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1. FUNCIONES Y COMETIDOS
3. TEORÍA DE LA ORGANIZACIÓN
● Poder Ejecutivo
● Descentralización funcional. Entes Autónomos y Servicios
Descentralizados.
● Descentralización Territorial. Gobiernos Departamentales.
Municipios.
. Función constituyente
Esta función es identificada por Sayagués con aplicación de los criterios formal
y material. Con criterio formal, la función
constituyente es aquella actividad estatal de creación de normas
constitucionales, siguiendo para ello los procedimientos previstos en la propia
Carta. En virtud de la eficacia jurídica de las normas constitucionales, es
correcto analizarlas por fuera de la función legislativa.
La función constituyente puede definirse con un criterio orgánico– formal,
como la actividad estatal cumplida por los órganos
constituyentes y siguiendo alguno de los procedimientos
previstos en el artículo 331 de la Constitución
para su reforma.
● Función legislativa
Atendiendo al criterio orgánico, es la función que desarrolla
el Poder Legislativo. Pero, como mencionamos antes, no existe una perfecta
concordancia entre órganos y funciones. Así, por ejemplo, tanto el Poder
Legislativo como el Poder Judicial también desarrollan función administrativa
de apoyo a su función predominante.
Atendiendo al criterio formal, la función legislativa sería la que se cumple
siguiendo el procedimiento definido en la Constitución para la sanción de las
leyes (artículo 133 de la Constitución, sin perjuicio de lo establecido en el
artículo 168, numeral 7º para los proyectos de ley declarados de urgente
consideración, así como lo previsto en el artículo 214 de la Carta en relación a
la Leyes de Presupuesto, Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución
Presupuestal). También ejercen función legislativa los Gobiernos
Departamentales de conformidad con lo previsto en los artículos 273 y 275 de la
Constitución, dictando Decretos con fuerza de ley en su jurisdicción (artículo
260).
Conforme el criterio orgánico–formal, en nuestro régimen será función
legislativa aquella actividad cumplida por los órganos y mediante los
procedimientos establecidos por la Constitución para el dictado de normas
jurídicas con valor y fuerza de ley. En nuestro derecho cumplen en forma
preponderante función legislativa el Poder Legislativo y los Gobiernos
Departamentales.
● Función jurisdiccional
Gordillo define a la función jurisdiccional -atendiendo a
su contenido como la “decisión con fuerza de verdad legal de una controversia
entre pares” (GORDILLO, Tratado de Derecho Administrativo, Primeros
Manuales, 2014). Para nosotros sería más adecuado utilizar la expresión de
“fuerza de verdad definitiva” (“cosa juzgada”). Con criterio orgánico, la función
jurisdiccional sería aquella que desarrollan los órganos del Poder Judicial. Dicha
delimitación no es del todo ajustada, atento a que, en nuestro Derecho, un
organismo de creación constitucional, como es el caso del Tribunal de lo
Contencioso Administrativo, cumple función jurisdiccional fuera del ámbito del
Poder Judicial.
Según el criterio formal, la función jurisdiccional es aquella que se expresa
mediante actos procesales, especialmente sentencias, ajustándose para ello a los
procedimientos de los juicios, como por ejemplo los previstos en el Código
General del Proceso.
La función jurisdiccional en nuestro régimen se define atendiendo al
criterio orgánico–formal, como aquella actividad cumplida
por los órganos señalados en la Constitución,
con ajuste a los procedimientos establecidos por la ley para la
tramitación de los juicios, dictado de sentencias y ejecución de lo juzgado.
Con criterio material, es la actividad de solución de controversias
con fuerza de verdad definitiva (valor de cosa juzgada).
. Función administrativa
Siendo ésta una noción fundamental para el Derecho
administrativo, su definición no ha estado ajena a discrepancias, como bien lo
explicita Sayagués (SAYAGUÉS LASO, 2010).
Partiendo de un criterio orgánico, se ha sostenido que la función administrativa
es la que desarrolla exclusivamente el Poder Ejecutivo o en la esfera
departamental quien ejerce el cargo de Intendente.
Ello no se ajusta propiamente a nuestro Derecho, que reconoce actividad
administrativa La función jurisdiccional en nuestro régimen
se define atendiendo al criterio orgánico–formal, como aquella actividad
cumplida por los órganos señalados en la Constitución, con ajuste a los
procedimientos establecidos por la ley para la tramitación de los juicios, dictado
de sentencias y ejecución de lo juzgado. Con criterio material, es la actividad de
solución de controversias con fuerza de verdad definitiva (valor de cosa
juzgada). 71 proveniente de entidades descentralizadas por servicios o de
organismos de creación constitucional, y así también del Poder Legislativo y del
Poder Judicial.
La función administrativa no está localizada en un único órgano o sistema
orgánico, aunque el Poder Ejecutivo es a quien se le ha atribuido en
principio dicho ejercicio, sin perjuicio de la que cumplen en mayor o menor
medida el resto de los órganos estatales y entidades menores
descentralizadas, como los Entes Autónomos, Servicios Descentralizados y
Gobiernos Departamentales. Siguiendo el criterio propuesto, la función
administrativa puede definirse con criterio residual, en tanto es la actividad
cumplida por cualquier órgano estatal que no pueda definirse como propia
de alguna de las otras funciones, y que tiene por objeto la realización de los
cometidos estatales en cuanto requieren ejecución práctica mediante actos
jurídicos y operaciones materiales.
Con criterio formal, Ley es el acto jurídico sancionado por los órganos del Poder
Legislativo y promulgado por el Poder Ejecutivo, en la forma prescripta por la
Constitución Acto legislativo es el acto con valor y fuerza de ley, incluyendo las leyes
y los decretos de las Juntas Departamentales con fuerza de ley en su jurisdicción. La
eficacia formal de un acto jurídico se traduce en una fuerza activa o de innovación
derogatoria, y en una fuerza pasiva o de resistencia. La fuerza activa o de innovación
derogatoria es la potencialidad que el acto jurídico tiene para innovar en el orden
jurídico preexistente. La fuerza pasiva o de resistencia es la capacidad de resistencia
del acto jurídico, en el sentido de que no puede ser derogado, abrogado o desaplicado,
salvo por un acto de fuerza igual o superior. En palabras de Cassinelli, la fuerza de un
acto jurídico es la posibilidad que tiene ese acto de derogar, de modificar lo que
dispone otro de la misma o de otra naturaleza. A su vez, el valor de un acto jurídico
refiere al régimen especial a que ese acto se encuentra sometido, en cuanto a cómo
puede desaplicarse. Los caracteres de la Ley son: su poder innovativo y su
generalidad, en aras de la igualdad, sin perjuicio de la existencia de leyes con alcance
particular. La relación entre ley e igualdad se manifiesta en cuatro dimensiones de
ésta: igualdad en la ley, igualdad por la ley, igualdad ante la ley e igualdad de partes.
La reserva de ley es el conjunto de materias cuya regulación, la Constitución comete
exclusivamente a la ley y que, por consiguiente, no pueden ser regidas por actos
jurídicos de rango inferior: poderes de bolsa, libertad e institución. La reserva de
Constitución es la materia excluida de la ley por estar regulada en la Carta, sin que
ésta prevea su ampliación, restricción o modificación. La irretroactividad de la Ley,
recibida en el artículo 7º del Código Civil, implica que ella no se aplica a hechos
producidos o que han comenzado a producirse con anterioridad a su entrada en
vigencia. Su fundamento radica en la seguridad jurídica, derecho protegido por el
ordenamiento (artículo 7º de la Constitución), además de principio general del
Derecho, de los que recoge el artículo 72 de la Carta. La situación de normas
incompatibles se denomina antinomia. Para resolver antinomias, las reglas
fundamentales son las que siguen el criterio cronológico, el jerárquico y el de
especialidad.
● Reglamentos
Los reglamentos son una especie del género acto administrativo, en el sentido amplio
de esta expresión. Así surge del artículo 120 del Decreto del Poder Ejecutivo N°
500/991 de 27 de septiembre de 1991. El citado artículo, tras definir en su primer
inciso al acto administrativo, en sentido amplio, como “toda manifestación de
voluntad de la Administración que produce efectos jurídicos”, establece en el segundo:
“Llámase reglamento, a las normas generales y abstractas creadas por acto
administrativo”. En esta disposición se pone de manifiesto la distinción entre acto
creador y norma creada (VÁZQUEZ, 1998). Efectivamente; aunque en ocasiones se
utiliza la expresión “acto administrativo” para hacer referencia solo a los actos de
efectos subjetivos (a los que el mismo artículo 120 denomina resoluciones,
caracterizadas por sus efectos particulares y concretos), los reglamentos también lo
son. Se trata de normas “creadas” por acto administrativo, es decir, se originan en una
manifestación unilateral de voluntad de un órgano estatal actuando en función
administrativa. El órgano que emite el reglamento actúa en ejercicio de la competencia
que le ha sido asignada por una norma de Derecho objetivo (Constitución, Ley). Es en
este sentido que los reglamentos son una clase de actos administrativos. Los
reglamentos son normas con “efectos generales y abstractos”. Tienen efectos generales
porque sus disposiciones no se dirigen a personas determinadas, sino a categorías más
o menos amplias (por ejemplo: todos los habitantes de la república; todos los
funcionarios pertenecientes a una categoría; todos los que practican una cierta
profesión u oficio; todas las personas residentes en determinada área; etc).
eda a su individualización. Los efectos abstractos refieren a las características de la
hipótesis o supuesto normativo. El supuesto previsto en el reglamento no se agota en
un único acto de ejecución, sino que, por su propia configuración, es susceptible de
verificación posterior en un número -en principio- indeterminado de oportunidades.
3. TEORÍA DE LA ORGANIZACIÓN
Para actuar en el mundo del Derecho (emitir actos jurídicos, celebrar contratos), las
personas jurídicas (tanto las físicas o individuales, como las colectivas), centros de
imputación de situaciones jurídicas, necesitan una voluntad. A efectos de explicar
este fenómeno, la doctrina ha utilizado, básicamente, tres teorías, la del mandato, la
de la representación y la del órgano. Mientras en el mandato o la representación hay
un vínculo entre dos sujetos -mandante y mandatario, representante y representado-
el órgano forma parte e integra la estructura de la persona jurídica.
● Teoría del Órgano
Con mayor sencillez, aunque de manera igualmente precisa, Sayagués y otros autores
han definido al órgano como el instrumento de actuación de las colectividades
personificadas, a través del cual éstas expresan su voluntad (SAYAGUÉS LASO,
2010). Debe tenerse clara y presente la distinción entre la persona jurídica (sujeto de
derecho), el órgano (instrumento de expresión de la voluntad de esa persona), y las
personas físicas que son los titulares del órgano. A vía de ejemplo, debe distinguirse
la persona pública Gobierno Departamental, de su órgano Intendencia, y del titular de
ese órgano, el Intendente.
El órgano es definido por Méndez como la porción técnica nominada del Estado a la
que se atribuyen funciones definidas y los correspondientes cargos. Sayagués lo
define como el instrumento de actuación de las colectividades personificadas, a
través del cual éstas expresan su voluntad. La concepción subjetiva considera órgano
al individuo o individuos que actúan por el grupo. La concepción objetiva identifica
al órgano con la porción o unidad estatal a la que el hombre sirve. La concepción
técnica se construye a través de los tres elementos que Méndez identifica como
constitutivos del órgano en su unidad estática: el formal (porción del Estado,
continente y forma del órgano); el sustantivo (contenido del órgano, sus funciones); y
el específico (el cargo, mediante el cual se entrega al órgano la energía humana). El
órgano dinámico requiere la presencia del ser humano en el cargo. Para Sayagués el
órgano se compone de tres elementos: competencia, forma y voluntad humana. A su
vez, los elementos determinantes de la competencia son el territorio (ámbito espacial
de actuación), la materia (cometidos) y los poderes jurídicos (funciones).
● Teoría de los Sistemas Orgánicos (centralizacion y descentralizacion)
Según viene de explicarse, el Estado actúa mediante un complejo orgánico. En ese
complejo orgánico, cada componente tiene asignadas funciones y relaciones. Los órganos
no actúan aislados, sino integrando sistemas orgánicos. 243 Méndez define al sistema
orgánico, como una “serie de órganos enlazados en virtud de un orden que pone los
componentes al servicio del todo en consideración a tareas específicas.” (MÉNDEZ,
Sistemas orgánicos, 1973).
Para Méndez, todos los órganos del Estado están ordenados en sistemas, y cada uno de los
sistemas orgánicos se caracteriza por elementos específicos. Además del sistema
centralizado y el descentralizado, analiza el sistema acentralizado, que permite ordenar
técnicamente los Poderes. En los tres hay dos ideas o elementos determinantes: el centro y
la relación. En el sistema centralizado hay “un centro único y permanente”; en el
descentralizado, “un centro primario y otro secundario, ambos permanentes”; y en el
acentralizado, “centros variables, de carácter transitorio, en consideración a la materia o a
la oportunidad”. La "centralización", la "descentralización" y la “acentralización” son
técnicas internas o formas de organización para el ejercicio de los poderes jurídicos sin
destruir la unidad etática.
Méndez define al sistema orgánico, como una “serie de órganos enlazados en virtud de un
orden que pone los componentes al servicio del todo en consideración a tareas
específicas.” Todos los órganos del Estado están ordenados en sistemas (centralizado,
descentralizado y acentralizado), y cada uno de los sistemas orgánicos se caracteriza por
elementos específicos. En los tres hay dos ideas o elementos determinantes: el centro y la
relación. En el sistema centralizado hay un centro único y permanente y el vínculo es la
jerarquía; en el descentralizado, un centro primario y otro secundario, ambos permanentes,
y la relación es el control; y en el acentralizado, centros variables, de carácter transitorio,
en consideración a la materia o a la oportunidad, y el vínculo es la primacía. A diferencia
de la centralización que es un sistema simple, cuyas unidades componentes, unidas por el
vínculo jerárquico, están sometidas a un régimen administrativo único, la
descentralización es un sistema compuesto, con relaciones de carácter interno, de
naturaleza técnica y jurídica, que se traban entre dos sistemas simples (primario y
secundario), disponiendo de un orden administrativo múltiple. En la descentralización la
competencia de la articulación resulta del ejercicio armónico de las competencias
particulares de cada sistema simple componente.
La centralización suele presentar alteraciones que son puramente funcionales ya que no
afectan la estructura del sistema centralizado, denominadas "modalidades de la
centralización". Ellas son: a) La autonomía técnica, que se ve en órganos consultivos y de
asesoramiento, y en órganos activos de carácter eminentemente técnico. b) La imputación
funcional, que implica la asignación de tareas materiales o técnicas, correspondientes al
sistema, a un órgano subordinado (puede comprender el dictado de actos administrativos
de carácter auxiliar, preparatorios o de ejecución, no principales o decisorios). c) La
delegación de atribuciones, definida por Cajarville como "el acto por el cual el órgano
delegante -debidamente autorizado para ello por una norma expresa- inviste al delegado
de la potestad (poder-deber) de expresar la voluntad orgánica, en un determinado sector de
competencia". d) La desconcentración no privativa, llamada también impropia, que
implica la atribución a un subordinado, de la potestad de decidir por actos imputables al
sistema a que ese órgano pertenece, sin privar al jerarca de dicha potestad. La
desconcentración privativa, también llamada propia, que se caracteriza, en palabras de
Prat, por “un tenue descenso de poderes de administración muy limitado, en favor de un
órgano subordinado que los ejercerá a título de competencia propia, privativa, en una
determinada materia, por cierto muy restringida". Fuera de la materia desconcentrada la
jerarquía es total; en esa materia, en cambio, se ven limitados los poderes del jerarca, el
que no puede avocar (conocer y decidir en el asunto).