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EL GOBIERNO DEL VIRREY TOLEDO Y LOS JESUITAS (1570 - 1599)

La política religiosa del virrey Toledo. Este asunto Histórico estuvo sintetizado
básicamente en la extirpación de las idolatrías de los aborígenes, con una drasticidad al
igual que los Jesuitas y paralelamente con ellos. Esta política religiosa de Toledo, se
resume en dos ideas claves: Primero, la conversión de los aborígenes y la liquidación de
la religión peruana es considerado como el asunto del Estado; segundo, el principio de la
subordinación de la iglesia al Estado. En eso la autoridad del Virrey Toledo, como
mayordomo del rey, se hará sentir no solo en los problemas de patronatos, sino casi en
todos los asuntos religiosos, como el de las misiones. Lo cierto es que dice Toledo, tuvo
esa voluntad férrea de extirpar la región indígena, uno de los rasgos de evidencia sobre
ello, son las visitas generales, de los cuales cuyo objetivo fue básicamente extirpar la
idolatría, hechicería, etc. Pues Toledo estaba convencido que no se ha hecho casi nada en
el campo de la extirpación, y esto por la falta de la firmeza de la iglesia frente a los que
denigran la fe.
De acuerdo a la política del virrey, ha habido visitadores civiles y eclesiásticos, estos eran
nombrados conjuntamente, se nombraron varios visitadores para cada lugar; por ejemplo
para Lima Pero Mejía y licenciado Bartolomé Martínez; para Trujillo, Diego García; para
Guayaquil y Puerto Viejo, Doctor Molina, para la provincia de Cuzco, el clérigo Luis
Mexia, Fray Francisco de Corral predicador de la orden de San Agustín, Cristóbal de
Albornoz, Cristóbal de Molina. Estos visitadores nombrados por Toledo, tenían claras
instrucciones para misión de extirpación de idolatrías, algunos artículos de Pero Mejía,
sobre las huacas y entierros. Sobre la búsqueda o persecución de las huacas, las
instrucciones son claras, Pues indica investigar; primero con las entrevista con los
caciques, luego hacer una encuesta, el segundo son a través de los documentos, en el cual
están señalados el plano de las huacas, los lugares de adoración, etc. y luego investigar
exhaustivamente los antecedentes de los huacas, aunque los indígenas dijeran que ya lo
destruyeron, sin embargo no quedarse con esa respuesta. Ahora, en cuanto a los entierros,
los visitadores tenían instrucciones de verificar si el cura, controlaba la identidad de los
difuntos, si se asegura de que no se han colocado cerca del cadáver, oro, plata, vestidos
etc. si cuida que no se practica los antiguos ritos funerarios.
La conversión de los incas de Vilcabamba. El joven Sayri Tupac Inca sucede a Manco
inca en 1545, este inca recibe los emisarios del virrey del Marques de Cañete, y logran
las bases para un acuerdo, entonces el Inca Sayri Tupac, entra en Lima, donde es recibido
por el virrey. Luego se asienta en Yucay, al cual le cedieron a cambio de la sumisión y el
bautismo. En realidad este hecho solo tuvo un carácter simbólico, pues la nobleza inca
como los familiares, estaba bien asentados en Vilcabamba. Más aun, Titu Cusi Yupanqui,
inteligente astuto, asumió el título del inca, con este Inca, hubo claras intenciones de una
reconquista, sin embargo no tendría éxito, puesto que en 1566, Titu Cusi aceptó por las
gestiones de Matienzo, el bautismo. En 1568, autorizo la entrada de los evangelizadores
en su montañoso señorío de Vilcabamba y finalmente firmando diplomacias en
Acobamba con los españoles, y de esa manera también cediendo poder a los españoles.
Extirpación en Vilcabamba. La evangelización de Vilcabamba estaba dirigido por los
Agustinos, bajo la dirección de Juan de Vivero, quien encomendó las misiones a Marcos
García y Diego Ortiz. El primero parece que fue bien recibido por el inca, pues logró

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bautizarlo a él y a su esposa, además consiguió permiso para edificar una iglesia. Pero
además habia delcrado al guerra a la idolatría que había en Vilcabamba, Fray Marcos
Garcia, pedía insistentemente que el inca de una vez por todas pusiera fin a esas idolatrías,
pues había una huaca o mocadero, era una piedra blanca que dice allí solía aparecerse el
demonio, por esto Fray Marcos lo insistía hasta al punto de que enfadasen uno al otro,
el inca entonces ordenó cortar los vivires que mantenía a esos religiosos, y Fray Marcos
tuvo que abastecerse con los víveres del Cusco, pero son todas esas dificultades, Fray
Marcos logró construir una iglesia y un hospital, y ciertamente colocaba la cruz por
doquier y destruía los ídolos. Finalmente Marcos García volvió a Cusco, pero Diego Ortiz
se quedó solo en la provincia insumisa de Vilcabamba, quien encontraría un trágico final.
Suplicio de Fray Diego Ortiz. Este Agustino, según el testimonio de un indígena, sufrió
muchos maltratos (especie de torturas) para finalmente ser ejecutado por estos mismos
indígenas. El hecho es que, le culparon por la muerte del Inca Titu Cusi Yupanqui,
diciendo que lo habría envenenado, sin embargo el inca murió por indigestión. Antonio
de la Calancha ha dedicado narrar con más detalles sobre este hecho, considerando como
el protomártir del Perú.
La caída de Vilcabamba. Tras el comportamiento de los religiosos y el asesinato del
emisario enviado por Toledo, los españoles declararon guerra a Vilcabamba. Para ese
entonces, el joven Túpac Amaru, había tomado la Mascapaicha, como le nuevo soberano
inca. Los españoles bajo el mando de García de Oñas Loyola, emprendieron de Cusco
para Vilcabamba, sin tener muchos obstáculos. El 24 de Junio ingresaron a Vilcabamba
desamparado, el inca había huido a la región de Capati, llevándose los ídolos más
importantes como el famoso Punchao. Pero los españoles lo descubrirían. El 27 de Junio
de 1572, Túpac Amaru cayó en poder de Martin de García. Así mismo cayó el ídolo
Punchao en manos de los españoles. Los templos y los altares de Vilcabamba fueron
destruidos, así mismo se envió a Cusco las momias de los incas, como del Manco. Toledo,
al apoderarse del ídolo Punchao, se sintió orgulloso y satisfecho, dijo que había derribado
a uno de los ídolos más importantes, donde le demonio se estaba manifestándose, y que
los había engañado a estos indios, así mismo dijo que es la mejor pieza que ha habido en
estos reynos, puesto que el Punchao, era de oro fino y era muy deslumbrante al tener
contacto con los rayos del sol. Sin embargo estos españoles se repartieron las partículas
del Punchao.
La abjuración y la ejecución de Túpac Amaru. Para el virrey Toledo, Túpac Amaru
simbolizaba la viveza de las idolatrías del antiguo Perú, por tanto, era necesario que se
realizará una ejecución ejemplar para demostrar el fin del paganismo y ya no reviviría el
imperio peruano o religión peruana. Antes de ejecutar al inca, los religiosos, como
Barzana y Cristóbal de Molina, se encargaron de hacer abjurar de sus antiguas creencias
y bautizarlo. Lo hicieron, incluso el inca a viva voz proclamó abjurar de sus creencias
antiguas públicamente, diciendo “ Sabed que yo soy cristiano, y me han bautizado, y
quiero morir en la ley de Dios, la adoración al sol Punchao, guacas, ídolos, piedra, ríos,
montes, piedras y vilcas, son todo falsedad y mentira”. Lo ajusticiaron al inca, el 23 de
septiembre de 1572 en la plaza de Cusco, lo presenció una gran multitud, indígenas que
vinieron desde muy lejos, estos observarían al inca siendo ahorcado con la soga en el
cuello, se dice que le dieron una ejecución digna para su rango.

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La explotación del tema de la idolatra subversiva. Se cree que Vilcabamba es el foco
principal de la idolatría, no solo eso, sino que el reducto es un área, inexpugnable y para
el cristianismo es un obstáculo insuperable. Toledo llega a afirmar que a partir de la
llegada de los españoles, la idolatría no solo se mantiene, sino se fortifica, eso
paralelamente con el proyecto de la reconquista por los Incas de Vilcabamba: con Manco
y Titu Cusi Yupanqui. El Perú se había dividido en dos: el de los incondicionales del
Toledo y de aquellos que a cambio de su sumisión recibían nombramientos y beneficios.
La ejecución de Túpac Amaru por los opositores de Toledo fue visto como un error
político y un crimen cometido por Toledo, lo acusaron especialmente los jesuitas,
adoptando la posición lascasiana de defensa de los derechos del indio, No obstante
paradójicamente algunos dominicos apoyaron a la rigurosidad del virrey. Para su defensa
el Virrey Toledo levanto el andamiaje de sus tesis histórica y política, la de la idolatría
insurreccional. Es decir, Toledo justifica la ejecución del último Inca, con la idolatría
insurreccional.
Explotación del tema de la intervención de los heréticos. Toledo a través de su
correspondencia, ha estado creando la conciencia de gran peligro que amenazaba al Perú
si el estrecho de Magallanes no era bien defendido. Pues los piratas y los corsarios ya
habían mostrado que la situación para España, sería peligroso. El virrey Toledo temía que
los extranjeros, como los luteranos ingleses y franceses entraran al territorio peruano,
mientras se estaría guerreando con los indígenas rebeldes, y además, estos rebeldes se
aliarían con los extranjeros o herejes. El temor, entre los indígenas y los extranjeros
contra los españoles, persistía hasta finales del siglo XVI, y luego encontraran amplia
resonancia que coincide con las predicciones milenaristas indígenas, por eso se debía de
cuidar con mucho recelo le estrecho de Magallanes.
Toledo y revisionismo Histórico. Toledo ha trabajado mucho, con el objetivo de
censurar cualquier elemento indígena que haga memoria sobre su pasado de idolatría. Lo
mismo se hizo en centro américa o nueva España. El virrey Martin Enríquez quiso
erradicar la lengua Nahualt para cortar la memoria indígena. En el Perú el virrey Toledo
hacia triunfar sus tesis antilascasianas en el consejo de Indias. Toledo pretende
desaparecer todo vestigio, todo recuerdo del pasado indígena, ya sea que pertenezca al
mundo político o al religioso, lucha encarnizada contra todos aquellos lascasianos o
jesuitas, que recogían piadosamente los fragmentos del pasado indígena, con el ánimo de
aprovecharlos para un planteamiento político colonial de adaptación. Se hace un estudio,
por partes, de la Historia de la sociedad andina, sus ritos, idolatráis, etc. luego se estudia
el gobierno tirano de los 12 yngas, a todos estos incas, desprestigiándolos y censurando
todo lo bueno. Para realizar la revisión de esta Historia, así como para desaparecer todo
los documentos “mentirosos” sobre el pasado inca, se realizó una gran carnicería, los
valiosísimos textos irremplazables han sido destruidos. No obstante, muchos de los frailes
antitoledistas, hicieron escapar algunos textos sobre la memoria indígena.
Para un epitafio de don Francisco de Toledo. Esta parte trata sobre las “hazañas” que
el virrey Toledo haya logrado, al derrocar y asesinar al último inca, y por deshacerlo el
ídolo punchao. El virrey Toledo pretendía ser como un caballero de la edad media y ser
alagado por el rey Felipe II, por terminar con la subversión de Vilcabamba y la victoria
definitiva sobre los indios, pues estos adoraban al demonio y a los incas por terror, porque

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eran privados de amor y de caridad, según Toledo. Este Toledo además se consideraba
como el instrumento providencial que Dios puso en las manos del rey.
Los Jesuitas y la extirpación. En este fragmento el texto habla sobre las experiencias de
las muchas misiones jesuíticas en la evangelización. Los jesuitas desde su llegada en
1569, emprendieron inmediatamente con la evangelización, que fue su principal objetivo.
En 1570, envían misiones con curas como Bracamonte, Barzana, y entre otros a
Huarochirí, una zona rica en idolatría particularmente. Los curas no investigaron sobre la
idolatría, la información obtuvieron por entrevistas, y lograron conversiones mediante
elocuencia sagrada. En 1577, en Huarochirí ya no se menciona cultos indígenas, pues
estos habían perfeccionado técnicas de culto clandestino; entonces los curas se convencen
de que habían concluido con el paganismo. Sin embargo son conscientes de que no se ha
trabajado con profundidad, por tanto deciden la creación de las doctrinas del asiento, esto
para realizar una extirpación y aculturación profunda. En ese proceso hubo muchas
experiencias en descubrimientos de las idolatrías, por ejemplo, unos curas descubrieron
en un hoyo gigante, unos 300 ídolos de diferentes formas, a los cuales los taparon con
lodo y piedra, y alrededor plantaron árboles. Así mismo en Aymaraes y Cuzco los curas
como Ochoa y Gonzalo Ruiz, emprendieron la destrucción acérrima de huacas, por
ejemplo, se quemaban la casa de los hechiceros, y sobre los escombros se colocaba una
cruz, y sus ganados se repartían entre los pobres y la iglesia. Ahora bien, la misión de las
sanciones son típica característica de los Jesuitas, pero todavía más su literatura
persuasiva, pues crearon muchos sermones en contra de las idolatrías, en las lenguas
originarias de los aborígenes. Sin embargo volviendo al tema de los castigos, ha habido
castigos corporales, que sin era necesario, no dudaban en aplicarlos como sanción por la
idolatría. Pero a la técnica de la abjuración pública lo perfeccionaron mucho. El primer
caso famoso de esta técnica, es realizada por Túpac Amaru I, que fue preparado por el
cura Barzana. Esta técnica ha servido mucho para conversión de los indígenas por
admiración y experiencia del propio indígena, ese acto atraía a los demás para que
también aceptaran de todo corazón a Dios. Sobre esto, existieron muchos casos, en donde
que los indígenas, (hechiceros, idolatras, etc.) Cuando recibían sermones conmovedoras
de los jesuitas, pasaba a un profundo arrepentimiento, y luego en algunos casos, ellos
mismos se autoimponían disciplinas muy severas, del cual, como si haya pasado por un
proceso de restauración total, regresaban y adjuraban con gran ánimo y alegría.
La teoría según Acosta. Acosta expone sus idas sobre la extirpación, diciendo que, la
extirpación moral debe proceder (adelantar) a la extirpación física, y afirma la
importancia de la persuasión y de la dulzura. Sin excluir el rigor y violencia. En primer
lugar, para Acosta es importante, desarraigar o desvincular de los indios “el amor y
sentimiento de la idolatría”, ya sea, trate de infieles o neófitos. Es decir, primero no se
debe arrancar a la fuerza los ídolos materiales de las manos de los indios, sino
progresivamente; a medida que, más bien se va persuadiendo e inculcando la fe católica
en el corazón y mente del indio. Porque arrancar primero, contra su voluntad, los ídolos
se meten más en el corazón, entonces es una mala táctica, y debe ser a lo revés. Sin
embargo esa técnica de rigurosidad forzosa inmediata, es bueno para los apostatas, para
los indígenas que van fingiendo ser cristianos.
El tercer Concilio de Lima (1582 -1583). A primera lectura de las constituciones de este
concilio, parece que no han tocado el tema de las idolatrías. Además está claro que el

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Obispo Mogrovejo, no creía que era importante esta cuestión. Pero analizando con más
profundidad, el tercer concilio ratificó y amplio las constituciones del segundo concilio
(1567) referentes sobre la idolatría. Por otra parte fomentó la literatura pedagógica para
la evangelización, que es en tres lenguas: Español, Quechua y Aymará, además unifico el
catecismo para ambos grupos sociales: españoles e indígenas. Hablando sobre catecismo,
el tercer concilio, saca un confesionario para curas de indios, que se explica, en que los
doctrineros de indios hasta el momento, se limitaron en hacer repetir el catecismo a los
indios, como si fueran loros, es decir solo memorizar de forma muy repetitiva, sin hacer
entender la fe, pues esto era inútil. Por eso, que en adelante se explique a los indígenas,
en que consiste su error, es decir hacer una especie de desengañarlos. Así como hacia san
Pablo cuando predicaba a los gentiles. Para ello se prepararon una serie de sermones,
técnicas y de más recursos, para que los curas puedan demostrar a los indios, de que su
religión no tiene ni pies ni cabeza.
El tercero catecismo por sermones (1585). Una obra neta de los Jesuitas, principalmente
de José de Acosta. Contiene 30 sermones, de los cuales solo algunos de ellos se refieren
a las idolatrías, como son: el sermón XVIII, XIX y XX. Estos sermones han sido
preparados especialmente para curas doctrineros, pero se les aconsejaba que no solo se
ciñen en ello para su predicas, puesto que son solo como ejemplos. La publicación de
estos sermones, significó la realización de los anhelos más esperados de los Jesuitas:
difundir materiales a favor de acción espiritual en erradicación de las idolatrías.

Resumen del libro de Pierre Duviols


La destrucción de las religiones andinas
Páginas: 145 - 175

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