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LA SOCIEDAD CIVIL

tres problemas: a.) si el poder sobeiano es ab soluto o limitado; b) si es


indivisible o divisible; c) si es o no irresis tible.

para Hobbes el poder es absoluto, indivisible e irresistible, para Locke, al


con trario, es limitado, divisible y resistible.

a) Si por poder absoluto se entiende un poder sin límites, a decir verdad,


ninguno de los escritores de quienes me estoy ocupando ha sostenido jamás
el carácter absoluto de éste. Poder absoluto en este sentido es sólo el de Dios.
Que el soberano esté desligado de las leyes, significa que está des ligado de
las leyes civiles, esto es, de las leyes que él mismo tiene el poder de crear. En
tal sentido se declaran explícitamente a fa vor del poder absoluto, tanto
Hobbes como Spinoza. el soberano, haga lo que haga —cualquier violación a
la ley que cometa—, no puede ser sometido a juicio. No puede ser sometido a
juicio precisamente porque no está jurídica mente obligado a respetar las
leyes civiles.

En qué consiste un mal gobierno, o sea, aquel gobierno contra el cual la


desobediencia se torna lícita. Si para Locke, y en general para quienes
combaten el despotismo, el mal gobierno es el que abusa del propio poder y
trata a los súbditos no como hombres racionales sino como esclavos o
infantes (es el caso clásico de la tiranía), para Hobbes y Spinoza, el mal
gobierno es aquel cuyo poder peca no por exceso sino por defecto, y que, no
garantizando suficientemente la seguridad de los propios súbditos, falta a su
misión fundamental de suspender de la manera más absoluta el estado de
naturaleza. Para Hobbes “la obligación de los súbditos hacia el soberano dura
mientras dure el poder con el cual éste es capaz de protegerlos”.

las dos formas de mal gobierno (anarquía y despotismo) tiene en común un


carácter esencial: son el reino del miedo, y el reino del miedo es lo contrario
de la so ciedad civil que nace para instaurar el reino de la paz y de la segu-
ridad.

El problema más difícil para una teoría racional, o que pretenda serlo, del
Estado es conciliar dos bienes a los que nadie está dispuesto a renunciar y
que son (como todos los bienes últimos) incompatibles: la obediencia y la
libertad. Spinoza propone una solución que será acogida también por Kant:
deber de obediencia absoluta respecto a las acciones, derecho de libertad
respecto a los pensamientos. Al entrar al estado civil cada uno renuncia al
derecho de actuar según su propio arbitrio, no al de pensar y juzgar:

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