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En esta novela, Fuentes nos deja en claro su manejo del genero de misterio en una
novela de pocas paginas donde con cada capitulo que pasa estamos atentos a todo lo que
suceda con Felipe Montero y ese trabajo misterioso que llegó a encontrar en el periódico.
La historia que se nos narra cuenta con tres personajes principales que serian el mencionado
Felipe, un historiador en busca de trabajo; doña Consuelo, la vieja decrepita que está
buscando alguien que la ayude a redactar las memorias que su fallecido esposo dejó en un
baúl, y Aura, la misteriosa cara que llama la atención de Felipe desde la primera vez que la
ve. Todas estas tres historias se ven convergidas en una narración en segunda persona que
nos hará ver la historia desde los ojos de nuestro protagonista.
Uno de los elementos que más destacan en la novela corta es la religión, sobre todas
las demás cosas. Desde que Felipe entra a la habitación de doña Consuelo para preguntarle
sobre su trabajo, éste se ve envuelto en un tumulto de imágenes religiosas a las cuales la
señora les reza la mayoría del tiempo, teniendo así una introspección consigo misma por
todas las cosas que ella hizo; esto en un principio llega a desconcertar a nuestro
protagonista (y a nosotros como lectores que estamos viendo las cosas a través de él), sin
embargo, después de un tiempo, lo relaciona con la extraña normalidad que es parte de este
conjunto de apartamentos. La forma en que cada uno de los objetos de la casa están
organizados de tal manera de que, sin importar si es de dia, la casa se sume en una
oscuridad tan profunda donde Felpe tiene que andar por los pasillos con un candelabro para
visualizar, aunque sea, lo que se encuentre frente a sus ojos. A este acomodo en medio de la
oscuridad se da un contraste sumamente grande con respecto a la habitación que se le
asigna a nuestro protagonista, con un tragaluz enorme sin cortinas en el techo que ilumina
todos y cada uno de los rincones de la habitación en la hora del mediodía, demostrando con
esta colocación de luz sobre él que es el indicado para salvar a las presencias que se
encuentran en los apartamentos, doña Consuelo y Aura, de lo que la han atormentado por
tanto tiempo.
Como podemos observar, son muchos los detalles ocultos que llega a poseer esta
obra como para ser analizada de una manera sencilla. Desde el aspecto de la oscuridad que
posee la casa hasta la reencarnación de los protagonistas, Aura posee un espectro de
misticismo que rara vez vemos en novelas mexicanas pero que vinieron a tomarse en cuenta
en la escritura contemporánea mexicana, logrando llamar la atención de los lectores no
acostumbrados a un tono académico y mucho menos recto en cuanto al ámbito literario;
buscando una mayor lectura y, a su vez, un mayor reconocimiento, se agradece la labor
literaria de Carlos Fuentes a la hora de hacer una obra como ésta, leída desde el año de su
publicación hasta la fecha, que logra demostrar cómo los mexicanos sí podemos hacer
literatura fantástica/de terror gracias a las influencias de cuentistas sumamente grandes
como el maestro Edgar Allan Poe o el mismísimo H. P. Lovecraft.