Imagínate alguien que tuviera amnesia y preguntara por qué es una escuela. Tenemos
una pregunta por el ser de algo, un ente, una escuela. Uno podría responder con una
definición, mencionando sus propiedades, o incluso llevarlo a una escuela y decir: “es
este edificio aquí, con salones llenos de mesas y sillas y maestros y alumnos”. Con esto
tenemos una comprensión del objeto pero no de su sentido. ¿Qué se hace con una
escuela, de qué sirve, para qué es? [...]
Este “para qué” responde mejor a la pregunta, pero aún no capta lo que Heidegger
quiere decir cuando habla de sentido. ¿De qué o desde dónde es una escuela entendible
como la cosa que es? Solo desde el mundo de la existencia humana. [...] Lo que
posibilita nuestra comprensión de la noción de escuela es precisamente el sentido. El
sentido de la escuela es el mundo al que pertenece. [...]
1
HEIDEGGER, Martin. Ser y tiempo. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1997, p. 23.
2
Cf. KING, Magda. A Guide to Heidegger’s Being and Time. State University of New York Press, Albany, 2001,
p. 6.
3
Cf. McNABB, Darin. Heidegger y el ser y el tiempo (video 2/15). Consultado el 30 de agosto de 2020 en:
https://www.youtube.com/watch?v=kwTljcRw9Mk&list=PLfg-nvLMvO0hrfUcG_Zhfd9CZcrEsIRF2
Una forma de hacer explícito ese sentido sería alejarnos de nuestro mundo
diario y entrar, por ejemplo, en el de las ciencias. Desde aquí, la escuela sería
ahora entendida como pura materia organizada espacio-temporalmente. Este
cambio se da porque el horizonte en el que se mueve el entendimiento de las
ciencias es meramente desde la materia. El mundo de la existencia humana se
modifica en una concepción teórica de la materia natural, articulándose en torno
a conceptos como materia, movimiento o energía. Este horizonte no nos dice
nada sobre el sentido de la escuela, si tomamos el sentido como aquello que nos
capacita para entender las cosas como lo que ellas mismas son, es decir, en su
ser esencial. El mundo de nuestra propia existencia es el horizonte desde el cual
primariamente entendemos las cosas como relevantes para un propósito.
Modificar el horizonte desde el cual entendemos algo nos posibilita para
entender las cosas de diferentes maneras, pero en cada caso solamente en una u
otra de sus posibilidades4.
La temporalidad es, según lo que hemos dicho, el sentido del ser del
Dasein, y a la vez posibilita la historicidad. El Dasein es su pasado. La historia no
es una realidad externa a nosotros que tengamos que apropiarnos, sino que
además es algo constitutivo, ya que somos lo que hemos sido y también lo que la
humanidad ha sido7. De esta manera, el Dasein es la tradición a la que pertenece
y que asume de diferentes formas. La tradición, a la vez que transmite
experiencia, quita la libertad de preguntar y elegir. Para llegar a pensar por sí
mismo, el Dasein debe “retroceder hacia la mirada ingenua del que ve las cosas
4
Cf. KING, óp. cit., p. 7.
5
HEIDEGGER, Martin, óp. cit., p. 23.
6
Cf. Íbidem, p. 30.
7
Cf. CARRASCO PIRARD, Eduardo. Heidegger y la historia del ser. Editorial Universitaria, Santiago de Chile,
2007, p. 82.
por primera vez”8, es decir, hacer fenomenología para encontrarse con las cosas
mismas. De esta manera el Dasein se apropiará auténticamente de la tradición
en vez de solo dejarse llevar por ella. Este esfuerzo de apropiación de la
tradición es la destrucción de la historia de la filosofía propuesta por
Heidegger9. Esta destrucción es necesaria también porque “la tradición filosófica
no se ha preocupado por el ser, y cuando lo ha hecho, ha considerado al ser
como un ente, cuando precisamente no puede ser tratado como tal, porque el
ser es aquello que determina al ente en cuanto ente”10.
Se va desde el tiempo al ser y por eso [...] las filosofías más decisivas son las que han
tratado sobre el tiempo y sobre sus implicaciones ontológicas para la determinación de
la esencia del hombre. Por eso, se le hace necesario [a Heidegger] adentrarse en la
filosofía de Kant, el filósofo que con mayor acuciosidad ha tratado el tema de la
temporalidad. Dado que el pensamiento de Kant se mueve en una comprensión
ontológica del hombre proveniente de Descartes, se hace necesario repensar la
interpretación cartesiana del ser del hombre como res cogitans. Como Descartes, por su
parte, es deudor de la tradición escolástica medieval, la que a su vez se basa en la
ontología antigua, el camino de la destrucción debe atravesar la ontología medieval
para dirigirse hacia Platón y, particularmente, hacia Aristóteles.
8
Cf. Íbidem, p. 83.
9
Cf. Íbidem, p. 84.
10
GILABERT BELLO, Fernando. Heidegger en torno al error de la Modernidad: La crítica al dualismo
cartesiano de cuerpo y alma. Daimon Revisa Internacional de Filosofía, Suplemento 5 (2016), p. 90.
11
CARRASCO PIRARD, óp. cit., p. 84.
12
LEMAY, Eric et al. Heidegger para principiantes. p. 50.
“suprasensible”13. Estas realidades de naturaleza no física fueron denominadas
por Platón con el nombre de idea y eidos, que quieren decir figura o forma,
entendida como el aspecto exterior de una cosa. También adquiere el significado
de especie o tipo, ya que el aspecto de la cosa sirve para clasificarla como una
cosa de cierto tipo14. Las ideas de las que habla Platón no son simples conceptos,
sino que son el verdadero ser, el ser por excelencia. Podemos decir que son las
esencias de las cosas. Las ideas son “en sí y por sí”, lo que quiere decir que son
estables y no relativas - como pretendía Protágoras - y por tanto se imponen al
sujeto de un modo absoluto, no son manipulables por él. El conjunto de ideas se
encuentra en un lugar supraceleste, el hiperuranio o mundo de las Ideas15.
13
Cf. REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo 1. Editorial
Herder, Barcelona, 1995, p. 128.
14
Cf. DI CAMILLO, Silvana. Eîdos. La teoría platónica de las Ideas. Universidad Nacional de La Plata, La Plata,
2016, p. 17.
15
Cf. REALE y ANTISERI, óp. cit., pp. 129 y ss.
16
Cf. FRAILE, Guillermo y URDANOZ, Teófilo. Historia de la Filosofía, tomo 1. Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid, 1976, pp. 165 y ss.
17
Toda esta sección es un resumen y adaptación del segundo capítulo de REALE, Giovanni. Introducción a
Aristóteles. Editorial Herder, Barcelona, 1985, pp. 43 y ss.
todas las cosas. Si consideramos el ser de las cosas desde una perspectiva
estática, la materia y la forma bastan para explicarlo. Pero si las contemplamos
desde un punto de vista dinámico, en su generarse y corromperse, aparecen
otras dos causas: la causa eficiente, es decir, el padre que lo ha engendrado; y la
causa final, o sea el telos o fin hacia el que tiende el devenir.
Dice Aristóteles que “el término ser se emplea en múltiples sentidos, pero
siempre haciendo referencia a una unidad y realidad determinada [...]. El
concepto ser incluye muchos sentidos, pero todos referidos un único principio.”
Las diferentes cosas a las que se aplica el concepto ser expresan sentidos
diferentes del ser, pero al mismo tiempo todas ellas implican la referencia a algo
que tiene unidad, precisamente a la substancia: “de algunas cosas se dice que
son seres porque son substancias, de otras porque son afecciones de la
substancia, o bien porque son corrupción o privación o cualidad o causas
productoras o generadores ya sea de la substancia, ya sea de lo que se refiere a
la substancia, o bien porque constituyen negaciones de alguna de éstas o de la
substancia”. El centro unificador de los significados del ser es la ousía, la
substancia. La ontología aristotélica es, pues, un estudio de la substancia, ya que
“el ser en cuanto ser” significa la multiplicidad misma de los significados del ser
y la relación que los une formalmente, es decir, la substancia y todo lo que se
refiere de diferentes maneras a la misma.
a) Por una parte, llamamos ser a los accidentes, o sea a los seres
accidentales o casuales.
b) Lo contrapuesto al ser accidental es el ser por sí mismo, lo que indica no
lo que es en virtud de otro, como el ser accidental, sino lo que es ser por
sí mismo. Como ejemplo Aristóteles señala exclusivamente la substancia,
pero además también todas las categorías: cualidad, cantidad, relación,
acción, pasión, lugar y tiempo.
c) En tercer lugar expone el significado del ser como verdadero,
contrapuesto al no ser como falso. Es el ser que podemos llamar “lógico”,
un ser que solo subsiste en la razón.
d) En último lugar aparece el significado del ser en cuanto potencia y acto. El
ser según la potencia y el acto abarca todos los significados del ser
señalados anteriormente: puede darse un ser accidental o sustancial en
potencia.
LA OUSÍA O SUBSTANCIA
Por substancia (ousía) pueden entenderse, aunque de forma distinta, tres
cosas: 1) la forma, 2) la materia, o 3) el compuesto de materia y forma.
18
REALE, Giovanni y ANTISERI, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo II. Editorial
Herder, Barcelona, 1995, p. 319.
hasta el extremo de afirmar que el hombre no tiene contacto inmediato con el
mundo, sino con sus ideas. Las ideas no son entendidas en el sentido tradicional
como esencias de lo real, sino como presencias reales ante la consciencia 19.
Las formas de la sensibilidad en las que recibimos las sensaciones son dos:
el espacio y el tiempo. Esto quiere decir que el espacio y el tiempo ya no son
determinaciones ontológicas o estructuras de los objetos, sino modos y funciones
propias del sujeto. Por estar estas formas en el sujeto, poseen “idealidad
19
REALE y ANTISERI, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo II, óp. cit., p. 322.
20
GILABERT BELLO, óp. cit., p. 93.
21
Íbidem.
22
REALE y ANTISERI, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo II, óp. cit., p. 737.
trascendental”; y sin embargo, tienen realidad empírica porque todos los objetos
que se dan a nuestros sentidos están sujetos a ellos23.
Friedrich Nietzsche alegó que la verdad como tal no existe, sino que
proclamar la verdad es en realidad pretender el poder. Todas las doctrinas,
cánones, normas y leyes de los grupos que se adjudican poseer la verdad son
formas de oprimir nuestros más elevados instintos. Solo los fuertes y los nobles
son capaces de crear sus propias leyes y formas de vida. El resto somos como
ovejas obedientes que seguimos al rebaño.
LA PROPUESTA HEIDEGGERIANA
23
Íbidem, p. 738.
24
LEMAY, óp. cit., pp. 33 y ss.
25
CONSTANTE, Alberto. La pregunta que interroga por el sentido del ser. EN-CLAVES del pensamiento, año
IV, núm. 7, junio 2010, pp. 79-100.
Ser se refiere a la existencia de estas cosas, al hecho de que sean. El Ser es la
condición originaria que permite que todo lo demás exista. Podemos compararlo
con la luz: ésta es condición necesaria para ver las cosas, aunque uno nunca ve la
luz sino las cosas iluminadas; de la misma forma, el Ser es la condición necesaria
para que existan los seres, pero nunca tenemos experiencia directa del Ser sino
de los entes que existen por él26.
El arrojamiento
Ser-en-el-mundo
26
LEMAY, óp. cit., p. 50.
27
CONSTANTE, óp. cit., pp. 79-100.
28
WATTS, Michael. Heidegger: guía para jóvenes. Lóguez Ediciones, Santa María de Tormes, 2003, p. 38.
en el mundo. Somos parte del mundo tanto como él es parte de nosotros. Como
el Dasein es el ser-ahí, y éste ahí es el mundo, podemos decir que el Dasein es
también el ser-en-el-mundo.
El coestar y el Uno
El Uno representa todas las posibilidades del mundo del Dasein en tanto
mundo colectivo. Son otros Dasein cuya presencia crea el mundo en que actúa un
Dasein individual. Las prácticas sociales que forman el mundo del Dasein son
establecidas por este Uno. Por el Uno, nos explicamos a nosotros mismos y
aprendemos cómo “uno vive”.
29
Íbidem, p. 39
30
Íbidem, pp. 44-45
enfrentar esa ansiedad, se produce la caída: el Dasein se sumerge nuevamente
en el mundo del uno, se absorbe en él y vuelve a ser inauténtico 31.
31
LEMAY, óp. cit., p. 70 y ss.