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1. Arte e Islam. El arte islámico se configuró a partir de su fe, de su idea de Dios y del influjo
que sobre la vida y las obras del musulmán ejerce el Corán, libro sagrado del Islam, que no
sólo constituye su credo sino también su norma de conducta.
Tras la muerte de Mahoma se produce un proceso de expansión política y religiosa de
la nueva civilización más allá de las fronteras de la península arábiga. La rápida conquista de
parte del Imperio Bizantino, del norte de África y de la Península Ibérica ponen en contacto al
mundo musulmán con la cultura occidental, cuya base es la greco-romana. La capacidad de
síntesis del Islam desarrolló una nueva expresión artística, que en la parte occidental de su
imperio da como resultado un arte ecléctico en el que se mezclan elementos clásicos greco-
romanos, bizantinos, visigodos, etc., junto a la particular fundamentación religiosa del arte
musulmán.
De la influencia que sobre el arte musulmán ejerce la religión islámica destacamos las
siguientes notas:
Los elementos básicos de la decoración son tres: la caligrafía (inscripciones con valor
iconográfico que sustituyen la imagen religiosa); los motivos vegetales (denominados
ataurique en el arte andalusí), que recogen elementos de la tradición clásica; y los motivos
geométricos (idóneos para reflejar la perfección y la infinitud de Dios).
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-el mimbar: púlpito desde el que el imán preside la oración del viernes y se dirige a los fieles.
-la maqsura: espacio delante del mihrab reservado a las autoridades.
-los riwaqs: pórticos que rodean los laterales del patio.
-sabil: fuente para las abluciones situada en el patio.
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inscrito en un alfiz. Sobre él tres arcos ciegos de herradura y un guardapolvo (tejaroz). En los
ejes laterales celosías bajo arcos y decoración de ataurique.
Obras de Abd-al-Rahmán III (primer califa). En 946 agranda la superficie del patio, refuerza
el muro Norte y construye un alminar nuevo en forma de torre prismática, modelo que
seguirán los minaretes almohades y los campanarios mudéjares. Constaba de dos cuerpos y
ventanas de ajimez. Así mismo se plantaron en el patio olivos, cipreses y laureles.
2.2. La ciudad palatina de Medina Azahara. Fundada en el 936 por el primer califa de Al-
Andalus Abd-al-Rahmán III, continuando así la tradición del mundo islámico oriental que
vinculaba la dignidad califal con el establecimiento de ciudades y palacios. El nuevo califa
necesitaba contar con un palacio que simbolizara la estructura del nuevo Estado.
Se emplazó al Oeste de Córdoba, al pie de Sierra Morena, en el llamado Monte de la
Amada (Yebel-Alarús), lugar excepcional desde donde se goza de espléndidas vistas sobre el
paisaje de la campiña. La adecuación a la topografía determinó la edificación de los espacios
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en tres grandes terrazas jerárquicamente superpuestas: la superior corresponde a las
dependencias palatinas, rodeadas de jardines, huertas y albercas; la intermedia a las salas
dedicadas a oficinas y despachos; mientras en la inferior se encuentra la mezquita, la ceca, el
centro artesano, el zoco y las casas, agrupadas en barrios, de los empleados, el servicio y los
artesanos.
Su plano es rectangular (1.500 por 750 metros aproximadamente) y estaba rodeada por
una gruesa muralla. En sus costados se ubicaban los cuarteles militares (caballería e
infantería). En la construcción se empleó piedra y mármol, y yeso y cal en los revestimientos.
La creación de la ciudad supuso la dotación de una infraestructura viaria, hidráulica y de
suministro de materias primas para su construcción
Lo actualmente excavado constituye poco más de la décima parte de la extensión de la
ciudad intramuros, correspondiente al núcleo principal del Alcázar, que se presenta dividido
en dos sectores: el oficial, al Este, donde se ubican los grandes salones de recepción; y el
privado o residencial al Oeste.
Medinat-al-Zahra apenas alcanzó los setenta y cinco años de vida. Durante el reinado
de Hixam II, nieto de Abd-al Rahmán III, la ciudad languidece al ser trasladada la Corte y el
aparato administrativo a la ciudad construida por el visir Almanzor: Madinat al-Zahira. Con la
caída del califato (1010) comenzó el sistemático saqueo, destrucción y expolio de sus
materiales. Perdida en el olvido, no fue identificada hasta mediados del siglo XIX,
comenzando a excavarse a comienzos del XX. Algunos de sus núcleos más importantes son
los siguientes:
Puerta Norte. El espacio urbano de la medina estuvo cercado por una gruesa muralla de carácter
defensivo. En su interior el muro presenta contrafuertes entre las torres. El material empleado fue
el sillar de piedra caliza aparejado a soga y tizón. Tenía camino de ronda y torres de sección
rectangular. La puerta Norte se abre en el centro de la muralla septentrional, en el punto en que
confluye uno de los caminos que unía Madinat al-Zahra con Córdoba. Su disposición, como la de
todas las puertas, es acodada y contaba con una estancia para el cuerpo de guardia que controlaba
el paso hacia el interior.
Pórtico. Situado en la terraza inferior, constaba de una galería porticada de quince arcos (catorce
escarzanos y de herradura el central) sobre pilares, que daba paso a la calle en rampa que
conducía a la plaza donde estaba el Dar al Yund. Por ella desfilaban las embajadas y visitas
oficiales para ser recibidas por el califa.
La galería estuvo cubierta por una terraza en cuyo centro debió existir un pabellón desde
donde el califa revistaría las formaciones militares, dado que, frente al pórtico, al exterior del
recinto amurallado, se extendía un amplio espacio donde se concentraban las tropas al partir hacia
las expediciones militares.
Dar al-Yund (Casa del Ejército). Se trata de un edificio de planta basilical con cinco naves
longitudinales y una transversal con salas más pequeñas en sus extremos. En el interior del salón
los arcos descansan sobre capiteles alternos de avispero (sobre columnas de mármol negro) y talla
simple (fustes de mármol rojo de Cabra). Los arcos eran de dovelas de piedra, pero presentaban
alternancia cromática ya que la mitad de ellas iban enlucidas de almagra imitando ladrillos.
El pavimento era de ladrillo y los muros estaban revestidos de mortero de cal y arena y
pintados de almagra y blanco.
La nave transversal se abría a una extensa plaza dispuesta en un nivel inferior, de la que
dos de sus lados estaban porticados.
Además de supuesta función militar, algunas de las salas del conjunto se usaron, al
parecer, como lugar de espera de las embajadas que recibía el califa.
Salón Rico o Dorado. Construido entre el 953-957, como atestiguan inscripciones en basas y en
capiteles, constituye el espacio más importante de lo excavado hasta ahora. Sirvió como salón de
recepciones políticas y para la celebración de las grandes solemnidades como la de la ruptura del
ayuno y la de los sacrificios. En su costado oriental se construyó un conjunto de habitaciones,
pavimentadas de mármol blanco, una de las cuales era un baño.
Su planta es basilical, compuesta por un pórtico transversal con cinco arcos de herradura,
dos puertas laterales y tres naves longitudinales (la central más ancha) separadas por dos
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arquerías. Rematan sus cabeceras tres arcos de herradura ciegos. En el central se situaba el diván
del califa. El arco de herradura califal aparece aquí plenamente consolidado: trasdós peraltado en
relación con el intradós, despiece de las dovelas a la línea de imposta, y exuberante decoración,
fundamentalmente en el alfiz.
La rica decoración de este salón se basaba en la superposición sobre los muros de paneles
con decoración de ataurique (variaciones sobre el árbol de la vida), lacería y epigráfica.
Delante del Salón Rico se situaba el llamado Jardín Alto, organizado en cuatro parterres
delimitados por andenes y recorridos por acequias, y un pabellón central rodeado por cuatro
albercas. Salón y jardín tienen una importante carga de simbolismo religioso y político de cara a la
magnificación del califa. La conjunción de arquitectura, vegetación y agua era una evocación del
Paraíso.
La mezquita. Inaugurada en el 945, y correctamente orientada hacia La Meca, se eleva sobre una
plataforma artificial en la terraza inferior. Su planta es rectangular y constaba de patio (porticado
en tres de sus lados, como el de la gran mezquita de Córdoba), sala de oración y alminar (de
planta cuadrada al exterior y octogonal al interior donde estaba la escalera de subida a la terraza).
La torre se alzaba en el interior del patio y desplazada del eje central, al igual que la que había
levantado Abd-al-Rahmán III en la aljama de Córdoba.
La sala de oración es de planta basilical: cinco naves de ocho tramos, separadas por
columnas bajo arcos de herradura. La maqsura estaba pavimentada de baldosas de barro cocido, el
resto del suelo era terrizo y se cubría con esteras de esparto. Un pasadizo cubierto (sabat),
adosado al lado oriental del Jardín Alto, permitía los desplazamientos privados del califa hasta su
interior a través del muro doble de la quibla. Para salvar el desnivel de la calle se construyó un
puente de tres ojos.
Al exterior la mezquita presentaba un aspecto macizo, de muros lisos articulados por
contrafuertes y almenas dentadas. La decoración se concentró en las puertas. Frente a la mezquita
se encontraba la casa de la limosna (dar al-sadaka).
3.1. Arte almohade. Los almohades eran tribus sedentarias procedentes de las montañas
norteafricanas del Alto Atlas. Su nombre significa los que reconocen la unidad de Dios, de
ahí que también se les conociera como los unitarios. Su lucha se concentró contra los
almorávides, pueblo procedente del Sahara que dominaba Marruecos. En 1153 se apoderaron
del Magreb, incluida su capital Marrakech, y en 1149 atravesaron el estrecho de Gibraltar
ocupando Sevilla, Córdoba y Badajoz. En 1195 derrotaron a las tropas de Castilla en la batalla
de Alarcos (Ciudad Real). Sin embargo, veinte años después se inició la descomposición de
su estado, destruido tras la victoria cristina de las Navas de Tolosa (1212).
En el terreno artístico los almohades han sido comparados con sus contemporáneos
cristianos europeos, los monjes cistercienses, por su desprecio del lujo y su amor por la
sencillez. Al igual que los almorávides, los almohades utilizarán como materiales el ladrillo,
el yeso, la argamasa (mortero de cal, arena y agua) y la madera. Como soportes mantienen el
pilar y los arcos, fundamentalmente el de herradura apuntado.
Sus mezquitas siguieron el modelo de naves perpendiculares al muro de la quibla, y en
cuanto al alminar el modelo del levantado por Abd-al-Rahman III en la Mezquita de Córdoba.
Este es el caso de la Giralda de Sevilla.
En el terreno decorativo aplicaron un repertorio caracterizado por la sobriedad, el
orden y el racionalismo: entrelazados geométricos, formas vegetales lisas y la sebqa (red de
rombos). Otro elemento ornamental que usaron fue el alicatado de cerámica.
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hueco entre ambas una rampa que sirve para el acceso a la terraza superior. La decoración fue
obra de Ahmed ben Basso y de su sobrino Alí de Gomara.
La Giralda es un esbelto y bellísimo prisma en el que, a pesar de la sobriedad y austeridad
de los almohades, triunfa el concepto ornamental andaluz. Su decoración, en la que predomina la
sebqa, será fuente de inspiración para la decoración de los campanarios mudéjares de Castilla la
Nueva, Aragón y Andalucía.
Sobre el cuerpo de arquitectura musulmana se añadió en el siglo XVI el cuerpo de
campanas, obra del arquitecto cordobés Hernán Ruiz el Joven. Por encima de él se levantaron
otros, cúpula y cupulín. Remata la torre una gigantesca alegoría en bronce de la Fe, de 1568.
Como ejerce de veleta y gira se le dio el nombre de Giralda, tanto a la figura femenina como a la
propia torre.
Torre del Oro (1220-1221). Sevilla. Fue mandada construir por el gobernador almohade Abù l-Ulà.
Formaba parte de la reedificación almohade de las murallas de la ciudad. Su misión era impedir el
paso por la orilla izquierda del Guadalquivir y controlar la entrada de navíos. Una cadena que
llegaba al fortín del otro lado del río servía a tal efecto. Su planta es decagonal. En la parte
superior presenta arcos ciegos y almenas. Estaba revestida de una mezcla de mortero, cal y paja
prensada.
El segundo cuerpo se levantó durante el reinado de Pedro I El Cruel en el siglo XIV; el
superior, cilíndrico y rematado en cúpula, fue construido en 1760.
3.2. El arte nazarí: la Alhambra y el Generalife. Tras la caída del imperio almohade, en Al-
Ándalus surgieron pequeños reinos cada vez más amenazados por el avance de los cristianos,
sobre todo tras la victoria de las Navas de Tolosa (1212). En 1232 los musulmanes de
Arjona proclaman sultán a Muhamad ibn Yusuf ibn Nasr. Se inicia así un proceso que
culminó con la aparición de un nuevo reino, el nazarí (actuales provincias de Granada,
Málaga, Almería y parte de Córdoba y Jaén), cuya capital será Granada. La constante
presión cristiana redujo paulatinamente el reino, terminando con la capitulación de la capital
ante los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492. De este modo desaparecía el último bastión
islámico de Al-Andalus.
La obra por antonomasia que define a la dinastía nazarí (1237-1492) es la Alhambra,
Qalat al-Amra (el castillo rojo), verdadera síntesis de arquitectura palaciega y fortaleza
militar. A ella se asoció una almunia (huerta de recreo): el Generalife.
La Alhambra fue iniciada por el fundador de la dinastía, Muhammad I. Dotada de
un doble recinto, uno exterior, a modo de antemuro, y otro interior reforzado por altas
torres, además de las residencias palatinas el conjunto se componía de una ciudad de calles
estrechas y serpenteantes en la que vivían los altos dignatarios de la Corte, los funcionarios,
los artesanos y el personal de servicio. Allí se encontraba la Casa de la Moneda (ceca) y
estaba dotada de baños públicos, aljibes, mezquitas y cementerios.
A partir de la Alcazaba se desarrolla el recinto amurallado de la ciudad, jalonado de
torres defensivas, algunas de las cuales eran viviendas (por ejemplo, las torres de la Cautiva y
de las Infantas). El núcleo palatino lo constituye la denomina Casa Real Vieja de la Alhambra,
de la que forman parte los cuartos (o palacios) de Comares y de los Leones.
La Alhambra constituye un ejemplo perfecto de arquitectura musulmana, en la que
contrasta la simplicidad de su exterior con su exuberante decoración interior. Sus salas
aparecen cubiertas por bóvedas de mocárabes o espléndidas techumbres de madera, y sus
paredes revestidas en su parte inferior por zócalos de azulejos y en la superior por paneles de
yeso con atauriques y epigrafía. Estos últimos presentan textos del Corán y composiciones de
tres grandes poetas que nos desvelan el significado de las distintas estancias, junto a
referencias cósmicas relacionando el poder de los reyes con el de Dios.
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-integración de arquitectura y naturaleza (fuentes, acequias, jardines, sonidos, aromas,
etc.). Hay que destacar el papel que desempeñan el agua y la vegetación a nivel religioso y
político. Los jardines son una evocación del paraíso prometido a los creyentes por Dios, de los
que los reyes son su sombra en la Tierra.
-profusión decorativa que enmascara la pobreza de los materiales constructivos (a excepción
del mármol en columnas y enlosados): piedra sillar, mortero, barro, ladrillo y madera.
-decoración basada en la integración de motivos geométricos (lacería), vegetal (ataurique) y
epigráficos; a partir de Muhammad V se generaliza el empleo de la heráldica (escudo nazarí).
-columnas con basas, fuste fino con collarinos, y capiteles de dos cuerpos: uno cilíndrico
decorado con hojas lisas, y otro cúbico con hojas en relieve y, a veces, mocárabes.
-bóvedas de mocárabes realizadas con tacos de madera recubiertos de estuco policromado.
Cuadradas o rectangulares, se levantan sobre trompas y presentan forma octogonal o
estrellada.
-uso del arco de medio punto peraltado y angrelado, túmido (de herradura apuntado) en
las puertas de la muralla, y de colgadura o pabellón (arcos pantalla) decorados con
mocárabes.
-techumbres de madera: artesonados (forma de artesa invertida) y alfarjes (cubierta plana),
con decoración de lacería.
El Partal: palacio construido por Muhammad III a principios del XIV, parece ser el más antiguo de
la Alhambra y sólo se conserva una parte. Está formado por un pabellón y la Torre de las Damas.
Presenta un pórtico de entrada, precedido por una alberca, formado por cinco amplios arcos
angrelados, siendo el central más ancho y alto que el resto.
El Mexuar (1279-1325): sala rectangular, rodeada de otras estancias, donde se reunía el consejo
de visires. Su construcción se debe a Ismail I. Ha sufrido muchas restauraciones. En su centro
hay cuatro columnas y ménsulas de mocárabes que soportaban una linterna. Desde aquí se
accedía, a través del Patio y el Cuarto dorados, al Palacio de Comares.
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Cuarto o Palacio de los Leones (1354-1359): situado de forma transversal al de Comares, fue
construido por Muhammad V. Se le consideraba la residencia privada del monarca, si bien
recientemente se le ha atribuido la misma doble función que al de Comares (doméstica y oficial).
Se dispone en torno a un patio, de planta rectangular, dividido en cuatro zonas por dos
andenes recorridos por canalillos de agua que se cruzan en el centro, donde se halla la Fuente de
los Leones. A su estanque llega el agua que brota de otras cuatro pequeñas fuentes situadas en los
lados, lo que evocaría el paraíso musulmán y sus cuatro ríos. La Fuente de los Leones parece ser
del siglo XI y éstos representarían a las doce tribus de Israel. La taza lleva escrita en su perímetro
versos del ministro y poeta Ibn Zamrak en los que se resalta su función utilitaria y estética, junto
al simbolismo del agua.
Los cuatro lados del patio van porticados con arcos sobre columnas, aisladas o agrupadas,
creando una alternancia rítmica sabiamente calculada. En los menores avanzan dos pabellones
abiertos con arcos de mocárabes, dando lugar a una interrelación espacial perfecta al producirse
una sutil transición entre la arquitectura y el jardín, de manera que el límite entre ambos se vuelve
impreciso.
Cuatro salas se abren al patio:
-de los Mocárabes, que servía de vestíbulo de entrada.
-de los Abencerrajes, para banquetes en invierno.
-de los Reyes, para banquetes en verano.
-de las Dos Hermanas, mexuar de Muhammad V, al fondo de la cual el Mirador de Lindaraja o de
Daraxa cumplía la función de salón del trono.
El Generalife. Fue construido entre los siglos XII y XIV sobre la ladera del Cerro del Sol.
Desde este lugar se domina un maravilloso entorno: el Albayzín, la Alhambra, la Vega y
Sierra Nevada. Lugar de recreo de los reyes nazaritas, fue concebido como una villa rural
compuesta por jardines ornamentales, patios, edificaciones, huertos, dehesa para caballos y
granja de animales, y un coto de caza. Fue Muhammad I, fundador de la dinastía, quien
ordenó encauzar el agua del Darro para suministrarla tanto a la Alhambra como al Generalife.
A la primera a través del acueducto de la Torre del Agua, al segundo por medio de una
acequia que la depositaba en aljibes y depósitos desde donde se regaban las huertas y jardines.
Los huertos reales existieron en todas las cortes musulmanas, como los de al-Rusafa y Medina
Azahara en Córdoba.
La denominación de Generalife ha recibido diversas interpretaciones (Jardín del
Paraíso Alto, etc.), hoy se acepta la de Jardín del Arquitecto, de los términos árabes djennat
(huerto o paraíso) y alarif (constructor). El conjunto, que ha sufrido profundas
modificaciones, se desarrolla en dos terrazas: en la baja hay dos patios cuadrangulares desde
uno de los cuales se entraba en el alcázar. En él se encuentra el Patio de la Acequia.
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-la que corresponde al concepto coránico: un "vergel sombreado por abundante árboles,
con agua que mana y corre por doquier". A ella responde la "Escalera del Agua".
-la mediterránea, presente en el Patio de la Acequia, un espacio con flores, sin árboles ni
plantas altas, totalmente soleado.
Guión. Enfocar el arte islámico como producto de la dimensión social árabe, ahondando en
sus principios genuinos mediante los cuales se trata de organizar y dar sentido a pueblos,
comunidades e individuos. Desechar la idea, tan extendida en Occidente, de conocer al Islam
a través de una sola faceta, la religiosa.
Explicar la mezquita como trasunto de la vivienda doméstica de Mahoma -un patio y
un recinto cubierto- señalando sus partes y la tipología de los elementos arquitectónicos.
Ejemplarizar esta propuesta a través de la Mezquita de Córdoba. Aludir también, por su
trascendencia, a la ciudad palatina de Medina Azahara con Abd Al-Rahman III.
Advertir el carácter anicónico del arte y el resumen de su código ornamental en la
epigrafía, la decoración geométrica y el ataurique o decoración vegetal estilizada.
Dada la importancia del arte islámico en Al-Andalus, significar algunos de los
vestigios más relevantes del arte almohade, como la Torre del Oro y la Giralda en Sevilla. Por
último, explicar la acrópolis nazarita de la Alhambra granadina bajo la triple dimensión de
ciudad, alcazaba y residencia; advirtiendo la importancia de la jardinería y la "civilización del
agua” para los musulmanes.
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