Si bien los intereses del pais y los recursos existentes en su cx-
traordinariamente rica plataforma han quedado resguardados v ju-
ridicamente protegidos con el dictado de la Tercera Convencion de
los Derechos del Mar y el establecimicnto de la Zona Economi
Exclusiva, es una necesidad repensar la politica pesquera nacio-
nal.
La politica navicra de la Republica Argentina constituyo, a partir
de la década de 1990, la antitesis de lo que ella significa. Si por la
misma entendemos que es fa accion del Estado que se refleja cn
normas juridicas que tienen como finalidad cl desarrollo de la ma-
rina mercanic, observamos que el plexo normativo de esa Gpoca
provocd exactamente cl cfecto contrario.
Mediante cl dictado sistematico de deeretos de necesidad y urgen-
cig
practicamente todos los clementos que hacen a la marina mercan-
te nacional hasta desestructurarla casi completamente.
a nucstro juicio claramente inconstitucionales. se afectaron
A partir del dictado de! deereto 1772/91 se produjo una fuga masi-
va de bandera, quedando cl pais sin marina mercante propia. E:
misma politica provoco la liquidacién de las empresas navicras e!
latales, la climinacion del denominado sistema de reservas de car-
gas. la vulneracton del régimen de cabotaje y, como consecuencia.
ia industria naval se redujo a un cstado agonizante.
A todo ello no fue ajeno cl marino mercante que sufrio graves
consecuencias de desemplco, inestabilidad laboral y perjuicios so-
ciales,
10$1 bien de la nueva normativa fueron exceatuados los buques de
pesca, ante la liquidacién de empresas estatales y la reduccion de
la flota de ultramar, se produjo hacia dicha actividad la logica trans-
ferencia de tripulantes va que era uno de los tnicos lugares de
empleo posible
Por tanto, ante las graves consccuencia sociales, los buques
Pesqueros factorias. durante mas de una década. constituyeron un
alivio en la demanda de empleo.
No obstante, la pesca en la Republica Argentina en ese periodo
tampoco fue ajena a las politicas equivocadas que afectaron ol
interés nacional. va que permitieron el otorgamiento indiscriminado
de permisos de pesca a empresas de capital extranjero. circuns-
lancia que afecto seriamente nuestros recursos.
Se debe tener presente, y tomar profunda conciencia, que conta-
mos con uno de los tltimos caladeros del mundo -con variedad de
especies- que no esta agotado como otros y que, mediante las
medidas de conservacion necesarias, podemos constituirlo en una
fuente de recursos sustentables, de acuerdo al mandato constitu-
cional
En consecuencia, la referida reconversion debe apuntar a estable-
cer sistemas de fomento y créditos adecuados a Ja industria naval
local para la construccién de los buques pesqueros necesarios.
De la misma manera, contar con tales instrumentos para alentar cl
desarrollo de empresas armadoras de “capital nacional”. ya que cl
a]mero embanderamiento con cl pabellén argentino no garantiza este
extremo
Lo expuesto, en razon de que la nacionalidad de los buques se
asienta en nuestro Derecho solo en el eje central del domicilio del
propictario, de conformidad con el art. 52 de la Ley de la Naveva-
ion.
En consecuencia, la empresa pesquera no tiene posibilidad de ser
controlada por mayoria de nacionales que cuenten con la mayoria
de capital, si no existe una norma especial para ello, generandose
una innecesana peérdida de divisas con su impacto en la balanza de
pagos
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Derechos del
Mar (Ginebra 1958) aprobo la Convencion sobre Alta Mar que
establece que debe existir un “vinculo genuino™ entre cl Estado y
el buque. El Estado otorgante del pabellon debe cjercer efvctiy
mente jurisdiccion v control cn cuestiones administrativas, técni-
cas y sociales.
La Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre cl Derecho
del Mar (Montego Bay 1982) introdujo el concepto de relacion
auténtica. No obstantc, cstos conceptos no son suficientes para
garantizar el control de la empresa.
a.cxpresion utilizada, “vinculo genuino , sin precisarse su alean-
ce. dio lugar a una larga polemica; sc lego a la. conclusion de que ec!
concepto o la reglamentacion de dicho vinculo correspondiaal Es-tado otorgaate del pabellon... De acuerdo con el régimen interna-
cional vigente. cl vinculo genuinoo la relacion autentica no obligan
al Estado de matricula a que las empresas armadoras sean de pro-
piedad efectiva (mayoria de capital) de nacionales domiciliados en
dicho Estado” (1).
Este tema es también comin a la marina mercante en general. y su
tratamiento deberia repensarse dentro del marco de Ja politica navie-
ra nacional.
No es el caso, porejemplo. de la regulacion del Derecho Acronautico
argentino donde. cn relacion a las empresas de transporte acrco,
se contempla un doble resguardo para asegurar e! control cfectivo
y fa propiedad sustancial: primero, cl de fa nacionalidad de la acro-
nave. con lacxigencia del domicilio del propictario, y segundo, con
cl control de la empresa por parte de argentinos, va que mas de la
mitad de los socios deben ser nacionales con domicilio en el pais y
contar con la mavoria de capital (conf. arts. 48 y 99 del Codigo
Acronautico. respectivamente),
Con un mar nico en recursos y la experiencia de cuarenta afios en
la actividad pesquera es ineludible recordar a Manuel Belgrano y
obrar cn consecuencia: “Toda Nacion que deje hacer por otra una
navegacion que podria hacer ella misma, compromete su sobera-
nia y lesiona gravemente la cconomia de sus habitantes”POLITICA NAVIERA ARGENTINA
Y SU IMPACTO
EN EL CONTRATO DE AJUSTE.
El decreto 1772/91 y sus prorrogas.
Interpretacién final de la Corte Suprema de Justi
1- La Politica Naviera de la Repiblica
Argentina constituyé a partir de la década de
1990 la antitesis de lo que ella significa.
Si por la misma entendemos como las
acciones del Estado que se reflejan en normas
juridicas que tiene como finalidad el
desarrollo de la marina mercante;
observamos que el plexo normativo de esa
época provocd exactamente el efecto
contrario.
Mediante el dictado sistemético de decretos
de necesidad y urgencia, a nuestro juicio
claramente inconstitucionales, se afectaron
pricticamente todos los elementos que hacen
a la marina mercante nacional hasta
desestructurarla en todas sus éreas.
A partir del dictado del decreto 1772/91 se
produjo una fuga masiva de bandera, quedado
el pais sin marina mercante propia; esa misma
politica provocé la liquidacién de las
empresas navieras estatales; la eliminacién
del denominado sistema de reserva de cargas;
la vulneracién del régimen de cabotaje y,
como consecuencia, la industria naval se
redujo aun estado agonizante.
A todo ello no fue ajeno el marino mercante
que sufrié graves consecuencias de
desempleo, inestabilidad laboral y perjuicios
sociales,
Si bien de la nueva normativa fueron
exceptuados los buques de pesca, ante la
liquidacion de empresas estatales y la
Edgar Ramon Gigena (1)
reduccién de la flota de ultramar, dicho sector
se vio afectado por la légica transferencia de
tripulantes hacia los iinicos lugares de empleo
posible.
Il. - El decreto de marras, prorrogado
sucesivamente por los decretos 2094/93 y
2733/93, impacté directamente en el régimen
laboral de la gente de mar, ya que ante el
denominado cese “provisorio” de bandera el
tripulante tenia dos opciones: solicitar
licencia sin goce de haberes por el término de
dos afios 0 aceptar el régimen de despido
previsto en el art. 247 de la Ley de Contrato de
Trabajo. A la vez el tripulante que solicitaba
licencia podia embarcar en los buques con
nueva bandera, pero ahora, bajo el régimen
juridico de trabajo de tal nacionalidad.
Por su parte el armador siempre tenia la
opcién final de despedirlo abondndole el
cincuenta por ciento de la indemnizacién
correspondiente de conformidad con el
mencionado art. 247.
IIL.- El deterioro de los derechos laborales y
condiciones de trabajo de las tripulaciones
perduré en el tiempo a través de los decretos
de prérroga mencionados, hasta que dicho
sistema (decretos 1772/91,2094/93_y
2733/93) fue derogado por el decreto del
Poder Ejecutivo 10 10/94. Norma que marca
un punto de inflexién para la futura
recuperacién dela marina mercante.
No obstante, las consecuencias del régimen
derogado continuaron operando en relacién a
las situaciones de causa anterior al dictado de
contin en le pig. 7weme de a pig 6
dicho decreto; como asi también hasta la
actualidad, en relacién a la antigiiedad
acumulada por los tripulantes desde el afio
1991 para el caso de que continten en
relacién de dependencia y, en muchos casos,
incidiendo en el sistema jubilatorio por la
falta o interrupcion de aportes.
A partir de entonces comenzaron
cuestionamientos judiciales con distinta
suerte en la instancias inferiores, pero que
fueron resueltas con posterioridad por la
Corte Suprema de Justicia.
IV El primer debate de fondo, y que
consideré constitucional al decreto 1772/91,
fue resuelto por la Corte en el afio 1997 en la
causa “Sallago Alberto c/ Astra S.A”. Como
fundamento dicho fallo se remitia a la
doctrina anterior de la misma Corte
establecida en la causa “Cocchia J.D.
c/Estado Nacional s/accion de amparo”
Dicho precedente sostenia la
constitucionalidad de un decreto de necesidad
y urgencia; especificamente la del decreto
817/92 que trataba la modificacién del
régimen juridico laboral de los portuarios.
Sostuvo, ademas, la legitimidad del decreto
pretendiendo que la sola invocacién de un
estado de supuesta crisis de la marina
mercante, aunque no probada, es suficiente
para justificar el dictado del mismo.
Los votos disidentes en dicho
pronunciamiento, destacaron que la remisién
a la doctrina del fallo “Cocchia” se apartaba
de las circunstancias puntuales de la causa ya
que aquella giraba en torno a las facultades
del Poder Ejecutivo de modificar las
relaciones laborales en el émbito portuario en
virtud de una delegacion legislativa llamada
impropia, supuesto bien distinto al tratado, en
el que se halla en juego un reglamento dictado
con invocacién de razones de necesidad y
urgencia sobre materia laboral, con
fundamento en el art. 86 inc 1), de la
Constitucién vigente en 1991, (Conf. Voto del
Dr. Belluscio).
A partir del mentado precedente “Sallago”, se
sello la suerte de gran parte de los reclamos de
los marinos, cuyos derechos eran negados en
la justicia con fundamento en la
“constitucionalidad” del decreto. Dejamos a
salvo la valentia de un gran ntimero de jueces
que consideraron la inconstitucionalidad de la
norma y el dafio social a que eran sometidos
los marinos. No obstante sus sentencias
chocaban en las instancias superiores con la
valla insuperable de lo ya resuelto por el
maximo Tribunal.
V. Sin perjuicio de lo expuesto, la lucha
juridica continuaba. Ahora ya no como
producto de las situaciones causadas por la
inicial aparicién del decreto 1772/91, sino por
los nuevos conflictos que acaecian por la
prorroga del sistema impuesta por el decreto
2733/93.
Por lo tanto los reclamos continuaron, a pesar
de la doctrina de la Corte, con fundamento en
la inconstitucionalidad no solo del decreto
sino también de sus Prérrogas. El agravio
constitucional estaba fundado en la pérdida
de la vigencia temporal.
En ese sentido llegé a la Corte Suprema de
Justicia la causa “BRUERA, Alberto Miguel
C/ESSO S.A.P.A. s/despido”. (2)
En a sentencia dictada el 28 de septiembre de
2010, el Tribunal consideré que la cuestién a
dilucidar era si el decreto 2733/93, que
dispuso la prérroga del decreto 1772/91 porel
cual fue modificado sustancialmente el
régimen legal de la marina mercante- retine
las condiciones que la misma Corte habia
establecido para la validez de los decretos de
necesidad y urgencia dictados con
anterioridad a Ja reforma de la Constitucién
Nacional. En relacién a ello consideré que en
lo referido a necesidad y urgencia
oportunamente habia manifestado que la
conta onl pig. 8validez constitucional de un decreto de
aquellas caracteristicas se encontraba
condicionada a la existencia una situacién de
grave riesgo social.
Consideré en lo medular que: “desde esa
perspectiva, mas allé de la invocacién de una
situacién de crisis en la marina mercante, de
las constancias de la causa no surge que haya
existido una grave situacion de riesgo social
que tornara necesario la adopcién de medidas
inmediatas como la cuestionada en el sub
lite”.
Ademés, que esta conclusién se encuentra
corroborada en los considerandos de la norma
puesta en cuestion (decreto de prdrroga
2733/93), en los que el Poder Ejecutivo
admitié que el decreto 1772/91 posibilité
superar la dificil coyuntura que significaba la
casi imposibilidad de competir a nuestra
marina mercante. Y que de ello se desprende
que la situacién de crisis que oportunamente
en el afio 1991 fue invocada para justificar el
dictado del decreto 1772/91,- sobre cuya
validez constitucional considera que no
resulta necesario en el caso pronunciarse-
habia sido superada en el afio 1993 cuando se
emitié la norma de prorroga.
Por ello confirma la sentencia de Camara en
cuanto declaré la inconstitucionalidad del
decreto 2733/93.
No podemos dejar de destacar el voto en
minoria del Ministro Juan Carlos Maqueda,
quien expresa que el decreto 1772/91
presenté en su génesis una anomalia que lo
descalifieé en los términos de la Ley Suprema
que regia al tiempo de su entrada en vigencia
¥ que por lo tanto corresponde declarar
carente de validez sus disposiciones en la
medida que han provocado un menoscabo a
los derechos laborales por obra de las
disposiciones ulteriores que al mantener
incélume ese régimen viciado disponiendo
sucesivas prérrogas, han devenido
igualmente invalidas.
————————————eEeEeEeEeEEEEEE———
VL. -CONCLUSIONES.
1) Enel fallo “Bruera”, la Corte no se expidi6
sobre el decreto 1772/91, pero lo hizo sobre la
prorroga del mismo, que abarcé el periodo
1993/2004, hasta el dictado del decreto 10
10/04.
2) Si bien el sistema inconstitucional fue
derogado en el afio 2004, no deviene abstracta
Ja cuestién; en tanto atin hoy los efectos
siguen operando en las causas judiciales
pendientes; en las situaciones vinculadas con
la antigiiedad de los marinos que contintian
laborando en empresas que optaron
oportunamente por el cese de bandera y en la
posibles derivaciones o planteos vinculadas
conel régimen jubilatorio.
3) Diecinueve afios de lucha juridica
trascurrieron, desde septiembre de 1991 hasta
el fallo a que hacemos referencia. Se ha
cerrado una historia de injusticia, creada a
partir de una politica naviera contraria a los
intereses del pais.
1) Profesor de Derecho de la Navegacién.
Director del Instituto del Derecho del
Transporte, de la Navegacién Maritima
Aeronautica y Espacial del Colegio Pablico
de Abogados de Capital Federal.
2) Intervinieron como letrados en
representacién del actor los Dres, Arturo
Octavio Ravina, Edgar Ramén Gigena y
Alicia Angela ChivilaC Rc}
5
Ly . Ye : z
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ee wa ced) 2 Ol a
LSTA tered Investigaciones
de Economia Social (IAIES)ACTIVIDAD PESQUERA, POLITICA PESQUERA
La actividad pesquera maritima en nuestro pais comenzo a desa-
rrollarse a principios del siglo XX. con la pesca costera, fundamen-
talmente con buques costeros de escaso porte. La captura en pe-
queiias escalas. los habitos de consumo de la poblacion orientados
ala carne vacuna y la falta de cadenas adecuadas de frio, conspi-
raban cn contra de la expansion de dicho sector econémico.
A partir de la decada de los sesenta comienza cl desarrollo de la
pesca de altura con la incorporacion de buques y capitales extran-
jeros y. a comienzos de la década de los sctenta, se produce en
toda la activ idad una gran expansion industializada, impulsada por
la demanda intemacional de pescado. espe
bido al agotamiento o escasez de recursos icticolas en otros mares
del mundo
jalmente merluza. de-
De esta manera se produce cl desarrollo, ademas de la flota
coste!
pesqueros factorias con claboracion y procesamicnto de congela-
ciona bordo.
de buques fresqueros y, fundamentalmente, de buques
Consecuentemente, cl escenario de la actividad cambia en el pais:
se expande hacia los pucrtos del sur y crea una nueva infraestruc-
tura que también incluye plantas frigorifi
as en tierra.
A la vez se produce. dentro de los buques factorias.
versificacion, de acuerdo con la especie a capturar, ya sea langos-tino, calamar, merluza, ete.. por lo cual el porte y el equipamiento
técnico de los buques es variado.
Desde ya. esta expansion conllevaba también una profunda modi-
ficacion en cl sector laboral maritimo porque. ademas de la nave-
gacién de ultramar y fluvial. incorpora decididamente al sector
pesquero como fuente de trabajo a nivel nacional, La pesca modi-
fica totalmente la demanda de trabajo que, anteriormente. solo re-
querian los buques costeros que tenian una modalidad muy parti-
cular de ajuste a la parte, cn la cual cl marino estaba generalmente
fucra del marco de proteccidn social y sindical.
La creacion de un nuevo tipo de trabajo a gran escala para el
personal embarcado, demandal
porende, soluciones normativas
especiales.
En consecuencia, entidades sindicales y empresariales celebraron
en 1975 el primer convenio colectivo de trabajo que receptaba y
regulaba esa nueva modalidad
La referida convencion constituye cl molde de los futuros conve-
mios que fueron celebrados en reemplazo del mismo.
A su vez, cl gran desarrollo de esta nueva industria fue favorecide
por la incorporacién masiva de buques factorias y capitales ex-
tranjeros que constituyeron empresas locales
Sin embargo, después de cuarenta aiios, el pais atin tiene una ma-
teria pendiente con este sector econdmico, ya que deviene nece-
saria su reconversion en una “auténtica” industria nacional.