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La Falta de Valores en los Alumnos

INTRODUCCIÓN

Actualmente la sociedad se encuentra viviendo diversos cambios, algunos


no tan perceptibles, otros más evidentes y pocos de los que a pesar de las
diversas evoluciones del contexto, siguen causando no solo polémica si no
que continúan con gran influencia en el mismo y aun sobre todo en las formas
de vivirlo, nos referimos a los valores con los que tanto niños, jóvenes y
adultos se desenvuelven dentro de la sociedad y que de manera directa
dirigen el rumbo de la misma, dicho tema es el que trataremos de exponer
más profundamente al interior de estas páginas; con el fin de que la
enseñanza de los mismos sea más efectiva y productiva, tanto para el docente
como para el alumno y por ende se traduzca con éxito en la sociedad, pues
recordemos que como docentes formadores, tenemos en nuestras manos las
generaciones del futuro, es decir, quienes conformaran las futuras
sociedades.
Como educadores no podemos estar ajenos a esta problemática, pues
diversos programas, se ponen en marcha dentro de las escuelas para la
mejora de las conductas de nuestros alumnos, haciendo alusión a la gran
necesidad de direccionar el rumbo de la sociedad carente de dichos valores,
es común escuchar en los noticieros, leer en los periódicos o simplemente
vivir en nuestro entorno, diferentes situaciones que se derivan por la carencia
en la práctica de estos.
Por ello como seres humanos contamos con facultades superiores que nos
permiten desarrollar valores, potencialidades y cualidades, los cuales nos
proporciona la oportunidad de regular nuestras conductas y actitudes ante la
vida diaria, lo ideal sería que cada uno de estos elementos fuera encaminado
positivamente hacia un bienestar en común. Son muchos quienes piensan que
la educación en valores debería estar presente en los procesos educativos de
la educación y nadie se opone a ello.
Desde nuestra perspectiva los valores son creaciones humanas que tenemos
que desarrollar en los alumnos para que estos construyan una sociedad
dinámica, evolutiva y que sean capases de reflexionar ante una problemática
social que se les presente en la vida diaria, pero también es importante que
los valores se transmitan y asimilen por aprendizaje social no solo a la espera
que sea la educación quien se encargue de transmitirlos a los estudiantes. Los
valores son fruto de la reflexión colectiva de los grupos humanos y de la
acción comunicativa sobre los modos de satisfacer las necesidades humanas
naturales y culturales y de mejorar las situaciones personales y sociales,
imaginando otras situaciones individuales y colectivas deseables y posibles.
Para (Schwartz, 1990) los valores son representaciones cognitivas inherentes
a tres formas de exigencia universal: las exigencias del organismo, las reglas
sociales de interacción y las necesidades socio-institucionales que aseguran
el bienestar y el mantenimiento del grupo.
El concepto de los valores constituye una fuerza interior profunda que define
y caracteriza a la persona, que da identidad y aglutina los grupos humanos.
Son aquellas cualidades positivas que influyen en ti al tomar decisiones,
regulan tu conducta, son guías que orientan la vida de las personas y permiten
decidir sobre lo que está bien y lo que está mal. La comprensión clara de un
valor capacita para tomar decisiones que concuerden con aquello que se cree.

1.1 ¿QUÉ SE ENTIENDE POR VALOR?

Concepto de valor aparece en la literatura especializada moderna, por


primera vez en el campo económico, es precisamente Adam Smith quien lo
utiliza, posteriormente quienes más han desarrollado este concepto son los
filósofos a grado tal, que a finales del siglo XIX surge una disciplina, parte
de la filosofía, conocida con el nombre de Axiología o Teoría de los Valores,
entre sus principales representantes cabe mencionar a Alexius Meinong
(1848-1915), H. Lotze (1817-1881) y W. Windelband (1817-1881).
Los valores son guías que el hombre obtiene a lo largo de su vida y que
ayudan a formar su personalidad para orientar correctamente su conducta, en
donde cada individuo tiene su propia escala de valores, los cuales se
aprenden viviéndolos a través de la práctica con los demás y expresándolos
siempre.
1.1.1 LA ADQUISICIÓN DE LOS VALORES
Es común pensar en la familia como primera instancia para la adquisición de
los valores en cualquier individuo. Retomamos lo que nos dice Savater: “Los
valores humanos se adquieren con el ejemplo”. La familia estimula las
primeras relaciones humanas, fomenta valores y establece las normas de
convivencia social en el niño; pero, en la escuela se enriquecen los valores y
normas que cada niño lleva y que lo hacen auténtico, por lo cual el profesor
requiere conocer a sus alumnos para que con respeto los lleve a reflexionar
sobre la dinámica de vida social en la que se desenvuelve y en la que deben
participar de manera armónica. La educación es el medio que forma a las
personas de acuerdo a un determinado modelo social. En la educación se
pretende que el hombre reflexione sobre el mundo y la realidad que vive
dentro de la sociedad a la que pertenece. Además, las escuelas contribuyen a
la educación moral como socialización, porque trasmite normas y
significaciones de valor que se consideran positivas. Así pues, creemos que
formar en valores, en términos de la institución escolar, significa asumir
cambios profundos, en lo que se pretende objetivamente en los programas.

Se requiere continuar con la revisión de los planes y programas de estudio


interrelacionando todas las asignaturas con los valores.
Axiología “(del griego axis, “lo que es valioso o estimable” y logos,
“ciencia”), teoría del valor o de lo que se considera valioso. La axiología no
sólo trata de los valores positivos, sino también de los valores negativos,
analizando los principios que permiten considerar que algo es o no valioso,
y considerando los fundamentos de tal juicio. Axiología: “Parte de la
filosofía que estudia la naturaleza de los valores (lo bello, lo bueno, etc.) y
su influencia” Históricamente, la sociedad se rige por sus principios de
valores. Se dice que sólo lo valioso es digno de vivirse, de construirse, de
defenderse y en este contexto esos principios valorativos rigen la conducta y
acciones de los seres humanos en todos los ámbitos de su vida. Lo anterior
se puede constatar en cada uno de los actos que se realizan, siempre hay
necesidad de evaluar, es decir, de emitir un juicio de valor acerca de algo o
alguien. Un valor es un fenómeno en el que está presente la relación entre lo
subjetivo y lo objetivo, que de una u otra manera expresa a nivel superior la
personalidad del individuo. Un ser humano sin valores, puede ser conocido
como ser viviente, como un organismo, como un elemento más de la
naturaleza, pero nunca como una persona que piensa, siente, actúa y en su
actuación expresa siempre determinados valores, es decir, formas
determinadas de concebir y apreciar a la realidad, a la sociedad, a las demás
personas, sus relaciones y acciones, y a la naturaleza en general. De este
modo, se asume la definición de Fabelo Corzo donde se dice que un “valor
es la significación socialmente positiva de los objetos y fenómenos de la
realidad”. Los valores son un factor fundamental en la vida social del ser
humano, ya que sin ellos sería difícil la sana convivencia entre los individuos
si consideramos, que ciertas conductas humanas son determinadas
anteriormente por los valores. Los valores son ideas que comparten y aceptan
los integrantes de un sistema cultural y que influyen en su comportamiento.
Se refieren a pautas deseables de conducta individual y colectiva, que
proporcionan los parámetros que determinan conductas que son apropiadas.
Estas conductas deseables son adquiridas a través de la educación, de la
transmisión de conocimientos, por lo que desde el punto de vista educativo,
son considerados referentes o pautas que orientan el comportamiento
humano hacia la transformación social y la realización de la persona. Son
guías que dan orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de
cada grupo social.

Este concepto abarca contenidos y significados diferentes. En sentido


humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo
cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia
o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser
honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar.
La práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el
contravalor lo despoja de esa cualidad. Cuando se habla de valores es
importante mencionar que el comportamiento del hombre siempre presenta
una dualidad, por lo que no debemos olvidarnos que cada individuo oscila
entre extremos opuestos; dando a los valores una tergiversación tal que su
imagen se ve difuminada y por otra parte, en algunas ocasiones existe el
desinterés o ignorancia respecto a los valores.
La convivencia humana a lo largo de la historia ha sido posible gracias a los
valores, que se enseñan mediante el ejemplo. El fin último de la educación
debe ser inculcar y fortalecer una sólida formación en valores a fin de crear,
no hombres sabios, sino hombres virtuosos. Desde un punto de vista socio-
educativo, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones
que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social y la
realización de la persona. Son guías que dan determinada orientación a la
conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.
Desde una perspectiva idealista, La escuela fenomenológica considera que
los valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y
de las estimaciones de las personas. Así, aunque todos seamos injustos, la
justicia sigue teniendo valor. En cambio, los realistas afirman que los valores
son reales (valores y bienes son una misma cosa).
Todos los seres tienen su propio valor. En síntesis, las diversas posturas
conducen a Inferir dos teorías básicas acerca de los valores, dependiendo de
la postura del objetivismo o del subjetivismo axiológico. El aprendizaje de
los valores y de las actitudes es un proceso lento y gradual en donde influyen
distintos factores y agentes. “Aunque los rasgos de la personalidad y el
carácter de cada quien son decisivos en su adquisición, también desempeñan
un papel indiscutible las experiencias personales previas, el medio donde
crecemos, las actitudes que transmiten las personas significativas, la
información y las vivencias escolares, los medios masivos de
comunicación”.
Los valores morales son aquellos que perfeccionan al hombre en lo más
íntimamente humano, en pocas palabras, el valor moral o ético es el que hace
virtuosa a la persona, haciéndola más humana, con mayor calidad como
persona; surgen primordialmente en el individuo por influjo y en el seno de
la familia, y son valores como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la
lealtad, el trabajo, la responsabilidad, etc., y se dan únicamente en actos o
productos humanos.

Sólo lo que tiene una significación humana puede ser valorado moralmente.
Para que se dé esta transmisión de valores son de vital importancia la calidad
de las relaciones con las personas significativas en su vida, sus padres,
hermanos, parientes y posteriormente amigos y maestros. Es además
indispensable el modelo y ejemplo que estas personas significativas
muestren al niño, para que se dé una coherencia entre lo que se dice y lo que
se hace.
Además es de suma importancia la comunicación de la familia. Cuando el
niño ha alcanzado la edad escolar se hará participe de esta comunicación
abierta, en la toma de decisiones y en aportaciones sobre asuntos familiares.
Posteriormente estos valores morales adquiridos en el seno de la familia
ayudarán a insertarnos eficaz y fecundamente en la vida social.
De este modo la familia contribuye a lanzar personas valiosas para el bien
de la sociedad. Recordemos que una persona valiosa, es una persona que
posee valores interiores y que vive de acuerdo a ellos. Un hombre vale
entonces, lo que valen sus valores y la manera en como los vive. Desde un
punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes,
pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la
transformación social y la realización de la persona. Son guías que dan
determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada
grupo social.
Los jóvenes, como los adultos, se enfrentan a un mundo de problemas y
decisiones que reflejan la complejidad de la vida del hombre. En estas
decisiones están en juego los valores como fuerzas directivas de acción.
Éstos con frecuencia entran en conflicto; en parte por la poca claridad del
sistema de valores de la sociedad y la desorientación de la existencia
humana.

2.1 CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES

¿Qué hace que algo sea valioso? La humanidad ha adoptado criterios a partir
de los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los valores.
Consideramos los siguientes criterios como más significativos para nuestra
investigación:
Durabilidad: Los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que
son más permanentes en el tiempo que otros.
Integralidad: Cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es
divisible.
Flexibilidad: Los valores cambian con las necesidades y experiencias de las
personas.
Satisfacción: Los valores generan satisfacción en las personas que los
practican.
Polaridad: Todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor
conlleva un contravalor.
Jerarquía: Hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad)
y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o
vitales). Las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van
construyendo progresivamente a lo largo de la vida de cada persona.
Trascendencia: Los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y
significado a la vida humana y a la sociedad.
Dinamismo: Los valores se transforman con las épocas.
Aplicabilidad: Los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida;
entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la
persona.
Complejidad: Los valores obedecen a causas diversas, requieren
complicados juicios y decisiones.

Subjetivos:
Los valores tienen importancia al ser apreciado por la persona su importancia
es la apariencia no para los demás. Cada una los busca de acuerdo con sus
intereses.

Objetivos:
Los valores son también objetivos porque se dan independientemente del
conocimiento que se tenga de ellos. Sin embargo, la valoración es subjetiva,
es decir, depende de las personas que lo juzgan. Por esta razón, muchas veces
creemos que los valores cambian, cuando en realidad lo que sucede es que
las personas somos quienes damos mayor o menor importancia a un
determinado valor.

3.1 LA FAMILIA Y LOS VALORES

La familia posee una significación positiva para la sociedad y en tal sentido


es ella misma un valor. Como forma primaria de organización, es el primer
grupo de referencia para cualquier ser humano. Y lo ha sido siempre: hubo
familia antes de existir clases sociales, antes de que aparecieran las naciones,
antes de que se concibiera siquiera cualquier otro tipo de vínculo humano.

La familia es la mayor y la mejor fortaleza que se pueda tener para enfrentar


cualquier tipo de adversidad, por constituir el espacio natural donde se dan
los valores como el respeto, la solidaridad, el amor, la confianza y la unión.
Es a través de los vínculos afectivos prevalecientes al interior de la familia,
sobre todo en relación con los niños, se produce la apropiación del lenguaje
como medio fundamental de comunicación y socialización, es en ese marco
donde se aprende a sentir, a pensar, a concebir el mundo de un determinado
modo y se reciben las orientaciones primarias de valor.
Los valores son elementos muy centrales en el sistema de creencias de las
personas y están relacionados con estados ideales de vida que responden a
nuestras necesidades como seres humanos, proporcionándonos criterios para
evaluar a los otros, a los acontecimientos tanto como a nosotros mismos. Por
lo tanto, la familia constituye el medio por el cual el sujeto en formación, el
niño, recibe las primeras informaciones, aprende actitudes y modos de
percibir la realidad, construyendo así los contextos significativos iníciales.
La familia es un punto de partida arbitrario ya que es al que más fácilmente
podemos acceder. Como parte integrante de la red social más amplia es
portadora de un sistema de ideas, creencias, valores, actitudes que tamiza a
través de su propia dinámica, de sus mitos y rituales.
Los valores constituyen un complejo y multifacético fenómeno que guarda
relación con todas las esferas de la vida humana. Están vinculados con el
mundo social, con la historia, con la subjetividad de las personas, con las
instituciones, etc. Realmente vivimos un mundo lleno de valores. Y, por
supuesto, uno de los ámbitos fundamentales donde los valores tienen su
asiento es en la familia.
Los valores, las reglas, los ritos familiares están al servicio de la estabilidad
familiar, funcionan como sello de identidad para las distintas familias, están
al servicio del sentido de pertenencia. Por otro lado, existen fuerzas internas
y externas, como el proceso evolutivo de los miembros de una familia.

Desde esta perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para


acompañar a la persona para transitar los cambios que implica
necesariamente la vida. Es así que los valores nos orientan, nos hacen
comprender y estimar a los demás, pero también se relacionan con la imagen
que vamos construyendo de nosotros mismos y se relaciona con el
sentimiento sobre nuestra competencia social.
4.1 La Sociedad y los Valores
Al nacer, no somos ni buenos ni malos, desconocemos las normas que rigen
nuestra familia o cualquier otro circulo social. Nuestra conciencia ética se va
desarrollando con el paso de los años.
Pero, necesitamos una guía para saber que actos son correctos o incorrectos,
lo que está bien o lo que está mal dentro de la sociedad a la que
perteneceremos. Por eso es tan importante enseñar los valores cívicos que
les permitan desarrollarse y convivir en una sociedad plural.

Los valores son las normas de conducta y actitudes según las cuales nos
comportamos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto.
Hay algunos valores fundamentales que todas las personas debemos asumir
para poder convivir unos con otros y que son importantes tener siempre
presentes y cumplir sin perjudicar a nadie. La adquisición de valores acordes
a la sociedad, depende, como casi todo en la vida de los humanos, de sentirse
querido y seguro, de desarrollar lazos estables con los padres y de tener
confianza en sí mismo. Sólo sobre una base de amor y seguridad podrá
aprender e interiorizar los valores éticos correctos. Lo más importante: el
ejemplo que dan los padres en su forma de relacionarse con los demás, de
pedir las cosas, de ceder el asiento, de repartir lo que les gusta, de renunciar
a algo, de defender a alguien así como el respeto por las personas como con
sus cosas, etc.
Un comportamiento de los padres que transmite tolerancia, respeto,
solidaridad, confianza y sinceridad empapa a los infantes, de todos estos
valores y haciendo que aprendan a actuar respetándolos siempre.
A veces, parece como si nada escapara a la atención de los niños pequeños,
y aunque la imitación no es el único mecanismo de aprendizaje que tienen
los niños, es el primero y sienta las bases de un aprendizaje futuro. Como los
niños imitan permanentemente a la gente que los rodea, es lógico que de
igual forma imiten conductas que transmiten los medios de comunicación.
El hecho de vivir en sociedad nos lleva a desarrollar otros valores
considerados “sociales” los cuales tienen como propósito la sana
convivencia entre los individuos que componen una misma sociedad, aceptar
los valores sociales a menudo significa renunciar a los deseos personales,
pues convivir es aprender a tolerar, comprender las diferencias y limitar la
propia voluntad.
5.1 LA ESCUELA Y LOS VALORES
Actualmente se habla mucho de la necesidad o la ausencia de los valores en
distintos campos de la vida social, pero especialmente en la escuela. Todos
tenemos, en el conocimiento y en la realidad de la vida, la experiencia de lo
que son los valores.
Los valores valen y valen porque son. Son una realidad en el orden del ser,
del ser real del ser de las cosas, del ser del hombre en lo individual y en lo
social.
En ese sentido entonces, el valor es una realidad que tiene tres características
fundamentales primero, es una realidad que conviene; segundo, es una
realidad que perfecciona; y tercero, es una realidad que se relaciona con
todos los seres que hay en el mundo. Esto, en términos educativos, tiene una
enorme importancia, si la educación ha de ser humanista, es decir, promotora
de la perfección de los seres humanos entonces necesariamente deberá
ayudar a promover los valores que convienen, perfeccionan y desarrollan a
todos los seres humanos.

Por tanto, educar en valores, exige, entre otras cosas, conocer la realidad
objetiva. Por eso es tan importante en el plano educativo tener una idea,
aunque sea general de la clasificación de los valores que todos vivimos en
nuestra vida, por ejemplo, desde el punto de vista de su realidad y contenido.
Así, tenemos valores materiales, valores biológicos, valores psicológicos,
valores espirituales y se podría seguir señalando otras categorías, las cuales
tienen que ver con el ser humano.
Uno de los objetivos de la educación básica y media superior es proporcionar
a los niños herramientas, conocimientos, actitudes, valoraciones y
disposiciones éticas que les ayuden a participar de manera democrática y
civilizada en su sociedad.
El tema de los valores es un problema acerca de la responsabilidad humana
y el significado del hombre en su interacción en su mundo que lo rodea, entre
lo que es o que debería ser, no solo es un problema, si no ¨el problema¨ por
excelencia de los dilemas humanos. Ello a provocado que, en el nivel
internacional, tanto la política como la educación deban replantear sus
objetivos, prioridades y métodos de trabajo, de manera que a últimas fechas
la UNESCO y otros organismos internacionales han declarado que los fines
educativos del hombre deben dirigirse, de modo impostergable, en primer
término, hacia la educación moral y en segundo hacia el desarrollo de valores
y actitudes (Marin-Ibañez, 1987; Rassek y Vaidenu, 1987).
Lo anterior a llevado a concluir que es necesario un cambio inminente en los
compromisos y acciones educativas que generen nuevos conocimientos y
promuevan la ejecución de estrategias, métodos y técnicas novedosas que
complemente y fortalezca una verdadera formación sistemática e integral de
la sociedad, de modo que surjan profesionistas y políticos verdaderamente
responsables y sensibles a los problemas de su entorno.
La profunda ignorancia de la educación moderna sobre estos temas a creado
una de las paradojas mas alarmantes de finales del siglo, que se denomina el
síndrome del analfabetismo moral, ya que mientras rinde culto a la
información y al simple conocer, no da importancia a la sabiduría ni al
desarrollo de la conciencia; además, dicha educación a mostrado
insensibilidad ante una de las mayores urgencias de hoy en día: producir
seres responsables, comprometidos y críticos de su papel ante las verdaderas
necesidades humanas.
El concepto de educación que caracteriza al sistema escolar en las sociedades
modernas engloba igualmente la transmisión de conocimientos y la
formación de hábitos, habilidades y valores. “Desde cualquier escuela
emergen valores”.
Hablar del proceso de enseñanza-aprendizaje de los valores en general y de
los valores morales en particular en el sistema formal debería ser, por lo
tanto, una actividad que merecería el mismo tratamiento que los demás
contenidos, en lo que se refiere a sus perspectivas teóricas, a su
conceptualización y sus consecuencias prácticas.
Sin embargo, como entre nosotros esta realidad no ha sido así, lo anterior se
encuentra todavía tan alejado del quehacer cotidiano en nuestras aulas, que
no es exagerado afirmar que su posibilidad no pasa de ser la expresión de los
buenos deseos de muchos o un ideal.
La educación implica siempre un proceso de socialización. Este proceso es
necesario e inevitable en la construcción de la identidad del educando; pero,
para que la socialización en la escuela contribuya efectivamente a la
formación del sujeto se requiere que las redes de interacción que se realizan
dentro y fuera del aula y las regulaciones que dan forma a esas interacciones
llenas de valores y no de seudo valores. Es necesario, entonces, tener muy
claros cuales son los valores que se pretenden fomentar y realizar una
socialización consciente en la que dichos valores estén presentes.
La estrategia educativa en este caso no es otra que la de generar un ambiente
escolar cargado de valores así como el respeto con sus compañeros y
profesores.

La educación en los valores no es sólo de carácter informativo, sino que se


centra fundamentalmente en el trabajo de actitudes y procedimientos; es
también y sobre todo, proveer de condiciones, generar climas y ayudar como
el andamio lo hace al que trabaja y construye a recrear los valores, a
encontrar formas nuevas de encarnar los ya existentes, hallar maneras
novedosas de valorar su vida y orientarla para que quien aprende sea capaz
de identificar no sólo su lugar en el mundo, sino ser autor y, antes que nada,
dueños de sus actos.

6.1 LA CRISIS DE LOS VALORES

Se sabe que continuamente se está hablando de una crisis de valores, que


muchas veces se asocia a una crisis de la familia. Y ciertamente, a pesar de
que la familia es la más antigua forma de organización humana y tal vez el
ámbito social donde mayor fuerza tiene las tradiciones y la tendencia a su
conservación, esto no significa que no cambie y que sea una entidad siempre
idéntica a sí misma, dada de una vez y para siempre.
Los cambios en la familia, por supuesto, se insertan dentro de determinados
cambios globales de la sociedad. Hoy mismo estamos viviendo en un mundo
muy dinámico, matizado por el tránsito hacia lo que se ha dado en llamar
Posmodernidad. Y esta transición representa un cambio en la interpretación
de los valores.
Decimos que hay una crisis, desde el momento en que nos encontramos en
un tiempo marcado por la prisa, dónde la efectividad y la productividad son
las aptitudes más valoradas en los seres humanos, quitándoles a éstos dicha
categoría, mecanizándolos y sistematizando su trabajo, dejando de lado la
reflexión sobre su acción y por ende, impidiéndole su evolución. La crisis
entonces, se constituye en base a las limitaciones que tienen los individuos
para actuar, en no identificar los límites entre una acción y su reacción y
sobre todo, en el miedo al rechazo por parte de la sociedad.
Los valores, como bases para el pensamiento y la acción del hombre, se ven
difusos y confusos, y por tanto, el hombre pretende que éstos ya no son
importantes, que los actos que me colman de beneficios y comodidades, con
las clases dominantes de la sociedad, serán los que en verdad vale la pena
realizar. Pensar en valores, es pensar en una red de sujetos, que al acercarnos
a alguno de sus terrenos, podemos trastocar su ideología con nuestras
palabras y acciones, y es tarea del pedagogo, hacer accesible cada uno de los
contextos que conforman la realidad familiar, social y escolar.

6.1.2 QUÉ Y CÓMO EDUCAR EN VALORES, EN TIEMPOS DE CRISIS

Para entender qué es la educación en valores, debemos saber, primero, que


la educación, en sí misma, ya es un valor. La educación en valores es el
proceso mediante el cual se guía y se forma a los alumnos para que sean
capaces de utilizar su experiencia axiológica de manera consciente para
construir su proyecto personal de vida. Su objetivo es el desarrollo de
destrezas, hábitos, actitudes y conocimientos, que capaciten a las personas
para hacer, intervenir, comportarse, aprender e interrelacionarse con los
demás, en base a valores. Snook (2003) ya había señalado el nexo entre la
teoría ética y la pedagogía en el aula.

Este investigador argumenta que el maestro ético es el que comprende tanto


el propósito moral de la educación y la importancia de considerar el proceso
de enseñanza como esencialmente ética en su naturaleza. La educación en
valores implica la adquisición de un conjunto de competencias, que le
capaciten al alumno para aprovechar las oportunidades y para dar respuesta
a las exigencias de su entorno. Busca la formación integral del individuo,
para que este se desenvuelva de manera competente en un entorno social,
cultural y personal diverso (Touriñán, 2006a y 2006b). Por supuesto, es
importante hacer énfasis en hecho de educarlos para que sepan aprovechar
las oportunidades, desarrollarse y lograr sus objetivos, sin perjuicio de los
demás, es decir, sin utilizar el conflicto ni la violencia, como instrumentos
para ello (Díaz-Aguado, 1996). La educación en valores constituye un
elemento fundamental para el autoconocimiento y para una óptima
integración social y profesional del individuo. Esto implica "aprender a ser,
aprender a respetar, aprender a valorar y aprender a aprender" (Moreno,
Álvarez y Cardoso, 2001).
El hecho de cómo educar en valores y qué tipo de valores debemos
transmitir, en el aula, es una tarea compleja. Para dar respuesta a estas dos
grandes interrogantes, debemos partir del análisis de la realidad global
(externa al centro) y específica del aula. La realidad del contexto global nos
muestra que se están acentuando una serie de problemas, que tienen un
alcance universal, como son la pobreza, la desigualdad, la inseguridad, la
intolerancia y últimamente, la corrupción generalizada, en las instituciones
públicas y sociales. En este sentido, pese a que existe discrepancia en la
universalización axiológica,
Es prioritario proponer la formación de unos valores éticos y morales
universales, que no se basen en posturas doctrinarias específicas, sino en
principios universales, no Perspectivas sobre educación en valores en
tiempos de crisis excluyentes. Asimismo, la realidad del aula es que la
educación en valores no se trabaja como un eje transversal: se enseña
valores, de manera esporádica y casual, y como un contenido más, los
objetivos se reducen al contexto del aula, y la educación de valores
personales y ciudadanos cada vez tiende a menos. Intentado responder a la
interrogante de cómo educar en valores en tiempos de crisis, encontramos
las propuestas de Tierno (1992, 1993 y 1996) sobre los valores humanos,
integrados con el modelo de De la Fuente (1999 y 2000), cuando afirman
que los valores se deben trabajar en tres niveles: el nivel cognitivo, el nivel
de los sentimientos y afectos, y el nivel de las acciones o comportamientos.
Si la transmisión del conocimiento axiológico es imprescindible en la
formación, es igualmente preciso el contacto directo con los valores y su
vivencia. De entre las diversas estrategias existentes para abordar la
controversia social en las aulas (Morrison, et al. 2005) , la indisciplina
(Morrison, et al. 2001), etc., como son las que van desde buscar una mayor
implicación del alumno en el proceso de enseñanza aprendizaje, mejorar la
comunicación y las relaciones interpersonales en el aula, plantear y
desarrollar una disciplina asertiva, con plena autoridad del profesor, se
subraya la tendencia a generar valores humanistas, teniendo en cuenta las
características de los alumnos (Watson, et al. 1998). Con el fin de definir
más esto, se reconoce que el ejemplo vivido es mucho más edificante que las
palabras. Ahora bien, el proceso educativo, que siempre es dinámico,
naturalmente permite realizar cambios que modifican la pertinencia de los
valores, de acuerdo con los intereses del educando. No obstante, el modelo
más pertinente, con relación al alcance que la educación en valores debe
tener en la estructura subjetiva del educando es el que se orienta al
desarrollo integral del educando, al logro de la plenitud humana a través del
desarrollo del juicio, del autocontrol y del ejercicio de una conducta clara y
coherente (Peiró, 2012a) con los valores personales y sociales. La base del
acto didáctico se puede sintetizar en la realidad de la acción de cada alumno
que, como especificación de la propia humana, no puede ser otra que
“conocer-sintiendo construyendo” (Peiró, 2013, cap. 1). Este modelo,
planteado por Peiró (1982) no busca una adquisición desordenada de valores,
tampoco meros temas o conocimientos ideales, menos provocar
sentimentalismos, sino una educación holista (Peiró, 2012b y 2013). La
concepción de la educación axiológica funciona de la siguiente manera: el
educando observa y conoce la realidad a través de la percepción (imitación,
ejemplo, vicarianza).
Este proceso se completa con la comprensión y el libre raciocinio-juicio del
intelecto (estimativa). El segundo nivel implica la consecuente vida afectiva
relativa al valor que se ha entendido (nadie ama lo que no conoce); se puede
decir que es la inteligencia de los afectos, que da paso a las actitudes relativas
a valores. La importancia de esta dimensión es crucial, ya que los procesos
de aprendizaje, de todo tipo, incluido el aprendizaje de los valores, se
energetizan mediante los sentimientos (pensemos en la levadura en su acción
dentro de la masa de harina amasada). Por último, en esta educación
axiológica holista, encontramos la dimensión del actuar de manera
constructiva (Peiró, 1999, 2005, 2012b).
¿Qué se construye? Si se ha efectuado un juicio libre y los valores han sido
estimados sin contaminar emocionalmente la inteligencia, las actitudes
predisponen a que cada cual se formule propósitos que, si los realiza, serían
acciones libres. La repetición de tal tipo de actos en libertad promueve en el
escolar de unos hábitos positivos para cada tipo de valor. Entonces tenemos
que uno va acumulando sus características: ordenado, puntual, esforzado,
atento, estudioso, etc. El desarrollo de estas tres dimensiones, integradas y
equilibradas daría como resultado una educación axiológica coherente y
sólida personalizada.
Con relación a los tipos de valores, no existe una clasificación única de los
valores.
CONCLUSIÓN

Como resultado de esta investigación podemos precisar, que los valores son
guías que el hombre obtiene a lo largo de su vida y que ayudan a formar su
personalidad para orientar correctamente su conducta, en donde cada
individuo tiene su propia escala de valores, los cuales se aprenden
viviéndolos a través de la práctica con los demás y expresándolos siempre.
Esto se debe, en gran medida a la transformación de los valores, ya que con
el paso del tiempo se han modificado constantemente, lo que dificulta a la
persona su apropiación y práctica, esto da como resultado que cada quien
conciba a los valores de un modo distinto, lo que ha propiciado una crisis.
La educación en valores es un elemento fundamental para el
autoconocimiento y para la integración social y profesional. Les permitirá, a
los alumnos, aprender a ser, aprender a respetar, aprender a valorar y
aprender a aprender. Por tanto, la escuela debe ser el contexto formal, desde
donde se promueva la integración del desarrollo personal, la integración
ciudadana y la tolerancia y solidaridad, en un mundo diverso, y al mismo
tiempo global. Los valores se pueden aprender en contextos informales y
formales, especialmente en la familia y en el contexto escolar. Se pueden
aprender o desaprender. En su aprendizaje, el sujeto puede desempeñar un
papel activo, o, por el contrario, puede adoptar valores de manera
inconsciente Por ello, creemos que es importante organizar y tomar
decisiones previas sobre qué, para qué y cómo se puede trabajar la educación
en valores en el aula
Evidentemente, la educación en valores nos presenta varios desafíos:
considerar la educación en valores como un elemento natural del proceso
enseñanza-aprendizaje; formar en valores universales, pero también en
valores determinados por la cultura a la que pertenecen los alumnos, porque
no se puede enseñar en un vacío cultural; construir la escuela como un
modelo de práctica democrática, que permita a los alumnos entender, a partir
de problemas concretos, cuáles son sus derechos y deberes y cómo el
ejercicio de su libertad está limitado por los derechos y la libertad de los
demás, y potenciar la formación, en base a una axiología educativa, para
formar individuos y ciudadanos competentes.

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