda conste por escritura pública o por documento privado,
cuya fecha resulte comprobada por cualesquiera de los medios de prueba admitidos en materia comercial”.
De persecución, porque aun cuando el bien sea enajenado por su dueño, el acreedor puede ejecutarlo de
todos modos, siguiéndola en manos de su nuevo dueño y la venta le es indiferente.
Derecho de retención
El acreedor tiene derecho de retención del bien prendado en tanto no se le pague la deuda.
El art. 761 permite retener el bien prendado, también, para cubrir los gastos para la conservación de la
cosa (inc. 3, art. 761).
Otras clases de endosos:
1- Endoso en blanco
El endoso en blanco está previsto en el art. 42, se trata de una forma de endoso en que se deja un espacio
en blanco y, luego, se firma por el endosante.
Para tal hipótesis, la Ley autoriza a que cualquier tenedor llene el blanco con su nombre o el de un tercero.
El art. 41 también autoriza a que se trasmita el título sin llenar el claro y el tenedor que recibe el título
podrá entregarlo a otra persona, quien llenará el claro con su nombre.
Debe entenderse que para poder requerir el pago, el último tenedor tendría que completar el endoso.
El art. 42 viene a desarrollar lo dispuesto en la primera frase del art. 40, en que se prevé la omisión del
nombre del endosatario y para tal caso remite al art. 4 que autoriza al tenedor a llenar la omisión.
2- Endoso al portador
Se trata del caso en que el endosante estampe un endoso que podría ser así:
“Montevideo, 13 de marzo de 2018. Endoso en propiedad al portador”.
Pero podría tener, también, el siguiente texto: “Al portador”.
El art. 42, inc. 2, dice que este endoso produce los efectos de un endoso en blanco.
Y esto quiere decir que, tanto en este caso como en el anterior, el título no deja de ser “a la orden”; es
decir, no pasa a ser un título “al portador”, ya que La Ley de circulación no puede ser variada por la sola
voluntad del tenedor (art. 12).
Y cuando llegue el vencimiento, el deudor deberá actuar con la diligencia requerida por el art. 49, es decir
deberá verificar la continuidad de los endosos y deberá identificar al último tenedor.
3- Endoso póstumo
El endoso póstumo es el realizado posteriormente al vencimiento del título.
Se entiende por “posterior al vencimiento” tanto el posterior al protesto por falta de pago como el
posterior al término fijado para efectuar el protesto (es decir, dentro de los dos días hábiles después del
vencimiento, según el art. 91 del DL 14701).
Por su parte de conformidad con de lo dispuesto por el art. 47 del DLTV, las letras vencidas sí pueden ser
endosadas pero el endoso produce los efectos de una cesión de créditos: “El endoso posterior al
vencimiento producirá efectos de una cesión de créditos no endosables”.
Que produzca los efectos de una cesión de créditos implica que el endosante sólo tendrá la
responsabilidad del cedente de un crédito y el deudor podrá oponer al endosatario las excepciones que
hubiere podido oponer al endosante.
Y esto último significa que el endosatario no gozará de un derecho autónomo, vean lo que dispone el art.
565 del Código de Comercio: “Siempre que el deudor no haya consentido la cesión, o verificado novación
art. 563, puede oponer al cesionario todas las excepciones que habría podido oponer al cedente, aun las
meramente personales.”
Y esta consecuencia se confirma también por el art. 62 del DL 14701 que nos dice: “Con la cesión de la letra
de cambio, sea derivada de un endoso posterior al protesto por falta de pago o al término fijado para
efectuar el protesto, sea que derive de un acto separado aun anterior al vencimiento, se trasmite al
cesionario todos los derechos cambiarios del cedente, pero aquél queda sujeto a las excepciones oponibles
a éste.”
Formalidades
El art. 39 nos establece cuáles son los requisitos para el endoso.
De la lectura del primer inciso, podría deducirse que es un acto formal, solemne, pero leyendo el art. 40
resulta que en el endoso pueden faltar todas las enunciaciones dispuestas por el art. 39 y que puede
consistir en la sola firma del endosante.
1- Requisitos para que un títulos valor sea transmisible por endoso
El título debe indicar el nombre del beneficiario y puede contener un pacto en contrario, en los casos que
tal pacto sea admitido por la Ley.
El pacto contrario puede estipularse con las cláusulas “no a la orden” o “no negociable”.
2- Enunciaciones del Endoso:
Vamos a ver primero las enunciaciones previstas en el art. 39:
- Fecha:
La fecha del endoso interesa para determinar la capacidad del endosante. I
También importa para determinar los efectos del endoso, pues el endoso posterior al vencimiento (endoso
póstumo) produce efectos de una cesión de créditos no endosables.
Si falta la fecha, el DL 14701presume que el endoso se hizo en la misma fecha en que el endosante lo
recibió.
- Lugar del endoso:
Si se omite el lugar, se entiende que se hizo en el lugar del domicilio del endosante.
Entonces tenemos que, si no se estampa lugar de endoso debería figurar el domicilio del endosante; si no
figura, se tendrá como lugar del endoso, el domicilio conocido del endosante.
- Nombre del endosatario:
Puede no indicarse el nombre del endosatario, dejando un espacio en blanco.
Y de acuerdo a lo establecido en el art. 40, con una remisión al artículo 4, el portador legítimo podrá llenar
el claro.
- La clase de endoso:
Debe establecerse en el endoso, si se endosa en propiedad, en procuración o en garantía.
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 40 si nada se dice, se presume que se endosa en propiedad.
Nury Rodríguez entiende que la presunción es relativa y podría probarse lo contrario y la prueba sería a
cargo del endosante.
Para el endoso en garantía, tenemos una disposición expresa en el art. 758 del CCom, que establece lo
siguiente: “Cuando se dan en prenda papeles endosables, debe expresarse que se dan como valor en
garantía. Sin embargo, aunque el endoso sea hecho en forma de trasmitir la propiedad, puede un
endosante probar que sólo ha trasmitido el crédito en prenda o garantía.”
- La firma del endosante:
Este es el único requisito que no puede faltar.
El endosante puede firmar personalmente o por medio de un representante.
El art. 40 del DL 14701 nos dice que si falta la firma, el endoso se considerará inexistente.
El DL 14701 no prevé expresamente el endoso con la sola firma del endosante que, en la práctica, es la
forma más corriente de endosar.
No obstante, el art. 40 prevé que cualquiera y todas las menciones del endoso enunciadas en el art. 39
puedan faltar; pero único que no puede omitirse es la firma, con lo cual se autoriza indirectamente el
endoso por la sola firma.
El art. 42, también, estaría admitiendo el endoso con la sola firma aunque en forma imprecisa. El art. 42
nos dice que “el endoso puede hacerse en blanco, con la sola firma del endosante”.
Parte de la doctrina entiende que no es ajustada la terminología usada; ya que una cosa es endosar con la
sola firma y otra es endosar dejando en blanco un espacio para que sea llenado por el tenedor legítimo.
En materia de cheques se usa igual terminología; el art. 22 del DL 14.412 de cheques dice que el endoso
puede “consistir simplemente en la firma del endosante, en cuyo caso recibirá el nombre de endoso en
blanco”.
Por su parte el art, 23 del DL 14412 dice que el portador puede llenar el blanco.
Rodríguez Olivera dice que no entiende qué blanco ha de llenarse y cómo, cuando el endoso consiste en la
sola firma del endosante.
Cláusulas facultativas del endoso
De acuerdo al art. 44 se podrá incluir en el endoso la mención “sin mi responsabilidad” u otra equivalente y
la inclusión de esta mención tiene por efecto liberar al endosante de responsabilidad por su endoso.
Enunciaciones prohibidas
- Condiciones:
El art. 41 impone que el endoso debe ser puro y simple y si se incluye una condición se tiene por no
puesta.
Entonces vemos que la inclusión de una condición no anula el endoso pero el DL 14701 le quita eficacia a la
cláusula condicional.
Sepan que el DL 14701 impone la incondicionalidad para el endoso, pero no la impone respecto a la
creación del título valor.

- Endoso parcial:
El art. 41 dispone que el endoso parcial es nulo; entonces si el endosante estipulara que endosa un
documento por una cuarta parte de su valor, su endoso se reputará como inexistente y el endosatario no
podrá invocar ningún derecho sobre el título.
El endoso parcial no es posible dada la mecánica de los títulos valores que requieren la posesión del
documento para poder ejercer los derechos en él consignados.
El beneficiario no podría endosar en parte, porque el documento es único y no puede fraccionarse de tal
modo de permitir el ejercicio del derecho, en parte por el adquirente de la parte trasmitida y, en parte, por
quien pretende conservar para sí otra parte del derecho. Siendo el título valor un documento de
presentación, no sería posible el desdoblamiento de los acreedores.
Diferencias entre endoso y cesión de crédito
La cesión de crédito y el endoso tienen una similitud: son títulos para la trasmisión de un crédito
incorporado a un título valor.
Veamos ahora cuáles son las diferencias entre endoso y cesión de créditos:
Respecto de su naturaleza jurídica y objeto:
El endoso es una declaración unilateral de voluntad del endosante (acto unilateral).
La cesión de crédito es un acto bilateral (contrato).
Las partes en el contrato de cesión de crédito son el cedente (poseedor del crédito) y el cesionario (futuro
poseedor).
Además de éstas personas existe un tercer sujeto que, si bien no es parte, está interesado en la cesión: es
el deudor del crédito en cuestión a quien se llama “deudor cedido”.
El endoso es la forma de trasmisión de los créditos contenidos en títulos valores a la orden y nominativos.
La cesión de crédito tiene por objeto trasmitir derechos emergentes de un contrato o de cualquier otro
acto jurídico, incluso de un título valor.
Se trasmiten por cesión de crédito los títulos valores no a la orden o con la mención “no endosable”.
También, se trasmiten por cesión de crédito los cheques certificados.
Diferencias en cuanto a formalidades y procedimiento:
El endoso es una constancia que se escritura en el mismo título valor o en hoja adherida a él . En el caso de
que el objeto de la cesión de crédito sea un título valor, se documenta por separado de éste aunque, como
es obvio, haciendo referencia a él.
El endoso es un acto de carácter formal (solemne), pues supone necesariamente la existencia de la
constancia referida, aunque esa constancia pueda consistir en la sola firma del endosante.
La cesión de crédito es un contrato consensual, para cuya validez basta el acuerdo de cedente y cesionario.
El endoso es una forma rápida y sencilla de trasmisión de los créditos, lo cual favorece su circulación, y no
es necesario notificar al librador, ni a ningún endosante anterior, que el título se endosará a favor de otra
persona.
Por su parte la cesión de créditos suponeen primer lugar, la celebración de un contrato entre cedente y
cesionario y en segundo lugar, supone una diligencia posterior de notificación al cedido.
Y si no se le notifica la cesión, el cedido paga bien si paga al cedente.
El endoso supone la trasmisión del crédito sin posibilidad de oposición y hasta sin conocimiento del
librador (deudor).
Al librador de un título valor le es indiferente quién es su acreedor y llegado el momento, el beneficiario
cobrará el título y con ello liberará al librador de su obligación.
Y si no puede cobrarlo, luego de preparar el título, le iniciará un juicio ejecutivo en dónde el librador sólo
puede oponer determinadas excepciones que refieren, únicamente, al título a ejecutar.
El librador no puede oponer excepciones fundadas en las relaciones personales que mantiene con el
anterior tenedor, dada la autonomía del crédito incorporado al documento.
En el caso de la cesión, si el cedido consiente la cesión, entonces no podrá oponerle al cesionario las
excepciones que hubiera podido oponer al cedente.
Para recabar ese consentimiento se dan las siguientes variantes:
- el cedente debe notificarle la cesión al deudor cedido y éste debe consentir la cesión estampando su
firma en el contrato de cesión de crédito o en otro contrato que haga remisión a éste, o;
- el deudor cedido renueva su obligación a favor del cesionario en un contrato en dónde acepte que, a
partir de ese momento, pasará a deberle a éste.
Por su parte, en los títulos valores, como no hay posibilidad de consentir o no, se aplica el principio
establecido en el art. 1 del DL 14701, que es que el título crea un derecho autónomo y por lo tanto el
obligado no podrá oponer al poseedor excepciones que tengan que ver con sus relaciones con anteriores
tenedores
Puede suceder que el deudor no quiera reconocer la cesión, pues, por la naturaleza del crédito, sólo se
siente obligado respecto del acreedor original.
Entonces en ese caso debe oponerse a la cesión realizada entre el cedente y el cesionario dentro del plazo
de tres días contados desde la notificación a que hicimos referencia y pasados estos tres días se supone
que consiente la cesión realizada.
Resumiendo:
La persona que recibe un título valor, recibe un crédito seguro ya que, por Ley, el deudor no puede oponer
excepciones personales en la ejecución.
Sólo puede oponer determinadas excepciones que están previstas, taxativamente, en el art. 108 del DL
14701 entre las que, expresamente, se descartan las meramente personales.
En cambio, la persona que recibe un crédito por medio de una cesión de crédito, la seguridad del crédito
cedido queda supeditada a la realización de las diligencias previstas en el Código de Comercio (notificación
o renovación de la deuda) y en definitiva, a la voluntad del deudor cedido quien, según vimos, puede
oponerse y, si lo hace, utilizar todas las excepciones del Derecho, tanto las que deriven de la naturaleza del
título como las meramente personales.
Diferencias en cuanto a las responsabilidades respectivas de cedente y endosante:
El cedente de un crédito responde por la existencia y legitimidad del crédito; no responde de la solvencia
del deudor, salvo que expresamente se haya comprometido a ello.
Por su parte, el endosante de un título valor contrae una obligación autónoma frente a todos los tenedores
posteriores del título, salvo que incluya en su endoso la cláusula “sin mi responsabilidad”.
Vemos entonces que se invierten las reglas en materia de responsabilidad: el cedente no responde por el
importe del crédito cedido, salvo pacto en contrario; el endosante responde, salvo pacto en contrario.
EL AVAL.

Pérez Fontana en “Títulos- Valores Obligaciones Cartulares”- T. II, expresa que la disciplina del aval en
nuestro derecho está en los arts. 15 a 20 del Dec.-ley 14701 que siguió al proyecto INTAL que a su vez sigue
a la Ley Uniforme de Ginebra sobre letras de cambio. La doctrina en forma unánime señala la función
unívoca de garantía del aval lo que ha llevado a calificarlo como garantía objetiva.
Este calificativo fue criticado por la doctrina italiana, entre otros por Angeloni y Vivante, fundándose en la
naturaleza fidusoria del aval. Vivante en el tomo III de su Tratado de Derecho Comercial, fundó su crítica en
que el aval cae si la obligación del avalado es inexistente y en que el aval solamente garantiza obligaciones
posteriores a las del avalado.
El calificativo de garantía objetiva entendido como garantía del pago de la obligación contenida en el título
valor no es admisible porque el avalista sólo garantiza el pago a los que intervienen en la circulación con
posterioridad a su prestación pero no a los anteriores tenedores.
Así si el aval es prestado por un endosante c) no garantiza el pago de los endosantes a) y b) sino a los
endosantes posteriores a c).
El aval es una garantía que originariamente no forma parte del nexo normal cambiario en el que se inserta
indirectamente y de reflejo, asimilando su contenido al de la obligación cuyo pago se garantiza, más
precisamente a la del avalado. Es por eso que la doctrina sostiene que entre el avalista y el avalado no
existen relaciones cambiarias hasta el momento en que el avalista paga la letra y adquiere el derecho a
reclamar del avalado y de los otros obligados el reintegro de lo que pagó.
También la doctrina francesa admite la función de garantía del aval y como la misma en forma mayoritaria
entiende que el aval es una fianza y así lo sostienen algunos autores italianos como Angeloni, destaca Pérez
Fontana las diferencias que existen entre ambas en nuestro derecho positivo :
a) El aval sólo puede garantizar obligaciones cambiarias (art. 15 Dec.-Ley 14701), la fianza puede recaer
sobre obligaciones de cualquier tipo, civiles o comerciales (arts. 210 C.C. y 603 y 607 del C. de Com.
b) El aval es un acto formal, debe constar por escrito en el título, letra de cambio, vale o pagaré, cheque
(art. 16 Dec.-Ley 14701 ) , la fianza es un acto no formal, si es negada sólo puede probarse por confesión o
por escrito (arts. 2107 C.C. y 605 C. de Com.).
c) El aval es siempre un acto unilateral, la fianza puede ser convencional, legal o judicial (arts. 2103 C.C.).
d) El aval es siempre comercial (art. 7 num.3 C. de Com.); la fianza puede ser comercial o civil, según la
naturaleza de la obligación que garantiza;
e) El avalista es siempre un deudor cambiario y por ello queda obligado solidariamente con los otros
signatarios del título valor frente al tenedor (art. 105 Dec.-Ley 14701), el fiador es un deudor común,
pudiendo serlo sólo subsidiariamente (art. 2117 C.C.). En la fianza comercial, la obligación del fiador es
solidaria sin poder invocar el beneficio de división ni el de excusión (art. 611 C. de Com.).
f) En el aval no existe el beneficio de división y excusión, en la fianza civil sí (art. 2118 C.C.)
g) El aval garantiza obligaciones cambiarias formalmente válidas. La nulidad sustancial de la obligación del
avalado no afecta a la obligación del avalista. La nulidad sustancial de la obligación afianzada hace caer la
obligación del fiador.
h) El avalista no puede hacer valer las excepciones personales del avalado porque su obligación es
independiente; el fiador puede hacer valer las excepciones personales que resulten del contrato pero no
las puramente personales correspondientes al deudor (art. 2115 C.C. y 612 C. de Com.).
i) La obligación del avalista es independiente de toda otra obligación cambiaria, la obligación del fiador es
accesoria de otra obligación (art. 2102 C.C. y 607 C. de Com.)
j) El avalista que paga tiene acción cambiaria contra el avalado y los que responden frente a éste; su
derecho es independiente o como se dice autónomo y literal como legítimo tenedor del título; el fiador
que paga queda subrogado en todos los derechos que tenía el acreedor contra el deudor principal (art.
2132 C.C. y 614 C. de Com.).
k) El aval no puede estar sujeto a condición, la fianza sí.
l) En ciertas circunstancias la ley presume la existencia del aval (cuando la sola firma sin otra indicación
consta en el anverso del título conforme al art. 16 del Dec.-Ley 14701; la fianza no se presume (art. 2107
C.C.)
m) El avalista no tiene derecho a ser relevado de la garantía, el fiador puede pedir que el deudor lo releve
de la obligación (art. 2128 C.C.)
La obligación que contrae el avalista es independiente de la que contraen las demás personas que
intervienen en la creación y circulación del título valor.
La posición y responsabilidad del avalista están establecidas en el art. 18 del Dec.-Ley 14701 que dispone
que el avalista quedará obligado en la misma forma que correspondería formalmente al avalado.
De esta disposición dependen los límites de conexión o de coordinación entre la obligación del avalado y
del avalista.
El avalista no asume la misma figura del avalado sino que aún cuando está obligado del mismo modo no lo
sustituye.
Así entiende el profesor que el avalista del aceptante no se convierte en obligado principal.
El pago de la letra por el avalista -siempre que el aval no sea dado por el librador- no puede considerarse
como un pago ordinario sino un pago a título de garantía que no extingue la letra pero determina la
adquisición por el avalista de los derechos cambiarios frente al avalado.
La obligación del avalista es conexa con la contraída por el avalado. No es accesoria desde que la obligación
del avalista es válida aún cuando la del avalado no lo sea.
La conexión o como dice la doctrina, la accesoriedad formal de la obligación del avalado y del avalista no
pasa a la contraída por este último.
La obligación del avalado determina la forma y los límites de la obligación del avalista, el que puede
modificarla en cuanto a su obligación, obligándose por una suma menor, nunca mayor. Es por eso que la
responsabilidad de la obligación de garantía contraída por el avalista puede ser definida como una
responsabilidad de posición.
La fórmula utilizada en el art. 18 citado no indica una relación de accesoriedad sino la posición que asume
el avalista en el nexo cambiario.
La indicación «en los términos que corresponderían al avalado» no está hecha para indicar que el aval es
dado en garantía de una obligación cambiaria determinada, la del avalado, está hecha simplemente para
establecer la posición y el grado de responsabilidad del avalista.
La responsabilidad del avalista, aún siendo cambiaria, está encerrada dentro de ciertos límites fijados por
la conexión entre la obligación asumida por el avalista con la contenida por otra obligación cambiaria y por
los términos en que se obliga el avalista.
La conexión con la obligación contraída por el avalado determina una limitación de la contraída por el
avalista.
Así, la obligación contraída por el avalista con el endosante D) determina que responda por la obligación
contraída por ese endosante y los sucesivos pero no con la contraída por el librador y los endosantes A), B)
y C).
Los términos en que se constituye el aval ponen un límite a su obligación.
Cuando se dice que el avalista asume una responsabilidad cambiaria, que responde por la obligación
consignada en el título es necesario precisar que su responsabilidad está referida al contenido y dentro de
los límites en los que el avalista la contrajo.
En cuanto a la naturaleza jurídica del aval, el autor adhiere a la posición de la moderna doctrina italiana y
alemana.
Así señala que siendo una declaración cambiaria por su naturaleza no puede ser distinta a las demás
declaraciones cambiarias, es decir un acto unilateral.
La parte final del art. 16 de la ley dispone que la simple firma puesta en un título cuando no se le pueda
atribuir otro significado se tendrá por aval.
En este sentido difiere de la ley argentina, francesa e italiana desde que se refiere a la sola firma puesta en
el anverso o en el reverso mientras en el sistema ginebrino lo hace a la sola firma puesta en el anverso.
En cuanto al lugar donde debe escribirse el aval, deberá constar conforme al art. 16 en el mismo título o en
hoja adherida a él, tanto en el anverso o en el reverso. La ley vigente a diferencia de lo que disponía el art.
873 del C. de Com. no permite el aval por separado lo que se justifica según el autor porque esa forma de
aval contraría el principio de literalidad de los títulos valores.
Con relación a quién puede dar aval, nuestra ley no contiene ninguna disposición expresa al respecto por
eso en principio cualquier persona capaz de obligarse cambiariamente, sea un tercero o un firmante del
título, puede ser avalista.
En cuanto al contenido del aval el principio general está en el art. 18 de la ley que establece que el avalista
queda obligado en los mismos términos que corresponderían formalmente al avalado.
El art. 15 asimismo establece que mediante el aval se podrá garantizar, en todo o en parte el pago de un
título valor de lo que se deduce que el límite de la declaración del aval en cuanto a su contenido, está dado
por el contenido de la obligación cambiaria que objetivamente tenga el aval.
El avalista no asume una posición obligacional subjetiva sino el contenido de la obligación cambiaria
exclusivamente, una garantía de las relaciones cartulares del avalado.
Estima el autor nacional que no es admisible la opinión de Bonelli quien partiendo de su concepción de la
independencia del aval sostenía que el contenido del aval podía exceder el del acto avalado y que podría
tener contenido el aval aunque no existiera una obligación cambiaria completa a avalar como es la del
girado no aceptante o la de un endosante sin garantía.
Como el aval es una garantía queda vinculado a la obligación garantizada haciendo que la obligación del
avalista tome las características especiales de la obligación avalada de acuerdo con su apariencia formal y
por ella se juzgará su contenido.
El avalista puede incluir válidamente en su declaración algunas cláusulas como la que limita la cantidad por
la que se obliga; la cláusula sin protesto, o sin gastos u otra equivalente.
En cuanto a la posibilidad de que el avalista pueda limitar su obligación respondiendo solamente ante una
persona o personas determinadas, esta cláusula admitida por el C. de Com. no fue reproducida por la DL
14701 por lo que concluye que no puede ser admitida.
Conforme al art. 20 del DL 14701 el avalista que paga adquiere los derechos derivados del título valor
contra la persona garantizada y contra los que sean responsables respecto de esta última por virtud del
título.
El avalista no es un sucesor de su avalado ni tampoco se subroga en los derechos del portador. Adquiere su
derecho por imposición de la ley desde que su obligación es independiente.
Sólo adquiere los derechos cambiarios cuando paga la letra que en ese caso se le devuelve; en ese sentido
está equiparado a los endosantes cuando pagan por no haberlo hecho el librador o aceptante.
Puede exigir de su avalado y los demás obligados anteriores el reembolso de lo pagado, intereses, gastos,
mediante la acción ejecutiva en la cual el demandado sólo puede oponer las excepciones previstas en el
art. 108 del DL 14701.
No le son oponibles las excepciones personales que podrían corresponder al avalado porque el avalista no
es un fiador.
En materia de cheques, señala el autor en el tomo IV-1 de “Títulos Valores- Obligaciones cartulares”, que el
aval está poco de acuerdo con la función de pago que desempeña este título valor.
Pese a que no está previsto en la ley de cheques entiende el autor que es admisible el aval en el cheque y
que en los pertinente se regirá por las disposiciones de la ley de títulos valores (arts. 15 a 20).
Beatriz Bugallo señala que el aval es el instrumento típico de garantía de los títulos valores. Tiene como
objetivo económico reforzar la confianza en el cobro del título valor agregando la responsabilidad de un
sujeto extraño a la creación y circulación del título valor. Etimológicamente deriva de la expresión latina “a
valere” o “de valere” que significaba garantizar el acto en cuestión.
Se trata de un acto unilateral y no recepticio, siendo una declaración incondicionada, irrevocable y que
obliga por la sola manifestación externa de su existencia jurídica ante cualquier poseedor determinado o
determinable.
Participa de los caracteres comunes generales de los títulos valores siendo calificable como acto literal,
autónomo y abstracto.
Según el art. 18 el avalista queda obligado aunque la obligación del avalado no sea válida, consagrando
expresamente la autonomía de la obligación con relación al avalista.
Se trata además de un acto solemne, consistiendo dicha solemnidad según el art. 16 en que deberá
constar en el título mismo o en hoja adherida a él.
No obstante esa calificación de solemne expresa la profesora que hay libertad de expresión de
la forma escrita requerida pudiendo consignarse la expresión “por aval” u «otra equivalente. Puede ser
avalista cualquier persona capaz de obligarse cambiariamente sea tercero o firmante del título.
El aval no puede ser limitado en su duración pero sí en cuanto a la cantidad.
Además se establece en la ley que la firma puesta en el título cuando no se le pueda dar otra significación
se tendrá como firma del avalista.
El avalista garantiza el pago del título valor de modo que si el obligado no paga, el pago puede ser
requerido al avalista.
En caso de tratarse de letra de cambio, vale o cheque la responsabilidad del avalista será solidaria por
aplicación del art. 105.
El art. 19 establece que a falta de designación de la persona a quien se avala se entenderán garantizadas
las obligaciones del suscritor que libere mayor número de obligados.
De esta forma, toda firma que indique que se trata de un avalista o que se atribuya tal función y no tenga la
indicación expresa de la persona garantizada se considera, en la letra de cambio, avalista del aceptante o
en caso de no haberlo, del librador; en el vale, del librador y en el cheque también del librador.
El art. 20 dispone que el avalista que pague adquiere los derechos derivados del título valor contra la
persona garantizada y contra los que sean responsables respecto de esta última en virtud del título.
Como señala la autora se ha planteado jurisprudencialmente la extensión al avalista de la responsabilidad
frente a la acción causal derivada de la relación fundamental.
La jurisprudencia ha rechazado dicha pretensión considerando que el aval es garantía típicamente
cambiaria por lo que es ajeno a las relaciones extracartulares.
Así como el portador del título no tiene acción causal contra el avalista, tampoco éste puede oponer
excepciones contra el tenedor que hagan referencia a la relación causal por ser extrañas a la vinculación
entre portador y avalista.
Finalmente cabe citar con relación al aval y la fianza, a José Ferro Astray en ”El aval y la fianza- Semejanzas
y diferencias” (A.D.C.U. 11) quien expresa que ambos institutos pertenecen al género de las garantías que
tienden a asegurar el cumplimiento de obligaciones contraídas, pero la similitud dista mucho de significar
equiparación, limitándose la correspondencia a una analogía que sólo en determinados casos permitirá
colmar vacíos legales por vía de normas supletorias.
Luego de hacer un completo análisis de las diferencias entre ambos concluye que el aval es únicamente
garantía cambiaria y debe estar incorporado al documento, su naturaleza jurídica es diferente a la propia
de la fianza porque si bien puede ser considerada como accesoria , en cuanto presupone la existencia
formal no real de una obligación, es de carácter objetivo, autónoma e independiente respecto de la
obligación que garantiza, la que incluso puede no ser válida o extinguirse sin que ello afecte la vigencia del
aval .
La fianza, por su parte, mantiene la tradicional condición de contrato accesorio de garantía personal,
asegurando el cumplimiento de obligaciones de dinero, cualquiera sea su origen, inclusive cambiario.
Aval y fianza son como enseña el autor institutos diferentes con notorias similitudes y diferencias pero
perfectamente identificables que actúan en planos diferentes aunque con idéntica finalidad de garantía .

EL PAGO.

1- Pago por el principal obligado:


Si el título valor es pagado por el principal obligado al pago, con este acto se libera de responsabilidad por
el pago a todos los demás obligados cambiarios.
El principal obligado al pago de una letra de cambio, es el girado aceptante (el girado que, con su firma,
acepta pagar la letra).
Si el girado no aceptó pagar la letra, entonces, el principal obligado al pago es el librador.
En el cheque y en el vale, como no existe acto de aceptación, el principal obligado al pago es el librador.
2- Pago por otros obligados cambiarios:
Si el título valor es pagado por un endosante, libera de responsabilidad por el pago a los endosantes y
avalistas que le siguen en la cadena de endosos, pero no libera a los que le preceden ni al librador.
Contra estos, puede ejercer la acción de reembolso.
Lo mismo sucede si el que paga es un avalista.

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