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Breve resumen Activación Conductual

Tema: Activación Conductual para el tratamiento de la depresión.

Desarrollo:

Según Genise, Genise y Crocamo (2019) la depresión es una condición discapacitante

y compleja que afecta todos los aspectos de la vida y perjudica las relaciones personales,

familiares, laborales y la salud en general. 

En la depresión, desde una perspectiva cognitiva, hay una alteración en el

procesamiento de la información. Durante la depresión están activados una serie de

esquemas (formas de percibir la realidad que incluyen creencias y emociones) que la

favorecen.

La terapia cognitiva es una clase de psicoterapia con aproximación pragmática,

enfocada a la resolución de problemas. Estructurada, activa, directiva, orientada a metas,

limitada en el tiempo y espacio y de base empírica, desarrollada para el tratamiento de

trastornos psiquiátricos. Utiliza el lenguaje popular. Su praxiología es coherente con el

modelo médico asistencial. El planteo teórico sostiene que los procesos cognitivos y su

relación con lo emocional son mediadores en la perpetuación de la patología. Por tal razón,

todo cambio en
el sistema cognitivo se trasuntará en sucesivos cambios sintomáticos y conductuales. No es

una terapia “superficial”. Trabaja sobre los “esquemas” de las personas. Cada proceso

terapéutico es único y particular.  (Beck, 1979)

La finalidad de la terapia cognitiva consiste en mitigar las alteraciones emocionales y

otros síntomas de la depresión. Los medios se centran en las interpretaciones erróneas del

paciente, en su conducta contraproducente y en sus actitudes inadecuadas. El terapeuta debe

ser capaz de empalizar con las experiencias emocionales dolorosas del paciente, así como

de identificar las cogniciones inadecuadas y los limites entre pensamientos negativos y

sentimientos negativos. Paralalemente, el terapeuta debería estar alerta a la menor señal de

diversión y satisfacción a fin de fomentar estas emociones agradables. Un componente

esencial de la terapia cognitiva de la depresión, consiste en establecer la conexión entre una

emoción desagradable y las cogniciones antecedentes o la actitud previa. (Beck, 1979)


Las personas depresivas tienden a estructurar sus experiencias de un modo bastante

primitivo. Tienden a emitir juicios globales. Sus contenidos de pensamiento tienen una gran

probabilidad de ser extremos, negativos, categóricos, absolutistas.

La respuesta emocional tiende a ser negativa y extrema.

Un pensamiento más maduro integra automáticamente las situaciones en varias

dimensiones (en lugar de una única categoría), en términos cuantitativos más que

cualitativos, y de acuerdo con criterios relativos más que absolutistas.

El paciente depresivo tiende a interpretar sus experiencias en términos de privaciones o

de derrotas (no dimensionales) y como algo irreversible (fijo). Consecuentemente se

considera a sí mismo como un “perdedor” (categórico, emite juicios de valor) y como una

persona predestinada (déficits de carácter irreversible).

La terapia cognitiva de Beck, es una terapia de las más utilizadas y populares para el

tratamiento de la depresión. Sin embargo, a medida que pasaron los años, se hicieron

diversas investigaciones acerca de la temática, y se implementaron nuevas estrategias y

nuevas formas de abordar distintos padecimientos.


Una de estas nuevas alternativas, consideradas de la tercera ola, es la denominada

Activación Conductual para la depresión, la misma busca modificar patrones

disfuncionales, aumentando la implicación de la persona con aquello que tiene valor para

ella, alentando su compromiso con tareas que puedan activar sus fuentes de reforzamiento

cotidianas y reduciendo o eliminando las estrategias de evitación. (Jacobson, Martell,

Dimidjian, 2001).

La estructura básica de la AC se basa fundamentalmente en la importancia de la

activación y también se enfoca en procesos que la inhiben, como conductas de escape y

evitación. Su estructura se centra en embarcarse en la acción independientemente de cómo

se sientan los pacientes por dentro y en anticipar que la motivación vendrá después y no al

contrario. Se caracteriza por la monitorización de actividades y estados de ánimo, mediante

la observación y los registros de conducta, que facilitan a paciente y terapeuta la realización

del análisis funcional del comportamiento. Es decir, identificar las condiciones privadas y/o

públicas en las que es probable que los comportamientos objeto de la intervención ocurra y

se mantengan. Ya sean aquellos que se quieren reducir o eliminar patrones de evitación, o


aquellas tareas/actividades, adecuadas a la situación individual de cada persona, que

permiten activar sus fuentes de reforzamiento cotidianas. Y, en consecuencia, puedan llegar

a mantenerse por sus propios efectos, haciendo que la activación resulte funcional y

efectiva para la persona. (Martell. at. al 2013)

Se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la depresión en adultos, comparada con

controles o con otros tratamientos, farmacológicos o psicoterapéuticos.

En los últimos años, ha mostrado resultados prometedores con niños y adolescentes, y

con personas mayores. (Martin & Oliver 2018)


Bibliografía

Beck, A. (1979) Terapia Cognitiva de la Depresión. Editorial Desclée de Brouwer.

Genise G; Genise N; Crocamo L. (2019) Manual de Psicoterapia y Psicopatología de Niños

y Adolescentes. Editorial Akadia.

Martell, C.R., Dimidjian, S., & Herman-Dunn, R. (2013). Behavioral Activation for

Depression. A Clinician's Guide. Nueva York: Guilford Press. 


Martin, F., & Oliver, T. (2018). Behavioral activation for children and adolescents: a

systematic review of progress and promise. European child y adolescent psychiatry, 1-15.

Jacobson, N. S., Martell, C. R., & Dimidjian, S. (2001). Behavioral activation treatment for

depression: returning to contextual roots. Clinical Psychology: science and practice, 8,

255-270.

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