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TEMA 4.

El teatro desde principios del siglo XX hasta 1939: tendencias [la comedia
burguesa, el esperpento, el teatro poético], autores y obras representativos.
El género dramático o teatral precisa contar con un público espectador, ya que una representación
teatral sin público es inviable. Este condicionante es decisivo para el teatro, sobre todo en esta época en
que el público procede mayoritariamente de la burguesía y es reacio a cambios bruscos. Se observan dos
grandes líneas escénicas:

- Algunos autores proponen obras del agrado del espectador, con impecable construcción técnica
pero con carácter comercial y sin grandes innovaciones. Se trata del teatro triunfante y popular,
que goza del favor del público.
- Otros intentan crear una línea escénica vanguardista con elevada carga crítica y que sorprenda al
espectador, a veces desde una orientación antiburguesa. Es el teatro innovador, que alcanza
menos éxito pese a su superior valor literario.

En conjunto, el teatro español del siglo XX -con las excepciones de Valle-Inclán y Lorca- es
bastante pobre y desvinculado de las innovaciones escénicas que vive Europa.

En el teatro triunfante se observan tres principales tendencias:

 El drama burgués, continuador del realismo del XIX y que renueva algunos aspectos (a veces,
con suaves toques críticos) para adaptarse a las apetencias del público burgués. Su principal
representante es Jacinto Benavente (Premio Nobel y autor de obras como Los intereses creados
y La Malquerida, entre otras).

 El teatro cómico y costumbrista. Dentro de esta tendencia se encuadran los hermanos Álvarez
Quintero, representantes del teatro regionalista andaluz con dominio de los recursos humorísticos
(Malvaloca y Puebla de las mujeres son algunas de sus piezas más famosas); Carlos Arniches,
creador de la “tragedia grotesca” que aúna lo risible y lo conmovedor (por ejemplo, La señorita de
Trevélez); y Pedro Muñoz Seca, inventor del “astracán” o parodia en verso del teatro romántico
(su obra maestra es La venganza de don Mendo).

 El drama poético en verso, que mezcla la raíz del Romanticismo con elementos del Modernismo;
sin grandes pretensiones críticas, su único propósito es entretener al público con piezas de
ideología marcadamente conservadora y tradicional en cuyos argumentos hay continuas alusiones
al glorioso pasado del Imperio español. Representan esta tendencia autores como Eduardo
Marquina y el almeriense Francisco Villaespesa (con títulos como La leona de Castilla).

Dentro de ese teatro poético en verso pero en una línea distinta sobresalen los hermanos Antonio
y Manuel Machado, que juntos escribieron varias obras teatrales (La Lola se va a los puertos es
una de las más célebres).

Frente al teatro “triunfante” y comercial, acomodado a los gustos burgueses, emergen otras
tendencias más innovadoras y literariamente interesantes pero que no triunfan -salvo excepciones- porque
no se adaptan ni al público ni a las exigencias de la industria teatral del momento. En términos generales
puede hablarse de tres directrices dentro del “teatro innovador”:

 El teatro del 98 y del Novecentismo: línea en la que publican autores como Unamuno, “Azorín”
o Jacinto Grau (de este último, destacamos El señor de Pigmalión: historia de un artista que crea
unos muñecos que terminan rebelándose y matándolo).

 El teatro del 27: dónde no sólo se encuadran los poetas de dicho grupo, sino también otros
escritores como Max Aub y Miguel Hernández.
 El nuevo “teatro de humor”, con una renovación de los recursos escénicos cómicos gracias a
dos autores que alcanzarían su plenitud tras la Guerra Civil como E. Jardiel Poncela (Eloísa está
debajo de un almendro es una de sus obras) y Miguel Mihura (que escribirá sus grandes comedias
ya en los años 40 y 50).

Pero a la cabeza de este teatro innovador están dos dramaturgos magistrales, considerados
exponentes fundamentales de la escena mundial:

 el noventayochista Ramón María del Valle-Inclán, que sigue una constante evolución desde su
estética más modernista (la trilogía Comedias Bárbaras y la farsa La marquesa Rosalinda, por
ejemplo) hasta llegar a su ciclo esperpéntico (sobresalen Luces de bohemia y otra trilogía, Martes
de carnaval). El esperpento marca, por tanto, la culminación del teatro valleinclanesco: es una
técnica creada por el propio autor para construir una visión grotesca y deformada de la realidad,
descubriendo sus aspectos más tremendos (Max Estrella, el protagonista de Luces…, lucha contra
un mundo cruel y deshumanizado).
En otras piezas anteriores -como Divinas palabras- Valle-Inclán había recreado los paisajes más
primitivos de su Galicia natal, repletos de mitos y de supersticiones.

 el granadino García Lorca, principal referente del teatro del 27. Su producción escénica es variada
y se caracteriza por un intento constante de depurar los esquemas clásicos y populares integrando
las tendencias vanguardistas; así, sus puestas en escena contienen elementos líricos de la
tradición popular (letrillas, canciones y coros, por ejemplo) mezclados con imágenes surrealistas.
No en vano Lorca había creado y dirigido su compañía ambulante “La Barraca” para acercar el
teatro al pueblo.
El teatro lorquiano suele construirse a partir del choque pasional entre dos fuerzas
antagónicas, el principio de autoridad y el principio de libertad, a partir del protagonismo de la
mujer como víctima trágica de una sociedad machista y patriarcal. Se distinguen tres etapas:

1. La etapa inicial durante los años 20, en la que un joven Lorca experimenta formal y
temáticamente; destacan piezas breves para guiñol como Títeres de cachiporra, el drama histórico
Mariana Pineda (sobre la heroína andaluza condenada a muerte por bordar la bandera de la
libertad) y La zapatera prodigiosa (farsa sobre la rebeldía de una joven casada por conveniencia
con un hombre mucho mayor).
2. La etapa vanguardista, en los primeros años de lo años 30 con títulos de carácter surrealista
como El público y Así que pasen cinco años.
3. Su etapa de plenitud comprende las obras escritas entre 1933 y 1936. Lorca culmina su
depuración del teatro poético aunando la tradición y la vanguardia: Bodas de sangre (inspirada en
el trágico crimen pasional ocurrido en un cortijo almeriense unos años antes) y Yerma habrían
formado una trilogía junto a la inacabada La sangre no tiene voz. Tras el drama patético de una
solterona en Doña Rosita la soltera y unos meses antes de ser asesinado por el bando franquista
al poco de estallar la Guerra Civil, el autor granadino estrena la tragedia La casa de Bernarda Alba.
En esta última, Lorca escenifica una irrespirable atmósfera de opresión que la viuda Bernarda
ejerce sobre sus cinco hijas, su anciana madre y la criada encerradas en un claustrofóbico luto de
varios años.

La insufrible falta de libertad que viven cinco hermanas bajo el yugo represor y Inspirada en los trágicos sucesos ocurridos en el Cortijo del Fraile
autoritario de su cruel madre Bernarda termina trágicamente con el suicidio de (Almería) en 1928 y que también inspiraron a Carmen de Burgos
la menor, la rebelde Adela que se ha acostado con el novio de la mayor su mucho más optimista relato Puñal de claveles, Bodas de
Angustias. sangre puede considerarse una especie de Romeo y Julieta en un
ambiente rural y folkórico típicamente de Andalucía.

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