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2 Oralidad y escritura
José Luis Montiel Domínguez
Universidad de Huelva

2.2.1 Nociones discursivas: parataxis e hipotaxis

La parataxis (del griego para ‘al lado’ + taxis ‘orden, disposición’) engloba la
coordinación y la yuxtaposición (unión asindética o sin conjunciones). En este esquema
sintáctico las proposiciones poseen cierta independencia y recursividad. Es más propia
del registro coloquial u oral, y del lenguaje infantil (Gili Gaya 1974, Hernández y
Fernández 1992). Algunos gramáticos interpretan que la parataxis es un rasgo de
primitivismo, que se halla en las primeras manifestaciones escritas de las lenguas.
Por otra parte, la hipotaxis (del griego hypó ‘debajo’ + taxis ‘orden,
disposición’) se relaciona con la subordinación. Existe dependencia entre las
proposiciones: cláusulas incrustadas, y cláusulas bipolares o interdependientes
(“interordinadas”, según Rojo 1978: 126; Narbona 1989-1990). Rojo (1978: 108-112)
incluye en la hipotaxis a las adversativas, como bipolares que se contraponen. Es propia
del registro formal o escrito de la lengua.
Algunos gramáticos sostienen que el origen de la hipotaxis se sitúa en lo que se
conoce como catáfora paratáctica. El elemento catafórico anuncia o anticipa la presencia
de otro: “Esto es lo que quiere: nadar y guardar la ropa” (Moreno Cabrera 1985-1986:
167); “Por tal fago aquesto que sirvan a su señor” (Cantar de mio Cid) ~ “Hago esto
para que sirvan a su señor” (Moreno Cabrera 1985-1986). La estructura original
correlativa se convierte en una locución conjuntiva final; se da, pues, un proceso de
reanálisis y gramaticalización. En español se abandonó la catáfora paratáctica. Otros
gramáticos, como López García (1999: 3543), sostienen que el origen de la parataxis y
la hipotaxis tiene una base dialógica, ya que se podría poner en relación con el
intercambio de los turnos de habla.1
En relación con la anterior, Badía (1960) estableció una oposición entre el estilo
del Cantar de mio Cid y el de su prosificación cronística en la Estoria de España de
Alfonso X el Sabio. La sintaxis de la crónica era “trabada”, ya que se apreciaban
1
En alemán se emplean locuciones preposicionales en la principal que anuncian la subordinada: davor
‘ante esto’, darüber ‘sobre esto’, dazu ‘a esto’, davon ‘de esto’, darum ‘alrededor de esto’. La catáfora
paratáctica es también común en ruso y húngaro (“Janos dijo (esto) que Zsuzsa no vendría”).
recursos de ilación, polisíndeton y subordinación primitiva (relativas, temporales,
sustantivas). También se tendía a la amplificatio, el ensanchamiento de la frase y el afán
de precisión. Ello redundaba en la supresión de los rasgos subjetivos del Cantar, como
la alternancia épica de tiempos verbales. En cambio, la sintaxis del Cantar se juzgaba
como “suelta”, es decir, carente de elementos de ilación, pero con potencial semántico
derivado del empleo de recursos de la oralidad. Por supuesto, eso no implica que, pese a
su supuesto “primitivismo”, la eficacia, la sugerencia y la capacidad comunicativa
pueda ser mayor en el texto épico.

2.2.2 Discurso directo y discurso indirecto

Llamamos discurso directo a la reproducción fiel, literal, de palabras enunciadas.


El verbo introductor (verbo de lengua) y la cita directa están en yuxtaposición. También
puede aparecer en inciso con verbos parentéticos: “no tengo ni idea –contestó–, aunque
puedo averiguarlo” (Maldonado 1999: 3571). En cambio, en el discurso indirecto la cita
indirecta es complemento directo del verbo dicendi (decir, mandar, pedir, prometer,
etc.). Se admite la elisión del que con verbos de voluntad, temor, más subjuntivo: “Temí
se dejasen atrapar”. En el discurso indirecto libre el narrador asume las referencias
deícticas (personal, espacial y temporal) del personaje, es decir, se confunden narrador y
personaje.
La interpretación de dicto es propia del discurso directo, y la de re es
característica del discurso indirecto. Por tanto, el discurso indirecto se presta a captar el
contenido proposicional, la intención; a reconstruir mediante paráfrasis, o a tratar de
adueñarse interesadamente de las palabras enunciadas. Podemos observar en el contaste
de los dos ejemplos siguientes cómo se puede orientar la interpretación en el discurso
indirecto:

a) “El lobo pidió a Caperucita que se acercara más a la cama para poder verla
mejor”.
b) “El lobo pidió a Caperucita que se acercara más a la cama para poder
atraparla y comérsela” (Maldonado 1999: 3583).

La transposición de DD a DI provoca la pérdida del valor figurado (en las


interrogaciones retóricas), conservando el significado literal:
a) Le dijo: “¿Cómo pretendes que lo haga?”.
b) Le dijo que cómo pretendía que lo hiciera. (Maldonado 1999: 3590).

2.2.3 Funciones informativas: tópico, foco y perífrasis de relativo

Es muy habitual en la sintaxis oral que nos encontremos con desplazamientos


sintácticos de diverso tipo. A estos desplazamientos que ponen de relieve el interés de
algún elemento oracional se les denominan topicalizaciones o focalizaciones.
La información temática es la conocida. Las informaciones temáticas tienden a
elidirse y a pronominalizarse: “Eso mismo yo me lo he preguntado muchas veces”
(NGLE2, § 40.3b). Sin embargo, las tematizaciones no siempre se acompañan de
pronombre (Pan no quiero) o determinantes posesivos. Los tópicos tampoco van
siempre seguidos de pausa: “A Clara la vi enseguida”. En cuanto a es la típica locución
temática o que introduce el tópico o tema de un párrafo. El tópico puede adoptar una
posición inicial, media o final: “La fruta, me dijo Marta que la iba a comprar ella”, “Las
mujeres, administrativamente hablando, son mejores que los hombres” (NGLE, §
40.2k). En la lengua conversacional se pueden concatenar: “Yo, hoy, de ese asunto no
pienso hablar” (NGLE, § 40.2l). Tópico contrastivo: “A ti puede que te guste el color
del sofá, pero a mí me parece horrible” (NGLE, § 40.3u).
El foco aporta la información remática o nueva. Las informaciones remáticas no
pueden elidirse ni se pueden pronominalizar (NGLE, § 40.1o). Los focos admiten
paráfrasis con copulativas enfáticas (es lo que, es quien, es donde, etc.) porque realzan
una información particular: Dinero no le faltaba ~ En cuanto al dinero, no le faltaba
[tópico] / Vergüenza debería darle ~ Vergüenza es lo que debería darle. Copulativas
enfáticas o fórmulas de relieve, y copulativas de que galicado: “De este libro es del que
me han hablado”, “Fue en el parque que lo encontraron” (NGLE, § 40.4g-h).
Información remática con anteposición: “En la mesa tienes el dinero” (NGLE, § 40.4c),
“Mucho se ha escrito y dicho sobre el papel de la prensa en la Transición” (NGLE, §
40.4i). Foco contrastivo: “No quiero esta camisa, sino aquella otra” (NGLE, § 40.4d).
Tendencia a la posposición del sujeto: “El apartamento, yo lo vendería” [tópico] / “el
apartamento vendería yo” (NGLE, § 40.4k), “Eso mismo creo yo que habría que hacer”

2
Corresponde a las siglas de Nueva Gramática de la Lengua Española (RAE, 2009).
(NGLE, § 40.4m). En refranes: “El que algo quiere, algo le cuesta” (NGLE, § 40.4o).
Se combinan tópico y foco en “A Juan, algo habría que decirle” (NGLE, § 40.4o).
Se distinguen los siguientes tipos de adverbios de foco:
1. Inclusión: también, tampoco, ni siquiera, incluso, aún.
2. Exclusión: solo, únicamente, exclusivamente, nada más.
3. Particularización, especificación, precisión: concretamente, particularmente,
sobre todo, en particular, en especial.
4. Aproximación: casi, prácticamente, apenas.
5. Escalares: al menos, como mucho, por lo menos, a lo sumo.

†1. Analice los hipérbatos de los siguientes versos, reconvirtiéndolos al orden


usual: “Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar, / y
otra vez con el ala a sus cristales / jugando llamarán. / Pero aquellas que el vuelo
refrenaban / tu hermosura y mi dicha al contemplar, / aquellas que aprendieron
nuestros nombres… / esas… ¡no volverán! (NGLE, § 40.1t).

2.2.4 Modalización

A la actitud, el juicio o la apreciación del hablante (modus) ante el mensaje


(dictum) se le denomina modalidad. Es característico de la oralidad la expresión más
marcada de la subjetividad del hablante frente a los textos escritos de tipo expositivo,
donde se aprecia la tendencia a ocultar o disminuir la subjetividad en virtud del empleo
de estructuras impersonales y de adjetivación no valorativa.
En primer lugar, debemos distinguir dos modalidades:

a) Modalidades de la enunciación o externas al predicado.


b) Modalidades del enunciado o internas al predicado.

Dentro de las modalidades de la enunciación se engloban, pues, las modalidades


oracionales interrogativa, exclamativa e imperativa, a las que podría añadirse la
modalidad declarativa con verbos realizativos en determinadas circunstancias (digo,
prometo, juro, ruego, etc.).
Por el contrario, en las modalidades del enunciado se aprecia la expresión de la
necesidad, de la posibilidad (prospectividad), de la obligación: valores del subjuntivo, el
futuro y auxiliares de perífrasis (poder, deber, etc.). También se integran en este
segundo tipo la modalidad epistémica, que expone el grado de compromiso con respecto
a la verdad del enunciado (saber, pensar, creer, etc.), y los marcadores y operadores
argumentativos (sin duda, ciertamente); la modalidad deóntica: necesidad, obligación,
posibilidad o permiso (deber); los verbos de voluntad, influencia (querer, mandar);
verbos de negación, duda, prohibición.
Otros rasgos de modalización se transmiten a través de modalidades apreciativas
como adjetivos y adverbios modales que evalúan un argumento (razonable, discutible,
necesario, probable, etc.); adverbios de cantidad (mucho, muy, harto) y de modo (bien)
que intensifican el grado de los adjetivos; el superlativo; los indefinidos, que reciben la
interpretación inespecífica o de incertidumbre (cuantificadores de indistinción); y otros
recursos que también revelan el empleo de una modalidad marcada como la prep. sin,
gerundios modales, frases gnómicas, verbos de percepción, nexos temporales de
anterioridad (antes que), poliptoton.
Como indicamos en el apartado anterior, otras vías de expresión de la
modalización o subjetividad del hablante, sobre todo en el discurso oral, son las
modalidades expresivas de topicalización y focalización, que constituyen igualmente
dos recursos de intensificación para dar relieve informativo a un segmento del discurso
mediante la dislocación a la izquierda. La topicalización incide sobre el tema, y la
focalización sobre el rema (NGLE, §§ 40.2 y 40.4). El pronombre es más previsible en
la topicalización.

2.2.5 El discurso oral

La modalidad oral es natural o biológica y se acompaña de movimientos


corporales (gestos, posturas, ruidos, vocalizaciones), frente a la modalidad escrita, que
es artificial o cultural. Sin embargo, existen modalidades de comunicación oral como la
conferencia o el sermón, que se aproximan más al prototipo escrito, por su grado de
elaboración retórica o de artificiosidad, que al oral. La modalidad oral tiene la función
social básica de mantener relaciones con nuestros semejantes, aunque también cumple
funciones estéticas y lúdicas (leyendas, cuentos, canciones, etc.).
La situación de enunciación oral prototípica se caracteriza por los siguientes
rasgos:
1. Participación simultánea de las personas que intervienen en ella
(interlocutores).
2. Presencia simultánea de quienes interactúan: se comparte el espacio y el
tiempo y los interlocutores participan cara a cara.
3. Los interlocutores activan, construyen y negocian en la interacción una
relación interpersonal basada en sus características psicosociales: el
estatus, los papeles o la imagen. (Calsamiglia y Tusón, 1999: 30)

La modalidad oral permite diferentes grados de formalidad: desde los registros


más coloquiales hasta los más “cultos”. Permite formas dialogadas (las más típicas) y
formas monologadas (las más formales), a través de distintos canales (teléfono,
videoconferencia, televisión, radio, etc.).
Entre las características lingüístico-textuales del discurso oral debemos
diferenciar las del nivel fónico, el nivel morfosintáctico y el nivel léxico-semántico. En
el nivel fónico tenemos que destacar la presencia de variedades de diverso tipo en la
pronunciación y en la selección estilística:

1. Variedad dialectal, geográfica o diatópica (dialectos geográficos).


2. Variedad social o diastrática (dialectos sociales o sociolectos).
3. Variedad situacional, funcional o diafásica (registros).
4. Variedad individual o estilo (ideolecto).

Actualmente, en el español existen dos normas de pronunciación: la


septentrional (castellano norteño) y la meridional o atlántica (andaluz, canario, español
de América); en esta última, se aceptan los fenómenos lingüísticos de seseo y yeísmo.
La prosodia (entonación, intensidad, ritmo) define también las características
particulares de la oralidad en cuanto a marcar funciones sintácticas, enfatizar o focalizar
la información.
En el nivel morfosintáctico, resulta muy distinta la planificación de una
conferencia (registro formal) frente a la conversación espontánea (registro coloquial),
donde encontramos repeticiones, titubeos, muletillas, etc. La conversación en presencia,
al compartir elementos contextuales, se sirve de deícticos: deixis personal (pronombres),
espacial (adverbios), temporal (adverbios), social (pronombres de tratamiento, cortesía).
La sintaxis oral tiende a la parataxis (yuxtaposición y coordinación), y a modificar el
orden de palabras para destacar algún elemento (tematización, focalización): “A la
Carmen, yo no la puedo ni ver”. El discurso oral muestra habitualmente recursos de
modalización para expresar actitud (duda, seguridad), y apelación a nuestro interlocutor
(marcadores de alteridad: oye, hombre, etc.).
En el nivel léxico, cabe distinguir diversas modalidades como culto, técnico,
común, marginal, argot, que pueden reflejar el nivel sociocultural del hablante. Se
pueden establecer, pues, diferencias en el léxico según los siguientes parámetros:

1. Hombres / mujeres.
2. Medio rural / medio urbano.
3. Diferentes profesiones (jerga médica).
4. Argot (juvenil, delincuencia).

El léxico del discurso oral está sometido frecuentemente a una reducción que se
manifiesta en el empleo de repeticiones, deícticos y proformas léxicas (hecho, cosa,
etc.). En cambio, en la escritura se da un alto grado de densidad léxica y bajo grado de
redundancia.

2.2.6 El discurso escrito

La escritura aparece alrededor del año 3500 a. C. en forma pictográfica,


logográfica o ideográfica. El alfabeto, entendido como la representación de sonidos
mediante signos, se desarrolla sobre todo a partir de los fenicios en el siglo X a. C. Su
función principal antropológica es la de conservar la memoria de acontecimientos,
acuerdos, ritos sociales; además, es cognitivamente el cauce indicado de la reflexión, la
abstracción y la introspección del ser humano. En definitiva, cumple funciones de
conservación, oficialidad, difusión pública y expresión de la ciencia y la cultura, por lo
que no debe descuidarse el papel transmisor de una ideología concreta. El modo escrito
es socialmente más prestigioso que el modo oral de comunicación, porque supone
mayor grado de instrucción cultural. Pero los lingüistas valoran, en general, las
propiedades de la lengua oral a veces muy superiores en efectividad comunicativa a las
de la lengua escrita.
La situación de enunciación prototípica del discurso escrito se caracteriza por los
siguientes rasgos:
1. Actuación independiente de escritores y lectores.
2. Comunicación in absentia. El momento y lugar de la escritura no coincide
con el de la lectura.
3. Por tratarse de una interacción diferida, el texto debe poseer las instrucciones
para interpretarlo.

Los textos escritos se distinguen por su extensión: textos breves (anuncios,


cartas) y textos extensos (novelas, tratados, diccionarios, manuales); además, según el
grado de formalidad adquieren una organización más estructurada, en general, que el
texto oral. La representación del diálogo oral en los textos escritos (guiones, novelas,
entrevistas) está normalmente convencionalizada. Se diferencian dos tipos de canales de
transmisión: el manual (anotaciones, diarios, listas de la compra) más común en el
ámbito de lo inmediato, y el mecánico (publicaciones, imprenta, comunicación digital).
Las características lingüístico-textuales del discurso escrito se extienden a tres
niveles: el nivel gráfico, el nivel morfosintáctico y el nivel léxico. En el plano gráfico, el
discurso escrito está sometido a una norma ortográfica común fijada por la Real
Academia Española desde el siglo XVIII, lo que garantiza la unidad y estandarización
del idioma. Esta norma actúa de freno conservador contra innovaciones en el sistema
ortográfico más o menos razonables, como la supresión de la h o de la distinción entre
la b y la v. Es un tema abierto a la polémica y sobre el que han opinado diversos
escritores como Juan Ramón Jiménez y García Márquez.
En el nivel morfosintáctico, el discurso escrito académico se ajusta a la
modalidad enunciativa o declarativa, al orden de palabras canónico de S-V-O, y a
explicitar la relación entre oraciones (hipotaxis, conectores supraoracionales). Se tiende
a una expresión objetiva con construcciones sintácticas impersonales o pasivas para
borrar el protagonismo de los enunciadores (desdibujar la subjetividad). Su modelo de
referencia es también el lenguaje literario, a pesar de que en este se hallen por motivos
estéticos desvíos de la regla de precisión y claridad. Algunos textos escritos presentan
componentes coloquiales, más marcados en los textos publicitarios, diálogos
cinematográficos o televisivos o en las columnas periodísticas para obtener un efecto de
proximidad con el receptor. En cambio, los textos administrativos o jurídicos se
caracterizan por usos formulares y arcaísmos.
En el nivel léxico, el diccionario de la RAE es la referencia para la escritura
normativa, que filtra la corrección de neologismos y préstamos. En los textos científicos
se aprecia más la presencia de vocabulario especializado frente a los textos literarios,
donde destaca la creatividad léxica. El plano del significado es especialmente sensible al
entorno cultural: las palabras desaparecen, quedan obsoletas o sufren cambios
semánticos, o bien se incorporan voces nuevas.

2.2.7 La inmediatez y la distancia comunicativas

Koch y Oesterreicher (2007) establecen un continuum o escala entre la


inmediatez y la distancia en la comunicación. Aproximadamente la primera se identifica
con el texto oral y la segunda con el texto escrito en términos prototípicos, aunque no
siempre es así, pues esta escala oscila en cada una de las secuencias o partes de las que
se compone un texto. De modo que la inmediatez comunicativa se caracteriza por la
espontaneidad, la subjetividad y la transmisión de sentimientos. Está asociada, como
decíamos, al lenguaje oral y coloquial, aunque puede darse también en el escrito en
diverso grado. Se define sintácticamente por la agregación (estructuras de parataxis y
yuxtaposición).
Por el contrario, la distancia comunicativa se define por un estilo más elaborado,
más impersonal, no tan afectivo como el de la inmediatez. Está asociada al lenguaje
escrito, aunque se puede dar también en el lenguaje oral en diverso grado. Se caracteriza
sintácticamente por la integración: tendencia a la hipotaxis y a las construcciones
subordinadas.
Los parámetros que se suelen manejar para separar el continuum entre
inmediatez y distancia comunicativas son los siguientes:

1. Privacidad de la comunicación.
2. Conocimiento mutuo de los interlocutores.
3. Saber compartido.
4. Participación emocional.
5. Integración del discurso en el contexto situacional y de acciones.
6. Tipo de referencialización.
7. Posición local y distancia temporal de los interlocutores.
8. Cooperación.
9. Dialogicidad.
10. Espontaneidad.
11. Fijación y determinación del tema.

Oesterreicher (2004: 736 n. 35) ofrece una caracterización de lo hablado en el


nivel pragmático con una serie de rasgos como la falta ocasional de coherencia, la
redundancia; en el nivel sintáctico, la presencia de errores de construcción y de
concordancia (anacolutos, elipsis), dislocaciones y tendencia a la parataxis (añadir
enunciados sin conjunciones, evitar el uso de conectores); en el nivel semántico, el
abuso de imprecisiones, muletillas, y el empleo ocasional de figuras como la hipérbole,
la metáfora, etc.

Referencias bibliográficas

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Philologica. Homenaje ofrecido a Dámaso Alonso por sus amigos y discípulos
con ocasión de su 60.º aniversario, Madrid, Gredos, I, pp. 115-139.
Calsamiglia, Helena y Tusón, Amparo (1999): Las cosas del decir. Manual de análisis
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Gili Gaya, Samuel (1974): “Nexos de la oración compuesta en el lenguaje activo de los
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Hernández Sacristán, Carlos y Luis Fernández Peña (1992): Conversación infantil.
Materiales para su estudio en niños desde los cinco hasta los nueve años.
Valencia, Promolibro.
Koch, Peter y Oesterreicher, Wulf (2007): Lengua hablada en la Romania: español,
francés, italiano, Madrid, Gredos.
López García, Ángel (1999): “Relaciones paratácticas e hipotácticas”. En Bosque,
Ignacio y Demonte, Violeta (eds.), Gramática descriptiva de la lengua española,
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Ignacio y Demonte, Violeta (eds.), Gramática descriptiva de la lengua española,
Madrid, Espasa-Calpe, III, pp. 3549-3595.
Moreno Cabrera, Juan Carlos (1985-1986): “Tipología de la catáfora paratáctica: entre
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Narbona Jiménez, Antonio (1989-1990): Las subordinadas adverbiales impropias en
español. Bases para su estudio, Málaga, Ágora.

Oesterreicher, Wulf (2004): “Textos entre inmediatez y distancia comunicativas. El


problema de lo hablado escrito en el Siglo de Oro”. En Cano, Rafael (coord.),
Historia de la lengua española, Barcelona, Ariel, pp. 729-769.
Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2009):
Nueva gramática de la lengua española, Madrid, Real Academia Española y
Espasa.
Rojo, Guillermo (1978): Cláusulas y oraciones, Santiago de Compostela: Anejo 14 de
Verba.

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