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Letras Latinoamericanas
Lima
la horrible
Letras Latinoamericanas / 3
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toda su personalidad, con prescindencia del pueblo que, todo considerado obra del amor que es poesía y vida.
lejos del holgorio y la pereza hastiada, pugnó a lo largo No soporta, poi· eso, ninguna simulación y más bien lo
de cuatro. siglos por asumir su protagónico papel en el anima el coraje de la clarividencia, aquel que permite
diálogo histórico. No obstante aquí, en Lima, como ro mirar cara a cara el horror y denunciarlo.
colocada.
!O
l. LA EXTRAVIADA NOSTALGIA
tados y miserables, que debió tundir, por lo menos en
bierna a todos, y lo que no sufre uno mismo no sin mayor recelo durante más de una centuria innume
da cuidado al otro.
rables páginas de remembrantes doctores on la rcsp( e
BARÓN DE HUMBOLDT
Como si el porvenir y aun el presente carecieran de en· rario. Su fórmula, tal cual él mismo la reve ó fue: me -;
tídad, Lima y los limeños vivimos saturados de pasado. clar lo trágico y lo cómico, la historia con la meniiru.
Este nos ha sido impuesto por quienes creyeron desen Cometeremos aquí el' sacrilegio de no ponderar su -
trañar el enigma de nuestro ser, acerca del cual, para obra con la verbosa incondicionalidad que es usual. A
fijarnos un destino, preguntamos perplejos desde siem fuerza de ingenio, paciencia y buen humor, Palma
n «la <le una como earaoiada nostalgia ( Raúl Porras sonajes sólo ocasionalmente son héroes, nunca rebeldes
B urenechea), y esto es cierto más en lo que atañe al ni libertadores (Riva-Agiiero observó, para alabarlo, el
descamino del sentimiento que al sentimiento mismo. mismo detalle). Una galería de cortesanos respetuosos
Porque, ¿hacia dónde miran nuestros ojos históricos? y respetables surgió dé la pluma del gran escritor. Ni
Miran al espejismo de una edad que no tuvo el carácter ellos ni sus acciones pusieron en peligro el fabuloso
idílico que tendenciosamente le ha sido atribuido y que decorado de los representantes regios, de sus coquetas
más bien se ordenó en función de rígidas castas y privi aunque púdicas mujeres, de sus clérigos menos licen
legios de fortuna y bienestar para unos cuantos en des· ciosos que concupiscentes, todos desaprensivos en punto
medro de todo el inmenso resto. a cuestiones profanas, jamás en cosas de dogma o teo
hallado todavía su juez, su crítico insobornable. La es Es verdad que el autor de las Tradiciones Peruanas
tam a que de ella, en artículos, relatos y ensayos, se compuso una suerte de frágil y aldeana comedie hu
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nos ofrece se conforma de supuestas abundancias y maine, pero no acertó a incluir en ella a nadie que por
serenidades, sin que figure ahí la imaginable tensión descontentadizo y libre quisiera sacudir el conformis
entre amos y siervos, extranjeros y aborígenes, poten- mo y trastrocar la deferencia debida a las instituciones.
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Respectivamente, su versión de los próceres de la In Héctor Velarde lo ha descubierto) qne ahí campee al
dependencia estuvo morigerada por el adormecedor guien que se considera a sí propio como un virrey espa
aroma de salones y alcobas virreinales. La invención ñol, cuando no, simplemente para contrastar la alter
colonial, de tanto éxito, acabó con su inicial propósito nancia política, un híbrido de rey inca. La carrera del
satírico, ciertamente demoledor. Es innegable que la limeño notable comienza en el puesto público, la dipu
tradición malogró a Palma para la historia ( Luis A. tación o el capitulerismo electoral, y triunfal concluye
Sánchez) y que en vez de la realidad virreinal nos legó en el poder o en la privanza oficial de quien riega la
una teoría digresiva del mundo -del mundo limeño, se higuera cuatricentenaria del solar del fundador. El
entiende, o del universal atisbado desde la estrecha miri perricholismo literario o intelectual, al que Sánchez
Jla pueblerina- que ahora es difícil reemplazar por alude, es menos terco, con todo, que el social. En aquél
otra general, científica. Tanta es nuestra pereza intelec insiste la reminiscencia hipocondríaca que tarde o tem
tual que estamos cómodamente sumidos en el congelado prano -Palma es la excepción del talento- zozobra
esquema de una quimera. El que no acepta la leyenda en los límites de la reputación local; éste constituye,
como heredad y los fantasmas que la pueblan como an por el contrario, todo un proyecto existencial, a cuyo
tepasados venerables, como larvas o manes, resulta para cumplimiento se suelen sacrificar ideas, principios y
El pasado vive y persiste en Lima, y atrae con fuerza Que el pasado nos atrae es algo menos de lo que en
innegable, escribió Porras Barrenecbea, y no se equi verdad ocurre: estamos alienados por él, no sólo por
vo,A No se trata siquiera de la supervivencia de los que es la fuente de toda la cultura popular, del kitsch
monumentos, que son indicios concretos pero menosca nacional, y porque contiene una pauta de conducta
ba os Je an año, sino de ese designio que fuera deno para el Pobre Cualquiera que ansía ser algú dí Don
minado ya, por su ánimo régresivo, colonialismo ( José Alguien, y porque la actualidad reproduce como cari
Carlos Mariátegui) y perricholismo (Luis A. Sánchez). catura el orden pretérito, sino porque, en esenoir
El culto, si se lo define en pocas palabras, del boato parece no haber escapatoria a llevar la cabeza <le reve •
palaciego al que aspira a acceder, como la ViJJegas a hipnotizada por el ayer hechizo y ciega al rumbo ven .
las sábanas de Amat, todo limeño de cepa o no. Entre clero. El pasado está en todas partes, abrazando hogar
nosotros se arriba a la Corte rediviva merced a los casi y escuela, política y prensa, folklore y literatura, reli
profesionales esfuerzos de una entera vida. Malinchis gión y mundanidad. Así, por ejemplo, en labios de los
mo en almíbar por, desapasionado y prolijo, el perri mayores se repiten rutinarias las consejas coloniales,·
cholismo parece ser una de las energías del individuo en las aulas se repasan los infundios arcádicos, en las
y la sociedad limeños, y si hoy en el Palacio de Piza caJles desfilan las carrozas doradas del gobierno y en
rro, como desde hace 140 años, habita un Presidente los diarios reaparecen, como en un ciclo ebrio, las
de la República, ello no impide (la aguda ironía de elegías al edén perdido. Cantamos y bailamos "valses
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criollos", que ahora se obstinan en evocar el puente y
res, sus penicilinas, sus nylon, etc.- la quieta ciudad OBRAS ANONIMAS QUE REFLEJAN UN MUNDO ANONIMO
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El embotellamiento de vehículos en el centro y las ave
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Al resto del país se transmite, por modo del imperio historia, ni de una falta de perspectiva hacia el pro
metropolitano, el ensueño nobiliario ·( cuyos títulos greso del hombre, ni de una loca borrachera de ana
avala la alta banca), y en cada ciudad, pueblo o villo cronismo, nada de eso, sino del mantenimiento, al
lienta y paródica.
su hispanismo meramente tauromáquico y flamenco, su
destino irrenunciable.
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la casa.de.gohierno, eLcabildo y la iglesia con la au
IV. ¿ES EL AZAR NUESTRA DEIDAD?
¿ EJl qué casa de' Lima' la dorada vivían caserío que ahí ya había. El rey español .dio tres co
Así es, pues, desde los primeros años la élite limeña. valle del Rímac, hasta antes de la invasión temido
¿ Cómo se conduce -es propio indagar enseguida- la oráculo previsor, era un vergel, sitio claro, airoso y
masa popular? Lima fue consagrada capital -y descombrado, con buena tierra, harto regadío, atmós
Corte- por azar. El azar fue la loba que amamantó a fera. limpia, puerto marítimo y otras bondades, alguna
sus fundadores. Los compañeros de· Pizarro afincados de las cuales los limeños .de hoy echamos de menos.
en Jauja, uno de los más bellos y feraces valles de la Era la de la fundación época de estío, despejada, de
Sierra Central, acusaron al clima de ser enemigo de sol �uerte a mediodía y brisa fresca al atardecer, y los
la ganadería y la cría de aves, reprochándole también OÍIC1¡¡les y soldados del conquistador castellano andaban
carencia de bosques madereros y excesiva lejanía del en el trance un tanto alucinados. El clima del presente
océano. El Gobernador Adelantado y Capitán General cuando la ciudad se ha centuplicado a partir del áre;
atendió la demanda de sus rodrigones y decidió hacer inicial y han desaparecido Ios bosquecillos aledaños
los avanzar, perpendicularmente a los Andes, hacia el c�andq el �umo de las fábricas precipita un smog qu�
mar hasta hallar una tierra llana en donde fuera posible añade detritus, al polvo que mancha el aire y a la ne
establecer la cabeza de los nuevos reinos. La misión blina de los seis meses invernales, es como nunca ese
encomendada a Díaz, Tello y Martín de encontrar un ambiente que torna .la vida .
éxito. El 18 de enero de 1535 fue fundada la Ciudad , . ,.un dulce. malestar de . enera a enero
de los Reyes, cuya distribución ejecutó el propio Piza Y un estarse muriendo todo ·el año.
rro con ayuda de uno que, por casualidad, algo cono {Juan de A ra n a ) .
cada cual dividida en cuatro solares, en el que se reservó Gripe, catarro,. asma, . amigdalitis y reumatismo
un espacio libre para la plaza mayor -o Plaza de por decir lo menos -al cabo de los cuales la tisi:
Armas-, en la que habrían de. tener prolongada sede pende como una espada en el extremo de un cabello-
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se conciertan, sin embargo, con la particularidad más
os
l abusos de los pode rosos, la imp údica corrupcion
te de un catastrófico remezón sísmico. Ese aire bien de los cerros pelados y los arenales de orno,
ent que en
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tempere, mediocre, tristón y soledoso, condiciona una
invi erno envuelve un tul de niebla que hace irreales a
pueblo es igual a la noche de Lima: suave. No se mente nuevas (Herman Melville), se conviert en en 8r
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ocultándolas o sublimándolas), vertida con sus dolo
ella tenemos los limeños, Se cuenta que siendo alcalde
perros son en nuestra ciudad perezosisimos e indiie labrota mucho más e xpresiva que el eufemismo que
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temporáneo calcado, salvo excepciones, de magazmes De esta misma manera, por otra parte, se concatenan
norteamericanos. Clase media y bnrgnesía grande se más insomnios civiles: tener un auto cualquiera, tener
sitúan en estas dos clases de barrios fronterizos. La masa un auto americano de un modelo de no menos de cinco
popular se bacina, en cambio, en tres especies de años atrás, tener un auto nuevo ( ese auto nuevo, no
horror: el callejón, largo pasadizo flanqueado de tugu otro), tener dos autos, tener tres autos, ad infinito.
rios misérrimos; la barriada, urbanización clandestina También, con parecida secuencia, se da la tribulación
y espontánea de chozas de estera que excepcionalmente educativa de los padres de familia: que los niños vayan
deriva en casita de adobe o ladrillo, y el corralón, con a cualquier colegio particular antes que a los del Es
junto de habitaciones rústicas en baldíos cercados. Son tado, que vayan a un colegio particular de cierto pres
núcleos éstos en los que se refugia más de medio millón tigio, que vayan a un colegio de niños ricos, que vayan
Toda esta referencia a la estructura de la ciudad no colegio donde van los hijos del millonario Fulano de
tiene aquí propósitos meramente informativos. Preten Tal. La voluntad de vivienda, confort o educación se
de señalar que el pueblo, que ocupa las tres clases de torna, en estos casos, en voluntad de ascenso social. Vo
no-vivienda mencionadas y otras semejantes, y que en luntad, pues, de desclasamiento. La aspiración general
ellas, como un cinturón de barro, ajusta día a día el consiste en aproximarse lo más que sea posible a las
sitio de la capital peruana, sueña con acceder, constru Grandes Familias y participar, gracias a ello, de una re
yéndola u obteniéndola como premio o donación, a una lativa situación de privilegio. Este esp'íritu no es exclusi
casita de las que ocupa la mesocracia baja. Esta, como vo de la clase media. El pueblo entero, aun su masa más
es natural, tiende a· salir de la morada estrecha o el de desdichada e indigente, obedece al mecanismo descrito.
partamentito para habitar un domicilio adecentado de Y por una razón clara: cuanto más inestable es el status,
los que pueblan las familias de la clase media alta. A más vehementemente se desea alcanzar la estabilidad. Y
residencial trepando, en lo que a la pugna habitacional En esta lucha, como resulta. lógico, prepondera el in
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respecta, la gran pirámide desde el escalón del chalecito dividualismo. Se le ha impuesto al pueblo, lo que es
al de la más holgada casa, con jardín y todo, y del de es más grave, como principio rector para tener éxito en
ta última al de la casona o villa. Es decir, con más exac la difícil prueba del escalamiento social y económico,
1 titud, al rellano de la mansión en la ciudad y la casa de pues a los niños y adolescentes, desde el más pequeño
verano, si es posible con playa 'propia y otras gollerías de la última escuela fiscal gratuita, se les martilla, una
más. Es toda una marcha al Snr, pues la escala tiene esa y otra vez y en toda ocasión, que el "triunfo" depende
dirección cardinal. La voluntad de vivienda mueve, co únicamente del sumiso traba jo y del acatamiento de la
mo se aprecia, a la sociedad desde su fondo por una organización de la sociedad tal cual es. La falacia es
reacción en cadena enérgica aunque sin estrépito. ilustrada, porque se quiere destruir la tendencia a
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la unidad de clase y a la mancomunada querella poi- la dentro de una reestructuración socio-económica, sino
conquista de los derechos, con. el caso de aquel humilde casas gratis (para aliviar el problema de la vivienda
chofer de camión que llegó a ser propietario de una se requerirían; según los técnicos, cinco presupuestos
empresa, o con el· de ese otro modesto empleado que nacionales dedicados íntegramente a él) , tierra gratis,
alcanzó por propio esfuerzo la condición suprema de alimento gratis. Parecen saber los muy zorro, 'l"'' la
banquero, sucesos muy raros y aislados. En tales in promesa de otorgamiento de cualquier bien en P" •¡ r
1 ' fundios cree el pueblo limeño, que reverencia la pompa dad es lo que mueve el sufragio del ciudadano coun.u.
al"is!ocritfoo-Jmrguesa, que admira a quien conduce el Las puertas de la riqueza se abren en la lotería, en el
vo lunlo de UJ "Cadillac", que es espectador desde la juego hípico, en el golpe de suerte, en una vasta trama
acera de las odas de Camacho oligárquicas, que atisba de envite que comienza en el ridículo concurso que
y limosnea en la puerta de los restaurantes donde los premia cupones con casas, automóviles, · televisores o
pollos a la brasa se doran en la barbacoa. "No me ex dinero en efectivo -todo con el fin comercial de acrecer
amigo extranjero- por qué esa. gente no irrumpe en suculenta suma del pallón de las carreras de caha
el local, arranca el nianjar de las parrillas y acuchilla llos, tan suculenta que han sido creadas organizaciones
a todo el que se le oponga. No sería, después de todo, altamente solventes de expertos que por la cantidad in
sino un acto de estricta justicia . . . " vertida en la apuesta concentran el mayor porcentaje
Tampoco nos explicamos nosotros por qué no sucede de posibilidades de éxito. Para la masa limeña, así
esta explosión. Recordamos cómo los desgreñados pa desviada de su legítimo destino, el socialismo constitu
risienses se lanzaron contra Las Tullerías y su obeso ye una amenaza, aun para el más pobre en su paupé
inquilino, cómo los bolcheviques de Petrogrado copa rrima propiedad: la choza de esteras en la barriada, por
ron el Palacio de Invierno, cómo los campesinos me· ejemplo, que siente suya y que cree que algún día po
xicanos barrieron a sangre y fuego a Porfirio y el por· seerá con título legal. Este microscópico propietario
firismo, cómo los guajiros de Fidel Castro purificaron masca pacientemente sus desgracias mientras atiza su
la prostibularia La Habana, aunque sabemos muy bien ilusión. O las embriaga en la taberna, las lleva a la
que el nuestro es un pueblo de hambrientos y discri plaza pública manifestando por los candidatos ele
minados, todavía no de revolucionarios: En el alma de la reacción -que sirven a las Grandes Familias-, las
la multitud, cuyos adelantados mendicantes pordiosean sume en su abulia, las empolla para la hora en que,
en pleno Jirón de la Unión, está profundamente arrai por influencias o albures, el gobernante de turno le en
gada, diríamos que casi amalgamada con ella, la cer tregue, a través de la caridad, la casita soñada y la co
teza de que súbitamente puede abrírsele a uno cual· locación fija que son andaderas hacia más elevados
de oficio no ofrezcan al pueblo su liberación colectiva La maquinaria de la, explotación, bien lubricada poi·
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el fraude de la Arcadia Colonial, fue comparada por el
V. LA CIUDAD DEVOTA Y VOLUPTUOSA
las reyecías intermediarias, tiene Lima. Pusilánime y Eran· muchos, llevaban el ídolo
la cola de la muchedumbre
para alejar el peligro y atraer el buen agüero. Una vital
como una salida de mar
PABLO NERUDA .
los actos de la humilde gente que acepta la fatalidad
[Procesión en Lima, 1947)
de su existencia. Por si fuera poco, la celebra en sus
una brecha en el muro de las diferencias. Ante el pa Mas el azar no es para los ·l ime ñ os estrictamente un
deidad? a i ti
s s d as · por · la super tición s , q ue al unos g ponderan
encia s e e ti
x ng ue con el ritual y en el aca a t m i nto
e al
t iva e deci
d dir cu ál té r mi no es e l j us o t , e l se undo g p a
1 .
r e e de inir
c f m e or a l á
j ciudad y su g ente . L o colonial
toda f elici d a
d . P er o sensua li dad no e s sensib lidad i , y
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cia. Como en la ética del. pecado _conducta .semejante (Jorge Basadre). Haciendo el balance de la cultura de
conlleva la amenaza de sanción eterna, el limeño re la época, Riva-Agüero nombró en un breve artículo a
curre cíclicamente, como antes quedó apuntado, a los no menos de una veintena de eclesiásticos. La Inquisi
consuelos de la oración y a la penitencia. Es religioso ción, de otra parte, manejó un poder que ni siquiera
por roacciór , no por acción. fue capaz de contener el gobierno civil, al punto de que
La conquista la llevaron a cabo los soldadotes de una . cuando el flagranie tribunal se encontró ayuno de carne
nació con ocho ·siglos de guerra a cuestas -y quizá, heterodoxa que chamuscar se dedicó a la pesquisa de
como Toynbee piensa, debido· a un impulso de inercia la más secreta conciencia privada. Sin profesiones ni
belicista-, a quienes siempre acompañó un capellán funciones para quienes no fueran mayorazgos, los hijos
de la índole de aquel Valverde de "¡ Los Evangelios en segundones y tercerones de las familias españolas do
tierra! [Venganza, cristianos!" Si la mesnada españo minantes acabaron tonsurados, no tanto para ocuparse
la se propuso saquear la tierra descubierta de su mucho de la· salvación de almas descarriadas· sino principal
oro (20 millones de dólares fue, de acuerdo a los cálcu mente para ·acaparar la docencia, la dirección confe
los de J. Alden Mason, el producto del "rescate" de sional, la sinecura eclesiástica, el buen pasar de los sa-
los curas se entregaron a la tarea paralela de suplantar Esta super-clase religiosa no disminuyó cuando en
la "idolatría" por la fe cristiana. En función de esto ciclopedismo y liberalismo llegaron a nuestras playas.
último fueron templos y más templos los edificios eri Se retrajo un. poco; nada más, pero volvió a ocupar su
gidos en viejas y flamantes ciudades, y sacerdotes los influyente sitio detrás de los estatutos republicanos: el
que cumplieron, protegidos por el espadón militar, el caso de Bartolórné Herrera ilustra bien esta vuelta del
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quehacer apostólico de ganar para el cielo a los indios. clero al poder. Y si es cierto que durante la nueva era
Con tal finalidad los redujeron paradojalmente a la el uniforme castrense del caudillo sobrepasó en impor
más vil esclavitud. Iglesias y frailes, según el esquema tancia a la ropa talar, la palabra de la clerigalla con
antedicho, proliferaron desde el principio en Lima. En tinuó intacta entre los palaciegos 'bastidores. Dios fue
el XVII, cuando la capital ya contaba con 25,534 habi una de las armas de la conquista ( Alberto Salas); lo
tantes, había 4,0 casas de reclusión conventual, y tanta fue también de la colonia. y su sistema expoliador y
era la abundancia de gente de hábito de uno y otro lo es ahora de los promotores de la visión idílica de los
que Los virreyes se quejaban a menudo de que el nú ¿ Y cómo ahora? Lima nunca estuvo lih-« del ojo in
mero dí! ifrailes y monjas era superior a la capacidad quisidor. Por eso el limeño burgués de 'ioy :oM< < 1
de la u dad y a las características de la población, y de ayer practica sus deberes religiosos con el propósi
numeros s órdenes fueron expedidas para que dismi to de mostrar públicamente que nada, ni siquiera la
nuyera el número de religiosos que venían a América voluptuosidad en que vive, lo aparta de lo que dice que
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es su fe. y ésta es barroca, retorcida y exterior, recu
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de la expansion católica, desapareció o fue sustituida
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ventral oidor, a cualquier máscara del acartonado VI. DE LA TAPADA A "MISS PERU"
morigeradas facciones africanas, nos presenta un em América, a la mujer litneña, breve de pie y de
pésitd ele eliminar de la historia aquello que desdiga · rosas, como en una fiesta de hermosura, o en con
"siempre hubo ricos y pobres" hace cundir la mentira Es poco probable que en 1561, a menos de veinte años
de la Arcadia Colonial ya que en el imaginario, retablo de fundada Lima, las limeñas reaccionaran contra un
que ésta constituye no instala la justicia sino el placer bando que prohibía el uso de, la saya y el manto con
compartido. Mientras digiere sus hartazgos, cuyo peso nada menos, como lo cnenta Palma, que una huelga en
aligerará con los reglamentarios golpes de pecho, en la cual, aparte del abandono de las tareas habitualmen
seña que es preciso equilibrar, cada cual en su nivel, te encomendadas a la mujer, salieran las tapadas a la
sensualidad y beatitud, la primera como recuperación calle en son de mitin. Cabe más bien suponer que aque
del paraíso perdido con la pérdida de la edad dorada lla disposición y otras posteriores dirigidas a suprimir
y la segunda como freno moral para restablecer la ar el típico traje fueran derogadas bajo el influjo sordo
monía del alma. En síntesis, ese es el secreto de la am e insidioso de las damas sobre la voluntad de sus ma
bivalencia de la ciudad. Los usufructuarios del sistema ridos con poder. Esta es la manera invisible de gober
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que satura el presente de pretérito y anula el futuro nar que a partir de los primeros años coloniales ejerce
revertiéndolo suponen que mientras perdure la falacia el segundo sexo desde la alcoba conyugal. El procedi
habrá orden, Pero cada día les resulta más difícil que miento ha sido resultado de una espontánea compensa
uno de estos dos polos del irracionalismo no imante ción de fuerzas, al punto de que más de una vez el giro
más que el otro a tantos como viven humillados. de las cuestiones nacionales ha variado de sentido por
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cuencia, aunque parezca mentira, detenido _o desviado el deporte y la actividad de la nueva vida - u cti v i d u d
por capricho femenino,-ya que la limeña -en torno a que cumple unas veces en la oficina y otras las múM r-n la
quien existen toneladas de Iiteratura+-, no obstante la acezante obligación social+- han elevado su estut II r 1 1 ,
licenciosa fama de la tapada, ha sido y continúa siendo robustecido sus miembros, agilizado sus movimientos
terca columna, en consecuencia, del mito virreinal. En cambio, en el campo de la inteligencia, el pro
Desde los más antiguos testimonios escritos, tanto ceso no ha sido tan trastornador. Nunca fue la limeña
de cronistas locales cuanto de visitantes de toda clase educada para que su disposición intelectual ( astucia,
y condición, la mujer de Lima merece elogios por su imaginación, ingenio, elocuencia, según se insiste) se
belleza y su inteligencia, a las que nunca se dejó de aplicara al arte o a la ciencia. Semianalfabeta durante
relacionar empero con una aguda frivolidad. Hasta el coloniaje, instruida con el catecismo como fuente de
hoy, en verdad, es ella dueña de aquellos famosos atri todo saber más tarde, sumariamente formada hoy mismo
butos. En cuanto al primero, es preciso anotar que no por la improvisada docencia católica para ser poco más
obstante que el canon ha variado (no hay ya más piece que un adorno de la casa, vigentes están todavía pa
cillos andaluces, ni breves manitas de muñeca) mantie labras escritas a propósito por Enrique A. Carrillo hace
ne la mujer en conjunto una gracia genuina, la cual, menos de treinta años: ¿ Qué culpa tiene la limeña si
administrada con peculiar picardía, se convierte en el _en el convento de monjas donde para educarla la re
engañoso cebo que disimula el punzante anzuelo del cluyó la moda, apenas si se le enseña, en forma super
interés. Las limeñas atraen para devorar (F. Dabadié), ficial e incompleta, los conocimientos indispensables
han decretado, en diversos tonos, los viajeros que fueron para sostener una conversación mundana y para hacer
capaces de eludir la trampa matrimonial y un refrán figura apreciable en el salón? ¿No son los hombres los
popular consagra que Lima es paraíso de mujeres, pur primeros que, tratándola con impertinente superficia
gatorio de hombres e infierno de maridos. lidad, desdeñan, cuando con ellas alternan, los temas
Cierto es lo dicho puesto que todo el empeño feme serios y nunca pasan de la broma incolora y del ga
nino apunta a la boda, verdadera profesión para cuyo lanteo insípido? Las dotes rle inteligencia de la mujer
J 1 1
ejercicio nuestras muchachas son desde la infancia pre de Lima son pues una vasta riqueza que algún día será
la limeña arquetípica, subsisten algunas de las más Mientras tanto, dueña de tan eficaces instrumentos
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reiteradamente ponderadas por los escritores: los ojos de dominio como la belleza y el erotismo, soterrado
i
de rara fosforescencia (Palma), el talle ondulante ( Ca éste al modo rle un volcánico fuego, la limeña ha con
rey), la piel de un matiz blanco pero con tonalidades seguido guardar su tesoro mental para emplearlo des
de miel y sin colores (M. Lacroix), · 1as formas bien pués de consumar el destino al que siempre estuvo
hechas y bien proporcionadas (Theodore Child), mas condenada: el matrimonio. Este no fue jamás, como
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resulta fácil colegir, una unión en la cual la mujer con Es por esta razón que sólo situándose en la perspec
servara su personal autonomía. Por regla general, la tiva del hogar puede aceptarse aquello de que Lima
boda en Lima sume la persona femenina en la del no se comprende sin las limeñas (Ventura Carcía Cal
marido, amo y señor de la reyecía familiar y único derón), pues de otra forma el aserto atina únicamente
partícipe del convivio público. El está autorizado para a lo pintoresco y ornamental de la mujer en el paisaje
dividir su realidad -y su moral- en dos planos in urbano. El reino é n ese mundo casero explica nítida
dependientes y bien delimitados. Fuera de la casa se mente cómo las cónyuges de políticos liberales y hasta
pertenece a sí mismo, ejercita su libertad en múltiple revolucionarios hacen cambiar a sus maridos de posi
sentido y actúa en representación de sí y de sus subor ción ideológica, y por qué resulta corriente entre nos
dinados cuando ello hace falta. Traspuesto el umbral otros que un hombre, para sus amigos y relaciones,
de la morada, delega parte de su poder a la esposa, se convierta en otro desde el momento en que acepta
aquel que atañe a la responsabilidad presupuesta! del la coyunda legal y sacramental. La mujer por el ma
pequeño mundo integrado por hijos y sirvientes. En trimonio ha: sacado ventaja de su estado servil y me·
esta jurisdicción, en principio meramente administra diante la dulce estratagema que mezcla zalema y coer
tiva, es donde la mujer, despreocupada ya del proble ción se ha convertido en la eminencia gris de los
ma de su soltería -en cuya superación utilizó hasta gobiernos. Si el chileno Miguel Victoriano Lastarria
el éxito final todos sus encantos-, descuida la apa achacaba al vestido de la tapada -uniforme femeni
riencia exterior y echa mano de su inteligencia. Pro no hasta más de la mitad del pasado siglo- el poder
cura entonces que su escaso poder, constreñido por los que la limeña ha ejercido siempre en los destinos polí
muros residenciales, se proyecte al exterior social y ticos y sociales de este país, su equivocación sólo con·
prevalezca ahí a través de la influencia que posee sobre sistió en la errónea identificación de la causa del fe.
su marido. Por eso, alcanzar el corazón de un· hombre nómeno' de dominación femenina. Un traje no produce
con ascendiente público debido al dinero, el apellido un hecho social, sino· al revés. El caprichoso vestido de
1 .
o la política, ha sido la secular obsesión de la donce la tapada constituyó un medio de represalia, no, como
lla limeña. El naturalista Lesson interpretó mal el pru es obvio, la represalia misma: Cuando la saya y el
1 '
rito casadero de nuestras paisanas cuando, generalizan manto desaparecieron como atuendo, la presión oculta
do desatinadamente, afirmó que su amor no conoce de la mujer sobre el hombre no cesó. Se le pudo ad
terlina, como la política y la prosapia, indispensables norte reaccionario, en cualquier hecho dé efecto pú-
es en el amor local signo de otro lengua je, cifrado sólo ¿ Cómo podría no haber sido así? La instrucción, tal
por causa de las circunstancias: el lenguaje de la libera como ha quedado apuntado más arriba, comprometió
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frustró toda abierta competencia del talento entre los der el dicho popular antes citado: organizando un
sexos. Salvo el muy excepcional caso de Francisca Zu infierno de maridos) que guardó las apariencias y g a n ó
biaga, apodada La Mariscala, quien gobernó no por la para la.mano femenina, en último término, las riendns
Gamarra, sino en vez de él, la revanche femenina obró hizo acreedoras a las limeñas de epítetos de una vez
subrepticiamente. Y su oposición a todo intento de de irónicos y encomiásticos: ángeles con uñas ( Esteban
rribar prejuicios y acelerar el rezago nacional, a salir de Terralla y Landa) o hadas de la gramática (Paul
del estanco de la cavernaria beatería para la necesaria Groussac), por ejemplo. Ellos destacan, a fin de cuen
apertura laica, se centró en la limeña. Ella fue eco del tas, que tras el lujo, que les fue y aún les es distintivo,
el vejete y la priora, agentes de la llamada decencia, aunque trabaje parece transcurrir, dieron un vuelco al
quienes supieron tocar en la patricia la cuerda más sen orden y se arrogaron la supremacía. Dicha fuerza per
sible, la de su sutil pero efectivo imperio sobre la manece abara mismo intacta.
voluntad varonil. Hubo, pues, una infraestructura fe. Con· el advenimiento del capitalismo industrial y la
menina por ha jo del sistema jurídico y consuetudinario secuente cosmopolitización de la ciudad se vio la mujer
perceptible, una suerte de basamento clandestino ci de Lima impulsada a aceptar nuevas formas de vida y
mentado en el hermetismo de los bogares, entre cuyas a adaptarse de buena o mala gana a ellas. Hubo en el
paredes mil veces se decidió el curso de la historia proceso . un momento en que pareció que la rebeldía
patria. Claro que ciertas normas infusas y ciertas vir femenina iba a· dar la cara y a pedir una intervención
tudes presidieron, ya nominal, ya ,realmente, este críp más directa en las cuestiones públicas. Todo era propi
tico matriarcado: la mujer para el exterior debía ser cio para una acción semejante. La casa moderna dejó
y parecer ( o parecer solamente) manantial de inago de ser la señorial casona donde los hijos acogían a sus
table bondad y comprensión, debía sacrificarlo todo prolíficas familias; los bienes se hicieron dinero cir
-aun sus inclinaciones y cualidades- al mutuo en culante, valores, acciones, papel en fin; el día o la vi
tendimiento de la pareja, debía admitir con resigna gilia se prolongaron alcanzando con sus tentaciones a
ción, como incorregible particularidad masculina, la: la niña que antaño esperaba, en el balcón corrido y tras
proclividad poligámica del marido, y debía soportar la celosía, al galán peripatético; la moda desterró
sin quejas, cual prueba penitencial, las flaquezas de mantas, rebozos, chales, mantillas y otras coberturas,
aquél que Dios le había otorgado para compañero de y descubrió las intimidades que antes se recelaban como
toda la vida. En suma, estaba condenada a ser natu laurel para el dueño. providencial; el deporte, el auto
ralmente aristocrática (María Wiesse). Este código sólo movilismo, las técnicas simplificadoras, arrebataron a
pudo ser burlado gracias a una hábil política conyu la joven del paseo gratuito y le dieron un pretexto para
gal ( y, sin duda, no como ladinamente lo da a enten- salir, orearse, buscar la aventura y, por cierto, encon-
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trarla; la importancia aldeana fue cegada por éxitos recidos no hacía mucho. Luis Alayza y P.S., anacro
de mayor alcance, la publicidad radiante, los viajes y nista inveterado, se regodea porque la idea fue aplau
su efecto despercudidor; el escaso francés para la lec dida en El Comercio de la época por Todos Limeños,
tura edificante resultó desplazado por el inglés básico anónimos firmantes de un suelto muy revelador. Sin
del trato mercantil y el cinematógrafo, y el violín duda que el pueblo -se decía en él, según lo trans
o el piano fueron a yacer del salón en un ángulo oscuro, cribe Alayza-, guiado por el natural instinto de sim
arrollados por la pericia en el manejo del coche con patía a todo lo que es suyo y le pertenece. . . se lanzó
vertible o la máquina de escribir. Ya no reverenció en novelero y frenético a rendirle los parabienes de su.
la cohorte tribal a la abuela octogenaria, ni le valió aparición . . . hecho que acredita que sabe distinguir el
para nada el patronazgo experimentado de tía o tío, ni mérito del traje nacional, tan agradable como útil y
le hizo falta la mesurada alcahuetería de la ama vieja, económico, que por una aberración inconcebible se ha
menos discreta que el teléfono. Reinó el tuteo y la fran echado en olvido. . . La puntería estaba puesta, tal
cachela de la camaradería con los amigos del barrio, la como se aprecia, contra la costura francesa, por ello
universidad o la oficina, y en lugar· del té crepuscular sólo libertina. Pero la aberración inconcebible había
con las amigas convencionales, el sarao para pescar comenzado y se multiplicaría e incrementaría en ade
pretendiente y la visita al Santísimo, fueron instaura lante. La casta, heredera en la República del poder
dos el cocktail party ( y sus variantes, entre ellas el virreinal, percibió que esta insignificante forma de la
noctnrno salchicha party), el flirt sin consecuencias y liberación femenina, que respondía a un imperativo
la figuración en las columnas de sociedad de la prensa del progreso, podía hacerse indetenible, porque así como
amarilla. Dislocado el ritmo de la existencia parro los trabajadores iniciaron, a partir del ciclo industrial,
quial, todas esas antiguallas fueron a dar afortunada las demandas que significaban una ruptura con el seu
mente al traste, pero la casta oligárquica advirtió a do-paternalismo feudal, la mujer, la limeña especial
tiempo que si bien valía la pena acoger todo lo nove mente, comenzó a fracturar el sistema oclusivo del
doso, pues de hecho acarreaba consumo, había que sometimiento al hombre, que sólo había podido agu
mantener íntegros y en pie, al mismo· tiempo, los fun jerear indirectamente merced al influjo hogareño. No
damentos del régimen colonial, la gallina de los hue vio el patriarca y sultán otro modo de poner freno ª
.
Ya en 1858 se produjo un primer intento de marcha doras las que la tradición consagraba como únicas,
atrás en lo que respecta a las costumbres. Un grupo de originales, nobles y moralísimas altas virtudes de la
damas -y a modo de defensa, como no es difícil in mujer limeña ( tal es, poco más o menos, lo que la
ducirlo, del sistema colonial redivivo- sacó de los ar grafomanía ha impreso). En el ilusorio, en el quimé
cones durante las festividades de agosto, dedicadas a rico cuadro de la Arcadia Colonial se inscribió enton
Santa Rosa de Lima, las sayas y los mantos desapa- ces la eminencia femenina, sus caracteres distintos y
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Lima, permanece. La .. Arcadia Colonial encauza el río
sin pareja, su ejemplar religiosidad, su pudoroso e
de la historia y así como hace del capitalism» 1111 cas
irresistible atractivo, su mitología, en una palabra. En
tillo medieval hace de la muchacha que lee II S 1 1 1· 1 rn
suma, el freno no fue legal sino espiritual. "La colo
o viaja en jet una tapada sin mantón.
nia -se dijo- fue un edén. Sálvemos lo que de ella
Porque si ayer la limeña aspiraba a rcvolorcnr, <'11•
nos queda y reverenciemos lo que desapareció por
bierta su identidad bajo el rebozo de Manila o Chinn,
nuestra culpa. La mujer colonial, la tapada de devo
oteando con· un solo ojo pícaro la aldea y sus figuran
ciones y astucias, fue angelical. Conservémosla como
1
tes, la larga falda hasta los torneados tobillos y 1111
tal, copiando el paradigma de· antaño". En la estafa
brazo desnudo como muestra tentadora -persiguiend,1
arcádica la limeña resultó así lo que es: protagonista
así, sin demostrarlo, el "buen partido" disponible-,
de una imaginaria felicidad social.
hoy quiere campear desde la desnudez de un fugaz
De ahí que la mujer tuviera un desarrollo desigual:
reinado de Miss, el cual procura publicidad, popula
de una parte se modernizaba, se ponía a tono con su
ridad y vanidad, para alcanzar el mismo galardón qne
época en el vestido, los actos, la conducta pública, y
su antepasada, el enlace con el pudiente, y, por inter
de otra se aferraba a la falsa imagen . de su ancestro.
medio de · él, la situación pudiente para ella misma.
Rompía ciertas cadenas, tal vez las menores, pero luego
Entre la tapada tradicional y la postulante a "Miss
de la migración juvenil retornaba siempre al viejo ni
Perú" no es tanta la diferencia que hay como lo la
dal, al yugo del casorio, a la obediencia despersonali
mentan los críticos de las costumbres contemporáneas.
zadora. No se produjo la liberación -que no es, como
En el fondo -y esto es lo importante- la limeña ca
las mentes romas la conciben, infidelidad, negligencia
riñosa (Max Radiguet) personifica el pasado. Y Lima
maternal, pérdida de la feminidad, sino todo lo con
es el pasado porque es femenina, porque la opresión
trario y en el marco de la dignidad-, en virtud de
opera aquí de modo femenino. Elucidando este carác
lo cual el antiguo método de empinarse desde el ma
ter, precisamente un limeño ha inquirido: ¿quién habla
trimonio siguió siendo el expediente usado por la mujer
1 1 ahora de la debilidad de las mujeres, cuando sabemos
para cobrarse la capitis diminutio humillante.. Se sirve
que ellas han logrado la proeza de mandar obedecien
ella todavía del recurso de mandar desde el tálamo
do, ordenar rogando, imperar humillándose? (Luis A.
nupcial para orientar a su gusto, con el consejo íntimo,
Sánchez). ·
la coacción susurrada y quién sabe qué otros trámites,
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VII. EL DESIERTO HABITA EN LA CIUDAD materia humana modelándola m c d i 1 1 1 1 t < 1 ¡ 1 1 1 1 1 , ¡ " rul¡u ,
Y no es enteramente el recuerdo de sus· antiguos bres y los hombres le replican en urbanismo y arqu ¡.
cen de la impasible Lima la ciudad más triste y nos interesa, queda inscrito documentadamente. Y Lima
rror de la angustia.
arenal, un latido en la soledad, una sonrisa en la adus
[Moby Dick, cap. XXVIII] sagró como el postrer hito visible del universo: lo in
Lima.
lmaginad un desierto de arena que se extiende a lo Desde la altura el oasis limeño no es, como sería
1 1
largo del Océano por más de dos mil millas; a la mitad normal suponerlo, un esguince verdeante en el yermo:
de esta escuálida costa imaginad un oasis de una cin creeríase contemplar una ciudad en ruinas que acaba
cuentena de kilómetros, rico en la más lujuriosa vege de ser destruida por una gran catástrofe. Esas casas
tación tropical, y en medio de este oasis una metrópoli bajas con techos chatos cubiertos con una capa de barro,
incierta, risueña, civilizadísima, aunque aislada del y los gallinazos calvos y de lúgubre plumaje que co
mundo (A. Barazzoni): así veía Lima, en síntesis su ronan las techumbres, contribuyen a hacer más com
maria, un viajero italiano de 1931. Sin duda aquella pleta esta ilusión (Ernest Grandidier). Y tal como lo
lujuriosa vegetación tropical la fraguaron sus ojos con advertía este visitante de mediados del XIX, la con
la multiplicidad florida -todo el año la humedad del templa el que por avión llega hoy mismo a ella, ya que
aire ensaya en Lima renuevos de flores-, y la condi si, en efecto, en el casco central de la ciudad aproxi
ción civilizadísima de la capital peruana la dedujo el madamente la mitad de las terrosas azoteas han sido
forastero del buen trato que mereciera por parte del reemplazados por el cuadro superior de los cubos de
grupo social del cual fue huésped, pero descontadas concreto de la edificación moderna, las barriadas po
estas dos gentiles y muy meridionales exageraciones, pulares chorrean paralelas al río desde los cerros
la descripción panorámica es justa. Pero ninguna eriazos y melancólicos el terral de su miseria, y cercan
ciudad es únicamente su marco geográfico ni simple por otros puntos la urbe con su polvo, su precariedad,
mente su paisaje urbano, sino sus gentes, y si el pri su tristeza. Y aunque el techo limeño -plano porque
mero es prácticamente inconmovible y actúa sobre la la ausencia de lluvias nunca obligó a nadie, salvo a los
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esnobistas, a coronar las casas con la doble vertien
64:
satisfechas del mandato sin ondnlaciones del terreno.
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lámina quienes aquí habían nacido. Y el pastiche se
tescos con Andalucía, de la que, sm embargo, una
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moso estilo buque o en el no menos susceptible de abo sus formas de toda insurgencia susta11tiv11111P11l1, 1u11 '"
minación abusivamente apodado futurista o cubista. nal también tuvo arquitectura. A la Arcadln ( :1111111111 l
Durante la era republicana lo que la efigie de Lima no le interesó otra cosa que la actualización del ay,·,.
perdió en cuanto a monotonía ocre y terrosa de pára volviendo para ello de revés al tiempo, porque el tiem po
mo, lo recuperó con la grisura del cemento, que si bien que deviene sin controversia pasatista pone en eviden
no incuba podre tampoco admite pátina de ninguna cia más y más que la humanidad -y el Perú, y Lima
nobleza colorística. De la ciudad rectilínea pero exul quiere y requiere una revolución. Considerar el neo
tante de aderezos -falsos aunque pintorescos- hemos colonial como búsqueda del patrimonio es igual que
venido a parar en una ciudad moderna con idéntico conceder un mínimo de valor a experimentos típicamen
trazado geométrico mas sin los rizos, encrespamientos, te retrógrados -a más de desquiciados- como el de
salientes, molduras, abovedados y distorsiones que ins la llamada Casa de la Tradición. El fenómeno merece
Todo este rodeo tiene aquí como objetivo derivar mansión neo-colonial descabalada, se esconde una ré
de la condición delusoria de la arquitectura colonial, plica de la Plaza de Armas tradicional, de sus edificios
a la cual se acostumbra otorgar tantos títulos gloriosos, religiosos y cívicos, de su fuente, sus faroles, sus ban
el hecho incontestable de que no fue sino un barato cas y sus árboles, todo dentro de una escala pueril y
contrapeso a la uniformidad del marco geográfico y como taimada exhibición de fachadas, portales y bal
a la pobreza de fantasía urbanística de los conquistado cones. Es ese demencial juguete una especie de postal
res. Equivalencia, además, también tediosa y monocor corpórea, al parecer de unos, de maqueta o decoración
1
de, pues no significó creación sino mera rapsodia, mero teatral, de acuerdo a otros, en donde se violenta tanto
hilván, mero simulacro sin futuro. Por eso no trascen lu realidad, mediante la fábrica hechiza y la enana
dió: la tiraron aba jo los sismos, la putrefacción, la po· desproporción, que envuelve a ·sus habitantes y huéspe
lilla, los alcaldes. No valió nunca gran cosa, pero el mito des en un clima de pesadilla. El conjunto oprime la
no iba a reparar en tan minuciosa distinción cuando perspectiva habitual del ojo humano o quiebra la lógi
comenzó a embaucarnos. Más bien convirtió a la arqui ca con desarmonía exigente. ¿ Con qué fin el propie
tectura limeña, porque así convenía el gran infundio, tario levantó tan peregrina réplica, a la que hizo nom
en mirífica conjngación de oro y ventura, en de;lum brar "Casa de la Tradición"? La denominación lo dice
brante radiación que, aun perdida, podía reaparecer todo: intentaba aquel ingenuo rescatar del fondo irre
en la pantomima como un sol paradisíaco. El invento versible del tiempo la colonia, cuyo corazón fuera, en
del estilo neo-colonial no fue por ello, ni con mucho, la cierto modo, aquel espacio oficial y público. El mismo
reualorizaciáw de un patrimonio ( José García Bryce). mecanismo, en esencia, que movió a ciertos arquitectos
Por el contrario, el esfuerzo por salvar· el virreinato y a reconstruir la misma plaza magnificando los edificios
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,
' 'l
69
y tornándolos pesada y agresivamente coloniales, como VIII. SATIRA E INSTINTO DE ·CASTA
ha escrito Lavinia Riva, Lima está en el desierto -El tenido éxito sin sus letras, 'ni su prosperidad hubiese
Perú es un país de desiertos, sin. continuidad de medio sido practicable de fallarle el auxilio de todo un eficaz
habitable (Emilio Romero)- y el desierto, como un aparato universitario, académico. y erudito. Con Palma
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néndez y Pelayo. En torno al astro, primero Caviedes, calidad testimonial y su instinto universal. El ¡,uís
el libelista del XVII, cual Mercurio calcinado por las real no fue para nuestros satíricos sino borroso /11u:I,
lenguas ígneas de la estrella axial; Terralla, Larriva, ground, ralo tintero de color local. La humanidad qu",
los repentistas, después, son ahí Venus mínimas pero en versos, escenas y artículos, propuso como parudig
rútilas; Pardo y, en menor grado, Segura, ambos en ma fue espumada de la crema aristocrática y contrasta
el amanecer republicano, constituyen enseguida formas da con el inmediato y mimético medio pelo, jamús
de la Tierra, y de Arona a Yerovi, por último, circun requerida del macizo fuerte, rico y vital del oscuro pue
valan la luz prístina, a imagen de Marte, y ya en la pe· blo. La inferioridad a que se alude está dada por la su·
• 1
Toda la sátira limeña optó por la burla frívola, por por la respectiva dimisión del deber y el derecho a
el chiste rosa, y parejamente rehuyó el humor negro denunciar la injusticia que de ahí se infiere. Lo que
y mordiente del que castiga riendo. Salvo Caviedes- y pudo ser literatura social sólo alcanzó, por tanto, el
tal vez Segura -incluidos por el academismo en el grado de reprimenda autoritaria. Y no fue nada.
cuadro, pues no se halló pretexto para escamotearlos-, Esa literatura comprometida con el orden arbitrario,
'todos los escritores de Lima en el orden costumbrista no con la libertad, no es, como se nos ha querido hacer
tuvieron especial menosprecio por lo moderno y se jac creer, natural. Por el contrario, y a redopelo, obró
taron de su veneración a los tiempos idos, sus gollerías desde su artificio sobre la voluntad de las gentes dis
y sus ocios. La repulsa de los nuevos usos (la Repúbli poniéndolas a la risueña consideración de todo lo que
ca, el bolivarismo, la igualdad, el criterio laico, la m á encarnaba vivas esperanzas. Tuvimos patria y repúbli
quina) fue contumaz y escondió un parsimonioso ca en solfa (Raúl Porras Barrenechea) porque antela
antídoto contra el progreso: la moraleja conservadora. damente ambas fueron república y patria caricaturiza
Para nuestros censores resultó reprobable cualquier li das por la sátira. Claro que la ironía siempre fue
beralidad. Pardo ilustra en una comedia (Frutos de la limitada y la risa nunca estalló en franca, iconoclasta
Educación) esta negativa a acatar la renovación: entre carcajada. Así nació la lisura. Porque, ¿qué es en esen
un tieso novio inglés y la afición a cierto movedizo bai cia la lisura limeña? No la interjección airada, ni la
le nacional, hay que elegir el novio inglés, porque el palabrota rotunda, ni la escabrosa exclamación, ni el
baile equivale a la barbarie. No es; pues, la tradición esperpento deforme, sino todo lo contrario, tanto que
palmiana el único producto de un hondo seruimieruo de. la habitual blasfemia española resulta un crimen si se la
inferioridad social (José Miguel Oviedo), sino que la compara con esa maliciosa hechura del desahogo hu
literatura festiva, que sólo concibe a la sociedad muy moral que punza como el florete y que, sin embargo,
jerarquizada, estanca e imperfectible, se nutre de. idén formalmente, no acusa herida ni entraña ataque a caru
tico sentimiento. Ello implica, por supuesto, la renun limpia. Imposible definirla si no es describiéndola: Es
cia a dos dimensiones de la potencialidad creadora: su un modo de decir chispeante y ligero, que no alcanza
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73
so de los quimeristas del c o J . 0 1 1 i 1 1 l i i , 1 1 1 1 1 . 111 pu, 1,111 1 11 pu
nunca á ser pesado y malévolo, y que en las mismas
quiebran un principio de la a i, 0 1 • i 1 1 1 · i u 1 1 ,·d1 1111 ,1 , 1 ,1,
lesiones que causa burla burlando pone, al mismo
no llamar jamás realistamente al ¡u111 J""' , u/ 1 ,,.,.
tiempo, el bálsamo que palia y cicatriza (Max Radi
vino. La primera desidencia auté11Lie111111,11t1 •• \11111, tu
guet). En síntesis, cura en salud y se contradice, pues
naria surgida en Lima nos conminó, Jllll' 1•·111 1p11 t II
golpea y acaricia, agravia y se excusa, afrenta y se
rectifica. La etimología del término es obvia: frescura, romper el pacto infame de hablar a media '"'· ( J\ 1 1 1 1 1 1 1 , 1
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tuación y niega su pohreza como destino, stl !11 11 bren
pero que en Lima -en América Latina- es igualmen
gurado de antemano. No escandalizar con la heterodo dizo situarse. Para ser lo que no se es se precisa ele un
¡,
breza no es huachafería (Ezequiel Balarezo Pinillos), hombre o mujer que en cualquier ocasión procuran ex
donde los satíricos la advierten. Y es explicable. Si el fin de cuentas, el apelativo sujeta el deshorde medio
pobre se queda en pobre, acepta la pobreza y la reco cre. Pero no se olvide que también cierra una ruta hacia
o naturaleza irrecusable, no habrá peligro de que ame· puestos ele mando hasta ahora reservados a los progé
nace de ningún modo el estado de cosas que la deter nitos de la casta colonial, que alguna vez fue de intru
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76
IX. EL PANTEON DE LA MENTIRA
sentido del huachafismo: lo califican despectivamente
índole semántica, aparentemente innocuas, son pecu era general, otro un gran capitán, etc . . . , todos hé,
roes.
liares de Lima.
Si vais ahora a Lima veréis un cementerio comu
El ciclo se cierra: sátira-lisura-huachafería. El enca no hay dos, y aprenderéis todo lo que hay de he·
PAUL GAUGUIN
Desde muy atrás lo mueve la coacción estructural del
[Avant t::t Apres]
sito del mito. La compulsión echa mano no tanto de la ¿ Qué limeño, de niño, no ha temblado de terror oyendo
fuerza bruta cuanto de la sutil buena conciencia farisai los cuentos de penas con que, en la sobremesa noctur
ca que pide adoración y rendimiento y que los enseña na, distraen -o distraían, hasta el advenimiento de lu
en la tácita o explícita moraleja. De cualquier satírico televisión- sus ocios nocturnos los mayores? Recuer
festivo limeño -de cualquier señor limeño, vale da el autor de estas páginas aquellas historias de apa
decir- se puede afirmar lo que José Carlos Mariáte recidos, horrendos duendes, bultos trashumantes, bron
gui dijo del no se sabe por qué ilustre Pardo: Toda la cas sombras, lucecillas raudas, y piensa que, a pesar de
inspiración de su sátira procede de su mal humor de que fantasmagoría semejante ha llenado la noche de
corregidor o de encomendero a quien una revolución otros pueblos, aquí estas extraordinarias narraciones
ha igualado, en la teoría si no en el hecho, con los mes son algo más que formas del folklore tenebroso de las
tizos y los indígenas. Todas las raíces de su burla están mentes primitivas, mágicas. Nuestros cuentos de fantas
en su instinto de casta. El acento no es el de un hombre mas están unidos estrechamente, en verdad, a la incul
1
que se siente peruano sino el de un hombre que se sien tura, el subdesarrollo y la religiosidad azorada, pero
1
te español en un país conquistado por España para los puestas entre corchetes estas tres condiciones una más
descendientes de sus capitanes y de sus bachilleres. queda en evidencia: la que se vincula con el culto a los
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con la fantasía de los difuntos 'o entes sobrenaturales
,,
pecto: piadoso, pues aspira a salvarlas del castigo, y
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de ciencias naturales y de física y qn 11111,·11, 110 111,·nos
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cos. . . ( César Miró). Debiera decirse, más bien, que yuxtaponen en simétricas filas e hileras, uloí t"Hl1í11 111-
dicha renuncia -inevitable a la hora en que el sorti dependientes, tras la puertecilla de mármol q11,· , . ¡ , . , . 11
legio colonial sea conjurado por la liberación intelec las hornacinas, los ataúdes. El cadáver, claro, HCnÍ pn 111
tual del pueblo- significará quitarle a los limeños las de los gusanos, perderá su envoltura carnal, la os111111·11·
cadenas que los atan al hechizo pasado. Los muertos ta postrera se irá deshaciendo y no quedará mula ,l,·I
son, en el más aceptable aspecto del mito funerario, que fue. Mas los deudos siempre sabrán que el incolo
manes familiares o de clan, raíces de la vida clavadas ro detritus que está guardado es uno y no otro, mereniú
en la tierra ancestral, en la cual yacen los antepasados, tales o cuales honores, tuvo rostro y figura diferentes.
a cuyo polvo ellos se reincorporaron, cumplido el ciclo Magnífico ejemplo de esta precaria supervivencia cor
de la existencia, para fecundarlo y asegurar la conti pórea, en la Catedral yacen los supuestos despojos de
nuidad de una cultura. De ninguna manera, constitu Francisco Pizarro: reseco rostro desorbitado, escasa
yen, como en Lima se cree, pruebas directas y fidedig pilosidad del gran barbado, enjuta persona perdida en
nas de que el pretérito fue feliz, abundante y pródigo. El arca de vidrio. La Arcadia Colonial no lo quiere saber
más allá es siempre borroso y toda encarnación de sus completamente muerto. Duerme, sale a pasear, retorna
espíritus -.si es que en esa inaprensible latitud hay al lecho y no se deslustra como la dorada ciudad que
espíritu, cosa de la que aquí respetuosamente nos per dicen -que mienten- que él fundó.
mitimos dudar- no puede responder a ningún com Humorista hay que ha encontrado el origen físico,
promiso con el sistema económico y social reinante en orgánico, de las penas limeñas achacándolas a morosas
una comunidad y con quienes lo manipulan a su anto digestiones de copiosas cenas de menestras, y científico
1 , jo y provecho. Pero a diferencia de otros pueblos, la hubo que se las asignó al calor veraniego. Las hipótesis
, .
muerte para el limeño debe entrañar una concreta pro valen como parciales aproximaciones al problema, pero
mesa de dicha, no impersonal y metafísica, sino de no dejan resquicio, tomadas en serio, para interpretar
goces reales, inmediatos y patentes. Sólo con la mira otras manifestaciones del peculiar culto limeño a los
puesta en este premio, que ha de serle otorgado a plazo muertos. Una es la presencia obstinada del motivo fu.
más o menos fijo, se resigna a vivir como vive. Un con nerario en el vals criollo. Hasta hace poco -exacta
cepto así de vida y muerte r�clama que la descompo mente hasta que sobrevino la modalidad rememoran
sición de la carne no se complete, ya que es inevitable, te--, el vals limeño se nutría de dos manantiales: uno,
con la integración de la materia corporal al magma, al la melodía europea transculturada y vulgarizada, que
humus, a la tierra. Se prefiere que el polvo con nombre en el transporte perdió su estilo estirado y ceremonioso
y apellido quede separado, diferenciado, individuali y se hizo sincopada y picaresca; la otra, los lúgubres
zado y archivado, ajeno al polvo que el viento dispersa. versos, que son queja, lamento y piedad. La necrofilia
1
Tal vez por eso nuestro cementerio parece un archivo: dio las páginas más populares -y las mejores, quién
dividido en blancos monobloques en que los nichos se se atreve a negarlo- del cancionero de Lima. Cuando
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lista, exalta expresamente la colonía y reveladonuueu
una fiesta arrecia, el rasgueo metálico de las guitarras
te denomina a Lima, a la Lima del virreinato, la ciudad,
y la aguardentosa voz de los cantantes repite un grito
de mil quimeras (Mi ofrenda).
desesperado:
Hablar del vals criollo obliga a referirse a un lime
Yo te pido, guardián, que cuando muera
ño representativo: Felipe Pinglo Alva. Los grandes
borres la huella de mi humilde fosa,
libros no lo citan, pero su memoria y su obra persisten
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na atonía del solitario. Más ése es su encanto, su sabor X. EL PAIS INHIBIDO EN LA PINTIJI1A.
que enajena universalmente porque el negro y lo negro Pocas manifestaciones artísticas como la pintura ,·olo
son universales, ni esa fuerza posesiva del jazz que se nial han sido objeto de ponderación tan vehemente.
identifica con una civilización expansiva y de influjo Ejemplares grandes y pequeños de esta variedad penden
ecuménico. Requiere para ser entendido y sentido un no sólo sobre los muros de los museos sino en los de
oído y un gusto muy particulares. No se lo comprende casas, residencias y mansiones de los limeños con or
ni se lo aprecia sino perteneciendo a Lima porque es, a gullo castizo. Los cuadros de la Escuela Cuzqueña (y
la postre, una comunicación secreta de melancolías en menor proporción de las de Quito y Potosí) son
propias: garúa, calles desoladas, balcones vacíos o con además piezas de un reñido comercio, tanto por las
las persianas corridas, geranios intemporales, abraza telas cuanto por los aparatosos marcos estofados que las
doras bugambilias, misas de difuntos, cometas polí suelen ornamentar, al punto de que muchas veces son
cromas en un cielo de gas neón, y también, o sobre todo, éstos y no aquéllas las que les otorgan su valor. Este
pobrezas que siempre fue preciso olvidar porque ésa hecho sirve bien a nuestro afán de develar por cuán
era la manera de combatirlas. Pinglo cantó el presente, innumerables caminos el mito arcádico secuestra nues
su presente. No hizo, como es de uso, el elogio de las tro presente y anula su proyección futura. Lo que en
tapadas y las misturas, sino que vertió en . su música seguida se afirmará de la pintura colonial no constitu
Y sus versos lo que es el pueblo limeño, pueblo simple, ye, por esa razón, una interpretación estética de las
efectivo, emocional, resignado, dulce, cortés, amable, creaciones mencionadas sino una indagación acerca de
y lo dio, posiblemente sin desearlo, como testimonio de la intención que dirigió su producción y del uso que,
rnamos al recinto donde van a parar los huesos inani La reflexión en torno al problema que plantea el
rnados, cementerio, camposanto o necrópolis. Le deci examen del fenómeno artístico colonial nos excita a
tnos atrevidamente panteón. Nuestra historia, aun la considerar la relación de dos términos o conceptos.
más triste, también es un panteón. Nuestra música, otro · Dichos conceptos, muy concretos en sí pero ciertamente
panteón. El panteón segrega su mentira fantasmagórica menos precisos en el trance de conjugarlos en una
y a esa fata morgana estaremos unidos hasta que; me ecuación, son los de Perú y Pintura. Con patética evi
diante el deicidio o la profanación de las tumbas, sea dencia se revela que a través del decurso nacional los
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cias sufrimos todavía. Entre la pintura 'corno arte y una
gena. La pintura tuvo un programa práctico de acción,
persona original del artista, que es quien hace de esas atención al juicio zahorí. Hubo una receta: el hombre
que forma parte de un modo fatal y la intensidad es que prevalecieran en los cuadros los emblemas de la
y su tiempo. Sólo la censura oficial, la dirección auto lizado, no real. El Perú, pueblo y naturaleza, quedaron
ritaria, pueden impedir que quien pinta -o escribe lapidados por el tabú.
debe decir. este continente, entró en conflicto con él, y tuvo nece
La pintura como tal ingresa al país con la cultura sidad de remachar sus esquemas económicos, sociales,
española, esto no hay quien lo discuta, pues la cerámi políticos, intelectuales, etcétera, a una realidad remisa.
ca, la textilería y la orfebrería pre-hispánicas prefigu En vez .de adecuar a ella los troqueles, optaron, cuando
raron una gran pintura pero, sensu stricto, no lo fueron. no cupo en ellos, por excluirla y excluir su diferencia
Si los mochicas, los nazcas o los paracas hubieran ción. Muy ilustrativo es lo que aconteció con la leyenda
independizado sus maravillosas decoraciones del uten de Santiago Apóstol: los moros, en la pintura, fueron
silio, disponiéndolas en las paredes, habrían realizado reemplazados por indios. Estos, por tanto, prohibidos
un arte mural magnífico. Mas no fue así lamentable además de bautizarse con el nombre de Santiago, que
mente. Es probable que la conquista interrumpiera un por su sentido mágico no dejaba de ser peligroso (Emi
proceso cuyo desarrollo posterior nadie jamás adivina lio Choy), asumieron el papel de seres malditos y demo
rá. Es, pues, en el XVI que la pintura propiamente níacos. El caso demuestra hasta qué punto la realidad
dicha arriba al Perú, y no simplemente como conjunto fue condenada y en consecuencia, resultó indigna de ser
de técnicas que se quiere transmitir y como realidad exaltada ni siquiera fragmentariamente en el cuadro. De
cultural, sino como recurso para la evangelización. Tal ahí que el indio o el mestizo que en el taller del maestro
cual el libro, el cuadro es entonces herramienta de un europeo tomó el pincel, tuvo previamente que deponer
apostolado, arma de la lucha contra la gentilidad indí- su condición de nativo. De sí y de su nación hizo renun-
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pintura sin sentido se hizo tradición, pues le fue valio
cia y los reprimió. En el lienzo debía poner lo que .se
sísima a la mentira edénica porque las consecuencias
le había obligado a reverenciar como puro e inconta
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borrador de lo que pudo ser el primer contacto esenciul
obras. Y al no darse aquella voluntad ni este sello, no
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imágenes heladas que ocultan al pueblo veneidu, Mii ,·111.
la tercera década del siglo que corre aparezca el indi
tura y su contorno natural. El arte pictórico ,t, In , .•••
genismo, no porque como escuela consiguiera lo que
lonia no ba perdido su directiva, quizá porque lo 'I""
se propuso valientemente -Buscamos nuestra identi
nació con intención compulsiva no está libre de Ju vio·
dad integral con nuestro suelo, su humanidad, y nuestro
lencia implícita en tanto los que lo esgrimen lo desti
tiempo (José Sabogal)-, sino porque rompió el pre
nen a defender su imperio.
juicio secular y se dio al quehacer, no muy sencillo por
venimiento español.
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XI. OTRO VOTO EN·CONTRA
y concupiscencia, naturaleza pródiga como In ,t.•I ,., ••
dad o a la belleza. La existencia de estos hombres y su Desde hace aproximadamente un siglo, la unanimi
relación afirmativa o negativa con el anonadante p1·e dad acerca de la dicha colonial está siendo rota. Un
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térito es una clave para explicar el sentido de su produc suceso histórico turbador, la Guerra del Pacífico (1879-
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ción. Porque nadie que nazca, crezca y madure en Lima 8 3 ) , sacudió al Perú de su irresponsable y tibia siesta
está libre de la enajenación de la Arcadia Colonial, republicana. Todo el caudillismo envanecido de la pri
saturación del ambiente con recuerdos animados y lan mera media centuria independiente, cuando los espa
cinantes, y también emboscado lazo que custodia las dachines se disputaron no tanto el honor presidencial
salidas hacia la plenitud sin entorpecedoras nostalgias. y sus prebendas cuanto la emulación cortesana con los
Sólo unos cuantos lograron conjurar el hechizo y sor virreyes, vino a parar en una humillante derrota. Una
tearon las trampas, ya lo veremos. nación inmensamente menos sobrecogida por la tradi
Se ha dicho antes que no son los monumentos los ción, muy apegada a sus problemas inmediatos Y. puesta
grillos de la alienación sino una ideología -que como ante el futuro sin más alternativa que la expansión o
señuelos emplea esos y otros rezagos del pasado- y la muerte, supo sacar provecho del naciente conflicto
en tributo a la cual se benefician el incierto presente entre los imperialismos anglosajones y alcanzó, gracias
y el enigmático porvenir. Tal vez, como alguien ha a su malicia, no sólo el tónico material de la victoria,
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querido, el sueño medieval de Eldorado, los abundan si bien bárbaro asimismo moralmente reconfortante, de
tes reinos de Paititi, Jauja o la Anti-Isla, y el país la ocupación armada· de su rico vecino. Lima perma
.·¡
donde mana la Fuente de Juvencia, vengan a nosotros neció durante dos años en manos ajenas y aunque pudo,
elaborados de nuevo y así remozados dentro de la edé con las refinadas artes que le eran propias, subyugar
nica visión de la Lima de los virreyes -felicidad al subyugador, pot vez primera ·tuvo conciencia de que
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no era inviolable y de que su decantado linaje, su dígena puede mejorar dr ,¡.., 11111nr111 " I
capitalidad señorial y su gloria nada significaban si de los opresores se cotuluelr 11/ r ,1, "'" ,/
el empuje extraño e invasor estaba movido por las el derecho de los oprimidos, 11 ,•/ '"'""" ,/ /t1
ganas de vivir. Lima no acumula experiencia pues hoy dos adquiere la virilidad suiicicntr I""" r ' " ' "'
debiera rememorar -sea permitida la digresión a los opresores. Su discurso, a la pu1<l11•, il ••I 1,
aquellas fechas, pues otros ejércitos hambrientos la primera posibilidad y reclamaba la rcd,·11r11111 ,1 1
cercan para poseerla y hacerla expiar sus largas indi plotado mediante su propio y violento CHÍ11t•1 •11. '/',.,/.,
ferencias. Hemos de lavar algo las culpas por siglos blanco -concluía significativamente- es, 1111í., 11 mr
sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos nos, un Pizarro, un Valoerde, un Areche. G11111.1ílr1.
wiraqochas, con lágrimas, amor o fuego. ¡Con lo que Prada vio a Lima como un castillo de conquistadores,
sea! Somos miles de millares, aquí, ahora, amenazan, adoctrinadores y corregidores, y no se lo calló. No Cl'II
en la voz de José María Arguedas, los nuevos sitiado sólito, no era admisible, que alguien hablara de ese
res. En 1879, el alud fue precedido por augurios se modo y que con tanta energía· persuasiva socavara las
mejantes. Lima rindió, al fin, la coronada frente. Y bases del régimen paternalista del' virreinato, redivi
desde entonces ciertos limeños contestaron la preemi vo medio siglo después de su aparente ocaso. Obligado
Siendo aún rehén, Lima tuvo su primicia! reivindi presalia de la casta pidio ¡Guerra al menguado senti
cador: Manuel González Prada (1848-1918). No en miento! ¡Culto divino a la Razón!, y pidió así la in
vano su poesía a la vez que ensayaba ritmos exóticos surgencia contra la hasta ahora intocada imagen de la
mas no vacíos que cuajaran con una concepción de la Arcadia Colonial. El fracaso de sus proyectos revolu-
vida y el mundo opuesta a la que, por vía clasicista cionarios -que acogieron dos generaciones faltas de
o romántica, legaba la falaz tradición arcádica, su ra su integridad, la de sus discípulos inmediatos y la de
dical y anarquizante espíritu la emprendía, merced a Haya de la Torre- debe cargarse a la cuenta de la
un estilo claro, pulido y compacto, contra la usual re vasta capacidad corruptora del colonialismo, experto
tórica de las letras y la escena pública. O sea, contra más en anemizar que en aplastar sus anticuerpos. Sin
Ricardo Palma, quizá a pesar de sí demiurgo del co embargo, González Prada trazó los lineamientos gene
lonialismo literario, y contra Nicolás de Piérola, de rales de la heterodoxia limeña: la afirmación de los
mócrata al alimón entre el catecismo jesuita y la tra valores indios y provincianos que constituyen la ciudad,
ducción criolla de Adan Smith. Anatematizó a Lima la defensa del derecho de los trabajadores a participar
y, casi automáticamente, su pensamiento mereció a los de la riqueza y el poder que Lima administra, el re
indios: La cuestión del indio, más que pedagógica, es chazo de toda dependencia del pueblo a los falsos fueros
económica, es social. Y añadió: La condición del in- del blasón, la tonsura o los entorchados que amparan
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su hegemonía, y, en suma, la universalización del Perú nica y la fama, la leyenda y la selva vi1·¡;,·11, l11N 1 1 1 1 1 1 1 1
a través de la definitiva asunción de la nacionalidad y las intimidades femeninas. Vistió <le a rm i ñ o y pl11111u
Pero no toda la reacción contra el fetichismo virrei frente y conquistadores de. fuertes, y ágiles cahulloN 1111
nal actuó siempre como en González Prada. Ahí está el daluces, y )os sentó en un parnaso a medias t ru p i ru l
caso de José María Eguren (1874-1942) que prefirió y art nouveau para meter un ruido, infernal y sin oh·
integrarse con la niebla, ser una imprecisión más en jeto. Ya ha sido barrido el polvo que cubre tanta uti
el ambiente, quintaesenciar hasta el zumo substancial lería operática sin que se haya encontrado en ella algo
la irrealidad limeña. Casi toda la · literatura anterior que verdaderamente valga la pena. Salvo el contraste:
y la que le fue coetánea hizo puntualmente lo contra así como González Prada sacudió el infundio palmiano,
rio: atizar el infundio histórico y documentarlo. Eguren Eguren oxidó la chatarra chocanesca con su pertinacia
se ensoñó. Fueron Lima brumosa y húmeda él mismo de brisa. Claro que Palma y Chocano saborearon la
y su palabra, y eso extravió a los quimeristas, pues consagración oficial -.-y el segundo con una. célebre
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sacó a la poesía de sus casillas: ¿ dónde colocaremos bambolla pública- y que sus contrapartes todavía es
-se preguntaron-e- a este personaje gratuito, sin tea peran el justo· reconocimiento, rnas este azar está in
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tralidad? Lo curioso es que la persona fantástica de cluido en el riesgo que corre cualquier .forma de liber
Eguren es más cierta que su identidad biográfica, y la tad en una cultura dictatorial y con acento de clase.
gente de letras de su tiempo sonreía, por no saber qué Otras dos personalidades pueden ser .contrapuestas
otra actitud adoptar, ante esos versos que parecían na enseguida: la de José Carlos Mariátegui (1895-1930)
derías, pues no hablaban del ojo febril de la limeña, y la de José de la Riva-Agüero y Osma ( 1885-1944).
ni de 'aventuras donjuanescas o guerreras, ni de santos Aquél _aparece vinculado a la generación del grupo Co
protegiendo las murallas. No hubo quien entendiera lónida, pero su. posterior evolución, acelerada y con
que Eguren coincidía espiritualmente, como nunca victa, lo hacen animador de una excelente publicación
nadie, con la atmósfera de la ciudad, con la esfumada renovadora, Amauta, y, más que eso, fundador del Par
interioridad de los corazones solos, con la materia me tido Socialista y autor de la ú n i c a interpretación mar
lancólica que se entreteje· en las soledades del autén xista del Perú ( 7 Ensayos de Interpretación de le Rea
tico limeño, en las que el poeta se hibernó hasta no lidad. Peruana). Manátegui preside la protesta, ya más
ser. Evasiva era la otra modalidad: la de los tópicos expresa y combativa, contra la conspiración colonia
,,!
del épico optimismo y la de la fábula de la riqueza lista y su idolatría arcádica, y es él quien denuncia,
'
latente de minas y palacios. Es decir, la de José Santos gracias al análisis racional, sus encubiertos propósitos
"1 Chocano ( 1875-1934), aventurero cosmopolita y gran de perpetuar el sistema social y económico del v i rro i
rimador. Este echó mano de todo: lo que pudo, la eró- nato. Riva-Agüero se inicia como ideólogo de un CÍP1·10
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Partido Futurista, pero acaba como capitoste de la reac unciones primigenias y apartó su vida del río de la
ción, ministro .de una dictadura y ensayista de Por la vida verdadera; José Diez Canseco, que auscultó el co
Verdad, la Tradición y la Patria. Es en estas páginas razón del pueblo, ansioso de hallar su latido viril so
donde desesperadamente ahonda en el vacío tradicio juzgado, y Martín Adán, cuya persona sufre y registra
nalista tras de nuestra filiación· colonial y en busca de en versos la tensión entre el aye1·, que sabe de cartón,
un justificativo para el sometimiento a los poderes del y el mañana, que adivina cataclísmico. El caso humano
dinero, la sangre y la confesión. Entre ambas posicio y literario de este último es sintomático de la fractura
nes hubo, y persiste, un diálogo que se centra en la del emblema arcádico. Descendiente de antiguas fami
discusión acerca del significado de Lima. Mariátegui lias relumbrantes, ha sido testigo de la crisis: la re
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infiere: Fundada por un extranjero, por un conquista pentina y rápida desolación de un mundo que en la
dor, Lima aparece en su origen. como la tienda de un tenaz apariencia fue de reposo interior y social pasi
capitán venido de lejanas tierras. Criatura de un siglo vidad externa, el mundo del civilismo conservador, bajo
aristocrático, nace con un título de nobleza, y la opone, cuya patriarcal rectoría no sin rigor la nave burguesa
pues la reputa . advenediza, a la nación permanente, la pareció anclada en puerto seguro. Ante la amenaza de
boriosa y tenaz, a la que económicamente sangra. Riva naufragio, la pluma de Adán eligió el sarcasmo. Pero
Agüero replica: . . . recordemos que la dulce .Lima, la fue inútil. Atentó entonces contra su vida en la desper
ciudad de los perfumes, de los [azmines y de los sahu sonalizadora bohemia de cafetín en tanto sus poemas
merios, de las albercas de azulejos y los floridos claus gongorizaban o se interrogaban por el ser, la nada o
tros regalones, fue hija de heroicos y duros· guerreros, Dios. Mas no fue éste su último. avatar puesto que el
y, engañándose, supone que es dicha génesis castrense encuentro con Machu-Picchu, con el más impresionan
el carácter que la hace cabecera del país, como .si pre te símbolo del país indígena esclavizado por los suyos,
valeciera en sus hábitos y maneras la austeridad ori le inspiró un canto ininterrumpido, siempre inconcluso,
ginal. Las dos facciones están .ya frente a frente, pero en el que tácita, alegóricamente, contrapone la feble
la batalla no ha comenzado. Lima al sólido Perú que desde antes del tiempo y contra
Más nombres ilustran la misma discrepancia: los el tiempo también espera su reivindicación. Símbolo
hermanos Ventura y Francisco García Claderón, que de una herejía -los valores, los dioses de la casta, se
en Europa masticaron una aflictiva soledad despaisada deterioran en la palabra de uno de sus mejores hijos
y a quienes la nostalgia abatió; Raúl Porras Barrene y símbolo de que la ciudad heráldica, auroleada y pi
chea, que se embriagara de historia para adormecer nacular resquebraja su eminencia porque ya no es capaz
su vibrante actualidad y cuyo encuentro con América de· imponer sin provocar protestas el mito paradisíaco,
resurrecta incendió la postrera agonía; Luis Alberto Martín Adán encarna, pues la prevé, la catástrofe. El
Sánchez, en quien la. costumbre de la prisa devastó in- es más real, sin duda, que todos aquellos de su clase
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LETRAS LATINOAMERICANAS
que lo muan corno patológico paroxismo, como de
' 1
Lima la horrible
rración de la Arcadia Colonial los limeños necesitamos
Carlos Mariátegui}.