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EL TEATRO ANTERIOR A 1939

En el teatro anterior a 1936 podemos distinguir dos tendencias. Un teatro que se


representa con éxito de público, y que llega a tener entre sus representantes a un
Premio Nobel como Jacinto Benavente, y un teatro más innovador, que dejará
mayores influencias en el teatro posterior a la guerra, pero que o no se representa,
como es el caso de Valle-Inclán, o que le cuesta abrirse camino en un público
acostumbrado a otro tipo de funciones, como es el caso de Federico García Lorca.

Teatro que triunfa o teatro comercial

Triunfa porque da gusto a un público burgués, que es el que en aquellos momentos


asiste a las representaciones dramáticas. Y porque es el que los empresarios teatrales
están dispuestos a montar. En este apartado distinguimos a la vez tres tendencias:

1. La comedia burguesa o benaventina

Modelo dramático a la medida de la burguesía


Características:
- Personajes de clase alta.
- Problemas típicos de esta clase social, con una leve crítica a la misma.
- Desarrollo dramático muy hábil.
- Lenguaje agudo e inteligente. Ironía. Diálogos fluidos.
- No se cuestiona el orden social.
Su principal representante es Jacinto Benavente (Madrid 1886-1954), Premio Nobel
en 1922. Sus obras principales son Rosas de otoño, Los intereses creados y La
malquerida. Esta última obra es, al igual que Señora Ama, un drama rural ambientado
en un mundo campesino anclado en las formas de vida arcaicas.
Este teatro seguirá triunfando en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil.

2. Teatro en verso

A principio de siglo se llamaba teatro poético. Es un teatro de evasión. Tiene una


fuerte influencia del Modernismo, así como del drama romántico del siglo XIX.
Características:
- Verso sonoro de gran musicalidad.
- Lenguaje cuidado.
- Variedad métrica.
- Ambientes exóticos.
- Temas históricos.
- Responde a una ideología tradicional.

Los principales representantes son Eduardo Marquina (Las hijas del Cid o El Gran
Capitán) y Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas o Doña María de Padilla).

Los hermanos Antonio y Manuel Machado destacaron en este género con obras
como La Lola se va a los puertos (1929) y El hombre que murió en la guerra, finalizada
en 1935 y cuyo estreno, a cargo de Manuel, fue en 1941, ya fallecido Antonio.
3. Teatro cómico

Es un teatro popular con distintos subgéneros: la zarzuela, que incluye partes


cantadas, los sainetes, las tragedias grotescas, el astracán. Uno de los autores
más significativos es Carlos Arniches, escritor de sainetes, a los que define como
“juguetes cómicos en un acto” de ambiente madrileño y habla castiza, en parte creada
por un autor, basados en la gracia del diálogo. Entre sus sainetes caben destacar: El
santo de la Isidra o La fiesta de San Antón. Sus tragedias grotescas funden lo risible
con lo conmovedor. En este género la comicidad no surge del lenguaje, como en el
sainete, sino de situaciones dramáticas y unos personajes ridículos que producen risa
y lástima a la vez. La tragicomedia grotesca por excelencia es La señorita Trevélez.

Pedro Muñoz Seca fuer el creador del astracán, obras cómicas descabelladas cuyo
único fin de provocar la carcajada, recurriendo al chiste fácil y a continuos retruécanos,
entre otros juegos de palabras: La venganza de don Mendo.

Los hermanos Álvarez Quintero representan la Andalucía tópica y sin problemas de


los sainetes: El patio o Mariquilla Terremoto.

El teatro innovador

Es un teatro minoritario que en algunos casos no llega a ser representado. En la


Generación del 98, aparte de Valle Inclán hay que destacar los intentos renovadores
llevados a cabo por Miguel de Unanumo que utiliza también el teatro para representar
los conflictos que le obsesionan. Escribe dramas de ideas, con un diálogo denso.
Concibe el teatro como poesía dramática entendida desde la desnudez. Sus obras
más destacadas son Fedra y El otro. Azorín escribe un teatro en la línea de lo irreal y
lo simbólico. Se trata de un teatro antirrealista que incorpora el mundo interior, lo
subconsciente y lo maravilloso: Brandy, mucho brandy o Angelita. En esta línea
innovadora de Azorín, hay que destacar a Pilar Millán Astray, comediógrafa y autora
de La tonta del bote.

En las dos primeras décadas del siglo XX cabe destacar a Gregorio Martínez Sierra,
autor que cultivó todos los géneros con tendencias modernistas y de la Generación del
14 y que destacó principalmente por su teatro. Además, de autor, fue impulsor de
interesantes iniciativas, acompañado por su mujer, María de la O Lejárraga, quien
escribió varias obras con él y algunas de las que él firmó en solitario. Ambos pusieron
en marcha, en 1916, el Teatro del arte, que congregó no sólo a escritores, sino a
pintores y músicos, como Manuel Falla, y en el que se representaros obras de los
grandes clásicos y de los autores más actuales, como García Lorca, Grau o el propio
Martínez Sierra.

Entre los intentos renovadores del teatro hay que destacar a dos autores de carácter
vanguardista. Por un lado, Jacinto Grau, una de las voces que más abiertamente
muestra su disconformidad con el teatro de su tiempo. En su escasa producción cultivó
la tragedia y la farsa. Su obra maestra es El señor de Pigmalión. Por otro lado, Ramón
Gómez de la Serna, cuyo teatro es importante por sus intentos de romper con las
fórmulas asentadas. Sus primeras obras tratan temas como el erotismo y la crítica a
los convencionalismos sociales. Cabe destacar El drama del palacio deshabitado y
Los medios seres.

Relacionadas con este teatro vanguardista, podemos destacar algunas iniciativas


significativas en estos años, como El Mirlo Blanco, teatro impulsado por Carmen
Monné y su esposo Ricardo Baroja, que montaron obras apartadas a los cánones del
momento. Por su parte, la Sociedad Nueva de Escritores Dramáticos y Líricos
actualizó a los clásicos, creó el Teatro Nacional y un centro de experimentación teatral.
Por último, podemos destacar a Amigos de Valle-Inclán, cuyo objetivo era
representar obras clásicas y extranjeras y servir de escuela de nuevos actores.

En la Generación del 27, además de Lorca, destacan Rafael Alberti con un teatro
político (Noche de guerra en el Museo del Prado) y Alejandro Casona, autor que
triunfará después de la guerra, con obras hábilmente construidas y una equilibrada
combinación de realidad y fantasía: Los árboles mueren de pie. Otros autores de esta
época que destacarán son Pedro Salinas (El dictador), Miguel Hernández (Quién te
ha visto y quién te ve) y Max Aub (Morir por cerrar los ojos). Ignacio Sánchez Mejías,
famoso torero de esta Generación, fue autor de obras como Sinrazón.

En estos años en los que los autores de la Generación del 27 también hacen teatro,
hay que destacar a Enrique Jardiel Poncela, cuya mayor producción literaria se
produce después de la Guerra Civil. Sin embargo, ya escribe obras desde 1919, con
títulos como El príncipe Raudhick, Una noche de primavera sin sueño (1927) o Usted
tiene ojos de mujer fatal (1933). Su estilo inicia un nuevo tipo de teatro: el teatro de lo
inverosímil, que presenta una caricatura de la sociedad de la época y en el que se
mezcla los sublime y lo alocado.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)

Considerado el gran renovador del teatro a principios del siglo XX con la creación del
“esperpento”. Es un autor muy prolífico. Escribe novelas, cuentos, poesía, teatro.
Podemos clasificar su obra en cuatro ciclos. El primero de ellos –el ciclo modernista-
lo componen dramas decadentistas como El marqués de Bradomín (1906) o El yermo
de las almas (1908). En torno a estos años escribirá Las comedias bárbaras, trilogía
formada por Águila de Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata
(1922). Son obras dramáticas localizadas en la Galicia rural, donde aparece la miseria
de este mundo y donde se mueven personajes extraños, violentos, tarados, con
pasiones de fuerza alucinante. Estas obras forman parte del que se conoce como
ciclo mítico del autor, que completan Divinas palabras (1920) y El embrujado (1913).

El ciclo de la farsa lo forman, entre otras obras, Farsa infantil de la cabeza de dragón
(1909) o Farsa italiana de la enamorada del rey (1920). En esta etapa Valle-Inclán
contrapone lo sentimental y lo grotesco para afrontar de otra manera la realidad y
desmitificar la sociedad tradicional con un lenguaje cada vez más esperpéntico.

Por último, hay que destacar el ciclo del esperpento. En 1922 publica Luces de
Bohemia. En la escena XII de esta obra resume su teoría del “esperpento”:
- Mezcla de lo trágico y lo burlesco con una estética que quiere ser la superación
del dolor y la risa.
- Deformación, distorsión sistemática de la realidad.
- Degradación de los personajes.
- Empleo de contrastes.
- Humor mordaz, risa agria.
- Lenguaje muy rico, con variedad de registros, al servicio de la parodia con
intención crítica. Arte del diálogo.
- Importancia de las acotaciones, amplias y detalladas.

Después escribirá Martes de Carnaval, que reúne tres esperpentos: Los cuernos de
don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927), última
obra del autor que aborda de forma grotesca la literatura militar.
Valle-Inclán también escribió melodramas para marionetas (La cabeza del Bautista)
y autos para siluetas (Ligazón, que viene a ser una mezcla de todos sus ciclos)

FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)

Además de excelente poeta, Lorca es un magnífico dramaturgo. En su obra dramática


se aprecia la misma unidad temática que vertebra su poesía: la frustración en el
plano metafísico y en el social. Presente en los destinos trágicos de los personajes y
en sus pasiones imposibles: el amor y la muerte. Concibe el teatro como un
espectáculo total en el que incluye el gesto, la expresión corporal, la música, la danza,
la escenografía, etc.

Cree en la función educativa del teatro, como lo demuestra la creación del grupo La
Barraca, que durante los años de la República recorrió los pueblos españoles
representando a nuestros clásicos.

En sus obras dramáticas combina el verso y la prosa y destaca la riqueza del lenguaje
poético lleno de connotaciones, metáforas, imágenes, símbolos y todo tipo de recursos
literarios.

Podemos dividir su obra teatral en tres grandes etapas. Su primera etapa tiene una
influencia del modernismo en verso. Caben destacar: El maleficio de la mariposa
(1919) y Mariana Pineda (1923).

Su segunda etapa se caracteriza por la búsqueda de nuevas formas y el uso de la


farsa, con la que pretende la exhibición grotesca de las grandes pasiones humanas.
Por un lado, encontramos las farsas para guiñol, inspiradas en el teatro popular de
marionetas: Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita (1923) y Retablillo de don
Cristóbal (1931). Por el otro, farsas para personas, que abordan un tema de tradición
literaria: el matrimonio entre un viejo y una joven (La zapatera prodigiosa -1930- y
Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín -1930).

Además de estas obras, a principios de los 30, escribirá dos obras donde va a explorar
nuevas técnicas, caracterizadas por un gran simbolismo que han sido etiquetadas
como “criptodramas”, comedias imposibles o “teatro surrealista”: El público (1930)
y Así que pasen cinco años (1931).

A pesar de que cultiva varios subgéneros dramáticos –comedia, farsa, drama, tragedia
– es este último en el que alcanza más difusión con sus obras capitales: Bodas de
sangre (1932), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935)
y la Casa de Bernarda Alba (1936). Estas cuatro obras constituyen la tercera etapa, la
de madurez. Su teatro es cada vez más desnudo y más esencialmente humano. Los
dos primeros títulos son tragedias rurales y las otras dos, dramas. En las cuatro
piezas, de protagonismo femenino, se denuncia la opresión de la mujer en la sociedad.

“El teatro nuevo, avanzado de formas y teorías, es mi mayor preocupación. Nueva


York es un sitio único para tomarle el pulso al nuevo arte teatral.” (García Lorca, 1931).
“Creo sinceramente que el teatro no es ni puede ser otra cosa que emoción y poesía,
en la palabra, en la acción y en el gesto.” (García Lorca, 1933).
“El teatro es una escuela de llanto y risa; además, es una tribuna libre donde los
hombres pueden exponer ideas morales, sociales o donde el hombre puede explicar
con ejemplos vivos normas eternas para el corazón y del sentimiento del hombre.”

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