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12 de enero de 2022
En este ensayo nos centraremos en los orígenes del liberalismo clásico, nombrando la
teoría de dos autores, Montesquieu y Locke, que conforman la base del cambio de la
Antigüedad al inicio del liberalismo.
En el esquema antiguo y medieval los individuos no tienen sentido por sí mismos, sino
que se integrará en estructuras mayores: el todo es anterior a las partes. El liberalismo
prima los individuos, como anteriores a la sociedad; el movimiento de Hobbes y los
liberales buscan separar a los individuos del cuerpo orgánico de la sociedad y llevarlos
al estado de naturaleza, para así después reunirlos en una asociación de individuos
libres. Esta es la brecha que los separa de la Antigüedad Clásica, la sociedad no es
natural.
El liberalismo clásico es un concepto amplio usado para englobar las ideas políticas que
suceden durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto o intervención del
monarca o el Estado en asuntos civiles, y opuestas a los privilegios legales que
detentaban los aristócratas, el clero oficial y los gremios, con el objetivo de que el
individuo pueda desarrollar sus capacidades individuales y su libertad en el ámbito
político, religioso y económico. Es una corriente originaria del liberalismo que aboga
por las libertades civiles bajo el imperio de la ley y por una economía de mercado. Las
ideas, clasificadas como liberalismo clásico, de John Locke y de Montesquieu
influyeron significativamente tanto en la Revolución Gloriosa como en la
Independencia de los Estados Unidos de América y en el inicio de la Revolución
francesa. Sus bases racionales son el realismo y fundamentalmente el empirismo
sustentado bajo el derecho natural, con mucha mayor atención, por lo tanto, a los
cambios observados en los hechos, por lo que se distingue del idealismo y del
deductivismo propios del racionalismo continental europeo, más tendiente a formular
verdades absolutas. Se trata de un racionalismo analítico, más que justificativo. Su
visión de la condición humana es realista, suponiéndole una motivación
fundamentalmente egoísta en aras de la satisfacción del propio interés, esto lo vincula a
dar preferencia especial al liberalismo económico o liberismo. Dicho laicismo,
empirismo y utilitarismo, propios del liberalismo clásico, favorecen la convención más
que la convicción, mediante un programa político basado en el consenso, por lo que
considera la ley y la institución creaciones artificiales, evaluándolas por sus resultados y
omitiendo su concordancia con cualquier principio trascendente. Debido a esto último
es que aceptan la monarquía constitucional siempre y cuando esta garantice la libertad y
el bien común.
Montesquieu
De los diversos modelos políticos que definió, Montesquieu asimiló la Francia de Luis
XV al despotismo, que descansaba sobre el temor de los súbditos; alabó en cambio la
república, edificada sobre la virtud cívica del pueblo, que Montesquieu identificaba con
una imagen idealizada de la Roma republicana. Equidistante de ambas, definió la
monarquía como un régimen en el que también era posible la libertad, pero no como
resultado de una virtud ciudadana difícilmente alcanzable, sino de la división de poderes
y de la existencia de poderes intermedios -como el clero y la nobleza- que limitaran las
ambiciones del príncipe. Fue ese modelo, que identificó con el de Inglaterra, el que
Montesquieu deseó aplicar en Francia, por entenderlo adecuado a sus circunstancias
nacionales. La clave de este sería la división de los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial, estableciendo entre ellos un sistema de equilibrios que impidiera que ninguno
pudiera degenerar hacia el despotismo.
En esta obra se nos ofrece, además de la descripción de las idiosincrasias nacionales, las
diversas formas de gobierno y sus fundamentos, así como los condicionantes históricos
e, incluso, climáticos de éstos, elaborando un novedoso enfoque de las leyes, los hechos
sociales y la política: se desvanece la clásica oposición entre las tesis iusnaturalistas y
escépticas, que atribuían el fundamento de las leyes a la arbitrariedad de los
legisladores, consideraba más bien que las leyes proceden de relaciones necesarias
derivadas de la naturaleza de las cosas y las relaciones sociales, de forma que no sólo se
opuso a la separación entre ley natural y ley positiva sino que consideraba que son
complementarias.
Cada pueblo tiene las formas de gobierno y las leyes que son propias a su idiosincrasia y
trayectoria histórica, y no existe un único baremo desde el cual juzgar la bondad o
maldad de sus corpus legislativos. A cada forma de gobierno le corresponden
determinadas leyes, pero tanto éstas como aquéllas están determinadas por factores
objetivos tales como el clima y las peculiaridades geográficas que, según él, intervienen
tanto como los condicionantes históricos en la formación de las leyes. No obstante,
teniendo en cuenta dichos factores, se puede tomar el conjunto del corpus legislativo y
las formas de gobierno como indicadores de los grados de libertad a los que ha llegado
un determinado pueblo.
Locke
En los inicios, el fundador del pensamiento liberal como una ideología nueva y
diferente, y a menudo identificado como el "padre del liberalismo", fue John Locke.
Este debatía sobre controversias políticas con algunos de los intelectuales más famosos
de la época, pero su mayor rival fue Thomas Hobbes. El liberalismo se origina en una
disputa entre Hobbes y Locke analizando la política de la época y discrepando en varias
cuestiones sustanciales cuyos argumentos inspiraron las teorías del contrato social que
resumía la relación entre las personas y sus gobiernos. Sus respectivas simpatías
políticas y afiliaciones sin duda inspiraron sus ideas. Hobbes apoyó la monarquía y
Locke respaldaba al Parlamento. Hobbes era partidario de la autoridad centralizada y
dictatorial. Locke prefería la legislatura porque entendía que el Parlamento encarnaba la
voluntad del pueblo. Locke desarrolló una doctrina política relativamente radical que le
valió la asignación de la paternidad liberal, argumentando que el gobierno requiere el
consentimiento de los gobernados. En su influyente obra Dos tratados sobre el gobierno
civil, de 1660, texto fundacional de la ideología liberal, dio una idea general de sus
principales ideas. Una vez que los humanos salieron de su estado natural y las
sociedades formadas, Locke alegó lo siguiente:
«Lo que comienza y, de hecho, constituye toda sociedad política no es más que el
consentimiento de cualquier número de hombres libres capaces de alcanzar una mayoría
para unirse e integrarse en una sociedad. Y esto es lo único que hizo o pudo dar inicio a
cualquier gobierno legítimo en el mundo»
La mayor parte del pensamiento político de John Locke se encuentra desarrollado en las
«Cartas sobre la tolerancia», (de 1689,1690 y 1693), y en los «Tratados sobre el
gobierno civil», de 1690, especialmente en el segundo. Las primeras suponen un alegato
en favor de la democracia, y en las últimas Locke intenta fundamentar filosófica y
políticamente el Estado, buscando en su origen su legitimidad.
Según sus ideas el Estado tiene como misión principal proteger tres derechos naturales:
la vida, la libertad y la propiedad privada de todo cuanto un hombre haya trabajado y
pueda utilizar, ya que la propiedad tiene un límite; a estos tres derechos se añade un
cuarto: el derecho a defender estos derechos, así como cualquier otra libertad individual
de los ciudadanos, que el ciudadano cede al Estado mediante un consenso recogido por
escrito o constitución. La libertad será aquella condición en la que «cada uno ordena sus
acciones y dispone sus posesiones y personas como juzga oportuno» y opera cuando la
relación entre los hombres no obstaculiza la relación entre hombres y cosas, abriendo
paso a su equiparación en términos del derecho a la propiedad privada. Según el
filósofo, la propiedad privada corresponde al propio metabolismo humano: el hombre,
al procurarse las cosas necesarias para la subsistencia, opera sobre la naturaleza
mediante su trabajo, transformando los bienes colectivos de la creación en bienes
privados.
Postula que los hombres viven en el estado de naturaleza en una situación de paz y
sometidos a leyes naturales que surgen de la razón (el derecho a ejercer justicia por
mano propia y la limitación de la propiedad privada por medio de elementos en su
mayoría perecederos). Los hombres salen de él tras haberse generado una situación de
injusticia, tanto en el castigo como en el resarcimiento por el crimen cometido, que
desemboca en un ciclo infinito de injusticias posteriores. Y que este proceso de creación
de la sociedad civil y/o política se da por medio de un contrato social destinado a
proteger la propiedad privada y la vida de los individuos.
- Contrato de unión: Unidad de las partes para conformar una sociedad → Creación de
la sociedad civil.
Esta sociedad política tiene como deber garantizar la justicia imparcial para no volver
de nuevo a una situación de conflicto. Si no garantiza ni la propiedad privada, ni la vida,
el contrato de sujeción se rompe y se forma otra organización política.
Locke también sostiene que el gobierno debe estar constituido por un rey y un
parlamento. El parlamento es donde se expresa la soberanía popular y donde se hacen
las leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo. Anticipándose a Montesquieu,
a quien Locke influyó, describe la separación del poder legislativo y el ejecutivo. La
autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El
poder no es absoluto, sino que ha de respetar los derechos humanos.
Para John Locke, la relación entre el gobierno y los ciudadanos queda definida como
mandato, es decir, como el encargo de una tarea. Mediante el pacto se constituye la
sociedad civil y, posteriormente, el pueblo se constituye en asamblea y elige un
gobierno al que confía una tarea.
Según el filósofo, el poder del Estado no puede estar concentrado en los mismos y
simples representantes, más bien al contrario: la garantía de que no se produzca abuso
de poder parte de una estricta división de este en tres ámbitos diferenciados que deben
ser detentados por personas distintas.
Bibliografía