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PSICOLOGÍA APLICADA: UNA REVISIÓN INTERNACIONAL, 2008,57(1), 1–29


doi: 10.1111/j.1464-0597.2007.00325.x

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licenciado en Letras NsGy Elogía, 2008

RMETRO onzas atdtEioH oIOrp cho

predecir y modificar la adopción y el mantenimiento de


Comportamientos de salud

Ralf Schwarzer*
Universidad Libre de Berlín, Alemania

Los comportamientos que comprometen la salud, como la inactividad física y los


malos hábitos alimentarios, son difíciles de cambiar. La mayoría de las teorías
sociocognitivas suponen que la intención de cambiar de un individuo es el mejor
predictor directo del cambio real. Pero la gente a menudo no se comporta de
acuerdo con sus intenciones. Esta discrepancia entre intención y comportamiento se
debe a varias razones. Por ejemplo, podrían surgir barreras imprevistas o la gente
podría ceder a las tentaciones. Por lo tanto, la intención debe complementarse con
otros factores más próximos que puedan comprometer o facilitar la traducción de las
intenciones en acción. Se han identificado algunos de estos factores
posintencionales, como la autoeficacia percibida y la planificación estratégica.
Ayudan a cerrar la brecha entre intención y comportamiento. El Enfoque del Proceso
de Acción en Salud (HAPA) sugiere una distinción entre (a) procesos de motivación
preintencionales que conducen a una intención conductual y (b) procesos de volición
posintencionales que conducen a la conducta de salud real. En este artículo, se
reportan siete estudios que examinan el papel de los mediadores volitivos en el inicio
y adherencia a cinco conductas de salud: ejercicio físico, autoexamen de mamas, uso
del cinturón de seguridad, conductas dietéticas y uso de hilo dental. El objetivo
general es examinar la aplicabilidad de la HAPA y su universalidad replicándola en
diferentes comportamientos de salud, basándose en diversas medidas, períodos de
tiempo y muestras de diferentes países.

Los comportamientos perjudiciales para la salud, como el ejercicio físico y los


malos hábitos alimentarios, son difíciles de modificar. La mayor parte de las
teorías sociocognitivas admite que el mejor predictor de un cambio real es la
intención de la persona a cambiar. Mais la conduite est souvent en
contradicción con las intenciones. La divergencia entre intención y
comportamiento se debe a más razones. Por ejemplo, los obstáculos imprévus

* Dirección para correspondencia: Ralf Schwarzer, Psicología de la Salud, Freie Universität Berlin,
Habelschwerdter Allee 45, 14195 Berlin, Alemania. Correo electrónico: health@zedat.fu-berlin.de
Deseo agradecer el valioso apoyo de todos los colegas que han participado en la
investigación en la que se basa este artículo, en particular Sonia Lippke, Sunkyo Kwon,
Aleksandra Luszczynska, Natalie Mallach, Britta Renner, Tabea Reuter, Urte Scholz, Benjamin
Schüz. , Falko Sniehotta, Amelie Wiedemann y Jochen Ziegelmann.

© 2008 El Autor. Compilación de la revista © 2008 Asociación Internacional de Psicología Aplicada.


Publicado por Blackwell Publishing, 9600 Garsington Road, Oxford OX4 2DQ, Reino Unido y 350
Main Street, Malden, MA 02148, EE. UU.
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Puede aparecer, o incluso los interesados pueden sucumbir a la tentación. La


intención debe estar asociada a otros factores más inmediatamente susceptibles de
comprometer o facilitar el paso de la intención a la acción. Algunos de estos factores
están identificados para conocer la planificación estratégica y la percepción de la
eficacia del personal. Ils aident à combler le fossé entre l'intention et le
comportement. El Enfoque de los Procesos de Acción Favorable de la Salud (HAPA)
estableció una distinción entre los procesos motivacionales previos a la intención que
conducen a una intención comportamental y los procesos voluntarios secundarios a
la intención que desenganchan un comportamiento efectivo favorable. à la santé. En
exposición en este artículo sept recherches qui exament le rôle médiateur de la
volition dans l'adoption de et la persévérance dans cinq comportements utiles à la
santé: l'exercice physique, l'inspection personalle de ses seins, l'usage de la ceinture
de seguridad, un buen régimen alimentario y la utilización del hilo dental. Se trata de
mejorar las características operativas de HAPA y son universales en aplicaciones de
diferentes comportamientos relacionados con la salud a partir de medidas y períodos
diversificados en los cantos de diferentes pagos.

INTRODUCCIÓN
Muchas afecciones de salud son causadas por conductas de riesgo, como problemas con el
alcohol, el consumo de sustancias, el tabaquismo, la conducción imprudente, la
alimentación excesiva o las relaciones sexuales sin protección. Afortunadamente, el ser
humano tiene, en principio, control sobre su conducta. Las conductas que comprometen la
salud pueden eliminarse mediante esfuerzos de autorregulación y, en su lugar, se pueden
adoptar conductas que mejoren la salud, como el ejercicio físico, el control del peso, la
nutrición preventiva, la higiene dental, el uso de condones o la prevención de accidentes. La
autorregulación de la salud se refiere al proceso motivacional, volitivo y de acción de
abandonar tales conductas que comprometen la salud en favor de adoptar y mantener
conductas que mejoran la salud (Leventhal, Rabin, Leventhal y Burns, 2001).
El cambio de comportamiento de salud abarca una variedad de factores sociales,
emocionales y cognitivos. Se supone que algunos de estos determinantes operan en
conjunto. Por lo tanto, los investigadores se han propuesto identificar el conjunto óptimo de
factores que permitan la mejor predicción o explicación del cambio de comportamiento de
salud. Estos modelos o teorías están sujetos a debate en psicología de la salud. ¿Qué
modelo es el más parsimonioso y hace la mejor predicción del uso regular del condón, por
ejemplo? ¿De qué modelo podemos derivar estrategias clínicas para modificar conductas de
riesgo dietéticas refractarias? ¿Qué modelo sugiere una buena política para promover el
abandono del hábito de fumar en el lugar de trabajo?
Los modelos actualmente preferidos de cambio de comportamiento en materia de salud se
superponen en términos de algunos de los factores cruciales, pero también existen diferencias
importantes en términos de la filosofía subyacente. Este artículo proporciona una breve
descripción de los modelos y el debate sobre sus pros y sus contras. En particular, examina la
utilidad de emplear uno de esos modelos, el Enfoque del Proceso de Acción en Salud (HAPA), que
se supone supera algunas de las limitaciones inherentes a otros modelos.

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 3
MODELOS CONTINUOS VERSUS MODELOS DE SALUD EN ETAPAS
CAMBIO DE COMPORTAMIENTO

Los modelos de cambio de comportamiento en materia de salud postulan un patrón de


factores que pueden mejorar la motivación y eventualmente conducirían a un cambio de
comportamiento sostenido. Se hace una distinción entre modelos escénicos y modelos
continuos. En los modelos continuos, los individuos se ubican a lo largo de un rango que
refleja la probabilidad de acción. Las variables predictivas influyentes se identifican y
combinan en una ecuación de predicción. El objetivo de una intervención es llevar al
individuo a lo largo de esta ruta hacia la acción. Dichos modelos suponen que el
comportamiento de una persona es el resultado de una intención consciente (por ejemplo,
“tengo la intención de correr cuatro veces por semana durante al menos 30 minutos cada
vez”). Se considera que la formación de intenciones está determinada por creencias y
actitudes (Armitage y Conner, 2001; Fishbein y Ajzen, 1975). Por lo tanto, la atención se
centra en identificar un conjunto parsimonioso de predictores que incluya constructos como
barreras percibidas, normas sociales, gravedad de la enfermedad, vulnerabilidad personal o
autoeficacia percibida. Luego se combinan en una ecuación de predicción para explicar la
intención y el cambio de comportamiento. Los enfoques más destacados de este tipo son la
Teoría de la Acción Razonada, la Teoría del Comportamiento Planificado y la Teoría de la
Motivación de Protección (para una descripción general, ver Abraham y Sheeran, 2000;
Armitage y Conner, 2000; Conner y Sparks, 2005; Schwarzer, 1992; Sutton, 1994, 1998, 2005;
Weinstein, 1993, 2003, 2007). Una debilidad general de los modelos continuos es que
explican mejor la variación de la intención que la variación del comportamiento.

Aparte de las limitaciones a nivel empírico, los investigadores han sugerido dos
deficiencias teóricas importantes de los modelos continuos. En primer lugar, una regla
de predicción única para describir el cambio de comportamiento implica que los
cambios cognitivos y conductuales ocurren de manera lineal, y que un enfoque de
intervención de “talla única” es adecuado para todos los individuos que adoptan
conductas no saludables. En consecuencia, excluye cambios cualitativos a lo largo del
tiempo, como cambios de mentalidad, transiciones de fase o reciclaje de un lado a
otro. Según los modelos continuos, no es importante si un enfoque de intervención
apunta primero a cambiar la vulnerabilidad percibida, las consecuencias percibidas o
la autoeficacia percibida. Por lo tanto, no es necesario que las intervenciones avancen
en una secuencia determinada, sino que podrían aplicarse en cualquier orden, o
incluso simultáneamente. En segundo lugar, los modelos continuos no suelen tener
en cuenta la fase postintencional en la que los objetivos se traducen en acción. El
segmento entre intenciones y comportamientos es una caja negra que a menudo se
denomina “brecha entre intención y comportamiento” (Sheeran, 2002). Sin embargo,
es bastante común que las personas no se comporten de acuerdo con sus intenciones.
Por ejemplo, surgen barreras imprevistas y la gente cede a las tentaciones. En una
fase posintencional, varios factores pueden comprometer o facilitar la traducción de
las intenciones en acción. Algunos de estos factores postintencionales

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se han identificado, como la autoeficacia de mantenimiento y la autoeficacia de


recuperación (Luszczynska & Schwarzer, 2003; Scholz, Sniehotta, & Schwarzer, 2005), así
como la planificación de acciones y la planificación de afrontamiento (Lippke, Ziegelmann, &
Schwarzer, 2004; Luszczynska, Sobczyk y Abraham, en prensa; Sniehotta, Scholz y
Schwarzer, 2005; Ziegelmann, Lippke y Schwarzer, 2006). La teorización sobre el cambio de
comportamiento en materia de salud no debe reducirse únicamente a la fase de motivación,
omitiendo la fase de acción posterior que es más decisiva para el cambio de
comportamiento. Por lo tanto, los modelos continuos avanzados deben incluir factores que
ayuden a cerrar la brecha entre intención y comportamiento. Al hacerlo, se supone
implícitamente que hay al menos dos procesos de cambio de conducta, uno motivacional
que termina con una intención y otro volitivo que termina con un desempeño exitoso. Por lo
tanto, cualquier extensión de los modelos continuos tradicionales en esta dirección adopta
implícitamente la idea de distintos procesos, etapas o fases en el cambio de
comportamiento de salud.
Para superar las limitaciones de los modelos continuos, los teóricos de las etapas
han intentado considerar las características del proceso proponiendo una serie de
etapas cualitativas. El modelo transteórico de cambio de comportamiento (TTM; por
ejemplo, DiClemente y Prochaska, 1982; Prochaska y DiClemente, 1983; Prochaska,
DiClemente y Norcross, 1992; Velicer, Prochaska y Redding, 2006), por ejemplo, se ha
convertido en la etapa más popular. modelo. Implica que diferentes intervenciones
son apropiadas en diferentes etapas del cambio de comportamiento de salud. La
versión más común del TTM incluye cinco etapas discretas de cambio de conducta de
salud que se definen en términos de la conducta pasada y las metas futuras
(precontemplación, contemplación, preparación, acción, mantenimiento). Se espera
que las cinco etapas sean mutuamente excluyentes y cualitativamente diferentes. Las
personas podrían hacer múltiples intentos para pasar de las etapas previas a la acción
a las de acción. Sin embargo, las recaídas pueden ocurrir en cualquier momento, lo
que resulta en una progresión en espiral caracterizada por ciclos y reciclaje a través
del proceso de cambio de comportamiento.
Además de las cinco etapas de cambio, el TTM también incluye diez
procesos de cambio, así como los pros y los contras percibidos del cambio, la
autoeficacia percibida y la tentación. Estos constructos adicionales se
conceptualizan como causas de las transiciones entre las etapas, por lo que
se supone que diferentes factores son responsables de diferentes
transiciones de etapas.
Los modelos por etapas pueden considerarse superiores a los modelos
continuos sólo si surge evidencia empírica que atestigua la discontinuidad entre
etapas y la adaptación exitosa de las intervenciones a subgrupos de individuos
que han sido identificados en dichas etapas. Además, es necesario identificar los
factores críticos que mueven a las personas de una etapa a otra (Armitage y
Arden, 2002; Sutton, 2005).
El TTM ha recibido mucha atención, ya que su “practicidad” para las
intervenciones es muy atractiva. Sin embargo, el TTM también ha sido

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criticado. Bandura (2000) argumentó que diferentes etapas cualitativas implican
necesariamente que los individuos no pueden retroceder en la transición de
etapas (irreversibilidad) y que no pueden progresar de una etapa a otra mientras
pasan por una tercera (invariancia). Este requisito puede ser demasiado
conservador, pero existen otras desventajas. Weinstein, Rothman y Sutton (1998)
y Sutton (2000, 2005) sostienen que la noción de etapas podría ser errónea o
circular, en el sentido de que las etapas no son genuinamente cualitativas, sino
subdivisiones arbitrarias de un proceso continuo. En particular, el marco
temporal propuesto para distinguir entre diferentes etapas cualitativas no es
concluyente.
Además, diversos estudios se han referido a diferentes plazos para la definición de
las etapas operativas. Por ejemplo, Velicer, DiClemente, Prochaska y Brandenberg
(1985) definieron la contemplación como el momento en el que los individuos piensan
seriamente en cambiar su comportamiento durante el próximo año, mientras que
Prochaska et al. (Prochaska, Velicer, Rossi, Goldstein, Marcus, Rakowski, Fiore, Harlow,
Redding, Rosenbloom y Rossi, 1994) definieron la contemplación como pensar en
cambiar dentro de los próximos seis meses. ¿Por qué las personas que tienen la
intención de dejar de fumar dentro de los próximos seis meses (contempladores)
deberían estar en una etapa cualitativa diferente de preparación para la acción que las
personas que tienen la intención de dejar de fumar dentro del próximo mes
(preparadores)? De acuerdo con este razonamiento, Kraft, Sutton y McCreath Reynolds
(1999) han demostrado con una muestra de fumadores diarios noruegos que los
precontempladores, contempladores y preparadores no se encontraban en diferentes
etapas cualitativas, sino más bien en diferentes puntos a lo largo de un continuo
subyacente. De manera similar, Courneya, Nigg y Estabrooks (2000) informaron que
las medidas continuas de intención explicaban más varianza en la conducta de
ejercicio que el algoritmo de etapas propuesto por el TTM. Otros investigadores que
han examinado el TTM encontraron que los procesos de cambio no predecían los
movimientos de las etapas de tabaquismo (Herzog, Abrams, Emmons, Linnan y
Shadel, 1999), y que las intervenciones con etapas coincidentes y no coincidentes con
fumadores adultos jóvenes no produjeron los resultados hipotéticos. resultados
(Quinlan y McCaul, 2000). Las etapas de cambio no predijeron el éxito en el control de
peso en mujeres adultas (Jeffery, French y Rothman, 1999). Según estos estudios, el
TTM ha recibido sólo un apoyo moderado hasta la fecha, lo que llevó a Abraham,
Norman y Conner (2000) a concluir que las clasificaciones de estadios del TTM son
cuestionables. West (2005) ha resumido esta crítica y ha llegado a la conclusión de que
es necesario abandonar el TTM. Sin embargo, ha surgido evidencia empírica más
reciente a favor del TTM, lo que sugiere que la noción de etapas de cambio de
comportamiento es significativa y tiene valor pragmático (Lippke, Nigg y Maddock,
2007; Lippke y Plotnikoff, 2006; Velicer et al., 2006; Velicer, Redding, Anatchkova, Fava
y Prochaska, en prensa; Velicer, Redding, Sun y Prochaska, 2007; Velicer, Friedman,
Fava, Gulliver, Keller, Sun, Ramelson y Prochaska, en prensa).

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EL ENFOQUE DEL PROCESO DE ACCIÓN EN SALUD: UN MODELO DE


LA ADOPCIÓN Y MANTENIMIENTO DE LA SALUD
COMPORTAMIENTOS

Los modelos tradicionales del continuo han sido criticados principalmente por la brecha
entre intención y comportamiento. Un modelo que incluye explícitamente factores
posintencionales para superar esta brecha es el Enfoque del Proceso de Acción Sanitaria
(HAPA; Lippke et al., 2004; Luszczynska & Schwarzer, 2003; Schüz, Sniehotta, Wiedemann, &
Seemann, 2006; Sniehotta et al., 2005 ; Ziegelmann et al., 2006). El modelo sugiere una
distinción entre (a) procesos de motivación preintencionales que conducen a una intención
conductual y (b) procesos de volición posintencionales que conducen a la conducta de salud
real. Por tanto, el modelo constituye un modelo de etapa implícito. Dentro de las dos fases o
“etapas”, pueden surgir diferentes patrones de predictores sociocognitivos (ver Figura 1). En
la fase de motivación inicial, una persona desarrolla la intención de actuar. En esta fase, la
percepción del riesgo se ve como un antecedente distal (p. ej., “tengo riesgo de sufrir una
enfermedad cardiovascular”). La percepción del riesgo en sí misma es insuficiente para
permitir que una persona forme una intención. Más bien, prepara el escenario para un
proceso de contemplación y una mayor elaboración de pensamientos sobre consecuencias y
competencias. De manera similar, las expectativas de resultados positivos (por ejemplo, “si
hago ejercicio cinco veces por semana, reduciré mi riesgo cardiovascular”) se consideran
principalmente importantes en la fase de motivación, cuando una persona sopesa los pros y
los contras de ciertos resultados conductuales. Además, uno necesita creer en su capacidad
para realizar una acción deseada (autoeficacia percibida,

FIGURA 1 Diagrama genérico del Enfoque de Proceso de Acción en Salud.

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por ejemplo, “Soy capaz de cumplir con mi programa de ejercicios a pesar de la tentación de
mirar televisión”). La autoeficacia percibida opera en conjunto con las expectativas de
resultados positivos, las cuales contribuyen sustancialmente a la formación de una
intención. Ambas creencias son necesarias para formar intenciones de adoptar
comportamientos difíciles, como el ejercicio físico regular.
Después de que una persona desarrolla una inclinación hacia un comportamiento
de salud particular, la “buena intención” debe transformarse en instrucciones
detalladas sobre cómo realizar la acción deseada. Una vez que se ha iniciado una
acción, hay que mantenerla. Esto no se logra mediante un solo acto de voluntad, sino
que implica habilidades y estrategias de autorregulación. Por lo tanto, la fase
posintencional debe dividirse en factores más próximos, como la planificación y la
autoeficacia de la recuperación. La mayoría de los modelos de cognición social no
abordan explícitamente factores posintencionales (Luszczynska y Schwarzer, 2005).
Como excepción, Bandura (1997) elabora con mucho detalle los procesos
preintencionales y posintencionales, pero no describe un factor posintencional
particular en un diagrama modelo (Bandura, 2000, p. 121). A continuación se
explicarán con más detalle dos constructos volitivos principales: la autoeficacia y la
planificación.

Creencias de autoeficacia específicas de una fase como factor volitivo


Se ha descubierto que la autoeficacia percibida es importante en todas las etapas del
proceso de cambio de comportamiento en materia de salud (Bandura, 1997), pero no
siempre constituye exactamente el mismo constructo. Su significado depende de la
situación particular de los individuos que pueden estar más o menos avanzados en el
proceso de cambio. La distinción entre autoeficacia en la acción, autoeficacia en el
afrontamiento y autoeficacia en la recuperación ha sido planteada por Marlatt, Baer y
Quigley (1995) en el ámbito de las conductas adictivas. La razón para la distinción entre
varias creencias de autoeficacia específicas de cada fase es que durante el curso del cambio
de comportamiento de salud, se deben dominar diferentes tareas, y que se requieren
diferentes creencias de autoeficacia para dominar estas tareas con éxito. Por ejemplo, una
persona puede tener confianza en su capacidad para ser físicamente activa en general (es
decir, alta autoeficacia de acción), pero puede no tener mucha confianza en reanudar la
actividad física después de un revés (baja autoeficacia de recuperación).

Autoeficacia en la acción((también llamada “autoeficacia previa a la acción”) se refiere a la


primera fase del proceso, en la que un individuo aún no actúa, pero desarrolla una
motivación para hacerlo. Es una creencia optimista durante la fase preaccional. Las
personas con un alto nivel de autoeficacia en la acción imaginan el éxito, anticipan los
resultados potenciales de diversas estrategias y tienen más probabilidades de iniciar un
nuevo comportamiento. Aquellos con menos autoeficacia imaginan el fracaso, albergan
dudas y tienden a posponer las cosas. Si bien la autoeficacia en la acción es fundamental en
la fase de motivación, los dos constructos siguientes son fundamentales en la fase posterior.

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fase de volición y, por lo tanto, puede resumirse bajo el título de


"autoeficacia volitiva".
Autoeficacia de mantenimiento(afrontamiento de la autoeficacia), por otro lado,
representa creencias optimistas sobre la capacidad de uno para lidiar con las barreras que
surgen durante el período de mantenimiento (el término "afrontamiento de la autoeficacia"
también se ha utilizado en un sentido diferente; por lo tanto, preferimos el término
“autoeficacia de mantenimiento”). Un nuevo comportamiento de salud puede resultar
mucho más difícil de cumplir de lo esperado, pero una persona autoeficaz responde con
confianza con mejores estrategias, más esfuerzo y una persistencia prolongada para
superar esos obstáculos. Una vez que se ha tomado una acción, los individuos con una alta
autoeficacia de mantenimiento invierten más esfuerzo y persisten por más tiempo que
aquellos que son menos autoeficaces.
Autoeficacia en la recuperaciónaborda la experiencia del fracaso y la recuperación de los
reveses. Si ocurre un lapsus, los individuos pueden ser víctimas del “efecto de violación de la
abstinencia”, es decir, atribuyen su lapsus a causas internas, estables y globales, dramatizan
el evento y lo interpretan como una recaída en toda regla (Marlatt et al. ., 1995). Sin
embargo, las personas con alta autoeficacia evitan este efecto atribuyendo el error a una
situación externa de alto riesgo y encontrando formas de controlar el daño y restaurar la
esperanza. La autoeficacia en la recuperación se refiere a la convicción de uno de volver al
camino correcto después de un descarrilamiento. La persona confía en su competencia para
recuperar el control después de un revés o fracaso y reducir el daño (Marlatt, 2002).

Existe una diferencia funcional entre estos constructos de autoeficacia, mientras


que su secuencia temporal es menos importante. Se pueden albergar diferentes
creencias de autoeficacia específicas de una fase en el mismo momento. La suposición
es que operan de una manera diferente. Por ejemplo, la autoeficacia de recuperación
es más funcional cuando se trata de reanudar una cadena de acción interrumpida,
mientras que la autoeficacia de acción es más funcional cuando se enfrenta a una
demanda nueva y desafiante (Luszczynska, Mazurkiewicz, Ziegelmann y Schwarzer,
2007; Luszczynska y Sutton, 2006). ).
Esta distinción entre creencias de autoeficacia específicas de una fase ha demostrado ser
útil en diversos ámbitos del cambio de conducta (ver Marlatt et al., 1995). La autoeficacia de
acción tiende a predecir intenciones, mientras que la autoeficacia de mantenimiento tiende
a predecir comportamientos. Las personas que se habían recuperado de un revés
necesitaban creencias en sí mismos diferentes a las de aquellos que habían mantenido sus
niveles de actividad (Scholz et al., 2005). Varios autores (Rodgers, Hall, Blanchard, McAuley y
Munroe, 2002; Rodgers y Sullivan, 2001) han encontrado evidencia de creencias de
autoeficacia específicas de fases en el dominio de la conducta de ejercicio (es decir,
autoeficacia en tareas, autoeficacia de mantenimiento). y programación de la autoeficacia).
En estudios que aplicaron el HAPA, la autoeficacia específica de una fase difirió en los
efectos sobre diversas conductas preventivas de salud, como el autoexamen de mamas
(Luszczynska y Schwarzer, 2003), las conductas dietéticas (Schwarzer y Renner, 2000) y el
ejercicio físico ( Scholz et al., 2005).

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Simulación mental: dos tipos de planificación como mediadores de


intenciones y comportamientos

Es más probable que las buenas intenciones se traduzcan en acción cuando las
personas desarrollan escenarios de éxito y estrategias preparatorias para abordar una
tarea difícil. La simulación mental ayuda a identificar señales para la acción. Los
términos intenciones de planificación e implementación se han utilizado para abordar
este fenómeno. Leventhal, Singer y Jones (1965) sugirieron investigaciones sobre
planes de acción, quienes afirmaron que las apelaciones al miedo pueden facilitar el
cambio de conductas de salud sólo cuando se combinan con instrucciones específicas
sobre cuándo, dónde y cómo realizarlas. Una atención renovada a la planificación
surgió cuando se introdujo el concepto de intenciones de implementación desde la
perspectiva de la psicología de la motivación (Gollwitzer, 1999). Los metaanálisis han
resumido los hallazgos sobre los efectos de las intenciones de implementación en los
comportamientos de salud (para una descripción general, ver Sheeran, Milne, Webb y
Gollwitzer, 2005). También se encontró que la planificación de acciones autoinformada
media las relaciones entre las intenciones y la actividad física entre los estudiantes
(Conner y Norman, 2005; Norman y Conner, 2005). La planificación de la acción es más
que una simple extensión de la intención porque incluye parámetros de situación
específicos (“cuándo”, “dónde”) y una secuencia de acción (“cómo”). Es más eficaz que
las intenciones en lo que respecta a la probabilidad y la velocidad de la ejecución, en
parte porque la conducta puede provocarse casi “automáticamente” cuando se
encuentran las señales situacionales relevantes; las personas no olvidan fácilmente
sus intenciones cuando se especifican cuándo, dónde y cómo (para una descripción
general y un metanálisis, consulte Gollwitzer y Sheeran, 2006).
Una forma diferente de planificar es la anticipación de barreras y la generación de
comportamientos alternativos para superarlas. A esto se le ha denominado
planificación de afrontamiento (Scholz, Sniehotta, Burkert y Schwarzer, 2007;
Sniehotta, Scholz et al., 2005). Las personas imaginan escenarios que les impiden
realizar el comportamiento previsto y desarrollan uno o más planes para afrontar una
situación tan desafiante. Por ejemplo: “Si planeo correr el domingo pero el clima no lo
permite, iré a nadar” o “Si esta noche hay algo emocionante en la televisión que no
quiero perderme, reprogramaré mi entrenamiento para la tarde". La planificación de
afrontamiento podría ser una estrategia de autorregulación más eficaz que la
planificación de la acción, en parte porque implica planificación de la acción. Después
de que las personas contemplan cuándo, dónde y cómo actuar, imaginan posibles
barreras y generan estrategias para afrontarlas. Por lo tanto, la planificación de
afrontamiento se suma a la planificación de la acción. La planificación es una variable
alterable. Se puede comunicar fácilmente a personas con déficits de autorregulación.
Un buen número de ensayos controlados aleatorios han documentado recientemente
la evidencia a favor de tales intervenciones de planificación (por ejemplo, Luszczynska,
2006; Luszczynska, Tryburcy y Schwarzer, 2007).

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Por lo tanto, el énfasis general de los estudios presentados aquí radica en el


supuesto de que los planes de acción y/o planes de afrontamiento constituyen un
constructo proximal valioso al avanzar más en la fase de volición y al permitir una
mejor predicción de las conductas (Ziegelmann & Lippke, 2007). .

Ejemplos de definiciones operativas de constructos


Los constructos del HAPA se reflejan en definiciones operativas que se han considerado
válidas para producir los resultados hipotéticos. Se trata de escalas psicométricas breves,
adaptadas al contexto particular de la investigación, con un formato de respuesta de 4 o 7
puntos. Los siguientes son ejemplos de elementos (para obtener más detalles, consulte
también http://www.gesundheitsrisiko.de/docs/RACKEnglish.pdf).

Conciencia del riesgo.Para evaluar la conciencia del riesgo, existen varias opciones que
pueden referirse a un riesgo absoluto o relativo para la salud, abordando una enfermedad
específica o una categoría de enfermedad más amplia. Una opción utilizada con frecuencia es la
siguiente (Renner, 2003, 2004). Ejemplo:

En comparación con una persona promedio de mi sexo y edad, mis posibilidades de padecer una enfermedad
cardiovascular son . . .

-1 -2 -3 -4 -5 -6 -7
muy por debajo abajo un poco abajo promedio un poco arriba arriba muy por encima

promedio promedio promedio promedio promedio promedio

Expectativas de resultados positivos.Se puede abordar una amplia gama de


expectativas de resultados y, si se desea, se pueden subdividir en expectativas de
resultados sociales, físicos y emocionales. Además, se pueden generar expectativas de
resultados negativos. Sin embargo, hemos descubierto que las positivas son
suficientes para predecir las intenciones, mientras que las negativas no mejoran aún
más la cantidad de varianza contabilizada. Ejemplo:

¿Cuáles serán las probables consecuencias personales si deja de fumar?


Si dejo de fumar. . .

De nada Apenas Principalmente Exactamente

verdadero verdadero verdadero verdadero

. . . Seré más atractivo para los demás (dientes más -1 -2 -3 -4


blancos, mejor piel, sin olor en la ropa). . . . Me
sentiré mejor físicamente. -1 -2 -3 -4
. . . Mi nivel de colesterol mejorará. -1 -2 -3 -4

Acción Autoeficacia.La autoeficacia en la acción percibida se refiere a la


confianza de uno en ser capaz de realizar una conducta difícil o novedosa. El

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 11
la atención se centra en iniciar tal comportamiento (correr tres millas) o realizarlo una
vez en la vida (saltar de un avión con un paracaídas). Ejemplo:

Varias barreras dificultan dejar de fumar. ¿Qué tan seguro está de que puede dejar de fumar?
Estoy seguro que . . .

De nada Apenas Principalmente Exactamente

verdadero verdadero verdadero verdadero

. . . Con el tiempo podré dejar de fumar para siempre. -1 -2 -3 -4


. . . Puedo dejar de fumar dentro del próximo mes. -1 -2 -3 -4
. . . Puedo dejar de fumar en los próximos 3 días. -1 -2 -3 -4

Autoeficacia de mantenimiento.La autoeficacia de mantenimiento percibida se refiere a la


confianza de uno en ser capaz de mantener un comportamiento difícil. La atención se centra en
hacer frente a las barreras inminentes (también denominadas “autoeficacia para hacer frente”).
Ejemplo:

¿Está seguro de que podrá resistir las ganas de fumar? Estoy


seguro de que puedo abstenerme de fumar. . .

En absoluto Apenas En su mayoría Exactamente

verdad verdad verdad verdad

. . . incluso si amigos o familiares continúan fumando. -1 -2 -3 -4


. . . incluso si me siento tenso e inquieto. -1 -2 -3 -4
. . . incluso si tengo ganas de fumar un cigarrillo. -1 -2 -3 -4

Autoeficacia en la recuperación.La autoeficacia de recuperación percibida se refiere a la


confianza de uno en ser capaz de reanudar un comportamiento difícil después de una
interrupción. La atención se centra en los fallos y en recuperar la confianza después de una
recaída. Ejemplo:

A pesar de las buenas intenciones, pueden ocurrir fallos o recaídas. Imagine que ha vuelto a fumar durante algún
tiempo. ¿Qué tan seguro está de dejar de fumar nuevamente?
Estoy seguro de que podría volver a dejarlo. . .

No Apenas En su mayoría Exactamente todo


cierto verdadero verdadero verdadero

. . . incluso después de haber fumado un cigarrillo de vez en cuando. -1 -2 -3 -4


. . . incluso después de haber vuelto a fumar durante un par de días. -1 -2 -3 -4
. . . incluso después de haber tenido una recaída total. -1 -2 -3 -4

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Aplicada.
12 NEGRO

Intenciones de comportamiento.Las intenciones son metas personales, ya sean


autoimpuestas o impuestas por otros. Están redactados en consonancia con la
omnipresente investigación guiada por la Teoría de la Acción Razonada (Fishbein y Ajzen,
1975). Dependiendo de la pregunta de investigación particular, se presentan uno o más
elementos que dan un marco de tiempo específico para la acción prevista. Ejemplo:

¿Qué intenciones tienes para la próxima vez?

No Fuertemente

pretender pretender

en absoluto

Tengo la intención de reducir la cantidad de cigarrillos -1 - 2 -3 -4 -5 -6 -7


durante el próximo mes.
Tengo la intención de dejar de fumar en las próximas dos semanas. -1 - 2 -3 -4 -5 -6 -7

Planificación de acciones.En la investigación no experimental, el nivel de


planificación se evalúa subjetivamente. Un elemento típico es el siguiente. Ejemplo:

Si tiene intención de dejar de fumar en un futuro próximo, ¿tiene una idea clara de exactamente
cuándo y cómo podría lograrlo?
Tengo un plan detallado. . .

Para nada cierto Apenas cierto Mayormente cierto Exactamente cierto

. . . cuando dejar de fumar. -1 -2 -3 -4


. . . cómo dejar de fumar. -1 -2 -3 -4

Planificación de afrontamiento.La planificación de afrontamiento se refiere a la


anticipación de las barreras que podrían surgir en el proceso de adopción y mantenimiento
de una conducta, y al grado en que el individuo ha desarrollado estrategias apropiadas para
afrontar dichas barreras. Ejemplo:

Más adelante, después de su primer día sin fumar, ¿ha pensado en posibles barreras que podrían
interferir con sus objetivos?
Tengo un plan detallado. . .

No Apenas En su mayoría Exactamente


todo cierto verdadero verdadero verdadero

. . . cómo responder cuando un amigo me ofrece un cigarrillo. -1 -2 -3 -4


. . . cómo evitar una situación de alto riesgo en la que las ganas de -1 -2 -3 -4
fumar puedan abrumarme.
. . . cómo organizar mis rutinas diarias para minimizar -1 -2 -3 -4
las tentaciones de fumar.

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 13

Uso de HAPA como modelo de etapa explícito: tres


mentalidades

Incluir la planificación y la autoeficacia como mediadores volitivos convierte el modelo


en un modelo de etapas implícito porque implica la existencia de (al menos) dos fases
o etapas, una motivacional y otra volitiva. El propósito de tal modelo es doble: permite
una mejor predicción del comportamiento y refleja el supuesto mecanismo causal del
cambio de comportamiento. Por lo tanto, la investigación que se basa en este modelo
emplea métodos de análisis de ruta (por ejemplo, Lippke, Ziegelmann y Schwarzer,
2005).
Sin embargo, cuando se trata del diseño de intervenciones, se puede considerar convertir
el modelo de etapas implícito en uno explícito. Esto se hace identificando a los individuos
que residen en la etapa motivacional o en la etapa volitiva. Luego, cada grupo se convierte
en el objetivo de un tratamiento específico que se adapta a este grupo. Además, es
teóricamente significativo y se ha encontrado útil para subdividir aún más el grupo volitivo
en aquellos que actúan y aquellos que sólo tienen la intención de actuar. En la etapa
posintencional preaccional, los individuos son etiquetados como “intendentes”, mientras
que en la etapa accional son etiquetados como “actores”. Por lo tanto, una subdivisión
adecuada dentro del proceso de cambio de comportamiento en salud produce tres grupos:
no intencionales, intencionales y actores. El término “etapa” en este contexto fue elegido
para aludir a las teorías de las etapas, pero no en la definición estricta que incluye
irreversibilidad e invariancia. Los términos “fase” o “mentalidad” pueden ser igualmente
adecuados para esta distinción. La idea básica es que los individuos pasan por diferentes
mentalidades en su camino hacia el cambio de comportamiento. Por lo tanto, las
intervenciones pueden ser más eficientes cuando se adaptan a estas mentalidades
particulares. Por ejemplo, se supone que quienes no tienen intenciones se benefician de la
confrontación con las expectativas de resultados y de cierto nivel de comunicación de
riesgos. Necesitan aprender que el nuevo comportamiento (por ejemplo, volverse
físicamente activo) tiene resultados positivos (por ejemplo, bienestar, pérdida de peso,
diversión) a diferencia de los resultados negativos que acompañan al comportamiento
actual (sedentario) (como desarrollar una enfermedad o ser no atractivo). Por el contrario,
quienes tienen intenciones no deberían beneficiarse de ese tratamiento porque, después de
establecer una meta, ya han superado esa mentalidad. Más bien, deberían beneficiarse de la
planificación para traducir sus intenciones en acciones. Finalmente, los actores no necesitan
ningún tratamiento a menos que quieran mejorar sus habilidades de prevención de
recaídas. Luego, deben estar preparados para situaciones particulares de alto riesgo en las
que los fallos son inminentes. Esto se puede lograr enseñándoles a anticipar tales
situaciones y adquiriendo los niveles necesarios de autoeficacia percibida para la
recuperación (Marlatt, 2002).
En las siguientes secciones, se proporcionará evidencia empírica que atestigua la
validez de la HAPA para diversos comportamientos de salud en una variedad de
entornos. Las primeras cuatro aplicaciones pertenecen a la variante del continuo y las
tres últimas se refieren a estudios que han examinado etapas explícitas.

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Aplicada.
14 NEGRO

EVIDENCIA EMPÍRICA: HAPA COMO MODELO CONTINUO


CON ETAPAS IMPLICITAS

Estudio I: Adherencia al ejercicio físico después de la


rehabilitación cardíaca
Los siguientes estudios examinaron si el modelo general se ajustaba a diferentes
conjuntos de datos y, en particular, si se podía confirmar el estatus de mediador de los
dos mediadores posintencionales, la autoeficacia y la planificación. El estudio I
investigó la adherencia al ejercicio en una muestra de pacientes de rehabilitación
cardíaca (Scholz et al., 2005; Sniehotta, Scholz et al., 2005). En Alemania, la
rehabilitación cardíaca suele realizarse de forma hospitalaria y consiste en un
entrenamiento físico y psicoeducativo integral, que incluye sesiones regulares de
ejercicio físico casi a diario. Los pacientes aprenden que necesitan llevar un estilo de
vida activo para recuperarse por completo y prevenir una recurrencia de su
enfermedad cardíaca. Por lo tanto, al final del período de rehabilitación, se puede
considerar que los pacientes están motivados y informados. No necesitan más
comunicación de riesgos, sino instrucciones detalladas sobre cómo desarrollar y
aplicar habilidades de autorregulación. Se puede esperar que las diferencias en la
actividad física se deban en parte a dichos factores volitivos.
En el estudio realizado por Scholz y Sniehotta había 353 pacientes cardíacos con una edad
media de 59 años. Los autores recopilaron un conjunto de datos longitudinales en tres momentos
en el tiempo que cubren un período de 4 meses. El momento 1 tuvo lugar durante la segunda
semana de la estancia de 3 semanas en el centro de rehabilitación, y los cuestionarios de los
momentos 2 y 3 se enviaron por correo 2 y 4 meses después del alta. La percepción de riesgo, las
expectativas de resultados positivos, la autoeficacia de acción y las intenciones de comportamiento
se evaluaron en el primer momento de medición, mientras que la autoeficacia de planificación y
recuperación se evaluaron en el Momento 2 y la actividad física en el Momento 3.
Un modelo de ecuación estructural diseñado para reflejar el HAPA se ajusta bien a los datos. De
la variación en la actividad física, el 14 por ciento se explicó conjuntamente por la planificación
previa y la autoeficacia de la recuperación. Más importante aún, la planificación surgió como un
mediador entre las intenciones y los comportamientos, y la autoeficacia de recuperación mediaba
entre la autoeficacia de la acción y el comportamiento, como se planteaba la hipótesis. De la
variación en la planificación, el 17 por ciento se debió a la intención y la autoeficacia de
recuperación. El nueve por ciento de la varianza de la autoeficacia en la recuperación se debió a la
autoeficacia en la acción, lo que demuestra la validez discriminante de los dos constructos.
Este estudio se caracteriza por una población única y homogénea, a saber,
pacientes cardíacos hospitalizados al final de su rehabilitación médica. Estaban
en un estado posintencional, lo que implica que no quedaba mucha variación.
Sus niveles de ejercicio 4 meses después del alta probablemente estén
determinados principalmente por su condición médica, su motivación y los
efectos del tratamiento de rehabilitación, sin dejar mucho espacio para factores
volitivos adicionales. Desde esta perspectiva, es notable que los dos factores
volitivos todavía hayan explicado una variación sustancial en el comportamiento.

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 15

Estudio II: Autoexamen de mama como ejemplo de


conducta de detección
Se recomienda el autoexamen de mama (EEB) para detectar signos tempranos de cáncer de
mama. Aunque esto no puede prevenir la aparición del cáncer, tiene sus ventajas como
remedio.deteccióncomportamiento para permitir diagnósticos médicos adicionales. Los
déficits motivacionales o de autorregulación inhiben la implementación activa de conductas
detectivescas habituales del mismo modo que hacen que las personas sean reacias a
adoptar y mantenerpreventivoconductas de salud.
Se lanzó un estudio longitudinal para explorar si el HAPA sería adecuado para
reflejar las relaciones entre las variables motivacionales y volitivas en tal
contexto. Se recogieron datos de 418 mujeres cuyas percepciones de riesgo,
expectativas de resultados, autoeficacia, intención de realizar EEB, planificación y
comportamientos informados se examinaron en dos momentos (Luszczynska y
Schwarzer, 2003). Se empleó un modelo de ecuación estructural similar al de la
Figura 1, haciendo una distinción entre autoeficacia de acción, autoeficacia de
mantenimiento y autoeficacia de recuperación.
La autoeficacia en la acción surgió como el mejor predictor directo de la intención y la
planificación. La planificación, a su vez, pareció ser el mejor predictor directo de las
conductas de EEB, seguida de la autoeficacia. Al considerar también los efectos indirectos,
los dos constructos volitivos parecían tener el mismo valor para predecir el
comportamiento. Los resultados apuntan al papel influyente que desempeñan los factores
de autorregulación a la hora de traducir los objetivos en acción.
La autoeficacia en EEB también ha sido un objetivo de las intervenciones (Luszczynska,
2004). Mediante aleatorización grupal, las mujeres fueron asignadas a un grupo de control o
a un grupo de tratamiento. Este último recibió información y vio un vídeo con un modelo a
seguir que practicaba la EEB. A los participantes del grupo de tratamiento se les pidió que
encontraran dos bultos en un modelo de silicona de un seno femenino. Así, se
implementaron las tres formas de mejorar la autoeficacia: persuasión, experiencia vicaria y
experiencia de dominio personal (Bandura, 1997). Después de 13 semanas, muchas mujeres
que nunca antes habían hecho esto informaron haber adoptado el comportamiento
deseado. Además, las mujeres con cierta experiencia reportaron una mejora de sus
habilidades y una mayor frecuencia de práctica de EEB. Además de una diferencia
significativa en los niveles medios entre los grupos experimentales y de control, el patrón de
relaciones difería entre los grupos. Las variables HAPA representaron el 29 por ciento de la
variación del comportamiento en el grupo de intervención, en comparación con sólo el 15
por ciento en el grupo de control.
El estudio contribuye al debate actual sobre los factores volitivos que ayudan a
predecir conductas de salud detectivescas. No sólo subraya el valor explicativo del
modelo, sino que también señala su idoneidad como marco teórico para las
intervenciones. Centrarse en la autoeficacia y la planificación como componentes del
tratamiento ayuda a diseñar intervenciones contra la EEB que tengan fundamento
teórico y sean empíricamente exitosas.

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dieciséis NEGRO

Estudio III: Uso del cinturón de seguridad en pasajeros de automóviles adolescentes

Se supone que la adherencia al uso del cinturón de seguridad entre los pasajeros de
automóviles es alta en los países donde el uso del cinturón es obligatorio. Sin embargo, la
ley a menudo sólo se aplica a los conductores, no a sus pasajeros. Además, a muchos
adolescentes no les importa la seguridad y se muestran reacios a utilizar el cinturón. Para
examinar los factores motivacionales y volitivos que podrían explicar tal comportamiento, se
supone que las variables HAPA son apropiadas. Un estudio de Luszczynska examinó el uso
del cinturón de seguridad en una muestra de 298 estudiantes en un diseño de investigación
longitudinal, con tres momentos en el tiempo que cubrían un período de 7 meses. Se
investigó si el modelo se ajustaba a los datos y si la autoeficacia y la planificación
constituyen mediadores en la predicción de la adherencia (Schwarzer, Schüz, Ziegelmann,
Lippke, Luszczynska y Scholz, 2007).
El equipo de investigación invitó a estudiantes de secundaria de Varsovia, Polonia, a
participar en el estudio. Tenían entre 16 y 21 años y casi la mitad eran mujeres. En el
momento 1 se midieron la intención, la percepción de riesgo, las expectativas de resultados
y la autoeficacia motivacional. Entre otras cosas, se les hizo preguntas sobre sus creencias
sobre (a) los pros y los contras del uso del cinturón de seguridad, (b) las consecuencias
negativas que podrían ocurrir si no usaron cinturones de seguridad, (c) barreras percibidas
que obstaculizarían el inicio del uso regular del cinturón de seguridad, y (d) barreras
percibidas que les impedirían reanudar el uso regular del cinturón después de no hacerlo.
La autoeficacia en planificación y recuperación se midió en el momento 2 (1 mes después).
El uso del cinturón de seguridad se informó en el momento 3 (6 meses después).

Se partía del supuesto de que la intención de utilizar el cinturón de seguridad no era suficiente. Los
estudiantes necesitan tener una idea clara, es decir, una representación mental de estar en un coche con
el cinturón de seguridad puesto. Esto se expresa mediante los elementos de planificación (“cuándo,
dónde, cómo”). Además, los estudiantes deben tener confianza en poder reanudar el uso del cinturón de
seguridad después de haber sido negligentes durante un tiempo (autoeficacia de recuperación).
La planificación y la autoeficacia surgieron como mediadores, como se había planteado, y
el 42 por ciento de la variación en el uso del cinturón de seguridad se explicó conjuntamente
por estos dos factores. De la variación en la planificación, el 22 por ciento se debió a la
intención y la autoeficacia de recuperación. La autoeficacia motivacional representó sólo el 8
por ciento de la varianza de la autoeficacia de recuperación, lo que demuestra la validez
discriminante de los dos constructos. Las habilidades y estrategias de autorregulación
parecen ser importantes en la adopción y mantenimiento de conductas protectoras
aparentemente fáciles, como el uso del cinturón de seguridad de los pasajeros. En los
conductores adultos, este comportamiento se ha convertido en un hábito y no requiere
planes ni creencias explícitas. Sin embargo, en el proceso de desarrollo de dichos hábitos,
las variables HAPA podrían resultar útiles para explicar los mecanismos del cambio de
comportamiento. Otros ejemplos dentro de esta categoría de desarrollo serían el uso del
casco y el cepillado de dientes en los niños, pero no conocemos ningún estudio que haya
utilizado el actual modelo de cognición social en tal contexto.

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MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 17

Estudio IV: Predicción de comportamientos dietéticos en surcoreanos

El estudio examina el papel que desempeñan la autoeficacia y la planificación en el contexto


de las conductas dietéticas, es decir, llevar una dieta baja en grasas y rica en vitaminas
(Renner, Kwon, Yang, Paik, Kim, Roh, Song y Schwarzer, en prensa). El modelo incluye tres
predictores de la intención de llevar una dieta saludable (autoeficacia de acción,
expectativas de resultados, riesgo para la salud) y tres predictores del comportamiento
nutricional autoinformado (intención, autoeficacia de mantenimiento, planificación). Se han
planteado las siguientes preguntas de investigación: (a) ¿Se ajusta un modelo de ecuación
estructural, incluido el estado de riesgo objetivo, a los datos coreanos? (b) ¿Los dos
predictores próximos de las conductas dietéticas, la autoeficacia de planificación y
mantenimiento, emergen como mediadores? En particular, ¿la autoeficacia de
mantenimiento media los efectos de la autoeficacia de acción en la planificación y las
conductas dietéticas? ¿La planificación media los efectos de la intención sobre las conductas
dietéticas? (c) ¿Se ajusta el modelo igualmente bien a submuestras de hombres y mujeres?
¿Se pueden restringir los parámetros estructurales para que sean iguales para hombres y
mujeres? Se diseñó un estudio de campo longitudinal para examinar las interrelaciones de
estos factores con los comportamientos dietéticos. En 697 hombres y mujeres surcoreanos,
se evaluó el estado de riesgo para la salud en el momento 1 (colesterol, presión arterial e
índice de masa corporal) junto con la autoeficacia, las expectativas de resultados y las
intenciones. En el momento 2, 6 meses después, se midieron la autoeficacia de
mantenimiento, la planificación y las conductas dietéticas.
Se especificó un modelo de ecuación estructural con la nutrición autoinformada como
variable latente endógena, la intención, la planificación y la autoeficacia de mantenimiento
como mediadores, y el estado de riesgo, las expectativas de resultados y la autoeficacia de
acción como variables exógenas. La autoeficacia tuvo el mismo poder predictivo en
hombres y mujeres, mientras que las intenciones y la planificación fueron relevantes sólo en
las mujeres. El estado de riesgo objetivo se asoció con las intenciones en las mujeres, pero
no en los hombres. Los presentes hallazgos contribuyen a nuestra comprensión de algunos
mecanismos que intervienen en el cambio de comportamiento en materia de salud. El
modelo podría ser universal y podría resultar útil para describir la motivación para llevar
una dieta saludable también en culturas no occidentales. Estudios anteriores en Europa ya
habían confirmado que el modelo se ajusta a varios conjuntos de datos sobre
comportamientos dietéticos (Schwarzer & Renner, 2000; Schwarzer et al., 2007).

EVIDENCIA EMPÍRICA: HAPA COMO MODELO DE ETAPA EXPLÍCITA

Estudio V: Progresión de etapas en personas que practican la


higiene dental
Los tres estudios siguientes fueron elegidos como ejemplos para caracterizar la
naturaleza escalonada más explícita del modelo. Como se mencionó anteriormente, el
Enfoque del Proceso de Acción en Salud distingue entre personas que aún no han

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18 NEGRO

decidieron cambiar su conducta (no intencionales en la etapa predecisional o motivacional)


y aquellos que han decidido cambiar (postdecisional-inactivos) o que ya implementaron los
cambios y realizaron la conducta objetivo (postdecisional-activos). Así, las personas volitivas
pueden subdividirse en pretendientes y actores. El proceso motivacional culmina en la
formación de intenciones y luego el enfoque y la mentalidad de una persona cambian de la
motivación a la iniciación y el mantenimiento del comportamiento. Aquí, los procesos
volitivos, como la planificación y el control de la acción, ayudan a traducir las intenciones en
acción. El Estudio V ha abordado la distinción entre las tres mentalidades (por ejemplo, no
intencionales, intencionales, actores) para la adopción y el mantenimiento del hilo dental
(Schüz, Sniehotta, Mallach, Wiedemann y Schwarzer, en prensa). El supuesto es que los
valores medios de las variables sociocognitivas, así como el comportamiento, difieren entre
los subgrupos. Se evaluó el estado de comportamiento de los pacientes dentales junto con
un cuestionario, una muestra de hilo dental e instrucciones de limpieza. Se enviaron
cuestionarios de seguimiento 4 semanas después, arrojando una muestra longitudinal de
288 pacientes. Se evaluaron la percepción de riesgo, las expectativas de resultados, la
planificación de acciones, la planificación de afrontamiento, la autoeficacia de
mantenimiento, la intención de usar hilo dental a diario y el comportamiento de higiene
interdental. Se planteó la hipótesis de que estas variables discriminaban entrepreintencional
,intencional, yaccionalparticipantes en los momentos 1 y 2. El análisis discriminante
confirmó que las variables sociocognitivas clasificaron correctamente a los participantes en
tres etapas de cambio de comportamiento. Además, predijeron el movimiento escénico
hacia adelante y hacia atrás. Para los participantes en elpreintencionaletapa en el Tiempo 1,
la progresión de la etapa podría predecirse mediante la planificación de acciones. Entre los
participantes en el Momento 1, la autoeficacia de mantenimiento y la planificación de
afrontamiento discriminaron a los participantes que retrocedían de los estáticos y de los que
progresaban. Los resultados confirmaron la suposición de que progresar a través de etapas
está asociado con diferentes niveles de variables sociocognitivas. Aquellos individuos que
pasan de la motivación a la voluntad lo hacen junto con la planificación de actividades.
Quienes se vuelven activos son aquellos con mayor autoeficacia volitiva (Schüz, Sniehotta &
Schwarzer, 2007).

Estudio VI: Comportamiento dietético: los no participantes y los participantes están


motivados de manera diferente para comer alimentos saludables

Un estudio de Renner y Schwarzer (2005) aborda el papel que juegan las


intenciones, la percepción de riesgo, las expectativas de resultados y las
creencias de autoeficacia a la hora de adoptar o mantener una dieta saludable.
La pregunta era si los individuos preintencionales difieren de los
posintencionales en términos de las variables HAPA. Una muestra de 1.782
hombres y mujeres de entre 14 y 87 años aportó los datos. Ampliando un estudio
anterior (Schwarzer & Renner, 2000), éste examinó la intención no sólo como una
variable continua, sino también como una variable categórica.

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 19
La distinción entre no intencionales y intencionales, aunque simple, arroja algo de luz
sobre las relaciones entre las variables elegidas. No sorprende que los no participantes
reporten, en promedio, niveles más bajos de nutrición saludable que los participantes, como
lo reflejan las diferencias medias en el consumo de grasas, fibra, vitaminas, frutas, colesterol
y una dieta general equilibrada y baja en calorías. . Sin embargo, lo que es más interesante
es que los no intencionados también tienen puntuaciones medias más bajas en percepción
de riesgo, expectativas de resultados y autoeficacia nutricional percibida, lo que subraya
que han progresado menos en el proceso de cambio. Además, dentro del grupo de no
intencionados, la nutrición saludable se explica bien por las expectativas de resultados,
seguida por la autoeficacia, pero en absoluto por la percepción de riesgo. Por lo tanto, los
no estudiantes que informaron una dieta comparablemente saludable no parecen sentir
mucho riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y, de ser así, esto no está en absoluto
relacionado con su estilo de nutrición. Por lo tanto, podrían comer menos grasas y más fibra
predominantemente para controlar su peso, sentirse más atractivos y sentirse mejor
mentalmente.
Dentro del grupo de pretendientes, las variaciones en los comportamientos nutricionales
no están tan bien explicadas por los predictores sociocognitivos, pero aún son
considerables. Más importante aún, los que tenían intenciones en comparación con los que
no tenían intenciones exhibieron un patrón diferente de fuerza de asociación con respecto a
las variables sociocognitivas. En la etapa preintencional, las expectativas de resultados son
más destacadas, mientras que en la etapa posintencional la autoeficacia es más destacada.
Así, al especificar la intención como moderador, resultó que los no intencionales y los
intencionales eran diferentes en términos de los mecanismos psicológicos que los hacían
comer alimentos saludables.

Estudio VII: Actividad física: diferencias en tres etapas de


cambio
Los dos estudios anteriores han hecho una distinción entre las etapas motivacional y volitiva
y han comparado a individuos que residen en esas etapas en términos de una variedad de
factores sociocognitivos. Las personas posintencionales se pueden subdividir en aquellas
que aún no han actuado y aquellas que lo han hecho. Esto es teóricamente significativo
porque enfrentan diferentes tareas: las personas postintencionalmente inactivas necesitan
traducir sus intenciones en acción (Gollwitzer, 1999), mientras que aquellas que son
postintencionalmente activas necesitan prevenir una recaída (Marlatt, 2002). Esta distinción
de tres etapas se hizo de acuerdo con la HAPA, lo que sugiere un efecto moderador de las
etapas, es decir, deberían surgir diferencias entre etapas en los mecanismos
motivacionales. Se examinó a los no pretendientes, a los pretendientes y a los actores en
términos de su actividad física (Lippke et al., 2005). El propósito fue explorar indicadores de
discontinuidad, es decir, buscar diferencias cualitativas entre grupos de individuos que
residen en diferentes etapas. Se planteó la hipótesis de que la formación de intenciones, la
planificación de acciones y el cambio de comportamiento se encontraban en diferentes
niveles en

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Aplicada.
20 NEGRO

estas tres etapas, y que estos niveles fueron predichos diferencialmente por la
autoeficacia, las expectativas de resultados y la conciencia del riesgo. Para examinar la
hipótesis de la discontinuidad, se evaluaron 423 pacientes ambulatorios ortopédicos al
inicio y al final de su rehabilitación, así como durante el seguimiento a los 6 meses.
En un modelo de ecuación estructural de tres grupos de acuerdo con la Figura 1,
surgieron patrones de discontinuidad. Se encontraron diferencias entre las tres etapas en
términos de medias latentes, interrelaciones de predictores sociocognitivos y varianza
explicada. Si bien la autoeficacia era imperativa en todos los grupos de pacientes, la
conciencia del riesgo era importante sólo para los no interesados. Las etapas intencional y
acción del cambio de comportamiento fueron similares en términos de planificación. Los
hallazgos respaldaron la utilidad de la distinción de tres etapas y la predicción del cambio de
comportamiento en etapas específicas.
En un estudio relacionado (Lippke et al., 2004), se examinó si las intervenciones eran
beneficiosas para los pacientes de rehabilitación en etapas particulares dentro del proceso
de cambio de comportamiento de salud. Una pregunta de investigación desafiante es si
tales intervenciones pueden adaptarse a las necesidades especiales de los pacientes en
diferentes etapas. En particular, este estudio cuestionó si la planificación de acciones es
beneficiosa para aquellos pacientes que tienen la intención de hacer ejercicio, pero no
realizan actividades físicas en los niveles recomendados. En un estudio longitudinal de
cuatro ondas con 560 pacientes de rehabilitación, se evaluó una intervención de
planificación. Los pacientes que habían estado inactivos hasta el momento pero que tenían
la intención de hacer ejercicio (intencionantes) se beneficiaron particularmente de la
intervención de planificación, mientras que los pacientes sin intención (no intencionales) o
los pacientes que ya estaban activos (actores) no se beneficiaron tanto. Además, si los
pacientes formaban intenciones y planes de acción, era más probable que cumplieran con el
nivel de ejercicio recomendado que aquellos que tenían intenciones, pero no elaboraron un
plan detallado. El mantenimiento de las ganancias durante un año después del tratamiento
de planificación breve es inusual en ausencia de sesiones de refuerzo. Esto sugiere que el
tratamiento incluye factores de automantenimiento. Los resultados confirman la suposición
de que combinar tratamientos con individuos que residen en una etapa particular puede ser
un procedimiento prometedor. Investigaciones futuras deberían examinar un diseño de
coincidencia-desajuste que incluya tratamientos personalizados para las tres mentalidades.

DISCUSIÓN
Los siete ejemplos empíricos de proyectos de investigación recientes que se detallan aquí
fueron elegidos para ilustrar la amplia gama de aplicaciones de HAPA. Se ha demostrado
que el modelo está en línea con datos de diversas culturas y muestras diversas, como
hombres y mujeres mayores y jóvenes, estudiantes y pacientes de rehabilitación. Se
eligieron cinco comportamientos de salud como ejemplos: ejercicio físico, autoexamen de
mamas, uso del cinturón de seguridad, comportamientos dietéticos y uso de hilo dental. En
todos los casos, la evidencia sugirió que el enfoque fue

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MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 21
éxito sin renunciar al principio de parsimonia. La principal adición del HAPA a los
modelos anteriores radica en la inclusión de dos factores volitivos: la autoeficacia
volitiva (ya sea de mantenimiento o de recuperación) y la planificación estratégica
(ya sea de acción o de afrontamiento). El propósito de estas adiciones fue superar
la naturaleza de caja negra de la relación intención-comportamiento. Identificar
estos mediadores volitivos ayuda a dilucidar los mecanismos que entran en juego
después de que las personas han formado la intención de cambiar sus conductas
que comprometen la salud.
Al dividir el proceso de cambio de comportamiento de salud en una fase motivacional y
otra volitiva, se cierra la brecha entre los modelos continuos y los modelos por etapas. El
HAPA constituye un modelo híbrido en el sentido de que se puede aplicar ya sea como uno o
como el otro. Como modelo continuo, incluye dos mediadores entre la intención y el
comportamiento. Debido a que haber formado una intención refleja una mentalidad
diferente a no haberlo hecho, consideramos el HAPA como un modelo de etapa implícito. El
término etapa no tiene un significado biológico. Lo usamos como sinónimo de fase o
mentalidad. Las personas pueden andar en bicicleta y reciclar en este proceso. Otra cuestión
es si deberíamos juzgar la calidad y utilidad de un modelo sólo en términos de la varianza
conductual explicada. Obtener información sobre los procesos de mediación aumenta la
importancia de dichos mediadores como resultados secundarios. Los mediadores son
criterios relevantes por sí mismos. Incluso si no podemos cambiar inmediatamente un
determinado comportamiento refractario, podríamos avanzar un paso crucial cambiando
uno de los mediadores próximos en la dirección correcta. Esclarecer los mecanismos del
cambio no sólo es de puro interés científico, sino que también puede tener implicaciones
políticas.
Cuando identificamos individuos con diferentes mentalidades y los separamos para
análisis o tratamientos particulares, estamos ante un modelo de etapas. Por tanto,
podemos convertir el modelo de etapa implícito en uno explícito dirigiéndonos a
subconjuntos de participantes. En esto vamos más allá de la búsqueda de factores
mediadores. Se supone que el escenario actúa como moderador con dos o más
niveles (por ejemplo, no pretendientes, pretendientes, actores). El supuesto es que los
valores medios de las variables sociocognitivas y del comportamiento difieren entre
estos subgrupos. Además, el mecanismo mediador también puede diferir.
Técnicamente, el análisis refleja una mediación moderada. Cómo exactamente los
individuos con diferentes mentalidades difieren en términos de los mecanismos
causales del cambio de comportamiento de salud sigue siendo una agenda de
investigación para el futuro. La evidencia a favor de la mediación moderada apoyaría
la hipótesis de la discontinuidad, lo que significa que el cambio no refleja un continuo,
sino más bien un proceso que involucra dos o más etapas cualitativas (mentalidades).
Esta noción de discontinuidad se ha demostrado en varias contribuciones recientes
(Armitage, Povey y Arden, 2003; Lippke et al., 2007; Sniehotta, Luszczynska, Scholz y
Lippke, 2005; Velicer et al., 2006).
Una mejor manera de demostrar la utilidad de una distinción de escenario es
documentada mediante efectos experimentales al manipular uno o más de los

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Aplicada.
22 NEGRO

mediadores propuestos. La mejora de la autoeficacia en mujeres que estaban motivadas


para practicar el autoexamen de mamas ha dado como resultado niveles más altos de este
comportamiento (Luszczynska, 2004). También se ha logrado mejorar la planificación de la
acción y la planificación del afrontamiento en pacientes motivados para aumentar su
actividad física (Luszczynska, 2006; Sniehotta, Scholz y Schwarzer, 2006; Ziegelmann et al.,
2006). Si un mediador propuesto es eficaz en una etapa particular pero no en la otra,
entonces necesitamos identificar qué individuos residen en cada etapa y adaptar el
tratamiento (por ejemplo, planificación, intervenciones de autoeficacia) a un grupo.

En otros dos estudios, hemos agregado el constructo de control de acción al modelo


(Schüz et al., 2007; Sniehotta, Nagy, Scholz y Schwarzer, 2006). Mientras que la planificación
es una estrategia prospectiva, es decir, los planes conductuales se elaboran antes de que se
produzca la situación, el control de la acción es una estrategia autorreguladora concurrente,
en la que la conducta en curso se evalúa continuamente con respecto a un estándar de
conducta. Un estudio sobre el uso de hilo dental (Schüz et al., 2007) ha investigado los
efectos específicos de cada etapa de un tratamiento de control de acción (un calendario de
uso de hilo dental). La intervención condujo a niveles más altos de control de la acción en el
seguimiento, lo que indica efectos volitivos. Sin embargo, la intervención de control de
acciones no mejoró la formación de intenciones y, por lo tanto, no tuvo ningún efecto
motivacional, como se planteó la hipótesis. El control de la acción facilitó el comportamiento
de uso del hilo dental únicamente en individuos volitivos. En otras palabras, un efecto
beneficioso surgió sólo en la condición de etapa coincidente. Este resultado está en línea
con la HAPA, ya que sugiere que sólo quienes tienen intenciones se benefician de los
esfuerzos de autorregulación. Una intervención muy parsimoniosa, como la provisión de
calendarios dentales para el autocontrol, puede producir efectos notables si se dirige
correctamente a personas que se encuentran en la etapa volitiva. Desde la perspectiva de
modelar el cambio de comportamiento en materia de salud, surge la pregunta de cuántos y
qué factores volitivos deberían incluirse para cerrar la brecha entre intención y
comportamiento. Después de la inclusión de la planificación y la autoeficacia volitiva, el
control de la acción sería un tercer candidato prometedor para un modelo que sirva a este
propósito. Las investigaciones futuras necesitan descubrir hasta qué punto una
acumulación de otros factores volitivos explicaría una variación sustancial de las conductas
de salud o si esto violaría el postulado de la parsimonia.
El establecimiento de objetivos, la formación de intenciones, la inversión de
esfuerzos, la planificación, el control de las acciones y la desconexión son constructos
autorreguladores. La autorregulación de la salud abarca una amplia gama de
cogniciones y comportamientos. Otros estudios podrían beneficiarse del trabajo en
otros campos, por ejemplo, de la teoría de la prevención de recaídas (Marlatt, 2002;
Marlatt et al., 1995) y las teorías de autorregulación (Baumeister & Vohs, 2004; Carver
& Scheier, 1998; Cervone, Shadel, Smith y Fiori, 2006; Karoly, 1993; Kuhl, 2001;
Leventhal y Mora, 2005; Locke y Latham, 1990; Maes y Karoly, 2005).
Los constructos de autorregulación distintos de la autoeficacia podrían ayudar a explicar
mejor los procesos postintencionales de cambio de comportamiento de salud. teorías de

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Aplicada.
MODELAR EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO DE SALUD 23
La voluntad enfatiza que la autorregulación se refiere a la capacidad de un individuo para centrar
la atención en la tarea en cuestión y mantener un equilibrio emocional favorable. Las
autocompetencias que se refieren a la regulación de los componentes atencionales y emocionales
del comportamiento dirigido a objetivos podrían desempeñar un papel crucial en todas las fases
del cambio de comportamiento de salud. En las diferentes etapas de la búsqueda de objetivos, las
personas deben prestar atención y permanecer en la tarea que tienen entre manos. Necesitan
concentrarse incluso cuando surge una tarea que interfiere. Además, controlar las emociones que
interfieren, como el aburrimiento, la ira, la angustia, el agotamiento, la ansiedad o la desgana,
requiere una serie de habilidades cognitivas. La autorregulación de la atención y las emociones
también podría verse como una disposición personal estable, una característica de diferencia
individual que permite el control habitual sobre acciones recurrentes, así como en el proceso de
cambio de comportamiento (ver Cervone et al., 2006; Kazén & Kuhl). , 2005; Kuhl, 2001;
Luszczynska, Diehl, Gutiérrez-Doña, Kuusinen, & Schwarzer, 2004).

En las últimas décadas, los mecanismos de autorregulación de la salud se reflejaron


principalmente en modelos de predicción sociocognitivos. Estos modelos están siendo
desafiados por otros que implican un ciclo y reciclaje de individuos a lo largo de dos o
más etapas. Este avance en el campo ha generado algunas dificultades y
controversias. Uno se refiere a la exigencia de parsimonia porque las variables se
inflan fácilmente. Por ejemplo, el Modelo Transteórico incluye cinco etapas, diez
procesos, pros y contras, autoeficacia y tentaciones. Según nuestro punto de vista
actual, se sugiere que la etapa de motivación se limite a sólo tres predictores y la
etapa de autorregulación a dos mediadores. La progresión de etapas, la planificación y
la confianza en uno mismo parecen ser el conjunto más parsimonioso de
componentes volitivos.
La presente visión general, que abarca siete estudios empíricos, ha demostrado la
aplicabilidad universal de la HAPA para una serie de conductas de salud y para
diversas muestras de diversas culturas. Sin embargo, el hallazgo de que un modelo de
ecuación estructural se ajusta a los datos no prueba que el modelo elegido sea el
único o el mejor que se ajuste. La pregunta es si este modelo parece ser
empíricamente superior a modelos alternativos. Encontrar el mejor modelo para un
contexto de investigación particular requiere considerar varias preguntas: ¿Qué
modelo representa la mayor parte de la varianza del criterio? ¿Cuál proporciona la
mejor comprensión del mecanismo causal del cambio de comportamiento de salud?
¿El modelo que hace mejor predicción es también el mejor para el diseño de
intervenciones? ¿Cuál es el más parsimonioso?
Para probar la validez de un modelo en comparación con otras teorías sobre el cambio de
comportamiento en materia de salud, se requieren estudios experimentales (Weinstein,
Lyon, Sandman y Cuite, 1998). Hasta ahora, la mayoría de los estudios que pretenden
comparar determinantes de diferentes teorías son principalmente correlacionales. Una
minoría incluye manipulaciones experimentales y examina el mantenimiento del cambio de
comportamiento mediante evaluaciones de seguimiento. Las investigaciones futuras
deberían incluir la manipulación de constructos de esta teoría en una muestra,

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Aplicada.
24 NEGRO

y manipulación de los constructos de una teoría diferente (como TPB) en otra muestra.
Por ejemplo, en la etapa de desarrollo de la intención, un grupo podría tratarse
mejorando las actitudes positivas y las normas subjetivas (TPB), mientras que el otro
grupo podría tratarse mejorando la autoeficacia, las expectativas de resultados y la
percepción de riesgos (HAPA). Por otro lado, en la etapa de búsqueda de objetivos, un
grupo podría tratarse mejorando el control conductual percibido (TPB), mientras que
el otro podría tratarse mejorando una combinación de autoeficacia, planificación de
acciones y prevención de recaídas (HAPA). . Es poco probable que alguna vez se
encuentre una prueba de fuego para comparar todos los modelos entre sí, ya que son
parcialmente incompatibles, como lo son, por ejemplo, los modelos por etapas versus
los modelos continuos. Los investigadores tienden a preferir enfoques eclécticos,
como seleccionar elementos atractivos de un modelo e implantarlos en otro, lo que
también puede verse como un medio de evolución teórica.

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© 2008 El Autor. Compilación de la revista © 2008 Asociación Internacional de Psicología


Aplicada.

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