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COMERCIAL 2 (PRIVADO 5)

CAPÍTULO PRIMERO.
TÍTULOS VALORES EN GENERAL.

REGULACIÓN NORMATIVA DE LOS TÍTULOS VALORES.

El régimen de Derecho interno para los títulos valores básicamente se compone de dos decretos leyes: el Decreto Ley 14.412
conocido como “ley de Cheques” y Decreto Ley 14.701 de Títulos Valores, conocido como “ley de Títulos Valores”.
El DL 14412 contiene una remisión a la disciplina general de las letras de cambio para lo no previsto especialmente.
A su vez, el art. 126 del DL 14701 se refiere a los cheques y se remite al DL 14412 que los regula, sin perjuicio de disponer la
aplicabilidad de las disposiciones generales y de las especiales relativas a la letra de cambio en lo pertinente y en lo que no se le
oponga.
Con la sanción en el año 1977 del DL 14701, quedaron expresamente derogados el art. 197, 2, y los arts. 788 a 934 inclusive del
Código de Comercio y también, fueron expresamente derogados el art. 941, 2, el art. 968 y el art. 1000 del Código de Comercio.
Pero la derogación no alcanza a ciertas normas del Código de Comercio que permanecen vigentes y que regulan documentos
como la factura, la carta de porte, el conocimiento marítimo y la póliza del préstamo a la gruesa.
E1 DL 14701 ha sufrido varias modificaciones que les iré enseñando.
Posteriormente se han dictado normas que indirectamente inciden y hasta modifican la disciplina sobre los títulos valores.
El art. 353 del CGP incluye entre los títulos ejecutivos al cheque bancario, a la letra de cambio y a los vales, pagarés y conformes,
haciendo remisión a lo dispuesto en las leyes respectivas.
También, incluye las facturas de venta de mercaderías suscritas por el obligado o por su representante, en tanto la firma se
encuentre reconocida o haya sido dada por reconocida o que hayan sido certificadas por escribano público.
Pero además de las normas de Derecho interno, el Tratado de Derecho Comercial Terrestre de Montevideo de 1940 en el título VI
contiene normas para regular los conflictos de leyes en materia de letra de cambio, vales y cheques a la orden y para títulos y
papeles al portador. Fundamentalmente el tratado establece la Ley aplicable y la competencia judicial competente para resolver
las cuestiones que se plantean.
Tambien existen dos Convenciones Interamericanas sobre títulos valores, ambas celebradas en de Panamá en 1975: la de
Conflicto de Leyes en Materia de Letras de Cambio, Pagarés y Facturas (el art. 10 se refiere a facturas negociables) y la de
Conflictos de Leyes en Materia de Cheques .
Sobre otros títulos valores, como las acciones y debentures, no hay previsiones de Derecho internacional, los profesores López y
Bado consideran que puede aplicable el Tratado de Montevideo de 1940 por lo dispuesto en los arts. 32 y 36, que se refieren a los
demás papeles a la orden y a los papeles al portador , sin hacer distinciones.
Los créditos documentarios o cartas de crédito y los títulos representativos de mercaderías, tal es el caso de los conocimientos
marítimos y aéreos, son objeto de regulación convencional.

CONCEPTO DE TÍTULO VALOR.

El art. 1 del Decreto Ley 14.701 reza: “Los títulos valores son los documentos necesarios para ejercitar el derecho literal y
autónomo que en ellos se consigna.”
¿Qué nos está diciendo esta definición del DL 14701?
Nos dice que:
1- Que los títulos valores son documentos;
2- Que en los títulos valores se consigna un derecho literal y autónomo;
3- Que el documento es necesario para ejercitar el derecho en el consignado.
Los títulos valores constituyen documentos que consignan un derecho, pero no son los únicos documentos que pueden hacerlo.
¿Cuál es la particularidad del documento denominado título valor?
La particularidad es:
1- Que la legislación les establece un régimen diferente para su trasmisión, que permite que el crédito en ellos consignado se
transfiera con mayor facilidad y
2- Que, de ser necesario recurrir a la Justicia para su cobro, disponen de un proceso especial – con menos exigencias previas y,
también, con limitaciones a las posibilidades de defensa del deudor – nos estamos refiriendo al juicio ejecutivo cambiario.
El juicio ejecutivo cambiario especial presenta dos diferencias fundamentales con el juicio ejecutivo común:
- En primer lugar, la limitación de medios probatorios.
Así sucede en cuanto a la excepción de espera o quita, que debe ser acreditada por “documento público o privado reconocido
judicialmente”.
- En segundo lugar, la limitación de excepciones. Esta particularidad surge de lo dispuesto en los arts. 45 del Decreto Ley 14.412
y 108, inciso final, del DL 14701.
De acuerdo a la definición legal, encontramos en los títulos valores dos aspectos distintos que están íntimamente relacionados.
- Por un lado, encontramos el aspecto material.
Desde este punto de vista, el título valor es un documento escrito, un pedazo de papel que contiene diversas menciones.
- Por otro lado, encontramos el aspecto sustancial.
Desde este punto de vista, el título valor es un derecho, un derecho de crédito en beneficio de la persona a quien se entregue el
documento.
- Finalmente, en cuanto negocio jurídico, sería un negocio unilateral.
El título valor como documento
El título valor es definido por el DL 14701 como un documento.
En efecto, el DL 14.701, de Títulos Valores define a los títulos valores como documentos, agregando que a estos se les consigna
un derecho.
Otros negocios jurídicos son definidos por la Ley, como actos o contratos, poniendo énfasis en la manifestación de voluntad de
quien o quienes intervienen en ellos.
En cambio, en el título valor el documento tiene la mayor importancia.
Función del documento.
En materia de títulos valores el documento no es meramente probatorio de un derecho, sino que es constitutivo de un derecho.
El derecho consignado en el título no preexiste al título sino que nace con el documento.
En el documento se hace constar un derecho y la obligación correlativa y con la firma de ese documento nacen uno y otro, es
decir que al crearse el documento, nace el derecho y la obligación correspondiente.
El título valor es un mecanismo creado en la práctica, elaborado por la doctrina y, luego, recogido por la Ley, que permite hacer
constar un derecho en un documento, corporizándolo y jerarquizando el documento que, de esta manera, adquiere valor en sí
mismo.
La jerarquía del documento permite una forma más fácil de circulación de los derechos; en lugar de ceder tales derechos, se
transmite el documento como una cosa mueble, el que tendrá incorporado el derecho consignado en él.
El título valor como derecho
El DL 14701 se refiere al derecho consignado en el título valor: un derecho de crédito en beneficio de una persona.
El derecho consignado en el título no preexiste al título, sino que nace con él.
El derecho consignado en el documento, nace con la creación de éste; creado el documento nace el derecho.
Al documentar el derecho de crédito, se le da al crédito los atributos de una cosa corporal de forma tal que, transmitido el
documento, se transmite también el derecho de crédito en él incorporado.
Entre las menciones esenciales que debe contener el documento, el DL 14701como incluye el derecho que en el título se
incorpora.
Este derecho de crédito, puede recaer en diferentes bienes: dinero, mercaderías o puede ser un derecho de participación.
Y eso hace que los títulos valores se clasifiquen según su objeto en: títulos valores representativos de dinero, títulos valores
representativos de mercaderías, títulos valores representativos de derechos o títulos valores representativos de una participación.
El título valor como negocio jurídico unilateral
Los títulos valores, son negocios jurídicos unilaterales pues son la expresión de voluntad del librador.
La fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de quien la creó.
Así lo dispone el art. 7 del DL 14701: “Toda obligación incorporada a un Título Valor deriva de la firma puesta en el mismo”.
Es unilateral porque el título se crea y produce sus efectos con la sola expresión de voluntad del firmante, sin necesidad de que
su voluntad se combine con otra que haya de añadirse a ella para integrar un solo negocio.
Quien suscribe el título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la subordina a ninguna aceptación ni
contraprestación.
Y esto lo diferencia del contrato, en el que siempre hay una manifestación de voluntad que debe estar integrada con otra
manifestación de voluntad; en cambio en el título valor el negocio jurídico nace con la sola manifestación de voluntad, de una sola
parte.
Pero tengan presente que ésto no significa que este negocio necesariamente sea el resultado de una sola voluntad puesto que
pueden aparecer, en su creación, la voluntad de varias personas.
O sea, quien suscribe un título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no subordina esa obligación a
ninguna aceptación, a ninguna contraprestación.
En consecuencia, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de quien lo crea.

Alcance de la regulación legal de los títulos valores

Los profesores López y Bado enseñan que en cuanto el DL 14701 sólo disciplina tres títulos valores, el legislador crea la primera
duda interpretativa: si consideró o no la existencia de otras clases de títulos , comprendidos en la parte general del DL 14701.
Sobre este tema existen dos interpretaciones:
1) Que entiende que no existen más títulos valores que los especificados en el propio DL 14701.
Los argumentos son los siguientes:
- En primer lugar, el título segundo, denominado “De las distintas especies de títulos valores”, sólo se refiere a los vales,
conformes y pagarés, las letras de cambio y los cheques.
- En segundo lugar, varias de las normas contenidas en el título primero, no obstante su generalidad, no resultan aplicables a
todos los documentos que la doctrina califica como títulos valores.
Es el caso del art. 5 referente al importe del título; del art. 6 sobre el pago y es el caso de las normas sobre el aval que no tienen
aplicación, sino para los títulos valores que contienen una obligación dineraria.
2) Otros entienden que puede interpretarse que el legislador estableció una disciplina general para todos los títulos valores y
luego reglamentó tres categorías.
Entienden que las normas generales serían aplicables a otros títulos valores no regulados específicamente en tanto queden
comprendidos en la definición de título valor dada por el art. 1 del DL 14701.
Y se basan en los siguientes argumentos:
- La denominación utilizada por la Ley “títulos valores” fue tomada de la doctrina germánica, en remplazo de la expresión latina
títulos de crédito con la intención de que su régimen abarcara otros documentos y no sólo los de contenido dinerario.
- El art. 3 del DL 14701 introduciría otros títulos desde que realiza una referencia genérica a cualquier Ley dictada o que se dicte
en el futuro.
Vean que el art. 3 establece que los títulos valores en general, deben tener ciertas enunciaciones que allí se mencionan pero,
cuando se refiera a los especificados por la Ley, no dice los especificados por “esta ley”, sino los especificados por “ la Ley”, es
decir, que la norma del art. 3 se aplicaría a los especificados por el DL 14701 y a los especificados por otras leyes.
Por otra parte, el mismo art. 3, refiere a los títulos valores consagrados por el uso, de manera que estaría admitiendo títulos
valores originados en los u sos que no tienen una regulación legal.
Sería el caso del crédito documentario, que no está disciplinado por el DL 14701 y que sin embargo es el documento principal en
toda negociación de comercio de una plaza a otra plaza. Por la aplicación del art. 3, con esta referencia a los usos, el crédito
documentario queda sometido a la disciplina del DL 14701, en tanto título valor.
- Fue la intención del legislador otorgar al DL 14701 un alcance amplio y así parece desprenderse de los comentarios del
consejero Viana Reyes sobre el alcance del art. 28.
- Finalmente, se afirma que cuando el legislador quiso excluir a determinados documentos de la aplicación del DL 14701, lo hizo a
texto expreso.
Tal cosa sucede con los boletos, fichas, contraseñas u otros documentos no destinados a circular y que sirven tan sólo para
identificar a su tenedor (art. 29).
Consecuentemente, quedan fuera del régimen legal del DL 14701 las tarjetas de crédito y las tarjetas emitidas para realizar
operaciones bancarias en cajeros automáticos y demás tarjetas de identificación.
Los profesores Bado y López entienden que el ámbito de aplicación del DL 14701 va más allá de los tres títulos regulados
especialmente.
Estos docentes sostienen que que el DL 14701 no agota el elenco de títulos valores en el título segundo.
Consideran que el DL 14701 pretende regular los títulos valores en sus rasgos generales, con normas aplicables a todos los
documentos utilizables en el comercio y aun fuera de él, sin perjuicio de regular específicamente determinados tipos. Pueden
existir otros títulos valores y quedarán gobernados por esta norma en tanto se trate de documentos con las características
reclamadas por el art. 1.

Caracteres comunes a todos los títulos valores.

Vamos a ver en primer lugar los caracteres que surgen de la definición legal de título valor.

A) Literalidad
De acuerdo con lo dispuesto en el art. 1 del DL 14701, el derecho consignado en los títulos valores tiene, como característica la
literalidad.
Esto significa que los derechos que acuerda la posesión del documento son los que emergen literalmente de su enunciado, no
pueden ser limitados ni ampliados por nada que esté fuera del documento y tampoco pueden ser limitados por derechos o
relaciones existentes entre el librador o deudor del documento con los anteriores poseedores del documento.
El poseedor tiene los derechos que emanan y surgen del título valor.
B) Autonomía del derecho
El art. 1 del DL 14701 nos dice que el título valor consigna un derecho autónomo.
La autonomía, en los títulos valores, es un concepto que califica al derecho consignado en el título valor, al derecho que tiene el
poseedor del título valor.
La autonomía significa que el poseedor – y cada poseedor – tiene un derecho propio nuevo, originario y, por lo tanto, no le son
oponibles las excepciones que el deudor podría invocar frente a un antecesor en la posesión.
El tenedor del título valor tiene un derecho autónomo frente al obligado cambiario.
Su derecho es autónomo respecto a relaciones del obligado cambiario con anteriores tenedores, como si el documento hubiera
sido creado directamente a favor del poseedor, aunque haya tenido anteriores poseedores. Se entiende que cada poseedor
adquiere el título "ex novo", como si fuera originariamente.
El adquirente no se subroga en la posición de su enajenante del título, como consecuencia de ésto, el deudor no puede oponer al
tenedor que pretende el pago, excepciones que son personales a los poseedores precedentes del título.
La autonomía del título valor se concilia con la literalidad del mismo.
La autonomía funciona como un complemento de la literalidad, en la medida que el poseedor sólo tiene los derechos que emanan
y surgen del título valor.
López y Bado sostienen que la autonomía se se impone para fomentar la transmisibilidad del documento; pues nadie aceptaría
recibir un título valor si los derechos que ese título valor le concede pudieren verse de algún modo retaceados con
excepcionamientos del deudor basados en sus relaciones con tenedores anteriores.
Y de esta manera, los títulos valores se diferencian de cualquier otra relación crediticia. Cuando se trata de un crédito emergente
de un contrato, el acreedor puede ceder su crédito, pero cuando cede el crédito se coloca al cesionario en la posición del cedente
y el cesionario no tiene, entonces, un derecho autónomo contra el deudor de esa relación crediticia.
El deudor tiene derecho a oponerse a la cesión y, luego, plantear al cesionario las excepciones que habría podido invocar frente al
cedente porque el derecho del cesionario es un derecho derivado del derecho del cedente.
Existen otros caracteres de los títulos valores que no surgen de la definición que de los mismos nos brinda el DL 14701, veamos
entonces cuáles son:
1- Autonomía de las Obligaciones:
Ya hemos visto que el rasgo de la autonomía recogido en el art. 1 del DL 14701, está referido al derecho: el derecho que consta
en el título valor es autónomo.
Pero el rasgo de la autonomía de las obligaciones está dado en el art. 8 del DL 14701 que dispone: "Todo suscriptor de un título
valor se obligará autónomamente".
Cada persona que firma un título valor contrae una obligación que es independiente de las obligaciones contraídas por los demás
obligados.
Tales obligaciones no están afectadas por circunstancias que invaliden la obligación de otros. Por ejemplo, si el librador era
incapaz ello no invalida la obligación contraída por un endosante.
Recuerden y no confundan los dos conceptos de autonomía, pues hay una autonomía para el derecho y una autonomía para las
obligaciones.
Gracias a la autonomía de la obligación, se fortalece la posición del tenedor.
De acuerdo con el art. 8 del DL 14701, el obligado cartular demandado no puede oponerse al pago alegando como excepción la
nulidad de las obligaciones suscritas por otros firmantes.
El art. 8 del DL 14701 nos dice: "La circunstancia que invalida la obligación de alguno o algunos de los signatarios , no afectará a
las obligaciones de los demás".
Y este criterio dado en el art. 8 del DL 14701, está desarrollado en el art. 62, para la letra de cambio.
El art. 62 dice que cuando una letra de cambio lleva la firma de personas incapaces de obligarse por la letra de cambio o firmas
falsas o de personas imaginarias o firmas que por cualquier otra razón no pueden obligar a la persona que haya firmado la letra
de cambio, las obligaciones de cualquiera de los firmantes no dejarán, por eso, de ser válidas.
2- Solidaridad.
En un solo documento - título valor - pueden sucederse distintos actos.
Habrá necesariamente un acto de creación, pero luego podrá haber un acto de endoso o podrá darse un acto de aval.
Si se trata de una letra de cambio, podrá suceder un acto de aceptación.
El art. 14 refiere a la solidaridad de quienes firman un mismo acto en un título valor, disponiendo que: "los suscriptores de un
mismo acto de un título valor se obligan solidariamente".
Cuando el art. 14 dice "suscriptor de un mismo acto" se refiere a los suscriptores de determinado acto; por ejemplo: el acto de
creación o el acto de endoso.
El art. 14 se refiere a cada uno de esos actos posibles, en la mecánica y funcionamiento de un título valor y a los otorgantes de
cada uno de esos actos.
No se refiere a todos los firmantes de un título valor sino a quienes suscriban conjuntamente un mismo acto, dentro del
documento título valor.
Para los casos de suscripción conjunta por más de una persona de cualquier acto, vinculado a un título valor, el DL 14701 impone
la solidaridad en la obligación.
Se aparta la norma del derecho común en que, para el caso en que dos personas firman un contrato en común y se obligan a una
prestación, la deuda se divide entre los dos, porque la solidaridad requiere pacto expreso.
El art. 14 agrega que el signatario de un acto, que paga, tiene los derechos y acciones que competen al deudor solidario contra
los demás obligados.
Los derechos y acciones a que se refiere el texto legal son los que acuerda el Derecho comercial a los deudores solidarios en sus
relaciones entre sí.
De acuerdo con el art. 269 del Código de Comercio, cada deudor responde por la cuota que le corresponde; de manera que,
pagada la prestación debida, por uno de ellos, sólo podrá reclamar de los restantes deudores, sus respectivas cuotas.
Veamos un ejemplo otorgado por la profesora Nury Rodríguez: “si un vale es creado por dos personas, aplicando el art. 14,
ambos son solidariamente responsables; si uno de ellos paga, podrá reclamar del otro firmante la mitad del importe pagado.
Damos otro ejemplo: un contrato de transporte fue contratado por dos personas, que tienen mercaderías para transportar. Ellas
dos firmarán la carta de porte. Si se considera que la carta de porte es un título valor, esas personas que firman un acto único, por
el art. 14, son responsables solidarios. Si uno de ellos paga el flete podrá reclamar la mitad del otro.”
Sepan también que el art. 14 después de disponer el derecho del signatario que paga respecto a los otros signatarios del mismo
acto, contiene una salvedad final cuando dice: "pero deja expeditas las acciones cambiarias que puedan corresponder contra los
obligados".
Esto significa que si un signatario de un acto, paga la prestación debida por el título valor, puede luego reclamar la cuota parte de
quien lo suscribió con él, sin perjuicio de poder accionar contra otros obligados por vía de regreso.
Y la salvedad se aplicará sólo a la letra de cambio y vales y cheques, pues las acciones cambiarias sólo se prevén
específicamente para los títulos de contenido dinerario (art. 99).
De manera que, para estos títulos, la solidaridad del art. 14 se debe conciliar con la solidaridad del art. 105.
Veamos un ejemplo citado por el profesor Carlos López “el caso de un vale, en que la creación se hace por dos personas, que
firman su libramiento. Por el art. 14, ambos son solidariamente responsables; si uno de ellos paga, podrá reclamar del otro
firmante la mitad del importe pagado. Si un endoso del vale es suscrito por dos personas, ellas serán responsables solidariamente
frente a cualquier tenedor y si una de ellas paga puede repetir contra el otro firmante del vale la mitad de lo pagado o puede
promover acción de regreso contra el librador o endosantes anteriores.”
Diferencia entre la solidaridad cambiaria y la solidaridad entre los firmantes en el mismo acto. Arts 14 y 105 del DL 14701.
La solidaridad cambiaria del art. 105 del DL 14701 se aplica sólo a los títulos valores de contenido dinerario y es distinta de la
solidaridad entre los deudores del mismo acto del art. 14 del mismo Decreto Ley; solidaridad que se aplica a todas las especies.
Para la solidaridad cambiaria, todos los que firman un título valor de contenido dinerario (librador, endosante, avalista o girado
aceptante), aun cuando lo hagan en actos distintos, son solidariamente responsables por el pago total del mismo.
Entonces el acreedor puede demandar a uno o a todos por el total de la deuda , sin tener que respetar el orden en que se fueron
sucediendo las firmas.
A diferencia de la solidaridad del art. 14, el deudor paga el total y luego tiene derecho a repetir de los obligados que le preceden el
total de la deuda.
Por el contrario, los obligados al pago en un mismo acto (dos libradores o dos endosantes o dos avalistas o dos girados
aceptantes) , cuando pagan, pagan el total , pero sólo pueden reclamar del cofirmante la parte que le corresponde , pues son
codeudores.
En conclusión hay tres diferencias:
1- Respecto a los títulos en los que se aplica: La solidaridad cambiaria se aplica sólo a los títulos valores de contenido dinerario.
La solidaridad en el mismo acto se aplica a todos los títulos valores, sin importar el derecho que tengan incorporado al
documento.
2- Respecto a los sujetos involucrados: En la cambiaria son responsables solidarios por el pago todos los firmantes del título valor
sin importar en qué acto lo hagan.
En la solidaridad en el mismo acto , en cambio, se hacen responsables por el pago total sólo los que firman en forma conjunta un
mismo acto (sea de libramiento, de endoso, de aval o de aceptación)
c. Respecto a la aplicación del beneficio de división: En la solidaridad cambiaria no es posible aplicar el beneficio de división
puesto que los obligados cambiarios no son codeudores y por tanto no comparten la deuda.
Por esta razón todos han de pagar el cien por cien del título.
En la solidaridad en el acto, en cambio, los firmantes en cada acto se obligan en la medida en que comparten la obligación y
consecuentemente, el codeudor que paga la totalidad del título al acreedor, tiene derecho a reclamar de su compañero
cofirmante, sólo lo que corresponda.
Clasificación de los Títulos Valores.
Con fundamento en lo dispuesto en el art. 3 del DL 14701, existen cuatro especies:
1) títulos valores cuyo objeto es una prestación dineraria;
2) títulos valores representativos de mercaderías;
3) títulos valores representativos de un derecho;
4) títulos valores de participación.

1) Títulos representativos de dinero


Dentro de los denominados títulos valores de contenido dinerario se incluyen los documentos en los cuales se hace constar una
obligación de dar una suma de dinero.
En nuestro Derecho encontramos en esta categoría los siguientes documentos: vales, conformes y pagarés; letras de cambio,
cheques, obligaciones negociables o debentures y facturas.
En todos ellos, por encima de sus diferencias, existe un rasgo común: todos son documentos en los cuales se consigna el
derecho de una persona de exigir una suma de dinero a otra persona.
El DL 14701 en su capítulo I del título segundo, denominado De las distintas especies de títulos valores, establece el régimen
aplicable a las letras de cambio.
Por la remisión hecha en los arts. 125 y 126, en lo no expresamente previsto y en cuanto fuere pertinente, a los vales, conformes,
pagarés y cheques le son aplicables las disposiciones del título primero del DLTV y también las disposiciones previstas para la
letra de cambio.

Letra de Cambio:
La letra de cambio es un título valor que contiene una orden por la cual una persona (librador), ordena a otra (girado), el pago de
una suma de dinero a favor de una persona determinada (beneficiario).
El mecanismo de la letra de cambio implica la intervención de tres personas.
- El librador es quien libra la letra y da la orden de pagar.
- El girado es quien recibe la orden del librador y cumple con el acto de pago.
- El beneficiario es la persona acreedora del dinero que la letra representa y que está expresamente designada en el documento.
Y esos sujetos se encuentran vinculados por lo que se denominan relaciones extracartulares, fundamentales o causales.
Las relaciones extracarturales fundamentales o causales son los vínculos contractuales que explican por qué el librador se obliga
y libra la letra a favor de una persona determinada y por qué le da la orden de pagar a un girado en particular y no a otro.
Respecto del librador se produce una superposición de relaciones jurídicas, por ejemplo: el comprador que paga con una letra de
cambio se obliga dos veces.
Una vez se obliga por haber firmado la letra de cambio. Otra vez, y concomitantemente, se obliga en la medida en que consiente
el contrato de compraventa, por ejemplo, contrato que explica la razón del libramiento de la letra.
Una vez que el importe de la letra haya sido pagado se habrán extinguido las dos obligaciones: la obligación cambiaria, esto es, la
derivada de la firma del título valor y también la relación causal o fundamental que le ha servido de fundamento.
El Cheque
En el art. 2 del Decreto Ley 14.412, de Cheques, se establece que el cheque común es un documento que contiene una orden de
pago por la cual una persona encarga el pago de una suma de dinero a un banco, donde tiene fondos depositados en cuenta
corriente o autorización para girar en descubierto.
Su funcionamiento involucra tres personas.
- El librador es la persona que imparte la orden de pago.
- El banco es quien recibe la orden de pago y quien paga luego de realizar ciertos controles sobre el cheque, la cuenta corriente y
el librador.
- El beneficiario es la persona que ha de recibir el pago.
En el cheque también existen una serie de relaciones fundamentales o extracartulares.
Por una parte existe una relación extracartular que vincula al librador del cheque con el banco y que explica por qué le ordena
pagar y por qué el banco paga: se trata de la cuenta corriente bancaria.
La cuenta corriente bancaria es un contrato bancario convenido entre un banco y su cliente por el cual aquél se obliga a realizar,
por cuenta de éste, todas las operaciones inherentes al servicio de caja contabilizando puntual y sistemáticamente los ingresos y
egresos de fondos en la cuenta del cliente.
El contrato de cuenta corriente bancaria está regulado en los arts. 33 a 38 de la Ley 6895 de 1919. De acuerdo al art. 33, la
cuenta corriente opera con provisión de fondos , esto es, con dinero provisto por el propio cuenta correntista (en cuyo caso se
combina con el contrato de depósito bancario), o funciona al descubierto, esto es, con dinero proporcionado por el banco en cuyo
caso la cuenta opera en combinación con el contrato de apertura de crédito.
El librador del cheque que paga una compraventa con un cheque se obliga dos veces.
Una vez se obliga por la firma puesta en el cheque (obligación cambiaria o cartular) y otra vez se obliga por haber consentido la
compraventa (obligación extracambiaria, causal o fundamental que explica el libramiento del cheque).
Se produce, por tanto, una superposición de obligaciones, obligaciones que se extinguirán con el pago del cheque.
A diferencia de la letra y del vale, los cheques son proporcionados por los bancos y están confeccionados de acuerdo a ciertas
normas impartidas por el Banco Central del Uruguay (BCU).
Diferencias entre cheque y letra de cambio:
El cheque y la letra de cambio tienen en común el número de elementos personales intervinientes, no obstante la similitud
anotada y fuera de las menciones, presentan las siguientes diferencias:
- En primer lugar, si bien hay un girado, en el cheque siempre y en todos los casos debe tratarse de un banco en tanto que en la
letra de cambio el girado puede ser cualquier persona.
- En segundo lugar, el beneficiario de la letra de cambio siempre es una persona específicamente determinada, lo que significa
que las letras se libran a la orden de una persona y nunca son al portador.
Las letras jamás pueden ser transmitidas por la simple entrega; y el cheque, en cambio, se puede librar a la orden de una persona
determinada o se puede librar al portador, esto es, sin especificar beneficiario, en cuyo caso puede ser transmitido por la simple
entrega manual.
- En tercer lugar, en la letra de cambio el girado que acepta la letra se obliga a pagarla a su vencimiento y con ello compromete su
patrimonio.
El tenedor insatisfecho podría demandarlo de modo de cobarse el importe de la letra mediante la denominada acción de cobro o
de reemobolso directa.
En el cheque, en cambio, el banco nunca es obligado cambiario y por tanto jamás es obligado al pago de la suma de dinero que
representa.
Si el banco no paga el cheque, el portador sólo tendrá acción contra el librador (acción de cobro directa) y endosantes (acción de
cobro de regreso). Estos temas los veremos en su momento.
El Vale:
El vale es un título valor por el cual el librador promete al portador o a quien aparezca desigando en el texto, el pago de una suma
de dinero.
El vale contiene, por tanto, la promesa de pagar una suma de dinero y no una orden de pagar una suma de dinero, como
acontece en las letras de cambio y en los cheques.
El funcionamiento del vale supone la existencia de dos elementos personales:
- el librador, quien mediante su promesa se obliga a pagar, y
- el beneficiario, quien será el que recibirá el pago y que puede o no estar designado en el documento.
El DL 14701, utiliza la denominación de vales, pagarés o conformes, pues eran de estilo en la época de sanción de la norma.
Vemos entonces que el DL 14701 recoge la terminología de la práctica y la incorpora al texto normativo, pero no establece ningún
criterio de distinción entre el vale, el conforme y el pagaré.
Los vales, los pagaré s y los conformes están sometidos a la misma disciplina jurídica .
Los tres vocablos designan una misma cosa, esto es, un título valor en el cual el librador promete pagar una cantidad de dinero.
Igual que en el caso de las letras y de los cheques, el librador de un vale mantiene una relación
fundamental o con el acreedor que explica el libramiento del vale.
Puede tratarse de una compraventa, por ejemplo, o de un préstamo.
Se obliga, por tanto, dos veces: una por la relación fundamental y otra por la relación cambiaria que se constituye al firmar el vale.
Y cuando ese vale se paga, se extingue la relación cambiaria y también la relación fundamental que motivó su libramiento.
Diferencias entre el vale y la letra de cambio:
La diferencia más importante entre el vale y la letra de cambio la encontramos en su diferente naturaleza jurídica.
Si bien ambos son títulos valores de contenido dinerario, la letra es una orden de pago y el vale es una promesa de pago.
En tanto el librador de la letra ordena pagar a otra persona, no asume él la obligación de pagar. No obstante, la Ley lo
responsabiliza por el pago en forma solidaria con el girado aceptante de forma de asegurar el cobro de la letra.
Si el girado no acepta, el principal obligado es el librador.
Vemos la diferente composición de elementos personales: en el vale el librador se obliga a pagar una cantidad de dinero al
beneficiario, se dan dos personas; y en la letra, en cambio, quien la libra ordena el pago a una tercera persona llamada girado.
2) Títulos representativos de mercaderías.
Aquí nos referimos a todos aquellos títulos que confieren a su tenedor el derecho a reclamar determinada mercadería.
Los más importantes son la carta de porte, los conocimientos marítimo y aéreo y los certificados de depósito.
El DL 14701 refiere a ellos y dice en su art. 28 que: “Los títulos representativos de mercaderías atribuirán a su legítimo tenedor el
derecho exclusivo de disponer de las mercaderías que en ellos se especifiquen.”
Y fuera de este artículo 28 y del art. 11 donde se los menciona específicamente, se les aplica el régimen general dispuesto en el
título primero del DL 14701,en lo que corresponda.
Veamos estos títulos:
Carta de porte, conocimiento marítimo y conocimiento aéreo
La carta de porte, art. 166 del Código de Comercio y los conocimientos marítimos, art. 1196 del Código de Comercio y aéreo, art.
147 del Código Aeronáutico; son títulos valores que se extienden cuando se celebra un contrato de transporte terrestre, marítimo
y aéreo, respectivamente.
Estos títulos otorgan al portador el derecho a reclamar la entrega de los bienes transportados según aparezcan detallados en el
documento y además confieren el derecho a transmitir el derecho a otra persona.
El art. 165 del Código de Comercio establece que la carta de porte debe contener el nombre del dueño de los efectos o cargador
y el de la persona a quien se han de entregar los efectos, el lugar donde debe hacerse la entrega, el flete , esto es el precio del
transporte y el plazo de la entrega.
Pero el Código de Comercio no dice nada dice respecto a la forma cómo se transmiten; por lo tanto pueden emitirse al portador y
transmitirse por la simple entrega o pueden emitirse a la orden de una persona determinada y transmitirse por endoso y entrega.
Por su parte el artículo 1205 del Código de Comercio autoriza a que el conocimiento se extienda indicando el nombre del
consignatario o a la orden o que sea al portador, con lo cual crea un régimen da fácil transmisibilidad.
El art. 1212 del mismo Código admite expresamente su transferencia por endoso
Y el art. 1222 de dicho Código establece que no será admisible en juicio ninguna acción entre el capitán y los cargadores o
aseguradores si no se acompaña alguno de los ejemplares del conocimiento original.
Certificados de depósito y warrant
El certificado de depósito es un título valor que confiere a su tenedor el derecho a reclamar determinados bienes objeto de un
contrato de depósito.
Nuestro Derecho regula especialmente el régimen de expedición y transmisión de los denominados certificados de depósito en
recintos aduaneros.
Y es así que la Aduana puede extender certificados de depósito a la orden, por aquellos depósitos que se hacen en sus
dependencias y se prevé que esos resguardos son endosables. El endosatario del resguardo tiene derecho de exigir la entrega de
las mercaderías depositadas en la Aduana.
Con esos certificados se puede vender o se puede prendar los bienes depositados.
Por su parte los warrant son títulos valores expedidos por los usuarios de las zonas francas.
Confieren a sus beneficiarios un derecho de crédito por un importe de dinero que se encuentra garantizado con la prenda de los
bienes depositados en zona franca.
Sólo serían negociables una vez refrendados por la Dirección de Zonas Francas.
3) Títulos Valores representativos de derechos.
Los derechos también pueden ser objeto de incorporación en un título valor.
Aquí la doctrina suele ubicar a los certificados de prenda sin desplazamiento, los futuros y las opciones.
Certificados de prenda
Con el certificado de prenda se documenta el contrato de prenda sin desplazamiento.
La prenda es un contrato de garantía según el cual el acreedor prendario asegura su crédito con un derecho de preferencia en la
ejecución de ciertos bienes propiedad del deudor.
El documento se trasmite por endoso y, al trasmitirse el documento, se transfiere el derecho de preferencia del tenedor sobre los
bienes prendados.
No son títulos valores porque no se ajustan a la definición legal.
Futuros y opciones
Los futuros y las opciones son contratos de compraventa celebrados en la bolsa de valores que se ejecutan en el futuro, siempre
y cuando se cumplan las condiciones pactadas.
De esta forma se logra eliminar parte de la incertidumbre propia de la fluctuación de los precios en la compraventa bursátil.
El derecho a la compra, en las condiciones pactadas, se representa en un documento que puede transmitirse a otras personas,
llamado futuro u opción.
Los futuros documentan la obligación de entrega de bienes a cambio de un precio determinado, en una fecha determinada.
Las opciones, que pueden ser de compra (call) o de venta (put), obligan a su emisor a respetar las condiciones,
fundamentalmente referentes al precio y a la fecha de entrega, en tanto que el adquirente de la opción puede, justamente, optar
por respetar esos términos o cancelar el negocio sin responsabilidad.
4) Títulos valores representativos de una participación
La doctrina incluye en esta grupo a las acciones, los debentures, los bonos o partes beneficiarias y las cuotas partes de fondos de
inversión.
Acciones
La acción es un valor emitido por las sociedades anónimas que confieren a su beneficiario o al portador, los derechos que la Ley
16.060, Ley de Sociedades Comerciales (LSC) confiere a los accionistas en los arts. 319 y siguientes.
Entre otros, el accionista puede ejercer el derecho de voto, el derecho a las ganancias, al remanente de la liquidación y el derecho
de transmitir la participación de modo de investir a otra persona de la condición de socio.
El art. 316 de la ley 16060 dispone que a las acciones se les aplique las normas sobre títulos valores.
Pero...¿ las acciones son títulos valores?
Algunos autores han sostenido que son títulos valores de participación.
También se ha dicho que no son títulos valores por no adecuarse a la definición del art. 1 del DL 14701.
Los profesores López y Bado consideran que tal discusión carece de importancia práctica pues el art. 316 de la ley 16060
establece que las acciones sean reguladas por el DL 14701.
No puede decirse que las acciones sean títulos valores de contenido dinerario.
Vimos que en las letras de cambio, en los cheques y en los vales se hace constar una obligación de dar una suma de dinero.
Pero las acciones no son títulos valores de contenido dinerario porque la cantidad expresada en ellas, el denominado valor
nominal, no es representativo de un monto de dinero exigible a su librador, sino que es representativo de la participación que le
corresponde al tenedor en los derechos que integran el estatus de socio.
Además, las acciones no son abstractas, ni sus firmantes asumen responsabilidad solidaria como es característico en los títulos
valores de contenido dinerario.
¿Las acciones son títulos valores de participación?
La respuesta es si, en base a las siguientes consideraciones:
- El contenido y el alcance del derecho de participación surgen del texto de la acción.
Es en virtud del derecho de participación, literalmente expresado, que se distribuirán las utilidades, se votará en la asamblea, etc.
No puede decirse que el derecho incorporado no es literal debido a que, por ejemplo, el valor nominal que aparece en la acción
no refleja la verdadera extensión del derecho del accionista, y que para verificar este extremo habría que analizar el contrato
social y los documentos que permitan determinar cuánto vale esa acción.
Lópes y Bado dicen que razonar de esta forma supone atribuir a la acción la condición de título valor de contenido dinerario, cosa
que ya hemos descartado.
- Por otra parte el derecho de participación incorporado a la acción es autónomo porque la sociedad no puede, una vez
transmitida la acción, impedir al legítimo tenedor el ejercicio de los derechos que ella representa argumentando excepciones o
defensas fundadas en la relación personal que tiene con un tenedor anterior.
Veamos un ejemplo de la profesora Bado: si la sociedad emite acciones y el accionista es A, que la endosa y entrega a B, que a
su vez la endosa y entrega a C, cuando C pretenda participar enlas ganancias, la sociedad no puede negarle este derecho
argumentando que A no cumplió íntegramente con su obligación de aportar. El derecho de participación en las ganacias de C es
autónomo del derecho de participación de A.
Entonces vemos que la acción es un título valor creado por una sociedad anónima que se entrega a quien ha aportado capital.
Representa la participación del accionista en el capital integrado de la sociedad anónima y los derechos que tal participación le
atribuye, derechos que su tenedor habrá de ejercer exhibiendo el título y que puede transmitir a otra persona .
La única excepción estaría dada por las acciones escriturales que, en tanto no están documentadas, no cumplen con el principal
requerimiento del art. 1 del DL 14701.
Debentures u obligaciones negociables.
Las obligaciones o debentures son valores por los cuales el suscriptor se obliga a pagar una suma de dinero, en una determinada
fecha, bajo ciertas condiciones y que se entregan a cambio del empréstito colectivo que se celebra como forma de financiar un
emprendimiento de importancia.
Son regulados por la ley 18627 de Mercado de Valores.
Bonos
Los bonos o partes beneficiarias son valores emitidos por una sociedad anónima que confieren a sus beneficiarios (generalmente
los fundadores y promotores), el derecho a reclamar de la sociedad una participación en las ganancias, de acuerdo a lo
establecido en los arts. 420 y siguientes de la ley de sociedades comerciales 16060.
Cuotas partes de fondos de inversión
Las cuotas partes de los fondos de inversión son títulos valores que representan el derecho de copropiedad del beneficiario
designado o del portador sobre los bienes que conforman el patrimonio afectado a la inversión dispuesta.
El art. 1 de la ley 16774 dice que Fondo de Inversión es un patrimonio de afectación independiente integrado por aportes de
personas físicas o jurídicas bajo el régimen de la presente ley, para su inversión en valores y otros activos.
Y el art. 4 de dicha ley admite que las participaciones se representen en títulos negociables denominados cuotapartes.
Pueden ser al portador, nominativas o escriturales. Los escriturales no podrían ser títulos valores en la medida en que carecen
de documento.

Naturaleza Jurídica de la Obligación Cambiaria.

Vamos a ver las diferentes teorías que existen sobre este tema:
A) TEORÍAS CONTRACTUALISTAS-
Según las primeras teorías formuladas para explicar la naturaleza jurídica de la obligación cartular, ésta deriva de un acuerdo de
voluntades (contrato de cambio) entre quienes participan en la formación del título de crédito.
El título valor sería el instrumento para la ejecución del contrato y, al mismo tiempo, probaría la existencia del contrato.
Estas teorías predominaron hasta que Einert, en publicaciones aparecidas en 1824 y 1839, las cuestiona radicalmente.
Analizando el funcionamiento de la letra de cambio, este autor partía del principio de que ese título constituía el papel moneda de
los comerciantes.
Según Einert, el título valor no es el instrumento de un contrato, sino una promesa abstracta, dirigida al público en general, de
pagar conforme a las cláusulas insertas en el documento. Una vez instrumentado el título valor, éste queda desligado de toda
relación personal entre quienes intervinieron en su creación.
La obligación del suscriptor es asumida ante una persona indeterminada o sea ante el que posea legítimamente el título.
Las teorías contractualistas podrían ser satisfactorias si sólo se tomase en cuenta las relaciones entre el librador y el tomador del
título.
Sin embargo, cuando se analizan las relaciones entre el deudor y los subsecuentes poseedores del título, se tropieza con un
obstáculo: es fundamental que los sucesivos tenedores se encuentren investidos de un derecho autónomo, que los coloque al
abrigo de todas las excepciones de carácter personal que podrían oponerse a los tenedores anteriores. L
as teorías contractualistas no pueden explicar satisfactoriamente la autonomía del derecho de los sucesivos tenedores, con
quienes el librador no tiene relación alguna.
Los partidarios de las teorías contractualistas, entonces, realizan un importante esfuerzo por superar las críticas, a través de
precisiones a la formulación básica de la teoría.
Liebe, insistía en la existencia de un acuerdo de voluntades entre el librador y el tomador del título en el momento de la
suscripción del título pero ese acuerdo, según Liebe, tendería solamente a producir el título.
Goldschmidt sostenía que el librador contrataba con el primer tomador, a favor de éste y, al mismo tiempo, en favor de la serie
indeterminada de los subsiguientes tomadores.
En un sentido similar, Vivante, entendía que la fuente de la obligación cartular tenía una doble origen: un contrato en cuanto al
primer tomador y la voluntad unilateral frente a los tenedores sucesivos
B) TESIS UNILATERALISTAS.
En nuestro Derecho, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de quien la creó.
Así lo dispone el artículo 7 del DL 14.701, que nos dice: “Toda obligación incorporada a un Título Valor deriva de la firma puesta
en el mismo”.
Vemos entonces que en nuestro Derecho, la obligación cartular tiene su fuente en la voluntad unilateral porque el título se crea y
produce sus efectos, con la sola expresión de voluntad del firmante, sin necesidad de que su voluntad se combine con otra, que
haya de añadirse a ella para integrar un solo negocio.
Quien suscribe el título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no la subordina a ninguna aceptación ni
contraprestación.
Así es a diferencia del contrato, ya que en el contrato siempre hay una manifestación de voluntad que debe estar integrada con
otra manifestación de voluntad; en el título valor, la obligación cartular nace con una sola manifestación de voluntad de una sola
parte.
Vemos entonces que nuestro legislador agregó a las fuentes clásicas de las obligaciones: ley, contrato, cuasicontrato, delito y
cuasidelito, esta nueva, de la voluntad unilateral, cuya existencia, por otra parte, ya se sostenía bajo el imperio del Código de
comercio.
El DL 14.701 establece con toda claridad, lo que antes era una mera elaboración doctrinaria.
Entonces recuerden que quien suscribe un título valor se obliga a una prestación frente al poseedor del título y no subordina esa
obligación a ninguna aceptación, a ninguna contraprestación.
En consecuencia, la fuente de las obligaciones que emanan de un título valor es la voluntad unilateral de quien lo crea.
Y esa voluntad unilateral es la fuente de cada una de las obligaciones que constan en el título.
El artículo 7 del DL 14.701 nos dice que toda obligación, incorporada a un título valor, deriva de la firma puesta en el mismo.
En el título pueden figurar distintas firmas: la firma del librador, las firmas de los endosantes, las firmas del aceptante, la firma del
avalista.
La obligación del endosante – como la del librador - va a surgir de su sola voluntad unilateral y sin necesidad de una voluntad
complementaria.
Si estamos ante una letra de cambio y el girado acepta, su obligación va a emanar de su sola firma agregada al documento,
obligación unilateral asumida por el girado al aceptarla.
Si una persona avala el título y lo firma, su obligación, también, ha de derivar de su sola firma. Habrá entonces obligación
contraída por la sola firma del creador, obligación del girado que acepta, obligación nacida de la sola voluntad del endosante y
obligación derivada de la sola firma del avalista. En todos los casos, la obligación deriva de la sola firma del obligado.
A. La obligación cartular como negocio jurídico unilateral
Para la doctrina de aquellos países cuyos Derechos recogen el concepto de “negocio jurídico”, el Derecho alemán y el italiano,
por ejemplo, la obligación cartular es un negocio jurídico unilateral.
Entre estos autores tenemos a Messineo.
El libramiento, el endoso, el aval, la aceptación, serían negocios jurídicos unilaterales, pues resultan de una sola declaración de
voluntad y producen efectos independientemente del consentimiento ajeno.
El suscriptor de un título valor no subordina la validez de su obligación a ninguna aceptación o contraprestación.
Además, el suscriptor se obliga frente al poseedor que presente el título no frente al primer tomador, siéndole indiferente que
quien exhiba el título sea el primer tomador o un poseedor subsiguiente.
En los títulos de crédito hay una despersonalización del acreedor.
El acreedor es un sujeto activo indeterminado aunque determinable futuramente, cuando llegue el momento de cumplir con la
obligación contenida en el título.
No debe entenderse que en este negocio participa una sola voluntad, puesto que puede aparecer, en su creación, la voluntad de
varias personas.
Lo que significa es que cada obligación emana de una voluntad única o unitaria, derivada de una sola parte o de un solo centro de
intereses.
Veamos un ejemplo: dos personas A y B firman un vale, creándolo.
El vale contendrá dos expresiones de voluntad pero ellas forman una sola parte.
Cuando A y B firman el documento no son partes opuestas o complementarias en la relación. Es decir, se trata de un negocio
unilateral, aunque existe pluralidad de sujetos, porque se perfecciona y produce sus efectos sin necesidad de que la voluntad
manifestada se combine con otra, que haya de añadirse a ella para integrar el negocio.
B. La obligación cartular como acto jurídico unilateral
Pérez Fontana enseña que en nuestro Derecho, la noción de negocio jurídico que maneja la doctrina alemana e italiana, carece
de apoyo legal.
En nuestro Derecho sólo se conocen los actos jurídicos, que pueden ser tanto unilaterales como bilaterales.
Y en cuanto a la voluntad unilateral como fuente de obligaciones, existen algunas discrepancias doctrinarias en cuanto al
momento en que exactamente nace la obligación del creador del documento.
Existen, fundamentalmente dos teorías: la teoría de la creación y la teoría de la emisión.
Tesis de la emisión:
La tesis de la emisión fue desarrollada, principalmente, por Stobbe.
Según esta tesis de la emisión, la obligación nace después de la creación, con la entrega voluntaria del documento.
Stobbe dice que es necesario que al acto de creación siga un acto de desapoderamiento del título por obra del suscriptor, porque
es únicamente con ese acto que él se priva definitivamente del poder de destruir o de anular el título y de impedir el nacimiento de
la obligación.
Por su parte Gierke sostiene que existen dos actos unilaterales, un acto unilateral de creación y, luego, un acto unilateral de
entrega, pero recién después de ese momento de la entrega voluntaria o de la emisión, nacería la obligación.
Entonces para para esta tesis, si se firma y crea un vale, y el firmante no lo emite sino que lo conserva en su poder, todavía no
estaría obligado.
O sea, si el título no pasa a las manos de un tercero, falta la posibilidad de que se haga valer la obligación, que subsiste
meramente en potencia.
El problema surge cuando el título sale del poder de su creador sin su voluntad o cuando el tenedor de buena fe lo recibe de una
persona que no tenía derecho sobre él (adquisición a non domino).
Y en estos casos el DL 14.701 protege al tenedor mediante la prohibición de que se le opongan las excepciones personales que
el deudor podría oponer a los anteriores tenedores.
Tesis de la creación:
La teoría de la creación se debe a Kuntze.
Para esta tesis el título valor se crea cuando se firma el documento, la obligación cartular nace con la sola creación.
Aun cuando permanezca en manos del suscriptor, ya tiene un valor patrimonial y está en condiciones de llegar a ser fuente de un
derecho de crédito.
Existiría una obligación sujeta a condición suspensiva.
Y la condición se cumple cuando el título llega a manos del sujeto que, de acuerdo al tenor del documento y a su ley de
circulación, está legitimado para hacerlo valer.
Para Kuntze, el querer a que se obliga el librador está contenido en las palabras extendidas en el título.
El creador pone así fuera de su persona un querer de obligarse, lo ha objetivado y lo ha licenciado.
En esta posición, entonces, si se crea un título valor, el firmante está obligado desde el momento en que lo ha creado, aunque no
lo emita voluntariamente.
Y es esta la tesis que adoptó nuestro derecho en el DL 14701.
La obligación nace con la sola creación del documento.
Así surge del artículo 7, que establece que la obligación deriva de la firma.
La firma es el acto que culmina la creación.
De varios artículos, especialmente de los artículos 9, 25 y 30 resulta que nuestro legislador adoptó la tesis de la creación.
Veamos:
El artículo 9 del DL 14.701 nos dice que: “El suscriptor de un título valor quedará obligado en los términos literales del mismo
aunque el título entre en circulación contra su voluntad o después de que sobrevengan su muerte o incapacidad.”
El suscriptor de un título valor, por la tesis de la creación, queda obligado aunque el título entre en circulación contra su voluntad,
es decir: aunque no lo haya emitido voluntariamente. Aquí radica la importancia práctica de adoptar la tesis de la creación o la
tesis de la emisión.
La profesora Rodríguez Olivera nos pone el siguiente ejemplo:
“Una persona firma un vale y lo guarda en su escritorio; ya ha creado un título valor con una obligación a su cargo. No es
necesario, según la tesis adoptada por la Ley, que entregue ese documento, porque la obligación nació con la sola creación. Si el
vale es sustraído por un empleado infiel, el librador está obligado por la declaración que ha formulado, porque su obligación nació
con la sola firma y no puede alegar la desposesión involuntaria, frente al poseedor que le reclame el importe del vale.”
Si se hubiera adoptado la tesis de la emisión, en el ejemplo puesto, el firmante podría alegar que no hubo emisión y, por lo tanto,
no estaría obligado.
El artículo 9 tutela el prestigio del título valor, porque el título valor circula en la plaza con mucha facilidad, sobre la base de que
quien se obligó, va a pagar al poseedor.
Si cualquier persona que se propone adquirir un título valor tuviera la duda de que el librador no lo pagará al vencimiento, no lo
adquiriría, pero el poseedor sabe que lo va a cobrar, porque el que libró la letra no puede alegar la desposesión involuntaria.
Y de esta manera la norma da seguridad a los eventuales tenedores futuros.
Se está protegiendo de esta manera la circulación de los títulos valores.
Frente a una desposesión involuntaria, la Ley no protege al creador del título valor sino a los poseedores del título.
Frente al autor de la desposesión, el creador podrá promover una acción de reivindicación o formular una denuncia penal pero
frente al poseedor del título no le puede decir: “no le pago porque este documento me fue sustraído”.
El artículo 25 se refiere a los efectos de la creación y el artículo 30 a los títulos creados en el extranjero, demostrando que el
legislador centra su régimen en la creación.
Tesis de la promesa unilateral pura:
Siegel desarrolló esta tesis según la cual, el título obliga al suscriptor aun antes de salir de sus manos pero, mientras está en sus
manos, coinciden en una misma persona las calidades de deudor y acreedor.
De esa manera, se mantiene en suspenso el ejercicio del derecho de crédito por parte de un tercero.
El desapoderamiento del título es la condición para que la obligación se transforme de potencial en actual.
Teoría de la obligación legal:
Según esta teoría, la obligación cartular no reposa sobre la voluntad sino sobre la Ley.
Esta posición es aceptada por Mossa y por Garrigues.
Mossa explica que el Derecho cambiario es un Derecho formal, que atribuye a la sola creación del título el efecto de obligar.
La Ley es lo que determina los efectos jurídicos.
El contenido de la declaración, la intención y la voluntad, no son indispensables porque el sistema formal dicta todas las normas
que disciplinan al título.
El obligado no puede fijar un contenido distinto al legal.
La Ley agota por sí misma el contenido de la declaración.

ACTOS RELACIONADOS CON LOS TÍTULOS VALORES

La mecánica de los títulos valores implica la consecución de diferentes actos:


- libramiento;
- transmisión;
- aval;
- pago;
- aceptación y exclusivamente para la letra de cambio.
Estudiemos entonces c/u de estos actos.

Libramiento
De acuerdo al art. 2 del DL 14701, los títulos valores son documentos solemnes.
La solemnidad alcanza al documento y a todos los actos que pueden existir en torno a un título valor.
En relación al documento, el art. 3 establece las menciones esenciales que debe contener todo título valor.
Nos dice este artículo que: “Además de lo dispuesto para cada título valor en particular, tanto los tipificados por la ley como los
consagrados por los usos deberán llenar los requisitos siguientes:
1. El nombre del título valor de que se trate.
2. La fecha y el lugar de creación.
3. El derecho que en el título se incorpore.
4. El lugar y la fecha del ejercicio de tal derecho.
5. La firma de quien lo crea.”
Si el título valor carece de alguna de estas menciones esenciales, cualquiera o todos los obligados cambiarios podrán oponer la
excepción de inhabilidad de título prevista en el art. 108 del DL 14701.
Por su parte, el art. 2 dispone una salvedad: .”..debe contener los requisitos que la ley señala, salvo que ella los presuma.”
Esto quiere decir que en algunos casos el DL 14701 autoriza a no incluir una determinada mención porque se crea una
presunción para suplir la omisión del suscriptor.
Vamos a estudiar ahora c/u de las menciones a que refiere el artículo 1.
1- Nombre del título:
En algún lugar del cuerpo del documento debe denunciarse la especie de título valor de que se trate pues de lo contrario no hay
obligación cambiaria y, por tanto, no hay título valor. Estrictamente alcanzaría con denunciar el nombre del título valor en el cuerpo
del documento ; por ejemplo: “Páguese por esta letra de cambio...”, “Páguese por este cheque...”.
Pero sin embargo, la práctica comercial acostumbra, además, denunciar la especie en forma de título.
En el caso de los vales, por expresa disposición del art. 120, el nombre debe colocarse en la redacción misma del documento
“Vale por la suma de...”.
2- Fecha y lugar de creación:
En el título valor debe indicarse el día, el mes y el año que corresponda al momento de su creación.
La fecha es necesaria para establecer la capacidad de quien crea el documento y para oficiar de punto de partida de distintos
términos legales como, por ejemplo, los vencimientos y los plazos de presentación de algunos títulos.
El lugar de creación es necesario para determinar la legislación aplicable a ese título.
3- Derecho incorporado:
El título debe contener la prestación exacta que se pretende del deudor.
El derecho que se incorpore al título dependerá del tipo de título valor de que se trate: dinero, mercadería, derechos o la
participación.
4- Lugar y fecha de ejercicio del derecho:
El lugar y la fecha de ejercicio del derecho no son menciones esenciales lo que significa que, si faltan, son interpretadas de
acuerdo a las presunciones que la Ley establece en el art. 3, inciso 2.
Por ejemplo, en el caso de las de letras de cambio y de vales, si el creador del título no indicó fecha para el ejercicio del derecho,
la Ley presume que serán pagaderos a la vista esto es, a su presentación.
Y si el librador no indicó el lugar del ejercicio del derecho, la Ley presume que el pago se hará en el domicilio del creador y, de
haber varios, el tenedor tiene derecho a elegir uno de ellos.
Pero también puede suceder que, por una mención expresa del creador, el beneficiario del derecho, deba ejercerlo en un lugar y
en una fecha determinada.
En este caso se debe estipular el lugar, el día, mes, año, dónde y a partir del cual, debe exigirse la prestación debida.
El acreedor tiene la obligación de respetar esta mención.
5- Firma del librador:
La firma es la mención esencial por excelencia pues es la que determina el nacimiento de la obligación y del derecho correlativo.
No olvidemos que la voluntad unilateral del creador del título es la fuente de las obligaciones contenidas en él.
Esa voluntad unilateral se manifiesta con la firma y sin firma no hay título valor ni obligación cambiaria.
Y debe firmarse inmediatamente después del texto porqué de lo contrario, no se valida la declaración de voluntad.
Quien firma un título valor puede hacerlo por sí y para sí o puede hacerlo a través de un tercero mediante un poder.
El poder establece los límites de la representación otorgada por el mandante al mandatario.
Si una persona se excede o firma sin poder, entonces, de acuerdo al art. 24, responde personalmente.
El art. 24 dice que “Quien suscriba un título valor a nombre de otro sin facultades legal es, se obligará personalmente como si
hubiera obrado en nombre propio. Y si pagare tiene los mismos derechos que hubiera tenido la persona a quien pretendió
representar.”
Por su parte el art. 23 del DL 14701, El art. 23 del DLTV prevé la situación del administrador de una sociedad comercial y la
situación del factor o gerente de un establecimiento comercial. Este art. 24 declara autorizados a éstas personas por el sólo hecho
de su nombramiento para suscribir títulos valores a nombre de la sociedad o del principal para quienes trabajan.
Si la sociedad o el principal no desean que su administrador y factor gocen de esta facultad, deberán dejarlo asentado por escrito,
en el estatuto de la sociedad, en el caso del administrador, y en el mandato institorio, en el caso del factor.

Títulos valores incompletos

Los títulos valores pueden librarse dejando en blanco determinadas menciones esenciales.
Los blancos no obstaculizan su circulación pues pueden ser endosados o entregados a otras personas.
Elsto está permitido por el art. 4 del DL 14701: “Si se omitieren algunas menciones o requisitos, cualquier tenedor legítimo podrá
llenarlas antes de presentar el título para el ejercicio del derecho que en él se consigne.”
Requisitos para el completamiento de los títulos valores incompletos
El art. 4 nos exige dos requisitos.
En primer lugar, el completamiento lo debe realizar el tenedor legítimo, esto es, quien pueda justificar poseer el título
legítimamente y no ingresa en esta categoría quien lo haya hurtado o quién lo haya encontrado extraviado.
En segundo lugar, los blancos deben ser llenados antes de presentar el título para el ejercicio del derecho.
Pero el art. 4 debe ser complementado por el art. 61 del DL 14701, el art. 61 se ubica en sede de letras de cambio, pero es
también aplicable a vales y cheques y nos dice que:
“Cuando una letra de cambio incompleta en el momento de su creación, se hubiese completado contrariamente a los acuerdos
celebrados, el cumplimiento de estos acuerdos no podrá alegarse contra el tenedor, a no ser que éste haya adquirido la letra de
cambio con mala fe o que al adquirirla , haya incurrido en culpa grave”.
El pacto de completamiento y las consecuencias de su desobediencia
El libramiento del título valor con blancos es una práctica muy común que supone un complejo de instrucciones convenidas con el
librador conocido como pacto cambiario de completamiento.
Si el tenedor completa los blancos contradiciendo las instrucciones impartidas, el deudor no podrá alegar esta circunstancia y
deberá pagar lo establecido en el título de acuerdo al tenor literal del mismo.
Sólo podrá alegar la violación del pacto de completamiento frente a la persona que, cuando tomó el título, celebró el pacto con él.
Y esto es así pues el pacto de completamiento es de naturaleza extra cambiaria y vincula, solamente, al creador del título con su
inmediato tenedor.
Las demás personas no se encuentran vinculadas porque ignoran su existencia.
El problema aparece cuando se puede probar que el tenedor conocía el alcance de las instrucciones y, aun así, hizo caso omiso
de ellas.
En cambio sí se pueden oponer al tercero de mala fe.
Es una norma en protección de los intereses de los terceros de buena fe.
A continuación les adjunto el texto de una muy interesante sentencia referida a este tema que recién hemos visto:

Año 2001 LJU CASO 14211

títulos valores
+ Causa en los títulos valores
++ Pacto extracartular o pacto de complemento
+++ Es válido y puede usarse para oponer excepciones personales en la ejecución cambiaria
La primera instancia precisa que se cumplen las condiciones pues la excepción fue opuesta por el firmante de los títulos valores
contra el acreedor que sólo había comparecido por representante (endoso en procuración). Prim. Inst.
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar -d-,
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< PROCESO EJECUTIVO CAMBIARIO
<<<< pacto extracartular / pacto de complemento /
firma en blanco
LJU CASO 14211
+++ No requiere instrumentación por escrito y puede probarse por cualquier medio
La primera instancia y la mayoría de la segunda son contestes en que ninguna norma legal exige la prueba escrita del pacto de
complemento, resultando idóneo cualquier medio de prueba.
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar -d-,
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< PROCESO EJECUTIVO CAMBIARIO
<<<< pacto extracautelar / pacto de complemento
/ firma en blanco
LJU CASO 14211
proceso ejecutivo cambiario
+ Excepciones cambiarias
++ Excepciones admisibles
+++ Excepciones de fondo
++++ Abuso de firma en blanco
+++++ Por violar pacto extracartular o de complemento
La excepción referida al comportamiento del título valor en contradicción con los términos acordados debe ser admitida en el
proceso ejecutivo. Prim. Inst.
Cfdoct. Rodríguez Olivera, N. (Acciones y excepciones cambiarias, p. 91)
> Juz. Let. Civ. 9º T.; Nº 2/98; Fecha: 9/II/98
T.A.C. 3º T.; Nº 14/01; Fecha: 21/II/01
>> (Ana Maggi)
(Klett -r-, Van Rompaey, Gutiérrez, Chalar-d-
Minvielle -d-)
>>> Primera Instancia
Segunda Instancia
>>>> H.O.O. | A.D.L.
< Dec. Ley Nº 14701 - Art(s): 61,108
<< TITULOS VALORES
<<<< excepciones personales / pacto extracar-
tular / pacto de complemento / firma en
blanco / exceptio doli
LJU CASO 14211

Sentencia Nº 2/98.-
Montevideo, 9 de febrero de 1998.
VISTOS:
Para sentencia definitiva de primera instancia estos autos caratulados "H.O.O. c/ A.D.L. - Juicio Ejecutivo" F. 151/94.
RESULTANDO:
I .-Que a fs. 5 comparece el actor solicitando intimación de pago de los conformes que acompaña, de los que es tenedor en
procuración, suscritos por A.D.L. el 16 de abril de 1993 con vencimiento el 16 de agosto y el 16 de octubre de 1993, por un monto
de U$S 12.052 y 7.334 respectivamente. Vencidos los mismos no se procedió a cancelarlos, habiendo cursado telegrama
colacionado. No disponiendo de la constancia de recepción del telegrama cursado solicita se intime el pago.
Por auto Nº 1061 se hizo lugar a la intimación de pago solicitada la que se efectivizó según consta a fs. 8.
A fs. 10 comparece el actor promoviendo juicio ejecutivo contra el demandado atento a que no se han abonado las sumas
adeudadas y sus acrecidas.
Por providencia Nº 1289 (fs. 11) se trabó el embargo solicitado y se dispuso citación de excepciones.
II .-Que a fs. 19 comparece el representante del demandado oponiendo excepciones y expresándose: el 15 de abril de 1993 su
mandante prometió comprar a "Automotora Oriental SRL" y éste prometió vender un automóvil marca "Honda" que describe por
un precio de U$S 33.500, abonándose U$S 17.500 al contado en el mismo acto de otorgamiento. El saldo de U$S 16.000 se
abonaría en 12 cuotas iguales, mensuales y consecutivas. Posteriormente, al día siguiente, su mandante y "Automotora Oriental
SRL" modificaron verbalmente lo convenido en cuanto a la forma de pago del saldo de precio. Se suprimió la financiación
bancaria. Las doce cuotas se sustituyeron por seis cuotas bimensuales. En dicha fecha se suscribieron 6 conformes a favor de
dicha Automotora con vencimientos bimensuales: 16 de junio, 16 de agosto, 16 de octubre, 16 de diciembre (de 1993), 16 de
febrero y 16 de abril (de 1994 los dos últimos).
Atento a la posibilidad de cancelar la totalidad del precio en una sola partida, todos los títulos quedaron incompletos, en cuanto a
la suma de dinero a pagar, en manos de la Automotora.
Su mandante no pudo cancelar la deuda en 1993 ni en su totalidad ni en forma bimensual.
De acuerdo a lo convenido "Automotora Oriental" completó el título número 1 con vencimiento el 16 de junio de 1993, insertándole
como suma de dinero a pagar la totalidad del saldo de precio U$S 16.000 incrementado no sabemos porque en U$S 588.
Previo a su endoso en procuración al Dr. O. promovió en agosto de 1993 la ejecución cambiaria ante el similar de 1º Turno (F.
129/93), en la cual su mandante extinguió la obligación por la paga en audiencia verificada el 3 de octubre de 1994, obteniendo la
cancelación del conforme y la devolución del mismo, documento que agrega.
Fuera de la adquisición del automotor marca Honda, negocio extinguido por cumplimiento, no se constituyó deudor por ningún
otro concepto de "automotora Oriental" el 16 de abril de 1993, ni por las sumas de U$S 12.052 o U$S 7.334, no por ninguna otra
cantidad.
La referida Automotora completó los títulos con vencimiento el 16 de agosto y 16 de octubre de 1993, insertándole como sumas a
pagar dichas cantidades.
Funda el derecho, presenta prueba y solicita no se haga lugar a la ejecución promovida.
III .- Que por auto Nº 1519 (fs. 24vta.) se dio traslado de las excepciones interpuestas el que fue evacuado por la parte actora a fs.
27 expresando: las argumentaciones del deudor dicen relación con un negocio causal que no habría dado lugar al libramiento de
los títulos valores de que se trata. Por ello es de aplicación lo dispuesto en el art. 108 del Decreto Ley 14701 no pudiendo obstar
el juicio ejecutivo y siendo materia de un juicio ordinario posterior.
Señala que no es verdad que el Sr. A.D.L. hubiera creado a favor de "Automotora Oriental SRL" seis conformes ni que éstos
hubieran quedado incompletos en manos de dicha sociedad. Tampoco es cierto que la Automotora haya dolosamente completado
los títulos violando acuerdos invocados por el accionado.
El ejecutado omite que el vínculo entre las partes no se limitó a la mera adquisición por el deudor del automotor marca Honda,
sino que a su vez el Sr. A.D.L. se desprendió de un automóvil que le pertenecía -marca Ford, modelo Escort, XR3, que
individualiza, en favor de "Automotora Oriental SRL" que fue entregado como parte integrante de la operación negocial.
El automóvil presentaba desperfectos y obligaciones impagas de patentes y otros.
Conocían la solvencia del Sr. A.D.L. quien se encontraba transitoriamente en Montevideo, pues residía en Italia y tenía problemas
de liquidez, atento a ello se le adelantaron sumas en calidad de préstamo. En consecuencia el Sr. A.D.L. libró los títulos valores
de autos.
En ningún momento hubieron acuerdos negociales violados, ni complemento de requisitos de los títulos valores.
IV .-Que en la primer audiencia celebrada en autos (fs. 83), el representante del excepcionamiento efectuó aclaraciones a lo
expresado en su escrito de excepciones las que fueron contestadas por la contraparte.
Se efectuaron las audiencias necesarias a efectos de diligenciar la prueba y alegar de bien probado (fs. 83, 105, 119, 134 y 162),
señalándose al término de esta última el día de la fecha para el dictado de la sentencia definitiva.
CONSIDERANDO:
I .-Que corresponde, en primer lugar, tener presente que el actor en el proceso en examen comparece en virtud de un endoso en
procuración efectuado por "Automotora Oriental S.R.L.", es decir que actúa como mandatario obrando en nombre y
representación de dicha sociedad.
Ello resulta trascendente porque como expresa Pérez Fontana: "Si el endosatario en procuración inicia un juicio el deudor no
podrá oponerle las excepciones personales que tenga contra él porque el endosatario no actúa por derecho propio sino en
representación. Podrá oponerle las excepciones que tenga contra el endosante" ("Títulos Valores" II, FCU pág. 195).
II .-Que el objeto del proceso se estableció, en el subexámine, en determinar la procedencia de la excepción de pago, así como, si
los títulos valores en ejecución se completaron contrariando lo estipulado entre las partes (fs. 85).
La determinación del objeto del proceso fue consentida por ambas partes.
A juico de la decisora la excepción referida al complemento del título valor en contradicción con los términos acordados debe ser
admitida en el proceso ejecutivo.
De acuerdo a Nury Rodríguez: "La taxatividad de las excepciones de todos modos funciona pues no se podrán interponer más
excepciones que las previstas en el art. 108 y en otros textos de la misma ley o aun de otros cuerpos legislativos. El
excepcionamiento en estudio no está previsto en el art. 108 pero su admisibilidad resulta del art. 61" ("Acciones y Excepciones
Cambiarias", FCU 1987 pág. 91).
La admisión de esta excepción tiene limitaciones a los efectos de no vulnerar la autonomía del derecho mencionado en los títulos
valores, de modo de proteger su circulación, impidiendo que al tenedor se le puedan oponer las excepciones personales que se
podían oponer a los anteriores tenedores.
En este sentido expresa Nury Rodríguez: "Este excepcionamiento es personal y relativo. Es relativo porque sólo puede oponerse
por el creador del T.V. o por quien lo firmó antes del llenado del claro. Es personal porque se puede oponer sólo contra la persona
con quien se suscribió el pacto cambiario o contrato de completamiento o contra el portador de mala fe o que incurrió en culpa
grave" (ob. cit. pág. 91).
En el caso se cumplen ambas condiciones en cuanto la excepción es opuesta por el firmante de los títulos valores -Sr. A.D.L.- en
contra de quien suscribió el contrato de complemento _"Automotora Oriental S.R.L.- representada por el actor en estos
procedimientos en virtud del endoso en procuración, según se anticipara.
Debe tenerse presente que la facultad de completar un título valor está prevista por la ley y no supone una conducta ilícita, sino
que encuadra dentro de lo admitido en el derecho cambiario, siempre que se complete en la forma pactada y en plazo estipulado.
Ahora bien, en la especie, los elementos probatorios acercados a la causa y en especial las declaraciones de parte de los
representantes de "Automotora Oriental S.R.L." y del demandado -que brindaron la posibilidad de tener un mayor conocimiento de
los litigantes y apreciar una notoria diferencia entre los mencionados en primer término (profesionales en la compra y venta de
automóviles) y el Sr. A.D.L. en cuanto a la aptitud para valorar la importancia de documentar en forma una negociación y el
alcance de la suscripción de títulos valores- sumados al conjunto del caudal probatorio recepcionado, conducen a la decisora a
considerar que los conformes ejecutados en autos fueron firmados en blanco y completados en contradicción a lo acordado
verbalmente y por escrito por las partes.
Del examen de estos autos es posible inferir:
- el 15 de abril de 1993 -un día antes de la fecha de suscripción de los conformes- se otorgó entre las partes la promesa de
compraventa del vehículo Honda por un precio de U$S 33.500 dólares pagadero U$S 17.500 al contado y saldo de U$S 16.588
en 16 cuotas iguales, mensuales y consecutivas, mediante financiación bancaria (fs. 16).
Ambas partes han coincidido en cuanto a que, posteriormente, debido a la demora en obtener la financiación bancaria, se
modificaron los términos de la negociación, quedando un saldo pendiente.
De acuerdo a la declaración de parte del Sr. A.D.L., la forma de pago del vehículo pactada fue la siguiente: "Nosotros le vendimos
un Honda CRX, fue en los primeros meses del 93, el precio se pagaba así: una parte con un coche y el saldo era en dos o tres
veces no lo recuerdo, era en tres veces, él nos entregó tres documentos para el pago del saldo de precio, los intereses
correspondientes (el negocio se hizo en el comienzo del 93 y el saldo se terminaba de pagar en octubre). No recuerdo la cantidad
que se puso en cada vale, sí que el coche que nosotros recibimos debía una cantidad de patente y había que hacerle
reparaciones, eso se tomó en cuenta en estos últimos vales pero no se formalizó por escrito" (fs. 179).
Esta declaración -escuchada y valorada atentamente por el Tribunal- fue prestada en forma clara y espontánea por el Dr. A.D.L y
no resulta desvirtuada por la aclaración formulada posteriormente, a requerimiento de su abogado patrocinante, que contradice en
forma inexplicable lo afirmado anteriormente (fs. 125).
Dicha declaración demuestra que los vales fueron firmados en blanco y que posteriormente fueron llenados contrariando los
términos acordados verbalmente -en el primer momento- y por escrito en el Contrato de Compraventa del vehículo Honda glosado
en autos.
Del antes referido contrato de compraventa, suscrito por las partes, surge que el Sr. A.D.L. entregó al contado U$S 17.500
"quedando un saldo pendiente de U$S 16.588 en un documento renovable cada 60 días con amortizaciones de U$S 5.000 con
vencimiento el primero el 16 de junio de 1993".
El primer conforme con vencimiento el 16 de junio de 1993 es el ejecutado ante el similar de 1º Turno, F. 129/93, los otros dos -
que de acuerdo a lo pactado verbalmente y a lo establecido en el contrato vencían cada 60 días- tienen el vencimiento justamente
en dicho término: el segundo el 16 de agosto de 1993 y el tercero el 16 de octubre de 1993 (el Sr. A.D.L. declaró que el saldo se
terminaba de pagar en octubre según viene de verse) y son los ejecutados en autos (fs. 4 y 3 respectivamente).
Surge probado que el monto de dichos conformes fue completado posteriormente, estableciéndose el monto total del saldo de
precio en el primer conforme -cuando se ha admitido que el saldo se terminaba de pagar en octubre- ejecutado ante Civil 1º y
otros montos por diferentes conceptos, en los conformes a que refieren estos procedimientos, todo ello, contrariando lo acordado
en el contrato de compraventa del vehículo Honda.
Cabe destacar, asimismo, que en el proceso tramitado ante Civil 1º se arribó a una conciliación en la audiencia preliminar
abonando el Sr. A.D.L. U$S 20.925 (fs. 22 del testimonio acordonado).
Dicha conciliación se efectuó el día 3 de octubre de 1994 (fecha posterior a la intimación de pago efectuada en autos, fs. 8), sin
constar ninguna referencia a los conformes agregados en autos, habiéndose presentado la demanda ejecutiva en estos obrados
el mismo día: 3 de octubre de 1994.
Confirma la interpretación anticipada, en cuanto a la forma de pago del saldo de precio, lo expresado por el Sr. R.: "Es otro de los
tantos cambios que tuvo el negocio, se combinó como dice el contrato de compraventa en un saldo de U$S 16.588 dólares,
teniendo el Sr. A.D.L. la posibilidad de ir haciendo amortizaciones, como llegado el vencimiento y no hizo amortización ni pago
ninguno, me extraña que el Dr. Bianchi me haga esa pregunta, porque tuvimos que ejecutar de entrada, porque para poder
cumplir ese compromiso tenía que haber habido una amortización de 5.000 dólares" (fs. 197).
Ello resulta congruente con la firma de los tres conformes para amortizar el saldo de precio pendiente, conforme la previsión
contractual antes examinada.
La parte actora ha sostenido que los dos conformes ejecutados en autos se refieren al costo de reparación del vehículo Ford
Escort (entregado como parte del pago al contado del Honda), a deudas de dicho rodado por patentes, multas y recargos y al
monto de un préstamo.
No se ha aportado prueba alguna que acredite la existencia del préstamo alegado.
Al respecto es importante considerar que de acuerdo a lo dictaminado por el Sr. Perito resulta: que no se encontró registro alguno
de imputación a la cuenta de Deudores Sr. A.D.L., consta sí el asiento contable por la venta de un Automotor con fecha 6 de mayo
de 1993, por $U 116.393 correspondiente a U$S 30.800 imputado a la cuenta deudora A.D.L. (fs. 116).
Recién con fecha 30 de noviembre de 1996 "posteriormente a la fecha de oposición de excepciones y tramitación de la segunda
instancia en el presente proceso- consta en el Libro Inventario en el rubro "Deudores en Gestión" el Sr. A.D.L. por la suma de $U
72.309,78 equivalentes a U$S 19.386.
El Sr. Perito expresa: "No consta registro alguno en el que podamos cotejar la veracidad de tal registro" (fs. 116).
En la ampliación de su informe (fs. 167) el Sr. Perito reitera que el Sr. A.D.L. no figura en la contabilidad en el rubro "Deudores en
Gestión" en el libro inventario a los días 30 de noviembre de 1993 / 30 de noviembre de 1994 / 30 de noviembre de 1995, por la
suma equivalente a U$S 19.386.
En relación a si existe o no comprobante de salida de Caja firmado por el Sr. D.L. que dé origen a los vales, el Sr. Perito informó:
"No hemos podido constatar tal existencia".
En dicho dictamen se expresa: "lo que sí resulta extraño a este perito, que dado el importe que se está reclamando (aprox. U$S
20.000), fuese registrado con tanta posterioridad".
En la audiencia de aclaración del dictamen pericial, el Sr. Perito afirmó: "a mí me llama la atención que la empresa no haya
registrado por 20.000 dólares, es una cifra importante" (fs. 187).
En cuanto a las reparaciones del vehículo Ford y a las deudas por concepto de patente, es claro, que dichos montos no se
conocían en el momento en que fueron suscritos los conformes, lo que demostraría, una vez más, que los mismos fueron
firmados en blanco.
Preguntado el Sr. R. en relación a cuándo descubrió los desperfectos, con qué posterioridad a la firma del 15 de abril de 1993,
manifestó: En el momento en que entregamos el coche 0 kilómetro, recibimos el de él y fue cuando lo pudimos llevar al taller y
corroborar los desperfectos, no son cosas que saltan a la vista. Eso fue unos días después que nos pusimos de acuerdo con el
negocio". (fs. 140).
En cuanto a la deuda de patentes el Sr. R. manifiesta: "Cuando nos hacen entrega del Ford Escort (de la respuesta anterior surge
que fue unos días después) nos enteramos ahí que no tenía la libreta, que se la habían retirado por falta de pago, multas y se
convino hacer un documento por separado para hacer frente a los gastos de reparación y patentes, multas y recargos. La única
fuente de información fue el Municipio" (fs. 140).
Los tres conformes se firmaron el 16 de abril de 1993, al otro día de firmada la promesa de compraventa, lo que surge de los
propios documentos y fue admitido por el Sr. A.D.L. (fs. 125): en esa fecha era imposible determinar el monto de desperfectos y
de la deuda de patentes, cuya existencia se desconocía, lo que demuestra claramente que dichos documentos fueron firmados en
blanco.
Debe también considerarse que de la promesa de compraventa del vehículo Ford Escort, entregado como parte del precio según
afirmaciones de ambas partes, surge que el mismo fue examinado por la parte promitente compradora y "recibido a su entera
satisfacción en buenas condiciones de conservación y funcionamiento" (fs. 26).
Se desconoce qué elementos se tuvieron en cuenta para determinar el precio del automóvil Ford Escort que surge de la promesa
de compraventa agregada en autos y que fue consentido por ambas partes.
En suma, existen suficientes elementos de convicción para concluir que por el saldo de precio se firmaron tres conformes en
blanco, al día siguiente de la promesa de compraventa del vehículo Honda, variando los términos de la misma por un acuerdo
verbal, que luego fue recogido en el contrato de compraventa (fs. 91).
De dicho contrato de compraventa surgen los términos del acuerdo de completamiento de dichos conformes (fs. 91vta.) cuyos
términos no fueron cumplidos.
Consecuentemente con los expresado, se concluye que, los montos adeudados que debieron establecerse en los documentos en
ejecución de acuerdo a lo pactado, ya han sido abonados por el ejecutado en el proceso tramitado ante el Similar de Primer
Turno.
Por último, debe también mencionarse, como un indicio más en cuanto a la forma muy particular que caracterizó la
instrumentación de la negociación, la discordancia entre la fecha del contrato de Compraventa -2 de mayo de 1993- y la fecha de
la certificación notarial de la firma: 27 de mayo de 1993, la que no fue suficientemente justificada por la declaración del Escribano
interviniente en los autos tramitados ante el Juzgado de Paz Departamental de la Capital de 9º Turno (F. 749/95), fs. 63, cuyo
testimonio obra acordonado a los presentes.
III .- Que, a juicio de la decisora, la conducta procesal de "Automotora Oriental S.R.L.", representada en autos por el actor en
virtud de un endoso en procuración, evidencia que litigó con malicia que merece la nota de temeridad (art. 688 del CC), lo que
habrá de determinar su condena al pago de las máximas sanciones procesales.
Por tales fundamentos, FALLO:
Haciendo lugar al excepcionamiento interpuesto con costos y costas a cargo de la parte actora (honorarios fictos, a los solos
efectos fiscales, $ 10.000 para cada parte). Decrétase el levantamiento del embargo dispuesto por auto Nº 1289 (fs. 11) y
oportunamente comuníquese. Ejecutoriada que sea, cúmplase y previos los desgloses que correspondieren, archívese.
Dra. Maggi, Juez Ltdo.
Esc. Montemurro, Act.
Sentencia Nº 14.-
Min. Red.: Dra. Klett.
Montevideo, 21 de febrero de 2001.
VISTOS:
Para sentencia definitiva de segunda instancia, estos autos caratulados "H.O.O. c/ A.D.L. - Juicio Ejecutivo", Fª 83/98, venidos a
conocimiento de este Tribunal, por virtud del recurso de apelación interpuesto por la actora, contra la sentencia Nº 2 de 9 de
febrero de 1998, dictada por la Sra. Jueza Letrada de Primera Instancia en lo Civil de 9º Turno.
RESULTANDO:
1 .-Que por el referido pronunciamiento se amparó el excepcionamiento opuesto por el demandado, y se condenó a la actora a las
costas y costos del grado, ordenando el levantamiento del embargo dispuesto.
2 .-Que en tiempo y forma dedujo recurso de apelación la actora y se agravió respecto de la sentencia, manifestando
sintéticamente: es menester una prueba contundente y terminante de que el monto de los conformes fue completado
posteriormente; no puede sustituirse un dictamen técnico inequívoco por elementos de mera convicción, cuando quien tuvo la
carga de probar resignó expresamente dicho onus, sin razón o fundamento alguno; no se valoran en debida forma las
declaraciones prestadas, advirtiéndose que se hace caudal de determinadas expresiones desatendiéndose otras, no habiendo
incurrido el Sr. A.D.L. en contradicciones; el demandado no ha probado el presupuesto esencial del excepcionamiento, esto es, la
existencia de títulos valores incompletos llenados a posteriori; asimismo, se agravió el recurrente de la condena en costas y
costos, cuando no existió en modo alguno conducta procesal maliciosa o temeraria y ello surge del proceso.
3 .-Que fluye de autos que el recurso fue legalmente sustanciado, habiendo el demandado evacuado el traslado respectivo,
abogando por la confirmatoria de la sentencia.
4 .-Concedido el recurso, y elevados los autos a esta Sala, se procedió al estudio de precepto por los miembros naturales, y
culminado el mismo, se convocó a la audiencia prevista en el art. 344 CGP; al existir discordia se dispuso la integración de la
Sala, resultando designado el Dr. Ricardo Harriague, debiéndose convocar a nueva audiencia de sorteo en virtud de su traslado al
TAP de 3º Turno; realizada la audiencia (fs. 275) y emitido el voto por el Sr. Ministro Integrado Dr. Daniel Gutiérrez se convocó a
audiencia; al persistir la discordia se integró la Sala y emitió su voto el Dr. Leslie Van Rompaey; convocada la audiencia de
precepto no pudo realizarse en tres ocasiones; realizada finalmente el día 13/12/00 se acordó sentencia en legal forma, citándose
a las partes para su lectura para el día 14/2/01, la que debió prorrogarse para el día de hoy, por licencia del Sr. Ministro Dr. Julio
Chalar.
CONSIDERANDO:
I .-Que el Tribunal -integrado-, con la voluntad coincidente de los miembros necesarios (art. 61 inc. 1 LOT), habrá de confirmar la
sentencia de autos.
II .-Liminarmente, entiende la Sala -integrada- que la sentencia de autos ha realizado una adecuada valoración probatoria, como
asimismo un correcto encuadre jurídico de la litis, de conformidad con los hechos que corresponde tener por probados (arts. 137,
140, 141, 197 y 198 CGP), en cuyo mérito la vía recursiva intentada no es de recibo.
En efecto, el análisis de las probanzas allegadas a la causa, realizado de conformidad con los principios de racionalidad y unidad
de la prueba, evidencia tanto la existencia de un pacto de complementación del título-valor como su violación por parte de la
endosante en procuración. De la concordancia y convergencia de los múltiples elementos probatorios diligenciados (documental,
declaraciones de las partes e indiciarios) examinados con toda precisión en la sentencia en recurso, surge la certeza de la
realización de una maniobra fraudulenta de llenado de los títulos en ejecución, en incumplimiento del pacto de completamiento
que sólo refería al saldo del precio de venta del automóvil, y que ya fuera percibido íntegramente por el acreedor en otro proceso
ejecutivo.
En opinión de quienes suscriben este dispositivo, y más allá de la autonomía y literalidad de los documentos en cuestión (en la
que pretende escudarse el actor), es evidente que los títulos en ejecución se libraron en pago del saldo de precio del automóvil
vendido al ejecutado por un precio total de U$S 33.500, de los cuales pagó en el acto y al contado la suma de U$S 17.500 (fs.
16); posteriormente, ante la ejecución promovida ante la Sede de Civil 1º por U$S 16.588 (fs. 6 a 8 del acordonado), pagó la
cantidad de U$S 20.925 (fs. 22 de esos obrados), teniendo en su poder el conforme cancelado (fs. 18 de esta pieza).
En tal sentido y en primer lugar, estima el Tribunal -integrado- que ninguna norma legal exige la prueba escrita del pacto de
completamiento, resultando idóneo cualquier medio de prueba que, en el caso, se concreta en los propios términos del vínculo
negocial causal, sobre el cual resultan suficientemente ilustrativas las declaraciones de los intervinientes, correcta y
completamente examinadas en la atacada, a diferencia de lo que sostiene el apelante, criterio éste que, a su vez, descarta la
pretensión del actor de exigir, como único medio conducente, la prueba pericial a la que renunció el demandado por las razones
que explicitó oportunamente.
Por otra parte, la explicación que brinda el actor sobre la causa de la emisión de los títulos en ejecución (costos de reparación,
patentes atrasadas, préstamo dinerario), es inverosímil.
Siendo aquella compraventa la única operación demostrada entre las partes, carece de toda explicación plausible la deuda
consignada en los conformes en ejecución en autos, por un monto total de U$S 19.386. No es creíble, en primer término, que la
deuda por patente y reparaciones del automóvil entregado por el ejecutado como parte del pago ascendiera a esa suma.
Adviértase que la deuda por patentes era la consignada a fs. 191 por el organismo competente, información que incluyó los
recargos; y, si dicho automóvil fue tasado en U$S 15.500, no es creíble que su reparación (por los conceptos referidos a fs. 180)
ascendiera a la cantidad consignada en el título-valor.
Tampoco parece verosímil que el dueño de la automotora oficiara de prestamista, máxime cuando reconoce que no se dedica a
tal actividad (declaración de fs. 183); especialmente, porque no puede indicar ni cómo habría obtenido el dinero supuestamente
prestado, ni por qué se concedió un préstamo en efectivo por U$S 12.052 sin garantía alguna (sólo el estado patrimonial), y, al
mismo tiempo se constituyó una prenda por el saldo de precio del automóvil por suma no muy superior. ¿Es que el estado
patrimonial servía como respaldo para el préstamo y no servía para garantizar el pago del saldo de precio?
En definitiva, la Sala -integrada- no puede soslayar que, trátase de comerciantes avezados en el ramo de compraventa de
automotores. Y carece de todo sentido racional, conspira contra las máximas de la experiencia, el curso ordinario de los
acontecimientos y elementales criterio de razonabilidad aceptar que el vendedor de autos tome uno usado como parte del precio,
sin examinarlo y tasarlo previamente; y que se constituya en acreedor por el costo de reparación documentado en un título-valor.
Así, no existe prueba alguna de que se hubiere efectuado estimación alguna a dicho respecto. La deuda por patentes atrasadas
no guardaba relación alguna a la fecha de la compraventa, con las cifras estampadas con posterioridad en los documentos en
ejecución.
Finalmente, la concesión de un préstamo dinerario constituye una versión totalmente huérfana de asistencia probatoria. Es
altamente improbable que este tipo de comerciantes otorgue un préstamo dinerario a un cliente ocasional, sin garantía alguna, ni
documentación contable que acredite la salida de caja. Pero además, la pericia contable es contundente en punto a la
inverosimilitud de un crédito por préstamo, que se ingresa a los registros contables de la empresa nada menos que dos años
después de su concertación (ver dictamen y ampliación, fs. 116, 167, 187).
III .-En cuanto a la condena a la parte actora a los gastos causídicos, entiende la Sala -integrada- que la misma resulta preceptiva
en casos de procesos ejecutivos para el perdidoso (arts. 56 y 392.2 CGP; cf. sent. 11(00); más allá de que quien funda su
pretensión en un negocio fraudulento debe cargar con las máximas sanciones procesales, con abstracción de la corrección formal
de los actos procesales desarrollados en el curso de la instancia.
Por estos fundamentos, el Tribunal Integrado FALLA:
Confírmase la recurrida, con las costas y costos del grado. Oportunamente, devuélvase a la Sede de origen.
Klett - Van Rompaey - Gutiérrez
Chalar - DISCORDE, en tanto procede revocar la recurrida.
Porque pesando sobre la ejecutada la carga de demostrar los hechos en cuya alegación fundara su defensa, i.e., la existencia de
un acuerdo obligacional cuyo objeto era el contenido materia de completamiento de los títulos y, además, su incumplimiento, no
cumplió con aquélla.
Minvielle - DISCORDE, por idénticos fundamentos a los expuestos por el Dr. Chalar.
Esc. Puga, Sec.

LA ABSTRACCIÓN.

Conceptualmente hemos de tener presente que los títulos valores son documentos de carácter necesario y solemne, a los que en
forma voluntaria y unilateralmente se les incorpora un derecho literal y autónomo (art. 3 ley 14.701), (en dinero, mercaderías, o
constituyen una participación), cuya emisión puede revestir tres modalidades: a) nominativos; b) a la orden; c) y al portador.
Los títulos valores de contenido dinerario (en adelante T.V.) están regulados por el Decreto ley 14.701 y sus modificativas (letras
de Cambio, Vales, Conformes y Pagarés), y por la ley 14.412 (Cheques) aplicándoseles como derecho común a todos el título
primero de la ley de T.V..
Son una de las tres categorías que se conocen por contraposición a los que son representativos de mercaderías, que confieren el
derecho de disponer de las mercaderías como los conocimientos de embarque, la Carta de porte, y los certificados de depósito
de mercaderías o Warrants todos ellos con una regulación dispersa incorporada fundamentalmente al C. Comercio; y a los los
títulos de participación (acciones, bonos o partes beneficiarias y las obligaciones) reguladas por la ley 16.060 de Sociedades
Comerciales y ley de mercado de valores que son las otras dos categorías que los conforman.
Quedan fuera del régimen de la ley de T.V. las tarjetas de créditos las tarjetas magnéticas, y demás tarjetas.
Le son características por un lado la solidaridad pasiva de todos los firmantes; la de abstracción que hace que una vez creados se
independicen de la relación fundamental que le dio origen, imposibilitando que el obligado al pago, pueda excepcionarse
invocando dicha relación. Entre otros.
Con las notas de autonomía y abstracción, se persiguió la finalidad de facilitar su circulación, priorizando los valores: Certeza,
Seguridad Jurídica, y Rapidez en el tráfico jurídico; valores por los que optó el legislador, en la búsqueda de promover el
fortalecimiento de la posición del acreedor - ejecutante ante el régimen procesal de entonces, lento y benigno para el deudor.
La abstracción es la nota que mayores discusiones ha generado, principalmente a partir de la interpretación del régimen de
limitación de las excepciones que se pueden interponer en el marco del juicio ejecutivo cambiario.
Este tema ha dividido a la doctrina entre causalistas y no causalistas, y todos han elaborado un
cúmulo de muy fundados argumentos especialmente a propósito de los títulos valores incompletos o emitidos en blanco.
La abstracción a aquel atributo de los títulos valores de contenido dinerario, que impide que las relaciones personales entre actor
y demandado, sean oponibles como excepciones en el juicio ejecutivo cambiario.
La abstracción es un rasgo propio de los títulos valores de contenido dinerario: letras de cambio, vales y cheques.
No es una característica de otros títulos valores. Cuando los títulos valores no son abstractos, se llaman causados, por ejemplo,
es el caso de la factura.
Cuando se crea un título valor éste se desvincula de la relación fundamental, de tal forma que el obligado no excepcionarse ante
la demanda ejecutiva cambiaria, alegando ninguna situación referida a dicha relación fundamental.
Lo que la doctrina denomina abstracción se encuentra previsto expresamente en el art. 108 del DL 14.701 de Títulos Valores y en
el art. 45 del DL de Cheques 14.412
En esos artículos, después de enumerar las excepciones que se pueden oponer en el juicio ejecutivo se establece: “Cualquier
otra excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado, no obstará al progreso del juicio ejecutivo.”
Con la expresión “relaciones personales”, las normas transcriptas se refieren, entre otras, a la relación fundamental que fue causa
de la creación del título valor.
Veamos con un ejemplo de la profesora Nury Rodríguez: el comprador que ha firmado un vale no puede excepcionarse frente a la
demanda ejecutiva cambiaria, aduciendo que la mercadería vendida no era de la calidad pactada. No podría argumentar, en el
juicio ejecutivo cambiario, después que firmó un vale en pago de una computadora, por ejemplo, “no pago el vale porque la
computadora tenía un defecto”. En el momento de exigírsele el vale tiene que pagarlo, sin poder excepcionarse invocando un
incumplimiento de las obligaciones emergentes de la relación fundamental.
La causa en los títulos valores
Para estudiar la abstracción, es necesario realizar unas consideraciones previas.
En primer lugar, debemos referirnos a la relación fundamental calificada como causa de la creación de los títulos valores
dinerarios.
Cuando se estudia la causa de los títulos valores se aclara que no es el mismo concepto o no se maneja con el mismo alcance
que cuando se habla de causa en los contratos. De acuerdo con el art. 1287 del Código Civil, es causa para obligarse cada parte
contratante, la ventaja o provecho que le procura la otra parte.
El uso de la palabra causa en un título valor, obedece a un sentido vulgar de la palabra, es decir, se habla de causa como del
antecedente del título valor o como la razón de ser del título valor o la justificación de la creación de un título valor.
La relación fundamental
Relación fundamental entre el librador y el primer tomador del título
En un título valor, generalmente, hay dos elementos personales: la persona obligada y la persona acreedora de la obligación.
Y esto es así porque el título valor crea un derecho de crédito y el crédito presupone dos polos: un polo activo que corresponde al
acreedor y un polo pasivo que corresponde al deudor. Generalmente, el deudor de la obligación es quien crea el título y el
acreedor es la persona que está legitimada para exigir la prestación.
El libramiento de todo título supone una relación fundamental entre quien lo libra y su beneficiario.
Y presupone también un pacto cambiario, que es un convenio explícito o tácito entre los sujetos del negocio fundamental por el
cual ellos acuerdan la creación y la posterior entrega de un título valor.
La relación fundamental es la causa mediata de la creación del título valor; el pacto cambiario es su causa inmediata.
Creado el título valor, nace de él un derecho y la obligación correlativa, nuevos, independientes de los negocios que son su causa.
Si bien preexiste un derecho emanado de una relación fundamental del título valor, el derecho consignado en el título es un
derecho nuevo que se superpone a derechos emergentes de aquella relación fundamental.
La relación fundamental que puede ser por ejemplo: un contrato de compraventa, un préstamo, un depósito, etc; puede
documentarse mediante la firma de un contrato por las dos partes (comprador y vendedor, prestamista y prestatario, depositante y
depositario).
Por el pacto cambiario las partes contratantes acuerdan que el comprador, el prestatario o el depositario emitan un título valor.
Y así, respecto a cualquiera de estos negocios que hemos mencionado, se habrá celebrado un contrato, un pacto cambiario y se
habrá creado un título valor.
El documento que prueba una relación fundamental y el título valor creado como consecuencia de aquélla, tienen distintas
funciones y caracteres jurídicos disímiles.
¿Por qué ese juego de documentos y de negocios que se superponen?
Ello es así porque el título valor ofrece ventajas frente a las meras relaciones contractuales. Especialmente, el título valor
considerado como cosa mueble, es transmisible con mayor facilidad por los mecanismos jurídicos del endoso o la mera entrega.
Trasmitido el título, el adquirente adquiere un derecho autónomo y el deudor del título no le puede oponer relaciones con
anteriores poseedores.
En cambio, para ceder un contrato, es necesario cumplir con mayores formalidades y es posible, en algún caso, que el cedido
oponga al cesionario excepciones que tiene contra el cedente.
Recuerden además que si se trata de un título de contenido dinerario como la letra, el vale o el cheque, todos estos documentos
tienen el respaldo de la responsabilidad solidaria de todos sus firmantes.
Por otra parte, los títulos valores están dotados de una fuerza ejecutiva y de un régimen procesal con limitación de excepciones
oponibles, que facilitan el cobro de la suma consignada.
Entonces, puede existir un documento que pruebe la relación fundamental, un documento que pruebe el pacto cambiario y un
documento en que se consigna un derecho y que es el título valor.
Y puede suceder también que el pacto cambiario se incluya como cláusula del negocio fundamental.
Relación fundamental entre otros elementos personales del título valor:
Pueden existir otras figuras como los endosantes y endosatarios y, en materia de las letras de cambio y cheques, aparece otro
elemento personal: el girado.
Recuerden que entre esas figuras, también, existe una relación fundamental y un pacto cambiario.

NORMAS ESPECIALES EN DEFENSA DEL CONSUMIDOR.


Estudiantes para este tema se les adjunta un artículo doctrinario del Dr. Facal, publicado en la Revista N.º 136 del Colegio de
Abogados del Uruguay.
LAS RELACIONES DE CONSUMO Y LOS TÍTULOS VALORES :
TRES INTERROGANTES Y SUS POSIBLES SOLUCIONES
Julio Facal Seoane
1. Consideraciones preliminares
Al introducirnos en el análisis del tema seleccionado y con miras a abordar la problemática que se plantea, no podemos dejar de
referirnos brevemente a las nociones básicas de los títulos valores, los cuales dentro del género, abarcan una de las especies
objeto del presente estudio como lo son aquellos cuyo contenido es el pago de una suma de dinero y denominamos títulos
valores cambiarios.
Estos títulos valores o títulos de crédito, desde su nacimiento mismo han sido una herramienta principal de toda la vida comercial.
Dotados de elementos indispensables como la literalidad, la solemnidad y la autonomía, gozan además de notas distintivas como
ser la certeza, la fehaciencia inicial, la seguridad jurídica en el marco de una tutela sustancial y procesal que los distinguen
notoriamente de otros títulos que no son cambiarios. La solidaridad cambiaria, y la posibilidad de circular mediante un negocio
dispositivo llamado endoso, características encaminadas a hacer de éstos instrumentos de crédito, no solo un sustitutivo de la
moneda sino además un bien jurídico que propugna la defensa del acreedor cambiario.
Mencionamos además como nota saliente de estos títulos de contenido dinerario y más allá de las discusiones doctrinarias cuya
referencia haremos a continuación, a la abstracción desvinculándolos de la causa o relación fundamental que les dio origen.
En definitiva la posibilidad de invocar el derecho en ellos incorporado, que no es otro que un derecho de crédito que puede ser
invocado por quién se encuentra en relación con éstos documentos y frente a todos los obligados cambiarios cuya voluntad no
fue subordinada a aceptación alguna. La función misma de éstos documentos es cumplida a partir de su circulación, desde el
mismo momento en que parten de la órbita de su creador, dando origen entonces a diversos derechos nuevos y originarios toda
vez que esto sucede.
Avanzando en el estudio del tema propuesto, surge la nueva normativa que regula las relaciones de consumo . La misma nace
como una necesidad impostergable en la búsqueda de una protección a la figura del consumidor y respecto de nuestros países
vecinos, ya que tanto Brasil como Argentina tienen fuertes normas en defensa del mismo.
A diferencia de otras legislaciones, nuestra ley regula las “relaciones de consumo”, por lo que ya desde el inicio hablamos de una
regulación que busca ser por lo menos más equilibrada.
En efecto, el objeto es regular las relaciones de consumo y el objetivo es claro: crear transparencia y equilibrio de las fuerzas en
el mercado de consumo y los instrumentos para ello, son la creación de un marco normativo general para defender a ese
consumidor, delimitando sus derechos así como imponiendo sanciones respectivas.
Analizados estos primeros aspectos podemos señalar que el espíritu de la ley es hacer un consumidor más libre, siendo la
columna vertebral , el derecho a la información, y la tutela de la buena fe contractual.
A modo de introducción primaria y con motivo de ingresar en el desarrollo del tema , es que nos planteamos tres interrogantes
cuyas respuestas posibles irán surgiendo en el transcurso de este trabajo :
a) ¿ La ley que regula las relaciones de consumo quiebra con el principio de la autonomía de los títulos valores de contenido
cambiario?
b) ¿ Altera en alguna medida la abstracción y la circulación de los títulos valores de contenido dinerario?
c) ¿ Consagra la ley que regula las Relaciones de Consumo la teoría causalista en cuanto a la admisibilidad de excepciones
causales en el juicio ejecutivo cambiario?.
A partir de estas tres interrogantes y producto de intentar responderlas es que nos proponemos previo examen de algunos
conceptos ya conocidos realizar un pequeño aporte a una problemática que entendemos no ha sido solucionada.
1.2. La autonomía en los títulos valores.
Nuestra ley define a los títulos valores como “..documentos necesarios para ejercitar el derecho literal y autónomo que en ellos se
consigna”...
Como expresábamos al principio, dentro de los elementos esenciales, la autonomía aparece como ese derecho nuevo , propio ,
diferente de otros tenedores anteriores de ese documento, derecho que va a surgir de una nueva relación fundamental y una
nueva causa que le dio origen, por lo que ese derecho nunca será derivado.
¿ En donde se plasma ese derecho nuevo ,originario y no derivado? Justamente como veremos más adelante en la
imposibilidad de oponer las excepciones personales por el deudor que podría haber opuesto contra un tenedor anterior.
La autonomía es un elemento configurativo y absoluto de todo título valor, salvo mala fe.
Es aquí donde diferenciamos a la autonomía de la abstracción, implicando esta última un desmembramiento de la relación
fundamental que le dio origen, la posibilidad de que la causa no circule con el título cambiario, protegiendo al acreedor mediante
esa inoponibilidad de excepciones anteriormente referida.
A diferencia de la autonomía como valor absoluto, en el Derecho comparado, la abstracción, es un valor que se relativiza y sólo
hay consenso de que el mismo existe frente a terceros de buena fe pero no respecto de partes inmediatas ya que la causa se
mantiene y sigue siendo la misma. Es mediante la circulación que esa abstracción nace, desprendiéndose de la causa que le dio
origen y dando nacimiento asimismo a un nuevo derecho autónomo del anterior.
Entre otras cosas a señalar que quien detente el documento será acreedor sin importar los derechos de tenedores anteriores, por
lo que quién se constituya en deudor u obligado cambiario deberá pagar al verdadero tenedor del documento exigiendo ante la
cancelación de la deuda, la restitución del mismo, ya que recordemos son documentos de presentación, documentos de rescate
por lo que el pago debe realizarse a quien se halle en posesión del documento.
1.3. La abstracción en los títulos valores.
Entendemos necesario puntualizar una vez más acerca de este concepto. Es decir el elemento abstracción, no siempre presente
en los títulos valores de contenido dinerario, como concepto cuya finalidad principal es el otorgar la seguridad jurídica necesaria
para la circulación de los títulos de crédito, previniendo e impidiendo la oposición de excepciones basadas en la causa , es decir
en la relación fundamental que les dio origen. Dónde se hace necesaria esa abstracción? Indudablemente entre el deudor y el
tercero de buena fe, quien no intervino en esa relación fundamental que le dio origen y que va a ser titular de un nuevo derecho
autónomo como expresáramos en el párrafo anterior.
Como bien señalan algunos autores, existen títulos causales, o causados ( caso de aquellos que son representativos de
mercaderías, como el Warrant ) en donde consta el negocio principal que les dio nacimiento ; incluso el mismo “conforme “ tuvo
su origen en la compraventa e mercaderías ....”conforme a mercaderías por igual valor”....Sin embargo esto no impide muchas
veces la circulación.
Ahora bien ,en el caso de los títulos cambiarios éstos son esencialmente abstractos, desvinculándose de esa causa que originó
su creación toda vez que comienzan a circular.
Queda claro la posibilidad de oponer excepciones por el deudor basados en la causa que les dio origen en aquellos títulos
valores que son causales , pero también queda claro la imposibilidad de oponer esas excepciones en los títulos que son
abstractos, y en esto la doctrina es unánime , siempre que estemos en presencia de terceros de buena fe.
En nuestro derecho las posiciones doctrinarias han coincidido en el concepto de abstracción, así como en la inoponibilidad de
excepciones causales y personales al tercero de buena fe; sin embargo y dado el tenor literal del Dec. Ley 14.701 en su art. 108,
las posiciones se han dividido a la hora de analizar si existe abstracción entre partes inmediatas , es decir entre aquellos mismos
que dieron origen al negocio principal del cual surgió como parte de ese acuerdo el título valor sin que este haya previamente
circulado.
Al decir del Dr. S. Rippe “ en estos casos la abstracción entendida en sus consecuencias prácticas como imposibilidad de deducir
excepciones basadas en la causa ya carece de sentido y deja de tener fundamento en cuanto preexiste una relación negocial
entre las mismas partes intervinientes ,esto es, el poseedor del título valor es el mismo que participó en el negocio sustancial y así
también el deudor ,dándose exacta identidad y coincidencia personal entre las partes de la relación fundamental y de la relación
cambiaria....”.
Esto último nos lleva directamente al tercero de los elementos objeto de estudio, es decir la posibilidad de la oposición de
excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario.
1.4. La inoponibilidad de excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario.
Simplemente y previo a buscar las interrogantes a las respuestas iniciales planteadas, establecer claramente las posiciones
doctrinarias actuales en nuestro derecho, a efectos de ver los argumentos vertidos y analizar si la legislación vigente en materia
de relaciones de consumo rompe con los criterios mayoritarios sustentados actualmente.
En este sentido recordemos que nuestra justicia ha desestimado de plano y muchas veces sin necesidad de exámen alguno las
excepciones que no surjan de la taxatividad del art. 108 de la ley de títulos valores. La argumentación ha sido siempre la
abstracción de los títulos de crédito donde la causa no está presente, y donde la declaración unilateral de voluntad de su creador
lo obliga frente a cualquier legítimo tenedor independientemente de la causa que lo originó.
Esta inoponibilidad ha sido entendida incluso entre partes inmediatas , pero lo que es mayor aún entre poseedores de mala fe y
esto se ha entendido así por debido a la enumeración del art. 108 del Dec. Ley 14.701 que reza..”Contra la ejecución de las letras
de cambio no se admitirán más excepciones que .....”......” cualquier otra excepción fundada en las relaciones personales entre el
actor y el demandado , no obstará al proceso ejecutivo....”.
En algunos casos, y para ciertos autores como Teitelbaum la inoponiblidad de las excepciones causales rige también en el juicio
ordinario posterior ya que el mismo no deja de ser cambiario, más allá de que aquí no regiría la limitación de excepciones .
Entendemos como bien señala Isaac Gorfinkiel, que las excepciones causales son una especie dentro del género excepciones
personales, siendo las personales causales “...las que impugnan la validez o eficacia del negocio fundamental por falta o vicios
del consentimiento , de causa u objeto o ilicitud de los mismos ...” más adelante agrega como otras excepciones personales
causales, el incumplimiento y las causas o modos de extinción de la obligación fundamental ( pago, compensación, remisión,
confusión etc.) ....” son excepciones personales no causales las que se originan en las llamadas relaciones adyacentes ....”
En definitiva más allá de la definición que intentemos buscar de excepciones causales o personales, lo importante es la
inadmisibilidad consagrada por nuestros tribunales respecto de otras excepciones que no sean las admitidas por el texto legal. La
lista de acuerdo con las posiciones mayoritarias es taxativa.
La posición minoritaria sostenida básicamente por el Dr. Rippe, no ha tenido asidero legal.
El fundamento lógico de su estudio, basado en los principios generales de nuestro ordenamiento jurídico, y en la justicia y equidad
como valores supremos, se enfrenta entonces a la taxatividad aparente del texto legal o tal vez a la imprevisión del legislador, que
seguramente tratando de proteger la circulación de los títulos de crédito como forma de brindar seguridad jurídica a la negociación
, dejó en nuestra opinión un texto legal de cuya interpretación se tutela la mala fe, ya que el poseedor de mala fe podría invocar
un derecho autónomo ante la inoponibilidad consagrada.
El prestigioso doctrino continúa diciendo:...”En efecto , la interpretación estricta impacta y vulnera principios elementales de
carácter general y esencial de nuestro ordenamiento jurídico : la justicia como solución moderadora y equilibrante del desajuste
justicia –ley; la buena fe como valor implícito en toda relación humana tutelada por el Derecho; la economía procesal como
mecánica procedimental para la abreviada y convergente resolución de conflictos de intereses independientes...”
En definitiva y es en resumen el objeto de la posición minoritaria, ésta entiende como admisibles las excepciones causales en el
juicio ejecutivo cambiario en el caso de interpartes inmediatas y en relación de poseedores de buena fe.
Se nos ocurre pensar en una compraventa con un saldo de precio por el cual se firmaron vales. Dichos vales no circulan
quedando en poder de quién se obligó a cumplir con la prestación acordada en la relación fundamental.¿ No parecería lógica la
posibilidad de oponer la excepción de contrato no cumplido frente al incumplidor de su obligación recíproca? ¿De no haber
circulado el título, parece razonable quedar sujetos a la mala fe contractual por el mero hecho de haber firmado un título valor? La
conclusión creemos como lo sostiene el Dr. Rippe, tiene su fundamento en razones de justicia y equidad.
Indudablemente de haber circulado dicho título valor, comienza a cumplir la función solutoria para la cual fue creado, generando
respecto de ese tercero de buena fe un derecho autónomo y originario. En este caso la abstracción cobraría plena vigencia
haciendo inoponible toda excepción causal.
2. La normativa vigente en materia de relaciones de consumo.
2.1 Caracteres.
La consagración del marco normativo que regula las relaciones de consumo en la ley 17.250 (con sus mofificativas) y su decreto
reglamentario 308/002, tiene por cometido como referíamos primariamente el hacer del consumidor un elector más libre, cuy
consentimiento no esté viciado, protegiendo la buena fe contractual como principio básico. De allí que la columna vertebral de la
normativa vigente sea la información. El saber porqué y para qué, como forma de que el consumidor no se vea sorprendido en su
buena fe. La definición de consumidor es clara ..”toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza productos o servicios como
destinatario final en una relación de consumo o en función de ella....”lo cual nos da una noción amplia de consumidor, no ya quien
contrata directamente un producto o un servicio sino quién lo utiliza como destinatario final en una relación de consumo. En este
aspecto nos detendremos más adelante.
Dentro de las notas más distintivas , destacamos que se consagra en la ley 17.250 y en su decreto reglamentario, el “derecho al
arrepentimiento”, es decir a rescindir unilateralmente el contrato siempre y cuando el servicio o producto fuera adquirido en
determinadas condiciones y en un plazo determinado que marca la ley. Esto para nosotros adquiere una gran importancia. No
sólo porque quiebra con los principios generales de nuestro derecho en materia contractual ( recordemos que los casos de
rescisión unilateral en nuestro derecho son muy pocos) ya que se establece la posibilidad de arrepentirse ante la toma de una
decisión después que las partes pactaron cosa por precio, sino porque además ingresa en el terreno de los títulos valores, ya que
esas adquisiciones pueden haberse realizado a través de una tarjeta de crédito o bien mediante la suscripción de títulos valores
como pago por la adquisición del servicio o producto respectivo.
2.2. La adquisición de productos o servicios mediante el pago a través de títulos valores.
La capacidad de los títulos valores y su función como sustitutivos de la moneda y facilitadores del crédito, hacen que muchos
productos o servicios se adquieran a través del llamado “crédito de la casa “ mediante la suscripción de un título valor ( la firma de
un vale o conforme) o simplemente el pago de los mismos a través del instrumento de la técnica bancaria llamado cheque. Por lo
planteado anteriormente en primer término la figura del consumidor no tiene porqué coincidir necesariamente con la del creador
del título valor, pero de ser así, procederá dentro de las condiciones previstas, la rescisión unilateral del contrato con las
consecuencias descriptas anteriormente, es decir la devolución del producto al proveedor y la cancelación de las obligaciones ,en
este caso respaldadas a través de un título valor , como si éstas nunca hubieran existido.
3. La problemática planteada.
Es hora entonces de volver a plantearnos las tres interrogantes objeto de este trabajo.
3.1 ¿ La ley que regula las relaciones de consumo quiebra con el principio de la autonomía de los títulos valores de contenido
cambiario?
En la primera de las hipótesis planteadas, y ante la cancelación de obligaciones asumidas ante emisores de tarjetas de crédito,
pueden darse diversas situaciones:
a) El vale de la tarjeta de crédito dentro de los cinco días hábiles que marca la ley no haya circulado respecto de su tenedor
originario (proveedor de productos o servicios). En este caso pensamos que en cierta forma no hay alteración alguna de la
autonomía del título valor en virtud de que el derecho no es nuevo ni autónomo sino emanado de la relación fundamental en
virtud de la no circulación del mismo, por lo que procedería a nuestro entender la devolución del producto ,así como del vale, el
cual debería retornar a su creador.
b) El vale es entregado de inmediato por el proveedor de servicios al emisor en virtud de la triple relación que supone el contrato
de tarjeta de crédito y que traba relaciones jurídicas de distinta naturaleza : entre emisor suscriptor, entre emisor proveedor, y
entre suscriptor poveedor. En este caso, si bien la situación es más compleja podrá discutirse si en definitiva la circulación del
vale a manos del emisor, hace nacer un derecho autónomo respecto de este que es alterado por la voluntad del creador
invocando extrajudicialmente argumentos de origen puramente causal, es decir el haberse arrepentido ante la adquisición del
producto o servicio por razones de distinta índole seguramente nacidos en la relación que le dio origen. En todo caso habrá que
analizar en profundidad si no estamos ante la presencia de dos tenedores originarios: por un lado el proveedor en base a la
relación fundamental que originó la creación del mencionado título valor y por otro lado el emisor cuya relación fundamental ( el
contrato de apertura de crédito y cuenta corriente exclusivo para el uso de la tarjeta de crédito) pactó de antemano en dicha
relación contractual la forma en que se iba a obligar el usuario de la tarjeta, por lo que creemos que en ambos casos no se
alteraría la autonomía del título valor sino la libre circulación del mismo.
c) Nos preguntamos sí que sucede entonces ante la circulación del vale originado en la adquisición de ese producto o servicio,
tanto por el proveedor a otro comerciante ( situación muy común) o por el propio emisor. ¿Cuál es la situación de los terceros
tenedores del título valor respectivo? Tanto para los causalistas como para los que no lo son , el problema es ver si la ley que
regula las relaciones de consumo quiebra en esta caso el principio de autonomía de los títulos valores. Entendemos en este caso
que debe regir la buena fe contractual, por lo que ante la circulación del título valor, los terceros de buena fe ( y sobre esto habrá
consenso) no podrán verse afectados. Estamos entonces ante una situación no prevista por la legislación vigente en materia de
relaciones de consumo ante la posibilidad que tiene todo título valor de entrar en circulación y generar a partir de ese momento un
derecho autónomo ,originario diferente al anterior.
Sin duda que la no restitución del título valor, más allá de la devolución del dinero hará incurrir tanto al proveedor como al emisor
en responsabilidad de acuerdo a lo establecido en la ley 17.250 en sus arts. 32 y ss, que establecen el concepto de
incumplimiento y sus respectivas sanciones. Cabe destacar nuevamente que al ser documentos de presentación y de rescate, la
cancelación de los mismos implica necesariamente su devolución a su creador o eventualmente a quién efectuó el pago, ya que
los efectos novatorios no se presumen. Recordemos además que en materia de títulos valores aunque no se hubiesen pactado
intereses, igual se deberán los moratorios a partir de la caída en mora de acuerdo a lo que se desprende del Dec.ley 14.701 en su
art.100 con los perjuicios que ello pueda acarrear.
3.2¿ Altera en alguna medida la legislación en materia de relaciones de consumo la abstracción y la circulación de los títulos
valores de contenido dinerario?
Como ya vimos el consumidor final puede del momento mismo en que la relación fundamental, que dio origen a dichos títulos
valores, en determinadas condiciones que la ley establece, evitar la libre circulación de los mismos obligando a sus tenedores a
la restitución como si la obligación jamás hubiera existido.
Nos preguntamos entonces : se altera la abstracción del título valor? ¿es posible que el desprendimiento de la relación
fundamental quede sin efecto? Y de ser así ¿ cuál es la opinión de los anticausalistas? ¿cómo solucionar el problema de que ni
siquiera entre interpartes inmediatas tienen cabida aspectos que hacen a la relación fundamental?
En este caso en particular, creemos firmemente que sin duda la legislación vigente en materia de relaciones de consumo estaría
alterando la abstracción del título valor así como está concebida por nuestra doctrina. La posibilidad que la propia causa que le
dio origen sea la esgrimida a efectos de impedir la libre circulación y el desmembramiento de la obligación principal y el negocio
jurídico que lo originó.
Indudablemente esta norma se torna ineficaz ante la circulación del título no pudiendo afectar a terceros de buena fe, pero entre
partes inmediatas e incluso frente a terceros de mala fe, creemos la solución podría ser otra.
Más allá de la discusión doctrinaria de si leyes posteriores y especiales derogan leyes anteriores, creemos que en materia de
relaciones de consumo la intención del legislador fue clara: proteger a la parte más débil del contrato, y equilibrar las fuerzas en el
mercado, pero por sobre todas las cosas tutelar la buena fe contractual por lo que terceros de mala fe creemos no podrían
ampararse en el marco de una relación de consumo en la inoponiblidad de excepciones causales o personales del demandado
siempre y cuando éstas tengan su origen en las condiciones exigidas por el art. 16 de la ley 17.250.
3.3¿ Consagra la ley que regula las Relaciones de Consumo la teoría causalista en cuanto a la admisibilidad de excepciones
causales en el juicio ejecutivo cambiario?.
Del párrafo anterior se desprende a nuestro entender claramente la respuesta a esta interrogante. De cumplirse las condiciones
exigidas por el texto legal, es decir, si nos enfrentamos a una relación de consumo concebida en el marco del artículo 16, y se
cumplieron las etapas requeridas ( aviso fehaciente al proveedor y emisor ) dentro del plazo establecido, creemos se consagra a
texto expreso la posibilidad de oponer excepciones causales en el juicio ejecutivo cambiario promovido en virtud del título valor
originado en esa relación de consumo. El legislador consagró esta posibilidad a texto expreso, por lo que prosperaría entre partes
inmediatas y frente a terceros de mala fe, la excepción de haber usado oportunamente de la facultad otorgada por la ley 17.250,
de rescindir el contrato y obtener la restitución del título valor respectivo.
Sin duda nos enfrentamos ante la intención clara del legislador, donde de configurarse las condiciones exigidas por el art. 16, la
relación de consumo se extingue, pero además se extingue el pago sin importar el instrumento utilizado para hacer efectivo el
mismo con las consecuencias señaladas anteriormente.
La promoción de un juicio ejecutivo cambiario en virtud de un título originado en una relación de consumo y en la cual el
consumidor optó por las facultades que le acuerda la ley en determinadas condiciones , es sin duda un caso de notoria mala fe
contractual, que sin duda es interés de la ley 17.250 erradicar. ¿ Como se soluciona el problema de la inoponibilidad que surge de
la enumeración taxativa del art. 108 y la obligación impuesta por la ley de restituir el título valor al creador ante su voluntad de
rescindir el negocio principal que le dio origen? Será sin duda una cuestión de amplio debate, pero particularmente pensamos y
reiteramos nuestra posición de que sólo en los casos previstos y consagrados a texto expreso por la norma analizada, el Juez
deberá apartarse del criterio anticausalista utilizado hasta el momento y consagrar, basados en principios de equidad, justicia y
buena fe contractual la solución prevista en la ley que regula las relaciones de consumo.
Al decir del Dr. Rippe : ...” la única interpretación auténtica es la del propio legislador de acuerdo con el art. 12 del Código Civil y
adicionalmente , que lo más importante no es la voluntad del legislador sino la voluntad de la ley tal como está expresada en ella
misma ya que la ley cobra vida independiente y autónoma susceptible de desarrollo y evolución propia.
Cuál sería la excepción causal oponible?, indudablemente de rescindirse el contrato, desaparece la causa que dio origen a ese
título valor , por lo que pensamos que la falta o ausencia de causa y todo lo que se relacione con la inexistencia de la misma
podría constituirse en una excepción admisible, en virtud de que para ello se utilizó el mecanismo otorgado por la legislación
vigente.
Por supuesto que deberá probarse dentro del trámite del juicio ejecutivo que el consumidor hizo uso de la opción otorgada por la
ley dentro del marco establecido.
4. Conclusiones. Nuestra opinión.
Como podemos apreciar el estudio realizado no pretende agotarse en sí mismo sino sentar las bases para una discusión
tendiente a solucionar los problemas analizados. Conjugar la necesidad de proteger al acreedor cambiario otorgando seguridad
jurídica y certeza a la circulación de los títulos de crédito, con la necesidad de proteger al mismo tiempo al destinatario final de
una relación de consumo, no parece fácil. Sin embargo se deberán encontrar los mecanismos tendientes a la unificación de
criterios que tiendan a armonizar el contexto de la legislación comercial vigente.
Deberá tenerse presente además que:
a) Las relaciones de consumo concebidas como tales, carecían de regulación y conceptualización específica en el momento
histórico en que fueron aprobadas las leyes que rigen a los títulos valores por lo que sólo encontrábamos normas aisladas . Es
indudable que las contingencias históricas, el contenido cambiante del Derecho comercial y la legislación comercial que nace
producto de esas necesidades históricas, hicieron que el legislador buscara regular específicamente las relaciones de consumo
independientemente de si existían normas anteriores en áreas diversas.
b) En materia de títulos valores , y siempre que nos enfrentamos a una relación de consumo generada en determindadas
condiciones, donde exista la necesidad de proteger el consentimiento libre del elector, la oportunidad de meditar acerca de la
adquisición realizada y de si ésta no fue producto de una técnica agresiva o persuasiva de ventas, debemos tener presente que
el legislador tuvo especial interés de regular en base a las necesidades históricas, regionales y mundiales que habían surgido esa
relación jurídica específica. Todo ello sin duda producto de la situación de inferioridad acentuada en que se encontraba el
consumidor absorbido por los cambios de la vida moderna (la publicidad, la rapidez en las comunicaciones, la informática etc.).
c) Sin ingresar en una discusión doctrinaria de si leyes posteriores o anteriores prevalecen si son específicas o no, creemos que
la intención del legislador fue clara : regular una materia pendiente hasta el momento, unificar criterios y abarcar TODO AQUELLO
QUE SE CONSIDERE UNA RELACIÓN DE CONSUMO, donde queda vigente, indudablemente aquella normativa específica y
complementaria inherente a cada área del derecho.
En definitiva pensamos que la legislación en materia de relaciones de consumo consagra para casos muy concretos y dentro de
determinadas condiciones la posibilidad de oponer excepciones causales al tenedor originario tratándose de partes inmediatas o
de terceros de mala fe.
Creemos importante que una norma imponga la obligación tanto al proveedor tenedor de un título valor como al emisor de la
tarjeta de crédito de retener en los casos citados cuando la relación tuvo origen en la forma descripta por el art. 16 de la ley
17.250 por un plazo determinado la documentación de referencia evitando la inmediata circulación del título valor, que en
definitiva viene a quedar sujeto a condición por un plazo de cinco días hábiles a partir de la adquisición del producto o del
servicio determinado.
Entendemos por último que la consagración de oponibilidad de excepciones causales en los casos mencionados ,lejos de afectar
la seguridad en el crédito y la circulación como mecanismo principal de las relaciones cambiarias, fortalece la buena fe
contractual sobre la cual debe reposar necesariamente todo el ordenamiento jurídico vigente.

VAMOS A VER AHORA UN ARTÍCULO DOCTRINARIO DEL DR. MILLER SOBRE TÍTULOS VALORES Y TÍTULOS
ELECTRÓNICOS:
I. LOS MEDIOS DE PAGO ELECTRÓNICOS Y LOS TÍTULOS VALORES. ¿FIN DE UNA ERA?

1.La noticia del periódico El Observador del 21 de Diciembre de 2016 (página 9) no deja dudas: se lanza el primer servicio de
pagos digitales diferidos para empresas (aunque suponemos que en el futuro extendido a personas físicas) con la finalidad que
manifiesta el Presidente del BCU al respecto que “la idea es que para todo lo que antes se hacía con papeles, billetes, cheques,
ahora se pueda hacer con medios electrónicos”. El Presidente del BROU complementa la idea indicando que “esto lo que hace es
empezar a competirle al obsoleto cheque”, concepto que nos aporta la misma nota periodística. Estas expresiones cuestionan lo
que hasta hoy era indiscutible, esto es, aquello de que los títulos valores constituyen el instrumento más eficaz y perfecto para la
movilización de riqueza y para la circulación del crédito.
2.Las declaraciones anteriores nos imponen algunas reflexiones. ¿Será que los medios de pago electrónicos vienen a reemplazar
a los títulos valores, será el adiós a los títulos valores? ¿Estos medios o instrumentos electrónicos de pago o de crédito no
constituyen acaso títulos valores “de segunda generación” frente a los tradicionales de soporte papel? ¿Es el propio título valor
como concepto y como instituto jurídico el cuestionado o solamente se pone en tela de juicio la materialidad física del documento
sobre el cual se apoya la teoría general de los títulos valores? En cuyo caso bastará una modernización de la ley de títulos
valores en lo que hace a sus conceptos y adecuando sus principios rectores a este nuevo soporte técnico, por ejemplo
introduciendo la desmaterialización del título, pero manteniendo en sustancia el esquema normativo correspondiente a la
circulación, representación, garantía, cobro y cancelación, etcétera de los valores. O por el contrario, estamos presenciando, sin
mucha consciencia, el nacimiento de una nueva era que de lo tecnológico llega también a lo jurídico y toma por asalto a los títulos
valores, para desplazarlos. Acaso estamos ante el comienzo del fin de los títulos valores como instrumento útil al comercio. El fin
de un instituto jurídico de cuño medieval y su reemplazo por otro instrumento. El que como tal obedece a conceptos y
características propias y deberá, en consonancia, tener un marco normativo propio. He aquí las inquietudes que la noticia provoca
y al mismo tiempo la encrucijada en que entendemos que nos coloca esta noticia a los juristas mercantiles.
3.Sigamos con más información. El sistema anunciado se trata de un procedimiento de pagos digitales diferidos (PDD) que le
permite a las empresas pagar y cobrar facturas de manera diferida emulando el uso del cheque de pago diferido. Cuando llegue la
fecha el sistema automáticamente realizará el débito de la cuenta del monto de la factura que vence y el cliente deberá
previamente acreditar en su cuenta los fondos. La compensación es electrónica (SPE). De nuevo se señala que este sistema ha
de permitir el uso de las transferencias electrónicas diferidas como alternativa más eficiente y moderna al tradicional cheque de
pago diferido. Incluso se destaca que se ha de enviar en el año 2017 un proyecto de ley para posibilitar que la transferencia
diferida tenga el carácter de irrevocable y quien la emplee asuma las mismas obligaciones que el emisor de un cheque. Incluso
habilitándose el endoso electrónico de tales medios de pago.
4.En suma, de nuevo la pregunta del título: ¿estamos ante una nueva era y el fin de otra que viniendo desde la Edad Media
culmina? Modernizar la ley de títulos valores y ajustar la teoría general a estos nuevos valores o elementos; o partir de una nueva
ley creada sobre la base del medio electrónico como el objeto de regulación y construir en torno al mismo y sus características
toda una nueva teoría general. De tal manera que coexistan los valores convencionales o títulos valores con su ley y por otro lado
los valores o medios electrónicos con su propio marco normativo y sus principios. He ahí el dilema, parafraseando al Bardo.
5.Dilema que tiene su sentido, como nos lo recuerda ALEGRÍA, en aquello de que “uno de los temas permanentes de la ciencia
jurídica es, sin duda, la constante interacción entre realidad y derecho. Desde antiguo -y en particular en el derecho mercantil- se
viene pregonando la necesidad de construir sobre la base de los hechos reales, frente a las motivaciones, los requerimientos y los
objetivos de la comunidad.”
Realidad que el derecho mercantil debe atender necesariamente para comprender a los empresarios y al mundo en que ellos
negocian, con los actuales instrumentos que emplean. De manera tal de contar con una buena legislación, la que como nos dice
ARGAÑA, se caracteriza por crear y fomentar todas aquellas instituciones destinadas a estimular esos factores del
engrandecimiento comercial. De lo contrario, nos tememos que la ley mercantil en esta temática quede como ley muerta,
abrazada a un instituto y un concepto del mismo como documento físico de uso cada día más residual, en suma haciendo
referencia a categorías jurídicas ya históricas. El Código de Comercio en muchos de sus pasajes así nos lo demuestra.
II. EL TÍTULO VALOR Y SU SOPORTE PAPEL (EL DOCUMENTO NECESARIO)
1. Con el relanzamiento del comercio en la Edad Media y especialmente entre las ciudades-estados italianas surge la necesidad
de favorecer el mismo a través de un instrumento de crédito que permitiera el traslado físico de la moneda, el pago en efectivo.
Razones coincidentes hoy en día con los instrumentos electrónicos de pago. Para atender a esta necesidad fruto de la “realidad
mercantil del medioevo” nace el instituto jurídico del título valor (TV). Documento éste que pretendía, lográndolo, resolver el tema
de generar un elemento que sirviera para el pago o el crédito con las notas de “certeza” jurídica en punto a la exigibilidad del
derecho contenido en dicho título y de “celeridad” en su transmisión o negociación como instrumento. Características que el
mercado de ese entonces y hasta hoy en día exigían y continúan haciéndolo. La teoría jurídica del TV se apoya por tanto en el
“soporte papel”, que era el soporte por excelencia en esa época.
2.La necesidad de apoyarse en ese soporte papel es explicado con mucha claridad por ALEGRÍA, para quien, la circulación
rápida y segura del crédito necesitaba de una apoyatura jurídica sólida. Y como el crédito es un bien inmaterial la doctrina acudió
a un “invento”. “Este consistió en suponer -cosificado- el crédito al incorporarlo a un elemento material (en general el papel) con lo
cual se lograba esa materialidad.”
El crédito o el derecho así consignado en el TV aparece así “cosificado”. Se hace tangible. Para usar la feliz expresión de
ASQUINI que nos trae el citado autor de que “donde está el título está el derecho.” Y por eso es que este derecho ahora
cosificado, corporizado, permite ser llevado con seguridad, ser transferido con certeza y en forma dinámica. Al decir de la doctrina
este documento y la necesidad que el derecho de crédito (inmaterial) estuviera incorporado al soporte papel “suministró los
medios técnicos idóneos para permitir el mentado desplazamiento del crédito a la producción y a la industria, propiciando la
satisfacción de las necesidades económicas de la circulación, a la vez, que lo hizo preservar los valores esenciales de ésta” que
son la certeza en la existencia del derecho de crédito al momento de hacerse con el título valor; la rapidez en las negociaciones
que se practican con dicho documento; y la seguridad en la realización final del crédito al tiempo de tornarse exigible. Esta es, en
resumida manera, la utilidad del título valor prestada desde el medioevo a nuestros días. La objetivación del crédito, aspecto que
permitió prescindir de la persona obligada para posibilitar que el crédito desarraigado de este aspecto personal iniciático pudiera
circular con certeza, con rapidez y con seguridad para sus tenedores legítimos.
En el mismo sentido nos acota RUBIO que los TV han nacido, a pesar de su generalización actual (en la que podríamos incluir la
tarjeta de debido y de crédito) como una institución típica del derecho mercantil, para permitir la circulación rápida y segura de un
tipo especial de bienes: los derechos y en especial los de crédito. Bajo esta óptica es que deben concebirse los TV: para facilitar y
asegurar esa circulación.
Por eso el soporte papel desde el Medievo a nuestros días ha sido el determinante. Hoy asistimos a esa mudanza en el soporte
técnico. El expediente de papel pasa a ser electrónico pero no se altera en concepción o utilidad y el TV ¿por qué no habría de
serlo también?
3. El documento sobre el que se asienta ese derecho cambiario aparece entonces como un presupuesto imprescindible para la
teoría jurídica de los títulos valores. Se hace necesaria su existencia y su tenencia y presentación para ejercer el derecho
contenido en el mismo. Son títulos de presentación, se afirma y podríamos agregar de rescate también. Tal es así que el
documento en el plano jurídico de la teoría de los TV se lo ubica como cumpliendo diversas funciones: una constitutiva (por ser el
documento el objeto que contiene el derecho cambiario incorporado a éste, y por tanto, la incorporación del derecho al
documento); la dispositiva (la tenencia legítima del documento es condición imprescindible para ejercer el derecho contenido en el
mismo, tal tenencia regular inviste al sujeto acreedor); y finalmente la probatoria (esta es común a todo documento).
Sobre el particular FERRI señala que con la incorporación del derecho al documento, y por tanto hacerlo objetivo, se encontró la
llave para la solución de los diversos problemas que se presentan, léase la certeza del crédito y su circulación. En este marco
conceptual, nos dice, que la llamada incorporación del derecho al documento configura una imagen plástica que expresa con
evidencia la conexión entre documento y derecho.
Para WINIZSKY esta incorporación del derecho al documento es mucho más que una imagen plástica, no solamente vale como
explicación doctrinaria sino que es el principio jurídico sobre el que se asienta el concepto y marco legal de los TV. Acuña otra
frase igualmente potente: “dentro del título, todo; fuera de él, nada.” Consignemos que nuestro DLTV 14.701 recepta la
incorporación, la necesidad del documento y la investidura que el mismo otorga al legítimo tenedor todo ello al proclamar que el
TV es un documento (físico, al decir de la doctrina) necesario para ejercer el derecho contenido en el mismo y que la exhibición
del mismo es fundamental para ejercer el derecho en él contenido (arts. 1 y 6). Por eso es que se ha afirmado en nuestra doctrina
que en el TV el documento tiene la mayor importancia y en tal sentido “consignar” alude a dejar asentado por escrito reforzando la
idea de la necesidad del documento para la existencia del TV.
4. Volviendo a las notas de rapidez y seguridad y que dan sentido al TV como tal, digamos que la materialidad del crédito,
cosificándolo y objetivando al derecho inserto en el documento, tal circunstancia le confiere tanto (a) certeza en cuanto a la
existencia jurídica del crédito como (b) rapidez o dinámica, a través de la ausencia de requerimientos formales, para su
circulación, notas que son destacadas en la doctrina cambiaria.(*10) De manera tal que el TV sirvió como elemento jurídico para
el desarrollo del comercio. En nuestra doctrina fue ROCCA quien gráficamente señala “los papeles de comercio, le pusieron alas
a la vida comercial” permitiendo la multiplicación indefinida de las operaciones mercantiles. Misión cumplida hasta hoy. Ahora los
TV afrontan nuevos desafíos desde el ángulo del soporte técnico los que se trasladan al campo jurídico.
5.En suma podemos afirmar que el TV se corporiza en el documento con soporte papel porque éste era el medio técnico
imperante en la época. Ahora bien, si mantenemos esta premisa, el TV concebido con como un derecho corporizado en un
documento y con la finalidad de circular, fuera de toda consideración respecto del soporte que adopte, por qué no pensar que tal
concepción se mantiene válida y útil al comercio, pese al cambio tecnológico. Reflexionemos sobre esta apreciación.
III. MEDIOS ELECTRÓNICOS: ¿UN CUESTIONAMIENTO DIRIGIDO A LA MATERIALIDAD DEL TV?
1. Si este nuevo mundo electrónico que ha llegado pretende dejar indemne al TV como instrumento y con él a toda la teoría legal
que le rodea, en tal caso, la alternativa parece indubitable: se impone una pronta modernización del DLTV. Incorporar la
desmaterialización del TV como concepto fundante del mismo y con ello conjuntamente introducir el elemento electrónico en el
régimen legal de los TV. Adecuar el endoso a la vía electrónica, la circulación del TV en general, el aval, la emisión y
representación, la aceptación de la letra de cambio, el protesto o las acciones de cobro del TV, incluso la cancelación del TV. Una
cuidada revisión de la LTV que permita traer a dicha ley, con utilidad, a este nuevo mundo. O sea, trabajar desde el concepto del
TV para dotarlo al mismo de un nuevo enfoque y con ello volverlo a su lugar de preeminencia como instrumento comercial.
2. En este esquema de pensamiento puede tomarse como ejemplo el proyectado Código de Comercio brasilero, redactado por
COELHO ULHOA, en donde se recepta un nuevo concepto del TV basado en soporte papel o bien en soporte electrónico, al
punto que se conceptúa al TV como aquél documento cambiario o electrónico que contiene la cláusula cambial (Art. 445). Bajo
esta premisa se adecuaría todo el esquema legal de los TV.
3. Ahora bien, una reflexión. ¿Sería tan complejo conciliar que el TV abandone su soporte físico, deje su materialidad física y pase
a ser desmaterializado, receptando el soporte electrónico? No lo creemos. Veamos.
4. Si se observa el DLTV 14.701 el mismo alude al documento, identifica al TV como el documento y lo declara necesario.
Adicionalmente el texto legal expresa que el derecho que se incorpora al documento surge como tal porque se consigna en el
documento (Art. 1). Y se señala que consignar es asentar lo que debe hacerse en un papel. Comentario puntual: es cierto que
consignar, entre varios significados, tiene el de asentar, anotar.
Pero también no es menos cierto que se puede, en una interpretación analógica, entender que el consignar o asentar se puede
verificar tanto respecto de un documento en soporte papel como en uno de tipo electrónico. En cuyo caso la expresión legal deja
de ser determinante. Sigamos con el análisis. Luego hay varias referencias al suscritor del TV (Arts. 8, 9, 14). Comentario:
actualmente nuestro país tiene aprobada la firma electrónica y la certificación electrónica de firma con lo cual es factible
legalmente suscribir un documento en soporte electrónico. Por tanto nuevamente se abre un puente legal interpretativo para
propiciar esta conciliación.
5. Examinemos ahora el concepto de “documento” que la ley exige. Primera comprobación: no hay en el texto legal (DLTV)
ninguna indicación sobre qué debe entenderse por tal. Si en papel o en otro material. Quizás era tan obvio en 1977 que no se
previó. No obstante, la doctrina comparada registra casos de documentos en otros materiales (esteras de madera, ladrillos, tapa
de caja de habanos, manteles, esculpido en granito, o esteras de barro, etcétera) y la discusión de si conforman cambiariamente
documentos o no. Lo de la tapa de caja de habanos fue discutido en los tribunales austríacos y se declaró válido el TV asentado
en tal curioso soporte. Por eso hacía bien CÁMARA cuando tras recordar la definición de VIVANTE de los TV como un documento
necesario, se preguntaba ¿qué es un documento? Y reseñaba que para algunos se trataba de cualquier cosa idónea para la
representación de un hecho, aludiendo a CARNELUTTI. Segunda comprobación: con este concepto el documento electrónico
ingresa en la misma al tener la capacidad de representar un hecho. La certeza del documento en cuanto a su autenticidad será
saco de otro costal y a ello alude la normativa sobre firma electrónica certificada. No obstante para CÁMARA este concepto es
demasiado lato ya que no exige escritura. Comentario puntual, resulta que el documento electrónico exige escritura. Por tanto, la
crítica se desvanece en este punto. Concluye CÁMARA en que por documento debe entenderse algo corporizado, una res
mobilis, por su aptitud circulatoria, lo que implique “excluyendo cualquier forma verbal carente de materialidad o de una
declaración grabada en un disco o cinta magnética que no lleva la firma del librador.” Por tanto para este autor documento es
sinónimo de hoja de papel pero nos advierte que a pesar de ello y sin ignorar la práctica, ante la falta de prohibición expresa cabe
redactar la letra de cambio en cualquier material idóneo distinto, siempre que pueda trasmitirse -mueble- por la función
económica. No correspondería argüir la nulidad de tal título de crédito.” Y termina señalando que es irrelevante el documento
impreso, manuscrito, o mecanografiado, así como tampoco hay exigencia alguna sobre el material para escribir, tinta, color,
diseño.
Tercera comprobación: normalmente el documento es una hoja de papel pero esto no deja de ser la costumbre, la regla general,
no obstante sin asidero legal en el sentido que no se pueda emplear otro soporte que no sea el papel. Y si se hace con otro
soporte, no hay nulidad en ello. Nuevamente se tiende el puente interpretativo. Si se admite soportes que no sean en papel en
tanto sean transmisibles porque no admitirse documentos electrónicos en tanto éstos sean transmisibles y certeros.
6. En la doctrina nacional también esta cuestión se ha presentado. Se señala en la doctrina nacional que el documento es un
escrito en papel, aunque podría consignarse un derecho en algo que no fuera un papel. “En un sentido lato, también, es un
documento una piedra o una pared pero, como es obvio el DLTV no se refiere a tales tipos de documentos pues ellos no servirán
para cumplir la función que los títulos valores normalmente desempeñan en el comercio.”
O sea la circulación. Evidentemente cuando se aprobó el DLTV no se pensaba en otros documentos que no fueran los de soporte
papel. Pero actualmente la norma legal, a nuestro concepto, deja abierta la posibilidad de interpretar e incorporar los documentos
electrónicos al marco conceptual de los TV. Así en tanto tales medios o documentos electrónicos de pago o de crédito cumplan
con la triple característica funcional de los TV a la que hicimos referencia (la certeza del derecho, la seguridad jurídica en el cobro
por parte del investido y la rapidez en su circulación) no vemos por qué no deban ser bienvenidos al mundo cambiario. Sin duda,
han de propiciar diversos cambios en la normativa para adecuar la misma a su particular estructuración. Pero conceptualmente no
vemos distantes estos nuevos medios o documentos electrónicos del tradicional título valor físicamente representado.
7. Por tanto, de ser factible extender el concepto del TV a aquel documento que también esté en soporte informático o electrónico,
por qué no se ha de poder partir del DLTV para adecuarla y así dotar a estos TV de nueva generación un marco legal idóneo que
contemple las particularidades de su soporte electrónico y que sea a la vez armónico con los TV tradicionales y sus principios.
Para lograr esto, ya sea: (a) tomando el régimen legal de los TV y procediendo a adaptarlo a estos documentos en soporte
electrónico, con el beneficio de conservar las diferentes interpretaciones tanto doctrinarias como jurisprudenciales en la temática;
o bien, (b) generando un sistema específico para estos documentos electrónicos pero dentro del DLTV de forma tal que la teoría
general de los TV sea común en a ambas especies de documentos tanto en su espíritu como en su propósito de circulación del
título.
8. Hace ya casi treinta años ALEGRÍA tuvo oportunidad de referirse a este fenómeno de la desmaterialización del título valor. Un
fenómeno de base preponderantemente técnica, nos dice, que opera como un revulsivo para los conceptos más asentados de la
teoría de los TV. “La desaparición del soporte papel, provoca una nueva revolución” nos dice, añadiendo que “nos asomamos, una
vez más, a la génesis del derecho del mañana”.
Por eso lo del título de este trabajo, una nueva era acaso. Repasemos. El documento, como hemos referido, es necesario para la
constitución, modificación, transferencia, gravámenes y también para el cumplimiento del derecho representado en el título. Por
tanto sin documento no hay TV. No hay derecho incorporado. Ahora bien, esto supone que todo documento que no esté en
soporte papel no es documento a los efectos del DLTV y por tanto no hay TV ni derecho incorporado. Ciertamente no. Y esto es
justamente lo que se cuestiona ALEGRÍA en el siguiente razonamiento al que adherimos. Se pregunta si es factible descubrir la
existencia de un “documento informático”. Documento que si bien tendrá caracteres diferentes al documento- papel, no obstante
nos ha de permitir aprehender otra noción de “documento” a los efectos legales y con ello servir de sustento a una nueva
construcción teórica. Por eso para ALEGRÍA “el interrogante básico es si la teoría de los títulos valores resiste a esta innovación y
sí, en consecuencia, es aplicable a las modalidades técnicas recibidas de la informática.”
Ya hemos adelantado e intentado aportar las razones para una respuesta afirmativa a esta pregunta. Para el citado profesor si el
cuestionamiento de estos nuevos documentos alude a la materialidad del TV (tal como lo indicamos en el título de este capítulo)
en tal caso la alternativa legal deberá ser la de acudir a la teoría general y a los principios rectores en materia de TV.
De ellos proceder a desplazar ciertos elementos que se consideraban antes como esenciales (como la necesidad del documento
físico, por ejemplo) y que ahora pasarían a ser propios de una especie de TV (aquellos tradicionales). Y sugiere culminar este
proceso con el reservar para la teoría general los caracteres típicos comunes a los documentos TV como género, es decir,
elementos comunes tanto a aquellos en soporte papel como en soporte electrónico. De manera tal que los elementos y principios
comunes a ambas especies de TV serán aquellos que por ley se reputen esenciales para el género TV, o sea para ambas
especies.
Por otro lado, elaborar un marco normativo específico para los nuevos documentos de soporte electrónico, pero dentro del DLTV.
En resumen un marco normativo que comprenda ambas especies de TV en donde la aparición de estos nuevos TV electrónicos
no necesariamente deba desplazar a los tradicionales, sino incorporarlos en un único sistema que comprenda a ambos
documentos y permita su coexistencia y compartir su marco regulatorio (circulación, endoso, pago, representación, etcétera).
IV. MEDIOS ELECTRÓNICOS: ¿UN CUESTIONAMIENTO DE MÁXIMA: EL ADIÓS A LOS TÍTULOS VALORES?
1. El segundo escenario y al que parece aludir la noticia cuando se anuncia que se enviará al Parlamento un proyecto de ley de
medios electrónicos pasa por la premisa de crear una nueva teoría general legal para estos instrumentos. Un marco legal que los
tenga como exclusivo objeto de regulación. ¿Y los TV? Estos irían lentamente deviniendo en categorías históricas, obsoletos. Y su
marco legal en letra muerta comercialmente. Claro no será ni inmediato y ni abrupto, pero esta normativa que aludimos y la Ley
de Inclusión Financiera contribuyen a ello. La desventaja de esta alternativa está en que toda la experticia jurídica, tanto
doctrinaria como jurisprudencial acuñada en estos años de vigencia del DLTV se ha de perder o bien ha de quedar desvaluada.
La solución que se describe en el capítulo anterior, precisamente, procura rescatar esta experticia, adecuarla a las nuevas
tecnologías y mantenerla en valor.
2.De todas maneras, aun en este escenario de máxima como es el adiós a los TV, no dejan de ser rescatables los diversos
institutos propios de los TV los que podrán trasladarse en interpretaciones analógicas a este nuevo marco normativo. Como, por
ejemplo, la normativa sobre el endoso (ahora endoso electrónico) y las variantes del mismo así como los derechos que se
transmiten en cada una de ellas. Pero claro se corre el riesgo que si la normativa no es completa y sistémica entonces jueces y
abogados deberán recurrir a la interpretación analógica o a la integración para colmar estas lagunas legales del sistema de
documentos electrónicos hacia el DLTV (Arts. 16 y 17, C. Civil). Aplicando normativa, principios, conceptos y términos que fueron
pensados para otro tipo de documento y que no siempre será factible acudir a tal remisión. Ciertamente un escenario que, a
nuestro entender, debería evitarse.

RÉGIMEN DE CIRCULACIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES.


La transmisión del título valor significa transmitir, a otra persona, el documento y, con él, el derecho allí incorporado.
El DL 14.701 de Títulos Valores (DLTV) clasifica a los títulos valores en tres categorías, organizando sendos capítulos para cada
una:
- títulos nominativos;
- títulos a la orden y
- títulos al portador.
Cada una de estas categorías tiene un régimen de trasmisión distinto.
La distinta forma en que se crea el título indica su forma de transmisión y el régimen de legitimación para el cobro.
El creador, al adoptar cualquiera de las modalidades - en los casos en que le es posible optar - se autoimpone o impone al
obligado cambiario una distinta diligencia al momento del vencimiento.
En el documento al portador, el deudor paga bien a quien presente el título.
El obligado no debe hacer contralores; paga a quien sea que lo presente.
Si el título es a la orden, se impone, en cambio, una mayor diligencia: el obligado cambiario debe controlar la continuidad de los
endosos e identificar al último tenedor , ver los arts. 48 y 49, DL 14701.
En el documento nominativo, el deudor debe controlar la continuidad de los endosos, debe identificar al último tenedor y debe
verificar que ese tenedor, que figura como beneficiario en el título valor coincida con quien figura inscripto como tal, en el registro.
La modalidad adoptada por el creador no puede ser alterada de acuerdo con lo que dispone el art. 12 del DL 14701: “El tenedor
de un título valor no podrá cambiar su forma de circulación sin consentimiento del creador del título.”
Por ejemplo, si se creara un título valor a la orden, un endosante no puede estampar la cláusula al portador y con ello cambiar el
régimen de transmisión del título valor y aligerar de ese modo la diligencia que el librador impuso al obligado para el momento del
pago.
Títulos valores al portador
Título valor al portador es aquél en el cual no figura el nombre del beneficiario.
Para que un título sea al portador no es necesario que se estampe la mención al portador, el art. 52 del DL 14701: “Son títulos al
portador los que no se expidan a favor de persona determinada, aunque no contengan la cláusula ‘al portador’ y su trasmisión se
producirá por su simple tradición.”
Los títulos valores al portador se trasmiten por la sola entrega, por la simple tradición; no se requiere un título que preceda a la
entrega.
En el régimen vigente, el principio general es que cualquier título valor puede ser emitido al portador, sin necesidad de un texto
legal expreso que lo autorice.
En materia de cheques, el DL 14.412, en su art. 4 inciso 5 autoriza expresamente que se emitan al portador.
Para las letra de cambio, el art 55 número IV del DL 14701, impone que se establezca en el título el nombre de beneficiario .
Se trata de una mención esencial; en consecuencia, no podrá crearse una letra de cambio pagadera al portador.
En materia de vales, el art. 120 que se refiere a las menciones que debe contener el vale, se remite al art. 3, en el que no se
impone que se indique el nombre del beneficiario y entonces vemos que puede concluirse que pueden ser al portador.
Las acciones de sociedades anónimas, las obligaciones y las cuotas partes de fondos de inversión pueden ser al portador. Los
títulos valores públicos, generalmente, se emiten al portador.
Títulos valores a la orden
En los títulos a la orden se incluye siempre el nombre del beneficiario.
En principio, el título que lleve el nombre del beneficiario se entenderá que es a la orden de acuerdo con los arts. 32, inc. 3, y 36.
El título valor a la orden se trasmite por endoso y entrega.
Es suficiente que contenga el nombre del beneficiario para que se pueda trasmitir por endoso y entrega; no es necesario incluir
una mención que diga a la orden.
El DL 14701 no prevé pero tampoco prohíbe que un título creado con inclusión del nombre del beneficiario lleve la cláusula no a la
orden o no endosable u otra similar.
Esta hipótesis se admite expresamente para los cheques, en el DL 14412; aparece entonces un género o modalidad: título valor
con indicación del beneficiario pero que no es nominativo ni a la orden.
Su transmisión se efectúa por el contrato de cesión de créditos no endosables, requiriéndose además tradición.
Podría suceder que el creador lleve registro y al librar el título ponga además la mención no a la orden; en este caso el título se
trasmitirá por cesión de créditos no endosables y, además, por la inscripción en el registro y la tradición.
La cesión de créditos se aplica en los títulos que no son transmisibles por endoso, por ejemplo las acciones escriturales y a los
títulos emitidos a nombre de un beneficiario pero con la cláusula no a la orden.
Títulos valores nominativos
Si contienen la mención de que el creador lleva registro o si el registro es impuesto por una ley, el título será nominativo,
transmisible por endoso y tradición, o – si es no endosable - por cesión de crédito y entrega.
Además, en el caso de los títulos valores nominativos, la trasmisión deberá inscribirse en el registro del creador como requisito
para conferirle legitimación frente a éste.
En los títulos nominativos el nombre del beneficiario debe aparecer en el documento y, también, en un registro que lleva el
creador del título.
En el registro constaran las sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.

ENDOSO.
El endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal, total e incondicional, consistente en una constancia puesta
al dorso del título o en hoja adherida a él, a los efectos de operar como título para la trasmisión de ciertos títulos valores.
Endoso como acto unilateral total e incondicional
Jurídicamente, el endoso es una declaración unilateral de voluntad de carácter formal (solemne), pues debe realizarse siguiendo
las instrucciones legales.
Puede consistir en la sola firma del endosante.
El endoso no se debe notificar al deudor.
A diferencia del endoso, la cesión de créditos es un contrato que se celebra entre cedente y cesionario.
La cesión de crédito se debe notificar al cedido y si no se le notifica o si se le notifica y no lo consiente, el cesionario podrá oponer
al cedido las mismas excepciones que tiene contra el cedente.
El endoso es total porque no se permite la transmisión de parte del derecho incorporado en el título; es puro y simple porque no
puede estar sujeto a condición alguna.
Endoso como constancia en el título valor
El endoso es una constancia que se escritura en el mismo título valor.
El art. 39 del DL 14.701 establece el contenido del endoso su y dice que debe constar en el título o en hoja adherida a él y que
debe ser firmado por el endosante.
Puede consistir en la sola firma del endosante.
Se firma sólo por el endosante.
Clases de endosos
En el art. 43 del DL, se distingue distintos tipos de endosos:
- endoso que trasmiten la propiedad;
- endosos en procuración;
- endosos en garantía.
Cualquiera de los tipos de endosos legitima al endosatario para el cobro frente al obligado, pero el DL 14701 prevé distintos
efectos para cada uno de ellos.
1- Endoso en propiedad
El endoso es el título requerido para poder trasmitir los títulos valores a la orden y, también, los nominativos.
Los títulos valores a la orden son aquellos títulos que se libran a favor de una persona determinada y se caracterizan por ser
transmitidos mediante el acto del endoso a lo que debe agregarse la entrega.
El título nominativo es aquél en que se indica el nombre del beneficiario, el nombre de esta persona debe aparecer en el título
propiamente dicho y, también, en un registro que lleva el creador del título.
La transmisión de éstos títulos se realiza mediante el endoso y entrega del documento.
A los efectos de hacer oponible la trasmisión frente al creador del título, se requiere, además, la inscripción en el Registro que
lleva el emisor.
En el registro constaran las sucesivas transmisiones que se han operado con ese título.
El art. 37 del DL 14701 establece que puede trasmitirse el título a la orden por un medio diverso del endoso.
Ese artículo se refiere a la posibilidad de trasmisión por sucesión o por una cesión de créditos no endosables.
En el caso de sucesión, el adquirente se coloca en la posición del causante, no adquiere un derecho nuevo y autónomo y por lo
tanto el deudor puede oponerle las excepciones que tenía frente al causante.
Para estas hipótesis de trasmisión por vía distinta del endoso, el art. 38 prevé: “Quien justifique que se la ha trasmitido un título a
la orden por medio distinto del endoso, podrá exigir que el Juez en vía de jurisdicción voluntaria haga constar la trasmisión en el
título o en hoja adherida a él.”
El endoso del cheque se encuentra regulado en el DL 14412, tema que veremos cuando estudiemos los cheques.
2- Endoso en procuración
El art. 45 del DL 14701 en su primer inciso establece: “El endoso en procuración se otorgará con las cláusulas ‘en procuración’,
‘por poder’, “al cobro’ u otra equivalente.”
Como podemos apreciar,no hay términos sacramentales ya que el DL 14701 formula tres posibles enunciaciones pero admite
cualquier otra equivalente.
Los derechos que confiere el endoso en procuración se establecen en el art. 45: derecho a cobrarlo, judicial o extrajudicialmente;
derecho a endosarlo en procuración.
El endosatario podrá nuevamente endosarlo, pero sólo en procuración, ya que el endosatario no puede trasmitir más derechos
que los que él tiene.
La profesora Rodríguez Olivera dice que no se incluyó el derecho de realizar todas las diligencias necesarias para conservar los
derechos que derivan del título (protestos, avisos, etc.) en cuanto correspondan, pero ella entiende que son facultades implícitas.
El inc. 2 del art. 45 en su parte final, tiene un contenido complejo.
En primer lugar, prevé el efecto de la muerte o incapacidad del endosante en procuración.
Se establece que el mandato no termina ni por la muerte ni por la incapacidad - debe entenderse sobreviniente - del endosante.
La norma es derogatoria de los principios generales en materia de mandato, por los cuales la muerte o incapacidad del mandante
son causa de extinción del mandato.
En segundo lugar, regula la revocación del mandato conferido por endoso y establece que la revocación produce efectos frente a
terceros, cuando la revocación se anote en el título o cuando la revocación sea judicial.
Si se obtuvo una declaración judicial, aunque no lo diga la Ley, deberá notificarse la sentencia declarativa al deudor o deudores
cambiarios.
El art. 50 del DL 14701 contiene una norma específica para bancos.
En dicho artículo se establece que los bancos que reciben títulos para acreditar en la cuenta del tenedor, pueden presentarlos al
cobro, aun cuando esos títulos no hayan sido endosados a su favor.
Entonces sabemos que los bancos, aun cuando no aparezcan como endosatarios, podrán percibir el importe de los títulos valores
y el deudor que paga a un banco paga bien.
El DL 14701 impone una sola formalidad y es que los bancos firmen en el propio título o en una hoja adherida, que han recibido
su importe y la calidad en que actúan, esto es, por cuenta de quién efectúan la cobranza.
3- Endoso en garantía
Para el endoso “en garantía” o “en prenda” no hay términos sacramentales, pudiendo utilizarse cualquier otra expresión
equivalente.
El art. 46 del DL 14701 nos dice cuál es la eficacia de tal endoso, establece que constituye un derecho prendario sobre el título.
Entonces quien endosa en garantía, está dando el título en prenda, bajo el régimen de la prenda común regulado por el Código de
Comercio.
El art. 46 establece que el endoso en garantía confiere al endosatario los derechos del acreedor prendario. Tales derechos son los
establecidos en el art. 759 del CCom: practicar los actos conservatorios del crédito y cobrar el importe del título y sus intereses. El
art. 46 agrega que el endosatario tiene, además, las facultades que confiere el endoso en procuración, esto es, la cobranza
judicial o extrajudicial y de endosarlo nuevamente en procuración.
El inc. 2 del art. 46 reitera, para el endosatario que recibe el título en garantía, el carácter de la autonomía que tiene el derecho
consignado en el título valor.
El acreedor prendario adquiere un derecho autónomo frente al deudor, quien no puede oponerle las excepciones que hubiera
podido oponerle a anteriores tenedores.
El endoso en garantía es el que confiere al endosatario los derechos que corresponden al acreedor prendario y que le permite,
además, endosarlo en procuración.
Derecho de preferencia y de persecución
La prenda acuerda al acreedor un derecho real de preferencia y de persecución. De preferencia, porque excluye a otros
acreedores en caso de concurso.
Cobra antes que los demás, con el importe del bien prendado y cobra todo. Incluso fuera de concurso, en caso de que un tercero
ejecute el bien prendado, el acreedor prendario se puede oponer con su mejor derecho y cobra primero. El art. 1741 del Código
de Comercio establece en su inc. 1: “Para que el acreedor prendario pueda usar del derecho que le acuerda el artículo 1737, es
necesario que se encuentre en posesión de la cosa, y que el contrato de prenda conste por escritura pública o por documento
privado, cuya fecha resulte comprobada por cualesquiera de los medios de prueba admitidos en materia comercial”.
De persecución, porque aun cuando el bien sea enajenado por su dueño, el acreedor puede ejecutarlo de todos modos,
siguiéndola en manos de su nuevo dueño y la venta le es indiferente.
Derecho de retención
El acreedor tiene derecho de retención del bien prendado en tanto no se le pague la deuda.
El art. 761 permite retener el bien prendado, también, para cubrir los gastos para la conservación de la cosa (inc. 3, art. 761).
Otras clases de endosos:
1- Endoso en blanco
El endoso en blanco está previsto en el art. 42, se trata de una forma de endoso en que se deja un espacio en blanco y, luego, se
firma por el endosante.
Para tal hipótesis, la Ley autoriza a que cualquier tenedor llene el blanco con su nombre o el de un tercero.
El art. 41 también autoriza a que se trasmita el título sin llenar el claro y el tenedor que recibe el título podrá entregarlo a otra
persona, quien llenará el claro con su nombre.
Debe entenderse que para poder requerir el pago, el último tenedor tendría que completar el endoso.
El art. 42 viene a desarrollar lo dispuesto en la primera frase del art. 40, en que se prevé la omisión del nombre del endosatario y
para tal caso remite al art. 4 que autoriza al tenedor a llenar la omisión.
2- Endoso al portador
Se trata del caso en que el endosante estampe un endoso que podría ser así:
“Montevideo, 13 de marzo de 2018. Endoso en propiedad al portador”.
Pero podría tener, también, el siguiente texto: “Al portador”.
El art. 42, inc. 2, dice que este endoso produce los efectos de un endoso en blanco.
Y esto quiere decir que, tanto en este caso como en el anterior, el título no deja de ser “a la orden”; es decir, no pasa a ser un
título “al portador”, ya que La Ley de circulación no puede ser variada por la sola voluntad del tenedor (art. 12).
Y cuando llegue el vencimiento, el deudor deberá actuar con la diligencia requerida por el art. 49, es decir deberá verificar la
continuidad de los endosos y deberá identificar al último tenedor.
3- Endoso póstumo
El endoso póstumo es el realizado posteriormente al vencimiento del título.
Se entiende por “posterior al vencimiento” tanto el posterior al protesto por falta de pago como el posterior al término fijado para
efectuar el protesto (es decir, dentro de los dos días hábiles después del vencimiento, según el art. 91 del DL 14701).
Por su parte de conformidad con de lo dispuesto por el art. 47 del DLTV, las letras vencidas sí pueden ser endosadas pero el
endoso produce los efectos de una cesión de créditos: “El endoso posterior al vencimiento producirá efectos de una cesión de
créditos no endosables”.
Que produzca los efectos de una cesión de créditos implica que el endosante sólo tendrá la responsabilidad del cedente de un
crédito y el deudor podrá oponer al endosatario las excepciones que hubiere podido oponer al endosante.
Y esto último significa que el endosatario no gozará de un derecho autónomo, vean lo que dispone el art. 565 del Código de
Comercio: “Siempre que el deudor no haya consentido la cesión, o verificado novación art. 563, puede oponer al cesionario todas
las excepciones que habría podido oponer al cedente, aun las meramente personales.”
Y esta consecuencia se confirma también por el art. 62 del DL 14701 que nos dice: “Con la cesión de la letra de cambio, sea
derivada de un endoso posterior al protesto por falta de pago o al término fijado para efectuar el protesto, sea que derive de un
acto separado aun anterior al vencimiento, se trasmite al cesionario todos los derechos cambiarios del cedente, pero aquél queda
sujeto a las excepciones oponibles a éste.”
Formalidades
El art. 39 nos establece cuáles son los requisitos para el endoso.
De la lectura del primer inciso, podría deducirse que es un acto formal, solemne, pero leyendo el art. 40 resulta que en el endoso
pueden faltar todas las enunciaciones dispuestas por el art. 39 y que puede consistir en la sola firma del endosante.
1- Requisitos para que un títulos valor sea transmisible por endoso
El título debe indicar el nombre del beneficiario y puede contener un pacto en contrario, en los casos que tal pacto sea admitido
por la Ley.
El pacto contrario puede estipularse con las cláusulas “no a la orden” o “no negociable”.
2- Enunciaciones del Endoso:
Vamos a ver primero las enunciaciones previstas en el art. 39:
- Fecha:
La fecha del endoso interesa para determinar la capacidad del endosante. I
También importa para determinar los efectos del endoso, pues el endoso posterior al vencimiento (endoso póstumo) produce
efectos de una cesión de créditos no endosables.
Si falta la fecha, el DL 14701presume que el endoso se hizo en la misma fecha en que el endosante lo recibió.
- Lugar del endoso:
Si se omite el lugar, se entiende que se hizo en el lugar del domicilio del endosante.
Entonces tenemos que, si no se estampa lugar de endoso debería figurar el domicilio del endosante; si no figura, se tendrá como
lugar del endoso, el domicilio conocido del endosante.
- Nombre del endosatario:
Puede no indicarse el nombre del endosatario, dejando un espacio en blanco.
Y de acuerdo a lo establecido en el art. 40, con una remisión al artículo 4, el portador legítimo podrá llenar el claro.
- La clase de endoso:
Debe establecerse en el endoso, si se endosa en propiedad, en procuración o en garantía.
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 40 si nada se dice, se presume que se endosa en propiedad.
Nury Rodríguez entiende que la presunción es relativa y podría probarse lo contrario y la prueba sería a cargo del endosante.
Para el endoso en garantía, tenemos una disposición expresa en el art. 758 del CCom, que establece lo siguiente: “Cuando se
dan en prenda papeles endosables, debe expresarse que se dan como valor en garantía. Sin embargo, aunque el endoso sea
hecho en forma de trasmitir la propiedad, puede un endosante probar que sólo ha trasmitido el crédito en prenda o garantía.”
- La firma del endosante:
Este es el único requisito que no puede faltar.
El endosante puede firmar personalmente o por medio de un representante.
El art. 40 del DL 14701 nos dice que si falta la firma, el endoso se considerará inexistente.
El DL 14701 no prevé expresamente el endoso con la sola firma del endosante que, en la práctica, es la forma más corriente de
endosar.
No obstante, el art. 40 prevé que cualquiera y todas las menciones del endoso enunciadas en el art. 39 puedan faltar; pero único
que no puede omitirse es la firma, con lo cual se autoriza indirectamente el endoso por la sola firma.
El art. 42, también, estaría admitiendo el endoso con la sola firma aunque en forma imprecisa. El art. 42 nos dice que “el endoso
puede hacerse en blanco, con la sola firma del endosante”.
Parte de la doctrina entiende que no es ajustada la terminología usada; ya que una cosa es endosar con la sola firma y otra es
endosar dejando en blanco un espacio para que sea llenado por el tenedor legítimo.
En materia de cheques se usa igual terminología; el art. 22 del DL 14.412 de cheques dice que el endoso puede “consistir
simplemente en la firma del endosante, en cuyo caso recibirá el nombre de endoso en blanco”.
Por su parte el art, 23 del DL 14412 dice que el portador puede llenar el blanco.
Rodríguez Olivera dice que no entiende qué blanco ha de llenarse y cómo, cuando el endoso consiste en la sola firma del
endosante.
Cláusulas facultativas del endoso
De acuerdo al art. 44 se podrá incluir en el endoso la mención “sin mi responsabilidad” u otra equivalente y la inclusión de esta
mención tiene por efecto liberar al endosante de responsabilidad por su endoso.
Enunciaciones prohibidas
- Condiciones:
El art. 41 impone que el endoso debe ser puro y simple y si se incluye una condición se tiene por no puesta.
Entonces vemos que la inclusión de una condición no anula el endoso pero el DL 14701 le quita eficacia a la cláusula condicional.
Sepan que el DL 14701 impone la incondicionalidad para el endoso, pero no la impone respecto a la creación del título valor.
- Endoso parcial:
El art. 41 dispone que el endoso parcial es nulo; entonces si el endosante estipulara que endosa un documento por una cuarta
parte de su valor, su endoso se reputará como inexistente y el endosatario no podrá invocar ningún derecho sobre el título.
El endoso parcial no es posible dada la mecánica de los títulos valores que requieren la posesión del documento para poder
ejercer los derechos en él consignados.
El beneficiario no podría endosar en parte, porque el documento es único y no puede fraccionarse de tal modo de permitir el
ejercicio del derecho, en parte por el adquirente de la parte trasmitida y, en parte, por quien pretende conservar para sí otra parte
del derecho. Siendo el título valor un documento de presentación, no sería posible el desdoblamiento de los acreedores.
Diferencias entre endoso y cesión de crédito
La cesión de crédito y el endoso tienen una similitud: son títulos para la trasmisión de un crédito incorporado a un título valor.
Veamos ahora cuáles son las diferencias entre endoso y cesión de créditos:
Respecto de su naturaleza jurídica y objeto:
El endoso es una declaración unilateral de voluntad del endosante (acto unilateral).
La cesión de crédito es un acto bilateral (contrato).
Las partes en el contrato de cesión de crédito son el cedente (poseedor del crédito) y el cesionario (futuro poseedor).
Además de éstas personas existe un tercer sujeto que, si bien no es parte, está interesado en la cesión: es el deudor del crédito
en cuestión a quien se llama “deudor cedido”.
El endoso es la forma de trasmisión de los créditos contenidos en títulos valores a la orden y nominativos.
La cesión de crédito tiene por objeto trasmitir derechos emergentes de un contrato o de cualquier otro acto jurídico, incluso de un
título valor.
Se trasmiten por cesión de crédito los títulos valores no a la orden o con la mención “no endosable”.
También, se trasmiten por cesión de crédito los cheques certificados.
Diferencias en cuanto a formalidades y procedimiento:
El endoso es una constancia que se escritura en el mismo título valor o en hoja adherida a él . En el caso de que el objeto de la
cesión de crédito sea un título valor, se documenta por separado de éste aunque, como es obvio, haciendo referencia a él.
El endoso es un acto de carácter formal (solemne), pues supone necesariamente la existencia de la constancia referida, aunque
esa constancia pueda consistir en la sola firma del endosante.
La cesión de crédito es un contrato consensual, para cuya validez basta el acuerdo de cedente y cesionario.
El endoso es una forma rápida y sencilla de trasmisión de los créditos, lo cual favorece su circulación, y no es necesario notificar
al librador, ni a ningún endosante anterior, que el título se endosará a favor de otra persona.
Por su parte la cesión de créditos suponeen primer lugar, la celebración de un contrato entre cedente y cesionario y en segundo
lugar, supone una diligencia posterior de notificación al cedido.
Y si no se le notifica la cesión, el cedido paga bien si paga al cedente.
El endoso supone la trasmisión del crédito sin posibilidad de oposición y hasta sin conocimiento del librador (deudor).
Al librador de un título valor le es indiferente quién es su acreedor y llegado el momento, el beneficiario cobrará el título y con ello
liberará al librador de su obligación.
Y si no puede cobrarlo, luego de preparar el título, le iniciará un juicio ejecutivo en dónde el librador sólo puede oponer
determinadas excepciones que refieren, únicamente, al título a ejecutar.
El librador no puede oponer excepciones fundadas en las relaciones personales que mantiene con el anterior tenedor, dada la
autonomía del crédito incorporado al documento.
En el caso de la cesión, si el cedido consiente la cesión, entonces no podrá oponerle al cesionario las excepciones que hubiera
podido oponer al cedente.
Para recabar ese consentimiento se dan las siguientes variantes:
- el cedente debe notificarle la cesión al deudor cedido y éste debe consentir la cesión estampando su firma en el contrato de
cesión de crédito o en otro contrato que haga remisión a éste, o;
- el deudor cedido renueva su obligación a favor del cesionario en un contrato en dónde acepte que, a partir de ese momento,
pasará a deberle a éste.
Por su parte, en los títulos valores, como no hay posibilidad de consentir o no, se aplica el principio establecido en el art. 1 del DL
14701, que es que el título crea un derecho autónomo y por lo tanto el obligado no podrá oponer al poseedor excepciones que
tengan que ver con sus relaciones con anteriores tenedores
Puede suceder que el deudor no quiera reconocer la cesión, pues, por la naturaleza del crédito, sólo se siente obligado respecto
del acreedor original.
Entonces en ese caso debe oponerse a la cesión realizada entre el cedente y el cesionario dentro del plazo de tres días contados
desde la notificación a que hicimos referencia y pasados estos tres días se supone que consiente la cesión realizada.
Resumiendo:
La persona que recibe un título valor, recibe un crédito seguro ya que, por Ley, el deudor no puede oponer excepciones
personales en la ejecución.
Sólo puede oponer determinadas excepciones que están previstas, taxativamente, en el art. 108 del DL 14701 entre las que,
expresamente, se descartan las meramente personales.
En cambio, la persona que recibe un crédito por medio de una cesión de crédito, la seguridad del crédito cedido queda supeditada
a la realización de las diligencias previstas en el Código de Comercio (notificación o renovación de la deuda) y en definitiva, a la
voluntad del deudor cedido quien, según vimos, puede oponerse y, si lo hace, utilizar todas las excepciones del Derecho, tanto las
que deriven de la naturaleza del título como las meramente personales.
Diferencias en cuanto a las responsabilidades respectivas de cedente y endosante:
El cedente de un crédito responde por la existencia y legitimidad del crédito; no responde de la solvencia del deudor, salvo que
expresamente se haya comprometido a ello.
Por su parte, el endosante de un título valor contrae una obligación autónoma frente a todos los tenedores posteriores del título,
salvo que incluya en su endoso la cláusula “sin mi responsabilidad”.
Vemos entonces que se invierten las reglas en materia de responsabilidad: el cedente no responde por el importe del crédito
cedido, salvo pacto en contrario; el endosante responde, salvo pacto en contrario.
EL AVAL.

Pérez Fontana en “Títulos- Valores Obligaciones Cartulares”- T. II, expresa que la disciplina del aval en nuestro derecho está en
los arts. 15 a 20 del Dec.-ley 14701 que siguió al proyecto INTAL que a su vez sigue a la Ley Uniforme de Ginebra sobre letras de
cambio. La doctrina en forma unánime señala la función unívoca de garantía del aval lo que ha llevado a calificarlo como garantía
objetiva.
Este calificativo fue criticado por la doctrina italiana, entre otros por Angeloni y Vivante, fundándose en la naturaleza fidusoria del
aval. Vivante en el tomo III de su Tratado de Derecho Comercial, fundó su crítica en que el aval cae si la obligación del avalado es
inexistente y en que el aval solamente garantiza obligaciones posteriores a las del avalado.
El calificativo de garantía objetiva entendido como garantía del pago de la obligación contenida en el título valor no es admisible
porque el avalista sólo garantiza el pago a los que intervienen en la circulación con posterioridad a su prestación pero no a los
anteriores tenedores.
Así si el aval es prestado por un endosante c) no garantiza el pago de los endosantes a) y b) sino a los endosantes posteriores a
c).
El aval es una garantía que originariamente no forma parte del nexo normal cambiario en el que se inserta indirectamente y de
reflejo, asimilando su contenido al de la obligación cuyo pago se garantiza, más precisamente a la del avalado. Es por eso que la
doctrina sostiene que entre el avalista y el avalado no existen relaciones cambiarias hasta el momento en que el avalista paga la
letra y adquiere el derecho a reclamar del avalado y de los otros obligados el reintegro de lo que pagó.
También la doctrina francesa admite la función de garantía del aval y como la misma en forma mayoritaria entiende que el aval es
una fianza y así lo sostienen algunos autores italianos como Angeloni, destaca Pérez Fontana las diferencias que existen entre
ambas en nuestro derecho positivo :
a) El aval sólo puede garantizar obligaciones cambiarias (art. 15 Dec.-Ley 14701), la fianza puede recaer sobre obligaciones de
cualquier tipo, civiles o comerciales (arts. 210 C.C. y 603 y 607 del C. de Com.
b) El aval es un acto formal, debe constar por escrito en el título, letra de cambio, vale o pagaré, cheque (art. 16 Dec.-Ley
14701 ) , la fianza es un acto no formal, si es negada sólo puede probarse por confesión o por escrito (arts. 2107 C.C. y 605 C. de
Com.).
c) El aval es siempre un acto unilateral, la fianza puede ser convencional, legal o judicial (arts. 2103 C.C.).
d) El aval es siempre comercial (art. 7 num.3 C. de Com.); la fianza puede ser comercial o civil, según la naturaleza de la
obligación que garantiza;
e) El avalista es siempre un deudor cambiario y por ello queda obligado solidariamente con los otros signatarios del título valor
frente al tenedor (art. 105 Dec.-Ley 14701), el fiador es un deudor común, pudiendo serlo sólo subsidiariamente (art. 2117 C.C.).
En la fianza comercial, la obligación del fiador es solidaria sin poder invocar el beneficio de división ni el de excusión (art. 611 C.
de Com.).
f) En el aval no existe el beneficio de división y excusión, en la fianza civil sí (art. 2118 C.C.)
g) El aval garantiza obligaciones cambiarias formalmente válidas. La nulidad sustancial de la obligación del avalado no afecta a la
obligación del avalista. La nulidad sustancial de la obligación afianzada hace caer la obligación del fiador.
h) El avalista no puede hacer valer las excepciones personales del avalado porque su obligación es independiente; el fiador
puede hacer valer las excepciones personales que resulten del contrato pero no las puramente personales correspondientes al
deudor (art. 2115 C.C. y 612 C. de Com.).
i) La obligación del avalista es independiente de toda otra obligación cambiaria, la obligación del fiador es accesoria de otra
obligación (art. 2102 C.C. y 607 C. de Com.)
j) El avalista que paga tiene acción cambiaria contra el avalado y los que responden frente a éste; su derecho es independiente o
como se dice autónomo y literal como legítimo tenedor del título; el fiador que paga queda subrogado en todos los derechos que
tenía el acreedor contra el deudor principal (art. 2132 C.C. y 614 C. de Com.).
k) El aval no puede estar sujeto a condición, la fianza sí.
l) En ciertas circunstancias la ley presume la existencia del aval (cuando la sola firma sin otra indicación consta en el anverso del
título conforme al art. 16 del Dec.-Ley 14701; la fianza no se presume (art. 2107 C.C.)
m) El avalista no tiene derecho a ser relevado de la garantía, el fiador puede pedir que el deudor lo releve de la obligación (art.
2128 C.C.)
La obligación que contrae el avalista es independiente de la que contraen las demás personas que intervienen en la creación y
circulación del título valor.
La posición y responsabilidad del avalista están establecidas en el art. 18 del Dec.-Ley 14701 que dispone que el avalista quedará
obligado en la misma forma que correspondería formalmente al avalado.
De esta disposición dependen los límites de conexión o de coordinación entre la obligación del avalado y del avalista.
El avalista no asume la misma figura del avalado sino que aún cuando está obligado del mismo modo no lo sustituye.
Así entiende el profesor que el avalista del aceptante no se convierte en obligado principal.
El pago de la letra por el avalista -siempre que el aval no sea dado por el librador- no puede considerarse como un pago ordinario
sino un pago a título de garantía que no extingue la letra pero determina la adquisición por el avalista de los derechos cambiarios
frente al avalado.
La obligación del avalista es conexa con la contraída por el avalado. No es accesoria desde que la obligación del avalista es
válida aún cuando la del avalado no lo sea.
La conexión o como dice la doctrina, la accesoriedad formal de la obligación del avalado y del avalista no pasa a la contraída por
este último.
La obligación del avalado determina la forma y los límites de la obligación del avalista, el que puede modificarla en cuanto a su
obligación, obligándose por una suma menor, nunca mayor. Es por eso que la responsabilidad de la obligación de garantía
contraída por el avalista puede ser definida como una responsabilidad de posición.
La fórmula utilizada en el art. 18 citado no indica una relación de accesoriedad sino la posición que asume el avalista en el nexo
cambiario.
La indicación «en los términos que corresponderían al avalado» no está hecha para indicar que el aval es dado en garantía de
una obligación cambiaria determinada, la del avalado, está hecha simplemente para establecer la posición y el grado de
responsabilidad del avalista.
La responsabilidad del avalista, aún siendo cambiaria, está encerrada dentro de ciertos límites fijados por la conexión entre la
obligación asumida por el avalista con la contenida por otra obligación cambiaria y por los términos en que se obliga el avalista.
La conexión con la obligación contraída por el avalado determina una limitación de la contraída por el avalista.
Así, la obligación contraída por el avalista con el endosante D) determina que responda por la obligación contraída por ese
endosante y los sucesivos pero no con la contraída por el librador y los endosantes A), B) y C).
Los términos en que se constituye el aval ponen un límite a su obligación.
Cuando se dice que el avalista asume una responsabilidad cambiaria, que responde por la obligación consignada en el título es
necesario precisar que su responsabilidad está referida al contenido y dentro de los límites en los que el avalista la contrajo.
En cuanto a la naturaleza jurídica del aval, el autor adhiere a la posición de la moderna doctrina italiana y alemana.
Así señala que siendo una declaración cambiaria por su naturaleza no puede ser distinta a las demás declaraciones cambiarias,
es decir un acto unilateral.
La parte final del art. 16 de la ley dispone que la simple firma puesta en un título cuando no se le pueda atribuir otro significado se
tendrá por aval.
En este sentido difiere de la ley argentina, francesa e italiana desde que se refiere a la sola firma puesta en el anverso o en el
reverso mientras en el sistema ginebrino lo hace a la sola firma puesta en el anverso.
En cuanto al lugar donde debe escribirse el aval, deberá constar conforme al art. 16 en el mismo título o en hoja adherida a él,
tanto en el anverso o en el reverso. La ley vigente a diferencia de lo que disponía el art.
873 del C. de Com. no permite el aval por separado lo que se justifica según el autor porque esa forma de aval contraría el
principio de literalidad de los títulos valores.
Con relación a quién puede dar aval, nuestra ley no contiene ninguna disposición expresa al respecto por eso en principio
cualquier persona capaz de obligarse cambiariamente, sea un tercero o un firmante del título, puede ser avalista.
En cuanto al contenido del aval el principio general está en el art. 18 de la ley que establece que el avalista queda obligado en los
mismos términos que corresponderían formalmente al avalado.
El art. 15 asimismo establece que mediante el aval se podrá garantizar, en todo o en parte el pago de un título valor de lo que se
deduce que el límite de la declaración del aval en cuanto a su contenido, está dado por el contenido de la obligación cambiaria
que objetivamente tenga el aval.
El avalista no asume una posición obligacional subjetiva sino el contenido de la obligación cambiaria exclusivamente, una garantía
de las relaciones cartulares del avalado.
Estima el autor nacional que no es admisible la opinión de Bonelli quien partiendo de su concepción de la independencia del aval
sostenía que el contenido del aval podía exceder el del acto avalado y que podría tener contenido el aval aunque no existiera una
obligación cambiaria completa a avalar como es la del girado no aceptante o la de un endosante sin garantía.
Como el aval es una garantía queda vinculado a la obligación garantizada haciendo que la obligación del avalista tome las
características especiales de la obligación avalada de acuerdo con su apariencia formal y por ella se juzgará su contenido.
El avalista puede incluir válidamente en su declaración algunas cláusulas como la que limita la cantidad por la que se obliga; la
cláusula sin protesto, o sin gastos u otra equivalente.
En cuanto a la posibilidad de que el avalista pueda limitar su obligación respondiendo solamente ante una persona o personas
determinadas, esta cláusula admitida por el C. de Com. no fue reproducida por la DL 14701 por lo que concluye que no puede ser
admitida.
Conforme al art. 20 del DL 14701 el avalista que paga adquiere los derechos derivados del título valor contra la persona
garantizada y contra los que sean responsables respecto de esta última por virtud del título.
El avalista no es un sucesor de su avalado ni tampoco se subroga en los derechos del portador. Adquiere su derecho por
imposición de la ley desde que su obligación es independiente.
Sólo adquiere los derechos cambiarios cuando paga la letra que en ese caso se le devuelve; en ese sentido está equiparado a los
endosantes cuando pagan por no haberlo hecho el librador o aceptante.
Puede exigir de su avalado y los demás obligados anteriores el reembolso de lo pagado, intereses, gastos, mediante la acción
ejecutiva en la cual el demandado sólo puede oponer las excepciones previstas en el art. 108 del DL 14701.
No le son oponibles las excepciones personales que podrían corresponder al avalado porque el avalista no es un fiador.
En materia de cheques, señala el autor en el tomo IV-1 de “Títulos Valores- Obligaciones cartulares”, que el aval está poco de
acuerdo con la función de pago que desempeña este título valor.
Pese a que no está previsto en la ley de cheques entiende el autor que es admisible el aval en el cheque y que en los pertinente
se regirá por las disposiciones de la ley de títulos valores (arts. 15 a 20).
Beatriz Bugallo señala que el aval es el instrumento típico de garantía de los títulos valores. Tiene como objetivo económico
reforzar la confianza en el cobro del título valor agregando la responsabilidad de un sujeto extraño a la creación y circulación del
título valor. Etimológicamente deriva de la expresión latina “a valere” o “de valere” que significaba garantizar el acto en cuestión.
Se trata de un acto unilateral y no recepticio, siendo una declaración incondicionada, irrevocable y que obliga por la sola
manifestación externa de su existencia jurídica ante cualquier poseedor determinado o determinable.
Participa de los caracteres comunes generales de los títulos valores siendo calificable como acto literal, autónomo y abstracto.
Según el art. 18 el avalista queda obligado aunque la obligación del avalado no sea válida, consagrando expresamente la
autonomía de la obligación con relación al avalista.
Se trata además de un acto solemne, consistiendo dicha solemnidad según el art. 16 en que deberá constar en el título mismo o
en hoja adherida a él.
No obstante esa calificación de solemne expresa la profesora que hay libertad de expresión de
la forma escrita requerida pudiendo consignarse la expresión “por aval” u «otra equivalente. Puede ser avalista cualquier persona
capaz de obligarse cambiariamente sea tercero o firmante del título.
El aval no puede ser limitado en su duración pero sí en cuanto a la cantidad.
Además se establece en la ley que la firma puesta en el título cuando no se le pueda dar otra significación se tendrá como firma
del avalista.
El avalista garantiza el pago del título valor de modo que si el obligado no paga, el pago puede ser requerido al avalista.
En caso de tratarse de letra de cambio, vale o cheque la responsabilidad del avalista será solidaria por aplicación del art. 105.
El art. 19 establece que a falta de designación de la persona a quien se avala se entenderán garantizadas las obligaciones del
suscritor que libere mayor número de obligados.
De esta forma, toda firma que indique que se trata de un avalista o que se atribuya tal función y no tenga la indicación expresa de
la persona garantizada se considera, en la letra de cambio, avalista del aceptante o en caso de no haberlo, del librador; en el vale,
del librador y en el cheque también del librador.
El art. 20 dispone que el avalista que pague adquiere los derechos derivados del título valor contra la persona garantizada y
contra los que sean responsables respecto de esta última en virtud del título.
Como señala la autora se ha planteado jurisprudencialmente la extensión al avalista de la responsabilidad frente a la acción
causal derivada de la relación fundamental.
La jurisprudencia ha rechazado dicha pretensión considerando que el aval es garantía típicamente cambiaria por lo que es ajeno
a las relaciones extracartulares.
Así como el portador del título no tiene acción causal contra el avalista, tampoco éste puede oponer excepciones contra el tenedor
que hagan referencia a la relación causal por ser extrañas a la vinculación entre portador y avalista.
Finalmente cabe citar con relación al aval y la fianza, a José Ferro Astray en ”El aval y la fianza- Semejanzas y diferencias”
(A.D.C.U. 11) quien expresa que ambos institutos pertenecen al género de las garantías que tienden a asegurar el cumplimiento
de obligaciones contraídas, pero la similitud dista mucho de significar equiparación, limitándose la correspondencia a una
analogía que sólo en determinados casos permitirá colmar vacíos legales por vía de normas supletorias.
Luego de hacer un completo análisis de las diferencias entre ambos concluye que el aval es únicamente garantía cambiaria y
debe estar incorporado al documento, su naturaleza jurídica es diferente a la propia de la fianza porque si bien puede ser
considerada como accesoria , en cuanto presupone la existencia formal no real de una obligación, es de carácter objetivo,
autónoma e independiente respecto de la obligación que garantiza, la que incluso puede no ser válida o extinguirse sin que ello
afecte la vigencia del aval .
La fianza, por su parte, mantiene la tradicional condición de contrato accesorio de garantía personal, asegurando el cumplimiento
de obligaciones de dinero, cualquiera sea su origen, inclusive cambiario.
Aval y fianza son como enseña el autor institutos diferentes con notorias similitudes y diferencias pero perfectamente identificables
que actúan en planos diferentes aunque con idéntica finalidad de garantía .

EL PAGO.

1- Pago por el principal obligado:


Si el título valor es pagado por el principal obligado al pago, con este acto se libera de responsabilidad por el pago a todos los
demás obligados cambiarios.
El principal obligado al pago de una letra de cambio, es el girado aceptante (el girado que, con su firma, acepta pagar la letra).
Si el girado no aceptó pagar la letra, entonces, el principal obligado al pago es el librador.
En el cheque y en el vale, como no existe acto de aceptación, el principal obligado al pago es el librador.
2- Pago por otros obligados cambiarios:
Si el título valor es pagado por un endosante, libera de responsabilidad por el pago a los endosantes y avalistas que le siguen en
la cadena de endosos, pero no libera a los que le preceden ni al librador.
Contra estos, puede ejercer la acción de reembolso.
Lo mismo sucede si el que paga es un avalista.
Comercial II. Parte II
LA LETRA DE CAMBIO.

La letra de cambio es un título valor de contenido dinerario que contiene una orden por la cual una persona encarga a otra el pago
de una suma de dinero, a favor de una persona determinada.
El librador de la letra no es qui en debe pagar; sino que es el que emite una orden de pagar, orden que debe ser cumplida por el
girado.
Pero aunque el librador de la letra no asume formalmente la obligación de pagar, de todas formas el DL 14701 lo responsabiliza
por el pago.
Si el girado acepta, se convierte en el principal obligado, pero la Ley añade la responsabilidad solidaria del librador pues, como
todo firmante del título, queda alcanzado por la responsabilidad del art. 105.
Si el girado no acepta la letra, como librador será el principal obligado.
En la emisión de una letra existen relaciones previas, entre los elementos personales vinculados que explican por qué se libra la
letra y por qué el girado la acepta.
Cuando el librador da una orden de pago al girado, es porque el girado tiene dinero suyo o le debe dinero.
Cuando el librador de la letra indica un beneficiario de ese pago es porque le debe dinero a ese beneficiario.
Y esas relaciones previas se conocen como relaciones fundamentales o causales.
Elementos personales
La letra de cambio involucra en su creación a tres elementos personales:
- el librador, que es la persona que da la orden;
- el girado que es la persona a quien se imparte y
- el beneficiario que es la persona que ha de recibir el pago.
Estas personas sólo serán obligados cambiarios cuando firmen la letra :
- el librador lo será al librar la letra;
- el girado lo será al aceptar pagarla y
- el beneficiario lo será sólo si transmite el título a otra persona mediante su firma puesta al dorso.
Los elementos personales que figuran en la letra son la diferencia más notoria con el vale.
En el vale encontramos dos personas: el librador y el beneficiario.
El librador se obliga a pagar una cantidad de dinero a la persona designada como beneficiaria, si es a la orden de una persona
determinada, o al portador (en el caso que no establezca nombre alguno).
Sólo es obligado cambiario el librador del vale.
El beneficiario sólo lo será si coloca su firma en el título (endoso).
En la letra, quien la libra, ordena el pago a una tercera persona.
En la letra se agrega, respecto al vale, una tercera persona que es el girado y así se designa a la
persona a quien se imparte la orden y ese girado no estará obligado hasta tanto no estampe su firma en la letra, en señal de
aceptación.
Librador
El librador de la letra no asume la obligación de pagar, pues emite una orden de pagar, orden que debe ser cumplida por el girado.
Pero igual la Ley lo hace responsable solidario por el pago en tanto se ha obligado al firmar la
letra, en un todo de acuerdo al art. 105 del DL 14701.
Girado
El girado es el sujeto que recibe la orden de pago, sólo si acepta con su firma se convierte en el principal obligado al pago.
Pero para brindar mayor seguridad, el DL 14701 agrega la responsabilidad solidaria del librador.
Y si ese girado no acepta la letra, el principal obligado es el librador.
Beneficiario
El beneficiario de la letra es la persona designada en el propio documento para recibir el importe que aparece escrito en el título.
Puede ser cualquier persona, incluso puede tratarse del propio librador, vean el art. 57 del DL 14701.
El art. 55 numeral IV del DL 14701 establece que el nombre del beneficiario debe indicarse en la letra.
Vemos entonces que la letra no puede ser al portador y consecuentemente, no puede transmitirse de otra forma que no sea por el
endoso y la entrega.
Función de la letra.
La letra de cambio cumple la función de pago y además, cuando se pacta un plazo para el pago, materializa el crédito concedido.
A diferencia del vale y del cheque la letra ha sido pensada para utilizarse de modo de cumplir con la obligación de pagar el precio
de una compraventa a distancia, fundamentalmente internacional, esto es, entre ausentes.
Pero es muy común que se utilicen letras de cambio para transacciones internas en las que el propio librador es el girado, lo que
se concreta cuando un departamento de un banco ordena al tesoro del mismo banco pagar la letra a una persona determinada.
Nury Rodríguez pone el siguiente ejemplo: “...un importador chino que compra la cosecha a un productor sojero uruguayo. En
este tipo de contratación las partes residen en lugares diferentes. En el ejemplo, el comprador chino reside en la china y el
productor de soja, que es el vendedor, reside en Uruguay. En lugar de trasladarse al domicilio del acreedor para pagar lo
comprado, gestión que le insumiría costos significativos, el comprador chino le ordena al girado, que reside en el mismo lugar que
el acreedor, pagar la letra. El girado sólo aceptará pagar la letra si tiene dinero para hacerlo. Puede suceder que el librador le
haya provisto de fondos o puede suceder que el girado le deba dinero al librador. Como sea, el girado que acepta pagar la letra la
firmará en señal de aceptación y con ello se convertirá en el principal obligado al pago. Esto quiere decir que cuando la letra
venza, el tenedor de la letra debe dirigirse a cobrarle a él, al domicilio indicado en la aceptación, y no al librador.
Contrariamente, si el girado no acepta la letra, sea porque el librador no le ha hecho provisión de fondos, o sea por cualquier otra
razón, el principal obligado al pago será el librador.”
Actos relacionados con la letra de cambio
1. Libramiento
Formas de libramiento:
La letra de cambio puede librarse de cuatro formas dependiendo del tipo de vencimiento elegido por el librador.

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Comercial II. Parte II
Vencimiento es la oportunidad en que debe verificarse el pago, es el día en que la obligación se hace exigible.
En doctrina los vencimientos se clasificanen dos categorías: absolutos y relativos.
Los vencimientos absolutos son aquellos que están determinados desde el mismo momento en que se crea la letra de cambio.
Dentro de esta categoría se encuentra la letra de cambio librada a fecha fija y la letra librada a cierto plazo desde la fecha.
Los vencimientos relativos son aquellos que dependen de un hecho posterior a la creación, sea la presentación al pago o sea la
aceptación por parte del girado.
En esta categoría se encuentran la letra de cambio librada a la vista y la letra librada a cierto plazo desde la vista.
En el art. 78 del DL 14701 vemos cuatro modalidades de vencimiento, vamos entonces a leer este artículo:
“La letra de cambio podrá librarse:
I) A la vista.
II) A cierto plazo desde la vista.
III) A cierto plazo desde su fecha y
IV) A fecha fija.
Las letra de cambio que indiquen otros vencimientos o vencimientos sucesivos se considerarán pagaderas a la vista.”
El librador de una letra de cambio no puede estipular otra modalidad de vencimiento; si lo hiciere, la mención se tendrá por no
puesta y la letra de cambio se reputará pagadera a la vista.
A la vista:
El art. 79 establece: “La letra de cambio a la vista será pagadera a su presentación.”
Este tipo de letra vencerá cuando el tenedor desee presentarla.
Se trata de un vencimiento relativo porque no se sabe cuando vence; ello va a depender de la voluntad del beneficiario: se pagará
el día en que el beneficiario se presente a cobrarla.
Pero no puede presentarla cuando quiera, ya que la norma impone que el tenedor debe requerir el pago en el término de un año a
contar de la fecha de la creación.
Y se fija el plazo para que la obligación no quede pendiente por tiempo indefinido.
El art. 79 también prevé que el librador pueda acortar o alargar el plazo de un año para la presentación. El librador lo hará de
acuerdo a su conveniencia y a las relaciones que tenga con el girado.
También puede el creador prever que la letra no se presente antes de una fecha indicada; por ejemplo, la letra dirá: “páguese a la
vista. Preséntese después del día 25 de junio de 2018”.
El librador sabe que tendrá provisión de fondos, recién después de la fecha indicada y por ello fija ese término, dejando luego en
libertad al portador para que la presente cuando lo desee. En ese caso, el plazo de un año, fijado por el art. 79 corre a partir de la
fecha fijada, en el ejemplo, a partir del 25 de junio de 2018.
A cierto plazo desde la vista:
La letra dirá, por ejemplo, así: “páguese por esta letra la cantidad de tantos pesos en el término de 60 días a contar de la vista”.
En este caso, el término corre a partir de la aceptación por el girado y por esoes un vencimiento relativo.
El plazo de vencimiento empezará a correr a partir de un acto posterior al acto de creación, esto es, el acto de la aceptación, cuya
fecha no puede predeterminarse.
En estas letras, el tenedor tiene la carga de requerir la aceptación de la letra, para que comience a correr el término.
El tenedor puede presentarla para requerir la aceptación cuando quiera, con el límite fijado por el art. 71.
El art. 71 dispone que las letras a cierto plazo desde la vista, deben presentarse a la aceptación dentro del plazo de un año y el
librador puede acortar o alargar ese plazo.
Y el girado, al aceptar, debe poner la fecha de la aceptación.
Si la letra no se acepta, el término del vencimiento corre a partir del protesto.
Si el girado no puso la fecha de la aceptación y no se protestó por tal motivo, se considerará como fecha de aceptación, el último
día del plazo de un año señalado por la Ley o el último día del plazo fijado por el librador para que se presente la letra a la
aceptación.
A cierto plazo desde la fecha:
En este caso, el librador de la letra fija un término que se computa a partir de la fecha del libramiento de la letra.
La letra dice, por ejemplo, “páguese por esta letra la suma de tantos pesos a los 60 días de la fecha”
Se trata de un vencimiento absoluto porque depende de la propia letra y no de un acto posterior.
A fecha fija:
Si se elige esta opción, en la letra se expresará “páguese esta letra el día 31 de octubre de 2019”, es decir se estipula en la
misma letra el día de vencimiento.
En el art. 82 se establecen normas interpretativas para cuando hay calendarios distintos en el lugar de creación y en el lugar de
plazo: “Cuando una letra de cambio sea pagadera a fecha fija en un lugar en que el calendario sea diferente del que rija en el
lugar de creación, la fecha del vencimiento se entenderá fijada con arreglo al calendario del lugar de pago.
Cuando una letra librada entre dos plazas que tengan calendario diferente sea pagadera a cierto plazo después de su fecha, el
día de la creación se reducirá al día correspondiente del calendario del lugar de pago y el vencimiento se determinará en
consecuencia.
Los plazos de presentación de las letras de cambio se calcularán de conformidad con el párrafo precedente.
Estas reglas no serán aplicables cuando en una cláusula de la letra de cambio o en los mismos enunciados del título, se indique
la intención de adoptar reglas diferentes.»
Efectos del libramiento.
Los arts. 60 y 106 del DL 14701 dicen que cuando el librador de una letra de cambio ordena pagar al girado está garantizando al
beneficiario y a los ulteriores tenedores que la letra será aceptada por el girado y pagada a su vencimiento.
Tanto la aceptación como el pago son diligencias que realiza el girado.
¿Cómo se hace efectiva la garantía de aceptación?
El tenedor debe presentar la letra al girado para recabar su aceptación.
Y si éste no la acepta, entonces el girado no queda obligado.
El tenedor deberá protestar la letra para acreditar la falta de aceptación.

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Comercial II. Parte II
La no aceptación produce lo que se denomina “el vencimiento anticipado de la letra” dice el art. 99.
Y como el librador garante la aceptación, el tenedor puede reclamar el pago al librador de inmediato a pesar de que la letra aun no
haya vencido.
Sepan que el librador puede liberarse de la responsabilidad por la aceptación, con una cláusula en la letra que diga: “no respondo
de la aceptación”.
El art. 60 permite que el librador establezca que no responderá por la aceptación pero no puede liberarse de su responsabilidad
por el pago.
¿Cómo se hace efectiva la garantía del pago?
Aquí el tenedor debe presentar la letra al girado para reclamar el pago.
El girado puede pagar o no y si paga habrá cancelado la obligación del librador y con ello la suya propia; y si no la paga, el
tenedor deberá formalizar el protesto.
Luego podrá reclamar su pago contra el librador.
Si el tenedor protesta tiene acción ejecutiva contra el librador, que ha garantido el pago de acuerdo con el art. 99 del DL 14701.
Tiene, además, acción ejecutiva contra el girado que aceptó, los endosantes y los avalistas ya que todos son obligados
cambiarios.
Si no protesta pierde acción cambiaria contra el librador, endosantes y avalistas; y sólo la conserva contra el aceptante de
acuerdo a lo que establece el art. 106 del DL 14701.
2- Aceptación.
La aceptación es el acto jurídico por el cual el girado admite la orden de pago que contiene la letra y se obliga a pagarla a su
vencimiento, art. 76 DL 14701.
La letra de cambio es una orden de pago del librador al girado, pero el girado no está obligado cambiariamente por el solo hecho
de ser mencionado en la letra; sino que es necesario para que quede obligado, que acepte.
Recién con su aceptación deviene en obligado el girado y su aceptación se manifiesta con la firma.
Una vez librada la letra, el tenedor debe presentarse ante el girado a los efectos de recabar su aceptación.
El girado puede aceptarla o negarse a hacerlo.
Si la acepta, entonces se obliga a pagarla una vez que se produzca el vencimiento.
La aceptación tiene el efecto de convertir al girado en el obligado principal y directo al pago de la letra.
Si el girado no acepta la letra, entonces no se hace responsable por el pago.
Pero aunque cuando la letra no sea aceptada, ella es válida y produce sus efectos respecto a los obligados cambiarios, que ya la
han suscrito.
Además, aunque no acepte la letra, ello no libera al tenedor de tener que presentársela, nuevamente, al pago, aunque sepa que
no la va a pagar.
La letra nació con la firma del librador y desde su nacimiento con esa sola firma existen obligaciones y los derechos correlativos.
La aceptación no es un complemento esencial para que la letra produzca sus efectos, pero, en tanto no se acepte, el girado no es
un obligado; aunque a su respecto, el tenedor de la letra debe cumplir ciertas obligaciones o cargas: debe requerirle la aceptación
o pago y en caso de no aceptación o de no pago, formalizar el protesto correspondiente.
La aceptación, por ser un negocio que tiene que ver con un título valor, reviste los caracteres propios de los títulos valores.
La obligación del girado nace por su sola declaración escrita de que acepta o por su sola firma, que actúa como señal de
aceptación; la fuente de su obligación es su voluntad unilateral y que consiste en una constancia escrita en el documento.
La sola voluntad del girado de aceptar aun cuando lo manifieste y exteriorice de cualquier modo y aun documentalmente, no basta
para que nazca una obligación cambiaria a su cargo sino que debe existir la constancia escrita de su aceptación en el propio
documento.
La obligación contraída por el aceptante reviste el carácter de autonomía previsto por el art. 8 del DL 14701 y el derecho
correlativo que adquiere el portador es un derecho literal y autónomo, art. 1 DL 14701.
El art. 74 establece que la aceptación será pura y simple, el girado no puede subordinar el pago de la letra al cumplimiento de una
condición.
La aceptación es irrevocable, pero el DL 14701 autoriza que el girado – que tiene en sus manos la letra ya que ha firmado la
aceptación - antes de restituirla, tache su aceptación y en esos casos debe tenerse por no aceptada.
Es decir que si aparece en una letra una aceptación tachada, el DL 14701 presume que la tachadura fue realizada por el girado,
antes de la restitución.
Y es una presunción que admite prueba en contrario.
El portador de la letra, interesado en la responsabilidad del girado, podrá probar que la aceptación fue tachada tiempo después de
la aceptación.
Formalidades de la aceptación
La presentación implica la exhibición de la letra , la presentación es el acto por el cual se exhibe la letra de cambio al girado para
que ponga en ella su aceptación.
El portador no tiene que entregar la letra pero la tiene que exhibir, permitiendo que el girado estampe en ella su aceptación, si
quiere hacerlo.
La presentación de la letra para recabar la aceptación es una carga del tenedor, art. 69, que le beneficia, pues de contar con su
aceptación, se refuerza el valor de la letra.
Si no la presenta para recabar la aceptación, nada impide que luego la presente al vencimiento, exigiendo el pago al girado.
Pero sepan que hay un caso en que la presentación de la letra a la aceptación más que una carga, es una obligación y es el caso
de cuando las letras son a cierto plazo desde la vista.
Además el librador puede imponer la obligación de que se presente o prohibir la presentación a la aceptación, art. 70: “En toda
letra de cambio el librador podrá estipular que aquélla habrá de presentarse a la aceptación con o sin fijación de plazo. También
podrá prohibir en la letra su presentación a la aceptación, a no ser que se trate de una letra de cambio pagadera en el domicilio de
un tercero, o de un letra pagadera en una localidad distinta al domicilio del librado, o de una letra girada a cierto plazo de la vista.
Podrá asimismo estipular que la presentación a la aceptación no habrá de efectuarse antes de determinada fecha. “
La presentación a la aceptación la debe hacer el tenedor de la letra, esto es, quien aparece como endosatario.

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Comercial II. Parte II
También, puede presentarla un representante de éste.
También, puede requerir la aceptación el mero tenedor, aunque no tenga derechos como endosatario, pues el art. 69 se refiere al
simple portador: “ Hasta el momento del vencimiento, la letra de cambio se podrá presentar a la aceptación del librado, en el lugar
de su domicilio, por el tenedor o por un simple portador. “
De acuerdo con el art. 69 del DL 14701, la presentación se hace al girado en su domicilio.
Y la oportunidad en que se ha de presentar varía según el tipo de vencimiento.
La letra a la vista es pagadera a su presentación, no es necesaria su previa aceptación.
En cambio, la letra a cierto plazo desde la vista debe presentarse para su aceptación, necesariamente, por lo dispuesto por el art.
80.
La ley impone el plazo de un año a contar de la fecha de su creación, para su presentación, art. 71: “Las letras de cambio a cierto
plazo desde la vista deberán presentarse a la aceptación en el término de un año a partir de su fecha. El librador podrá acortar
este último plazo o fijar uno más largo. “
Y también de acuerdo con este art. 71, el librador puede estipular un plazo distinto, mayor o menor.
No puede estipular que no se presente a la aceptación, es decir , no puede agregar la cláusula no aceptable.
Y en la letra con vencimiento fijo el DL 14701, no establece plazo para presentar la letra a la aceptación; es del interés del tenedor
presentarla cuanto antes, pues con la aceptación obtiene un nuevo obligado cambiario que refuerza el valor del título.
Formalidades del acto de aceptación:
La aceptación es un acto formal; el art. 73 dispone que se escriba en la misma letra.
No hay fórmulas sacramentales, puede expresarse acepto o conforme, aunque basta la sola firma del girado puesta en la letra y
la firma estamparse en el anverso.
Lo corriente es que el girado firme al pie de la letra, donde figura su nombre
El DL 14701 no establece la posibilidad de hacerla constar en hoja adherida, como se prevé para el aval o para el endoso.
Tiene capacidad para aceptar quien tiene capacidad para obligarse, puede aceptar, un mandatario aplicando las normas
generales de la Ley.
En las letras a días o meses vista debe establecerse la fecha de la aceptación de acuerdo con el art. 73 y en estos casos, el
plazo para el vencimiento de la letra se cuenta desde la fecha de la aceptación.
Para las letras domiciliadas el art. 75 dice que cuando el librador hubiere indicado en la letra de cambio, un lugar de pago distinto
al del domicilio del librado, sin designar a un tercero en cuya casa haya de hacerse el pago, el librado podrá indicarlo así en el
momento de su aceptación.
A falta de semejante indicación, se entenderá que el aceptante se ha obligado a pagar por sí mismo en el lugar de pago.
Cuando la letra sea pagadera en el domicilio del librado éste podrá indicar en la aceptación una dirección en el mismo lugar para
que en ella se efectúe el pago .
Monto de la aceptación
El art. 74 prevé la aceptación parcial pero deja librado a la voluntad del portador admitirla, en cuyo caso debe protestarse por el
resto; en caso contrario deberá protestarse por el total.
El protesto por aceptación parcial produce iguales efectos que el protesto por falta de aceptación respecto al importe por el cual
se protesta.
Y por ello, el portador puede exigir el pago anticipado de la parte que no fue aceptada por vía de regreso, pero debe esperar al
vencimiento para exigir del girado la parte que aceptó .
El obligado de regreso que paga anticipadamente sólo parte de la letra, no puede exigir la letra pero puede exigir un recibo, que
se anote en la letra su pago parcial y, además, una copia certificada de la letra y del protesto, art. 103.
Dice el art. 103: “En caso de ejercitarse la acción de regreso después de una aceptación parcial, el que paga la suma por la cual
la letra no fue aceptada, puede exigir que se anote el pago en la misma letra y se le otorgue recibo. El portador debe además,
dejarle copia certificada conforme de la letra y del instrumento del protesto para que puedan ejercitarse las ulteriores acciones
regresivas. “
Con esos documentos puede ejercer la acción de rembolso contra quienes son sus garantes.
Si el tenedor no admite la aceptación parcial protestará por el todo; el DL 14701 no lo establece pero debe entenderse así, ya que
es facultativo para el tenedor admitir o no la aceptación parcial.
Efectos de la aceptación
El girado que aceptó debe pagar, aun cuando no tenga fondos, porque la existencia o no de fondos es irrelevante para el
funcionamiento de la letra.
El girado puede haber aceptado sin tener provisión de fondos porque los esperaba y no los recibió o porque simplemente
concedió crédito al librador.
En cualquiera de los casos, pagada la letra, el girado tendrá una acción para reclamar al librador el importe pagado, acción que
será extracambiaria.
En conclusión, sea que el girado tenga o no fondos del librador, su aceptación produce los siguientes efectos:
- El aceptante se convierte en el principal obligado por el pago de la letra:
El efecto principal de la aceptación consiste en que el girado se convierte en obligado cambiario, siguiendo el principio
genéricamente establecido de que todo aquél que firme un título valor se obliga a pagarlo arts. 8 y 9.
El principio está expresamente reiterado en los arts. 76 y 105 del DL 14701.
El girado con su aceptación se compromete a cumplir la orden librada y se convierte en el obligado principal y directo al pago de
la letra.
Cuando llegue el vencimiento de la letra, el tenedor acudirá a exigir su pago al aceptante por ser el principal obligado y, si éste no
paga, deberá protestar la letra por falta de pago y tendrá acción ejecutiva para exigir su pago contra el girado aceptante,
endosantes y el librador.
El girado obligado por su aceptación, como todo obligado cambiario, contrae una obligación literal. Se obliga por los términos de
la letra.
El portador tiene un derecho autónomo contra el aceptante y, por lo tanto, éste no puede oponerle, en el momento del pago,
excepciones que tengan que ver con sus relaciones con el librador ni con anteriores tenedores.

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Comercial II. Parte II
La aceptación de la letra no extingue, por sí, la obligación extracambiaria que pueda existir entre librador y girado.
El girado ha consentido en obligarse nuevamente, por un vínculo cambiario que se suma a la obligación extracambiaria
prexistente.
La relación fundamental subsiste.
La deuda del girado a favor del librador no se extingue y recién se extinguirá cuando el girado pague, al vencimiento.
- Refuerza el crédito en la medida en que garantiza el pago:
Y refuerza el crédito que la letra ha incorporado porque aumenta la confianza de que la letra será pagada a su vencimiento.
Con la aceptación, las letras obtienen un mayor respaldo pues, además de la firma del librador tiene la firma del girado, ambos
solidariamente responsables del pago, sin perjuicio de las responsabilidades de endosantes y avalistas que pudieran haber
firmado.
Y se contribuye también de esta manera, a facilitar su circulación pues el tenedor la ha de colocar mejor en el mercado cuando la
letra cuente con la aceptación del girado.
- Comienza a correr el plazo en las l etras a cierto plazo desde la vista:
En las letras a cierto plazo desde la vista interesa la aceptación puesto que desde su fecha empieza a correr el plazo señalado,
con lo cual queda determinado el día del vencimiento.
Efectos de la falta de aceptación
Si el girado no acepta la letra se producen los siguientes efectos:
- Se produce el vencimiento anticipado de la letra de cambio:
Tenemos que de acuerdo al art. 99, literal B, si el girado no acepta la letra se produce el vencimiento anticipado del derecho
incorporado.
Esto quiere decir que el tenedor no tendrá que esperar al vencimiento de la letra; queda habilitado a presentarla inmediatamente
al pago.
- Debe formalizarse el protesto por la falta de aceptación:
El portador tiene la facultad, en algunos casos, y en otros la obligación de recabarla aceptación del girado.
Si al hacerlo el girado se niega a aceptar, debe formalizarse la diligencia de protesto.
- Responsabiliza al girado si el librador le proveyó de fondos:
El girado que no acepta, teniendo provisión de fondos, daña al librador en tanto haya pactado con él prestar el servicio de pago.
De manera que aun cuando el girado tuviera fondos, no tiene por qué pagar la letra si no existió un pacto cambiario, tácito o
expreso, en tal sentido.
Y existirá responsabilidad sólo si se hubiera celebrado un pacto cambiario.
La acción del librador será una acción extracartular, esto es, basada en la relación fundamental que existe entre librador y girado,
y en el pacto celebrado.
3- PAGO.
De acuerdo con el art. 6 del DL 14701, el ejercicio del derecho consignado en un título valor requiera la exhibición del mismo.
La presentación de la letra al pago, exigida por la ley, es consecuencia de la aplicación de ese precepto general.
Para reclamar el pago, el portador debe exhibir o presentar la letra al obligado y si el título es pagado, el portador debe entregarlo
a quien lo pagó.
La presentación al pago va a depender del vencimiento de la letra:
- Para las letras a la vista, el vencimiento acaece el día de la presentación; entonces, respecto a estas letras no se requiere la
previa aceptación: el portador exige directamente el pago.
Y de acuerdo a lo dispuesto por el art. 83, las letras con otros vencimientos deben ser presentadas al pago por el tenedor el día
en que debe pagarse, o en uno de los dos días hábiles sucesivos.
Vamos a ver que el legislador ha tratado la situación de diversa manera y así; en el art. 106 para las letras de cambio a la vista,
dice que la falta de presentación en el término de un año produce la caducidad de las acciones de regreso.
Dice el art. 106: “El portador pierde sus derechos contra los endosantes, contra el librador y contra los demás obligados, con
excepción del aceptante, después de la expiración de los plazos fijados:
A) Para la presentación de la letra de cambio a la vista o a cierto tiempo a la vista.
B) Para levantar el protesto por falta de aceptación o de pago.
C) Para la presentación de la letra para su pago en caso de llevar la cláusula "retorno sin gastos".
Si la letra de cambio no se presentara para la aceptación en el plazo establecido por el librador, el portador pierde el derecho de
ejercitar la acción de regreso, sea por falta de pago o por falta de aceptación, salvo si resultase de los términos del título que el
librador entendió exonerarse tan sólo de la garantía de la aceptación. “
Y en el art. 83 , para las letras con otros vencimientos, la falta de presentación no se sanciona especialmente .
Dice el art. 83: “El tenedor de una letra de cambio pagadera a día fijo o a cierto tiempo, fecha o vista, debe presentarla para el
pago el día en el cual la letra debe pagarse o en uno de los dos días hábiles sucesivos. “
El DL 14701 dispone que el tenedor deba presentarla pero nada dispone para el caso que no se cumpla con el precepto legal.
Nury Rodríguez dice que no hay sanción sin texto que la imponga.
¿Cuáles son los efectos del pago?
En primer lugar deben saber que Ee girado puede pagar la totalidad de la letra o puede pagar parte de ella.
Y de acuerdo con lo dispuesto por el art. 85 del DL 14701, el tenedor no puede rechazar un pago parcial.
Y ese pago parcial solamente libera por la parte pagada.
Y de acuerdo con el art. 85 inciso segundo cuando ocurre un pago parcial, el tenedor debe protestar por el resto que no se pagó.
Los efectos del protesto y de su omisión respectoal importe impago son similares a los analizados en el caso de falta de pago.
Ya vamos a ver luego el protesto.
Los efectos del pago son:
- Extingue la obligación cambiaria, el pago total por parte del girado extingue la obligación del librador y la de todos los demás
firmantes de la letra de cambio: el girado, los avalistas y los endosantes.
- No extingue la relación fundamental entre el librador y el girado; es decir no extingue las relaciones fundamentales que
mantengan el librador y el girado.

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Comercial II. Parte II
Y el girado se convertirá en acreedor del librador si éste no le ha entregado fondos para pagar la letra.
- El girado puede rescatar la letra; es decir que el girado, al pagar la totalidad, tiene el derecho a exigir que se le entregue la letra.
Y si ha efectuado un pago parcial, tiene derecho a exigir que se le proporcione la letra a los efectos de colocar una constancia del
pago que ha hecho.
Esto surge del art. 85 del DL 14701 que nos dice: “ El girado que paga la letra de cambio puede exigir que ésta se le entregue con
la constancia del pago que ha hecho, puesto en la misma letra. El portador no puede rehusar un pago parcial.
En el caso de pago parcial, el girado puede exigir que se anote en la misma letra el pago que ha efectuado, y además que se le
otorgue recibo.
El portador debe protestar la letra por el resto.”
¿Cuáles son los efectos de la falta de pago?
Si el girado no paga la letra, se producirán los siguientes efectos:
- El tenedor debe protestar por falta de pago; es decir el tenedor de la letra, aceptada y no pagada por el girado, debe protestar
formalmente para conservar las acciones tendientes a su cobro.
- El girado se hace responsable frente al librador y esto porque la letra que fue aceptada y no se pagó genera la responsabilidad
del girado porque éste garantizó al librador el pago cuando aceptó. Si incumpliendo su obligación no paga, es responsable frente
al librador por los daños y perjuicios ocasionados.
Si el librador entregó los fondos al girado para pagar, además de los daños y perjuicios, el girado deberá el monto de la provisión
de fondos.
Y si no hubo provisión pero hubo pacto cambiario (según el cual el girado daría crédito al librador), igualmente deberá los daños y
perjuicios.
EL PROTESTO.
El protesto es un acto auténtico y solemne por medio del cual se deja constancia de determinados hechos, actos jurídicos u
omisiones relativos a la letra de cambio.
En nuestro Derecho se formaliza con la intervención de un escribano público.
Los protestos se clasifican en dos categorías:
1 - Los relacionados con el acto de aceptación y
2 - Los relacionados con el acto de pago.
1- Protestos relacionados con el acto de aceptación:
Protesto por falta de aceptación:
Cuando el girado se niega a aceptar la letra, el beneficiario debe formalizarse el protesto. También, debe protestar si el girado que
aceptó, luego tacha su aceptación antes de restituir el título , y esto de acuerdo con el art. 77 del DL 14701 que nos dice: “Si la
aceptación puesta en la letra de cambio por el girado es tachada por él antes de restituir el título, la aceptación se tiene por
denegada.
La cancelación se considera hecha salvo prueba en contrario antes de la restitución del título. No obstante, si el girado ha dado
noticia de la aceptación por escrito al portador o a un firmante cualquiera, está obligado frente a ellos en los términos de la
aceptación.”
Protesto por aceptación parcial:
El protesto por aceptación parcial produce iguales efectos que el protesto por falta de aceptación respecto al importe por el cual
se protesta.
En estos casos, el portador puede exigir el pago anticipado de la parte que no fue aceptada por vía de regreso, pero debe esperar
al vencimiento para exigir del girado la parte que aceptó.
El obligado de regreso que paga anticipadamente parte de la letra, no puede exigir la letra, pero puede exigir tres cosas: un
recibo, que se anote en la letra su pago parcial y además, una copia certificada de la letra y del protesto.
Y con esos documentos puede ejercer la acción de reembolso contra quienes son sus garantes.
Protesto al girado que quiere aceptar pero no puede o no sabe firmar:
De acuerdo con el art. 73, la aceptación debe constar en la misma letra y debe ser firmada por el girado o por su representante.
Pero si el girado no puede o no sabe firmar y no tiene representante que firme por él, la letra debe ser protestada por falta de
aceptación, aun cuando el girado tuviera la voluntad de aceptar.
Sepan que el no dejar constancia de la aceptación en la forma que dispone la Ley equivale a no aceptar.
Protesto por aceptación condicional:
De acuerdo al art. 74 del DL 14701, Cuando el girado acepta bajo una condición, la condición es nula y la letra debe tenerse por
aceptada.
Pero como puede entenderse que la aceptación condicional es nula, se aconsejaprotestar por falta de aceptación con iguales
efectos a los ya analizados.
Protesto en caso de aceptación en que se incluye una modificación:
La inclusión de una modificación a la letra, en el acto de aceptar, equivale a una negativa de aceptación, ya que el art. 73 en la
primera parte de su inciso tercero nos dice que: “Cualquier otra modificación introducida por la aceptación en el texto de la letra de
cambio, equivaldrá a una negativa de aceptación.”
Y en estos casos, debe protestarse para poder conservar las acciones de regreso para el cobro anticipado.
Pero aparte de lo anterior, sepan que el portador conserva acción directa contra el girado, que quedó igualmente obligado en los
términos de la letra con sus modificaciones.
Protesto de letras a cierto plazo desde la vista, aceptadas sin indicar fecha:
De acuerdo con el art. 73, en las letras a cierto plazo desde la vista, el aceptante debe establecer la fecha de su aceptación.
Y esto es así porqué en este tipo de letras, el término empieza a correr a partir de la fecha de la aceptación, de acuerdo con el art.
80.
Si no se establece la fecha de aceptación no puede determinarse la fecha de vencimiento y en consecuencia, el tenedor debe
protestar.
El efecto del protesto, en este caso, es que se toma como fecha para determinar el vencimiento.
Letras con obligación de presentar a la aceptación en un plazo determinado:

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Comercial II. Parte II
El establecimiento de un término responde a la conveniencia de conocer rápidamente lo resuelto por el girado y adoptar las
previsiones del caso.
En estas letras el girado debe poner en la letra, al aceptar, la fecha de su aceptación y si el tenedor se lo requiere la fecha de la
presentación.
Y esto es así porque la letra puede ser presentada un día y aceptada otro día distinto.
Esta es una práctica que está permitida en el art. 72, que admite que el librado solicite se le presente en una segunda vez, al día
siguiente de la presentación.
Y si el aceptante no pone la fecha, tal como se le requiere el portador debe protestar.
Letra con la mención “no aceptable”:
Si en el texto de la letra aparece la prohibición de presentarla a la aceptación, el tenedor no puede requerir la aceptación del
girado y tampoco puede protestarla.
Si no obstante la prohibición la presenta y protesta por falta de aceptación, ese protesto no tendrá ningún efecto y los gastos
deberán ser absorbidos por quien solicitó la diligencia.
2- Protestos relacionados con el pago:
Protesto por falta de pago:
El pago debe exigirse por el portador el día del vencimiento o en uno de los dos días hábiles sucesivos.
Si el girado no paga, el tenedor debe formalizar el correspondiente protesto, de acuerdo con el art. 89 que dice: “La negativa de la
aceptación o del pago de la letra debe ser comprobada mediante el protesto, que deberá hacerse por acta notarial.
El protesto por falta de aceptación no exime al tenedor de la letra de la obligación de protestarla de nuevo, si no se pagase. “
Protesto por pago parcial:
Para el caso de pago parcial, el art. 85 inciso final nos dice que el portador debe protestar por el resto que no se pagó.
Las formalidades del Protesto.
El acto de protesto es una diligencia que debe realizar un escribano público mediante la formalización de una serie de actas
notariales: la de presentación, la de protesto y la de protocolización.
Son de aplicación los arts. 89 y 94 del DL 14701, veamos que dicen estos dos arts:
Art. 89 “La negativa de la aceptación o del pago de la letra debe ser comprobada mediante el protesto, que deberá hacerse por
acta notarial.
El protesto por falta de aceptación no exime al tenedor de la letra de la obligación de protestarla de nuevo, si no se pagase.”
Art. 94 “Las actas notariales que contengan las diligencias de protesto deben mencionar esencialmente:
1º) El lugar, día, mes y año en que se realiza la diligencia;
2º) En el acta de presentación, referencia a la letra de cambio a protestar, con especificación del lugar y fecha en que se libró,
cantidad, especie de moneda, plazo, nombre del tomador, girado, librado, aceptante, avalista. Si el documento contuviere
endosos, las fechas de los mismos y los nombres de los endosantes y endosatario. Si contuviere indicados, sus nombres y
domicilios.
Podrá sustituirse la relación de datos a que se refiere este inciso, agregando al acta, copia fotostática de la letra a protestar. No es
necesaria la traducción de los documentos no redactados en idioma español;
3º) En el acta de protesto:
a) La intimación hecha a la persona que debe aceptar o pagar la letra o no estando presente, a la que sea intimada en nombre de
ella y la respuesta dada o la atestación de que no dieron ninguna;
b) La conminación de gastos y perjuicios contra todos los obligados a las resultas de la letra;
c) Mención de haber entregado copia firmada por el escribano actuante y si hubiere agregado copia fotostática de la letra,
entregada de otro ejemplar también firmado por el escribano, del documento que se protesta;
d) La interpelación para que el protestado firme el acta y si no pudiere hacerlo o se negase a verificarlo, la constancia de esa
circunstancia;
4º) La protocolización de las actas se realizará el día siguiente de transcurridos los dos días hábiles de que dispone el escribano
para realizar las diligencias del protesto.
El escribano, en ningún caso, estará obligado a actuar con testigos instrumentales.”
Las tres actas deben labrarse llenando requisitos legales que revisten carácter de solemnidades.
Vemos en el art. 94 establecidas las menciones que esencialmente deben contener cada una de ellas. El incumplimiento de
cualquier formalidad vicia el acto de nulidad.
Resumidamente estas formalidades son las siguientes:
- Presentación al escribano y acta de solicitud: La presentación al escribano debe efectuarse dentro de los dos días hábiles
siguientes a aquél en que la letra debía ser aceptada o pagada, esto surge del art. 91.
El escribano labra, entonces, un acta de solicitud cuyo contenido esencial es el siguiente:
1. el lugar, día, mes y año en que se realiza la presentación;
2. referencia a la letra de cambio a protestar, especificando el lugar y fecha de libramiento, cantidad y especie de moneda, plazo,
nombre del librador, del tomador, del girado y del avalista, fecha de los endosos, nombres de los endosantes y nombre de los
endosatarios, nombre de indicados y sus domicilios.
La relación de datos se puede sustituir por agregación al acta de copia fotostática de la letra.
El DL 14701 dice que no es necesaria la traducción de los documentos redactados en otro idioma.
Y aunque el DL no lo establezca, el acta debe contener el requerimiento del portador de la letra de que se proteste la letra y su
firma en el acta.
- Protesto y acta de protesto: Dentro de los 2 días hábiles inmediatos siguientes al día de la solicitud, el escribano debe
presentarse ante el girado para efectuar la diligencia de protesto, esto surge del art. 91: “Toda letra que haya de ser protestada
por falta de aceptación o de pago, debe ser llevada al escribano, dentro de los dos días hábiles siguientes a aquél en que debía
ser aceptada o pagada. El protesto debe formalizarse en los dos días hábiles inmediatos siguientes al de su presentación al
escribano. Los escribanos retendrán en su poder las letras, sin entregar éstas ni el testimonio del protesto, durante el término de
dos días que tienen para realizar las diligencias. Si el girado se presentase entretanto a aceptar o a pagar el importe de la letra,
en su caso y a pagar los gastos, el protesto quedará sin efecto.”

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Comercial II. Parte II
En ese acto leerá la solicitud, le solicitará la aceptación o el pago de la letra y de todo lo que el girado diga tomará debida nota.
Realizado el protesto, el escribano labra un acta de protesto con el contenido siguiente: el lugar, día, mes y año de la diligencia; la
intimación hecha a la persona que debe aceptar o pagar la letra o no estando presente, a la que sea intimada en nombre de ella y
la respuesta dada o la atest ación de que no dieron ninguna; la conminación de gastos y perjuicios contra todos los obligados a
las resultas de la letra; mención de haber entregado copia firmada por el escribano actuante y si hubiere agregado copia
fotostática de la letra, entrega de otro ejemplar también firmado por el escribano, del documento que se protesta ; la interpelación
para que el protestado firme el acta y si no pudiere hacerlo o se negase a verificarlo, la constancia de esa circunstancia.
- Acta de protocolización: Finalmente, el escribano protocoliza las actas anteriores mediante la incorporación del acta de
protocolización a su Registro de Protocolizaciones; y debe efectuarlo al día siguiente de los dos días hábiles que tiene para
formalizar el protesto.
Los Efectos del protesto.
1- Efecto del protesto por falta de aceptación: vencimiento anticipado de la letra:
Si el portador de la letra protesta por falta de aceptación, no tiene que aguardar al vencimiento de la letra para iniciar las acciones
ejecutivas contra el librador; puede iniciarlas inmediatamente, en forma anticipada.
Esto surge del art. 99, N° 1, lit. B: “El portador puede ejercitar las acciones cambiarias de regresos contra los endosantes, el
librador y los otros obligados: B) Aun antes del vencimiento: 1º) Si la aceptación hubiese sido rehusada en todo o en parte. “
De acuerdo a lo que dispone el art. 107, la acción es ejecutiva: “La letra de cambio debidamente protestada es título ejecutivo
para accionar por el importe del capital y accesorios, conforme a lo dispuesto en los artículos precedentes.”
Y sepan que no se tiene acción contra el girado porque, precisamente, éste no aceptó.
Se trata de una facultad y si el tenedor quiere aguardar el vencimiento y volver a presentarse ante el girado para exigir el pago,
puede hacerlo.
Si no se protesta la letra por falta de aceptación, el portador pierde el beneficio del vencimiento anticipado y en ese caso
necesariamente debe esperar al vencimiento y presentar la letra al pago y en defecto de pago, protestar.
Y si el portador promueve acción para el cobro de la letra anticipadamente, se hace innecesaria y superflua la presentación de la
letra al vencimiento para requerir su pago.
Pero tengan presente que no obstante lo que hemos expresado líneas arriba, el art. 89 en su inciso segundo nos dice que: “El
protesto por falta de aceptación no exime al tenedor de la letra de la obligación de protestarla de nuevo, si no se pagase.”
La profesora Nury Rodríguez considera que esta norma sería aplicable cuando el portador renuncia al ejercicio de la acción
anticipada
Rodríguez sostiene que si el tenedor puede de inmediato ejercer las acciones de regreso para obtener el pago, no tiene sentido
que se le obligue a protestar por falta de pago.
También funcionaría la norma en el caso en que el protesto por falta de aceptación no provoque el vencimiento anticipado, esto
es, en las letras a cierto plazo desde la vista o en las letras con la mención no aceptable.
Y en el caso de una aceptación parcial se aplica el art. 74, que era el que nos decía que “De admitirse por el tenedor una
aceptación parcial deberá protestarse por el resto.”
Si el tenedor no admite la aceptación parcial protestará por el todo y si bien la ley no lo dice, debe entenderse así, ya que es
facultad del tenedor admitir o no la aceptación parcial.
El protesto por aceptación parcial produce iguales efectos que el protesto por falta de aceptación respecto al importe por el cual
se protesta.
Entonces, el portador puede exigir el pago anticipado de la parte que no fue aceptada por vía de regreso, pero debe esperar al
vencimiento para exigir del girado la parte que aceptó.
El obligado de regreso que paga anticipadamente sólo parte de la letra, no puede exigir la letra, pero puede exigir tres cosas: un
recibo, que se anote en la letra su pago parcial y, además, una copia certificada de la letra y del protesto.
Y con dichos documentos puede ejercer la acción de reembolso contra quienes son sus garantes.
2- Efectos del protesto por falta de pago: formación del título ejecutivo:
Si el tenedor protesta por falta de pago la letra adquiere calidad de título ejecutivo para accionar contra los obligados cambiario s
de regreso, con acciones ejecutivas tendientes a lograr el cobro inmediato de la prestación.
Si la letra no se protesta por la falta de pago, el tenedor pierde las acciones cambiarias contra los endosantes, contra el librador y
contra los demás obligados, esto nos surge del art.106 del DL 14701.
Pero sepan que, aun cuando no la proteste, conserva la acción contra el girado aceptante.
Y en los casos de pago parcial, los efectos son los mismos en la parte que no se pagó y se protestó.

VAMOS AHORA A RESUMIR TODO LO VISTO HASTA EL MOMENTO SOBRE LAS LETRAS DE CAMBIO:

ORIGEN DE LA LETRA DE CAMBIO:


Tiene como origen histórico la Italia Medieval donde por la inseguridad de las rutas los comerciantes se trasladaban con un
documento donde disponía que se le debía pagar esa suma de dinero, previo al depósito en el banco de origen el que estipulaba
que al presentarse ese documento se debía pagar esa suma, generalmente difería la moneda de un lugar a otro por eso se lo
denominaba Letra de cambio.
SUJETOS.
Es un titulo valor de contenido dinerario, donde existen tres sujetos:
# Un librador que ordena el pago de la letra.
# El girado que luego de la aceptación debe abonar la suma girada puede ser una institución bancaria o no.
# El beneficiario que es el que se verá beneficiado con la suma a pagar.
UTILIDAD.
La letra de cambio sirve como medio de pago en negocios tanto en el país como en el exterior, además puede servir como
instrumento de crédito cuando se concede plazo para efectuar el pago.
ENUNCIACIONES NECESARIAS.
# El nombre del titulo valor “ Letra de cambio”.

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Comercial II. Parte II
# Fecha y lugar de la creación, si no establece lugar se entiende que es en el lugar que figura al lado del nombre del librador.
# Fecha de vencimiento y plazo legal del portador para solicitar su pago.
# Orden incondicional para el pago de una determinada suma de dinero, se dirige del librador al girado y debe ser incondicional.
# Identificación del girado que es la persona que va a realizar el pago, generalmente es un tercero pero nada impide que sea el
propio librador.
# Nombre del beneficiario no puede ser al portador.
# Firma del librador no contiene su nombre, pero si debe firmarlo, puede crear la letra por su cuenta o por cuenta de otro.
AUSENCIA DE REQUISITOS.
# Si faltara alguna de estas enunciaciones no es valida salvo lo estipulado por el Art. 56 que dispone que:
# si no se estipula fecha de vencimiento se presupone que es pagadera a la vista,
# si no figura el lugar de pago se debe pagar en el domicilio del girado,
# y si no se estipula lugar de creación se supone que fue creada en el lugar donde figura al lado de la firma del librador.
ENUNCIACIONES FACULTATIVAS.
# Vencimiento: Es la fecha que se debe realizar el pago.
# Puede ser a la vista: se paga a su presentación, tiene un plazo de un año desde la fecha de su creación, el librador puede
acortar o alargar dicho plazo o determinar que sea presentado en cierta fecha.
# A cierto plazo de la vista: pagadero a tantos días de la aceptación del girado o del protesto si falta aceptación.
El plazo para requerir la aceptación es de un año a partir de la creación
# A cierto plazo desde la fecha: pagadero a tantos días de la fecha de la creación.
# Si se estipula al principio a mediados o a fin de mes se entiende el 1 el 15 o el último día del mes.
# Las expresiones 8 a 15 días se entienden días hábiles y medio mes equivale a 15 días.
ESTIPULACIÓN DE INTERESES.
# Pueden ser interese comunes o moratorios.
# Los intereses comunes deben ser estipulados en la letra a falta de estipulación la cláusula se tendrá como no puesta.
Este tipo de interese son los generados por la relación con la letra de cambio pagadera a la vista o en cierto plazo de la vista,
cuando se estipule que la suma consignada en la letra devengue intereses.
# Los interese moratorios son los devengados una vez vencido el plazo para el pago de la letra y no se haya efectuado cuando el
deudor cae en mora, también deben estipularse si no lo hiciere será el interés bancario a partir del vencimiento.
# Podrá poner el librador la cláusula sin garantía, que consiste en no responder por la aceptación pero no lo exonera de la
responsabilidad de pago.
# La cláusula no aceptación esta cláusula exime de la aceptación se presenta directamente al pago.
# La cláusula sin protesto o retorno de gastos estipula que el librador el avalista o endosante libera al tenedor de realizar el
protesto en caso de que no se le pague.

FUNCIONAMIENTO DE LA LETRA DE CAMBIO


# Libramiento
# Endoso
# Aceptación
Libramiento.
Es el acto jurídico por el cual el librador da la orden al girado que pague determinada suma de dinero al beneficiario, una vez
librado el librador se hace responsable por la aceptación y el pago.
Debe contener todas las enunciaciones necesarias y las facultativas si así lo estipulare.
Endoso.
Es el acto por el cual el beneficiario a través del endoso trasmite sus derechos al cobro de la letra a un tercero, dicho endoso se
realiza al dorso o en una hoja de prolongación, podrá no contener el nombre del beneficiado o consistir en la firma del endoso,
endoso en blanco.
Se responsabiliza por el pago y la aceptación.
Si el girado no acepta se produce el vencimiento anticipado de la letra pudiendo el beneficiario exigir el pago al librador o a los
endosantes o a todos por la solidaridad cambiaria.
Si acepta el girado pero luego no paga, el beneficiario puede exigir el pago previo protesto al endosante que garantizó el pago.
Aceptación.
Es el acto jurídico por el cual el girado se obliga al pago de la letra a su vencimiento por estar mencionado en el documento no
queda automáticamente obligado sino que debe firmar el documento.
# Si el beneficiario se presentare para la aceptación y el girado no acepta no invalida el documento solamente éste no se obliga
pero queda igualmente obligado el librador y los avalistas y endosantes si los hubiere.
Características de la Aceptación.
# Nace con la firma del girado al documento
# Puede ser parcial
# No puede estar condicionada
# Es irrevocable, si hay tachaduras se presume que se realizó antes de entregarla al tenedor, salvo prueba en contrario.
Formalidades.
# Debe ser presentada al girado en su domicilio, por el tenedor, representante o endosatario.
# Si es a la vista no requiere aceptación previa, se paga o no.
# Si el vencimiento es a cierto plazo de la vista el beneficiario debe presentarla dentro del plazo de 1 año a contar desde la fecha
de su creación , puede el librador alargar o acotar el plazo no puede estipular la no aceptación.
# La letra con vencimiento fijo: se debe presentar para obtener otro obligado cambiario.
# Puede estipularse con la palabra acepto u potra equivalente y la firma. Debe ser capaz, mayor 18 años, no sordomudo que no
se pueda dar a entender por escrito, ni demente, puede ser un mandatario.
# Puede ser por parte de la suma en este caso el beneficiario está de acuerdo sino lo protesta por la totalidad.

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Comercial II. Parte II
# Se recaba en el domicilio el girado generalmente.
Efectos de la Aceptación.
# Obliga al girado y debe pagarla a su vencimiento.
# Cualquier invalidez no afecta a los demás obligados.
# En letras a cierto plazo determina la fecha de vencimiento.
Falta de Aceptación.
# _ Vencimiento anticipado de la letra.
# _El tenedor debe realizar el protesto (acta notarial).
# _ Responsabilidad del girado si existe disponibilidad de fondos.
PAGO.
# Presentar en el lugar y fecha indicado sino existe lugar indicado en el domicilio del girado.
# Plazo de 1 año a partir de la creación.
# Depende de la fecha de vencimiento si no es a la vista..
# Efectos:
# Si se paga todo extingue la obligación. Si el girado pago sin previsión de fondos puede rescatar la letra y accionar contra el
librador.
# Si paga parcialmente:
# Puede el girado poner la constancia del pago y devuelve la letra al beneficiario que debe accionar por el saldo.
# El tenedor no puede negarse a un pago parcial si a una aceptación parcial.-Protesta por el saldo.
# Falta de pago:
# El tenedor debe protestar, el girado es responsable frente al librador por daños y perjuicios y por el monto de la letra si hay
fondo, si no hay fondos pero si pacto cambiario es decir le concedió crédito le debe daños y perjuicios ocasionados.
PROTESTO.
# Debe realizarse en acta notarial.
# RELACIONADA CON LA ACEPTACIÓN:
# Si no se acepta el tenedor puede realizar la gestión cambiaria antes del vencimiento de la letra así también si tacha la
aceptación al restituir el título.
# Si acepta parcialmente puede protestar por el saldo y puede exigir la parte no aceptada anticipadamente.
# Si no admite la aceptación parcial protesta por el total del monto de la letra.
# El girado que paga parcialmente puede exigir constancia del pago y repetir por este al librador o demás obligados.
# Si el girado no puede, no sabe firmar se debe protestar por falta de aceptación.
# Si el girado condiciona o modifica la letra se debe protestar por falta de aceptación.
# Si la letra es a cierto plazo desde la vista el beneficiario debe protestar si no se indica fecha para la aceptación tomándose la
fecha del protesto para determinar el vencimiento.
# Letras con fecha para presentar para la aceptación con plazo determinado, el girado debe poner la fecha que acepta sino se
debe protestar para conservar las acciones judiciales sino se mantienen las mismas solamente contra el librador y el endosante.
# PROTESTO RELACIONADO AL PAGO:
# Por falta de pago totalmente o por el saldo en caso de pago parcial.
# Formalidades:
# Por escribano, si existe concurso del librador, girado o avalista no hace falta el protesto sino testimonio del decreto judicial es
suficiente.-
# Se debe llevar la letra al escribano dentro de los 2 días hábiles después que debió ser paga o aceptada, el escribano labra acta
y queda con la letra, dentro de dos días el girado paga o acepta y paga los gastos del escribano queda sin efecto.
# El escribano se debe dirigir al domicilio del girado o que conste en la letra de cambio sino en la seccional de la zona, debe
realizar el protesto al girado, al gerente, a la viuda a los hijos mayores, al curador de la herencia yacente o al comisario de la
zona.
# Luego protocoliza las actas no tiene por que llevar testigos.
Efectos del Protesto.
# La letra se transforma en titulo ejecutivo.-
# En las letras a la vista o hasta cierto plazo desde la
vista caduca sus derechos al año
# Dispensa legal del protesto:
# Cuando hay concurso de cualquier obligado cambiario.
# Cuando se estipula sin protesto.
# Perdida destrucción o sustracción del documento.
ACCIONES (ESTUDIANTES ESTE TEMA LO VEREMOS EN PROFUNDIDAD LUEGO DE QUE LES ENSEÑÉ VALES Y
CHEQUES).
# ACCIÓN CAMBIARIA.
# Juicio ejecutivo (titulo ejecutivo)
# Embargo fácil y rápido.
# Acción para el cobro directo:
# Ultimo tenedor, legitimación pasiva girado, librador avalista.
# Se intenta cobrar la suma e intereses consagrados.
# Acción para reembolso de lo pagado por la letra de cambio:
Cuando paga puede accionar el librador avalista, para que le restituyan lo pago.
# Acción de regreso:
# Para que se le pague la Letra de Cambio no aceptada o no paga, el tenedor la promueve y corresponde al vencimiento o antes
si no fue aceptada o en caso de concurso del librador o girado de una letra de cambio no aceptable.
PRESCRIPCIÓN.

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Comercial II. Parte II
# Acción del beneficiario al girado 3 años desde el vencimiento.
# Acción del beneficiario contra el librador, endosantes o avalista 1 año desde la fecha del protesto por falta de pago.
# Acción del que pagó contra los demás obligados 6 meses desde que pagó o notificaron la demanda.
ACCIÓN EXTRACAMBIARIA (ESTUDIANTES ESTE TEMA TAMBIÉN LES SERÁ ENSEÑADO EN PROFUNDIDAD, LUEGO
QUE VEAMOS VALES Y CHEQUES).
# ENRIQUECIMIENTO INJUSTO.
# Demanda el monto que se enriqueció el librador por el no pago.
# Si no tiene acción cambiaria prescribe al año de que esta se haya extinguido.
# ACCIÓN CAUSAL:
# Se exige la prestación debida por el negocio o relación fundamental.
# Para ello:
la letra no se pagó
# Se devolvió la letra
# Que se haya presentado a la aceptación y pago y protestada y que no haya prescripto.
# ACCIÓN CANCELACIÓN
# Si se perdió o fue sustraída la letra.
# Se debe presentar fianza. Acreditar el haber extraviado y la legitimación activa.

VALES.

El vale, pagaré o conforme, es un título valor de contenido dinerario que contiene una promesa de pagar una suma de dinero a
una persona designada expresamente, o a su portador.
El vale a diferencia de la letra de cambio, no contiene una orden de pago, sino una promesa de pago y en su funcionamiento
intervienen sólo dos personas: el librador y el beneficiario.
A diferencia de la letra, los vales pueden librarse al portador, lo cual determina que puedan transmitirse por la simple entrega.
Las enunciaciones del Vale:
Enunciaciones del vale
Los vales deben contener una serie de enunciaciones que son esenciales, las cuales se encuentran establecidas en los arts. 120
y 3 del DL 14701 y que son:
1- El nombre del título valor;
2- La fecha de creación;
3- El lugar de creación.
Pero tengan presente que esta enunciación no es esencial;
4- La promesa de pagar una suma determinada de dinero y
5- La firma del librador.
Los vales también pueden contener otras cláusulas, que son las llamadas Cláusulas Facultativas, en tanto dependen de la
voluntad del creador.
Estas cláusulas facultativas están previstas en el art. 125 del DL 14701 que nos dice:
“Los vales, pagarés y conformes pueden ser extendidos a la vista, a cierto plazo desde su fecha y a fecha fija. Pueden asimismo,
tener vencimientos sucesivos y en tal caso, podrá pactarse, expresamente, que el no pago de una o varias cuotas haga exigible el
documento.
Podrán también incluirse en los vales, pagarés y conformes, otras cláusulas, tales como las que estipulan el pago de intereses
corrientes o moratorios; la de constitución en mora por el solo vencimiento de los plazos estipulados para el pago de
capital e intereses; la de constitución de domicilio y la de atribución de jurisdicción.
En lo no expresamente previsto, son aplicables a los vales, pagarés y conformes, en lo pertinente, las disposiciones generales de
la presente ley y las especiales relativas a la letra de cambio.”
En resumen, las cláusulas facultativas podrían ser:
1) Interés corriente o moratorio que podrá pactarse en todos los casos.
2) Mora automática, la incorporación de esta cláusula permite que por el sólo vencimiento de los plazos estipulados para el pago
del capital e intereses, el deudor caiga en mora sin necesidad de ningún tipo de interpelación.
3) Atribución de jurisdicción, con esta cláusula el librador señala la competencia jurisdiccional en caso de litigio.
4) Constitución de domicilio, esta mención ha sido interpretada de diversa forma.
Se ha dicho que permite al librador establecer un determinado domicilio a los efectos del juicio y también se ha dicho que además
es útil para constituir domicilio a los efectos extrajudiciales.
5) Vencimientos, el librador puede extender el vale a la vista; a cierto plazo desde su fecha y a fecha fija.
Vemos entonces que es de aplicación el art. 78 que estudiamos cuando vimos las letras de cambio.
6) Vencimientos sucesivos y pacto sobre cuotas.
Con esta cláusula se está autorizando a dividir el total del importe del vale en partes.
Por ejemplo, un vale de 100.000 pesos puede fraccionarse en diez cuotas de 10000 pesos cada una.
Y para facilitar la ejecución de la totalidad del vale, cuando se pacta un vale con vencimientos sucesivos el DL 14701, autoriza
que se acuerde que la falta de pago de una o más cuotas hará exigible el pago de toda la suma adeudada.
Y si no se pactó de esa manera, habrá de esperarse el vencimiento de la última cuota para ejecutar el vale.
La redacción del art. 125 nos trae el problema de saber si se pueden agregar otras cláusulas facultativas, en tanto el vocablo
podrán genera dudas a la doctrina.
Cierto sector de la doctrina entiende que al haberse omitido la palabra solamente sería posible agregar cualquier tipo de
estipulación en un vale.
Y otro sector de la doctrina no está de acuerdo con lo anterior y sostienen que el vale debe tener, únicamente, las estipulaciones
que la Ley permite.

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Comercial II. Parte II
RESUMEN DE VALES.

# También llamados pagaré o conformes.


# Promesa de pagar una cantidad de dinero.
# Es un documento en el cual intervienen el creador o creadores que se obligan y el beneficiario del dinero prometido el pago.

ENUNCIACIONES.
# _ Nombre vale;
# _ Promesa incondicional d pagar dinero cualquier moneda;
# _ Fecha de creación;
# _ Lugar de creación;
# _ Firma del obligado/s;
# Facultativas.
# _ IntereseS corrientes y moratorios;
# _ Exigibilidad de la totalidad a falta de pago de alguna prestación;
# _ Constitución en mora;
# _Atribución de jurisdicción;
# _ Constitución de domicilio judicial o extrajudicial;
# _ Vencimiento, a la vista a cierto plazo o en fecha determinada;
# _ Cuotas.
FORMACIÓN DEL TÍTULO EJECUTIVO (ESTE TEMA LO VAMOS A VER CON MÁS DETENIMIENTO COMO YA LES HE
INFORMADO LUEGO DE QUE TERMINEMOS EL TEMA CHEQUES).
# TCCPC (TELEGRAMA COLACIONADO CERTIFICADO) (Art. 124).
# PRESCRIPCIÓN:
# 4 años, contra endosante y avalistas 1 año, y la de reembolso contra otros obligados 6 meses.
TRANSMISIÓN.
# Al portador con la entrega.
# Nominativos, con endoso.
# Si no es endosable con cesión de crédito.

CHEQUES.

El artículo 1 del DL 14412 clasifica a los cheques como: comunes y diferidos.


Luego el DL define a los cheques comunes en el art. 2 y al cheque de pago diferido en el art. 3.
Veamos entonces.
CHEQUE COMÚN.
El art. 2 del DL 14412 dice que: “El cheque común es una orden de pago, pura y simple, que se libra contra un Banco en el cual el
librador debe tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta corriente bancaria o autorización expresa o tácita para
girar en descubierto.
El cheque garantizado y el de viajero son modalidades del cheque común y se regirán por las disposiciones de los artículos 53 y
54 al 57, respectivamente, de la presente ley, sin perjuicio de la aplicabilidad de las restantes normas del capítulo siguiente.
En todos los casos en que se haga mención a cheques sin ninguna otra especificación, se entenderán referidos a los
comprendidos en el literal A) del artículo anterior.”
El vale y de la letra de cambio, pueden ser confeccionados por el librador, pero en cambio los cheques se confeccionan por los
bancos cumpliendo ciertas normas que imparte el BCU y se entregan al librador en libretas.
El concepto legal nos indica tres cosas sobre el cheque común:
1- que es una orden de pago pura y simple;
2- que esa orden se libra contra un banco;
3- que el librador debe tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta corriente bancaria o autorización expresa o
tácita para girar en descubierto.
1- El cheque como orden de pago de pago pura y simple.
El cheque sirve fundamentalmente para pagar una obligación, pero debemos aclarar que la entrega del cheque no constituye,
realmente, un pago, en tanto no extingue la obligación.
No extingue la obligación dado que el cheque se recibe pro solvendo o, lo que es lo mismo, salvo buen cobro; y así se dispone
en el art. 25 del DL 14701 y en el art. 46 del DL 14412.
El art. 46 del DL 14412 dice: “La entrega de un cheque por el importe de una suma debida, no extinguirá el crédito originario y el
acreedor conservará los derechos y privilegios que tenía, además de los que derivan del cheque recibido, salvo que se pruebe
que hubo novación.”
Entonces, y salvo que se haya pactado lo contrario, la entrega del cheque no extingue la obligación y simplemente evita el
desplazamiento de dinero.
O sea que sólo en un sentido coloquial se puede decir que se paga con cheque.
El cheque contiene una orden de pago ya que el librador ordena al banco pagar una suma de dinero.
El banco cumple la orden porque se ha obligado a ello por el contrato de cuenta corriente bancaria.
Recibido el cheque, el Banco debitará su importe de la cuenta del librador.
La orden debe ser pura y simple en tanto el librador no puede condicionarla al cumplimiento o incumplimiento de ninguna
condición y esto es coherente con los caracteres de autonomía y abstracción que caracterizan a todos los títulos valores de
contenido dinerario.
Y además el art. 32 del DL 14412 nos dice que esta orden en general es irrevocable.

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Comercial II. Parte II
No obstante sepan que la revocación del cheque sólo se permite en los casos de violencia en el acto de libramiento, extravío o
hurto de la libreta de cheques y aviso del tenedor (hipótesis que no es propiamente una revocación), y siempre que se cumpla con
los requisitos legales establecidos en el art. 36 numerales 4, 6 y 8 del DL 14412.
Si no es ninguno de esos casos, la revocación de la orden de pago emitida en un cheque está penada con seis meses de prisión
a cuatro años de penitenciaría.
Y el librador incurrirá en la misma pena si retira los fondos existentes en su cuenta para defraudar al acreedor.
Y también será castigado penalmente si teniendo fondos, los bloquea bajo cualquier pretexto legal que no sea cierto o si, teniendo
fondos en el momento de librarlo, clausura su cuenta corriente después de librarlo.
También si da aviso del extravío de la libreta cuando, en realidad, lo que pretende es evitar el pago de un cheque concreto.
2- El cheque como orden librada contra un banco:
Pueden intervenir en un cheque las siguientes personas:
- el librador;
- el banco girado y
- el beneficiario, sin perjuicio, de la participación de endosantes y avalistas.
El banco girado no se comporta como el girado de una letra de cambio, no acepta el cheque y por lo tanto no se constituye en
deudor de su importe.
El art. 11 del DL 14412 nos dice que: “El cheque no puede ser aceptado. Toda mención de aceptación puesta en el cheque se
reputa como no escrita”.
Si bien el librador ordena un pago al banco, el banco no asume la obligación cambiaria de pagar el cheque al tenedor, lo que
significa que el tenedor, si el cheque no es pagado, no puede nunca demandarlo por ello como demanda al librador, endosantes,
avalistas y aceptantes, haciendo valer la solidaridad cambiaria o la solidaridad entre los firmantes del mismo acto de conformidad
con los arts. 105 y 14 del DL 14701.
El banco sólo está obligado con el librador por el contrato de cuenta corriente bancaria a pagar los cheques que el librador gire
contra su cuenta, en tanto ésta sea suficiente y esté disponible.
El banco no puede, ni debe aceptar el cheque, eso le está prohibido por el art. 11 del DL 14412.
Entonces el Banco permanece ajeno a las obligaciones propias de cada cheque y no se constituye en obligado cambiario.
La posición del Banco es distinta a la del girado de una letra de cambio, sujeto que sí puede aceptar y qué al hacerlo se convierte
en un nuevo obligado por su importe, comprometiendo así su patrimonio.
3- La provisión de fondos y el giro en descubierto
La definición contiene una referencia a la relación previa que debe existir entre el librador y el banco: el contrato de cuenta
corriente bancaria, vínculo que une al librador con el banco.
El contrato de cuenta corriente bancaria es un contrato normativo dentro de cuyo marco se celebran otros contratos: el contrato
de depósito bancario y el contrato de apertura de crédito bancaria.
El libramiento de cheques y su pago se efectúan en el marco del contrato de cuenta corriente bancaria para permitir el retiro del
dinero depositado o para la utilización del crédito acordado.
La cuenta corriente bancaria.
La cuenta corriente bancaria es el contrato convenido entre un banco y su cliente por el cual aquél se obliga a realizar por cuenta
de éste, todas las operaciones inherentes al servicio de caja contabilizando , puntual y sistemáticamente, los ingresos y egresos
de fondos.
La profesora Nury Rodríguez lo considera un contrato de naturaleza instrumental porque sirve al contrato de apertura de crédito y
el contrato de depósito bancario.
La cuenta corriente bancaria es regulada por los arts. 33 a 39 de la Ley 6895 de 1919 y puede ser de dos formas: al descubierto o
con provisión de fondos.
Cuando la cuenta corriente bancaria opera con provisión de fondos, eso quiere decir que los fondos que allí se encuentran han
sido depositados por el cuenta correntista.
Y en ese caso, el contrato de cuenta corriente bancaria se combina con el contrato de depósito bancario.
Y cuando los dineros de la cuenta corriente no son depositados por el cuenta correntista, sino que se obtienen por el crédito de
dinero que el banquero proporciona permanentemente y mientras está vigente el contrato, la cuenta se combina con el contrato
de apertura de crédito bancaria.
Vemos entonces que siempre debe existir provisión de fondos y que que la expresión al descubierto, que utiliza el DL 14412, no
debe implica como una vía al librador para que pueda girar sin fondos, pues ello es un delito.
El DL 14412 exige que la cuenta corriente bancaria tenga provisión de fondos.
El librador no sólo debe haber celebrado un contrato de cuenta corriente, sino que debe haberlo perfeccionado realizando o un
depósito o solicitando la apertura de determinado crédito.
En ello justamente consiste la provisión de fondos: el derecho de disponer de lo depositado, o el derecho de disponer del crédito
concedido.
En materia de letras de cambio, el DL 14701 no se refiere a la provisión de fondos.
La provisión de fondos resulta de una relación extracartular entre librador y girado que el legislador no disciplina.
Vemos aquí una diferencia entre la letra de cambio y el cheque: el girado de una letra de cambio, aun cuando no tenga provisión
de fondos, puede aceptar convirtiéndose en principal obligado cambiario.
Por su parte en el cheque, el banco que no tiene provisión de fondos no debe pagar y ello por cuanto no se comporta como el
girado de una letra de cambio.
El Banco no acepta el cheque y por lo tanto no se constituye en deudor de su importe.
El art. 11 nos dice : “El cheque no puede ser aceptado. Toda mención de aceptación puesta en el cheque se reputa como escrita.”
La provisión de fondos debe cumplir los siguientes requisitos:
- liquidez;
- suficiencia y
- disponibilidad.
En la cuenta corriente bancaria debe haber dinero depositado, lo que confiere al librador un crédito contra el banco.

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Comercial II. Parte II
Liquidez significa que no debe ser necesario efectuar una liquidación para determinar el monto de ese crédito.
De acuerdo a la definición de cheque, la provisión debe existir en el momento en que el cheque se crea.
Y esto es así porque el tenedor puede presentarlo inmediatamente de recibido .
Pero sin embargo, por aplicación de otras normas del DL 14412, lo que interesa es que la provisión exista en el momento en que
el beneficiario o tenedor se presente al banco a cobrarlo, ya que es en ese momento en que debe existir la provisión; de lo
contrario el banco no lo paga.
El art. 58, lit. E, no sanciona el libramiento de cheque sin fondos, sino al que librare un cheque que, al tiempo de la presentación,
careciere de provisión suficiente.
La provisión de fondos debe ser suficiente, es decir, debe alcanzar para cubrir el importe total del cheque y el tenedor de un
cheque no está obligado a recibir un pago parcial.
La provisión debe ser disponible, esa disponibilidad de los fondos es otorgada al librador por el contrato de cuenta corriente
bancaria.
Y qué sucede si esos fondos han sido objeto de un embargo?, en ese caso los fondos existirán, pero no estarán disponibles
porque se encuentran afectados y en consecuencia no pueden destinarse al pago del cheque.
El cheque emitido sin provisión será formalmente válido pero, al mismo tiempo, irregular.
Y como consecuencia de su irregularidad, el cheque no será pagado por el banco girado, pero el tenedor podrá exigir su pago de
los obligados, librador y endosantes, mediante el ejercicio de la acción ejecutiva acordada al cheque por el DL 14412.
El DL 14412 establece que los obligados responden no sólo por el importe del cheque sino, también, por sus intereses y los
gastos que se hubieran originado, esto surge del art. 42:
“El tenedor podrá reclamar del obligado al pago:
1º) El importe del cheque no pagado.
2º) Los intereses de tipo bancario corriente por las operaciones activas en el lugar del pago, a partir del día de la presentación al
cobro.
3º) Los gastos originados por los avisos que hubiere tenido que dar y cualquier otro gasto u honorario originado por el cobro del
cheque. “
Además de las responsabilidades civiles, el DL 14412prevé la responsabilidad penal del librador.
La insuficiencia de fondos constituye, un elemento de una figura delictiva descripta en el art. 58, lit. E.
En fin, el libramiento de cheques sin provisión de fondos apareja la aplicación de sanciones administrativas de suspensión o
clausura de las cuentas corrientes del librador , arts. 62 y siguientes.

Menciones del cheque


De acuerdo a lo dispuesto por el art. 17 del DL 14412, los cheques deben extenderse en libretas impresas que los bancos
entregan a sus clientes.
El banco sólo paga los cheques girados por un librador cuando hayan sido extendidos en la libreta entregada.
Las enunciaciones que debe contener el cheque común, son las que están establecidas en el art. 4 del DL 14412 que nos dice:
“El cheque debe contener las siguientes enunciaciones:
1. La denominación 'cheque' inserta en el texto del documento, expresada en el idioma empleado para su redacción.
2. El número de orden impreso en el documento y en los talones, si los tuviese.
3. La indicación del lugar y de la fecha de su creación y la indicación del lugar donde debe efectuarse el pago.
4. El nombre y el domicilio del banco contra el cual se libra el cheque.
5. La expresión de si es a favor de persona determinada o al portador.
6. La orden incondicionada de pagar una suma determinada de dinero, expresada en números y en letras, especificando la clase
de moneda.
7. La firma del librador.”
Entre las menciones indicadas algunas son esenciales, esto significa que si faltan el cheque es jurídicamente inexistente.
Y otras, en cambio, son facultativas y también hay una serie de menciones impresas en las fórmulas que proporciona el banquero
y otras que deben ser completadas por el librador.
Menciones impresas
- Denominación:
En primer lugar, la denominación “cheque” inserta en el texto del documento, expresada en el idioma empleado para su
redacción, distingue al cheque de otros documentos.
El DL 14412 admite la posibilidad de que el cheque se extienda en idiomas diversos, lo cual es consecuente con la posibilidad de
su circulación fuera de fronteras, consentida por el DL 14412.
Para el caso de que se haya utilizado un idioma extranjero, la denominación cheque debe hacerse en ese idioma.
El DL 14412 no determina una ubicación determinada para esta mención, entonces sería suficiente una mención que estableciera:
Páguese por este cheque.
- Numeración:
En segundo lugar, es característico del cheque el ser numerado.
La numeración del cheque es una enunciación que lo distingue de las letras o de los vales.
Y con este requisito se individualiza el documento y es necesaria, además, para controlar el acto de pago del cheque en tanto el
cheque debe coincidir con la libreta entregada al cliente.
- Nombre del banco y domicilio:
El nombre del banco girado es esencial pues se trata del ordenado al pago.
Lo mismo sucede respecto del domicilio, el banco girado puede estar domiciliado en el país aunque el cheque se libre en el
exterior o puede tener su domicilio en el extranjero y librarse dentro de nuestras fronteras.
La determinación del domicilio del banco tiene importancia porque la Ley aplicable es la del domicilio del banco.
Pero el domicilio del banco girado no es una enunciación esencial ya que el DL 14412 suple su falta con una previsión especial en
el art. 5, numeral 1: “ 1º) Si se hubiere omitido el domicilio del Banco girado, el cheque será pagadero en el establecimiento
principal de dicho Banco en la República.”

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Comercial II. Parte II
Menciones que deben llenarse
- Lugar de creación:
El lugar de creación determina el cómputo de los plazos de caducidad del cheque.
El cheque puede ser creado en el país o fuera del país.
Si se crea en el exterior contra un banco domiciliado en el país o si se crea en el país contra un banco en el exterior, estamos
ante un cheque internacional , en cuyo caso el plazo de presentación al cobro es de 60 días.
Si se trata de cheques librados en el país, debe distinguirse si se han girado sobre bancos situados en el mismo lugar o si ha sido
girado de un punto a otro de la República, porque los plazos de presentación varían en uno y otro caso, estableciéndose en 15 o
30 días respectivamente.
La enunciación del lugar de creación no es esencial y el art. 5 suple la omisión con una presunción: se presume que el lugar del
libramiento es el domicilio que el librador tenga registrado en el banco.
Y ¿cuál es el fin de esta norma? Sucede que como veremos, el tenedor debe dar aviso al librador en el caso de que el cheque no
sea pagado por el banco girado.
Además, ese tenedor tiene acción ejecutiva contra el librador y endosantes, si los hubiera, para el cobro del cheque, intereses y
gastos.
El tenedor puede desconocer el domicilio del librador y el DL 14412, impone al banco la obligación de proporcionárselo.
Si el banco, al amparo del secreto bancario, se negara a informar al tenedor sobre el domicilio del librador se frustraría la
aplicación de las normas legales en tanto el tenedor no podría enviar el aviso y tendría dificultades para iniciar su acción ejecutiva;
por eso el DL 14412 le impone al banco la obligación de comunicar el domicilio del al tenedor del cheque, cuando éste lo solicite,
de modo de permitirle el ejercicio de las acciones que le competen.
Y además de esta previsión agregó una nueva obligación y así, el art. 39, al establecer el contenido necesario de la constancia
que el banco debe extender cuando no paga el cheque, incluye el domicilio del librador.
El endosante, también tiene obligación de informar al tenedor sobre el domicilio del librador, siempre y cuando lo conozca; ya que
puede conocerlo si es el beneficiario indicado por el librador; pero si se trata de un endosante que lo recibió por sin endoso
anterior, puede ignorarlo, en cuyo caso, no se le aplica la norma.
- Fecha de creación
La fecha de creación es esencial, interesa que dicha fecha se incluya en el documento ya que en razón de la fecha se determina
la capacidad del librador .
También interesa la fecha para el cómputo del plazo de presentación al cobro y para el cómputo del plazo de prescripción.
La fecha debe contener día, mes y año, debe ser verdadera, esto es, debe coincidir con el día en que efectivamente se crea.
No puede antedatarse o postdatarse un cheque.
Si se antedatara o postdatara se estaría falsificando un documento privado y cometiendo uno de los delitos previstos en el art. 58
del DL 14412: “El que librare un cheque falseando alguna de las enunciaciones esenciales requeridas por el art. 4º para que el
documento valga como tal.”
- Lugar de pago:
Esta enunciación es exigida por el art. 4, numeral 3.
Normalmente el cheque es pagadero en el domicilio del banco.
Pero a pesar de ello, el DL 14412 admite la determinación de un lugar distinto para el pago.
La doctrina entiende que la domiciliación implica la indicación de una tercera persona distinta del girado para efectuar el pago.
El DL 14412 no es explícito al respecto ya que se limita a incluir , entre las enunciaciones del cheque, la indicación de un lugar de
pago, sin desarrollar la disciplina aplicable a un cheque librado de esa forma.
Sólo el librador puede domiciliar el cheque., ni los endosantes ni el banco girado, podrían agregar una enunciación, con indicación
de un lugar diverso para el pago.
Y recuerden que en materia de letras de cambio, el art. 58 del DL 14701, prevé la domiciliación de la letra y se admite
expresamente que la indicación de un lugar de pago pueda ser establecida por el girado al aceptar.
La indicación de un lugar de pago, en el cheque, es una enunciación facultativa y si no se establece, el cheque es pagadero en el
domicilio del banco girado, art. 5 numeral 1 del DL 14412.
También podría ser utilizado cuando en una determinada localidad el banco no tiene una sucursal pero tiene un corresponsal para
la concreción o ejecución de determinados negocios. El banco puede encomendarle la atención de pagos de ciertos cheques.
Cuando se debe librar un cheque a favor de una persona domiciliada en esa localidad, el librador podrá estampar esta
enunciación especial.
- La expresión de si es a favor de persona determinada o al portador.
Sobre el contenido de esta enunciación se extiende el art. 7 del DL 14412, que viene a complementar el numeral 5 del art. 4.
El art. 7 establece que el cheque puede librarse: a favor de persona determinada; a favor de persona determinada, con cláusula
no a la orden u otra equivalente; o al portador.
La distinta forma de emisión interesa a los efectos de la trasmisión del cheque.
El cheque al portador se trasmite por la simple entrega; el cheque a favor de persona determinada se trasmite por endoso y
entrega y el cheque con la cláusula no a la orden, mediante cesión de créditos y entrega.
Puede librarse un cheque dejando en blanco el nombre del beneficiario y en ese caso, por aplicación del art. 4 de el DL 14701, el
tenedor legítimo puede llenar el claro poniendo su nombre.
Quien libra el cheque es quien determina su forma de transmisión; tiene total libertad para establecerla y los posteriores tenedores
no pueden cambiarla de acuerdo a lo dispuesto por el art. 12 del DL 14701.
Un cheque emitido al portador no deja de serlo porque uno de los tenedores haya efectuado un endoso, indicando el nombre del
beneficiario, esto surge del art. 25 del DL 14412 cuando dice: “El endoso que figure en un cheque al portador hace al endosante
responsable en los términos de las disposiciones que rigen las acciones para el cobro del cheque, pero no convierte al título en un
cheque a la orden.”
Y de igual manera, el beneficiario de un cheque a la orden podría endosar un cheque sin indicar al endosatario (endoso al
portador) , aunque ello no transforma el cheque a la orden en cheque al portador.

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Comercial II. Parte II
Como consecuencia, el cheque podrá circular, sin que medien nuevos endosos, por la simple entrega, pero en el momento en que
el último tenedor lo presente al cobro, éste deberá justificar su identidad frente al banco, de igual modo que se procede con los
cheques a la orden.
- La orden incondicionada de pagar una suma determinada de dinero expresada en números y en letras
La orden de pago se expresa con la palabra páguese.
Como la letra, el cheque sólo puede contener referencia a dinero y no a otras cosas fungibles. La cantidad debe indicarse dos
veces: una en letras y otra en números, especificando la clase de moneda.
El art. 14 del DL 14412 se refiere al caso en que existan diferencias entre las dos cantidades y da idéntica solución que la prevista
en el art. 5 del DL 14701 para los títulos valores.
El art. 14 dispone: “Cuando exista diferencia entre la cantidad escrita en el cheque en números y en letras, valdrá la escrita en
letras .”
Debe especificarse la clase de moneda.
Cuando se establece que el cheque debe contener la enunciación de la cantidad de dinero, imponiendo que se especifique la
clase de moneda, se presupone la posibilidad de emitir un cheque en moneda nacional o en moneda extranjera; posibilidad que
es coherente con la previsión de que existan cheques internacionales.
Y esto a su vez presupone la necesidad de que se autorice la apertura de cuentas corrientes en moneda extranjera.
- Firma del librador
La firma del librador en el cheque es esencial, como lo es la firma en cualquier documento privado.
Con la firma se acredita la conformidad con el contenido del documento y se se confiere autenticidad al documento, contrayendo,
quien la estampa, las obligaciones que allí se establecen.
Debe ser la firma manuscrita, no una firma digital, ni una mecánica.
El art. 15 del DL 14412 admite como firma , no sólo la que contenga nombre y apellido, sino la que contenga la inicial o el nombre
abreviado, además del apellido.
Entonces vean quede acuerdo al texto legal, la firma que sólo contenga el apellido no sería suficiente para la creación del cheque,
es necesaria la indicación del nombre, aunque más no sea abreviado o indicado con una inicial.
La ilegibilidad de la firma no plantea problemas en la medida en que el art. 15 del DL 14412 establece que al lado o debajo de la
firma se agregue el nombre del librador.
Pero existe una restricción, y es que el banco se negará a pagar un cheque firmado con rasgos distintos a los que aparecen
registrados.
El primer y principal contralor que debe efectuar el banco tiene por objeto la firma del librador y si paga un cheque en que la firma
aparece con rasgos distintos será responsable en caso de falsificación.
Sepan que el art. 24 hace responsable al que suscribe un título valor sin tener facultades para ello o excediendo sus poderes .
Pero sepan también que este principio tiene tres excepciones:
-1) si se ratifica expresa o tácitamente lo hecho, cosa que incluso se puede hacer en un documento extraño al título valor;
- 2) si se firma el título dando lugar, con hechos positivos o con omisiones graves, a que se crea que se está autorizado para
suscribir los a nombre de cierta persona, en cuyo caso no se puede oponer la excepción de falta de representación en el
suscriptor y
- 3) si quien los firma es un administrador de sociedad o el factor o gerente de un establecimiento comercial en tanto cualquiera
de ellos se reputará autorizado para suscribir títulos valores a nombre de sus representados.
La firma, como las demás constancias del cheque, debe ser auténtica.
El banco controla la autenticidad de la firma antes de pagar, y no paga el cheque si la firma es falsa y si lo hace debe el importe
del cheque al librador.
Sin embargo, incurre en responsabilidad cuando paga un cheque cuya firma es notoriamente falsificada y en este caso, además
del importe del cheque deberá los daños y perjuicios que se hubieran ocasionado, de acuerdo a lo preceptuado en el art. 37 del
DL 14412.
La falsedad de la firma es una excepción que habrá de oponer el librador.
Si el cheque ha sido endosado, el art. 16 del DL 14412 establece la validez de las obligaciones de los otros firmantes del cheque
como consecuencia y aplicación del principio de la autonomía de la obligación en los títulos valores.
Menciones facultativas
Veremos las menciones que voluntariamente pueden incluirse en un cheque común y que dan lugar a los llamados cheques
cruzados y cheques para abono en cuenta.
- Cruzamiento
El cruzamiento es el trazado de un par de líneas en el anverso del cheque, concretamente en el ángulo superior izquierdo, a los
efectos de limitar los derechos del tenedor, quien no puede cobrar directamente el importe del cheque en la caja del banco, sino
que debe hacerlo a través de otra institución bancaria .
Entonces, quien reciba un cheque cruzado necesariamente lo tiene que depositar en el banco en que tiene una cuenta corriente
o, si no tiene cuenta corriente abierta, solicitar a un banco el servicio de su cobranza.
El librador y el tenedor pueden efectuar cruzamientos.
Las limitaciones a los derechos del tenedor pueden ser establecidas no sólo por el librador frente a los beneficiarios eventuales ,
sino por cualquiera de los tenedores para los que le precedan.
Si el librador cruza un cheque en forma general, cualquier tenedor puede efectuar un cruzamiento especial haciendo más severo
el cruzamiento.
El cruzamiento también puede ser efectuado por el banco especialmente designado, quien mediante un nuevo cruzamiento puede
indicar el nombre de otro banco.
El DL 14412 prevé dos tipos de cruzamiento:
- el general, que consiste en el trazado de dos líneas paralelas en el anverso del cheque, con la palabra banco entre ellas o sin
ninguna mención y
- el especial, que consiste en establecer entre dos líneas paralelas el nombre de un banco determinado.

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Comercial II. Parte II
Si el cruzamiento es especial, el cheque debe ser depositado en el banco designado para que sea éste el que proceda a su cobro
frente al banco girado. Si no tiene cuenta corriente en ese banco, el tenedor deberá contratar el servicio de cobranza.
El cruzamiento del cheque es para evitar los riesgos de pérdida o robo en tanto dificulta que pueda ser cobrado por quien no tiene
derechos legítimos y si lo fuera, que por lo menos pueda ser identificado fácilmente.
Y esto se logra ya que este cheque necesariamente ha de entregarse a un banco para su cobranza.
Puede suceder, sin embargo, que el cheque cruzado haya sido robado o extraviado y que llegue a manos de un tercero de buena
fe que recurre a un banco para que se encargue de la cobranza, en cuyo caso el pago será regular.
De manera que el cruzamiento no suprime los riesgos de pérdida o robo , no obstante lo cual se puede identificar a quien lo cobró
y éste , a su vez, tal vez pueda llegar a quien lo recibió.
El DL 14412 nos dice que el cruzamiento general podrá transformarse en especial, pero que el especial no podrá transformarse
en general, entonces así se hace más estricta la situación del girado, aumentando las garantías que ofrece el cheque.
El DL 14412 establece que no se pueda tachar el cruzamiento , ni el nombre del banco designado y que si se hiciere, el tachado
se tendrá por no puesto
Esta norma se consagra la irrevocabilidad del cruzamiento y su finalidad es impedir que se disminuyan las garantías impuestas
por el librador o cualquier tenedor.
No podrá hacerlo ni siquiera el librador con una inscripción al dorso en que expresara que lo anula bajo su firma.
Cheque para abono en cuenta
Esta cláusula esprevista en el art. 50 del DL 14412 y puede ser puesta por el librador o por el tenedor mediante la fórmula “para
abono en cuenta”, “para acreditar encuenta” o cualquiera semejante.
Esta cláusula tiene el alcance de una prohibición de pago en efectivo.
El banco no debe pagar , sino que debe acreditar el importe en la cuenta del beneficiario o el portador en el mismo banco. Esta
cuenta puede ser de cualquier tipo: cuenta corriente o caja de ahorros.
La finalidad de la inclusión de esta mención es asegurar el ingreso del importe del cheque en el patrimonio de su tomador.
La inclusión de la cláusula presupone, por tanto, que el beneficiario o tomador deba tener una cuenta abierta en el banco girado.
Si el tenedor del cheque no la tiene, deberá abrirla a los efectos del depósito del cheque.
El art. 50 prevé que el tenedor no tenga cuenta y que el girado rehúse abrírsela y entonces en este caso el cheque no se paga.
Si el banco paga el cheque por caja, contrariando la enunciación, responde por el pago irregularmente efectuado; el banco deberá
restituir el importe del cheque indebidamente pagado y además deberá responder por los daños y los perjuicios ocasionados.
El cheque cruzado y el cheque para abono en cuenta tienen una similitud: operativamente necesitan que su tenedor los deposite
en una cuenta bancaria.
Fuera de este aspecto, se trata de menciones que pretenden hacer funcionar al cheque de diversa manera.
En el cheque para abono en cuenta, quien cobra el cheque es el tenedor y quien lo paga es el banco ordenado al pago. Lo único
que ocurre es que el importe del cheque no puede ser retirado en efectivo de la caja, sino que debe ser depositado en una
cuenta.
En el cheque cruzado, quien cobra el cheque es otro banco; esto significa que se agrega un nuevo elemento personal en la vida
del cheque : el banco encargado del cobro por el tenedor o el banco especialmente designado en el cruzamiento.
Quiere decir que tenemos al banco ordenado al pago por el librador, que es el banco girado, y el banco ordenado al cobro, que es
el banco designado en el cruzamiento .
Pero sepan que ambas enunciaciones son incompatibles. A un cheque cruzado, general o especialmente, no se le podría agregar
la mención para abono en cuenta, porque en el cheque cruzado debe encomendarse el cobro a otro banco distinto al girado y el
cheque con cruzamiento no puede ser cobrado por otro banco, a menos que éste tenga cuenta abierta en el banco girado.
Cheque certificado:
El cheque certificado es regulado por los arts. 51 y 52 del DL 14412.
Este cheque consiste en una constancia, firmada por el banco en el mismo cheque, en que se establece que existen fondos
disponibles en la cuenta del librador para el pago del cheque.
Dicha certificación la hace el banco, a pedido del librador, una vez que éste ha completado el cheque.
No existe una forma establecida y ueden utilizarse las palabras "visto bueno" u otras semejantes como “certifico que”, aunque es
suficiente la sola firma del banco extendida en el mismo cheque.
El cheque certificado tiene por finalidad proporcionar mayor seguridad a quien lo recibe en tanto el banco girado debe mantener
afectada en la cuenta corriente la cantidad correspondiente al cheque certificado, hasta que venza el término de presentación.
Y una vez vencido dicho término, el banco la desafecta ya que, según dispone el art. 52, el banco es responsable de que
existirán fondos durante el período de presentación y no después de él.
El DL 14412 determina que el banco girado será responsable frente al tenedor de que tendrá fondos suficientes para pagar el
cheque durante su término de presentación.
Que les quede claro que no se trata de una responsabilidad cambiaria; no se responde del pago, sino de la existencia de fondos.
Repasemos: aceptación y certificación son conceptos diferentes, recuerden que el art. 11 prohíbe la aceptación del cheque.
La certificación vincula jurídicamente al banco girado con el tenedor pero en forma diversa a la aceptación cambiaria.
El banco se obliga, frente al tenedor, a mantener la provisión de fondos afectada al pago del cheque.
La certificación agrega al cheque, título valor, obligaciones no cartulares, pero que quede claro que el banco no asume obligación
de pagar el cheque pero sí de resarcir el daño que ha causado al tercero con su certificación, si por no haber mantenido la
afectación de la provisión en la forma asegurada, no ha pagado el cheque a su presentación por falta de fondos.
O sea que si el tenedor lo presentara al cobro y el banco no lo pagara por falta de provisión de fondos, el tenedor tendrá acción
contra el banco, pero no la acción cambiaria, sino una acción de reparación por los daños y perjuicios sufridos.
En el caso del cheque común, el tenedor no tiene acción contra el banco girado ya que no existe relación jurídica entre ellos;
solamente nacen acciones a favor del tenedor cuando el banco ha pagado mal, pagando a quien no es legítimo tenedor; pero
estas acciones revisten naturaleza extracontractual.
El banco lo que hace escertificar que en la cuenta corriente del librador existen fondos suficientes para el pago del cheque y
además se responsabiliza de que los siga teniendo durante el plazo de presentación.

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Por eso el banco debe afectar la cantidad correspondiente al cheque y no debe permitir retiros de fondos ni atender pagos de
otros cheques y para lograr ese fin, el Banco debita de la cuenta del librador el importe y lo acredita a una cuenta de cheques
certificados.
El banco debe mantener afectada la provisión durante todo el plazo de presentación del cheque, luego vencido el plazo, el banco
debe desafectar el importe del cheque.
El tenedor que no presenta el cheque al cobro, dentro de los plazos legales de presentación pierde las acciones cambiarias, pero
también pierde la posibilidad de accionar contra el banco ya que éste responde de la existencia de fondos durante el período de
presentación.
El banco debe certificar los cheques una vez completos.
Por otra parte, el cheque para poder ser certificado debe reunir determinadas condiciones:
- debe ser extendido a favor de persona determinada y
- no puede endosarse, lo que supone que su transmisión habrá de realizarse por cesión de créditos y entrega.
- la certificación no se puede hacer parcialmente.
El cheque certificado y el cheque con provisión de fondos garantizada tienen la misma finalidad: garantizan al beneficiario la
existencia de fondos para cubrir el importe del cheque. Sin embargo tienen diferencias son sustanciales.
- En primer lugar, el cheque con provisión de fondos garantizada no es una mención que se le coloca a un cheque común, como
es el cheque certificado; se trata de un tipo de cheque que se proporciona a pedido del cuenta correntista en fórmulas
independientes.
- En segundo lugar, mientras que en materia de cheques comunes los bancos están obligados a proporcionar las libretas,
tratándose de cheques con provisión garantizada es facultativo del banco entregarlas o no .
- En tercer lugar, estos cheques lucen diferente en tanto son verdes y tienen las menciones correspondientes de modo de
diferenciarlos. Todo ello está dispuesto en el art. 3 del Decreto 739/975.
- En cuarto lugar, el período durante el cual los fondos permanecen afectados es de 60 días contados desde la fecha de su
creación.
Cláusulas prohibidas
El DL 14412 prohíbe ciertas estipulaciones y al hacerlo establece que en caso de que se incluyan se tendrán por no puestas,
veamos entonces cuáles son esas estipulaciones:
1- Intereses
En los cheques no puede existir estipulación de intereses alguna.
En el art. 10 se prohíbe la estipulación de intereses. Si el cheque la contuviera se reputa no escrita.
“ Artículo 10.- Toda estipulación de intereses puesta en el cheque se tendrá por no escrita”.
2- Plazo para el pago
El art. 28 establece que los cheques son pagaderos a la vista, es decir a su presentación y toda mención contraria se tendrá por
no puesta.
3- Exoneración de responsabilidad del librador
El art. 12 establece que toda cláusula según la cual el librador se exonere de responsabilidad, se tendrá por no puesta.
Causales de rechazo del cheque
El art. 36 del DL 14412 dispone que el banco debe pagar el cheque inmediatamente a su presentación pero, previamente, debe
efectuar una serie de controles que tienen que ver con los siguientes aspectos:
- con la existencia del cheque y su regularidad formal;
- con la existencia de provisión de fondos;
- con los plazos de presentación y con
- la persona que se presenta a cobrarlo.
Causales de rechazo vinculadas a controles previos al pago
Control de la regularidad formal del cheque
En cuanto al contralor de su regularidad formal, el banco debe verificar que el cheque esté completo.
Y esto implica que debe controlar que el cheque contenga todas sus enunciaciones esenciales , sin blancos y sin alteraciones.
Si el banco paga un cheque sin las menciones esenciales o que tuviere enmendaduras y no fueren expresamente subsanadas,
paga mal y se hace responsable por el pago frente al librador, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 37.
También deberá el el banco controlar que el cheque haya sido extendido en las fórmulas entregadas por el banco al librador.
Si paga un cheque que no corresponde por la numeración a los entregados oportunamente, paga mal y se hace responsable por
el pago frente al librador.
El banco no debe pagar el cheque si el cheque no reuniere los requisitos esenciales enumerados en el art. 4.
También el Banco debe verificar que el el cheque no esté raspado, interlineado, borrado o alterado en cualquier forma que hiciere
dudosa su autenticidad, salvo que estas deficiencias estuvieren expresamente subsanadas bajo la firma del librador, a
satisfacción del banco.
Y por último el banco debe cerciorarse de que el cheque pertenezca a la libreta entregada al librador .
Control de la firma del librador y la cadena de endosos
El banco tiene que controlar la firma del librador, firma que debe coincidir con la registrada por éste en el banco.
Si siendo ésta visiblemente falsificada el banco paga el cheque, responderá por el mismo, de conformidad con el art 37 y si la
falsificación no es visible entonces responde el librador.
No se controla la autenticidad de las firmas de los endosantes, aunque si la cadena de endosos que debe ser ininterrumpida.
La cadena de los endosos es ininterrumpida o regular, cuando quien firma el primer endoso es la persona que figura como
beneficiario y cuando quienes firman los sucesivos endosos son quienes figuran como endosatarios.
Si el nombre de la persona que aparece endosando es diverso del que figura como beneficiario (endosatario), el banco no debe
pagar porque el endoso es irregular.
Control de la provisión de fondos
El banco no pagará si la provisión de fondos no existe, no es suficiente o no está disponible por una orden judicial de embargo o
porque se encuentren afectados al proceso de concurso.

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Control de los plazos de presentación
El banco no paga el cheque cuando ha transcurrido el término para la presentación del mismo.
Para cheques en moneda nacional, el plazo varía según cual fuere el lugar del libramiento: si el cheque se libra en el mismo lugar
en que el banco girado está situado, el plazo será de quince días corridos; si el cheque se gira de un punto a otro de la República,
el plazo será de treinta días corridos; si el cheque se libra en el extranjero contra un banco domiciliado en el país el plazo que
tiene el tenedor para presentarlo al cobro será de sesenta días corridos.
Los cheques en moneda extranjera sobre un banco domiciliado en el país, deben presentarse al cobro dentro del plazo de ciento
veinte días.
El plazo de presentación se cuenta desde el día de la creación, es decir computa el día de la creación. Se computan por días
corridos, no se interrumpen por la existencia de días feriados en el intermedio.
El art. 29 prevé que el plazo termine un día inhábil o en un feriado bancario y esta previsión es acertada.
Sabemos que existen feriados bancarios que no coinciden con los días inhábiles declarados por ley o con los días no laborales
comunes.
Y entonces si el plazo vence un día inhábil o en un día feriado bancario, el cheque debe ser presentado al cobro el primer día
hábil bancario siguiente.
En el art. 30 del DL 14412, se establece la prórroga del plazo.
El efecto de la prórroga del plazo es un beneficio para el tenedor, que le posibilita presentar el cheque al cobro ante el banco
girado, después del vencimiento de los plazos y en determinadas circunstancias como cuando lo dispone un Estado extranjero o
en caso de fuerza mayor.
Control de la persona que se presenta al cobro
El banco no pagará el cheque, sino a la persona que esté legitimada para cobrarlo, sea el portador o la designada en el
documento para cobrarlo.
Si el banco paga a una persona diversa de la establecida se hace responsable de su importe frente al tenedor legítimo.
En el caso del cheque cruzado el banco sólo puede pagarlo a un banco o al banco designado en el cruzamiento.
Si el cheque tiene la mención para abono en cuenta sólo puede acreditarlo en la cuenta del beneficiario, no puede pagarlo por
caja.
Si la persona beneficiaria concursó y el banco tiene conocimiento de este hecho no debe pagarle el cheque y en este caso, el
banco deberá pagar el importe del cheque al síndico o al deudor con conocimiento del interventor pues en todo caso su importe
deberá ingresar a la masa activa del concurso.
El banco tampoco puede pagar un cheque cuando recibe aviso de un anterior tenedor que, bajo su responsabilidad y sin
especificar razones, le indica que no pague.
Causales de rechazo vinculadas con avisos recibidos
El banco deberá tener en cuenta determinadas circunstancias que pueden alterar la eficacia del cheque como medio de pago.
El banco no pagará el cheque cuando reciba ciertas advertencias; es el caso del aviso del librador notificando al banquero que ha
librado un cheque bajo violencia,art. 36 numeral 4 y cuando le notifica que ha extraviado o le han robado la libreta de cheques art.
36 numeral 7.
Fuera del caso del librador, el banco tampoco paga un cheque si un anterior tenedor le previene por escrito, bajo su
responsabilidad, que no se pague el cheque, art. 36 numeral 8.
Y de acuerdo con el art. 58 el que notificare al banco para que no se pague un cheque que hubiere librado, fuera de los casos y
en la forma que la ley autoriza a hacerlo, o frustrare, de cualquier manera, su pago, será castigado con seis meses de prisión a
cuatro años de penitenciaría.
Cheque de pago diferido.
Con la creación del cheque de pago diferido se solucionó la práctica de la postdatación de los cheques.
El cheque de pago diferido es definido en el art. 3 del DL 14412:
“El cheque de pago diferido es una orden de pago que se libra contra un Banco en el cual el librador, a la fecha de presentación
estipulada en el propio documento, debe tener fondos suficientes depositados a su orden en cuenta corriente bancaria o
autorización expresa o tácita para girar en descubierto”.
El cheque de pago diferido es una orden de pago igual que el cheque común.
Se omitió establecer que la orden es pura y simple, pero no obstante esa omisión, la generalidad de la doctrina entiende que el
cheque de pago diferido no puede condicionarse dado el carácter de título valor que tiene.
En conclusión, aunque el DL 14412 no lo diga, la orden de pago contenida en un cheque de pago diferido no puede
condicionarse sino que debe, al igual que en el cheque común, ser pura y simple.
En lo que refiere a la cuenta corriente y la provisión de fondos, la diferencia básica con el cheque común, radica en el momento
en que deben existir los fondos para pagar un cheque de pago diferido.
En el cheque común, de acuerdo a la definición legal, la provisión de fondos debe existir en el momento en que se libra el
documento por más que, como vimos, en puridad basta con que los fondos existan al momento de presentación del cheque al
banco.
En el cheque de pago diferido, de acuerdo al DL 14412, la provisión debe existir en la fecha de presentación que se encuentra
estipulada en el documento.
Siguiendo el mismo razonamiento que para el cheque común, entendemos que es suficiente que existan fondos en el día de
presentación del cheque al banco.
El tenedor, a partir de la fecha puesta en el cheque tiene 15, 30, 60 o 120 días para presentarlo al cobro; es por lo tanto,
jurídicamente relevante, que los fondos existan en el momento en que el tenedor, dentro de esos plazos, presente el documento
al banco.
De esta manera el cheque de pago diferido funciona en el mundo de los negocios exactamente como un vale o como una letra de
cambio que a la vez sirven como instrumentos de pago y de crédito.
Se diferencia del cheque común, que sólo funciona como medio de pago.
Diferencias entre el cheque común y el cheque de pago diferido.
1- Diferencias en cuanto a las enunciaciones y formalidades:

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El art. 70 del DL 14412 establece las enunciaciones esenciales que debe contener el cheque de pago diferido.
Veamos que dice el art. 70:
“Artículo 70.- El cheque de pago diferido deberá tener las siguientes enunciaciones esenciales:
1º) La denominación "Cheque de pago diferido" claramente inserta en el texto del documento.
2º) El número de orden impreso en el documento, en el talón y en el control.
3º) La indicación del lugar y de la fecha de su creación.
4º) La fecha desde la cual podrá ser presentado al cobro que seguirá a la expresión impresa:
"Páguese desde el...".
5º) El nombre y el domicilio del Banco contra el cual se libra el cheque de pago diferido.
6º) La expresión de si es a favor de persona determinada o al portador.
7º) La suma determinada de dinero, expresada en números y en letras, que se ordena pagar por el numeral 44 del presente
artículo”
La mayor parte de las enunciaciones vienen impresas en los formularios de las libretas de cheques entregadas por el banco y son
similares a las exigidas para el cheque común: nombre del banco girado y su domicilio; el número de orden impreso en el
documento, en el talón y en el control; indicación del lugar y la fecha de su creación; suma determinada de dinero que se ordena
pagar, expresada en números y enletras; expresión de si es a favor de persona determinado o al portador; la firma del librador.
Las enunciaciones especiales del cheque de pago diferido que lo diferencian de un cheque común, son las siguientes: el nombre
del título, “cheque de pago diferido”, es específica del papel que analizamos; y la frase “Páguese desde el....”.
2- Denominación: cheque de pago diferido
La inclusión de esta mención tiene igual finalidad que la mención cheque en el cheque común: distinguir este cheque,
ostensiblemente, como instrumento diverso del cheque común y de otros títulos valores.
El Decreto 739/975 establece la ubicación de esta mención, dentro de un rectángulo en el centro de la parte superior , se le da
una ubicación más ostensible que a la expresión "cheque" en el cheque común.
3- La frase “Páguese desde el....”
La fecha desde la cual podrá ser presentado al cobro un cheque de pago diferido debe seguir a la expresión impresa: “Páguese
desde el... “
Con esta redacción se quiso precisar que el día previsto en el cheque se computa para el término de presentación y en ese
mismo día ya se puede exigir el pago.
El art. 73 del DL 14412 establece una limitación: el término entre la fecha de creación y la fecha establecida para la presentación
no puede exceder de 180 días; con esta limitación este instrumento sirve para el crédito a corto plazo.
El DL 14412 no establece en forma precisa cómo se computa el plazo, dada la redacción del DL 14412, habría que contar todos
los días entre la fecha de creación y la fecha establecida, sin computar ni una ni otra.
4- Formalidades
El DL 14412 impone que los cheques de pago diferido sean claramente diferenciables de los comunes.
Por vía reglamentaria se ha dispuesto que se impriman en papel de color amarillo claro y ese color no podrá ser empleado en la
impresión de cheques comunes.
De esta manera se impone una caracterización material ostensible, para que nadie se confunda o pueda ser confundido respecto
al título de que se trata, aportando un elemento de seguridad para su negociación.
El art. 4 del Decreto 739/975 nos dice que:
“A) El cuerpo del cheque medirá 178 milímetros de largo por 76 milímetros de ancho.
El color de fondo del cheque será amarillo claro.
Las enunciaciones del cheque se distribuirán de acuerdo al modelo que proporcionará el Banco Central del Uruguay el que será
estructurado sobre las siguientes bases ....”
Por su parte, el art. 74 del DL 14412, establece que las libretas, también, serán claramente diferenciales de las libretas de
cheques comunes.
Es obligación del banco entregarlas si el cliente lo solicita, tal como surge de la redacción del art. 74. Quien abre una cuenta
corriente tiene derecho a que el banco le entregue fórmulas de los dos tipos de cheques regulados: comunes y de pago diferido.
5- Diferencias en cuanto al régimen jurídico
El art. 71 establece del DL 14412 nos dice: “A partir de la fecha a que se refiere el numeral 4° del artículo anterior, serán
aplicables al cheque de pago diferido todas las disposiciones que regulan el cheque establecidas en el Capítulo II, salvo aquéllas
que se opongan a lo previsto en el presente.”
La disposición marca dos etapas en la vida del cheque: antes de la fecha fijada para su presentación y después de esa fecha.
Después de la fecha fijada, son aplicables a los cheques todas las disposiciones que regulan el cheque común, pero ¿cuál es el
régimen aplicable antes de que llegue la fecha estipulada?
Para la primera etapa del cheque de pago diferido, el legislador incorpora pocas previsiones. Por ejemplo, regula la creación del
documento, determinando las enunciaciones que debe contener, algunas de las cuales son diferentes respecto al cheque común,
aunque sólo aquéllas que tienen que ver con el nombre del documento y la fecha de presentación; en lo demás, la forma y
contenido de las dos modalidades de cheque son idénticas.
En cuanto al funcionamiento del cheque de pago diferido, en la primera etapa, la ley sólo ha previsto dos apartamientos al
régimen del cheque común: en el art. 72 para la presentación al cobro y en el art. 75 para los casos de fallecimiento e incapacidad
sobreviniente del librador , acaecidos antes de la fecha de presentación.
En los demás aspectos, se aplica el régimen del cheque común ya que, cuando el legislador se quiso apartar de él, así lo
estableció expresamente, como en los dos artículos recién mencionados.
Por otra parte, ante el silencio del legislador sobre las normas aplicables al cheque de pago diferido, en su primera etapa, el
recurso a las normas análogas nos llevaría precisamente a aplicar las contenidas en el propio DL 14412 sobre cheque común.
Normas generales aplicables al cheque antes de la fecha estipulada
Aunque el DL 14412 no dice nada, en el término que va de la creación a la fecha de presentación y desde ésta has a su
presentación efectiva para el cobro, el cheque de pago diferido puede circular como los cheques comunes: ya por su entrega
manual ya por endoso, según la forma en que se haya emitido.

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Es más, incluso se podría estipular en el cheque la cláusula “ no a la orden” u otra equivalente, con lo cual se traba su circulación
por vía de endoso.
Sólo se podrá pagar al beneficiario o a un cesionario.
Para el endoso no hay normas especiales y produce los efectos del endoso tal como se reglamenta para el cheque común y para
la letra de cambio.
El cheque de pago diferido como los demás títulos valores puede ser avalado (es decir tener un aval); sin perjuicio de que las
obligaciones asumidas por los obligados cambiarios sean también garantidas por los contratos de garantía del derecho común:
fianzas, prendas e hipotecas.
Puede emitirse un cheque de pago diferido con cruzamientos o con la cláusula para abono en cuenta.
Lo que no resulta aplicable es la certificación por el banco girado y ¿ por qué? Pues porqué quien libra un cheque de pago diferido
es porque no tiene fondos en ese momento o porque desea pagar ese cheque con disponibilidades futuras; en consecuencia, no
le sirve que le quede afectada en su cuenta el importe del cheque, como consecuencia de la certificación bancaria.

Normas generales aplicables al cheque de pago diferido después de la fecha de presentación

Cuando el cheque de pago diferido se presenta al banco girado, éste debe asumir las mismas actitudes que frente a un cheque
común.
Entonces el Banco que el cheque cumpla los requisitos legales, efectuará los contralores que se le imponen por el DL 14412y lo
pagará a su legítimo tenedor, si está todo en orden y si hay fondos suficientes.
El pago del cheque de pago diferido puede hacerse por ventanilla o por el crédito en la cuenta corriente que el tenedor, tenga en
el propio banco girado o por intermedio de la cámara compensadora (clearing) con el arbitrio de mecanismos contables y sin
movimientos dinerarios.
Cuando el cheque de pago diferido no es pagado a su presentación por el banco, éste debe poner una constancia al dorso con
las explicaciones de la razón del no pago y otras que impone e DL 14412.
Con tal constancia el cheque de pago diferido constituye un título ejecutivo - de la misma manera que el común - que permite
promover acciones ejecutivas contra los obligados cambiarios.
Por otra parte el DL 14412 tutela el buen funcionamiento del cheque, tanto común como de pago diferido, con sanciones
administrativas: desde la suspensión de la cuenta corriente del librador hasta la cancelación de todas las cuentas corrientes que
pudiera tener en el sistema bancario, para los casos de libramiento de cheques sin fondos o con provisión insuficiente y para la
hipótesis de reincidencia en tal comportamiento.
Normas especiales relativas al cheque de pago diferido
En lo que tiene que ver con la presentación para el cobro el art. 72 del DL 14412: “El cheque de pago diferido no podrá ser
presentado al cobro sino desde la fecha establecida en el numeral 4° del artículo 70 de la presente ley; y si a pesar de ello se
presentaré, el Banco se negará a su pago”.
Entonces, Creado el cheque de pago diferido, debe respetarse el plazo en él estipulado y el tenedor no puede presentarlo al
cobro sino después de ese plazo.
Esta es la única y gran diferencia que tiene el che de pago certificado con el cheque común: la existencia de un plazo para la
presentación.
Los términos de 15, 30, 60 ó 120 días establecidos en el art. 29 del DL 14412 los vamos a computan a partir de la fecha
establecida en el cheque de pago diferido.
Y los bancos no pueden pagar un cheque sino después de esa fecha, si el tenedor lo presentaré al cobro, el banco no lo
atenderá.
En relación al tema vinculado al fallecimiento e incapacidad sobreviniente del librador ; vamos a recurrir al art. 75 del DL
14412 que nos dice:
“Si el librador de un cheque de pago diferido falleciere o fuere declarado incapaz antes de la fecha establecida, el documento se
regirá por las disposiciones aplicables a los vales, billetes o pagarés”.
En el caso del cheque común, si el librador fallece o se incapacita, el banco debe de todos modos pagarlo, porqué la cuenta
corriente no se cancela automáticamente por la muerte ni por la incapacidad sobreviniente del cuentacorrentista y el banco debe
atender los cheques librados con los fondos existentes.
Y esta solución legal no es congruente con el Derecho común; pues de acuerdo con el derecho común, producido el fallecimiento
o la incapacitación de un cuentacorrentista, correspondería la clausura de su cuenta y el banco no debería pagar cheques
librados.
Pero el DL 14412, reguló una solución opuesta, para asegurar la circulación de los cheques.
Pero presten atención ya que si si se trata de un cheque de pago diferido, el régimen varía según cuando acaezca el fallecimiento
o la incapacitación.
Si el librador fallece después de la fecha fijada para la presentación del cheque se aplica el régimen del cheque común y el banco
ha de pagarlo por lo dispuesto en el art. 33 que establece que el fallecimiento del librador no afecta al cheque.
Art 33 dice: “Artículo 33.- Ni la muerte del librador ni la incapacidad sobreviniente después de la creación, afectan los efectos del
cheque”.
Pero si el si el librador fallece antes de la fecha estipulada, el DL 14412 no autoriza a aplicar la normativa del cheque común, sino
que el art. 75 nos remite a la regulación para los vales.
Y ¿cuál es la disciplina de los vales? El art. 125 del DL 14701 establece que son aplicables a los vales las disposiciones
generales del DL 14701 y las especiales relativas a las letras de cambio. En ninguna de las normas especiales para el vale, letra
de cambio o generales para los títulos valores, hay previsiones para el caso del fallecimiento del librador.
Entonces para esta situación habrá que aplicar la disciplina específica de los vales en lo que respecta a la formación del título
ejecutivo y en lo demás las normas del Derecho común y del Derecho sucesorio.
Se puede interpretar que el título será tratado como un título distinto al cheque y se prescinde de la presencia del banco girado y
entonces, al llegar la fecha de presentación, el tenedor no podrá exigir el pago al banco y éste ya no podrá pagarlo.
Se reputa al cheque como un vale y al librador del cheque se le da el tratamiento correspondiente al librador de un vale.

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Comercial II. Parte II
Aunque el cheque se presente al cobro en el banco y éste estampe la constancia de que no se paga porque ha fallecido el
librador antes de la fecha establecida en el cheque, con esa constancia no se formará el título ejecutivo, puesto que no se aplican
ya las normas de los cheques; el título ejecutivo deberá formarse cumpliendo las exigencias establecidas para los vales: habrá
que intimar el pago a los herederos o endosantes, judicialmente o por telegrama certificado colacionado.
Ahora bien, si el librador se incapacita después de la fecha de creación y después de la fecha establecida en la fecha para la
presentación, el banco debe pagarlo por aplicación del art. 33 del DL 14412.
Y si el librador se incapacita antes de la fecha establecida, corresponde aplicar las disposiciones en materia de vales.
Y ¿Cuáles son las disposiciones de vales aplicables a esta situación?
La respuesta es similar a la del caso ya estudiado, entonces tenemos que, el cheque no podrá ser pagado por el banco.
Si se presenta al banco, éste no lo pagará y pondrá la correspondiente constancia.
Entonces el tenedor conservará sus acciones cambiarias contra el librador incapacitado, quien estará representado por su curador
que, por otra parte, está facultado por la Ley para pagar las deudas del incapaz, cuando ello corresponda.
Se aplican las normas de los vales para la formación del título ejecutivo, se formará el título ejecutivo intimando el pago al librador,
en la persona de su representado.
VAMOS A VER AHORA UN RESUMEN DEL TEMA CHEQUES, LUEGO UN RESUMEN GENERAL DEL TEMA TÍTULOS
VALORES, Y VAMOS A VER MÁS TEMAS PUNTUALES DEL GRAN TEMA TÍTULOS VALORES, LUEGO PASAREMOS A VER
UN TEMA MUY IMPORTANTE COMO SON LAS ACCIONES Y EXCEPCIONES CAMBIARIAS.

RESUMEN SOBRE CHEQUES.

# DL 14412.
# Es un medio de pago, si es diferido un crédito y también instrumento para retiro de fondos de un banco.
# Es un acto de comercio.
# Es una orden de pago el girado siempre es un banco debe tener fondos en la cuenta salvo que tenga autorización para librar en
descubierto.
# No puede ser revocado, ni condicionado.
# Presupone que el librador es titular de una cuenta corriente bancaria.
Elementos personales
# Librador titular de la cuenta
# Girado Banco
# Beneficiario
# En Uruguay, todo lo relacionado con la operativa de cheques está regulado por la Ley de Cheques, que es el Decreto Ley
14.412 del 8 de agosto de 1975. El cheque es un documento por el cual una persona que lo expide o emite y lo firma (la Ley la
denomina “librador”) ordena a una institución bancaria (“librado”) en la que tiene dinero, que pague una determinada suma a otra
persona o empresa (“beneficiario” o “tenedor”).
Relaciones entre el librador y el banco
# Contrato de cuenta corriente bancaria Ley 6.895.
# Con la emisión de cheque el titular de la cuenta opera la misma y el banco le paga los cheques con el servicio de caja, puede
que existan fondos o que se le haya otorgado un crédito.
Relación del librador con el beneficiario
# Existe una relación causal Ej. compraventa , el cheque es un medio de pago no tiene efecto novatorio.
# También tienen una relación cambiaria asume la obligación frente al beneficiario y demás tenedores.
Relación entre beneficiario y banco:
# El banco no tiene obligación frente al beneficiario este solamente puede accionar contra el librador o endosantes.
ENUNCIACIONES ESENCIALES
# Denominación Cheque.
# Número de orden impreso.
# Lugar y fecha de creación y lugar donde se efectúa el pago (banco).
# Nombre y domicilio del banco.
# La expresión de si es a favor de determinada persona o al portador .
# Se puede estipular que sea “no endosable”.
# Orden incondicional de una suma de dinero en números y letras, puede ser en moneda extrajera, si hay discordancia entre
elnúmero y lo que dice la letra vale lo estipulado en forma escrito con letras.
# Firma del librador, debajo debe estar el nombre en forma imprenta.
Presunciones legales
# Art. 5 Se refiere al domicilio del banco y del libramiento del cheque.- Si se hubiere omitido el domicilio del banco librado, el
cheque será pagadero en el establecimiento principal de dicho banco en la República.
# Si se indicaren varios lugares al lado o debajo del nombre del banco librado, el cheque será pagadero en el primero de los
lugares indicados.
# Si se hubiere omitido el lugar del libramiento, se presumirá tal el domicilio que el titular de la cuenta tenga registrado en el
banco.
# Los cheques internacionales valdrán como tales aun cuando se hubiere omitido la indicación especificada en el numeral 2º) del
artículo 4 ( Nº de orden)
Clausulas prohibidas
# Intereses.
# Plazo para el pago son pagos a la vista.
# Exoneración de responsabilidad del librador.
# Cheque en garantía. (Delito).
PLAZO DE PRESENTACIÓN

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Comercial II. Parte II
# Siempre es pagadero al momento de su presentación al la vista la Ley estipula plazo para que pueda ser presentado ante el
banco girado.
# En Moneda Nacional:
# Varía según el lugar de libramiento:
# En la misma plaza 15 días.-
# Diferente plaza 30 días.-
# Librado en el extranjero para ser pago en el país 60 días.-
# Moneda Extranjera 120 días.-
# Cómputos de plazo a partir de la creación incluso este día, en días corridos sin interrumpirse en feriados, si venciere en día
inhábil se debe presentar el próximo día hábil.-
PLAZOS
Librador y banco Librador y banco Librado
en el mismo lugar en otro lugar del extranjero y
del Uruguay Uruguay banco
domiciliado en
Uruguay
MONEDA 15 días corridos 30 días corridos 60 días corridos
NACIONAL
MONEDA 120 días corridos 120 días corridos 120 días corridos
EXTRANJERA

PRORROGA DE PLAZO:
# Si hubiera casos de fuerza mayor (no personales) o por disposición de un Estado extranjero se prorroga los plazos.
# Cesada la causa que impide debe presentarlo en los 2 días hábiles siguientes.
CONSECUENCIAS DE VENCIMIENTO DE PLAZOS
# El banco no deberá pagar y el tenedor pierde toda acción cambiaria.
FORMAS DE TRANSMISIÓN DE CHEQUE
# Al portador. Con la simple entrega.
# Nominativos Con el endoso y entrega.
# Cheque con cláusula no a la orden o no endosable.
Nota
# El endoso trasmite todos los derechos de cobro de emergen del cheque si es rechazado o venció su plazo de presentación tiene
los mismos derechos de una cesión de crédito.
Pago
# Lo realiza el banco girado, y se extingue todas las obligaciones.
# El cheque es pagadero a la vista, por depósito en cuenta y por cámara compensadora.
CONTROLES DEL BANCO
# Previos.
# Formalidades del cheque, si no está raspada. Interlineado, etc. en todo caso se debe salvar el error.
# Si posee fondos, salvo autorización de girar en descubierto.
# Si está dentro del plazo de presentación.
# De las personas que lo presentan a su cobro, controlar todos los endosantes y la identidad del último. Si es no a la orden se le
paga solamente al beneficiario.
# Si no está endosado se debe verificar la identidad del beneficiario.
RECHAZO
# Si no tiene los requisitos esenciales.
# Cuando no posee fondos y no esté autorizado a librar en descubierto.
# Si tuviere raspaduras enmendaduras, o esté interlineado sin salvar el error.
# Si la firma del librador fuere visiblemente falsa.
# Cuando el librador notificare al banco que no lo pague porque hubo violencia al librarlo.
# Cuando el cheque no estuviere endosado, o cuando fuere no a la orden y no fuere el beneficiario directamente a cobrarlo.
# Cuando el banco tuviere conocimiento que el librador ( antes de la fecha de creación del cheque), beneficiario o endosante está
declarado en concurso salvo mandato judicial.
# Cuando el banco hubiere recibido información escrita del robo o extravío de la chequera o cheque.
# Cuando el anterior tenedor haya avisado al banco bajo su responsabilidad que no se pague.
# Cuando estuviere vencido.
# Cheque cruzado y debe ser presentado para depositarlo en cuenta.
# Cuando existe embargo del cuenta correntista.
# Cuando el banco esté con su actividad suspendida por orden del BCU.
Constancias
# Debe estampar en el cheque el rechazo y motivo día y hora de su presentación y además identidad del librador, de lo contrario
es pasible de una multa.
# La sola constancia de falta de pago hace posible la acción judicial.
# Actualmente aunque el motivo sea falta de alguna formalidad o cualquier otro, se debe igualmente aclarar si existen fondos.
Avisos por rechazo
# DEL TENEDOR AL LIBRADOR Y ENDOSANTES
Plazo de 5 días cada endosante al endosante anterior también debe dar aviso si no se puede determinar algún domicilio se da
aviso al endosante que sigue también cuentan con 5 días cada uno por escrito o TCCPC
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Comercial II. Parte II
# DEL BANCO AL LIBRADOR
Por TCCPC en un plazo de 5 días para que acredite el pago.
Responsabilidad del banco por pago
# Cuando no tiene los requisitos del Art. 4.
# Cuando la firma del librador fuere visiblemente falsa, debe controlar la de los endosantes.
# Cuando tuviere enmendaduras o tachadura no subsanadas.
# Si el cheque no fuere de los entregados al librador.
# Si fuere extraviado o robado después de haber sido avisado.
RESPONSABILIDAD DEL LIBRADOR
# Si la firma de uno de sus cheque fuere falsa pero no visiblemente, también si no aviso si perdió o le robaron la chequera.
Sanciones administrativas al librador de cheque sin fondo.
# Cuando el librador no acredite el pago el banco girado le suspende por 6 meses todas sus cuentas y da cuenta al BCU.
# Si reincide se le clausuran todas las cuentas que tuviere en el sistema financiera hasta por 2 años.
# Los banco llevan registro de los cheque rechazados igual el BCU.
Sanciones penales
# Castigados con 6 meses de prisión a 4 años de penitenciaria por:
# Cheque del cual no fuere titular
# Falseado algún requisitos
# Cuando librare cheque de cuenta suspendida o clausurada
# El que notificare al banco que no pague un cheque salvo los casos que lo habilitan
# Cheque sin fondo
# Todas estas causas se extinguen si se acredita el pago, salvo si tuviere falsificación de algún requisito.
Acción judicial ejecutiva para el cobro
# Si fuere por falta de fondo la siempre plancha del banco da lugar a la acción judicial, al importe gastos y honorarios.-
# El que paga puede reclamar a los demás obligados
# Excepciones.
# Falsedad material
# Pago
# Espera
# Quita
# Compensación de crédito líquido y exigible
# Caducidad
# Inhabilidad del título
# Falta de legitimación
# Falta de representación
# Incompetencia
PRESCRIPCIÓN DE ACCIONES
# 6 meses de la fecha de presentación.
# La del endosante contra el librador también 6 meses desde que pagó.
CHEQUE CRUZADO
# El tenedor siempre va a tener que cobrar el cheque a través de un banco, tiene dos líneas en el margen superior izquierdo
puede ser simple entre las líneas no existe nada o dice banco si entre las líneas que son paralelas dice el nombre de un banco
determinado debe depositarlo en ese banco.
# El cruzamiento general puede transformarse en especial pero uno especial no en general.
# La tacha del cruzamiento se tendrá por no puesta.
CHEQUE CERTIFICADO
# El banco garantiza los fondos del cheque
# La certificación no puede ser parcial ni ser a cheques al portador
# Puede expresarse con los términos “visto bueno” o semejante o la sola firma del banco
# El cheque certificado no puede ser endosado
CHEQUE CON PREVISIÓN GARANTIZADA
# El banco entrega al titular con fecha de entrega y las cuantías máximas de cada cheque plazo para el cobro 60 días.
CHEQUE DE PAGO DIFERIDO
# Es un medio de pago y un crédito
# Tiene dos fecha la de creación y la de vencimiento es decir la fecha para presentarse al cobro no se puede diferir por mas de
180 días corridos a partir de esas fechas se rige por los plazos de cheques comunes.
# Debe contener Cheque de pago diferido y Páguese a partir de….”
CHEQUE INTERNACIONAL
# Librado en el extranjero para ser pagadero en un banco acá o a la inversa.
# El domicilio del banco contra el cual se libra es el que determinará la ley aplicable, el domicilio del titular registrado será el tenido
en cuenta para todas las acciones.
# Plazo 60 días moneda nacional, en moneda extranjera 120 días.
CHEQUES DE VIAJERO
# Emitido por un cliente que viaja y que serán pagaderos en sucursales o corresponsales del país o extranjero.
# Controlan firma del beneficiario y documento.
# Puede o no tener plazo de validez, si no indica vence a los 5 años de su emisión, vencido el plazo solamente puede cobrarlo en
el banco emisor.

RESUMEN SOBRE TÍTULOS VALORES.

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Comercial II. Parte II
# DL 14701.
Clasificación
# Representativos de dinero
# Representativos de mercaderías
# Representativos de derechos
# Títulos de participación

Representativos de dinero
# Letras de Cambio
# Cheques
# Vales
Representativos de Mercaderías
# Carta de porte, conocimiento marítimo y aéreo
# Certificado de depósito y warrant (derecho de crédito garantizado por prenda de bienes depositados en zona franca).
Representativos de derechos
# Certificado de prenda ( sin desplazamiento)
# No son considerados TV
Títulos de participación
# Acciones
# Bonos
Caracteres comunes a todos los títulos valores
# Literalidad: el derecho consignado en los títulos valores tiene, como característica la literalidad.
# Esto significa que los derechos que acuerda la posesión del documento son los que emergen
literalmente de su enunciado, no pueden ser limitados ni ampliados por nada que esté fuera del documento y tampoco pueden ser
limitados por derechos o relaciones existentes entre el librador o deudor del documento con los anteriores poseedores del
documento.
El poseedor tiene los derechos que emanan y surgen del título valor.
Autonomía del derecho
# El título valor consigna un derecho autónomo.
La autonomía, en los títulos valores, es un concepto que califica al derecho consignado en el título valor, al derecho que tiene el
poseedor del título valor.
Significa que el poseedor – y cada poseedor – tiene un derecho propio nuevo, originario y, por lo tanto, no le son oponibles las
excepciones que el deudor podría invocar frente a un antecesor en la posesión.
# el deudor no puede oponer al tenedor que pretende el pago, excepciones que son personales a los poseedores precedentes del
título.
Ejemplo Autonomía del derecho
# A firmó un vale a favor de B por $ 500, es decir que A se comprometió a pagar $ 500 a B. B lo endosa a C, C lo endosa a D. El
último endosatario será entonces D. D ha adquirido con ese endoso un derecho autónomo.
# ¿Qué significa y cuáles la consecuencia de ello? Significa que D le puede exigir a A la prestación y que A no le podrá oponer a D
excepciones que tengan que ver con sus relaciones con B o C. Supongamos: A no le podrá decir a D "no le pago $ 500 porque B
me debe a mí $ 200 y entonces tengo derecho a compensar", porque ello sería una excepción que tiene que ver con una relación
del deudor con su anterior poseedor. Tampoco puede decirle a D: "No le pago a Ud. los $ 500 porque hice una dación en pago al
Sr. C".
Autonomía de las obligaciones
# Cada persona que firma un título valor contrae una obligación que es independiente de las obligaciones contraídas por los
demás obligados.
En consecuencia, tales obligaciones no están afectadas por circunstancias que invaliden la obligación de otros.
# Un vale es firmado por el librador y pueden firmarlo, también, varios endosantes y puede ser firmado por un avalista.
Cuando decimos que sus obligaciones son autónomas significa que cada uno se obliga con independencia del otro y que, si hay
una circunstancia que invalida la obligación de uno de los firmantes, esa circunstancia no afecta la validez de las obligaciones de
los demás.
Ejemplo de Autonomía de la obligación
# Si el librador era incapaz ello no invalida la obligación contraída por un endosante.
# un menor , firma un vale. No está capacitado para firmar vales. Si ha firmado un vale su obligación será nula.
# El menor firma el vale a favor de A y luego A lo endosa a favor de B; al vencimiento, B reclama el pago al librador y su
representante legal podrá alegar que su obligación es nula, en razón de su incapacidad; pero A no podrá alegar la incapacidad del
librador, para librarse de su responsabilidad como endosante, porque cada obligación es autónoma y la invalidez de una
obligación no afecta la validez de las otras obligaciones.
Solidaridad
# En un solo documento - título valor - pueden sucederse distintos actos.
Habrá necesariamente un acto de creación. Luego, podrá haber un acto de endoso o podrá darse un acto de aval. Si se trata de
una letra de cambio, podrá suceder un acto de aceptación.
# La solidaridad en un mismo acto se refiere a que todos los suscriptores de un determinado acto por ejemplo endosantes son
solidariamente responsables al cumplimiento de la obligación asumida en su totalidad, sin perjuicio que puedan a posteriori
reclamar a los otros obligados Art. 14.
Ejemplo solidaridad de suscripción en un mismo acto
# Si un vale es creado por dos personas, aplicando el art. 14, ambos son solidariamente responsables; si uno de ellos paga,
podrá reclamar del otro firmante la mitad del importe pagado.
Solidaridad cambiaria

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Comercial II. Parte II
# Art. 105 Todos los firmantes de un título valor deben responder por el pago del mismo , el portador puede accionar contra todos
estos en forma individual o colectiva sin tener que observar el orden , el que cumple con la obligación puede repetir contra los
demás aunque se hubieren obligado con posterioridad a su firma.
# No tiene beneficio de excusión ni de división.
Diferencia entre solidaridad cambiaria y en el acto
Solidaridad cambiaria Solidaridad en un mismo acto
Títulos valores de contenido dinerario Todos los tipos de títulos valores
Responsables por el pago todos los firmantes del título Son responsable por el pago total solo los que firman el
valor sin importar en que acto lo hacen mismo acto
No es posible el beneficio de división el que paga todo Puede reclamar al cofirmante lo que le corresponde a
puede reclamar el total a los firmantes que lo preceden este pues han compartido la deuda

Abstracción
# Los títulos valores son independientes de las relaciones causales que le dieron rigen.
# Ejemplo:
# Compro un inmueble y queda pago pendiente de saldo de precio, lo cual se documenta en vale, no puedo dejar de cumplir con
el pago del vale por disconformidad con lo obtenido debido a que la obligación que surge del título valor se abstrae de la relación
que le ha dado origen.

Fácil exigibilidad
# El portador del título valor puede exigir judicialmente ya sea por juicio ejecutivo o por la vía ordinaria el cumplimiento de la
obligación.
# El portador debe elegir la vía para hacer valer sus derechos si elige la vía ordinaria debe restituir el título valor.

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Comercial II – Parte III.
ACCIONES Y EXCEPCIONES CAMBIARIAS.

Acciones cambiarias

La acción cambiaria es la acción judicial que tiene por objeto la satisfacción coactiva del derecho incorporado en un título valor.
Los legitimados para iniciar esta acción son: los portadores del título impago: el beneficiario para su cobro o cualquier endosante,
el girado aceptante o el avalista en tanto, habiendolo pagado, tienen el derecho a que los obligados cambiarios a su respecto
cumplan con la garantía prometida.
El actor podrá demandar a uno o a todos los obligados, individual o conjuntamente, por el total de la deuda, haciendo valer la
responsabilidad solidaria cambiaria que le confiere la Ley en el art. 105 del DL 14701.
Pero también podrá hacer valer la responsabilidad solidaria entre los suscriptores de un mismo acto del art. 14 del mismo DL
14701, en la medida en que en el acto encuentre más de un firmante que resulten codeudores entre sí.
Las acciones cambiarias pueden ser objeto de diferentes clasificaciones:
· De acuerdo a quién sea el actor en el juicio son de cobro o de reembolso.
· De acuerdo a quién sea el demandado son directas o de regreso.
· Independientemente de lo anterior, las acciones pueden ser ejecutivas u ordinarias dependiendo de si el título valor es o no un
título ejecutivo, o si el actor prefiere el proceso ordinario.
Acción cambiaria de cobro y de reembolso
La acción cambiaria de cobro es la que posee el último tomador para demandar el monto del título valor, más sus intereses y
gastos, contra todos los que resulten obligados, de acuerdo con el art. 100 del DL 14701.
“Artículo 100.- El portador puede exigir a aquél contra el cual ejercita su acción de regreso:
1) El monto de la letra de cambio no aceptada o no pagada con los intereses, si se hubiesen estipulado.
2) Los intereses, a partir del vencimiento de la letra de cambio, el tipo fijado en el título, y si no hubiesen sido estipulados, al tipo
corriente bancario en la fecha de pago.
3) Los gastos de protesto, de aviso y demás gastos. Si la acción de regreso se ejercitara antes del vencimiento se hará un
descuento del importe de la letra calculado en base a las tasas pasivas corrientes de descuento bancario a la fecha del regreso
en el lugar del domicilio del portador.”
Pero también tengan en cuenta el art. 354.1 del Código General del Proceso (CGP), ubicado en sede de proceso monitorio y que
nos dice: “354.1 Cuando se pretenda el cobro ejecutivo en cualquiera de los casos que lo aparejen, el tribunal decretará
inmediatamente el embargo y condenará al pago de la cantidad reclamada, intereses, costas y costos.”
Por su parte
La acción cambiaria de reembolso es la que posee el obligado cambiario que ha pagado el importe del título valor (endosante,
avalista o el librador en la letra de cambio), para recuperar lo pagado, los intereses y los gastos a quienes sean obligados a su
respecto, de conformidad con el art. 101 del DL 14701.
“Artículo 101.- El que ha reembolsado la letra de cambio puede reclamar a sus garantes:
1º) La suma íntegra desembolsada.
2º) Los intereses de esta suma, calculados al tipo indicado en el inciso 2 del artículo anterior, desde el día del desembolso.
3º) Los gastos que hubiese hecho”
Acción cambiaria directa y de regreso
La acción cambiaria directa es la que tiene el tenedor contra el principal obligado.
En el caso de los vales, el principal obligado es el librador.
En el caso de la letras de cambio, el principal obligado es el girado aceptante, de conformidad con el art. 76 del DL 14701.
Tanto en el caso del vales como en el de la letras de cambio, el avalista del librador o del girado aceptante (respectivamente),
también son considerados obligados principales por cuanto están obligados en iguales términos que su avalado, de conformidad
con el art. 18 del DL 14701.
En el cheque, el principal obligado es el librador, el tenedor tiene acción directa contra el librador, pero no tiene acción contra el
banco girado.
La acción cambiaria de regreso es la que tiene el tenedor contra los demás obligados cambiarios.
Las acciones de regreso para el cobro o el reembolso están previstas en los arts. 99 y siguientes del DL 14701 y el contenido lo
vemos en los arts. 100 y 101 del mismo DL.
Esta clasificación que hemos realizado de las acciones, se vincula a las distintas responsabilidades asumidas por los firmantes
del título valor , por favor recuerden ésto.
El girado que acepta la letra de cambio se convierte en obligado principal de la letra, y contra él se tiene, por lo tanto, acción
directa.
Por su parte el librador y los endosantes se obligan, pero no en forma directa y principal, sino en cuanto con su firma garanten la
aceptación y el pago que debe hacer el girado y justamente
porque garantizan, es que pueden ser llamados a responder frente a la no aceptación o al no pago por el girado.
Y contra ellos se tiene la acción de regreso.
El librador que crea la letra de cambio garante su aceptación y su pago, frente a todos los endosatarios futuros; y por eso
responde frente a todos ellos y debe pagarla si el girado no lo hace y reembolsarle a cualquiera lo que haya pagado por la letra de
cambio.
El endosante garante la aceptación y el pago frente a su endosatario y a quienes le sigan; entonces a ese endosante se le puede
exigir el pago o reembolso, pero sólo por los endosatarios posteriores a quienes garantizó.
Es muy importante que recuerden que el pago efectuado por el obligado principal - girado aceptante - libera a todos los obligados
de regreso.
Entonces, pagada la letra de cambio por el girado, judicial o extrajudicialmente, se extinguen los derechos incorporados a dicha
letra de cambio.
Y es importante que sepan que el pago por parte de un obligado de regreso libera a los obligados de regreso que le siguen en el
nexo cambiario, pero no libera a los obligados que le preceden.

1
Comercial II – Parte III.
Y por eso el art. 102 del DL 14701 dispone que: “Cualquier endosante que haya pagado la letra de cambio puede cancelar su
endoso y los que le siguen”.
Entonces tenemos que, realizado el pago por un endosante, se extinguen las acciones contra los endosantes que le siguen pero
permanecen expeditas las acciones contra los endosantes que le preceden y las que puedan intentarse contra el librador.
Y realizado el pago por vía de regreso por el librador, se extinguen las acciones contra los endosantes.
Pero también es importante saber que realizados los pagos por vía de regreso, en ningún caso queda liberado el girado
aceptante.
Y siempre queda pendiente su obligación frente a quien pagó o a quien reembolsó por vía de regreso, por aplicación de los arts.
105 y 76.
Esto quiere decir, que quien pagó por vía de regreso conserva acción directa de reembolso contra el girado.
En el cheque, el tenedor tiene acción directa contra el librador y de regreso contra los endosantes.

Acción cambiaria ejecutiva y ordinaria

Acción cambiaria ejecutiva


La acción cambiaria ejecutiva es aquella acción fundada en un título valor de contenido dinerario que se tramita por la vía del
juicio ejecutivo, tal como está regulado por el CGP, arts. 353 y siguientes.
Juicio ejecutivo que cuenta con algunas particularidades en cuanto a las condiciones requeridas para poder promover la acción, la
limitación de excepciones y la limitación de los medios probatorios respecto de algunas de ellas.
En lo que tiene que ver con las condiciones requeridas para promover la acción, la acción será ejecutiva cuando se exhiba al juez
un título ejecutivo y se cumplan con las demás condiciones previstas por la Ley.
Los títulos ejecutivos son los que determina taxativamente el art. 353 del CGP, y que incluye a los títulos valores de contenido
dinerario.
El art. 107 del DL 14701, confiere acción cambiaria ejecutiva a la letra de cambio debidamente protestada y dice: “La letra de
cambio debidamente protestada es título ejecutivo para accionar por el importe del capital y accesorios conforme a lo dispuesto
en los artículos precedentes. “
Este art. 107 no establece que deba procederse al reconocimiento de firma y eso es así porqué DL 14701 presume tácitamente la
autenticidad de las firmas, abriendo la vía ejecutiva, pero sin perjuicio de que el demandado pueda excepcionarse alegando la
falsedad de su firma.
Se le está otorgando a la letra de cambio protestada carácter de título ejecutivo dándole una presunción de autenticidad.
El DL 14701 presume la veracidad de las firmas cambiarias y admite directamente la acción ejecutiva contra todos o cualquiera de
los firmantes, sin exigir que se recabe previamente el reconocimiento de sus firmas, como es de rigor en el Derecho procesal para
otros documentos.
En lo que tiene que ver con los vales, el art. 124 del DL 14701 también declara que se presumen auténticos los vales, pagarés o
conformes y por lo tanto exime de realizar la diligencia judicial de reconocimiento de firma.
Por otra parte, el art. 124 establece que la intimación prevista por el inciso final del art. 53 de la Ley 13.355 de 1965, podrá
sustituirse por un requerimiento de pago en un plazo de tres días documentado en un telegrama certificado o colacionado. El
inciso final de la norma referida dispone que, cuando no exista diligencia judicial de reconocimiento o protesto (como sucede en el
caso de los vales), la ejecución no podrá decretarse sin previa intimación de pago al deudor.
Esto quiere decir que si no se intima el pago, no puede decretarse la ejecución.
Tengan en cuenta el art. 340 de la ley 18172, que nos dice que a intimación de pago prevista en el inciso final del Artículo 53 de la
Ley No. 13.355, de 17 de agosto de 1965, a los efectos de lo dispuesto en el Artículo 124 del Decreto Ley No. 14.701, de 12 de
setiembre de 1977, se podrá efectuar por envío postal mediante documento a la vista certificado con aviso de recibo.
Y el art. 39 del DL 14412 en materia de cheques puede interpretarse en similar sentido: “La constancia de la presentación y falta
de pago del cheque tendrá carácter de protesto por falta de pago.
Puesta la constancia de presentación y falta de pago, el cheque, sin ningún otro requisito, aparejará ejecución”.
El juicio ejecutivo cambiario tiene dos diferencias con el juicio ejecutivo común, veamos entonces cuáles son:
1- LA LIMITACIÓN DE EXCEPCIONES.
La limitación de excepciones en el juicio cambiario, nos surge de los arts. 45 del DL 14412 (Cheques) y del inciso final del art. 108
del DL 14701 (DL de títulos valores).
Art. 45 del DL 14412: “Contra la acción ejecutiva de los cheques no se admitirán más excepciones que las de falsedad material,
compensación de crédito líquido y exigible, prescripción, caducidad, pago y espera o quita concedida por el demandante, que se
probare por escritura pública o por documento privado, judicialmente reconocido.
También serán admisibles las excepciones procesales de inhabilidad del título, falta de legitimación activa o pasiva del
demandante y del demandado; falta de representación, litispendencia e incompetencia.
Cualquier otra excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado, no obstará al proceso del juicio
ejecutivo. “
Art. 108 inciso final DL 14701: “También serán admisibles las excepciones procesales de inhabilidad del título (falta de alguno de
los requisitos esenciales exigidos por el artículo 3), falta de legitimación activa o pasiva del demandante o del demandado, falta de
representación, litis pendencia o incompetencia, sea de jurisdicción o por razón de cantidad.”
Es importante que tengan en cuenta que el art. 23 de la ley 18.212 agrega otra excepción que SI se puede oponer en el caso del
juicio ejecutivo cambiario, veamos: “(Excepciones).- Incorpórase a las excepciones previstas por el Artículo 108 del Decreto Ley
No. 14.701, de 12 de setiembre de 1977, la usura civil, (Artículo 21 de la presente ley).
En los casos en que exista usura, ésta será relevada de oficio aplicándose la sanción dispuesta en el artículo 21 de la presente
ley. “
Tenemos que recurrir al art. 355. 1 del Código General del Proceso (CGP) a los efectos de saber como se pueden interponer las
excepciones:
“355.1 La citación de excepciones se practicará en la forma establecida para el emplazamiento en los Artículos 123 y siguientes.

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Comercial II – Parte III.
El demandado dispondrá de un plazo de diez días, extensible en función de la distancia (Artículos 125 y 126), para oponer
cualquier excepción que tuviere contra la demanda, debiendo deducirlas todas conjuntamente en un mismo escrito, acompañar
toda la probanza documental de que disponga y mencionar todos los concretos medios de prueba de que intente valerse”.
Sepan entonces, que las excepciones se deben interponer en el término procesal de diez días, término que corre a partir de la
citación de excepciones.
Pero también tenemos que tener en cuenta el art. 355. 2 del CGP que nos dice: “355.2 En los casos en que leyes especiales
establezcan taxativamente las excepciones admisibles, serán rechazadas, sin sustanciación, las inadmisibles o las que no se
opusieren en forma clara y concreta, cualquiera sea el nombre que el demandado les diere, y las que, por referir a cuestiones de
hecho, no se acompañaren con la prueba documental o la proposición de los restantes medios de prueba. En cualquier caso, el
pago parcial no configurará excepción y será considerado en la etapa de liquidación del crédito.”
De acuerdo al art. 354 del CGP, acreditado el título ejecutivo, el tribunal decretará inmediatamente el embargo y condenará al
pago de la cantidad reclamada, con sus intereses, costas y costos.
Hecho lo anterior, en el mismo auto que decreta el embargo el juez cita de excepciones al demandado.
Si el demandado opone excepciones debe darse traslado de las mismas al al ejecutante durante seis días , de conformidad a lo
dispuesto por el art. 356 del CGP.
Si el demandado no opone excepciones, se va directamente a la vía de apremio, sin necesidad de una nueva initmación, de
conformidad con el art. 354. 4 del CGP.
Evacuado el traslado de las excepciones opuestas por parte del ejecutante o agotado que sea el término, en caso de que no haya
contestado las excepciones, de acuerdo al art. 357 del CGP debe celebras una audiencia, y concluida la audiencia se dicta
sentencia conforme al art. 343.7 del CGP .
Si el magistrado hace lugar a ciertas excepciones se produce la cosa juzgada formal; y el actor no puede volver a plantear una
nueva acción ejecutiva con el título ejecutado, pero sí puede iniciar un juicio ordinario posterior (art. 361 CGP).
Podrán tratarse en juicio ordinario posterior, exclusivamente, las defensas que la ley considera inadmisibles en el juicio ejecutivo,
si no hubiesen sido examinadas, en su mérito, en aquél. Toda defensa que hubiere podido ser deducida en el proceso ejecutivo
no habilitará la promoción de juicio ordinario posterior.
Las sentencias que se pronuncian luego de las excepciones (Arts. 354 a 360 del Código General del Proceso), se encuentran en
estado de cosa juzgada formal transitorio, porque si en noventa días no se promueve juicio ordinario posterior (Art. 361.3 del
Código General del Proceso), o si el juicio ordinario posterior no las revisa, adquieren fuerza de cosa juzgada también material.
En relación a la sentencia, concluida la audiencia, se pronunciará sentencia
La sentencia se pronunciará sobre todas las excepciones deducidas, pero si entre ellas se hallare la de incompetencia, sólo se
pronunciará sobre las restantes en caso de haberla rechazado.
Si la excepción de incompetencia fuese acogida, el tribunal se abstendrá de expedirse sobre las restantes y, ejecutoriada la
sentencia, quien sea competente, decidirá sobre las demás excepciones.

2- LA LIMITACIÓN DE MEDIOS PROBATORIOS.


Nury Rodríguez enseña que así sucede en cuanto a la excepción de espera o quita, que debe ser acreditada por “documento
público o privado reconocido judicialmente.”
Vamos a ver el art. 173 del CGP refiere al reconocimiento de documentos privados, por favor leer: “Artículo 173 -
(Reconocimiento de documentos privados).- 173.1 Sin perjuicio de lo dispuesto por el Artículo 170.2, la parte que desee servirse
de un documento privado emanado de la contraparte podrá, si lo creyere conveniente o en los casos en que la ley lo determina,
pedir su reconocimiento por el autor o por sus sucesores.
Citado el autor por única vez, con el plazo de seis días, si no concurriere, se tendrá por reconocido el documento; lo mismo
ocurrirá si, concurriendo, diere respuestas evasivas.
Los sucesores podrán manifestar que no les consta que la autoría del documento sea de su causante; pero si no concurrieren a la
citación, se tendrá el documento por reconocido.
173.2 Si el documento emanara del apoderado o representante legal, se podrá citar, indistintamente, al representante o al
representado. Si el citado reconociere el documento o no concurriere a la citación o si, concurriendo, diere respuestas evasivas,
se tendrá al documento como auténtico para el representado, una vez admitida o probada la representación al tiempo del
otorgamiento.”
Por su parte, el art. 174 del CGP legisla sobre el tema del cotejo de letras o firmas y dice: “Artículo 174 - (Cotejo de letras o
firmas).-
En los casos de desconocimiento de las firmas o de manifestación de ignorancia de su autoría (Artículos 171 y 173), la parte que
intenta servirse del documento podrá, en el proceso principal respectivo, recurrir para demostrar su autenticidad a la pericia
caligráfica mediante el cotejo con otros documentos indubitables o a cualquier otro medio de prueba. “

Acción cambiaria ordinaria

El DL 14701 no ha previsto, pero tampoco ha excluido; que el portador de la letra protestada pueda promover una acción
cambiaria por la vía del juicio ordinario, por la mayor seguridad que ofrece la cosa juzgada de un juicio de este tipo , sobre la
ventaja que supone el embargo inmediato de los bienes del deudor y la limitación de las excepciones que le acuerda el juicio
ejecutivo cambiario.
Entonces vemos que el portador de un título valor tiene la posibilidad de optar por uno u otro tipo de juicio.
El portador tiene una acción cambiaria, directa, de regreso y de reembolso, que puede ser tramitada por la vía de un juicio
ejecutivo y también tendría, una acción ordinaria.
Estas dos acciones persiguen finalidades diferentes y ésto repercute directamente en su estructura.
La acción ejecutiva tiene por objeto obtener el cumplimiento forzado de la obligación que surge del título (me refiero a las
acciones de cobro o de reembolso directas o de regreso), mediante un proceso de estructura monitoria, mientras que la acción
ordinaria persigue la declaración judicial de reconocimiento del derecho, mediante un proceso de conocimiento.

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Comercial II – Parte III.
La Dra. Rodríguez Olivera enseña que lo verdaderamente interesante en torno a las acciones cambiarias es si son acciones
especiales o no.
Si se sostiene que se trata de una acción especial, en caso de perderse la acción cambiaria ejecutiva siempre habrá oportunidad
de hacer valer el derecho utilizando la acción ordinaria. Si se sostiene que no se trata de una acción especial, en caso de
perderse la acción cambiaria ya no habrá más oportunidad de defensa.
En nuestra doctrina se han sostenido las dos posiciones.
Para Pérez Fontana la acción cambiaria es un juicio ejecutivo especial: si se pierde la acción cambiaria, también se pierde la
acción ejecutiva especial .
No obstante, el portador podría ejercer su derecho utilizando el juicio ejecutivo ordinario.
Para Rodríguez Olivera y López Rodríguez, no existe una acción cambiaria como una acción con caracteres típicos y especiales
desde el punto de vista procesal. No hay un tipo de proceso específico para obtener la satisfacción judicial de los derechos
cambiarios. La acción cambiaria es una designación genérica con la cual se señala la posibilidad que tiene el portador de un título
valor de ejercitar en juicio su derecho.
Y entonces, cuando se pierde la acción cambiaria se pierde toda posibilidad de reclamar el derecho que se incorporó en el título ,
no restando otras vías judiciales abiertas, ni ejecutivas ni ordinarias.

¿Cuáles son las cargas del portador del título valor para la conservación de las acciones cambiarias?

1) Presentación de la letra de cambio a la aceptación y presentación al pago:


Las acciones cambiarias contra los obligados de regreso se pierden si el portador de la letra no la presenta para la aceptación o
para el pago en determinados casos .
Y esto es así pues el DL 14701 dispone que la responsabilidad de los obligados de regreso se haga efectiva sólo ante el
incumplimiento del obligado directo, esto es, el incumplimiento del girado.
Y por eso, antes de reclamar a los obligados de regreso, que son garantes de la aceptación y del pago, el portador debe presentar
la letra al girado.
Y para poder probar a los obligados de regreso que el portador se ha presentado con la letra y que es cierto que el girado se ha
negado a aceptar o a pagar, se impone que se proteste notarialmente.
Pues con el protesto se prueba fehacientemente la presentación en tiempo y la negativa del girado a aceptar o pagar, con lo cual
queda abierta la posibilidad de accionar contra los garantes.
Si el portador no se presenta a recabar la aceptación o el pago en tiempo, o, si habiéndose presentado no protestó por falta de
aceptación o de pago, no podrá probar fehacientemente a los obligados de regreso la negativa del girado.
Y la sanción por su negligencia, es la pérdida de las acciones contra los obligados de regreso, en tanto su garantía opera en caso
de incumplimiento probado del obligado directo.
Esto surge del art. 106 del DL 14701 que sanciona esas omisiones con la caducidad de la letra.
Pero si realizamos una lectura armónica de los arts. 76 y 106 del DL 14701, veremos que la omisión de la carga de presentación
de la letra a la aceptación y al pago no perjudica las acciones directas que se puedan tener con respecto al girado, en tanto
acepte la letra, claro está.

Título ejecutivo

1- Letra de Cambio:
El art. 107 del DL 14701, nos dice que la letra de cambio es título ejecutivo cuando está debidamente protestada por falta de
pago: “La letra de cambio debidamente protestada es título ejecutivo para accionar por el importe del capital y accesorios
conforme a lo dispuesto en los artículos precedentes.”
La firma puesta en la letra no debe ser sometida a la diligencia de reconocimiento de firma, como es de rigor si se tratara de
ejecutar un documento privado.
El DL 14701 presume tácitamente la autenticidad de las firmas abriendo la vía ejecutiva, sin perjuicio de que el demandado pueda
excepcionarse alegando la falsedad de su firma.
Entonces la letra protestada tiene carácter de título ejecutivo, dándole una presunción de autenticidad.
El DL 14701 presume la veracidad de las firmas cambiarias, admitiendo directamente la acción ejecutiva contra todos o cualquiera
de los firmantes, sin exigir que se recabe previamente el reconocimiento de sus firmas, como se exige en el Derecho procesal
para otros documentos.
2- El Vale:
El art. 124 del DL 14701, declara que los vales, conformes y pagarés se presumen auténticos, este artículo exime de realizar la
diligencia judicial de reconocimiento de firma.
Y el inciso 2 del art. 124 nos dice que en estos casos, la intimación prevista por el inciso final del artículo 53 de la ley 13.355, de
17 de agosto de 1965, podrá sustituirse por un requerimiento de pago en un plazo de tres días, documentado mediante telegrama
certificado o colacionado.
Y además el art. 340 de la ley 18172 nos dice que La intimación de pago prevista en el inciso final del Artículo 53 de la Ley No.
13.355, de 17 de agosto de 1965, a los efectos de lo dispuesto en el Artículo 124 del Decreto Ley No. 14.701, de 12 de setiembre
de 1977, se podrá efectuar por envío postal mediante documento a la vista certificado con aviso de recibo.
O sea que tenemos dos medios: telegrama colacionado o certificado o sino envío postal mediante documento a la vista con aviso
de recibo.
Vamos a ver que en el caso de los vales se nos plantean dos problemas:
- en primer lugar, cuáles son las consecuencias de la omisión de la intimación en tiempo y,
- en segundo lugar, si el título ejecutivo alcanza a los endosantes y sus avalistas.
En relación al primero, es decir, a las consecuencias de la omisión de la intimación en tiempo; la doctrina no tiene una posición
unánime.

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Comercial II – Parte III.
Un sector de la doctrina sostiene que la intimación o requerimiento de pago a que hace referencia el art. 124 es un acto ajeno a
la formación del título, en tanto no se trataría de un sustituto del protesto.
Se trataría, en cambio, de una diligencia a cumplir respecto a ciertos títulos ejecutivos ya completos, con el objeto de evitar
demandas sorpresivas e impedir el abuso de acreedores que se resisten a percibir extrajudicialmente el pago de su deuda para
crear gastos que hagan más gravosa la situación del deudor.
Entonces para esta posición, si se diera entrada a un juicio ejecutivo sin haberse intimado el pago, el juicio podría prosperar.
El demandado podría, luego, promover una acción de daños y perjuicios por el incumplimiento de la norma en cuanto le haya
perjudicado.
Otro sector de la doctrina sostiene que el vale no es título hábil para promover un juicio ejecutivo, hasta tanto se cumpla con la
intimación legal.
Esta segunda posición entiende que el requerimiento de pago al demandado es un presupuesto para la acción cambiaria
ejecutiva, y se basan en los siguientes argumentos:
En primer lugar, el art. 124 impone el requerimiento de pago documentado mediante telegrama certificado o colacionado, con
plazo de tres días, como requisito previo a la apertura del juicio ejecutivo, circunstancia que aparece clara de la remisión hecha al
final del art. 53 de la Ley 13.355: “Cuando no exista diligencia judicial de reconocimiento o protesto, la ejecución no podrá
decretarse sin previa intimación de pago al deudor con plazo de tres días.”
Recuerden por favor que la ley 18172 también permitía la intimación mediante envío postal mediante documento a la vista con
aviso de recibo.
La intimación judicial y sus subrogados (telegrama colacionado o envío postal mediante documento a la vista certificado con aviso
de recibo), constituyen medidas preparatorias de la ejecución, expresamente previstas en forma inequívoca por la Ley como una
condicionante de la admisión de la ejecución.
En segundo lugar, dicen que el art. 123 permite sustituir la intimación judicial del art. 53 de la Ley 13.355 por un requerimiento de
pago por telegrama colacionado.
El plazo establecido en el art, 124 debe necesariamente transcurrir antes de que el portador pueda solicitar el embargo,
develándose como un verdadero plazo de gracia, derogatorio de lo establecido en el art. 119.
Si se omite el requerimento de pago en los términos señalados, el deudor puede oponer la excepción de inhabilidad del título y, el
juez puede, de oficio, calificar el título como inhábil y denegar la ejecución.
Para esta posición doctrinaria, los argumentos fundados en la equidad y la buena fe no pueden
estar por encima de la rigurosidad en el análisis del título ejecutivo.
Ante el incumplimiento de las diligencias previas, y opuesta la excepción, lo único que corresponde es allanarse cumpliendo lo
preceptuado legalmente.
Cualquier otra alternativa significaría premiar la negligencia o temeridad del ejecutante que confía en la inadvertencia del tribunal
de los requisitos exigidos legalmente para que se pueda decretar la ejecución.
Otro problema que se plantea en torno al vale es si el título ejecutivo se tiene sólo contra el librador, o si también se tiene contra
los endosantes y los avalistas.
Puesto que el legislador no ha hecho distinciones y armonizando los textos citados, pareciera que el legislador ha conferido al
vale la calidad de título ejecutivo a un vale para el ejercicio de los derechos que él confiere contra cualquiera y todos los obligados
cambiarios.
La intención del legislador al incorporar este artículo fue la de aligerar exigencias en materia de vales.
Se quiso que la acción ejecutiva cambiaria de los vales se pudiera promover, sin que fuera necesario el protesto previo. La
exención legal del protesto en materia de vales es de igual naturaleza que la exención del protesto establecida en otros textos
legales para las letras de cambio.
Estas previsiones buscan aligerar de cargas al portador, liberándolo de protestar.
El título debe conservar su eficacia ejecutiva contra todos los obligados cambiarios, para que tal exención legal tenga sentido.
Nury Rodríguez entiende que el DL 14701 ha querido decir: no es necesario acreditar notarialmente la falta de pago del vale.
Aunque no se acredite esta circunstancia por el obligado principal, de todos modos se dan acciones de regreso y tales acciones
son ejecutivas.
La incorporación del art. 124 tiene por objeto aligerar las cargas del portador, eximiéndolo de cumplir con la diligencia notarial.
Debe entenderse, con un criterio amplio, que se confiere al vale calidad de título ejecutivo, aun sin protesto, para ejercer todas y
cualquiera de las acciones cambiarias, sea cual fuera el obligado o responsable demandado.
3- El Cheque:
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 39 del DL 14412, para transformar al cheque en un título ejecutivo basta con la constancia de
rechazo por falta de fondos puesta por el banco, al dorso del mismo: “La constancia de la presentación y falta de pago del cheque
tendrá carácter de protesto por falta de pago. Puesta la constancia de presentación y falta de pago, el cheque, sin ningún otro
requisito, aparejará ejecución.”
El banco tiene que dejar constancia del rechazo en todos los casos, salvo si ha rechazado el cheque por haber sido presentado al
cobro, pasados los plazos de presentación.
En este caso, el tenedor habrá perdido todas las acciones cambiarias y no tiene sentido obligar al banco a dejar constancia
cuando el objeto de la constancia es, justamente, demostrar la diligencia del tenedor de modo de conservar sus acciones frente a
los obligados.
El el cheque aparejará ejecución en tanto sea efectivamente un cheque; pero si adolece de un defecto, por ejemplo si le falta una
enunciación, la sola constancia de las razones de su rechazo no tiene la virtud de conferirle acción ejecutiva.
La constancia que debe colocar el banco debe necesariamente contener las siguientes menciones: fecha y hora de presentación
del cheque, domicilio del librador y los motivos del rechazo del cheque.
La indicación de la hora es importante para cuando se trata de la devolución de cheques por falta de fondos o por su insuficiencia
ya que puede suceder que, después de la hora puesta en la constancia, el librador deposite dinero en la cuenta.
Si se establece fecha y hora el banco podrá justificar al librador que ha devuelto el cheque porque no tenía fondos para ello.
Si no se pusiera hora, el librador podría alegar que en el día del rechazo existían fondos y podría pretender responsabilizar al
banco en base a las relaciones contractuales de la cuenta corriente que los vincula. Claro está que el banco también tendría que

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Comercial II – Parte III.
poner constancia de la hora del depósito en las respectivas boletas, para justificar que el depósito fue posterior al rechazo del
cheque.
Nos interesa la fecha del rechazo para justificar la actitud del banco que rechaza el pago después que conoce el concurso o la
incapacidad del librador.
El concurso o la incapacidad se conocen por la publicación en el Diario Oficial y los cheques librados con posterioridad a la
publicación no deben ser pagados.
La exigencia del domicilio del librador complementa la norma contenida en el art. 20.
En cuanto a los motivos del rechazo del cheque, de acuerdo con el DL 14412, el girado puede estampar cualquier causa como
razón del rechazo del cheque.
Pero, si el librador no tuviere provisión de fondos o si ésta fuere insuficiente, el banco debe dejar constancia expresa de tal
circunstancia.
El banco girado que no pone la constancia responde al tenedor por los perjuicios que ello le originare y le hará pasible de una
multa que determinará la autoridad monetaria competente. El DL 14412 dispone que en caso de reincidencia del banco, dentro de
los seis meses, la multa se duplicará.
Por su parte el art. 67 del DL 14412, aplicable a estos casos nos dice que: “Las infracciones de las instituciones bancarias a las
disposiciones de la presente ley serán sancionados por el Banco Central del Uruguay, con multas de hasta un 100 % (cien por
ciento) del capital mínimo autorizado para el funcionamiento de las mismas por resolución fundada apreciando las circunstancias
del caso.”
Para el DL 14412 y esto es muy importante, la constancia de falta de pago tiene la eficacia del protesto, pero no establece la
necesidad o posibilidad del protesto notarial respecto al cheque devuelto.
Cierto sector de la doctrina entiende que si el banco se negara a poner tal constancia sería procedente el protesto de acuerdo a
las disposiciones generales contenidas en el art. 89 y ss. del DL 14701para las letras de cambio.
Con el protesto se dejará constancia de la falta de pago y del incumplimiento de la obligación a cargo del banco de poner tal
constancia.

Excepciones o Defensas.

La ejecución cambiaria de los títulos valores está dominada por el principio de limitación de excepciones, de modo que el
demandado en un juicio cambiario no puede defenderse alegando cualquier circunstancia.
Este principio de limitación de excepciones está dispuesto en el art. 108 del DL 14701 para todos los títulos valores y en el art. 45
del DL 14412, para los cheques.
La doctrina suele dividir las excepciones en dos tipos: las cambiarias o materiales y las procesales o formales.
Las excepciones cambiarias son excepciones que pretenden justificar el incumplimiento del deudor en la ineficacia del título o del
derecho pretendido.
Y las excepciones procesales, en cambio, son excepciones que se fundamentan en alguna irregularidad del proceso.
Existen criterios de clasificación según los cuales las excepciones, tanto sean cambiarias como procesales, son personales (in
personam) o son reales (in rem) y además son absolutas o son relativas.
Las excepciones son personales si el deudor ejecutado las puede oponer sólo a determinado acreedor en virtud de una relación
personal , generalmente por haber sido ambos parte en el negocio que dio lugar a la emisión o transmisión del título.
Y la excepción es real cuando el deudor ejecutado las puede oponer a cualquier acreedor.
Por su parte, las excepciones son absolutas cuando todos los deudores cambiarios tienen el derecho a oponer la excepción.
Y cuando sólo algunos deudores cambiarios ejecutados en el juicio tienen derecho a oponer cierta excepción, la excepción es
relativa.
Excepciones cambiarias o materiales
1- Falsedad Material.
Con esta excepción, el demandado justifica su incumplimiento alegando que su firma es falsa o que alguna de las menciones del
título lo es.
El legislador ha dejado fuera la denominada falsedad ideológica, que es la falsead relacionada con algún aspecto de la relación
fundamental que motivó el libramiento del título valor.
En materia de títulos valores, entonces, la excepción de falsedad sólo puede estar relacionada con tres cosas:
-con la firma;
- con las menciones del título;
- o con la firma y las menciones a la vez.
La falsedad en la firma:
La firma de una persona es falsa en tres casos: cuando el título es firmado con un nombre que no es el del firmante; cuando se
imita la firma del firmante; cuando se estampa una firma de una persona imaginaria.
Cuando se falsifica una firma se pretende atribuir la declaración a una persona que no es su autora o se atribuye la declaración a
un sujeto imaginario.
Nadie responde cambiariamente por una firma falsa y ello porque la firma de personas imaginarias o inexistentes no genera
responsabilidad alguna.
Entonces, si se falsifica la firma de una determinada persona la obligación es nula por falta de voluntad de obligarse de esa
persona.
En este caso la excepción de falsedad es real, esto es, se puede oponer a cualquier portador, pero es relativa, ya que sólo se
puede oponer por aquél cuya firma se falsificó.
Sólo puede oponerla la persona cuya firma fue falsificada y no los demás obligados cambiarios en virtud de la autonomía de las
obligaciones.
No se olviden que ya vimos que la falsedad de la firma de uno de los obligados cambiarios no altera la validez de las restantes
firmas, esto surge expresamente del art. 8 del DL 14701.
La falsedad en la declaración:

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Comercial II – Parte III.
Se trata de los casos en los cuales, el documento nació regularmente, fue firmado auténticamente, pero luego se adultera
cualquiera de sus estipulaciones.
En este caso el demandado no impugna la autenticidad de la firma, pero eso no significa que valide el texto del documento,
pudiendo oponer excepción de falsedad.
Es una excepción in rem pues se puede oponer por cualquier ejecutado con las salvedades luego estudiaremos.
La antedatación o postdatación:
La fecha de creación, como cualquier constancia del título valor y como sucede con las cláusulas de cualquier documento público
o privado, debe ser verdadera, esto quiere decir, debe coincidir con el día en que efectivamente se crea.
No obstante, el creador del título puede colocar una fecha que no responda a la real para derivar el nacimiento de ciertos efectos
a un momento anterior o posterior.
Este falseamiento no puede perjudicar al tercero de buena fe y respecto de ese tercero de buena fe, la fecha supuesta es
perfectamente válida y el obligado cambiario no podrá excepcionarse invocando la fecha real y aduciendo la falsedad.
Sin perjuicio de que ya dijimos que la postdatación de un cheque común es un delito; ¿qué sucede si una persona posdata un
cheque?
Si el tenedor lo conserva en su poder hasta que llega la fecha puesta y luego lo presenta al cobro no se planteará ningún
problema sobre su validez y eficacia.
Pero si en cambio el tenedor se presenta con el cheque postdatado en el banco antes de la fecha que figura como fecha de
creación ¿cuál ha de ser la actitud del banco?
Pueden sostenerse dos posiciones:
- Se puede sostener que el banco no debe pagar pues el falseamiento de la fecha provoca la invalidez del cheque.
El banco debe rechazar ese cheque poniendo la constancia de que no se paga por contener fecha falsa. Por otra parte, el
falseamiento de una enunciación esencial, como la fecha, es una conducta penalmente sancionada.
También se puede sostener que la postdatación tiene por efecto fijar un plazo para el vencimiento del cheque.
De acuerdo con el art. 28 del DL 14412, toda mención contenida en un cheque que establezca un vencimiento con fijación de un
plazo se tiene por no escrita, lo que significa que no se anula la orden de pago, ni se afecta la validez del cheque.
De acuerdo a esta posición, entonces, la fecha postdatada se debería tener por no puesta y el cheque sería válido.
Por otra parte el el art. 8 del Decreto reglamentario 730/975, estableció que el banco debe rechazar el cheque cuando su fecha
sea posterior a la de su presentación al cobro.
Asimismo se establece que debe hacer mención a la postdatación en la constancia de rechazo.
Es necesario que distingamos entre falsedad y alteración.
Tenemos el art. 13 del DL 14701 que supone la hipótesis en que un título valor con determinadas enunciaciones comience a
circular y en determinado momento de su circulación alguien le introduzca una modificación en cualquiera de sus estipulaciones,
como por ejemplo la fecha de vencimiento, la cantidad a pagar, etc.
Y en esos casos, este art. 13 no dispone la nulidad del título valor, sino que establece una extensión diversa de la responsabilidad
de los firmantes según el tiempo de su firma: quienes firmaron antes de que se introdujera la alteración no están obligados por el
tenor literal del título valor, sino por el tenor que tenía antes de la modificación introducida; quienes firmaron después, se obligan
de acuerdo a sus nuevos términos.
Pero como que existe una dificultad probatoria para determinar el momento de la alteración y la fecha anterior o posterior de cada
firma; el DL 14701, incorpora una presunción: se presume que se suscribió el título valor antes de la alteración efectuada.
Y a quien le interese lo contrario deberá probarlo.
2- Pago.
La excepción de pago enerva la ejecución, pero siempre que ese pago se haya efectuado totalmente antes de la iniciación del
juicio ejecutivo.
Y si un obligado cambiario efectuó un pago parcial , este pago no obsta a la iniciación y prosecución del juicio, aunque la
demanda, claro está, deberá ajustarse a la cantidad efectivamente debida.
El art. 355. 2 del CGP establece que en ningún caso el pago parcial configura excepción y que en todo caso, el pago será
considerado en la etapa de liquidación del crédito.
La excepción va a tener distinto alcance liberatorio según quien haya efectuado el pago.
Entonces:
· Si el pago fue efectuado por un obligado directo (el aceptante de una letra de cambio, el librador del cheque o el librador del
vale) , ese pago puede ser opuesto como excepción por todos los obligados cambiarios, en tanto se trata de los principales
obligados quienes, cumpliendo con su obligación, liberan a todos los obligados de regreso a quienes prometieron pagar.
· Si el pago fue efectuado por un obligado de regreso (el librador en la letra de cambio y los endosantes en todos los títulos) , ese
pago sólo puede ser invocado por los obligados posteriores, que son los únicos que vienen a quedar liberados.
El tenedor del título, por ejemplo uno de los endosantes, sólo puede exigir el rembolso de lo pagado a quienes se han obligado
con él, esto es, a los endosantes anteriores y al librador.
La Prueba del Pago:
El art. 85 del DL 14701 expresa que: “El girado que paga la letra de cambio, puede exigir que ésta se le entregue con la
constancia del pago que ha hecho, puesto en la misma letra. El portador no puede rehusar un pago parcial.
En el caso de pago parcial, el girado puede exigir que se anote en la misma letra el pago que ha efectuado y además que se le
otorgue recibo.
El portador debe protestar la letra por el resto.”
Cuando el obligado paga el título valor, corresponde que rescate el título, pero si el título no fue devuelto el pago podrá probarse
por todos los medios de prueba admisibles por el Derecho comercial , de conformidad a lo dispuesto en el art. 192 del Código de
Comercio
No obstante, la tenencia del documento por el ejecutante es un indicio presuncional contrario al pago.
Teitelbaum enseña que sostiene una constancia de pago u otra modalidad extintiva, en un documento de adeudo en poder del
acreedor, aun sin firma, tiene pleno valor probatorio, en contra del poseedor del documento.

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Comercial II – Parte III.
Este profesor se basa en lo dispuesto por el art.85 del DL 14701 y en el art. 1589, del CC que establece: “La nota escrita o
firmada por el acreedor a continuación, al margen o al dorso de una escritura que siempre ha estado en su poder, hace fe en todo
lo que sea favorable al deudor.”

3- Compensación.
Puede plantearse la situación de que el acreedor ejecutante sea deudor del ejecutado por un crédito líquido y exigible que conste
en un documento, aunque no necesariamente debe tratarse de un título ejecutivo.
En este caso, el ejecutado en el juicio ejecutivo cambiario tiene derecho a hacer valer la excepción de compensación y extinguir,
no sólo su obligación, sino también la de su acreedor .
La excepción de compensación es personal y además es relativa, ya que sólo se puede oponer por parte por el deudor ejecutado
frente al acreedor con quien se tiene una relación personal que explica el crédito que se pretende compensar.
Entonces, otros firmantes del título, aunque también resulten obligados cambiarios, no pueden beneficiarse de la compensación
referida por el principio de la autonomía del derecho.
Producida la compensación, el demandado que extinguió la obligación por compensación tiene derecho a iniciar la acción de
reembolso, por vía de regreso.
Si la compensación se hubiere operado entre el aceptante de una letra y el tenedor, el título ya no será exigible a ningún obligado
cambiario.
4- Prescripción:
La prescripción es un modo de extinguir derechos justificado en el desinterés del titular que no ha hecho uso de la acción
correspondiente en el tiempo señalado por la Ley.
Su ejercicio requiere ciertas condiciones, veamos cuáles:
- Iniciativa de parte: de acuerdo al art. 1191 del CC, la excepción de prescripción no puede ser opuesta de oficio por el juez; sólo
es oponible por el ejecutado frente a cualquiera que pretenda su cobro.
Se trata de una excepción real, esto es, una excepción que se puede oponer por el deudor requerido para el pago frente a
cualquiera que pretenda el cobro, y es, además, una excepción absoluta en tanto pueden oponerla todos los deudores
cambiarios.
- Oportunidad para oponer la prescripción: de conformidad con el art. 1191 del CC, la prescripción puede oponerse en primera o
en segunda instancia, en cualquier estado de la causa, hasta que se halle en situación de dictarse sentencia.
No obstante, en el juicio ejecutivo cambiario la excepción de prescripción se debe interponer de conformidad a lo que establece el
inciso segundo del art. 351 del CGP, que nos dice: “El demandado dispondrá de un plazo de diez días, extensible en función de
la distancia (Artículos 125 y 126), para oponer cualquier excepción que tuviere contra la demanda, debiendo deducirlas todas
conjuntamente en un mismo escrito, acompañar toda la probanza documental de que disponga y mencionar todos los concretos
medios de prueba de que intente valerse.”
Términos de la prescripción:
Letra de Cambio:
Los términos de prescripción para la letra de cambio se establecen en el art. 116 del DL 14701:
“Toda acción emergente de la letra de cambio contra el aceptante prescribe a los tres años, contados desde la fecha del
vencimiento. La acción del portador contra los endosantes y contra el librador prescribe al año, contado desde la fecha del
protesto formalizado en tiempo útil y desde el vencimiento de la letra si ésta no fuera protestable.
La acción del endosante que reembolsó el importe de la letra de cambio o que ha sido demandado por acción de regreso, contra
los otros endosantes y contra el liberador se prescribe a los seis meses contados desde el día que el endosante pagó o desde
aquel en que se le notificó la demanda.
La acción de enriquecimiento se prescribe al año, contado desde el día en que se perdió la acción cambiaria. “
Este artículo nos obliga a distinguir los términos de prescripción según se trate de una acción directa, de regreso o de reembolso.
Veamos pues:
- La acción directa - toda acción emergente de la letra contra el aceptante (sea de cobro o de reembolso) - prescribe a los tres
años.
En las letras que tienen un vencimiento establecido, o que puede establecerse, el plazo de prescripción de la acción directa debe
empezarse a contar a partir del vencimiento.
En las letras a la vista, con base en el art. 79 del DL 14701, se ha entendido que el término prescriptivo se debe contar a partir
del transcurso del año con que cuenta el tenedor para cobrar la letra de cambio.
La acción de regreso - del portador contra los endosantes y contra el librador - prescribe al año.
El plazo de prescripción de las acciones de regreso se cuenta desde la fecha del protesto, salvo que la letra no fuera protestable.
En este último caso, el plazo se cuenta desde el vencimiento.
La acción de reembolso - del endosante contra los otros endosantes y contra el librador - prescribe a los seis meses.
El plazo de prescripción de la acción de rembolso se cuenta desde la fecha en que el endosante pagó o se le notificó la demanda.
Vales:
De acuerdo al art. 1019 del Código de Comercio, en la redacción dada por el art. 26 de la Ley 17.292, el término de prescripción
de la acción directa fundada en un vale es de cuatro años contados desde el vencimiento, “si la deuda no ha sido reconocida por
documento separado”.
Y si hubo reconocimiento de la deuda por documento separado, la prescripción no será de cuatro años sino de veinte años.
Entonces, el acreedor del vale, que ha obtenido un reconocimiento documentado del adeudo, se ve beneficiado con el plazo
mayor de prescripción.
El punto de partida a partir del cual debe computar se el término de prescripción es el vencimiento.
Igual que en el caso de la letra de cambio, no habrá problema para computar el plazo si es posible determinar el vencimiento del
vale.
Si el vale es a la vista, puede entenderse que el plazo corre a partir de un año de la fecha de creación, aplicando lo dispuesto
para las letras de cambio en el art. 79.
En el caso de los vales el DL 14701, admite su creación con estipulación del pago en cuotas con vencimientos escalonados.

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Comercial II – Parte III.
Si en el documento se prevé que el no pago de una o más cuotas hace exigible el total, el término de prescripción comienzará a
correr desde la fecha en que se produce el vencimiento de la cuota que provoca la exigibilidad.
Si la cláusula de vencimiento anticipado no se hubiere previsto, la prescripción opera, por cada fracción de capital, a partir de su
respectivo vencimiento.
En cuanto a la acción de regreso – contra los endosantes - no existe una norma especial para la prescripción y entonces
correspondería aplicar el término de un año establecido en el art. 116 del DL 14701, para las acciones de regreso contra los
endosantes y el librador de la letra de cambio.
En lo referente a la acción de reembolso - del endosante que pagó el vale contra todos los obligados que le preceden – tenemos
que aplicar el art. 116 de letras de cambio que fija un término de prescripción de seis meses desde el día que el endosante pagó o
desde el día en que se le notificó la demanda.
La acción de rembolso del firmante de un mismo acto , contra los demás cosignatarios, en cambio, es de carácter ordinario y
prescribe a los veinte años, de acuerdo con el art. 1018 del Código de Comercio.
Esto es así en tanto el art. 14 del DL 14701 establece que “... El pago de un título por uno de los signatarios, no confiere a quien
paga, respecto a los demás que firmaron el mismo acto, sino los derechos y las acciones que competen al deudor solidario contra
los demás obligados... “
Cheques:
El art. 68 del DL 14412 nos diceque la acción del tenedor contra librador o endosantes prescribe en un término de seis meses,
que se computa desde el vencimiento del plazo de presentación del cheque para su cobro.
Las acciones de los endosantes contra el librador y de los endosantes entre sí, prescriben a los seis meses desde que el
endosante hubiere rembolsado el importe del cheque.
Ahora bien, el DL 14412 no prevé una solución específica en la hipótesis de que existan colibradores y uno de ellos, que haya
pagado el cheque, accione contra los restantes colibradores.
Pero para esos casos también debe aplicarse el término de 20 años del art. 1018 del Código de Comercio.
Interrupción de la prescripción:
De acuerdo con el régimen establecido en el art. 1026 del Código de Comercio , en la redacción que le ha dado la Ley 17.292, la
prescripción se interrumpe por cualquiera de las vías siguientes:
“1º Por el reconocimiento que el deudor hace del derecho de aquél contra quien prescribía.
2º Por medio de emplazamiento judicial notificado al prescribiente. El emplazamiento judicial interrumpe la prescripción, aunque
sea decretado por Juez incompetente.
3º Por medio de intimación judicial , practicada personalmente al deudor, o por edictos al ausente cuyo domicilio se ignorase.
4º Por la admisión de una pretensión concursal deducida por el deudor.”
Pero además y de acuerdo con lo dispuesto por el art. 67 de la Ley de Declaración Judicial de Concurso y Reorganización
Empresarial de 2008, desde la declaración del concurso quedarán suspendidos los plazos de prescripción y caducidad de las
acciones contra el deudor, por créditos anteriores a la declaración.
Lo dispuesto en el art. 1026 del Código de Comercio tiene carácter general y, por lo tanto, se aplica también a los cheques.
Pero sin embargo, en lo que respecta a la interrupción de la prescripción por el emplazamiento judicial notificado al prescribiente,
el art. 68 del DL 14412, establece una solución diferente a la general y dice que: “La acción intentada contra un endosante o el
librador interrumpirá la prescripción con respecto a los endosantes contra los que no se haya iniciado acción por cobro del
cheque”.
Entonces vemos que en materia de cheques, la mera interposición de la demanda ejecutiva interrumpe la prescripción respecto
de todos endosantes.
No es necesario que se le notifique la demanda al ejecutado para que se configure la interrupción.
El DL 14412 no previó que la iniciación de una acción contra un endosante interrumpe la prescripción con respecto al librador.
Ante esta situación se dan dos posiciones:
Algunos entienden que el art. sólo alude a la interrupción respecto a los endosantes contra los que no se haya iniciado acción por
cobro de cheque .
Y que respecto al librador deberíamos remitirnos al art. 1026 del Código de Comercio que es el que establece el régimen general
en materia de prescripción.
En virtud de esta norma, se requeriría el emplazamiento judicial o la intimación judicial para interrumpir la prescripción, o el
reconocimiento de la deuda o la admisión de una pretensión concursal deducida por el deudor.
La mera interposición de la demanda contra un endosante, de acuerdo a esta posición, no interrumpiría la pre scripción respecto
del librador.
Otros por su parte entienden que la interrupción de la prescripción con respecto al librador se encuentra implícita en el art. 68, en
tanto parece un tanto absurdo interpretar que la interposición de una demanda contra el endosante interrumpa la prescripción
respecto de los demás endosantes, pero no respecto del librador accionado.
Recomienzo del plazo de prescripción:
El art. 1026 del Código de Comercio se refiere a la posibilidad de que el plazo de prescripción interrumpido comience a correr
nuevamente: “En el primer caso, desde la fecha del reconocimiento; en el segundo, desde la fecha de la última diligencia judicial
que se practicare en consecuencia del emplazamiento; en el tercero, desde la fecha de la intimación o de la última publicación en
el Diario Oficial; en el caso del numeral 4º, comienza a correr de nuevo, una vez concluido el proceso concursal.”
No hay dificultades para la prueba de prescripción, salvo cuando hubo actos interruptivos, y la prueba de éstos incumbe al actor.
El DL 14701 no contiene ninguna norma especial para regular la situación en que se ha dictado una sentencia que condena a la
devolución de lo pagado por una letra de cambio, en el proceso de concurso.
Corresponde aplicar el art. 1606, que establece que la sentencia que haya condenado al portador a rembolsar, lo que haya
recibido, surtirá los efectos de un protesto en forma para recurrir contra el librador y endosantes.
Y es así, porque el portador que recibió el importe de la letra no la protestó, precisamente, porque había sido pagado y para que
no pierda sus derechos (por la falta de protesto) se hace surtir a la sentencia los efectos de un protesto y a partir de ella corre el
plazo de prescripción.
Interversión de la prescripción:

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Comercial II – Parte III.
Interversión significa alterar el orden de las cosas.
En referencia al plazo de prescripción de los títulos valores, la expresión se refiere a la modificación del término prescriptivo una
vez recaída sentencia de condena en el juicio ejecutivo.
El derecho declarado en la sentencia está sujeto a prescripción a partir de la fecha en que quedó ejecutoriada.
La sentencia conserva su autoridad de cosa juzgada y de título de ejecución, pero ello no impide que la obligación reconocida en
la sentencia se pueda extinguir por los medios generales de extinción de las obligaciones, entre los cuales se encuentra la
prescripción.
La sentencia que condena a cumplir una obligación es declarativa de un derecho y no crea ni constituye una situación jurídica
nueva, entonces vemos que no modifica el plazo de prescripción.
Salvo los casos de excepción contenidos en los arts. 1222, 1223, 1224 y 1225 del CC (Código Civil), en los que la interrupción de
la prescripción provocada por la actuación judicial modifica los plazos que tenían sustituyéndolo por el común de veinte años del
art. 1216, en los demás casos rige el principio general expresado en el párrafo anterior.
Si la obligación a cuyo cumplimiento condena la sentencia es la misma que se ha hecho valer al accionar, la interversión no puede
ser admitida, según Amézaga, sin una norma expresa que así lo establezca.
De la lectura de Amézaga podría interpretarse que entendía que el régimen aplicable a la interversión en materia cambiaria difiere
al general en materia civil y comercial.
Sin embargo, ello es puesto en duda por la doctrina.
Para un sector de la doctrina, el carácter constitutivo o creativo de la sentencia no alcanza a la naturaleza de los derechos que el
fallo atribuye a las partes.
No puede hablarse de novación, ni de sustitución de un derecho por otro.
Una pretensión de Derecho cambiario sigue siendo cambiaria luego de la sentencia, ya que la sentencia nada innova respecto del
contenido del derecho debatido en el proceso.
Siendo así, el problema atinente al plazo de la prescripción debe apoyarse sobre la naturaleza misma del derecho debatido,
dentro de los términos que la Ley establezca.
En particular, la sentencia judicial de condena no cambia el plazo para la prescripción de la acción proveniente de letras u otros
papeles endosables ; sólo modifica la oportunidad de su comienzo, situándola en la fecha de la sentencia de condenación.
Siguiendo esta posición doctrinaria, alguna jurisprudencia considera que, aun después de promovida la ejecución, la prescripción
del vale, continua enmarcada en el término de 4 años que establece la legislación cambiaria.
Una posición doctrinaria contraria a la anterior, entiende que el art. 1026, parágrafo final, del Código de Comercio contiene una
disposición especial - incorporada por el art. 27 de la Ley 17.292 de 2001 - que deja definitivamente de lado la interpretación que
acabamos de referir: “En materia de títulos valores cuando haya recaído sentencia de condena se aplicará lo dispuesto por los
artículos 1216 y 1220 del CC”
En tales casos, no se puede ya invocar una prescripción del título valor, puesto que su portador ejerció judicialmente los derechos
que le confiere el título.
A partir de la sentencia dictada en el juicio ejecutivo, quien ejecuta el título, tiene los derechos emergentes de la sentencia. Esos
derechos prescriben en el plazo de 20 años, según dispone el art. 1216 del Código Civil y el término comienza a correr desde que
«causó ejecutoria», aplicando el art. 1220 del Código Civil.
Si hubo sentencia de condena en el juicio de ejecución del vale, ya no regirá el plazo de prescripción de cuatro años.
Si habiendo ejercido la acción ejecutiva para el cobro de un vale, se obtiene una sentencia, a partir de esa sentencia no juega
más la prescripción corta, de índole excepcional, que beneficia al obligado cambiario; sin que rige la prescripción de veinte años
del art. 1216 del Código Civil y ese término se relaciona con los derechos reconocidos por la sentencia.
Interrupción del plazo intervertido:
Es particularmente relevante, en la práctica, la determinación de si la reinscripción del embargo es suficiente o no para interrumpir
esta prescripción veintenaria.
Parte de la doctrina advierte que los medios interruptivos del término de la prescripción están taxativamente enumerados en la
Ley (art. 1026 Código de Comercio) y entre ellos no se incluye la reinscripción del embargo.
El principio general es que la interrupción o suspensión de la prescripción en curso opera por el conocimiento de la otra parte de
la gestión demostrativa de que no existe negligencia o desinterés en el acreedor.
Entonces, los meros pedidos de nuevas inscripciones de embargos no interrumpen la prescripción, en tanto no producen este
conocimiento.
Pero el profesor Gorfinkiel observa que mientras se encuentra vigente la inscripción de embargo genérico el derecho no puede
extinguirse por prescripción.
Este autor plantea dos posibilidades: a partir de la fecha de la caducidad del embargo comienza a correr un nuevo plazo
prescriptivo o que al producirse la caducidad de la inscripción no comienza a correr un nuevo plazo de prescripción, sino que el
dies a quo del mismo sigue siendo la fecha de la última diligencia judicial y, eventualmente, el plazo de prescripción extintiva ya
habrá transcurrido.
Según Gorfinkiel, la inscripción de un embargo específico, en cambio, no interrumpe el término de prescripción, ni impide que ésta
se consume. Si el ejecutante conoce bienes y los ha cautelado, a su inacción no debe atribuirse respaldo legal.
5- Caducidad.
La doctrina es contradictoria sobre el concepto de caducidad y en especial sobre sus diferencias con la prescripción.
En general se entiende que en la prescripción juega fundamentalmente el tiempo y ello en tanto opera después de transcurrido
determinado período.
La caducidad, en cambio, se vincula con actos que el acreedor debe cumplir en plazos determinados y cuya omisión se sanciona.
También se sostiene que la prescripción opera la pérdida de derechos y que la caducidad afecta las acciones y no el derecho.
Todos estos conceptos , sustentados por la doctrina, no se recogen claramente en las leyes de títulos valores.
La mayor parte de las caducidades en materia cambiaria operan por omisiones o negligencias del portador del título valor , pero
en determinados tiempos que el DL 14701establece.
De manera que en materia de títulos valores, ambas categorías se desdibujan y cuando el DL 14701dispone la caducidad, en
general se extinguen, no sólo las acciones sino, también los derechos sustanciales del portador.

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Comercial II – Parte III.

- Letra de cambio:
El portador de la letra tiene diversas cargas: tiene que presentar la letra a la aceptación y al cobro en determinados plazos fijados
por la Ley o estipulados en el propio título, y tiene que llevar a cabo los protestos en los casos preceptuados por el DL 14701.
Y si el portador no cumple con estas cargas pierde las acciones de regreso.
En cuanto al obligado directo, en caso de no protestar se la letra de cambio, se conserva la acción directa, pero se pierde la
acción ejecutiva.
- Vales:
En los vales a la vista, se produce la caducidad de acciones y derechos contra los obligados de regreso si el vale no se presenta
al cobro dentro del plazo de un año contado a partir de su fecha de libramiento.
Y es una solución posible por aplicación del art. 79 del DL 14701, norma ubicada en sede de letra de cambio.
- Cheques:
En el caso de los cheques, la caducidad opera por el desconocimiento de los plazos de presentación del cheque al pago, plazos
que están establecidos en el art. 29 del DL 14412.
De manera que quien no se presente en tiempo, pierde por su negligencia las acciones cambiarias.
También se pierde la acción ejecutiva cambiaria si el banco no estampa en el cheque la constancia de la falta de pago y, si en tal
caso, el tenedor no realiza una diligencia de protesto notarial .
Y esto es así porque el cheque que carece de constancia de rechazo, o el cheque que no es protestado, no es título ejecutivo.
Caducidad de inscripciones registrales de embargo:
Por normas registrales se crea un régimen de caducidad de las inscripciones de embargos.
De acuerdo al art. 35 de la Ley 16.871, en el Registro Nacional de Actos Personales, Sección Interdicciones, se inscriben los
embargos generales de derechos.
El art. 79 dispone distintos términos de caducidad de las inscripciones.
Las inscripciones de los embargos genéricos caducan a los cinco años.
El art. 80 admite reinscripciones de embargos y en el inciso final nos dice que: “En todos los casos expresados las reinscripciones
podrán reiterarse, pero no se admitirá extender la vigencia de las inscripciones originarias por más de treinta años contados
desde el día de la primera inscripción, a excepción de lo previsto en el numeral 3) del presente artículo.”
La caducidad de la reinscripción de embargos es un instituto distinto a la prescripción.
En función de la norma de caducidad, el Registro no admite reinscripciones de embargos cuando transcurren más de treinta años
desde de la inscripción original.
6- Espera o Quita:
La quita es una renuncia parcial a cierto monto del crédito.
La espera, en cambio, consiste en un nuevo plazo conferido al deudor cambiario.
Tanto la espera como la quita, son concesiones del acreedor al deudor.
Para que las excepciones referidas tengan efecto deben cumplirse los siguientes requisitos:
- En primer lugar, la espera o la quita debe haber sido concedida por el acreedor ejecutante, al deudor ejecutado.
Vemos entonces que estas excepciones son personales y, además, son relativas: sólo la opone la persona a quien se otorgó y
sólo se opone a quien se concedió la quita o espera.
Y ningún otro ejecutado puede excepcionarse en esta circunstancia en virtud del carácter de la autonomía del derecho de los
títulos valores.
- En segundo lugar, la espera o quita tiene que haber sido concedida antes de iniciarse el juicio. Trabado el embargo el acreedor
puede conceder una espera , pero tal espera no puede ser invocada como excepción.
- En tercer lugar, la espera o quita debe probarse por una escritura pública, o por un documento privado en tanto haya sido
reconocido judicialmente, o por un concordato homologado, expresión legal que hoy debe entenderse referida a los casos de
concurso en virtud de la derogación del régimen de los concordatos a partir de la Ley 18.387/2008, de 23 de octubre, de
Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial.
Una vez declarado el concurso, el deudor goza de una moratoria, similar a la que obtenía con los concordatos en el régimen
anterior, moratoria que impide la prosecución del juicio ejecutivo cambiario y la iniciación de nuevos.
Y si se le inicia un juicio cambiario, el deudor podrá pedir levantamiento del embargo que fue pedido después de que se decrete el
concurso.
Acogida la excepción de espera, el actor deberá respetar el término concedido pero, finalizado que sea, podrá iniciar un nuevo
juicio.
Acogida la excepción de quita el actor debe respetar la cantidad remitida, lo que significa que la ejecución seguirá por la cantidad
no remitida.
El portador pudo conceder quita a uno de los deudores cambiarios, reservándose sus derechos contra los restantes, art. 992
Código de Comercio, que dice: “Artículo 992. La remisión total del crédito, hecha en favor de uno de los codeudores solidarios,
libra a todos los demás, a no ser que el acreedor se haya reservado expresamente sus derechos contra los últimos, o que sea la
consecuencia de un concordato. “
Por ejemplo, el portador puede cobrar a YYY el 50 % del crédito y hacerle remisión por el resto, pero luego puede exigir a HHH el
50 % restante.
Si la quita y espera fue concedida en el convenio o acuerdo concursal de uno de los obligados cambiarios, el acreedor del título
valor puede exigir el total a los demás deudores o responsables del pago.
7- Usura.
El art. 23 de la Ley 18.212 de 2007 incorpora la usura civil al elenco de excepciones previstas por el art. 108 del DL 14701.
Sin perjuicio de fundar la excepción, también puede ser relevada de oficio.
Para establecer si existe usura, la Ley 18.212 obliga determinar si el crédito es inferior o superior a los 2.000.000 UI.
Si el crédito es inferior a 2.000.000 UI, la usura queda configurada en tanto la tasa implícita de interés supere el 80 % de la tasa
media del trimestre móvil anterior.
Si supera los 2.000.000 de UI la usura queda configurada si la tasa implícita supera el 120 % de la tasa media referida.

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Comercial II – Parte III.
El art. 21 dispone la caducidad del derecho a exigir el cobro de intereses, compensaciones, comisiones, gastos u otros cargos de
cualquier naturaleza, salvo las costas y costos por el crédito subsistente.
Aun así, el cobro de las costas y costos no será preceptivo cuando el deudor o su fiador hubieran consignado lo que estimaban
adeudar y el magistrado lo considere razonable al resolver la excepción de usura.
También tendrán que descontarse del crédito subsistente a ejecutar, los intereses, compensaciones, comisiones, gastos, u otros
cargos de cualquier naturaleza ya cobrados.
Sin perjuicio de darle trámite a la excepción de usura, los jueces deben comunicar a la autoridad administrativa competente la
identidad del infractor (Banco Central o Área de Defensa del Consumidor, según establece el art. 24).

Excepciones procesales
1. Inhabilidad de título
El título sin un requisito esencial, no ha nacido como título valor y por lo tanto no puede conferir derechos cambiarios , ni acción
cambiaria.
Al analizar la habilidad del título la doctrina distingue entre las excepciones meramente formales, aquellas que se fundan en la
falta de un requisito en el documento, de las excepciones sustanciales, que se fundan en la falta de requisitos calificados como
intrínsecos y que inciden sobre la existencia de la obligación cambiaria.
Las excepciones formales son las que entran naturalmente dentro de la categoría inhabilidad del título; las excepciones
sustanciales ingresan dentro de esta categoría por una interpretación extensiva formulada por buena parte de la doctrina .
Es por esta razón que tenemos que distinguir las hipótesis de inhabilidad formal del título, de aquellas hipótesis de inhabilidad
sustancial.
Hipótesis de inhabilidad formal del título:
El título valor es un documento eminentemente formal.
- Título que no contenga todas las enunciaciones exigidas por el DL 14701: El art. 108 del DL 14701 señala los requisitos del art.
3 y no hace referencia a otros textos dentro del mismo cuerpo legal en que se incluyen menciones esenciales.
Por lo tanto, habrá inhabilidad del título cuando no contenga las enunciaciones del art. 3 , o las del art. 120 para vales.
Las enunciaciones son establecidas como solemnidades y así resulta del art. 2 del DL 14701 que dispone que los documentos
produzcan los efectos previstos por el DL 14701, cuando contienen las menciones exigidas.
El art. 55 del DL 14701 nos dice que la letra de cambio que carezca de alguno de los requisitos, no valdrá como letra de cambio.
Un documento sin las menciones exigidas por el art. 120 podrá contener el reconocimiento de una deuda , pero no tendrá la
categoría de vale.
Las menciones que falten no han de ser aquellas cuya falta ha sido prevista por el DL 14701, que incorpora soluciones para llenar
la omisión.
Por ejemplo, si falta el vencimiento en una letra se presume que ella es a la vista. La falta de estipulación sobre vencimiento, por
lo tanto, no hace inhábil al título.
En cambio, si se ejecuta una letra de cambio y no contiene una orden de pagar o si se ejecuta un vale, que no expresa una
promesa de pago, por más que tengan el rótulo de letra o vale, no han de ser títulos hábiles.
Y el documento que contiene promesa de pago, pero le falta la enunciación vale o el documento que contiene una orden de pago
pero le falta la mención letra de cambio, también es inhábil para el nacimiento de un derecho cartular y de la correspondiente
acción cambiaria.
El título valor debe contener la denominación letra, vale, cheque, porque así lo exige la Ley como solemnidad.
- Inhabilidades relacionadas con la fecha: Si al título le falta la fecha de libramiento, el demandado puede alegar la inhabilidad del
título.
La fecha de libramiento ha de ser cronológicamente posible, dentro de las reglas del calendario vigente.
Por ejemplo, el vale librado el 31 de febrero o el 31 de abril, días inexistentes en el calendario, es un vale al cual le falta el
requisito de la fecha y, por lo tanto, inhábil.
La fecha estampada puede ser contradictoria con la fecha del real libramiento.
Sería el caso de un título valor con fecha de libramiento posterior al del vencimiento o a la fecha de la aceptación o del primer
endoso.
- Inhabilidades relacionadas con el vencimiento: Supongamos que se establezca una fecha absurda, imposible o imaginaria; por
ejemplo, un vale en que se estampe como fecha de vencimiento 30 de febrero.
En tal caso podrían aplicarse por analogía las normas interpretativas contenidas en los arts. 81 y 82, adecuándolas a la situación
y entenderse que el título vence el último día del mes del vencimiento.
- Inhabilidades relacionadas con la prestación debida:Los arts. 55 y 120 establecen como contenido de la letra y del vale una
cantidad determinada de dinero. El dinero puede ser moneda extranjera.
Tenemos una norma interpretativa en nuestro Derecho, para el caso de monedas de distintos países que tienen el mismo nombre.
El art. 87 nos dice que: “Cuando el importe de la letra de cambio se haya indicado en una moneda que tenga la misma
denominación, pero diferente valor en el país d e emisión que en el país de pago, se presumirá que la moneda expresada es la
del lugar del pago.”
Fuera de las normas citadas no hay ninguna otra sobre el tema, pero la profesora Nury Rodríguez nos plantea algunas hipótesis:
“Una primera hipótesis puede ser aquella en que al extender un título valor se omita la clase de moneda. Pongamos un ejemplo:
si en el título valor dice “ páguese 4000” y no dice nada más, faltaría el objeto de la prestación. ¿Podríamos interpretar que se
aplica la norma antes citada y que si el título valor fuera pagadero en Uruguay entender que se trata de pesos uruguayos? No
puede ser así. El DLTV impone que en las letras y vales se designe una suma determinada de dinero. Si no está designada la
clase de moneda el título valor es inhábil . La norma del art. 87 no es aplicable a un caso como el planteado.
Una segunda hipótesis podría ser la de un título valor en que se estipulase que se pagará una suma no determinada, pero
determinable. Frente a tal situación nos plantemos las siguientes interrogantes: ¿el hecho de que el DLTV imponga suma
determinada de dinero excluye la estipulación de una cantidad fácilmente determinable? Aplicando la Ley 14.500, ¿no se podría
fijar el monto en unidades de valor fácilmente liquidables, como ser la Unidad Reajustable, cuyo valor está periódicamente

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Comercial II – Parte III.
asignado por el Poder Ejecutivo? CASALS responde negativamente: «Necesariamente el monto de la cambial se ha de referir a
unidades de valor monetario».
Efectivamente, el art. 120, al establecer el contenido del vale, establece la promesa incondicional de pagar una suma determinada
de dinero.
¿Y si en un título valor se hubiere incorporado cualquier fórmula de actualización?, ¿podría ser admisible la excepción de
inhabilidad del título, por faltar suma determinada de dinero? Se podría sostener que no podría incluirse un pacto de ajuste; pero
tal solución es opinable en tanto la cláusula de reajuste presupone que existe una cantidad determinada. Nos interesa recordar
los arts. 9 y 10 del Decreto Ley 14.500:
«Artículo 9. Las partes podrán establecer cualquier clase de estipulación que tenga por finalidad mantener el valor de las
obligaciones contraídas.
Artículo 10. Quedan comprendidas en el artículo anterior las cláusulas en moneda extranjera. A los efectos establecidos por el
artículo 874 del Código de Procedimiento Civil y disposiciones complementarias los documentos que contengan obligación de
pagar s uma de dinero expresada
en cualquier especie de moneda extranjera, constituirán título que trae aparejada ejecución en la moneda especificada y se
considerará líquida la respectiva cantidad.»...”
- Inhabilidades relacionadas con la firma: La firma permite atribuir al suscriptor la declaración contenida en el título valor.
La firma significa la adhesión al tenor literal y formal del título valor pero, también significa una sumisión a las normas legales que
rigen las obligaciones cambiarias.
Es necesario que exista la firma, aun cuando esté falsificada.
Si falta la firma del librador, no hay letra ni vale ni cheque.
Cualquier ejecutado puede oponer la excepción de inhabilidad del título.
Es excepción in rem, esto es, real, y además es absoluta.
No existe norma que imponga que la firma sea legible; no sería lícito, entonces, que el firmante se exonerara de responsabilidad
alegando tal ilegibilidad, cuando se trata de la firma habitualmente utilizada .
- Títulos valores con condiciones: La letra de cambio no puede contener condiciones y ésto surge del art. 55, que establece que la
letra debe contener la orden incondicional de pagar una suma determinada de dinero.
La letra con una condición deja de ser letra.
Lo mismo ocurre con el vale en tanto el art. 120 establece que es una promesa incondicional de pago.
El demandado por un vale o por una letra con condiciones podrá oponer la excepción de inhabilidad del título.
Por otra parte, de admitirse el título y la excepción basada en la condición, habría que admitir prueba del cumplimiento de esa
condición ajena al documento y ello es contrario al principio cambiario de literalidad.
- Falta de designación del girado y diferencia con el girado supuesto: Si no se incluye la designación de un girado la letra no vale
como tal; la designación debe ser suficientemente individualizante y si no lo es, el título es nulo, esto es, no sirve como letra y se
podrá oponer excepción de inhabilidad.
El librador puede haber librado dolosamente letras designando un girado imaginario.
Si no hay designación de girado y la letra igual circula, en todo caso ha habido negligencia del tomador. Se le puede oponer la
excepción de inhabilidad.
Y en el caso de suposición del girado, en cambio, la letra ha circulado sobre la base de su creación formal, esto es, se ha creado
una apariencia regular y el librador debe responder por ello.
No se puede alegar entonces, la nulidad del título y liberar de responsabilidad al librador.
El librador no puede oponer excepción de inhabilidad del título en tanto no puede beneficiarse con su propio dolo; su firma es
válida y lo responsabiliza por las resultas de la letra.
Tampoco puede un endosante excusarse de pagar alegando la suposición del girado; el endosante recibió una prestación a
cambio de su endoso y se obligó autónomamente por su firma.
- Falta de protesto en la letra de cambio: La omisión del protesto torna inhábil al título ya que ese acto es necesario para
configurar el título ejecutivo.
La inhabilidad se configura tanto cuando falta el protesto como cuando se hizo defectuosamente.
Si el demandado fuere un obligado directo podrá oponer la excepción de inhabilidad del título. Si el demandado fuere un obligado
de regreso podría invocar ese hecho como inhabilidad del título y, además, como excepción de caducidad.
El juez podrá repeler de oficio la demanda ejecutiva.
- Falta de la intimación en el vale: los vales se presumen auténticos y constituyen títulos ejecutivos sin necesidad de protesto ni de
diligencia judicial de reconocimiento de firma.
Pero para que la ejecución pueda decretarse se requiere la previa intimación judicial de pago al deudor con plazo de tres días.
De conformidad con el art. 124 del DL 14701, esta intimación puede ser sustituida por un requerimiento de pago en un plazo de
tres días, documentado mediante telegrama certificado o colacionado.
Por su parte ya vimos que el art. 340 de la Ley 18.172 el agrega la posibilidad de que la intimación se haga por envío postal
mediante documento a la vista certificado con aviso de recibo.
Para el caso en que faltase la intimación referida, se han sostenido dos posiciones. doctrinarias
Para Teitelmbau, la intimación previa y el reconocimiento de firma son medidas preparatorias de la ejecución, expresamente
previstas.
Y el hecho de que tales presupuestos no integren el título, no es impedimento para que pueda oponerse la inhabilidad del título.
Cuando el tribunal deniega la ejecución por haberse omitido la diligencia de reconocimiento de firma o la intimación, lo que está
haciendo es calificar el título de inhábil y si tal inhabilidad puede oponerse de oficio, con más razón procede si se excepciona la
parte.
La profesora Nury Rodríguez Olivera, sostiene en cambio, que en materia de vales la falta de intimación no configuraría una
hipótesis de inhabilidad del título en tanto la intimación no sería una condición para la formación del título ejecutivo, sino una
diligencia cuya finalidad es avisar al deudor las consecuencias del incumplimiento.
Dado ese fundamento, la falta de intimación no afectaría el nacimiento del título ejecutivo ni invalidaría el trámite promovido de
modo que, si se promoviera un juicio ejecutivo sin la previa intimación, no se podría alegar la inhabilidad del título.

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Comercial II – Parte III.
- Vales en que no se incluye la cláusula de mora automática: el librador de un vale puede liberar al acreedor de su obligación de
intimarle el pago de modo de hacerle caer en mora, o sea puede pactar la mora automática.
Y si no se haga tal cosa, ¿debe entenderse como que el acreedor está obligado a intimar el pago de otro modo que no sea
enviando el telegrama que permite la Ley?
En un caso el demandado sostuvo que la omisión de la cláusula de mora automática obliga a realizar una previa intimación de
pago, intimación que no basta con que sea mediante telegrama, sino que debe ser judicial. López y Bado dicen que no
corresponde más que la intimación por telegrama.
- Vales en que no se incluye la tasa de interés moratorio: si en el vale no se pactó el interés moratorio, los intereses deberán
calcularse de acuerdo a la cotización vigente para las operaciones corrientes de los bancos a la fecha de pago, ya que así lo
establece el art. 100.
Hipótesis de inhabilidad material del título
Además de las razones formales que hemos estudiado, el título valor también puede resultar inhábil por faltarle algún requisito a
la obligación cambiaria.
En este caso, la excepción de inhabilidad del título se sustenta en razones de índole sustancial.
1- Inhabilidad por vicios de la voluntad
La voluntad está viciada cuando la víctima actúa creyendo en algo que no existe o bajo una circunstancia que no se da.
Estos vicios se agrupan en dos categorías: los vicios de la declaración y los vicios de la voluntad, conocidos en la teoría general
del contrato como vicios del consentimiento.
Los vicios de la declaración incluyen todos los casos de divergencia -inconsciente o consciente - entre la voluntad real y una
voluntad hipotética, esto es, aquella que se habría manifestado en otras condiciones y sin la ausencia de vicios.
En el grupo de los vicios de la voluntad, se encuentran los vicios de la formación de la voluntad o del consentimiento, donde se
consideran el error, el dolo y la violencia.
La doctrina alude a los vicios del consentimiento para referirse a la existencia de error, dolo o violencia en el acto de la creación o
de la firma de cualquier acto cambiario.
Pero algunos docentes dicen que quizás no es adecuada tal designación pues el consentimiento es uno de los requisitos o
elementos de los contratos y los títulos valores no tienen naturaleza contractual.
Ya hemos visto que la obligación cambiaria nace de la voluntad unilateral de sus firmantes.
Por ello para Bado y López parece más adecuado hacer referencia a los vicios de la voluntad, en lugar de a los vicios del
consentimiento y dicen que de todos modos, no parece haber mayores obstáculos en aplicar a la voluntad para obligarse
cambiariamente, las mismas normas del Derecho civil sobre el consentimiento en un contrato.
Para el nacimiento de la obligación cambiaria es necesario que la voluntad del firmante se forme con discernimiento, distinguiendo
lo que se quiere de lo que se rechaza; con intención, o lo que es lo mismo, con la facultad de dirigir ese discernimiento en función
de las ventajas y cargas que se han de obtener y finalmente con libertad, o sea, con la posibilidad de elegir lo distinguido
intencionalmente.
Y si tales condiciones faltan, por error, dolo o violencia, se dice que la voluntad está viciada y que el acto cambiario es nulo.
¿Un obligado cambiario puede padecer un error impropio u obstativo?
Resulta interesante el error en la causa; este error se encuentra toda vez que la misma sea falsa o inexistente y podría ser el caso
del profesor que libra un vale en clase, para explicar su funcionamiento.
La consecuencia de todos estos errores es la nulidad absoluta.
El dolo es un vicio del consentimiento, una conducta antijurídica contraria a la buena fe que se distingue claramente de la mera
negligencia o la imprudencia .
Se configura dolo cuando, mediante una estratagema , esto es, un engaño artificioso, una persona induce a otra a firmar un título
valor y quien lo firma cree estar firmando un recibo, por ejemplo.
También puede haber violencia en el acto de librar un título valor, por ejemplo si una persona es obligada a firmar un título valor
bajo la amenaza de un arma de fuego o bajo la promesa de que si no lo hace se le hará daño a determinada persona.
En el primer caso hay violencia física y en el segundo caso hay violencia moral.
También se incluyen dentro de la violencia los casos en que se dirige la mano de la víctima en estado de sonambulismo o
hipnosis, en estas hipótesis la violencia vició totalmente el consentimiento o la voluntad en el acto de la suscripción del título.
Inhabilidad por incapacidad:
La capacidad es un requisito intrínseco de la obligación cambiaria .
De acuerdo a la remisión que hace el art. 191 del Código de Comercio al Código Civil, al firmante del título valor se le aplican las
normas del Derecho común que regulan la capacidad. Luego, habrán de tenerse presente las normas especiales del Código de
Comercio que amplían el régimen de capacidad para el ejercicio profesional del comercio.
El suscriptor de un título valor debe ser capaz para contratar y celebrar actos de comercio, de manera tal que la obligación
cambiaria contraída por un incapaz es nula, absoluta o relativamente, según el caso.
La capacidad del firmante debe darse en el momento de la creación o de la aceptación o del endoso que suscriba.
Si una persona incapaz suscribe un título valor, su obligación no se valida por recuperar su capacidad durante la circulación del
título, salvo que ratifique su obligación si la incapacidad es relativa.
Y si un título es librado por una persona capaz, la obligación cambiaria es válida y en nada la afecta la incapacidad sobreviniente.
Recuerden que de acuerdo a lo dispuesto en los arts. 8, 2 y 62 del DL 14701, aplicables a vales y cheques (arts. 125 y 126), la
obligación de cada suscriptor de un título valor es autónoma.
Inhabilidad por ejecución de un título valor incompleto y por violación del pacto de completamiento
Hemos estudiado que nuestro Derecho admite el título emitido con blancos en los arts. 4 y 61 del DL 14701 y quien debe llenar
los blancos es el portador legítimo (tomador o cualquier portador) , antes de presentarlo para su cobro, de acuerdo al pacto de
completamiento.
Quien recibe un título incompleto debe informarse sobre el alcance del pacto referido.
El primer tomador tiene el deber de informar de ello al adquirente subsiguiente y ello por cuanto los suscriptores del título con
claros se obligan en los términos literales con los cuales el título es completado posteriormente.

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Comercial II – Parte III.
El acreedor que inicie su acción con un título sin completar se expone a que el deudor se excepcione en la inhabilidad del título, si
lo que ha quedado incompleto es una mención esencial y en caso de haberse dejado en blanco una mención no esencial, la
cuestión puede ser opinable.
Si cuando se llenó el claro no se respetó el pacto cambiario ¿podrá el ejecutado excepcionarse en base a que no se llenó
correctamente?
Esa posibilidad no está prevista en el elenco de excepciones del art. 108 del DL 14701 y en este tema la doctrina sostiene dos
posiciones.
Unos dicen no corresponde recibir la excepción de inhabilidad del título fundado en el incumplimiento del pacto de
completamiento, ya que ello supone traer al juicio ejecutivo cambiario argumentos que pertenecen al mundo de la relación
fundamental , lo que violenta el principio de abstracción.
Pérez Fontana tenía sus dudas y sostuvo posiciones distintas en dos pasajes del mismo libro:
“Que aun cuando el artículo 108 de la Ley de títulos valores no incluye las excepciones previstas en el ar tículo 61 de la misma, si
el ejecutante completó la letra contrariando lo establecido en el contrato de completamiento, el librador puede oponerse a la
ejecución.”
Pero más adelante y en el mismo libro manifestó que: “En el caso de que haya mediado un acuerdo entre el librador y el tomador,
circunstancia prevista por el artículo 61 de la Ley de títulos valores que autoriza a alegar el incumplimiento de esos acuerdos al
tenedor que haya adquirido el título de mala fe o al adquirirlo haya incurrido en culpa grave, el ejecutado no podrá excepcionarse
porque esa excepción no está prevista en el artículo 108 de la Ley de títulos valores. Es procedente en los países que no siguen
el sistema de lista donde no existen limitaciones para el excepcionamiento... El incumplimiento a la ejecución cambiaria (artículo
940 del CPC).”
Merlinski y Nancy Arambel, descartan la excepción puesto que a su entender el art. 108 del DL 14701 sería taxativo.
Pero reciben la defensa en tanto el ejecutado podría argumentar el abuso en el completamiento al ser citado de excepciones , en
un incidente innominado y atípico, que no inhibiría la ejecución.
Su eficacia se limitaría a que, en la vía de apremio, se readecuase la obligación del deudor, en función a lo que éste alegara y
probara en el incidente referido.
López y Bado dicen que la enunciación de excepciones no se agota en el art. 108 pues existen otros textos legales que también
prevén excepciones, expresa o tácitamente.
Dicen que la admisibilidad de este excepcionamiento resulta del art. 61: “Cuando una letra de cambio incompleta en el momento
de su creación se hubiese completado contrariamente a los acuerdos celebrados, el cumplimiento de estos acuerdos no podrá
alegarse contra el tenedor, a no ser que éste haya adquirido la letra de cambio con mala fe o que al adquirirla, haya incurrido en
culpa grave.”
Para estos docentes, la expresión “no podrá alegarse” es una forma poco técnica de signficar que no podrá oponerse la
excepción de violación del pacto de completamiento en el juicio ejecutivo cambiario.
¿ Y A quién se refiere el art. 61 como “tenedor”?; ¿queda incluido el primer tomador de la letra o sólo los tenedores siguientes?
El artículo 61 no distingue, pero al referirse a la “adquisición” de la letra, hace pensar que el legislador plantea una hipótesis de
circulación de la letra.
Entonces vemos que la mala fe o la culpa grave no estarían centradas en el completamiento de la letra contrariando el pacto, sino
en la adquisición de la letra.
Para Bado y López, la norma se está planteando la hipótesis en que la letra es endosada a un tercero, frente a quien no sería
oponible defensa alguna fundada en un pacto del que no fue parte y que la puede haber adquirido de buena fe o porque se está
prestando a una maniobra del beneficiario para burlar el pacto de completamiento.
Y si aceptamos la interpretación de la norma que hasta aquí venimos desarrollando, el librador que celebró un pacto de
completamiento con el beneficiario podría excepcionarse contra cualquier tenedor , acreditando su mala fe o culpa grave al
adquirir la letra.
Si es admisible que el librador se excepcione contra cualquier tenedor, con más razón debería admitirse que se excepcione contra
el primer tomador.
Si bien el pacto de completamiento es un elemento que excede el tenor de la letra, admitir la ejecución de una letra por quien ha
suscrito un pacto de ese tipo y, a pesar de ello la completa contrariando el pacto, sería premiar a la mala fe.
2- Falta de legitimación activa o pasiva del ejecutante o del ejecutado
- Falta de legitimación activa:
La excepción de falta de legitimación activa la opone el deudor cuando entiende que el ejecutante no está legitimado para iniciar
la acción porque no posee el título de acuerdo a la Ley de circulación, ver art. 12 del DL 14701.
Cuando el título valor se libra al portador , quien está legitimado para su cobro es quien lo porte.
Cuando se libra a la orden, está legitimado el portador que demuestre ser el endosatario según una cadena regular de endosos .
La regularidad de la cadena resulta del propio título valor que se ejecuta.
Si el título valor es nominativo, el legitimado será el portador que demuestre ser endosatario en tanto figure, además, como tal, en
el Registro del creador.
Y toda vez que el actor no pueda acreditar estos extremos , el demandado podrá excepcionarse en la falta de legitimación activa.
El obligado que pagó el título en vía de regreso tiene derecho a recuperar lo pagado iniciado las acciones de reembolso contra los
obligados cambiarios que le preceden.
Para probar el pago realizado habrá de exhibir el título rescatado.
Este obligado queda legitimado con la sola posesión del título, sin necesidad de que se consigne en el título un endoso a su favor
y si pretende el rembolso de gastos debe agregar la documentación probatoria.
Esto que dijimos, también es aplicable para el librador de la letra de cambio que responde por el pago de la letra, que ha sido
aceptada por el girado , pero que no ha sido pagada, tiene derecho a reembolsarse.
Y en la misma situación que quien pagó, está el obligado que obtuvo liberación por otro modo de extinguir la obligación cambiaria,
como por ejemplo, por compensación.
Producida la compensación, el obligado cambiario renuncia a cobrar su crédito contra el portador del título pero simultáneamente
recupera la propiedad de ese título, lo que le permite el ejercicio de la acción de regreso.

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Comercial II – Parte III.
Falta de legitimación pasiva:
Quien opone la excepción de falta de legitimación pasiva pretende no ser un obligado cambiario, es decir, pretende no haber
firmado un título valor o pretende que su firma no es idónea para atribuirle las responsabilidades del librador, del endosante, del
avalista o del girado aceptante.
De conformidad con el art. 21 del DL 14701, para que un sujeto obligue a otro mediante el libramiento de un título valor se
requiere mandato con facultades suficientes o carta dirigida al tenedor del título.
Sólo existen tres excepciones al principio enunciado:
- Que se haya dado lugar, con hechos positivos o con omisiones graves, a que se crea, conforme a los usos del comercio, que un
tercero está autorizado para suscribir títulos a su nombre, art. 21 del DL 14701: “Artículo 21.- La representación para obligarse en
un título-valor se podrá conferir:
I. En lo general, mediante mandato con facultades suficientes.
II. En lo particular, mediante carta dirigida al presunto tenedor del título.“;
- Que se trate de administradores o gerentes , de sociedades o de establecimientos comerciales , art 23 DL 14701: “ Artículo 23.-
Los administradores o gerentes de sociedades o de establecimientos comerciales se reputarán autorizados, por el sólo hecho de
su nombramiento, para suscribir títulos-valores a nombre de las entidades que administren.”
- Que haya existido ratificación expresa o tácita de la suscripción, art. 24 DL 14701: “Artículo 24.- Quien suscriba un título-valor a
nombre de otro, sin facultades legales para hacerlo, se obligará personalmente como si hubiera obrado a nombre propio, y si
pagare tendrá los mismos derechos que hubiera tenido la persona a quien pretendía representar. Lo mismo se entenderá del
representante que hubiere excedido sus poderes.
La ratificación expresa o tácita de la suscripción transferirá al representado aparente, desde la fecha de la misma, las obligaciones
que de ellas nazcan.
Será tácita la representación que resulta de actos que necesariamente acepten la firma o sus consecuencias. La ratificación
expresa podrá hacerse en el título o separadamente.”
Y fuera de esos casos indicados, el firmante se obliga personalmente.
El art. 24 del DL 14701 distingue dos situaciones: el falso representante y el representante verdadero que actúa excediendo sus
facultades.
Pero en ambos casos la solución es la misma: el que firma un título valor a nombre de otro se obliga personalmente, como si
hubiera obrado a nombre propio, y claro, si paga tiene los mismos derechos que hubiera tenido la persona a quien pretendía
representar.
La firma del falso representante no invalida las obligaciones de los restantes obligados en la medida en que los títulos valores
están gobernados por el carácter de la autonomía de la obligación.
Pero a pesar de ello, a menos que ratifique expresa o tácitamente el acto de suscripción, la persona cuya representación se
invoca no queda vinculada por la firma de quien alega indebida o falsamente su representación. Siendo así, podrá oponer la
excepción de falta de legitimación pasiva.
Suscriptores que carecen de legitimación pasiva:
No pueden argumentar la falta de legitimación pasiva quienes no son obligados cambiarios, esto es, quienes han endosando sin
responsabilidad, quienes han recibido el título por cesión, salvo que se hayan comprometido a responder por la solvencia y
quienes endosaron el título luego de vencido, ya que, en tal caso, el endoso produce los efectos de una cesión.
Tampoco el endosante en procuración es un obligado cambiario en tanto no es más que un propietario formal.
3- Falta de representación:
La representación convencional o legal para estar en juicio se rige por el CGP, que nos dice que para actuar en juicio a nombre y
por cuenta de un tercero debe acreditarse la condición para el ejercicio de la representación legal , o debe presentarse el poder
conferido por la parte y en este segundo caso el apoderado debe ser procurador.
La excepción de falta de representación procede cuando se comparece invocando una representación o un poder , pero sin
justificarse debidamente, esto es, si con la demanda se omite el poder o aún presentándose se trata de un poder general, por
ejemplo, sin facultades para estar en juicio.
También puede oponerse esta excepción si quien invoca un poder no es procurador o abogado y en el caso de las personas
jurídicas toda vez que no se acrediten los extremos justificativos de la representación alegada.
La falta de representación puede ser controlada por el juez al recibir la demanda.
- Situación del endosantario en procuración o en garantía:
El endosatario en procuración o en garantía puede cobrar el título valor, judicial o extrajudicialmente, sin necesidad de esgrimir
ningún poder ni acreditar la calidad de procurador, pues ello no está requerido en los arts. 45 y 46 del DL 14701.
Y sólo habrán de indicar que obran en nombre y por cuenta del propietario del título.
- Efectos de la admisión de la excepción de falta de representación:
Acogida la excepción procesal de falta de representación no se configura una cosa juzgada material , sino formal, lo que significa
que su propietario, con el mismo título valor, podrá promover un nuevo juicio.
La falta de representación puede ser subsanable con la presentación de la documentación que se omitió adjuntar con el pedido de
embargo.
También se admite que la falta de representación sea subsanada por la ratificación del mandato por el dueño del título valor,
ratificación que tiene efecto retroactivo.
4- Litispendencia e incompetencia
El demandado que se excepciona en la litispendencia lo hace en el entendido de que existe otro juicio iniciado con anterioridad,
que está pendiente de resolución, entre las mismas partes, con el mismo objeto y con idéntica causa.
El juicio pendiente puede ser ordinario o ejecutivo, ya que la acción cambiaria se puede plantear por las dos vías.
Debe verificarse que la demanda haya sido notificada o se haya citado de excepciones.
Y si el juicio anterior terminó por desistimiento o si se declaró extinguida la instancia por perención, no corresponderá esta
excepción porque, insistimos, la excepción sólo funciona en tanto haya un juicio pendiente de resolución.
La litispendencia puede ser considerada de oficio, si el Juez tuviere conocimiento de ella.
Las normas sobre competencia las vamos a econtrar en la Ley 15.750.

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Comercial II – Parte III.
La excepción de incompetencia es una de las establecidas en el art. 45 del DL 14412, en términos generales, y también en el art.
108 del DL 14701, tanto por razón de jurisdicción o por razón de cantidad.
Incompetencia de jurisdicción es aquélla en razón de la materia; serán incompetentes los jueces en materia penal, de familia,
laboral y contencioso administrativo.
Dentro de los jueces con jurisdicción civil, la competencia varía de acuerdo al monto reclamado.
Cuando se acumulan acciones derivadas de varios títulos valores, la competencia se determina por el valor sumado de todos los
títulos.
De la diferente redacción de los textos podría deducirse que en materia de cheques el demandado puede excepcionarse por
cualquier clase de incompetencia , en tanto que en materia de letras y vales sólo podrían oponerse como excepción las
modalidades de incompetencia enunciadas en el art. 108.
Consecuentemente, de acuerdo al sentido estricto de la norma, no se podría interponer excepción de incompetencia por razón de
territorio.
Pero la doctrina entiende que, no obstante el texto legal, todas las normas de competencia, por ser de Derecho público, darán
base a un excepcionamiento o a un incidente de nulidad.
Bado y López sostienen que también, es procedente esta excepción, en el caso de que los tribunales uruguayos fueren
incompetentes, de acuerdo con lo determinado por la norma de conflicto aplicable.
La incompetencia absoluta puede ser opuesta de oficio; el juez puede rechazar la demanda si se considera absolutamente
incompetente.
Y si la incompetencia fuera de territorio, en cambio, no se puede plantear de oficio.
La competencia territorial puede prorrogarse expresa o tácitamente, y está prevista para los vales la posibilidad de estipular una
atribución de jurisdicción, vean que el inciso segundo del art. 125 del DL 14701 nos dice que: “Podrán también incluirse en los
vales, pagarés y conformes, otras cláusulas, tales como las que estipulan el pago de intereses corrientes o moratorios; la de
constitución en mora por el solo vencimiento de los plazos estipulados para el pago de capital e intereses; la de constitución de
domicilio y la de atribución de jurisdicción.”
Entonces si en un vale se fijó competencia de jueces de Montevideo y si el portador promoviera juicio en Rivera, el demandado
podría oponer la correspondiente excepción pues, de otro modo, no tendría sentido lo previsto en el artículo 125.
La excepción de incompetencia se debe resolver con carácter previo al análisis de cualquier otra excepción porque admitida que
sea, no corresponde el análisis de las demás.
Admitida la excepción, el actor puede promover una nueva acción en la sede efectivamente competente; el rechazo de la acción
por razón de incompetencia no produce efectos de cosa juzgada material.
¿Pueden oponerse otras Excepciones?
Los títulos valores tienen la particularidad de permitir promover un juicio ejecutivo especial, denominado juicio ejecutivo cambiario,
en el que están limitadas las excepciones oponibles por el deudor.
La limitacíon de excepciones es lacaracterística procesal fundamental del juicio ejecutivo cambiario, principio que se establece en
el art. 45 del DL 14412 y en el art.108 del DL 14701.
En estas normas se dispone la inadmisibilidad de excepciones distintas a las allí enumeradas y, en especial, a las que se funden
en relaciones personales entre actor y demandado y lo que se buscó con esa prohibición legal fue fortalecer el crédito cambiario.
La doctrina ha discutido mucho respecto de si el art. 108 del DL 14701 se agota en la enumeración dispuesta o si, por el contrario,
el demandado en un juicio ejecutivo cambiario puede oponer otras excepciones .
Y entonces tenemos que se han sostenido dos posiciones, veamos.
- Posición que considera que la enumeración es taxativa:
Quienes entienden que la enumeración es taxativa se apoyan en el tenor literal de los artículos referidos en tanto hacen un
especial énfasis en su carácter taxativo: “Contra la ejecución de las letras de cambio no se admitirán más excepciones que...”
En el art. 45 del DL 14412 el legislador habría querido limitar tanto las excepciones sustanciales como las procesales.
Y en el art. 108 del DL 14701 establece el principio limitativo creando una nómina de excepciones oponibles , en tanto que
dispone que “también será admisibles...” y se enumeran excepciones procesales.
Entonces entienden que con el “también”, se extendería el elenco de excepciones admisibles del inciso anterior, con el mismo
criterio restrictivo.
- Posición que considera que la enumeración es enunciativa:
El profesor Teitelbaum afirma que la limitación de las defensas no tiene carácter taxativo.
La taxatividad, a lo sumo, podría referirse a las causas de extinción de las obligaciones pero no permitiría descartar infinidad de
otro tipo de defensas de índole sustancial y procesal, enmarcadas bajo el rótulo de la inhabilidad del título.
Argumenta sobre la base de que el inciso primero del art. 108 contiene la frase “no se admitirá más excepciones que...” y que tal
frase no se repite en el inciso segundo.
El inciso 2 contiene un giro que hace pensar , para el autor, en una enumeración de carácter enunciativo.
Las excepciones procesales, según este Teitelbaum, difícilmente pueden estar taxativamente enumeradas.
La omisión legal no impide oponer la excepción de cosa juzgada, la incompetencia absoluta o falta de jurisdicción, el juicio
seguido contra una persona fallecida o inexistente, el emplazamiento irregular, defecto legal en el modo de preparar la demanda,
etc.
En general, la doctrina comercialista considera que las normas que limitan las excepciones oponibles son de interpretación
estricta.
Sin embargo, se advierte que la taxatividad de las excepciones oponibles es un tanto relativa.
Bado y López entienden que el elenco de excepciones puede verse ampliado o restringido apelando a diversas consideraciones.
En primer lugar, por la vía de la inhabilidad del título pueden incluirse situaciones no previstas expresamente.
Y dicen que en segundo lugar, a los efectos de ampliar el elenco de excepciones oponibles, se suele invocar los principios
generales en materia cambiaria .
En aplicación de los principios generales, pareciera claro que la limitación de excepciones nunca puede servir de premio a la mala
fe.

17
Comercial II – Parte III.
Asimismo, en aplicación de los principios de Derecho cambiario, se podrá admitir alguna excepción no establecida en los textos
legales .
Tal es el caso de que se reclame más de lo debido y si así fuere, el demandado podrá defenderse en base a la literalidad, rasgo
de los títulos valores contenido en la definición del art. 1 del DL 14701.

ACCIONES EXTRACAMBIARIAS.

Las acciones extracambiarias a una serie de procesos judiciales que están vinculados al título valor pero que, a diferencia de las
acciones cambiarias, no pretenden la satisfacción coactiva del derecho incorporado al título valor.
El objeto de estas acciones es diferente de acuerdo a la especie de que se trate.
Algunas de estas acciones extracambiarias se prevén en forma general para todos los títulos valores, este es el caso de la acción
causal y la acción de enriquecimiento injusto que están previstas en los arts. 25 y 26 del DL 14701.
La acción de cancelación, en cambio, sólo está regulada para el caso de pérdida, sustracción o destrucción de las letras (art. 109)
y no contiene normas generales para el caso de que esos hechos sucedan respecto a los restantes títulos valores, fuera del caso
de los vales, en virtud de lo dispuesto por el art. 125, y de los cheques, según la remisión del art. 126.
Fuera de este DL 14701 y dentro del marco del Derecho civil y del Derecho comercial y de su común Derecho procesal,
encontramos otras posibilidades de accionamiento que pueden tener por objeto a los títulos valores, como ser la acción de
reivindicación y otras que emergen de contratos que recaen sobre el título valor, en tanto bien mueble.

Acciones reguladas en el Decreto Ley de Títulos Valores N.º 14701.

Acción causal

La acción causal a la acción extracambiaria que tiene por objeto la prestación debida al acreedor por la relación fundamental,
contrato que explica el libramiento o la transmisión del título valor y que vincula al librador con el beneficiario, a cada endosante
con su respectivo endosatario y al librador con el girado de una letra de cambio.
Como los títulos valores se reciben salvo buen cobro, esto es, pro solvendo, tal como se establece en el art. 25 del DL 14701 la
relación fundamental no se extingue, ni por la creación, ni por la transmisión del título.
Por eso, el tenedor tiene dos derechos a la vez: el emergente de la relación fundamental y el derecho incorporado al título valor.
Para obtener el reconocimiento judicial de esos dos derechos tiene acciones judiciales que el DL 14701 ha denominado
respectivamente acción cambiaria y acción causal.
Pero sepan que el tenedor del título valor no puede pretender simultáneamente la satisfacción de los dos derechos y, no puede
actuar judicialmente promoviendo a la vez dos acciones.
Si lo hiciera, si se le permitiera hacerlo, se enriquecería injustamente y entonces por eso, la devolución del título es un
presupuesto de ejercicio de la acción causal.
La acción causal está prevista en la parte general del DL 14701 es de aplicación a todos los títulos valores.
Procede cuando no es posible entablar una acción cambiaria o cuando, aún siendo pertinente, se prefiere no hacerlo.
Por ejemplo tenemos un tenedor ha sido negligente y no cumplió con los actos que la Ley ordena; entonces en esos casos opera
la caducidad y no es posible iniciar la acción cambiaria. Fuera del caso del ejemplo, puede suceder que el acreedor prefiera la
acción causal por la seguridad del juicio ordinario.

Diferencias entre la acción cambiaria y la acción causal

1) Ambas acciones persiguen finalidades diferentes en tanto el objeto de la acción causal es obtener la prestación debida por la
relación fundamental que fue causa de la creación o de la trasmisión del título valor, y el objeto de la acción cambiaria es obtener
la prestación que consta en el título.
2) El tenedor del título puede promover la acción causal sólo contra la persona que la creó a su favor o que se la trasmitió, esto
es, sólo tiene acción contra quien fue su cocontratante en la relación causal.
El tomador tiene acción causal contra el librador , cada endosatario la tiene contra su respectivo endosante y el librador tiene
acción contra el girado (esto último sólo en el caso de la letra de cambio).
Y el tenedor del título que elige la acción cambiaria puede demandar a todos los obligados cambiarios el cobro de la letra y sus
accesorios haciendo valer la responsabilidad solidaria del art. 105 del DL 14701, con acciones directas y de regreso, arts. 76 y
101.
De renunciar a la acción cambiaria, el mismo tenedor sólo podrá accionar contra quien le entregó la letra para reclamar la
prestación debida por la relación causal.

Condiciones para el ejercicio de la acción:


La acción causal se promoverá por las vías procesales que el Derecho acuerde al negocio causal, juicio ordinario o juicio
ejecutivo.
No existe una acción causal específica, como no existe una acción cambiaria típica.
No obstante, deben cumplirse las condiciones siguientes:
1) Incumplimiento: la primera condición es que el título no haya sido pagado; con el pago se extinguen los derechos incorporados
a la letra y también la relación causal.
2) Restitución del título: quien recibe un título valor para el pago de una deuda emergente de una relación fundamental, en tanto
no venza el plazo estipulado en el título valor no puede exigir la prestación debida, ni puede ejercer ninguna acción que emane de
la relación extracartular.
Por ejemplo, el vendedor que recibe un vale en pago del precio de una compraventa no podrá exigir el pago del precio, debe
esperar el vencimiento del título valor, ya que ha renunciado tácitamente a ejercer el derecho derivado de la relación fundamental
hasta que no se produzca ese vencimiento.

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Comercial II – Parte III.
Cuando se recibe un título valor se renuncia a ejercer privada o judicialmente los derechos emergentes de la relación
fundamental, pero no se renuncia definitivamente a ello.
Ocurrido el vencimiento el portador del título puede resolver exigir la prestación debida por la relación fundamental, pero, si así lo
decide, debe renunciar al ejercicio del derecho cartular.
El portador del título tiene optar entre el ejercicio de la acción cambiaria o el ejercicio de la acción causal porque no le está
permitido el ejercicio simultáneo de ambas.
Para ejercer acciones en base a la relación fundamental se debe restituir, previamente, el título valor., es una obligación legal que
deriva del inciso 2 del art. 25.
El DL 14701 exige que el portador del título valor lo restituya al demandado para evitar que el portador se valga de ella y pueda
exigir al demandado su pago en forma paralela o posterior al ejercicio de la acción causal.
Y tiene que restituirlo, además , porque el demandado necesita ese título para reclamar a los obligados cambiarios que pueden
existir a su respecto el pago o el reembolso del título.
3) Existencia de un título no perjudicado: la letra de cambio que se restituye debe haber sido presentada a la aceptación y al
cobro cuando el DL 14701 así lo dispone y debe haber sido protestada por falta de aceptación y de pago y no debe haber
prescripto.
Entonces, es condición para el ejercicio de la acción causal que el portador haya sido diligente y la letra de cambio no esté
perjudicada, ni prescripta.
Sólo así el demandado que la recibe puede, a su vez, ejercer las acciones de cobro o de rembolso que el DL 14701 le confiere
contra sus respectivos garantes.
El portador del título tiene la obligación de ser diligente y realizar actos conservatorios para que la letra de cambio no se
perjudique, tanto para el ejercicio de las acciones cambiarias, como de las causales.
Si la acción se promueve contra quien – a su vez - no tiene acción cambiaria por el título, por tratarse de un obligado principal, no
se aplica la norma que comentamos.
Por ejemplo, en una letra no aceptada, el único obligado es el librador; el portador es el primer tomador; tiene, por lo tanto, acción
cambiaria contra el librador y, también, tiene acción causal contra ese librador.
Si el portador no protestó la letra y por ello perdió la acción cambiaria, igualmente conservaría su acción causal porque el librador
demandado en nada se perjudica, ya que él no tiene ninguna acción cambiaria a ejercer con esa letra no aceptada.
4) Existencia de una acción causal no prescripta: es condición para el ejercicio de la acción causal que la relación fundamental
autorice al interesado a accionar y que la acción no se haya extinguido por la prescripción de los derechos emergentes de esa
relación.
La relación fundamental y, por ende, la acción causal se extingue por prescripción y de acuerdo a los términos establecidos por el
derecho para el negocio de que se trate.

Acción de Enriquecimiento Injusto:

La acción de enriquecimiento injusto es una acción residual, de naturaleza extracambiaria, que tiene por objeto permitir al tenedor
negligente obtener el valor económico del título, siempre y cuando se verifiquen ciertas condiciones.
Esta acción se reserva para el tenedor negligente, esto es, aquél que no tiene ni acción cambiaria de regreso, ni acción causal.
El legislador consideró excesivo que el tenedor pierda toda posibilidad de hacerse del importe del título debido al incumplimento
de cargas formales y por eso en el art. 26 le brinda una última oportunidad, veamos que nos dice el art. 26: “Si se extinguió la
acción cambiaria contra el creador del título, el tenedor que carezca de acción causal contra éste y de acción cambiaria contra los
demás signatarios, podrá exigir al creador del título la suma con que se haya enriquecido en su daño. Esta acción prescribirá en
un año a partir del día en que la acción cambiaria contra el creador del título se haya extinguido.”
La acción responde a los caracteres generales del cuasicontrato de enriquecimiento injusto regulado en el art. 1308 del Código
Civil, aunque sin ajustarse totalmente a sus disposiciones.
El art. 1308 del Código Civil dice que: “Todo hecho lícito del hombre que hace mejor la condición de una persona en daño de otro,
sin que haya mediado intención de hacer liberalidad, da origen a un cuasicontrato que obliga al que ha mejorado su condición a
devolver la suma o la cosa convertida en su provecho.”
El objeto de la acción de enriquecimiento injusto no es el crédito incorporado al título valor ( ya que ese crédito es el objeto de la
acción cambiaria), y tampoco lo es el crédito emergente
de la relación fundamental (ya que ese crédito es el objeto de la acción causal).
No tiene una base cartular ni contractual sino, cuasicontractual.
Esta acción se justifica en la regulación de las letras de cambio porque, a falta de un texto expreso que la admitiera, difícilmente
sería procedente mediante la mera utilización de las normas del Derecho común.
Uno de los presupuestos de la acción de enriquecimiento injusto civil es que exista un hecho lícito de quien se empobrece.
En materia de títulos valores, lo que existe son omisiones del portador en el cumplimiento de deberes que el DL 14701 pone a su
cargo, pero es muy difícil que esas omisiones puedan calificarse como un hecho lícito.

Presupuestos para el ejercicio de la acción:


1- Pérdida de todas las acciones:
Quien ejercita esta acción debe carecer de acción cambiaria tanto respecto del librador, como respecto de los demás signatarios .
Las acciones cambiarias que tenía contra todos ellos las debe haber perdido por negligencia. Debe haber perdido también, la
acción causal contra el creador del título.
Para que el tomador pueda iniciar la acción de enriquecimiento injusto debe exhibir la letra perjudicada o prescripta como prueba
de su empobrecimiento.
2- Empobrecimiento de portador:
Debido a la pérdida de acciones cambiarias y causales, el portador se debe haber empobrecido y su empobrecimiento debe ser
correlativo al enriquecimiento del demandado.

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Comercial II – Parte III.
El enriquecido no necesariamente es siempre será el librador de la letra, pues también puede serlo el girado si el librador lo
proveyó de fondos.
Si el girado acepta la letra y luego no paga, aun teniendo fondos para hacerlo, se estará enriqueciendo a costa del librador.
En este caso y yendo al texto del art. 26 del DL 14701, el portador de la letra perjudicada no tendría acción contra el creador, ya
que éste no se enriqueció y tampoco tendría acción contra el girado pues el DL 14701 no se la confiere.
Beatriz Bugallo admite esta acción, contra otros obligados, en función de principios generales.
Tal vez pueda considerarse la aplicación del art. 1308 del Código Civil para los casos no comprendidos en el art. 26 del DL 14701,
no en virtud de principios generales sino en función de la excepcionalidad del Derecho comercial.
3- Enriquecimiento del demandado:
Lo que se le soliicta al juez en la acción de enriquecimiento injusto, es una suma de dinero, pero no necesariamente el importe
que aparece en el título, sino la suma en que se haya enriquecido el creador.
El enriquecimiento debe ser probado por quien lo alega, de acuerdo a las normas procesales comunes.
Si el demandado es el librador de una letra de cambio, por ejemplo, puede alegar que no se enriqueció, acreditando que hizo la
provisión de fondos en manos del girado.
Prescripción de la acción:
La acción de enriquecimiento injusto prescribe al año y ese plazo se cuenta desde el día en que se perdió la acción cambiaria.

Acción de Cancelación
La acción de cancelación es la acción extracambiaria que tiene por objeto quitarle validez a la letra de cambio que ha sido
perdida, sustraída o que está deteriorada, y que culmina con una sentencia cuyo testimonio permite al accionante exigir el cobro
del importe de la letra a todos los obligados cambiarios.
La posibilidad de este accionamiento contraría la norma general contenida en el art. 6 del DL 14701.
Pero se trata de un régimen de excepción respecto a situaciones también excepcionales.
Cuando la letra no hubiere vencido aún o fuese en blanco, con el testimonio de la sentencia el portador puede exigir un duplicado
de la letra en la forma que señala también el mismo art. 112:
“Artículo 112.- Transcurrido el término fijado en el artículo 109, sin haberse deducido oposición o rechazada ésta por sentencia
definitiva, la letra queda privada de toda eficacia. El que haya obtenido la cancelación puede, presentando la constancia judicial
de que no se dedujo oposición o de que ésta fue rechazada definitivamente, exigir el pago, y si la letra fuese en blanco o no
hubiese vencido aún, exigir el duplicado. Este deberá pedirse por el portador desposeído de su endosado y así sucesivamente
de un endosante al que le precede, hasta llegar al librador.”
2. Presupuestos de la acción
El inciso del art. 109 del DL 14701 dice que: “Deberá ofrecer fianza en resguardo de los derechos del tenedor. La petición debe
indicar los requisitos esenciales de la letra, que sean suficientes para identificarla. El Juez, previo examen de los antecedentes
que se le proporcionen acerca de la verdad de los hechos invocados y del derecho del portador...”
De dicho art. 109 surge la necesidad de que la petición de cancelación, además de identificar el título cuya cancelación se
pretende, cumpla los siguientes requisitos:
- Otorgamiento de fianza:
El accionante debe ofrecer la fianza que la Ley impone en resguardo de los derechos del tenedor.
El art. 115 dice que la garantía otorgada por el actor para poder promover la acción de cancelación no se extingue hasta tanto sea
presentada la letra cancelada o se haya operado su prescripción.
“Artículo 115.- La fianza a que se refiere el artículo 109 subsiste mientras no se presente la letra cancelada o se haya operado la
prescripción de la misma. “
- Prueba de los hechos invocados:
Cuando la norma refiere a un previo examen del juez respecto de “los antecedentes que se le proporcionen acerca de la verdad
de los hechos invocados “, quiere decir que es necesario acompañar a la solicitud de cancelación la prueba fehaciente de la
pérdida, sustracción o destrucción del título y sólo así se justifica este régimen excepcional y el desconocimiento del art. 6 del DL
14701.
- Prueba del derecho sobre la letra:
La acción de cancelación es promovida por quien alega la pérdida, sustracción o destrucción del título, contra el girado y el
librador y también contra el tenedor que pudiera tenerlo.
Al girado y al librador se les debe notificar personalmente, mientras que el tenedor tomará conocimiento de la demanda en virtud
de la publicación de edictos.
Puede suceder que quien posea la letra no sea su propietario y ésto sucede cuando el propietario se desprende voluntariamente
de la letra, o cuando es forzado a desprenderse de ella.
La desposesión es voluntaria cuando la letra es entregada a un tercero por un negocio jurídico como el depósito, la prenda o el
mandato.
Y si surgiera un conflicto entre el propietario del título y ese tercero, por la posesión de ese documento, ese conflicto se regirá por
las reglas relativas al negocio jurídico que las vincula, esto es, el depósito, la prenda o el mandato.
Cuando la desposesión es involuntaria, por ejemplo tenemos un caso de desposesión involuntaria en una sustracción, entonces
se nos plantean distintas situaciones.
En primer lugar, los conflictos suscitados entre el legítimo propietario y el autor de la sustracción deberían resolverse por la vía de
una acción reivindicatoria, acción que no estando prevista en el DL 14701 y que deberá regirse por los arts. 676 y siguientes del
Código Civil y por las normas del Derecho procesal común.
En segundo lugar, para los conflictos que pudieren ocurrir entre el legítimo dueño y el detentador del título, tenemos una
disposición expresa, el segundo inciso del art. 67, que establece lo siguiente: “Cuando una persona sea desposeída de una letra
de cambio por cualquier causa que fuere, el tenedor, siempre que justifique su derecho en la forma indicada en el párrafo
precedente, no estará obligado a desprenderse de la letra a no ser que la hubiese adquirido de mala fe o hubiere incurrido al
adquirirla en culpa grave.”
El DL 14701 está tutelando primordialmente al tenedor de buena fe, a quien no puede exigírsele la restitución de la letra.

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Comercial II – Parte III.
La tercera situación es la relación entre el propietario y quien debe pagarla y se regula en los arts. 109 y siguientes, los cuales
ofrecen solución que no se compadece con los principios generales que rigen a los títulos valores, en tanto tutela el interés del
verdadero propietario por encima del interés del tráfico, otorgándole una acción que le permite el cobro de la suma establecida en
el título, no obstante la pérdida, sustracción o destrucción sufrida.
Procedimiento y efectos:
La demanda de cancelación debe indicar los requisitos esencia les del título para que se le pueda identificar.
El actor deberá acompañar justificativos sobre sus derechos y sobre los hechos invocados u ofrecer prueba sobre los mismos.
En la demanda se solicitará el dictado del auto de cancelación, que se ordene publicar en la forma legal y que se notifique al
librador del título, así como la aceptación de la garantía ofrecida como suficiente resguardo de los derechos del tenedor.
El art. 109 dispone que la cancelación se requiera al “Juez Letrado del lugar donde la letra debe pagarse”.; pero sepan que
actualmente luego de la vigencia de la Ley Orgánica de la Judicatura y de Organización de los Tribunales, 15.750, lo que procede
es determinar la competencia en función de lo dispuesto en el art. 72 de esa Ley, que asigna el conocimiento de los asuntos
judiciales no contenciosos a la Judicatura de Paz Departamental de la Capital.
Auto de cancelación:
Luego de examinados los antecedentes proporcionados por el actor, el juez dicta «a la brevedad» un auto de contenido complejo,
según se establece en el art. 109: “El Juez, previo examen de los antecedentes que se le proporcionen acerca de la verdad de los
hechos invocados y del derecho del portador, dictará a la brevedad un auto indicando todos los datos necesarios para
individualizar la letra de cambio ydisponiendo su cancelación; también autorizará su cancelación para después de transcurridos
sesenta días, contados desde la fecha de la última publicación del auto respectivo, si la letra ya hubiese vencido o fuese a la vista
o desde el vencimiento, si éste fuese posterior a aquella fecha y siempre que en el intervalo no se dedujese oposición por el
tenedor.”
En el mismo auto el juez debe ordenar las publicaciones legales y la notificación al librador. También autoriza la cancelación luego
de transcurridos sesenta días, contados desde la fecha de la última publicación, sea que el título hubiese vencido o fuese a la
vista, o desde el vencimiento si éste fuese posterior a la última publicación.
Publicaciones y notificaciones:
El auto de cancelación se publica durante tres días en el Diario Oficial y otro diario de notoria circulación en el lugar de pago y se
notifica personalmente al librador y al girado.
Luego de notificado el auto de cancelación, el girado y el librador no deben pagar la letra; y esto significa que en tanto el auto de
cancelación no se notifique, el pago efectuado al tenedor de la letra que se dice extraviada o sustraída, es perfectamente válido y
liberatorio, esto surge del art. 109 parte final: “El auto judicial deberá publicarse durante tres días hábiles en el "Diario Oficial" y en
uno de notoria circulación del lugar del pago, y notificarse al girado y al librador. No obstante la denuncia, el pago de la letra de
cambio al tenedor antes de la notificación del auto judicial libera al deudor”.
- Oposición:
La oposición es una etapa eventual, producto de la contienda iniciada por el tenedor del título cancelado que se presenta con la
intención de mantener sus derechos sobre el título.
Para que su pretensión sea atendida debe comparecer en tiempo, esto es, respetando el término de 60 días durante el cual
puede formalizar oposiciones y además debe acreditar su buena fe.
En el contradictorio que promueva el tenedor opositor se admite la intervención procesal del actor y de cualquier obligado
cambiario y expresamente del girado y del librador, a quienes debe notificarse la oposición.
El contradictorio culminará con una sentencia que dejará firme el auto de cancelación ya dictado o que lo revocará dando razón al
tenedor opositor, una vez que éste haya acreditado su posesión conforme a la Ley de circulación de la letra, es decir, una vez que
haya demostrado su legitimación conforme a los arts. 31 y 67.
“Artículo 31.- Se considerará propietario del título quien lo posea conforme a su ley de circulación. “
“Artículo 67.- El tenedor de la letra de cambio se considerará portador legítimo de la misma cuando justifique su derecho por una
serie no interrumpida de endosos, aun cuando el último endoso esté en blanco. Cuando el endoso en blanco vaya seguido de otro
endoso, el firmante de éste se entenderá que adquirió la letra con el endoso en blanco.”
Vemos entonces que se estructura un proceso, a semejanza de otros procesos monitorios, en que se obtiene una sentencia de
inmediato que podrá quedar o no firme según la actitud que asuma el tenedor del título.
El tenedor que se opone puede cumplir con actos conservatorios; puede exigir la consignación del importe de la letra al
vencimiento o antes de que transcurra el plazo de presentación legal o estipulado si la letra fuera a la vista, esto surge del art. 111
que nos dice: “Artículo 111.- Durante el término establecido en el artículo 109 el recurrente puede ejercer todos los actos que
tiendan a la conservación de sus derechos; y si la letra de cambio fuese a la vista o hubiese vencido o venciera en el intervalo,
puede exigir la consignación judicial de su importe. “
- Efectos del auto de cancelación o de la sentencia que pone fin al contradictorio:
Si el auto de cancelación queda firme por no haberse formulado oposiciones o por sentencia definitiva en el contradictorio que se
hubiera planteado, ello apareja las siguientes consecuencias:
1- Cancelación del título:
El título perdido o sustraído o destruido pierde su validez; pero tengan presente que el art. 113 de la Ley dispone que el resultado
del juicio no perjudique los derechos del poseedor que no formuló oposición contra el que obtuvo la cancelación: “La cancelación
extingue todo derecho emergente de la letra de cambio, pero no perjudica los derechos que eventualmente pudiera tener el
poseedor que no formuló oposición contra el que obtuvo la cancelación.”
Vemos entonces que queda abierta la posibilidad de que ese poseedor inicie un juicio ordinario contra quien obtuvo el pago y en
el cual deberá justificar su mejor derecho.
2- Autorización de pago:
El obligado queda autorizado - porque así lo dispone el auto inicial - a pagar al actor del juicio el importe de la letra si la letra ya
venció o si fuera a la vista.
El pago tiene que hacerse después de transcurridos 60 días contados desde la última publicación y si el título no hubiere vencido
aún, se deberá esperar al vencimiento.

21
Comercial II – Parte III.
Bado y López refieren a un error en el art. 109 de la Ley que consideran que seguramente obedece a un error tipográfico. En un
pasaje que se refiere al auto de cancelación, establece dicho artículo “... también autorizará su cancelación para después de
transcurridos sesenta días...”.
Para Bado y López lo que ese artículo debió establecer sería “... también autorizará su pago para después de transcurridos
sesenta días...”. Tal es la redacción en la Ley argentina, fuente de esta disposición y la norma se aclara y complementa en el art.
112 del DL 14701: “Artículo 112.- Transcurrido el término fijado en el artículo 109, sin haberse deducido oposición o rechazada
ésta por sentencia definitiva, la letra queda privada de toda eficacia. El que haya obtenido la cancelación puede, presentando la
constancia judicial de que no se dedujo oposición o de que ésta fue rechazada definitivamente, exigir el pago, y si la letra fuese en
blanco o no hubiese vencido aún, exigir el duplicado. Este deberá pedirse por el portador desposeído de su endosado y así
sucesivamente de un endosante al que le precede, hasta llegar al librador.”
3- Duplicado:
Si el título cancelado aún no ha vencido o si es en blanco, el actor puede exigir un duplicado. Para ello debe reconstruirse la letra
en la forma dispuesta por la parte final del art. 112 que establece: “Este deberá pedirse por el portador desposeído de su
endosado y así sucesivamente de un endosante al que le precede hasta llegar al librador.”

ESTUDIANTES, AHORA VAMOS A VER VARIOS TEMAS QUE SON MUY INTERESANTES, YA LOS HEMOS VISTO, NO
OBSTANTE CONSIDERO IMPORTANTE QUE AMPLIEMOS CONOCIMIENTOS, SON TEMAS VARIADOS Y QUE LES
PERMITIRÁN REPASAR LO YA ENSEÑADO.

LA EXCEPCIÓN DE USURA EN LOS PROCESOS EJECUTIVOS CAMBIARIOS CON ESPECIAL REFERENCIA A LOS QUE
PERSIGUEN EL COBRO DE CHEQUES.

La ley sobre usura Ley No. 18.212 del 5 de Diciembre de 2007 (Art. 23) agregó a la nómina de excepciones admisibles en el juicio
ejecutivo cambiario previsto en el Art. 108 del Decreto-Ley No. 14.701 - aplicable a letras de cambio, vales, pagarés y conformes -
la usura civil definida en el Art. 21 de la citada Ley , disponiendo, además, que "en los casos que exista usura, ésta será relevada
de oficio, aplicándose la sanción dispuesta por el Art. 21 de la presente ley".
El tema de la usura como excepción admisible en los juicios ejecutivos cambiarios se había planteado antes de la vigencia de
esta Ley, habiendo recibido diversas soluciones en la jurisprudencia.
La Ley de Usura del año 2007 revive dicha cuestión pero en diferentes términos desde que existe una disposición que admite
expresamente la excepción de usura respecto a los títulos regulados por el Decreto-Ley No. 14.701 (en adelante también DLTV),
esto es, en relación a vales, pagares, conformes y letra de cambio. Respecto a los cheques, regidos por el Decreto-Ley No.
14.412 (anterior al DLTV), la situación es diferente, ya que el citado Art. 23 de la Ley de usura no refiere al DLTV ni a los cheques.
Además, en los cheques, no está admitido el pacto de intereses (Art. 10 Decreto -Ley No. 14.412 (DLCH): “Toda estipulación de
intereses puesta en el cheque se tendrá por no escrita”).
Para comprender cabalmente el problema que nos proponemos abordar, debemos repasar algunos caracteres básicos de los
títulos valores y los principios que regulan su funcionamiento.
Como es sabido, el Decreto-Ley No. 14.701 (en adelante DLTV) que rige los títulos valores estableció en el inc. 3o. del Art. 108
las excepciones admisibles en el proceso ejecutivo cambiario seguido para el cobro de la obligación dineraria consignada en el
título y, tras la enumeración taxativa de dichas excepciones, agregó que "cualquier otra excepción fundada en las relaciones
personales entre actor y demandado no obstarán al progreso del juicio ejecutivo".
La redacción de este inciso final del Art. 108 no permite abrigar dudas en cuanto a su alcance, siendo un tema laudado para la
doctrina y jurisprudencia abrumadoramente mayoritarias.
Además, al determinar el elenco de excepciones admisibles en la ejecución cambiaria, conforme al texto del Art. 108 del DLTV, se
precisó y limitó el alcance de las excepciones de falsedad e inhabilidad del título, que eran la vía a través de la cual se introducía
el excepcionamiento causal bajo el régimen anterior al DLTV.
“El nuevo texto legal limita la primera excepción a la falsedad material, por lo que queda fuera la falsedad ideológica o intrínseca a
la que se acudía para oponer defensas causales. Además, la norma tuvo el cuidado de aclarar que la excepción de inhabilidad del
título que denomina excepción procesal sólo procede en caso de "falta de alguno de los requisitos esenciales exigidos por el Art.
3o.", con lo cual se subraya el propósito de excluir las discusiones causales que muchas veces obtenían también su entrada a
través de la excepción de inhabilidad”.
LA “CAUSA” EN LOS TÍTULOS VALORES.
Los títulos valores son actos unilaterales en los que no se configura el elemento “causa”, que es propio de los contratos.
Se trata de actos unilaterales, porque la obligación deriva de la firma del suscriptor, tal como enuncia el Art. 7 del DLTV, “Toda
obligación incorporada a un título valor deriva de la firma puesta en el mismo”.
Son, además, títulos abstractos porque se desvinculan de la relación fundamental, y por esa razón carecen del elemento “causa”,
que es, en cambio, esencial en los contratos.
Cuando la doctrina estudia la “causa” de los títulos valores se aclara que no es el mismo concepto o que no se maneja con el
mismo alcance que cuando se refiere a la causa en los contratos.
El uso de la palabra “causa” en un título valor, obedece al sentido lingüístico de la palabra, es decir, se habla de “causa” para
aludir al antecedente inmediato del título valor o a la razón de ser del mismo; el por qué se crea un título valor.
Así Pérez Fontana y Gómez Leo, entre muchos otros, precisan que “utilizamos en el curso de este trabajo el término causa o
causal para referirnos al negocio base o subyacente, o también relación originaria o fundamental en virtud de la cual se ha creado
o se trasmite el título de crédito”.
Aun quienes , como Pérez Fontana, rechazan en el tema de la causa la "teoría de la relación fundamental", admiten sin embargo
que ésta actúa como motivo o causa mediata o remota, es decir, "da causa a la letra pero no es su causa", utilizando la feliz
expresión de Messineo, “por lo que la acepción mantiene su validez; además, excepción causal guarda un casi perfecto
paralelismo con la opuesta expresión acción causal, adoptada con el mismo sentido por nuestro texto legal (Art. 46 de la Ley No.
14.412 y Art. 25 y 26 de la Ley No. 14.701)”

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Comercial II – Parte III.
El libramiento de cualquier título valor supone una relación fundamental, esto es, un acto o negocio jurídico que vincula al librador
y al tomador del título, del cual resulta un crédito.
Esa relación fundamental es calificada como “causa” de la creación de los títulos valores dinerarios.
Puede tratarse de un contrato, de un crédito derivado de la responsabilidad extracontractual del librador, de una obligación legal
impuesta a éste, etc.
Además, el libramiento de un título valor presupone un pacto cambiario, que es un convenio explícito o tácito entre los sujetos del
negocio o relación fundamental por el cual ellos acuerdan la creación y la posterior entrega de un título valor.
La relación fundamental es la “causa” mediata de la creación del título valor; el pacto cambiario es su “causa” inmediata.
Enseña Rodríguez Olivera que “La relación fundamental -contrato de compraventa, préstamo, depósito, etcétera- puede
documentarse mediante la firma de un contrato por las dos partes (comprador y vendedor, prestamista y prestatario, depositante y
depositario).
Por el pacto cambiario las partes contratantes acuerdan que el comprador, el prestatario o el depositario emitan un título valor.
De esta manera, respecto a cualquiera de estos negocios que hemos mencionado, se habrá celebrado un contrato, un pacto
cambiario y se habrá creado un título valor.
Creado el título valor, nace de él un derecho y la obligación correlativa, nuevos, independientes respecto de los negocios que son
su “causa”.
Si bien preexiste un derecho emanado de una relación fundamental, el derecho consignado en el título es un derecho nuevo que
se superpone a los derechos emergentes de aquella relación fundamental”.
Es por ello que el título valor tiene como un rasgo característico la abstracción, la independencia de la relación fundamental y en
virtud de ese rasgo el deudor no puede oponer al acreedor que promueve el juicio ejecutivo cambiario excepciones que tengan
que ver con la relación fundamental.
Por su parte, Santoro Passarelli señala que en el negocio abstracto, la causa está apartada, separada, de manera que su
eventual falta o sus posibles defectos no impiden que el negocio sea válido y produzca sus efectos.
Según Bonelli, “la obligación nace abstracta desde el principio, desde que la declaración de obligarse no se dirige a la persona
con la que el creador del título se encuentra en relación causal sino a un poseedor eventual todavía futuro e incierto”.
El DLTV de títulos valores y el Decreto-Ley No. 14.412 sobre cheques, han adoptado expresamente estos principios (Arts. 7,8 y
9 DLTV y Art. 126 del mismo en cuanto establece que “son aplicables a los cheques las disposiciones generales de esta ley y las
especiales relativas a la letra de cambio, en cuanto sea pertinente y en lo que no se oponga a las previsiones de la Ley No.
14.412 de 8 de Agosto de 1975”, esto es, la aplicación de las normas del DLTV a los cheques.
Tanto el Decreto-Ley No. 14.701 sobre títulos valores como el Decreto-Ley No. 14.412 sobre cheques consagran el principio de
abstracción de los títulos valores de contenido crediticio, independizando el título de la relación causal que le dio origen.
El fundamento de esta construcción es asegurar la mayor agilidad y seguridad a la circulación de los títulos valores
representativos de dinero.
Cuando se analiza la excepción de usura, la referencia a la relación fundamental es insoslayable porque la usura - salvo
excepciones - no surge del propio título valor, sino de esa relación causal que le dio origen (el préstamo, la compraventa,
permuta, y, en general, cualquier otro negocio oneroso con saldo de precio, o actos en virtud de los cuales de deba una
obligación dineraria).
De admitirse en el juico ejecutivo cambiario la oposición de excepciones para cuya recepción deba acudirse a la relación
fundamental, se vulneraría este principio básico de los títulos valores, que impregna toda su disciplina, recogido por el DLTV en
forma clara y sin excepciones.
De allí las dificultades que el intérprete sigue encontrando para definir cuándo la excepción de usura resulta admisible en un
proceso ejecutivo cambiario.
EXCEPCIÓN DE USURA Y PRINCIPIOS DE LITERALIDAD Y AUTONOMÍA.
La abstracción no es el único principio fundamental de la disciplina de los títulos valores que se encuentra en juego cuando se
alega la usura.
En efecto, este tema involucra igualmente al principio de la literalidad y al de la autonomía, que forman parte del propio concepto
de título valor y sobre los cuales se apoya su vocación circulatoria.
La autonomía supone que cada uno de los firmantes de un título valor contrae una obligación originaria (ex novo) frente a su
tenedor, por lo que las circunstancias que invalidan la obligación de alguno o algunos de sus signatarios no afectarán las
obligaciones de los demás (Arts. 8 y 62 DLTV).
Supone además que no resulten oponibles al tenedor de un título valor las excepciones personales que tenga el deudor frente a
anteriores tenedores del título.
Si vulneramos el principio de la autonomía, los títulos valores pierden su vocación circulatoria, lo cual representa la esencia de
estos títulos.
Si sostenemos que existe usura porque de una supuesta relación fundamental surge que el monto por el que se libraron ciertos
cheques es el producto de adicionar a un determinado capital un cierto interés que se califica como usurario (todo lo cual no
consta en el título) la violación de los principios cardinales a que hemos referido es notoria e inaceptable.
Así, la literalidad, que es un elemento incluido en la propia definición legal de título valor, que refiere al “derecho literal y
autónomo” que se incorpora al TV (Art. 1 DLTV); y que se reitera en el art. 9 DLTV que dispone que “el suscriptor de un título
valor quedará obligado en los términos literales del mismo”, se desconocería por completo, acudiendo a elementos que no
constan en el título.
El ilustre comercialista argentino Gómez Leo, destaca que “la literalidad es un carácter común a todos los títulos de crédito y, junto
con el carácter necesario del documento, contribuye a tutelar la certeza en la adquisición del derecho; tiende más enérgicamente
a afianzar la rapidez en la negociación y circulación de los créditos, y propicia la seguridad en su realización final al tiempo del
vencimiento del título, pues, como se ha expresado antes, el derecho cartular solo podrá ser exigido y atendido de acuerdo con
el tenor literal del documento que le da existencia cartácea”. “La bilateralidad de la literalidad halla su justificación en la
circunstancia de que toda disminución, alteración, modificación o extinción (parcial o total) del derecho cartular se debe fundar,
para tener validez en el ámbito de la relaciones cartáceas, en la expresión textual del documento, siendo irrelevantes los posibles
elementos extracartulares que pudieran surgir de negocios o relaciones ajenas al título de crédito”.

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Comercial II – Parte III.
En nuestra doctrina, Pérez Fontana afirma que “la abstracción es una consecuencia obligada del formalismo y de la literalidad de
la obligación”. El suscriptor del título queda obligado en los términos literales del mismo (Art. 9 del DLTV).
Ello significa que no se le puede exigir más de lo consignado en el título y también significa que el obligado no puede desconocer
lo consignado, remitiéndose a la relación fundamental.
Los conceptos de literalidad, autonomía y abstracción imponen limitaciones a la posibilidad de alegar excepciones.
A través de la abstracción se trata de prohibir excepciones causales (basadas en la relación fundamental), mediante el principio
de autonomía se evita la oposición de excepciones personales respecto a los poseedores precedentes (excepciones subjetivas), y
la literalidad conduce a la prohibición de oponer excepciones derivadas de elementos extraños al título y no aludidos
expresamente en el mismo (excepciones objetivas).
En virtud de la literalidad, el derecho y la obligación se encuentran limitados a lo establecido en el documento siendo una
limitación para los derechos del acreedor y las obligaciones del deudor.
Es por ello que la doctrina ha sostenido que, la excepción de usura “sólo podrá ser admisible si del mismo documento o de lo
expresado por el actor en la demanda, surge que se trata de un título-valor al cual alcanza la prohibición del Art. 2 cit.; asimismo, y
por aplicación del principio de razonabilidad, debe admitirse en los casos en que el acreedor, originalmente sea una entidad
bancaria (si el título-valor responde a un negocio no financiero de la institución alcanzará con que el actor así lo haga saber en la
demanda); pero, fuera de esos casos o situaciones, la excepción no puede ser admisible ya que la misma se referirá a la relación
fundamental, lo cual, -creemos que ya no se discute- no es posible plantearlo como excepción en el juicio ejecutivo cambiario ni
aun cuando éste ponga frente a frente a los contratantes directos o inmediatos”.
Tras la sanción de la Ley No. 18.212, el mismo autor, afirma, con razón, en relación al anterior texto legal comparado con el
vigente, que “las dudas e incertidumbres que el mismo revelaba y las persistentes contradictorias soluciones jurisprudenciales,
deberían conducirnos a elogiar al legislador que se hiciera eco del debate y lo solucionara por la precisa vía apropiada.
No obstante, analizado el texto legal dedicado a las excepciones -Art. 23- sólo se nos presentan críticas y prácticamente ningún
elogio: la norma nos parece pleonástica, inútil e incompleta.
Primero: sólo tuvo en cuenta el Art. 108 del Decreto-Ley No. 14.701 y olvidó incluir el Art. 45 del D-ley 14.412, que es la
disposición equivalente para la acción ejecutiva fundada en los cheques, que, siguiendo la tradición, se regularon mediante un
texto independiente del general para títulos valores”.
Nosotros nos permitimos agregar que no fue un olvido, sino que el cheque no está incluido en el texto del Art. 23 de la Ley de
Usura porque como para este título no se permite el pacto de intereses, para poder determinar si existe usura y ella ha sido
consignada en un cheque debería examinarse necesariamente la relación fundamental, ingresando en una zona prácticamente
insondable en la mayoría de los casos y quitando a este valioso instrumento la seguridad jurídica en su tráfico que quiso
concederle siempre el legislador y en virtud de la cual este instrumento de pago y crédito sido tan recogido en el mercado.
Gorfinkiel continúa su análisis señalando que, “por lo demás, cabe destacar que la Ley de usura vigente disipa cualquier duda en
cuanto a aún la usura que surja del propio título no configura inhabilidad de título, en la medida que la norma no impide la
ejecución del título por el capital, sino que únicamente prevé, como sanción, la caducidad del derecho a exigir el cobro de
intereses, compensaciones, comisiones, gastos u otros cargos de cualquier naturaleza, salvo las costas y costos por el crédito
subsistente, extremos éstos a debatirse en la vía incidental de liquidación de crédito. La ley establece que caduca el derecho a
exigir el cobro. Caducidad significa extinción; por lo que lo que se extingue es el derecho a exigir el cobro de intereses y otros
gastos y rubros que conforman el interés implícito”.
La estipulación de intereses y otros rubros, cuando son usurarios, es nula por violar las normas de la ley de usura, categorizada
como de orden público (Art. 29: “La presente ley es de orden público”).
En concordancia con esa nulidad, se dispone la caducidad del derecho a exigir los intereses y demás rubros usurarios.
Pero la estipulación usuraria no anula la operación en que se pactó, pudiendo reclamarse judicialmente el capital y los costos y
costas por ese reclamo.
En la doctrina nacional Ayul adopta una posición diferente en pos de una interpretación en la cual la previsión del Art. 23 de la Ley
No. 18.212 no carezca de sentido.
Dice la mencionada autora que “la única forma de que esta norma no se transforme en letra muerta, es admitir que la referencia a
la usura que la misma realiza alcanza, tanto a la usura que surge del pacto de intereses contenido en el título valor, como del
realizado por las partes en la relación causal que dio origen a la emisión del título.
Esto supone admitir que, por lo menos en el caso de existir usura, corresponde quebrar el principio de abstracción que surge de la
norma del Artículo 108 del Decreto-Ley No. 14.701.
Sin embargo, la abstracción no es, en este caso, el único principio axial que se encuentra en juego.
Este tema involucra igualmente al principio de la autonomía, que forma parte del propio concepto de título valor y sobre el cual se
apoya su vocación circulatoria.
La autonomía supone que cada uno de los firmantes de un título valor contrae una obligación originaria (ex novo) frente a su
tenedor, por lo que las circunstancias que invalidan la obligación de alguno o algunos de sus signatarios no afectarán las
obligaciones de los demás (Arts. 8 y 62).
Supone además que no resulten oponibles al tenedor de un título valor las excepciones personales que tenga el deudor frente a
anteriores tenedores del título.
Si vulneramos el principio de la autonomía, los títulos valores pierden su vocación circulatoria, lo cual representa la esencia del
instituto.
Consideramos que una forma de armonizar la aplicación de la excepción de usura, con la preservación de la autonomía, supone
sostener que la excepción de usura, aun la derivada de la relación extra cambiaria, resulta oponible entre las partes inmediatas en
la creación del título, que hubieran realizado el pacto usurario”.
Agrega que “También debería resultar oponible a aquellos posteriores tenedores del documento, a condición de que se pueda
probar que conocían la existencia de un pacto usurario en el negocio que diera causa a su creación”.
La posición mencionada tiene el mérito de intentar conciliar los textos legales y la modificación introducida al Art. 108 DLTV con
los principios rectores en materia cambiaria por la vía de admitir la excepción solo cuando el juicio ejecutivo cambiario tiene lugar
entre las mismas partes de la relación fundamental (de la que derivaría la usura consignada en el título).
EL RÉGIMEN ESPECIAL DE LOS CHEQUES.

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Comercial II – Parte III.
Como ya dijimos, si bien la Ley No. 18.212 introdujo modificaciones al Decreto-Ley No. 14.701, incorporando la usura a las
excepciones oponibles previstas en el art. 108, no lo hizo con el Art. 45 del Decreto-Ley No. 14.412, o sea con la norma legal que
establece las excepciones oponibles a la acción ejecutiva fundada en un cheque (Art. 45).
El Art. 23 de la Ley No. 18.212 establece textualmente: “Incorpórase a las excepciones previstas por el Artículo 108 del Decreto
Ley No. 14.701, de 12 de Setiembre de 1977, la usura civil, (Artículo 21 de la presente ley).En los casos en que exista usura, ésta
será relevada de oficio aplicándose la sanción dispuesta en el Artículo 21 de la presente ley”.
En consecuencia, la excepción de usura no es oponible en un juicio ejecutivo cambiario cuyo título sea un cheque, tal como lo ha
entendido la jurisprudencia.
Al respecto, el Tribunal de Apelaciones de 1er. Turno sostuvo: “es de verse que resulta imposible la configuración de la usura en
los cheques, ya que conforme al Art. 10 del Decreto-Ley No. 14.212, la estipulación de intereses se tendrá por no escrita, siendo
por tanto imposible determinar su existencia en atención a lo que puede determinarse en dicha especie de título valor”; y citando
al Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 2º Turno, continuó: “En igual tesitura, aunque con anterioridad a la entrada en vigencia de
la Ley No. 18.212, el Homólogo de 2º Turno sostuvo en Sentencia T.A. Civil No. 10/005-2:“En cuanto a la usura no cabe
considerarla porque en rigor está referida a relaciones extracambiarias excluidas en su análisis del juicio ejecutivo por cobro de
cheques. Por otra parte, para ingresar al análisis de la usura, la jurisprudencia ha exigido que la usura surja del propio documento
o de las resultancias del propio documento y de cualquier manera siempre quedará la vía del juicio ordinario posterior (cf. LJU c.
14580)”. “Mayoritariamente, doctrina y jurisprudencia sostienen que no caben en nuestro derecho cambiario, excepciones
fundadas en la causa (Nuri Rodríguez Títulos Valores pág. 124-125; Comentarios LTV 14.701 pág. 18 y ss.; Pérez Fontana Títulos
Valores T. II, pág. 198; Gorfinkiel “Sobre las excepciones causales en la ejecución cambiaria” LJU T. 87, 2, 45; AD Com. T. 5 c.
370; 373; 393; ADC T. 7 c. 222; 223; etc.)”.
Por su parte, el TAC 2do. Turno ha establecido que “Es de ver que la excepción en examen pretende introducir aspectos relativos
a la eventual relación fundamental (excepción causal relativa al negocio base o subyacente), lo que no corresponde frente a una
acción cambiaria, en particular ejecución de cheques donde el Art. 45 del Decreto-Ley No. 14.412 es claro en obturar cualquier
otra excepción fundada en las relaciones personales entre el actor y el demandado (véase RODRIGUEZ OLIVERA, Cheques, p.
169). Y conforme jurisprudencia de la Sala (Sentencia No. 10/05 en LJU c. 134073): “Mayoritariamente, doctrina y jurisprudencia
sostiene que no cabe en nuestro derecho cambiario, excepciones fundadas en la causa (Nuri Rodríguez Títulos Valores pág. 124-
125; Comentarios LTV 14.701 pág. 18 y ss.; Pérez Fontana Títulos Valores T. II pág. 198; Gorfinkiel “Sobre las excepciones
causales en la ejecución cambiaria” LJU T. 87,2, 45); ADCom. T. 5 c.370; 373; 393; ADC T. 7 c.222; 223; etc.). Sent. 249/06 (LJU
c. 137083).”
Dentro de este panorama jurisprudencial cabe destacar la sentencia del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de
Segundo Turno Nº 1207/2017 del 17/07/2017 que ya en la audiencia preliminar del proceso ejecutivo cambiario para el cobro de
cheques en el que se opuso la excepción de usura, dispuso:
“VISTOS Y CONSIDERANDO:
1) Que frente al cobro ejecutivo de los cheques presentados con la demanda la ejecutada opuso las excepciones de usura y de
pago.
2) Que según lo que surge del escrito de excepciones y de lo manifestado por la ejecutada al ser interrogada en la presente
audiencia, ambas excepciones refieren a la relación sustancial subyacente que la demandada califica como un mutuo, del cual los
cheques presentados en autos son solamente una parte.
3) Que al tenor de lo dispuesto por el Art. 45 del Decreto-Ley No. 14.701 y lo dispuesto por el Art. 355 del C.G.P., las excepciones
planteadas por la ejecutada no son de las admisibles, ya que refieren a la relación personal entre la demandada y su acreedor.
4) Que las normas citadas disponen que cuando taxativamente se establezca las excepciones admisibles deben ser rechazadas
las que no lo son, en este caso no puede admitirse la sustanciación y prueba de cuestiones de hecho diferentes a las que resultan
del propio texto de los documentos que se ejecutan, dados los caracteres de literalidad abstracción y autonomía que tiene.
5) Que para analizar tanto el supuesto de usura invocado, como el de pago, debería ingresarse a la consideración de la relación
personal causal que pudo haber dado origen al libramiento de los cheques en ejecución, incluso de documentación y de
situaciones que pretenden alegarse con prueba testimonial relativas a la relación causal alegada por la ejecutada.
6) Pese a que con anterioridad al señalamiento de la presente audiencia, por tratarse de un proceso extraordinario, se dispuso el
diligenciamiento de prueba ofrecido por ambas partes, en esta oportunidad deberá dejarse sin efecto dado que resulta claro para
la suscrita, con las manifestaciones realizadas por la demandada en audiencia, que toda la prueba ofrecida refiere a la relación
causal y que la excepción de pago, teóricamente admisible en ejecución de cheques también refiere a la relación causal. No se
afirma que se haya satisfecho la cantidad que surge de los cheques de ejecución, sino que se alega que con las entregas
realizadas referidas a la relación causal entre las partes consideran cancelada su obligación de pago.
Por lo expuesto RESUELVO:
Declarar inadmisibles las excepciones planteadas por la parte ejecutada, disponiéndose la continuación del proceso ejecutivo,
previa denuncia de bienes concretos por la parte ejecutada. Líbrese orden de pago para la entrega de la suma depositada por la
demandada en calidad de honorarios provisionales del perito designado, por haber quedado sin efecto”.
Ante la recurrencia de la parte ejecutada, por Sentencia No. 1208/2017 de la misma fecha se confirmó la providencia impugnada,
estableciendo:
“En el caso del proceso ejecutivo las excepciones que refieran a la relación causal, en este caso incluida la de usura que invoca la
parte demandada, pueden hacerse valer en el juicio ordinario posterior si se considera pertinente presentarlo. Lo que el Art. 45 del
Decreto-Ley No. 14.412 establece es que la oposición de otras excepciones que no sean las incluidas en la norma no obstará al
proceso del juicio ejecutivo, este deberá seguir su curso y por la sustancial característica que tiene lo resuelto en el mismo puede
ser objeto de revisión e impugnación precisamente por el proceso ordinario posterior, por lo cual el derecho de defensa queda así
delimitado por la norma legal. De considerar que la situación legal es contraria a la constitución no es esta Sede la que puede
establecer su inaplicación.
Por lo tanto, mantiénese la recurrida y concédese la apelación sin efecto suspensivo (Art. 355.2 inc. 3 del C.G.P.)”.
La posición que hemos expuesto es sin duda mayoritaria en los Tribunales de Apelaciones, pero en los Juzgados de primera
instancia se advierten oscilaciones, existiendo fallos que admiten la excepción de usura en el caso de los cheques.
CONCLUSIONES.

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Comercial II – Parte III.
1)Los principios de literalidad, abstracción y autonomía de los TV se ven lesionados cuando para admitir la excepción de usura
debe acudirse a elementos extracartáceos, no contenidos en el título.
2)En materia de vales, conformes y letras de cambio puede suceder que el pacto de intereses usurarios surja el mismo título. En
ese caso, no existirán obstáculos para admitir la excepción de usura en la medida que no sea necesario acudir a documentos y
elementos vinculados con la relación fundamental y extracartáceos para constatar que ha existido usura.
3)Respecto a los cheques, al no estar permitido el pacto de intereses en los mismos, necesariamente los elementos que pueden
conducir a configurar usura derivarán de la relación fundamental y estarán consignados en otros documentos distintos al cheque
que se ejecuta. Por ende, para admitir la usura deberían dejarse de lado todos los principios rectores de estos títulos (literalidad,
abstracción). Además, existe un argumento de texto que permite rechazar la excepción en cuestión en el caso de los cheques, ya
que el Art. 23 de la Ley No. 18.212 no menciona a los cheques ni al DLCH cuando modifica el Art. 108 del DLTV. Por ende, al Art.
45 del DLCH que limita las excepciones admisibles en el juicio ejecutivo cambiario, no se ha agregado la excepción de usura.
4)La jurisprudencia mayoritaria exige que en materia de vales, conformes y letras de cambio la usura surja del propio título, y
rechaza la excepción de usura si el juicio ejecutivo cambiario se funda en un cheque, posiciones que entendemos son las
acertadas.

NULIDAD DEL VALE EN BLANCO EN EL MARCO DE UNA RELACIÓN DE CONSUMO

1. Títulos valores. Concepto y caracteres

Estos instrumentos cambiarios se encuentran regulados por el Decreto-Ley No. 14.701, cuyo Artículo 1º otorga una definición
descriptiva y enuncia sus caracteres. Así la mencionada disposición reza: “Los títulos valores son los documentos necesarios
para ejercitar el derecho literal y autónomo que en ellos se consigna.”
Del concepto legal de título valor, la doctrina comercial destaca dos ángulos diferentes pero estrechamente vinculados entre sí:
por un lado el aspecto material, esto es, el documento en sí mismo que contiene diversas menciones y por otro, el aspecto
sustancial o sea, el derecho de crédito incorporado al documento en beneficio de la persona a la que éste le sea entregado, y en
consecuencia, tipifican por contener una declaración unilateral de voluntad -incondicionada, irrevocable y de carácter constitutivo-
de una persona que se obliga a realizar una prestación determinada a favor de otra, legítima tenedora del documento.
En esta línea de pensamiento, Garrigues señala que la expresión título valor “nos servirá para designar jurídicamente aquellos
documentos cuyo valor, por estar representado por el derecho al cual se refiere el documento, es inseparable del título mismo.”
En cuanto a los caracteres, de la disposición citada, surgen:
a)Necesariedad: La conexión entre el documento y el derecho en él incorporado, implica que la presentación y existencia del título
es indispensable para exigir la prestación debida; de donde la destrucción material del mismo, deviene imposible la exigencia de
pago, en tanto el deudor tiene el correlativo derecho a que cuando da cumplimiento a la obligación se le restituya el documento
cambiario al tenor de lo dispuesto en el Artículo 6º del Decreto-Ley No. 14.701: “El ejercicio del derecho consignado en un título
requiere la exhibición del mismo”.
b)Literalidad: Las menciones contenidas en el título valor determinan el contenido y extensión del derecho a exigir.
Lo que no esté en el documento cambiario, no existe en el mundo jurídico y solo podrá hacerse valer lo que surja del mismo. De
igual forma, las “modalidades de ejercicio y todo otro posible elemento principal o accesorio del derecho cartular, son únicamente
los que resultan de los términos en que está redactado el título… [los derechos consignados no] pueden ser ampliados o
restringidos por constancias de otros documentos”.
El Artículo 9 º del Decreto-Ley No. 14.701, ratifica dicha propiedad: “El suscriptor de un título valor quedará obligado en los
términos literales del mismo, aunque el título entre en circulación contra su voluntad o después de que sobrevengan su muerte o
incapacidad”.Todo ello sin perjuicio a las menciones que el Decreto-Ley No. 14.701, permite completar (Artículo 4º y 61).
c)Autonomía: Ésta “…significa que el poseedor - y cada poseedor - tiene un derecho propio, nuevo, originario y, por lo tanto, no le
son oponibles las excepciones que el deudor podría invocar frente a los anteriores tenedores del título”.
Cada adquirente recibe el título ex novo como si hubiera sido creado para él (ius proprium no ius cessum) con independencia del
transmitente o de los anteriores poseedores, ejercitando un derecho propio. La autonomía del derecho emergente del documento
cartular no debe confundirse con la autonomía de la obligación de quien suscribe un título cambiario, quién en virtud de ésta no
puede exonerarse del pago invocando circunstancias invalidantes de otros firmantes del título, conforme lo dispone el Artículo 8º
del Decreto-Ley No. 14.701: “Todo suscriptor de un título valor se obligará autónomamente. La circunstancia que invalida la
obligación de alguno o algunos de los signatarios, no afectará las obligaciones de los demás.”
2. Vales, pagarés o conformes
Esta especie de títulos valores, son los que contienen una promesa incondicional de pagar una suma determinada de dinero
(Artículo 120 del Decreto-Ley No. 14.701), exigiéndose un elenco mínimo de enunciaciones, esto es, además de las enumeradas
en el artículo 3º: nombre del título, el derecho que se incorpora, fecha y lugar de creación y del ejercicio del derecho consignado y
firma de quien lo crea; el Artículo 120 exige que conste expresamente la denominación en el texto cartular (“vale, pagaré o
conforme”) en el idioma en que se redacta el título. Sin dificultad puede inferirse que el derecho que se consigna, esto es, la suma
de dinero a pagar, viene a ser una exigencia legal, aún cuando la misma establezca presunciones para las omitidas (título
incompleto) y permita que se completen a su presentación (Artículo 4º), cuyo antecedente será el pacto de completamiento
cambiario -expreso o tácito- originado en la relación causal que da origen al vale.
La inclusión de una condición para el ejercicio del derecho incorporado desnaturaliza el vale como documento cambiario. Así lo ha
entendido la jurisprudencia: “...la ley determina lo que es un vale y cuales son sus requisitos. En su función se le otorgan ciertos
efectos y procedimientos especiales.
Por tanto, no puede aceptarse que se incluya en él ninguna cláusula que perturbe esa naturaleza, porque trastornaría toda la
sistemática legal. Pero, de ahí no puede extraerse la conclusión de que, aun cuando la voluntad de las partes haya sido crear un
vale, si por ignorancia crean un documento incompatible con éste, deban podarse todas aquellas disposiciones que se oponen a

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esa naturaleza, y se transforme ese negocio en un vale. Si como en el caso, se ha visto, que el documento no es un vale, no
pueden anularse disposiciones para transformarlo en tal, puesto que éste no fue el espíritu del legislador.
Lo que corresponderá es que ese documento no se tome como un vale y por ende no se le apliquen las disposiciones de los
mismos. En consecuencia, debemos concluir que en el caso no nos encontramos ante un vale, y por tanto, el documento no
funcionará como título valor sino que, su validez y eficacia dependerá de su contenido y de las normas generales.” (Sentencia del
20/10/1982. TAC 3º. LJU. C. 9.964.)
3. Limitación de defensas en el ámbito procesal
Otro enfoque que no es posible soslayar es la limitación de excepciones preceptuada por el Artículo 108 del Decreto-Ley No.
14.701 ante un eventual juicio ejecutivo cambiario.
La regla citada limita las defensas admisibles, sin distinguir si se trata de primer o ulterior tomador, por lo que la doctrina y la
jurisprudencia mayoritaria niegan toda posibilidad de las defensas basadas en el vínculo causal que permitió el nacimiento del
documento cambiario. Tal veda de invocar la relación fundamental que dio origen a la firma del vale, la dogmática la ha calificado
como abstracción de los instrumentos cartulares en virtud que la causa del contrato subyacente, al suscribirse el vale, se
independiza y deviene abstracta.
Arias Bouzada, sostiene que la solución parece adecuada (justa) cuando el título ha circulado en virtud que el tomador de buena
fe de un título valor, es ajeno al negocio que lo originó.
Sin embargo, “la abstracción no parece tan justificada cuando el tenedor del título valor es además el sujeto activo de la
obligación fundamental que dio origen al título…” anotando que autores como Rippe entienden que “la abstracción sólo se explica
y encuentra su plena justificación cuando el título valor circula y es poseído en su proceso de circulación por un tercero respecto
de la relación fundamental, quien en una lectura estricta del Artículo 108, señala que “vulnera principios elementales de carácter
general y esencial de nuestro ordenamiento jurídico, como la justicia como fin de toda norma, la equidad, la buena fe, la economía
procesal, que no pueden ser dejados de lado por el Decreto-Ley No. 14.701 cuando el juicio ejecutivo enfrenta a partes
inmediatas o al librador con un tercero de mala fe. Esta posición es compartida por Bugallo, quien en su defensa cita la opinión de
Vivante: <<Si el vínculo que por virtud de la ley liga al deudor cambiario con el tercero poseedor del título es un vínculo abstracto,
regulado conforme a su contenido literal, en las relaciones inmediatas entre librador y aceptante, entre librador y tomador, entre
endosante y endosatario, la relación jurídica material ejercita una influencia continua>>… En el mismo sentido, aunque con
diferencias sustanciales en materia de Derecho Positivo, Bergel y Paolantonio rechazan de plano que la abstracción subsista
entre quienes se trabó la relación fundamental…” Menciona asimismo, la opinión de Gelsi, “quien sostuvo que si el vale
documenta un saldo de precio de un negocio, el juez debe admitir en tales casos las excepciones sobre el fondo del asunto, y la
de los escribanos Fratta Gasparini y Roque Molla, que se inclinan por admitir estas excepciones cuando se trata de partes
inmediatas, ya que el fundamento de la abstracción, facilitar la circulación del crédito, no existiría en estos casos.
Estos autores fundan su posición estrictamente en argumentos conceptuales, sin intentar encontrar apoyo en el Derecho Positivo;
concluyendo que es muy escasa la jurisprudencia que admite el causalismo entre librador y primer tomador del documento
cambiario.
Larrañaga- Muñoz-Quiró postulan que cuando el vale se emite en el marco de un contrato de tarjeta de crédito se está en
presencia de un titulo valor causado, ligado al contrato, razón por la cual es admisible analizar la causa, el origen del vale y la
forma de su completamiento.
4. Contrato de adhesión y cláusulas abusivas
Tanto en el derecho comparado como a nivel nacional, la legislación del Derecho del Consumo encuentra raíces en la
constatación empírica de la desigualdad de poder negocial entre proveedores y consumidores. La contratación masificada trae
aparejado el surgimiento de los contratos de adhesión, cuya definición aparece consagrada en el Artículo 28 de la Ley No. 17.250
al disponer: “Contrato de adhesión es aquel cuyas cláusulas o condiciones, han sido establecidas unilateralmente por el
proveedor de productos o servicios sin que el consumidor haya podido discutir, negociar o modificar, sustancialmente su
contenido.
En los contratos escritos, la inclusión de cláusulas adicionales a las preestablecidas no cambia por sí misma la naturaleza del
contrato de adhesión.”
La disposición transcripta, acoge en su texto la concepción general elaborada por la dogmática, donde una parte económicamente
preeminente (proveedor) predispone unilateralmente cláusulas sin que el débil negocial pueda tener injerencia en la redacción y al
que sólo le resta la opción de adherir o rechazar.
Cabe anotar que de cierta forma, ha quedado superada la discusión doctrinaria sobre la manifestación de voluntad del
consumidor al otorgar la adhesión; en la medida que por una lado, el mismo legislador lo conceptúa como contrato, esto es,
acuerdo de voluntades y por otro, la posible discrepancia con ciertos pactos contenidos en el negocio está morigerada por la
potestad legal habilitante de solicitar la declaración de nulidad de aquellas cláusulas desequilibrantes o contrarias a la buena fe, o
al decir de Orduña la “inferioridad sintetizada en la nota de imposición unilateral como exponente de la falta de un verdadero
proceso de negociación ha puesto de manifiesto, a su vez, un déficit de legitimidad en el consentimiento otorgado con las
correspondientes medidas de protección.”
Ahora bien, los contratos predispuestos son una forma de contratación indispensable en aras de agilizar las operaciones del
mercado, permitiendo satisfacer las necesidades o intereses de los contratantes con la premura que aquéllas y éstos exigen.
Sin embargo, este modelo negocial, facilita el abuso -materializado a través de pactos leoninos- en tanto las posibilidades de
discutir el contenido contractual por parte del consumidor, no existen o son escasas: acepta en bloque el documento
prerredactado por el proveedor o no contrata.
Por su parte, la Ley No. 17.250 define el concepto de cláusula abusiva en su Artículo 30: “Es abusiva por su contenido o por su
forma toda cláusula que determine claros e injustificados desequilibrios entre los derechos y obligaciones de los contratantes en
perjuicio de los consumidores, así como toda aquella que viole la obligación de actuar de buena fe.
La apreciación del carácter abusivo de las cláusulas no referirá al producto o servicio ni al precio o contraprestación del contrato,
siempre que dichas cláusulas se redacten de manera clara y comprensible.”
De la lectura de la disposición transcripta puede inferirse que los pactos o condiciones contractuales abusivas, son aquellos que
proporcionan ventajas para el proveedor que no encuentran su contrapartida en el consumidor, o se establecen estipulaciones
que violentan el principio de buena fe. Es oportuno apuntar que el perjuicio al que la norma alude, ha de interpretarse como

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disfavor o desequilibrio para el débil negocial, y no como daño patrimonial o extramatrimonial ya que está vinculado al instituto del
abuso de derecho (Artículo 1321 C.C.).
Como se viene de anunciar, la norma tiene fundamento en la represión del abuso de derecho, es decir, en el ejercicio de un
derecho del que se es titular con un fin contrario al previsto por la ley o un uso excesivo del mismo, que el orden jurídico reprime.
El uso abusivo del derecho, implica un comportamiento “irregular por su uso antisocial, inmoral, que entra en conflicto con las
normas generales de convivencia social (buena fe, buenas costumbres), repugnando la conciencia colectiva.
La antisocialidad en el ejercicio del derecho puede manifestarse en forma subjetiva, con la intención de lesionar un interés ajeno,
o la carencia de un fin serio y legítimo; u objetiva, por el desvío del derecho de su función socio-económica o contraria a la
finalidad para la cual fue formalmente incorporado al ordenamiento positivo.”
Lorenzetti, por su parte, analizando el concepto, también desde una óptica jurídico-social, con su habitual profundidad enseña: “Si
el derecho subjetivo es un poder subjetivo de un sujeto para la satisfacción de sus necesidades, es obvio, que éstas no se pueden
obtener sin sacarle algo a otro…por esta razón, quienes desarrollaron la idea del abuso, fueron cuidadosos en su formulación.
Las ideas del abuso se sustentan en la apreciación relativa al modo en que el titular ejerce el derecho: la sola intención de dañar,
la falta de interés, la culpa o la contrariedad a los fines que la ley tuvo en miras al reconocerlo.”… El juicio del abuso es un límite
interno del ejercicio de los derechos.
Puede suceder que no haya abuso de un derecho, pero que el mismo se desprenda de la armazón estratégica de un cúmulo de
derechos antifuncional, violatoria de la buena fe, redundando en una restricción de las libertades del otro contratante.”
Cabe acotar que nuestra ley, admite dos fuentes de abusividad autónomas e independientes: por desequilibrios injustificados y
por contrariar la buena fe; alcanzando con que se verifique uno de los tipos calificados por la norma para ingresar dentro del
ámbito del ejercicio excesivo del derecho.
La doctrina en torno al concepto de “desequilibrio injustificado”, creación de nuevo cuño legal, señala que este es un desequilibrio
o una asimetría en el plano jurídico, entre los derechos y obligaciones de los contratantes, que inclina el fiel de la balanza en
desmedro del consumidor.
Es interesante acordonar la significación del concepto referido, en la medida que su interpretación ha generado espinosas
discusiones; entendemos que la norma no considera el desequilibrio económico inicial, por lo que el instituto de la lesión no opera
como tipo de abuso previsto en nuestra legislación de consumo, el que tampoco habrá de confundirse con la teoría de la
imprevisión ni con la de la excesiva onerosidad superveniente, que por nuestra parte admitimos en el ámbito de las relaciones de
consumo.
Dicha glosa está respaldada por la letra misma del Artículo 30 cuando preceptúa que la abusividad “no referirá al producto o
servicio ni al precio o contraprestación del contrato”, toda vez que se cumpla la condición legal, esto es, “siempre que dichas
cláusulas se redacten de manera clara y comprensible”.
Así, que el precio esté pactado en forma nítida va a implicar una redacción sin complejidades interpretativas, que permitirán al
consumidor acceder a su comprensión en forma sencilla.
A contrario sensu, siempre que el precio no pueda determinarse con una claridad que habilite su entendimiento, la estipulación
podrá ser examinada por el pretorio a efectos de verificar si existe abusividad.
Ello no es más que la ratificación legal de la regla de la transparencia, rama desprendida del árbol de la buena fe, porque la
exigencia de claridad y comprensión, es también un modo de combatir -mediante la sanción de nulidad- a quien informe el precio
valiéndose de zigzagueos que redundan en que su co-contratante no termina de saber, acabadamente, cuanto está pagando por
la contraprestación recibida.
Finalmente, es dable señalar al tenor de lo preceptuado en el acápite del Artículo 31 (“Son consideradas cláusulas abusivas sin
perjuicio de otras…”), sin hesitación alguna, que la disposición puede calificarse de enunciativa, en tanto el elenco allí
mencionado ejemplifica supuestos de pactos intolerables, operando como modelo o parámetro que debe guiar al intérprete a la
hora de analizar alguna situación de las no enumeradas.
No es concebible un elenco taxativo en la medida que resulta imposible predeterminar los pactos que la voluntad humana pueda
diseñar, y en consecuencia, el análisis de una estipulación vejatoria opera de acuerdo al concepto general de abuso de derecho.
Nos parece conveniente una acotación respecto a la distinción entre cláusulas abusivas y prácticas abusivas, que si bien
encuentran una raíz idéntica, las consecuencias jurídicas no son iguales. El pacto vejatorio se sanciona con nulidad, mientras que
la práctica abusiva genera responsabilidad (Artículos 31 y 22 respectivamente).
Las últimas nombradas son reguladas por la Ley No. 17.250 en el capítulo correspondiente a la oferta, sin perjuicio que pueden
aparecer en cualquiera de las etapas negociales.
Los estudiosos del Código de Defensa al Consumidor Brasileño, apuntan que las prácticas abusivas son el género, mientras que
las cláusulas y la publicidad abusivas, son la especie.
En Argentina, en forma clara Stiglitzmanifiesta que se trata de condiciones irregulares de negociación en las relaciones de
consumo, sea desde el prisma de la buena fe, de la óptica del orden público o de las buenas costumbres.
Si bien en nuestra ley, el Artículo 22 consagra una serie de prácticas abusivas, es meramente enunciativo, no siendo una
disposición solitaria, en virtud que el combate de aquellas emerge de diferentes normas, (Artículos 9, 13, 14, 24, 30, etc.).
Por otra parte, vale anotar que las prácticas abusivas no necesariamente implican un engaño o falacia, pero contienen un grado
de deshonestidad económica o de opresión, alcanzando que violenten, ya el principio de la buena fe, los usos comerciales éticos
o las buenas costumbres.
4.1. Desequilibrios injustificados. Algunas pautas de análisis
El planteo del tema nos lleva al estudio del contenido interpretativo que se le otorga a la expresión legal “desequilibrios
injustificados”(Artículo 30), en virtud que éste encuadra dentro de aquellos conceptos válvula o indeterminados, que
necesariamente deberán investirse de significado conforme a las circunstancias del caso y atendiendo a todo el tejido contractual
establecido.
Claudia Lima, indica que para escrutar la abusividad de una cláusula contractual existen dos posibles caminos: el primero, desde
un punto de vista subjetivo, conectando la misma con la figura del abuso de derecho y cuya consecuencia principal es la
utilización maliciosa o desviada de la finalidad social del poder (derecho) concedido a un sujeto; la segunda vía será el resultado
de un examen desde una óptica objetiva, esto es, conectada con los paradigmas de la buena fe objetiva, cuya consecuencia
principal es el desequilibrio resultante de la cláusula impuesta por la falta de razonabilidad o conmutatividad que exige el contrato.

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Comercial II – Parte III.
La autora se inclina por la tesis objetiva basada en la buena fe y no en el reproche a una actuación maliciosa o subjetiva.
En el mismo sentido, Tepedino anota que la abusividad en el ejercicio de un derecho debe ser examinada desde un ángulo
exclusivamente objetivo, por lo que es suficiente que se verifique una disconformidad concreta entre el ejercicio de la situación
jurídica y los valores tutelados por el ordenamiento Civil Constitucional.
Yuri Vega, de modo asaz descriptivo, expresa que “la primera vía de protección se alcanzaría por medio de una regulación de las
condiciones de la contratación en los contratos celebrados con consumidores, con el objeto de proscribir la abusividad de las
cláusulas que, en desmedro de la buena fe, denoten una grave alteración del equilibrio contractual, una distribución injustificada
de riesgos, cargas, impedimentos, caducidades, asunción de daños, etc., que afecten a los consumidores; en tanto que, de la otra
parte, supongan liberación o exoneración de responsabilidad en cualquier caso y sin mayor sustento, de parte de los
proveedores…”
A la luz de la dogmática citada y con vocación de criterio general puede apuntarse que el concepto de abusividad ha de emerger
de la ponderación de pesos y contrapesos pactados entre los derechos y las obligaciones de ambas partes.
Será necesario analizar si las prerrogativas o derechos establecidos a favor del proveedor, tienen (o no) una contrapartida para el
consumidor, porque aquello que prima facie aparece como cláusula abusiva, puede no serlo.
El norte orientador será la verificación de un equilibrio racional y que la convención se ajuste a la regla de la buena fe objetiva.
Detectado por el magistrado el desequilibrio sin un contrapeso a favor del consumidor, conforme al Artículo 31 in fine
corresponderá que declare su nulidad y de ser necesario, integre el contrato. Vale señalar que la Ley No. 17.250 no señala
parámetros de guía para el juez en la tarea integrativa, pues ello no puede desprenderse del Artículo 1º de la ley en tanto la
remisión opera ante el vacío normativo; pero no contractual.
Ahora bien, la afirmación precedente no obsta que el operador judicial acuda al Código Civil como guía de integración por
entender dicho régimen como razonable, pero en todo caso, siempre atendiendo a las circunstancias específicas y al contexto
contractual.
5. Cláusula de adhesión que obliga suscribir un vale en blanco en el marco de una relación de consumo
A la luz de lo expuesto, la suscripción de un vale en blanco dentro del panorama de las relaciones de consumo, cuya contratación
se caracteriza por ser de adhesión y donde la disparidad de poder negocial fulmina la posibilidad de discutir las cláusulas; a falta
de contrapartida que justifique un tipo de pacto que imponga la obligación de firmar un documento cambiario en blanco, parece
razonable sostener que nos enfrentamos a un pacto vejatorio, desequilibrado y contrario a la buena fe que da lugar a su nulidad,
tal como se sostiene en las sentencias que se considerarán.
En Brasil, Guilherme Fernándes ha sostenido que los principios de equidad, proporcionalidad y equilibrio de las relaciones de
consumo, así como el de la buena fe, integrados debidamente son el objetivo de la justicia contractual y la armonización de las
relaciones de consumo y, citando a Karl Larenz, indica que la prohibición del exceso de Derecho es una manifestación del
principio de proporcionalidad y debe aplicarse sobre todos los sectores del ordenamiento jurídico.
La autonomía de la voluntad alegada en favor de dichos pactos, no tiene la suficiente entidad para enervar el desequilibrio.
Si bien es cierto, que no cuestionamos la existencia de consentimiento en los contratos en masa, éste no puede extenderse a una
imposición de la naturaleza que analizamos, aunado a que el consumidor no podrá defenderse ni siquiera esgrimiendo el
incumplimiento de la contraparte a la luz de la interpretación mayormente aceptada del Artículo 108, como se indicó supra.
En definitiva, se preconstituye un instrumento procesal que confiere menores garantías al consumidor sin otorgarle a cambio,
ninguna prerrogativa que iguale el fiel de la balanza contractual.
La respuesta jurídica a esta situación, como se anunció, viene otorgada por el Artículo 31 que posibilita al juez la anulación del la
estipulación abusiva.
Así Lorenzetti, al analizar la protección en las situaciones contractuales abusivas anota que: “Uno de los problemas que enfrenta
el Derecho es establecer límites a quien organiza un contexto que resulta asfixiante para las libertades individuales del
consumidor.
Aunque el ejercicio de sus derechos no esté en principio afectado, el resultado práctico final es que por obra del contexto se
produce la lesión…hay un cúmulo de derechos usados de modo tal que producen un efecto disfuncional; hay una acción
concertada, un diseño estratégico de una situación jurídica. Lo relevante en el análisis de la abusividad será el examen de la
realidad objetiva, su regulación legal, y su incidencia en las libertades afectadas.”
Asimismo, ejemplifica como cláusula abusiva: “la que obliga al usuario, en carácter de garantía, a la firma complementaria de un
pagaré en blanco”.
Por otro lado, el jurista español, Agustín Cañete Quesada, en un enjundioso estudio sobre la validez de los vales en blanco,
efectúa un relevamiento de la doctrina y jurisprudencia española, donde mayoritariamente se ha concluido la nulidad de la
cláusula de referencia cuyos argumentos, trasladables a nuestro ordenamiento, pueden sintetizarse: 1) Primacía de la protección
de la legislación de consumo, sobre el principio de autonomía de la voluntad de las partes; 2) La garantía adicional que supone la
firma de un vale en blanco, distinta de la que el propio contrato otorga “ vulnera abiertamente los principios rectores y legislación
especial establecida en protección de los consumidores debiendo reputarse la misma nula de pleno derecho por dicha causa y,
por lo tanto, sin ninguna eficacia jurídica entre las partes contratantes lo que, en consecuencia, contaminará a las obligaciones
cambiarias asumidas que reflejan de una manera abstracta el pagaré con dicha finalidad emitido y al hipotético juicio ejecutivo
que iniciado sobre tales premisas pudiera entablarse por la entidad prestamista tenedora del título…”, en consecuencia implican
un fraude a la protección legal de los consumidores; 3) Las razones que justifican la nulidad resultan de la ausencia de requisitos
intrínsicos de licitud que el pacto debe conllevar, que no son otros que “<<la existencia de buena fe y justo equilibrio de las
contraprestaciones.>>. La ausencia de buena fe se infiere tanto del tenor objetivo de la cláusula que permite a la entidad de
crédito fijar unilateralmente el importe del pagaré cuanto de la posición subjetiva del prestatario, por lo general un hombre
modesto que se relaciona en términos de debilidad frente a una gran empresa. La carencia del justo equilibrio de las
contraprestaciones se manifiesta en la imposición al prestatario-consumidor de una nueva contraprestación, la suscripción en
garantía de un pagaré en blanco, que viene a añadirse a las contraprestaciones propias del contrato de préstamo -devolución del
capital y abono de intereses-, sin que se vea compensada tan gratuita concesión por contraprestación alguna que la equilibre por
parte de la entidad de crédito.” 4) La imposición de una firma en blanco es abusivo en tanto implica desproporción, y no equitativo
porque destruye la equivalencia de las prestaciones sin ninguna ventaja para el consumidor en la medida que “el prestatario
multiplica por dos sus obligaciones (la causal y la cambiaria), mientras que la entidad de crédito multiplica por tres sus derechos

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Comercial II – Parte III.
(el causal, el cambiario y el de dar por vencido el préstamo y determinar unilateralmente la deuda); 5) El juicio cambiario, implica
para el consumidor una inversión de la carga de la prueba, pues será éste quien deba probar el abuso del completamiento. De la
profusa recopilación de jurisprudencia española que efectúa Cañete Quesada, puede inferirse que al día de hoy, resulta casi
monolítico en los estrados judiciales, la posición que sostiene la nulidad del pacto en análisis.
5.1. Jurisprudencia
A modo ilustrativo, se releva jurisprudencia (sin agotarla) que muestra los avances sobre el punto objeto del presente, así como
los fundamentos argüidos por los tribunales españoles y nacionales.
A) Fallos foráneos
En España, sin bien la jurisprudencia en un principio mostró cierta vacilación, actualmente se ha consolidado en el sentido de no
admitir el vale en blanco derivado de relaciones de consumo. Se citan dos sentencias con 10 años de diferencia de Tribunales
Españoles Superiores en virtud que la primera seleccionada recoge el debate, mientras que la segunda, una década después,
revela como posición mayoritaria la que considera la invalidez de la firma del vale en blanco bajo el cerco de los vínculos
consumeristas.
1) Sentencia No. 578/001, de fecha 13/11/2001. Audiencia Provincial de Alicante, 7ª Sección, (Madaria Ruvira, Serrano Ruiz de
Alarcón, Jiménez Morago). -Extracto- “…Como acertadamente señala la sentencia apelada, son dos las corrientes doctrinales y
jurisprudenciales que se pronuncian de forma contradictoria sobre la validez de un pagaré como título ejecutivo, cuando librado en
blanco, es la entidad bancaria la que incorpora al mismo el saldo deudor, para acudir a la vía ejecutiva…En el presente recurso se
plantea como motivo de impugnación de la sentencia de instancia la nulidad del título ejecutivo. Ello es así porque bajo la
apariencia de un pagaré, se ha tratado de ejecutar un contrato de préstamo eludiendo de esta forma las garantías y controles
para este tipo de contratos… y con ello se ha incurrido en fraude de Ley y por consiguiente en la nulidad del título ejecutivo…Así
la Sentencia de la AP de Valencia (Sección 6ª), de 16-12-1.999, que tras citar la jurisprudencia contraria de la Audiencia Provincial
de Alicante, viene a plantear el problema expresando que, "En cuanto a la prueba de la ejecutante, ésta consiste en la indicada
documental, el contrato de préstamo…en cuya cláusula adicional se contiene la emisión del pagaré en blanco "; Como es sabido
el tema que aquí se plantea es discutido y ha generado dos corrientes de resoluciones en los últimos años en la llamada
"pequeña Jurisprudencia", esto es, en las resoluciones de las Audiencias Provinciales. En defensa de la tesis de la apelante
pueden citarse las resoluciones siguientes: el Auto de la A.P. de Madrid de 4 de junio de 1998, la sentencia de la de Alicante de 4
de diciembre de 1998 y las de Barcelona de 28 de octubre y 18 de diciembre de 1998, además de la de la misma Audiencia, de su
Sección 16 S. 05-02-1998, que resulta particularmente expresiva en la línea de defensa de la regularidad y adecuación a Derecho
del instrumento jurídico que se discute. Frente a ello, contemplan básicamente la tesis defendida en la sentencia apelada, entre
otras, las sentencias de las Audiencias Provinciales de Cantabria de 4 de marzo de 1998, de Toledo de 20 de abril de 1998, de
Tarragona de 9 de febrero de 1999, de Valencia de 25 de febrero de 1999 y de Asturias de 31 de mayo de 1999, además de la
que se transcribe a continuación parcialmente, de la A.P. Vizcaya, sec. 3ª de 25 de mayo de 1998, que en su fundamento 3° dice
lo siguiente: "en cuanto al fondo de la cuestión se ha de exponer que respecto de la problemática suscitada, ciertamente la
utilización del pagaré en blanco, en garantía de contratos de préstamo, es indudable y sin desconocer la legitimidad que como
título ejecutivo mantiene el pagaré, y que indudablemente no se niega su ejecutividad al amparo del Art. 1429-4, su utilización en
determinadas circunstancias sí puede suponer cuando menos una actitud abusiva, e incluso fraudulenta, y ello por cuanto que
ciertamente puede sustraer o por mejor decir abrir la vía del juicio ejecutivo a la reclamación que haga la entidad bancaria de la
deuda derivada de la suscripción del contrato mercantil, pero eludiendo la aplicación de las leyes reguladoras…en cuanto que tras
la trascendental sentencia del Tribunal Constitucional 14/92 se han exigido, o por lo menos esta Sala en su doctrina más general
así lo ha venido determinando, la necesidad de que se aporten con la demanda los elementos de hecho y de cálculo que permitan
al juez apreciar, siquiera "prima facie", la liquidez y exigibilidad de la deuda. Es obvio que, aun partiendo de la bondad que quiera
darse a la liquidación efectuada por la entidad bancaria, es obvio que la emisión del pagaré, en garantía de una póliza bancaria se
confía exclusivamente a la entidad actora la liquidación, suprimiéndose por contra una serie de controles. Además en gran medida
supone eludir mediante la articulación de un negocio cambiario abstracto el control de un negocio causal. Por otro lado la
utilización de un pagaré en blanco supone la inversión de la carga de la prueba en caso de que el prestatario pretenda impugnar
la corrección de la liquidación hecha…Ciertamente como se ha expuesto, y por las razones esgrimidas la emisión del pagaré, en
blanco puede suponer un fraude a la ley, y asimismo un claro abuso respecto de los consumidores, y también se ha expuesto, que
es necesario analizar el caso concreto...". En el caso enjuiciado en la sentencia de referencia, cuya doctrina se comparte
expresamente, y en el presente caso, tal como se ha visto el juicio ejecutivo se inicia sólo con la aportación del pagaré, por tanto,
sin aportar los datos y documentación que se adjuntaría necesariamente si se tratara de una póliza de préstamo…además,
resulta clara la naturaleza de contrato de adhesión del contrato subyacente permitiendo a la entidad bancaria "rellenar" el pagaré,
según se ha descrito más arriba, en particular la "cláusula adicional". Con todo ello en definitiva, en el ámbito de un contrato de
adhesión se vulnera el justo equilibrio de prestaciones, propiciando una situación de abuso con relación al demandado en su
posición de consumidor y frente a un contrato de adhesión, según termina señalando la misma sentencia. No puede, por tanto,
sino compartirse lo razonado por el juzgador "a quo", que se da igualmente por reproducido para llegar a la conclusión de que el
sistema implica un fraude de ley y que la cláusula contractual que ampara tal actuación es contraria a lo dispuesto en el Art. 10.4
de la Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios". En igual sentido sentencia de la Sección Quinta de dicha AP de
Valencia de fecha 25-2-1.999…esta Sala entiende que es más ajustada a Derecho la tesis contraria a la parte actora, por razones
de garantías procesales, dada la naturaleza sumaria del procedimiento…”
2) Sentencia No. 115/011 de fecha 02/02/2011 de febrero 2011. Audiencia Provincial de Madrid, 11ª Sección. (Gavilán López,
Almazán Lafuente, Alfaro Hoys). -Extracto- “…La sentencia de instancia estima la causa de oposición esgrimida frente a la
demanda ejecutiva cambiaria interpuesta, que tenía por objeto la ejecución de un pagaré firmado en blanco en su día por los
ejecutados, como garantía de un préstamo mercantil, en base a una cláusula del contrato al considerar, a modo de síntesis, la
ilicitud de dicha cláusula y nulidad de dicho titulo ejecutivo…Es cierta la existencia de sentencia contradictoria de las AA.PP., pero
no lo es menos que cabe considerar mayoritaria la corriente en orden a negar su validez, pues como dice la Sentencia de esta
Audiencia Provincial de Madrid, Sección 10.ª de 18 de Febrero de 2.009. " Reproduce la parte apelante la alegación de nulidad
del título, por haberse emitido el pagaré en blanco, al no consignarse la cantidad adeudada, que sólo se hizo constar con vistas a
ejercitar la acción cambiaria, con infracción de los Arts. 67.2 y 94.2 L.C.C. Pues el pagaré fue librado para garantizar el pago de
un contrato de préstamo, dejando al arbitrio de la prestamista la determinación de la cantidad debida, lo que implica alterar las

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Comercial II – Parte III.
garantías jurídicas previstas para otorgar eficacia ejecutiva al contrato de préstamo, con infracción del Art. 10 de la Ley de
Protección y Defensa de los Consumidores y Usuarios, y simultánea vulneración del Art. 11. 1 y 2 L.O.P.J. por abuso de derecho y
fraude de Ley. Ante todo, es de reseñar que el pagaré fue emitido, efectivamente, en garantía del pago del contrato de préstamo,
y no a petición de los deudores, sino a instancia de la entidad bancaria, que como resulta de la documentación aportada a los
autos confeccionó y presentó a la firma el documento, anejo al texto del pagaré, en que se contempla la emisión de ese título a
los fines expresados. Sobre esta cuestión, se acoge el criterio reflejado en S.A.P. Madrid, secc. 14.ª, de 8 de julio de 2008, a cuyo
tenor "acudir a la libertad de pactos que autoriza el Art. 1255 CC se nos antoja desde luego incompatible con una adecuada
defensa del consumidor, claramente en situación de inferioridad frente a una entidad bancaria que redacta los documentos, y los
presenta así a la parte acuciada por la necesidad de obtener un crédito. En este caso, el Banco unilateralmente se hace con dos
tipos de garantías: la que se deriva de la póliza de préstamo, y la que obtiene al firmarse un pagaré en blanco por los usuarios, a
rellenar unilateralmente por el Banco según resulte del estado de cumplimiento de aquel préstamo concertado entre ambos…
Como dice la sentencia de la AP Tarragona de 7.11. 2003, se plantea aquí la cuestión relativa a la validez y fuerza ejecutiva de los
pagarés firmados en blanco en garantía de préstamos mercantiles y completados posteriormente por la entidad bancaria en virtud
de una cláusula contractual que así lo prevé, cuestión discutida y que ha generado dos corrientes de resoluciones en la llamada
"pequeña jurisprudencia" o resoluciones de las Audiencias Provinciales, pudiendo citar, sin ánimo exhaustivo, a favor de la validez
de esta práctica, las sentencias de la Audiencia Provincial de Barcelona de 15-7-94, 5-2-98 y 18-12-98, la de la Audiencia
Provincial de Madrid de 29-12-94 y los autos de la misma Audiencia de 27-3-95, 16-10-95, las sentencias de la Audiencia
Provincial de Alicante de 4-12-98, y 12-11-99 y en contra, las sentencias de las Audiencias Provinciales de Cantabria de 4-3-98,
de Toledo de 20-4-98, de Valencia de 25-2-99, de Castellón de 28-7-99, entre otras… Es cierto que la Ley Cambiaria y del Cheque
autoriza el libramiento de pagarés en blanco, pero no puede obviarse que en estos casos estamos en presencia de pagarés
emitidos al amparo del contenido de las condiciones generales de un contrato de préstamo al consumo entre una entidad de
crédito y unos consumidores, conforme a la definición que de los mismos contiene el Art. 1.2 de la Ley No. 26/1984 de 19 de julio,
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, lo que obliga a considerar su validez de acuerdo con lo en ella
establecido. Efectivamente según el Art. 10.bis. 1 "se considerarán cláusulas abusivas todas aquellas estipulaciones no
negociadas individualmente que en contra de las exigencias de la buena fe causen, en perjuicio del consumidor, un desequilibrio
importante de los derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato", y del mismo se desprende que se considera
cláusula abusiva toda aquella que perjudique de manera desproporcionada o no equitativa al consumidor o comporte en el
contrato una posición de desequilibrio entre los derechos y las obligaciones de las partes en perjuicio de los consumidores y
usuarios, y esto es lo que ocurre en casos como el presente...ello supone la utilización de un procedimiento de obtención de un
título ejecutivo que permite burlar las exigencias y garantías para el deudor que para los contratos mercantiles, como es el que
nos ocupa, se encuentran previstas en la Ley de Enjuiciamiento Civil para el caso de que se pretenda dotarles de fuerza
ejecutiva… sino también la referida al asesoramiento y control de legalidad, en especial la de velar por el cumplimiento de la
normativa que ampara los derechos de los consumidores…pactándose otro sistema para llegar a las mismas consecuencias con
detrimento de los medios de información y defensa en el juicio ejecutivo por parte de los prestatarios, lo que implica un
desequilibrio para éstos buscado precisamente para favorecer al banco, ya que como se desprende de la propia cláusula
adicional suscrita en el presente caso se pacta que el banco completará el pagaré sumando como diferentes conceptos las cuotas
impagadas, los intereses moratorios, los intereses correspondientes devengados por el capital, impuestos, comisiones y gastos,
efectuando la liquidación el propio banco conforme a lo pactado…La cláusula adicional suscrita de emisión de un pagaré en
blanco para garantizar el cobro del préstamo implica la existencia de una cláusula contractual mediante la cual la entidad de
crédito se reserva un amplio poder unilateral de determinación de la cuantía de la deuda que coloca a los prestatarios en una
posición con escasas garantías de defensa, por lo que debe ser considerada nula de pleno derecho conforme al Art. 10. Bis. 2. de
la citada Ley General, con el efecto necesario de tenerla por no puesta y, en consecuencia, sin efecto entre las partes
contratantes, lo que conlleva la ineficacia de la declaración cambiaria emitida por el ejecutado en el pagaré que nos ocupa. Es
decir, que mediante una cláusula de adhesión, a la que no podrá oponerse en el momento de la firma del contrato, se le impone el
firmar un pagaré en blanco, el cual supone una inversión de la carga de la prueba respecto a si debe o no la cantidad que se le
reclama, agravada por el hecho de que puede ignorar también las bases o cálculos seguidos por el banco para rellenar el pagaré
y con el añadido de que si el pagaré es endosable no podrá oponer frente al tenedor endosatario el que se haya rellenado en
contra de lo pactado". Argumentos que…justifican la necesidad de controlar el uso de un título que puede dar lugar a una
reclamación judicial en la que la posición del tenedor está claramente reforzada…Fallamos que debemos desestimar el recurso
interpuesto por la entidad Banco Bilbao Vizcaya Argentaria S.A. contra la sentencia dictada…”
B) Fallos nacionales
En el ámbito patrio, si bien la jurisprudencia durante años ha convalidado la cláusula (y práctica) que entendemos abusiva,
incluso a espaldas de la Ley No. 17.250, actualmente se abre camino la posición que sostenemos a la luz de la legislación
consumerista: el pacto que obliga al consumidor a suscribir un vale en blanco, se ha declarado nulo por abusivo, como pude verse
en los fallos que se transcriben, presentando un viraje sustancial en las decisiones de nuestros tribunales.
1) Sentencia J.L. Civil No. 52/006-12 de Segunda Instancia. Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de 12º Turno.
(Szafir). -Extracto-“…Es contrario a la buena fe y además desequilibrante de los derechos y obligaciones, solicitar que se firme un
documento literal y autónomo en blanco, ya que en nuestro sistema jurídico existe una posición mayoritaria en el sentido de que
aún entre partes, rige el límite de excepciones del Artículo 108 del Decreto-Ley No. 14.701. En España se ha sostenido que la
utilización de títulos valores -aunque no estén en blanco- por las entidades de crédito, responde exclusivamente al deseo de
dotarse de un título procesal ejecutivo, y por lo tanto un crédito privilegiado (Francisco Javier Orduña- Contratación y Consumo.
Valencia 1998. Ed. Tirant Lo Blanch. Pág. 368)…Indica el autor referido que se ha venido observando con preocupación una cierta
práctica bancaria basada en razones comerciales del uso de instrumentos cambiarios, so pretexto de un menor coste y una mayor
agilidad comercial. Entiende que no se pueden esgrimir razones de costo para justificar dicha práctica…Relata el autor español,
que en un primer momento se utilizaron pagarés en blanco con vencimiento a la vista en cuyo contrato se establecía una cláusula
que facultaba al proveedor para completar su importe…” Posteriormente se quiso subsanar “la repulsa” que despertaba en
medios doctrinales y jurisprudenciales el empleo de instrumentos cambiarios en blanco con consumidores, que aunque permitido
con carácter general podía dar lugar a la invocación del incumplimiento de los acuerdos celebrados o a la práctica de abusos e
indefensión.” (Oduña, Op. Cit. pág 369). En el mismo sentido puede citarse al jurista Saraza Jimena, R. que escribió un trabajo

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titulado “El Pagaré en blanco emitido por entidades de Crédito…” donde sostuvo la necesidad de evitar la generalización de un
fraude de ley (La Ley No. 3646 Año XV, pág 3)…Hoy día se considera abusivo no sólo el vale en blanco, sino también aquél que
fue firmado por el deudor cuando ab initio no figura la cantidad del principal…El abuso se entiende como la extralimitación del
poder negocial sin necesidad de que se configure un daño. Se trata de un ejercicio anormal del derecho…El desequilibrio se crea
porque se utilizan torcidamente las normas cambiarias, cuya finalidad es la posible circulación de los títulos valores, ya que detrás
de ello no se esconde sino, un censurable deseo de mantener privilegios frente al deudor sin contrapartida aparente…(Orduña.
Op. cit. pág 372). Esta cláusula infringe la buena fe en sentido objetivo, porque permite a la tarjeta fijar unilateralmente el importe
del vale en blanco, situación que se sustenta en el Artículo 4.1. de la Directiva 93/13/CEE del 5 de abril de 1993 sobre cláusulas
abusivas en los contratos con consumidores, esta situación surge porque la entidad emisora de las tarjetas tiene una
preeminencia sobre el consumidor, tanto en lo económico, como en lo jurídico, disponiendo de equipos legales que innovan
continuamente. Por ello, concluye Navarro Chinchilla, J. J. en la nulidad de la citada cláusula…”
2) Sentencia T.A. Civil No. 37/008-6 Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6º Turno. Martínez (R), Klett, Hounie. -Extracto- “…En
el caso existió completamiento abusivo del título valor que se pretende ejecutar. Este vicio es potencialmente idóneo para generar
la nulidad del acuerdo de llenado del título valor en cuestión. A juicio del Tribunal, tal irregularidad se encuentra comprendida en la
excepción de la inhabilidad de título, puesto que al no incorporarse al documento derecho alguno (Artículo 3, num. 3 del Decreto-
Ley No. 14.701) faltaría uno de los requisitos esenciales para la validez del título valor (Artículo 108 ejusdem)…Como puede
apreciarse, el documento cuya ejecución se persigue en estos obrados no es un título valor común, en el que el librador emite el
título al tenedor para satisfacer una obligación que tenía con éste en virtud de una relación extracartular, sino que la emisión de
este documento se realiza en el marco de la ejecución de un contrato de tarjeta de crédito. Compartiendo la opinión de Larrañaga,
Muñoz y Quiró, se considera que el título valor de obrados se encuentra necesariamente causado respecto al contrato de emisión
y al pacto de completamiento que integra el referido negocio base, razón determinante para que se acoja la excepción de
inhabilidad de título planteada…Con particular acierto, el decidor de primer grado pone de relieve que, en casos como el sub-
judice, resulta evidente que el titular de la tarjeta de crédito solo puede realizar un adecuado control de la cantidad que se
pretende ejecutar si, al promover la acción, el actor acompaña con el título valor no completado por el demandado, los
comprobantes de adquisición o vouchers, que son, nada más y nada menos, que los documentos firmados directamente por el
usuario de la tarjeta. En efecto, con tales documentos se logra probar que el negocio celebrado por el usuario ciertamente se ha
realizado, así como el monto de la obligación por él asumida. Adviértase que de no ser así, la cantidad reclamada quedaría al
mero arbitrio del demandante, quien podría poner cualquier cifra, sin que pudiera hacerse ninguna clase de control, ni por el
accionado, ni por el Oficio, lo cual es a todas luces inadmisible. Ninguno de los documentos han sido presentados por la misma
promotora…al no presentarse la referida documentación, el demandado quedaría en situación de indefensión con respecto a la
contraparte, ya que su suerte dependería pura y exclusivamente del arbitrio del actor, quien podría poner cualquier cifra al
completar el título valor y ejecutarla sin ningún impedimento, lo que es de franco rechazo…”
3) Sentencia J. Paz Capital No. 39/009-2 Juzgado de Paz Departamental de la Capital de 2º Turno. (Aquino). -Extracto- “…Al
respecto la actora alega la imposibilidad de interponer la excepción de inhabilidad de título basada en la relación causal, al
relacionar la relación fundamental que dio origen al vale y la legitimidad del completamiento del vale en blanco...Para ello es
necesario iniciar el razonamiento desde la integralidad que forma el vale con la tarjeta de crédito que lo origina y su prenda, en el
marco regulatorio del Decreto-Ley No. 14.701 desde el punto de vista de la relación de consumo en que están insertas las partes,
en su posición de proveedor la institución bancaria, y consumidores los demandados, Artículos 1º y 4º de la Ley No. 17.250,
posterior a la Ley Cambiaria. Ello no ha sido ajeno a la doctrina comercialista, en cuanto la Dra. Nury Rodríguez en su Manual 2ª.
Edición y específicamente en los títulos valores con blancos, refiere a las normas especiales dictadas para la defensa del
consumidor. En efecto, el Decreto 409/996 y Circular No. 1565 del 17/10/1997, determinaban que en caso de operaciones de
crédito para la venta de servicios y bienes de consumo, en las cuales se emitieran títulos valores incompletos, deberá otorgarse
un documento anexo que contenga en forma precisa e indubitable las instrucciones para completarlo. Con la sanción posterior de
la Ley No. 17.250 y el Artículo 4º de la Ley No. 18.212 determinó que la exigencia del vale en blanco sea un exceso de exigir
garantías en los cuales no se prevé la fecha de vencimiento, el monto del crédito ni las tasas…En el sub-lite su libramiento
configuró el injustificado desequilibrio que conlleva a la normativa proteccionista en cuanto ya existía una prenda autoejecutable
para el saldo deudor de la tarjeta expedida, lo cual determina la innecesariedad de exigir vías rápidas procesales extras, como
otra garantía sin necesidad real ni aparente ante la prenda constituida…Esta nulidad que se advierte desde el punto de vista del
consumidor es igualmente admisible al ingresarla en la de inhabilidad de título desde el análisis de la normativa cambiaria. En
efecto, según lo dispuesto en el Artículo 4º del Decreto-Ley No. 14.701, se exige que el titulo valor esté completado para poder
exigir el derecho consignado, es así que la norma autoriza al tenedor a completar sus enunciaciones. El artículo 61 prevé que
cuando existen instrucciones impartidas para completar el título, en caso de violación se permite “alegar la violación de los
acuerdos frente a quien tomó el titulo valor y contra quien celebró el pacto cambiario”…Sin embargo, estas circulares que
permiten el completamiento de un título firmado en blanco, no interpretan lo que las leyes del consumidor (Artículos 30 y 31) y de
usura (Ley No. 18.211, artículo 4º) posteriormente promulgadas determinan, la prohibición de su completamiento posterior a la luz
de los Artículos 56, 10, 7, 72 y 332 de la Constitución…Las normas banco centralistas en su carácter de resoluciones son el
peldaño más bajo de la pirámide Kelseniana y su interpretación debe ser desde la norma de rango superior y así sucesivamente,
no a la inversa…[También existe] una cláusula de “máximo interés legal” de contenido abusivo por no estar determinado el
interés, integrada al contrato de adhesión sin claridad ni comprensión para un consumidor típico, lo que la doctrina denomina
“cláusula abusiva formal”. [A su vez opera] la violación de la integridad del documento al cortarlo de la tarjeta de crédito que lo
origina, lo que ni la norma banco centralista permite…Por último, el vale tampoco fue llenado con las instrucciones del documento
complementario…”
4) Sentencia de segunda instancia (del fallo que antecede) Sentencia J.L. Civil No. 50/010-3. Juzgado Letrado de Primera
Instancia en lo Civil de 3º Turno. (Kelland). -Extracto- “…No se discute en autos que los contratos de tarjeta de crédito son
contratos de adhesión y que las instituciones bancarias condicionan la suscripción del mismo a la firma de un vale en blanco. Por
tal motivo en nuestro país se firman, según dice el actor “masivamente”. Ello es así, el hecho es notorio y de público
conocimiento, pero tal circunstancia no legitima dicha práctica. No se comparte la crítica que realiza el actor bajo el nomen iuris “el
Banco claramente actúo de buena fe”, cuando señala “…que si nos adherimos a la interpretación de la jueza a quo, todas estas
cláusulas serían anulables por contradecir la Ley de Derecho del Consumo”, lo cual implicaría implementar todo un sistema de

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Comercial II – Parte III.
emisión de tarjetas, con los inconvenientes logísticos que ello conlleva”. Precisamente, para combatir una práctica de larga data
que genera un claro desequilibrio entre los contratantes en perjuicio de los consumidores es que en los últimos años comenzó
nuestro país a legislar al respecto, siendo una clara muestra la Ley No. 17.250 y su aplicación por los jueces en los distintos
fallos, afianzándose la jurisprudencia paso a paso. Entonces, volviendo al razonamiento del apelante, el hecho de que se
suscriban en forma “masiva” contratos de crédito con firma de vales en blanco, no puede ser un argumento válido, ajustado a
derecho, para que los jueces no podamos declarar la nulidad, so pena de tener que hacerlo en todos los casos. Si todos los casos
que se plantean en nuestros estrados son como el de autos, -pues bien- tendremos los jueces que declarar la nulidad de todos los
casos. Tampoco resulta serio el argumento esgrimido por el apelante para admitir la práctica cuestionada, cuando refiere a que de
admitirse la postura de la Sra. Juez “implicaría implementar todo un nuevo sistema de emisión de tarjetas, con todos los
inconvenientes logísticos que ello conlleva”. Parece ser que el actor pretende aplicar la ley o no, según le implique o no un mayor
esfuerzo económico o logístico, lo que no se puede admitir. Se aclara que lo manifestado hasta entonces no implica afirmar que
en todos los casos de firma de vale en blanco haya que declarar la nulidad. Se debe analizar cada caso para determinar si el vale
fue legítimamente completado según el pacto de completamiento, sin violentar el derecho positivo vigente. Y además no “cortar” el
vale del contrato de tarjeta de crédito, sino desde el inicio presentar en la demanda ambos, explicando el origen del título que se
pretende ejecutar, cosa que en autos no aconteció…El apelante entiende que no puede en un juicio ejecutivo plantearse una
excepción de “inhabilidad de título fundada en el abuso de la firma del vale en blanco”, pues las excepciones están limitadas por
el Artículo 108 del Decreto-Ley No. 14.701. No se tiene el honor de compartir tal postura. Por el contrario, se comparte
plenamente el razonamiento realizado por la Sra. Juez a quo que la llevó al convencimiento de que en el caso existió
completamiento abusivo del título valor que se pretende ejecutar. Necesariamente para que el juez en el caso en estudio pueda
concluir si existió o no un vicio que potencia la nulidad del título valor debe estudiar la relación causal. Sin dudas el caso es
particular, pues el actor sólo presentó el vale…pero olvidó decir que el mismo tenía origen en un contrato de tarjeta de crédito…
Una cosa es la ejecución de un vale que se emitió para satisfacer una obligación extracartular, otra diferente lo que aconteció en
autos, donde el vale se emitió en el marco de la ejecución de un contrato de tarjeta de crédito. En tal sentido resulta inevitable
negar que estamos ante la presencia de un “título valor causado”, ligado, relacionado al contrato de emisión de la tarjeta de
crédito, por lo que resulta legitimada la postura de la Sra. Juez al haber estudiado, analizado la causa, el origen del vale y la forma
de completamiento… No basta para legitimar el título valor de autos que el demandado haya suscrito en forma voluntaria el
contrato de tarjeta de crédito, como lo afirma el apelante...”
Como puede apreciarse de los extractos jurisprudenciales nacionales, en aplicación de la Ley No. 17.250, se han entendido como
leoninos los pactos en cuestión, declarando su invalidez. Se retoman, también, los argumentos esgrimidos en el Derecho
Comparado, otorgando primacía a los principios tutelares de las reglas de consumo por sobre el Derecho Civil y/o Comercial y,
haciendo eco de la transversalidad que la materia consumerista ostenta en la contratación; particularidad, que pese a los puntos
o conexiones que mantiene con otras disciplinas, impregna casi todas las relaciones jurídicas que circulan en el intercambio de
bienes y servicios en el mercado de consumo.
6. Incidencia de la Ley No. 18.212 sobre Tasas de Interés y Usura
Debe tenerse presente que la Ley No. 18.212, de orden público, en su Artículo 28 dispone: “En todo documento de adeudo
representativo de operaciones de crédito pactadas a tasas de interés fijas, deberá distinguirse, con precisión, la suma que
corresponde al capital prestado o financiado de la que corresponde a intereses, compensaciones, comisiones, gastos u otros
cargos pactados por cualquier concepto.
En todo documento representativo de operaciones de crédito pactadas a tasas de interés variables o tasas de interés fijas
revisables periódicamente, se cumplirá con lo dispuesto en el inciso anterior sobre la base de las tasas de interés vigentes al
momento de realizarse la operación.
El acreedor deberá entregar copia al deudor de todos los documentos suscriptos.”
En primer lugar para intentar responder de que se trata un “documento de adeudo” representativo de una operación de crédito es
necesario acudir al Artículo 1º de la Ley No. 18.212, que señala por tal a aquellas “operaciones de las cuales una de las partes
entrega una cantidad de dinero, o se obliga a entregar bienes o servicios a pagarla en un momento diferente de aquél en que se
celebra la operación…”. Asimismo, en el mismo artículo se asimila a operaciones de crédito, las “operaciones con letra de cambio
y con documentos representativos de obligaciones de crédito pagaderos a la vista, a cierto plazo desde la vista, a cierto plazo
desde su fecha o a fecha fija…y en el literal C, “el financiamiento de bienes o servicios otorgando crédito mediante el uso de
tarjetas, órdenes de compra u otras modalidades.”
Es decir, el elemento caracterizante de las operaciones de crédito, viene dado por el diferimiento en el pago de las obligaciones,
cualquiera sea la forma de instrumentar dicha operación dada la amplitud del ámbito de aplicación de la ley de intereses y usura.
Ahora bien, el Artículo 28 citado exige que en todo documento de adeudo se establezca tanto la suma del capital prestado o
financiado como sus intereses, debiéndose entregar copia al deudor. Va de suyo, que el cumplimiento de estas obligaciones
legales se omiten cuando se exige al consumidor que firme un vale en blanco, por lo que la ilicitud de la cláusula viene dada no
sólo por la Ley No. 17.250, sino por una flagrante trasgresión a la Ley No. 18.212.
No podemos omitir la mención a la Circular del Banco Central No. 2016 de 26 de marzo de 2009, cuyo Artículo 79 habilita la
suscripción de títulos incompletos, exigiendo que se suscriba conjuntamente un documento complementario conteniendo
determinados requisitos que el mismo artículo preceptúa. Se dispone también que se entregue copia del instrumento
complementario al usuario o consumidor y que el vale incompleto debe ser a la orden de la institución financiera, y signado con la
cláusula de “no endosable” o similar.
Sabido es que en virtud del rango jerárquico-normativo de las circulares, éstas no vinculan al juez en tanto se opongan a la ley o
norma superior; ello sin perjuicio de entender que la Circular mencionada se encuentra en manifiesta contradicción con los
principios directrices de Ley No. 17.250 en base a los argumentos que hemos expuesto, tornándola ilegal y propiciando un
campo fértil para el abuso.
Sin embargo, no es todo; puesto que no es práctica común de los proveedores estampar la leyenda “no endosable” a los
llamados “vales incompletos” por la Circular Nº 2016, colocando a los consumidores o usuarios en una posición más
desventajosa, si cabe. La ausencia de controles y eventualmente sanciones por parte del Banco Central a los requerimientos por
él exigidos y la contratación adhesiva contribuyen a la continuidad de una mala praxis que parece necesario erradicar en beneficio
de la comunidad en general.

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Comercial II – Parte III.

PREPARACIÓN DEL PROCESO EJECUTIVO

“Cuando no exista diligencia judicial de reconocimiento o protesto personal, la ejecución no podrá decretarse sin previa intimación
de pago al deudor, con plazo de tres días, la que podrá efectuarse por telegrama colacionado. Esta intimación no será necesaria
en los casos que las leyes especiales así lo dispongan” (Art. 354.5 C.G.P).
ABAL OLIÚ sostiene que el presupuesto del proceso ejecutivo es una pretensión para cuyo trámite está previsto el proceso
ejecutivo. Señala, además, que dicha pretensión ha de reunir los requisitos siguientes: la existencia de un título ejecutivo, la
noticia previa al obligado y el cumplimiento de las obligaciones correspectivas que pudiera tener el actor.
En cuanto a los dos últimos requisitos –noticia previa y cumplimiento- han de resultar debidamente acreditados.
Por su parte TARIGO, si bien dice no discrepar con lo afirmado por ABAL, entiende preferible referirse a “requisitos del título”,
como lo ha hecho tradicionalmente la doctrina nacional o bien a “presupuestos de la pretensión ejecutiva”.
Siguiendo a GUASP, distingue entre requisitos relativos a los sujetos y requisitos relativos al objeto y entre estos últimos incluye la
autenticación de los instrumentos privados y la intimación de pago -institutos que analiza al referirse a la “Preparación del proceso
ejecutivo”.
CITACIÓN A RECONOCIMIENTO DE FIRMA
La citación a reconocimiento de firma procede como diligencia preliminar (Art. 309.4 C.G.P) y de conformidad con lo establecido
por el Art. 173 del mismo cuerpo normativo.
Por regla general, la citación a reconocimiento de firma está prevista para el supuesto en que el título ejecutivo es un instrumento
privado cuya firma no se halla autenticada por escribano público.
Algunas situaciones especiales
Reconocimiento de las firmas para acción ejecutiva contra endosantes de un vale:
Los vales, pagarés o conformes se presumen auténticos sin perjuicio de la prueba contraria y constituirán título ejecutivo sin
necesidad de protesto ni diligencia judicial de reconocimiento de firmas.
Como consecuencia de ello, en caso de promover demanda de proceso ejecutivo contra el librador de un vale, y de conformidad
con la previsión normativa del Art. 354.5 del C.G.P., corresponderá la intimación de pago al deudor.
Cabe reseñar dos posiciones doctrinarias contrapuestas, que se deducen de la hipótesis de promover el proceso ejecutivo contra
los endosantes de un vale.
Por su parte, el profesor TEINTELBAUM considera que la presunción de autenticidad sólo juega contra el librador, pero no abarca
a los demás suscriptores del título, los cuales deben ser citados a reconocimiento de firma.
Entiende que la presunción legal es excepcional y debe ser de interpretación restrictiva. A criterio del citado autor, el Art. 124 del
Decreto Ley 14.701, al decir que los vales se presumen auténticos, se refiere al documento inicial con la firma del librador y no a
su posterior circulación y agregado de firmas de endosantes.
Aduce TEINTELBAUM que, en la práctica comercial, se presume que el primer tomador del vale controla la firma del librador, pero
que no hay contralor de firmas de los endosantes.
Por su parte, la Doctora Nuri RODRÍGUEZ discrepa de la interpretación que nos ofrece TEINTELBAUM, ya que el Art. 124
presume la autenticidad del vale, todo él se presume auténtico: sus estipulaciones y sus firmas.
Asimismo, a juicio de la mencionada autora, cada endosatario debe controlar la firma de su endosante; entre endosante y
endosatario existe una relación extracartular, de modo que ambos se conocen o deben conocer y pueden hacer efectivo los
contralores.
La cadena de endosos supone un encadenamiento en los contralores; cada cual confía en quien le precede en la tenencia del
título y se asegura de la autenticidad de la firma de quien se lo endosa.
Reconocimiento de las firmas para acción ejecutiva contra endosantes de un cheque:
El Art. 39 de del Decreto Ley 14.412 establece que la constancia de presentación y falta de pago del cheque tendrán carácter de
protesto por falta de pago y que sin más requisito aparejará ejecución.
Esto significa que en caso de acción ejecutiva por cobro de un cheque no será necesaria la intimación de pago que exige el Art.
354.5 del C.G.P.
En consecuencia, se configura una excepción de las previstas por el propio Art. 354.5 del C.G.P. in fine.
El fundamento –afirma TEINTELBAUM–, probablemente, se encuentre en el Art. 68 del Decreto Ley 14.412 que obliga al Banco a
avisar al librador.
En lo que se refiere a la necesidad de reconocimiento de firma de los endosantes de un cheque tanto en doctrina como en
jurisprudencia ha tenido lugar una discusión similar a la planteada en el numeral anterior con relación a los endosantes de vales.
El profesor TEINTELBAUM, en posición a la que adhieren la mayoría de la doctrina procesalista y actualmente la mayoría de
nuestra jurisprudencia, sostuvo que no existe respecto a los endosantes presunción de autenticidad y, por lo tanto, se requiere
respecto a ellos, la diligencia preparatoria de reconocimiento de firma.
La presunción de autenticidad contra el librador se basa en que el Banco realiza un control de firma del librador, porque tiene un
registro de firmas de los clientes del Banco.
El Banco tiene, además, forma de controlar el número de cheque, si coincide con el de las libretas entregadas al librador.
Esto significa que el Banco realiza un contralor que no puede realizar sobre los endosantes.
Es del caso señalar que el Art. 8 del Decreto Ley 14.412, establece que “el Banco no está obligado a verificar la autenticidad de
firmas con excepción de la del librador”.
Asimismo, cabe agregar que si no se pide reconocimiento de firma como diligencia preliminar, en todo caso habría que intimar al
endosante al pago.
Como expresa el autor antes mencionado, el endosante es un fugaz tenedor del cheque, desconoce los fondos depositados en la
cuenta, ignora el rechazo del cheque.
Coincidente con la posición expuesta, el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 1er. Turno en sentencia 40/96 sostuvo:
“No obstante la falta de fundamentación de la recurrida, el Tribunal en su actual integración entiende que se ha resuelto
adecuadamente la cuestión relativa a la necesidad de citar a reconocimiento de firma al endosante de un cheque devuelto por
falta de provisión de fondos en la cuenta de su librador. …

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Comercial II – Parte III.
Es adecuado sostener que cuando el inciso 3° del Art. 39 del D. L. 14.412 refiere a la constancia del Banco aparejará ejecución
sin ningún otro requisito, se está refiriendo al caso del librador.
El alcance excepcional de la norma que convierte en título ejecutivo el documento con la sola constancia bancaria (no hay
limitación, no hay protesto, no hay reconocimiento de firma) debe recibir una interpretación de carácter estricto.
Los aspectos formales y las garantías procesales que la norma elimina tienen sustitutos respecto del librador, los mecanismos
internos del Banco en que controla la firma y existe una comunicación fluida entre la institución y el titular de la cuenta.
Además, cabe sostener que el librador debe saber por sí mismo si tiene o no fondos con qué responder en su cuenta y al librar el
cheque, en estas condiciones sin el respaldo debido, no caben dudas que la constancia puesta al dorso del cheque, tiene matices
de sanción al facilitar la inmediata ejecución del documento.
Por supuesto que ninguna de estas razones, se puede invocar respecto a los endosantes, de quienes el Banco girado no controla
la autenticidad de la firma sino tan solo la regularidad de la serie de endosos y cuya firma no puede presumirse auténtica por
cuanto el art. 126 del Decreto Ley 14.701 no incluye – entre las aplicables a los cheques – las normas relativas a los vales.
Entonces, el endosante, antes de la ejecución debe tener la posibilidad de tomar conocimiento, por alguna vía de la falta de
fondos en la cuenta del librador, pudiéndose utilizar alguna de las formas de preparación de la ejecución, ya sea el reconocimiento
de firma o la intimación, pero sin cuyos requisitos se entiende que no se puede considerar configurado el título ejecutivo, a su
respecto”.
Por su parte, Nuri RODRÍGUEZ OLIVERA, adhiriendo a la posición sustentada por la doctrina mercantil mayoritaria, entiende que
no se requiere reconocimiento de firma de los endosantes de un cheque.
En su exposición la autora precisa que el Banco, en realidad, tampoco autentica la firma del librador dado que, según establece el
Art. 37 del Decreto Ley 14.412, el Banco sólo responde en caso de firma “visiblemente falsificada”.
Asimismo, sostiene RODRIGUEZ que la citada ley en su Art. 39 establece que “puesta la constancia de presentación y falta de
pago, el cheque, sin ningún otro requisito, aparejará ejecución”; la presunción de autenticidad funciona contra el librador y
endosantes por igual.
Sobre este último argumento invocado TEINTELBAUM arguye que la presunción de autenticidad es excepcional y la
interpretación de las normas que deroguen la necesidad de autenticación debe ser restrictiva y, en todo caso, la necesidad de
reconocimiento de firma de los endosantes no colide con el hecho que el cheque sea título ejecutivo.
La jurisprudencia en su momento adhirió a esta posición defendida principalmente por la doctrina mercantilista, y además de los
argumentos ya citados el TAC 4° Turno agregaba que “el Art. 41 de la ley 14.412 preceptúa que “todas las personas obligadas en
virtud de un cheque responden solidariamente hacia el tenedor”, constituyendo, en su integración armónica con el inc.3° del Art.
39 en cuestión, un fuerte respaldo a la posición sustentada por el Tribunal” (LJU caso 10.107 – setiembre 1983).
Finalidad
La diligencia de reconocimiento tiene una doble finalidad:
1° Determinación de la autoría a efectos de completar el título ejecutivo.
Cabe tener en cuenta que, si bien los Arts. 173 y 309 C.G.P. se refieren a reconocimiento de documento privado emanado de la
contraparte, como en el proceso ejecutivo sólo los instrumentos privados suscriptos por el obligado o su representante pueden
constituirse en título ejecutivo, corresponde citación a reconocimiento de firma, sin perjuicio de que al reconocer la firma quede
reconocido el cuerpo del documento (Art. 1582 C.C.).
2° Tácito preaviso de iniciación del juicio.
Procedimiento
Petición
La solicitud de reconocimiento se formula por escrito, con las mismas formalidades generales de todo acto procesal de esa forma,
teniendo presente, además, que se trata de la primera comparecencia al proceso.
A dicha solicitud debe adjuntarse el original del documento a reconocer, más una copia que ha de ser entregada a la contraparte
al tiempo de ser citada.
Si bien el documento puede incorporarse mediante facsímil autenticado, según lo autoriza la norma general del art. 72.1 C.G.P.,
ha de tenerse presente que el citado podrá solicitar la exhibición del original según lo que prevé esa misma disposición en su
inciso 1 in fine.
Citación
Al presunto autor del documento se le cita en su domicilio (Art. 87.1 C.G.P.) por única vez con plazo de 6 días perentorios, que se
computan según las reglas generales de los artículos 93 y ss. C.G.P., pudiendo, en su caso, operar la extensión por
emplazamiento fuera de la ciudad (Art. 125 C.G.P.) o por fuera del país (Art. 126 C.G.P.).
Si el documento emanara del apoderado o representante legal, se podrá citar indistintamente al representante o al representado.
Si se cita al representante, deberá probarse la representación al tiempo del otorgamiento del documento. Dicha calidad podrá
acreditarse, por ejemplo, mediante una constancia notarial de aquella época, exhibiendo testimonio del poder con un certificado
negativo de revocación del Registro de Poderes, etcétera. Si se tratara de poder escrito, puede facilitarse esa prueba por el
mecanismo del Art. 168 inc. 2° C.G.P.11 para supuestos de documentos en poder de la contraparte.
Cargas del citado
El citado tiene dos cargas:
1° Comparecer
La primera carga que grava al citado -sea el propio obligado firmante, su sucesor o su representante-, es la de comparecer.
La comparecencia del citado puede ser escrita o verbal, registrándose, en este último caso, por constancia actuarial o acta
labrada por el tribunal. Es del caso señalar que, cualquiera de las formas mencionadas, es idónea al efecto y que el legislador no
exige forma especial alguna (Art. 64 C.G.P.). Asimismo, cabe mencionar que puede producirse en cualquier horario hábil dentro
del plazo, según las normas generales y, naturalmente, ha de tener lugar en la oficina del tribunal citante.
La consecuencia que se deriva del incumplimiento de esta carga es en todos los casos idéntica: se tiene por reconocido el
documento.
2° Pronunciarse categóricamente sobre la autenticidad o no del documento
Esta carga alcanza al citado señalado como firmante, ya sea el obligado o el representante, pues se trata de un hecho personal,
aunque en el segundo caso haya producido efectos respecto de otro sujeto.

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Comercial II – Parte III.
Para estos dos citados, la ley prevé que si concurren y dan respuestas evasivas se tendrá por reconocida la autenticidad del
documento. Esta solución está en consonancia con la regla de pronunciamiento categórico, establecida en el Art. 130.2 C.G.P.
para la contestación, en aplicación de los principios de lealtad y buena fe.
Cabe señalar que en Art.173 no se prevé, como en el Art. 130. 2, inciso 3° C.G.P., la excepción de responder que no se recuerda
el hecho, en cuyo caso el tribunal, atendiendo a razones debidamente fundadas, puede no aplicar la regla general de admisión de
los hechos y de la autenticidad de los documentos en caso de silencio o respuestas ambiguas. Ante la imposibilidad de extender
por analogía las excepciones, precisamente por su calidad de tales, el rigor de la carga de pronunciamiento categórico en la
citación a reconocimiento del propio firmante o autor, o su representante o apoderado, es total y absoluto.
La ley no grava al citado con esta segunda carga cuando el mismo fuera un sucesor. De acuerdo con lo dispuesto por el Art. 173.1
en su inciso 3°, el sucesor podrá manifestar que no le consta que la autoría del documento corresponda a su causante. Esta
solución se compadece perfectamente con la calidad de hecho ajeno al citado que tiene la suscripción por la que se le interroga.
En hipótesis análoga, el Art. 135 C.G.P. admite la respuesta de expectativa del heredero.
Ahora bien, si el documento emanara del apoderado o representante legal, se podrá citar indistintamente al representante o al
representado (Art. 173.2 C.G.P.) y si se cita al obligado la ley no prevé las consecuencias de la no concurrencia o de las
respuestas evasivas.
A este respecto TARIGO sostiene que en la hipótesis de no concurrencia se tiene por reconocido el documento, incluyéndose en
ese reconocimiento la admisión de la existencia de la representación. No obstante, si el obligado concurre y dice que no sabe si la
firma que luce en el documento es la de su representante, no se puede tener el documento por reconocido:
1° Porque ello no está establecido en la ley.
2° Porque no se trata de un acto personal y, perfectamente, conforme a ello, puede suceder que el representado ignore el
otorgamiento del documento por parte de su representante. En consecuencia, no puede imponérsele la carga de pronunciarse
categóricamente sobre la firma.
En definitiva, TARIGO concluye que el problema se soluciona citando al representante y no al representado, aunque en este caso
habrá que probar la representación a la fecha del otorgamiento.
Resolución del Tribunal:
Los resultados posibles de la citación a reconocimiento de firma son los siguientes:
- El documento se tiene por reconocido (por incomparecencia, respuesta afirmativa o evasiva).
- El documento se tiene por desconocido (en forma expresa o, excepcionalmente, por respuesta de ignorancia en el caso del
sucesor).
Consecuencias de tener el documento por desconocido:
Según la doctrina mayoritaria, la consecuencia que se deriva de este supuesto es que se le cierra al acreedor la vía del proceso
ejecutivo y no le queda otro camino que el de la instauración de un proceso ordinario por cobro de deuda, en cuyo decurso, si se
mantuviere el desconocimiento de su firma por el deudor demandado, podrá el acreedor solicitar una pericia caligráfica para
demostrar su autenticidad.
TEINTELBAUM ha sostenido la posibilidad de la pericia caligráfica como diligencia preparatoria, con base en las siguientes
consideraciones:-
1° El C.G.P. no impone, como sí lo hacía el C.P.C., el juicio ordinario en caso de desconocimiento de firma.
2° El cotejo de letras o firmas está previsto en el Art. 174 C.G.P. como medio de prueba dentro del proceso y, si bien no está
previsto como diligencia preparatoria, tampoco está prohibido como tal.
3° El Art. 352.1 C.G.P. se refiere a una “etapa preliminar respectiva” que bien puede ser el peritaje como forma de autenticación,
encarado como diligencia preparatoria.
TARIGO rechaza la posición de TEINTELBAUM en atención a los argumentos siguientes:
1° El diligenciamiento de prueba anticipada como diligencia preparatoria, sólo es admisible cuando “pudiera perderse si se espera
otra etapa” (Art. 306.2 C.G.P.) y en el caso, ni la prueba caligráfica podría perderse ni existe en el proceso ejecutivo otra etapa en
la que pudiera diligenciarse.
2° El Art. 352.1 C.G.P. no se refiere a una etapa preliminar respectiva sino a la etapa preliminar respectiva y ésta no es otra que la
prevista en Art. 309.4 C.G.P.
Concluye TARIGO que la solución es la misma que en el C.P.C., aunque éste tuviere la virtud de expresarlo con claridad:
desconocida la firma del instrumento privado el acreedor deberá demandar el pago de su crédito en un proceso ordinario.
En el mismo sentido se pronuncian los autores del C.G.P. anotado quienes sostienen: “En supuestos de desconocimiento, la
prueba de la autenticidad no puede ya obtenerse en la vía preliminar o mecanismo breve del proceso en trámite, porque ambas
quedan agotadas, sino que se tratará e instruirá como cualquier otra cuestión de mérito del asunto principal, resoluble en la
sentencia definitiva (al igual que la impugnación por falsedad ideológica).”
PROTESTO PERSONAL
Procedencia
Para que una letra de cambio se constituya en título ejecutivo debe ser protestada.
El protesto es un acto solemne por el cual se deja constancia de la presentación de la letra de cambio para la aceptación o el
pago y, simultáneamente, de la falta de aceptación o del pago de la letra de cambio o de otro acto cuyo acaecimiento está
impuesto por la ley.
Para el caso de los vales, el Art. 124 del Decreto Ley 14.701 excluye la necesidad del protesto para formar el título ejecutivo y
debe entenderse que aún sin protesto el tenedor conserva todas y cualquiera de las acciones cambiarias.
En el caso de los cheques, el Art. 39 de la ley 14.412 impone a los Bancos la obligación de hacer constar la negativa de pago en
el propio cheque, estableciendo que tal constancia tiene el carácter de protesto por falta de pago.
Si el Banco girado se negara a poner tal constancia, sería procedente el protesto, de conformidad con lo establecido por el
Decreto Ley 14.701, para dejar constancia de la falta de pago y, concomitantemente, de la omisión del Banco en poner la
constancia referida.
Finalidad.
El protesto desempeña una triple función:
- Probar que el tenedor cumplió con la carga que le impone la ley de presentar la letra de cambio a la aceptación y al pago;

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Comercial II – Parte III.
- dejar constancia fehaciente de la falta de aceptación o de pago en su caso;
- conservar las acciones cambiarias que competen al tenedor contra los obligados cambiarios, en los casos de falta de aceptación
o de pago.
Situaciones que se pueden plantear:
La Dra. Nuri RODRÍGUEZ plantea las siguientes hipótesis:
- El portador presenta la letra a la aceptación y el girado aceptó.
En este caso el portador debe presentarla nuevamente al vencimiento para requerir el pago.
Si el girado no paga se debe protestar.
- El portador no presenta la letra a la aceptación por ser ésta facultativa o por haberse prohibido. En este caso, la letra debe
presentarse al vencimiento a requerir el pago.
Si no se paga se protesta.
- El portador protestó por falta de aceptación y ejerce la facultad de exigir el pago por anticipado (Art. 99 Decreto Ley 14.701).
- El portador protestó por falta de aceptación, pero decide esperar al vencimiento.
Si no se paga, debe protestar nuevamente (Art. 89 Decreto Ley 14.701).
- En las letras a cierto plazo desde la vista, si la letra no se acepta, se protesta por falta de aceptación, pero en esta hipótesis, no
se puede exigir el pago al librador o endosante ya que a partir de la fecha del protesto corre el plazo de vencimiento.
La letra deberá presentarse al girado al vencimiento requiriéndole el pago y, si no paga, se protesta nuevamente.
- En la letra de cambio con la mención no aceptable, si se protestó, a pesar de la mención, no se produce el vencimiento
anticipado.
Deberá presentarse la letra al vencimiento al girado para requerir el pago y protestarla si no se paga.
Formalidades del protesto
El protesto es un acto solemne que se formaliza mediante la actuación de escribano público y que se encuentra regulado en los
Arts. 91 a 95 del Decreto Ley 14.701.
El plazo de presentación ante escribano público para realizar el protesto es de dos días hábiles siguientes a aquél en que la letra
debió haber sido aceptada o pagada.
El protesto debe ser formulado en los dos días hábiles siguientes a la presentación ante escribano.
En caso que el girado en esos plazos se presentase a pagar o a aceptar, haciéndose además cargo de los gastos, el protesto
quedará sin efecto.
Las diligencias del protesto deben realizarse con la persona a cuyo cargo esté girada la letra. Si no se encuentra el girado la ley
establece cuáles son las personas con quienes debe realizarse la diligencia (Art. 92 Decreto Ley 14.701).
En el Art. 94 Decreto Ley 14.701 se establece el contenido de las actas notariales:
- Acta de solicitud del protesto: deberán indicarse los datos de la letra, pudiendo ser esto sustituido por una copia fotostática de
ésta;
- Acta de protesto: deberá contener la intimación de aceptar o pagar, la conminación de gastos y perjuicios, la mención de haber
entregado la copia de la letra protestada y la interpelación para que el protestado firme el acta o la constancia de que no puede
hacerlo o se hubiere negado a hacerlo.
- Acta de protocolización: El escribano deberá protocolizar las dos actas anteriores al día siguiente de transcurridos los dos días
hábiles que tiene para formalizar el protesto.
La disposición que determina la protocolización de la diligencia al día siguiente del transcurso del plazo para la formalización del
protesto, no debe interpretarse como que deba ser ése preceptivamente el día de la protocolización. Por el contrario, se trata,
sencillamente, del mayor plazo posible que otorga la ley para la protocolización de las actas correspondientes a la diligencia. Así
lo ha entendido la jurisprudencia nacional: “Es inadmisible la pretensión de que en virtud de que la protocolización se haya
efectuado el mismo día que se protestó la letra y no al día siguiente de transcurridos los dos días hábiles de que dispone el
escribano para realizar la diligencia de protesto, se haya perjudicado la ejecutividad de la letra” (Sentencia 404/86 – TAC 3er.
Turno).
Protesto personal
El protesto puede ser personal –el que se realiza en presencia del deudor-, cuasi personal –el que se realiza en el domicilio del
deudor con las personas que se encuentran en el mismo- o ficto -el que se realiza en la Sección Policial.
El protesto sustituye la intimación previa sólo si es personal (Art. 354.5 C.G.P.). Asimismo, el protesto personal autentica la firma,
no siendo necesario tampoco su reconocimiento.
La intimación sólo cumple con el requisito de previo aviso, no autentica la firma y, obviamente, no sustituye al protesto para
mantener las acciones cambiarias regresivas.
La doctrina mercantilista ha entendido que, sea o no personal el protesto, la ley confiere a la letra de cambio la calidad de título
ejecutivo (Art. 107 Decreto Ley 14.701) pues “donde la ley no distingue no debe distinguir el intérprete”. Asimismo, se sostiene la
autenticidad como un principio general, rector del derecho cambiario.
Claro está que, si el protesto no fue personal y no se realiza reconocimiento de firma porque al documento se le presume
auténtico, la ejecución –acorde a lo establecido en Art. 354.5 del C.G.P.- no podrá decretarse sin previa intimación de pago al
deudor.
En caso de dispensa legal del protesto
Ante una letra de cambio con dispensa de protesto, la doctrina procesalista mayoritaria considera que es menester solicitar el
diligenciamiento de una medida de reconocimiento de firmas, ya que todo documento privado, previamente a la ejecución, debe
ser reconocido judicialmente.
También Sagunto PÉREZ FONTANA considera que no es suficiente la dispensa del protesto y que la letra debe ser igualmente
protestada para conservar acciones de regreso.
Por otra parte, la posición mayoritaria en la doctrina mercantilista estima que nada necesita la letra de cambio a efectos de ser
presentada en juicio para su cobro, pues cualquier exigencia en ese sentido desvirtúa los fines propios de la inclusión de dicha
expresa dispensa.
Nuestra jurisprudencia, en Sentencia Nº/1995 del Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 6° Turno, entendió suficiente la intimación
de pago a efectos de ejercer la acción ejecutiva: “El protesto tiene por finalidad acreditar – en forma indubitable – la falta de

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Comercial II – Parte III.
aceptación o falta de pago de una letra de cambio (art. 89 del Decreto Ley N° 14.701). …No tiene por finalidad autenticar firmas
de la cambial gozan de una presunción legal de autenticidad. … Tal posición es refrendada por la jurisprudencia nacional que
consideran suficiente la intimación de pago en caso de omisión de protesto, para no perder la acción ejecutiva. …Estima pues la
Sala que en el caso en que no se omitió el protesto sino que éste fue dispensado por la libradora, es posible ejecutar a ésta,
admitiendo la tesis de la presunción legal de autenticidad de las firmas en la acción cambial.”
INTIMACIÓN DE PAGO
Según el Art. 354.5 C.G.P., procede la intimación de pago cuando no exista diligencia judicial de reconocimiento o protesto
personal, siempre y cuando no haya una ley que exima de realizarla.
Si analizamos los documentos citados por el Art. 353 del C.G.P., resulta que procederá la intimación de pago en los siguientes
casos:
- Transacción no aprobada judicialmente otorgada en instrumento público o en instrumento privado autenticado notarialmente.
- Instrumento privado cuyas firmas se hallen certificadas o autenticadas notarialmente, pues en tal hipótesis no habrá existido ni
diligencia judicial de reconocimiento de firma ni protesto personal.
- Instrumento público, salvo que fuera uno de los previstos en el Código Tributario.
- Vales, ya que el Art. 124 del Decreto Ley 14.701 establece que los vales, pagarés o conformes, se presumirán auténticos, sin
perjuicio de la prueba contraria, y constituirán título ejecutivo sin necesidad de protesto ni de diligencia judicial de reconocimiento
de firma.
Finalidad:
Si no había mora automática pactada, la intimación tendrá una doble finalidad:
- Hacer caer en mora al demandado;
- Cumplir el requisito de preaviso al demandado, exigible para poder iniciar un proceso ejecutivo.
“La naturaleza real de esta diligencia preparatoria por excelencia es una manifestación de voluntad recepticia tendiente a
constatar la posible mora y dar oportunidad formal de cumplimiento a los deudores, a la que se accede sin que importe
prejuzgamiento sobre el derecho sustancial que se invoca (ARLAS - Ley de Abreviación de los juicios)” – TAT 2° Turno –
Sentencia 121/99).

Extrajudicial
Telegrama colacionado certificado
El telegrama, como medio para cumplir la intimación de pago, está previsto específicamente en el proceso ejecutivo en el Art.
354.5 del C.G.P., en el Decreto Ley 14.412 -en la redacción dada por ley 17.542- y en el Decreto Ley 14.701.
El telegrama se puede enviar por ANTEL o a través de correos privados autorizados (Dec. 197/92).
Mientras el Art. 131 de la ley 16.002 requiere “telegrama colacionado – certificado”, por su parte, el Art. 354.5 C.G.P. y la Ley
17.542 prevén el “telegrama colacionado” y el art. 124 del Decreto Ley 14.701 se refiere a “telegrama certificado o colacionado”.
Dado que la ley 16.002 es posterior al Decreto Ley 14.701 y al C.G.P., es indudable que debe primar sobre los textos precedentes
por ser ley posterior. Su exigencia, además, es la única que puede demostrar al tribunal el cumplimiento efectivo de este
presupuesto procesal del juicio ejecutivo.
El telegrama colacionado certificado se diferencia del simple telegrama colacionado en que, una vez entregado el telegrama, el
telégrafo envía al remitente una constancia de entrega. Cuando se trata de telegrama colacionado simple, el telégrafo solamente
envía constancia al remitente cuando no se entregó, pero obviamente éste no acompaña dicha constancia a su demanda, de
donde con el simple telegrama colacionado el Juzgado no tiene forma de saber si efectivamente el telegrama fue o no entregado.
BIURRUN aduce que la categoría es TCCPC, es decir se trata de un telegrama colacionado con copia, que se obtiene al
momento de su envío, y constancia de entrega; pero entiende el autor que si se trata de la categoría TCCPC y se envía al
domicilio contractual, aunque no se pueda realizar la entrega (porque la dirección no se encuentra, no está la persona o no retira
el telegrama) igual se cumple el requisito legal.
En términos similares se pronuncia la Dra. BUGALLO, quien expresa: “En definitiva, debe enviarse un telegrama que se
categoriza como TCCPC, con copia para adjuntar a la demanda acreditando los términos del envío y con constancia de recibido
para acreditar la recepción del mismo. La exhibición del acuse recibo en la interposición de la demanda no es considerado
requisito legal, sino una exigencia de la práctica para dotar de mayor certeza al accionamiento, tal como se ha sostenido en la
jurisprudencia nacional.”
En este sentido cabe mencionar la sentencia de la Dra. Nilza SALVO donde se afirma que “la intimación fue correctamente
dirigida al domicilio contractual y la circunstancia que no fuera entregado el telegrama no enerva su validez. En efecto tal como lo
sostiene la parte actora no existe norma legal que reclame el acuse de recibo para que la medida se entienda cumplida.” También
a nivel Tribunal de Apelaciones se sostuvo: “El requerimiento legal de pago se satisface hábilmente mediante envío de telegrama
colacionado, habitualmente utilizado con “acuse de recibo”, con la finalidad de mayor certeza sobre el efectivo conocimiento del
destinatario del requerimiento de pago, en rigor, no se hallan ínsitos en la operativa o concepto del telegrama colacionado, y el
oficio no puede crear o adicionar requisitos o presupuestos no exigidos legalmente para dar andamiento a la vía ejecutiva.
Conforme a ello, el art. 124 del Decreto Ley 14.701, no exige que el intimante acredite en autos la recepción por el destinatario de
dicho telegrama o el acuse recibo, por lo que no cabe exigir el mencionado recaudo, máxime si se tiene en cuenta que no
perfecciona el título ni constituye forma idónea de constituir en mora al deudor” (sentencia 93/91 - TAC 5° Turno).
Sin embargo, es de tener en consideración que vasta jurisprudencia requiere que la entrega se realice en forma efectiva y, a falta
de ésta, se debe hacer una intimación judicial.
Otro aspecto importante a tener en cuenta, es el inconveniente que se puede dar con la intimación por telegrama, dado que, si el
acreedor no desea percibir extrajudicialmente su crédito, si opta simplemente por no resultar ubicable durante los tres días
siguientes a la intimación por telegrama a su deudor, éste no podrá cancelar su obligación y podrá iniciarse contra él,
abusivamente, el proceso ejecutivo.
Por el contrario, con la intimación judicial, el deudor tiene en su poder el correspondiente cedulón en el que constan la
denominación o carátula del expediente respectivo y el número de IUE (Identificación Única de Expedientes); datos
imprescindibles para que en el breve lapso de tres días pueda concurrir al Banco de la República Oriental del Uruguay y
consignar la suma adeudada a la orden del Juzgado y bajo el rubro de autos.

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Comercial II – Parte III.
Por su parte BIURRUN entiende que, como el texto de comunicación del telegrama es el que surge del cuerpo del formulario de
envío (no comprende los datos de quien lo envía que están en cuadro debajo del texto), se debe incluir en el texto del telegrama
el nombre del legitimado activo y su dirección para posibilitar que el intimado pueda cumplir.
Intimación notarial
COUTURE, en su “Vocabulario Jurídico” define intimación como “Acción y efecto de requerir a una persona, mediante un acto del
alguacil, escribano y oficial judicial (cumplido a petición de parte o de oficio) para que haga o omita algo.”
Según sostiene parte de la doctrina especializada, una forma de practicar la intimación es por intermedio de un Escribano Público.
Conforme a lo dispuesto por el Reglamento Notarial (Acordada de la Suprema Corte de Justicia N° 7533 de 22/10/2004) en el
título IV “De los instrumentos notariales”, Capítulo II “Actas Notariales”, Sección III “Actas de notificación e intimación”, (Arts. 183 a
187), la intimación se hará en la persona y en el domicilio o sitio designado por el requirente; si no se encontrare se hará con
cualquier persona mayor de edad; dejándose constancia en caso de que se negare a dar su nombre, indicar su estado o su
relación con el requerido; y en tal caso deberá actuar con testigos instrumentales idóneos. Cuando no se encontrare persona
alguna en el domicilio o sitio indicado por el requirente, lo hará constar en el acta que se levante, no siendo necesaria la
intervención de testigos instrumentales.
A su vez, en consulta evacuada por las Comisiones de Técnica Notarial (Esc. Nelly PERDOMO), Derecho Comercial (Esc. Daniela
CIANCIARULO) y Derecho Procesal (Dra. Nelly DELASCIO) de la Asociación de Escribanos del Uruguay, Expediente N°
22.236/01 –y que no fue aprobada por la Comisión Directiva-, se sostuvo que la intimación es válida en todos los casos.
Sin embargo, gran parte de la jurisprudencia y doctrina mayoritaria ha entendido que solamente es viable la intimación notarial en
los casos expresamente previstos por la ley: a) protesto personal como noticia previa (Arts. 89 y ss. Decreto Ley 14.701 y 354.5
C.G.P.); b) a los efectos de constatar la mora (Art. 1.336 C.C.) siempre que no sea de arrendamientos c) las hipótesis del Art. 14
de Ley 17.228 y Art. 3 de ley 17.542 que modificó lo previsto por el Art. 36 del Decreto Ley 14.412.
Domicilio del intimado
La intimación se debe realizar en el domicilio contractual y, a falta de éste, en el domicilio real del intimado.
Consecuencias de la omisión de la intimación de pago
TARIGO sostuvo que –dado que el Art. 354.5 es una norma prohibitiva- en caso de omisión de la intimación de pago, cabe
concluir la nulidad de los actos procesales cumplidos sin haber estado precedidos de la intimación de pago previa; en todo caso
puede resultar discutible si se trata, en el caso, de una nulidad absoluta –por consiguiente, insubsanable- o de una nulidad relativa
que quedaría convalidada si, en oportunidad de la citación de excepciones, el demandado no opusiera la excepción de nulidad. El
mencionado autor agrega: “En todo caso sí, lo que cabe descartar en nuestra opinión, es el criterio seguido por buena parte de la
jurisprudencia en el sentido que la falta de intimación de pago previa no invalida el proceso ejecutivo ni genera nulidad alguna, y
que su único efecto es que el deudor podrá pagar su deuda hasta el vencimiento del plazo para oponer excepciones sin
necesidad de satisfacer las costas y costos que se hubieran devengado.”
Entre quienes entienden que la omisión de la intimación de pago acarrea la nulidad relativa, cabe mencionar a URIARTE y ABAL
OLIÚ quien a su vez remite a la opinión de CARBAJALES MARGINET en un trabajo anterior al C.G.P.
La jurisprudencia ha entendido que “a lo sumo lo que podrá invocar el deudor si tal acto no se cumplió, es que estaba dispuesto a
abonar la deuda, pero como ignoraba que se pretendía promover el procedimiento correspondía que se le exonerara de abonar
los gastos que el juicio ocasionara, pero nada más.” (TAC 2° Turno – Sentencia 172/97).
Impugnación de la intimación
La única finalidad de la intimación de pago es autenticar la manifestación de voluntad de quien la solicita y dar fecha cierta.
En consecuencia, la contraparte no puede oponerse, ni recurrir, pero sí comparecer para hacer una manifestación, sin abrirse
discusión sobre el fondo. Por eso, se suele usar la locución “en cuanto haya lugar por derecho”, equivalente a la que se usa en la
jurisdicción voluntaria; es decir, se toma prima facie, sin prejuzgar, sin perjuicio de ulterioridades.
El Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 3er. Turno, en Sentencia 139/2004 sostuvo que “no es apelable la sentencia que
desestima una pretensión de nulidad en sede de diligencias preparatorias de reconocimiento de firma e intimación de pago
preparatorias de un proceso ejecutivo, pues las diligencias se integran a este proceso y en el mismo la apelabilidad es limitada.”
En ocasión que el intimado, frente a una diligencia preparatoria de intimación, promovió recurso de apelación contra la sentencia
que la dispuso y que ante el rechazo del recurso por el a quo promovió recurso de queja por denegación de apelación, el TAC 6°
Turno sostuvo “que el recurso de queja no procede, porque, tal como unánimemente lo ha sostenido la jurisprudencia, al agotarse
la intimación en sí misma, el intimado no puede oponerse ni recurrir, siendo inaplicable al caso lo dispuesto por el art. 308 C.G.P.”
(Sentencia 166/2001).
CONCLUSIONES
Los títulos ejecutivos que consten en documentos privados - incluso transacción no homologada judicialmente (Art. 353 nral.1) y
facturas (Art. 353 nral.2) - con firmas no autenticadas por escribano público, requieren ser autenticados judicialmente.
Acorde a la posición jurisprudencial actualmente mayoritaria, también es conveniente promover la diligencia preparatoria de
reconocimiento de firma cuando se pretende ejercer acción ejecutiva contra endosantes de vales y cheques.
Si el título ejecutivo fuera una letra de cambio la misma debe ser protestada.
Si el título ejecutivo consta en instrumento público o en instrumento privado con firmas autenticadas por escribano público
procede la intimación de pago, siempre y cuando no haya una ley que exima de realizarla, como sucede por ejemplo en el caso
del proceso ejecutivo tributario o en el proceso ejecutivo por cobro de un cheque contra su librador.
La citación a reconocimiento de firma procede como diligencia preliminar (Art. 309.4 C.G.P) y de conformidad con lo establecido
por el Art. 173 del mismo cuerpo normativo. Cuando el documento emana de un apoderado o representante legal, si bien es
posible citar indistintamente al representante o al representado, resulta conveniente citar al representante (que es el firmante)
teniendo presente que en este caso habrá que acreditar la representación al tiempo del otorgamiento del título.
En caso de incomparecencia del citado o en caso de reconocimiento expreso o tácito de la suscripción del documento en que
consta el título ejecutivo, queda habilitada al acreedor la vía ejecutiva, pudiendo deducir demanda ajustándose a las previsiones
normativas de Art. 117 y s.s. del C.G.P.; se comparecerá en autos debiendo solicitarse el cambio de carátula.
En caso de desconocimiento del documento por el obligado, siguiendo doctrina y jurisprudencia mayoritaria, entiendo que se
cierra al acreedor la vía del proceso ejecutivo y que no le queda otro camino que la instauración de un proceso ordinario por cobro
de deuda, en cuyo decurso podrá solicitar una pericia caligráfica para demostrar la autenticidad del título.

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Comercial II – Parte III.
Para que una letra de cambio se constituya en título ejecutivo debe ser protestada salvo en aquellas hipótesis de dispensa legal o
convencional.
El protesto personal autentica la firma, por lo que no es necesario proceder al reconocimiento y sustituye la intimación previa,
habilitando la vía ejecutiva.
Si el protesto no ha sido personal o en caso de dispensa de protesto, entiendo conveniente citar a reconocimiento de firma antes
de promover el proceso ejecutivo.
En cuanto a la intimación de pago previa, la intimación judical aparece como el medio más seguro y confiable.
Si se procede a la intimación por telegrama cabe recordar: a) la categoría es TCCPC; b) es necesario incluir en el texto del
telegrama el nombre del legitimado activo y su dirección para posibilitar que el intimado pueda cumplir; c) se debe adjuntar a la
demanda copia del telegrama enviado acreditando los términos de envío y es conveniente acompañar constancia de recibido para
acreditar la recepción del mismo.
No es recomendable la intimación notarial salvo en los casos expresamente previstos por ley.

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Comercial II – Parte IV
SEGUNDA PARTE DEL PROGRAMA: DERECHO CONCURSAL.

El Derecho concursal es un sistema de normas cuyo objeto es la regulación de los procesos concursales, así como la situación
en que se encuentran el deudor y sus acreedores, y las relaciones jurídicas que les atañen, en ocasión de dichos procesos.
En nuestro Derecho tenemos tres normativas diversas que regulan regímenes jurídicos concursales:
· La Ley Concursal N.º 18.387; que regula los regímenes concursales aplicables a cualquier deudor, persona física que realice
actividad empresaria o persona jurídica civil o comercial.
Se considera actividad empresaria a la actividad profesional, económica y organizada con finalidad de producción o de
intercambios de bienes o servicios.
Se encuentran excluidos del ámbito de aplicación de esta ley el Estado, los Entes Autónomos, los Servicios Descentralizados, los
Gobiernos Departamentales y las entidades de intermediación financiera, en este último caso con excepción de las normas
relativas a la calificación del concurso, contenidas en el Título IX.
· Los arts. 452 a 471 del CGP, que regula al concurso aplicable todas aquellas personas no comprendidas en la La Ley de
Concursos.
Por favor! Recuerden que el art. 2 de la Ley de Concursos dispone su aplicabilidad a todas las personas jurídicas, comerciales o
civiles, entonces el régimen del CGP ya no se aplica a ninguna persona jurídica que pueda catalogarse como civil, ni comercial.
- El Decreto Ley 15.322, de 17 de setiembre de 1982, de Intermediación Financiera (DLIF) , con las modificaciones introducidas
por la Ley 16.327, de 11 de noviembre de 1992 que incorporó un régimen general para la liquidación administrativa de las
entidades de intermediación financiera .
Lo dispuesto por esta ley debe ser complementado por las normas incluidas en las leyes dictadas como consecuencia de la crisis
que afectó al sistema bancario en el año 2002 y que determinó la intervención y suspensión de actividades de varios bancos de
nuestra plaza: la Ley 17.523 de 4 de agosto de 2002, la Ley 17.542 de 21 de agosto de 2002 y la Ley 17.613 de 27 de diciembre
de 2002.
El mantenimiento de ese régimen se encuentra ratificado por el inciso 3 del art. 2, de la Ley de Concursos 18387, que excluye
expresamente a las entidades de intermedicación financiera del régimen de la ley 18387: “Se encuentran excluidos del régimen
de esta ley el Estado, los entes autónomos, los servicios descentralizados, los Gobiernos Departamentales y las entidades de
intermediación financiera, en este último caso con excepción de las normas relativas a la calificación del concurso, contenidas
en el Título IX. “
La Ley 18.401, de 24 de octubre de 2008, modificatoria de la carta orgánica del BCU, creó la Corporación de Protección del
Ahorro Bancario (COPAB) como persona jurídica de Derecho público no estatal, art. 14.
Entre sus cometidos se establecieron los siguientes: ser liquidador en sede administrativa de las empresas integrantes del
sistema financiero y de sus respectivas colaterales, art. 15: “ARTICULO 15.- (Cometidos).- Serán cometidos de la Corporación de
Protección del Ahorro Bancario, que cumplirá mediante el ejercicio de las potestades que se le asignan en esta ley, los siguientes:
A) Promover la protección del ahorro en las instituciones de intermediación financiera (Decreto Ley No. 15.322, de 17 de
setiembre de 1982, Artículos 1° y 2° mediante la aplicación de los Procedimientos de Solución o el Pago de la Cobertura de los
depósitos en Bancos y Cooperativas de Intermediación Financiera en situaciones de crisis de las entidades depositarias, con los
recursos del Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios, según los términos y condiciones previstas en la presente ley.
B) Administrar los recursos del Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios.
C) Ser liquidador en sede administrativa de las empresas integrantes del sistema de intermediación financiera y de sus
respectivas colaterales.
El Banco Central del Uruguay y la Corporación coordinarán sus actividades por los medios que estimen convenientes para la
mejor obtención de las finalidades de interés público que les son comunes, sin perjuicio de los mecanismos estipulados en la
presente ley. “
Por ello, por el art. 16, lit. J se le confieren todas las atribuciones que le fueron asignadas al BCU por la Ley 17.613, arts. 14 a 21
inclusive. Dice el art. 16 literal J: “J) Como liquidador de instituciones de intermediación financiera, serán suyas todas las
atribuciones que le fueron asignadas al Banco Central del Uruguay en el Capítulo II de la Ley No. 17.613, de 27 de diciembre de
2002, Artículos 14 a 21 inclusive.”
Principios generales del Derecho concursal nacional
Los principios generales del Derecho concursal nacional, son aquellos preceptos básicos y elementales que inspiran el sentido
jurídico establecido por la 18387 e informan al sistema de normas que regulan los procedimientos concursales, así como los
convenios y acuerdos que pueda celebrar el deudor con sus acreedores.
Los principios son los enunciados lógicos que constituyen los fundamentos iniciales de una regulación , que la doctrina deduce del
sistema jurídico concursal y a los que se les adjudica el carácter de criterios directrices con validez general.
Cierto sector de la doctrina, refiere a los principios del Derecho concursal nacional utilizando otra acepción del término, para
referirse a los objetivos o metas de la Ley de Concursos 18387, como ser la facilitación del acceso al concurso, la rapidez de los
procedimientos, la reducción de los privilegios o la especialización de magistrados y auxiliares.
Por su parte Bado y López distinguen los siguientes principios concursales:
1- Principio de conservación de la empresa viable;
2- Principio de universalidad patrimonial;
3- Principio de colectividad de los acreedores;
4- Principio de igualdad;
5- Principio de preeminencia de las mayorías.
Veamos entonces c/u de estos principios:
1- Principio de conservación de la empresa viable:
La ley concursal 18387 pretende superar la tradicional relación entre los conceptos de quiebra y cese de la actividad económica
del deudor.
Efectivamente, en el régimen de la 18387 la declaración judicial de concurso no implica necesariamente el “cese o clausura” de la
actividad del deudor, esto es dispuesto por el art. 44 que reza: “ARTICULO 44.- (Continuación de la actividad del deudor).- La
declaración judicial de concurso no implica el cese o clausura de la actividad del deudor, salvo que el Juez disponga lo contrario,

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Comercial II – Parte IV
lo que podrá hacer en cualquier momento durante el concurso, a solicitud del deudor, de los acreedores, del síndico o interventor,
o de oficio”
El principio es la continuación de la actividad del deudor, no por el deudor y por eso se dice que esta ley tiene como uno de sus
principios más innovadores y trascendentes el de la supervivencia de las unidades productivas económicamente viables.
La protección de una empresa viable y autosustentable como unidad de riqueza, debe adoptarse con abstracción e incluso en
contra de los intereses del empresario y de sus acreedores, como una suerte de depositaria de un bien común de mayor valor o
por su función social .
Se parte del supuesto de que, cuando una empresa económicamente viable se presenta a concurso, el mejor resultado es que
continúe operando, dado que el capital se encontraría en donde tiene un mayor valor de uso.
No obstante, en general, el fundamento que se invoca para la continuación de la actividad del deudor sigue siendo la tutela del
interés de los acreedores.
Se entiende que el mantenimiento de la empresa en marcha redunda en la conservación del valor económico de los activos del
deudor y, por ende, repercute directamente sobre la expectativa de satisfacción de los acreedores.
Una solución que preserva la empresa en marcha sólo es posible si se cuenta con la iniciativa y consentimiento del deudor .
Demostración de esto es que los convenios sólo pueden se propuestos por el propio deudor, de acuerdo con los arts. 138 y 163
de la ley 18387, el acuerdo privado de reorganización debe estar suscrito por el deudor, de acuerdo al art. 214 y que basta la
solicitud del deudor para que el juez declare la liquidación, art. 168 de la ley.
De manera excepcional , la ley 18387, incorpora la posibilidad de que los acreedores elijan una alternativa ajena a la voluntad del
deudor para continuar con el emprendimiento y, con ello, instrumentar las transformaciones necesarias para su reinserción en el
mercado.
Esto ocurre por ejemplo, en el caso de abandono de la empresa, de acuerdo al art. 238 de la ley y cuando existen exclusivamente
acreedores laborales y el deudor no se hubiera presentado a promover su propio concurso, a solicitud de esos acreedores, se
podrá asignar a una cooperativa de trabajadores u otra modalidad empresarial que ellos determinen, en forma provisional, el uso
precario de la empresa.
Y si la voluntad del deudor y de los acreedores, no permite una salida que devuelva la viabilidad a la empresa, aparece una nueva
instancia en donde la búsqueda se traslada a la voluntad de nuevos empresarios.
Por eso, se impone, en primer lugar y en todos los casos, que se procure la venta en bloque de la empresa en funcionamiento,
art. 171 y se instrumentó, para ello, un mecanismo de licitación y subasta de la unidad productiva como un todo, de forma que los
interesados en la misma puedan hacer valer ofertas económicas que permitan un nuevo comienzo o la continuidad de la empresa.
2- El Principio de universalidad patrimonial
El principio de universalidad o de unidad , lo vamos a poder ver en el art. 71 de la 18387, que dispone que la masa activa del
concurso estará integrada por la totalidad del patrimonio del deudor a la fecha de la declaración y por los bienes y derechos que
adquiera hasta la conclusión del procedimiento, incluyendo los gananciales cuya administración le corresponda.
La declaración judicial de concurso implica la afectación de todos los bienes de una persona – propios y gananciales cuya
administración le corresponda, presentes y futuros – a la satisfacción de los créditos anteriores a dicha declaración.
No hay que distinguir entre bienes destinados al ejercicio de la actividad empresarial y bienes para el uso particular del deudor, y
tampoco puede pretenderse la exclusión de determinados establecimientos o sucursales, ni siquiera en el hipotético caso de que
realizaran actividades diferenciadas.
En esta afectación no sólo quedan incluidos los bienes que el síndico o interventor inventaríen sino, también, los que sean
reintegrados a la masa activa, mediante las acciones revocatorias, arts 80 y siguientes de la ley 18387 y acciones paulianas que
se promuevan, o acciones de responsabilidad que correspondan.
Los bienes hipotecados y prendados, también, integran la masa activa, puesto que el art. 71 no hace distinción alguna respecto a
éstos; pero tengan presente que a estos acreedores se les pagará con el producido de la enajenación de los bienes gravados, art.
181 ley 18387.
La consecuencia del principio de universalidad, es la suspensión de la legitimación del concursado para administrar y disponer de
sus bienes, en el caso del concurso necesario; o en limitaciones sobre su capacidad o legitimación para disponer de su
patrimonio, en el caso del concurso voluntario.
Eso implica que la regla general en el Derecho concursal sea la indisponibilidad total o parcial del patrimonio del concursado y así,
el principio de universalidad sería contradictorio con respecto al principio de libertad de iniciativa que impera en el Derecho
comercial.
3- Principio de colectividad de los acreedores
En virtud de este principio y que también se conoce como principio de generalidad - en el proceso concursal convergen las
pretensiones de todos los acreedores sobre la totalidad del patrimonio del deudor y no en beneficio del primer embargante, como
sucede en las ejecuciones individuales.
Y esto surge del inciso primero del art. 55 de la ley que reza: “ARTICULO 55.- (Composición de la masa pasiva).- Todos los
acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad o domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del
concurso, siendo representados por el síndico o el interventor y alcanzados por los efectos del concurso, sin más excepciones
que las establecidas en la presente ley.”
Entonces apreciamos que el proceso concursal convoca a todos los acreedores que, salvo excepciones, se ven impedidos de
promover ejecuciones individuales y suspende las ejecuciones iniciadas con anterioridad a la declaración judicial del concurso y
esto surge del inciso art. 56 y del art. 60.
Inciso primero art. 56: “(Prohibición de promover nuevos juicios).- Declarado judicialmente el concurso, los acreedores del deudor
por créditos anteriores a la fecha de la declaración no podrán promover contra el deudor procedimientos judiciales o arbitrales de
ningún tipo. Las actuaciones judiciales o arbitrales que se realicen serán nulas. “
Artículo 60: “Prohibición de nuevas ejecuciones y suspensión de las ejecuciones en curso).- Declarado el concurso, ningún
acreedor podrá promover ejecución contra el deudor por créditos anteriores a la declaración.”
Y de acuerdo con los arts. 61 y 181 de la ley, también quedan afectados por la declaración de concurso, también, los acreedores
con privilegio especial y de acuerdo con el art. 91, únicamente no están comprendidos en la masa pasiva los acreedores contra la
masa.

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Comercial II – Parte IV
“ARTICULO 61.- (Situación de los créditos prendarios e hipotecarios).- En el caso de los créditos prendarios e hipotecarios, la
prohibición de promover ejecuciones y la suspensión de las ejecuciones en curso caducarán transcurridos ciento veinte días de la
sentencia declaratoria del concurso.
En estos casos la ejecución deberá promoverse o continuará, según los casos, ante el Juez del concurso. “
“ARTICULO 181.- (Pago a los acreedores con privilegio especial).- Los créditos con privilegio especial se pagarán con el
producido de la enajenación de los bienes gravados”.
ARTICULO 91.- (Créditos contra la masa).- Serán créditos contra la masa:
1) Las costas y costos del proceso concursal, excluidos los honorarios profesionales de quienes patrocinen al deudor.
2) Las retribuciones del síndico o del interventor.
3) Los gastos de conservación, administración, valoración y liquidación de la masa activa.
4) Los créditos nacidos después de la declaración de concurso, incluidos los provenientes de la rehabilitación de contratos que
hubieran caducado, salvo que la ley los considere créditos concursales.
5) Los pagos por alimentos y entierro del deudor y de las personas frente a las cuales éste tenga deber legal.”
Los acreedores no participan del proceso concursal como individuos – uti singuli – sino como integrantes de la masa pasiva.
Y en esa masa pasiva, sus intereses eventualmente contradictorios, deben armonizarse o dilucidarse en función del principio de
preeminencia de las mayorías.
Sin perjuicio de que en ocasiones la Ley 18318, habilita la participación individual de los acreedores – como sucede, por ejemplo,
en la impugnación del inventario, art. 78, del listado de acreedores, art. 104 o en el de la oposición al convenio, art. 151 – esta
modalidad es residual y puntual.
La ley 18387 prioriza la actuación orgánica de los acreedores como, por ejemplo, sucede con su participación en la junta de
acreedores o en la comisión de acreedores.
La pluralidad de acreedores es necesaria para la tramitación del proceso concursal.
Se sostiene que sin la participación de una pluralidad de acreedores, el proceso concursal carecería de sentido y no se
diferenciaria de la ejecución individual o de un simple acuerdo privado.
Toda la ley 18387, parte del supuesto de la existencia de una pluralidad de acreedores, desde el constante uso de la palabra
acreedores en plural, hasta el régimen de funcionamiento por mayorías de la junta y la comisión de acreedores.
No obstante, deben saber que el concurso puede ser solicitado por un solo acreedor, que tenga un solo crédito impago , vean los
arts. 4, numeral 3 y art. 6, numeral 2.
Además también, la junta de acreedores puede celebrarse con la presencia de un solo acreedor, art. 115 inciso 5 de la ley.
Y la constatación de que existe solo un acreedor es motivo de suspensión, ni de conclusión del concurso, de acuerdo con los arts.
207 y 211 de la ley 18387.
4- Principio de igualdad
El principio de igualdad implica la supresión de la regla prior in tempore, potior in iure.
En el ámbito de los procesos concursales, no importa cuán rápidamente hayan accionado los acreedores en forma individual ni la
fecha del crédito, ni quién haya sido el primer embargante.
Y así se sustituye la justicia conmutativa de las relaciones sinalagmáticas, por la justicia distributiva que exige la satisfacción de
todos los acreedores.
El principio de igualdad es el principio de justicia que justifica existencialmente al proceso concursal.
Bado y López dicen que es también un factor moralizador, en dos sentidos: porque inhibe la iniciativa del deudor a otorgar
ventajas a algunos acreedores en perjuicio de los demás e impide que los acreedores se aventajen entre sí dentro del ámbito
concursal.
En el Derecho concursal, la afectación de los bienes del deudor se permite con la condición de que satisfaga a todos los
acreedores por igual, sin importar el orden en que trabaron embargos en sus intentos de ejecución individual.
Todos los bienes del deudor se destinan a la satisfacción de todos los acreedores con un tratamiento igualitario – par conditio
creditorum – salvo las legítimas causas de privilegio, tal como establece el art. 2372 del Código Civil.
En el proceso concursal uruguayo, una vez ingresado a la etapa de liquidación, se van a ejecutar todos los bienes del deudor –
con ciertas excepciones – y el resultado de su ejecución se destina al pago de todos los acreedores.
Ese pago se hará a prorrata de los respectivos créditos, si lo obtenido no fuera suficiente para cubrir la totalidad de los créditos.
De esta manera se brinda un tratamiento igualitario a los acreedores, con la salvedad de un tratamiento especial que se confiere a
los acreedores privilegiados y subordinados, esto es muy importante por favor no lo olviden. Esto surge del inciso segundo del art.
55 de la ley 18387: “Se otorgará un tratamiento igualitario a todos los acreedores pertenecientes a una misma clase, sin perjuicio
de las excepciones expresamente previstas en la ley”.
El tratamiento igualitario de todos los acreedor es constituye una ventaja ante la insolvencia del deudor.
Si el deudor es solvente no existe peligro de un tratamiento diferencial, por cuanto los acreedores encontrarán en el patrimonio del
deudor bienes suficientes para su satisfacción plena.
Pero si el deudor es insolvente sólo la ejecución concursal asegura a los acreedores una justa distribución del producido de la
venta de los bienes del deudor, que constituían la garantía común.
Cuando los bienes son insuficientes, todos los acreedores sufren igual proporción de perjuicio, creándose una comunidad de
pérdidas.
Y para la efectiva aplicación de este principio, la Ley 18387, otorga algunos instrumentos a los acreedores, como el que surge del
art. 152.
En el art. 152, se habilita la oposición de acreedores a la aprobación del convenio, si se acreditasen «maniobras que afecten o
puedan afectar a la paridad de trato entre los acreedores quirografarios”.
Por otra parte el art. 248 castiga con pena de un año de prisión a cinco de penitenciaría, al deudor que quiebre el principio de
igualdad, acordando u otorgando a sus acreedores ventajas particulares en razón de su voto.
Deben saber que en la Ley 18837, aparecen varias excepciones a este principio, permitiendo un tratamiento desigual en
determinadas situaciones, pero siempre mediante una expresa disposición legal o la manifestación favorable de la mayoría de los
acreedores relegados o afectados.

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Comercial II – Parte IV

Veamos esas excepciones al principio de igualdad:


A) Se permite dar un tratamiento diferente a determinadas clases de acreedores, por ejemplo, en razón de que la Ley 18387, les
reconoce un privilegio o porque están especialmente relacionados con el deudor.
Y es por eso que la ley 18 prevé la existencia de tres clases de acreedores:
-quirografarios;
- privilegiados y
- subordinados.
Dentro de los privilegiados, además, distingue según su crédito tenga un privilegio general o especial y luego establece un orden
para el cobro de sus créditos, en los arts. 183, 184 y 187.
Es importante que sepan que los acreedores laborales, más allá del privilegio general que se le otorga respecto de los créditos
devengados hasta con dos años de anterioridad a la declaración del concurso ,art. 110), disponen de una atención especial por
parte de la Ley 18387, en virtud de su carácter alimentario.
El art. 62, por ejemplo, establece la posibilidad de que el síndico o el interventor, previa autorización judicial, resuelvan el pago
anticipado de los créditos laborales de cualquier naturaleza que se hubieran devengado y no estuvieran prescriptos, siempre que
existieren recursos líquidos suficientes o bienes fácilmente realizables en la masa activa y siempre que la disposición de los
mismos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor.
Y en la etapa de liquidación, el art. 172 habilita a que los trabajadores de “la empresa subastada”, asociados bajo la forma de una
cooperativa o de una sociedad comercial, puedan constituirse en oferentes para la compra del establecimiento del deudor
concursado, haciendo valer en su oferta los créditos laborales a ser renunciados por sus miembros y hasta la suma
correspondiente a la indemnización por seguro de desempleo.
Y en caso de que no se logre la venta en bloque de la empresa en funcionamiento y exista riesgo de que los créditos laborales
privilegiados no puedan ser satisfechos en su totalidad, el juez, previa vista al síndico, puede designar depositaria de los bienes
de la deudora concursada, otorgando facultades de uso precario de los mismos a una cooperativa de trabajo que se constituya
con la totalidad o con parte del personal, art. 174.
2) En la práctica existen concursos donde, en forma explícita y descubierta, se pacta priorizar el pago a un grupo de acreedores
sobre otros.
Esta preferencia es justificada en atención a que ciertos acreedores (como los llamados comerciales) continúan abasteciendo al
deudor concursado, frente a otros que le retiran su cooperación (en general, entidades de intermediación financiera y
prestamistas).
Una práctica de este tipo constituye una violación del principio de pars conditio creditorum, que sólo sería admisible si esas
ventajas son reconocidas en el marco de una propuesta de convenio o de acuerdo, que cuente con el voto favorable de una
mayoría especial del pasivo no beneficiado, art. 145.
3) Se entendió que la aplicación del principio de igualdad a rajatabla podía provocar situaciones injustas.
Y para moderar el alcance del principio, el inciso segundo del art. 184 prevé la posibilidad de alterar el orden en que debiera
procederse a realizar los pagos , en beneficio de acreedores quirografarios , con autorización del juez y luego de oída la comisión
de acreedores.
En estas condiciones se podría incluso proceder al pago de créditos quirografarios antes que los créditos privilegiados.
3) Principio de preeminencia de las mayorías
La posibilidad de que una mayoría imponga a una minoría una solución no deseada por ella, requiere una Ley; y esa Ley, a su
vez, debe establecer las condiciones en que lo resuelto por la mayoría sea obligatorio para la minoría.
Así sucede, por ejemplo, en el Derecho societario, el cual, también, se considera orientado por un principio de la preeminencia de
las mayorías.
En materia concursal se admite que una resolución, un convenio o un acuerdo, entre el deudor y alguno de sus acreedores
quirografarios, tengo eficacia obligatoria frente a los demás acreedores, siempre que cumplan con los trámites y condiciones
impuestos por la Ley 18387.
La preeminencia de las mayorías se impone, incluso, a acreedores que no pudieron tener conocimiento del concurso, por
encontrarse fuera del país, por ejemplo, y aun frente a los acreedores que se opusieron expresamente a las resoluciones
adoptadas por la mayoría.

ESQUEMA GENERAL DEL RÉGIMEN CONCURSAL URUGUAYO.

Estudiantes, vamos a ver en primer lugar un pantallazo general de la ley, posteriormente trataremos cada tema con más
profunidad.

El régimen concursal uruguayo fue establecido por la ley 18.387, que rige desde noviembre de 2008.
Esta ley tiene clara influencia de la ley española 22/2003, se siguió el esquema general del modelo español en cuanto a sujetos,
presupuestos del concurso, fases, créditos y privilegios. Sin embargo, hay varias diferencias (algunas justificadas y otras no tanto)
que se explican, en su mayoría, por el mantenimiento de soluciones que forman parte de la tradición de la legislación uruguaya en
la materia.
Al aprobar la reforma (a través de un largo proceso en el que participaron varios grupos de interesados), se señalaron como sus
objetivos: (a) simplificar los procedimientos; (b) instrumentar un procedimiento único; (c) facilitar el acceso al procedimiento
mediante la “alerta temprana”; (d) dar un marco flexible para los acuerdos entre las partes; (e) mejorar los procesos de decisión;
(f) reducir costos de procedimiento; (g) fortalecer la judicatura y la especialización; (h) conservar la empresa viable y las fuentes
de trabajo; y (i) adecuar las sanciones penales.
Con estas coordenadas se creó una estructura única con una fase inicial del concurso a la que puede seguir una fase de convenio
o liquidación.
Luego, como diferencia frente al régimen español, la ley uruguaya reguló los “acuerdos privados de reorganización”.
Estos son acuerdos que el deudor puede celebrar con sus acreedores, inspirados en los “concordatos” del régimen anterior.

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Comercial II – Parte IV
Los sujetos, con diferencias de denominación y alguna de régimen, también en general coinciden con los del proceso español.
Intervienen el Juez, la sindicatura (órgano que cumple la función de administración concursal), la junta de acreedores y la
comisión de acreedores.
En los presupuestos subjetivos del concurso también hay diferencias con el régimen español. La nueva ley comprende a cualquier
deudor, sea persona física o jurídica siempre que realice actividad empresaria o comercial.
Sólo se excluye de su alcance a las personas físicas respecto a sus deudas de naturaleza no empresarial.
En efecto, los consumidores finales, se siguen rigiendo por el concurso civil regulado en el Código General del Proceso (“CGP”).
Se excluyen también del presupuesto subjetivo del concurso las personas jurídicas de derecho público (al igual que en el régimen
español) y a las de intermediación financiera.
Esto último porque los bancos y similares son liquidados administrativamente por su regulador (el Banco Central del Uruguay).
Pese a esta vocación unificadora, la ley reconoce las diferencias entre los distintos agentes económicos sometidos al nuevo
régimen.
Así regula los “pequeños concursos”, procesos en los que esencialmente se acortan los plazos y reducen algunos costos.
REGULACIÓN ANTERIOR A LA LEY N.º 18.387.
La regulación anterior fue sistemáticamente considerada anticuada (con prácticamente 100 años), fragmentaria y poco efectiva.
Se señalaba que sus procedimientos se habían demostrado “depredadores del magro patrimonio del deudor en crisis” (por lo que
no estimulaban su promoción, al deudor ni a sus acreedores). Y si bien reformas parciales habían buscado mejorarlo, la doctrina
indicó consistentemente sus inconvenientes en términos de costos y tiempo. Así, en la exposición de motivos de la nueva ley
concursal, varias veces se describe al sistema anterior como “ineficiente y perverso, basado en arcaicas concepciones hace
tiempo superadas”.
Este régimen era, además, engorroso y complejo, preveía más de 16 procedimientos concursales, que en términos generales se
podían agrupar en: (a) el concurso (aplicable a deudores civiles –no comerciantes–aún vigente); (b) la quiebra para
comerciantes y sociedades mercantiles distintas a la anónima; y (c) la liquidación judicial para las sociedades anónimas
(sustancialmente muy similar a la quiebra).
Con estos procedimientos liquidatorios, coexistían otros preventivos. El más utilizado fue siempre el “concordato”, acuerdo entre
el deudor y sus acreedores por el que se conceden quitas, esperas, o ambas (regulado en el Código de Comercio y leyes
posteriores que lo enmendaron). El concordato, podía adoptarse de forma judicial o extrajudicial (con posterior homologación
judicial) e incluso de forma completamente privada ante notario público (como los ahora llamados “acuerdos privados de
reorganización”, que veremos más adelante). Podían recurrir al concordato las sociedades mercantiles y los deudores personas
físicas comerciantes. Por otra parte, las sociedades comerciales en situación de iliquidez transitoria (pero no insolvencia) podían
también solicitar judicialmente su “moratoria” –proceso similar a la “suspensión de pagos”– que permitía impedir el inicio de
ejecuciones contra ellas por el plazo de un año.
Como señalamos, salvo puntuales reformas este régimen rigió por unos ochenta años.
Ahora, excepto para los consumidores, las “situaciones” concursales se rigen todas por la ley 18.387.
PRESUPUESTO OBJETIVO DEL CONCURSO: LA INSOLVENCIA.
El presupuesto objetivo del concurso es el estado de insolvencia. La ley lo define como la imposibilidad del deudor de cumplir con
sus obligaciones.
Así lo establece el artículo 1º de la ley 18.387 que es similar al artículo 2º de la Ley española 22/2003. Textualmente el artículo
establece: “Presupuesto objetivo: La declaración judicial de concurso procede respecto de cualquier deudor que se encuentre en
estado de insolvencia.”
Para concretar esta noción se establecen una serie de “presunciones” legales.
Estas “presunciones” coinciden en parte con las circunstancias del artículo 2 de la ley 22/2003 y cumplen similar función como
“hechos hábiles” para declarar el concurso.
Es nuevo en Uruguay identificar causas más objetivas para declarar el concurso (y en ese punto se mejora el sistema anterior).
Sin embargo, hubiera sido mejor mantener el texto de la ley española, que es más clara al indicar qué se debe invocar y probar
para obtener una declaración de concurso según los casos.
Con la redacción uruguaya, el mayor problema es determinar si puede existir insolvencia sin que se cumpla ninguna de las
presunciones.
Es decir, si las presunciones son una lista taxativa (como lo consideran ya algunos autores y decisiones judiciales), criterio que
consideramos correcto, o si puede considerarse que hay insolvencia y declararse el concurso aún a falta dichas presunciones.
Las presunciones se dividen en absolutas y relativas.
Las segundas, es decir las presunciones relativas, permiten al deudor probar que pese a incurrir en el supuesto legal no es
insolvente, sino que puede cumplir sus obligaciones.
Por el contrario, probada una presunción absoluta, procede inevitablemente declarar el concurso.
Estas “presunciones” son, en primer lugar, que el pasivo supere al activo.
La segunda es que el deudor tenga al menos dos embargos por demandas ejecutivas o de ejecución por un monto mayor a la
mitad de sus bienes embargables.
La tercera y la cuarta son el incumplimiento de obligaciones por tres meses o por un año en el caso de las tributarias.
También se presume la insolvencia si se cierra el establecimiento comercial o sede principal de la administración definitivamente o
si el Banco Central suspende o clausura cuentas corrientes del deudor.
Por último, se presume la insolvencia si el deudor incumple un acuerdo privado de reorganización, o si omite comparecer al
Juzgado en el proceso que se abre cuando un acreedor se opone a su aprobación.
Por otra parte, son presunciones absolutas: (a) que el deudor haya solicitado su propio concurso; (b) que haya sido declarado en
concurso por el juez del Estado del domicilio principal del deudor.
También lo son la realización de actos fraudulentos para obtener créditos, la sustracción de bienes a la persecución de los
acreedores y la ocultación o ausencia del deudor o sus administradores (si es una persona jurídica) sin dejar representante con
facultades y medios suficientes para cumplir con sus obligaciones.
SOLICITUD Y DECLARACIÓN DEL CONCURSO.

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Comercial II – Parte IV
Según quien lo haya promovido (el deudor o un acreedor), el concurso se clasifica en necesario y voluntario (con similares
consecuencias que en la ley española). El trámite procesal y los efectos también siguen el esquema general de la solución
española.
Legitimación activa. Concurso Voluntario y Necesario.
El primer legitimado para solicitar el concurso es el deudor, quien está además obligado a solicitarlo antes de los 30 días de
conocer (o haber debido conocer) su insolvencia.
Si el deudor es una persona jurídica pueden solicitar su concurso los “órganos con facultades de representación” o un apoderado
convencional con facultades expresas.
A diferencia de la ley española, la uruguaya no refiere al órgano con capacidad de “decidir” la presentación de la solicitud.
Para evitar el bloqueo cuando se dan los presupuestos del concurso, la ley uruguaya legitima directamente también a cualquier
miembro del órgano de administración y de control interno (sindicatura o comisión fiscal), aún si no tienen facultades de
representación.
Nada dice la ley sobre si el concurso en este caso es voluntario o necesario.
A su vez, a estos sujetos también les aplica la obligación de iniciar el concurso dentro de los 30 días de conocer el estado de
insolvencia.
También cualquier acreedor, con o sin crédito vencido, puede pedir el concurso.
No importa, a diferencia de la ley española, cuándo adquirieron tal calidad.
Para fomentar el ingreso “a tiempo” al proceso concursal, se concede un privilegio especial al crédito del acreedor que promueve
el proceso concursal.
Por último, pueden promover el concurso los socios personalmente responsables por las deudas sociales, los codeudores,
fiadores o avalistas de deudor y las Bolsas de Valores e instituciones gremiales de empresarios con personería jurídica.
Trámite Procesal de la Solicitud.
Las formalidades y la prueba que debe acompañar la solicitud son similares a las de la ley española, salvo la técnica de la ley
uruguaya de remitir a los requisitos de la demanda según el sistema procesal común.
Cuando el deudor solicita su concurso, el juez deberá proveer sobre el pedido sin más trámite en un plazo de dos días.
Si otro de los legitimados solicita el concurso, el deudor se podrá oponer en el plazo que el juez estime razonable, que no podrá
superar los diez días.
Este es de los pocos plazos judiciales de nuestro sistema procesal (y ninguno para un acto tan importante).
La jurisprudencia parece irse inclinando por otorgar el máximo legal de diez días.
Luego de la oposición se seguirá el trámite del proceso incidental.
Al oponerse, el deudor deberá aportar sus libros y documentos contables.
Si el juez los considera insuficientes, podrá disponer una pericia contable (que deberá realizarse en no más de diez días hábiles).
Presentada la oposición (o el informe pericial, eventualmente) se convoca a audiencia en no más de cinco días.
Luego de ella, igual plazo tendrá el juez para decidir si declara el concurso.
Si el deudor no concurre a la audiencia u obstaculiza la prueba de su insolvencia, se decretará inmediatamente el concurso.
También se decretará inmediatamente el concurso (en dos días) si el deudor no presentó oposición.
En la fase previa a la declaratoria, se pueden adoptar medidas cautelares pero siempre a solicitud del actor (acreedor) y bajo su
responsabilidad (según el régimen general de las medidas cautelares).
No queda claro sin embargo, si se debe prestar caución; en este sentido, si bien el artículo 17 de la ley española es más prolijo,
creemos que bajo Derecho uruguayo la solución es igual.
El contenido de la sentencia declaratoria del concurso difiere ligeramente del artículo 21 de la ley 22/2003.
Además de nombrar al síndico (administrador concursal), también podrá disponer medidas cautelares sobre el deudor (entre ellas
la interceptación de comunicaciones profesionales o la prohibición de cambiar de domicilio).
Si el concurso es necesario podrá (si del examen preliminar de la situación patrimonial surgiere la insuficiencia de bienes)
embargar bienes de los administradores o miembros del órgano de control interno (sindicatura), o de quienes lo hayan sido por los
dos años anteriores si conocieron el estado de insolvencia de la persona jurídica deudora.
La apelación de la declaración de concurso en Uruguay tampoco tiene efecto suspensivo.
PRINCIPALES EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE CONCURSO.
La declaración de concurso no implica de por sí el cese de la actividad del deudor.
El ejercicio del deudor de sus facultades patrimoniales (que en el sistema uruguayo se denomina “legitimación para disponer”) se
regula de forma bastante similar al artículo 40 de la ley española.
Así, si el concurso es necesario se suspenderá la legitimación del deudor y será sustituido en la administración y disposición de
sus bienes por el síndico.
Si el concurso es voluntario, en principio, el deudor conservará su legitimación pero co–administrará los bienes con un interventor
designado por el juez.
No obstante –y esta es una diferencia clara con el artículo 40 de la ley española que deja al juez más libre– se suspenderá la
legitimación aún en el concurso voluntario si el activo es insuficiente para satisfacer el pasivo.
Asimismo, el régimen inicial de intervención puede convertirse en el de suspensión y viceversa si la relación entre activo y pasivo
se prueba distinta a la inicial durante el proceso.
Además, el régimen de limitación puede pasar a ser de suspensión si así lo pide fundadamente el interventor (previa vista al
deudor) cualquiera sea su situación patrimonial.
Si el deudor es una persona jurídica, el régimen varía según se trate de concurso en el que se haya dispuesto la suspensión o la
limitación de la legitimación.
En el primer caso los administradores de la sociedad serán reemplazados por los síndicos (perdiendo además el derecho a
remuneración).
También se suspende el deber de convocar a los órganos sociales y en caso de que se celebren asambleas, cualquier decisión
adoptada requerirá ratificación del síndico.
El órgano de control interno quedará suspendido en sus funciones.

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Comercial II – Parte IV
Por el contrario, si no se dispuso la suspensión sino la limitación de la legitimación para disponer, los órganos continuarán
funcionando pero cualquier convocatoria a asamblea de socios requerirá la autorización del interventor.
Por otra parte, los efectos del concurso sobre los contratos y créditos son –en líneas generales– similares al régimen español.
Corresponde sí destacar el cese del cómputo de los intereses sobre los créditos y la pesificación de las deudas del deudor
(excepto las que tengan garantía real y hasta el monto de la garantía).
Este punto en Uruguay importa porque existe un alto endeudamiento en dólares y las crisis económicas han estado acompañadas
por devaluaciones dramáticas.
LA MASA ACTIVA DEL CONCURSO.
La composición, conservación, administración de la masa activa y las herramientas para recomponer el patrimonio del concursado
(concretamente, la rehabilitación de contratos y las acciones de revocación) se regulan siguiendo el esquema general de la ley
española y, en varios aspectos, adoptando su redacción casi al pie de la letra. Nos ocuparemos de estos puntos a continuación
destacando las diferencias puntuales que existen entre los dos regímenes.
1- Composición de la masa activa.
La masa activa comprende los bienes y derechos del deudor al momento de declararse el concurso y los que adquiera durante el
procedimiento.
Si el deudor es persona física, también integran la masa activa los bienes gananciales que administra.
Asimismo –y con una solución similar al sistema español– se establecen dos presunciones relativas que favorecen la composición
de la masa activa.
La primera consiste en presumir que los bienes adquiridos por el cónyuge del deudor en el año anterior a la declaración del
concurso fueron donados por éste.
Por ello, al ser actos realizados a título gratuito, pueden ser revocados según el artículo 81.1 de la nueva ley.
La segunda presunción considera al deudor titular íntegro del saldo de las cuentas bancarias abiertas conjuntamente con un
tercero dentro del año anterior a la declaración del concurso.
2- Administración de la Masa Activa.
La masa activa debe administrarse de la forma más conveniente para satisfacer a los acreedores.
Aquí hay una diferencia de redacción con el artículo 43.1 de la ley 22/2003 que siguió un criterio más conciliador de los diversos
intereses presentes en el procedimiento al establecer que las facultades de administración y conservación se deben ejercer del
modo más conveniente para los “intereses del concurso”. Esto último implícitamente supone que satisfacer a los acreedores no es
el único objetivo del procedimiento. No obstante, la diferente redacción no se proyecta luego en las soluciones concretas o las
herramientas que crea la ley para permitir la continuidad de la actividad del deudor.
Si el concurso se dispone con suspensión de la legitimación del deudor para disponer, el síndico se encargará de administrar y
conservar los bienes que la integran.
En caso contrario, el deudor continuará administrando el activo supervisado por el interventor.
Cómo límite a las facultades de administración, la ley exige autorización judicial para enajenar o gravar bienes de valor superior al
5% de la masa activa.
Así, a diferencia de la solución establecida en el artículo 43 de la ley 22/2003, la ley uruguaya no prevé un régimen específico
para los actos de disposición inherentes a la continuidad de la actividad profesional del deudor.
Simplemente, se optó por establecer un límite general cuantitativo (5% del valor de la masa activa).
La idea que subyace en este alejamiento del modelo español es que los actos propios del giro comercial del deudor, en la
práctica, no deberían exceder dicho límite.
Y en caso de que sí afecten más del 5% de la masa activa, se creyó conveniente someter dichos actos al control jurisdiccional de
su conveniencia y para descartar que, en realidad, intenten encubrir un acto de vaciamiento patrimonial del deudor.
3- Rehabilitación de los Contratos.
Otra novedad de la ley para fomentar la continuidad de la empresa es la posibilidad del síndico o interventor de rehabilitar ciertos
contratos de interés para el desarrollo de la actividad empresarial.
Esta categoría puede comprender: préstamos de dinero, compraventas a crédito de muebles o inmuebles, arrendamientos y
contratos de leasing.
A su vez, sólo podrán rehabilitarse si hubieran “caducado” (en la terminología de la ley) por incumplimiento del deudor del pago
del precio (de una vez o mediante pagos periódicos) y siempre que no exista una sentencia judicial firme que haya dispuesto la
resolución del contrato por incumplimiento.
El síndico o interventor resuelven unilateralmente la rehabilitación y la notifican a la contraparte contractual una vez consignado el
monto pendiente de pago y los intereses moratorios.
Los pagos derivados de rehabilitar el contrato serán créditos “contra la masa”, es decir, preferentes frente a todos los demás
créditos concursales.
Así, con la obligación de consignar los importes pendientes, se compensa la carga impuesta a la contraparte que viene
soportando el incumplimiento del deudor.
4- Las Acciones Revocatorias.
La ley considera al período anterior al concurso como “de sospecha” a varios efectos.
Una manifestación de ello es la posibilidad del síndico de impugnar mediante acciones revocatorias actos anteriores a la
declaración de concurso (con la única excepción de las operaciones ordinarias del giro al que se dedica el deudor).
El presupuesto general que habilita estas acciones es que a la fecha de declaración del concurso el pasivo supere al activo,
restados los bienes inembargables.
Luego, se separan dos modalidades de acciones revocatorias en virtud de los actos que se atacan.
Así, hay actos revocables de “pleno derecho” y otros revocables sólo si se prueban ciertas circunstancias (en esencia: el fraude
del deudor y su co–contratante, o al menos la negligencia de éste último).
Pero, como dijimos, siempre se debe cumplir el presupuesto general: la insuficiencia de activos en la masa.
De lo contrario, los acreedores podrán eventualmente acudir a las acciones civiles generales contra actos fraudulentos
(básicamente, la pauliana y la simulatoria), pero no al régimen de las acciones revocatorias concursales con sus ventajas,
principalmente en materia de prueba y de plazos.

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Comercial II – Parte IV
La diferencia entre los actos revocables de pleno derecho y los otros que pueden ser objeto de acción revocatoria, es que en los
primeros no se requiere probar que se hicieron para perjudicar a los acreedores o que la contraparte tenía o debía tener (si
hubiera sido diligente), conocimiento del estado de insolvencia.
Integran esta categoría los actos que por su naturaleza no pueden nunca beneficiar al patrimonio del deudor (como los realizados
a título gratuito o los de constitución o ampliación de garantías sobre obligaciones preexistentes).
Por ello, se pueden revocar, sin importar la intención de las partes al celebrarlo.
La segunda categoría de actos (u omisiones) revocables son los que perjudican a los acreedores y el deudor realizó “en fraude y
perjuicio” de éstos.
Aquí se exige además que la contraparte conociera o debiera conocer el estado de insolvencia.
En este punto, la regulación uruguaya se apartó del modelo español.
En efecto, el artículo 71 de la ley 22/2003 no exige probar intención fraudulenta.
Sin embargo, el legislador uruguayo optó por agregar al requisito objetivo del perjuicio para la masa activa, uno subjetivo en el
deudor (la intención de actuar “en fraude y perjuicio de los acreedores”) y su contraparte (el conocimiento del estado de
insolvencia, lo que, en definitiva, configuran su dolo o culpa).
Esta exigencia sólo se flexibiliza respecto a las personas especialmente relacionadas con el deudor, cuyo conocimiento del estado
de insolvencia se presume.
Están legitimados para iniciar estas acciones revocatorias el síndico y los acreedores en subrogación (si éste no las promueve)
que representen al menos el 5% del pasivo total. Asimismo se incentiva a los acreedores a actuar en interés de la masa,
disponiendo que los activos recuperados se destinen a reembolsar sus gastos y satisfacer hasta el 50% del crédito del acreedor
que accionó.
La revocación no afecta los derechos adquiridos onerosamente por terceros de buena fe.
En estos casos –como en los de pérdida o destrucción de los bienes– la sentencia final condenará a entregar el valor que
hubieran tenido al salir del patrimonio del deudor o en otro momento posterior si éste hubiera sido mayor, más el interés legal.
A su vez, si de la revocación resulta un crédito a favor del tercero, éste tendrá, en principio, el carácter de crédito concursal.
Ahora, si se prueba que el tercero conocía el estado de insolvencia del deudor al realizar el acto, perderá el derecho a cobrar su
crédito.
CRÉDITOS EN EL CONCURSO.
Por primera vez la legislación define la categoría de “créditos contra la masa”.
Por otra parte, desaparece la total “extraconcursalidad” de los créditos garantizados con prenda o hipoteca que pasan a formar
una categoría específica de créditos privilegiados pero dentro del concurso (al menos por un tiempo).
Junto a estos créditos, aparecen los privilegiados “simples” que sustituyen, con una regulación mejor y más simple, a los
privilegiados de los Códigos de Comercio y Civil (y varias leyes especiales).
Por último, se regulan por primera vez los créditos subordinados.
1- Créditos contra la masa y en la masa
A la categoría de créditos contra la masa pertenecen los gastos del proceso concursal, los de conservación y administración de la
masa y a los necesarios para continuar la actividad del deudor.
Estos créditos se pagan por fuera del procedimiento del concurso, a sus respectivos vencimientos y con cargo a los bienes de la
masa que no estén gravados con prenda o hipoteca.
De llegarse a la fase de liquidación, también se pagan antes que los restantes créditos.
Se diseñó esta categoría como créditos “extraconcursales”, con un trato muy favorable, ya que sólo los desplazan los créditos con
garantía real y respecto a los bienes afectados.
En el sistema anterior los créditos contra la masa se limitaban básicamente a los gastos del procedimiento judicial.
La solución amplia que ahora se estableció se explica por el principio de continuidad de la actividad empresarial (que justifica
reforzar los créditos provenientes de la administración del patrimonio del deudor) y de la rehabilitación de los contratos que
pueden referir a bienes claves para la actividad del deudor.
Fuera de los créditos contra la masa, los demás créditos son considerados como “créditos en la masa”; es decir, créditos
anteriores a declararse el concurso.
La ley divide los “créditos en la masa” en privilegiados, quirografarios (o comunes) y subordinados.
2- Créditos con privilegio especial y general
Los créditos con privilegio se dividen en dos grupos: créditos con privilegio especial y créditos con privilegio general.
Los primeros son los garantizados con garantía real (prenda o hipoteca).
Bajo la ley anterior estos créditos no quedaban dentro de la quiebra o liquidación judicial.
Sus titulares (los “acreedores preferentes”) podían ejecutar el crédito por fuera del procedimiento.
La nueva ley los integró –en cierta medida– al concurso y los denominó créditos con privilegio “especial”.
Estos acreedores deben solicitar la verificación de sus créditos y, a su vez, se les impone un período de espera de 120 días desde
la declaración del concurso durante el cual no podrán iniciar su ejecución.
El segundo grupo de créditos privilegiados son los que tienen un privilegio general.
La nueva regulación simplificó el régimen anterior y los redujo a tres tipos de créditos: (a) los laborales hasta cierto monto y
devengados hasta dos años antes94; (b) los tributarios exigibles hasta dos años antes de la declaración de concurso; y (c) el 50%
de los quirografarios a favor del acreedor que promovió la declaración del concurso hasta llegar a un 10% de la masa pasiva.
3- Créditos subordinados
Como mencionamos, otra novedad de la ley es la incorporación de la categoría de créditos subordinados. Hasta ahora no tenían
previsión aunque la doctrina admitía la subordinación de origen convencional.
Estos créditos pueden ser de dos tipos: (a) multas y demás sanciones pecuniarias; (b) créditos de personas especialmente
relacionadas con el deudor.
Como se ve, la ley uruguaya sólo incorporó a los créditos de los literales 4) y 5) de la ley española, 22/2003 y dejó fuera a los
créditos por intereses y a los subordinados contractualmente.
Por otra parte, como señalamos, los créditos de terceros que participaron en actos revocados conociendo el estado de insolvencia
del deudor, directamente quedan fuera de la masa pasiva del concurso.

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Comercial II – Parte IV
ESTRUCTURA GENERAL DE LAS ETAPAS DEL PROCESO.
Luego de la primera fase en la que se conforman la masa activa y pasiva, el concurso puede transitar dos caminos: la fase de
convenio o de liquidación.
Dentro de los 120 días de la declaración de concurso, el deudor podrá presentar una o varias propuestas de convenio
acompañadas de un plan de continuación o liquidación.
La propuesta podrá consistir en quitas y/o esperas, cesión de bienes a los acreedores, constitución de una sociedad con los
acreedores comunes, capitalización de pasivos, creación de fideicomisos, reorganización de la sociedad, administración de sus
bienes en interés de los acreedores o tener cualquier otro contenido lícito o combinación de los anteriores.
Las quitas y esperas no tienen límites, pero las mayorías exigidas para aprobar el convenio aumentan en base a su entidad.
A su vez, la ley permite dar ventajas a acreedores de una o varias clases de créditos, pero para ello se requiere una mayoría
especial de votos de los acreedores que representan el pasivo no beneficiado.
El convenio entra en vigor al quedar firme la sentencia que lo aprueba.
Sus efectos alcanzan al deudor a los acreedores quirografarios y a los subordinados.
El síndico, el interventor y ciertos acreedores se pueden oponer a la aprobación judicial del convenio hasta 5 días después de la
Junta de Acreedores, invocando la infracción legal al constituirse o celebrarse la Junta, o en el contenido del convenio.
Por otra parte se entra a la fase de liquidación si no se presenta en plazo una propuesta de convenio, si ésta es rechazada por la
Junta de Acreedores (o no es aprobada judicialmente en caso de oposición).
También se entra a esta etapa si así lo pide el deudor o la mayoría de sus acreedores comunes, o si el deudor incumple un
convenio aprobado.
En la liquidación se debe buscar, en primer lugar, la venta en bloque de la empresa en funcionamiento mediante un proceso
licitatorio.
Si fracasa esta vía, el síndico armará un proyecto de liquidación que establecerá cómo enajenar los bienes de la masa activa.
CALIFICACIÓN DEL CONCURSO.
En el proceso concursal uruguayo también podrá abrirse una fase de calificación del carácter culpable o fortuito del concurso.
Acá encontramos algunas diferencias importantes con la ley española.
Una de ellas es la distinta redacción de la ley uruguaya en la que la procedencia de la calificación es la regla, con una excepción
que exige dos condiciones acumulativas: (a) que el concurso haya sido voluntario; y (b) que se llegue a un convenio que permita
satisfacer íntegramente los créditos en no más de dos años o que si hay liquidación, el patrimonio del deudor permita satisfacer el
pasivo.
Si bien la norma se inspira en parte en el artículo 163 de la ley española, como se ve, fue más lejos determinando que
seguramente en casi todos los concursos se forme el incidente de calificación (lo que se hará al aprobar el convenio o disponer la
liquidación).
Las presunciones de culpabilidad se agrupan en absolutas y relativas.
Las primeras, son similares a las causas que en la ley española se mencionan a partir del inciso 2 del artículo 1641, con una sola
variante destacable, en la ley uruguaya el concurso será culpable sin posibilidad de prueba en contrario si en los dos años
anteriores los bienes del deudor hubieran sido “manifiestamente insuficientes o inadecuados” para ejercer la actividad a que se
dedicaba el deudor.
Por otra parte, las presunciones relativas son –con diferente redacción– esencialmente iguales a las del artículo 165 de la ley
22/2003.
El procedimiento para la calificación será el de los incidentes. Comparecerán el Síndico, el deudor y las personas que pueden ser
declaradas cómplices (administradores de la persona jurídica o cualquier otra persona que hubiere contribuido al estado de
insolvencia mediante dolo o culpa).
Las consecuencias de calificar el concurso como culpable son similares a las de la ley española. Esencialmente, la inhabilitación
(por un periodo de 5 a 20 años) y la pérdida de los derechos de los afectados contra la masa.
En el caso de la persona jurídica, la ley uruguaya también permite imponer la condena a sus administradores (de hecho o de
derecho) a cubrir todo o parte del déficit.
La ley uruguaya no dice expresamente que ello proceda sólo en caso de liquidación, pero así se infiere.
Tampoco menciona que pueda condenarse a quienes fueron administradores dos años antes como sí hace el artículo 172 de la
ley española, por lo que creemos cerrada esta posibilidad.
ACUERDOS PRIVADOS DE REORGANIZACIÓN.
El Acuerdo Privado de Reorganización (“APR”) busca evitar la declaración de concurso.
Si bien se derogaron las leyes anteriores sobre concordatos, quedó subsistente esta figura aunque adaptada al nuevo régimen.
No obstante, el APR tiene diferencias con su antecesor, el concordato privado.
Así, no requiere un pago mínimo de las obligaciones, las mayorías legales exigidas para su aprobación difieren y se puede
otorgar una moratoria provisional al deudor que presente el acuerdo privado para su homologación judicial.
Puede celebrar un APR cualquier deudor que pueda ser declarado en concurso.
Para aprobar estos acuerdos se requiere el consentimiento del 75% del pasivo quirografario con derecho a voto, mayoría que no
varía según la cantidad de quita acordada o los plazos de pago. Como novedad, la ley excluye expresamente del cómputo de este
75% a las personas “especialmente relacionadas con el deudor”.
Se excluye también a los acreedores con garantías sobre bienes de terceros, los que hubieran adquirido el crédito después de la
declaración judicial de concurso o lo que estén en situación de conflicto de intereses.
El APR se debe celebrar antes de declarado en concurso.
Esta limitación no existía para el concordato privado que, de hecho, normalmente se celebraba luego de iniciado algún tipo de
proceso judicial.
Si se presentó una solicitud de concurso por algún legitimado y el deudor quisiera celebrar un APR, deberá pedir la homologación
en el trámite de dicha solicitud.
Declarado el concurso ya no procede el acuerdo privado y sólo podrán celebrarse los acuerdos del artículo 163 de la nueva ley.

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Comercial II – Parte IV
El contenido de los acuerdos se determina por remisión al artículo 139 que regula el contenido de la propuesta de convenio. Por
ello, puede ser cualquier contenido lícito, lo que puede implicar entre otras cosas: quitas, esperas, combinaciones de ambas,
capitalización de pasivos, constitución de sociedades.
El único límite es que el acuerdo no puede someterse a condición, salvo a la aprobación de las demás entidades de un mismo
grupo.
1. Modalidades de acuerdo privado de reorganización
Existen dos grandes modalidades de Acuerdos Privados de Reorganización: el enteramente privado (de desarrollo extrajudicial) y
el privado sometido a homologación judicial.
A su vez, los primeros pueden tener dos hipótesis de tramitación dependiendo de si existe oposición de los acreedores. En efecto,
el acuerdo privado puede a su vez ser: (a) puramente privados y sin oposición; (b) privados pero con oposición de los acreedores
(lo que dispara un trámite judicial).
En todos los escenarios, el deudor negocia privadamente con sus acreedores para lograr adhesiones a la propuesta de acuerdo.
Si alcanza las adhesiones requeridas legalmente puede darle eficacia al acuerdo mediante homologación judicial o intervención
de notario (quien debe notificar a los acreedores y protocolizar el acuerdo) y su publicación en el equivalente uruguayo al boletín
oficial (el “Diario Oficial”).
1.1. Acuerdo enteramente privado
El acuerdo puramente privado –una vez aprobado por el 75% del pasivo común– será obligatorio para todos los acreedores
comunes y subordinados cuando que se les notifique mediante notario público y no manifiesten oposición en un plazo de veinte
días.
Mientras dura la negociación, celebración, notificación y publicación del acuerdo, que como se dijo, se realiza de forma privada, al
margen de cualquier proceso judicial, se pueden iniciar ejecuciones contra el deudor.
1.2. Acuerdo privado con oposición de los acreedores
Si al notificarlo a los acreedores (o cuando conocen la publicación) éstos se oponen invocando alguna de las causas legales
taxativas, se pierde el carácter puramente privado del acuerdo y se dispara un trámite judicial que puede culminar o no con su
aprobación.
Los acreedores deben notificar su oposición al deudor judicialmente.
Durante el trámite incidental de la oposición, el Juez designará un interventor.
Si finalmente el Juez acepta el acuerdo y rechaza la oposición, éste tendrá los mismos efectos que el convenio celebrado en el
proceso del concurso.
Por el contrario, si lo rechaza, declarará el concurso del deudor en sentencia que será apelable con efecto suspensivo.
El artículo 220 de la ley establece que la no presentación judicial del deudor en caso de oposición, determina que a solicitud de un
acreedor deba decretarse el concurso “sin más trámite”. Sin embargo, si miramos el artículo 4 numeral 7 (que regula las
“presunciones” de insolvencia que habilitan decretar el concurso), vemos que la omisión de presentación al juzgado es de las
presunciones relativas, que admiten prueba en contrario.
Es decir, que el deudor podrá probar que pese al incumplimiento de la norma legal, es solvente por lo que no corresponde
declararlo en concurso.
Por ello, se señala que al relacionar ambos artículos se ve que se “borró con el codo la decisión automática” del artículo 220 en tal
sentido.
1.3. Acuerdo sometido a homologación judicial
En este último caso, el deudor comparecerá ante el juez con los mismos documentos que para solicitar su concurso y un plan de
continuación o liquidación y deberá depositar a la orden del Juez los fondos para cubrir los gastos de inscripción y publicación de
la decisión que admita el acuerdo.
Si el juez admite la solicitud, suspenderá el procedimiento y convocará a los acreedores a presentar oposición, también en un
plazo de veinte días.
La admisión inicial del acuerdo tiene varios efectos (no aplicables al puramente privado mencionado en el apartado 1.1, pero sí
cuando el trámite se judicializó por oposición).
En primer lugar, al igual que al declararse el concurso, el deudor requerirá autorización para realizar cualquier acto relativo a sus
bienes (excepto los propios de su giro empresarial) y en especial, para vender o arrendar inmuebles o establecimientos
comerciales.
En segundo lugar, no podrá declararse su concurso excepto por su iniciativa.
Y por último, tampoco podrán iniciarse ejecuciones por créditos anteriores a la presentación de la propuesta de acuerdo durante
un año y se suspenderán por igual plazo las ejecuciones en trámite, levantándose los embargos.
Luego del auto de admisión, los acreedores (comunes y subordinados) tendrán veinte días para oponerse al acuerdo.
Las causas y trámite de la oposición son las mencionadas más arriba en el punto 1.2.
El acuerdo homologado obliga a todos los acreedores.
Sólo queda sin efecto por incumplimiento declarado judicialmente y no admite otra forma de impugnación (otra diferencia con el
concordato privado anterior que podía anularse o rescindirse).
De comprobarse que existió incumplimiento se pasará a la fase de liquidación sin posibilidad de adoptar un nuevo convenio.
Si se rechaza el acuerdo, la misma sentencia declarará el concurso, que se considerará voluntario, es decir, declarado a solicitud
del deudor.
CONCURSOS INTERNACIONALES.
La ley dedica nueve artículos a la insolvencia transfronteriza respecto a países con los que Uruguay no tiene Tratado
internacional.
El concurso tramitado en Uruguay se regirá por la ley uruguaya salvo respecto a sus efectos sobre los contratos (a los que se
aplicará la ley que rija el contrato).
Como novedad, se establece el trato igualitario de los acreedores locales y extranjeros (aunque sujeto a reciprocidad, excepto
respecto a los créditos con garantía real).
También se da preferencia de los acreedores laborales para cobrarse de los bienes localizados dentro del territorio uruguayo.
La ley regula unilateralmente la jurisdicción de los jueces uruguayos para declarar el concurso.

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Comercial II – Parte IV
Éstos serán competentes si el deudor: 1) tiene en Uruguay su domicilio o centro efectivo de actividad; o 2) tiene o tuvo en
Uruguay una oficina, establecimiento o explotación, aunque su centro efectivo de actividad o domicilio esté en otro Estado.
El concurso local abarca todos los bienes del deudor en el Estado en que estén.
Sin embargo, si el deudor fue declarado en concurso (o se dispuso otro procedimiento de ejecución colectiva equivalente) donde
tiene su domicilio o centro efectivo de actividad, en la masa activa del concurso uruguayo sólo se incluirá el remanente del
extranjero (una vez terminado).
Otra novedad (por contraposición con el régimen del artículo 1577 del Código de Comercio) es que se reconoce efectos a la
declaración de quiebra dictada en el exterior.
Ahora la sentencia extranjera que declara el concurso es reconocida si cumple básicamente iguales requisitos que cualquier fallo
extranjero, según establece el CGP.
Deberá ser una sentencia firme, dictada por juez competente, con respeto a las garantías del “debido proceso” –concretado en
este caso en que el deudor haya tenido oportunidad de formular su defensa– y que no vulnere el orden público internacional de
Uruguay.
La ley no regula el trámite para reconocer la sentencia.
Sólo admite en su artículo 244 (lo que no hubiera sido necesario, ya que surge de los principios generales) la posibilidad de
obtener medidas cautelares sobre bienes localizados en Uruguay mientras se tramita el reconocimiento.
El órgano competente y procedimiento para el reconocimiento (según la regulación general del CGP), dependerá del efecto de la
sentencia invocado.
Si ésta se pretendiera hacer valer para abrir el concurso en Uruguay (porque la declaración de concurso en el extranjero es una
presunción absoluta de insolvencia) se presentará ante el Juez competente territorialmente, quién controlará si se cumplen los
requisitos para reconocerla, sin necesidad de exequátur ante la Suprema Corte u otro trámite previo.

Vamos ahora a estudiar la ley 18387, siguiendo las enseñanzas del profesor Alejandro Miller:

La Ley 18387 deroga las disposiciones del Código de Comercio que regulaban el concordato y la quiebra, así como las leyes
especiales dictadas con posterioridad
La ley premia al acreedor quirografario que solicite el concurso, privilegiando el 50% de su crédito (que dejará de ser quirografario
por ese porcentaje), con un tope del 10% de la masa pasiva.
Se regula el convenio (antes denominado concordato) que el deudor puede alcanzar con sus acreedores de una forma más
flexible que en el régimen anterior, permitiendo que el deudor alcance un acuerdo sin quitas ni esperas obligatorias, permitiendo
un amplio campo para negociar una salida entre empresarios.
Se prevé la venta en bloque de la empresa, y que quien la compre no sea considerada una empresa sucesora de la anterior (no
hay solidaridad tributaria, laboral, ni ninguna otra). Asimismo, se prevé la posibilidad de que cooperativas o sociedades
comerciales de trabajadores puedan adquirir la empresa con sus créditos laborales impagos.
El resto, con detalles distintos de funcionamiento, sigue conceptualmente las líneas generales, aunque se intentó de todas formas
priorizar la celeridad en la toma de decisiones y en el trámite judicial. Fundamentalmente se mantiene el privilegio de los
acreedores prendarios e hipotecarios por sobre los demás acreedores, con la única salvedad de que en caso de concurso no
podrán iniciar o continuar las ejecuciones por el plazo de 120 días a contar desde la sentencia declaratoria del concurso.
Comentario general
Como comentario general podemos afirmar que conceptualmente y estructuralmente la Ley formula un nuevo marco normativo,
una reforma profunda y sustantiva de todo el régimen concursal uruguayo.
No se trata de reformas parciales como las efectuadas en otras oportunidades, sino que la ley disciplina un nuevo esquema
jurídico y mercantil que abarca a la totalidad de los deudores comerciantes y a los deudores civiles en su casi totalidad, si
medimos esto último en significación económica.
Por lo tanto la Ley procura establecer “un antes y un después” y es con esta apreciación en mente que debe analizarse la misma.
1. Presupuestos objetivos y subjetivos para la declaración del concurso
1.1 Presupuesto objetivo
La declaración judicial de concurso procede respecto de cualquier deudor que realice actividad empresaria o persona jurídica civil
o comercial que se encuentre en estado de insolvencia, es decir, que no pueda cumplir con sus obligaciones.
Se incorporan un catálogo de “alertas” que hacen presumir la situación de insolvencia que habilita el concurso, algunas son
presunciones relativas (art. 4) y otras absolutas (art. 5).
La diferencia es que las primeras admiten demostración en contrario, no así las segundas. Ejemplos de las primeras: cuando
exista un pasivo superior al activo, determinado de acuerdo con normas contables adecuadas, cuando existan dos o más
embargos por demandas ejecutivas o por ejecuciones contra el deudor por un monto superior a la mitad del valor de sus activos
susceptibles de ejecución, cuando el deudor hubiera omitido el pago de las obligaciones tributarias por más de un año, etc.
Ejemplos de las segundas: cuando el deudor solicite su propio concurso, cuando el deudor hubiere realizado actos fraudulentos
para la obtención de créditos o para sustraer sus bienes a la persecución de los acreedores, etc.
La Ley no exige la pluralidad de acreedores para que se declare el concurso.
1.2 Presupuesto subjetivo
Esta declaración de concurso abarca tanto a deudores personas físicas que realicen actividad empresaria, así como también a
personas jurídicas civiles o comerciales. S
e considera “actividad empresaria” a la actividad profesional, económica y organizada con finalidad de producción o de
intercambios de bienes o servicios. Se procuró dejar fuera de la Ley a los consumidores, quienes siguen en el esquema concursal
del Código General del Proceso (“CGP”) ya vigente a la fecha.
2. Procedimiento
La Ley unifica todos los procesos concursales preventivos, de ejecución y de reorganización, en un único cuerpo legal, excepto:
(a) los que involucran como deudor al Estado, los entes autónomos, los servicios descentralizados y las Intendencias Municipales;
(b) los bancos e instituciones de intermediación financiera (se siguen rigiendo por la ley 17.613, salvo para la calificación del
concurso); y

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Comercial II – Parte IV
(c) las personas físicas que no realizan actividad empresaria (se rigen por el CGP, salvo algunas excepciones que esta Ley les
marca).
A partir de la Ley entonces, existen únicamente dos procedimientos concursales: el de Ley y el del CGP, para personas físicas
que no realizan actividad empresaria.
3. Principales aspectos regulados por la Ley
Por el nuevo régimen legal se regula principalmente los siguientes aspectos y se estructuran las siguientes grandes etapas o
momentos del proceso.
3.1 Primer escenario (o primer acto) la “Propuesta de Convenio”.
Se regulan los presupuestos, la declaración judicial, los efectos inmediatos de la declaración del concurso, la formación de la
masa activa y pasiva, la Junta y Comisión de Acreedores, la actividad del síndico, el convenio que puede alcanzar el deudor con
sus acreedores para evitar la liquidación, el cumplimiento e incumplimiento, etc.
La Ley prevé la posibilidad de que el deudor presente una “Propuesta de Convenio” (antes denominada concordato) para el pago
de sus deudas, con esperas, quitas, cesión de bienes, reorganización de la sociedad, etc. (arts. 138 y sigs.).
3.2 Segundo escenario (o segundo acto) la “Ejecución del Concurso”.
Esta etapa, agotada la instancia de negociación con los acreedores, comprende que el Juez proceda a la adopción de un camino
para la liquidación de la masa y el pago a los acreedores. Para ello, la ley le impone guardar el siguiente orden:
Primero. La venta en bloque de la empresa en funcionamiento (arts. 171 a 173)
Una de las principales innovaciones de la Ley es la instrumentación en forma prioritaria de la venta en bloque de la empresa en
funcionamiento, a través de un mecanismo licitatorio que culmina con una subasta de la unidad empresarial, permitiendo que
quien la adquiera pueda continuar con la actividad de la empresa en problemas. La venta la otorga el Juez del concurso, que
también hará la tradición.
Un aspecto muy importante de la Ley es que el adquirente de los activos, del establecimiento o de la explotación del deudor,
enajenados en el proceso de liquidación de la masa activa que prevé la Ley, no será responsable como sucesor o adquirente de
obligaciones comerciales, laborales, municipales, tributarias o de cualquier naturaleza (art. 177). Esto resuelve otros procesos que
fracasaban ante la falta de esta norma.
Cabe acotar que los trabajadores reunidos en cooperativa o en sociedades comerciales podrán licitar, y tendrán preferencia para
hacerlo, sobre la base de sus créditos impagos, mientras que los restantes acreedores deben hacerlo en dinero y no utilizando
sus créditos.
Segundo. La liquidación de los activos por separado (arts. 168 a 170 / 174 y 175)
En caso que no sea posible la venta en bloque, se prevé la venta de partes del establecimiento (unidades productivas) y, para el
caso que tampoco sea posible, se procederá a la liquidación de la masa activa, por clase de bienes y derechos que la integran.
Los acreedores que representen la mayoría de los créditos quirografarios del deudor con derecho a voto pueden resolver la
liquidación de la masa activa.
4. ¿Quién puede promover el concurso?
Según la Ley, pueden promover el concurso las siguientes personas.
- El deudor, en forma facultativa, que puede promover su concurso (arts. 7, 15 y 44.). Se permite la continuación de la actividad
empresarial, salvo que el Juez disponga lo contrario.
- El deudor, en forma obligatoria (art. 10). Se le impone la obligación de solicitar su propio concurso dentro del plazo de 30 días
siguientes a que hubiera conocido o debido conocer su estado de insolvencia. En caso de personas jurídicas, la obligación recae
en cada uno de sus administradores, liquidadores o integrantes del órgano de control interno. La sanción es una presunción
relativa de culpabilidad grave del deudor, lo que puede hacer que se califique el concurso como culpable (en oposición a fortuito,
art. 194 N° 1).
- Cualquier acreedor, con crédito vencido o aún con plazo (art. 6 N° 2). Este acreedor solicitante tendrá privilegiado el 50% de su
crédito, con un tope del 10% de la masa pasivo (art. 110 N° 3).
- Cualquier administrador o liquidador de una persona jurídica, aún sin representación de la misma, o por cualquiera de sus
integrantes de los órganos de control interno (art. 6 N° 3).
- Los socios, sólo cuando estos sean personalmente responsables de las deudas sociales (art. 6 N° 4).
- Los codeudores, fiadores o avalistas del deudor (art. 6 N° 5).
- Las Bolsas de Valores y las Instituciones Gremiales de Empresarios con personería jurídica (art. 6 N° 6).
- Los herederos, legatarios y albaceas, en el caso de concurso de la herencia (art. 7 N° 7).
5. Clases de créditos
Se señalan, en principio, 3 clases de créditos (arts. 108 a 114).
5.1 Privilegiados.
Los créditos privilegiados se dividen de la siguiente forma.
(i) Privilegio especial.
Lo tienen los créditos garantizados con prenda e hipoteca, los que deberán estar inscriptos a la fecha de la declaración del
concurso.
La prenda común (que no se inscribe) deberá haber sido otorgada con documento público anterior, o privado con fecha cierta o
comprobada anterior a la declaración de concurso.
(i) Privilegio general.
Lo tienen los siguientes créditos que la Ley ordena en forma gradual:
- Créditos laborales de cualquier naturaleza devengados con dos años de anterioridad a la declaración del concurso hasta por un
monto de 260.000 UI. A estos créditos se le equiparan los créditos del Banco de Previsión Social devengados en el mismo plazo.
Están excluidos de este privilegio los créditos de Directores, Administradores, Liquidadores, y miembros del Órgano de Control.
Sin perjuicio del privilegio general, la Ley también prevé (art. 62) que en caso que: a) existan recursos líquidos suficientes o
bienes fácilmente realizables en la masa activa, y b) siempre que la disposición de los mismos no afecte la viabilidad de la
continuación del giro del deudor, el síndico o el interventor previa autorización judicial, puede disponer el pago anticipado de los
créditos laborales no prescriptos. En este caso no será necesaria la verificación del crédito en el concurso ni sentencia laboral
previa que lo reconozca.

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Comercial II – Parte IV
- Créditos por tributos nacionales y municipales, exigibles con dos años de anterioridad a la declaración del concurso.
- El 50% del crédito del acreedor quirografario que promovió la declaración del concurso, hasta por el 10% de la masa pasiva.
5.2 Quirografarios o comunes.
Son, al igual que en el régimen anterior, los acreedores sin privilegio de ningún tipo.
5.3 Subordinados.
Hay créditos que están aún por debajo en la prelación de cobro de los quirografarios que son:
- las multas o sanciones de cualquier naturaleza, y
- los créditos de personas especialmente relacionadas con el deudor. El artículo 112 define a las personas especialmente
relacionadas con el deudor, incluyendo, por ejemplo, a su cónyuge, concubinos, ascendientes, descendientes, socios,
administradores, sociedades vinculadas, cesionarios de créditos pertenecientes a esta categoría, etc. El acreedor declarado
especialmente relacionado deberá recurrir la resolución judicial aprobatoria de la lista de acreedores, para que no se disponga la
cancelación de las garantías de su crédito en caso de existir garantía.
6. Forma de pago a los acreedores
Los pagos a los acreedores se efectuarán de acuerdo a la clase de crédito, por su orden (art. 181 y sigs.) de la siguiente forma.
1. Acreedores con privilegio especial: se pagarán con el producido de la enajenación de los bienes gravados.
2. Acreedores con privilegio general: los pagos se realizarán según el orden establecido (art. 110), a prorrata dentro de cada
número.
3. Acreedores quirografarios: serán satisfechos luego de los privilegiados, a prorrata; conjuntamente con los créditos con privilegio
especial no satisfecho. Se efectuará en función de la liquidez con la que cuente el síndico, en cuotas a cuenta de por lo menos el
5% del crédito.
4. Acreedores con créditos condicionales o litigiosos: el Síndico reservará las cantidades correspondientes para poder atender su
pago.
5. Acreedores subordinados: el pago se realizará una vez satisfechos íntegramente los créditos quirografarios. En caso de que
exista remanente y este fuera insuficiente para satisfacer la totalidad de los créditos subordinados, el pago se realizará en el
orden establecido en el art. 111 a prorrata dentro de cada número.
6. Si existiera remanente se pagarán intereses que se distribuirán entre los acreedores con privilegio general y quirografarios, a
prorrata de sus respectivos créditos, con un monto máximo equivalente a las tasas medias de interés publicadas por el BCU para
familias, por plazos mayores a un año, para créditos en UI, o en su defecto al interés legal computados sobre sus créditos por el
plazo que medió entre la declaración del concurso y el pago.
7. Si existiere aún remanente se realizará una operación similar con los créditos subordinados en el orden previsto por la Ley.
7. Moratoria provisional
La Ley establece que, declarado judicialmente el concurso, los acreedores con créditos anteriores a la fecha de la declaración no
podrán promover procedimientos judiciales o arbitrales de ningún tipo, salvo juicios fundados en relaciones de familia sin
contenido patrimonial y procesos de conocimiento en materia laboral (art. 56).
Los procesos de conocimiento ya iniciados seguirán en las Sedes correspondientes hasta que recaiga sentencia o laudo firme
(art. 57).
Las ejecuciones prendarias e hipotecarias tampoco pueden ser iniciadas o continuadas. Esta prohibición caduca a los 120 días de
la sentencia que declara el concurso. La ejecución deberá promoverse o continuará, ante el Juez del concurso (art. 61).
Las ejecuciones en trámite y los embargos trabados quedan en suspenso desde la declaración, y se acumulan al concurso (art.
60).
8. Efectos sobre los créditos
La Ley prevé los siguientes efectos sobre los créditos (arts. 63 a 67).
8.1 Conversión a moneda nacional.
Los créditos expresados en moneda extranjera se convierten a moneda nacional al tipo de cambio comprador interbancario de la
fecha de declaración del concurso, salvo los créditos prendarios e hipotecarios hasta el límite de la garantía. A partir de esa fecha,
los créditos se ajustan de acuerdo al Decreto Ley 14.500 (IPC).
8.2 Suspensión del devengamiento de los intereses.
Desde la declaración de concurso, se suspenderán el devengamiento de los intereses, salvo los créditos prendarios e
hipotecarios hasta el límite de su respectiva garantía, y los créditos laborales. Esto último, además, es sin perjuicio de los
acuerdos a los que puedan arribar el deudor con los acreedores.
8.3 Prohibición de compensación.
Declarado el concurso, no procederá la compensación legal de los créditos con las deudas del deudor, salvo que estuvieran en
situación de ser compensados antes de la declaración del concurso.
8.4 Suspensión de la prescripción y caducidad.
Desde la declaración del concurso se suspenden los plazos de prescripción y caducidad de las acciones contra el deudor por
créditos anteriores a la declaración, así como de las acciones sociales de responsabilidad contra los administradores, liquidadores
e integrantes del órgano de control interno.
9. Efectos de la declaración judicial de concurso
Se consagra el principio de la continuación de la actividad económica desarrollada por el deudor (art. 44), la que puede llevarse a
cabo, o bien en forma personal por el deudor con los controles de un interventor, o bien, directamente por el Síndico.
Esto permitiría el mantenimiento del valor de la empresa, no solo para poder llegar eventualmente a cumplir las obligaciones
asumidas, sino también para una eventual venta en bloque o venta parcial.
La sentencia judicial que declare el concurso deberá contener (art. 19): 1. La suspensión o limitación de la legitimación del deudor
para disponer y obligar a la masa del concurso; 2. Designación de síndico o interventor; 3.Convocatoria a junta de acreedores
dentro del plazo máximo e improrrogable de 180 días. 4. Inscripción de la sentencia en el Registro Nacional de Actos Personales
(“RNAP”) y publicación de un extracto en el Diario Oficial por 3 días. El Juez ordena directamente al RNAP la inscripción de la
sentencia y la publicación de un extracto de la misma dentro de 24 hs. de dictada.
10. Verificación de los créditos
10.1 Notificación del Síndico o Interventor

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Comercial II – Parte IV
Dentro de los quince días siguientes a su designación, el síndico o el interventor notificará por carta u otro medio fehaciente a los
acreedores la declaración de concurso, la sede ante la cual se tramita, el nombre del síndico o interventor y la fecha fijada para la
Junta de Acreedores. Igual comunicación será remitida a quienes conste que sean codeudores, fiadores o avalistas del deudor
(art. 93).
10.2 Presentación
Los acreedores tendrán que presentarse en el Juzgado a verificar sus créditos a través de escrito dirigido al síndico o interventor
indicando fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación de los créditos, acompañando documentos originales o medios de
prueba para acreditar la existencia de los créditos (art. 95).
Los acreedores domiciliados en el exterior deberán constituir domicilio en la sede del Juzgado.
10.3 Plazo para los acreedores
Se establece un plazo de 60 días desde la declaración judicial del concurso para la presentación de los acreedores (art. 94)
10.4 Obligaciones Negociables
La verificación realizada por el fiduciario beneficiará a todos los obligacionistas (art. 96)
10.5 Fiadores, etc.
La solicitud de verificación realizada por codeudores, fiadores o avalistas beneficia al acreedor (art. 98)
10.6 Efectos
Los acreedores que no se hayan presentado en plazo a verificar sus créditos deberán verificar los mismos judicialmente, a su
costa y perdiendo el derecho a percibir la participación que les hubiere correspondido con los pagos ya realizados (art. 99)
10.7 Excepciones
No requieren verificación los créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos arbitrales, pero igualmente deberán
presentarse en plazo para denunciar su crédito. (Art. 100)
11. Mayorías
11.1 Regla general.
En general, al igual que las leyes anteriores, la participación del concurso sigue quedando en manos de los acreedores
quirografarios, previéndose incluso también la pérdida de privilegios por la votación en la Junta de Acreedores.
Las mayorías se regulan en los arts. 144 a 146.
La regla es que se elimina el sistema de la doble mayoría anterior, sustituyéndose por el voto como regla de acreedores que
representen, como mínimo, la mayoría del pasivo quirografario del deudor.
11.2 Excepciones
(A) Quita superior al 50% y/o plazo de pago superior a 10 años.
Cuando la propuesta de convenio implique el otorgamiento de quitas superiores al 50% (cincuenta por ciento) del monto de los
créditos quirografarios y/o plazos de pago superiores a diez años, será necesario que voten a favor de la misma, acreedores
quirografarios que representen las dos terceras partes del pasivo quirografario con derecho a voto.
(B) Pago total en plazo no superior a dos años o pago contado con quita inferior a 25%
Cuando la propuesta de convenio consista en el pago íntegro de los créditos quirografarios en plazo no superior a dos años o en
el pago inmediato de los créditos quirografarios vencidos con quita inferior al 25% (veinticinco por ciento), será suficiente que
voten a favor acreedores que representen una porción del pasivo del deudor con derecho a voto superior a la que vote en contra,
siempre que los votos favorables representen, como mínimo, la cuarta parte del pasivo quirografario del deudor, deducido el
pasivo sin derecho a voto.
(C) Ventajas a acreedores.
Asimismo, la Ley prevé que se pueden otorgar ventajas en favor de acreedores. En efecto, la Ley establece que cuando una
propuesta contenga ventajas en favor de uno o varios acreedores o de una o varias clases de créditos, además de las mayorías
establecidas precedentemente, será necesario que voten a favor de la propuesta acreedores que representen una porción del
pasivo no beneficiado superior a la correspondiente a aquellos acreedores que hubieran votado en contra.
(D) Acreedores con garantías reales.
Si bien no participan, los acreedores con garantías reales son incluidos en el plan de continuación de actividades del deudor (art.
138)
12. Junta de acreedores
12.1 Presidencia
La Junta la preside el síndico o interventor. Su inasistencia sin justa causa será sancionada con multa de hasta el 5% del total del
pasivo concursal.
12.2 Quórum
La Junta se considerará válida cualquiera sea el número de acreedores y porcentaje de sus créditos, asista o no el deudor.
12.3 Representación de los acreedores
Los acreedores podrán hacerse representar en la Junta por otra persona, sea o no acreedor.
No es válida la representación conferida al deudor o personas especialmente relacionadas.
Los pequeños acreedores (créditos inferiores a 50.000 UI) serán representados legalmente por el síndico o Interventor a los solos
efectos de la votación del convenio presentado por el deudor.
12.4 No recurribles
Las decisiones de la Junta de Acreedores no serán impugnables, sin perjuicio de la posibilidad de recurrir la decisión judicial que
las homologue.
12.5 Acreedores sin derecho a voto
Lo siguientes acreedores no tienen derecho a voto.
- Personas especialmente relacionadas con el deudor (Art. 112).
- Acreedores quirografarios cuyos créditos se encuentren adecuadamente garantizados con derechos reales de garantía sobre
bienes o derechos de terceros, o de cualquier forma.
- Acreedores que después de la declaración judicial hubieran adquirido el crédito por acto intervivos, salvo que la adquisición
hubiera tenido lugar a título universal o como consecuencia de ejecución judicial o extrajudicial.
- Acreedores en situación de conflicto de intereses.

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Comercial II – Parte IV
12.6 Acreedores privilegiados
Si vota se entenderá que renuncia a su privilegio general o especial (Art. 127).
13. Acuerdo privado de reorganización
Bajo el título “Acuerdo privado de reorganización” se prevé la posibilidad de arribar a acuerdos previos a la vía judicial del
concurso. Los mismos pueden ser puramente privados, a través de notificación por Escribano para los acreedores y publicaciones
en el Diario Oficial; o mediante homologación judicial. Es lo que se conoce en la antigua regulación como el “concordato privado”.
14. Otras disposiciones de interés
Además de estos grandes lineamientos descriptos, existen otros artículos de interés en la Ley.
14.1 Especialización de la judicatura y tramitación en el interior (Art. 12).
Los Jueces Letrados de Concursos, serán competentes para todos los procedimientos concursales cuya competencia
corresponda al Departamento de Montevideo, y también las que correspondan al Interior. Estas últimas, únicamente cuando el
pasivo de la empresa sea superior a 35.000.000 UI. Los concursos de empresas con montos menores, fuera del departamento de
Montevideo, serán competentes los Tribunales del interior que correspondan.
14.2 Efectos de la declaración del concurso sobre los contratos con obligaciones pendientes (arts. 68 a 70).
En los contratos con obligaciones del deudor pendientes de ejecución, el síndico o el deudor con el interventor tienen la potestad
de cumplirlo o rescindirlo unilateralmente. En este último caso, el Juez fijará la indemnización correspondiente, la que se tomará
como un crédito concursal. Son nulas las estipulaciones que declaren de pleno derecho resuelto el contrato en caso de
insolvencia o declaración de concurso del deudor, o modifiquen este sistema de resolución. Esta disposición no se aplica para los
contratos de trabajo.
14.3 Bienes adquiridos por el cónyuge del deudor (art. 72).
Se presume en beneficio de la masa, que los bienes y derechos adquiridos por el cónyuge del deudor, dentro del año anterior a la
declaración de concurso, constituye donación del deudor. Dicha presunción es relativa. No rige cuando pueda justificar la
procedencia del precio, o cuando los cónyuges estuvieran separados judicialmente (la Ley no aclara si es únicamente de bienes,
ni señala el momento de la separación).
14.4 Cuentas indistintas (art. 73).
En caso que un titular de una cuenta indistinta sea declarado en concurso, y siempre que dicha cuenta se haya abierto con un
año o menos de antelación a la fecha de dicha declaración, se presume que la totalidad del saldo acreedor de dicha cuenta es
propiedad del deudor, salvo prueba en contrario.
14.5 Acciones revocatorias (arts. 81 a 87).
La Ley también regula las acciones revocatorias concursales para reintegrar a la masa activa los bienes y derechos que hubieran
salido del patrimonio del deudor en ciertos casos, distinguiendo entre actos revocables de pleno derecho y actos revocables en
caso de fraude. Dentro de los primeros, se encuentran los actos de constitución o de ampliación de derechos reales de garantía
sobre bienes o derechos del deudor, otorgados en los seis meses anteriores a la declaración de concurso, en garantía de
obligaciones preexistentes no vencidas o que se hubieran contraído con el mismo acreedor concomitantemente con la extinción
de las anteriores. Si el síndico no promoviera la acción revocatoria, acreedores cuyos créditos representen por lo menos el 5% del
pasivo total del deudor podrán promover la acción por cuenta de la masa. El acreedor victorioso que hubiera ejercitado la acción
tendrá derecho a que se le reembolsen los gastos del proceso y se le pague hasta el 50% del crédito que no hubiera percibido en
el concurso.
14.6 Efectos de la aprobación judicial del convenio (art. 157 a 161).
Si se acepta el convenio por las mayorías requeridas, el mismo produce efectos desde su aprobación judicial firme. El convenio
alcanza al deudor y a los acreedores quirografarios y subordinados, independientemente de si se presentaron o no al concurso.
El efecto sobre estos créditos es novatorio, es decir, extingue lo efectivamente condonado, salvo que se pacte de otra forma en el
convenio.
14.7 Mantenimiento de garantías personales (art. 160).
Los acreedores que no hayan votado a favor de la propuesta de convenio, conservarán las acciones que les correspondan por la
totalidad de los créditos contra los obligados solidarios y contra los fiadores o avalistas del deudor.
14.8 Cumplimiento e incumplimiento del acuerdo (art. 165 a 167).
Cada 6 meses el deudor debe emitir informes sobre el cumplimiento o no del convenio al Juez o a la Junta de Acreedores. Una
vez cumplido el convenio, el deudor solicita la conclusión del concurso. Si se incumple, cualquier acreedor puede solicitar la
liquidación de la masa activa.
14.9 Pequeños concursos y abandono de la empresa (art. 236 a 238).
Se consideran pequeños concursos aquellos cuya masa pasiva sea menor a igual a 3.000.000 UI. El artículo 237, señala
variantes en el procedimiento de este tipo de concursos, como la de fijar un plazo máximo de 90 días para la convocatoria a Junta
de Acreedores, que la convocatoria de acreedores sea únicamente la publicación de la sentencia que declara el concurso, los
acreedores deberán presentarse a verificar sus créditos en un plazo de quince días a partir de la última publicación de la
sentencia, menores plazos de trámite e impugnación, etc. Por otro lado, se crea el instituto del abandono de la empresa. Cuando
se trate de un concurso únicamente con acreedores laborales (no deben existir otros acreedores), y el deudor no promueve su
propio concurso, los acreedores laborales pueden solicitar se les otorgue en forma provisional el uso precario de la empresa.
14.10 Concurso internacional (art. 239 a 246).
Se fija la competencia de los Jueces uruguayos para declarar el concurso cuando el domicilio o el centro de la actividad del
deudor sea en territorio nacional, el deudor tenga o haya tenido oficina, establecimiento o explotación en territorio nacional. En
esos casos, el concurso del deudor comprende todos los bienes y derechos (aún fuera del país), con la única excepción de que
los mismos estén afectados a otra declaración de quiebra en el país donde se encuentren.
14.11 Impugnación de resoluciones judiciales (art. 252).
Todas las resoluciones admiten el recurso de reposición, con un plazo de seis días a partir de la notificación. Admiten apelación
varias providencias, entre ellas: la sentencia que declara el concurso, la referente a la recusación del sindico o interventor,
impugnación de inventario, impugnación de la lista de acreedores, designación de la Comisión de Acreedores, la que declara el
incumplimiento del Convenio, la que acoja la acción revocatoria, la que resuelva oposiciones a la calificación del concurso.

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Comercial II – Parte IV
Ninguna resolución admite el recurso de Casación ante la Suprema Corte de Justicia, con la única excepción de la que hubiera
calificado el concurso como culpable.
VAMOS AHORA A PROFUNDIZAR EN VARIOS DE LOS TEMAS ESTUDIADOS, PARA QUE ESTÉN BIEN PREPARADOS
PARA EL EXAMEN, SIGUIENDO EN LO POSIBLE EL ORDEN DE LA LEY 18387.

LA DECLARACIÓN JUDICIAL DE CONCURSO.

Previo a la declaración judicial del Concurso, es preciso destacar quienes son los legitimados para solicitar la misma.
En el Artículo 6 de la 18387 o LCRE (significa esa sigla: ley de concursos y reorganización empresarial), se establece que
además del deudor y de cualquiera de los acreedores, tengan o no los créditos vencidos, podrán solicitarla los administradores o
liquidadores de una persona jurídica, los socios personalmente responsables de las deudas de las sociedades civiles y
comerciales, los codeudores, fiadores o avalistas del deudor, las Bolsas de Valores y las instituciones gremiales de empresarios
con personería jurídica.
Por otra parte el Artículo 10 dispone, que el deudor tendrá la obligación de solicitar su propio concurso dentro de los treinta días
siguientes a que hubiera conocido o debido conocer su estado de insolvencia.
En el caso de las personas jurídicas, la obligación recae en cada uno de sus administradores, liquidadores o integrantes del
órgano de control interno.
En el caso de las personas físicas o jurídicas obligadas a llevar contabilidad, se presume absolutamente que dicho conocimiento
se produjo en la fecha en que preparó o debió haber preparado los estados contables.
La sentencia judicial que declare el concurso del deudor deberá contener:
1) Declaración de concurso del deudor.
2) Suspensión o limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del concurso, según corresponda.
3) Designación de Síndico o Interventor, según corresponda.
4) Convocatoria de la Junta de Acreedores a celebrarse dentro del plazo máximo de ciento ochenta días.
5) Inscripción de la sentencia en el Registro Nacional de Actos Personales, Sección Interdicciones, y publicación de un extracto de
la misma en el Diario Oficial.
En caso de solicitudes conjuntas de concurso (Artículo 9), el Juez designará en todos los procedimientos al mismo Síndico o
Interventor.
La sentencia que declare el concurso será apelable por el deudor que no hubiera solicitado el mismo o por cualquiera que tenga
un interés legítimo, dentro del plazo de seis días de la última publicación y no tendrá efecto suspensivo.

LA IGUALDAD EN EL TRATAMIENTO DE LOS ACREEDORES EN EL CONCURSO.

La igualdad en el tratamiento entre acreedores en el universo concursal se traduce en una concepción del concurso en el que se
solucionan los problemas derivados de la insuficiencia patrimonial del deudor mediante la comunidad de pérdidas entre sus
acreedores.
El principio de paridad de tratamiento entre acreedores concursales es de tal relevancia en el proceso concursal, como pauta para
ordenar la satisfacción de los acreedores, que la doctrina y la jurisprudencia en el derecho comparado terminan por reconocerlo
como el principio rector del concurso algo así como un correlato necesario de las ideas de justicia y equidad.
Su origen histórico no deja dudas al respecto, en cuanto aparece a partir del derecho estatutario italiano, como regla solutoria
excepcional para el concurso, derogatoria de las reglas del derecho común relativas a la cancelación de las obligaciones como la
prioridad en el tiempo y el reconocimiento de un buen número de posiciones privilegiadas que sin embargo no tenían un excesivo
valor en el mercado.
El ejemplo paradigmático de la comunidad de riesgos o de pérdidas es la avería gruesa o común, esto explica que
frecuentemente se compare al concurso con esta institución del derecho marítimo.
Se observa que a través de los siglos, la regla de la distribución proporcional se consolida y evoluciona hacia un principio de
igualdad material entre los acreedores consagrada legalmente a la que se acude con frecuencia para explicar todo el régimen
concursal.
La par conditio abandona su condición originaria de regla de distribución de valor, para ocupar el centro neurálgico del sistema
concursal como un dogma incuestionable.
En definitiva, implica un revestimiento ético al principio de la proporcionalidad .
La igualdad en el tratamiento de los acreedores se traduce en la impuesta comunidad de pérdidas entre los acreedores del
deudor insolvente.
Esta comunidad de pérdidas, es la que hace posible una distribución justa y equitativa del escaso valor restante en el patrimonio
del deudor, tal como ya señalase la doctrina clásica al destacarlo como objeto central del concurso y como una exigencia de
justicia que armoniza perfectamente con la naturaleza social del derecho.
Este tipo de consideraciones, es compartida por la doctrina civilista cuyos tratadistas destacan que así como los ciudadanos son
todos iguales ante la ley ,todos los acreedores son iguales ante la ley del concurso.
El principio de la igualdad de condición de los acreedores frente al concurso conduce a lo que se ha denominado ley del dividendo
o moneda de quiebra, derogatorio del principio de prioridad en la agresión del patrimonio concursal.
Es en definitiva el, llamado paradigma redistributivo del concurso el que configura un sistema normativo homogéneo, que a partir
de planteamientos de justicia y equidad define la responsabilidad patrimonial del deudor en situación de insuficiencia de recursos.
En el desarrollo contemporáneo de lo sistemas concursales se observa la contraposición entre los modelos liquidatorios y los
conservatorios ,en ambos el denominador común es la realización de un ideal de justicia y se concreta en el derecho comparado
en una variada tipología de modelos concursales.
El primero de los modelos históricos que aparece es el liquidatorio cuyo objeto es realizar el patrimonio del concursado para
satisfacer a los acreedores en un pie de igualdad, implementado como proceso de ejecución colectiva en el que ya se encuentra
presente este principio paritario.

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Comercial II – Parte IV
Normalmente, a este interés primordial se suma la sanción de los quebrados considerados defraudadores de la confianza
generada en el tráfico, así como la depuración del mercado de operadores poco competitivos.
Dentro del proceso liquidatorio la posibilidad de llegar a una solución mediante un acuerdo colectivo deviene residual. aunque
posible y difícil frente a la pérdida de crédito en el mercado.
A lo largo del presente siglo se redefine el concurso y aparecen como soluciones a la insolvencia del deudor otras alternativas
como el sometimiento de los acreedores concursales a acuerdos de saneamiento del patrimonio empresarial.
El concurso toma la insolvencia del deudor como un hecho consumado y no como un riesgo previsible y por consiguiente
asegurable para los operadores .Es un instrumento que ofrece posteriormente una solución a los problemas de distribución del
riesgo y satisfacción de los acreedores que la insolvencia ya generó.
Esta solución es doble: por una parte consiste en colectivizar los riesgos sufridos por los acreedores y por otra se trata de
distribuir paritariamente las pérdidas entre los acreedores afectados por las mismas circunstancias.
Se centra la solución legal en la comunidad de riesgo a la que se suma la par condicio creditorum y en ella toda la organización
del sistema concursal.
Es el legislador concursal, quien impone la comunidad entre los acreedores concursales dado que deben asumir en común las
pérdidas derivadas de la situación de insuficiencia patrimonial de su deudor, mediante la fórmula de colectivizar las mismas en
una distribución proporcional al monto de los respectivos créditos.
Tal criterio distributivo paritario es el contenido del principio de igualdad entre los acreedores de pretendida raigambre
constitucional y que todos los acreedores se encontrarían en disposición de aceptar.
En sede doctrinaria en España Broseta Pont utiliza la expresión el reparto del déficit patrimonial del deudor entre los acreedores
para referirse a la citada paridad entre éstos.
También para Berger para quien el concurso impone una comunidad por cuotas sobre el patrimonio concursal en el que la
concurrencia de los acreedores viene a delimitar la cuota proporcional de responsabilidad que corresponde a cada uno de ellos,
en esta situación la concurrencia se soluciona recortando a prorrata del valor de cada uno de los créditos.
En la doctrina italiana, el principio de paridad se define como la esencia de la realización de los créditos en el concurso, entre
otros Navarrini—Provinciali, Ferrrara –Maggiore--.
Se le atribuye coincidentemente el valor de racionalizar el concurso, tanto en términos interpretativos como integradores.
En este principio, la mejor doctrina fundamenta la interdicción del ejercicio de acciones individuales, como la paralización de las
ejecuciones en curso, la acumulación de las ejecuciones en los casos de la quiebra y del concurso de acreedores, la impugnación
de actos lesivos o fraudulentos anteriores a la declaración del concurso o la determinación del contenido del convenio.
Lo contrario, constituiría un privilegio intolerable, salvo en el caso de las excepciones formalmente reconocidas al referido
principio.
Asimismo, esta comprensión de la concursabilidad también está presente en la solución a problemas concretos en los cuales no
existe una norma específica.
El ejemplo clásico, del empleo del principio de paridad lo encontramos en el tratamiento de los problemas que plantea la admisión
de la compensación en sede concursal en aquellos ordenamientos en que no existen previsiones legales al respecto.
También el rigor de la retroacción en materia falimentaria se ha querido justificar recurriendo al principio de paridad de trato de los
acreedores para legitimar las acciones revocatorias concursales.
En realidad, más que al principio de paridad, la racionalidad de la retroacción responde en la necesidad de neutralizar los
comportamientos sobreinversores del deudor que se producen una vez que éste es consciente de su situación de insolvencia. El
origen de estas acciones se encuentra en la acción pauliana y por lo tanto lo que se pretende es reparar la lesión que a los
intereses de los acreedores supone las actividades fraudulentas de su deudor realizadas cuando el horizonte de la insolvencia
está próximo y reducen el valor del patrimonio concursal en perjuicio de éstos.
Se trata de evitar la actividad individual entre el deudor individual y acreedores singulares tendiente a satisfacer algunos derechos
de créditos en perjuicio de los demás.
En el acuerdo colectivo se recurre a este principio, como criterio definidor, que se traduce en el tratamiento homogéneo a todos
los acreedores concursales obligados por su contenido.
Entre las posiciones más clásicas Bonelli argumenta la necesidad de que el acuerdo sea aceptado por todos los acreedores y por
otra que el sacrificio que a los acreedores se impone sea homogéneo para todos los partícipes.
No obstante advierte que siendo notas típicas del convenio concursal la identidad de contenido y unidad de forma contractual, no
constituyen elementos esenciales del mismo.
Por el contrario, la doctrina alemana pone de manifiesto la insuficiencia del principio de paridad de trato en tales situaciones,
fundado a su juicio en criterios estrictamente liquidativos.
En el panorama concursal, el maestro español Garrido, destaca la simplicidad introducida por la regla de paridad frente a la
caótica situación que propiciaba la ordenación de los créditos privilegiados.
ALCANCE DE LA IGUALDAD DEL TRATAMIENTO ENTRE LOS ACREEDORES CONCURSALES.
Este principio de igualdad de trato no rige para todos los acreedores, sino únicamente para los acreedores quirografarios que son
quienes no pueden invocar un privilegio en el sentido amplio del término.
Hay quien sostiene que debe extenderse analógicamente la regla de la prorrata a la ordenación interna de cada una de las clases
de acreedores privilegiados.
El principio de paridad conoce entonces, importantes excepciones tales como: los créditos prededucibles, los créditos con
derecho de ejecución separada, los créditos privilegiados.
En realidad, más que de acreedores quirografarios y acreedores comunes se habla de créditos quirografarios y de créditos
privilegiados en tanto un mismo acreedor puede ser titular de créditos diversos y fundamentalmente porque el privilegio es una
cualidad del crédito.
En las legislaciones modernas se destaca que el privilegio es otorgado por la naturaleza del crédito y no por las condiciones
personales del deudor.
En materia de privilegios se distingue entre su fuente, extensión y rango.
El privilegio tanto en su existencia, como a su asiento y su rango es impuesto por la ley y es de interpretación restrictiva ya que
viola el principio de la paridad de trato por disposición del legislador.

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Comercial II – Parte IV
En el universo concursal, existen los llamados créditos prededucibles que se definen por ser ajenos al concurso a los cuales no se
aplica el principio bajo análisis, la literatura es abundante sobre el tema. El paradigma de los créditos prededucibles son las
deudas de la masa, aquellos créditos nacidos con posterioridad a la fecha de la declaración del concurso y en interés del mismo
como señala en la doctrina española entre otros, Emilio Beltrán, la prededucción a diferencia de cualquier forma de preferencia es
un instrumento que protege el valor de los créditos postconcursales frente a la insolvencia del deudor.
Se advierte que el principio de igualdad de los acreedores no significa en definitiva que haya nivelación o equiparación entre todos
los acreedores, por el contrario, a cada acreedor le corresponde la suerte personal que su posición respectiva le asigna, lo que
explica el distinto emplazamiento que tienen los acreedores con privilegio frente a los que no tienen preferencia alguna.
La evolución de este principio llevó a una reformulación doctrinaria recogida en el derecho comparado como un principio de
igualdad entre iguales.
La paridad se refiere a acreedores de la misma especie, razón por la cual en el derecho comparado se observa una tendencia a
que el legislador concursal permita al deudor, sin que con ello vulnere tal principio rector, ofrecer propuestas de acuerdo
diferenciadas por categorías de acreedores, con la condición de que sean iguales para los acreedores de una misma clase.
En contraste con esta nueva concepción en el derecho uruguayo, el principio está consagrado en la ley 2.230 para las sociedades
anónimas y en el Código de Comercio de 1868 artículo 1571 en forma absoluta.
Las expresiones empleadas por el legislador nacional, perfecta igualdad, así como la configuración de una figura penal y un
supuesto de responsabilidad civil de los administradores de las sociedades anónimas que pactan ventajas especiales con algunos
acreedores no ofrecen dudas sobre el alcance del principio en el derecho concursal vigente y así lo entiende la doctrina nacional
en forma coincidente, entre otros, Mezzera Alvarez, y más recientemente, Adriana Bacchi, ésta última considerando el tema la
aplicabilidad del principio igualitario frente a situaciones de enfermedad o avanzada edad del acreedor concurrente.
Siendo el principio absoluto, entre nosotros, aquellos acuerdos que establezcan categorías de acreedores no son admisibles en el
derecho nacional vigente, a diferencia de las modernas legislaciones de países vecinos como la Argentina en que la ley 24.522 no
lo consagra como un principio matemático o de apreciación objetiva sino que responde a un conformación variada de diversos
intereses en torno a la crisis empresarial.
Ya la Comisión redactora de la ley argentina 22.917, que reformó la ley 19.551, consideró la necesidad de introducir una fórmula
que permitiera celebrar acuerdos con distintos grupos de acreedores quirografarios. La posibilidad de que el deudor acuerde
soluciones con determinados acreedores concursales impone la previa clasificación por categorías de los créditos. La ley
argentina ya referida se muestra flexible a la hora de seleccionar las opciones que se podrán tener en cuenta para la formación de
las categorías, pudiendo incluso contemplarse subcategorías.
Así, la categorización puede atender a los montos insinuados, a la naturaleza de los créditos al carácter privilegiado o no entre
otros criterios.
El doctrino argentino Maffía destaca, con razón, que uno de los criterios más relevantes y objetivos para justificar la clasificación
está dado por la causa del crédito invocada por el deudor al solicitar su inclusión en el pasivo, esto es el negocio que originó la
obligación que invoca a los efectos de su cancelación.
En definitiva, lo que importa es que la categorización sea razonable para que garantice a cada acreedor el derecho a ser
considerado igual que otro acreedor incluido en la misma categoría, el derecho a votar junto a otros acreedores cuyo crédito no
esté influido por otros intereses y a no ser discriminado.
Se trata del principio paritario clásico reciclado en una nueva concepción más realista.
El PARADIGMA REDISTRIBUTIVO DEL CONCURSO Y LOS PRIVILEGIOS.
Gran parte de la doctrina ve en los privilegios una excepción al principio de la par conditio creditorum que ha de juzgarse
negativamente, de ahí que se reclame su moderación y en oportunidades directamente su supresión.
Como generalmente no se alcanza a satisfacer a lo acreedores concursales concurrentes con el magro activo del deudor, como
consecuencia del número de excepciones existentes a tal principio, se alza autorizada doctrina que proclama la ineficacia de los
procesos concursales y la necesidad de proceder a la reforma de los mismos.
En determinados casos se señala que la aplicación del principio de paridad habrá de conducir a situaciones de injusticia, como
por ejemplo la frustración del concurso por imposibilidad de financiarlo, la imposibilidad de realizar un derecho real de garantía en
los términos previstos o la vulneración de una preferencia.
Ello ha llevado a sostener que se trata de un principio vacío de contenido, lo que obliga al intérprete en cada caso a predisponer
los términos de la comparación.
No obstante, hay quienes frente al panorama legislativo del número creciente de excepciones reconocidas a la igualdad de
tratamiento entre acreedores han llegado a poner en tela de juicio la vigencia del mismo.
Así el español Garrido, se muestra crítico con la articulación del concurso en torno al principio de la par conditio creditorum y
propone una reformulación del mismo sobre la base de la regla de la proporcionalidad, sin embargo reconoce que la regla de la
proporcionalidad sólo tiene efecto entre acreedores ordinarios y aún así, que la proliferación de distintas formas de preferencia
hace ilusorio también el principio de la proporcionalidad.
En la doctrina alemana se habla gráficamente del agujeramiento del principio de paridad de trato de los acreedores concursales.
Sin duda, las excepciones van minando las bases del principio de la paridad.
Como repuesta a este planteo, se advierte otro tendencia legislativa como la del proyecto uruguayo de ley concursal –2006- que
tiende a ampliar el elenco de créditos concursales incluyendo a los créditos labores que se topean en sus montos y que
tradicionalmente gozaban de una llamada superpreferencia y eran extraconcursales.
Los privilegios son los grandes afectados por esta sensibilidad doctrinaria hacia la ineficacia del concurso para redistribuir las
pérdidas, es a ellos a los que se los hace responsables del fracaso del sistema concursal.
En una nueva concepción del principio se tiende a una drástica poda de privilegios a fin de instaurar de modo efectivo el principio
de trato igualitario.
La compleja trama de preferencias y privilegios del derecho concursal, consolidados a lo largo de la historia evidencia criterios
heterogéneos para su consagración.
En la actualidad, se destaca el valor positivo de la equiparación de los créditos resultante de la reordenación legal de los
privilegios en los ordenamientos más modernos.

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Comercial II – Parte IV
Es indudable, que los privilegios han de someterse a una necesaria revisión, lo que no significa que todos los privilegios detraen
injustificadamente valor a los acreedores ordinarios, afectados por ellos.
Integra el concepto de privilegio en sentido amplio la preferencia que resulta de los derechos reales de garantía, si bien se
contrapone el privilegio como valor intrínseco, al carácter extrínseco en el sentido de añadido de las garantías.
Dado que el valor relativo de los créditos, depende del valor de los mismos con anterioridad al concurso la graduación de los
privilegios en el concurso no puede desconocer la graduación extraconcursal.
El exceso de privilegios que existe en la mayoría del derecho comparado concursal nos lleva a proponer su moderación, sobre la
base de eliminar aquellos cuyo mantenimiento no se justifica.
¿EL PRINCIPIO DE LA PAR CONDITIO CREDITORUM ES UNA FICCIÓN O ES UNA REALIDAD?
Esta interrogante es planteada en la doctrina española por Nuria Bermejo Gutiérrez.
El modelo distributivo del concurso es sin duda formal, en la medida que es ajeno a la realidad del crédito.
La comprensión de la quiebra como accidente o desgracia común se encuentra presente en la doctrina clásica.
Los datos de la realidad demuestran el distinto valor de los créditos según el riesgo contratado por las partes que los acreedores
pueden anticipar. Deudor y acreedor pueden realizar los ajustes que estimen necesario entre riesgo del crédito y rentabilidad del
mismo.
El crédito se concibe desde esta óptica, entonces en términos prospectivos y no retrospectivos como se hace en el paradigma
tradicional del concurso.
La noción retrospectiva de los problemas por contraposición a la de comprensión prospectiva ya la consideraba el español Paz
Ares.
Tal anticipación es posible, si el riesgo de insolvencia se concibe como un riesgo diversificable y asistemático y, en consecuencia,
susceptible de previsión salvo en el caso de los acreedores involuntarios de los que recientemente nos habló el Profesor Angel
Rojo en conferencia pronunciada en la Universidad de Rosario de la República Argentina en septiembre del 2006, quienes se
vuelven acreedores por razones ajenas a su voluntad como son todos los adeudos originados en una relación extra contractual.
El concurso trata la insolvencia del deudor como un hecho consumado y no como un riesgo previsible y asegurable por los
operadores.
Desde este enfoque, el principio de paridad en el tratamiento de los acreedores resulta contradictorio con los ajustes realizados
por las partes en previsión de tal eventualidad y con la eficacia de las garantías, no parece justo ni eficiente igualar la
consideración de los créditos en sede concursal sin atender a la rentabilidad de los mismos o al interés de los acreedores en
asegurarlos.
Cuando el concurso altera el valor contratado por determinados acreedores para transferirlos a otros a los que se considera más
necesitado de protección por ejemplo: los acreedores ordinarios, lo que hace es expropiar valor. Las consecuencias de tal
expropiación son negativas: habrá proyectos que no se realizarán al no disponer de las inversiones precisas para su financiación,
esta inhibición de inversiones se explica por el temor de los acreedores a que la eficacia de su garantía se vea desvirtuada para
atender otros intereses, todo lo cual lleva a sostener que el concurso no puede ser utilizado como un instrumento de redistribución
de valor entre los acreedores, dado que si el riesgo de los créditos se determina fuera del concurso, éste debe limitarse a
reconocer el valor relativo de cada uno de ellos en función del riego asumido.
La colectivización de las pérdidas y el principio de la par conditio creditorum pierde entonces su razón de ser.
En suma, el proceso concursal se visualiza como el instrumento por el cual el derecho material da solución a un problema
estrictamente económico, el reparto de la escasez o la distribución del riesgo acumulado por el empresario quebrado.
En definitiva, la idea de igualdad de tratamiento sólo tendría sentido si todos fueran iguales, indiferentes al riesgo de insolvencia,
lo que es una ficción en la realidad negocial.
Solamente, la ausencia de una diferencia de valor entre los acreedores concursales puede justificar la existencia del principio de
igualdad en el tratamiento de los acreedores.
Existe un conflicto a resolver entre la eficacia de la autonomía de la voluntad en las relaciones entre los particulares con
anterioridad al concurso y la par conditio creditorum, que es una regla ex post facto, a favor de la preponderancia de uno u otro se
ha manifestado la doctrina en sede concursal.
La redefinición del valor de los créditos en el concurso en base al principio paritario resulta contradictorio con los ajustes
realizados por las partes en previsión de tal posibilidad y la propia eficacia de las garantías, lo cual pone en tela de juicio el centro
neurálgico del concurso.
En tal sentido, la doctrina norteamericana, señala que el principio de paridad termina agotando la eficacia de las garantías.
La igualdad en el tratamiento de los acreedores queda reducida así a una regla residual entre créditos homogéneos.
Siguiendo la tendencia firme del derecho comparado, en nuestro entender se debe reducir los privilegios al mínimo posible, como
excepciones al principio de paridad, modelo del paradigma redistributivo del concurso como fórmula de colectivizar las pérdidas
entre todos lo sujetos que conforman la colectividad.

VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS

# La vida comercial se basa en la buena fe. Su dinamismo y celeridad, requiere una mínima certeza basada en la confianza.
# Cuando compramos, nos emiten una factura con el nombre de la empresa y confiamos en que efectivamente esa empresa
existe sin necesidad de que nos muestren los estatutos o poderes de administración. Y así se mueven miles y millones de pesos,
se entregan mercaderías y se prestan servicios.
# Pero cuando alguien no cumple, todo se cuestiona, ya no se confía más. Es que declarado el concurso se duda si el concursado
efectivamente tiene lo que dice que tiene y si eso que tiene vale lo que declara que vale. Por el otro lado, también se duda si el
concursado debe todo lo que dicen que debe.
# El mecanismo concursal para dotar de certeza a los pasivos es la VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS.
# La masa del concurso se divide en:
# Masa objetiva (MASA ACTIVA): comprende los bienes y derechos que integran el activo patrimonial.
# Masa subjetiva (MASA PASIVA): aquellas personas que son titulares de créditos contra el concursado.
Dentro de la masa subjetiva o masa pasiva, la VERIFICACIÓN es un proceso que tiene por objeto:

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Comercial II – Parte IV
1) obtener el reconocimiento de la legitimidad de las acreencias y su graduación;
2) conocer individualmente los créditos y el volumen de la masa pasiva;
3) graduar y ordenar los créditos de acuerdo a sus privilegios, determinando además los derechos al voto.
# Declarado el concurso, se fija un plazo para que los acreedores presenten los justificativos de sus créditos al Síndico o
Interventor. Es que TODOS los acreedores que deseen cobrar su crédito contra el concursado deberán presentarse a verificar su
crédito.
# En ese proceso, los titulares de créditos contra el concursado quieren ser considerados “acreedores concurrentes”, siendo al
principio únicamente “insinuantes”. Los créditos insinuados no están a priori justificados, todos están cuestionados, y por ello es
necesario averiguar su veracidad y así llegar a obtener la calidad de acreedores concurrentes.
# Para ello los acreedores insinuantes, deben cumplir dos condiciones:
# Acreditar la calidad de acreedor con los justificativos de su crédito (su existencia y el monto).
# Obtener la aprobación del Síndico o Interventor y fundamentalmente del Tribunal del Concurso.
# NECESARIO: Todo acreedor debe pasar por él si quiere cobrar su crédito. Si no se presenta, no participa en el concurso (art. 99
y 100) y no tiene derecho a asistir a la Junta de Acreedores (art. 118).
# VOLUNTARIO: La presentación de los créditos, para que sean verificados, depende de la voluntad del acreedor, quedando
fuera del concurso si no lo hacen.
# CONTRADICTORIO: Puede ocurrir que previo a la incorporación surja una discusión respecto de un crédito, llegando incluso a
la impugnación prevista en el art. 104.
# DECISIÓN JUDICIAL: El Juez es el que aprueba o rechaza los créditos, según las impugnaciones que se puedan plantear (art.
105).
# DEFINITIVO: Una vez cumplidos los trámites y aprobado el crédito, éste debe ser acatado por todos, dentro y fuera del
concurso (art. 106).

# El art. 94 establece que los acreedores deben presentarse a verificar sus créditos dentro del plazo de 60 días, contados desde
la fecha de la declaración de concurso.
Es un término único para que todos los acreedores que concurran a verificar.
Luego, el Síndico o Interventor tiene 30 días para presentar su informe al respecto.
# Siendo el acreedor quien no se presente en ese plazo, podrá hacerlo tardíamente, adquiriendo la calidad de acreedor moroso.
# En caso de ser el Síndico o Interventor quien no respete ese plazo, el art. 94 dispone que “La no verificación de los créditos, en
ningún caso será causal de suspensión de la Junta de Acreedores”.
# La práctica demuestra que las Juntas, por lo general, se suspenden.
# Art. 95: Deben los acreedores presentarse en el Juzgado del Concurso, “con el siguiente contenido”:
# Solicitud de verificación, fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación del crédito.
# “... documentos ORIGINALES u otros medios de prueba que permitan acreditar la existencia de sus créditos”.
VERIFICACIÓN TARDÍA
# Todos los acreedores deberán presentarse a verificar sus créditos dentro del plazo de 60 días (art. 94).
# En caso de que no lo hagan, tienen la posibilidad del art. 99: “Los acreedores, hubieran sido o no notificados por el síndico o el
interventor, que no se hubieran presentado a verificar sus créditos en el plazo establecido, deberán verificar los mismos

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Comercial II – Parte IV
judicialmente y a su costa, perdiendo el derecho a percibir la participación que les hubiere correspondido con los pagos ya
realizados”.
# Esta segunda oportunidad para verificar sus créditos deberá hacerse judicialmente y a costas del acreedor omiso, quien
además será sancionado con la pérdida de la parte que le hubiera correspondido en los pagos o dividendos ya distribuidos, si es
que éstos existieron.
# Reafirma que TODOS los acreedores están obligados a presentarse a verificar sus créditos, hayan o no sido notificados.
# Otra consecuencia de su presentación tardía es que el acreedor deberá aceptar el convenio sin poder objetarlo pues el art. 158
dispone que: “El convenio será obligatorio para el deudor y para los acreedores quirografarios y subordinados cuyos créditos
fueran anteriores a la declaración judicial de concurso, incluidos los que, por cualquier causa, no hubieran sido verificados”.
EL PROBLEMA DE LA CAUSA.
# La nueva ley exige que se acredite la CAUSA del crédito que se insinúa y pretende verificar.
# Ello ocasiona un problema recurrente con los títulos valores, ya que los mismos tienen como características fundamentales la
“abstracción” e “independencia” de la obligación de fondo, en relación a la cual el título valor fue librado.
# Con el nuevo régimen legal (art. 95), cuando se pretenda hacer valer un crédito en el concurso NO ALCANZA simplemente con
presentar el título valor que posee el tenedor del mismo.
# Es necesario expresar con detalle, y sobre todo ACREDITAR, la relación “fundamental”, también llamada “extracartular” (la
relación de fondo).
# Ejemplo: la compraventa, el arrendamiento de servicios o de obra, el mutuo (préstamo), etc.
# Es CARGA del acreedor lograr acreditar este extremo, porque de no hacerlo, su crédito será RECHAZADO.
¿CÓMO ACREDITO LA CAUSA?
# Un título valor (cheque común, cheque de pago diferido, conforme, vale, pagaré, letra de cambio, etc.), como documento
abstracto, no acredita por sí solo la causa del crédito.
# Se torna necesario entonces acompañar con la solicitud de verificación del crédito LAS PRUEBAS DOCUMENTARIAS DE LA
DEUDA.
# Las mismas pueden ser: facturas, remitos, recibos, notas de pedido, notas de contabilidad, asientos, el documento en el cual
consta la compraventa, el préstamo, o el arrendamiento, etc.
# Con los mismos se acredita la existencia del negocio primordial (de “fondo”) que dio origen a la creación (y su posible
transmisión) del título valor en cuestión.
# Sin estos documentos, el Síndico o Interventor rechazará la solicitud de verificación, ya que falta uno de los elementos
esenciales para cumplir con la misma (la causa).
# No podrán seguir la huella de la documentación y registración en los libros contables de la empresa, y al no vincular el título
valor con el negocio jurídico que dio origen al mismo, Síndicos e Interventores no podrán verificar la real existencia y monto
preciso del crédito que se pretende corroborar, que es justamente lo que se busca en la etapa de Verificación.
CARENCIAS DE DOCUMENTACIÓN.
# ¿Qué sucede si no cuento con los recaudos probatorios que acreditan la relación “de fondo”? ¿Tengo posibilidad de verificar
igualmente mi crédito? ¿Puedo presentarme de todas maneras?
# ¿Qué sucede si soy tenedor de un título valor que ha sido endosado, y por lo tanto, circulado?
# ¿Qué sucede si me han solicitado refinanciar la deuda, mediante la entrega de nuevos cheques (por ej.) a cambio de otro
próximo a vencerse?
# Falta de prueba documental:
# En caso de no existir un respaldo documental del crédito (negocio que no requiera de requisitos de solemnidad), se deberán
aportar elementos indiciarios que permitan identificar el crédito e indagar las causas que lo originan.
# Por ejemplo: declaraciones juradas fiscales, fotocopias, depósitos bancarios, asientos en libros contables propios o del
concursado (procedimiento de exhibición de libros), estados o resúmenes de cuenta, certificados contables, etc.
# El título valor ha circulado:
# Se torna indispensable exigir recibos (y las facturas) que vinculen el título valor que estoy
recibiendo con la operación (venta de mercadería, por ej.) que el mismo cancela.
# Me solicitan la refinanciación de la deuda:
# Debe exigirse el detalle preciso del(los) cheque(s) entregado(s), de manera de vincular éstos
últimos a las facturas originales, cerrando el círculo de la operación de fondo.

LOS PLAZOS EN LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS DEL CONCURSO JUDICIAL DE ACREEDORES

La declaración judicial de concurso de acreedores prevista en la Ley No. 18.387 posibilita al acreedor a ejercitar su derecho de
crédito contra el deudor concursado aunque, claro está, no podrá instar su ejecución de manera individual, salvo contadas
ocasiones.
Los Artículos 94 y 95 de ese cuerpo normativo, exigen que los acreedores se presenten a verificar sus créditos en determinado
lapso de tiempo.
Se trata de una verdadera carga procesal que debe ser cumplida con ciertos requisitos, bajo el riesgo de que el crédito no quede
incluido en la masa pasiva del concurso.
LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS DENTRO DEL CONCURSO JUDICIAL
El interés primordial del proceso colectivo concursal es la satisfacción de los acreedores, ya sea mediante la conservación o
liquidación de la unidad productiva del deudor.
Será la decisión de los acreedores, sin perjuicio de cada realidad concreta, la que debe primar y hacerse valer en el proceso.
El concurso comprende a todos los acreedores del deudor concursado.
Así, el punto de vista pasivo del principio de universalidad recogido en el Artículo 55 de la Ley No.18.387, y bajo el nomen iuris de
“Composición de la masa pasiva”, expresa que “todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad o
domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del concurso, siendo representados por el síndico o interventor y alcanzados
por los efectos del concurso”, sin más excepciones que las establecidas en dicha ley.

21
Comercial II – Parte IV
Ahora bien, para que los acreedores puedan desplegar y hacer valer su poder de decisión, es preciso que cumplan con la carga
de verificar sus créditos.
Es en la etapa de verificación de créditos (o también entendido como proceso particular), donde se decide quiénes participarán en
las resoluciones que sellarán la suerte del proceso concursal.
La determinación del pasivo constituye pues una etapa fundamental en todo procedimiento concursal, y por ello la intervención
activa de los acreedores otorgará legitimidad y transparencia al proceso.
Sin esta etapa, se corre de mayor manera el riesgo de que sean admitidos créditos falsos, que perjudiquen en definitiva las
soluciones del proceso, y lo tornen injusto y fraudulento,
Es por ello que, para corroborar la legitimidad del crédito y depurar la masa de acreedores , el legislador acertadamente incluyó
una etapa de verificación de créditos que abarca a casi la totalidad de los acreedores.
Mientras el acreedor no se presente a verificar será un “acreedor concursal”, una vez verificado su crédito pasará a ser
categorizado como “acreedor concurrente”, con posibilidades de concurrir al proceso concursal. Se forma así la masa subjetiva,
en donde los acreedores asistirán con un importe de crédito determinado y un grado de prelación, según cada caso.
MARTÍNEZ BLANCO explica que esta etapa o proceso tiene su causa o necesidad, en que todo el pasivo se pone en tela de
juicio, y entonces surge como único mecanismo la verificación de los créditos, para dar algo de certeza sobre este punto.
De esta manera, el llamado proceso de verificación de créditos tiene por finalidad obtener el reconocimiento de la legitimidad de
las acreencias, así como la graduación de ellas (quirografarias o privilegiadas).
Los titulares de créditos contra el concursado persiguen el propósito de ser considerados concurrentes y el autor los denomina
“insinuantes”.
En similar sentido, RODRIGUEZ MASCARDI expresa que la investigación del estado del pasivo requiere el examen detenido y
prolijo de cada una de las deudas porque sólo deben considerarse legítimas aquellas que se hayan comprobado debidamente.
Destaca la importancia de la verificación de créditos, en tanto la misma es definitiva, por lo que una vez vencidas las etapas
previstas en la ley hace cosa juzgada material respecto a la acreencia verificada.
Según MARTÍNEZ BLANCO, el proceso de verificación de créditos presenta las siguientes características: es necesario,
contradictorio, definitivo, lo define el Juez y es voluntario.
A su vez, lo define como una etapa procesal que tiene por objeto conocer individualmente los créditos y el volumen de la masa
pasiva, pero también graduar y ordenar los créditos de acuerdo a sus privilegios, determinado además los derechos a voto.
En principio, todos los acreedores del deudor deben proceder a verificar sus créditos (Artículo 55 de la ley), y será el Juez de
Concurso que aprobará los mismos, previa actividad administrativa del síndico o interventor.
Quedan exceptuados de verificar los créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos arbitrales, sin perjuicio de que igual
se requiere que se presenten a denunciar su crédito (Artículo 100 de la ley) so pena de no participar en los eventuales pagos que
se efectúen.
Por su parte, los acreedores laborales tienen la opción de verificar su crédito en el concurso, optar por hacerlo ante el Juez
Laboral, o hacerlo una parte en Sede Concursal y la otra en Laboral, todo sin perjuicio del pronto pago regulado en el Artículo 62.
Una vez verificado el crédito, trae aparejado la legitimación al acreedor para participar en diversas instancias del concurso, a
saber:
a) Legitimación para participar en la junta de acreedores.
b) Legitimación para adherir a una propuesta de convenio anticipada.
c) Legitimación para participar en el producido de la eventual liquidación.
EL TRÁMITE Y LOS PLAZOS PREVISTOS PARA LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS
El Artículo 93 de la Ley No. 18.387 prevé que el síndico o interventor deberá dentro de los quince días siguientes a su
designación, notificar por carta u otro medio fehaciente a los acreedores cuya identidad conste en la contabilidad y documentos
del deudor, o que resulten conocidos de alguna otra forma, la existencia del proceso concursal, individualizando la Sede ante la
que se tramita, el nombre del síndico o interventor y la fecha fijada para la Junta de Acreedores.
La doctrina ya ha señalado que existen casos en los que resulta casi imposible que el síndico o interventor pueda dar efectivo
cumplimiento a tal notificación en tan exiguo plazo (piénsese en casos de cientos o miles de acreedores por ejemplo, o en
situaciones en que se desconoce el domicilio del acreedor).
Por ello, y más allá de casos excepcionales, la falta de cumplimiento del síndico o interventor en el cumplimiento de la
comunicación carece de consecuencias prácticas.
MARTÍNEZ BLANCO califica a esta comunicación como innecesaria y poco útil, en tanto ni siquiera los acreedores son notificados
que deben presentarse a verificar so pena de no poder intervenir en el concurso, por ello promueve que se practique el
anoticiamiento del concurso recurriendo a las publicaciones por edictos.
De hecho, el propio Artículo 93 prevé que esta comunicación que debe efectuar el síndico o interventor, es sin perjuicio de la
publicación de la sentencia de declaración de concurso prevista en el Artículo 21, con lo cual la publicidad del concurso no queda
en tela de juicio, y se da por conocido con efecto erga omnes.
Según lo dispone el Artículo 94, los acreedores tienen un plazo de 60 días para presentarse a verificar sus créditos, contados
desde la fecha de declaración del concurso.
Ese plazo es común a todos los acreedores, y no influye el hecho de que hayan sido o no comunicados por el síndico o
intervento, ese eventual hecho no influye sobre el cómputo del plazo.
El Artículo 95 preceptúa los requisitos y formalismos que deben cumplirse en la etapa de verificación. Los acreedores deben
presentarse dentro del plazo enunciado en el expediente judicial, en escrito dirigido al síndico o interventor, solicitando la
verificación de su crédito, e indicando la fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación que le merece el mismo. Asimismo
deberán agregar los medios de prueba que acrediten tal crédito.
MARTÍNEZ BLANCO cuestiona el giro idiomático empleado en el Artículo 95 “deberán presentarse en el Juzgado, en escrito
dirigido al síndico o al interventor” y admite que los acreedores se puedan presentar de manera directa al síndico o interventor, en
cuyo caso no ocurren a la Sede judicial.
Otro sector de la doctrina no comparte la opinión de Martínez Blanco; dicen que ciertamente si se presentan ante el Juez de
Concurso, se deben dirigir al mismo, en tanto es éste quién fallará lo peticionado.
En la práctica, los acreedores se presentan al Juez, y éste confiere vista al síndico o interventor sobre el pedido de verificación.

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Comercial II – Parte IV
La práctica ha demostrado que los acreedores se presentan judicialmente con escritos dirigidos al Tribunal, o al síndico o
interventor, y se les ha cursado en todos los casos sus peticiones.
Y no es una discrepancia menor, en tanto según se desprende de la correcta interpretación de los artículos que regulan el
procedimiento de la verificación, se trata desde un comienzo de una instancia judicial, y en consecuencia, los actos que se
desarrollan en la misma son actos jurídicos procesales insertos en el proceso, por lo que les rige el régimen y principios de estos.
La doctrina define al acto jurídico procesal como todo acontecimiento o suceso voluntario que manifiesta, actualiza, modifica o
extingue situaciones jurídicas y que está previsto por una norma procesal como componente del proceso.
En definitiva, la ley exige que el acreedor se presente ante la Sede Judicial donde se ventila el proceso colectivo, y agregue al
expediente el escrito en donde solicita la verificación de su crédito con las probanzas que lo respalden.
De esta manera, se brinda transparencia y debida defensa a todos los acreedores del proceso. Ello no excluye que pueda existir
actividad extrajudicial frente al sindico o interventor, pero en ningún caso entendemos que se le exime al acreedor presentarse
judicialmente para poder ser verificado.
La forma querida por el legislador para cumplir con el acto procesal no puede ser desconocida ni sustituida sin habilitación legal.
Transcurrido el plazo de 60 días, vence el plazo previsto para la verificación, pero no excluye que el acreedor moroso se presente
a verificar su crédito posteriormente; lo podrá hacer judicialmente y a su costa.
Surge la duda qué sucede con los créditos que son objeto de transacción con homologación judicial ante otra Sede Judicial, con
fecha posterior al término de la verificación de créditos.
El titular de ese crédito ¿Debe ser considerado acreedor moroso? Sin perjuicio de que resulta opinable, según RIVAS una
sentencia posterior a la declaración judicial del concurso, pero referida a créditos anteriores al mismo, se encuentra eximida de
verificación, y en consecuencia no se trataría de un acreedor moroso.
Una vez culminado el plazo que tienen los acreedores para presentarse a verificar sus créditos, el síndico o interventor debe
confeccionar la lista de acreedores dentro del plazo de 30 días. En la misma, si bien el Artículo 101 dispone que deben incluirse
los acreedores “hayan solicitado o no la verificación de sus créditos”, debe señalarse y distinguirse con precisión cuáles son
aquellos créditos verificados, y ello porque son solo éstos los que conforman la masa pasiva del concurso.
El artículo exige además la nómina de los acreedores que han sido excluidos, indicando las razones de exclusión de cada uno de
ellos.
Según CREIMER, si el síndico o interventor incluye un crédito de un acreedor que no se presentó a verificar su crédito, ese
acreedor queda eximido de presentarse a verificar el mismo.
Consideramos de todos modos, que en esos casos se debe señalar en el informe del Artículo 101 cuáles acreedores no se
presentaron a verificar sus créditos, sin incluir los mismos en la masa pasiva del concurso (dado que han incumplido su carga de
verificar, y existen vías para poder hacerlo de manera tardía).
El criterio postulado por el autor citado, puede conducir a situaciones injustas y que quede incluido en la masa pasiva del
concurso un acreedor no diligente (extremo que no ha querido el legislador al exigir precisamente el procedimiento de la
verificación, y el control de legitimidad tanto del síndico como de los demás acreedores).
Por ello, no compartimos las conclusiones del prestigioso autor, en tanto la insinuación del crédito es facultativa, y el acreedor no
está obligado a participar del procedimiento concursal, siendo pues necesaria su comparecencia al expediente para poder devenir
en acreedor concurrente.
Por ende, por más que el síndico o interventor incluya en el listado a los acreedores que no se han presentado a verificar, se debe
señalar con precisión tal extremo en el informe, en tanto dichos acreedores no deben conformar la masa pasiva del concurso
(hasta tanto no cumplan su carga procesal).
Como buen práctica pues, en el listado se debe separar los acreedores que se han presentado a verificar sus créditos, de
aquellos que no lo han efectuado.
Una vez presentado la lista de acreedores, la misma quedará de manifiesto en el Juzgado a disposición de los acreedores. La
normativa también prevé una nueva comunicación a cargo del síndico o interventor, a efectos de notificar a los acreedores si sus
créditos han sido o no verificados y en qué condiciones lo fueron.
Si bien la norma no lo aclara, consideramos que cualquier medio fehaciente es válido para practicar esta nueva comunicación (en
analogía a lo previsto en el Artículo 93).
Esta nueva comunicación del síndico o interventor cobra especial relevancia, en tanto el plazo de 15 días para impugnar la lista
de acreedores, corre desde el día en que fue puesto de manifiesto el listado o de la recepción de comunicación de verificación o
rechazo de los créditos (Artículo 104).
La legitimación para impugnar es amplia “cualquier interesado”, y se dirigirá contra el titular del crédito impugnado excepto que el
contenido de la impugnación refiera a la inclusión, modificación de la cuantía o de la calificación de un crédito, en cuyo caso se
dirigirá contra el síndico o el interventor. El Juez resolverá sobre las impugnaciones.
Si no existen impugnaciones, el Juez aprueba la lista de acreedores (Artículo 105) y sus créditos se tendrán por verificados y
reconocidos dentro y fuera del concurso (Artículo 106).
CARÁCTER DE LOS PLAZOS EN LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS
El Artículo 253 de la Ley No. 18.387 dispone que “todos los plazos establecidos en la presente ley serán perentorios e
improrrogables” y reafirma la aplicación supletoria del Código General del Proceso (C.G.P.) en todo lo no expresamente previsto.
Igual carácter de los plazos -perentorios e improrrogables- prevé el Artículo 92 del C.G.P..
Los plazos previstos en el procedimiento de verificación son perentorios e improrrogables, tratándose en nuestra opinión de
plazos procesales.
Nuestro sistema procesal es calificado de preclusivo.
Ello supone que el proceso se estructura en etapas procesales sucesivas dentro de las cuales han de desarrollarse ciertas
actividades.
Vencidas cada una de estas etapas, no es posible retrogradar el proceso y volver a fases anteriores ya consumadas.
Los plazos procesales son, en ese sentido, el instrumento por medio del cual el proceso avanza en el tiempo, clausurando etapas.
El plazo procesal constituye la medida de tiempo establecida por la ley para la realización de los actos procesales.

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Comercial II – Parte IV
La doctrina procesal nacional entiende por “plazo procesal” el lapso destinado al cumplimiento de un acto procesal o vinculado al
desarrollo del proceso, y por “término” el extremo o límite del plazo, empleándose en forma indistinta ambas expresiones por el
legislador, fundamentalmente con el significado de la primera.
La doctrina procesal apunta que deben distinguirse los plazos procesales vinculados al desarrollo de actividad procesal, de otros
que, aunque deban suspenderse o interrumpirse con la realización de un acto procesal estén relacionados con el proceso, no
constituyen en puridad plazos procesales, sino de otra naturaleza (civil, por ejemplo), ya que no se otorgan para el desarrollo del
proceso mediante actos procesales, sino a otros efectos (caducidades para entablar pretensiones, por ejemplo).
Se indica con precisión que el establecimiento de plazos para llevar a cabo las actividades del proceso, que rigen tanto para las
partes como para el tribunal, e incluso para sujetos no principales o auxiliares, obedece a la necesidad de cumplir el mandato
constitucional de “fijar el orden y las formalidades de los juicios” (Artículo 18 de la Constitución de la República).
Cabe distinguir los plazos procesales de los plazos civiles. Los plazos procesales son aquellos destinados al cumplimiento de un
acto procesal y sus presupuestos y efectos se regulan por el Derecho Procesal. Los plazos civiles, por el contrario, subordinan el
nacimiento o extinción de un derecho, de una obligación o de una situación jurídica al transcurso de determinado espacio de
tiempo y se regulan por el Derecho sustancial.
Tratándose de plazos civiles, no rigen los criterios previstos en el C.G.P. para los plazos procesales, por lo que: a) el comienzo del
cómputo no es al día siguiente, sino el mismo día (diez a quo); b) no tienen las mismas causales de suspensión que los plazos
procesales; c) finalizan el último día de su término (diez a quem), con independencia de si es un día hábil o no; y d) no les es
aplicable la regla de que al impedido por justa causa no le corre el término.
El Artículo 95 de la Ley No 18.387 ya analizado, prevé que en el procedimiento de verificación (por lo general, primer
comparecencia) los acreedores deben presentarse en el Juzgado, desarrollando pues un verdadero acto procesal.
Por ello, no compartimos la posición que postula la posibilidad de verificación de créditos por fuera del expediente judicial.
En consecuencia, el plazo de 60 días previsto en el Artículo 94, es un plazo procesal, y no civil. Son también procesales los
plazos previstos para la impugnación de la lista de acreedores.
Rige supletoriamente el Artículo 94 del C.G.P., que dispone que los plazos procesales que se cuentan por días (caso del plazo de
verificación de 60 días) solo se suspenden durante las ferias judiciales y la semana de turismo.
Por ende, para el plazo de verificación de 60 días se computan los días hábiles e inhábiles (es decir, se cuentan por días corridos)
y solo se suspenden durante las ferias judiciales (la mayor comprende desde el 25 de Diciembre hasta el 31 de Enero inclusive, y
la mejor desde el 1 al 15 de Julio, conforme la Ley No. 16.002) y la semana de turismo (la suspensión abarca los siete días que
anualmente corresponden a esa semana).
Como plazo procesal, le rigen además las normas contenidas en el C.G.P. que regulan los vencimientos (Artículo 95), los días y
horas hábiles (Artículo 96), las habilitaciones (Artículo 97) y la suspensión de los plazos por justa causa (Artículo 98).
El concurso judicial debe atender a la satisfacción de los acreedores, pero solamente los que conforman la masa pasiva concursal
son quienes tendrán el poder de decisión sobre cómo resolver la suerte del deudor.
Por ello, la verificación de créditos es una etapa crucial y fundamental para todos aquellos acreedores cuyo interés sea participar
en las resultancias del proceso concursal.
La Ley No. 18.387 regula el procedimiento de la verificación de créditos mediante el cumplimiento de una serie de etapas y
requisitos, en aras de analizar la legitimidad del crédito.
Los acreedores deben presentarse al expediente judicial de concurso a efectos de solicitar la verificación, adjuntando los medios
probatorios que avalen su petición.
Los plazos previstos para cumplir la carga de presentarse, y eventualmente impugnar las decisiones, son procesales, por lo que
les rigen las normas y criterios del C.G.P.

LA REGLAMENTACIÓN LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS DEL CONCURSO JUDICIAL DE ACREEDORES


La Suprema Corte de Justicia (SCJ) dictó la Acordada S.C.J. No. 7825 mediante la cual reglamentó el procedimiento de
verificación de créditos.
De los motivos de la Acordada surge que no obstante las previsiones legales del Título V (Artículos 93 a 107) de la Ley Concursal
Ley No. 18.387, la forma de presentación de los acreedores se materializa con elevación del escrito a consideración del Sr. Juez,
lo cual solo es legalmente procedente en determinadas hipótesis concretas (cuando se pone de manifiesto la lista de acreedores y
cuando se formulan impugnaciones a la misma, o bien, cuando se realizan verificaciones de acreedores morosos, conforme
Artículos 99, 104 y 105 de la ley).
Por ende, elevar a despacho del Juez todos los escritos de solicitud de verificación de créditos, determinaba un enlentecimiento
de los trámites, y una sobrecarga de trabajo tanto para los Señores Magistrados, así como para otros operadores judiciales y
funcionarios.
En la práctica, era bastante infrecuente que los acreedores cumplieran con las previsiones legales de dirigirse al Síndico o
Interventor, sino que los escritos eran dirigidos al Juez, y por ello también, eran subidos a despacho.
Eso busca corregirse mediante el dictado de la Acordada, en aras de hacer aplicables las disposiciones legales y de permitir que
el expediente concursal principal circule con mayor celeridad.
En efecto, la propia Acordada No. 7825 justifica su dictado en razones de economía procesal y por traer aparejada una mejor y
más pronta administración de justicia, contando con la conformidad de los operadores judiciales y magistrados.
La reglamentación contó con los aportes y labor del Colegio de Síndicos e Interventores Concursales, con una activa participación
tendiente a facilitar la sustanciación de los expedientes concursales, en actitud merecedora de destaque, demostrando alto
compromiso con sus fines y dedicación.
REGULACIÓN LEGAL DEL PROCEDIMIENTO DE VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS
Antes de analizar en detalle la Acordada No. 7825, expondremos algunos desarrollos conceptuales y se describirá la regulación
prevista en la Ley Concursal sobre el procedimiento de la verificación de créditos, tomando como base una publicación anterior.
La declaración judicial de concurso de acreedores prevista en la Ley No. 18.387 posibilita al acreedor ejercitar su derecho de
crédito contra el deudor concursado aunque, claro está, no podrá instar su ejecución de manera individual, salvo contadas
ocasiones.

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Comercial II – Parte IV
Los Artículos 94 y 95 de ese cuerpo normativo, exigen que los acreedores se presenten a verificar sus créditos en determinado
lapso de tiempo. Se trata de una verdadera carga procesal que debe ser cumplida con ciertos requisitos, bajo el riesgo de que el
crédito no quede incluido en la masa pasiva del concurso.
El concurso comprende a todos los acreedores del deudor concursado, y son ellos quienes deciden la suerte del concurso. Así, el
punto de vista pasivo del principio de universalidad recogido en el Artículo 55 de la Ley No. 18.387, y bajo el nomen iuris de
“Composición de la masa pasiva”, expresa que “todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad o
domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del concurso, siendo representados por el síndico o interventor y alcanzados
por los efectos del concurso”, sin más excepciones que las establecidas en dicha ley.
Ahora bien, para que los acreedores puedan desplegar y hacer valer su poder de decisión, es preciso que cumplan con la carga
de verificar sus créditos. Es en la etapa de verificación de créditos (o también entendido como proceso particular), donde se
decide quiénes participarán en las resoluciones que sellarán la suerte del proceso concursal.
La determinación del pasivo constituye pues una etapa fundamental en todo procedimiento concursal, y por ello la intervención
activa de los acreedores otorgará legitimidad y transparencia al proceso. Sin esta etapa, se corre de mayor manera el riesgo de
que sean admitidos créditos falsos, que perjudiquen en definitiva las soluciones del proceso, y lo tornen injusto y fraudulento.
Es por ello que, para corroborar la legitimidad del crédito y depurar la masa de acreedores, el legislador acertadamente incluyó
una etapa de verificación de créditos que abarca a casi la totalidad de los acreedores.
Mientras el acreedor no se presente a verificar será un “acreedor concursal”, una vez verificado su crédito pasará a ser
categorizado como “acreedor concurrente”, con posibilidades de concurrir al proceso concursal. Se forma así la masa subjetiva,
en donde los acreedores asistirán con un importe de crédito determinado y un grado de prelación, según cada caso.
MARTÍNEZ BLANCO explica que esta etapa o proceso tiene su causa o necesidad, en que todo el pasivo se pone en tela de
juicio, y entonces surge como único mecanismo la verificación de los créditos, para dar algo de certeza sobre este punto.
De esta manera, el llamado proceso de verificación de créditos tiene por finalidad obtener el reconocimiento de la legitimidad de
las acreencias, así como la graduación de ellas (quirografarias o privilegiadas).
Los titulares de créditos contra el concursado persiguen el propósito de ser considerados concurrentes y el autor los denomina
“insinuantes”.
En similar sentido, RODRIGUEZ MASCARDI expresa que la investigación del estado del pasivo requiere el examen detenido y
prolijo de cada una de las deudas porque sólo deben considerarse legítimas aquellas que se hayan comprobado debidamente.
Destaca la importancia de la verificación de créditos, en tanto la misma es definitiva, por lo que una vez vencidas las etapas
previstas en la ley hace cosa juzgada material respecto a la acreencia verificada.
Según MARTÍNEZ BLANCO, el proceso de verificación de créditos presenta las siguientes características: es necesario,
contradictorio, definitivo, lo define el Juez y es voluntario.
A su vez, lo define como una etapa procesal que tiene por objeto conocer individualmente los créditos y el volumen de la masa
pasiva, pero también graduar y ordenar los créditos de acuerdo a sus privilegios, determinado además los derechos a voto.
En principio, todos los acreedores del deudor deben proceder a verificar sus créditos (Artículo 55 de la ley), y será el Juez de
Concurso que aprobará los mismos, previa actividad administrativa del síndico o interventor. Quedan exceptuados de verificar los
créditos reconocidos por sentencias judiciales o laudos arbitrales, sin perjuicio de que igual se requiere que se presenten a
denunciar su crédito (Artículo 100 de la ley) so pena de no participar en los eventuales pagos que se efectúen.
Por su parte, los acreedores laborales tienen la opción de verificar su crédito en el concurso, optar por hacerlo ante el Juez
Laboral, o hacerlo una parte en Sede Concursal y la otra en Laboral, todo sin perjuicio del pronto pago regulado en el Artículo 62.
Una vez verificado el crédito, trae aparejado la legitimación al acreedor para participar en diversas instancias del concurso, a
saber:
a) Legitimación para participar en la junta de acreedores.
b) Legitimación para adherir a una propuesta de convenio anticipada.
c) Legitimación para participar en el producido de la eventual liquidación.
EL TRÁMITE Y LOS PLAZOS PREVISTOS LEGALMENTE PARA LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS
El Artículo 93 de la Ley No. 18.387 prevé que el síndico o interventor deberá dentro de los quince días siguientes a su
designación, notificar por carta u otro medio fehaciente a los acreedores cuya identidad conste en la contabilidad y documentos
del deudor, o que resulten conocidos de alguna otra forma, la existencia del proceso concursal, individualizando la Sede ante la
que se tramita, el nombre del síndico o interventor y la fecha fijada para la Junta de Acreedores.
La doctrina ya ha señalado que existen casos en los que resulta casi imposible que el síndico o interventor pueda dar efectivo
cumplimiento a tal notificación en tan exiguo plazo (piénsese en casos de cientos o miles de acreedores por ejemplo, o en
situaciones en que se desconoce el domicilio del acreedor).
Por ello, y más allá de casos excepcionales, la falta de cumplimiento del síndico o interventor en el cumplimiento de la
comunicación carece de consecuencias prácticas.
MARTÍNEZ BLANCO califica a esta comunicación como innecesaria y poco útil, en tanto ni siquiera los acreedores son notificados
que deben presentarse a verificar so pena de no poder intervenir en el concurso, por ello promueve que se practique el
anoticiamiento del concurso recurriendo a las publicaciones por edictos.
De hecho, el propio Artículo 93 prevé que esta comunicación que debe efectuar el síndico o interventor, es sin perjuicio de la
publicación de la sentencia de declaración de concurso prevista en el Artículo 21, con lo cual la publicidad del concurso no queda
en tela de juicio, y se da por conocido con efecto erga omnes.
Según lo dispone el Artículo 94, los acreedores tienen un plazo de 60 días para presentarse a verificar sus créditos, contados
desde la fecha de declaración del concurso. Ese plazo es común a todos los acreedores, y no influye el hecho de que hayan sido
o no comunicados por el síndico o interventor. Este eventual hecho no influye sobre el cómputo del plazo, y sobre la carga de su
comparecencia.
El Artículo 95 preceptúa los requisitos y formalismos que deben cumplirse en la etapa de verificación. Los acreedores deben
presentarse dentro del plazo enunciado en el expediente judicial, en escrito dirigido al síndico o interventor, solicitando la
verificación de su crédito, e indicando la fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación que le merece el mismo. Asimismo
deberán agregar los medios de prueba que acrediten tal crédito.

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Comercial II – Parte IV
MARTÍNEZ BLANCO cuestiona el giro idiomático empleado en el Artículo 95 “deberán presentarse en el Juzgado, en escrito
dirigido al síndico o al interventor” y admite que los acreedores se puedan presentar de manera directa al síndico o interventor, en
cuyo caso no concurren a la Sede judicial. Parte de la doctrina no comparte dicha posición, y considera que la reciente
reglamentación es consecuente con ello.
Se trata desde un comienzo de una instancia judicial, y en consecuencia, los actos que se desarrollan en la misma son actos
jurídicos procesales insertos en el proceso, por lo que les rige el régimen y principios de estos.
La doctrina define al acto jurídico procesal como todo acontecimiento o suceso voluntario que manifiesta, actualiza, modifica o
extingue situaciones jurídicas y que está previsto por una norma procesal como componente del proceso. Por ello, la
comparecencia a verificar se debe realizar en el expediente judicial.
En definitiva, la ley exige que el acreedor se presente ante la Sede Judicial donde se ventila el proceso colectivo, y agregue al
expediente el escrito en donde solicita la verificación de su crédito con las probanzas que lo respalden. De esta manera, se brinda
transparencia y debida defensa a todos los acreedores del proceso. Ello no excluye que pueda existir actividad extrajudicial frente
al síndico o interventor, pero en ningún caso entendemos que se le exime al acreedor presentarse en el expediente judicial para
poder ser verificado.
Transcurrido el plazo de 60 días, vence el plazo previsto para la verificación, pero no excluye que el acreedor moroso se presente
a verificar su crédito posteriormente. Lo podrá hacer judicialmente y a su costa.
Una vez culminado el plazo que tienen los acreedores para presentarse a verificar sus créditos,el síndico o interventor debe
confeccionar la lista de acreedores dentro del plazo de 30 días. En la misma, si bien el Artículo 101 dispone que deben incluirse
los acreedores “hayan solicitado o no la verificación de sus créditos”, debe señalarse y distinguirse con precisión cuáles son
aquellos créditos verificados, y ello porque son solo éstos los que conforman la masa pasiva del concurso. El artículo exige
además la nómina de los acreedores que han sido excluidos, indicando las razones de exclusión de cada uno de ellos.
Según CREIMER, si el síndico o interventor incluye un crédito de un acreedor que no se presentó a verificar su crédito, ese
acreedor queda eximido de presentarse a verificar el mismo.
Consideramos de todos modos, que en esos casos se debe señalar en el informe del artículo 101 cuáles acreedores no se
presentaron a verificar sus créditos, sin incluir los mismos en la masa pasiva del concurso (dado que han incumplido su carga de
verificar, y existen vías para poder hacerlo de manera tardía).
BACCHI y AYUL entienden que aún cuando un acreedor no se haya presentado a insinuar su crédito, el mismo debe incluirse en
la lista de acreedores si le consta al administrador concursal la existencia, fecha, cuantía, causa y vencimiento del mismo.
Una vez presentado la lista de acreedores, la misma quedará de manifiesto en el Juzgado a disposición de los acreedores.
La normativa también prevé una nueva comunicación a cargo del síndico o interventor, a efectos de notificar a los acreedores si
sus créditos han sido o no verificados y en qué condiciones lo fueron.
Si bien la norma no lo aclara, consideramos que cualquier medio fehaciente es válido para practicar esta nueva comunicación (en
analogía a lo previsto en el Artículo 93).
Esta nueva comunicación del síndico o interventor cobra especial relevancia, en tanto el plazo de 15 días para impugnar la lista
de acreedores, corre desde el día en que fue puesto de manifiesto el listado o de la recepción de comunicación de verificación o
rechazo de los créditos (Artículo 104).
La legitimación para impugnar es amplia “cualquier interesado”, y se dirigirá contra el titular del crédito impugnado excepto que el
contenido de la impugnación refiera a la inclusión, modificación de la cuantía o de la calificación de un crédito, en cuyo caso se
dirigirá contra el síndico o el interventor.
El Juez resolverá sobre las impugnaciones.
Si no existen impugnaciones, el Juez aprueba la lista de acreedores (Artículo 105) y sus créditos se tendrán por verificados y
reconocidos dentro y fuera del concurso (Artículo 106).
EL TRÁMITE DE VERIFICACIÓN SEGÚN LA NUEVA REGLAMENTACIÓN POR ACORDADA No. 7825 DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA.
El Artículo 1° de la Acordada reitera el acápite del Artículo 95 de la ley, destacándose que la presentación de los acreedores para
verificar sus créditos se debe realizar ante el Juzgado en escrito dirigido al Síndico o Interventor.
Por ende, si bien se trata de un escrito judicial -y debe respetar los requisitos de los mismos- no debe dirigirse al Juez, sino al
Síndico o Interventor, y a la pieza separada que se debe conformar por parte de la Oficina Actuaria.
El acreedor interesado debe acompañar dos copias del escrito y de la documentación que presente. Una de esas copias será
entregada al Síndico o Interventor.
En caso de ausencia de copias, el Juzgado rechazará el escrito hasta que se subsane la omisión.
El Artículo 2° aclara que cualquier planteamiento a efectuarse por los acreedores interesados que no refieran a la verificación de
créditos, se debe realizar por escrito separado, o sea, no acumular en el escrito de verificación cuestiones ajenas al mismo.
Ese escrito separado debe ser dirigido al Sr. Juez y debe comparecerse en los autos principales. El mismo artículo aclara al
ámbito de aplicación de la Acordada No. 7825: puramente para los escritos de verificación de créditos, y no otros.
Con todos los escritos de verificación, se formará una pieza por separado. Sería ideal que la misma se conforme desde un primer
momento, para que los acreedores puedan comparecer identificando la pieza de verificación.
Es preciso señalar que en la práctica, los Jueces concursales ya conformaban una pieza por separado para la verificación de
créditos en aquellos concursos con una cantidad considerable de acreedores.
Para el caso de que se presenten escritos para verificar créditos en los autos principales, el Artículo 4 de la Acordada estipula que
el Magistrado ordene su desglose y su agregación a la pieza de verificación.
Una vez vencido el plazo para la presentación de solicitudes de verificación de 60 días contados desde la fecha de declaración
judicial de concurso (el plazo solo se suspende por ferias judiciales y semana de turismo), se deberá dejar constancia por parte de
la Oficina Actuaria, y se continuará con la preparación de la lista de acreedores por parte del Síndico o Interventor, sin perjuicio de
las verificaciones tardías (Artículo 99 de la ley).
Es preciso recordar que, conforme el Artículo 99, los acreedores morosos deben verificar sus créditos judicialmente y a su costa.
En estos casos, los escritos de acreedores morosos sí suben a despacho del Juez (quien dará posterior vista al Síndico o
Interventor).

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Comercial II – Parte IV
La Acordada también prevé que las piezas de verificación pueden ser retiradas en confianza por el Síndico o Interventor por el
término de 72 horas hábiles.
Naturalmente para poder cumplir adecuadamente su labor (sobretodo considerando el informe de lista de acreedores), se prevé al
fácil acceso a la pieza.
Por último, se prevé que la fecha de entrada en vigencia de la reglamentación será a partir del 1° de Noviembre de 2015 “para los
Juzgados Letrados de Concursos”.
La redacción podría dar a entender que la misma no aplica para los Juzgados Letrados del Interior. Sin embargo, no hay que
desconocer que el trámite está previsto legalmente, y que la Acordada simplemente ha buscado readecuar el mismo conforme las
prácticas que se vienen suscitando en las sedes judiciales.
Por ende, se entiende que la Acordada rige a nivel nacional, para todos los Juzgados Letrados con competencia a nivel
concursal.

SÍNDICO E INTERVENTOR.

Se ha dicho que Síndicos e Interventores, conforman en el nuevo régimen, las figuras más importantes del concurso.
Son quienes administran los bienes del deudor, realizan y encausan las tareas de depuración del pasivo y reconstitución del
activo, administran en forma exclusiva o compartida el patrimonio concursado, intervienen decisivamente en la concreción de una
conclusión convenida entre deudor y acreedores, cuando eso no es posible, propician la venta en bloque de la empresa
concursada, o en su defecto proceden a la liquidación de los bienes o al reparto de su producido, y además actúan, dirigen e
intervienen en todos los procedimientos relacionados con el concurso.
No parece lógico admitir que se trate de un representante del concursado pues en muchas circunstancias actúa como parte
opuesta a él, por ejemplo, cuando califica al concurso, o intenta una acción revocatoria.
Tampoco es admisible que se trate de un claro representante de los acreedores, porque si bien así lo enuncia la nueva Ley
(Artículo 55), sus actos no vinculan a todos los acreedores, salvo en el Artículo 120 cuando vota por los acreedores menores.
Aunque en realidad en ciertas circunstancias actúa en oposición a los acreedores, por ejemplo, cuando verifica los créditos.
Tampoco puede ser considerado un representante de un ente “concurso” que no existe como tal siendo solo una creación virtual.
La posición mas correcta parece ser conceptuarlo como un órgano del concurso, que tiene su estatuto, facultades y funciones,
consagrado en la Ley y actúa en función de ello.
Diferencias entre Síndico e Interventor
En la Ley, resulta muy difícil distinguir la figura del Síndico de la del Interventor, ya que ella, no los trata, salvo contadas
excepciones, en forma divergente.
El Síndico no reporta las mismas características que el Interventor, no desarrollan ambos las mismas actividades en su
desempeño a lo largo del concurso, ni cumplen las mismas funciones.
El Síndico sustituye al deudor en la administración y disposición de sus bienes, hipótesis que ocurre cuando el concurso es
necesario, o cuando siendo voluntario el pasivo es mayor que el activo.
El Interventor coadministra los bienes junto con el deudor, cuando éste queda limitado en su legitimación para disponer, o sea
cuando el concurso es voluntario.
Nombramiento
El Artículo 26 de la 18387 (LCRE) establece que serán designados por el Juez en la sentencia que declare el concurso, entre
aquellos inscriptos en el registro de Síndicos e Interventores elaborado por la Suprema Corte de Justicia (en adelante SCJ).
Dicho registro se confecciona a partir de un llamado que realiza la SCJ.
Dicho llamado esta regulado por el Artículo 27 que establece que la SCJ llamará cada cuatro años a interesados a conformar la
lista, la cual cuenta con un mínimo de treinta miembros titulares y treinta suplentes preferenciales, los cuales vencido este plazo
podrán participar en la nueva elección.
De esta manera y a diferencia de lo establecido anteriormente en el CGP, se obliga a la SCJ a renovar dicho registro en ese lapso
de cuatro años y no cuando lo entendiera pertinente.
El llamado está dirigido a profesionales universitarios (no necesariamente abogados o contadores) con un mínimo de cinco años
de ejercicio profesional, no obstante también podrán inscribirse, como se establecía para la Quiebra, las instituciones gremiales
representativas en materia concursal con personería jurídica, incorporándose en este nuevo régimen las sociedades de
profesionales, con o sin personería jurídica, a condición de que la mayoría de sus socios cumplan con los requisitos antes
mencionados.
El inciso 2° de este artículo determina que la selección se realizará teniendo en cuenta los antecedentes y experiencia de los
inscriptos, dándoles prioridad a aquellos que hayan obtenido el titulo que otorga el curso de especialización para Síndicos e
Interventores.
Solución la cual pareciera la predilecta de la Ley aunque no se sabe cuando ni con que capacitación aparecerá en escena la
misma.
Dicho curso representa una innovación de capacitación de estos órganos, lo cual es reconocido y recogido por la nueva
legislación, con el fin de lograr un desarrollo del proceso
más eficaz.
Sin perjuicio de lo antes mencionado, el Artículo 26 de la LCRE en su inciso 2° dispone que en los concursos radicados en el
interior del país, así como también en los pequeños concursos, la designación podrá recaer en profesionales universitarios no
inscriptos en el registro elaborado por la SCJ, con el requisito de ser abogados, contadores o licenciados en administración, con
un mínimo de cinco años de ejercicio profesional o egresados del curso de especialización antedicho.
El Artículo 31 de la ley 18387, establece que tanto el Síndico como el Interventor, podrán ser recusados por cualquier persona
legitimada para solicitar la declaración del concurso.
Las causas de dicha recusación, serán las establecidas en el Artículo 28 de la Ley (incompatibilidad y prohibiciones) y las
establecidas por el CGP para la recusación de los peritos.
Es decir, por un lado tendremos lo dispuesto por el Artículo 28, el cual expresa que no podrán ser nombrados Síndicos o
Interventores:

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Comercial II – Parte IV
1) Quienes no puedan ser administradores de sociedades comerciales, como lo establece el Artículo 80 de la Ley 16.060, no
pueden ser administradores los que no tengan capacidad para ejercer el comercio o tengan prohibido el mismo.
2) Quienes hubieran prestado servicios de cualquier tipo al deudor o a allegados de este en los últimos cinco años.
3) Quienes en el ultimo año hubieren sido nombrados Síndicos o Interventores en dos concursos, salvo que dichos
nombramientos hubiesen sido para sociedades de un mismo grupo, lo que se computará como uno solo y que en caso de
sociedades profesionales e instituciones gremiales de empresarios con personería jurídica, dicha cantidad se elevará a diez.
Es necesario también acudir al CGP, que en sus artículos 179 y 325 indica las causas de recusación de los peritos
En el artículo 179 nos da la pauta de que los peritos podrán ser recusados y estarán impedidos por las mismas causales que los
jueces, lo que nos lleva al artículo 325, el cual dispone que, será causa de recusación toda circunstancia comprobable que pueda
afectar la imparcialidad del Juez por interés en el proceso en que interviene a afecto o enemistad en relación a las partes o sus
abogados y procuradores, así como por haber dado opinión concreta sobre la causa sometida a su decisión (prejuzgamiento).
Se puede decir que en general dichas causas refieren a cuatro elementos básicos, como ser el interés, el afecto, el odio y el amor
propio, los cuales afectarán o podrán afectar el principio de imparcialidad.
El procedimiento de recusación del art. 328 del CGP es el siguiente:
-La demanda de recusación se planteará ante el propio tribunal del Juez recusado con la indicación y solicitud de toda la prueba
que se pretenda diligenciar.
- Presentada la demanda, si el Juez recusado la aceptare y se abstuviere de intervenir en el asunto remitirá los autos al
subrogante; si se tratare de un integrante de un órgano colegiado, será sustituido conforme con la ley.
- Si el Juez no aceptare la causal de recusación se someterá el incidente a conocimiento del tribunal que correspondiere con
exposición del Juez recusado, en un plazo de seis días, indicación de la prueba que se proponga producir y solicitud de su
diligenciamiento, de todo lo cual se formará pieza separada.
- La demanda de recusación o el planteo de oficio no suspenderá el trámite del proceso hasta que éste llegue al estado de
pronunciar sentencia interlocutoria o definitiva.
Los actos cumplidos serán válidos, aun cuando se declare fundada la recusación.
- El tribunal que conociere en la recusación podrá rechazarla de plano si la considerare manifiestamente infundada o convocar a
audiencia.
- Concluida la causa, se remitirán los autos al Ministerio Público, el que dispondrá de diez días para pronunciarse.
Devuelto el expediente, el tribunal se pronunciará en el plazo de quince días y su decisión será irrecurrible.
Aceptación del Cargo.
En cuanto a la aceptación del cargo, el Artículo 29 de la 18387 dispone que dentro de los cinco días de la comunicación, el
nombrado deberá comparecer ante el juzgado para aceptarlo, salvo que medie causa grave, la cual será apreciada por el Juez
con criterio estricto, o que renuncie a su inscripción en el registro de Síndicos e Interventores concursales, en caso de no
aceptación del cargo por las causas ante dichas, el Juez procederá de inmediato a un nuevo nombramiento.
Una vez aceptado el cargo la única manera de renunciar al mismo es por causa grave.
Asimismo en el caso que la complejidad del concurso lo requiera, según el Artículo 30, el Síndico o el Interventor podrán solicitar
al Juez autorización para nombrar auxiliares.
Dicha autorización será acompañada por las especificaciones de las funciones a desarrollar por dichos auxiliares, así como su
retribución, la cual será de cargo del Síndico o del Interventor, salvo en casos de gran complejidad a criterio del Juez.
El nombramiento y la aceptación de los auxiliares serán puestos en conocimiento del Juez del concurso y solo cuando esta
comunicación se haga efectiva podrán comenzar el ejercicio de las funciones encomendadas.
Estatuto Jurídico del Síndico y del Interventor.
El art. 32 de la ley 18387, establece que el ejercicio del cargo del Síndico o del Interventor se deberá desempeñar con la
diligencia de un ordenado administrador y de un representante leal.
Actuar como representante leal, es una referencia a una misión encomendada por el artículo 55, cuando dispone que todos los
acreedores del deudor cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad o domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del
concurso, siendo representados por el Síndico o el Interventor, y que también se está refiriendo al artículo 120 cuando expresa,
que los pequeños acreedores ordinarios que no asistan a la Junta serán representados legalmente por el Síndico o Interventor a
los solos efectos de la consideración y votación de la propuesta de convenio presentada por el deudor.
Y vean el art. 75 que nos dice que el síndico o el deudor, con la autorización y control del interventor, deberán administrar la masa
activa del modo más conveniente para la satisfacción de los acreedores.
En lo referente a la cualidad de ordenado administrador, no se usa en la Ley ninguno de los conceptos que se emplean en casos
similares, que imponían actuar como “un buen padre de familia” (Código Civil y Código de Comercio) para quien administraba
bienes ajenos o actuar con la diligencia de “un buen hombre de negocios” (artículo 83 de la Ley 16.060).
Sin embargo se trata de patrones de conductas similares con un ratio en común y es que el auxiliar sea tan eficiente e idóneo
como lo requiera la situación en particular.
La retribución de los Síndicos e Interventores está reglamentada por el decreto 180/009, el cual establece que la retribución por el
ejercicio de las funciones desempeñadas por los Síndicos e Interventores serán con cargo a la masa activa del concurso y que los
criterios de
fijación de retribuciones tendrán un tratamiento igualitario tanto para los Síndicos personas físicas, sociedades de profesionales o
instituciones gremiales.
Por su parte, el artículo 2 del Decreto citado, nos dice que por el ejercicio de las funciones atribuidas por la Ley, los síndicos e
interventores no podrán percibir con cargo a la masa activa otros importes diferentes a las retribuciones que le correspondan con
arreglo al presente Decreto.
Se exceptúan de esta regla las retribuciones de los auxiliares del síndico o del interventor que éste haya sido autorizado a
designar y a retribuir con cargo a la masa, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 30 de la Ley No. 18.387, así como los
gastos justificados de desplazamiento fuera del Departamento en el cual estuviera radicado el trámite del concurso.
El síndico o el interventor no podrán aceptar del concursado, de los acreedores o de terceros retribución complementaria o
compensación de clase alguna, en dinero o en especie, por el ejercicio de las funciones atribuidas por la Ley, salvo que estas
compensaciones hubieran sido aprobadas por el Juez.

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Comercial II – Parte IV
La retribución, según lo establece el artículo 3, será fijada por el Juez previo informe del Síndico o Interventor y del secretario
Contador de acuerdo a las tareas realizadas en el concurso y con los importes fijados para estas tareas por el Decreto.
Una vez dictada la decisión judicial fijando la retribución, ésta puede ser recurrida por el Síndico, por el Interventor o por
cualquiera de las personas legitimadas para la declaración de concurso, acompañado el recurso con la suma que consideran es
la que se adapta a las tareas realizadas.
Cabe destacar y así lo dispone el artículo 4, que la determinación de la retribución se realizará en forma separada, así se esté en
la etapa de convenio o en la de liquidación.
El artículo 6 del decreto, expresa los casos en los cuales el concurso se torna mas complejo y por ende se incrementa la
retribución en un 5 % por cada uno de los siguientes casos: a) Cuando exista una discrepancia mayor al 25% entre el valor de los
bienes y derechos que figuren en el inventario del deudor y los definitivamente aprobado, o entre el importe del pasivo que resulte
de la relación de acreedores presentada por el deudor y la definitivamente aprobada; b) cuando mas del 25% de los bienes y
derechos que figuren en el inventario presentado por el deudor se encuentren en el exterior, salvo que no superen las UI
35.000.000.; c) cuando el número de acreedores concursales supere los 500; d) cuando el número de trabajadores empleados
por el deudor sea superior a 250 a la fecha de declaración del concurso; e) cuando el número de establecimientos u otras
unidades productivas sea superior a 10, o al menos 3 se encuentren radicadas fuera de la sede judicial del concurso; f) cuando el
deudor hubiera emitido valores de oferta pública con cotización bursátil.
El art. del Decreto indica que en caso de aprobación de un convenio anticipado presentado por el deudor, la suma de los importes
determinados en base a los Artículos 5 y 6, se incrementarán en un 25%.
En cuanto a la forma de abonar la retribución, el artículo 8 del decreto establece que un 50% con naturaleza de pago a cuenta, se
pagará durante la tramitación del convenio, si es que existen recursos líquidos suficientes o bienes fácilmente realizables de la
masa activa, siempre que la disposición de los mismos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor, el 50%
restante se abonará dentro de los 5 días siguientes a la resolución firme que de por finalizada la etapa de convenio.
En cuanto los criterios de retribución del Síndico en la etapa de liquidación, vamos al art. 9 del Decreto, la cual se realizará de
acuerdo a lo establecido en el artículo 5 inciso 1º, incrementada por los criterios establecidos para la mayor complejidad y
siguiendo los parámetros que el mismo artículo 9 detalla.
En este entendido el literal a) establece que, entre el primero y el sexto mes de la etapa de liquidación percibirá una retribución
mensual del 10% de la que corresponda por aplicación del arancel básico y de los incrementos procedentes.
El literal b) dispone que a partir del séptimo mes la retribución mensual se reducirá al 5 %, calculada sobre la misma base.
Cabe destacar que la retribución básica que recibirá el Síndico no podrá superar el 100% del arancel básico y será percibida
dentro de los 5 primeros días de cada mes, siempre y cuando existan los recursos suficientes.
El artículo 10 establece, para ambas etapas del proceso, que el Síndico y el Interventor tendrán derecho a percibir por concepto
de retribuciones complementarias, en primer lugar, el 5% del incremento neto del valor de la masa activa por el ejercicio de las
acciones de reintegración de la masa activa o de responsabilidad de los administradores o de los integrantes del órgano de
control interno que hubieran promovido, por otro lado, percibirán 1% del precio de venta de la empresa en marcha que supere en
mas de un 20% el valor de tasación de la empresa.
En el artículo 11 del Decreto, regula un régimen de modificación de la retribución, disponiendo que, en cualquier estado del
procedimiento concursal, podrá el Juez de oficio, o a solicitud de algún sujeto legitimado, modificar la retribución del Síndico o del
Interventor siempre que exista justa causa (cambio sustancial en el valor del activo social o cualquiera de las circunstancias
tomadas en cuenta para la fijación de la remuneración, cuando hubiera cambiado la situación de intervención o de suspensión de
facultades del deudor).
El Artículo 12 expresa que en caso de separación del Síndico por prolongación indebida de la liquidación, el mismo perderá el
derecho a percibir las retribuciones devengadas, debiendo reintegrar a la masa activa las sumas de dinero percibidas desde la
resolución judicial que lo designó.
El art. 33 de la ley 18387 refiere a prohibiciones y nos dice que el síndico y el interventor no podrán adquirir por sí o por persona
interpuesta bienes y derechos que integren la masa activa del concurso.
Si lo hicieren, quedarán inhabilitados como síndicos e interventores y deberán reintegrar a la masa, sin contraprestación alguna,
el bien o derecho que hubieran adquirido.
En cuanto a la responsabilidad de síndicos e interventores, debemos acudir al art. 35 de la ley de concursos.
De acuerdo con el mismo tenemos que el síndico, el interventor y los auxiliares cuyo nombramiento hubiera autorizado el Juez del
concurso responderán frente al deudor y frente a los acreedores de los daños y perjuicios causados a la masa del concurso por
los actos y omisiones contrarios a la ley o por los realizados sin la debida diligencia.
La acción se promoverá, en vía ordinaria, ante el Juez del concurso y prescribirá a los dos años a partir del momento en que, por
cualquier causa, el síndico o el interventor hubiera cesado en su cargo.
Si la sentencia contuviera condena a indemnizar daños y perjuicios, el acreedor que hubiera ejercitado la acción en interés de la
masa, tendrá derecho a que, con cargo a esa indemnización, se le reembolsen los gastos del proceso y se le satisfaga hasta el
50% (cincuenta por ciento) del crédito que no hubiera percibido en el concurso.
Cuando concurra justa causa, el Juez, de oficio o a petición de cualquiera de las personas legitimadas para solicitar la declaración
de concurso, podrá disponer el cese del síndico del interventor. En los casos de cese del síndico o del interventor el Juez del
concurso procederá de inmediato a un nuevo nombramiento.
El Síndico y el Interventor deben rendir cuentas, ya que actuarán en interés ajeno.
El artículo 38 de la Ley establece que el Síndico rendirá cuentas de su gestión:
1) Cuando lo solicite la Comisión de Acreedores.
2) Al solicitar la suspensión o conclusión del concurso.
3) En caso de cese antes de la conclusión del concurso y si lo solicitara el nuevo Síndico o la Comisión de Acreedores. El plazo
para la presentación de esta solicitud será de un mes a contar desde la fecha en que el cese se hubiera producido.
El Interventor rendirá cuentas de su gestión cuando lo acuerde el Juez del concurso a solicitud de la Comisión de Acreedores, tal
como lo establece el artículo 39.

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Comercial II – Parte IV
El artículo 40 de la ley 18387, dispone que tanto la rendición de cuentas como la documentación respaldante, quedarán de
manifiesto en el Juzgado por el plazo de quince días, plazo en el cual el deudor, la Comisión de Acreedores y demás interesados
que hubieran comparecido en el procedimiento, podrán formular observaciones.
De no existir observación alguna, el Juez aprobará las cuentas presentadas, no admitiéndose contra el auto de aprobación
recurso alguno.
La norma busca con esto darle al auxiliar de la justicia, cierta tranquilidad en cuanto a que no recaiga toda la responsabilidad en él
por un tiempo indefinido.
Por otra parte, en caso de que se formulen observaciones al informe del Síndico o Interventor, la sentencia será recurrible por el
sistema de recursos del CGP con efecto suspensivo, a diferencia de las normales decisiones del Juez en materia concursal.
El art. 41 de la ley nos dice que si sus cuentas son rechazadas, quedarán inhabilitados para actuar en otro concurso por un lapso
mínimo de cinco años y no superior a veinte, sin perjuicio de las acciones de responsabilidad patrimonial y criminal que su
actuación pueda haber generado.

AMPLIACIÓN DEL TEMA DE SÍNDICOS CON UN EXCELENTE TRABAJO DEL PROFESOR MARTÍNEZ BLANCO.

Para acreditar la necesidad de arbitrar esquemas operativos estandarizados,basta recordar que la labor del Síndico o Interventor
fijada por la la Ley 18.387,está regulada mediante plazos escuetos,siempre ajenos a la magnitud o complejidad del Concurso,
pues la ley no atiende a situaciones especiales, tales como:
• El número de acreedores afectados por el concurso,ni el consiguiente incremento en la cantidad de denuncias e insinuaciones
de créditos que deberán atender Síndicos o Interventores.
• La creciente complejidad de temas “especializados” donde se plantean las dificultades concursales,ligados casi siempre a ramas
especiales del mercado y del Derecho (salud, procesos fabriles o manufactureros, mercados financieros,producción agropecuaria,
etc.).
• La escasa o nula infraestructura organizativa de que dispone quien es designado para llevar a cabo la tarea ,sumado muchas
veces a la falta de experiencia anterior en el desempeño del cargo de síndico o interventor concursal.
Es que la ley concursal mide con igual regla, la labor de verificación de créditos a cumplir en el concurso de un quiosco que el de
una empresa compleja como Metzen y Sena S.A. o el CASMU. Pero también el tiempo de que dispondrá un síndico o interventor
“free lance” es el mismo que el que se adjudica a una sociedad de profesionales o a una institución especializada que desempeñe
el cargo, en forma “más profesional,contando con mayor infraestructura y acreditada expertise”.
• Lo fundamental es recordar que las tareas de armado, elaboración y control de los informes (digitación , fotocopias, control de
insinuaciones, formación de legajos, etc.) llevan un tiempo considerable y lo más probable es que ninguno de los profesionales
designados Síndicos o Interventores ,se dedique sólo a ese tema en exclusividad, abandonando sus otros menesteres. Pero
además esos otros asuntos a su cargo exigen y demandan atención,tienen plazos,etc.
A todas las funciones que debe cumplir la Sindicatura o Intervención,se adiciona el hecho que no existe posibilidad legal ,aún en
caso de concursos con multitudes de acreedores ,de solicitar al Juzgado una extensión en el plazo otorgado por la Ley 18.387.
Por ello,si no practicamos un método reglado de trabajo, es improbable que pueda cumplirse en tiempo - y en forma profesional -
con todas las tareas necesarias inherentes a la labor de Síndico o Interventor.
Para lograrlo es necesario capitalizar la experiencia aportada por las actuaciones cumplidas en los asuntos concursales donde
nos desempeñamos e intentar desarrollar un esquema reglado capaz de poner orden y agilidad a la gestión del Síndico o
Interventor.
DESIGNACIÓN Y ACEPTACIÓN DEL CARGO:
La Ley 18.387 en su art.26,establece que ”El síndico o el interventor será designado por el Juez en la sentencia que declare el
concurso, de entre aquellos profesionales universitarios o sociedades de profesionales o instituciones gremiales representativas
con actuación en materia concursal con personería jurídica inscriptos en el Registro de Síndicos e Interventores Concursales que
llevará la Suprema Corte de Justicia.
Las mismas personas elegibles como síndicos lo serán como interventores”.
Y el art. 29 dispone que el nombramiento le será comunicado al designado “por el medio más rápido”.
La mayoría de las veces,esa designación es comunicada telefónicamente por el Juez personalmente o por el Actuario,debiendo
concurrir el profesional al Tribunal a aceptar formalmente el cargo. La ley dispone que una vez designados, dentro de los cinco
días hábiles siguientes a la comunicación, deberá “comparecer ante el Juzgado para aceptar el cargo.
No podrá rehusar el cargo, salvo que medie causa grave, la cual será apreciada por el Juez con criterio estricto, o que renuncie
además a su inscripción en el Registro de Síndicos o Interventores Concursales “.
Existe pues la necesidad de adoptar decisiones en plazos cortos y perentorios, manifestando la voluntad de aceptación (¿qué otra
decisión es posible adoptar?)en el escaso tiempo que dispone la ley. Al pasar recordamos que quien renunció una vez, no podrá
ser designado nuevamente para ejercer el cargo.
Pero concomitantemente con esa aceptación es necesario (hacia la interna del ejercicio del cargo) adoptar otras decisiones:
• a.-¿Cuántos y qué profesionales se encargan del asunto? Dentro de una sociedad de profesionales o de una institución gremial
representativa con actuación en materia concursal,es de orden la asignación del asunto a un equipo profesional. La complejidad
de la labor de Síndico/Interventor hacen impensable su desempeño por un profesional actuando individualmente y sobre todo sin
ayuda y colaboración. Por eso,compartimos aquellas posiciones que predican la actuación multidisciplinaria en la especie,ya que
resulta muy difícil encontrar quien pueda desempeñarse con solvencia en todos los frentes.
• b.- ¿A qué colaboradores externos se recurre? Otra vez dependerá del tipo de asunto concursal la selección del auxiliar a
nombrar.
Está previsto en el art. 30 que “Cuando la complejidad del concurso así lo exija, el síndico o el interventor podrá solicitar del Juez
autorización para nombrar auxiliares.
La resolución judicial que conceda la autorización especificará las funciones a desarrollar por dichos auxiliares, así como la
retribución que les corresponda,la cual será de cargo del síndico o del interventor, salvo casos de gran complejidad a juicio del
Juez.
El nombramiento y la aceptación de los auxiliares serán puestos en conocimiento del Juez del Concurso.

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Comercial II – Parte IV
Hasta que esta comunicación tenga lugar, los auxiliares no podrán comenzar el ejercicio de las funciones encomendadas”.
• ¿Cuán cuidadoso hay que ser respecto de estas designaciones?.
El quid del artículo 30, está centrado, no en si el Síndico o Interventor puede nombrar auxiliares administrativos (siempre podrá
hacerlo, porque suya es la responsabilidad por la tarea delegada), sino el grado de responsabilidad que pretenden asumir y a
cargo de quien correrá la retribución de colaboradores y profesionales subcontratados.
Si actuando como Síndico o Interventor, comisionamos a un funcionario (un auxiliar contable del estudio o institución gremial) a
retirar y procesar contabilidad del concursado, entiendo que no se requiere para ello una autorización especial del Juzgado, ya
que por interpósita persona somos nosotros quienes estamos cumpliendo (bien o mal) la tarea y en consecuencia asumiendo la
responsabilidad.
Ahora, si pretendemos contratar alguien (por ej.un Contador Público,un Abogado,un Tasador y sus respectivos ayudantes) para
realizar funciones contables, de contralor, de auditoría o de tasación, y que la retribución de ese equipo subcontratado, sea de
cargo de la masa, es lógico y razonable que deberemos someter tales extremos a la decisión judicial.
Recordamos que una vez designado el auxiliar, asume por sí y ante sí responsabilidad autónoma.
Así lo establece el art. 35 cuando hace a los auxiliares (designados expresamente como tales) sujetos pasivos de responsabilidad
por la mala praxis de su desempeño.
Sobre la necesidad de recurrir a tales colaboradores, creo que deberá estarse siempre al caso concreto, que no depende
exclusivamente del formato empresarial del concursado.
La experiencia nos indica que no siempre las grandes organizaciones serán las que demandarán más controles por parte del
Interventor y por ende más personal auxiliar o profesionales colaboradores para practicarlo. Intervenir un gran emprendimiento u
organización, que dispone en la interna de adecuada registración, correctos controles, procesos definidos y responsables en la
jerarquía funcional, es muchas veces más sencillo (en la medida en que funcionen adecuadamente), que intervenir un comercio
de pequeño formato, donde el deudor está a la vez en la caja, en la venta, en la cobranza,y en el manejo de los inventarios. Las
posibilidades de fugas de dinero y las tentaciones son mayores en este último caso que en el primero y su necesaria marcación
“cuerpo a cuerpo”, exigirá incluso más personal de control, externo al emprendimiento y de confianza del Interventor.
Ocurrió en el reciente concurso de una peluquera de Ciudad de la Costa,constatando que se trataba de una labor personalísima y
francamente incontrolable,salvo por la impracticable presencia personal del Interventor durante todas las horas en que el salón de
peluquería estuviera abierta. El mismo (o más dramático) razonamiento podemos hacer cuando el Síndico desplaza a los titulares
de la empresa. En este caso debemos apreciar la seriedad y confianza que despierta el personal existente y los mecanismos de
control que presentan, a efectos de respaldarse en ellos para su tarea. A vía de ejemplo, no siempre se necesita desplazar al
cajero actual del concursado por otro de confianza del Síndico o Interventor, para obtener los mismos resultados.
El Síndico o Interventor en esos casos ingresa a una empresa que ya existe, se inserta en la cúspide jerárquica de dirección y
evalúa el funcionamiento de la organización concursada. Si parte de la jerarquía funcional no responde a nuestras expectativas de
confianza, ni son idóneos para el cargo, deberemos hacerlo notar al Juez con las sugerencias de los cambios necesarios (y
mínimos) a implementar. Digo mínimos pues, por un principio elemental de economía, en la tarea de controlar no se puede gastar
más que lo que realmente se genera o lo que está en juego. Recordamos que la retribución de esos controles siempre será de
cargo del Síndico o Interventor, salvo casos de gran complejidad al arbitrio del Juez. Con esto lo que se pretende es que la
función no se convierta en una “industria” que posibilite el empleo, con cargo a la masa de una innecesaria cohorte de
profesionales, auxiliares, colaboradores y afines. Es que directa (porque así lo dispuso el Juez) o indirectamente (porque sirve
para justificar los gastos de los que tuvo que hacerse cargo y acrecienta la retribución final del Síndico o Interventor) será la masa
quien deba afrontar tantos dispendios.
LAS FUNCIONES DE SÍNDICOS O INTERVENTORES:
FUNCIONES DE REPRESENTACIÓN:
El art. 32 de la ley 18.387, que encabeza el Capítulo II “Estatuto Jurídico” del Síndico o Interventor, define las pautas de conducta
que se deben seguir en el ejercicio del cargo. Allí exige: “El síndico o el interventor deberá desempeñar su cargo con la diligencia
de un ordenado administrador y de un representante leal”.
Cuando expresa que deberá desempeñarse como un representante leal, suponemos que la ley está implícitamente refiriéndose, a
la misión encomendada por el art.55 cuando dispone que “Todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza,
nacionalidad o domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del concurso, siendo representados por el síndico o el
interventor...”.
Pero también se está refiriendo al art. 120 cuando expresa,que “Los pequeños acreedores ordinarios que no asisten a la Junta
serán representados legalmente por el síndico o interventor a los solos efectos de la consideración y votación de la propuesta de
convenio presentada por el deudor”. Éstas son algunas de las expresiones que formula la ley acerca de la
representación de acreedores por parte del síndico o del interventor. Existen otras para no perder de vista (caso del art. 75) ya
que Síndico o Interventor, deben “ administrar la masa activa del modo más conveniente para la satisfacción de los acreedores”.-
Y esta prioridad deberá ser tenida muy en cuenta, ya que la ley por encima de otros principios (“conservación de la empresa”, por
ejemplo) posiciona a los acreedores y su satisfacción.
Un tema no menor es compaginar nuestra misión genérica de “representación de la masa pasiva”,con algunas otras más
específicas respecto de acreedores del concurso,que son a la vez clientes en nuestra habitual actividad profesional contable o
letrada.
Si bien, en un abordaje ético del tema, nunca deberían producirse enfrentamientos entre ambas representaciones (la genérica y la
específica), en caso de que se produzcan, deberíamos resignar la representación concreta y así hacérselo saber a nuestros
clientes (y a propia la Sede).
Resulta obvio,que aunque nuestro cliente particular así lo pretenda, nunca podremos acordar ni admitir ventajas o tratamientos
particulares para él, sacrificando al resto de la masa acreedora.
FUNCIONES DE ADMINISTRACIÓN:
De acuerdo al art. 32, el rol de Síndicos o Interventores, deberá ser desempeñado con la “diligencia de un ordenado
administrador”.
Recurre la ley a un estándar jurídico como los que se aprecian en otras ramas del derecho: “buen padre de familia”, ”buen hombre
de negocios”,etc.

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Comercial II – Parte IV
Ahora bien para ser “administrador” hay que tener patrimonio para “administrar”.
La ley prevé la continuidad empresarial o societaria, bajo la dirección del deudor, en coadministración con el Interventor. Hasta
aquí no hay nada nuevo, pues en el antiguo régimen concursal, con similar limitación de su capacidad (o “legitimación”como
afirma la actual ley)para disponer y obligar a la masa, esa era la realidad de quien promovía un concordato preventivo o
gestionaba una moratoria judicial.
Ahora bien,lo más complejo , es cuando la ley dispone la administración exclusiva por parte del Síndico, ya que en las hipótesis
de concurso necesario (o de voluntario insolvente)el deudor o el administrador anterior, son separados de la dirección, al serles
suspendida la legitimación para disponer y obligar a la empresa concursada.
En ese caso el art. 46 nal. 2 dispone que solamente el síndico estará legitimado para realizar actos de administración y
disposición sobre los bienes y derechos que forman la masa activa del concurso.
Por otra parte el art. 44, bajo el título “Continuación de la actividad del deudor” establece que “La declaración judicial de concurso
no implica el cese o clausura de la actividad del deudor, salvo que el Juez disponga lo contrario, lo que podrá hacer en cualquier
momento durante el concurso, a solicitud del deudor, de los acreedores, del Síndico o Interventor,o de oficio”.
a.-¿Es posible predicar siempre la “continuidad empresarial”?
Decíamos que la regla general es que el concurso no supone el cese de la actividad comercial del deudor, lo cual nos parece muy
bien, cuando aún hay empresario (caso del concurso voluntario solvente).
En esa hipótesis la ley parte de la compartida búsqueda de intentar una solución que no implique necesariamente la liquidación
de los bienes de la masa.
Según el caso, podrá haber concurso voluntario con o sin continuación del giro, dependiendo de si el deudor solicitó
conjuntamente con la declaración voluntaria del concurso, el cese o clausura de su actividad.
En este último caso nadie mejor que el propio concursado para apreciar el agotamiento de su modelo empresarial, su
imposibilidad de continuación o su falta de voluntad y deseos de permanecer.
Existen recientes casos concretos donde voluntariamente el concursado pidió la liquidación de giro,por agotamiento del propio
esquema comercial.
Tampoco visualizamos mayores resistencias al concurso necesario sin continuación del giro, porque a nuestro entender respeta el
sentido general que tienen estos procesos: cesada la actividad, hay que liquidar (prioritariamente vendiendo en bloque) y repartir
el producido.
Lo polémico es cuando la ley impone como regla general la existencia de concursos necesarios con continuidad de giro.¿Cómo
debe reaccionar el Síndico cuando se le confiere esa misión de administrar una empresa en concurso necesario?
b.- ¿ Cese de actividad o continuidad empresarial a cargo de un síndico?:
En una primera lectura de la ley ,parecen primar las hipótesis que en un concurso necesario, el punto de partida es la continuidad
de la actividad, bajo la administración exclusiva del Síndico, a quien en forma (desmedida,a nuestro entender) la ley le exige
poseer una actitud empresarial, sumado a una condición de administrador cauteloso, amén de cumplir en forma eficaz todas las
funciones propias de la sindicatura.
Pero a ello se suma que el art. 75 dispone que “El Síndico o el deudor, con la autorización y control del Interventor, deberán
administrar la masa activa del modo más conveniente para la satisfacción de los acreedores”.
Es decir que no sólo debemos revistar como un “ordenado administrador” de una empresa
llena de dificultades (no en vano está en donde se encuentra) sino que tenemos que serlo, intentando dejar satisfechos a los
acreedores con nuestra actuación y bajo la amenaza de ser responsabilizados por omisión.
El profesor Martínez Blanco entiende que existen argumentos en contra de la insistente prédica a favor de la actividad empresarial
de la concursada. Enfrentadas a la última gran crisis global,los gigantes automotrices norteamericanos (Ford, GM y Chrysler)
afirmaban que necesitaban la subvención estatal, pues “acogerse a la bancarrota para reestructurar pasivos podría desembocar
en su liquidación ya que las personas no comprarían los autos de una empresa en bancarrota” (Wall Street Journal
Américas.9/12/2008).
Si bien después y por imperio de la crisis, GM y Chrysler terminaron utilizando el Chapter 11, creo que correspondería plantearnos
el mismo cuestionamiento respecto de todos los rubros,pues ¿alguien (pudiendo tener la opción) va a contratar servicios médicos
de una mutualista en dificultades ? ¿Teniendo la opción de elegir y cambiar, alguien va a continuar contratando servicios de
cualquier índole, que por demás exigen la existencia de un prestador solvente y con permanencia, cuando se sabe que éste tiene
dificultades serias que amenazan su continuidad? ¿Va a continuar dejando señas o anticipos en manos de una empresa en
concurso, cuya suerte futura ni siquiera los acreedores conocen?
Pero aún comprando al contado ¿el público va a continuar adquiriendo bienes que desconoce si después tienen quien los
garantice, o siga fabricando? O en el caso de un fabricante en concurso ¿seguirá comprando productos que al estar
discontinuados en su fabricación ,si luego existen faltantes serán imposibles de conseguir? En la otra punta de la
comercialización: ¿Quién va a subcontratar a una empresa que está en serias dificultades? ¿Quién le adjudicará una licitación?
¿Quién le va a financiar la actividad ya que seguramente la concursada estará calificada a nivel de Central de Riesgos del Banco
Central del Uruguay, en una categoría de riesgo, que siempre encarece su crédito por el nivel de encaje que requiere su
financiamiento?
Pero voy más allá. Amén de la corrección ¿qué otras garantías sobre su capacidad empresarial puede aportar a proveedores del
giro, un Síndico sin los años de trato comercial necesarios para cimentar confianzas recíprocas? ¿Quién le va a vender a crédito a
un emprendimiento que ostensiblemente está en dificultades?
¿Vamos como Síndicos a utilizar cuentas corrientes bancarias propias para librar cheques de pago diferido documentando
créditos de proveeduría, como es de estilo en plaza? ¿O solo se recurrirá a estos medios de pago , librando cheques comunes,
para no movilizar efectivo y poder controlar la regularidad de los pagos ordinarios del giro?
A propósito de esto último, la ley posibilita que el Síndico administre las cuentas corrientes bancarias del deudor en dificultades,
ya que según el art.76: “El Síndico y el Interventor... tendrán la facultad de administrar ... las cuentas bancarias del deudor, sin que
les sea oponible el secreto profesional de las entidades de intermediación financiera”.
Pero lo que no dice la ley es como hará para administrarlas. Por lo pronto parte del improbable supuesto, que las cuentas
corrientes permanecen vigentes, y no fueron suspendidas ni clausuradas.

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Comercial II – Parte IV
Y esto es una hipótesis bastante remota si atendemos a las serias dificultades por las que atravesó el deudor (titular de las
cuentas corrientes bancarias) antes de ser declarado el concurso. Deberíamos pues como Síndicos ingeniarnos para rehabilitar
cuentas corrientes bancarias (lo cual no está previsto ni en la ley concursal, ni en el D. Ley 14.412, ni en las circulares
bancocentralistas) o lo más probable, abrir otras, convirtiéndose en un verdadero problema la forma transparente de hacerlo.
c.-¿Debe el Síndico jugar a empresario?
Por eso a nuestro entender en la mayoría de los casos,recomendamos que Síndicos o Interventores sensatamente recurran al art.
44 ,y promuevan el cierre o clausura de la actividad concursada, ya que este planteo puede ser formulado “en cualquier momento
durante el concurso”, a solicitud del propio “deudor, de los acreedores, del Síndico o Interventor, o de oficio”. Incluso para solicitar
el cierre o clausura, el art. 44 no exige a los acreedores que reúnan determinado número o mayoría como sí lo hace en el art. 168
nal. 5 para obligar al Juez a decretar la liquidación de la masa activa.
Y como tampoco se requiere invocar determinadas razones o causas a texto expreso, concluimos que el espectro de
fundamentos de cierre a que se puede recurrir es bien amplio.
Para Martínez Blanco, con algunas de las dificultades expuestas ,sobran los argumentos para invocar el cierre del art.44.
Alejandro Miller (XI Semana Acádemica del Instituto de Derecho Comercial, donde desarrolló el tema “Actuación del Síndico como
Administrador”) en forma muy acertada, definió al Síndico como “capitán del Titanic” por ser un administrador sin crédito, como
seguramente es el caso de toda empresa en concurso.
En consecuencia reclama que no se mida su responsabilidad con la misma vara que se le aplica
a un administrador societario ordinario. Nosotros vamos más a allá y predicamos que el Síndico intente (no siempre es
posible)abstenerse de experimentar con patrimonios e intereses ajenos y pretenda reflotar emprendimientos que se fueron a
pique,jugando al empresario.
FUNCIONES DE INFORMANTE:
La misión como Síndicos o Interventores,requiere elaborar en forma extenuante ,continua y sucesiva informes y comunicaciones
en cascada,a saber:
a.- Comunicar el Concurso a los acreedores:
De acuerdo al art. 93, tenemos 15 días a contar de la designación (no de la aceptación) para comunicar “por carta u otro medio
fehaciente” a los acreedores, que el concurso se ha decretado, donde, etc.
En este sentido deben sopesarse vías de comunicación no tradicionales,siempre que reúnan las categorías de “medio fehaciente”
,caso de e.mails,comunicaciones por medios audiovisuales, SMS, etc.
b.-Presentar el Informe general:
Debe el Síndico o Interventor,presentar a la Junta de Acreedores (art. 122, nal.1) con una antelación mínima de 30 días a su
celebración, el informe preceptuado por el art. 123 con el extenso contenido allí detallado:
1.- Memoria explicativa de la historia económica y jurídica del deudor, de la actividad o actividades a que se dedica o hubiera
dedicado y de las oficinas, establecimientos y explotaciones de que fuera titular, así como de las causas del estado en que se
encuentra.
2.- Estado de la contabilidad del deudor, con expresión de las infracciones legales y reglamentarias en que hubiera incurrido.
3.- Memoria de la tramitación del concurso de acreedores, con expresión de las principales resoluciones y actuaciones realizadas
por el síndico o el interventor.
4.- En caso de que, en el momento de la declaración de concurso, el activo fuera inferior al pasivo, el informe contendrá la
relación de los bienes y derechos que deban ser objeto de reintegración a la masa activa, con expresión de la causa y de la
persona o personas a las que afecte o pueda afectar la revocación. Si ya se hubiesen ejercitado acciones de integración de la
masa activa, así se indicará expresamente.
5.- La forma más conveniente de proceder a la liquidación de la masa activa, para el caso de que no se apruebe un convenio
entre el deudor y sus acreedores ni se logre realizar la venta en bloque de la empresa en funcionamiento.
6.- La tasación a valor de liquidación de la empresa en partes. Dicha tasación deberá ser realizada
por el síndico con el asesoramiento de un experto independiente, aprobado por el Tribunal del concurso, a su costo. La tasación
deberá expresarse en unidades indexadas.
c.-Confeccionar la lista de acreedores:
Gran parte del tiempo dedicado a la labor informativa de Síndicos e Interventores se la lleva la realización de las listas de
acreedores verificados e excluidos que dispone el art. 102.
Se trata de un informe que contiene la nómina de los acreedores que forman la masa pasiva, hayan solicitado o no la verificación
de sus créditos, en orden alfabético, indicando fecha, causa, cuantía, vencimiento ,garantías personales o reales, y calificación
jurídica, distinguiendo la parte correspondiente al capital y a los intereses.
d.- Inventario de activos:
Con la confección del inventario de los activos, cumplen los Síndicos e Interventores otra de sus labores informativas para la Sede
y para los acreedores.
Esa tarea, también es importante para su misión de conservador de bienes e incluso de investigación de faltantes que permitan
acometer su recuperación.
El art. 77, ordena en consecuencia que el Síndico o el Interventor deberá elaborar el inventario de la masa activa, con valoración
de los bienes y derechos de que se compone a la fecha de la declaración del concurso y de presentación del inventario, indicando
las variaciones que hubiera experimentado entre ambos momentos.
Para esa clara tarea informativa dirigida a la masa acreedora “Deberán recurrir al asesoramiento de expertos independientes para
la valoración de los elementos de la masa activa, solicitando previamente la autorización del Juez del concurso.
El inventario será presentado al Juez del concurso, conjuntamente con la nómina de acreedores, y quedará de manifiesto en el
Juzgado a disposición de los acreedores”.
Sucede que ese inventario, según dispone el art.78, puede ser impugnado por “cualquier interesado”, dentro del plazo de 15 días
a contar desde su puesta de manifiesto (conjuntamente con la lista de acreedores verificados) “solicitando la inclusión o la
exclusión de bienes y derechos, así como la modificación de la valoración de los elementos de la masa activa”.
Si no hay impugnación, el Juez aprobará el inventario según dispone el art. 105. A propósito de esto, lo que no aclara la ley es
que sucede si se acepta la impugnación impetrada. ¿El mismo perito designado anteriormente es quien debe revalorar los

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Comercial II – Parte IV
elementos impugnados, o el Juez designa otro perito para esos efectos? De ser así ¿los gastos del nuevo peritaje también serán
créditos contra la masa (art. 91 nal. 3), o deberá afrontarlos el Síndico o Interventor que lo designó?
e.-Informe especial sobre viabilidad del plan de continuidad.
Pero la misión informativa del Síndico o Interventor no tiene descanso,ya que de acuerdo al art. 142, si se presenta una propuesta
de convenio “el síndico o el interventor deberá emitir un informe especial sobre la viabilidad del plan de continuación o de
liquidación, el cual deberá ser presentado al Juzgado y puesto a disposición de los acreedores con una anticipación mínima de
quince días a la fecha prevista para la celebración de la Junta de Acreedores”.
f.- Ampliación del informe especial:
Y si por ventura se modifica la propuesta de convenio, el inc. 2 de este art. 142 dispone que “el síndico o el interventor deberá
ampliar su informe, el cual deberá ser puesto a disposición de los acreedores con una anticipación mínima de cinco días a la
fecha fijada para la celebración de la Junta”.
g.- Informe de calificación:
También en esa labor informativa de Síndicos e Interventores está comprendida la presentación al Juez del Concurso de “ un
informe documentado sobre los hechos relevantes para la calificación del concurso de acreedores” (art. 198).
h.- Informe de la liquidación:
Si se entra en la etapa de liquidación, cada seis meses, deberá el Síndico (no hay Interventor en la liquidación) emitir un “informe
sobre el estado de la liquidación,que entregará al Juez del concurso y la Comisión de Acreedores”(art. 178).
i.-Informe sobre actos susceptibles de revocación:
También , cuando exista causa de suspensión o conclusión del concurso (art. 206) deberá producir el Síndico “un informe sobre la
existencia de actos del deudor anteriores a la declaración judicial de concurso que sean susceptibles de Revocación”.
j.-Rendición de cuentas:
De acuerdo a los arts. 38 y ss, a lo largo de todo el proceso, tanto Síndicos como Interventores deberán rendir cuentas en las
variadas oportunidades en que se les pida esa información.
FUNCIONES DE CONSERVACIÓN:
La conservación de la masa activa forma parte de la labor sólo del Síndico, pues únicamente se entiende en caso de suspensión
de la legitimación del deudor.
Por eso el art.74 no menciona al Interventor, cuando dispone: el síndico deberá conservar los bienes y derechos que integren la
masa activa del concurso”.
Sucede que muchas veces practicar las medidas de conservación de los bienes se presenta como muy caro y desmedido con
relación al valor intrínseco de los bienes. Sobretodo cuando no es posible en el corto plazo proceder a la venta en bloque de la
empresa del art. 172, que recordamos es la prioridad número uno del concurso cuando se entra en la etapa de liquidación.
Aún tratándose de bienes no perecederos, descartada por inconveniente la venta en bloque de la empresa (por falta de interés en
plaza, porque no hay activos atractivos, están desactualizados tecnológicamente, el rubro de actividad está en declive en el
mercado, etc.) y la masa posee por ejemplo, inmuebles aislados, las reglas de una buena administración desaconsejan proceder
a contratar custodias y guardias que a la larga se llevan el posible resultado.
Para evitar problemas de vecindad, deterioro del inmueble, irrupción de intrusos, etc. lo más aconsejable es rematar en forma
inmediata para volver a poner el inmueble en el “comercio de los hombres”.
Lo mismo sucede con bienes muebles, maquinarias y mercaderías cuyo pronto retorno al mercado transable es lo más indicado,
pues en caso contrario los gastos de depósito consumirán el producido final.
Por eso a nuestro entender, el Síndico debe recurrir siempre y con presteza a este mecanismo de venta anticipada, y en caso de
existir discordias acerca del destino final del producido es preferible continuarlas sobre los resultados netos obtenidos y no sobre
ilusorios activos que van perdiendo valor.
Es que los gastos de conservación, según dispone el nal. 3 del art. 91 son créditos contra la masa y su pago de acuerdo al art. 92
“se realizará con cargo a los bienes de la masa que no estén gravados con prenda o hipoteca”.
El punto de quienes sufragan los gastos, es ajeno a este trabajo,pero hacemos saber nuestra posición contraria a la
prescindencia de cooperación de los acreedores hipotecarios y prendarios ,cuando los gastos de conservación benefician también
a los bienes con gravamen real. No cooperar en ese caso implica un enriquecimiento sin causa con su respectivo
empobrecimiento de aquellos acreedores sin privilegio especial.
La máxima de actuación en esta materia es que deben procurarse reducir las erogaciones por concepto de conservación.
Máxime con una disposición tan contemplativa como la actual que permite que si existen “bienes de fácil deterioro o de difícil o
costosa conservación podrán ser enajenados de inmediato mediante la modalidad que disponga el Tribunal a propuesta del
síndico” (inc. 2 del art. 74).
Esta facultad de disponer de esos bienes para su enajenación inmediata, es mucho más permisiva que la existente en la anterior
normativa concursal.
El derogado art. 1639 facultaba al Juez de la quiebra para disponer la venta, pero “en remate público de las existencias que
fueran de fácil deterioro o de conservación dispendiosa o difícil, nombrando el martillero que debe realizarla”.
Aquella disposición estaba en consonancia con el actual y vigente art. 317.2 del CGP, que establece: “Como medida provisional o
anticipada podrá disponerse el remate de bienes que se hubieren embargado o, en general, se encontraren sometidos a cualquier
medida cautelar, cualquiera sea la materia del proceso, que corran riesgo de perecer, deteriorarse, depreciarse o desvalorizarse o
cuya conservación irrogue perjuicios o gastos desproporcionados a su valor.
En estos casos, el tribunal podrá, a petición de parte y escuchando a la otra, disponer su remate por resolución inapelable y
depositar el producto en valores públicos, a la orden del tribunal y bajo el rubro de autos”.
Repetimos que la actual ley,si bien el remate podrá ser dispuesto por el Tribunal, no es obligatorio hacerlo por ese medio,pues el
art. 74 posibilita que “podrán ser enajenados de inmediato mediante la modalidad que disponga el Tribunal a propuesta del
síndico”.
De todas formas deberán adoptarse medidas que transparenten y salvaguarden la objetividad de los procedimientos de
enajenación, por ejemplo: llamados públicos, presentación de ofertas en sobre cerrado, concurso de precios, etc., en especial
cuando el volumen o monto de los bienes así lo aconsejen.
Agregamos que dentro de las funciones de un conservador eficaz, también puede el síndico o interventor “restaurar”.

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Comercial II – Parte IV
Es el caso de la rehabilitación de contratos del concursado que hubieran caducado o ya hubieran sido resueltos.
Por el art. 79 se otorga al síndico o interventor la facultad de rehabilitar diversos contratos: de Mutuo pagaderos en cuotas de
capital o de intereses, de Compraventas a crédito de bienes muebles o inmuebles, de Promesas de enajenación de inmuebles a
plazos, de Arrendamientos y leasings caducados por incumplimiento del concursado de la obligación de pagar el precio y/o de
realizar los pagos periódicos comprometidos.
FUNCIONES DE INVESTIGACIÓN:
El art. 74 al final comete al Síndico (se trata de hipótesis de concursos necesarios), una clara labor investigadora, para lo cual
“Deberá realizar además todos los actos necesarios para entrar en posesión de los libros legales y de los documentos relativos a
la masa activa y a la actividad profesional o empresarial del deudor”.
Es que sin esa labor de pesquisa documental, pocas novedades podrá aportar a su misión informativa y menos éxito aún
cosechará cuando pretenda reintegrar a la masa bienes o revocar actos (caso del art. 81).
De ahí la importancia de disponer de la información contable y si no llega a entrar en posesión de la misma, el Síndico o el
Interventor tienen la obligación (art. 249) de denunciar al deudor en caso de que éste sustraiga o esconda los libros sociales
según el articulo 248 de la ley.
La labor investigativa de Síndicos e Interventores se complementa con una actitud de denunciantes comprometidos.
Reiteramos que en esa labor de investigación, el Síndico o el Interventor, pueden obtener información “sobre las cuentas
bancarias del deudor, sin que les sea oponible el secreto profesional de las entidades de intermediación financiera”.
Así lo dispone el art. 76 que también lo faculta para “administrar” las cuentas corrientes bancarias del deudor, como ya
analizamos.
Es importante este artículo, porque ya no le será oponible al Síndico o Interventor,en su misión de investigación el tan invocado y
manido art. 25 del D. Ley 15.322.
De esta forma, accediendo y analizando los resúmenes y conciliando los estados de cuentas, le será posible indagar el paradero
de determinadas partidas de dinero, movimientos, giros, acreditaciones, etc.
Quizá la labor de investigación mayor del Síndico o Interventor, sea la atinente al proceso de verificación de créditos, arts. 95 y
siguientes.
FUNCIONES PROCESALES:
El Síndico o el Interventor tienen una actuación procesal preponderante a lo largo (desde el inicio hasta su conclusión) y a lo
ancho (no sólo interviene en el expediente principal, sino en todas sus piezas, incidentes y expedientes atraídos) de todo el
proceso del concurso, con facultades continuas y preponderantes.
En especial les corresponde:
• Al Síndico, concretamente, sustituir al concursado, que tiene suspendida su legitimación para disponer y obligar a la masa, en
“todos los procedimientos jurisdiccionales o administrativos en curso en que éste sea parte, con excepción de aquellos fundados
en relaciones de familia que no tengan contenido patrimonial” (art. 46 numeral. 3).
• A Síndicos o Interventores : entablar las demandas contra los deudores del concurso renuentes al pago o que no cumplan y
comparecerán procesalmente para conservar los derechos de la masa, promoviendo para ello las acciones revocatorias,
paulianas, reivindicatorias y posesorias que fueren menester.
• Siendo la concursada persona jurídica, corresponderá al Síndico o al Interventor entablar en forma diligente las acciones contra
los socios y administradores previstas en los arts. 51 y 52 de la Ley 18.387.
• Síndicos e Interventores tienen la obligación de denunciar ante la Justicia Penal competente todos los hechos y circunstancias
que puedan configurar los delitos previstos en el artículo 248 o cualquier otra figura delictiva, de que tuvieran conocimiento según
dispone el art. 249.
• Como disposición residual y por imperio de práctica judicial constante,Síndicos e Interventores intervienen preceptivamente en
todo el proceso concursal, pues nada del concurso les es ajeno. Síndicos e interventores son los referentes procesales del
concurso y por lo tanto no es de extrañar que no exista actuación dentro del proceso que los tenga como partes, citados,
notificados, o de cualquier forma (con razón o “por las dudas”)anoticiado.
Verificaciones de créditos, oposiciones, incidentes de calificación,recursos de reposición o apelación, revocación, acciones
sociales de responsabilidad, clausuras o suspensiones del concurso, son una pequeña muestra de las innumeras veces que
deberán comparecer en juicio o de las múltiples oportunidades en que se les dará vista de cualquier escrito que se presente en
obrados.
FUNCIONES DE ENAJENACIÓN:
Hemos visto que anticipadamente el Síndico puede vender los bienes de conservación dispendiosa o fácil deterioro (inc. 2 del art.
74), para lo cual debe proponer al Tribunal la mejor “modalidad” para hacerlo.
Pero además de acuerdo al inc. 2 del art. 75 el Síndico (y el deudor con el control del Interventor) pueden vender sin autorización
judicial, bienes de uso o derechos de cualquier clase cuyo valor no sea superior al 5% del valor total de la masa activa.
Para operaciones (enajenación o gravamen) de bienes cuyo valor exceda ese valor, requerirán autorización del juez del concurso.
Relacionados ambos artículos , resulta que los “bienes de fácil deterioro o de difícil o costosa conservación” cuyo valor no exceda
del 5% del valor de la masa activa, no requieren autorización judicial.
Es indudable que la responsabilidad por la necesidad de estas operaciones y su corrección recaen sobretodo en el Síndico,
porque en las situaciones de concurso voluntario, el planteo lo realizará el deudor y el papel del Interventor se limitará a controlar.
Por eso entendemos que además debe ser el Síndico un vendedor eficiente,y por supuesto,también capacitado, ya que en las
etapas de liquidación le corresponderá al Síndico (si había Interventor, allí se trasmutó en Síndico) proceder a la venta de todos
los bienes de la masa, para lo cual tiene amplios poderes de proposición.
Un ejemplo de ello es el art. 169 numeral 2 donde deberá elevar en 90 días al Juez una propuesta conteniendo el pliego de las
bases del llamado a licitación para la venta en bloque de la empresa concursada.
También debe el Síndico estar preparado para que en caso de no lograrse la venta en bloque de la empresa, presentar en 30 días
a la Comisión de Acreedores un proyecto actualizado de liquidación por partes de la masa activa, según dispone el art. 174. La
habilidad vendedora del Síndico,se verá sometida a prueba.
LA VERIFICACIÓN DE CRÉDITOS EN EL CONCURSO:

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Comercial II – Parte IV
Es indudable,que se trata de la labor que insume más tiempo a Síndicos e Interventores,de ahí la necesidad de actuar en forma
ordenada y sistemática.
En un intento de simplificar tan engorrosa tarea,no sólo para Síndicos e Interventores,sino también para asesores y acreedores
enfrentados a instancias fuera de sus habituales escenarios,hemos elaborado una serie de pasos sistematizados.
Recomendamos además al Síndico o Interventor formar desde el comienzo carpetas electrónicas, con un archivo por cada
acreedor, donde consten,la solicitud de verificación, las personas de contacto,las casillas de correo electrónico donde
citarlas,cursarles novedades, requerirles pruebas complementarias o formularles preguntas sobre los documentos presentados.
Y en caso de dudas exigir certificados contables emitidos por el Contador Público del propio acreedor, donde se relacionen los
asientos en se registraron las operaciones que dieron origen al crédito.
El tener toda la información escaneada y digitalizada, permitirá ordenar la lista de acreedores,´facilitar su búsqueda y sobre todo
relacionar la lista con su referencia.
1er.Paso:
• Organizar el tiempo que requiere la verificación:Para poder cumplir con los inexorables plazos concursales, es recomendable
realizar un “estudio previo de situación”.
Recordamos que el art.101 establece el plazo para que el Síndico o Interventor presenten la lista de acreedores.
Son 30 días a partir de la fecha de cierre de recepción de las insinuaciones.
Por lo tanto ,en condiciones normales esta tarea de verificación, deberá ser efectuada en menos de 150 horas (son 30 días según
el art.101,o sea 25 días hábiles a seis horas diarias), después de terminar el plazo de recepción de insinuaciones.
Tarea, además, donde generalmente se concentra la mayor cantidad de denuncias en los últimos días, próximosal vencimiento.
Deberá tenerse en cuenta que existen situaciones que retrasan el análisis de los casos complejos,por ejemplo aquellos donde
existen grandes disparidades entre lo denunciado por la concursada y lo solicitado por el insinuante.
Pero además, si estamos trabajando en planillas electrónicas como recomendamos,y asignamos tiempo a la simple tarea de
cargar datos sin análisis,sólo los créditos menos complejos (aunque no por ello menos importantes) ,demandan un promedio de 5
minutos por acreedor insinuante , lo que suma 25 horas de trabajo para 300 insinuaciones de créditos.
Acotamos al pasar,que hoy en día hay se están tramitando concursos con más de 2000 acreedores.
• A partir de ese análisis ,estimar, tomando el número de acreedores denunciados , el tiempo destinado a la recepción de
denuncias e insinuaciones de créditos, carga de datos, análisis de las denuncias, calificación de los acreedores insinuantes en
Fiscales, Laborales, Proveedores Comerciales, Financieros (bancos o prestamistas), Subordinados. De ahí la recomendación de
planificar la estructura destinada a ese concurso de acuerdo a la envergadura y/o complejidad del caso (mayor cantidad de
asistentes y auxiliares,necesidad de recurrir a especialistas en algún tema muy específico,contables encargados de las tareas de
campo, etc.).
• Entonces para mejor planificar es recomendable confeccionar:
• un cronograma para que los tiempos no ahoguen la capacidad de respuesta,asignando además funciones para casos
específicos (Ej.: acreedores insinuantes mayores a XX $ serán atendidos por el profesional NN, en cambio la recepción de
insinuaciones menores serán asumidas por los auxiliares NN o XX).
• Una “Check list” ,para que la recepción de insinuaciones se uniformice, sin importar el profesional ,el asistente o colaborador del
equipo que realice la tarea.
Esa Check List, debe contener:
o Control de la documentación presentada por los acreedores (original con copia)
o Sellado de originales (Facturas, conformes,cheques) presentados
o Registrar al insinuante (Razón Social, Apellido y Nombre,persona de contacto y sobre todo email) y asentar el monto reclamado
y la calidad del crédito.
3er.Paso:
• Reuniones con el concursado:
También las reuniones con el (la)concursado(a) deben ser planificadas,a efectos de abarcar todos los puntos pendientes,pero
además para poder actuar con resultados positivos.
En tal sentido,es importante:
• Solicitar POR ESCRITO (en acta formal)a la concursada copia de todos los archivos magnéticos ,que hayan servido para
generar los escritos y documentos presentados en el Concurso.
Ello redundará en ahorro de tiempos en el tipeado y digitación para formar las planillas con las nóminas de acreedores
denunciados.
• Se deberá requerir además del nombre de los acreedores (o razón social), su domicilio (calle, número, localidad, código postal,
email) y el saldo de deuda reconocido por la concursada (e incluso, la confirmación de dicha deuda,si ya se hubiera realizado por
la concursada o por sus auditores).
• Es obvio que además se le solicitará a la deudora, información periódica post-presentación concursal, pues es necesaria para
seguir la gestión económico-financiera, y son insumos necesarios para elaborar en forma posterior el informe de viabilidad del
art.142.
• Pero además,resulta primordial fijarle un plazo al concursado (24 o 48 hs. a lo sumo) para que esos elementos o archivos le
sean suministrados a Síndico o Interventor.
Y en caso de falta de respuesta o conductas omisivas, elusivas o de falta de cooperación, hacerlo notar por escrito a la sede.
En realidad el problema de la inexistencia de un deudor interlocutor engrosa las dificultades de la labor del Síndico ,ya que no
imaginamos a alguien que promueva un concurso voluntario y se desentienda de prestarle al Interventor la cooperación a que
está obligado.
4to.Paso
Comunicación a los Acreedores Denunciados:
• A priori, para cumplir con esta obligación,es importante diseñar un modelo de carta a ser dirigida a los acreedores, teniendo en
cuenta toda su labor conexa (sobres, impresión de etiquetas, envío de la correspondencia, control de recepción).
Generalmente las circunstancias pueden determinar apartamientos de este criterio,por ejemplo en aquellos casos en se puedan
librar las comunicaciones desde la concursada,con sus propias hojas membretadas, personal,etc.

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Comercial II – Parte IV
• Contenido de la comunicación: Tiene que dar cuenta del concurso,individualizar al concursado (RUT y Cédula de Identidad),los
autos judiciales,la fecha de declaración del concurso,la designación del Síndico o Interventor,su domicilio,teléfono, email ,dar a
conocer la fecha hasta la que pueden presentarse ante el Juzgado insinuando su crédito,la necesidad de aportar una dirección
electrónica (para agilitar las comunicaciones),los documentos que deberán presentar, etc.
5to.Paso
De los créditos insinuados a la lista de acreedores:
• Como ya expresamos lo ideal (a veces lo mejor es enemigo de lo bueno) es distribuir el trabajo de análisis entre profesionales o
auxiliares respetando el tipo de créditos : uno para bancos,otro para proveedores,otro para prestamistas,otro para trabajadores;
intentando de esa forma homogeneizar los criterios que se utilicen.
Para ello se recomienda una reunión previa al trabajo para fijar criterios ante casos similares que se planteen : entrega de
mercaderías prepagas, cobro de documentos prendados, exigencias uniformes de documentación a los insinuantes,mercadería
en tránsito,etc.
• Confeccionar una planilla electrónica con el listado de acreedores y campos a ser completados e instrucciones para su llenado.
Al ir recepcionando las insinuaciones, se ingresan los datos requeridos y suministrados en las planillas y se reservan campos
“especiales” para el análisis (Ej.: Facturas post-concursales, facturas omitidas o no denunciadas, etc.) que facilitarán la
conciliación entre lo insinuado y lo denunciado.
Recordamos que el art..95 exige presentar los documentos originales. Nuestra propuesta de actuación es que se presenten
original y fotocopias bien legibles,y dejar constancia en una vía fotocopiada que se presentó el original para su verificación,o
escanear los originales y trabajar sobre ellos . Por razones desimplicidad, deberían escanearse todos los documentos que cada
acreedor presente en forma complementaria a lo largo del proceso.
• Cotejo individual de la documentación del insinuante, cruzándola con la denunciada.
En este estado,se debe aplicar a los créditos a moneda nacional (cuando corresponda), el reajuste del DLey 14.500 y recalcular
intereses ya facturados (arts. 63 y 64).
Para ello es necesario contar desde el inicio del “tipo de cambio comprador interbancario de la fecha de declaración del concurso”
, la variación del IPC desde la fecha de declaración del concurso y tener en cuenta el criterio temporal y tasa de intereses aplicada
y devengada por cada crédito. Por eso lo ideal en casos complejos es realizar todos estos cálculos en una hoja electrónica por
cada acreedor insinuante.
• La terminación del informe es la etapa final de un proceso que se inicia al diseñar el modelo de planilla , con la inclusión de
todas las condiciones y variables que vamos a contemplar. Y para que todo esto sea viable es necesario utilizar la herramienta
informática en forma tal que permita obtener rendimientos aceptables,definiendo modelos de cartas-comunicaciones,
diagramando el ”check list”, predefiniendo campos en planillas electrónicas. Esto permitirá,no sólo ahorrar tiempo de proceso,sino
que posibilita uniformar la presentación de los informes .
6.-Paso
Elaborando la “lista de acreedores”:
• Es posible encontrar en Internet distintas monografías sobre el tema verificación de créditos,
donde se describen modelos para la elaborar la lista de acreedores. Lo aconsejable es trabajar sobre una lista resumida
complementada con informes individuales (uno por cada acreedor verificado). Procurando obtener homogeneidad en la
presentación de esos informes por cada crédito individual insinuado,se debe definir su formato, respetando las exigencias
(páginas,márgenes, encabezados,pie, tamaño de tipografía, sangrías) de las acordadas de la SCJ para la presentación de
escritos en el expediente judicial.
• Para algunos es importante que tanto en la lista de acreedores (art.101), como en los informes individuales se adopte una
estructura uniforme,con determinado orden y respeto de una semántica predefinida. Un ejemplo: ” Se aconseja verificar el crédito
(si no hay diferencias entre reclamo y denunciado, y no se rechaza nada de lo solicitado), declararlo admisible (si hay diferencias
o se rechaza algo), o inadmisible (rechazo completo)”.
• Dejando de lado los aspectos formales,lo importante de esta tarea es que Síndico o Interventor no pueden dejar de expedirse
sobre el crédito insinuado, describiendo el reclamo, mencionando la causa u origen del crédito, los privilegios invocados, las
monedas y montos, y el desglose detallado de los conceptos o rubros que incrementan el capital, si los hubiera. Entiendo que
también deben referirse a la acreditación de la entrega de bienes, provisión de servicios o contraprestación ,así como la emisión
de documentación acorde.
En esta etapa, aunque la carga de la legitimidad del crédito corresponde al acreedor, entiendo que debe aclararse si la
insinuación fue denunciada o no por la concursada al inicio de la gestión (art.7 de la ley 18.387), si surge claramente el
reconocimiento del crédito a favor del insinuante, por que importe y en que grado coincide o no con el reclamado, así como si se
acredita la entrega de cheques o documentos no cancelados. Pero además existen determinados casos (Ej.: DGI,BPS, Bancos,
etc.) que ameritan un tipo de informe más detallado y personalizado.
• En aquellos casos,en que se hubiera requerido ampliación de información (al deudor o al insinuante) antes de expedirse por la
admisión,el rechazo y la categorización del crédito insinuado, hay que consignarlo y dejar constancia del grado de cooperación
recibido por ambas partes.
• La lista de acreedores,debe ser presentada en orden alfabético (art.101),pero aconsejamos que también se generen listados
ordenados por monto de mayor a menor y por clase de créditos.
Y dentro de cada clase de créditos ,ordenarlos tanto por orden alfabético,como por monto de mayor a menor, como forma de
ubicar al acreedor en forma rápida cuando ello sea requerido (Junta de Acreedores,cotejo de adhesiones o firmas,etc.). Por su
parte los informes individuales sobre cada acreedor (con el detalle del monto de créditos, fecha, causa,cuantía, vencimiento,
garantías, calificación, capital e intereses) son muy importantes,pues en caso que después de elaborada la lista, un crédito haya
sido impugnado u observado dentro del plazo de 15 días (art.104) la documentación servirá al Síndico o Interventor, para
expedirse acerca de la pertinencia de la impugnación o reclamo.
DIFICULTADES EN LA TAREA DE VERIFICACIÓN:
La importancia de la verificación es tal que se constituye en el mecanismo que posibilita el tránsito de los acreedores
“concursales”(meramente declarados o denunciados por el concursado) en acreedores “concurrentes” (aquellos que intervienen

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Comercial II – Parte IV
en el reparto del concurso). Y bien en ese tránsito que implica la verificación,hemos detectado que los puntos más conflictivos,o al
menos los que aparejan mayores quebraderos de cabeza a Síndicos e Interventores, son :
• Las tasas de intereses contrarias a derecho o abusivas,y los intereses calculados más allá de la fecha de suspensión de su
devengamiento (art.64).
• Los privilegios de carácter general (art 110)en especial los originados en materia laboral y tributaria,por sus dispares fechas de
prescripción, topes, montos de multas y recargos,etc.
• La individualización, calidad y entidad de los acreedores subordinados. Forma parte de las labores detectivescas del Síndico o
Interventor, identificar aquellas “personas especialmente relacionadas con el deudor”(art.112).
• Los acreedores prendarios e hipotecarios,y el cuestionamiento del alcance del gravamen,fecha de constitución de la garantía,
etc.
• La falta de denuncia (total o parcial)por el concursado de un crédito o los errores numéricos en los saldos y estados de cuenta.
• Las facturaciones producidas en estado de definición concursal (¿son con causa anterior,o son postconcursales y deben ser
considerados “créditos contra la masa”art.92? ), lo mismo que las notas de crédito o notas de débito emitidas recíprocamente por
insinuante y/o concursado.
• La falta de causalidad en reclamos sustentados en títulos valores ,en especial facturas canceladas por la deudora con cheques
descontados/ endosados/ cedidos a terceros por el propio insinuante.
• El libramiento o endoso de títulos valores por parte del concursado. A su vez estos títulos valores , luego circularon mediante
endoso,o peor aún, mediante cesiones,endosos irregulares o sin endoso.
Estos dos últimos puntos están íntimamente relacionados. Nosotros en forma enfática sostenemos que no procede admitir sin
más,ni más la presentación única de los títulos valores, ya que ellos no prueban la “causa”.
Estamos inmersos en la materia concursal y no en el ámbito circulatorio de esos títulos,los que por otra parte están ya
incumplidos o en vías de estarlo. La dificultad es que en su mayoría esos títulos valores circularon. Han sido descontados, o
entregados en pago a terceros,por lo que presumiblemente el acreedor (proveedor o prestador de un servicio) tenga los
documentos de la relación fundamental (arrendamiento de obra o servicios,facturas de compraventa o de servicios) y en ese
momento no tenga en su poder los cheques de pago diferido, conformes o vales. Como está comprometido con el descontante a
honrar su pago,pues está obligado por el endoso a hacerlo,lo más seguro es que no coincidan los plazos (60 días) para
verificar,con el tiempo que necesita para solucionar el adeudo con el tenedor actual del documento y “hacerse” del mismo. De ahí
que la labor más importante del Síndico en esta etapa,es relacionar operaciones para que no se terminen duplicando los créditos.
En el caso de créditos civiles (préstamos fundamentalmente) deberá exigirse mucha más documentación probatoria acreditante
que la mera tenencia de cheques de pago diferido (que documenta el compromiso de pago del mutuo)al portador.
Será fundamental en estas operaciones rastrear la existencia de créditos subordinados,cuya labor de detección forma parte de las
tareas del Síndico.
¿QUÉ NO PUEDEN HACER SÍNDICOS E INTERVENTORES?:
Hemos pasado revista a un repertorio de tareas que el Síndico o Interventor están obligados (con mayor o menor complejidad) a
realizar,pero también es importante resaltar las prohibiciones y responsabilidades a que se enfrentan a lo largo del desempeño de
sus cargos.
PROHIBICIONES:
Por lo pronto ,en lo atinente a las prohibiciones, tanto el Síndico como el Interventor “no podrán adquirir por sí o por persona
interpuesta bienes y derechos que integren la masa activa del concurso”. Así lo dispone el art. 33 que replica la solución del hoy
derogado art. 1765 del Código de Comercio.
En realidad en la antigua quiebra la prohibición también abarcaba al Juez, al actuario y a “subalternos del Juzgado”.
La prohibición no distingue la modalidad de enajenación en que se practique la contravención, por lo que no pueden adquirir ni
bienes ni derechos hayan sido enajenados éstos mediante venta privada, remate o licitación.
El inc. 2 del art. 33 dispone que en caso que violen esa prohibición, tanto síndicos como interventores quedarán inhabilitados “ y
deberán reintegrar a la masa, sin contraprestación alguna, el bien o derecho que hubieran adquirido”.
La inhabilitación entendemos que no es sólo para este proceso concursal, sino para el desempeño de toda la actividad de Síndico
o Interventor,por lo que deberá ser comunicada en cumplimiento del art. 43 por el Juzgado, tanto a la Unidad de Evaluación de
Síndicos (art. 260) como inscripta en el Registro de Síndicos e Interventores concursales del art. 42.
RESPONSABILIDADES :
Respecto de las responsabilidades por el desempeño del cargo, nos remitimos al art. 35. Comprende como sujetos responsables,
además de los Síndicos e Interventores a “los auxiliares cuyo nombramiento hubiera autorizado el Juez del Concurso”.
¿Qué sucede con los auxiliares sin nombramiento autorizado? En ese caso entiendo que responden a través del Síndico o del
Interventor que los contrató (responsabilidad del dependiente), y no responden por sí, como cuando fueron autorizados por el
Juez del concurso. Recordamos que si bien el art. 32 obligaba a Síndicos e Interventores a desempeñar su cargo con la diligencia
de un “ordenado administrador y representante
leal”, ese estándar de conducta no es exigido al auxiliar (lo haya autorizado el Juez o no), por lo que sólo podrá ser demandado
por la responsabilidad aquiliana propia del fuero común.
Según el art. 33, Síndicos, Interventores y auxiliares, responderán frente al deudor y frente a los acreedores, pero no por daños
causados a éstos, sino por los daños y perjuicios que hayan causado “a la masa del concurso por los actos y omisiones contrarios
a la ley o por los realizados sin la debida diligencia”.
Como se observa el espectro de comportamientos generadores de responsablidad es muy amplio y de peligrosa interpretación.
Analizar la “debida diligencia”, aún aplicando el estándar del art. 32 supone una lógica carga de subjetivismo que tiene mucho que
ver con los resultados finales del concurso. Y como sucede que siempre el concurso reparte escasez, los insatisfechos que serán
muchos enfilarán baterías hacia la cara visible del concurso (el Síndico o el Interventor).
Todo concurso es en el fondo un fracaso y no sólo de un deudor, sino también de un crédito mal otorgado.
En materia crediticia siempre se dice que “no hay créditos impagos, hay créditos mal dados”.Con mejor información, el proveedor
o financista no hubiera sido tan generoso o desaprensivo. Después del concurso los acreedores se interrogan como pudieron
darle tanto crédito a un deudor tan poco confiable.

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Comercial II – Parte IV
Pasado el primer trago amargo, pretenden que el concurso recomponga la ecuación crediticia y pretenden cobrar íntegramente su
crédito. Y como si no compartieran ningunas culpas, inflan las expectativas del concurso, por lo que los resultados finales no
serán de su agrado.
¿A quién direccionar entonces las baterías de las frustradas expectativas de deudor y acreedores? Nadie mejor que un Síndico o
Interventor, erigido por la ley en improvisado empresario de un ramo del que nunca oyó hablar en su vida, y que fracasa en su
alquimista búsqueda de trasmutar el plomo en oro. Y si todavía dio motivos para ello, mejor.
Lo importante: El inciso 2do del art. 33 que atribuye competencia para la acción de responsabilidad al Juez del concurso, que se
supone habrá sido testigo privilegiado de la razón (o sinrazón) del reclamo: “La acción se promoverá, en vía ordinaria, ante el
Juez del Concurso y prescribirá a los dos años a partir del momento en que, por cualquier causa, el síndico o el interventor
hubiera cesado en su cargo”.
Lo innovador: La parte final del art. 33, que establece un incentivo al acreedor litigante (y al letrado patrocinante), ya que “ Si la
sentencia contuviera condena a indemnizar daños y perjuicios, el acreedor que hubiera ejercitado la acción en interés de la masa,
tendrá derecho a que, con cargo a esa indemnización, se le reembolsen los gastos del proceso y se le satisfaga hasta el
cincuenta por ciento del crédito que no hubiera percibido en el concurso”.
El punto de quienes pueden entablar demanda por daños y perjuicios contra el Síndico, interventores y auxiliares, presenta alguna
inconsistencia,ya que por su contexto y analizado este art. 35 con el siguiente que regula su cese o separación del cargo, no
vemos la razón por la cual se limita sólo a deudor y acreedores.
En efecto,pueden pedir el cese,todos los legitimados del art. 6, según dispone el art. 36, en cambio la demanda de daños y
perjuicios sólo queda acotada a deudor y acreedores.
Pero la realidad es que la responsabilidad del Síndico o del Interventor no se detiene en el art. 33. Los casos de ceses y
separación del cargo que analizaremos , obviamente pueden tambien dar mérito a reclamos puntuales por inconductas y mala
praxis.
Una disposición interesante en materia de responsabilidad de Síndicos e Interventores es la previsión tributaria del numeral. 4 del
art. 254. En efecto, tratándose de una materia guiada por criterios objetivos de responsabilidad, es importante que: “No serán
aplicables a los síndicos o interventores las normas sobre responsabilidad de los administradores representantes por obligaciones
tributarias, salvo que hubieran actuado con dolo”.
¿CUÁNDO Y A QUIENES DEBEN RENDIR CUENTAS?
La ley 18.387 dedica todo el capítulo III, a la tarea de rendición de cuentas tanto de Síndicos como de Interventores, distinguiendo
en esta oportunidad ambas funciones.
Así el art. 38, obliga a al Síndico a rendir cuentas de su gestión:
“1. Cuando lo solicite la Comisión de Acreedores.
2. Al solicitar la suspensión o conclusión del concurso.
3. En caso de cese antes de la conclusión del concurso y si lo solicitara el nuevo síndico o la Comisión de Acreedores. El plazo
para la presentación de esta solicitud será de un mes a contar desde la fecha en que el cese se hubiera producido”.
La obligación del Síndico es rendir cuentas si lo solicita la Comisión de Acreedores, (art. 130 y ss), pero también cuando se
solicite la “suspensión o conclusión del concurso”.
La hipótesis de solicitud de suspensión o conclusión está regulada por el art. 180, pero también está prevista en los arts .207, 208
y 212. El principio general es que siempre que ha existido separación del deudor de la administración de la masa activa, el
Síndico deberá rendir cuentas. Lo que vemos innecesario en este último numeral es que nuevamente se repita la facultad de
solicitar la rendición de cuentas a la “Comisión de Acreedores”.
Distinta es la misma situación que se plantea con el Interventor, ya que sólo debe rendir cuentas, cuando según el art. 39, “ lo
acuerde el Juez del Concurso a solicitud de la Comisión de Acreedores”. Recordamos que la Comisión de Acreedores es un
órgano de creación facultativa, no preceptiva, por lo tanto es posible (así sucede en la mayoría de los concursos actuales) que no
exista Comisión que inste al Interventor a rendir cuentas.
Desacertadamente la ley no obliga (entendemos que igual el Juez lo podrá hacer, en uso de su poder de dirección del proceso
concursal, instado por el nuevo Interventor o la Comisión de Acreedores, si es que ésta existe) al Interventor a rendir cuentas
cuando ha sido cesado en su cargo “antes de la conclusión del concurso” como se lo impone al Síndico (art. 38 in fine).
Como veremos ,el art. 36 posibilita el cese o separación del cargo tanto del Síndico como del Interventor y en este caso se
justifica plenamente la rendición de cuentas ya que existe una “justa causa” que lo motivó.
Detalla el art. 40 el procedimiento que sigue la rendición de cuentas,y que finaliza con la aprobación o el rechazo de las cuentas
presentadas.
La rendición de cuentas por parte del síndico o interventor se debe acompañar de la documentación respaldante y quedarán de
manifiesto en el Juzgado por un plazo de quince días. “Durante este plazo el deudor, la Comisión de Acreedores y los demás
interesados que hubieran comparecido en el procedimiento podrán formular observaciones.
En caso de que no se formularan observaciones el Juez aprobará las cuentas presentadas, no admitiéndose contra el auto de
aprobación recurso alguno.
En caso de que se formularan observaciones la sentencia que recaiga en este procedimiento podrá ser recurrida con efecto
suspensivo”(art.40).
Por su parte el art. 41, prevé las sanciones al Síndico o Interventor a quienes las cuentas no le fueron aprobadas. En ese caso
quedarán inhabilitados para actuar como Síndicos o interventores “en cualquier otro concurso de acreedores durante el período
que fije el Juez del Concurso, que no podrá ser inferior a cinco ni superior a veinte años”.
Pero además esta sanción es “sin perjuicio de las acciones de responsabilidad patrimonial y criminal que su actuación pueda
haber generado.”
¿CÓMO FINALIZA LA LABOR?
La labor tanto del Síndico como del Interventor finaliza por diversas circunstancias:
a.- Por renuncia
El art. 29 de la Ley 18.387 plantea varias hipótesis sobre el comportamiento del Síndico o Interventor.

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Comercial II – Parte IV
Una se da, cuando es designado y rehusa aceptar, lo que fue analizado al tratar la designación y aceptación del cargo. Nos
interesa ahora tratar el inciso final de ese art. 29, cuando dispone que una vez que el Síndico o el Interventor, haya “Aceptado el
cargo, el nombrado sólo podrá renunciar por causa grave”.
Otra vez la ley omite definir que entiende por causa grave, sumergiéndonos en un mar de conjeturas.
Queda claro que es el Juez quien la aprecia y aunque el artículo no se explaya sobre este punto, deducimos que el Tribunal
puede aceptar la renuncia y exonerarlo del cargo si es que entiende que media causa grave.
No queda claro que sucede en caso contrario, aunque es de prever que se dispondrá su cese y baja del Registro si la causal
invocada no revistiera a juicio del Juez la gravedad requerida.
Para que nos sirva de guía, en el antiguo régimen concursal, el derogado art.1618 del Código de Comercio disponía: ”El cargo de
Síndico es renunciable por las siguientes causas:
1º Enfermedad que impida el desempeño de las funciones de Síndico.
2º Urgente necesidad de ausentarse.
3º Haber sido Síndico el año anterior.
4º Por cualquier otro motivo justificado a juicio del Juez.
Declarándose injustificada la renuncia y resistiéndose el nombrado a ejercer el cargo, incurrirá en la multa de doscientos pesos”.
b.- Por separación del cargo
Una de las formas de finalizar la labor es por cese anticipado o separación del cargo dispuesto por el Juez del concurso, de oficio
o a petición de cualquier de las personas legitimadas para instar el concurso enumeradas en el art. 6. Así lo prevé el art.36 que
exige que para que este cese anticipado se produzca es menester que concurra “justa causa”. Si bien las causas consideradas
justas que deben concurrir, para disponer el cese
anticipado o la separación del cargo de Síndicos e Interventores, no están detalladas, debe interpretarse este artículo 36
conjuntamente con el artículo 35 anterior, que regula el tema de la responsabilidad por daños y perjuicios.
En el régimen anterior el Código de Comercio en su derogado art. 1621,disponía las causas de separación del cargo del síndico,
a pedido de la Junta de Vigilancia o de cualquiera de los acreedores o aún de oficio por el Juez: mala administración, omisiones o
retardos en el cumplimiento de sus deberes, ausencia prolongada u otras causas graves.
El cese anticipado que deberá ser comunicado por la Sede al Registro de Síndicos e Interventores concursales del art. 42, obliga
al Juez del concurso a proceder “de inmediato a un nuevo nombramiento” (art. 37).
Pero otra hipótesis de cese anticipado sin que haya cesado su labor, es la prevista únicamente para el Síndico en el art. 179. Allí
se regula la separación del síndico por prolongación indebida del tiempo de la liquidación.
Ello presupone que se ordenó la liquidación de la masa activa y en consecuencia se convirtió al Interventor en Síndico, si es que
ya no estaba decretada la suspensión de la legitimación del deudor, en cuyo caso se confirma al Síndico que venía actuando (art.
169). La ley estima que un trámite de liquidación no tiene porque durar más de dos años y en consecuencia el art. 179 preceptúa
que “Transcurridos dos años desde la fecha de la resolución judicial ordenando la liquidación de la masa activa, sin que ésta
hubiera finalizado, cualquier interesado podrá solicitar al Juez del Concurso la separación del Sindico y el nombramiento de uno
nuevo”.
No nos parece un buen mensaje el que da la ley, pues a lo largo de nuestra experiencia en la materia con actuación en cientos de
expedientes, no hemos asistido a expedientes liquidatorios que presentaran plazos menores a los dos años, a pesar de una
actuación diligente (o al menos “no negligente”) del Síndico.
El trámite tendiente a la separación del Síndico, que dispone este artículo es muy sencillo: el Juez, previa audiencia del Síndico y
de la Comisión de Acreedores, decretará la separación y el nombramiento de nuevo Síndico “si el informe de la Comisión de
Acreedores fuera favorable a la separación y, aunque no lo fuera, si no existiera justa causa para la dilación”.
Es posible incluso que no exista Comisión de Acreedores (órgano no preceptivo) por lo que la decisión del Juez será adoptada sin
mayores elementos de consulta objetiva que permitan indagar la “justa causa”. Aclaramos que a nuestro juicio también es posible
cesar anticipadamente al Síndico sin que medie la dilación de dos años, pero ello por aplicación del criterio general previsto en el
art. 36, que ya analizamos “ut supra”.
Un efecto preceptivo de la separación está en el inciso final del art. 179 cuando dispone: “El síndico separado por prolongación
indebida de la liquidación perderá el derecho a percibir las retribuciones devengadas,debiendo reintegrar a la masa activa las
cantidades que, en concepto de retribución, hubiera percibido desde la resolución judicial de su designación”.
Nos preguntamos si es únicamente esta sanción la que se le aplica al Síndico que dilata los procedimientos.
Y respondemos que no, ya que es posible que con su retardo u omisión temporal el Síndico incurra en la responsabilidad genérica
prevista en el art. 35.
c.- Por sustitución
El art. 50, dispone con carácter general,trátese de un concurso voluntario o necesario, que los acreedores puedan nombrar un
sustituto del Síndico o del deudor.
Sucede que este planteo puede realizarse en cualquier “estado de los procedimientos, en audiencia o mediante acta notarial”.
Sólo se necesita que estén de acuerdo “acreedores quirografarios con derecho de voto, que representen por lo menos la mayoría
del pasivo quirografario con derecho de voto, podrán nominar un administrador del patrimonio y del giro del deudor durante el
concurso”.
Como para identificar los acreedores con derecho a voto (art. 126 de la ley 18.387) debemos haber superado la instancia de
verificación y calificación de créditos, me queda la razonable duda de si el “cualquier estado de los procedimientos” puede ser
anterior al proceso de verificación. Intuitivamente afirmo que sí, que es en cualquier momento, pues el uso de la terminología
“pasivo quirografario con derecho a voto” no necesariamente requiere su pasaje por la verificación para ser individualizado como
tal. Es más, similares términos se utilizan
para elegir la Comisión de Acreedores (que en su descargo encuentra el fundamento en el mismo art. 50), pero también cuando el
art. 214 faculta a suscribir un acuerdo privado de reorganización con acreedores representativos del 75% del “pasivo quirografario
con derecho a voto” y el APR se plantea “antes de la declaración judicial del concurso”, por lo que de la verificación ni miras de
plantearse.
Lo más importante a nuestros efectos, es que “el administrador designado por los acreedores sustituirá al Síndico o al deudor,
según los casos, en la función de conservación o administración del patrimonio y del giro del deudor”.

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Comercial II – Parte IV
La disposición del inciso 2do del art. 50, presupone el cese del Síndico, y aunque se omitió nombrarlo, al operarse la sustitución
del “deudor” por ende cesa su Interventor.
Recordamos que la norma se aplica tanto para los casos de suspensión como de limitación, según su primer inciso.
d.- Por finalización del proceso
La labor de los Síndicos e Interventores cesa naturalmente al culminar su misión, una vez que finalizan los procedimientos del
concurso, ya sea por celebrarse un convenio o por haberse procedido a la liquidación del activo en cualesquiera de sus formas y
repartido su producido a los acreedores .
El título X de la ley 18.387, a través de sus tres capítulos regula la forma en que finaliza el concurso y por ende la forma en que
terminan su labor Síndicos e Interventores .
¿CÓMO SE REMUNERA A SÍNDICOS E INTERVENTORES?
Cuando el dinero alcanza (las menos de las veces),la etapa de la remuneración constituye la parte más gratificante de la labor de
Síndicos e Interventores , y está regulada en el art. 34 que con carácter general dispone que “Los síndicos e interventores tendrán
derecho a ser retribuidos con cargo a la masa”.
En su inciso 2do el mismo art.34 anuncia que “La reglamentación aprobará el arancel aplicable a la actividad de los síndicos e
interventores atendiendo a la cuantía del activo, a la complejidad del concurso, a la duración de sus funciones y al resultado de su
gestión”.
Ya hemos visto el Decreto reglamentario sobre el tema.
El Decreto 180/2009 del 23 de abril de 2009, fija el Arancel aplicable a la actividad de Síndicos, Interventores y auxiliares. Este
decreto pone énfasis ( art.2) en que síndicos e interventores únicamente pueden ser retribuidos por sus funciones en el monto
que se determine de conformidad a este arancel, impidiéndose que reciban cualquier otra suma o compensación de ninguna
naturaleza, sean o no con cargo a la masa, ni del concursado ni de los acreedores ni de terceros.
De acuerdo al art.4 del Decreto reglamentario la retribución será fijada separadamente por las funciones prestadas en la etapa de
convenio y en la etapa de liquidación. Como es lógico la retribución en esta última es superior a la primera,pero además el monto
asignado a Síndicos e Interventores podrá ser modificado (art. 11), en función del cambio en las circunstancias
(dedicación,complejidad,derivaciones,etc.). La retribución de otros expertos que intervengan en el concurso, se fijará en función
de los activos sujetos a valoración o remate, de acuerdo a la complejidad de la tarea y teniendo como máximo el 50% y como
mínimo el 10% del monto que surge de la escala básica para el interventor concursal (art. 13 del decreto reglamentario).
El procedimiento a seguir para la fijación de la cuantía de la retribución (“y la forma en que deba ser pagada”) está establecido en
el art.34, que lo pone en manos del Juez “previo informe del síndico o del interventor”aunque suponemos que se refiere a la
solicitud y estimación por su parte y no a un informe propiamente dicho.
El artículo 34 finaliza disponiendo que la decisión judicial que fija la retribución del síndico o del interventor podrá ser recurrida, y
“el recurso tendrá efecto suspensivo respecto del importe por el que exista controversia.”:
- Por el propio Síndico o Interventor
- Por las personas legitimadas para solicitar la declaración judicial del concurso (art.6), quienes deberán expresar la suma que
consideran corresponde pagar.
En el régimen anterior el tema de la retribución de la sindicatura y de los pagos a cuenta, era tratado porel art.469.4 del CGP ,al
establecer que “El Síndico y sus asesores podrán percibir a cuenta de sus honorarios y gastos, sumas que determinará el tribunal,
sujetas a la liquidación final”.
Un dato no menor es que así como el art.34 dispone que la retribución de Síndicos e Interventores será con cargo a la masa, el
art.91 numeral 2 los considera propiamente “créditos contra la masa”. Por lo tanto se pagarán a medida que venzan y por fuera
del procedimiento de concurso, como lo establece el art. 92 de la ley 18.387.
Se trata de una diferencia no menor con relación al antiguo régimen concursal, pues el derogadoart.1732 del Código de Comercio
los calificaba como créditos privilegiados de primer grado,o sea “créditos en la masa” y no “de la masa” como en la actual
normativa.
También como dato atinente al aspecto retributivo,señalamos que el art.95, contiene una disposición acerca de gratuidad de la
tarea de verificación. Esa disposición era necesaria,pues es abiertamente contraria al art.32 de la Ley argentina de concursos y
quiebras,que faculta al Síndico a cobrar un arancel a cada acreedor para verificar su crédito. “Art 32 [Arancel] Por cada solicitud
de verificación de crédito que se presente, el acreedor pagará al síndico un arancel de cincuenta pesos que se sumará a dicho
crédito. El síndico afectará la suma referida a los gastos que le demande el proceso de verificación y confección de los informes,
con cargo de oportuna rendición de cuentas al juzgado, quedando el remanente como suma a cuenta de honorarios a regularse
por su actuación.
Exclúyese del arancel a los créditos de causa laboral, y a los menores ,de mil pesos, sin necesidad de declaración judicial”. Evitar
el pago de un “peaje”para verificar es lo que nuestro legislador quiso dejar bien en claro en el último inciso del art.95.-

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Comercial II – Parte IV

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Comercial II – Parte V.
EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DEL CONCURSO.
Efectos sobre el deudor
La continuación de la actividad del deudor es uno de los pilares de la nueva Ley, en el que trata de preservar la empresa.
En el régimen anterior, cuando se solicitaba concurso preventivo, en principio, el deudor también quedaba al frente de su
establecimiento.
La novedad en la nueva legislación, si bien en principio tampoco se aleja al deudor de su empresa, es que aún cuando el
concurso fuera solicitado por otros legitimados, tampoco se aleja al deudor de su empresa, salvo que su permanencia sea
inconveniente y el Juez así lo disponga en cualquier momento durante el proceso, de oficio o a solicitud del propio deudor, los
acreedores y del Síndico o del Interventor.
El Artículo 45 dispone que si el concurso fuera necesario, es decir, que no fuera pedido por el propio deudor o si fuera voluntario
pero el activo es insuficiente para cubrir el pasivo, se le suspenderá al deudor la legitimación para disponer y obligar a la masa
del concurso, sustituyéndolo en la administración y disposición de sus bienes por un Síndico.
En los demás casos se le limitará la legitimación para disponer y obligar a la masa y se designará un Interventor que
coadministrará los bienes conjuntamente con el deudor.
Asimismo, en cualquier momento del procedimiento y rigiendo la limitación de la legitimación, el Juez podrá, previa solicitud de
los Interventores y vista al deudor, disponer de la suspensión de la legitimación, cualquiera sea la situación patrimonial del
mismo.
En caso de suspensión de la legitimación, dice el Artículo 46 que, solamente el Síndico estará legitimado para realizar actos de
administración y disposición sobre bienes y derechos que forman la masa activa del concurso y será éste quien sustituirá al
deudor en todos los procedimientos jurisdiccionales o administrativos en curso, con excepción de aquellos fundados en
relaciones de familia que no contengan contenido patrimonial, por ejemplo, los juicios de pensiones alimenticias, que si bien son
de la jurisdicción de familia, tienen contenido patrimonial, por lo que requerirán la intervención del Síndico.
Artículo 45:
“ La declaración judicial de concurso producirá los siguientes efectos en la legitimación del deudor para disponer y obligar a la
masa del concurso:
1) Si el concurso fuera necesario, se suspenderá la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del concurso,
sustituyéndolo en la administración y disposición de sus bienes por un síndico.
2) Si el concurso fuera voluntario, se suspenderá la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del concurso, con
el alcance dispuesto en el numeral 1), solamente cuando el activo no sea suficiente para satisfacer el pasivo. En los demás
casos, se limitará la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa y se designará un interventor que coadministrará
los bienes conjuntamente con el mismo.
3) En el caso de concurso voluntario, si durante el desarrollo de los procedimientos se pusiera de manifiesto que, en el
momento de la declaración judicial, la relación entre activo y pasivo era distinta a la tenida en cuenta para suspender o limitar la
legitimación del deudor, el Juez modificará de oficio la medida adoptada, transformando la suspensión en limitación o la
limitación en suspensión, según corresponda.
4) En caso de haberse dispuesto la limitación de la legitimación del deudor, en cualquier momento el Juez, previa solicitud
fundada de los interventores y vista al deudor, podrá disponer la suspensión de la legitimación del deudor, cualquiera sea la
situación patrimonial de éste.
5) En todos los casos de conversión de la limitación de la legitimación para disponer y obligar la masa en suspensión o
viceversa, el Juez dispondrá las mismas medidas de publicidad acordadas para la sentencia de declaración judicial de
concurso.
6) Se exceptúan de la suspensión o limitación de la legitimación del deudor los actos personalísimos o referidos a bienes
inembargables, la presentación de propuestas de convenio y la impugnación o interposición de recursos contra la actuación del
síndico o del interventor y contra las resoluciones judiciales.”
Efectos generales de la limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar la masa del concurso:
El art. 47 de la ley 18387 nos dice que la limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar la masa del concurso,
dispuesta en la sentencia de declaración judicial de concurso o en cualquier resolución judicial posterior, producirá los
siguientes efectos:
1) El deudor requerirá de la autorización del interventor para contraer, modificar o extinguir obligaciones; conferir, modificar o
revocar poderes; o para realizar cualquier acto jurídico relativo a bienes de la masa activa.
2) Se exceptúan del régimen establecido en el numeral 1) las operaciones ordinarias del giro del deudor, las cuales serán
realizadas por éste bajo el control del interventor.
No se considerarán operaciones ordinarias del giro los actos relativos a bienes de uso registrables, la venta o arrendamiento del
establecimiento comercial y la emisión de obligaciones negociables.
3) Serán ineficaces frente a la masa los actos de administración y disposición detallados en el numeral 1), que realice el deudor
respecto de los bienes o derechos que integren la masa activa del concurso, sin autorización del interventor.
Tal como lo dispone el Artículo 48 el funcionamiento de los órganos sociales, si la deudora es persona jurídica, se ve afectado
también según se haya limitado o suspendido la legitimación del deudor.
En el caso de la suspensión, el Síndico ejercitará las facultades conferidas por la Ley y los estatutos a los administradores o
liquidadores, que por otro lado perderán el derecho de percibir cualquier tipo de remuneraciones.
La obligación legal de convocar a asambleas de socios o accionistas, se verá suspendida.
No obstante, en caso de realizarse, cualquier resolución que allí se adopte, estará supeditada a la aprobación del Síndico.
También quedarán suspendidas las funciones del órgano de control interno.
En el caso de la limitación de la legitimación del deudor según el artículo 49, cualquier convocatoria de reunión o asamblea de
socios o accionistas por parte de los administradores o liquidadores, requerirá la autorización expresa del Interventor.
En lo que respecta al órgano de control interno y sus funciones, solo el Juez podrá suspenderlo previa solicitud fundada del
Interventor, quien asumirá las funciones de aquel.

1
Comercial II – Parte V.
Dice el art. 49 de la ley 18387: “(Régimen de los órganos de la persona jurídica deudora en caso de limitación de la legitimación
para disponer y obligar la masa del concurso).- La limitación de la legitimación de las personas jurídicas para disponer y obligar
la masa del concurso producirá además los siguientes efectos respecto al funcionamiento de sus órganos sociales:
1) Los órganos de la persona jurídica se mantendrán en funcionamiento, con las limitaciones establecidas en este artículo.
2) La convocatoria de cualquier reunión o asamblea de socios o accionistas, por parte de administradores o liquidadores,
requerirá la autorización del interventor.
3) El interventor podrá solicitar al Juez, en forma fundada, la suspensión del órgano de control interno, asumiendo sus
funciones. “
De acuerdo con el art. 50 de la ley, el Síndico o el deudor podrán ser sustituidos por un administrador, designado por los
acreedores, en la función de conservación o administración del patrimonio y del giro del deudor.
Para que esto ocurra, se deben alinear, por lo menos, la mayoría de los acreedores quirografarios con derecho a voto, que
mediante acta notarial o audiencia, y en cualquier momento del procedimiento, nombrarán el administrador que procederá
durante el concurso (Artículo 50).
Art. 50: “(Designación de un administrador o una Comisión de Acreedores por los acreedores).- Sin perjuicio del régimen de
suspensión o limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar la masa del concurso, en cualquier estado de los
procedimientos, en audiencia o mediante acta notarial, acreedores quirografarios con derecho de voto, que representen por lo
menos la mayoría del pasivo quirografario con derecho de voto, podrán nominar un administrador del patrimonio y del giro del
deudor durante el concurso.
En este caso, el administrador designado por los acreedores sustituirá al síndico o al deudor, según los casos, en la función de
conservación o administración del patrimonio y del giro del deudor.
Igual mayoría de acreedores tendrá la facultad de designar una Comisión de Acreedores que controle el desarrollo de los
procedimientos y colabore en la búsqueda de soluciones a la situación de insolvencia del deudor. “
No se visualiza la hipótesis en que sea necesaria la sustitución del deudor, en todo caso, lo que se podría sustituir es al Síndico
o al Interventor según corresponda.
En algunos casos, esta solución puede ser ventajosa, ya que no siempre los aspirantes inscriptos en la SCJ resultan ser las
personas mas apropiadas para administrar, por lo que esta es una vía para designar a alguien que, según la mayoría de los
acreedores, es mas apto.
El artículo 51 de la ley regula lo relativo a las acciones contra los socios.
La declaración judicial de concurso tendrá los siguientes efectos respecto de las acciones contra los socios de la sociedad
deudora:
1) Corresponderá exclusivamente al síndico o al interventor, según el caso, la promoción de la acción contra los socios
personalmente responsables por las obligaciones sociales anteriores a la declaración de concurso, con excepción de aquellas
acciones correspondientes a obligaciones laborales y tributarias.
2) Corresponderá exclusivamente al síndico o al interventor, según el caso, la acción para obtener el pago íntegro de las
aportaciones comprometidas por los socios o accionistas, así como el cumplimiento de las prestaciones accesorias.
En caso de insuficiencia de bienes propios de la sociedad deudora, el síndico podrá reclamar a los socios o accionistas el pago
íntegro de los aportes comprometidos y no realizados, aun cuando no estuviera vencido el plazo establecido para el
cumplimiento de dicha obligación.
También competerá al Síndico o al Interventor según el Artículo 52, la promoción de la acción social contra los administradores,
liquidadores e integrantes del órgano de control interno prevista en el Artículo 393 de la Ley 16.060, sin necesitar para esto, la
previa conformidad de la reunión o asamblea de socios o accionistas.
Y si el síndico o el interventor fueran omisos, dicha acción podrá ser promovida por los acreedores.
Si la sentencia contuviera condena a indemnizar a la sociedad daños y perjuicios, el acreedor que hubiera ejercitado la acción
en interés de la masa activa, tendrá derecho a que, con cargo a esa indemnización, se le reembolsen los gastos y se le
satisfaga el 50% (cincuenta por ciento) del crédito que no hubiera percibido en el concurso.
De acuerdo con el art. 43 de la ley 18387, el deudor o administradores y liquidadores de la deudora y quienes se hayan
desempeñado en tales cargos en los dos años anteriores al concurso, están obligados a cooperar e informar debidamente,
acerca de todo lo relacionado con la situación de concurso planteada.
A tales efectos deberán comparecer personalmente ante al Juez, Síndicos e Interventores, toda vez que se les requiera en
interés del concurso.
En caso de limitación de la legitimación para disponer y obligar a la masa del concurso, el deudor persona física tendrá derecho
a percibir alimentos con cargo a la masa.
En caso de suspensión de dicha legitimación, solamente tendrá derecho de alimentos cuando la masa activa fuera superior a la
masa pasiva.
Las personas respecto de las cuales el deudor tuviera obligación de alimentos, sólo tendrán derecho a los mismos cuando no
pudieran percibirlos en monto suficiente de otra persona obligada a prestarlos.
Efectos sobre los acreedores
De acuerdo con el art. 55 Síndico o el Interventor, representarán en forma igualitaria, en principio, a todos los acreedores que
hayan quedado comprendidos en la masa pasiva del concurso.
Dice el art. 55: “(Composición de la masa pasiva).- Todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad
o domicilio, quedarán comprendidos en la masa pasiva del concurso, siendo representados por el síndico o el interventor y
alcanzados por los efectos del concurso, sin más excepciones que las establecidas en la presente ley.
Se otorgará un tratamiento igualitario a todos los acreedores pertenecientes a una misma clase, sin perjuicio de las excepciones
expresamente previstas en la ley.“
El Artículo 56 dispone que una vez declarado judicialmente el concurso, se le otorga al deudor, la Moratoria provisional, la cual
implica la prohibición de promover nuevos juicios (procedimientos judiciales o arbitrales)contra éste.
Se exceptúan los procedimientos que se funden en relaciones de familia siempre que no tengan contenido patrimonial y los
procesos laborales del inciso 2 del art. 59 que dice: “Los acreedores laborales tendrán la opción de verificar sus créditos dentro
del procedimiento concursal, promover un proceso de conocimiento ante la judicatura competente en materia laboral o verificar

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Comercial II – Parte V.
parte de sus créditos en el proceso concursal y los restantes en sede laboral, sin perjuicio de las acciones de ejecución y las
medidas cautelares, que serán en todos los casos competencia del Juez del concurso. “
Los procesos en trámite están regulados por el Artículo 57 que dispone que continuarán en la misma sede hasta que recaiga
sentencia firme. En este caso, el Síndico o el Interventor, previa autorización del Juez del concurso, podrán conformarse total o
parcialmente con la demanda, desistir con los recursos interpuestos o transar el juicio.
Según el Artículo 62 el Síndico o el Interventor, previa autorización judicial, dispondrán del pago anticipado de los créditos
laborales que se hubieran devengado y no estuvieran prescriptos, siempre que existan los recursos líquidos suficientes o bienes
fácilmente realizables en la masa activa y que la disposición de los mismos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del
deudor.
En caso de que estos créditos estén verificados, el Síndico o el Interventor, procurarán la obtención de los recursos necesarios
para la cancelación de los mismos, pudiendo solicitar autorización al Juez para la venta anticipada de activos del concurso,
manteniendo la viabilidad de la continuación del giro del deudor.
Artículo 62: “ (Situación de los créditos laborales).- Existiendo recursos líquidos suficientes o bienes fácilmente realizables en la
masa activa y siempre que la disposición de los mismos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor, el síndico
o el interventor previa autorización judicial dispondrá el pago anticipado de los créditos laborales de cualquier naturaleza que se
hubieran devengado y no estuvieran prescriptos.
En este caso, no será necesaria la verificación del crédito en el concurso ni sentencia laboral previa que lo reconozca. La
solicitud de pago anticipado podrá ser denegada, total o parcialmente, solamente en los casos en que los créditos laborales no
surjan de la documentación del empleador o cuando existan dudas razonables sobre el origen o legitimidad de los mismos.
Cuando el crédito laboral hubiera sido verificado en el concurso o hubiera recaído sentencia firme de la judicatura competente
reconociendo su existencia, el síndico o el interventor procurarán la obtención de los recursos necesarios para la cancelación de
los mismos, pudiendo solicitar autorización al Juez para la venta anticipada de activos del concurso, si fuera necesario, siempre
que la disposición de dichos recursos no afecte la viabilidad de la continuación del giro del deudor.
En caso de que los bienes de la masa activa fuesen insuficientes para la cancelación de los créditos laborales, se aplicará lo
dispuesto en el Artículo 183.”
Vemos que el inciso final del art. 62 nos habla de bienes de la masa activa insuficiente para la cancelación de créditos laborales
y nos envía al art. 183 que dice que si la masa activa que quedara una vez satisfechos los créditos con privilegio especial fuera
insuficiente para satisfacer todos los créditos con privilegio general, el pago se realizará por el orden establecido en el artículo
110, a prorrata dentro de cada número.
Y justamente el art. 110 refiere a créditos con privilegio general y dice: que son créditos con privilegio general, en el orden
planteado:
1) Los créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con dos años de anterioridad a la declaración del
concurso, siempre y cuando no hubieran sido satisfechos en la forma prevista en el Artículo 62, hasta por un monto de 260.000
UI (doscientos sesenta mil unidades indexadas) por trabajador. Tendrán también este privilegio los créditos del Banco de
Previsión Social por los aportes personales de los trabajadores, devengados en el mismo plazo.
No gozarán del privilegio previsto en el inciso anterior, los créditos de los directores o administradores, miembros del órgano de
control interno y liquidadores de la deudora, los cuales tendrán naturaleza de quirografarios, sin perjuicio de lo establecido en el
Artículo 201.
2) Los créditos por tributos nacionales y departamentales, exigibles hasta con cuatro años de anterioridad a la declaración del
concurso.
3) El 50% (cincuenta por ciento) de los créditos quirografarios de que fuera titular el acreedor que promovió la declaración de
concurso, hasta el 10% (diez por ciento) de la masa pasiva.
Estos privilegios se establecen sin perjuicio del derecho conferido por la ley a los acreedores a la satisfacción parcial de los
créditos no pagados a través del concurso, cuando hubieran ejercitado acciones en interés de la masa.
Efectos sobre los contratos.
Cuando comienza el concurso, los contratos pueden estar en vías de ejecución, contratos celebrados antes de la declaración.
En estos casos la ley 18387 establece en el artículo 68 que el Síndico o el deudor con la autorización del Interventor, podrá
rescindir unilateralmente los contratos de los cuales deriven obligaciones del deudor pendientes de ejecución, notificando esto a
la contraparte dentro del plazo de sesenta días, establecido para que los acreedores presenten la solicitud de reconocimiento
de sus créditos.
A su vez, durante este plazo, la contraparte podrá solicitar al Síndico o al deudor que se manifiesten, si disolverán o no el
contrato, contando con los cinco días siguientes a la recepción del requerimiento para expresarse.
Esta facultad excepcional, en tanto altera las reglas emanadas del derecho contractual en sede de incumplimiento y la posición
misma de los acreedores concursales, no solo es de interpretación estricta, sino que además debe ser ejercida en base a los
parámetros emergentes del buen fin del proceso concursal: la mayor conveniencia para el patrimonio del deudor y por ende, de
la colectividad de los acreedores.
Y en cualquier momento, dentro de dicho plazo, la contraparte del deudor podrá exigir, según los casos, al síndico o al deudor y
al interventor, que manifiesten si resolverán o no el contrato. En este caso, si no ejercieran la facultad de resolución dentro de
los cinco días siguientes a la recepción del requerimiento, ya no podrán ejercitarla con posterioridad, salvo que el Juez apruebe
un convenio que no implique la continuación de la actividad profesional o empresarial del deudor o disponga la liquidación de la
masa activa.
El Juez fijará la indemnización de daños y perjuicios que cause la resolución, crédito que tendrá la consideración de concursal.
En caso de no optarse por la resolución del contrato cuando el cumplimiento del contrato por parte del deudor implique riesgo
manifiesto y grave para la otra parte, ésta podrá solicitar al Juez que rescinda el contrato o que se garantice suficientemente el
cumplimiento del mismo.
Son nulas las estipulaciones contractuales que declaren resuelto el contrato o atribuyan la facultad de resolución a cualquiera
de las partes, en caso de insolvencia o de declaración de concurso del deudor. Para este tema la ley N.º 18937, realiza una
interpretación y nos dice que:

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Comercial II – Parte V.
“Artículo único.- Interprétase el Artículo 68 de la Ley No. 18.387, de 23 de octubre de 2008, en el sentido de que la facultad que
el numeral primero otorga al síndico o al deudor con autorización del interventor de rescindir unilateralmente los contratos de los
cuales deriven obligaciones pendientes de ejecución, no alcanza en ningún caso a las cesiones de créditos o derechos,
presentes o futuros, respecto de los cuales se hubiera producido la tradición real o ficta o que la transferencia de
créditos hubiera operado por aplicación de lo dispuesto por los Artículos 33 y 34 de la Ley No. 16.774, de 27 de setiembre de
1996, en la redacción dada por el Artículo 1º de la Ley No. 17.202, de 24 de setiembre de 1999. Dicha facultad tampoco
alcanza a los contratos garantizados con derechos reales o fideicomisos en garantía. Asimismo, las obligaciones
pendientes de ejecución a que alude el citado Artículo 68, son únicamente las principales.
La interpretación precedente es aplicable también a la facultad de resolución anticipada prevista en el párrafo segundo del
Artículo 170 de la Ley No. 18.387, de 23 de octubre de 2008.”
En la Exposición de Motivos del Proyecto enviado por el Poder Ejecutivo con fecha 19 de diciembre de 2011 se expresa que la
aplicación del citado artículo 68 “ha suscitado dudas respecto de la posibilidad de proceder a rescindir el fideicomiso de garantía
ante la hipótesis de cesiones de créditos presentes y futuros, en ocasión de situaciones concursales” por lo que “es necesario
despejar la duda expuesta mediante una interpretación acerca del alcance de las facultades que el numeral primero del citado
artículo otorga al síndico o al deudor con autorización del interventor de rescindir unilateralmente los contratos de los cuales
deriven obligaciones pendientes de ejecución, atento a que las cesiones de créditos presentes o futuros en garantía, tanto a
favor de un fideicomiso como del propio acreedor, no determinan la existencia de obligaciones pendiente de ejecución…”
Según Betti, característica de la interpretación auténtica en todas sus formas es la identidad del autor (sujeto u órgano al cual el
precepto viene referido por el orden jurídico), cuyo presupuesto es una incertidumbre en torno al significado de dicho precepto y
que hace posible una pluralidad de interpretaciones divergentes. La misma, que satisface una exigencia formal de certeza del
Derecho y de igualdad, consta de una norma interpretativa compuesta por dos momentos: un momento lógico, cual es la
enunciación de una apreciación interpretativa en torno al sentido de una norma precedente, y un momento preceptivo,
consistente en fijar tal apreciación, excluyendo a todo diverso entendimiento.
En el caso, la norma interpretada, que se encuentra entre las disposiciones que prevén los efectos de la declaración judicial de
concurso sobre los contratos, contempla la facultad de resolverlos unilateralmente de manera extrajudicial, por simple
notificación a la contraparte.
No obstante, la doctrina especializada en la materia señala que como regla general en el Derecho Comparado se afirma que la
declaración judicial de concurso no produce efectos sobre los contratos otorgados por el deudor con anterioridad, extremo que
se justifica porque el contrato pendiente de ejecución es visto como un activo que forma parte del patrimonio del deudor
concursado con el cual los acreedores pueden contar para la cancelación de sus créditos.
Con carácter general frente al incumplimiento de un contrato, entre los mecanismos de tutela del interés del acreedor, el sistema
civil confiere un poder de elección: la víctima puede optar entre promover la ejecución forzada específica o la resolución, en
ambos casos con la indemnización del daño causado.
Sin duda son dos instrumentos de tutela subordinados a requisitos diversos, en el que el remedio actuativo tiene presupuestos
menos rígidos y un área de actuación más restringida que el remedio ablativo, que también tiende a tutelar el interés lesionado
por el incumplimiento de la contraparte, al verse frustrada la propia expectativa o el interés en la obtención de la prestación.
En ese contexto todas las vicisitudes de la relación obligacional pueden ser representadas en
términos de riesgo contractual: la eventualidad que el deudor no cumpla constituye un riesgo para el acreedor (riesgo de no
recibir la prestación en cuya ejecución ha confiado); la eventualidad del deber de resarcir daños por su propio incumplimiento
constituye un riesgo para el deudor.
De ahí que el problema central de la responsabilidad civil contractual se concrete en la individualización de los criterios de
distribución, entre deudor y acreedor, del riesgo del incumplimiento obligacional.
Con la agudeza característica Caffera señala que la Ley de Concursos y Reorganización Empresarial trae aparejadas
importantes innovaciones en la consideración del incumplimiento obligacional.
Mientras en el sistema general (Código Civil) el modelo está centrado en cada obligación aislada de su contexto, puesto que la
misma es vista fuera del contexto del sistema de obligaciones en que es parte activa o pasiva el deudor, en la Ley 18.387 la
obligación es considerada en el marco del sistema de obligaciones asumidas por un sujeto deudor frente a todos los
acreedores, en circunstancias en que ese deudor es declarado en estado de insolvencia.
Destaca el talentoso civilista compatriota que “en vez de enfrentarse a un incumplimiento aislado la Ley pasa a tener entre
manos la problemática de un conjunto de obligaciones (cuyo centro común es que son las obligaciones de un mismo deudor)
que se presentan en su globalidad, como un todo orgánico, es decir como un sistema obligacional, bajo riesgo de
incumplimiento”. Por consiguiente, “la insolvencia del deudor que lleva a su situación de Concurso ataca un riesgo global para
los acreedores que debe enfrentarse de manera distinta que el riesgo representado por un incumplimiento puntual”, por lo que
el sistema de responsabilidad contractual “se transmuta totalmente para pasar a girar sobre un eje teórico distinto al del
concepto de obligación”. A su juicio, aquí, lo que sustituye a la obligación, es la idea de Sistema Obligacional del deudor:
“mientras en el incumplimiento de la obligación la idea fuerza ante el incumplimiento era la ejecución individual del patrimonio
del deudor, en la insolvencia global la cuestión pasa a ser puesta en riesgo de todo el sistema obligacional y la idea fuerza es el
mantenimiento del sistema para permitir en primer lugar su salvataje y luego el cumplimiento en la mayor medida posible frente
a la alternativa de una carrera desordenada de depredación que destruiría al propio deudor de quien se quiere obtener
satisfacción. Son dos lógicas distintas que generan regulaciones distintas y requieren artefactos teóricos adaptados de manera
diversa”.
De modo que “el remedio previsto por el Código para la disfunción de cada obligación aislada (la responsabilidad contractual)
no es el remedio adecuado para la disfunción de todo el sistema obligacional que las contiene”.
Sucede que como dice Miquel la impotencia financiera para hacer frente a sus obligaciones con recursos normales del giro de la
actividad empresaria configura una patología que no solo afecta a la empresa, sino a todos los intereses que allí convergen
(acreedores, trabajadores, socios, etc.). Dicha situación genera un microcosmos económico jurídico y justifica la necesidad de
una regulación particular y específica, para canalizar situaciones que permitan resolver el problema de la mejor manera posible.

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Comercial II – Parte V.
En esas circunstancias el derecho potestativo de pedir la resolución del contrato por incumplimiento se invierte y pasa al otro
extremo de la relación, puesto que sale de la esfera del acreedor a quien se ha incumplido y pasa a ser ejercido sólo por el
Síndico o el deudor con autorización del interventor, conforme lo dispone el numeral 1º del artículo 68 de la Ley.
Se produce aquí una clara desviación a lo preceptuado por el sistema general, donde legitimada para pretender la resolución
del contrato es la parte acreedora (según el artículo 1431 del Código Civil, “la parte a quien se ha faltado”) cuyo derecho ha sido
lesionado por el incumplimiento de la otra. Precisamente, la resolución del contrato por incumplimiento, como anota Roppo, es
un remedio en el interés de la parte.
En la Ley de Concursos y Reorganización Empresarial esta facultad de pedir la rescisión o resolución del contrato está
subordinada a que a la fecha de declaración del concurso existan contratos “de los cuales deriven obligaciones del deudor
pendientes de ejecución” (acápite del artículo 68) y opera extrajudicialmente por simple notificación a la contraparte, sin
requerirse su consentimiento.
El referido precepto emplea indistintamente las expresiones “resolución” y “rescisión”, puesto que si bien en dos oportunidades
alude a rescisión (numerales 1 y 4), en otras seis ocasiones utiliza el término resolución (numerales 2 a 5). Y como es sabido,
aunque ambos términos refieren a situaciones de resolución del contrato por incumplimiento, técnicamente el término rescisión
se reserva para la resolución de los contratos de duración, donde la cesación de la eficacia opera hacia el futuro (efectos ex
nunc), dada la imposibilidad lógica de repristinar -como dice Gamarra-un estado de cosas ya consumado por sucesivos actos
de cumplimiento.
Según Holz y Rippe el artículo 68 de la Ley concursal alterna en sus distintos numerales el uso de las expresiones “rescisión” y
“resolución” del contrato, sin que se aprecie ningún fundamento para la diferenciación que practica el precepto, a la luz y de
conformidad con el concepto doctrinario de ambos institutos. Añaden que los supuestos del artículo 68 no implican
incumplimiento del tercero ni eventualmente tampoco del propio deudor, por lo que de acuerdo a los principios generales en la
materia (artículo 1431 del Código Civil y 218 y siguientes de Código de Comercio) deberían calificarse a todos los supuestos
como “rescisiones por disposición legal implicando que la sola voluntad del deudor con autorización del interventor o del síndico
notificada al co-contratante operan la misma, que producen sus efectos ex tunc y no ex nunc”.
Pero a diferencia del régimen derogado y de otras legislaciones en el Derecho Comparado, nuestra Ley concursal no disciplina
cada tipo de contrato, ni distingue el tipo de prestación (si es de dar o de hacer), sino que refiere en general a contratos del cual
deriven obligaciones pendientes de ejecución, con lo cual “se trata de los contratos que la doctrina llama de ejecución
continuada”.
En esa dirección señala Creimer que al declararse el concurso pueden estar en vías de ejecución o ejecutándose contratos
otorgados antes de tal declaración, como es el caso de contratos de ejecución continuada (arrendamiento o suministro, por
ejemplo). Advierte que la prerrogativa que la norma confiere al síndico, o al deudor con autorización del interventor, es una
facultad de corte excepcional, en la medida que altera los principios del derecho contractual en materia de incumplimiento
obligacional, siendo por ende de interpretación estricta y ejercitable en base a los parámetros emergentes del buen fin del
proceso concursal, como la mayor conveniencia para el patrimonio del deudor y de la propia colectividad de acreedores.
La condena a los daños y perjuicios que cause la resolución del contrato (que tendrá naturaleza de crédito concursal) de cierta
manera evidencia, como expresan Rodríguez Mascardi y Ferrer Montenegro, “que el incumplimiento subyace a la resolución:
quien resuelve indemniza”.
Aunque las hipótesis en las cuales se faculta la resolución no necesariamente suponen situaciones de incumplimiento, a
diferencia de las hipótesis de rehabilitación de contratos resueltos, que sí suponen el incumplimiento del deudor y están
acotadas a los contratos específicamente previstos por la norma (artículo 79).
Si bien es cierto que esta última norma prevé la rehabilitación para los contratos que hubieran
caducado o que fueron resueltos por incumplimiento (así lo indica el título de la norma) en rigor la caducidad atañe más bien al
reestablecimiento del programa de los pagos periódicos. Primeramente porque la expresión caducidad del contrato es
improcedente; la caducidad es un instituto que opera en la órbita de los derechos y supone la extinción de los mismos por el
solo transcurso del término legal o convencional fijado para que dentro del mismo fueren ejercidos.
Menos aún tiene explicación plausible la alusión del inciso primero a la caducidad “por incumplimiento del deudor”, pues los
contratos no caducan por incumplimiento, sino que se resuelven.
La caducidad que ha previsto la norma es la del beneficio del plazo para el pago de las prestaciones periódicas emergentes de
los contratos que se detallan (préstamos pagaderos en cuotas, compraventas a crédito, promesa de enajenación de inmuebles
a plazos, arrendamientos y créditosde uso), cuando se produce el incumplimiento del deudor de la obligación de pagar el precio
o las prestaciones periódicas comprometidas.
Dicha rehabilitación del programa de prestaciones exige que el contrato no se hubiera extinguido por resolución decretada por
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, que se notifique al titular del crédito, que se consignen las cantidades
pendientes de pago con sus respectivos intereses moratorios, con la obligación de continuar realizando los pagos periódicos en
los plazos de sus sucesivos vencimientos.
La otra alternativa, rehabilitar contratos que hubieren sido resueltos, excluye de su operativa la situación en que la resolución
judicial ya hubiera tenido lugar por sentencia ejecutoriada; quedan comprendidos, por ejemplo, los casos de resolución
extrajudicial del artículo 68. Para Caffera la única hipótesis de resolución extrajudicial sería la que opere en virtud de la cláusula
resolutoria.
En el marco de esa facultad resolutoria la Ley 18.937 viene a establecer por vía interpretativa que quedan excluidas de la
misma (“no alcanza en ningún caso” dice la norma) las cesiones de créditos respecto de las cuales se hubiera producido la
tradición real o ficta, o cuya transferencia hubiere operado por aplicación de lo preceptuado por los artículos 33 y 34 de la Ley
de Fondos de Inversión Nº 16.774, incorporados por el artículo 1º de la Ley 17.202, así como los contratos garantizados con
derechos reales o fideicomisos de garantía. Y añade que tal interpretación es también aplicable a la facultad de resolución
anticipada prevista por el artículo 170, párrafo 2, de la Ley de Concursos puntualizando además que las obligaciones
pendientes de ejecución son únicamente las obligaciones principales.
Esta Ley aclaratoria, delilimitativa del supuesto de la norma que interpreta, contempla dos exclusiones a la facultad resolutoria:
A) En lo que respecta al primer supuesto, relativo a los contratos de cesión de crédito en donde ya hubiere operado la
transferencia del mismo, cabe destacar que la ejecución de la prestación correspondiente ha tenido lugar. Vale decir, si la

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Comercial II – Parte V.
transferencia de la titularidad del derecho de crédito tuvo lugar es porque la ejecución de la prestación emergente del contrato
se verificó, siendo lógico que se excluya de la facultad resolutoria en la medida en que esa obligación no está más pendiente de
cumplimiento. Y si dicha facultad resolutoria se entiende que opera para los contratos de ejecución continuada (“contratos de
los cuales deriven obligaciones pendientes de ejecución”) también se justifica la no inclusión, dado que la cesión de un crédito
no ingresa en dicha categoría doctrinaria.
La solución legislativa es armónica con el sistema del Código Civil, en la medida en que individualiza en la tradición el acto que
marca el traspaso del derecho de crédito, de conformidad con lo que dispone el artículo 768 del Código Civil. Esta norma
contempla como opera la tradición de los derechos creditorios (“por la entrega de los documentos que le sirven de título”), a la
que subordina a un requisito legal de eficacia (“la tradición de un crédito cedido no surte efecto, mientras no se denuncie o
notifique la cesión al deudor”), todo lo cual está en consonancia con el artículo 1757, debiendo esa notificación practicarse con
exhibición del título, que llevará anotado el traspaso del derecho, con la designación del cesionario y bajo firma del cedente.
En el sistema del Código Civil el traspaso del crédito que ha sido cedido opera, al igual que en materia de derechos reales, a
través de la tradición, siendo en ese sentido uniformes las soluciones en cuanto a la transferencia de la titularidad del derecho
en la adquisición derivada, si bien en el caso del derecho creditorio, por tratarse de un derecho personal, se exige como
requisito de eficacia la notificación al deudor, extremo que se justifica en la medida en que el crédito es un derecho de
pretensión y el sujeto a quien incumbe el deber de prestación debe saber el momento preciso en el que se produjo la
modificación subjetiva activa (sucesión) de la relación obligatoria.
El Maestro Gamarra, sin embargo, entiende que resulta impropio aplicar la tradición al crédito y si bien no hay tradición, existe
un acto equivalente, que marca nítidamente en el tiempo el momento en que el traspaso del crédito tiene lugar. Para el insigne
civilista compatriota, ese acto equivalente a la tradición, que acredita el traspaso del derecho de crédito del patrimonio del
cedente al patrimonio del cesionario, es la notificación o la aceptación del deudor cedido.
La Ley 18.937 refiere en el primer tramo a cesiones de “créditos o derechos”, planteándose de inmediato la interrogante si estas
expresiones han sido o no utilizadas como equivalentes, pues no hay calificación alguna acerca de la naturaleza de esos
derechos.
A nuestro juicio refieren a los derechos de crédito o derechos de pretensión, pues el término “cesión” así lo evidencia, ya que el
Código lo utiliza para referirse a dos negocios (cesión de crédito y cesión de derechos hereditarios).
En la adquisición derivativa, a la transferencia de la propiedad o de los derechos reales limitados, no se la denomina cesión sino
enajenación. Ello es corroborado inmediatamente por el propio texto de la Ley interpretativa, que alude a la transferencia de
“créditos” efectuada bajo el régimen de la Ley de Fondos de Inversión. La referencia a “derechos” ha de entenderse entonces
como sinónima a créditos.
Dentro de este primer supuesto la Ley contempla también a la transferencia de créditos que hubiera operado en virtud de la
normativa en materia de Fondos de Inversión (Ley 16.774), de acuerdo a los artículos 33 y 34, incorporados por el artículo 1º de
la Ley 17.202. Aquí sí hay un régimen especial previsto para la transferencia del crédito, en el que además la notificación al
cedido opera sin requerirse la exhibición del título, no siendo incluso necesaria cuando el deudor ha renunciado de manera
expresa y anticipada a los derechos que le confieren los artículos 1758-1760 del Código Civil y 563-565 del Código de
Comercio (no consentir la cesión y oponer al cesionario todas las excepciones reales y personales que le hubiera podido
oponer al acreedor cedente).
Refiriéndose a las cesiones de créditos anteriores al concurso Rodríguez Mascardi y Ferrer Montenegro señalan que se trata de
contratos que no pertenecen a la categoría de operaciones ordinarias al giro al que se dedica el deudor, por lo que en ningún
caso puede ser objeto de revocación (artículo 83), pero que a los efectos de reintegrar a la masa activa sumas cedidas con
anterioridad a la declaración de concurso, para dotar de liquidez al mismo, el síndico o el deudor con autorización del
interventor, en su caso, tienen la facultad de rescindir unilateralmente el contrato notificando tal extremo al cesionario y al
cedido, de conformidad con lo previsto por el artículo 68 numeral 1 de la Ley 18.387. Agregan las autoras que se trata de un
“mecanismo que evita que un acreedor pueda mantener el cobro de sus créditos cuando los demás se ven impedidos de
hacerlo por la declaración judicial del concurso”, siendo una “forma de restituir la igualdad de los acreedores, y de recomponer
los activos al mismo tiempo”.
La Ley 18.937, por vía interpretativa, viene pues a establecer que no están alcanzadas por esa facultad “rescisoria” aquellas
cesiones en donde la transferencia del crédito ya se hubiere producido de acuerdo a la normativa que rige el correspondiente
traspaso del derecho creditorio.
B) El segundo supuesto en que por vía interpretativa se excluye al síndico o al deudor con autorización del interventor de la
facultad de pedir la resolución es el atingente a los “contratos garantizados con derechos reales o fideicomisos de garantía”-
La Ley opta por excluir al fideicomiso de garantía del elenco de los derechos reales, punto
que ha dado lugar a opiniones divergentes en la doctrina nacional40 dada la parquedad de la Ley de Fideicomiso uruguaya Nº
17.703, que no ha regulado orgánicamente esta modalidad de fideicomiso y que alude incidentalmente a la figura solamente en
dos normas, una en materia tributaria (artículo 42) y la otra (artículo 9, literal B) para exceptuar a las instituciones de
intermediación financiera de la prohibición de ser, a la vez, fiduciario y beneficiario del mismo.
Entendemos que dicha exclusión resulta oportuna pues en el denominado fideicomiso de garantía no se constituye un nuevo
derecho real, como sucede en la prenda común o en la hipoteca, sino que es la misma propiedad fiduciaria la que está afectada
a un fin de garantía de un derecho de crédito, a través de las instrucciones dadas por el fideicomitente al fiduciario para que en
caso de producirse el incumplimiento proceda a la realización privada del bien o de los bienes objeto del fideicomiso, para con
cuyo producido satisfacer el derecho de crédito.
El término “contratos garantizados con derechos reales” refiere a los tipos contractuales cuyo derecho de crédito ha sido
asegurado a través de la constitución de derechos reales menores con función de garantía, que en nuestro sistema son los
derechos de prenda y de hipoteca.
Aunque también genera un derecho real con función de garantía (de una obligación de dar que no es de suma de dinero) la
inscripción en el Registro de la Propiedad del contrato de promesa de enajenación de inmuebles a plazos (artículo 15 de Ley
8.733).

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Comercial II – Parte V.
En el régimen de la Ley de Concursal los créditos garantizados con prenda o hipoteca son créditos con privilegio especial
(artículo 109), mientras que en el sistema general -régimen del Código Civil- son créditos preferentes (artículos 2372, 2380 y
2381).
Si bien es cierto que la Ley de Concursos en su artículo 256 deroga expresamente los artículos 2359 a 2389 del Código Civil,
genera la interrogante sobre las preferencias de la prenda y la hipoteca cuando no existe concurso, o cuando se trata de un
concurso civil que se sigue regulando por las normas del Código General del Proceso (artículo 2 de la Ley).
Parte de la doctrina (Rodríguez Russo) sostiene la vigencia del régimen del Código Civil para estas dos situaciones en las que
no resulta aplicable la Ley concursal.
Finalmente, la mentada Ley interpretativa declara aplicable la interpretación efectuada (respecto a los casos que no están
incluidos en la facultad resolutoria) a la hipótesis de resolución anticipada prevista por el artículo 170 de la Ley Concursal.
Esta norma, que se encuentra entre los efectos de la apertura de la liquidación, en sendos incisos distingue los efectos que
produce sobre los créditos de los efectos sobre los contratos celebrados por el deudor.
Así, la apertura producirá el vencimiento anticipado de todos los créditos anteriores a la declaración de concurso, pues opera la
caducidad del plazo.
Pero además será justa causa para la resolución anticipada de los contratos celebrados por el deudor concursado, cuando
existan obligaciones pendientes de ejecución en forma total o parcial.
En tal caso el crédito indemnizatorio fijado por el Juez tendrá naturaleza concursal; según Rodríguez Mascardi y Ferrer
Montenegro, se trata de un crédito que tiene su causa en una relación contractual anterior al concurso y que reviste la calidad
de quirografario.
En tal situación la resolución es calificada de anticipada porque anticipada es la exigibilidad, al disponer la Ley el vencimiento
de todos los créditos, a pesar de que en rigor no se ha verificado el transcurso de los plazos fijados de acuerdo al programa
contractual respectivo. Justamente este vencimiento anticipado explica la solución del artículo 189 de la Ley: si el pago de un
crédito de fecha anterior a la declaración judicial del concurso se ha efectuado antes de la fecha en que hubiera vencido de no
haberse producido la apertura de la liquidación, deberá realizarse el descuento correspondiente, abonándose aquel por el valor
actual.
En definitiva, la oportunidad de la sanción de esta Ley interpretativa no puede controvertirse, en la medida que contribuye a
eliminar la incertidumbre provocada por disímiles interpretaciones, al delimitar por vía de exclusión el ámbito operativo del
supuesto de hecho de la norma interpretada, fijando así con carácter vinculante lo que no queda incluido en la preindicada
facultad resolutoria conferida al síndico o al deudor con autorización del interventor.
Los contratos de trabajo celebrados por el deudor no resultarán rescindidos por efecto de la declaración del concurso,
excepto en el caso de directores, gerentes generales y todo personal de alta dirección, en el que el Síndico o el Interventor
podrán solicitar al Juez el aplazamiento de su pago.
El Artículo 70 de la ley 18387 considera personal de alta dirección a los directores, gerentes generales y todo aquel que tuviera
facultades de decisión sobre cuestiones sustanciales de la actividad del deudor.
Se considera personal de alta dirección a los directores, gerentes generales y todo aquél que tuviera facultades de decisión
sobre cuestiones sustanciales de la actividad del deudor.
El síndico podrá solicitar al Juez el aplazamiento del pago de este crédito concursal hasta que quede firme la sentencia de
calificación.
Efectos Sobre los Créditos:
Los créditos expresados en moneda extranjera se convertirán a moneda nacional al tipo de cambio comprador interbancario de
la fecha de declaración del concurso, salvo los créditos prendarios e hipotecarios expresados en moneda extranjera, hasta el
límite de su respectiva garantía.
A partir de la fecha de declaración de concurso y hasta la fecha de pago, todos los créditos serán ajustados de acuerdo con los
criterios establecidos por el Decreto Ley No. 14.500.
Desde la declaración de concurso, se suspenderán el devengamiento de los intereses salvo los créditos prendarios e
hipotecarios hasta el límite de su respectiva garantía, y los créditos laborales.
La suspensión del devengamiento de intereses se establece sin perjuicio de lo que resulte pactado en el convenio o acuerdo
privado de reorganización entre el deudor y sus acreedores y de la compensación establecida por el Artículo 188 en caso de
resultar un remanente luego de la liquidación del patrimonio del deudor.
Declarado el concurso no procederá la compensación legal de los créditos con las deudas del deudor, salvo que estuvieran en
situación de ser compensados antes de la declaración del concurso.
Declarado el concurso no podrá ser invocado el derecho de retención sobre bienes y derechos integrantes de la masa activa.
Desde la declaración del concurso quedarán suspendidos los plazos de prescripción y caducidad de las acciones contra el
deudor por créditos anteriores a la declaración.
También quedarán suspendidos los plazos de prescripción y caducidad de las acciones sociales de responsabilidad contra los
administradores, liquidadores e integrantes del órgano de control interno.
FORMACIÓN DE LA MASA ACTIVA.
Composición de la masa activa:
El Artículo 71 de la ley 18387, define a la masa activa del concurso, como la totalidad del patrimonio del deudor a la fecha de la
declaración y los bienes y derechos que adquiera hasta la conclusión del procedimiento.
Componen el patrimonio del deudor los bienes y derechos propios y los gananciales, cuya administración le corresponda por
Ley o por capitulación matrimonial, con excepción de aquellos bienes y derechos que tengan el carácter de inembargables.
Es así entonces como se compone la masa activa, se aplica el principio de universalidad.
Se presumirá en beneficio de la masa, salvo prueba en contrario, que los bienes y derechos adquiridos por el cónyuge del
deudor, dentro del año anterior a la declaración de concurso, respecto de los cuales no pueda justificar la procedencia del
precio, constituyen donación del deudor.
Se tendrá por justificada la procedencia del precio cuando, en el momento de la adquisición, el cónyuge titular de los bienes o
derechos recibiera sueldo, ejerciera profesión o tuviera a su disposición dinero, en todos los casos, por importe suficiente.
Pero sepan que la presunción no regirá cuando los cónyuges estuvieran separados judicialmente.

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Comercial II – Parte V.
En caso de declaración de concurso del titular de una cuenta indistinta, abierta con un año o menos de antelación a la fecha de
dicha declaración, se presume que la totalidad del saldo acreedor de dicha cuenta es propiedad del deudor, salvo prueba en
contrario.
Conservación y administración de la masa activa
El Artículo 75 de la Ley, establece que el Síndico o el deudor, con la autorización y control del Interventor, deberán administrar la
masa activa del modo más conveniente para la satisfacción de los acreedores.
Dice el art. 75: “ (Conservación de la masa activa).- En caso de suspensión de la legitimación del deudor para disponer y obligar
a la masa del concurso, el síndico deberá conservar los bienes y derechos que integren la masa activa del concurso.
Los bienes de fácil deterioro o de difícil o costosa conservación podrán ser enajenados de inmediato mediante la modalidad que
disponga el Tribunal a propuesta del síndico.
Deberá realizar además todos los actos necesarios para entrar en posesión de los libros legales y de los documentos relativos a
la masa activa y a la actividad profesional o empresarial del deudor.”
El síndico o el deudor, con la autorización y control del interventor, deberán administrar la masa activa del modo más
conveniente para la satisfacción de los acreedores.
Hasta la resolución judicial que apruebe el convenio o disponga la apertura de la liquidación, la enajenación o el gravamen de
bienes de uso o de derechos de cualquier clase, cuyo valor sea superior al 5% (cinco por ciento) del valor total de la masa
activa, requerirá la autorización del Juez del concurso.
Por su parte y como lo dispone el Artículo 76, el Síndico y el Interventor, tendrán la facultad de administrar y obtener información
sobre las cuentas bancarias del deudor sin que les sea oponible el secreto bancario.
Por otro lado el Artículo 77 establece que deberán también elaborar el inventario físico y valorado de la masa activa a la fecha
de declaración del concurso y de presentación del inventario, para lo que recurrirán al asesoramiento de expertos
independientes, previa autorización del Juez, e indicaran las posibles variaciones entre ambos momentos.
Art. 77: “El síndico o el interventor deberá elaborar el inventario de la masa activa, con valoración de los bienes y derechos de
que se compone a la fecha de la declaración del concurso y de presentación del inventario, indicando las variaciones que
hubiera experimentado entre ambos momentos.
Deberán recurrir al asesoramiento de expertos independientes para la valoración de los elementos de la masa activa,
solicitando previamente la autorización del Juez del concurso.
El inventario será presentado al Juez del concurso, conjuntamente con la nómina de acreedores, y quedará de manifiesto en el
Juzgado a disposición de los acreedores.“
Dicho inventario será presentado al Juez del concurso conjuntamente con la nómina de acreedores, quedando en el juzgado a
disposición de cualquier interesado legítimo, personal y directo, pudiendo estos impugnarlo solicitando la exclusión o inclusión
de bienes y derechos así como la modificación de la valoración de los mismos.
“Art. 78: (Impugnación del inventario).- Dentro del plazo establecido para la impugnación de la lista de acreedores, cualquier
interesado podrá impugnar el inventario, solicitando la inclusión o la exclusión de bienes y derechos, así como la modificación
de la valoración de los elementos de la masa activa.”
El Artículo 79 de la ley otorga al Síndico y al Interventor la facultad de rehabilitar los contratos de mutuo pagaderos en cuotas de
capital o de intereses, las compraventas a crédito de bienes muebles e inmuebles, las promesas de enajenación de inmuebles a
plazo, los arrendamientos y los créditos de uso que hubieran caducado por incumplimiento del deudor de la obligación de pagar
el precio y/o de realizar los pagos periódicos comprometidos, bajo ciertas condiciones:
1) La rehabilitación deberá ser notificada al titular del crédito antes de que finalice el plazo para presentar la solicitud de
reconocimiento de créditos, previa consignación de los importes pendientes de pago y de los intereses moratorios.
2) No debe de haber recaído sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada disponiendo la resolución del contrato por
incumplimiento.
3) El síndico o el interventor asumirá, por el deudor, la obligación de continuar realizando los pagos periódicos en los plazos de
sus sucesivos vencimientos, los que serán créditos contra la masa.
Reintegración de la masa activa:
El art. 80 nos dice que corresponde al síndico, en el caso de que a la fecha de declaración del concurso, el pasivo fuera
superior al activo susceptible de ejecución forzada, ejercitar las acciones revocatorias que correspondan, para reintegrar a la
masa activa los bienes y derechos que hubieran salido del patrimonio del deudor en determinadas situaciones, que se clasifican
en actos revocables de pleno derecho (Artículo 81) y actos revocables en fraude de los acreedores o en conocimiento de la
insolvencia (Artículo 82).
En los revocables de pleno derecho, se encuentran aquellos actos a título gratuito realizados por el deudor dentro de los dos
años anteriores a la declaración de concurso, salvo los regalos y liberalidades de costumbre y las donaciones a favor del
personal que tengan carácter remuneratorio, siempre que la contraprestación recibida, no sea notoriamente inferior al valor del
bien transferido.
También aquellos actos de constitución o de ampliación de derechos reales de garantía sobre bienes o derechos del deudor,
otorgados en los seis meses anteriores a la declaración de concurso, en garantía de obligaciones preexistentes no vencidas o
que se hubieran contraído con el acreedor al mismo tiempo de la extinción de las anteriores.
Además lo integran, los pagos realizados por el deudor por créditos que aún no se hallaran vencidos y actos de aceptación de
cualquier clase de requerimiento resolutorio de contrato, siempre que se hayan realizado dentro de los seis meses anteriores a
la declaración del concurso.
En cuanto a los actos revocables en fraude de los acreedores o en conocimiento de la insolvencia, se encuentran los actos y
omisiones del deudor, realizados en los dos años anteriores a la declaración del concurso, cuando hubiera actuado en fraude y
en perjuicio de los acreedores y a su vez la contraparte conocía o debía conocer su estado de insolvencia, en el caso de
personas especialmente relacionadas con el deudor.
Nunca se verán afectados los derechos adquiridos por terceros de buena fe, correspondiendo a la contraparte indemnizar a la
masa por el valor de los bienes o derechos objeto de la acción revocatoria.
Cabe destacar que en ningún caso procederán las acciones revocatorias en las operaciones ordinarias del giro del deudor y
que transcurridos dos años de la declaración del concurso, las mismas prescribirán (Artículo 83 y 84).

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Comercial II – Parte V.
El Artículo 85 establece que en el caso de que el Síndico no promoviera acción revocatoria alguna antes de a fecha fijada para
la junta de acreedores, cualquiera de estos, que representen el 5% de la masa pasiva, podrá iniciar la acción.
Y en caso de que la misma se incluyera en la sentencia, el acreedor tendrá derecho a que se le reembolsen tanto los gastos del
proceso como el 50% del crédito que no hubiera percibido en el concurso.
ARTICULO 80.- (Objeto de la reintegración).- En el caso de que, a la fecha de declaración del concurso, el pasivo fuera superior
al activo susceptible de ejecución forzada, el síndico ejercitará las acciones revocatorias que correspondan para reintegrar a la
masa activa los bienes y derechos que hubieran salido del patrimonio del deudor en las situaciones previstas en los artículos
siguientes.
ARTICULO 81.- (Actos revocables de pleno derecho).- Son revocables de pleno derecho los siguientes actos realizados por el
deudor:
1) Actos a título gratuito realizados dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso, salvo los regalos y
liberalidades de costumbre y las donaciones a favor del personal que tengan manifiesto carácter remuneratorio. Se
considerarán incluidos los actos en que la contraprestación recibida por el deudor hubiera sido notoriamente inferior al valor del
bien transferido.
2) Actos de constitución o de ampliación de derechos reales de garantía sobre bienes o derechos del deudor, otorgados en los
seis meses anteriores a la declaración de concurso, en garantía de obligaciones preexistentes no vencidas o que se hubieran
contraído con el mismo acreedor concomitantemente con la extinción de las anteriores.
3) Pagos realizados por el deudor dentro de los seis meses anteriores a la declaración de concurso, por créditos que aún no se
hallaran vencidos.
4) Actos de aceptación por el deudor de cualquier clase de requerimiento resolutorio de contratos, dentro de los seis meses
anteriores a la declaración de concurso.
ARTICULO 82.- (Actos revocables en fraude de los acreedores o con conocimiento de la insolvencia).- Son revocables los actos
y omisiones del deudor en perjuicio de los acreedores, realizados en los dos años anteriores a la declaración de concurso,
cuando el deudor hubiera actuado en fraude y perjuicio de los acreedores y la contraparte hubiera conocido o debido conocer
que el deudor se hallaba en estado de insolvencia.
Se presume el conocimiento del estado de insolvencia en el caso de personas especialmente relacionadas con el deudor.
En ningún caso la revocación afectará los derechos adquiridos por terceros de buena fe. Corresponderá a la contraparte
indemnizar a la masa por el valor de los bienes o derechos objeto de la acción revocatoria, que ya no se encuentren en su
patrimonio.
ARTICULO 83.- (Irrevocabilidad de las operaciones ordinarias).- En ningún caso serán objeto de revocación las operaciones
ordinarias del giro a que se dedica el deudor.
ARTICULO 84.- (Prescripción).- Las acciones revocatorias a que se refieren los artículos anteriores prescribirán a los dos años
de la declaración del concurso.
ARTICULO 85.- (Legitimación activa de los acreedores).- Si el síndico no promoviera la acción revocatoria antes de la fecha
fijada para la Junta de Acreedores, el acreedor o los acreedores cuyos créditos representen por lo menos el 5% (cinco por
ciento) del pasivo total del deudor podrán promover la acción por cuenta de la masa.
Si la sentencia acogiera la acción promovida, el acreedor que hubiera ejercitado la acción en interés de la masa activa tendrá
derecho a que, con cargo a esa indemnización, se le reembolsen los gastos del proceso y se le satisfaga hasta el 50%
(cincuenta por ciento) del crédito que no hubiera percibido en el concurso.
ARTICULO 86.- (Legitimación pasiva).- La demanda de revocación deberá dirigirse contra las siguientes personas, según
corresponda:
1) El deudor.
2) La contraparte en el acto objeto de revocación o quien se haya beneficiado con dicho acto u omisión, aunque el bien o el
derecho no estuviese ya en su patrimonio.
3) La persona que haya adquirido a título gratuito o a título universal el bien o el derecho de quien hubiera sido parte en el acto
objeto de revocación o se hubiera beneficiado del mismo.
4) Las demás personas que, actuando de mala fe, hubieran adquirido a cualquier título el bien o el derecho de quien hubiera
sido parte en el acto objeto de revocación o se hubiera beneficiado del mismo.
ARTICULO 87.- (Efectos de la sentencia de revocación).- La sentencia que acoja la acción revocatoria tendrá el siguiente
contenido:
1) Condenará al demandado a reintegrar a la masa activa los bienes o derechos indebidamente adquiridos, con sus frutos.
2) Si los bienes o derechos no se encontraran en su patrimonio, lo condenará a entregar el valor que hubieran tenido al salir del
patrimonio del deudor o en cualquier otro momento posterior, si hubiera sido mayor, más el interés legal.
3) Quedarán sin efecto los derechos reales de garantía que se hubieran constituido, ordenándose la cancelación de las
inscripciones registrales correspondientes.
4) En caso de pagos realizados por el deudor o por un tercero, se condenará a quien los haya recibido a reintegrarlos a la
masa, con más sus intereses.
5) El crédito que resulte a favor del demandado como consecuencia de la revocación, tendrá el carácter de crédito concursal.
6) Si se hubiera probado que el demandado conocía el estado de insolvencia del deudor en el momento de la realización del
acto o de la omisión, perderá el derecho a cobrar su crédito en el concurso.
Reducción de la Masa Activa:
El Artículo 88 dispone que los bienes y derechos que se encuentren en posesión del deudor y no sean de su propiedad en el
momento de la declaración del concurso, se separarán y entregarán a sus titulares previa autorización del Juez y siempre que el
Síndico o el Interventor emita informe favorable.
En caso contrario, la solicitud se deberá formular dentro del plazo y por el mismo procedimiento que el de la impugnación del
inventario.
Ejemplo de lo anterior es si un vecino deja su moto en el garaje del deudor por mera tolerancia de este o porque se lo arrendó,
pero esa moto no es parte de su patrimonio, por lo que deberá ser devuelto a su propietarios.

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Comercial II – Parte V.
Pero, no se separarán los bienes y derechos de propiedad ajena sobre los que el deudor tenga derecho de uso o garantías, así
como no se podrán separar aquellos que hayan sido adquiridos por un tercero de buena fe antes de declarado el concurso,
pudiendo en este caso el titular perjudicado, optar entre exigir la cesión del derecho a recibir la contraprestación (si aún el
adquiriente no la hubiera realizado) o solicitar el reconocimiento de su crédito en el concurso Esto surge de los arts. 89 y 90 de
la ley 18387:
“ARTICULO 89.- (Bienes no separables).- No serán susceptibles de separación los bienes y derechos de propiedad ajena sobre
los que el deudor tenga derecho de uso o de garantía.
ARTICULO 90.- (Imposibilidad de separación).- Si los bienes y derechos susceptibles de separación hubieran sido enajenados
por el deudor antes de la declaración de concurso a un tercero de buena fe, el titular perjudicado podrá optar entre exigir la
cesión del derecho a recibir la contraprestación, si todavía el adquiriente no la hubiera realizado, o solicitar el reconocimiento en
el concurso del crédito correspondiente al valor que tuvieran los bienes y derechos en el momento de la enajenación o en
cualquier otro posterior, si fuera mayor, más el interés legal.
El crédito que resulte a favor del titular perjudicado tendrá la calidad de crédito concursal.
El perjudicado tendrá diez días, a partir de la resolución judicial que le hubiera reconocido su derecho, para solicitar la
verificación de su crédito.”
Deudas de la masa activa
El art. 91 nos dice que los créditos contra la masa son básicamente los costos y costas del proceso, excluyendo los honorarios
de los abogados que patrocinan al deudor, los gastos de conservación, administración, valoración y liquidación de los bienes
que componen la masa activa, los créditos nacidos después el concurso, incluso los provenientes de la rehabilitación de
contratos, salvo que la Ley los considere concursales, los pagos por alimentos y entierro del deudor y sus allegados y las
retribuciones del Síndico o Interventor.
Y el artículo 92 establece que los créditos contra la masa se pagarán, a medida que venzan, fuera del procedimiento de
concurso y que supago se realizará con cargo a los bienes de la masa que no estén gravados con prenda o hipoteca.
Vamos a ver el tema de los honorarios de los abogados:
Hemos visto que la ley 18387, mantiene la preferencia de los créditos con garantía real pero la limita para los acreedores
laborales y tributarios, regula por primera vez con carácter general la categoría de acreedores subordinados, cuyos
antecedentes nacionales estaban limitados al ámbito voluntario (obligaciones negociables) y ahora vienen impuestas por el
legislador.
El crédito por honorarios por servicios jurídicos, bien puede surgir de un contrato o ser resultado de una norma legal. En el
primer caso es consecuencia de un contrato de arrendamiento de servicios profesionales, tratándose de la contraprestación en
estos contratos onerosos. El segundo caso es el que se configura cuando, por imposición legal y en virtud de una sentencia
judicial, el perdidoso de un juicio es condenado en costos.
Por tanto la hipótesis que nos ocupa puede darse tanto por concurso de un cliente o ex cliente (el que fue patrocinado y no
canceló el “precio” del servicio) como por el concurso de quien fue en su momento contraparte del patrocinado.
En una muy breve presentación de las clases de créditos previstos por el Derecho concursal uruguayo, cabe decir que la Ley
18.387 en su articulo 109 consagra la preferencia al cobro de acreedores prendarios e hipotecarios (privilegio especial) Estos
sufrirán (en teoría al menos) de forma sumamente limitada los impactos del concurso: fundamentalmente, la ejecución de su
crédito con garantía real será tramitada ante el Juez de concurso la cual sólo se verá frenada por un lapso de 120 días desde la
declaración del mismo. Corresponde recalcar que no tienen vedado el voto, pero si lo ejercen pierden su privilegio (articulo 127)
En principio se trata de un grado en el cual excepcionalmente se encuentre el crédito del abogado por honorarios profesionales.
Sin embargo ingresaría en este orden el abogado patrocinante del acreedor hipotecario o prendario, en tanto ante la ejecución
hipotecaria, luego de cancelados los gastos del remate, el producido del remate debe destinarse a pagar los honorarios del
abogado del ejecutante.
No existe norma expresa que refiera al tema, sin perjuicio de que entiendo que se mantiene la solución con indiferencia de si el
deudor se encuentra en concurso.
En la siguiente clase ingresan los denominados privilegios generales: acreedores laborales (limitados en quantum y tiempo) y
organismo de seguridad social por aportes personales de los trabajadores, acreedores fiscales (con limite temporal )
exclusivamente por tributos (multas y recargos son subordinados).
Bien puede tratarse de una situación en que se encuentre un abogado en tanto preste su servicio profesional bajo contrato de
trabajo.
Se agrega entre los acreedores con privilegio general al acreedor que insta el concurso.
Me detengo particularmente en este privilegio general en tanto se trata de un lugar que bien puede ocupar el abogado con
crédito por honorarios.
Se trata de un claro incentivo a la promoción del concurso: éste acreedor tendrá un privilegio sobre el resultado del concurso
que está limitado al 50% de su crédito por no más del 10% de la masa pasiva.
No puede perderse de vista que la promoción del concurso genera una hipótesis de responsabilidad para el supuesto que se
considere promovido con abuso de derecho o sin fundamento.
Cabe agregar lo que puede calificarse como otro privilegio incentivo pero restringido al éxito de la gestión realizada: la Ley
18.387 en su artículo 52 reconoce privilegio sobre el producido de la acción de responsabilidad contra administradores y
directores de la sociedad comercial concursada así como sobre el producido de la acción de responsabilidad del síndico. Es
decir que el abogado que resulte acreedor del concursado (en el análisis que nos ocupa, en concepto de honorarios), y además
promueva (en defecto del síndico11) una o las dos referidas acciones con éxito, se cobrará del mismo con preferencia (hasta el
50% del crédito no percibido del concurso).
Luego de acreedores con privilegio especial y general, el Derecho concursal uruguayo establece que cobran a prorrata los
acreedores quirografarios.
Estamos ante acreedores sin garantía real, que fuera del concurso cobraban según el orden de los embargos trabados. Es la
posición más tradicional del abogado titular de un crédito por honorarios. Se trata de los acreedores que, salvo exclusiones
especiales que establece la Ley (articulo 126), cuentan con el voto y por tanto adoptan las decisiones en el concurso, entre las

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Comercial II – Parte V.
que corresponde identificar aprobar un convenio concursal (o un acuerdo preventivo del concurso, en su caso) Acreedores
concursales a quienes se aplica el principio de tratamiento igualitario de los acreedores.
Finalmente corresponde comentar el grado de acreedores subordinados, donde además del fisco por multas y recargos,
ingresan las personas especialmente vinculadas con el deudor concursado.
EL CRÉDITO DEL ABOGADO ESPECIALMENTE VINCULADO AL CONCURSADO.
HIPÓTESIS DE SUBORDINACIÓN POR VÍNCULOS CON EL CONCURSADO:
De acuerdo con la Ley 18.387 articulo 112, se indica entre las personas especialmente vinculadas con el deudor persona física,
sus descendientes y ascendientes, su cónyuge y concubino/a y sus hermanos.
En cuanto al concursado persona jurídica, la Ley declara personas especialmente vinculadas a sus administradores de hecho o
de derecho (o quienes lo fueron hasta 2 años antes de la declaración del concurso), a socios personalmente responsables y a
accionistas con más del 20% del capital social y las sociedades que conforman con el deudor un grupo de sociedades.
Por tanto el abogado que esté unido en los referidos grados de parentesco con el concursado u ocupe los referidos cargos o las
referidas “posiciones” respecto de la concursada persona jurídica, por sus créditos por servicios profesionales serán acreedores
subordinados.
Esta una solución que ha sido objeto de critica explicita por parte de la profesora Alfaro quien considera que la norma somete a
un régimen sumamente gravoso a acreedores que pueden contar con prueba que los desvincule del deudor concursado.
Sabido es que subyace a esta solución dos fundamentos: se trata de personas que, por un lado, por sus especiales vínculos
cuentan con información de primera mano que los posiciona de manera diferente respecto de los demás acreedores, y a su vez,
de acreedores sospechosos: parientes que simulan créditos en connivencia con el deudor para detraer ilegítimamente una parte
del recupero y/o obtener un mayor porcentaje al momento de que las mayorías adopten resoluciones en el concurso.
Sin embargo se generan muchas hipótesis de injusticia que bien pudieron evitarse por la vía de consagrar una presunción
relativa: un ejemplo de ello es el de la cónyuge o ex cónyuge que fue victima del deudor ahora concursado y luego de un largo
litigio exitoso ve frustrado el cobro por la declaración de concurso de su victimario (incluso solicitado por el mismo).
Si pensamos en el tema en particular que nos ocupa, seria el caso de un abogado que contando con sentencia de condena en
costos a su favor se ve subordinado si el deudor es su hermano e ingresa en concurso (muchos son los ejemplos en torno al
tema).
Para llevar el ejemplo a una hipótesis mas extrema pero bien posible en nuestros días, agreguemos que se trata de hermanos
que en forma publica y notoria llevan años enemistados. Para esas situaciones, solo quedaría la subordinación.
CONSECUENCIAS DE LA SUBORDINACIÓN DEL CRÉDITO:
Subordinado el crédito por honorarios, el acreedor sólo se cobrará del remanente luego de cancelado todo el pasivo
quirografario.
A ello se agrega que el acreedor subordinado está privado del voto: la Ley 18.387 expresamente suprime el voto para las
personas especialmente vinculadas con el deudor, lo cual podría generar la duda sobre el voto del acreedor por lo que refiere a
multas y recargos.
Sin embargo debemos tener presente que las decisiones son adoptadas por los acreedores quirografarios con derecho a voto,
por lo cual escasamente la discusión tendrá impacto.
Naturalmente quedan alcanzados por las decisiones adoptadas en el concurso y por los acuerdos o convenios concursales
celebrados.
CONFLICTO ENTRE PRIVILEGIO Y SUBORDINACIÓN:
No resuelto expresamente por la Ley, puede presentarse la hipótesis en que un crédito cumpla los requisitos para ser graduado
como privilegiado y a la vez como subordinado.
En el caso de créditos hipotecario o prendarios, la Ley indirectamente resuelve el tema por la vía de disponer que se cancelan
de oficio sus garantías (articulo 113.).
Por tanto podemos concluir que prima, como es lógico, la subordinación.
Nada dispone en cuanto a los privilegios generales: un acreedor laboral (un abogado que se desempeña en relación de
dependencia) que es persona especialmente vinculada con el deudor concursado o un acreedor promotor del concurso (lo cual
lo torna privilegiado) que a su vez ingresa en una hipótesis de subordinación.
En lo que refiere al conflicto entre privilegio de índole laboral y subordinación, es posible considerar lo previsto por el articulo
112 numeral 1) literal D) que incluye entre personas especialmente vinculadas con el deudor a las “que hubieran convivido con
el deudor en los últimos dos años, salvo que sean titulares de créditos de naturaleza salarial.” (los destacados me
corresponden).
Podemos interpretar que el legislador habiendo tenido presente el especial régimen de los trabajadores, solo lo excepcionó para
el supuesto de personas que convivieron con el concursado.
En tal línea de razonamiento en las demás hipótesis primaria la subordinación.
EL CRÉDITO POR HONORARIOS ANTE EL ACUERDO O CONVENIO:
De todo aquello que podría comentarse sobre los convenios concursales o los acuerdos privados de reorganización
(preventivos), considero interesante referirme al principio de la par conditio creditorum.
En Uruguay, de la consideración de un principio de tratamiento igualitario de los acreedores aplicado sin excepciones se va
produciendo un profundo cambio hacia su relativización.
Ello ocurre primeramente de la mano de la jurisprudencia, luego regulado para el ámbito bancario (Ley 17.613), para finalmente
ser recepcionado por la Ley 18.387.
Por tanto de un régimen concursal anterior que impedía incluir en el contenido de un concordato beneficios o ventajas a
algún/os acreedor/es (so pena de incurrir en nulidad), se pasa a un sistema en el cual se admite la categorización de
acreedores para conferirles un tratamiento diferencial.
Cabe preguntarse si se puede admitir la inclusión en un convenio o acuerdo concursal de una categoría de acreedores
constituida por abogados con honorarios impagos.
Pensemos particularmente en el concurso de una entidad con giro recupero de créditos o por el contrario de la pluralidad de
abogados acreedores en caso de previas condenas en costos. Considero que es viable.
CONCLUSIONES:

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Comercial II – Parte V.
· El crédito del abogado generado por la prestación de servicios profesionales puede ingresar en el concurso en diferentes
grados con importante repercusión en la suerte de su efectivo cobro.
· Puede tratarse de:
o un acreedor privilegiado:
# crédito laboral (si desarrolla su labor como trabajador dependiente)
# si promueve el concurso
# indirectamente cuando patrocina al acreedor con privilegio general (prendario o hipotecario).
o acreedor quirografario (la regla general)
o acreedor subordinado, incluyendo:
# el abogado que está unido por vínculo de cierto grado de parentesco con el concursado persona física.
# el abogado que es integrante de un órgano de la persona jurídica concursada (en caso del socio si es personalmente
responsable o con determinado porcentaje accionario).
No se trata de una presunción relativa, sino de una clase en que se ingresa sin mediar posibilidad de desplegar prueba en
contrario.
En el Uruguay los acuerdos o convenios concursales admiten tratamiento diferencial a los acreedores (reconocimiento de
ventajas o beneficios a una o mas categorías de acreedores) y bien podría ser una la integrada por abogados que tengan
pendiente el cobro de sus honorarios (requerirá de razonabilidad en la elaboración de la categoría, como parece ser el caso de
una entidad recuperadora de crédito en el que el volumen de abogados contratados adquiere importancia, por ejemplo).

Formación de la masa pasiva

Solicitud de Verificación de los créditos


Según el Artículo 93 será responsabilidad del Síndico o del Interventor dentro de los 15 días de su designación y sin perjuicio de
las publicaciones que deban efectuarse de la sentencia declarativa, comunicar por carta u otro medio fehaciente, la declaración
del concurso, la sede ante la cual se tramita, el nombre del Síndico o el Interventor y la fecha fijada para la junta de acreedores,
a: 1) los acreedores cuya identidad conste en la contabilidad y documentos del deudor y 2) los codeudores, avalistas y fiadores
del deudor.
Los acreedores deberán, tal como lo disponen los Artículos 94 y 95, dentro de los sesenta días contados desde la fecha judicial
de declaración del concurso, presentarse a verificar sus créditos en el juzgado con un escrito dirigido al Síndico o al Interventor
que contenga causa, cuantía, vencimiento, fecha, documentos originales que permitan acreditar su existencia y calificación
solicitada.
ARTICULO 93.- (Comunicación a los acreedores).- Dentro de los quince días siguientes a su designación, el síndico o el
interventor notificará por carta u otro medio fehaciente a los acreedores cuya identidad conste en la contabilidad y documentos
del deudor, o que resulten conocidos de alguna otra forma, la declaración de concurso, la sede ante la cual se tramita, el
nombre del síndico o interventor y la fecha fijada para la Junta de Acreedores. Igual comunicación será remitida a quienes
conste que sean codeudores, fiadores o avalistas del deudor.
Esta comunicación se realizará sin perjuicio de la derivada de la publicación de la sentencia de declaración de concurso, de
conformidad con lo dispuesto por el Artículo 21.
ARTICULO 94.- (Plazo para la solicitud de verificación).- Los acreedores deberán presentarse a verificar sus créditos dentro del
plazo de sesenta días, contados desde la fecha de declaración judicial de concurso.
La no finalización de la verificación de los créditos, en ningún caso será causal de suspensión de la Junta de Acreedores.
ARTICULO 95.- (Solicitud de verificación).- Los acreedores deberán presentarse en el Juzgado en escrito dirigido al síndico o al
interventor, con el siguiente contenido:
1) Solicitud de verificación de los créditos, indicando la fecha, causa, cuantía, vencimiento y calificación solicitada de los
mismos.
2) Documento o documentos originales o medios de prueba que permitan acreditar la existencia de sus créditos.
3) En caso de acreedores domiciliados en el exterior, deberán constituir domicilio en la sede del Juzgado.
La solicitud de verificación de crédito no estará sujeta a ningún honorario, tributo o costo de especie alguna para el acreedor.
No olviden que el tema de la verificación de créditos ya lo vimos y no se olviden que lo que les enseñé de la Acordada de la
SCJ, Acordada No. 7.825, de 22 de octubre de 2014.
Procedimiento de verificación de los créditos:
Para determinar la masa pasiva, el Síndico o el Interventor deberán computar los créditos de conformidad con que indica el art.
102.
A los efectos de la determinación de la masa pasiva, los créditos se computarán de la siguiente forma:
1) Todos los créditos se expresarán en dinero.
2) Los créditos en moneda extranjera se computarán en moneda nacional, al tipo de cambio comprador interbancario vigente a
la fecha de declaración del concurso.
3) Los créditos por prestaciones no dinerarias se computarán por su valor a la fecha de declaración del concurso.
4) Los créditos por prestaciones periódicas, dinerarias o no dinerarias, se computarán por su valor actual a la fecha de
declaración del concurso.
Dentro de los treinta días siguientes, a contar de la terminación del plazo para solicitar la verificación de créditos, el síndico o el
interventor preparará la lista de acreedores con el siguiente contenido:
1) La nómina de los acreedores que forman la masa pasiva, hayan solicitado o no la verificación de sus créditos, ordenados por
orden alfabético, indicando respecto de cada crédito la fecha, causa, cuantía, vencimiento, garantías personales o reales y
calificación jurídica, distinguiendo la parte correspondiente al principal y a los intereses.
2) La nómina de acreedores excluidos, indicando las razones de exclusión de cada uno de ellos.
La lista de acreedores quedará de manifiesto en el Juzgado a disposición de los acreedores.
El síndico o el interventor comunicará a los acreedores que se hubieran presentado a verificar sus créditos si los mismos fueron
verificados y, en caso afirmativo, las condiciones de la verificación.

12
Comercial II – Parte V.
Los créditos con condición suspensiva o resolutoria se incluirán en la lista de acreedores haciendo constar expresamente el
carácter de créditos condicionales.
La posterior inclusión o exclusión del crédito como consecuencia del cumplimiento o incumplimiento de la condición, no afectará
la validez de las actuaciones realizadas hasta el momento.
Los créditos que no puedan hacerse efectivos contra el deudor concursado sin la previa excusión del patrimonio del deudor
principal se considerarán créditos con condición suspensiva.
Los créditos litigiosos se incluirán en la lista como créditos condicionales.
Dentro del plazo de quince días, contados desde la puesta de manifiesto de la lista de acreedores o de la recepción de
comunicación de verificación o rechazo de los créditos, según los casos, cualquier interesado podrá impugnar la inclusión o la
exclusión de los créditos, la cuantía de los verificados y la calificación jurídica que se les hubiera atribuido.
La acción se dirigirá contra el síndico o el interventor, en caso de demandarse la inclusión o la modificación de la cuantía o de la
calificación de un crédito del impugnante, y se dirigirá contra el titular del crédito impugnado, en los demás casos.
Si no existieran impugnaciones dentro del plazo establecido para la impugnación de la lista de acreedores y el inventario, el
Juez aprobará ambos documentos.
En caso de existir impugnaciones, el Juez dictará sentencia aprobando la lista de acreedores y el inventario o introduciendo a
los mismos las modificaciones motivadas por las impugnaciones deducidas.
En cualquiera de ambos casos, si existiera déficit patrimonial, el Juez lo declarará expresamente, fijando la diferencia entre el
activo y el pasivo a la fecha de declaración del concurso de acreedores.
Los créditos contenidos en la lista de acreedores aprobada por el Juez se tendrán por verificados y reconocidos dentro y fuera
del concurso.
Si la sentencia judicial fuera recurrida, a solicitud del recurrente, el Juez del concurso podrá adoptar las medidas cautelares
necesarias para asegurar la efectividad de la sentencia que resuelva el recurso.
En ningún caso la resolución de los recursos interpuestos contra la aprobación judicial de la lista de acreedores o el inventario
invalidará las decisiones de la Junta de Acreedores, salvo que se cumplan acumulativamente las siguientes condiciones:
1) Que el voto del acreedor excluido, reducido en la cuantía de su crédito o calificado como subordinado, hubiera sido esencial
para la adopción del acuerdo.
2) Que dentro del mes siguiente de que la sentencia haya quedado firme, el acreedor comparezca ante el Juez del concurso
manifestando su disconformidad con el acuerdo adoptado en la Junta de Acreedores.

CLASES DE CRÉDITOS.

Los créditos que componen la masa pasiva del deudor se clasificarán en créditos privilegiados, créditos quirografarios o
comunes y créditos subordinados.
Por su parte, los créditos privilegiados se clasificarán, a su vez, en créditos con privilegio especial y créditos con privilegio
general.
Son créditos con privilegio especial los garantizados con prenda o hipoteca.
Los créditos con privilegio especial deberán estar inscriptos a la fecha de declaración del concurso en el Registro Público
correspondiente, salvo los créditos emergentes de contratos de prenda común que serán considerados privilegiados cuando
hayan sido otorgados en documento público o en documento privado con fecha cierta o comprobada.
Son créditos con privilegio general, en el orden planteado:
1) Los créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con dos años de anterioridad a la declaración del
concurso, siempre y cuando no hubieran sido satisfechos en la forma prevista en el Artículo 62 de la ley 18387, hasta por un
monto de 260.000 UI (doscientos sesenta mil unidades indexadas) por trabajador. Tendrán también este privilegio los créditos
del Banco de Previsión Social por los aportes personales de los trabajadores, devengados en el mismo plazo.
No gozarán del privilegio previsto en el inciso anterior, los créditos de los directores o administradores, miembros del órgano de
control interno y liquidadores de la deudora, los cuales tendrán naturaleza de quirografarios, sin perjuicio de lo establecido en el
Artículo 201.
2) Los créditos por tributos nacionales y departamentales, exigibles hasta con cuatro años de anterioridad a la declaración del
concurso”.
3) El 50% (cincuenta por ciento) de los créditos quirografarios de que fuera titular el acreedor que promovió la declaración de
concurso, hasta el 10% (diez por ciento) de la masa pasiva.
Estos privilegios se establecen sin perjuicio del derecho conferido por la ley a los acreedores a la satisfacción parcial de los
créditos no pagados a través del concurso, cuando hubieran ejercitado acciones en interés de la masa.
Son créditos subordinados:
1) Las multas y demás sanciones pecuniarias, de cualquier naturaleza.
2) Los créditos de personas especialmente relacionadas con el deudor.
Personas especialmente relacionadas con el deudor.
Se consideran personas especialmente relacionadas con el deudor:
1) En el caso de las personas físicas:
A) El cónyuge o el concubino o quien lo hubiera sido dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso.
B) Los ascendientes, descendientes y hermanos del deudor o de cualquiera de las personas comprendidas en el literal A).
C) Los cónyuges o concubinos de los ascendientes, descendientes y hermanos del deudor.
D) Las personas que hubieran convivido con el deudor en los últimos dos años, salvo que sean titulares de créditos de
naturaleza salarial.
2) En el caso de las personas jurídicas:
A) Los socios ilimitadamente responsables y los socios y accionistas limitadamente responsables, que sean titulares de más del
20% (veinte por ciento) del capital social.
B) Los administradores de derecho o de hecho y los liquidadores, así como quienes lo hubieran sido dentro de los dos años
anteriores a la declaración de concurso.

13
Comercial II – Parte V.
C) Las sociedades que formen parte de un mismo grupo de sociedades.
Se entiende que existe un grupo de sociedades cuando una sociedad se encuentre sometida al poder de dirección de otra o
cuando varias sociedades resulten sometidas al poder de dirección de una misma persona física o jurídica o de varias personas
que actúen sistemáticamente en concierto.
3) También tendrán esta consideración los cesionarios o adjudicatarios de créditos pertenecientes originariamente a las
personas especialmente relacionadas con el deudor, que hubieran sido adquiridos en los dos años anteriores a la declaración
de concurso.
Cancelación de las garantías
Si el acreedor declarado especialmente relacionado con el deudor no recurriera la resolución judicial aprobatoria de la lista de
acreedores, el Juez del concurso dispondrá, cuando corresponda, la cancelación de todas las garantías de dicho crédito
inscritas en los Registros Públicos.
Si el acreedor recurriera dicha resolución se estará a lo que resulte del recurso.
Créditos del Estado y de los entes públicos
El Estado, los Gobiernos Departamentales, los entes autónomos y servicios descentralizados y las personas públicas no
estatales y demás entes públicos participarán en el concurso por los créditos que mantengan contra el deudor, pudiendo
intervenir en los órganos y procedimientos concursales y votar o consentir las propuestas de convenio o de acuerdo privado de
reorganización con cualquiera de los contenidos propuestos por el deudor, cuando la participación en la votación de los mismos
corresponda a la naturaleza de su crédito.
Los certificados, comprobantes o cualquier otro documento o constancia de hallarse al día en el cumplimiento de obligaciones
tributarias o paratributarias exigidos por la ley para la celebración de determinados negocios jurídicos o para la registración,
eficacia o perfeccionamiento de los mismos, no serán requeridos en caso de concurso ni implicarán un obstáculo para la
liquidación de la masa activa.
En ningún caso los Registros exigirán la presentación de estos certificados para registrar la transferencia de los bienes
realizada en el marco del procedimiento concursal.
La DGI ha dictado la Resolución N.º 2641/016, en la misma refiere a la aplicación del art. 114 de la ley 18387, que refiere al
tema que recién les enseñé de créditos del Estado y otros Entes Públicos y dice:
“A los efectos de la aplicación del artículo 114 de la Ley Nº 18.387 del 23 de octubre de 2008, se considerará que las
obligaciones contraídas con posterioridad a la declaración de concurso, se regirán por el régimen general, debiendo cumplir el
contribuyente concursado, con todos los requisitos legalmente requeridos, incluyendo la exigencia de los certificados de estar al
día en el cumplimiento de las obligaciones tributarias.”
Vamos ahora a ampliar el tema de los Créditos Privilegiados, siguiendo las enseñanzas de la profesora Alicia Ferrer:
LOS CRÉDITOS PRIVILEGIADOS EN EL DERECHO URUGUAYO
Toda ley de concursos debe contemplar el interés de los acreedores porque ello supone una adecuada defensa del crédito y
dotar de seguridad jurídica a dadores y tomadores del mismo.
Simultáneamente debe atender a la eficiencia y a la reducción de costos de transacción, por lo cual reglas claras resultan
imprescindibles
La evolución del derecho concursal uruguayo marca especialmente esta cuestión, y la prueba a la que ha sido sometido el
nuevo régimen concursal uruguayo en los siete años de vigencia de la Ley 18.387 demuestra el acierto del legislador en
introducir cambios sustanciales, destacando en la ponencia aquellos acaecidos en materia de privilegios.
El régimen de privilegios a Octubre de 2008 era el siguiente: el Código Civil en sus artículos 2369, 2370 y 2371 indicaba tres
categorías de privilegios incluyendo diecisiete especies de créditos; el Código de Comercio en sus artículos 1732, 1733 y 1734
tres categorías con un total de 26 créditos distintos. El total de créditos privilegiados ascendía a cuarenta y tres (43). En la
misma línea el Código de Comercio en sus artículos 1037,1038 y 1193 regula los privilegios marítimos y el Código Aeronáutico
lo hace en los artículos 52 a 67 con los propios. Añádase los privilegios creados a partir de leyes especiales como la Ley de
creación de CUDIM, 18.172 de 31/8/2007 que indica: Los bienes del Centro son inembargables y sus créditos, cualquiera fuera
su origen, gozan del privilegio establecido en el numeral 6 del artículo 1732 del Código de Comercio.
O la Ley de INACOOP N° 18.407, posterior a la ley de concursos cuyo Artículo 190 dice: (Bienes inembargables).- Los bienes
del Instituto Nacional del Cooperativismo son inembargables y sus créditos, cualquiera fuera su origen, gozan del privilegio
establecido en el numeral 6º del artículo 1732 del Código de Comercio.
Previo a la sanción de la ley concursal, se discutió la pertinencia de los privilegios existentes, la necesidad de su derogación y
abrumadora mayoría de la doctrina y los operadores económicos, las organizaciones sociales y de trabajadores liderados todos
por el Ministerio de Economía, entendieron que el régimen de privilegios debía modificarse.
2.- A partir de la sanción de la ley 18.387, los artículos 256 y 262 derogaron los antes indicados artículos de los Códigos Civil y
de Comercio y a los privilegios marítimos y aeronáuticos los declara no aplicables en caso de concurso.
El artículo 109 de la Ley reguló los privilegios especiales. El artículo 110 los privilegios generales que alcanzan a 3 categorías
de crédito.
Esto fue reconocido como una sana medida legislativa e identificado como “la poda de privilegios”.
La conclusión generalizada fue que la reducción de los privilegios generales favorece a los acreedores quirografarios, que
mantienen su posición de “sacrificados” en el concurso, aunque en mejor posición de recuperar sus créditos con la reducción de
costos del concurso ex ante.
El artículo 110 de la ley concursal uruguaya marca definidamente los privilegios.
Privilegios generales: Son créditos con privilegio general, en el orden planteado:
1) Los créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con dos años de anterioridad a la declaración del
concurso, siempre y cuando no hubieran sido satisfechos en la forma prevista en el artículo 62, hasta por un monto de 260.000
UI (doscientos sesenta mil unidades indexadas) por trabajador. Tendrán también este privilegio los créditos del Banco de
Previsión Social por los aportes personales de los trabajadores, devengados en el mismo plazo. No gozarán del privilegio
previsto en el inciso anterior, los créditos de los directores o administradores, miembros del órgano de control interno y
liquidadores de la deudora, los cuales tendrán naturaleza de quirografarios, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 201. 2)
Los créditos por tributos nacionales y municipales, exigibles hasta con dos años de anterioridad a la declaración del concurso.

14
Comercial II – Parte V.
3) El 50% (cincuenta por ciento) de los créditos quirografarios de que fuera titular el acreedor que promovió la declaración de
concurso, hasta el 10% (diez por ciento) de la masa pasiva. Estos privilegios se establecen sin perjuicio del derecho conferido
por la ley a los acreedores a la satisfacción parcial de los créditos no pagados a través del concurso, cuando hubieran ejercitado
acciones en interés de la masa.
Artículo 109. (Créditos con privilegio especial).- Son créditos con privilegio especial los garantizados con prenda o hipoteca.
Los créditos con privilegio especial deberán estar inscriptos a la fecha de declaración del concurso en el Registro Público
correspondiente, salvo los créditos emergentes de contratos de prenda común que serán considerados privilegiados cuando
hayan sido otorgados en documento público o en documento privado con fecha cierta o comprobada.
3.- La justificación de la drástica reducción de privilegios fue devolver a los acreedores quirografarios el protagonismo, lo cual
surge de muchas y distintos artículos de la ley.
De modo que dejó claro el legislador que ciertos créditos por su naturaleza conservan las mismas características que tenían
antes, e incluso exige que se les considere especialmente en las propuestas de convenio.
Ya no son más “preferentes” sino “privilegios especiales” pero mantienen la distinción que en el régimen anterior tenían.
4.- Estas reformas que entendemos correctas, no obstante han dejado un vacío importante que la doctrina y jurisprudencia
concursal está intentando colmar: ciertos créditos con garantías especiales como la prenda con desplazamiento, los back to
back, los fideicomisos de garantía, los warrants, etc., no ingresan en la categoría de privilegiados y se trata de garantías
autoliquidables que han quedado fuera del concurso.
Surgen interrogantes que deben ingresar a la discusión doctrinaria sobre el tema: ¿se aplica a estos acreedores el principio de
universalidad del artículo 55 Ley 18,387? ¿Son privilegiados? ¿Son quirografarios? ¿Puede hablarse de ruptura del principio de
par conditio creditorum? ¿Hay intervención de Síndico/Interventor o Juez del concurso en la ejecución extrajudicial de estas
garantías? ¿Pueden los demás acreedores oponerse a la liquidación de los bienes entregados en garantía? ¿Esos bienes
deben incorporarse como “activos” del deudor?
Trataremos de responder breve y en forma preliminar, en atención que no ha habido una discusión concreta sobre estas
cuestiones en doctrina uruguaya, más allá de las relacionadas al contrato de fideicomiso y a la cesión de créditos en garantía
que llevaron a la modificación del artículo 68 de la Ley 18.387 en el año 2012.
El principio de universalidad consagrado en el artículo 55 de la ley de concursos lleva a responder afirmativamente a la primera
interrogante “Todos los acreedores del deudor, cualquiera sea su naturaleza, nacionalidad o domicilio, quedarán alcanzados en
la masa pasiva del concurso…”
Los acreedores con garantías autoliquidables otorgadas por el deudor concursado, quedan comprendidos en la masa pasiva y
como acreedores concursales deberán acudir al llamado del Síndico o Interventor a verificar sus créditos en los plazos y con las
formalidades exigidas en la ley.
Entre estos requisitos está el de presentarse a la verificación y en ella, el acreedor deberá indicar la “calificación” de su crédito
conforme artículo 95 numeral 1 de la Ley concursal. Los privilegios están claramente definidos en los artículos 109 (especiales)
y 110 (generales) y la mayoría de los negocios jurídicos que hemos indicado dentro de la categoría de garantía autoliquidable,
no están previstos como privilegios.
De modo que debería el acreedor autocalificarse como acreedor quirografario. En este caso, sería un acreedor quirografario
“distinto” a los demás, puesto que no le resultaría aplicable la prohibición de promover nuevos juicios contra el deudor ni se les
impediría continuar con la ejecución extrajudicial de su garantía si la hubieren iniciado con anterioridad a la declaración. En
definitiva, no les alcanzan los artículo 56 y 57 de la ley de concursos que solo refiere a procedimientos judiciales o arbitrales.
Tampoco estaría a las resultas del concurso en cuanto a la percepción de su crédito porque lo cobra con independencia del
concurso en la ejecución extrajudicial.
Todo ello invita a responder afirmativamente a la pregunta sobre ruptura del principio de la par conditio creditorum.
No se advierte la posibilidad de los demás acreedores de impedir esta ejecución extrajudicial de la garantía. En la medida que
está vedada la intervención judicial para la ejecución, no hay oportunidad procesal para plantear la mentada oposición.
Tampoco se advierte cómo habría de introducirse la intervención del Síndico o Interventor o del Juez del Concurso en la etapa
de liquidación de la garantía.
La última pregunta formulada, que por cierto no es la última interrogante que se presenta –habría muchas más- tiene su
respuesta en el artículo 71 de la ley concursal: “La masa activa del concurso estará integrada por la totalidad del patrimonio del
deudor a la fecha de declaración y por los bienes y derechos que adquiera hasta la conclusión del procedimiento.” Los bienes
otorgados en garantía bajo la modalidad de garantía autoliquidable, ingresarían por imposición de esta norma a la masa activa.
No obstante, computarlos como activos del deudor para satisfacer al conjunto de los acreedores no es posible porque están
afectados a ser liquidados por el acreedor a quien se garantizó cuando éste o el contrato celebrado lo disponga y con
independencia del concurso por cuanto se hará extrajudicialmente.
Por cierto estas garantías autoliquidables ingresarán conforme artículo 81 numeral 2 entre los actos revocables de pleno
derecho y también en lo previsto en el artículo 82 relativo a los actos revocables en fraude de los acreedores o con
conocimiento de la insolvencia.
Finalmente, aplicamos a las garantías autoliquidables el artículo 68 de la ley de concursos? Parece ser esta la solución más allá
de la singularidad de cada garantía autoliquidable.
5.- A modo de conclusión para esta breve presentación, podemos decir que ha resultado favorable la poda de privilegios
realizada a partir de la sanción de la Ley 18.387.
Es preciso señalar que las garantías autoliquidables vienen siendo usadas cada vez con mayor frecuencia por la razón que
permiten al acreedor quedar fuera del proceso concursal a la hora de ejecutar su crédito.
Se encontró la solución para motivar a los acreedores quirografarios con el recorte de privilegios, pero ahora se advierte que por
la vía de estas nuevas modalidades de garantía los activos del deudor se diluyen rápidamente.

JUNTA DE ACREEDORES Y COMISIÓN DE ACREEDORES.

15
Comercial II – Parte V.
La junta de acreedores es un órgano necesario en el proceso concursal que se reunirá en el lugar, día y hora fijados en la
sentencia de declaración del concurso, siendo presidida por el Juez del mismo. Asimismo se considerará que está validamente
constituida cualquiera sea el número de acreedores y el porcentaje de pasivo concurrentes, asista o no el deudor.
El art. 115 de la ley reza: “(Constitución de la Junta de Acreedores).- La Junta de Acreedores se reunirá en el lugar, día y hora
fijados en la sentencia de declaración de concurso, bajo la presidencia del Juez del concurso.
Las Juntas de Acreedores sólo podrán prorrogarse con carácter excepcional. La solicitud de prórroga planteada por el deudor,
será resuelta por el Tribunal en audiencia, atendiendo el voto mayoritario de los acreedores concursales presentes.
El Actuario del Juzgado del concurso actuará como Secretario de la Junta.
La inasistencia del síndico o del interventor, sin justa causa, será sancionada por el Juez con multa de hasta el 5% (cinco por
ciento) del total del pasivo concursal.
La Junta se considerará válidamente constituida cualquiera que sea el número de acreedores y el porcentaje de pasivo
concurrentes, asista o no el deudor. “
En caso de ser imposible agotar el orden del día en la sesión de un solo día, el Presidente podrá acordar la prórroga de las
sesiones de la Junta de Acreedores durante uno o más días hábiles consecutivos.
El deudor deberá asistir personalmente a la Junta de Acreedores y permanecer hasta su terminación, salvo dispensa del Juez.
En caso de personas jurídicas, el deber de asistencia corresponde a los administradores o liquidadores que tengan poder de
representación.
Por su parte, todos los acreedores concursales cuyos créditos hubiesen sido verificados tendrán derecho de asistencia a la
Junta.
El Presidente puede autorizar la asistencia de cualquier otra persona que juzgue conveniente. La Junta de Acreedores podrá
revocar esta autorización en cualquier momento.
Los acreedores pueden hacerse representar en la Junta por medio de otra persona, sea o no acreedor y no es válida la
representación conferida al deudor o a personas especialmente relacionadas con éste, sean o no acreedores.
La facultad del representante de asistir a la Junta de Acreedores comprende la de votar en ella en nombre del representado.
Los pequeños acreedores ordinarios que no asisten a la Junta serán representados legalmente por el síndico o el interventor a
los solos efectos de la consideración y votación de la propuesta de convenio presentada por el deudor.
Se consideran pequeños acreedores aquellos que sean titulares de un crédito por importe inferior a 50.000 UI (cincuenta mil
unidades indexadas) y los que, aun superando esa cifra, sean titulares de un crédito inferior al cociente de dividir por diez mil el
total del pasivo.
En ningún caso tendrán la consideración de pequeños acreedores el Estado, los demás entes públicos, las entidades de
intermediación financiera, las compañías de seguros y las sociedades administradoras de fondos de ahorro previsional y de
fondos de inversión.
Antes de entrar en el orden del día, el Secretario tiene que confeccionar la lista de asistentes, en la que hará constar la
identidad de cada uno de éstos, así como el importe y la calificación de los créditos de que fuera titular.
Si el acreedor asiste por medio de representante voluntario o fuera representado legalmente por el síndico o el interventor, se
consignará esta circunstancia en el acta, con indicación de la identidad del representante
La Junta de Acreedores considerará necesariamente el siguiente orden del día:
1) Informe del síndico o del interventor.
2) Propuesta de convenio, si se hubiera presentado.
3) Nombramiento de la Comisión de Acreedores.
El informe del síndico o del Interventor tendrá el siguiente contenido:
1) Memoria explicativa de la historia económica y jurídica del deudor, de la actividad o actividades a que se dedica o hubiera
dedicado y de las oficinas, establecimientos y explotaciones de que fuera titular, así como de las causas del estado en que se
encuentra.
2) Estado de la contabilidad del deudor, con expresión de las infracciones legales y reglamentarias en que hubiera incurrido.
3) Memoria de la tramitación del concurso de acreedores, con expresión de las principales resoluciones y actuaciones
realizadas por el síndico o el interventor.
4) En caso de que, en el momento de la declaración de concurso, el activo fuera inferior al pasivo, el informe contendrá la
relación de los bienes y derechos que deban ser objeto de reintegración a la masa activa, con expresión de la causa y de la
persona o personas a las que afecte o pueda afectar la revocación.
Y si ya se hubiesen ejercitado acciones de integración de la masa activa, se debe indicar expresamente.
5) La forma más conveniente de proceder a la liquidación de la masa activa, para el caso de que no se apruebe un convenio
entre el deudor y sus acreedores ni se logre realizar la venta en bloque de la empresa en funcionamiento.
6) La tasación a valor de liquidación de la empresa en partes. Dicha tasación deberá ser realizada por el síndico con el
asesoramiento de un experto independiente, aprobado por el Tribunal del concurso, a su costo.
Esa tasación deberá expresarse en unidades indexadas.
El informe del síndico o del interventor a ser considerado en la Junta de Acreedores deberá ser presentado al Juzgado con una
anticipación mínima de treinta días a la fecha fijada para la Junta de Acreedores, quedando de manifiesto el mismo, a
disposición de los acreedores, los que podrán solicitar, a su costa, copia de estas actuaciones
La adopción de decisiones por la Junta de Acreedores requerirá el voto a favor de acreedores quirografarios que representen
una porción del pasivo del deudor con derecho a voto superior a la que vote en contra, siempre que los votos favorables
representen, como mínimo, la cuarta parte del pasivo quirografario del deudor, deducida la parte correspondiente a los
acreedores sin derecho de voto.
La votación será nominal y pública, en el orden en que los acreedores figuren en la lista aprobada por el Juez.
Las decisiones de la Junta de Acreedores no serán impugnables, sin perjuicio de la posibilidad de recurrir la decisión judicial
que las homologue.
Pero luego vamos a ver la mayoría necesaria del art. 144 para la aceptación de la propuesta, que funciona de forma diferente a
la mayoría que recién les enseñé.
No tendrán derecho de voto en la Junta de Acreedores:

16
Comercial II – Parte V.
1) Las personas especialmente relacionadas con el deudor, mencionadas en el Artículo 112 es decir: El cónyuge o el concubino
o quien lo hubiera sido dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso; los ascendientes, descendientes y
hermanos del deudor o de cualquiera de las personas comprendidas en el literal A) que antecede; los cónyuges o concubinos
de los ascendientes, descendientes y hermanos del deudor; las personas que hubieran convivido con el deudor en los últimos
dos años, salvo que sean titulares de créditos de naturaleza salarial; los socios ilimitadamente responsables y los socios y
accionistas limitadamente responsables, que sean titulares de más del 20% (veinte por ciento) del capital social; los
administradores de derecho o de hecho y los liquidadores, así como quienes lo hubieran sido dentro de los dos años anteriores
a la declaración de concurso;las sociedades que formen parte de un mismo grupo de sociedades. Se entenderá que existe un
grupo de sociedades cuando una sociedad se encuentre sometida al poder de dirección de otra o cuando varias sociedades
resulten sometidas al poder de dirección de una misma persona física o jurídica o de varias personas que actúen
sistemáticamente en concierto; los cesionarios o adjudicatarios de créditos pertenecientes originariamente a las personas
especialmente relacionadas con el deudor, que hubieran sido adquiridos en los dos años anteriores a la declaración de
concurso.
2) Los acreedores quirografarios cuyos créditos se encuentren adecuadamente garantizados con derechos reales de garantía
sobre bienes o derechos de terceros, o en cualquier otra forma.
3) Los acreedores que, después de la declaración judicial de concurso, hubieran adquirido el crédito por actos ínter vivos, salvo
que la adquisición hubiera tenido lugar a título universal o como consecuencia de ejecución judicial o extrajudicial.
Los acreedores en situación de conflicto de intereses.
Voto de los acreedores privilegiados
Si un acreedor privilegiado vota en la Junta de Acreedores se entiende que renuncia a su privilegio general o especial, y se
transforma en un acreedor quirografario.
Si un mismo acreedor fuera titular de créditos quirografarios y privilegiados, se entenderá que vota exclusivamente por los
créditos quirografarios, salvo que, al emitir el voto, manifieste que vota por la totalidad de los créditos.
Acta de la Junta de Acreedores
El Secretario extenderá acta de la Junta, en la que se contendrá una relación de lo acaecido en la Junta, los votos emitidos por
cada acreedor y los acuerdos adoptados.
Cualquiera que fuera el número de sesiones se levantará una sola acta.
Los asistentes tienen derecho a que conste en el acta el sentido de sus intervenciones y que se adjunten a ella los escritos que
presenten si no figurasen ya en los autos.
Aprobación judicial de las resoluciones de la Junta de Acreedores.
Los acuerdos de la Junta de Acreedores tienen que ser homologados por el Juez del concurso.

LA COMISIÓN DE ACREEDORES

la Junta de Acreedores puede nombrar una Comisión de Acreedores, compuesta de tres titulares y tres suplentes, cuya tarea
será gratuita, sin perjuicio del derecho a que se le reembolsen los gastos derivados de su actuación.
El Juez, cuando exista justa causa, de oficio o por petición del Síndico o del Interventor, así como de cualquier otra persona
legitimada para solicitar la declaración del concurso, podrá separar del cargo a los miembros de la Comisión de Acreedores.
Cada uno de los miembros titulares y suplentes de la Comisión de Acreedores se elige mediante votación.
Serán elegidos miembros titulares de la Comisión de Acreedores aquellos tres acreedores que obtengan un voto favorable
representativo de mayor proporción del pasivo quirografario.
Serán elegidos miembros suplentes de la Comisión de Acreedores, por su orden, los acreedores que le sigan en la votación.
Cada acreedor votará asignando el importe de su participación en el pasivo quirografario de la masa pasiva a los candidatos,
pudiendo optar por adjudicar todo el monto de su crédito a uno solo o distribuirlo entre varios.
Cualquier acreedor puede oponerse a la aprobación judicial de la elección de los miembros de la Comisión de Acreedores
alegando infracción a la ley.
Los miembros titulares y suplentes de la Comisión de Acreedores cuentan con un plazo de 24 horas desde que hayan sido
designados, para manifestar su aceptación o rechazo.
En caso de rechazo de la designación se completará la lista con los acreedores que hubieran seguido en número de votos. En
caso de falta de manifestación se presumirá que el acreedor ha aceptado el cargo y asume, a partir de ese momento, los
cometidos y responsabilidades inherentes al mismo.
El régimen de organización y funcionamiento de la Comisión de Acreedores será establecido por la propia Comisión y, si no
existiera acuerdo, por el Juez del concurso.

CONVENIO.
De conformidad a la Ley de Declaración Judicial del Concurso y Reorganización Empresarial N° 18.387, una vez declarado el
concurso, la insolvencia del deudor puede solucionarse con un convenio de pago (de contenido amplio y flexible) o puede
derivarse el proceso hacia la liquidación de su patrimonio. Ambas etapas tienen en común la finalidad de satisfacer a los
acreedores del deudor.
Se distinguen en cuanto al medio empleado para hacerlo.
El convenio concursal es un pacto de naturaleza preclusiva, celebrado entre el deudor concursado y una mayoría de
acreedores no privilegiados, que resulta obligatoria para todos los acreedores (lógicamente a los firmantes pero, también, a los
disidentes y hasta a los ausentes.
Una vez en la etapa de liquidación, en cambio, es imposible la celebración de un convenio.
El convenio, propuesto dentro del proceso concursal, no debe confundirse con el denominado acuerdo, celebrado antes de
ocurrir la declaración de concurso (regulado en los arts. 214 y ss.).
Mientras éste es preclusivo (pues tiene la finalidad de concluir un proceso concursal ya iniciado), aquél es preventivo (su
finalidad es evitar su inicio).
A su vez, corresponde advertir que la Ley 18387,contiene dos modalidades de convenio.

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Comercial II – Parte V.
En una de las modalidades, la propuesta de convenio es votada en la junta de acreedores (arts. 138 y ss.).
En la otra, la propuesta de convenio es presentada ante la sede concursal ya con las firmas suficientes como para su
aprobación, lo cual hace innecesaria la celebración de la junta de acreedores, que se suspende (arts. 163 y ss.).
Atendiendo al ámbito en que se recaba la voluntad de los acreedores que adhieren a la propuesta, llamaremos, al primero,
convenio judicial y al segundo, convenio extrajudicial

CONVENIO JUDICIAL
Propuesta de convenio
Con una anticipación no menor de sesenta días a la fecha de reunión de la Junta de Acreedores, el deudor podrá presentar al
Juez del concurso una o varias propuestas de convenio, acompañadas de un plan de continuación o de liquidación.
En caso de existir más de una proposición, debe quedar claro si son alternativas o subsidiarias o cómo deben compaginarse
unas con otras.
El convenio no puede contener condiciones que lo suspendan o resuelvan en caso de cumplirse estas condiciones.
La consecuencia del establecimiento de una cláusula condicional, prohibida, es que se tenga por no presentada la propuesta de
convenio y, con ello, la liquidación inmediata y obligatoria del patrimonio del deudor (art. 168, numeral 2).
Excepción: caso del ofrecimiento de convenio realizado por una sociedad integrante de un grupo de sociedades. La eficacia de
la propuesta que presente una de las sociedades, integrantes del grupo, puede condicionarse a que el juez apruebe la
propuesta de convenio de otra integrante
El plan de continuación debe contener un cuadro de financiamiento, en el que se describirán los recursos necesarios para la
continuación total o parcial de la actividad profesional o empresarial del deudor durante el período de cumplimiento del
convenio, así como sus diferentes orígenes.
El plan también tiene que incluir una fórmula de pago a los acreedores con privilegio especial.
La propuesta debe estar firmada por el deudor y, en caso de personas jurídicas, por todos los administradores o liquidadores,
acompañando testimonio de la resolución social aprobando la presentación de la propuesta. Si faltara la firma de alguno de
ellos, se indicará en el documento, con expresión de la causa.
En el caso de que la propuesta implique obligaciones de pago a cargo de cualquiera de los acreedores o de terceros, el
documento en el que conste deberá contener, además de la firma o firmas requeridas precedentemente, la de quienes pudieran
resultar obligados.
Resumiendo tenemos que, el convenio debe acompañarse de varios recaudos:
a- El plan de continuación o de liquidación;
b- Testimonio de la resolución social que aprueba la propuesta.
Contenido de la propuesta:
La propuesta podrá consistir en:
- quitas y/o esperas;
- cesión de bienes a los acreedores;
- constitución de una sociedad con los acreedores quirografarios;
- capitalización de pasivos;
- creación de un fideicomiso;
- reorganización de la sociedad, administración de todo o parte de los bienes en interés de los acreedores;
- o tener cualquier otro contenido lícito, incluso el previsto en el numeral 2) del Artículo 174 de la ley 18387 ( que dice que en
caso de que exista riesgo de que los créditos laborales comprendidos en el numeral 1) del Artículo 110 no puedan ser
satisfechos en su totalidad, el Juez previa vista al síndico, podrá designar depositaria de los bienes de la empresa, confiriendo
facultades de uso precario de los mismos, a una cooperativa de trabajo que se constituya con la totalidad o parte del personal);
- o cualquier combinación de las anteriores
Las propuestas que sometan la eficacia del convenio a cualquier clase de condición se tendrán por no presentadas, con
excepción del caso de concurso de sociedades del mismo grupo, en que la propuesta que presente cualquiera de ellas podrá
condicionarse a la aprobación judicial del convenio de una o varias sociedades del mismo grupo.
La persona jurídica debe acompañar el testimonio de la resolución social aprobando la presentación de la propuesta y de esta
forma, quedan comprometidos los órganos de administración y de reunión de socios que son los que gobiernan la persona
jurídica
Irrevocabilidad e inmodificabilidad de las propuestas
El deudor no puede revocar la propuesta o las propuestas de convenio que presentó.
El deudor sólo puede modificar la propuesta o propuestas de convenio que presentó si las modificaciones cumplen
acumulativamente con los siguientes requisitos:
1) No alteran sustancialmente la propuesta.
2) Comportan condiciones más favorables para todos los acreedores quirografarios o para algunos de ellos.
3) Se introducen con una anticipación mínima de quince días a la fecha fijada para la Junta de Acreedores.
Informe especial sobre el plan de continuación o de liquidación
Si el deudor presentó unapropuesta de convenio, el síndico o el interventor tiene que emitir un informe especial sobre la
viabilidad del plan de continuación o de liquidación, y ese informe debe ser presentado al Juzgado y puesto a disposición de los
acreedores con una anticipación mínima de quince días a la fecha prevista para la celebración de la Junta de Acreedores.
Y si se modificaron la propuesta o propuestas de convenio, el síndico o el interventor tiene que ampliar su informe, y ese
informe debe ser puesto a disposición de los acreedores con una anticipación mínima de 5 días a la fecha fijada para la
celebración de la Junta,
Consideración de la Propuesta
La propuesta o propuestas de convenio presentadas por el deudor, el plan de continuación o de liquidación y el informe especial
que sobre este plan hubiera emitido el síndico o el interventor serán considerados por la Junta de Acreedores.
En el caso de que el deudor hubiere presentado varias propuestas de convenio, las mismas serán consideradas en un mismo
acto de votación, siendo aceptada la que hubiera recibido mayor número de adhesiones.

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Comercial II – Parte V.
En caso de igualdad de votos entre dos o más propuestas, se procederá a una segunda votación respecto a ellas para definir la
que habrá de aceptarse.
Mayorías necesarias para la aceptación de la propuesta.
Para que la propuesta de convenio se considere aceptada, es necesario que voten a favor de la misma acreedores que
representen, como mínimo, la mayoría del pasivo quirografario del deudor.
Sepan que cuando una propuesta contenga ventajas en favor de uno o varios acreedores o de una o varias clases de créditos,
además de la mayoría del pasivo quirografario del deudor, será necesario que voten a favor de la propuesta acreedores que
representen una porción del pasivo no beneficiado superior a la correspondiente a aquellos acreedores que hubieran votado en
contra
Y cuando la propuesta de convenio implique el otorgamiento de quitas superiores al 50% (cincuenta por ciento) del monto de los
créditos quirografarios y/o plazos de pago superiores a diez años, será necesario que voten a favor de la misma, acreedores
quirografarios que representen las dos terceras partes del pasivo quirografario con derecho a voto.
Y para el caso en que la propuesta de convenio consista en el pago íntegro de los créditos quirografarios en plazo no superior
a dos años o en el pago inmediato de los créditos quirografarios vencidos con quita inferior al 25% (veinticinco por ciento), será
suficiente que voten a favor acreedores que representen una porción del pasivo del deudor con derecho a voto superior a la que
vote en contra, siempre que los votos favorables representen, como mínimo, la cuarta parte del pasivo quirografario del deudor,
deducido el pasivo sin derecho a voto.
Si la a propuesta de convenio supone nuevas obligaciones para uno o varios acreedores será necesario el consentimiento
individual de los afectados, y ese consentimiento deber ser presentado antes de que la propuesta sea sometida a votación.
No es necesario el consentimiento individual de los acreedores especialmente relacionados con el deudor cuando la propuesta
prevea la conversión de los créditos de que fueran titulares esos acreedores en acciones o en participaciones sociales de la
sociedad deudora.
CONVENIOS DE CESIÓN DE ACTIVO
De acuerdo con el artículo 147, el convenio puede tener como contenido la cesión parcial o total del activo del deudor como
pago a los acreedores.
En caso de convenio de cesión total de activo en pago o para pago de los acreedores se considerarán cedidos los bienes y
derechos que figuren en el inventario aprobado por el Juez del concurso
En caso de convenio de cesión parcial de activo la propuesta deberá ir acompañada de la relación de los bienes o derechos
objeto de la cesión.
En todos los casos deberán previamente salvaguardarse los derechos de los acreedores privilegiados.
Si la propuesta de convenio tiene como objeto la cesión total o parcial del activo en pago a acreedores, va a ser necesario el
consentimiento individual de los cesionarios. Es el llamado convenio de cesión en pago.
Y para el caso en que la propuesta de convenio tenga como objeto la cesión total o parcial de activo para pago de los
acreedores se tiene que establecer el plazo máximo para la enajenación, plazo que no podrá ser superior a dos años. Es el
llamado convenio de cesión para pago.
Salvo que exista pacto en contrario, la facultad de enajenar se considera atribuida al síndico o al interventor.
El convenio de asunción del pasivo:
Salvo que exista pacto en contrario, en los casos de que se esté frente a un convenio de cesión total o parcial del activo a un
acreedor o a un tercero; y asumiendo ese acreedor o tercero la obligación de pagar por cuenta del deudor a los acreedores
quirografarios y subordinados la totalidad o parte de los créditos, se van a considerar cedidas también las acciones de
reintegración de la masa activa.
Y salvo que se haya pactado lo contrario, el cesionario no asume ninguna responsabilidad por los créditos que, en el momento
de la presentación de la propuesta de convenio, no hubieran solicitado verificación, cuando la verificación sea necesaria.
APROBACIÓN JUDICIAL DEL CONVENIO
Oposición a la aprobación del Convenio:
Están legitimados para oponerse a la aprobación del convenio las siguientes personas:
1- Los acreedores que hayan sido privados ilegítimamente del derecho de voto;
2- Los acreedores que hayan votado en contra la propuesta de convenio;
3- El síndico o el interventor.
¿Cuáles son las causas de oposición?
1) Infracción legal en la constitución o en la celebración de la junta o en el contenido del convenio.
Pero para que un acreedor asistente a la Junta pueda oponerse por infracción legal en la constitución o en la celebración de la
Junta es necesario además que haya denunciado la infracción durante la Junta o en el momento en que se produjo.
El acreedor o acreedores que representen, por lo menos, el diez por ciento del pasivo quirografario del deudor y el síndico o el
interventor podrán oponerse además a la aprobación judicial del convenio alegando alguna de las siguientes causas:
1) que el voto o los votos decisivos para la aceptación de la propuesta hayan sido emitidos por quien no era titular real del
crédito o hayan sido obtenidos mediante maniobras que afecten o puedan afectar a la paridad de tratos de los acreedores
quirografarios.
2) que el cumplimiento del convenio sea objetivamente inviable.
El plazo para dicha oposición será de cinco días contados a partir de la conclusión de la junta de acreedores, esto surge del art.
153:
“ El plazo de oposición será de cinco días a contar desde el siguiente al de la conclusión de la Junta de Acreedores. “
Una vez transcurrido el plazo de 5 días, sin que se hubiere formulado oposición, el Juez dictará auto en el primer día hábil
posterior aprobando el convenio de acreedores.
Para el caso en que si existan oposiciones, una vez tramitado el incidente, el Juez dictará sentencia aprobando o rechazando el
convenio, pero en ningún caso podrá modificarlo, mientras que, de no existir oposición alguna, el Juez en el primer día hábil
posterior aprobará el convenio.

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Comercial II – Parte V.
En las situaciones en que el convenio no sea aprobado por infracción legal en la constitución o en la celebración de la Junta, en
la misma sentencia el Juez convocará una nueva Junta para someter a votación la propuesta que hubiera obtenido mayoría en
la anterior, y esa Junta tiene que celebrarse dentro del mes siguiente al de la fecha de la sentencia.
La convocatoria de la nueva Junta será objeto de la misma publicidad que la sentencia de declaración de concurso.
CONVENIO EXTRAJUDICIAL.
El convenio extrajudicial es regulado en los arts. 163 y 164 de la ley 18387.
A diferencia del judicial, al juez del concurso se le presenta la propuesta de convenio junto con las adhesiones de los
acreedores.
De manera que, en este caso, el deudor se presenta con la propuesta ya suscripta por los acreedores. Con palabras de la
propia ley 18387, se presenta una propuesta de convenio concursal con adhesiones.
De esta forma se permite abreviar el proceso pues suspende la instancia de reunión de los acreedores en junta. Cumplidos los
requisitos que veremos a continuación y luego de aprobada la lista de acreedores, el juez dispondrá la suspensión de la junta y
abrirá el plazo para que se presenten las oposiciones al convenio.
Se exigen ciertos requisitos; en primer lugar, un requisito de oportunidad: la propuesta, con sus adhesiones debe presentarse
antes de la celebración de la junta de acreedores., la ley no determinó el momento preciso.
En segundo lugar, como principio general, las adhesiones deben representar la mayoría del pasivo quirografario con derecho a
voto.
Puede tratarse de uno o varios acreedores (no se exige una mayoría de personas), siempre y cuando represente la mitad más
uno de este pasivo.
De manera excepcional y cuando la propuesta de convenio implique el otorgamiento de quitas superiores al cincuenta por
ciento del monto de los créditos quirografarios o plazos de pago superiores a diez años, la mayoría se recrudece.
Es necesario contar con la adhesión de acreedores quirografarios que representen las dos terceras partes del pasivo
quirografario con derecho a voto.
Los acreedores van a poder conocer la propuesta, a través de la publicación de un extracto de la misma, durante tres días, en el
Diario Oficial. Si desean estudiar el texto completo, tienen a su disposición el convenio presentado en el Juzgado.
El extracto a que hace referencia esta norma, debe contener un resumen de los principales aspectos de la fórmula de pago
ofrecida por el deudor (quita, espera, bienes objeto de la cesión, por ejemplo) y los detalles que acompañan su ejecución
(garantías, intereses, consecuencias de su incumplimiento, entre otros).
Y también deberá denunciar el número de expediente, el juzgado concursal actuante y el nombre del síndico o del interventor.
Además, en esta publicación se convoca a los acreedores concursales (esto es con créditos verificados) a presentar sus
oposiciones advirtiéndoles que deben hacerlo en el plazo de veinte días a partir de la última publicación realizada.
Al igual que en el caso del convenio suscripto en la junta, en el convenio presentado con adhesiones, los acreedores tienen la
oportunidad de plantear sus oposiciones, dentro del plazo abierto por el juez al suspender la junta.
Pueden oponerse a su aprobación los acreedores quirografarios y subordinados del deudor, excepto, claro está, los que lo
hubieran suscripto, también pueden oponerse el síndico y el interventor.
Cualquiera sea el legitimado, las causales son las ya estudiadas en el convenio judicial.
De acuerdo con la remisión contenida en el art. 164, las oposiciones se deben tramitar por el procedimiento previsto en el art.
155 de la ley 18387.
En todo caso, si transcurre el plazo legal y ninguno de los legitimados formuló oposición alguna, el juez dictará una resolución
aprobando el convenio, el primer día hábil posterior a la finalización del término.
En cambio, si se presentaron oposiciones, se procederá de acuerdo al art. 155 y la decisión que apruebe o rechace el convenio
tendrá los efectos previstos en los arts. 157 a 162, de la ley 18387.

EFECTOS DE LA APROBACIÓN JUDICIAL DEL CONVENIO


Vigencia de los efectos de la aprobación judicial del Convenio:
El convenio aprobado judicialmente, produce sus efectos a partir de la fecha en que alcance firmeza la resolución judicial que lo
hubiera aprobado.
Ámbito subjetivo del convenio:
El convenio aprobado judicialmente será obligatorio para el deudor y para los acreedores quirografarios y subordinados cuyos
créditos sean anteriores a la declaración judicial de concurso, incluidos los que, por cualquier causa, no hubieran sido
verificados.
Efecto novatorio sobre los créditos
Por virtud del convenio, los créditos quirografarios y subordinados quedarán definitivamente extinguidos en la parte en que se
hubiera hecho condonación (perdón) al deudor, salvo que en el propio convenio se haya dispuesto lo contrario o que la
sentencia de calificación condene a la cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial.
Los créditos quirografarios y subordinados serán exigibles conforme a lo pactado, salvo que la sentencia de calificación
condene a la cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial.
Subsistencia de las garantías personales.
Los acreedores que no votaron a favor de la propuesta de convenio, van a conservar las acciones que les correspondan por la
totalidad de los créditos contra los obligados solidarios y contra los fiadores o avalistas del deudor.
Efecto extintivo de la suspensión o de la limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del
concurso.
La ley 18387 nos dice que a partir del momento en que alcance firmeza la resolución judicial de aprobación del convenio, va a
cesar la suspensión o la limitación de la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del concurso, salvo que en el
propio convenio se haya dispuesto lo contrario o que el Juez, en esa misma resolución, hubiera acordado la prórroga de la
suspensión o de la limitación, y esa prórroga de la suspensión o limitación en ningún caso podrá ser superior a tres meses.
Convocatoria a la asamblea de socios o accionistas.

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Comercial II – Parte V.
Si el deudor es una persona jurídica que tiene suspendida su legitimación para disponer y obligar a la masa del concurso, el
síndico, dentro de los cinco días siguientes a la fecha en que alcance firmeza la resolución judicial de aprobación del convenio,
va a convocar a la asamblea de socios o accionistas para el nombrar a los administradores o a los liquidadores.
CUMPLIMIENTO E INCUMPLIMIENTO DEL CONVENIO
Cada seis meses, que se van a contar desde la fecha en que hubiera adquirido firmeza la resolución judicial de aprobación del
convenio, el deudor tiene que emitir un informe sobre el estado de cumplimiento de ese convenio.
Y ese informe tiene que entregarlo al Juez del concurso y a la Comisión de Acreedores.
Sin perjuicio de esto, el deudor deberá informar del estado de cumplimiento del convenio a la Comisión de Acreedores cada vez
que sea requerido por ésta.
Una vez cumplido íntegramente el convenio, el deudor va a presentar al Juez, la solicitud de conclusión del concurso de
acreedores, la cual tiene que ser acompañada de los documentos que lo acrediten.
Si se diera el caso de incumplimiento del convenio, cualquier acreedor va a poder solicitar del Juez del concurso la apertura de
la liquidación de la masa activa.
A petición del solicitante, el Juez del concurso va a poder adoptar las medidas cautelares que considere necesarias para
asegurar la integridad de la masa activa.
Y esas medidas cautelares van a quedar sin efecto una vez declarado el incumplimiento o desestimada la solicitud.
Si el Juez considera acreditado el incumplimiento del convenio, deberá dictar sentencia declarando incumplido el convenio y
ordenando la liquidación de la masa activa.
Y en esa misma sentencia el Juez va a suspender la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa del concurso.
LIQUIDACIÓN Y PAGO
Liquidación de la Masa Activa.
La finalidad esencial de todo el procedimiento es la satisfacción de los acreedores.
El convenio implica una solución amigable, basada en el acuerdo de pago.
La liquidación, en cambio, sugiere la imposibilidad de este acuerdo sin perjuicio de lo cual consiste en una forma normal de
conclusión del concurso de acreedores.
La satisfacción de los acreedores, de no lograrse por la vía del convenio, deberá alcanzarse por la vía de la liquidación del
patrimonio del deudor concursado.
La ley 18387 nos propone un un proceso de liquidación, rápido y sin trabas, que conduzca a la eliminación del mercado de la
empresa inviable, gobernado por tres principios:
- la eficiencia;
- la enajenación global de la actividad, de ser posible, en funcionamiento y
- el tratamiento preferencial a los acreedores laborales.
El principio de la eficiencia encuentra su fundamento en la necesidad de proteger la inversión, el trabajo y las relaciones
comerciales, cuando resulta notoria la imposibilidad de superación de la situación de insolvencia.
Para su consecución, la Ley 18387 elimina toda traba burocrática, esto surge del art. 114, incisos. 2 y 3:
"Los certificados, comprobantes o cualquier otro documento o constancia de hallarse al día en el cumplimiento de obligaciones
tributarias o paratributarias exigidos por la ley para la celebración de determinados negocios jurídicos o para la registración,
eficacia o perfeccionamiento de los mismos, no serán requeridos en caso de concurso ni implicarán un obstáculo para la
liquidación de la masa activa.
En ningún caso los registros exigirán la presentación de estos certificados para registrar la transferencia de los bienes realizada
en el marco del procedimiento concursal."
La lay también posibilita la adquisición de activos concursales mediante la exoneración de algunos tributos, esto surge del art.
254, numeral 3.
Otra manifestación del principio de eficiencia, que gobierna la Ley, lo podemos apreciar en la variedad de oportunidades que
ofrece el legislador para acceder al procedimiento.
Vemos que tienen legitimación para pedir la liquidación el propio deudor, los acreedores y el juez, de oficio, siempre que se
acrediten las circunstancias descriptas en la Ley.
El otro principio que gobierna la liquidación es el de la enajenación en bloque de la empresa en funcionamiento, dentro de las
posibilidades, sea que se realice en forma global o en partes. Este principio tiene un doble objetivo: alentar la inversión y el
rescate de la actividad en dificultades (en el entendido de que la empresa en marcha y completa es más valiosa que la
clausurada y disgregada) y generar una eficiente desaparición de la inviable.
En cuanto al tercero de los principios referidos, la Ley, establece una marcada predilección por los créditos laborales a los que
contempla en varias disposiciones.
Respecto de la liquidación, las normas que privilegian a los trabajadores refieren a la posibilidad de que estos constituyan una
cooperativa o sociedad comercial así como preferirlos en el procedimiento licitatorio de enajenación.
Decreto de apertura de la liquidación
La apertura de la liquidación procede en los casos que se establecen en los numeraless. 1 y 5, del art. 168:
1) Cuando el deudor así lo pida en la solicitud de declaración judicial de concurso.
2) En caso de falta de presentación o de aceptación de la propuesta de convenio por la Junta de Acreedores.
3) En caso de falta de aprobación judicial del convenio.
4) En caso de incumplimiento del convenio.
5) Cuando, en cualquier estado del procedimiento, así lo soliciten, en la Junta de Acreedores o fuera de ella, acreedores que
representen la mayoría de los créditos quirografarios con derecho a voto.
El juez del concurso, una vez verificada la producción de cualquiera de los hechos enumerados en el art. 168, que recién
dijimos, tiene la obligación de ordenar la liquidación de la masa activa.
Bado dice que debido al giro utilizado “ordenará”, queda descartada cualquier facultad discrecional al respecto.
Liquidación a solicitud del deudor:
El art. 168, en el numeral 1, no especifica las causales que habilitan al deudor para iniciar este proceso.

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Comercial II – Parte V.
Lo lógico es que el deudor solicite la apertura del proceso de liquidación cuando el estado de su patrimonio sea tan deficitario
como para prever la imposibilidad de cumplir con sus obligaciones aun con el auxilio de un convenio.
Además, vean que la exposición de motivos de la LC, por otra parte, establece esta circunstancia.
No obstante, dado el tenor imperativo del acápite del art. 168 y a la ausencia de cualquier requerimiento especial en el numeral
1, Bado sostiene que el juez concursal, una vez recibida la solicitud del deudor, debe inmediatamente decretar la liquidación.
La única condición que pareciera establecer el art. 168 a la legitimación del deudor para solicitar la liquidación de su masa
activa, es en cuanto a la oportunidad para hacerlo.
El juez debe ordenar la liquidación, si el deudor lo pide en la solicitud de declaración judicial del concurso.
La profesora Bado enseña que sin perjuicio de lo anterior, entiende que la solicitud de declaración judicial del concurso no es la
única oportunidad en que el deudor puede solicitar la liquidación de su masa activa.
Y nos cita un ejemplo: si el deudor que aun habiendo obtenido la aprobación de un convenio, advierte que lo habrá de incumplir
y se presenta a solicitar la liquidación, el juez puede decretar la liquidación.
En este caso, se trataría de una especie de confesión de la configuración del caso previsto en el numeral 4 del art. 168
(incumplimiento del convenio) y, por otra parte, corresponde reconocer que la anticipación de la concursada a denunciar su
propio incumplimiento, tiende a la preservación de la masa activa remanente, en beneficio de los acreedores.
Entonces, así como el art. 167 le confiere legitimación a los acreedores para solicitar la liquidación judicial, en caso de
incumplimiento del convenio, el numeral 4 del art. 168 le confiere al juez de concurso la potestad para ordenar la liquidación de
la masa activa, en términos generales.
Una vez que se evidencia el incumplimiento del convenio, para lo cual tienen legitimación los acreedores pero ciertamente,
también, el deudor, el juez debe ordenar la liquidación de la masa activa.
Liquidación a solicitud de los acreedores:
Los acreedores pueden solicitar la apertura anticipada de la liquidación en cualquier estado del proceso concursal, sea en la
junta o fuera de ella (art. 168, numeral 5), respetando los requisitos de generales establecidos en el art. 175.
Sólo se exige que se trate de acreedores quirografarios que representen la mayoría de los créditos con derecho a voto.
Además, cualquier acreedor puede solicitar la liquidación de la masa activa en caso de incumplimiento del convenio.
El juez podrá adoptar las medidas cautelares que considere necesarias las que, de acuerdo a lo establecido en el art. 167,
quedarán sin efecto declarado el incumplimiento o desestimada la solicitud.
Liquidación de oficio:
Por su parte, el juez debe ordenar el inicio del proceso liquidatorio en los casos siguientes:
1) Cuando constata la inexistencia de propuesta de convenio y cuando, aun presentada, verifica que la misma no fue aceptada
por la junta de acreedores, art. 168, numeral 2).
2) Cuando falte la aprobación judicial del convenio, art. 168, numeral 3.
3) Cuando constate el incumplimiento de lo prometido en la fórmula aprobada por la junta de acreedores ,art. 168, numeral 4, y
art. 235.
La causal dispuesta en el numeral 3 del art. 168 nos lleva a preguntarnos cuál es el alcance de la valoración que realiza el juez
al negar la aprobación judicial del convenio.
El juez tiene el poder de rechazarlo cuando se haya incumplido la ley 18387 por ejemplo, cuando constate ilegalidades
cometidas en la fórmula aprobada por la junta de acreedores o ilegalidades respecto de la celebración y desarrollo de la junta.
Bado dice que el verdadero problema consiste en resolver si, fuera de los casos de contralor de legalidad, el juez tiene el poder
de rechazar el convenio y ordenar la liquidación como resultado de un examen de viabilidad de la propuesta o si puede
considerar la conveniencia de la solución.
La profesora Bado entiende que no.
Bado enseña que el art. 129 dispone que los acuerdos de la junta de acreedores deben ser homologados por el juez del
concurso y el art. 154 confirma ésto, al establecer que si no se formula oposición oportunamente, el juez debe dictar un auto en
el primer día hábil posterior aprobando el convenio de acreedores.
Y exactamente la misma solución prevé la ley 18387 en su art. 164, por lo tanto, el juez carece de cualquier discrecionalidad a
este respecto.
Sólo en el caso de que existieran oposiciones, la aprobación o el rechazo del convenio, dependerá de su criterio, art. 155.
Pero incluso en este caso, la referencia a los casos en que a criterio del juez no pueda aprobarse el convenio, está acotada por
lo dispuesto en el art. 152 respecto a las facultades decisorias del juez.
El juez sólo puede considerar la no aprobación del convenio cuando, previa oposición al convenio promovida por determinados
sujetos (art. 151 y art. 152, inc. 2), le corresponda expedirse respecto a la existencia de infracciones legales en la constitución o
en la celebración de la junta, o en el contenido del convenio o, también, respecto a la omisión de votos decisivos por quien no
era titular real del crédito o la obtención de votos mediante maniobras que afecten o puedan afectar a la paridad de trato entre
los acreedores quirografarios.
Así mismo, si lo solicitan los sujetos referidos en el inc. 2 del art. 152 (acreedor o acreedores que represente, por lo menos, el
diez por ciento del pasivo quirografario del deudor y el síndico o interventor), podría el juez expedirse respecto a la inviabilidad
objetiva del cumplimiento del convenio.
Resolución de liquidación de la masa activa:
La ley 18387 establece un proceso de liquidación rápido y sin trabas que conduzca, eficientemente, a la eliminación del
mercado de la empresa inviable.
Esta es una circunstancia señalada en la exposición de motivos y objeto de diversos estímulos, entre ellos, la exoneración del
Impuesto al Valor Agregado y del Impuesto Específico Interno al adquirente de bienes componentes de la masa activa (art. 254)
y la falta de requerimiento de certificados exigidos por la ley para la celebración de negocios jurídicos o para su registración,
eficacia o perfeccionamiento, art. 114.
El art. 169 dispone el contenido que, necesariamente, deberá contener la resolución que ordene la liquidación.
Y a estas disposiciones, que gobiernan esta fase particular del proceso concursal, habrán de agregarse las disposiciones que
establecen efectos generales en todo aquello que sea compatible.
Contenido de la resolución de liquidación

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Comercial II – Parte V.
La sentencia que dispone la liquidación, debe también disponer sobre lo siguiente:
- suspensión de la legitimación del deudor y nombramiento del interventor como síndico;
- fijación de la fecha de licitación para la venta en bloque;
- declaración de disolución de la persona jurídica concursada y cese de sus administradores;
- formación del incidente de calificación;
- notificación a los miembros de la comisión de acreedores;
- inscripción y publicación.
- Suspensión de la legitimación del deudor y nombramiento del interventor como síndico:
A los efectos de impedir al deudor la disponibilidad del patrimonio, en detrimento de los acreedores, en esta etapa del
procedimiento concursal se acaba la tolerancia observada en la parte general de la ley 18387.
La suspensión de la legitimación para disponer y obligar a la masa, facultativa en la etapa de convenio (arts. 26, 45 y 46) se
torna preceptiva.
Entonces y de acuerdo a lo dispuesto en el numeral 2 del art. 46, el deudor concursado queda absolutamente impedido de
disponer de su patrimonio, aun en los actos considerados de giro ordinario, siendo sustituido por el síndico.
Los actos de administración y disposición realizados en contravención de lo dispuesto en esta norma, serán ineficaces respecto
a la masa, art. 46, inc. 1.
Se pone fin a la flexibilidad existente hasta este momento; si sólo se hubiese limitado la legitimación del deudor, se designará al
interventor ya actuante como síndico, quien será el encargado de disponer de los bienes a los efectos de proceder a su
liquidación.
Si el deudor ya tuviera suspendida la legitimación, continuará en la etapa liquidatoria el síndico nombrado.
- Fijación de la fecha de licitación para la venta en bloque:
La ley prefiere la venta en bloque de la “empresa en funcionamiento” y además, a los efectos de captar al mayor número de
oferentes, que sean capaces de conservar la actividad, la ley prefiere el procedimiento de oferta pública.
La Ley 18387 busca que la enajenación se realice sin mayores dilaciones, por ello, el art. 169, numeral 2, dispone cuándo habrá
de realizarse el llamado (dentro de no más de 90 días de decretada la liquidación admitiéndose una sola prórroga en forma
excepcional) y las formalidades de la oferta (un pliego conteniendo las bases del llamado a licitación para la explotación de la
empresa, propuesto por el síndico y aprobado por el tribunal).
De esta manera la ley está garantizando una enajenación rápida y reglas transparentes previamente autorizadas por el juez.
La fecha prevista y el pliego de condiciones deben formar parte de la resolución judicial de apertura de la liquidación.
- Declaración de disolución de la persona jurídica y cese de sus administradores:
Si el deudor es una persona jurídica, además de lo anterior, corresponde que el juez declare la disolución de la sociedad y el
cese del órgano de administración, art. 169, numeral 3.
- Formación del incidente de calificación:
La resolución de liquidación de la masa activa debe contener, aunque el art. 169 lo omita, la orden de formación del incidente
de calificación y así surge de lo dispuesto en el art. 197 de la, que prevé que el plazo para la comparecencia de los interesados
a denunciar hechos que consideren relevantes para la calificación del concurso como culpable corra a partir de la publicación
en el Diario Oficial “de la resolución judicial que ordene la formación del incidente de calificación”.
Esa resolución, en función de lo establecido en el art. 196, es la misma que declara la liquidación o, en su caso, que apruebe el
convenio.
Trámite inmediato a la resolución:
En forma inmediata al decreto de apertura de la liquidación se toman dos medidas:
La resolución judicial que ordena la liquidación de la masa activa debe notificarse a los miembros de la comisión de acreedores.
Debe inscribirse en el Registro dentro de las veinticuatro horas de dictada, art. 20 y publicarse un extracto, también, dentro de
las veinticuatro horas de dictada, durante tres días, art. 22.
Bado dice que la ley es clarísima respecto a la ejecución inmediata de lo dispuesto, aunque todavía se esté en plazo para
interponer los recursos correspondientes.
La Ley 18387, buscando la rapidez y la eficiencia, sacrifica el derecho del deudor, pues los recursos presentados no
suspenden la ejecución de lo resuelto y el auto de liquidación comenzará a ejecutarse aunque no haya quedado firme.
Efectos de la apertura de la liquidación:
De acuerdo con lo dispuesto por el art. 170 de la ley, la apertura de la liquidación es justa causa para la resolución anticipada de
los contratos celebrados por el deudor con obligaciones total o parcialmente pendientes de ejecución.
El crédito correspondiente a la indemnización por los daños y perjuicios que cause la resolución, fijado por el juez, tendrá la
consideración de crédito concursal.
Los contratos laborales nos obligan a armonizar el art. 69, con este art. 170.
Este tema de los contratos laborales ya lo hemos visto, pero es necesario que lo repasemos y ampliemos ahora.
De acuerdo al art. 69, los contratos de trabajo no se rescinden como consecuencia de la declaración de concurso.
Los créditos que se generen formarán parte de la masa pasiva, con cargo a la masa activa, art. 91 y serán abonados, a medida
que venzan, de acuerdo al art. 92.
Esto quiere decir que estos contratos no sufren mayores alteraciones por la declaración de concurso, lo que no significa que no
los afecte la apertura de la instancia de liquidación.
La liquidación es una etapa del proceso concursal que sí provoca la resolución anticipada de los contratos de trabajo.
PAGO A LOS ACREEDORES.
El pago a los acreedores es regulado en los artículos 181 al 191, en donde se estipula que en primer lugar se cubrirán los
créditos con privilegio especial con el producido de la enajenación de los bienes afectados a dichos créditos, en caso de que
no fueran satisfechos en su totalidad, el saldo que resta será quirografario.
Independientemente del pago a los acreedores con privilegio especial, el Síndico pagará con la realización de los bienes que
integran la masa activa, en primer lugar a los acreedores con privilegio general, luego a los quirografarios y por último a los
subordinados.

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Comercial II – Parte V.
Una vez pago los créditos con privilegio especial y en caso de que la masa activa fuera insuficiente para satisfacer todos los
créditos con privilegio general, el pago se realizará por el orden ya establecido en el análisis de créditos, art. 110, a prorrata
dentro de cada número.
Los créditos quirografarios serán satisfechos a prorrata, conjuntamente con los créditos con privilegio especial en la parte que
no hubieran sido satisfechos con el importe de los bienes gravados.
Salvo autorización del Juez del concurso, oída la Comisión de Acreedores, el pago de los créditos quirografarios se realizará
una vez íntegramente satisfechos los créditos privilegiados.
El pago a los acreedores quirografarios también se realizará a prorrata a medida que el Síndico vaya obteniendo liquidez,
cubriendo una cuota mínima de un 5% del monto del crédito, evitando así pagos engorrosos de cifras menores.
De existir créditos condicionados o litigiosos, el Síndico debe reservar las cantidades que le corresponderían a estos acreedores
si acaece la condición suspensiva o se dicta sentencia contra el deudor.
El pago de los créditos subordinados se realizará una vez íntegramente satisfechos los créditos quirografarios.
Si los fondos que quedaran una vez satisfechos los créditos quirografarios fueran insuficientes para satisfacer a todos los
créditos subordinados, el pago se realizará por el orden establecido en el Artículo 111, a prorrata dentro de cada número.
Si una vez pagados los créditos subordinados quedara un remanente, el síndico lo distribuirá entre los acreedores con privilegio
general y quirografarios, a prorrata de sus respectivos créditos, con un monto máximo equivalente a la tasa media de interés del
sistema bancario para familias, por plazos mayores a un año, que publique el Banco Central del Uruguay para créditos en
unidades indexadas o, en su defecto, al interés legal computado sobre sus respectivos créditos, por el plazo que medió entre la
declaración judicial de concurso y el pago de los mismos.
Si todavía quedara un remanente se realizará similar operación con los créditos subordinados, en el orden previsto por la ley.
Si el pago de un crédito anterior a la declaración de concurso se efectuara antes de la fecha en que hubiera vencido de no
haberse producido la apertura de la liquidación, se hará por su valor actual, realizando el descuento que corresponda.
Si el síndico lo solicita, el Juez puede autorizar el pago de créditos del deudor posteriores a la declaración de concurso que
todavía no hubieran vencido, fijando el descuento que corresponda.
Para los casos en que un crédito hubiera sido verificado en dos o más concursos de deudores solidarios, la suma de lo
percibido en todos los concursos no podrá exceder del importe del crédito.
El síndico podrá retener el pago hasta que el acreedor acredite fehacientemente lo percibido hasta la fecha en los concursos de
los deudores solidarios.
Y una vez efectuado el pago, lo pondrán en conocimiento del síndico o del interventor de los demás concursos.
El deudor solidario no podrá reclamar de los codeudores mientras que el acreedor no haya sido íntegramente satisfecho.
El acreedor que, antes de la declaración de concurso, haya cobrado parte del crédito de un fiador o avalista o de un deudor
solidario tendrá derecho a que le sea atribuida la cuota que a éstos corresponda en el concurso del deudor hasta cubrir el
importe total de su crédito.

EL ACREEDOR INVOLUNTARIO:
Desde el artículo 2372 del Código Civil hasta nuestra ley de concursos y reorganización empresarial 18.387 la situación del
acreedor involuntario parece ser la misma.
Se trata de un acreedor que cuenta como garantía de su crédito con los bienes todos de su deudor, excepto los inembargables
y en caso de pluralidad de acreedores el precio de ellos se distribuirá entre ellos a prorrata a no ser que existan causas
legítimas de preferencia.
Este criterio del prorrateo impuesto por el codificador civil no es otra cosa que la denominada moneda de quiebra a la que hace
referencia constantemente la doctrina mercantilista desde siempre para referirse al porcentaje del activo que le corresponde a
un acreedor en el caso de insolvencia de su deudor .
Adicionalmente se advierte que las causas de preferencia que el precitado artículo 2372 del Código :Civil reconoce como
excepción al principio de igualdad en el tratamiento de los acreedores se encuentran con variantes tanto en las viejas
legislaciones en materia concursal como en las más modernas cuando se consagra un orden de prelación para el pago de los
diversos créditos y se reconocen privilegios y preferencias
Esa ordenación de los créditos del deudor para su cancelación que implementa la ley en caso de su insolvencia implica que el
titular del crédito quede o no en una posición más favorable que los restantes acreedores del deudor.
La hipoteca o la prenda son causa de legítima preferencia no solo en el Código Civil uruguayo sino también en la gran mayoría
de las legislaciones y en particular en las leyes concursales clásicas y en las más modernas.
La nueva ley concursal 18.387 califica a los créditos con garantía hipotecaria o prendaria en su artículo109 como créditos con
privilegio especial lo que ha despertado críticas desde el punto vista técnico en la medida que no son estos créditos
privilegiados sino créditos que gozan de preferencia.
En este universo, el acreedor involuntario aparece clásicamente como un acreedor común y como tal asimilado en punto a su
expectativa de cobro a la de cualquier acreedor quirografario.
En la actualidad la doctrina nacional se pregunta si corresponde otorgarle al acreedor involuntario un lugar de privilegio en ese
orden de prelación para el pago que todo proceso concursal diseña.
Para responder a esta interrogante, se señala que el crédito es el resultado de la creencia o confianza que deposita el acreedor
en la recuperación de los recursos que ha cedido temporalmente al deudor.
Esta diferencia temporal genera incertidumbre acerca de la efectiva reintegración de los recursos cedidos. Dicha incertidumbre
es denominada riesgo del crédito.
El riesgo de un crédito opera en función decreciente de la probabilidad de la satisfacción del mismo: cuanto mayor sea ésta
menor será su riesgo.
Existen instrumentos que proporciona en nuestro ordenamiento jurídico que permiten proteger el crédito, cuya inclusión en el
contrato requiere de la voluntad expresa de las partes, como por ejemplo, lo son las garantías reales.
Es indudable que el valor de los créditos se reduce cuando pierden valor los activos integrados en el patrimonio del deudor y
aumenta hasta el límite de su importe cuando se incrementa el valor de los mismos.

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Comercial II – Parte V.
El resto del beneficio pasa necesariamente al deudor, tal situación ha llevado a definir el crédito desde la óptica económica
como un valor expropiable para el deudor.
En situaciones de insuficiencia patrimonial que se caracterizan por la escasez de recursos para satisfacer una pluralidad de
acreedores, los créditos sufren una considerable devaluación.
Dicha pérdida de valor viene determinada por dos variables: una cuantitativa y otra cualitativa,
La variable cuantitativa toma como elemento de referencia la merma experimentada por el patrimonio del deudor: la situación de
escasez reduce la porción de éste que corresponde a cada crédito y con ello reduce su valor,
La variable cualitativa se refiere a que el valor del crédito no depende de su valor nominal sino del volumen del riesgo que
incorpora, esto es, de la probabilidad que éste no llegue a recuperarse.
En realidad , el grado de seguridad de los créditos está en función del diseño contractual que llevan a cabo las partes haciendo
uso de los instrumentos que a tal fin les brinda por un lado, el mercado y por otro, el derecho privado en su calidad de
instrumento facilitador de los procesos de intercambio.
La autonomía de la voluntad juega un papel fundamental a la hora de configurar el grado de resistencia del crédito para el caso
de insolvencia.
Ese valor relativo de los créditos vinculado al valor contratado por las partes en el mercado se debe tener en cuenta en el
concurso a la hora del reparto del activo.
Por lo tanto, no todos los créditos padecerán de la misma devaluación en situaciones de insolvencia, ésta resultará de los
valores previamente contratados.
Los acreedores contractuales están en condiciones de anticipar cuál será su posición en situaciones de concurrencia con otros
créditos.
La ley privilegia a estos acreedores que al contratar tomaron en cuenta el riesgo empresarial que asumen al conceder el crédito.
Pero frente a la insolvencia de su deudor, existen otros acreedores que no pueden anticipar contractualmente dicho riesgo y es
a éstos a quienes la doctrina denomina acreedores involuntarios.
Esta una nueva categoría de acreedores ha sido analizada por la doctrina en el derecho comparado con la finalidad de que se
les contemple en las leyes concursales.
Así inicialmente la doctrina identificó como acreedores involuntarios a los titulares de créditos de origen extracontractual a
aquellos sujetos que poseen créditos contra el deudor concursado que no derivan de una relación contractual:.
El acreedor involuntario se visualiza como un acreedor de segunda en base a que en la mayoría de los casos, estos acreedores
necesitan iniciar y concluir un juicio ordinario para que su crédito sea reconocido.
Entre los concursalistas se señala que no siempre que exista contrato dejará de ser extracontractual la responsabilidad por
daños que pueda aparecer entre las partes como por ejemplo cuando el daño no proceda de una conducta incumplidora sino
que surge teniendo al contrato solamente como ocasión más o menos accidental , el daño es extracontractual y el acreedor se
categoriza como involuntario .Es el caso de una disputa entre prestamista y prestatario que ocasiona lesiones a una de las
partes.
La mayoría de la doctrina argentina que ha trabajado sobre el tema entiende que en los acreedores extracontractuales no se
agota el fenómeno de los acreedores involuntarios.
Por el contrario, se evidencia una corriente expansiva entre quienes lo tratan que incluye un elenco de acreedores, en
apariencia contractuales, respecto de los cuales no existe una verdadera voluntad comercial de asumir la contratación con
capacidad de evaluar el riesgo, así se identifica por ejemplo: a la víctima de una grosera mala praxis médica; o a él
transportado, etc.-).
Se afirma al igual que en la doctrina española que puede darse el caso de un acreedor contractual que siendo contractual se
convierte en involuntario como consecuencia de un obrar ilícito del deudor se cita como ejemplo el del acreedor que celebró un
contrato de transporte de persona con el deudor y se refiere a los casos en que en el curso del mismo sufre un accidente que
deteriora su integridad física o síquica.
Se incluye al acreedor contractual siempre que el perjuicio que luego da lugar al crédito sea consecuencia de un delito o
cuasidelito durante el cumplimiento del vínculo contractual.
En esta postura doctrinaria se afirma que por más que el acreedor resulte vinculado con el deudor por una relación contractual
no pudo ni quiso las consecuencias dañosas sobre su persona.
En ese sentido, en la literatura argentina reciente se amplía el alcance de la noción de acreedores involuntarios, y se afirma que
en muchos casos la mera existencia de una convención no da lugar a la existencia de una relación comercial real, sino que
expresa la propia existencia de la cobertura de una necesidad personal del acreedor y estos acreedores deben quedar
comprendidos en la calificación de acreedores involuntarios. .
Algunos autores incluyen en esta categoría a los “pequeños proveedores” o a los acreedores no informados.
¿Cuál es la justa medida de ese trato desigual para que, a su vez, no se viole el principio de igualdad?
Evidentemente, el tema es complejo así como peligroso y disfuncional. Por ello mismo, esta solución debe partir para parte de
la doctrina del órgano legislativo, mientras que para otra es el juez quien en cada caso concreto debe aplicar directamente la
norma de rango constitucional y amparar al acreedor involuntario. La aplicación directa del artículo 7 de la Constitución de la
República Oriental del Uruguay es no solo invocada por la doctrina en el ámbito del derecho público sino que ha sido aplicada
por la jurisprudencia nacional en casos excepcionales de situaciones de acreedores de avanzada edad o enfermedades
terminales dentro de un concordato
Sin embargo, también se escuchan voces en la doctrina especializada en contra de un trato diferenciado a estos acreedores
fundadas en que de privilegiarse a los acreedores involuntarios no se asegura que el coste del daño sea asumido por su
causante sino que se lo desplaza sobre terceras personas y perturba el normal funcionamiento del crédito en el mercado
El aumento del coste del crédito podría tener consecuencias perniciosas y privar de financiación a aquellas empresas cuyo
riesgo de accidentes fuera más elevado .Se afirma que la satisfacción de las víctimas afectadas por la insolvencia de su deudor
se convierte entonces en una política pública, cuyo desarrollo requiere de instrumentos más adecuados que el privilegio.
A la hora de contratar pueden darse supuestos de selección adversa o antiselección que responden a formas de oportunismo
precontractual en las que el deudor retiene información acerca de su situación patrimonial.
En estos casos el riesgo adicional no anticipado se desplaza hacia el acreedor.

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Comercial II – Parte V.
Los créditos pueden aislarse frente a los riesgos de insolvencia del deudor a través de instrumentos formales que permiten
moderarlos y con ellos aumentar el valor de los mismos. Los acreedores involuntarios carecen de toda información, la propia
naturaleza y fuente de estos créditos impide a sus titulares anticipar ni consentir el riesgo que todo crédito implica y ajustar el
valor de los mismos, lo que justifica en nuestra opinión una modificación legislativa que los ubique como acreedores
privilegiados en el orden de prelación para el cobro de los créditos en el concurso.
CALIFICACIÓN DEL CONCURSO.

La Ley de Concursos y Reorganización Empresarial 18.387 en su artículo 2º establece que la ley es aplicable a todas las
personas jurídicas civiles o comerciales por lo que sus disposiciones son extensivas a todos los administradores de personas
jurídicas que se concursen, sin importar cual sea su tipo social o si se trata de personas jurídicas de naturaleza civil o comercial.
Estas normas son también aplicables a los directores de sociedades de intermediación financiera, que si bien tienen un proceso
especial de liquidación, se les aplica el título de calificación del concurso .
La calificación será aplicable a todo proceso concursal, a menos que se cumplan acumulativamente las condiciones previstas
en el artículo 213 de la ley 18.387: “1.- El concurso de acreedores fuera voluntario. 2.- El convenio aprobado permita la
satisfacción íntegra de los créditos concursales en un plazo no superior a dos años o, en caso de liquidación, que de lo actuado
resulte que el activo del deudor es suficiente para satisfacer su pasivo”.
La ley pretende generar uno de los incentivos para la tempestividad de la presentación de la solicitud del amparo concursal, por
cuanto el deudor podrá evitar la calificación del concurso y sus consecuencias negativas si se presenta voluntariamente a
solicitar su propio concurso cuando la marcha del negocio no está tan deteriorada que permite el pago del 100% del pasivo en
un plazo no mayor a dos años o que el producido de la liquidación de los activos permita cancelar todo el pasivo.
Siguiendo el artículo 192 de la ley, el concurso se calificará como culpable si en la producción o agravamiento de la insolvencia
existe dolo o culpa grave del deudor o de los administradores de las personas jurídicas.
La ley establece una serie de presunciones de culpabilidad, algunas absolutas y otras relativas consagradas en los artículos
193 y 194:
ARTICULO 193.- (Presunciones absolutas de culpabilidad).- El concurso se calificará como culpable, además, en los siguientes
casos :
1) Cuando el deudor se hubiera alzado con la totalidad o parte de sus bienes en perjuicio de sus acreedores o hubiera realizado
cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones con la finalidad de retrasar, dificultar o impedir la eficacia
de un embargo en cualquier clase de ejecución que se hubiera iniciado o fuera de previsible iniciación.
2) Cuando durante los dos años anteriores a la fecha de declaración del concurso de acreedores los fondos o los bienes
propios del deudor hubieran sido manifiestamente insuficientes o inadecuados para el ejercicio de la actividad o actividades a
las que se hubiera dedicado.
3) Cuando, antes de la declaración del concurso de acreedores, hubieran salido indebidamente del patrimonio del deudor
bienes o derechos.
4) Cuando no hubiera llevado contabilidad de ninguna clase, estando legalmente obligado a ello, o cuando hubiere llevado
doble contabilidad o hubiere cometido falsedad en la contabilidad.
5) Cuando el deudor hubiera cometido falsedad en cualquiera de los documentos adjuntados a la solicitud de declaración
judicial de concurso o presentados durante la tramitación del procedimiento.
ARTICULO 194.- (Presunciones relativas de culpabilidad).- Se resume la existencia de culpa grave del deudor, salvo prueba en
contrario, en los siguientes casos:
1) Cuando el deudor hubiera incumplido el deber de solicitar la declaración judicial de concurso.
2) Cuando el deudor hubiera incumplido el deber de cooperación con los órganos concursales, no les hubiera facilitado la
información necesaria o conveniente para el interés del concurso o no hubiera asistido a la Junta de Acreedores.
3) Cuando el deudor hubiera incumplido con su obligación de preparar, en tiempo y forma, los estados contables anuales,
estando legalmente obligado a ello.
Entre las presunciones relativas, la que tiene mayor importancia práctica es aquella que se configura con no solicitar en tiempo
el amparo concursal, esto es dentro de los 30 días siguientes a que conoció o debió conocer la insolvencia.
Dentro de las presunciones absolutas la que ha tenido mayor relevancia práctica, es la que establece la responsabilidad porque
en los dos años anteriores a la fecha de declaración del concurso de acreedores, los fondos o los bienes propios del deudor
hubieran sido manifiestamente insuficientes o inadecuados para el ejercicio de la actividad o actividades a las que se hubiera
dedicado. En muchos concursos se ha invocado esta presunción y los jueces la interpretan – a nuestro modo de ver
correctamente – de modo estricto y con ello dan lugar a la condena.
La Ley crea una figura nueva pero de gran aplicación práctica que son los cómplices: todos aquellos que actuando con dolo o
culpa grave hubieren colaborado en la producción o agravamiento de la insolvencia .
El proceso de calificación se inicia con un llamado a interesados titulares de un interés legítimo, que puedan dar a conocer
hechos relevantes para la calificación del concurso.
Luego el síndico hará su informe que contendrá una propuesta de calificación del concurso, indicando si el mismo será culpable
o fortuito y en caso que sea culpable, indicando las personas que son afectados y sus eventuales cómplices e indicando las
causas de su propuesta.
La sentencia final de este proceso tiene gran importancia, por cuanto la misma puede considerar que el concurso ha sido
culpable y como tal afectar a los administradores de las personas jurídicas, para lo cual la ley prevé sanciones.
La sentencia que declara la culpabilidad con la cual concluye la calificación tiene un contenido complejo que está determinado
por el artículo 201 de la 18387 que establece que: “Artículo 201. (Sentencia de calificación).- La sentencia que declare culpable
al concurso tendrá el siguiente contenido:
1) La declaración del concurso como culpable, con expresión de la causa o de las causas en que se fundamente la calificación.
2) La determinación de las personas afectadas por la calificación, así como de las personas declaradas cómplices.
3) La inhabilitación del deudor o de los administradores o liquidadores, aun de hecho, y miembros del órgano de control interno
de la persona jurídica deudora para administrar los bienes propios o ajenos por un período de cinco a veinte años, así como

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Comercial II – Parte V.
para representar a cualquier persona durante el mismo período. Las inhabilitaciones se inscribirán en el Registro Nacional de
Actos Personales.
4) La pérdida de cualquier derecho que tuvieran los cómplices como acreedores concursales y la condena a reintegrar los
bienes y derechos que pertenecieran a la masa activa, así como a indemnizar los daños y perjuicios causados, cuya cuantía se
determinará en período de ejecución de sentencia.
En el caso de que el deudor cuyo concurso hubiera sido calificado como culpable fuese una persona jurídica, la sentencia de
calificación podrá contener, además, la condena a los administradores y liquidadores, de derecho o de hecho, e integrantes del
órgano de control interno, o a algunos de ellos, a la cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial en beneficio de la
masa pasiva.
Las disposiciones sobre calificación del concurso se establecen sin perjuicio de las normas penales que correspondiera aplicar,
en caso de que alguno de los involucrados hubiera incurrido en conductas delictivas tipificadas por las referidas normas”.
La sentencia tiene que declarar culpable el concurso, pero además determinar las personas físicas afectadas por la calificación
y sus cómplices.
Debe contener además la inhabilitación de administrar bienes propios o ajenos por un período de 5 a 20 años y de representar
a cualquier persona por idéntico período.
También los cómplices son afectados en tanto pierden los derechos que pudieran tener en el concurso y pueden ser
condenados a resarcir los daños y perjuicios causados.
Por otra parte, los administradores de hecho o de derecho de las personas jurídicas y sus liquidadores o integrantes del órgano
de control interno pueden ser condenados a cubrir la parte insatisfecha del pasivo concursal.
Esta disposición tiene una gran relevancia porque por un lado es una forma en la cual se puede afectar el patrimonio personal
de los administradores.
Se terminó aquella época en la cual una persona a lo largo de su vida comercial podía hacer varios concursos y no resultaba
afectado su patrimonio.
Hoy va a ser objeto de una calificación y no podrá escapar de ello por la mera vía de poner un testaferro por cuanto se califica a
los administradores de hecho y de derecho.
Ya tenemos casos jurisprudenciales que se ha condenado al administrador de hecho, dejando de lado la cobertura que le daba
poner a otra persona – en general insolvente – al frente de su negocio.
Pero la responsabilidad no concluye allí, sino que la hace extensiva para los integrantes del órgano de control interno, por lo
que los síndicos o integrantes de comisiones fiscales también pueden incurrir en estas responsabilidades. Es un hecho no
menor y que sugerimos que sean debidamente analizado antes de aceptar un cargo de esa índole en una persona jurídica.
La Formación del incidente de calificación:
En la misma resolución por la que se aprueba el convenio o se ordena la liquidación de la masa activa, el Juez del concurso
manda formar el incidente de calificación, que se abre con la solicitud de declaración del concurso de acreedores y los
documentos adjuntos y con la sentencia que lo hubiera declarado.
No va a proceder la formación del incidente de calificación cuando concurran acumulativamente las siguientes condiciones:
1) El concurso de acreedores fuera voluntario.
2) El convenio aprobado permita la satisfacción íntegra de los créditos concursales en un plazo no superior a dos años o, en
caso de liquidación, que de lo actuado resulte que el activo del deudor es suficiente para satisfacer su pasivo.
Dentro de los quince días siguientes a contar desde la publicación en el Diario Oficial de la resolución judicial que ordene la
formación del incidente de calificación, cualquier acreedor o persona que acredite un interés legítimo puede comparecer ante el
Juez del concurso, y denunciar los hechos que considere relevantes para la calificación del concurso como culpable.
Transcurrido el plazo de quince días que recién mencionamos, el síndico o el interventor, dentro de los quince días siguientes,
presentarán al Juez del concurso un informe documentado sobre los hechos relevantes para la calificación del concurso de
acreedores, con propuesta de resolución.
Si se propusiera que el Juez califique como culpable el concurso, expresará la identidad de las personas a las que debe afectar
la calificación, así como la identidad de las personas a las que debe calificarse de cómplices, justificando la causa.
Del informe del síndico o del interventor se tiene que dar traslado al Ministerio Público para que emita dictamen en el plazo de
cinco días. Si el Ministerio Público no emitiera dictamen, se entenderá conforme con la propuesta de calificación.
Si el informe del síndico o del interventor y el dictamen del Ministerio Público coinciden en calificar el concurso como fortuito, el
Juez, sin más trámites, va a ordenar el archivo de las actuaciones.
En otro caso, el juez va a emplazar al deudor y a todas las personas que, según resulte de lo actuado, pudieran ser afectadas
por la calificación del concurso o ser declaradas cómplices, a fin de que, en el plazo de diez días, aleguen cuanto convenga a
su derecho.
Si el deudor o alguno de los comparecientes formulas oposición, el Juez la tiene que sustanciar por el procedimiento de los
incidentes.
Y si son varias las oposiciones, se sustanciarán conjuntamente en el mismo procedimiento.
En caso de que ni el deudor ni los demás comparecientes formulen oposición, el Juez va a dictar sentencia en el plazo de cinco
días.
Si se produce la inhabilitación del deudor persona física, el Juez, en resolución posterior, oídos previamente los interesados, va
a nombrar un curador que se encargue de la administración de los bienes del inhabilitado.
En caso de que la inhabilitación de los administradores o de los liquidadores de la persona jurídica deudora impida a la misma
formar su voluntad corporativa, el síndico o el interventor deberán convocar a una asamblea de socios o accionistas para el
nombramiento de administradores o de liquidadores.
Si en el convenio se acordó una quita al deudor de parte de sus créditos quirografarios, los importes que se obtengan en la
ejecución de la condena a la cobertura de la totalidad o parte del déficit patrimonial, se van a destinar al pago de la parte
condonada.
Y si existe un resto y el convenio contuviera una espera para el pago de los créditos quirografarios, las cantidades nombradas
se destinarán al pago anticipado de los últimos plazos.

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Comercial II – Parte V.
En caso de incumplimiento del convenio el concurso se calificará culpable cuando en ese incumplimiento hubiera existido dolo o
culpa del deudor.

SUSPENSIÓN Y CONCLUSIÓN DEL CONCURSO.

La suspensión y la conclusión del concurso aparecen reguladas en en el Título X, de la ley 18387, que comprende los arts. 205
a 213, y se divide en tres Capítulos: el primero relativo a disposiciones comunes, el segundo a la suspensión del concurso
(causas, procedimiento, medidas cautelares y reapertura) y el tercero relativo a la conclusión del concurso (regulando las
causas y los distintos procedimientos conclusivos).
Es la primera vez en nuestro ordenamiento jurídico que se regula, de una manera sistemática, una materia como la suspensión
y conclusión del concurso.
Cabe recordar que la finalidad principal del concurso es la satisfacción de los acreedores, en la mayor medida posible, sea
mediante la liquidación del patrimonio del deudor común o mediante un convenio de cualquier clase.
Por tanto, dicho procedimiento podrá llegar a su fin mediante diversas alternativas conclusivas.
Sin embargo, debemos distinguir entre lo que nuestra ley denomina “conclusión” (que lleva a la extinción total y definitiva de
todos los efectos personales y patrimoniales derivados de la declaración del concurso, y lo que la misma denominan
“suspensión”
En este último caso, es decir, en el caso de la suspensiónno estamos frente a supuestos realmente conclusivos del
procedimiento concursal , sino de paralización temporal de los mismos, pero donde se mantienen todos los efectos derivados
de la declaración del concurso.
Entonces, mientras la conclusión del concurso supone la finalización definitiva del procedimiento concursal, permitiendo que, a
partir de ella, el deudor concursado ejerza cualquier actividad sin estar bajo el peso de consecuencias aún pendientes
derivadas del concurso, la suspensión del concurso, busca mitigar los costos en los que se incurre a raíz del procedimiento
concursal, cuando se llega a una instancia en la que no hay más actuaciones posibles o que permitan obtener un mejor
resultado del proceso.
En otras palabras, en los casos de suspensión, ocurre que el concurso llega a una etapa en la que no hay activos, pero quedan
créditos por cubrir aún, y, por un criterio de economía procesal, debe decretarse la suspensión del proceso, a los efectos de no
seguir con trámites inútiles que ni siquiera se pueden solventar. Es por eso que entendemos que debería hablarse, más que de
“suspensión del concurso», de «suspensión de las actuaciones concursales”, dado que el concurso en sí, entendido como
procedimiento, así como los efectos personales y patrimoniales emergentes de la declaración del mismo, continúan
absolutamente vigentes.
El art. 207 establece como causal de suspensión del concurso la “inexistencia o el agotamiento” de la masa activa sin íntegra
satisfacción de los acreedores.
Entonces la inexistencia y el agotamiento de la misma son causales no de conclusión, sino de suspensión, pudiendo derivar en
aquella cuando concurran las circunstancias descritas en el art. 213 (copulativamente: transcurso de diez años ininterrumpidos
desde la suspensión; que se trate de un concurso voluntario; que hubiere sido calificado como fortuito; y que el deudor hubiere
cumplido con el deber de colaboración del art. 53).
La ley 18387 distingue entre los supuestos de suspensión del concurso, que se encuentran regulados en los arts. 207 a 210
inclusive, de la de conclusión del mismo, regulados en los arts. 211 a 213 inclusive.
Acerca de los presupuestos del art. 205 para la declaración de la suspensión del concurso
El art. 205 establece una serie de presupuestos que deben darse en forma acumulativa para que el juez pueda proceder a
decretar la suspensión del concurso de acreedores.
“ARTICULO 205.- (Presupuestos para la suspensión y conclusión del concurso).- Para que el Juez pueda acordar la suspensión
o la conclusión del concurso de acreedores será necesario que se den los siguientes presupuestos:
1) Que exista causa legal de suspensión o de conclusión del concurso de acreedores.
2) Que sea improcedente la reintegración de la masa activa o, en caso contrario, que se hubieran ejecutado íntegramente las
sentencias firmes de las acciones revocatorias o adquirido firmeza las resoluciones judiciales que las hubieran desestimado.
3) Que fuera improcedente la promoción del incidente de calificación, que el concurso hubiera sido calificado como fortuito o
que se hubiera ejecutado íntegramente la sentencia firme de calificación del concurso como culpable.”
Al primero de ellos (existencia de una causal legal de suspensión, art. 205, numeral 1) nos referiremos más adelante
A continuación, realizaremos una reflexión acerca de los restantes dos.
A.- Improcedencia de la reintegración de la masa activa, íntegra ejecución de las sentencias de revocación, o firmeza
de las resoluciones desestimatorias (art. 205, numeral 2).
Con mucho tino, el legislador ha dispuesto que antes de acordarse la suspensión del concurso (lo cual significaría que los
acreedores no han sido satisfechos), se deberán tomar en consideración los posibles incrementos de la masa activa a través de
la reintegración a la misma de determinado bien que ha salido del patrimonio del deudor en perjuicio de sus acreedores.
La ratio legis radica en que, luego de decretada la suspensión, el concurso únicamente podrá ser reabierto ante el ingreso o la
aparición de nuevos bienes en el patrimonio del deudor (lo cual excluye la reapertura a los efectos de ejercitar acciones de
reintegración), y siempre que no hubieren transcurrido cinco años desde la firmeza del auto de suspensión (art. 210 ).
De ocurrir esto último, el concurso ya no podrá ser reabierto, ni siquiera ante la aparición de nuevos bienes o derechos en el
patrimonio del deudor.
Por tanto, el legislador ha querido tener la máxima certeza posible de que, al momento de suspender el concurso, no hubieren
quedado bienes del deudor por reintegrar a la masa activa, dado que, luego de suspendido el mismo, el síndico y los
acreedores habrán visto precluida la oportunidad procesal para ejercitar las acciones tendientes al mencionado reintegro.
Otra de las razones por las cuales el legislador ha optado por exigir el requisito del art. 205, numeral 2 antes de poder proceder
a decretar la suspensión del concurso, es que, como bien podría ocurrir, ejecutada la sentencia que ordena la reintegración de
un bien a la masa activa del concurso, esta se viera acrecentada de tal forma, que alcance ahora para la satisfacción de la
totalidad de los acreedores a través de su liquidación, no siendo procedente, en ese caso, la suspensión del concurso, sino la
conclusión del mismo por «íntegra satisfacción de los acreedores» (art. 211, numeral 2).

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Comercial II – Parte V.
Para finalizar, cabe apuntar que será el síndico, a través del informe del art. 206 , el encargado de determinar, ante el
acontecimiento de una causal legal de suspensión del concurso, la procedencia o no de iniciar acciones tendientes al reintegro
de bienes o derechos a la masa activa(art. 80).
B- Improcedencia del incidente de calificación, calificación fortuita del concurso o ejecución íntegra de la sentencia de
calificación (art. 205, numeral 3)
El tercer presupuesto que exige el legislador para que pueda declararse la suspensión (y la conclusión también) del concurso, y
que debe darse acumulativamente con los dos anteriores, es: o bien (i) que fuera improcedente la promoción del incidente de
calificación8; o bien (ii) que habiendo sido procedente la promoción de dicho incidente: (a) el concurso haya sido calificado
como fortuito o (b) ya se hubiera ejecutado íntegramente la sentencia firme de calificación del concurso como culpable (art.
201).
El motivo de esta exigencia para los casos de suspensión del concurso, es el mismo que subyace bajo la exigencia del numeral
anterior. Se trata de un motivo económico, que es asegurarse de incrementar lo más posible la masa activa antes de que el
concurso se declare suspendido.
Como se sabe, la sentencia que califica el concurso como culpable contendrá, entre otras cosas, la condena a los cómplices a
la pérdida de cualquier derecho que tuvieran como acreedores concursales, así como a reintegrar los bienes y derechos que
pertenecieran a la masa activa y a indemnizar los daños y perjuicios causados a los demás acreedores (art. 201, lit. ).
Asimismo, podrá contener una condena a los administradores y liquidadores de hecho o de derecho, así como a los integrantes
del órgano de control interno del deudor persona jurídica cuyo concurso ha sido declarado como culpable, a la cobertura de la
totalidad o parte del déficit patrimonial en beneficio de la masa pasiva (art. 201, segundo párrafo.).
Estas son medidas que podrán acrecentar el dividendo concursal percibido por los acreedores antes de proceder a la
suspensión del concurso.
Ahora bien, el acierto del legislador al exigir la finalización del incidente de calificación como requisito previo a la suspensión del
concurso, puede volverse contraproducente en los casos de concursos con ínfima o inexistente masa activa, en donde además
se prevea la improcedencia en el ejercicio de las acciones tendientes a reintegrar la masa activa, así como la imposibilidad de la
declaración del concurso como culpable.
En estos casos, de concursos destinados a fracasar, debería poder plantearse la suspensión de los mismos sin necesidad de
tramitar el incidente de calificación previamente, ni el informe del art. 206, a los efectos de evitar seguir generando gastos
procesales (créditos contra la masa) que nunca podrán ser abonados.
Sin embargo, esta posibilidad no ha sido contemplada por nuestro legislador, cuya voluntad ha sido que, en todos los casos,
deba esperarse, a los efectos de decretar la suspensión del concurso: (i) por un lado, las resultancias de las acciones
tendientes a reintegrar la masa activa o, en su defecto, la determinación (a través del informe del art. 206) de la improcedencia
de las mismas -art. 205, numeral 2-; (ii) por otro, o bien la calificación del concurso como fortuito, o bien la ejecución íntegra de
la sentencia firme de calificación del concurso como culpable -art. 205, numeral 3-.
Cabe recordar, llegado a este punto, que en los casos de suspensión del concurso, siempre procederá la formación del
incidente de calificación, dada la imposibilidad de cumplir con el numeral 2 del art. 196 de la ley.
En otras palabras, la suspensión del concurso por inexistencia o agotamiento de la masa activa es incompatible con la
aprobación de un convenio en los términos del artículo mencionado, y más incompatible aún, con la satisfacción del pasivo a
través de la liquidación de los bienes del deudor.
Causas de suspensión del concurso
Como hemos señalado con anterioridad, la finalidad del proceso concursal debe ser la satisfacción de los acreedores comunes
del deudor. Para ello, nuestro legislador se ha inclinado por la función solutoria del mismo a través de dos vías, el convenio y la
liquidación, y sobre un principio básico, la par conditio crediturum, tradicional en los procesos colectivos como el concursal,
frente a las ejecuciones singulares.
A los efectos de cumplir con dicha finalidad, resulta imprescindible la existencia de unos bienes o derechos con que garantizar
los derechos de los acreedores, o al menos la existencia de un mínimo de certidumbre de que con la puesta en marcha de los
mecanismos del proceso concursal, podrán surgir dichos bienes o derechos (a través de las acciones de reintegración de la
masa activa), o vincular otros patrimonios diferentes de los del deudor al cumplimiento de la finalidad del proceso (a través del
establecimiento de responsabilidades a terceros derivadas de la sentencia de calificación o de las acciones de los arts. 51 y 52.
Entonces, el hecho de que el concurso ha de poder alimentarse a sí mismo, debiera ser un principio general de nuestro sistema
concursal, dado que sostener lo contrario significaría condenarlo al fracaso y a la generación de mayores deudas (créditos
contra la masa) imposibles de satisfacer, entrando en concurso el propio concurso (concurso del concurso), lo cual no está
contemplado en nuestra Ley.
Pues bien, este no ha sido el principio de la solución legal. Como ya hemos señalado, dada la regulación actual, habrá
concursos destinados al fracaso, cuya existencia tendrá el único objetivo de cubrir los gastos por él mismo generados.
Esto por los argumentos de base legal que se explicarán a continuación.
A- La no contemplación como causal legal de suspensión, de la «insuficiencia» de la masa activa para hacer frente a
los gastos del proceso:
El art. 207 (causas de suspensión del concurso) establece que: “Será causa de suspensión del concurso de acreedores la
inexistencia o el agotamiento de la masa activa sin íntegra satisfacción de los acreedores”.
En primer término, debemos aclarar que, a pesar de que la norma refiere a «causa» en forma singular, se trata de dos hipótesis
de suspensión completamente distintas, como lo son la “inexistencia“ y el «agotamiento» de la masa activa.
“Inexistencia” significa ausencia total de bienes, la cual puede ser anterior a la declaración del concurso (ausencia de masa
activa ab initio), o sobrevenida durante el mismo, por ejemplo, debido a la desaparición de hecho de los bienes.
En cualquiera de los dos casos, el concurso deberá igualmente declararse y tramitarse hasta culminar con el incidente de
calificación (art. 205, numeral 3) y con los intentos de reintegrar la masa activa (art. 205, numeral 2).
Si dichos intentos para integrar y re-integrar la masa activa no dieran resultado, podrá el síndico proceder a solicitar la
suspensión del concurso, y el juez la decretará.

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Comercial II – Parte V.
Por otro lado, en caso de éxito, deberán cancelarse, primeramente, los créditos contra la masa, y luego, con el remanente,
deberán atenderse los créditos concursales. Una vez agotada la masa activa “sin íntegra satisfacción de los acreedores”,
quedará entonces configurada la causal de suspensión y podrá el síndico solicitar la misma, debiendo el juez declararla.
Por su parte, el “agotamiento”, que también sugiere ausencia absoluta de bienes en la masa activa, es siempre sobrevenido; es
decir, podrá ocurrir, bien por liquidación de los bienes del deudor y pago (sin íntegra satisfacción) a los acreedores concursales,
bien por haberse aplicado los mismos al pago de los créditos contra la masa, antes de llegar a la etapa de liquidación.
Pues bien, las mencionadas causales resultan insuficientes (en realidad deficientes), dado que ambas implican la exigencia de
una ausencia absoluta (inicial o sobrevenida) de bienes en la masa activa para que quede configurada la causal de suspensión
del concurso, no alcanzando para ello, con la «insuficiencia» de bienes para hacer frente a los créditos contra la masa, hipótesis
que, irremediablemente, implicará una absoluta insatisfacción de los acreedores.
En suma, en nuestro Derecho, no podrá solicitarse la suspensión del concurso mientras aún exista algún bien en la masa
activa, por ínfimo valor que el mismo tuviere y aún cuando previsiblemente no alcanzare siquiera para hacer frente a los créditos
contra la masa, debiendo esperarse entonces, en este caso, al «agotamiento» del mismo, que se producirá al momento del
pago de los gastos del procedimiento; gastos generados, paradójicamente, a consecuencia de un concurso cuyo objetivo debió
haber sido la liquidación de dicho bien.
Este inconveniente (el de tener que seguir tramitando un concurso condenado al fracaso) podría haberse evitado estableciendo
que la causal de suspensión fuese, no la “inexistencia” de masa activa (que obliga a declarar y a proseguir con un concurso,
aún sin bienes para hacer frente a los gastos del proceso) o el “agotamiento” de la misma (que obliga a proseguir con un
concurso hasta que la escasa masa activa se agote en pago de los créditos contra la masa, aún a sabiendas de que no será
suficiente para cubrirlos en su totalidad), sino la “previsión de insuficiencia” de la masa activa; mas esta «previsión de
insuficiencia» debió establecerse, no respecto de la “satisfacción de los acreedores” (lo cual llevaría a la absurda conclusión de
que deberían suspenderse todos los concursos en donde la masa activa no fuese suficiente para pagar a todos los acreedores
en su totalidad), sino respecto de la satisfacción de los créditos contra la masa o aun de los gastos del propio proceso
concursal.
Como complemento necesario, debió haberse establecido que el síndico pudiese solicitar la suspensión del concurso “en
cualquier momento del proceso” cuando se constate dicha “insuficiencia”, y no recién en la oportunidad procesal del art. 208.
B- La imposibilidad de suspender el concurso sin el cumplimiento previo de los requisitos del art. 205.
No obstante lo antedicho respecto de la forma en que se hubiese podido evitar tener que proseguir un concurso aún a
sabiendas de que el mismo no cumplirá con su objetivo, dicha solución seguiría siendo insuficiente, dado que la Ley 18387
exige otros requisitos (además de la inexistencia o agotamiento de la masa activa) para poder proceder a decretar la
suspensión del concurso.
Como ya hemos mencionado la ley , prescindiendo absolutamente de la realidad de la existencia de concursos en los que se
conoce de antemano, no sólo la improbabilidad de la obtención de una declaración de culpabilidad (o lo que es igual, la
insuficiencia económica de dicha declaración para integrar la masa activa con bienes suficientes para satisfacer al menos los
gastos del concurso), sino también la imposibilidad del ejercicio de acciones tendientes a reintegrar la masa activa (o lo que es
igual, la insuficiencia económica de las mismas para reintegrar bienes suficientes para satisfacer el menos los gastos del
concurso), establece un doble obstáculo de índole legal, que igualmente obligaría a continuar con dicho concurso destinado al
fracaso.
El primero de ellos, condena a «estirar» dicho concurso hasta mucho más allá de la apertura de la etapa de liquidación, esto es,
hasta tanto no finalice el incidente de calificación, para el caso de que el concurso hubiere sido calificado como fortuito, o hasta
tanto no se hubiere ejecutado íntegramentela sentencia firme de calificación del concurso como culpable.
Dicho artículo, no es otro que el ya mencionado 205, cuyo numeral 3 establece la mencionada exigencia, como requisito previo
indispensable para que el juez pueda declarar la suspensión del concurso.
Por otro lado, el mismo art. 205 establece un segundo obstáculo que también impediría suspender el concurso apenas se
constatare la inexistencia o agotamiento (o “insuficiencia”, en una redacción ideal) de la masa activa, al establecer en su
numeral 2 como conditio sine qua non para que el juez pueda acordar la suspensión del concurso, la improcedencia de la
reintegración de la masa activa, o, en su defecto, la íntegra ejecución de las sentencias revocatorias, o la firmeza de las
resoluciones desestimatorias.
La última palabra respecto de la procedencia o no de las acciones reintegratorias de la masa activa, la tendrá el síndico en el
informe del art. 206, que deberá elaborar recién cuando se constate la existencia de una causal de suspensión, la cual, a su
vez, surgirá recién “del estado de cuentas de la liquidación” (art. 208).
Por tanto, como vemos, la disposición del art. 205, numeral 2, obligará, al menos, a diferir la declaración de suspensión del
concurso, hasta la elaboración del informe mencionado (suponiendo que el mismo fuera desfavorable al ejercicio de acciones
revocatorias).
Más allá de los inconvenientes mencionados, es menester admitir que la exigencia del cumplimiento de los nos 2 y 3 del art.
205 para poder proceder con la suspensión del concurso, guarda coherencia con la imposibilidad de reabrir el mismo a los
fines de ejercitar acciones de reintegración, así como también para aportar hechos relevantes que pudieran conducir a la
calificación del concurso como culpable.
Por tanto, en nuestro Derecho, el concurso suspendido únicamente podrá reabrirse cuando efectivamente “ingresen o
aparezcan” nuevos bienes o derechos en el patrimonio del deudor, y no ante una mera expectativa de reintegro de la masa
activa, o de extensión de la responsabilidad concursal a terceros como resultado de la declaración del concurso como culpable.
Sin embargo, lo que a primera vista aparece como una disposición acertada a la vez que otorga seguridad jurídica al deudor y a
sus terceros contratantes, actúa como un gran estorbo a la hora de proceder con la suspensión del concurso en aquellos casos
donde no sólo la “inexistencia” o el “agotamiento” (o la «insuficiencia», en términos ideales) de la masa activa del concurso se
produce o se advierte en etapas tempranas del proceso, sino que a su vez: (i) se sabe con certeza que no será posible el
ejercicio de acción alguna de reintegración (o si existiera alguna posibilidad de ejercitarlas, se conoce de antemano que el
resultado de las mismas no será satisfactorio, por ejemplo, debido a que el escaso valor del bien o dinero a reintegrar, no será
suficiente para afrontar siquiera los gastos del concurso) y (ii) se sabe o se prevé que el concurso no será calificado como

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Comercial II – Parte V.
culpable, por no existir a primera vista elementos que hagan suponer la existencia de dolo o culpa grave del deudor en la
producción o agravamiento de su insolvencia.
Para estos casos, estimamos que debió haberse previsto, a los efectos de evitar continuar con un concurso que únicamente
servirá para generar los gastos de su propio devenir, siendo además, de resultado previsiblemente infructuoso (por el también
previsible fracaso de las acciones de reintegración y del incidente de calificación como mecanismo reintegrador de la masa
activa), la posibilidad de suspenderlo ni bien el síndico y el juez constataren, la “inexistencia” o el “agotamiento” de la masa
activa (o mejor aún, como señalamos, la insuficiencia de la masa activa para hacer frente a los gastos del proceso).
Naturalmente, esto significaría también prescindir de los presupuestos de los nos 2 y 3 del art. 205 para llevar a cabo dicha
declaración de suspensión, lo cual resultaría absolutamente coherente, dadas las especiales características de este tipo de
concursos destinados al fracaso.
Ahora bien, como contrapartida, debió haberse previsto, a su vez, la posibilidad de reabrir el concurso, no sólo para el caso de
que aparecieren, dentro de un plazo razonable, bienes o derechos en el patrimonio del deudor (únicas causales de reapertura
previstas por el actual art. 210 ), sino también, elementos que pudieran redundar en una exitosa reintegración de la masa activa
(a través del ejercicio de las acciones establecidas en los arts. 80 y siguientes.), o en una declaración del concurso como
culpable. Si alguna de estas dos últimas hipótesis aconteciere durante la suspensión, la continuación (reanudación) del
concurso hasta la finalización de las acciones reintegratorias (art. 205, inciso segundo) o, en su caso, del incidente de
calificación (art. 205, inciso tercero), tendría ahora un sentido definido, que será acrecentar la masa activa a los efectos de
pagar a los acreedores concursales (además de los créditos generados contra la masa).
Referencia a los concursos con inexistencia de masa activa ab initio o conformada únicamente con bienes afectados
por garantías reales.
Como vimos, la LCU no contempla los mecanismos anticipatorios de suspensión del concurso, presuponiendo así, la efectiva
declaración del mismo y la tramitación de todas sus fases.
Esto, no sólo en virtud de lo establecido por el art. 208 , según el cual el concurso no podrá suspenderse hasta tanto la
inexistencia o el agotamiento de los bienes de la masa activa surja del estado de cuentas de la liquidación, sino además, y
sobre todo, debido a que el art. 205, numeral 3 obliga a seguir tramitando el proceso concursal hasta tanto no se concluya el
incidente de calificación del concurso como fortuito (o se hubiere ejecutado la sentencia que lo declara culpable), el cual a su
vez, recién se mandará formar, en la misma resolución que ordene la liquidación de la masaactiva (art. 196).
Estas dos disposiciones (arts. 208 y 205, numeral 3), parecen dejar en claro la postura del legislador respecto de la
obligatoriedad, no sólo de declaración, sino también de la tramitación efectiva, incluso de aquellos concursos en donde la
inexistencia de masa se da ab initio.
Asimismo, el hecho de que la “inexistencia” (tanto inicial como sobrevenida, dado que la Ley no distingue) sea una causal de
“suspensión” del concurso y no de “no declaración” del mismo, sumado a que no se ha establecido como presupuesto de
concursabilidad el hecho de que el deudor deba tener bienes, nos llevan a concluir en el sentido recién expresado.
Si a lo dicho sumamos: (i) que la “suspensión” sólo podrá derivar de una “inexistencia” de masa activa que, aunque se dé ab
initio, deberá surgir “del estado de cuentas de la liquidación” y (ii) que antes de decretar la «suspensión», se debe haber
concluido el incidente de calificación del concurso (como fortuito) o ejecutado la sentencia (de culpabilidad) que de él emanare,
podemos concluir que dichos concursos con inexistencia inicial de masa activa, no sólo deberán declararse, sino también
tramitarse hasta las últimas consecuencias.
El fundamento de esta concepción, radica en las específicas posibilidades que el concurso de acreedores tiene para hacer
surgir una masa activa en principio inexistente, vinculando otros patrimonios diferentes a los del deudor al cumplimiento de la
finalidad del proceso, por ejemplo, a través del establecimiento de responsabilidades a terceros, derivadas, sea de la sentencia
de calificación, sea de las acciones de los arts. 51 y 52.
Asimismo, la puesta en marcha de los mecanismos concursales también podrá hacer re-surgir una masa activa
«aparentemente» inexistente.
Esto último se logra, por ejemplo, a través del ejercicio de las acciones de reintegración de la masa activa establecidas en los
arts. 80 y siguientes.
Allí radica entonces, la confianza del legislador en la capacidad de los procesos concursales para satisfacer a los acreedores,
aun partiendo de una declaración concursal de un deudor sin activos.
Idéntico razonamiento cabe seguir en los casos de deudores cuyo patrimonio está constituido únicamente por bienes afectados
con garantías reales, por más de que, en principio, estas ni siquiera fueran suficientes para satisfacer el monto adeudado a los
acreedores titulares de dichas garantías.
Aquí también será obligatoria la declaración y efectiva tramitación del concurso de acreedores, por los argumentos legales y
teóricos recién expuestos, máxime tomando en cuenta que esta situación es incluso más promisoria que la anterior (donde se
daba una absoluta inexistencia de bienes propios del deudor), por la sencilla razón de que “más vale malo conocido que bueno
por conocer”.
A modo de ejemplo: suponiendo que las garantías reales referidas fuesen hipotecas sobre bienes inmuebles, habrá que ver si
las mismas caen dentro de los actos revocables de pleno derecho del art. 81, literal segundo, o si, en su caso, han sido
constituidas en perjuicio y fraude de los acreedores y por tanto son revocables por aplicación del art. 82.
Es decir, en esta hipótesis, los acreedores cuentan, no sólo con la posibilidad a través del proceso concursal, de hacer surgir y
resurgir más masa activa hasta ahora inexistente, sino que también podrán “testear la calidad” de los privilegios establecidos
sobre una masa activa ya existente.
Conclusión:
Dado que toda suspensión de un concurso de acreedores significa que los mismos no han sido satisfechos (total o
parcialmente) en el pago de sus créditos, somos conscientes de la necesidad de exigir, previa declaración de dicha suspensión,
por un lado: (i) que se ejerciten todas las acciones revocatorias posibles a los efectos de incrementar la masa activa, y (ii) por
otro, que se deslinden las responsabilidades, inhabilitándose y condenándose a quienes corresponda, a reintegrar y/o
indemnizar a la masa activa, o a cubrir todo o parte del déficit patrimonial en beneficio de la masa pasiva.
No obstante ello, creemos que pudo haberse contemplado una regulación más flexible cuando se tratase de concursos
destinados a fracasar, incluso en el pago de los gastos por él mismo generados.

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Comercial II – Parte V.
La rigidez con la cual el legislador exige el haber culminado totalmente con las etapas de reintegración de la masa activa y
calificación del concurso (numerales 2 y 3 del art. 205) como requisito previo indispensable para decretar la suspensión, pudo
haber cedido en aquellos casos en los que, habiéndose advertido tempranamente en el concurso la inexistencia (inicial o
sobrevenida) o el agotamiento (por pago de créditos contra la masa) de la masa activa, no se prevé tampoco la posibilidad de
ejercer acción revocatoria alguna (o en caso de preverse, las mismas serían insuficientes para acrecentar la masa activa de
forma tal que sea suficiente para afrontar los gastos del proceso) ni de calificar al concurso como culpable (o de preverse tal
calificación, que la misma sea insuficiente en los términos ya expresados para las acciones de reintegración).
Para estos casos, en lugar de obligar, como lo hace el art. 205, a que de una vez y para siempre se prosiga y culmine con las
acciones reintegratorias (que se sabe no procederán, por ejemplo, por no conocer hasta ese momento la existencia de actos
revocables realizados por el deudor) y con el incidente de calificación (por el cual se calificará al concurso como fortuito, por
ejemplo, por no contar hasta ese momento con elementos para poder responsabilizar al deudor o a terceros), pudo
establecerse la posibilidad de suspender el concurso en cualquier estado del procedimiento, sin la necesidad de haber
determinado definitivamente la procedencia o no de acciones de reintegración (arts. 205, numeral 2 y 206), así como sin la
necesidad de que se hubiere formado el incidente de calificación.
Eso sí, estableciéndose, como contrapartida, la posibilidad de reabrir concurso dentro de un plazo razonable, si aparecieren
elementos que pudieran redundar en una exitosa y suficiente reintegración de la masa activa, o en una declaración del
concurso como culpable (también rentable).
Sin embargo, esta no ha sido la solución legal, según la cual, la suspensión del concurso, en todos los casos, vendrá precedida,
tanto por la sentencia de calificación, como por el informe del art. 206 (que determina, en forma definitiva, la procedencia o no
de las acciones reintegratorias de la masa activa), extremos que, al margen de dilatar innecesariamente un concurso destinado
a fracasar, implican una suerte de «cosa juzgada» respecto de la posibilidad de plantear el ejercicio de acciones revocatorias
con posterioridad, así como de aportar nuevos elementos que puedan favorecer la calificación del concurso como culpable.
Decimos esto porque, según señala el art. 210, una vez suspendido el concurso, el mismo sólo podrá reabrirse cuando
“ingresen o aparezcan nuevos bienes o derechos en el patrimonio del deudor”, lo cual significa, en los hechos, que la suerte de
los acreedores ya estará echada al momento del decreto que suspende el concurso.
Por último, podemos concluir también, que hubiese sido más acertado establecer, como causal
de suspensión del concurso de acreedores, no la «inexistencia o el agotamiento de la masa activa sin íntegra satisfacción de los
acreedores», sino la simple “insuficiencia” de la misma para hacer frente a los gastos generados por el propio concurso.
Tanto el término “inexistencia” como “agotamiento”, implican la exigencia de una ausencia absoluta (inicial o sobrevenida) de
bienes en la masa activa para que quede configurada la causal de suspensión del concurso, lo cual impedirá solicitar la misma
mientras aún exista algún bien en la masa activa, por ínfimo valor que el mismo tuviere y aún cuando previsiblemente no
alcanzare siquiera para hacer frente a los créditos contra la masa, debiendo esperarse entonces, en este caso, al
«agotamiento» del mismo, que se producirá al momento del pago de los gastos del procedimiento; gastos generados,
paradójicamente, a consecuencia de un concurso cuyo objetivo debió haber sido la liquidación de dicho bien.
Este inconveniente (el de tener que seguir tramitando un concurso condenado al fracaso) podría haberse evitado estableciendo
que la causal de suspensión fuese, no la “inexistencia” (que obliga a declarar y a proseguir con un concurso, aún sin bienes
para hacer frente a los gastos del proceso) o el “agotamiento” (que obliga a proseguir con un concurso hasta que la escasa
masa activa se agote en pago de los créditos contra la masa, aún a sabiendas de que no será suficiente para cubrirlos en su
totalidad), sino la «previsión de insuficiencia» de la masa activa; mas esta “previsión de insuficiencia” debió establecerse, no
respecto de la “satisfacción de los acreedores” (lo cual llevaría a la absurda conclusión de que deberían suspenderse todos los
concursos en donde la masa activa no fuese suficiente para pagar a todos los acreedores en su totalidad), sino respecto de la
satisfacción de los créditos contra la masa, o aun de los gastos del propio proceso concursal.
Como complemento necesario, debió haberse establecido que el síndico pudiese solicitar la suspensión del concurso «en
cualquier momento del proceso» cuando se constate dicha “insuficiencia”, y no recién en la oportunidad procesal del art. 208.
CONCLUSIÓN DEL CONCURSO.
Vimos que existen disposiciones que son comunes a la conclusión y a la suspensión del concurso.
Para que el Juez pueda acordar la suspensión o la conclusión del concurso de acreedores será necesario que se den los
siguientes presupuestos:
1) Que exista causa legal de suspensión o de conclusión del concurso de acreedores.
2) Que sea improcedente la reintegración de la masa activa o, en caso contrario, que se hubieran ejecutado íntegramente las
sentencias firmes de las acciones revocatorias o adquirido firmeza las resoluciones judiciales que las hubieran desestimado.
3) Que fuera improcedente la promoción del incidente de calificación, que el concurso hubiera sido calificado como fortuito o
que se hubiera ejecutado íntegramente la sentencia firme de calificación del concurso como culpable.
En el caso de que exista causa de suspensión o de conclusión, el síndico emitirá un informe sobre la existencia de actos del
deudor anteriores a la declaración judicial de concurso que sean susceptibles de revocación.
Si el informe fuera favorable al ejercicio de acciones revocatorias, el síndico estará obligado a ejercitarlas en el plazo de treinta
días a contar desde la fecha de emisión del informe.
Si el informe fuera desfavorable, el acreedor o los acreedores cuyos créditos representen, al menos, el 5% (cinco por ciento) del
total pasivo podrán ejercitar las acciones revocatorias por cuenta de la masa, solicitando expresamente en la demanda que se
notifique al síndico.
Para lo recién comentado, valen también lo que les enseñé en el tema suspensión del concurso.
Pero ahora vamos a estudiar las normas específicas de la conclusión del concurso:
Son causas de conclusión del concurso de acreedores:
1) El íntegro cumplimiento del convenio.
2) La íntegra satisfacción de los acreedores.
3) El transcurso de diez años desde la suspensión del concurso de acreedores, en los términos establecidos en el artículo 213,
que ahora después estudiaremos.
Conclusión del concurso en caso de cumplimiento del convenio o de íntegra satisfacción de los acreedores:

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Comercial II – Parte V.
La solicitud de conclusión del concurso por cumplimiento del convenio o por íntegra satisfacción a los acreedores tiene que se
presentada por el deudor acompañando la documentación en la cual se sustenta el pedido.
En los casos en que el deudor estuviera separado de la administración de la masa activa, el Juez puede pedir al síndico la
presentación de las cuentas de la liquidación.
El Juez va a dar traslado de la solicitud al síndico o al interventor, a la Comisión de Acreedores y a los interesados que hubieran
comparecido en el procedimiento.
Dentro del plazo de quince días de haber sido notificados, las personas a las que se hubiera dado traslado de la solicitud
podrán oponerse a la conclusión del concurso de acreedores o impugnar las cuentas presentadas.
En caso de falta de oposición o de impugnación, el Juez va a dictar sentencia declarando la conclusión, con aprobación de las
cuentas presentadas por el síndico, en su caso.
Conclusión del concurso por el transcurso de diez años de la suspensión.
En el caso de que hubieran transcurrido diez años de la suspensión del concurso por inexistencia o agotamiento de la masa
activa y sin que se hubiera reabierto el concurso suspendido, el Juez de oficio va a dictar sentencia declarando extinguidos los
créditos concursales en la parte que no hubieran sido satisfechos y dando por concluido el procedimiento.
Pero para que opere la extinción deberán concurrir acumulativamente las siguientes circunstancias:
1) Que se trate de un concurso voluntario.
2) Que el concurso hubiera sido calificado como fortuito.
3) Que el deudor haya cumplido con su deber de cooperación con el alcance establecido en el artículo 53 de la ley
Si el deudor es una persona jurídica, la sentencia la declarará extinguida, y ordenanará la cancelación de su personería jurídica.
ACUERDO PRIVADO DE REORGANIZACIÓN.
La ley 18387 regula los acuerdos privados de reorganización empresarial en el título XI, a partir del art. 214.
De modo que en nuestro régimen legal existen dos posibles soluciones a la insolvencia del deudor: los convenios (arts. 138 y
siguientes,) y estos acuerdos.
La ley prefiere que el deudor llegue a un acuerdo dentro del proceso concursal pues, como se verá, no sólo no facilita la
presentación del deudor antes de la declaración de concurso, sino que la obstaculiza exigiendo mayorías más severas para la
aprobación del acuerdo.
El acuerdo privado de reorganización es un pacto de naturaleza preventiva celebrado entre el deudor y una mayoría de
acreedores quirografarios, que tiene por objeto solucionar la situación de insolvencia del deudor sin llegar al concurso de
acreedores.
Para nuestra doctrina el acuerdo privado de reorganización es un pacto preventivo en tanto se celebra antes de la declaración
judicial de concurso, con el objetivo de evitar la liquidación colectiva del patrimonio del deudor.
El hecho de limitar la celebración de estos acuerdos al período inmediatamente anterior a la declaración del concurso de
acreedores, plantea el problema de la naturaleza jurídica de estos pactos, cuestión que ya era debatida en nuestra doctrina, en
tiempos del concordato privado, antecedente histórico del presente acuerdo.
Para Nury Rodríguez, el acuerdo privado de reorganización es un proceso concursal en tanto está gobernado por leyes y
principios de Derecho concursal nacional.
La oportunidad de su celebración es una particularidad que se justifica en la necesidad de evitar situaciones más gravosas,
entonces estos acuerdos pueden ser celebrados por cualquier sujeto en tanto cumpla los presupuestos dispuestos en los arts. 1
y 2 de la Ley 18387.
En primer lugar, la Ley aclara que no se admiten acuerdos privados de reorganización sujetos a condición.
La Ley se remite a lo dispuesto en el art. 140 y de acuerdo a este artículo, la consecuencia del establecimiento de una cláusula
condicional, prohibida, es la no presentación de la propuesta de convenio y, con ello, la liquidación inmediata y obligatoria del
patrimonio del deudor (art. 168, numeral 2).
Sólo se exceptúa el caso del ofrecimiento de un acuerdo realizado por una sociedad integrante de un grupo de sociedades.
La eficacia de la propuesta que presente una de las sociedades, integrante del grupo, puede condicionarse a que el juez
apruebe la propuesta de acuerdo de otra integrante.
En segundo lugar, la ley no prohíbe la revocación ni la modificación de la propuesta de acuerdo, como sí lo hace en el caso del
convenio (art. 142).
Entonces, parecería que el deudor puede revocar la propuesta de acuerdo presentada a los acreedores y, también, parecería
posible que pudiera modificar la propuesta en cualquier caso.
Diferencias y semejanzas con los convenios
Diferencias:
Los convenios y los acuerdos privados de reorganización persiguen la satisfacción de los acreedores del deudor por la vía de
evitar la liquidación de su patrimonio, pero tienen distinta naturaleza.
Los acuerdos son pactos de naturaleza preventiva , en tanto pueden solicitarse en cualquier tiempo, aunque siempre antes de
la declaración del concurso.
Los convenios, en cambio, deben solicitarse por lo menos sesenta días antes de la reunión de la junta de acreedores (art. 138),
esto es, existiendo un concurso ya declarado, de modo tal que lo que se logra con ellos es la clausura del procedimiento.
Luego y en orden a resaltar las diferencias, los acuerdos privados de reorganización requieren una mayoría más exigente que
los convenios; su celebración requiere la aprobación de una mayoría de determinados acreedores: el setenta y cinco por ciento
de los acreedores quirografarios con derecho a voto.
Se excluyen, por tanto, los acreedores privilegiados, los que no tengan derecho de asistencia a la junta y que por ende no votan
(art. 118) y todos los que, aun teniendo derecho de asistencia, no tengan el derecho de votar (art.126).
En principio podría afirmarse que los subordinados, también, están excluidos, pues la norma refiere, sólo, a los quirografarios.
Sin perjuicio de ello, de acuerdo al art. 216, están obligados por el acuerdo y pueden oponerse a su aprobación (art. 226).
Para que la propuesta de convenio, en cualquiera de sus modalidades, se considere aceptada, es necesario que voten a favor
los acreedores que representen, por lo menos, la mayoría del pasivo quirografario del deudor (art. 144).
Los acuerdos tienen sólo una mayoría, sin importar el contenido de la propuesta por ejemplo, los acuerdos pueden ofrecer un
pago irrisorio y de todas formas prosperar.

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Comercial II – Parte V.
Los convenios, en cambio, pueden tener mayorías más exigentes dependiendo de lo arriesgado de la proposición y esto es así
en tanto el art. 144, en sede de convenio, dispone un principio general, en el primer párrafo, y un régimen excepcional, en los
literales A y B.
El cambio de régimen se comprende en función de las propuestas.
Cuanto mejor es la propuesta (quita pequeña o plazo exiguo) , menor es el requerimiento de aceptación (mayoría simple). A
medida que la propuesta exige mayor paciencia a los acreedores (quitas mayores y plazos más largos para el pago), se hace
necesario recrudecer las mayorías (mayorías calificadas).
La Ley no prohíbe la revocación ni la modificación de la propuesta de acuerdo, como sí lo hace en el caso del convenio (art.
142); parecería que el deudor puede revocar la propuesta de acuerdo presentada a los acreedores y también, parecería posible
que pudiera modificar la propuesta en cualquier caso.
Semejanzas
Tanto en uno como en otro caso, el deudor debe presentar la propuesta cumpliendo con las formalidades del art. 138.
También tienen en común el múltiple y flexible contenido establecido en el art. 139, la prohibición de contener propuestas
condicionales del art. 140 y la posibilidad de ofrecer ventajas a favor de determinados acreedores del art. 145.
Los convenios y los acuerdos pueden ser objeto de oposición por los acreedores.
En el caso de los convenios, los legitimados son dos: los acreedores privados del derecho de voto en forma ilegítima que por
esta razón no votaron en la junta de acreedores y los que votaron en contra.
A los acuerdos privados de reorganización, por su parte, pueden oponerse los acreedores que debidamente notificados, no
firmaron la propuesta.
Las causas de oposición al acuerdo privado de reorganización son muy similares a las causales de oposición al convenio.
Pueden reducirse, en principio, a la ilegalidad.
En el caso del convenio, la Ley refiere a la ilegalidad en la constitución de la junta de acreedores (art. 115) y en la celebración
de la junta de acreedores (arts. 121, 122 y 125) , pues los convenios son preclusivos.
La ilegalidad respecto del contenido de la propuesta es una causal común a los convenios y acuerdos.
Luego, se prevén varias hipótesis de dolo, tanto en los convenios como en los acuerdos que participan, en términos generales,
del mismo espíritu.
Por último, también comparten la causal de oposición basada en la inviabilidad de cumplimiento del convenio (arts. 152 y 220,
respectivamente).
Clases de acuerdos
El acuerdo privado de reorganización puede concluirse de dos formas:
- puede elegirse una modalidad absolutamente privada, requiriendo la intervención de un escribano público para que
instrumente lo pactado, o
- puede presentarse lo convenido al juez de concurso para que lo homologue.
En cualquiera de los dos procedimientos pueden producirse oposiciones por parte de los acreedores.
Cuándo hay oposiciones en la versión privada, inevitablemente el procedimiento se judicializa.
Antes que el deudor opte por el procedimiento puramente privado o por el sometido a homologación judicial, la Ley prevé que el
acuerdo se firme por las mayorías del art. 214.
Más allá de las circunstancias de tiempo que puedan apremiar al deudor, la diferencia fundamental entre las modalidades en
estudio radica en que en la versión privada del acuerdo el deudor no se encuentra sujeto a ningún tipo de limitación en su
actuación.
No obstante, como contrapartida, no goza de la protección de la moratoria provisional, efecto que sí se verifica en la versión
judicial.
Aspectos comunes a la forma puramente privada y judicial
1. Legitimación activa para proponer el acuerdo:
La doctrina parece estar de acuerdo en que pueden celebrar este acuerdo aquellas personas que, en tanto cumplan los
requisitos exigidos por el art. 2 de la , sonsujetos pasivos de los procesos concursales.
No obstante, algunos autores se han planteado si es necesario que el interesado atraviese algún tipo de dificultad financiera; lo
que se cuestionan, en definitiva, es si el deudor debe acreditar el presupuesto objetivo necesario para proceder a la solicitud del
concurso, esto es, la insolvencia (art. 1)
Bugallo, sostieneque el legislador nada establece en el Título que estamos analizando y que todo dependerá de la valoración
que hagan los acreedores y las razones que tengan estos y el deudor para p restar su consentimiento.
Nury Rodríguez entiende que los acuerdos preventivos se tramitan para solucionar una situación de quiebra económica o de
desequilibrio, de insolvencia o de mal estado de los negocios, por la cual pasa el deudor.
Para Bado y López quien pretenda un acuerdo privado de reorganización debe acreditar el presupuesto subjetivo (art. 2 ) y
objetivo (art. 1), en tanto son, precisamente, supuestos previos para acceder a los procedimientos regulados en la Ley.
Estos acuerdos no son la excepción y si el legislador hubiera querido eximir al deudor del cumplimiento de alguno de estos
presupuestos, lo habría hecho expresamente, por lo tanto, donde el legislador no ha efectuado distinciones, no corresponde al
intérprete realizarlas.
Mayorías exigidas para la aprobación del acuerdo
Régimen general
La celebración del acuerdo requiere la aprobación de una mayoría de determinados acreedores: el setenta y cinco por ciento de
los acreedores quirografarios con derecho a voto (art. 214).
Esto significa tres cosas:
- En primer lugar, que no se requiere la aprobación de los acreedores privilegiados (arts. 109 y 110) y subordinados (art. 111).
La doctrina se ha planteado si la expresión pasivo quirografario, que utiliza la Ley, puede interpretarse como comprensiva tanto
de los acreedores quirografarios como de los subordinados, en atención a la importancia que, eventualmente pueden llegar a
tener ciertos acreedores por multas y recargos, caso del Fisco, por ejemplo, que puede ser determinante para la obtención del
acuerdo 473.
La doctrina mayoritaria parece ser la de considerar, únicamente, a los acreedores quirografarios con derecho a voto.

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Comercial II – Parte V.
Para Bado y López la Ley es meridianamente clara en este aspecto y no puede caber duda de que el único pasivo a tener en
cuenta , a los efectos del cómputo de esta mayoría, es el conformado por los acreedores quirografarios que tengan derecho a
voto.
No obstante lo anterior, de acuerdo a los arts. 158 y 216, los acreedores subordinados están obligados por el acuerdo y salvo
los que lo hayan suscripto, cualquiera de ellos puede oponerse a su aprobación (art. 226).
Por esta razón, si bien los acreedores subordinados con derecho a voto no deben ser tomados en cuenta a los efectos de la
votación del acuerdo, sí sería prudente que fueran considerados por el deudor, pues ellos pueden frustrarlo.
- En segundo lugar, tampoco se requiere la aprobación de aquellos acreedores que no tienen derecho de voto (art. 126), tengan
o no derecho de asistir a la junta (art. 118).
- En tercer lugar, los acuerdos privados de reorganización requieren una mayoría más exigente que los convenios; para su
celebración hace falta la aprobación de una mayoría del setenta y cinco por ciento con derecho a voto, en tanto que la
aprobación de los convenios requiere una simple mayoría del pasivo quirografario del deudor (art. 144) o, según los casos, que
voten a favor acreedores que representen una porción del pasivo del deudor con derecho a voto superior a la que vote en
contra (siempre que los votos favorables representen, como mínimo, la cuarta parte del pasivo quirografario del deudor,
deducido el pasivo sin derecho a voto). Sólo en el caso de que la propuesta suponga quitas superiores al cincuenta por ciento o
plazos de pago superiores a diez años, es necesario que voten a favor de la misma, acreedores quirografarios que representen
las dos terceras partes del pasivo quirografario con derecho a voto (art. 144, lit. A).
Mayoría exigida en caso que el acuerdo proponga ventajas en favor de determinados acreedores:
Por remisión al art. 145, la Ley permite que los acuerdos contengan ventajas para determinados acreedores , estableciéndose,
así, una excepción al principio de igualdad (pars conditio creditorum) , en la medida en que algunos acreedores resultan mejor
posicionados que otros en un acuerdo. Se puede, por ejemplo, ofrecer pagar inmediatamente a los acreedores que tienen
montos ínfimos o a los acreedores que son proveedores del deudor y que necesitan, para seguir suministrando los insumos,
que se les pague antes que a los demás. Puede tratarse, asimismo, de un acreedor financiero , fundamental para otorgarle
liquidez al deudor, que exija la constitución de garantías reales o personales específicas para su propio crédito.
Y para lograr estas ventajas, la Ley ordena la realización de un doble escrutinio.
En un primer escrutinio, se debe alcanzar la mayoría del art. 144 (según el principio general o según las excepciones,
dependiendo del contenido de la propuesta).
En un segundo escrutinio, corresponde separar los créditos que gozan de la ventaja , de aquellos que no tienen el beneficio y
luego corresponde comparar las porciones.
Para que el acuerdo con ventajas sea aprobado, deben ser más los acreedores no beneficiados que votan a favor de beneficiar
a otros, que los que votan en contra.
El art. 214 plantea diversos problemas, para empezar, vean que la mayoría del art. 144, a la que se llega por la remisión del art.
145, es bien diferente a la del 214.
Los acuerdos privados de reorganización, por su naturaleza preventiva, no tienen junta de acreedores y por lo tanto, carecen de
acreedores que voten en contra, como requiere el art. 145.
Martínez Blanco sugiere dos posibilidades para solucionar este último problema; la primera, que el propio autor considera de
dudosa especialidad, consiste en la instrumentación de un procedimiento que recoja los votos a favor y los votos en contra; y la
segunda posibilidad, es recoger la adhesión unánime de los acreedores que representen la totalidad del pasivo no beneficiado.
Creimer entiende que la mayoría aplicable a este acuerdo no es la del art 145.
Bado y López enseñan que lo máximo que la remisión al art. 145 puede suponer es que haya suscriptores del acuerdo que
representen una porción del pasivo no beneficiado, superior a la correspondiente a aquellos acreedores que no suscriban el
acuerdo .
Dicen que no es lo mismo votar en contra de un acuerdo que no suscribirlo, puesto que en una hipotética votación, además de
votos en contra, puede haber abstenciones.
No obstante, entienden que es parece exagerado pretender la adhesión unánime de los acreedores.
Quien no suscribe un acuerdo en una junta, eventualmente, puede haberse limitado a abstenerse. Si al acuerdo sólo le falta la
suscripción de acreedores que representan una porción del pasivo no beneficiado, inferior al representado por los acreedores
que sí lo hayan acompañado con su firma, queda plenamente satisfecha la mayoría requerida por el art. 145.
Régimen de cumplimiento e incumplimiento del acuerdo
La ley regula dentro del Capítulo V, la vigencia del acuerdo en el art. 232.
En la norma podemos distinguirsdos hipótesis: el acuerdo produce sus efectos a partir de la fecha en que adquiere firmeza la
resolución judicial que lo aprueba o, si se trata de un acuerdo privado de reorganización en la versión puramente privada, desde
el día siguiente a la última publicación.
Para Bado y López Rodríguez, la publicación a que remite el art. 232 no puede ser otra que la ordenada por el art. 219 y ello en
razón de que esos edictos tienen por finalidad notificar a los acreedores desconocidos u omitidos y por ende no firmantes, el
hecho de que el deudor ha convenido con los acreedores que representan el setenta y cinco por ciento del pasivo quirografario
con derecho a voto (art. 214), una fórmula de acuerdo.
Si el deudor cumplió las obligaciones, tal cual acordó con sus acreedores, deberá solicitar al juez una declaración en tal sentido
aportando la prueba pertinente.
Si se solicitó concurso solicitará, además, su conclusión (art. 233).
Por el contrario, si un acreedor acredita el incumplimiento y solicita el concurso, el juez debe dictar sentencia declarando
incumplido el acuerdo y disponiendo la declaración de concurso, con el agravante de que luego el deudor no podrá solicitar un
convenio y necesariamente habrá de procederse a la liquidación de la masa activa.
Esta declaración de concurso determina, además, la suspensión de la legitimación para disponer y obligar a la masa del
concurso (art. 235).
Acuerdo puramente privado
La obtención de la adhesión del setenta y cinco por ciento del pasivo quirografario con derecho a voto (art. 214), es un requisito
de validez del acuerdo, en tanto habría un negocio jurídico válido con independencia de los demás requerimientos legales.

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Comercial II – Parte V.
La ley coloca este presupuesto en primer término (una vez obtenidas las mayorías), de modo tal que el segundo presupuesto
queda supeditado al primero. Si no se alcanzan las mayorías establecidas en el art. 214 el acto es jurídicamente imperfecto y
nulo.
Luego de obtenidas las mayorías, la Ley exige que el deudor haya notificado a los acreedores no firmantes advirtiéndoles la
adhesión al acuerdo de dicha mayoría.
La forma de notificar a los acreedores surge de los arts. 217 y 219. Sólo si los acreedores notificados no se oponen dentro del
plazo de veinte días (art. 220), el acuerdo es obligatorio.
Se hizo depender la eficacia del acuerdo a una condición, dando lugar a una obligación condicional.
Nuestra doctrina discrepa respecto a la categorización de esta condición.
Nury Rodríguez entiende que se trata de una condición resolutoria .
Alfaro, Borges y Poziomek, en cambio, la interpretan como condición suspensiva.
Por su parte para Bado y López, la ley ha supeditado la eficacia del acuerdo privado de reorganización a una condición
resolutoria, en tanto el negocio jurídico es válido y produce efectos solamente por haberse alcanzado la mayoría del art. 214.
Si el negocio produce desde ya efectos jurídicos, y la condición se limita a la extinción de la obligación, la condición es
resolutoria y no suspensiva.
Ciertamente la sola adhesión de la mayoría del art. 214 produce efectos jurídicos, hace nacer en el deudor el derecho a optar
por el procedimiento puramente privado o por la versión sometida a homologación judicial.
El art. 216 dispone que el acuerdo privado de reorganización sea obligatorio para todos los acreedores quirografarios y
subordinados en la medida en que el deudor cumpla con tres requisitos:
· La obtención de las mayorías del art. 214.
· La notificación a los acreedores no firmantes advirtiéndoles la adhesión al acuerdo de dichas mayorías.
· La indiferencia de los acreedores notificados quienes, en el plazo de veinte días, no deben haberse opuesto al acuerdo
celebrado.
Esta norma ha sido interpretada de diversa manera, parte de la doctrina entiende que verificados los extremos referidos el
acuerdo es obligatorio para todos los acreedores quirografarios y subordinados.
Martínez Blanco, en cambio, afirma que la homologación del acuerdo, consecuencia de la protocolización impuesta por el art.
218, es el acto que torna obligatorio lo convenido, tanto para los acreedores firmantes, como para los no firmantes y que no se
opusieron.
La cuestión no es menor, puesto que lo fundamental, en orden a determinar el alcance de la obligatoriedad del acuerdo, es
establecer a quiénes alcanzan sus efectos y el momento a partir del cual los acreedores ven alteradas las condiciones de sus
créditos.
Hasta tanto el acuerdo no los obligue, los acreedores conservan sus derechos intactos y consecuentemente, podrían agredir el
patrimonio del deudor mediante el ejercicio de acciones individuales o colectivas.
La Ley no dispone cuáles son los efectos de un acuerdo privado de reorganización puramente privado sin oposiciones, pero sí
dispone cuáles son los efectos para el caso de acuerdo sometido a homologación judicial.
Y lo hace en el art. 230, norma que remite a los efectos de los convenios (arts. 158 a 161). La cuestión interpretativa que
aparece, por tanto, es determinar la posibilidad de que estos artículos se apliquen, también, al acuerdo privado puramente
privado.

Procedimiento
El art. 217 impone la notificación notarial a todos los acreedores no firmantes del acuerdo, notificación que necesariamente
debe realizarse recurriendo a los servicios de un escribano público.
El escribano debe acompañar los documentos señalados en el art. 7, además de la propuesta con el contenido previsto en los
arts. 138 y 139.
El art. 218 establece la protocolización del acuerdo, esta norma plantea tres cuestiones.
- La primera se relaciona con la naturaleza y el contenido del acto de protocolización, la segunda con las facultades del
escribano interviniente y la tercera refiere al perfeccionamiento del acuerdo privado de reorganización.
La protocolización que realiza el escribano de signado por el deudor no autoriza el acuerdo privado de reorganización, sino que
confiere matriz a un convenio que ya ha sido aceptado tácitamente por los acreedores disidentes.
El escribano no tiene facultades para realizar un control sobre la conveniencia del acuerdo. Cuestión distinta es si tiene
facultades para realizar un control de legalidad, esto es, si el deudor ha llenado las formalidades que la Ley exige o si faltan
algunas por cumplir.
A diferencia de lo que sucede en los convenios (art. 151 ), el art. 220 extiende la posibilidad de plantear oposiciones a todos los
acreedores que no hayan firmado la propuesta de acuerdo.
La norma, que en un principio parece amplia, también tiene una lectura restringida en la medida en que sugiere que sólo estos
acreedores podrían oponerse.
Cabe preguntarse qué sucede con el acreedor que adhirió a la propuesta y que también tiene el legítimo derecho de esgrimir
alguna de las causas de oposición. Sobre el punto nuestra doctrina se encuentra dividida.
Por una parte, existen autores que interpretando literalmente la norma, sostienen que los acreedores firmantes no tienen
derecho de oposición. Estos, en la medida en que puedan probar alguna de las situaciones planteadas en el artículo, sólo
podrían iniciar una acción ordinaria de nulidad.
Por otra parte, otros autores prefieren reconocer a todos los acreedores el derecho de oposición por las causales establecidas
en este artículo, hayan firmado o no hayan firmado el acuerdo.
El acreedor debe plantear su oposición dentro del plazo de veinte días previsto en el art. 216. El plazo comenzará a correr, para
los acreedores notificados por el escribano a partir de recibida la notificación y para los acreedores convocados por edictos,
desde la última publicación del art. 219 .
La ley dispone dos tipos de causales de oposición diferentes.

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Comercial II – Parte V.
- En primer lugar, encontramos las causas de oposición que conducen a una infracción a las prescripciones legales en general y
en particular a las referidas a la correcta formación de la voluntad que adhiere al acuerdo.
- En segundo lugar, el carácter objetivamente inviable del acuerdo.
De lo dicho se desprende que el legislador ha limitado las causales de oposición, en la medida en que ha descartado cualquier
oposición fundada en razones de mera oportunidad.
Bado y López interpretan que el artículo en estudio tasa las causales de oposición, de modo que toda oposición no autorizada
por dicho artículo debería ser rechazada por improcedente.
Contenido contrario a la Ley: la ilegalidad a que refiere esta causal está referida exclusivamente al contenido de la propuesta de
acuerdo. No refiere a ilegalidades de otro tipo como, por ejemplo, la inobservancia de las formalidades legales del acuerdo. La
ilegalidad no tiene por qué limitarse a la ley. Puede alcanzar cualquier otra Ley. Incluso, alguna doctrina entiende incluidas las
infracciones a la moral y al orden público .
Habrá ilegalidad en el contenido del acuerdo en los siguientes casos , por ejemplo:
- cuando se proponga una fórmula ilícita (art. 139);
- cuando la eficacia del convenio se sujete a condición, en cuyo caso el acreedor opositor solicitará que el acuerdo se tenga por
no presentado (art. 214 por remisión al art. 140).
Al contrario de lo que sucede en los convenios, en el acuerdo no son causales de oposición situaciones tales como: a. que la
propuesta sea modificada , dado que la Ley no establece prohibición alguna en este sentido;
- que no se hubiere presentado junto a la propuesta un informe especial sobre el plan de continuación o de liquidación (art.
142), en la medida en que estos documentos no son reclamados por el legislador en sede de acuerdos.
Problemas concretos con las firmas de acreedores cuyos créditos son decisivos para el acuerdo:
El art. 220 numeral refiere a dos supuestos concretos que, tal como hemos expuesto en el título, tienen en común el
comprometer a los acreedores cuyos créditos fueron decisivos para alcanzar las mayorías dispuestas en el art. 214.
En relación con estos acreedores y sólo respecto de éstos, se establecen dos causales de oposición: a. que sus firmas no
correspondan a los reales titulares de los créditos y b. que sus firmas hayan sido obtenidas mediante maniobras que
efectivamente afecten o que eventualmente puedan a fectar la paridad de trato entre los acreedores.
La Ley establece una suerte de prueba de resistencia, pues el hecho de que se adhiera quien no fuera realmente acreedor, o
aun cuando la adhesión se hubiera logrado como consecuencia de maniobras que afecte no puedan afectar la paridad de trato,
por sí sólo no es suficiente para oponerse al acuerdo.
Es necesario que la propuesta de acuerdo hubiera resultado igualmente aceptada sin aquellas adhesiones, no basta, entonces,
el defecto en la formación de la mayoría.
La Ley quiere evitar que ciertos acreedores lleven a cabo maniobras fraudulentas que vulneren el principio de la pars conditio
creditorum, de modo de obtener un resultado favorable en beneficio exclusivo de los confabulados y que se materializaría a
través de pactos ocultos o que, aún careciendo de clandestinidad, simulan ser legítimos.
Inviabilidad objetiva del acuerdo: la tercera causal que habilita la oposición a lo acordado es la prueba de inviabilidad objetiva de
cumplimiento de lo convenido con la mayoría de los acreedores. A diferencia de las anteriores causas de oposición, que en lo
general remiten a la ilegalidad, ésta introduce un juicio de oportunidad o de mérito, aunque vean que es, sólo limitado a la
viabilidad objetiva de lo acordado.
Esto quiere decir que el juez no tiene completa libertad para apreciar la conveniencia o inconveniencia del acuerdo; el juez sólo
podrá estimar la oposición si el oponente acredita fehacientemente que el acuerdo es inviable objetivamente.
Este motivo de oposición se funda en la intención del legislador de asegurarse de que el acuerdo, aceptado por la mayoría de
los acreedores, es de efectivo cumplimiento y no una solución liquidatoria disimulada bajo la apariencia de una solución
convencional.
- Ocultación o exageración fraudulenta del activo o del pasivo: La manipulación de los datos del activo o del pasivo ha sido,
desde siempre, una causa de oposición a los acuerdos entre el deudor y sus acreedores.
Según exige la norma, la maniobra debe tener la finalidad de defraudar a los acreedores.
Al igual que el dolo, el fraude requiere la conciencia y la voluntad de violar el derecho de crédito de una persona pero, a
diferencia de aquél, reclama que la persona haya previsto el perjuicio efectivo.
La ocultación de los bienes del deudor es el fraude más generalizado en materia concursal. Con esta actitud, el deudor
pretende evitar que ciertos bienes sean alcanzados por el acuerdo pues si los acreedores conocieran su existencia,
seguramente no le concederían la quita ni la espera que pretende.
La exageración del activo es la operación contraria a la precedentemente explicada; el deudor declara como propios bienes que
no le pertenecen y que tal vez siquiera existan. También hay exageración del activo cuando denuncia bienes que existen y le
son propios pero lo hace atribuyéndoles un valor excesivo.
Habrá ocultación del pasivo cuando el deudor excluya fraudulentamente de su pasivo a ciertos acreedores legítimos, justamente
aquellos que no hubieran adherido a su propuesta de acuerdo.
La exageración del pasivo sugiere la operación contraria; el deudor crea acreedores ficticiamente, acreedores que le son leales
y gracias a los cuales, fraudulentamente, obtendrá la mayoría que necesita para la aprobación del acuerdo o que, sin llegar a
conformar tal mayoría, influyen positivamente en los demás.
Existiendo una simulación de por medio, la prueba de la modificación en el pasivo será verdaderamente dificultosa.
Acuerdo sometido a homologación judicial
La ley 18387 en su capítulo III, regula el acuerdo privado de reorganización en su versión judicial. Consecuentemente, el
deudor habrá de presentarse ante el juez y habrá de solicitarle la homologación judicial del acuerdo.
La solicitud de homologación debe ir acompañada de una serie de documentos.
Son los mismos documentos que se exigen en el procedimiento puramente privado.
Así, se debe presentar la documentación referida en el art. 7 y también se debe agregar la propuesta de acuerdo privado de
reorganización con el contenido previsto en los arts. 138 y 139, suscrita por acreedores representativos del setenta y cinco por
ciento del pasivo quirografario del deudor con derecho a voto .

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Comercial II – Parte V.
Igual que en la forma privada, los documentos mencionados deberán estar firmados por el propio deudor y, si se tratare de
personas jurídicas, por todos los administradores o liquidadores. Si faltara la firma de alguna de estas personas , dicha
circunstancia debe advertirse en los documentos en que falte, indicando la razón de su ausencia.
A pesar de la evidente similitud con el procedimiento privado, la norma tiene un último párrafo original que ordena al deudor
depositar a la orden del Juzgado los fondos suficientes para atender los gastos de inscripción y publicación de la resolución
judicial que admita el acuerdo. Si el deudor no cumple con este depósito, el art. 223, autoriza al Juzgado a no realizar la
inscripción registral y cualquier acreedor podrá solicitar el concurso al juez, quien deberá declararlo sin más trámite.
Procedimiento
Solicitud de homologación y auto de admisión:
Al acuerdo privado de reorganización en la modalidad judicial se puede acceder por dos vías: - directamente porque así le
conviene al deudor, o
- como consecuencia del planteo de oposiciones a un acuerdo privado de reorganización puramente privado.
En el último caso referido, se produce una judicialización del procedimiento que habrá de resolverse por la vía incidental.
La vía elegida por el deudor o impuesta por la voluntad de los acreedores opositores, determina la documentación a presentar y
el procedimiento a seguir ante la Sede concursal. En la primera hipótesis deben acompañarse los documentos indicados en el
art. 221, y en la segunda, el deudor debe cumplir con las condiciones establecidas en el art. 220.2.
Una vez que el juez recibe la solicitud de homologación del acuerdo privado de reorganización, tiene dos días para dictar una
resolución con un contenido determinado.
En primer lugar, el juez debe resolver si admite o no la propuesta de acuerdo y esto va a depender de que se hayan cumplido o
no los extremos del art. 221.
En segundo lugar, de acuerdo al texto en estudio, el juez debe ordenar la suspensión del procedimiento de concurso si éste se
hubiera solicitado.
Esta consecuencia no se compadece con la naturaleza preventiva del acuerdo privado de reorganización. Según lo dispuesto
en el art. 214, este tipo de acuerdos se solicitan antes de la declaración judicial de concurso. Por lo tanto, la admisión de la
solicitud del acuerdo mal puede suspender el concurso, tal como se dispone en este artículo.
El tercer numeral del art. 222 ordena al juez disponer la inscripción de la sentencia en el Registro Nacional de Actos Personales,
en la Sección Interdicciones.
Si no se realizara la inscripción en los términos expuestos en el párrafo anterior, cualquier acreedor puede solicitar el concurso y
el juez debe decretarlo sin más trámite (art. 223).
El cuarto numeral del art. 222 está destinado a dar publicidad al auto de admisión con la finalidad de permitir a los acreedores
concursales el ejercicio de su derecho de oposición.
El juez cuenta con veinticuatro horas para ordenar esta publicación y la oficina, a su vez, debe tramitar la orden en el mismo
plazo. En cualquier caso, las veinticuatro horas se cuentas una vez dictado el auto de admisión (art. 224).
Los gastos de esta publicación se solventan con el dinero depositado por el deudor (art. 221).
b. Efectos del auto de admisión
El art. 225 establece los efectos del auto de admisión de la propuesta de acuerdo privado de reorganización empresarial en su
versión judicializada.
Estos efectos se pueden clasificar en las siguientes categorías:
- efectos sobre la persona del deudor (obligación del deudor de someterse a un régimen de solicitud de autorizaciones previas
para contraer ciertas obligaciones (numeral 1); la imposibilidad de que el juez declare el concurso, salvo a pedido del propio
deudor (numeral 2);
- efectos sobre los créditos y los acreedores ( la moratoria provisional , numerales 3 y 4) y efectos sobre los procesos
pendientes de solución (numerales5 y 6).
Los efectos se producirán en tanto y en cuanto el auto de admisión haya sido” debidamente inscripto y publicado”.
Y es en esta parte de los efectos dónde se aprecian las diferencias más importantes con el acuerdo puramente privado. En
efecto, el régimen de autorizaciones a que está sujeto el deudor no está previsto en el acuerdo privado de reorganización
cuando se desarrolla sin la intervención del juez. Consecuentemente, si el deudor está en condiciones de afrontar los gastos
que supone aquél procedimiento, es lógico que lo prefiera a éste que, como se verá enseguida, lo limita en aspectos
fundamentales.
Oposición a la aprobación del acuerdo:
Publicado que sea el auto de admisión, y a partir de la última de las tres publicaciones ordenadas por el art. 222.4, comienza a
correr el plazo de veinte días para que los acreedores disconformes con lo convenido se opongan a la aprobación judicial del
acuerdo. El plazo debe computarse por días corridos.
La Ley no exige ninguna formalidad para la presentación de la oposición; pero, el acreedor deberá denunciar la causa en que
fundamenta su oposición proporcionando, además, la probanza que permita corroborar sus dichos.
Y ello es así en tanto la oposición es el acto procesal establecido por la Ley a través del cual ciertos acreedores pueden impedir
que prospere lo acordado.
Según lo establece el art. 226 de la Ley, cualquier acreedor puede oponerse a la aprobación del acuerdo, en tanto y en cuanto
cumpla acumulativamente los siguientes tres requisitos:
- debe haber rechazado la fórmula oportunamente;
- debe tratarse de acreedores quirografarios o subordinados y debe esgrimir alguna causal de oposición.
Las causas de oposición que en todo caso pueden hacer valer, son las establecidas en el art. 220.
Trámite de la oposición y homologación del acuerdo:
De acuerdo al art. 227, si transcurre el plazo para oponerse y ningún acreedor se ha presentado, o si habiéndolo hecho no se
ha presentado a ratificar su oposición, el juez homologará el acuerdo.
Esto significa que la homologación supone la inexistencia de oposiciones o de ratificaciones de oposiciones en tiempo útil.
Por el contrario, si existen oposiciones, o si se ratifican las oposiciones, el juez debe designar un interventor.
Como ven, la intervención de la actividad del deudor es la consecuencia del ejercicio en tiempo del derecho de oposición de los
acreedores (art. 226), o de la carga de ratificación oportuna de la oposición, en su caso (art. 220).

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Comercial II – Parte V.
Con esto queremos significar que el interventor es designado preceptivamente, en tanto la oposición o su ratificación hayan sido
planteadas puntualmente y haciendo valer las causales legales.
De otra forma no debe intervenirse la actividad del deudor.
Este interventor tiene las facultades acotadas a las descriptas en el art. 225.1 y su actuación no puede extenderse más allá de
lo que demore el trámite del incidente de oposición.
La sentencia con que finaliza el incidente que da trámite a la oposición sólo puede tener dos contenidos: homologar el acuerdo
o rechazarlo.
Expresamente la ley prohíbe al juez modificar los términos de lo acordado; lo mismo sucede cuando se presenta un convenio
para su aprobación judicial y se presentanoposiciones.
En este caso, el juez dictará una sentencia aprobando o no el convenio.
Tampoco puede modificarlo (art. 228).
Efectos del acuerdo homologado y efectos del rechazo del acuerdo
Los efectos de la homologación judicial del acuerdo privado de reorganización están dispuestos en el art. 230. Esta norma
remite a los arts. 158 a 161 ubicados en sede de convenios.
Respecto de los créditos y los acreedores se producen dos consecuencias:
- En primer lugar se extinguen definitivamente los créditos quirografarios y subordinados en la parte en que se hubiere hecho
condonación al deudor , siendo exigibles sólo conforme a lo pactado (art. 159).
- En segundo lugar, los acreedores que no hubieren adherido a la propuesta de acuerdo conservarán sus acciones contra los
obligados solidarios, fiadores y avalistas del deudor, por la totalidad de sus créditos (art. 160) .
- En tercer lugar, en relación a la persona del deudor, cesa la suspensión o la limitación de la legitimación para disponer y
obligar a la masa del concurso a que estaba sujeto, en el caso de que hubiere una declaración judicial en ese sentido (art. 161).
Como consecuencia del rechazo del acuerdo privado de reorganización, en el mismo auto judicial en que el juez se manifiesta
en tal sentido debe declararse en concurso al deudor (art. 231).
Este concurso se considera solicitado por el propio deudor, esto es voluntario, con las consecuencias que ello determina,
especialmente en lo que refiere a la legitimación para disponer y obligar a la masa activa del concurso.
Vamos ahora a leer las enseñanzas d ella profesora Maritza Rivas, referente a varios de los temas vistos.
La Ley de Concursos y Reorganización empresarial Nro. 18.387, tiene como uno de sus principios rectores, el de conservación
de la empresa, más exactamente la conservación de empresas viables ; y para ello, la forma de lograrlo es a través de la
concertación de convenios o a través de la presentación de Acuerdos Privados de Reorganización, en adelante APR, que
celebren el concursado y sus acreedores.
El mantenimiento de las empresas viables, lo que se busca es mantener aquellas unidades productivas que se encuentren en
situación de insolvencia, que ante una crisis económico-financiera puntual; y que se entienda que el mantenimiento de las
mismas es viable y beneficioso para la sociedad en general, pudiendo para ello, recurrir al mecanismo de los convenios o al
APR; de este modo se pretende no premiar a cualquier empresa incumplidora de sus obligaciones en detrimento de los buenos
cumplidores.
Vamos a analizar la situación de los acreedores frente a los convenios que se presenten en los procesos concursales o frente
a los APR, desde varios puntos de vista:
a)La situación de pérdida que sufren los acreedores frente a propuestas de quitas y/o esperas, en tanto el deudor concursado
va “reacomodando” sus negocios. Y dentro de este mismo punto, el abuso del deudor, proponiendo soluciones en las que existe
un claro abuso del derecho.
b)La situación de rehén o de indefensión en que se podría encontrar algún acreedor frente a acuerdos paralelos que podría
eventualmente llevar a cabo el deudor concursado con algunos acreedores, acuerdos que les causen perjuicios a los no
adherentes y a toda la sociedad.
c)Por el contrario, podría darse una situación en que algunos acreedores pudieran ponerse de acuerdo entre ellos a fin de no
darle ningún tipo de solución al deudor y obligarlo a que liquide su empresa, ya sea porque los primeros tienen una posición
dominante en el mercado y son competencia del concursado, o sencillamente porque pretenden eliminarlo del mercado; no hay
que dejar de lado, que en nuestro derecho, en la Ley concursal, aparece en forma tácita la mención a la figura del acreedor
hostil, prohibiéndole que pueda votar en la Junta de Acreedores, conforme a lo previsto en el Art. 126 num. 4 de la ley No.
18.387.
También vamos a estudiar si en la Ley concursal uruguaya existen mecanismos tendientes a evitarlas, o si por el contrario, se
deben invocar principios generales del derecho que permitan salvaguardar los derechos en juego; también se analizará cuáles
son los parámetros en los que se puede considerar que se ha incurrido en abuso; quienes están legitimados para poder dejar
sin efecto dichos convenios y si procede de oficio su anulación o no y si es viable la aplicación de la teoría del abuso de derecho
en materia concursal.
La ley No. 18.387, del 23 de octubre de 2008, siguiendo la opinión del Dr. Ricardo Olivera introduce un nuevo régimen que
“representa una forma revolucionaria en esta importante área de regulación de la actividad económica, cambiando un régimen
basado en la liquidación del deudor insolvente y la destrucción de su unidad empresarial, por uno nuevo que -apoyado en
criterios de eficiencia económica- busca a través de un solo procedimiento articulado lograr la solución a la crisis que evite o
minimice la destrucción de valor, las distorsiones en el mercado y logre la mejor satisfacción de los acreedores” .
Como se indicara anteriormente, la finalidad del nuevo proceso concursal, no es otra que la de salvar la unidad productiva o la
empresa en marcha, para ello el legislador fomenta la presentación de propuestas de convenios.
Así se dispone en la ley, la posibilidad de que el deudor llegue a celebrar acuerdos con todos o parte de sus acreedores en
forma previa a instaurarse el proceso concursal o antes de la Declaratoria del Concurso, en lo que se conoce como Acuerdo
Privado de Reorganización (Arts. 214 y siguientes); pudiendo gestionarse el mismo como un Acuerdo puramente privado; o
como un Acuerdo que requiera homologación judicial (Art. 138 Ley No. 18.387). Este tipo de Acuerdos evita el proceso
concursal pero requiere de mayorías especiales para su aprobación.
También se prevé en la ley, la posibilidad de arribar a Convenios Concursales, sólo que en este caso (a diferencia de los
Acuerdos Privados de Reorganización) ya debe haberse iniciado el proceso concursal y habérsele declarado el Concurso.

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Comercial II – Parte V.
Estas propuestas de Convenios pueden adoptar a su vez dos modalidades: una es la propuesta de Convenio sin adhesiones,
en que el deudor presenta al Juez una o varias propuestas que no cuentan con la adhesión de los acreedores y deberá ser
puesta a consideración en la Junta de Acreedores para que éstos aprueben alguna de las mismas, votando a favor en principio,
acreedores que representen la mayoría del pasivo quirografario del deudor (o las variantes previstas en el Art. 144 según el
contenido de las propuestas), para que posteriormente el Juez lo apruebe (Art. 154); y la otra variante, es presentar antes de la
celebración de la Junta de Acreedores, una propuesta de Convenio con adhesiones (Art. 163) en que el deudor presente la
misma al Juez, y que ya cuente con las adhesiones de los acreedores que representen la mayoría del pasivo quirografario del
deudor con derecho a voto (o las mayorías previstas en el Art. 163 según el contenido del convenio) recabadas en forma previa
y extrajudicialmente; luego deberá contar con la aprobación por el juez, según lo previsto en el Art. 164.
Las propuestas pueden tener un contenido de los más variable, conforme lo dispone el Art. 139 de la ley, esto es, puede
consistir en quitas y/o esperas, en cesión total o parcial de los bienes del deudor a los acreedores; constituir una sociedad entre
el deudor y los acreedores quirografarios; capitalizar pasivos; crear un fideicomiso con los bienes del deudor; reorganizar la
sociedad; cesión en pago o cesión para pago; e inclusive puede incluirse una propuesta de asunción del pasivo por parte de
algún/os acreedor/es (Arts. 139 y 147 a 150 inclusive de la ley No. 18.387). Y en el caso de quitas y/o esperas, también puede
tener diferentes contenidos. Así, puede contener quitas superiores al 50 % del monto de los créditos quirografarios y/o plazos de
pago superiores a 10 años; o pago íntegro de los créditos quirografarios en un plazo inferior a 2 años o quitas inferiores al 25%
del pasivo quirografario, pero pagándolo inmediatamente; en estos casos, el principio general de las mayorías simples de los
créditos quirografarios para la aprobación de los convenios en general cede, frente a mayorías especiales mucho más
exigentes para la aprobación de tales convenios, según lo establecido en el Art. 144 literales A y B. Sin perjuicio de existir otras
situaciones en que también se requerirá otros consentimientos.
Lo que es de destacar que cualquiera que fuera la propuesta presentada, la misma es formulada por el propio deudor
concursado, advirtiéndose que deben ser viables, esto es, propuestas que permiten mantener la empresa en marcha y a su
vez, los acreedores ver satisfechos sus respectivos créditos; evitándose aquellas propuestas inviables o abusivas; cuya
finalidad única sea dilatar el proceso, estableciendo quitas y/o esperas que sean verdaderos mecanismos expropiatorios para
los acreedores, y donde el concursado se beneficie claramente en detrimento del derecho que tienen los acreedores
quirografarios.
Vamos a analizar las patologías que pueden darse en las diferentes modalidades de Acuerdos Privados o en los Convenios
Concursales, patologías que no siempre provienen de la conducta que asume el deudor concursado; también pueden tener
sus orígenes en los propios acreedores, o en el deudor en conminación con algunos acreedores.-
POSIBLES PATOLOGÍAS PROVENIENTES DE LOS ACREEDORES:
A) Acuerdos con algunos acreedores. Se puede manejar como una hipótesis el caso en que el deudor concursado arribe a
acuerdos con una parte de sus acreedores, a efectos de dejar a un lado a un acreedor quirografario de peso o preponderancia
dentro de la masa pasiva. Tomemos en cuenta, que el legislador prevé la posibilidad de oponerse a dicha propuesta, invocando
según lo que dispone el Articulo 152 en su parte final: “El acreedor o acreedores que represente, por lo menos, el 10 % del
pasivo quirografario del deudor y el síndico o interventor podrán oponerse además a la aprobación judicial del convenio
alegando alguna de las siguientes causas:
1.. Que el voto o los votos decisivos para la aceptación de la propuesta han sido emitidos por quien no era titular real del crédito
o han sido obtenidos mediante maniobras que afecten o puedan afectar a la paridad de trato entre los acreedores
quirografarios.”...
Por lo tanto, la ley reconoce que es posible que el deudor y un número determinado de acreedores lleguen a concretar
acuerdos como una maniobra para perjudicar a otros y la ley protegería en ese caso a los damnificados, otorgándoles la
posibilidad de que se opongan a la propuesta de convenio por tales argumentos, basado en el Art. 152 de la ley. Pero lo que
parece una protección, también es una desprotección, porque es muy difícil poder probar la existencia de maniobras, salvo que
éstas resulten claramente.
B) Acuerdos entre los propios acreedores. Eliminar competencia. Aquí se pueden dar dos situaciones diferentes: acuerdos para
eliminar al deudor; o acuerdos para eliminar a un acreedor determinado.
Pueden darse situaciones en que los acreedores celebren acuerdos entre ellos (extraoficiales), con el fin de eliminar del
mercado al propio deudor concursado, y para ello, no votan las propuestas concursales que fueran presentadas en el proceso,
aún en perjuicio de sus propios intereses.
El legislador, atendiendo a esas posibles situaciones, dispuso en el Art. 126 num. 4, la prohibición del derecho a votar en la
Junta de Acreedores, entre otros, a aquellos acreedores que se encuentren en situación de conflicto de intereses con el propio
deudor concursado. En principio ello es una forma de proteger al propio deudor, pero se plantea la duda de cómo y en qué
instancia se debe resolver que un acreedor se encuentra en situación de conflicto de intereses, porque la ley no lo regula y por
lo tanto, ello también implicaría una desprotección para el deudor y para el acreedor a la vez .
La determinación de que un acreedor está en situación de conflicto de intereses, ¿es resuelto en la propia Junta de
Acreedores? ¿Y si en la propia Junta se resolviera que un acreedor se encuentra en esa situación y luego a través de la vía
incidental se probara que ello no era cierto?, ¿esos votos de la Junta se anularían? Porque ese acreedor que no se le permiten
votar quizá pudiera haber sido decisivo si hubiera tenido la oportunidad de emitir su voto.-
Como se verá, podrían configurarse situaciones en que determinados acreedores no acceden a firmar las propuestas que se
manejan, porque es una forma de eliminar a un competidor del mercado, pero tenemos el Art. 126 num. 4, que si bien pretende
proteger al deudor concursado, también implicaría una desprotección para los propios acreedores, porque bastaría que
cualquier otro acreedor argumentara la existencia de conflicto de intereses y así en lugar de eliminar al deudor del mercado,
busque eliminar el voto de determinados acreedores, quizás con razón o quizás sin razón.
PATOLOGÍAS PROVENIENTES DE LA ACTUACIÓN DEL DEUDOR. ABUSO DEL DERECHO.
A) Empresas inviables. En materia de patologías provenientes de la conducta del propio deudor, debemos observar en primer
lugar, que si nos encontramos frente a empresas cuyo mantenimiento en el mercado es inviable o económicamente inútil, si
bien el deudor tiene el total derecho a solicitar su concurso, sería un abuso de derecho, la posibilidad de que presentara
convenios para mantener la empresa.

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Comercial II – Parte V.
Por ello es que el Juez, además de evaluar si se cumplen con todos los requisitos de la solicitud del concurso, en caso de
haberse presentado propuestas de Convenios, al momento de la aprobación de las mismas deberá analizar si se tratara de
empresas que no pueden continuar funcionando o si las propuestas contienen fórmulas de pago abusivas; a tales efectos,
debería considerarse el Plan de Continuación que conforme al Art. 138 de la ley debe acompañar a toda propuesta de Convenio
que se presente en el proceso concursal. Obviamente esa propuesta puede demostrar la inviabilidad del mantenimiento de la
empresa o demostrar que el flujo de caja, por ejemplo no permitiría ir satisfaciendo a los acreedores y simultáneamente invertir
en la empresa para que la misma continúe en pie.
B) Acuerdos abusivos. Pueden darse situaciones patológicas cuando el deudor llega a acuerdos con una parte de los
acreedores con el fin de eliminar a algún acreedor que tuviera cierto peso como se mencionó en párrafos anteriores.
También pueden darse situaciones patológicas, cuando el deudor ofrece quitas y/o esperas desproporcionados, que resulten
irracionales en atención a los intereses de los acreedores y éstos prefieren aprobar dichos convenios antes de ver
prácticamente insatisfechos sus créditos, sobre todo atendiendo al valor de la empresa en liquidación o atendiendo al número y
volumen del pasivo privilegiado.- En todos estos casos, entendemos que el Juez no debe adoptar una posición pasiva conforme
a lo que establece los Arts. 154 y 164 de la ley citada, cuando en se de propuestas de Convenio sin adhesiones, expresamente
establece en el Art. 154:
“Transcurrido el plazo a que se refiere el Art. 153 sin que se hubiere formulado oposición, el Juez dictará auto en el primer día
hábil posterior, aprobando el convenio de acreedores” .
Y el Art. 155 establece: “En caso de haberse formulado oposiciones, una vez tramitado el incidente, el Juez dictará sentencia
aprobando o no el convenio, sin que en ningún caso pueda modificarlo” ... ,Y el Art. 164 inc. 3 en sede de propuestas de
Convenios con adhesiones sostiene: “Transcurrido el plazo legal sin que se hubiera formulado oposición, el Juez dictará auto en
el primer día hábil posterior aprobando el convenio de acreedores.”...
De la redacción de estos artículos parecería que el Juez no tiene facultades suficientes para rechazar aquellas propuestas que
resultan inconducentes.
C) Convenios con tratamientos diferenciales.- Otra situación en que podría llegar a configurarse una situación problemática y
perjudicial para algunos acreedores, es la posibilidad de que el deudor concursado formule una categorización diferente de los
acreedores en el sentido de incluir en las propuestas de convenios, beneficios para determinada categoría o clase de
acreedores e inclusive tratamientos diferenciales entre los acreedores de una misma categoría.- El Art. 145 de nuestra ley
admite tal posibilidad:
“Cuando una propuesta contenga ventajas en favor de uno o varios acreedores o de una o varias clases de créditos, además
de las mayorías establecidas en el Artículo 144, será necesario que voten a favor de la propuesta acreedores que representen
una porción del pasivo no beneficiado superior a la correspondiente a aquellos acreedores que hubieran votado en contra”.
Obviamente se podrá argumentar que una propuesta de convenio que incluya ese tratamiento diferencial de acreedores por
parte del deudor, deberá ser aprobada por las mayorías que determina la ley y en tanto se obtengan dichas mayorías, la
propuesta sea viable.
Sin embargo, aún en estas situaciones también podría eventualmente producirse un perjuicio para aquellos acreedores no
incluidos en los beneficios y que votan a favor en cierta forma coaccionados por el deudor o por los propios acreedores
restantes; ni qué decir de aquellos que votaron en contra.
La Dra. Teresita Rodríguez Mascardi al explicar el por qué se puede dar esta hipótesis de perjudicar o privilegiar a determinados
acreedores, sostiene: “...porque el principio de igualdad en el tratamiento de acreedores, que rigurosamente se aplicaba en el
régimen anterior, ha sido atenuado por la nueva Ley ...y un ejemplo es el instituto de la categorización de los créditos” ... “La
categorización de acreedores significa que el deudor puede agrupar sus acreedores y clasificarlos entendiendo esto como la
división de ellos en categorías” .
El Dr. Israel Creimer agrega: “La ley, al igual que la ley argentina y muchas otras legislaciones modernas, admite pagos
diferenciales, una suerte de quiebra del principio de la “par conditio creditorum”. Normalmente se trata de dar tratamiento
diferente a situaciones diferentes. Por ejemplo, puede haber pequeños empresarios a los que se terceriza una parte de la
producción. No son trabajadores subordinados, pero su situación es similar y por tanto se justificaría un mejor tratamiento que a
otros acreedores quirografarios”.
La categorización de acreedores por parte del propio deudor ya estaba prevista en la ley argentina, pero a diferencia de
nuestro régimen legal, en Argentina se determinan criterios para establecer esas categorizaciones, criterios que de no ser
respetados, permiten a los acreedores oponerse a las mismas por ser arbitrarias o ilegales.
En el régimen legal uruguayo se admite la posibilidad de presentar mas de una propuesta de convenio por parte del deudor,
donde se establezcan acuerdos sólo para una clase de acreedores o también, acuerdos para ciertos acreedores de una
categoría y no incluir a los restantes de esa misma categoría. La ley no exige que el deudor fundamente tales propuestas. Por
ello se sostiene que tales acuerdos pueden ser abusivos sobre todo para los restantes acreedores que no quedan
comprendidos en dichas propuestas. La Dra. Teresita Rodríguez Mascardi, quien es profunda conocedora de esta materia, por
ser jueza concursal, reconoce que estas categorizaciones que se vienen planteando en este punto, “se puede prestar no sólo a
eventuales impugnaciones y conflictos, sino que podría haber abuso en la forma de categorizar”...”La libertad que la ley le da al
concursado para categorizar sus acreedores tiene como objeto facilitarle la solución preventiva”.
SANCIONES A LA ABUSIVIDAD PREVISTAS EN LA LEY 18.387
En el ordenamiento jurídico uruguayo, y más precisamente en la ley No. 18.387, la única disposición que refiere y regula la
abusividad en materia de concursos, esta prevista en el Art. 8 inc. 2 de dicha ley. Recordemos que nuestra ley se adhiere a un
sistema binario, por el cual el concurso puede ser tanto necesario (promovido por cualquiera de los legitimados que surgen del
Art. 6) como voluntario (promovido por el propio deudor); y de acuerdo a lo previsto en el Art. 8 de la mencionada ley, los
legitimados que hayan promovido un concurso y lo haya hecho en forma abusiva responderán por los daños y perjuicios
ocasionados al deudor. Sin embargo nada se ha previsto en la ley respecto a las presentación de propuestas concursales
abusivas o que puedan implicar quitas o esperas que resulten ser desmedidas o verdaderos mecanismos de expropiación en
perjuicio de acreedores que no adhieren a la misma.
En el caso del concurso voluntario, la propia ley exige la presentación por parte del deudor, de toda una serie de documentos,
los que son necesarios para que prospere la solicitud concursal (Art. 7); en caso de prosperar dicha solicitud, se le otorga una

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moratoria (Art. 56); se paralizan las ejecuciones hipotecarias o prendarias en trámite (Art. 61); se beneficia al concursado, en la
medida que no se siguen devengando intereses de los créditos adeudados; incluso, se prohíbe que un acreedor pueda
compensar sus créditos contra el deudor; el sindico o interventor, tendrán la obligación de realizar todas las acciones de
reintegro de la masa activa para recomponer el patrimonio del concursado. No obstante, nada se menciona en relación a
posibles contenidos abusivos en las propuestas concursales o que contengan fórmulas desmedidas, que salen de los
parámetros racionales.-
Por lo tanto, es evidente que en la ley se construyó un sistema unilateral en lo que refiere a sanciones, ya que sanciona
únicamente a aquel acreedor que ocasione un perjuicio a su deudor, por el carácter abusivo o por la falta de fundamento de la
solicitud de concurso por parte de ese acreedor. Y nada dice de situación que sean a la inversa, es decir, en las que el propio
concursado presente propuesta inviables o abusivas y que lo único que buscan es dilatar en el tiempo la muerte de una
empresa que ya está en el CTI (centro de terapia intensiva), hablando en forma figurada.
Por lo que acabamos de analizar, en nuestra ley concursal existen unos cuantos vacíos legales que deben ser llenados, en el
caso concreto que nos interesa, en materia de propuestas abusivas, también se da esa situación.
TEORÍA DEL ABUSO DEL DERECHO Y SU POSIBLE APLICACIÓN EN EL URUGUAY A LA MATERIA CONCURSAL.
Frente a los problemas que hipotéticamente podrían darse dentro del proceso concursal analizados previamente, más
concretamente en lo que refiere a las propuestas de Convenios, es que pregonamos por la aplicación de la Teoría del Abuso del
Derecho por parte de nuestros jueces, a efectos de evitar posibles situaciones fraudulentas, así como causar perjuicios a los
acreedores, al propio deudor eventualmente y a la sociedad en general.
En la doctrina argentina se ha utilizado como argumento para avalar la ampliación de las facultades del Juez concursal, la
Teoría del Abuso del Derecho y analizaremos la posibilidad de que también sea aplicada dicha teoría por nuestra justicia
concursal.
El primer autor que sistematizó la teoría del abuso del Derecho fue Josserand en sus obras “Del espíritu de las leyes y su
relatividad” de 1939 y “Los móviles de los actos jurídicos del derecho privado”. La razón de haber nacido esta teoría según
Daniel Vítolo, en la doctrina argentina, es porque “cuando el legislador confiere una prerrogativa a alguno de los sujetos
amparados por la ley no lo hace para que dicho sujeto haga de ella cualquier uso, sino que, al consagrarse el instituto, aquel ha
tenido en vista un objetivo determinado”.
Y citando Daniel Vítolo a Joserand, continúa: “toda institución tiene un destino que constituyó su razón de ser y contra el cual no
es lícito levantarse; cada derecho está llamado a seguir una dirección determinada y no pueden los particulares cambiarla a su
antojo en otra diferente”
Agrega además que, como la Teoría del Abuso del Derecho fue creada como reacción al legalismo, los jueces deben aplicar
esta Teoría con mucha prudencia y en forma restrictiva y excepcional, únicamente cuando es manifiesto un uso abusivo de
algún instituto y no simplemente cuando se configura un perjuicio a algún tercero.
Analizando nuestro Derecho, encontramos que la Teoría del abuso de derecho es recogida en el Articulo 1321 del Código Civil,
el que establece: “El que usa de su derecho no daña a otro, con tal que no haya exceso de su parte. El daño que puede resultar
no le es imputable”.-
El Prof. Jorge Gamarra analizando el tema sostiene: “Es erróneo decir - como lo hace el Código- que el que usa de su derecho
no daña. ¿Acaso el deudor que ve embargados y rematados sus bienes, como consecuencia del ejercicio del derecho de
crédito, no sufre un daño? El daño existe; lo que no hay es daño resarcible. La parte final del propio artículo lo establece,
cuando prescribe que este daño no es imputable al que lo causa, reconociendo así la existencia del daño que el principio de la
norma comienza por negar. De esta manera la regla encuentra su verdadero sentido; el daño que resulte no debe ponerse a
cargo de su autor, porque lo causa en ejercicio de su derecho”
“A continuación de esta regla, .... el Artículo sienta la excepción, que en este caso resulta más importante que el principio
general: cuando hay exceso el daño debe ser resarcido. De esta manera el Código uruguayo consagra la llamada teoría del
abuso de derecho”.
Debe distinguirse por un lado lo que es el acto abusivo y por otro lo que es el acto ilícito. Francisco Junyent Bas señala que
para que se configure el abuso, no se requiere indispensablemente, que estén presentes el dolo o la culpa, sino que basta con
que el acto exceda objetivamente los límites impuestos por la norma, que el ejercicio de un derecho sea irregular.
El abuso del derecho supone ejercer los derechos en forma legítima en un comienzo pero luego se desvían los propósitos, en
cambio, en la ilicitud, la contrariedad con el derecho se da desde el inicio.
Para Gamarra, el acto lícito es cuando el autor usa de un derecho, pero también puede pasar a ser ilícito, cuando hay exceso.
Y este mismo autor se pregunta cuál es la trascendencia del Art. 1321 del Código Civil uruguayo? Su respuesta es que el texto
del Art. 1321 afirma la relatividad de todos los derechos, “por cuanto todos ellos quedan sometidos (en su ejercicio) al control y
examen por parte de los magistrados; en consecuencia, no hay derechos que puedan ser usados discrecionalmente o
arbitrariamente por su titular.”... “He aquí, pues, al juez convertido en censor y policía del uso de los derechos”.
Sostiene Gamarra que el Art. 1321 es una norma de carácter general por lo tanto, el abuso hay que contemplarlo en cualquier
clase de derecho, excediendo ´el ámbito del Derecho Civil y extendiéndose a todas las demás ramas del Derecho para su
aplicación. Reconoce además que como el Art. 1321 guarda silencio en lo que refiere a los límites del ejercicio de los derechos
y que implicaría ingresar al ámbito del abuso del derecho, como se trata de una norma en blanco, el Dr. Gamarra exhorta a que
el contenido sea llenado por el Juez, “esta norma del Art. 1321 posiblemente sea la que confiere los máximos poderes al
magistrado”..
“... el Código uruguayo sólo proclama la ilicitud del abuso de derecho, pero no establece ninguna regla que enmarque los
poderes del juez cuando éste se aboque a la misión de controlar la licitud o ilicitud originada por el ejercicio del derecho. Por
consiguiente, la fórmula uruguaya abre la puerta a los “criterios extralegales” que son precisamente aquellos que aparecen
normalmente codificados por las otras legislaciones, que recibieron el principio. El juez uruguayo goza, por tanto, de una libertad
mayor, al no estar vinculado por directivas específicas de origen legal”.
Junyent Bas, citando a Miguel Raspall, reconoce que “las condiciones de negociación en el concurso preventivo no se
caracterizan por la equivalencia de contraprestaciones, pues muchas veces el concursado ofrece un acuerdo que importa una
quita o espera que altera el equilibrio económico de una relación jurídica anterior a la presentación. Pero también es cierto que
debe existir cierta “razonabilidad” en la propuesta del deudor”.

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Comercial II – Parte V.
Continúa Junyent Bas sosteniendo: “La doctrina suele distinguir entre el abuso del derecho y el fraude a la ley en la medida en
que ambas situaciones se originan en actos que en apariencia son conformes a la ley, pero en el fraude a la ley se trata de
obtener, de modo indirecto, lo que la ley prohíbe hacer directamente” .
Por su parte, Daniel Vítolo señala que los elementos constitutivos clásicos del abuso del derecho son, por un lado, la existencia
y ejercicio de una conducta permitida dentro del Derecho positivo, en virtud de una disposición legal expresa; la existencia de
contrariedad u oposición entre el ejercicio de ese derecho por parte de su titular y los fines que persigue la norma, o las reglas
de la moral, la buena fe y las buenas costumbres; la existencia de un daño como consecuencia de ese ejercicio abusivo del
derecho; y finalmente un responsable a quien se imputa esa conducta (el que ejerce efectivamente el derecho)
En tal sentido, se ha sostenido en nuestra doctrina: “El abuso de derecho (Art. 1321 Código Civil) es el ejercicio del derecho con
una finalidad distinta de aquella en que se funda su legitimidad. Y tal como lo expresa Kemelmajer, el abuso no se presume y
“... la conducta abusiva debe aparecer inequívoca, en el sentido de que no quepa duda alguna de que se pretende ejercer el
derecho en forma irregular, con intención de perjudicar, eligiendo la vía más dañosa o actuando de manera no razonable y
repugnante a la libertad y confianza recíproca”.
Al diferencia de lo que sucede a nivel derecho comparado, en nuestro derecho aparece el abuso de derecho no a partir de una
norma específica; tomemos en cuenta, que la ley de concursos Argentina, recoge dicha solución en el Articulo 52, en la
redacción dada por la ley No. 25.589.
Tomemos en cuenta lo mencionado en forma acertada por nuestra doctrina cuando al analizar la Ley de Concursos Española,
se sostiene “En otro orden, la autonomía de la voluntad de las partes continúa gozando de gran amplitud para la fijación del
contenido del convenio, aunque a diferencia, del anterior régimen concursal, deberá respetar los límites consagrados en la LC
con una doble finalidad: evitar los abusos que la práctica ha conocido durante la vigencia del viejo derecho concursal y
fomentar la continuidad de la actividad empresarial o profesional desarrollada por el concursado”.
Como ya se expresó en la primera parte de este trabajo, en una situación concursal, lo que el deudor busca es llegar a
acuerdos con los acreedores, mediante los mecanismos previstos en la ley (Convenios concursales) a través de los cuales los
acreedores dejarán de percibir una parte de sus créditos y se aplazará el cobro de los mismos en el tiempo, “resignando parte
de sus pretensiones con el objetivo de que el deudor no quede desapoderado de sus bienes y pueda continuar desarrollando su
actividad”.
Como se aprecia en la ley, no son los acreedores quienes formulan propuestas de convenios, sino que las mismas son
formuladas por el propio deudor para ser sometido a discusión entre los acreedores.- Sin embargo no existe ninguna
disposición que prevea cuál es el mínimo de créditos a ser cubiertos en la propuesta o hasta qué tope se pueden realizar quitas
y/o esperas.
Aquí es donde se puede introducir la aplicación de la teoría del abuso del derecho, pues cuando en una Propuesta de Convenio
se propone una quita desmedida para los acreedores y/o una espera demasiado prolongada en el tiempo, puede servir de
argumento a los acreedores para no adherirse o no aceptar tales propuestas, justamente el hecho de ser abusiva tal propuesta.
Junyent Bas, citando a Carlos Molina Sandoval sostiene: “Básicamente tiene que ver con el poder de negociación y con las
pautas contractuales que el concursado puede imponer a sus acreedores. Será abusiva la propuesta que contenga cláusulas
que importen una desnaturalización del derecho de los acreedores o que imponga a algunos acreedores pautas arbitrarias
aceptadas por la mayoría (aún en condiciones inexplicablemente perjudiciales para todos los a acreedores de la categoría)”
En tal sentido, el legislador consagró el derecho de los acreedores a oponerse a los Convenios o acuerdos conforme a lo
previsto en el Art. 152 de la ley, pero limitado a determinadas causales:
1 - la infracción legal en la constitución de la Junta
2 - o infracción legal en la celebración de la junta
3 - o cuando exista una infracción legal en el contenido del convenio.
Además, el Síndico o Interventor o acreedores que representen por lo menos, un 10% del pasivo quirografario, podrán
oponerse a la aprobación judicial de un convenio, alegando que el cumplimiento del convenio es inviable; o que el voto o votos
decisivos para la aceptación de la propuesta han sido emitidos por quien no era titular real del crédito o han sido obtenidos
mediante maniobras que afecten o puedan afectar a la paridad de trato entre los acreedores quirografarios. O que el
cumplimiento del convenio es objetivamente inviable.
Debe tenerse presente que el Art. 138 de la ley concursal uruguaya exige que al momento de presentación de alguna propuesta
de convenio, ésta debe ir acompañada de un plan de continuidad o de liquidación privada.
Este plan de continuación debe contener un cuadro de financiamiento, en el que se describirán los recursos necesarios para la
continuación total o parcial de la actividad profesional o empresarial del deudor durante el período de cumplimiento del
convenio, así como sus diferentes orígenes. El plan deberá incluir una fórmula de pago a los acreedores con privilegio especial,
conforme a lo que surge del Art. 138 inc. 2 de la ley citada.
Volviendo al Art. 152, éste establece una enumeración de carácter taxativa, a efectos de no entorpecer el proceso concursal y
que el mismo pueda continuar su curso; por ello se limita la posibilidad de que los acreedores puedan formular oposiciones;
pero también se observa que este artículo nada menciona respecto a propuestas abusivas, esto es aquellas que son
verdaderos mecanismos expropiatorios, de quitas importantes que implican situaciones abusivas para los intereses de los
acreedores. Parecería que la solución para estos casos es que aquellos acreedores que se vean perjudicados invocando el
abuso de derecho puedan rediscutir el contenido del convenio y analizar el plan de continuación que fue presentado por el
deudor; en tal sentido, para oponerse a las propuestas presentadas, se podrían invocar los principios generales que informan
todo el ordenamiento jurídico, en los que prevaleciendo el interés general por sobre el particular, se atienda a los principios que
inspiran la presente ley y por ello se puede argumentar el abuso de derecho, especialmente cuando las propuestas son
abusivas, especialmente al confrontarlas con el plan de continuación que llevaran a demostrar la inviabilidad del cumplimiento
de aquella .
Se podrá argumentar que las propuestas de convenios y sus planes de continuación formuladas por el deudor, serán objeto de
análisis por parte del Síndico o Interventor y éste emitirá un informe acerca de la viabilidad o no del mismo. Sin embargo, a
pesar de existir un informe desfavorable o negativo, las pueden votar y ser aprobada en la Junta si se obtienen las mayorías
legales exigidas según el contenido del convenio.

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Comercial II – Parte V.
En esos casos es difícil probar si el deudor “compró” por decirlo de alguna forma, algunos votos necesarios para llegar a las
mayorías.- No obstante, debe tenerse presente que el Art. 152 habilita a la oposición a la aprobación judicial del convenio por
parte del Síndico o interventor o por los acreedores que votaron en contra o por los que fueron privados del voto en forma
ilegítima, invocando las causales previstas en el Art. 152 mencionadas precedentemente.
FACULTADES JURISDICCIONALES DE LOS JUECES URUGUAYOS FRENTE A LOS CONVENIOS.
Otro tema que subyace es si son únicamente los acreedores quienes están legitimados para oponerse a la aprobación de una
propuesta de Convenio conforme al Art. 152 y 153 de la ley No. 18.387 antes referidos; o si por el contrario, el juez puede de
oficio no aprobar la propuesta de Convenio.
En tal sentido, se observa que el Art. 154 de la ley No. 18.387 dispone que si no hubo oposición por parte de algún acreedor a
alguna propuesta de Convenio, el Juez “dictará auto en el primer día hábil posterior, aprobando el convenio de acreedores” .
Y lo mismo en el Art. 164 inc. 3: “Transcurrido el plazo legal sin que se hubiera formulado oposición el Juez dictará auto en el
primer día hábil posterior aprobando el convenio de acreedores”.
Parecería que la intención del legislador es que quien tiene la carga de oponerse a las propuestas de Convenios en el proceso
concursal son los acreedores, invocando las causales del Articulo 152 y no surge que el Juez tenga facultad alguna para
oponerse por las causales referidas u otras.
Si tomamos los Arts. 154 y 164 en su sentido literal, al Juez sólo le cabe “la aprobación del convenio”; o sea que no podría
hacer controles de legalidad en cuanto a las formas (por ejemplo, si se obtuvieron las mayorías requeridas por ley), ni en cuanto
al contenido (si es viable y si se cumplieron con los requisitos previstos en el Art. 138 en cuanto al cuadro de financiamiento, los
recursos necesarios para la continuación, orígenes, etc.); reiteramos, el Juez sólo se limitaría a aprobarlo.
El Dr. Camilo Martínez Blanco sostiene respecto a este punto: “...que el margen de maniobra del magistrado en lo sustantivo es
inexistente, ya que tiene impedido pronunciarse sobre la fórmula de pago aprobada por la Junta e incluso sobre los términos del
convenio, por lo que sólo le resta aprobarlo. Sin embargo en lo adjetivo, en la forma, en lo procesal, tendrá la libertad de
decisión corriente en todo pronunciamiento judicial. Por ello, puede no aprobar el convenio, aunque no existan oposiciones,
pero sólo si advierte omisiones insubsanables o defectos formales en el proceso (antes de la Junta, durante o después) que le
impiden hacerlo.”
Esta interpretación, no nos parece ser una solución justa; en tanto; es de común que los acreedores en este tipo de procesos,
caracterizados por ser una multiplicidad, muchas veces se sienten desinteresados o no se informan de la existencia del proceso
concursal; en consecuencia, pocos podrán oponerse a la tramitación de un acuerdo; por tal motivo, no podemos poner sólo en
manos de los acreedores, además del Síndico o Interventor, tan pesada carga de oponerse a la aprobación judicial de los
convenios.
En segundo lugar, la función del Juez es controlar el desenvolvimiento del proceso conforme a derecho, ello no excluye que si
exista una propuesta concursal abusiva, el Juez aplicando, como principio rector la razonabilidad; asistido de informes contables
y de toda la prueba que se haya recabado, pueda aplicando la sana crítica concluir en la no aprobación de un convenio
concursal presentado.
En tal sentido Nury Rodríguez sostiene: “Entendemos que ello no descarta que el Juez debe controlar que se hayan cumplido
exigencias legales y lo rechace si no se han cumplido. Entendemos que el Juez debe también evaluar el plan de continuación
elaborado. NO sólo debe formular un juicio de legalidad sino también un juicio de mérito.”
En tercer lugar, sabemos que el Síndico tiene una importancia superlativa, en tanto es quien lleva adelante el proceso
concursal; pero no nos olvidemos que es un auxiliar de la justicia, y que el Juez tiene un rol por demás activo en la
sustanciación del proceso siempre tratando de buscar arribar a la verdad material y lograr que se cumplan con las finalidades
propuestas en la ley.
Tomemos como ejemplo que a nivel de derecho comparado, en Argentina, el Juez adopta una posición mucho más activa
incluso pudiendo no aprobar un convenio cuando este resulte abusivo. “Si bien el Art. 52 hace eje en la propuesta abusiva como
factor sobresaliente, el juez se encuentra facultado para no homologar el acuerdo si advierte la inexistencia de uno de los
presupuestos legales”.
El juez en el Proceso concursal es el director del proceso, en consecuencia, asistido por, Síndicos o Interventores y por peritos
contadores, será quien tenga una participación fundamental, declarando la apertura del concurso o la liquidación del
concursado, si no también, ejerciendo controles de legalidad y de fondo en todo el proceso.
Por ello siguiendo a la doctrina extranjera se puede sostener que las facultades del juez no pueden estar limitadas al momento
de aprobar los Convenios concursales sólo a controlar la mera legalidad formal, sino que debe aplicar los principios rectores del
Derecho Procesal y ello implica que el Juez tenga amplias facultades para efectuar el control de la propuesta de Convenio
concursal.
La finalidad del concurso, no es más que atender al interés general, de que la propuesta concursal sea viable, y que su
contenido no sea abusivo a los intereses que están en juego; para ello, el juez deberá analizarla y considerar si esta es
conciliable con las finalidades perseguidas por la ley, como lo es el de la conservación de la empresa en funcionamiento,
teniendo como último recurso su liquidación, buscando la protección del crédito y del comercio en general.
Así como en la doctrina y jurisprudencia argentina se aplica la teoría del Abuso del Derecho en los procesos concursales,
aplicable tanto al deudor como a los acreedores y especialmente en el momento de la homologación del acuerdo presentado en
el Concurso; correspondería que los jueces uruguayos especializados en materia concursal, recurrieran también a su
aplicación en nuestro derecho; en tal sentido, podría perfectamente el Juez aplicarla, atendiendo al interés público que surge de
la tramitación de los procesos concursales, en función del universo jurídico y del poder deber que esta facultado el juez, se hace
necesario que ejerza no sólo controles de forma sino de fondo a lo largo de todo el proceso concursal y especialmente
interpretar los convenios concursales y juzgar también sobre su contenido en general, el contenido económico más allá que la
ley no lo establece, poniendo límites al abuso en que se pueda incurrir.
A nivel de derecho argentino, se sostiene siguiendo a Otaegui, que “ el juez, previo a homologar ... debe efectuar un control de
legalidad estructural... y un control de legalidad funcional…”
En nuestro país, la Dra. Eva Holz sostiene que “en aplicación de los principios generales en materia de potestades de los
jueces, entendemos que éstos podrán no aprobar los convenios, hasta que se subsane la infracción legal que hubiere ocurrido”.
En el caso concreto, la Dra. Holz nada formula respecto al abuso del Derecho.

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Comercial II – Parte V.
ALGUNAS SOLUCIONES PREVISTAS EN LA LEY 18.387:
A los efectos de lograr evitar esas situaciones de abuso, tenemos a modo de ejemplo, la posibilidad de poder crear una
Comisión de Acreedores, conforme al Art. 50 y 130 de la ley No. 18.387, cuya función principal será la de fiscalizar el
cumplimiento del convenio concursal propuesto; una correcta verificación por parte del síndico de los créditos que forman el
pasivo concursal, lo que determina que de conformidad al Articulo 95 de la ley concursal uruguaya, el síndico deberá de
controlar estrictamente la causa y el origen del crédito, desechando aquellos en los que su origen no aparezca registrado en la
contabilidad del concursado (26*); la exclusión de ciertos acreedores de que puedan participar en la Junta.
En tal sentido, “Por fundadas razones, en esa causa se resolvió que cuando un acreedor solicita, en un concurso, la verificación
de su crédito fundado en la existencia de pagarés atribuidos al concursado siempre deberá acreditar la causa de la obligación.
Nosotros para reforzar esa posición, afirmamos que en nuestro ordenamiento concursal, la necesidad de demostrar la causa en
el proceso de verificación es de exigencia legal (Art. 95) y ello termina erigiéndose en el punto decisivo para laudar el tema. Por
eso no alcanza para soslayar la acreditación de la causa del título valor insinuado, con invocar como único argumento la
inmutabilidad de la preceptiva legal en materia de títulos valores”,
Por su parte, a efectos de evitar los acuerdos abusivos, la ley prevé en el Art. 248, que “El deudor que, .... en oportunidad de la
solicitud del concurso o en cualquier etapa posterior... reconozca o aparente privilegios inexistentes o constituidos
ilícitamente, ... y acuerde u otorgue a sus acreedores con cargo a la masa activa ventajas particulares en razón de su voto, será
castigado con un año de prisión a cinco años de penitenciaría”.
De acuerdo a la opinión del Dr. Milton Cairoli, citando a Argeri, reconocer o aparentar privilegios inexistentes o constituidos
ilícitamente se da “cuando se coloca al agente del delito en mejor situación jurídica que aquella que surge de la realidad, antes
de iniciado el proceso concursal o durante su concurso. Esta ventaja indebida ataca la propiedad de los acreedores no
beneficiados con ella, al disminuir la alícuota que les correspondería”.
Y el mismo Dr. Cairoli agrega que acordar ventajas particulares a acreedores en razón de su voto, desde el punto de vista
penal, implica la existencia de un acuerdo fraudulento, “una connivencia con uno o más acreedores a espaldas de los demás”.
El problema es poder probar la existencia de ventajas especiales proporcionadas por el deudor a algún acreedor o acreedores a
efectos de obtener su voto. No en todos los casos es fácil probrar la existencia de esta conducta delictiva.
CONCLUSIONES:
La Ley concursal uruguaya 18.387, como ya se expuso, ampara a todas las empresas, ya sean viables o no, pero a los
efectos de proponer proyectos de convenios concursales se privilegia sólo a las empresas en marcha, a aquellas cuyo
mantenimiento es viable, excluyendo a aquellas que no revistan dicha calidad.
Siguiendo esa línea, se prevé la posibilidad de realizar convenios con los acreedores, con la finalidad de salvaguardar la unidad
productiva.
La forma en la que está prevista nuestra ley, el juez asume una actitud pasiva, dejando en manos del Síndico o interventor y de
los acreedores a que puedan oponerse a propuestas abusivas o a propuestas que cuentan con la conformidad de las mayorías
de acreedores exigidas por la ley, pero cuyas adhesiones o votos han sido obtenidas mediante maniobras fraudulentas en
perjuicio de los acreedores no adherentes.
En tal caso, la única solución para oponerse a los mismos, de conformidad con la ley es la abusividad; y como ya fuera
mencionado, ello es de muy difícil prueba para el acreedor no adherente.
En ese contexto, el juez asumiendo un papel más protagónico, más participativo, debe -aplicando los principios generales del
derecho, y recurriendo a su integración-, aplicar soluciones extra legales, tendientes a evitar la aprobación de este tipo de
Convenios que van contra las finalidades propuestas en la ley.
Si bien la ley no lo prevé a texto expreso, el juez al momento de aprobar u homologar un Convenio debería proceder a la
valoración formal y sustancial de dichos Acuerdos o Convenios, y así constatar que se proteja el interés general, que existan
elementos de conveniencia económica para que la empresa continúe en marcha o verificar la viabilidad de esas empresas en
marcha; proteger el crédito y tomar en cuenta la conducta del deudor durante todo el procedimiento concursal y analizar que
exista de parte del deudor, una posibilidad certera de cumplir con lo que propone y constatar la fiabilidad de las garantías que
ofrezca a efectos de asegurar el cumplimiento.
Como consecuencia de lo antes expuesto, el Juez concursal uruguayo no puede quedar constreñido por lo dispuesto en el Art.
154 y 164 de la ley, o sea que si no se hubiere formulado oposición por alguno de los acreedores, el Juez dictará auto
aprobando el Convenio de Acreedores, adoptando una simple posición pasiva y cumpliendo con el mero control de legalidad (o
sea comprobar si se obtuvieron las mayorías previstas en la ley para cada caso).
Nuestra postura es que, considerando que la ley No. 18.387 es de avanzada para nuestro país en lo que refiere al tratamiento
de la materia concursal, el Juez concursal debería contar con amplias facultades en el análisis de los convenios que se le
presenten a aprobar u homologar y más allá que se cuente con la aprobación de acreedores respetando las mayorías legales,
es su obligación determinar si se respetó el interés general y aún decidir no aprobar u homologar, a pesar de no haber sido
objetado o impugnado por ninguno de los acreedores. Esta facultad puede ser ejercida cuando se dan alguna de las causales
de oposición previstas en el Art. 152 de la ley o cuando las cláusulas del acuerdo o convenio reflejan un claro abuso del
derecho por parte del deudor concursado.
El control de legalidad que presuponen los Arts. 154 y 164 de la ley, también debe implicar, de acuerdo a los Principios
generales de Derecho Procesal, impedir que se consagre el fraude o pueda existir ejercicio abusivo de los derechos o que los
Convenios incluyan propuestas contrarias a la ley, las buenas costumbres y el orden público. No pueden ser nuestros jueces
concursales, meros “cuenta porotos” como lo sostenía Maffía y Dasso, en la doctrina argentina.
La teoría del Abuso del Derecho prevista en nuestro Art. 1321 del Código Civil y puede servir de fundamento jurídico para que
los jueces rechacen los convenios o acuerdos y no los aprueben si los mismos son abusivos; debiendo abocarse, en
consecuencia, a la misión de controlar la licitud o ilicitud originada por el ejercicio del derecho, como lo señalara el Prof.
Gamarra.
“El juez uruguayo goza, por tanto, de una libertad mayor, al no estar vinculado por directivas específicas de origen legal”

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Comercial II – Parte VI.
VENTA EN BLOQUE DE LA EMPRESA.

De acuerdo al informe de la Comisión de Constitución, Códigos, Legislación General y Administración de la Cámara de


Representantes fechado el 5 de junio de 2008, la reforma de nuestro sistema concursal impulsada por la ley 18.387 se sustentó en
9 pilares: simplificar los procedimientos, instrumentar un procedimiento único, facilitar el acceso al procedimiento, dar un marco
flexible para que las partes acuerden, mejorar los procesos de decisión, reducir los costos de los procedimientos, fortalecimiento
de la judicatura y especialización, conservación de la empresa viable, y sanciones.
En el desarrollo del punto referido a la conservación de la empresa, mas allá de otros mecanismos de alerta temprana, se
consagra el principio de la continuación de la actividad económica desarrollada por el deudor en problemas bajo el control de un
Síndico o Interventor si el primero logra un acuerdo con sus acreedores.
Pero lo realmente innovador para el sistema uruguayo fue la instrumentación de un mecanismo de licitación para que nuevos
empresarios se encarguen de la unidad productiva concursada en caso de que la voluntad del deudor y sus acreedores no
permitan una salida que devuelva la viabilidad de la empresa.
Este tipo de soluciones no estaban contempladas en la legislación anterior, y si bien en la práctica hubo casos en que diversos
actores en el proceso concursal procuraron buscar alguna
alternativa que evitara la liquidación en partes de la unidad productiva, la falta de base legal hizo que se dificultaran la mayoría de
estos intentos.
En una parte del informe se expresa “más allá de los problemas derivados de su endeudamiento, la empresa en marcha tiene un
valor superior al de cada uno de los elementos que la componen.
En consecuencia, el mantenimiento de la actividad empresarial supone igualmente el mantenimiento de este valor económico, en
beneficio de la expectativa de satisfacción de los acreedores”.

II) Venta en bloque de la empresa en funcionamiento


II.1) Régimen general
La base legal para aplicar este mecanismo la encontramos en la propia ley 18.387 vigente desde el 3 de noviembre de 2008, y en
el decreto reglamentario 182/2009.
El artículo 168 de la ley establece que el Juez del concurso debe ordenar la liquidación de la masa activa en los siguientes casos:
· A solicitud del propio deudor.
· Falta de presentación por parte del deudor de una propuesta de convenio de pago.
· Rechazo de la propuesta de convenio presentada por el deudor por parte de la Junta de Acreedores.
· Falta de aprobación judicial del convenio presentado.
· Incumplimiento del convenio aprobado.
· Cuando en cualquier estado del procedimiento lo soliciten acreedores que representen la mayoría de los créditos quirografarios
con derecho a voto.
En el artículo 172 se deja de manifiesto que en cualquier situación se procurará en primer lugar la venta en bloque de la empresa
en funcionamiento.
Esta disposición en algunos casos puede ir en detrimento del pilar número seis, ya que entendemos que no todas las empresas
pueden ser viables (por razones de mercado, obsolescencia productiva, entre otros.) y por lo tanto se estaría agregando una
instancia que demoraría el proceso con el correspondiente perjuicio para la masa de acreedores. Entendemos que el contenido del
informe que elabora el Síndico o el Interventor en el marco del artículo 123 de la ley 18.387 debería ser ampliado agregándose que
se pronunciara sobre la viabilidad o no de la empresa.
En caso de que se informara sobre la viabilidad de la misma podría ser puesta a consideración de la Junta de Acreedores como
una forma de acuerdo alternativo de existir interesados en adquirir la empresa en marcha en la etapa del convenio y de ser
inviable en la etapa de liquidación su subasta rápida o debería procederse a su liquidación en partes sin más trámites.
Es en la propia resolución judicial que establece la liquidación de la masa activa que se fija la fecha de la licitación para la
adquisición en bloque de la empresa en un período máximo de noventa días prorrogables por única vez hasta por noventa días
más.
Durante este proceso de venta la empresa se mantendrá en actividad bajo la administración del Síndico, quien tiene un plazo de
diez días desde la resolución judicial que dispuso la liquidación para presentar ante el Juez un proyecto de pliego que contenga:
· Un inventario de bienes y derechos que componen el activo del deudor identificando aquellos que se encuentren gravados con
derechos reales.
· La tasación en unidades indexadas de los mencionados bienes que componen la masa activa a valores de liquidación de la
empresa en partes, realizada con el asesoramiento de un experto independiente aprobado por el Juez.
Todas las ofertas presentadas deberán superar el 50% de dicho valor de tasación.
· Los requisitos mínimos que deben cumplir los postulantes (antecedentes, situación patrimonial, cumplimiento de las normas
laborales y tributarias, ausencia de vínculos especiales con el deudor, y otros que se consideren relevantes).
· Garantía del cumplimiento de la oferta sea esta a crédito o contado.
Como se observa en el llamado a interesados en ningún momento se hace referencia ni se cuantifica cual es el valor superior al de
cada uno de los elementos que posee la empresa en marcha de acuerdo a uno de los pilares orientadores de la reforma.
En definitiva es este mayor valor el que justifica el realizar un procedimiento de éste tipo, no contar con esta información puede
llevar a tomar decisiones equivocadas que redunden en perjuicios para todas las partes involucradas.
Una vez confeccionado el pliego el Juez convoca a la presentación de ofertas fijando día y hora de cierre para la presentación de
las mismas.
El Síndico debe fijar instancias para que los interesados puedan obtener la información necesaria para elaborar sus ofertas.
Las ofertas y los antecedentes del postulante se presentan en sobre cerrado en la sede del Juzgado en la fecha y horas
establecidas previa constitución de las garantías de cumplimiento. Todos los oferentes pueden presentar una oferta contado y una
a crédito que sea mayor a la anterior.
Siempre en base a las particularidades del pliego para cada caso planteado.
Una vez conocidas todas las ofertas, la empresa será adjudicada al oferente que ofreciera el mayor precio contado.

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Comercial II – Parte VI.
Si existiera alguna oferta a crédito superior a la contado ganadora, los acreedores quirografarios que representen por lo menos el
75% del pasivo quirografario con derecho a voto la podrán aceptar siempre que no perjudique los derechos de los acreedores
privilegiados.
Se permitirá realizar este procedimiento en remate público si se estima que puede mejorar las condiciones de venta. Pero sólo
podrán participar quienes hubieran cumplido con los requisitos mínimos establecidos.
Luego de finalizado el proceso es el propio Juez el que otorga la escritura de compraventa de la empresa en funcionamiento la
cual habilita la transferencia de todos los bienes que componen la masa activa. Este aspecto es de vital importancia ya que
inicialmente surgieron algunas opiniones en cuanto a que soluciones de este tipo debían cumplir con lo dispuesto por las leyes
2.904 y 14.433 en lo referente a la enajenación de establecimientos comerciales.
Adviértase que en el caso de la venta en bloque de la empresa concursada, no se requiere el cumplir con esta normativa. La
publicidad es más que suficiente y el adquirente no asume otros compromisos que el precio licitado, adicionalmente no se
requieren certificados especiales y la escrituración es judicial.
II.2) Los trabajadores como oferentes en el proceso licitatorio
El cambio en la legislación en este sentido merece un comentario por separado.
Cooperativas o sociedades comerciales cuya propiedad pertenezca a más del 50% de trabajadores que desarrollaban actividad al
inicio del proceso concursal están habilitadas para formular ofertas en el proceso licitatorio.
En caso de igualdad de ofertas se dará preferencia a este tipo de cooperativas o sociedades.
Podrán hacer valer en su oferta los créditos laborales privilegiados a ser renunciados por sus miembros.
La ley 18.593 agregó que con previa aceptación del Juez se podrán considerar las sumas correspondientes al seguro de
desempleo a cargo del BPS, de los trabajadores que las integran.
Este último punto puede resultar sumamente complejo en la práctica ya que si observamos el literal D del artículo 10 del decreto
162/009 y el literal A del artículo 25 del mismo decreto que regula la prestación del subsidio por desempleo, los trabajadores que
hubieran resultado adjudicatarios por la mejor oferta estarían percibiendo ingresos por el desarrollo de la actividad por cuenta
propia que los inhabilitaría para continuar percibiendo el subsidio.
En síntesis, se estaría considerando un crédito al momento de la oferta que luego los trabajadores podrían perder el derecho a su
percepción por desarrollar una actividad remunerada.
III) El valor de la empresa en funcionamiento
La empresa en funcionamiento de acuerdo a la definición brindada por el esc. Julio Schwartz es “una universalidad mueble
integrada por un conjunto de bienes muebles materiales e inmateriales destinados al desarrollo de una actividad comercial
organizada para la producción o comercialización de bienes o prestación de servicios”.
En el actual régimen concursal al momento de la licitación solamente se está considerando el valor de los bienes materiales,
mediante la tasación en unidades indexadas de los mismos. Pero en ningún momento se considera el valor de los bienes
inmateriales (también conocidos como activos intangibles) que son los que a la postre justifican realizar una oferta de este tipo.
Estos activos intangibles son los responsables de que el valor de la unidad productiva sea mayor a la suma del valor de los bienes
materiales considerados individualmente.
Cuando nos referimos a los bienes inmateriales podemos enunciar a modo de ejemplo: los recursos humanos, la cultura
organizacional, la clientela, la imagen empresarial, contar con procesos certificados en calidad, la marca, entre otros.
Adviértase que si bien pueden no ser considerados de acuerdo a las normas contables adecuadas de rango legal en nuestro país,
nadie duda de su existencia y de su valor económico para un comprador que está dispuesto a pagar un sobreprecio por ello.
El no considerar el valor de los activos intangibles hace que la información proporcionada sobre el valor de la empresa en partes
no refleje la realidad de la unidad productiva.
Como mencionamos anteriormente la ley sólo obliga a tasar los bienes materiales, pero nada impide que se pueda proporcionar
información complementaria sobre la empresa en su conjunto considerando también el valor de los bienes inmateriales.
A continuación mencionaremos los métodos de valuación de empresas que podrían ser utilizados por el Síndico para un mejor
cumplimiento de su labor.
IV) Métodos de valuación de empresas
A continuación comentaremos brevemente los métodos financieros y contables más utilizados para valuar a una empresa. Los que
más se aproximan a la valuación son el método de múltiplos y el de descuento de flujo de fondos, no obstante contar con
información de algún otro método puede ser de utilidad para el interesado en adquirir la empresa.
Adviértase que es usual la combinación de métodos como forma de obtener una valuación mas adecuada de una organización.
IV.1) Valor Patrimonial (Book Value).
Este método tiene diversas aproximaciones pero esencialmente se refiere al valor del patrimonio que reflejan los Estados
Contables. El artículo 7º de la ley 18.387 exige que cuando el deudor está obligado a llevar contabilidad y solicita su propio
concurso deba presentar los Estados Contables de los últimos 3 ejercicios. Para el caso de que la solicitud de concurso fuera
realizada por otros legitimados entendemos que de acuerdo a lo establecido en el artículo 16 el deudor también debería
proporcionar sus Estados Contables en caso de estar obligado a llevar libros.
IV.2) Beneficios o Dividendos.
Como ejemplo para valuar una empresa considerando los beneficios tenemos el ratio P/E (price/earning) o precio sobre ganancia.
Consiste en obtener información del valor de mercado del patrimonio y la ganancia (después de intereses e impuestos) de otras
empresas similares o comparables a la que valuaremos. Una vez obtenido el ratio se lo aplicamos a los beneficios de la empresa
analizada para así determinar su valor. Este método tiene algunas limitaciones técnicas pero es de utilidad por su sencillez en el
cálculo si se cuenta con la información necesaria.
IV.3) Fondo de Comercio (Goodwill).
Es un método tradicional de los años 50. Una de las fórmulas utilizadas es la siguiente: Valor = Patrimonio neto + an(B-iA). Siendo
“B” los beneficios habituales, “an” las anualidades a considerar (en general entre 3 y 5 años hacia atrás), “i” la tasa de interés de
mercado aplicada sobre “A” los activos de la empresa.
Actualmente este método está en desuso pero supo ser una primera aproximación para el cálculo del valor llave.
IV.4) Múltiplos.

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Comercial II – Parte VI.
Consiste en obtener información sobre ventas, insumos, cotizantes, unidades vendidas, EBITDA (en español ganancia antes de
intereses, impuestos, depreciación y amortización) de empresas similares para obtener ratios que se puedan aplicar a la empresa
en cuestión que nos aproximen a su valor. Este moderno método es el más utilizado en las transacciones entre particulares, por
ejemplo cuando se vende una estación de servicio se realiza considerando la cantidad de litros vendidos, en las empresas de
cable en función del número de abonados, en las empresas telefónicas según la cantidad de líneas. Este método también resulta
muy sencillo y objetivo en su aplicación. En nuestro país tiene la limitación de que el acceso a la información de empresas
similares puede no resultar sencillo.
IV.5) Descuento de Flujo de Fondos (DCF).
Sin profundizar en detalles técnicos, este medidor de la performance de una empresa es el técnicamente más acertado. Se trata
de medir la eficiencia a través de la caja (“cash is King”), lo importante es el flujo y no el stock. La idea es considerar los futuros
flujos de caja, descontarlos al costo promedio ponderado del capital y así obtener el valor presente de la empresa.
Hasta la sanción de la ley 18387 ,en adelante LCRE, la legislación concursal nacional se basaba esencialmente en normas
contenidas en el Código de Comercio, en el Código Civil, y en la ley N° 2.230 con sus posteriores derogaciones y modificaciones,
entre las cuales se destacan la regulación del concurso del deudor civil a través del Código General del Proceso y la creación de
los Juzgados de Concursos a través de la ley N° 17.292.
La normativa referida, basada en los principios clásicos de derecho concursal, establecía procedimientos concursales
estructurados como vías ejecutivas y la liquidación forzada de los bienes del deudor, con el fin de satisfacer a los acreedores con
el producido de la venta de los mismos.
En este régimen, en palabras de Rosenbaum y Castello “los activos de la empresa constituían la prenda común de los acreedores
(artículo 2397 del Código Civil) y solo interesaba velar por el interés de éstos, estableciendo mecanismos que fuesen adecuados a
la finalidad de liquidar los bienes de la empresa para ser distribuidos entre sus acreedores. De ese modo, el objetivo típico de
nuestros procesos concursales era la satisfacción del interés de los acreedores (principio solutorio), en detrimento de la
conservación de la empresa (…)”
La reforma de este régimen concursal era imperiosa, ya que el régimen vigente había sido superado por la mayoría de las
legislaciones del derecho comparado y estaba quedando claramente desactualizado y obsoleto. La reforma debió construirse
sobre la definición política de sobre quién iba a centrarse la misma: sobre el deudor, sobre los acreedores o sobre la empresa?
RÉGIMEN ACTUAL: ¿PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN DE LA EMPRESA?
La necesidad de modernizar el sistema concursal vigente en nuestro país con anterioridad a la sanción de la LCRE -año 2008- era
inminente; debía indefectiblemente establecerse un nuevo régimen que dotara a las empresas en dificultades financieras, de una
herramienta que fuera capaz de permitir la continuación de aquellas entidades económicamente viables, y la liquidación de las que
no lo fueran.
Fue el Estado, la comunidad económico-social, quien determinó el objetivo prioritario de conservar la empresa viable por sí misma,
aún con independencia de la voluntad de su propietario y de sus acreedores, a través de la consagración en la ley N° 18.387 de un
nuevo régimen concursal basado en el principio de conservación de la empresa viable y dejando de lado la relación entre quiebra,
delito y cese de la actividad del deudor.
Según se extrae de la exposición de motivos de la LCRE, fue uno de los pilares orientadores de la reforma la conservación de la
empresa viable, que procura en todos los casos de concurso, en primer lugar, la venta en bloque de la empresa en
funcionamiento. La referida ley consagra la continuación controlada de la empresa, en el entendido de que la empresa en marcha
tiene un valor superior al de cada uno de los elementos que la componen, y por lo tanto el mantenimiento de la actividad
empresarial supone el mantenimiento del referido valor económico, que redundará en beneficio de los acreedores, pero sobre todo
de la comunidad en la que se encuentra inmersa, de los stakeholders.
En consecuencia, el principio de conservación de la empresa o mantenimiento de la actividad económica viable es un principio
central que orienta y se refleja en los institutos más importantes del nuevo régimen.
La valoración de la empresa en tanto unidad económica, en el marco de una óptica evolucionada que reconoce su importancia
para la sociedad toda y más allá de los intereses de los acreedores inmediatos, ha generado la necesidad y la obligación de
intentar rescatar la empresa en problemas, surgiendo así el principio de conservación. Sin perjuicio de ello y según se refiriera,
este principio no supone de manera alguna la conservación de la entidad a cualquier costo y en cualquier circunstancia.
A continuación, una breve reseña de los mecanismos instituidos por la norma para la conservación de la empresa:
i. Acuerdo Privado de Reorganización
La LCRE regula este instrumento en su Título XI, artículos 214 a 235; el mismo constituye el reemplazo del Acuerdo Privado del
antiguo régimen concursal.
El APR consiste en un acuerdo celebrado entre el deudor y un determinado número de acreedores (aquellos representativos del
75% del pasivo quirografario con derecho a voto), con el fin de prevenir la declaración judicial del concurso y posibilitar la
continuidad de la empresa, que deviene vinculante para el deudor y los acreedores una vez cumplidas las exigencias legales para
la validez y eficacia del negocio.
En mérito al carácter preventivo de este instrumento, el APR debe ser celebrado con anterioridad a la declaración judicial del
concurso. En efecto, la esencia de este acuerdo consiste en redimensionar la empresa con el fin de mantener la misma en
condiciones de viabilidad y rentabilidad que permitan su continuación.
ii. Propuesta de Convenio
Se encuentra regulado en el Título VII, artículos 138 a 167 de la LCRE. Consiste esencialmente en un acuerdo propuesto por el
deudor y sometido a la consideración de los acreedores, el que deberá acompañarse de un plan de continuación o de liquidación.
Esta modalidad de acuerdo se enmarca en un marco flexible de negociación que crea la LCRE; en efecto la propuesta podrá
consistir en quitas y/o esperas, cesión de bienes a los acreedores, constitución de una sociedad con los acreedores quirografarios,
capitalización de pasivos, creación de un fideicomiso, reorganización de la sociedad, administración de todo o parte de los bienes
en interés de los acreedores o tener cualquier otro contenido lícito.
iii. Venta en bloque de la empresa
Sobre este instituto y sus particularidades estudiaremos más adelante, en este material.
iv. Venta por partes de la empresa

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Comercial II – Parte VI.
Establece el artículo 174 de la LCRE: “En caso de no lograrse la venta en bloque de la empresa en funcionamiento ya sea al
contado o a crédito, el síndico presentará a la Comisión de Acreedores un proyecto actualizado de liquidación, dentro de los treinta
días siguientes a la fecha de la resolución judicial que declare desierta la licitación, en el que se determinarán para cada clase de
bienes y derechos que integran la masa activa, las reglas particulares conforme a las cuales deberán enajenarse”.
Como se observa, la norma comienza reiterando la subsidiariedad de la venta fraccionada respecto a la venta en bloque de la
empresa y continúa luego regulando el trámite que conlleva la misma.
v. Continuación de la empresa abandonada
Este mecanismo, previsto en el artículo 238 de la LCRE establece que, “Cuando existan exclusivamente acreedores laborales y el
deudor no se hubiera presentado a promover su propio concurso, se podrá aplicar a solicitud de los acreedores la disposición del
numeral 2) del artículo 174, asignando a la cooperativa de trabajadores u otra modalidad empresarial que éstos determinen, en
forma provisional, el uso precario de la empresa”.
Al respecto, entendemos que se trata de una hipótesis remota, ya que difícilmente en un concurso existan únicamente acreedores
laborales, si consideramos todos aquellos proveedores de bienes y servicios de una empresa.
Adicionalmente, cuestionamos la efectividad del instituto referido basándonos en la capacidad de dirección y administración que
pueda ejercer un grupo de trabajadores que pese conocer el giro de la empresa, puede no tener las habilidades y conocimientos
suficientes para su gerenciamiento.
LA VENTA EN BLOQUE DE LA EMPRESA EN FUNCIONAMIENTO
A) MARCO GENERAL
Afirmó el Diputado Javier Salsamendi en su informe “Conservación de la empresa viable”, que “Este es un cambio fundamental, no
solo en cuanto a las posibilidades del mecanismo, sino también respecto de las posibilidades de negociación entre deudores y
acreedores. Hasta ahora, la negociación era entre un deudor de un determinado plan de pagos y una empresa cerrada y en
partes. Ahora la negociación entre deudor y acreedor incorpora la posibilidad de que los acreedores opten por una alternativa
externa a la voluntad del deudor para continuar el emprendimiento y con ello instrumentar las transformaciones necesarias para su
reinserción en el mercado”.
Sin perjuicio de compartir plenamente sus afirmaciones, debemos tener presente que no es posible conservar cualquier empresa,
sino solamente aquella en cuya conservación tenga interés el mercado, la sociedad y su entorno. En palabras de Alegría, “la ley de
concursos no es la ley de rehabilitación de empresas o de conservación de empresas, pero, sin embargo, debe atender a la
posibilidad de esa conservación como una de sus directrices orientadoras”. Pese a que sus palabras refieren a la legislación
concursal argentina, entendemos que las mismas son completamente aplicables a la legislación nacional. En efecto, lo que
sostiene Alegría significa que, dada una situación de concurso, no debe mantenerse la empresa a cualquier precio ni es función
del juez rehabilitar el funcionamiento de la misma si ello no es posible con los medios con los que la ley pone a su disposición,
tampoco los acreedores se encuentran obligados a financiar la rehabilitación ni poner en riesgo sus créditos con el fin de intentar
hasta el agotamiento una continuación que no es posible.
La realidad actual impone que la legislación concursal -como lo hace la LCRE- tenga en cuenta que:
i. La situación de concurso no debe ser por sí sola la causa de desaparición de una empresa; anteriormente, cuando se decretaba
la quiebra, la regla general era el fin de la empresa,
ii. Debe intentar prevenir, aquellas situaciones pasibles de dañar la conservación de la empresa,
iii. Una vez acontecido el concurso, en la ley debe preverse la posibilidad de conservación de la empresa, no en cualquier
hipótesis, sino en aquellas donde se identifique a la empresa como un valor para el mercado, para la sociedad y para el entorno en
el que se encuentra inmersa, volviendo en este punto al multicitado concepto de stakeholders, y en caso de no ser esto posible,
intentar conservarla como una unidad a efectos de su venta en bloque y posterior rehabilitación.
el marco del principio de conservación referido, la LCRE establece la posibilidad de conservar la empresa en marcha, pero
solamente aquella socialmente útil y económicamente viable, no así aquella empresa deficitaria que no aporta más que
distorsiones al buen funcionamiento del mercado, lo que será evaluado por el juez del concurso oportunamente. Es en virtud de
ello que la ley exige para la conservación de una empresa un plan de continuación conjuntamente con la propuesta de convenio
(artículo 138).
El problema presenta así dos fases, habrá que hacer un diagnóstico de la empresa en primer lugar, para luego establecer el
tratamiento. En la primera instancia habrá que analizar la viabilidad económica de la empresa, para lo cual será indispensable
revisar su sistema de producción, estudiar si cuenta con el personal idóneo, con canales de comercialización, entre otras, así
como estudiar, desde una visión ajena a la propia empresa, la situación del mercado en el que ésta participa. Luego de ello, en la
segunda instancia habrá que determinar qué hacer, lo cual se expresará a través de un plan, el plan de continuación, el que
deberá contener un cuadro de financiamiento, en el que se describirán los recursos necesarios para la continuación total o parcial
de la actividad profesional o empresarial del deudor durante el período de cumplimiento del convenio, así como sus diferentes
orígenes.
La justificación de la opción conservadora de la empresa radica en que la venta en bloque de la empresa puede permitir mantener
el valor económico de la misma, lo que supone un valor adicional a la venta individualizada de sus componentes, así como el valor
social, y aún más, el mantenimiento de los puestos de trabajo que implica que los trabajadores vean satisfechas sus necesidades
básicas.
El juez del concurso ordenará la liquidación de la masa activa, entre otros, en caso de no alcanzar un acuerdo entre deudor y
acreedores (art. 168). La etapa de liquidación contará con dos fases: en una primera instancia se procurará la venta en bloque de
la empresa en funcionamiento, prevista en el artículo 171, “en todos los casos se procurará en primer lugar la venta en bloque de
la empresa en funcionamiento”. Fracasada la misma se procederá a la liquidación por partes de la masa activa, recogida en el
artículo 174.
Sostienen Chalar y Olivera que “el legislador ha tenido como indiscutible el hecho de que una rápida adjudicación de la empresa
en marcha al mejor postor será, en la mayoría de los casos, la mejor solución para la insolvencia del deudor”.
i. Subasta de la empresa en funcionamiento
En los artículos 171 a 173, 175, 177 de la LCRE y en el Decreto reglamentario N° 182/2009 de fecha 24 de abril de 2009, se
regula la venta de la empresa en funcionamiento.

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Comercial II – Parte VI.
La ley establece como solución de principio la subasta de la empresa en funcionamiento mediante un proceso licitatorio, pautando
las bases sobre las cuales debe erigirse dicho procedimiento y que se recogen en el citado Decreto reglamentario, a saber:
“Dentro de los diez días siguientes a la resolución judicial que dispusiera la liquidación de la masa activa del deudor, el síndico
presentará al Juez del concurso un proyecto de pliego para la venta de la empresa en funcionamiento. El proyecto de pliego
deberá contener: a) Un inventario de los bienes y derechos que forman la masa activa del deudor, con indicación de aquellos que
se encuentran gravados con derechos reales y el importe de dicho gravamen. b) La tasación en unidades indexadas de los bienes
que componen la masa activa, a valor de liquidación de la empresa en partes, realizada con el asesoramiento de un experto
independiente aprobado por el Juez del concurso. Podrá prescindirse de este requisito cuando la tasación contenida en el informe
del síndico o del interventor preparado de conformidad con el régimen establecido por el artículo 123 numeral 6) de la Ley N°
18.738 tuviera una antigüedad no mayor a 180 días.
c) Los requisitos mínimos para la aceptación de los postulantes (antecedentes profesionales, situación patrimonial y solvencia
suficiente, cumplimiento de normas laborales y tributarias, etc.), que otorguen una razonable certeza en cuanto a la capacidad de
continuidad del giro empresarial y cumplimiento de la oferta. d) La garantía del mantenimiento de oferta que se considere
adecuada, según que el postulante realice una oferta de pago contado o una oferta de pago a crédito”.
Luego, el juez convocará a la presentación de ofertas para la adquisición en bloque de la empresa en funcionamiento, fijando día y
hora de cierre para la presentación de las mismas.
Las ofertas serán presentadas en la sede del juzgado, antes de la fecha y hora fijadas en el llamado a licitación o de su prórroga,
en sobre cerrado conteniendo los antecedentes del postulante exigidos en el pliego y la propuesta económica formulada por éste.
La licitación de venta en bloque de la empresa en funcionamiento será adjudicada por el juez al oferente que: i. Cumpla con los
establecidos en el pliego para la presentación de la oferta, ii. Haya ofrecido un precio superior al 50% del valor de tasación de la
empresa, iii. Haya hecho la mayor oferta de pago del precio al contado.
En caso que el oferente haya cumplido con los requisitos establecidos en los numerales i y ii referidos ut supra, acreedores
quirografarios que representen por lo menos el 75% del pasivo quirografario con derecho a voto podrán aceptar una oferta a
crédito que supere la mayor oferta al contado, siempre que la misma no implique perjuicios en los derechos de los acreedores
privilegiados.
La venta la otorgará el juez del concurso y éste hará la tradición.
Por el contrario, si ninguna de las ofertas cumpliera con los requisitos exigidos para la adjudicación de la licitación de venta en
bloque de la empresa en funcionamiento, el juez rechazará las mismas y pasará a la etapa de liquidación por partes de la masa
activa.
ii. Liquidación por partes
Fracasada la venta en bloque de la empresa, se procederá a la liquidación por partes de la masa activa.
Al respecto, el artículo 174 prevé que, en caso de no lograrse la venta en bloque de la empresa en funcionamiento ya sea al
contado o a crédito, el síndico presentará a la comisión de acreedores un proyecto actualizado de liquidación, dentro de los treinta
días siguientes a la fecha de la resolución judicial que declare desierta la licitación, en el que se determinarán para cada clase de
bienes y derechos que integran la masa activa, las reglas particulares conforme a las cuales deberán enajenarse.
Si el proyecto fuera aprobado por la comisión, la enajenación de los bienes y derechos se ajustará a lo determinado por el síndico.
Si no lo fuera o en todo lo no previsto en el proyecto, el síndico procederá a enajenar la masa activa de acuerdo con las siguientes
reglas:
a. En caso de existir diversas unidades productivas, las mismas se enajenarán como un todo, salvo que sea más conveniente para
la masa la previa división o la realización aislada de los elementos que los componen, en cuyo caso, antes de proceder a su
enajenación, deberá emitirse un informe justificativo.
b. En caso de que exista riesgo de que los créditos laborales comprendidos en el numeral 1 del artículo 110 no puedan ser
satisfechos en su totalidad, el juez previa vista al síndico, podrá designar depositaria de los bienes de la empresa, confiriendo
facultades de uso precario de los mismos, a una cooperativa de trabajo que se constituya con la totalidad o parte del personal.
c. Los bienes inmuebles, muebles y derechos de propiedad intelectual e industrial, se liquidarán de acuerdo con las disposiciones
que regulan la vía de apremio.
d. Los valores que tengan oferta pública se negociarán en los mercados formales en que los mismos tengan cotización.
Antes de proceder a la liquidación, las reglas conforme a las cuales debe proceder el síndico a enajenar los bienes y derechos que
integran la masa activa, serán puestas en conocimiento del juez del concurso.
Qué sucede con los pasivos del deudor cuando se produce la venta en bloque o la liquidación por partes de la empresa?
Sobre este punto, el artículo 177 establece expresamente que no será de aplicación al adquirente de los activos del deudor, del
establecimiento o de la explotación del deudor, enajenados en el proceso de liquidación de la masa activa, la responsabilidad que
la ley pone a cargo de los sucesores o adquirentes por obligaciones comerciales, laborales, municipales, tributarias o de cualquier
otra naturaleza.
En consecuencia, queda claro que el adquirente no deberá responder por los pasivos del deudor concursado y se limitarán los
acreedores del mismo a satisfacer sus créditos con el producido de la venta de la empresa, es decir, el precio pagado por el
adquirente.
El pago a los acreedores se llevará a cabo mediante el producido de la enajenación de los bienes que componían la empresa. Así,
los créditos con privilegio especial se pagarán con el producido de la enajenación de los bienes gravados (artículo 181), los
créditos con privilegio general, los créditos quirografarios y los créditos subordinados, por su orden, se pagarán con el producido
de la realización de los bienes que integran la masa activa.
En caso de inexistencia o agotamiento de los bienes que integran la masa activa del concurso sin íntegra satisfacción de los
acreedores, el síndico presentará la solicitud de suspensión del concurso junto con las cuentas de las cuales surja la configuración
de la causal, de las cuales se dará traslado al deudor, a la comisión de acreedores y a los interesados que hubieran comparecido
en el procedimiento. En caso de falta de oposición y de impugnación dentro del plazo de 15 días de presentada la solicitud de
suspensión del concurso, el juez dispondrá la misma, con aprobación de las cuentas.
El concurso suspendido será reabierto a solicitud del deudor o de cualquier acreedor concursal cuando, dentro del plazo de cinco
años a contar desde la firmeza del auto de suspensión, ingresen o aparezcan nuevos bienes o derechos en el patrimonio del
deudor.

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Comercial II – Parte VI.
B) ALCANCE DE LA VENTA EN BLOQUE DE LA EMPRESA EN FUNCIONAMIENTO
Cuál es el alcance de la venta en bloque de la empresa?
Pues, por un lado la misma implica la transferencia del establecimiento comercial y además la de muchos otros elementos propios
de la organización y la actividad de la empresa, a saber: derechos, autorizaciones, relaciones comerciales, relaciones laborales.
Sobre el tema, y según referiremos más adelante, la doctrina se encuentra dividida.
Por otro lado, en nuestro sistema -no en otros sistemas comparados como el Cramdown- se trata de una operación que, por
motivos esencialmente prácticos, no genera responsabilidad alguna a cargo del adquirente en relación a los distintos pasivos del
deudor vinculados a la empresa o a su actividad.
La LCRE consagró como resultado de evitar la pérdida de valor, procurar la continuación de la actividad económica desarrollada
por el deudor. En virtud de ello, instrumentó un mecanismo de venta en bloque de la empresa para permitir a los interesados hacer
ofertas económicas por la misma y continuar aquella su actividad.
Sin perjuicio de ello, es evidente que para que la empresa pueda continuar con su actividad bajo un nuevo propietario, hace falta
además que se mantenga la vigencia de los contratos suscritos por la misma, así como las autorizaciones y los permisos propios
de la actividad desarrollada, que permitan que aquella pueda seguir operando.
A partir de dichas reflexiones nos preguntamos si el texto de la ley es suficiente para considerar que los contratos, permisos y
autorizaciones se mantienen vigentes para el nuevo adquirente de la empresa.
En la doctrina nacional se observan posiciones encontradas, por una parte, Miller expresa: “el texto es suficientemente explicativo
de que el propósito del legislador alude a la venta de la empresa y su continuidad como tal, por lo que va de suyo que todos los
elementos, tanto los bienes, como las autorizaciones contractuales o mercantiles, deben ser objeto de tal licitación y van, por así
decirlo, en el paquete que ha de ser trasladado y adjudicado al ganador de la licitación. Entendemos que la venta de la empresa
en bloque y en marcha habilita a pensar que estamos ante la transferencia de un cúmulo de elementos como los anotados, entre
los cuales está inserto el fondo de comercio como un elemento significativo pero no el único. En este marco, a nuestro entender, el
ofertante está legitimado para exigir que la transferencia de la empresa comprenda todos aquellos bienes o elementos jurídicos, y
también todos los activos económicos que anotamos anteriormente”.
Por el contrario, Wonziac no comparte la posición de Miller, ya que entiende que las autorizaciones administrativas se otorgan a la
persona y no a los sucesores en la propiedad de la empresa. Considera que el síndico debería concurrir a los organismos que
otorgaron las autorizaciones administrativas a efectos de determinar si existen objeciones para que el nuevo adquirente mantenga
dichas autorizaciones, ya que en el caso que no se mantengan las mismas, el interesado no podría precalificar.
Por nuestra parte, compartiendo posición con Miller, entendemos que los contratos, los permisos, las autorizaciones y otros
elementos esenciales para funcionamiento de la empresa como tal, deben encontrarse comprendidos en la venta en bloque de la
misma. De otra manera, la entidad no podrá continuar en marcha, no habrá actividad y el interesado no adquirirá propiamente una
empresa, sino simplemente un conjunto estático de bienes, a cambio obviamente de otro precio sustancialmente inferior. Y en
virtud de todo lo analizado, podemos sostener que el espíritu de la ley es justamente el contrario, es decir, la supervivencia de la
empresa viable más allá de la suerte de su titular.
Analizamos a continuación los diferentes elementos que entendemos deben comprender la venta de la empresa en bloque:
1. Contratos con proveedores, contratos de seguro, contratos de arrendamiento de cosa: En virtud de lo que establece el artículo
1293 del Código Civil, los contratos no pueden oponerse a terceros ni invocarse por ellos, sino en los casos de los artículos 1254 y
1256. En consecuencia, si el adquirente desea colocarse en la posición contractual del deudor concursado, será necesario que se
le cedan los contratos y que se recabe el consentimiento del cedido; pero el tercero, no estará obligado a aceptar la cesión. En
consecuencia, la venta en bloque de la empresa como tal, se encontrará subordinada entre otros elementos, a la cesión de los
contratos propios o necesarios para el desarrollo de la actividad propia de la organización vendida.
Exceptuados de este régimen general se encuentran los contratos de arrendamiento de cosa y seguros. En relación a los primeros
el artículo 66 del Código Civil regula la conducta del arrendador una vez notificado de la cesión y el proceso correspondiente en
caso de oposición. En relación a los segundos, el artículo 648 del Código de Comercio establece que con la enajenación de las
cosas aseguradas se produce la transmisión de derechos y obligaciones del contrato al nuevo dueño.
2. Contratos laborales: en el ámbito del derecho laboral es de aplicación el principio de continuidad, que tutela la estabilidad del
empleado y la certeza en la conservación de su fuente de trabajo. Como consecuencia de dicho principio, la doctrina laboral ha
entendido que el contrato de trabajo se mantiene aun cuando se produce el cambio de empleador, ya que las obligaciones del
mismo no son intuitu personae, como sí lo son las del trabajador. Según el Dr. Pla Rodríguez en virtud del principio de continuidad,
la empresa es considerada como una entidad objetiva y permanente, a la cual pertenece vinculado el trabajador, con
independencia de su forma jurídica o dirección.
3. Autorizaciones, permisos, habilitaciones: las habilitaciones municipales, autorizaciones administrativas y concesiones son
figuras que deben ser tramitadas por el interesado. En consecuencia, los organismos estatales podrán conceder o no dichas
autorizaciones al adquirente y la venta en bloque de la empresa se encontrará subordinada a dicho otorgamiento para poder
considerarse tal. Según refiriéramos ut supra, existe parte de la doctrina nacional que entiende que el texto de la ley es suficiente
por sí mismo para considerar que los permisos y autorizaciones se mantienen vigentes para el nuevo adquirente -Miller, por
ejemplo, en posición que compartimos- y parte de la doctrina que sostiene que los permisos y autorizaciones deben ser
nuevamente tramitados por el interesado una vez que adquiere la propiedad de la empresa.
En conclusión, pese a las consideraciones realizadas entendemos que, a efectos de que pudiera consagrarse el principio de
continuación de la actividad desarrollada por el deudor concursado por el nuevo adquirente, sería necesaria una previsión legal
que dispusiera expresamente que, al concretarse la venta en bloque de una empresa en el marco de la LCRE, se encontraran
comprendidos en la misma todos los elementos necesarios para la continuidad de la unidad económico productiva, entre los
cuales se incluyen los contratos, autorizaciones, permisos y habilitaciones necesarios y propios de la actividad propia de la
empresa enajenada.
C) EFECTOS DE LA VENTA DE LA EMPRESA EN BLOQUE
El artículo 177 de la LCRE dispone que: “No será de aplicación al adquirente de los activos del deudor, del establecimiento o de la
explotación del deudor, enajenados en el proceso de liquidación de la masa activa, la responsabilidad que la ley pone a cargo de
los sucesores o adquirentes por obligaciones comerciales, laborales, municipales, tributarias o de cualquier otra naturaleza”. Tal y
como señala Martínez, entendemos que esta es la cláusula que efectivamente viabiliza la operación de la venta de la empresa en

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Comercial II – Parte VI.
bloque; ello por cuanto, al eliminar al nuevo adquirente de la organización, la responsabilidad que la ley N° 2904 pone a cargo de
los sucesores o adquirentes por obligaciones comerciales, laborales, municipales, tributarias o de cualquier otra naturaleza, facilita
la concreción de esta venta, eliminando el temor del nuevo adquirente en relación al tema de la responsabilidad reseñada y
eliminando el riesgo empresarial que implicaría la misma en caso de enajenación del establecimiento comercial.
Al respecto, la citada ley se aplica a las transmisiones a título singular de establecimientos comerciales y establece en su artículo 1
“Toda enajenación a título singular de un establecimiento comercial deberá ser precedida de avisos publicados durante veinte días
en dos diarios de la capital, designados cada año por el Tribunal Pleno llamando a los acreedores del enajenante para que
concurran al domicilio que se expresará en los avisos, a percibir el importe de sus créditos dentro del término de treinta días
contados desde el siguiente a la primera publicación”. Este artículo se encuentra parcialmente derogado por el artículo 1 de la ley
N° 5418, donde se establece que los avisos deben publicarse en dos diarios; uno de ellos debe ser el Diario Oficial y otro el de
elección del interesado. La publicación tiene como fin dar a conocer la enajenación proyectada e impide la realización de un fraude
en perjuicio de los acreedores del titular del establecimiento comercial.
En consecuencia, el artículo 2 de la referida ley determina que, una vez realizadas las publicaciones, el adquirente del
establecimiento comercial se convierte en responsable solidario del enajenante, por las deudas de éste que consten en los libros y
de los créditos que se presenten en el término del emplazamiento.
Pero aun si no se efectúan las publicaciones, la enajenación es válida. La consecuencia será el agravamiento de la
responsabilidad del adquirente, ya que el mismo responderá solidariamente de todas las deudas contraídas por el enajenante
antes de la operación y las contraídas mientras no se realicen las publicaciones (artículo 3).
Reafirmando lo sostenido anteriormente, la delimitación del riesgo empresarial que consagra la nueva legislación concursal dota al
instituto de seguridad jurídica y lo convierte en un negocio interesante para los inversores.
D) ACREEDORES PRENDARIOS E HIPOTECARIOS
Qué sucede con los activos empresariales gravados con hipotecas y prendas a la hora de la venta en bloque de la empresa?
Deben los mismos ser negociados y cancelados por el nuevo adquirente?
Si bien es cierto que el derecho todo se encuentra regulado u orientado de cierta manera por el principio de igualdad y el derecho
concursal no escapa de su aplicación, existen ciertas excepciones a dicho principio. En tal sentido, sin perjuicio de que la LCRE
permite que el patrimonio del concursado se afecte a efectos de satisfacer los derechos de todos los acreedores por igual, existen
diversas normas que establecen excepciones o diferencias entre los distintos acreedores, dependiendo de la naturaleza y
características de sus créditos o en algunos casos, de la decisión de los acreedores afectados.
Rodríguez Mascardi y Ferrer afirman que “Frente a una situación de insolvencia, el derecho comparado y nuestra legislación
consagran el principio de igualdad de los acreedores para soportar la desgracia de modo colectivo y equitativamente. Ese principio
de igualación, no obstante, tiene excepciones que no lo desvirtúan, y tiene una fuerte tradición en el derecho uruguayo: el
privilegio”.
Al respecto señala Martínez que, por tratarse el privilegio de una situación especial es que su interpretación debe ser estricta, es
decir, de fuente legal, es de interpretación estricta, no confiere un derecho real, funciona solamente en caso de situaciones
concursales y no prevalece sobre los créditos con garantía real.
Adicionalmente, en palabras de Olivera, la LCRE introdujo varias modificaciones relativas a la categorización de los diversos
créditos existentes, créditos que se encuentran dentro de los denominados “créditos en la masa”, es decir, aquellos cuya
existencia es anterior a la sentencia que declara el concurso.
En definitiva, todos los acreedores del deudor concursado (independientemente de su naturaleza) quedan incluidos en la masa
pasiva del concurso y por lo tanto son representados por el síndico o interventor, según corresponda, y asimismo los efectos del
concurso los afectan, salvo aquellas excepciones expresamente previstas por la LCRE (artículo 55).
En cuanto a la clasificación de los créditos, el artículo 108 establece que “Los créditos que componen la masa pasiva del deudor
se clasificarán en créditos privilegiados, créditos quirografarios o comunes y créditos subordinados.
Por su parte, los créditos privilegiados se clasificarán, a su vez, en créditos con privilegio especial y créditos con privilegio general”.
De dicha norma se desprenden algunos cambios con respecto a la normativa anterior. En primer lugar encontramos una nueva
categoría de acreedores: acreedores subordinados. Adicionalmente, a diferencia de lo que ocurría con anterioridad, ahora se
encuentran incluidos en el concurso los acreedores con privilegios (sean estos especiales o generales), es decir los acreedores
preferentes.
Por otro lado, siguiendo una tendencia internacional en tal sentido, la LCRE limita los privilegios a: créditos reforzados con un
derecho real de prenda o hipoteca, créditos laborales y por aportes personales de seguridad social (acotados en plazo y monto),
créditos fiscales (acotados en su plazo) y créditos del acreedor que promociona el concurso.
Al respecto, Martínez sostiene que la LCRE “realiza una poda sistemática en el número y clase de privilegios. Recurriendo a la rica
prosa galana, describimos la situación del antiguo régimen como de “excesiva floración de privilegios mezclados sin orden
alguno…”.
El artículo 111 por su parte determina que serán créditos subordinados las multas y demás sanciones pecuniarias de cualquier
naturaleza y los créditos de personas especialmente relacionadas con el deudor.
Si bien la LCRE no brinda una definición de créditos quirografarios u ordinarios, concluimos sin esfuerzos que son aquellos que no
quedan comprendidos dentro de los mencionados como privilegiados ni subordinados. Éstos serán satisfechos a prorrata
conjuntamente con los créditos con privilegio especial, en la parte en que los créditos con privilegio especial no hubieren sido
satisfechos con cargo a los bienes y derechos gravados.
i. Inclusión de los créditos en el concurso
Tal como hemos comentado, el artículo 109 determina que son créditos con privilegio especial aquellos garantizados con prenda o
hipoteca.
A diferencia del régimen anterior, si bien en ambos casos se considera a los mismos con cierto privilegio o preferencia y detentan
una posición relevante o más beneficiosa en relación al resto, la LCRE los introduce al concurso, y en tal sentido estos acreedores
deberán verificar su crédito y transcurrirá determinado plazo antes de poder cobrar su crédito.
Sin embargo, la LCRE no prevé sanción alguna para el caso que el acreedor con privilegio especial no se presente a denunciar su
crédito en los plazos establecidos. En caso que su presentación sea extemporánea, lo hará a su costo.

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Comercial II – Parte VI.
Recordamos que el artículo 1737 del Código de Comercio, bajo el régimen de concurso, establecía que los acreedores
hipotecarios y prendarios no estaban obligados a aguardar los resultados del concurso para ejercitar sus acciones contra los
bienes gravados con derecho real. Asimismo, la acción se ejercitaría con independencia del concurso.
Según señalan las Dras. Rodriguez y Ferrer, es indudable que el derecho de estos acreedores privilegiados de ejecutar al deudor
con total independencia del proceso concursal ocasionaba un entorpecimiento al momento de coordinar los distintos y diversos
intereses que concurren a éste y a encontrarles una solución, con lo cual la modificación introducida por la LCRE en este sentido
no es menor, ya ahora la ley los coloca dentro del concurso, lo que significa que deben solicitar la verificación de su crédito y que
poseen un plazo de 120 días dentro del cual no pueden solicitar la ejecución del mismo.
Este plazo de 120 días, que en doctrina se conoce como “automatic stay”, consiste en un período de tiempo al inicio del proceso
concursal durante el cual se suspenden las acciones judiciales ejecutivas. Si no existiese este “automatic stay” los acreedores
hipotecarios y prendarios no tendrían ningún incentivo para formar parte del concurso. Transcurrido que fuere el período referido,
el acreedor prendario o hipotecario podrá ejecutar el bien gravado en el mismo expediente y ante el mismo juzgado del concurso.
El artículo 71 prevé que “En el caso de los créditos prendarios e hipotecarios, la prohibición de promover ejecuciones y la
suspensión de las ejecuciones en curso caducarán transcurridos ciento veinte días de la sentencia declaratoria del concurso.
En estos casos la ejecución deberá promoverse o continuará, según los casos, ante el Juez del concurso”.
En tal sentido, Miller expresa que “Esta inserción en el concurso se produce a través de diversos elementos, léase la obligación de
ejecutar el crédito y garantías ante el Juez del concurso, una espera automática, la obligación de verificar su crédito, etcétera”.
El inciso segundo del citado artículo 109 establece un requisito para los créditos hipotecarios y prendarios, y es que los mismos
“deberán estar inscriptos a la fecha de declaración del concurso en el Registro Público correspondiente, salvo los créditos
emergentes de contratos de prenda común que serán considerados privilegiados cuando hayan sido otorgados en documento
público o en documento privado con fecha cierta o comprobada”.
A través del privilegio otorgado a los derechos reales emergentes de las prendas e hipotecas el legislador respetó el espíritu de lo
que representa una garantía real, que logra una posición especial que refuerza al acreedor la posibilidad de recuperar su crédito. A
través de la garantía real se afecta una cosa individualizándola a efectos de una acción ejecutiva futura o eventual. De esta
manera se grava el bien con un vínculo que la liga al acreedor.
Tal es así que en caso que el bien gravado salga del patrimonio del deudor, dicha transferencia no afecta el bien gravado pudiendo
perseguirla incluso en manos de otro adquirente (inherencia del derecho real o derecho de persecución).
ii. Situación de los acreedores con privilegio especial en caso de continuación de la actividad o venta de la empresa
La participación del acreedor prendario e hipotecario en el concurso se verifica a lo largo del concurso en varias etapas, sin
importar el objetivo trazado en el concurso en particular, es decir, sea la continuación de la actividad de la empresa previo acuerdo
de pago con sus acreedores o sea en caso de liquidación de la sociedad concursada a efectos de proceder al pago de las deudas
con el producido de la misma, la cual en la inmensa mayoría de los casos no cubrirá un gran porcentaje del monto total adeudado.
En caso de estar ante la primera hipótesis, es decir la reorganización de la empresa, el artículo 138 de la LCRE establece que el
plan de continuación deberá contener una fórmula de pago a los acreedores con privilegio especial. De esta manera inferimos la
necesidad de tener presentes a los acreedores privilegiados especiales a efectos de que la propuesta de pago presentada por el
deudor comprenda todos los aspectos a efectos de resultar una solución completa y creíble.
El Poder Ejecutivo en la exposición de motivos opinó que “Si bien los acreedores con garantías reales no participan del
procedimiento, sus decisiones pueden fracasar todos los intentos de conciliación entre deudor y acreedores quirografarios. Estos
tienen que conocer que acciones pretenden seguir los acreedores privilegiados e incorporarlas a la hora de discutir las opciones
disponibles”.
Por su parte, Miller expresa que “los acreedores hipotecarios o prendarios esenciales no estarán ajenos al proceso de licitación.
Sea porque han de ser consultados por los potenciales oferentes y negociado la forma de pago directamente con el oferente
(sujeta a condición de resultar el adjudicatario) o bien porque los propios acreedores han de presentar ofertas, en este caso en
tanto los acreedores revistan las exigencias que marca la ley y el decreto en tal sentido”.
Siguiendo la misma línea, el artículo 147 de la LCRE relativo a la cesión total o parcial del activo del deudor en pago a los
acreedores establece que “En todos los casos deberán previamente salvaguardarse los derechos de los acreedores privilegiados”.
Ahora bien, cuando el funcionamiento y continuación de la empresa resultan imposibles (conforme a lo establecido en el artículo
168), y nos encontramos ante la hipótesis de liquidación de la misma, entonces la norma manda a analizar la posibilidad de la
venta de la empresa en bloque y en funcionamiento (artículo 171). En este caso, el Decreto N° 182/009 determina que el pliego de
la licitación deberá contener “un inventario de los bienes y derechos que forman la masa activa del deudor, con indicación de
aquellos que se encuentren gravados con derechos reales y el importe de dicho gravamen”.
La LCRE no previó a título expreso la posibilidad de que los acreedores con privilegio especial pueden efectuar una oferta para su
compra, tal como sí hizo, al igual que la ley N° 18.593, para los trabajadores de la empresa en cuestión. Esta cuestión adquiere
aún más relevancia cuando estos acreedores por ejemplo han gravado con hipoteca el establecimiento comercial o prendado
todas las máquinas de primera necesidad de una empresa determinada.
Entendemos que al no prohibirse de manera expresa a los acreedores con privilegio especial ofertar por la compra de la empresa,
nada impide que así ocurra.
Pues bien, hasta aquí nos hemos ocupado de la etapa previa al Acuerdo de Reorganización o de la liquidación según corresponda.
Pero también debemos plantearnos qué suerte corren los acreedores con privilegio especial luego de la venta en bloque de la
empresa, es decir, qué sucede con dichos bienes. Y en este caso debemos tratar el tema según las diversas hipótesis posibles.
En las hipótesis siguientes nos adherimos a lo señalado por Miller, en cuanto a que “acreedor privilegiado especial como único
adjudicatario (en tal caso extinción del crédito por confusión); acreedor privilegiado especial como integrante del grupo de
adjudicatarios (confusión del crédito total o parcial según lo que el mismo haya aportado); sociedad comercial adjudicataria y
acreedor privilegiado especial como socio (habría extinción del crédito por confusión en tanto el mismo se haya aportado a la
sociedad; no lo habría si no se aportó el mismo)”.
Resta entonces analizar la situación en que el adjudicatario o adquirente no es ni acreedor prendario ni hipotecario. En otras
palabras, qué sucede con los bienes gravados con prenda e hipoteca en caso de venta en bloque de la empresa?
El artículo 173 de la LCRE establece que “La adjudicación será título hábil suficiente para la transmisión de la propiedad de los
bienes referida en el artículo 172, en las condiciones establecidas en el artículo 177, y a todos los efectos registrales”.

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Comercial II – Parte VI.
Planteamos como primera posibilidad aquella posición a la que se afilia Miller: no se cancelan las prendas y garantías sobre los
bienes gravados.
En sentido contrario, Martínez entiende que los bienes se enajenan al adquirente libre de gravámenes, “todos los activos se
venden en bloque, “limpios de polvo y paja” pues en caso contrario carece de sentido práctico esta novedosa herramienta. En
concreto importa en este aspecto de la venta en bloque recordar que la transferencia es sólo de los activos empresariales y nunca
de los pasivos. Y es un punto ajeno al adquirente en la “venta judicial”, como se reparte entre los acreedores el producido neto de
la almoneda (licitación o subasta)”.
En este caso, de qué manera y entre quiénes se reparte el resultado de la venta (ya que seguramente existan tanto bienes
gravados como no gravados dentro de la misma)?
Sugiere al respecto Martínez que al momento en que el síndico o el interventor realicen el inventario y lo pongan de manifiesto
conforme al artículo 77, se notifique en forma expresa a los acreedores con privilegios especiales.
Por su parte, Caffera y Mantero sostienen que las garantías reales se extinguen por las formas que la ley indica, entre las cuales
no se encuentra la venta en bloque. Por el contrario, entienden que el concurso es el momento en que la prenda y la hipoteca más
fuertes deben estar. En efecto, la única consecuencia sustancial que la ley de concursos prevé a su respecto es la espera de 120
días, lo cual reafirma la actitud de respeto del legislador concursal frente a las garantías reales. Concluyen estos autores que
frente a una venta en bloque corresponde simplemente res transit cum onere (artículo 2340 del Código Civil), transmitir la cosa con
su gravamen.
Por último, en relación a las garantías reales en la venta en bloque de la empresa, De Cores entiende que lo que la LCRE ha
buscado es quitar independencia de acción al acreedor hipotecario y prendario -que solo se ven afectados temporalmente por una
moratoria provisional acotada- y fortalecer al síndico para que pueda negociar con ellos un plan de reorganización de la empresa;
vencidos los 120 días, el acreedor hipotecario o prendario podrá ejecutar. En consecuencia, sostiene que la LCRE no ha afectado
en sustancia el principio de ajenidad, en el sentido de que los derechos reales de garantía no se ven afectados por el derecho
concursal, sino que ha pretendido buscar una salida consensuada a la crisis empresarial, facilitando la comparecencia de los
acreedores con garantías reales a la mesa de negociación y no experimentando sus derechos merma alguna.
iii. Prohibición de votar
Los acreedores con privilegio especial deben declarar su crédito y presentarse en el concurso pero no deben votan. En caso
contrario perderán la calidad de acreedores con privilegios especiales y de esa forma se transformarán en acreedores
quirografarios.
En tal sentido el artículo 127 establece que “El acreedor privilegiado que vote en la Junta de Acreedores se entenderá que
renuncia a su privilegio general o especial, transformándose en un acreedor quirografario.
Si un mismo acreedor fuera titular de créditos quirografarios y privilegiados, se entenderá que vota exclusivamente por los créditos
quirografarios, salvo que, al emitir el voto, manifieste que vota por la totalidad de los créditos”.
iv. Monto del crédito
En relación al monto del crédito, importa destacar que no se suspende el devengamiento de intereses sino hasta el límite de sus
respectivas garantías (artículo 64).
Adicionalmente, en caso que la deuda estuviese pactada en moneda extranjera, la misma no se convertirá a moneda nacional en
el caso de los créditos prendarios e hipotecarios -por contraposición al resto de los créditos cuyo monto se convierte en todos los
casos a moneda nacional al tipo de cambio comprador interbancario de la fecha de declaración del concurso (artículo 63)-.
CRÉDITOS TRIBUTARIOS
En el régimen concursal vigente con anterioridad a la LCRE, el artículo 1732 del Código de Comercio, establecía que los atrasos
de impuestos públicos o municipales poseían un privilegio de primer grado. En tal sentido, el Fisco cobraba su crédito con
anterioridad a los acreedores comunes.
Adicionalmente, considerando la terminología utilizada, “impuestos públicos o municipales”, se discutía qué impuestos o tributos se
encontraban incluidos en dicha disposición. La doctrina mayoritaria entendía que quedaban comprendidas todas las especies
tributarias (impuestos, tasas y contribuciones) y no solamente los impuestos, conforme a la definición aportada por el artículo 10
del Código Tributario.
Con la entrada en vigencia de la LCRE, los créditos tributarios quedan enmarcados en lo que la ley denomina créditos con
privilegio general. Y en tal sentido, el artículo 110 establece que: “Son créditos con privilegio general, en el orden planteado:
1) Los créditos laborales de cualquier naturaleza, devengados hasta con dos años de anterioridad a la declaración del concurso,
siempre y cuando no hubieran sido satisfechos en la forma prevista en el Artículo 62, hasta por un monto de 260.000 UI
(doscientos sesenta mil unidades indexadas) por trabajador. Tendrán también este privilegio los créditos del Banco de Previsión
Social por los aportes personales de los trabajadores, devengados en el mismo plazo.
No gozarán del privilegio previsto en el inciso anterior, los créditos de los directores o administradores, miembros del órgano de
control interno y liquidadores de la deudora, los cuales tendrán naturaleza de quirografarios, sin perjuicio de lo establecido en el
Artículo 201.
2) Los créditos por tributos nacionales y municipales, exigibles hasta con dos años de anterioridad a la declaración del concurso.
3) El 50% (cincuenta por ciento) de los créditos quirografarios de que fuera titular el acreedor que promovió la declaración de
concurso, hasta el 10% (diez por ciento) de la masa pasiva.
Estos privilegios se establecen sin perjuicio del derecho conferido por la ley a los acreedores a la satisfacción parcial de los
créditos no pagados a través del concurso, cuando hubieran ejercitado acciones en interés de la masa”.
A entender de Rodríguez y Ferrer, la razón de considerar los créditos tributarios como créditos privilegiados puede responder tan
solo a razones históricas.
La LCRE ha determinado que los créditos tributarios deben concurrir al concurso y otorga a la Administración Tributaria el lugar
que le corresponde, es decir el de un acreedor que debe sacrificar parte de su expectativa de cobro en aras de una salida
colectiva.
Destacamos que la LCRE en su artículo 256 resuelve derogar diversas disposiciones que otorgaban a los Municipios y a la
Administración Tributaria una prelación de cobro extraconcursal, tales como la ley N° 15.646 (relativa al IRA) y la ley N° 15.851
(relativa al funcionamiento de los servicios estatales). De esta manera, dichas entidades no se encuentran en la actualidad fuera
del concurso ni ajenas a las resultancias del mismo.

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Comercial II – Parte VI.
En definitiva, siguiendo la corriente nacional e internacional en la materia, la LCRE limitó el privilegio del crédito por tributos y
eliminó determinadas prerrogativas otorgadas por normas especiales.
i. Concepto de crédito tributario
Según mencionamos, la LCRE soluciona la discusión existente a raíz de la pobre técnica jurídica utilizada por el artículo 1732 del
Código de Comercio, eliminando todas las dudas en cuanto a cuáles son los tributos que deben ser considerados con privilegio
general, quedan comprendidas todas las especies tributarias: impuestos, tasas y contribuciones especiales conforme a los
artículos 11 a 13 del Código Tributario.
De esta manera la LCRE evita que la Administración Tributaria actúe con independencia del concurso y liquide el patrimonio del
deudor en perjuicio del resto de los acreedores que se mantuvieron expectantes de dicho concurso.
Dicha limitación de la participación de la Administración Tributaria queda asimismo reflejada en lo determinado por el artículo 114 al
establecer que “El Estado, los Gobiernos Departamentales, los entes autónomos y servicios descentralizados y las personas
públicas no estatales y demás entes públicos participarán en el concurso por los créditos que mantengan contra el deudor,
pudiendo intervenir en los órganos y procedimientos concursales y votar o consentir las propuestas de convenio o de acuerdo
privado de reorganización con cualquiera de los contenidos propuestos por el deudor, cuando la participación en la votación de los
mismos corresponda a la naturaleza de su crédito”.
Y por último, recordamos que el artículo 177 establece que al adquirente de los activos del deudor, del establecimiento o de la
explotación del deudor no le será aplicable la responsabilidad que corresponde legalmente a los sucesores o adquirentes por
obligaciones, entre otras, de naturaleza tributaria.
ii. Intereses
Los créditos tributarios no se encuentran exceptuados de la aplicación del artículo 64, el cual establece que desde la declaración
de concurso se suspenderá el devengamiento de intereses durante el plazo que dure el mismo -salvo para los créditos prendarios
e hipotecarios hasta el límite de su respectiva garantía, y para los créditos laborales.
Lo referido anteriormente no implica que el monto adeudado por tributos no sea actualizado, ya que conforme al artículo 63, a
partir de la fecha de declaración de concurso y hasta la fecha de pago, todos los créditos serán ajustados de acuerdo con los
criterios establecidos por el Decreto Ley N° 14.500.
Sin perjuicio de la imposibilidad de cobrar intereses, la LCRE prevé la posibilidad de cobrar una suma compensatoria, equivalente
a un 6% anual, en caso de remanente luego de la liquidación y cubiertos todos los créditos, conforme a lo previsto en el artículo
188. No obstante lo allí establecido, resulta bastante poco probable que en alguna ocasión llegue a cobrarse suma alguna por
dicho rubro.
iii. Multas y recargos
En cuanto a las multas y recargos, todos ellos -incluidos los relativos a los créditos tributarios- se encuentran regulados por el
artículo 111, el cual dispone que: “Son créditos subordinados: 1) Las multas y demás sanciones pecuniarias, de cualquier
naturaleza. 2) Los créditos de personas especialmente relacionadas con el deudor”.
Habiendo las multas y recargos sido catalogados como créditos subordinados, se encuentran por debajo de los acreedores
quirografarios y por encima de los intereses regulados en el artículo 188.
Igualmente, tanto en el caso de los créditos subordinados como en el de los intereses, estimamos muy poco probable que en
algún caso se alcance a cobrar parte de un crédito por dichos conceptos.
iv. Verificación
Todos los créditos, sin importar su naturaleza, deben ser verificados en el proceso concursal. En caso de no hacerlo, la
Administración Tributaria deberá efectuar una verificación morosa a su costo.
v. Certificados
Una innovación importante en la LCRE lo es también aquella relativa a los certificados de estar al día emitidos por la Autoridad
Fiscal.
En tal sentido el artículo 114 establece que “Los certificados, comprobantes o cualquier otro documento o constancia de hallarse al
día en el cumplimiento de obligaciones tributarias o paratributarias exigidos por la ley para la celebración de determinados
negocios jurídicos o para la registración, eficacia o perfeccionamiento de los mismos, no serán requeridos en caso de concurso ni
implicarán un obstáculo para la liquidación de la masa activa.
En ningún caso los Registros exigirán la presentación de estos certificados para registrar la transferencia de los bienes realizada
en el marco del procedimiento concursal”.
De esta manera se quita a la Administración Tributaria uno de los elementos de coacción que tenía hasta el momento para
presionar al pago de sus deudas. Recordemos que el espíritu de la ley es la de que la empresa continúe con su actividad y la
venta en bloque de los activos empresariales.
vi. Disposiciones tributarias. Artículo 254.
El artículo 254 reza: “En los procedimientos concursales se aplicarán las siguientes disposiciones tributarias:
1) Desde la fecha del auto judicial de declaración de concurso, todos los créditos concursales serán considerados incobrables a
efectos de los tributos recaudados por la Dirección General Impositiva.
Los ingresos derivados de la cobranza de los referidos créditos concursales estarán gravados, cuando corresponda, por los
respectivos tributos a medida que se produzcan los respectivos cobros.
2) El deudor tendrá la facultad de diferir hasta en cinco ejercicios la renta bruta generada por las quitas que obtuviera en el
concurso.
3) Estará exonerada de todo tributo, con exclusión del Impuesto al Valor Agregado y del Impuesto Específico Interno, cuando
corresponda, la venta privada o en subasta pública y la cesión de bienes a los acreedores realizadas durante el proceso de
liquidación de la masa activa del concurso.
4) No serán aplicables a los síndicos o interventores las normas sobre responsabilidad de los administradores representantes por
obligaciones tributarias, salvo que hubieran actuado con dolo”.
El numeral 1 del artículo en cuestión no nos resulta novedoso, por cuanto anteriormente ya encontrábamos normas que regulaban
aquellos créditos que se podían considerar incobrables, tales como la ley N° 10.597 y N° 17.292.

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Comercial II – Parte VI.
La redacción utilizada en el primer numeral no en lo absoluto precisa, por el contrario, nos plantea la siguiente interrogante: qué
sucede con aquellos casos en que no tiene lugar la sentencia judicial que declara el concurso (por ejemplo en los casos de
Acuerdo Privado de Reorganización)? Dicho crédito es considerado incobrable?
Martínez entiende que “es discutible que los acreedores afectados por un Acuerdo Privado de Reorganización (artículos 214 y
siguientes) que es uno de los “procedimientos concursales” donde según el artículo 254 se aplicará la disposición tributaria no
puedan ser beneficiados por la nueva normativa. Tal como se regía anteriormente, a medida que el acreedor vaya percibiendo
ingresos por estos créditos concursales deberá gravarlos, cuando corresponda, por los respectivos tributos que fueran aplicables”.
Por otra parte, el numeral 2 trata el tema del diferimiento de la renta, otorgando un beneficio para el deudor dado que la quita en el
pasivo que le es concedida por parte de los acreedores, es considerada una ganancia que podrá diferirse fiscalmente hasta en los
5 ejercicios siguientes. Fundamenta esta disposición el hecho de no sobrecargar al deudor con cargas tributarias sobre la
supuesta ganancia que le representaría la quita otorgada.
El numeral 3 otorga una exoneración tributaria -con excepción del IVA e IMESI en caso de corresponder- a la venta privada o en
subasta pública y a la cesión de bienes a acreedores, llevadas a cabo en virtud del proceso de concurso; de esta manera se
disminuye la carga fiscal en caso de liquidación constituyendo un incentivo para el propio proceso.
Ahora bien, la norma establece que no se estará exonerado del IVA e IMESI cuando corresponda, ahora bien, cuando
corresponde?
En posición que compartimos, Martínez entiende que debe diferenciarse según se trate de la primera etapa del concurso o la
etapa de liquidación de la masa activa.
En caso de transferirse los activos en una primera etapa (anterior a la liquidación), entendemos que los mismos estarán gravados
con los tributos en cuestión, ya que nos encontraremos ante un concurso en el cual la empresa continuará con su giro y actividad y
será el propio concursado quien deberá abonar el impuesto correspondiente -de lo contrario se podría plantear un caso de
competencia desleal-.
Sin embargo, en caso de encontrarnos en la etapa de liquidación, consideramos que no corresponderá el pago de dichos tributos,
y esto porque será el juez y no la sociedad concursada quien enajenará los activos transferidos, tal como lo establece el artículo
172. Adicionalmente, en esa etapa no se obtendrán rentas empresariales ni existirá actividad lucrativa dentro de un proceso de
liquidación de la masa activa del concurso. En definitiva no existirá circulación de bienes en sentido tributario ni se constatará el
aspecto subjetivo del hecho generador.
Por último, nos encontramos frente al numeral 5 relativo a la responsabilidad de los síndicos e interventores por obligaciones
tributarias. Conforme al artículo 95 del Texto Ordenado de la DGI, los directores de sociedades contribuyentes y socios de
sociedades personales son responsables solidarios con la sociedad, del pago del IRAE, comprendiendo las obligaciones fiscales
(responsabilidad objetiva).
Adicionalmente, el artículo 21 del Código Tributario establece una responsabilidad de carácter subjetivo, la de los representantes
legales y voluntarios que no procedan con debida diligencia en sus funciones, siendo solidariamente responsables de las
obligaciones tributarias de sus representados.
Ninguna de estas normas resulta aplicable a los síndicos e interventores que intervienen en el concurso, salvo que los mismos
actúen con dolo.
REALIDAD ACTUAL
i. Aplicación práctica del instituto
Sin perjuicio de los beneficios teóricos que atribuimos al instituto de la venta en bloque por los argumentos ya mencionados,
debemos señalar que en la realidad actual, su utilización es bastante más escasa de lo que nos gustaría. En efecto, creemos que
las imprecisiones y la falta de información en los pliegos de licitación, hacen que el oferente tenga una noción muy acotada de lo
que está comprando; y como consecuencia de ello, quien desconoce a cabalidad qué compra a través de la venta en bloque, qué
comprende la misma y si su precio es adecuado, se abstiene de ofertar.
A continuación, presentamos una reseña de los casos en los que ha sido considerado el instituto de la venta en bloque la empresa
en funcionamiento, independientemente del resultado del mismo, desde la sanción de la LCRE a la fecha y el análisis de las
particularidades de cada caso.
1. NAZARENA S.R.L. – CONCURSO NECESARIO (IUE 2-44690/2009)
Nazarena S.R.L. era una sociedad de responsabilidad limitada que giraba en el ramo de farmacia y afines, y que al momento de la
solicitud de su concurso explotaba cuatro establecimientos cuyo nombre comercial era Farmacias Calveira.
Por auto 1704/2010 de fecha 6 de septiembre de 2010, el Juez Letrado de Primera Instancia de Concursos de 1° turno decretó la
liquidación de la masa activa de la empresa, y a efectos de la venta en bloque de la misma fijó fecha de licitación el 30 de
noviembre de 2010.
Con fecha 25 de octubre del mismo año fue presentado por el síndico el proyecto de pliego del que se dio vista a los acreedores.
En relación al proyecto de pliego, y de acuerdo con lo que pone de manifiesto uno de los acreedores del concurso, observamos
que:
i. Formalmente, el documento es correcto y cumple con todos los requisitos previstos en el artículo 3 del Decreto 182/009. ii. Sin
perjuicio de ello, del estudio pormenorizado del mismo surgen dudas que deben ser esclarecidas a los participantes en la licitación.
A efectos de poder realizar los cálculos para sus ofertas, los interesados deben contar con la mayor información posible relativa al
funcionamiento de los cuatro establecimientos comerciales. Como bien señala Eduardo Chiappe S.A. en el escrito agregado en
autos por el que evacúa la vista conferida sobre el pliego, es imperiosa la necesidad de conocer los volúmenes de venta mensual
que mantiene actualmente la empresa, la situación contractual de los locales (plazos de contratos, montos de alquileres),
presupuesto mensual, cantidad de empleados de cada establecimiento y sueldos de los mismos, etc; así como los impuestos,
gastos u otras erogaciones que deban asumir los interesados, tales como sueldos, leyes sociales, consumos de energía eléctrica,
alquileres.
En virtud de las diferentes observaciones formuladas, con fecha 10 de diciembre de 2010, fueron presentadas las aclaraciones
detalladas.
Aprobado el pliego con las aclaraciones mencionadas, se convocó a la presentación de ofertas para la adquisición en bloque de la
empresa en funcionamiento. Las ofertas presentadas fueron dos, por una parte la de Farmazul S.A., y por otra parte la de COBOE
S.A. (Farmashop), a quien finalmente se adjudicó la empresa por tratarse de la mayor oferta al contado.

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Comercial II – Parte VI.
2. ARCOMIL S.A. – CONCURSO NECESARIO (IUE 2-29145/2009)
En el caso de Arcomil S.A. (Cementerio Los Fresnos de Carrasco), una vez decretado el concurso de la empresa, con fecha 11 de
mayo de 2011 fue presentado el proyecto de pliego que se recoge en el Anexo 2A, para la enajenación del establecimiento
comercial.
Presentada la propuesta de pliego anexa, y dada vista de la misma a la comisión de acreedores, manifestó las siguientes
observaciones que compartimos, pese a que el documento cumplía a primera vista con los aspectos formales exigidos por el
decreto reglamentario:
i. Se constata un error material en la cifra en UI que surge del pliego, pues la misma no se ajusta al valor de tasación en dólares
estadounidenses presentada por el rematador (USD 4.000.000), ii. Debe aclararse si las 2426 parcelas vendidas están todas
obligadas a pagar expensas o algunas de ellas tienen dispensa en el pago de las mismas, iii. El pliego debería contener un plazo
razonable para que se proceda al depósito del precio, a la realización de los trámites de escrituración y a la toma de posesión de
los bienes, iv. El pliego debería aclarar que el comprador deberá reconocer la antigüedad de los trabajadores que continúen en el
nuevo emprendimiento.
Como consecuencia de las observaciones formuladas, las que fueron acepadas por la sindicatura, con fecha 8 de agosto de 2011
fue presentada una nueva versión del pliego.
Con fecha 23 de diciembre del mismo año se aprobó el pliego presentado con los ajustes contenidos en el escrito posterior y se
convocó a la presentación de ofertas para la adquisición en bloque de la empresa en funcionamiento.
Al llamado para la venta de la empresa Arcomil S.A. se recibió una sola oferta, presentada por la empresa Tifasol S.A. (Abate y
Cía.). Considerando que la sindicatura recomendó aceptar la oferta y la junta de acreedores votó en su mayoría (75% del pasivo
quirografario) afirmativamente a la misma, por auto Nº 1142/2012 de fecha 14 de junio de 2012 se resolvió adjudicar Arcomil S.A. a
Tifasol S.A.
3. EYALTIX S.A. Y OTROS – CONCURSO (IUE 2-53268/2009)
Por auto Nº 2447/2009 de fecha 30 de noviembre de 2009 se declaró la apertura del concurso voluntario de Eyaltix S.A. y otros.
Eyaltix S.A. era una sociedad anónima que carecía de giro comercial pero era propietaria de diversos bienes y Yormil S.A. era una
sociedad anónima que giraba desde noviembre de 2008 dentro de la industria láctea. Las empresas poseían bienes muebles,
inmuebles, maquinaria y la marca “La Josefina”.
Con fecha 2 de mayo de 2011, a efectos de proceder a la venta en bloque de la empresa en funcionamiento, la sindicatura
presentó el pliego adjunto como Anexo 3, del que se dio vista al deudor y a los acreedores y fue aprobado finalmente el 16 de junio
de ese año, convocándose a la presentación de ofertas.
Del conjunto de casos analizados, consideramos este pliego uno de los más completos y precisos en cuanto a la información
brindada a los interesados, y al nivel de detalle de cada uno de los puntos enumerados. Valoramos positivamente la inclusión de
cláusulas como la de “Consultas y visitas”, a través de la cual se pone a disposición de los interesados, un canal de consultas
sobre la licitación, así como la posibilidad de visitar las instalaciones de la empresa en venta, y la de “Adjudicación”, que dota al
proceso de mayor transparencia.
Pese a las actuaciones referidas anteriormente, por auto Nº 2168/2011 de fecha 14 de noviembre de 2011 se declaró desierta la
licitación y se ordenó a la sindicatura presentar un proyecto de venta en partes de la empresa concursada.
4. HOSUR S.A. – Concurso necesario (IUE 2-15461/2010)
Hosur S.A. era una sociedad anónima uruguaya con acciones al portador, que desarrolló un emprendimiento inmobiliario en Punta
del Este, Departamento de Maldonado, denominado Torres Calipolis. Al momento de solicitud del concurso, la obra se encontraba
paralizada desde hacía aproximadamente nueve meses.
Con fecha 21 de junio de 2011 fue presentado el proyecto de pliego para la venta de la empresa en funcionamiento.
El proyecto de pliego presentado por la sindicatura de Hosur revistió significativa complejidad técnica en relación a las memorias
descriptivas, planos y demás detalles de la obra que debieron ser adjuntados al mismo. Sin perjuicio del detalle del apartado
“Bienes inmuebles” entendemos que la inclusión de una cláusula de “Visitas” hubiera sido necesaria.
En relación al proceso, al llamado para la venta de la empresa se recibió una sola oferta, presentada por la empresa Desarrollos e
Inversiones Arupac S.A., de la cual se dio vista a la deudora y a la comisión de acreedores. Contando dicha propuesta con la
expresa aceptación de la comisión de acreedores y el análisis favorable de la administradora del concurso en cuanto al
cumplimiento de los requisitos establecidos en el pliego, por auto Nº 1449/2011 de fecha 1 de septiembre de 2011, se adjudicó al
único oferente Desarrollos e Inversiones Arupac S.A., la empresa licitada Hosur S.A.
5. BRAY PAUL LTDA. – Concurso de la Ley 18.387 (IUE 2-2818/2013)
Bray Paul Ltda. era una sociedad de responsabilidad limitada que giraba en el ramo de curtiembre. En su caso, en virtud del
incumplimiento del convenio oportunamente acordado, se decretó la liquidación de la masa activa de la empresa con fecha 15 de
abril de 2015.
En consecuencia, con fecha 25 de mayo del corriente, se presentó el proyecto de pliego.
Este pliego resulta uno de los más completos de los casos analizados. Sin perjuicio de la dedicación y profesionalidad del síndico -
elementos claves y determinantes a la hora de redacción de este tipo de documentos-, entendemos que el transcurso del tiempo
desde la sanción de la LCRE y el mayor conocimiento del instituto de la venta en bloque de la empresa en la práctica, deberían
haber colaborado en el perfeccionamiento de los pliegos.
En el caso de autos, aprobado el pliego presentado por el síndico, se convocó a la presentación de ofertas para la adquisición en
bloque de Bray Paul Ltda.
Se presentó una sola oferta, correspondiente a CUSENI S.A., que a criterio del síndico cumplía con lo solicitado en el pliego de
condiciones (excepto en relación a los Certificados -item 6- del documento precedente) y el precio ofertado equivalía al 100% del
valor de tasación, por lo cual su aceptación se entendía por la sindicatura como beneficiosa para la masa en tanto generaba una
posibilidad genuina de ingresar fondos para atender a las deudas del concurso, y fundamentalmente de cumplir con el principio de
conservación de la empresa, en caso de que la actividad económica fuera viable, manteniendo la fuente de trabajo de una
cantidad de personas.
A la fecha, le exigió al oferente el depósito de una suma de dinero en garantía del mantenimiento de la oferta, previo a la
adjudicación formal de la licitación.
6. FRIPUR S.A. - Concurso de la Ley 18.387 (IUE 2-31262/2014)

12
Comercial II – Parte VI.
Fripur S.A. es una sociedad anónima que cuya actividad principal es el procesamiento de alimentos.
Por auto 1595/2014 de fecha 1 de agosto de 2014, el Juez Letrado de Primera Instancia de Concursos de 1° turno decretó la
apertura del concurso voluntario de Frigorífico Pesquero del Uruguay S.A. Posteriormente, por auto 2013/2015 de fecha 7 de
septiembre del corriente, se decretó la liquidación de la masa activa de la empresa y se ordenó a la sindicatura presentar un
proyecto de liquidación para determinar la vía pertinente a esos efectos.
Con fecha 13 de octubre fue presentado por la sindicatura el proyecto de pliego del que se dio vista a los acreedores y fue
finalmente aprobado el 6 de noviembre.
En relación al mismo vale la pena destacar que los bienes gravados con derechos reales de garantía serán enajenados libres de
gravámenes, dado que el gravamen existente a dicha fecha sobre cada uno será cancelado al momento de la compraventa. A
estos efectos fue presentado para su aprobación por la Sede, el acuerdo celebrado entre Fripur (en liquidación) y los acreedores
titulares de créditos con privilegio especial (BROU, Banco Santander y BPS), en el entendido de que es interés de la sindicatura y
de los acreedores, que la venta en bloque de la concursada incluya todos los bienes de la empresa, comprendiendo aquellos
gravados con garantías reales, de modo de mantener la integridad de la unidad productiva.
Según la información extraida del expediente, de las tasaciones realizadas resultó que los bienes gravados con garantías reales
representan un total de 77,26% respecto de los valores totales de la masa activa a ser enajenada, por lo cual a dichos acreedores
correspondería el 77,26% del producido de la venta en bloque ya que sus créditos superan ampliamente el valor de los bienes
gravados. En aras de viabilizar la venta en bloque y propendiendo a que con el producido de la subasta se puedan satisfacer otros
créditos -especialmente los laborales-, el BROU resignó parcialmente su expectativa de cobro topeando su recupero en un 63%
del producido neto de la almoneda. En consecuencia los acreedores titulares de créditos con privilegio especial recibirán en total el
71,25% del total producido por la venta en bloque de la empresa y la parte de sus créditos que no fuera satisfecha con el importe
resultante se pagará a prorrata con los créditos quirografarios.
Estamos de acuerdo con lo referido por la sindicatura, en cuanto a que este acuerdo permitirá viabilizar la venta en bloque de la
empresa, al mismo tiempo que los restantes acreedores percibirán un beneficio adicional derivado de la renuncia que los
acreedores con privilegio especial realizan respecto de su derecho de cobro sobre el producido de la enajenación de los bienes
gravados.
ii. Reflexiones prácticas a la luz del testimonio de un síndico
En virtud de lo que dispone el artículo 3 del Decreto 182/009, el síndico cuenta con un plazo de diez días a partir de la fecha de la
resolución judicial que dispone la liquidación para presentar ante el juez un proyecto de pliego para la venta de la empresa en
funcionamiento. En virtud del escaso plazo referido y del somero conocimiento y especialización de la sindicatura en relación al
giro de la empresa concursada cuya venta en bloque se pretende, es que los pliegos de licitación suelen generalmente -según
pudimos constatar en los casos analizados- ser incompletos, inexactos o imprecisos en relación a la información que requieren los
interesados para formular sus ofertas.
Como consecuencia de ello, los diferentes interesados en la licitación no logran saber con exactitud qué comprende la venta en
bloque de la empresa en cuestión y por lo tanto suelen tener dificultades para juzgar si el precio de la misma es adecuado y en
consecuencia para formular una oferta, desinteresándose del proceso.
Las dificultades a las que se enfrentan los síndicos a la hora de vender una empresa en bloque son esencialmente las mismas: los
acreedores con garantías reales, los permisos y el inventario, remitiéndonos a los desarrollos realizados a lo largo de este trabajo
sobre esos temas.
Es de destacar, el importante rol que cumplen los síndicos en el proceso de concurso y la influencia que éstos pueden tener en el
éxito o en el fracaso de la venta en bloque, exhortándolos a realizar sus mejores esfuerzos en introducirse en el giro de la empresa
concursada, así como en llevar adelante las negociaciones necesarias (con acreedores y entidades estatales, entre otros) para la
confección de un pliego de licitación lo más completo, exacto y preciso posible -pese a los cortos plazos de los que disponen-, en
beneficio del futuro de la empresa concursada.

REGULACIÓN DE LOS PEQUEÑOS CONCURSOS:


El Artículo 236 de la Ley 1887 (LCRE) establece que se consideran pequeños concursos aquéllos correspondientes a los deudores
que, a la fecha de declaración judicial de concurso, tengan un pasivo no superior a 3.000.000 UI, siendo este el único parámetro
capaz de viabilizar la inclusión dentro de los llamados pequeños concursos, dejando afuera otros tales como, el número de
trabajadores o de acreedores.
El tema de los pequeños concursos que en la Ley solo se reduce a un artículo, ha sido objeto de estudios muy completos.
Walter Guerra Pérez citado por Creimer, señala que, en primer lugar, se dejó fuera de la nueva legislación al deudor persona física
no empresario y por otro, que lo legislado es por un lado insuficiente (de poca monta) y por otro, que es excesivo e ineficiente, todo
se queda en la reducción de los plazos.
Se entiende en general, que el tiempo del Tribunal es precioso y que para estas pequeñas causas deben facilitarse y abreviarse
los trámites.
Es así, que el esquema previsto para los pequeños concursos apuntó básicamente a la reducción de las formas y tiempos
procesales.
Estos concursos se regirán por las mismas disposiciones establecidas por la Ley para aquellos que no son pequeños, salvo
algunas excepciones establecidas en el Artículo 237.
Y esas excepciones son las siguientes:
1) La Junta de Acreedores será convocada con un plazo máximo de noventa días, dentro del cual el síndico o el interventor deberá
realizar la verificación de créditos.
2) Los acreedores serán convocados exclusivamente a través de la publicación de la sentencia que declara el concurso.
3) Los acreedores deberán presentarse a verificar sus créditos en un plazo de quince días a partir de la última publicación de la
sentencia.
4) El síndico o el interventor deberá presentar el inventario de la masa activa y la lista de acreedores dentro de los diez días
siguientes.
5) El plazo para la impugnación del inventario y de la lista de acreedores será de cinco días.
6) El deudor podrá presentar una propuesta de convenio hasta cinco días antes de la fecha fijada para la Junta de Acreedores.

13
Comercial II – Parte VI.

ABANDONO DE LA EMPRESA.

El abandono de la empresa se encuentre regulado por el art. 238 de la ley 18387.


Cuando existan exclusivamente acreedores laborales y el deudor no se hubiera presentado a promover su propio concurso, se
podrá aplicar a solicitud de los acreedores la disposición del numeral 2) del Artículo 174, asignando a la cooperativa de
trabajadores u otra modalidad empresarial que éstos determinen, en forma provisional, el uso precario de la empresa.
El numeral 2 del art. 174 nos decía que en caso de que exista riesgo de que los créditos laborales comprendidos en el numeral 1)
del Artículo 110 no puedan ser satisfechos en su totalidad, el Juez previa vista al síndico, podrá designar depositaria de los bienes
de la empresa, confiriendo facultades de uso precario de los mismos, a una cooperativa de trabajo que se constituya con la
totalidad o parte del personal (Artículo 6º de la Ley No. 17.794, de 22 de julio de 2004).
Entonces, en el caso de abandono de la empresa el Juez dará ingreso a la solicitud, que deberá contener los elementos
necesarios para la admisión de acuerdo con el Artículo 7 de la ley 18387.
Se harán las publicaciones con el llamado a acreedores y se notificará personalmente al deudor.
En caso de no presentarse otros acreedores que los laborales u oposición del deudor, la cesión precaria se transformará en
definitiva.
Tanto la cesión precaria como la definitiva podrán otorgarse en caso de existir otro u otros acreedores que consientan
expresamente esta adjudicación.
Y la cesión definitiva podrá darse siempre que la cooperativa o la sociedad comercial esté integrada de la forma establecida en el
literal b) del Artículo 172.
El literal b del art. 172 establece que podrán formularse ofrecimientos por parte de la cooperativa o sociedad comercial de
trabajadores de la empresa subastada que se constituya y esté integrada de forma tal que más del 50% (cincuenta por ciento) de
la propiedad correspondiera a los trabajadores que desarrollaban actividad personal en la misma en el inicio del proceso concursal
y que, en caso de adoptar la forma de sociedad anónima o en comandita por acciones, las acciones de los trabajadores sean
nominativas no endosables.
La misma podrá hacer valer en su oferta los créditos laborales a ser renunciados por sus miembros.
El magistrado actuante podrá considerar, a solicitud de parte, como integrante de la oferta, la circunstancia prevista en el inciso
tercero del numeral 2) del Artículo 174.
El ofrecimiento formulado por esta cooperativa o sociedad comercial tendrá preferencia por sobre los restantes oferentes en caso
de igualdad de condiciones propuesta.

RÉGIMEN INTERNACIONAL DEL CONCURSO.

El art. 239 de la ley 18387, es una norma de estructura unilateral, atributiva de jurisdicción, que establece cuándo tienen
competencia (directa) los jueces uruguayos para declarar el concurso, sin pronunciarse acerca de la competencia de los jueces de
los demás Estados.
Prevé dos criterios de atribución de jurisdicción a los jueces uruguayos:
1) que “El domicilio o el centro efectivo de la actividad del deudor se encuentre en territorio nacional”, o
2) que “El deudor tenga o haya tenido oficina, establecimiento o explotación en territorio nacional, aun cuando su domicilio o centro
efectivo de actividad se encuentre en el exterior.”
Si bien la formulación del art. 239 de la Ley es un poco diferente a la de los Tratados de Montevideo de Derecho Comercial
Terrestre Internacional de 1889 y de 1940, y ello podría conducir a resultados diferentes en la práctica, en sustancia se mantiene el
criterio del domicilio comercial del deudor y si los tuviere, sus domicilios secundarios (de agencias, sucursales, etc.) para
determinar la jurisdicción competente en materia concursal.
Bienes y derechos comprendidos en el concurso (art. 240):
La ley establece como regla general que
“El concurso del deudor comprenderá la totalidad de los bienes y derechos que formen el patrimonio del deudor, se encuentren
éstos ubicados en el país o en el exterior” (art. 240 inc. 1).
Se recoge aquí el principio de que los bienes todos del deudor constituyen la garantía de sus acreedores.
El inc. 2º del art. 240 exceptúa “el caso en el cual el deudor hubiera sido igualmente declarado en concurso, quiebra o similar en
otro Estado, donde tuviere su domicilio, centro efectivo de su actividad, oficina, establecimiento o explotación”.
En ese caso, “con relación a los bienes y derechos ubicados en el Estado extranjero donde el concurso, quiebra o similar se
hubiere declarado, el concurso local incluirá en su masa activa el remanente de los bienes o derechos resultantes, luego de
concluido el procedimiento”.
Esta norma está aceptando –en forma implícita pero clara-, la jurisdicción de los tribunales de un Estado extranjero “donde (el
deudor) tuviere su domicilio, centro efectivo de su actividad, oficina, establecimiento o explotación” y que pueda haber pluralidad
de concursos cuando conjuntamente con la hipótesis antedicha, los tribunales uruguayos tuvieren jurisdicción en virtud del 2º
criterio del art. 239 (que “El deudor tenga o haya tenido oficina, establecimiento o explotación en territorio nacional…”).
Ley aplicable al concurso (art. 241).
La regla general
Se trata de una norma de conflicto unilateral que dispone, como regla general, que los concursos declarados en la República se
rigen por la ley uruguaya.
La Ley sigue la tendencia general, que en materia de insolvencias transfronterizas, es a la aplicación de la lex fori.
Los efectos de la declaración del concurso sobre los contratos celebrados por el deudor.
Los efectos de la declaración del concurso sobre los contratos celebrados por el deudor, en cambio, se rigen por la ley aplicable al
respectivo contrato, la cual podrá coincidir o no con la ley aplicable al concurso.
La excepción a la aplicación de la lex fori para regir el concurso establecida por el art. 241 in fine puede plantear dificultades, ya
que precisamente los efectos del concurso o quiebra sobre las obligaciones contraídas por el deudor y en particular sobre los
contratos que éste hubiere celebrado tienen que quedar sujetas a la lex fori, porque no sería conveniente que un mismo tipo de

14
Comercial II – Parte VI.
contrato se resolviera porque se aplica el derecho X y otro contrato del mismo tipo, porque tiene cumplimiento en otro país, no se
resuelva porque se aplica el derecho Z. La quiebra y el concurso generan un régimen que modifica el sistema de los contratos y
las obligaciones; esas modificaciones tienen que ser las mismas para todos los acreedores, aunque cada obligación se rija por su
propia ley.
Sí sería adecuado establecer como excepción a la lex fori para regir la quiebra, que las obligaciones cuya verificación se solicita se
rijan por la ley que resulte aplicable, según las normas indirectas correspondientes, según sean éstas calificadas como contratos,
responsabilidad extracontractual, obligación legal , etc.
Principio del trato nacional (art. 242)
Igualdad de trato de acreedores nacionales y extranjeros
La ley establece como regla general el principio de la igualdad de trato de los acreedores nacionales y extranjeros, aunque sujeto
a condición de reciprocidad.
No se aplica el principio de reciprocidad en el caso de los créditos prendarios e hipotecarios.
Deja también a salvo “los créditos laborales con privilegio general, que tendrán preferencia para cobrarse sobre bienes ubicados
en el territorio nacional”.
La condición de reciprocidad
El art. 242 de la ley condiciona la igualdad de trato de los acreedores nacionales y extranjeros a que exista reciprocidad en el
derecho del Estado del acreedor extranjero.
La referida exigencia ha planteado en la práctica problemas con relación a la carga de la prueba. ¿Es el acreedor extranjero quien
debe probar que su derecho consagra el principio de la igualdad de trato de los acreedores nacionales y extranjeros?
La cuestión tiene que ver con la aplicación del derecho extranjero, la cual esta regulada en nuestro Derecho Internacional Privado
de fuente interna e internacional de manera unívoca en cuanto a que el juez debe aplicar el derecho extranjero de oficio, tal como
lo harían los jueces del Estado al que pertenece la norma, y que dicha obligación es independiente de la facultad de las partes de
colaborar con la tarea de averiguación del mismo.
La respuesta al interrogante planteado es entonces, desde el punto de vista de nuestro Derecho Internacional privado vigente, que
el derecho extranjero no se prueba sino que se informa, que se aplica obligatoriamente y de oficio por el juez, y que ello es
independiente de la actividad de las partes al respecto.
Por tanto es el juez, mediante los mecanismos que el propio sistema le proporciona, quien debe averiguar si el derecho extranjero
recepciona o no el principio de la igualdad de trato de los acreedores nacionales y extranjeros.
Eficacia en el país de las resoluciones judiciales extranjeras en materia de concursos
A diferencia de la solución territorial que adoptaba el art. 1577 Código de Comercio, que no le reconocía efectos en el país a la
declaración de quiebra pronunciada en el extranjero, la Ley 18387, cambia radicalmente el criterio, reconociéndole eficacia
extraterritorial en el país a la sentencia extranjera que declara el concurso o quiebra de un deudor.
El del Código de Comercio era un sistema territorial, plural, tendiente a proteger a los acreedores locales frente a los extranjeros,
ya que la sentencia de quiebra dictada en el extranjero no podía oponérseles “ni para disputarles derechos sobre los bienes
existentes dentro del territorio, ni para anular los actos que hayan celebrado con el fallido” (art. 1577). Es decir que los contratos
que el acreedor uruguayo hubiera celebrado con una persona fallida en el extranjero, no quedaban sometidos a los efectos de la
quiebra extranjera, no pudiendo ser declarados ineficaces o inoponibles a la masa de acreedores y los bienes situados en el país
no integraban la masa activa de la quiebra extranjera.
La declaración de quiebra en el extranjero no producía, conforme al art. 1577, la declaración de quiebra automática en el país, ni
siquiera a pedido de los acreedores locales o del deudor, a diferencia del sistema argentino que desde 1972 sí establece la
extraterritorialidad del hecho generador de la quiebra (art. 4.1. Ley de Concursos y Quiebras argentina, Nº 24.522, de 1995).
En suma: se trata de una modificación importante en cuanto a que en el régimen anterior (art. 1577 C. Com.) no existía
extraterritorialidad del estado de cesación de pagos o de insolvencia, mientras que la nueva ley la impone preceptivamente (“será
reconocida…”, reza el art. 243), cumplidos los requisitos mínimos y universales exigidos para el reconocimiento de cualquier
sentencia extranjera.
La Ley 18387 sigue así no solamente los objetivos propuestos por la Ley Modelo de UNCITRAL de 1997 en cuanto al
reconocimiento de los procedimientos concursales extranjeros, sino también la solución que ya en el siglo XIX imponía los
Tratados de Derecho Comercial.
El Reglamento europeo (art. 16.1) también establece el reconocimiento en los demás Estados miembros de toda resolución de
apertura de un procedimiento de insolvencia adoptada por el tribunal competente de un Estado miembro en virtud del art. 3.
Nótese que dicha regla general de reconocimiento refiere a los concursos “comunitarios”, y no a los iniciados fuera de la
comunidad, en Uruguay, por ejemplo. Por lo tanto, serán las normas nacionales de cada Estado miembro de la Comunidad las que
establecerán en qué medida se reconocerán o no las resoluciones adoptadas en materia concursal por tribunales de Estados no
comunitarios.
Requisitos para el reconocimiento de la sentencia extranjera (art. 243)
El art. 243 de la ley establece que se le reconocerá eficacia extraterritorial en el país a las sentencias extranjeras que declaren el
concurso o la quiebra de un deudor, siempre que la misma cumpla con los requisitos que el propio artículo establece:
1) que haya sido dictada por juez competente,
2) que la declaración judicial haya quedado firme,
3) que el deudor haya tenido oportunidad de defensa,
4) que no sea contraria al orden público internacional,
5) que se cumplan los demás requerimientos contenidos en los arts. 537 a 543 del CGP.
La referencia del numeral 5 a todos los artículos del capítulo IV sobre reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras del
CGP es demasiado amplia, ya que sólo el art. 539 regula específicamente los requisitos que deben cumplir las sentencias
extranjeras para que se les reconozca eficacia en la República, es decir, para que sean reconocidas o ejecutadas según
corresponda. Por su parte, cuatro de los requisitos exigidos en el art. 243 de la Ley 18387 coinciden, aunque con formulaciones no
del todo coincidentes, con los del mismo art. 539 CGP. Veamos.
a. Competencia indirecta:

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Comercial II – Parte VI.
El art. 243.1 de la Ley 18387 requiere que la sentencia extranjera que declara el concurso o la quiebra “haya sido dictada por Juez
competente”, pero no establece conforme a qué derecho debe controlarse dicha competencia indirecta.
El requisito de la competencia indirecta se exige y regula en todas las normas vigentes en la materia, aunque conforme a criterios
diferentes en las normas de Derecho Internacional Privadode fuente internacional e interna.
En las de fuente internacional dicha competencia se controla conforme al derecho del juez requerido, es decir, aquel al que se le
pide el reconocimiento o ejecución de la sentencia extranjera. Así lo establecen, por ejemplo, el art. 2 lit. d) de la Convención
Interamericana sobre eficacia extraterritorial de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros (CIDIP-II, Montevideo, 1979)51, y el
art. 20 lit. c) del Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdiccional en materia Civil, Comercial, Laboral y Administrativa (Las
Leñas, MERCOSUR/CMC/DEC Nº 05/92)52.
En el Derecho Internacional Privado de fuente interna el requisito de la competencia indirecta está previsto en el art. 539.1.4 CGP,
el cual –a diferencia de las normas de fuente internacional- establece que el mismo deberá controlarse conforme al derecho del
juez sentenciante.
La norma prevé como excepción específica a dicha regla, “que la materia fuera de jurisdicción exclusiva de los tribunales patrios”.
Como consecuencia de lo anterior, cuando proceda el control por parte de un juez uruguayo de la competencia indirecta con
respecto a una sentencia extranjera que declare el concurso o la quiebra de un deudor, dicho requisito, previsto en la norma
especial del art. 243.1 de la ley 18387, deberá controlarse de conformidad con el derecho uruguayo o del derecho del
sentenciante, dependiendo de que los Estados involucrados sean o no parte de alguno de los tratados vigentes en la materia.
b. Sentencia firme:
El art. 243.2 de la Ley 18387 requiere que “la declaración judicial (del concurso o quiebra) haya quedado firme”. Lo mismo exige el
art. 2 lit. g) de la Convención Interamericana, el art. 20 lit. e) del Protocolo de Las Leñas y el art. 539.1.7 CGP.
c. Debido proceso:
El art. 243.3 de la Ley 18387 requiere que “el deudor haya tenido oportunidad de defensa”. Lo mismo exige el art. 2 lit. e) y f) de la
Convención Interamericana, el art. 20 lit. d) del Protocolo de Las Leñas y el art. 539.1.5 y 6 CGP.
La Ley 18387 no establece conforme a qué derecho se controla el requisito del cumplimiento con el debido proceso, como
tampoco lo hace el Protocolo de Las Leñas.
La cuestión sí ha sido expresamente regulada en la Convención Interamericana y en el CGP, aunque en forma no coincidente.
El art. 2 lit. e) de la Convención Interamericana exige “que el demandado haya sido notificado o emplazado en debida forma legal
de modo sustancialmente equivalente a la aceptada por la ley del Estado donde la sentencia, laudo y resolución jurisdiccional
deban surtir efectos”.
La norma es clara.
Obviamente la notificación y emplazamiento se va a haber realizado conforme a lo dispuesto por las normas procesales del foro.
Ello constituye el principio general universal, recogido positivamente en nuestro Derecho Internacional Privado: los juicios y sus
incidencias se rigen por las leyes procesales del foro. Pero cuando el juez al que se le pide que reconozca o ejecute la sentencia
controla los requisitos que ésta debe revestir para ello, debe resolverse si lo hará conforme al derecho del sentenciante o al propio.
En este caso la Convención busca una solución pragmática, que no impida la eficacia extraterritorial de la sentencia, pero que
resulte aceptable para el juez requerido.
El CGP en cambio opta, en el art. 539.1.5, por una solución más clara y más amplia que la interamericana, ya que dispone que el
control del debido proceso se hará “de acuerdo con las normas del Estado de donde provenga el fallo”, con lo cual se garantiza el
cumplimiento de este requisito prácticamente en todos los casos.
d. Orden público internacional.
El requisito de que la sentencia extranjera no contravenga el orden público internacional del Estado donde se pretende hacer valer
es también universal y de principio.
El art. 243.4 de la Ley 18387 formula a texto expreso la excepción de orden público internacional, aunque en forma escueta.
Si bien especifica que se trata del orden público “internacional” (a contrario sensu: no del orden público interno), no lo hace en
cuanto a que refiere sólo a los principios fundamentales, y que la contravención a los mismos debe ser “concreta grave y
manifiesta”.
Tampoco establece a texto expreso que la decisión del juez uruguayo al respecto debe ser no discrecional y fundada.
Cabe señalar que ello carece de relevancia práctica –y jurídica- porque el alcance restrictivo que debe dársele, preceptivamente,
en nuestro país, al orden público como excepción a la aplicación del derecho extranjero, distinguiéndolo claramente del orden
público interno, está establecido en la Declaración de 1979 que efectuara la Delegación uruguaya en oportunidad de la CIDIP-II57
con relación al art. 5 de la Convención de Normas Generales de Derecho Internacional Privado (CNG), precisando el alcance que
la República le otorga al orden público58. La misma fue enviada al parlamento junto con la Convención para su aprobación, con lo
cual adquirió fuerza de interpretación legal preceptiva. Además, y dado que la CNG es independiente y universal, se aplica
siempre que el Estado del juez sea parte de la misma, aunque los demás Estados involucrados en el caso no lo sean.
En consecuencia, siempre que el juez uruguayo esté controlando el requisito de no afectación del orden público internacional lo
hará conforme a lo dispuesto en la Declaración interpretativa de 1979.
Procedimiento para el reconocimiento de la sentencia extranjera
La Ley 18387 no hace referencia alguna al procedimiento para el reconocimiento o ejecución de la sentencia extranjera que
declare el concurso o quiebra, ni tampoco ante quién debe plantearse el mismo, por lo que le son aplicables las reglas generales
que en la materia rigen para el reconocimiento de sentencias extranjeras.
Como consecuencia de lo anterior, y tal como lo dispone el art. 540 CGP, cuando se quieran hacer valer en el país los efectos
imperativos o probatorios de la sentencia extranjera que declara el concurso o la quiebra, deberá presentarse la misma ante el
“tribunal pertinente”, es decir, ante aquel ante el cual se pretende hacer valer la sentencia. En otras palabras, el tribunal pertinente
es el que está entendiendo en el asunto ante el cual se quieren hacer valer los efectos imperativos o probatorios de la sentencia
extranjera.
La misma deberá acompañarse de la documentación referida en el artículo 539.2.
El art. 540 inc. 2º establece que en el caso referido “el tribunal se pronunciará sobre el mérito de la sentencia extranjera, en
relación al efecto pretendido, en la sentencia quedictare, previa comprobación, con audiencia del Ministerio Público, de que se han
cumplido las condiciones indicadas en el art. 539.1”.

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Comercial II – Parte VI.
Así por ejemplo, si la sentencia extranjera establece la suspensión de la legitimación del deudor para disponer y obligar a la masa
del concurso, el deudor no podrá realizar actos de administración o disposición respecto de los bienes o derechos que integren la
masa activa del concurso porque dichos actos serían ineficaces. Sólo el síndico estará legitimado para realizarlos (art. 46 Ley
18387).
Ahora bien, el art. 71 de la Ley 18387 establece el principio de la universalidad, que consiste en que “la masa activa del concurso
está integrada por la totalidad del patrimonio del deudor a la fecha de la declaración y por los bienes y derechos que adquiera
hasta la conclusión del procedimiento”.
Cuando el concurso es internacional, el principio de la universalidad referido es independiente de la unidad o pluralidad de
procedimientos de quiebra (arts. 245 y 246) y también de la pluralidad o unidad de masas. En los sistemas de pluralidad de masas
se reconoce preferencia a los acreedores locales respecto de los bienes existentes en ese país, mientras que en los de unidad de
masas no se distingue entre acreedores locales o extranjeros. Pero en ambos sistemas la totalidad de los bienes del deudor
integran la masa activa del concurso.
Supongamos ahora que el deudor que ha sido objeto de una declaración de concurso en el extranjero, tiene bienes, derechos u
obligaciones en el país, por ejemplo, que tuviere algún derecho en una sucesión en trámite en el país. Podría comparecer un
acreedor –local o extranjero- del deudor y presentar la sentencia extranjera que declara el concurso ante el juez de la referida
sucesión y solicitarle la adopción de una medida cautelar sobre el derecho que el deudor pudiere tener en la sucesión. Será el
propio juez que está entendiendo en la sucesión (el “tribunal pertinente”) quien deberá controlar el cumplimiento de los requisitos
que debe revestir la sentencia extranjera que declara el concurso o la quiebra para que se le reconozcan efectos en el país.
De igual modo, si el deudor hubiera sido demandado en Uruguay en un juicio de alimentos, por ejemplo, será el juez que está
entendiendo en el mismo quien controlará que la sentencia extranjera que declara el concurso o la quiebra del demandado cumpla
con los requisitos necesarios para su reconocimiento. El reconocimiento o no de la eficacia de esa sentencia extranjera será
determinante a los efectos del art. 54 inc. 3 de la ley 18387, en cuanto dispone que “las personas respecto de las cuales el deudor
tuviera obligación de alimentos, sólo tendrá derecho a los mismos cuando no pudieran percibirlos en monto suficiente de otra
persona obligada a prestarlos”. Conforme al art. 46.3 será el síndico quien comparezca en juicio en sustitución del deudor.
Eficacia en sede administrativa o particular:
Si el deudor declarado en estado de insolvencia o de cesación de pagos por sentencia extranjera pretendiera realizar actos a ser
otorgados ante escribano público, como por ejemplo celebrar un contrato (de venta o arrendamiento de su establecimiento
comercial) o conferir, modificar o revocar un poder, deberá comparecer directamente ante aquel con la referida sentencia,
acompañada, si correspondiere, de la autorización del interventor exigida para realizar tales actos (art. 47 Ley 18387).
Será el propio escribano quien controle que la sentencia cumple con los requisitos exigidos para su reconocimiento.
Medidas cautelares en caso de solicitud de reconocimiento (art. 244)
Al admitir el trámite de solicitud de reconocimiento de una sentencia extranjera que declare el concurso o quiebra de un deudor, el
juez uruguayo “…podrá adoptar las medidas cautelares que considere necesarias para asegurar la integridad del patrimonio que el
deudor tuviere en territorio uruguayo.”
Declaración de concurso en el país (art. 245)
“En caso de declaración por Juez extranjero de concurso o quiebra de un deudor que tenga o haya tenido su domicilio, centro
efectivo de actividad, oficina, establecimiento o explotación en la República, cualquiera de los sujetos legitimados podrá solicitar la
apertura del concurso en el país.”
La consecuencia de esta facultad que la Ley 18387 le otorga a los sujetos legitimados para solicitar la apertura del concurso62 es
que habrá al menos dos procedimientos de concurso del deudor, uno en el extranjero y otro en la República. En otras palabras,
estaremos frente a una pluralidad de concursos (ver art. 246)
Los sujetos legitimados para solicitar la declaración judicial de concurso (art. 6 Ley 18387) son, además del propio deudor, los
siguientes:
- Cualquier acreedor, tenga o no su crédito vencido.
- Cualquiera de los administradores o liquidadores de una persona jurídica, aun cuando carezca de facultades de representación, y
los integrantes de los órganos de control interno.
- Los socios personalmente responsables de las deudas de las sociedades civiles y comerciales.
- Los codeudores, fiadores o avalistas del deudor.
- Las Bolsas de Valores y las instituciones gremiales de empresarios con personería jurídica.
- En el caso de la herencia, podrá además pedirlo cualquier heredero, legatario o albacea.
El art. 245 no parece referir a la hipótesis del concurso voluntario sino solamente a la de concurso necesario (art. 11), es decir,
cuando es solicitado por alguno de los sujetos legitimados para ello, con exclusión del propio deudor (art. 245 inc. 2). La norma
establece asimismo que, en el caso regulado en su inc. 1, “existirá presunción absoluta de la insolvencia del deudor y el concurso
tendrá la calidad de necesario.”
Pluralidad de concursos (art. 246):
“En caso de existir más de un procedimiento de concurso o quiebra del mismo deudor, en nuestro país y en uno o más países del
exterior, el Juez del concurso y el síndico o el interventor procurarán actuar en forma coordinada con sus similares del exterior,
aplicándose a su respecto las normas que rigen la cooperación internacional.
Los créditos, con excepción de aquellos con privilegio especial, cobrados en el extranjero con posterioridad a la declaración del
concurso en el país, se imputarán al dividendo a ser percibido en el concurso local.”
El inc. 1 del artículo de referencia sigue los objetivos propuestos por la Ley Modelo de UNCITRAL de 1997 en cuanto a facilitar la
cooperación judicial internacional y al acceso a los tribunales de los síndicos y administradores de la quiebra extranjera63.
En el mismo sentido, el Reglamento (CE) 1346/2000 parte de la base de que en la práctica probablemente coexistan una
pluralidad de concursos iniciados en diferentes países, y que en ese caso “unos y otros deberán articularse entre sí” .
La importancia práctica de la cooperación internacional deriva del dato de la realidad, que muestra que en general coexiste una
pluralidad de procedimientos de concursos y que el supuesto ideal de la universalidad65 es muy difícil de alcanzar en materia de
insolvencia transfronteriza66. Cuando se siguen distintos procedimientos de insolvencia respecto de un mismo deudor en varios
territorios, la cooperación jurisdiccional deviene fundamental para lograr los objetivos de justicia frente a éste y a sus acreedores.

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Comercial II – Parte VI.
NORMATIVA PENAL EN LA LEY 18387:

Estos temas son legislados en los arts. 248 y 249 de la ley 18387, vamos a estudiarlos:
Fraudes concursales
El deudor que, fuera de lo establecido en el Artículo 253 del Código Penal y en oportunidad de la solicitud del concurso o en
cualquier etapa posterior, exagere u oculte su activo o su pasivo, reconozca o aparente privilegios inexistentes o constituidos
ilícitamente, sustraiga o esconda los libros sociales, acuerde u otorgue a sus acreedores con cargo a la masa activa ventajas
particulares en razón de su voto, será castigado con un año de prisión a cinco años de penitenciaría.
En el caso de las personas jurídicas, incurrirán en este delito los socios, directores, administradores, de hecho o de derecho, que
hayan aprobado la realización o hayan realizado los actos constitutivos del delito.
El artículo 253 del Código penal legisla sobre la quiebra fraudulenta: “El quebrado fraudulento será castigado con dos a ocho años
de penitenciaría y dos a diez años de inhabilitación comercial o industrial.”
Obligación de denunciar
El Juez del concurso, los síndicos, los interventores, los auxiliares, los técnicos o los peritos en el ejercicio de sus funciones, que
tuvieran conocimiento de hechos o circunstancias que en su opinión configuren alguno de los delitos previstos en el Artículo 248 o
de cualquier otra figura delictiva, tendrán la obligación de denunciarlo a la justicia penal competente, el art. 248 es el que recién y
que refiere a los fraudes concursales.
VAMOS A VER AHORA UN RESUMEN ESTILO ESQUEMA, DE TODOS LOS TEMAS QUE HEMOS ESTUDIADO EN EL TEMA
DERECHO CONCURSAL, ASÍ PUEDEN FIJAR VUESTROS CONOCIMIENTOS.

CONCURSO.
# LEY 18387.
PRINCIPIOS.
# Para algunos autores serían principios que orientarían a esta ley los siguientes:
# Simplificación del procedimiento
# Plasmar en un único proceso
# Facilitar el acceso al concurso
# Brindar un marco flexible para poder concretar acuerdos
# Mejor los procesos de decisión
# Reducir costos del proceso
# Profesionalización de los jueces
# Conservación de la empresa
# Régimen sancionatorio
# TÉNGASE EN CUENTA QUE PARA OTROS AUTORES TALES “PRINCIPIOS” EN REALIDAD SON ASPIRACIONES DEL
LEGISLADOR
# Por no considerar que serían principios en sí con la generalidad y aplicación de los mismos como la buena fé la lealtad procesal ,
la celeridad y economía procesal pero estas posturas son discutibles.
¿QUÉ SE REQUIERE PARA LA DECLARACIÓN DE CONCURSO?
# El estado de insolvencia del empresario
# Que puede ser presumido, a diferencia de la insolvencia desde el punto de vista contable, la insolvencia como presupuesto para
el concurso está dada por la imposibilidad del pago de las obligaciones del empresario.
# La insolvencia puede ser RELATIVA Ó ABSOLUTA.
RELATIVAS:
# Pasivo mayor que el activo
# Dos o más demandas ejecutivas por un monto mayor al 50% de su activo
# Obligaciones vencidas con más de 3 meses de atraso
# El no pago de tributos por el plazo de 1 año
# Que hubiere cerrado la sede en forma permanente
# Clausura o suspensión de cuentas bancarias por BCU
# Incumplimiento de acuerdo de reorganización de su empresa por ejemplo no asiste al juzgado en la fecha prevista
ABSOLUTAS:
# El deudor solita su propio concurso (C. Voluntario)
# Declaración de concurso ( o como se denomine) en el país donde tiene el domicilio principal
# Si hubiere realizado actos fraudulentos para insolventarse
# Ocultamiento del deudor sin dejar representante
¿QUIÉNES PUEDEN SER DECLARADOS EN CONCURSO?
#Todas las personas jurídicas del derecho privado sean civiles o comerciales y las personas físicas cuando realizan actividades
empresariales.
NO CABE CONCURSO:
# Estado
# Entes autónomos
# Servicios descentralizados
# Gobiernos departamentales
# Entidades de intermediación financiera
# Si las sociedades de economía mixta
CONCURSO VOLUNTARIO
# Lo solicita el propio deudor en el plazo de 30 días de tener o haber tenido que conocer su
estado de insolvencia. Esta calificación hará con que el deudor tenga un trato más benévolo, por ejemplo que se lo represente
pero no sustituya, que se le brinde alimentos, que no se traben embargos.

18
Comercial II – Parte VI.
# Debe presentarse con los requisitos de presentación de una demanda, con la prueba, memoria explicativa, estado contable y
toda la historia económica de la empresa, estatutos si los hubiere.
CONCURSO SOLICITADO POR OTROS LEGITIMADOS.
# CONCURSO NECESARIO
# Ello son:
# Acreedores
# Administradores y liquidadores o miembros de órganos de control
# Socios personalmente responsables
# Codeudores, fiadores o avalistas del deudor
# Concurso de herencia los herederos, legatarios y albaceas ( explicación de cada figura dada en clase)
# También debe contener todos los requisitos de una demanda
COMPETENCIA DE LOS JUECES.
# Juzgados de primera Instancia de Concurso de Montevideo para los concursos de la capital y los de monto mayores a
35.000.000 UI (pasivo del deudor)
# FUERO DE ATRACCIÓN.
# No podrán iniciarse nuevos procesos contra el deudor de carácter patrimonial, los ya iniciados se sigue hasta la obtención de la
sentencia y
Luego pasa al juez de concurso para que lo califique adecuadamente.
TRÁMITE POSTERIOR A LA SOLICITUD DE CONCURSO.
# C. VOLUNTARIO
# El juez resuelve inmediatamente plazo 2 días
# C. NECESARIO:
# Es decir cuando lo solicitan otras personas que no son el deudor
# Se da traslado (quiere decir se le comunica para que sepa y eventualmente se oponga) por plazo 10 días al deudor , debe
presentar todos los elementos probatorios ejemplo libros, si no se opone el deudor o se allana ( quiere decir que le da la razón al
que solicitó el concurso) el juez lo declara sin más tramite.
# El juez dispone en 5 días la celebración de audiencia si hubiere oposición y luego verá si declara el concurso o no.
# Obtenida la sentencia que declara el concurso, el juez dispone la suspensión o limitación de disponer del deudor, nombrando
síndico o interventor según el caso
# RECUERDEN ( SÍNDICO LO SUSTITUYE AL DEUDOR INTERVENTOR LO AUTORIZA PERO NO LO SUSTITUYE)
# Se convoca a Junta de acreedores plazo 180 después de la declaración del concurso
# Se puede recurrir la sentencia que dispone el concurso
# Se puede disponer medidas cautelares (Para prevenir por ejemplo embargos o que no se ausente del país).
SÍNDICO E INTERVENTOR.
# Al síndico le compete conservar la masa activa del concurso sustituyendo al deudor
# Al interventor le compete autorizar los actos de administración que realiza el deudor
# Ambos deben ser profesionales, deben inscribirse en el registro de Síndico e interventores concursales que lleva la Suprema
Corte de justicia
# No pueden ser administradores en sociedades comerciales , no pueden haber prestado servicio profesional al deudor en el
término de 5 años anteriores
# Haber sido nombrado en los 2 últimos años
# Pueden solicitar auxiliares para la tarea en caso de concursos complejos
# No pueden adquirir bienes de la masa del concurso
# Su cese puede ser dispuesta por el juez por justa causa
# Se le retribuirá sus funciones con la masa activa del concurso y lo fija el juez
# Deben rendir cuenta de su gestión
FORMACIÓN DE LA MASA ACTIVA.
# Todo el patrimonio del deudor que existía antes y lo que ingrese después de la declaratoria del concurso
# Todos los bienes propios y los gananciales que administre y los derechos salvo los inembargables.-
# También los bienes adquiridos por el cónyuge del deudor hasta un año antes del concurso que no pueda justificar su
procedencia (es decir con que plata lo compró)
# También el saldo de las cuentas bancarias
# La conservación de la masa activa está a cargo del síndico si hay sustitución del deudor y puede enajenar los bienes que se
fueren a deteriorar
# También el deudor autorizado por el interventor debe conservar la masa activa de la mejor forma para el pago de las deudas
# Deben realizar inventario estimativo de los bienes de la masa
# La masa puede incrementarse por donaciones o legados o sucesiones etc.
# Se pueden revocar actos cuando se viere la clara intención fraudulenta del deudor
# Por ejemplo ampliación de derechos reales 6 meses antes del concurso, pago de créditos no vencidos.-
# La masa activa se reduce por bienes que estuvieren en poder del deudor pero que no fueren de su propiedad o pago de deudas
FORMACIÓN DE LA MASA PASIVA.
# Verificación de Créditos
# Notificación de los acreedores en 15 días que se nombra y acepta el cargo el síndico o el interventor según corresponda
# Denuncia de créditos por acreedores, en 60 días no se paga gastos si lo hacen después deben pagar gastos y si se hubieren
realizados algún pago se perdieron de cobrar esa parte
# Se realiza una Lista de acreedores en 30 días
# Se debe exponer los créditos aceptados deben ser en moneda nacional si es moneda extrajera se la pasa a moneda nacional
# Se le comunica a los acreedores la verificación 15 días se impugna si están en desacuerdo (por ejemplo porque lo dejaron
afuera su crédito)

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Comercial II – Parte VI.
# El juez resuelve
CLASIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS.
#PRIVILEGIADOS
#QUIROGRAFARIOS
#SUBSIADIARIOS
PRIVILEGIADOS:
# PRIVILEGIADOS _ ESPECIAL
_ GENERAL
# ESPECIAL _ hipoteca
_ prenda
# GENERAL _ Laborales devengados hasta 2 años antes del concurso.
# _ Créditos tributarios nacionales y departamentales hasta 2 años antes del concurso
# _ 50% de los quirografarios del acreedor que hubiere solicitado el concurso hasta un límite del 10% de la masa activa.-
QUIROGRAFARIOS:
# Todos los créditos comunes que no fueren comprendidos como privilegiados

SUBORDINADOS
# Multas, sanciones pecuniarias
# Si el deudor fuere persona física son:
# Pensiones alimenticias
# Créditos de personas vinculadas afectivamente por ejemplo cónyuge, concubina, hijos, padres, cuñados, personas que hubieren
convivido con el deudor aunque fuere laboral.-
# En caso de personas jurídicas.
# Socios ilimitadamente responsables, accionistas o
socios limitadamente responsables que sean dueños del 20% del capital social
# Los administradores y liquidadores
# Las sociedades que formen con el deudor un mismo grupo de sociedades
JUNTA Y COMISIÓN DE ACREEDORES.
# Se reúne en la fecha y lugar determinada por el juez , con los que comparecieren
# El sindico o interventor representa a los pequeños acreedores es decir créditos que no superen el 50.000 UI
# Se plateará el orden del día
# Propuesta de convenios
# Nombraran una comisión de acreedores (3 miembros)
# En principio solamente votan los acreedores quirografarios
CONVENIO.
# Puede llegarse a un convenio de pago de créditos, tratando de evitar la liquidación de la empresa y de ir pagando en lo posible a
todos lo acreedores
# Se resuelve por la mayoría de los créditos quirografarios con derecho al voto
# Se pactan generalmente quitas y esperas
# Puede pactarse el convenio de cesión de activo totalmente o parte a acreedores o a terceros
# Se pueden oponer al convenio lo que votaron en contra de la propuesta o lo que no pudieron votar por haber sido ilegítimamente
privados de votar
# Si se aprueba el convenio es obligatorio cumplirlo para el deudor y todos sus acreedores incluso los que hubieren verificado su
crédito
# Los que no hubieren votado a favor pueden proceder contra los otros deudores ejemplo avalistas
# Se produce el cese para disponer de los bienes del deudor salvo pacto en contrario
# En caso de que el deudor sea una sociedad se nombra nuevos representantes
y administradores.-
# Puede existir convenios parcialmente extrajudiciales por ejemplo son los que
se llevan a cabo antes de la Junta de acreedores
# Cada 6 mese se debe informar al juez y a la junta de acreedores sobre el cumplimiento del convenio o en cualquier momento se
le puede pedir informe
# Cuando se hubiere terminado de cumplir se pida la clausura del concurso.
LIQUIDACIÓN DE LA MASA ACTIVA.
# En caso de C. Voluntario
# Falta de propuesta de convenio
# Junta de acreedores no acepte ninguna propuesta
# Juez no apruebe las propuestas
# Incumplimiento del convenio
# Si lo solicita la Junta de acreedores o la mayoría de los acreedores quirografarios
# Produce el vencimiento anticipado a todos los créditos anteriores al concurso
VENTA EN BLOQUE.
# Se lleva, a cabo el intento de licitar la venta en bloque de la empresa a los efectos de evitar su liquidación.-
# Pueden ser postulantes sociedades comerciales, cooperativas de trabajadores que representen más del 50% de la propiedad
# La oferta debe ser no menos del 50% del valor de tasación, mientras dura la licitación la empresa se mantendrá en
funcionamiento administrado por el síndico
# La venta de la empresa en bloque incluye todo no solo los bienes materiales corporales e incorporales sino también permisos,
habilitaciones, autorizaciones, participaciones en sociedades o grupos de interés económico.
LIQUIDACIÓN DE LA MASA ACTIVA.

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Comercial II – Parte VI.
# Si se declara desierto el llamado a la licitación, el síndico debe presentar proyecto de liquidación ante la junta de Acreedores.
# Cada unidad productiva deberá venderse como un todo, los bienes mueble, inmueble propiedad industrial e intelectual serán
llevados a la vía de apremio (remate) y los valores que se coticen en bolsa serán liquidados en dicho ámbito.-
# Plazo para finalizar la liquidación 2 años, pasado este plazo se puede pedir cambio de síndico y el síndico que se excedió de
dicho plazo perderá la retribución que hubiese percibido.-
PAGO DE ACREEDORES.
# En primera instancia se paga:
# A los acreedores privilegiados especiales con lo producido con los bienes con prenda e hipoteca, si quedase remanente se
pagará a los créditos laborales, luego a los tributos nacionales y departamentales y luego al acreedor que promovió el concurso si
correspondiere
# Si los antedichos hubieren sido todos satisfechos se pagará a continuación y a prorrata los créditos quirografarios y el saldo de
los créditos con privilegio Especial que no hubieren sido satisfecho con lo producido por los bienes hipotecados y prendados
# Por último se pagará los créditos subordinados
# Si quedara un remanente se distribuirá entre los acreedores con privilegios generales y quirografarios como tasa de interés de
préstamos en UI, si quedara remante se procederá de la misma forma con los créditos subordinados.
ACUERDO PRIVADO DE REORGANIZACIÓN.
# Es un mecanismo preventivo del concurso donde el deudor acuerda con sus acreedores forma de pagos de sus deudas.
# Se puede pedir igualmente la declaración del concurso a posteriori y luego presentar el acuerdo
# Se debe diferenciar si no hubo oposición por parte de los acreedores el tramite es extrajudicial totalmente si lo hubo se debe
llevar a la orbita judicial y lo resuelve el juez.
SIN OPOSICIÓN
# El Trámite sin oposición:
# Consiste en el acuerdo entre deudor y acreedores y la notificación a los acreedores que no hubiesen firmado con una serie de
documentos , como copia del acuerdo, memoria explicativa, contabilidad, nomina de acreedores firmantes, si el deudor fuere una
persona jurídica debe también acompañar los estatutos y el contrato social.
# Todo el tramite lo realiza un escribano, pasado los 20 días sin mediar oposición, el escribano lo protocoliza y entrega copias.
# Un extracto del acuerdo debe se publicado por 3 días en el diario oficial con los datos del escribano autorizante.
CON OPOSICIÓN.
# Tramite con oposición:
# Si mediare oposición el deudor tiene un plazo 10 días para presentarse ante el juez y solicitar la homologación del mismo, sino lo
hiciere cualquier acreedor puede solicitar el concurso.-
# Las causas de oposición son:
# Que el acuerdo sea inviable
# Que fueren fraudulentos ocultando bienes
# Que se exagerase en el activo o pasivo etc.
# Si hubiere incumplimiento se declara el concurso yse liquida la masa activa.-
CALIFICACIÓN DEL CONCURSO.
# Culpable
# Fortuito
# Culpable_ Si existió dolo o culpa grave del deudor o administradores en caso de personas jurídicas
# Presunciones absolutas de culpabilidad:
# Si el deudor hubiere realizado actos que generasen obligaciones para perturbar el cobro de los acreedores
# Si los fondos personales del deudor en los últimos dos años fueren insuficientes para el giro de su empresa
# Cuando antes del concurso hubieren salido indebidamente bienes del patrimonio del deudor
# Cuando no hubiere llevado la debida contabilidad.
PRESUNCIONES RELATIVAS DE CULPABILIDAD DEL DEUDOR.
# Admiten prueba en contrario
# Ellas son:
# Cuando no hubiese solicitado su concurso cuando correspondía
# No colaborase con el proceso concursal
# Cuando no preparó en tiempo y forma la contabilidad
# Incumplimiento del convenio
# CÓMPLICES
# Son los que colaboraron con el deudor o administrador para realizar con culpa grave o dolo actos que llevaran a su insolvencia o
la empeorasen.
PROCEDIMIENTO DE CALIFICACIÓN.
# Por incidente de calificación, comienza cuando se aprueba el convenio o se liquida la masa activa, publica en el diario oficial la
resolución que le da inicio.
SUSPENSIÓN Y CONCLUSIÓN DEL CONCURSO.
# SUSPENSIÓN:
# Inexistencia o agotamiento de la masa activa
# Lo realiza el síndico y se comunica a la Junta de Acreedores, que se puede oponer
# El juez puede de oficio disponer medidas cautelares
# REAPERTURA
# Si ingresan o apresen nuevos bienes
# CONCLUSIÓN DEL CONCURSO
# Acá hay satisfacción de los créditos, cumplimiento del convenio o que haya transcurrido más de 10 años de la suspensión
concurso
# PEQUEÑOS CONCURSOS Y ABANDONO DE EMPRESA

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Comercial II – Parte VI.
# Pasivo no superior a 3.000.000 UI , cambia los plazos en el procedimiento
ABANDONO DE EMPRESA:
# Cuando solamente existiesen acreedores laborales y el acreedor no hubiere solicitado su propio concurso
# La Ley 18.593 modificó en este aspecto a la ley concursal disponiendo que: se podrá nombrar depositario de los bienes de la
empresa para que facultades con uso precario puedan seguir trabajando una cooperativa de empleados constituida con la
totalidad o parte de los empleados.-
# Se notifica al deudor y no presentándose éste u otros acreedores la cesión precaria será definitiva.

22
Comercial II. Parte VII
EL CONCURSO CIVIL.

La sanción de la Ley No. 19.090 trajo consigo la modificación del Título VII del Código General del Proceso que regula en su
nueva redacción la Ejecución Colectiva.
A partir de la sanción de la Ley No. 18.387 en el año 2008, se advirtió desde la doctrina comercialista, la necesidad de derogar
las normas sobre concurso civil y generar una normativa acorde a estos tiempos para los deudores excluidos de la norma
concursal que, conforme el tenor de su texto, solamente son personas físicas que no desarrollan actividad empresarial.
En pocas palabras, el Código General del Proceso solo resulta aplicable a los sujetos no comprendidos en la Ley de Concursos
y Reorganización Empresarial, ley N° 18387.
Ese espacio queda reducido a los consumidores, administradores, directores y socios de sociedades.
La Ley No. 17.250 al definir al consumidor indica que el mismo puede ser persona física o jurídica. Ser persona jurídica es un
presupuesto subjetivo del concurso conforme lo indicado en el inciso primero del Artículo 2 de la Ley No. 18.387.
Sea ésta civil o comercial. Queda fuera el consumidor persona física. De modo que, en adelante, toda referencia a consumidor,
lo será en el entendido de que es a la persona física.
Adelantamos en esta introducción el ámbito subjetivo de aplicación de este título bajo análisis, siguiendo, además, al propio texto
del Artículo 452 cuando refiere a “personas no comprendidas en la ley de declaración judicial del concurso y sus modificativas”.
Poner énfasis en esta cuestión es relevante porque a partir del sujeto al que habrá de aplicarse esta nueva normativa se arribará
a la conclusión de su escasa utilidad que no tuvo en cuenta las mejores soluciones que aporta el derecho comparado.
Adviértase que la disciplina de la insolvencia y de la crisis de la empresa cumple un rol esencial para toda la economía del
mercado que constituya el presupuesto no solo del derecho de las quiebras, sino de todo el derecho comercial.
La nueva normativa concursal uruguaya no ha cumplido el rol que antes se señalara, no se encuentra entre sus disposiciones la
que dé amparo al consumidor endeudado. Es más, en forma expresa y explícita el legislador de la Ley No. 18.387 dejó de lado
al consumidor, excluyéndolo de su alcance subjetivo.
De esta manera, la nueva legislación sobre concurso civil debió llenar el vacío que dejara la moderna ley concursal. No obstante,
el nuevo concurso civil resulta insuficiente para cumplir con los cometidos que toda norma concursal debe preservar.
Ni en 2008 ni en 2013 el legislador uruguayo tuvo presente lo que en el derecho comparado se proponía y se regulaba respecto
a las personas físicas deudoras.
Esto ya fue expuesto por la doctrina en trabajos publicados.
Veamos algunos ejemplos de lo que fue ignorado.
Karen Gross consideró que en materia de consumidores en deuda debe liberarse a los deudores en su interés y en el nuestro,
en el entendido que existe una enorme cantidad de personas físicas en insolvencia, no solo en su país sino en el mundo y su
liberación constituye el presupuesto psicológico para la reinserción del deudor en la sociedad, aun cuando el costo sea pagado
por los acreedores y la sociedad en general.
Los Ministros de Justicia del Consejo de Europa, en abril de 2005, se pronunciaron en una “Resolución relativa a la búsqueda de
soluciones jurídicas al problema del endeudamiento en una sociedad de crédito”.
INSOL International, desarrolló en mayo de 2001 una serie de principios o recomendaciones para el deudor sobre endeudado.
Muy sumariamente, INSOL dictó los siguientes principios: 1) Justa y equitativa distribución de los riesgos de los créditos de
consumo; 2) Disponer alguna forma de liberación de deudas, rehabilitación o comienzo de cero para el deudor; 3) Prioridad de
los procedimientos extrajudiciales por sobre los judiciales para los casos en que las opciones disponibles prevean la misma
efectividad. D) Prevención para reducir la necesidad de intervención.
En cuanto a las recomendaciones: I) a los legisladores: 1) Dictar leyes que provean a la cancelación y liberación de las deudas
relativas a consumidores y pequeñas empresas de manera justa, equitativa, accesible, transparente, eficiente y económica. 2)
Proveer procedimientos alternativos apropiados de acuerdo a las circunstancias del deudor-consumidor. II) A las entidades
públicas, semipúblicas y privadas: a) Asegurar que la disponibilidad de asesoramiento financiero pre y post quiebra sea
accesible, suficiente, competente e independiente. 2) Establecer programas educativos voluntarios a fin de mejorar la
información y el asesoramiento sobre los riesgos que conllevan los créditos de consumo. III) A los prestamistas: 1) Revisar la vía
de acceso al crédito para los consumidores y las pequeñas empresas, la forma en que se prevé información y el método de
cobro. 2) Establecer metodologías para controlar los ilícitos relativos a los préstamos de consumo y formular recomendaciones,
incluyendo la necesidad de protección de la privacidad; 3) Poner a disposición e los individuos la información relativa a reportes
y registros.
La ley alemana, la colombiana, la francesa, la de EE.UU., la de Brasil, etc., contienen disposiciones que regulan el concurso de
la persona física no empresaria.
Todos los antecedentes antes reseñados -apenas una muestra de los que pueden consultarse- son anteriores a la sanción de
nuestra ley concursal Ley No. 18.387 y a la ley de consolidación de deudas Ley No. 18.358, no obstante no fueron tenidos en
cuenta.
Desde la economía se defiende el incremento crediticio al consumo doméstico porque permite un aumento de la actividad en el
mercado interno, y esto es visto como un mecanismo de desarrollo, fundamentalmente en momentos de recesión del mercado
externo.
Pero el fomento del mercado interno no puede ser indiscriminado.
Cuando una persona física, tiene un desbalance notorio entre sus ingresos y sus egresos derivados del pago de deudas
contraídas para su consumo personal y familiar, queda expuesto a que cualquier circunstancia (enfermedad, despido, seguro de
paro, rebaja salarial) pueda arrastrarlo a la insolvencia y a la pérdida de todo su patrimonio.
Estamos frente a sujetos que tienen como único patrimonio la más de las veces su salario, y en ocasiones una casa que es el
hogar familiar. Es lo que conocemos en Uruguay como clase media.
De modo que el concurso del consumidor debe regularse, y debe hacerse teniendo en cuenta los modelos de derecho
comparado y las especificidades propias de la realidad que este sujeto tan especial tiene”.
De ahí la insuficiencia e inocuidad del Título VII del Código General del Proceso para estas situaciones.

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Comercial II. Parte VII

LAS NORMAS CONCURSALES DEL C.G.P.


Sin perjuicio de lo antes expresado, nuestro objetivo es realizar un primer análisis de las normas de este nuevo concurso civil
diseñado en la Ley No. 19. 090 y sus remisiones genéricas y específicas a la ley concursal con las dificultades que esto conlleva
en su aplicación práctica.
PRESUPUESTOS DEL CONCURSO
Presupuesto subjetivo
La ejecución colectiva procede solamente cuando el deudor es una persona física que no realiza actividad profesional,
económica y organizada con finalidad de producción o de intercambio de bienes o servicios.
Como se dijera antes, será, básicamente, un procedimiento concursal para consumidores, administradores y socios de
sociedades.
Estos serían los sujetos “no comprendidos” en la Ley No. 18.387 a que se refiere el Artículo 452, se trata por consiguiente de un
concepto residual el del sujeto concursable para el legislador de la Ley No. 19.090.
En cuanto a la situación de los administradores y directores de la sociedad concursada cabe preguntarse si deben concursarse
por el régimen del C.G.P en la redacción dada por la Ley No. 19.090 o por el contrario quedan comprendidos en el régimen de la
ley concursal 18.387
Desde el Derecho Comercial, la doctrina ha sostenido las dos posiciones en base a si debe entenderse que estos sujetos
concursables realizan o no actividad empresaria porque el Artículo 2 de la Ley No. 18.387 habla de persona física que realice
actividad empresaria y no requiere que sea a nombre propio como lo exigía la definición del comerciante en el Código de
Comercio hoy derogado.
Entendemos con la mayoría de la doctrina que los socios y administradores de sociedades quedan excluidos de la Ley No.
18.387 puesto que no realizan actividad empresarial propia. Quien la realiza es la sociedad concursada, no ellos y por
consiguiente se concursan por el C.G.P en su nueva redacción dada por la Ley No. 19.090.
En definitiva, los sujetos amparados por las normas bajo estudio son personas físicas y como viene de decirse, entre ellas:
consumidores; socios, directores y administradores de sociedades.
Presupuesto objetivo
Siguiendo con al análisis del Artículo 452 del C.G.P. en su nueva redacción , el presupuesto objetivo del concurso civil actual es
el estado de insolvencia, que conforme el Artículo 1° de la Ley No. 18.387 (LCRE) al que se remite, es aquel estado en el que,
independientemente de la pluralidad de acreedores, el deudor no puede cumplir con sus obligaciones.
El nuevo texto del referido artículo permite unificar la noción de insolvencia al tomar el concepto contenido en la ley concursal
vigente, existiendo abundante literatura nacional sobre el punto a la que nos remitimos.
La cuestión a dilucidar es si resultan de aplicación al Concurso Civil las presunciones de insolvencia previstas en los Artículos 4
y 5 de la Ley No. 18.387 en lo pertinente.
La remisión genérica a los principios de la Ley de Concursos y reorganización Empresarial que realiza el C.G.P. nos permite
afirmar que sí serían de aplicación estas presunciones que sirven, además, para complementar la noción de estado de
insolvencia a la que remite a texto expreso en el Artículo 452.
COMPETENCIA JUDICIAL Y CLASES DE CONCURSO
Competencia
Serán competentes para entender en los procesos que se inicien por este Titulo VII del C.G.P. los Juzgados Letrados de
Concursos en Montevideo y los Letrados en lo Civil del domicilio del deudor en el interior del país.
Se mantiene de esta manera el mismo criterio de distribución de competencias que surgió de la Ley No. 17.292 del año 2001 y
fuera recogido por la LCRE. Así surge de lo dispuesto en los Artículos 455 y 456 de la norma bajo análisis.
Clases de concurso
El Artículo 454.1 prevé que el concurso puede ser voluntario o necesario.
Será voluntario cuando el deudor se presente solicitando algún acuerdo o proponiendo la cesión de sus bienes y derechos a los
acreedores. En este último caso debe cumplir con los requisitos exigidos por la Ley No. 18.387 relativos a los convenios de
cesión de activos por cuanto ésta derogó el C.Civil. Estas normas de la LCRE resultan de difícil aplicación al deudor persona
física no empresaria y su remisión es tan inútil como innecesaria en la práctica.
La lectura de esta norma permite afirmar que solo es voluntario el concurso que tiene cualquiera de ambas propuestas antes
indicadas.
No sería voluntario el concurso del deudor que simplemente se presenta a indicar su estado de insolvencia sin presentar
propuesta de acuerdo ni de cesión de bienes y derechos lo que ameritaría su rechazo liminar. Esta solución no se comparte.
La ventaja para el deudor de presentarse voluntariamente a denunciar su propia insolvencia es exclusivamente poder solicitar
lo indispensable para su subsistencia y la de su familia en los términos del Artículo 467, no hay otro incentivo, no se dan las
diferencias en materia de administración y legitimación procesal con el concurso necesario como en el concurso regulado por la
LCRE.
Será necesario cuando lo promueva uno o más acreedores, que acrediten los presupuestos del concurso necesario, conforme
los Arts. 454.3 y 456 C.G P.
El acreedor deberá presentarse acreditando su calidad de tal, el incumplimiento de las obligaciones del deudor y la calidad de
persona física no empresaria del mismo.
No hay a texto expreso ningún incentivo especial en la norma para el acreedor instante del concurso , aunque puede afirmarse
que se aplica el privilegio general del tercer orden previsto en la ley concursal, por el reenvío hecho por el Artículo 463.1 que
remite a los Artículos 108 a 114 de la Ley No. 18.387.
No hay norma que impida al acreedor desistir de su solicitud.
No obstante, resulta claro de lo dispuesto por el Artículo 458.6 que la solicitud abusiva permite al Juez sancionar al acreedor
instante con el pago de las costas y costos del proceso, incluidos los honorarios del Síndico. Atenúa de esta manera la
posibilidad de solicitudes abusivas, obligando al acreedor a pensar dos veces antes de presentarse a pedir la declaratoria de su
deudor.

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Comercial II. Parte VII
Ambas cuestiones introducidas en la ley de concursos y reorganización empresarial (la prohibición de desistir de la solicitud y el
privilegio general del tercer orden al acreedor instante) con el objetivo de evitar la solicitud extorsiva y de motivar una solicitud
temprana tienen un sentido muy claro que debió ser recogida con la misma claridad en esta norma.
En el concurso necesario debe darse el deudor la oportunidad de esgrimir defensa conforme los principios generales en materia
procesal, de instalarse un contradictorio éste debe tramitarse por la vía de un incidente dentro del proceso concursal (458.5).
Esto surge de lo dispuesto en el Artículo 458.1 y 458.3 que regula la impugnación de la sentencia que declara el concurso y el
trámite a dar a la oposición.
REQUISITOS EXIGIDOS AL DEUDOR PARA SOLICITAR LA DECLARACIÓN
El deudor deberá presentar su solicitud de declaración judicial de concurso cumpliendo con los requisitos indicados en los
Artículos 455 y 454.2.
A) Deberá acompañar una relación detallada de todos sus bienes y derechos. En atención al sujeto concursado, estos bienes
no pueden ser sino inmuebles destinados a casa habitación o a la obtención de rentas, vehículos de uso personal y bienes
muebles no destinados a actividad económica organizada.
Deben tenerse en cuenta los derechos derivados de su condición de asalariado (sueldos y otras prestaciones salariales); rentas
derivadas de arrendamientos u otros orígenes; jubilaciones o pensiones que perciba; cualquier otro ingreso que reciba por
cualquier concepto.
B) Un estado de deudas con expresión de procedencia, vencimiento y nombre y domicilio de cada acreedor. ¿Qué significa
“expresión de procedencia”?
El término procedencia es técnicamente objetable y ofrece dudas sobre si se refiere a la causa de esa obligación, pareciere que
lo que se pretende es que el deudor tenga la carga de especificar el origen tanto si es una obligación nacida de un contrato
como del libramiento de títulos valores o cualquier otro acto jurídico o nacido de un hecho ilícito del que derivó una condena por
responsabilidad a vía de ejemplo.
Esta cuestión resulta relevante, porque -como más adelante se dirá- no está prevista a texto expreso la verificación de los
créditos en las normas del C.G.P., y la única vía que tiene el Síndico para conocer la procedencia de los créditos denunciados
por el deudor es la expresión que éste haga conjuntamente con la solicitud, sin perjuicio de lo indicado en los Artículos 457.3 y
463.1.
C) Una memoria sobre las causas de su presentación. Debe interpretarse como el relato que debe hacer al Juez de las razones
que lo llevaron al estado de insolvencia.
No se comprende el sentido de esta exigencia que derivará en un breve texto donde el deudor se victimizará aludiendo a
razones exógenas para justificar su estado. Nada aporta al mejor desarrollo del concurso ni a explicar realmente las causas del
endeudamiento, salvo circunstancias especialísimas como cuestiones de salud o pérdida del empleo. Normalmente el
consumidor se endeuda porque gasta de más, tentado por la oferta de bienes y servicios, pero sobre todas las cosas por la
financiación que se le ofrece. ¿Cómo habría de expresarse eso en una memoria?
El incumplimiento de los requisitos de presentación antes expuestos suponen el rechazo in límine de la solicitud de declaración
de concurso.
En el caso del rechazo liminar de la solicitud del concurso en la LCRE dicho rechazo no causa estado, en el del C.G.P en su
nueva redacción nada se dice al respecto. Pensamos que debe aplicarse el mismo criterio.
D) Otro recaudo que debe acompañar el deudor es la propuesta de acuerdo, que es absolutamente libre en su contenido o la
propuesta de cesión de sus bienes y derechos de conformidad con los Artículos 147 a 150 de la Ley No. 18.387, ya comentado
supra. Respecto a la propuesta de acuerdo, hay antecedentes de derecho comparado que entienden que debe ajustarse a
determinados parámetros para que el acuerdo sea viable en su cumplimiento y no suponga un sacrificio para el deudor y su
familia que finalmente lo excluya social y económicamente de la sociedad. No se contemplan estas particularidades del sujeto
concursable en esta nueva normativa.
DECRETO DE APERTURA DEL CONCURSO
El Artículo 457 indica cuáles son las medidas que el tribunal debe adoptar una vez aceptada la solicitud del deudor o del/los
acreedores, luego de verificado el cumplimiento de los requisitos formales antes analizados.
El decreto deberá contener:
a) La declaración de concurso del deudor.
b) La orden de notificar al deudor (si el concurso es necesario) o a los acreedores que el Tribunal determine (si el concurso es
voluntario).
c) La orden de publicar un extracto de la sentencia en el Diario Oficial por 3 días.
d) La prevención a los acreedores que deben constituir domicilio.
e) Designar Síndico.
f) Disponer medidas precautorias necesarias para asegurar los bienes y créditos del deudor y el control de su correspondencia
relativa a dichos bienes.
g) Requerir a los tribunales antes los que se tramiten procesos relacionados al patrimonio del deudor, el envío de los mismos
para su incorporación a la ejecución colectiva.
h) Intimar al deudor la entrega de los documentos referidos en el Artículo 455 si el concurso es necesario.
i) Ordenar la inscripción en el Registro de Actos Personales, comunicando el Tribunal directamente.
El contenido del decreto de apertura introduce como novedad la desaparición de la figura del síndico provisorio para referirse en
todo el articulado exclusivamente al Síndico que es designado de una lista por el Tribunal. Al no hacerse referencia a la lista
de Síndicos que confecciona la Suprema Corte de Justicia conforme a lo dispuesto por la Ley No. 18.387 pareciere tratarse de
una nueva lista particular al concurso ya que sólo pueden ser incluidos abogados o contadores y estos últimos su actuación será
con asistencia letrada en el caso del concurso civil. El punto es confuso.
La inscripción en el Registro de Actos Personales la debe comunicar directamente el propio juzgado, como así también la
publicación en el Diario Oficial armonizando la solución con la contenida en la ley de concursos. Se ingresa la mención a los
créditos de la masa al referirse a las tasas registrales debidas por la inscripción y el costo de la publicación sin que se defina
dicha noción por lo que habrá de acudirse a la definición de la ley concursal Ley No. 18.387.
Se mantienen las medidas precautorias necesarias previstas en la redacción originaria con carácter preceptivo.

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Comercial II. Parte VII
Se introduce la obligación de constituir domicilio electrónico y se mejora la redacción del fuero de atracción al incluirse en la
remisión de expedientes a todos aquellos que fueren de carácter patrimonial como veremos más adelante.
El Artículo 458 regula las impugnaciones de la sentencia que declara el concurso.
El Artículo 459 determina las notificaciones a realizar. Se sigue el criterio de la notificación a domicilio de los acreedores lo cual
se traduce en demoras y trabajo innecesario para la Oficina. Deberían tenerse por notificados a los acreedores a través de la
publicación prevista en el Artículo 457 numeral 1. Es correcta la disposición de que todas las demás providencias serán
notificadas en la Oficina, salvo que se disponga excepcionalmente notificar en el domicilio constituido por tratarse de un proceso
colectivo.
EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE CONCURSO
Los efectos de la declaración de concurso están dispersos en distintos artículos de este título.
- Respecto de los créditos.-
Se produce el vencimiento anticipado de los créditos haciendo exigibles todas las deudas, aun las que tuvieren plazo pendiente
o estuvieren sujetas a condición (457.7 párrafo segundo).
Cesa el curso de los intereses, operando la cristalización del pasivo concursal, lo que es característico de todo proceso de esta
naturaleza.
Desde el punto de vista contable y fiscal los créditos devienen “incobrables”. No se comprende la inclusión de esta disposición
que tiene su antecedente en la Ley No. 17.292 que pareciere tener poco sentido en estos concursos. Solo parece ser útil para
los acreedores financieros (básicamente emisores de tarjeta de crédito y empresas financieras que otorgan préstamos
personales).
- Respecto del deudor.-
Se le desapodera de todos los bienes, que quedan en manos del Síndico.
Pierde la legitimación para disponer y actuar en juicio (Artículo 462.1)
Tendrá derecho a que se le deje lo indispensable para su modesta subsistencia y la de su familia, según las circunstancias, con
cargo de devolución cuando mejore su fortuna.(Artículo 467)
Fuero de atracción.-
Conforme el Artículo 457.5. todos los procesos relacionados con el patrimonio del deudor deben ser enviados al Juzgado del
concurso, incluidos los procesos de ejecución hipotecaria, prendaria y de promesa de enajenación inscripta, los que deberán
continuar o iniciarse ante el tribunal del concurso en pieza separada.
Se recoge la buena práctica respecto a la unidad de jurisdicción, aunque no se otorga ninguna moratoria al deudor ni se impide
el inicio de nuevos procesos de contenido patrimonial, lo que resulta contrario al principio de economía procesal.
LOS CRÉDITOS, LOS PRIVILEGIOS Y SU GRADUACIÓN
Las normas del C.G.P. remiten sobre estas tres cuestiones a las normas de la Ley de Concursos Ley No. 18.387, por
consiguiente queda abarcado este proceso civil por la poda de privilegios impuesta por el legislador concursal por vía de
derogación de los existentes a la fecha de su entrada en vigencia.
En consecuencia, se respeta la igualdad de los acreedores en el concurso y se aplicará el régimen de privilegios y anti privilegios
ya conocido.
Habrá acreedores con privilegio especial (prendarios e hipotecarios).
Habrá acreedores con privilegio general, los mismos del 110 de la LCRE: a) Laborales de cualquier naturaleza devengados
hasta con dos años de anterioridad a la declaración y con el límite de 260.000 U.I., aportes personales al BPS; b) créditos por
tributos nacionales y municipales, exigibles hasta con dos años de anterioridad a la declaración; c) el acreedor instante por el
50% de su crédito quirografario hasta el 10% de la masa pasiva.
En el concurso del consumidor se abre este abanico porque suelen ser deudores de cooperativas de consumo o de ahorro y
crédito, cuyos créditos gozan de privilegios otorgados por leyes especiales.
Habrá acreedores subordinados, los mismos titulares de créditos previstos en los Artículos 111 y 112 de la Ley No. 18.387.
Los demás acreedores serán quirografarios.
En cuanto a las deudas de la masa activa, han sido introducidas expresamente en los Artículos 457, numerales 1 y 7 y Artículo
464. En esas normas como ya hemos señalado se consagra que el costo de las publicaciones por 3 días en el Diario oficial,
las tasas registrales son créditos de la masa y deben abonarse en forma previa a la distribución a los acreedores del producido
de los activos del concursado.
Es innegable que la ley indica cuáles son las deudas de la masa activa, y, en principio se pagan con cargo a los bienes de la
masa, antes de proceder a la distribución.
Si se quiso dar una solución similar a la dispuesta por los Artículos 91 y 92 de la Ley No. 18.387 debió hacerse de manera más
clara, incluir los gastos de conservación, administración, valoración y liquidación y, obviamente, los honorarios del Sindico que
han quedado en la oscuridad como más adelante se verá. Tanto se ha escrito sobre los créditos contra la masa y tantas son las
normas de derecho comparado que el tema debió ser resuelto de una manera más técnica y satisfactoria, por vía de remisión a
los artículos precitados de la ley concursal.
No obstante la oscuridad de las normas del C.G.P. entendemos que resultan aplicables al Concurso Civil las normas sobre
prededucibilidad introducidas en la LCRE y todos los créditos relacionados en el Artículo 91 de dicha norma serán deudas de la
masa activa también en este concurso.
La graduación de los créditos por el Síndico en la forma prevista por el Artículo 463.1 deberá hacerse considerando estas
categorías antes expuestas.
La novedad en el concurso civil será la incorporación de la categoría de acreedor subordinado y la prededucibilidad de los
costos de publicación y de registración de la declaración, así como las costas y costas del proceso, los honorarios del Síndico,
los gastos de conservación, administración, valoración y liquidación de la masa activa, los créditos nacidos después de la
declaración conforme 91.4 LCRE.
La ley no consagra un proceso de verificación similar al de la ley de concurso pero si impone al síndico la presentación del
estado de créditos y su graduación.
No obstante la remisión del 457.3 a las “funciones” del Síndico previstas en la LCRE, nos habilita a sostener que la verificación
deberá realizarse, porque es una de las principales funciones que tiene el Síndico en el concurso LCRE.

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Comercial II. Parte VII
Por su parte, el 463.1 dice que “El Síndico formará un estado de los créditos y su graduación respectiva…”, razón por la cual se
refuerza la afirmación anterior, ya que no resultaría posible confeccionar un estado de los créditos y graduarlos sin previamente
verificarlos.
Podrá discutirse si resulta aplicable el Capítulo I del Título V de la LCRE, pero lo que parece cierto es que la verificación debe
hacerse por el Síndico.
La carencia de expresa solución sobre este tema en el articulado de la Ley No. 19.090 es sorprendente en atención a la
importancia que tiene para la formación de la masa pasiva.
En materia de junta de acreedores, ésta vuelve a ser presidida por el Juez del concurso con la presencia del el Síndico como
auxiliar y los acreedores que asistan y acrediten su calidad de tales y sean aceptados por el Síndico, no se impone el deber de
concurrir al concursado aunque se lo menciona entre los posibles asistentes.
Nada dice respecto de aquellos que concurran y no sean aceptados: ¿votarán en forma condicionada? ¿Deberán provocar un
incidente para que se les reconozca judicialmente su crédito? Parecería la solución dada por el Artículo 461cuando amplía el
elenco de quienes pueden impugnar lo resuelto en la Junta.
Se recoge la solución de la LCRE de permitir sólo por excepción la prçorroga de la fecha de la Junta y con los mismos
requerimientos que los impuestos por dicha norma.
ACUERDOS EXTRAJUDICIALES
La novedad -que sin duda es un avance respecto al régimen anterior- es la posibilidad de que el concursado celebre un
acuerdo extrajudicial con sus acreedores y lo presente a su aprobación al Tribunal bajo la modalidad de concurso voluntario,
conforme lo indicado en el Artículo 453.
Nada se dice sobre su contenido, debe entenderse que se trata de cualquier acuerdo con un contenido lícito.
En este caso el trámite a seguir no puede ser el regulado para el concurso con carácter general en la medida que la junta de
acreedores carece de objeto ya que el acuerdo ya cuenta con las mayorías necesarias y solo requiere la aprobación judicial.
LA VENTA EXTRAJUDICIAL DE BIENES
El Artículo 460.4.2) abre la posibilidad de que si no se llega en la Junta a un acuerdo entre deudor y acreedores con las
mayorías legalmente requeridas el Juez autorice la realización extrajudicial de los bienes o derechos del deudor lo cual es un
avance respecto al régimen derogado.
Esta venta extrajudicial queda dentro del elenco de funciones del Síndico y debe ser controlada por el Juez.
Por la remisión a los principios de la LCRE, esta venta extrajudicial ¿debe hacerse bajo las normas del Capítulo I Libro VIII de
ese cuerpo normativo? Nos referimos expresamente al proceso licitatorio. Parece una solución razonable en tanto da
transparencia a la venta extrajudicial de esos bienes y derechos, lo que en nuestra opinión no excluye otras soluciones.
También ingresa la Comisión de Acreedores como eventual órgano del concurso sujeta a que el Juez la autorice sin establecer
sus cometidos. Esto último no parece necesario dada su utilidad y su instrumentación en la ley concursal a la cual pudo haberse
remitido por razones de economía y dada su importancia práctica.
EL SÍNDICO
Es uno solo designado por el Tribunal en el auto declaratorio conforme el Art. 457.3).
El designado debe salir de una lista de Síndicos confeccionada por la Suprema Corte de Justicia entre personas con títulos de
abogado o de contador, renovada en los períodos que la Corte decida, según expresa el 469.1.
Esta disposición resulta innecesaria en tanto ya existe un registro de Síndicos y normas específicas para las cualidades que
deben tener incorporadas en la LCRE a las cual hubiera sido más sencillo remitirse.
Ahora habrá dos listas de Síndicos, la de la LCRE y la del C.G.P. Los requisitos personales para acceder a una y otra son
además diferentes.
Quienes integren esta lista están obligados a aceptar el cargo, salvo motivo fundado de excusación a juicio del Tribunal.
Si fueran contadores deben actuar siempre con asistencia letrada solución ya contenida en el régimen anterior.
Podrán percibir a cuenta de sus honorarios y gastos, sumas que determinará el Tribunal, sujetas a liquidación final. En esta
cuestión también corresponde preguntarse si los honorarios de los Síndicos del Concurso Civil deberán regularse conforme las
disposiciones del Decreto No. 180/009 de 23/4/2009 que regula la liquidación de éstos para los Síndicos que actúan bajo la
LCRE o por el arancel profesional respectivo.
Se supera técnicamente el texto originario que se refería al síndico como representante de los acreedores , teoría hoy ya
abandonada por la doctrina concursalista ya que su actuación recae sobre la masa activa y en definitiva sobre el deudor
concursado y reemplazada en sede doctrinaria por situar al síndico como una institución orgánica legitimada indirectamente
para administrar y disponer de un patrimonio ajeno en interés del concurso lo cual se compadece con la calidad de auxiliar del
Tribunal y sustituto procesal del deudor como lo define el legislador en la nueva redacción del Artículo 462.
Las funciones del Síndico son las siguientes:
a)Depositario de los bienes del deudor (Artículo 457 numeral 3), los que recibirá mediante inventario (Artículo 462.2)
b)Auxiliar del Tribunal y sustituto procesal del deudor. (Artículo 462.1)
c)Actuará con facultades de administración amplias. (Artículo 462.3)
d)Promoverá la venta de los bienes en la forma prevista para la vía de apremio, sin aguardar las resultas de la graduación de
acreedores, salvo que otra venta se autorice por el Tribunal ( Artículo 462.4)
e)Tendrá a su cargo la venta extrajudicial de los bienes autorizada por el Tribunal.
f)Deberá proceder a la verificación y graduación de los créditos dentro de los 30 días de la aceptación de su nombramiento
( Artículo 463.1)
g)Deberá proceder a la distribución una vez quede firme la graduación, luego de abonarse los créditos prededucibles.
h)Puede proponer al Tribunal adjudicar bienes del deudor no vendidos conforme Artículo 464 inciso segundo.
i)No se establece un padrón de conducta para juzgar su actuación sino que los responsabiliza como depositarios y
administradores.
JUNTA Y COMISIÓN DE ACREEDORES
La comisión de acreedores no se encuentra regulada sino simplemente mencionada por el Artículo 460.4 numeral segundo. No
se le asignan cometidos ni se dice cuáles son las condiciones de elección de sus integrantes. En este caso, como ya se ha

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Comercial II. Parte VII
señalado antes, deberán aplicarse las normas de la LCRE en lo pertinente en virtud de la remisión a los fundamentos y
principios que las normas del C.G.P. hacen a la norma antes citada.
Respecto a la Junta de Acreedores, la misma está regulada en el Artículo 460.
Bajo la presidencia del Juez del concurso y la presencia del Síndico se realiza en la fecha inicialmente señalada y con cualquier
número de acreedores asistentes.
Se hace mención al concursado en cuanto es quien puede solicitar excepcionalmente la prórroga y se recoge la solución
prevista en la LCRE. .
Pueden participar quienes sean aceptados por el Síndico ya sea antes o en dicha oportunidad, lo que podría originar una
incidencia en la misma Junta a ser resuelta por el Juez sin perjuicio de las impugnaciones previstas en el Artículo 461 y la
ampliación de los legitimados para hacerlo al mencionarse a otros sujetos afectados.
Las votaciones son nominales y sólo pueden hacerlo los acreedores quirografarios que son quienes deciden, dado que los
privilegiados en los términos de la ley concursal pierden su privilegio si lo hacen lo que no es novedoso.
No se reguló el nivel de adhesión necesario por parte de los acreedores según los términos ofrecidos en la propuesta del
deudor como lo hace el Artículo 144 de la LCRE.
La votación sigue siendo por persona que concurre a la Junta, debió modificarse ese sistema en desuso en las modernas
legislaciones y en su lugar establecer una solución similar a la ley de concursos vigente esto es: porcentaje de voto equitativo al
monto de crédito en relación al total del pasivo concursal.
El contenido de los temas a tratar en la junta está dado por el 460.4 que introduce como novedad la venta extrajudicial como
opción que puede ser muy útil para evitar engrosar los costos del proceso a la cual ya hemos hecho referencia.
Deberá ser acordada por los acreedores y autorizada por el Tribunal no se mencionan con que mayorías si de presentes o de las
necesarias para aprobar un convenio. No entendemos que proceda ser resuelta por el juez de oficio, dado que “podrá
autorizarla” dice la mencionada norma y las decisiones en los procesos concursales son adoptadas por el colectivo de
acreedores.
Las observaciones que pudiera hacer el concursado en cuanto a la liquidación de los activos o pasivos debe plantearlas
exclusivamente ante el Síndico, carece de legitimación para impugnarlos ante el Tribunal a la luz de lo dispuesto por la nueva
redacción del inciso final del Artículo 468 siempre y cuando hubiese cumplido con la carga que le impone el Artículo 457 inciso 6
en cuanto a la presentación de la lista de sus acreedores.
CONCLUSIONES
El derecho comparado nos muestra básicamente dos modelos a seguir:
i) la inclusión del concurso de la persona física no empresaria dentro de las normas sobre consumidores, como el ejemplo
del modelo francés.
ii) La inclusión del concurso de la persona física no empresaria dentro de las normas concursales generales o modelo de
insolvencia, como el ejemplo de la ley alemana o estadounidense.
Se incluya en un cuerpo normativo u otro, lo definitivamente importante es que las normas simplifiquen el procedimiento,
impongan soluciones negociadas sobre bases de racionalidad en los pagos a realizar y permitan salir al deudor y a su familia de
la situación de crisis económica en la que están inmersos, manteniendo similar estatus social.
Ninguno de los modelos se ven reflejados en estas normas.
Seguimos con un concurso civil engorroso, lento, muy poco atractivo para el deudor y también para los acreedores.
La lentitud de los procedimientos o las soluciones sobre pagos desmedidos, solo tienen como consecuencia la expulsión del
mercado del deudor (con su familia) y su inevitable marginalización.
Un concurso civil debe ser una solución para salir del endeudamiento y permitir un nuevo comienzo, el fresh start
estadounidense, que no tenga al sujeto caído en insolvencia el resto de su vida, inhibido y sin esperanza.
Se perdió una gran oportunidad de introducir normas modernas, ágiles, económicamente eficientes para dar solución el
sobreendeudamiento de las personas físicas.
Un problema que se sabe está instalado en nuestra sociedad y al que nuevamente se ha desconocido.
Seguimos con los conceptos medioevales del deudor como defraudador y le aplicamos todo el rigor.
Es cierto, no se restauraron las penas físicas de aquel entonces, pero el deudor igual las siente.

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