Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Felipe Boburg
23
felipe boburg
24
heidegger y el problema de la técnica
25
felipe boburg
26
heidegger y el problema de la técnica
27
felipe boburg
acecho de la muerte”. Esto es, la lucha cotidiana del hombre por conser-
varse vivo, su enfrentamiento con la finitud, el sobrellevar a cuestas la
pesada carga de la muerte, en fin, lo que en El ser y el tiempo designaba
con la expresión de que al Dasein le va el ser. Las botas pintadas por Van
Gogh mantienen la vida humana, con todas sus alegrías y tristezas, sus
ilusiones y frustraciones, junto a ese elemento que acompaña al hombre
en su vida, elemento del que el hombre no puede disponer, que en oca-
siones lo premia y que a veces lo castiga. El cuadro pinta la lucha de
Mundo y Tierra.
Heidegger no niega que el útil sea a la mano como había dicho en
El ser y el tiempo, pero el cuadro de Van Gogh nos ha revelado algo más
del útil, lo que Heidegger llama: la confiabilidad. Los útiles son nues-
tros compañeros cotidianos, contamos con ellos para sobrellevar la car-
ga de nuestro ser. Pensemos en los lentes viejos, desbalanceados y pega-
dos con tela adhesiva, que el anciano no cambia no sólo porque no tiene
dinero sino principalmente porque confía en ellos, porque entre él y sus
lentes se ha establecido una simbiosis, porque están amoldados a él des-
pués de tantos años de llevarlos puestos, de tal modo que otros le cau-
sarían incomodidad y desadaptación. Por las botas, dice Heidegger, la
campesina está amoldada al llamamiento de la Tierra y se puede mover
en su Mundo. En el instrumento se aproximan Mundo y Tierra.
Con esto podemos entender el cambio que se produce en el mun-
do de la técnica, en el Gestell. El artefacto tecnológico no posee la con-
fiabilidad, en él ya no se da el juego de Mundo y Tierra, que expone la
obra de arte. El mundo ha dejado de ser un conjunto de vías o caminos
flexibles que dejan espacio para el azar y la libertad y se ha convertido
en un sistema o estructura de referencias rígidas, que exige una adapta-
ción rápida del hombre. Pero además, al usar el artefacto tecnológico ya
no es propiamente el hombre el que lo usa sino que es usado porque el
hombre es una pieza requerida para el funcionamiento del Gestell. Por
eso los hombres se convierten en recursos humanos. Este emplazamien-
to de todos los entes a recursos o almacenes de energía es lo que Heide-
gger llama Bestand, que ha sido traducido al español por existencias, en
el sentido de que se habla por ejemplo de que “hay un libro en existen-
cias” o que “ya no se tiene cierto artículo en existencias”. El ente en ge-
neral, incluyendo al hombre, se vuelve un recurso que debe ser adminis-
28
heidegger y el problema de la técnica
29
felipe boburg
30
heidegger y el problema de la técnica
metafísica (¿qué es el ente?) es el desarrollo del olvido del ser. Este olvi-
do llega a su máxima expresión en la era de la técnica, que es en la cual
el ente ha sido despojado de todo misterio, en la que el ente ciertamen-
te está al descubierto, pero de una forma si se quiere obscena, tan sólo
como un recurso, que se agota en su utilidad y del que hay que sacar el
máximo provecho. La verdad del Gestell se caracteriza por este desencu-
brimiento o desnudamiento violento que busca obtener el máximo pro-
vecho del ente. Un ejemplo muy elocuente es el caso de lo que sucede
con la basura; ésta se recicla, también se aprovecha. En la era de la téc-
nica nada queda sin usar, no queda ningún desperdicio. Con ello el ente
ya no tiene nada de extraño, nada hay en él indisponible.
Para expresar la verdad de la técnica, su desencubrimiento violen-
to, podemos acudir a la diferencia que no sé si sólo aquí en México ha-
cemos entre desnudar y “encuerar”. Pues bien, podemos decir que la
técnica se caracteriza porque “encuera” al ente, y al hacerlo no deja nada
oculto, nada enigmático, pero justo eso oculto y enigmático fue lo que
motivó la pregunta “¿por qué es el ente y no más bien la nada?” Pero hoy
ya no tiene sentido esta pregunta, no hay espacio alguno en el que se
cobije aún lo enigmático. Así, por ejemplo, la muerte, que en El ser y el
tiempo era fundamental para replantear la pregunta por el ser, se le tri-
vializa, se le reduce a un trámite, y por eso las agencias funerarias ven-
den planes que prevén todos los gastos y trámites, para que ni los sobre-
vivientes ni el muerto se tomen molestias. Hasta de la muerte se puede
sacar provecho.
La era de la técnica es el momento de máximo olvido del ser.
¿Cuánto durará este olvido? Nadie lo sabe, pero no sería difícil que
durara al menos lo que tardó en gestarse, es decir, otros 2 500 años.
No obstante esta oscura, patética o apocalíptica descripción, Hei-
degger nos dice, y este es uno de los rasgos más sorprendentes de su
meditación sobre la técnica, que justo “ahí donde está el peligro crece lo
que salva...”, citando un verso de Hölderlin. ¿Cómo es posible esto?
Reparemos en que la fuerza del Gestell puede tomarse como una purga
que expulse de nosotros el sueño de la subjetividad domeñadora del ser
y esto entraña que se abra la posibilidad de una experiencia del ser más
originaria que ya no lo tome como “ante los ojos”. De alguna forma el
Gestell manifiesta, de manera negativa, la co-pertenencia del hombre y
31
felipe boburg
32
Heidegger y la técnica o de cómo
la metafísica ilumina el ocaso
del segundo milenio
Edith Gutiérrez
119
edith gutiérrez
120
heidegger y la técnica
121
edith gutiérrez
122