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DESPUÉS DE CASEROS
LA SECESIÓN
Los porteños, viendo amenazados sus privilegios, cerraron sus filas y
formaron el Partido Liberal. Aprovechando la ausencia de Urquiza, que asistía
en Santa Fe a la inauguración del Congreso Constituyente, el 11 de setiembre
de 1853 estalló una revolución en Buenos Aires.
El movimiento reclamaba la renuncia del gobierno y la nulidad del Acuerdo
de San Nicolás, al tiempo que proclamaba como gobernador al jefe del
movimiento, Valentín Alsina. Pero casi simultáneamente, tropas federales
que respondían a los intereses del Litoral sitiaron Buenos Aires exigiendo el
cumplimiento del Acuerdo.
Como consecuencia del sitio, Urquiza perdió los escasos apoyos que tenía
entre los porteños. La situación era violenta y muy conflictiva, pero
LA CONFEDERACIÓN
Con la secesión entre Buenos Aires y el resto del país, se inició una etapa de
casi diez años de difícil convivencia e inestabilidad, fruto de enormes
desequilibrios económicos que provocarían inexorablemente disputas,
acuerdos y enfrentamientos entre los dos gobiernos.
La Confederación Argentina intentó llevar adelante un modelo que
pretendía “olvidarse” de Buenos Aires e instalar una nueva nación. Sin duda,
era un proyecto ambicioso: los provincianos mantenían fortísimos arraigos
hacia su tierra y sus caudillos.
No era sencilla la tarea de Urquiza: crear un sentimiento nacional más
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EL ENFRENTAMIENTO
El proyecto de Urquiza se desmoronaba: los capitales extranjeros no
llegaban, carecía de una moneda fuerte, el Estado no lograba nacionalizar sus
instituciones.
Las bases materiales estaban en terreno porteño. El último intento de
modificar esta situación por parte de la Confederación Argentina consistió en
endurecer sus políticas hacia Buenos Aires: fracasados los intentos de
reunificación, en 1857 se dictaron las Leyes de Derechos Diferenciales, que
establecían ventajas para los productos que llegaban a su territorio sin pasar
por Buenos Aires.
La ley era una abierta provocación a los porteños. La respuesta no tardó en
llegar. Un decreto del gobernador Alsina prohibía el paso por aguas porteñas
de productos de la Confederación. Era una abierta guerra económica y solo
faltaba encender una mecha para que todo estallara.
La guerra económica, entonces, dio paso a las armas. Los dos ejércitos se
encontraron en Cepeda, el 23 de octubre de 1859. Las tropas porteñas, al
mando de Mitre, cayeron derrotadas.
La victoria le daba a Urquiza una aparente capacidad negociadora. Sin
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embargo, mostró una actitud moderada y no entró en Buenos Aires, sino que
estableció su campamento en San José de Flores. Su intención era resolver
rápidamente el conflicto.
Por medio del pacto de San José de Flores, firmado el 11 de noviembre de
1859, se acordó el ingreso de Buenos Aires a la Confederación y que esta debía
aceptar las reformas que Buenos Aires realizara a la Constitución.
Finalizado el mandato de Urquiza, fue electo presidente de la Confederación
Santiago Derqui y como vicepresidente Juan Esteban Pedernera.
Mitre fue electo, en mayo de 1860, gobernador de Buenos Aires con
Sarmiento como ministro de gobierno. Los sectores ultraporteños –
encabezados por Alsina– fueron momentáneamente desplazados por el sector
mitrista.
Buenos Aires otorgaba subsidios a las provincias y se comprometía a pagar
los gastos de la nueva convención constituyente, que incorporaría las
reformas propuestas por Buenos Aires; pero, mientras tanto, alargaba los
plazos de la incorporación y mantenía el control de las rentas nacionales por
medio de la aduana.
Los subsidios obligaban a las provincias a aceptar dinero porteño; de este
modo, la moneda nacional era la moneda de Buenos Aires. Por otro lado,
Mitre –que había demostrado su habilidad política en las negociaciones con
Urquiza– intentaba extender las influencias de su Partido Liberal a las
provincias del interior argentino.
Si Buenos Aires quería encabezar un proyecto hegemónico, era necesario
sentar nuevas bases políticas en todo el país.
Pero la Confederación no podía esperar indefinidamente la incorporación de
Buenos Aires a la nación. El consenso que parecía adquirido no tenía,
entonces, la suficiente solidez y el acuerdo se desmoronó a raíz de un
conflicto menor en la provincia de San Juan.
Nuevamente, las fuerzas porteñas y del interior se enfrentaron, esta vez en
Pavón el 17 de setiembre de 1861; en un combate dudoso y confuso, Urquiza
retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica.
Esta vez la victoria fue para los porteños, que extendían de este modo su
dominio a todo el país. Después de Pavón, Derqui renunció a la presidencia y
Pedernera se hizo cargo del gobierno. Pero, en diciembre de 1861, Pedernera
debió renunciar, y se declaró acéfalo el Poder Ejecutivo Nacional.
Ante la desaparición de los poderes federales, Buenos Aires y su gobernador,
Bartolomé Mitre, quedaron de hecho a cargo del poder nacional.
En mayo de 1862 se reunió un nuevo congreso nacional que legitimó la
entrerriano, con lo cual mueren los dos en benefi cio de Buenos Aires y en
daño de las provincias.”
J. B. Alberdi, Escritos Póstumos, Buenos Aires, 1895.
LA ORGANIZACIÓN NACIONAL
participaba activamente de la
defensa. Los soldados de la Triple
Alianza, en cambio, peleaban por
dinero o por obligación. Esto llevó a
los paraguayos a concretar
verdaderas hazañas militares, como
el triunfo de Curupaytí, donde
contando con un armamento
claramente inferior, tuvieron solo
50 muertos frente a los 9 mil de los
aliados.
Las sublevaciones montoneras de En nuestro país, la oposición a la
Ángel Vicente Peñaloza –"El Chacho"– guerra se manifestaba de las
y Felipe Varela expresaron un último maneras más diversas, entre ellas, la
intento de oposición de las provincias actitud de los trabajadores
al modelo del puerto que perjudicaba correntinos que se negaron a
seriamente a las economías regionales construir embarcaciones para las
y gobernaba sin tener en cuenta las tropas aliadas.
necesidades regionales. En 1870, durante la presidencia de
Sarmiento (1868-1874), las tropas
aliadas lograron tomar Asunción
poniendo fin a la guerra. El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su
población y arrasado su territorio.
El general Mitre declaró: “En la guerra del Paraguay ha triunfado no solo la
República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (...)
Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver
inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles
del libre cambio han proclamado”.
Por el tratado de la Triple Alianza, firmado el 1.° de mayo de 1865, se
establecía que los aliados respetarían la integridad territorial del Paraguay.
Terminada la guerra, a fines de 1869 los ministros diplomáticos de los tres
países se reunieron en Buenos Aires. El ministro de Relaciones Exteriores de
Sarmiento, Mariano Varela, expresó: “La victoria no da a las naciones aliadas
derecho para que declaren, entre sí, como límites suyos los que el tratado
determina. Esos límites deben ser discutidos con el gobierno que exista en el
Paraguay y su fijación será hecha en los tratados que se celebren, después de
exhibidos, por las partes contratantes, los títulos en que cada una apoya sus
derechos.” Pero lo cierto es que Brasil sí pensaba que la victoria daba
EL CRIMEN DE LA GUERRA
“Si es verdad que la civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas
de navegación por vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de
metales, los astilleros y arsenales, los ferrocarriles, etc., los nuevos
misioneros de civilización salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La
Rioja, San Juan, etc., etc., no solo no tienen en su hogar esas piezas de
civilización para llevar al Paraguay, sino que irían a conocerlas de vista por
la primera vez en su vida en el “país salvaje” de su cruzada civilizadora.”
Juan Bautista Alberdi, La Guerra del Paraguay, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1985.
LA GUERRA POPULAR
“Al traer las canoas al puerto fue cuando todos quedaron espantados de lo
que vieron, pues al remover los cuerpos para ver si había heridos, se
encontraron con varias mujeres muertas, las que vestían con camisa de
soldado, y con estas varias criaturas. Han combatido sin descanso y pasado
cinco días sin tomar ninguna clase de alimento, por lo que ya tenían 200
hombres caídos de extenuación. Y aun así la tropa ha resistido entregarse.
Lo que hacen los paraguayos no es fácil que lo haga nadie en el mundo.
¡Oh señor, toda ponderación es poca para pintar hombres hambrientos!
¡Qué gente! Y aun así pensaban en pelear y no rendirse.”
“Carta del general Rivas a Mitre”.
población”.
“Carta de Marcos Paz a Mitre”, en Milcíades Peña, De Mitre a
Roca, Buenos Aires, Fichas, 1971.
¿PRIVATISTA O ESTATISTA?
En 1869 un grupo de capitalistas argentinos encabezados por Eduardo
Madero y Norberto de la Riestra, vinculados a la Banca Baring de Londres,
propone la construcción del puerto de Buenos Aires a cambio de quedarse
con la mitad de los terrenos ganados al Río de la Plata. Sarmiento acepta la
propuesta. Mitre, otrora privatista, se opone en estos términos: “Se dice
que los gobiernos son malos empresarios. Pero hay una porción de
empresas que por necesidad y conveniencia pública deben estar radicadas
en el gobierno. [...] Aquí se quiere subordinar el interés general a la
ganancia de unos pocos”.
Milcíades Peña, De Mitre a Roca. Buenos Aires, Fichas, 1971.
DEUDA EXTERNA
“Somos deudores, puesto que tenemos que pagar lo que compramos para
nuestro consumo. Y en efecto, si examinamos la cuestión con números
veremos que el 85% de los valores que producimos se invierte en pagar los
transportes, las comisiones, los fletes de la marina extranjera, el capital y
la renta de sus fábricas, el sustento y la alimentación de sus trabajadores y
familias. Así, pues, ese 85% queda a beneficio del extranjero. Digan, pues,
los hombres de razón y de criterio práctico, si es posible que ningún país
pueda progresar social y económicamente con semejantes bases.”
Vicente Fidel López, Discurso en el Congreso de la Nación,
DSCNA, 1873.
EL PRIMER CENSO
En 1869 se concretó el primer censo nacional. El 71% de los argentinos era
analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75%
de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y paja. Los
profesionales solo representaban el 1% de la población. La población era
escasa, estaba mal educada y –como la riqueza– estaba mal distribuida.