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TEMA 6. ARTE HISPANOMUSULMÁN.

1. Arte e Islam. El arte islámico se configuró a partir de su fe, de su idea de Dios y del influjo
que sobre la vida y las obras del musulmán ejerce el Corán, libro sagrado del Islam, que no
sólo constituye su credo sino también su norma de conducta.
Tras la muerte de Mahoma se produce un proceso de expansión política y religiosa de
la nueva civilización más allá de las fronteras de la península arábiga. La rápida conquista de
parte del Imperio Bizantino, del norte de África y de la Península Ibérica ponen en contacto al
mundo musulmán con la cultura occidental, cuya base es la greco-romana. La capacidad de
síntesis del Islam desarrolló una nueva expresión artística, que en la parte occidental de su
imperio da como resultado un arte ecléctico en el que se mezclan elementos clásicos greco-
romanos, bizantinos, visigodos, etc., junto a la particular fundamentación religiosa del arte
musulmán.
De la influencia que sobre el arte musulmán ejerce la religión islámica destacamos las
siguientes notas:

-iconoclastia o aniconismo: prohibición de la representación de la imagen de Dios y de las


demás criaturas celestiales.
-estilización y esquematismo en sus manifestaciones plásticas, lo que significa la negación
del naturalismo que caracteriza el arte occidental. El arte musulmán trata de acercar al fiel al
mundo espiritual, donde la realidad se transforma, de ahí que tanto en la decoración floral,
como en la epigráfica, los elementos aparezcan estilizados y esquematizados.
-mutabilidad: el arte debe reflejar la condición efímera y cambiante de la Naturaleza y el
hombre, frente a la inalterabilidad de Dios. Por eso en arquitectura se utilizan los efectos de la
luz para conseguir la sensación de desmaterialización de los muros a través de la decoración
del estuco, la cerámica, el empleo de celosías, la repetición de los elementos decorativos, etc.

Los elementos básicos de la decoración son tres: la caligrafía (inscripciones con valor
iconográfico que sustituyen la imagen religiosa); los motivos vegetales (denominados
ataurique en el arte andalusí), que recogen elementos de la tradición clásica; y los motivos
geométricos (idóneos para reflejar la perfección y la infinitud de Dios).

La mezquita (lugar de postración). La principal manifestación artística en el Islam es la


arquitectura, dada la importancia de la mezquita (masyid). Aunque los musulmanes no
necesitan más que un espacio orientado hacia la Meca para orar, construirán un lugar de
congregación para todos los fieles en su día sagrado (el viernes), que se denomina mezquita
aljama (mezquita comunitaria).
El origen de la mezquita se relaciona con la casa de Mahoma en Medina: una casa de
planta cuadrada, en uno de cuyos lados se colocaba el Profeta de frente a sus seguidores, que
oraban colocados en hileras y protegidos por sombrajos de palmeras y arcilla. Este sería el
origen de las salas de oración de las mezquitas: el haram (espacio techado); el resto del patio
quedaba al descubierto, constituyendo el origen del sahn (patio).
Como evocación de la disposición de Mahoma frente a sus discípulos quedará en las
mezquitas el mihrab, un pequeño nicho u hornacina vacío, aunque lleno de la esencia
espiritual del Profeta para los musulmanes y en donde se deposita el Corán. Los principales
elementos de una mezquita son:

-el muro de la qibla, orientado hacia la Meca, en donde se ubica el mihrab.


-el alminar o minarete (lugar de la luz), desde el que el almuédano o muecín llama a la
oración.

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-el mimbar: púlpito desde el que el imán preside la oración del viernes y se dirige a los fieles.
-la maqsura: espacio delante del mihrab reservado a las autoridades.
-los riwaqs: pórticos que rodean los laterales del patio.
-sabil: fuente para las abluciones situada en el patio.

Junto a las mezquitas de sala hipóstila (rectangulares y divididas en naves por


columnas), se encuentran las de planta central con cúpula, y las de patio central y cuatro
iwanes en sus lados (Mezquita de Isfahan en Irán, por ejemplo).

2. Arquitectura. Arte califal: la mezquita de Córdoba, arquitectura y decoración. La


ciudad palatina de Medina Azahara.

El arte hispanomusulmán. En el 711 las tropas de Tarik invadían la P. Ibérica, iniciándose un


proceso de ocupación que supuso la islamización de casi todo el territorio. La Hispania
romana y visigoda se transforma ahora en Al-Andalus, una provincia más del Imperio Omeya.
Con posterioridad, la destitución de los Omeya por una nueva dinastía, la Abbasí, hace que
en Al-Andalus encuentre refugio el único príncipe Omeya que logró salvarse, Abderramán I,
quien establece un emirato independiente (756). Años después, en el 929, su descendiente
Abderramán III lo convirtió en califato independiente. Es éste el momento de apogeo del arte
andalusí, que alcanza entonces sus mayores cotas de esplendor y calidad artística.
Desaparecido el califato se suceden otras etapas políticas, cada una con sus obras de
interés, caso del Palacio de la Aljafería (Zaragoza) en época de los reinos de Taifas; de las
obras sevillanas de la época almohade (siglos XII-XIII: Torre del Oro, la Giralda); y apogeo
artístico en el reino nazarita de Granada, cuya máxima expresión es el conjunto palaciego de
La Alhambra.

2.1. La mezquita de Córdoba, arquitectura y decoración. Es el edificio más importante del


arte hispanomusulmán; se trata de una construcción que se fue agrandando a lo largo del
tiempo a través de una serie de ampliaciones y reformas acometidas por emires, califas y el
visir (primer ministro) Almanzor.

Mezquita de Abd-al-Rahmán I (786-788). Constituye el núcleo originario de la mezquita,


levantado sobre el solar de la basílica cristiano-visigoda de San Vicente. Es una sala hipóstila
compuesta por once naves, perpendiculares al muro de la quibla, formadas por arquerías
dobles para dotar de altura al edificio. Los arcos inferiores (de herradura) arrancan de las
columnas y se enjarjan (ensamblan) en el núcleo de los pilares que se alzan sobre ellas; de los
pilares arrancan los arcos superiores (de medio punto). Esta interesante solución procede del
acueducto de los Milagros de Mérida, aunque sus antecedentes los encontramos en la
Mezquita de Damasco. Los pilares llevan modillones en sus caras más estrechas. Todos los
fustes y capiteles (corintios y compuestos) son de acarreo de edificios romanos. Las dovelas
de los arcos alternan la piedra ocre y ladrillos.
Su interior se cubre con un artesonado decorado con motivos geométricos, de lacería y
vegetales, pintados con tintas planas al modo sirio.
Esta primera mezquita fue completada por Hixam I (788-796), que dotó al patio de
una galería para las mujeres (saquifa), un pabellón de abluciones y un alminar junto a la
puerta de ingreso al patio.
En su exterior presenta aspecto de fortaleza. Las almenas (merlones) son escalonadas,
con antecedentes en Mesopotamia. La Puerta de los Visires (o de San Esteban) presenta una
composición, que se aplicará en las de las siguientes ampliaciones, basada en tres ejes
longitudinales. En el central, vano adintelado bajo arco de herradura, ciego y peraltado,

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inscrito en un alfiz. Sobre él tres arcos ciegos de herradura y un guardapolvo (tejaroz). En los
ejes laterales celosías bajo arcos y decoración de ataurique.

Ampliación de Abd-al Rahmán II (833-848). Para ampliar la primera mezquita se destruyó el


muro de la qibla y se añadieron hacia el Sur ocho nuevas crujías. Las columnas, sin basa, son
todas de acarreo a excepción de las cuatro del nuevo mihrab; asimismo son de acarreo, salvo
dieciséis, los capiteles. También ordenó este emir cerrar con saquifas los lados del patio en
que faltaban. Dirigieron las obras los mayordomos eunucos Nasr y Mansur. La capacidad de
la Mezquita pasó a ser de 17.600 fieles.

Obras de Abd-al-Rahmán III (primer califa). En 946 agranda la superficie del patio, refuerza
el muro Norte y construye un alminar nuevo en forma de torre prismática, modelo que
seguirán los minaretes almohades y los campanarios mudéjares. Constaba de dos cuerpos y
ventanas de ajimez. Así mismo se plantaron en el patio olivos, cipreses y laureles.

Ampliación de Al-Haken II (961-966). El momento de mayor esplendor arquitectónico y


ornamental de la Mezquita llegó de la mano de Al-Haken II, hijo de Abd-al Rahmán III y
segundo califa de Al-Andalus. Las obras las proyectó y dirigió el chambelán Chafar. Se
añadieron, nuevamente hacia el Sur, doce crujías más a la sala de oración, retranqueándose
nuevamente el muro de la quibla, que es doble. En su centro se abrió el nuevo mihrab (una
pequeña habitación octogonal con techo de venera), y a sus lados cuatro salas coincidiendo
con las naves. Las orientales servían de tesoro, las occidentales de pasillo. Todos los fustes y
capiteles (de penca) fueron hechos en Córdoba. Los primeros presentan alternancia de fustes
rojos y azulados, dispuestos oblicuamente hacia el mihrab. Los pilares superpuestos a los
fustes son octogonales y van decorados. Las columnillas del mihrab proceden del anterior.
Para dotar de luz al oratorio se construyeron lucernarios. Uno en el arranque de la
ampliación (actual Capilla de Villaviciosa) y tres en la maqsura. Todos presentan cúpulas de
nervios prismáticos, que no se cruzan en el centro, elevadas sobre muros de arcos
polilobulados y entrelazados, en cuyas dovelas se alternan ladrillo y placas de ataurique. Las
tres cúpulas del lucernario de la maqsura y la fachada del mihrab van revestidas de mosaicos
bizantinos (320 quintales de teselas) enviados, a petición de Al-Haken II, por el emperador de
Bizancio Nicéforo Phokas, quien también envió un maestro musivario. El conjunto constituye
una de las obras maestras del arte universal.

Ampliación de Almanzor (987-990). Constituye la última ampliación y fue mandada hacer


por Almanzor, el todopoderoso visir (primer ministro) del califa Hixam II. El director de
obras fue Allah ibn Said ibn Batrí, que ensanchó el recinto con ocho naves hacia el Este, ya
que la proximidad del Guadalquivir impedía una nueva ampliación hacia el Sur. Esta adición
obligó a ampliar el patio. El edificio ganó en capacidad pero el mihrab quedó descentrado. El
muro de la quibla correspondiente a esta ampliación es simple. El esquema seguido es el
mismo: naves de arquerías dobles y artesonado de madera. Los arcos no alternan dovelas de
sillares y ladrillos, son todas de caliza pintándose sobre ellas bandas imitando los ladrillos.

2.2. La ciudad palatina de Medina Azahara. Fundada en el 936 por el primer califa de Al-
Andalus Abd-al-Rahmán III, continuando así la tradición del mundo islámico oriental que
vinculaba la dignidad califal con el establecimiento de ciudades y palacios. El nuevo califa
necesitaba contar con un palacio que simbolizara la estructura del nuevo Estado.
Se emplazó al Oeste de Córdoba, al pie de Sierra Morena, en el llamado Monte de la
Amada (Yebel-Alarús), lugar excepcional desde donde se goza de espléndidas vistas sobre el
paisaje de la campiña. La adecuación a la topografía determinó la edificación de los espacios

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en tres grandes terrazas jerárquicamente superpuestas: la superior corresponde a las
dependencias palatinas, rodeadas de jardines, huertas y albercas; la intermedia a las salas
dedicadas a oficinas y despachos; mientras en la inferior se encuentra la mezquita, la ceca, el
centro artesano, el zoco y las casas, agrupadas en barrios, de los empleados, el servicio y los
artesanos.
Su plano es rectangular (1.500 por 750 metros aproximadamente) y estaba rodeada por
una gruesa muralla. En sus costados se ubicaban los cuarteles militares (caballería e
infantería). En la construcción se empleó piedra y mármol, y yeso y cal en los revestimientos.
La creación de la ciudad supuso la dotación de una infraestructura viaria, hidráulica y de
suministro de materias primas para su construcción
Lo actualmente excavado constituye poco más de la décima parte de la extensión de la
ciudad intramuros, correspondiente al núcleo principal del Alcázar, que se presenta dividido
en dos sectores: el oficial, al Este, donde se ubican los grandes salones de recepción; y el
privado o residencial al Oeste.
Medinat-al-Zahra apenas alcanzó los setenta y cinco años de vida. Durante el reinado
de Hixam II, nieto de Abd-al Rahmán III, la ciudad languidece al ser trasladada la Corte y el
aparato administrativo a la ciudad construida por el visir Almanzor: Madinat al-Zahira. Con la
caída del califato (1010) comenzó el sistemático saqueo, destrucción y expolio de sus
materiales. Perdida en el olvido, no fue identificada hasta mediados del siglo XIX,
comenzando a excavarse a comienzos del XX. Algunos de sus núcleos más importantes son
los siguientes:

Puerta Norte. El espacio urbano de la medina estuvo cercado por una gruesa muralla de carácter
defensivo. En su interior el muro presenta contrafuertes entre las torres. El material empleado fue
el sillar de piedra caliza aparejado a soga y tizón. Tenía camino de ronda y torres de sección
rectangular. La puerta Norte se abre en el centro de la muralla septentrional, en el punto en que
confluye uno de los caminos que unía Madinat al-Zahra con Córdoba. Su disposición, como la de
todas las puertas, es acodada y contaba con una estancia para el cuerpo de guardia que controlaba
el paso hacia el interior.

Pórtico. Situado en la terraza inferior, constaba de una galería porticada de quince arcos (catorce
escarzanos y de herradura el central) sobre pilares, que daba paso a la calle en rampa que
conducía a la plaza donde estaba el Dar al Yund. Por ella desfilaban las embajadas y visitas
oficiales para ser recibidas por el califa.
La galería estuvo cubierta por una terraza en cuyo centro debió existir un pabellón desde
donde el califa revistaría las formaciones militares, dado que, frente al pórtico, al exterior del
recinto amurallado, se extendía un amplio espacio donde se concentraban las tropas al partir hacia
las expediciones militares.

Dar al-Yund (Casa del Ejército). Se trata de un edificio de planta basilical con cinco naves
longitudinales y una transversal con salas más pequeñas en sus extremos. En el interior del salón
los arcos descansan sobre capiteles alternos de avispero (sobre columnas de mármol negro) y talla
simple (fustes de mármol rojo de Cabra). Los arcos eran de dovelas de piedra, pero presentaban
alternancia cromática ya que la mitad de ellas iban enlucidas de almagra imitando ladrillos.
El pavimento era de ladrillo y los muros estaban revestidos de mortero de cal y arena y
pintados de almagra y blanco.
La nave transversal se abría a una extensa plaza dispuesta en un nivel inferior, de la que
dos de sus lados estaban porticados.
Además de supuesta función militar, algunas de las salas del conjunto se usaron, al
parecer, como lugar de espera de las embajadas que recibía el califa.

Salón Rico o Dorado. Construido entre el 953-957, como atestiguan inscripciones en basas y en
capiteles, constituye el espacio más importante de lo excavado hasta ahora. Sirvió como salón de
recepciones políticas y para la celebración de las grandes solemnidades como la de la ruptura del
ayuno y la de los sacrificios. En su costado oriental se construyó un conjunto de habitaciones,
pavimentadas de mármol blanco, una de las cuales era un baño.
Su planta es basilical, compuesta por un pórtico transversal con cinco arcos de herradura,
dos puertas laterales y tres naves longitudinales (la central más ancha) separadas por dos

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arquerías. Rematan sus cabeceras tres arcos de herradura ciegos. En el central se situaba el diván
del califa. El arco de herradura califal aparece aquí plenamente consolidado: trasdós peraltado en
relación con el intradós, despiece de las dovelas a la línea de imposta, y exuberante decoración,
fundamentalmente en el alfiz.
La rica decoración de este salón se basaba en la superposición sobre los muros de paneles
con decoración de ataurique (variaciones sobre el árbol de la vida), lacería y epigráfica.
Delante del Salón Rico se situaba el llamado Jardín Alto, organizado en cuatro parterres
delimitados por andenes y recorridos por acequias, y un pabellón central rodeado por cuatro
albercas. Salón y jardín tienen una importante carga de simbolismo religioso y político de cara a la
magnificación del califa. La conjunción de arquitectura, vegetación y agua era una evocación del
Paraíso.

La mezquita. Inaugurada en el 945, y correctamente orientada hacia La Meca, se eleva sobre una
plataforma artificial en la terraza inferior. Su planta es rectangular y constaba de patio (porticado
en tres de sus lados, como el de la gran mezquita de Córdoba), sala de oración y alminar (de
planta cuadrada al exterior y octogonal al interior donde estaba la escalera de subida a la terraza).
La torre se alzaba en el interior del patio y desplazada del eje central, al igual que la que había
levantado Abd-al-Rahmán III en la aljama de Córdoba.
La sala de oración es de planta basilical: cinco naves de ocho tramos, separadas por
columnas bajo arcos de herradura. La maqsura estaba pavimentada de baldosas de barro cocido, el
resto del suelo era terrizo y se cubría con esteras de esparto. Un pasadizo cubierto (sabat),
adosado al lado oriental del Jardín Alto, permitía los desplazamientos privados del califa hasta su
interior a través del muro doble de la quibla. Para salvar el desnivel de la calle se construyó un
puente de tres ojos.
Al exterior la mezquita presentaba un aspecto macizo, de muros lisos articulados por
contrafuertes y almenas dentadas. La decoración se concentró en las puertas. Frente a la mezquita
se encontraba la casa de la limosna (dar al-sadaka).

3. Arte almohade. El arte nazarí: la Alhambra y el Generalife.

3.1. Arte almohade. Los almohades eran tribus sedentarias procedentes de las montañas
norteafricanas del Alto Atlas. Su nombre significa los que reconocen la unidad de Dios, de
ahí que también se les conociera como los unitarios. Su lucha se concentró contra los
almorávides, pueblo procedente del Sahara que dominaba Marruecos. En 1153 se apoderaron
del Magreb, incluida su capital Marrakech, y en 1149 atravesaron el estrecho de Gibraltar
ocupando Sevilla, Córdoba y Badajoz. En 1195 derrotaron a las tropas de Castilla en la batalla
de Alarcos (Ciudad Real). Sin embargo, veinte años después se inició la descomposición de
su estado, destruido tras la victoria cristina de las Navas de Tolosa (1212).
En el terreno artístico los almohades han sido comparados con sus contemporáneos
cristianos europeos, los monjes cistercienses, por su desprecio del lujo y su amor por la
sencillez. Al igual que los almorávides, los almohades utilizarán como materiales el ladrillo,
el yeso, la argamasa (mortero de cal, arena y agua) y la madera. Como soportes mantienen el
pilar y los arcos, fundamentalmente el de herradura apuntado.
Sus mezquitas siguieron el modelo de naves perpendiculares al muro de la quibla, y en
cuanto al alminar el modelo del levantado por Abd-al-Rahman III en la Mezquita de Córdoba.
Este es el caso de la Giralda de Sevilla.
En el terreno decorativo aplicaron un repertorio caracterizado por la sobriedad, el
orden y el racionalismo: entrelazados geométricos, formas vegetales lisas y la sebqa (red de
rombos). Otro elemento ornamental que usaron fue el alicatado de cerámica.

La Giralda (1184-1188). Sevilla. Minarete de la antigua mezquita almohade sobre la que se


construyó la Catedral. En su día fue la torre más alta del mundo. Hoy, después de las tres
añadiduras realizadas tras la Reconquista, mide 97,5 metros de altura.
La torre tiene varios cuerpos. En el musulmán, construido en 1184 por orden del sultán de
Marruecos Abu Yacub Yusuf, se emplearon para sus cimientos piedras de monumentos romanos. La
ingeniería estuvo a cargo de Gever, quien hizo dos torres, una dentro de la otra, ocupando el

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hueco entre ambas una rampa que sirve para el acceso a la terraza superior. La decoración fue
obra de Ahmed ben Basso y de su sobrino Alí de Gomara.
La Giralda es un esbelto y bellísimo prisma en el que, a pesar de la sobriedad y austeridad
de los almohades, triunfa el concepto ornamental andaluz. Su decoración, en la que predomina la
sebqa, será fuente de inspiración para la decoración de los campanarios mudéjares de Castilla la
Nueva, Aragón y Andalucía.
Sobre el cuerpo de arquitectura musulmana se añadió en el siglo XVI el cuerpo de
campanas, obra del arquitecto cordobés Hernán Ruiz el Joven. Por encima de él se levantaron
otros, cúpula y cupulín. Remata la torre una gigantesca alegoría en bronce de la Fe, de 1568.
Como ejerce de veleta y gira se le dio el nombre de Giralda, tanto a la figura femenina como a la
propia torre.

Torre del Oro (1220-1221). Sevilla. Fue mandada construir por el gobernador almohade Abù l-Ulà.
Formaba parte de la reedificación almohade de las murallas de la ciudad. Su misión era impedir el
paso por la orilla izquierda del Guadalquivir y controlar la entrada de navíos. Una cadena que
llegaba al fortín del otro lado del río servía a tal efecto. Su planta es decagonal. En la parte
superior presenta arcos ciegos y almenas. Estaba revestida de una mezcla de mortero, cal y paja
prensada.
El segundo cuerpo se levantó durante el reinado de Pedro I El Cruel en el siglo XIV; el
superior, cilíndrico y rematado en cúpula, fue construido en 1760.

3.2. El arte nazarí: la Alhambra y el Generalife. Tras la caída del imperio almohade, en Al-
Ándalus surgieron pequeños reinos cada vez más amenazados por el avance de los cristianos,
sobre todo tras la victoria de las Navas de Tolosa (1212). En 1232 los musulmanes de
Arjona proclaman sultán a Muhamad ibn Yusuf ibn Nasr. Se inicia así un proceso que
culminó con la aparición de un nuevo reino, el nazarí (actuales provincias de Granada,
Málaga, Almería y parte de Córdoba y Jaén), cuya capital será Granada. La constante
presión cristiana redujo paulatinamente el reino, terminando con la capitulación de la capital
ante los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492. De este modo desaparecía el último bastión
islámico de Al-Andalus.
La obra por antonomasia que define a la dinastía nazarí (1237-1492) es la Alhambra,
Qalat al-Amra (el castillo rojo), verdadera síntesis de arquitectura palaciega y fortaleza
militar. A ella se asoció una almunia (huerta de recreo): el Generalife.
La Alhambra fue iniciada por el fundador de la dinastía, Muhammad I. Dotada de
un doble recinto, uno exterior, a modo de antemuro, y otro interior reforzado por altas
torres, además de las residencias palatinas el conjunto se componía de una ciudad de calles
estrechas y serpenteantes en la que vivían los altos dignatarios de la Corte, los funcionarios,
los artesanos y el personal de servicio. Allí se encontraba la Casa de la Moneda (ceca) y
estaba dotada de baños públicos, aljibes, mezquitas y cementerios.
A partir de la Alcazaba se desarrolla el recinto amurallado de la ciudad, jalonado de
torres defensivas, algunas de las cuales eran viviendas (por ejemplo, las torres de la Cautiva y
de las Infantas). El núcleo palatino lo constituye la denomina Casa Real Vieja de la Alhambra,
de la que forman parte los cuartos (o palacios) de Comares y de los Leones.
La Alhambra constituye un ejemplo perfecto de arquitectura musulmana, en la que
contrasta la simplicidad de su exterior con su exuberante decoración interior. Sus salas
aparecen cubiertas por bóvedas de mocárabes o espléndidas techumbres de madera, y sus
paredes revestidas en su parte inferior por zócalos de azulejos y en la superior por paneles de
yeso con atauriques y epigrafía. Estos últimos presentan textos del Corán y composiciones de
tres grandes poetas que nos desvelan el significado de las distintas estancias, junto a
referencias cósmicas relacionando el poder de los reyes con el de Dios.

Características del arte nazarí.

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-integración de arquitectura y naturaleza (fuentes, acequias, jardines, sonidos, aromas,
etc.). Hay que destacar el papel que desempeñan el agua y la vegetación a nivel religioso y
político. Los jardines son una evocación del paraíso prometido a los creyentes por Dios, de los
que los reyes son su sombra en la Tierra.
-profusión decorativa que enmascara la pobreza de los materiales constructivos (a excepción
del mármol en columnas y enlosados): piedra sillar, mortero, barro, ladrillo y madera.
-decoración basada en la integración de motivos geométricos (lacería), vegetal (ataurique) y
epigráficos; a partir de Muhammad V se generaliza el empleo de la heráldica (escudo nazarí).
-columnas con basas, fuste fino con collarinos, y capiteles de dos cuerpos: uno cilíndrico
decorado con hojas lisas, y otro cúbico con hojas en relieve y, a veces, mocárabes.
-bóvedas de mocárabes realizadas con tacos de madera recubiertos de estuco policromado.
Cuadradas o rectangulares, se levantan sobre trompas y presentan forma octogonal o
estrellada.
-uso del arco de medio punto peraltado y angrelado, túmido (de herradura apuntado) en
las puertas de la muralla, y de colgadura o pabellón (arcos pantalla) decorados con
mocárabes.
-techumbres de madera: artesonados (forma de artesa invertida) y alfarjes (cubierta plana),
con decoración de lacería.

Entre los principales núcleos palatinos destacamos:

El Partal: palacio construido por Muhammad III a principios del XIV, parece ser el más antiguo de
la Alhambra y sólo se conserva una parte. Está formado por un pabellón y la Torre de las Damas.
Presenta un pórtico de entrada, precedido por una alberca, formado por cinco amplios arcos
angrelados, siendo el central más ancho y alto que el resto.

El Mexuar (1279-1325): sala rectangular, rodeada de otras estancias, donde se reunía el consejo
de visires. Su construcción se debe a Ismail I. Ha sufrido muchas restauraciones. En su centro
hay cuatro columnas y ménsulas de mocárabes que soportaban una linterna. Desde aquí se
accedía, a través del Patio y el Cuarto dorados, al Palacio de Comares.

Cuarto o Palacio de Comares: construido por Yusuf I (1318-1354) y reestructurado por


Muhammad V (1338-1391), debe su nombre al término árabe qamriyya, vidrieras de colores
que había en el Salón de la Torre de Comares. En el Patio del Cuarto Dorado, ante la magnífica
fachada de acceso al palacio, bajo un alero-dosel, símbolo de la divinidad y de la realeza, los reyes
recibían en audiencia e impartían justicia. Una de sus puertas servía de acceso a la zona residencial
y la otra al patio del palacio.
Este gran patio rectangular, denominado de la Alberca o de los Arrayanes, está articulado
en torno a un eje longitudinal cuya parte central ocupa una alberca flanqueada por setos de
arrayanes. El estanque, que se integra como un elemento arquitectónico más, ejerce como un gran
espejo provocando una espacialidad ilusoria y dinámica, una deconstrucción del espacio
arquitectónico haciéndolo inmaterial e ilimitado.
En los lados mayores del patio se disponen cuatro viviendas privadas, dos a cada lado; en
los menores, las del sultán (al N.) y la del príncipe heredero (al S.). Ambas van precedidas por
galerías con pórticos de siete arcos, más ancho y alto los centrales. El pórtico N. del palacio
conecta con una sala rectangular, con dos alcobas laterales, llamada "Sala de la Barca" (de baraka,
bendición), por la forma semicircular de la techumbre de madera.
Finalmente, alojado en la imponente Torre de Comares, se hallaba el Salón del Trono
o de Embajadores, con un artesonado de madera en el que están representados los siete cielos del
Paraíso coránico, cuyo centro ocupa el trono de Dios. En esta espacio el monarca celebraba
recepciones y actos oficiales.

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Cuarto o Palacio de los Leones (1354-1359): situado de forma transversal al de Comares, fue
construido por Muhammad V. Se le consideraba la residencia privada del monarca, si bien
recientemente se le ha atribuido la misma doble función que al de Comares (doméstica y oficial).
Se dispone en torno a un patio, de planta rectangular, dividido en cuatro zonas por dos
andenes recorridos por canalillos de agua que se cruzan en el centro, donde se halla la Fuente de
los Leones. A su estanque llega el agua que brota de otras cuatro pequeñas fuentes situadas en los
lados, lo que evocaría el paraíso musulmán y sus cuatro ríos. La Fuente de los Leones parece ser
del siglo XI y éstos representarían a las doce tribus de Israel. La taza lleva escrita en su perímetro
versos del ministro y poeta Ibn Zamrak en los que se resalta su función utilitaria y estética, junto
al simbolismo del agua.
Los cuatro lados del patio van porticados con arcos sobre columnas, aisladas o agrupadas,
creando una alternancia rítmica sabiamente calculada. En los menores avanzan dos pabellones
abiertos con arcos de mocárabes, dando lugar a una interrelación espacial perfecta al producirse
una sutil transición entre la arquitectura y el jardín, de manera que el límite entre ambos se vuelve
impreciso.
Cuatro salas se abren al patio:
-de los Mocárabes, que servía de vestíbulo de entrada.
-de los Abencerrajes, para banquetes en invierno.
-de los Reyes, para banquetes en verano.
-de las Dos Hermanas, mexuar de Muhammad V, al fondo de la cual el Mirador de Lindaraja o de
Daraxa cumplía la función de salón del trono.

La Alhambra, síntesis del arte hispanomusulmán, emplea dos tipos de organización de


patios cuyos precedentes se sitúan en Medinat al-Zahra: el monoaxial o rectangular (Patio de
los Arrayanes) y el de crucero o rectangular con pabellones (Patio de los Leones). Las
estancias vinculadas a ellos responden a otras dos tipologías: alargadas, con extremos
acotados por alcobas; y cuadradas rodeada por habitaciones.

El Generalife. Fue construido entre los siglos XII y XIV sobre la ladera del Cerro del Sol.
Desde este lugar se domina un maravilloso entorno: el Albayzín, la Alhambra, la Vega y
Sierra Nevada. Lugar de recreo de los reyes nazaritas, fue concebido como una villa rural
compuesta por jardines ornamentales, patios, edificaciones, huertos, dehesa para caballos y
granja de animales, y un coto de caza. Fue Muhammad I, fundador de la dinastía, quien
ordenó encauzar el agua del Darro para suministrarla tanto a la Alhambra como al Generalife.
A la primera a través del acueducto de la Torre del Agua, al segundo por medio de una
acequia que la depositaba en aljibes y depósitos desde donde se regaban las huertas y jardines.
Los huertos reales existieron en todas las cortes musulmanas, como los de al-Rusafa y Medina
Azahara en Córdoba.
La denominación de Generalife ha recibido diversas interpretaciones (Jardín del
Paraíso Alto, etc.), hoy se acepta la de Jardín del Arquitecto, de los términos árabes djennat
(huerto o paraíso) y alarif (constructor). El conjunto, que ha sufrido profundas
modificaciones, se desarrolla en dos terrazas: en la baja hay dos patios cuadrangulares desde
uno de los cuales se entraba en el alcázar. En él se encuentra el Patio de la Acequia.

-Patio de la Acequia. Originariamente en la acequia hubo caños de agua. De planta rectangular, en


el lado mayor oriental hubo dos viviendas y en el occidental un mirador. En los lados menores,
pabellones con pórticos de cinco arcos (más anchos y altos los centrales). El del Sur servía de
entrada, y en el del Norte se encontraba la Sala Regia, rectangular y con alcobas laterales, desde
donde se accedía al Patio del Ciprés de la Sultana, con una alberca en forma de U (la central con
una fuente es del siglo XIX).
Desde este patio se llega a la Escalera del Agua, que discurre bajo una bóveda de laureles,
formada por tres glorietas y cuatro tramos de escaleras, en cuyos ejes había pilas de agua de las
que partía un canalillo, hoy perdido. Por los parapetos que bordean la escalera discurren canales
hechos con tejas invertidas. Al parecer, al final de la escalera había un pequeño oratorio, por lo que
el agua que fluía por ella serviría para las abluciones del monarca. En el Generalife se ejemplifican
dos concepciones de jardín totalmente distintas:

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-la que corresponde al concepto coránico: un "vergel sombreado por abundante árboles,
con agua que mana y corre por doquier". A ella responde la "Escalera del Agua".
-la mediterránea, presente en el Patio de la Acequia, un espacio con flores, sin árboles ni
plantas altas, totalmente soleado.

Guión. Enfocar el arte islámico como producto de la dimensión social árabe, ahondando en
sus principios genuinos mediante los cuales se trata de organizar y dar sentido a pueblos,
comunidades e individuos. Desechar la idea, tan extendida en Occidente, de conocer al Islam
a través de una sola faceta, la religiosa.
Explicar la mezquita como trasunto de la vivienda doméstica de Mahoma -un patio y
un recinto cubierto- señalando sus partes y la tipología de los elementos arquitectónicos.
Ejemplarizar esta propuesta a través de la Mezquita de Córdoba. Aludir también, por su
trascendencia, a la ciudad palatina de Medina Azahara con Abd Al-Rahman III.
Advertir el carácter anicónico del arte y el resumen de su código ornamental en la
epigrafía, la decoración geométrica y el ataurique o decoración vegetal estilizada.
Dada la importancia del arte islámico en Al-Andalus, significar algunos de los
vestigios más relevantes del arte almohade, como la Torre del Oro y la Giralda en Sevilla. Por
último, explicar la acrópolis nazarita de la Alhambra granadina bajo la triple dimensión de
ciudad, alcazaba y residencia; advirtiendo la importancia de la jardinería y la "civilización del
agua” para los musulmanes.

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