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La Organización Nacional

1852-1862
La Batalla de Caseros - Fin de una época
En 1829 Juan Manuel de Rosas asumía la gobernación de Buenos Aires ejerciendo una enorme
influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, ejercerá el poder en forma
autoritaria. Rosas se opuso durante toda su gestión a la organización nacional y a la sanción de una
Constitución. Ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras con el resto del país y la
pérdida de la hegemonía porteña.
A partir de 1851, Justo José de Urquiza, su ex aliado, había decidido enfrentarse al gobierno
bonaerense y alistó a sus hombres en el llamado Ejército Grande. Avanzó sobre Buenos Aires y derrotó
a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. La caída de Rosas parecía poner fin a las
disputas provinciales; sin embargo, los enfrentamientos se tornarían más encendidos que nunca.

Urquiza en Buenos Aires


Rosas era el adversario común de muchos políticos de la época, con su derrota después de Caseros se
inició entre los distintos grupos que participaron de su caída, una feroz lucha por el poder y Buenos
Aires fue su principal escenario. Se encontraba más rica que nunca ya que el aislamiento económico y
político desarrollado por Rosas le permitió su crecimiento.
En el gobierno de Buenos Aires participaron antiguos unitarios defensores de los intereses portuarios y
partidarios de un sistema librecambista que mantuviera el status económico de Buenos Aires.
Las provincias del interior se encontraban en su habitual estado de estancamiento y eran gobernadas
por caudillos que sostuvieron a Rosas, pero ahora, atendiendo sus conveniencias políticas se
declararon leales al vencedor de Caseros, Urquiza.
Los primeros enfrentamientos se hicieron evidentes cuando Urquiza se manifestó librecambista pero
defensor de los intereses del interior.
El avance de las tropas aliadas sobre Buenos Aires fue acompañado por una situación caótica de
saqueos y robos, a pesar de las tropas encargadas de mantener el orden.
El malestar porteño era visible luego de la entrada triunfal de Urquiza con poncho a rayas coloradas y
anunciando medidas para pacificar a la provincia.
Eligió como gobernador provisorio al presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Vicente López y
Planes, quién inició la tarea de reconstrucción asegurando garantías individuales y políticas como el
derecho de reunión, la libertad de prensa y el libre sufragio.

Protocolo de Palermo
Urquiza contaba con el apoyo de los gobernadores provinciales y consiguió el 6 de abril de 1852 reunir
en San Benito de Palermo a Vicente López y Planes por Buenos Aires, José Virasoro por Corrientes y
Manuel Leiva representante de Santa Fe.
En esta reunión decidieron conferir a Urquiza la dirección de los asuntos exteriores del país hasta la
reunión del Congreso General Constituyente.

La Oposición a Urquiza
La oposición a Urquiza fue liderada por Valentín Alsina y contó con el apoyo de Domingo F. Sarmiento y
Bartolomé Mitre. Los porteños veían con malos ojos la participación de Urquiza en los asuntos locales.
Valentín Alsina aspiraba ocupar el cargo de gobernador de Buenos Aires pero fue desplazado el 1 de
mayo de 1852 cuando la Legislatura porteña confirmó en el cargo al candidato de Urquiza, el doctor
López y Planes.
Las críticas se hicieron mayores con el fusilamiento de algunos rosistas entre los que se encontraba el
coronel Martiniano Chilavert, el uso de la divisa punzó y la permanencia de tropas correntinas y
entrerrianas en Buenos Aires.

Acuerdo de San Nicolás


En la reunión de gobiernos en Palermo se había decidido convocar a la Comisión Representativa
creada por el Pacto Federal pero Pujol, ministro de gobierno de Corrientes convenció a Urquiza de la
conveniencia de reunir a los gobiernos de provincia. Para ello se envió en misión a Bernardo de Irigoyen
quien debía explicarles a estos los alcances de la nueva política y comprometerlos a participar del
encuentro en San Nicolás de los Arroyos con el objetivo de fijar las bases para un futuro Congreso
Constituyente. La reunión se efectuó y el 31 de mayo de 1852 se firmó el Acuerdo de San Nicolás. Se
redactó en diecinueve artículos, en el primero se renovó el Pacto Federal, en el segundo se convocó a
un congreso federativo y en el cuarto se determinó que la elección de diputados se haría conforme a las
leyes vigentes en cada provincia debiendo enviar cada una dos diputados. Por los artículos catorce,
quince y dieciséis se facultó a Urquiza a restablecer la paz si esta si viese afectada, organizar el
ejecutivo nacional, legislar sobre la navegación de los ríos interiores y administración de correos. En el
artículo dieciocho lo nombraron Director Provisorio de la Confederación Argentina. Una cláusula
adicional invitaba a firmarlo a los gobernadores ausentes.
Trece provincias, exceptuando a Buenos Aires ratificaron el Acuerdo que constituyó un precedente
fundamental para la promulgación de la Constitución en 1853.

Jornadas de Junio
En Buenos Aires hombres de distintas vertientes políticas, unitarios y ex-rosistas, consideraron excesivo
y peligroso para los intereses porteños los poderes que el acuerdo de San Nicolás otorgaba a Urquiza.
La legislatura de Buenos Aires inició así un debate conocido como "Jornadas de Junio" donde se
discutieron los alcances del acuerdo. Entre los opositores se encontraban Bartolomé Mitre y Dalmacio
Vélez Sarsfield, la defensa del mismo estuvo a cargo del ministro de Instrucción pública, doctor Vicente
Fidel López.
La legislatura porteña rechazó el Acuerdo, por ese motivo el 23 de junio de 1852 renunciaron a sus
cargos las autoridades de la provincia.

Revolución del 11 de Septiembre de 1852: Secesión de Buenos Aires


La crisis provocada por el rechazo porteño al Acuerdo y la renuncia del gobernador produjeron la
intervención personal de Urquiza que disolvió la Junta de Representantes, clausuró los periódicos
opositores y ordenó que los diputados Vélez Sarsfield, Mitre, Ortiz Vélez y Portela abandonen Buenos
Aires.
Nombró como gobernador interino nuevamente a López quién desarrolló en escasos tres meses una
intensa labor de gobierno. Reorganizó los tribunales, la Guardia Nacional y la Sociedad de
Beneficencia.
Estas medidas provocaron la acción de los opositores a Urquiza que pusieron en marcha una revolución
liderada por Valentín Alsina y como jefe de las fuerzas militares al general José M. Pirán. El objetivo de
los revolucionarios fue recuperar el ejercicio de la soberanía provincial. El 11 de septiembre de 1852 se
reunió la Junta de Representantes y eligió como gobernador provisorio a su presidente, el general
Manuel Pinto. Se iniciaba así la secesión de Buenos Aires que duraría una década. Este período resultó
una etapa floreciente para Buenos Aires ya que gozó en exclusividad de los derechos aduaneros sin
necesidad de contribuir a los gastos nacionales; la confederación en cambio se quedaba sin recursos y
debía afrontar todos los gastos de la administración del Estado.
El 31 de octubre de 1852 Buenos Aires constituyó un gobierno provisorio nombrando como gobernador
propietario a Valentín Alsina y como ministros de gobierno a Juan B. Peña y de Guerra a José María
Flores, tenían como objetivo debilitar el poder de Urquiza y dificultar la reunión del Congreso.

El Sitio de Buenos Aires


El 1° de diciembre de 1852 el coronel Hilario Lagos, comandante general del departamento del centro
de la provincia inició una sublevación con el objetivo de derrocar al gobernador Valentín Alsina. También
exigía el reconocimiento del Acuerdo bonaerense respondió al alzamiento y el gobernador debió
renunciar.
Urquiza, en virtud de sus atribuciones, intervino para pacificar la provincia, pero fracasó ya que en él
Buenos Aires se reservaba el derecho de aceptar o no la Constitución por lo que Urquiza rechazó el
tratado y se reinició el sitio. Contaban con una escuadra fluvial sitiadora comandada por el
norteamericano John L. Coe.
Mientras esto sucedía en Buenos Aires, el Congreso Constituyente santafecino aprobaba el texto
constitucional que declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la Nación, obligándola así a
entregar su puerto y su aduana.
Ante estos hechos los porteños decidieron sobornar a las fuerzas sitiadoras que abandonaron las filas.
Urquiza debió aceptar la mediación de diplomáticos extranjeros y abandonó el sitio el 13 de julio de
1853.

El Congreso General Constituyente de Santa Fe (1852-1854)


La revolución de septiembre en Buenos Aires aplazó la reunión del Congreso y la primera sesión pudo
hacerse efectiva el 20 de noviembre de 1852.
Entre los congresales elegidos figuraban destacados políticos, intelectuales y sacerdotes como José B.
Gorostiaga, Juan María Gutiérrez, Facundo Zuviría, Salvador María del Carril, el doctor Lavaisse, el
doctor Centeno, Juan Francisco Seguí, Pedro Ferré, Pedro Díaz Colodrero, Santiago Derqui entre otros.
La comisión de negocios constitucionales empezó a sesionar el 24 de diciembre de 1852 y el 18 de abril
de 1853 presentó su dictamen a la Asamblea, esta discutió el despacho en once sesiones memorables.
Finalmente, 1° de mayo de 1853 sancionó la constitución. Fue promulgada por Urquiza el 25 de mayo
de 1853 en el palacio San José de Flores y los gobiernos provinciales la juraron el 9 de julio de 1853.

Constitución de 1853
Los fundamentos doctrinarios de la constitución los encontramos en la obra de Juan Bautista
Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. En
esta obra plantea la disyuntiva entre una constitución unitaria o federal y señala que los
constituyentes debían tener en cuenta los antecedentes históricos de ambos pensamientos y
producir una constitución que contemple un sistema mixto de unidad y federación; también
fue importante su proyecto constitucional. Otro pensador importante fue Esteban Echeverría,
autor del Código o declaración de los principios de la nueva generación conocido también
como “Dogma Socialista”, señala la necesidad de volver al proyecto de unidad e
indivisibilidad de mayo pero con una organización social adecuada. En cuanto a las
influencias de pensadores extranjeros fue importante la obra norteamericana El Federalista
de Hamilton, Madison y Jay. Otras fuentes fueron los estatutos, constituciones, ensayos
constitucionales, pactos interprovinciales y reglamentos de nuestro país.
La constitución promulgada estableció un gobierno representativo, republicano y federal. El
federalismo que adoptó fue moderado ya que reconoció la autonomía de las provincias pero
también organizó un poder central.
El poder legislativo sería bicameral, el poder ejecutivo unipersonal y elegido por un colegio
electoral, sin posibilidad de reelección y el poder judicial independiente.
El catolicismo se reconoció como religión oficial pero se garantizó la libertad de culto.
Las constituciones provinciales debían tener aprobación del gobierno nacional y los
gobiernos provinciales podían ser juzgados por el Congreso Nacional.
El gobierno nacional podía suspender las garantías constitucionales por medio del estado de
sitio e intervenir las provincias.
Se declaraba a la ciudad de Buenos Aires sede de las autoridades nacionales.
Aseguraba el ejercicio de las libertades individuales y llamaba a habitar nuestro suelo a todos
los hombres de distintas nacionalidades concediéndoles derechos civiles.

El gobierno de Buenos Aires rechazó sin previo examen la Constitución sancionada en Santa Fe e inició
una etapa de aislamiento político con respecto al resto de la República.
El control de la Aduana y la posesión de un Banco emisor le permitieron a la provincia contar con los
recursos necesarios.

LA CONFEDERACION ARGENTINA Y EL ESTADO DE BUENOS AIRES

Presidencia de Justo José de Urquiza (1854-1860)

Obra de Gobierno
Labor Institucional: Las provincias promulgaron sus propias constituciones de acuerdo con lo
establecido en la Constitución Nacional. Se designaron los miembros de la Superior Corte de Justicia y
se organizaron los tribunales del territorio federalizado. Se dictaron las leyes de ciudadanía y de
elecciones.
Instrucción pública: El Colegio de Concepción del Uruguay y se convirtió en importante centro cultural.
Se contrató en Europa a destacados profesores como Amadeo Jacques, Germán Burmeister y Juan
Lelong.
Se editó por cuenta del gobierno las obras de Juan Bautista Alberdi.
Se nacionalizó la Universidad de Córdoba.
Promoción interna: Se alentó la inmigración europea y la instalación de colonias agrícolas; se realizó un
censo nacional (1857; se exploraron los ríos interiores y se efectuaron estudios para trazar líneas
férreas desde Rosario a Córdoba y a Mendoza.
Política exterior: El Congreso ratificó los tratados, firmados por Urquiza antes de ser electo presidente,
con Inglaterra, Francia y Estados Unidos que proclamaban la libre navegación de los ríos. Se firmaron
tratados de amistad y comercio con Paraguay país al que se le reconoció su independencia, y con Chile
y Brasil. Se nombró a Juan Bautista Alberdi como representante diplomático del gobierno de Paraná en
Europa. Por su gestión Francia, Gran Bretaña y el Vaticano reconocieron la legitimidad del gobierno de
la Confederación.

Gobierno de Pastor Obligado (1853-1857)


Junto con Adolfo y Valentín Alsina, José Mármol y Carlos Tejedor, Pastor Obligado abogó por una
separación radical entre Buenos Aires y el interior para defender los privilegios aduaneros y portuarios
de la primera.
Por razones políticas pactó con la facción mitrista, a la que adherían Domingo Faustino Sarmiento y
Rufino de Elizalde, con los que compartía la vocación liberal propia de la burguesía porteña. Gracias a
su apoyo, logró el 28 de junio de 1853 ser electo gobernador de la provincia.
La constitución votada en Buenos Aires retenía para la provincia el ejercicio de la soberanía exterior e
interior, en claro desafío a la Constitución Nacional de 1853; Obligado fue un claro continuador de esa
política, obligando a quienes abogaban por un sistema federal (como Vicente Fidel López o Marcos
Paz) al exilio.
Las relaciones con el gobierno de Paraná fueron lo suficientemente tensas para que en 1854 se llegase
a las armas; el ejército porteño batió a las fuerzas entrerrianas del general Jerónimo Costa en la batalla
de El Tala
Urquiza logró obtener de Obligado un acuerdo por el que se comprometían ambas partes al socorro
mutuo en caso de agresión exterior.
Durante su gobierno, Obligado aprovechó los fondos proporcionados por la aduana para mejorar la
infraestructura bonaerense; fundó numerosas escuelas primarias, sentó las bases del Colegio Nacional
de Buenos Aires, urbanizó la campiña convirtiendo antiguos fuertes en poblados y comenzó las obras
para el servicio de agua corriente y de gas de alumbrado para Buenos Aires.
El 30 de agosto de 1857 presidió la inauguración de la primera línea férrea, que recorría el trayecto
desde la actual Plaza Lavalle hasta el pueblo (hoy barrio) de Flores.

Gobierno de Valentín Alsina (1857-1859)


La población de la provincia de Buenos Aires se agrupaba en torno de dos partidos políticos; los
chupandinos (partidarios de la anexión de la provincia al resto de la Confederación) y los pandilleros
(liberales, enemigos de Urquiza y partidarios de una política autonomista).
En las elecciones para renovar las autoridades triunfó el candidato oficialista, es decir, pandillero
Valentín Alsina que asumió su cargo el 5 de mayo de 1857.
El Congreso confederado, por otra parte, dictó una ley que facultaba al presidente a procurar la
incorporación de Buenos Aires en forma pacífica o 'por la fuerza de las armas'.
El gobierno porteño interpretó esto como una declaración de guerra y nombró a Bartolomé Mitre jefe del
ejército provincial.

Batalla de Cepeda
Las gestiones de paz no tuvieron éxito y los ejércitos de la Confederación y de Buenos Aires se
enfrentaron en la Cañada de Cepeda el 23 de octubre de 1859.
El triunfo correspondió a Urquiza que avanzó hasta San José de Flores e inició negociaciones con los
porteños.
Después de la derrota de Cepeda, Valentín Alsina renunció y asumió interinamente Felipe Llavallol.
El 11 de noviembre de 1859 se firmó el Pacto de San José de Flores en el cual se disponía que Buenos
Aires pasara a integrar la Confederación. Buenos Aires convocaría una Convención Provincial para
examinar la Constitución Nacional y proponer al Poder Ejecutivo Nacional las reformas que considerase
necesarias. El Poder Ejecutivo Nacional convocaría, a su vez, a una Convención Nacional para tratar
las reformas propuestas por Buenos Aires. La provincia de Buenos Aires mantendría todas sus
propiedades excepto la Aduana que pasaría a poder de la Nación.
La Nación garantizaría a la provincia su presupuesto de 1859 hasta cinco años después de su
incorporación.
La Convención Provincial se reunió el 5 de enero de 1860 para proponer las reformas constitucionales
pertinentes.
La Convención Nacional se reunió en Santa Fe el 14 de noviembre de ese mismo año y aprobó las
siguientes modificaciones del texto constitucional:
Reforma Constitucional de 1860

Se aceptó como nombres oficiales del país Provincias Unidas del Río de la Plata,
Confederación Argentina y República Argentina, reservándose el nombre de Nación
Argentina para encabezar las leyes.
La capital de la República sería aquella que designara el Congreso Nacional previa cesión de
la Legislatura local; las constituciones provinciales no serían sometidas a la consideración del
Congreso Nacional.
El Poder Ejecutivo sólo podría intervenir en las provincias para garantizar el régimen
republicano o enfrentar invasiones.
Los derechos de exportación no serían considerados como rentas nacionales.

Presidencia de Santiago Derqui (1860-1861)

El 3 de marzo de 1860 asumieron los nuevos mandatarios nacionales: Santiago Derqui, como
presidente y Juan Esteban Pedernera como vicepresidente.

Gobierno de Bartolomé Mitre (1960-1862)


El 2 de mayo de 1860 la Legislatura de Buenos Aires eligió gobernador constitucional a Bartolomé Mitre.
Este encomendó a Vélez Sarsfield trasladarse a Paraná para concluir el Pacto de San José de Flores.
Allí se firmó el Convenio del 06 de junio de 1860 que disponía que Buenos Aires debía jurar la
Constitución y enviar sus representantes al Congreso Nacional; la provincia mantendría su régimen
político vigente hasta que se produjera la incorporación de los diputados y senadores porteños; Buenos
Aires se comprometía a aportar al tesoro nacional un millón y medio de pesos.
Sin embargo los diputados porteños fueron rechazados por el gobierno nacional alegando que habían
sido elegidos según la ley electoral bonaerense.
Buenos Aires y la Confederación se enfrentaron nuevamente.

El comienzo de los problemas


El 16 de noviembre de ese año estalló un movimiento en la provincia de San Juan encabezado por
Antonino Aberastain que culminó con la muerte del gobernador José Virasoro.
Se vinculó a Sarmiento, ministro de Mitre (gobernador de Bs.As), con estos sucesos por lo que las
relaciones entre Buenos Aires y la Confederación volvieron a ser tensas.
El gobierno de Paraná designó al Coronel Juan Saa (gobernador de San Luis) para intervenir en la
provincia de San Juan.
Los amotinados se enfrentaron al interventor en la batalla de la Rinconada del Pocito (11/01/1861) que
terminó con el triunfo de Saa y el fusilamiento de Aberastain.
En esas circunstancias se efectuó en Buenos Aires la elección de los legisladores para representar a la
provincia ante el Congreso Nacional, según lo establecía el Convenio del 06/06/1860.
Debido a que los diputados se eligieron de acuerdo con la ley electoral bonaerense, el Congreso de
Paraná los rechazó. Derqui convocó a nuevas elecciones en la provincia de Buenos Aires pero ésta no
acató la disposición presidencial.
El Congreso Nacional declaró este comportamiento como un acto de sedición y se preparó para un
enfrentamiento armado designando a Urquiza jefe de las fuerzas nacionales.
El ejército de Buenos Aires se puso a las órdenes de Bartolomé Mitre.

La Batalla de Pavón y sus consecuencias


Los ejércitos de Buenos Aires, al mando de Mitre, y de la Confederación, a las órdenes de Urquiza, se
enfrentaron en Pavón el 17 de septiembre de 1861. La victoria correspondió a Buenos Aires.
Como consecuencia del triunfo porteño en Pavón, Santiago Derqui renunció a la presidencia de la
Nación; el vicepresidente Pedernera asumió el cargo y declaró acéfalo el Poder Ejecutivo Nacional;
disueltos los poderes federales, el gobernador de Buenos Aires quedó de hecho erigido en Poder
Nacional; Mitre proyectó su influencia sobre todo el país.
El entendimiento entre Urquiza y Mitre influyó en las demás provincias que delegaron en el triunfador de
Pavón el ejercicio del Poder Ejecutivo y las relaciones exteriores hasta el momento en que se
normalizara institucionalmente el país de acuerdo con las prescripciones constitucionales.

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La Organización Nacional
-segunda etapa-
1862-1880

PRESIDENCIA DE BARTOLOMÉ MITRE


(1862-1868)

Luego de la Batalla de Pavón quedó acéfalo el gobierno de la nación al renunciar las


autoridades ejecutivas y legislativas residentes en Paraná. Mitre asumió entonces el
gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires y convocó a los representantes de
todas las provincias a una asamblea para elegir autoridades nacionales y resolver sobre el
lugar de residencia y financiamiento del ejecutivo.
El 5 de octubre de 1862 la asamblea de electores eligió por unanimidad a Bartolomé Mitre
presidente y a Marcos Paz vicepresidente de la nación.
Los aspectos más importantes por resolver durante su gobierno fueron alcanzar la unidad
nacional controlando los alzamientos del interior que se oponían al centralismo, la guerra
de la Triple Alianza y resolver la residencia de las autoridades nacionales fijando una capital
nacional.

El Proyecto de Federalización de Buenos Aires y la Ley de Compromiso


Mitre era aún gobernador de Buenos Aires a cargo del ejecutivo nacional cuando elevó al
Congreso un proyecto por medio del cual se federalizaba toda la provincia de Buenos Aires
dotando así al gobierno nacional de recursos financieros y de territorio propio. El Congreso
se expidió favorablemente sobre la cuestión pero la legislatura porteña lo rechazó.
El acuerdo con los porteños sólo fue posible a partir de la llamada "ley de compromiso" que
permitía al gobierno nacional residir en Buenos Aires durante cinco años, expirado el plazo,
se discutiría nuevamente el tema.
La "cuestión de la capital" originó la división de los liberales porteños y la formación de dos
nuevos partidos políticos. El nacionalista liderado por Mitre, que sostenía la federalización
de Buenos Aires y el autonomista, cuyo jefe era Adolfo Alsina y que defendía la integridad y
autonomía, de la provincia. Los nacionalistas recibieron de los alsinistas el mote de
"cocidos" ya que entre sus filas estaban quienes "se dejaron cocer en las calderas de
Urquiza", por oposición, quienes no abandonaron la causa porteña fueron los "crudos".

Alzamientos Federales en el Interior


Contra el gobierno de Mitre se sublevó en 1862 desde La Rioja, Ángel Vicente Peñaloza, "el
Chacho", quien contaba con apoyo en las zonas rurales del interior. Esto le permitió
extender su influencia a Catamarca, San Juan, San Luis y Córdoba. Denunció la nueva
política centralista porteña y los asesinatos cometidos en su nombre. Inicialmente Mitre
llegó a un acuerdo con Peñaloza pero este consideró a Mitre un traidor ya que continuó
persiguiendo a sus seguidores, por lo que reinició la guerra.
Para derrotarlo se organizaron fuerzas militares con colaboración de los gobernadores de
Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero y San Juan. Mitre le dio a Sarmiento,
gobernador de San Juan, la dirección de esta guerra. Peñaloza resistió con sus montoneras
hasta noviembre de 1863, fecha en que fue tomado prisionero y muerto en Olta (La Rioja).
Entre 1864 y 1866 hubo en las provincias del interior distintos alzamientos contra las
autoridades nacionales y contra los reclutamientos forzosos para obtener soldados en la
impopular guerra del Paraguay. En 1866 estalló en Mendoza la "rebelión de los colorados"
liderados por Juan Saa y en 1867 el sanjuanino Juan de Dios Videla entró en San Juan, la
rebelión continuó y Saa tomó San Luis mientras el riojano Aurelio Zalazar avanzó sobre La
Rioja.
Felipe Varela, hombre del Chacho, regresó de su exilio en Chile y organizó a las fuerzas
contrarias al gobierno nacional. Antonio Taboada, caudillo santiagueño aliado de Mitre
enfrentó a Varela y lo venció en abril de 1867 en Pozo de Vargas. Este huyó primero a
Bolivia y luego a Chile donde murió en 1870.

Obra de Gobierno durante la Presidencia de Mitre


Desde el ministerio del interior se impulsaron las obras de comunicaciones, correos y
telégrafos, inmigración y colonización.
En 1862 se inició la construcción del ferrocarril del Sud y el Central Argentino hacia
Córdoba y Rosario.
En 1863 se sancionó la Ley de Aduana que concedía franquicias al comercio con Europa y
que elevó las rentas nacionales de siete a catorce millones de pesos oro.
Se organizó la Suprema Corte de Justicia Federal.
En cuestiones de instrucción pública se fundaron colegios nacionales en Catamarca, Salta,
Tucumán, San Juan, Mendoza y en Buenos Aires. En el Colegio Nacional de Buenos Aires,
antiguo San Carlos, de la Unión del Sud y de Ciencias Morales se designó en 1863 primer
rector al científico Amadeo Jacques.
Se firmó el 21 de septiembre de 1863 un tratado con España mediante el cual se reconocía
la independencia de la República Argentina.
En cuanto a las relaciones exteriores Mitre inició una política de no intervención en los
asuntos latinoamericanos. Mantuvo al país al margen de distintos conflictos como el de
Perú y España cuando este no reconoció la independencia peruana, el de la intervención
francesa a México o la reincorporación de la República Dominicana a España.

La guerra de la Triple Alianza contra Paraguay


Paraguay luego de la muerte de su presidente, Carlos Antonio López, queda en manos del
mariscal Francisco Solano López, su hijo - se ha transformado en el fenómeno más singular
de América latina. Rodeado por poderosos vecinos, con fronteras no determinadas todavía,
su situación especial obliga a una política de fortalecimiento interno y de militarización
rigurosa.
Gobernado férreamente, pero con orden, muy pronto alcanza un progreso extraordinario,
al punto de motivar elogios en Europa. Ya en 1859 Paraguay contaba con un ferrocarril que
era el primero de Sudamérica: 300 kilómetros de Asunción a Villa Rica. Su telégrafo tiene
una extensión similar - Asunción a Paso de la Patria - y el pequeño territorio es asiento de
importantes factorías. Entre otras fábricas, se destacan las de papel y jabón; posee
astilleros, marina mercante propia, compuesta de 11 vapores, y, sobre todo semialtos
hornos procedentes de Prusia.
A diferencia de Buenos Aires, no importa productos alimenticios ni tiene deuda externa.
Este milagro latinoamericano no cae bien a sus vecinos. La intervención brasileña en la
Banda Oriental - consentida por Buenos Aires - es criticada por López, que ve en ella una
futura amenaza. Inicia una laboriosa gestión diplomática exigiendo explicaciones, sin
olvidar de mantener vivos sus contactos con Urquiza, su amigo. Intuye la marcha de la
crisis y se prepara para la guerra.
Buenos Aires no condena la arbitrariedad brasileña ni hace respetar las obligaciones del
tratado de 1828, y Paraguay queda solo. Los diarios porteños satirizan al gobernador
paraguayo. Alberdi, Guido y Spano, Olegario Andrade, entre otros, denuncian el peligro y
se ponen del lado de Asunción.
En 1865 se forma la triple alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra Paraguay. La crisis
existente se había deteriorado progresivamente con la ocupación brasileña de las ciudades
orientales de Melo y Paysandú. El Mariscal López, que forzaba a expedirse a Buenos Aires
buscando la rebelión mesopotámica contra Mitre, declaró la guerra al Brasil. Mitre, con
astucia, dejaba hacer.
López solicitó pasar por una franja de territorio argentino obligado por la geografía: fue el
motivo para que Mitre se resolviera por la guerra con Asunción. A esta altura, Uruguay, en
distintas manos, integró la Triple Alianza. En forzoso discurso Mitre adelantó: “en tres días
en los cuarteles, en tres semanas en el campo de batalla y en tres meses en la Asunción”.
La noticia conmocionó a la opinión pública local, que no vio con buenos ojos el ataque al
Paraguay.
La correlación de fuerzas, por otra parte, desató en la misma Europa una serie de críticas y
casi todos sus países expresaron su simpatía por el gobierno de Asunción. Brasil contaba
con 8.000.000 de habitantes y una renta de 20.000.000 de pesos fuertes. La Argentina,
1.200.000 habitantes y una renta de 8 millones. Uruguay, 350,000 habitantes y una renta
de 2.918.000 pesos. Nada haría Paraguay con sus 600.000 habitantes y su renta de
1.200.000 pesos.
El desarrollo de los acontecimientos bélicos de este año tuvo como escenario a la Argentina
y al Brasil, ya que la ofensiva paraguaya ganó suficiente terreno, llegando a ocupar
Corrientes. Muy pronto el peso de los aliados se hizo sentir y, pese de la heroicidad
mostrada, el ejercito paraguayo frenó su ímpetu tras ser derrotado en Yatay y Uruguayana.
Antes de terminar el año las fuerzas del mariscal López se aprestaban a luchar en su propio
territorio acosadas por un enemigo que actuaba sin piedad. La lucha repercute en Buenos
Aires, la que no obstante la conflagración, proseguía su vida progresista.

La Sucesión Presidencial
Cuando finalizaba el período presidencial de Mitre surgieron distintas candidaturas a la
presidencia. El autonomismo porteño postuló a Adolfo Alsina, los federales del interior a
Justo José de Urquiza, el partido nacionalista a Rufino de Elizalde (ministro de Relaciones
Exteriores de Mitre) y la oficialidad del ejército y algunos gobernadores presentaron a
Sarmiento.
Mitre anunció su prescindencia en la cuestión pero envió una carta a Juan María Gutiérrez
que fue publicada en el periódico La Nación Argentina donde le objetaba todas las
candidaturas menos la de Sarmiento. Esta carta se conoce como el testamento político de
Mitre.
Alsina sin ningún apoyo en el interior retiró su candidatura y se unió a Sarmiento para
vencer a los nacionalistas. Se integró así la fórmula Sarmiento - Alsina que triunfó en las
elecciones el 12 de abril de 1868.

PRESIDENCIA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO


(1868-1874)

Asumió el mando el 12 de octubre de 1868, volvió al país desde Norteamérica donde se


había desempeñado como embajador.

Obra de Gobierno
Se realizó en 1869 el primer censo nacional. Puso de relieve los aspectos de la estructura
social que necesitaban ser modificados.
El censo descubrió un país de grandes extensiones territoriales pero deshabitadas o en
poder de los indios y un índice altísimo de analfabetos que alcanzaba el 71%.
El programa de reformas generales llevado adelante por Sarmiento, Mitre y Avellaneda se
ocupó de estos problemas.
Durante la presidencia de Sarmiento se realizó una vigorosa actividad entorno al tema
educativo. Creó las primeras escuelas normales, el Colegio Militar (1870), la Escuela Naval
(1872), el Observatorio Astronómico (1872), la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas
(1870) y alrededor de ochocientas escuelas primarias. Durante su gobierno la población
escolar se elevó de treinta mil a cien mil alumnos.
Proyectó la ley sobre la creación de bibliotecas públicas y abrió las primeras escuelas
públicas y creó también las primeras escuelas para sordomudos.
Se dio impulso a la inmigración que se asentó preferentemente en el litoral donde se
fundaron numerosas colonias agrícolas.
En 1871 se inauguró la primera Exposición Nacional en Córdoba donde se exhibían los
productos agrícolas, ganaderos e industriales de nuestro país. Mejoró las condiciones
sanitarias y de higiene especialmente en la ciudad de Buenos Aires para evitar una nueva
epidemia de fiebre amarilla como la que se desató en 1871. Dispuso la creación de un
nuevo cementerio en la Chacarita.
Durante su gestión se aprobó el Código Civil creado por Vélez Sarsfield, ministro del
Interior.
Al finalizar la guerra del Paraguay su ministro de relaciones exteriores, Mariano Varela,
gestionó los acuerdos de paz finales. Para ello se llevaron a cabo reuniones en Buenos
Aires durante 1869, allí Varela expuso que "la victoria no da derechos" a los vencedores.
Ante esta posición, en 1870 Brasil negoció separadamente con Paraguay y esto caldeo los
ánimos en Buenos Aires. La Argentina envió una nota al Brasil formulando reclamos por su
actitud. Ante la posibilidad de un enfrentamiento bélico con el Imperio, Sarmiento envió a
Bartolomé Mitre a Río de Janeiro en misión de paz y amistad en 1872. En esa oportunidad
se firmó un acuerdo que puso fin a las diferencias en noviembre del mismo año.

La prensa y la política
Durante el gobierno de Sarmiento se multiplicaron los diarios y publicaciones de todo tipo.
En 1867, apareció "La Capital" de Rosario. En 1869 surgió 'La Prensa" y, en 1870, "La
Nación" Los diarios, expresión de facciones políticas, se caracterizaban habitualmente por
su subido tono crítico. La caricatura se volvió mordaz y la sátira un arma temible. Por ser
aún poco frecuente la venta callejera, los diarios dependían económicamente de las
suscripciones, de la fortuna de sus dueños o del favor oficial. Los apremios financieros, en
última instancia, se solucionaban mediante una drástica modificación de las posiciones
políticas del diario.
Según una investigación de Ernesto Quesada realizada en 1883, en 1877 circulaban en la
Argentina 148 periódicos, lo que arrojaba una proporción de uno cada 15.700 habitantes.
Con ese, promedio de lectores, la Argentina ocupaba el cuarto lugar en el mundo. Los
diarios principales eran "El Nacional", dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield, donde solía
escribir Sarmiento, antes, durante y después de ser presidente. Además, "La Prensa",
dirigido por José C. Paz; "La Tribuna", de Héctor Varela; "La Nación", fundado por Mitre y
"El Siglo", que dirigía Federico de la Barra. En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó un nuevo
diario: "El Pueblo Argentino".

Sarmiento y la Educación
Para Sarmiento la educación era fundamental, tanto para asegurar la cohesión de la
comunidad nacional para el progreso económico y político. Mediante la Ley de
Subvenciones de 1871 procuró garantizar los fondos para la creación de nuevas escuelas y
la compra de materiales y libros. En 1872 ya funcionaban en el país 1.644 escuelas
primarias, con 97.500 estudiantes.
La Escuela Normal de Paraná fue el modelo para los institutos de formación de maestros el
"normalismo" se convirtió en sinónimo de excelencia. Sarmiento también promovió la
difusión del libro.
La Escuela Normal de Paraná fue puesta bajo la supervisión del estadounidense George
Steams y el Observatorio Astronómico Argentino, en Córdoba, bajo la dirección de
Benjamín Gould.
El primer responsable de la Academia de Ciencias fue el alemán Germán Burmeister. Los
instructores extranjeros también se destacaron en los institutos de educación militar.
La dirección del Colegio Militar, creado en 1869, fue confiada al militar húngaro Juan Czetz,
quien había servido en la guerra contra el indio.
El Atentado a Urquiza
Su aceptación de la Guerra del Paraguay y su tibia política con los gobiernos nacionales le
granjearon a Urquiza muchos enemigos en las filas federales.
Su acercamiento a Sarmiento en 1870 colmo la medida. El 11 de abril de 1870, fue
asesinado por una partida que se supuso estaba vinculada a López Jordán.

Alzamiento de López Jordán


Mitre contaba en el interior con el apoyo de los Taboada, caudillos santiagueños.
Para neutralizar este poder inició un acercamiento político a Urquiza que culminó con una
visita al palacio San José en 1869.
Esta actitud de Urquiza, gobernador en Entre Ríos, no agradó a sus partidarios que
iniciaron una campaña en su contra liderada por Ricardo López Jordán.
El 11 de abril de 1870 Urquiza fue asesinado en su palacio y la legislatura lo reemplazó por
su enemigo, López Jordán.
Ante estos hechos, el gobierno nacional envió una intervención militar pero López Jordán se
dispuso a resistir.
Se enviaron más tropas a Entre Ríos a las órdenes del general Conesa, que derrotó a López
Jordán.
Este se alzó en armas en reiteradas oportunidades más pero fue vencido definitivamente
en 1873.

La Revolución de 1874
Al finalizar la presidencia de Sarmiento se presentaron como candidatos a la sucesión
presidencial, Mitre por el partido nacionalista, Alsina por el autonomista y Nicolás
Avellaneda por el recientemente constituido Partido Autonomista Nacional (P.A.N).
Inspirado en 1871 por una liga de gobernadores interesados en sostener un hombre del
interior para la candidatura presidencial.
En las elecciones resultó triunfador Avellaneda. Esto molestó a los nacionalistas que
impugnaron las elecciones por fraudulentas. Mitre manifestó su disconformidad y lideró un
alzamiento que se extendió también al interior. Los principales focos fueron en el sur de la
provincia de Buenos Aires, San Luis, Córdoba y Mendoza pero fueron sofocados durante
ese mismo año.

PRESIDENCIA DE NICOLAS AVELLANEDA


(1874-1880)

La revolución de 1874
La sucesión presidencial de Sarmiento enfrentó a dos grandes líderes políticos porteños,
que aspiraban a primera magistratura: Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina. Sin embargo, la
mayor parte de los gobernadores apoyó a un candidato del interior, el tucumano Nicolás
Avellaneda, quien además logró un acuerdo con Alsina.
El 14 de abril de 1874 se realizaron las elecciones, que fueron ganadas por Avellaneda.
Mitre denunció fraude electoral y se aprestó para resistir por las armas.
La revolución estalló el 24 de setiembre, pero fue completamente derrotada luego de las
batallas de La Verde, librada el 6 de noviembre, y Santa Rosa, llevada a cabo el 8 de
diciembre luego de ello Mitre se rindió al ejército.

La Crisis Económica de 1873 - 1875


Se inició en Europa, especialmente en Austria y Alemania originada por la especulación
financiera en la Bolsa de Viena, también afectó a Estados Unidos y Argentina no escapó a
este fenómeno.
Al caer en el mercado internacional el precio de los productos que exportábamos, esto
originó la carencia del oro necesario para cumplir con obligaciones externas (pago de
empréstitos), por lo tanto se redujo el crédito y aumentaron las tasas de interés.
La crisis del ' 73 afectó especialmente a los sectores económicos dedicados al comercio y a
las finanzas del estado.
Estas circunstancias abrieron el debate entorno a la crisis y a la mejor manera de
contrarrestarla. Se dio en distintos ámbitos como la prensa, las publicaciones humorísticas
de la época como El Mosquito y en los debates parlamentarios de 1875 y 1876 en torno a
la Ley de Aduana de orientación proteccionista.
Vicente Fidel López aprovechó la oportunidad para criticar la política librecambista que
guiaba al país desde 1810 subordinado a Inglaterra e imposibilitando el desarrollo de una
industria local, particularmente en el interior.
Entre los partidarios del proteccionismo figuraban Vicente F. López, Pellegrini, Dardo Rocha
y Miguel Cané que se opusieron al entonces ministro de Hacienda de Avellaneda, Norberto
de la Riestra a quien se acusaba de estar vinculado a intereses comerciales británicos.
El proteccionismo contó con el apoyo de los sectores productores de lana y los industriales
y artesanos locales que vieron en él una posible solución a sus males.

Crisis económica: la solución es obra del esfuerzo nacional


El nuevo presidente debió abocarse a resolver una apremiante crisis económica que no
tenía precedentes en el país. Los problemas internos habían deteriorado la economía
nacional, los títulos argentinos disminuyeron su valor a cifras alarmantes, en tanto que el
presupuesto nacional exhibía un déficit de 13.000.000 sobre un total de 16.000.000 de
pesos de oro de entradas.
El sistema de vales como forma de, pago de los salarios se acentuó durante el gobierno de
Avellaneda.
El trabajador cobraba con vales que debía canjear por productos de la empresa donde se
desempeñaba. La administración disminuyó sus gastos. En 1876, se redujo el presupuesto
de 18 a 22 millones de pesos y, en un 15%, el sueldo de los empleados públicos,
empezando por el del propio presidente.
Las erogaciones de la deuda externa constituían una carga casi imposible de solventar, a
tal punto, que se aconsejó al presidente la transitoria postergación del pago.
Avellaneda expresó su pensamiento ante el Congreso diciendo que "la República puede
estar dividida hondamente... pero no tiene sino un honor y un crédito, como sólo tiene un
nombre y una bandera ante los pueblos extraños...". Merced a las fuertes economías, la
deuda pública fue pagada puntualmente.

El repunte económico: el fruto de las exportaciones


El incremento de la explotación cerealera produjo un excedente de trigo, iniciándose la
exportación hacia Europa. Igualmente otros frutos, provenientes en su mayoría de las
colonias agrícolas, tuvieron salida al exterior por primera vez.
Un acontecimiento que habría de variar fundamentalmente la fisonomía agropecuaria
argentina fue la exportación de los primeros lotes de carne enfriada. En 1876, llegó a
Buenos Aires el transporte Le Frigorifique, con un sistema que mantenía la carne a 0 ºC.
Un año después arribó otro barco, Le Paraguay, equipado según una nueva técnica que
conservaba la carne a - 30 ºC, lo cual aseguraba mejor resultado de conservación. El
invento fue perfeccionado y aprovechado por los ingleses planteándose una nueva
perspectiva: la iniciación de un flamante y grandioso mercado de carne congelada por
muchos años base fundamental de la economía argentina.
Con esta nueva perspectiva, el intercambio comercial argentino acusó los primeros saldos
favorables para el país.
En materia ferroviaria se continuó el ritmo iniciado en las presidencias anteriores. Córdoba
y Tucumán quedaron unidas a través de ese medio.

El comienzo de la inmigración
Se creó el Departamento general de Inmigración, anotándose la entrada de casi 250.000
inmigrantes amparados en una nueva ley dictada al efecto.
El gran crecimiento demográfico y la mejora de los trasportes favorecieron el
desplazamiento masivo de la población europea, aunque los motivos principales fueron las
guerras, las oleadas represivas y las crisis económicas.
Muchos contingentes migratorios se trasladaron dentro del viejo mundo, pero otros tantos
buscaron su destino en Australia, Estados Unidos y la Argentina
Los inmigrantes venían atraídos por las múltiples oportunidades de trabajo, los altos
salarios y las garantías legales que les ofrecía nuestro país.
En menor medida, por las políticas de colonización, de una eficacia relativa. Entre 1871 y
1880 ingresaron al país 85.000 personas, aunque la gran época de la inmigración aún
estaba por llegar.

El desarrollo del país


No eran sólo políticas las razones de la disputa entre el gobierno nacional y el de la
provincia de Buenos Aires. También se trataba de quién controlaría el más importante
centro económico y financiero del país.
El Banco de la Provincia de Buenos Aires era mucho más sólido que cualquier otro banco
del país y la Aduana seguía constituyendo la más importante fuente de ingresos.
Favorecido por la presencia del puerto y la expansión de la red ferroviaria que lo
comunicaba con el resto del país, el municipio porteño era el eje vital del comercio de
importación y exportación, empresa a la que sumaban su trabajo los miles de inmigrantes
que llegaban anualmente a sus muelles.

Las intervenciones provinciales


Durante el gobierno de Avellaneda no escasearon las alteraciones del orden público en las
provincias ni los conflictos entre el Poder Ejecutivo Nacional y las autoridades del Interior.
Estos conflictos se tradujeron en diversas intervenciones a las provincias. Todas ellas
estuvieron envueltas en la carrera hacia las elecciones de 1880. La intervención de Jujuy,
realizada en 1878 enfrentó una vez más a Mitre con Avellaneda y le costó a Domingo
Faustino Sarmiento el cargo de ministro del Interior.

La conquista del desierto


Mientras el ejército estaba ocupado en la guerra del Paraguay y luchaba contra los últimos
caudillos, una federación de tribus desplegó ataques de envergadura. Adolfo Alsina,
ministro de Guerra de Avellaneda, respondió con una exitosa ofensiva en 1876. Para
consolidar la nueva frontera, levantó fortines, intercomunicados por telégrafo, y excavó
una zanja para evitar el arreo del ganado robado. A esta zanja se la denominó Zanja
Alsina.
Luego de la muerte de Alsina en diciembre de 1877, Julio A. Roca se hizo cargo de la
cartera de Guerra. El nuevo ministro era un implacable crítico de la estrategia defensiva
frente al indio sustentada hasta entonces por su antecesor. Inmediatamente planeó una
gran ofensiva que se inició en abril de 1879 y traspasó la famosa "zanja de Alsina".
Las tropas de Roca, muy superiores al enemigo que enfrentaban, contaban con los
modernos fusiles rémington, se trasladaban en tren y se comunicaban por telégrafo.
También formaron parte de la expedición topógrafos, ingenieros, periodistas y fotógrafos.
En mayo de 1879, Roca había llegado a la isla de Chocle-Choel, en el Río Negro. La
expedición de Roca fué planificada hasta en los menores detalles. En aras de una mayor
movilidad se eliminó la artillería, pero se armó a la tropa con fusiles rémington cuyo rápido
mecanismo de recarga alejaba la posibilidad de un encuentro a corta distancia. Los equipos
logísticos, en especial los sanitarios, fueron abundantes, en función de lograr el mínimo de
bajas.
Tras la Campaña al Desierto, Julio Argentino Roca culminó su carrera política al postularse
a la presidencia de la República.

El gobierno se muda a Belgrano


En 1878, la "Cuestión Capital" se asoció estrechamente con la lucha por la sucesión
presidencial.
La Liga de Gobernadores, que aglutinaba a las provincias y era respaldada por el
presidente Avellaneda, apoyó la candidatura, del general Julio Argentino Roca. Contra ella
se presentó la candidatura de Carlos Tejedor, gobernador de Buenos Aires.
En abril de 1880, Roca consiguió los votos necesarios en el colegio electoral y fue
proclamado presidente de la República, mientras Tejedor organizaba la resistencia armada.
En junio estalló la revolución, que terminó con la completa derrota de Tejedor y de Buenos
Aires a manos de Roca y el gobierno nacional.
La municipalidad de Belgrano, era entonces un pueblo aledaño al municipio porteño, se
convirtió en la sede del Gobierno nacional el 2 de junio de 1880. Era necesario salir de la
ciudad para anunciar a los pueblos que el gobernador de Buenos Aires se había rebelado"
afirmó el presidente Avellaneda, en referencia al levantamiento de Carlos Tejedor.
La Capital Federal
La federalización de Buenos Aires ya no enfrentó obstáculos serios después de ser
derrotado Carlos Tejedor y disuelta la Legislatura bonaerense. El 21 de setiembre de 1880,
el Congreso aprobó la ley, que poco después fue ratificada por la nueva Legislatura de la
provincia de Buenos Aires. Una época de fuertes conflictos llegaba a su fin, dejando como
resultado un Estado nacional consolidado. Al decir del historiador Tulio Halperin Donghi, "la
República Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires
a la conquista del país, en diecinueve años ha coronado esa conquista con la de la propia
Buenos Aires".
El 11 de setiembre de 1880, su fórmula se impuso en el colegio electoral, aunque, según
sus opositores, bajo presión de Nicolás Avellaneda y el Ejército.
Francisco Bernabé Madero integró como candidato a vicepresidente la fórmula encabezada
por Roca. De los 228 electores, 155 votaron por ella y 70, por la fórmula Carlos Tejedor-
Saturnino M. Laspiur. Tres electores se abstuvieron. El 12 de octubre, Roca asumió la
primera magistratura.

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Bartolomé Mitre
(1821 - 1906)

Bartolomé Mitre, el gran historiador, polémico político e impulsor de la


organización nacional, nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Era
hijo de Don Ambrosio Mitre y Doña Josefa Martínez. El matrimonio se
estableció en Carmen de Patagones y allí nacerían los hermanos de
Bartolomé, Emilio y Federico. Sus primeros estudios los realizó entre Buenos
Aires y Carmen de Patagones.
A los 14 años, Mitre comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas,
"El rincón de López", regenteada por Gervasio Rosas, hermano del
restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es
devuelto por Rosas a su padre con estas palabras: "Dígale a Don Ambrosio que aquí le
devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra
una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer". Un año después ya había escrito su
primera colección de poesías. Mitre tenía 17 años. Frente a las persecuciones del rosismo,
emigra junto a su familia a Montevideo. Allí conocerá a Delfina de Vedia, una bella
uruguayita que se convertirá en su esposa y compañera.
"Delfina se presentó a mis ojos como un ángel descendido de los cielos", escribirá por
entonces. Se casaron el 11 de enero de 1841 y tuvieron cuatro hijos: Delfina, Josefina,
Bartolomé y Emilio.
En Montevideo inició su carrera militar en el arma de artillería sin abandonar su pasión por
las letras expresada a través de sus notas en los periódicos El iniciador y El Nacional entre
los años 1838 y 1839.
En 1842, se incorporó a las filas antirrosistas del general Paz y participó en la campaña de
Entre Ríos hasta que, derrotadas sus fuerzas en Arroyo Grande, debió regresar a
Montevideo.
En la capital uruguaya tomó contacto con los intelectuales antirrosistas emigrados, como
José Mármol, Florencio Varela, Rivera Indarte y Esteban Echeverría y participó activamente
en la defensa de Montevideo, sitiada por Oribe. Su destacada actuación le valió el ascenso
a Teniente Coronel en 1846. Pero ese mismo año decidió abandonar el Uruguay, disgustado
con la política de Rivera. Se trasladó a Bolivia donde el presidente Ballivián lo puso al
frente del Colegio Militar. Allí también ejerció el periodismo, junto a Wenceslao Paunero y
Domingo de Oro, y fundó el diario antirrosista La Epoca.
Un golpe de estado derrocó al presidente Ballivián y Mitre debió trasladarse primero al Perú
y finalmente a Chile, donde residirá hasta 1851.
En ese año, se trasladó a Montevideo y, al enterarse del pronunciamiento de Urquiza, se
incorporó al Ejército Grande como jefe de artillería. Tras el triunfo de Caseros, en 1852,
fundó Los Debates, diario desde el que fijaría su postura en defensa de los intereses
porteños frente al proyecto de Urquiza. Esto le valió el cierre del periódico y un nuevo exilio
en Montevideo. Pero pronto podrá regresar a Buenos Aires. El 11 de septiembre de 1852
los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras y la hegemonía
de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina a sus principales
referentes. La "revolución" del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de
Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro
de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores.
Posteriormente, en 1855, sería electo presidente de la legislatura bonaerense, y fundaría el
instituto Histórico y geográfico.
En 1857, publicó la primera edición de su Historia del General Belgrano, obra exhaustiva,
producto de una profunda investigación.
Mientras tanto, Buenos Aires gozaba de cierto bienestar económico; su economía se iba
dibujando alrededor de un puerto que exportaba cereales y ganado e importaba de Europa
todo lo demás, desde manufacturas hasta ideas políticas. Así, mientras la Confederación
languidecía, Buenos Aires progresaba con un ritmo acelerado. Una moneda fuerte,
aceptada en todo el territorio provincial, otorgaba garantías a los capitales extranjeros. La
exportación lanera figuraba entre las primeras del mundo.
Hacia 1857, se inaugura el Ferrocarril del Oeste, primer tren del país. Unía la Estación del
Parque -hoy Plaza Libertad- y el actual barrio de Flores.
La Ciudad dejaba el mote de "gran aldea" para transformarse, lenta pero inexorablemente,
en la "París del Plata".
Como militar participará con el grado de General en los dos combates contra Urquiza: la
derrota de Cepeda en 1859 y la victoria definitiva de Pavón, el 17 de septiembre de 1861.
Mitre que había sido electo gobernador de Buenos Aires en 1860, se transformó tras el
triunfo de Pavón en el único hombre en condiciones de encauzar los destinos del país
recientemente unificado.
En mayo de 1862, se reunió un nuevo congreso nacional que legitimó la situación de Mitre
confirmándolo como encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Se convocó a elecciones
nacionales y triunfó la fórmula Bartolomé Mitre y Marcos Paz.
Los nuevos mandatarios asumieron en octubre de 1862 y pronto tropezaron con el primer
obstáculo.
El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades
nacionales, pudo resolverse transitoriamente a través de la Ley de Compromiso, por la cual
los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la
capital definitiva de la república.
En el transcurso del debate de la ley, quedaron claramente manifiestas las dos tendencias
del liberalismo porteño; los nacionalistas o mitristas, llamados "cocidos" continuadores de
la política de Pavón y los autonomistas, liderados por Adolfo Alsina, llamados "crudos",
pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires, particularmente las rentas aduaneras.
Estos nuevos partidos representaban en realidad a la misma clase social y tenían como
objetivo casi exclusivo la toma del poder para usufructuar el aparato estatal.
En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de
la fuerza fue determinante.
El gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros
poderes como los de las provincias, centralizando funciones como la recaudación
impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión.
La verdadera institucionalización de un ejército nacional ocurrió a través de las distintas
formas de enfrentamiento asumió ese ejército nacional. El ejército implicó, además, un
enorme gasto público que llegó a representar en algunos años más del 50 % del
presupuesto.
Mitre encargó a un grupo de juristas encabezados por Dalmacio Velez Sarsfield la redacción
del Código Civil y la adaptación del Código de Comercio al ámbito nacional.
Se organizaron la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores.
Como elemento de unificación ideológica se crearon los 14 colegios nacionales y sus
respectivos profesorados, uno para cada provincia.
Era imposible llevar adelante la política centralizadora sin terminar con el caos fiscal y la
anarquía monetaria: en algunas provincias se superponían impuestos y circulaban tres y
hasta cuatro monedas diferentes.
La creación de un aparato recaudador nacional fue condición necesaria para financiar las
reformas que requería la concreción del programa liberal mitrista.
Durante su mandato, Mitre fue urdiendo una política de alianzas con los sectores
conservadores del interior buscando subordinar a las provincias a los intereses porteños.
Esta política provocó levantamientos armados como el de los montoneros acaudillados por
el riojano Ángel Vicente Peñaloza, "El Chacho", en 1863, que culminarán en violentas
acciones represivas por parte del ejército nacional.
En 1865, estalló la Guerra del Paraguay (o Guerra de la Triple Alianza) y Mitre fue
designado General en Jefe de las Fuerzas Aliadas de Argentina, Uruguay y Brasil.
Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: "En 24 horas en los
cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en la Asunción." Pero lo cierto es que la
guerra duró casi cinco años. La victoria le costó al país más de 500 millones de pesos y
50.000 muertos. Del millón trescientos mil habitantes que tenía el Paraguay, sólo
sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños.
La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza -llamada de la Triple Infamia por
Alberdi- sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó
levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis. El caudillo catamarqueño Felipe
Varela lanzó una proclama llamando a la rebelión diciendo:
"Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin
libertad, sin derechos. Ésta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro
programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con
el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas americanas."
A pesar de que contaba con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las
fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas
contra los modernos fusiles de Buenos Aires.
En 1868, culminó su período presidencial y se declaró prescindente en cuanto a apoyar a
un candidato a sucesor, dejándole de esta manera el campo libre a Domingo Faustino
Sarmiento, quien asumirá ese año la primera magistratura. Mitre, por su parte, fue electo
senador por Buenos Aires. En 1869 compró el diario La Nación Argentina, fundado por Juan
María Gutiérrez en 1862, y lo convirtió en La Nación, cuyo primer número salió a la calle el
4 de enero de 1870, mientras se libraban los últimos combates de la Guerra del Paraguay,
con una tirada de mil ejemplares.
En 1871, como muchos porteños, cayó enfermo de fiebre amarilla. Tras su recuperación el
presidente Sarmiento le encomendó una misión diplomática en Brasil para terminar de
definir los límites modificados tras la Guerra del Paraguay.
En 1874, se presentó nuevamente como candidato a la presidencia. Ante el triunfo del
tucumano Nicolás Avellaneda, denunció fraude y se sublevó contra las autoridades electas
pero fue derrotado por las tropas leales, dirigidas por el coronel Julio A. Roca. Fue detenido
y trasladado al Cabildo de Luján. Durante sus cuatro meses de prisión escribió el prólogo
para su Historia de San Martín y de la independencia sudamericana.
Tras dedicarse a sus investigaciones y a la labor periodística, en 1890, volvió a la acción.
La desastrosa administración de Juárez Celman, con su estela de negociados y corrupción,
fomentó la unión de la oposición en un gran frente conocido como la Unión Cívica, bajo la
conducción de Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem.
El 26 de julio de 1890, la Unión Cívica decidió pasar a la acción. Estalló la "Revolución del
Parque". Mitre decidió ausentarse del país, dejándole todo el peso de la conducción del
movimiento a Alem, quien, a pesar de contar con cierto a poyo militar, fue derrotado.
Este hecho y las negociaciones posteriores concretadas por Roca y Mitre, que
desembocaron en la renuncia de Juárez Celman y la asunción de Carlos Pellegrini, fueron
vistas por Alem como una traición a los postulados de la Revolución del ’90. Esto condujo a
la ruptura de la Unión Cívica en dos nuevos partidos: la Unión Cívica Nacional, encabezada
por Mitre, y la Unión Cívica Radical, encabezada por Alem.
Mitre influyó decisivamente a través de su prestigio político y de su diario en los gobiernos
que se sucedieron entre 1890 y 1906, el año de su muerte. Nada se hacía en las filas
conservadoras sin consultar a "Don Bartolo", que se reservaba la última palabra.
En 1894, fue electo nuevamente senador nacional y participó activamente en los debates
sin dejar de lado la escritura. Publicó por esos años su Estudio bibliográfico-lingüístico de
las obras del Padre Luis de Valdivieso sobre el araucano.
En 1901, al cumplir 80 años fue objeto de grandes homenajes y festejos. Pasó sus últimos
años dedicado a la dirección de La Nación y a la traducción de La divina comedia de Dante
Alighieri. Falleció a los 84 años el 19 de enero de 1906. Una multitud acompañó sus restos
hasta la Recoleta.

Domingo Faustino Sarmiento


(1811-1888)

El 15 de febrero de 1811, nació en el Carrascal uno de los barrios más


pobres de la ciudad de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento. Los
primeros "maestros" de Domingo fueron su padre José Clemente Sarmiento
y su tío José Eufrasio Quiroga Sarmiento, quienes le enseñaron a leer a los
cuatro años. En 1816, ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria",
fundadas por los gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a
los hermanos Ignacio y José Rodríguez, éstos sí maestros profesionales.
Cuando terminó la primaria, su madre, Doña Paula Albarracín, quiso que estudiara para
sacerdote en Córdoba, pero Domingo se negó y tramitó una beca para estudiar en Buenos
Aires. No la consiguió y tuvo que quedarse en San Juan donde fue testigo de las guerras
civiles que asolaban la provincia. Marchó al exilio en San Francisco del Monte, San Luis,
junto a su tío, José de Oro. Allí fundaron una escuela que será el primer contacto de
Sarmiento con la educación.
Poco después, regresó a San Juan y comenzó a trabajar en la tienda de su tía. "La Historia
de Grecia la estudié de memoria, y la de Roma enseguida…; y esto mientras vendía yerba y
azúcar, y ponía mala cara a los que me venían a sacar de aquel mundo que yo había
descubierto para vivir en él. Por las mañanas, después de barrida la tienda, yo estaba
leyendo, y una señora pasaba para la Iglesia y volvía de ella, y sus ojos tropezaban
siempre, día a día, mes a mes, con este niño inmóvil insensible a toda perturbación, sus
ojos fijos sobre un libro, por lo que, meneando la cabeza, decía en su casa: ‘¡Este mocito
no debe ser bueno! ¡Si fueran buenos los libros no los leería con tanto ahínco!’"
En 1827, se produjo un hecho que marcará su vida: la invasión a San Juan de los
montoneros de Facundo Quiroga.
Decidió oponerse a Quiroga incorporándose al ejército unitario del General Paz. Con el
grado de teniente, participó en varias batallas. Pero Facundo parecía por entonces
imparable: tomó San Juan y Sarmiento decidió, en 1831, exiliarse en Chile. Se empleó
como maestro en una escuela de la localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras
provocaron la preocupación del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su propia
escuela. Allí se enamoró de una alumna con quien tendrá su primera hija, Ana Faustina.
En 1836, pudo regresar a San Juan y fundar su primer periódico, El Zonda. Pero al
gobierno sanjuanino no le cayeron nada bien las críticas de Sarmiento y decidió, como una
forma de censurarlo, aplicarle al diario un impuesto exorbitante que nadie podía pagar y
que provocó el cierre de la publicación en 1840. Volvió a Chile y comenzó a tener éxito
como periodista y como consejero educativo de los sucesivos gobiernos.
"¿Que es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin
capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra
un criado. Se ha perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie
interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias de países
desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...) Trozos de literatura,
retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...) Un periódico es el hombre. El ciudadano, la
civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la
buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la
historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad
en general, la medida de la civilización de un pueblo." D. F. Sarmiento, El Zonda Nº 4.
En Chile, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en su vida. Se casó con Benita,
viuda de Don Castro y Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más
importante: Facundo, Civilización y Barbarie. Eligió el periodismo como trinchera para
luchar contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde los que
atacó duramente a Don Juan Manuel.
Entre 1845 y 1847, por encargo del gobierno chileno, visitó Uruguay, Brasil, Francia,
España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba. En cada uno de
estos países, se interesó por el sistema educativo, el nivel de la enseñanza y las
comunicaciones. Todas estas impresiones las volcó en su libro Viajes por Europa, África y
América. A fines de 1845 conoció en Montevideo a Esteban Echeverría, uno de los
fundadores de la generación del ’37 y como él, opositor a Rosas y exiliado. Estando en
Francia, en 1846, tuvo un raro privilegio: conocer personalmente al general San Martín en
su casa de Grand Bourg y mantener una larga entrevista con el libertador.
De regreso a Chile, incrementó su actividad periodística contra Rosas, lo que motivó que el
gobernador de Buenos Aires solicitara dos veces la extradición de Sarmiento para juzgarlo
por calumnias, cosa a la que el gobierno chileno se negó.
Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba
con la frase "civilización y la barbarie". Como muchos pensadores de su época, entendía
que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto
con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso. La barbarie, por el contrario, era el
campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Este dilema, según él, solo podía resolverse
por el triunfo de la "civilización" sobre la "barbarie". Decía: "Quisiéramos apartar de toda
cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una
invencible repugnancia". En una carta le aconsejaba a Mitre: "no trate de economizar
sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo
único que tienen de seres humanos esos salvajes". Lamentablemente el progreso no llegó
para todos y muchos "salvajes y bárbaros" pagaron con su vida o su libertad el "delito" de
haber nacido indios o de ser gauchos y no tener un empleo fijo.
La obra literaria de Sarmiento estuvo marcada por su actuación política desde que escribió
en 1845: "¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el
ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las
convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! (...) Facundo no ha
muerto ¡Vive aún! ; está vivo en las tradiciones populares, en la política y las revoluciones
argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento. (...) Facundo, provinciano, bárbaro,
valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él, (...)
tirano sin rival hoy en la tierra". Estos párrafos del Facundo nos muestran el estilo de
Sarmiento. Facundo, a quien odia y admira a la vez, es la excusa para hablar del gaucho,
del caudillo, del desierto interminable, en fin, de la Argentina de entonces, de todos los
elementos que representan para él el atraso y con los que hay que terminar por las buenas
o las malas.
Sarmiento desde Chile alternó su actividad periodística con la literaria y educativa. En su
libro Viajes (1849) se reflejan mucho más que las impresiones de un viajero atento y
observador; allí se ocupó de lo que lo maravilla de los países que visita y que quisiera ver
en su tierra. Pone el acento en el progreso industrial, el avance de las comunicaciones y de
la educación.
En su libro Argirópolis (1850) dedicado a Urquiza, expresó un proyecto para crear una
confederación en la cuenca del Plata, compuesta por las actuales Argentina, Uruguay y
Paraguay, cuya capital estaría en la Isla Martín García. El modelo de organización era la
Constitución norteamericana y proponía fomentar la inmigración, la agricultura y la
inversión de capitales extranjeros.
Mantuvo fuertes polémicas con políticos y escritores de su tiempo, como Juan Bautista
Alberdi, con quien no coincidía en apoyar a Urquiza. Esta polémica se expresó a través de
sus libros. Alberdi escribió Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República
Argentina y Cartas Quillotanas y Sarmiento le respondió con Las ciento y una y Época
preconstitucional y Comentarios a la Constitución de la Nación Argentina.
En 1862 el general Mitre asumió la presidencia y se propuso unificar al país. En estas
circunstancias asumió Sarmiento la gobernación de San Juan. A poco de asumir dictó una
Ley Orgánica de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba
escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para mil
alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de San Juan, y la
Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras
En sólo dos años Sarmiento cambió la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó
calles, construyó nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la
fundación de empresas mineras. Y como para no aburrirse, volvió a editar el diario El
Zonda.
En 1863 se produjo en la zona el levantamiento del Chacho Peñaloza y Sarmiento decretó
el estado de sitio y como coronel que era, asumió personalmente la guerra contra el
caudillo riojano hasta derrotarlo. El ministro del interior de Mitre, Guillermo Rawson, criticó
la actitud de Sarmiento de decretar el estado de sitio por considerar que era una decisión
exclusiva del poder ejecutivo nacional. Sarmiento, según su estilo, renunció. Corría el año
1864.
A pedido del presidente Mitre, en 1864 viajó a los EE.UU. como ministro plenipotenciario de
la Argentina. De paso por Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó
el ataque español contra Perú, a pesar de las advertencias de Mitre para que no lo hiciera.
Sarmiento llegó a Nueva York en mayo de 1865. Acababa de asumir la presidencia Andrew
Johnson en reemplazo de Abraham Lincoln, asesinado por un fanático racista. Sarmiento
quedó muy impresionado y escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos académicos
norteamericanos y fue distinguido con los doctorados "Honoris Causa" de las Universidades
de Michigan y Brown.
Mientras Sarmiento seguía en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un
grupo de políticos los postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se realizaron
en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el
Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de ese año.
Cuando Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra iba
a llevarse la vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el mismo.
Un profundo dolor lo acompañaría hasta su muerte.
Durante su presidencia siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas 800
escuelas y los institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar.
Sarmiento había aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país
extenso como el nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables
telegráficos y en 1874, poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea
telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó particularmente por la extensión
de las líneas férreas. Pensaba que, como en los EE.UU., el tren debía ser el principal
impulsor del mercado interno, uniendo a las distintas regiones entre sí y fomentando el
comercio nacional. Pero éstos no eran los planes de las compañías británicas inglesas, cuyo
único interés era traer los productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder
exportarlos a Londres. En lugar de un modelo ferroviario en forma de telaraña, o sea
interconectado, se construyó uno en forma de abanico, sin conexiones entre las regiones y
dirigido al puerto. Este es un claro ejemplo de las limitaciones que tenían los gobernantes
argentinos frente a las imposiciones del capital inglés. La red ferroviaria paso de 573
kilómetros a 1331 al final de su presidencia.
En 1869 se concretó el primer censo nacional. Los argentinos eran por entonces 1.836.490,
de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto.
Según el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la
pobreza, en ranchos de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la
población. La población era escasa, estaba mal educada y, como la riqueza, estaba mal
distribuida. Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del
Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur. Pensaba que la llegada de sajones
fomentaría en el país el desarrollo industrial y la cultura. En realidad los sajones preferían
emigrar hacia los EE.UU. donde había puestos de trabajo en las industrias. La argentina de
entonces era un país rural que sólo podía convocar, lógicamente a campesinos sin tierras.
Y, para tristeza de Sarmiento, la mayoría de los inmigrantes, muchos de nuestros abuelos,
serán campesinos italianos, españoles, rusos y franceses.
Entre las múltiples obras de Sarmiento hay que mencionar la organización de la contaduría
nacional y el Boletín Oficial que permitieron a la población en general, conocer las cuentas
oficiales y los actos de gobierno. Creó el primer servicio de tranvías a caballo, diseñó los
Jardines Zoológico y Botánico. Al terminar su presidencia 100.000 niños cursaban la
escuela primaria.
Al finalizar su mandato apoyo la candidatura del tucumano Nicolás Avellaneda.
El 22 de agosto de 1873 Sarmiento sufrió un atentado mientras se dirigía hacía la casa de
Vélez Sarsfield. Cuando transitaba por la actual esquina de Corrientes y Maipú, una
explosión sacudió al coche en el que viajaba. El sanjuanino no lo escuchó porque ya
padecía una profunda sordera. Los autores fueron dos anarquistas italianos, los hermanos
Francisco y Pedro Guerri que confesaron haber sido contratados por hombres de López
Jordán. El atentado falló porque a Francisco Guerri se le reventó el trabuco en la mano.
Sarmiento salió ileso del atentado y se enteró porque se lo contaron después.
Al finalizar su mandato en 1874, Sarmiento se retiró de la presidencia pero no de la
política. En 1875 asumió el cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de
Buenos Aires y continuó ejerciendo el periodismo desde La Tribuna. Poco después fue
electo senador por San Juan.
En esa época vivía con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento
1251.
En 1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por diferencias políticas con
el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber asumido.
Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del
Consejo Nacional de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación
popular, el índice de analfabetos era altísimo. En el campo había muy pocas escuelas
porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos
dejaran de ser ignorantes. Cuanto menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos.
Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y
los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los
reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina, para que los
montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la
verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para
eso necesitamos hacer de toda la república una escuela."
De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la
educación popular y recién en 1882, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de
educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.
Una de sus últimas actuaciones públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a los
militares emitir opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su
pensamiento, decidió pedir la baja del ejército, y opinar libremente a través de las páginas
de su diario El Censor.
En el invierno de 1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la hija
de Dalmacio Vélez Sarsfiled, autor del Código Civil. Aurelia fue la compañera de Sarmiento
durante los últimos años de su vida. Murió el 11 de septiembre de ese año, en Paraguay,
como su hijo Dominguito.
Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político: "Nacido en la
pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas
las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito,
he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores
humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la
estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre
mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque ere bagaje pesado para la
incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es
la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones
intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías
férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín
de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".

Nicolás Avellaneda
(1837-1885)

Nicolás Avellaneda, el gran promotor de la inmigración, la universidad


pública y la federalización de Buenos Aires, nació en Tucumán el 3 de
octubre de 1837.
Avellaneda acababa de cumplir cuatro años cuando su padre, Marco
Avellaneda, fue degollado por un lugarteniente de Rosas. Su madre, Doña
Dolores Silva y Zavaleta, tomó la decisión de trasladarse con su familia a
Bolivia.
Ya adolescente, cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Córdoba
sin llegar a graduarse. De regreso a su provincia fundó el periódico el Eco del Norte y a
fines de 1857 se trasladó a Buenos Aires. A poco de llegar comenzó a trabajar como
periodista en El Nacional y a colaborar con El Comercio del Plata, fundado en Montevideo
por Florencio Varela durante la época de Rosas.
En Buenos Aires pudo completar sus estudios de derecho e iniciarse en el ejercicio de su
profesión. Conoció a Sarmiento, con quien mantuvo una estrecha amistad. El sanjuanino lo
ayudó a acceder a la cátedra universitaria como destacado profesor de Economía Política en
la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, desde donde iniciará su carrera
política. En 1865 publicó una de sus obras más importantes: Estudio sobre las leyes de
tierras públicas, donde examina la legislación argentina al respecto y propone, basándose
en el ejemplo norteamericano, la entrega de propiedades a los verdaderos productores,
abreviando trámites y eliminando obstáculos. Plantea que la distribución de la tierra
garantiza el asentamiento de población estable y contribuye al aumento del caudal
demográfico. "La propiedad territorial fácil y barata -decía en el Estudio- debe ser la
enseña de leyes venideras, para vencer en su nombre y con su obra el desierto, cambiando
el aspecto bárbaro de nuestras campañas".
Fue electo diputado a la Legislatura de Buenos Aires y al poco tiempo debió abandonar la
banca para ocupar el cargo de ministro de Gobierno de la Provincia, durante la gobernación
de Alsina, cuando todavía no había cumplido 29 años.
En 1868, Sarmiento fue electo presidente y designó a Nicolás Avellaneda en la cartera más
importante en la estrategia del sanjuanino: el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública.
Desde allí llevará adelante los ambiciosos proyectos educativos de Sarmiento: centenares
de escuelas primarias, decenas de escuelas normales y colegios nacionales en todo el país.
En 1874, al finalizar la presidencia de Sarmiento, fue electo presidente de la República.
Mitre, el candidato derrotado, denunció fraude y se levantó en armas contra el triunfo de
Avellaneda. A los pocos meses fue derrotado en el combate de La Verde por las fuerzas del
General Roca. Mitre fue condenado a prisión por un tribunal militar, pero fue indultado por
el presidente Avellaneda quien además, como muestra de su voluntad de pacificación
incorporó al Gabinete a Rufino de Elizalde y José María Gutiérrez, dos reconocidos
mitristas.
Siguiendo la consigna de Alberdi "gobernar es poblar", Avellaneda promovió en 1876 la
sanción de la Ley de Inmigración conocida como Ley Avellaneda, que aparecía como una
promesa interesante de tierras y trabajo para los campesinos europeos. En pocos años,
duplicó el flujo inmigratorio.
Avellaneda enfrentó los efectos perdurables de la grave crisis económica que se había
desatado a fines de la presidencia de Sarmiento, con medidas extremas como la
disminución del presupuesto, suspensión de la convertibilidad del papel moneda a oro, la
rebaja de sueldos y los despidos de empleados públicos.
Decía en 1877 "Los tenedores de bonos argentinos deben, a la verdad, reposar tranquilos.
La República puede estar dividida hondamente en partidos internos; pero no tiene sino un
honor y un crédito, como sólo tiene un nombre y una bandera ante los pueblos extraños.
Hay dos millones de argentinos que economizarían hasta sobre su hambre y sobre su sed,
para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los
mercados extranjeros."
En diciembre de 1876 llegó al país el primer barco frigorífico, Le Frigorifique, equipado con
dos cámaras que mantenían una temperatura de 0 grados centígrados. En 1877 llegó Le
Paraguay, sus cámaras enfriaban hasta 30° bajo cero. Esto modificaba notablemente el
panorama de las exportaciones argentinas e incrementaba el valor del ganado.
El periódico El Mosquito satirizaba así la llegada del frigorífico:
"Yo me quedo asombrado cuando pienso en todas las ventajas que se pueden sacar del
invento del frigorífico. Las mujeres podrán construir cada una en su casa un retrete
frigorífico, sea sencillo o sea adornado como un elegante tocador, y si tienen la constancia
de no salir de él, sino para ir a las tiendas, recibir visitar y comer, conservarán una
juventud eterna, y a los 80 parecerán mozas de 25 años. El sistema frigorífico aplicado a la
política, producirá también efectos benéficos; las revoluciones serán más raras, si
encierran a los autores de revoluciones en calabozos frigoríficos, porque la baja
temperatura de su prisión calmará sin duda su ardor revolucionario."
La restricción de las compras al exterior como producto de la crisis, estimuló un tímido
desarrollo de la industria local. En 1877 se fundó el Club Industrial, por iniciativa de Carlos
Pellegrini, Vicente Fidel López, José Hernández y Roque Sáenz Peña. El club logró que se
establecieran tarifas proteccionistas para algunos productos, fortaleciendo la industria
harinera, la vitivinícola, la del vestido y otras producciones.
En ese mismo año, se produjo la primera huelga de nuestra historia protagonizada por el
primer gremio organizado: la Sociedad Tipográfica Bonaerense, fundada en 1857. La
huelga fue dirigida por dos inmigrantes, un francés, Gauthier, y un español, Álvarez, que
traían su experiencia sindical europea. La huelga fue exitosa y logró el establecimiento de
la jornada de diez horas en invierno y doce en verano, una importante conquista para la
época. El periódico El Nacional, dirigido por Dalmacio Vélez Sarsfield, calificó a la huelga
como "recurso vicioso, inusitado e injustificado".
El gobierno de Avellaneda, a través del ministro de Guerra, Adolfo Alsina impulsó una
campaña al desierto para extender la línea de frontera hacia el Sur de la Provincia de
Buenos Aires. El plan de Alsina era levantar poblados y fortines, tender líneas telegráficas y
cavar un gran foso, conocido como la "zanja de Alsina", con el fin de evitar que los indios
se llevaran consigo el ganado capturado. Antes de concretar su proyecto, Alsina murió. Fue
reemplazado por el joven general Julio A. Roca, quien aplicará un plan de aniquilamiento de
las comunidades indígenas a través de una guerra ofensiva y sistemática.
El éxito obtenido en la llamada “conquista del desierto”, llevada a cabo entre 1878 y 1879,
prestigió frente a la clase dirigente la figura de Roca y significó la apropiación por parte del
estado nacional de millones de hectáreas que serán distribuidas entre una minoría de
familias vinculadas al poder.
Al finalizar su presidencia, Avellaneda envió al parlamento un proyecto de federalización de
la ciudad de Buenos Aires, con la intención de poner fin a la histórica disputa por la
residencia de las autoridades nacionales, que estaban de hecho sometidas a la autoridad y
jurisdicción del gobernador de la provincia de Buenos Aires. El proyecto provocó la reacción
del gobernador, Carlos Tejedor, quien se sublevó contra las autoridades nacionales en
tanto se llevaban a cabo las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a la fórmula
Roca-Madero, partidarios de la federalización.
El presidente Avellaneda abandonó la ciudad e instaló el gobierno en el vecino pueblo de
Belgrano. Buenos Aires fue sitiada y Tejedor, derrotado por las tropas leales a Avellaneda
comandadas por Roca. Finalmente en agosto de 1880 la legislatura nacional declaró
disuelta al cuerpo legislativo bonaerense y sancionó la Ley de federalización de la ciudad de
Buenos Aires.
Al concluir su mandato presidencial, en 1880, Avellaneda fue electo senador por Tucumán.
Desde allí proyectó y logró la sanción de la Ley Universitaria, que les garantizó la
autonomía a las universidades nacionales. Poco después fue electo rector de la Universidad
de Buenos Aires.
En junio de 1885, se embarcó hacia Europa junto a su esposa, Carmen Nóbrega, en busca
de un tratamiento médico para la nefritis que lo afectaba. Murió en altamar, de regreso de
su viaje, el 24 de noviembre de 1885, a los 48 años.

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