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En 1902 aparecen allí los Adventistas del Séptimo Día, pastoreados desde 1905 por Parker Smith y
en 1911 establecen su templo en Punta Rocosa. Y el catolicismo estuvo presente en las islas muy
esporádicamente. En 1903 comienza la presencia permanente de sacerdotes católicos. Es
importante fijarnos en San Andrés y Providencia, porque es un ejemplo claro del intento de
uniformar el país bajo la égida católica, especialmente a mediados del siglo XX. Aunque la isla
había vivido en forma pacífica con diversas confesiones, en l953, dado el convenio entre Colombia
y la Santa Sede, se dió a la iglesia católica el control de la educación en todos los territorios
nacionales, incluído San Andrés. Las escuelas públicas fueron manejadas por la iglesia católica con
presupuestos del Estado, y en ellas era obligatorio el idioma español y asistir a los ritos católicos.
Algunas iglesias protestantes se cerraron y se pensó en proscribir el culto público de bautistas y
adventistas, como veremos en el período de 1946 en adelante. En esta época se presentó una
actitud anticatólica por parte de los protestantes por este atropello contra sus derechos y su
historia. En la historia de Colombia continental, encontramos un primer indicio de presencia
protestante en el Darién en 1698, la que fue desmantelada en 1700. Hubo algunos misioneros
presbiterianos de la Iglesia de Escocia pero no se logró un asentamiento permanente35. Se
hicieron dos expediciones escocesas, la primera fracasó por falta de apoyo y la segunda fue
atacada, por razones comerciales, por las autoridades españolas. En la segunda expedición, venían
algunos misioneros presbiterianos enviados por la Iglesia de Escocia con el fin de establecer una
iglesia en la colonia y evangelizar a los indígenas, pero no pudieron evangelizar ni a los colonos, ni
a los indígenas: Era más el temor a los luteranos que su presencia física pues generalmente eran
extranjeros de paso (holandeses, ingleses…) que, por alguna razón coyuntural como el comercio,
llegaban a estas tierras. Los fiscales de la inquisición, sin embargo, tenían lista la acusación: “haber
sido hereje, apóstata, luterano, fautor y encubridor de herejes y haberse pasado a la maldita y
perversa secta de Lutero y sus secuaces creyendo salvarse en ella”.
Parece que en los años de 1850 hubo una presencia gitana proveniente de Centroamérica. Luego
en 1910 se presentó una segunda inmigración, y en los años de la Segunda Guerra Mundial,
llegaron otros huyendo a la persecución de los nazis. Esta invisibilidad forzada es tal, que algunos
historiadores han concluido que la ausencia de fuentes documentales sobre ellos, prueba que no
ha habido gitanos en el país. Pero, en los últimos años, se ha tratado de estudiar y rastrear su
presencia.
Pero la presencia de estos soldados extranjeros y el aumento del comercio exterior, fueron
motivos para pensar en la forma de permitirles la vivencia de su fe. No fue un deseo directo de
lograr la libertad religiosa, sino un efecto indirecto de los tratados comerciales, en los cuales,
después de arduas deliberaciones, se aceptaba el culto privado de otras confesiones. no se
permitía ni el proselitismo religioso, ni la manifestación callejera de sus creencias religiosas a las
personas extranjeras de confesión distinta a la católica. Con los soldados y comerciantes
extranjeros, se dio inició en el país a la actividad de los «colportores» o personas que hacían
propaganda a las traducciones de la Biblia en lengua vernácula y que tanta importancia tuvieron
en la difusión del protestantismo en el siglo XIX.
Durante las luchas de Independencia, se llama «masones y luteranos» a los revolucionarios del 20
de Julio de 1810, como una forma de descalificarlos, aunque al mismo tiempo se estaba
reconociendo el influjo de elementos modernistas en las ideas independentistas. si se les llama
masones y luteranos es porque se reconoce que son portadores de una nueva filosofía y de una
nueva interpretación de la vida social, caracterizada por las ideas de libertad, reconocimiento de la
conciencia individual, independencia mental, creencia en el progreso, pero que era juzgada
herética en los medios eclesiásticos. Comienza a formarse el conflicto entre tolerancia e
intolerancia que recorrerá todo el siglo XIX y gran parte del XX, y que tendrá momentos álgidos
como la Guerra de 1876-1877, y la persecución a los protestantes después de l948. El escritor que
plantea la polémica es William Burke, publicista católico irlandés, arribado a Venezuela en 1810
para colaborar en la causa de la Independencia.
Como ciudadanos quieren la felicidad y prosperidad del país, pero guardando incólume la fe
católica. El mismo día, Don Antonio Gómez publica una crítica a Burke. Don Antonio Gómez creía
que la tolerancia destruía el imperio de la ley, y al introducir pluralidad de opiniones podría
disolver el pacto social, despoblar la tierra, generalizar la miseria y subvertir el orden público. La
tolerancia ha sido invento de los falsos filósofos para trastornar a los pueblos, destruir los imperios
y regar de sangre la tierra de la patria.
6 de Junio, publica una réplica al escrito de Burke.61 Comienza el fraile haciendo un recuento
histórico para mostrar que los herejes causaron contiendas en los pueblos y luego para calmarlas
establecieron el principio de la tolerancia teológica, es decir, que los errores no eran errores, que
todas las sectas eran buenas, que se podían seguir con seguridad de conciencia, que todos los
herejes de cualquiera secta que sean se hallan en estado de salvación, y que creyendo esto como
un dogma, y absteniéndose de perjudicar al público, nada más se requiere para dar culto a Dios y
merecer su agrado.
El príncipe católico debe seguir el ejemplo de Teodosio que manda que en su imperio no se
permitan otras gentes que aquellas que siguen la religión católica conforme a lo que predicaban el
papa San Dámaso y San Pedro Obispo de Alejandría; o el ejemplo de Valentiniano que mandó que
los herejes fueran desterrados de sus dominios y otros semejantes.
la religión católica ha padecido una terrible persecución por los franceses, que estos han reducido
á cautividad á la Cabeza visible de la Iglesia, que han asesinado en el altar á los Ministros de Dios,
que han destruído las Ordenes Religiosas, que han violado las virgenes de Jesu - Christo, que han
convertido en teatros de comedias los templos de Dios vivo, que han robado las alhajas del
Santuario, y que en Valladolid quemaron las sagradas Imágenes del Salvador, ensuciaron las aras
consagradas, y limpiaron con los corporales benditos las inmundicias de sus cuerpos.
Inicialmente las autoridades eclesiásticas no vieron peligro, pero luego vinieron los ataques pues
se recordó que para publicar las biblias en lengua vernácula debían cumplirse ciertas condiciones
como son: licencia del Soberano Pontífice, que la versión se haga por un autor católico y con notas
de los Santos Padres y autores clásicos.
El arzobispo Mosquera, a mediados del siglo, prohibió enseñar la moral por el texto de la Escritura,
ya que era una práctica protestante que favorecería interpretaciones divergentes y porque la
gente del pueblo y los maestros no estaban en “condiciones de entender la Biblia”. Más bien debía
utilizarse el Catecismo del Padre Gaspar Astete. Hubo fuertes debates entre quienes estaban de
acuerdo con el Arzobispo y los que, con una posición más abierta, abogaban por la lectura de la
Biblia y la capacidad de la gente para entenderla73 .