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Universidad Autónoma de Nayarit

Área Académica de Ciencias de la


Salud
Unidad Académica de Enfermería

Unidad de Aprendizaje:
Pediatria

Integrantes del equipo:


Covarrubias Ortiz Karen Guadalupe
Guzman Cano Paul Alberto
Montez Gomez Yaret Monserrat
Moreno Torres Dana Paola
Peña Montes Brenda Estefania
Romero Llamas Gabriela

Grupo: 3-C

Docente:
El período del recién nacido se divide en tres etapas principales:

1. Etapa de adaptación (0-6 horas después del nacimiento): Durante esta


etapa, el recién nacido se está adaptando a su entorno fuera del útero.
Experimenta cambios fisiológicos, como la eliminación del líquido amniótico
de los pulmones y la activación de su sistema respiratorio y circulatorio.
También se produce el contacto inicial con la madre y el inicio del apego.

2. Etapa de alarma (6-48 horas después del nacimiento): Durante esta etapa,
el recién nacido puede experimentar respuestas fisiológicas y emocionales
ante situaciones estresantes, como el hambre o el miedo. Puede llorar, tener
dificultades para dormir o mostrar signos de incomodidad. Es importante que
los cuidadores respondan a estas señales y brinden consuelo y alimento al
bebé.

3. Etapa de sueño y vigilia regulados (2-6 semanas después del nacimiento):


Durante esta etapa, el recién nacido comienza a establecer un patrón de
sueño y vigilia más regular. Empieza a dormir períodos más largos por la
noche y a estar más despierto y alerta durante el día. Es importante
establecer rutinas y horarios de alimentación y sueño para ayudar al bebé a
regular sus patrones de sueño.

En cada una de estas etapas, es fundamental que los cuidadores estén


atentos a las necesidades del recién nacido y respondan de manera
adecuada. Esto incluye proporcionar alimento, protección, afecto y
estimulación adecuada para promover el desarrollo saludable del bebé.

El crecimiento y desarrollo en recién nacidos es un proceso continuo y de


vital importancia para su salud y bienestar. Durante los primeros días y
semanas de vida, los bebés experimentan un rápido crecimiento físico y una
serie de cambios en su desarrollo.

En cuanto al crecimiento, los recién nacidos suelen perder algo de peso en


los primeros días después del nacimiento debido a la eliminación del líquido
extra que tenían en el útero. Sin embargo, es importante que recuperen su
peso y comiencen a aumentar de manera constante. Un bebé saludable debe
aumentar de peso aproximadamente entre 150 y 200 gramos por semana
durante el primer mes de vida.

Además del peso, otros indicadores de crecimiento en los recién nacidos


incluyen el aumento de la longitud y del perímetro cefálico. Los bebés pueden
crecer entre 2 y 3 centímetros al mes durante los primeros tres meses.
Asimismo, el perímetro cefálico puede aumentar en promedio de 1 a 1.5
centímetros por mes durante el primer año de vida.
En cuanto al desarrollo, los recién nacidos pasan por una serie de etapas y
adquieren habilidades básicas a medida que crecen. Algunas de estas
habilidades incluyen la capacidad de agarrar objetos con las manos, sostener
la cabeza erguida, seguir objetos con la mirada, responder a estímulos
auditivos y visuales, y sonreír.

Es importante destacar que cada bebé es único y puede alcanzar estas


habilidades en momentos ligeramente diferentes. Sin embargo, es
fundamental que se realice un seguimiento cercano del crecimiento y
desarrollo del recién nacido para detectar cualquier posible retraso o
problema.

En resumen, el crecimiento y desarrollo en recién nacidos es un proceso


clave para su salud y desarrollo futuro. El monitoreo regular de su peso,
longitud, perímetro cefálico y habilidades adquiridas es esencial para
asegurar un crecimiento saludable y la detección temprana de cualquier
dificultad o retraso en el desarrollo.

La alimentación del recién nacido es un aspecto crucial para su crecimiento y


desarrollo adecuados. Durante los primeros meses de vida, el bebé depende
completamente de la leche materna o de la fórmula infantil para obtener los
nutrientes necesarios.

El primer tipo de alimentación recomendado para el recién nacido es la


lactancia materna. La leche materna es el alimento perfecto para el bebé, ya
que contiene todos los nutrientes que necesita, en la proporción adecuada.
Además, la leche materna proporciona protección contra enfermedades y
fortalece el sistema inmunológico del bebé.

La lactancia materna también ofrece beneficios para la madre, ya que ayuda


a recuperar el peso corporal previo al embarazo, reduce el riesgo de cáncer
de mama y ovario, y fortalece el vínculo emocional entre la madre y el bebé.

En algunos casos, la lactancia materna no es posible o no es la opción


preferida para la madre. En estos casos, se recomienda la alimentación con
fórmula infantil. La fórmula infantil es una alternativa segura y nutritiva a la
leche materna, y está diseñada para satisfacer las necesidades nutricionales
del bebé.

Es importante recordar que tanto la lactancia materna como la alimentación


con fórmula infantil deben realizarse con cuidado y siguiendo las
recomendaciones del médico o pediatra. Además, se debe evitar la
introducción de otros alimentos o líquidos antes de los seis meses de edad,
ya que el sistema digestivo del bebé aún no está preparado para digerirlos
correctamente.

En resumen, el análisis de la alimentación del recién nacido es fundamental


para garantizar su crecimiento y desarrollo adecuados. Tanto la lactancia
materna como la alimentación con fórmula infantil son opciones válidas,
siempre y cuando se realicen de forma correcta y siguiendo las
recomendaciones médicas.
Los trastornos metabólicos e inmunológicos en el recién nacido pueden ser
causados por una variedad de factores, como desequilibrios en los niveles de
azúcar en la sangre, alteraciones en las hormonas tiroideas o insuficiencia
del sistema inmunológico.

Uno de los trastornos metabólicos más comunes en los recién nacidos es la


hipoglucemia, que se caracteriza por niveles bajos de azúcar en la sangre.
Esto puede ser causado por una deficiencia en la producción de insulina o
una ingestión inadecuada de nutrientes. La hipoglucemia puede causar
síntomas como temblores, letargo y dificultad para alimentarse
correctamente. El tratamiento generalmente implica la administración de
glucosa intravenosa para elevar los niveles de azúcar en la sangre.

Otro trastorno metabólico común en los recién nacidos es el hipotiroidismo


congénito, que es causado por una disminución en la producción de
hormonas tiroideas. Esto puede llevar a problemas de crecimiento y
desarrollo si no se detecta y trata a tiempo. El tratamiento generalmente
implica la administración de hormonas tiroideas sintéticas.

En cuanto a los trastornos inmunológicos, uno de los más conocidos es el


déficit inmunitario combinado severo (SCID, por sus siglas en inglés), que es
una enfermedad genética que afecta la función del sistema inmunológico. Los
bebés con SCID son más susceptibles a infecciones graves y recurrentes
debido a la incapacidad de su sistema inmunológico para defenderse de
manera eficiente. El tratamiento muchas veces implica trasplante de médula
ósea o terapia de reemplazo enzimático.

Otro trastorno inmunológico común en los recién nacidos es la


inmunodeficiencia común variable (CVID, por sus siglas en inglés), que se
caracteriza por una disminución en la producción de anticuerpos. Esto puede
llevar a una mayor susceptibilidad a infecciones bacterianas y virales. El
tratamiento generalmente implica la administración de inmunoglobulinas
intravenosas para reemplazar los anticuerpos faltantes.

En resumen, los trastornos metabólicos e inmunológicos en el recién nacido


son condiciones que pueden afectar el crecimiento, desarrollo y salud general
del bebé. Es importante diagnosticar y tratar estos trastornos de manera
temprana para minimizar las complicaciones y mejorar la calidad de vida
del recién nacido.

Los procesos infecciosos en el recién nacido son una preocupación


importante ya que pueden tener consecuencias graves para la salud del
bebé.

Las infecciones en los recién nacidos pueden ser adquiridas durante el


embarazo, en el momento del parto o después del nacimiento. Algunas
infecciones comunes en los recién nacidos incluyen sepsis neonatal,
neumonía, meningitis y infecciones del tracto urinario.
La sepsis neonatal es una infección grave que ocurre en las primeras
semanas de vida y puede ser causada por bacterias, virus u hongos. Los
síntomas incluyen fiebre, dificultad para respirar, letargo, problemas de
alimentación y baja temperatura corporal. La sepsis neonatal requiere
atención médica urgente y tratamiento con antibióticos.

La neumonía es otra infección común en los recién nacidos y puede ser


causada por bacterias, virus u hongos. Los síntomas de la neumonía incluyen
fiebre, tos, dificultad para respirar y falta de apetito. El tratamiento para la
neumonía en los recién nacidos suele incluir la administración de antibióticos
y, en ocasiones, oxígeno.

La meningitis es una infección del tejido que cubre el cerebro y la médula


espinal y puede ser causada por bacterias, virus u hongos. Los síntomas de
la meningitis en los recién nacidos incluyen fiebre, irritabilidad, rigidez en el
cuello, irritabilidad y dificultad para alimentarse. La meningitis requiere
atención médica urgente y tratamiento con antibióticos o antivirales.

Las infecciones del tracto urinario son comunes en los recién nacidos y
pueden ser causadas por bacterias. Los síntomas de las infecciones del
tracto urinario en los recién nacidos incluyen fiebre, irritabilidad, mal olor de la
orina y dificultad para orinar. El tratamiento de las infecciones del tracto
urinario en los recién nacidos suele incluir la administración de antibióticos.

Para prevenir los procesos infecciosos en los recién nacidos, es importante


que la madre reciba atención prenatal adecuada, se realicen pruebas de
detección y tratamiento de infecciones durante el embarazo, se practiquen
medidas de higiene adecuadas durante el parto y se promueva el lavado de
manos y la higiene adecuada en el cuidado del bebé.

En conclusión, los procesos infecciosos en el recién nacido son una


preocupación importante y requieren atención médica urgente y tratamiento
adecuado. La prevención de estas infecciones es clave y se logra a través de
medidas de higiene adecuadas y cuidados prenatales adecuados.

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