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Soy Slendy Camila Neira Mantilla tengo 18 años de

edad, nací el 28 de octubre de 2005 en el corregimiento


de la Gabarra Norte de Santander zona del Catatumbo
lo cual se fundó en 1953.

Como era una zona petrolera la carretera la hizo la


compañía PETROLENI COMPAÑI en 1950 y era
manejada por los gringos, era una zona indígena un
refugio de los indios tintilones del Catatumbo; después
de hacerse la carretera y no haber puente para pasar el
rio Catatumbo se pasaba por el planchón.

ANTES.
DESPUES.

que conectaba a las veredas km 60, pueblo nuevo y


gabarra, pero se utilizaba unas poleas y guayas, sus
primeros habitantes fueron el señor Luis Sarmiento que
falleció en 1968, José del Carmen Mantilla que era mi
nono quien fue el que conquisto a los indios porque ellos
no podían ver a un gringo a principios de ser fundado el
corregimiento y después de varios años fue que falleció
en.

Luego empezó a poblarse con personas de diferentes


partes del país y así mismo a construirse sus primeras
casas, también las cosechas de maíz y plátano que
LA CARRTERA:

ANTES.

DESPUÉS.
hicieron llegar a camioneros principalmente por estos
cultivos. Sus casas fueron en barro porque los indios
atacaban a los poloneses en las noches.

Empezaron a ser la caja agraria en 1973.

Los indios estaban en el territorio del Catatumbo


mataban a las personas solo para tener el control de
este porque ellos cuidaban las riquezas como el oro el
carbón entre otras, pero estos al pasar los años se
fueron civilizando y adaptando a las nuevas costumbres
que tenían los habitantes que migraron de otros pueblos
para formar lo que hoy se conoce como la gabarra.

La primera escuela fue fundada en 1960, tenía solo tres


salones y en el año 1965 también fue puesto de policía,
en 1999 fue la aparición de los paramilitares en el
Catatumbo y el ataque terrorista

El 21 de agosto de 1999 aproximadamente 150

paramilitares llegaron al corregimiento de La Gabarra,

en el municipio de Tibú, para concretar la tarea que se

habían propuesto desde mayo de ese mismo año:


imponer su autoridad en El Catatumbo.

El Catatumbo ha sido un lugar de disputa para los


grupos armados ilegales por su localización
estratégica para las rutas del narcotráfico, el paso
fronterizo con Venezuela y por el paso del oleoducto
Caño Limón-Coveñas.

Por la ausencia del Estado, los habitantes de la región


se vieron obligados a convivir con todas las guerrillas.

Cuando los rumores de la presencia de los paramilitares


empezaron a circular en la década de los

noventa, muchos habitantes abandonaron sus tierras

por temor a las actuaciones del naciente Bloque

Catatumbo. La preocupación era tal, que varias

oenegés habían convocado consejos de seguridad

para alertar a las autoridades acerca del grave peligro

que corría la población de Tibú. De hecho, el jueves 19

de agosto de 1999, dos días antes de la masacre, el


entonces presidente Andrés Pastrana estuvo en un

consejo de seguridad en Cúcuta, convocado por la

oenegé, Minga.

Una masacre tras otra.

Según la versión libre de Jorge Iván Laverde Zapata,


alias “el Iguano”, Mancuso y Castaño tenían como uno
de sus objetivos principales la conquista de Tibú; La
Gabarra sería el primer paso para conseguirlo.

El 29 de mayo, en la vía que comunica a la cabecera

con el corregimiento, cerca de 200 “paras”, que había

sido enviados desde Córdoba y Urabá, se ubicaron a

lo largo de la carretera y pararon los vehículos que

pasaban por ahí. Asesinaron a ocho personas, según

reportes oficiales, con lista en mano (algunos testigos

aseguran que fueron 16). Desde ese día hasta el 22 de

agosto el CTI de la Fiscalía registró 77 muertos en


Tibú, La Gabarra y algunas otras veredas del

municipio.

Las alertas de varias autoridades defensoras de los

derechos humanos lograron retrasar la llegada de los

paramilitares a La Gabarra en mayo del 1999. Sin

embargo, el excomandante del Batallón Contraguerrilla

n° 46, teniente Luis Fernando Campuzano (condenado

como coautor por esos hechos a 40 años de prisión

según la sentencia de la Corte Suprema de Justicia del

12 de septiembre de 2007), permitió la llegada del

grupo al casco urbano la noche del sábado 21 de

agosto. Ese día, según testigos, el retén permanente

del Ejército, que protegía al corregimiento, fue

levantado. Además, se ordenó a los militares no salir

de la base, argumentando que estaban siendo

atacados por algún grupo insurgente, versión que

también fue desmentida por varios testigos.


Ciento cincuenta paramilitares provocaron un apagón

en La Gabarra y entraron a los bares y lugares de

recreación aprovechando que los sábados en la noche

varias personas de las veredas bajaban a divertirse. Las


víctimas registradas en ese momento fueron 35.

Sin embargo, durante la incursión paramilitar en El

Catatumbo varios cuerpos fueron desmembrados y

lanzados a los ríos Táchira, Zulia y Catatumbo,

haciendo difícil las labores de reconocimiento y conteo

de los cuerpos.

16 años de abandono

La masacre del 21 de agosto marcó el inicio de una

serie de disputas territoriales que dejaron, en total,

según informes del Cinep, cerca de 100 muertos. En

2001 hubo dos masacres a manos de las Farc y el

ELN en contra de raspa chinés. En 2004 hubo otra


gran masacre de 34 campesinos a manos de

guerrilleros de las Farc. Según el fiscal asignado al

caso, Edgar Carvajal, esto fue la evidencia más clara de


la ausencia del Estado en la zona de El Catatumbo. “El
Estado se desentendió porque no le convenía estar ahí,
y a la vez le convenía que las Auc estuvieran ahí
porque, mal que bien tenían, controlada la presencia de
la guerrilla”, afirmó el fiscal.

Una gran consecuencia que dejó la incursión paramilitar


en el Catatumbo fue el despojo masivo de tierras y la
cantidad de familias que tuvieron que salir desplazadas.
Según la Unidad de Restitución de Tierras, Tibú es el
municipio con más reclamantes de tierra en Norte de
Santander.

Tras la desmovilización de los paramilitares, se


entregaron 105 fincas, 17 locales comerciales y 39
casas. El proceso de restitución en el área urbana,
según el fiscal Carvajal, fue más fácil de llevar a cabo
porque las casas ocupadas eran muy fáciles de
identificar; varias de ellas fueron utilizadas como
centros de tortura y eran conocidas como “casas del
terror”.

En cuanto a la zona rural, en el corregimiento se


adelanta un proceso de restitución colectiva
aproximadamente desde 2013, pero, según el fiscal
Carvajal, el proceso es lento debido a que los predios
han sido difíciles de identificar. Las Auc nunca
apropiaron completamente los terrenos, sino que
muchos fueron usados temporalmente para guardar
ganado robado o sembrar temporalmente cocaína. “Es
más, la mayoría de ellos se fueron cuando se
desmovilizaron y se devolvieron a los lugares de los que
venían porque no eran de la zona”, dijo el fiscal.

Para María Fernanda Pérez, investigadora del Centro


Nacional de Memoria Histórica, existe otro elemento
que ha agravado el tema de las tierras en la zona y es
la siembra de palma y las apropiaciones de la tierra para
esta actividad. Además, las pocas garantías de
seguridad impiden el retorno de los desplazados: “Tú
vas allá y ves solo tanques, solo Ejército. Es evidente
que es una zona en guerra”, dice la investigadora.

El pasado fin de semana, la casa parroquial de La


Gabarra convocó una caminata conmemorativa desde
la parroquia del corregimiento hasta el cementerio. “Es
necesario no dejar pasar por alto esas fechas que
siempre son tan dolorosas”, dijo el padre Juan Manuel.

El desplazamiento ha sido definitivamente una


consecuencia constante y silenciosa en medio del
conflicto armado en Colombia. El Centro Nacional de
Memoria Histórica, en el marco de la Semana por la
Memoria, que se llevará a cabo en octubre, lanzará la
serie de desplazamiento “Una nación desplazada”, que
contendrá un informe sobre los desplazamientos en El
Catatumbo titulado: “Con licencia para desplazar”.
Luego de que los pobladores de La Gabarra fueran
gravemente afectados por el conflicto armado, la
MAPP/OEA impulsó la realización de un festival
para mostrar las expresiones artísticas de los
habitantes del corregimiento. Este HECHO DE PAZ
ayudó a reactivar la esperanza y a construir la
memoria de la comunidad.

Ha esto le podemos llamar la fiestas o ferias.

La Gabarra hace un festival por la vida.


~ Una conmemoración para las víctimas de la
violencia del corregimiento La Gabarra, en Tibú, se
convirtió en la oportunidad de celebrar el 9 Festival
por la Vida, en esta zona, históricamente afectada
por los grupos al margen de la ley.~

~ Una conmemoración para las víctimas de la


violencia del corregimiento La Gabarra, en Tibú, se
convirtió en la oportunidad de celebrar el 9 Festival por
la Vida, en esta zona, históricamente afectada por los

grupos al margen de la ley.~ Una conmemoración


para las víctimas de la violencia del corregimiento La
Gabarra, en Tibú, se convirtió en la oportunidad de
celebrar el 9 Festival por la Vida, en esta zona,
históricamente afectada por los grupos al margen de la
ley.

La iniciativa la lideró el colegio La Gabarra en cabeza


del rector, Pedro Manzano, con la colaboración
del grupo de docentes y estudiantes, la participación
del párroco, Fabián Córdoba, comerciantes y la
comunidad.

Claudia Contreras Moreno, docente de la modalidad


agropecuaria en el colegio La Gabarra, explicó que esta
iniciativa, que llega a su novena versión, es una forma
de mostrar otra cara del corregimiento, con la calidez
humana de las personas y, demostrar que allá también
hay instituciones que velan por el bienestar de la
ciudadanía.
Este festival se ha desarrollado con diferentes
actividades, entre las que se destacan una alborada,
presentaciones folclóricas, competencias deportivas, y
un desfile.

Este año, se unieron esfuerzos para poder desarrollar


el festival con la semana cultural del colegio, lo que ha
involucrado a todos los habitantes para que se
promueva el derecho a la vida y a la protección de los
derechos humanos.

“Estamos recordando especialmente a la señora


Benilda Jaime, quien vivió la época violenta y siempre
celebraba este festival. Generalmente se celebra en
septiembre, pero en esta oportunidad se trabajó
mancomunadamente y por ello lo hicimos en la semana
cultural del colegio”, dijo Contreras.

La docente insistió en que estas iniciativas son de gran


importancia para la población, pues se trata de alejar el
estigma violento que se ha mantenido a lo largo de los
años, debido a la presencia de los grupos armados
ilegales y el cultivo de coca en la región.

“Acá somos personas trabajadoras y de buen corazón”,


dijo.

Este espacio, que se ha desarrollado desde este martes


y que durará hasta mañana, convocó a todas las
familias y se pudo disfrutar de un escenario recreativo y
cultural, lo que sin duda, aporta al crecimiento del
corregimiento.

Según Contreras, en La Gabarra se quiere olvidar los


actos violentos y por eso es importante reconocer y
promover estas iniciativas, que se tenga apoyo de la
alcaldía y de las instituciones como la Fuerza Pública,
para que la unión de esfuerzos insten a la sana
convivencia y a la exploración cultural y productiva de la
zona.
Viernes, 31 de octubre de 2014.
Ya después del pasar los años se ha modernizado más
el festival por la vida.

ha esto le llamamos una tradición.

Festival por la vida.

EL REINADO.
Las comidas tipicas del catatumbo:

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