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Clase 4

La cuestión cultural en la construcción


del indicador de desarrollo humano y la
cooperación internacional

Sitio: FLACSO Virtual Impreso por: Ingrid Alejandra Rainao

Curso: Gestión cultural y comunicación - 2023 Día: miércoles, 20 de diciembre de 2023, 03:47

Clase: Clase 4

La cuestión cultural en la construcción del indicador

de desarrollo humano y la cooperación internacional


Descripción

Alí Mustafá*
Tabla de contenidos

Presentación

La cuestión de la variable cultura en el IDH y el Mercosur

La cuestión de los indicadores de desarrollo humano. Crítica

La Cooperación como instrumento de desarrollo cultural

La Cultura en conferencias, reuniones, foros y redes internacionales

Informes PNUD

A modo de conclusión

Bibliografía

Anexo: algunas líneas que ayudan a la interpretación de los informes del PNUD
1. Los organismos internacionales. Análisis y Crítica

2. PNUD Informe 2019

3. Pandemia COVID 19

Preguntas para el debate


Presentación

Alí Mustafá*

La vinculación del concepto de desarrollo humano con el de espacio cultural está presente, tácita o explícita-

mente, en todos los informes sobre Indicadores de desarrollo Humano (IDH) del PNUD. Esta variable central

en el desarrollo se ancla en los diferentes procesos socio políticos por la razón esencial que lo cultural es

constitutivo de lo humano y viceversa.

Así como el IDH se define por el ingreso per cápita, la expectativa de vida y el nivel o grado de alfabetización

de adultos/años de escolaridad, los datos duros que arroja la actividad cultural: producción de libros, produc-

ción cinematográfica, música, espectáculos, horas de exposición a programas de TV, venta de diarios, etcé-

tera, son indicadores objetivamente verificables que hablan del nivel cultural de un universo determinado, por

los tanto, debería considerarse ese indicador como parte de la ecuación del IDH.

El análisis de los resultados arrojados año tras año por el PNUD nos muestra que algunos países con igual

renta, se encuentran en diferente posición en el ranking del desarrollo humano. Esto habla a las claras que el

crecimiento, la acumulación de capital no está relacionada directamente con el nivel de vida. Es evidente que

lo cultural incide en la definición del índice.

La observación fue hecha en varias ocasiones y diferentes instancias por distintos organismos internaciona-

les (Convenio Andrés Bello, OEI, UNESCO) hasta que en 1999 el Mercosur tomó la idea y la comenzó a transi-

tar, profundizando la reflexión y acciones hasta la actualidad.

La globalización, muy presente en el avance de la tecnología, también, hace que ésta se torne inaccesible

para la mayoría de los habitantes del planeta. Cerca del 80 % de la población mundial no tiene acceso a los

bienes y servicios tecnológicos.

Si en un mapa de África iluminamos las zonas que poseen servicios de internet, telefonía y otros medios de

comunicación, veremos cómo brilla tenuemente en los grandes centros urbanos del norte del continente y en

la ribera del Atlántico, mientras que el resto del territorio está sumido en una oscuridad medieval. Si realiza-

mos el mismo experimento con un mapa de Europa, el brillo de todas las ciudades nos encandilaría. Las nue-
vas tecnologías de la información y la comunicación, como transmisoras de contenidos simbólicos y cultura-

les, ejercen una suerte de discriminación para la mayoría de los conglomerados humanos de los países

periféricos.

Otro aspecto es el que está relacionado con las nuevas reglas del comercio global desregularizado. En la Or-

ganización Mundial del Comercio, existen fuertes presiones para la liberalización del mercado de bienes y ser-

vicios culturales tratándolos del mismo modo que cualquier otra mercancía. Estas medidas obligan a poner

fin a las políticas de excepción cultural (cuotas de pantalla, subvenciones públicas a producciones de interés

nacional, etcétera) atentando fundamentalmente contra el desarrollo de las culturas locales o de las minorías

sociales sin soportes políticos ni económicos evidentes y discriminando a aquellas formas culturales que no

ofrezcan un mínimo de rentabilidad.

Un rasgo que también se destaca, tal vez como el de mayor importancia, es el de la hegemonía comunicativa

concentrada en oligopolios multimediáticos dueños de las señales transmisoras y productoras de contenidos.

Esta hegemonía, como tal, se encarga de coartar la posibilidad de expresión de las comunidades locales, im-

poniendo un pensamiento único, una cultura única.

A pesar de lo expuesto hasta aquí la globalización ofrece oportunidades para el campo político cultural. Las

reformas políticas y de descentralización encaradas en nuestra región han fortalecido a los municipios otor-

gándoles responsabilidades de bienestar social y desarrollo cultural de la ciudadanía relacionando estas fun-

ciones con la producción y la economía. La conjunción de estos factores ofrece innumerables posibilidades

de creación y producción estéticas de las que los mercados centrales son consumidores.
En ese mar, que comenzó a ser más turbulento luego de la caída del Muro de Berlín, vienen navegando las

conferencias internacionales de cultura, ofreciendo a través de distintos documentos de recomendaciones

una resistencia, un contrapeso a la situación descrita. Sólo algunos ejemplos nos permitirán ver la dimensión

que tiene la cultura en los organismos internacionales, sobre todo a la hora de gestionar proyectos de

cooperación.

Es importante contextualizar el desarrollo en la historia real de los hombres, como autores y actores de su

propio destino. Como creadores de su historia desde el accionar político y ciudadano, con el valor de pro-

greso social cuantitativo, cualitativo y por sobre todas las cosas, equitativo. De tal forma, el progreso social

apunta a la transformación de la calidad de vida, de igualdad para todos y sostenida en el tiempo.

Una de las herramientas que utilizan los Estados de renta baja para estos objetivos es la cooperación interna-

cional. Es por ello que en los últimos años se han multiplicado las voces por nuevos enfoques que permitan

más y mejores aportes para alcanzar las metas del desarrollo y la superación de la pobreza.

Conjugar estos aspectos (indicadores, cultura y cooperación) es tarea de una multiplicidad de actores diver-

sos con intereses comunes orientados a un mismo fin. No ha sido fácil lograrlo, tampoco lo es ahora, pero

desde aquí intentaremos una aproximación a diferentes propuestas.


La cuestión de la variable cultura en el IDH y el
Mercosur

La definición de cultura aceptada en la academia y legitimada en foros, congresos, y eventos culturales inter-

nacionales es: la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y

materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de

las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores,

las tradiciones y las creencias y que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la

que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A tra-

vés de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma concien-

cia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca in-

cansablemente nuevas significaciones y crea obras que lo trascienden.

Entonces, vemos cómo las manifestaciones sociales del desarrollo y sus tensiones las encontramos en la po-

lítica, la economía y el campo laboral, la educación y, fundamentalmente, en el campo de la cultura como ca-

talizadora y generadora de sentido.

Desde la Declaración de Principios de la Cooperación Cultural Internacional de la ONU donde en su artículo se-

gundo se señala que “las naciones se esforzarán por lograr el desarrollo paralelo y, en cuanto sea posible, simul-

táneo de la cultura en sus diversas esferas, el fin de conseguir un equilibrio armónico entre el progreso técnico y

la elevación intelectual y moral de la humanidad”, la cuestión cultural comienza a tener un papel diferenciado

en los foros políticos internacionales, fundamentalmente por su vinculación directa con la producción y la

economía.

Con la firma del Tratado de Asunción en 1991 que dio origen al Mercosur se comenzó a debatir en la región di-

ferentes alternativas de integración. “Se trata de construir nuevos contenidos de solvencia y elasticidad que

permitieran enfrentar el doble reto de asumir la globalización como un fenómeno decisivo en el ámbito de la

economía, la política y la cultura y agilizar las resoluciones sectoriales entre diversas economías de los paí-

ses implicados, con el fin de activar las dinámicas de desarrollo interno en un contexto de emergentes

desafíos (Ref: Globalización e Identidad Cultural. Bayardo, Rubens. Lacarrieu, Mónica. 1998. Ed. CICCUS)”.
El desarrollo, entendido como un camino donde intervienen factores con valor de progreso social, aspira a la

mejora de la calidad de vida del hombre. Desde una mirada economista, este proceso complejo, que pretende

darse de manera equitativa en un país o región, se orienta a ampliar los medios de producción y tecnológicos

haciéndolos más competitivos. Ello trae consigo, de alguna manera, una modernización que debe tener como

objetivo mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a través del fomento de la educación, la salud, la cultura

del trabajo, el acceso a las nuevas tecnologías, y la salvaguarda de los recursos naturales, entre otros facto-

res. En definitiva busca la felicidad de la humanidad en sintonía con sus costumbres, creencias, procesos polí-

ticos institucionales y culturales.

Amartya Sen, analiza al “desarrollo como un proceso de expansión de las libertades (Ref: Para A. Sen, la ex-

pansión de las libertades no solo enriquece nuestra vida y la libera de restricciones, sino que también nos per-

mite ser personas sociales más plenas, que ejercen su voluntad e interactúan e influyen en el mundo en que vi-

ven.) reales de que disfrutan los individuos, es el fin y el medio del desarrollo”. La privación de estas liberta-

des son las hambrunas, la desnutrición, carecer de asistencia sanitaria, de educación, empleo, de seguridad

económica y social, o negación de libertad política. Situaciones que, salvo en períodos de guerra o de posgue-

rra, para mí son injustificadas.

También, el premio Nobel de economía (1998) AmartyaSen, considerado el padre del desarrollo humano, for-

muló una pregunta simple: ¿igualdad de qué? Y la respondió sencillamente: de las cosas que nos importan para

construir el futuro al que aspiramos.

De este modo, el fin del desarrollo es ampliar las capacidades de las personas para llevar la vida que tienen y

en su carácter de agencia puedan actuar y generar cambios cuyos logros puedan juzgarse en función de sus

principios, valores y objetivos. Así, el fomento de las industrias culturales como factor de desarrollo econó-

mico y generadora de valores simbólicos es la cuestión central del desarrollo humano.

Con el regreso de las democracias en la región, las industrias culturales comenzaron a aumentar su peso en

los sectores económicos de cada país y favorecer los flujos de bienes culturales. La globalización de los ´90

amplió los espacios de creación y generación de nuevos sentidos siendo las industrias culturales uno de sus

principales canales. Esta situación ha obligado a los Estados a poner atención en la aplicación de políticas de

fomento y promoción del sector como así también en la legislación y la institucionalidad, dándole a ésta ma-

yor densidad política. La participación de diferentes actores, tanto individuales como colectivos, ha ubicado a
la Cultura en una nueva centralidad: “la cultura como derecho humano inalienable, variable de desarrollo e in-

dicador de calidad de vida (Patricio Rivas 2000), situada en un mundo constituido a partir de espacios geo-

culturales (Manuel Garretón)”.

Conceptos como estos impulsaron nuevos debates en la región en todos los ámbitos como las universidades,

los sindicatos, los estados municipales, las organizaciones sociales, ubicando a lo cultural como eje transver-

sal de las políticas institucionales.

En el plano supranacional como por ejemplo el Mercosur, en la reunión de julio de 1999 realizada en Asunción,

Paraguay, los Ministros de Cultura, reafirmaron su complacencia por la creciente internalización por parte del

colectivo social y de los organismos internacionales en ponderar a la cultura como un agente de integración y

eje para el desarrollo armónico y sustentable (Ref: Mercosur/RMC/ Acta Nº 1/99.). Este, se puede decir, fue

el inicio formal para que en las sucesivas reuniones se aborde la Cultura como uno de los ejes del desarrollo

sustentable y que integre esta premisa a los programas de desarrollo económico y social.

Si hacemos un recorrido por los temas centrales de los informes de desarrollo humano podemos ver que en la

mayoría de ellos, en mayor o menor medida, lo cultural los atraviesa desde sus diferentes dimensiones como:

participación de la gente (1993), Igualdad entre Géneros (1995), Globalización con Rostro Humano (1999),

Derechos Humanos (2000), Los objetivos del Milenio: un pacto entre las naciones para eliminar la pobreza

(2003) y Libertad Cultural en el mundo diverso de hoy (2004), entre otros. En este último informe que men-

ciono dice que la dimensión cultural del desarrollo amerita cuidadosa atención por tres razones: En primer lugar

porque la Libertad Cultural es una dimensión importante de la libertad humana, pues resulta decisiva para que la

gente viva de acuerdo según sus preferencias y tenga la oportunidad de recoger las opciones a su disposición… o

aquellas que podrían estarlo. Promover la libertad cultural es un aspecto primordial del desarrollo humano y

exige trascender las oportunidades sociales, políticas y económicas, ya que estas, por si solas, no garantizan la

libertad cultural. En segundo lugar , si bien el debate de los últimos años en torno a la cultura y la civilización ha

sido intenso, se ha concentrado más en el reconocimiento –incluso la apología- del conservatismo cultural que

en la libertad cultural propiamente tal. El enfoque del desarrollo humano puede contribuir a la clarificación de la

importancia de la libertad humana en las esferas culturales (…) El aspecto medular no es la importancia de la

cultura tradicional, sino la relevancia trascendental de las libertades y opciones culturales. En tercer lugar, (…) la

libertad cultural no está circunscripta al ámbito cultural, sino que afecta también los éxitos y fracasos en el ám-

bito social, político y económico. Ni siquiera la pobreza, un concepto fundamentalmente económico, puede en-

tenderse a cabalidad sin incorporar consideraciones culturales en el análisis.


El desarrollo humano también debe tener en cuanta la salvaguarda de los recursos naturales desplegando los

medios de producción adecuados. En el caso de los recursos naturales vemos que, según los caprichos de la

geografía y las conquistas históricas de territorios, estos no están distribuidos de forma equitativa. “Lo que

diferencia a los países desarrollados de los subdesarrollados, señala el premio Noble de Economía Paul Sa-

muelsohn, es como los hacen rendir (a los recursos naturales) productivamente (Ref: Economía. Samuelsohn,

Paul, Nordhaus, William. Fundación Tzedaka.)”.

El rendimiento eficaz (siempre en defensa del ecosistema frente a la explotación desmedida) representa un

buen indicador para evaluar el nivel de crecimiento económico. La caracterización del desarrollo a través del

crecimiento económico es definida por Amartya Sen como la noción opulenta del desarrollo. De este modo,

explica Sen que la pobreza debe concebirse como la privación de las capacidades básicas y no meramente

como la falta de ingresos, que es el criterio más habitual. No rechaza la idea que la falta de renta sea una de

las principales causas de la pobreza, sino dice que no alcanza para explicarla. Sin embargo, en este plano

creo que se deben generar las condiciones de ahorro para reinvertir en la aplicación de nuevas tecnologías

para que puedan competir en un plano de igualdad.

Cuando hablamos de explotación de recursos obviamente tenemos que referirnos al trabajo. Para Samuel-

sohn las manos de los trabajadores son iguales en todo el mundo pero los trabajadores de los países avanza-

dos son mucho más productivos debido a que hacen una mejor utilización de la tecnología. O mejor aún,

cuentan con el uso de la tecnología y es la tecnología uno de los factores más claros para las políticas de

desarrollo, porque ésta ya no haría falta crearla (aunque crearla significaría no depender) sino adquirirla, em-

pezar a utilizarla con el capital humano capacitado (Ref: Economía. Samuelsohn, Paul, Nordhaus, William. Fun-

dación Tzedaka.).

Las capacidades y la renta están relacionadas en un doble sentido. La renta es un importante medio para au-

mentar las capacidades y este aumento de capacidades de la persona tiende a hacerlo más productivo y a

permitirle percibir una renta más alta (A. Sen). Este análisis del deber ser, lucha cuerpo a cuerpo contra la

realidad de las economías liberales que no siempre, por no decir nunca, respetan la ecuación: a mayor capaci-

dades más posibilidades de percibir más renta.

No haber tenido en cuenta la capacitación previa, el avance tecnológico y la imposición de la tecnología junto

con el cambio estructural de los sistemas de producción trajo aparejada en nuestra región la exclusión de am-

plios sectores del trabajo modificando las composiciones sociales de las diferentes comunidades, y modifi-

cando también las pautas y relaciones culturales generando en consecuencia la ruptura de los lazos sociales.
El Desarrollo Humano también significa el fortalecimiento de determinadas capacidades relacionadas con su

uso en el campo de lo político social, cultural y el económico. En una mirada integral de la vida asociada a lo

comunitario.

Por otra parte, en paralelo con otras concepciones y miradas, el Desarrollo Humano está relacionado, desde lo

cultural, a la libertad de poder vivir como nos gustaría hacerlo atendiendo las necesidades corporales, las

oportunidades habilitadoras en el plano de lo educativo y las libertades sociales de participar en la vida de la

comunidad, en las decisiones políticas y en el desarrollo creativo y artístico. Por lo tanto, el Desarrollo Hu-

mano es mucho más que el crecimiento económico porque está asociado a la posibilidad de que todos los in-

dividuos sean sujetos y beneficiarios de éste.


La cuestión de los indicadores de desarrollo
humano. Crítica

La consideración de lo cultural en el IDH nos obliga a reflexionar acerca de los otros indicadores que integran

el índice y de qué manera la construcción de ellos responde a necesidades del orden político económico.

EL IDH es un indicador del desarrollo humano elaborado por las Naciones Unidas para medir el progreso de

un país. A diferencia de los indicadores anteriores, que medían el desarrollo económico de un país, el IDH

analiza la salud, la educación e ingresos.

Salud (esperanza de vida al nacer): La esperanza de vida al nacer se mide en el IDH utilizando un valor mí-

nimo de 20 años y un valor máximo de 83.57. De forma que, por ejemplo, el componente de longevidad para

un país cuya esperanza de vida al nacer sea de 55 años vendrá a ser de 0,551. Educación: Se mide a través de

los años de escolarización para adultos y los años de escolarización previstos para niños y niñas en edad es-

colar -18 años máximo, 0 mínimo-. El componente de riqueza (o estandares de vida digna) se mide a través

del INB per cápita en lugar del PIB per cápita como se hacía anteriormente. Los límites mínimo y máximo son

107$ y 87,478$.

VALOR REAL – VALOR MÍNIMO

________________________________

VALOR MÁXIMO – VALOR

MÍNIMO

El índice de Desarrollo Humano sintetiza con una misma importancia los indicadores de salud, educación y ni-

vel de vida. Tiende a reducir en un valor cuantificable y mensurable el conocimiento que se tiene del bienestar.

Este valor difícilmente nos refleje de manera exhaustiva la realidad de un territorio. Mientras que los indica-

dores compuestos, que reducen a un sólo valor las dimensiones del desarrollo, también presentan dificulta-

des de diferente índole y origen. Por ejemplo, los datos empíricos referentes a la distribución del ingreso per

cápita no analizan y/o diagnostican el nivel real de la desigualdad.


Sin embargo, esta cuantificación, metodológicamente sencilla de realizar, expresada en indicadores de refe-

rencia del Desarrollo Humano Global permite la elaboración de programas de cooperación y otras políticas a

nivel nacional o regional, sostenibles y efectivos en cada una de las dimensiones (salud, educación y nivel de

vida).

Dentro del proceso globalizador de la economía, una dimensión, que desde unos años atrás se esta teniendo

en cuenta, es la dimensión de lo cultural. Especialmente la diversidad cultural y la escala de valores de cada

pueblo, nación o país como un factor preponderante en la articulación de las políticas económicas y sociales.

Las reformas políticas realizadas a fin del siglo pasado en la región han tenido en cuenta esa realidad dán-

dole un mayor protagonismo a las prioridades regionales, nacionales y locales. Uno de los casos, por ejemplo,

es el papel relevante que hoy tiene en la letra de la Constitución Nacional la administración municipal en el

contexto del desarrollo local.

La comparación y aplicación de los indicadores compuestos en la elaboración de estrategias para la mejora

del Desarrollo Humano deberá, entonces, tener la capacidad de interpretar mejor los valores de las distintas

realidades culturales.

Entiendo que los indicadores compuestos de Desarrollo Humano presentan una dificultad sustancial para

efectuar cualquier análisis comparativo entre los índices de las dimensiones de países de un continente con

otros países de distintos grupos de renta y de Desarrollo Humano. Sin embargo, cuando abordamos estos es-

tudios, la ponderación de las diferentes dimensiones que componen el Índice de Desarrollo Humano atenta

particularmente contra los propios índices. ¿De qué manera? Tomemos un ejemplo de todos los que ofrecen

los informes PNUD sobre Desarrollo Humano: Sudáfrica y Mozambique son países vecinos pero con un desa-

rrollo humano diferente y esto se debe a varios motivos de índole política, económico social e histórica que,

el desglose y análisis de ellos, puede ser motivo de otro trabajo. En este caso la comparación es sobre los

cuadros que presento. En el primer gráfico, la evolución del DH entre ambos de 2005 a 2012 ha mantenido una

brecha de 0,3 similar a la que se presentaba en la década de los 80. Fue en 1990, en el momento de auge de

las políticas neoliberales globalizadas que la franja entre los dos países se ensanchó a 0,4.

En el cuadro 2 se aprecia como el indicador de salud es en Sudáfrica de 0,525 y en Mozambique de 0,485.

Aquí la brecha es mínima lo que habla de una política sanitaria en Mozambique más intensa similar a la

sudafricana.
Cada región tiene su particularidad a la hora de definir acciones políticas o, por ejemplo, de cooperación al

desarrollo. En el caso de África sub sahariana la salud será la más importante de todas las dimensiones del

Desarrollo Humano, ya que a través de la mejora de la calidad sanitaria, se verían reducidos los índices de

mortalidad infantil y morbilidad. En mi opinión, sólo con un buen programa de salud (en una primera etapa)
que incluya alimentación adecuada para un crecimiento sano, un programa amplio de inmunización y la infor-

mación necesaria, desde el útero hasta la primera infancia se podrán establecer las bases para pensar una

mejora en la educación.

La aplicación de estos programas, también y por sobre todo, deben tener en cuenta los aspectos culturales de

la comunidad beneficiaria de los programas. Sus formas de producir, trabajar, administrar los recursos, sus

creencias, mitos y tradiciones juegan un papel fundamental en la apropiación y puesta en marcha de las dis-

tintas formas de intervenir con diferentes planes y programas.

El ejemplo del caso cubano, es paradigmático porque deja entrever que, un país con graves dificultades eco-

nómicas, bloqueado desde hace varias décadas, con recursos naturales limitados, asumió compromisos polí-

ticos efectivos para invertir en Desarrollo Humano y revertir la situación desfavorable previa a la revolución.

“Ha sido pionera en la lucha contra muchas epidemias que pueden ser mortales como es el caso de la pri-

mera vacuna eficaz contra la meningitis B que afecta a 500 mil personas cada año a nivel mundial”.

Es cierto que no es posible conocer el bienestar de un país con sólo medir la renta per capita, porque la distri-

bución de la misma es desigual. Este es un problema que enfrentan las políticas económicas. Por tal motivo,

cada vez que se necesita hacer una buena medición del desarrollo se deben tomar en cuenta varias

dimensiones.

Los ejemplos son innumerables y la comparación de las dimensiones nos demuestra que el nivel de desarrollo

humano está íntimamente relacionado con variables de tipo cultural, explotación de recursos, distribución de

la renta y, sobre todo, el mayor condicionante que es la decisión y el compromiso político de invertir en pro-

yectos que apunten al progreso, el bienestar humano, en una valoración de la vida.


Lo que en definitiva muestra el índice es que, las leyes de la acumulación del capital producen una polariza-

ción, una asimetría entre centros y periferia tanto en el nivel internacional como en el nacional.

Países Puesto índice Esperanza Alfabetización adultos (%) PIB per cápita en $ USA

2005/2012 de vida (años)

Argentina 34-45 74,5 - 76,1 97,2/98,9 12106 - 15347

Chile 37-40 77,9 - 79,3 95,7/ 97,8 10274 - 14987

Brasil 63-85 70,5 - 73,8 88,4/90 7790 - 10152

Uruguay 46-51 75,4 - 77,2 97,7/97,9 8280 - 13333

Venezuela 75-71 72,9 - 74,6 93/93,2 4919 - 11475

Bolivia 113-108 64,1 - 66,9 86,5/95,8 2587 - 4444


Paraguay 88-111 71 - 72,7 91,6/94,6 4648 - 4497

Existe una tendencia histórica que marcha a la desigualdad, al empobrecimiento de la periferia y a la concen-

tración de capital en los países centrales. A pesar de los esfuerzos que significa la realización de los estudios

sobre desarrollo humano, los programas de ayuda al desarrollo y cualquier otra iniciativa, no puede revertir

esa tendencia. Esto tiene que llamar a la reflexión para rever lospro y los contra del tipo de medición que se

hace y de qué manera ésta incide en la elaboración de los programas de ayuda.

El índice es una herramienta que tiene por finalidad medir el bienestar en un determinado momento como una fo-

tografía instantánea. Sin embargo, la realidad de estos últimos años se tornó sumamente dinámica y las socieda-

des exigen hoy nuevas formas de bienestar por lo que se podría agregar – tal vez entre alguna otra – la “dimen-

sión cultural del desarrollo”. Me refiero al acceso y consumo de bienes y servicios culturales, turismo, recreación

y ocio.
La Cooperación como instrumento de desarrollo
cultural

El Estado Nación durante décadas ha tenido en un papel central como único motor del desarrollo y sujeto re-

ceptor de cooperación. Sólo a través del Estado se definían esas políticas, mientras que las personas apare-

cían como meros instrumentos para el logro del desarrollo nacional y desde sus estructuras, el Estado, enca-

raba los proyectos de cooperación. Las reformas políticas de la década de los 90 alejaron al Estado de su pa-

pel de benefactor y ese espacio fue siendo ocupado rápidamente por las organizaciones de la sociedad civil.

La lógica del Estado como marco natural del desarrollo en los últimos años fue sometida a un amplio debate

desde distintos ámbitos de la cooperación internacional y paulatinamente fue cambiando el concepto, al igual

que el concepto de desarrollo también fue evolucionando en la medida que se imponía la lógica del mercado

con el avance de la globalización. Hoy ya no es el Estado quien a través de su desarrollo beneficia a las perso-

nas. La mala distribución de los recursos y la riqueza así lo demuestran. Esta realidad, observable a simple

vista, nos debe alertar y permitir un análisis crítico de las estrategias de cooperación. Desde mediados de los

años 80 con la aparición de innumerables agencias de cooperación radicadas en los países centrales se han

volcado volúmenes incalculables de recursos económicos, financieros y técnicos para programas de reduc-

ción de la pobreza, desarrollo educativo y cultural, salud y obras de infraestructura en países periféricos. Sin

embargo, la brecha entre países ricos y pobres ha aumentado y en los planes de erradicación de la pobreza se

avanzó muy poco.

Si observamos la evolución de los objetivos de ayuda económica externa desde el Plan Marshall (1947) a la

actualidad vemos cómo han ido variando de acuerdo con el contexto internacional. Por citar algunos ejem-

plos, primero, la recuperación económica de la Europa de posguerra, luego durante la Guerra Fría los flujos fi-

nancieros fueron destinados a las zonas de influencia o países satélites de las superpotencias (URSS y USA).

En la década del 50, durante el proceso de descolonización, la ayuda se extendió a los países del Tercer

Mundo al amparo de acuerdos que vinculaban la ayuda y seguridad nacional del donante. Con la revolución

Sandinista en Nicaragua en 1979 y el temor de que el comunismo se expandiera en la región, EEUU lanzó un

vasto programa de ayuda económica y preferencias comerciales por América Central y El Caribe. También, el

control de la guerra y la paz en Medio Oriente, significó una ayuda para Israel y Egipto después de la firma del

tratado de Camp David en 1979 de 5 mil millones de dólares anuales y se ha mantenido invariable a pesar del
drástico recorte de ayuda que decidió EEUU en los noventa. Hoy, después de la caída de las Torres Gemelas,

los objetivos prioritarios de la ayuda están destinados a la lucha contra el terrorismo, la lucha contra el narco-

tráfico y el desarrollo de políticas migratorias.

De estos ejemplos deducimos que tanto el problema de la pobreza como otros, no impacta solamente en los

países periféricos sino también en los desarrollados afectando a todo el planeta en conjunto. El deterioro del

medio ambiente (responsabilidad de los países centrales), los desequilibrios demográficos, las epidemias, las

presiones migratorias, los refugiados por problemas políticos, guerras y hambrunas son algunos de los tantos

males que en el concierto de las naciones se deben resolver.

Luego de esta cronología apreciamos que la ayuda y cooperación al desarrollo tiene el desafío de actuar en

un mundo desigual, interdependiente, integrado, diverso culturalmente, con nuevos actores sociales (género,

niñez, minorías, pueblos originarios) con derechos.

Entonces, como podemos advertir, los cambios que se producen en las relaciones internacionales ponen el

sistema de Cooperación en tensión marcada, en principio, por las agendas políticas de los donantes.

En este terreno la dimensión de lo cultural ha conseguido paulatinamente un espacio que fue tomando impor-

tancia en las políticas nacionales y en las internacionales impulsadas por distintos organismos.
La Cultura en conferencias, reuniones, foros y redes
internacionales

La globalización que se visualiza y se hace presente en el avance de la tecnología hace que ésta se torne

inaccesible para la mayoría de los habitantes del planeta. Cerca del 80 % de la población mundial no tiene ac-

ceso a los bienes y servicios tecnológicos.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, como transmisoras de contenidos simbólicos y

culturales, ejercen una suerte de discriminación para la mayoría de los conglomerados humanos de los países

periféricos.

Otro aspecto está relacionado con las nuevas reglas del comercio global desregularizado. En la Organización

Mundial del Comercio, subsisten presiones para la liberalización del mercado de bienes y servicios culturales

tratándolos del mismo modo que cualquier otra mercancía. Estas medidas, aprobadas de manera absoluta-

mente antidemocráticas, obligan a poner fin a las políticas de excepción cultural (cuotas de pantalla, subven-

ciones públicas a producciones de interés nacional, etcétera) atentando fundamentalmente contra el desarro-

llo de las culturas locales o de las minorías sociales sin soportes políticos ni económicos evidentes y discri-

minando a aquellas formas culturales que no ofrezcan un mínimo de rentabilidad.

La UNESCO tiene entre sus objetivos fundacionales la promoción, por medio de las relaciones educativas,

científicas y culturales de los pueblos del mundo, los objetivos de paz internacional y bienestar común, siendo

una de las características principales la protección del patrimonio cultural devastado por las guerras del siglo

XX.

Como estrategia en el estudio Unidad y Diversidad de las Culturas, realizado en la década del 50, se aborda-

ban el análisis de las relaciones entre diferentes culturas del mundo como así también se desarrollaba una si-

nopsis de los valores culturales de Oriente y Occidente.

La década del 60, que estuvo caracterizada por el proceso de descolonización, tenía al modelo de desarrollo

como una amenaza para la diversidad cultural. Los pueblos que defendían su determinación y reciente sobe-

ranía política tomaron conciencia de sus propios modos de vida y costumbres reivindicando su derecho a con-

tribuir a la modernidad con sus propios valores y tradiciones.


Vale recordar que para entonces (décadas del 50 y 60) la ayuda para el desarrollo se extendió a los países del

Tercer Mundo al amparo de una legislación que vinculaba la ayuda con la seguridad del donante. Las asisten-

cias económicas y militares iban destinadas a Asia y a América Latina, ambas regiones sumidas en procesos

revolucionarios.

Así, en 1966, la Conferencia general de la UNESCO aprobó la Declaración Solemne sobre los Principios de la

Cooperación Cultural Internacional, cuyo Artículo 1 dice que "toda cultura tiene una dignidad y un valor que

deben ser respetados y protegidos" y que "todo pueblo tiene el derecho y el deber de desarrollar su cultura".

En los años setenta, los organismos de cooperación comienzan a asumir el compromiso de integrar las políti-

cas culturales en las estrategias de desarrollo y la cultura va conformándose entonces, no ya como una di-

mensión accesoria al Desarrollo Humano, sino como parte intrínseca de la sociedad y a integrar el concepto

de Desarrollo Humano a los Planes de Desarrollo. Para A. Sen una vez que pasamos del concepto puramente

instrumental de la cultura y le asignamos un papel constructivo y creativo, debemos concebir el desarrollo en

términos también del desarrollo cultural.

Hasta aquí quedaban consolidadas las bases para impulsar una serie de conferencias intergubernamentales

que convertían a la cultura en un tema de agenda internacional y para la elaboración de políticas públicas.

En 1970, en Venecia, la UNESCO también llevó adelante la Conferencia Intergubernamental sobre los Aspec-

tos Institucionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales. René Maheu, entonces Director

General de la UNESCO, declaró al mundo lo siguiente: "El hombre es el medio y el fin del desarrollo; no es la

idea abstracta y unidimensional del Homo Economicus, sino una realidad viviente, una persona humana, en la

infinita variedad de sus necesidades, sus posibilidades y sus aspiraciones…Por consiguiente, el centro de gra-

vedad del concepto de desarrollo se ha desplazado de lo económico a lo social, y hemos llegado a un punto

en que esta mutación empieza a abordar lo cultural". Entonces, en Venecia se planteó y discutió la noción de

"desarrollo cultural" y de la "dimensión cultural del desarrollo" y se expuso por primera vez sobre las relacio-

nes entre la cultura, sus políticas nacionales y las implicaciones del modelo de desarrollo.

Siguiendo las indicaciones de Venecia, comenzaron una serie de reuniones regionales que tuvieron la finali-

dad de poner en discusión de qué manera las políticas culturales podrían integrarse a las estrategias de desa-

rrollo. Estas fueron: la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en Europa (Helsinki, Fin-

landia, 1972), la Conferencia Intergubernamental sobre las Políticas Culturales en América Latina y el Caribe

(Bogotá, Colombia, 1978), y la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (MONDIACULT) celebrada en
México en 1982 donde se aprobó la definición de cultura y se afirmó que sólo puede asegurarse un desarrollo

equilibrado mediante la integración de los factores culturales en las estrategias para alcanzarlo. Se plantea-

ron cuatro objetivos: 1- reconocer la dimensión cultural del desarrollo, 2- afirmar y enriquecer las identidades

culturales, 3 – aumentar la participación en la vida cultural y 4- fomentar la cooperación cultural internacional.

La década de los 90 se inicia con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desa-

rrollo (Cumbre Mundial de la CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro. Significó una bisagra en el modo de en-

tender el medio ambiente y el desarrollo. Allí los líderes mundiales adoptaron el Programa 21, un plan para al-

canzar el desarrollo sustentable en el siglo XXI integral a niveles local, nacional y mundial. Por su parte la

UNESCO inicia el proceso que denomina Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997), durante el

cual se movilizó a la comunidad internacional retomando los objetivos propuestos en MONDIACULT. Se im-

pulsó la creación de nuevas redes que prestaron a los gobiernos asesoramiento en materia de políticas y re-

forzaron las capacidades endógenas de la administración cultural.

Productos del Decenio Mundial son el proyecto especial Colegio Africano Itinerante para la Cultura y el Desa-

rrollo y el Informe Mundial de Cultura y Desarrollo: "Nuestra Diversidad Creativa", publicado en 1997 que plan-

tea entre otros temas que un desarrollo disociado de su contexto humano y cultural es un crecimiento sin

alma y que la cultura, por importante que sea como instrumento del desarrollo, no puede ser relegada a una

función subsidiaria de simple promotora del crecimiento económico.

Hoy, el documento que está presente en las agendas culturales de todos los países de la región es la Conven-

ción sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO ratificada

en París en el año 2005. Hace especial hincapié en el binomio Cultura y el Desarrollo y reafirma que la diversi-

dad cultural crea un mundo rico y variado que acrecienta la gama de posibilidades, nutre las capacidades y

los valores humanos y que por tanto constituye, uno de los principales motores del desarrollo sustentable de

las comunidades, los pueblos y las naciones. La declaración se propone avanzar hacia un marco normativo in-

ternacional para la elaboración de las políticas culturales nacionales; por tal motivo, requiere de la aprobación

de los parlamentos. El objetivo es el de dar estatus de patrimonio común de la humanidad a las identidades

culturales particulares en la que ella se sustenta, como factores del desarrollo frente a las amenazas del pro-

ceso de globalización.

Otro documento que está en vigencia es "La Agenda 21, un compromiso de las ciudades y los gobiernos loca-

les para el desarrollo cultural". La Agenda 21 nació como propuesta del Ayuntamiento de Barcelona y la ciu-

dad de Porto Alegre y recibió el apoyo de más de cien ciudades en distintas reuniones y foros. También es
una herramienta fundamental para pensar las ciudades, reflexionar acerca de lo local para actuar en lo global.

Entre sus postulados y recomendaciones reconocen que los derechos culturales forman parte indisociable de

los derechos humanos y toman como referencia la declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948,

el Pacto Internacional Relativo a los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 y la Declaración de

la UNESCO sobre Diversidad Cultural de 2001.

Por último, es dable señalar la Carta Cultural Iberoamericana adoptada por la XVI Cumbre Iberoamericana de

Jefes de Estado y de Gobierno aprobada en Montevideo, en 2006, en la que se sientan las bases para la es-

tructuración del espacio cultural iberoamericano y para la promoción de una posición más fuerte y protago-

nista de la Comunidad Iberoamericana ante el resto del mundo en uno de sus recursos más valiosos que es

su riqueza cultural.

Por las tensiones expuestas entre mercados, diversidad, propuestas de desarrollo humano, la situación se

presenta difícil de abordar con respuestas urgentes y unilaterales, por lo que se deberían articular soluciones

integrales y eficaces. Los países centrales donantes deben responder de manera humanitaria, encarar una

cooperación amplia, con todas las letras que no signifique más dependencia y que contribuya fundamental-

mente a la lucha contra la pobreza y al respeto por la diversidad cultural de los pueblos a partir de un compro-

miso legitimado por acuerdos y consensos.


Informes PNUD

Cuatro informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) refieren a El Ascenso del Sur:

progreso humano en un mundo diverso (2013); Sostener el progreso Humano: reducir vulnerabilidades y construir

resiliencia (2014); Trabajo al servicio del desarrolla humano (2015), y Progreso multidimensional: bienestar más

allá del ingreso (2016).

En El Ascenso del Sur analiza el acelerado progreso alcanzado en muchos de los países en desarrollo sobre

todo América Latina y de la región Asia Pacífico y como estos han desafiado la formulación de las políticas de

las instituciones y organismos internacionales surgidos luego de la Segunda Guerra Mundial. Estas posicio-

nes obligaron a marcos de trabajo basados en principios de democracias participativas, igualdad y ampliación

de derechos.

Los resultados de este análisis que demostraron que las personas en la mayor parte de los países han mejo-

rado sus niveles de desarrollo humano (acceso a las nuevas tecnologías, a la educación y crecimiento en sus

ingresos) impactaron en el informe de 2014. Sin embargo, esos logros dice el informe “pueden verse rápida-

mente socavados por un desastre natural o una recesión económica. Los robos y agresiones pueden empo-

brecer a las personas desde el punto de vista físico y psicológico. La corrupción y las instituciones estatales

poco efectivas pueden dejar sin recursos a aquellos que necesitan asistencia”. El encomillado es un llamado

de atención que nos moviliza a pensar y analizar qué papel cumplieron los medios hegemónicos de comunica-

ción respecto a la creación de esas sensaciones o aseveraciones.

Planteado el tema del progreso humano el PNUD en 2015 analiza el trabajo como aspecto esencial de ese

proceso fundamentalmente como articulador natural entre la economía y la sociedad. Analizan la proporción

de trabajadores que contribuyen al desarrollo y los trabajos que lo entorpecen. Destaca que la calidad del tra-

bajo es una dimensión importante, pero problemas como la discriminación y la violencia impiden que se for-

men vínculos positivos que jerarquicen al trabajador. El informe sostiene acertadamente que algunos tipos de

trabajos socavan gravemente el desarrollo humano, como el trabajo infantil, el trabajo forzoso y el que reali-

zan los trabajadores víctimas de la trata, todos los cuales constituyen graves violaciones de los derechos hu-

manos. En muchos casos, las personas que trabajan en condiciones peligrosas se enfrentan a graves riesgos

de abuso, inseguridad y pérdida de libertad y autonomía.


Frente al golpe político que se dio en Brasil contra Dilma Rouseff, el giro a la derecha y las políticas de ajuste

en Argentina, la crisis socioeconómica venezolana y el enfriamiento económico a nivel regional por mencionar

algunas realidades, el informe Regional para América Latina y El Caribe de este año (2016), exhorta a “prote-

ger los logros alcanzados, lo cual incluye prevenir la caída en la pobreza de millones de habitantes; por otro

lado, impulsar políticas y estrategias inclusivas e integrales adaptadas a poblaciones que sufren de discrimi-

naciones y exclusiones históricas” y ratifica que el progreso multidimensional como un espacio de desarrollo

con límites normativos: “nada que disminuya los derechos de las personas y las comunidades, ni nada que

amenace la sostenibilidad ambiental del planeta, puede considerarse progreso”.

En todos estos informes la cuestión cultural aparece velada, pero en el desglose de cada uno de ellos la pre-

sencia de la cultura es clara porque el desarrollo sostenible acuñado en la cumbre de Rio de 1992 es indivisi-

ble del desarrollo cultural. No se puede entender uno sin el otro. Así como el campo de la cultura es amplio y

con fronteras difusas al vincularlo al desarrollo humano sostenible hace que las complejidades que lo habitan

sean mayores.

El crecimiento económico acelerado en el marco de las políticas neoliberales donde las regulaciones del Es-

tado quedan limitadas es la variable que atenta contra el binomio cultura y desarrollo, porque implica ajustes

que desintegran los lazos sociales y arrastran con toda reivindicación cultural local al imponer el predominio

de las industrias culturales que las homogeneizan y licuan.

La modificación del concepto de desarrollo fue parte de las luchas por el sentido y la producción de lo simbó-

lico. En el período de pos guerra la idea de desarrollo estaba ligada al desarrollo economicista. En los 80 el

concepto de desarrollo humano va permeando principalmente en las políticas públicas, y desde el Documento

surgido de la Conferencia Intergubernamental de Políticas Culturales de Estocolmo (1998) se reconocen los

siguientes principios: el desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí; uno de

los fines principales del desarrollo humano es la prosperidad social y cultural del individuo; dado que el ac-

ceso y la participación en la vida cultural, son un derecho inherente de las personas de toda comunidad, y que

los Gobiernos están obligados a crear las condiciones necesarias para el pleno goce de este derecho de con-

formidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; entre otros.

En el avance de los Derechos Humanos llamados de tercera generación el desarrollo es justificable si se con-

sidera que es sostenible social, cultural y ambientalmente. Ello también implica un reconocimiento y respeto

por las minorías étnicas, las cuestiones de género, niñez, adultos mayores como los sectores sociales más
vulnerables de la sociedad. En el ámbito de la cooperación al desarrollo estos grupos son tenidos en cuenta y

participan en la construcción de proyectos colectivos.

La dimensión cultural de los derechos humanos tiñe, como el grano de café al agua, todas las políticas públi-

cas, siendo transversal fundamentalmente en por ejemplo políticas de salud, desarrollo social, agricultura fa-

miliar y educación. En todos estos casos el componente cultural no deberá ser tratado como un factor más de

desarrollo sino como el fin último. Por este motivo en los proyectos de desarrollo la participación pública es

importante en tanto sea garante de que el proceso no afecte la cultura de los sujetos colectivos de derecho.

En este sentido es importante señalar prioridades a la hora de organizar una acción de desarrollo que tenga

como eje y finalidad última lo cultural.

El principal motor en términos economicistas de la cultura son sus industrias centrales como la del disco, del

libro y del cine y todas sus conexas. Diferentes observatorios y laboratorios miden el impacto y aporte en el

PBI de las economías nacionales. Sin embargo, este crecimiento mayor o menor debe ser acompañado por

otras políticas que faciliten el acceso al uso de sus productos. La producción de discos, libros y películas se

debe acompañar con oportunidades de acceso y disfrute de ellas. Son las industrias culturales las que deben

garantizar que las culturas se expresen desde sus propios contextos. Tal vez haya que volver a hacer hincapié

en que toda política de desarrollo sea articulada sensiblemente a la/s cultura/s, generando canales que en-

tiendan el desarrollo como un medio y no un fin en sí mismo. La lucha es indudablemente entre una posición

de concentración económica que privilegia la renta y otra que apuesta a la construcción de parámetros de

desarrollo desde la diversidad cultural.

El sector cultural acusa una experiencia de apenas un par de décadas en influenciar en las políticas de desa-

rrollo y en actuar como grupo de presión frente a las estructuras de la economía. Hay muy pocos indicadores

para evaluar y medir el impacto de las políticas culturales. Respecto a esta cuestión el informe Un objetivo

“CULTURA” en la agenda de desarrollo Post-2015 lista un conjunto de temas que pueden reflejarse como

objetivos.

METAS E INDICADORES

1. Integrar la cultura en todas las políticas y programas de desarrollo.


La dimensión cultural debería integrarse sistemáticamente, como motor y como medio, en las definiciones del

desarrollo sostenible y el bienestar, así como en la concepción, en la medición y en la práctica misma de las

políticas y programas de desarrollo como la educación, la comunicación, el medio ambiente, la economía, la

justicia, el comercio, el estado de derecho, etc. Esto requerirá mecanismos de coordinación institucional efec-

tiva a escala mundial, nacional y local, el desarrollo de marcos estadísticos globales con metas e indicadores

apropiados, la implementación de análisis basados en datos empíricos y la capacitación en todos los niveles.

2. Garantizar el acceso y la participación cultural para todos, mediante la elaboración de políticas y marcos legales específi-

cos, especialmente para pueblos indígenas, minorías, mujeres y jóvenes.

Garantizar el acceso a los bienes y servicios culturales, y al patrimonio material e inmaterial, así como la libre

circulación de artistas, profesionales de la cultura y obras de arte; la participación en la vida cultural, así

como la libertad de expresión artística y la ausencia de censura son fundamentales para forjar sociedades in-

clusivas e igualitarias. El acceso a los recursos culturales, la participación activa en la vida cultural y el inter-

cambio son procesos cruciales en las vidas de los pueblos y las comunidades, y refuerzan sus capacidades

para el desarrollo.

3. Multiplicar por x% el número de programas culturales, artísticos y creativos en las políticas educativas.

El desarrollo cultural y la educación están fuertemente vinculados. El Decenio de las Naciones Unidas de la

Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014) ha demostrado que integrar las perspectivas de diversi-

dad cultural y diálogo intercultural en los sistemas de aprendizaje y educación permite el desarrollo del ta-

lento y fomenta el pensamiento crítico y creativo. Cuando se integra en estrategias educativas, las iniciativas

culturales que reconocen la diversidad dentro de un enfoque basado en los derechos humanos tienen un pa-

pel importante en la construcción de la confianza y la comprensión mutua entre comunidades

multiculturales.

4. Multiplicar por x% el número de ciudadanos que participan activamente en actividades culturales.

Fomentar la participación cultural es necesario en la medida que contribuye a promover la ciudadanía activa.

Como los ciudadanos son portadores y actores culturales, la participación activa en prácticas culturales es

una forma importante de empoderamiento y de reapropiación ciudadana de los recursos culturales, y un fac-

tor esencial para la transmisión, la creación y la evolución dinámica de estos recursos específicos para el
desarrollo. Habría que dar pasos hacia el acceso igualitario a los recursos y a las actividades culturales, y ha-

cia el aumento de oportunidades para reconocer su patrimonio propio y el de los otros y aprender de ellos, así

como para desarrollar los conocimientos creativos propios y participar en las prácticas culturales individuales

y colectivas.

5. Dedicar un mínimo de un 1% del presupuesto nacional al sector cultural.

Junto con el apoyo necesario a los estudios e investigación científicos existe la necesidad de apoyar la crea-

ción, producción y difusión cultural en toda su diversidad, así como de garantizar la protección y transmisión

de la diversidad cultural. También existe la necesidad de proteger y apoyar la especificidad cultural de los pro-

ductos locales y de promocionar la concienciación, la protección, la transmisión y el desarrollo de las

culturas.

6. Utilizar la cultura para reducir la pobreza y fomentar el desarrollo económico inclusivo.

La cultura es un motor para el desarrollo social y económico inclusivo. Entre otros, el patrimonio cultural, las

industrias culturales y creativas, las artes y la artesanía, el turismo cultural sostenible, la revitalización urbana

impulsada por la cultura y las infraestructuras culturales pueden servir de herramientas estratégicas para la

generación de ingresos y empleo. Las industrias culturales y creativas representan uno de los sectores que

más rápido se está expandiendo en la economía global, con un aumento anual de entre el 5 y el 20 por ciento.

7. Elaborar marcos y planes de acción para identificar, proteger y utilizar de forma sostenible el patrimonio material e inmate-

rial en todas sus formas y diversidad.

El uso del patrimonio material e inmaterial constituye un medio de vida importante y un recurso para muchos

pueblos y comunidades, pues se relaciona estrechamente con los conocimientos ancestrales, las lenguas, la

artesanía, la agricultura, la seguridad alimentaria y la gastronomía, la salud y la medicina tradicional, los pai-

sajes, el turismo y la especificidad de los productos locales, entre otros. Los planes de desarrollo urbano y te-

rritorial deberían incluir un mecanismo común de evaluación del impacto cultural que debería utilizarse en to-

dos los procesos de urbanización y que tendría como objetivo mejorar la calidad cultural de los espacios pú-

blicos, mediante un uso significativo del arte público, la arquitectura distintiva, el diseño y los paisajes.

8. Trabajar con la cultura para promover la sostenibilidad medioambiental.


El acceso a los bienes y servicios medioambientales esenciales para la vida de las comunidades debe ser ga-

rantizado mediante una mayor protección y un uso más sostenible de la diversidad biológica y cultural, y espe-

cialmente salvaguardando el conocimiento y las técnicas tradicionales. Existe un vínculo muy estrecho entre

la diversidad cultural y la biodiversidad. La sostenibilidad medioambiental se refuerza significativamente

cuando los agentes culturales promueven modelos de producción y consumo más responsables, y cuando se

adoptan prácticas de gestión sostenibles que resultan del conocimiento local y tradicional.

9. Elaborar e implementar una estrategia nacional sobre la diversidad cultural.

La buena gobernanza se ha convertido en un imperativo mundial que se traduce en la rendición de cuentas, la

transparencia, la capacidad de respuesta, la legalidad, el respeto de los derechos humanos, la eficiencia y la

efectividad de las actuaciones gubernamentales y de las instituciones públicas. También implica una mayor

participación de la sociedad civil en los procesos políticos y de toma de decisiones. A través de la cultura y

las artes, se pueden estimular y garantizar los derechos de las personas a la libertad de expresión y opinión, a

la asociación y participación, así como a la comunicación y los medios independientes. La diplomacia cultu-

ral, cuando se aplica a todos los niveles, posee la habilidad única de acelerar la realización de los principios

del diálogo intercultural global, la justicia, la igualdad y la independencia, la protección de los derechos huma-

nos, la paz en todos los rincones del mundo y la estabilidad. Habría que promover un enfoque de la cultura ba-

sado en los derechos y el respeto por la diversidad cultural y lingüística en las políticas y marcos jurídicos na-

cionales y regionales.

10. Movilizar la cultura y el entendimiento mutuo para fomentar la paz.

El diálogo intercultural y el reconocimiento y el respeto de la diversidad cultural pueden forjar sociedades más

inclusivas, estables y con mayor resiliencia. Se tendrían que promocionar, especialmente a través de progra-

mas educativos, de comunicación y artísticos, así como mediante consejos nacionales sobre la diversidad

cultural. También habría que tomar en consideración los contextos culturales en las iniciativas de resolución

de conflictos y en los procesos de consolidación de la paz.

DOCUMENTOS DE INTERÉS:

Manual Metodológico "Indicadores UNESCO de Cultura para el


desarrollo": https://en.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/iucd_manual_metodologico_1.pdf

La cultura en los Objetivos de Desarrollo Sostenible:

http://www.agenda21culture.net/sites/default/files/culturaods_web_es.pdf
A modo de conclusión

Es evidente que desde principios de la década del ´90 hasta la actualidad los informes del PNUD han incorpo-

rado una mirada más social en los análisis de población y desarrollo, pero el núcleo duro sigue siendo el cre-

cimiento económico. Por lo observado en las lecturas se ve un paulatino interés por entender el desarrollo en

sus dimensiones más amplias, sin embargo, por el momento creo que, por la complejidad que ofrece el

campo cultural, es difícil que se establezca un nuevo instrumento de medición que permita en el IDH la incor-

poración de esta variable como variable independiente. Muchos rasgos del campo cultural están subsumidos

en el indicador educación, como también lo fue en la relación institucional de la cultura con otras áreas de go-

bierno que hasta hace unos años era dependiente de Educación o Presidencia.

Como lo señalé, el campo cultural por su complejidad tanto conceptual como por su abordaje interdisciplina-

rio, frente a los crecientes problemas que tienen los países periféricos (migraciones, deslocalización de em-

presas, narcotráfico, etc.) encuentra en la cooperación internacional una herramienta para administrar los pro-

blemas y buscar soluciones acordes a las necesidades de desarrollo que tienen las comunidades. Esto es a

través de la cooperación técnica o financiera según los requerimientos del proyecto, pero eso corresponde a

otro análisis.

La noción de desarrollo exige identificar las capacidades multidisciplinarias de los individuos para alcanzar

determinados bienes y servicios que son fundamentales para el crecimiento equitativo y responsable de una

comunidad.

Hoy la idea de desarrollo sitúa a las personas, en tanto sujetos culturales (individuales o colectivos), como su

fin fundamental en alcanzar plenitud en la calidad de vida, por eso es importante que se busque la forma de

incorporar el indicador cultural para tener una apreciación más completa que permita un abordaje integral, no

solamente económico, en las políticas de desarrollo y cooperación.


Bibliografía

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Coordinador: Javier Pérez de Cuellar. UNESCO, México 1997.

Páginas web de interés:

www.oecd.org
www.unpd.org

www.worldbank.org

https://www.datosmacro.com/id
Anexo: algunas líneas que ayudan a la interpretación
de los informes del PNUD

1) Los organismos internacionales. Análisis y Crítica

2) PNUD Informe 2019

3) Pandemia COVID 19

Preguntas para el debate


1. Los organismos internacionales. Análisis y Crítica

Luego de la lectura del texto cabe preguntarse cuál es el rol de los organismos internacionales (OOII) como el

PNUD o los otros mencionados.

Los OOII constituyen fenómenos complejos y pueden ser analizados desde varias disciplinas como las rela-

ciones internacionales y su historia, la ciencia política, el derecho internacional, la diplomacia, y otras especí-

ficas, sobre cuyas visiones y metas refiere el campo de acción propio de cada Organización Internacional (OI).

Los diagnósticos son diferentes, en muchos casos interesados, por eso es importante estudiarlos de forma

integral para poder tener una concepción global de sus alcances y resultados. Los oo ii se crean por un Tra-

tado voluntario entre estados, definiendo así sus competencias y su ámbito de acción. En casos excepciona-

les, la oi se puede crear por resolución de una conferencia internacional. Por ejemplo, la Organización de Paí-

ses Exportadores de Petróleo (opep), y la resolución constituye en sí un acuerdo de partes. En otras ocasio-

nes, las organizaciones son constituidas por resoluciones de órganos de oo ii preexistentes, aunque en este

caso se trata más bien de órganos subsidiarios, por ejemplo, el caso de la Organización de las Naciones Uni-

das para el Desarrollo Industrial (onudi), creada en 1965, y que posteriormente, en 1979, se convirtió en orga-

nismo especializado de la onu. El origen y naturaleza de cada organismo son distintos, como también son dis-

tintos su estructura y funcionamiento. Desde un análisis sistémico, vemos que los oo ii están conformados

por actores (Estados/ Gobiernos/ong); unidos en sus fines por la temática de interés (economía, educación,

integración, concertación política, etc.), por leyes que los rigen y estructuras que jerarquizan las tomas de de-

cisiones, y también el ámbito territorial en el que desarrollan sus acciones. El buen uso y funcionamiento de

este sistema supone la gestión de resortes democráticos, el respeto a la soberanía, la cooperación y la bús-

queda de consensos para mediar en situaciones de conflictos o en la resolución de litigios entre Estados,

pero todo eso cada vez parece ser más una utopía que un ejercicio concreto.

El sentido de los ooii es teleológico, sus competencias buscan la satisfacción de intereses comunes a los Es-

tados mediante la cooperación internacional, la coordinación y armonización de políticas, o puede llegar al

punto en que los Estados puedan delegar soberanía, por ejemplo, en el plano de los derechos humanos. En

este texto nos referimos, en líneas generales, a aquellos organismos internacionales interestatales represen-

tados por los gobiernos de los países miembros. Este carácter interestatal supone que los órganos más im-

portantes estén integrados por representantes de los Gobiernos de los Estados miembros. Es cierto que en

los organismos internacionales hay también otro tipo de órganos que no representan al Gobierno de ningún

Estado miembro, por ejemplo, aquéllos que tienen un secretario o secretaria general. También, el caso de ór-
ganos judiciales, formados por personas independientes que actúan a título personal, o de órganos parlamen-

tarios elegidos, incluso, por votación directa entre los ciudadanos de los Estados miembros, no representan a

gobiernos. En estos tiempos de turbulencia regional, signados por el lawfare, democracias de baja densidad,

golpes de Estado como el que sufrió Bolivia, estallidos sociales como los desatados en Haití, Ecuador, Chile y

reprimidos con violencia desmedida por los gobiernos de turno, pone en cuestión la finalidad, la credibilidad y

transparencia de los organismos internacionales. La falta de reflejos políticos de los organismos, los silen-

cios que otorgan crédito a los golpistas, caso oea, y las resoluciones evasivas llenas de eufemismos, las ac-

ciones estériles, dan cuenta de un sistema hiperburocratizado de instituciones que no cumplen con el objetivo

para el cual fueron creadas y decididamente deben ser reformuladas.


2. PNUD Informe 2019

Esta vez el informe 2019 PNUD describe y hace referencia a los temas relacionados con la desigualdadpre-

sentándolo bajo el título: Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades

del desarrollo humano en el siglo XXI.

Las protestas que se dieron durante 2019 en América Latina por los ajustes impulsados por las recetas del

FMI (Centro América y El Caribe, Ecuador, Chile, Perú) los golpes de Estado blandos y duros como en Bolivia y

Brasil, “los chalecos amarillos de Francia y “los indignados” de España puso en crisis una forma de hacer polí-

tica de espaldas a las decisiones de las grandes mayorías populares.Los detonantes fueron el aumento del

boleto del transporte público, las tarifas de los servicios esenciales (gas, luz y agua)que conformaron el cor-

pus de los reclamos y en algunos casos como Chile desembocaron en reclamos más de fondo como el cam-

bio de la Constitución pinochetista. En este sentido el informe 2019 del PNUD se detuvo en analizar el auge

de una nueva generación de desigualdades. (ver informe)

Los informes del PNUD durante varios años trataron el tema del desarrollo relacionados a los estudios cultu-

rales. Este último de 2019 la desigualdad fue el tema central y si analizamos en profundidad desde el título a

los contenidos del informe veremos que los temas culturales aparecen subsumidos a los de las políticas

económicas.

La tercera oleada neoliberal a nivel global desatada después de la crisis 2007-2009 llevó a que los funciona-

rios y los equipos técnicos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo analizará las consecuencias

de esta etapa de principios de siglo XXI que como las anteriores, dictaduras y luego la década de los 90, con-

centraran aún más la riqueza mundial en menos manos. Mayor rentabilidad a menor costo es la lógica de las

transnacionales y en los últimos años apoyadas por gobiernos de corte coecrático que dejó sin contención

social a las grandes mayorías populares.

Sin embargo, para los funcionarios de los organismos internacionales el problema de la desigualdad no es

solo un problema de ingresos o económico, tiene una directa relación con los estudios culturales y analizado

desde el comportamiento social.


La dimensión socio-simbólica de la desigualdad anclada a los problemas económicos estructurales pone a

los sujetos individuales y sociales en situación de extrema vulnerabilidad frente a las políticas e achicamiento

del estado benefactor. En una situación de mayor debilidad, porque el estado proveedor y regulador de los ser-

vicios de salud, educación y desarrollo ve recortada hasta límites dramáticos su capacidad de accionar.

En este camino los estudios culturales nada más y nada menos han contribuido a describir y analizar el rol de

la gestión cultural en la producción de valores y principios. Esto hace del gestor un actor fundamental de la

realidad política, que desde una mirada inter-disciplinaria aborda temas, problemas y desafíos para, como la

política, transformar desde la cultura la realidad social.

La educación en simbiosis con la cultura es también una herramienta importantísima en el proceso de trans-

formación y promoción de la igualdad.

Es en la escuela donde se pone en discusión y en crisis la igualdad, problematizándola y complejizando el

modo de pensarla. Es en la escuela (cuando hablo de escuela me refiero a la pública) se presentan los

desafíos de inclusión y cooperación. El aula es un espacio de cooperación entre pares de diferente proceden-

cia sociocultural.

La educación desde principios del sXX cuando se incorpora como derecho en la Constitución Mexicana 1917

y luego la Constitución Argentina 1949 por dar dos ejemplos claros se efectiviza el derecho al acceso demo-

crático a la educación.Sin embargo, esa escuela en cada crisis político económica fue sufriendo cambios que

la convirtieron en espacios totalizadores de la vida de los niños niñas y jóvenes. La escuela (los docentes) co-

menzó a contener situaciones de violencia familiar y social; fue transformándose en comedor y merendero

para los sectores más desprotegidos sobre todo durante gobiernos de corte neoliberal donde el Estado redujo

su accionar. “Los grupos carenciados, para quienes la escuela es un recurso fundamental en su estrategia de

acceso al saber y la cultura moderna, no solo tienen mayores dificultades para incorporarse al sistema esco-

lar y permanecer en él, sino que también se encuentran con una oferta empobrecida” decía en 1993

TentiFanfani.
3. Pandemia COVID 19

La pandemia desatada a finales de 2019 puso de manifiesto la desigualdad. Los protocolos de fase 1 hicieron

que los trabajadores y trabajadoras de servicios (mozos y camareras de bar y restaurantes, empleadas do-

mésticas, empleados de comercios, etc) que tenían contratos precarios quedaran literalmente en la calle. Las

empresas readaptaron su funcionamiento en muchos casos reduciendo el personal y vendiendo sus produc-

tos por los canales virtuales del comercio. Todo ha costado mucho y aún hoy la adaptación a este nuevo

modo de vida es difícil.

La pandemia dejó en descubierto el déficit en materia de nuevas tecnologías de la información y comunica-

ción aplicadas a la educación. El gobierno anterior había dejado sin la posibilidad de acceso a computadoras

personales a cientos de miles de alumnos a los que se les hizo imposible tener clases virtuales. Esto también

lo padecieron los docentes que en muchos casos con magros salarios se les hacía imposible adaptar sus

computadoras personales a los requerimientos tecnológicos para dar sus clases. El problema de la conectivi-

dad también dejó entrever los problemas de desigualdad.

El sistema de salud también sintió el golpe, pero la pericia de los gobiernos provincial y de la ciudad donde

más golpeo el COVID19 trabajaron mancomunadamente con el gobierno nacional y pudieron en las diferentes

fases hacer que el sistema sanitario no colapsara como ocurrió en otras regiones y latitudes del planeta

donde el IDH es muy alto.

Estas observaciones nos permiten ver el grado de importancia que tienen las políticas públicas a la hora de

hacerle frente a una situación extrema y tener en cuenta la capacidad de respuesta del Estado.

“Esta crisis muestra que si no somos capaces de integrar la equidad en nuestras políticas muchas personas

quedarán atrás. Esto cobra especial relevancia en el caso de las ‘nuevas necesidades’ del siglo XXI, como el

acceso a Internet, que nos está permitiendo aprovechar los beneficios de la teleeducación, la telemedicina y

el trabajo desde casa”, dice Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del

PNUD.
Preguntas para el debate

1. ¿Qué cambios de pautas y costumbres culturales produjo la pandemia?


2. ¿Qué otras marcas en el conjunto de la sociedad han dejado por ejemplo las dictaduras, guerras
o catástrofes ambientales?
3. El tema del último informe sobre desarrollo humano del PNUD trató la cuestión de la
desigualdad. ¿las condiciones de desigualdad son económicas o pueden resolverse desde lo
cultural?
4. Países altamente desarrollados tuvieron serios problemas con su sistema de salud producto de
la pandemia que estamos viviendo. ¿Cómo analizar la repercusión que tiene la pandemia COVID
19 con la desigualdad y el desarrollo?
5. Respecto de la pregunta anterior. ¿Qué actos de cooperación conocemos tanto en la Argentina
como en otros países de latinoamérica?
6. ¿Es importante la presencia del Estado en el desarrollo de políticas para reducir los efectos de la
pandemia?

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