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Antología de la poesía
colombiana
(1958 - 2008)
Selección y prólogo
Iván Beltrán Castillo
gado como herencia, únicamente podemos fiarnos a lo que pestivamente herrumbroso, empezando por las tradiciones
Antonio Machado llamó la je poética, fenómeno siempre vena hispánica que nos vigilaba desde todos
y la luctuosa
cambiante pero siempre fiel a un profundo sentido: prueba los rincones de nuestro aterrorizado inconsciente colectivo
incontrovertible de las distintas formas de batallar con el hizo permanecer arrodillados durante siglos, aun
y que nos
cuando sospecháramos que Dios ya había agonizado.
tiempo.
Asi pues, los cincuenta y dos Nuestra poesía-si es que de verdad era nuestra, pues
poetas aquí presentados
-dispares, pero cómplices en la necesaria empresa de ex- su única frontera es el idioma- habia tenido casos de asom-
pedirnos partida de renacimiento- trabajaron y laboran de brosa lucidez, como lo prueba la fecunda actividad de gru-
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más minimo esfuerzo por comunicar su hechizo más
allá
del ghetto. Y mientras tanto, en el gusto local continuaho. escogido por el grupo tenia grandes similitudes con el de
imponiéndose una serie de pastiches liricos, insípidos so. los malogrados Beatnik norteamericanos,
escritores como
0-
brantes del festin universal de la cultura, donde la retórica Allen Gingsberg, Lawrence Ferlingethi, Gary Snyder o
era la gran convidada: puro ornamento,
entretención para Gregory Corso, quienes habian escupido sobre el modo de
Pobres muchachas de provincia/ las de aguja y dedal / vida americano y sobre el gastado y evanescente fantasma
que
no hacen nada", según las describió con de la libertad. Y, tanto los Beatnik como los
cáustica maldad nadaístas, tam-
el poeta cartagenero Luis Carlos bién eran sospechos0S vastagos, o tal vez la estertórea ago-
López, palabras para ex.
hibir en las veladas galantes y los nía, de las tropas dadaista, surrealista y existencialista que.
juegos florales de fin de cada una a su manera, pretendieron-sin demasiada suer-
semana, catarata de figuras dulzonas donde la
realidad era te cambiar por completo la condición del hombre sobre la
escamoteada porque se la consideraba de mal
gusto. tierra, y absolverlo de todos los
Por eso no resulta necio pecados, empezando porel
postular que, cuando declina- más siniestro: el pecado de la inocencia.
ban los años cincuenta, los
colombianos, ya tragados por el Pues bien, al igual que esos "casos perdidos" de los Es-
adoctrinamiento del Rock and Roll, el cinematógrafo la tados Unidos, también los nadaistas metieron en su canasta
utopía pragmática del american way of life, y hastiadosy de expresiones de la cultura de masas, vindicaron una actitud
la gran violencia
partidista que encharcaba al país, vieron contracultural y antintelectual, bajaron la nube lirica hasta
nacer una nueva manera de concebir la actitud la
y tarea el cieno y, muchas veces, fueron un llamativo spot publici-
poética, y que este alumbramiento marcó el principio de los tario y un atronador circo mediático. Los principales impli-
cincuenta años fragorosos que
registra este libro, donde la cados en la asonada fueron Darío Lemos, Jotamario Arbe-
novedad y la tradición, la continuidad la
y ruptura han dia- láez, Eduardo Escobar, Jan Arb, Amilkar U, comandados
logado y librado cruentas escaramuzas. Diré entonces, con por el ahora intocable Gonzalo Arango:
humilde temeridad, que la
génesis de esta suerte de post-
modernismo poético, es
responsabilidad de un fantasma El Nadaista es joven y resplandece de soledad
terrorista, díscolo y herético, que tuvo una inédita es un eclipse bajo los neones pålidos
popular: el Nadaísmo. recepción
y los alambres del telégrafo
Fue un prolongado
happening cuyos inventores eran es, en el estruendo de la ciudad
caprichosos y voluntariamente insolentes, para indicar con y entre sus rascacielos
ello una orientación de la más el asombro de un flor teñida de púrpura
pura estirpe nihilista.
Setrataba, primero que todo, de otra sugestión venida en los desechos de la locura.
de Norteamérica, pues el campo de operaciones espirituales
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necesidad dede escribir
escribir un
haya la en este en-
muy pronto,
cuando
sino a un triunfador.
decretar su validez. Me parece significativo que
reclamará a un poeta queden tan bien reflejadas las diversas
nose
inmerso en la
aventura tramado de palabras,
tramad
ses, geografias
desconocidas, montaraces y temibles; eri gresa
vedosas argucias,
redoblada su fuerza, mudado su rostro y
oc anos de lágrimas a su sombra pánica puede
torios hechizantes y embrujados, ani
an , acrecentada su sed. Me parece que
males de luz, esperanzas de harina, hipiélagos de aire, verse en
Pero
todos los autores convocados. otro deta-
hay
mariposas de fango, dictadores de papel,
amores de tintay actividad humana que el narcotráfico, espejo
nlay 1le: la única
palabras de carne. descarriado de nuestra alta burguesía, no
cóncavo y alumno
Seria arduo hablar de todas las voces presentes en est logró comprar y moldear según los preceptos de su depra-
antologia, o nombrar detalladamente los fantasmas y duen. vada estética, fue la poesía.
des que las habitan. Bástenos decir que son un balance de Contrario a la difundida opinión de Maria Mercedes
nuestra verdad profunda y, por lo mismo, casi imposible de Carranza, quien siempre criticó el concepto de poesía fe-
tiene
asir. Esa verdad que se encuentra siempre más lejos, detrás menina, argumentando que esta dolorosa profesión no
del horizonte, después de las consolaciones nacionales, tan género, y que solamente existen los buenos y malos poetas,
próximas a la falacia chauvinista y casi siempre nimbadas creo que las mujeres horadan las imágenes, las palabras y
de pretencioso optimismo, luego de la ficción del encuen los signos de una manera felizmente distinta e imprimen
tro, de la ficción del yo, de la ficción de la esperanza: en este a su discurso un énfasis abrasivo. Claro está que se podría
gran teatro de sombras, donde seguimos intentando, para replicar que en las grandes cimas esas distinciones son su-
decirlo con Gonzalo Márquez Cristo, que todo lo perdido se perficiales y que la poesía de Rilke está revestida de una
convierta en poema. extrema feminidad y la de Olga Orozco de una acerada vi-
Como no soy un juez omnímodo, y mi pretensión, por rilidad que cuestiona esta teoría. Tal vez sea cierto, pero
lo tanto, no es condenar insistiré en la hipótesis.
nada sino comprenderlo todo, debo
decir que cada uno de los
protagonistas de este viaje inten hay significativos ejemplos de voces fe-
Entre nosotros,
remplazable y que aunque, como es apenas obvio, meninas, y me parece que logran un efecto emotivo y una
algunos universos creativos dcha sensorial que por suerte no encuentro nunca en los
solamente el encuentro del
me
perturban más que ou
Dodrá artilugios urdidos por hombres.
lector con las palabras pol
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Medina (1956)
Indice Jorge Torres . .399
Armando Rodriguez Ballesteros (1956). . .411
Prólogo Gabriel Jaime Franco (1956). . . . .
.425
Gonzalo Arango (1931) .45 Mery Yolanda Sánchez (1956) .
.439
JaimeJaramillo Escobar (1932) 57 Orietta Lozano (1956). . . .
.451
Eduardo Gómez (1932)... .69 FernandoLinero (1957). .467
Mario Rivero (1935). . .83 Gustavo Adolfo Garcés (1957). .479
JoséManuel Arango (1937).. .99 Álvaro Marín (1958)... 491
Nicolás Suescún (1937).. .111 Flóbert Zapata (1958). .
503
Giovanni Quessep (1939) . .127 Fernando Herrera Gómez (1958).. .. .515
Jotamario Arbeláez (1940).. ..141 Nicanor Vélez (1959) .. . .527
Miguel Méndez Camacho (1942). .155 JoséZuleta Ortiz (1960)... .539
Armando Romero (1944).... ..169 Mauricio Contreras Hernández (1960). .551
Raúl Henao (1944) ... 181 Miguel Torres Pereira (1960)
.
. .563
Raúl Gómez Jattin (1945). ... . .193 Luz Helena Cordero Villamizar (1961) .577
María Mercedes Carranza (1945)... .205
Juan Manuel Roca (1946)... Gabriel Arturo Castro (1962)... .S89
.219 Ramón Cote Baraibar (1962).. .603
Juan Gustavo Cobo Borda (1948)... .231 Myriam Montoya (1963) .615
Antonio Correa Losada (1950). .243
Luz Mary Giraldo (1950)..
Gonzalo Márquez Cristo... .627
.257
Fernando Rendón (1951)... .269
Enrique Rodríguez Pérez (1964). . . . . . .643
Juan Felipe Robledo (1968). . .655
Piedad Bonnett (1951)..
. . . .
283
Santiago Mutis Durán (1951) . Winston Morales Chavarro (1969).. .669
.297 John J. Junieles (1970) .683
Julio César
Arciniegas (1951). . ..311 Federico Díaz-Granados (1974). .695
Amparo Osorio (1951)..... 323
Juan Sebastián Gaviria (1980)... .709
Guillermo Martinez González (1952) .721
Eduardo García Aguilar
.335
Robert Max Steenkist (1982) . . . .
(1953) ..
.347