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Los buenos directivos saben que la organización es mucho más que operaciones y estados
financieros. Por ello, también dirigen sus esfuerzos a comprender las relaciones que
existen dentro de la organización. Y para poder identificar aquello que necesita
mejorar se requiere de un diagnóstico empresarial.
“Así como sucede con un diagnóstico médico, el diagnóstico organizacional es una foto
de su estado a partir de unas variables. Analizarlas requerirá tener en mente cómo
se relacionan estas variables y establecer criterios relevantes que permitan evaluar
la salud de la organización”.
Así lo explica Enrique Seminario, director del Programa de Liderazgo Directivo y
miembro del comité de la Maestría en Gobierno de Organizaciones del PAD Escuela de
Dirección.
No obstante, tal y como pasa con las personas, las organizaciones también son dinámicas.
Ello implica una constante evolución, por lo cual los diagnósticos deben ser periódicos
para evidenciar las variaciones en las variables de análisis.
LAS VARIABLES SOBRE LAS QUE SE EVALÚA LA ORGANIZACIÓN
El diagnóstico organizacional debe ser capaz de evaluar tanto la parte formal como
el nivel relacional de la organización. Dentro de una empresa hay muchas realidades
medibles, pero otras realidades relevantes son casi imposibles de cuantificar. Además,
dado el alto nivel de complejidad de una organización, es necesario tener tanto una mirada
focalizada como una sistémica.
Si bien el aspecto formal de la organización —compuesta de los estados financieros,
activos, la parte legal, etc.— da mucha información, no es suficiente para realizar un buen
diagnóstico, pues es necesario evaluar temas menos aparentes.
“Un iceberg se compone de una parte que podemos ver que está sobre la superficie y de
otra que está debajo, que es la más grande. La organización es similar. La realidad que
está debajo es mucho más grande e influye sobre la parte visible y esto sucede porque
la organización es, sobre todo, un conjunto de relaciones personales”, enfatiza
Por ello, el diagnóstico no puede centrarse únicamente en el lado formal, sino que
tiene que evaluar el impacto de lo que sucede a nivel relacional de la
organización. En esa línea, hay tres grandes áreas dentro de la organización sobre la cual
se debe hacer el análisis:
1. Poder. Se refiere a los recursos que tiene la organización, la parte financiera, sus
activos, la cantidad de recursos que genera con su actividad, entre otros.
2. Saber. Se refiere al expertise propio de la organización, sobre el cual ha
desarrollado su ventaja competitiva.
3. Querer. Tiene que ver con la identificación de los colaboradores tanto con la
organización, como con la misión y los líderes. Este nivel es el resultado de un
esfuerzo adicional planteado por la organización.
2. SABER DIAGNOSTICAR
A veces las organizaciones perciben los síntomas, pero no encuentran el diagnóstico
acertado. En esos casos, se debe recurrir a expertos en la realización de diagnósticos.
Estos pueden ser liderados por directivos con mayor experiencia en el tema,
consultores externos o académicos que ofrezcan una mirada de mayor distancia sobre
la organización.
3. SABER ESCUCHAR A LA ORGANIZACIÓN
La información que se necesita para el diagnóstico está ahí para ser escuchada. Saber
escuchar quiere decir hablar con muchas personas. Mientras se escuche a más
personas o se les dé la oportunidad de que expresen su punto de vista sobre lo que está
ocurriendo o lo que no está funcionando bien, mejor será el diagnóstico. Se debe
escuchar a todos los niveles para tener una mirada más aguda de lo que ocurre.
En suma, el principal beneficio del diagnóstico organizacional es que permite tener
un retrato sobre el estado de la empresa más allá de lo formal, pasando por las
relaciones entre personas y el comportamiento organizacional, de modo que pueda
identificarse las oportunidades de mejora.