C AP Í T U L O 2 5
Regulación Emocional en Desórdenes del Ánimo
Jutta Joormann
Matthias Siemer
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
Imagínese que recibe una evaluación negativa
en el trabajo, que tiene una discusión con su
pareja, que descubre que ha olvidado pagar
una factura y que le han cobrado un recargo
por demora; e imagínese que experimenta todo
esto en un día gris, lluvioso y de invierno.
Situaciones como éstas, que tienen el
potencial de inducir un afecto negativo
duradero, forman parte de la vida cotidiana.
Tal vez no resulte sorprendente que los
investigadores hayan descubierto que, por lo
general, las personas no soportan el afecto
negativo de forma pasiva, sino que utilizan
activamente estrategias para intentar regular
sus estados de ánimo y emociones negativas.
Sin embargo, es importante señalar que existe
una amplia gama de diferencias individuales
en la capacidad de regular el afecto: Mientras
que algunos individuos pueden regular con
éxito su afecto negativo, otros no pueden, y
otros pueden responder a sus emociones de
manera que exacerban aún más su afecto
negativo. Es importante destacar que cada vez
está más claro que estas diferencias
individuales en la regulación de los estados de
ánimo y emociones negativas cumplen un
papel importante en la aparición y el
mantenimiento de los desórdenes del estado de
ánimo. Con menos frecuencia se habla de la
regulación de los estados de ánimo y
emociones positivas y de las dificultades que
pueden derivarse de la incapacidad de
responder eficazmente al afecto positivo.
Regodearse excesivamente en la gloria de la
retroalimentación positiva inicial, por ejemplo,
puede conducir a una sobreestimación de la
propia capacidad para completar el proyecto
en tiempo y forma, mientras que la
incapacidad para saborear un éxito y el uso de
estrategias que regulan hacia la baja el estado
de ánimo positivo resultante pueden interferir
con la motivación para iniciar el siguiente
proyecto. Por lo tanto, tanto las dificultades en
la regulación del afecto positivo como del
negativo han sido implicadas en los trastornos
del estado de ánimo.
Los trastornos del estado de ánimo se
encuentran entre los más prevalentes de todos
los trastornos psiquiátricos, y el Desorden
Depresivo Mayor (DDM) afecta a casi el 20%
de los estadounidenses en algún momento de
su vida (Kessler y Wang, 2009). Dada la alta
prevalencia y los considerables costes
personales y sociales de los desórdenes del
estado de ánimo, los esfuerzos para identificar
los factores de riesgo y los mecanismos
subyacentes, así como las estrategias de
intervención eficaces, son especialmente
urgentes. Como implica la etiqueta, la
característica distintiva de los desórdenes del
estado de ánimo es el desorden del afecto. El
DDM se define por el afecto negativo
sostenido y las dificultades para experimentar
el afecto positivo. El desorden bipolar (DB) se
caracteriza por episodios de depresión, pero
también de humor elevado y/o irritable. A
pesar de que la alteración del afecto es la
característica central de los desórdenes del
estado de ánimo, las teorías sobre la aparición,
el mantenimiento y la recurrencia de estos
desórdenes se han centrado tradicionalmente
en la cognición y el comportamiento, pero no
tanto en el afecto. De hecho, las
intervenciones cognitivo-conductuales han
demostrado tener éxito en el tratamiento de
estos trastornos al centrarse en la modificación
de las cogniciones y conductas desadaptativas
(Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). A pesar
de estos éxitos, muchos investigadores han
señalado que hay espacio para mejorar
nuestros modelos teóricos y nuestros enfoques
de tratamiento. En concreto, una mirada más
cercana al concepto de regulación de las
emociones y a los mecanismos que nos
permiten comprender las diferencias
individuales en la importante capacidad de
regular los estados afectivos puede ayudarnos
a entender mejor la vulnerabilidad a los
trastornos afectivos y, por tanto, a mejorar
nuestros enfoques de tratamiento.
De hecho, los modelos tanto de la
depresión como del TB han enfatizado el
papel de la regulación de las emociones. Se ha
propuesto, por ejemplo, que los individuos que
experimentan episodios de depresión no
difieren de sus homólogos no deprimidos en el
nivel de tristeza, sino que se caracterizan por
una incapacidad para reparar o regular sus
emociones, lo que resulta en episodios más
largos de tristeza y estado de ánimo deprimido
para los individuos propensos a la depresión
(Teasdale, 1988; NolenHoeksema, Wisco, &
Lyubomirsky, 2008). En la depresión, el uso
preferente de estrategias desadaptativas, como
la rumiación, así como las dificultades para
utilizar estrategias adaptativas, como la
reevaluación, pueden explicar por qué las
emociones negativas en respuesta a los
acontecimientos de la vida se convierten
rápidamente en una espiral de estado de ánimo
negativo sostenido (por ejemplo, Nolen-
Hoeksema et al., 2008). En el DB,
encontramos dificultades similares para
regular el afecto negativo. Además, la
respuesta inadaptada al afecto positivo y a los
eventos puede explicar cómo el estado de
ánimo elevado conduce a un episodio maníaco
(Gruber, 2011; Johnson, 2005). De hecho,
Gruber (2011) señala que " el DB implica una
tendencia a aumentar o amplificar las
emociones positivas" (p. 219). Asimismo,
Johnson (2005) ha descrito cómo los aumentos
del afecto positivo tras un éxito inicial y las
diferencias individuales en la respuesta al
estado de ánimo positivo están relacionados
con el desarrollo de la manía. Sin embargo,
aunque estas predicciones parezcan plausibles,
todavía faltan muchas pruebas empíricas,
sobre todo cuando se trata del DB. Un primer
objetivo de este capítulo es, por lo tanto,
resumir los hallazgos empíricos que apoyan la
propuesta de que las personas diagnosticadas
con desórdenes afectivos difieren, de hecho,
de sus homólogos sin desórdenes en la
regulación emocional.
Al menos dos aspectos diferentes pero
relacionados de la regulación emocional son
cruciales en este contexto. En primer lugar, es
posible que las personas propensas a padecer
desórdenes afectivos y sus homólogos no
desordenados difieran en la selección de
estrategias específicas de regulación
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emocional debido a las expectativas erróneas
sobre la utilidad de una estrategia en una
situación determinada, o a las preferencias
adquiridas por la selección de estrategias
ineficaces o desadaptativas. De hecho,
numerosos estudios muestran que la depresión
se asocia con una tendencia a rumiar cuando
se experimenta un afecto negativo, y que el
uso de esta estrategia se percibe como útil para
afrontar los acontecimientos negativos, a pesar
de que en realidad interfiere con la
recuperación (Papageorgiou y Wells, 2001).
Además, es posible que los trastornos
afectivos se caractericen por un repertorio más
limitado de estrategias que puede interferir
con el uso flexible de múltiples estrategias que
se ajusten a la situación dada. Esta flexibilidad
se ha propuesto como particularmente
adaptativa (Kashdan y Rottenberg, 2010). Sin
embargo, también es posible que las
dificultades relacionadas con la depresión en
la regulación de las emociones se deban no a
la selección de estrategias, sino a problemas
en la implementación de estrategias
adaptativas como la reevaluación. Por
supuesto, estos dos aspectos de la regulación
emocional en los desórdenes afectivos pueden
estar relacionados. Las dificultades para
implementar una estrategia adaptativa, por
ejemplo, pueden dar lugar a la selección
preferente de estrategias desadaptativas.
En este capítulo, revisamos los
estudios que examinan el primer aspecto de la
regulación emocional en los desórdenes
afectivos resumiendo la investigación sobre el
uso de diferentes estrategias de regulación
emocional, y luego examinamos la evidencia
para el segundo, que las personas con
desórdenes afectivos tienen dificultades para
implementar estrategias adaptativas. También
examinamos los mecanismos subyacentes de
la desregulación emocional en los desórdenes
afectivos centrándonos en los procesos
cognitivos básicos que pueden ayudar o
dificultar la regulación emocional y
discutimos cómo éstos pueden verse afectados
por los desórdenes del ánimo. Nuestra
discusión se centra en los estudios que han
utilizado muestras con diagnóstico clínico,
pero también revisamos los estudios con
muestras analógicas si son particularmente
informativos o si faltan estudios clínicos.
La regulación emocional es definida
aquí como los procesos estratégicos y
automáticos que influyen en la ocurrencia,
magnitud, duración y expresión de una
respuesta emocional (ver Gross, este
volumen). El enfoque de la mayoría de los
estudios en regulación emocional es la
regulación a la baja del afecto negativo. Este
aspecto de la regulación emocional es también
el primer foco de este capítulo cuando nos
referimos al DDM. Sin embargo, también
discutimos como la depresión puede estar
asociada con problemas para saborear los
afectos positivos y que un factor de riesgo
para el DB es la rumiación de eventos
positivos (por ejemplo, en respuesta al logro
efectivo de metas), lo cual puede resultar en
un fallo para regular a la baja el afecto
positivo que luego puede desencadenar, hacia
un episodio maniaco completo (Johnson,
2005)
La Selección de Estrategia en los
Desordenes del Ánimo
Investigaciones recientes sugieren que es
demasiado simplista diferenciar las estrategias
adaptativas de las desadaptativas. De hecho, la
capacidad de adaptación de una estrategia
concreta dependerá probablemente del
contexto en el que se utilice, así como de la
flexibilidad de su uso (Bonnano, Papa,
Lalande, Westphal y Coifman, 2004). No
obstante, investigaciones previas han
identificado estrategias específicas que tienen
más probabilidades de incurrir en costes
adicionales (por ejemplo, aumento de la carga
cognitiva o de la excitación fisiológica) y que
parecen tener menos probabilidades de regular
el afecto de forma efectiva (Gross y John,
2003). La regulación emocional es un
concepto amplio que comprende un número de
procesos diferentes, y está más allá del alcance
de este capítulo proporcionar una revisión
exhaustiva de la literatura. Por lo tanto, nos
centramos en las estrategias que se han
vinculado sistemáticamente a los trastornos
del ánimo y que han sido objeto de estudios
empíricos sobre la depresión y/o el DB.
Rumiación
Una respuesta especialmente perjudicial al
afecto negativo que se ha asociado a varios
trastornos emocionales es la rumiación, que
consiste en traer una idea a la mente una y otra
vez. Originalmente, la palabra se refería a la
forma de comer de las vacas y otros animales,
que almacenan los alimentos parcialmente
digeridos en un estómago llamado rumen, y
los sacan más tarde para masticarlos más a
fondo. Sin embargo, incluso en el latín
original, adquirió un significado figurativo
muy vivo, describiendo la práctica de traer una
idea a la mente para trabajarla más a fondo.
Muchos de nosotros reflexionamos sobre
asuntos importantes de esta manera,
digiriéndolos poco a poco. Pero en la
depresión, la rumiación suele incluir
afirmaciones negativas, de autodesprecio e
ideas pesimistas sobre el mundo y el futuro.
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Se ha demostrado en numerosos estudios que
la rumiación depresiva exacerba y prolonga el
estado de ánimo deprimido (véase la revisión
de Nolen-Hoeksema et al., 2008). Puede
parecer contraintuitivo pensar que alguien
utilice la rumiación como estrategia de
regulación de las emociones, dado que
numerosos estudios muestran que aumenta el
afecto negativo. Sin embargo, es una respuesta
que se utiliza con frecuencia cuando las
personas experimentan un afecto negativo o se
encuentran con un acontecimiento negativo, y
los estudios muestran que los individuos
deprimidos perciben muchos beneficios de la
rumiación, como sentimientos de mayor
autoconciencia y comprensión (Papageorgiou
y Wells, 2001). Lyubomirksy y Nolen-
Hoeksema (1993), por ejemplo, informaron de
que la rumiación en participantes disfóricos
(es decir, participantes con niveles subclínicos
de síntomas depresivos evaluados
normalmente a través de autoinformes) estaba
asociada a una mayor sensación de
entendimiento. Las pruebas empíricas han
demostrado que las personas que tienden a
rumiar cuando se encuentran en situaciones de
distrés son más propensas a desarrollar
desórdenes depresivos y tienden a
experimentar períodos de depresión más
prolongados (por ejemplo, Nolen-Hoeksema,
2000). De hecho, hay muchas pruebas que
relacionan un rasgo de rumiación más elevado
con la aparición y el mantenimiento de la
depresión (véase Nolen-Hoeksema et al.,
2008, para una revisión). Nolen-Hoeksema
(2000), por ejemplo, examinó una muestra de
aproximadamente 1.300 adultos seleccionados
al azar de la comunidad. Entre los individuos
no deprimidos, las puntuaciones de rumiación
en la primera evaluación predijeron la
aparición de nuevos episodios depresivos
mayores durante el año siguiente. Los
investigadores también han examinado los
efectos de una inducción experimental de la
rumiación en el estado de ánimo y los
comportamientos de las personas. En estos
estudios, la rumiación se suele contrastar con
la distracción, otra estrategia de regulación de
las emociones que discutiremos más adelante.
En general, en comparación con la distracción,
la rumiación conduce a un estado de ánimo
negativo sostenido, a un aumento de las
cogniciones negativas y de la memoria
autobiográfica sobredimensionada, y a una
disminución de la resolución efectiva de
problemas en los participantes deprimidos
(por ejemplo, Watkins y Moulds, 2005).
Aunque se ha estudiado mucho menos,
también se ha demostrado que los individuos
con DB rumian las emociones negativas. De
hecho, algunos estudios indican que las
personas con DB rumian incluso más que las
personas con depresión unipolar (Kim, Yu,
Lee, & Kim, 2012). Sin embargo, la DB se
asocia no sólo con el aumento de la rumiación
depresiva, sino también con la rumiación
sobre las emociones positivas. De hecho, la
rumiación positiva, definida como la
permanencia en el contenido, las
consecuencias y las causas de los sentimientos
positivos (Feldman, Joormann y Johnson,
2008), ha sido identificada como un
importante factor de riesgo para el DB. Gruber
(2011), por ejemplo, propone que la rumiación
positiva puede interferir con el procesamiento
de información externa relevante que podría
ayudar a terminar el estado emocional. En
comparación con los participantes de control,
los estudiantes universitarios diagnosticados
con DB o DDM manifestaron una mayor
rumiación en respuesta al afecto negativo,
pero sólo aquellos con DB manifestaron una
elevada rumiación en respuesta al afecto
positivo (Johnson, McKenzie, y McMurrich,
2008). Además, dentro del DB, las respuestas
rumiantes al afecto negativo se explicaron por
los síntomas depresivos. Gruber, Eidelman,
Johnson, Smith y Harvey (2011) también
examinaron la rumiación sobre las emociones
positivas y negativas: En comparación con el
grupo de control, el grupo con DB expresó
una mayor rumiación de rasgo tanto para las
emociones positivas como para las negativas.
Curiosamente, los participantes con DB en
esta muestra no estaban en ese momento
experimentando episodios de depresión o
manía, lo que sugiere que la rumiación
elevada no es sólo un correlato del estado
depresivo o maníaco. Es importante destacar
que la rumiación rasgo sobre la emoción
negativa y positiva se asoció con una mayor
frecuencia de depresión a lo largo de la vida,
mientras que la rumiación rasgo sobre la
emoción positiva se asoció con una mayor
frecuencia de manía a lo largo de la vida. Del
mismo modo, Alloy et al. (2009) encontraron
que la rumiación rasgo sobre la emoción
positiva se asoció con una mayor frecuencia
de manía a lo largo de la vida en su grupo de
DB. Aunque se han utilizado pocas
inducciones de rumiación en la literatura del
TB, los investigadores encontraron una mayor
emoción positiva en una inducción rumiativa
en comparación con la inducción reflexiva (es
decir, perspectiva en tercera persona) en los
participantes con DB en comparación con los
controles sanos (Gruber, Harvey y Johnson,
2009). En cambio, Gruber et al. (2011)
expusieron a sus participantes con DB
interepisódico y a los participantes de control
a una inducción de rumiación en respuesta al
recuerdo de una memoria autobiográfica
positiva y no informaron de diferencias de
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grupo en el afecto autoinformado o la
respuesta fisiológica.
Parece interesante que mientras que la
rumiación positiva se asocia con resultados
negativos en el DB, los participantes
deprimidos pueden tener dificultades para
saborear los acontecimientos positivos. Así,
aunque la rumiación sobre el contenido
negativo parece claramente presente y
desadaptativa tanto en la DDM como en el
DB, la respuesta desadaptativa puede ser la
rumiación sobre el contenido positivo en el
DB, mientras que la falta de saboreo puede ser
la respuesta desadaptativa en la DDM. Raes,
Smets, Nelis y Schoofs (2012), por ejemplo,
encontraron en dos muestras de estudiantes no
clínicos que el auto-reporte de una respuesta
amortiguada al afecto positivo predijo los
síntomas depresivos en las evaluaciones de
seguimiento de 3 y 5 meses.
Reevaluación
En su fascinante libro sobre la
depresión, Andrew Solomon (2001) escribe
sobre uno de sus episodios depresivos:
"Empecé a temer, cada vez que mi perro salía
de la habitación, que fuera porque no estaba
interesado en mí" (p. 86). La tendencia a
interpretar de forma negativa las situaciones
que provocan emociones es un aspecto que
define a los desórdenes depresivos. Alterar
estas interpretaciones es, obviamente, una
forma poderosa de regular el afecto y un
componente principal de la terapia cognitiva
para la depresión. La reevaluación implica
cambiar el significado de una situación para
alterar la respuesta emocional a la misma
(Gross, 1998; Gross y John, 2003). La
reevaluación se ha estudiado ampliamente en
poblaciones no clínicas y se ha demostrado
que reduce el afecto negativo (John y Gross,
2004; Urry, 2009). Además, la reevaluación
no conlleva los costes sociales y cognitivos
asociados a la rumiación y a otras estrategias
menos adaptativas (Richards y Gross, 2000).
Además, se asocia con una menor activación
fisiológica en respuesta a la emoción negativa
(Ray, McRae, Ochsner y Gross, 2010; Urry,
2009).
No es de extrañar que los estudios en
muestras clínicas y no clínicas hayan
vinculado el uso habitual menos frecuente de
la reevaluación con una mayor gravedad de la
depresión (Garnefski y Kraaij, 2006;
Joormann y Gotlib, 2010). Sin embargo, hay
que señalar que la mayoría de estos estudios
han utilizado un diseño transversal, lo que
hace difícil examinar si la disminución del uso
de la reevaluación es un síntoma de la
depresión o, de hecho, un factor de riesgo.
Garnefski, Legerstee, Kraaij, van den Kommer
y Teerds (2002), por ejemplo, hallaron un uso
reducido de la reevaluación en una muestra
clínica diagnosticada de depresión y ansiedad.
Pocos investigadores han examinado el uso
habitual de la reevaluación en la DB. Una
excepción es Gruber, Harvey y Gross (2012),
que examinaron el uso espontáneo de la
reevaluación en la DB en respuesta a clips de
películas emocionales. Encontraron que los
individuos con DB eran más propensos que
los individuos del grupo control a utilizar la
reevaluación en respuesta a clips de películas
no sólo positivas y negativas, sino también
neutras. Los autores interpretaron este
resultado como una muestra de que el DB está
asociado con un mayor esfuerzo de
regulación.
Es importante señalar que la
reevaluación habitual no es beneficiosa en
todos los contextos. Algunos estudios han
encontrado que el uso habitual de la
reevaluación no está relacionado con los
síntomas o se correlaciona con peores
resultados. Nezlek y Kuppens (2008), por
ejemplo, que examinaron medidas diarias de
regulación del afecto y la emoción,
encontraron que el uso diario de la
reevaluación para regular las emociones
positivas se asoció con aumentos en el afecto
positivo y la autoestima, mientras que no se
encontró ninguna relación entre el uso de la
reevaluación para regular el afecto negativo y
la experiencia del afecto negativo. Además, en
un meta-análisis reciente, Aldao, Nolen-
Hoeksema y Schweizer (2010) informaron que
si bien un mayor uso de la reevaluación se
relaciona con menores síntomas de depresión
y ansiedad, la reevaluación se relaciona de
manera más inconsistente con los síntomas
que otras estrategias (rumiación, supresión).
En un estudio de seguimiento, Aldao y Nolen-
Hoeksema (2012) encontraron que el grado en
que la reevaluación es adaptativa depende de
la frecuencia del uso de estrategias
desadaptativas; la reevaluación se relacionó
con menores síntomas de depresión, pero sólo
para los individuos que utilizan
frecuentemente estrategias desadaptativas
(rumiación, supresión, etc.). Los autores
argumentaron que la reevaluación sirve como
estrategia compensatoria para contrarrestar los
problemas que conlleva un mayor uso de
estrategias desadaptativas.
Supresión
La supresión ha sido considerada durante
mucho tiempo como una estrategia de
regulación particularmente desadaptativa. La
supresión se conceptualiza como una
estrategia de regulación emocional mediante
la cual un individuo intenta inhibir los efectos
de las señales externas sobre los estados
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internos (por ejemplo, fisiológicos) y externos
(por ejemplo, la expresión emocional). La
inhibición de la expresión de la emoción se
denomina frecuentemente supresión expresiva.
La investigación sobre la supresión de
emociones indica que el uso habitual de esta
estrategia es en gran medida ineficaz para
reducir las emociones negativas. Los hallazgos
indican que la supresión expresiva, por
ejemplo, está asociada a un aumento de los
síntomas de depresión (Joormann y Gotlib,
2010). Además, la supresión de emociones se
asocia con un mayor uso de la rumiación
(Liverant, Kamholz, Sloan, & Brown, 2011) y
con una disminución del control inhibitorio
(Joormann & Gotlib, 2010). Sin embargo, un
estudio indica que proporcionar instrucciones
sobre el uso de la supresión expresiva en
respuesta a los estímulos negativos puede ser
eficaz para reducir la respuesta emocional
aguda entre los participantes deprimidos
(Liverant, Brown, Barlow, & Roemer, 2008).
Aunque prácticamente ningún estudio ha
examinado el uso de la supresión emocional
en individuos con DB, un estudio reciente
encontró que, en comparación con los
controles sanos, los participantes
interepisódicos con DB demuestran un mayor
uso de la supresión expresiva espontánea en
respuesta a las inducciones del estado de
ánimo tanto positivas como negativas (Gruber
et al., 2012). En una muestra clínica que
incluía participantes deprimidos y ansiosos,
Campbell-Sills, Barlow, Brown y Hofmann
(2006) examinaron la supresión emocional,
utilizando una película de inducción del estado
de ánimo y la evaluación del uso espontáneo
de estrategias de regulación emocional.
Reportaron que los participantes clínicos
usaron con más frecuencia la supresión, y que
la supresión estaba relacionada con niveles
más altos de afecto negativo.
Uso de Múltiples Estrategias
Pocos estudios han examinado el uso de más
de una estrategia en la psicopatología. Una
excepción digna de mención es el mencionado
meta-análisis de Aldao et al. (2010), donde se
examinó la relación entre el uso habitual de
seis estrategias de regulación de las emociones
(la rumiación, la reevaluación, la supresión, la
aceptación, la resolución de problemas, la
evitación) y cuatro grupos de síntomas de
psicopatología (depresión, ansiedad,
desórdenes relacionados con sustancias y
desórdenes alimentarios) en estudios que
utilizaron muestras clínicas o normativas.
Obtuvieron un tamaño del efecto grande para
la asociación de la depresión con la rumiación
y la evitación, un tamaño del efecto de medio
a grande para la resolución de problemas y la
supresión, y tamaños del efecto pequeños para
la aceptación y la reevaluación. Los autores
resumieron sus hallazgos señalando que, en
general, las estrategias adaptativas de
regulación de las emociones (reevaluación,
aceptación) mostraron una asociación más
débil con la psicopatología que las estrategias
inadaptadas. En un estudio de seguimiento
utilizando una muestra comunitaria, Aldao et
al. (2010) encontraron además una interacción
entre el uso de estrategias adaptativas y
desadaptativas de forma transversal. Un alto
uso de estrategias adaptativas se asoció con
una menor psicopatología sólo en los
participantes que también informaron de altos
niveles de uso de estrategias desadaptativas.
Los autores informaron además de que el uso
de estrategias adaptativas no predijo la
psicopatología en una evaluación de
seguimiento, mientras que el uso de
estrategias desadaptativas predijo
significativamente la psicopatología 6 meses
después.
Los estudios que utilizan muestras clínicas y
examinan el uso de una gama de diferentes
estrategias de regulación de la emoción son
particularmente informativos. D'Avanzato,
Joormann, Siemer y Gotlib (2013), por
ejemplo, compararon el uso habitual de
estrategias de regulación de la emoción en
participantes de control y en muestras de
participantes diagnosticados con depresión o
desorden de ansiedad social. Estos autores
informaron de que los participantes
deprimidos eran más propensos a rumiar y
menos a utilizar la reevaluación que los
participantes de control, mientras que los
participantes con desorden de ansiedad social
informaron de más supresión expresiva en
comparación con los otros dos grupos.
Además, mientras que la rumiación elevada
también se encontró en participantes
previamente deprimidos que no estaban
actualmente deprimidos, los controles sanos y
el grupo previamente deprimido no difirieron
en el uso de la reevaluación o la supresión
expresiva. Curiosamente, sólo el uso de la
reevaluación y la rumiación estaban
relacionados con la gravedad de los síntomas
en todas las muestras; el uso de la supresión
expresiva no estaba relacionado con los
síntomas depresivos o de ansiedad.
Estos resultados coinciden con un estudio
reciente de Ehring, Tuschen-Caffier, Schniille,
Fischer y Gross (2010) que comparó a
participantes que habían estado deprimidos
con otros que nunca lo estuvieron. Al igual
que D'Avanzato et al. (2013), informaron de
que los participantes anteriormente deprimidos
utilizaban más la rumiación, pero no diferían
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de los participantes nunca deprimidos en el
uso informado de la reevaluación o la
supresión. Además, el grupo anteriormente
deprimido informó de una mayor no
aceptación de la emoción. Curiosamente,
aunque los grupos no difirieron en el uso
habitual de la supresión, el grupo
anteriormente deprimido informó de un mayor
uso espontáneo de la supresión en respuesta a
un clip de película negativo. No se
encontraron diferencias entre los grupos en
cuanto al uso de la reevaluación en respuesta
al clip de película. Los autores interpretan que
este hallazgo sugiere que la depresión puede
no estar asociada con la supresión de todas las
experiencias emocionales, sino con la
supresión específica de la tristeza. Se
necesitan más estudios para examinar esta
posibilidad más minuciosamente.
Pocos estudios han examinado el uso
de múltiples estrategias en el DB. Green et al.
(2011) mostraron que el grupo con DB
informó de un uso más frecuente de la
rumiación y un uso menos frecuente de la
reevaluación en respuesta a eventos vitales
negativos en comparación con los familiares
no afectados, pero este estudio no examinó las
respuestas a los eventos positivos. Se han
observado previamente estilos de respuesta
anormales al estado de ánimo negativo en
estudiantes con rasgos hipomaníacos (Thomas
y Bentall, 2002) y en pacientes con DB
(Thomas, Knowles, Tsai y Bentall, 2007).
Thomas y Bentall (2002) encontraron que los
rasgos hipomaníacos estaban asociados no
sólo con la rumiación, sino también con el
aumento de la distracción y la toma de riesgos.
Thomas et al. (2007) descubrieron que los
pacientes con manía informaban de altos
niveles de asunción de riesgos y de
afrontamiento activo (distracción y resolución
de problemas), mientras que los pacientes con
DB remitido informaban de altos niveles de
rumiación. Está claro que se necesita más
investigación sobre la interacción de las
estrategias de regulación emocional en este
trastorno.
Resumen de la Selección de
Estrategias
En resumen, los resultados muestran
claramente que la depresión se caracteriza por
un mayor uso de la rumiación y un menor uso
de la reevaluación. Hay algunos indicios de
que el uso de la rumiación puede ser una
característica estable del riesgo de depresión
incluso fuera de los episodios agudos del
desorden, mientras que el menor uso de la
reevaluación se observa sólo en las personas
que están actualmente deprimidas (véase
D'Avanzato et al., 2013; Ehring et al., 2010).
Este hallazgo sugiere que la rumiación puede
ser un factor de riesgo no sólo para la
recurrencia sino también para la aparición de
la depresión, mientras que los cambios en el
uso de la reevaluación pueden ser un
epifenómeno de la experiencia de un episodio
depresivo. Los resultados para la supresión
expresiva y otras formas de supresión son
menos claros, al igual que los hallazgos para
el uso de la aceptación en la depresión.
Es interesante destacar que, a diferencia del
DDM, el DB parece caracterizarse por
problemas de regulación del afecto negativo y
positivo, y muchos estudios sugieren en la
actualidad un papel importante de la
rumiación positiva en el inicio de los
episodios maníacos. En efecto, es posible que
el estado de ánimo agudo desempeñe un papel
importante en este caso, ya que los pacientes
con DB en un episodio depresivo se asemejan
a los pacientes con MDD en su uso de la
rumiación y el uso reducido de la
reevaluación. Al mismo tiempo, la rumiación
positiva cuando se experimenta hipomanía
puede desempeñar un papel crítico en la
aparición de episodios maníacos (Johnson,
2005). Otros estudios han mostrado que los
participantes con DB eligen deliberadamente
estrategias de autotranquilización durante las
fases tempranas de la hipomanía para tratar de
prevenir la aparición de síntomas maníacos
(Lam y Wong, 1997). Sin embargo, el uso de
otras estrategias de regulación de la emoción
en el DB no se ha estudiado o los estudios han
dado resultados no concluyentes. Cabe señalar
que el DB también se caracteriza por un afecto
irritable, pero ningún estudio ha examinado la
relación de este aspecto del trastorno con la
regulación de las emociones.
Además, es importante señalar que la mayoría
de los estudios aquí revisados examinan a
individuos que se encuentran en pleno
episodio. Por lo tanto, no está claro si el uso
de estrategias desadaptativas precede a la
aparición del desorden o es simplemente otro
síntoma de estar deprimido o maníaco.
Obtener más información sobre si el uso de
estrategias de regulación emocional es un
factor de vulnerabilidad será importante para
los programas de intervención y prevención.
Además, debemos tener en cuenta que la
mayoría de los estudios sobre el uso habitual
de estrategias son transversales y se han
basado únicamente en el autorreporte. Esto es
problemático, porque no está claro hasta qué
punto las personas pueden informar con
precisión sobre su uso de estrategias, y el
autorreporte de la regulación emocional puede
verse afectada por el estado de ánimo actual.
Claramente se necesitan más estudios que
examinen el uso de estrategias en respuesta a
una manipulación del estado de ánimo (por
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
ejemplo, Ehring et al. 2010). Es importante
destacar que no está claro qué es lo que
subyace a la preferencia y el uso disposicional
de estrategias específicas de regulación
emocional en los desórdenes afectivos. Es
probable que las dificultades para poner en
práctica ciertas estrategias también den forma
a la selección de estrategias de regulación
emocional. En la segunda parte de este
capítulo, por lo tanto, examinamos la
implementación de las estrategias de
regulación emocional en los desórdenes del
ánimo y tratamos de identificar los procesos
cognitivos que pueden subyacer a las
dificultades en la regulación emocional.
La Implementación de
Estrategias Adaptativas
Mientras que la mayoría de los estudios
discutidos en la sección anterior utilizaron el
autorreporte para examinar la frecuencia de
uso de diferentes estrategias de regulación
emocional, otros estudios se han centrado en si
los desórdenes afectivos se caracterizan por
una implementación menos efectiva de las
estrategias adaptativas. Estos investigadores
suelen instruir a los participantes para que
utilicen una estrategia como la reevaluación
durante un evento que provoca emociones, y
luego evalúan el afecto, así como los
indicadores psicofisiológicos de excitación,
antes y después del uso de la estrategia.
Distracción
Quizá la estrategia adaptativa mejor estudiada
en la depresión sea la distracción. La
distracción se utiliza con frecuencia como
condición de control en los estudios de
rumiación, y muchos estudios han demostrado
que la distracción parece regular eficazmente
el afecto en los participantes deprimidos
(véase Nolen-Hoeksema et al., 2008, para una
revisión). Mientras que los participantes
deprimidos a los que se les instruyó en la
rumiación mostraron mayor afecto negativo al
igual que la evocación de recuerdos negativos,
aquellos a los que se les instruyó en la
distracción no difieren del grupo de control en
estas medidas. Por ejemplo, en un estudio que
examinó el recuerdo de memorias positivas en
la depresión, los participantes actual y
anteriormente deprimidos no difirieron de los
participantes de control en su recuperación del
afecto después de una inducción de estado de
ánimo negativo que fue seguida por una
inducción de distracción (Joormann, Siemer y
Gotlib, 2007). Por lo tanto, los estudios
sugieren que los participantes deprimidos son
capaces de utilizar la distracción para regular
el afecto negativo de forma eficaz. La
investigación sobre el uso de la distracción en
la DB es actualmente inexistente.
Reevaluación
de emociones (por ejemplo, la amígdala y la
ínsula; Goldin, McRae, Ramel y Gross, 2008).
Reevaluación cognitiva
Sólo un puñado de estudios ha examinado la
efectividad de la reevaluación en los
desórdenes afectivos, y los resultados son
mucho más mixtos. De hecho, hasta donde
sabemos, ningún estudio ha examinado hasta
ahora si el DDM actual se asocia con un uso
menos eficaz de la reevaluación. Troy,
Wilhelm, Shallcross y Mauss (2010)
reclutaron una muestra no clínica de
individuos que habían experimentado
recientemente un evento vital estresante y
encontraron que los síntomas de depresión
elevados estaban relacionados con una
reevaluación menos efectiva en respuesta a un
clip de película que provocaba emociones. Del
mismo modo, McRae, Jacobs, Ray, John y
Gross (2012) informaron de que los individuos
con un menor bienestar (compuesto por un
menor afecto positivo, un mayor afecto
negativo y una menor satisfacción con la vida)
mostraron una menor eficacia de la
reevaluación en respuesta a imágenes
emocionales negativas, y que el rendimiento
en esta tarea estaba relacionado con un menor
uso habitual de la reevaluación. Por lo tanto,
este estudio sugiere una relación entre la
eficacia de las estrategias y el uso habitual de
las mismas, como se ha propuesto
anteriormente. Por el contrario, Ehring et al.
(2010) informaron de que, aunque los
participantes anteriormente deprimidos eran
menos propensos a respaldar el uso de la
reevaluación en el autorreporte, no diferían del
grupo de control en su capacidad para utilizar
la reevaluación de forma efectiva cuando se
les instruía explícitamente para hacerlo. De
hecho, estos autores resumieron sus resultados
diciendo que los participantes anteriormente
deprimidos eligen estrategias poco efectivas,
pero pueden utilizar otras más funcionales si
se les instruye para ello. Sin embargo, dado
que ningún estudio ha examinado la eficacia
de la reevaluación en la depresión actual, no
está claro si este resultado es específico de una
muestra previamente deprimida o se
generalizaría a la depresión actual. Muy pocos
estudios han examinado la eficacia de las
diferentes estrategias de regulación de la
emoción en el DB. Una excepción digna de
mención es el estudio anteriormente
mencionado de Gruber et al. (2012), que
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
encontraron que los participantes con DB
informaron de un mayor esfuerzo al utilizar la
reevaluación y la supresión, pero también de
un menor éxito. Cabe señalar, sin embargo,
que el esfuerzo y el éxito se evaluaron
utilizando dos ítems de autorreporte; estos
resultados, por lo tanto, requieren claramente
la replicación utilizando operacionalizaciones
alternativas de estos constructos.
La flexibilidad en el uso y el momento
en que se produce una respuesta emocional
son variables clave que pueden influir en la
efectividad de la reevaluación. La
reevaluación, iniciada una vez que la respuesta
emocional está en marcha (a menudo
denominada reevaluación en línea), parece ser
más difícil de implementar y más exigente
desde el punto de vista cognitivo que la
reevaluación anticipada u otras estrategias,
como la distracción, implementadas en las
primeras etapas de procesamiento de un
episodio emocional (Sheppes y Meiran, 2007;
Sheppes, Catran y Meiran, 2009; Urry, 2009).
La reevaluación en línea puede ser
particularmente importante para examinar en
el DDM. Dado el afecto negativo persistente
que caracteriza a este desorden, es probable
que los individuos con depresión necesiten
implementar estrategias de regulación
emocional en respuesta a un estado emocional
existente de intensidad relativamente alta. Si
se implementa en línea, la reevaluación
probablemente requiere niveles de control
cognitivo que pueden no estar disponibles para
las personas con trastornos afectivos. Esto
puede explicar los resultados mixtos sobre la
eficacia de la reevaluación en los desórdenes
del ánimo. Discutiremos este punto con más
detalle más adelante, cuando examinemos los
procesos cognitivos que subyacen a la
regulación eficaz de las emociones.
Recordatorio incongruente con el
ánimo
Otros estudios han examinado el recuerdo de
material incongruente con el estado de ánimo
en la depresión (Joormann et al., 2007). En
estos estudios, los participantes no recibieron
instrucciones explícitas para regular el afecto.
En su lugar, se les informó de que el proyecto
examinaba los procesos de memoria y se les
pidió que recordaran recuerdos incongruentes
con el estado de ánimo (es decir, que
recordaran un recuerdo autobiográfico
positivo) inmediatamente después de una
inducción de estado de ánimo negativo. El
recuerdo de los recuerdos incongruentes con el
estado de ánimo se comparó con una
condición de distracción. Los resultados
mostraron que no sólo los participantes
disfóricos, sino también los deprimidos
actuales y los ex deprimidos, en comparación
con los controles, no experimentaron una
recuperación de su afecto negativo al recordar
recuerdos incongruentes con el estado de
ánimo (véase también Werner-Seidler y
Moulds, 2012). La distracción, sin embargo,
reparó el afecto negativo en todos los grupos.
Estos resultados sugieren que la depresión está
asociada con una incapacidad para centrarse
en material positivo para compensar el afecto
negativo, lo que puede ser un importante
mecanismo automático de reparación del
estado de ánimo. Los resultados están bien
alineados con el hallazgo antes mencionado de
que la depresión está asociada con la
reducción del saboreo después de
experimentar eventos positivos.
Resumen de la Implementación de las
estrategias
En resumen, los estudios presentados hasta
ahora sugieren que los desórdenes afectivos se
asocian con un uso más frecuente de
estrategias desadaptativas, así como con
dificultades para implementar estrategias
adaptativas. En concreto, aunque la
distracción pareció funcionar en los
participantes deprimidos, el recuerdo de
material positivo funcionó bien en los
participantes sin desórdenes, pero no reparó el
afecto negativo en la muestra clínica. Los
resultados de los estudios centrados en la
reevaluación son más variados y puede ser
importante tener en cuenta el momento de la
reevaluación.
¿Por qué las personas deprimidas muestran
una preferencia por el uso de estrategias
desadaptativas y por qué les resulta difícil
utilizar estrategias adaptativas? Las teorías
cognitivas de los desórdenes emocionales han
identificado sesgos congruentes con el estado
de ánimo en el procesamiento de la
información emocional, e investigaciones
recientes han examinado los déficits en el
control cognitivo que pueden interferir con la
regulación de las emociones (Joormann,
2010). Estos estudios pueden mejorar nuestra
comprensión de los mecanismos que subyacen
a las dificultades de regulación emocional y
del estado de ánimo y, por lo tanto,
proporcionar información crítica para las
intervenciones. Sin embargo, dada la escasez
de investigación sobre este tema en la DB, en
la siguiente sección nos centramos en el
DDM.
Procesos Cognitivos y
Dificultades en la Regulación
Emocional
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
Sesgos Cognitivos
Diferencias individuales en los procesos
cognitivos tales como la atención, la memoria
y la interpretación pueden afectar la atención
hacia los aspectos de una situación que
provocan emociones, la evaluación inicial de
una situación y la capacidad de utilizar
eficazmente estrategias de regulación como la
reevaluación o la distracción (véase la figura
25.1). Los modelos cognitivos de la depresión
plantean que los individuos deprimidos
presentan sesgos congruentes con el estado de
ánimo en todos los aspectos del procesamiento
de la información, incluyendo la atención, la
memoria y la interpretación (Mathews y
MacLeod, 2005). La memoria sesgada para la
información negativa, en relación con la
positiva, representa tal vez el hallazgo
cognitivo más sólido asociado con el DDM y
puede estar relacionado con las dificultades
para usar el recuerdo congruente con el estado
de ánimo para reparar el afecto negativo,
como ya hemos comentado. Otros estudios
han informado de sesgos de interpretación en
la depresión (Lawson, MacLeod y Hammond,
2002). De hecho, un reciente meta-análisis de
Hallion y Ruscio (2012) mostró que la
interpretación sesgada es uno de los hallazgos
más consistentes reportados en la literatura de
la depresión. Los sesgos de interpretación
pueden conducir a valoraciones inflexibles,
automáticas e inconscientes que dificultan la
regulación emocional mediante la
reevaluación deliberada de la situación
(Siemer y Reisenzein, 2007). Mientras que
algunos estudios no han encontrado sesgos
atencionales en la depresión, otros sugieren
que la duración de la exposición al estímulo es
crítica (por ejemplo, Mogg, Bradley, Williams
y Mathews, 1993). En concreto, se han
encontrado sesgos cuando los estímulos se
presentan durante periodos más largos (véase
Mathews y MacLeod, 2005, para una
revisión). Por lo tanto, estudios recientes
sugieren que los individuos deprimidos no
dirigen su atención a la información negativa
con más frecuencia que los participantes del
grupo control, pero una vez que ésta capta su
atención, muestran dificultades para
desprenderse de ella (por ejemplo, Joormann y
Gotlib, 2007). Las dificultades para
desprenderse del material negativo pueden
resultar en el mantenimiento de la atención en
la información congruente con el estado de
ánimo, lo que eventualmente puede conducir a
pensamientos rumiativos recurrentes.
Control Cognitivo
Adicionalmente a los sesgos cognitivos, las
deficiencias en el control cognitivos derivados
de la depresión pueden afectar la regulación
emocional (ver figura 25.1). El estado de
ánimo negativo esta generalmente asociado
con la activación de representaciones
congruentes con el estado de ánimo en la
memoria de trabajo (Siemer, 2005). La
habilidad para controlar los contenidos de la
memoria de trabajo (MT) podría jugar un rol
importante en la recuperación del afecto
negativo. La MT es un sistema de capacidad
limitada que refleja el foco de atención y de
activación temporal de representaciones que
son el contenido de la consciencia. La
inhibición cognitiva es parte de los procesos
de control cognitivo que seleccionan y
actualizan el contenido de la MT. (Hasher,
Zacks & May, 1999). Las deficiencias en
inhibición cognitiva pueden hacer mas dificil
descartar contenido congruente con el estado
de ánimo de la MT, manteniendo la atención
sobre los aspectos que provocan emociones y
la evaluación inicial del evento. La efectividad
de la distracción y de la reevaluación puede
depender directamente de la capacidad para
inhibir contenido congruente con el estado de
ánimo en la MT y dificultades con la
inhibición podrían resultar en rumiación.
En una serie de estudios se usan tareas
de primado negativo, en participantes
disfóricos, participantes deprimidos a niveles
clinicos, y participantes con un historial de
episodios depresivos, exhibieron una
reducción de la inhibición del material
negativo, pero no del positivo (Joormann &
Gotlib, 2010; Goeleven, De Raedt, Baert, &
Koster, 2006). Estos hallazgos sugieren que la
depresión implica dificultades para evitar que
entre información emocional irrelevante a la
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
memoria de trabajo. Otros estudios sugieren
que la depresión también se asocia con
dificultades para eliminar material negativo
relevante previo de la MT (Joormann &
Gotlib, 2008). Las dificultades para inhibir el
procesamiento de material negativo que era,
pero ya no es, relevante podría explicar por
qué las personas responden a estados de ánimo
y eventos negativos de la vida con
pensamientos negativos recurrentes,
incontrolables e involuntarios.
Es probable que las deficiencias en el
control cognitivo no solo afecten la capacidad
de las personas para desviar la atención del
material irrelevante, sino que también
dificulten el olvido intencional del material no
deseado. Los investigadores han documentado
consistentemente tales sesgos de memoria en
la depresión. Las deficiencias en inhibición
has sido probados en tareas de olvido
dirigidas, en los cuales los participantes son
instruidos para olvidar material previamente
estudiado en algún momento durante el
experimento. Más tarde, sin embargo, el
recuerdo es puesto a prueba, tanto el material
que debía ser recordado como el que debía ser
olvidado. Usando material emocional, Power,
Dalgleish, Claudio, Tata, y Kentish (2000)
reportaron que los participantes deprimidos
mostraron menos olvido del material negativo.
Usando una tarea similar con participantes
deprimidos Joormann, Hertel, LeMoult, and
Gotlib (2009) replicaron estas dificultades en
el olvido intencional del material negativo. Un
subgrupo de participantes, sin embargo, fue
provisto de una estrategia para mejorar la
supresión por medio del uso de sustitutos del
pensamiento. En esta condición, los
 participantes deprimidos pudieron inhibir y
olvidar palabras negativas. Este hallazgo tiene
implicaciones intrigantes para las
intervenciones.
La deficiencia para desviar la atención
del material negativo y las dificultades para
controlar el contenido de la memoria de
trabajo podrían afectar la regulación
emocional de varias maneras. La inhabilidad
de expulsar apropiadamente elementos
congruentes con el estado de ánimo de la MT
a medida que se vuelven irrelevantes puede
resultar en rumiación. Las deficiencias en el
control cognitivo también pueden conducir a
dificultades para atender y procesar
información nueva, dificultando el uso de
estrategias más adaptativas. La reevaluación
efectiva, por ejemplo, depende de la habilidad
de la persona para sobreescribir los sesgos de
interpretación (automáticos) que conducen a
evaluaciones no deseadas de las señales que
provocan la emoción. Reemplazar las
valoraciones automáticas por evaluaciones
alternativas de la situación requiere del control
cognitivo. Finalmente, las deficiencias en el
control cognitivo pueden hacer difícil el
acceso al material incongruente con el estado
del ánimo. Las personas frecuentemente
reclutan memorias agradables para reparar el
estado de ánimo triste. Las dificultades para
inhibir pensamientos salientes pero
irrelevantes podrían, por lo tanto, reducir el
uso de estrategias de regulación emocional
efectiva y/o hacer que estas estrategias sean
menos efectivas. Pocos estudios hasta el
momento han investigado la asociación entre
inhibición y el uso y efectividad de estrategias
de regulación emocional como la reevaluación
y la distracción. Numerosos hallazgos, sin
embargo, apoyan la proposición de que las
deficiencias de inhibición están relacionadas
con el mayor uso de la rumiación. Por
ejemplo, Joormann (2006) reportó una
correlación entre la rumia y las deficiencias en
la inhibición cognitiva, evaluados mediante
priming negativo, y Joormann y Gotlib (2008)
reportó una correlación entre la rumiación y la
capacidad de eliminar material negativo
irrelevante de la MT. Finalmente, Joormann y
Gotlib (2010) reportaron que la inhabilidad
para inhibir el procesamiento de material
negativo se relacionó con una mayor
probabilidad de rumiación y una menor
probabilidad de utilizar la reevaluación, tanto
en participantes sanos como deprimidos.
Resumen y Direcciones Futuras
Dado que los estados afectivos sostenidos son
la característica distintiva de los desórdenes
del ánimo, la investigación básica sobre la
regulación emocional de los estados de ánimo
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
y las emociones proporciona información
importante para una mejor comprensión de los
factores de riesgo para el desarrollo y
mantenimiento del DDM y el DB. La
investigación en regulación emocional puede
contribuir al desarrollo de mejores esfuerzos
de prevención e intervención. Nuestra revisión
de la literatura proporciona evidencia de la
importancia de los dos aspectos de la
regulación emocional presentados al comienzo
de este capítulo: diferencias individuales en el
uso habitual de estrategias específicas de
regulación emocional y dificultades
relacionadas con el desorden en la
implementación de estrategias adaptativas.
Específicamente, el DDM se asocia con el uso
frecuente de rumiación y menor uso de la
reevaluación. El DB también está relacionado
con un mayor uso de rumiación, aunque,
interesantemente, en respuesta a eventos
positivos y negativos. Los resultados de otras
estrategias de regulación emocional faltaban o
eran inconsistentes, por lo que se necesita más
trabajo para aclarar aún más el papel de la
supresión-evitación y la aceptación en ambos
desordenes, así como el papel de la
reevaluación en el BD. Dado los problemas
metodológicos asociados con el uso del
autorreporte en la investigación sobre la
regulación emocional, los estudios futuros
deberían incluir medidas adicionales como el
muestreo de experiencias o manipulaciones
experimentales del estado de ánimo para
comprender mejor la selección de estrategias
en los desórdenes afectivos.
Menos estudios han examinado las
dificultades en la implementación de
estrategias adaptativas. Los hallazgos iniciales
sugieren que mientras que los participantes
deprimidos pueden usar la distracción de
manera efectiva, la reevaluación es más
desafiante. Es importante destacar que los
estudios sugieren que la depresión está
asociada con dificultades para usar material
positivo para compensar el afecto negativo.
Mientras que algunos estudios sugieren que
estas dificultades en la implementación de la
estrategia no solo caracterizan a los
participantes actualmente deprimidos, se
necesita más investigación sobre la cuestión
de si encontramos deficiencias similares antes
del primer episodio del desorden y si estas
dificultades predicen futuros episodios de
depresión o manía. En concreto, se necesitan
estudios longitudinales en muestras de alto
riesgo para responder a la importante pregunta
de si estas dificultades en la regulación
emocional son realmente un factor de riesgo
para la aparición del desorden o simplemente
un epifenómeno de los desórdenes del estado
de ánimo. Examinamos los procesos
cognitivos que pueden estar debajo de las
dificultades en la regulación de las emociones.
El procesamiento sesgado en la depresión
puede afectar la evaluación inicial de un
evento que provoca una emoción, así como la
capacidad de reevaluación. Las deficiencias de
control cognitivo pueden afectar las
estrategias centradas en la respuesta, como la
distracción y la reevaluación en línea (ver
figura 25.1). Mientras que ambas estrategias
requieren control cognitivo, la reevaluación en
línea se considera con frecuencia como la
estrategia más laboriosa, lo que puede explicar
por qué la distracción funciona, pero la
reevaluación puede fallar en los participantes
deprimidos. Importantemente, trabajo reciente
de Sheppes, Scheibe, Suri y Gross (2011) ha
demostrado que la reevaluación se vuelve más
difícil cuando el afecto es intenso, y que los
participantes sin desordenes prefieren la
distracción a la reevaluación cuando se
enfrentan a emociones intensas. Como se ha
discutido, los desórdenes del estado del ánimo
se asocian con deficiencias en el control
cognitivo, y la regulación de las emociones en
estos desordenes requiere con frecuencia la
modificación de estados afectivos intensos. De
hecho, Sheppes y Gross (2011) han señalado
que la aplicación de estrategias de regulación
emocional en un punto posterior del episodio
emocional resulta típicamente en la regulación
de un afecto más intenso. Los desórdenes del
estado de ánimo probablemente implican
muchos intentos de regulación del afecto de
alta intensidad en momentos posteriores,
porque con frecuencia requieren la regulación
de estados de ánimo globales con antecedentes
poco claros o desconocidos. Por lo tanto, no
sorprende que la reevaluación sea difícil de
implementar en los desórdenes del estado de
ánimo. La investigación futura debería
enfocarse más en identificar las diferencias
entre la regulación de la emoción y el estado
de ánimo, y en las implicaciones de estas
diferencias para los desórdenes afectivos. La
mayoría de los estudios sobre la regulación de
las emociones se han centrado en la regulación
a la baja del afecto negativo, pero nuestra
revisión de la literatura muestra que el
procesamiento de material congruente con el
estado de ánimo y la regulación del afecto
positivo también pueden desempeñar un papel
importante en los desórdenes del estado de
ánimo, específicamente en el DB. Las
dificultades para saborear eventos positivos y
recordar material positivo cuando se siente
triste también pueden desempeñar un papel en
el DDM. Por lo tanto, la regulación a la baja
del afecto negativo parece un enfoque muy
limitado, y los estudios sobre DB y depresión
deberían prestar más atención a la regulación
del afecto positivo. Además, en numerosos
puntos durante el capítulo, hemos
Traducido por Ps. Franco Medina
Material de apoyo para el curso y entrenamiento en Regulación Emocional
Sociedad de Desarrollo Emocional. No reproducir ni distribuir.
recomendado la flexibilidad en el uso de
estrategias de regulación emocional como un
tema importante para estudios futuros. Muy
pocos estudios que examinan los desórdenes
afectivos han evaluado más de una estrategia,
y actualmente no se sabe si el principal
problema en la regulación emocional en estos
desórdenes es la inflexibilidad o el uso
habitual de una estrategia específica, o las
dificultades para implementar una estrategia.
Finalmente, existen algunas implicaciones
importantes para el tratamiento de la
investigación. La terapia cognitivo-conductual
se ha centrado en la identificación y
modificación de cogniciones desadaptativas, y
las adiciones recientes a esta intervención han
comenzado a centrarse más sistemáticamente
en el entrenamiento de habilidades de
reevaluación y la prevención de la evitación
emocional (Campbell-Sills & Barlow, 2007).
Si la inflexibilidad es un problema, puede ser
útil desarrollar un repertorio más amplio de
estrategias e identificar las estrategias
habituales de regulación de las emociones.
Dada la discusión anterior sobre los procesos
cognitivos que subyacen a la regulación
emocional, los estudios recientes sobre la
modificación del sesgo cognitivo y el
entrenamiento del control cognitivo parecen
particularmente prometedores. La mayoría de
estos estudios han involucrado desórdenes de
ansiedad, pero al menos dos artículos recientes
brindan datos alentadores que indican que el
entrenamiento para modificar los sesgos de
atención también puede aplicarse a la
depresión (Wells y Beevers, 2010; Baert,
Koster y De Raedt, 2011). Otros estudios se
han centrado en modificar los sesgos de
memoria e interpretación, pero estos
entrenamientos aún no se han probado con
participantes deprimidos (Raes, Williams y
Hermans, 2009). De especial importancia es
un estudio reciente que mostró una mejora en
el control cognitivo después del entrenamiento
en el control ejecutivo. Específicamente, el
entrenamiento del control cognitivo produjo
ganancias transferibles para mejorar el control
sobre los estímulos afectivos (Schweizer,
Hampshire y Dalgleish, 2011). Un
entrenamiento similar mostró efectos sobre el
control del pensamiento sobre los recuerdos
intrusivos (Bomyea & Amir, 2011). Estos
hallazgos son emocionantes y representan los
primeros pasos hacia un modelo más completo
de cómo los factores cognitivos facilitan o
dificultan la regulación de las emociones
afectando la vulnerabilidad de las personas a
experimentar episodios depresivos. En este
punto, sin embargo, quedan muchas preguntas
sin respuesta. ¿Por qué las personas
diagnosticadas con desórdenes afectivos
prefieren ciertas estrategias de regulación
emocional y son conscientes de estas
preferencias? ¿Cómo aprenden las personas a
usar estas estrategias y cómo podemos
ayudarlas a desaprenderlas? ¿Están realmente
relacionadas las diferencias individuales en
atención, interpretación, memoria y control
cognitivo con la selección y eficacia de las
estrategias de regulación? ¿La modificación
de los sesgos cognitivos y el control cognitivo
afecta la respuesta emocional, la reactividad al
estrés y la regulación de las emociones? ¿Son
las asociaciones delineadas entre depresión,
procesos cognitivos y regulación emocional
específicas de los desórdenes depresivos o una
característica de la psicopatología en general?
Estas y otras preguntas deberían ser el foco
principal de futuros estudios en esta
apasionante área de investigación. Una
comprensión más profunda de las formas en
que los procesos cognitivos ayudan y
dificultan la regulación emocional puede
permitirnos abordar mejor algunas de las
dificultades que enfrentan las personas
deprimidas para desarrollar formas de pensar
nuevas y más flexibles, un objetivo central de
la terapia cognitiva. Comprender la relación
de los procesos cognitivos y la regulación de
las emociones también puede ayudarnos a
entender cómo podemos hacer que estas
nuevas formas de pensar se "peguen" y
conduzcan a cambios permanentes en la
respuesta emocional, facilitando el uso de
estas nuevas habilidades frente al estrés.
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