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Teoría del cambio terapéutico

Est.: Camila Sofía Martínez Estrada

Introducción

El cambio terapéutico se define como un conjunto de transformaciones constructivas y

positivas que se manifiestan en el paciente durante el proceso de psicoterapia. A lo largo de la

vida, enfrentamos situaciones que dejan una profunda huella, algunas de las cuales pueden

perdurar durante meses, años o incluso para siempre. Sin embargo, también comprendemos que

existen maneras de adaptarnos a estas experiencias y seguir avanzando. Estas transformaciones

son el resultado de una compleja interacción de factores específicos que incluyen técnicas

terapéuticas, la disposición del paciente, las habilidades del terapeuta y la dinámica que se crea

entre ambos.

El cambio terapéutico representa una oportunidad para el paciente de sanar heridas

emocionales, superar obstáculos mentales y encontrar un camino hacia una vida más plena y

saludable, desarrollando estrategias para lograr un bienestar emocional duradero. El cambio

terapéutico no es un proceso lineal ni inmediato, requiere tiempo, compromiso y esfuerzo tanto

por parte del paciente como del terapeuta, de ahí que, la posibilidad de experimentar una

transformación positiva en la vida de una persona es un testimonio del poder de la terapia y la

resiliencia humana.

Desarrollo

En el contexto de este cambio terapéutico, se ven involucrados nuestros pensamientos,

emociones y acciones. Los pensamientos se refieren a los impulsos eléctricos y reacciones

químicas que ocurren entre las neuronas en el Sistema Nervioso Central. Las emociones se

originan a partir de la interacción entre hormonas y los órganos que las liberan en el cuerpo,
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dando lugar a sensaciones de tristeza o alegría, por ejemplo. La conducta se relaciona con las

señales eléctricas que nuestras neuronas envían a nuestros sistemas motores, como los músculos,

permitiéndonos llevar a cabo movimientos. Por lo tanto, el objetivo fundamental del cambio

terapéutico consiste en modificar la respuesta de las neuronas frente a los desafíos.

En este proceso, se produce un momento crucial de toma de conciencia, donde emergen

ideas y patrones que no habían sido considerados anteriormente, dado que las neuronas tienen la

capacidad de adaptarse, se crean nuevas conexiones entre ellas. Estas recién formadas redes

neuronales necesitan consolidarse para que puedan establecerse nuevos caminos y conexiones,

contribuyendo a que los cambios sean sólidos y perdurables en el tiempo pues el objetivo no es

generar una serie de transformaciones vagas.

La noción de cambio terapéutico ha sido una preocupación central en el campo de la

psicología y la psicoterapia desde sus primeros días. Un pionero en este sentido fue Sigmund

Freud, el padre del psicoanálisis, quien desde el inicio de su carrera definió dos objetivos

cruciales en el tratamiento psicoanalítico: en primer lugar, eliminar la enfermedad, aquello que

aflige al paciente, de manera que no perdurase ni regresase con el tiempo y en segundo lugar

recuperar el optimismo y la eficacia para un mejor desempeño en la vida cotidiana. Todo eso

implica ofrecer orientación, enseñar técnicas respaldadas por evidencia y evaluar el progreso del

proceso terapéutico.

Los diversos enfoques del cambio terapéutico, la complejidad de este proceso y las

dificultades asociadas con factores personales, familiares y relacionados con la propia terapia;

cada enfoque emplea distintas técnicas con el propósito de facilitar el cambio en el paciente. Este

ocurre cuando las personas se sienten emocionalmente seguras, lo que les permite liberar y

utilizar sus habilidades de pensamiento, reflexión y experimentación en sus formas de


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comportarse y relacionarse. El objetivo es que, a lo largo del proceso, las personas tengan la

libertad de reflexionar sobre sus situaciones individuales y familiares. Esto se logra mediante el

establecimiento de una relación terapéutica, un sólido vínculo entre el terapeuta y el paciente,

que fomente un ambiente de confianza en el cual los problemas puedan emerger y el paciente

pueda expresarse a través de su narrativa.

La etapa de preparación combina elementos de intención y conducta, donde las personas

tienen la intención de tomar medidas en un plazo de al menos un mes y han realizado algunas

acciones en el último año, aunque sin éxito. Por otro lado, la etapa de acción implica que los

individuos ajustan su comportamiento, experiencias o entorno para superar sus problemas. En

esta etapa, los cambios en el comportamiento son más evidentes y requieren un compromiso

significativo en términos de tiempo y energía. Este modelo ha sido ampliamente utilizado en la

psicología de la salud, especialmente en el contexto de la entrevista motivacional, que tiene

como objetivo motivar a las personas a realizar cambios en sus comportamientos, como en el

caso de tratamientos para adicciones, por ejemplo.

Conclusiones

Antes de que ocurra el cambio, es necesario que el paciente comprenda y explore sus

pensamientos, emociones y comportamientos actuales; la reflexión profunda y el

autoconocimiento son pasos importantes en este proceso. La calidad de la relación entre el

terapeuta y el paciente desempeña un papel crucial en el proceso de cambio, por lo tanto, una

alianza sólida y de confianza entre ambas partes facilita la apertura del paciente y su disposición

a explorar y abordar problemas; los pacientes deben sentirse emocionalmente seguros en la

terapia para poder abrirse y enfrentar sus desafíos.


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El cambio terapéutico es un proceso gradual de ahí que rara vez ocurre de manera

instantánea. Este implica momentos de avance y retroceso, la paciencia y la persistencia son

importantes tanto para el terapeuta como para el paciente y la motivación de este es un factor

clave pues la voluntad para el cambio son factores determinantes en el éxito de la terapia. Los

pacientes deben estar dispuestos a comprometerse con el proceso de cambio y trabajar en

colaboración con el terapeuta.

En resumen, la teoría del cambio terapéutico enfatiza la importancia de la relación

terapéutica, la exploración profunda, la seguridad emocional y la adaptación a las necesidades

individuales del paciente. El cambio terapéutico es un proceso gradual que requiere la

participación activa y la motivación del paciente, así como la habilidad del terapeuta para

facilitar y guiar ese proceso.


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