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El miedo y los TCA

Una emoción que tienen en común las fobias alimentarias y los trastornos alimentarios
es el miedo.

Aunque los trastornos alimentarios van más allá de la fobia, en algunos aspectos
funcionan como si lo fueran. La fobia es un miedo exagerado que nos impide actuar
normalmente y que no suele responder a la argumentación racional.

La terapia más eficaz para las fobias es la exposición. Esto significa, abreviando
mucho, enfrentarse a aquello a lo que tenemos miedo para poder experimentar que el
peligro que percibíamos no es tal, o bien que, aunque hay peligro, tenemos suficientes
recursos para vencerlo.

Pero la exposición no se puede realizar de cualquier manera. Si se hace por imposición


(desde el “yo debo” enfrentarme) suele generar más angustia y empeorar el problema.
Incluso en los casos en los que, a corto plazo, parece funcionar, a largo plazo generará
mayor miedo, sentimientos de soledad (“nadie me entiende”), de vergüenza (“nadie
puede enterarse de lo que siento”), de ineficacia y baja autoestima. La persona
aprenderá a ocultar su miedo, pero lo seguirá sintiendo y, lo peor de todo, no podrá
compartirlo con nadie.

La exposición sana se necesita hacer desde la seguridad emocional. Esto no significa


esperar a no tener miedo para enfrentarse a las cosas: eso no sucederá. Significa
enfrentarse con miedo, pero sintiendo a la vez que se tienen recursos y apoyo para
hacerle frente (desde el “yo puedo” enfrentarme).

¿De qué forma realizar esa exposición?:

1. Desde la autovalidación emocional: siento miedo

Validar emocionalmente significa escuchar, respetar y aceptar las emociones (del otro
o propias). Significa, “simplemente”, que reconocemos y aceptamos la existencia de
esas emociones tal como son: “así es cómo te sientes/me siento”. Por supuesto, puedo
sentir y validar emociones encontradas (tengo miedo y a la vez no me gusta sentir
miedo). Pero no juzgo a la persona por sentir esas emociones: no etiqueto de cobarde
por sentir miedo, no repito que “no debería” sentir eso, porque es tan absurdo como
repetirle al cielo que “no debería” estar nublado (el caso es que, si lo está, necesito
tenerlo en cuenta y adaptarme a ello).

2. Desde la auto capacitación: puedo afrontarlo

Una de las frases más frecuentes en el miedo es “No puedo”: no puedo hacerlo, no
puedo enfrentarlo, no puedo seguir. Sin embargo, lo correcto sería sólo decir “tengo
miedo”: poder, puedes, pero tienes miedo, y por eso necesitas ir poco a poco. Pero el
miedo no se puede convertir en una excusa para no avanzar: si espero a no tener
miedo para enfrentar aquello que temo, es seguro que no lo afrontaré nunca. Evitar los
miedos es una forma de darles la razón, y sólo fomentará más miedo y más
sentimientos de incapacidad. Es como decirte: “Es verdad, no soy capaz, no puedo, por
eso lo evito”. Igual que cuando sobreprotegemos a alguien, es como decir: “es verdad,
no eres capaz, no puedes, por eso lo evitamos”.
Necesitamos empezar cambios en nuestra conducta para cambiar nuestros miedos, y
esto es especialmente así en las conductas movidas por la ansiedad. A menudo la frase
“cuando esté mejor (=tenga menos miedo), cambiaré”, se convierte en una excusa
para no realizar un cambio que necesitamos, pero tememos.

3. Desde el realismo: soy humano

¿Significa lo anterior que hay que actuar en contra de las propias emociones? No y sí.
Se trata de negociar entre la conducta necesaria y las emociones y pensamientos que
van en dirección contraria. Esta negociación para que el miedo no determine tu
conducta supone considerar que el cambio será poco a poco y con recaídas en el
proceso.

¿Por qué poco a poco? Esto es debido a que la prisa suele ser enemiga de la
superación de los miedos. Enfrentarse a los miedos de forma gradual suele transmitir
más seguridad que hacerlo “de golpe”. Es importante que la persona sienta que lleva
las riendas y puede ir decidiendo cuál es el siguiente paso. Para ello, es recomendable:

 Realizar un listado lo más concreto posible de alimentos/formas de cocinado/


cantidades/ situaciones que se evitan y producen ansiedad.
 Valorar en ansiedad (por ejemplo, de 0 a 10) el listado anterior.
 Ordenar de menor a mayor grado de dificultad (por ansiedad) el listado.
 Empezar por la exposición más fácil.
 Repetir y repetir tantas veces como sea necesario hasta que te sientas capaz de
superar esa situación, con la mayor frecuencia posible (mejor si es diario).
 Si te angustiaste y abandonaste, revisa si realmente estaba bien graduado. Si crees
que sí, inténtalo en cuanto puedas de nuevo.
 Ten en cuenta que en ocasiones de ansiedad extrema puede hacer necesario empezar
por una exposición simbólica (hablar de ello, imaginarlo, alimentos de juguete) o
parcial (oler alimentos, tocarlos, desmenuzarlos, acercármelos, lamerlos…).
 Pasar al siguiente reto de la lista.

4. Desde el aprendizaje: aprendo y crezco

Sinceramente: el miedo no está de moda. Está de moda lo contrario: ser decidido, casi
temerario, dispuesto a correr riesgos. Esta connotación cultural hace a menudo que
nos sintamos culpables, incluso avergonzados, de nuestros miedos. Y eso no nos hace
bien, además de ser injusto. Realmente, los miedos pueden ser una gran oportunidad:
una oportunidad para el crecimiento, una oportunidad para el autoconocimiento, una
oportunidad para aumentar la confianza en ti mismo y en los demás, una oportunidad
para descubrir tus fortalezas, tus emociones y tus recursos ocultos.

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