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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos

Al Staff Excomulgado: Electra Elefteriou,


Marijf22, Mdf30y, Mokona, Nelly Vanessa y
Yanli por la Traducción; Marijf22 y Nelly
Vanessa por la Corrección de la Traducción;
Mokona y Zaphira por la Corrección; Laavic por
la Diagramación y Bibliotecaria70 por la Primera

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Lectura Final y Kiti08 por la Segunda Lectura
Final de este Libro para El Club De Las
Excomulgadas…

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que


nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras
Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan
siempre. A Todas….

¡¡¡Gracias!!!

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El Club de las Excomulgadas

Aviso Excomulgado

El Club de Las Excomulgadas ha realizado este


proyecto de fan traducción Sin Ánimo De Lucro
Alguno.

Está hecho por Fans para Fans, Siendo su


Distribución Complemente Gratuita.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


No ha tenido en ningún momento el objetivo de
quebrantar la propiedad intelectual del autor o
reemplazar el original. Su Único fin es incentivar
y entretener con la lectura en nuestro idioma.

Así mismo las Incentivamos a Comprar Las


Obras de Nuestras Autoras Favoritas, ya sea en
el idioma original o cuando estén disponibles en
español, para seguir disfrutando de estas grandes
novelas.

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El Club de las Excomulgadas

Argumento
El príncipe Nico es un maestro astuto del sigilo, pero ¿podrá dominar el
frágil corazón de una doncella?

El príncipe Nico es conocido como el Príncipe de los Espías por una razón.
No sólo es el jefe de espionaje de Draconia, sino que es un were astuto, capaz de
tomar la forma de un dragón a voluntad. El don de su herencia real le viene muy
bien como maestro de espías del rey, pero es un gran secreto conocido sólo por
unos pocos.

Riki vive en la miseria, encadenada para servir a la magia de un rey loco y

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pervertido. Obligada a usar las habilidades de curación que la drenan para
mantener vivo al rey Lucan Skithdron, Riki es una sombra de la mujer que debe
ser. Nico sabe que Ricki es la mujer que ha estado buscando y no pierde el tiempo
al sacarlos a los dos del palacio enemigo. Así comienza una aventura que los
llevará a través de dos países, de peligros, amenazas, al descubrimiento de un amor
innegable y del respeto mutuo.

¿Tendrá Nico el coraje de dejarla volar libre, confiando en que volverá a él,
o su amor ahogará a la belleza en ciernes, que está respirando aire libre por primera
vez en su trágica vida?

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El Club de las Excomulgadas

Prólogo
Bajo el amparo de la oscuridad, el dragón negro se deslizó a través de la
frontera hacia Skithdron; su oscura piel camuflándose con la noche. Nico realmente
era el Príncipe de los Espías y estaba en una noble misión. La Bruja del Norte,
Loralie, había dado a entender que la hermana desaparecida de su nueva reina
estaba en Skithdron, pero Nico tenía la esperanza de que sus agentes pudieran
proporcionar alguna información más específica.

Además de localizar a la chica, Nico también tenía que espiar un poco al


reino vecino y a sus tropas. Las cosas aún no estaban resueltas entre los dos reinos y
Nico temía que fueran a desatarse nuevos enfrentamientos. Esa era la manera en

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que los tiranos hacían las cosas.

El hermano de Nico, el Rey Roland, había derrotado al tiránico señor de la


guerra, Salomar, en el norte, y ahora lo celebraba con su nueva reina, Alania.
Dependía de Nico reunir la información de inteligencia suficiente para derrotar al
déspota del este, el Rey Lucan.

Con la misión firmemente fijada en su mente, el Príncipe Nico aterrizó en


las afueras de la ciudad capital Skithdronian algunas horas más tarde. Rápidamente
cambió, de manera discreta, de dragón a su forma humana. Su contacto se reuniría
con él en breve. Con un poco de suerte, tendría la información que Nico necesitaba,
o por lo menos otro pedazo del rompecabezas que poco a poco iba tomando forma.

Estaba ansioso, pero no era estúpido. Había examinado el suelo desde las
alturas cuando aún estaba camuflado sigilosamente en la oscuridad con su forma de
dragón. Las inmediaciones a donde había acordado el encuentro parecían estar
despejadas, pero Nico se aproximó con cautela, atento a cualquier señal de
problemas.

Sin embargo, cuando los problemas aparecieron, no dejaron de


sorprenderlo. Un grupo de guardias reales Skithdronian le rodearon antes de que

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pudiera reaccionar. No se atrevió a cambiar a su forma dragón delante de tantos
testigos. Las probabilidades decían que no podría matarlos a todos antes de
escapar, y el secreto del dragón negro real era demasiado precioso para revelarlo de
esa manera tan torpe. Lo mantendría como un as bajo su manga. Por ahora, Nico
se dejaría esposar y conducir hacia el palacio del rey. Quería echar un vistazo al
interior de todos modos, aunque si fuera por él, habría elegido otro método para
hacerlo. Aún así, esto le garantizaba su ingreso al interior. Una vez adentro, no
tenía duda de que podría liberarse con facilidad. No existían cadenas o grilletes que
pudieran retener a un dragón negro.

Dando zancadas de manera casi alegre, Nico fue a enfrentar lo que fuera que
le deparara. Había más en riesgo en ese juego que su propia seguridad personal. La
propia seguridad de Draconia estaba en peligro, y la seguridad de su tierra y de su

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gente estaba por encima de todo lo demás.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Uno
Los guardias del Rey Lucan empujaron a Nico dentro de una habitación
muy decorada. Le habían maltratado desde la calle hasta los cuarteles, de allí hasta
la mazmorra, y ahora hasta llegar allí, las cámaras privadas del Rey Lucan. Nico
sabía que la razón por la cual le llevaban tan rápidamente ante el huraño rey
Skithdron, era porque uno de los integrantes de sus redes de espías había sido
descubierto o lo había delatado. Nico se prometió descubrirlo a la primera
oportunidad que tuviera, además de infligirle cualquier castigo que fuera necesario.
Delatar al Maestro de Espías Real de Draconia era motivo de muerte, y ésta se
impondría de manera segura y rápida, si se trataba de dicho caso.

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Nico observó la habitación mientras los guardias lo empujaban dentro, de
manera muy ruda. No pudo controlar una expresión de sorpresa cuando vio a una
pobre criatura encadenada a los pies de la cama de Lucan. Una chica vestida con
harapos, con profundos círculos oscuros debajo de esos brillantes ojos verdes,
inquietantemente familiares. Ella era solamente piel y huesos, aferrándose
desesperadamente a la vida, y aunque no podía estar absolutamente seguro de su
identidad, Nico comenzaba a sospecharla.

— ¿Te gusta mi pequeña bruja? —preguntó Lucan desde una de las esquinas
de la gran habitación en penumbras. Nico se maldijo interiormente, dándose cuenta
de que había estado observando durante demasiado tiempo a la chica abandonada
y desaliñada, traicionando su interés—. Puedes mirar —Lucan se movió hacia la
luz—, pero no tocar.

Nico trasladó su mirada hacia el Rey se sorprendió por lo que vio. Siempre
había sido un hombre ascético, pero ahora el Rey Lucan se veía casi como una
serpiente, con escamas oscuras en la pequeña porción de piel que Nico podía ver.
Lucan usaba unas vestimentas ornamentadas oficiales que cubrían la mayor parte
de su cuerpo, colgando de su delgado cuerpo mientras caminaba y seguía
despotricando.

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El Club de las Excomulgadas
—El poder de la bruja se perdería si no fuese virgen.

Nico trató de no atragantarse al contener una carcajada. Si Lucan realmente


creía tal tontería, ¡estaba más loco de lo que creía!

Pero entonces, se dio cuenta de que tal vez esa pequeña mentira era lo único
que había salvado a chica de ser tratada de una forma aún peor. La violación no
estaba por encima de Lucan. La red de espionaje de Nico lo mantenía bien
informado acerca de los entretenimientos pervertidos de Lucan. Era bien sabido
que encontraba placer en formas horribles de tortura que todos los países
civilizados habían prohibido desde hacía mucho tiempo.

Nico trató de no parecer demasiado interesado en la chica, pero sus ojos


verdes desesperados lo atraían. Ella estaba sufriendo sin lugar a dudas, encadenada

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y maltratada por el déspota que estaba a sólo unos pasos de volverse absolutamente
loco.

—He oído que tu Rey Roland fornica con dragones. Incluso hay rumores de
que bebe su sangre, obteniendo parte de su poder. —Los ojos enloquecidos de
Lucan se deslizaron a lo largo de la forma de Nico, haciendo que su piel le picara.
Eso era pan comido. Ese cabrón estaba completamente loco y mal informado, si es
que no estaba jugando a algún tipo de juego. Tal vez Nico podría utilizarlo en su
beneficio.

— ¿Eso es lo que has hecho, Lucan? ¿Has estado follando a los skiths y
después bebiendo su sangre?

Durante un momento, Lucan fue desde ser un simple interrogador a un


furioso combatiente. Sus ojos… cambiaron. Oscilaron desde verse humanos de
color marrón hasta volverse de un color dorado, al mismo tiempo que emitía un
siseo.

— ¡Yo hago las preguntas! ¡No tú! ¡No tú!

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El Club de las Excomulgadas
Lucan respiró profundamente, dominando conscientemente su
temperamento, respirando por medio de siseos mientras se giraba hacia otro lado.
Nico no pudo evitar mirar hacia la chica, mientras Lucan le daba la espalda. Algo
en ella le atraía. Estaba en mal estado, con el pelo lacio de un color indeterminado
y poco sano. Su piel estaba amarillenta, más pálida de lo normal, y estaba cubierta
de pequeñas quemaduras, como si hubiera sido torturada con veneno de Skith.

Encogiéndose interiormente, Nico se dio cuenta de que era más que


probable que la pobre criatura hubiese sufrido tal tortura inhumana. No lo
sorprendía que Lucan fuera capaz de algo así. Sólo sus ojos parecían reflejar que la
vida aún se aferraba a su patético cuerpo escuálido. Estaba desnutrida y débil, unas
pesadas cadenas encadenaban sus pies y manos. El costal de arpillera que usaba
como vestido estaba manchado y quemado en varios lugares, sin duda era una

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consecuencia de alguna tortura con el veneno.

El fuego que comenzaba a alzarse en su interior le advirtió que se estaba


descontrolando. Lo que su lado dragón quería más que nada, era calcinar a todo el
mundo en la habitación, liberar a la chica, y llevársela a algún lugar para poder
limpiarla y hacerla comer hasta que volviese a verse saludable. Quería cuidar de
ella y asegurarse de que nadie volvería a lastimarla. Quería sostenerla entre sus
brazos y acariciar sus delicados hombros, protegerla de todo lo que pudiera hacerle
daño.

Era un pensamiento sorprendente. Normalmente, Nico no era un hombre


sentimental. Era difícil aferrarse a las emociones más suaves en su línea de trabajo.
Como Maestro de Espías del rey de Draconia, había visto con demasiada
frecuencia cómo la gente vendía a sus propias madres por la cantidad correcta de
monedas. Se había desilusionado al poco tiempo de haber escogido tal profesión, y
no había sentido esas emociones tan tiernas desde entonces. Hasta ahora. Hasta
esta pobre chica abandonada, con ojos verde esmeralda.

Lucan se giró de nuevo hacia él, pareciendo estar bajo control una vez más.
Sus ojos habían vuelto a verse humanos y a su color marrón, pero había un brillo

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salvaje que le decía a Nico que este hombre estaba bajo la influencia de las
maléficas modificaciones que le había hecho a su propio ser.

—Vamos a intentarlo de nuevo. ¿Qué estás haciendo en mis tierras?

Nico observó a los ojos del inestable rey, de manera desafiante. —


Paseando.

Lucan asintió hacia uno de sus fornidos guardias y un momento después, el


puño del guardia estaba insertado en el estómago de Nico. Costaba mucho lastimar
a alguien con sus dones, pero ese definitivamente le había dolido. Nico sabía que
sería una noche muy larga. —Tendrás que hacerlo mejor que eso. Sé que eres un
espía del bastardo Draconiano. De hecho —Lucan arrastró una fuerte y descolorida
uña sobre la mandíbula de Nico mientras sus guardias lo sostenían firmemente por

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sus antebrazos—, sé que eres uno de los agentes de alto nivel. Nico se preguntó si
Lucan estaba simplemente jugando con él. Si Lucan realmente no se había dado
cuenta de quién era, Nico podría seguir viviendo cuando finalizara esa sesión. Aún
mejor, si Lucan no sabía quién era en realidad, esa era una excelente oportunidad
para reunir información de primera mano acerca del rey villano. Lástima que no
pudiese simplemente matar a Lucan y ponerle fin a sus problemas. Pero Nico sabía
muy bien que deshacerse de Lucan en ese momento sólo causaría más. Primero, las
escaramuzas en la frontera habían sido repelidas y la paz que allí existía era
precaria, aunque a ambos lados de la frontera estaban preparados para un estallido
que podía ocurrir en cualquier momento. En segundo lugar, no había un claro
sucesor en Skithdron. Podrían eliminar a Lucan sólo para que alguien aún peor
subiera al trono.

No, Lucan tenía que ser derrotado en batalla, o ser eliminado por su propio
pueblo. No se podía descubrir que Draconia estaba involucrada en su deceso a
menos que sucediera de manera justa. Así que las manos de Nico estaban atadas,
literal y figurativamente. Tendría que tomar lo que Lucan le diera allí, esa tarde, y
averiguar lo que pudiera. Sólo entonces Nico haría su escape, y se llevaría a la
pobre criatura de los ojos tristes con él.

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Aquello continuó durante horas. Lucan hacía preguntas cada vez más
erráticas y Nico se negaba a responderle. Cada negativa le valía un golpe de algún
tipo, y mientras la noche avanzaba, Lucan produjo viales con veneno de Skith para
añadirlo a su tortura. Mientras todo sucedía, la delgada chica observaba en silencio,
su expresión sólo mostraba simpatía cuando Lucan le daba la espalda. Nico intentó
no mirarla, pero se encontró mirándola de soslayo cuando Lucan no podía verlo,
utilizando su cara luminosa para mantenerse en el presente mientras el dolor
amenazaba con desbordarlo.

Nico averiguó mucho acerca de Lucan en esas horas, y también hizo


algunos descubrimientos propios. Aprendió cuánto dolor podía soportar y lo que
podría ser necesario para romperlo. Afortunadamente, no se llegó a ese punto. Las
enormes reservas de fuerza del dragón y la magia en su alma, lo apoyaron durante

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lo peor. Finalmente, Lucan detuvo la tortura, limpiándose la sangre de Nico de sus
manos en una toalla blanca y limpia mientras Nico caía al suelo, desmayándose
rápidamente. Vagamente, escuchó las últimas palabras de Lucan mientras se iba de
la habitación.

—Cúralo, pequeña perra —Lucan tiró la toalla sucia hacia la chica—. Y


limpia este desastre. No puedo dormir aquí con su sangre apestando el lugar.
Volveré por más por la mañana.

La última cosa que Nico pensó mientras su visión se volvía borrosa fue que
si eso era algún indicativo de lo que la pobre chica abandonada había soportado a
manos de Lucan, Nico no sabía cómo había podido sobrevivir. Ella no dijo nada
mientras Lucan salía de la habitación, aunque estaba agradecida por el indulto.
Que se fuera a realizar sus perversiones a otra habitación por el resto de la noche
fue como un regalo. Desde el cambio de Lucan, había sido forzada a ser testigo de
todo tipo de actos repugnantes que eran inhumanos, así como mortales. Sólo sus
poderes curativos habían salvado algunas de las víctimas de Lucan, y algunos
habían suplicado por su muerte. Lucan la obligaba algunas veces, cuando le venía
el capricho.

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El Club de las Excomulgadas
Ella sabía que él no era estable. Cualquier cosita podía enviarlo a un ataque
de rabia. Cuando eso sucedía, a menudo temía por su propia vida, aunque él había
sido advertido por la Bruja del Norte, de no matarla. Esa malvada mujer tenía la
culpa de su situación actual. La Bruja del Norte, Loralie, le había dicho a Lucan
que la mantuviera cerca, para que estuviera expuesto a su don de curación. Loralie
había transformado a Lucan en la criatura medio humana que era actualmente.
También era Loralie quien le había advertido que no matara a la joven sanadora y
le había prevenido a Lucan lo raro que era su don de curación. Le había asegurado
que no habría otra sanadora dentro de las fronteras de Skithdron. Loralie era la
razón por la que era sometida a las perversiones de Lucan, torturada cuando se le
antojaba según su estado de ánimo, y mantenida encadenada a su cama.

Pero extrañamente, debía darle las gracias a Loralie porque Lucan no la

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molestara sexualmente. La Bruja del Norte le había dicho al rey loco que la magia
de curación se perdería para siempre si alguien le quitaba la virginidad. Loralie
había proclamado que la magia antigua se marcharía tan pronto como ella dejara
de ser virgen. Por esa única razón, Lucan no la había violado. La había torturado,
jugado con su piel, dañándola en formas en las que ni se atrevía a pensar, pero no le
había quitado su virginidad. Por ese pequeño beneficio, suponía que debía estar
agradecida con la bruja, pero simplemente no podía obligarse a estarlo.

La bruja había regresado al norte ahora, con su amo, el rey Salomar. Ella
había hecho el trabajo repugnante de fusionar a Lucan con los skiths, y regresado a
su propio rey. La chica había sido dejada para curar las lesiones recurrentes de un
cuerpo que nunca podría mantener esas dos esencias diametralmente opuestas en
un mismo espacio. Pensó que Lucan sufriría una muerte lenta y agónica sin sus
tratamientos de curación constantes, y casi deseó que fuera demasiado lejos y la
matara un día, así él también moriría.

Pero de alguna manera no se atrevía a provocarlo a ese acto final e


irrevocable. Algo dentro de ella luchaba para seguir aguantando. Algún núcleo de
esperanza permanecía. Esperanza de que, de alguna manera, pudiera tener una
oportunidad de escapar, o la oportunidad de matar a Lucan ella misma. Cualquiera

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El Club de las Excomulgadas
serviría. Luchó por pararse sobre sus pies, sabiendo que tendría que limpiar
primero, y luego atender al guerrero caído. Después de que le diese su energía
curativa, estaría demasiado débil para poder moverse durante varias horas. Si la
habitación estaba sucia cuando Lucan regresara, pagaría un alto precio, así que se
puso a refregar las manchas de sangre, limpiando a un ritmo familiar. Había
recibido la orden de hacer eso en otras ocasiones anteriores. Sabía lo que se
esperaba.

Después de más de una hora de refriega, la habitación estuvo limpia y todo


puesto en su sitio dentro de la longitud de su cadena. Sólo entonces se instaló junto
al hombre caído, acariciando los mechones oscuros de pelo largo que estaban sobre
su rostro cincelado. Cicatrizaría muy mal sin su ayuda. Así como estaban las cosas,
no sabía cuanta energía podría darle. Estaba peligrosamente débil. Lucan la

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mantenía de esa manera así no intentaría escapar, o si se las arreglaba para escapar,
no pudiera llegar muy lejos.

Colocándose junto al hombre, observó primero sus peores heridas. Envió


pulsos pequeños de su energía, racionándolos lo mejor que pudo, para volverlo lo
más fuerte que le fuera posible antes de que su propia energía se agotara. Él era un
hombre valiente. Nunca había visto a una de las víctimas de Lucan desafiar al rey
loco durante tanto tiempo o tan bien. Este guerrero extranjero la había
impresionado y despertado su interés como mujer, el cual había creído estaba
muerto hacía mucho tiempo. Después de ver el deporte de cama de Lucan en los
últimos meses, nunca pensó que sentiría cualquier tipo de atracción por un hombre
de nuevo. Lucan era brutal. Ella no sabía si podía confiar en que un hombre no se
convirtiera en una bestia como Lucan si alguna vez le daba la oportunidad.
Además, su virginidad era lo único que la protegía. Si perdía eso, perdería todo: su
poder, su precaria posición, y muy probablemente su vida.

El hombre gimió mientras le tocaba las salvajes heridas en su torso. Las


quemaduras del veneno de Skith se comían la piel, causando una agonía
incomparable a cualquier otra cosa. Ella lo sabía de primera mano, por su propia
dolorosa experiencia. Tenía quemaduras de veneno de Skith por todo el cuerpo

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El Club de las Excomulgadas
gracias a Lucan. Era una de sus maneras de recordarle su posición y de advertirle
que no se cruzara con él. La piel del guerrero estaba caliente y febril, pero su don de
curación le confirmó que su salud era buena a pesar de la tortura a la que le habían
sometido. No lo entendía, pero igual que ella, su temperatura corporal normal
parecía ser un poco más elevada que la de otros humanos que había tratado. Su
calor fue un consuelo a medida que su fuerza se desvanecía. Él había pasado de
estar de una inconsciencia inducida por el dolor a tener un sueño más normal,
mientras le enviaba energía curativa a su maltratada forma. Por lo menos había
sido capaz de hacer eso por él, permitiéndole descansar antes de la próxima ronda
con Lucan. Ese hombre herido necesitaría todo lo que ella pudiera darle. Con ese
pensamiento en mente, concentró lo último de sus fuerzas restantes en un estallido
final, poderoso, enviándolo hacia las terribles quemaduras en su rostro. Él tenía tal
fuerte y hermoso rostro que pensó que era una vergüenza que tuviera cicatrices.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Escabulléndose hacia el olvido, se acomodó a su lado, con su mano sobre su
corazón, su cabeza descansando en su hombro mientras inconscientemente se
acurrucaba más cerca de su calor. Justo antes de que la oscuridad la reclamara, un
pensamiento errático cruzó a través de su mente. Nunca se había sentido tan
cómoda en todos los años desde que había sido robada de su hogar. Por ese corto
momento, estuvo finalmente en paz.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Dos
Nico se despertó con el rico aroma a mujer en sus fosas nasales. No estaba
seguro de su entorno, de inmediato tomó nota de la suave forma femenina que se
acurrucaba a su lado. Era delgada y temblaba de frío, aferrándose a él buscando
calor. Él abrió los ojos y se sorprendió al ver a la chica, con su pequeña cara
descansando contra su corazón.

Algo dentro de él saltó con la vista. El dragón dormido en su interior


despertó, posesivo tirando de la mujer más pequeña, como si nunca fuese a dejarla
ir. Se dio cuenta entonces de la energía que fluía entre ellos, lo que los hacía más
fuertes. Ya podía ver él sus pálidas mejillas como una flor de color saludable y una

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nueva vitalidad en su piel previamente pastosa.

Le tomó un momento saborear y examinar la conexión. No era como nada


con lo que había experimentado antes, pero había oído hablar de ello lo suficiente
como para no dudar. En los textos antiguos de sus antepasados, había cuentos
sobre este tipo de intercambio, y su propio hermano lo había mencionado como
sólo un fenómeno cuando había conocido a su nueva esposa. Un curandero dragón
podría absorber y reflejar el enorme poder de su medio dragón, provocando el
fortalecimiento de ambos en el proceso.

Él observó más de cerca a la hermosa chica recargada en sus brazos. No era


de extrañar que se hubiese sentido tan atraído por ella cuando todas las otras
mujeres le habían dejado frío. Esta pobre mujer muerta de hambre, era casi con
seguridad su nueva cuñada, aunque se veía muy diferente a la robusta mujer con la
que su hermano acababa de casarse. No, esta pobre criatura estaba muerta de
hambre y había sido torturada durante meses, quizá años, pero todavía había una
notable semejanza con la mujer sana que debía ser.

Allí en sus ojos había algo. Nico había sido golpeado por el verde de sus ojos
luminosos de inmediato. Un verde Real, como lo llamaban algunos en Draconia,
ya que muchos de sangre real lo tenían, a diferencia de él. Nico era una rareza entre

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los príncipes, con su mirada turmalina. La mayoría tenía el esmeralda profundo de
los ojos de esta mujer.

Su pelo probablemente sería de un profundo y ardiente castaño si estuviese


sano. Incluso en su palidez y con el mal estado de su ropa, brillaba con reflejos
rojizos, muy parecido al de su hermana. Tenía la misma altura y tenía una
estructura ósea similar, aunque las facciones de esta pobre chica se destacaban
demasiado prominentes, su cuerpo era piel y huesos simplemente.

Ella se movió en sus brazos, como si hubiera notado su estudio y sus ojos se
abrieron gigantes. Nico contuvo la respiración, sabiendo que esta pobre chica era la
razón que le había llevado a Skithdron. Cuando había pensado que su misión había
fracasado por completo, ella había llegado a él como si la Madre de Todos los

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hubiera reunido.

Y, de hecho, tal vez lo había hecho. Nico no tenía otra explicación para el
conjunto de graves circunstancias que lo habían conducido directamente a la chica.
Ella parpadeó y trató de alejarse, pero Nico la sujetó con firmeza, aunque no con
dureza, con su mirada interrogándola suavemente.

— ¿Arikia?— Él murmuró su nombre, viendo el estremecimiento en ella.


Había reconocido el nombre, él lo sintió inmediatamente por el temblor en su
columna. Su búsqueda había terminado.

— ¿Cómo sabes mi nombre? —Sus palabras susurradas le sacudieron el


corazón. Esta era la primera vez que la oía hablar, y sólo el sonido de su voz suave
lo recorrió.

—Vine a Skithdron buscándote. Tus hermanas Alania y Belora, así como tu


madre Adora, se encontraron y reunieron. Te extrañan, Riki.

Las lágrimas inundaron sus ojos y él la abrazó más con suavidad,


levantando una esposada mano para apartarle el pelo de su cara mientras le
murmuraba. Sus manos estaban atadas con cadenas fuertes, pero no estaba
preocupado. El dragón en su interior las rompería con bastante facilidad.

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El Club de las Excomulgadas
—Nadie me ha llamado así desde que era pequeña. Nadie sabe mi nombre.

—Salvo tu familia, —Nico habló en voz baja—, y aquellos que hemos


estado buscándote. Me alegro de haberte encontrado.

Sus hermosos ojos se abrieron con esperanza, pero luego la desilusión


rompió su expresión. —Pero, ¿qué tiene de bueno? Los dos somos prisioneros.

Nico se alegró de ver que su espíritu aún podía estallar dentro de su


maltratada alma. Ella era de sangre real, después de todo, como lo era él. Nico
sabía de primera mano lo difícil que era mantener a los de su clase por mucho
tiempo.

— ¿Dijo Lucan cuándo volvería?

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—No hasta por la mañana. Es probable que sólo tengas unas cuantas horas
más de paz.

—Eso será más que suficiente. —Nico sonrió ante su confusión, un poco
vacilante acerca de cómo abordar lo siguiente que tenía que decirle. Decidió
comenzar lentamente—. Riki, tu hermana recientemente encontrada puede,
bueno... cambiar. ¿Sabes de qué estoy hablando?

Riki sacudió la cabeza. Nico no sabía si era una mera protección de ella o si
realmente no podía pasar de dragón a humano como su hermana gemela. Pero
entonces, si hubiera descubierto la manera de cambiar, muy probablemente se
hubiese huido hace mucho tiempo.

—Está bien. Prométeme no gritar. Cambiaré un poco y tal vez te asustes,


pero nunca te haría daño. Ni el hombre ni el dragón nunca te harían daño, Riki.
¿Me crees?

— ¿Dragón? —Ella hizo una pausa—. Mi madre nos contaba historias de un


dragón que una vez había conocido.

—Ah, sí, de la famosa señora Kelzy.

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El Club de las Excomulgadas
— ¡Sí! Kelzy. Ese era su nombre. —Riki sonrió con deleite con el pequeño
recuerdo de su juventud que retornó a ella.

—Mi nombre es Nico, y si te sientes tensa, nos liberaré a los dos de estas
cadenas en un momento. ¿Confías en mí lo suficiente como para hacer eso?

****

Sentada y abrazando sus rodillas, ella asintió, aunque estaba mordisqueando


sus labios con preocupación. Incapaz de resistirse, Nico se inclinó y le besó la frente
con rapidez. Ella se sorprendió un poco, pero pareció encontrar el gesto
reconfortante. Volviéndose, Nico llamó al cambio y permitió que el vapor negro
envolviera su forma humana. Vio que ella abría los ojos y luego sintió la explosión
de las esposas de sus manos humanas, ahora cubiertas de escamas, el hierro de las

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


cadenas no podían detenerlo. Oyó que Riki se sobrecogía, pero en general, lo estaba
tomando bien.

Sentado delante de ella, la dejó mirarlo y trató de darle tiempo para


acostumbrarse a su forma dragón antes de acercase. Tenía que romper sus cadenas,
dejando intactas sus esposas por el momento. Sus garras eran demasiado fuertes y
demasiado grandes para hacer un trabajo tan delicado sin hacerle daño, pero
definitivamente conseguiría quitarle las cadenas. El resto se podría hacer una vez
que estuvieran a salvo.

— ¿Nico?

Estoy aquí.

Ella se aferró a los lados de la cabeza con confusión. — ¿Cómo hiciste eso?

Tú puedes hacerlo también. Sigue el camino de vuelta a mí desde tu mente, Riki.

Ella arrugó la cara tan fuerte que él se esforzó por no reír.

¿Así? ¿Me puedes oír?

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El Club de las Excomulgadas
Te escucho, cariño. Bien hecho. Ahora, no tengas miedo. Voy a acercarme para
romper las cadenas, ¿de acuerdo?

Riki levantó la cadena más cercana con entusiasmo. Oh, ella jugaba muy
bien. Incluso débil y cansada como estaba, había un espíritu que no acaba de morir.
Admiraba eso a pesar de lo que suponía eran los horrores que había sufrido a
manos de Lucan. El loco rey lo pagaría, pero Nico tenía que llevar a Riki a la
seguridad.

Trabajando rápidamente, pero lo más silencioso posible, Nico rompió las


cadenas lo más cerca a la tierna carne de Riki que pudo sin arriesgarse.
Retrocediendo, cambió a forma humana una vez más.

Todavía podemos hablar mentalmente si no te importa. Será más seguro, mientras

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


hacemos nuestra huida.

¿Fue eso lo que quisiste decir cuando dijiste que Lana había aprendido a cambiar?
¿Puede ella convertirse en dragón?

Nico se dirigió a la puerta con el menor ruido posible. Aún tenían que salir
del palacio y quedaba poco tiempo de la oscuridad de la noche para proteger su
forma de dragón negro de los ojos en la tierra.

Sí. En circunstancias extremas y todavía un poco incómoda, pero puede cambiar a


forma de dragón. Es la primera mujer en siglos que puede hacerlo. Creo que si alguien más
puede, serías tú, Riki. Eres su hermana gemela, después de todo. Pero no te preocupes si no
puedes. Es muy raro, rarísimo y no nos sentiremos defraudados si no puedes cambiar. Te lo
prometo.

No sabía que tal cosa fuera posible.

Es un secreto, incluso en mi tierra. Los dragones lo saben, pero pocos humanos de


confianza tienen ese conocimiento.

Entonces me siento honrada.

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El Club de las Excomulgadas
Le gustaba la sensación de sus pensamientos, tan íntimos en su mente. Rara
vez se comunicaba con una mujer humana de esta forma. Había muy pocas
mujeres que podían hablar con los dragones, eran apreciadas y protegidas por todos
los caballeros y los dragones en su tierra.

Esta mujer lo sería doblemente. No sólo podía oír y hablar con los dragones,
sino que probablemente podría curarlos, es lo que su intercambio de energía le
llevaba a creer. Nico se sentía bien, incluso después de esa terrible sesión de tortura,
y sabía que todo se lo debía a las increíbles habilidades de Riki y a su amable
corazón.

¿Te di las gracias por haberme curado, cariño? Él trató de distraerla, mientras se
ocupaba de los guardias. Dos golpes rápidos y los guardias de la puerta se

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


desmayaron. No se despertarían durante horas.

Tienes un talento increíble de curación.

Es más como una maldición. Es lo que me ha mantenido prisionera aquí.

Ella ni siquiera se inmutó cuando la llevó por los inconscientes guardias.


Nico admiró su aguante. Ella parecía estar lista para lo que fuera. Se veía fuerte,
pero debajo de la bravata sintió un temblor de fragilidad que le tocó el corazón.

Nico tomó una de sus manos y la llevó hasta una escalera estrecha. Ella tiró
con fuerza de su mano, pero él siguió en movimiento.

Las puertas del castillo estaban en la otra dirección. Su voz fue un susurro
desesperado en su mente.

Lo sé, pero no tenemos ninguna necesidad de usar las puertas. Una cornisa de la torre
estará bien o incluso una ventana abierta. Nos iremos volando de aquí. Sé que puedo cambiar
y nunca nos buscarán en el cielo.

¡Pero yo no puedo volar!

20
El Club de las Excomulgadas
Él sintió el pánico en su mente y se detuvo para tomarla en sus brazos,
calmándola con su calidez.

Irás en mi espalda, Riki. Te prometo que no te dejaré ni permitiré que ningún daño
llegue a ti. Ya lo verás. Te encantará volar una vez que estemos fuera de peligro. Casi te lo
puedo garantizar.

Ella se tranquilizó, pero parecía desconfiada. ¿Cómo puedes estar tan seguro?

Él le sonrió. Por tu sangre, querida. Como yo, eres en parte dragón.

¿Estamos relacionados?

Sólo muy distantemente. Tú eres de la casa de Kent. Mi línea desciende de la Casa de

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Draneth.

¿De Draneth el Sabio?

Sí. ¿Tu madre te contaba cuentos de él cuando eras niña?

Él se mantuvo hablando mientras subían más y más. Había elegido esta


torre. Era una de las más altas del castillo y proporcionaría un gran punto de
lanzamiento si podían llegar a la cima sin ser descubiertos.

No, no recuerdo a mamá hablando de Draneth, Lucan tiene todo tipo de manuscritos
antiguos de él. Está obsesionado con ese hombre. Quiere ser como Draneth. Es por eso que
obligó a Salomar y a la Bruja del Norte a hacerle... lo que es ahora.

Una abominación. Nico no pudo evitar el trueno oscuro de sus pensamientos,


para su crédito, Riki no se inmutó. Él trató de mantener un tono más ligero,
mientras se mantenían en movimiento. Draneth tuvo varios hijos. El mayor continuó su
casa y los más jóvenes fundaron sus propias casas. Kent fue el tercer hijo de Draneth si no
recuerdo mal. Tú desciendes de él.

Nunca lo supe.

21
El Club de las Excomulgadas
Él llegó a la cima de la escalera por donde salió. Empujándola hacia la
pared, bajo la línea del suelo, observó a dos centinelas de guardia. Tendría que
haberse dado cuenta de que la torre más alta sería una posición de observación.

Quédate aquí un momento mientras me ocupo de los guardias.

Ella asintió mientras él se deslizaba sigilosamente en el rellano. Los dos


hombres estaban en lados opuestos de la sala de la torre, mirando por las enormes
ventanas abiertas con lentes de aumento. Aún estaba demasiado oscuro para ver
nada en los cielos o en ningún lugar que no estuviera iluminado por los fuegos y las
luces de las habitaciones ocupadas por los humanos, pero Nico sabía que esta
posición era un buen punto de observación durante el día para ver a lo largo de
millas a la redonda.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Tomó al primer guardia, cayendo sobre él tan silenciosamente como pudo,
pero no fue lo bastante callado. El otro centinela se volvió y tomó la bocina para
dar la alarma, pero que nunca llegó a ella. Riki se disparó haciendo tropezar al otro
soldado que cayó por las escaleras, recibiendo un golpe seco en el cráneo al final de
ellas.

—Pensé que te había dicho que te quedaras atrás. —Nico sonrió cuando se
enfrentó a ella. Su rostro se había convertido en una flor y una vez más se admiró
de su valentía.

—Parecía como si pudieras necesitar una mano. —Ella sonrió y la cara se le


transformó, colmando su corazón por un eterno momento. Nico quiso
desesperadamente ver su sonrisa de nuevo, una y otra y otra vez. Podría vivir de sus
sonrisas. Se decepcionó cuando ella se volvió y examinó la habitación y las abiertas
y gigantescas ventanas para espiar.

—El amanecer llegará pronto. No tenemos mucho tiempo. —Ella lo miró de


nuevo, a la vez seria y triste—. Quiero que sepas, si no salimos de aquí... Quería
darte las gracias. No he sido libre durante años y los últimos meses... —Sollozó

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El Club de las Excomulgadas
delicadamente y a él casi se le rompió el corazón—. Bueno, han sido peor que
antes. Gracias por ayudarme a escapar. Lucan nunca me hubiera dejado ir.

Cruzando la habitación en dos zancadas, Nico la tomó en sus brazos y le


besó la coronilla con ternura. Tenía que tocarla, abrazarla y darle tranquilidad
mientras pudiese.

—Lo haremos, Riki. Todo lo que tienes que hacer es confiar en mí. Te lo
prometo. No dejaré que nada malo te suceda, ni ahora ni nunca. Tienes mi voto
solemne.

Riki se inclinó hacia atrás para mirarlo y Nico volvió a besarla. Cuando
probó los labios contra los suyos, hubo un cegador instante ardiendo dentro de su
alma de dragón. En el interior, donde su dragón dormía en forma humana, la bestia

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se movió, anunciando una palabra y otra vez en los oscuros recovecos de su ser.

¡Mía!

Un ligero ruido finalmente penetró en Nico y lo trajo de vuelta a la realidad.


La soltó, moviendo a los soldados caídos de la ventana, de modo que no fueran tan
fácilmente visibles desde abajo. Eso podría darles unos pocos momentos extra antes
de que la alarma sonara.

Sosteniendo su mirada, Nico se alejó para hacer el cambio. La niebla negra


y un momento después, la miró a través de los ojos turmalina como joyas de su
forma dragón.

Súbete a mi espalda, amor, le ofreció una pata delantera doblada para que ella
la utilizara como escalón. Ella se arrastró hacia arriba y de inmediato se pegó a su
cuello, envolvió sus bracitos alrededor de él, abrazándolo apretado. Le encantaba la
sensación de ella, la forma en que se aferraba a él y el calor del lugar secreto entre
sus muslos sobre la cima de su espalda, pero no podía dejar que le distrajera. Ahora
no.

23
El Club de las Excomulgadas
Todavía estaban en estrecho peligro. Sujétate ahora. Caeremos un poco al
principio, hasta que pueda desplegar mis alas completamente, pero no te preocupes. He volado
durante muchos años y no me han derribado todavía.

Con un salto estuvieron en el aire y cayeron un poco, pero Riki no gritó.


Nico medio esperaba que gritara de alarma, dada la caída libre necesaria para el
lanzamiento desde una abertura tan estrecha. Ella se aferró con fuerza, pero
mantuvo la boca cerrada, que era lo mejor para su huida furtiva. Él sabía que había
otras torres, y los centinelas podrían notar el ritmo sutil de sus alas. Bordeó las
torres lo mejor que pudo, pero pasaron unos momentos antes de que respiraran
aliviados, volando a lo largo de campo abierto.

Riki relajó su agarre de muerte de su cuello, obviamente mucho más

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


cómoda volando cuanto más lejos del palacio se encontraban.

¿Cómo estás, querida?

Ahora estoy rezando para que todo esto no sea sólo un sueño.

Te puedo asegurar que es bastante real. Estás a salvo ahora. O lo estarás tan pronto
como podamos llegar a la frontera.

Nico ganó altura mientras la noche avanzaba. Sabía que el frío a este nivel
era difícil para Riki, pero era mejor eso que arriesgarse a ser visto. Un dragón en el
cielo de Skithdron, en particular un dragón negro real, atraería a sus enemigos.
Aceleró, con la esperanza de llegar lo más lejos posible antes de que el sol estuviera
demasiado alto en el cielo. Era un largo camino a la frontera, pero los dragones
negros eran los más rápidos de todos los dragones y Nico se había entrenado para
volar más rápido y más alto que ninguno de sus otros hermanos. Esas habilidades
eran importantes en su línea de trabajo.

¿Cómo estás, Riki?

Tengo un poco de frío, pero prefiero estar fría que muerta.

24
El Club de las Excomulgadas
Nico admiró su espíritu. Sabía que el calor producido por su cuerpo la
mantendría cálida en su mayor parte, pero ella estaba mal vestida para la altitud y
demasiado delgada también. Tendría que encontrar algunas vestimentas mejores
durante las horas de luz en las que el vuelo sería demasiado peligroso.

Acurrúcate cerca de mí, cariño. El calor de mi cuerpo deberá ayudarte un poco.

Oh, sí. Eres como un horno, Nico. Mi propia botella de agua caliente, a una escala
gigantesca.

Cuando quieras, Riki. Una vez más se encontró riendo. Te calentaré en cualquier
momento. Todo lo que tienes que hacer es pedírmelo.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Tres
Mientras volaban a través de la noche, Nico pensó en el vuelo nupcial que
había presenciado entre su hermano mayor, Roland, y su nueva reina. Lana era la
primera mujer dragón negro en siglos y, aunque había llegado a tener alas de modo
tardío en su vida, se entrenaba duro y estaba volando maravillosamente, ella y su
compañero Roland se habían unido en su forma dragón. Lana no lo sabía, pero
Roland le había pedido a Nico que estuviera cerca, entre las sombras, observando a
Lana en caso de que no saliera de la caída libre a tiempo.

Roland le había convencido de que el placer de estar con su esposa en


cualquier forma era suficiente para abrumar sus sentidos y tenía miedo de que los

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reflejos de su nuevo vuelo no fueran lo suficientemente fuertes como para salvarla
en caso de que esperara demasiado tiempo para separarse después del clímax.
Roland quería a Nico allí por seguridad. Así que Nico había visto como se
acoplaban el primer par de dragones negros en siglos, tomando su vuelo de
apareamiento en primer lugar, alzándose a las estrellas juntos, unidos en cuerpo y
mente, cayendo fuerte y rápido hacia la tierra, disfrutando del clímax, de su placer.

Había sido hermoso. Maravilloso. Y había provocado una pequeña llama de


celos en el corazón de Nico, aunque se negaba a reconocerla. Nico deseaba eso.
Oh, no creía que alguna vez encontraría a otra were mujer, Lana era la primera en
muchas generaciones, pero quería esa clase de amor, ese tipo de vínculo con una
mujer. Él y Roland estaban más cerca que la mayoría de los hermanos, y sabía la
extensión de la unión entre el alma de Roland y su nueva esposa. Nico había
envidiado esa unión. No de una manera maliciosa, pero si con nostalgia, con una
especie de deseo.

Lana era una mujer especial, y una esposa maravillosa para su hermano
mayor, a menudo solitario. También estaba demostrando ser una magnífica reina.
Su corazón era abierto y generoso, su alma pura y profunda. El pueblo la amaba

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El Club de las Excomulgadas
como ella los amaba y los dragones la veneraban como a ninguna mujer humana en
siglos.

Y Riki era su hermana gemela.

Si una mujer podía sobrevivir a la desaprobación de estar en la compañía de


Lucan, esa era Riki. Aunque la verdad, Nico temía por su cordura. Ella parecía
bastante bien, pero sólo podía adivinar los horrores que había visto y
experimentado en la cautividad. Su corazón casi se rompía sólo de pensarlo, y el
suyo no era un corazón blando que sangrara por cada pobre criatura. Nico era un
hombre compasivo, pero no excesivamente demostrativo. Mantenía su generosidad
bien escondida, no fuera que las personas trataran de congraciarse con él,
simplemente porque tenía el oído y la confianza del rey.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Ser el segundo en la línea de sucesión al trono de Draconia era una posición
extraña. Nico había aprendido a lo largo de los años a jugar sus cartas muy cerca de
su chaleco. Había ayudado a su hermano donde podía como proveedor de
información, jefe de inteligencia y firme aliado. Roland se había tomado el trono
tan joven después de la brutal muerte de sus padres. No había duda que Nico no
quería esa responsabilidad para sí mismo. Si, la Madre de Dios no lo quisiera, algo
le sucediera a Roland y a Lana, Nico tomaría el desafío, pero no lo quería. Prefería
apoyar el reinado de su hermano.

Roland era un buen y justo rey, rodeado de enemigos en tiempos difíciles.


Nico quería extender todas sus habilidades para ver que Roland tuviera éxito en la
protección de sus tierras, de las personas y de los dragones de Draconia,
manteniendo a su familia y a sus seres queridos lo más seguros posibles mientras lo
hacía.

Llevar a Riki a casa junto su familia era una de las tareas a las que Nico se
había comprometido. Podría probar ser la cosa más noble que jamás hubiera hecho,
pero sólo el tiempo lo diría. Ya sabía que era lo único que había hecho hasta el
momento en su vida, de lo cual se sentía orgulloso.

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El Club de las Excomulgadas
Oh, no se estaba tomando el crédito por haber tropezado con ella, sino más
bien se sentía orgulloso y maravillado por ella. Riki había sido abatida y golpeada,
pero claramente no había renunciado. Él se alegró de poder volar, lo que les había
permitido escapar fácilmente del nido de víboras al que Lucan llamaba palacio.
Nico estaba orgulloso de poder ayudarla y estaba sorprendido por la valentía con
que la pequeña mujer se aferraba desesperadamente a la vida y probablemente a su
cordura.

Nico voló todo el tiempo que se atrevió, pero cuando el amanecer besó el
cielo hacia el este, supo que era hora de encontrar un lugar seguro en tierra. Sus
alas negras se destacarían en gran medida contra el cielo iluminado por el día.
Además, todavía estaba un poco agotado por la sesión de tortura y por los golpes el
día anterior.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


A pesar de que Riki había logrado curar lo peor de sus heridas, no estaba
totalmente curado. Sus músculos protestaban con cada golpe de sus alas, mientras
las recientemente curadas heridas y las quemaduras tiraban de su piel, tanto en la
superficie como debajo. Había tenido muy poco tiempo para dormir y el cansancio
se estaba apoderando de él, sin importar lo duro que luchara contra él.

Riki estaba probablemente cansada también y necesitaría un descanso. Nico


tenía que encontrar un lugar seguro para que pasasen las horas de luz. Hasta que
pudieran dejar Skithdron detrás, se moverían por la noche, cuando su forma de
dragón negro les ayudara a ocultarse de forma segura en el cielo oscuro.

Nico mantuvo un ojo atento en busqueda un lugar apropiado para descansar


y, en poco tiempo, encontraron un pueblo. No lo suficiente como para ser
considerada una ciudad, el lugar era aún lo suficientemente grande como para
poder confundirse con relativa facilidad. También había pequeños campos con
cultivos que tendrían buenos lugares para esconderse. Había sólo unos pocos
afloramientos rocosos en la llanura plana.

Nico tomó un grupo de rocas, sabiendo que la mayoría de los skiths que
normalmente vivían en esos lugares ya habían sido conducidos hacia Draconia. No

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El Club de las Excomulgadas
vio señales de las criaturas repugnantes desde el aire, por lo que sopesó sus
opciones mientras el sol asomaba con más detalle en el horizonte. Tenía que ir a
tierra. Rápido.

Ajustándose tan suavemente como pudo, Nico buscó una formación de roca
mientras aún estaba en forma de dragón. Como dragón podía luchar contra
cualquier skiths restante y, probablemente ganar, pero si estaba atrapado en forma
humana, sería verdaderamente difícil. Al no encontrar skiths, arrastró la panza por
el suelo para que le fuera más fácil a Riki bajar de su espalda.

Riki estaba cansada hasta los huesos y tropezó al bajar de la ancha espalda
del dragón. Se había cansado antes, pero no así. Este era un tipo bueno de
cansancio como el que se producía después de la alegría más grande que Riki había

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


conocido.

Hubo un revuelo de movimiento detrás de ella y luego dos brazos fuertes y


humanos llegaron a su alrededor, estabilizándola mientras ella temblaba sobre
piernas también temblorosas. Nico. Su salvador y protector. Un dragón en forma
humana y con historias sobre su familia. Un portador de esperanza.

Pero, ¿qué clase de hombre era en realidad? Riki había sido engañada
demasiadas veces por los que había confiado antes. Hasta el momento, Nico ha
sido todo bueno y amable con ella. Feroz, cuando era necesario, pero también
amable con ella cuando había tenido tan poca delicadeza en su vida.

—Bebe primero, —dijo Nico en voz baja al oído. Ella parpadeó abriendo los
párpados caídos y viendo su mano extendida delante de ella, señalando hacia un
pequeño arroyo. De repente se dio cuenta de cuanta sed tenía—. Después podré
calentar una pequeña piscina y podrás tomar un baño, si lo deseas. —Su mano se
movió un poco y Riki la siguió con la mirada a una pequeña área donde la
corriente alimentaba una laguna poco profunda, a la derecha.

—Eso suena como el cielo.

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El Club de las Excomulgadas
Nico se rió entre dientes cuando la soltó, lentamente, como para tener la
certeza de que sus pies la soportarían. Ella tropezó hacia el agua dulce, que fluía y
se dejó caer de rodillas en la suave orilla. El agua que brillaba en ella a la luz de la
mañana, la llamaba a beberla.

Riki no sabía cuánto tiempo se arrodilló en la orilla, tomando agua con la


mano en repetidas ocasiones y llevándola a su boca, pero la frescura del agua la
despertó de su letargo. Fue consciente de Nico bebiendo a su lado. Después de un
tiempo, él se alejó de detrás de ella. Riki no tenía idea de lo que estaba haciendo, ni
le prestó especial atención. No, en ese momento lo único que importaba era el
sabor limpio y fresco del agua contra su lengua y la increíble sensación de libertad.

No había estado fuera de los muros del palacio en más de un año y no había

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


visto el sol en meses. Lucan la mantenía encadenada en su habitación y no había ni
siquiera una ventana para que pudiera ver el mundo exterior.

—Ahora, te quitaré esas esposas.

Riki levantó la vista para encontrar a Nico de pie a su lado. Ella se apartó de
la orilla de la corriente, pero aún no pudo ponerse de pie. Tenía las piernas
entumecidas. Nico se agachó a su lado. Tenía dos piedras en las manos. Una de
ellas era grande y bastante plana y la otra del tamaño de un puño con un borde
afilado. Él puso las rocas a su lado y le tomó la mano, frotándole suavemente las
muñecas doloridas.

—Sé que estas deben doler. —Sus palabras susurradas hablaron


directamente en su corazón—. Pero te las quitaremos de una manera o de otra.

La manilla estaba soldada alrededor de su muñeca, con los restos de la


cadena por su brazo. Nico, en forma de dragón, habría roto las cadenas con
facilidad, pero se dio cuenta de por qué había dejado el trabajo delicado para ahora,
una vez que ella había visto sus garras afiladas de dragón. Sin embargo, la fuerza la
había asombrado y seguía haciéndolo mientras él introducía el dedo índice de
ambas manos en el enlace superior de la cadena y la estiraba aparte.

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El Club de las Excomulgadas
—Es increíble. —Esas eran uniones gruesas de hierro. Ningún hombre
podría doblarlos como si fueran de plomo maleable. Ella parpadeó hacia él.

Nico se rió. —Uno de los beneficios de mi herencia. Algo de la fuerza del


dragón se mantiene, incluso en forma humana. Ahora, veamos si esto funciona así.
—Tiró de la cadena en la parte profunda del río y fue inmediatamente absorbido
por las rocas debajo de la superficie. Luego, apretó los mismos dos dedos en la
manilla, junto a la piel dolorida. Ella no pudo evitar una mueca de dolor cuando él
frotó una roncha especialmente sensible, y de inmediato se quedó inmóvil.

—Lo siento, Riki. —La mirada en sus ojos hablaba de la ansiedad que le
generaba lastimarla, aun sin intención.

—No es nada. Por favor, sigue intentándolo. Sufriré casi cualquier cosa para

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no tener estas cosas en mis muñecas, y realmente no me hiciste daño. Sólo estoy un
poco dolorida.

Él continuó después de una breve pausa, más lentamente que antes y el


doble de precavido. La idea de que este hombre grande y fuerte usara su fuerza para
ella era humillante.

Él tiró y tiró, pero aunque el hierro soldado chirrió un poco, no cedió. Riki
pudo ver el estiramiento del cerrojo, pero se negó a romperse, incluso bajo la
enorme fuerza de Nico.

—Creo que tendremos que intentarlo de otra manera. —Nico quitó los
dedos fácilmente, ahora la manilla estaba más floja, después tomó su mano la puso
en la tierra, colocándola sobre la roca plana.

— ¿Qué vas a hacer? —Pensó que él tenía una idea, pero quería estar segura.

—La roca de aquí es de las más duras del mundo, —le explicó, mientras
acomodaba su muñeca—. Trataré de reventar la cabeza de los pernos y de
empujarla, y luego deberé poder doblar el hierro lo suficiente como para que puedas

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El Club de las Excomulgadas
sacar la mano. —Alineó su mano, cogiendo la otra roca con su puño—. No te
muevas ahora.

****

Riki contuvo la respiración mientras él hacía girar la roca en su muñeca,


pero su puntería fue perfecta. El estruendo de la roca contra el metal le hizo desear
brincar, pero sabía lo importante que era que se mantuviera quieta. Había
aprendido todos los niveles de control sobre su cuerpo y emociones, mientras había
sido retenida como prisionera, así que esto era relativamente fácil de lograr. Riki
sólo mantuvo el objetivo final en su mente. La libertad de sus dolores, hemorragias,
moretones.

Con unos pocos golpes bien colocados, el plan de Nico funcionó. La cabeza

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se desprendió del debilitado perno, y la caña cayó hasta el suelo. Nico pudo meter
los dedos dentro y doblar el hierro lo suficiente para que su mano pudiera escapar.

—Uno menos. —Él sonrió y ella sintió que lágrimas de alegría se deslizaban
por sus mejillas mientras se frotaba la pobre muñeca.

Llevando su muñeca hasta sus labios, él puso un tierno beso en la piel


magullada y luego la colocó suavemente en su regazo, sólo para levantar la otra
mano y repetir el proceso quitando la cadena de hierro, y después la manilla.

Cuando sus manos estuvieron libres de las pesadas esposas, Nico humedeció
un cuadrado de lino que tenía en el bolsillo y le lavó las muñecas con palmaditas y
golpetazos, eliminando la suciedad y la sangre seca con el agua fresca y fría. Su
cuidado y expresión la calentaron, pero ese pequeño tipo de energía le hizo retirar
sus manos hacia atrás.

— ¡No puedes!

Nico se sentó y la miró. —Debo hacerlo, Riki. Por favor, déjame hacer lo
que pueda. No soy muy buen curandero, pero puedo hacer que estés un poco más
cómoda, al menos.

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El Club de las Excomulgadas
Ella sacudió la cabeza. —Sé cómo puede agotarte la curación. Necesitas tu
fuerza, Nico. Ya habrá tiempo suficiente para sanar después de que estemos fuera
de Skithdron de una vez por todas.

Sin embargo, él le alzó las manos y las puso en su regazo, apoyando la


palma de su mano en sus rodillas. Sostuvo sus muñecas casi exactamente donde las
esposas habían estado durante tanto tiempo, pero en lugar de lastimarla, las manos
de Nico eran suaves y curaban, mientras vertía un poco de su propia energía en su
interior.

Ella estaba débil, pero sintió su propio poder responder, aumentar, al


mezclarse y multiplicarse.

— ¡Deténte!

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—No, espera. Todo estará bien, Riki. Ya lo verás.

****

Ella trató de alejarse, pero ya era demasiado tarde. Sus energías se reunieron
y enredaron, concentrando la energía curativa en sus pobres muñecas maltratadas,
pero extrañamente, no la drenó. No mucho de todos modos. Y su propia energía
parecía estar trabajando en sus heridas, lo que nunca antes había ocurrido.

— ¿Qué está pasando?

Nico se retiró, soltando sus muñecas con una amplia sonrisa. Estaban
sanadas. Sanadas por completo, por primera vez en meses.

—Pensé que eso podría funcionar. —Él parpadeó con fatiga, pero ella no
pudo ver el cansancio que siempre aparecía después de realizar una curación de esa
magnitud.

— ¿Qué hiciste?

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El Club de las Excomulgadas
—Es algo que me sucedió sólo una vez antes. Riki, nunca he sido un gran
curandero, pero cuando mi madre se lastimó, traté de ayudar y su energía aumentó
al dirigirse a mí, como la tuya hace un momento. Kelzy dijo que es porque nuestra
sangre se reconoce. Nunca habría logrado este nivel de curación por mi cuenta,
pero con tu energía guiándome, fue posible.

—Nunca había podido sanarme a mí misma antes.

Nico movió la cabeza con un suspiro. —La mayoría de los curanderos no


pueden. Es probable que todavía no puedas hacerlo, pero si juntamos nuestras
energías, y algunas de tus destrezas, amplificas mi propio poder. Al menos, esa es
mi conjetura en cuanto a lo que sucedió.

— ¿Hiciste esto con mi madre, dijiste?

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Nico se levantó y tiró una piedra lejos. —Lo hice. Había sido herida por un
dragón, accidentalmente, por supuesto. Kelzy, me sentí muy mal por ella, pero era
la única manera de salvar la vida de tu madre. En el momento en que se aferró a la
cima de un árbol con una horda de skiths en círculos abajo. Kelzy tuvo que
agarrarla, pero era difícil ser preciso con garras afiladas. Salvó a Adora, pero la
hirió en el proceso.

Riki todavía no podía creer que le estaba hablando de su madre. ¡De su


madre! Vivía y estaba en Draconia, reunida con el dragón de su infancia que había
sido como una madre para ella. Era un sueño hecho realidad, y Riki casi tenía
miedo de creer que podría reunirse con su madre y sus hermanas, si salían de
Skithdron vivos.

Riki se maravilló con sus muñecas curadas mientras bebía un poco más de la
corriente de agua que fluía. Distraída por un sonido sibilante, Riki se volvió hacia
la pequeña piscina a su derecha. Nico sonrió hacia ella, su rostro era tan hermoso,
que hizo que su estómago se contrajese.

—Tu baño está listo, señora.

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El Club de las Excomulgadas
Riki lo miró en silencio, incapaz de moverse, hasta que Nico se acercó a ella
y la levantó por los hombros.

— ¿Estás bien?

Riki asintió, incapaz de formar palabras que reflejaran los sentimientos en su


interior. La confusión, el temor de que este momento de libertad no durara, el
agradecimiento a este maravilloso y sorprendente hombre, se revolvía en su
interior.

Nico le puso el brazo sobre los hombros y la condujo a la pequeña piscina.


Increíblemente, ella podía ver zarcillos de vapor de agua flotando desde su
superficie.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Está caliente y permanecerá así durante un tiempo. Te sugiero que saltes
si deseas bañarte. Te daré la espalda si quieres, pero no te abandonaré. Ni siquiera
por un momento. —La sorprendió cuando colocó un casto beso en su sien—. No
dejaré que nada te haga daño nunca más, Arikia.

Las palabras en voz baja y de la forma en que dijo su nombre causaron un


temblor en ella. Él la soltó y se alejó, dejando a Riki decidir su siguiente
movimiento. El vapor de agua la llamaba y se dio cuenta de que no se había
bañado correctamente en mucho tiempo. Ni siquiera se molestó en quitarse la
delgada ropa, entró en la pequeña piscina y se sumergió en el agua poco profunda.

Era el cielo. Riki simplemente se quedó por unos instantes permitiendo que
el agua caliente la rodeara y calentara. Volar sobre un dragón en la oscuridad de la
noche la había dejado completamente fría, pero nunca se había quejado. El vuelo
frío significaba la libertad y era demasiado precioso como para quejarse.

Después de unos minutos de felicidad caliente, Riki miró a su alrededor para


encontrar una planta que conocía de su juventud, había unas cuantas más a lo largo
de la orilla del estanque. Scrubweed, se llamaba. Generaba una especie de espuma
de jabón, pero las láminas sinuosas cuando se juntaban, hacían una excelente

35
El Club de las Excomulgadas
esponja y emitían una sustancia resbaladiza que limpiaba casi tan bien como el
jabón.

Mirando atrás para asegurarse de que Nico se había girado, Riki tiró del
vestido mojado por su cabeza, quedándose en remojo un poco más. Primero quería
limpiarse a sí misma. Luego lavaría su ropa. Riki cogió puñados de hojas de
scrubweed y las juntó en un puño. Pasar las fibras vegetales ligeramente abrasivas
sobre su piel nunca se había sentido tan bien. El agua caliente, el aroma verde
calmante de la scrubweed y la embriagadora sensación de libertad se combinaba en
un momento brillante de la felicidad.

Riki reía mientras se lavaba, incontrolablemente feliz y aturdida como una


niña.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Parece que te estás divirtiendo. —La voz de Nico flotó hacia ella cuando
se sentó sobre una roca, de espaldas a ella. Estaba siendo todo un caballero y ella se
sintió conmovida por su caballerosidad.

—No he tomado un baño en tanto tiempo. Y no en agua caliente desde que


era una niña.

—A veces es útil ser un dragón. —Su tono fue de broma.

—Apuesto a que sí. —Riki comenzó a trabajar en su vestido, lo limpió lo


mejor que pudo. Estaba mojado cuando se lo puso de nuevo, pero no pudo evitarlo.
A menos que...

—Nico, ¿puedes producir calor suficiente para secar mi vestido? —Sus


palabras fueron dubitativas y tímidas, pero también curiosas.

—Tráelo aquí y veré qué puedo hacer. —Su sonrisa sonó irónica cuando ella
hizo una bola con el delgado vestido y le apuntó.

Desafortunadamente, le golpeó justo en la cabeza con el fajo de tela


empapada, pero él sólo se rió desenrollando el desorden de su cuello y lo puso sobre

36
El Club de las Excomulgadas
la roca en la que había estado sentado. Tocó la roca con ambas manos, y en unos
momentos, el vapor comenzó a aumentar y a salir del material húmedo.

—Eso es increíble.

Nico la miró y le guiñó el ojo. Riki se alegró de todavía estar inmersa en el


agua, pero la mirada de sus ojos indicaba que le estaba tomando el pelo, no que
fuera un depredador. Sin embargo, se sintió aliviada cuando él se dio la vuelta para
que no pudiera verla. Después de unos momentos más, él levantó el vestido por los
hombros y se vio mayormente seco.

—Creo que es lo mejor que te puedo dar. —Él inclinó la cabeza como si
considerara el simple vestido, después cuadró los hombros—. Me daré la vuelta
ahora.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Riki se quedó sin aliento mientras él se daba la vuelta, con su mirada
viajando más de lo que podía ver de su cuerpo desnudo bajo el agua. Ella cruzó los
brazos sobre sus pechos aunque Nico no parecía amenazante. No, su mirada era
más de admiración caliente que peligrosa. Sin embargo, había fuego en sus ojos, un
calor en la forma en que acechaba cercándose a ella, sosteniendo su vestido ante él.

—No te hará ningún bien tener un vestido seco, si lo colocas sobre tu piel
húmeda. —Su voz fue un estruendo sensual—. Sal de ahí, cariño, y déjame secarte.

Haciendo acopio de valor, Riki trató de decidir qué hacer. Este hombre era
tentador en extremo. La había salvado, se había ocupado de ella hasta este punto,
pero ¿podía confiar en que intentara tener más de ella de lo que estaba dispuesta a
darle? Si perdía su virginidad, lo perdía todo, su fuerza, su seguridad, y muy
probablemente su vida si Lucan la encontraba. Pero este hombre era la tentación en
sí mismo.

Era un tipo guapo, atento y muy fuerte, era atractivo en cada nivel. Había
sufrido la tortura de Lucan con una dignidad que nunca había visto antes y un
coraje que la había puesto en vergüenza. Era un ser noble y valiente, y tan mágico.
Tenía que recordarse constantemente a sí misma que Nico era mitad dragón. Era

37
El Club de las Excomulgadas
increíble. Incluso después de montar en su fuerte espalda durante horas en el cielo
de noche oscura, apenas podía creer que todo fuera real.

—Vamos, cariño. Sabes que nunca te haría daño. Me mataría verte


lastimada en cualquier forma. —Sacudió el vestido tentadoramente, con sus
oscuros ojos color avellana observando cuidadosamente sus reacciones.

Riki no podía renegar de él. Guardándose sus dudas y su miedo, se levantó


vacilante del agua para comparecer ante el hombre que literalmente le había
salvado la vida. Sin él, ella todavía estaría de vuelta en el palacio de Lucan. Le
debía mucho, y sin embargo, él la trataba como si fuera preciosa. El pensamiento la
humillaba. Nico demostraba ser un hombre de honor en todos los sentidos. Sólo
esperaba poder resistirse a su encanto lo suficiente como para conservar su

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


virginidad y con ella, su poder. Sin eso, sería demasiado vulnerable. Era la única
cosa de valor que tenía y sería un suicidio permitir que se perdiera.

Sin embargo, algo dentro de sí anhelaba a este hombre. Quería saber de él,
saber cómo se sentiría hacer el amor con él. Él movía cosas que había creído
muertas mucho tiempo atrás.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cuatro
Riki caminó fuera de la laguna para estar frente a él y la boca de Nico se
secó. Era tan hermosa, incluso delgada y herida como estaba. Su pobre, pequeño,
lastimado cuerpo tocaba algo muy profundo dentro de él. Nico sabía como se vería
cuando sus heridas cicatrizaran y ella estuviese sana de nuevo. Él había, después de
todo, visto a su hermana gemela Lana desnuda en el baño con su hermano mayor,
Roland.

Mientras admiraba las suaves curvas y formas femeninas de Lana, ella no lo


había agitado de esa forma. No, aquí había algo especial con Riki. Ella le afectaba
como ninguna mujer lo había hecho antes, en tan distintos niveles. Estaba

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desnutrida y con morados ahora, pero vio la belleza en su alma, la pureza de su
espíritu brillando a través de esos adorables ojos verdes. Sabía, que dándole un
poco de oportunidad y tiempo de sanar, Riki podría fácilmente hacer de él su
esclavo.

Sin permitirse más momentos de tentación, Nico Le pasó el vestido y


cambió a su forma dragón. Si permanecía en su forma humana, la arrastraría entre
sus brazos. Sencillamente no confiaba en sí mismo para no violarla, y podía ver la
curiosidad titubeando en sus ojos, ella podría darle la bienvenida a sus avances o al
menos él podría hacer que ella le diera la bienvenida con un poco de persuasión.
Era unas de las cosas que Nico hacía mejor, persuadir a las personas para que
hicieran lo que quisiera, pero rechazaba tomar a Riki de esa forma. No, si ella iba a
su cama, lo haría por su propia voluntad, por su propio y libre deseo. Esa era la
única manera en que podría estar seguro de ella, seguro de que sería completamente
suya.

Y súbitamente, eso fue lo más importante en su mundo.

Aspirando fuerte, Nico soltó aire tibio sobre la piel húmeda de Riki,
admirando la forma en que sus pequeños pezones se levantaban buscando atención.
Era tan hermosa. Después de un momento de timidez, Riki sostuvo el vestido para

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El Club de las Excomulgadas
que su cálido aliento de dragón pudiera flotar sobre todo su cuerpo. Ella se giro
para que él pudiera secar su espalda y apreciar la vista de sus coquetas nalgas.

Allí también había marcas de latigazos, entrecruzando su espalda, eso


encendió su ira. Lucan pagaría por lo que le hizo a esta mujer. A su mujer.

— ¿Por qué estás gruñendo? ¿Algo está mal? —Riki estiró el cuello para
mirarlo y Nico supo que debía mantener su ira controlada.

No es nada, contestó en su mente, alegre cuando ella se puso el delgado


vestido sobre su cabeza. Él cambió rápidamente a su forma humana, colocando la
espalda de ella entre sus brazos, abrazándola fuerte. —Nadie volverá a golpearte
nunca, Arikia.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Las palabras temblaron a través de él, un juramento que no rompería. Sus
brazos temblaron cuando la sostuvo contra su pecho, sus brazos fueron tan suaves
como pudo alrededor de su cintura y hombros.

—Está bien, Nico.

Su voz calmó la enfurecida ira de su alma. Nico besó su cabello húmedo con
tierna desesperación. Lo que estaba sintiendo en su interior era más grande que
cualquier cosa que hubiese sentido antes. Su alma dragón estaba rugiendo por su
compañera mientras su corazón humano temblaba aterrado ante el pensamiento de
que esta delicada criatura pudiera realmente ser la mujer que había estado buscando
toda su vida.

—No tengo mucho de sanador, Riki, pero cuando estemos fuera de peligro,
haré lo mejor que pueda para que esas marcas sean removidas y hasta tu última
cicatriz sane. Sólo desearía poder hacer que nunca las hubieses sufrido.

Ella giró en sus brazos, sorprendiéndole y poniendo a prueba su control. Era


todo lo que podía hacer para no besarla ni tumbarla sobre el suelo debajo de él. La
deseaba desesperadamente.

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El Club de las Excomulgadas
Pero su seguridad y comodidad debían venir primero. No era el momento
para que Nico dejara sus bajos deseos sobreponerse a su sentido común. Tenía que
estar alerta en caso de peligro. Esto era Skithdron después de todo. El peligro venía
en cualquier forma en esta isla.

Lucan seguramente estaría buscándolos. El rey loco no sufriría su escapada


con alegría. No, enviaría a sus guardias tras ellos. Regaría advertencias en toda la
isla, buscándolos.

Nico tenía que estar en guardia. Desde luego, como Maestro Espía de
Draconia, había estado en graves apuros antes, pero en esta ocasión era diferente.
En este momento, era su propia piel en la estaca, y rechazaba tomar ningún riesgo
con la preciosa vida de Riki. Ella se presionó cerca de su pecho, mirándole como si

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


pudiera ver a través de su alma.

—Gracias, Nico, pero tendrás que guardar tu fuerza. Necesitamos salir de


Skithdron tan rápido como sea posible. —Sus palabras lo trajeron de nuevo a sus
sentidos.

—No tendrás quejas de mí en ese punto, señora. Pero primero, necesitamos


descansar. Y luego necesitamos conseguir algo de comida y tal vez algo de ropa
caliente.

—Pero ¿dónde?

—Estamos cerca de un pueblo grande. —Él asintió hacia su izquierda al


tiempo que la alejaba de él, poco a poco. Era difícil dejarla ir, pero sabía que debía
hacerlo—. Después descansar, justo antes del anochecer, iremos al pueblo y
conseguiremos lo que necesitamos.

—Pero no tenemos dinero. —Nico sonrió al tiempo que ella se movía lejos y
se sentaba en la roca que él había usado antes—. Puedo robar lo que necesitemos,
pero antes de tener que hacer eso, —levantó su pie izquierdo y abrió un
compartimento secreto en la suela de su bota—, tengo algunas monedas todavía.

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El Club de las Excomulgadas
Riki se recostó para mirar más de cerca el zapato. —Eso es ingenioso. —
Nico se inclinó ligeramente—. Gracias. Pensé eso también. Los hombres de Lucan
tomaron mi bolsa y todos los objetos de valor, pero siempre trato de tener una
reserva disponible para emergencias como esta.

— ¿Haces esto amenudo, entonces? —Su tentadora sonrisa le encantó. Nico


se encogió de hombros—. Lo suficientemente seguido. Es uno de los riesgos de ser
espía. —Miró su reacción atentamente. Nunca le había dicho la verdad sobre su
profesión a una mujer antes, pero esta mujer era diferente. Su reacción le
preocupaba. Casi lo enfermaba pensar que ella pudiera horrorizarse por la idea,
pero no necesitaba estar preocupado. Sus hermosos ojos brillaron con luces de
interés y un poco de atrevida intriga se reflejó por la forma de trabajo que él
desempeñaba en servicio de su tierra y de su gente.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Sabía que había algo especial acerca de ti.

Su casual aceptación se filtró dentro de su corazón y calentó su alma. —Tú


eres la especial, señora. Yo soy sólo un humilde soldado al servicio de mi rey.

— ¿Trabajas para el rey de Draconian? —Nico asintió mientras sacaba


algunas monedas de su zapato, dejando el resto escondido—. Es mi hermano.

— ¿Tu hermano? ¿Entonces eso te hace príncipe? —Ella se detuvo—.


¡Buenos Dioses! Tú eres el príncipe Nicolas. —Él inclinó la cabeza, riendo por su
reacción.

—El mismo.

—Lucan es un tonto. No tenía idea de quién eras.

—Mejor para mí. Si lo hubiera sabido…

—Si lo hubiera sabido, —ella lo silenció con voz lúgubre—, ya estarías


muerto. Odia a la familia real de Draconia. Esta enloquecidamente celoso de

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El Club de las Excomulgadas
vosotros y os quiere a todos muertos. Vocifera acerca de eso, siempre cuando está
solo. Es una obsesión para él.

—Me asusta bastante. Entendimos sus maquinaciones sólo recientemente


incluso antes de que fuera coronado, y toda la evidencia apuntaba al hecho que él
había estado trabajando por años para destruir las líneas reales en Draconia.
Incluyendo la tuya.

— ¿La mía? —Rió de manera nerviosa—. Yo no soy de la realeza.

—Lamento contradecirte. Legítimamente, eres la princesa Arikia de la casa


de Kent.

— ¡Debes estar bromeando!

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Él le sonrió, disfrutando de sus suaves modales, incluso cuando estaba
molesta. —Temo que no. Tu madre fue la única superviviente cuando toda tu
familia fue asesinada. Creo que eso fue hecho bajo el mandato de Lucan, aunque
tal vez nunca pueda probarlo. Lo máximo que hemos podido determinar es que
una doncella tomó a tu madre, cuando aún era un bebé, y escapó la misma noche
de la masacre. Ella crió a tu madre, cambiándole el nombre y manteniéndola como
hija suya, así que nunca supo sobre su derecho de nacimiento, aun así tenía
afinidad con los Dragones que la guió —incluso cuando eran una niña pequeña— a
la Dragona, Kelzy.

—Entonces ¿estás diciendo que mi madre es como tú? ¿Mitad Dragón?

—Igual que tú. Todos los miembros de las varias líneas reales llevan al
dragón como parte de su alma. Todos los descendientes de Kent son mitad dragón,
y por tanto reales. Tu línea desciende de Ken, del tercer hijo de Draneth, así que te
guste o no, eres una princesa de Draconia. —Ella no lució convencida.

— ¿Supongo somos primos, entonces? —Ella parecía estar pensando en voz


alta.

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El Club de las Excomulgadas
Nico se movió cerca de ella, poniendo un brazo alrededor de su cintura y
colocando su flexible forma contra su pecho. Le gustó el pequeño grito sofocado
que ella emitió ante su súbito movimiento. Y le gustó aún más que ella no hiciera ni
el más mínimo intento por apartarse.

—Solo si estamos besando a primos, mi adorable Arikia. —Colocó un suave


beso en sus labios, dudando solo un momento antes de tomarlos más profundo,
reclamando su boca con la suya propia.

Ella sabía a violencia y a primavera... y a necesidad de posesión. Habría


dado cualquier cosa por hacerla suya, todo el tiempo, pero no podía apresurarla.
Nico sabía que debía hacer esto bien. Esto era, posiblemente, la seducción más
importante de su vida y estaba malditamente seguro que le daría el tiempo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


necesario para venir a él por su propia voluntad. Recordando su meta, retrocedió,
aunque esa fue una de las cosas más difíciles que había hecho.

—Eres una maravilla para mí, Arikia. Tan fuerte, tan femenina, tan hermosa
en espíritu y corazón.

El rubor cubrió sus mejillas emocionándole. Esta pequeña mujer no estaba


acostumbrada a ningún tipo de cumplido, se dio cuenta. Tendría que remediar eso
y hacerle entender su belleza —ambas, interna y externa— recordándoselas cada
día por el resto de sus vidas. Eso era un deber que no sólo le agradaba, sino que lo
disfrutaría.

Retrocediendo, la dejo en libertad lentamente. — ¿Alguna otra pregunta?

Ella pareció considerarlo por un momento. — ¿A dónde va tu ropa cuando


cambias?

Nico no pudo resistirse, estalló en carcajadas. De todas las preguntas que


podría haber esperado, esa le tomó por sorpresa.

—No sé exactamente a donde van, pero regresaron cuando estaba


aprendiendo a cambiar, no siempre regresaban. —Soltó una risita ahogada cuando

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El Club de las Excomulgadas
los ojos de ella se ampliaron y se movieron por su cuerpo, dándole una pasada por
encima.

—Es parte de la magia que Draneth que el adivino conjuró entre dragones y
humanos.

—Él era un mago, ¿verdad?

Nico asintió. —Uno de los últimos en su campo. Renunció a su cargo de


mejor mago para volverse humano y dragón aunque algo de su magia ha pasado
por las líneas reales a través de sus hijos y descendientes por cientos de años. No
puedo conjurar objetos del aire, pero si tengo algo conmigo cuando cambio, como
esas monedas en mi zapato, puedo invocarlas de regreso cuando vuelvo a cambiar.
—Nico se fijó en la posición del sol en el cielo—. Ahora debemos descansar por

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


algunas horas. —Limpiando una pequeña área en una grieta entre dos muros
naturales de piedra que formaban un pequeño ángulo y podían protegerlos, Nico le
hizo una señal para que ella se acostara en el arenoso terreno.

Riki lo hizo sin quejarse y de nuevo a Nico le llamó la atención como esta
pobre chica no había tenido comodidad en toda su joven vida. Ella parecía
inconsciente acerca de la dureza del terreno contra su cuerpo, pero se acomodaba
como si estuviera acostumbrada a dormir en el suelo. Y de hecho, Nico se dio
cuenta tristemente, probablemente estaba acostumbrada a eso.

Después de una última revisión, Nico se recostó junto a ella. Ella temblaba
un poco, y él casi pudo probar su miedo, pero quería protegerla de todo daño.
Incluso de sí mismo.

—Descansa tranquila, pequeña. —Le canturreó, moviendo su pequeño


cuerpo hacia atrás contra el fuerte brazo alrededor de su cintura—. No te lastimaré.
Solo voy a abrazarte y a mantenerte a salvo.

También esperaba uno de esos extraordinarios cambios de energía entre


ellos cuando estuviesen dormidos haciendo sus cuerpos más fuertes. No estaba

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El Club de las Excomulgadas
garantizado, lo sabía, pero debían estar tocándose para tener una posibilidad de que
funcionara.

Pero tocarla sería todo lo que haría. Incluso si eso lo mataba.

No importaba que la deseara tanto, no, la necesitara, rodarla bajo él y


deslizarse en casa dentro de su profunda tibieza. No debía. No podía. No, ella
debía venir a él. Esa sería la única manera en que podría atarla por el resto de sus
vidas y después. Por su propia y libre decisión.

Con ese pensamiento firme en su mente, Nicolas la acunó contra su cuerpo,


acariciando su cabello y tranquilizándola lo mejor que pudo. La confianza debía ser
ganada, lo sabía bien, y este era el primer paso. Podría abrazarla mientras dormían
y ella podría aprender que podría confiar en él para mantenerla segura, a su cuerpo,

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


a sus ojos, a su virginidad.

—Nico…

Él rechazo oír sus objeciones. Esto era muy importante. —Silencio, cariño.
Confía en mí. Todo lo que quiero hacer es abrazarte. Eso es todo. Así es como
aprenderás a confiar en mí. Te lo prometo.

—No estoy acostumbrada a esto.

—Sin embargo dormiste acurrucada contra mí en la habitación de Lucan y


no sucedió nada malo. Confía en mí, cariño. Nunca te haré daño. Moriría antes de
lastimarte.

—Ni siquiera me conoces. —objetó—. Algunas veces siento que ni siquiera


yo me conozco. —Eso último fue una confesión susurrada mientras la sentía
temblar contra él.

Nico la sostuvo más fuerte, calmándola lo mejor que pudo mientras ella se
agitaba por las emociones. Él pensó que tal vez estaba llorando, y supo que esa era

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El Club de las Excomulgadas
probablemente una buena idea. Después de todo lo que había pasado, Riki
necesitaba dejar salir un poco de dolor.

—Todo está bien, nena. Te tengo. Y es todo lo que necesito saber acerca de
ti. —Besó la corona de su cabeza—. Sé que eres una buena, cariñosa, entregada
persona. Me curaste cuando realmente no necesitabas más que mantenerme con
vida para la siguiente ronda de Lucan. Tienes el valor de un caballero y el corazón
de un dragón. Tú, que nunca has escapado antes, creíste en mí lo suficiente como
para tomar el salto de fe desde la torre más alta de Skithdron a la oscuridad de la
noche y nunca te quejaste.

Ella rió entre dientes y ese fue un sonido lloroso. Estaba llorando, y eso casi
rompe su corazón.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Esa no fue valentía. Fue miedo a ser capturada de nuevo. —Ella comenzó
a susurrar de nuevo—, más bien debería haber muerto.

—No, cariño. Nunca pienses así. Donde hay vida, hay esperanza. Y donde
quiera que estés, allí estaré yo. Listo para ayudarte en lo que pueda. Te lo prometo.
Ahora y siempre.

—Eres un hombre amable, Nico.

—Oh, por favor no dejes que sepan eso. Arruinaría mi reputación como
sinvergüenza.

Ella rió entre dientes de nuevo y en esta oportunidad el sonido fue más claro
y menos triste.

—Un amable sinvergüenza, entonces. ¿Así está mejor?

—Solo un poco. —Él estuvo de acuerdo, besando su cabello y


tranquilizándola con amabilidad. Ya podía sentir sus energías alcanzándose
mutuamente. Ambos necesitaban este sueño curativo más que cualquier cosa en

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El Club de las Excomulgadas
este momento y estaba agradecido al sentir que ella empezaba a estar relajada, con
su cuerpo encontrando el camino hacia el descanso y el olvido.

Despertando varias horas después, rápidamente Nico revisó el terreno. Riki


despertó en la misma posición en que había estado desde que se había dormido.
Estaba tan tranquila en sus brazos, odiaba tener que moverla, pero tenía trabajo que
hacer.

Nico sabía que había sido un riesgo el dormir los dos juntos, pero era
necesario. La fatiga por la paliza, después de la escapada, unido con la curación
que él había hecho en sus muñecas era más de lo que podía resistir, y tenía que
estar fuerte para llevarlos a ambos el resto del camino a salvo, a través de Draconia.
Juzgando por la posición del sol, debía ser la mitad de la tarde. Casi el momento

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


perfecto para lo que había planeado. Levantándose con más de un arrepentimiento,
Nico siguió sigilosamente una corta distancia donde sus sentidos de dragón le
indicaron que había un conejo mordisqueando unas jugosas hierbas cerca a la orilla
del arroyo. Eso no era mucho, pero Riki había estado hambrienta casi desde que
habían huido. Cuando despertara de su sueño, quería tener comida para ella y ese
conejo sería un buen comienzo. El resto lo conseguiría en el pueblo, si la Madre de
Todo continuaba bendiciendo su viaje.

Dándole una silenciosa oración a ella por proveerle al conejo y cuidar de su


seguridad, Nico se lanzó. Solo unos minutos después, con la acertada aplicación de
las afiladas garras y soplando un poco de la flama del dragón, la carne estuvo
cocinada y lista.

El olor de la carne asada despertó a Riki de su tranquilo y bendito sueño. No


se había sentido tan bien al levantarse en años. Parpadeando para abrir sus
adormilados ojos, Riki vio el proveedor de su bienestar.

Nico.

Él estaba incluso más esplendido bajo la debilitada luz del sol de lo que
había estado al amanecer, y la sonrisa que le envió simplemente le robó el corazón.

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El Club de las Excomulgadas
—El desayuno está servido, señora. —Él hizo una dramática y cómica
reverencia, trayendo la espectacular carne, aún en brocheta de cuando la había
cocinado, eso pensó aunque no vio fuego.

— ¿Como cocinaste eso?

—Riki, —chasqueó su lengua con una sonrisa burlona—, soy un dragón.

Ella tuvo que reírse de eso. Hacía tanto desde que se había reído acerca de
algo. Se sentía bien estar sin preocupaciones —o casi sin ellas— por primera vez en
años. Y era todo gracias a este increíble hombre.

Riki extendió la mano y tomó la brocheta de carne.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Gracias, príncipe Nicolas.

—Ah, es sólo Nico para ti, mi querida. Además, aún estamos en territorio
hostil. Nick el espía es quien soy cuando estoy fuera de los límites de mi país natal.

Riki asintió con solemnidad, dándose cuenta muy bien de lo importante que
era que su verdadera identidad se mantuviera en secreto. Si Lucan llegaba a
imaginar quien y que era Nico, probablemente movería cielo y tierra para matarlo.
No era que ahora Lucan posiblemente no estuviera ya moviendo cielo y tierra para
llevarla de regreso. Sabía que tan importante era para su continua existencia.

Sin un sanador a sus órdenes a quien llamar, la sangre Skith y venenosa


dentro de Lucan comenzaría a matarlo, lenta, dolorosa, y terriblemente. Sintió un
ligero pinchazo por lo que él sufriría, pero soltó su libertad. Regresar no era una
opción. Moriría huyendo antes que ser capturada de nuevo.

—Come, cariño. Es casi el momento para que hagamos nuestro movimiento


en el pueblo.

Riki mordió el conejo perfectamente cocinado, disfrutando de su primer


bocado de comida en meses. Lucan no le tenía permitido comer bien, tirándole
trozos de comida de su mesa únicamente muy de vez en cuando. Lo más común

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El Club de las Excomulgadas
era que fuese alimentada por un esclavo que le traía avena una vez al día desde la
cocina del palacio. Era una cosa casi incomible, pero ella sabía que Lucan la
mantenía débil para que fuese más dócil.

Devoro la porción, saboreando cada mordida no pudiendo detenerse sino


comiendo más rápido. Estaba hambrienta. Solo ahora, con comida frente a ella, se
permitió sentir a sí misma la verdadera extensión de su hambre.

— ¿No vas a tomar un poco?

Nico negó, pasándole el resto del conejo. —Comeré algo en el pueblo.

Él se agacho frente a ella, sonriendo tan cálidamente, que sus rodillas se


debilitaron.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Por favor, me siento como una glotona. ¿No quieres un poco?

Ella sostuvo el pincho cerca de él y él pareció considerarlo un momento


antes de inclinarse un poco más. Lo tomo con sus dientes, sosteniendo su mirada
mientras tiraba un pedazo de la brocheta de su mano. Por alguna razón, sus
acciones la dejaron sin aliento, su mirada se quedó atrapada en la de él mientras
masticaba, tragando, luego lamiendo sus labios con un lento, sensual deslizamiento
de lengua.

—Delicioso.

De alguna manera ella tuvo la impresión que él estaba hablando de algo más
que solo la carne. Sus manos se levantaron, cubriendo con delicadeza las suyas y
guiando la brocheta de regreso a su boca mientras la miraba.

—Come, cariño. Necesitamos movernos pronto.

Nico se sacudió súbitamente hacia atrás, inclinó la cabeza hacia el camino a


una corta distancia a la izquierda, detrás de las rocas elevadas. Nadie podría verlos
desde el camino, tampoco Nico y Riki podían ver mucho a menos que escalaran un

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El Club de las Excomulgadas
poco más en las rocas, pero podían oír muy bien. Los sonidos eran transportados
sobre el desértico paisaje de esta parte de Skithdron.

El miedo pasó a través de Riki cuando ella empezó a notar los espantosos
sonidos. El tintineo de tachuelas significaba caballos, y el galope de sus cascos
indicaba que iban moviéndose rápido. Ruidos metálicos le hacían pensar en
espadas, escudos y armaduras de alguien en favor de Lucan.

Riki no le dijo nada a Nico cuando él se estiro. Escaló solo lo necesario para
ver sobre las rocas del camino mientras Riki seguía sentada y preocupada. Sus uñas
desiguales hirieron la palma de su mano cuando apretó sus puños por miedo, con
cada musculo en su cuerpo gritando silenciosamente por el terror de ser
descubiertos.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Nico bajó con silenciosos pies. Su rostro era lúgubre, pero su postura parecía
más relajada. —Estamos a salvo por ahora, pero esos eran guardias del palacio, lo
cual no pueden ser bueno para nosotros. Están cabalgando por el pueblo. Eso
significa que no puedes ser vista aquí, Riki, pero necesitamos provisiones
urgentemente.

—Entonces ¿qué podemos hacer?

—Iré solo. Hay menos oportunidad de que me reconozcan. Tengo maneras


de pasar desapercibido y puedo pelear mejor que tú si me atrapan. Pero eso
significa que debemos ocultarte en un lugar seguro primero.

—Haces que suene fácil.

—No es eso, cariño. Pero haremos que funcione. Nada qué temer.

Riki captó movimiento en la esquina de su ojo. Era algo escurridizo y


enorme.

— ¡Nico!

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El Club de las Excomulgadas
Su aterrorizado susurro hizo que él se girara incluso antes que la última
silaba dejara sus labios. Se enfrento al gigante Skith deslizándose frente a él desde el
estanque artificial y transformándose rápida y limpiamente en su forma dragón.
Nico se puso a sí mismo entre Riki y la mortífera criatura.

Nico respiro una bocanada de aire y la dejó salir con un torrente de llamas
que la calentaron incluso a tres metros de distancia. Él avanzó hacia el Skith, no
dándole espacio mientras la criatura trataba de evadir y escupir su mortal veneno
hacia él. Pero eso tenía pequeños e inmediatos efectos en las escamas de un dragón.
Riki sabía que Nico podía mantenerse contra un solo skith por un tiempo antes que
el veneno pudiera atravesar incluso la dura piel del dragón. Uno a uno, los
dragones usualmente eran más fuertes que los skiths, o eso decían los bardos.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Pero aún tenía que estar sufriendo dolor por el veneno en sus escamas. El
skith era astuto, pero Nico avanzaba, impidiéndole retirarse o lanzar más disparos
de los que podía manejar. Con una última explosión de poderosas llamas, rustió a
la criatura hasta que dejó de moverse, muerta.

Nico, en forma de dragón, usó sus garras para acuchillar el esqueleto para
comprobar si estaba muerto. Los Skithes eran peligrosos y difíciles de matar,
incluso para un dragón. Cuando pareció estar satisfecho al comprobar que la
criatura estaba muerta, Nico rápidamente rodó su brillante y negro cuerpo de
dragón dentro del chorro de agua más cercano, lavándose el veneno tan bien como
pudo.

— ¿Estás bien?

Estoy bien, cariño. El veneno solo pica un poco. El agua lo lavará y estaré tan bien
como nuevo en unos cuantos minutos.

Riki encontró donde pisar y se apresuró a ayudarlo, salpicando agua desde


arriba del arroyo, donde el agua era más limpia, sobre sus relucientes escamas
como si él se revolcara en la parte poco profunda del arroyo. Ella vio manchas rojas
donde el veneno había empezado a dañar las escamas de esa increíblemente dura

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El Club de las Excomulgadas
pero flexible piel y se concentró en limpiar esas manchas primero. Después de unos
minutos, Nico salió del arroyo, sacudiéndose el agua.

— ¿Cómo te sientes?

Nico se transformó antes de contestarle. —Como nuevo. —Y de hecho lucia


ileso allí frente a ella, vestido de nuevo en sus pantalones de cuero y camisa.

—Eso fue increíble.

Débil pero con alivio, Riki comenzó a caerse, pero Nico la atrapó en sus
fuertes brazos y la abrazó muy cerca por un momento.

—Siento haberte asustado, nena. —Sus palabras fueron susurradas a través

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


de su cabello a su oído—. Siento haberte puesto en peligro.

Ella se alejó para mirar en sus adoloridos ojos. —Eso no fue culpa tuya,
Nico. Estamos en Skithdron. Los skiths son muy comunes en esta maldita isla. No
puedes culparte por eso. Pero puedo agradecerte por salvar mi vida, de nuevo.

Ella se estiro hacia arriba, audazmente, y besó sus labios. Estaba tan
necesitada de su beso después de lo que acababa de pasar. Era un hombre tan
bueno, valiente y valeroso, pero tan dulce con ella. Si no estaba mal, ya estaba
medio enamorada de él.

Oh, este hombre era verdaderamente peligroso.

Riki se alejó antes de que pudieran profundizar el beso, sabiendo que era lo
mejor. Ella no podía renunciar a su virginidad. No aún. No hasta que estuviese a
salvo lejos de Skithdron y lejos del alcance de Lucan.

Nico la miró como si quisiera decir algo, pero se encogió de hombros y la


dejó ir. Hizo un espectáculo al inspeccionar los alrededores y medir el tiempo según
el sol antes de regresar a ella.

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El Club de las Excomulgadas
—Lo mejor es que nos vayamos. Cualquiera que vea esto sabrá que el
responsable fue un dragón. Y el olor puede atraer algo. Afortunadamente el viento
está soplando lejos del pueblo.

Ella no había pensado en eso, pero se dio cuenta que él tenía razón. —Muy
bien entonces, vamos. Entre más rápido acabemos con esto, más rápido podremos
salir de Skithdron.

—Palabras más ciertas no han sido pronunciadas jamás, cariño. —Nico le


guiñó un ojo mientras caminaban dentro de los dispersos árboles en la línea del
camino—. Debemos caminar al lado del camino, pero no dentro de él. No
queremos ser vistos antes que hayamos encontrado un sitio seguro para ti, luego
regresaré y entraré desde el camino para que ningún aldeano me vea y sospeche.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Buen plan.

—Hey, esto es lo que hago, Arikia. Es mi trabajo.

—Y veo que eres bueno en esto. —Le sonrió, realmente agradecida por su
presencia en este viaje. Sin él ella no habría podido dar tres pisadas fuera de Lucan.
Por esa razón, nunca había escapado. Aún estaría encadenada a la cama de Lucan,
sirviendo a sus perversos placeres.

Llegaron cerca de las afueras del gran pueblo antes de tiempo, justo cuando
el sol hacía su viaje hacia el lejano horizonte. Los escasos arboles permitían cultivar
campos cerca del pueblo. Hileras de altas plantas de maíz contra el cielo rosa y
naranja. Rayos de sol enmarcaban la silueta de Nico mostrándolo fuerte contra el
brillante naranja del horizonte.

Él era tan maravilloso, que tenía que contener su aliento cada vez que se
tomaba un momento para pensar en lo hermoso que era, ambos, por dentro y por
fuera. Hasta el momento había sido amable con ella y su valor era incuestionable.
Nico le había hecho frente a la tortura de Lucan, a sus guardias, y hace poco a un
mortífero Skith, con ninguna arma más que su increíble capacidad de transformarse
en dragón.

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El Club de las Excomulgadas
Riki confiaba en él con su vida y sabía en su interior, que podría darle su
corazón también, con pequeñas protestas, si se lo pedía. Sin embargo, tenía que
pelear contra hacerle saber qué tan fácil sería hacerla enamorarse de él. Nico era un
pícaro, peor que eso, era un príncipe de sangre real y no importaba que le dijera que
ella era una noble perdida-hace-mucho de Draconia, Riki no podría ser nunca nada
más que una esclava fugitiva. Nunca podría tener a Nico en su vida. De ninguna
manera él la querría por más que unos pocos o de unos preciosos días.

Mejor quedar como amigos y compañeros. Mejor por su seguridad física y


por la seguridad de su frágil corazón sin probar el amor.

—Esto debe hacerse, —Nico reflexionó mientras miraba alrededor—.


Oscurecerá pronto y esos campos son probablemente la mejor apuesta para

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


ocultarte, pero quiero que tengas una ruta de escape en caso de que la necesites. Si
un Skith viene…

—Correré como el infierno. —Nico rio suavemente—. Me gusta tu actitud,


cariño. Eso es bueno. Pero los Skiths son bastante rápidos. Incluso tus adorables
pies no podrán llevarte lo suficientemente rápido. Pero lo que puedes hacer es
trepar.

— ¿Trepar a qué?

— ¿Ves esos árboles por allí? —Estaban en el límite del campo de maíz
ahora, cerca al pueblo. De hecho, el campo terminaba en los muros del pueblo, los
cuales estaban formados por graneros, casas y cabañas de madera para mantener
fuera a los Skiths. Los árboles que Nico señalaba estaban justo al lado del camino,
justo al lado de un granero con el techo ligeramente ladeado.

—Los veo, pero debo advertirte, no trepo árboles desde que tenía ocho años.

—Si un Skith te persigue, te subirás. El miedo es uno de las motivaciones


más maravillosas. —Eso la despejó, había estado viviendo los pasados años en
cercano y constante miedo por su vida. Y Nico tenía razón, el miedo era una buena
motivación. Él debió ver su expresión en el oscuro ocaso porque la atrajo a sus

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El Club de las Excomulgadas
brazos y la abrazó por un breve instante—. Lo siento, cariño. —Besó la coronilla de
su cabeza suavemente, casi disculpándose, y esa ternura le hizo querer llorar. Pero
no era tiempo de estar fuera de sí. Tenían que entrar y salir de allí lo más rápido
posible.

—Está bien, Nico. En serio. Entonces, ¿quieres que trepe en ese árbol? —La
dejo ir con un beso final en su cabello—. Sí, pero solo si es necesario. Trepa el
árbol, luego muévete sobre el techo lo más cerca posible a la punta. Ningún Skith
podrá alcanzarte allí, y estarás fuera del rango de su saliva.

—Entonces ¿porque no me subo allí simplemente ahora, mientras vas al


pueblo?

—Porque podrían verte. Incluso en la noche, la gente viaja por el camino y

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los granjeros salen a traer los rebaños. No te subas a menos que sea necesario, ¿está
bien? —Ella asintió mientras se hundía por lo que había averiguado. El árbol estaba
a unos once metros del final del campo—. Entonces, quieres que me quede aquí en
el maíz hasta que sienta peligro, luego que salga corriendo hasta el árbol y luego al
techo. ¿Verdad? —Él sonrió hacia ella, aprobándola—. Eres rápida.

—No realmente. —Riki sintió sus mejillas ruborizarse y hundió su cabeza


cuando Nico tomó sus mejillas.

—Eres una bella, inteligente mujer, Arikia. —Él habló tan seriamente que
ella tuvo que mirar sus brillantes ojos—. Nunca dudes eso.

Él la beso suavemente entonces, no dejano que el beso fuera más profundo,


solo un tierno saludo a sus labios que significaba mucho para su maltratado,
estropeado corazón. Liberándola de prisa, Nico se alejó y la miró, con su mirada
casi quemándola por su intensidad.

—Tengo que irme, pero volveré dentro de una hora. Lo prometo.

El miedo entró en ella al ver a Nico irse. —Apresúrate en volver, Nico.

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El Club de las Excomulgadas
Su expresión se dulcificó por un momento. —Lo haré. Manténte a salvo y
alerta. Estaré de regreso antes que lo notes.

Y con eso, desapareció entre los oscuros tallos de maíz.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Cinco
Dejar a Riki en aquel maizal fue una de las cosas más difíciles que Nico
había hecho nunca, pero no veía otra forma. Retrocediendo rápidamente, se dirigió
al camino, feliz de que la oscuridad completa estuviera casi sobre él. Nada podría
retrasarle con Riki esperando en la fría y peligrosa penumbra de una víspera de
Skithdronian. Tenía que moverse rápido.

Ofreció una oración silenciosa a la Madre de Todo por la seguridad de Riki


y la suya propia cuando tomó el camino de la ciudad, en carretera abierta por
primera vez en días. Estaba corriendo un gran riesgo, entrando en una ciudad
donde sabía que los soldados de Lucan, sin duda, habrían corrido la voz de su

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


huida. Conteniendo la respiración, Nico estuvo agradablemente sorprendido
cuando pasó haciendo poco ruido delante del portero que dormía. La gente
caminaba de un lado al otro por la gran puerta sin que nadie cuestionara quiénes
eran o qué estaban haciendo en la ciudad fortificada.

Las puertas y murallas alrededor de las ciudades eran lo normal en


Skithdron para mantener alejados a los skiths. Sin control, un skith podía devastar
una ciudad como esta en un periodo corto, pero la gente ingeniosa de esta tierra
había aprendido a construir sus casas en grupos, haciendo fuertes, blancos muros
alrededor del lugar, compuesta por las partes de atrás de los edificios con enormes
vallas de troncos en los espacios entre ellas. Eran extraordinariamente buenas para
mantener a los skiths fuera y a la gente dentro, de ahí la necesidad de una puerta.
Se suponía que el portero vigilaba la entrada de skiths, y dejaría caer la pesada
puerta al primer vistazo de uno, sellando la ciudad y dando la alarma. El efecto
secundario, por supuesto, era que un portero entrometido también podía regular
quién entraba o salía de la ciudad.

Este, sin embargo, parecía más interesado en mirar el interior de sus propios
párpados, que la carretera o sus alrededores. Estaba roncando suavemente mientras

58
El Club de las Excomulgadas
Nico pasó, tumbado en la silla al lado de la cuerda y sistema de poleas que bajaría
la puerta rápidamente si el peligro amenazara.

Moviéndose discretamente, encontró una taberna posible en breve plazo. El


dueño era un hombre corpulento, con las mejillas rojas y una mirada
completamente alegre que le miró. Contempló a Nico con sospecha al principio,
pero se iluminó cuando vio la moneda de plata que le ofreció por un servicio
discreto, rápido y eficiente.

Nico ordenó una gran canasta de alimentos. Echó una mirada a la


habitación, viendo una capa desgastada, negra, de lana, que colgaba en un rincón
detrás del mostrador.

—Eso parece ser una capa cálida. —Nico mantuvo su voz baja para no ser

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


oído por casualidad—. Perdí la mía por el camino y esperaba encontrar una de
reemplazo. ¿Está a la venta?

La mirada del hombre se disparó en el bar al otro lado del cuarto y Nico la
siguió. Dos jóvenes se encargaban de la larga barra, y ambos compartían fuertes
rasgos con el posadero. Indudablemente, eran sus hijos y la capa posiblemente
pertenecía a uno de ellos.

—La pérdida de la capa de uno es sin duda algo lamentable —dijo el


hombre, apretando sus labios en un efecto dramático cuando frunció el ceño. Nico
tomó otra moneda, permitiendo al posadero vislumbrar el reluciente oro en su
mano—. Pero podríamos llegar a un arreglo, viendo como los días se ponen más
fríos.

— ¿Tiene alguna cuerda fuerte? Me vendría bien algo de eso también.

Los ojos del hombre se estrecharon. —Tengo unas en la parte de atrás.

El hombre no sólo era perspicaz, sino un poco oportunista. Nico no quería


arriesgarse a pedir ropa para Riki. Ya lo había hecho bastante bien por el momento.

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El Club de las Excomulgadas
Miró el cuarto cuando el posadero anduvo ajetreado por detrás de él, embalando
una cesta con comida y los otros artículos.

El dueño parecía más que feliz de ganar una suma tan grande por
relativamente poco y lo reunió todo en un tiempo récord, mientras Nico se tomaba
rápidamente un bol caliente de guisado. Estaba a mitad de la comida cuando dos de
los guardias de Lucan del castillo entraron acechando a través de la puerta,
tomando asiento en una mesa a unos metros de Nico.

Aprovechó la oportunidad para escuchar su conversación, haciendo todo lo


posible para parecer tranquilo y despreocupado. Cuando la puerta se abrió por
primera vez, pensó que estaba acabado, pero los guardias parecían más interesados
en la comida y bebida, que en arrestar a los clientes de la taberna. Gracias a la

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Madre.

Nico soltó un suspiro de alivio cuando los guardias siguieron cordialmente


con sus comidas y el propietario volvió con la capa y la cesta. Haciendo una
retirada estratégica, Nico tranquilamente dejó la taberna; era una moneda de oro
más ligero, pero más rico en provisiones e información. Había oído lo suficiente del
refunfuño de los guardias y sabía con certeza que ahora la alarma había llegado de
aquí a la frontera.

La rápida acción de Lucan deletreaba problemas para su capacidad de


cruzar la frontera, pero decidió tomar las cosas paso a paso. Primero tenía que
suministrarse para el viaje lo mejor que pudiera, y luego pensaría en cómo sacarlos
de Skithdron.

Viendo a un posible tendedero, Nico también había tomado la oportunidad


de su viaje a la ciudad para robar un poco de ropa para Riki. Tenía que estar
congelada después del frío largo viaje de anoche. Dejando una moneda de plata en
pago, no sintió ninguna culpa por tomar el vestido de una campesina desconocida.

Se volvió con cautela hacia atrás, al maizal, sabiendo que la oscuridad


sacaba a tales depredadores en Skithdron, de los que no veían en su tierra natal. Sin

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El Club de las Excomulgadas
embargo, Nico había viajado lo suficiente como para evitar al peor de ellos, y
utilizó todas sus habilidades ahora cuando se dirigió rápidamente de regreso hacia
Niki.

Regresó al lugar donde la había dejado, pero ella no estaba en ninguna parte
a la vista. El pánico amenazó hasta que un susurro en las hojas de un árbol a nueve
metros de distancia le llamó la atención. Riki le sonrió entre las hojas de una rama
baja. Saltó al suelo y corrió hacia él.

Nico dejó caer la cesta y la cogió en sus brazos, cuando ella entró en las filas
de camuflaje de maíz. Abrazándola finalmente, colocó pequeños besos por todas
partes de su respingona cara.

—Me asustaste, cariño.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Tenía mucho miedo de quedarme en el maíz y pensé que podría
esconderme en la parte frondosa del árbol si tenía cuidado.

—Brillante, Riki. Ese fue un buen pensamiento.

Ella le sonrió y sintió que su corazón se expandía. Pero estaban en un


terrible peligro por los depredadores del suelo, tanto humanos como no. Nico
levantó la cesta y se la llevó de la ciudad de la forma más rápida y segura posible,
cambiando de ruta sólo una vez para evitar que un gran depredador los comiera
como su caza nocturna.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos y fuera del maizal, Nico se


detuvo.

—Tengo algo para ti. —Sacó el vestido de campesina con flores y se alegró
al ver lágrimas de felicidad en sus ojos. Ella tomó el vestido de él y lo sostuvo
contra su figura delgada—. Ponlo sobre el que llevas puesto ahora. Hace frío bajo el
cielo de la noche, y quiero que estés tan caliente como sea posible.

Riki se puso el vestido con su ayuda, y él contuvo el aliento por su belleza.

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El Club de las Excomulgadas
Su precioso pelo castaño volvía a la vida mientras su energía aumentaba con
cada hora que pasaba en libertad. Riki comenzaba a florecer como una flor tras un
largo invierno, y era tan encantadora.

Un rubor saludable encendió sus pálidas mejillas. Nico se sintió mejor,


también después de la forma en que sus energías se alimentaban el uno al otro, y se
multiplicaban mientras dormían. Estaba contento de que Riki estuviera empezando
a recuperar la salud que debería haber tenido todo el tiempo.

— ¡Gracias, Nico! —Ricki se estiró para besarle la mejilla, y el pequeño beso


inocente cantó a través de él. La atrajo a su pecho y tomó sus labios con los suyos,
saludándolos ligeramente al principio, luego empujando con su lengua.

Cuando ella no se resistió, él llevó el beso más profundo, una exploración

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


larga y lenta de su sabor que lo dejó casi loco de deseo. Riki arañó su pecho, sus
manos se clavaron en sus músculos, acariciándolo de una forma que hizo que su
pene se pusiera más duro que una piedra. Las alarmas se dispararon en su cerebro.
Quería ignorar la vocecita que le decía que estaba tomando demasiado, yendo
demasiado lejos, pero tenía que escuchar. Por el bien de Riki. Su seguridad
dependía de él y tenía que ponerla en primer lugar.

Nico se retiró, colocando suaves besos, mordisqueando sus labios carnosos.

—Eres tan hermosa, Riki.

El rubor en sus mejillas le encantó. La besó suavemente, reuniendo toda la


ternura que sentía por esta pequeña, y perdida princesa. Reuniéndose a sí mismo,
Nico caminó lejos y levantó la cesta una vez más. Cogió un trozo de queso y pan, y
los juntó mientras Riki se entretenía un poco con su nuevo vestido.

—Come esto, por ahora, y nos pondremos en marcha.

Riki hizo lo que él le pidió, comiendo silenciosamente mientras Nico


extendía la cuerda fuera de la cesta y comenzaba a anudarla simplemente. Riki le

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El Club de las Excomulgadas
miró socarronamente mientras trabajaba, pero su boca estaba llena mientras
masticaba y no le preguntó que estaba haciendo. Lo averiguaría bastante pronto.

Riki casi había terminado su comida ligera cuando Nico echó la capa negra
sobre sus hombros, arropándola bajo su barbilla, contento de ver que el pesado
material la envolvía de la cabeza a los dedos de los pies. Había lazos y botones en el
frente de la capa bien confeccionada, y una capucha grande que podría ser atada en
una posición derecha. Había hecho un buen trato con el posadero y Nico recordaría
al hombre si alguna vez volvían a Skithdron.

Abotonándole la capa mientras ella terminaba de comer, Nico no pudo


menos que notar cuando el dorso de sus dedos encontró el oleaje de sus pechos.
Ella jadeó, aspirando aire mientras la tocaba. Atreviéndose mucho, se demoró más

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


en la suavidad de ella, permitiendo que sus dedos se movieran ligeramente desde el
botón entre sus pechos, experimentando hasta que distancia ella le dejaría ir.

—Nico…

Retrocedió ante su protesta entrecortada, aunque no quería hacerlo. De


todos modos, estaban en peligro a cada instante que se quedaran en el suelo.
Tenían que empezar a moverse.

—Eso es para otro momento posterior, preciosa mía. —Le guiñó un ojo y le
sonrió, disfrutando de su cara enrojecida a la incierta luz de la luna creciente—. Por
ahora, deberíamos irnos.

— ¿Para qué es la cuerda? —Ella pareció desesperada por cambiar de tema y


él la dejó. Por ahora.

—Verás —le prometió—. Tendrás que sostener la cesta estable, pero


merecerá la pena cuando tengas hambre. Siéntete libre para comer sobre la marcha.
Puedo cazar cuando estemos sobre el suelo, y en forma de dragón casi no puedo
comer nada, así que no te preocupes de guardar nada para mí.

—Nico…

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El Club de las Excomulgadas
—No discutas. Vamos, tenemos que irnos. —Él se movió a corta distancia,
para permitir que el cambio viniera a él. Recoge la cuerda, cariño, y pon el lazo grande
sobre mi cabeza.

Vio como la comprensión alboreaba su rostro. — ¿No será incómodo para


ti?

No, cariño. Pero estaría muy incómodo si te cayeras de mi espalda o perdieras


nuestra canasta de golosinas. Vamos, átala y comencemos a movernos.

Ella obedeció con solo unos murmullos de protesta, pero la calló


tiernamente y ella siguió sus instrucciones. Pronto tuvo una clase de arnés
alrededor de su pecho y antebrazos que permitían que ella atara el mango de la
cesta, y a ella misma, de forma segura a su espalda. Riki no era una jinete con

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


experiencia, y Nico se había preocupado de su seguridad anoche, pero no había
tenido otro remedio. Esto funcionaría, y ayudaría a aliviar su mente sobre su
seguridad en el vuelo un poco.

Monta y salgamos de aquí.

Riki le besó en la mejilla al dragón, antes de hacer lo que le pidió,


sorprendiéndole con el gesto suave. Subió a su pierna doblada y se instaló en su
espalda con familiaridad, atándose a sí misma al arnés como él la había instruido.
Unos momentos más tarde, se levantó en el aire, contento de sentir el viento bajo
sus alas una vez más. Estaban más seguros en el cielo de la noche, al menos hasta
que pudieran salir de Skithdron.

Riki envolvió la voluminosa capa alrededor de ella, remetiendo los bordes y


asegurándose la capucha sobre la cabeza. Era tan hermoso aquí en el cielo,
patinando junto a los jirones de nubes y montando tan cerca de las estrellas
titilantes. Nunca olvidaría esta experiencia mientras viviera. El puro placer de
bailar entre las estrellas subida en la espalda de un dragón, era impresionante, y se
sentó de nuevo, simplemente disfrutando del momento increíble de libertad,
saboreando la paz que nunca había conocido antes.

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El Club de las Excomulgadas
¿Cómo estás ahí? preguntó Nico cariñosamente en su mente.

Estoy bien, Nico. Simplemente disfrutaba del aire de la noche. Es tan emocionante.

Si te da hambre, hay fruta en la canasta, y más pan y queso.

Riki estaba acostumbrada a la sensación de hambre, pero sabía que


necesitaba recuperar su fuerza de nuevo. Metiendo una mano en la cesta, sacó una
manzana. Había pasado tanto tiempo desde que había tenido fruta fresca,
impecable. La visión de la forma oscura en su mano, mientras volaban a través de
la noche iluminada por las estrellas, llevó las lágrimas a sus ojos. Las últimas horas
parecían un sueño, pero estaba viviendo la realidad de ello. Este hombre, este
dragón, y sus maravillosos e inteligentes gestos lo habían logrado. Ya era tan
especial para ella. Nico de alguna manera llenaba su corazón de luz, y una

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


esperanza que no había estado allí por muchos, muchos años.

¿Riki? ¿Estás bien?

Estoy bien, Nico. Sólo admiraba una de las manzanas que compraste para mí. Trató
de sonar lo más normal que pudo, aunque sus temblorosas emociones amenazaban
con desbordarse.

Bien. Su voz sonó por su mente con un estruendo de satisfacción. Pedí al


posadero que metiera lo mejor y más fresco para ti. Esa cesta y todo lo que hay en ella es tuyo,
Riki. Quiero que comas bien y a menudo, para conservar tus fuerzas en nuestro viaje.

Pero, ¿y tú? ¿Qué comerás tú?

El dragón bajo ella se rió entre dientes humeando. Déjame eso a mí, cariño. Los
dragones son cazadores, sabes. Encontraré algo, y te proveeré de carne fresca al mismo tiempo.
Y puedo cocinarla también.

Otra vez vino una sonrisita humeante, y ella tuvo que reírse también.

Seguramente es práctico mantenerte alrededor, Nico.

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El Club de las Excomulgadas
Me alegro que pienses así.

Charlaron mientras ella comía la manzana y una hermosa pera madura.

¿Sabes a qué distancia estamos de la frontera?

A un día más por lo menos. Trataré de cortar un poco al noroeste, le dijo Nico,
cuando aprovechó una ráfaga de viento. Ella adoraba absolutamente la sensación
de vuelo, de ser golpeada por las corrientes de aire y de nadar entre las estrellas.
Tenemos una buena oportunidad con algunos dragones y caballeros del Refugio Fronterizo si
podemos llegar lo bastante cerca. De todos modos, estoy preocupado porque Lucan pueda
haber enviado ya noticias a la zona fronteriza y que pueda ser difícil cruzar.

Difícil, ¿de qué manera?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Los ejércitos que han atacado Draconia tanto desde el norte, como desde el este
durante los últimos meses estaban dotados con armas que matan dragones. Gigantescas
ballestas diseñadas para arrojar flechas con punta de diamante al aire. El diamante es la
única cosa que puede cortar a través de las escamas de un dragón con facilidad. Perdimos
unos cuantos dragones durante los enfrentamientos, y mi hermano Roland casi murió cuando
tres flechas lo golpearon. Esas armas no son nada para bromear con ellas, y tienen muchas de
ellas. Preferiría no volar por cualquier parte cerca de ellas si podemos evitarlo.

Riki recordó muchas de las cosas que había oído despotricar a Lucan, y
algunas de ellas comenzaron a tener sentido.

Lucan estaba suministrando a Salomar láminas de diamante. Recuerdo que lo dijo


más de una vez.

Afortunadamente, Salomar está muerto. Pero tienes razón sobre las láminas de
diamante. Salomar las usó contra nuestras fuerzas cuando trató de invadir desde el norte. Tu
hermana fue fundamental para frustrar sus planes. Ella es toda una mujer.

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El Club de las Excomulgadas
¿Lana? Riki sintió una punzada por la chica que había sido su otra mitad,
arrancada de ella brutalmente cuando habían sido robadas de su madre. ¿Querrías
contarme sobre ella? ¿Qué está haciendo ahora?

Justo ahora, está aprendiendo a ser la reina de Draconia. Se casó con mi hermano
Roland hace unos meses.

¿Lana es la reina?

Si, cariño. Y está unida por la Madre con un Dragón de Hielo salvaje llamado Tor
cuando él fue incubado sólo desde la cáscara. Han estado juntos desde entonces. Se ayudaron
el uno al otro a escapar de Salomar y a sobrevivir en el congelado norte hasta que Roland
tropezó en su camino. Él se enamoró de Lana casi a primera vista, y le pidió que fuera su
reina. Adoptó a Tor, y lo están criando juntos. Tor es un dragonet increíblemente brillante y

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


pude volar extraordinariamente rápido y con patrones complejos.

Mi hermana, la reina. Riki apenas podía creerlo. ¿Y vive con un dragón bebé?

Te encantará Tor. Kelzy le tiene llamándola abuela.

¿Así que mi madre se reunió con Kelzy? Es asombroso.

Mejor aún, tu madre se volvió a casar. Uno de sus nuevos maridos es el compañero
caballero de Kelzy.

¿Uno de sus maridos? ¿Tiene más de uno? Riki estaba un poco escandalizada por
la idea.

Es costumbre de los caballeros de dragones de lucha compartir a su compañera, ya que


hay pocas mujeres que pueden oír y vivir con los dragones. Además, el vínculo entre el dragón
y el caballero es tan profundo, que cuando los dragones se unen en la pasión, también lo deben
hacer los compañeros con su pareja. Los caballeros de dragones apareados se casan con la
misma mujer. De alguna forma parece que siempre funciona. Los dragones reclaman que la
Madre de Todo los guía en la elección de sus parejas y de sus compañeros, y no tengo ninguna
razón para dudar de ello. Cada matrimonio que he visto entre caballeros es apasionado y feliz.

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El Club de las Excomulgadas
¿Así que mi madre tiene dos maridos?

Nico se rió entre dientes, enviando humo hacia atrás mientras iban en medio
de una corriente de aire. Lo mismo ocurre con tu hermana pequeña, Belora. Fue la
primera en casarse. Uno de sus caballeros, Gareth, es el compañero del hijo de Kelzy y
Sandor, Kelyan.

Así pues, ¿Sandor es el compañero de Kelzy? Y si te estoy entendiendo, ¿el caballero


de Sandor es el otro marido de mi madre?

Creo que lo has pillado, cariño.

Entonces, ¿quién es el caballero de Sandor? ¿Quiénes son mis padrastros?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


El caballero de Sandor es Darian, antes Lord Darian Vordekrais de Skithdron.
Abandonó sus tierras y título para venir a nuestro lado y advertirnos sobre Lucan y sus
armas. Es un héroe con creces en Draconia.

Conozco ese nombre. Oí despotricar sobre Darian a Lucan. Estaba tan enojado que
casi mató a uno de sus propios guardias cuando la noticia de la deserción de Lord Darian fue
informada.

Hablaron hasta bien entrada la noche. Riki estaba muy emocionada sobre
las noticias acerca de su familia, sorprendida por el nuevo estilo de vida de su
madre y hermana pequeña, que disfrutaban en la guarida, y completamente
asombrada por la idea de que su gemela ahora fuera Reina de Draconia. Nico
bromeó con ella con historias divertidas de las travesuras del bebé Tor, e hizo que
llorara un poco con las noticias de que Belora iba a ser madre en cualquier
momento. Él era bueno para hablar y el tiempo pasó rápido por lo que se
sorprendió cuando los primeros rayos grises del alba empezaron a aparecer en el
horizonte detrás de ellos.

Le había contado sobre su hermana gemela y las increíbles hazañas de


valentía que Lana había realizado, transformándose por primera vez en un dragón
y volando en el fragor de la batalla para salvar la vida del rey. Riki no creía que

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El Club de las Excomulgadas
alguna vez tendría el valor para hacer algo tan valiente. No, Lana era la intrépida.
Siempre lo había sido, y Riki se sintió consolada por saber que su gemela había
encontrado un hombre que pudiera amar, y quién la amaba a cambio.

De todos modos, Riki sintió una punzada de remordimiento y vergüenza


por haber sufrido en silencio todos estos años, cediendo a las demandas de Lucan,
sin descubrir una sola vez la forma de escaparse sola. Aunque lo hubiera intentado
repetidamente. ¡Oh, como lo había intentado! Pero el fracaso era su amargo
compañero. Fracaso, castigo… y tortura.

Riki admiró a Alania y a Belora, y los cuentos de Nico sobre su audacia y


sorprendente valentía de su madre también. Aferrándose a un árbol con un
enjambre de skiths debajo tomaba coraje. Nico describió como su madre había

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


hecho eso y más. Ese era el tipo de audacia que Riki temía no poseer nunca. Se
sentía como un fracaso. Una carga enorme.

Pensó en lo poco que había logrado alcanzar en su vida y con qué frecuencia
había fracasado. Acunada por los pensamientos taciturnos, descansó contra la
espalda caliente de Nico. Estaba cómoda y caliente ahora, entre la capa de lana y el
fuego interior de Nico. Casi se durmió, pero se negó a perderse un momento de la
increíble sensación de volar y tener las estrellas tan cerca. Riki dejó su mirada ir a la
deriva hacia fuera y arriba, pensando en las estrellas, pequeños agujeros en la tela
del cielo, tan cerca, y sin embargo, tan lejos.

Esto no se ve bien. La voz de Nico interrumpió sus pensamientos que iban a la


deriva.

¿Qué? ¿Qué no se ve bien? Al instante, estuvo alerta. Él parecía tan serio.

Tropas en movimiento. Mucho movimiento de tropas. Lucan ha alertado a las


guarniciones de la frontera.

¿Cómo podría hacerlo tan rápido?

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El Club de las Excomulgadas
No quise tener que decirte esto, pero oí hablar a unos guardias en la taberna. Lucan
envió a jinetes de relevo, hasta el frente de la frontera y a cada ciudad entre ellas. Te quiere de
vuelta lo suficiente como para poner a todos los soldados de esta maldita tierra en alerta. Han
estado viajando sin parar desde que nos escapamos. Cuando uno alcanza su destino, otro
recoge el mensaje y va a la siguiente parada, y así sucesivamente. Malditamente eficiente y
condenadamente inconveniente para nosotros.

¿Qué podemos hacer?

Cariño, no quiero correr el riesgo de cruzar la frontera contigo en mi espalda. Hay


límites en cuan alto puedo volar sin peligro, sobre todo con un pasajero. No puedo ir lo
suficientemente alto como para estar completamente fuera del alcance de las flechas de
diamante, y si algo te pasara, nunca me lo perdonaría. Es demasiado peligroso.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Pero…

Hay otras maneras, Riki. Tienes que confiar en mí. Soy el Jefe de Espionaje de
Draconia, después de todo. Su risa cubierta de hollín fue silenciosa, pero ella sintió la
ondulación del rollo de humor a través de su sinuoso cuello.

¿Por qué caminos entonces?

Bien, podríamos volar hacia el norte, y tratar de cruzar en Northlands.

Pueden que no se esperen que tratemos de hacer eso, y la frontera del norte de
Skithdron esté menos fuertemente fortificada que la de Draconia. O podríamos aprovechar
nuestras oportunidades por el suelo por un tiempo. Vamos a tener que dejarlo muy pronto de
todos modos, para descansar durante el día. Mi piel negra, es muy fácil de ver contra un cielo
claro.

¿Sabes a dónde podemos ir?

Tengo una idea. Hay un agente por aquí en la ciudad de Plinth. Si podemos llegar
hasta él, podría ayudarnos.

¿Agente? ¿De qué tipo de agente estás hablando? ¿De un espía?

70
El Club de las Excomulgadas
En realidad, es un comerciante, un bardo. Por nacimiento es Draconiano, aunque no
se podría decirlo al escucharlo. Sus padres son caballeros, y se crió en una Guarida, aunque
emprendió su camino por su cuenta a una edad muy joven para aprender su arte musical y la
narración de cuentos. Ha estudiado por todas partes y siempre lo he encontrado muy útil.
Creo que sus muchas habilidades serán prácticas ahora.

Espero que tengas razón.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Seis
Y así Nico se encontró dejándose caer tan suavemente como pudo, justo
fuera del perímetro de la muralla de Plinth a unos pocos minutos antes del
amanecer. La ciudad era lo suficientemente grande para tener un mercado diario y
las puertas del lado sur ya estaban llenas con el tráfico de los agricultores que
llegaban de los campos con sus cultivos para vender a lo largo del camino grande,
ligeramente fortificado. Viajar en esa parte del país era un poco más seguro que más
al sur porque en este extremo del norte, las temperaturas eran mas frías, y eso
significaba que menos skiths habitaban el área.

Nico cambio rápidamente, no fuera que algún granjero con ojo agudo lo

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viera en su forma dragón. Riki estiró las piernas y Nico fue golpeado con la ágil
gracia de ella. Se balanceo de un lado a otro, estirándose y Nico pensó que nunca
había visto algo femenino más hermoso.

— ¿Todo bien?

Nico se dio cuenta de que había estado mirándola fijamente, sin moverse,
durante algún tiempo. Sacudió la cabeza y recolectó su ingenio, jurando
silenciosamente prestarle más atención a su entorno. Era cierto que estaba cansado
del largo vuelo y siguió sintiendo punzadas de la paliza y la tortura que había
sufrido solo dos días antes, pero no era excusa para relajar la vigilancia. No era solo
su vida en la línea en este momento. No, Riki estaba contando con él para
protección y guía a través de esta tierra peligrosa. No podía defraudarla.

—Bien —respondió él cortante, acercándose más y enderezando la capucha


de su larga capa de viaje. La pesada capa de viaje era un poco grande para ella,
pero no era muy visible a la luz gris del amanecer y del frio aire de la mañana—.
Tenemos que mezclarnos con los campesinos saliendo del mercado. Mantén la
capa fuertemente alrededor tuyo, y deberás estar bien.

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El Club de las Excomulgadas
Él se ajustó la capucha alrededor de su rostro, ocultándole un poco. Recogió
su pelo castaño en una cola, empujándolo hacia atrás y abajo por la parte posterior
de su capa, ocultando la mayor parte de su lustrosa longitud de la vista en los
pliegues de la capucha.

— ¿Qué hay de ti? No quieres que te miren destacando, con esa ropa tan fina
en esta mañana tan fría.

Nico dio un paso atrás, contemplando su obra. Ella parecía cerca de lo


perfecto. O lo más cerca de lo perfecto que se podía obtener con los recursos
limitados. Su aspecto, por otro lado, necesitaba trabajo antes de poder mezclarse.
Su camisa estaba quemada en algunos lugares y manchada de sangre en otros. Por
suerte, el delgado y oscuro cuero no era visible en la tenue luz de la mañana. Pero

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


todavía tenía que entrar en la ciudad y mantenerse fuera de la vista del público
tanto como fuera posible.

Se enrolló los puños de su andrajosa camisa, ajustó su cuello, desgarrando la


suave piel, separándola solo un poco de su pecho y metiendo los bordes irregulares
hacia dentro. Luego miró como estaban sus polainas de cuero. Se habían
mantenido razonablemente bien a través de toda la penosa experiencia, pero estaba
usando claramente un estilo militar en ese momento. Inclinándose aflojó el
dobladillo, tirando del cordón que estaba a la derecha y que había sido diseñado
para tales ocasiones.

Los guerreros llevaban sus pieles cerradas, así nada podría impedirles entrar
en la batalla. Los agricultores eran menos particulares y por lo general llevaban el
cuero lo más suave posible para estar fríos mientras trabajaban, lo que permitía una
gama completa de movimientos. Los agricultores también eran menos propensos a
poder pagar la ropa a la medida que muchos exitosos soldados tenían por la
suavidad y flexibilidad del cuero y así le permitían hacer frente a la misma gama de
problemas de movimiento. No, suelto y colgando estaba a la orden del día como un
granjero y Nico estaba preparado.

Con unos cuantos tirones finales, estuvo listo.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Qué te parece? —Nico tenía sus manos a los costados, dándole una
sonrisa a Riki. Ella lo estaba mirando con tal feroz concentración en su linda cara,
que fue lo único que pudo hacer para detenerse y no besarla hasta dejarla sin
sentido. Más tarde, se dijo a sí mismo, cuando hubiesen encontrado refugio. Oh, sí,
más tarde conseguiría besarla, lo necesitaba desesperadamente.

—Eso es increíble. —Riki miro sus movimientos con admiración. Él notó


una chispa de interés en sus ojos mientras consideraba lo que había hecho para
alterar su apariencia.

Nico hizo una leve reverencia con una sonrisa pícara. —Si mi señora me lo
permite, debemos seguir nuestro camino. —Le tendió un brazo y ella lo tomó con
una sonrisa tonta que respondió a su exacto estado de ánimo. Era asombroso lo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


verdaderamente compatibles que eran. Cualquiera otra mujer, a estas alturas del
viaje, lo estaría volviendo loco con molestias y aburrimiento, pero no Riki. No,
mientras más la conocía, mas quería saber de ella.

Esperaron un rato para que el tráfico se calmara y poder pasar la carretera,


justo en la última curva antes de la entrada de la ciudad. Entraron en el tráfico de
gente, carros y animales lo más discretamente posible, Nico observaba
cuidadosamente para ver si alguien tomaba particularmente nota de ellos, pero sus
instintos le dijeron que estaban a salvo. Al menos por ahora.

Se acercaron a la zona de embarque en el bullicioso gris antes del amanecer,


pequeños remolinos de niebla que se levantaban sobre sus pies les quemarían
cuando el sol tuviera la oportunidad de aparecer en el horizonte. Riki era una
silenciosa sombra a su lado, parada derecha y firme. Aunque él se sorprendió
cuando su pequeña mano se aferró con sus dedos entrelazados cómodamente,
como si pertenecieran juntos.

El dragón en su alma se levantó, gruñendo con satisfacción y sabiendo que


era verdad. Ellos se pertenecían. Riki era su mujer, su compañera de alma. Ahora
solo tenía que convencerla de eso, aunque temía que tendría que moverse
lentamente con esa magullada y maltratada mujer.

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El Club de las Excomulgadas
Ella valía la pena, sin embargo. Riki valía la pena cada momento de
paciencia y de espera. Nico sabía que con el tiempo sería suya. Y cuando ese día
llegara, cuando ella viniera a él libremente, por su propia voluntad, sería el más
afortunado, feliz y más bendecido hombre en el mundo.

—Bueno días. —Nico asintió con indiferencia al hombre parado de pie que
miraba la entrada. El saludo informal y la seguridad de su paso recorrerían un largo
camino anticipándose a cualquier pregunta que el hombre de otro modo pudiera
tener sobre ellos. Nico movió sus manos entrelazadas con una pequeña y
despreocupada sonrisa mientras pasaban a través de la puerta sin problemas. Daban
una apariencia de ser una joven pareja feliz, volviendo de su encuentro en el campo
y después de una mirada inicial, nadie pareció fijarse en ellos.

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Justo como lo había esperado. Hasta aquí todo bien.

¿A dónde vamos? ¿Sabes dónde está tu operativo ahora? Las palabras de Riki se
hicieron eco en el silencio a través de su mente, y él se alegró de que pudiera
utilizar esa habilidad en lugar de hablar de sus temores en voz alta donde alguien
pudiera oírla. Realmente era una mujer asombrosa. Por un lado, era raro que una
mujer pudiera hablar con los dragones así. Aún más raro eran las mujeres de sangre
real, con un dragón en su alma. Riki era un tesoro.

Hay una taberna cerca de la próxima puerta llamada la Serpiente de Plata. Mi


hombre debería estar ahí, y si no, tendremos que poder rastrearlo a partir de ahí con bastante
facilidad.

— ¿Qué clase de espía es si es así de fácil de rastrear? —su voz tenía


confusión y un poco de humor. Riki estaba demostrando un talento natural para
este tipo de cosas. Nico le paso un brazo alrededor de sus hombros y la acercó a su
lado mientras avanzaban por el carril. No estaban lejos de su destino, lo cual era
bueno porque el sol estaba saliendo en serio, pronto se arrastraría por las paredes de
la ciudad.

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El Club de las Excomulgadas
Este espía se esconde a plena vista. Como un bardo, Drake viaja por todos lados, muy
públicamente, sin que nadie se entere de sus actividades más clandestinas.

Increíble.

El borde pequeño de emoción en sus pensamientos se hizo eco en su amor


propio por la profesión que había elegido. Nico había pasado muchos años
perfeccionando su arte al servicio de la tierra, de la gente y de los dragones de
Draconia, y de su hermano Roland el rey.

Al doblar una esquina, Nico vio una señal familiar. Una serpiente de plata
en la placa de madera sobre la puerta de una taberna de moderado éxito. No la
mejor de la ciudad, pero lejos de la peor, era el tipo de lugar que sería anfitrión de
Drake de las Cinco Tierras, extraordinario bardo. Mientras Drake tenía el talento

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suficiente para jugar a los reyes, él prefería las audiencias menos grandes cuando su
tiempo era de él.

Nico sabía que Drake acababa de terminar una misión peligrosa que lo había
llevado a los confines más lejanos de Elder land, en el este, un juglar jugando a
emperador y su corte. Habiendo tenido éxito en sus tareas de frustrar un intento de
asesinato sin ninguna de las nobles casas de Elder land dando la cara, Drake se
había ganado un buen favor del rey y unas pocas concesiones comerciales para
Draconia así como también un tiempo bien merecido de descanso.

Pero Drake nunca descansaba realmente. Había enviado un mensaje a


través de los canales habituales para decirle a Nico que tendría una estancia por
algunos meses en la Serpiente de Plata para ver que podía averiguar de los
problemas en Skithdron. Nico le daba las gracias a la Madre por eso ahora,
observando el colorido carro de Drake almacenado bajo una carpa en medio del
patio de la taberna. Él estaba aquí. Drake de las Cinco Tierras nunca dejaba su
colorido equipaje detrás. Era una parte de su persona como su cabellera rubia y
guiños a las damas.

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El Club de las Excomulgadas
Jóvenes, viejas, gordas, flacas, bajas, altas, luchadoras o dóciles, Drake
amaba a las mujeres de todo tipo. Y él les encantaba. Drake había cortado una
franja a través de las damas de las cinco tierras que reclamaba como su hogar.
Pocos sabían que era realmente un hijo de alto rango de Draconia, y eso solo lo
convertía en un activo valioso para su verdadera patria.

Eso es. Nico tiró a Riki mas cerca de su costado, protegiéndola de la única
ventana grande de la taberna poniéndose entre ella y la ventana. Tenemos suerte. ¿Ves
ese carro azul bajo la tela, allí? Ese vagón es de Drake. Lo que significa que está en su
residencia.

Nico tomó nota de la manera sutil en que miró el vagón. Esta mujer
excepcional era natural para los juegos de espías. ¿Lo sabría ella?

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¿Y crees que nos ayude?

Sé que lo hará.

¿Confías en ese hombre? El miedo estaba atado a su tono y la apretó


suavemente mientras miraba sus ojos.

Con mi vida.

Nico pasó por la entrada principal de la taberna, sabiendo que Drake no se


habría levantado en las primeras horas todavía. Era demasiado temprano para que
estuviera despierto un hombre que jugaba hasta altas horas de la noche. Por otra
parte, Drake no estaba de asignación, lo que significaba que su tiempo era suyo. Sin
duda era uno de esos que tenía una legión de mujeres y que había pasado la mayor
parte de la noche en el placer.

¿No entraremos? Riki preguntó calladamente en su mente, aunque sus pasos


no vacilaron. Lo seguía a dónde se dirigía, dándole una sentido sorprendente de
satisfacción.

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El Club de las Excomulgadas
No por la puerta principal. Hay una pequeña entrada rodeando la parte de atrás. La
habitación de Drake debería estar cerca, pero esperaremos su señal antes de entrar. Solo sé lo
más silenciosa posible y sigue mi ejemplo.

Por supuesto, Nico. Hemos llegado hasta aquí.

Su calmado tono lo llenó de un inesperado orgullo porque ella pusiera su


confianza en él, ya que lo conocía hacía tan poco. Por supuesto, su alma de dragón
lo sabía —y la deseaba— pero no podía estar tan seguro de lo que sentía. Esta
pequeña indicación de confianza era aún más conmovedora debido a eso.

Pero no podía dejarse distraer. Este era un momento crucial. No podían


verse merodeando por los callejones, pero tampoco podían irrumpir en la taberna
haciendo una gran entrada. Esto tenía que ser hecho con delicadeza.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Nico caminó tranquilamente por la parte de atrás, mirando los alrededores
con sutil interés. No había nadie alrededor, lo cual era un alivio. En silencio se
movió cerca de la puerta de atrás, apoyándose contra un soporte y tirando a Riki a
sus brazos.

En caso que alguien esté mirando, solo somos dos amantes dándonos un rápido
abrazo antes de entrar.

Riki le sonrió con confianza absoluta y Nico se inclinó para besar sus dulces
labios una sola vez. No podía permitirse la exploración más pausada que realmente
quería. Simplemente no tenían tiempo. Nico tenía que llevarla al interior antes de
que el sol saliera por encima de las paredes de la ciudad y alguien pudiera ver el
estado de sus ropas a plena luz del día. Eso podría hacer que los observaran, y si
alguien empezaba a preguntar, podrían ser identificados seguramente.

—Quédate justo aquí cariño. —Nico la atrajo hacia él, colocando su mejilla
contra la de ella, lo suficiente para ocultar la parte inferior de su rostro entre los
pliegues de su capucha, que estaba descansando en racimos alrededor de sus
hombros. Frunciendo los labios, dio el suave llamamiento de una paloma.

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El Club de las Excomulgadas
Alternada levemente, esa llamada en particular debería alertar a Drake de su
presencia.

Nico acaricio el cuello de Riki mientras esperaba, sus músculos estaban


juntos con tensión hasta que sintió sus dedos frotando en círculos sobre sus
hombros tensos. Estaba a punto de llamar otra vez cuando la puerta trasera se abrió
y el inconfundible cabello rubio de Drake brilló en la penumbra mientras se
inclinaba hacia afuera.

Nico se enderezó y tomó firme pero casual la mano de Riki. Vamos. Solo
tienes que moverte lentamente como si perteneciéramos aquí, y todo estará bien.

¿Este es tu operativo?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Sí lo es. Es un buen amigo, así que sé que estaremos a salvo con él, Riki. No tienes
que temer nada de él. Puedes confiar en mí en esto.

Lo hago Nico.

Él le apretó la mano mientras pasaban a Drake dentro de la somnolienta


taberna. Solo unas pocas personas se agitaban en la cocina. Nico podía oír los
movimientos de la cocina y oler los inicios del desayuno desde el otro lado de la
sala mientras Drake le hacía señas a la puerta más cercana de la puerta trasera.
Nico sonrió ante la buena ubicación. No por nada Drake era uno de sus mejores
agentes.

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos, Niko se volvió hacia su
amigo.

— ¿Qué? ¿No tuviste compañía femenina anoche? —Hizo un sonido


mientras movía la cabeza, hablando en voz baja, cuidando de las paredes finas y de
la posibilidad de oídos escuchando alrededor—. Drake, me sorprendes.

Pero Drake no se rió. Habló en voz baja. —Oí sobre tu captura tan sólo
anoche por el sinvergüenza que te vendió. Ya nos encargamos de él. —Un conjunto

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El Club de las Excomulgadas
sombrío se formó en la boca de Nico, estaba seguro que no se cruzarían a ese
hombre por segunda vez nunca más—. Tenía planeado ir hacia el sur hoy, para ver
si podía ser de ayuda, entonces te encuentro en mi puerta. Y con una compañía
encantadora. Nada menos.

Sin duda, Drake estaba siendo cauteloso en torno a Riki. No sabía quién o
qué era, después de todo. Nico disfrutó del momento, sabiendo cuan sorprendido
estaría Drake cuando se enterara que la búsqueda de la hermana de la nueva reina
estaba terminada.

Nico hizo a Riki pasar frente a Drake. —Cariño, —se dirigió a ella en voz
baja—, te presento a Drake de las Cinco Tierras.

—Extraordinario bardo, —agregó Drake con una sonrisa centellante—.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Siempre se olvida de esa parte.

Riki se rió, el sonido encantó a Nico mientras seguía con las presentaciones.
—Drake esta es Riki. La que hemos estado buscando.

Nico sintió satisfacción cuando lo ojos de Drake se ensancharon. Drake


miró a Riki, claramente sorprendido al darse cuenta de quién era.

— ¿Estás seguro? —susurró Drake.

Nico asintió. —Ella me sanó, —sabía que era la única prueba que Drake
necesitaría. Él era uno de los pocos que conocía los secretos de la sangre real.
Drake se arrodilló delante de ellos—. Gracias a la Madre por su retorno, milady.

Riki se retorció cuando el hombre alto y rubio se arrodilló ante ella. Nadie
nunca había parecido notarla, sin contar las primera reacciones de Nico, por
supuesto. Si este era el tipo de recepción que tendría en Draconia, estaría sonrojada
por siempre. Así como estaba segura que su cara estaba encendida en ese momento.

—Umm, un placer conocerlo señor.

La mirada del hombre rubio pasó de ella a Nico con aparente diversión.

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El Club de las Excomulgadas
—Levántate tonto, —Nico criticó al hombre con buen humor. Era claro
para ella que estos hombres eran viejos amigos por la forma fácil con que
conversaban—. Estás haciendo ruborizar a la pobre chica.

Él lo supo. ¿Podía ser más embarazoso?

Drake se puso de pie, tomando su mano libre cuando se levantó y la llevó a


sus labios para darle un beso. Nico tensó su manos sobre la otra y tiró de ella con
un gruñido bajo en su garganta.

—Ella no está aquí para tu diversión, Drake, —el tono de Nico la excitaba.
Parecía casi... posesivo.

Drake le guiñó un ojo y dejó ir suavemente su mano. — ¿Cómo puedo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


ayudar?

—Necesitamos comida y dormir. Volamos toda la noche.

— ¿Puede ella...?

Riki tuvo la impresión de que estaba preguntando si podía cambiar a forma


Dragón, pero eso significaría que sabía de su hermana. Por otra parte, era un espía
de alto rango y aparentemente un buen amigo de Nico. Era más que probable que
lo supiera, y ella se sintió de pronto consiente de Nico moviendo la cabeza
negativamente, cortando esa línea de investigación. Ella se sentía de alguna
manera... menos... porque no podía hacer lo que Lana aparentemente podía. No
podía convertirse en dragón y no podía haberse escapado sola como lo había hecho
Lana. Con todo, estaba muy por debajo de los logros de Lana aunque amaba a su
hermana cariñosamente, sintió lastima de sí misma.

— ¿Puedes conseguirnos algo de comida sin levantar sospechas? —preguntó


Nico en voz baja, reorientando la conversación.

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El Club de las Excomulgadas
—Todavía tenemos algunas cosas en la canasta, —Riki levantó un brazo,
sobre el cual el asa de la cesta todavía descansaba. Era más ligera ahora, seguro,
pero se las había arreglado para guardarle un poco de fruta a Nico.

—No hay problema, —dijo Drake en voz baja—. A menudo como con
mis... mm... invitados. Las cejas no se levantarán si tomo un desayuno largo y la
orden viene de mí.

—Entonces tal vez podríamos organizarnos para ‘llegar’ como tus primos
más tarde en la noche después de haber descansado y que hayas conseguido
algunas provisiones para nosotros.

Drake asintió, con ojos serios. —Haré las compras hoy. ¿Asumo que
perdiste todo cuando te capturaron?

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Nico asintió. —Riki necesita ropa también.

—Eres un demonio astuto. —Drake le guiño un ojo escandalosamente


mientras ella se reía una vez más. Oh, era un pícaro encantador y totalmente fuera
de su experiencia.

—Ya basta Drake. —Nico la jaló hacia atrás contra su pecho, con un brazo
pasando alrededor de su cintura. Riki prácticamente ronroneó mientras Nico hacía
esa proclamación pública. Ella no tenía idea si lo hacía en serio para siempre o
simplemente como una forma de mantenerla a salvo de Drake, pero le gustaba estar
segura—. Ella ha estado en cautiverio durante años. No tiene nada propio. Quiero
que llegues lo más pronto al mercado por cosas para ella. Merece que te apures un
poquito. Al menos lo máximo posible que podamos manejar en tan corto tiempo.

—Escucho y obedezco jefe, —los ojos de Drake se iluminaron con simpatía


y ella no estuvo por encima de su aceptación en esos momentos. Había pasado por
muchas cosas y lo más probable era que cayera dormida en el suelo si Nico no la
sostenía. Habían pasado unos largos días desde que habían escapado de palacio,
pero el tiempo con Nico había sido el más emocionante y el más agotador de su
vida hasta el momento.

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El Club de las Excomulgadas
—Sólo iré a la cocina y le pediré a Themla que prepare una bandeja. —
Drake se volvió hacia la puerta, pero se detuvo, mirando a Nico primero, y luego a
ella, su expresión se ensombreció—. Me alegro de que estés a salvo.

Riki sintió un sentimiento muy profundo con las palabras tranquilas del
guapo hombre. Ella sabía que eran para Nico y el ligero endurecimiento de su
brazo en su cintura le dijo lo mucho que esas palabras de Drake le hacían sentir a
Nico.

—Yo también amigo, yo también.

Drake los dejó entonces, y Nico la soltó cuando ella tiró levemente contra su
agarre. Girando en círculo, ella tuvo la oportunidad de mirar por encima a la
pequeña, pero limpia habitación. Había una cama grande en una esquina que

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parecía el cielo para ella. Incluso arrugada porque había dormido el gigante rubio,
el colchón parecía suave y acogedor. Riki no había dormido en una cama de verdad
en años. Aunque había sido encadenada varias veces a la de Lucan, nunca había
estado tentada a sentarse en el borde de ese vil pedazo de mueble cuando él no
estaba alrededor.

Cualquier cosa que Lucan tocaba estaba contaminado por lo que a ella
concernía y de lejos prefería el duro mármol para dormir que cualquiera cosa que le
diera él. Por supuesto, él nunca ni una vez le había ofrecido ni una colchoneta
delgada para su comodidad. Ella estaba allí solo para su bienestar, de nadie más y
el punto era que fuera impulsada a casa por todos los pequeños desaires e
inconvenientes, así como las palizas y gritos amenazantes.

Pero todo eso estaba detrás ahora. Y la cama de Drake estaba ante ella.

—Hay un orinal detrás del biombo si lo necesitas, —dijo Nico a su espalda.


Ella empezó a salir de sus pensamientos aturdidos. Estaba literalmente dormida de
pie—. O podrías acostarte. Te ves terminada, corazón. ¿Por qué no vas a dormir?

Riki no pudo resistir la tentación que representaba la cama.

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El Club de las Excomulgadas
Tambaleándose un poco mientras se movía hacia adelante, solo tuvo la
presencia de ánimo para desabrocharse el abrigo y dejarlo en la cesta se deslizó de
sus brazos justo antes de llegar a la cama. Colapsando boca abajo, sintió a Nico
tirar de la manta fina a lo largo de ella, acomodándola para su mayor comodidad.

Ella hizo un esfuerzo de correrse a un lado para poder verlo.


Sorprendentemente él se agacho para recoger y doblar la capa, poniéndola sobre el
pie de cama, dándole calor a sus pies fríos. Riki le sonrió.

—Lo siento, parece que no puedo mantener mis ojos abiertos.

Nico sonrió. —Todo está bien, cariño, —se sentó en el borde de la cama,
inclinándose sobre ella un poco para besarle la frente—. Duerme. Habrá comida
aquí cuando despiertes y no te dejaré ni un momento.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


— ¿Me lo prometes? —Ella bostezó mientras el sueño la reclamaba.

—Sí mi amor. Te cuidaré y te protegeré todos los días de mi vida.

Riki no pudo estar segura más tarde si Nico realmente había pronunciado
las palabras o si ella simplemente las había soñado. Ah, pero que hermoso sueño
había sido.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Siete
Drake abrió la puerta unos momentos más tarde, sosteniendo una bandeja
grande. Nico se reunió con él en la puerta, tomó la bandeja y la depositó sobre la
mesa de la habitación. Nico se sentó y excavó en la harina de avena caliente,
sabiendo que no aguantaría mientras Riki dormía. Dejaría el pan y la mermelada
para ella, así como algunas de las frutas y quesos, pero los huevos fritos y el tocino,
así como la avena, serían suyos.

Lo importante era, que podían conseguir más. Drake les escondería y los
mantendría lo más seguros posible mientras estuvieran con él. Aunque no veía a
Drake mucho hoy día, se habían criado juntos, entrenado juntos como soldados y

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


en sus clases. Eran amigos y Nico confiaba en Drake con su vida y ahora la vida de
Riki también.

— ¿Ella duerme? —Drake preguntó en voz baja, señalando hacia la cama.

Nico asintió. —La jornada ha sido dura para ella, y estaba en mal estado
cuando la encontré. Lucan la golpeo y la mató de hambre durante el último año o
más, por lo que puedo decir. Estaba encadenada a su cama.

Drake entornó los ojos. — ¿La lastimó?

—No de la manera que piensas. —Nico se apresuró a corregirlo, aunque su


voz era sombría—. Por alguna razón, Loralie la bruja le dijo a Lucan que Riki
perdería su poder de curación si no era virgen. Es lo único que la protegió de la
violación, pero él la lastimó por otros medios. —La sangre de Nico corrió caliente
con ira al pensar lo que Riki debía haber sufrido.

— Ella es especial para ti, ¿no? —Los ojos de Drake se suavizaron al mirar a
la mujer dormida.

—Ella es la única, Drake.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Lo sabe ya? —Drake le miró especulativo, y más que un poco
sorprendido, pero Drake había crecido en la Guarida. Era muy consciente de la
rapidez con la que caballeros y dragones sabían cuando habían conocido a la mujer
única para ellos. Dragones y caballeros, ambos tenían vínculos muy fuertes con sus
compañeros elegidos, y Nico tenía un poco de ambos.

Nico movió la cabeza, su mirada se centró en Riki, profundamente dormida,


casi tragada por la gran cama.

—Con lo que ha pasado, me sorprende que aún siga estando sana. Lucan no
es del todo humano ya, Drake.

—Había oído rumores.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Lo vi de primera mano. —Nico miró a su viejo amigo, mostrando la
importancia de sus palabras—. De acuerdo con Riki, Lucan tuvo un acuerdo con
Salomar. Cambió las hojas de diamante y una alianza en contra nuestra, a cambio
del uso de la bruja mascota de Salomar, Loralie. —Nico siguió comiendo mientras
relataba los detalles que Riki le había dado acerca de cómo Lucan y la bruja del
Norte habían mezclado su sangre con la de los skiths, en tratamientos dolorosos
que Riki había presenciado. Había sido su obligación curar al tirano después de los
tratamientos, lo que la debilitaba en el proceso.

—Lucan la mantuvo hambrienta y débil y cuando no cumplía con sus


demandas, la golpeaba endemoniadamente. Hay cicatrices en todo su cuerpo y
puedes ver lo delgada que está. Se veía aún peor hace dos días. —La ira se levantó
mientras Nico hablaba, pero tuvo cuidado de mantener el control del dragón que
hervía en su interior.

—Pobrecita. —La expresión de Drake se llenó de compasión al ver el sueño


de Riki. Nico se sintió posesivo con ella, pero había también un sentido de
agradecimiento hacia su amigo que sentía la necesidad de protegerla también.
Drake era leal y tenía un corazón blando que se esforzaba por ocultar, pero Nico le
había conocido desde que ambos eran niños. Sus lazos eran profundos.

86
El Club de las Excomulgadas
—Ella tiene fuego, Drake, y espíritu. Lucan no ha podido aplastarlo, pero
está insegura de sí misma. Tiene poco sentido de su propia valía. Debemos ir con
cuidado con sus sentimientos.

—Por eso, a mi entender, le estás dando su tiempo.

—Es la cosa más preciosa en mi mundo, Drake. Puede tener todo el tiempo
que necesite.

—Bien, —Drake se levantó de la mesa—, las cosas serán más fáciles una vez
que logremos sacarte de Skithdron. Iré al mercado para conseguirte suministros y
hablar con algunos amigos. A menos que haya problemas, regresaré poco antes del
atardecer. La sala común de la taberna no se llena hasta la cena, una marca después
de la puesta del sol en estos lugares. Puedes 'llegar' durante la cena con el bullicio y

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


no llamarás la atención.

—Buen plan. —Nico se levantó y le tendió la mano a Drake a modo de


guerrero. Se abrazaron, dándose una palmada en la espalda brevemente, otra
indicación de su cercanía—. Eres un buen amigo, Drake. No solo estoy poniendo
mi seguridad en tus manos, sino que también estoy poniendo la de mi compañera.

Drake envió una última mirada sobre la mujer dormida, con la expresión
más suave que Nico había visto jamás.

—No te voy a defraudar.

—Lo sé, Drake. Es por eso que vine a ti. Hay pocos hombres en los que
confíe en este mundo. Siempre has sido el primero en la lista.

Drake inclinó la cabeza brevemente. —Me siento honrado.

Nico aseguró el pestillo después de que Drake se fue sin hacer ruido.
Examinó la habitación. Las sobras de la comida que estaban en la gran bandeja
harían una buena comida para Riki cuando se despertara. Su propia hambre estaba
satisfecha por el momento.

87
El Club de las Excomulgadas
Bueno, al menos su hambre de comida estaba satisfecha. Su hambre de Riki
era algo que estaba descubriendo era una constante. Sin importar dónde se
encontraran o en qué tipo de situación. Siempre estaba hambriento de ella. Se
estaba convirtiendo rápidamente en parte de su naturaleza, y sabía que se agravaría
cuanto más tiempo pasara con ella.

Personalmente, no le importaba. Nico la quería cerca. Quería el vínculo. La


quería a ella. Punto.

Si tuviera que esperar, así sería. Riki se merecía todo su esfuerzo, cada
sacrificio, cada momento de su tiempo. Ella era su amor. Así de simple.

Y eso era devastador.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Se quitó la camisa y las botas, y se acostó junto a ella en la gran cama.
Decidió mantenerse puestos los pantalones. En primer lugar, porque estaban en
una ciudad extraña en una cama extraña y podía ser que necesitase entrar en acción
rápidamente si algo saliese mal. En segundo lugar, no confiaba lo suficiente en sí
mismo para que no tomara el blando cuerpo de Riki, incluso durante el sueño, si no
hubiera ninguna barrera entre ellos. Era más seguro tener al menos una o dos capas
de tela entre ellos. Al menos hasta que se establecieran las cosas y Riki se
convirtiera en su amante, compañera y esposa.

Con un suspiro caluroso, Nico puso el brazo alrededor de la cintura de Riki


y tiró de su cuerpo sin resistencia contra el suyo. Ella se acomodó como si
perteneciera a ese lugar y él sintió una gran satisfacción.

Finalmente, se durmió, meciendo a la mujer que amaba en sus brazos.

****

Riki despertó con la sensación de calor y consuelo, y muy excitada. Estaba


acostada en una nube, hasta que se dio cuenta que estaba realmente en la cama
prestada de Drake, cuando sus sentidos empezaron a aclararse. Nico la tenía
fuertemente envuelta en sus brazos y sus manos estaban bajo su vestido, se lo había

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El Club de las Excomulgadas
levantado hasta la cintura al amparo de las calientes mantas. Su pecho estaba
calentando su espalda, sus brazos fuertes la encerraban en su calidez, su mano le
surcaba un pezón y la otra estaba apoyada en la unión de sus muslos.

Ningún otro hombre la había tocado nunca con tanta ternura, con tanto
ardor, tan tentadoramente. Sólo Nico.

Ella trató de girar en sus brazos, pero él la detuvo.

—Ssh, cariño. Sólo descansa y disfruta. —Sus fuertes dedos levantaron su


muslo, moviendo su pierna por encima de la suya entrelazándolas. Ella sintió la
piel suave de sus pantalones rozando entre sus muslos con una sensación
maravillosa. ¡Se sentía tan bien!

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Pero lo que hizo después se sintió aún mejor. La mano de Nico se movió,
sus dedos buscaron entre sus pliegues y encontraron un botón de carne que parecía
conectado directamente con su matriz. Al acariciarlo, ella sintió temblar sus
entrañas y la humedad del flujo de excitación de su núcleo. Nico frotó la barbilla
contra la parte posterior de su cuello y le mordió suavemente, enviando escalofríos
por su espalda.

Ella lo sintió sonreír contra su cuello mientras sus dedos se deslizaban en la


humedad entre sus piernas. Ella trató de retroceder, avergonzada, pero él no la
dejó. Sus fuertes brazos la mantuvieron en su sitio, sus piernas la sujetaron.

—Estás tan húmeda para mí, mi paloma, tan ansiosa por mi tacto. ¿Sabes
cuánto significa para mí? ¿Sabes cuánto me excita?

Nico empujó sus caderas contra las de ella y ella sintió la dureza de su eje
erecto contra su trasero, a través de la suave piel de los pantalones. Él estaba bien
dotado y muy listo.

Pero ella no lo estaba. Temía nunca estar dispuesta a renunciar a su


virginidad, mientras la amenaza de Lucan se cerniera sobre su cabeza.

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El Club de las Excomulgadas
Riki retrocedió y esta vez Nico la dejó alejarse ligeramente, aunque sus
manos todavía vagaban por su cuerpo. Su mano en su pecho tiró juguetonamente
de su pezón, enviando electricidad hasta su núcleo. La mano entre sus muslos jugó
con el pequeño capullo, bajando para deslizarse en su jugo, después de introducirse
dentro de su apretado canal. Un largo dedo se deslizó dentro de ella, estirándola,
llenándola. Se sentía tan maravilloso, tan extraño, tan llena. Quería más, pero sabía
que no podía permitírselo. Incluso eso era peligroso.

Ella gimió cuando él empezó a entrar y salir, con un solo dedo jugando con
su virgen canal, con el resto de su mano estrujándose contra el pequeño botón que
le daba placer. Ella se agitó al acercarse, para huir, para conseguir algo. No sabía
qué. Pero necesitaba algo que sólo podría proporcionarle Nico.

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— ¡Por favor! —susurró ella, arqueando la espalda en su contra.

—Córrete para mí, cariño, déjate ir del todo. Confía en mí, confía en esto.
Córrete para mí ahora. —Sus palabras cayeron como un susurro en su oído,
seguido de su lengua, un momento después, la llevó a un fuego superior y aún más
caliente.

Nico bajó y le mordió el cuello, la acción salvaje la impulsó a mayores


alturas todavía, mientras sus manos continuaban la seducción de sus sentidos. Con
un pequeño grito, ella se arrastró hasta un precipicio desconocido, pero Nico estaba
allí para cogerla cuando el orgasmo la rompió haciéndola temblar, su cuerpo estaba
lleno de anhelo.

Se sentía como si estuviera flotando, en caída libre desde una montaña muy
alta. Nico siguió acariciándola, y la guió a lo largo del camino. Era un hombre tan
bueno, fuerte, querido. Y ahora le mostraba los sentimientos más increíbles. ¿Cómo
podía seguir negándose a sí misma a negarles este placer, esta pasión?

— ¿Nico?

—Ssh, mi dulce, simplemente, relájate. Duerme un poco más si puedes.


Drake estará de regreso pronto con algo de ropa nueva para ti.

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El Club de las Excomulgadas
—Pero, ¿y tú?

—No te preocupes por mí, Riki. Tú primero. Siempre. Duerme ahora. —Él
le acarició el cabello hacia atrás y pudo sentir la tensión en su cuerpo.

Riki trató de cerrar los ojos y dormir, pero no podía, sabiendo que él estaba
sufriendo a causa de ella. Sabía lo suficiente acerca de los cuerpos de los hombres,
por haber observado a Lucan y a sus amantes de ambos sexos, para saber que
necesitaba ayudar a Nico. Haciendo acopio de valor, se dio la vuelta en sus brazos,
incorporándose un poco para poder mirarlo a sus adorables ojos avellana.

—Mi cuerpo puede ser virgen, Nico, y necesito que siga así por ahora, pero
sé que me necesitas. No puedo darte mi virginidad, pero puedo darte alivio.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—No, cariño, —Nico intentó alejarse suavemente cuando ella bajó la manta
y se puso a trabajar en los lazos que mantenían sus polainas en su sitio, pero ella no
se amilanó.

Ella lo miró con una sonrisa consciente. —Sabes, nunca he hecho esto
antes.

—Lucan nunca te hizo…

—No. Él me hizo mirar, pero Loralie le dijo que me dejara sola sexualmente
en todos los sentidos. Tengo que darle las gracias por ello, supongo, aunque es la
que me trajo como regalo de sanación para atenderlo, en primer lugar. —Hizo una
pausa con un suspiro de alivio—. Tengo curiosidad por algunas de las cosas que vi.

—Lucan es un monstruo, Riki. Algunas de las cosas que viste…

—Oh, sé que algunas de las cosas fueron el resultado de una mente enferma,
pero otras cosas... sobre todo al principio, cuando era mayormente humano... esas
son las cosas por las que tengo curiosidad.

— ¿Por ejemplo? —Nico levantó una ceja en su dirección y ella supo que iba
a dejar que intentase todo lo que le gustara. Ella le sonrió.

91
El Club de las Excomulgadas
—Quiero probarte, Nico. Quiero saber cómo te sientes en mi boca. ¿Me
dejarás hacer eso?

—Dulce Madre. —La cabeza de Nico cayó mientras ella desataba sus
polainas—. No sé si sobreviviré, pero haz lo que quieras, ángel. Lo que tú quieras.

Ella se quedó sin aliento cuando su dura polla saltó del confinamiento de
cuero a su mano. Era caliente y sólida, y tan grande. Ninguno de los hombres que
había visto en las cámaras de Lucan podía compararse con la longitud y la anchura
de Nico. Casi tenía miedo de que no encajara en su boca, pero lo haría lo mejor
posible.

—Dime si hago algo mal. No quiero hacerte daño, Nico.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Ella pasó sus manos a su alrededor, bajándole los pantalones un poco más
para poder tomar sus pelotas con un tanteo de su mano. Él estaba tan
perfectamente formado, tan increíblemente hermoso.

—Cariño, no podrías hacerme daño ni aunque lo intentaras. Cualquier cosa


que me hagas me complacerá. Cualquier cosa. —Ella lo apretó experimentalmente
con su mano—. Oh sí. —Gimió él y su cabeza cayó hacia atrás una vez más.

Alentada por su respuesta, Riki inclinó la cabeza y lamió la cabeza de su


pene, aprendiendo su gusto poco a poco. Él tenía buen sabor y olía incluso mejor, a
almizclado, caliente y un poco a canela exótica. Lo lamió como a un bastón de
caramelo, pasando la lengua por su eje con más audacia ahora mientras él se
agarraba de las mantas a ambos lados.

Sintiéndose atrevida, se sentó sobre él, abriendo mucho la boca, tratando de


tomar tanto como podía, todo el camino hasta la parte trasera de su garganta. Sólo
quería ver si podía y fue una grata sorpresa tanto por la tensión de sus músculos
como por los gruñidos que sonaron del fondo de su pecho. El dragón dormido se
despertó, pensó ella con una sonrisa interna.

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El Club de las Excomulgadas
Chupando con las mejillas hundidas, ella se levantó, no dejándolo ir por
completo, sino moviéndose sobre él con movimientos vacilantes. Riki se animó
cuando la excitación de Nico aumentó, amando la forma en la que respondía al
más leve toque de su lengua.

—Ven aquí, cariño.

Nico la sorprendió cuando su fuerte mano encontró su rodilla,


persuadiéndola para moverse en la cama hasta que ella quedó de rodillas, en
paralelo a su cuerpo. Ella casi se desmayó cuando él levantó el vestido por encima
de sus caderas, con su cálida mano acariciando su vagina con conocimiento,
moviéndose con seguridad. Riki se habría opuesto, pero su boca estaba llena de
Nico. Y entonces las protestas fueron olvidadas cuando Nico la acarició con mayor

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


pasión con sus malvados dedos. Ella gimió alrededor de su polla.

—Oh, nena. Así. —Él puso una mano en su pelo, orientando su cabeza en
su movimiento arriba y abajo, con la otra mano jugaba con su vagina. Riki sentía
su propia excitación crecer con cada golpe de su mano, con cada pulsación al lamer
su duro eje.

La presión aumentó, más y más, mientras él la acariciaba con un largo dedo


entrando y saliendo de su virgen agujero. Su mano le frotó todo el cuerpo,
llevándola de vuelta a ese pico de emoción que había aprendido en sus manos. Riki
lo chupó más, le encantaba el sabor salado y dulce de él en su lengua. Quería
complacerlo. Quería darle el mayor placer que jamás hubiera conocido. Quería
todo de él. Aunque fuera sólo este momento.

—Nena, me voy a correr, —le advirtió, tratando de levantarla y sacarla de


él, pero ella no se iría a ninguna parte. Lo quería todo.

Nico se corrió con un grito ahogado que impulsó su propia excitación más
alta, cuando ella se tragó todo lo que él le daba. Esto era tan especial, tan mágico,
tan bueno. Esto parecía justo lo correcto como nada antes en su vida.

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El Club de las Excomulgadas
Nico gimió cuando se corrió en la boca caliente de Riki. Para ser una
principiante, había sido tan natural al chupar su pene y no tardó mucho en hacer
que perdiera toda apariencia de control. Ella era realmente peligrosa.

Riki tragó hasta la última gota de su semen, y luego le lamió limpiándolo


con la lengua, muy cerca de excitarlo con fuerza de nuevo. Pero él no podía
permitirse ese lujo. Con movimientos suaves, se sentó y la levantó por la cintura,
colocándola en la cama debajo de él. Su respiración era rápida, su hinchado coño
gritó de emoción con las piernas abiertas, la unión de sus muslos abiertos a sus
hambrientos ojos.

—Nico, no puedo. —Su sorprendido susurro llevó su mirada hacia ella.

—No voy a tomar tu virginidad hasta que me lo pidas, Riki. Esa es una

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


promesa. Pero voy a comerte el coño, como tú acabas de chuparme el pene.
¡Cielos, nena! casi me ciegas de placer. —Se dejó caer sobre ella, frotando su pene
desnudo contra el dulce punto húmedo entre sus muslos y besándole en los labios
adentrándose en su boca. Ella estaba caliente y sofocante, él probó un poco de su
propio sabor lo cual era increíblemente excitante.

Besándola profundamente, como si quisiera devorarla, él frotó todo su


hermoso cuerpo. El vestido estaba alrededor de su cintura y Nico se tomó un
momento para empujarlo aún más alto, para poder sentir sus suaves senos contra su
pecho. La cubrió, deseando llevar esto a su conclusión definitiva, pero sabiendo,
por su bien, que no podía... todavía.

— ¡Nico! —Su voz baja y entrecortada cerca de su oído le dijo que estaba a
punto de correrse, pero él no quería que se corriera hasta haber tenido la
oportunidad de probar su crema.

—Aguanta, nena. Sólo un poco más. Quiero lamerte de la misma forma en


que acabas de lamerme.

Su pequeño cuerpo se estremeció debajo de él mientras rodaba hacia abajo


por la cama, besando, lamiendo y mordisqueando su piel a su paso. Se detuvo en

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El Club de las Excomulgadas
sus pechos, chupando los pezones duros, recorriéndolos con la lengua, uno por
uno. Ella se retorció debajo de él de una manera más que satisfactoria mientras él
seguía por su cuerpo, jugueteando con su ombligo y mordisqueando los huesos de
sus caderas. Ella todavía estaba demasiado delgada, pero haría algo al respecto, con
el tiempo. Le daría de comer los mejores alimentos de la tierra, la llenaría con
delicias de todos los rincones del mundo, hasta que estuviera tan saludable como
debería estar.

Moviéndose más abajo, él abrió su vagina con los dedos y se limitó a mirarla
durante un buen rato. Era el paraíso de color rosa, hinchado, pero se tomó un
momento para saborear la primera visión clara de su lugar más privado. Sabía que
era el primer hombre que le mostraba el placer de su cuerpo, y disfrutaba de la idea,
pero se moría de ganas de estar dentro de ella, y sabía que eso sólo llegaría cuando,

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


y si, ella lo quería.

Hasta entonces, tendría que contentarse con esto. Pero esto era un paraíso
de una clase diferente, y no menos dulce. Nico se inclinó a su tarea con entusiasmo,
lamiendo su camino alrededor de su vagina, aprendiendo su gusto y sus respuestas.
Delicadamente le mordió los labios inferiores, jugó con ellos y los degustó, hasta
encontrar su sensible clítoris. Ella gritó en voz baja cuando le chupó allí,
perdiéndose por completo cuando él deslizó su dedo medio en su núcleo como
respuesta y lo acarició con cuidado.

Ella se desmoronó por él, reprimiendo sus gritos en un esfuerzo para


mantener el nivel del ruido. Oh, lo que no daría por oír sus gritos de placer y oírla
gritar su nombre.

Nico oyó abrirse la puerta, pero una mirada rápida le dijo que sólo era
Drake. El otro hombre pareció sorprendido por un momento, y luego una sonrisa
se dibujó en su rostro.

—Podría volver más tarde, si lo deseas.

Riki se quedó sin aliento y trató de alejarse, pero Nico sólo sonrió.

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El Club de las Excomulgadas
—Entra y cierra la puerta, Drake. Sólo estaba mostrándole a mi mujer lo
mucho que la aprecio.

Drake sonrió con perverso placer, haciéndole un guiño a Riki para ayudar a
aliviar su vergüenza por haber sido sorprendida. —Si fuera mía, haría lo mismo,
Nick. Noche y día. Eres un hombre afortunado, muy afortunado.

Riki, finalmente encontró la fuerza para ponerse el vestido, al menos en sus


pechos, pero Nico seguía sentado firmemente entre sus muslos, manteniendo su
posición. Riki no reaccionó tan violentamente como pensaba que haría. ¿Podría ser
que le gustara ser observada? ¿Tendría un poco de exhibicionista en ella?

La mayoría de los dragones lo hacían, Nico lo sabía muy bien. Los vuelos de
apareamiento tendían a ser asuntos públicos y de manera flagrante al dragón le

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


emocionaba la idea de que todo el mundo fuera testigo de su unión con su
compañera. Recordó cómo Roland y Lana se habían deleitado en sus relaciones
sexuales en forma de dragón y en privado. Era evidente que, la parte dragón de Riki
que despertaba, también había hecho su propia audacia y deseaba tener un poco de
exhibicionismo sexual.

Probándola, Nico extendió ampliamente su vagina, examinándola en su


totalidad antes de doblarse para colocar unos cuantos besos y morder su clítoris.
Riki saltó de la cama cuando su vagina se inundó por una nueva oleada de crema.

— ¿Viste eso? —Drake arrastró las palabras, evidentemente cómodo con la


situación—. Creo que le gustas.

—No hay duda sobre ello, —Nico acordó, sentándose un poco hacia atrás y
dejando que Drake la mirara. Nico miró los ojos de Riki y las reacciones de su
cuerpo cuando Drake se acercó. Maldita sea, si su mujer no estaba ni un poco
entusiasmada por los ojos del otro hombre en su vagina desnuda. Pensó empujarla
un paso más—. Sujeta sus manos mientras yo la limpio lamiéndola. Creo que tiene
que correrse una vez más para mí antes de que esté satisfecho.

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El Club de las Excomulgadas
Drake se acercó en silencio, se sentó a su lado en la cama y tomó las
muñecas frágiles de Riki en una de sus grandes manos. Las sostuvo libremente,
pero con firmeza, por encima de su cabeza.

— ¿Estás bien? —preguntó Drake. Nico estuvo orgulloso de ella cuando


asintió. Sus mejillas estaban enrojecidas, diría que con una mezcla de vergüenza y
emoción si fuera un juez, pero definitivamente estaba excitada con los deseos de
Nico, empujándola fuera de los límites de su zona de confort.

—Tiene unas bonitas tetas —Nico empujó un poco más, paso a paso.

— ¿De veras? —Drake preguntó secamente, obviamente esperando ver a


dónde llevaba todo eso.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


— ¿Podemos mostrarle tus tetas a Drake, nena? ¿Dejarás que juegue con tus
pezones mientras llevo mi lengua hasta tu vagina?

Riki se quedó sin aliento, pero asintió con timidez, sus luminosos ojos
verdes se ampliaron mientras Nico levantaba su vestido sobre los hombros,
quedándose al descubierto por completo. El vestido se enredó alrededor de sus
muñecas, efectivamente uniendo sus manos, lo que estuvo bien cuando Drake llegó
con ambas manos para acariciar sus pechos.

Nico tomó su estremecimiento como una señal de que estaba a punto de


otro orgasmo. Quería su lengua dentro de ella esta vez, cuando volara. Era lo más
que podía hacer en este punto para no poseerla por completo, y tendría que hacerlo
por ahora. Bajando, Nico le sostuvo la mirada mientras se concentraba en su
clítoris con su lengua y lo mordía suavemente con sus dientes.

—Tienes razón, Nick, tu chica tiene tetas muy bonitas. ¿Crees que me dejará
besarlas?

—Presiona, ¿no te parece, Drake? —preguntó Nico cuándo se levantó un


poco de su asalto a su clítoris. Pero entonces Nico sintió el aumento en su pulso y

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El Club de las Excomulgadas
la emoción en sus ojos y cedió. Le daría cualquier cosa que Riki deseara. Cualquier
cosa—. Adelante, Drake. Saborea sus pezones. Son los mejores de la tierra.

—Sin duda, —Drake sonrió mientras se inclinaba, bloqueándole la vista a


Nico de los ojos de Riki, pero estaba bien. La sintió en su corazón, en su alma. Él
sabía que ella estaba disfrutando de este viaje de descubrimiento en todo lo que era.
Volvió a lamer su vagina, recogiendo así hasta la última gota de su crema y
follándola dentro y fuera con su lengua, mientras sus resbaladizos dedos caían
burlándose del agujero prohibido de la parte trasera de su cuerpo.

Riki dio un salto cuando le insertó un poco el dedo en el trasero, pero no


modestamente. No, su chica estaba con él a cada paso del camino.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Ocho
Riki no podía creer lo que estaba sucediendo. Nico estaba metiendo su
lengua dentro y fuera, volviéndola salvaje, mientras su amigo diabólicamente
mordisqueaba sus pezones. Nunca se había sentido tan sin sentido o tan excitada en
toda su vida. Era cierto que su experiencia era nula, pero había visto toda clase de
cosas en las habitaciones de Lucan. Esto era, por mucho, lo más emocionante.

Drake la miró profundamente a los ojos mientras la levantaba ligeramente,


tirando de un pezón con solo el roce de sus dientes. Sus ojos azules brillaban tan
intensamente, que le recordaron a las gemas azules en algunas de las joyas de la
corona de Lucan. Zafiros, pensó que se llamaban. Los ojos de zafiro de Drake

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


estaban llenos de diversión diabólica, desafiándola a unirse a la diversión.

Pero sus sentidos estaban completamente abrumados por la hábil lengua de


Nico trabajando bajo su magia. Con un grito sollozante, ella se corrió duro contra
su lengua, volando más alto de lo que había llegado antes, volando sobre la tierra,
experimentando el mayor placer que hubiera sentido aún bajo la dirección hábil de
Nico. Él lamió y aspiró ligeramente todo, manteniéndola en la cima por un
momento sin tiempo, estirando el placer.

Cuando finalmente ella bajó a la tierra, Drake la estaba mirando, su


hermoso rostro estaba a centímetros del suyo, su sonrisa era amplia y genuina.

—Se lo agradezco, mi señora.

—Um, —ella habló en voz baja, la vergüenza inundaba sus mejillas con
calor—, creo que debería ser al revés.

Drake se echó a reír mientras Nico finalmente se levantaba de entre sus


piernas, mirando por encima del hombro de Drake mientras acariciaba sus muslos
con sus grandes manos, tranquilizándola. A ella le gustaba la forma en que velaba
por ella, el cuidado de su seguridad y su placer por encima del suyo.

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El Club de las Excomulgadas
Drake bajó y Nico gruñó. Pero Drake se encogió de hombros mientras
colocaba un leve beso en los labios de Riki, un saludo suave de amistad y respeto.
Sentía todo eso en su beso, lo mismo que sentía el agarre posesivo de Nico en sus
muslos, hasta que Drake retrocedió, poniéndose de pie junto a la cama.
Casualmente él se movió a las cosas que había dejado caer sobre la mesa y la silla
cuando entró por la puerta y Riki se tomó un momento para recuperar el aliento.
Todavía quedaba lidiar con Nico y podía sentir su mirada fija en su forma desnuda.

Ella no podía mirarlo a los ojos todavía y como una cobarde, se cerró en sí
misma, escondiéndose. Le tomó por sorpresa cuando sintió a Nico besar la
pequeña cicatriz en su cintura, una de las más profundas de muchas sesiones de
tortura en que Lucan usaba el veneno Skith. Ella sabía que la herida era fea y se le
llenaron de lágrimas los ojos cuando sintió el beso de Nico en todas y cada una de

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


sus cicatrices en su recorrido por su cuerpo. Por fin, él se instaló sobre ella,
cubriendo su longitud con su calidez.

—Mírame, mi amor.

—No puedo.

—Debes. —Su voz fue burlona, engatusándola a hacer su voluntad—. O


mentiremos sobre todo lo que ha pasado esta noche, y en tal caso no puedo
garantizarte que despertarás como una virgen.

— ¡Nico! —exclamó por su evidente burla, sabiendo que Drake podía


escucharlo todo, y abriendo los ojos directamente a la mirada color avellana de
Nico.

Él estaba sonriendo tan hermosamente, que lo sintió en sus rodillas. Era


realmente el hombre más bello que jamás había visto. Y el más generoso.

—Drake lo sabe, cariño. Sabe cómo has sido tratada, y te protegerá, al igual
que yo.

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El Club de las Excomulgadas
—Confío en ti, Nico. —Sus palabras parecieron afectarle en gran medida. Él
apretó la mandíbula y algo parecido a esperanza saltó a su mirada, sólo para ser
contenida mientras rodaba distanciándose.

— ¿Estás bien con lo que acaba de suceder?

Riki agachó la cabeza, avergonzada de hablar tan abiertamente sobre las


cosas escandalosas que acababa de dejarles hacer a su cuerpo. Pero Nico le sujetó la
barbilla, forzando su mirada a reunirse con la suya.

—No te escondas, cariño. No tenía la intención de apresurarte, pero estabas


tan dulcemente sensible en mis brazos, que no pude evitarlo. Es perfectamente
normal disfrutar de lo que hicimos. Lo único que lamento es si te empujé
demasiado lejos. ¿Lo disfrutaste?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Sabes que lo hice. —La admisión fue forzada desde el fondo de su
vergüenza.

Nico sonrió y la besó apasionadamente, frotándose ligeramente contra ella.


Cuando la dejó respirar, ella jadeó una vez más. El hombre era potente.

—Bien. Me has hecho muy feliz, Riki. Gracias.

Ella sabía que él estaba hablando de sus acciones antes de que Drake llegara
y se alegró de que Nico no entrase en detalles con el otro hombre presente, sin
importar lo que acababan de compartir. Algunas cosas estaban destinadas a ser
privadas, entre ella y Nico.

—De nada.

Drake se rió desde la esquina de la habitación. —Sois más formales que mi


abuelita.

Nico le arrojó una almohada a Drake, impulsándose para levantarse de la


cama, tirando de las polainas para cubrirse. Riki sintió una punzada de pesar

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El Club de las Excomulgadas
cuando él estuvo tapado. Un poco sorprendida, se dio cuenta de que realmente
quería ver el pene de un hombre, quería lamerlo, quería poseerlo.

Pero había mucho trabajo por hacer.

Riki, vio a Nico pasear hacia la mesa, cogiendo la espada que Drake había
colocado delante de él. Expertamente, puso a prueba su equilibrio cuando Riki se
apresuró a sentarse en la cama, tirando de su vestido por encima de su cuerpo y
cubriéndose con una manta sobre sus hombros por si acaso. No estaba
normalmente cómoda mostrando su cuerpo a causa de todas las cicatrices. Los
minutos previos habían sido una anomalía causada por el placer extremo. Placer
tan intenso que las mejillas se le habían inundado de calor, y su vagina se llenaba
de crema, sólo de recordarlo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Nico respiró hondo y se dio la vuelta guiñándole un ojo. Su sonrisa era
francamente perversa. Riki empezó a preguntarse qué tan agudos serían los sentidos
del dragón. ¿Podría realmente notar el olor de su nueva excitación? Ciertamente,
parecía como si pudiera.

—Esta es una hoja fina, —Nico asintió hacia Drake—. Buena elección.

Drake asintió, pasándole un conjunto de cuchillos a Nico. —Comprueba


estos. Hay un armero bastante bueno en la ciudad, dispuesto a trabajar en silencio y
no hacer preguntas.

—Ah, la mejor clase, —Nico coincidió, probando el peso de cada una de las
hojas con un ojo crítico—. Estas son buenas también. Tu herrero es bueno.
¿Conseguiste algo para Riki?

Drake sonrió ampliamente y con un ademán, le mostró un vestido rojo


brillante con adornos amarillos, suficiente adornos para que Riki parpadeara dos
veces. Tenía una falda amplia, y un escote curvado sobre sus pechos, pero las
mangas probablemente le llegarían hasta la mitad de los antebrazos, ocultando lo
peor de sus cicatrices y proporcionándole algo de calor. Era extravagante, pero
hermoso, y Riki apenas podía creer que era para ella.

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El Club de las Excomulgadas
Nico lo tomó de Drake con manos gentiles y se acercó a la cama, sentándose
a su lado. Colocó el vestido sobre sus piernas. —Quiero que te pongas esto, cariño.
Sé que es un poco brillante, pero estamos haciéndonos pasar como primos Gitanos
de Drake. La mayoría de las mujeres Gitanas visten en colores muy brillantes y te
ayudará a camuflarte.

Le tocaba el alma que él se preocupara por si le gustaba el vestido o no, pero


no comprendía verdaderamente su desconfianza. De alguna manera, tenía que
hacérselo entender.

—Es un hermoso vestido, Nico, —dijo ella en voz baja—. Ni el color ni el


estilo me molestan. Es solo que... nunca he llevado nada tan bonito. O tan nuevo.

Nico se acercó y la tomó en sus brazos, meciéndola cerca de su sólido

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


pecho. —Tendrás habitaciones de nuevos vestidos y trajes en cuanto lleguemos a
casa en Draconia. Veré eso yo mismo. Nada será demasiado bueno para ti, Riki. —
Sus palabras fervientemente susurradas la hicieron llorar cuando la meció muy
suavemente—. Ponte el vestido, cariño. Comenzaremos tu nueva vida con este
pequeño paso.

Él se apartó despacio y desenvolvió la manta de sus hombros. Ella lo dejó.


Tirando de su vestido viejo, él se lo pasó por la cabeza, pero la luz en sus ojos era
parcialmente sexual. No, su calor fue atenuado con el cuidado, la dulzura y algo a
lo que no podía ponerle nombre, pero con el sabor de la humildad. Sosteniendo su
mirada, Nico dejo caer el vestido nuevo sobre su cabeza y jaló bajándolo sobre sus
pechos y cintura.

—Levántate, cariño. —Con cautela, ella se puso de pie al lado de la cama,


permitiendo que el material se agitara alrededor de sus piernas. El vestido cayó casi
hasta el suelo, girando alrededor de sus tobillos, delicado como alas de mariposa.
Nico se movió detrás de ella para atar la banda que ajustaría el vestido
cómodamente alrededor de su cintura y por primera vez en su vida, Riki se sintió
femenina y bonita con el vestido rojo suave. Ella se giró y la voluminosa y ligera

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El Club de las Excomulgadas
falda tardó unos segundos en seguir su movimiento. Experimentalmente, ella trató
de moverse un poco más y se deleitó con el roce del material sedoso.

—Es tan hermoso.

—Tú eres hermosa, —Nico suspiró, mirándola. Sus ojos volaron hacia él y
leyó el hambre en su mirada, el hambre y la admiración que hacían que sus rodillas
se tambaleasen.

—Estoy de acuerdo. —Drake habló detrás de ella, rompiendo el hechizo—.


Te ves como una princesa Gitana. Es un perfecto disfraz. Todo lo que necesitas es
esto alrededor de tu hermosa cabellera. —Drake mostró una bufanda roja a juego,
estampada y con adorables flequillos largos por todo su alrededor. Ella se acercó
para colocarlo en su mano y suspiró ante la susurrante tela suave que se encontró

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


con su tacto—. Seda, de las costas orientales, para la princesa Gitana, y pulseras de
oro para sus brazos. —Drake hizo aparecer tres pulseras de oro y las levantó ante
ella con una sonrisa diabólica.

—Son perfectos, Drake. —Nico dio un paso adelante para examinar las
joyas, extendiendo las manos por más—. ¿Qué más conseguiste?

Drake le entregó a Nico algunos otros artículos, pero Riki no pudo ver lo
que eran y estaba demasiado fascinada por su vestido nuevo para interesarse
realmente. Los hombres eran los expertos en este juego de espionaje, ella no era
más que una nueva jugadora que debía trabajar duro para mantener el ritmo.

Nico se volvió y capturó su mano, sorprendiéndola por un momento.


Suavemente, él deslizó los brazaletes en sus brazos, luego colocó una banda de oro
alrededor de su dedo, sosteniendo su mirada todo el tiempo. Ella sabía que en
algunas tierras, tales anillos eran destinados como regalos de apareamiento y eso la
emocionó, que él marcara su dedo. Se dio cuenta entonces, mirando hacia abajo
para admirar el anillo, que él llevaba una banda a juego en su propio dedo.

—Somos pareja, —dijo él breve—. Nick y Ari de las tribus de los Gitanos,
venimos de visita y viajamos con nuestro primo Drake.

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El Club de las Excomulgadas
— ¿No sería más seguro sólo permanecer ocultos?

—Siempre es mejor ocultarse a la vista, —Nico le aseguró, acariciando su


mano antes de dejarla ir—. Y prefiero mucho más ser tu marido.

—Pero estaremos fingiendo.

—Por ahora. —Estuvo de acuerdo él, pero sus ojos tenían un profundo
mensaje que tuvo miedo de leer.

****

— ¿Qué sabes de los Gitanos? —Nico intentó entrenar a Riki o a Ari, como
debería llamarla mientras estuvieran en sus roles, sobre el papel que ella jugaría.

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Estaría con ella en todos los pasos del camino, de acuerdo, pero tenía que
prepararla para todos los inconvenientes que surgieran.

—Sé muy poco, me da vergüenza admitirlo. Creo que muchos se ganan la


vida contando historias y tocando música. Lucan tenía algunos de ellos para
distraerlo de vez en cuando hasta que… el cambio se hizo demasiado evidente. Me
gustaban sus canciones.

—Somos nómadas, —Drake siguió tomando elementos de la mochila y


colocándolos sobre la mesa mientras hablaba—. Vamos a donde nos lleva la vida y
preferimos seguir siendo un misterio en la mayoría de los casos, que servirá bien a
nuestro propósito.

— ¿Nosotros? —preguntó ella, con duda en su rostro.

—Yo fui adoptado por uno de los clanes de los Gitanos después de realizar
un... servicio para el jefe de la familia.

Nico estaba sorprendido por algunas de las cosas en las que Drake se había
involucrado durante su estancia en el extranjero. Pocos hombres podían afirmar su
adopción por lo gitanos, eran reservados. Aunque Drake nunca había revelado los
detalles de lo que había hecho para ganarse ese raro honor, Nico no había pasado

105
El Club de las Excomulgadas
demasiado tiempo tratando de descifrar el misterio. Pero este era un secreto que
hasta el jefe de Inteligencia de Draconia no sabía. Sin embargo, sabía que los
contactos de Drake entre los Gitanos podrían ser vitales en su huida de esta tierra
abandonada.

Nico tomó la bufanda de seda colorida de las manos de Riki y le mostró la


forma tradicional en que las mujeres Gitanas doblaban sus pañuelos en su cabeza.
Afortunadamente, había desnudado su buena cuota de fogosas mozas Gitanas en
su tiempo y sabía bien como reunían sus ropas. Se lo enseñó a Riki, contento
cuando ella demostró ser una rápida estudiante.

Él ató el pañuelo en un ángulo vistoso. Los largos flecos enmarcaron los


bellos rasgos de Riki. Sus ojos luminosos parecían aún más grandes, si tal cosa

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fuera posible, y Nico no quiso nada más que llevarla a la cama y reclamarla
plenamente como suya.

Pero no podía. Todavía no. No hasta que ella viniera libremente a él. Nico
era un hombre paciente, pero el dragón hervía, deseando a su pareja.

—Entremos en la taberna con Drake. Él controlará la situación.

— ¿La gente no esperará algo de nosotros?

—No de mí. Estaré usando las marcas de un guerrero. —A Nico le gustaba


que le hiciera preguntas. En general, ella parecía estar tranquilamente absorbiendo
todo lo que le lanzaban.

—Los Gitanos aprenden a defenderse a sí mismos y a sus mujeres desde una


edad temprana, —agregó Drake—. Nadie se sorprenderá si Nick no baila o canta.
No con su cara de guerrero manteniendo a todo el mundo lejos de ti, Ari.

La nueva versión de su nombre abreviado la hizo sobresaltar, pero no tanto


como lo había esperado, Nico estuvo complacido de verlo. —En cuanto a ti, Ari —
Nico hizo hincapié en el nuevo apodo para conseguir acostumbrarse más a él—,
pretenderemos que estás muy cansada del viaje. Tal vez podemos decir que estás

106
El Club de las Excomulgadas
embarazada. Nos daría una excusa para retirarnos temprano y explicaría tu piel
pálida.

Cuanto más pensaba en ello, más le gustaba la idea a Nico. No sólo por su
disfraz, sino por su verdad. Le encantaría más que nada plantar su hijo en el vientre
de Riki, verlo crecer con él, y verlo nacer. Nunca antes había querido ser padre,
pero de repente, era uno de los objetivos más importantes de su vida. Pronto, se
prometió a sí mismo, pronto Riki vendría a él, la haría suya y harían bebés juntos.
Pronto. El lado dragón de su naturaleza apenas podía esperar.

Pero, por ahora, Riki se sonrojaba furiosamente por la idea de estar


embarazada, cautivándole, pero preocupándole al mismo tiempo. Si ella no podía
manejar su papel, la gente podría comenzar a sospechar.

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—No tenemos que decir eso si te avergüenza, cariño, —le dio la opción.

—No, está bien. Si ayuda, digo que lo hagamos. Parece razonable.


Simplemente me tomó por sorpresa.

—Está bien, Ari, mi amor. —Él agarro sus manos—. Apenas acabas de
enterarte que estás embarazada, de tan solo unas semanas, así que todavía estás
delgada, pero te sientes indispuesta casi todo el tiempo. Así, si te sientes demasiado
mal en la taberna puedes pretender malestar y te sacaré de allí. Pero es importante
que hagamos una breve aparición, así nadie se sorprenderá cuando nos vayamos en
la carreta de Drake mañana por la noche.

—No te fallaré, Nico. Te lo prometo.

****

La sala común de la taberna era ruidosa cuando entraron. Drake fue


recibido con una ovación y el levantó su instrumento preferido —uno grande, de
cuerdas metálicas similar a un laúd— con una sonrisa de triunfo. Miradas curiosas
fueron enviadas cuando ellos entraron detrás del hombre rubio, pero Riki mantuvo
la cabeza alta y les sonrió a las personas que aclamaban a Drake.

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El Club de las Excomulgadas
Drake los escoltó a su mesa reservada cerca del fuego y se dirigió a la
multitud, presentó rápidamente a sus primos Gitanos y comenzó una canción antes
de que alguien pudiera hacer preguntas sobre ellos. Era bueno. De hecho era
condenadamente bueno, Riki se dio cuenta rápidamente. Al mismo nivel, o mejor
que muchos de los bardos famosos que habían entretenido a Lucan en el palacio.

Ella reconoció algunas de las melodías que tocó y se encontró toqueteando


con los dedos y tarareando. Riki siempre había amado la música de casi cualquier
tipo y había escondido cuidadosamente su deleite de Lucan. A menudo él había
tenido músicos tocando en sus cámaras, aunque era más por efecto de la música
que de verdadera diversión, Riki pensó secretamente. Lucan siempre estaba
demasiado ocupado comiendo y jugando con sus numerosos amantes para
molestarse en escuchar la música que exigía sonara al fondo. Sólo Riki realmente

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disfrutaba de la música. Uno o dos de los músicos habían tomado nota de su
interés, pero se habían mostrado lo suficiente amables para mantenerlo bien
escondido del vengativo Rey.

Riki veía la mirada de compasión que le daban a medida que entraban y


salían de la cámara donde ella se encontraba encadenada. Algunos le sonreían
amablemente cuando nadie podía verlos y reproducían las canciones que más le
gustaban. A veces ella había pensado que tocaban solo para ella. A Lucan no
parecía importarle qué canción o música sonara, siempre y cuando hubiese música
para hacer sus patéticas seducciones.

Era más bien desagradable, en realidad, pero Riki no asociaba la música con
los atroces actos que había sido obligada presenciar. No, la música había sido su
salvadora en esos momentos, lo que le permitía centrarse en algo con sus oídos,
incluso mientras sus ojos se veían obligados a mirar los actos abominables para ella.

Y Lucan la hacía mirar. Cuando, en un principio, ella había intentado darle


la espalda, él había tenido guardias sujetándola y golpeándola hasta que cumplía
con los deseos de Lucan. Porque al parecer como no podía tenerla, disfrutaba
burlándose de la virgen con sus viles actos de posesión sexual. Todo lo que ella
sabía acerca de las perversiones sexuales, lo había aprendido viendo a Lucan, pero

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El Club de las Excomulgadas
siempre y cuando hubiese música, podía concentrarse en ella, incluso mientras sus
ojos permanecían abiertos para ver las escenas repugnantes de Lucan.

La música había sido su salvación, su consuelo y su fuerza. Nadie sabía


cuán profundamente la amaba, aunque pensaba que uno o dos de los hombres más
simpáticos que habían sido obligados a tocar para Lucan habían comenzado a
adivinarlo.

Drake comenzó una triste balada conocida como 'El lamento de Arundelle'.
Era una historia mítica sobre cómo el río que lindaba Skithdron con Draconia al
norte había conseguido su nombre. Hablaba de la triste mujer maga, Arundelle, que
había perdido a su compañero en los días en que los magos todavía vagaban por la
tierra y la magia estaba en todas partes y en todas las cosas.

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A Riki le encantó la versión de Drake de la canción y los ojos se le llenaron
de lágrimas con los versos particularmente conmovedores. Era una balada larga
con muchas estrofas y Riki se sintió en trance a través de todas y cada una, igual
que la mayoría de las personas de la habitación. Drake estaba verdaderamente
dotado.

Cuando la última nota sonó, el silencio reinó en la sala llena de gente.


Segundos después, un estruendoso aplauso llenó el aire. Monedas de cobre, e
incluso una moneda de plata o dos volaron por el aire hacia la olla a los pies de
Drake, quien sonrió y saludó a la multitud que vitoreaba. Él levantó la olla de
monedas y la situó en la mesa entre Riki y Nico cuando los aplausos decayeron.

—Gracias mis amigos, —Drake se dirigió a la multitud con una sonrisa


humilde—. Tengo que tomar un descanso ahora, pero cantaré más para ustedes
después de haber mojado mi garganta.

Gemidos y halagos se levantaron de la multitud, muchos tratando de que


Drake cantara un poco más, pero él declino cortésmente, sacando la silla grande
reservada para él. Bebió con ganas de la jarra que una muchacha bonita puso

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El Club de las Excomulgadas
delante de él. De hecho las bebidas fueron entregadas para Riki y Nico también,
simplemente porque estaban con Drake, tan popular como era.

Un hombre corpulento se acercó, limpiándose las manos en el delantal y


Riki se dio cuenta que este debería ser el propietario, o uno de sus familiares por lo
menos. Drake se levantó y estrechó la mano del hombre, y luego se los presentó a
Nico y luego brevemente a Riki como Jonas Brewer. Parecía un tipo agradable con
una sonrisa amable, pero Riki vio que tenía un ojo agudo para los negocios y
recorría su establecimiento con la aguda conciencia de la eficiencia y de las
ganancias potenciales.

— ¿Tus primos no nos favorecerán con una canción? —Brewer preguntó con
sonrisa jovial. Había un trasfondo de urgencia en su voz, tanto que Riki

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inmediatamente se sintió alerta porque el hombre se mostrara tan ansioso. Nico y
Drake debieron haberlo sentido también, porque se movieron más erguidos en sus
sillas y Nico recorrió casualmente el lugar con la mirada, deteniéndose solo
brevemente en la puerta.

Eso fue suficiente para hacer que Riki mirara, y lo que vio en su breve
vistazo casi le dio un ataque al corazón. Cuatro soldados en uniforme estaban junto
a la puerta inspeccionando a la multitud. Sus uniformes indicaban que no eran del
palacio real, así que no la reconocerían, pero estaban definitivamente buscando
algo. De hecho probablemente estaban buscándola a ella.

Riki recordó lo que Nico le había dicho acerca de cómo ocultarse a plena
vista y una idea tomó forma en su mente. Haciendo acopio de valor, Riki miró a
Nico. Su mirada estaba desplazándose casualmente por el entorno, tomando nota
de las salidas y de las posibles vías que podrían tomar si las cosas iban mal. Tenía
que hacer algo para salvarse. Nico había hecho todo hasta este punto y ella tenía
que tomar un papel más activo en su huida. Se estaba convirtiendo rápidamente en
una cuestión de orgullo.

Puedo cantar. Riki pronunció esas palabras privadamente solo para Nico,
probando las aguas antes de saltar a ellas.

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El Club de las Excomulgadas
Nico fijó la mirada en ella, con duda.

No tienes que hacer nada. Permíteme cuidar de ti, cariño.

Todo lo que has hecho es cuidar de mí. Puedo hacer esto, si eso ayuda. Si me
necesitas, puedo cantar bastante bien, así que no estarás avergonzado. Aunque no soy ni por
asomo tan buena como Drake.

¿Estás segura?

Riki le sonrió mientras él se estiraba sobre la mesa para tomar su mano.


Viéndolo, parecían una pareja de jóvenes enamorados. Sólo ellos sabían de la
situación de vida o muerte en la que se encontraban y de los terribles planes que se
estaban fraguando en silencio entre ellos.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Puedo hacerlo. Si Drake toca para mí.

Nico se llevó su mano a los labios y le besó suavemente los nudillos cuando
su mirada se movió sutilmente hacia la puerta. Los soldados se estaban acercando,
podía verlos por el rabillo del ojo. Era hora de actuar. Nico asintió ligeramente y se
volvió hacia el propietario.

—Mi esposa cantará una canción para usted mientras nuestro primo
descansa, si ese es su deseo.

Riki se quedó impresionada con el acento Gitano ligeramente extranjero y


las frases utilizadas por Nico y su sonrisa fue genuina cuando miró al propietario.
Afortunadamente, las mujeres gitanas rara vez se escuchaban hablando con
extraños, aunque se rumoreaba que eran parlanchinas entre su propia gente.

— ¿Estás segura, prima Ari? —Drake le preguntó con preocupación—. No


tienes que hacerlo si te sientes mal. —Su mano salió disparada tomando la suya
cuando ella se levantó lentamente de la mesa. El mensaje de sus ojos azules fue
claro. Se preocupaba por ella, pero ella sabía que podía hacerlo. Se trataba de la

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El Club de las Excomulgadas
única cosa que podía hacer para ayudarse a sí misma. Y a estos maravillosos
hombres quienes estaban protegiéndola.

—Está bien, —le dijo ella en voz baja. Drake le apretó la mano una vez,
para luego dejarla ir, estirándose por su laúd, pero la mano de Nico se cerró sobre el
largo cuello del instrumento primero. Riki se sorprendió, pero la luz que bailó en
los ojos de Nico la calentó.

—Tocaré para mi bella esposa. Todavía somos unos recién casados, después
de todo. —La risa de Nico se hizo eco por Drake y el propietario, y pronto las otras
mesas alrededor de ellos estaban animadas cuando Riki y Nico se enfrentaron a la
multitud.

El propietario se perdió de nuevo en la zona del bar. Riki podía fácilmente

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


notar a los soldados parados, observándolos especulativamente por un momento
antes de continuar. Todo lo que tenía que hacer ahora era cantar lo suficientemente
convincente y no tendrían ni idea de que el premio que buscaban estaba justo
debajo de sus narices.

— ¿Qué canción, mi amor? —Nico le preguntó en voz baja.

Riki pensó rápidamente entre las muchas canciones que se había aprendido
de memoria durante los meses en que había sido sometida a pena de prisión por
Lucan. Necesitaba algo relativamente corto, que pudiera hacer bien. Después de
tan sólo unos segundos de deliberación, pensó en una que a la gente le gustaría
también.

— ¿Qué hay de 'La Sirena'?

Nico se mostró sorprendido por un momento, y luego sonrió con una


devastadora y espléndida sonrisa. Estaba segura de que solo su sonrisa le había
encantado a la mitad de las mujeres en la habitación. Nico era realmente el pícaro
más delicioso.

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El Club de las Excomulgadas
—Cualquier cosa por ti, mi amor. —Oyó a varias mujeres suspirando por su
intercambio, mientras Nico estaba a su lado, con un pie apoyado en una silla
mientras sostenía el laúd, apoyado en una rodilla. Él comenzó con unas notas de
introducción y Riki se dio cuenta que tenía cierta habilidad con el instrumento. Por
supuesto, era un príncipe. Probablemente había sido educado en todo tipo de cosas
que la gente nunca aprendía normalmente.

Cuando llegó a la parte donde ella comenzaba a cantar, un silencio se


apoderó de la sala. Muchos reconocieron la popular canción aparentemente, y
querían ver qué estaba pretendiendo hacer con eso la joven muchacha gitana. Ella
abrió la boca, el miedo casi la abrumó por un momento de oscuridad antes de
encontrar el lugar en sí misma donde la música vivía. Era el lugar al que se había
retirado cuando Lucan le había hecho lo peor que pudo para herirla, ridiculizarla y

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


romperla. Era un lugar donde sólo la música tocaba y formaba la base de su alma.

Tocando ese vasto poder, comenzó a cantar, sabiendo que nada podría
hacerle daño mientras estuviera en ese mágico lugar.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Nueve
Nico estaba indeciso ante el plan de Riki, pero estaba dispuesto darle esta
oportunidad de probarse a sí misma. Sabía que, en el fondo, ella tenía que hacer
algo para tomar el control de su vida, o viviría para siempre con miedo. Lo había
visto antes, con los guerreros que había liberado de la prisión. Para un hombre,
necesitaban sentir que estaban haciéndo algo en su propio rescate, o bien vivirían
reducidos por el resto de sus vidas.

Sólo había cuatro soldados en la taberna. Si la situación se volvía demasiado


peligrosa, Drake y Nico podrían hacerse cargo, lo tenía todo bien calculado, podía
correr el riesgo de que Riki subiese al escenario y cantase.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Pero cuando abrió la boca y la canción empezó a salir a raudales, Nico
estuvo casi tan fascinado como los clientes de la taberna. Su voz era mágica, pura y
fascinante. Tuvo la atención de cada persona en la habitación con las primeras
notas de la canción, y los mantuvo así en todo momento.

La canción hablaba de una sirena del mar, quien lloraba por los hombres
que había matado involuntariamente cuando habían salido en la búsqueda de su
hogar en el fondo del océano. La melodía era especialmente inquietante, y de
palabras conmovedoras. A Nico siempre le había gustado la canción, pero nunca
había oído cantarla mejor que en ese momento. Riki era realmente poderosa,
aunque su poder no provenía de algo físico, sino de su capacidad para atormentar y
seducir con sólo su voz.

Cada hombre en la taberna estaba mirándola, pendiente de cada nota de sus


deliciosos labios, deseándola. Un orgullo posesivo se levantó en el alma de dragón
de Nico. ¡Esta era su compañera! Su mujer estaba llena de regalos. Otros podían
verla, pero nunca tenerla. Nunca la sostendrían de la forma en que él lo haría. Eso
se lo prometió, mientras el dragón se pavoneaba con orgullo, que trataría con el
mayor respeto a la fenomenal mujer que la Madre de Todos le había escogido como
compañera.

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El Club de las Excomulgadas
La canción sólo tenía algunas estrofas y un estribillo inolvidable. Era mucho
más corta que la actuación que Drake había realizado, el silencio se hizo cuando se
tocó la última nota, seguida de aplausos. Monedas cayeron sobre ambos,
aterrizando en la olla vacía que Drake colocó apresuradamente a sus pies. Riki hizo
una reverencia con timidez, su rostro pálido se tornó de un favorecedor color rosa,
mientras Nico le entregaba a Drake su laúd con firmeza. Habían hecho su canción
para convencer a los soldados que eran verdaderos artistas gitanos. No sometería a
Riki a más, por mucho que la multitud la aclamara.

Drake aceptó el laúd con un ademán y un guiño cuando los reemplazó en el


centro de la habitación e irrumpió en una alegre y complicada melodía con su laúd.
Pronto la multitud batía las palmas, pisando con los pies, y algunos incluso
bailaban en los bordes de la multitud. Nico notó la salida de los soldados y actuó

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


como un gitano taimado, vaciando sus ganancias de la olla en su bolsillo y
reponiendo la olla vacía a los pies de Drake para la siguiente ronda.

Mantuvo a Riki junto a él, con un brazo posesivamente sobre sus hombros,
cuando les enviaron bebidas y dulces, en agradecimiento por su canción. Ella era
definitivamente popular entre la gente, pero lo que había sorprendido mayormente
a Nico era que a las mujeres les había gustado tanto como a los hombres. Ella había
tocado su fibra sensible, su voz había alcanzado a todos en la sala, no inspirando
lujuria, sino con la belleza de las palabras de la canción, creando miradas de
asombro en todas sus caras.

Había algo más en la voz de Riki. Nico podía sentirlo. Pero no estaba muy
seguro de lo que era, era sólo algo mágico. Eso le llevaría más estudio y
razonamiento, cuando tuviesen tiempo de explorar lo que realmente su voz podía
hacer.

Le pareció exagerado, incluso para él, pero luego pensó que la gemela de
Riki podía cambiar a la forma de dragón. ¿Quién decía que Riki no había
encontrado otra manera de canalizar la magia dragón inmersa dentro de su alma?

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El Club de las Excomulgadas
— ¿Podría usted y su señora hacernos el favor, con otra canción? —El jovial
propietario regresó a su mesa, pero Nico se volvió hacia el hombre con un suspiro
de pesar.

—Me temo que no, buen señor. Mi esposa está recientemente embarazada y
se cansa fácilmente en estos primeros días.

El hombre sonrió ampliamente, ofreciendo sus felicitaciones cuando Riki se


arrimó más a Nico, fingiendo la fatiga muy bien. En ella era natural ese tipo de
cosas y no podía estar más orgulloso de ella. No podría haber una compañera más
perfecta para el Príncipe de los Espías.

—Bueno, si no puedo convencerlo, la habitación contigua a la de su primo


está lista para usted. Drake lo organizó esta mañana cuando se enteró de su llegada.

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—El propietario recogió las dos jarras vacías de cerveza con una mano grande y
secó la mesa con un paño que tenía en la cintura—. Sé que van a marcharse a
primera hora de la mañana, así que les deseo lo mejor y ahora espero que nos
vuelva a visitar la próxima vez que estén en la ciudad.

Nico estrechó la mano libre del hombre, sólo un poco sorprendido por el
gesto secreto qué hizo con el pulgar. No era de extrañar que Drake se alojara aquí
cuando estaba en Plinth. Este hombre era parte de la hermandad de los gitanos.
Nico le dio la señal de retorno y una amplia sonrisa dividió la cara del hombre
cuando asintió y se apresuró a esconderla. Nico se dio cuenta de que tenía amigos
en Plinth de los que ni siquiera sabía. Alineado con los gitanos, algo que Drake
había logrado llevar a cabo hace mucho tiempo, y Nico, más recientemente, estaba
resultando ser una cosa muy buena, de hecho.

Riki se contentó con dejar a Nico manejar los arreglos y guiar sus acciones.

Una vez que los soldados abandonaron la taberna, la fatiga fue real, el viaje,
la fuga, su debilidad por los golpes y el hambre y el miedo aterrador a que los
soldados diesen la voz de alarma, habían dejado su interior agotado. Riki estaba

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El Club de las Excomulgadas
drenada y débil, más que feliz de apoyarse en Nico y permitirle llevarla por el
pasillo oscuro hacia su habitación.

Entraron en la habitación justo al lado de la de Drake, y Riki dejó que Nico


la llevase hasta una gran cama, sin ofrecer resistencia cuando él retiró el pañuelo de
su pelo, luego las joyas. Dejó el anillo en su dedo, y mantuvo el suyo, eso la tocó
por alguna extraña razón. No se habían apareado según la tradición de los gitanos,
solo llevaban los símbolos, pero eso complacía un deseo en su interior que no había
reconocido aún.

Cuando él tiró de su vestido, ella protestó. A su lado sentado en el borde de


la gran cama, Nico le agarró las manos en las suyas.

—No te haré daño, Riki. Te lo prometo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Sé que no lo harás, —contestó ella en voz baja—, pero no puedo darte mi
virginidad. Es mi única protección contra Lucan y sus hombres. Por favor,
entiéndeme.

Los labios de Nico se apretaron, pero pareció tragarse cualquier argumento


que quería hacer. En su lugar, la tomó en sus brazos, apretándola contra su
corazón.

—Lo entiendo, entérate de esto Arikia. Un momento vendrá en que te darás


a mi placer. —Sus palabras fueron fuertes y seguras, enviando rayos de excitación a
través de su cuerpo caliente—. Nunca te obligaría, nunca pecaré tomándote sin tu
consentimiento. Vendrás a mí de buena gana, o no lo harás, en absoluto. ¿Está
claro?

Ella asintió contra su pecho. —Sí, Nico. Gracias. —El alivio fue sincero.
Riki sabía que Nico era un hombre de palabra. Si él decía que tendría elección
propia, entonces le creía.

— ¿Confías en mí?

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El Club de las Excomulgadas
—Lo hago, —dijo ella en voz baja, sabiendo la verdad de esas palabras en
su corazón.

—Entonces, acuéstate conmigo esta noche. Piel con piel. Te prometo que no
tomaré tu virginidad esta noche ni mañana, pero necesito sentirte contra mí, cariño,
como necesito mi próximo aliento.

Y ella podía sentir la necesidad temblando a través de sus músculos fuertes,


tan cerca de su mejilla debajo de su camisa. Si ella realmente confiaba en él, y así lo
hacía, haría lo que le pidiera, pero había un problema.

Ella no confiaba en sí misma.

Sin embargo, quería sentir la piel de Nico contra la suya. La idea era

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


demasiado tentadora para resistirse y tenía su promesa de seguridad, siempre y
cuando no solicitara voluntariamente sus favores sexuales. Retrocediendo, Riki le
permitió quitarle el colorido vestido quedando desnuda ante él.

En silencio, Nico la metió en la gran cama, cuidando todos sus


movimientos. Él se movió entonces, para asegurar sus pertenencias y volvió con
una lámpara de noche, dejando la habitación bañada en un suave brillo dorado.
Regresó a la cama, capturando su mirada antes de despojarse de su ropa delante de
ella. Era como si quisiera que viera todos y cada uno de los centímetros de su
glorioso cuerpo mientras era revelado.

Él era delgado y de dura musculatura, abultado donde era más necesario.


Sus brazos eran gruesos y fuertes, igual que los músculos de sus muslos y
pantorrillas. Su vientre estaba surcado de músculos como una tabla de lavar y su
pecho era una belleza. Nico sostuvo su mirada, desafiándola a mirar esa parte de él
que más quería reclamarla, y poco a poco, ella bajó la mirada.

Él estaba extendido, duro y deseoso, su pene era largo y grueso. Riki se


preguntó cómo en el mundo una cosa tan gloriosa podría caber dentro de su cuerpo
inexperto, y se encontró deseando averiguarlo.

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El Club de las Excomulgadas
Pero eso nunca sucedería. Tenía que resistirse a esos pensamientos, incluso
con la perfección masculina de pie delante de ella. Su castidad era lo único que la
protegía. Renunciar a eso supondría entregar su vida.

Sin embargo, Riki se encontró cada vez más caliente, con su sangre en
llamas y girando en sus venas. ¿Alguna vez la mera visión de un hombre desnudo le
había causado esa clase de reacción antes? Sabía que no. Había visto a Lucan y a
sus amantes de ambos sexos. Los hombres estaban en forma y con buenos cuerpos
—Lucan exigía solo lo mejor— pero ninguno le había provocado esta respuesta
caliente. Ningún otro hombre la había afectado como Nico, lo sabía en su corazón,
ningún otro hombre lo haría jamás.

—Eres tan bella, mi Riki. —Nico susurró cuando se arrodilló al lado de la

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


cama.

Él lo había captado todo equivocado, pensó ella. Nico era el hermoso. La


aprehensión la llenó cuando él se apoyó en la cama y dobló las mantas hacia atrás,
exponiendo su cuerpo desnudo a su mirada hambrienta.

—Te deseo tanto. Soy un hombre desesperado, cariño. —Nico se rió de sí


mismo—. Pero ya te estoy presionando demasiado. —Colocó una mano bajo su
cuello, hacia sus pechos, haciendo una pausa para jugar con el pezón endurecido, y
luego fue bajando por su cintura—. Te necesito como necesito mi próximo aliento.
Dame esto, —susurró, con los labios contra su boca—, sólo esto, para así poder
seguir viviendo.

Nico la besó, su lengua sondeó suavemente sus labios, a partir de ahí


saboreó su interior. Riki se estremeció, con el tacto de su lengua, con el sabor de
canela caliente disparando sus sentidos mientras su cuerpo duro cubría el de ella,
mientras sus brazos la encerraban en el calor bienvenido y producían espirales de
deseo. Su lengua jugó con la suya, desafiándola a seguirlo a donde él la condujera.

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El Club de las Excomulgadas
Había una alegría en el trato sexual de Nico. Un nuevo sentido la llenó de
asombro. Este hombre la hacía sentir apreciada. Era una sensación de seguridad,
que le rogaba que diera todo lo que tenía a cambio.

Pero no podía. Su vida estaba en juego. Sería una tonta al comerciar su vida
por un momento de placer. Incluso con Nico.

Él se movió entonces, tirándose hacia atrás para mirarla a los ojos mientras
sus manos se movían por su cuerpo. Una mano le tomó un pecho, masajeándolo
suavemente como su deseo pedía. Su otra mano encontró su núcleo. Nico sostuvo
su mirada mientras deslizaba un dedo dentro de su canal, jugando, probándola y
tentándola casi más allá de la razón. Su dedo pulgar jugó sobre su clítoris,
haciéndola estremecerse cuando la pasión amenazaba con apoderarse de ella.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Luego bajo la cabeza. El cálido aliento de Nico fue como plumas sobre su
pezón un momento antes de que su boca se cerrara sobre el pico en tensión. Un
gemido brotó de su garganta cuando el placer irradió de su pezón a su seno. Al
mismo tiempo, sus dedos estaban enviando ondas expansivas a su clítoris y ese
dedo cruel comenzó un pulsar dentro y fuera de su apretado canal.

Riki no podía aguantar mucho más.

—Córrete para mí, cariño. —Nico susurró palabras de ánimo cuando ella se
corrió con un grito, capturando sus labios contra los suyos.

El placer alcanzó un punto máximo más alto que antes, que duró largos
momentos mientras él continuaba acariciando su húmedo cuerpo. Ella estaba
totalmente derretida cuando por fin las sensaciones se calmaron. Nico la besó
largamente y con una ternura que le llevó lágrimas a los ojos.

—Ahora duerme, dulce Riki. Tenemos un largo día por delante.

—Pero, ¿y tú?

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El Club de las Excomulgadas
Él le besó la frente, cuando retrocedió. —Esto era para ti, cariño. Para
mostrarte lo mucho que me importas. Para demostrarte que puedes confiar en mí.

—Pero confío en ti. —Ella protestó levemente cuando él la colocó


encajando su espalda contra su pecho, con su duro pene acomodándose en la
apertura de su trasero, como si perteneciera allí—. No quiero que sufras por mi
placer.

Nico se rió entre dientes, bajo y sexy en su oído. — ¿Se siente como que
estoy sufriendo?

Ella no tuvo respuesta para eso, cuando él bombeo con su polla a través de
la grieta caliente de sus nalgas. Él ronroneó en su oído, sorprendiéndose mientras la
pasión se agitaba un poco en su interior.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Duérmete, Riki. Voy a estar bien.

—Pero…

—Duerme. —Él cortó sus protestas con un suave apretón de cintura, con su
mano moviéndose para tomar su pecho y tirar suavemente de su pezón—. Es una
orden.

Lo sintió relajarse detrás de ella, pero la mente inquieta de Riki la mantuvo


despierta. Nico era un hombre especial. Dudaba que cualquier otro hombre hubiese
puesto su placer por encima del suyo. Nico era un príncipe, tanto literal como
figurativamente. Tuvo que sonreír ante la idea y se acurrucó contra él. Él estaba
dormido, pero incluso en sueños, acunaba su cuerpo suavemente, su pene todavía
semi-duro se apoyaba contra ella.

Riki deseó atreverse a entregársele plenamente, pero estaba tan


desesperadamente aterrada. Lo deseaba, de eso no había duda, pero temía lo que
ocurriría después de que se entregara a él. ¿La abandonaría? No lo creía, pero
realmente no tenía manera de saberlo con certeza. Aún más importante, ¿serian

121
El Club de las Excomulgadas
capturados por Lucan? Si era así, su pureza era lo único que podía salvarla. ¿Podría
renunciar a su única protección?

Riki no estaba segura. De hecho, no estaba segura de nada. Su corazón


estaba confundido. Extraños y nuevos sentimientos estaban produciéndose en su
interior por este hombre especial que la tenía tan cerca esta noche, sin pensar
mucho en su propia comodidad. Sería tan fácil enamorarse de Nico. Riki tenía
miedo de estar medio enamorada de él ya. Pero ¿podría él corresponderle?

Nico era un príncipe, y no importaba lo que dijera acerca de su herencia, ella


no era más que una esclava fugitiva. Desde el momento en que había sido robada
de su hogar y de su familia, había sido una posesión, un juguete, un peón para ser
objeto de comercio y trueque entre hombres más poderosos que ella. Riki no

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


volvería a eso, pero sabía muy bien que no podía tener ninguna opción en ese tema.
Si fuera capturada, todas sus opciones se habrían ido.

En realidad, todo se reducía a este momento, y a este hombre. Riki se volvió


en sus brazos, mirando su hermoso rostro, relajado durante el sueño. Él era
realmente hermoso, tanto por dentro como por fuera. Y era cariñoso y
desinteresado también. Lo había aprendido de primera mano.

Nico había sido tan amable con ella, tan dulce. Oh, cómo deseaba poder
hacer el amor con él plenamente. Sabía que él sería un amante generoso, amable y
cariñoso. El anhelo de su pene brotó en su interior, humedeciendo su coño y
haciéndole retorcerse.

No se atrevió a llevarlo donde más quería, pero ya había saboreado su


esperma y quería más. Mirando hacia abajo entre sus cuerpos, él todavía estaba
semi-erecto. Haría falta poco, supuso, para llevarlo de vuelta a la dureza total y
luego a la misma altura de placer que le había ofrecido.

Haciendo acopio de valor, Riki hizo su camino por su cuerpo con su boca y
manos, colocando besitos aquí y allá, y lamiendo, lamiendo sus bordes duros y sus
pezones planos, haciéndose camino hacia el objetivo final.

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El Club de las Excomulgadas
Los ojos de Nico se abrieron al sentir una lengua suave girando alrededor de
su pezón.

Riki.

Él sólo divisó la parte superior de su cabeza, haciendo su descenso sobre su


cuerpo, Riki lo besó y lamió excitándolo en la forma más agradable. La pequeña
princesa era una aventurera.

—Espero que sepas en lo que te estás metiendo.

Su voz pareció asustarla. Riki se detuvo, sus manos eran suaves alrededor de
su pene, y lo miró. Nico casi gimió ante la pasión cristalina que leyó en sus bellos
ojos verdes. La luz era tenue, pero su visión era más aguda que la de la mayoría de

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


los humanos. Ser medio dragón tenía sus ventajas, después de todo.

—No te importa, ¿verdad? —su sensual voz se burló de sus sentidos.

— ¿Importarme? —Su respiración se dificultó mientras ella se movía hacia


abajo, apretando las manos sobre su dura polla un instante antes de llegar abajo con
su lengua para lamer la punta. Nico ahogó un gemido—. No me importa en
absoluto.

Él se volvió sobre la espalda y se agarró de las barras de la cabecera a


cualquier cosa para evitar agarrarla y fijarla debajo de su cuerpo mientras tomaba lo
que ella se negaba a darle. Quería follarla con desesperación, pero había hecho una
promesa. Ella vendría a él voluntariamente o no en absoluto.

Riki le sonrió antes de regresar a su completa concentración del asunto que


tenía entre manos. Tomó su polla en una delicada mano, guiándola a su boca
caliente, húmeda, mientras los dedos de la otra diabólicamente le frotaban las
pelotas. El fuego se disparó desde su ingle, el placer llenó sus sentidos, ella encontró
el punto justo detrás de su pesado saco que lo llevó aún más alto.

—Riki, amor, me vas a matar.

123
El Club de las Excomulgadas
Riki lo tomó profundamente hasta que la punta de su polla golpeó la parte
posterior de su garganta. Luego lo chupó, largo y fuerte, y él casi se perdió. Nico
enredó las manos en su cabello, tratando de levantarla, pero ella sólo siguió sus
pasos hasta el momento. No, esta pequeña zorra sabía lo que quería y lo quería
ahora.

¿Quién era él para negárselo?

Nico se recostó hacia atrás, dejando una de sus manos en su pelo,


simplemente porque le gustaba sentir los mechones suaves bajo sus dedos. Riki se
movió sobre él, aumentando su ritmo mientras le masajeaba las pelotas,
colocándose a sí misma entre sus piernas, arrodillada para una mejor posición.
Entonces, la brujita movió una de sus manos diestramente más abajo, masajeando

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


su trasero. Nico pensaba que iba a morir cuando uno de sus dedos mojados
encontró el apretado agujero allí dentro y empujó.

Riki estableció un ritmo suave conduciendo su boca sobre su polla, con una
mano apretando sus pelotas y con un dedo de la otra mano profundizándose en su
trasero, masajeándolo desde el interior. Nico sabía qué estaba perdido.

Gimió profundo cuando se corrió en su boca. Riki se tragó hasta la última


gota, con el exceso capturado en su lengua y lamiéndolo desde el fondo con cada
espasmo de placer que asolaba su cuerpo. Nunca había estado tan duro en la boca
de una mujer.

Nico supo en ese momento que realmente estaba arruinado para cualquier
otra mujer. Y no le importaba en lo más mínimo. Sería de Riki o de nadie, de ahora
en adelante. Ella era suya y él era definitivamente de ella, en todas las formas
posibles.

Nico jadeó, tratando de recuperar el aliento mientras bajaba desde el pico


más alto que jamás había alcanzado sólo con estimulación oral. Riki ronroneó
contenta a su lado, acariciando su cuerpo mientras se acurrucaba, satisfecha y

124
El Club de las Excomulgadas
cansada, casi como si hubiera necesitado su esperma para completarla,
permitiéndole relajarse y dormir.

La idea le calentó cuando la abrazó.

—Gracias, mi querida Riki, —susurró él, inclinándose para besar sus dulces
e hinchados labios. Cuando se retiró, ella le parpadeó, con soñadores y perezosos
ojos de mirada cristalina por la pasión.

—Fue un placer. —Su sonrisa le dijo que, efectivamente, había encontrado


placer en agradarle y Nico se contó entre los hombres más afortunados del mundo
en ese momento. Su compañera velaba por su comodidad. Estaba eligiéndolo a él,
si se daba cuenta de ello o no. Este era un gran paso más cerca de su objetivo. ¡Ella
sería suya! Más temprano que tarde, si esto daba alguna indicación.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Duerme, cariño. —La envolvió en sus brazos y ella estuvo dormida antes
de acomodarse. Su confianza en él era completa.

Nico se quedó dormido una vez más, más profundo esta vez, repleto de
pensamientos hacia su compañera que estaba llegando a confiar en él, que tal vez le
amase tanto como él ya la amaba.

Salieron con las primeras luces en la carreta de color azul brillante de Drake.
Él tenía un equipo de magníficos caballos blancos alineados para tirar de la carreta,
estaba cerrada a los lados y en los extremos. En el interior, Riki encontró un
espacio de vida suntuoso, con un colchón gigante y una multitud de almohadas
suaves y de colores alegres.

La ropa de Drake estaba en una alacena, mientras los instrumentos


musicales estaban embalados cuidadosamente por todas partes. Otro armario
contenía comida y artículos de cocina, otro con mantas y pieles. Con todo Drake
parecía bien surtido para cualquier contingencia. Esta era realmente una casa sobre
ruedas y Riki nunca había visto nada igual.

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El Club de las Excomulgadas
Los hombres montaban delante en el asiento de tabla, dejando a Riki en el
interior del vagón, tanto para ocultarla cuando salían de la ciudad, como porque las
mujeres gitanas por lo general iban bien escondidas a la luz del día. Los hombres
trataban con el mundo exterior, mientras las mujeres eran las que mandaban en el
interior. Las mujeres Gitanas generalmente se observan sólo en la capacidad
profesional, como cantantes, músicos, bailarinas, adivinas, y similares, siempre
vigiladas cuidadosamente por sus hombres guerreros. Los Gitanos eran hombres
muy celosos de sus mujeres, lo que trabajaba a su favor al tratar de sacar a Riki
fuera de la ciudad sin levantar sospechas.

Dejaron las puertas de la ciudad con poca fanfarria. Algunos de los guardias
le preguntaron a Drake que cuando pensaba podría estar de regreso, lo que indicaba
que habían disfrutado de su música y le darían la bienvenida a una nueva visita.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Las cosas de costumbre, suponía ella, mientras escuchaba desde dentro de la
seguridad de la carreta, conteniendo la respiración para ver si eran detenidos y
registrados.

Pero la suerte estuvo con ellos y dejaron atrás la ciudad con bastante
facilidad. Era casi deprimente después de lo que habían pasado para llegar hasta
aquí, pero Riki dio las gracias al destino que le permitió llegar hasta esta distancia
de Lucan. Cada paso de los caballos la llevaban más lejos de su locura y más cerca
de la libertad.

Después de una hora o dos, Nico llamó a la puerta pequeña en la parte


delantera del vagón, justo detrás del asiento de tablas. Luchando para abrirla, Riki
se mostró curiosa acerca de su ubicación.

— ¿Estás bien ahí dentro? —preguntó en voz baja Nico.

Ella asintió. —Es muy cómodo.

—Puedes dejar esta puerta abierta ahora, si quieres un poco de aire fresco.
No nos hemos cruzado con nadie por este camino en un tiempo. Es probable que el

126
El Club de las Excomulgadas
tráfico sea ralo de aquí en adelante. No muchos que desciendan del norte en esta
época del año.

— ¿Por dónde vamos? —preguntó Riki, sonriendo mientras aseguraba la


puerta posterior para que no se balanceara con el movimiento de vaivén de la
carreta.

—Al norte de Jinnfaire —respondió Drake—. Es una Reunión de gitanos,


cerca de la frontera norte de Skithdron. Esta vez por lo menos. Es en un lugar
diferente cada vez. —Drake se encogió de hombros—. En secreto llegó la noticia de
Jinnfaire. Funciona a favor nuestro en este momento, así que ahí es a donde
iremos.

— ¿No se reúnen con frecuencia? —Riki luchó contra su fatiga mientras el

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


carro se tambaleaba.

—No, en absoluto. Este es el primer llamado en Jinnfaire en más de una


década. —Drake le sonrió y luego volvió su atención hacia el equipo de caballos.

— ¿Por qué no descansas un poco, cariño? —dijo Nico cuando ella bostezó
y le indicó de nuevo el vagón—. Tenemos un largo camino por recorrer y aun estás
recuperándote.

—Hay mucha comida ahí también, —comentó Drake—. Siéntete libre de


comer lo que quieras. Podemos conseguir más y suelo llevar provisiones para varios
meses. Solo tomará un par de días llegar a Jinnfaire.

Riki volvió a bostezar. —Creo que haré eso. Despiértame si me necesitas,


¿de acuerdo?

Los hombres estuvieron de acuerdo con ella y se hundió en el interior en


penumbra de la carreta para ir directamente hacia la cama suave, esponjosa y
atractiva.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Diez
Riki se derrumbó en un sueño agotado en la parte trasera de la carreta
mientras Nico y Drake iban en el frente. Ella estaba a salvo allí, Nico lo sabía, bien
escondida de cualquiera que pudiera pasar.

—Ella tiene la magia, sabes. Lo reconocí en el momento en que comenzó a


cantar anoche, —la voz de Drake era contemplativa mientras conducían el carro en
la silenciosa mañana.

—Hay algo... pero no sé qué es exactamente —finalmente admitió Nico.

—Es la magia de los Jinn. Algunos lo tienen, pero nunca lo había sentido

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


tan fuerte como anoche. Ella puede influenciar a la gente con su canción. Es un
secreto entre los Jinn, sólo conocido por los bardos entre ellos.

—Los cuales son la mayoría, —Nico completó mientras Drake asentía con
un gesto de cabeza.

—Es cierto, pero aún es un secreto. ¿Nunca te preguntaste por qué los
músicos Jinn son tan buscados? Es su capacidad para influir en una multitud o
incluso en un solo oyente de cualquier manera que deseen. Ayer por la noche, tu
chica tenía a todas las personas en esa habitación común bajo su hechizo, para
hacer con ellos lo que quisiera. Es un regalo peligroso y sorprendente.

—Ella ni siquiera es consciente de ello, no lo creo.

—Entonces es aún más peligroso. Tenemos que llevarla a la feria de los Jinn
para algo más que su seguridad física. Puedo enseñarle un poco, pero no tengo un
don muy fuerte, no como un verdadero Jinn. Ellos podrán enseñarle cómo
controlarlo y usarlo. Más precisamente, cómo usarlo con seguridad.

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El Club de las Excomulgadas
Riki sorprendió a los hombres durmiendo durante todo el día. Nico la revisó
unas cuantas veces, haciendo una pausa para moverle el hermoso pelo fuera de la
cara.

La pobre chica abandonada estaba simplemente agotada. Lucan la había


mantenido muerta de hambre, golpeada y sin dejarla dormir bien por demasiado
tiempo. Su cuerpo se estaba poniendo al día, comiendo bien por primera vez en
años, sin tener que lidiar con moretones nuevos cada pocos días, y durmiendo hasta
saciarse.

Nico permaneció allí, mirándola respirar. Se había enamorado de esta


pequeña mujer tan profundamente, tan instantáneamente, que incluso estaba un
poco sorprendido por la intensidad de sus sentimientos. Sin embargo, sabía que era

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


algo de los dragones y caballeros. Invariablemente sabían casi desde el momento en
que conocían a su pareja destinada y se dejaban caer fuerte y rápido en un amor
que duraba toda la vida. Nico no había pensado que alguna vez encontraría a la
mujer que podía hacerle eso a él, pero estaba feliz de saber que había estado tan
gloriosamente equivocado.

Es cierto que se había sentido un poco envidioso de su hermano mayor,


Roland, cuando al principio había visto lo feliz que era Roland con Lana. Pero
Lana no había tenido el efecto sobre Nico que Riki tenía. No importaba que fueran
gemelas, era el alma brillante de Riki lo que hacía que la amara.

— ¿Aún sigue durmiendo? —le preguntó Drake con simpatía mientras Nico
subía de nuevo en el asiento de tablones desde la parte trasera de la carreta. Dejó
caer la cortina delante de la puerta pequeña para que la luz del sol desvaneciéndose
no molestara a Riki mientras dormía.

—Necesita el descanso —Nico asintió con un gesto de la cabeza mientras se


ponía tan cómodo como podía en el asiento acolchado.

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El Club de las Excomulgadas
—He oído rumores de otros Jinn acerca de ella, aunque no sabía quién era
en ese momento. Los Jinn han estado manteniendo un ojo en ella, incluyéndola en
sus oraciones. Será bienvenida entre ellos por lo que sufrió, por lo menos.

—Ese es un infierno de razón para ser bienvenida, —Nico suspiró


pesadamente.

—Lo más importante ahora es que está a salvo contigo. Lograremos que
cruce la frontera con la ayuda de los Jinn.

— ¿Lo haremos? —Nico dejó que la desesperación de su situación estuviera


a punto de desbordarlo por un momento. Intentaba con tantas ganas mantener una
actitud positiva, especialmente frente a Riki, pero de vez en cuando tenía sus dudas
acerca de cómo iba a mantenerla a salvo durante su intento de cruzar la frontera.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Lo haremos. —Drake lo miró, con los ojos duros—. De eso no tengo
duda.

—Espero que tus hermanos Jinn estén tan seguros y sean tan serviciales
como tú crees.

—Si las cosas se ponen peor, Nico, estaré aquí para ti. Mi palabra tiene algo
de peso entre los Jinn. Por lo menos, tendrán que dejarnos marchar sin ser
molestados si se vuelven hostiles. Tienen reglas entre la Hermandad y las conozco
bien.

Nico le dio una palmada a su viejo amigo en la espalda. —Me alegro de que
estés aquí, Drake. No podía pedir una mejor ayuda en este viaje, y no soy
demasiado orgulloso para admitir que mi mujer y yo podemos necesitar cada
pedacito de tu habilidad y ayuda antes de que todo esto termine.

—Es por lo que estoy aquí, —dijo Drake sonriendo—. Sirvo al reino, y a ti,
Nicholas. Cuando juré estar a tu servicio, era de por vida, y no lo hice a la ligera.

130
El Club de las Excomulgadas
Nico asintió, conmovido por las palabras sinceras de Drake. —No lo tomé a
la ligera por mi parte tampoco, Drake. Tu casa está en Draconia y así será siempre.

—Pero mi papel se juega mejor en otras tierras. Al menos por ahora, —una
sombra de un viejo dolor atravesó el rostro cincelado de Drake y Nico supo que
estaba pensando en su familia y en las duras palabras que se habían dicho entre
padre e hijo antes que hubiese dejado su hogar para elegir su camino.

Aunque en verdad, dos padres lo habían criado, estaba claro por el pelo
rubio brillante y las facciones pícaras, cuál de los caballeros era su padre. Sir Declan
era un hombre duro, con muy pocas palabras de bondad para el hijo que era tan
parecido a él. Pero Declan era un caballero ejemplar, ayudante del mismo rey, y
muy respetado. Había sido difícil para Drake, a la temprana edad de quince años,

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


estar a la altura de su ejemplo y de sus expectativas. —Tu familia te ama, no
importa cuál sea el camino que elijas.

Nico vio la mueca en el rostro de Drake, pero el otro no habló más sobre el
tema. Algunas heridas eran demasiado dolorosas para analizarlas. Nico lo
entendía.

—Será mejor que acampemos antes de que esté demasiado oscuro, —dijo
Drake tranquilamente unos momentos después—. Conozco un lugar relativamente
seguro, un poco más adelante.

El sitio que Drake había prometido era tan bueno como cualquiera y mejor
que la mayoría en esta tierra de skiths y soldados hostiles. Rodeado por tres lados
por altas rocas que hacían que fuera imposible para el hombre o para el skith
aproximarse, solamente un flanco necesitaba ser vigilado y eso podría llevarse a
cabo con bastante facilidad haciendo fuego en las canteras que ya estaban
colocadas para tal fin.

—Este es un lugar habitual de parada para los Jinn que recorren este
camino. Estoy un poco sorprendido de que seamos los únicos aquí, pero con la
feria de los Jinn tan cerca, supongo que todos han avanzado más al norte. —Drake

131
El Club de las Excomulgadas
estaba ocupado, arrastrando madera de los bordes de los árboles y
complementándolo con un poco de la muestra que mantenía almacenada en su
carro. El fuego era una necesidad si querías pasar la noche acampando en
Skithdron sin ser molestado.

Cuando se puso a trabajar en desencadenar una llama con la roca y el filo de


metal, Nico le dio un codazo para que se apartara. Llamando simplemente un
toque de calor de su dragón, dispuso la leña para una combustión lenta y en unos
instantes un resplandor alegre ya estaba allí.

—Muy bonito. —Drake se rió entre dientes mientras repetían el proceso en


los otros dos pozos de fuego, trazando una línea delante de la carreta que estaba
cómodamente protegida por todos lados de los skiths por lo menos.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Será mejor que despierte a Riki. Querrá lavarse y debe comer. —Nico se
dirigió hacia la carreta, entrando sin hacer ruido para no asustar a su princesa
durmiente.

Un suave mordisco en la mejilla fue lo primero que despertó a Riki. Su


mano se levantó para apartar las distracciones, pero fue capturada suavemente en
una mano cálida y su mano fue colocada sobre una mejilla sin afeitar.

Nico.

Su nombre pasó por su mente mientras sus labios reclamaban los de ella en
un alegre beso suave y amoroso. Riki se estiró debajo de él, disfrutando de la forma
en que sus manos moldeaban su cintura y acariciaban sus muslos mientras sus
labios jugaban con los de ella.

Por fin se apartó.

—Buenas noches cariño.

— ¿Qué hora es? —Riki quería mirar por la puerta del pequeño vagón, pero
sus ojos se quedaron pegados en Nico. Era tan guapo y tan amable.

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El Club de las Excomulgadas
—Es justo antes del atardecer y estamos estableciendo un campamento para
la noche.

—Estoy toda girada. Estaré despierta toda la noche y dormiré todo el día.
No sé qué hora es en absoluto.

Nico se rió y le besó en la frente antes de retroceder. —Todo está bien.


Puedes lavarte en el arroyo cercano, después todos tendremos una buena cena y
nos acomodaremos para la noche. Es demasiado arriesgado seguir viajando en
carreta por la noche con la posibilidad de un ataque skith.

Eso despertó a Riki plenamente ante el peligro continuo. Se incorporó y se


estiró, dejando el vagón unos momentos después. Nico vigilaba mientras ella se
lavaba en la corriente, entonces regresó al campamento para ver si podía ayudar

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


con los preparativos de la cena, pero los hombres tenían las cosas bajo control.

Drake tenía las cosas guardadas sobre el fondo y los lados de su carreta, así
que todo lo que necesitaba estaba a su alcance. Riki se maravilló de los
compartimentos ocultos incorporados en el vagón azul. Algunos eran
verdaderamente ingeniosos y estaba segura de que él no estaba mostrándolos todos.
Era un espía, después de todo.

La cena fue deliciosa y más aún por la compañía. Nico era atento, llenando
su plato y volviendo a llenar su taza cuando se vaciaba, y la conversación era
amable y divertida. Drake contaba historias de sus viajes, y algunas de las aventuras
que él y Nico habían tenido cuando eran más jóvenes. Riki entendió mejor los
profundos vínculos entre los dos hombres y envidió sus cuentos de una infancia
despreocupada y de su amistad cercana.

Nico era tan perfecto, tan cariñoso. Bendijo el día en que había llegado a ella
y la había sacado de su miseria con Lucan. Nico era mágico, un dragón de leyenda,
y un hombre que hacía que su corazón latiera más rápido con una atracción
innegable.

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El Club de las Excomulgadas
Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, era difícil para Riki
asimilarlo todo. Nico había aparecido en el momento menos probable y la había
rescatado de un tirano sádico, volando con ella lejos y manteniéndola a salvo.
Añadió a eso la increíble atracción que sentía por él, incluso antes de que supiera
que podía liberarla y Nico era una tentación poderosa que ella anhelaba con todo
su corazón.

¿Por qué estaba guardando tan celosamente su pureza de todos modos?


Ahora, completamente descansada y pensando más claramente mientras Drake
tocaba una tonada tranquila en su laúd y se sentaban alrededor del fuego,
saboreando un delicioso vino de Oporto, Riki pensó sobre sus opciones. Si bien era
cierto que su virginidad la había protegido de la peor de las perversiones de Lucan,
Riki conocía su temperamento. También sabía que al escapar como lo había hecho,

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


haciendo que Lucan tuviera que recapturarla, no sería nada suave. La golpearía y
torturaría de todas las maneras en que pudiera, como castigo por desafiarlo. Ya lo
había hecho antes.

Lucan estaba tan loco en este momento, que ella no estaba segura de sí no la
mataría. La parte racional de su cerebro parecía tener cada vez menos control en
los últimos tiempos, mientras el malvado animal dentro de él se hacía cargo. Lucan
fácilmente podría matarla y ella sabía que probablemente no sería una muerte
rápida o fácil. No, Lucan le haría pagar cruelmente antes de finalmente poner fin a
su vida.

Entonces, ¿qué más daba si era virgen o no? De alguna manera, podría
matarla más rápido si ella perdía su poder curativo. Una vez que Lucan descubriera
que ya no era de más utilidad para él de esa manera, su rabia podía causar que la
asesinara rápidamente. Sólo podía rezar por tal fin si él se las arreglaba para re-
capturla.

O podría suicidarse antes de que Lucan tuviera la oportunidad de hacerlo.


Riki se preguntó si tendría el valor de hacerlo si la captura se hacía inevitable. No
estaba segura, pero si todo se reducía a la muerte en sus propias manos frente a una
lenta muerte dolorosa y tortuosa con Lucan, pensó que podría elegir la primera. La

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El Club de las Excomulgadas
bella y afilada cuchilla que Drake le había comprado y Nico le había dado debía de
funcionar. Ella la llevaba ahora, como le habían dicho que la mayoría de las
mujeres Jinn hacían, atada a su muslo discretamente debajo de sus faldas. Incluso
había una pequeña hendidura en el bolsillo a través del cual acceder a ella sin
levantarse la falda. Las mujeres Jinn eran aparentemente hábiles para defenderse y
Riki pensó que debía ser agradable ser Jinn, ser libre para vagar donde el viento la
llevara a vivir su vida en sus propios términos.

Una moneda de cobre cayó en su regazo y Riki se apartó de sus cavilaciones


para mirar por encima hacia Nico. Su sonrisa era cálida y atractiva. Él asintió hacia
el centavo de cobre. —Por tus pensamientos, —dijo, tentándola a burlarse de él
enseguida.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Oh, valen más que esto, estoy segura.

Nico se rió entre dientes y buscó en su bolsillo, inclinándose y tirando un


puñado de monedas en su regazo. —Esto es sólo parte de lo que ganaste con tu
hermosa canción anoche. —Se encogió de hombros—. Es tuyo de todos modos,
pero todavía estoy curioso acerca de lo que puso una expresión tan dura en tu cara.

Pero Riki no quería volver a examinar sus pensamientos oscuros. En


cambio, jugó con las monedas tintineantes, haciéndolas pasar a través de sus dedos.
Nunca había tenido ninguna moneda por su cuenta. No así.

—Realmente me gané estas, ¿no? —El pensamiento la asombró. Drake


terminó su canción en el laúd.

—Podrías hacer una gran vida como bardo, milady. Cuando estés cansada
de Nick, ¿por qué no me echas un vistazo a mí? Podríamos hacer música juntos.

Su cómica mirada maliciosa la hizo reír, aunque Nico se erizó un poco


debido al divertido buen humor. Estos hombres eran tan especiales para ella. La
Madre de Todos le había estado sonriendo cuando había puesto a Riki en el camino
de Nico.

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El Club de las Excomulgadas
—Lo siento, Drake. Mi corazón pertenece a Nico. —El pensamiento salió
antes de que pudiera censurar sus palabras. Oyó jadear a Nico y se atrevió a mirar
hacia él en la luz del fuego. Parecía aturdido. Un poco como ella se sentía.

¿Ella lo amaba? ¿Se atrevería? La respuesta llegó en un instante... un sí


rotundo. El corazón de Riki se aceleró al darse cuenta de la verdad. Estaba
enamorada, profundamente enamorada de Nico. No había forma de negarlo. No
había vuelta atrás. Lo amaba. Riki nunca pensó que alguna vez sentiría algo como
ese ligero y boyante sentimiento. Nunca pensó que pudiera llegar a tener la
oportunidad. Pero la certeza de que amaba a Nico cantó a través de su alma,
iluminando los lugares oscuros y llevando esperanza donde momentos antes había
desesperación. La sensación la sorprendió desde la cabeza hasta los pies y ella
quería una oportunidad de abrazarla fuerte, hacerla madurar y examinarla, pero

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Nico la miraba extrañado. Él la miraba como si supiera que algo estaba pasando en
su mente y que ese algo tenía que ver con él.

Bebiéndose lo último de su Oporto, Riki se levantó un poco torpemente de


su asiento junto al fuego.

—Voy a entrar. Buenas noches, Drake. Nico. —Habían discutido


anteriormente, ella dormiría en la parte de atrás de la carreta, mientras que los
hombres se turnarían para vigilar y dormir en la parte delantera.

Riki sabía que estaba siendo una cobarde, pero tenía que pensar en esto.
Tenía que reevaluar sus decisiones a la luz de este nuevo descubrimiento. El amor
lo cambiaba todo. Al menos lo hacía para ella. Nunca había estado enamorada
antes, y eso cambiaba todas sus percepciones de lo que era más importante.

Nico.

Nico era la cosa más importante en su vida. No su seguridad. Ni sus


preocupaciones de ser capturada por los hombres de Lucan. Nada más que Nico y
hacerlo feliz.

Y sabía cómo hacerlo, pero todavía tenía miedo.

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El Club de las Excomulgadas
Sólo que el miedo había cambiado desde las posibles consecuencias de hacer
el amor con Nico hasta el acto en sí mismo. Era virgen, y aunque había visto a
Lucan tomar a sus amantes en todas las formas, nunca lo había experimentado ella
misma. Tenía miedo de que le doliera. Y tenía miedo de parecer una tonta.

Aunque sabía que Nico sería paciente y amable, no quería decepcionarlo por
su falta de experiencia. Rápidamente renunció a la idea de permanecer virgen. Eso
parecía tan insignificante ahora, ante la posibilidad de no hacer el amor con el
hombre que amaba. No, quería a Nico más que a nada, más que su propia
seguridad, sus poderes curativos o cualquier cosa.

— ¿Riki? —Nico fue donde ella estaba dentro del vagón, con la
preocupación sobre su hermoso rostro y supo que estaba perdida. — ¿Qué sucede?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—La tomó en sus brazos mientras ella temblaba, su decisión tomada.

—Hazme el amor, Nico, —le susurró al oído, mordisqueando suavemente


su oreja—. Ya no quiero ser una bruja. Quiero que me hagas el amor.

Nico retrocedió, con la sorpresa clara en su rostro. Sorpresa y una tierna


pasión floreciendo en sus ojos.

— ¿Renunciarías a tu única protección contra Lucan por mí?

—Prefiero morir a no estar contigo.

El aliento se quedó atrapado en el pecho de Nico. Él también lo sentía. La


necesitaba tanto, renunciaría a todo, a su casa, a su título, a su familia, incluso a su
vida, sólo para estar con ella. Nico la deseaba con una pasión que no superaba nada
en su vida. Ella era suya. Era así de simple.

—Te deseo tan desesperadamente, mi Arikia.

Sus crudas palabras parecieron aturdirla mientras sus ojos se llenaban de


lágrimas. Pero eran lágrimas de alegría, Nico lo sabía, porque sentía el mismo

137
El Club de las Excomulgadas
asombro mientras sus almas se acercaban la una a la otra, formando lazos
tentativos que sólo se volvería más fuertes con el tiempo.

— ¡Oh, Nico! —Riki se estiró para besarlo tan profunda, tan tiernamente,
que tocó su alma. Cuando ella se hizo hacia atrás, las lágrimas corrían por su
rostro—. Yo también te necesito. Tanto. Nunca pensé...

Nico la aplastó contra su pecho, deleitándose en el momento. Nunca antes


había querido desesperadamente escuchar esas palabras de una mujer. De hecho,
nunca se las había dicho antes a ninguna mujer que hubiera conocido. Hasta este
momento, con esta mujer, nunca había amado realmente antes. Todo estaba
perfectamente claro. Riki era su destino, como él era el de ella. Juntos enfrentarían
el resto de sus vidas, por largas o cortas que fueran.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


¡Cuánto la deseaba! Y la tendría, pero ella tenía que saber la verdad primero.
— Riki, mi amor, me siento honrado de que estés dispuesta a renunciar a tu poder
y a tu única protección, por mí. Nunca sabrás lo mucho que significa para mí ese
regalo. —Le acarició el pelo hacia atrás con ternura—. Pero es necesario que sepas,
que no perderás nada, excepto tu virginidad cuando te tome. Tus dones
permanecerán y serán aún más fuertes con el tiempo.

Ella parpadeó hacia él con escepticismo. — ¿Estás seguro? Lucan siempre


decía…

—No sé de dónde sacó esa idea ese maniático, pero es totalmente falsa. Tus
hermanas y tu madre están casadas y, ciertamente, no son vírgenes, y sus poderes
se encuentran entre los más fuertes de la tierra. No perderás tus dones, créeme, —le
besó la frente, incapaz de resistirse a mordisquear sus mejillas suaves.

—Pero Loralie la bruja le dijo que sería así.

Nico se enderezó, pero no la soltó. Nunca la dejaría salir de sus brazos otra
vez, si tuviera la opción. —Loralie parece estar implicada en gran parte a lo que se
refiere a la seguridad de Draconia, ya sea para bien o para mal, en última instancia,
no puedo decirlo con claridad.

138
El Club de las Excomulgadas
—Cuando Lucan se alió con el rey Salomar, parte del trato fue que Loralie
vendría donde Lucan y lo trataría... lo convertiría en lo que viste.

— ¿Tratar de combinarlo con los skiths? ¿Es eso lo que estaban haciendo? —
Riki se estremeció en sus brazos mientras asentía con un gesto—. Y Loralie le dijo
a Lucan que perderías tu don de curación si no eras virgen. —Nico frotó círculos
reconfortantes sobre su espalda mientras la abrazaba, pensando en toda la
información que tenía sobre los hechos siniestros de Lucan—. Tal vez te sorprenda
saber que Loralie también le dijo a tu hermana que te podríamos encontrar en
Skithdron.

— ¿Por qué haría eso? —La columna de Riki se puso rígida mientras
recuperaba algo de su compostura.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Empiezo a sospechar que no es tan mala, al menos no en algunas de sus
acciones, como siempre hemos creído. Tal vez le dijo a Lucan que te mantuviera
virgen para evitar que fueras violada y torturada sexualmente por esa malvada
criatura que había ayudado a crear.

—No entiendo por qué me ayudaría ni siquiera en eso, —Nico le frotó los
hombros, necesitando reorientar su mente a cosas mucho más agradables.

—Todo se aclarará en el tiempo, estoy seguro. Pero por ahora, cariño, creo
que tenemos asuntos más importantes que atender.

— ¿Cómo cuál? —Ella sonrió coquetamente hacia él, haciendo que su


corazón brincara un poco ante su belleza. Nunca dejaba de robarle el aliento.

—En el placer, mi dulce virgen. Para los dos. Pero especialmente para ti.
Esta primera vez, quiero que aprendas el placer que puedo darte. Quiero que
disfrutes cada momento. Si algo que haga te molesta, espero que me lo digas de
inmediato.

Riki lo miró a los ojos, sonriéndole con confianza. Era una responsabilidad
embriagadora y algo que recordarían por el resto de sus vidas. Con cuidado, bajó la

139
El Club de las Excomulgadas
cabeza, tocando sus labios con los de ella en un saludo breve mientras la atraía
contra su tensa erección.

Ella sabía a miel y a rosas, a dulce y a pura. Nico temía que fuera demasiado
buena para alguien como él, pero no tenía la fuerza para dejarla ir. No, la quería
toda para él por el resto de sus vidas. Nico por fin había encontrado a su compañera
y la apreciaría y la mantendría entre sus brazos para siempre.

Pero primero la reclamaría.

Nico atrapó su lengua para que entrara en su boca, succionándola


suavemente, disfrutando de sus pequeños gemidos de emoción. Ella era tan nueva
en este tipo de juego amoroso que chilló y Nico disfrutaba mucho con su papel de
maestro. Nunca había tenido una virgen antes y sabía con certeza, que nunca más

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


tendría a otra mujer. Sólo a Riki.

Puede ser que tomara un poco de tiempo para que ella creyera eso, pero
disfrutaría cada momento de él. Sin embargo, Nico decidió ir tan lento como
pudiera para no asustarla. Riki estaba todavía un poco nerviosa, con buena razón, y
no quería arriesgarse a perderla porque la hubiese presionado mucho, demasiado
rápido.

—Nico —gimió ella en su boca y el sonido lo hizo tensarse en su contra.

Tan suave como pudo, sacó su hermoso vestido por encima de sus hombros,
apartándose de ella sólo lo suficiente para eliminar la barrera entre ellos. Sus dedos
fueron a los lazos de su camisa, inflamándolo. Ella estaba ansiosa y preparada, casi
desesperada por lo que él podía darle y el pecho de Nico brincó con satisfacción y
hambre desesperada.

— ¿Sabes lo especial que eres? —Le susurró al oído mientras se movía hacia
abajo, adorando su piel con su boca—. ¿Puedes sentir lo que me haces? —Nico
apretó las caderas hacia delante entre sus muslos, disfrutando de su suavidad contra
su muy dura polla—. Me prendes en fuego, Arikia. Sólo tú.

140
El Club de las Excomulgadas
Él arrastró sus labios por su delicado cuerpo, deteniéndose en el camino para
jugar con sus pechos, pero también deteniéndose aquí y allá para besar las
cicatrices, dejadas por su terrible experiencia como prisionera de Lucan. Nico sabía
que necesitaba su ternura tanto como su pasión. Ella, sin duda, había visto cosas
que harían que tuviera miedo de lo que podría ocurrir entre un hombre y una
mujer. En vista de ello, la voluntad de Riki de hacer el amor con él, lo asombraba y
humillaba.

Haciendo una pausa para lamer una pequeña cicatriz que se extendía por su
abdomen hasta el ombligo, se adentró en la pequeña muesca con la lengua. La
risita de niña de Riki mientras él le hacía cosquillas fue música para los oídos de
Nico. Eso era lo que quería. Quería liberar su naturaleza despreocupada, llegar a la
mujer que debería haber estado protegida y amada toda su vida y que nunca

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


debería haber conocido ni un momento de dolor. Nico sabía que no podía borrar
todas las dificultades que había enfrentado, pero podía llenarla de amor y cuidarla
por el resto de sus días. Y lo haría. Pero primero la haría suya de todas las formas
posibles.

La boca de Nico se arrastró hacia abajo por su cuerpo hasta que llegó al
final, arrodillándose ante ella. Mirando hacia ella, Nico se reunió con su mirada
sorprendida y se la sostuvo mientras levantaba uno de sus dulces muslos encima de
su hombro. Nico sonrió con satisfacción cuando el dragón en él pregonó. ¡Esta
mujer era suya!

Inclinándose, él lamió el pequeño botón de su clítoris, amando el gemido


jadeante que salió de sus labios y la crema caliente que se deslizó desde su apertura.
Con dedos suaves, él jugó en su entrada, revistiendo sus manos con su crema,
deslizando primero uno, luego dos dedos dentro, estirándola un poco para lo que
estaba por venir.

Riki no podía creer lo que Nico estaba haciendo. La tenía extendida


perversamente por encima del hombro, sosteniéndola casi inmóvil para sus deseos.
Y a ella le encantaba cada minuto de ello, cada lamida, cada toque, cada
movimiento juguetón de su lengua.

141
El Club de las Excomulgadas
Cuando los dedos largos extendieron el canal que estaba tan hambriento por
él, ella jadeó y sus rodillas se pusieron débiles. Pero Nico estuvo allí para
sostenerla. Sus dedos se movieron hacia atrás mientras su boca se hacía cargo. Sus
labios mordisqueaban su clítoris, su lengua barrió a lo largo de sus pliegues. Dos
dedos se clavaron en ella, moviéndose ligeramente, estableciendo un ritmo que casi
la volvió loca. Su otra mano tomó su culo, con sus dedos deslizándose lentamente
hacia el agujero pequeño y secreto de allí.

Los dedos mágicos de Nico empujaron contra su entada trasera y un


conjunto completamente diferente de terminaciones nerviosas cobró vida dentro de
ella, enrollándose en su vientre y causando que un calor innombrable brillara a
través de su ser.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Córrete para mí nena —susurró Nico contra su clítoris. Su aliento cálido y
las palabras acaloradas se apoderaron de ella, empujándola más alto.

Con un pequeño grito jadeante, ella se apretó alrededor de sus manos,


corriéndose para él, ante su orden. Nico la sostuvo en el pico pequeño, removiendo
suavemente sus manos cuando ella había terminado la crisis. La acarició,
tomándola en sus brazos y yaciendo con ella en la gran cama de la parte trasera de
la carreta. La extendió ante él como si le perteneciera.

Y así era.

Riki no dijo ninguna objeción cuando Nico se subió encima de ella en la


cama después de descartar su ropa rápidamente. Le abrió las piernas con las suyas,
descendiendo sobre ella. Su polla dura se ubicó en su coño y se alojó entre los
pliegues resbaladizos, aparentemente contenta con descansar allí por el momento.

—Voy a hacerte mía, Arikia. Si quieres que pare, dímelo ahora.

—No te detengas, Nico. Te necesito.

Él le sonrió, la luz brilló en sus ojos color avellana. —Como te necesito, mi


corazón, mi amor, —Nico se inclinó y la besó, deslizando su polla dura a lo largo

142
El Club de las Excomulgadas
de los pliegues húmedos de su sexo, jugueteando, burlándose, tentándola para
tomarlo dentro. Sus labios dejaron un rastro bajando por su cuello, asentándose en
sus pechos maduros, volviéndola loca de necesidad.

La fiebre se elevó más y más alto. Pronto Riki estaba luchando contra él.
Ella sentía que si él no la tomaba pronto, podría morir de deseo.

—Nico —gritó mientras él se elevaba por encima suyo—. Por favor...

La mirada de Nico se trabó con la de ella mientras presionaba hacia abajo y


hacia adentro, uniéndolos poco a poco. La presión era implacable mientras se
empujaba hacia dentro, tirando hacia atrás de vez en cuando para facilitar su
camino. Con cada pequeño dar y tomar, entraba más profundamente, llenándola de
una sensación que nunca había sentido antes.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Riki chilló cuando la barrera se rompió, pero el dolor fue momentáneo. El
placer y el asombro de este hombre, de este momento, anuló todo lo demás. Nico
estaba en su interior ahora, era una parte de ella, aunque sólo fuera por esos
próximos momentos. Deseó en el centro de sus corazones, poder mantenerlo para
siempre.

—Ya está hecho. —Él se inclinó para besarla, descansando dentro de ella
durante un momento tranquilo mientras se acostumbraba a la sensación.

Pero muy pronto, ella empezó a retorcerse. Necesitando algo, aunque no


acababa de entenderlo. Sus caderas rodaron, haciendo que Nico gimiera mientras
empezaba a moverse. Él bombeó sus caderas lentamente al principio, sosteniendo
su mirada, y luego más rápidamente mientras ella encontraba sus embestidas con
sus propios movimientos excitados.

Riki estaba ardiendo, el fuego dentro aumentaba más y más alto mientras las
embestidas de Nico se volvían cada vez más potentes. Él se forjó en su interior,
provocando sus sentidos mientras su polla dura la reclamaba de la manera más
elemental. El dolor fue olvidado. La timidez dejada de lado. Sólo existía este
momento. Este hombre.

143
El Club de las Excomulgadas
— ¡Nico!

—Ya casi estamos ahí. —Él forzó la voz por encima de la de ella, un
gruñido masculino salido de lo más profundo de su garganta—. Córrete conmigo,
Riki, córrete conmigo ahora.

Riki casi perdió el conocimiento mientras la ola de pasión estallaba sobre


ella. Sintió a Nico tensarse dentro de ella, sus músculos poniéndose rígidos contra
su piel mientras su polla estallaba con chorros de esperma caliente, llenándola a
rebosar. Riki se deleitó en el placer que podía leer claramente en su rostro mientras
encontraba su propio pico alto, yendo a un lugar en el que nunca había estado antes
y ni siquiera había sabido que existía.

Exprimida y saciada por completo, Riki se movió hacia abajo desde la cima

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


del placer para quedarse dormida en los fuertes brazos de Nico. La mantendría a
salvo, lo sabía, en cuerpo y alma.

Riki se despertó mucho más tarde, en la suavidad, la calidez y la sensación


de una gran seguridad que nunca había sentido antes. Nico la había envuelto en sus
brazos, con su cuerpo en su espalda y pensó que nunca se había sentido más
cómoda y contenta. Moviéndose un poco, se dio cuenta del dolor en lugares que
nunca había sentido dolor antes y un rubor la cubrió hasta el cuello.

— ¿Ese rubor es por mí, cariño? —Nico susurró en su oído un momento


antes de enterrar sus labios en su cuello, haciéndole cosquillas y sensuales burlas al
mismo tiempo. Ella se retorció y se rió, tan diferente a su actitud sombría habitual,
disfrutando del momento y del hombre. Nico se retiró y se movió, mirando
profundamente sus ojos—. ¿Cómo te estás sintiendo en este hermoso día?

Ella sintió el calor subir de nuevo a sus mejillas mientras sonreía. —Estoy un
poco adolorida.

—Eso es de esperarse y lo siento, Riki, pero tengo que decirte que me hiciste
el hombre más feliz del mundo anoche. Gracias por tu precioso regalo,
desinteresado. Lo atesoraré y a ti, siempre. —Riki se quedó sin aliento. ¿Podría

144
El Club de las Excomulgadas
querer decir…?—. Y ¿estaba en lo cierto acerca de tu magia? Aún está ahí, ¿no? —
Su sonrisa fue entrañable mientras Riki jadeaba.

Haciendo un balance rápido, se encontró no sólo con que la magia seguía


siendo parte de ella, sino que era más fuerte que antes. —Está ahí y está...
conectada... a ti.

Su voz sonaba maravillada, pero él se limitó a sonreír más ampliamente. —


Nos unimos un poco anoche cariño. Se sintió maravilloso, ¿no es cierto? Espero
que no te importe.

¿Importarle? El pensamiento corrió a través de su cerebro. Nico no parecía


estar molesto por la idea de que podían estar unidos tan estrechamente.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Estaba a punto de reunir el coraje para preguntarle si podría querer algo más
que un romance corto, cuando Drake golpeó con fuerza en un lado de la carreta. —
¡Levántaos y brillad, dormilones! —La voz entusiasta de Drake sonó desde el otro
lado de la puerta pequeña a la carreta—. Tengo casi listo el desayuno y después
tenemos que irnos. Tenemos un largo camino por recorrer hoy y no hay tiempo que
perder.

La risa de conocimiento de Nico envió la sangre a subirse a sus mejillas de


nuevo, pero él la besó y sonrió.

— ¿Lo sabe?

—Por supuesto que lo sabe. Las paredes de este vagón son sólo tablas
delgadas de madera, después de todo. —Nico se sentó y comenzó a vestirse, con
una sonrisa masculina y demasiado contenta en su rostro.

—Podrías haberme avisado. —Riki intentó muy duro estar enojada con él,
pero se sentía demasiado bien para guardarle rencor.

—No me hubiera perdido un solo gemido o jadeo por nada del mundo,
cariño. Drake me conoce lo suficientemente bien como para burlarse de mí, pero si

145
El Club de las Excomulgadas
te hace sentir incómoda, le diré que no insista en el tema. —Riki no pudo evitar
reírse de su actitud arrogante. Oh, él estaba de un humor fino esta mañana, y sintió
cierta satisfacción por haberlo puesto allí.

Se levantó de la cama y se puso su vestido. —Si me hace sentir incómoda,


tal vez se lo diga. —Con una sonrisa descarada, se dirigió a la puerta, sólo para ser
capturada de la cintura para un beso largo, profundo y satisfactorio. Nico la dejó ir
eventualmente, y juntos marcharon hacia afuera para enfrentar la mañana y la
sonrisa burlona de Drake.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

146
El Club de las Excomulgadas

Capítulo Once
Nico tomó las riendas, mientras emprendían el camino hacia la feria de los
Jinn.

El desayuno había transcurrido en un ambiente amigable y satisfactorio.


Drake era un buen cocinero y un amigo aún mejor. Sabía instintivamente hasta
dónde llegar con sus burlas y no hizo que Riki se sintiera avergonzada. Por ello,
Nico le agradecería más adelante.

Drake se sumergió de nuevo en el vagón, y momentos después emergió con


unos pocos instrumentos musicales pequeños. Nico sabía que el bardo comenzaría

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


a probar los límites de los poderes de Riki y ayudaría a establecer algunos
fundamentos básicos para protegerla, si estaban en lo cierto acerca de su don
mágico y musical.

— ¿Toca algún instrumento, milady? —preguntó Drake cortésmente, como


si fuera simplemente curiosidad.

—No, —Riki respondió con tristeza y Nico pudo oír el anhelo en su voz.

Tal vez Drake no estaba equivocado acerca de cuan ciertas eran sus
sospechas acerca de su don. —Siempre me ha gustado la música, pero nunca he
tenido la oportunidad de aprender. Oh, tuve un pequeño silbato cuando era niña,
pero eso fue hace mucho tiempo. Mi hermana solía bailar y yo tocaba una melodía.
Creo que se llamaba "La lavandera".

—Ah, la conozco. —Drake se sumergió en un patrón complicado en su laúd


pequeño de viaje, impresionando incluso a Nico con la destreza de sus dedos
mientras volaban sobre el diapasón 1.

— ¡Eso es! —Riki exclamó sin aliento por la emoción, recordándole a Nico
cómo había jadeado su nombre por la noche. Pero tales pensamientos eran
1
Diapason: es un dispositivo metálico (generalmente acero) con forma de horquilla.

147
El Club de las Excomulgadas
peligrosos. Tenía que prestar más atención a la carretera y menos a la mujer
seductora que le había robado el corazón.

—Como puede ver, es más adecuado para un silbato o una pipa, pero puedo
falsearla en el laúd, también.

Mientras Nico dirigía los caballos, Drake le enseñó a Riki los rudimentos de
ambos, el laúd y el tambor de mano. Era algo natural para ella, incluso Nico lo
sabía, a pesar de que había tenido que trabajar muy duro para que él dominara
incluso los primeros acordes en el laúd que le enseñaron cuando era niño. Riki lo
entendió casi al instante, teniendo un sentido natural del ritmo y tono que le
ayudaba inmensamente. Nico estaba debidamente impresionado.

También quedó impresionado por la forma en que utilizó su voz las pocas

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


veces en que Drake la animó a cantar. No importaba lo que ella cantara, Nico se
veía profundamente afectado por las palabras y los estados de ánimo de las
selecciones. Cuando ella cantaba un lamento, él sentía como si su corazón fuera a
romperse, cuando cantaba una giga2, quería bailar y cantar. Y cuando cantaba una
canción de pelea, se sintió preparado para ir contra Lucan y todo su ejército con
una sola mano.

Ella podía influir en la gente con la magia de su voz, igual que Drake había
proclamado. Nico se convirtió en un creyente durante ese largo viaje, mientras
Drake le enseñó a través de sus pasos, todo incluso sin presionarla o dejar que se
diera cuenta de que estaba siendo probada.

Las cejas intencionadamente planteadas de Drake le hablaron


elocuentemente a Nico de la profundidad de su descubrimiento. Riki tenía un don
poderoso que impresionaba incluso a Drake, que estaba acostumbrado a tales
cosas. Eso sólo le hacía ver la importancia de su don a Nico.

Mientras el crepúsculo rodaba sobre el suelo y la roca estéril daba paso a los
árboles alpinos, Drake indicó que estaban cerca de su destino. Viajaron un poco

2
Giga: Tonada de baile antiguo que se ejecutaba en compás de seis por ocho, con aire acelerado.

148
El Club de las Excomulgadas
más lentamente, esperando el desafío que Drake les había asegurado que pronto
llegaría.

Los árboles eran más gruesos y el camino más estrecho, cuando de pronto su
camino fue bloqueado.

— ¿Quién quiere entrar aquí? —Un guerrero Jinn se materializó saliendo de


la neblina. Nico detuvo la carreta, pero fue Drake quien tomó la iniciativa,
parándose en el asiento para colocarse entre cualquier flecha posible y Rikki que
todavía estaba en la parte trasera de la carreta.

—Drake de las Cinco Tierras —anunció con voz fuerte.

— ¿Y quién está contigo?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Soy Nick, Maestro de la espada de Melnibown, Maestro de defensa de la
espada de Eastbourne, Maestro del cuchillo de Westerdown... ¿Debo continuar? —
Una ceja levantada desafió al guerrero Jinn que sonreía ahora, ampliamente.

—He oído hablar de esos tres hombres. Interesante verlos a todos ante mí
proclamando ser una sola persona. ¿Puedes probar tus títulos?

Antes de que el soldado pudiera parpadear, un cuchillo hizo un ruido sordo


en el suelo a sus pies. Él se agachó para recogerlo, luego lo tiró directamente hacia
Nico, pero él estaba preparado. Moviéndose ligeramente, levantó sus manos y
cogió el cuchillo volando entre ellos, sin inmutarse, eludiéndolo y sin dejar caer una
sola gota de sangre. Nico levantó las palmas de las manos no lesionadas para
mostrárselas al hombre, luego envainó el cuchillo de nuevo en su lugar de
descanso, oculto sobre su pecho.

—Buena atrapada, Maestro de la espada, —el guerrero Jinn finalmente


concedió—. Soy Zachari. Líder de los guerreros del Clan Dragón Negro. Serás
bienvenido en nuestro pueblo por el bien de Drake y el tuyo.

149
El Club de las Excomulgadas
—Hay otro. Posiblemente, a la que buscamos. —La voz de una mujer sonó
a través de los árboles envueltos en niebla a un lado de la carretera—. Tráiganla
hacia delante. —Una mujer alta, de pelo negro caminó desde los árboles. Era
impresionante y tenía ojos verde esmeralda. Llevaba las joyas de oro de su clan, un
colgante en forma de dragón, con alas extendidas en vuelo.

A Nico se le iluminaron los ojos por él y sonrió, a pesar de la demanda para


ver a Riki.

— ¿Hay una mujer con vosotros? —Exigió Zachari, mirando de Drake a


Nico y viceversa.

—Ella es mía, —gruñó Nico, dejando clara su posesión.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Sin embargo, la mujer levantó la ceja, sonriéndole con picardía. — ¿No lo
tiene que decidir eso ella?

Una mano en su espalda instó a Nico a pararse a un lado para que Riki
pudiera salir de la parte trasera de la carreta. Nico bajó de un salto y le tendió la
mano para ayudarla a apearse. Valientemente, ella se enfrentó a la otra mujer. Era
más baja y más delgada que la voluptuosa belleza de pelo negro, pero ambas tenían
un porte regio que era inconfundible. Nico nunca estuvo más orgulloso de ella que
en ese momento.

—Soy Riki —dijo simplemente—. La compañera de Nico.

El dragón rugió en su interior mientras Nico tomaba la mano de Riki en la


suya y se la llevaba a los labios. ¡Cómo la amaba! Su compañera valiente y
hermosa.

Girando de vuelta a los Jinn, Nico se sorprendió al verlos a ambos; a


Zachari y a la mujer bajando en una rodilla delante de ellos. Riki se veía igualmente
sorprendida, permitiéndole a Nico que tirara de ella hacia atrás, hacia su abrazo
mientras esperaban ver lo que pasaba.

150
El Club de las Excomulgadas
—Amigos, ¿qué significa esto? —Drake habló en el silencio.

La mujer levantó la vista y sonrió, aunque las lágrimas se filtraban por su


rostro. —Te damos la bienvenida, Arikia, la que fue anunciada. Durante mucho
tiempo hemos esperado tu llegada.

— ¿Cómo sabes mi nombre? —respiró Riki.

La mujer se echó a reír. —Los Jinn tienen formas de saberlo. Nosotros, los
del Clan del Dragón Negro tenemos nuestros propios métodos adicionales de
aprender cosas... prima.

— ¿Prima? —Riki estaba claramente confundida, igual que Nico.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


En respuesta, la mujer se echó a reír, alzando los brazos mientras una niebla
envolvía su cuerpo negro. En unos momentos, estaba frente a ellos como un dragón
negro. Nico sintió la amenaza que planteaba y sin pensarlo se transformó a sí
mismo, mirando hacia abajo a la hembra negra que amenazaba a su pareja.

El guerrero Jinn saltó hacia atrás y de repente una legión de soldados Jinn
surgieron de entre los árboles para rodear la carreta y a los dos dragones negros que
ahora los miraban con recelo. Se enfrentaron, con una clara tensión en cada línea
de sus elegantes cuerpos, cada uno inseguro de los motivos del otro, hasta que una
mujer pequeña y valiente se metió a zancadas entre ellos. Riki.

Ella puso su pequeña mano sobre la rodilla de escamas de Nico, la conexión


reconfortándole incluso mientras observaba al otro dragón. No tenía idea de las
intenciones de esta sorprendente mujer. Pero nadie cambiaba a forma de dragón sin
una buena razón.

Riki se enfrentó al dragón-mujer valiente. —Por favor, ¿podemos hablar de


esto como seres humanos? No tenemos idea de lo que está pasando aquí y tenemos
que entenderlo.

151
El Club de las Excomulgadas
La tensión se difundió mientras la mujer cambiaba de nuevo a su forma
humana. Nico hizo lo mismo, aunque todavía la miró con recelo. Pero la mujer se
limitó a sonreír.

—Tú, pues, eres nuestro primo también. Sé bienvenido, príncipe Nicholas, y


perdóname por alarmarte. He soñado con este día. Todos hemos soñado con este
día. —Ella hizo un gesto a los guerreros que observaban alrededor de ellos—. Soy
Estella, Administradora del Clan del Dragón Negro.

—Puedes cambiar —observa Riki con asombro.

—Por supuesto, ¿y tú?

Tristemente, Riki negó. —No lo creo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Pero Estella se echó a reír. —No te preocupes, primita. En las hembras llega
más tarde que en los hombres.

— ¿En serio? —Riki parecía tan optimista, Nico odiaba apagar sus
esperanzas en el caso de que esta mujer asombrosa estuviera equivocada.

—Entrad y sed bienvenidos, primos dragones. Ahora entiendo por qué la


vidente nos guió para incluir a Drake entre la Hermandad. Él era el instrumento
que nos llevaría a vosotros. Gracias, Drake. —Se volvió hacia Drake, que también
había bajado de la carreta cuando los guerreros aparecieron, y lo besó
ruidosamente—. Estamos otra vez en deuda contigo. Ven, vamos a ponernos
cómodos. Zachari, haz que tus hombres tomen los caballos y la carreta mientras le
muestro a nuestros nuevos amigos el campamento.

Riki se sorprendió al encontrar toda una ciudad de tiendas de campaña de


colores vivos, cuando salieron de la línea de árboles. Sintió un cosquilleo en su piel
que le advirtió que la magia estaba en el aire. No había otra manera en que esta
gente y sus tiendas de campaña pudieran permanecer ocultas, razonó. Se rumoraba
que los Jinn tenían una gran cantidad de magia y Riki podía fácilmente ver y sentir
que los rumores eran ciertos. Siempre había sido sensible al uso de la magia y sus

152
El Club de las Excomulgadas
sentidos se habían vuelto más agudos mientras Loralie había hecho su ruin trabajo
con Lucan.

Cada vez que la Bruja del Norte utilizaba su poder, Riki lo había sentido
como un golpe a sus sentidos. Mediante la magia negra y malvada era la forma en
que los skiths prosperaban y la sensación de ella contaminaba todo lo que tocaba.
Pero esta magia Jinn era pura y brillante. Se sentía feliz y le daba la bienvenida a
Riki como los brazos de una madre.

Sintió a Nico erizarse a su lado y le tendió la mano para sostener la suya.

—No te preocupes, Nico, —dijo en voz baja—. Estamos entre amigos. Me


doy cuenta.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


¿Estás segura? Ella sabía que él hablaba en su mente para evitar ser detectado
y se dio cuenta que era una buena idea.

Puedo sentir la magia de este lugar y de estas personas. No es mala. No tienen malas
intenciones hacia nosotros. Al menos no en este momento. Lo sentiría si las tuvieran.

¿En serio? Nico sonó escéptico y ella se movió para tranquilizarlo.

Sí, de verdad. Después de haber pasado tanto tiempo en torno a Lucan, ¿no crees que
reconocería magia malvada si nos enfrentara? La he sentido en nuestro camino de vez en
cuando, pero esta no lo es. De hecho, esta es magia protectora. Nada puede hacernos daño
aquí.

Estella los guió hacia una gran tienda de campaña, en el centro de una
sección del enorme campamento, invitándolos con una cálida y floreciente sonrisa.
La mujer era hermosa y podía cambiar a forma a dragón también. Riki sintió una
punzada de dolor, preguntándose si Nico preferiría a Estella antes que a ella.
Estaba claro que la mujer era mucho más hábil.

—Sentaos aquí, por favor, y haré que os traigan comida y vino. Sé que el
camino ha sido largo para encontrarnos, como el nuestro lo ha sido para

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El Club de las Excomulgadas
encontrarlos a vosotros. El vidente querrá hablar contigo, lo sé, y estoy segura de
que tiene muchas preguntas. Sólo dadme un minuto para arreglar las cosas.

Estella salió de la tienda y los tres se quedaron solos por unos momentos.

— ¿Qué piensas? —preguntó Drake en voz baja.

—Riki parece pensar que hay magia en el aire y me inclino a estar de


acuerdo.

Nico llevó su mano a su regazo mientras se sentaban en una mesa baja.

—Pero es magia buena, —insistió Riki—. No malvada. La usan para ocultar


su campamento, por un lado. La sentí mientras cruzábamos la barrera, ¿y tú?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Drake negó, con los ojos azules muy abiertos. Nico pareció reflexionar antes
de responder. —Sentí una especie de hormigueo, pero lo descarté. ¿Era ésa la
barrera?

—Probablemente. Se sentía como un millón de alas de mariposa haciendo


cosquillas contra mi piel. —Sonrió ante el recuerdo—. Era amistoso y benigno.

—Al menos para ti. —Sonó una voz nueva en la entrada de la tienda. En la
puerta había una mujer señorial vieja con ropas largas y coloridas.

Caminaba con una leve cojera mientras se movía hacia la mesa y los
hombres se levantaron respetuosamente hasta que ella estuvo sentada al otro lado
de Riki—. Soy la vidente, Arabetta. Bienvenida, Arikia, hija de Adora,
descendiente de Kent. He esperado tu llegada todos estos años.

— ¿Usted ve el futuro? —preguntó Nico suavemente, con sus ojos


midiéndola.

—A veces, —la mujer se encogió de hombros—. No siempre el tiempo


suficiente para hacer algo acerca de lo que veo, o habría enviado a los hombres para
prevenir el asesinato de tus padres, príncipe Nicholas. Por favor, acepta mis

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El Club de las Excomulgadas
disculpas y condolencias. Tu padre fue un gran hombre y un verdadero amigo de
los Jinn. Lamentablemente, la conexión se perdió cuando murió, como para que tu
hermano Roland supiera algo de nuestro vínculo, ni ninguno de los otros príncipes
reales. Nos ha llevado años restablecer el vínculo que nunca debió haberse perdido.
Tú, señor Drake, has sido fundamental para eso, y por ese gran servicio, te doy las
gracias.

Riki miró a Drake. Parecía como si fuera a oponerse a que la anciana lo


llamara "señor". Después de todo, era hijo de caballeros, no un caballero en sí
mismo, pero en ese momento Estella volvió, trayendo con ella a una tropa de
personas con bandejas de comida y botellas de vino. Las pusieron en la mesa y
miraron por encima de todo a los recién llegados con curiosidad. Colocaron los
elementos en su mayoría frente a Riki como buscando su aprobación.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Ella hizo un punto al sonreír y agradecerles a todos los que buscaban sus
ojos, ruborizándose un poco ante la extraña atención, pero impresionada por el
entusiasmo amistoso de esta gente.

Estella se sentó junto a la vidente y comenzó a servir el vino. Cuando


terminó, levantó la copa. —Por la Madre de Todo muchas gracias por reunir a los
dragones negros en este día. Bendita sea la Madre de Todo.

—Bendita sea, —los demás repitieron las palabras y Riki hizo lo mismo,
levantando su copa de vino y bebiendo con el resto de ellos. El vino era delicioso y
afrutado, con una aspereza saltando en la lengua de Riki y haciéndole sonreír.

—Esto es delicioso.

—Me alegro que te guste. —Estella remató su copa antes de sentarse de


nuevo y levantar un poco de carne asada de un plato—. Por favor comed.
Hablaremos mientras se refrescan con una comida.

— ¿Eres tú el único dragón negro aquí? —preguntó Nico rápidamente.

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El Club de las Excomulgadas
Estella se echó a reír. —No, príncipe Nicholas. Nosotros, los del Clan del
Dragón Negro somos descendientes de Jintau, el hijo menor de Draneth el Sabio.
Él tuvo muchos hijos. Fueron ellos los que fundaron la Hermandad de los Jinn
hace generaciones. Desde entonces, los Jinn se han extendido por toda la tierra,
pero los dragones negros siguen siendo el núcleo de los Jinn. Nuestro clan gobierna
a todos los demás clanes, y sólo nuestro clan tiene la capacidad de cambiar. Entre
nuestro clan, tenemos tal vez a una docena de jóvenes dragones y a varios ancianos
que no vuelan mucho en estos días.

—Tú eres uno de ellos, —dijo Riki astutamente, con los ojos puestos en la
vidente.

Arabetta asintió. — Lamentablemente, cuando uno llega a cierta edad, volar

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


es algo que puede ser tanto doloroso como estimulante. Ya no vuelo mucho, pero
todavía puedo hacerlo si es necesario.

—Asombroso, —el susurro de Nico llevó una sonrisa en los ojos de la mujer
mayor.

La vidente asintió con una sonrisa amable. —Debo deciros del peligro que
he previsto, príncipe Nicholas. Concierne a todas las tierras, pero muy
especialmente a Draconia.

Eso llamó la atención de todos en la mesa. Esperaron a que la mujer mayor


continuara.

—Hay un lugar, lejos de los residuos de la tierra del norte, conocido como la
Ciudadela. Fue en ese lugar, donde el último de los magos selló a sus enemigos y
estableció a un vigilante para velar por su lugar de descanso. Es a la Ciudadela, a
donde Lucan se prepara para ir. Debes detenerlo antes de que consiga despertar a
los magos dormidos atrapados allí o nuestras tierras conocerán el terror de una talla
de la que no hemos visto desde la Guerra de los Magos.

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El Club de las Excomulgadas
—Me han enseñado acerca de la Ciudadela, Señora, pero pensé que era sólo
una leyenda. —Nico consideró a la mujer de más edad con respeto y un poco de
temor.

—Oh, la Ciudadela es bastante real, como lo es el vigilante Hereder, aunque


los poderes del vigilante se han debilitado con cada generación sucesiva. Es todo lo
que el vigilante actual puede hacer para detener la marea y ha tomado algunas...
decisiones imprudentes en su camino mientras luchaba por mantener el secreto de
la Ciudadela a salvo. —Arabetta suspiró—. Pero el momento llegará pronto,
cuando todos seremos probados. Dragones, humanos, y otros se unirán para evitar
una catástrofe más allá de una suerte que ni siquiera yo puedo ver. El destino de
nuestro mundo está en juego. Tienes que salir pronto para tu tierra natal. Tu
hermano y su compañera deben ser conscientes de lo que está por venir. Y te

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


llevarás contigo a una guardia de honor de emisarios de los Jinn a Draconia.
Nuestro tiempo de escondernos ha terminado. El Clan del Dragón Negro luchará
junto con nuestros primos en Draconia. Debes decirle eso a tu hermano también.

—Lo haré. Gracias, Señora Arabetta, —la voz de Nico era formal y algo
tenue—. No puedo decir cuánto me alegro de saber que los dragones negros se
unirán entre sí. Los dragones de mi tierra serán alentados a saber que la línea de
Draneth sigue creciendo fuerte, incluso fuera de las fronteras de nuestra tierra.
Todos serán bienvenidos entre nosotros.

—Bien dicho, príncipe Nicholas. Pero hay una cosa que debe transcurrir
antes de que puedas regresar a tu hogar. —La anciana miró de Nico, puntualmente
a Riki y viceversa—. Tienes que casarte con nuestra nueva reina.

— ¿Reina? —Riki no podía creer lo que oía—. ¿Qué en el mundo?

—Estaba previsto generaciones atrás que una hija de Kent vendría a


nosotros, para unir al Clan del Dragón Negro con nuestros aliados. El liderazgo del
Clan del Dragón Negro ha sido sólo una Administración. La línea de Estella tiene
autoridad sobre los asuntos de Estado hasta que la hija de Kent venga a nosotros.
El liderazgo del Clan del Dragón Negro es al menos en parte tuya, Arikia. Nuestro

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El Club de las Excomulgadas
sistema fue diseñado para que las reglas de la reina sobre los asuntos diplomáticos y
sus tareas administrativas sean asuntos tribales. Siempre ha sido así, desde el
principio.

— ¡Pero eso es imposible! Ni siquiera soy Jinn. Y no puedo cambiar. —Ella


estaba cerca de las lágrimas mientras todas las miradas se centraron en ella.

—Tienes el alma de dragón, hija. Eso es todo lo que se requiere para ser
Jinn. En cuanto a cambiar, eso vendrá, o no, con el tiempo. En verdad, no hay
ninguna diferencia. Eres la que fue anunciada. Eres a la que seguiremos en la
batalla. Aparte de eso, la realeza Jinn sirve de poco, la verdad sea dicha, ya que
somos un pueblo en su mayoría disperso. Tal vez eso te haga sentir mejor, —la
anciana se rió—. De todos modos, nuestra reina serás. Como se predijo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Estella habló, con voz cálida y suave y segura. —Las líneas de sangre son
muy importantes para los Jinns. Jintau se casó con Jora, una princesa de Elderland
en el Lejano Oriente. En esa tierra, aún hoy, los hombres son los protectores y
guerreros, pero las mujeres gobiernan. Así es como Jora diseñó el Jinn. Ella
gobernó sobre sus muchos hijos y compañeros, además de los otros pueblos
desplazados que llegaron a ellos para formar la Hermandad Jinn. Jora era una
vidente fuerte de este tiempo con gran detalle. Sabía que sus hijos llevarían a los
Jinn a la batalla, pero también sabía que tomaría sangre nueva reunir a los Jinn con
los otros hijos de Draneth.

—Draneth en sí mismo, se dice, aconsejó a su hijo más joven para seguir la


visión de Jora. —Arabetta asintió sabiamente mientras afirmaba su creencia, pero
Riki no podía creer lo que estas mujeres estaban diciendo. Parecía tan ridículo. Tan
imposible.

La mano de Nico encontró la suya, agarrándola con fuerza, prestándole su


fuerza. No digas nada todavía, cariño. Veamos a donde nos conduce esto, ¿de acuerdo?

Ella lo miró a los ojos y se alimentó de la seguridad de su propósito, de su


fuerza y de su convicción. Estas personas eran importantes para su seguridad y para

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El Club de las Excomulgadas
la seguridad de todos los dragones y de las personas de Draconia. Riki no los
decepcionaría por miedo. Seguiría el consejo de Nico y vería lo que esta gente
quería de ella antes de ceder al miedo que la amenazaba incluso ahora, en
apoderarse de ella.

Necesito que me ayudes, Nico. Tengo miedo. Admitir eso era una de las cosas
más difíciles que jamás había hecho, pero Nico era su roca. Él la ayudaría. Ella lo
sabía en su alma, cuando nunca había dicho tales palabras, o admitido tal debilidad
a nadie en el mundo.

Nico le apretó la mano. Siempre estaré aquí para ti, Riki. Siempre estaré a tu lado,
dispuesto a atraparte. No tengas miedo. Juntos podemos manejar cualquier cosa.

Las lágrimas se reunieron detrás de sus ojos, pero se negó a dejarlas caer.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Invocando su coraje, fortalecido por el apoyo de Nico, se enfrentó a las mujeres
Jinn. —No entiendo nada de esto, pero estoy dispuesta a escuchar.

Arabetta le sonrió. —Hablas como una verdadera reina. —Riki sintió


orgullo ante la aparente confianza de la mujer en ella, pero se vio atenuada por el
miedo y el desconcierto. ¿Cómo podía esta gente realmente creer que era una reina?
¿No sabían que era una cobarde?

—Ahora lo del matrimonio, —dijo Estella rápidamente, sorprendiendo de


nuevo a Riki con la extraña conversación—. Las líneas de sangre son importantes
entre los Jinn. Eso es algo que se ha transmitido desde Jora y sus creencias de
Elderland. Vosotros dos debéis casaros en nuestras tradiciones para que la unión a
sea plenamente reconocida, y hay que hacerlo ahora, antes de salir para Draconia.

— Pero… —Riki fue interrumpida por la anciana.

—Sé que prefieres tener una gran ceremonia. ¿Qué novia no quiere eso?
Pero no nos podemos permitir el tiempo. Ya hemos comenzado los preparativos
para una fiesta esta noche, precedida por supuesto, por la ceremonia de unión.

—Pero…

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El Club de las Excomulgadas
—Uno de los mejores sastres está preparando un vestido de novia para ti en
estos momentos.

—Pero…

—Los juglares están preparando sus mejores canciones y los representantes


de todos los clanes Jinn se están reuniendo desde todos los rincones. Esta es la
mayor feria de los Jinn en cien años. Todos los que han podido han venido a
presenciar tu unión.

Riki gritó para hacerse oír, su frustración crecía mientras la anciana


cabalgaba sobre todas sus objeciones. — ¡Pero él no me ha pedido que me case! —
Un silencio mortal saludó a su arrebato y algunos ceños se fruncidos se dirigieron a
Nico desde todos los rincones, levantando sus instintos de protección—. No lo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


miréis así, —los reprendió—. Sólo nos acabamos de conocer hace unos días.
¿Cómo puede alguien esperar que un hombre se enamore en tan poco tiempo?

—Pero una mujer podía, ¿o no? —las palabras de sabelotodo de Drake


hicieron que el calor se esparciera por sus mejillas.

—Ese no es el punto de esta discusión. —Ella ignoró a Nico, temerosa de lo


que pudiera ver en su rostro.

Pero Nico tiró de su mano, exigiendo que se enfrentase a él. Sabía que eras
mía desde el primer momento en que te vi, mi amor. El dragón en mí reconoció a su
compañera desde el principio. Te amo, mi Arikia, y quiero que seas mi esposa, mi amante, mi
compañera de por vida. ¿Lo consentirás? ¿Me amas, aunque sea un poco?

Sus palabras, sólo para ella, la tocaron profundamente. Ella levantó la


mirada lentamente para mirar su bello rostro y la expresión tierna en sus ojos color
avellana casi la hizo llorar. Vio el amor brillando en sus ojos, y esta no era la
primera vez, si era sincera consigo misma. No, pero esta era la primera vez que
había pronunciado las palabras claramente.

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El Club de las Excomulgadas
Ella se estiró, prácticamente lanzándose en sus brazos. — ¡Te amo tanto! —
susurró en su oído antes de hacerse hacia atrás y besarlo profundamente.

Nico profundizó el beso, levantándola directamente del asiento y a su regazo


mientras devoraba su boca. Los sentidos de Riki giraron con la maravilla de él y sus
palabras de amor. Sintió las bandas extendiéndose desde su alma hasta la suya
fortaleciéndose y supo sin que se lo dijeran, de su cariño profundo y verdadero.
Podía sentirlo. Del mismo modo que probablemente él podía sentir los ecos de sus
sentimientos por él.

Cuando él se retiró, ella estaba presionada contra su pecho, con su trasero


sentado cómodamente en su regazo y su sonrisa de oreja a oreja. Había una ternura
en su mirada que sólo había visto cuando él la miraba y sabía ahora lo que era...

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


amor.

— ¿Quieres ser mi novia, Arikia? —Su tono tierno la dejó sin aliento.

—Sí, Nico —susurró ella, perdida en su mirada verde avellana.

—Ya era hora, —se quejó Arabetta de buen humor, recordándole a Riki
crudamente que tenían audiencia. Ella trató de enderezarse, pero los brazos de
Nico la abrazaron con fuerza contra él.

—Perdóneme, señora, —Nico se dirigió a la anciana—. Riki no ha tenido la


vida más fácil y quería darle tiempo para adaptarse a mí. No quería asustar a mi
verdadera compañera al actuar demasiado pronto.

El ceño de Arabetta se aclaró. —Eres mucho más sabio de lo que te di


crédito, príncipe Nicholas. Te ruego que me perdones.

La sorpresa en el rostro de Estella demostró lo sorprendente que eran las


palabras de la anciana adivina para ella y Riki sintió cierta satisfacción de que la
mujer admitiera estar equivocada acerca de Nico. Él estaba tan cerca de ser perfecto
como un hombre podía estarlo, después de todo. Riki abrazó el conocimiento de su
amor en su corazón y lo cantó como un niño dentro, donde no podían oírla. Nico

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El Club de las Excomulgadas
la amaba y quería casarse con ella. Era un milagro de luz en su mundo oscuro,
triste y desolado de antes. Nico le había traído alegría y felicidad cuando pensó que
nunca vería eso de nuevo... y amor. Le había traído amor cuando había perdido la
esperanza de volver a sentir esas emociones tiernas por un hombre en su vida. Él
era un milagro.

Nico asintió con un gesto de cabeza, aceptando la disculpa de la mujer sin


comentario alguno, dejando que el momento pasara naturalmente. Era un buen
diplomático, Riki se dio cuenta con orgullo.

—Había planeado casarme en Draconia, una vez que volviéramos, pero si


dices que los Jinn deben ser complacidos y Riki está dispuesta, estaré feliz de
hacerlo aquí. Cuanto más pronto nos unamos a los ojos de todos, más feliz seré. —

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Se inclinó para besar su sien, abrazándola en sus fuertes brazos.

Riki se sintió amada por primera vez en muchos, muchos y largos años.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Doce
La ceremonia de la boda no se pareció a nada de lo que Riki hubiera visto o
incluso esperado. Se dio cuenta de que había renunciado a la idea de casarse o
encontrar el amor en algún momento durante su encarcelamiento. Había perdido la
esperanza de cualquier tipo de futuro, pero Nico se lo había devuelto.

Ella entró en la ceremonia de entrega sin ninguna reserva. Ciertamente, Riki


estaba asombrada por el precioso vestido de seda verde que el sastre había hecho
para ella. El verde era el color exacto de sus ojos y la falda se arremolinaba
alrededor de sus piernas con caricias como plumas suaves que casi la habían
mareado. Había capas y capas unas encima de otras de seda también, pero de color

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


verde pálido y oro esta vez.

Riki había sido llevada a una tienda privada para prepararse. Varias mujeres
la habían ayudado, todas tenían los ojos verdes como los suyos, y afirmaban ser
primas de un tipo u otro. Le habían preparado un baño de vapor, perfumado con
raras gardenias de las tierras del sur. La fragancia era intoxicante y el rico jabón que
le dieron para lavarse y lociones para el cabello eran de la mejor calidad de la que
hubiese usado alguna vez.

Riki se vio abrumada por la generosidad de las mujeres gitanas. Le ayudaron


a vestirse, mostrándole como se colocaban las piezas y riéndose de sus tímidos
intentos de entenderlo por su cuenta. Fueron amables con ella y su acogida casi la
redujo a las lágrimas en varias ocasiones, pero una de las mujeres empezó a cantar
una canción feliz y su estado de ánimo se aligeró.

Cuando estuvo vestida y preparada adecuadamente, las mujeres la llevaron a


un gran claro en el centro del campamento. Había cientos, quizá miles de personas
de pie alrededor de una plataforma elevada. Al acercarse, pudo ver a Nico y a
Drake en espera en la parte superior de la plataforma, viendo como ella se
acercaba. En alguna parte un grupo de juglares entabló una melodía que llegaba por
entre la multitud feliz y luminosas sonrisas invadían el rostro de cada uno.

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El Club de las Excomulgadas
Los nervios de Riki se desvanecieron a la nada cuando vio a Nico ahí,
esperando por ella. Ansiosamente, subió los escalones, tendiéndole una mano a
Nico cuando se acercó. Él no sólo le tomó la mano, sino que tiró de ella a un
primer plano para un rápido abrazo. La multitud aplaudió en voz alta y se callaron
de nuevo, un poco avergonzada de estar delante de tanta gente, pero su canto era
tan feliz, que acabó con la mayoría de sus temores.

Arabetta avanzó con varios otros gitanos mayores, todos de pie con ellos en
la plataforma grande. La multitud se quedó en silencio y la canción se desvaneció,
dejando alegría a su paso. Arabetta se detuvo frente a Riki y Nico, enfrentándolos.

— ¿Quién es testigo de esta unión? —La mujer preguntó formalmente.

—Estoy a favor de la novia. —Estella se movió junto a Riki, sonriendo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


mientras tomaba asiento a su lado.

—Y yo lo estoy del novio. —Drake habló a un lado de Nico.

Arabetta asintió y comenzó a cantar. O tal vez el cántico era una palabra
mejor, pensó Riki, al sentir la magia de la voz de Arabetta como una cosa viva.
Esto era poderoso, de hecho, a través de las palabras antiguas. Riki no entendía la
lengua antigua, pero el significado estaba claro. Realmente sentía las bandas de la
magia etérea arremolinándose a su alrededor y también de Nico, entrelazándolos
juntos mientras sus manos seguían unidas, en torno a los dos cuerpos y almas.

Cuando terminó el canto hubo un silencio expectante en el aire.

Arabetta se volvió hacia Riki.

— ¿Tú, Arikia, prometes tu corazón y alma a Nicholas?

No sabiendo qué más decir, Riki optó por simplemente decir, —Lo hago.

Luego Arabetta se volvió hacia Nico. —Y tú, Nicholas, ¿prometes tu


corazón y alma a Arikia?

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El Club de las Excomulgadas
—Lo hago, —declaró él con voz firme, sin dejar dudas en cuanto a su fuerte
intención.

—Entonces, bésala y serán uno.

La multitud aplaudió cuando Nico se inclinó para besarla, tomándola en sus


musculosos brazos. El ruido de la multitud se desvaneció cuando Nico selló su
promesa con un beso de unión. Riki sintió la magia entrelazándolos juntos,
uniendo sus magias y haciéndolos más poderosos. Era una sensación increíble,
como nada de lo que alguna vez hubiera experimentado antes.

Cuando Nico la soltó finalmente algún tiempo después, la gente estaba


cantando y vitoreando feliz. Arabetta los miró a ambos expectativa.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Es habitual entre los Jinn usar anillos de matrimonio. Los que hemos
dispuesto para la adquisición de Drake en el mercado fueron hechos especialmente
para los dos. Son bastante sencillos para un espía en el exterior, pero si miras dentro
de las bandas, llevan la marca del Clan del Dragón Negro. Bienvenidos a la
Hermandad de los gitanos. Hemos estado esperando largo tiempo por los dos.

Arabetta abrazó a Riki primero, luego a Nico y las felicitaciones se


extendieron desde allí. Riki fue abrazada y felicitada por todas las personas en la
plataforma, incluyendo a Estella y a Drake. A medida que se abrían paso fuera de
la plataforma, ella y Nico fueron bombardeados con buenos deseos de todo el
mundo cerca de ellos.

Estella los llevó a una tienda privada donde una gran cena estaba dispuesta,
lista y esperando. Estella y Drake fueron los únicos en unirse a ellos, lo que
sorprendió a Riki. Los sonidos de la juerga se podían oír claramente a través de las
paredes de la delgada tienda.

Drake se sentó con Estella a un lado de la mesa baja. Cojines de colores se


extendían por todas partes. Esta tienda era diferente de las otras tiendas gitanas en
las cuales Riki había estado, esta carpa tenía pocos muebles, además de la mesa
baja y múltiples almohadas. Había cuerdas colgando en una esquina, aunque Riki

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El Club de las Excomulgadas
no veía ninguna utilidad para ellas. Del mismo modo, no entendía algunos de los
otros extraños accesorios en la mesa.

Estella comenzó a comer del suntuoso banquete ante ellos y algo en su


actitud despertó el interés de Riki. Algún juego más profundo se estaba realizando
aquí, pero no tenía idea de lo que era.

—Entonces, ¿te gustó la ceremonia de la boda gitana? —Estella comentó


con ojos brillantes mientras mordisqueaba una fruta de una manera en que hizo
pensar a Riki en mordisquear a Nico. No sabía por qué, pero eso fue lo que pensó
de inmediato, y se sorprendió un poco. Y se excitó.

—Pensé que era hermosa, realmente. —Respondió Riki aceptando el plato


de exquisiteces que Nico había puesto delante de ella con una sonrisa. Era tan

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


atento, y el fuego en sus ojos prometía una noche apasionada por delante.

—Corta y dulce, entonces llegamos a la parte buena, —Drake estuvo de


acuerdo con una risa desde el otro lado de la mesa baja—. Nick, tengo que
agradecerte por haberme elegido como testigo. —Drake miró juguetonamente a
Estella y Riki tuvo la impresión de que había algo más en este asunto de los testigos
que sólo estar de pie delante de los ancianos con la novia y el novio.

— ¿Qué conlleva, exactamente? —preguntó ella con valentía.

Estella y Drake se echaron a reír con picardía, mientras Nico entrecerraba


los ojos a los dos. Riki sabía que la protegería de cualquier cosa en la que se sintiera
incómoda con tradición gitana o no. Ese conocimiento le dio el coraje para
presionar en el tema. Esperó con impaciencia una respuesta y, finalmente, Estella
pareció apiadarse de ella.

—Los testigos están delante de los ancianos. También nos aseguramos de


que su primera unión como marido y mujer no tenga problemas.

—Y que follen como conejos hasta la mañana —explicó Drake, ganándose


un codazo de Estella.

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El Club de las Excomulgadas
—Los gitanos tienden a casarse muy jóvenes. Los testigos están destinados a
ayudar a las parejas más jóvenes, que a menudo son vírgenes. Muy a menudo, los
testigos eran una pareja casada que guiaba a los jóvenes en el camino. Cuanto
participen depende de lo que la pareja individualmente lo permita. —Estella se
encogió de hombros—. Debido a que Nico eligió a Drake, un hombre soltero para
ser su testigo, era lógico que yo estuviese aquí para ti. Drake y yo hemos
compartido placer antes.

Riki se sorprendió por la manera casual en que Estella habló de esos actos
privados. Era cierto, había visto todo tipo de cosas como prisionera de Lucan, pero
esto no ocurría en las costumbres de Lucan. No había dolor o sufrimiento que se
implicara aquí, sólo el intercambio de placer para el mutuo disfrute. Incluso pudo
ver cómo una pareja sin experiencia podía encontrar consuelo de tener amigos allí

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


para ayudarles.

Pero Nico era muy experimentado y habiendo sido su amante, Riki no creía
que necesitara ayuda de nadie, a pesar de que ellos hicieran ver el suceso
emocionante. Riki recordó el tiempo en la habitación de Drake cuando Nico había
invitado a su guapo amigo a tocarla y mirarla mientras Nico la complacía. Habían
sido salvajes, exóticos y muy eróticos. Riki había aprendido entonces, que le
gustaba ser observada.

—También está el hecho de que a veces entre el Clan Dragón Negro, una
noche de bodas puede incluir un vuelo de apareamiento, —Estella continuó
mientras seguía disfrutando de la cena—. Especialmente cuando se trata de
dragones jóvenes, los mayores esperan listos para su captura si caen demasiado
lejos, demasiado rápido. Pero no tenemos que preocuparnos de eso esta noche, ya
que no puedes volar todavía.

A Riki le gustó la forma segura en que Estella había dicho ‘todavía’, pero
Riki dudaba que jamás fuese capaz de cambiar a la forma dragón. Ese era un sueño
para otro momento.

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El Club de las Excomulgadas
Nico se acercó a ella, tomándole la mano y llevándosela a los labios. Si no los
quieres aquí, sólo di la palabra, mi amor. Me importa un bledo si es tradición gitana o no.
Haremos lo que queramos, y todo lo que quiero es tu felicidad y confort.

Riki le acarició la mejilla, sonriéndole. Te amo tanto, Nico. ¿Te sorprendería si


digo que estaba... intrigada por la idea de tenerlos mirando?

No, amor, no me sorprende en absoluto. Los dragones somos exhibicionistas de


corazón.

Nico se rió entre dientes mientras posaba su mano en su regazo,


directamente sobre la erección de acero, dejándola comer solo con la mano
derecha. No le importaba en absoluto.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Oh, mira, ya están con miradas empalagosas del uno al otro, —resopló
Drake cuando tiró un brazo alrededor del hombro de Estella.

—Debes ser agradable, Drake, —ella advirtió—.Están enamorados. ¿No


recuerdas lo que es eso?

Drake pareció pensar en la pregunta, una luz brillaba en los ojos de esa
manera que hizo que Riki sintiera una compasión repentina y arrolladora por el
pícaro. Se veía tan perdido en ese momento, eso la sorprendió, pero luego él sonrió,
borrando la expresión angustiosa de su rostro. Juguetonamente, tiró de Estella a su
regazo.

—No pretendo estar enamorado jamás, dulce.

—Eso es tan triste. —Estella se burló de él acariciando su mejilla y dándole


un beso caliente en los labios.

Riki se calentó mirando. ¿Te gustaría verlos? La voz de Nico resonó a través
de su mente. Son una hermosa pareja, ¿no te parece?

Sí, lo son. ¿Los veremos mientras ellos nos miran? ¿Debemos pedirles que se unan a
nosotros, tal vez?

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El Club de las Excomulgadas
¿Cuál es su placer, mi señora?

Riki se hizo trizas. No sabía lo que quería. Sólo sabía que su temperatura se
elevaba con cada pasada de la lengua de Drake en la boca de Estella. Las manos de
Drake estaban ocupadas también, errantes sobre la figura voluptuosa de Estella,
quitando su ropa mientras ella desgarraba las suyas.

¿Qué con eso, dulce? ¿Qué quieres? Nico le preguntó de nuevo.

Lo que quieras, Nico. Haré lo que digas.

Oh, me gusta el sonido de eso, pero recuerda mi amor, si algo te hace sentir incómoda
en cualquier momento, lo único que tienes que hacer es decírmelo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Muy bien, Nico.

Él la besó entonces, moviendo su lengua dentro de su boca y llevándola


dentro del nido de almohadas detrás de la mesa baja. Nico trabajó en su ropa hasta
que Riki estuvo desnuda, al tiempo que la besaba como si nunca tuviese suficiente
de su dulce sabor.

Nico anhelaba a Riki como a su siguiente aliento. Trabajó en los botones del
hermoso vestido con dedos ansiosos, deseando sentir su piel en la suya con una
urgencia que nunca había sentido antes. Esta mujer era su compañera en cada
forma posible.

El dragón en su interior rugió en señal de triunfo mientras el hombre


forcejeaba con los pequeños botones y la ropa interior femenina, todos diseñados
para volverlo loco. Oyó el desgarro y supo que tenía que reducir la velocidad. El
dragón lo instaba a tomar y reclamar a su compañera en la forma áspera de su
especie, pero Riki era humana también, y necesitaba que fuera sensible.

Especialmente en esta nueva situación.

Nico se había follado su porción de mujeres. Demonios, incluso había


compartido a una mujer o dos en su juventud con Drake y con otros, pero a pesar

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El Club de las Excomulgadas
de que Estella era algo más que bonita, Nico sólo sentía verdadera atracción por su
nueva esposa. Finalmente entendía lo que sus amigos decían cuando encontraban a
sus compañeras. Por fin, sabía la maravilla de reclamar a la única mujer a la que
adoraría y honraría para el resto de sus días.

—Te dije que no necesitaba ninguna ayuda nuestra.

Las palabras burlonas de Drake penetraron en la mente de Nico, desde muy


lejos. Nico miró hacia arriba para encontrar a su amigo y a una sonriente Estella
desnuda frente a ellos.

—Vete. ¿No ves que estoy ocupado aquí? —gruñó Nico antes de volverse a
su esposa.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Esposa.

Realmente era su esposa ahora, a los ojos de los gitanos al menos, era lo
suficientemente bueno para él. Los gitanos, como la mayoría de los draconianos,
creían en la Madre de Todos y les habían unido ante ella. Eso era suficiente. Riki
estaba bien y verdaderamente era su esposa. Nico todavía no podía creer su buena
fortuna.

— ¿Así que estás en un apuro, entonces? —Drake siguió molestando—.


Pensé que le daríamos la oportunidad a algunos de los juguetes en esta carpa, sólo
en aras de la integridad.

El recordatorio de la forma en que los gitanos habían equipado esta carpa


especial para ellos encendió un fuego en su vientre. Nico mantuvo la mirada de
Riki mientras se quitaba la última de sus prendas y se sentaba. —Esa es la mejor
idea que has tenido en toda la noche, Drake.

Cuando Drake no respondió, Nico miró a su alrededor para encontrar que


su amigo ya se había movido a la esquina con las cuerdas. En ese momento, estaba
ocupado inmovilizando a la encantadora y muy cooperativa Estella. Con su
carnoso culo enfrentándolos, Drake sonrió echándoles un vistazo para asegurarse

170
El Club de las Excomulgadas
de que estuvieran mirando. Él golpeó las nalgas de Estella con una fuerte palmada
y ella gritó, pero no de dolor. Riki saltó a los brazos de Nico y la tranquilizó,
inclinándose para lamerle la oreja. Nico sabía que algo de esto podría ser difícil
para ella teniendo en cuenta las cosas que probablemente había presenciado con
Lucan, pero el objetivo aquí era librarla de los horrores de su pasado. Tenía que ver
cómo podría llegar al placer de jugar seguros, lo que era sano entre adultos que lo
consentían. Drake era el hombre para demostrárselo, mientras Nico le explicaba a
su esposa todas las posibilidades. Sabiendo que ella era medio-dragón, sabía que el
borde más áspero del sexo sería más que probable lo que necesitara. Nico sopesó su
reacción, viendo el resplandor de sus ojos y el aumento de su respiración. Estaba
emocionada —no asustada— y él la mantendría de esa manera.

—A veces una nalgada puede ser muy tentadora, —le susurró al oído.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


— ¿De veras? —La palabra fue un susurro entrecortado cuando la mano de
Drake cayó en el culo de Estella una vez más, seguida por el gemido de placer de la
mujer gitana.

—Puede ser un toma y da de amor, de dominio y sumisión. Entre los


dragones, el hombre domina a su pareja en el vuelo de apareamiento. Dicen que las
mujeres se deleitan con el poder de su compañero mientras lo hace en su vuelo
nupcial. Es la forma en que son las cosas. —Lamió un camino por su cuello—.
Para los dragones.

Drake fue más agresivo en esos momentos, añadiendo fuego a las generosas
curvas de Estella, con palmadas en su trasero y muslos. La mujer gitana gimió y le
rogó a Drake que continuase su sensual tortura, claramente disfrutando cada
minuto de ella.

—Soy mitad dragón, mi amor, como lo eres tú. ¿No quieres someterte a mí
en todo sentido? ¿Tu dragón interior no ansía ser dominada por el mío?

El aliento de Riki se quedó atrapado en su garganta, sus ojos estaban


hipnotizados por la cosa más erótica que jamás había presenciado. Las manos de

171
El Club de las Excomulgadas
Nico y las palabras inflamaron sus sentidos, mientras el dominio de Drake en la
mujer gitana excitaba su deseo.

Ella no se había dado cuenta de que este tipo de juego podía ser cualquier
cosa menos doloroso. Lo que había visto en la cámara de Lucan había sido una
burla cruel de la sensualidad, la danza seductora sinuosa de la posición dominante
de la que ahora era testigo. Drake demostró su control total sobre Estella quien
respondió libremente y Riki empezó a preguntarse cómo sería entregarse de manera
completa y total al hombre que amaba.

La pregunta de Nico rebotó en su cerebro. ¿Se atrevería a admitir la idea de


lo caliente que se sentía? ¿La lastimaría si sabía que podía tener cualquier cosa que
desease de ella? ¿Cualquier cosa?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


La respuesta gritó en su mente, un inmediato y rotundo, no. Nico nunca le
haría daño. Era su compañero. El dragón que compartía su alma conocía a Nico y
no quería nada más que someterse a él plenamente. Riki encontró que su lado
humano quería lo mismo. Quería aprender todo lo que pudiese enseñarle para darle
placer y pasión.

Las manos de Nico la apretaron. Una mano le apretó la cintura, la otra le


apretó un pezón. Riki se retorció en su dominio, más emocionada de lo que nunca
había estado.

— ¿No quieres rendirte, mi Arikia? Respóndeme.

Riki se quejó cuando le pellizcó los pezones lo suficientemente fuerte como


para enviar una llamarada desde el tenso pico directamente a su vientre. ¡Estaba en
llamas!

—Lo haré. Me entrego a ti, Nico. Sólo a ti.

Él le dio la vuelta en sus brazos, apretándola estrechamente contra su


cuerpo. Nico la besó con avidez, invadiendo su boca y haciendo valer un dominio

172
El Club de las Excomulgadas
que hasta entonces había mantenido bajo control. Lo deseaba todo ahora. Quería
su dominio, su rudeza, su audacia.

Y él se lo daría.

Drake y Estella fueron olvidados cuando Nico la puso en el suelo, cubriendo


su cuerpo con el suyo. Ella luchó con los cordones de sus polainas, deseando —no,
necesitando— más de él, todo de él. Y de repente allí estaba, tan desnudo como
ella, tan vulnerable. Nico era el maestro de su pasión, el maestro de su corazón. Su
fuerte cuerpo cubrió el suyo, sus ojos sostuvieron los suyos mientras él los unía
como a uno solo.

Y entonces se hizo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Los cuerpos se unieron, las almas se unieron, más que nunca antes. La
completa sumisión de Riki se unió a ellos. En lugar de romper su persona y ser
consumida por su personalidad dominante, se sentía más como el poder de Nico
fluyendo dentro y alrededor de ella, sujetándole los brazos con una caliente energía,
que los mantenía a salvo, y le instaba a volar con él.

Riki vio su alma a través del fuego verde avellana de sus ojos y supo que él
estaba viéndose en la de ella también. Eran uno ahora, en todos los sentidos.

Luego él comenzó a moverse.

La lenta danza de la seducción y el placer se convirtió rápidamente en un


infierno que no quería detener. Nico la tomó duro y rápido, casi brutalmente, pero
ella deseaba cada pulgada de su dominio, cada golpe de su poderoso cuerpo y
espíritu. Ella era suya como él era suyo.

El clímax se apoderó de golpe de los dos al mismo tiempo, Nico jadeó


cuando Riki gritó en el máximo placer. Fue uno duro, un ascenso a una cumbre
increíble, demasiado rápido, pero era necesario para unir lo que nunca se podría
separar otra vez.

173
El Club de las Excomulgadas
—Te amo, mi Arikia, mi esposa. —Nico le susurró al oído, mientras ambos
tenían la oportunidad de recuperarse.

—Lo sé, —dijo Riki en voz baja, amando la sensación de tenerlo con ella y
en ella—. Tanto como yo te amo.

Él la besó luego, un tierno, poderoso reclamo, afirmando lo que ambos


sabían en sus corazones, ahora pulsando como uno.

Riki debió dormirse un poco, porque cuando se despertó fue con el sonido
de gemidos de placer femenino. Abriendo los ojos, Riki se encontró envuelta por
Nico, con los muslos desnudos, separados, con las rodillas extendidas, frente a
Drake y Estella. La otra pareja había salido de la esquina de la carpa y de las
cuerdas, hacia una zona más cercana. Drake tenía a Estella a cuatro patas, con su

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


larga polla tomándola con fuerza desde atrás.

— ¿Qué te parece? —preguntó Nico, con su aliento cálido haciéndole


cosquillas en la oreja—. Se ven muy bien juntos, ¿no?

Riki asintió mientras los veía. El rubio poderoso Drake era un complemento
ideal para la belleza de pelo oscuro de Estella y a su cuerpo lleno de curvas. Eran
hermosos juntos, y si no hubiera un amor profundo y verdadero atándolos, había
por lo menos respeto y amistad. Eso era evidente por la forma en que se
provocaban y se tentaban entre sí. Ellos se movían juntos, como amantes de mucho
tiempo y Riki se dio cuenta de que probablemente así era.

Nico movió una mano hacia la mesa baja detrás de ellos. Al mover el brazo
delante de ella una vez más, Riki vio que ahora tenían un largo y grueso objeto que
había pensado era una especie de adorno para la mesa. Sólo ahora se daba cuenta
de la forma de ese objeto de cristal de color, era casi exactamente el de una polla.
Su interior se estremeció mientras el aliento caliente de Nico circuló sobre su
cuello.

—Este fue el regalo de bodas de Estella. Su hermano es el Maestro


Cristalero del Clan del Dragón Negro. —Nico le mordió el lóbulo de su oreja—.

174
El Club de las Excomulgadas
Ella me mostró algunos de los otros regalos que los gitanos nos enviaron mientras
te estabas vistiendo. Esas personas son traviesas con una inclinación por los
juguetes sexuales. Tomaré el gran placer de mostrarte algunos de los más
aventureros cuando estaemos solos, pero por ahora, pensé que te gustaría probar
esto. —Movió el liso cristal de colores a su boca—. Lámelo, cariño. Mójalo, todo
húmedo y cálido con tu lengua.

Riki sintió el fuego dentro saltando con sus palabras. Poco a poco, estiró la
punta de su lengua, aceptando la cabeza de la polla de vidrio sin problemas en la
boca cuando Nico maniobró lentamente, deslizándose adentro y afuera como si
deslizara su propia polla. La idea hacía que sus sentidos se tambaleasen. Un
momento después, el consolador de vidrio se deslizó húmedo por su torso, en
dirección a su coño y ella tembló de emoción. ¿Iba a…?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Sí, al parecer, lo haría.

La polla de vidrio entró en ella, fría al principio, lisa y resbaladiza hasta


conseguir que se calentara con sus jugos al momento. Se sentía raro, duro e
inflexible, pero excitante. Nico lo movió dentro de ella, manipulándolo para llegar
a lugares dentro de su núcleo que ardieron. Gimió cuando él comenzó a empujar la
polla de cristal, su temperatura iba subiendo cuando miró hacia arriba y vio la
mirada azul de Drake fija en el área entre sus piernas.

Drake sepultó las bolas profundamente en Estella, su cuerpo estaba


musculoso duro por el esfuerzo mientras observaba a Nico darle placer a Riki con
la polla de vidrio. La idea de él excitado la calentó, y cuando Drake se corrió,
también lo hizo Riki, en una pequeña explosión de luz que sabía crecería en algo
mucho más intenso si Nico sólo le diese una pequeña oportunidad.

Nico le dio la vuelta, llevándola al suelo y colocándola en la misma posición


que acababan de ver. Un vistazo rápido le dijo que Drake estaba sentado con las
piernas cruzadas, acariciando a Estella, que sonreía soñolienta, convencida de que
significaba que se había corrido largo y duro bajo las hábiles atenciones de Drake.

175
El Club de las Excomulgadas
Nico miró a su saciada mujer. A su esposa. A su Arikia. Era tan bella, tan
ansiosa, y estaba con él en cada paso del camino. Se preguntó si podría empujar sus
límites un poco más allá, mientras tuviera a Drake a mano. ¿Quién sabe si esta
oportunidad se plantearía de nuevo?

Con una mirada, llamó al otro hombre.

Riki abrió los ojos cuando Drake se arrodilló a su lado, pero el fuego del
entusiasmo saltó dentro de ella y Nico pudo sentir la energía candente a través de
su conexión. Ella estaba dispuesta a lo que fuera en provisión. Lista, dispuesta y
más que capaz.

—Drake, ¿serías tan amable como para jugar con esto, —indicó el
consolador de vidrio, todavía incrustado en el coño mojado de Riki—, mientras mi

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


mujer chupa mi polla?

Drake sonrió ampliamente mientras se movía alrededor del cuerpo de Riki


que se retorció. —Sería un placer. —Se lamió los labios—. El suyo también.

Nico dudó un momento antes de entregar la base de la varilla de vidrio a su


amigo. Drake era un bribón, pero Nico sabía que podía confiar en él. Nico se alejó
y vio la respuesta de Riki cuando Drake se colocó en cuclillas entre sus muslos.

¿Todo bien? Envió por su camino de comunicación privado.

Ella asintió, temblando cuando Drake comenzó a manipular el consolador,


con el eje dentro y fuera de su cuerpo caliente.

Ven a mí, Nico. Te necesito.

Él no podía esperar más. Nico tomó una posición próxima a su cabeza,


levantándola ligeramente con algunas de las almohadas de colores para apoyar su
espalda. Ella sabía exactamente lo que le gustaba, teniendo su polla entre sus
deliciosos labios como si saboreara un tratamiento especial. Sintió la acción de
remolino de su lengua hasta los dedos de los pies. Estrellas, ¡qué mujer!

176
El Club de las Excomulgadas
Y era toda suya. Para siempre.

Nico cerró los ojos, saboreando la sensación en su boca ansiosa. Ella se


sacudió y sus ojos inyectados se abrieron sólo para encontrar a su pícaro amigo,
lamiéndole el clítoris a Riki, con sus ojos sonriéndole entre las piernas de su esposa.
El bastardo.

Nico movió la cabeza y se rió. Dale a Drake un metro y él siempre tomaba


un kilómetro. Una cosa que tenían en común. Él debía estar loco, pero la respuesta
ansiosa de Riki difundió su ira. Riki se había perdido tanto en la vida, al menos
podía darle esta pequeña experiencia —que nunca se repetiría, por supuesto— pero
esta noche era especial, después de todo.

Nico asintió ligeramente y llevó las manos alrededor de la cabeza de Riki

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


mientras lo chupaba profundo.

Riki no lo podía creer cuando Nico le preguntó a Drake si utilizaría el


consolador en ella, pero estuvo absolutamente sorprendida cuando Drake utilizó su
lengua también. Captando un poco de la interacción entre los hombres escuchó el
rugido suave en la garganta de Nico, a toda prisa chupándolo de nuevo. A ella le
gustaba que fuera posesivo y le gustaba aún más que hubiera dejado que este
increíble placer continuara.

Nunca se había sentido tan decadente o menos arbitraria. Mirar a Drake


mientras su eje entraba y salía de Estella había sido emocionante, pero que hiciera
lo mismo para ella, era más emocionante todavía, aunque con una varilla de vidrio
en lugar de su polla.

La verdadera emoción de eso fue la reacción de Nico, por extraño que


parezca. Riki se encontró a sí misma observando sus sonrisas posesivas, su mirada
llena de orgullo. Se sentía femenina y hermosa cuando él la miraba de esa manera,
y nunca había sentido ninguna de esas cosas antes.

La generosidad de Nico le atraía tanto como su bello rostro, sus ojos astutos
y su ingenio. Era su salvador y maestro en muchos aspectos, pero ella era rápida en

177
El Club de las Excomulgadas
el aprendizaje, así que podía ser su pareja. Nico la animó a averiguar quién era y a
explorar sus límites. Él era perfecto para ella en todos los aspectos. Y era suyo.

Por primera vez en su vida, creyó sentir al dragón agitándose perezosamente


en su alma, pero no pudo concentrarse en eso cuando la lengua de Drake comenzó
a hacer círculos en su clítoris. Él movió el consolador más duro y más profundo,
mientras sus labios se cerraban sobre la protuberancia y tiraban suavemente. Las
caderas de Riki corcovearon, pero el brazo fuerte de Drake la mantuvo en su lugar
mientras su boca se cerraba sobre su clítoris y lo chupaba suavemente.

Riki voló a las estrellas en un gemido. Nico sacó su polla de su boca cuando
Drake llevó su orgasmo a través de las poderosas contracciones. Ella miró hacia
arriba para encontrarse con los ojos de su nuevo marido y leyó un orgullo posesivo

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


allí, así como hambre. Nico seguía estando duro y listo.

Mientras Drake la sostenía a través de los últimos ecos del placer, sintió su
respuesta de nuevo. Más. Necesitaba más.

Necesitaba a Nico.

—Gracias por calentarla para mí. —Las palabras de Nico eran para Drake,
pero su mirada no se apartó de la cara de Riki.

Drake se retiró, dejando el consolador dentro de su canal. —Es lo menos


que podía hacer.

—Y lo más. —La mirada de Nico se movió a su amigo con una advertencia


severa en sus palabras. El límite se había establecido, ella se dio cuenta. Esto era lo
único que Nico le permitiría ir.

Drake asintió con su pícara sonrisa siempre presente y se alejó. El mensaje


había sido entregado y comprendido.

Drake retrocedió hacia Estella, Riki lo vio por el rabillo del ojo. La otra
mujer estaba recuperada ahora de los principios del placer de Drake y al parecer

178
El Club de las Excomulgadas
lista para más. Ella acogió con agrado a Drake con las piernas abiertas y
rápidamente él se deslizó dentro de ella.

Nico giró de un tirón a Riki, manipulándola como si fuera una muñeca. A


ella le gustó la sensación, aunque nunca la hubiera tolerado de ninguna otra
persona, excepto de él. Nico la acomodó en sus manos y rodillas, juntando algunas
almohadas debajo de la sección media para un mayor apoyo. El consolador se
deslizó fuera, pero él embistió de nuevo, sobresaltándola un poco.

Nico se rió de su grito de asombro y le golpeó el trasero por si acaso. Riki


podía sentir la humedad entre sus muslos cada vez mayor ante el pensamiento de
sus manos sobre ella y su polla en ella. Entonces sintió la carrera deslizante de algo
ligeramente frío, pero se calentó cuando Nico la acarició entre sus nalgas, alrededor

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


del agujero allí y sólo un poco en su interior.

— ¿Nico?

—SSH, amor. Está bien. Dime si no quieres esto, pero al menos dame la
oportunidad de prepararte un poco y probar. Creo que lo disfrutarás.

Nico apretó el musculoso muslo para prevenir que el consolador se saliera


de su coño. De vez en cuando presionaba la pierna de modo que el eje entraba más
y luego de nuevo a medida que salía, follándola suavemente, recordándole su
presencia. Riki miró de reojo, notando el pequeño tubo de ungüento que Nico
había abierto sobre la mesa. Era una más de las muchas cosas que había en la
tienda que no había notado ni entendido hasta ahora.

El ungüento olía a hierbas y ella podía sentir el deslizamiento, con el dedo


de Nico, dentro y fuera de su ano, evocando algunas sensaciones increíbles. Sus
músculos internos se cerraron sobre la varilla de vidrio todavía empalada en ella
cuando Nico añadió un segundo, luego un tercer dedo en su culo, estirándola.

Riki se quejó cuando él quitó los dedos y movió su polla a su puerta trasera.

—Empuja un poco amor. Déjame entrar.

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El Club de las Excomulgadas
— ¡Nico! —gimió, no en señal de protesta, sino por el entusiasmo mientras
empujaba.

Riki se alegró de las almohadas que había apiladas debajo de ella cuando sus
brazos temblaron y fallaron. Nico estaba totalmente dentro de ella ahora,
moviéndose lentamente, controlándose.

— ¿Todo bien?

Riki sollozó cuando empezó a moverse suavemente hacia adentro y hacia


fuera. —Dámelo duro, Nico. ¡Más rápido! —suplicó.

Nico se movió entonces, dándole lo que quería. Se hundió y salió, suave al


principio, luego más y más cuando ella le suplicó, con cada movimiento de su

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


cuerpo retorciéndose, con cada grito de sus labios. Estaba tan cerca, todo lo que
hizo fue dar unos duros golpes sumergiéndose en su cuerpo sorprendentemente
sensible, y se corrió gritando su nombre en una voz ahogada.

Riki oyó su nombre en sus labios un momento después, cuando se unió a


ella en el placer.

****

A la mañana siguiente amaneció brillante y claro. Estella y Drake se habían


ido de la tienda cuando Riki se despertó, pero Nico estaba allí con el desayuno y
una sonrisa radiante. Comieron juntos, hicieron el amor, y luego la llevó fuera del
campamento a un pequeño claro para poder estar solos y disfrutar de la fresca
mañana.

—Me alegro de ver que no fue demasiado duro para ti anoche. O esta
mañana. —Nico se inclinó para besarla suavemente—. ¿Cómo te sientes?

Riki le sonrió. — ¡Me siento como si pudiera hacer cualquier cosa!

— ¿Cualquier cosa? —Nico la desafió.

180
El Club de las Excomulgadas
Ella asintió, dispuesta a ver lo que pudiera sugerir.

— ¿Cómo volar?

Riki sabía que no se refería a que volara como pasajero en su espalda. Sino
que la estaba retando a cambiar. La idea llevó miedo a su corazón, pero el deseo
estaba allí también, el deseo de estirar sus propias alas y subir hacia el cielo. Era un
fuego en sus venas cuando el dragón dormido en su interior despertó para desafiar a
su nuevo compañero.

Riki le sostuvo la mirada mientras se armaba de valor y buscaba al dragón


dentro como nunca antes lo había hecho, dispuesta a presentar batalla. Sintió al
dragón despertar, desde el interior de su propia alma sobresaltándose por un
momento antes de contestar la llamada. Riki se movió a un lado, dejando que la

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


forma de dragón tomase su mente y el mundo físico. Sintió el fuego del dragón
envolviendo su cuerpo mientras un remolino de niebla negra se levantaba ante sus
ojos.

¡Estaba sucediendo!

De un parpadeo a otro, la forma en que veía el mundo cambió. Nico ahora


estaba debajo de ella, reflejado en sus ojos en su nueva faceta. Su cabeza se sentía
rara, moviéndose lentamente hasta que se dio cuenta de que su cuello era ahora
varios metros más largos. ¡Era un dragón!

¡Lo hice! cantó cuando Nico cambió ante sus nuevos ojos. En unos
momentos, él se enfrentó a ella como dragón, caminando hasta ella y entrelazando
su cuello con el suyo felicitándola.

Supe casi desde el principio que estabas destinada para mí, Riki. Después de esto, no puedes
tener ninguna duda. Eres realmente mi compañera de todas las maneras posibles.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Trece
Muy lejos, en la capital de Draconia, la perdida familia de Riki se sentaba a
desayunar en el castillo.

—Los Jinn se han apoderado de la ciudad. Es como un festival. Deberíais ir


a verlos. —El príncipe Collin entró en el comedor de la familia cuando su hermano
mayor, Roland, se levantó y se fue a la larga ventana con vista a la ciudad. Su
nueva reina, Lana, estaba sentada a la mesa.

— ¿Cuando sucedió eso? —Roland preguntó mientras contemplaba la


ciudad de Castleton, muy por debajo. El castillo estaba construido en la ladera de

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


una montaña por encima de la ciudad, albergándolo en su sombra y en su calor.

—Durante la noche, al parecer.

Un heraldo llegó a la puerta y entró, buscando la atención del rey.

—Su Majestad, el embajador de los Jinn ha llegado y busca una audiencia


inmediata.

Eso era raro, pero no imposible, entretener a los embajadores en el


desayuno. Roland miró a su alrededor. Estaba sólo la familia aquí. Todos sabían de
los problemas que enfrentaba su tierra y se habían unido para ayudarle a proteger a
su pueblo y a los dragones de Draconia.

—Que pase.

El heraldo tosió educadamente.

—Es una mujer, su majestad. Magda del Clan del Dragón Negro es el
nombre que dio.

182
El Club de las Excomulgadas
Ahora, esto era diferente. Muy a menudo, las mujeres Jinn se veían pero no
se oían. Todos los contactos previos de Roland habían sido con hombres, pero no
tenía ningún problema respecto a las mujeres.

—Gracias. Muéstrale el camino hasta aquí a la señora. —El heraldo se


retiró, apareciendo a los pocos minutos con una mujer a la zaga, aunque mucho
más alta que el adolescente. Era de pelo negro y de grandes pechos, un hecho que
vio que sus hermanos menores notaron con interés. Les envió una advertencia
privada.

Pongan su lengua de nuevo en sus bocas, chicos. Esta es una diplomática y no


podemos darnos el lujo de ofenderla.

Lana escuchó el comentario en su mente. Se puso de pie para saludar a la

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


mujer con una cálida sonrisa ocultando su diversión.

—Sea bienvenida, señora Magda. ¿Desayunará con nosotros? —Lana ya


estaba ordenando las cosas para acomodarlas en la larga mesa, frente a ella y
Roland.

La mujer Jinn sonrió y su belleza sólo pareció aumentar. Tenía unos


impresionantes ojos verdes, Roland vio... el color le era muy familiar.

—Usted debe ser la reina Alania. Soy la segunda representante del Clan del
Dragón Negro, he venido a traer noticias de su hermana, Arikia.

— ¿De mi hermana? —La cara de Lana se iluminó con entusiasmo y se puso


pálida de miedo al mismo tiempo—. ¿Qué puedes decirme de mi hermana?

La mujer se sentó cuando Lana lo hizo. Roland tomó la mano de su esposa


y se la apretó en apoyo de lo que la otra mujer dijera.

—El Príncipe Nicolas encontró y rescató a su hermana. Aún están con mi


gente en la Jinnfaire cerca de la frontera norte de Skithdron. Un mensajero llegó en
la noche con la noticia y me pidió reunir a todos los Jinn aquí, para su vuelta a

183
El Club de las Excomulgadas
casa. Se casaron anoche, en la manera de nuestro pueblo, y su hermana fue
coronada reina de los Jinn.

— ¿Qué? —Los ojos de Lana le brillaron con lágrimas de alegría—. ¿Nico y


Riki? ¡Eso es fantástico! Pero, ¿cómo puede ser la reina de los Jinn? ¿Había estado
con su gente todo este tiempo?

Magda sacudió la cabeza y les dijo todo lo que sabía del tiempo como
prisionera de Riki y de su escapada. Magda tenía una gran cantidad de información
de los músicos Jinn que Lucan empleaba. Habían visto los tristes ojos verdes de la
chica y lo habían informado dando noticias de ella en los meses que duró su
cautiverio, cada informe por separado corroboraba el momento para indicar que
podría ser la chica de la cual hablaban los videntes.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Roland escuchaba con tranquilo interés. Lo que esta mujer les decía de los
Jinn no tenía nada de milagroso. Cuando ella les explicó el origen de los Jinn,
estuvo completamente sorprendido de encontrar que había otros descendientes de
Draneth el Sabio extendidos por todo lo largo de las tierras. Aún más fascinante era
la idea de que los Jinn fueran un matriarcado, no el patriarcado que siempre había
asumido. Oh, estas personas eran inteligentes. Ni siquiera su infame hermano jefe
de los espías había adivinado todos sus secretos.

—Hay más, Sus Majestades, —la mujer siguió hablando cuando el desayuno
fue olvidado—. El Clan del Dragón Negro cuenta con muchos weres en sus filas.
Yo soy uno. La Primera Delegada, Estella, es otra. Sin embargo, añadimos otro a
nuestras filas el día de hoy. Las visiones proclaman que la reina Arikia de los Jinn
encontró sus alas esta misma mañana. Su hermana y su compañero volarán a casa
juntos. Traerán a la guardia de honor de los dragones negros, enviados aquí como
enlace entre nuestras fuerzas y las suyas.

— ¿Más Jinn vienen hacia aquí? —Collin preguntó desde su asiento a pocos
metros de la mesa—. Pensaba que todos estaban ya en la ciudad.

184
El Club de las Excomulgadas
—Todos los que estuvieron a una noche de camino, príncipe Collin, —dijo
la mujer en voz baja—. Los Jinn son numerosos y se extienden por todas las tierras
en muchos clanes diferentes, pero todos se rigen por mi hermana, Estella, La
Delegada del clan del Dragón Negro y ahora, por su hermana, nuestra nueva reina,
también. Nuestros profetas nos dicen que el tiempo estará llegando pronto, cuando
nuestras fuerzas deban unirse y luchar juntas para evitar una catástrofe para todas
las tierras.

Roland de pie, caminaba, mientras trataba de absorber el extraño giro de los


acontecimientos.

—Tu noticia es bienvenida y preocupante, —dijo al fin—. Aunque estoy


muy contento de que la hermana de mi esposa haya sido encontrada y se casara

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


con mi hermano, —una parte de él todavía no podía creerlo—, estoy preocupado
por esas oscuras visiones del futuro. Aunque respeto la reputación y la habilidad de
sus videntes Jinn, sólo puedo esperar que se equivoquen acerca de lo que viene. —
Levantó una mano para evitar el argumento que pudo ver formándose en los labios
de la mujer—. Sin embargo, toda ayuda es bienvenida, y el nuevo familiar dragón
negro aún más. Me complace darle la bienvenida a su gente como aliados, Magda,
y espero que podamos encontrar una manera de trabajar bien juntos.

La chica de pelo azabache le sonrió entonces, y vio a sus hermanos con las
mandíbulas caídas cuando su belleza les sorprendió. Por suerte, la magia de los
Jinn no tenía ningún efecto sobre él. Amaba demasiado a Lana para girar la cabeza
por una muchacha bonita. Jinn o no.

—Con su permiso, entonces, —Magda se levantó y agitó las faldas alrededor


de sus piernas—, estableceremos un campamento al este de la ciudad, en la base del
monte del castillo, bordeada por el afluente del río en el este, la de la cuidad
existente en el oeste y el campo abierto hacia el sur.

—Planearon esto con anticipación, ya veo, —Roland bromeó cuando ella


sonrió—. ¿A cuántos de sus hermanos están esperando?

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El Club de las Excomulgadas
Magda se encogió de hombros con delicadeza. —Varios miles al menos, a
finales de semana. Castletown se convertirá en una ciudad a fin de mes, y tenemos
planes para desarrollar el campo abierto hacia el este, con cultivos para apoyar a
nuestro pueblo. Si tenemos su permiso, por supuesto.

Roland sabía cuándo le habían superado. Los Jinn estaban haciendo planes
para instalarse en Draconia. La idea era pasmosa. Los Jinn, que eran muy
conocidos como nómadas sin hogar, estaban echando raíces en Draconia. En la
base de su castillo, nada menos. Nunca se creería haber visto algo como esto en su
tiempo.

—Su gente es bienvenida a establecer cualquier granja en los terrenos que no


hayan sido reclamados, Magda, pero se da cuenta de que debemos mantener las

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


manadas de nuestros familiares dragón, ¿verdad?

Magda se rió y el tintineo hizo que sus hermanos menores se retorcieran en


sus asientos. — ¡Pero por supuesto! El Clan del Dragón Negro, sobre todo, sabe la
importancia de trabajar con los dragones. No tenemos ningún deseo de gobernar,
pero volaremos a la batalla bajo su dirección, Rey Roland. Necesitaremos
entrenamiento sin embargo, con sus guaridas. Por desgracia, volar es algo que sólo
han hecho en secreto 'hasta ahora', y necesitamos más práctica con otros dragones
en la batalla.

Justo en ese momento, un dragón del tamaño de la puerta abierta apareció


en el extremo de la gran cámara familiar y un dragonet de plata brillante se
desplomó. Era enorme para los estándares de un dragonet y mucho más brillante
que cualquier otro dragón en la tierra, pero era de la familia. Tor, el bebé Dragón
de hielo, se detuvo cuando vio a un visitante en la habitación, mirando con
atención cuando llegó a sentarse en cuclillas detrás de Lana y Roland.

—Hijo, esta es Magda La Segunda Delegada del clan del Dragón Negro de
los Jinn. Su pueblo colocará sus casas en la ciudad de abajo.

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El Club de las Excomulgadas
Saludos, Sir Tor. Magda sorprendió a todos al hablar de la forma silenciosa
de los dragones. He oído mucho de ti.

Lana, todos escucharon las palabras de Tor en su mente, ella se siente como un
dragón. Igual que tú y Roland.

Magda se echo a reír, el agradable sonido jugó con los sentidos de todos. Eso
es porque lo soy.

****

Riki extendió sus alas, volando en una zona apartada, cerca del
campamento de los Jinn con Nico velando por cada uno de sus movimientos,
entrenándola y persuadiéndola de la manera más cariñosa. La sensación fue

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increíble. Nunca se había sentido tan libre en su vida, o tan feliz. El hombre que
amaba volaba a su lado, dirigiéndola, mostrándole cómo ser un dragón,
animándola y, sin embargo, dejándola volar libre. Él era tan especial, amable,
atento compañero, pero no agobiante. Era simplemente perfecto.

Una forma deslizante por debajo le llamó la atención y golpeó con miedo al
corazón de Riki.

Skiths. Muchos. Dirigiéndose directamente hacia el campamento Jinn.

¡Nico!

Los veo. Su voz sonó tristemente en la mente de Riki. Vamos, tenemos que
advertir a los Jinn.

Más bruscamente de lo que Riki podría seguir, Nico voló hacia el


campamento Jinn, pero ella no era tan ágil en el cielo todavía. Girando
bruscamente, Riki comenzó a perder altitud, llegando peligrosamente cerca de los
skiths muy por debajo.

¡Nico!

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El Club de las Excomulgadas
Pero ya era demasiado tarde. El pánico de Riki desafortunadamente se
movió por su cuerpo de dragón recién descubierto. Ella comenzó a caer, cada vez
más cerca del peligro. En su pánico, empezó a cambiar, la niebla negra giró
mientras su cuerpo instintivamente buscaba una forma más familiar. Las alas
frenaron su descenso al principio, con lo que se acercó a las copas de los altos
árboles, pero las alas se habían ido y comenzó a tomar velocidad.

Riki se acercó a ciegas, cayendo a través de las copas de los árboles,


rompiendo las ramas más pequeñas cerca de la cima, retrasando su descenso una
vez más. Hojas y ramas golpearon su cuerpo al caer, recibiendo bofetadas en la cara
y causándole lágrimas de dolor, hasta que finalmente llegó al descanso con un
sordo traqueteo.

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Atrapada en un árbol.

Bendita sea la Madre de Todos.

¡Riki! El dragón negro pregonó la angustia de Nico, cuando hizo su camino


de regreso a donde ella había caído.

Estoy bien. Aterricé en un árbol. Es bastante alto. No creo que los skiths puedan llegar
hasta aquí.

Pero sin duda la habían visto. Nico podía verlo con bastante facilidad desde
su posición anterior. Varias de las mortales criaturas se habían detenido en la base
de su árbol, tratando experimentalmente de escupir hacia ella, pero gracias a Dios,
en realidad ella estaba fuera de su alcance.

¿Puedes cambiar y volar? Nico sabía que era una posibilidad remota. Ella era
demasiado nueva para que sus alas pudieran volar y viajar desde una posición tan
incómoda.

Lo dudo. No en este momento, al menos. Estoy muy asustada. Estoy contenta de estar
aquí por un rato. Nico, tienes que advertirles a los Jinn.

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El Club de las Excomulgadas
¡No puedo dejarte!

Debes hacerlo. Nico, incluso el círculo mágico alrededor del campamento no


mantendrá fuera a esa cantidad de skiths. Se trata de un ataque. Uno organizado. Los skiths
juntos no aparecen por su cuenta, no tantos ni tan al norte.

Nico tuvo que reconocer que ella tenía razón. Alguien había guiado a estos
skiths para atacar la Jinnfaire. La gente en tierra estaba en su mayoría indefensa
contra tales criaturas feroces. Sólo los dragones podían defenderse adecuadamente
contra un ejército de skiths, con su fuego. Era lo único a lo que los skiths temían.

Pero los Jinn decían que había dragones negros entre ellos. Tal vez no serían
suficientes para defender el gran número de personas de la Jinnfaire. No estaba
seguro, pero en realidad era su única oportunidad.

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¡Nico, tienes que ayudarlos!

No quiero dejarte.

Pero tienes que hacerlo. Debes hacerlo.

Nico suspiró con resignación. Sabía lo que tenía que hacer. Tienes razón.
Nico voló en círculos por encima de Riki un momento más, deseando besarla,
sabiendo que no podía. Quédate ahí, cariño. No muevas un músculo. Debes estar a salvo
de los skiths donde estás, así que no intentes ir a otro lugar, ¿de acuerdo?

Créeme, no me moveré ni un centímetro. Aún estoy temblando demasiado, por una


cosa. Su pequeña risa ahogada llego a través de sus pensamientos. ¡Dulce Madre!
¡Cómo amaba a esta mujer!

Muy bien. Volveré tan pronto como sea posible, con ayuda. Quédate dónde estás y
recuerda que te amo más que a nada en este mundo. Sus pensamientos se ablandaron y se
volvió hacia el campamento de los Jinn. Sin ti, estoy perdido, Riki. Manténte segura
para mí, amor mío.

También te amo, Nico. Adviértele a la gente, y luego regresa rápidamente a mí.

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El Club de las Excomulgadas
Riki se sentó en el árbol, contenta por estar a salvo de momento de los
escupitajos de los skiths muy por debajo. La mayoría había renunciado a ella, pero
algunos todavía persistían en la base de su árbol, manteniendo su sitio. El resto se
movía constantemente hacia el campamento Jinn y eso le preocupaba. Esas
personas tenían poco para defenderse de esa masiva incursión de las criaturas
mortales.

Pero decían tener algunos dragones entre ellos. Había visto a uno ya, Estella
cuando había cambiado justo enfrente de ella. Así que tenían algún tipo de
protección, por lo menos. Sin embargo, probablemente necesitarían las habilidades
de curación de Riki cuando se terminase. La gente y los dragones, estaba segura,
terminarían heridos y haría todo lo posible para ayudar a sanarlas. Habían sido tan
amables con ella, que quería ayudarlos a cambio.

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¿Eres tú, brujita?

Una repugnante voz sonó deslizándose por su mente pervirtiendo el modo


en el que se comunicaba con Nico. Riki buscó la fuente de la voz. Alguien le estaba
mirando. El miedo se deslizó a través de su cuerpo ya cargado de adrenalina.

Vamos, pequeña bruja. Juraría que era la voz de Lucan. Ven a casa conmigo,
brujita, o mis hermanos te cortarán la cabeza y comerán tus entrañas.

Ella sintió que la ira aumentaba con las palabras, pero ¿de donde venía?
Lucan no estaba a la vista. De hecho, no podía ver a un solo humano dentro de los
límites de su privilegiada posición. Los únicos seres vivos que quedaban en el área
eran skiths. Todos los animales habían huido ante las malvadas criaturas o habían
sido comidas.

Luego Riki notó a un Skith en particular, parecía estar mirándola. Los otros
se deslizaban debajo del árbol en una masa de carne escamosa, pero éste se
mantenía apartado, con los ojos entornados fijos en ella. Le puso la piel de gallina.

Ahí era de donde se originaba la voz. ¿Lucan podría de alguna manera


canalizar sus pensamientos a través del skiths? La idea era terrible, pero explicaba

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El Club de las Excomulgadas
por qué estos skiths estaban tan al norte y por qué se dirigían en masa hacia el
campamento de los Jinn, sin un soldado humano que los impulsara.

Lucan tenía el control de los skiths.

Era la única explicación.

Loralie le había advertido de ello, en su indirecta forma, todos esos meses


atrás. Le había dicho a Lucan, en presencia de Riki, cómo podría descubrir la
forma de comunicarse y controlar a las criaturas con las que mezclara su esencia.
Lucan había cacareado de alegría ante la idea, pero Riki siempre había sentido la
mirada significativa que Loralie le había dado entendiéndola como una especie de
advertencia. No lo había comprendido hasta este momento, pero muchas cosas que
había visto y oído en aquel entonces, estaban empezando a hacerle tener una

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especie de horrible sensación.

Lucan no sólo podía controlar a los skiths, podía ver a través de sus ojos. Y
la había encontrado. Sabía exactamente dónde estaba. El pánico la dominó hasta
que se dio cuenta de que estaba bien y verdaderamente atrapada en ese árbol.
Moverse era un suicidio. Mantenerse quieta era aún peor. Lucan enviaría a sus
hombres para recuperarla y quién sabe qué torturas pensaría cuando por fin
estuviera de nuevo bajo su control.

La desesperación se apoderó de ella. La única opción que le quedaba era


cómo iba a morir. ¿Debería esperar a ser recapturada y dejar a Lucan matarla poco
a poco en el transcurso de lo que podrían ser fácilmente años? ¿O debería ir y
terminar rápidamente, dejando que un Skith cortase su cabeza?

La ira se levantó para sofocar el temor hacia Lucan, golpeando su alma. No


había otra opción.

Sino el desafío.

Y esta vez no estaba sola. Nico le ayudaría. Regresaría por ella en cualquier
momento, y los Jinn le habían prometido su ayuda también. Ella podía hacer esto.

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El Club de las Excomulgadas
Le haría frente a Lucan, por primera vez en su vida, y sabía que habría otros que
estarían con ella, si los necesitaba. No estaba sola.

— ¡Maldito seas! —Le gritó a la malvada criatura—. ¡Maldita seas vete a los
siete infiernos!

La ira brotó y con ella llegó el calor y el fuego del dragón. Nunca antes había
estado tan cerca de la superficie, aunque lo reconoció como el poder que había
permanecido en estado latente en su alma toda su vida. Sólo que ahora, podía
acceder al mismo.

Riki se deleitó con el fuego, dejando que el poder bañara su alma en su


pureza. Renovada, abrió los ojos y señaló hacia el Skith.

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Llamas salieron de su mano extendida, sorprendiéndola. Pero se sentía bien.
La llama era real, pero no le quemaba, era parte de su alma.

Invocando el fuego de su naturaleza dragón, Riki vertió todo lo que tenía en


la llama, enviándola al Skith a través del cual Lucan observaba, deleitándose con
sus gritos de muerte.

Los otros skiths se dispersaron, deslizándose lejos de la llama que ardía pura
y caliente. Esta llama mágica consumió sólo al Skith, dejando el bosque a su
alrededor intacto.

Riki sintió el triunfo a través de la rabia. Sólo había matado a una criatura
que nunca había debido vivir en primer lugar. Por alguna razón, el conocimiento
hizo que se sintiera bien. A Riki se le había enseñado desde que era niña que toda
vida es sagrada, pero había aprendido a la fuerza, que algunas cosas eran
demasiado malas para vivir.

Lucan era una de esas. Los Skiths eran otra.

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El Club de las Excomulgadas
Matar al Skith no la llenó de miedo como ella esperaba. En su lugar, se
sintió feliz... no exactamente feliz... sino más bien, justificada. Sentía la rectitud de
sus actos y no derramaría lágrimas por él.

Los Skiths eran sólo... el mal. Lo sentía en su alma. No pertenecían a este


mundo y nunca deberían haber sido creados.

Eso era todo. Ese era el conocimiento secreto que hizo clic en su lugar,
aunque no tenía ni idea de cómo lo sabía. Los Skiths no eran criaturas de la
naturaleza. No, habían sido creados por los magos y las magas malignas.

Riki no sabía de dónde provenían esos conocimientos, pero no se lo


cuestionó. Nico podría saber la verdad. Le preguntaría a su regreso.

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****

Nico llegó al campamento en el momento justo para advertirles a los Jinn


sobre el ejército de skiths que se acercaba. Estaba sorprendido por la forma en que
estos pueblos nómadas respondieron a su bramido. En momentos, una legión de
dragones negros sobrevoló el campamento en expansión. Nico nunca había visto
nada igual. Al menos una docena de dragones negros cubrió el cielo.

Cuando las fuerzas draconianas tomaron el cielo, los dragones se tradujeron


en un arco iris de colores, con caballeros vestidos de cuero en sus espaldas. De vez
en cuando, un dragón negro llevaba a un caballero, pero había pocos negros que
quedasen en su tierra natal. Esto, sin embargo, era una vergüenza de riqueza. Nada
más que dragones negros sin jinetes llenaban el aire sobre el campamento, mientras
los Jinn se escurrían en el caos organizado de abajo.

Los vagones fueron movidos rodeando las carpas y barricadas de todo tipo
surgieron alrededor del perímetro. Los hombres con armas afiladas dispuestas
detrás de las barricadas y filas de mujeres fueron dispuestos detrás de ellos, armadas
con arcos largos. Otras mujeres —las ancianas y las muy jóvenes— estaban listas
con braseros y petróleo para encender las flechas y hacer otras tareas para ayudar a
los combatientes.

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El Club de las Excomulgadas
Sin embargo, los dragones estaban desorganizados. Nico podía verlo
fácilmente, nunca habían peleado en formación antes. Eran como jóvenes reclutas,
no sabiendo cómo mantenerse fuera del camino unos de los otros.

Había poco tiempo para organizarlos y no había tiempo para la diplomacia.


Nico voló en medio de ellos y se hizo cargo, dividiéndolos en parejas y asignando
sectores como el general de los dragones y el hombre que realmente era. Ninguno
cuestionó su derecho a mandarlos, y al poco tiempo, la defensa estaba lista.

Justo a tiempo, también, cuando los skiths rodearon el campamento y


atacaron desde todas las direcciones a la vez. Nico tuvo tiempo suficiente como
para ofrecer una oración a la Madre de Todos antes de lanzarse a la refriega,
encendiendo a los skiths a su paso, con la ayuda de los otros dragones negros.

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¿Dónde está tu compañera? Estella voló cerca, friendo a los skiths con un
amplio barrido de llamas a su paso.

Está a salvo por ahora. ¡Mira detrás de ti!

¡Malditas criaturas! Las palabras llenas de ira de la mujer, se juntaron con su


frustración cuando una corriente de veneno estuvo a punto de darle. ¿Cómo tus
caballeros y dragones hacen esto día tras día?

Es una búsqueda permanente, Nico respondió con sobriedad, manteniendo


un ojo en el campo de batalla. Había un círculo de dragones Jinn arriba, para entrar
en caso necesario. Ya tres de los dragones Jinn habían resultado heridos de
gravedad y fuera de combate. Las mujeres en tierra estaban rociando sus heridas de
veneno con agua y los curanderos cuidándolos.

Esta es una batalla para la que estamos mal preparados. Lo veo claramente ahora, la
determinación de Estella sonó en su mente mientras pasaba volando. Pero eso
cambiará. Príncipe Nicholas, debes buscar a Riki. Su seguridad es crucial.

Nico miró a su alrededor a la batalla. Los dragones Jinn eran combatientes


descuidados en el aire, pero podían hacer el trabajo. Más de la mitad de los skiths

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El Club de las Excomulgadas
ya estaban muertos y el resto pronto se les uniría, un resultado tanto del asalto de
los combatientes en tierra como de la lucha de los dragones desarticulándose desde
el aire. Juzgó que estaban en su camino a la victoria, lo que significaba que era libre
de ir a rescatar a su nueva esposa de ese árbol.

Acababa de tomar la dirección desde su elevada posición, cuando un


solitario dragón negro voló sobre el bosque.

¡Riki!

Siento llegar tarde. El humor y el amor sonaron en su voz a través de su


mente. Los otros dragones le dieron la bienvenida con sus bramidos y ella
respondió a cambio, aunque su voz era vacilante por lo poco acostumbrada que
estaba a ser un dragón.

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Por la Madre, me alegro de verte.

Yo también, Nico. Yo también. El alivio sonó a través de su voz y él nunca


estuvo más feliz de escuchar su chispa de humor irónico. Uh, ¿Nico? Um... ¿cómo
hago para bajar?

Él se rió y el humo salió de su boca de dragón. Mírame primero. Me pondré en


el suelo y te cogeré. ¿Está bien?

Lo intentaré.

La alegría lo llenó, sólo de mirar a su extraordinaria compañera.


Aterrizando hábilmente en el centro del campamento, él tomó un área despejada
por lo que tendría un poco de espacio para maniobrar. Nico se dio la vuelta,
extendiendo sus alas, guiando a su compañera entre sus brazos.

Apunta hacia mí, cariño. Esta es la forma en que enseñamos a nuestros bebés. Tal vez
pronto algún día, tengamos nuestro propio bebé para enseñarle, ¿eh? No pudo resistir las
burlas y se rió cuando su aletear se tambaleó ante la idea.

¿De verdad? ¿Un bebé?

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El Club de las Excomulgadas
Parecía asombrada ante la idea. Sí, mi amor, nuestro bebé. Un pequeño príncipe o
princesa para amar y cuidar. Una parte de nosotros. Parte de nuestro amor. ¿No lo pensaste
cuando decidiste ser mía?

No había llegado tan lejos todavía. Ella soltó una risita y él vio humo que
salía detrás de ella mientras dirigía su trayectoria de vuelo hacia él. No quiero hacerte
daño. Sólo déjame caer a la tierra dura, ¿está bien?

Cariño, nunca podrías hacerme daño. Confía en mí para capturarte y protegerte. Es lo


que nací para hacer.

Dices las cosas más dulces. Su voz sonó suavemente a través de su mente.
Cuidado ahora, aquí vengo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Lo estás haciendo bien.

Nico siguió alentándola cuando ella desaceleró y se dejó caer, dirigida por
él. Tropezó un poco al principio, pero después de todo, hizo un buen papel de su
primer aterrizaje. Nico la tomó en sus brazos fuertes de dragón, doblando su cuello
con el de ella en un abrazo de dragón. Era tan bella, tan valiente y especial.
Encajaba con él de todas las formas posibles.

Riki dio un paso atrás, frente a Nico cuando hizo el cambio. Cuando se puso
de pie una vez más en forma humana, estaba completamente vestida, pero sus pies
estaban descalzos. Ella bajó la vista hacia los pies perpleja mientras Nico soltaba
una risa humeante.

— ¿Dónde están mis zapatos?

En otro lugar, obviamente. Cariño, cuando cambies, tienes que mantener la imagen
de tu ropa —de toda tu ropa— sobre ti cuando regreses. En realidad, debes estar muy
orgullosa. La mayoría de los primerizos vuelven completamente desnudos. Tienes tu vestido
por lo menos.

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El Club de las Excomulgadas
—Y mi anillo de bodas. —Levantó el reluciente anillo de oro
mostrándoselo, que brilló con el sol. Nico gruñó y sonó como pura satisfacción
masculina—. Pero me gustaban mucho esas botas. ¿Cómo puedo recuperarlas?

¿Quieres intentarlo de nuevo? Cambia a dragón, luego regresa otra vez. Imagínate a ti
misma vestida, incluyendo las bonitas botas.

Así lo hizo, y notó que cada vez que cambiaba, se le hacía más fácil.
Cuando se paró frente a Nico, una vez más en forma humana, sus botas estaban en
sus pies y una amplia sonrisa adornaba su rostro.

Eres tan natural.

Ambos se volvieron cuando un dragón bramó en peligro.

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—Será mejor que vayas a ayudarlos. Yo ayudaré a los curanderos.

Manténte en el centro del campo. Prométeme que no irás cerca de los bordes. Los
combatientes de tierra son mejores que los dragones, pero algunos de los skiths aún podrína
pasar.

—No te preocupes, estaré a salvo.

Ella abrazó el secreto de su recién descubierta capacidad de lanzar fuego,


incluso en forma humana, cerca de su corazón. Se lo diría a Nico cuando tuviesen
más tiempo. Ahora, los dragones Jinn lo necesitaban. Era evidente, incluso para
ella, que no estaban muy bien organizados en su vuelo. Riki ya había visto varios
connatos de accidentes en el aire y estaba contenta de estar en el suelo, fuera del
camino.

Nico tomó el cielo con un batido poderoso de sus alas. No importaba


cuántas veces lo viera en forma dragón, nunca dejaba de impresionarla. Él era tan
hermoso, tan competente, tan seguro de sí mismo y de su dirección. Ojalá pudiera
ser sólo la mitad de segura de sí misma, pero ella estaba allí. Con cada nuevo

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El Club de las Excomulgadas
descubrimiento, con cada pequeño éxito, estaba aprendiendo quién era y qué podía
hacer.

Pronto, esperaba, sería una mujer de la que Nico podría estar orgulloso y así
podría estar orgullosa de sí misma. Poco a poco, trabajaría para alcanzar esa meta.

Mirando alrededor, Riki partió en dirección hacia los dragones heridos.


Sabía de sobra qué hacer para las heridas de veneno de los Skith y sería feliz de
ayudar a estas personas valientes.

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El Club de las Excomulgadas

Capítulo Catorce
Aproximadamente una hora más tarde, el último Skith estaba muerto.

Los dragones Jinn se revolcaban en un arroyo, no muy lejos, lavando las


gotas de veneno de su piel negra antes de regresar al campamento. Riki ayudó a los
heridos junto a un contingente sorprendentemente grande de personas altamente
calificadas de curanderos Jinn. Incluso le enseñaron un poco acerca de cómo
utilizar su poder sin drenarse a sí misma demasiado. Eran buena gente, mostrando
su respeto y amabilidad, reforzando su autoestima en el proceso.

¿Riki? La voz de Nico sonó a través de su mente. ¿Dónde estás?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Estoy en la tienda de campaña amarilla. Se ha reunido a todos los heridos aquí.

¿Puedes salir o te necesitan?

Riki examinó la ordenada habitación. Había curanderos mucho más


calificados que ella aquí y tenían las cosas bajo control.

Iré. ¿Dónde estás?

En la tienda de Estella. Hay un consejo de guerra de espionaje clasificado.

Bien. Tengo algo que decirte.

¿En serio? La curiosidad sonó en sus palabras y ella sonrió.

Sí, en serio.

¿Qué sucede?

Espera y verás. No pudo resistir burlarse de él.

Estaré allí.

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El Club de las Excomulgadas
Nico la estaba esperando enfrente de la tienda. La tomó en sus brazos en el
momento en que la vio. Nico la besó apasionadamente, comunicando su alivio a
través del beso mientras la moldeaba con su cuerpo fuerte.

—Te amo, —dijo mientras se apartaba, mirándola a los ojos.

No importaba cuántas veces le oyera decir las palabras, siempre tenían el


mismo efecto en ella. El asombro y la alegría brillaban a través de su espíritu. ¡Nico
la amaba!

Nada podía competir con el sentimiento de saber de su amor.

Nico la besó de nuevo antes de que pudiera responder, y luego retrocedió


ligeramente, indicándole que entrara en la tienda antes que él. Los que se

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


encontraban dentro eran un grupo de caras sombrías, polvorientas y sucias por las
horas que acababan de pasar defendiendo sus propias vidas.

Riki sentía un gran sentido de responsabilidad hacia estas personas. Había


traído la furia de Lucan sobre ellos.

Silenciosamente, se acercó a la mesa y se puso delante de ellos. La


conversación cesó cuando todos los ojos se volvieron hacia ella. Su boca se secó,
pero sabía que tenía que hablar.

—Les pido disculpas. —Hizo una pausa, reuniendo su valor—. He traído a


los skiths aquí. Lucan me estaba buscando y os atacó por eso. Lo lamento
profundamente.

Sus palabras se encontraron con el silencio del asombro hasta que Estella
habló.

— ¿Cómo puedes estar tan segura de que fue tu culpa? No te culpamos.

—Bueno, entonces deberíais hacerlo. Lo sé porque Lucan me habló a través


de uno de los skiths. —La sorpresa produjo jadeos al enterarse de su declaración—.

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El Club de las Excomulgadas
Los dirige con su mente. Tiene poder sobre ellos ahora, desde que se fusionó con
ellos.

— ¿Fusionó? —La voz de Arabetta fue seria y con preocupación.

—Lucan ya no es humano. —Un grave silencio rodeó el anuncio de Nico—.


Al menos no completamente. Es parte Skith ahora. Yo lo vi. Habla con ellos. —
Nico salió de detrás de Riki, de pie cerca con su espalda contra su pecho,
ofreciéndole su apoyo.

—Y habla a través de ellos, —confirmó Riki —. Ve a través de sus ojos y


pudo comunicarse conmigo a través de uno de ellos.

— ¿Qué te dijo?

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Riki se encogió de hombros. —Me quería de vuelta. O que muriera. Nada
sorprendente. Yo era la única cosa que lo mantenía con vida y sin dolor. Sin mí
alrededor para que lo cure constantemente, estará en agonía.

—Así que estará buscando a otro sanador, —dijo Arabetta astutamente—.


Tenemos que correr la voz. —Todos alrededor de la mesa confirmaron la grave
necesidad de advertir a otros curanderos. Riki ni siquiera había pensado en eso,
pero era una idea excelente. Sin embargo...

—Loralie le dijo que necesitaba un sanador especial y que yo era la única en


Skithdron.

—Un sanador dragón entonces, —dijo Estella, sin duda, pero Riki se
sorprendió por su asunción.

—Yo no soy…

Nico detuvo sus palabras con un apretón rápido de su brazo alrededor de su


cintura.

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El Club de las Excomulgadas
Oh, sí que eres una sanadora de dragón. No lo dudes, mi amor. Es un regalo de tu
patrimonio. Las mujeres descendientes de Draneth el Sabio normalmente pueden sanar a los
dragones.

No tenía ni idea.

Y hasta esta mañana, nunca habías cambiado, así que no lo dudes. Tienes mucho
talento dentro de ti que estás recién descubriendo. Personalmente, amaré cada minuto del
aprendizaje sobre quién y qué eres.

El cálido brazo de Nico alrededor de su cintura, disparó su sangre, igual que


el tono sexy de su voz en su mente.

— ¿Qué pasó con el Skith que Lucan estaba usando? —La pregunta de

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Estella trajo a Riki de vuelta a la conversación.

—Lo maté.

El silencio se encontró con sus palabras hasta que Nico le preguntó,


simplemente, — ¿Cómo?

Ella se dio la vuelta en sus brazos y fue como si sólo ellos dos existieran
únicamente. —Al principio estaba muy asustada. Me da vergüenza admitir que
consideré saltar del árbol para permitir que los skiths me tuvieran. Por lo menos me
darían un rápido final, o eso creía. Pero luego pensé en ti, —tomó sus mejillas con
las manos—, y me enojé.

Nico se rió entre dientes. — ¿Pensar en mí te hizo enojar?

—No. —Sonrió ante su burla—. Pensar que Lucan te amenazara y a mí me


hizo enojar. El fuego brotó y antes de darme cuenta, las llamas llegaron desde mi
mano y frieron al Skith.

— ¡Dulce Madre! —exclamó alguien en la mesa, recordándole a Riki que


tenían audiencia.

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Arabetta se puso de pie, su sonrisa era amable. — ¿Puedes mostrárnoslo,
hija? ¿Puedes, —miró alrededor de la tienda, sus viejos ojos se iluminaron en la fría
hoguera central— ...dirigir tu llama hacia allí, por ejemplo?

Riki inclinó la cabeza, pensando. —No lo sé, pero lo intentaré, si quieres. —


Salió de los brazos de Nico y limpió la mesa, invocando el fuego en su sangre y
tratando de apuntar a la fosa poco profunda llena de piedras. La llama azul salió,
crepitando contra las piedras, pero no le prendió fuego a las ramas que se habían
fijado para leña—. Lo mismo hizo en el bosque también. Quemó al Skith, pero no
la hierba ni a la madera muerta.

Riki se detuvo y se volvió hacia la mesa, sorprendida por el aspecto casi


uniforme de respeto dirigido a ella. Sólo Nico sonreía, una sonrisa de oreja a oreja

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mientras la miraba.

—Es como fue predicho, —Arabetta habló por fin, rompiendo el silencio—.
Su magia solo quema a los objetos malignos.

Los Jinn reunidos susurraron excitados entre sí, mientras Arabetta y Estella
la miraban con más respeto en sus ojos.

—No lo entiendo. Quiero decir, sé que esto es un acontecimiento raro. Pero


¿por qué estáis tan sorprendidos? Pensé que los Jinn se sentían cómodos con magia
de todo tipo.

—Con magia, sí, —Arabetta asintió—. Es parte de nuestra vida cotidiana.


Pero este tipo de magia es algo especial, incluso para nosotros. Esta magia puede
ser nuestra salvación en la lucha que está por venir.

—Hablando de eso... —Nico llamó la atención lejos de ella,


afortunadamente. Tenía mucho en que pensar y aún estaba incómoda por ser el
centro de atención—. Si Lucan ve con los ojos de los skiths, seguramente sabe lo
que pasó y dónde estamos. Enviará soldados a terminar el trabajo.

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El Club de las Excomulgadas
Gravemente ella se centró en su evaluación. —Hay que dispersarse, —dijo
Estella con fuerza y todos asintieron—, pero antes de hacerlo, tenemos que
organizar tu huida a través de la frontera norte y luego hacia Draconia. También
hemos averiguado el día de hoy lo mal preparados que estamos para luchar como
dragones. Eso tiene que cambiar. Ya envié a un mensajero a vuestro pueblo en
Draconia. Se reunirán con tu hermano para ponerlo al día en tus viajes y también
para solicitar la formación de nuestros dragones entre sus guaridas.

Nico asintió, con una sonrisa en su rostro. —Roland se sorprenderá, pero


todos los dragones son bienvenidos en Draconia. Especialmente los Dragones
Negros.

—Bien. —Estella sonrió también—. Entonces, disfrutarán de la compañía de

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cinco de los nuestros en su viaje a casa. Ellos actuarán como guardia de honor,
como señuelos, y emisarios para tu tierra. Saldrán esta noche, igual que todos los
Jinn. Esta Jinnfaire debe suspenderse con toda la diligencia posible y nuestro
pueblo dispersarse para evitar a los soldados de Lucan. Skithdron ya no es seguro
para los Jinn. —Se dirigió a los líderes sentados alrededor de la gran carpa—.
Corran la voz a toda la Hermandad.

Nico y Riki fueron los últimos en salir, con la despedida agridulce de Drake.

— ¿No vendrás a casa con nosotros? —Le preguntó Nico a su viejo amigo,
aunque ya sabía la respuesta.

—Todavía no. Además, os llevará menos tiempo sin mí, y no puedo dejar
mis instrumentos y mi carreta.

Riki se acercó a abrazar a Drake, aunque Nico tuvo que contener sus
gruñidos cuando Drake la abrazó un poco fuerte también. —Gracias por todo lo
que has hecho. —Ella le besó la mejilla.

Drake se abalanzó y la besó en los labios, riendo cuando Nico tiró de Riki a
sus brazos, lo que puso fin al beso. Drake le guiñó un ojo a la cara enrojecida y ella

204
El Club de las Excomulgadas
rió como una niña sin preocupaciones. El sonido aligeró el corazón de Nico, y
perdonó la conducta escandalosa de Drake.

—Nos volveremos a ver. Te lo prometo. —Drake estrechó la mano que Nico


le ofreció, y, luego lo sorprendió dejándose caer sobre una rodilla—. Nicolas, juré
servirte hace años como príncipe y espía del rey de Draconia. Renuevo mi promesa
a ti ahora como Rey-Consorte de la Hermandad de los Jinn. Si alguna vez me
necesitas, simplemente llámame. Cualquier servicio que pueda realizar, para ti o
para tu reina, la haré con mucho gusto.

Nico sintió la gravedad del juramento de Drake, y el ligero cosquilleo de la


magia rodando donde sus manos seguían unidas. No puso en duda el nuevo papel,
aunque sus pensamientos estaban a la carrera. Poco a poco, puso la otra mano

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


sobre el hombro de Drake y tiró de él a sus pies.

—Acepto tu juramento, Drake, y bienvenida tu amistad y servicio. —Una


vez hecha la formalidad, abrazó al otro hombre, golpeándolo en la espalda.
Cuando liberó a su viejo amigo, tenía confusión en su rostro—. ¿Qué es eso de Rey-
Consorte?

— ¿No te das cuenta? Al casarte con nuestra Riki aquí, —Drake se echó a
reír y guiñó un ojo a Riki, haciéndola sonreír—. Te convertiste, en efecto, en el Rey
y Jefe de los Espías de los Jinn. Tu red acaba de multiplicarse por cinco, Nico. Los
ojos de la Hermandad ahora te informarán a ti.

— ¿Y quién los guiaba antes? —Nico tenía la sospecha, pero necesitaba la


confirmación.

— ¡Yo, por supuesto! —Drake se echó a reír, fijando la mente de Nico con
facilidad. Encargarse de la red de otra persona era arriesgado, en el mejor de los
casos, pero si la red era de Drake, para empezar, la situación sólo se convertía en
un conjunto mucho más fácil de tratar.

—Entonces, continuarás haciéndolo Drake de las Cinco Tierras —Drake de


Draconia— para servir como Espía de la Hermandad de los Jinn. —Nico usó su

205
El Club de las Excomulgadas
voz más formal, aunque su corazón se divertía—. Pero tienes que decirme lo que
está pasando ahora, por supuesto.

Drake inclinó la cabeza, todo sonrisas. —Por supuesto, mi señor.

—Perro astuto. He estado tratando de descifrar la red de espionaje de la


Hermandad durante años.

Drake se rió. —Sí, lo sé.

—Y tú me has tenido dando vueltas, ¿no? Debería golpearte por eso, amigo
mío.

—Puedes intentarlo, —Drake se atrevió, riendo todo el rato—. Pero piensa

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


de esta manera... por fin has conseguido entrar a la Hermandad y no te costó nada
de nada.

Entonces Drake se alejó, dejándolos con una sonrisa y un saludo al saltar a


bordo de su carro cargado y partió. Iba silbando mientras los dejaba, agitando la
mano a medida que les devolvía el saludo.

—Está equivocado, sabes. —Nico tiró de Riki a sus brazos mientras


observaban a Drake marcharse—. Me costó mi corazón. Pero ese es un precio que
estoy más que dispuesto a pagar.

****

Para alguien que acababa de descubrir que podía convertirse en un dragón


esa mañana, Riki voló hermosamente esa noche mientras se iban con sus cinco
nuevos amigos dragones negros hacia el norte. Nico se maravilló de lo rápido que
los Jinn se habían dispersado. Un momento un encuentro gigante había llenado el
campamento, al siguiente todo lo que quedaba era un círculo de cadáveres Skith
humeantes. Nada de los Jinn había quedado. Incluso la hierba había cooperado,
luciendo como si nada la hubiera pisado en meses. La tierra era tan prístina como

206
El Club de las Excomulgadas
lo había estado antes de que los Jinn llegasen. Sólo los skiths muertos empañaban el
bello paisaje del bosque.

Su guardia de honor volaba en formación, uno en frente, uno a cada lado de


Nico y Riki, y dos detrás, vigilando sus espaldas. No habían sabido inicialmente las
posiciones que tomarían hasta que Nico los guió en una formación utilizada
regularmente en Draconia.

De los cinco dragones negros, dos eran mujeres y tres hombres. De las
mujeres, una tenía la edad de Riki, o tal vez un par de años más. Su nombre era
Kira y volaba del lado de Riki, evidentemente con la esperanza de hacer amistad
con alguien cercana a su edad. Parecía ser una combatiente feroz también. Cuando
se acercó, vestida de cuero de pies a cabeza como una guerrera, Nico le había

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


dirigido una segunda mirada. Las mujeres Jinn eran conocidas por sus brillantes
vestidos y joyas de oro, pero esta chica era muy diferente.

La otra mujer era mayor y tenía un carácter más místico a su alrededor. A


pesar de que parecía que podía manejarse a sí misma en una pelea, se había descrito
como sanadora y Estella lo había confirmado, de hecho, como vidente también.
Zallra era su nombre y le había pedido venir en el viaje debido a una visión que no
había compartido con nadie excepto con Arabetta.

Los hombres eran todos combatientes experimentados, aunque Arabetta


había confiado a Nico a uno de ellos, un hombre mayor llamado Seth, tenía un
poco de magia a su disposición. Los otros dos eran gemelos llamados Jase y Jeffry.
Peleaban como equipo tanto en el suelo como en el cielo. Ellos, de todos los
dragones negros, eran los que probablemente podrían luchar mejor desde el aire,
bajo el mando de Nico, sin mucho entrenamiento. Nico estaba contento de tenerlos
tal y como volaban su camino a través de la noche oscura de la frontera norte de
Skithdron, Nico estaba contento de hablar con ellos y hacer amigos.

Debido a que todos los skiths de la zona habían sido conducidos para atacar
a los Jinn, cruzaron hacia las tierras del norte con relativa facilidad. Sólo unos
cuantos soldados de las torres de vigilancia tuvieron que ser evitados, y en general,

207
El Club de las Excomulgadas
Nico se sorprendió por cuán fácil había sido la fuga de Skithdron. Sin embargo, no
estaban en casa todavía. Tenían que recorrer las tierras frías del norte, rumbo a
Draconia.

Nico decidió que su mejor apuesta era la Guarida del Norte. No había
pasado mucho tiempo desde la derrota de Salomar, por lo que el área cerca de la
guarida debería estar relativamente libre de obstáculos. Aquellas armas con puntas
de diamante eran de desconfiar, sin embargo. Salomar podría haber desaparecido,
pero su ejército de bandidos sobrevivía en su mayor parte. Nico sabía que era sólo
cuestión de tiempo antes de que un señor de la guerra o dos subieran para sustituir
a Salomar.

Cuando la noche se volvió lentamente hacia el día, Nico vio brillar las aguas

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


del lago de Cristal. Podía dormir todo el día en una cala secreta que conocía. En
silencio, hizo una señal al contingente de dragones, alterando ligeramente su curso
hacia el lago. Ellos siguieron su ejemplo sin problemas, tras haber aprendido a
través de la larga noche cómo volar en formación, como tenían que rotar las
posiciones cada media hora. Era la manera en que él trabajaba con dragones
jóvenes y caballeros, y funcionaba bien con estos dragones negros también.

Riki también volaba mejor con cada movimiento de sus alas. Se detenía de
vez en cuando para descansar, pero se mantenía al día, a pesar de que era nueva
con el vuelo. Se sentía orgulloso de ella, aunque Nico sabía que su esposa estaría
dolorida cuando finalmente amaneciera.

Sin embargo, no podía evitarlo. Cada paso más cerca de Draconia era un
paso más cerca de la seguridad y tenían que llegar lo antes posible. Había
demasiado en juego. La seguridad de Riki era de suma importancia, pero también
otras consideraciones. Nico había aprendido mucho en esta odisea sobre la
amenaza que todos ellos afrontaban. Roland necesita saber estas cosas y
comunicarlas a todos los posibles aliados. La seguridad de todas las tierras estaba
en juego.

208
El Club de las Excomulgadas
¿Qué es eso? Riki preguntó silenciosamente en su mente. Todavía se estaba
acostumbrando a su mejorada visión de dragón, y le había preguntando varias
veces lo que estaban buscando desde arriba.

El Lago de Cristal. Pasaremos allí el día para descansar.

¿Qué tan cerca estamos de la frontera con Draconia?

No muy lejos ahora. ¿Puedes ver donde las rocas dan paso a los árboles justo en el otro
lado del lago? Las rayas grises del amanecer en el horizonte las iluminaban muy bien
para la vista de dragón.

Puedo ver algunos desdibujados árboles gigantes y algunas grandes zonas verdes, pero
eso es todo.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Él se rió, enviando una corriente de humo detrás de ellos. Bueno, puedes
confiar en mí en esto, la frontera no está lejos, al otro lado del lago.

Entonces, ¿por qué detenerse en esta parte? ¿No quieres estar en Draconia antes de
descansar?

Me encantaría, pero no es posible por varias razones. En primer lugar, el lago es


mucho más amplio de lo que parece desde aquí. Llevará horas recorrerlo y seríamos
vulnerables a La que Vive en el Lago, si tratásemos de cruzarlo durante las horas de luz.

¿La que Vive en el Lago? ¿Qué hay ahí? ¿Algún tipo de monstruo?

No es un monstruo exactamente, pero es mejor cruzar al amparo de la oscuridad para


evitar su visita. Además, el lado Draconiano del lago es salvaje y casi inhabitado. No me
fiaría que Lucan no haya enviado soldados o skiths o ambos a esperarnos allí. Sé también de
un lugar en este lado, que está suficientemente bien protegido como para poder dormir todo el
día con relativa facilidad. Nos detendremos aquí durante el día, pescaremos, comeremos, nos
lavaremos y dormiremos, para poder cruzar el lago esta noche, al amparo de la oscuridad.

¿Y luego qué? Quiero decir, ¿hacia donde iremos después de eso?

209
El Club de las Excomulgadas
Entonces nos dirigiremos a la Guarida del Norte. No está lejos del lago. Deberemos
poder aterrizar allí varias horas antes de que amanezca.

Y ¿no se sorprenderán al vernos?

Tu hermana los espoleó un poco cuando llevó un dragón de hielo salvaje desde el norte
a casa con ella, pero tú estás llevando a cinco dragones negros. Creo que tienes las de ganar.
Nico se rió entre dientes, enviando humo detrás de él, y Riki se le unió, tosiendo un
poco, cuando se acostumbró a la garganta del dragón y la llama que siempre se
mantenía almacenada en su interior.

No me importa si tengo las de ganar en nada. ¡Sólo quiero verla!

Nico se movió a la izquierda, montando las corrientes de aire mientras

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


guiaba al resto de dragones al lugar que sólo él conocía. O eso pensaba. A la luz de
la mañana, pudo distinguir a un gran dragonet plateado chapoteando en las aguas
poco profundas... pescando.

Tor, ¿eres tú?

¿Tío Nico? La voz del joven llego a través de la mente de todos los dragones.
¿Dónde estás?

Justo encima de ti, muchacho. Aterrizaremos en cualquier momento. ¿Lana está


contigo? ¿Y Roland?

Sí. Están durmiendo en la tienda. Siempre tienen sueño ahora.

Nico se rió de las palabras ingenuas de Tor. Él se dio cuenta que lo mejor
sería darle algún aviso a su hermano antes de llevar compañía. Nico tuvo cuidado
de enviar sus ideas a Roland solamente.

¡Rol! Para de follar a tu esposa durante un minuto y ven al exterior. No creerás lo que
te traigo como regalo.

210
El Club de las Excomulgadas
El contingente de dragones negros aterrizó cuando el alba besaba el cielo.
Seis de ellos aterrizaron primero, la última circuló por detrás, esperando su turno y
estimulando su valor. Riki eligió el terreno y se dirigió hacia el suelo, cerrando los
ojos en el último momento cuando entró en contacto demasiado rápido y terminó
cayendo de culo a la parte menos profunda del lago.

El brillante dragonet plateado fue el primero en venir, con los ojos brillantes
como diamantes cuando se echó a reír. Riki no pudo mantener a raya su vergüenza
cuando sus payasadas tan claramente habían divertido al joven dragón.

¿Quién eres? Le preguntó al chico grande.

Soy Tor. Eres divertida. Aterrizas como Lana.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


¿Lana? La esperanza aumentó en la garganta de Riki cuando miró a su
alrededor a los dragones, cambiando a forma humana de uno en uno. Y luego se
dio cuenta de la pequeña tienda de campaña negra y de la mujer saliendo de ella.
¡Lana!

El corazón de Riki se resquebrajó y llenó de alegría a su espíritu. Se


tambaleó saliendo del agua, sacudiendo su gran cuerpo de dragón, pensando en su
ropa cálida, seca, cuando cambió de forma rápidamente para hacerle frente a la
mujer que era su gemela.

— ¿Lana? —preguntó vacilante.

— ¡Riki! —La otra mujer se acercó, y luego echó a correr y tiró a Riki en sus
brazos, abrazándola fuertemente. Era su hermana. Su gemela. Riki sintió como las
dos mitades de sus almas se reunían como lo habían estado cuando eran niñas. —
¡Riki! —Lana lloraba lágrimas de alegría, igual que Riki, las gemelas se reunieron y
se abrazaron fuertemente durante mucho, mucho tiempo.

Ella se parece a Lana, ambas escucharon el susurro de Tor a los demás algún
tiempo después.

211
El Club de las Excomulgadas
Fue Lana la que se volvió hacia el gran dragón de plata. —Tor, bebé, esta es
mi hermana, Riki. Ya te hablé de ella, ¿te acuerdas? —Lana se volvió a su hermana
y sonrió—. Riki, este es Tor. Mi mejor amigo y compañero de estos últimos años.
Nunca habría hecho nada sin él.

Riki saludó al joven dragón, asombrada por el brillante espectáculo de él.


Era hermoso... y sólo un bebé, a pesar de que era enorme.

Vuelas como Lana lo hizo al principio. Te puedo mostrar cómo aterrizar mejor, si
quieres.

Su afán juvenil le tocó el corazón y ella le sonrió, pero Nico se acercó por
detrás, en forma humana ahora, y la tomó por la cintura. Sonrió hacia Tor, al
parecer muy familiarizado con el joven dragón.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


—Ten piedad de ella, Tor. Solo aprendió a volar ayer.

— ¿Ayer? —Una nueva voz de hombre entró en la conversación y Riki miró


al hombre alto, de la mano de su hermana. Se parecía mucho a Nico, pero sus ojos
eran de color verde esmeralda.

—No sabía que podía cambiar hasta ayer. —Riki miró la felicidad en los
ojos de su hermana mientras se acurrucaba junto al hombre alto—. Tú debes ser
Roland.

Él asintió, tirando de Lana contra él, de manera muy similar a cuando Nico
la abrazaba. —Y tú eres Arikia. Bienvenida a casa.

El corazón de Riki estaba tan lleno que los ojos se le llenaron de lágrimas,
pero se negó a dejarlas caer. Era demasiado feliz para estropear el momento en un
mar de lágrimas.

—Roland es mi marido, —aclaró Lana.

—Sí, lo escuché. Felicitaciones a ambos. —Riki respondió agradecida por el


cuerpo caliente de Nico en su espalda—. Me casé con Nico anteayer.

212
El Club de las Excomulgadas
La sonrisa de Lana fue amplia y genuina. —Sí, lo oí también. Felicitaciones
a ambos, pero, Riki, ¿estás segura de saber en lo que te estás metiendo? El Príncipe
de los Espías es más con lo qué lidiar, de todas las maneras.

La burla de la pregunta le hizo reír. —Oh, no lo querría de ninguna otra


manera.

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

213
El Club de las Excomulgadas

Epílogo
Resultó que un pequeño contingente de Jinn estaba disponible justo dentro
del círculo de árboles para encontrarse con sus hermanos. Magda había insistido en
acompañar a Roland y a Lana cuando fueran a reunirse con Nico y Riki. Roland
también llevó a sus propios hombres con él, así que había una pareja de dragones y
caballeros, junto con los Jinn, vigilando a su rey y reina, desde una respetuosa
distancia.

Ellos acamparon durante el día, los soldados entre ellos vigilando mientras
la familia se ponía al día de todas las novedades. Roland estaba preocupado por las
historias de Nico y Riki acerca de la transformación de Lucan y de su habilidad

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


para dirigir a los skiths. También estaba sorprendido por la idea de que su hermano
menor, no sólo estaba casado, sino que ahora también era el Rey-Consorte de la
Hermandad de los Jinn.

Cruzaron el lago después que había oscurecido y llegaron a la Guarida del


Norte unas pocas horas antes del amanecer. Como era de esperarse, la llegada de
tantos dragones negros hizo que en la Guarida, todas las miradas estuvieran sobre
ellos. Los dragones de la Guarida veían la llegada de los dragones negros como una
señal de gran esperanza, proclamando su alegría hacia el cielo y creando un gran
revuelo.

Roland estaba encantado de dejar los arreglos de las viviendas de todos los
visitantes a Sir Hal, Sir Jures y Lady Candis, los líderes de la Guarida del Norte,
mientras buscaba un dormitorio para él y Lana. Pero le esperaba una sorpresa
cuando Hal encontró un momento de privacidad. El caballero le entregó a Roland
una carta, sus ojos serios.

—Esto vino de parte de la bruja Loralie, para usted, mi señor. Llegó anoche,
aunque como supo ella que usted estaría hoy aquí, no tengo idea.

214
El Club de las Excomulgadas
Roland aceptó la carta, sus ojos entornados. —Ella es una bruja, después de
todo.

—Estaré levantado por si me necesita, señor —Hal asintió una vez y se


alejó.

Roland le robó un momento lejos a su familia para leer la carta. No quería


arruinar su llegada a casa con eso, todavía. Primero la leería y vería lo que contenía
la carta. Sólo entonces decidiría la mejor manera de proseguir. Sin embargo, sabía
que algo proveniente de Loralie, no podía ser una buena noticia.

Roland se sentó en el borde del arenero de Tilden y Rue. El mayor de los


dragones de la Guarida del Norte, había sido altamente condecorado y se sentaba
en el Consejo de Dragones. Roland los había conocido y respetado a ambos

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


durante toda su vida.

Ellos observaron, apoyándolo en silencio mientras leía la carta.

El contenido de la misma pesaba en su mente, pero no quería arruinar la


reunión de Lana con su hermana gemela todavía. Primero, tenía que descifrar lo
que verdaderamente podría significar la carta de Loralie. No confiaba en la Bruja
del Norte. Para nada.

¿Alguna vez han oído hablar del Mago Skir? le preguntó Roland a los dragones.

Tilden se echó hacia atrás y humo salió de su garganta para ir a la deriva


hacia las rejillas de ventilación en el techo. Roland podía ver claramente su
agitación.

Ese nombre no se dice entre la raza de los dragones, señor. Está maldito por toda la
eternidad por su maldad. Rue habló con calma, pero su voz fue firme en la mente de
Roland.

Loralie afirma que está encarcelado en un lugar llamado la Ciudadela, y que es el


lugar a donde Lucan se propone ir, para liberarlo.

215
El Club de las Excomulgadas
Ambos dragones se echaron hacia atrás ante esa noticia, claramente
molestos. ¡Eso no se puede permitir! Tilden tronó, la ira y el temor mezclados en su
tono junto con una sombría determinación.

Roland observó las reacciones de los dragones cuidadosamente, sopesando


sus respuestas contra las palabras de Loralie y contra lo que fuera que deseara
lograr con su misiva. No confiaba en ella, pero el verdadero temor que atestiguó en
dos de los dragones más antiguos y respetados en su tierra no era algo que pudiera
ser ignorado.

¿Por qué? ¿Qué hizo Skir para ganarse la prisión eterna por parte de sus compañeros?
Pocos de los magos tenían un alto nivel moral, si es que uno cree en los cuentos antiguos. ¿Por
qué encerrar en el hielo a éste en particular para toda la eternidad?

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


Un helado silencio respondió su pregunta, hasta que, finalmente, Rue dio un
paso adelante, con sus ojos enjoyados sombríos, su voz en la mente de Roland
estaba mezclada con ira hirviente y una angustia incomprensible.

El Mago Skir es el que creó a los skiths. Para destruir a todos los dragones.

Fin

216
El Club de las Excomulgadas

Serie Caballeros Dragón


01 - El Vuelo De La Doncella

Dos caballeros, dos Dragones y una Doncella. Belora


y su madre Adora, no saben que sus vidas cambiaran.

La guerra está llegando y con ella un descubrimiento


que las sorprenderá. Pero también el amor las
encontrará, cada una a su turno, mientras luchan con
acontecimientos cargados de peligro y riesgo la
posibilidad de reunirse con un joven Dragón macho
sellará el destino de la valiente sanadora al compañero
del dragón un hermoso caballero llamado Gareth; solo
le basto una mirada a la sanadora para comprender
que era suya. No solo la seducirá sino que caerá

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


profundamente enamorado de la muchacha.

Pero en ella hay algo extraño, no sólo es capaz de oír


a los Dragones Lo que no solo es una rareza sino que
no les teme. Él la desea pero el acoplamiento con un
caballero no es simple ya que aceptarlo deberá aceptar
a su compañero y su Dragón y al compañero del
Dragón...

01.5 - La Sanadora de Dragones

¿Qué es mejor que un caballero a tus pies? Dos caballeros.

Silla es sanadora en el límite de la frontera, ayudando


a los necesitados. Cuando oye los doloridos gritos de
un dragón en apuros, va en su ayuda, con la mayor
parte de sus preciosos materiales para ayudar a la
criatura gravemente herida.

El compañero del dragón, el caballero Brodie, está


fascinado por la mujer que logra el milagro y que ha
venido a ayudar a su amigo. Ella es a la vez hermosa
y de buen corazón y rápidamente se da cuenta de que
es su compañera destinada. Y si es la compañera de
Brodie, lo será también de Geoff, ya que el dragón de
Brodie está unido a la dragona de Geoff desde hace
muchos años.

Geoff no cree en los cuentos de amor a primera vista


entre caballeros, pero sabe que cuando él o Brodie

217
El Club de las Excomulgadas
hallen esposa, la compartirán. Al enterarse de la lesión del dragón, Geoff y su dragona corren a
ayudar, sólo para encontrar al dragón en vías de recuperación y a Brodie en la cama con la mujer
más impresionante que Geoff ha visto.

El amor a primera vista resulta ser real y afecta a todos, mientras se reúnen y se dan cuenta de que
sin importar los obstáculos, están destinados a estar juntos. Silla es el eslabón perdido que unirá sus
vidas y formará una familia verdadera en la guarida.

Advertencia: A los Caballeros les gusta ser juguetones, y estos dos no son la excepción. Cuidado
con la pasión, la diversión, un poco de bondage y mucho amor a tres bandas con un poco de
exhibicionismo de buena medida.

Nota Excomulgada: Aunque este libro se ubica en el orden de lectura como la historia 1’5, de la
Serie, la autora la publicó recientemente, por lo que este sería el nuevo orden.

02 - La Guarida Fronteriza

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


La guerra ha llegado a la guarida de la frontera, pero
mientras los enemigos se convierten en aliados - y
amantes - la esperanza llega para los dragones y para
sus caballeros.

Una joven viuda, Adora crió a su hija sola, pero su


hija está casada ahora. ¿Podrá Adora encontrar el
amor en su propia guarida de la frontera llena de
gente? ¿Se atreverá a intentarlo?

Lord Darian Vordekrais está a punto de traicionarse,


renunciando a su título, a sus tierras y a su casa con el
fin de advertirle a los dragones y caballeros del
malvado plan traicionero de su rey. ¿Su vida se
perderá, o existirá alguna forma de que pueda hacer
una nueva vida en una tierra extranjera?
Sir Jared perdió a su esposa e hijo a traición, pero
conoce a Lord Darian y confía en él. Ambos hombres
admiran a la hermosa Adora, pero el corazón roto de
Jared está congelado como hielo sólido. ¿O no?

Cuando la guerra llega a la frontera, los caballeros y los dragones de la zona Fronteriza se levantan
para tal ocasión. Nuevos aliados se reúnen a su lado. El amor florece y crece incluso cuando el mal
invade la tierra. Los caballeros y los dragones deben ser firmes contra los ataques, la hermosa mujer
de sangre real les lleva esperanza, curación y amor.

218
El Club de las Excomulgadas
03- El Dragón de Hielo

Un salvaje dragón de hielo del Norte y la chica que


le enseño a volar y salvó la vida a un feroz, cambia
formas dragón real negro, sólo para tenerlo a él
salvándolos con su amor.

El tercer libro de la serie Caballeros Dragón.


Cuando un dragón negro real cae bajo el fuego
enemigo, sólo la naturaleza de un Dragón de Hielo
del Norte y su poco probable jinete femenina lo
pueden salvar. Mitad salvaje, como el pequeño
Dragón de Hielo al que ella llama amigo, Lana es
una rara sanadora y poderosa de dragones. Le salva
la vida al dragón negro real, sólo para enterarse de
que el más sagrado de los dragones es mitad-
hombre, capaz de cambiar de una forma a otra a
voluntad.

Roland es el rey de todos los dragones y de los


humanos en su tierra, pero está lejos de casa, herido

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV


de muerte, y su único refugio es la increíble mujer
que ha salvado su vida y la de su joven amigo
dragón salvaje. Lana es la forma más pura de magia para él, el cielo para sus sentidos, tanto en
forma dragón como humana.

Sabe casi desde el primer momento que la quiere para él. Sin embargo, los complots de los señores
de la guerra en el norte, están tratando de matar a los dragones que protegen la frontera norte, e
invadir el reino de pacifico de Roland.

Lana y su amigo dragón de hielo increíblemente hábil son el único rayo de esperanza para
los caballeros y los dragones guerreros en la Guarida del Norte. Igual que Lana es el único amor que
Roland conocerá en la vida.

Él puede reunirla con su familia perdida, pero ¿podrá ganar su corazón y hacerla su reina?

04 - Príncipe de Los Espías

El príncipe Nico es un maestro astuto del sigilo,


pero ¿Podrá dominar el frágil corazón de una
doncella?

El príncipe Nico es conocido como el Príncipe


de los Espías por una razón. No sólo es el jefe
de espionaje de Draconia, sino que es un were
astuto, capaz de tomar la forma de un dragón a
voluntad. El don de su herencia real le viene
muy bien como maestro de espías para el rey,
pero es un gran secreto conocido sólo por unos
pocos.

Riki vive en la miseria, encadenada para


servirse a la magia de un rey loco y pervertido.
Obligada a usar las habilidades de curación que

219
El Club de las Excomulgadas
la drenan para mantener vivo al rey Lucan Skithdron, Riki es una sombra de la mujer que debe ser.
Nico sabe que Ricki es la mujer que ha estado buscando y no pierde el tiempo sacándolos los dos
fuera del palacio enemigo. Así comienza una aventura que los llevará a través de dos países, a través
de peligros y de amenazas, y al descubrimiento de un amor innegable y del respeto mutuo.

¿Nico tendrá el coraje de dejarla volar libre, confiando en que volverá a él, o su amor ahogará a la
belleza en ciernes que está respirando aire libre por primera vez en su trágica vida?

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El Club de las Excomulgadas

Próximamente

Bianca D’arc - Serie Caballeros Dragón 4.5

Bianca D’arc - Príncipe De Los Espías - Serie Caballeros Dragón IV

Alas de Cambio
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