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PABLO Y

JUAN DE LA CRUZ

Las referencias a los textos


paulinos asumen en el itinerario
espiritual de Juan de la Cruz un
gran relieve. Nuestro místico
carmelita vive y propone al apóstol
Pablo ante todo como modelo de
hombre contemplativo, fuertemente
radicado en la caridad de Dios y en
el misterio de Cristo crucificado y
resucitado.

• En Cántico espiritual B, 12,6-8, después de haber subrayado que se llega a la


comunión con Dios, esto es a la caridad, sólo a través de la fe (cita 1Cor 13,10),
e indica como experiencia ejemplar la vida de Pablo, citando el texto clásico de
Gal 2,20:

«Pero sobre este dibujo de la fe hay otro dibujo de amor en el alma de el


amante y es según la voluntad, en la cual de tal manera se dibuja la figura del
Amado y tan conjunta y vivamente se retrata cuando hay unión de amor, que es
verdad decir que el Amado vive en el amante y el amante en el Amado. Y tal
manera de semejanza hace el amor en la transformación de los amados, que se
puede decir que cada uno es el otro y que entrambos son uno […] por
transformación de amor.
Esto es lo que quiso dar a entender san Pablo cuando dijo: Vivo autem, iam non
ego; vivit vero in me Christus (Gal 2,10); que quiere decir: Vivo yo, ya no yo, pero
vive en mi Cristo. Porque en decir vivo yo, ya no yo, dio a entender que, aunque
vivía él, no era vida suya, porque estaba transformado en Cristo; que su vida más
era divina que humana, y por eso dice que no vive él, sino Cristo en él.
De manera que, según esta semejanza y transformación, podemos decir que su
vida y la vida de Cristo toda era una vida por unión de amor.»

En el corazón de Juan de la Cruz está el crecimiento humano y espiritual del


creyente. Por ello, toda su espiritualidad se mueve como un itinerario de maduración
guiado por Dios hasta la comunión profunda con El. Y en cada etapa de este itinerario,
también aquella final llamada “matrimonio espiritual”, se piden momentos de
crecimiento ulterior y más laborioso, como un camino hecho en espiral.

• El momento del “desprendimiento” o del “despojamiento” de si. Se trata de


realizar un camino de liberación de toda forma de idolatría, que es “tiniebla”
para el creyente,1 de toda forma de sabiduría humana.

«Y toda la bondad de las criaturas del mundo, comparada con la infinita bondad
de Dios, se puede llamar malicia. Porque nada hay bueno sino solo Dios (Lc. 18,

1
Cfr. 1Subida 4,2 (2Cor 6,14)
19); y, por tanto, el alma que pone su corazón en los bienes del mundo,
sumamente es mala delante de Dios. Y así como la malicia no comprehende a la
bondad, así esta tal alma no podrá unirse con Dios, el cual es suma bondad.
- Y toda la sabiduría del mundo y habilidad humana, comparada con la
sabiduría infinita de Dios, es pura y suma ignorancia, según escribe san Pablo ad
Corinthios (1 Cor. 3, 19), diciendo: Sapientia huius mundi stultitia est apud Deum.
La sabiduría de este mundo, delante de Dios es locura.
Por tanto, toda alma que hiciese caso de todo su saber y habilidad para venir a
unirse con la sabiduría de Dios, sumamente es ignorante delante de Dios, y
quedará muy lejos de ella. Porque la ignorancia no sabe qué cosa es sabiduría,
como dice San Pablo que esta sabiduría le parece a Dios necedad. Porque, delante
de Dios, aquellos que se tienen por de algún saber son muy ignorantes; porque de
ellos dice el Apóstol escribiendo a los Romanos (1, 22), diciendo: Dicentes enim se
esse sapientes, stulti facti sunt, esto es: Teniéndose ellos por sabios, se hicieron
necios.
Y solos aquellos van teniendo sabiduría de Dios que, como niños ignorantes,
deponiendo su saber, andan con amor en su servicio. La cual manera de sabiduría
enseñó también san Pablo ad Corinthios (1 Cor. 3, 18-19): Si quis videtur inter vos
sapiens esse in hoc saeculo, stultus fiat ut sit sapiens. Sapientia enim huius mundi
stultitia est apud Deum, esto es: Si alguno le parece que es sabio entre vosotros,
hágase ignorante para ser sabio, porque la sabiduría de este mundo es acerca de
Dios locura. De manera que, para venir el alma a unirse con la sabiduría de Dios,
antes ha de ir no sabiendo que por saber»2.

• La auténtica comunión con Dios. Es la meta del camino espiritual de los hijos de
Dios. Comunión con Dios significa dejarse transformar por El y enraizarse
plenamente en El asimilando la vida del Hijo;3 significa dejarse desvestir del
hombre viejo y revestirse del hombre nuevo, Cristo, a fin de que todas las
dimensiones de nuestra persona estén orientadas por la acción de Dios, y por su
Amor:4

«Esta pretensión del alma es la igualdad de amor con Dios que siempre ella
natural y sobrenaturalmente apetece, porque el amante no puede estar satisfecho
si no siente que ama cuanto es amado; y como el alma ve que con la
transformación que tiene en Dios en esta vida, aunque es inmenso el amor, no
puede llegar a igualar con la perfección de amor con que de Dios es amada, desea
la clara transformación de gloria […]y así ama el alma a Dios con voluntad y fuerza
del mismo Dios, unida con la misma fuerza de amor con que es amada de Dios. La
cual fuerza es en el Espíritu Santo, en el cual está el alma allí transformada […]; lo
cual, aun en la transformación perfecta de este estado matrimonial a que en esta
vida el alma llega, en que está toda revertida en gracia, en alguna manera ama
tanto por el “Espíritu Santo que le es dado” (Rm 5,5) en la tal transformación».5

«Y porque en esta transformación muestra Dios al alma, comunicándosele, un


total amor generoso y puro con que amorosísimamente se comunica él todo a ella,
transformándola en sí (en lo cual la da su mismo amor, como decíamos, con que
2
1Subida 4,4-5
3
Cfr. Ib. 22,6 (Gal 2,20)
4
Cfr. Llama B 2,33-34 (Ef 4,22; Gal 2,20); Cántico espiritual B 13,11 (1Cor 13,2 y Col 3,14); 22,5 (1Cor
6,17); 27,8 (Col 3,14); 38,3 (1Cor 13,12)
5
Cántico espiritual B 38,3
ella le ame), es propiamente mostrarla a amar, que es como ponerla el
instrumento en las manos, y decille él cómo lo ha de hacer, e irlo haciendo con ella;
y así aquí ama el alma a Dios cuanto de él es amada. Y no quiero decir que amará
a Dios cuanto él se ama, que esto no puede ser, sino cuanto de él es amada;
porque así como ha de conocer a Dios como de él es conocida, como dice san
Pablo (1 Cor. 13, 12), así entonces le amará también como es amada de él, pues
un amor es el de entrambos.
De donde no sólo queda el alma enseñada a amar, mas aún hecha maestra de
amar, con el mismo maestro unida, y, por el consiguiente, satisfecha; porque hasta
venir a este amor no lo está; lo cual es amar a Dios cumplidamente con el mismo
amor que él se ama. Pero esto no se puede perfectamente en esta vida, aunque en
estado de perfección, que es el del matrimonio espiritual, de que vamos hablando,
en alguna manera se puede»6.

6
Cántico espiritual A 37,3

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