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Una emoción que tienen en común las fobias alimentarias y los trastornos alimentarios
es el miedo.
Aunque los trastornos alimentarios van más allá de la fobia, en algunos aspectos
funcionan como si lo fueran. La fobia es un miedo exagerado que nos impide actuar
normalmente y que no suele responder a la argumentación racional.
La terapia más eficaz para las fobias es la exposición. Esto significa, abreviando
mucho, enfrentarse a aquello a lo que tenemos miedo para poder experimentar que el
peligro que percibíamos no es tal, o bien que, aunque hay peligro, tenemos suficientes
recursos para vencerlo.
Validar emocionalmente significa escuchar, respetar y aceptar las emociones (del otro
o propias). Significa, “simplemente”, que reconocemos y aceptamos la existencia de
esas emociones tal como son: “así es cómo te sientes/me siento”. Por supuesto, puedo
sentir y validar emociones encontradas (tengo miedo y a la vez no me gusta sentir
miedo). Pero no juzgo a la persona por sentir esas emociones: no etiqueto de cobarde
por sentir miedo, no repito que “no debería” sentir eso, porque es tan absurdo como
repetirle al cielo que “no debería” estar nublado (el caso es que, si lo está, necesito
tenerlo en cuenta y adaptarme a ello).
Una de las frases más frecuentes en el miedo es “No puedo”: no puedo hacerlo, no
puedo enfrentarlo, no puedo seguir. Sin embargo, lo correcto sería sólo decir “tengo
miedo”: poder, puedes, pero tienes miedo, y por eso necesitas ir poco a poco. Pero el
miedo no se puede convertir en una excusa para no avanzar: si espero a no tener
miedo para enfrentar aquello que temo, es seguro que no lo afrontaré nunca. Evitar los
miedos es una forma de darles la razón, y sólo fomentará más miedo y más
sentimientos de incapacidad. Es como decirte: “Es verdad, no soy capaz, no puedo, por
eso lo evito”. Igual que cuando sobreprotegemos a alguien, es como decir: “es verdad,
no eres capaz, no puedes, por eso lo evitamos”.
Necesitamos empezar cambios en nuestra conducta para cambiar nuestros miedos, y
esto es especialmente así en las conductas movidas por la ansiedad. A menudo la frase
“cuando esté mejor (=tenga menos miedo), cambiaré”, se convierte en una excusa
para no realizar un cambio que necesitamos, pero tememos.
¿Significa lo anterior que hay que actuar en contra de las propias emociones? No y sí.
Se trata de negociar entre la conducta necesaria y las emociones y pensamientos que
van en dirección contraria. Esta negociación para que el miedo no determine tu
conducta supone considerar que el cambio será poco a poco y con recaídas en el
proceso.
¿Por qué poco a poco? Esto es debido a que la prisa suele ser enemiga de la
superación de los miedos. Enfrentarse a los miedos de forma gradual suele transmitir
más seguridad que hacerlo “de golpe”. Es importante que la persona sienta que lleva
las riendas y puede ir decidiendo cuál es el siguiente paso. Para ello, es recomendable:
Sinceramente: el miedo no está de moda. Está de moda lo contrario: ser decidido, casi
temerario, dispuesto a correr riesgos. Esta connotación cultural hace a menudo que
nos sintamos culpables, incluso avergonzados, de nuestros miedos. Y eso no nos hace
bien, además de ser injusto. Realmente, los miedos pueden ser una gran oportunidad:
una oportunidad para el crecimiento, una oportunidad para el autoconocimiento, una
oportunidad para aumentar la confianza en ti mismo y en los demás, una oportunidad
para descubrir tus fortalezas, tus emociones y tus recursos ocultos.