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Los orígenes del liberalismo clásico

Daniel Baena Galán

12 de enero de 2022

En este ensayo nos centraremos en los orígenes del liberalismo clásico, nombrando la
teoría de dos autores, Montesquieu y Locke, que conforman la base del cambio de la
Antigüedad al inicio del liberalismo.

En el esquema antiguo y medieval los individuos no tienen sentido por sí mismos, sino
que se integrará en estructuras mayores: el todo es anterior a las partes. El liberalismo
prima los individuos, como anteriores a la sociedad; el movimiento de Hobbes y los
liberales buscan separar a los individuos del cuerpo orgánico de la sociedad y llevarlos
al estado de naturaleza, para así después reunirlos en una asociación de individuos
libres. Esta es la brecha que los separa de la Antigüedad Clásica, la sociedad no es
natural.

El liberalismo clásico es un concepto amplio usado para englobar las ideas políticas que
suceden durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto o intervención del
monarca o el Estado en asuntos civiles, y opuestas a los privilegios legales que
detentaban los aristócratas, el clero oficial y los gremios, con el objetivo de que el
individuo pueda desarrollar sus capacidades individuales y su libertad en el ámbito
político, religioso y económico. Es una corriente originaria del liberalismo que aboga
por las libertades civiles bajo el imperio de la ley y por una economía de mercado. Las
ideas, clasificadas como liberalismo clásico, de John Locke y de Montesquieu
influyeron significativamente tanto en la Revolución Gloriosa como en la
Independencia de los Estados Unidos de América y en el inicio de la Revolución
francesa. Sus bases racionales son el realismo y fundamentalmente el empirismo
sustentado bajo el derecho natural, con mucha mayor atención, por lo tanto, a los
cambios observados en los hechos, por lo que se distingue del idealismo y del
deductivismo propios del racionalismo continental europeo, más tendiente a formular
verdades absolutas. Se trata de un racionalismo analítico, más que justificativo. Su
visión de la condición humana es realista, suponiéndole una motivación
fundamentalmente egoísta en aras de la satisfacción del propio interés, esto lo vincula a
dar preferencia especial al liberalismo económico o liberismo. Dicho laicismo,
empirismo y utilitarismo, propios del liberalismo clásico, favorecen la convención más
que la convicción, mediante un programa político basado en el consenso, por lo que
considera la ley y la institución creaciones artificiales, evaluándolas por sus resultados y
omitiendo su concordancia con cualquier principio trascendente. Debido a esto último
es que aceptan la monarquía constitucional siempre y cuando esta garantice la libertad y
el bien común.

El liberalismo propone un marco formal de generosidad para con la minoría; la minoría


queda protegida aun siendo vulnerable por unos derechos individuales; el poder tiene
que autolimitarse. El liberalismo se plantea como un ejercicio de protección en este
sentido; surge como una forma de protección contra el imperio de la mayoría. Se puede
suspender esta libertad siempre que haya un daño contra los derechos fundamentales.
Hay una esfera de protección con el poder, pero hay pequeños momentos a ponderar
que sí que pueden violar esa libertad. Quien quiera limitar tiene la carga de la prueba,
tiene que demostrar que lo hacen con razón. El liberalismo confía en que el libre
concurso de ideas en un contexto de no violencia, pero sí competencia, es nuestro mejor
acceso a la verdad. No hay fuentes definitivas para el acceso a la verdad. Hay que tener
cuidado en lo que se permite publicar porque la censura tiende a que solo se pueda
publicar lo que quiere el poder. Hay dos motivos para la libertad de expresión, uno
deontológico (nadie tiene derecho a acallar a otro) pero también la razón utilitarista
(epistemológico). La libertad se nos presenta, así, como una forma de protegernos de
mecanismos correctivos. El paquete de protección son los llamados derechos civiles:
derecho de reunión, libertad de expresión, habbeas corpus, presunción de inocencia, el
Imperio de la ley… La libertad como ausencia de impedimento en el no dañar a un
tercero, y esta libertad debe ser protegida. Aunque, como advertimos, no sea un valor
absoluto. Se asume que uno es dueño de su acción y del fruto de su trabajo, el
rendimiento económico es fruto del trabajo, de la acción. El liberalismo también protege
así la propiedad privada. La propiedad legítima tiene una naturaleza inalienable, desde
la misma manera que el propio cuerpo. Esto se enfrenta a la libertad positiva, que es
aquella que se interroga a la fuente de nuestro propio deseo; pretende hacernos dueños
de nosotros mismos.

Montesquieu

Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu, nacido en La Brède, Burdeos, en


1689. Pensador francés perteneciente a una familia de la nobleza de toga, Montesquieu
siguió la tradición familiar al estudiar derecho y hacerse consejero del Parlamento de
Burdeos, el cual presidió de 1716 a 1727. En el 27 vendió el cargo y se dedicó durante
cuatro años a viajar por Europa observando las instituciones y costumbres de cada país;
se sintió especialmente atraído por el modelo político británico, en cuyas virtudes halló
argumentos adicionales para criticar la monarquía absoluta que reinaba en la Francia de
su tiempo.

El pensamiento de Montesquieu debe enmarcarse en el espíritu crítico de la Ilustración


francesa, con el que compartió los principios de tolerancia religiosa, aspiración a la
libertad y denuncia de viejas instituciones inhumanas como la tortura o la esclavitud;
pero Montesquieu se alejó del racionalismo abstracto y del método deductivo de otros
filósofos ilustrados para buscar un conocimiento más concreto, empírico, relativista y
escéptico.

De los diversos modelos políticos que definió, Montesquieu asimiló la Francia de Luis
XV al despotismo, que descansaba sobre el temor de los súbditos; alabó en cambio la
república, edificada sobre la virtud cívica del pueblo, que Montesquieu identificaba con
una imagen idealizada de la Roma republicana. Equidistante de ambas, definió la
monarquía como un régimen en el que también era posible la libertad, pero no como
resultado de una virtud ciudadana difícilmente alcanzable, sino de la división de poderes
y de la existencia de poderes intermedios -como el clero y la nobleza- que limitaran las
ambiciones del príncipe. Fue ese modelo, que identificó con el de Inglaterra, el que
Montesquieu deseó aplicar en Francia, por entenderlo adecuado a sus circunstancias
nacionales. La clave de este sería la división de los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial, estableciendo entre ellos un sistema de equilibrios que impidiera que ninguno
pudiera degenerar hacia el despotismo.

El objetivo del pensamiento político de Montesquieu, expresado en el Espíritu de las


leyes, es elaborar una física de las sociedades humanas. Su modelo, tanto en contenido
como metodología, está más en la línea de lo experimental que lo especulativo. Adopta
el análisis histórico, basado en la comparación; arranca de los hechos, observando sus
variaciones para extraer de ellas leyes.

En esta obra se nos ofrece, además de la descripción de las idiosincrasias nacionales, las
diversas formas de gobierno y sus fundamentos, así como los condicionantes históricos
e, incluso, climáticos de éstos, elaborando un novedoso enfoque de las leyes, los hechos
sociales y la política: se desvanece la clásica oposición entre las tesis iusnaturalistas y
escépticas, que atribuían el fundamento de las leyes a la arbitrariedad de los
legisladores, consideraba más bien que las leyes proceden de relaciones necesarias
derivadas de la naturaleza de las cosas y las relaciones sociales, de forma que no sólo se
opuso a la separación entre ley natural y ley positiva sino que consideraba que son
complementarias.

Cada pueblo tiene las formas de gobierno y las leyes que son propias a su idiosincrasia y
trayectoria histórica, y no existe un único baremo desde el cual juzgar la bondad o
maldad de sus corpus legislativos. A cada forma de gobierno le corresponden
determinadas leyes, pero tanto éstas como aquéllas están determinadas por factores
objetivos tales como el clima y las peculiaridades geográficas que, según él, intervienen
tanto como los condicionantes históricos en la formación de las leyes. No obstante,
teniendo en cuenta dichos factores, se puede tomar el conjunto del corpus legislativo y
las formas de gobierno como indicadores de los grados de libertad a los que ha llegado
un determinado pueblo.

La filosofía política se transmuta en una filosofía moral cuando establece un ideal


político que defiende la consecución de la máxima libertad aunada a la necesaria
autoridad política, así rechaza abiertamente las formas de gobierno despóticas. Pero
para garantizarla al máximo, Montesquieu considera que es imprescindible la
separación de poderes. Muy influenciado por Locke, desarrolla la concepción liberalista
de éste, y además de considerar la necesidad de separar el poder ejecutivo del poder
legislativo, piensa que también es preciso separar el poder judicial. Esta separación de
los tres poderes ha sido asumida y aplicada por todos los gobiernos democráticos
posteriores.

Locke

Pensador británico nacido en Wrington, Somerset, en 1632. Es uno de los máximos


representantes del empirismo inglés, que destacó especialmente por sus estudios de
filosofía política. Este hombre polifacético estudió en la Universidad de Oxford, en
donde se doctoró en 1658. Aunque su especialidad era la medicina y mantuvo relaciones
con reputados científicos de la época, como Isaac Newton, Locke fue también
diplomático, teólogo, economista, profesor de griego antiguo y de retórica, y alcanzó
renombre por sus escritos filosóficos, en los que sentó las bases del pensamiento
político liberal.

En los inicios, el fundador del pensamiento liberal como una ideología nueva y
diferente, y a menudo identificado como el "padre del liberalismo", fue John Locke.
Este debatía sobre controversias políticas con algunos de los intelectuales más famosos
de la época, pero su mayor rival fue Thomas Hobbes. El liberalismo se origina en una
disputa entre Hobbes y Locke analizando la política de la época y discrepando en varias
cuestiones sustanciales cuyos argumentos inspiraron las teorías del contrato social que
resumía la relación entre las personas y sus gobiernos. Sus respectivas simpatías
políticas y afiliaciones sin duda inspiraron sus ideas. Hobbes apoyó la monarquía y
Locke respaldaba al Parlamento. Hobbes era partidario de la autoridad centralizada y
dictatorial. Locke prefería la legislatura porque entendía que el Parlamento encarnaba la
voluntad del pueblo. Locke desarrolló una doctrina política relativamente radical que le
valió la asignación de la paternidad liberal, argumentando que el gobierno requiere el
consentimiento de los gobernados. En su influyente obra Dos tratados sobre el gobierno
civil, de 1660, texto fundacional de la ideología liberal, dio una idea general de sus
principales ideas. Una vez que los humanos salieron de su estado natural y las
sociedades formadas, Locke alegó lo siguiente:

«Lo que comienza y, de hecho, constituye toda sociedad política no es más que el
consentimiento de cualquier número de hombres libres capaces de alcanzar una mayoría
para unirse e integrarse en una sociedad. Y esto es lo único que hizo o pudo dar inicio a
cualquier gobierno legítimo en el mundo»

La mayor parte del pensamiento político de John Locke se encuentra desarrollado en las
«Cartas sobre la tolerancia», (de 1689,1690 y 1693), y en los «Tratados sobre el
gobierno civil», de 1690, especialmente en el segundo. Las primeras suponen un alegato
en favor de la democracia, y en las últimas Locke intenta fundamentar filosófica y
políticamente el Estado, buscando en su origen su legitimidad.

Según sus ideas el Estado tiene como misión principal proteger tres derechos naturales:
la vida, la libertad y la propiedad privada de todo cuanto un hombre haya trabajado y
pueda utilizar, ya que la propiedad tiene un límite; a estos tres derechos se añade un
cuarto: el derecho a defender estos derechos, así como cualquier otra libertad individual
de los ciudadanos, que el ciudadano cede al Estado mediante un consenso recogido por
escrito o constitución. La libertad será aquella condición en la que «cada uno ordena sus
acciones y dispone sus posesiones y personas como juzga oportuno» y opera cuando la
relación entre los hombres no obstaculiza la relación entre hombres y cosas, abriendo
paso a su equiparación en términos del derecho a la propiedad privada. Según el
filósofo, la propiedad privada corresponde al propio metabolismo humano: el hombre,
al procurarse las cosas necesarias para la subsistencia, opera sobre la naturaleza
mediante su trabajo, transformando los bienes colectivos de la creación en bienes
privados.

Postula que los hombres viven en el estado de naturaleza en una situación de paz y
sometidos a leyes naturales que surgen de la razón (el derecho a ejercer justicia por
mano propia y la limitación de la propiedad privada por medio de elementos en su
mayoría perecederos). Los hombres salen de él tras haberse generado una situación de
injusticia, tanto en el castigo como en el resarcimiento por el crimen cometido, que
desemboca en un ciclo infinito de injusticias posteriores. Y que este proceso de creación
de la sociedad civil y/o política se da por medio de un contrato social destinado a
proteger la propiedad privada y la vida de los individuos.

De esta forma podríamos dividirlo en dos partes:

- Contrato de unión: Unidad de las partes para conformar una sociedad → Creación de
la sociedad civil.

- Contrato de sujeción: Ligamento de los hombres a determinada construcción política


→ Creación de la sociedad política.

Esta sociedad política tiene como deber garantizar la justicia imparcial para no volver
de nuevo a una situación de conflicto. Si no garantiza ni la propiedad privada, ni la vida,
el contrato de sujeción se rompe y se forma otra organización política.

Locke también sostiene que el gobierno debe estar constituido por un rey y un
parlamento. El parlamento es donde se expresa la soberanía popular y donde se hacen
las leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo. Anticipándose a Montesquieu,
a quien Locke influyó, describe la separación del poder legislativo y el ejecutivo. La
autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El
poder no es absoluto, sino que ha de respetar los derechos humanos.
Para John Locke, la relación entre el gobierno y los ciudadanos queda definida como
mandato, es decir, como el encargo de una tarea. Mediante el pacto se constituye la
sociedad civil y, posteriormente, el pueblo se constituye en asamblea y elige un
gobierno al que confía una tarea.

Según el filósofo, el poder del Estado no puede estar concentrado en los mismos y
simples representantes, más bien al contrario: la garantía de que no se produzca abuso
de poder parte de una estricta división de este en tres ámbitos diferenciados que deben
ser detentados por personas distintas.

La división de poderes se estructura, según Locke, de la siguiente manera: (1) El poder


legislativo constituye el poder supremo en sentido estricto, pero no es un poder
absoluto, sino que tiene que responder de la confianza puesta en él y respetar la ley
moral natural. (2) El poder ejecutivo es el encargado de realizar los mandatos del
legislativo. Para John Locke, el poder judicial no es un poder independiente, siendo sólo
un aspecto del ejecutivo. (3) El poder federativo es encargado de la seguridad del
Estado y de las relaciones con el exterior.

Al Estado le confiere funciones de decisión en controversias entre los individuos, en el


contexto de la pluralidad y la tolerancia, puesto que se dan diversidad de opiniones e
intereses entre los hombres, fruto de las distintas vías individuales de búsqueda de la
felicidad, por lo que el desacuerdo y los conflictos son inevitables.

Bibliografía

 J. Locke, Carta sobre la tolerancia,


 Montesquieu, Del espíritu de las leyes

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