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Alpha's owner ⛓ YM

Published: 2023
Source: https://www.wattpad.com
⛓Welcome!

⛓No comparaciones, traducciones, adaptaciones, mucho menos copias.


⛓Historia con alto contenido sexual explícito, leer con responsabilidad y
mente abierta.
⛓Omegaverse un poco diferente.
⛓Yoonmin como pareja principal.
⛓HopeMin, NamJin, HopeV, Jungkook & Yugyeom como parejas
secundarias.
⛓Denigración de personajes.
⛓Humillación, sumisión, fetiches.
⛓Lenguaje vulgar, sobretodo en escenas sexuales.
⛓Uso de apodos que quizá llegue a incomodar a algunos lectores,
recomiendo tener mucho cuidado.
⛓Relaciones tóxicas. Con esto no pretendo dar una imagen romántica,
jamás se deben aceptar, mucho menos justificar o defender.
⛓Es un Fanfic con fines de entretenimiento, en ningún momento se está
denigrando la imagen real de los artistas a los cuales he tomado sus nombres
para crear el libro.
⛓Actualizaciones a paso de tortuga, esto mientras termino algunas
historias pendientes.
⛓Romance distorsionado.
⛓No confundir ficción con realidad.
⛓No denunciar, recuerda que nadie te está obligando a leer.
⛓Libro de la colección mundo oscuro.


Un universo donde la supremacía total pertenece a los omegas, quienes


son los líderes y dueños del poder.
Formando lazos entre su misma jerarquía o tomando como compañeros a
betas, siempre salvaguardando su lugar como raza superior.
Y donde los alfas son entrenados para convertirse en esclavos sexuales,
capaces de cumplir con cada fantasía oscura que llegue a nublar la mente de
sus superiores.

Park Jimin es el hijo del actual líder omega del clan de lobos, y como tal
el sucesor al poder.
Por su cumpleaños número veinte, recibe un regalo inusual por parte de
su padre.
Un alfa... un esclavo y tentador juguete, al cual se volverá adicto.
Y el juego de sumisión comenzará en el mismo momento en que lo mire
por primera vez.
Con el cuerpo glorioso, semidesnudo, y una cadena brillante alrededor del
cuello blanquecino que gritaba su propio dominio.
"Mírame a los ojos y conoce a tu único dueño"

⛓Bienvenidos a Alpha's owner⛓

⛓Inicio: 23/06/2022⛓

⛓Yoon~
⛓Omegaverse guide!

Después de un profundo debate llegué a la conclusión de que esta guía


es más que necesaria. De este modo puedo facilitar la comprensión de los
hechos que se llevarán a cabo en este libro, y la lectura resultará más
ligera e interesante.
Así que, pido amablemente que la lean hasta el final, porque en base a
esta guía se desarrollará el mundo omegaverse que he creado para
Alpha's owner.
Más abajo estaré dejando un buzón de preguntas, donde ustedes
podrán escribir cualquier duda que tengan y así pueda responderles.
El mando absoluto estará regido bajo el poder que cada una de las
diferentes jerarquías poseen.
⛓Omegas:
Son los líderes absolutos, se encuentran en la cima del poder gracias a las
características que plantearé a continuación:
—Voz de omega: su principal función es doblegar y manipular, todo
dependerá de las condiciones bajo las cuales sea usada.
—Aromas definidos: únicos en poseerlos entre las demás jerarquías.
—Dominio de la parte lobuna: capaces de desarrollar una conexión única
con su parte animal que les permite pensar con mente fría, sin importar los
sucesos o las circunstancias.
⛓Betas:
Los segundos dueños del poder bajo el dominio de sus superiores;
caracterizados por su amplia capacidad de adaptación, así como
entrenamiento físico y mental.
—No poseen parte lobuna, pero al ser marcados pueden desarrollar la
presencia de un aroma.
⛓Alfas:
Los últimos de la cadena, son considerados inferiores por su naturaleza
salvaje y de poco raciocinio.
—Voz de alfa: capaz de atraer al omega y envolverlo en una espesa bruma
de engañosa tranquilidad.
—Aromas indefinidos: regularmente se hacen conocer por un aspecto
superficial y general, ya sea acidez, picante, terroso, húmedo, cítrico o suave.
—Escaso control con su parte lobuna.
⛓Datos importantes:
—Los omegas solamente se emparejan con alguien de su misma jerarquía
o en su defecto, con un beta.
—Los omegas son los que muerden al momento de crear el lazo con su
compañero. En el caso de ser dos omegas, el que tomó el rol de pasivo será
quien muerda a su pareja.
—Un omega puede tener todos los alfas (juguetes) que quiera; siempre y
cuando cuide apropiadamente de ellos.
—Los alfas no pueden marcar (arañazos, chupones, mordidas) a sus
dueños; de hacerlo correrían el riesgo de ser desechados.
—El lazo entre un alfa y un omega es visto como una aberración y el
castigo a ello es la muerte.
—Por ley todos los alfas deben usar un collar sujeto a una cadena: el collar
simboliza pertenencia, mientras que la cadena esclavitud, además que de este
modo no pueden transmutar a su parte animal, a menos que cuenten con el
consentimiento apropiado.
—El celo de alfas y omegas dura un día, y se da una vez al mes.
⛓Buzón de preguntas⛓
⛓Yoon~
⛓Chapter one!

Sus pasos eran cuidadosos porque hasta el momento no podía ver con
claridad el camino que estaba siguiendo. Buscó a tientas la pared más
cercana, haciendo una mueca cuando sus dedos palparon la humedad que
fácilmente coincidía con el hedor que cubría toda la zona.
—No se quede atrás, líder —la voz de uno de sus guardias se dejó escuchar
desde algún punto de aquel pasillo interminable.
Park YoonWoo hizo una mueca irritada que quedó cubierta por la
oscuridad, los pasos adquirieron rapidez a medida que un pequeño rastro de
aromas quedó bailando en el lugar, hasta que al final de todo una pequeña luz
naranja alumbró en medio de la penumbra.
—Menuda cueva a la que me has traído, Jung —escupió con irritación.
—Lo siento, señor —escuchó a su segundo al mando, mas no le prestó real
atención.
Siguieron un camino recto en completo silencio, el líder encabezando para
así poder obtener un poco de luminosidad de la única antorcha que pudieron
obtener en aquel mugriento lugar. Los pasos adquirieron rapidez cuando a la
lejanía vislumbraron pequeños faroles de luces blancas que rodeaban un
amplio salón de concreto.
Los aromas fuertes llegaron hasta las fosas nasales del omega, avisando
con ello que se encontraban en el lugar correcto.
La luminosidad atacó sus ojos de manera potente, muchas luces se
encendieron a medida que avanzaba hasta encontrarse con un hombre robusto
y de aspecto feroz, con una cadena sujeta al cuello que denominaba su puesto
dentro de la jerarquía.
Un alfa.
YoonWoo detuvo sus pasos en la entrada del salón, mirando con ojos fríos
al gran hombre que tenía ante él, quien no dudó en postrarse de rodillas para
presentar su máximo respeto al líder omega.
—¿Cuántos hay? —preguntó, mirando inquisitorio hacia el interior del
lugar.
El alfa aún postrado en el suelo respondió: —Cinco alfas, líder Park.
—¿Qué raza? —indagó el omega.
—La que usted eligió, mi señor —habló el hombre, poniéndose de pie
cuando su líder se lo permitió—. Aquí están los últimos alfas legendarios que
quedan.
—Vamos a verlos —ordenó, e inmediatamente las puertas fueron abiertas
para permitir el ingreso del líder y su equipo.
Habían cinco jaulas de gran tamaño, y en cada una se encontraba un alfa,
cada uno más grande e intimidante que el otro, con ojos feroces y
comportamiento salvaje.
Los alfas legendarios fueron los primeros en ser creados bajo el encanto de
la diosa. Por lo general permanecían más en su forma animal que humana,
por tanto su comportamiento siempre fue más agresivo y hostil; sin embargo,
por naturaleza presentarán ese lado sumiso y necesitado de complacer a sus
superiores.
El omega líder caminó lentamente por cada una de las jaulas evaluándolos
críticamente, les miró a los ojos y observó cada cualidad física visible,
calculando la fuerza que poseían así como el dominio y comportamiento.
—¿Les inyectaron los microchips? —inquirió, mientras analizaba a uno de
cabellera larga y oscura.
—Así es, líder —respondió su segundo al mando—. Ellos no podrán
transformarse sin el permiso de sus futuros dueños.
El omega asintió, mostrándose conforme con la información recibida; les
miró por algunos minutos más hasta que finalmente uno en particular llamó
su completa atención.
Estaba en la jaula más alejada, recostado y completamente desnudo. La
piel pálida estaba manchada por la mugre y sangre seca, pero aún así los
músculos eran visibles, el cabello lucía corto a diferencia de los demás y los
rasgos finos del rostro fue otro factor que agradó al omega.
La respiración suave y pausada delataba el sueño profundo que estaba
teniendo, y aún así, YoonWoo podía sentir la presencia del lobo interno de
ese hombre.
Sonrió, aquel sería el juguete perfecto para su hijo.
—Quiero a este de aquí —decidió, ocasionando que su segundo al mando
se tensara.
—Líder Park —habló, con una mueca al ver al alfa encerrado en la jaula
—. Ese es el más salvaje de todo el grupo que se pudo capturar, al parecer era
el líder de estos de acá —señaló a los demás.
El omega rió entretenido. —¿Un alfa siendo líder? Por favor, Hoseok.
—Aún así, señor —insistió, cuidando que su voz no sonara irrespetuosa—.
Costó mucho controlarlo, prácticamente ha estado dormido desde que lo
trajimos —hizo una mueca—; no quisiera que mi prometido tuviera un
juguete defectuoso.
—A Jimin le va a encantar —debatió el líder—. Es un chico inteligente y
sabrá cómo domarlo a su antojo.
—Pero...
—Sin peros, Jung —cortó el líder, y por el tono de voz usado, Hoseok
supo que lo mejor era callarse.
—Como usted diga, líder Park —cedió con la cabeza baja.
—Bien, quiero que le den una revisión médica profunda, lo bañen bien y lo
pongan presentable —ordenó—. El cumpleaños de mi hijo es en tres días y
su regalo debe estar listo para entonces.
El alfa encargado de aquella mazmorra bajó la cabeza en sumisión. —Se
hará como usted ordene, mi señor.
Sin nada más que hacer, el omega líder salió de aquel lúgubre lugar en
compañía de sus guardias hasta encaminarse al auto blindado que le llevaría
sin demoras a la mansión que pertenecía a su familia.
—¿Hay algún problema, Hoseok? —preguntó, logrando asustar al beta.
—Ninguno, señor.
—Sabes que eres pésimo mintiendo, ¿cierto? —dijo el mayor, esta vez
mirándole directamente a los ojos—. ¿Es por el alfa que elegí para mi hijo?
Hoseok hizo una fina línea con sus labios. —Con todo respeto, líder; creo
que ese alfa no era el indicado para Jimin.
—¿En qué basas tu creencia?
—Bueno... —el beta se removió nervioso en su asiento, sin saber si lo que
diría sería lo correcto—. P-para nadie es un secreto del temperamento que
Jimin tiene, me preocupa que todo se salga de control, porque el alfa que
eligió era el más salvaje del grupo.
—Es el primer juguete que Jimin tendrá, no te preocupes tanto —restó
importancia—. Además, como dije anteriormente estoy seguro que será del
completo agrado de mi hijo.
Hoseok suspiró, decidiendo no continuar con aquella conversación.
—En un futuro Jimin será tu esposo —volvió a hablar YoonWoo, logrando
que el menor lo viera—. Pero mientras eso sucede, quiero que tenga las
mismas experiencias de los jóvenes a su edad, no espero que lo entiendas,
pero sí que respetes mi decisión.
El menor sonrió suave. —Por supuesto, líder Park.
Los cumpleaños dentro del clan se celebraban de manera distinta, siempre
dependiendo de la jerarquía y estatus social.
Para Jimin quién era el hijo único del actual líder todo aquello empeoraba,
la celebración de su cumpleaños era un acto muy íntimo donde solamente los
miembros directos de su familia y gran consejo tenían derecho a participar.
Cabe decir que para el joven omega no era para nada divertido pasar su
cumpleaños rodeado de señores de la cuarta edad, quienes solamente tenían
como tema de conversación los próximos deberes que él como próximo
sucesor debía atender más temprano que tarde.
Rodó los ojos mientras trataba de ocultar su fastidio. Él no quería una
estúpida reunión, él quería una fiesta, con mucha música, alcohol y sexo;
pero, como siempre, debía verse obligado a permanecer ahí con una sonrisa
ridículamente ensayada pues aquel era su deber.
Levantó la mirada sólo un poco para encontrarse con la expresión
tenuemente culpable que presentaban los rasgos de su padre. Ambos se
observaron por algunos segundos, hasta que la voz de uno de los
parlamentarios nuevamente los distrajo.
—... y por esa razón es que estamos reunidos, para celebrar los veinte años
del próximo líder de este clan.
Todos los presentes se pusieron de pie, Jimin imitó cada acción con
movimientos mecánicos y programados ya que se sabía todo el protocolo a
seguir, porque era lo único que le dejaban hacer en cada cumpleaños.
El tiempo pasó lento y burlándose de su miseria; el joven omega tuvo que
sacar fuerzas de donde no las tenía para poder soportar cada minuto que pasó,
rogando a la luna que se apiadara y así poder salir rápido de aquel infierno.
Taehyung se había encargado de informarle que al día siguiente saldrían
todo el día para compensar tanta tortura, y aunque a Jimin le parecía lo
suficientemente justo, no se sentía del todo satisfecho.
Finalmente la estúpida reunión había concluido con un último aplauso y
mensaje de felicitación, el omega hizo una pequeña venia y a paso rápido
salió del salón siendo seguido por su padre.
—Controla ese aroma, hijo —se quejó, arrugando la nariz cuando la
esencia del menor le atacó de golpe.
—Un minuto más en esa sala y estoy seguro que hubiera explotado, padre
—gruñó, dando zancadas más rápidas para alejarse de ese lugar.
YoonWoo sonrió, recordando que a él tampoco le gustaban esas reuniones
de cumpleaños cuando tenía la misma edad que su hijo.
—Ya, no te molestes, pequeño —le atrajo a un abrazo que fue
correspondido a regañadientes—. Mejor ve a ver el regalo que preparé para ti.
Los ojos de Jimin inmediatamente adquirieron el brillo de la curiosidad
apenas las palabras de su padre llegaron a sus oídos.
—¿Qué es? —preguntó ansioso, lamiendo sus labios por la expectativa.
El mayor se inclinó para depositar un beso cariñoso en la frente de su
heredero.
—Ve a averiguarlo, está en tu habitación —informó, dando un último
abrazo—. Feliz cumpleaños, cachorro.
Jimin se despidió de su padre y rápidamente atravesó la gran mansión
hasta llegar al piso norte donde se encontraba su dormitorio. Las grandes
puertas de caoba le recibieron, aumentando la ansiedad creciente que le hacía
cosquillas en las manos hasta extenderse por todo el cuerpo.
Tomó una profunda inhalación y por fin abrió la puerta.
Lo primero que sus ojos vieron fue una jaula y dentro de ella estaba un
hombre alto, fuerte y tremendamente caliente; vestido con unos pantalones y
nada más.
Cerró la puerta con cuidado y lentamente se fue acercando, sus ojos
escanearon sin pudor alguno cada rincón del contrario, apreciando la
anatomía completa y deleitándose con la blancura de la piel.
—Diosa, te verás encantadoramente hermoso cuando tu piel esté marcada
por mí —habló con una seguridad aplastante que causó sumisión en el alfa
encerrado.
Jimin admiró la cadena que estaba sujeta al cuello blanquecino, misma que
tomó entre sus manos hasta hacer que el chico se acercara lo suficiente para
poder verlo a los ojos.
Un suave gruñido involuntario escapó de los labios finos, provocando que
el omega sonriera complacido.
—Eres un juguete muy hermoso en verdad —susurró, admirando las
facciones perfectamente esculpidas.
Quería ver aquellos ojos salvajes que seguramente el alfa tendría, pero éste
rehuía su mirada, con su cuerpo permaneciendo en constante tensión.
El omega frunció el ceño ante aquello, tomó la mata de cabellos castaños
en su puño y con brusquedad le hizo levantar la cara.
Y de sus labios salió la primera orden dada a su esclavo:
—Mírame a los ojos y conoce a tu único dueño.

Holaaaa, ¿qué les ha parecido el primer capítulo?


Realmente espero que les haya gustado aunque sea un poco.
Cuídense mucho, nos seguiremos leyendo~
⛓Yoon~

Líder actual del clan.


Park YoonWoo.
⛓Chapter two!

La temperatura en el lugar descendió de manera abrupta, Yoongi podía


sentirlo.
Sus ojos dorados estaban clavados en aquellos oscuros que le devolvían la
mirada, tanta intensidad le hacía víctima de sensaciones extrañas que tenían a
su lobo interno en un constante lloriqueo hasta el punto de hacerle doler la
cabeza.
Podía verlo, la oscuridad contenida de un deseo latente y enfermizo que lo
envolvía como la presa que era, sintiéndose vívidamente en su piel sensible
que pedía a gritos ser tocada, mientras que sus oídos ansiaban volver a
escuchar el sonido de aquella voz suave y peligrosa que había afirmado ser su
dueño.
Los aromas dulces estaban completamente presentes , y a diferencia de los
suyos, éstos eran definidos, logrando delatar el linaje superior del chico que
seguía mirándole tan profundamente.
Quería gruñir, rasguñarlo y amenazarlo, pero su lobo no cooperaba,
permaneciendo manso y con incontrolables ganas de mostrar el cuello en
completa entrega y sumisión, todo desencadenado por el poder que
demostraba la mirada contraria.
No sabía con exactitud los minutos exactos que pasaron sumergidos en
aquel silencio angustiante, lo único que podía sentir era el errático latir de su
corazón, así como el dolor en su cráneo debido al fuerte agarre que el omega
estaba haciendo en su cabello, siendo esa la misma razón que el sudor haya
sido formado para empapar su frente.
—Mírate, estás temblando —dijo Jimin, llevando su otra mano para
acariciar parte del rostro del alfa.
Los dedos se hundieron en la piel blanca, delinearon la mandíbula marcada
y siguieron bajando por el cuello mojado hasta hacer un leve cosquilleo en el
pecho que subía y bajaba violentamente por el descontrol en la respiración
del alfa.
La mano de Jimin no se detuvo, siguió bajando y acariciando muy
superficialmente, recorría lentamente cada centímetro de piel accesible,
amando el temblor evidente que llegó para controlar las expresiones de su
bonito juguete, hasta convertirlo en un desastre completamente deleitable.
Finalmente los dedos tocaron la suave tela del pantalón marrón que cubría
al alfa, Jimin le dio una mirada divertida que mostraba sus intenciones y al
segundo siguiente se encontraba bajando aún más hasta llegar al punto nuevo
que quería tocar.
—N-no —habló el alfa, tan bajo y ronco que inmediatamente ganó la
atención del omega.
—¿No qué? —cuestionó el pelinegro, mientras hacía una leve presión en la
entrepierna que poco a poco comenzaba a endurecer.
Yoongi tensó la mandíbula y finalmente apoyó la frente en uno de los
barrotes de la jaula, la pequeña mano que lo acariciaba hacia la presión
correcta para hacerle jadear, provocando que su cuerpo nuevamente se
estremeciera en sensaciones desconocidas, pero placenteras.
—Ya veo... —murmuró el omega, dando un ligero apretón por encima de
la tela—. Nunca antes habías sido tocado de esta manera, ¿no es así?
—A-amo... —gruñó el alfa, gimiendo audible cuando el omega dio una
palmada fuerte en su miembro.
—Sin gruñidos, cachorrito —susurró, continuando con sus toques certeros
que tenían al contrario lloriqueando en un deseo que no terminaba de
comprender.
Jimin analizó cada una de las reacciones que su juguete estaba mostrando,
sabía bien que la naturaleza de los alfas era sumisa y complaciente; sin
embargo, había algo en aquel hombre que sin duda alguna era diferente.
El tinte salvaje estaba ahí, brillando con fuerza en aquellos ojos gatunos
que no se apagaron al verle a los ojos, demostrando con ello un aspecto
singular que avivó el interés en el omega.
En un movimiento rápido llevó su mano un poco más abajo y tomó ambos
testículos, los masajeo y permitió que la tela que los cubría sirviera de doble
estimulación, todo mientras sus ojos se encargaban de robar cada expresión
que su pequeña presa estaba dándole de forma inconsciente.
—Vamos, déjalo salir —ordenó, su voz sonando fuerte y con la exigencia
pintada en cada palabra dicha.
Yoongi gruñó gutural al mismo tiempo que su liberación llegaba, con sus
manos apretó los barrotes ejerciendo una fuerza abismal que hizo remarcar
las venas azuladas que le adornaban.
El omega se inclinó, y sin más lamió lentamente el camino de venas que
componían la mano izquierda, sintiendo cómo pulsaban con fuerza bajo su
lengua, debido a la sangre acumulada y caliente como lava.
Finalmente alejó el tacto que había estado ejerciendo en su juguete,
retrocedió un par de pasos y se aseguró de conectar su mirada con la
contraria.
—Me perteneces y lo sabes —dijo en voz lo suficientemente alta para
hacerse entender—. ¿Lo comprendes o te hago comprenderlo?
Yoongi no respondió con palabras, simplemente se dejó caer de rodillas al
suelo con la cabeza inclinada, mostrando con sumisión el cuello pálido y
sudoroso, donde una única vena seguía palpitando con violencia.
—Y-yo... pertenecer... a-amo —dijo entrecortado, pues no estaba
acostumbrado a hablar.
De hecho, en sus años de vida nunca lo había hecho, al menos de manera
directa.
La sonrisa de Jimin fue depredadora, posesiva y oscura, logrando
endurecer cada una de sus facciones; sin embargo, no pudo ser apreciada por
el alfa, ya que éste permanecía con la mirada clavada en el suelo.
Nuevamente caminó hacia la jaula y esta vez decidió abrirla, el clic del
candado al ceder retumbó con fuerza por toda la habitación, provocando una
mínima reacción en el alfa, pero que fue lo suficientemente evidente como
para que el omega pudiera verla.
El pelinegro abrió la puerta y tomó la gruesa cadena que sujetaba al
contrario, tiró de ella lo suficiente como para que el rostro pálido se alzara lo
suficiente para que sus miradas nuevamente se encontraran.
Y mierda si a Jimin no le ponía ser observado como aquel hombre lo hacía.
Tan descarado, rudo, salvaje, pero con un tinte ingenuo que demostraba lo
nuevo que era todo para él.
—De pie —ordenó.
El alfa obedeció en un rápido movimiento, el enorme cuerpo irguiéndose
de manera gloriosa ante los ojos oscuros de Jimin, quien no pudo ni quiso
evitar el lamerse los labios al sentirlos repentinamente resecos.
—Sal de ahí —ronroneó, llamándole con un suave movimiento de su
índice.
Yoongi obedeció sin pensarlo, su lobo y él queriendo ver siempre aquella
expresión complacida en su amo para sentir la satisfacción llenarle por
completo.
Fuera de la jaula Jimin pudo apreciarlo mucho mejor. Sin duda era más
alto que él, mucho más, tenía brazos fuertes, un pecho libre de vello con dos
pezones de tonalidad rosa; el firme abdomen definido, y, aunque no lo podía
ver un enorme paquete yacía entre las piernas, mismo que había tocado a su
antojo hasta hacerlo delirar.
Era una delicia, un manjar virgen que pertenecía sólo a él.
—De todos los regalos de cumpleaños, este ha sido el mejor —comentó
Jimin, mientras caminaba alrededor del cuerpo más grande—. ¿Tienes
nombre, cachorrito?
El castaño bajó la mirada a sus pies descalzos. —Y-yoon...
—¿Yoon? —inquirió Jimin, deteniéndose frente al alfa.
—G-gi...
El omega ladeó la cabeza. —¿Gi?
—J-jun... —frunció el ceño y obligó su lengua a hablar mejor—. J-junto...
—Oh, entonces ¿Yoongi? —aventuró el pelinegro, recibiendo un
asentimiento del contrario.
Nuevamente las manos del omega viajaron al rostro del castaño, acunaron
ambas mejillas en un toque firme que no permitía la separación de sus
miradas y de ahí mismo sonrió ladino.
—Mi juguete tiene un lindo nombre —susurró, observando detenidamente
el temblor en aquellos labios finos.
El alfa parpadeó un par de veces, hasta que finalmente se animó a dar una
sonrisa pequeña, junto a una pregunta que se había formado en su mente.
—¿S-ser de... amo? —interrogó, mirando con algo de duda y curiosidad al
más bajo.
—Ser mío —respondió el omega, bajando ambas manos hasta los hombros
contrarios donde apretó—. Completamente mío.
El silencio usual del despacho se vio interrumpido tras el estruendo
formado de las puertas al abrirse.
YoonWoo miró con seriedad a su hijo, sus ojos analizando la sangre que
estaba impresa en su ropa y gran parte de su rostro, así como las pupilas
levemente dilatadas que demostraban el estado de éxtasis que todavía recorría
el cuerpo del menor.
—Espero que las noticias sean buenas —dijo el mayor, para luego
concentrarse en los papeles de su escritorio.
Jimin sonrió, caminó hasta las sillas que estaban frente al mueble de
madera y ahí dejó sus armas, incluidas algunas navajas que todavía eran
capaces de gotear sangre.
—Por supuesto, la redada tuvo el éxito que se esperaba —informó con ese
toque arrogante que lo caracterizaba.
—¿Cuántas personas?
—Nueve, cinco betas y cuatro omegas —respondió, mirando con una
mueca la sangre seca que había quedado en sus manos.
YoonWoo lanzó una mirada inquisitiva. —¿Alguno de ellos habló?
—Terminaron haciéndolo cuando notaron mi fijación por la sangre —
murmuró con pereza—. Aunque la información no era algo que no
supiéramos ya.
El líder gruñó. Desde hace meses que había estado recibiendo ataques de
varios grupos rebeldes que estaban distribuidos en sus dominios como una
maldita plaga; ese tipo de personas no eran más que una amenaza constante
que debía ser aniquilada desde la raíz, misma razón que orilló a mandar a su
propio hijo a realizar una de las redadas más importantes, ya que Jimin era
uno de los más experimentados dentro del ámbito de la caza, y no se tocaba
el corazón al momento de asesinar.
—¿Los mataste a todos? —preguntó el mayor, entrecerrando los ojos al
ver la sonrisa de su hijo.
—Créeme que era tentador hacerlo, pero Hoseok no me lo permitió —
declaró, con una mueca de disgusto.
—Es lo mejor —analizó el líder omega—. No sabemos qué tanta
información aún permanezca oculta, así que siempre es beneficioso dejar una
huella intacta.
Jimin resopló. —Si tú lo dices.
—Ahora —cortó el mayor, a sabiendas del mal humor de su hijo—. ¿Te
gustó mi regalo de cumpleaños? Con tanto trabajo no tuve la oportunidad de
preguntarte antes.
El menor dibujó una sonrisa automática, recordando al alfa que tenía bajo
sus dominios y que dormía en la habitación que estaba pegada a la suya.
—Me encantó —confesó, mordiéndose el labio inferior para controlar la
sonrisa autosuficiente.
—¿Te has divertido con él? —indagó YoonWoo, bastante curioso por
saber cómo estaba siendo la vida de su hijo en compañía del nuevo juguete
que le había obsequiado.
El pelinegro negó. —Sólo lo he visto dos veces porque me has llenado de
trabajo —reclamó—. La primera cuando lo descubrí en mi habitación y la
segunda la noche anterior, donde tuve el impulso de querer verlo dormir.
—Bueno, ahora tienes días libres así que podrás aprovecharlos —aseguró
el mayor—. No habrá redadas en las que participes, al menos por el
momento.
—Me parece bien, necesito salir con mi juguete lindo para comprar unas
cosas que necesitará —informó.
—¿Cosas?
—Ya sabes, ropa, artículos de limpieza y algunos libros que le ayuden a
desarrollar el lenguaje —contó—. Quiero que esté a la altura de mi linaje.
—No lo consientas tanto, Jimin —pidió YoonWoo, aunque ciertamente no
le preocupaba el comportamiento ilusionado de su hijo, porque sabía que era
la emoción de tener su primer esclavo.
Ese sentimiento iría cambiando a medida que más juguetes se fueran
agregando a la colección.
El gruñido territorial que salió de la garganta del omega menor dejó de
lado todos los pensamientos del líder, provocando una tensión inmediata en
el lugar.
YoonWoo miró los ojos oscuros del heredero y frunció el ceño al ver la
rabia contenida descomponer las facciones agraciadas.
—No te metas con lo que es mío, padre —gruñó, con un tono de amenaza
que no se preocupó en controlar—. Haré con mi juguete lo que quiera, y
nadie tiene el derecho a entrometerse.
Tras esas palabras abandonó la oficina, dejando un rastro de su aroma
denso en el aire, y con los pensamientos mezclados en el omega líder.
Estoy actualizando seguido porque tengo las ideas lloviendo con fuerza y
porque he notado que la historia les está gustando.
Muchas gracias por todo el apoyo. ❤
Nos seguiremos leyendo.

⛓Yoon~
⛓Chapter three!

Yoongi estaba un poco confundido.


Por lo que le habían dicho un par de días atrás, se encontraba en la que era
su nueva habitación, y el alfa tuvo que esforzarse mucho para ocultar su
sorpresa ante esa palabra desconocida.
Toda su vida la pasó en los grandes bosques, su especie era un tanto
diferente a las demás porque ellos preferían permanecer en su forma lobuna
antes que la humana, es por eso que se le complicaba mucho el simple hecho
de mantener una conversación, más aún comprender lo que la otra persona
quería decir.
Sin embargo, pronto descubrió que había una pequeña excepción con su
amo.
No le conocía, pero no era tan tonto como para no saber los motivos por
los cuales había sido cazado por el clan para ser llevado a la civilización.
Yoongi sabía que de entre todos sus hermanos, él fue el escogido para
pertenecer al omega de mirada profunda que, por alguna razón que
desconocía, no había vuelto a ver.
Frunció el ceño ante aquello, ¿habrá hecho algo mal? Bueno, omitiendo la
parte de su lenguaje, Yoongi estaba bastante seguro de haberse comportado,
incluso le habían dado un baño profundo para quitarle el hedor de los
bosques, y así dar una buena presentación.
¿Por qué no le había visto? Desde que llegó ha estado encerrado en una
habitación que parecía ser cómoda, pero gracias a sus mismas dudas e
inquietudes no ha podido disfrutar.
Suspiró y nuevamente miró por la ventana hacia el jardín trasero donde un
par de cachorros jugaban, la comezón en su cuello había empeorado en las
últimas horas; era una sensación irritable que le ardía horrores hasta hacerle
gruñir y querer arrancarse el collar que le apresaba de manera dolorosa y
ahogante, para así poder sentirse tranquilo.
No le gustaban las cadenas que le habían puesto, eran largas, pesadas y
gruesas, capaces de enterrarse en su piel pálida y sensible para dejar marcas
que no eran de su agrado.
Gruñendo por lo bajo, tomó entre sus manos el duro material y sin pensarlo
mucho comenzó a mordisquearlo con insistencia. Los dientes mordían sin
llegar demasiado lejos o hacer grandes cambios, la fuerza de su mordida no
sería suficiente para partir aquella cadena, Yoongi lo supo cuando su
mandíbula comenzó a doler duramente.
Tan concentrado estaba en morder y morder, que no fue consciente cuando
la puerta de su habitación fue abierta, ingresando por ella un omega
elegantemente vestido.
Jimin alzó una ceja en gesto interrogante cuando miró a su juguete tratar de
romper la cadena con mordiscos insistentes. El ceño fruncido, los ojos
cerrados y los bajos gruñidos le causaron diversión, más aún cuando el alfa
dejaba escapar lloriqueos que demostraba la impotencia que seguramente
sentía al verse encadenado.
Tan ingenuo y tan hermoso. El omega no pudo evitar lamerse los labios.
—¿Lograste algo? —preguntó en voz alta para hacer notar su presencia.
El alfa detuvo sus movimientos de manera abrupta y abrió los ojos. Frente
a él tenía al omega vestido completamente de negro y usando guantes; los
aromas definidos llegaron hasta sus fosas nasales, provocando que su instinto
actuara de forma inmediata.
Se levantó del suelo y avanzó un par de pasos hasta quedar frente al
contrario, luego se puso de rodillas con la mirada puesta en el piso y la
respiración errática.
—A-amo... —trató de hablar, pese al ardor que sentía en su garganta
maltratada.
—De pie —ordenó, siendo obedecido al segundo siguiente.
Jimin frunció el ceño al ver pequeños hilos de sangre salir del cuello de su
juguete hasta recorrer ambos brazos y parte del pecho, no tardando en deducir
que aquella era la principal causa de la incomodidad en el alfa.
Llevó sus dedos hasta la sangre derramada y tocó con suavidad, el color
carmín quedó medianamente oculto en sus guantes, pero la mueca de dolor en
el mayor era tan transparente como verdadera.
—Tienes una piel muy sensible, cachorrito —murmuró, dejando suaves
caricias en los puntos que no estaban heridos.
Yoongi permitió que las manos del contrario le tocasen y pacientemente
esperó que el dolor disminuyera lo suficiente como para poder continuar con
su tarea inicial de repetir pequeñas frases y palabras cortas, hasta que pudiera
recitarlas sin tartamudear.
Jimin lo guió hacia la cama y lo hizo que se sentara, de una pequeña bolsa
que cargaba sacó una camiseta gris de gran tamaño y le indicó al alfa que se
la colocara. Yoongi lo miró con curiosidad, a la espera de una explicación, y
sus ojos fueron lo suficientemente transparentes como para que el omega
pudiera saber lo que querían transmitirle.
—Saldremos para comprarte todo lo que necesitas —informó, mientras
ayudaba al más alto a colocarse la camiseta—. La ropa que llevas puesta es
temporal, debemos conseguir algo a tu medida y de mejor calidad —le miró y
frunció el ceño—. También te llevaré con el doctor, no quiero que enfermes,
además quiero que te vean esa herida —apuntó el cuello ajeno—; lo que me
recuerda que debo comprarte cadenas más ligeras.
—¿I-ir con a-amo? —inquirió en voz baja.
El omega asintió. —Saldremos ahora.
—P-pies... —murmuró Yoongi, mirando hacia abajo.
Jimin miró también y sonrió al ver que el alfa le mostraba sus pies
descalzos de forma insistente, negó con la cabeza y en lugar de tomar la
cadena tomó la tela de la camiseta ajena para así no lastimar más el cuello
blanquecino.
El castaño se puso de pie y de manera obediente siguió los pasos marcados
por el omega. Ambos caminaron en completo silencio, Yoongi no se atrevía a
ver la construcción en la que estaban, simplemente se dedicó a seguir al
contrario, hasta que la luz tenue de un atardecer los recibió en la entrada de la
mansión.
Frente a ellos estaba un auto negro que al alfa le puso los pelos de punta al
no saber si era peligroso o no.
—Tranquilo, nene —Jimin sacudió la cabellera contraria con una mueca
burlona—. No te morderá.
Yoongi dejó de gruñirle al vehículo y nuevamente siguió a su amo, quien
abrió una de las puertas para mostrar el lujoso interior.
—Entra —dijo, dando un leve movimiento de cabeza.
El mayor de ambos ingresó con movimientos vacilantes; el omega rodeó el
auto y rápidamente estuvo en el asiento del piloto donde ayudó al contrario a
sentarse bien y colocarle el cinturón de seguridad.
El potente rugir del motor causó un salto en Yoongi; Jimin rió entretenido
y simplemente arrancó, teniendo un objetivo claro del primer lugar a visitar.
—A ver, pequeño ciervo. Deja de gruñir para que te revisen
adecuadamente.
Yoongi cerró la boca inmediatamente, miró a su amo quien tenía una
mueca irritada y se hizo más chiquito en su lugar.
Estaban en una clínica especializada en lobos alfas, Jimin había decidido
dar prioridad a las heridas que estaban en el cuello de su juguete, así como en
su estado de salud general, para poder tener una idea de la alimentación que
tendría que proporcionarle para que su alfita no perdiera su fortaleza y
vitalidad.
Sin embargo, desde un principio había sido difícil. Yoongi gruñía sin
parar, creando sonidos profundos que desconcentraban al médico a cargo de
su cuidado. Claro que, sólo bastó una orden directa del sucesor para que todo
intento de berrinche quedara sepultado en la garganta herida del castaño.
—Dr Byul —llamó Jimin, sus ojos clavados en el alfa sentado en la
camilla, dando con ello la advertencia necesaria para que estuviese quieto—.
Revíselo.
El hombre obedeció; quitó la cadena que encerraba el cuello del alfa y
rápidamente se entregó a su trabajo. Lavó con cuidado las heridas por
fricción y posteriormente secó cada una de ellas para poder administrar la
pomada que le ayudaría en el proceso de curación.
—No es recomendable que su esclavo utilice este tipo de cadenas —
indicó, cuando finalizó con su tarea—. La piel del alfa es alérgica al hierro
gris, le recomiendo que busque de otro material.
—Ya lo tenía pensado —respondió el omega, mirando directamente al
médico.
—Por el momento le pondremos un collar de cuero, sujeto a una delgada
cadena de bronce —informó—. Los vendajes deben cambiarse tres veces al
día, si hay presencia de secreción amarillenta tráigalo inmediatamente —le
recordó, Jimin asintió—. Los resultados de los demás exámenes se los
haremos llegar a su correo personal dentro de veinticuatro horas.
—¿Hay algo más que deba saber? —preguntó, mientras sus ojos seguían
de cerca los movimientos de las enfermeras al colocar el collar y la cadena a
su bonito juguete.
—Es un lobo legendario, así que su dieta principal es la carne —comentó
—. Y debe transformarse una vez al mes como mínimo.
Durante los próximos minutos Jimin estuvo recibiendo un par de consejos
e indicaciones que le ayudarían para comprender mejor el funcionamiento del
cuerpo de su juguete. Yoongi no había hablado en todo el rato que estuvieron
ahí, sólo se concentró en escuchar, aunque claramente no entendía la mayor
parte de lo que estaban hablando.
Finalmente ambos salieron de la clínica y nuevamente se dirigieron al auto
estacionado.
—¿Duele menos? —preguntó el omega, cuando estuvieron en el interior
del vehículo.
Yoongi asintió, sus manos entrelazadas sobre sus muslos moviéndose
ansiosamente, mientras sus labios eran mordisqueados de forma insistente.
Por orden de Jimin todo el centro comercial había sido vaciado. Las
personas se vieron obligadas a salir cuando el personal de seguridad dio a
conocer la orden del próximo líder.
Sólo entonces Jimin salió de su auto en compañía del alfa. Ambos
ingresaron a las grandes instalaciones donde un equipo completo de
trabajadores esperaba con los nervios de punta, como cada vez que el omega
decidía aparecer.
Para nadie era un secreto el carácter frío del sucesor, así como el
comportamiento volátil y la enfermiza fijación que éste tenía por la muerte y
la sangre.
Una imagen bastante aterradora, incluso para ellos como parte del clan más
poderoso de esas tierras tan extensas y salvajes.
—Joven Park —habló una omega con la mirada clavada en el piso y
temblando levemente—. Es un honor tenerlo aquí.
Jimin la ignoró olímpicamente y siguió caminando por todo el lugar, detrás
de él iba Yoongi, dando pasos cortos y rápidos mientras miraba a su
alrededor con una mueca asombrada, siendo totalmente inocente al ambiente
pesado y hostil que se había creado con la llegada del sucesor.
El pelinegro empezó a sacar ropa de cada uno de los percheros. Eligió
muchos suéteres, camisetas, sudaderas, chaquetas, abrigos, pantalones, buzos,
shorts, así como pijamas y un par de trajes formales y elegantes; todo sin
medir la cantidad, hasta enterrar por completo a las omegas encargadas de
cargar cada prenda que Jimin elegía.
Cuando sintió que era suficiente ropa por el momento se fue hasta los
zapatos, le indicó a un silencioso Yoongi que lo siguiera y ahí lo hizo
probarse de varios tipos, colores y texturas, eligiendo finalmente trece pares
con unas sandalias que al omega le parecieron lindas.
Nuevamente caminó hasta un gran mostrador donde sacó seis paquetes de
ropa interior con otros seis de calcetines. Miró más allá y tomó dos bolsos de
cuero, cuatro cintos y algunas joyas, entre ellas dos relojes, anillos y unos
aretes que sin duda haría que su juguete usara.
—¿Dónde están las cadenas? —preguntó Jimin a un agitado equipo de
trabajo.
Una de las omegas caminó rápidamente hacia las vitrinas que estaban del
lado izquierdo y de ahí sacó varias cajas de terciopelo donde cadenas finas
relucían a juego con sus respectivos collares.
Jimin eligió cuatro de oro, una de plata y tres de oro rosado, tomó los
collares y no se pudo resistir cuando miró uno forjado de diamantes y
revestido de oro blanco.
Miró a Yoongi con una sonrisita. —¿Te gusta este collar, cachorrito?
El alfa miró la joya que brillaba bajo las luces de aquel lugar, la imaginó
puesta en su cuello junto con la cadena que su amo sostendría y fácilmente
sus ojos brillaron ante la imagen que su mente creó.
Rápidamente asintió con energía, logrando que esta vez Jimin soltara una
pequeña carcajada que fue suficiente para asustar a los trabajadores tensos y
nerviosos.
—Entonces será tuyo —murmuró el omega, ignorando todo lo que sucedía
alrededor y tan sólo concentrándose en aquellos ojos dorados como el oro—.
Todo lo que mi juguete quiera lo tendrá.
Y al escuchar aquellas palabras, Yoongi sonrió.
Holi, ¿qué les parece la historia?
Muchas gracias por todo el apoyo, de verdad que no tengo palabras.

⛓Yoon~
⛓Chapter four!

Un día había pasado y Jimin ya tenía una pila completa de papeles que
estaban esperando para ser revisados.
Ingresó a su despacho personal mientras fumaba un cigarrillo, el frío
exterior había logrado colarse lo suficiente como para anhelar calentar sus
pulmones con el tóxico humo que desprendía cada tres segundos, así como
también servía un poco para liberar la tensión que se formó en sus hombros
desde esa misma mañana.
Tres omegas aparecieron muertos en diferentes puntos de la ciudad pero
siguiendo un mismo patrón. El grupo de investigación rápidamente hizo su
parte, no tardando en descubrir grandes cantidades de cannabis en el torrente
sanguíneo, dando así la causa del deceso.
Sin embargo, no habían dado con los culpables.
Nuevamente se organizó una operación sorpresa donde el apellido Park
debía participar, Jimin le pidió a su padre que lo dejara al mando, que sabía
bien los puntos claves y que fácilmente podría encargarse de ese asunto antes
que se alargara más y llegara a causar verdaderos problemas; pese a ello,
YoonWoo se negó rotundamente, alegando que ese tipo de cacerías no le
concernían, y que mejor se concentrara en su trabajo.
Misma razón que lo tenía de tan mal humor.
Caminó hasta el cómodo sillón tras su escritorio y se dejó caer sin cuidado;
inclinó la cabeza hacia arriba y con lentitud expulsó todo el humo que llevaba
dentro hasta que el fuerte aroma quedó impreso en todo el lugar.
Una última calada más y el sobrante lo colocó en el cenicero que estaba
sobre su escritorio. Cerró los ojos por un momento cuando la primera
punzada llegó a su cabeza, alertándole de una próxima migraña.
Bufó por ello, tal parecía que los diez cigarrillos fumados no le surtirían
efecto alguno.
Sabiendo que no había esperanza alguna para mejorar su humor, Jimin
decidió iniciar con su trabajo. Eran algunos contratos de compra de las
propiedades que estaban bajo su jurisdicción, así como muchos permisos de
personas que pensaban abrir algún tipo de negocio y, que por tanto, debían
contar con la autorización del líder o, en su defecto, del heredero.
Decidió iniciar con los permisos porque eran los que le llevaba más tiempo
revisar; el omega se encargaba de leer cada punto explicado, así como de
valorar las ventajas y desventajas que determinado negocio traería, o los
factores diversos que aportaría para el desarrollo del clan.
Fue así como aceptó dos nuevas cafeterías, un restaurante de comida
tailandesa y dos bares; de estos últimos debía enviar una copia al
departamento de policía para que ellos se encargaran de realizar las
investigaciones correspondientes y así evitar cualquier movimiento turbio por
parte de los propietarios.
Lo bueno de todo es que su dolor de cabeza había pasado a segundo plano,
lo malo es que su concentración no duró mucho, pues la puerta de su
despacho sonó un par de veces gracias a los golpes ejercidos en la madera
pulida.
Jimin se sacó los lentes e hizo presión en el puente de la nariz.
—Adelante —dijo lo suficientemente alto para ser escuchado.
Un hombre alto, de tez canela y cabello rubio hizo su ingreso. El omega al
reconocerlo sonrió, y con un movimiento de cabeza le invitó a que se
acercara.
—Te estaba esperando, NamJoon —comunicó el pelinegro, mientras se
recostaba en su lugar.
El beta sonrió, para luego sentarse frente al escritorio y esperar con
paciencia lo que su amigo tenía para decir.
—Te escucho —murmuró en voz baja y pausada.
—Te llamé porque necesito que hagas algo por mí —inició el omega,
colocando ambos brazos sobre el escritorio.
—Te escucho —repitió el moreno y Jimin rodó los ojos con fastidio.
—Tengo un lindo cachorrito que fue obsequio de mi padre, pero su raza es
legendaria —informó, sorprendiendo al contrario—. El nene es precioso,
pero inculto. Tiene problemas para expresarse y conoce poco del mundo
moderno, es por eso que quiero contratarte para que seas su instructor.
—¿Un alfa legendario como mascota? —inquirió el beta con una mueca de
incredulidad evidente.
Jimin asintió. —Es de los últimos en su especie, pero eso no me interesa
tanto como crees.
—¿Entonces? —indagó, presionando más al irritable omega.
—Quiero que me folle duro —bramó con irritación—. En este momento
que estoy hablando contigo mi mente está volando en imágenes creativas que
quiero cumplir más temprano que tarde; pero tampoco puedo hacerlo si mi
querido juguete está tan ausente del mundo al que pertenece ahora.
—A ver si entendí —le detuvo el mayor de ambos—. ¿Quieres que le
explique cómo meter su polla en tu culo?
—No, idiota. Aunque ahora que lo pienso, un poco de educación sexual
también le vendría bien —analizó—. Lo que quiero es que le enseñes a
expresarse, que su vocabulario se extienda y que conozca diversos detalles
del clan —suspiró—; lo haría yo mismo, pero mi tiempo es limitado, al
menos por ahora.
Todo lo dicho por el sucesor logró sorprender en demasía a NamJoon.
Durante todo ese tiempo jamás había escuchado algo igual; ninguno de los
omegas que poseían esclavos se preocupaban por la educación del mismo,
simplemente se encargaban de hacerlos lucir bien delante de los demás y
nada más.
¿Hablar fluidamente? No se necesitaba porque el único lugar donde tenían
autorización para hablar era en la privacidad de una habitación, y si contaban
con el permiso de su amo.
¿Conocer detalles del clan? Tampoco era necesario, puesto que nunca se
debían involucrar con algo más allá que no fuesen los deseos carnales de sus
dueños.
A la única conclusión que el beta pudo llegar es que Jimin era nuevo en
aquello de tener un juguete y que quizá las emociones del momento lo
estaban dominando; por supuesto que tampoco era algo completamente
extraño, habían algunos omegas que invertían fortunas de dinero en sus
juguetes para educarlos y así presumirlos delante de los demás; pero, según lo
que NamJoon entendía no era el caso de los Park, ya que ellos solían cambiar
juguetes cada año.
Sea como sea, simplemente cumpliría con el favor que su amigo le estaba
pidiendo. Después de todo, se lo debía.
—¿Cuándo quieres que inicie? —preguntó, para así ir ordenando su
agenda y estructurar los horarios.
La sonrisa de Jimin no se hizo esperar.
—Hoy mismo.
Yoongi estaba sentado en un salón que hasta el momento se le hacía
desconocido, tenía muchos ventanales amplios que daban una vista
espectacular de todas las montañas espesas en las que solía correr cuando era
libre; el clima frío empapaba de pequeñas gotitas los grandes cristales,
simulando las lágrimas que, sorpresivamente, el alfa no había expulsado.
Sabía bien que jamás volvería a ser libre, pero ese conocimiento no le
afectó tanto como en un principio pensó.
Sólo le bastaba ver unos ojos pequeños, afilados, duros y con borde frío
para sentir un desequilibrio en su sistema. El lado agresivo y salvaje que
albergaba en su interior sufría violentas sacudidas, y cuando los aromas
definidos llegaban a su nariz no ansiaba nada más que postrarse de rodillas y
mostrar el cuello, entregándose completamente y con los ojos cerrados.
Llevó una mano a su cuello vendado e hizo una mueca; el dolor estaba
presente en pequeñas dosis, pero la comezón seguía presente provocando que
gruñera cada dos por tres.
Aunque no todo era malo; desde la noche anterior su dueño se había
encargado personalmente de cambiarle las vendas, y de colocarle una crema
extraña que, Yoongi sabía, era la responsable de su comezón.
Recordando esos pequeños momentos es que el alfa comprendía lo mucho
que disfrutaba de estar herido. Si su cuerpo tenía heridas, su dueño las
sanaría, así podría sentir el tacto directo de aquellas suaves manos que le
hacían temblar del sólo recordarlo, anhelando más, ansiando ser tocado.
Relamió sus labios cuando imaginó probar la textura de la boca del omega.
Por lo poco que Yoongi sabía, los dueños jamás besaban los labios de sus
juguetes, eran muy contadas las situaciones en las que ocurrían y por lo
general debía pasar un buen tiempo para siquiera soñar con una pequeña
posibilidad.
Y desde ese instante el alfa se prometió portarse bien con su amo, quizás
así tendría la oportunidad de ser besado por él.
Aunque sea una vez.
No se dio cuenta en qué momento empezó a mover sus pies descalzos con
inquietud, pese a que tenía zapatos Yoongi no se acostumbraba a la idea, así
que prefería andar sin ellos, de todas formas no salía a grandes lugares como
para preocuparse por ese detalle.
Estaba profundamente concentrado en idear un plan de comportamiento
que le funcionara, que no pudo notar a las dos personas que ingresaban donde
se encontraba, hasta segundos después que un carraspeo bajo ganó su
atención.
Los ojos de Yoongi se cruzaron con los de su dueño dejándole paralizado
por algunos segundos. La mirada de Jimin siempre le resultaba atractiva,
imposible de ignorar, mucho menos de olvidar.
Boqueó sin saber que hacer, hasta que obligó a su cuerpo a actuar,
poniéndose de rodillas para recibirlo.
—A-amo... aquí —habló en voz baja, sus ojos puestos en el suelo.
—De pie, cachorrito —dijo Jimin, siendo obedecido—. Ven aquí.
Los pies de Yoongi se movieron hasta quedar a un metro de su amo y otro
hombre que no conocía. El omega alargó una mano para tocar el collar que su
juguete llevaba y así verificar que el ajuste fuera el suficiente para no
molestar en el vendaje del cuello, y sólo cuando estuvo seguro fue que alejó
su mano.
—Él es NamJoon —inició Jimin, apuntando al rubio que estaba a su lado
—. Te enseñará muchas cosas interesantes que te ayudarán en tu proceso de
adaptación, y tú te esforzarás en aprender, ¿de acuerdo?
El alfa asintió muchas veces. —S-sí... a-apendel... mucho.
—Espero que pongas de tu parte, NamJoon me irá informando de tus
progresos —advirtió Jimin, sin apartar su mirada de los ojos dorados que le
veían con atención—. Por cada logro tendrás un premio, por cada fracaso
tendrás un castigo.
—Tampoco es para que lo asustes y lo presiones —intervino el beta—.
Estoy seguro que aprenderá rápido, se nota que quiere hacerlo.
Y era verdad, Yoongi estaba demostrando emoción absoluta ante la idea de
aprender cosas nuevas y desarrollar su lenguaje, dando así una pequeña
garantía de que pondría todo su empeño para no decepcionar a su amo.
No, él se encargaría de demostrar que era lo suficientemente inteligente
como para lograr cualquier cosa que se propusiera, y si tenía suerte poder
complacer a su dueño.
—Iniciaremos ahora —comunicó el rubio, obteniendo la atención de su
nuevo alumno.
Jimin miró su reloj y soltó un suspiro. —Debo irme, Hoseok me está
esperando.
—¿Una cita romántica? —curioseó el moreno, dándole una mirada pícara.
—Una cena nada más —aseguró el pelinegro, mirando una vez más al alfa
que ya estaba sentado donde le habían indicado.
—Está bien, te iré informando del progreso de tu juguete —prometió el
beta, para luego caminar hacia donde Yoongi le esperaba.
Jimin simplemente salió, creciente irritación creciendo en su interior
cuando su odioso prometido le llamó para reclamarle que iba tarde.
Y sinceramente, no le importaba.

Otra actualización, y nos leerémos hasta en la próxima semana porque


hay más historias que me están reclamando por haberlas olvidado.
Espero que el capítulo les haya gustado.
Si tienen alguna duda, no se la guarden y coméntenla acá para así
resolverla. ✨
Hasta el próximo capítulo.

⛓Yoon~

|Habitación de Yoongi|
⛓Chapter five!

—Tengo una reservación a nombre de Jung Hoseok.


La joven recepcionista controló el temblor de su cuerpo cuando el futuro
líder del clan estuvo frente a ella. Los ojos pequeños del omega la veían con
arrogancia y superioridad, provocando que más temblores le atacaran sin
piedad.
—E-el señor Jung ya lo espera —respondió con voz inestable—. M-mesa
nueve.
Jimin no se molestó en agradecer. Caminó por el gran salón mientras sus
ojos trataban de encontrar la mesa indicada, no tardando en hacerlo cuando la
imagen de un hombre enfundado en un traje negro y con reluciente cabellera
gris llegó a su campo de visión.
Sus pasos fueron rápidos, a medida que avanzaba podía notar miradas
curiosas sobre su persona; sin embargo, Jimin estaba acostumbrado a ser
siempre el centro de atención, ya sea para bien o para mal.
Carraspeó un poco para así anunciarse con el beta que tranquilamente le
esperaba. Hoseok levantó la mirada de su celular y sonrió tenue al ver a su
prometido frente a él, luciendo tan hermoso e imponente.
—Jimin —dijo, para luego ponerse de pie y besar los labios gruesos del
omega.
El pelinegro devolvió el beso los segundos exactos que se tenía permitido,
luego se retiró y sutilmente empujó al contrario para que tomara asiento.
—Hoseok —mencionó, mientras se sentaba frente al peligris—. ¿Todo
bien?
El beta hizo una mueca ante el tono plano que Jimin le dedicaba, miró a su
alrededor sutilmente para luego dar un sorbo a la copa de vino que tenía al
lado derecho.
—Tardaste —habló, cuidando de su tono de voz.
Jimin alzó una ceja de forma lenta y sutil. —¿Y eso qué?
—¿Qué te tenía tan ocupado? —inquirió el mayor de forma brusca.
El repentino cambio causó curiosidad en el omega y ahora que detallaba
mejor empezaba a comprender la situación. Hoseok lucía tenso, la sonrisa
que tenía llevaba un tinte amargo que fácilmente podría pasar desapercibido.
Además, le había invitado a cenar, sin dar un motivo claro para hacerlo.
Rió sin poder evitarlo.
—¿Algo que te divierta? —volvió a hablar el mayor, no perdiendo detalle
de la diversión que mostraba el omega.
—Tú —respondió Jimin sin rodeos—. Tú y tu estúpido intento de marcar
territorio conmigo.
Las palabras dichas iban envueltas en una sinceridad tan aplastante que
Hoseok no tuvo el coraje suficiente para debatirlas. El silencio que siguió fue
endemoniadamente incómodo y agotador, los dos se miraban atentamente,
tratando de descubrir algo más en los ojos contrarios; Jimin pudo detectar con
facilidad el disgusto y recelo que los orbes del mayor presentaban, viéndose
tan claro como agua cristalina; por otro lado, el beta no pudo tener la misma
suerte, la mirada del omega era un abismo vacío y desconocido que se
mantuvo bajo el control riguroso para no demostrar algo más que fastidio.
Finalmente y luego de largos minutos en silencio, Hoseok exhaló un
suspiro cansino.
—No puedes culparme, tengo derecho a sentirme así —murmuró en voz
baja.
—¿Así cómo? —indagó Jimin, aunque ya sabía la respuesta.
Los ojos del peligris le miraron con un toque de frialdad. —Es la primera
vez que tienes un juguete, Jimin. No te emociones más de la cuenta.
—¿Eso es todo? —repentinamente la voz del omega se tornó oscura y
amenazante—. ¿Me hiciste venir hasta aquí para hacerme una maldita escena
de celos?
—No es eso...
—Además —interrumpió el omega—, puedo tener a todos los juguetes que
yo quiera. Antes no tenías problemas, ¿por qué ahora?
—No tengo problemas con que los tengas, pero sí estoy en mi derecho a
molestarme cuando el primer juguete que cae en tus manos es un jodido alfa
legendario —finalmente soltó, con la respiración inestable por todas las
emociones contenidas.
Jimin se mofó. —Eres patético, tú mismo acompañaste a mi padre esa
noche que mi juguete fue elegido, y ahora me sales con esta escena de
película barata.
—No es ninguna escena, Jimin —bramó el beta, ganando un par de
miradas por los demás comensales—. Los alfas legendarios son bestias
salvajes que deberían extinguirse.
—A ver, Hoseok —mencionó el pelinegro, a la misma vez que se
masajeaba el puente de la nariz—. Tú no tienes ningún derecho a querer
intervenir en esos asuntos, ¿captas? El hecho que seas mi prometido no te
convierte en mi puto dueño.
—Deshazte de él.
El menor de ambos detuvo sus movimientos por algunos segundos para
mirar profundamente al peligris.
—¿Qué has dicho?
—Quiero que te deshagas de ese animal, Jimin.
—¿No acabas de escuchar lo que dije? —inquirió el pelinegro con
ferocidad—. ¿Quieres verme cabreado, Jung? Porque jodidamente lo estás
logrando.
Hoseok tensó la mandíbula, sabía que no tenía derecho alguno para hacer
una exigencia de tal magnitud, y aún sabiéndolo ahí estaba, siendo insistente
con la esperanza de que el omega le escuchara.
—¿Ya te acostaste con él? —preguntó de repente.
El omega se reclinó en su asiento para cruzarse de brazos. —¿Qué si lo
hice?
—Puedo conseguir a mejores alfas, Jimin —insistió—. Uno, dos, tres, o
los que quieras; pero deséchalo. Una raza así es una mancha para nuestro
clan.
—¿Nuestro? —repitió el menor, con un tono claro de burla y desdén—.
Grábate esto, Hoseok —se inclinó hacia adelante para ganar proximidad con
el otro, y de ahí susurró—: el hecho de que te vayas a casar conmigo no te
convierte en líder, el único con el poder para gobernar seré yo —le recordó
—. Tú sólo estarás en mi cama, y me darás los hijos que necesito para que mi
linaje continúe, ese es tu destino, así que no aspires a más.
Toda palabra que Hoseok quisiera decir quedó atorada en lo profundo de
su garganta. El sonido que Jimin provocó al levantarse ganó más atención de
la deseada, aumentando la humillación en el beta al ver como su prometido
salía del restaurante hecho una furia.
Cuando estuvo solo bebió de un largo trago el contenido de su copa, apretó
los dientes para no soltar la infinidad de maldiciones que quería,
comprimiendo con más fuerza el delicado cristal hasta convertirlo en mil
pedazos bajo su palma.
Y si Jimin pensaba que podía humillarlo a su antojo y jugar con su
paciencia estaba muy equivocado.
NamJoon escuchaba con una pequeña sonrisa el párrafo que Yoongi
trataba de leer. Habían algunas palabras que todavía le costaban, pero en
general estaba teniendo un buen avance, y eso indudablemente ponía de buen
humor al rubio.
—Muy bien, Yoongi —felicitó, provocando una sonrisa pequeña en el alfa
—. Si continúas así, podrás hablar y leer correctamente en menos de un mes.
—¿Y amo orulloso? —preguntó con ilusión.
—Orgulloso —corrigió Nam con mirada tranquila—. Y respondiendo a tu
pregunta, por supuesto que estará orgulloso y te sacará a todas partes.
El castaño amplió su sonrisa y a pedido de su instructor continuó con la
lectura.
Ambos se encontraban en la biblioteca privada que pertenecía a la mansión
de Jimin; ese era el lugar que habían elegido para llevar a cabo la preparación
en el alfa y hasta el momento llevaban buenos resultados.
En esos pocos días NamJoon pudo saber que su alumno tenía
conocimientos básicos que si bien no eran suficientes, servían para armar una
buena base que sustentara todo aquello que le estaba enseñando. Yoongi tenía
la disponibilidad de aprender, era curioso, tenaz, inteligente y aplicado;
siendo esas las cualidades que le estaban ayudando a dar pasos gigantes en su
propio camino de aprendizaje.
—Excelente, Yoongi —volvió a felicitar NamJoon cuando el alfa leyó un
poco más fluido el último párrafo—. Ahora ve a la pizarra y escribe lo que te
diga.
El alfa obedeció, se mantuvo concentrado durante los próximos minutos en
los cuales NamJoon se dedicó a dictar algunas palabras al azar. Hubo algunos
errores que fueron mínimos a comparación con los iniciales, mismos que
demostraban los avances que Yoongi estaba teniendo; y luego de veinte
minutos, el beta finalmente se animó a dictar pequeñas oraciones, dejando
que el castaño las complementara al utilizar las palabras nuevas que había
descubierto en las acciones descritas en la pizarra.
Luego de una hora extensa de escritura las clases de ese día estaban
finalizando, NamJoon le dejó como tarea analizar los símbolos
representativos de cada clan, así como analizar el mapa de la manada, para
que al día siguiente pudiera darle un resumen oral detallado.
Misma razón que tenía a Yoongi sumergido en los libros de la biblioteca,
sosteniendo una lupa en sus manos para ver mejor los detalles de algunos
símbolos, a la vez que hacía un par de anotaciones descuidadas en una hoja
en blanco.
Sin embargo, su concentración se vio cruelmente atacada cuando a su
sensible nariz llegaron los aromas definidos que tanto le gustaban.
Su amo. Su amo estaba cerca.
Rápidamente se levantó y se puso de rodillas justo a tiempo porque las
dobles puertas de madera fueron abiertas al segundo siguiente, revelando a un
sudoroso omega con el rostro sonrojado.
Jimin caminó los pocos pasos que lo separaban del alfa y le miró en
silencio. Yoongi permaneció con la vista clavada en el suelo, y el cuello
levemente inclinado en señal de sumisión.
—De pie, cachorrito —susurró el menor, observando gustoso la obediencia
de su juguete.
El omega se deleitó con la simple presencia del castaño, detalló en cada
uno de sus rasgos descubriendo que había ganado un poco de peso, y que
ahora el rostro pálido estaba acompañando de un tenue rubor gracias a la
buena alimentación que había iniciado.
Lucía saludable y malditamente encantador.
—Amo —susurró.
Y Jimin se estremeció, porque aquella era la primera vez que Yoongi no
tartamudeaba al hablar, descubriendo con éxtasis que su juguete poseía una
voz ronca, profunda y varonil que sin duda llegó a complacerlo.
—Mírame a los ojos, nene —comentó, llevando su mano enguantada a la
mandíbula contraria para darle caricias superficiales.
Aquellos ojos gatunos le miraron fijamente, el tinte feroz y salvaje los
bañaba en una fina capa de extrema tentación, dándole un aspecto hermoso
que maravilló al omega. En esa mirada había una sinceridad aplastante, así
como una transparencia innata de deseos retenidos y sentimientos complejos
que poco a poco se iban formando.
—Eres hermoso, cachorrito mío —susurró Jimin, acariciando con el pulgar
el labio inferior del alfa.
Yoongi sintió como el animal en su interior aullaba ansioso y feliz ante la
presencia de su dueño. Eran pocas las veces que podía ver a Jimin, y aún más
los momentos en los que tenían un tiempo a solas, es por ello que justo en ese
instante, el alfa sentía el latir loco de su corazón sin saber cómo controlarlo.
—Amo —repitió, lamiendo sus labios por reflejo.
La mirada depredadora del omega se oscureció cuando detalló en el
movimiento ejercido por la lengua del alfa.
—¿Hay algo que mi juguete quiera? —preguntó, mientras le regalaba una
sonrisa ladina que puso a Yoongi a temblar.
—Q-quiero estar con mi amo —confesó en un susurro ronco que llevaba
un tinte íntimo que no se pudo ignorar.
Jimin inhaló profundamente. —¿Estás seguro? No me gusta ser suave.
Los ojos gatunos reflejaron un sentimiento inconfundible de ferocidad que
una vez más demostró el gusto y disposición que tenía por complacer a su
amo, a su dueño.
—Sí, amo —respondió, manteniendo el tono bajo y tranquilo, pero sin
despegar su mirada profunda de la contraria.
Jimin sonrió, sintiendo al omega en su interior ronronear gustoso por la
entrega de su juguete.
—Vamos a mi habitación entonces.
Y con el corazón bombeando con furia dentro de su pecho, Yoongi lo
siguió sin vacilar.

Espero que el capítulo les haya gustado, me estoy esforzando para que
las actualizaciones sean continuas y ver su apoyo realmente me inspira a
continuar. ❤
Muchas gracias por leer, hasta el próximo capítulo.

⛓Yoon~
⛓Chapter six!

En algún punto del camino sus manos se entrelazaron.


El tacto caliente ardía en la piel sensible de Jimin, mientras que
estimulantes sensaciones viajaban por cada rincón de Yoongi. Ambos sin
decir palabra continuaron caminando por los amplios y solitarios pasillos de
aquella mansión con un objetivo en común.
El omega se encontraba ansioso, era la primera vez que tendría un
acercamiento íntimo con su primer juguete, y debía admitir que las
emociones creadas en su mente estimulaban bien a su imaginación.
Y es que podía verlo tan claramente... Yoongi acostado en su cama
completamente desnudo, su piel blanca como la nieve acariciando las mantas
rojas en un contraste sublime que acariciaría su vista como los pétalos de una
rosa; la cadena en su cuello invitándole a tirar de ella con fuerza, para luego
marcar cada rincón con sus dedos, como un sello personal, reclamando una
vez más aquello que era completamente suyo.
El lobo en su interior gruñó en completo gusto gracias a las imágenes
formadas tras sus pensamientos, y Jimin sonrió ladino mientras apretaba
aquella mano que sostenía al caminar.
Siguieron caminando por un par de minutos hasta que llegaron a unas
grandes escaleras en forma de caracol, en silencio las subieron para llegar a
un pasillo de altas paredes pintadas en gris oscuro con una única puerta
situada en el fondo.
—Es mi habitación de juegos —explicó Jimin, al notar la evidente
confusión en el alfa.
—¿J-juegos? —preguntó Yoongi, lamiéndose los labios mientras
caminaba.
Jimin lo miró de reojo. —Allí te enseñaré a complacerme, alfita. Y yo
también te complaceré a ti.
Ambos se detuvieron frente a la puerta y el omega sacó un juego de llaves
de su bolsillo derecho, rápidamente la abrió, permitiendo que el castaño
ingresara primero.
Yoongi observó el lugar con curiosidad, los colores oscuros predominaban,
dándole al rojo un pequeño contraste protagónico que sin duda llamó su
atención. Grandes estantes cubrían la pared derecha, repletos de diferentes
objetos que le resultaron fascinantes, del lado izquierdo había una pared
negra con muchas cadenas adheridas a ella, mientras que en el centro yacía
una enorme cama de sábanas rojas y pilares negros con más cadenas
adornándolas, y un sofá de cuero rojo situado al lado derecho.
Sintió como su respiración se cortó cuando los brazos del omega le
rodearon por atrás, apresándolo con fuerza.
—Bienvenido a nuestro mundo, nene —susurró Jimin en el oído derecho,
para luego mordisquearle sutilmente.
La respiración de Yoongi sufrió otro descontrol cuando las manos de su
dueño se pasearon con lentitud por su abdomen; aquel toque era nuevo,
electrizante y adictivo, el alfa se encontró jadeando con facilidad, amando
sentirse así, y queriendo descubrir más allá de los pequeños límites que
estaban impuestos hasta ahora.
Las pequeñas manos siguieron un lento recorrido, no había prisa, tampoco
tosquedad; la caricia ejercida podría compararse con el toque suave de una
pluma, provocando leves cosquillas que estaban haciendo estremecer cada
gota de sangre en el alfa, como un remolino tempestuoso que amenazaba con
destruir todo a su paso.
Finalmente Jimin se separó de aquel toque y caminó hasta situarse frente al
castaño. Un rostro sonrojado, ojos dilatados y respiración inestable le
recibieron, provocando un inevitable sentimiento de gusto que pasó
directamente a su entrepierna.
Colocó la palma derecha directamente sobre dónde se encontraba el
corazón del alfa, sintiendo bajo su piel el rápido palpitar que aumentaba
conforme los segundos iban pasando.
Ambos se contemplaron en silencio, sus ojos sumergidos en la imagen que
el otro tenía para ofrecer, alimentando cada uno de sus deseos y fantasías,
dando como resultado una próxima explosión de éxtasis que prometía mucho
placer y nuevas sensaciones.
—¿Sabes lo que quiero hacer contigo? —preguntó el omega, sus ojos
dilatados puestos en los dorados del alfa.
Yoongi mordió su labio inferior y negó en un movimiento suave de cabeza.
Jimin contempló el pequeño rubor que llegó a pintar las pálidas mejillas,
ese comportamiento tímido le estaba encantando aún más de lo que pudo
imaginar, sabiendo bien a qué se debía, pero queriéndolo escuchar de los
labios del alfa por el mero gusto de hacerlo.
—¿Eres virgen, cachorrito? —indagó, sus manos viajando al cuello del
alfa para dar pequeños tirones a la cadena que le adornaba—. ¿Alguna vez te
has apareado con otro lobo?
Sabía bien que los lobos pertenecientes a la raza de su juguete se apareaban
únicamente en su forma animal, siendo más rudos y salvajes en el acto; es por
ello que el comportamiento de Yoongi le generaba mucha curiosidad,
ansiando respuestas para así decidir cómo continuar.
Y la explosión roja que miró en las mejillas del mayor causó que un
instinto primitivo despertara desde las entrañas del omega.
—L-lo soy... —respondió en voz baja, la suficiente para ser escuchado.
Jimin sabía que no tenía por qué agradarle tanto saber aquella información,
pero malditamente lo hacía. Su instinto posesivo floreció con mucha más
fuerza al imaginar que él sería el primero en todas las experiencias que tenía
preparadas para su alfita; mejor aún, saber que sería el primero y el único en
probarlo por completo.
—No tienes que sentirte avergonzado, bebé —susurró al notar que el
castaño había bajado la mirada—. Si te soy sincero, me encanta que seas
virgen.
Yoongi levantó la mirada y le miró con un peculiar brillo en los ojos,
luciendo tan vulnerable y terriblemente tentador que Jimin tuvo que respirar
profundamente para poder controlarse.
—¿Está bien que sea así? —inquirió el alfa con nerviosismo.
Él no era tonto, había estado estudiando y sabía que a los amos les gustaba
la experiencia que sus juguetes tenían para ofrecer. Yoongi no tenía nada
parecido, salvo los intensos deseos que tenía por su dueño, y la seguridad
total de pertenecerle.
—Completamente —asintió el omega, mientras sus manos se internaban
en las suaves hebras castañas—. Te enseñaré muchas cosas que harás sólo
conmigo y que ambos disfrutaremos como no tienes idea, pero iremos lento...
—hizo una pausa para deleitarse con el rostro varonil que le miraba
atentamente—. Iremos tan lento que rozaremos nuestros propios límites hasta
hacernos explotar.
Tras decir aquellas palabras, Jimin tomó la cadena de su juguete y dio un
suave tirón que le hizo caminar hasta la cama, ambos se situaron frente a
frente con sus ojos puestos en el contrario, sintiendo como sus propias
respiraciones eran capaces de mezclarse gracias a la cercanía que estaban
compartiendo.
El omega llevó sus manos hacia la camiseta del alfa y en un movimiento
rápido se deshizo de ella, admiró por unos segundos el torso amplio y pálido
para luego volver a mirar aquellos ojos profundos que le analizaban en
silencio.
—Hoy quiero que conozcas tu cuerpo —habló, mientras sus dedos se
encargaban de sacar el botón del pantalón que Yoongi llevaba—. Quiero que
experimentes el placer que tu propio cuerpo puede llegar a darte —continuó,
a la vez que terminaba de quitar la prenda hasta dejarle en ropa interior—,
deseo que te conozcas y descubras lo endemoniadamente caliente que eres.
El alfa simplemente se dejó guiar en completa obediencia. A pedido de su
dueño se acostó boca arriba en la gran cama, sus ojos miraban con atención
los movimientos que Jimin hacía, desde quitarse los zapatos hasta cuando se
acostó a su lado, pero estando completamente vestido.
Frunció el ceño. —Ropa.
—Hoy no se tratará de mí —rió Jimin, pasando uno de sus dedos por aquel
ceño fruncido que se había dibujado en el rostro contrario—. Hoy será tu
propio descubrimiento, porque cuando descubras como puedes darte placer a
ti mismo, serás capaz de complacerme también a mí.
—Sí, amo —aceptó sin dejar de mirarle.
Jimin miró la semi erección por encima de la tela del bóxer negro y se
lamió los labios.
—Dame tu mano —pidió, siendo obedecido al segundo siguiente.
Los ojitos del alfa se abrieron en sorpresa cuando miró al omega besar con
cuidado cada uno de sus dedos. Los labios gruesos de Jimin se encargaron de
acariciar cada porción de su mano, mientras sus miradas yacían entrelazadas.
El pelinegro maniobró la mano del alfa y la guió hacia el pecho desnudo
donde la posicionó e instó a iniciar un pequeño movimiento circular que
formó tenues caricias.
—Tócate así, cachorrito —demandó—. Utiliza tu otra mano y sigue los
movimientos que estoy haciendo.
Yoongi obedeció, con su otra mano empezó a trazar pequeños círculos
sobre su misma piel tratando de seguir los movimientos que el omega guiaba;
así permaneció durante algunos minutos, los cuales transcurrieron en un
silencio donde solamente las respiraciones de ambos eran capaces de
escucharse.
Jimin llevó la mano que sostenía hacía más abajo y empezó a rozar uno de
los pezones de su juguete. Yoongi jadeó sorprendido por la nueva sensación y
pronto estuvo con su otra mano trabajando en su otro pezón.
—Es hermoso cuando nuestro cuerpo responde a estos estímulos de forma
automática, ¿no crees? —susurró Jimin, mientras continuaba moviendo la
mano ajena sobre el pezón endurecido y sensible.
—S-sí... —respondió ido en las cosquillas que se estaban formando en la
parte baja de su cuerpo.
Jimin se encargó de analizar con cuidado cada una de las reacciones que el
alfa ofrecía de manera inconsciente, y para él no existía nada más glorioso de
ver que aquellas venas azuladas enmarcarse en los brazos pálidos, cada vez
que una nueva contracción de excitación llegaba para atacarle.
Guió la mano que sostenía hacía más abajo y ahí la hizo acariciar cada
punto del abdomen, jugó con el pequeño ombligo y le hizo sentir la suavidad
de su misma piel, misma que iba bañada por finas gotitas de sudor que poco a
poco empezaban a formarse.
—¿Quieres probar más? —preguntó, cuando llevó los dedos del alfa hacia
el elástico de la ropa interior.
El corazón de Yoongi estalló en adrenalina, su amo manejaba sus propios
dedos a voluntad, tentando a tocar más allá y descubrir un placer nunca antes
vivido.
—Quiero —respondió, mordiéndose el labio inferior cuando el omega le
sonrió complacido.
Jimin soltó la mano que sostenía para quitar la última prenda que cubría a
su juguete. La tela del bóxer se deslizó por las piernas del mayor hasta sacarla
por completo y tirarla a alguna parte de la habitación.
Nuevamente la mirada del omega se concentró en el cuerpo que estaba a su
lado, sus ojos llameantes en deseo insano cuando pudo ver el miembro
endurecido apoyado sobre el plano abdomen, luciendo tan grande y
apetecible.
—Tócate, nene —instó, mientras su lengua se encargaba de lamer el
hombro contrario—. Hazlo, quiero verte.
Yoongi tragó pesado y con movimientos torpes envolvió su propio pene
con su mano derecha, jadeó al sentirlo pulsar bajo su tacto y solamente
estuvo presionando sin saber cómo continuar.
—Amo... —llamó inseguro.
El pelinegro tomó la mano del alfa y frente a aquellos ojos gatunos empezó
a lamer la palma hasta llenarla de su saliva, se internó entre los dedos y los
bañó por completo, sabiendo bien que esa acción había descontrolado más los
deseos en Yoongi.
Cuando estuvo satisfecho dejó libre la mano del mayor y nuevamente le
pidió que tomara el pene con ella, el tacto húmedo con la carne caliente
arrancó un gemido en el alfa que Jimin supo disfrutar a su completa
conveniencia.
—Desliza tu mano de arriba hacia abajo —guió Jimin, estando
concentrado en lamer y morder la piel de su juguete—. Hazlo lento y aprieta
un poco cuando llegues a la base —indicó—, a medida que el placer aumente
tú lo harás con la velocidad.
El castaño hizo caso a lo pedido, la humedad de la saliva ayudó a que su
mano deslizara con más facilidad por todo su falo, logrando crear un ritmo
constante que rápidamente lo tenía jadeando, mientras su cuerpo temblaba en
completo placer.
—Eso es, bebé —susurraba el omega, mientras sus labios jugaban con la
oreja sensible del castaño—. Síguete tocando así, me encanta verte.
Las palabras de su amo fueron un impulso más que Yoongi utilizó para su
descontrol. Pocos minutos bastaron para que los movimientos adquirieran
fuerza y velocidad, su mano amasando cada centímetro de su polla enrojecida
y dura, maltratando cada una de sus venas hasta exprimir las gotas
blanquecinas del líquido seminal que chorreaba de la punta sensible y bañar
su puño.
—¡A-amo! —gruñó con fuerza, su cabeza tirada hacia atrás y sus ojos
perdidos en el limbo de su propio placer.
Jimin pellizcó con fuerza el pezón izquierdo y ese estímulo doloroso
impulsó a Yoongi para alcanzar un orgasmo demoledor que le hizo gritar con
fuerza.
Largos tiros de líquido blanco salieron para bañar el abdomen contraído, la
piel inmaculada fue manchada por primera vez con el placer morboso de la
excitación, ofreciendo una imagen digna de enmarcar, y que quedaría grabada
en la mente de ambos como la promesa del cumplimiento de cada deseo
formado.
Yoongi seguía concentrado en su propio mundo de descubrimiento y
placer, las oleadas del reciente orgasmo hicieron estragos en su cuerpo,
ansiando probar más, queriendo conocer sus límites.
Y Jimin sabía que aquel era tan sólo el comienzo.
Holaaaa, la verdad no pensé que podría actualizar hoy pero aquí
andamos.
Espero que el capítulo les haya gustado, y muchas gracias por leer. ❤

⛓Yoon~
⛓Chapter seven!

Esa mañana en especial estaba resultando más entretenida de lo que esperó.


Jimin había decidido tomar el desayuno en la terraza de su estudio, y ahí
mismo su mejor amigo se unió a él en una visita totalmente inesperada.
Taehyung era un omega que pertenecía a una de las familias más
importantes dentro del clan, su misma posición fue la que ayudó para que sus
caminos se encontraran, y desde ese momento Jimin le consideró amable,
divertido y también con un extraño gusto por meterse en problemas.
Sin embargo, pese al extraño contraste que creaban sus personalidades,
lograron congeniar y establecer una amistad sólida que llevaba más de cinco
años.
—¿Cómo es? —preguntó el peliazul, mirando atentamente a su amigo.
Jimin alzó una ceja. —¿Como es qué?
—Tu juguete —el menor le hizo cejitas traviesas que hicieron a Jimin
bufar—. ¿Es guapo?
—Sí lo es —aceptó, para luego tomar un pequeño sorbo de té—. Es el alfa
más guapo que conocerás.
Taehyung se movió inquieto en su lugar, desde que supo que su amigo
tenía un juguete quería llegar a visitarlo para conocer mejor los detalles; sin
embargo, su padre le había llenado de tareas y hasta ese momento fue que
tuvo la oportunidad de hacer lo que desde un principio deseaba.
—Descríbelo —pidió, sus ojos mieles brillando en curiosidad.
El pelinegro dejó de lado su desayuno y suspiró. Segundos después su
mente se llenó de la imagen gloriosa de su juguete hermoso y tentador, más
aún cuando dichos recuerdos eran acompañados por los sucesos vividos la
noche anterior en su habitación de juegos.
—Es alto —inició, relamiendo sus labios por mero reflejo—. Su piel es
pálida y de porcelana, tiene una cabellera suave y castaña —miró a su amigo
y sonrió—; sus manos son grandes y con venas enmarcadas, un cuerpo
glorioso —ambos rieron—. Y sus ojos... son pequeños, pero tiene una mirada
muy profunda que está pintada de tonos dorados, tanto que parecen hechos de
oro fundido.
El menor apoyó ambos codos en la mesa y sostuvo su mandíbula entre sus
manos. Dejó escapar un suspiro suave, mientras su mente trataba de darle una
idea del físico que tendría el juguete de su amigo.
—¿Y sus labios? —indagó—. ¿Cómo son?
—Delgados —respondió automático—, delgados y uniformes, con un leve
tono rosa que les hace lucir suaves.
—¡Por la diosa, Jim! —exclamó Tae, dándose aire con una mano—. Dime
que ya le ordenaste que te follara.
Jimin soltó una carcajada. —Nunca cambias, ¿eh?
—Solamente me has contado como es, ni siquiera lo he visto, pero ¡que
hombre! —dramatizó—. Yo lo tendría atado en una cama y saltaría sobre él
día y noche.
—Te creo —avisó el mayor, mirando a su amigo burlonamente—. Por ese
comportamiento es que aún no te autorizan tener un juguete, Tae.
—Mira que son unos injustos porque tú has sido mucho peor que yo —se
quejó—. Mi experiencia sexual queda como una burla si hablamos de la tuya,
y aún así te permitieron experimentar con un juguete propio.
—Soy el hijo del líder, así que tengo una mínima ventaja —respondió
Jimin, el peliazul rodó los ojos—. Además, todos mis enredos los he ocultado
bien, no soy como tú que si chupa una polla lo grita a los cuatro vientos —le
regañó, provocando que Taehyung hiciera un puchero—. Tienes que ser más
discreto, tenemos una imagen que cuidar.
—Lo dice el que tiene fama de matón, sanguinario e hijo de puta —se
burló el menor.
—¿Acaso no es la verdad? —cuestionó Jimin con serenidad—. No
necesito engañar a la gente con una imagen falsa de mí, eso se lo dejo a mi
padre y a Hoseok.
Tras el semblante del beta, la expresión en Taehyung cambió
completamente.
—Hablando de Hobi... —inició dubitativo—. ¿Cómo se ha tomado la idea
de tener que compartirte con alguien más?
—Es patético —respondió Jimin—. Lo único que ha hecho es dejarme en
claro que no quiere a mi juguete por su raza, incluso me exigió que lo
desechara y que él personalmente se encargaría de conseguirme otro.
—Y por lo que me has contado, es seguro que no lo harás —aventuró el
menor.
El pelinegro gruñó. —Hoseok está olvidando los acuerdos iniciales tras el
matrimonio, no quiero ser rudo con él, pero su mera presencia me irrita en
demasía.
—No lo amas —dijo el peliazul en voz baja—. ¿Estás seguro de querer
continuar con este matrimonio?
—No necesito amarlo para casarme, Taehyung —dijo con amargura—. Un
matrimonio es lo que necesito para que mi familia siga al mando, y los
cachorros que nazcan de ese matrimonio es lo principal para asegurar mi
linaje —hizo una pausa, mirando hacia el inmenso bosque que rodeaba su
mansión—. Todo lo demás no tiene importancia.
El omega menor bajó la mirada hacia su regazo donde tenía ambas manos
entrelazadas, jugó con ellas un poco, odiando el silencio incómodo que se
instauró a su alrededor.
—Ya veo... —musitó al final, cerrando los ojos cuando su voz se escuchó
tan frágil—. Entonces es un hecho.
La expresión de Jimin se ablandó. —Lo siento, Tae. Sé que tienes
sentimientos por él y que todo esto es una mierda, pero mi padre fue el
encargado de hacer este compromiso y mi deber está en únicamente
cumplirlo, sin importar quien salga lastimado en el camino.
—No te preocupes, Jim —susurró con una sonrisa inestable—. Conozco
mi lugar dentro de todo esto, y también sé que es importante que haya un
matrimonio para que nuestro clan no sufra ataques enemigos.
—Gracias por entenderlo —se limitó a responder, para luego volver a
tomar el desayuno.
—Yo también lo siento —habló Taehyung, ganándose la atención de su
amigo—. Lo siento tanto por ti, Jim hyung.
Los ojos oscuros de Jimin le miraron. —¿Por qué lo sientes?
—Porque si hay mayor infierno que este que estamos viviendo ahorita es
justamente lo que vendrá después —tragó pesado—. El tener que marcar a
alguien que no amas y vivir una vida vacía y sin amor.
La sonrisa del pelinegro fue torcida.
—No te preocupes por mí, he estado acostumbrado a ese tipo de vida
durante los últimos veinte años.
—Aún así —Tae hizo una mueca dolorosa—. No es justo que no te
permitan elegir.
—Y aunque lo hicieran no elegiría —confesó—. Soy alguien que nunca
experimentó el amor de ningún tipo, alguien que seguramente no sabría como
expresar ese sentimiento si es que en algún momento pudiera sentirlo —rió
por lo bajo, y luego miró a Taehyung—. Por eso me siento bien así, porque
quizá si algún día llegara a amar, yo mismo mataría ese amor al no saber
cómo cuidarlo.
—¿Pasaría lo mismo si tuvieras hijos? —preguntó el menor, costándole
creer la falta de apego al sentimiento que su amigo siempre había mostrado.
Jimin lo miró con aburrimiento. —Pienso tenerlos para que mi linaje
continúe, ¿comprendes eso? Simplemente lo veo como algo necesario, un
deber más que como líder tengo que cumplir.
Para Taehyung era triste escuchar a Jimin hablar de aquella manera. Todos
los sueños que él mismo tenía como omega, el mayor los veía como deberes
vacíos que debía cumplir y nada más. Aunque siempre terminaba
entendiéndolo, después de todo, Jimin era el próximo líder y sus
responsabilidades con el clan siempre pesarían más que cualquier otra cosa o
deseo interno.
Sin importar los sentimientos, Jimin debía casarse con el beta elegido por
el líder actual, formar un lazo y tener los cachorros suficientes para una
próxima descendencia fuerte. Así debía ser.
Taehyung lo sabía, y su corazón dolió por el destino de su amado y su
mejor amigo.
Ambos encadenados sin la posibilidad de conocer un mínimo indicio de
aquel sentimiento que muchos han llamado amor.
Porque, por encima de todo estaba el deber, y eso tanto Jimin como
Hoseok lo tenían bastante claro.
—¡Vamos, golpea más fuerte!
Yoongi obedeció las indicaciones de NamJoon. Sus puños enguantados
tomaron más fuerza y golpeó directamente en el saco de boxeo. Uno, dos,
tres y más golpes se fueron sumando, adquiriendo mayor velocidad a medida
que el tiempo iba pasando.
El beta observaba con suma concentración el desempeño que el alfa estaba
mostrando, y no le sorprendió saber que Yoongi poseía grandes habilidades.
Un alfa de ese calibre siempre tendría gran fuerza, la suficiente como para
volverse imparable en la lucha con el entrenamiento adecuado.
Jimin le había pedido que puliera cada una de las habilidades que su
juguete tuviese, y NamJoon estaba cumpliendo al pie de la letra con el
trabajo.
Los estudios de Yoongi iban bastante bien, el alfa conocía las leyes del
clan, así como el desarrollo económico y social. Dentro de otros temas ya iba
adquiriendo confianza para discutir con NamJoon acerca de la sexualidad, así
como ciertas dudas que habían nacido en su camino de aprendizaje.
Y por supuesto, el desarrollo del habla también adquirió un cambio
significativo. Yoongi casi no tartamudeaba, y podía formular oraciones más
largas y concisas.
—Tómate un descanso —habló el rubio, ganándose la atención del alfa.
Yoongi caminó hasta la mesa donde con rapidez inició a quitarse los
guantes, luego tomó una botella de agua y la vació directamente en su cabeza
para refrescarse, disfrutando del agua que corría por su rostro y cuello, hasta
morir en su torso desnudo.
—¿Qué te pareció, Nam? —preguntó, ansioso de escuchar la opinión de su
instructor.
—Lo haces genial —dijo el moreno con sinceridad—. Tienes un gran
potencial, y lo mejor es que sabes aprovecharlo.
El alfa sonrió ladino, una mueca que mostraba el orgullo que estaba
sintiendo por todos sus progresos. Pese a ello, minutos después su rostro se
transformó en una mueca totalmente diferente cuando recordó lo que había
escuchado en los pasillos de la mansión esa misma mañana.
—Quiero preguntar algo —anunció, sus ojos dorados mirando al contrario.
—¿Qué es? —indagó el beta, mientras tomaba una toalla y la colocaba en
la cabellera del alfa.
La mirada de Yoongi adquirió un tinte feroz y primitivo que no pasó
desapercibido para NamJoon.
—¿Mi amo se va a casar?
El rubio frunció el ceño. —Es correcto, en tres meses se casará con el
segundo al mando del actual líder.
—¿Le pertenecerá a él?
—No lo vería de ese modo —pronunció el moreno—. Jimin no es de los
que se entregan por completo, peor aún en una situación como esa.
Yoongi guardó silencio durante los próximos minutos. Él sabía lo que un
matrimonio significaba, y sus estudios recientes le ayudaban a comprenderlo
mejor; su amo se casaría con otro, se entregaría a otro y dormiría con otro,
eso malditamente lo sabía y una parte de él lo entendía; sin embargo, ¿cómo
podía explicarle a su parte lobuna y obstinada que aquello debía de suceder
así? Él era un alfa, un juguete de entretenimiento y jamás podría siquiera
imaginar ser algo más.
Bajó la mirada a sus manos y luchó con todas sus fuerzas para reprimir el
gruñido que quería salir desde lo más profundo de su garganta. Tomó nota
mental de practicar en su comportamiento, arranques impulsivos eran mal
vistos, y él no quería que su amo se decepcionara.
No, él sería el juguete perfecto para que ese hermoso omega siempre
regresara a sus brazos.
—¿E-están enamorados? —preguntó, arrepintiéndose al segundo siguiente
cuando su voz salió temblorosa.
La carcajada que NamJoon soltó lo confundió, ¿acaso era divertido lo que
había preguntado con tanta necesidad?
—Perdona, pero es que me causó gracia el siquiera imaginar esa
posibilidad —se disculpó el beta cuando miró la mueca irritada en el mayor.
—No respondiste mi pregunta —le dijo Yoongi, evitando su mirada.
NamJoon resopló divertido. —Existen matrimonios por conveniencia,
Yoongi. Hoseok y Jimin apenas y se toleran, el matrimonio de ellos es algo
que simplemente tiene que pasar para que haya un próximo líder.
—Entonces no se aman —dedujo Yoongi, con una mueca de gran
concentración que causó gracia en el contrario.
—Esos son sentimientos que nosotros no podríamos saber, pero con ellos
es tan claro que no hay manera de negarlo —asintió el rubio, y luego hizo
una mueca—. La verdad es que conozco a Jimin desde hace muchos años, y
dudo mucho que llegue el día en el que vaya a enamorarse de alguien.
Aquello sin duda ganó la atención del alfa. —¿Por qué piensas así?
—No lo conoces —respondió Nam con una seriedad repentina que le
confundió—. Jimin ha sido bastante amable contigo, tanto que me ha
sorprendido, pero tiene un carácter del demonio. Hoseok, su prometido es
casi igual —hizo una mueca—. Aquí nadie lo dice en voz alta, pero todos
sabemos que ese matrimonio será peor que un campo de guerra.
—Entiendo —musitó en voz baja, ignorando el malestar que había llegado
para alojarse en el centro de su pecho—. Nam, tengo otra pregunta.
—¿Cuál? —inquirió el beta con una mueca divertida.
Yoongi jugó con sus manos. —¿Q-qué pasará conmigo cuando mi amo se
case?
—Nada cambia, chico —tranquilizó—. Es normal que los omegas tengan
sus juguetes, independientemente si están casados, divorciados, solteros o
viudos —contó, sorprendiendo al castaño—. Jimin te tratará como lo ha
hecho hasta ahora e inclusive mejor, todo dependerá de ti y tu
comportamiento.
—Viviré para complacerle —sentenció el alfa con la mirada decidida a
cumplir cada una de sus palabras.
—Entonces no tienes nada de que preocuparte, ¿no crees?
El alfa asintió, y minutos después de esa conversación volvieron a su
entrenamiento.

Actualización para que ustedes y yo gritemos fuerte por la divinidad de


portada que tiene este libro, AAAAAAAAAAA EN SERIO QUE LA
AMOOOOOOO
¡¡Abi hace arte!! Tú lo sabes, yo lo sé. ❤ ❤

⛓Yoon~
⛓Chapter eight!

Tenía toda la mañana trabajando en su oficina, el papeleo parecía no querer


disminuir y sus deseos de aventar todo a la mierda estaban en su punto
máximo de tentación.
Jimin soltó el lápiz que sostenía con brusquedad, la botella de coñac estaba
medio vacía y ya no habían más cigarrillos para fumar. Resopló molesto
porque no importaba todo lo que hiciera, Hoseok siempre encontraría un
método eficaz para joderle el humor.
Hace pocas horas había recibido una invitación para participar en una
subasta de alfas. Jimin no estaba interesado en obtener otro juguete, si a
Yoongi a duras penas podía verlo por su tiempo limitado, no quería imaginar
lo que pasaría si decidía tener un segundo esclavo. Lo peor del asunto es que
él se lo dijo a Hoseok, pero el estúpido creyó que se trataba de alguna excusa
barata del omega para librarse del asunto.
A esas alturas, Jimin ya no estaba tan seguro de la inteligencia de su
prometido.
La puerta de su oficina se abrió sin ser tocada, el omega tras el escritorio
no se inmutó por ello ya que sabía bien de quién se trataba, gracias a los
aromas definidos que llegaron a su nariz.
—Jimin, necesito hablar contigo.
El mencionado observó por segundos silenciosos a su padre. El hombre
lucía bastante tenso, pero a su vez le lanzaba una mirada despreocupada que
era lo bastante convincente como para detener todas las preguntas que hacían
cosquillas en su lengua.
Apuntó hacia una de las sillas que estaban frente a él y esperó a que el líder
se sentara.
—¿Sobre qué? —interrogó, sus manos inquietas hurgando en su chaqueta
para ver si encontraba algún cigarrillo.
YoonWoo chasqueó la lengua. —Esta mañana tuve una reunión con el
consejo, y por casualidad mencionaron el tema de tu compromiso con
Hoseok.
—¿Y? —inquirió el menor con una mueca de hastío.
—Se quejaron porque no les han visto interactuar como pareja, Jimin —
recriminó el hombre—. Están comprometidos, pero no hay una base sólida
que sostenga esa noticia con los demás miembros de la manada.
El menor entrelazó sus manos, sus ojos oscuros clavados como dagas
venenosas en la mirada de su padre, importándole poco mostrar sin ningún
tipo de inhibición toda la irritación que aquel tema en particular le provocaba.
—Kim Jennie lo sabe —dijo por fin—. Para mí es más que suficiente.
Kim Jennie era la presidenta del consejo de la manada. Luego del líder y el
sucesor, ella tenía el mando absoluto; tanto de ayudar para mantener un
control estricto, como para desatar un caos irremediable.
YoonWoo sonrió, pero su sonrisa no demostraba algo más que amargura y
enojo contenido.
—¿Sabes lo que Jennie opina de ti, hijo?
Jimin sonrió ladino. —¿Crees que aceptaría todo lo que me pides si no lo
supiera?
—Ella está segura que no podrás liderar esta manada, que no tienes lo que
se necesita para mantener el orden —contó el líder—. Como presidenta sus
palabras son escuchadas por los demás miembros y poco a poco se han ido
formando ideas erróneas que provocaron una división interna —le miró con
severidad—. Eres mi único hijo, la manada te pertenece por derecho; pero si
el consejo convoca a una revolución, no habrá nada ni nadie que pueda
salvarte el pellejo.
—Y es ahí donde mi matrimonio con el segundo al mando entra en el
juego —agregó Jimin, ganándose un asentimiento de su padre.
—Sé bien que te cuesta mucho trabajo procesar la idea de casarte con
Jung, pero es la única carta fuerte que tenemos para demostrar al consejo que
estás listo para liderar.
El sucesor tomó un vaso y vertió una generosa cantidad de coñac, el
líquido oscuro se agitó cuando bebió de él, ardiendo en su garganta seca y
sirviendo como relajante para mitigar la furia de su lobo.
—Lo sé. No he dudado por ningún momento en que casarme con Hoseok
es lo que debo hacer, joder, incluso omití los sentimientos de mi mejor amigo
para cuidar mis intereses —gruñó irritado—; lo que necesito es cerrar todas
las bocas que se atrevieron a ensuciar mi nombre, y no quiero una maldita
boda para eso.
El líder sonrió con aires de complacencia, a veces olvidaba que la
determinación y coraje de su hijo eran los suficientes para doblegar a todos
aquellos que se atrevían a cuestionar sus decisiones, sin saber que la mente
del menor iba mucho más allá de eso.
—¿Y una fiesta de compromiso? —propuso con complicidad.
Jimin alzó una ceja. —Te escucho, padre.
—Para que el compromiso adquiera más poder realizaremos una fiesta para
anunciarlo a toda la manada y las vecinas —explicó, obteniendo la atención
inmediata de su hijo—. Todos deben quedar completamente convencidos de
que tendremos matrimonio, fortalecemos nuestras alianzas, y una vez más
nuestro linaje se alzará sobre los demás, más aún en aquellos que ponen en
duda tus capacidades.
—Estaba pensando algo parecido —admitió el menor—. No es mala idea,
también podríamos anunciar la fecha exacta del matrimonio.
—Exactamente —concedió YoonWoo—. Si lo haces, el consejo confiará
en ti y ya no tendremos que preocuparnos por alguna decisión futura que
amenace contra nuestro apellido.
—Bien, entonces te aconsejo que hables con Hoseok —dijo con la frente
arrugada—. Él tiene que estar al tanto y cooperar.
El mayor asintió. —Me encargaré de ello, ahora quiero hablarte de otro
asunto.
—¿Cuál?
—Tu juguete.
Jimin ladeó la cabeza. —¿Qué pasa con él?
—Ya cumplió dos meses estando contigo, y durante todo este tiempo no he
sabido que lo mandaras al salón rojo —reconoció con evidente disgusto—.
Sabes que es un requisito que está resaltado en nuestros códigos.
Al menor no le hacía gracia aquello. El salón rojo era una casa que fue
diseñada especialmente para que los juguetes del líder, sucesor y presidente
de consejo convivieran; más que todo servía como área de recreación para
que los alfas se mezclaran entre ellos, y así poder mantener ese lado salvaje a
raya, obteniendo como resultado un mejor control.
Jimin sabía que su padre estaba especialmente interesado de que Yoongi
fuera a ese lugar. Era un alfa legendario, los más salvajes y extraños del
mundo, por supuesto que Park YoonWoo también querría obtener una
diminuta pizca de control sobre él también.
Aplanó sus labios para no soltar una maldición.
—Todavía no está listo —aseguró con un leve gruñido.
—¿Quién te asegura eso? —debatió el mayor.
—No está listo —repitió con los dientes apretados—. Mi juguete es
diferente a los que están en el salón rojo.
—Es más salvaje, agresivo, animal —dijo el líder—; por eso necesito que
lo envíes con los demás para que se mezcle con ellos.
Jimin mostró reticencia en sus hombros tensos, mirada afilada y mandíbula
rígida. Conocía a los juguetes de su padre, dos de ellos no le preocupaban,
pero los otros cinco significarían un problema grande para la ingenuidad y
timidez que Yoongi aún mostraba.
Sin mencionar los juguetes de Kim Jennie que le parecían bastante
extraños.
—No.
YoonWoo miró a su hijo con incredulidad; sin embargo, Jimin no mostró
cambios en su expresión decidida.
—¿Qué dijiste, Jimin?
—No lo haré, mi juguete no está acostumbrado a mezclarse con bastantes
personas —dijo con el ceño fruncido—. ¿Por qué crees que le pedí a
NamJoon que le enseñara? Si hago lo que me pides, buscarán pelea con él y
como consecuencia obtendrán una masacre y mi entero enojo.
Tenía razón, YoonWoo alguna vez tuvo la oportunidad de tener en sus
manos a un alfa legendario. Bastante fuertes, apuestos, pero difíciles de
domar; lastimosamente no pudo mantenerlo por mucho tiempo porque su
carácter era demasiado volátil, así que no dudó en asesinarlo para deshacerse
del problema.
Esperaba que Jimin tuviera la misma sensatez, si en algún momento el
juguete que le había obsequiado se convertía en un estorbo, debía ser
eliminado.
Suspiró rendido. —Está bien, por el momento nos concentraremos en
asuntos más importantes.
—¿Eso es todo? —inquirió el menor—. Tengo trabajo por hacer y quiero
adelantarlo.
—En ese caso me iré —anunció el líder, al mismo tiempo que se ponía de
pie—. Daré inicio con los preparativos para la fiesta de compromiso, te
mantendré informado.
Jimin simplemente asintió. Bajó la cabeza para concentrarse en los papeles
que tenía desparramados en el escritorio, sin molestarse siquiera en darle otra
mirada a su padre.
Yoongi jamás pensó que algún día se sentiría orgulloso de sí mismo.
Los estudios a los que tuvo que enfrentarse no eran un juego. NamJoon se
encargó de enseñarle aspectos importantes de aquella manada a la que ahora
pertenecía, aunque muy en el fondo, él no se sintiera de esa forma.
El cambio más notorio lo tuvo en el lenguaje y su forma de expresarse, por
supuesto que todavía existían muchas palabras que no conocía o que se le
dificultaban para pronunciar, pero el alfa tenía la convicción de seguir
aprendiendo para nunca sentirse fuera de lugar.
Ese aspecto lo tenía controlado, mas existía otro que era un completo
desastre.
Y es que últimamente no comprendía a su lobo en lo absoluto. El lazo que
una vez tuvieron comenzaba a atrofiarse, hasta llegar a un punto de completo
desequilibrio.
La mayoría de las veces no comprendía lo que el animal le exigía, y eso le
molestaba.
—Si continúas arrugando la frente de esa manera, tendrás arrugas
permanentes.
El alfa se asustó porque no esperaba escuchar aquella voz, giró a su
izquierda y ahí lo encontró.
Jimin estaba de pie en la puerta de la habitación, los brazos cruzados y una
leve mueca entretenida por haber asustado a su juguete de aquella forma.
Yoongi se puso de pie como si tuviera un resorte en el trasero, caminó
hasta posicionarse frente al omega y sin más se tiró de rodillas.
—Amo —mencionó en tono bajo, mostrando el cuello en sumisión.
El omega se deleitó con la imagen de su esclavo de rodillas, porque había
una serie de detalles que inevitablemente no podía ignorar.
Yoongi era una cabeza más alto que él, con un cuerpo más grande y fuerte,
ojos salvajes, aromas que, aunque no eran definidos, tenían la potencia
suficiente para hacerse conocer, voz profunda..., y, pese a ello, cuando estaba
a su alrededor toda esa combinación se reducía a un pequeño cachorro que
movía la cola y bajaba las orejas ante la presencia de su dueño.
Le encantaba el poder que su juguete le hacía sentir con aquella simple
acción.
Yoongi le encantaba, así de sencillo.
—De pie, cachorrito —pidió, mientras ingresaba a la habitación del alfa.
El mayor de ambos obedeció la orden. Se incorporó y permaneció de esa
manera, mientras sus ojos miraban con atención al omega sentado en su
cama.
El lobo en su interior comenzó a gimotear, pidiendo, exigiendo cosas que
Yoongi no comprendía del todo.
Nuevamente se encontraba arrugando la frente, Jimin rió por aquello.
—¿Me dirás en qué piensas? —preguntó Jimin, mirando con curiosidad la
mueca del alfa.
Había estado lleno de estrés y mal humor que al principio no pensaba ir a
ver a su juguete, pero a medida que caminaba por la mansión tuvo la
necesidad de hacerlo. Descubrió que su ánimo mejoró cuando miró aquellos
ojos pequeños, y aunque sabía que no debería disfrutarlo tanto, lo terminaba
haciendo.
Yoongi arrugó la nariz, pensando seriamente en la respuesta que daría.
Terminó encogiéndose de hombros, lo único claro que tenía era que estaba
confundido. Sí, así de raro.
—No entiendo lo que pienso, amo —decidió responder, ladeando la cabeza
confundido.
Jimin lo llamó con un movimiento de manos. El alfa cayó de rodillas en
medio de los muslos abiertos del omega, con las manos apoyadas a cada lado
del colchón.
Se miraron mutuamente, el pelinegro apartó un mechón de cabello rebelde
que le impedía ver la profundidad de la mirada que tenía su juguete.
—Bueno, mientras aclaras esos pensamientos que te hacen arrugar la frente
podemos salir al jardín trasero, ¿qué te parece? —propuso Jimin, costándole
creer sus propias palabras.
El alfa frunció la boca antes de hablar. —¿Para qué, amo?
Diosa, ya lo había iniciado, ahora el omega no podía retractarse. Aunque
tampoco es como si lo deseara.
Así que, ignorando las alertas de su mente, lo dijo:
—Para que transmutes. Quiero conocer a tu lobo.
Lamento tanto haberme perdido por tanto tiempo perdón.
Espero que el capítulo les haya gustado, déjenme sus opiniones.
Muchas gracias por su apoyo y paciencia.

⛓Yoon~
⛓Chapter nine!

La noche se estaba haciendo presente de forma lenta y majestuosa. En


medio del firmamento oscuro estaba la luna llena, pintada de tonos plateados
y blancos que eran capaces de formar una luz extraordinaria la cual cubría
con facilidad los inmensos bosques.
Todo el movimiento de la mansión perteneciente al heredero de la manada
había cesado hace menos de una hora. Los guardianes eran los únicos que
estaban en sus lugares, y con ellos alertas el silencio no hacía más que
profundizarse.
Yoongi no pudo dormir aunque lo intentó muchas veces. Su amo le pidió
acompañarlo al jardín para mostrarle a su lobo, y el alfa temía por ello.
Su alfa era sanguinario, un rebelde que arrasó con una población completa
que por años estuvo amenazando a su antigua manada; él más que nadie lo
conocía, porque era una parte de sí mismo, aquella porción de alma libre que
yacía encarcelada.
Estar en su forma humana era liberador de alguna forma, pero también
confuso. No tenía idea del comportamiento que adquiriría si tuviera una
oportunidad de mezclarse con los de su especie permaneciendo de ese modo.
El único contacto directo que puede recordar es el que ha compartido con su
amo y con NamJoon; aunque este último no supone gran amenaza por su
pobre conexión lobuna.
Su mente estaba confundida, su lobo se removía ansioso en su interior y
eso le confundía aún más. No podía discernir los deseos del animal enjaulado
en su pecho, y su miedo era que cuando lo hiciera fuese demasiado tarde.
Estaba en medio de un debate mental de gran importancia, cuando la
puerta de su habitación se abrió causándole un susto. El alfa miró hacia la
entrada donde se encontró con su amo.
—Vamos —dijo Jimin.
No le dio tiempo de responder porque sólo soltó la orden y salió del lugar.
Yoongi se precipitó a seguirlo, teniendo presente la importante tarea de no
hacer ruido y no perder de vista la espalda de su amo.
Caminaron por grandes pasillos que al alfa le resultaban desconocidos,
bajaron unas escaleras talladas en madera negra y con forma de caracol, hasta
que llegaron al piso inferior donde un último pasillo esperaba.
Los pasos que daban adquirieron mayor velocidad, ya que en menos de un
minuto ambos estaban frente a las grandes puertas que los separaban del
jardín trasero de la mansión.
El omega tomó ambas manijas y dudó por un breve momento.
—¿Todo bien, amo? —preguntó Yoongi, sin poder contenerse.
Los ojos del omega impactaron en los dorados del alfa. Por un momento se
sintió perder tras aquel oro fundido que componía los orbes del mayor, pero
la sensación fue tan superficial que rápidamente se deshizo de ella.
—Sí —respondió, todavía seguía mirando los ojos contrarios y
sorprendiéndose porque Yoongi no bajaba la mirada—. ¿Estás dispuesto a
mostrarme tu lobo?
Le pareció ridículo preguntarlo. Aquel alfa era su juguete, simplemente
debía ordenarle lo que quisiera y tendría que ser cumplido; sin embargo, a
Jimin no le terminaba de agradar aquella idea.
Además que, los lobos legendarios son completamente diferentes al resto
de las especies. Eran los únicos que conservaban toda su esencia original y
salvaje. El hecho que Yoongi fuese tan flexible con su nuevo entorno era un
acontecimiento al que todavía no le encontraba explicación.
El omega le miró bajar la mirada, y sólo entonces él mismo se permitió
respirar profundamente.
—Estoy dispuesto a cumplir con todos los deseos que mi amo tenga —
respondió el alfa, su mirada viajando hacia los ojos oscuros del omega—. No
importa lo que sea, quiero demostrar que le pertenezco completamente.
La respiración de Jimin tuvo un colapso abrupto cuando esas palabras
resonaron con fuerza en su mente. Apretó el agarre que mantenía en las
manijas, sintiendo con gran nitidez la avasalladora tormenta que su lobo
inició con aquella respuesta.
Se obligó a regresar a sus sentidos. —Bien, llegó el momento.
El sonido de las puertas al abrirse fue estrepitoso. Los dos salieron al frío
nocturno, e inhalaron del viento que sacudía los bosques que les rodeaban. El
panorama inicial era el ideal, con la luna en su punto máximo, la noche
serena y el silencio dulzón que era capaz de adormecer el raciocinio humano
y despertar al verdadero animal.
Jimin miró con atención las altas barreras de acero que rodeaban su
propiedad. Estaban unidas a un sistema de cableado eléctrico que mandaría
fuertes descargas hacia quien se atreviera a tocarlas, sirviendo de método de
prevención para invasiones enemigas o momentos como ese que estaba
ocurriendo.
—¿Cómo es la conexión con tu lobo? —preguntó segundos después.
Yoongi hizo una mueca extraña con sus labios. —No lo sé..., nunca había
estado en mi forma humana por tanto tiempo.
—Había olvidado ese detalle —admitió el omega con una sonrisa torcida
—. Vamos a descubrirlo entonces.
Del bolsillo de su abrigo sacó un pequeño control y oprimió el único botón
existente. Se escuchó un clip en la parte posterior del cuello del alfa, con una
leve descarga eléctrica que le hizo gruñir adolorido.
—¿Q-qué fue eso? —inquirió el castaño, sus manos palpando el área
afectada en su cuello.
—Desactivé el chip que te pusieron en el cuello para que no pudieras
transmutar —informó Jimin—. Tendrás media hora para darle libertad a tu
lado animal, cuando el tiempo pase el chip enviará descargas eléctricas que te
obligarán a cambiar —hizo una pausa—. Debo advertirte, lobito: si
permaneces en tu forma animal e ignoras las descargas, el chip está
modificado para asesinarte al ocasionar un paro cardiorrespiratorio.
—Obedeceré —fue todo lo que Yoongi pudo decir. Los latidos de su
corazón iban demasiado rápido como para permitirle pensar.
El omega le regaló una sonrisa tenue. Se acercó hasta donde estaba su
juguete y le liberó de la cadena y el collar que apresaban el cuello blanco,
sostuvo los objetos en sus manos con un agarre firme, mientras sus ojos veían
la piel de porcelana que adornaba aquel punto exacto donde iba una marca.
Rápidamente deshizo ese pensamiento.
Yoongi suspiró pequeño al sentir la liberación de aquella presión a la que
comenzaba a acostumbrarse. Con el chip inactivo podía sentir como la fuerza
de su animal interior comenzaba a picar en todo su cuerpo, siendo esa la
primera señal de que el cambio estaba cerca.
—Voy a hacerlo, amo —avisó al sentir la necesidad de hacerlo.
—Hazlo —habló el omega, retrocediendo los pasos necesarios para darle
su espacio.
Yoongi se quitó toda la ropa que llevaba puesta en cuestión de segundos.
Caminó unos cuantos pasos hasta situarse en el centro del jardín, donde la luz
lunar entraba con más potencia y el lugar era más abierto.
Levantó la mirada hasta conectarla con el infinito cielo, tomó fuertes
bocanadas del aire con aroma a bosque y apuñó fuertemente sus manos a
cada lado de su cuerpo para recordarse que debía mantenerse al frente, que no
podía descontrolarse.
Los instintos que lo componían y definían su lugar dentro de las razas se
sacudieron con fuerza en su interior, cada músculo que componía a su cuerpo
sufrió de una tensión violenta, y los latidos en su corazón triplicaron la
velocidad.
Exhaló el aliento frío y entonces sucedió.
El crujir potente de los huesos llenó la espesura nocturna, la piel blanca
desapareció tras una capa espesa de pelaje dorado con suaves ondas marrones
que caían con gracia en un degradado uniforme. Cuatro patas fuertes pisaron
la tierra suelta con fuerza, al mismo tiempo que una cola se formaba para
mecerse con el viento, y así dar la bienvenida al lobo legendario que ansiaba
ser liberado.
Jimin le contempló en silencio. Era sin duda mucho más grande que todos
los lobos de la manada..., no; era incluso más grande que todos los lobos que
el omega ha conocido durante toda su vida. El pelaje abundante y majestuoso
le otorgaba un aura que era poco común en lobos salvajes; el pelinegro no
pudo evitar el sorprenderse al notar que incluso lucía bien cuidado, sin
ningún tipo de cicatriz que denotara alguna batalla primitiva o algo parecido.
El lobo comenzó a moverse y olfatear, y con ello obtuvo más atención por
parte del omega. Las grandes patas escarbaron en la tierra, mientras el hocico
soltaba gruñidos bajos y roncos que eran casi imperceptibles.
Jimin hizo lo mismo que el lobo estaba haciendo, comenzó a olfatear sin
descanso el aroma que componía a su juguete. Sabía que en su forma humana
esos aromas no podían definirse, pero quizás estando en su parte lobuna la
esencia adquiriera más fuerza, y así su propio olfato pudiera reconocerlo.
Era de conocimiento básico que los alfas legendarios medían sus
capacidades en base a los aromas que pudieran definir. Al omega realmente
le interesaba saber ese detalle, para así tener una idea de los alcances de
Yoongi.
Tomó una profunda inhalación y nada..., todo seguía siendo igual de
confuso.
Cerró los ojos y conectó con su omega interno, se estaba arriesgando al
bajar la guardia de esa manera, pero por lo que había visto en el lobo todo
saldría bien. El animal estaba más concentrado en escarbar la tierra, que en
cualquier otra cosa que sucediera a su alrededor.
Nuevamente lo intentó.
Frunció el ceño cuando un leve reconocimiento atacó su sentido olfativo;
una frescura leve que heló sus fosas nasales hasta hacerle estornudar. Pocos
segundos después, pudo reconocerlo.
—Menta —susurró bajo, con una sonrisa extendiéndose en sus labios al
poder reconocer el primer aroma en su juguete.
Volvió a concentrarse en su tarea de reconocimiento; tomó profundas
inhalaciones del aroma contrario y los separó en su mente, la cabeza comenzó
a doler de tanto que se estaba esforzando mas no le importaba. Él continuó
concentrado, sin detenerse hasta poder definir un segundo aroma.
Y lo consiguió. De forma extraordinaria un segundo aroma estaba
apareciendo para quedar alojado en su nariz.
—Madera... madera de cedro —afirmó, sintiéndose eufórico por el
descubrimiento.
Abrió los ojos lentamente, sabiéndose vencedor al tener ese detalle valioso
de su juguete. Enfocó la mirada al frente, y cuando lo hizo se quedó estático
en su lugar.
Aquel lobo que le pareció majestuoso de alguna manera se encontraba
frente a él, a menos de un metro de distancia.
Jimin sabía que lo mejor era mantenerse sereno, un movimiento en falso y
podría mandar un mensaje erróneo a los instintos salvajes del alfa, y lo que
menos deseaba era causar una pelea que terminaría afectando a su juguete.
Sin nada que pudiera hacer, se decidió a contemplarlo.
Los ojos dorados que conocía en su humano estaban plasmados en el lobo,
sólo que iban acompañados con un tinte naranja que estaba seguro brillaría
con más fuerza si el animal mostrara una emoción fuerte hasta dejarse
gobernar por ella.
Siguió mirando, aunque la cabeza del lobo estaba inclinada hacia abajo,
Jimin también tenía que poner de su parte al levantar la mirada para poder
detallarlo. A esa distancia tan mínima el pelaje lucía más suave, provocando
que las manos del omega picaran en deseos crudos por tocarlo.
Eligió empujar todo pensamiento racional hacia lo más profundo de su
mente, fue entonces que estiró la mano derecha hasta que sus dedos entraron
en contacto con el pelaje abundante de la cabeza del lobo.
Escuchó los primeros gruñidos de advertencia que decidió ignorar, el
omega enterró los dedos en el pelaje, se enredó en ellos y sintió la suavidad y
calor que desprendían, mientras sus ojos seguían conectados con aquellos
dorados que se negaban a dejar de mirarlo.
—Alfa, soy yo —dijo fuerte y claro, imponiéndose sutilmente sobre el
animal.
Y cuando su voz se escuchó, ocurrió algo que ni el mismo Jimin esperaba.
Las patas delanteras del gran lobo cayeron sin fuerzas hasta chocar con la
tierra, la cabeza del alfa se ladeó sutilmente, al mismo tiempo que las orejas
se escondían entre el pelaje, y la cola se movía de un lado a otro con ánimo.
—Eso es, cachorrito. Reconóceme, porque soy tu dueño —susurró el
omega, deleitándose con la confianza que el alfa le mostraba sin dudarlo
siquiera.
Continuó tocándolo con suma delicadeza, los movimientos lentos que sus
manos ejercían fueron los suficientes para inducir al enorme lobo en un
estado sumiso y tranquilo, donde de vez en cuando se permitía soltar leves
lloriqueos felices, con el fin de transmitirle al humano lo cómodo que se
sentía.
En ese momento exacto, Jimin no quería saber cómo fue que terminó con
su frente apoyada contra la cabeza del alfa, ni tampoco deseaba descubrir el
momento exacto en el que ambos cerraron los ojos.
Lo único que no podría negar era la sensación de complacencia que lo
llenó de pies a cabeza, junto con la embriagues que llegó al tenerlo así de
cerca, con sus aromas picándole la nariz.
Y cuando abrió los ojos, ya no era el lobo el que estaba frente a él, sino el
humano, ahí con sus frentes unidas y contemplándose en silencio.
Los corazones de ambos latieron más rápido, aunque ninguno pudo saber
el real motivo.
—Aún faltaban unos minutos para que el tiempo terminara —murmuró el
pelinegro, mientras su mente llevaba a cabo una guerra mental al no querer
apartarse.
Los ojos gatunos siguieron los movimientos que aquellos labios rellenos y
rojos hicieron al hablar. Tragó pesado, obligándose a mirar nuevamente los
orbes oscuros del omega.
—No quería descargas —respondió, sintiéndose nervioso al no saber si
había cambiado antes de tiempo.
Sin embargo, le tranquilizó ver a su dueño sonreír tras escuchar sus
palabras.
—Eres un alfa listo, Yoongi —dijo el omega, apartándose del toque que
sus frentes aún mantenían.
El alfa sintió el frío de la noche calar con fuerza en cada uno de sus huesos
cuando fue consciente de la distancia que el omega tomó. Bajó la mirada al
suelo, sintiéndose extraño.
Jimin le tomó de la barbilla, y en un toque delicado le hizo alzarla para que
sus miradas nuevamente se encontraran.
—Tu lobo es grandioso, nene —susurró tan cerca que sus alientos podían
mezclarse.
El castaño se sintió ruborizar, causando que el menor quisiera imprimir esa
imagen para guardarla en su mente.
—G-gracias, amo —respondió a duras penas.
—Volvamos a la casa, el frío está empeorando y no quiero que vayas a
enfermar —dijo Jimin, mientras caminaba hacia el interior y era seguido por
un desnudo alfa.
Yoongi tomó la ropa del suelo y se la puso rápidamente, cuando estaba
abrochándose el pantalón una fuerte descarga eléctrica llegó a su cuello,
avisándole que el chip nuevamente había sido activado. Se tragó el jadeo de
dolor, y cuando estuvo listo permitió que su amo le pusiera el collar y la
cadena.
—Ya estás listo, andando.
Ingresaron a la mansión en completo silencio, Jimin se aseguró de que su
juguete quedara tranquilo en la cama e incluso se permitió observarlo dormir
durante algunas horas, mientras su mente se llenaba de pensamientos
irritantes que amenazaban con destruir sus pocas horas de sueño.
Hoseok le había dicho que llegaría a visitarlo, pero el omega lo menos que
deseaba era verlo; pese a ello, sabía que no tenía otra opción.
Tendría que acostumbrarse a la cercanía del beta sin explotar en el proceso,
era necesario para que su camino al poder no tuviera ningún contratiempo.
—El poder se genera tras el sacrificio —murmuró, mientras sus ojos
yacían conectados en el alfa durmiente.
¡Hola! Espero que se encuentren bien.
Si el capítulo les gustó, dejen su votito y comentarios, son mi
combustible para continuar aquí. ❤
Hasta la próxima.

⛓Yoon~
⛓Chapter ten!

Para Hoseok todo sucedió demasiado rápido.


Le costó procesar el hecho que había sufrido un orgasmo abrazador,
producto de la pasión intensa que vivió con su amante. Todavía estaba en el
limbo y con el cuerpo relajado cuando el omega salió de la cama a toda
velocidad, tomando una bata para cubrir su desnudez y así abandonar la
habitación.
Lanzando una ráfaga de maldiciones al aire, el beta también se levantó. Se
puso los pantalones, e ignorando el frío de la madrugada salió en búsqueda
del omega que había dejado un amargo camino de sentimientos.
—¡Taehyung! —gritó, importándole poco llamar atención indeseada.
El omega no se detuvo, en su lugar aumentó la velocidad de sus pasos que
lo dirigían a la salida de la mansión. Hoseok volvió a maldecir y decidió
correr para alcanzarlo.
—¡Detente, Tae! —volvió a intentarlo.
—¡Déjame en paz, Hoseok! —exclamó el menor de ambos. Su voz
sonando quebradiza por el llanto contenido.
El mencionado ignoró los gritos que el omega le dedicaba. Sin pensarlo
tanto se abalanzó sobre él y lo apresó con fuerza entre sus brazos, soportando
los golpes débiles que recibía, tratando de ignorar la pesadez en su pecho al
escucharle llorar de cerca.
Permitió que se desahogara, soportó todo el coraje que Taehyung soltaba
en su contra porque sabía que era su maldita culpa, siempre terminaba
jodiéndola pero, ¿qué podía hacer? No podía vivir sin él.
—Lo siento, lo siento tanto —susurró Hoseok, tensando la mandíbula con
mucha fuerza.
Taehyung se estremeció. —No debió pasar, no debí venir aquí.
—No digas eso..., por favor no —suplicó el mayor, cerrando los ojos por
algunos segundos.
El peliazul se deshizo del agarre, limpió de forma brusca cada una de sus
lágrimas y tomó una profunda inspiración para poder ganar el suficiente valor
de voltearse y mirar a aquel hombre que le hacía soñar y sufrir en partes
iguales.
—¿Siquiera sabes como me siento? —preguntó con los dientes apretados
—. Me siento una basura, Hoseok. Estás comprometido en matrimonio con
mi mejor amigo, y aquí estoy yo revolcándome contigo, porque aún sigo
necesitando de tus migajas para creer que todo estará bien.
Hoseok desvió la mirada al hablar. —Creí que lo comprendías.
—Comprendo que tus ansias de poder pudieron más que todas las
promesas vacías que me hiciste.
—Joder que no es así —se exasperó el mayor—. El líder lo decidió, Tae.
Ni siquiera Jimin tuvo opción y lo sabes, estamos en constante amenaza de
invasión, esto es necesario.
El omega permaneció en silencio durante los próximos segundos,
solamente se dedicó a mirar cada rincón del rostro contrario, sintiendo una
mezcla de rabia y tristeza que lo estaba carcomiendo desde lo profundo de las
entrañas. Odiaba sentirse así de débil, pero no podía evitarlo cuando estaba
tan enamorado.
Sin embargo, sabía que valía mucho más como para conformarse con las
sobras de tiempo y cariño que podía recibir del hombre que tenía frente a él.
Solamente tenía que conseguir la fuerza suficiente para marcharse con la
frente en alto y sin mirar hacia atrás.
—Lo lamento, Hoseok. Ya no puedo seguir así, me enferma el simple
hecho de pensarlo.
Los ojos del peligris brillaron en desesperación. —No nos hagas esto, Tae.
Sabes lo que siento por ti.
—Lo que sientes por mí no fue tan fuerte como pensaba —respondió el
menor con un suspiro entrecortado—. Está bien, entiendo tus razones, es por
ello que me estoy haciendo a un lado.
Cuando esas palabras llenas de seguridad invadieron la mente del mayor su
corazón se rompió de forma inmediata. Los ojos se llenaron de lágrimas que
no intentó apartar, sufriendo los estragos de sentirse impotente, y no poder
hacer nada para detener al omega que tanto quería.
Taehyung había despertado sentimientos cálidos dentro de su mente y
corazón, no existía el día en el que no lo pensaba, la mente de Hoseok
siempre permanecía llena de esas sonrisas cuadradas, bromas infantiles y
besos suaves que tatuaban cada porción de su alma manchada.
Pero tenía un compromiso de enorme peso que ponía en riesgo la
seguridad de toda la manada. Debía casarse con Jimin, hacerse a la idea de
que ese era el omega con quien compartiría su vida, con quien formaría una
familia, y quizás así exterminar todo pensamiento egoísta que lo mantenía
obligado a buscar al chico hermoso que estaba a su lado bajo el frío de esa
madrugada.
Retrocedió un paso en silencio, desencadenando más llanto angustioso en
el omega que seguía mirándole con dolor.
—Quiero que seas feliz, Tae —se sinceró con un nudo en la garganta y una
sonrisa inestable pintada en sus labios—. No quiero que mi oscuridad te
manche, así que vete lejos de mí y trata de olvidarme.
Cada palabra que Hoseok dijo fue como un puñal cargado de veneno
enterrado en su corazón. Apuñó ambas manos con fuerza, luchando con sus
impulsos de abrazar al omega y olvidarse de lo que acababa de decir.
No podía hacerlo. Por el bien de ambos, así debían pasar las cosas.
Finalmente el omega sonrió, pero esa sonrisa nunca había sido vista por el
beta, odiándola desde el primer segundo que pudo verla.
—Asegúrate de quemar la ropa que dejé en tu habitación, no es
conveniente que la descubran —dijo Taehyung con un tono plano y robótico
—. Por mi parte trataré de que nuestros caminos no se crucen, y cuando sea
inevitable espero estar listo para darte frente —suspiró una vez más antes de
decir las últimas palabras—: adiós, Jung.
Caminó hasta el auto bajo el silencio y la espesa oscuridad. No miró hacia
atrás, tampoco se detuvo, esforzándose por vencer las barreras pesadas que
habían nacido desde lo profundo de su corazón.
Y Hoseok... él solamente se limitó a ver partir a lo único bueno que había
tenido en su vida.
Jimin se encontraba en el campo de tiro acompañado de Wheein, una beta
que había sido asignada como su compañera y asistente, pero el omega
todavía la tenía a prueba para verificar si podía confiar en ella o no.
En ese instante la chica se situó al lado izquierdo del omega para informar:
—Se han detectado movimientos extraños en el lado oeste del bosque, a
unos cincuenta kilómetros de nuestra posición actual. Se sospecha de un
grupo de alfas rebeldes, pero de nada servirá cazarlos si no comprobamos la
información.
—Hay que comprobarla entonces —dijo Jimin, mientras tomaba el fusil de
asalto y comenzaba a disparar hacia los blancos.
—El líder Park te ha dado esa tarea —informó Wheein, ganándose la
atención del omega—. Quiere que vayas personalmente al bosque para
realizar un rastreo completo.
Jimin alzó una de sus cejas en una mueca curiosa. —Creí que ese era el
trabajo de los centinelas.
—Lo es —asintió la beta, ella también se había sorprendido por la orden
de su líder—. El señor YoonWoo está seguro que tú eres el único que no
podría fallar en el rastreo, por eso te lo ha encomendado.
—Bastante inteligente de su parte —apremió el pelinegro—. Bien, iré
mañana.
Ambos dieron por terminada la conversación. Jimin retomó su tarea de
practicar la puntería, pero más que eso era un medio para distraerse y no
dejarse dominar por su mal humor.
En una semana se celebraría su compromiso con todos los miembros
importantes de la manada y las vecinas. El omega pospuso ese momento lo
más que pudo, sin embargo, sabía que ya no podía seguirlo alargando.
Vació todo el cartucho de su arma dando de lleno en cada uno de sus
objetivos. A su lado Wheein disparaba con destreza similar a la suya, los dos
envueltos en un silencio cómodo, donde las palabras estaban de más.
Hasta que algo llamó la atención del omega.
A unos veinte metros de distancia en el lado opuesto del campo se
encontraba Yoongi con NamJoon.
Por lo que Jimin podía ver ambos estaban ejercitándose, su juguete tenía la
respiración inestable y el rostro de color rojo, mientras parecía concentrado
en lo que sea que el beta le decía.
La nula acción en el campo de tiro ganó la atención de Wheein. La beta
siguió en silencio el rumbo de la mirada del sucesor, encontrándose con
NamJoon y el alfa más grande que había visto.
—¿Quién es él? —preguntó, notando con sorpresa que el omega a su lado
estaba sonriendo muy tenuemente.
Los ojos fríos de Jimin impactaron en la chica, provocando que por mero
instinto ella bajara la mirada.
—Es mi juguete.
El viento sacudió con fuerza la cabellera de ambos, llevándose con él los
aromas definidos del omega, hasta impactar en la nariz del alfa a metros de
distancia.
Yoongi se envolvió en sus propios instintos. Detuvo su entrenamiento de
golpe, alzó la nariz y comenzó a olfatear casi con necesidad, reconociendo
esos aromas, sabiendo con ello que su dueño estaba cerca.
Fue entonces que sólo segundos después sus miradas se encontraron.
El alfa se estremeció porque no importaba la lejanía, él era perfectamente
capaz de sentir la autoridad de aquellos ojos oscuros que le analizaban sin
parpadear, consumiéndolo por completo en su mundo, hasta volverlo una
masa moldeable y completamente sumisa.
NamJoon arrugó la frente al notar que su discípulo se había detenido. —
¿Qué ocurre, Yoongi?
—Amo —respondió. Sus ojos aún fijos en el omega que había retomado su
tarea de disparar.
El beta miró hacia el campo de tiro y lo comprendió. —Jimin viene de vez
en cuando a pulir su técnica de tiro, pero ese no es motivo para que tú te
detengas.
—Lo sé, es sólo que me gusta veslo —admitió.
—Verlo —corrigió Nam—. Lo mirarás todo lo que quieras en la mansión o
en la habitación, ahorita necesito que te concentres.
Yoongi asintió de mala gana, volviendo a entrenar para fortalecer su
cuerpo y ganar resistencia.
Sabía bien el motivo que había orillado a su amo de pedir aquello, después
de todo, el mismo NamJoon se había encargado de darle esas clases que
necesitaría cuando nuevamente se encontrara a solas con el omega.
Y a diferencia de la primera y única vez que estuvo con su amo de esa
manera, ahora Yoongi sabía qué hacer.
Cuando Jimin ingresó a la mansión se llevó la desagradable sorpresa de la
visita de su prometido.
Hoseok estaba de pie frente al gran ventanal, usando uno de sus trajes
oscuros que le daban fuerza a su imagen y con la cabellera gris perfectamente
peinada hacia atrás.
—Hoseok —habló el omega, deteniendo el resto de palabras que
empujaban por salir.
Aquel beta era su prometido, lo más lógico era que lo visitara en su
mansión, que salieran y demás estupideces. Jimin se lo estaba repitiendo para
no olvidarlo.
—Jimin —contestó el mayor, dándose la vuelta para encararlo.
Los ojos de Hoseok viajaron hacia el pasillo donde se encontraba un alfa
que le resultaba asquerosamente familiar.
—¿A qué se debe el motivo de tu inesperada visita? —preguntó el omega,
completamente ajeno a todo lo demás.
El beta apartó la mirada de aquellos ojos dorados que estaban puestos en la
escena, caminó hasta Jimin y le dio la sonrisa más encantadora que pudo
formar.
—Vine a visitar a mi prometido.
Entonces lo besó, rudo, demandante, territorial, asegurándose de encontrar
nuevamente aquellos ojos dorados, mientras besaba al omega entre sus
brazos.
Y fue ahí que el corazón de Yoongi formó latidos dolorosos que no pudo
entender, ni detener.

Bueno, ahora sí se viene lo emocionante.


¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué opinan del HopeV?
Por cierto, he creado una Playlist con las canciones que me inspiran
para escribir esta historia. Si desean el link pueden mandarme un
mensaje privado que con gusto se los paso. ❤
⛓Yoon~
⛓Chapter eleven!

Fue una mala idea besarlo.


Jimin empujó a Hoseok con violencia, y sin detenerse a pensarlo le propinó
un fuerte puñetazo que volteó por completo la cara del beta. El mayor de
ambos probó el sabor de la sangre que salía de su labio partido y sonrió
torcido, mirando a un enfurecido omega a pocos centímetros de distancia.
—Olvidaba lo fuerte que golpeas —comentó, limpiando con sus dedos el
resto de la sangre.
—No puedes besarme cada vez que se te de la puta gana, ¿me oyes? Me
repugnas y te quiero lejos.
La sonrisa en Hoseok aumentó al escuchar esas palabras que iban llenas de
enojo. A sus ojos Jimin era peligroso y mortal, pero él también tenía lo suyo,
y debía reconocer que aquello sería distracción suficiente para olvidarse de la
tormenta que lo estaba consumiendo desde adentro.
—Estamos comprometidos, Jimin —le recordó con soberbia—. Pronto
haremos mucho más que besarnos.
El omega no mostró cambios en su expresión a excepción de sus ojos. Esos
orbes oscuros barrían con desprecio al hombre que tenía al frente,
encargándose de imponer su superioridad y dominio. No necesitaba un
recordatorio de lo que pasaría, Jimin lo sabía bien y no le afectaba como
Hoseok quería pensar.
—Yo decidiré lo que haremos y cuando lo haremos —respondió, borrando
toda sonrisa en el beta—. Eres inferior a mí, Hoseok. Una vez que te
conviertas en mi esposo y lleves mi marca tu nivel bajará, vivirás para
cumplir con mi maldita voluntad, moviendo la cola feliz cada vez que decida
llamarte.
El beta se separó por completo para ganar una distancia prudente, miró
hacia el pasillo y ya no había rastro del alfa. Bufó incrédulo, aquella cosa ni
siquiera tenía aromas, no era especial, no era relevante, y aún así, Hoseok
entendía que sería un problema difícil de eliminar.
—¿Pretendes rebajarme al nivel de tu juguete? —inquirió con una ceja
alzada, observando nuevamente al omega.
Los labios carnosos del pelinegro se alzaron en una sonrisa. —¿Qué te
hace pensar que vales tanto?
—Jimin —gruñó el mayor, mostrando el disgusto que le causó el ser
comparado con un simple animal salvaje.
—¿Piensas que serás más importante que mi alfita? Por favor, Hoseok. Te
creí más inteligente —preguntó el omega, riendo entretenido por la mueca
furiosa del beta.
—No lo pienso, estoy seguro —dijo el peligris con engañosa tranquilidad
—. No me interesa lo que tú digas, lo único importante es que la manada y el
consejo me verán como tu único esposo —sonrió retador—. Podrás tener
todos los esclavos que quieras, pero la relevancia de ellos tendrá la mínima
importancia para mis asuntos.
—Entonces deja de meterte con mi juguete, Jung —escupió el menor con
irritación—. No lo menciones, no lo veas, no lo pienses —enumeró—.
Grábate que él es mío, me pertenece y me encanta lo suficiente como para
ponerlo por encima de ti.
Hoseok torció el gesto. —Tanta devoción que muestras podría ser fatal
para ese alfa, y lo sabes.
—Por eso me casaré contigo —simplificó el pelinegro con un
encogimiento de hombros.
—¿A qué te refieres?
Jimin le miró con burla. —Tú serás mi escudo para protegerlo. Cuando
seas mi esposo podré convertirme en líder, el poder supremo estará en mis
manos y es así como me aseguraré de mantenerlo seguro.
—¿Me utilizarás para proteger un simple alfa?
—Tú me estás utilizando para tener más poder.
Los dos se observaron mutuamente, las miradas que se lanzaban
demostraban el nivel de rivalidad que ambos compartían, con la tensión y
dominio queriendo imponerse sobre el contrario. Aunque Hoseok tenía todo
en desventaja, empezando con el hecho de que Jimin era un omega, y
próximo líder de aquellas tierras que pisaba.
Yoongi se sorprendió cuando su dueño lo mandó a llamar.
Una beta se había aparecido en su habitación para informarle que su amo
deseaba verlo. El lobo dentro de Yoongi reaccionó de forma inmediata a la
petición, saliendo del cuarto para encaminarse hasta la oficina del omega.
Le llevó varios días memorizar la mansión, pero ahora la conocía bastante
bien. Jimin le había dado la libertad de pasearse en cada rincón y el alfa
realmente agradecía que la casa de su amo se mantuviera vacía la mayor parte
del tiempo.
Subió las escaleras que lo llevarían al pasillo donde se encontraba la
oficina, no había movimientos a su alrededor y en esa parte de la casa el
ruido era inexistente, debido a que el sucesor lo había prohibido
terminantemente.
No detuvo sus pasos hasta que las puertas dobles estuvieron frente a él, se
detuvo abruptamente, mientras pensaba en qué hacer a continuación.
¿Debería entrar sin tocar la puerta? ¿Debería esperar? ¿Y si su amo estaba
ocupado? No, no era posible, porque lo había mandado a llamar.
Recordando la educación que en esos días estuvo recibiendo fue que
decidió tocar la puerta; sin embargo, la madera se abrió de forma repentina,
dejando al alfa con el puño en alto sin hacer algo más.
Jimin lo recibió con una sonrisa ladina. Ese tipo de sonrisas eran las que
ponían a prueba el control de Yoongi. Su amo lucía tan hermoso al sonreír de
aquella manera que nuevamente sentía el malestar en sus latidos cuando
recordó el beso que había presenciado horas atrás.
Sacudió la cabeza con fuerza, no quería seguir recordando esa escena.
—Entra —pidió Jimin, su voz sonando suave y cautivadora.
El alfa obedeció. El despacho tenía impreso los aromas del omega,
provocando que soltara un jadeo involuntario que lo asustó al no poder
evitarlo a tiempo. Sin embargo, pudo relajarse cuando escuchó la risa del
contrario.
—Amo —murmuró, mostrando el cuello por alguna razón.
Jimin caminó hasta el escritorio y se sentó encima de la madera, abrió
levemente los muslos, con sus ojos fijos en el alfa que no perdía detalle de
cada uno de los movimientos que realizaba.
—Ven a mí —ordenó el omega, la respiración filtrándose a través de los
labios entreabiertos.
Yoongi obedeció sin dudarlo. Dio grandes zancadas hasta que estuvo
envuelto en medio de los muslos fuertes del omega, jadeando más cuando sus
respiraciones se mezclaron, calientes y erráticas con la misma intensidad.
Jimin envolvió sus brazos alrededor del cuello de su juguete, sus dedos
jugaron con las hebras castañas, mientras sus ojos se fundían en aquellos
dorados que le veían con adoración.
—Tus ojos son tan hermosos, nene —confesó con una cercanía tan íntima
que sus labios casi se rozaban.
—Mi amo es hermoso —respondió Yoongi, luchando por mantenerse
quieto.
El omega sonrió encantado. —¿Harías cualquier cosa por mí?
—Sin dudarlo —afirmó de inmediato.
La mano derecha del omega tomó con fuerza el cabello de su juguete.
Yoongi gruñó extasiado por la demanda en el movimiento, anticipando las
reacciones de su cuerpo cuando Jimin lo acercó a su cuello.
—Explora mi cuello, pero no tienes permitido dejar marcas —habló el
pelinegro, inclinando la cabeza hacia atrás para dejarle total acceso.
Yoongi sintió como se le secaba la garganta. Frente a él tenía la imagen del
cuello blanco e inmaculado de su amo, ese lugar donde los aromas que lo
hacían ceder estaban concentrados en una invitación embriagadora que estaba
adormeciendo todos sus sentidos.
Sus labios finos presionaron un beso lento encima de la manzana de adán,
la suavidad de la piel mandó escalofríos por todo su cuerpo, instándole a
explorar más y así mismo otorgar placer a su dueño.
Empezó a recorrer cada porción del cuello ajeno con lentitud, sus labios
hambrientos trazaban líneas húmedas de caricias suaves que hacían suspirar
al omega, mientras que su lengua salía de vez en cuando para acariciar los
lunares hermosos que el menor poseía.
—Lo estás haciendo bien, no te detengas —dijo Jimin con los ojos
cerrados.
Las manos de Yoongi terminaron sobre el escritorio, su cuerpo completo
apresando el del omega en un ambiente tenso que poco a poco iba creciendo.
Jimin enrolló los muslos alrededor de la cintura ajena, soltó un gemido
cuando pudo sentir la erección del alfa, misma que golpeaba la propia en un
roce exquisito que se estaba encargando de disfrutar.
Sentía como los besos del castaño mejoraban el ritmo. Le estaba besando
el lado derecho del cuello, y el omega estaba bastante seguro que aquellos
labios podían sentir las pulsaciones violentas que disparaba la yugular con
frenesí.
Tiró del cuerpo más grande para que pudieran unirse más, obligó a que el
alfa fuera descendiendo en sus besos, mirando con oscuridad insana como
esos labios besaban por encima de sus pezones endurecidos.
Jimin soltó un jadeo cuando su juguete decidió succionar uno de sus
pezones por encima de la tela; él por su parte tomó la cabellera castaña y tiró
con fuerza de ella, gimiendo cuando sus caderas empezaron a moverse para
rozarse más con la dureza del alfa.
Yoongi se encontraba extasiado. Su amo estaba temblando de puro placer
y él sentía embriagarse cada vez que exploraba en el cuerpo contrario. Todo
en Jimin era como un imán: sus sonidos, sus gestos, su aroma, su suavidad,
creando un conjunto mortal que poco a poco lo iba abduciendo.
El alfa se permitió subir un poco la camisa de su amo, sonrió tenuemente
cuando Jimin se lo permitió, sintiendo una nueva ola de excitación sacudir su
cuerpo ante la expectativa de probar la piel ajena con su lengua.
—Oh mierda~ —gimió el omega, en el mismo momento que la lengua
caliente del mayor acarició su abdomen desnudo.
Yoongi continuó y no podía detenerse. Su lengua hambrienta se encargó de
marcar cada porción de piel que podía tocar, besando profundamente cuando
lo creía necesario, mientras disfrutaba del hormigueo que comenzaba a
formarse en su parte baja.
El alfa gruñó anunciando la formación de su propio orgasmo y entonces
Jimin hizo lo que tenía planeado.
Obligó al mayor a que lo encarara, y en un movimiento veloz mordió con
fuerza en el hombro izquierdo, sus colmillos se enterraron por encima de la
tela, logrando perforarla y llevándose la piel de paso.
El clímax fue aplastante. Yoongi gimió largo y alto, sintiendo su propia
sangre salir de la herida y disfrutando de la lengua que se encargaba de
lamerlo, mientras era sostenido por los brazos del omega.
Segundos después quedó completamente adormecido por la sensación
placentera y dolorosa, el corazón errático y la respiración inestable, con una
fina capa de sudor y un rubor en las mejillas pálidas que Jimin se aventuró a
morder.
Luego el omega dejó las mejillas rojas del castaño y le susurró al oído:
—Disfrutas del dolor tanto como yo, cachorrito mío —susurró, dando
lamidas lentas en el cuello pálido—. Eres perfecto para mí.
En ese mismo momento el sonido de golpes en la puerta rompió la burbuja
íntima que habían creado de manera involuntaria. Yoongi se apartó de su
amo, mientras que Jimin bajaba del escritorio.
—Adelante —habló Jimin, sentándose en la silla atrás del escritorio.
Wheein ingresó al lugar y se detuvo frente al escritorio. Para ese momento
Yoongi ya se había colocado al lado derecho de su amo, mirando con
profundidad a la desconocida hasta ponerla nerviosa.
—Yo... —la chica intentó decir algo más, pero se detuvo cuando un
gruñido amenazante emergió de la garganta del alfa.
Jimin tomó la mano del castaño y a cambio obtuvo su atención inmediata.
Sonrió tranquilo, mientras sus dedos acariciaban la mano que sostenía, hasta
que sintió como poco a poco la tensión lo iba abandonando.
—Tranquilo, nene. Ella no es amenaza —le dijo con seguridad, deteniendo
los gruñidos en el mayor.
Wheein estaba quieta, a sabiendas que si hacía un movimiento apresurado
aquel enorme alfa se lanzaría a atacarla sin dudar, ya que claramente la
consideraba como una amenaza para su dueño.
—¿Puedo hablar? —inquirió dudosa.
Jimin aplanó los labios para no reír por los evidentes nervios que estaban
carcomiendo viva a la pobre chica. Si tan sólo supiera que Yoongi era un
alfita curioso oculto bajo esa fachada ruda.
—Te escucho, Wheein —asintió.
La beta soltó un suspiro. —Ya está todo listo para el rastreo.
—Bien, saldremos en quince.
La chica salió de la oficina de forma apresurada. Mientras tanto, Jimin se
puso de pie y caminó hasta el estante donde guardaba sus armas.
Tomó una escopeta y finalmente encaró a un curioso alfa que le miraba sin
parpadear.
—Saldré por unas horas —informó, obteniendo un asentimiento por parte
del contrario—. Ve a tu habitación, pediré que te lleven lo que tú quieras para
comer y beber.
—Sí amo —respondió el alfa, sintiéndose feliz cuando su dueño le besó la
frente.
Jimin salió de su mansión en compañía de la beta para cumplir el mandato
del líder, y de paso divertirse un rato con alguna cacería.
Y Yoongi quedó bien consentido en su habitación, feliz con el
acercamiento que había tenido con su amo.
¿Qué les pareció? A mí Jimin me tiene a sus pies.
Si existe alguna duda no olviden comentarla, la responderé lo más
pronto posible.
¿Qué les pareció la Playlist? Tiene pocas canciones porque estoy
siendo bastante selectiva al momento de agregarlas. Si ustedes tienen
alguna canción para recomendar, déjenla por aquí.
Hasta el próximo capítulo.

⛓Yoon~
⛓Chapter twelve!

La habitación de Taehyung se había vuelto un desastre durante las últimas


horas.
Tenía ropa amontonada en un rincón y varias cajetillas de cigarrillos que
estaban sin abrir. El omega no era fanático de fumar, pensó que en ese
momento de su vida sería necesario llenar de humo sus pulmones, pero al
parecer sus ánimos no eran suficientes.
Estaba acostado en medio de la habitación, sus ojos clavados en el techo y
a medio vestir. Los pensamientos iban y venían con la misma fuerza
demoledora que lo tenía tumbado, mientras una mínima parte de sus instintos
trataba de bloquearlos, en un nulo intento de protegerse.
Reconoció sufrir diferentes etapas durante ese corto periodo de tiempo.
Primero experimentó el dolor punzante y agudo cuando llegó a su habitación
con el pensamiento de que jamás volvería a estar entre sus brazos; luego la
rabia invadió todo su torrente sanguíneo hasta sentir como su sangre hervía
en punto máximo de ebullición, posterior a ello la emoción se drenó,
dejándole un sentimiento vacío y de tristeza que se encargó de secar las
lágrimas, para finalmente quedar en calma.
Taehyung estaba en calma, pero no tenía fuerzas suficientes para
levantarse.
Cerró los ojos por un instante, no sabía la hora exacta del día porque su
habitación estaba consumida en tinieblas, pero calculaba que ya era de tarde.
El omega tomó profundas inspiraciones, recordándose que tenía que ponerse
de pie, salir de esa habitación y hacer algo con su vida.
Era parte de la segunda familia más importante del clan. Su tía era la
presidenta del consejo y su padre el general del ejército. ¿Dónde estaba su
orgullo? Él era un Kim, y debía comportarse como tal, sin sentimentalismos
ficticios que solamente lo lastimaban.
"Eres demasiado romántico, Tae. Eso es un problema que más tarde te
puede costar caro".
Recordó las palabras que Jimin le dijo alguna vez, y a su vez recordó a su
mejor amigo. Diosa, él admiraba tanto al próximo líder..., tenía un carácter
endemoniado y aterrador, era sensual, atrevido y jamás callaba lo que
pensaba.
El sucesor también era un desastre con sus líos amorosos, más que todo
porque más de uno de ellos malinterpretaba los juegos del omega y
terminaban con un corazón roto. Sin embargo, Jimin nunca demostró culpa al
momento de abandonarlos o cambiarlos por otro, pues siempre había aclarado
sus intenciones desde el principio.
Taehyung no quería la crueldad de su amigo, pero aprendería de él a no ser
tan ingenuo.
Poco a poco su nariz se fue arrugando a medida que sus pensamientos
cambiaban de rumbo. Necesitaba distraerse, salir un poco más y dejar de
pensar tanto las cosas. Terminar de comprender que Hoseok ya había elegido,
y que ahora era turno de él.
Había llegado la hora de tomar las riendas de su vida, y el primero en
saberlo sería su padre.
Taehyung se levantó del suelo en un movimiento ágil, abrió la puerta de su
habitación y caminó por los lujosos pasillos de la mansión Kim hasta el
primer piso donde estaba el despacho de su padre.
La emoción de su lobo fue un incentivo más que le animó a bajar las
escaleras casi corriendo, llamando la atención de algunos empleados que
ciertamente estaban aliviados al verle animado.
Sus pasos se detuvieron cuando la puerta de color marrón claro estaba ante
él. Taehyung golpeó la madera un par de veces y luego esperó en silencio.
—Adelante, hijo.
El peliazul ingresó al lujoso lugar y su mirada se encontró con la de su
padre. Kim SeokJin era un omega precioso, alto, con cuerpo delicado que
quedaba sepultado cuando usaba su uniforme militar.
—Necesito pedirte algo, padre —habló Tae, mirando atentamente los ojos
oscuros de su progenitor.
SeokJin alzó ambas cejas de forma suave, y con un movimiento de manos
le indicó a su hijo que se sentara frente a él. Taehyung obedeció en silencio,
sin romper el contacto visual entre ambos.
—¿Qué necesitas? —preguntó el mayor de ambos, dándole toda la
atención a su hijo.
La respuesta que obtuvo le sorprendió en demasía.
—Quiero un juguete —respondió Taehyung—. Uno que me pertenezca
sólo a mí, que viva por mí y que cumpla mi voluntad.
SeokJin frunció el entrecejo. —Ya habíamos hablado de esto, Taehyung.
Considero que aún no estás listo.
—Por favor, padre —casi suplicó, su mirada cambiando de forma sutil—.
Te prometo que estoy listo, pero dame la autorización de tener un juguete.
Los dos compartieron el silencio que se formó tras la súplica del menor.
SeokJin podía percibir la necesidad que su hijo tenía, también sabía los
motivos que estaban obligándole a que tomara la decisión de forma tan
precipitada, y quizás era por eso que no terminaba de convencerse.
—Taehyung... —inició, pero inmediatamente fue detenido por las palabras
del peliazul.
—Duele..., duele de forma agonizante y no quiero que ese dolor me
consuma —dijo Tae con un nudo en la garganta—. Probablemente no esté
listo para un juguete pero, ¿cómo podría estarlo si no me dan una
oportunidad? Prometo cuidarlo bien, pero por favor, necesito tenerlo para
enfocar mi atención en otro punto que me ayude a salir de esto.
—¿Y si todo empeora? —inquirió SeokJin—. Los juguetes son alfas,
Taehyung. Personas que piensan y sienten, pero con instintos diferentes a los
nuestros que los hacen obedecer —le recordó—. ¿Estás seguro que podrás
con uno?
El menor levantó la mirada de forma obstinada. —Lo estoy, confía en mí.
—Está bien —accedió el mayor, provocando extrema sorpresa en su hijo
—. Te doy el permiso para que tengas un juguete, así que podrás comprarlo
en la subasta de los próximos días.
Y la sonrisa en Taehyung fue instantánea.
Los grandes bosques se encontraban solitarios a esas horas del día.
Jimin caminaba con cuidado de no pisar ramas secas que ocasionaran más
ruido del necesario, a su lado iba Wheein encargándose de cuidarle la
espalda, mientras él se concentraba en el frente.
—Los alfas legendarios no residen demasiado lejos de este lugar —
comentó la beta, mientras sostenía en alto su arma.
Aquello ganó la atención del omega. —¿Cuando se hizo el último conteo
de esa raza?
Los alfas legendarios eran difíciles de cazar, aún más lo era el mantenerlos
bajo vigilancia porque se movían de manera constante. El mayor temor de
todas las manadas era que esa raza en específico se multiplicara y decidiera
atacar, debido a su parte animal predominante no solían pensar antes de
actuar, siendo una combinación exacta de caos y sangre.
—Desde la última cacería, hace un par de meses —respondió la chica.
—¿Cuáles fueron los resultados? —preguntó Jimin, para luego agacharse y
enterrar sus dedos en la tierra húmeda.
Wheein torció el gesto. —Dijeron que habían capturado a los últimos alfas
legendarios, pero no hubo suficientes pruebas que lo comprobara.
El omega procesó la información recibida y la combinó con la que ya
tenía. Los ataques a omegas y diversos asesinatos no pudieron ser
perpetrados por esos alfas, ellos eran demasiado impulsivos; sin embargo,
también estaba el hecho de que él tenía como juguete a un alfa de esa raza, y
todo le resultaba contradictorio porque Yoongi en ningún momento había
demostrado ser agresivo.
Hasta que recordó el comportamiento extraño que su juguete tuvo al ver a
Wheein por primera vez.
"Tranquilo, nene. Ella no es amenaza".
Esas palabras las dijo cuando el alfa había empezado a gruñir, inclusive
podía recordar con claridad que Wheein retrocedió algunos pasos y lucía
incómoda.
Yoongi había cambiado por ese breve lapso de tiempo, y Jimin estaba
seguro que la mirada del alfa había sido la responsable de hacer retroceder a
la beta. Por muy increíble y extraño que pareciera, esa era la explicación que
estaba encontrando.
Y si tenía razón, había alguien entre las sombras que era capaz de controlar
a una manada completa. Claro que, esto era válido en el escenario donde los
alfas legendarios eran los responsables de las masacres sufridas dentro de la
manada.
—Vamos a regresar —decidió luego de un largo tiempo en silencio.
—¿Descubriste algo importante? —indagó Wheein, siguiendo los pasos
del omega.
Jimin hizo un sonido afirmativo. —Tengo que comprobar algo.
La chica no hizo preguntas y decidió continuar caminando. Les llevó cerca
de una hora salir de las profundidades del bosque y cuando lo hicieron
pudieron ver las camionetas que les estaban esperando.
En ese momento Jimin se colocó frente a la beta, logrando sorprenderla por
el repentino movimiento.
—Wheein, juraste lealtad y ahora me vas a demostrar lo que estás
dispuesta a hacer por mí.
—Me estás asustando, Jimin —reconoció la beta, mirándole con
desconfianza.
El omega sacó una pistola que tenía balas de cobre y se la dio. Ella la tomó
con extrañeza.
—Dispárame en el hombro —ordenó el pelinegro y la chica mostró horror.
—¡¿Estás loco?! —chilló horrorizada.
Pero Jimin no mostró cambios en su expresión sombría. —Obedece,
Wheein. ¡Dispara!
—¿Por qué me pides que haga esto? —preguntó con duda, pero ya estaba
levantando el arma con sus manos temblorosas.
El pelinegro sonrió. —Tengo que comprobar algo y para ello debo estar
herido.
—Puedes morir, ¿lo sabes?
Jimin rió entretenido. —No moriré, mi linaje me permitirá una curación
rápida. Sin embargo, la bala me causará infinito dolor, pero estoy dispuesto a
enfrentarlo, así que no lo pienses tanto, no seas una maldita cobarde y dispara
de una jodida vez.
La beta apuntó hacia el hombro derecho del sucesor y teniendo perfecta
puntería disparó en su objetivo. La bala ingresó y salió del cuerpo del omega
con fuerza abismal, ocasionando un gruñido en Jimin, quien tuvo que reunir
todo el coraje que tenía para no caer rendido al suelo.
—Estás demente —afirmó Wheein, observando al omega presionar con
fuerza en su herida sangrante.
Los ojos de Jimin la intimidaron, sobretodo al descubrir que éstos
adquirían cierto gusto retorcido cuando se encontraba en ese tipo de
situaciones.
—Hora de irnos —anunció el omega, retomando su camino hacia las
camionetas sin importar el estado de shock en el que había dejado a la beta.
Cuando Jimin llegó a su mansión dio órdenes precisas:
Nadie podía molestarlo en su habitación, nadie podía llamar a un doctor, y
absolutamente nadie tenía la autorización para informar a alguien externo lo
que había ocurrido con él.
Cuando estuvo en la intimidad de su dormitorio se quitó la camisa
ensangrentada y miró en el espejo la herida. Realmente no era grave, pero la
sangre estaba haciendo su trabajo a la perfección al ser tan escandalosa.
Y todos esos factores influyeron para que su aroma se extendiera por todo
el lugar, llegando con extrema facilidad hasta la habitación donde se
encontraba su juguete.
La reacción fue inmediata.
Yoongi salió de su habitación sin detenerse siquiera a pensarlo. El lobo en
su interior se removía furioso cuando aquel aroma que tanto le gustaba iba
impreso del amargo dolor.
Caminó los pocos metros que lo dividían de la habitación de su dueño.
Sabía que el omega estaba ahí porque lo escuchó llegar y dar indicaciones,
pero no imaginaba que se encontraría herido.
Trató de acercarse para abrir la puerta, mas no pudo conseguirlo. Tres
betas que eran los encargados de custodiar la parte interna de la mansión se
interpusieron en el camino del alfa, desencadenando más furia y
preocupación en Yoongi.
—Apártense —gruñó, lanzándoles una mirada furibunda que los hizo
replantearse las órdenes que habían recibido.
—No podemos por órdenes del sucesor —dijo una beta, luchando por
mantener la mirada con el alfa.
Los ojos dorados del alfa se encargaron de aniquilarlos uno a uno. Yoongi
los miró como peste, como objetos molestos que le estaban impidiendo llegar
hacia donde quería y su lobo rasguñaba con todas sus fuerzas, intentando salir
para hacer una matanza ahí mismo a todos aquellos que lo estaban
molestando.
Sin embargo, sabía que el chip que tenía puesto le impedía transmutar.
Además que, no estaba tan seguro que fuese una buena idea asesinar a los
trabajadores de su amo.
Dejó escapar un gruñido bastante furibundo y sin medir su fuerza se abrió
camino entre los betas. Escuchó sonidos molestos cuando los empujó al
suelo, pero ninguno de ellos tuvo el valor suficiente para enfrentarlo, así que
el alfa aprovechó para abrir la puerta e ingresar a la habitación.
Encontró a Jimin frente a un gran espejo, tenía un pantalón de pijama y el
torso desnudo. Sus miradas se entrelazaron a través del vidrio, y sólo
entonces la furia en Yoongi desapareció por completo.
—¡Amo! —exclamó el mayor, comenzando a caminar hasta donde estaba
su dueño y mirándole con preocupación.
El omega lo observó detenidamente. No había timidez, tampoco se había
arrodillado como normalmente haría; el alfa simplemente había acudido hasta
él, ignorando los posibles castigos que recibiría al enfrentar a sus betas de
forma directa y sin dudar.
Yoongi corrió hacia donde Jimin estaba, siendo una tormenta que arrasaba
con todo lo que interfería en su camino hasta el omega.
Y eso a Jimin malditamente le encantó.

Con este capítulo estamos entrando a la segunda fase de esta historia. Se


vienen cosas interesantes para todos, así que atentos.
¿Qué les parece la historia?
Este libro será largo, muy largo, así que no se sorprendan si llevo el
acercamiento Yoonmin lento.
Hasta el próximo capítulo.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirteen!

La noche había envuelto cada rincón del bosque, y en una de las grandes
mansiones las luces fueron encendidas para mitigar la capa densa y oscura
que se había formado con su llegada.
Los colores dorados de los candelabros hacían una combinación sublime
con la mirada del alfa. Jimin perdió la cuenta de todo el tiempo que pasó
mirándole, mientras el castaño parecía importarle más la herida de su
hombro.
—No duele —afirmó el omega, su voz saliendo suave y atrayente.
Nunca había sido observado de la forma en la que su juguete lo hacía, y
para Jimin era extraño. Desde pequeño fue privado de toda muestra de
compasión, cada vez que cayó al suelo su padre no le ayudó a levantarse,
solamente le lanzó miradas frívolas que decían: "no seas débil y levántate"
siendo cruel si se tomaba en cuenta el llanto de un cachorro que en ese
tiempo no comprendía por qué su progenitor no le ayudaba a curar sus
heridas.
Por supuesto que con el tiempo lo fue comprendiendo, y ahora agradecía el
carácter que tuvo su padre para educarlo, pues lo forjó con las bases sólidas
que se necesitaban para liderar y no dejarse dominar por nadie.
Un toque suave y delicado lo llevó de regreso al mundo real, ese donde se
encontraba sentado en su cama y Yoongi arrodillado en medio de sus piernas,
mientras continuaba rozando la venda que cubría su herida con suma
delicadeza.
—Está herido —dijo el alfa, arrugando el rostro en una mueca que Jimin
no supo interpretar.
El omega suspiró. —No debiste venir aquí.
Aunque Jimin sabía que sería inevitable para el alfa no correr a sus brazos
al sentirlo en peligro. Era un instinto primitivo que se activaba una vez el
juguete conseguía un dueño; sin embargo, ese instinto era mucho más fuerte
y poderoso en Yoongi al ser un alfa legendario.
—¿L-le molesta que esté aquí, amo? —inquirió y su voz se vio afectada
por la duda y temor de haber hecho algo mal.
El pelinegro maldijo en su mente. No quería escuchar tartamudear a su
juguete, mucho menos si era por su culpa. A sus ojos Yoongi era un alfa de
linaje, con la apariencia perfecta para robar la atención de todo aquel que lo
mirase y la mirada llena de verdad y profundidad que envolvía con facilidad.
Sus ojos fueron guiados al collar que adornaba el cuello pálido y la cadena
que colgaba, sintiendo una sonrisa nacer en sus labios al verlo allí, metido
entre sus piernas.
—Eres una tentación para mí, nene —susurró, mientras sus manos
tomaban la cadena para acercar el rostro del alfa al suyo—. Una tentación que
no había experimentado hasta que te vi por primera vez.
La mirada de Yoongi quedó en aquellos labios gruesos que se habían
convertido en su mayor necesidad. Sintió como su cuerpo comenzaba a
reaccionar cuando su dueño le acarició el cuello y los hombros desnudos, de
manera suave y firme a la vez, con esas dosis perfectas para enloquecerlo y
mantenerlo sumiso a sus pies.
—Vivo y siento por mi amo —confesó el alfa, su respiración acelerada
cuando el aliento del omega le acarició los párpados.
Jimin acarició la mejilla izquierda del alfa con la propia, inmediatamente
Yoongi respondió a esas caricias ya que comenzó a restregarse contra la
mejilla del omega de forma necesitada, a la vez que sus manos apretaban con
fuerza las sábanas de la cama.
—Tócame —ordenó Jimin, mientras su lengua lamía cerca del oído
contrario.
Las manos de Yoongi tomaron la cintura pequeña del omega con posesión,
los dedos largos escarbaron encima de la piel tersa hasta tocar cada porción
que ardía bajo su tacto, delineando cada centímetro que podía y
embriagándose de los aromas fuertes que su amo desprendía.
El omega jadeó cuando en un movimiento brusco ocasionado por su
juguete su cuerpo se agitó hacia adelante, provocando que su pecho se juntara
con el del alfa, ambos sintiendo sus pieles desnudas y sus pezones rozarse
hasta quedar completamente endurecidos.
En ese mismo instante las manos del alfa se colocaron en los muslos
gruesos del omega. Yoongi lo levantó con suma facilidad, haciendo que el
menor enrollara sus piernas alrededor de la cintura ajena y que sus
respiraciones agitadas volvieran a combinarse.
Sus miradas se encontraron a escasos centímetros, y la excitación y deseos
reprimidos estaban en un punto amenazante de explosión.
—¿Qué buscas, alfa? —indagó, con sus labios casi rozando los contrarios
en una tortura exquisita que tenía a Yoongi temblando en anticipación.
El mayor ajustó el agarre que tenía en el omega, su entrepierna endurecida
quedó puesta en el trasero que la presionaba, así que por reflejo el alfa
comenzó a moverlo de arriba hacia abajo para crear mayor fricción entre sus
cuerpos que comenzaban a acumular sudor.
—Quiero ser suyo —respondió Yoongi, y luego escondió la nariz en el
cuello de su dueño para tomar profundas inhalaciones de aquel aroma que lo
hacía caer doblegado sin el mayor esfuerzo.
Esa declaración formó un caos en la mente de Jimin. Los instintos puros de
su omega despertaron para llevar a cabo la súplica en la voz de su juguete,
ansiando probar cada rincón a su disposición y marcarlo como suyo.
—Bájame y acuéstate en la cama —dijo sobre el oído contrario.
El alfa obedeció de forma inmediata. Soltó el cuerpo que sostenía y sin
hacer preguntas se acostó sobre la gran cama, mirando desde su lugar los
próximos movimientos del omega.
Jimin rodeó la cama y tomó en sus manos la cadena que llevaba su juguete,
con velocidad la ajustó a la cabecera para inmovilizar al alfa, guiñándole un
ojo cuando los ojos de Yoongi brillaron de expectación.
El menor volvió a su lugar y con suma lentitud desabrochó los pantalones
de su juguete y posteriormente los fue bajando hasta revelar unos bóxers
negros que mostraban con tentación el miembro grande y erecto que le
esperaba del otro lado de la tela.
El omega tiró los pantalones hacia algún lado de la habitación. Sus manos
tocaron los tobillos del mayor y crearon un camino de ascenso por las piernas
y muslos contrarios, deteniéndose en el inicio de los bóxers para mirarlo una
vez más.
Sin decir palabras Jimin se inclinó sobre el cuerpo que tenía en su cama,
sus labios se posicionaron en la pierna derecha del alfa, donde comenzó a
mordisquear y dejar una serie de succiones que marcaban con rapidez la
blancura de la piel, despertando más necesidad en el omega por aumentar la
intensidad de sus caricias.
Los labios gruesos recorrieron los muslos fuertes y compuestos de piel
virgen hasta marcarlos por completo. Jimin se entregó a sus deseos y mordió
por todos lados, sin reprimirse en ningún momento y adorando escuchar los
jadeos roncos que salían de la boca de su juguete.
—Tu piel es exquisita, nene —confirmó el omega, admirando los puntos
rojos que había dibujado en ambos muslos y piernas.
Los latidos en Yoongi aumentaron cuando el omega se sentó a horcajadas
sobre su miembro erguido. Gruñó sin contención cuando las caderas
contrarias comenzaron a frotarse sin ninguna vergüenza, aumentando el
deleite en el alfa al ver cómo su amo abría la boca para expulsar gemidos
bajos que llegaban directamente a la sangre de su pene adolorido.
Jimin tomó las manos del alfa y las guió a sus propios pezones,
provocando un jadeo más en el mayor.
—Tócame sin miedo, explora mi cuerpo y conócelo —cada palabra que
Jimin decía quedaba grabada con fuego en la mente del alfa—. Porque es el
único que tocarás y probarás en toda tu vida.
Los dedos de Yoongi presionaron los pezones contrarios, se maravilló ante
las sensaciones que llenaron su cuerpo y el calor abrazador que le estremeció
cuando su mirada nuevamente se encontró con la del pelinegro.
El omega se recostó encima del cuerpo más grande y sus labios
nuevamente se concentraron en marcar la piel de su juguete. En esa ocasión
combinó besos húmedos que sellaron el pecho contrario el cual subía y
bajaba de forma violenta, respondiendo hasta el mínimo roce que Jimin
creaba.
—Amo —pronunció el mayor con voz ahogada, mientras sus manos
presionaban la piel ajena.
El menor sonrió ladino y con travesura creciente susurró:
—Toca mi trasero para que sientas lo grande que es.
Las manos de Yoongi se dirigieron con rapidez hacia ese lugar, lo hizo con
tanta necesidad que Jimin estaba seguro que su juguete estaba desesperado
por hacerlo, pero antes necesitaba escuchar la petición.
El omega gimió gustoso cuando sintió como su trasero era apretado con
tanta fuerza que su cuerpo se sacudió de forma inevitable, mandando más
sensaciones electrizantes a cada fibra que lo componía, y enloqueciéndole
cada vez más.
—¿Te gusta mi culo, alfa? —preguntó, con sus manos apoyadas a cada
lado de la cabeza contraria.
—Sí —respondió Yoongi, continuando con su labor de apretar los glúteos
que difícilmente cabían en sus manos.
—Es bastante grande —dijo Jimin y luego susurró—: tócalo por dentro de
mi pijama, quiero sentirte.
El mayor se mordió el labio inferior para no gemir tan alto. Sus manos se
internaron en el elástico del pantalón que el omega llevaba puesto, mientras
sus dedos se encargaban de sentir el encaje de la ropa interior hasta hacerle
tirar de ella con sutileza.
—¿Te gusta? —inquirió Jimin, con sus labios sobre el oído derecho de su
juguete.
—Me gusta... demasiado —respondió entre gruñidos que demostraban la
pérdida lenta del control.
El menor sonrió complacido. Levantó la mirada para encontrar aquellos
ojos que le gustaban, pero no contaba con la traición de su mismo omega que,
en lugar de ver los ojos contrarios, lo instó a mirar los labios finos que
estaban húmedos y entreabiertos.
Delgados y uniformes, con un tono rojizo que resecó la garganta de Jimin
en un deseo que creía inexistente.
El pelinegro acunó las mejillas contrarias con delicadeza, admirando el
rubor que se apoderó de ellas cuando poco a poco fue acercando su rostro.
—Eres precioso, Yoongi —susurró, mientras era guiado por sus deseos de
probar los labios ajenos.
El corazón del alfa se detuvo por un momento, pues nunca había tenido
una cercanía tan íntima como la que estaba sufriendo en esos momentos.
Y no sabía cómo reaccionar, porque diosa..., su amo realmente pensaba
besarlo.
Fue así que el alfa decidió cerrar los ojos y tan sólo esperar. Ese simple
gesto provocó una sonrisa en el menor, animándole a continuar y no pensar
tanto las cosas.
Sin embargo, el toque ansiado por ambos nunca llegó.
La puerta de la habitación fue tocada de forma insistente, provocando que
el momento íntimo que fue creado alrededor de ambos se rompiera de forma
abrupta.
Los pensamientos de Jimin volvieron a su lugar. Rápidamente se incorporó
y salió de la cama, buscando a su alrededor una camiseta y colocándosela con
velocidad para ir a abrir la puerta con una mirada de muerte por haber sido
interrumpido.
Del otro lado se encontró con uno de sus betas encargados de la seguridad.
El hombre ni siquiera era capaz de verle a los ojos, ya que sabía exactamente
el tipo de situación en la que el sucesor se encontraba, misma que se vio
forzado a interrumpir.
—¿Qué pasa? —demandó saber, irritándose todavía más por el silencio
prolongado.
—El líder le espera en su despacho —informó el beta.
Jimin frunció el ceño. —¿A esta hora?
—Parece ser importante, señor.
El omega soltó un suspiro, tratando de controlar su creciente mal humor y
por supuesto que fallando en el intento.
—Dile que estaré en diez minutos.
Cerró la puerta y caminó hasta la cama donde un confundido Yoongi le
esperaba. En silencio desató la cadena de la cabecera de madera y permitió
que el alfa se incorporara en lo que él buscaba unos pantalones de mezclilla y
una camiseta.
—¿Ocurre algo, amo? —preguntó el alfa, mirando atento al pelinegro.
—Es lo que averiguaré —dijo, y cuando estuvo listo se volvió hacia el
mayor—. Tendremos que dejarlo para otro día, nene.
El castaño sonrió y asintió. —Sí, amo.
—Puedes quedarte aquí si quieres —le dijo Jimin sorprendiéndolo—.
Tengo que reunirme con mi padre y no sé a qué hora regrese.
—Me quedaré aquí —aseguró Yoongi.
El omega se acercó y depositó un beso en la frente de su juguete, mientras
sus manos dejaban sutiles caricias en las mejillas que se encargaría de morder
en días próximos.
—Bien, entonces intenta dormir.
Salió de la habitación con paso rápido hasta llegar al despacho donde le
esperaba el líder, y mientras caminaba su mente ya tenía las dos posibles
razones que tenían a Park YoonWoo en su residencia a esas horas.
Uno: una convocatoria de emergencia con el consejo de la manada.
Dos: una misión delicada que no podía esperar por más tiempo.
Sólo diré que... aún no es momento de desvirgar al bebé alfa.
Falta un acontecimiento importante y luego entenderán por qué.
Muchas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter fourteen!

Jimin ingresó a su despacho sin molestarse en ocultar su mal humor.


—Espero que sea importante —dijo una vez estuvo frente a su padre.
YoonWoo soltó un suspiro cansino mientras jugaba con los anillos de
adornaban sus dedos. Sus ojos afilados se conectaron con la mirada
impaciente de su hijo, provocándole una diminuta sonrisa al verlo tan
irritado.
—Sabes que detesto venir sin avisar, pero esto es importante —respondió
con voz baja.
El menor dio unos cuantos pasos hasta el escritorio y allí se sentó, con su
mirada puesta en el líder exigiendo más explicaciones para entender la
situación.
—Te escucho —instó.
YoonWoo se levantó de su lugar y comenzó a caminar de un lado a otro.
—Hace un par de horas que recibí una llamada de parte del hospital Yawel,
informándome que tenían un paciente con un cuadro clínico bastante
sospechoso y que temían fuese contagioso.
—¿De qué estás hablando? —inquirió Jimin, en lo que removía los cajones
del escritorio para buscar un cigarrillo.
—Mandé a un equipo de aislamiento para que actuaran —continuó el
mayor—. El reporte inicial no ayudó a despejar dudas, en realidad tuvo el
efecto contrario. Lo único que sabemos es que fue un virus creado.
El sucesor detuvo todo movimiento al mismo tiempo que su mente
explotaba en miles de posibilidades. Jimin conectó los puntos sueltos a una
velocidad increíble, mientras su propio interior luchaba con las emociones
fuertes que su omega comenzaba a desarrollar.
—La causa de la muerte en los omegas que encontramos no eran por
sobredosis —comentó con una mueca y YoonWoo estuvo de acuerdo.
—Pensamos que la sobredosis fue un espejismo que elaboraron con el
propósito de confundirnos —dijo el líder—. En este momento están haciendo
una prueba con el último cadáver encontrado para ver si nuestra teoría es la
correcta.
Con esa información el menor pudo crear una teoría inicial que muy pronto
se encargaría de afirmar o desmentir, pero también Jimin encontró otro
detalle importante que rápidamente compartió con su padre.
—Dijiste que el virus fue creado —inició, mirando cómo el mayor asentía
a sus palabras—. Significa que experimentaron con seres vivos antes de
utilizarlo.
El rostro de YoonWoo se oscureció en emociones fuertes y contradictorias.
—No estamos seguros, pero todo indica que experimentaron con alfas, y si
estamos en lo correcto, entonces significa que todavía lo siguen haciendo.
—Estoy casi seguro que así es, pero para tener la certeza debemos probarlo
—dijo el menor de ambos.
El líder se cruzó de brazos. —¿Qué es lo que propones?
—Hacer la misma experimentación y tomar muestras de sangre de omegas
para hacer la prueba —propuso con una sonrisa torcida—. Si queremos saber
qué está pasando, debemos crear el mismo escenario.
—Lo que propones es ilegal, Jimin —le recordó el mayor, aunque la idea
ya había quedado plantada en su mente.
El mencionado rodó los ojos. —La parte legal no nos dará soluciones en
una situación como esta. Absolutamente todos nosotros corremos peligro si
no sabemos lo que está pasando en nuestras narices, debemos tomar el riesgo
antes que la situación se salga de control.
Por supuesto que YoonWoo lo sabía. Desde hace meses que se habían
reportado muchas muertes por sobredosis y cada una era más alarmante que
la otra, sobretodo porque las causas nunca quedaron del todo esclarecidas.
La manada completa estaba en constante tensión al no tener una respuesta
clara, y ahora que un sospechoso de ser un portador de un virus creado de
forma artificial y con un fin claro había caído en sus manos, debían recuperar
el mando de la situación.
Una vez más miró a su hijo y lo único que encontró en aquellos ojos fue la
ferocidad que siempre le caracterizaba, más la oscura intensidad de querer
poner control en su manada.
—¿Estás dispuesto a tomar el mando? —le preguntó YoonWoo.
La sonrisa de Jimin fue instantánea. —Lo estoy. ¿Estás seguro de confiar
en mis decisiones?
—Sí —respondió sin dudar. Él más que nadie sabía los alcances que su
hijo podía llegar a tener para obtener todo lo que quería.
—Bien, necesitaré toda la información y acceso directo a los laboratorios
—demandó Jimin—. También un equipo discreto y competente que no dude
en ensuciarse las manos —mencionó—. Y, lo más importante, no quiero a
Hoseok cerca.
—Tu prometido está bastante ocupado haciendo el conteo de los alfas que
están de forma legal en la manada, así que más te vale ser tolerante cuando
venga para llenar los documentos de tu juguete.
El menor soltó un gruñido. —Hoseok no se acercará a mi juguete si yo no
estoy presente. Lo advierto desde este momento.
—Se hará como tú digas —aceptó el líder—. ¿Algo más que necesites?
Jimin crispó los labios. —Alfas, necesito alfas.
—Sabes donde conseguirlos —respondió el líder con una sonrisa—. De
hecho podrías ir en compañía de Taehyung, ya que SeokJin informó al
consejo que su hijo tendrá su primer juguete.
—¿Es así? —indagó el menor con curiosidad, recordándose mentalmente
hablar con su amigo.
—Sí, ambos pueden ir a la pelea de mañana por la noche. La subasta será
ahí mismo.
El menor asintió. —¿Hay algo más que tenga que saber? —preguntó con
un pequeño toque de impaciencia—. Dejé un cachorrito en mi cama y quiero
ir a jugar con él.
—La información recolectada la recibirás a primera hora, al igual que los
datos del equipo que trabajará contigo —informó el líder—. Y ya que
mencionaste a tu juguete, te recomiendo que lo mandes de una buena vez al
salón rojo antes que Jennie decida quitártelo por no cumplir con los códigos.
—¿Y tú permitirías que me lo quitaran? —inquirió el menor de ambos,
mirando con una ceja alzada a su padre.
—Sí. Debes cumplir los códigos, Jimin.
El sucesor apretó los labios para retener el gruñido furioso que deseaba
escapar de su garganta. La simple idea de su pequeño alfita relacionado con
los demás juguetes le provocaba molestia, sobretodo porque sabía que la
naturaleza de Yoongi no estaba diseñada para espacios desconocidos sin la
presencia de su amo.
Y aunque quería negarse y reclamar, no lo hizo. Estaba en la mira de la
presidenta del consejo, y Jimin sabía que Jennie era perfectamente capaz de
quitarle a Yoongi para ponerlo a la venta en alguna subasta próxima.
Esas eran las razones que más le orillaban a trabajar duro para liderar y
crear una reputación e imagen inflexible. Sólo de esa manera sería
completamente indestructible y haría posible todo lo que quisiera sin
preocuparse en ser cuestionado.
—Está bien —accedió, arrugando la nariz por el disgusto que no podía
ocultarse—. Yoongi irá al salón rojo.
—Tomaste la decisión correcta...
—Sin embargo —continuó Jimin, cortando lo que su padre estaba diciendo
—. Si alguno de los juguetes que están ahí le provocan el mínimo daño, yo
mismo se los haré pagar, ¿entendido?
—No tienes que decirlo. Está en las reglas que si hay peleas el juguete
responsable deberá pagar las consecuencias.
Luego de ese intercambio de opiniones la pequeña tensión creada se fue
desvaneciendo. YoonWoo abandonó la residencia de su hijo bajo la sombra y
el silencio de esa noche, mientras que Jimin volvía a su habitación.
Y al ingresar el omega sonrió sin saberlo, cuando en su cama la imagen de
un alfa profundamente dormido y abrazado a sus almohadas le recibió,
creando un caos inexplicable en el interior del sucesor.
Yoongi abrió los ojos con mucha dificultad.
La habitación en la que se encontraba estaba envuelta en oscuridad, salvo
por un tenue rayo de luz que lograba colarse por las espesas cortinas de color
azul, mismo que golpeaba directamente en sus ojos.
El alfa estiró su cuerpo con pereza, mientras sus oídos se encargaban de
captar los débiles sonidos creados a su alrededor.
—¿Dormiste bien, nene?
Yoongi se levantó rápidamente, sus ojos parpadearon un par de veces hasta
acostumbrarse y así poder ver al omega que estaba sentado en el sillón
situado al lado de los ventanales.
—Dormí bien —murmuró con voz ronca, para luego fruncir el ceño al
sentir la garganta reseca.
Jimin asintió, dejó de lado la computadora con la que estuvo trabajando
toda la madrugada y se puso de pie. Corrió las cortinas para dejar que la luz
matutina iluminara por completo la habitación, deleitándose con la imagen de
su juguete dormitando y con un puchero en los labios.
—Eres un cachorrito bastante dormilón —dijo el omega con un toque de
diversión. Inhaló profundamente, y una sonrisa amenazó con escapar de sus
labios—. Tienes mi aroma impregnado en ti, me encanta.
Yoongi sintió como su lobo se removía ansioso en su interior cuando
escuchó la declaración de su amo. Miró al omega directamente a los ojos,
perdiéndose en aquella mirada y cayendo más profundo en ese abismo
secreto que fue creado por ambos.
—Pertenezco a mi amo —respondió, luego de algunos segundos que pasó
en silencio—. Mi lobo es feliz cada vez que está cubierto por el aroma de mi
amo.
—¿Y tú? —inquirió el menor, dando un par de pasos hacia adelante—.
¿Eres feliz con la idea de pertenecerme?
Yoongi juntó las cejas mientras pensaba detalladamente en una respuesta.
Finalmente pudo obtenerla.
—Ser suyo, eso me hace sentir bien.
Jimin se mordió el labio inferior para retener la sonrisa que amenazaba con
aparecer. Por la diosa y todas sus estrellas juntas, ese alfa estaba amenazando
con tirar lejos toda su cordura, y el omega nunca había sido el maestro de la
fortaleza con los juguetes, sobretodo si se trataba de uno tan lindo y varonil
como lo era Yoongi.
Tomó entre sus manos el rostro del alfa y sus dedos acariciaron con
delicadeza la piel blanca, con los pulgares dibujando círculos imaginarios
sobre los labios finos que parecían temblar cada vez que los tocaba.
—Cada vez que hablas así me haces desear hacerte tantas cosas, nene... —
confesó entre suspiros—. Me descontrolas por completo, y no me gusta
perder el control.
—Amo... —el aliento de Yoongi quedó atascado por un breve instante—.
Si yo pudiera decirle lo que me hace sentir cuando me mira como lo está
haciendo, le aseguro que no sería el único sin control.
—Tutéame.
El alfa parpadeó confuso. —¿Amo?
—Tutéame, Yoongi —repitió, para luego inclinarse y susurrar—: en
nuestra privacidad tienes el permiso para hacerlo.
El alfa se mantuvo en silencio, entonces Jimin volvió a hablar, con su voz
convertida en un susurro envolvente que desencajó un poco más los
pensamientos del mayor.
—Vamos, nene —presionó con coquetería—. Quiero escucharte decir mi
nombre..., justo aquí, susurrado en mi oído.
Al omega le encantó ver la reacción de su juguete. Los brazos del alfa se
envolvieron en la cintura estrecha de su dueño, ejerciendo un toque firme y
de evidente posesión que iba acompañado con un gruñido gutural que tuvo la
función de estimular la mente del menor.
Y justo entonces Yoongi lo llamó por su nombre, con su voz ronca y
fuerte, mientras sus miradas permanecían conectadas.
—Soy tuyo, Jimin.

Lo prometido es deuda, y yo ya cumplí.


¿Qué les pareció el capítulo?
Poco a poco nos iremos sumergiendo en la parte oscura del libro, así
que prepárense que lo mejor está por venir.
Muchas gracias por leer, hasta el próximo cap. ❤

⛓Yoon~
⛓Chapter fifteen!

El ambiente creado era un desastre completo de luces, música y sustancias.


Dos herederos importantes habían llegado hace poco tiempo, ganando la
atención completa en cuestión de segundos.
La avenida Brooks estaba compuesta por una cadena de bares y lujosos
hoteles, donde cada mes se exhibían diferentes razas de alfas con el propósito
de crear subastas valoradas en millones.
Misma razón que orilló a ambos amigos a asistir. Aunque cada uno tuviese
razones diferentes.
Jimin estaba confiado.
Taehyung estaba nervioso.
El consumo de sustancias quedó completamente olvidado cuando el ocaso
llegó. Para ese momento todos los presentes se estaban preparando, pues la
primera subasta de la noche estaba por comenzar.
El peliazul miró a su lado y se encontró con Jimin jugueteando con una
beta. Su mejor amigo lo acompañó a la subasta sin demostrar sus intenciones,
generando que la curiosidad en Taehyung aumentara.
De lo único que estaba seguro era que esa noche obtendría su primer
juguete. Sin importar el precio, sin importar las consecuencias; y debía
admitir que, una porción de él, se encontraba ansiosa.
No había visto a Hoseok desde aquella madrugada, y para el omega era
mejor así. El paso que estaba por dar cambiaría su vida, ya sea para bien o
para mal, y sabía que la presencia constante del beta jamás le permitiría
avanzar, mucho menos tomar sus propias decisiones sin pensar en los demás.
La característica risa coqueta de su acompañante ocasionó que mirara a su
lado. Jimin reía abiertamente, con sus manos acariciando la cintura pequeña
de la chica, mientras le susurraba alguna barbaridad al oído que fue capaz de
sonrojarla.
Taehyung entendía perfectamente el juego del heredero; sabía que existía
algún propósito oculto tras tanta galantería y besos apasionados. Sin
embargo, la subasta aún no daba comienzo, y él ya estaba aburriéndose de no
tener alguien con quien charlar.
Fue una fortuna que Jimin se despidiera de la beta diez minutos después,
con un último beso y una sonrisa coqueta que quedó grabada en los ojos
expresivos de la mujer.
Cuando ambos amigos quedaron solos compartieron una única mirada.
Jimin pidió una bebida y se concentró en analizar su alrededor, mientras
Taehyung lo veía directamente a él.
—¿La volverás a ver? —inquirió curioso.
Jimin sonrió sobre el cristal de su copa. —No será necesario.
—¿A qué has venido, Jimin? —preguntó esta vez—. ¿Comprarás algún
juguete?
—Necesito un par de alfas, Tae —respondió sin dar más detalles—. Dicen
que la subasta de esta noche promete, así que nosotros debemos salir de aquí
sólo con lo mejor.
Los laboratorios estaban bajo las órdenes de Jimin y para dar inicio con las
pruebas eran necesarios algunos alfas insignificantes. El pelinegro había
llegado hasta ese lugar con ese propósito, además que, algún tipo de
información extra que pudiera obtener nunca estaría de más.
La hermosa beta que se había encontrado le resultó bastante útil. Gracias a
ella pudo saber que los trámites de la subasta habían sido ilegales, y si era de
ese modo, Jimin tenía la oportunidad de conseguir a algún alfa poseedor del
virus del que le habló su padre, o al menos obtener un cuerpo compatible.
Necesitaba dar inicio con las pruebas lo más antes posible; con su
matrimonio cerca, el mando absoluto de la manada caería en sus manos tarde
o temprano, así que Jimin debía exterminar todo resquicio de amenaza para
que nada interfiriera en su camino al poder.
—Las personas que participarán en la subasta, hagan el favor de sentarse
en sus lugares correspondientes, ¡estamos por comenzar!
La voz del anunciador resonó por cada rincón del lugar. Jimin terminó el
contenido de su copa y miró a su mejor amigo con una sonrisa ladina.
—Vamos a conseguir algunos alfas, Tae.
Taehyung respondió a la sonrisa de su amigo y luego se puso de pie. Juntos
caminaron por el lujoso salón hasta que llegaron a unos grandes sillones de
cuero negro, con una mesita de centro ubicada frente a ellos que tenía sus
nombres grabados.
Desde su nuevo puesto podían ver a la perfección la tarima en la que los
alfas caminarían frente a los omegas que pensaban obtenerlos, sin importar el
costo.
La música cesó de forma notable mientras las personas continuaban
ubicándose en sus lugares. Jimin miró a su acompañante y lo notó nervioso,
sobretodo porque Taehyung no dejaba de mordisquearse el labio inferior y
miraba a su alrededor con inquietud.
—Oro y plata —comentó Jimin, ganando la atención del menor—. El
precio de los alfas dependerá de su raza, así que escoge a alguno valorado en
oro o plata.
—¿Qué ocurre con los valorados en bronce? —preguntó Kim.
—Son basura —respondió el pelinegro con su mirada viajando de un lado
a otro—. Generalmente se trata de alfas débiles que no tendrían el
rendimiento que buscas, enfermarían, y en cuestión de semanas morirían —
su mirada se encontró con la de Tae—. Conclusión: perderías dinero en algo
inservible.
Taehyung sonrió juguetón. —Hablas como si tuvieras experiencia con
comprar juguetes, Jimin. Hasta donde sé, nunca lo has hecho.
—Pero los he alquilado para divertirme y el precio no varía mucho —
afirmó—. Sigue mi consejo, Tae; mereces sólo lo mejor.
El peliazul asintió en silencio. Pocos minutos después un conjunto de luces
doradas alumbraron el escenario donde apareció un beta bastante sonriente,
quien sostenía un micrófono a la altura de sus labios.
—¿Están listos damas y caballeros? —cuando obtuvo gritos y aplausos, el
beta volvió a hablar—. Daremos inicio con la subasta de la noche.
En ese mismo instante seis alfas se dejaron ver bajo los ojos codiciosos de
sus posibles dueños. Todos ellos eran hombres, altos, atractivos, vestidos con
pantalones de color marrón y una cadena simple de hierro sujeta al cuello,
revelando sus fuertes brazos y tentadora musculatura.
Jimin los observó detenidamente, por supuesto que todos eran agradables a
la vista, pero por alguna razón no terminaban de convencerle.
Sentía que no tenían el mismo encanto tierno que su alfita poseía de forma
tan natural.
Sacudió su cabeza cuando el pensamiento de Yoongi amenazó con
nublarle la mente. En ese momento no necesitaba pensar en él, tenía que estar
concentrado en lo que tenía frente a él, ya que de esos seis, dos irían
directamente a sus laboratorios.
Volvió a mirar a los alfas, y en esa ocasión notó la pintura distintiva que
adornaban sus brazos. La de color marrón estaba en dos alfas, lo cual
significaba que esos valían bronce, por lo tanto, inservibles.
Tres de ellos tenían pintura plateada en sus brazos. Valor de plata, así que
eran candidatos buenos para que Jimin pudiera elegir.
Y finalmente...
—Jimin... mira al alfa que está en el extremo izquierdo —habló Taehyung,
rompiendo toda la concentración del mayor.
El pelinegro miró al único alfa de aquella subasta que estaba valorado en
oro. Era sin duda alto, mucho más musculoso que todos los demás y de piel
blanca; tenía una cabellera oscura, larga y desordenada que le daba a su
mirada fiereza.
Jimin también notó que la cadena de ese alfa era mucho más gruesa,
además que, también tenía un bozal de hierro que le cubría casi la mitad del
rostro.
Sus ojos se encontraron con los de ese hombre por un par de segundos, y
en esa mirada Jimin pudo ver la fuerza de una bestia, con la rebeldía propia
de su especie.
Sonrió torcido, no existía duda alguna.
Aquel era un alfa legendario.
—Cómpralo —dijo, con su mirada puesta en el alfa insolente que no se
amedrentaba.
Taehyung se sobresaltó. —Es un alfa legendario, creí que tú querías
obtenerlo.
—Nada de eso —resopló Jimin—. Los alfas que busco no son para
diversión personal, así que compraré alguno de plata —miró a Tae
directamente—. Cómpralo y hazlo tu esclavo.
Los ojos miel de Taehyung fueron directamente hacia el alfa de gran
tamaño. Era atemorizante para él notar el salvajismo que el hombre tenía,
porque desde su lugar el peliceleste podía escuchar los gruñidos bajos y
amenazantes que el tipo soltaba, importándole poco estar rodeado de
personas que fácilmente podrían aniquilarlo.
Hizo una mueca. —Dudo mucho que pueda dominarlo, Jimin.
—Eso lo vuelve más divertido —aseguró el mayor—. Confía en mí, estoy
seguro que podrás con ese alfa.
Taehyung soltó el aire que sus pulmones tenían y cerró ambas manos en
puños. Ya basta de inseguridad, ya había tenido suficiente miedo también; él
había llegado hasta ese lugar con la convicción de encontrar sólo lo mejor y
ahora que lo tenía frente a sus ojos y a pocos metros de distancia, no pensaba
dejarlo ir.
Jimin tenía razón al decir que él podría domar a esa bestia.
Iniciaron a subastar a los alfas de menor valor. Jimin y Taehyung no
movieron sus tarjetas por ellos, así que esperaron en silencio hasta que el
momento apropiado llegara.
Los alfas de plata tuvieron más demanda. Al final Jimin decidió comprar
sólo uno, ya que si las pruebas resultaban un fiasco no tendría tanto para
desechar; es por ello que aguardó en silencio hasta que llegó el momento de
ofrecer por el alfa que había escogido.
Un tipo de cabello rizado y rubio, bastante descarado ya que desde su lugar
en la tarima no había parado de devorar a Jimin con la mirada.
—¡Iniciaremos con cien monedas de plata! —dijo el anunciador,
apuntando al alfa rubio que era el objetivo de Jimin—. ¡¿Quién da más?!
—¡Doscientas monedas de plata! —exclamó una omega de ajustado
vestido blanco y cabellera roja.
—¡Trescientas monedas de plata! —propuso un omega bajito.
—¡Quinientas monedas de plata! —gritó la chica pelirroja.
—¡Mil monedas de plata! —gritaron al fondo.
—¡Dos mil monedas de plata! —volvió a gritar la omega del principio.
Escasos segundos de silencio le dieron al anunciador la oportunidad de
tomar la palabra:
—¡Dos mil monedas de plata! A la una, a las dos...
—Cuatro mil monedas de plata.
El silencio fue absoluto luego que Jimin dijera su única oferta. El omega
miró al alfa que pretendía comprar y sonrió divertido al verlo tan cómodo con
la idea de pertenecerle, si tan sólo supiera que no sería de la forma que
imaginaba.
—¡¿Quién ofrece más?! —preguntó el anunciador con euforia.
Pocos segundos más de silencio y finalmente estaba la exclamación final:
—¡Vendido al joven Park!
La subasta no se detuvo, es más, el gradiente de tensión entre los
compradores no hizo más que aumentar cuando el último alfa disponible se
posicionó en el centro del escenario.
Nuevamente el anunciador tomó la palabra:
—Hace unos días mi grupo de cazadores exploró las profundidades de los
bosques. Se encontraron muchas cosas interesantes y entre todas ellas este
ejemplar que les presento —con fuerza tiró de la cadena obligando al gran
hombre a que diera un paso más al frente, donde las luces lastimaban sus ojos
—. Es un alfa legendario, hicimos los estudios necesarios para asegurarlo, y
esta noche podría pertenecer a alguno de ustedes, si están dispuestos a pagar
un precio justo.
Taehyung podía escuchar diversos comentarios respecto al alfa y para él
fue sencillo entender que todos los presentes estaban dispuestos a comprarlo.
Miró a Jimin de soslayo, no tardando en recibir un asentimiento de apoyo.
—Comenzaremos con una cifra inicial de mil monedas de oro —dijo el
anunciador como águila lista para obtener su recompensa—. ¿Quién ofrece
más?
—Mil quinientas monedas de oro —habló la omega pelirroja que intentó
comprar antes.
—¡Dos mil monedas de oro! —exclamó otra mujer, ya rondando los
cuarenta.
—Vamos Tae —instó Jimin en un susurro—. Haz tu primera oferta.
El peliazul cerró los ojos por un breve momento, su mente se cerró a todo
pensamiento débil y romántico para dejar salir su lado competitivo y
ambicioso.
—¡Cuatro mil monedas de oro! —lanzó sin dudar.
Y justo en ese momento, la mirada salvaje del alfa impactó en Taehyung.
El omega se estremeció por completo. Nunca en su vida había visto tantas
emociones en una sola mirada, mucho menos de un alfa. En aquellos ojos
veía furia, impotencia, soberbia; pero también había determinación y coraje,
provocándole un gran cosquilleo que adormeció cada una de sus
extremidades.
—¡Cinco mil monedas de oro! —atacó la omega pelirroja.
Estaba determinada a ganar, pero Taehyung también.
—¡Seis mil monedas de oro! —contraatacó Kim, dándole una mirada fría a
su contrincante.
—¡Vamos, damas y caballeros! ¡Pueden ofrecer mucho más que eso! —
animó el anunciador, con su mente trastornada por todo el dinero que aquella
cacería le estaba generando.
La chica volvió a ofrecer. —¡Ocho mil monedas de oro!
Hubo un pequeño momento de silencio y luego el anunciador estaba
hablando. Cuando parecía darle la victoria a la omega, Taehyung se puso de
pie, ganando toda la atención de los presentes.
—Doy veinte mil monedas de oro por ese alfa —decretó con convicción, la
mirada en alto y porte orgulloso.
El anunciador ni siquiera lo pensó tanto.
—¡Vendido al joven Kim!
Y cuando su mirada se encontró nuevamente con la de aquel alfa, fue que
Kim Taehyung supo que ya no había vuelta atrás.
Ahora tenía un juguete.

Hola, lamento tanto la demora.


Espero que el capítulo les haya gustado, aunque sea un poco. Muchas
gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter sixteen!

Jimin y Taehyung fueron los primeros en abandonar la avenida Brooks.


Apenas la subasta finalizó ambos omegas se subieron a la camioneta que
los transportaría, mientras sus recientes adquisiciones iban aseguradas en
jaulas dentro de un camión de carga.
El camino fue tranquilo y silencioso, cada uno sumergido en su propio
mundo de pensamientos y posibilidades que se creaban tras las decisiones
que fueron tomadas hace pocas horas; sin embargo, el más tenso de ambos
era Taehyung.
La imagen del alfa legendario que ahora le pertenecía estaba arraigada en
lo profundo de su mente. Toda esa fuerza, salvajismo y letalidad podría ser
una combinación que le causaría problemas y él en serio dudaba mucho de
poseer lo que se requiere para doblegar un juguete de ese calibre.
Sabía que de ambos, Jimin era el único capaz de hacerlo. Pero el alfa le
pertenecía a él, y no había marcha atrás para poder cambiarlo.
Trató de encontrar el lado bueno y no tardó en hacerlo. El hombre era
atractivo, aún si Taehyung no pudo detallar bien su rostro sabía que su
belleza era incuestionable, así como lo era toda la musculatura firme que le
provocaba un leve cosquilleo en sus manos ansiosas por tocar y conocer.
La camioneta se detuvo cuando la residencia Kim estuvo a la vista. El
omega de cabellera azul tomó su bolso y con un asentimiento se despidió de
su amigo para finalmente ingresar a la mansión.
El movimiento en el área estaba activo, el omega supuso que se debía al
cambio de los guardias ya que la madrugada estaba en todo su esplendor.
Caminó con seguridad por los primeros pasillos, deteniéndose cuando dos
betas se interpusieron en su camino.
—Joven Kim —saludó uno de ellos con una reverencia—. Aquí tiene la
llave de la habitación de su juguete, ya le han implantado el chip.
Se detuvo abruptamente. —¿Ya está aquí?
—Lo trajeron hace diez minutos aproximadamente.
—¿Cuál es la habitación? —preguntó, mientras retomaba su camino.
—La que está frente a la suya —informó el mismo beta—. Fueron órdenes
de su padre.
—¿Mi padre está en casa?
—No, joven —respondió el otro beta, en ese momento Taehyung hizo nota
mental de aprender sus nombres—. El señor Kim está en una misión de
emergencia en el bosque del sur.
—Bien, a partir de aquí iré solo —indicó al par de hombres cuando
llegaron al pasillo de habitaciones.
—Como ordene, si necesita algo no dude en llamarnos.
Taehyung asintió y sin perder tiempo se internó en el amplio pasillo. El
aroma ácido del alfa le golpeó directamente logrando desequilibrarlo por
breves instantes.
La esencia era fuerte y para el omega fue fácil deducir que su juguete no se
encontraba para nada feliz con todo lo que estaba sucediendo.
Abrió las puertas dobles que pertenecían a la nueva habitación del alfa y
entonces la esencia aumentó. El peliazul se obligó a ignorar la molestia en su
nariz y sin vacilación alguna ingresó haciendo notar su presencia.
Lo primero que sus ojos miraron fue una gran jaula cuadrada con barrotes
gruesos, estaba seguro que fue armada en la habitación pues no existía otra
forma para explicar cómo pudieron ingresarla por las puertas. Dentro de la
jaula estaba el alfa, y a diferencia de hace algunas horas, no tenía puesto el
bozal, permitiendo que Taehyung conociera su rostro con claridad.
Cejas pobladas, ojos amarillos casi rozando el dorado, nariz definida,
labios medio gruesos, el cabello estaba suelto y le caía en cascadas de ondas
sobre los hombros.
Sus ojos se encontraron por un largo momento, ahora que estaban tan cerca
el omega también pudo ser consciente de la significativa diferencia de
estaturas que ambos tenían, ya que aquel alfa fácilmente le sacaba una cabeza
de altura.
—¿Es aquí donde me pides que te folle?
La voz ronca del alfa sorprendió a Taehyung, el omega lo miró perplejo, a
decir verdad no se esperaba algo mejor, pero sí le irritó la insolencia que el
contrario demostró.
—No te he ordenado que hables —respondió con dureza. No le gustaban
las faltas de respeto.
Lo miró sonreír burlonamente, pero esos ojos amarillos seguían
demostrando rebeldía y salvajismo.
—A mí ningún omega con aires de grandeza va a venir a ordenarme —
gruñó con rudeza, mientras sus manos apretaban con fuerza los barrotes de su
cárcel. Otra vez sonrió y esta vez un toque oscuro acompañaba esa sonrisa—.
Claro que, si quieres sentir como es una verdadera cogida podemos negociar
los términos.
Taehyung le devolvió la sonrisa, pero la diferencia es que la suya era de
completo egocentrismo. Bien, si su juguete quería ser rudo, así sería.
—No tengo que negociar nada con mi esclavo —sentenció, regocijándose
cuando el alfa lo acribilló con la mirada—. Si quiero puedo montarte cuando
yo quiera y tú no podrías hacer algo para detenerlo.
El alfa lo miró de pies a cabeza con completo descaro, demostrando con
ello lo primitivo de sus instintos, o quizás era su forma inútil de incomodar al
omega.
—Atrévete —murmuró en voz baja—. Pero te advierto desde ya que no
lidiaré con consecuencias.
—Creo que te quitaron el bozal antes de tiempo —comentó el omega con
expresión pensativa—. Eres insolente y conmigo vas a aprender a educarte,
lobito.
—No me llames lobito —gruñó en amenaza.
Taehyung soltó una carcajada. —Tú no eres quien ordena aquí, y para mí
será un placer enseñarte cómo a los omegas nos gusta dominar.
El omega tomó el bozal de hierro que estaba en el mueble frente a la cama
y sin miedo o vacilación abrió la gran jaula que contenía a su salvaje juguete,
con una sola intención en su mente.
El alfa se removió furioso, pero las cadenas que le sostenían se tensaron
para inmovilizarlo con fuerza, sintiendo con desagrado el toque del otro al
colocarle aquella estúpida cosa que le quitaba toda oportunidad de hablar y
gritar.
Volvía a sentirse dominado y no le gustaba, mucho menos si aquel omega
simplón era el que pretendía darle una lección. Lo miró con odio contenido,
al tiempo que su garganta emitía gruñidos amenazantes que no lograban salir
gracias al fuerte bozal de hierro.
—Vamos a ver si unos días con esto no logran domarte un poco —habló el
omega mirándolo fijamente—. Soy bastante tranquilo, pero tu
comportamiento malcriado es algo que no voy a tolerar ni hoy ni nunca —
advirtió con rigidez en su voz—. Atrévete a desafiarme, y juro hacerte trizas,
¿lo has comprendido, lobito?
Taehyung salió de la jaula y se encargó de asegurarla. Caminó hasta el
buró derecho de la recámara donde una carpeta gris que contenía toda la
información existente del alfa esperaba por ser revisada.
Leyó la única hoja que contenía para saber de primera mano los datos de
su juguete.
Raza: Alfa legendario.
Edad: Diecinueve años.
Características del lobo: Marrón oscuro, ojos verdes, colmillos en
etapa final de desarrollo.
Fertilidad: 94%.
Peso: 76 kilogramos.
Estatura: 1.88 metros.
Observaciones: Comportamiento salvaje, violento por naturaleza.
Nombre: Jungkook.
Yoongi se encontraba pensativo.
Era temprano y el frío de la mañana entorpecía el trabajo de algunos en la
mansión; sin embargo, el alfa estaba en el jardín trasero con la vista fija en un
mismo punto y sin hablar.
A su lado estaba NamJoon, quien se encontraba un tanto extrañado por el
comportamiento del alfa. Sabía que no podría continuar así por mucho
tiempo, así que decidió salir de dudas.
—¿Por qué estás tan callado? —le preguntó.
—Amo no vino anoche —murmuró bajo, una pequeña arruga dibujándose
en medio de sus cejas.
—No es raro en Jimin —comentó el beta ganándose la atención del
contrario.
—¿No? —inquirió.
—Le gusta divertirse por ahí —dijo con un encogimiento—. No te
preocupes, ya vendrá.
Yoongi asintió desganado, volvió a concentrarse en las copas altas de los
árboles que se vislumbraban a la lejanía, mientras su interior luchaba por
mantenerse en calma, aún cuando sus propios pensamientos fuesen una
avalancha en su contra.
En medio de su silencio pudo escuchar el ruido de un motor que le
devolvió la energía. Se puso de pie de un salto y caminó los metros que lo
separaban de la entrada por donde una camioneta blanca hizo su ingreso.
La sonrisa que se quiso formar en sus labios murió inmediatamente cuando
notó que no era el omega que quería ver.
NamJoon se quedó de pie a su lado, ambos mirando en silencio al hombre
de cabellera gris que se acercaba con elegancia en compañía de un grupo
completo de peones.
—Hoseok —saludó Nam con una leve mueca.
El recién llegado respondió al saludo y luego miró detenidamente al alfa
que lo asesinaba con aquellos ojos dorados. Sonrió ladino, mientras
observaba con repulsión el collar de plata que el salvaje usaba en conjunto
con una cadena sujeta en la cintura.
—Como todo buen perro —murmuró desdeñoso.
Yoongi se tensó, sintiendo como el lobo en su interior se removía con
ansias de salir para destrozar el rostro asqueroso que tenía a menos de un
metro de distancia.
NamJoon colocó una mano en el hombro izquierdo del alfa para
tranquilizarlo. No importaba que tan hijo de puta fuese Hoseok, él era el
prometido del sucesor y se sabía que de una pelea de ambos, la peor parte
sería para Yoongi.
—¿A qué has venido? Jimin no se encuentra —informó NamJoon con
calma.
Hoseok asintió. —Lo sé, mi querido prometido se la pasó en medio de
piernas ajenas y comprando más alfas para su colección.
Cada palabra que fue dicha fue un pinchazo letal y venenoso que cayó sin
piedad en Yoongi. ¿Otros omegas? ¿Su amo compró más alfas? Trastabilló
hacia atrás completamente desorientado, y con una opresión en su pecho que
le estaba costando controlar.
Nuevamente NamJoon se encargó de sostenerlo, a la vez que le lanzaba
una mirada confusa y molesta al beta sonriente que había llegado.
—Estás mintiendo —fue lo que se le ocurrió decir.
Hoseok chasqueó la lengua. —No tengo la necesidad de hacerlo. Ayer
Jimin asistió a la subasta que se llevó a cabo en la avenida Brooks y según
me informaron compró un alfa para luego pasar la noche con algunos omegas
del lugar.
—N-nam... mi habitación —pidió Yoongi con la respiración inestable.
No quería estar en el mismo lugar que aquel hombre, no quería recordar
que ese beta sería el esposo de su dueño, que él sería el dueño de sus noches
y que él...
—Me temo que tu urgencia no podrá ser atendida —habló Hoseok
interrumpiendo los pensamientos del alfa.
—¿Por qué? —preguntó NamJoon. Yoongi sólo se dedicaba a mirarlo en
silencio.
—Estoy a cargo de hacer el conteo de los alfas que se encuentran de forma
legal en la manada —respondió con las manos dentro de los bolsillos del
pantalón—. Dejé de último al juguete de Jimin para brindarle mi completa
atención.
—Espera que Jimin regrese para que puedas hacerlo —dijo Nam, teniendo
un mal presentimiento.
Hoseok alzó una ceja. —Soy el segundo al mando en esta manada, ¿quien
eres tú para darme especificaciones de cómo debo proceder?
—Yoongi le pertenece a Jimin.
—Y Jimin me pertenece a mí —dijo con soberbia, lastimando más al
silencioso alfa.
—No puedo permitirlo, Jimin dijo que...
—¡Guardias! —exclamó Hoseok, deteniendo las palabras del rubio—.
Amarren a este animal y llévenlo a la camioneta.
Siete hombres se fueron encima de un confundido y asustado Yoongi. No
le dieron oportunidad de defenderse, lo ataron con cadenas que llevaban
pequeñas espinas incrustadas las cuales le hirieron hasta hacerle sangrar.
NamJoon trató de intervenir, pero fue detenido por un par de guardias más.
Miró con angustia cómo se llevaban al alfa utilizando fuerza bruta y
golpeándolo cada vez que Yoongi les gruñía.
Su mirada se encontró con la de Hoseok y sin vacilación sentenció:
—Jimin te hará trizas cuando se entere.
La sonrisa burlona del peligris no se hizo esperar. —Para cuando lo haga
ya habré cumplido mi objetivo.
Se subió en la misma camioneta que llegó y cuando el vehículo se iba
alejando de los terrenos de la mansión se permitió soltar una carcajada.
—Bien, querido Jimin —murmuró con la vista fija en la carretera—.
Veamos que eres capaz de hacer por tu juguete favorito.
Holiii, lamento la demora, pero traje nuevo capítulo
En un principio no pensaba formar un KookV pero mi mente me hizo
cambiar de opinión y pues aquí los primeros resultados
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Teorías de lo que pasará?
Muchas gracias por leer y perdón por cualquier falta ortográfica.
⛓Yoon~
⛓Chapter seventeen!

Había dado comienzo.


Durante esa madrugada el salón central del laboratorio principal fue
entregado al sucesor para que llevara a cabo las primeras pruebas.
Jimin ingresó al lugar seguido de un reducido equipo que trabajaría a su
lado. Tenían instrumental de última tecnología, y habían implementado la
mejor seguridad para que ningún ataque fuese capaz de derribar todo aquello
que planeaban construir.
Los ataques a la manada estaban aumentando, diversos cadáveres fueron
encontrados gracias a la revisión liderada por el comandante Kim SeokJin,
quien en su primer análisis arrojó la cantidad de trece cadáveres, entre las
edades de diez y veinte años.
El informe completo llegó a manos de Jimin hace algunos minutos. Tal y
como imaginó todas las muertes fueron provocadas, tenían marcas similares y
las horas coincidían dando un claro indicio que las víctimas perecieron al
mismo tiempo, para luego ser trasladadas al bosque donde fueron tiradas.
Existía una amenaza grande y oscura acechándolos, y Jimin no pensaba
quedarse de brazos cruzados cuándo perfectamente podía devolver un golpe
mayor a los culpables.
—Omega Park —llamó uno de sus asistentes—. El cadáver que solicitó
acaba de llegar.
—Colóquenlo en la mesa B07 —ordenó.
SeokJin fue astuto al enviar de forma anónima uno de los cadáveres
encontrados. Necesitaban pruebas directas para los primeros estudios, ya que
según lo que tenían hasta ahora, esos cuerpos tenían menos de veinticuatro
horas de haber perecido.
Jimin se colocó un traje de protección con gafas y mascarilla, enguantó sus
manos para posteriormente caminar hasta la camilla donde descansaba el
cadáver de una mujer rondando los veinte años.
—Pupilas dilatadas, piel pálida, coagulación masiva —mencionó para que
su asistente tomara nota—. Diversas marcas punzantes y hematomas en el
abdomen y cuello —con sus dedos abrió la boca del cadáver y continuó—:
resquicio de sangrado en encías, nariz y oídos.
—Son los mismos síntomas que hemos venido observando en los últimos
meses —comentó el científico que estaba bajo sus órdenes.
Cuando Jimin le pidió a su padre que le asignara al mejor equipo sabía que
el hombre cumpliría.
Felix era un omega talentoso dentro de su rama de trabajo, bastante
discreto y leal con quienes lo merecían. Ya habían tenido algunos trabajos en
conjunto hace un tiempo, así que para el sucesor resultaba cómodo tenerlo
como mano derecha en tan delicada y secreta tarea.
—Debemos obtener algunas muestras para determinar la letalidad del
veneno que usaron y así empezar a construir un mapa que nos guíe a la lista
de ingredientes para crearlo —habló Jimin para que todo su equipo supiera lo
que tenían que hacer.
—Necesitamos la sangre de un alfa para activar el virus —comentó Felix,
al mismo tiempo que comenzaba a tomar muestras de piel del cadáver con la
ayuda de un bisturí—. La teoría más fuerte que tenemos es que necesitan de
alfas para que el veneno ataque, de lo contrario continúa encerrado en el virus
que propagan, así que necesitamos de un alfa para continuar trabajando.
—¿Por qué utilizarían a los alfas de esa forma? —preguntó uno de los
asistentes.
—Los alfas han ganado mayor popularidad dentro de los omegas y es
curioso que esa jerarquía sea la que está siendo masacrada. ¿Lo peor de todo
esto? Que ocurre en nuestras narices —respondió Jimin, y cada palabra dicha
tenía sentido con todo lo que estaba sucediendo.
Felix se irguió derecho. —Necesitamos a uno vivo para comprobar la
teoría.
La sonrisa que se formó en los labios de Jimin fue una perfecta
combinación de lo que él era: crueldad, astucia, frialdad y locura.
Se necesitó de un único chasquido de sus dedos para que al lugar
ingresaran una jaula de hierro de gran tamaño, la cual en su interior albergaba
a un hombre alto y fornido que por sus aromas se presentó como un alfa.
—Es un alfa de plata —informó ante el silencio que se formó luego del
ingreso del alfa—. No es un rango tan alto, pero nos servirá.
Felix se acercó hasta la jaula, sus ojos analíticos observaron al hombre
encerrado en ella, obvió por completo el temor que demostraba al no saber lo
que le pasaría dentro de aquellas paredes, y se concentró en lo único
importante para su estudio.
Luego de algunos segundos encaró a Jimin.
—Servirá, pero las posibilidades se dividen en un cincuenta por ciento —
advirtió—. Si este alfa no sobrevive al estudio tendremos que buscar a uno de
mayor categoría.
—Empieza con él —dijo el sucesor, sonriendo oscuro al hombre que había
comprado—. Si no funciona traeré otro, alfas sobran.
—Como ordenes, comenzaré con las muestras y los resultados estarán
listos en los próximos dos días —aseguró Felix.
—Los envías a mi correo personal, ya sabes la codificación de seguridad
—hizo una pausa—. No quiero errores, el tiempo es nuestro peor enemigo.
—Entendido.
Jimin salió del salón y mientras caminaba se iba deshaciendo de todo lo
que llevaba encima. Atravesó el pasillo oscuro y subterráneo hasta que el
viento frío sacudió su cabellera.
Tenía cuatro días sin ir a su mansión, estaba cansado por las horas infinitas
de estudio y los muchos documentos que tuvo que firmar para que su trabajo
fuese impoluto.
Lo que más deseaba era tomar una ducha larga y luego dormir unas buenas
horas... también quería ver a su juguete.
El alfa cada vez lucía más cómodo en su territorio, había ganado peso, la
piel misma demostraba el excelente estado de salud que Yoongi gozaba y con
ello, los pensamientos de Jimin se arremolinaban con fuerza avasalladora
hasta amenazar con destruir su autocontrol.
Quería montarlo tan rudo, que una parte de él temía que su alfita no
disfrutara de su lado sádico en el sexo. Le frustraba la idea de pensar que no
pudieran complementarse en ese ámbito, porque no importaba toda la ternura
que Yoongi le transmitía, si al final no podía satisfacerlo en la cama.
Subió a la camioneta siendo seguido por su equipo de seguridad, el móvil
en su bolsillo no había parado de sonar durante esos días y hasta ese
momento fue que pudo atenderlo.
Frunció el ceño cuando el nombre de NamJoon se mostraba con insistencia
en la pantalla.
—A la mansión Park —ordenó a su chofer, para luego atender la llamada
que lo tenía confundido.
Escuchó una respiración pesada, esperó y no hubo ningún ruido de la otra
línea. Fue entonces que Jimin comprendió que NamJoon esperaba a que
hablara primero para asegurarse de que la información que iba a dar estaría
segura.
—Soy yo, habla —dijo el sucesor. La camioneta que lo transportaba iba a
máxima velocidad.
—Yoongi está en problemas. Hoseok se lo llevó aprovechando tu ausencia
y es muy probable que lo esté lastimando sólo para joderte.
El omega apretó con fuerza sobrehumana el móvil que sostenía, y luego lo
lanzó al suelo con furia contenida. Las palabras dichas por el beta taladraron
en lo profundo de su mente, e inevitablemente imágenes mentales de lo que
posiblemente estaba ocurriendo con su juguete llegaron para atormentarlo.
La ira que llegó no podía compararla con ninguna que haya sentido antes.
Todo desapareció, todo se volvió negro en su mente como una tormenta
tempestuosa que infectaba lo que tocaba.
Se extinguieron el cansancio, el sueño, el hambre; lo único que brillaba
con fuerza en su cabeza trastornada era destrozar todo aquello que se
interpusiera en su camino hacia el alfa que le pertenecía.
Lo maravilloso de alguien tan calculador como él era la facilidad con la
que planeaba sus venganzas y la frialdad con la que las llevaba a cabo.
Sonrió ladino, sabía exactamente donde atacar para que Hoseok deseara
nunca haberse metido con lo que era suyo.
—No debiste hacerlo bastardo —susurró en la oscuridad—. No debiste
hacerlo...
El líder de la manada recibió una noticia importante a primera hora de la
mañana.
—El consejo ha solicitado su presencia para una reunión de carácter
importante.
YoonWoo arrugó la frente entre la confusión y el fastidio. —¿Qué quiere
el consejo ahora?
—No se ha dado el reporte oficial, pero mis fuentes indican que se trata de
una denuncia hecha por su hijo Park Jimin contra su prometido Jung Hoseok
—informó su secretario con nervios palpables.
El omega se puso de pie inmediatamente. ¿Una denuncia contra su
segundo al mando hecha por su propio hijo? Era estúpido pensarlo y mucho
más creerlo; sin embargo, la notificación que cayó en su ordenador le
confirmó la verdad dicha por su secretario.
—Enloqueció —gruñó furibundo.
Salió del despacho emanando peligro, los pasos veloces lo llevaron hacia
el salón de reuniones donde el consejo se reunía cada cierto tiempo o como
en esa ocasión, cuando eran requeridos.
La furia que sentía aumentó cuando pudo ver a Jimin a pocos metros de
distancia. Su hijo vestía el uniforme de gala que se usaba en reuniones
importantes, con las medallas ganadas por sus habilidades en las guerras de
territorio.
Cuando llegó hasta él se le lanzó encima logrando acorralarlo en la pared.
Gruñó con ira al escucharlo reír, notando con desagrado toda la insolencia del
menor.
—¿Has perdido la cabeza, Park Jimin? —inquirió amenazante—. ¿Sabes
las consecuencias que esto podría generar?
El sucesor sonrió sin inmutarse. —Es lo que quiero descubrir, padre.
—Hoseok puede ser castigado severamente, incluso relegado de su cargo
—le recordó el líder con los dientes apretados.
—Veamos si así aprende a no meterse conmigo —murmuró Jimin,
perdiendo toda diversión para dar lugar a una furia superior a la de su padre
—. Ahora te sugiero que te apartes de mi camino o lo haré yo mismo.
YoonWoo dejó libre al menor, pero se mantuvo cerca para que no
escucharan lo que hablaban.
—¿De qué lo acusaste?
—Secuestro y experimentación clandestina contra mi único juguete.
El cabecilla de la manada hizo una mueca que no pudo ser comprendida
del todo. Conocía cada una de las leyes de su tierra, y si existía una que
protegía a los alfas era aquella sobre la experimentación, además que, el
secuestro de un juguete que se ha entregado de forma legal es un delito grave,
sobretodo si se trata del único juguete del próximo líder.
—¿Tienes pruebas? —preguntó, su voz baja y su mente consciente de la
gravedad de la falta.
Jimin ladeó la cabeza. —¿Crees que haría una denuncia ante el consejo si
no tuviera pruebas? No soy idiota.
—Aún estás a tiempo de detener esto —dijo el mayor. Sabía que pedía
demasiado, pero su visión iba más allá de un simple juguete—. Deja que
arregle esto con Hoseok.
—Tarde —cortó Jimin con rabia—. Y no digas que no te lo advertí, padre.
Te dije que quería a Hoseok fuera de mis asuntos, más aún a aquellos que
involucraban a mi juguete —le recordó—; no lo hiciste, así que como él,
afronta las consecuencias.
—¿Es una amenaza, Jimin?
El mencionado sonrió con arrogancia. —Si me conoces como dices, sabrás
si lo que he dicho es una amenaza.
—No te reconozco, hijo —fue lo que pudo decir, comenzaba a desconocer
al chico que tenía frente a él y esa era la única verdad de la que estaba seguro
hasta el momento.
—Aún no demuestro lo peor de mí, así que te aconsejo que te vayas
acostumbrando —respondió el pelinegro.
Los ojos oscuros del menor estaban compuestos por la frialdad absoluta.
YoonWoo no supo como manejar la situación ya que nunca se preparó para
algo parecido. Sentía que todo se le estaba saliendo de las manos, todos los
planes que tenía ahora amenazaban con ser pisoteados por su sucesor.
Y por primera vez en su vida no tenía idea cómo proceder.
—¡La reunión va a comenzar! —anunció un beta para que todos aquellos
que aún continuaban fuera del salón ingresaran.
Jimin no se molestó en mirar las expresiones patéticas de su padre. Ingresó
al salón con la seguridad intacta, dispuesto a convertir en polvo al nervioso
beta que yacía sentado en la silla de los condenados.
Sonrió amplio cuando sus ojos se encontraron con el que aún era su
prometido.
<<Te haré sufrir el triple de lo que le hiciste sufrir a él>> se prometió, y
la ferocidad en su mirar se encargó de anunciarlo.
Porque el sucesor siempre cumplía con sus promesas, y estaba a punto de
demostrarlo.
Holaaaa, antes que nada quiero aclarar que el próximo capítulo será
complementario a este. De ese modo comprenderán mucho mejor, lo
prometo.
Una cosa más... ¿qué les parece la historia?, ¿es buena?

Muchas gracias por leer y por siempre apoyarme.


¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter eighteen!

Horas antes de la audiencia: tres de la madrugada.


Hoseok estaba molesto y estresado. Se iban a cumplir tres días desde que
tenía al juguete de su prometido en cautiverio, y no había logrado avanzar
gran cosa en su investigación.
Sin embargo, no estaba en sus planes rendirse.
Existía algo en ese alfa que no le gustaba. Él estuvo presente cuando lo
capturaron, él fue testigo directo de la violencia animal que ejercía al
momento de atacar, pero ahora todo lo que podía escuchar era la sumisión y
obediencia que demostraba con Jimin, haciéndole dudar de sus mismas
sospechas y provocando que sintiera más rabia al no poder comprender lo
que sucedía a su alrededor.
Como segundo al mando era su deber cuidar por el bienestar de la manada.
Hoseok se había comprometido a limpiar todas las impurezas que mancharan
el dominio de la familia Park, y si para ello necesitaba ser odiado por el
heredero, era un precio que estaba dispuesto a pagar.
Soltó un suspiro cansado para luego ingresar al salón de estudios donde
estaban sus cómplices y el alfa que yacía despierto y encadenado.
De inmediato los ojos feroces se percataron de su presencia. Hoseok se
detuvo frente a la jaula que contenía al alfa, dibujando una sonrisa ladina al
verlo completamente herido.
Debía admitir que no soportó la tentación de torturarlo. Cada vez que el
alfa se negaba a cooperar, el látigo de cuchillas del beta hacía su trabajo,
hundiéndose en la piel blanca hasta que toda la espalda de Yoongi quedó
bañada en sangre con la carne expuesta.
—¿Tenemos algo? —preguntó en voz alta.
—Los estudios fueron negativos —respondió una mujer, provocando una
mueca confusa en el beta.
—¿Estás completamente segura?
—Sí, este alfa no es portador del virus como sospechabas.
—Bien, saca unas cuantas muestras de sangre para guardarlas —ordenó—.
Por el momento no es importante, pero no sabemos en un futuro, y no
debemos confiarnos.
—Jung —llamó la mujer—. Este alfa es el esclavo de tu prometido y ya lo
has tenido demasiado tiempo en cautiverio —le recordó con la voz tensa—;
sin mencionar que te atreviste a torturarlo.
—En un futuro, Jimin me lo agradecerá —dijo convencido, para
nuevamente concentrarse en el alfa que no le apartaba los ojos de encima.
Hoseok admitía que era un alfa fuerte. Todos esos días los soportó sin
comer ni beber, además que no colapsó en ningún momento, pese a estar
herido, y demostró mucha terquedad al negarse a responder cada una de las
preguntas que el beta le hizo.
—Mírame bien, bestia —demandó, colocándose frente a la jaula.
Yoongi oscureció la mirada, con todo el cuerpo tenso debido a la presencia
de ese hombre que no le agradaba en lo absoluto. Es más, el lobo en su
interior se encontraba furioso al no poder salir para destrozarlo como tanto
quería.
—Es lo que hago —respondió, su voz escuchándose baja y hasta
amenazante—. Te estoy mirando.
—Sabes quien soy —afirmó el beta—. ¿Conmigo vas a fingir también?
El alfa arrugó las cejas y ladeó la cabeza, el ardor en su espalda no le
permitía concentrarse en las acusaciones que recibía, ni en nada más. Estaba
cansado, deshidratado y hambriento, él ya no quería estar en ese lugar,
simplemente ansiaba regresar al lado de su dueño.
—Eres el prometido de mi amo —dijo, su voz baja, mientras apretaba con
fuerza los barrotes de la jaula.
—No quiero escuchar lo que todo el mundo sabe —habló Hoseok—. Lo
que me interesa es saber los motivos que tienes para permanecer en este
lugar.
—¡Ustedes me cazaron! —gritó enfurecido.
—Sigues evadiendo, y eso no es muy bueno para mejorar tu situación.
—¿Dónde está mi amo? Sólo hablaré con él.
—¿Desde cuando hablas tan bien? —inquirió Hoseok, mientras se
acariciaba el mentón en gesto pensativo.
—Nam enseña —respondió gruñendo.
—¿Y siempre eres así de insolente?
—No me agradas —aseguró el alfa, mostrándole los colmillos en amenaza.
Yoongi soltó un sonido cargado de dolor cuando las cadenas que le
sujetaban tensaron su cuerpo hasta inmovilizarlo. Sintió terror en el momento
que miró a la misma mujer de los últimos días; ella le había sacado mucha
sangre, y el alfa no sabía la razón, sintiéndose molesto consigo mismo al no
poder evitarlo.
—Tranquilo, dos muestras más y listo —dijo ella, pero el alfa no estaba
dispuesto a tranquilizarse.
Gruñó y se removió a como pudo, poco le importó que las cadenas
aumentaran la gravedad de sus heridas, no estaba dispuesto a permitir que le
sacaran más sangre, al menos debía luchar para no dejarles la tarea sencilla.
Gritó cuando el látigo de las cuchillas impactó en su pecho, el filo penetró
en la piel creando más heridas. A los pocos segundos la sangre salió por
montón, logrando marearlo y que la temperatura de su cuerpo aumentara.
Desconocía el número de heridas que tenía, pero parecían ser las
suficientes como para que el dolor comenzara a doblegarlo.
Comenzaba a sentir los ojos pesados, las extremidades le dolían y la
cabeza le daba vueltas. En medio de esa tortura sintió el pinchazo en su brazo
izquierdo que le dio a entender que nuevamente perdió, ellos habían logrado
obtener más muestras de su sangre.
Fue entonces que Yoongi se rindió, tras días enteros luchando.
Cayó en la oscuridad tranquilizadora; sin embargo, antes de hacerlo sus
oídos pudieron captar bien el sonido estridente de armas siendo usadas, y
poco tiempo después gritos aterrados que le dieron una conclusión que sí
pudo acelerarle el corazón.
Su amo había llegado.
Encontrar a su juguete fue en demasía fácil.
Jimin todavía no terminaba de entender las decisiones erróneas de su
prometido. Si quería joderlo debió planear mejor, saber ejecutar, y no
simplemente dejarse llevar para demostrar un poderío que estaba a punto de
perder.
Bastó que hiciera dos llamadas para que un grupo completo de hombres
acudieran al rescate, también solicitó la presencia de NamJoon, pues era
crucial contar con varios testigos para lo que tenía planeado.
—¿Vas a matarlo? —preguntó Nam, mirando como el sucesor cargaba su
arma.
—Mataré su orgullo, eso será peor para él y muy satisfactorio para mí —
dijo el omega.
—Jimin, se supone que iban a casarse pronto, recuerda que debes tener
pareja para asumir el mando de la manada —le recordó el beta—. Planea bien
tus estrategias, no te dejes llevar por las emociones.
—Sé lo que hago.
—¿Estás seguro? —inquirió el moreno.
—No me cuestiones más —riñó el omega, lanzándole una mirada
envenenada.
Minutos más tarde, uno de los betas bajo el mando de Jimin se acercó para
dar el primer informe:
—Hemos tomado la parte norte de la propiedad, estamos a la espera de sus
órdenes.
—¿Localizaron a mi juguete? —preguntó Jimin, mientras se ajustaba un
par de guantes.
—Sí, el alfa se encuentra en el salón que está contiguo a la biblioteca Jung.
El omega sonrió ladino, sabía perfectamente dónde encontrar a su alfita.
—Tomen la propiedad —ordenó.
—¿Qué hacemos con el personal de seguridad? —preguntó el hombre.
—Mátenlos a todos, excepto a mi querido prometido, a ese lo quiero vivo.
La orden dada por Jimin fue cumplida sin objeciones. Todos los hombres
bajo el mando del omega ingresaron a la mansión Jung, disparando sin dudar
para abrir camino a su líder.
El pelinegro caminó en compañía de NamJoon, ambos iban armados, mas
en ningún momento tuvieron la necesidad de disparar, ya que los
subordinados de Park cumplieron al pie de la letra al eliminar toda señal de
vida en la mansión.
Las puertas dobles que dividían a Jimin de su objetivo fueron tumbadas
con la ayuda de explosivos. El sonido estridente provocó que la pared cayera
en escombros, junto a una capa de polvo que anunció la llegada del heredero
del clan.
El omega ingresó, siendo respaldado por todos los hombres armados que le
seguían.
Los ojos oscuros de Jimin buscaron la presencia de Hoseok y no tardó en
encontrarlo, el beta estaba siendo sostenido por dos subordinados que estaban
a la espera de indicaciones.
—Llévenlo a las mazmorras —ordenó el omega, siendo obedecido de
inmediato.
—¡¿Qué se supone que estás haciendo, Jimin?! —preguntó Hoseok en
medio de gritos histéricos.
El omega lo ignoró olímpicamente, y lo hizo porque sus ojos por fin
encontraron al alfa, provocando que la ira controlada sufriera un cambio
brusco cuando lo miró desmayado dentro de una jaula, lleno de heridas y
convulsionando.
—Maldita sea —gruñó por lo bajo, y no tardó en correr hacia la jaula.
Descargó todas las balas que llevaba su arma en la entrada de la jaula,
hasta que el metal quedó destruido y le cedió el paso. Jimin ingresó con la
respiración errática, notando como sus manos temblaban levemente en el
instante que pensaba tocar al alfa.
—¡NamJoon! —gritó, al mismo tiempo que abría y cerraba sus manos para
mantener intacto el frágil hilo de su control.
Lo habían lastimado, lastimaron a su pequeño alfa, y Jimin no estaba
dispuesto a permitir que el causante tuviera una vida tranquila.
El rubio rápidamente acudió al llamado, revisó de forma superficial el
estado del alfa y no le gustó lo que descubrió.
—Está muy mal, Jimin —informó con preocupación.
—¡Eso ya lo sé, carajo! —explotó—. Necesito moverlo de aquí y llevarlo a
la mansión.
—No, mejor a un hospital —recomendó el beta.
—Ni lo pienses —negó el omega—. No sé que le hicieron aquí, no pienso
exhibirlo frente a médicos en los que no confío —siguió diciendo y NamJoon
tuvo que darle la razón—. Lo llevaremos a mi mansión, ahí tendrá todo lo
que necesite.
—Se hará como tú digas —accedió NamJoon, para luego llamar a más
personas para que le ayudasen a mover al alfa.
Jimin se mantuvo en silencio, observando cómo las personas a su alrededor
se movían con agilidad para llevarse al alfa. Miró el reloj en su muñeca,
descubriendo que faltaban un par de horas para que los primeros miembros
del consejo despertaran.
Tenía mucho trabajo y poco tiempo.
—Revisen todo este lugar, quiero documentos, las grabaciones de las
cámaras, y el material que encuentren que pueda demostrar lo que ocurrió
aquí.
Los hombres obedecieron la orden del omega, mientras tanto, Jimin se
encargó de tomar los tubos de ensayo que contenían la sangre que suponía
pertenecía al alfa.
Los guardó con cuidado en el bolsillo derecho de su abrigo, al mismo
tiempo que sus ojos volvían a notar la presencia de Kim NamJoon.
—Yoongi está siendo trasladado a la mansión, ya me comuniqué con un
equipo de médicos de confianza para que preparen todo —informó al omega.
—Necesito que estés a cargo —pidió Jimin.
NamJoon asintió, apoyaría al heredero en todo lo que pudiera, pues sabía
que en ese momento la mente de Jimin funcionaba alrededor de un sólo
objetivo.
Pulverizar a Jung Hoseok.

Holaaaaaaa
Como algunos sabrán (y otros no) hace unos días abrí votaciones para
decidir qué historias finalizar, y pues Alpha's owner resultó ser la
ganadora.
Así que, habrá actualizaciones diarias de esta historia (excepto los
domingos) y no se detendrá hasta que logre finalizarla.
Siento que el capítulo está un poco flojo, pero en mi defensa tenía
muchooo tiempo que no trabajaba en este libro, y me está costando un
poquito adaptarme, más aún si tenemos en cuenta que últimamente he
estado escribiendo romance, y pues aquí las cosas son muy diferentes.
También quiero dar un dato muy importante, y es que en este libro la
edad de los personajes es exclusiva de su lobo. ¿Qué quiero decir? Que
los años que ellos dicen son los que llevan desde que se presentan, ya que
es ese momento donde su lobo nace, y esto ocurre a los cinco años.
Así que, ellos tienen cinco años más que la edad que se ha mostrado en
el libro, por ejemplo:
Jungkook tiene 19 años, así que en realidad son 24 años, debido a que
no cuentan los 5 años que vivieron sin la presencia de su lobo. ¿Se
entiende?
Y así pasa con los demás, aquí les dejo los datos:
NamJoon: 23 años= 28 años.
Hoseok: 23 años= 28 años.
SeokJin: 37 años= 42 años.
Taehyung: 19 años= 24 años.
Jimin: 20 años= 25 años.
Yoongi: 24 años= 29 años.
Y así sucesivamente, simplemente se suman 5 años más a la edad que
se muestre en el libro.
Pensé que ya había explicado este dato, pero cuando releí me di cuenta
que no
Y eso es todo jeje espero que les haya gustado el capítulo.
Infinitas gracias por la paciencia, volví para quedarme. ❤

⛓Yoon~
⛓Chapter nineteen!

El salón de conferencias estaba convertido en un lío.


Todos los miembros del consejo estaban informados de la delicadeza del
asunto, y entre todos ellos era Jung LeeHa quien se estaba llevando la peor
parte. La omega encontraba inaudito el comportamiento de su hijo, y con
angustia aceptó que no podría salvarlo de la ira del heredero.
Cuando Jimin ingresó al lugar, un nuevo caos se instauró. Los susurros
quedaron consumidos en las altas paredes, dando inicio a un ambiente mucho
más pesado y angustiante, donde solamente los aromas de cada quien podrían
delatar los pensamientos internos que experimentaban.
Jimin demostró seguridad, dominio y rudeza. Caminó en medio de todos
ellos con la mirada puesta en el culpable, mientras sus manos se abrían y
cerraban sin detenerse, ya que esa era la única manera que tenía para
entretenerse y no saltar encima del beta que tenía en frente.
Se sorprendió un poco cuando llegó para tomar asiento en el lugar que le
correspondía. Más que todo porque el omega no esperaba ver a Kim
Taehyung en esa audiencia.
Se sentó entre NamJoon y su mejor amigo. Jimin irguió la espalda por
completo, con sus oídos captando algunos susurros y quejas que sinceramente
le importaban una mierda.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó directamente, y no tenía que
especificar a quién se estaba refiriendo.
Taehyung se removió incómodo en su lugar. La verdad era que ni él lo
sabía; lo único que tenía claro fueron las súplicas que le hizo a su padre para
poder estar presente en esa audiencia, lo demás fácilmente podría perderse
con los recuerdos que estaba luchando por olvidar.
—No te preocupes, no intervendré en lo que hagas. —sabía que estaba
dando una respuesta evasiva, mas era la única que podía ofrecer.
—Eso no me preocupa —respondió el pelinegro, su mirada seguía puesta
en el condenado—. Lo que me importa es que sigas siendo mi amigo después
de lo que haré.
A Jimin no le gustaba demostrar la pequeña faceta donde guardaba sus
sentimientos, pero Taehyung era su excepción. Ese omega risueño formaba
parte de lo más preciado que tenía, así que sí, sería un golpe duro para el
heredero si en algún momento su amigo llegara a odiarlo.
Un toque delicado dado en su mano izquierda hizo que saliera de sus
pensamientos. Jimin levantó la mirada, encontrándose con el rostro sereno de
su mejor amigo.
—Siempre seremos mejores amigos, Jim —dijo el peliazul—. No importa
lo que pase ahora, o en un futuro, sabes que puedes contar conmigo.
Jimin le dedicó una sutil sonrisa que desapareció cuando el silencio se
formó en el gran salón, avisándole con ello que el momento había llegado.
Todos los presentes se pusieron de pie para recibir a las máximas
autoridades de la manada: Park YoonWoo, líder actual del clan, y Kim
Jennie, presidenta del consejo, y la encargada de estipular el grado de
culpabilidad que tendría Jung Hoseok.
La omega tomó su lugar en el estrado, mientras que YoonWoo lo hacía
frente a su hijo. El silencio seguía prolongándose, hasta que finalmente pudo
romperse cuando la presidenta comenzó a hablar.
—Nuestro líder, el consejo del clan, generales, capitanes y miembros altos
del ejército, así como nuestro sucesor, Park Jimin —inició, su voz delicada,
pero llena de seguridad internándose en los oídos de todos los presentes—.
Todos estamos reunidos para dar inicio a la audiencia donde se decidirá el
futuro de Jung Hoseok, quien hasta el momento es el prometido del heredero
y segundo al mando; sin embargo, desde este momento he de aclarar que
tales méritos amenazan con perderse, sobre todo si las acusaciones realizadas
contra su persona resultan ser verdaderas.
Jennie dio inicio, y ahora era el momento de que Kim SeokJin hablara
como comandante supremo de los cuatro ejércitos de la manada.
—Esta mañana se recibió un reporte de denuncia —inició a informar,
mientras caminaba lentamente por el lugar—. La denuncia fue hecha por el
joven Park Jimin. Él afirma que su actual prometido, Jung Hoseok secuestró
y experimentó de forma clandestina con el alfa que recibió como regalo para
su cumpleaños número veinte —hizo una pausa para encarar al resto de los
presentes—. Durante la madrugada un grupo armado liderado por el heredero
allanó la mansión Jung, donde encontró lo que necesitaba para demostrar la
verdad de sus palabras.
Todas las personas soltaron exclamaciones de sorpresa, hubo otros que se
negaban a creerlo, y algunos más que seguían pensando que se estaba
cometiendo injusticia sobre un apellido intachable que siempre demostró
lealtad con el linaje líder del clan.
Kim Jennie leyó el documento que el comandante le entregó. Se trataba de
la denuncia formal escrita y con los sellos de cada ejército. Cuando terminó
de leerlo lo dejó de lado, y se concentró en el acusado que hasta el momento
permaneció en silencio.
—¿El acusado niega o afirma tales acusaciones? —preguntó en base al
protocolo a seguir.
—Las afirmo —contestó Hoseok, su voz alta y con seguridad, mientras sus
ojos hacían contacto directo con Park Jimin.
Una nueva exaltación llegó con la respuesta del beta, el escándalo del
público estaba amenazando en crecer, pero nuevamente Kim SeokJin se
impuso, provocando silencio con sus palabras.
—Las leyes de nuestra manada son claras y siempre deben respetarse —
habló con severidad—. Todos los alfas cuentan con protección, está dentro de
los códigos de honor que ninguna persona que se alabe de ser intachable,
debe olvidar —continuó—. La ley 093 especifica directamente que ningún
juguete dado a un linaje fuerte debe corromperse, que de hacerlo el culpable
deberá afrontar las consecuencias, sin importar el costo.
Luego de esas palabras, el silencio que se había formado ganó un peso
abrumador. SeokJin tomó asiento, había dado su aporte y ahora era el
momento para que Park Jimin diera a escuchar su palabra.
El heredero se puso de pie, tenía múltiples miradas, esos ojos le taladraban,
juzgando cada paso que daba y mostrándose impacientes para saber lo que
haría y, más importante aún, lo que exigiría.
—Como heredero absoluto de este clan, exijo que se me respete —inició
con rudeza, mientras sus ojos se oscurecían en esa misma ira que llevaba
reprimiendo—. Desde un principio estipulé que Jung Hoseok no tenía
permitido acercarse a mi juguete, y tenía mis razones para decidirlo —
aseguró, al mismo tiempo que se posicionaba frente al culpable de todo su
mal humor—. Mi prometido demostró el rechazo que siente hacia la raza de
los alfas legendarios, por supuesto que no me afectó en lo absoluto, no hasta
que él mismo me sugirió que me deshiciera de mi alfa.
—¿Son ciertas las palabras dichas por el heredero? —preguntó Jennie a un
beta bastante tenso y malhumorado.
—Atrévete a negarlo —retó Jimin con su mirada consumida en furia.
—No voy a negarlo —respondió el beta, mirando al sucesor sin bajar la
mirada—. Y si todavía existe alguna duda, volveré a repetirlo —sentenció
con una sonrisa ladina—. Los alfas legendarios son bestias salvajes que se
camuflan, ofrecen una imagen engañosa para hacer daño, por eso y muchas
cosas más deberían ser exterminados —aseguró—. ¡Son una amenaza y
deben morir!
El público completo se dividió en opiniones que no tardaron en causar
desorden en el salón. Las palabras que Jung Hoseok dijo con tanta seguridad
fueron capaces de crear una nube de dudas, pero la indignación fue superior a
cualquier otra cosa.
Los ojos de Jimin se encontraron con los de su padre. YoonWoo estaba en
silencio, permitiendo que todo a su alrededor explotara, pero atento para que
las leyes de su manada se cumplieran bajo el mejor de los convenios.
Jennie no tardó en tomar control de la situación.
—Estamos listos para recibir las pruebas —determinó.
Jimin hizo una señal con su mano derecha, y en ese momento Kim
NamJoon entró en escena.
El moreno se acercó hasta donde estaba el heredero, llevaba múltiples
carpetas en sus manos que contenían toda la información que se recolectó
para darle fuerza a la denuncia.
—Aquí están los informes ordenados de lo que ocurrió con el alfa durante
los tres días que permaneció bajo cautiverio —informó el moreno—.
También se entregaron unas grabaciones de la mansión Jung donde se
muestra claramente las torturas que sufrió —indicó, y luego entregó una
última carpeta—. Este es el informe oficial del médico encargado de
atenderlo.
Jennie tomó todos los papeles, y en una computadora que tenía a su
disposición comenzó a analizar los videos donde claramente aparecía Jung
Hoseok torturando a la víctima del caso.
Las grabaciones no tenían sonido, pero las imágenes hablaban por sí solas.
NamJoon regresó a su lugar, mientras que Jimin permanecía de pie. El
heredero no estaba dispuesto a bajar la guardia, necesitaba hundir a Hoseok,
y no descansaría hasta conseguirlo.
Todos los presentes podían notar la tensión que gobernaba al menor de los
Park, y entre todos ellos el más preocupado era Taehyung.
Él, como sobrino de la presidenta del consejo y único hijo del comandante
del ejército sabía muy bien las normas y los reglamentos que componían a la
manada.
Así que, rápidamente se dio cuenta de que su amigo perdería ventaja en su
camino al poder, y no sabía si ese dato era beneficioso o perjudicial.
De pronto, sus ojos hicieron contacto visual con el beta que estaba siendo
condenado. Taehyung no cambió su expresión y Hoseok tampoco lo hizo, lo
único que quizá se mostró en sus miradas fue la resignación vacía con la que
tendrían que vivir de ahora en adelante.
Las personas seguían esperando en silencio y con tensión. En ese momento
la presidenta del consejo estaba leyendo todos los documentos
minuciosamente, era necesario tomarse su tiempo para que al momento de
dar la sentencia no existieran dudas en sus palabras.
Veinte minutos después, Kim Jennie estaba lista para dar a conocer el
castigo.
—De pie el acusado —ordenó.
Hoseok se puso de pie, las cadenas que unían sus manos crearon un sonido
estridente que quedó grabado en la mayor parte de los presentes.
Sobre todo en Jung LeeHa, a quien le estaba doliendo en lo más profundo
de su alma, sintiéndose impotente y temerosa de escuchar la sentencia de su
hijo.
Con el silencio, el dolor, la indignación y la indiferencia de todo el
público, Kim Jennie dio su sentencia.
—Como presidenta del consejo, haré valer los derechos que el alfa
conocido como Min Yoongi tiene al pertenecer a nuestro próximo líder —
inició—. Por tanto, he decidido que a partir de hoy, Jung Hoseok queda
expulsado de los altos miembros de la manada, sin derecho a un retorno —
sentenció—. La familia Jung perderá el estatus, su apellido quedará
manchado por la insensatez de uno de los suyos —continuó diciendo—. Toda
relación existente entre la familia Park y la familia Jung queda anulada,
incluyendo el compromiso de Park Jimin con el acusado.
—¡No es posible! —objetó uno de los miembros del consejo.
—¡El sucesor debe casarse en un mes para tomar su lugar dentro de la
manada! —dijo otro de los miembros.
Jennie no retrocedió en su decisión, rápidamente sus ojos se encontraron
con los del heredero, a quien le habló a continuación:
—Como próximo líder debe saber que cada decisión lleva una
consecuencia —dijo—. ¿Está de acuerdo con el castigo impuesto a Jung
Hoseok?
—Lo estoy, pero también estoy en mi derecho de exigir un castigo más —
pausó en lo que le daba una mirada de odio al beta—. Necesito que pague el
dolor que le hizo pasar al alfa que me pertenece, y que, según la ley, sólo yo
puedo tocar.
La presidenta del consejo se inclinó hacia adelante, mientras sus ojos
astutos miraban con detenimiento a Jimin.
—¿Qué castigo desea que le demos? —cuestionó.
Era un derecho incuestionable del heredero, sobre todo si era alguien de su
pertenencia el que resultó herido. Jennie era una mujer justa, así que estaba
dispuesta a hacer respetar los deseos de su próximo líder, siempre y cuando
las leyes de la manada lo admitieran.
Jimin se irguió por completo, demostrando un porte orgulloso y digno de
su linaje.
Miró a la madre de Hoseok por breves instantes, y con una frialdad
escalofriante, el heredero respondió:
—Humillación pública —sentenció—. Treinta latigazos, frente a toda la
manada, y quiero ser yo mismo quien lo haga.
La petición del omega resultó alarmante para todos los miembros del
consejo que todavía no terminaban de procesar la crueldad con la que el
heredero manejaba la situación.
Sin embargo, Jimin se había hecho una promesa que estaba determinado a
cumplir.
Era una cuestión de orgullo; o era Hoseok, o era él, y el omega no
permitiría que su autoridad fuese pisoteada, ni que nadie lo subestimara.
Él, a diferencia de su padre estaba dispuesto a pasar por encima de todos
para mantenerse en el poder.
Sin importar el costo, sin importar de quién fuera la sangre derramada, y
sin importar a quienes lastimaba en el proceso.
—Concedo el castigo impuesto por el heredero Park —habló Jennie—.
Jung Hoseok será encerrado en una de las mazmorras, y dentro de tres días se
cumplirá con la sentencia de los treinta latigazos.
La reunión finalizó con el último decreto de la presidenta. Jimin miró en
silencio como su antiguo prometido fue amordazado y encadenado para ser
trasladado hacia las mazmorras.
En medio de todo ello, sonrió. Una parte de su venganza ya había sido
ejecutada.
Así que, ya era momento de concentrarse en la recuperación de su juguete.
Holaaaa, traje actualización.
Ayer no hubo porque tuve un mal día, perdón por eso.
Estaba nerviosa por este capítulo, me costó un poco escribirlo, pero me
quedé conforme uwu ¿ustedes que opinan?
Les agradezco mucho por leer y continuar apoyándome. ❤
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty!

La seguridad de la mansión del heredero se fortaleció por órdenes del líder.


Tres camionetas negras aparcaron en la entrada, Jimin salió de una de ellas
siendo seguido de cerca por un silencioso NamJoon que todavía procesaba lo
ocurrido en la audiencia.
—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó a Jimin, mientras caminaban
hacia la mansión.
La decisión de la presidenta del consejo fue la justa, pero también Jimin se
miró afectado. Ya no tenía un prometido, y si no se casaba en el tiempo
estipulado, la manada completa corría peligro, sobre todo el linaje Park, ya
que perfectamente podían ser reemplazados.
—Pienso ir a ver a mi juguete para verificar cómo va en su recuperación
—respondió con toda normalidad—. Tengo cuatro días sin dormir, así que
también dormiré algunas horas.
—Sabes que no me refería a eso.
Jimin se detuvo de inmediato para encararlo.
—Entonces, se más claro —gruñó.
—Tienes que casarte, y si no es con Hoseok debes buscar rápidamente
quien tome su lugar —habló el beta, con la única intención de recordarle al
heredero el principal deber que tenía con la manada.
—Estudié las leyes de mi manada, ¿tú no hiciste lo mismo, Kim? —
cuestionó, logrando confundir al moreno.
—¿De qué hablas? —preguntó confuso.
Jimin retomó su camino, y NamJoon se vio obligado a seguirlo por los
pasillos interminables de la mansión. Los pasos del omega eran rápidos, casi
desesperados, mas el beta no hizo comentario alguno, simplemente aguardó
por una respuesta que no tardó en llegar.
—Cuando el compromiso de un heredero es roto por un miembro del
consejo, se le otorga un plazo de seis meses para elegir una nueva pareja —
informó con seguridad—. El matrimonio debe llevarse a cabo tres días
después del anuncio del nuevo compromiso, y se espera que en ese mismo
año haya la presencia de un nuevo heredero.
—Así que, tienes seis meses para elegir con quien te casarás —dedujo el
beta.
—Sí, lo único que cambia con esta regla es que el tiempo para tener un
hijo se limita al mismo año en el que me case.
—¿Y estás cómodo con ello?
—Tenía que tener herederos en algún momento, que lleguen antes de lo
planeado no me afecta —respondió Jimin sin darle importancia.
NamJoon decidió no responder, guardó silencio durante el camino que los
llevó a la habitación que se preparó especialmente para la recuperación del
alfa.
Las puertas fueron abiertas por los guardias que las custodiaban. Jimin fue
el primero en ingresar, NamJoon lo hizo luego; en el interior descubrieron
una cama de sábanas blancas donde un alfa descansaba, múltiples aparatos
médicos lo rodeaban, y en la esquina izquierda de la habitación estaba el
médico encargado del caso.
—Joven Park, joven Kim —mencionó el anciano, mientras se ponía de pie
para brindar los debidos respetos.
NamJoon respondió al saludo del hombre, Jimin no, él estaba concentrado
en el alfa que yacía en la cama.
Lucía herido, débil, frágil. Habían muchos vendajes que le cubrían el
pecho, la espalda y los brazos, algunos de ellos con algunas manchas rojas
que evidenciaban la sangre que lograba marcarse.
Jimin detalló un poco más y lo notó pálido. Tenía ojeras bajo los ojos
cerrados, los labios estaban agrietados, la respiración acelerada, y el sudor era
más que evidente, derramándose en múltiples gotas que morían en las
almohadas.
—¿Cómo está? —preguntó. No necesitaba explicarse más para dar a
entender la información que ansiaba obtener.
El anciano miró al alfa que estuvo atendiendo durante las últimas horas, y
a Jimin no le agradó ver la pena impresa en aquellos ojos.
—Las heridas fueron profundas, probablemente algunas le dejen marcas
imborrables —inició, haciendo que el omega apretara las manos con fuerza
—. Tiene fiebre, estoy esforzándome para mantenerlo controlado, pero es
difícil —admitió, con el mismo sentimiento de pena que Jimin estaba
odiando—. Lo más preocupante es que él no se quiere dejar ayudar, podría
jurar que incluso ansía morir.
—Tenga cuidado con lo que dice —gruñó el omega, demostrando con ello
su desacuerdo.
—Lamento mucho si mis palabras le quitan tranquilidad, mi señor —dijo
el anciano—, pero mi deber como médico es hablar con la verdad. Su juguete
está en peligro de muerte, y no es porque no pueda recuperarse de sus
heridas, sino que no desea intentarlo.
—Silencio —siseó Jimin.
—Jimin, si el alfa de Yoongi tomó su decisión, no podemos hacer algo
para cambiarlo —dijo NamJoon, analizando con preocupación todos los
sucesos que ocurrieron repentinamente.
—Váyanse, quiero estar a solas con él —ordenó el omega, ignorando todas
las estupideces que escuchó.
NamJoon y el doctor compartieron una mirada preocupada, pero
terminaron accediendo a la orden al salir de la habitación en completo
silencio.
Cuando Jimin se aseguró que estaba solo, dejó agrietar un poco la máscara
de indiferencia.
Caminó con cautela para no importunar el sueño del alfa, se acercó y se
sentó en silencio en la orilla de la cama. Lo miró dormir, sintiendo mezclas
extrañas que oprimían todo su pecho, haciéndole creer que era cuestión de
tiempo para que su mismo corazón comenzara a sangrar.
—Lo lamento —susurró, su voz baja, mientras sus ojos se oponían
terminantemente a derramar lágrimas—. Lamento no haber estado para
protegerte.
Jimin jamás lloraba, y no era para alimentar su orgullo o su temple
intachable, más bien se debía a su infancia, a todos los sucesos que le
marcaron desde temprana edad, mismos que le arrebataron la capacidad de
llorar.
Era una tortura no poder hacerlo, debía soportar el nudo en su pecho,
soportar y esperar que se disolviera en silencio, mientras él trataba de
mantener una calma que no estaba sintiendo.
La última vez que lloró fue en el funeral de su madre, luego de ello se
formó un vacío oscuro que alimentó a su alma, hasta que lo convirtió en lo
que era.
Y era por esa razón que se sentía tan extraño... tenía la necesidad de
deshacerse del nudo que se formó al ver al alfa en ese estado; sin embargo,
sabía que su única opción era soportarlo en silencio hasta que desapareciera.
También estaba la ira infinita que sentía consigo mismo. Si él hubiese
estado allí, Hoseok jamás le habría puesto un dedo encima a su juguete. Si
Jimin hubiese estado allí, Yoongi no tendría por qué estar soportando una
agonía que el sucesor sabía, el alfa no merecía.
El omega decidió tomar un paño de tela que estaba en el buró cercano, se
inclinó un poco sobre el alfa dormido, y teniendo un cuidado poco propio de
él, comenzó a limpiar el sudor que tenía al mayor tan sofocado.
Fue cauteloso al hacerlo. Enjugó el rostro, el cuello, y la parte del pecho
que estaba libre de vendajes.
En ese instante, los ojos del sucesor se fijaron en algunas marcas que
sobresalían en la piel blanca y maltratada. Dejó de lado el paño, para que sus
dedos tocaran con cuidado las líneas descuidadas que provocaron más
sentimiento de impotencia y enojo.
—Tu piel debía ser marcada por mí, nadie más tenía ese derecho —gruñó
molesto—. Lo pagará, lo juro.
—A-amo...
Los ojos de Jimin fueron rápidos al encontrar la mirada del alfa. Yoongi
estaba luchando por mantener los orbes abiertos, provocando que el omega se
removiera para obtener un poco más de cercanía.
—Aquí estoy, nene —respondió, mientras sus manos acariciaban la
cabellera castaña.
—Aquí está —dijo Yoongi, y en ese momento sonrió pequeño—. Está
conmigo.
—Sí, de ahora en adelante nada malo va a pasarte, no mientras yo viva —
prometió el sucesor.
—Extrañaba verlo —confesó Yoongi.
Jimin sonrió ladino, se acercó un poco más para detallar en aquellos orbes
dorados que le miraban con admiración e infinita entrega. La mirada del alfa
lo cautivaba, era fuerte y al mismo tiempo tímida e inocente, provocando
estampidas completas con las que el omega tenía que lidiar.
—Yo también estuve extrañándote —admitió, notando como los ojos del
mayor se llenaban de brillo, uno que convertía su mirada en algo
verdaderamente hermoso.
—¿Amo me extrañó? —preguntó emocionado, casi pareciendo un
cachorro—. ¿Amo ya no se irá?
—¿Estás tratando de utilizar tu estado a tu conveniencia para esto? —
inquirió divertido, y el sonrojo en el alfa le dio la respuesta.
—Lo extrañé —susurró quedito.
Jimin soltó un corto suspiro, tomó las manos del alfa y les dio un ligero
apretón.
—No me iré, y en todo caso te llevaría conmigo.
—¿Promesa? —cuestionó Yoongi, provocando que el omega rodara los
ojos.
—Promesa, alfita, ahora descansa un poco más —pidió el pelinegro, no
deseaba que el mayor se esforzara por hablar estando así de débil.
Los ojos dorados quedaron puestos en la imagen del omega, y fueron tan
transparentes para Jimin, que rápidamente pudo saber que su juguete deseaba
pedirle algo.
—¿P-puedo pedirle algo a amo? —preguntó con duda.
—Sólo si me prometes que luego dormirás y te esforzarás por mejorar —
negoció Jimin.
—Lo prometo —aceptó Yoongi.
—Bien, ¿qué es lo que mi nene desea obtener? —indagó el omega,
sonriendo cuando lo miró sonrojarse.
La respuesta que obtuvo jamás la esperó.
—Un beso.
Hubo un momento de silencio que lo único que logró fue aumentar los
nervios en el alfa que ya comenzaba a arrepentirse de la petición que hizo, y
quizá fue por ello que comenzó a hablar entrecortado y con mucha torpeza.
—F-fue atrevimiento, lo siento —bajó la cabeza en señal de pena—. N-
noches largas donde soñé con l-la idea de besarlo. Prohibido para alguien
como yo, lo tengo claro, lo siento, lo siento.
—Tranquilo —habló Jimin, logrando calmar al alfa cuando le demostró
que realmente no estaba molesto con la petición de su juguete.
—¿Amo molesto? —preguntó, aunque el lobo en su interior le gritaba lo
contrario.
—No estoy molesto, cachorrito —respondió con calma—. Voy a darte lo
que quieres.
El corazón completo de Yoongi enloqueció con esas palabras, se lamió los
labios por reflejo, sintiéndose nervioso y al mismo tiempo emocionado,
porque ¡su amo iba a besarlo! Él de verdad sería recompensado con un beso
de los labios con los que soñó durante noches interminables.
—Amo... —llamó con necesidad, su mirada fija en la boca que poco a
poco se acercaba.
—Llámame por mi nombre —ordenó el omega, y debía admitir que su
respiración estaba un poco acelerada—. Si voy a besarte es porque ya confías
en mí, así que debes llamarme por mi nombre.
—Jimin —pronunció, con su voz ronca convertida en una fina caricia que
animó al omega a continuar.
—Pídemelo otra vez —demandó el pelinegro, con su frente unida a la del
alfa, permitiendo que sus respiraciones se mezclaran.
Yoongi lo hizo sin dudarlo.
—Bésame, Jimin —suplicó, sintiendo como sus labios vírgenes
comenzaban a cosquillear, ansiando el contacto con su amo.
Jimin lo besó.
En el instante que aquellos labios gruesos tomaron los del alfa, ambos se
estremecieron. El omega tomó el mando del beso, determinó la profundidad
de las caricias, permitiéndose un ritmo lento y suave para que el mayor
experimentara por su cuenta al conocer el sabor de su boca.
Los movimientos de Yoongi rebosaban torpeza, pero a Jimin no le
importó. Continuó besándolo, embriagándose de las sensaciones nuevas y
adictivas que nacieron con ese beso.
Hasta que ambos cerraron los ojos.
El primer beso de ambos (al menos en los labios) hfjsjdjs me gustó el
resultado, espero que a ustedes también.
Les cuento que otra de mis historias (Tocar el cielo) está llegando a su
recta final, así que estoy más concentrada en ella, para que no se estresen
si un día falto por aquí. Ya cuando ese libro finalice podré enfocarme al
cien con éste.
Aprovecho también para invitarlos a que lo lean, es romance, y dicen
que está bueno.
Bueno, eso es todo, que tengan una linda noche.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty one!

Taehyung estaba preocupado, nervioso, y si era sincero, temeroso.


Se había encerrado en su habitación y ahí llevaba cerca de dos horas, los
pensamientos en su mente se mezclaban durante cada minuto que pasaba,
impidiéndole poner sus ideas en orden.
La audiencia le dejó en claro muchas cosas: la primera era que Jimin
estaba dispuesto a hacer valer sus derechos y a imponer su poder, la segunda
era que su padre y su tía tenían una visión diferente ahora, y la tercera era que
la familia Jung, más concretamente Hoseok, estaba hundida en el fango.
Se dejó caer en el sillón y respiró hondo. Para él fue sumamente difícil
permanecer sereno en esa audiencia, fue angustiante escuchar la sentencia
dada al hombre que amaba; sin embargo, muy en el fondo Taehyung sabía
que era lo justo.
Hoseok se equivocó terriblemente, y ahora debía pagar por ello.
Salió de sus pensamientos gracias al ruido estridente que se creó de forma
repentina. La puerta de su habitación fue abierta con brusquedad, revelando
con ello la presencia de su rebelde juguete.
—Aquí estás —dijo Jungkook, mientras ingresaba a la habitación.
—¿Quién te sacó de la jaula? —preguntó el omega, sin molestarse en darle
una mirada.
—No lo sé, de un momento a otro fueron y abrieron la puerta —respondió
con un encogimiento de hombros.
Taehyung sonrió sin gracia, seguramente fue su padre quien dio la orden.
SeokJin sabía como se estaba sintiendo con toda la situación de su mejor
amigo y Hoseok, así que quizá pensó que la compañía de su juguete le
ayudaría al menor de los Kim.
Si tan sólo supiera que Jungkook no hacía más que sacarlo de sus casillas.
—Te sugiero que regreses a la jaula, quiero estar solo —comentó, bastante
concentrado en mirar la pared de su habitación como para prestarle atención a
algo más.
El alfa lo miró detalladamente de pies a cabeza.
—¿Es una orden? Es que no sonó como una —dijo, animándose a dar
algunos pasos más para acercarse al omega.
—No estoy de humor —advirtió Taehyung.
—Lo noté, y es una lástima. —la respuesta del alfa hizo que Taehyung lo
mirara por primera vez en ese rato. Jungkook sonrió ladino y continuó
hablando—. Eres más sexy cuando estás enojado.
—¿Extrañas el bozal? Porque te juro que es lo que tendrás si sueltas más
estupideces.
—¿Lo ves? Así luces mucho más sexy —dijo el alfa, provocando que el
peliazul rodara los ojos.
—¿Por qué estás tan comunicativo? Según recuerdo, tú odiabas la idea de
estar aquí.
Jungkook soltó un suspiro que por esos segundos ganó la atención de
Taehyung. El alfa se sentó en el suelo, quedando justo al frente del omega,
mientras sus ojos no hacían más que contacto visual prolongado.
—Se le llama resignación —respondió como si fuese obvio—. Me di
cuenta que no gano nada siendo insolente, al menos ya me sacaron de esa
jaula y me quitaron el bozal.
—Buen chico —se mofó el omega, y ahora fue el turno de Jungkook para
rodar los ojos.
El silencio que le siguió fue inevitable, Jungkook lo aprovechó para
conocer mejor al omega que lo había comprado, ya que, si era sincero
consigo mismo, sentía un poco de curiosidad.
Era la tercera vez que lo miraba, y en las dos ocasiones anteriores no tuvo
la oportunidad de conocer los detalles mínimos. Lo observó detenidamente,
encontrando una piel canela cubierta de lunares y algunas pecas, ojos mieles
que se fundían con el sol, cabello azul, labios uniformes y una mirada que
resultaba sensual de forma natural.
Sí, Jungkook admitía que el omega era lindo, bastante de hecho, pero eso
no significaba que su rabia disminuyera al verse doblegado por él.
En su camino de descubrimiento notó la tristeza que el omega tenía
impresa en la mirada, también existía algo de enojo, miedo y otra emoción
que no pudo descifrar.
Fue por ello, y por muchos motivos más que el alfa no pudo controlar la
lengua cuando preguntó:
—¿Cómo se llama?
Taehyung lo miró con extrañeza, provocando una sonrisa pequeña en el
alfa.
—¿A qué te refieres? —cuestionó, inclinando la cabeza en señal de duda.
—La persona que te hace miserable —aclaró Jungkook—. ¿Cómo se
llama?
El omega arrugó las cejas de forma sutil, sus ojos continuaban mirando al
alfa que estaba a menos de dos metros de distancia, tratando de reconocer la
brecha abierta que le permitió al otro para que mirara una parte de todo lo que
estaba sufriendo en silencio.
Terminó negando, al mismo tiempo que reía.
—Se llama Kim Taehyung —respondió, y cuando notó confusión en la
mirada contraria, decidió aclarar—: nadie más que yo es responsable de mi
desdicha, sobre todo si le doy importancia a un pasado que no puedo
recuperar.
—Bueno, si tú eres responsable, deben existir cómplices —dedujo el alfa,
seguro de estar en lo cierto.
—Probablemente —aceptó el omega.
—¿Por qué quisiste tener un alfa? —preguntó Jungkook, y lo hizo de
forma repentina.
Taehyung se quedó con la pregunta dándole vueltas en la mente, ¿por qué
quiso un alfa? Quizá se debía a que ya era tiempo de tener uno, o porque
estaba dolido con Hoseok y necesitaba distracción.
No... no era por ninguna de esas opciones.
—Miedo —respondió finalmente, logrando sorprender al pelinegro—.
Tomé la decisión por miedo a que la soledad me convirtiera en alguien a
quien no pudiera reconocer. Aunque, ahora no estoy del todo seguro con lo
que hice.
Jungkook se quedó en silencio, no sabía que responder, porque en primer
lugar jamás imaginó una respuesta como la que acababa de recibir.
Esperaba algo diferente, mas descubrió que no era el caso. A ese omega no
le importaba lo que a los otros, no le importaba su raza poderosa, ni siquiera
había comenzado a utilizarlo, simplemente estaba ahí, existiendo por existir.
Y algo dentro de él se sintió extraño e incorrecto.
Yoongi estaba en compañía de NamJoon cuando su mente todavía era una
explosión de caos sin remedio. Escuchaba al beta hablar de diversos temas,
pero él no lo entendía, o más bien no se esforzaba por hacerlo.
Estaba bastante ocupado pensando en el beso que le había dado su amo.
Y es que sólo debía cerrar los ojos para que sus labios recordaran el
contacto íntimo que la boca del omega le otorgó. Fue alucinante y una
experiencia que jamás pudo imaginar, pero que ahora que tuvo la ocasión de
experimentarla, podía jurar que nunca tendría la oportunidad de vivir una
emoción superior que lo mantuviera soñando despierto.
Sonrió levemente, y sus dedos no resistieron la tentación de tocar su boca.
Yoongi sentía como los latidos de su corazón se descontrolaban, estaba
acariciando sus propios labios, esos mismos que fueron besados por el
omega, por su dueño absoluto, por su amo.
Al principio pensó que había sido un sueño producido por la alucinación
de sus heridas; sin embargo, descubrió con agrado de que no era el caso. Él
de verdad fue besado por el omega.
Fue entonces que hizo un puchero, ¿qué haría ahora? Su amo
probablemente no volvería a besarlo, y Yoongi moría por sentir de nuevo el
contacto de aquellos labios rellenos que le hicieron suspirar como un
cachorro enamorado.
De inmediato negó, no podía consumirse en ese tipo de pensamientos,
habían cosas más importantes para pensar. El movimiento que ejerció con la
cabeza fue tan brusco que incluso ganó la atención de su acompañante.
NamJoon lo miró con reproche y Yoongi se hizo el desentendido.
—No escuchaste nada de lo que dije. —el beta no lo estaba preguntando,
ambos lo sabían.
—Lo siento —murmuró en voz baja.
—¿En qué estabas pensando, Yoongi? —preguntó Nam, sintiéndose
curioso al respecto.
—En amo —respondió, con las mejillas pintándose de rojo.
—¡Oh! ¿Puedo saber la razón? —curioseó el beta.
El alfa le dio una mirada de ojos brillantes que desbordaba ilusión, asintió
muchas veces, pareciendo un cachorro pequeño, y finalmente confesó:
—Es que amo me besó, aquí —dijo, señalando sus labios—. Un beso real,
Nam.
NamJoon abrió los ojos a más no poder, se inclinó para ganar cercanía con
el emocionado chico que estaba tumbado en la cama y supo que decía la
verdad cuando su olfato detectó los aromas de Jimin cubriendo a Yoongi.
—¿Cómo sucedió? —preguntó intrigado.
—Es que le pedí un beso, uno nada más —contó, y luego frunció el ceño
—. Debí pedir más.
—¿Más besos? —inquirió NamJoon, sintiendo una mezcla perfecta de
diversión y ternura, sobre todo al ver a Yoongi con la cara toda arrugada en
disgusto.
—Amo dijo que me daría lo que quisiera, y yo sólo pido uno —refunfuñó,
soltando algunos gruñidos bajos.
—No te preocupes por eso, probablemente Jimin te vuelva a besar —
respondió distraído, aunque terminó soltando un grito asustado cuando el alfa
se le fue encima.
—¡¿Amo repetirá beso?! —preguntó con un grito, invadiendo por
completo el espacio personal de NamJoon.
—¡Cálmate! —pidió el beta—. Y respondiendo a tu pregunta, sí, es lo más
probable.
—¿Por qué tan seguro? —preguntó Yoongi, mientras volvía a su lugar y
dejaba respirar tranquilo a su acompañante.
—Porque ya lo hizo —dijo Nam—. No pienses mucho en eso, además,
creo que harán mucho más que besarse.
Yoongi no respondió, pero el sonrojo que cubrió sus mejillas, cuello, y
orejas le afirmaron a NamJoon que el alfa había entendido cada una de sus
palabras.
Y era mejor así, pues el beta estaba bastante seguro de que no faltaba
mucho tiempo para que Jimin finalmente reclamara a su juguete.
El callejón estaba casi desierto, de no ser por la persona que aguardaba
entre las sombras.
Los pasos rápidos que se escucharon a la lejanía ganaron fuerza con los
segundos transcurridos. El hombre se puso alerta, más aún cuando algunos
charcos de agua pestilente fueron pisados con fuerza, avisándole que el
intruso estaba cerca.
A sus fosas nasales llegaron los aromas que necesitaba olfatear para
relajarse. Bajó la guardia levemente, y permitió que se le acercara lo
suficiente para finalmente mostrarse.
—Aquí estoy —hablaron en susurros.
El hombre salió de su escondite, las sombras del callejón y la luz
parpadeante del farol cercano le dieron una luminosidad tenue a su rostro, la
suficiente para que el recién llegado lo reconociera.
—Viniste tarde —respondió, su voz baja y ronca llena de reproche.
—No podía venir antes, las cosas en la manada están revueltas y el líder ha
aumentado la seguridad.
—¿Cómo resultó todo? —preguntó directamente.
El pequeño informante jugueteó con sus manos antes de dar una respuesta.
—Jung Hoseok perdió su estatus, también el cargo como segundo al
mando, y será sometido a humillación pública.
—Así que, ¿el heredero ya no cuenta con un prometido? Es una lástima —
respondió el hombre. Aunque, la sonrisa torcida que desfiguraba sus
facciones monstruosas desmentían sus palabras.
—Según la ley de la manada, tiene seis meses para conseguir una nueva
pareja —informó el chico más pequeño.
El hombre soltó una carcajada escalofriante que provocó miedo en el más
pequeño; sin embargo, ya no había marcha atrás en su decisión.
—Seis meses es mucho tiempo. Una desgracia para el linaje Park, y una
ventaja para mí —aseguró convencido. Luego recordó un detalle de vital
importancia—. ¿Los has visto?
—De lejos, no es oportuno acercarme, sospecharían de inmediato.
—Vigílalos bien, sobre todo a 01 que ya lleva un buen tiempo dentro y no
me ha dado grandes avances.
—El líder lo mantiene en el salón rojo, será difícil —advirtió el chico.
—No me interesa que tan difícil sea, necesito que le recuerdes bajo las
órdenes de quien está —gruñó el hombre—. Debemos aprovechar el tiempo
que Park Jimin permanezca sin pareja, es vulnerable y de esa manera es que
podemos tomar el mando del clan.
—Como usted diga, señor —aceptó con la cabeza gacha.
—Bien, ahora largo.
El pequeño chico corrió calle arriba con nuevas órdenes por cumplir.
Y el hombre volvió a consumirse en las sombras.
Aquí empieza la conspiración así que los quiero a todos con los ojos
bien abiertos y sin dejar escapar detalles. ♀
Espero que el capítulo les haya gustado.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty two!

Hoseok estaba sentado en la esquina más oscura de su celda. Tenía la


mirada fija en la pared grisácea y húmeda, mientras pensamientos múltiples
nacían y morían en su mente.
Las mazmorras era la prisión donde dejaban a los delincuentes más
peligrosos de la manada, un lugar hostil que tenía la capacidad de enloquecer
mentes, trastornar ideas y debilitar cuerpos, hasta que los huesos se quebraran
uno a uno de forma lenta y dolorosa.
Hoseok sabía la capacidad que ese lugar tenía para perder a las personas;
llevaba dos días ahí y ya había perdido la capacidad de diferenciar el día de la
noche, así como su olfato dejó de avisarle cuando existía alguien más
acechándole.
Sin embargo, nada de eso le importaba, pues su mente estaba tan lúcida
como antes.
Hubo un golpe fuerte dado a los barrotes de su celda que le hizo salir de
interminables pensamientos. El beta miró de reojo al guardia, era un hombre
de aspecto sucio, alto y lleno de cadenas, con más cicatrices que piel sana.
Sonrió, otro detalle interesante de las mazmorras era que los carceleros
eran alfas adiestrados, aunque muy sucios e ignorantes.
—Tienes visita —avisó el alfa.
El interés brilló en los ojos del beta cuando notó como el carcelero hacía
una inclinación en extremo respetuosa. Segundos después, sus sospechas
fueron aclaradas cuando el mismo líder del clan se presentó ante él.
—Luces fatal, Jung —dijo YoonWoo, dándole una mirada inexpresiva.
—Me disculpará por no hacer la reverencia que espera, pero, como puede
ver, tengo cadenas que me lo impiden —habló Hoseok, decidiendo
concentrarse en la pared.
—No me interesan tus reverencias, hay asuntos más importantes —aseguró
el omega.
—Lo sé, aún así, no pienso hablar hasta que ese perro se haya marchado —
advirtió Hoseok, dándole una mirada amarga al carcelero que no se había
movido de su lugar.
YoonWoo miró al alfa, y sólo bastó con un movimiento de cabeza para que
el corpulento hombre se marchara, dejando al líder y al beta completamente
solos.
Esperaron un par de minutos, y cuando el silencio otorgó más seguridad, el
líder preguntó:
—¿Las razones son las mismas?
—Sí —respondió el beta—. Nada ha cambiado, señor. Aunque, sí soy
sincero, no me esperaba tanta crueldad de parte de mi ex prometido.
—Conoces a mi hijo desde que ambos eran cachorros, el hecho que te
sorprenda es una burla para mí.
—¿Qué va a pasar con mi madre? —preguntó Hoseok—. Necesito
seguridad para ella, señor.
—La tendrá, las condiciones no han cambiado. En este momento SeokJin
la está moviendo de distrito —tranquilizó YoonWoo—. Ahora, hablemos de
lo importante.
—Lo escucho —dijo el beta, con sus ojos haciendo contacto visual con el
líder.
—Tenías razón, los asesinatos recientes fueron meramente una fachada
para infiltrar personas desconocidas dentro de la manada —informó el líder,
mientras sus manos apretaban con fuerza los barrotes de la celda—. Mi hijo
está a punto de sentarse en el trono de líder, es por ello que no me sorprende
una rebelión.
—Conmigo fuera del camino, tendrán la oportunidad perfecta para atacar
—dijo Hoseok—. ¿Está seguro de no querer informarle a Jimin? Con todo
respeto, señor Park, su hijo es más letal de lo que aparenta.
—Necesito crear un ejército que le sea leal a mi hijo, y en este momento no
confío en muchas personas que digamos —gruñó rabioso—. Lo que hiciste
fue una estupidez, espero que valga la pena.
Hoseok sonrió torcido antes de afirmar:
—Valió la pena, la información real está en manos de mi madre —informó
—. Ella se la entregará cuando las condiciones estén cumplidas.
—¿Qué pasó con el juguete de mi hijo? —cuestionó el omega—.
¿Teníamos razón o no?
El beta resopló, pensar en ese alfa le revolvía el estómago.
—Estábamos equivocados —afirmó con seguridad.
—¿Estás seguro?
—Completamente —aceptó de mala gana—. Ese perro no es más que un
salvaje ignorante que mueve la cola contento ante la presencia de su amo —
siguió diciendo—. Hice todos los exámenes que lo confirmaron, no es uno de
los sospechosos.
—Sin embargo, SeokJin sospecha del juguete de Taehyung —comentó
YoonWoo con su mente rebobinando toda la información recolectada.
—¿Hay alguna causa específica que alimenten las sospechas del general?
—inquirió el beta, decidiendo ignorar la puñalada dolorosa que atravesó su
pecho cuando corroboró lo que se negaba a aceptar.
Taehyung tenía un juguete, y, para su mala suerte Hoseok no podía
determinar que tan peligroso era.
—Es un alfa legendario, al igual que el juguete de Jimin —informó—. Lo
que llamó la atención de Kim es que el comportamiento de ese alfa es muy
diferente a lo que denominamos habitual.
—¿A qué se refiere? —preguntó de inmediato, no gustándole para nada lo
que escuchaba.
—Habla fluidamente, tiene comportamiento altivo, incluso arrogante —
contó YoonWoo con una mueca entretenida—. Incluso se resiste a su propio
instinto de sumisión, o eso es lo que dice el reporte hecho por SeokJin.
La mente de Hoseok comenzó a trabajar con rapidez, y no le llevó mucho
tiempo llegar a una poderosa conclusión.
—Un alfa adiestrado —comunicó.
—Fue lo que pensamos, pero cuando se investigó más, supimos que ese
alfa fue criado en cautiverio —comentó el líder—. Significa que pasó la
mayor parte de su vida en su forma humana, así que eso podría explicarlo.
—¿No fue cazado? —preguntó el beta.
—Eso es lo extraño —murmuró el mayor—. En la subasta comentaron que
fue cazado, así que, si en verdad fue criado en cautiverio, deben existir
registros de él en la manada.
—Y si no los encuentran, entonces es un alfa infiltrado —dedujo Hoseok y
YoonWoo le dio la razón.
—Nosotros nos encargaremos de esto, tú ya sabes lo que tienes que hacer
—le recordó el líder.
—Recibir una humillación pública por un omega vengativo que no soportó
que me divirtiera con su juguete.
—Jung, admite que fuiste un idiota y hazte responsable —riñó el omega—.
Todo queda igual, recuérdalo.
—Lo tendré presente, señor Park —respondió, mirándole atentamente.
YoonWoo salió de ese lugar con dudas despejadas y un nuevo objetivo en
mente.
Hoseok quedó encerrado, a la espera de la finalización de su castigo para
volver a enfocarse en su objetivo inicial impuesto por el líder del clan Park.
El coliseo estaba repleto de personas hambrientas por presenciar un buen
show.
No recordaban cuando fue la última vez que un condenado fue sometido a
una humillación pública; sin embargo, el verdadero elemento que los hizo
estar presentes, era el conocimiento explícito de quién sería el prisionero, y
quién llevaría a cabo el castigo.
Ninguno de los presentes podía creer la capacidad cruel del que sería su
próximo líder. Para ellos era increíble e inaudito al mismo tiempo que Park
Jimin castigara de tal manera al que hace pocos días era su prometido, un
beta proveniente de una buena familia y, leal al legado Park.
Y lo más impactante para el público fue conocer la razón: un simple alfa.
Pese a ello, no podían quejarse. Park Jimin estaba demostrando una vez
más que no tenía contemplaciones al momento de hacer valer las leyes de su
manada, a exigir el respeto que como sucesor merece, sobre todo, no estaba
dispuesto a pasar por alto protocolos, importándole poco o nada el cargo que
la persona implicada pudiera poseer.
Misma razón que los había reunido a todos en un mismo lugar, y con un
sólo objetivo.
El primero en aparecer fue el condenado. Jung Hoseok caminó custodiado
de guardias, las cadenas pesadas que iban atadas al cuerpo le impedían
moverse con normalidad, provocando que tropezara en un par de ocasiones.
El beta subió los escalones que lo llevaban al escenario, escuchando los
gritos enloquecidos de la multitud. Al llegar, le ataron las manos a un poste
de madera, mientras que otros guardias se encargaban de desgarrar la camisa
que llevaba, para dejar descubierta la piel de su espalda.
Hoseok apoyó la frente en la madera, el corazón latía acelerado, y no sabía
si era por temor o la misma adrenalina que no lo estaba dejando respirar.
Todo empeoró cuando los gritos aumentaron, anunciando con ello la
llegada del sucesor.
El público completo se puso de pie al mismo tiempo. Reverenciaron con
respeto la presencia de Jimin, y en ese mismo momento, un silencio sepulcral
llenó cada punto existente del coliseo.
El omega miraba directamente hacia el escenario, sus ojos oscurecidos por
la furia no se apartaban de la espalda desnuda que en cuestión de minutos
destrozaría, para hacerle vivir al beta en carne propia lo que su juguete
soportó durante días.
—¿Qué tipo de látigo desea utilizar, mi señor? —preguntó uno de los
guardias, con la mirada fija en el suelo.
Jimin no tuvo que pensarlo tanto.
—Látigo de cuchillas.
En cuestión de segundos, un látigo largo con cuchillas en los extremos fue
dejado en las manos del sucesor. Lo admiró por un momento, sonriendo
cuando el brillo intenso de las láminas diminutas advirtieron el filo que
poseían.
Comenzó a caminar con seguridad, miles de ojos analizaban cada uno de
los movimientos del omega y realmente no le importaba. Para Jimin la
prioridad ahí era herir a Hoseok, hacerlo sufrir en minutos contados que
serían agónicos para el beta.
Subió las escaleras, y cuando estuvo a un metro de distancia del peligris,
una sonrisa siniestra se formó para desfigurarle las facciones al omega.
—Jung —pronunció, al mismo tiempo que el látigo se mecía con el viento.
Hoseok no respondió, simplemente esperó a que el primer golpe llegara.
Y entonces sucedió. El primer latigazo lo azotó como una tormenta
eléctrica que estremeció cada fibra de su cuerpo, el beta sintió como las
cuchillas se hundían en su carne, para luego salir en cuestión de segundos y
con una fuerza inhumana.
Los labios le temblaron, un pitido sordo se instauró en sus oídos, mas
Hoseok no dejó escapar el mínimo quejido.
El segundo azote llegó, tan fuerte y demoledor como el primero. Aumentó
el dolor en el beta y disminuyó sus fuerzas, tanto que, como un último
recurso sus manos apretaron con fuerza las cadenas que lo sujetaban al poste.
La agonía se prolongó con el tercer azote. Jimin lo golpeó de forma certera
en las costillas, llevándose con él la sangre que las cortadas creaban, siendo
unas más profundas que otras.
En ningún momento se escuchó los lamentos de Jung Hoseok, aunque
estuviese muriendo por dentro.
Un cuarto azote.
Un quinto azote.
Y ya para el sexto, el primer quejido bajo abandonó los labios heridos del
beta, siendo ese el momento exacto que un chorro considerable de sangre
salpicó el rostro de un sonriente omega.
—No hemos llegado ni al décimo, y tú ya estás muriendo —se mofó Jimin,
dejando caer otro golpe en la espalda abierta de heridas sangrantes.
La mayor agonía era la fuerza del omega. Los azotes que llegaban
superaban al anterior en fuerza y violencia, arrancando carne, rallando
huesos, drenando sangre.
La escena era brutal, el silencio del público lo confirmaba.
Hubo un momento en que las fuerzas en el beta fallaron, cayó de rodillas
en el charco de su propia sangre, sintiendo el ardor insoportable que su
garganta creaba al resistir todos los gritos que tanto ansiaba soltar.
Jimin en ningún momento dudó, continuó azotando, y cuando no encontró
punto para herir en la espalda se fue a las costillas, hasta que llegó al golpe
número treinta.
No sintió compasión, ni siquiera un ápice de remordimiento.
Y fue en ese momento exacto, que todos los presentes se dieron cuenta de
algo sumamente importante:
Ese era el camino inminente que le esperaba a todos aquellos que osaran
desafiar al próximo líder de su clan.
¿Teorías? Cuéntenme, mi lado chismoso quiere saber.
Calificación de la historia del uno al diez.
Espero que el capítulo les haya gustado, infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty three!

La oficina estaba repleta de papeles, algunos ya habían sido revisados, pero


la mayoría continuaba siendo un misterio para el sucesor.
Wheein estaba sentada al lado del omega, su regazo estaba repleto de
diversas carpetas, sobres y algunos papeles sueltos, mientras ella no hacía
nada más que mirar el ceño fruncido del pelinegro.
—¿Hay buenas noticias? —preguntó en voz baja.
Jimin dejó los papeles en el escritorio, se revolvió la cabellera con fuerza y
gruñó.
—Estamos como en el principio —admitió de mala gana—. Los resultados
de las primeras pruebas salieron negativas.
La beta abrió la boca, mas no soltó palabras. Hace apenas un par de días
que Jimin la había integrado en el grupo de investigación del virus; por
supuesto que se sintió completamente halagada, pues significaba que el
sucesor confiaba en ella para compartir la información que poco a poco
estaban obteniendo.
—¿Solicito un nuevo alfa para que los estudios no se detengan? —
cuestionó.
—No, el resultado será el mismo —respondió Jimin—. Hablaré con Félix,
tengo una teoría que quizá podría funcionar.
En ese momento, el omega se puso de pie. En sus manos sostenía un sobre
con los resultados que envió a hacer para saber si su juguete era compatible
con el virus, necesitaba estar preparado y protegerlo, pues si resultaba
compatible, todos, incluido el consejo mismo lo querrían muerto.
Un alfa legendario que tuviera la capacidad extraordinaria de acoplarse a
algo tan destructivo y contagioso, ese era el verdadero significado de
amenaza para la manada, y Jimin necesitaba saber las condiciones del terreno
que estaba pisando.
—Déjame solo, Wheein —pidió, luchando con el leve temblor de sus
manos que continuaban sosteniendo el sobre.
Félix fue el encargado de hacer las pruebas. Jimin las solicitó bajo los
códigos de urgente y secreto. Con una condición a cumplir que
afortunadamente se llevó a cabo.
El heredero fue claro cuando pidió a Félix un resultado negativo,
independiente de los verdaderos. Ese documento alterado fue el que recibió
Jung Hoseok, mientras que Jimin sostenía en sus manos el papel que contenía
la verdad absoluta de los genes de Yoongi.
Muy en el fondo, donde esos temores sin nombre residían, Jimin deseó que
los resultados verdaderos fuesen negativos.
Se apoyó en el escritorio, y decidió que lo mejor sería no perder más
tiempo. Abrió el sobre, sacó la hoja de papel y la desplegó, con sus ojos
leyendo cada línea escrita, hasta que llegó a la conclusión final:
Alfa de raza legendaria, veinticuatro años, con una compatibilidad del
98.9% con el virus P32.
—¡Maldita sea! —gritó Jimin, soltando un gruñido desde el fondo de su
garganta.
Su juguete era compatible con el virus, él era el alfa que tanto necesitaban
para resolver el principal problema de la manada, y, sabiéndolo, Jimin no
estaba dispuesto a exponerlo.
Apretó el papel en sus manos con todas las fuerzas que tenía, lo hizo hasta
reducirlo y que esas letras leídas quedaran únicamente en su mente, donde
nadie más pudiera conocerlas.
Tomó un mechero y prendió fuego en uno de los extremos inferiores, sus
ojos oscuros detallaron como el papel se consumía hasta quedar en cenizas
diminutas que cayeron al suelo, borrando con ello la única prueba que ponía
en riesgo de muerte al alfa.
Sentía como el corazón le latía acelerado, el peso de esa decisión no tardó
en hacerse presente, pero a Jimin no le importaba. Estaba dispuesto a lidiar
con las consecuencias de un futuro, estaba dispuesto a reducir el mundo si era
necesario.
¿La razón? La conocía, pero no estaba listo para aceptarlo.
Ordenó los documentos lo mejor que pudo, dejándolos en el lado izquierdo
del escritorio. Se desconcentró cuando los golpes en la puerta lo alertaron; sin
embargo, pudo tranquilizarse cuando los aromas definidos de su mejor amigo
llegaron a sus fosas nasales.
—Pasa Tae —habló, lo suficientemente alto para ser escuchado.
El omega de cabellos azules ingresó al lugar, una diminuta sonrisa puesta
en sus labios, y los ojos curiosos mirando a su amigo.
—Jim, ¿tienes tiempo? —preguntó, al notar la pila de papeles.
—Salgamos —indicó el mayor de ambos.
Los pasillos de la mansión los recibieron, ambos omegas caminaron con
lentitud y en medio de un silencio denso, aunque no resultaba del todo
incómodo.
Hasta que un par de minutos después, Taehyung decidió hablar.
—¿Recuerdas a mi juguete? —cuestionó, dándole una mirada de reojo.
Jimin asintió, recordaba vívidamente al alfa que su amigo compró la noche
de la subasta, y más que todo, lo hacía por los ojos feroces que el tipo poseía.
—¿Por qué me lo preguntas? —inquirió Jimin.
Llegaron hasta un salón pequeño que el sucesor utilizaba para tomar
pequeños descansos. Se sentaron al lado del ventanal, mientras que un beta
de servicio se encargaba de servirles bebidas.
—Se llama Jungkook y es... difícil, bastante difícil —inició con una mueca
de disgusto.
—¿Es rebelde? —interrogó el pelinegro, de repente mostrando interés.
—La mayoría de las veces, es por ello que ya inicié el trámite para
ingresarlo al salón rojo —reveló—. Lo hablé con mi padre, y me dijo que era
buena idea. ¿Tú qué opinas?
—Los alfas legendarios se caracterizan por ser territoriales —comentó
Jimin—. Si llevas a tu juguete al salón rojo peleará con todos los alfas que
están allí hasta ganar territorio.
Taehyung palideció de inmediato, recordando que los alfas que habían en
dicho salón eran los del mismo líder del clan y su tía, quien era la presidenta
del consejo.
—¿Por eso no has llevado al tuyo? ¿Porque es un alfa legendario? —
indagó el menor.
—No es por eso.
—¿Entonces? —ahondó el peliazul.
—Porque no quiero que mi juguete se enrede con esos animales —
respondió tajante—. Además, Yoongi sigue recuperándose de lo que le hizo
el idiota de Jung.
—Hay reglas, Jim —le recordó Tae—. Deberás llevarlo o te lo quitarán.
—Irá, cuando lo crea conveniente.
Jimin sabía que tarde o temprano Yoongi terminaría en el salón rojo. Era
una regla irrompible de la manada; lo único que necesitaba era tiempo, su
alfita debía terminar el entrenamiento que llevaba con NamJoon para que
cuando llegara el momento de conocer al resto de alfas supiera que había algo
mucho más importante para pelear que un simple territorio.
Era la única manera para que el consejo lo dejara en paz, y para que no le
vieran como una amenaza.
—Oye, ¿crees que pueda ver a tu juguete?
La pregunta que hizo Taehyung provocó un ceño fruncido de parte de
Jimin. El pelinegro se concentró en el menor, alzando levemente ambas cejas.
—¿Por qué querrías verlo? —preguntó directamente.
—Es un alfa legendario, quiero ver como se comporta contigo —respondió
—. Confía en mí.
Jimin lo comprendió de inmediato, su amigo le hizo esa petición porque
quería comparar el comportamiento de ambos alfas, así que lo complació.
Tomó el móvil y fue a la configuración que lo ligaba con el collar que
Yoongi siempre llevaba en el cuello, presionó, enviando la señal para que el
alfa se reuniera con él en el mínimo tiempo posible.
—Viene en camino —avisó.
—¿Cómo lo sabes? —inquirió sorprendido.
—Con mi móvil envié una señal que llega directamente al collar que lleva
en el cuello, Yoongi sabe que cuando eso ocurre tiene que acudir a mí.
—¿Te localiza con facilidad?
—Sí —respondió el sucesor con orgullo en sus ojos—. Es increíble, pero
él en serio puede localizarme a grandes distancias sólo con mi aroma.
—Sorprendente —musitó Taehyung, segundos antes que la puerta fuese
abierta.
Ambos omegas miraron al mismo lugar, se encontraron con la presencia de
un alfa que no tardó en llegar hasta donde estaba Jimin y caer de rodillas en
medio de las piernas del pelinegro.
—Amo —susurró, con sus ojos dorados puestos en su dueño.
—¡Santa Luna! —exclamó Taehyung, con sus ojos bien abiertos y mirando
al enorme alfa.
Sin duda era mucho más grande e intimidante que Jungkook. Iba vestido
con un pantalón de tela negro, una camisa blanca mangas largas, zapatos
cómodos, el collar del cuello era lujoso, la cadena sujeta a la cintura.
Detalló un poco más en rasgos físicos. Piel blanca, boca pequeña, ojos
rasgados en color dorado, cabello corto y castaño claro.
Le sorprendió porque, tanto en comportamiento como en rasgos era
diferente a Jungkook; y desde ese momento comenzó a hacerse muchas
preguntas.
—¿Hay algo malo, Tae? —preguntó Jimin. Yoongi ignoraba por completo
la presencia del otro omega, su concentración únicamente en el sucesor.
—¿Estás seguro que es un alfa legendario, Jim?
—Completamente, ¿por qué? —cuestionó, mientras acariciaba la cabellera
del alfa con sutileza.
—Es que... es muy diferente a Jungkook —se sinceró, con su mirada
puesta en el alfa que no mostraba ningún tipo de interés en la conversación.
—¿Qué opina tu padre acerca del juguete que obtuviste en la subasta? —
indagó Jimin, concentrándose en su amigo.
—Es un tema que no hemos profundizado —confesó el menor.
—Deberían hacerlo —recomendó el pelinegro—. No es buena señal que
tengas tantas dudas.
Taehyung se quedó en silencio por algunos minutos, para luego ponerse de
pie con una sola idea brillando en su cabeza. Tenía que hablar con su padre lo
más pronto posible, las alertas de su omega no eran en vano, y estaba seguro
que se arrepentiría después si continuaba ignorándolas.
Se despidió de Jimin y abandonó la habitación con la velocidad de un rayo,
dejando al pelinegro a solas con su juguete.
—Amo me llamó —habló Yoongi, ganándose la atención del omega.
—Y viniste rápido —observó Jimin, dándole una sonrisa pequeña que
enloqueció el corazón del alfa.
—Me gusta complacerlo —afirmó sin dudas en su voz.
El omega lo miró atentamente, todavía continuaba acostumbrándose al
atractivo del alfa, y debía admitir que tenía cierta debilidad con aquellos ojos
dorados que se fundían con el sol. Sonrió, sobre todo cuando el castaño
permaneció en su lugar, sin moverse, de rodillas entre sus piernas.
—¿Cómo te sientes? —preguntó atento.
—Mejor, amo me hace sentir así —dijo, mirando los labios rojizos del
omega sin ninguna gota de disimulo.
Jimin lo notó, notó los deseos insaciables que el alfa tenía de besarlo y
como un conjunto de sucesos que ocurren en una milésima de segundos, los
recuerdos llegaron a su mente para tentarlo hasta hacerlo caer.
Fue así como sus manos tomaron el rostro de Yoongi, ambos hicieron
contacto visual, al mismo tiempo que el omega cortaba todo tipo de
distancias y volvía a unir sus labios con los del alfa.
El contacto fue mucho más profundo y placentero para ambos. La boca de
Jimin dominó sobre la contraria, hasta que pudo sentir como Yoongi era
capaz de temblar entre sus brazos, mientras sus labios continuaban
recorriéndose con ansias, mordiéndose levemente, y dejando escapar jadeos
por la falta de oxígeno en los pulmones.
Se separaron, y en ese transcurso de tiempo, el menor pudo ver el desastre
encantador que había creado en su bonito juguete, todo con uno de sus besos.
—A-amo... no debería, no deberíamos.
—Tú no me dices que debo hacer, nene —fue la respuesta de Jimin, y
posterior a ello, volvió a besarlo.
Los labios de Yoongi hormiguearon, cayendo más profundo por ese omega
y deseándolo a un nivel peligrosamente seductor.
¡Ya vine! perdón por la demora, andaba terminando otro de mis
libros.
Bueno, ya se reveló que Yoongi es compatible con el virus que tantos
problemas está causando en la manada, y Jimin decidió destruir las
pruebas y guardar silencio para que no lo asesinen. ¿Qué opinan de esa
decisión tan extrema que tomó nuestro sucesor?
Actualicé un capítulo nada más, y es que aún estoy planificando todo
el libro la buena noticia es que las ideas se me van aclarando y ya tengo
un rumbo a seguir, así que espero que en la próxima semana pueda
darles dos capítulos diarios.
Infinitas gracias por la paciencia, ahora sí ya estoy aquí, dispuesta a
terminar con Alpha's owner.
Los quiero montones.

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty four!

Los pasillos estaban oscuros, las antorchas apagadas y el silencio


profundo.
El omega caminó con cuidado, no era conveniente que los guardias se
percataran de su presencia, y aunque era un miembro importante del consejo,
siempre existían preguntas que exigían respuestas.
Desde el último encuentro que tuvo con su superior, se dio cuenta que el
tiempo estaba esfumándose sin permiso. Los omegas que terminaban muertos
gracias al virus continuaban siendo una excelente distracción, tanto así que en
la manada estaban infiltrados más de quinientos treinta alfas, quienes
esperaban ansiosos por recibir las órdenes de atacar.
Sin embargo, existía un enorme problema con el que Suyin no contaba.
"Está aquí. Si los alfas notan su presencia, no obedecerán a nadie más que
a él".
Las palabras dichas por 02 le causaron repulsión total. No podían
permitirse errores, no cuando la caída del linaje Park estaba más cercana que
antes.
Suyin tenía muchas ideas en mente, y entre todas ellas hablar con 01 era la
principal. Su superior le pidió que lo vigilara, pero no estaba de más
recordarle para quien trabajaba en verdad, y quizás así, tendrían un atajo más
para llegar a la vulnerabilidad del líder y el sucesor.
Dobló por un pasillo amplio, bajó las escaleras hasta que finalmente llegó a
la enorme puerta de hierro negro que le daba el ingreso al salón rojo.
Tecleó la contraseña en el panel y tan sólo segundos después la puerta fue
abierta. El omega ingresó al lugar con lentitud, sus ojos frívolos veían de un
lado a otro, permitiéndose respirar cuando notó que el lugar estaba solitario.
—¿Qué haces aquí?
O casi. Suyin miró a su izquierda, encontrándose con el alfa que tanto
buscaba.
—01 —pronunció, sonriendo ladino cuando miró como el alto se tensaba
—. ¿Prefieres que te diga Kim NamJoon?
—¿Qué haces aquí, Suyin? —repitió el moreno, decidiendo ignorar todo lo
demás.
El omega terminó de ingresar, no sin antes asegurar la puerta. Analizó con
cuidado al hombre que tenía frente a él, a un alfa condenado a vivir como un
beta para crear un disfraz engañoso y sumamente letal; sin embargo, la
lealtad del hombre estaba flaqueando, o eso era lo que el líder de la rebelión
pensaba.
—El jefe pide reportes, NamJoon —inició con calma—. Te has
desaparecido por meses, dejando ciego el punto más importante para
nosotros.
—¿Qué me dices tú? —inquirió el alfa—. Eres parte del consejo, ¿no
resultas más útil?
—Lo soy, por ello ya está la trampa para asesinar a Park YoonWoo —
informó vanidoso—. Sin embargo, nada de eso tendrá importancia si no
podemos sacar del camino a Park Jimin, ¿estás de acuerdo?
NamJoon desvió la mirada hacia la pared que mantenía el sistema de
control intacto. En esos meses descubrió información valiosa, demasiado
valiosa que no estaba seguro de compartir. Primero necesitaba asegurarse de
que sus sospechas eran ciertas y ya luego decidir con quién la compartiría.
—Jimin tiene tres propuestas —informó, sabiendo bien que tenía que soltar
algo de información para ganar tiempo—. Dos omegas y un beta, todos
provenientes de manadas aliadas y poderosas.
—¿Ya decidió un prometido? —preguntó Suyin.
—Aún no, habrá una cena importante donde se los presentarán.
—Todos son de manadas aliadas... —murmuró el omega—. Significa...
—Más poder, ejércitos y alianzas para el apellido Park —terminó
NamJoon por él, dejando escapar una risita al ver la mueca del omega—.
Apuesto a que nuestro sabio líder no se esperaba una jugada como esa.
—El consejo no lo sabe —comentó Suyin—. ¿Por qué YoonWoo está
actuando en silencio? Así es mucho más complicado seguirle el paso.
—Probablemente ya está enterado de la infiltración en el consejo —dijo
NamJoon—. Park YoonWoo no es idiota, y Jimin tampoco. Sacarlos del
poder no será tan fácil como ustedes creen.
—¿Del lado de quien estás, 01? —inquirió irritado.
—Del lado racional —respondió aburrido—. ¿Algo más que necesites?
Estoy ocupado.
—De hecho sí, hay algo más —habló el omega con determinación—. Me
enteré que Jimin te buscó para que educaras a su juguete, ¿qué clase de alfa
es?
—Es un alfa legendario —respondió NamJoon sin darle tanta importancia
—. Torpe en algunas ocasiones, muy protector con Jimin, inteligente —hizo
una pausa—. No ha tenido reacciones violentas, pero no dudo que las
muestre si en algún momento mira a su dueño en peligro.
Suyin sonrió fanfarrón, para luego asegurar:
—Un perro salvaje no impedirá los planes de nuestro líder.
—Por supuesto que no —concedió el alfa con un tono burlón que no pasó
desapercibido—. Ya di el reporte que querían, ahora vete, no es prudente que
nos vean juntos y a esta hora.
El omega salió del salón rojo con la información necesaria para volver a
reunirse con su superior.
Mientras tanto, Kim NamJoon decidió que lo mejor sería solidificar la
información que mantenía oculta, después de todo, si sus sospechas
terminaban siendo ciertas, Park Jimin tenía en sus manos un arma mortal que
lo mantendría en la cima del poder durante mucho tiempo.
Jimin reía abiertamente, mientras Yoongi continuaba haciendo muecas
extrañas que resultaban graciosas para el omega.
Ambos estaban caminando tranquilamente por el edificio central de la
manada. Lo tomaron como un paseo tranquilo e incluso íntimo, donde eran
cuidados desde la lejanía por los guardias.
—De cachorro no me gustaba el baño —contó el alfa con la nariz arrugada
—. Mis hermanos me tiraban al río a la fuerza, y detestaba cuando mi pelaje
se mojaba.
—¿Tus hermanos? —inquirió Jimin, mirándole con atención.
—Somos cuatro —informó Yoongi—. Yo soy el segundo, aunque el más
fuerte —presumió.
El sucesor se quedó en silencio el tiempo suficiente para obtener la
atención de su acompañante. El alfa se detuvo frente al pelinegro, con sus
ojos dorados mirándole curioso.
—¿Hay algo mal? —preguntó el castaño, pues había notado el repentino
silencio de su amo.
—Nene... tú... ¿extrañas a tu familia? —preguntó Jimin con indecisión.
—¿Familia? —murmuró el alfa con las cejas juntas—. ¿Hermanos?
—Sí, ¿los extrañas? —preguntó Jimin.
—No —respondió con tinte amargo—. Ellos traicionaron el linaje, no los
quiero —refunfuñó por lo bajo—. A sobrino sí, a ellos no.
El omega apenas sonrió, continuó caminando al lado del alfa,
escuchándolo gruñir de vez en cuando, y notando toda la ternura que era
capaz de experimentar por el hombre grandote que caminaba a su lado.
—Hablas mucho mejor —comentó de repente, notando divertido el
sonrojo de las mejillas pálidas.
—Nam enseña bien —dijo con simpleza.
—¿Qué has aprendido de NamJoon? —cuestionó intrigado. No eran
muchos los momentos que Jimin tenía para su juguete, así que deseaba
ponerse al día con su educación y saber de él todo lo que pudiera.
—Arte, a Nam le gusta —respondió—. También números y letras, historia,
leyes, tradiciones, costumbres —enumeró con sus dedos—. Un poco de
estrategia, y mucho de apareamiento.
El omega se ahogó con su propia saliva cuando escuchó lo último,
sintiendo como un estúpido rubor se adueñaba tenuemente de sus mejillas.
Terminó frunciendo el ceño cuando procesó mejor lo que había escuchado.
—¿Cómo te enseñó NamJoon lo del apareamiento? —indagó, sintiendo
una espina molesta de celos y posesión.
—Libros —respondió el alfa, mirándolo de reojo—. La práctica es con
amo.
Jimin le guiñó un ojo como única respuesta, mas fue suficiente para
sonrojar al alfa. Caminaron un poco más, a la orilla del bosque, con el viento
frío de la mañana revolviéndoles el cabello y enfriando sus pulmones, hasta
que ese momento fue interrumpido por un desorden que nacía en el edificio
central.
—Detente —pidió el omega, al mismo tiempo que sus instintos se
activaban al percibir amenaza.
Yoongi obedeció, detuvo sus pasos y cuando lo hizo se concentró en la
actividad y los ruidos del bosque. A la lejanía escuchó el aullar de los lobos,
el sonido era tenue y amortiguado por los espesos árboles, pero el suficiente
para hacerse notar y profundizar aún más el ambiente de amenaza que lo
tensó de inmediato.
Gruñó amenazante, dando dos pasos al frente y dejando a un confuso Jimin
detrás de su espalda.
—Permita que me convierta en lobo, amo —pidió acelerado.
—¿Qué ocurre? —inquirió el omega, tensándose cuando él también
escuchó el aullar de los lobos que se acercaban.
—Se están acercando, ¡rápido Jimin! —gritó Yoongi.
El omega accedió con rapidez, desactivó el chip que estaba en el cuello de
su juguete, notando como de inmediato el alfa transmutaba, mostrando el
enorme lobo que albergaba en su interior.
Todo sucedió demasiado rápido.
La parte sur del edificio central explotó, la tierra se sacudió hasta partirse,
al igual que los escombros que caían luego de la explosión violenta que hizo
al sucesor perder el equilibrio hasta caer en el suelo fragmentado. Casi en el
mismo momento, una manada de cinco lobos traspasaron las verjas de
contención con un mismo objetivo:
Jimin.
Los cinco lobos corrieron hasta el sucesor que no estaba listo para
defenderse, pero no contaban con la presencia de un alfa mucho más grande y
fuerte que ellos, el mismo que se interpuso en su camino, bloqueándoles el
acceso al omega y gruñéndoles amenazante.
El lobo marrón impuso un dominio que tenía por naturaleza, lo hizo hasta
que los otros lobos se sintieron intimidados por su presencia, aunque no lo
suficiente.
Se le fueron encima al mismo tiempo, el lobo legendario respondió a cada
uno de los ataques con una violencia brutal, tirando zarpazos y mordidas
certeras que hirieron de gravedad a dos de los atacantes.
Y pocos minutos después, un lobo negro se unió a la pelea.
El omega atacó a matar. Sus fauces mortales se enterraron con fuerza en
uno de los lobos que habían llegado para atacarlo, y no lo soltó hasta que el
animal dejó de luchar.
Un grupo de soldados se hicieron presentes en compañía del general Kim
SeokJin. Ellos fueron quienes se encargaron de inmovilizar al único lobo que
quedaba con vida, con la intención de torturarlo hasta hacerlo hablar.
SeokJin tomó una manta negra y la usó para cubrir la desnudez de Jimin
cuando el sucesor cambió a su forma humana. Luego hizo lo mismo con
Yoongi, quien se mostró receloso con la cercanía del omega.
—Esos lobos venían con el objetivo de matarme —aseguró Jimin. El
pelinegro tenía todo el torso, cuello y manos llenos de sangre, y en las
mismas condiciones se encontraba su juguete.
—Sí —respondió SeokJin—. Tuviste suerte al estar acompañado del alfa y
de reaccionar rápido.
—Yoongi me salvó —admitió, haciendo contacto visual con el
mencionado—. Hubo una explosión y perdí el equilibrio, de no ser por él,
estuviera muerto en estos momentos.
—La explosión fue provocada —comunicó el general, mientras todos ellos
se dirigían a un punto más seguro.
Llegaron hasta el salón de entrenamiento que estaba lo suficientemente
alejado como para sobrevivir a la explosión. En ese lugar Jimin se colocó una
muda de ropa presentable y exigió que buscaran ropa para su juguete, debido
a que no era de su agrado que el alfa estuviera en esas condiciones bajo tantas
miradas.
—¿Tenemos un conteo de víctimas? —preguntó SeokJin a uno de sus
hombres.
—Aquí está la lista oficial, general Kim —informó el hombre, mientras le
daba una hoja de papel que tenía más de treinta nombres.
SeokJin comenzó a leer en silencio, y mientras lo hacía, Yoongi estaba
vistiéndose con la ropa que le llevaron. Jimin por su parte, estaba alerta, con
sus ojos puestos en el general, aguardando por noticias.
—¿Algo relevante? —preguntó el sucesor, notando como el general se
tensaba en su lugar.
—No me gusta para nada lo que está pasando, Park —confesó SeokJin,
mirándolo a los ojos.
—A mí tampoco —dijo Jimin—. ¿Quienes murieron en la explosión?
—Veintiocho criminales que no tienen relevancia —informó—. Y uno que
era valioso para la manada, ¿entiendes lo que significa?
—Me quieren muerto —aseguró el pelinegro con una tranquilidad que
resultaba escalofriante.
—Ya comenzaron a moverse —habló el general con seguridad—. Hace
pocos minutos intentaron asesinarte, volaron las mazmorras y sólo pudieron
hacerlo desde dentro, lo que significa que hay infiltrados en puestos
poderosos de la manada.
—Llegó el momento de responder a ese ataque —dijo Jimin con una
sonrisa ladina—. Pero primero, mírame a los ojos y dime quien pereció en
esas mazmorras. No quiero secretos, general Kim.
SeokJin lo miró a los ojos, y con la seguridad que le otorgaba el poder y
mando de los ejércitos, respondió:
—Jung Hoseok.
Se viene lo chido.
Ya se reveló la identidad de 01, ¿lo esperaban?
También quiero contarles que me senté por horas completas para
pensar y planear bien cada suceso de este libro. Tenía una idea base que
me sirvió, aunque al final la modifiqué un poco. Finalmente, lo conseguí,
logré planear lo que pasará y estructuré el drama.
Sin embargo, aún no tengo decidido el final esperemos que la
inspiración me ayude con eso.
Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty five!

La muerte de Jung Hoseok se anunció de forma oficial a la mañana


siguiente, cuando todas las averiguaciones quedaron esclarecidas.
El sepelio fue privado, con una ceremonia sencilla donde únicamente
estuvo presente el líder y los familiares del beta. Nadie más tenía el derecho a
participar ni sufrir por la pérdida, pues Hoseok había perdido todo estatus
dentro de la manada.
Sin embargo, para Taehyung fue como revivir un infierno que luchaba por
apagar.
Se enteró gracias a su propio padre, debido a que SeokJin no estaba de
acuerdo con ocultarle una noticia que, lo quiera o no, para su hijo era
importante. La reacción fue la esperada, el omega de cabellos azules se
desplomó hasta que sus rodillas tocaron el suelo, mientras la garganta misma
se partía en gritos constantes y dolorosos que estremecieron cada rincón de la
mansión.
La furia natural que alimentaba el alma del omega menor de los Kim se
hizo presente. Culpó y odió con todas sus fuerzas al beta que amaba al mismo
tiempo, le reprochó una y mil veces todas las decisiones erróneas que le
llevaron a ese final, uno que los había separado definitivamente.
Y Taehyung no estaba listo para soltarlo por completo. Le dolía, y era un
dolor que lo estaba consumiendo en un abismo adictivo, hasta que el vacío
oscuro comenzó a tomar gran parte de su corazón roto.
No supo en qué momento Jungkook llegó a su lado, y sinceramente no le
importaba. El llanto continuaba saliendo, las lágrimas se derramaban sin
descanso, acompañando todas esas horas en las que estuvo lamentando esa
pérdida a la que no lo prepararon para procesar, mucho menos para aceptar.
Hasta que el cansancio ayudó para que los sollozos se detuvieran, para que
las lágrimas se desvanecieran, y para que sus ojos se cerraran durante las
horas exactas que le permitieron descansar.
Al despertar, Jungkook continuaba a su lado.
—Sigues aquí —murmuró el omega, con los ojos puestos en el techo de su
habitación.
—Estabas llorando, aún estando dormido —dijo el alfa, mirando
atentamente el rostro del omega.
—¿Te importa que llore? —preguntó cansado.
—No me gusta —respondió, entonces Taehyung lo miró—. No tienes que
llorar por algo que no puedes cambiar, es un desperdicio en vano.
El omega se incorporó hasta quedar sentado encima del colchón, miró al
alfa que permanecía sin moverse al lado derecho de la cama, notándolo tenso
y al mismo tiempo inquieto.
—¿Te has enamorado alguna vez, Jungkook? —preguntó directamente.
El alfa desvió la mirada, pero antes le dio la oportunidad al mayor para
notar el dolor que se reflejó en aquellos ojos amarillos. La respuesta para
Taehyung fue un rotundo "sí".
—¿De qué sirve el amor? Lo veo como una ilusión cruel que envenena el
espíritu, capaz de manipular y hacer daño. —las palabras de Jungkook dieron
la bienvenida al próximo silencio que dejó a ambos envueltos en sus
pensamientos.
—Anhelo tanto el no recordarlo... todo sería más sencillo.
—Úsame a mí —dijo el alfa.
—¿Qué pretendes?
—Quieres olvidarlo, úsame entonces —respondió Jungkook.
SeokJin ingresó a la habitación provocando que Taehyung se olvidara de
dar una respuesta. El general observó detenidamente a su hijo, para luego
hacer lo mismo con el alfa que se empeñó en hacerle compañía, aún cuando
el peliazul exigió permanecer solo.
—Hijo —llamó con cuidado—. Tenemos mucho que hacer y no permitiré
que sigas encerrado.
—¿Está preparado el ingreso de Jungkook? —preguntó el omega menor.
El mencionado iba a preguntar, pero recordó que los alfas tenían prohibido
hablar cuando las autoridades del clan estaban presentes. Hizo una mueca
despectiva por ello, manteniéndose en silencio.
—Sí, pasamos los datos con el encargado y hoy mismo puedes llevarlo.
—Está bien, recuerda que tenemos una conversación pendiente —dijo
Taehyung, luego se puso de pie.
SeokJin salió en silencio de la habitación, permitiendo que su hijo
mantuviera un momento a solas con su juguete que se mostraba bastante
curioso y confundido.
—¿A dónde me llevarás? —preguntó Jungkook con desconfianza.
—Al salón rojo —respondió el omega, mientras buscaba un cambio de
ropa.
—¿Qué es eso? —inquirió el alfa, mientras arrugaba la nariz para
demostrar disgusto total.
Taehyung se colocó los pantalones para luego responder:
—El salón rojo es un edificio diseñado para los juguetes más importantes
dentro de la manada —informó—. Allí están alfas del líder, y la presidenta
del consejo —continuó—. También tienen derecho los juguetes del general,
los míos y por supuesto los de Jimin, quien es el sucesor.
—¿Por qué los llevan a ese lugar?
—Es una ley que estipuló el líder actual cuando tomó el mando de la
manada —dijo lo poco que sabía—. Es necesario que los alfas convivan entre
ellos, y también facilita al momento de entrenarlos para determinada
situación.
Jungkook caminó hasta quedar frente al omega, lo miró con profundidad,
atreviéndose a rozar con los dedos de su mano derecha la mejilla delicada del
mayor.
—¿Me quieres lejos de ti? —preguntó en voz baja.
—No estarás lejos de mí —respondió Taehyung—. Es un requisito que
debo cumplir, de lo contrario el consejo puede arrebatarte de mi lado.
El alfa sonrió ladino, con un toque divertido incluso, ese mismo que le
animó a preguntar:
—¿No quieres que me vaya de tu lado?
—Mi lado orgulloso no me lo permite —confesó con franqueza—. Eres mi
juguete después de todo, y nadie más que yo tiene el poder de mantenerte
cautivo o dejarte ir.
Jungkook se le quedó mirando, mientras su mente se encargaba de repetir
la misma pregunta: ¿por qué esas palabras pretenciosas y posesivas le habían
afectado a su lobo?
Y la más importante: ¿por qué comenzaba a descubrir belleza en Kim
Taehyung?
Jimin llegó al salón rojo con una carpeta de información valiosa entre sus
manos.
Ingresó a la sala principal donde se encontraba Kim NamJoon. El moreno
era el beta encargado del lugar, misma razón por la que el heredero lo buscó
para que se encargara de la preparación de su juguete.
Debía admitir que estaba haciendo un buen trabajo con Yoongi, por ello,
Jimin estaba listo para enviarlo al salón rojo.
—Jimin —pronunció NamJoon mientras se ponía de pie—. ¿Qué te trae
por aquí?
—Vine a dejar los documentos para tramitar el ingreso de Yoongi —
comunicó, y antes que NamJoon pudiera hablar, prosiguió—: al final dejé
una serie de condiciones que espero cumplan —demandó con firmeza en sus
palabras—. No quiero que los demás molesten a mi juguete, si escucho una
mísera queja de él, todos se joden, incluyéndote a ti.
—No son necesarias las amenazas, Jimin.
—Créeme, no estoy amenazando.
NamJoon resopló, tomó la carpeta y la revisó rápidamente para finalmente
dejarla encima del escritorio.
—Cumpliré con las condiciones, ¿cuándo traerás a Yoongi?
—La próxima semana —avisó el omega—. Cuando la cena preparada por
mi padre y el consejo haya culminado.
—¿Por qué esperarás hasta entonces? —indagó el moreno.
—Mis asuntos no te interesan, Kim —cortó Jimin.
—Tienes razón —asintió el beta—. Hace un par de horas el hijo del
general trajo a su juguete. Es un alfa legendario, lo más conveniente será
mantenerlo alejado de Yoongi, sabes que esa raza es sumamente territorial.
—Coincido —dijo el omega, para luego inclinarse y reducir distancia entre
ambos—. No quiero errores, Nam. Tampoco toleraré problemas, mucho
menos que mi alfita me diga que alguien aquí lo está molestando.
—No lo van a lastimar, Jimin —aseguró el moreno—. No soy idiota, te
aseguro que estará en un lugar aislado y tranquilo.
—Permanecerá en este lugar el tiempo mínimo estipulado por la ley —
decidió—. Luego, regresará a la mansión, a mi lado.
—Muy bien —aceptó NamJoon, mientras hacía anotaciones de todo lo que
el sucesor le decía.
—Todos los reportes los enviarás a mi correo personal —indicó Jimin—.
La información de Yoongi queda prohibida para todos, incluso para mi padre.
NamJoon frunció las cejas en extremo confundido. ¿Por qué Jimin estaba
siendo tan estricto con la seguridad de su juguete?, ¿había descubierto algo
delicado o importante? Sea cual sea la razón, implicaba riesgos y demasiadas
consecuencias.
—Sabes que no puedo ir en contra de las órdenes del líder, Jimin —le
recordó NamJoon.
—Lo harás —sentenció el sucesor con mirada amenazante—. A nadie le
darás información de mi juguete, y escúchame bien ahora —pausó un
momento—. Si mi padre, o alguien del consejo logran obtener la mínima
información de Yoongi, yo mismo me encargaré de matarte NamJoon, y esta
vez sí puedes tomarlo como una amenaza —sentenció—. Si ellos insisten,
diles que me pregunten a mí a ver si se atreven.
El mayor se irguió en su puesto, aceptando con obediencia la orden del
sucesor.
—Se hará como tú digas —respondió.
—Eso espero. —fue la respuesta del omega antes de marcharse del lugar.
SeokJin estaba en su despacho lidiando con el papeleo que conllevaba el
manejo de los ejércitos cuando su secretaria apareció.
—General, el señor Kim NamJoon solicita verlo.
—Hazlo pasar —indicó, dejando de lado los papeles.
Poco tiempo después, el moreno ingresó e hizo una elaborada reverencia a
la máxima autoridad de los ejércitos de la manada.
—Mi general —saludó—. He venido hasta aquí para entregarle los
documentos que solicitó del alfa recién ingresado al salón rojo.
El omega se puso de pie, dándole con ello la oportunidad a NamJoon para
analizarlo mejor. Era la primera vez que lo veía así de cerca, y para el menor
fue una imagen cautivante: alto, delgado, cabello cobrizo, ojos marrones,
labios gruesos.
Era el omega más hermoso que sus ojos habían visto, y se sentía pequeño y
sumamente irrespetuoso al desearlo de la forma en que lo hacía.
—Mi hijo me dio plena autoridad para estar a cargo de ese alfa, por ende,
toda la información de él pasará directamente a mí, ¿entendido?
—Sí, mi general —accedió, con su mirada inquieta barriéndolo de pies a
cabeza.
SeokJin dejó de revisar los papeles para mirar directamente al menor.
Empezó a caminar con lentitud, rodeándolo y analizándolo con escrutinio.
—Kim NamJoon, ¿cierto?
—Sí señor.
—¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés años, mi general.
—¿Qué cargos desempeñas dentro de la manada?
—Me encargo de la administración del salón rojo, mi general —respondió
—. Llevo tres años en el cargo.
El omega se quedó en silencio, con sus ojos puestos en el beta que
comenzaba a sentirse nervioso.
—Puedes retirarte, NamJoon —habló finalmente.
El mencionado salió apresurado del lugar.
Por otro lado, el general se quedó procesando la inquietud en su lobo
interno que se generó tras la presencia de ese hombre.
Habían muchas dudas, pero lo único seguro y que no pensaba pasar por
alto, fue la amenaza que percibió.
Doble actualización. Poquito a poco iré avanzando en este libro, así que
muchas gracias por la paciencia y apoyo. ❤
Perdonen cualquier falta ortográfica, son errores de dedo lo juro.
Los días oficiales de actualización son: Lunes, miércoles, viernes, y
quizá sábados.
Martes y jueves son de Murderer. Lo había publicado en el tablero,
pero no todos tuvieron la oportunidad de verlo, por ello lo hago por aquí.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty six!

El salón de fiestas era una construcción de mármol oscuro, paredes blancas


y techo de cristal.
Habían mesas adornadas con manteles dorados, rosas blancas en el centro
de cada una, unidas con un lazo rojo que resultaba cautivador de admirar.
Los camareros luciendo uniformes de color negro, pulcros y elegantes.
Cada uno de ellos sirviendo diferentes tipos de bebidas acorde al gusto de los
invitados, mientras una melodía suave continuaba escuchándose por todo el
lugar.
Los matrimonios más importantes de las manadas aliadas estaban
presentes, omegas solteros iban acompañados de sus respectivos juguetes. En
ocasiones como esas era donde la vanidad de la raza dominante salía a flote,
presumiendo sus adquisiciones valiosas que los unían con cadenas de
materiales costosos.
Sin embargo, Park Jimin era el omega más esperado de la noche.
El sucesor de la manada del norte y el sur llegaría en compañía de su único
juguete, un alfa legendario que era capaz de matar y morir por él; las noticias
del atentado contra el heredero se multiplicaron, logrando llegar hasta cada
rincón y aumentando la curiosidad de todos los presentes.
Por supuesto que también estaba la parte política. Era imprescindible una
unión fuerte, y entre más rápido ocurriera, menos peligro correrían; es por
ello que habían tres personas en esa fiesta que fueron seleccionados por la
presidenta del consejo como candidatos para que Park Jimin eligiera con
quien de ellos uniría su vida en matrimonio.
A Jimin no le gustó la idea, simplemente porque no conocía a ninguno de
sus pretendientes, y no confiaba en desconocidos. Pese a ello, sabía que no
existían muchas opciones cuando el hombre con el que estuvo comprometido
la mayor parte de su vida resultó ser un maldito traidor.
Yoongi por su parte, detestaba la idea de un matrimonio que involucrara a
su dueño, y se encargó de demostrarlo con la expresión mortal que endurecía
cada una de sus facciones.
—¿Sigues molesto? —preguntó Jimin al alfa. Ambos estaban por entrar al
gran salón de fiestas.
—Amo va a casarse —gruñó, mientras movía el cuello de un lado a otro.
Le estorbaba mucho el collar que llevaba y sabía que era por la misma
irritación que sentía.
Jimin rodó los ojos. Desde que compartió esa información con su juguete,
el alfa se había convertido en un cachorrito irritable y enojón, con el ceño
fruncido, soltando gruñidos, además de mostrarse posesivo y territorial con
su modo de actuar y hablar.
—Te expliqué que es un asunto político nada más —le recordó el omega,
tratando de ser paciente—. Existe una amenaza que debemos exterminar y el
matrimonio es fundamental.
Yoongi desvió la mirada y se cruzó de brazos. Muy en el fondo presentía
que estaba rebasando un límite que no le correspondía; quizá lo mejor era
recordarse el lugar que ocupaba en la vida del omega, un lugar insignificante
pues Jimin todavía no lo tomaba en una cama y eso le confundía.
—Amo será del hombre o mujer con el que se case y yo quedaré
desechado —murmuró bajo, aún así, Jimin lo escuchó claramente.
El omega soltó una sonora carcajada que irritó todavía más al alfa. Se
acercó a él, con sus manos sosteniendo el rostro varonil y perfecto, mientras
su mirada se perdía en aquellos ojos dorados por un tiempo que no fue capaz
de controlar.
—No perteneceré a la persona con quien me case, nene —susurró a
centímetros de la boca contraria—. Si en algún momento llego a entregarme a
alguien de esa manera, tendría que ser una persona que tenga la capacidad de
enloquecerme, de hacerme perder la razón y nublarme los sentidos —hizo
una pausa sólo para besar castamente los labios ajenos que temblaron bajo su
toque—. No estés celoso, alfita, porque de todo lo que dije, tú eres lo que más
se le acerca.
Luego de decir esas palabras, Jimin se alejo y comenzó a caminar con
tranquilidad hacia la entrada del salón. Así mismo, el alfa se quedó quieto y
procesando todo lo que había escuchado.
—¿Vienes? —inquirió el omega, lanzándole una mirada coqueta por
encima del hombro.
Yoongi apresuró el paso hasta que quedó al lado de su dueño, sintió una
corriente eléctrica que sacudió a sus huesos cuando miró la confianza y
superioridad que el omega mostró en el momento que tomó la cadena que lo
ataba, mostrando dominio y esa misma posesión que lo hacía rendirse con el
pelinegro.
Ingresaron al gran salón donde, de forma increíble, ambos ganaron mucha
atención.
Todos los invitados hicieron una elaborada reverencia que demostraba el
respeto al próximo líder del clan más poderoso. Para todos ellos quedaba
claro que Jimin tenía el coraje y las capacidades requeridas para llevar a cabo
un excelente mandato, así que estaban dispuestos a seguirlo con los ojos
cerrados.
Algunos otros que eran curiosos analizaron a detalle al alfa que
acompañaba al sucesor. El hombre usaba un traje a medida de color negro,
cadena y collar de oro, con ese dorado brillante combinando a la perfección
con el mismo color que componía la mirada del juguete salvaje y atractivo
del heredero.
Algunos susurros y más miradas fueron los que siguieron el camino que
Jimin siguió en compañía del alfa hasta donde Kim Jennie estaba.
—Presidenta —saludó Jimin, haciendo una corta reverencia a la mujer que
lideraba al consejo de todas las manadas.
Yoongi sentía mucha curiosidad por la mujer que también iba acompañada
de un juguete. Sin embargo, sabía que no tenía la autorización de levantar la
mirada, así que se limitó a mirar sus manos y escuchar la conversación.
—Park —pronunció la omega—. Me tranquiliza verte aquí, después de
saber tu desacuerdo con un nuevo compromiso.
—Es mi deber —se limitó a responder—. Estoy listo para tomar el mando
de la manada, lo único que me falta es el matrimonio.
Jennie asintió sin demostrar nada de emociones. Era una omega que tenía
mucho poder y carácter de líder, luchó en batallas sangrientas al lado de
YoonWoo y su hermano SeokJin, y desde ese entonces era leal a los ideales
del linaje de los Park.
Nunca tuvo la necesidad de casarse, tampoco tuvo hijos. A sus treinta y
cinco años lideraba con inflexibilidad, cumpliendo las leyes, y siendo
acompañada y complacida por sus juguetes.
Se despidieron con una corta reverencia, Jimin se desplazó hacia la
izquierda del salón donde su padre y el general Kim estaban.
—Padre, general —mencionó, respondiendo al saludo militar que SeokJin
le dedicó al ser su superior.
YoonWoo sonrió levemente, luego se concentró en el alfa que acompañaba
a su hijo, notando como mantenía la mirada gacha.
—Levanta el rostro —indicó, dando con ello un poco más de libertad a
Yoongi.
El alfa obedeció de inmediato. Lo primero que hizo fue mirar a su
alrededor, sorprendiéndose por los colores y todas las personas que estaban
presentes; sació la curiosidad lo suficiente para luego mirar hacia un lado del
líder actual de la manada, encontrándose con la presencia de otro alfa.
Alto, cabello negro, con collar y cadena a juego, el hombre estaba en
silencio, detrás de YoonWoo y mirando directamente en su dirección.
Se tensó de inmediato. Yoongi conocía bien aquella mirada.
—Me sorprende que trajeras a uno de tus juguetes, padre —habló Jimin,
notando como el alfa a su lado se relajaba visiblemente.
YoonWoo alzó una ceja antes de preguntar:
—¿No tengo derecho acaso?
—Todo lo contrario —respondió el sucesor con un movimiento de manos
—. Sin embargo, creí que traerías a Jaebum ya que es tu favorito.
—Yugyeom sabe comportarse en este tipo de lugares —informó el líder,
dándole una mirada al alfa que lo acompañaba.
Jimin ladeó la cabeza, decidiendo concentrarse en el general que estaba
serio y silencioso.
—¿Taehyung no vendrá? —preguntó en voz baja.
—Me pidió que lo disculpara contigo si llegabas a preguntar —admitió con
un suspiro—. Mi hijo no tiene ánimos para una fiesta de este tipo, espero que
lo entiendas.
Jimin no lo entendía, pero respetaba la decisión de su amigo.
—Llegaré a visitarlo en estos días —avisó, para luego alejarse en
compañía de Yoongi.
Buscó una mesa alejada con rapidez y cuando la encontró caminó hacia
ella, el alfa a su lado continuaba tenso, quizá nervioso y también irritado. El
sucesor lograba comprenderlo, era su primera aparición en un evento con
tantas personas y Yoongi no estaba acostumbrado.
—Relájate nene —susurró—. Estás conmigo.
—El juguete del líder no es confiable —dijo Yoongi sin poder callar.
Jimin hizo que el alfa se sentara en una de las sillas, y luego él se sentó en
el regazo de Yoongi. Los brazos del sucesor rodearon el cuello pálido, con
sus dedos jugueteando con el oro del collar, al mismo tiempo que disfrutaba
de la mezcla de sus respiraciones.
—Lo sé —respondió, mientras rozaba la mejilla izquierda del mayor con
su propia nariz—. Ninguno de los juguetes de mi padre me dan confianza, esa
es una de las razones por las que no quería enviarte al salón rojo, pero
afortunadamente encontré una solución.
—Amo, nos están mirando —dijo Yoongi.
—Que nos vean, no me importa.
—Pero, ¿no hay problema? —preguntó. No quería causar líos que
perjudicaran a su dueño.
—Eres mío, nene, ¿sabes lo que significa? —inquirió. Yoongi asintió y
luego negó, así que el omega se acercó más para susurrarle al oído—. Que te
puedo hacer todo lo que quiera, sin darle explicaciones a los demás.
—Haga lo que quiera conmigo —pidió el alfa, sintiéndose adormecido con
la mirada oscura y perversa del omega.
—Tutéame —demandó Jimin, escuchando gustoso el jadeo de su juguete
cuando le mordió levemente la oreja—. También di mi nombre.
Yoongi obedeció, porque para él era un placer hacerlo.
—Haz lo que quieras conmigo, Jimin —dijo, con voz ronca y mirada
anhelante, necesitada y doblegada.
—Se escucha mucho mejor —ronroneó el omega, soltando una risa baja
cuando los brazos fuertes del alfa le rodearon la cintura.
Ambos crearon un momento estimulante, íntimo y placentero. La
compañía del otro era lo que contaba; Yoongi estaba enloquecido por ese
omega, lo sabía y no le afectaba. Jimin se sentía deseado por ese hombre,
tanto que estaba seguro de terminar de romper las barreras de control que
estuvo cuidando durante todo ese tiempo.
El alfa tomó una copa de martini y la ofreció a los labios gruesos de su
dueño. Jimin se recostó en el pecho fuerte de su juguete, recibiendo gustoso
el líquido que Yoongi le ofreció, mientras sus miradas entrelazadas daban
inicio a un juego mucho más excitante y adictivo.
Sin embargo, hubo un carraspeo que inevitablemente los sacó de la burbuja
estimulante que ambos habían creado.
Yoongi dejó la copa vacía en la mesa sintiéndose un poco molesto por la
interrupción, aunque terminó sonriendo cuando se dio cuenta que Jimin no se
movió de su regazo.
Sin embargo, no supo como controlarse cuando miró a la misma mujer de
antes acompañada por tres personas más, y no tenía que ser tan listo para
saber quienes eran.
—Jimin, ellos son los candidatos que el consejo eligió —informó la omega
—. Los tres provenientes de un linaje respetable.
El pelinegro detalló en ellos; dos hombres, un omega y un beta, y también
una mujer de su misma jerarquía. Físicamente eran aceptables, y debía
admitir que le gustaba la atención que generaba en ellos.
—Preséntelos —solicitó, sintiendo como el agarre en su cintura se volvía
más fuerte.
—Él es Jisung —inició Jennie, mostrando al omega sonriente de cabello
rubio—. Es el heredero del clan central, con el que llevamos cinco años de
alianza.
—Es un honor conocerlo —habló el mencionado, con un rubor excesivo
pintado en ambas mejillas y cuello.
—Ella es Tzuyu —continuó Jennie. Entonces, Jimin se concentró en la
pelinegra que se lo estaba comiendo con la mirada, siendo descarada en el
proceso—. Es la hija menor de los líderes del clan de la frontera.
—Un placer saludarlo —susurró Tzuyu.
Yoongi gruñó, y Jimin tuvo que morderse la lengua para no reír ahí mismo.
—Finalmente, tenemos a Jackson —dijo Jennie, señalando al beta de
aspecto fuerte—. Es el líder del clan de las montañas.
—Eres bello —dijo Jackson, y si no hubiera sido porque Jimin estaba
sentado en el regazo de Yoongi, el alfa se hubiera levantado de un salto.
Los ojos oscuros del sucesor miraron a cada uno de los candidatos. Uno de
ellos sería su esposo o esposa, con quién tendría a sus hijos y lideraría, el
único problema era que no lo convencían.
Jisung, demasiado tímido para su gusto.
Tzuyu, demasiado coqueta para su gusto.
Jackson, demasiado raro para su gusto.
Estaba tentado de preguntarle a Jennie si realmente esos tres eran los
mejores candidatos que tenían para ofrecerle, mas descartó la idea al saber
que sería descortés de su parte.
—¿Debo elegir ahora? —preguntó directo.
—No, tendrás una semana donde se conocerán mejor —respondió la
presidenta del consejo.
—Siendo así, nos veremos después —dijo Jimin a las tres personas que
todavía eran extrañas para él.
Jennie se retiró en compañía de las tres personas que Yoongi más aborrecía
en el mundo. Eso último el alfa lo decidió de inmediato.
Frunció el ceño cuando el omega se levantó y tiró con un poco de fuerza en
la cadena para que el alfa hiciera lo mismo. Yoongi se levantó, dándole una
mirada confusa a su dueño que había comenzado a caminar hacia la salida,
llevándole con él.
—¿A dónde vamos? —preguntó el alfa, mientras seguía los pasos del
menor.
—A follar —respondió Jimin.
El corazón de Yoongi se detuvo al igual que sus pasos.
—Amo... yo, yo...
—Gruñiste, marcaste tu territorio conmigo y dejaste en claro que no
puedes controlar tus impulsos, así que yo te demostraré lo mismo —dijo
Jimin con seriedad—. Pero será en una cama.
El castaño tragó pesado, y como un cachorro regañado siguió a su dueño
hasta la camioneta negra que esperaba por ellos.
Es correcto, mis estimados lectores. El próximo capítulo es lemon.
Pregunta: si estuvieran en el lugar de Jimin, ¿a quién elegirían?,
¿Jackson, Jisung o Tzuyu?
Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty seven!

Fue un buen momento para regresar a la habitación de juegos.


Jimin ingresó al espacioso lugar en compañía del alfa, cerró la puerta con
seguro y no tardó en concentrarse en el hombre más alto que lo miraba
atentamente, con esos ojos dorados en una combinación de deseo y
curiosidad.
—¿Estás nervioso, nene? —preguntó, mientras sus manos acariciaban las
mejillas del alfa.
—Quiero complacer a mi dueño —determinó Yoongi, seguro de sus
palabras.
El omega le demostró el infinito gusto que experimentó con esas palabras
y lo hizo al besarlo con pasión. Los dos se fundieron en un beso casi animal,
donde los mordiscos y succiones acompañaban esas caricias incontrolables
que los doblegaban ante el otro, reconociendo con ello el crudo deseo que se
tenían.
Fue así como Jimin lo guió a ciegas por la habitación, el alfa legendario
estaba doblegado por los besos que recibía, dejándose llevar y entregándose a
esas sensaciones placenteras que calentaban cada rincón de su cuerpo.
El menor hizo que el castaño cayera sentado en la cama de sábanas negras.
Lo miró detenidamente, notándolo ansioso, con las pupilas dilatadas que
eliminaban el dorado de los ojos, la respiración descompuesta, la piel perlada
de sudor, tierno, caliente y necesitado.
Jimin rompió la camisa de su juguete, los botones salieron volando en
todas direcciones y la tela rasgada cayó al suelo sin contemplaciones. Los
orbes oscuros del sucesor se perdieron en el pecho pálido y fuerte, ansiando
marcarlo con sus uñas, también con sus labios.
—Viví un infierno todos estos meses, tratando de controlarme para no
reclamarte como un animal —confesó el menor, al mismo tiempo que sus
manos jugaban con el cierre del pantalón del alfa—. No pude hacer mucho
con los pensamientos que llegaban a mi mente —continuó, dejando escapar
una sonrisa—. En ellos, te montaba día y noche.
—Amo podía hacerlo —dijo Yoongi, lamiéndose los labios después—.
Soy suyo.
—Necesitaba que te adaptaras por completo, de lo contrario sentiría que
me estaba aprovechando y no es mi estilo —hizo una mueca—. Estás
preparado, nene, ahora sí puedo disfrutarte a mi antojo.
Yoongi gruñó ronco en el momento exacto que el omega metió la mano
derecha en sus pantalones; el tacto cálido terminó de endurecerle la polla, con
toda la sangre caliente que lo ponía a prueba cada vez que miraba la belleza
que desbordaba su dueño.
El omega se concentró en masturbarlo, la mano experta subía y bajaba por
toda la extensión, sintiendo el grosor y tamaño, así como las pulsaciones
rápidas de las venas que lo enmarcaban.
Era exquisito tocar al alfa, y lo era aún más mirar como la mirada salvaje
se derretía por completo bajo su tacto.
—Esta es la única manera en la que me verás de rodillas frente a ti —
comentó Jimin, mientras caía arrodillado en medio de las piernas abiertas—.
No me pierdas de vista, nene, y disfruta de lo que le haré a tu polla.
Bajó los pantalones y ropa interior del mayor, los hizo descender hasta
sacarlos por completo y aprovechó ese momento para también eliminar los
zapatos. Jimin se dio su tiempo para devorar con los ojos la desnudez del
alfa, esa misma que era capaz de descontrolarlo a él, haciéndole actuar con
mayor dominio, poseyendo todo aquello que lo enloquecía.
—A-amo —jadeó Yoongi, con el pecho subiendo y bajando con rapidez.
Tenía a su dueño de rodillas en el suelo, metido entre sus piernas y
mirándole el pene con un hambre que le estremeció de pies a cabeza. La
combinación de todos esos detalles hicieron que el alfa temblara, pues nunca
antes había experimentado sensaciones tan placenteras.
—Mírame a los ojos, y no dejes de hacerlo —demandó el omega, siendo
obedecido de inmediato.
Jimin tomó el miembro del alfa y le dio una lamida completa desde la base
hasta la punta, luego su lengua rodeó el glande, haciendo leve presión para
finalmente dar la primera succión que arrancó un gemido completo en el
mayor.
Yoongi seguía mirándolo a los ojos, incapaz de desobedecer a su dueño,
perdiéndose en un limbo infinito de sensaciones oscuras que no hizo más que
abducirlo cuando la boca del menor tomó todo su miembro con avidez.
El alfa se deleitó con la imagen. Cayó por completo en el encanto letal que
el omega le mostraba al tener las mejillas rojas, los ojos llorosos y los labios
gruesos que rodeaban con necesidad el trozo de carne duro que no dejaba de
derramar líquido seminal en la garganta caliente que lo tenía preso.
Yoongi quería decir muchas cosas. Quería gritar lo delicioso que se sentía,
lo mucho que estaba disfrutando tener la boca de su amo prendada de su
polla, quería decirle como le ponía verlo con el rostro enrojecido mientras lo
succionaba fuerte...
Quería gritar lo loco que Park Jimin lo volvía.
Sin embargo, no podía. En ese momento su cuerpo y su mente actuaban
como uno sólo, así que lo único que estaba a su alcance era llenar la
habitación de gruñidos necesitados, jadeos constantes y gemidos largos,
roncos y profundos.
Todos los sonidos que abandonaban la garganta del alfa demostraban el
infierno prohibido y el innegable placer que lo sacudía, incentivando al
omega que continuara con su labor de comerse la polla que le estaban
ofreciendo sin rastros de dudas o arrepentimientos.
El omega succionó por última vez y luego soltó el miembro que dejó
empapado de su propia saliva y más líquido seminal que salía de la ranura de
la punta. Se puso de pie, lamiéndose los labios para degustar una vez más el
sabor adictivo de su juguete, sabiendo bien lo mucho que enloquecía al alfa
con esa acción.
—Acuéstate en la cama —ordenó, mientras sus manos comenzaban a
eliminar la ropa que lo cubría.
Yoongi obedeció con premura. El enorme cuerpo del alfa quedó situado en
medio de la cama, como un banquete tentador que era exclusivamente para el
deleite de su dueño.
Y Jimin no pensaba desperdiciarlo; en sus planes estaba perderse en cada
rincón del cuerpo contrario, probarlo hasta drogarse y que las fuerzas se le
escaparan del cuerpo, sólo entonces se sentiría satisfecho.
El omega se acercó más a la orilla de la cama, sonrió ladino cuando notó
que los ojos del mayor no se apartaban de su cuerpo semi desnudo, así que
decidió complacerlo más. Eliminó la camisa, los pantalones y los zapatos, se
quedó con la ropa interior, jugueteando con ella y tentando al hombre
desnudo en la cama, hasta que finalmente se deshizo de esa última prenda
que lo cubría.
Quedó completamente desnudo bajo la mirada hambrienta del alfa.
Yoongi lo miró sin ningún tipo de pudor o restricciones. Los ojos dorados
y cargados de deseo iniciaron con el rostro perfecto que tanto conocía y luego
bajaron por el cuello terso y las clavículas definidas; siguió mirando, cayendo
en el pecho y anhelando probar los pezones marrones que le hicieron salivar
de más, continuó detallando el abdomen plano y fuerte, sintiendo como el
instinto primitivo que vivía en su lobo interno se activaba cuando detalló en
el vientre.
Jadeó sin poder contenerse cuando miró las caderas esbeltas, el tatuaje de
luna que estaba del lado izquierdo. Tragó grueso cuando sus ojos se perdieron
en la erección firme del omega, gritando un deseo igual de demoledor que el
propio, uno que aumentó cuando Yoongi se perdió en la curva perfecta que se
creaba en el trasero prominente de su dueño.
Aunque al final terminó sonrojado, sobre todo por la forma descarada con
la que Jimin lo miraba.
El omega apoyó las rodillas en el colchón y poco tiempo después gateó en
la cama hasta quedar encima del alfa. Ambos soltaron un gemido gustoso por
el contacto de sus pieles desnudas, alimentando el cosquilleo en sus vientres
bajos que los incitaron a continuar.
—Voy a cabalgar sobre tu polla —susurró Jimin, para luego acariciar los
labios contrarios con su lengua.
—Hazlo —suplicó Yoongi, respirando por la boca y bebiendo del aroma
contrario.
El omega irguió la parte superior del cuerpo y abrió un poco más las
piernas, llevó la mano izquierda hacia la polla del alfa y la alineó en su
entrada mojada. Presionó la punta, al mismo tiempo que sus caderas
descendían lentamente, llenándose de todos esos centímetros de carne y
sangre caliente.
Las manos del mayor apretaron con fuerza las sábanas, la presión que el
interior del omega ejercía en su hombría era demasiado demoledora, incluso
se sintió mareado y aturdido por breves instantes, donde también un pequeño
dolor llegó a estorbarle.
Frunció el ceño, no sabía que le dolería. La sensación no era fuerte, mas sí
incómoda, tanto que el omega encima de él lo notó de inmediato.
—¿Te duele mucho? —preguntó Jimin, sin la intención de moverse.
—No tanto, es incómodo —murmuró con la nariz arrugada.
—¿Me detengo? —inquirió el omega, aunque, si era sincero consigo
mismo, lo último que deseaba hacer era detenerse.
—¡No! —respondió Yoongi acelerado—. Me gusta estar así, lo disfruto.
El pelinegro elevó las caderas lo suficiente para que la mayor parte del
pene saliera, dejando solamente la punta en su interior, se mantuvo así por
algunos segundos y posterior a ello descendió con rapidez, enterrando toda la
extensión en su canal, haciéndolo llegar profundo.
El alfa soltó un gemido, siendo víctima de su propio placer duplicado. Por
instinto llevó ambas manos a las caderas del omega, sintiéndolas moverse
encima de su miembro con destreza y a un ritmo marcado que lo tenía
embelesado.
La sensación que estaba experimentado era la más placentera. Nunca
imaginó que el apareamiento sería tan estimulante y adictivo, haciéndolo
desear más, y tirar por la borda todo ese tiempo en el que ignoró lo que se
estaba perdiendo.
—¿Te gusta como me muevo, nene? —le preguntó Jimin entre jadeos
agudos.
—Me gusta —respondió ido, apretando con fuerza los muslos gruesos del
omega.
Jimin tomó la cadena del alfa y tiró de ella con fuerza hasta que Yoongi
quedó sentado en la cama con él montándole la polla. Sus labios volvieron a
unirse, los brazos fuertes del mayor le apretaron alrededor de la cintura,
soltando gruñidos que acompañaban los chapoteos húmedos que los glúteos
del omega creaban al impactar sobre los muslos del castaño.
—Tienes una polla dotada que me llena hasta complacerme —murmuró el
sucesor, mordiendo los labios de su juguete con deseo incontrolable.
El alfa se dejó dominar y el placer experimentado continuó creciendo.
Llevó las manos hasta el trasero del omega, lo apretó con fuerza y lo tocó
como quería, soltando más gruñidos cuando los dientes de su dueño se
adueñaron de su cuello para llenarlo de marcas que tardarían días completos
en desaparecer.
Yoongi también moría por marcar la piel de su dueño, mas detuvo todos
esos pensamientos cuando recordó que lo tenía prohibido. Aún así, él estaba
doblegado en la delicia que la boca contraria hacía con su cuerpo.
Ambos perdieron el control, ambos se besaron y se tocaron hasta que no
quedó porción en sus cuerpos sin conocer, sin medir consecuencias y sin
importarles nada más que ellos juntos y follando como adictos sin remedio.
La habitación completa estaba llena de sus aromas, los gemidos de ambos
retumbaban en las paredes, el sonido de sus cuerpos sudorosos al encontrase
en cada embestida, los gruñidos animales y las palabras vulgares que
aumentaban el grado de excitación en ambos, alimentando el clímax que
amenazaba con reducirlos a un desastre tembloroso.
—Córrete dentro de mí, nene —ordenó Jimin, con sus ojos oscuros
consumiendo al alfa—. Lléname de ti.
Las palabras fueron las correctas para enloquecer al alfa que vivía con el
propósito de complacer a su dueño.
Dejó escapar un gruñido bajo, mientras sentía como una gran cantidad de
líquido salía de su miembro, llenado todo el canal que estuvo follando.
—Jimin —pronunció, con la mirada nublada en un placer infinito que lo
tenía casi adormecido.
El omega soltó un gemido cuando el orgasmo lo envolvió. Llevó ambas
manos a la cabellera del mayor y tiró de ella con fuerza, estremeciéndose
cuando la esencia bañó ambos cuerpos.
El nudo del alfa legendario los dejó sin la oportunidad de moverse durante
los próximos minutos, y ese tiempo decidieron utilizarlo para recuperar un
poco del aliento que perdieron.
Jimin besó las mejillas rojas de su juguete, sonriendo cuando los brazos
que todavía continuaban rodeándole la cintura afianzaron el agarre, como si
jamás quisiera dejarlo ir.
Probablemente era así. Quizá Yoongi no estaba dispuesto a dejarlo libre.
Y Jimin tampoco, aunque tuviera que pulverizar las leyes de su propia
manada.
—¿Amo está bien? —preguntó Yoongi, buscando con insistencia la mirada
del omega.
—Amo está muy bien, nene —respondió el pelinegro, sonriendo
levemente.
—¿Lo hice bien? —inquirió el alfa, tenía los ojos brillantes y anhelantes de
aceptación.
—Me dejaste completamente satisfecho, eres irremplazable. —las palabras
del sucesor alimentaron los sentimientos que estaban ocultos en el interior del
alfa. Se sintió bien y liberador saberlo, porque de ese modo, Yoongi se
convenció que estaba en el lugar correcto.
Y pelearía contra todo y todos para continuar protegiéndolo.
Un minuto de silencio por la virginidad perdida del nene. JAJSJAJSJA
OKNO
La intensidad del lemon aumentará, irá acompañada de la trama de la
historia. Entre más oscura se torne, más intenso será, más adelante
comprenderán mejor (eso espero).
¿Qué les pareció el capítulo? Soy re insegura y por eso pregunto tanto
pidoperdon.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty eight!

En los planes de Jimin estaba visitar a Taehyung. Sabía que el omega no


estaba teniendo un buen momento, y de alguna manera quería hacerle
compañía y ofrecer apoyo silencioso.
Esos mismos planes quedaron desechados cuando Taehyung y él fueron
convocados a una reunión de emergencia.
Sería de carácter privado. Solamente los miembros más importantes de la
manada formarían parte, siendo el líder Park YoonWoo, la presidenta del
consejo Kim Jennie y el comandante de los ejércitos Kim SeokJin.
Jimin tenía una idea de lo que estaba sucediendo. A primeras horas del día
se detectaron movimientos sospechosos en el sur de las montañas y cuando se
mandó a investigar, se encontraron con más cadáveres de omegas. La
cantidad exacta fueron diez, todos ellos con el mismo patrón de los asesinatos
anteriores y con hora similar de muerte.
Él mismo lo comprobó con sus propios ojos cuando tuvo que abandonar el
calorcito que su juguete le otorgaba para salir a investigar el ataque repentino
que miembros de su manada sufrieron.
Y ese era el motivo por el que estaba reunido en un salón privado, con
Taehyung y los principales líderes.
—Descubrimos el motivo de los asesinatos —inició Jimin, mientras
caminaba alrededor de la mesa ovalada donde descansaba un enorme mapa e
información valiosa—. Los patrones son demasiado similares, y tantas
coincidencias y repeticiones nos llevaron a la misma conclusión: todo es una
maldita distracción.
—¿Con qué objetivo? —preguntó Taehyung, sus ojos miraban únicamente
al mapa que señalaba en tinta roja el lugar donde ocurrió el incidente.
—Debilitarnos —respondió YoonWoo—. Nos están acorralando, y al
atacar la raza omega es una burla que inevitablemente repercute en el mando
que tenemos sobre la manada.
Hubo un momento de silencio que fue roto cuando los puños del heredero
impactaron con fuerza sobre la madera. Jimin estaba ansioso y la cabeza le
dolía, pero en ese momento justo, sus pensamientos se estaban ordenando con
rapidez llegando a varias conclusiones en cuestión de segundos.
—El virus ya lo tenían, sólo necesitaban cuerpos vacíos para inyectarlo —
inició con rapidez, obteniendo la atención de todos los presentes—. ¿Por qué
no usaron betas?, ¿por qué no alfas? Los omegas están siendo masacrados en
nuestras propias narices, y dudo mucho que el responsable sea uno de la
misma jerarquía.
—¿Insinúas que el culpable de todo esto es un alfa? —preguntó SeokJin,
encontrándole sentido a las palabras escuchadas.
—Estoy seguro —aseguró Jimin—. La razón es simple: venganza, poder, o
ambos.
—Las personas no tardan en levantarse contra nosotros —sentenció Jennie
—. Los ataques están diseñados para que el pueblo se revele, ya nos quedó
bastante claro.
—Ese es el verdadero motivo —continuó Taehyung—. Atacan omegas
porque sus muertes son más escandalosas dentro de las manadas y nos
culparán a nosotros bajo el argumento de no saber mantener el orden.
—Sin embargo, para que hayan hecho todo esto tuvieron que tener apoyo
interno —dijo el general Kim—. Es aquí donde recuerdo mis sospechas sobre
algunos miembros activos del clan y solicito permiso para iniciar una
verdadera investigación.
—Concedido —habló el líder, dándole una mirada a su hijo—. Tu ascenso
al poder está en grave peligro.
En ese instante, Kim Jennie se puso de pie.
—No permitiremos que el linaje Park caiga. La pirámide del poder debe
continuar inquebrantable, de lo contrario todas las manadas se creerán con el
derecho y libertad de iniciar una guerra que daría como resultado muerte,
caos y destrucción.
—La información que pudimos obtener del alfa capturado en el ataque
hacia Jimin fue escasa —reveló SeokJin—. El hombre prefirió morir, pero
antes mencionó una frase que no terminamos de entender.
—¿Qué frase? —cuestionó Jimin.
—"El verdadero líder ya está aquí" —dijo el general.
—Un ejército —musitó Taehyung, compartiendo una mirada con su
amigo.
Y en ese instante lleno de tensión y estrés, fue que el sucesor tomó una
decisión definitiva. Por el bien de su manada, por su apellido y por todo lo
que creía correcto.
—Me casaré en una semana —sentenció, para sorpresa de todos los
presentes—. Para la próxima luna llena, el clan tendrá un nuevo líder.
—¿Ya has elegido? —preguntó YoonWoo.
—Aún tienes tiempo —dijo Taehyung, sintiéndose mal por lo que su
amigo estaba obligado a hacer.
—No tenemos tiempo —habló Jimin, mientras apretaba ambas manos para
poder contenerse—. Me casaré con Jackson. De los tres candidatos es el
único que ya es líder de su propio clan, además, las montañas que lidera nos
podrían servir en caso de una guerra, así que es imprescindible una unión
entre ambos.
—Es una excelente elección —asintió Jennie—. Los clanes a los que
pertenecen Jisung y Tzuyu ya tienen alianzas con nosotros. Por otro lado, el
dominio de las montañas será clave para nuestra supervivencia en la guerra
que se avecina.
—Está decidido —dijo el heredero, tratando de ignorar el peso que se
formó en el centro de su pecho.
—Se enviará el aviso al clan de la montaña para que Jackson venga lo más
pronto posible —informó YoonWoo—. Omitiremos la cena de compromiso y
todo lo demás, esta unión debe llevarse con cuidado, no podemos
arriesgarnos hasta que mi hijo tome el poder.
—La información compartida en esta reunión queda prohibida a personas
externas de este salón —decretó Jennie—. No podemos confiar en nadie más
que nosotros mismos, no sabemos quienes están de nuestro lado y no nos
arriesgaremos a averiguarlo —hizo una pausa—. Desde este momento, el
ascenso del heredero da comienzo.
Jimin luchó contra todo, incluso contra sus propias emociones que fueron
capaces de traicionarlo en ese momento crucial, haciéndole dudar y
recordándole al mismo tiempo que el deber con su manada era lo importante,
no sus sentimientos.
Sin embargo, recordó la mirada brillante y bañada en oro del alfa que
quería, entonces, el peso que estuvo sintiendo dentro de su pecho se triplicó.
Y ahora no quedaba nada, sólo el frío que sentía por lo que estaba a punto
de hacer.
Jackson se sorprendió cuando le notificaron la decisión del heredero.
Dentro de una semana se convertiría en el esposo de Park Jimin, y en ese
instante estaba llegando a la mansión del sucesor mientras continuaba
procesando la noticia.
Pasaría todos esos días en compañía del omega con el propósito de que
ambos se conocieran. El tiempo era limitado, las circunstancias tampoco eran
las mejores, pero el beta estaba determinado para que las cosas funcionaran;
después de todo, esa unión le beneficiaba a su gente que vivía en las
montañas.
—El amo espera por usted en el jardín —informó una de las muchachas de
servicio.
—¿Me puede mostrar el camino? —preguntó Jackson, mirando la enorme
construcción de paredes oscuras.
La chica asintió. Con rapidez lo guió a través de pasillos hasta que llegaron
a unas puertas dobles de gran tamaño que fueron abiertas para ellos. Jackson
miró el jardín amplio y rodeado de árboles, no tardando en encontrar al
omega con el que debía casarse.
Sin embargo, sus pasos quedaron congelados cuando un enorme lobo se
interpuso en su camino, gruñéndole amenazante, e impidiendo que diera un
paso más cerca de Jimin.
Jackson tragó en seco, no fue capaz de sentir los movimientos contrarios.
Era un lobo aterrador, intimidante, sigiloso y que no dudaría en atacarlo si
hacía un mal movimiento.
—N-no le haré daño —susurró, y luego carraspeó—. Doy mi palabra.
—Nene. —la voz delicada del omega provocó que el lobo alzara las orejas
en su dirección.
El beta decidió quedarse quieto, mirando como Jimin se acercaba hasta
ellos.
—Yoongi —llamó el omega de nuevo, sonriendo cuando el lobo se
concentró en él—. Jackson no es amenaza, estaré bien.
El fuerte lobo emitió un gruñido bajo, casi inconforme, para luego alejarse
y empezar a corretear por el extenso jardín. Sin embargo, de vez en cuando
miraba en dirección a su dueño, mostrándose alerta y para nada confiado.
—No sabía que tenías un alfa legendario como juguete —comentó
Jackson, haciendo contacto visual con el omega—. Es la raza más fuerte y
territorial dentro de los lobos alfas.
—¿Conoces de alfas? —preguntó Jimin, al mismo tiempo que ambos
comenzaban a caminar por el jardín.
—En mi manada hay una buena cantidad de ellos —contó—. Nosotros no
los vemos como juguetes, forman parte de la población con los mismos
derechos que los omegas y los betas.
El sucesor sonrió mínimamente, con su mirada al frente y expresiones
tranquilas.
—Un ejército de alfas sería mucho más poderoso que uno de omegas o
betas —comentó—. Ahora entiendo el motivo por el que tu clan es tan
respetado.
—Nada comparado al dominio del clan Park —dijo Jackson—. Estuve
investigando y son los únicos leales a sus ancestros y orden jerárquico —hizo
una mueca graciosa—. Aunque... debo admitir que existen algunos métodos
que emplean que me causan pesadillas y no me dejan dormir por días.
Jimin soltó una risotada que contagió al beta de inmediato.
—Te aconsejo que te acostumbres a esos métodos —dijo el omega,
mirándole con diversión—. Te casarás con la persona que inventó varios de
ellos.
Jackson palideció, provocando que el omega volviera a reír.
—Oh, eso me hace sentir mejor —comentó el beta.
Continuaron conversando, mientras cada uno intentaba olvidar el desastre
que los rodeaba. Jimin descubrió que a su futuro esposo le gustaba mucho
correr por los bosques, también era un excelente estratega, tenía ideas
innovadoras para el desarrollo de las manadas y le gustaban los frutos del
bosque, aunque habían algunos que le causaban alergia.
Jackson tenía veinticuatro años, y estaba dispuesto a liderar a su lado.
—Estaba enamorado de un alfa —confesó luego de un largo rato—. No fui
correspondido y me retiré antes que mi orgullo pulverizado me delatara —
sonrió cansino—. Soldado herido, pero nunca caído.
—Fue una decisión inteligente —comentó Jimin, mientras sus ojos se
concentraban en el lobo que escarbaba en la tierra con la energía intacta de un
cachorro.
—¿Qué hay de ti? —inquirió el mayor, cruzándose de brazos y dándole
una mirada pícara—. ¿Desde cuándo te gusta tu juguete?
—Desde que lo vi por primera vez dentro de su jaula —respondió Jimin—.
Es un nene precioso.
—Formulé la pregunta equivocada —dijo Jackson—. Lo que realmente
quería saber es: ¿desde cuando te enamoraste de tu juguete?
Y el omega no encontró una respuesta concreta.
Jungkook estaba molesto, temeroso, pero también se sentía idiota por los
latidos alocados de su corazón, mismos que se tornaban dolorosos al recordar
la traición que había experimentado.
Yugyeom fue su primer y único amor. Lo conoció en los bosques donde
ambos crecieron, pero todo cambió hace un año, cuando el alfa mayor lo
abandonó por motivos más avariciosos y mezquinos.
Jungkook había llegado a la manada con un objetivo claro. Su padre le dio
indicaciones que por supuesto siguió, aunque al final sus pensamientos se
dirigían a un camino completamente diferente, uno que estaba arraigado a sus
instintos y naturaleza de alfa legendario.
Necesitaba encontrarlo y así definir por quien pelearía.
Sin embargo, no contaba con encontrarse al amor de su pasado, al motivo
real de sus tormentos y a la mayor fuente de su odio. Definitivamente, no ahí,
no en el salón rojo.
Pero lo hizo, Yugyeom estaba ahí, como un juguete del líder de esa
manada, destrozando un poco más el corazón rebelde de Jungkook que
todavía luchaba por destruir su recuerdo.
Y entonces, Jungkook lo odió un poco más.
Lo odiaba y lo amaba al mismo tiempo. Todo era una jodida mierda para él
y lo que creía era correcto.
—¿Tu padre te envío hasta aquí?
Jungkook no respondió la pregunta, se quedó en silencio, mirando sus
manos y tratando de controlar ese impulso asesino que se apoderó de él
cuando volvió a mirarlo a los ojos.
Yugyeom resopló fastidiado. Tenía mucho para hacer y el tiempo era
limitado, no estaba en sus planes lidiar con un alfa explosivo que no
terminaba de comprender que entre ellos existía algo mucho más importante
que eso tan patético y soñador como lo era el amor.
—No puedes comportarte de forma tan estúpida —gruñó el mayor.
—Largo —dijo Jungkook, sin darle la mínima mirada.
—No seas niñato, si estás aquí vamos a unir fuerzas para cumplir con los
deseos de Kaisa —decidió Yugyeom, y sólo entonces el alfa menor lo miró
con burla.
—¿Por qué te ayudaría a quedar bien con mi padre? —preguntó—. Eres
uno de sus perros fieles, creo que puedes lograrlo tú solo.
—Jungkook —pronunció el mayor con creciente enojo—. En este
momento tenemos una leve ventaja que no podemos desaprovechar. Tu padre
confía en nosotros, ¿vas a traicionarlo como lo hicieron sus hermanos? Eres
su único hijo y sería vergonzoso para nuestro linaje.
—Cierra la boca, ya me tienes harto con tanta palabrería —gruñó el menor
—. De nada sirve que me des cátedra de comportamiento, no pienso seguir
tus malditas órdenes.
—¡Entonces lárgate y no me estorbes! —gritó Yugyeom.
—Lárgate tú, o mejor muérete.
El alfa mayor salió de la habitación con la furia creciente alimentando a su
lobo.
Mientras eso ocurría, Jungkook se quedó pensando en muchas
posibilidades, entre ellas encontrar a la única persona que podía esclarecer las
muchas dudas que tenía sobre su mismo padre.
Su tío era el indicado, sólo debía encontrarlo.
Por ello, su mente cansada seguía repitiendo la misma pregunta, hasta que
sus labios la dijeron en voz sumamente baja.
—¿Dónde estás, Yoongi?
La trama de este libro es mucho más complicada de lo que en un
principio imaginé. Trataré de hacerla lo más clara posible, pero también
espero que ustedes puedan unir las pistas que voy dejando.
Tengo dos cosas para decir:
La primera es que confíen en Jackson con los ojos cerrados, nunca nos
va a traicionar.
La segunda es que no confíen en Yugyeom. Ese alfa jamás amó a
Kookie y sólo quiere muerte y poder.
¿Cuál es la teoría más fuerte que tienen hasta ahora?
Para mis lectores amantes del Yoonmin (todos aquí jajaja) no se
preocupen. Habrá mucho, mucho Yoonmin, aunque vean la situación
complicada. Confíen en el proceso.
Estoy con miedo, admito que mis propias ideas me tienen intimidada y
me da pánico que la trama enredada los aburra, pero continuaré,
aunque las manos me tiemblen.
Infinitas gracias por leer, ahora sí entramos a la parte importante de
la historia.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter twenty nine!

NamJoon miró la casa que estaba frente a él con un toque de desconfianza.


Era de madrugada, el movimiento y la seguridad de la manada estaba
controlado, así que era la oportunidad perfecta para escabullirse entre las
calles sombrías y llegar al lugar al que Kaisa lo había citado.
Soltó un gruñido bajo, tomándose un par de segundos para decidir no
perder más tiempo. Avanzó unos cuantos pasos hasta que las escaleras viejas
recibieron el peso de su cuerpo, rechinando bajo sus pasos y provocando más
ruido del necesario.
El viento naciente de los bosques llegó para sacudir la llama decadente de
la lámpara de gas situada en la entrada. El ambiente era solitario y un tanto
aterrador, las condiciones de la casa bastante cuestionables y un hedor
nauseabundo que le hizo arrugar la nariz.
—Justo a tiempo. —la voz pausada y ronca rompió el silencio,
advirtiéndole a NamJoon que no se encontraba solo.
—Me mandaste a llamar —habló el moreno, identificando la presencia del
otro alfa a menos de dos metros de distancia.
—Lo pensé con mucho detenimiento antes de hacerlo —admitió Kaisa—.
Es peligroso que te reúnas conmigo en estos momentos, pero también era
indispensable. Necesito información.
—Jungkook logró ingresar con éxito en la manada —informó—. Hace un
par de días lo recibí en el salón rojo bajo órdenes directas del comandante
Kim SeokJin.
—No me agrada que mi hijo quedara bajo el poder de la familia Kim —
habló el alfa que aún permanecía oculto en las sombras—. Lo mandé a esa
manada para que cumpliera una tarea sencilla, NamJoon.
—El sucesor ya tenía un juguete cuando Jungkook fue subastado —le
recordó el moreno—. Si tu plan era colocar a tu hijo bajo el dominio de los
Park, debiste actuar antes.
—Me han dicho que el chico tiene gustos particulares e ingenuamente creí
que le gustaría ampliar su colección —chasqueó la lengua—. No importa,
Jungkook está lo suficientemente cerca, así que todavía me resulta útil.
—¿Se te ofrece algo más? No puedo desaparecer por mucho tiempo o
comenzarán a sospechar —dijo NamJoon con seriedad.
Kaisa se quedó en silencio por algunos segundos, luego inició a dar pasos
lentos que lo iban acercando al otro alfa, mientras sus ideas se ponían en
orden y sus planes ansiaban nueva información.
—Tengo curiosidad por el juguete del sucesor, me han dicho que es
bastante fuerte y protector con él —inició, mientras continuaba dando pasos
lentos alrededor del otro alfa.
—No pertenece a ninguno de los infiltrados, y tampoco conozco sus
antecedentes —dijo NamJoon—. El líder y Hoseok fueron los que lo llevaron
a la manada y se guardaron la información.
—Vigílalo de cerca —pidió Kaisa—. Tengo una leve sospecha de quién es
y no me gustaría llevarme una sorpresa.
NamJoon ocultó a la perfección la sonrisa ladina que apareció en sus
labios. Conocía esa sospecha, y él mismo la había aclarado cuando Jimin
sufrió el atentado y se notificó la muerte de Jung Hoseok.
Min Yoongi era el hermano menor de Kaisa, el verdadero líder del ejército
de lobos legendarios que se escondía en los bosques, y por supuesto a él le
convenía quedarse callado, porque mientras la rebelión se creaba en las
sombras, el linaje Park contaba con un arma mortal que los mantendría en la
cima.
Kaisa estaba temeroso, aunque no quisiera admitirlo. NamJoon sabía bien
el manejo y las costumbres de los lobos legendarios; sabía que mientras
Yoongi no estuviera con ellos, obedecerían al alfa que traicionó el linaje y
rompió los lazos sanguíneos, misma razón por la que la cabeza del actual
juguete del líder valía una fortuna entre las manadas rebeldes.
Le llevó meses completos atar cabos, le ayudó que Jimin le pidiera instruir
a su juguete porque de ese modo NamJoon pudo estar con él, conocerlo y así
asegurarse que no estaba equivocado.
Yoongi era el líder de los alfas legendarios. No tenía duda de ello.
Lo único que le faltaba descubrir eran las razones por las que llegó a la
manada que era liderada por los Park, convirtiéndose en el juguete del
sucesor. ¿Habrá sido traicionado? NamJoon no tenía una respuesta concreta,
y no podía llegar y preguntárselo directamente a Yoongi, quedaría en
evidencia.
Decidió guardar silencio. El silencio daba el tiempo necesario para que
Jimin ascendiera al trono y para que Yoongi tomara una decisión. Para el
moreno fue un poco confuso y sumamente difícil tomar un bando, pero ya lo
había hecho y no daría marcha atrás.
—¿De quién sospechas? —preguntó. Se quedó mucho tiempo en silencio y
debía aprovechar para obtener un poco de información y así quizás esclarecer
algunas dudas.
—De un cobarde que huyó —respondió Kaisa con tono arrogante—. Mi
hermano menor.
—¿Cómo se llama? —inquirió el menor de ambos.
—En la manada lo conocían como Yoon, desconozco su nombre real —
respondió—. Tiene veintitantos, uno noventa de altura quizás, ojos dorados,
melena castaña.
Era Yoongi. NamJoon reforzó toda su investigación con esas palabras.
—¿Es tu hermano menor y no sabes como se llama? —preguntó,
ofreciendo una imagen confusa que envolvió al otro.
—No crecimos juntos —se limitó a responder—. Da igual, en estos días
recibiré la confirmación de cualquiera de los infiltrados.
—¿Yugyeom?
—Probablemente. Conoce a mi hermano a la perfección, así que será el
primero en informarme si mis sospechas son ciertas.
NamJoon se tensó visiblemente. Recordó que en esos mismos días Jimin
llevaría a su juguete al salón rojo, y si era así, Yugyeom lo reconocería y todo
se desmoronaría en cuestión de segundos.
—¿Qué hay de tu hijo? —preguntó.
—Me contactaré con él cuando lo crea conveniente, por el momento
necesito verificar lo que te dije porque si se trata de mi hermano, no podré
utilizar el ejército para destruir la manada de los Park.
—Por eso estas oculto entre las sombras y actúas a la ligera —comentó
NamJoon—. Quieres matar a tu propio hermano.
Kaisa formó una mueca escalofriante antes de afirmar:
—En la guerra por el poder los lazos sanguíneos no existen.
Jimin alzó una ceja como un gesto que denotaba diversión.
Estaba en su habitación, frente a él había un alfa inquieto que caminaba de
un lado hacia otro. Yoongi no lo miraba, estaba más ocupado en soltar
gruñidos rabiosos, importándole poco si con ello mostraba un
comportamiento irrespetuoso.
—Nene... —llamó, soltando una risita cuando lo escuchó gruñir más
fuerte.
—No lo tolero —dijo Yoongi, sin detener las vueltas que daba por toda la
habitación—. Juro que estuve a punto de destrozarlo.
Jimin rodó los ojos.
Todo había dado comienzo en el jardín, cuando él y Jackson estuvieron
conversando. El omega se sintió acorralado cuando su ahora prometido le
preguntó directamente por sus sentimientos hacia Yoongi, y la única forma
que Jimin tuvo para comprobarlo fue besarlo.
No fue la mejor de sus ideas. Con el beso que le dio a Jackson corroboró lo
loco que estaba por Yoongi, y también desató la furia en el alfa.
El omega jamás había visto a su juguete tan furioso. Fue necesario que
varios hombres de seguridad intervinieran para impedir que el alfa destrozara
allí mismo a un pálido Jackson, mientras que Jimin trataba de tranquilizarlo,
aunque era en vano.
—No significó nada especial —dijo Jimin, tratando de no pensar por qué
estaba dando explicaciones.
Los ojos dorados de Yoongi lo miraron con profundidad, dándole a
entender que continuaba furioso. El alfa lo tomó en brazos, los movimientos
fueron rápidos y repentinos, dejando a Jimin contra la pared más cercana,
encerrado por el cuerpo fuerte del mayor, y con los ojos bien abiertos por la
sorpresa.
—Amo lo besó frente a mí, no me gustó —gruñó el alfa.
—¿No te gustaría que lo vuelva a besar? —preguntó el omega, soltando un
jadeo cuando Yoongi lo apretó entre sus brazos.
—No, si lo hace voy a matar a ese beta —amenazó, con el dorado de sus
ojos demostrando amenaza y determinación.
—No puedes matar a mi futuro esposo, nene —susurró Jimin, con sus
labios acariciando la boca del mayor—. Te lo prohíbo.
—¿Amo va a casarse con él? —preguntó el mayor con la respiración
inestable—. ¿Amo será de él?
Jimin acarició la cabellera contraria antes de dar su respuesta:
—Voy a casarme con Jackson, pero me entregaré solamente a ti.
Los labios de ambos se fusionaron en un beso tormentoso que estremeció
la parte interna que componía a cada naturaleza. Las manos del alfa apretaron
la cintura pequeña que sostenía, soltó sonidos ahogados y mordió los labios
gruesos con afán.
Jimin dejó de reprimirse. En ese beso que estaba dando demostró las ansias
y todo el deseo que Yoongi le provocaba, uno nuevo y desconocido que
amenazaba con nublar su mente, hasta convertirlo en una persona
completamente diferente, aunque igual o más letal que antes.
—Jimin... —gimió Yoongi, sintiéndose perdido y completamente
doblegado por los besos que recibía.
—No quiero más escenas de este tipo, nene —susurró Jimin, para luego
morder ligeramente el labio inferior del alfa.
—Pero. —las palabras del mayor quedaron silenciadas por las mordidas
constantes que recibía del omega.
Tiempo después, y cuando el alfa se encontró completamente dominado
bajo los besos y caricias del contrario, fue que Jimin decidió separarse para
mirarlo directamente a los ojos.
—Nada cambiará entre nosotros —dijo el omega—. Nada, nene.
—No me gusta pensar que se casará con alguien más.
—Es un matrimonio por conveniencia, no hay nada más que eso —
aseguró.
—Ese beta lo alejará de mí —refunfuñó Yoongi.
—Si yo me alejo de ti será porque así lo quiero, de lo contrario, nada ni
nadie va a separarnos.
El alfa guardó silencio, con esas palabras siendo grabadas en lo más
secreto de sus pensamientos.
Taehyung ingresó al salón rojo en compañía de un par de guardias.
Desde la reunión en la que participó se tomaron un par de decisiones
importantes. Las dos que resaltaban era que la seguridad del omega se
fortalecería, después de todo, Taehyung era el único hijo del comandante
supremo y el único sobrino de la presidenta del consejo.
La segunda decisión fue el retiro definitivo de Jungkook del salón rojo.
Con todo lo que estaba pasando, las máximas autoridades del clan decretaron
que los juguetes de Taehyung y Jimin estarían bajo vigilancia, y que
solamente una mínima cantidad de personas tendría acceso a ellos.
Es por esa razón que el omega llegó con pasos seguros hasta donde un
confundido NamJoon esperaba.
—Joven Kim, ¿qué se le ofrece? —preguntó el moreno, haciendo una
reverencia respetuosa.
—Vengo por mi juguete y no me iré sin él —sentenció, para luego entregar
la orden escrita que llevaba la firma del líder y la presidenta del consejo.
NamJoon leyó la orden escrita y asintió. Guió al omega hasta un salón de
gran tamaño donde en el interior se encontraban diez alfas, entre ellos
Jungkook.
Todos los alfas se quedaron quietos, mirando atentamente al omega que
imponía su presencia, sobre todo Yugyeom quien no evitó la espina de
molestia cuando miró la inesperada reacción de Jungkook.
El alfa prácticamente corrió y cayó de rodillas frente al omega, los brazos
fuertes apretaron la cintura ajena, al mismo tiempo que enterraba el rostro en
el vientre ajeno.
La reacción sorprendió a todos, incluso a Taehyung.
—Sácame de aquí, por favor —suplicó Jungkook, mostrándose tan
vulnerable y herido que el omega no supo cómo reaccionar.
—Levántate —pidió.
El alfa lo hizo, se levantó y miró al chico de cabellos azules que en ese
momento justo era su completa salvación.
Podía ver por el rabillo del ojo a Yugyeom. El alfa estaba conteniéndose
por mantenerse en su lugar, y Jungkook debía aprovechar ese momento para
alejarse.
Fue por ello que soltó un suspiro aliviado cuando escuchó las palabras del
omega.
—Vine a eso, Jungkook —dijo Taehyung—. Vine a llevarte conmigo.
Ay, me gusta mucho lo que estoy logrando con el KookV.
Espero que el capítulo les haya gustado.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty!

NamJoon tomó una profunda inhalación, repitiendo el proceso las veces


necesarias para calmarse.
Había mucho silencio a su alrededor, los pasillos derecho e izquierdo se
encontraban completamente vacíos, sin iluminación y con un toque lúgubre
que le causaba escalofríos. Aún así, estaba decidido a continuar con lo que
decidió horas atrás; la guerra se avecinaba, y él necesitaba esclarecer el bando
que apoyaría antes que el caos se desatara.
Abrió las puertas dobles con lentitud. En el interior se encontró con un
salón donde el color rojo predominaba, siendo acompañado por algunos
toques dorados que lograban brillar bajo las luces y las llamas de la
chimenea. NamJoon se encargó de cerrar bien la puerta, para luego encarar a
las dos personas que esperaban por él.
—Lamento la demora —inició, haciendo una elaborada reverencia—. Aún
habían algunos guardias en el camino, tuve que esperar.
—Lo entendemos —habló Jennie. A su lado SeokJin permanecía en
silencio.
—Estoy seguro que en estos momentos he perdido toda credibilidad y
confianza —dijo el moreno—. Probablemente sea un buen candidato para
asesinar, pero, no miento cuando digo que tengo información valiosa y que si
no la había compartido antes era porque no tenía certeza de estar en lo
correcto.
—Entonces... ¿lo que dices es que eres un traicionero que toma el bando
que más le conviene? —inquirió SeokJin.
El alfa lo miró en silencio, hasta que respondió:
—¿No es lo que todos hacemos? —cuestionó—. Necesito sobrevivir a lo
que se avecina, y mi lealtad está con Jimin —se sinceró—. Estoy seguro que
él será mejor líder que su padre, así que haré todo lo que esté en mis manos
para mantenerlo seguro y en el poder.
—Queremos el nombre —exigió Jennie.
NamJoon guardó silencio por algunos segundos. ¿Realmente estaba
haciendo lo correcto? En un momento tan crucial, lo más valioso para la
supervivencia era la capacidad que se demostraba al momento de bloquear
pensamientos que pudieran entorpecer la toma de una decisión definitiva.
—Kaisa —respondió finalmente, notando como SeokJin y Jennie se
tensaban.
—E-es imposible —murmuró el general, mientras su hermana negaba
ligeramente.
—Mientes —aseguró la presidenta del consejo—. Kaisa está muerto.
—¿Cómo puede asegurarlo? —preguntó NamJoon, ladeando la cabeza.
—Porque el líder Park lo mandó a ejecutar luego de que Kaisa asesinara a
Park Saran —respondió SeokJin.
Park Saran era la madre de Jimin, la esposa de Park YoonWoo. Fue
conocida por su amabilidad, compasión y grandes habilidades para la política
e implementación de nuevas leyes que llevarían el mando de la manada por
un mejor camino, con tratos igualitarios para todas las jerarquías.
Sin embargo, con su muerte sangrienta y violenta todos esos proyectos
quedaron olvidados, dejando en su lugar leyes extremas contra los alfas que
fueron alimentándose con los años, de la misma forma en la que los
pensamientos y el corazón del líder se llenaban de odio y resentimiento.
A NamJoon le costó procesar la nueva información; sin embargo, también
le ayudó para atar algunos cabos que hasta el momento no les había
encontrado explicación.
A eso se refería Kaisa cuando dijo que no había crecido al lado de Yoongi.
Uno creció libre en los bosques, y el otro haciendo caos en una manada.
También encontró la respuesta del por qué quería muerto a Yoongi. Kaisa
era un intruso que llegó a los bosques, y que con la desaparición de su
hermano menor pudo controlar el ejército de lobos, pero es momentáneo,
pues los lobos legendarios siempre reconocerán a su verdadero líder, el
mismo con el que crecieron y se formaron.
Las piezas diminutas del rompecabezas se estaban completando en la
mente de NamJoon, y ahora todo tenía sentido para él.
—Kaisa tiene el rostro desfigurado —habló, captando la atención de
SeokJin y Jennie—. El cabello negro y largo, ojos ámbar, aunque uno con
tonalidades rojas —continuó describiendo—. Es alto, casi dos metros, el
torso y el cuello los tiene llenos de cicatrices que le dan una apariencia
intimidante —hizo una pausa—, y una marca en la espalda con forma de
medialuna.
—Es él —musitó Jennie con la mirada perdida—. No hay duda ahora.
El general se puso de pie e inmediatamente comenzó a caminar por todo el
salón. La descripción era exacta a la del alfa que años atrás destruyó la paz en
la manada; así que, si todo resultaba real, el enemigo era mucho más
peligroso, porque SeokJin estaba seguro que Kaisa enloqueció desde el
momento que YoonWoo se enamoró de la que fue su esposa y madre de su
único hijo.
—¿Tienes manera de probarlo? —preguntó SeokJin a NamJoon.
—Hay muchos infiltrados dentro de la manada repartidos entre alfas,
omegas y betas —respondió el moreno—. Estos últimos dentro de cargos
importantes en el consejo, y dos alfas del salón rojo.
—¿Tienes una cifra estimada de infiltrados?
—Aproximadamente quinientos alfas, omegas y betas no lo sé, pero la
cantidad es menor.
—¿Tantos? —jadeó Jennie, con sus manos hechas puños para liberar un
poco de tensión.
—Podemos solucionarlo —tranquilizó SeokJin—. Todos los infiltrados
están bajo nuestro dominio, así que eliminarlos no sería un problema
complejo —pausó, mirando a NamJoon—. Mi prioridad ahora es el ejército
de alfas legendarios que amenazan la frontera de los bosques.
—El líder de esos alfas no es Kaisa —dijo NamJoon—. No podrán atacar.
Las puertas fueron abiertas revelando la presencia de Park YoonWoo. El
líder del clan lucía tranquilo, incluso una sonrisa pequeña estaba ablandando
sus facciones, y tales detalles fueron los que ganaron la atención de los
presentes.
—¿Hablaste con él? —preguntó SeokJin de inmediato, recordando a la
perfección la reunión importante que YoonWoo tenía.
—Lo hice —respondió—. Es listo, porque también me buscó para una
negociación.
—¿Cuáles fueron los términos? —preguntó Jennie.
—Aceptó —informó el líder—. Será el líder del último ejército que estará
bajo las órdenes de Jimin.
—¿Qué pidió a cambio? —inquirió el general. Jennie y NamJoon en
silencio.
—Nada que no se pueda cumplir —dijo YoonWoo mirando a Jennie—.
Cuando Jimin se case con Jackson y se convierta en líder, informarás al
consejo de la nueva ley.
—¿Te dijo quién está detrás de todo esto? —preguntó SeokJin.
El omega Park soltó una sonrisa torcida que era capaz de mostrar la
naturaleza frívola con la que lideró durante todos esos años.
—Kaisa —pronunció—. Mi querido ex juguete sobrevivió, como la
asquerosa cucaracha que es.
—El peligro que rodea a Jimin se triplicó con la nueva información —les
recordó el general—. A partir de este momento cerraremos todas las fronteras
y se exigirá una inspección en todos los miembros de la manada para saber
quienes están de forma ilegal.
—Haremos eso —asintió YoonWoo, para luego concentrarse en NamJoon
—. Permanecerás bajo vigilancia las veinticuatro horas del día durante el
tiempo que crea conveniente —sentenció—. La información es valiosa, pero
no es merecedora de confianza absoluta, espero comprendas.
—Lo comprendo, líder —respondió NamJoon.
—Kaisa te volverá a llamar —habló Jennie, concentrada en el moreno—.
Cuando lo haga nos informarás inmediatamente, no puedes tomar una
decisión por tu cuenta, o lo tomaremos como amenaza directa.
—Habrá un interrogatorio más formal donde terminarás de revelar todos
los secretos que has guardado —continuó SeokJin—. Lo quiero saber todo,
incluyendo las sospechas que tengas, por mínimas que sean.
—Entendido —accedió el alfa.
—Una cosa más —habló el líder—. Guarda todo esto como un secreto que
tiene el mismo valor que tu vida. El día que decidas compartirlo, será el día
de tu destrucción.
NamJoon asintió, aceptando con ello el nuevo rumbo de su destino dentro
de la manada.
—¿Y amo? —preguntó Yoongi a una beta que estaba encargada de la
limpieza de su habitación. La mujer le dijo que no sabía donde se encontraba
Jimin, así que el alfa salió a buscarlo.
—¿Dónde está amo? —inquirió a los hombres que custodiaban la entrada
de la mansión.
—Salió muy temprano, no dijo a dónde iba —respondió uno de ellos,
provocando una mueca en Yoongi.
El alfa caminó sin rumbo fijo, con sus pensamientos dándole vueltas
dentro de la cabeza. ¿Jimin estaba con el beta odioso de nuevo?, ¿se fueron
temprano para que Yoongi no pudiera verlos? Soltó un gruñido para nada
contento con la mera idea de considerar ese pensamiento.
Sin embargo, las dudas de Yoongi se aclararon cuando a varios metros de
distancia pudo ver a Jackson. El beta estaba frente a la puerta de la oficina de
su amo, tocando insistentemente.
—A mi amo no le gusta que toquen la puerta así —gruñó, asustando al otro
hombre.
—Me asustaste —comentó lo evidente—. Necesito hablar con Jimin.
—No está —respondió el alfa, mientras se cruzaba de brazos.
—¿Sabes a dónde fue? —inquirió Jackson, decidiendo prestarle toda su
atención al alfa que parecía querer matarlo.
—No seas curioso con los asuntos de mi amo.
—Entonces no sabes —dijo decaído, escuchando un gruñido de protesta.
—¿Por qué no te vas? —preguntó directo.
Jackson alzó una ceja, divertido por la irritabilidad notable en el castaño.
—Me voy a casar con Jimin, no puedo irme —respondió.
Pudo ver dolor reflejado en los orbes dorados del contrario, provocando
que se arrepintiera de decir esas palabras. Sin embargo, se hizo una nota
mental de no mencionar algo parecido en un futuro; Jackson sabía bien quién
sobraba entre Jimin, ese alfa y él, así que tampoco tenía intenciones de ir más
allá de lo políticamente establecido.
La buena noticia era que su futuro esposo le agradaba, podrían ser buenos
amigos y esa era su esperanza. También le agradaba el alfa grandote y gruñón
que tenía frente a él.
—Ya lo sé —dijo Yoongi, aniquilándolo con la mirada—. Amo me explicó
bien que se casaba por política, pero que siempre va a estar conmigo.
—Completamente cierto —asintió Jackson—. Lo que Jimin y yo
tendremos será una alianza, nada comparado a la intimidad que ustedes
comparten —aseguró, mirando la sonrisa del alfa—. Así que no me gruñas.
—No me agradas —simplificó el alfa.
—Lo cuál es una lástima, porque tú me agradas a mí —suspiró el beta—.
No me veas como una amenaza, no lo soy.
Yoongi se quedó en silencio, dejando que el beta se marchara hacia otro
punto de la mansión.
Félix tenía un círculo perfecto formado con sus labios, los ojos bien
abiertos y sin moverse. Esa fue la reacción que tuvo cuando Park Jimin le
informó que se casaría en los próximos días.
—Pero Hoseok acaba de morir —fue lo primero que pudo decir.
—No hay diferencia, en realidad sí —dijo el sucesor—. Esta unión trae
más beneficios para la manada que mi unión con Hoseok.
—¿Con quién te vas a casar? —preguntó el rubio.
—Jackson, es un beta y líder del clan montañoso —contó—. Debido al
peligro es que lo haremos rápido y con las personas necesarias.
—Y por eso es que necesitas tu perfil médico —dedujo Félix.
Jimin asintió. Uno de los requisitos para el matrimonio era el perfil médico
donde se realizaban una serie de pruebas, incluida la de fertilidad.
El omega salió temprano de la mansión para tener listos esos papeles.
Necesitaba casarse lo más pronto posible, y no podía cometer errores en el
proceso.
—No quiero chip anticonceptivo —decretó luego de algunos minutos.
—¿Prefieres otro método? —inquirió Félix confundido, al mismo tiempo
que leía los primeros resultados médicos.
—No quiero ningún método —aclaró Jimin.
Necesitaba un heredero por si llegaba a morir como pasó con su madre,
sólo de esa manera estaría asegurado el bienestar de la manada.
Hubo un momento de silencio que se prolongó bastante. Jimin fijó toda su
atención en el otro omega, frunciendo levemente el ceño al verlo tan
concentrado en los resultados médicos.
—Ahora entiendo —murmuró Félix.
—¿Qué ocurre? —preguntó el pelinegro, con sus ojos intensos
demandando por una respuesta.
Félix lo miró y sin preámbulos dio una respuesta que desestabilizó por
completo al heredero.
—Entiendo el motivo por el que no quieres métodos anticonceptivos, ya no
son necesarios —informó el omega—. Jimin, estás embarazado.
¡SE PRENDIÓ!
A ver... ¿de quién es el cachorro que Jimin espera?
Valimos todos, más yo que debo ir a hacer ejercicio, es mi primer día y
no quiero.
Infinitas gracias por leer.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty one!

Jimin llegó a la mansión con un humor peligroso.


—No quiero que me molesten, ¿quedó claro? —inquirió a su equipo de
seguridad, obteniendo una respuesta afirmativa de parte de todos ellos.
El omega dio zancadas rápidas hasta su oficina, en su mano derecha estaba
la carpeta que contenía la información que continuaba procesando,
apretándola con más fuerza, sintiéndose preso en emociones mezcladas que
no le dejaban un camino libre a sus pensamientos.
Ingresó al lugar y cerró la puerta con seguro; dejó caer la carpeta encima
del escritorio, y sin perder el tiempo corrió hasta el librero donde estaban los
tratados de las manadas.
Necesitaba información, necesitaba descubrir si había una opción segura
que le permitiera tener al cachorro que llevaba en su vientre.
Estaba metido en un problema grande, donde no sólo el mando de la
manada estaba en juego, sino su propia vida. Estaba embarazado de Yoongi,
de un alfa legendario, y Jimin sabía que las leyes del clan caerían sobre él sin
piedad si esa verdad llegaba a descubrirse.
Cuando consiguió los libros que buscaba, se dirigió hasta el sillón detrás
del escritorio. Jimin comenzó a revisar el tratado de leyes del año pasado,
buscando alguna cláusula que le ayudara a obtener una solución; sin
embargo, pronto descubrió que no existía algo que le ayudara como él lo
quería.
Dejó ese libro de lado y se concentró en el tratado de leyes actualizado.
Hizo una mueca inconforme al descubrir que las modificaciones realizadas no
eran de gran ayuda para la situación que se le presentó y a la que debía darle
frente.
Resopló frustrado, para luego lanzar el libro hacia la pared con toda la furia
que sentía. Se sentía estúpido, ¿cómo pudo ser tan descuidado?, ¿cómo fue
que tuvo sexo con un alfa y no tomó las medidas necesarias?, ¿cómo se cegó
tanto?
Entre tantas maldiciones, gruñidos y enojo, Jimin recordó un detalle
importante.
Nuevamente se levantó, yendo directamente hacia la caja fuerte que estaba
en el otro extremo del lugar. Ingresó la contraseña, y con rapidez tomó la
información que el médico le facilitó de su juguete, más concretamente las
características del chip que Yoongi llevaba en el cuello.
Arrugó las cejas cuando confirmó sus sospechas. El chip también tenía la
función de inhibir la carga de espermatozoides y tenía doble función para los
ciclos de calor. En conclusión: era un anticonceptivo de alta resolución, con
una eficacia del noventa y nueve por ciento.
—¿Por qué no funcionó? —se preguntó en voz alta, mientras comenzaba a
caminar por el espacio.
Rememoró los sucesos vividos, recordó a detalle para ver en qué se había
equivocado, mas no encontró algo relevante, hasta que minutos después tuvo
la respuesta.
El mismo día del atentado, Yoongi le pidió que desactivara el chip para
transmutar y protegerlo... y Jimin, por más que se esforzó, no pudo recordar
que lo haya activado cuando el peligro pasó.
—Estaba desactivado —susurró, cayendo sentado en el sillón cuando la
fuerza de sus piernas desapareció abruptamente—. Tuve sexo con Yoongi
con el chip desactivado.
Se sintió repentinamente mareado. La certeza de su estado adquirió mayor
fuerza cuando sacó sus propias conclusiones, y ahora sí, Jimin podía decir
que estaba en un grave problema del cual sólo saldría si se cumplían dos
opciones:
Uno: abortar al cachorro y fingir que nada pasó.
Dos: ver morir a Yoongi a manos del consejo.
Y en todo caso, si el alfa muriera y el sucesor decidiera quedarse con el
cachorro, tendría que arriesgarse, pues eran altas las probabilidades de que
fuese un alfa, así que el camino del infante sería una vida de miseria y
esclavitud.
El lazo con un alfa era castigado con la muerte. Parir un cachorro de esa
raza era un delito similar; si el consejo se enteraba lo obligarían a abortar,
Jimin sería desprestigiado, perdería todo el poder y caería en la desgracia.
La opción más segura era abortarlo.
Lo sabía, pero no podía. Existía algo que se removía con fuerza en sus
entrañas cada vez que consideraba deshacerse del feto que apenas comenzaba
a formarse, y lo más alarmante para él era que su propio lobo gruñía cada vez
que esos pensamientos llegaban a su mente.
Era como si el lobo que vivía en su interior protegiera al cachorro recién
formado. El poderoso animal estaba alerta, inquieto y dispuesto a todo,
mientras sus instintos activados enviaban la orden de "proteger" a cada fibra
de su sistema.
El omega cerró los ojos, de pronto se sentía derrotado, y los sentimientos
rebasaron con todo, siendo una tormenta tempestuosa que lo desequilibró,
dándole paso a las únicas verdades que tenía en su vida.
Yoongi le importaba mucho más de lo que demostraba, y la idea de tener
un hijo de él no le resultaba aberrante como los demás podrían llegar a
pensar.
El tiempo corría sin detenerse, y el sucesor debía darle frente a esa lucha
de mantener a salvo la vida que llevaba en su interior. No sabía cómo, pero
no se rendiría.
Y todo comenzaría cuando se convirtiera en líder y tuviera la oportunidad
de modificar las leyes.
Salió de la oficina sintiéndose agotado.
Los grandes ventanales de la mansión mostraban un cielo nocturno
cubierto de pocas estrellas. El viento fuerte sacudía las cortinas, y a la lejanía
se escuchaba el aullar de los lobos.
La mansión se encontraba silenciosa y Jimin lo agradecía. La cabeza
comenzaba a dolerle producto de tantas horas de pensamientos, de estrategias
y de ideas, para que al final terminara igual de perdido que al principio.
Necesitaba descansar, y si tenía suerte esperaba poder dormir algunas
horas.
Cruzó algunos pasillos hasta que finalmente llegó al piso de las
habitaciones. Jimin masajeó ligeramente el cuello, mientras continuaba dando
pasos lentos hasta que llegó a su propia habitación.
Abrió la puerta y fue entonces que se detuvo. Ahí, en su cama se
encontraba Yoongi, profundamente dormido.
Lo contempló por algunos segundos. El alfa estaba usando un pijama que
lucía cómodo, tenía el cabello desordenado cubriéndole las pestañas, los
labios entreabiertos y un rubor natural pintado en las mejillas.
Lucía encantador.
Cerró la puerta con cuidado para no despertarlo. Jimin caminó hasta el
armario donde tomó un pijama y rápidamente se cambió. Luego se dirigió
hasta el espejo, notando las ojeras que habían bajo sus ojos, la palidez en su
piel y la mirada cansada.
Sabía que tendría que cambiar algunos hábitos de ahora en adelante, y lo
que más lamentaba era tener que dejar de fumar.
—Jimin. —la mención de su nombre hizo que el omega volteara en
dirección a la cama, encontrándose con unos ojos dorados que lucían
adorables al permanecer adormilados.
—Creí que dormías —comentó el pelinegro, mientras poco a poco se
acercaba a la cama.
—Lo hacía, pero desperté —dijo el alfa, para luego sentarse en la cama y
apoyar la espalda en el respaldo de cuero oscuro.
El omega se quedó en silencio. No pudo darle frente a la mirada curiosa
del mayor, sentía que el alfa sería capaz de descubrir lo que estaba pasando, y
Jimin no quería. No tenía idea de cómo reaccionaría y tampoco quería
descubrirlo.
Fue en ese momento que el sucesor decidió conversar con el alfa, para
saber qué puntos debía proteger con mayor cuidado.
—Estaba pensando en una posibilidad de una mejor vida para ti —
comenzó, al mismo tiempo que se sentaba en la orilla del colchón.
—No entiendo —murmuró el mayor, haciendo una mueca extrañada.
—Estuve leyendo los tratados de las manadas y descubrí una ley
interesante que fue creada para los juguetes de cada sucesor —informó el
omega—. Con esa ley puedes tener derechos dentro de una sociedad, no
correrías peligro a mi lado.
—Amo —Yoongi lo miró a los ojos, como si supiera con exactitud lo que
Jimin estaba a punto de decir—. No...
—Sólo tengo que liberarte —continuó Jimin—. Si te libero podrás irte
lejos, y la ley te protegerá donde sea.
Esa fue la única solución que encontró, una que no terminaba en tragedia,
con el alfa lejos de él. De esa forma, Jimin tendría más libertad para moldear
la manada y convertirla en un lugar seguro y apropiado, pero por el momento
no podía hacer mucho.
Se sobresaltó cuando el alfa salió de la cama con rapidez. Yoongi se tiró al
suelo de rodillas, mirándole con necesidad y negando en repetidas ocasiones.
—No lo acepto —sentenció el mayor.
—Yoongi, lo hago pensando en tu bienestar.
—Mi bienestar es con el hombre al que le pertenezco —debatió el alfa—.
Si planea enviarme lejos, lo mejor será que me mate.
—¡No digas estupideces! —gritó Jimin.
—¡Usted tampoco las diga! —gritó Yoongi, para luego unir su frente a la
del omega—. Mi vida es a su lado. No voy a dejarlo.
—Yoongi...
—Yo, yo lo amo —confesó, provocando una estampida en el corazón del
omega—. Sé que lo que siento por usted es repudiado por las leyes de esta
manada. No me importa, si amarlo es un error, me equivocaré una y otra vez,
sin importar las heridas, el sufrimiento, la guerra o el dolor —lo miró a los
ojos—. Yo lo amaré hasta el día en que deje de respirar.
—Mataré ese amor porque no sé cómo cuidarlo —advirtió el menor—.
Alfa, acepta mi propuesta y aléjate de mí.
—No voy a abandonarlo —sentenció—. Y si va a matarme hágalo, pero no
voy a alejarme.
El omega tomó entre sus manos el rostro del alfa y lo miró intensamente.
Ambos compartieron una mirada que les gritaba a partes iguales lo locos que
estaban, los peligros que habían, y lo poco que al final todo llegaba a
importar.
—No me iré —dijo el alfa, provocando un gruñido en el heredero.
—¡¿Por qué mierda eres tan terco?! —exclamó Jimin, completamente
descontrolado.
—¡Porque me importas más que mi propia vida, joder! —se exasperó
Yoongi, recibiendo de inmediato el impacto de los labios contrarios.
El beso fue demandante, violento, lleno de mordidas y jadeos entre ellos.
El alfa se impuso sobre el cuerpo del omega, lo recostó en la cama y
continuó besándolo, adorándolo con sus labios porque descubrió que era la
única manera que tenía para demostrar todos los sentimientos que Park Jimin
despertaba en su interior.
—Eres un terco, nene —afirmó entre jadeos, sintiéndose derretir cuando el
alfa le besó el cuello con deseo evidente.
—Me estoy aferrando a lo que amo —fue la respuesta de Yoongi, para
luego perderse en el cuerpo que lograba enloquecerlo.
La ropa salió de sus cuerpos y ellos volvieron a unirse en deseo carnal que
fue consumado en esa madrugada.
Ambos sabían que estaban perdidos por el otro.
Y cuando Yoongi dormía desnudo a su lado, fue que Jimin decidió
aferrarse a él y luchar en la guerra que se aproximaba, con la esperanza de
tener un futuro prometedor.
Por él, por su nene y su cachorro.
No sirvo para el ejercicio, gente.
Les traje otro capítulo uwu quiero avanzar lo más que pueda y
aprovecharé el tiempo.
Perdonen cualquier falta ortográfica.
Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer y
comentar.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty two!

Taehyung hizo una mueca que mostraba confusión y curiosidad a partes


iguales.
Todavía seguía pensando en la reacción de Jungkook; la súplica del alfa
resonaba con fuerza en sus pensamientos, y cada vez que lo hacía, el omega
descubría un detalle nuevo.
El alfa estaba asustado, estresado, acorralado, y todo se calmó cuando
logró sacarlo del salón rojo, lo que significaba que en ese lugar había algo o
alguien que indicaba una seria amenaza.
Decidió levantarse y caminar hasta la cama donde su juguete descansaba.
Se aproximó con sigilo, pensaba que el alfa estaba dormido, mas se equivocó
cuando los ojos amarillos se fijaron en su presencia de inmediato.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con cuidado.
—¿De verdad te importa? —inquirió el menor, y por ese instante hubo
resentimiento en su mirada.
—De lo contrario no me molestaría en preguntártelo —aseguró Taehyung.
Jungkook simplemente se encogió de hombros. La mente la tenía ocupada
con pensamientos dolorosos, mientras el propio corazón rebelde continuaba
en una batalla silenciosa e imparable que poco a poco lo iba consumiendo, y
el alfa tenía miedo, miedo absoluto de volver a caer por el hombre que lo
había destruido por completo.
—Me jodió —susurró bajo—. Me jodió volver a verlo.
—¿Cómo se llama?
—¿De qué hablas? —preguntó el alfa con una mueca.
—La persona que te hace miserable —dijo el peliazul—. ¿Cómo se llama?
Jungkook sonrió ladino al recordar que tiempo atrás él le hizo la misma
pregunta al omega que lo miraba con atención. El nombre que Taehyung
quería saber lo condenaba, y no estaba en su poder decirlo; así que, negó
sutilmente.
—No quiero recordarlo —se limitó a decir.
—Lo entiendo —susurró el omega y realmente lo hacía. Ambos lo sabían.
El mayor se sentó en el colchón casi al mismo tiempo que Jungkook se
enderezaba. Ambos se miraron en silencio, tratando de adueñarse de los
pensamientos del otro, de comprender y de conocer, con la esperanza de que
ellos se convirtieran en lo único transparente y seguro en esos tiempos
turbios, cargados de vacío y de soledad.
El alfa expulsó un suspiro, para luego hacer una pregunta que tenía
guardada desde que era un niño.
—¿Por qué lo hacen? —preguntó, adueñándose de la atención del omega
—. ¿Por qué nos esclavizan?
Taehyung fijó la mirada en la pared, sin tener el valor suficiente de mirar
los ojos del alfa cuando dio la respuesta.
—Es parte de la naturaleza supongo —musitó inseguro.
—Eso lo entiendo —habló Jungkook—. Los alfas somos débiles ante la
presencia de los omegas, pero no es justificable, mucho menos aceptable el
trato que recibimos por algo que no podemos controlar.
El omega recibió esas palabras y les dio la razón. Sonrió por ello,
animándose a mirar al chico que estaba a su lado, el mismo que le veía con
una mezcla de indignación, ingenuidad y confusión.
—Mi padre piensa como tú —confesó Taehyung.
—¿El general? —cuestionó Jungkook con la cabeza ladeada.
—Hace muchos años, cuando el líder actual empezaba su mandato, se iba a
crear una ley que igualaría los derechos de los alfas —contó el omega—. Mi
padre sería el encargado de liberarlos y ayudarles a formar parte de la
sociedad.
—¿Por qué no la cumplieron? —preguntó el alfa, mientras su mente
pensaba en lo diferente que sería todo si esa ley hubiese existido.
Taehyung arrugó la nariz, él no estaba enterado del tema, sólo de algunos
detalles que su padre llegó a contarle.
—No lo sé con exactitud —se sinceró—. Lo único que llegué a saber fue
que el líder la anuló cuando murió su esposa.
Jungkook estaba confundido. Su padre nunca antes le mencionó que el clan
de los Park alguna vez en el pasado tuvieron la idea de liberar a los alfas y
darles los derechos que merecían. ¿Por qué se lo ocultó? Tenía muchas
dudas, y desgraciadamente ninguna podía resolverla, al menos por el
momento.
Fue entonces, que el alfa se dio cuenta de la importancia que llevaba el
poder encontrar a su tío. Sólo Yoongi podría aclarar sus dudas, y no dejarlo
en el olvido.
Jimin se reunió con Félix a la mayor brevedad posible.
El asunto principal era terminar con el perfil médico para poder casarse, y
el sucesor también aprovechó el momento para poner a prueba la lealtad del
otro omega de forma definitiva.
—Necesito que ocultes mi embarazo de absolutamente todos —ordenó—.
Mi estado es un secreto para el consejo, miembros del ejército, mi padre, y
demás habitantes de la manada. Es una orden.
—Se hará como tú digas —aceptó Félix, sin hacer la mínima interrogante
al respecto.
—Es necesario alterar algunos resultados médicos, ¿entiendes a lo que me
refiero?
—Lo resolveré —prometió al próximo líder—. El consejo recibirá un
perfil médico acorde a lo que me has pedido. No sabrán del embarazo hasta
que tú lo decidas.
Jimin asintió, se colocó la chaqueta y se puso de pie, mirando en todo
momento al omega que conocía su mayor secreto.
—¿Cuánto tiempo tengo? —preguntó. Necesitaba estar preparado y
analizar el nuevo terreno que estaba a su disposición.
—No puedo darte un tiempo exacto, pero el feto muestra un desarrollo
menor a las tres semanas —respondió Félix, mientras analizaba los
resultados.
—¿Cuáles serán las mayores desventajas?
—Definitivamente el aroma —aseguró—. La leche se hará presente en tu
esencia, y no puedes usar inhibidores porque causarían daño en el bebé —lo
miró a los ojos—. Para ese entonces, no podrás ocultar que estás embarazado.
—¿Cuánto tiempo me queda? —cuestionó el pelinegro.
—Tres meses —dijo Félix—. Ese es el tiempo exacto que tienes para
decidir lo que harás.
—Es más que suficiente —murmuró Jimin, con la mirada puesta en la
imagen de un punto blanco que Félix le dijo era su hijo.
El sucesor dejó un par de indicaciones más y luego abandonó la clínica en
compañía de Wheein. Subió a la camioneta blindada que no tardó en perderse
en la carretera cercana al bosque donde se encontraba su residencia, y durante
el camino, comenzó a sentirse mareado y con dolores de cabeza que no
ayudaban con su humor.
—¿Te sientes bien? —preguntó la beta con preocupación.
—Sí, estoy acostumbrado a los molestos dolores de cabeza.
—Pediré que te preparen un té cuando lleguemos —dijo Wheein.
—No es necesario, mejor ayúdame con los contratos prematrimoniales. Me
casaré en dos días, y aún no termino de arreglar eso.
—Está bien —accedió ella, al mismo tiempo que la camioneta estacionaba
frente a la mansión del sucesor.
Jimin salió del vehículo en compañía de su asistente. Ingresaron a la
mansión donde Jackson y el líder Park YoonWoo aguardaban.
—Ve a mi oficina a hacer lo que te pedí —pidió Jimin a la beta.
Wheein hizo una reverencia respetuosa y luego se marchó para cumplir las
órdenes del sucesor. Mientras tanto, Jimin miraba a su prometido y a su padre
en silencio, esperando explicaciones que no tardaron en llegar.
—Ambos se casarán en dos días —inició el líder—. Así que, es buen
momento para que Jackson te entregue la insignia de la unión de ambos
clanes.
El beta mostró un collar que tenía un escudo que representaba la
unificación poderosa que el matrimonio de ambos crearía para los territorios,
la joya estaba compuesta en oro y diamantes negros, misma que el omega
luciría en el cuello como una muestra de pertenencia a su futuro esposo.
Jackson caminó hasta situarse frente a su prometido, lo miró directamente
a los ojos, notándolo sereno; sin embargo, también pudo reconocer un leve
atisbo de inquietud en aquellos orbes oscuros que estaban repletos de
fortaleza y determinación.
—Seremos leales el uno al otro —habló, ganándose la atención del omega
—. Nuestra unión nos fortalecerá, Jimin.
El mencionado tuvo que hacerle frente al repentino nudo que se le atravesó
en la garganta. Por primera vez en mucho tiempo se sintió acorralado,
deseando deshacerse de todo aquello que lo ataba, ser libre y vivir bajo sus
propias reglas.
Y en nada ayudó que sus ojos se encontraran con los dorados del alfa.
Yoongi estaba al lado de las escaleras, mirando todo en silencio y con
expresión mortalmente seria.
Fue en ese momento que Jimin se armó de valor y decidió continuar
adelante. En ese instante de su vida no podía dudar, no podía acobardarse.
Debía pelear por lo que quería, y poner a su hijo como prioridad.
Se concentró en Jackson y en el collar que le ofrecía. Sonrió tenue,
asintiendo y aceptando todas las palabras que el beta le dijo momentos atrás.
—Nos cuidaremos la espalda, Jackson —habló, seguro de sus palabras—.
Juntos seremos invencibles.
El beta sonrió encantador, con agilidad colocó el collar en el cuello del
omega, sellando la alianza que en cuestión de días sería irrompible.
YoonWoo ingresó a la guarida subterránea que estaba oculta en el lado
este del bosque. Ese lugar era el indicado para tener una conversación
importante y secreta, tal y como sucedería a continuación.
Frente a él estaba el alfa más poderoso que había conocido, el único que
fue capaz de hacerle priorizar algo más importante que el odio, dando como
resultado una alianza que creó una fuerte barrera alrededor de lo más
importante para YoonWoo:
Su único hijo.
—Ya estoy aquí —habló, ganándose la atención del alfa—. ¿Qué
necesitas?
Yoongi lo miró con seriedad, todavía estaba luchando con el sabor amargo
de ver al omega que amaba comprometiéndose formalmente con otro, y el
alfa estaba seguro que lo mejor era utilizar ese tiempo en algo más útil que
estar encerrado en paredes, fingiendo algo que no era.
—Mueve el ejército de la frontera —solicitó al líder—. Me iré esta noche.
YoonWoo se cruzó de brazos mientras le miraba interrogante.
—Quedamos que te irías luego del matrimonio de mi hijo.
—No me pienso quedar a ver como se casa con otro —gruñó—. Prefiero
irme a los bosques para recuperar una parte de mi ejército y aniquilar a mi
hermano.
—Jimin no dudará en buscarte —advirtió el omega.
—Confío en que estará ocupado como para siquiera recordarme —dijo
Yoongi con amargura—. Regresaré para la presentación de los ejércitos, y
para ese entonces, tu hijo sabrá quién soy.
—¿Eres consciente de lo que podría pasar? —inquirió el líder—. Jimin se
sentirá traicionado, así que debes prepararte para lidiar con él.
Yoongi mostró una sonrisa ladina que combinaba a la perfección con la
mirada letal que siempre lo caracterizó.
—No le tengo miedo a tu hijo, YoonWoo —aseguró—. Mis intereses son
mantener intactos los acuerdos de la alianza, y mantenerlo seguro a él.
Hubo un silencio que resultaba cómodo; sin embargo, ninguno de ellos
pensaba prolongarlo por demasiado tiempo, pues uno debía irse de inmediato,
mientras que el otro ansiaba conocer la verdad.
—¿Por qué te interesa tanto la seguridad de mi hijo?
—Ambos sabemos la respuesta —dijo Yoongi.
—Cometiste el mismo error que tu hermano —sentenció YoonWoo con
acidez.
—Dejemos que el tiempo lo decida —dijo el alfa, y momentos después
desapareció del lugar con un objetivo clavado en la mente.
Yoongi sabía que cuando regresara a la manada Park todo sería diferente,
quizá para bien, o tal vez para mal.
El hombre que amaba ya estaría casado, incluso ya habría marcado a su
pareja y esa era la tortura con la que tenía que lidiar.
El conocimiento de que Jimin jamás sería suyo.
La coraza de Yoongi poco a poco va cayendo, y la misma complejidad de
sus sentimientos le jugarán en contra.
Jimin está determinado a proteger a su hijo, y hará todo lo que esté en
sus manos para que así sea.
Kaisa está a la espera de confirmar su sospecha para hacer el ataque
final.
¿Teorías?
Gracias por leer, familia Yoon. Perdonen cualquier falta ortográfica.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty three!

Jimin nunca le dio importancia a las personas que afirmaban sentir


presentimientos; pensaba que se trataba de un juego sucio de llamar la
atención, o un llano lamento.
Y, sin embargo, él mismo estaba luchando con la inquietud que se alojó en
su pecho, mientras pensamientos continuos llegaban para atormentarlo.
Era una sensación molesta y extraña al mismo tiempo, era la primera vez
que la sentía, como un vacío infinito que aseguraba destruirlo desde el
instante mismo que pudiera reconocerlo. El omega no lo comprendía, ni
siquiera sabía por qué motivo le estaba dando tanta importancia.
—Jimin, ¿me estás escuchando?
El mencionado miró levemente a NamJoon y mientras sucedía apretó con
fuerza los labios. Negó sutilmente, a sabiendas que nada serviría mientras
permaneciera desconcentrado.
—Necesito ver a Yoongi —hizo saber, para luego ponerse de pie.
Comenzó a caminar por los pasillos conocidos de la mansión, sus pasos
rápidos lo estaban llevando directamente a su habitación debido a que,
últimamente su juguete pasaba mucho tiempo en ese lugar.
A su lado se unió NamJoon. El moreno era el encargado de algunos
trámites legales para la ceremonia de presentación donde Jimin y su próximo
esposo tomarían su lugar dentro de las manadas.
—No quiero escucharme insistente, pero mañana te casas —habló
NamJoon, al mismo tiempo que caminaban—. Necesitamos terminar los
trámites, Jimin.
—Primero quiero ver a mi juguete —dijo el omega, sin la necesidad de
mirarlo.
—Tendrás tiempo para eso —insistió el mayor—. ¿Por qué tanta
insistencia?
El pelinegro no respondió ni esa pregunta, ni las próximas que llegaron.
Rápidamente ingresó al pasillo de las habitaciones, y casi corrió cuando las
puertas de su propia habitación llegaron a su campo de visión.
Ingresó con desesperación, sus ojos miraron cada rincón disponible y sintió
un hueco en el estómago cuando encontró la habitación completamente vacía.
—Busquen a Yoongi —ordenó a los guardias que custodiaban el pasillo—.
¡Ahora!
Un mareo fuerte y repentino llegó para desestabilizarlo, Jimin se apoyó de
la pared más cercana siendo ayudado por NamJoon, quien notaba con
asombro la palidez del sucesor y la respiración errática.
—Cálmate Jimin —pidió el rubio, dándole una mirada llena de
preocupación.
—¿L-lo están buscando? —preguntó el omega, mientras luchaba con
regular la respiración y dominar el mareo que amenazaba con derrumbarlo.
—Sí, pero necesitas calmarte. No luces nada bien.
El omega asintió. Salió de la habitación en compañía del moreno y juntos
se dirigieron hacia la oficina del menor de ambos. Ahí fue donde aguardaron
por una información que no tardó en llegar.
Jimin ciertamente no estaba preparado para lidiar con esa situación.
—El alfa escapó —informó uno de los betas encargados de la seguridad—.
Las cámaras del este lo captaron cuando saltó la barrera de la mansión.
—Eso es imposible —habló NamJoon—. Para obtener forma animal
tendría que desactivar el chip y solamente Jimin tiene autoridad para hacerlo.
—No si se lo arrancó —dijo el mismo beta, adueñándose de la atención del
sucesor.
—¿Eso hizo? —preguntó el omega, sintiendo con nitidez como se
fragmentaba algo en su interior.
—Sí, mi señor —respondió el beta, para luego llamar a otro hombre que
llevaba en sus manos las pruebas necesarias.
Encima del escritorio quedaron la cadena y el collar que Yoongi estuvo
utilizando durante los últimos días; además, se agregó un chip pequeño que
estaba lleno de sangre y algunos rastros de piel, afirmando las palabras del
beta, donde se probaba que, efectivamente el alfa se lo había arrancado para
poder escapar sin que lo rastrearan.
—Podemos extender un equipo de búsqueda en este mismo momento —
sugirió BoHa, el jefe de seguridad—. Tenemos un rastro pequeño que nos
podría llevar hasta donde se encuentra el alfa.
—Será casi imposible encontrarlo —dijo el hombre que llevó las pruebas
—. Corrió hacia el bosque, específicamente a un área que no está bajo nuestra
jurisdicción —calló un momento y luego agregó—: se necesitaría de un
ejército.
Ambos estaban comenzando a analizar lo que podrían hacer para iniciar la
búsqueda, cuando la voz autoritaria de Jimin rompió con todos los planes
estructurados hasta el momento.
—No lo buscarán —sentenció con voz sombría y mirada frívola—.
Déjenlo.
—Pero es su juguete, mi señor —objetó BoHa.
—Me importa una mierda lo que sea, no van a buscarlo —gruñó—.
Tenemos asuntos más importantes que atender como para perder el tiempo
con un alfa.
—Como usted ordene, mi señor —aceptó el beta con sumisión, para luego
retirarse junto a su compañero.
Jimin tomó una profunda inspiración, al mismo tiempo que su mano
derecha caía en su vientre de manera sutil. Apretó la mandíbula, quizá con
demasiada fuerza, pidiendo, anhelando control y frialdad para tomar
decisiones.
—NamJoon —llamó al hombre que aún permanecía a su lado—.
Terminemos con los trámites para que pueda casarme.
El moreno accedió. Pasaron juntos un par de horas más en las que Jimin
leyó y firmó muchos papeles, mientras el mayor se encargaba de explicarle a
detalle los asuntos políticos que tendría que manejar al convertirse en el
esposo del líder del clan montañoso.
NamJoon se retiró de la mansión cuando el cielo se encontraba oscurecido,
dejando al omega solo en la oficina, con muchos pensamientos y con mucho
resentimiento y dolor.
La realidad cayó por completo encima de los hombros cansados del
sucesor. Se iba a casar, su vida corría peligro por los enemigos de su clan y
por su mismo clan, estaba esperando un hijo del alfa que lo había cautivado,
el mismo que acababa de abandonarlo en el momento menos oportuno,
porque Jimin se sentía solo y vulnerable.
—Nos dejó... —susurró, con sus manos acariciando su vientre—. Él nos
dejó.
Y, sin darse cuenta, un líquido que le resultaba desconocido se formó en
sus ojos hasta hacerlos arder; entonces, Jimin parpadeó continuamente hasta
que ese líquido se resbaló por sus mejillas en compañía del silencio amargo
que estuvo presente durante toda esa noche antes de su matrimonio.
Sin embargo, no estuvo del todo solo.
En la madrugada, cuando él dormía encima del escritorio, toda la manada
se miró envuelta por el aullido prolongado de un lobo legendario que, oculto
en los bosques descargó su dolor mirando a la luna.
Fue necesario detenerse por un momento para que el valor escondido
ganara fuerza y le permitiera continuar.
Jimin se encontraba afuera de la capilla ancestral de la manada, el lugar
sagrado y bendecido por la Diosa Luna, donde en pocos minutos uniría su
vida a la de Jackson.
La ceremonia era privada. Los invitados se limitaron a las personas más
importantes de la manada: miembros del consejo, generales de ejércitos, el
comandante supremo Kim SeokJin, su mejor amigo Taehyung, el líder actual
Park YoonWoo, así como el consejo del clan de las montañas y capitanes de
ejércitos que lideraba Jackson.
El sucesor estaba más tranquilo de lo que pudo imaginar. En un principio
creyó que la experiencia sería desagradable, mas estaba descubriendo que
podría cumplir con su deber sin mayores problemas. Sonrió por ello, estaba
resignado a su destino, y ahora solamente contaba con una razón de peso para
continuar adelante.
—Jamás creí que te miraría vestido de blanco —comentaron a su lado.
Jimin sonrió aliviado cuando miró a su amigo, Taehyung le sonreía
también.
—La ocasión lo requiere —respondió el sucesor.
—Luces muy hermoso, Jim —dijo el peliazul con sinceridad, al mismo
tiempo que sus ojos miel transmitían apoyo—. ¿Estás seguro de poder hacer
esto?
—Ahora más que nunca tengo que hacerlo, Tae —respondió, pensando
únicamente en el bienestar de su hijo.
Taehyung hipó, para alguien sensible y sentimental como lo era él,
resultaba terrible que su mejor amigo contrajera matrimonio con una persona
a la que no amaba. Aún así, sabía que el carácter de Jimin era completamente
diferente, y si afirmaba poder hacerlo, él estaría para apoyarlo.
Sintió la necesidad de abrazarlo y eso fue lo que hizo. El peliazul rodeó
con sus brazos al heredero, siendo correspondido de inmediato, creando un
momento especial para ambos donde las palabras no eran requeridas,
solamente la presencia de ellos y lo que su amistad significaba.
—Siempre estaré para ti —susurró Taehyung al oído contrario—. Podrás
confiar en mí, porque yo soy capaz de dar mi vida por ti y tus ideales.
—Lo sé —respondió Jimin, sintiéndose conmovido por las palabras
escuchadas—. Yo voy a protegerte Tae, y también protegeré esta manada que
es nuestro hogar.
El omega menor lo miró a los ojos, transmitiendo orgullo con su mirada
brillante.
—Así será, mi líder.
El pelinegro sonrió ladino, compartieron algunos minutos más hasta que
anunciaron el inicio de la ceremonia.
Las puertas de la capilla se abrieron para Jimin. El omega comenzó a
caminar hasta que llegó donde los generales y capitanes de ejércitos le
esperaban, todos ellos formaron un arco con sus armas de combate, lugar por
donde el pelinegro pasó caminando con porte orgulloso.
Miró a Jackson en el altar. El beta lucía imponente con su traje de color
negro y luciendo las medallas que ganó en cada una de las batallas que lideró.
Lo observó sonreírle con amabilidad, incluso dándole confianza para que
continuara.
El omega continuó con su camino, miró a su padre, a SeokJin y Jennie en
la primera fila y luego se concentró en Taehyung y NamJoon. No quiso
pensar en algo más que en su matrimonio, y cuando menos lo esperó, se
encontró frente a su futuro esposo.
Jackson le ofreció la mano derecha y Jimin la tomó sin dudarlo, se miraron
a los ojos, esperando que el líder religioso diera inicio a la ceremonia de
unión.
Se dio la apertura con un discurso que detallaba la unión de ambas
manadas y todo aquello que significaba; luego de ello, los novios
compartieron de la misma copa de vino tinto que unida con un lazo de tela
simbolizaba su unión, hasta que finalmente llegó el momento decisivo.
—Omega sucesor, Park Jimin —pronunció el líder religioso—. ¿Acepta
libremente unir su cuerpo y su alma con la de este hombre, jurando lealtad en
los tiempos de paz y guerra?
—Acepto —respondió, con la mirada al frente.
—Beta líder, Jackson Wang —continuó el hombre—. ¿Acepta libremente
unir su cuerpo y su alma con la de este omega, jurando lealtad en los tiempos
de paz y guerra?
—Acepto —respondió el beta.
—Que así sea —habló el líder religioso—. Por el poder sagrado que la
poderosa Diosa Luna me otorga, y por las leyes sagradas de ambos clanes,
ambos quedan unidos en matrimonio —continuó—. De hoy en adelante serán
conocidos por todo el mundo como uno solo, siendo esposos.
Jackson tomó el rostro del omega con delicadeza y fue entonces que ambos
unieron sus labios en un beso lento y pausado.
Todos los presentes se pusieron de pie y aplaudieron la unión, mientras que
en el exterior de la capilla, diez cañones disparaban fuertes proyectiles al
cielo, anunciando con ello el importante acontecimiento que había sucedido.
La habitación principal del palacio del poder sería el lugar donde pasarían
la noche de bodas.
Era una tradición que se remontó muchas décadas atrás, y Jimin pensaba
cumplirla en compañía de su esposo.
—No tenemos que hacer esto —dijo Jackson, mirando la cama y luego al
omega a su lado.
—¿No te parezco atractivo? —preguntó Jimin, alzando una ceja en su
dirección.
—Eres bello —aseguró el beta—. Pero no es necesario que tengamos
intimidad si te sentirás incómodo.
El omega se situó frente al mayor, sonrió mínimamente, mientras sus
manos acariciaban el rostro ajeno y sus ojos buscaban respuestas.
—¿Por qué piensas que me sentiré incómodo? Me resultas atractivo —
confesó sin rodeos.
—Quizá, pero no eres mío —respondió Jackson con una sonrisa que daba a
entender lo mucho que entendía de la complejidad de los sentimientos.
La imagen de Yoongi y sus hipnóticos ojos dorados llegó a la mente de
Jimin en un momento de debilidad; sin embargo, el omega fue hábil al
momento de deshacerse de ese recuerdo.
—Voy a marcarte, Jackson —susurró Jimin—. Y sabes lo que hay que
hacer para que la marca quede en tu cuello.
El beta se sonrojó, y ese momento de descuido fue aprovechado por el
omega.
Jackson recibió los labios demandantes de su esposo, al mismo tiempo que
su cuerpo comenzaba a conocer las caricias que Park Jimin tenía para él. A
medida que los segundos fueron pasando, ambos se fueron envolviendo en la
lujuria y el deseo, hasta que la ropa les comenzó a estorbar.
Cayeron a la cama completamente desnudos y se enredaron entre las
sábanas. Jackson se enterró en el interior caliente que lo recibió gustoso,
escuchando los primeros jadeos que en cuestión de minutos evolucionaron a
gemidos largos que se alimentaron con cada embestida fuerte que los sacudió
en placer.
Los besos húmedos entre ellos no se detuvieron. El beta dejó succiones
fuertes en el cuello del omega, bajando hasta ambos pezones y perdiéndose
en ellos. Jimin lo tomaba del cabello, tirando con fuerza a medida que su
cuerpo se sacudía en espasmos placenteros que poco a poco lo estaban
llevando al clímax de su orgasmo.
En un movimiento rápido, el omega cambió las posiciones quedando a
horcajadas del mayor. Comenzó a montarlo con rapidez, sintiendo como el
grosor del beta entraba y salía de su agujero, hasta que ambos expulsaron
todo el placer atrapado en el orgasmo que los sacudió.
Fue en ese momento exacto que los fuertes colmillos del omega mordieron
el cuello de su esposo, creando la marca que los mantendría unidos y le daría
estabilidad a la manada.
Les tomó varios minutos recobrar el aliento. Jimin se alejó, teniendo la
necesidad de fumar un cigarrillo para calmar la ansiedad. Mientras tanto,
Jackson quedaba en la cama, siendo consciente de que el omega necesitaba
espacio.
—¿Estás bien? —preguntó al omega, mirándolo con un poco de
preocupación.
—Sí —respondió Jimin, animándose a volver a la cama.
Tiempo después, Jackson se quedó profundamente dormido.
Con Jimin no sucedió lo mismo, el omega se mantuvo despierto durante
toda la noche y gran parte de la madrugada.
Este... ¿quién tiene hambre?
No pierdan la fe mi gente, que yo les aseguro que la relación que tengo
planeada con este Yoonmin será demasiado intensa... un poco oscura,
posesiva y tóxica, pero intensaaaa.
Espero que el capítulo les haya gustado y que la historia en general les
parezca interesante.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty four!

Jimin se levantó bastante temprano, luego de una noche completa sin poder
dormir, no le encontró sentido continuar en la cama.
Salió de la habitación con un rumbo fijo en mente. Durante la recepción de
su matrimonio, Kim Jennie le había dicho que era de suma importancia que
ambos se reunieran en la biblioteca central de la manada, con el único
propósito de tocar algunos temas importantes.
—Cuando mi esposo despierte le informan que estaré en la biblioteca
central con la presidenta del consejo —solicitó al jefe de la guardia del
palacio del poder.
—Como ordene, mi señor —aceptó el hombre, ofreciéndole una respetuosa
reverencia.
El omega ingresó a una de las camionetas donde Wheein le esperaba.
Pronto la caravana de ocho camionetas inició el camino de veinte minutos
hacia el gran edificio que estaba situado en la avenida central del clan.
—No tuve tiempo de felicitarte —habló la beta, mirando atentamente al
próximo líder.
—No es necesario —respondió Jimin, fijando la mirada en el bosque
espeso que rodeaba el territorio.
—Pienso que lo es —objetó ella con certeza—. Serás nuestro próximo
líder y tienes un esposo inteligente, leal y muy poderoso también —siguió
orgullosa—. Tu mandato será uno de los más importantes, no tengo duda de
ello.
—Todo se escucha muy bien, pero te estás olvidando de todos los
enemigos que tenemos —comentó distraído, logrando borrar la sonrisa de la
beta—. Por eso me casé, Wheein, para ser líder, tener verdadero poder y
comenzar a exterminar todas las amenazas.
Wheein le dio la razón. Las palabras del omega la terminaron de convencer
de todo aquello que creía ciegamente: Park Jimin nació para liderar, y sería el
omega que mantendría el orden en la manada, llenándoles de gloria y de
poder.
Llegaron a la biblioteca central quince minutos después. Jimin bajó de la
camioneta en compañía de la beta que ya había comenzado a dar indicaciones
a todo el equipo encargado de la seguridad del próximo líder; con la pronta
toma del poder, los riesgos aumentaban, es por ello que Park YoonWoo
ordenó protección para su hijo las veinticuatro horas del día.
El sucesor ingresó a la majestuosa estructura. Todos los libros antiguos
escritos por sus ancestros estaban ahí, reunidos en un mismo lugar donde
estaba la historia de los clanes, el orden jerárquico, y el inicio del mandato
del linaje más antiguo y fuerte: los mismos Park.
No tardó en encontrar a Jennie, la omega estaba sentada frente a una mesa
de gran tamaño, con dos libros frente a ella.
—Presidenta —saludó con una reverencia.
—Siéntate a mi lado —pidió Jennie, atenta a los movimientos contrarios.
El pelinegro obedeció, tomó asiento al lado izquierdo de la omega,
mirando de vez en cuando los libros que estaban encima de la mesa.
—Ayer mencionó que tenía temas importantes para tratar conmigo —
mencionó el menor.
—Es la razón por la que estamos aquí —dijo Jennie—. Tu padre me pidió
este favor especial, ya que para él es un poco complicado.
—La escucho.
—Jimin, todos nosotros estamos en peligro de muerte, más tú —inició—.
YoonWoo ha estado trabajando todos estos meses en conseguir nuevas
alianzas, algunas en secreto debido a que quebrantan nuestras propias leyes.
—¿Qué insinúa? —indagó, lanzándole una mirada profunda.
Jennie le entregó uno de los libros, y luego explicó:
—Es el tratado de todos los consejos de las manadas existentes en el
mundo —informó—. Este libro es el más valioso y deberás utilizarlo
únicamente cuando sea necesario —hizo una pausa—. El poder que te otorga
es ilimitado, pero también peligroso. Debes conseguir un equilibrio para que
tu mandato no caiga.
Jimin estaba congelado. El simple hecho de poseer ese libro lo convertía en
la persona más poderosa, capaz de romper y crear leyes a su antojo, doblegar
los ejércitos, ampliar sus dominios e imponer su voluntad.
—No sabía que este libro estaba en nuestra manada —musitó, aún
procesando lo que ocurría.
—YoonWoo fue capaz de conseguirlo. Las guerras de territorios son con
esos objetivos, Jimin —explicó la presidenta—. Tu padre ganó muchas
batallas que le hicieron ganar poder entre los demás líderes —contó—. Los
presidentes de cada consejo nos reunimos y la decisión fue unánime.
Decidimos darle el poder al apellido Park, y él decidió guardarlo para el
mandato de su hijo.
—Mi mandato —susurró, y Jennie asintió.
—El poder que ofrece el libro es tan grande que solamente puede utilizarse
durante un mandato cada cien años —informó la omega—. YoonWoo ganó
ese poder, pero decidió guardarlo para ti, así estarás protegido de todas las
manadas.
Jimin apretó el libro, sintiendo la rugosidad de la portada. Tenía una nueva
responsabilidad, y era cuidar ese poder que su padre le entregaba; así que,
esperaba tener la astucia suficiente para manejarlo de la mejor manera
posible.
—Lo usaré en caso extremo —prometió.
—Bien, la ceremonia conmemorativa donde tomarás el mando absoluto se
llevará a cabo en tres días —comunicó, y luego le entregó un segundo libro
—. Debes memorizar las páginas cinco, seis y siete.
—¿Algo más? —preguntó el omega, pensando que estar solo por algunas
horas sería una buena idea.
—No, puedes retirarte —concedió Jennie.
Jimin afianzó el agarre en los dos libros y se retiró en silencio del lugar,
siendo su próximo destino la mansión para poder asegurar todo lo que la
presidenta del consejo le había entregado.
Con el matrimonio de Jimin, las cosas para Taehyung cambiaron.
Su padre le dio una carta firmada por el consejo donde daban la
autorización para que el omega menor de los Kim iniciara con su
entrenamiento, con el objetivo que dentro de un año sea Taehyung el
comandante de los ejércitos y mano derecha del futuro líder.
—Estarás listo para entonces —afirmó SeokJin, mirando directamente a su
hijo—. Yo mismo me encargaré de prepararlo todo.
—¿Qué opina Jimin acerca de esto? —inquirió el peliazul.
—Fue una de las solicitudes que Jimin pidió antes del matrimonio —
confesó el mayor, logrando sorprenderlo—. Te quiere a su lado en el poder.
Taehyung respiró profundo. Él era parte de una familia poderosa, todos sus
ancestros fueron comandantes y generales de renombre, incluso su padre
gozaba de ambos títulos.
Estaba listo para dar un paso adelante y cambiar el rumbo de su vida; sin
embargo, también le afectaba, pues ese puesto que le darían era el que
Hoseok iba a ocupar en un principio.
—No te sigas atormentando por Jung —pidió su padre, como si fuese
capaz de leer sus pensamientos.
—Hoseok era el dueño de ese título por derecho, se formó durante toda su
vida para ello —dijo, su voz baja y las manos convertidas en puños.
—Hoseok murió, hijo —le recordó el mayor—. Jimin necesita personas de
confianza a su alrededor, este es el momento ideal para que ambos recuerden
por qué son tan amigos.
—Lo sé, y créeme cuando te digo que ya lo estoy superando, porque es la
verdad —admitió, luego lo miró con un poco de inseguridad—. ¿Realmente
piensas que estoy listo para esto?, ¿crees que yo tengo lo que se requiere para
tomar tu lugar?
—Eres un Kim, y más importante aún, eres mi hijo —dijo SeokJin—.
Estoy convencido que nadie más que tú podrá tomar mi lugar y proteger este
clan.
El menor corrió y abrazó a su padre con todas las fuerzas que tenía.
SeokJin lo recibió y aceptó ese abrazo cálido, dejando escapar una sonrisa
cuando pudo olfatear los aromas de su único cachorro.
—Te amo tanto, padre —susurró el omega menor, negándose a soltarlo.
—Te amo, hijo mío —respondió, para luego dejar un beso en la frente de
Taehyung.
La decisión quedó tomada y ganó mucha más fuerza de la esperada en el
momento exacto que Kim Taehyung firmó el tratado, jurando lealtad al
próximo líder, y así dar inicio con su formación militar.
Kaisa miraba de forma inexpresiva al alfa que estaba sentado frente a él,
ambos consumidos en un silencio pesado que les sacudía las entrañas.
—¿Estás seguro Yugyeom? —inquirió.
—Era él, Kaisa —aseguró—. Lo vi en la fiesta que prepararon para que
Jimin conociera a las personas que cumplen con los requisitos para casarse
con él.
El mencionado golpeó la mesa con ambos puños, la fuerza fue tanta que el
sonido ensordecedor fue capaz de traspasar las paredes frágiles de la cabaña
donde tenían las reuniones clandestinas.
—¿Qué hacía ahí? —demandó saber.
—Mis sospechas eran ciertas —acusó Yugyeom—. ¡Ese maldito es el
juguete del heredero! Se lo dije a NamJoon y no quiso creerlo.
—¡Maldita sea! —rugió Kaisa, al mismo tiempo que deambulaba como
una bestia furiosa y enjaulada.
Sus sospechas eran ciertas, el maldito bastardo de su hermano menor
estaba metido en la manada que él quería controlar. Ahora sus planes debían
atrasarse, porque bajo ninguna forma podía utilizar el ejército que robó
cuando el verdadero líder continuaba con vida.
—Ese perro debería estar en el salón rojo, ahí es fácil matarlo —dijo
Yugyeom. Él, al igual que su líder odiaba y repudiaba a Min Yoongi.
—Necesito que vigiles a NamJoon —ordenó Kaisa—. La última vez que
nos reunimos lo noté bastante esquivo, y para este momento no podemos
equivocarnos.
Yugyeom asintió, dejando escapar una sonrisa torcida cuando recordó un
detalle interesante.
—¿Qué hacemos con tu hijo? —preguntó ansioso—. Jungkook tampoco
está seguro de lo que quiere y podría ser una amenaza contra nosotros.
Kaisa le dio la razón. Su rebelde cachorro siempre demostró admiración
por su tío Yoongi y temía que ese engendro pudiera ponerlo en contra de su
propio hijo.
—Acércate a él, gánate su confianza —pidió, dándole una mirada—. Mi
hijo tiene sentimientos por ti, así que envolverlo será sencillo.
—Como ordenes —accedió, lamiéndose los labios.
—Te lo advierto, Yugyeom —gruñó amenazante—. A mi hijo no lo tocas,
¿entendido?
—Me resulta más entretenido jugar con su corazón y dejarlo que me folle
—reveló, con un encogimiento de hombros—. Al que podría matar es a otro.
—¿A quién? —indagó el mayor de ambos, siendo rápido al notar la
tensión.
—Kim Taehyung —pronunció con asco—. Ese omega maneja a tu hijo
como un juguete y lo más lamentable es que Jungkook no se opone como en
un principio creí.
—Todavía es joven, aunque pretenda comportarse como alguien inflexible,
tú y yo sabemos que no lo es —habló Kaisa, sintiéndose completamente
seguro de sus palabras—. Contrólalo, recuérdale todos los malditos días del
lado de quien tiene que estar.
—Confía en mí, me aseguraré de ello —juró el menor.
—También te aconsejo que estés preparado, y avísale a los demás —sonrió
torcido—. Estoy preparando una pequeña sorpresa para Park Jimin, y creo
que muy pronto le llegará.
—¿Qué planeas darle? —cuestionó Yugyeom, con un brillo malicioso en
sus ojos.
Kaisa carcajeó antes de responder:
—Mi carta de presentación. Llegó el momento que el chico sepa quién es
su verdadero enemigo.
Porque el clan que hasta el momento era liderado por los Park era la
posesión más valiosa que YoonWoo tenía, y Kaisa estaba listo para hacerle
sufrir un verdadero infierno.

No diré que se puso bueno, porque más adelante se pondrá mejor.


¿Qué les pareció el capítulo?
Y bueno, también quería decirles que trabajaré mucho para traerles
doble actualización cada vez que pueda.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty five!

Jimin estaba visitando los almacenes de armas en compañía de Jackson.


Ellos habían tenido una conversación importante la noche anterior, donde
decidieron hacer un conteo general de las armas existentes en el clan, con el
propósito de abastecer los ejércitos formados y los que estaban por formarse.
—Di órdenes precisas a mis generales —informó el beta, concentrado en
Jimin—. El clan de las montañas va abastecer de armas de largo alcance para
que la seguridad de las fronteras se multiplique.
—También di órdenes —habló Jimin—. Esta mañana se enviaron cinco
mil monedas de oro a tus terrenos, y en tres días recibirán una cifra mayor —
siguió—. Con el oro podrán crear más armas y capacitar los ejércitos.
Ambos mantuvieron la conversación donde intercambiaron algunas ideas
para el bienestar de sus terrenos. Caminaban al lado del otro, con la mirada
firme y las espaldas erguidas, ganándose miradas asombradas de todos los
que les saludaban con reverencias respetuosas.
La marca que Jackson llevaba impresa en el cuello llenó de emoción y
tranquilidad a las personas que hasta el momento tuvieron la oportunidad de
verla. La mayoría de los miembros del clan temían que su próximo líder
mantuviera el nulo interés de tomar en serio su matrimonio, es por ello que
les tranquilizaba saber que no había sido el caso.
Con ese paso insignificante, Jimin se había ganado un poquito más de
respeto y voluntad de la población, asegurando una toma del poder sólida y
sin alegatos.
Para ese momento la noticia también estaría dando vueltas entre el consejo,
cerrándoles las bocas a los muchos que dudaron de la capacidad del sucesor,
quien consiguió contraer matrimonio con un beta respetable, de honor, muy
poderoso, logrando emparejarse con él y llevarse muy bien.
—¿En qué maldad estás pensando? —curioseó Jackson con una sonrisa
ladina.
—Los miembros del consejo ya deben estar enterados de la marca —
murmuró el omega—. La mayoría de esos viejos no me querían en el poder,
así que me encantaría saber lo que piensan ahora.
—En todos los consejos hay bufones que se creen máximas autoridades —
dijo el mayor, mientras continuaban caminando—. No te preocupes por eso.
Llegaron hasta el almacén principal donde fueron recibidos por Hyuna, la
omega era la encargada de la distribución y clasificación de las armas para el
primer ejército liderado por el comandante Kim SeokJin.
También habían muchos alfas que trabajaban bajo las órdenes de la omega.
Todos ellos con collares y cadenas, sin camisa y solamente usando
pantalones negros, logrando con ello que el sucesor recordara el momento en
que conoció a Yoongi.
Jimin lo recordó, a su mente llegaron los recuerdos del alfa dentro de la
jaula, cada vez que caía de rodillas, todas las miradas, las pocas sonrisas
tímidas, los tiernos sonrojos, incluso recordó la confesión que el mayor le
hizo y como le decía que jamás iba a abandonarlo, que prefería morir
primero.
Sonrió con amargura, al mismo tiempo que miraba como todos los alfas
presentes caían de rodillas para rendirle respeto.
Y fue en ese momento, que algo cambió dentro de sus pensamientos, pues
Jimin no encontraba otra explicación para lo que dijo:
—¡Levántense todos! —exclamó, siendo obedecido casi al instante—. No
van a arrodillarse ante nadie, nunca más —habló con rudeza, sorprendiendo a
todos—. Toda esa fuerza bruta y la furia que sienten no será sometida —miró
a cada uno de ellos, logrando detectar emoción en sus ojos—. Yo, Park Jimin
me convertiré en su líder para que sean algo más provechoso que sucios
esclavos.
—¡Sí mi líder! —exclamaron todos ellos al mismo tiempo.
Jimin se aproximó hasta Hyuna, notando también la sonrisa orgullosa que
su esposo le dedicaba. Se concentró en ella, ya que las mismas palabras que
dijo le dieron una idea que pensaba seguir alimentando para descubrir hasta
donde podía llegar.
—Envíame los perfiles de todos estos alfas a mi oficina —ordenó—.
Quítales las cadenas también.
—Como ordene, mi señor —aceptó la omega, para luego hacer una
reverencia.
El sucesor se retiró del lugar en compañía de su esposo. Ambos caminaron
en silencio por el lugar, hasta que llegó un momento en el cual Jackson no
pudo continuar en silencio.
—Lo que acabas de hacer es riesgoso para tu toma de poder —comentó.
—Si voy a liderar, lo haré bajo mis propias reglas —sentenció Jimin—. No
me acobardaré ante nadie, Jackson.
—Estoy contigo, me encanta lo que acabas de hacer ahí dentro —admitió
orgulloso—. La lealtad de un alfa es para siempre, Jimin, y tú acabas de
ganarte la voluntad de ese grupo que no dudarán en seguirte con los cambios
que quizá planees hacer.
El omega lo miró, fue entonces que ambos compartieron una sonrisa
cómplice que les daba a entender que tenían los mismos intereses y forma de
liderar.
—Apenas estoy iniciando —reveló el omega—. Vendrán cosas mejores,
eso te lo aseguro por la memoria de mi madre.
Jackson lo creyó, porque para él fue sencillo conocer el carácter de líder
que el omega tenía y eso hizo que lo admirara todavía más.
Jungkook miraba su entorno con mucha desconfianza.
Estaba acompañando a su dueño (el alfa no se acostumbraba a reconocerlo
como tal) en un campo de entrenamiento calificado por el líder actual de la
manada. Según lo poco que sabía, Taehyung comenzaría un entrenamiento
militar para tomar el mando absoluto de los ejércitos.
—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó al omega, mientras se contenía de
no gruñirle a todos los que le miraban.
—Porque quise —respondió el peliazul—. No pienso mantenerte lejos,
necesito vigilarte.
—¿Qué?, ¿por qué? —preguntó al instante, con el ceño fruncido.
—Eres un peligro, lobito —canturreó el omega—. No tomaré riesgos
contigo.
—No me llames así, ya soy un lobo fuerte.
—Como digas —bufó el mayor, rodando los ojos en el proceso.
En realidad, a Taehyung tampoco le había hecho gracia la idea de
mantenerse al lado del alfa durante todas las horas del día. Fue una orden
directa de su padre, y sea como sea, el omega estaba determinado a cumplirla.
Además, hace poco tiempo descubrió que ya se había acostumbrado a los
berrinches y mal humor de su querido juguete.
Claro que, siempre existían momentos en los que ansiaba tanto matarlo,
pero Taehyung sabía controlar sus impulsos y le resultaba entretenido ver
cuando el lobito rebasaba toda la paciencia con la que contaba, que, a decir
verdad, no era mucha.
El campo de entrenamiento estaba lleno de capitanes, y entre todos ellos
resaltaba la figura autoritaria de Kim SeokJin, quien estaba ocupado dando
órdenes y distribuyendo los escuadrones.
Taehyung se irguió derecho cuando estuvo bajo las miradas de todos ellos.
Hizo un saludo militar de forma perfecta, y luego se presentó con voz alta y
fuerte.
—¡Soldado Kim Taehyung, listo para obedecer órdenes!
—Descanse soldado —concedió SeokJin, concentrado en la presencia de
su hijo.
Jungkook tenía los ojos bien abiertos, al mismo tiempo que su mente
trabajaba a toda velocidad para comprender lo que estaba sucediendo. Sabía
que los omegas tenían una disciplina militar que resultaba ser admirable, pero
jamás tuvo la oportunidad de presenciarlo con sus propios ojos, así que, para
él estaba resultando interesante la experiencia.
—Espérame allá —indicó Taehyung, apuntando un lugar bastante alejado
del movimiento—. Quédate quieto o voy a amarrarte.
—Como mande mi dueño —gruñó Jungkook, lanzándole una mirada
envenenada y recibiendo ojitos coquetos como respuesta.
El omega soltó una risa baja, mientras que el alfa se resignaba a obedecer.
Jungkook se alejó lo suficiente del lugar, encontró un espacio cómodo y ahí
se sentó para curiosear lo que sucedía a su alrededor.
Su concentración se fijó inmediatamente en Taehyung. El alfa tragó en
seco cuando miró como el omega de cabellos azules se quitaba la camisa,
revelando una piel morena inmaculada que fue capaz de atraparlo.
El omega era precioso a sus ojos, y quizás era eso lo que más le jodía, el
simple hecho de no poder negarlo.
Tenía unos ojos miel que le daban una mirada dulce e incluso inocente,
pero cuando esa miel se fundía con el calor, esa mirada cambiaba por
completo hasta convertirse en un arma sensual que lo capturaba sin previo
aviso.
Y Jungkook prefería no indagar en las muchas cualidades que con el
tiempo fue descubriendo, debido a que no deseaba ponerse en evidencia, ni
mostrar debilidades.
—Era el amante del prometido de su mejor amigo. —la voz que habló era
una que el alfa conocía bastante bien, y es por ello que decidió ignorarlo.
Yugyeom soltó un bufido cargado de gracia al encontrarse completamente
ignorado; aún así, no le tomó importancia y terminó sentándose al lado del
alfa menor.
—Lamento mucho que hayas tenido que caer en las manos del menor de
los Kim —murmuró, cada palabra cargada de veneno—. Es la propia
vergüenza de toda su familia.
—¿Hablas por experiencia? —cuestionó Jungkook sin mirarlo—.
Recuerdo perfectamente la vergüenza que le causabas a tus padres.
—Probablemente, una razón más para que confíes en mis palabras —
sugirió Yugyeom, detallando al otro alfa lo más que podía—. ¿Recuerdas
nuestros momentos juntos?
—Recuerdo... —pausó un momento, y finalmente lo miró a los ojos—.
Acabo de recordar la noche que te encontré con otro, y ese recuerdo me
impulsa a odiarte más.
—No puedes odiarme, Kookie —aseguró presumido—. Eso lo sé.
—Lo mejor será que no te confíes —dijo, y su voz se llenó de un tono
peligroso que el mayor no pudo ignorar.
—Tomaré en cuenta tus palabras, seguramente a tu padre le encantará
saber que su hijo ha comenzado a sacar las garras.
—Para eso me enviaron aquí —le recordó—. Por cierto, ¿qué haces en este
lugar?
Yugyeom apuntó discretamente hacia la carpa donde se encontraba el líder
en compañía del comandante Kim. Ambos omegas concentrados en el
entrenamiento de Taehyung.
—Acompaño a mi dueño —contestó—. Imagino que tú haces lo mismo.
—Escucharte hablar de ese modo me provoca náuseas.
—Tiene sus ventajas —se encogió de hombros—. Los juguetes del líder
son los más importantes del clan.
—El sucesor es el más importante del clan —corrigió Jungkook, amando
ver como el rostro contrario se descomponía en disgusto.
Yugyeom supo que la pequeña charla tenía que llegar a su final. Habían
muchos vigías a su alrededor, y si permanecía al lado de otro alfa
comenzarían a sospechar.
—Te veré pronto, Jungkook —dijo, mientras se ponía de pie—. Oh, había
olvidado decirte que tu padre envía saludos.
El menor de ambos se tensó por completo, esas palabras le dieron a
entender que Yugyeom se había reunido con su padre, y si era de ese modo,
Kaisa ya debía estar enterado de Yoongi.
Maldición. Necesitaba ser más rápido que ellos y encontrar a su tío, pero
para serlo era necesario hablar y Jungkook todavía no confiaba en las
personas que lo rodeaban. Fácilmente podían matarlo, o su padre lo haría si
se enteraba que había soltado la lengua.
Se encontraba acorralado, y aún así, no pensaba detenerse.
NamJoon estaba ocupándose del papeleo del salón rojo cuando SeokJin
ingresó a su oficina.
—Tenías razón —admitió el omega, apoyando ambas manos en la madera
del escritorio—. Yugyeom es un infiltrado.
—¿Cómo lo confirmaron? —preguntó el moreno, con su nariz
cosquilleando por los aromas que podía sentir debido a tanta cercanía.
—YoonWoo lo llevó al campamento tres a propósito, y mi hijo hizo lo
mismo con su juguete —explicó—. Yugyeom no tardó en acercarse al otro
alfa y su comportamiento en general cambió drásticamente durante ese
momento.
—Yugyeom es uno de los infiltrados más poderosos que tiene Kaisa —
advirtió NamJoon—. Lleva muchos años aquí, conoce el movimiento de la
manada y sus leyes, así que eso lo vuelve mucho más peligroso.
SeokJin sonrió con arrogancia, y ese simple gesto fue capaz de doblegar la
voluntad en el alfa que, tuvo que hacer mucho esfuerzo para no dejarse caer
de rodillas ante la majestuosidad que el omega demostraba de forma natural.
—Nadie en esta manada está listo para la forma de liderar que tendrá Jimin
—aseguró SeokJin—. Y esa es el arma oculta que los va a destruir.
NamJoon no tardó en darle la razón. El sucesor estaba tomándose en serio
el mando de la manada, con nuevos proyectos que fueron aceptados por el
consejo y una nueva formación en los ejércitos que vigilaban las fronteras.
—Kaisa no conoce a Jimin, simplemente ha escuchado de él —dijo el alfa
—. Es una ventaja porque lo subestima bastante.
—Es aquí donde empieza tu tarea —informó el comandante Kim—.
Háblale a Jimin de Kaisa y hazlo bien. Tú lo conoces y sabes la forma ideal
para que el próximo líder lo ponga en su lista de enemigos a destruir.
—Jimin es demasiado listo, no tardará en descubrirlo —aseguró—. Sobre
todo si continúa trabajando en los casos de los omegas asesinados y el virus.
—El sucesor es el omega más temperamental que he conocido —reconoció
SeokJin—. Es una ventaja porque tiene la sangre fría y no se deja dominar
por nadie, ni por su propio padre —dijo sonriente—. Incluso ha tenido la
osadía de rebelarse contra el consejo mismo.
—Lo que trata de decir es que, ¿Jimin es el único capaz de enfrentarse a la
furia de Kaisa? —cuestionó NamJoon.
El omega crispó los labios antes de responder:
—Lo que trato de decir es que Jimin es el único capaz de destruirlo —
aseveró—. Y tiene una razón de peso para hacerlo con sus propias manos.
—¿Cuál es la razón de la que habla?
Hubo un momento de silencio, y luego una confesión que dio un giro
inesperado en toda la información en la que NamJoon estaba trabajando.
—Kaisa mató a la madre de Jimin, y lo hubiera matado a él de no ser por
mí —reveló—. Es una verdad que permaneció oculta por todos estos años,
creíamos que estaba muerto, pero con todo lo que está sucediendo llegó el
momento que el sucesor enfrente ese pasado y le haga frente.
Fue en ese momento exacto, que NamJoon comprendió las palabras del
omega. Él sabía muy bien todo el sufrimiento que Jimin cargaba consigo,
todo el dolor y el odio que lo consumía por dentro desde que su madre murió.
Así que, cuando el sucesor se enterara que el culpable seguía vivo y que
además era el mismo que les estaba dando problemas a la manada,
amenazando constantemente y asesinando entre las sombras, no existiría
lugar existente en la tierra para que Kaisa se ocultara de la furia del omega.
Min Yoongi y Park Jimin seguían un mismo objetivo, ambos poderosos y
letales a su manera, tanto que NamJoon no pudo evitar el emocionarse con el
simple hecho de imaginárselos luchando hombro a hombro en la guerra que
se avecinaba.
La verdadera guerra por el poder, donde se definiría el destino de todas las
manadas y los clanes rebeldes.
¡Se viene la guerra! ¡Rápido, elijan un bando!
Aquí rezando para que el capítulo les haya gustado.
Infinitas gracias por leer.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty six!

Había extrañado la humedad de la tierra y el olor a bosque.


Allí, en algún punto peligroso, desconocido y lejano un enorme lobo de
pelaje marrón con mechones dorados corría con velocidad. El imponente
animal era capaz de saltar barrancos, atravesar ríos y recorrer grandes
distancias en cuestión de horas.
Las patas sentían la vibración de la propia tierra, la nariz olfateaba el
entorno y los ojos dorados detectaban hasta la mínima amenaza. Todos los
instintos de su raza se encontraban completamente activados, guiándolo por
caminos salvajes e indomables.
El lobo legendario se detuvo cuando llegó a una cascada, levantó la cabeza
y descubrió los altos matorrales que lograban bloquear la luz del sol,
convirtiendo ese lugar en uno oscuro y húmedo por el agua que corría sin
descanso.
Olfateó y lo siguió haciendo hasta que pudo conseguir un rastro.
Nuevamente se encontró corriendo, el pelaje era sacudido por el viento
brusco, y cuando la señal se intensificó, el lobo soltó un aullido potente que
anunció su llegada.
En cuestión de segundos pudo escuchar la respuesta de su aullido. La
manada, o parte de ella estaban situados al norte, justo detrás de la gran
colina que estaba rodeando.
Aumentó la velocidad, le daría importancia al cansancio cuando llegara el
momento adecuado. Justo en ese instante, una única prioridad brillaba con
fuerza en sus pensamientos, y él no pensaba detenerse por nada ni por nadie.
Bajó por terreno inestable donde utilizó la fuerza de sus patas y sus garras
para que la tierra lo mantuviera sujeto. La velocidad aumentó cuando los
rayos fuertes del sol le golpearon directamente, siendo ese momento el exacto
donde encontró lo que estaba buscando.
Comenzó a ver muchos lobos que se inclinaron ante su presencia; aún así,
él continuó hacia adelante.
Finalmente encontró lo que buscaba. Había un campamento
completamente capacitado, con centinelas vigilando el perímetro y lobos
salvajes dispuestos a atacar. Se detuvo frente a una puerta de gran tamaño
elaborada de madera sólida, esperó en silencio, hasta que pocos segundos
después le permitieron el paso al núcleo de la manada.
Yoongi cambió a su forma humana, toda la piel de su cuerpo estaba llena
de lodo y hojas de árboles, tenía la respiración acelerada, cubierto de sudor y
sumamente agotado; sin embargo, lo importante es que había logrado llegar a
su destino en menos tiempo del planeado.
Atravesó las grandes puertas recibiendo inclinaciones de todos los lobos
que no tardaron en recibirlo; sólo momentos después, sus ojos captaron la
presencia de la mujer que tanto ansiaba ver.
Ella tenía los ojos de color ámbar, el cabello le caía a la cintura, rubio
oscuro y salvaje como su presencia, un cuerpo firme, mirada letal que por ese
breve momento se ablandó y se llenó de ilusión.
—¡Hermano! —gritó RueSo. La alfa era la hermana menor del linaje Min.
—Rue —pronunció el alfa, sonriendo en dirección a su hermana.
Fue atendido con rapidez, le entregaron una muda de ropa de color marrón
y Yoongi se la puso sin tanto preámbulo. Cuando estuvo medianamente
presentable, fue e hizo lo que tanto quería: abrazar a su hermana.
—Gracias a la Diosa te encuentras bien, hermano —dijo ella, aferrada al
cuerpo más grande.
—No esperaba encontrar a tantos aquí —admitió Yoongi. A su alrededor
habían al menos cien lobos legendarios.
—Kaisa se llevó al ejército de lobos, pero los leales a ti permanecimos
aquí —informó RueSo con fiereza en su mirar—. Sabíamos que algún día
volverías para pelear.
Un brillo peligroso y cargado de resentimiento cubrió la mirada de Yoongi,
el oro fundido que vivía en sus ojos resplandeció en sed de venganza, y
estaba dispuesto a todo con tal de recuperar el mando que por derecho le
pertenecía.
—Lo voy a destrozar —prometió, con sus ojos puestos en su hermana
menor.
—Cuentas con nosotros, tú eres nuestro líder y los que siguen a Kaisa lo
hacen porque te creen muerto.
—Le faltó valor para matarme ese día —dijo Yoongi con una sonrisa
ladina—. Ahora debe encontrarse arrepentido, pero ya es tarde para él.
Ambos comenzaron a caminar hasta una de las cabañas alejadas,
necesitaban una conversación y dar explicaciones para que así juntos
comenzaran a crear estrategias que les ayudaran con la guerra que estaba por
desatarse.
—Kaisa nos dijo que te habían cazado —comentó RueSo—. Dijo que con
tu muerte, él era el líder.
—Efectivamente, un grupo de la manada Park me encontró en el lugar
donde Kaisa me dejó inconsciente —reveló—. Desperté dentro de una jaula y
enloquecí —aceptó con una mueca—. Rompí los barrotes, me les escapé y
me siguieron hasta que nuevamente me atraparon, aunque fueron listos al
sedarme —reconoció—. Cuando desperté, me encontraba en una habitación
lujosa, dentro de una jaula de oro.
—¿Qué hacías en ese lugar? —indagó ella, entendiendo el por qué su
hermano desapareció de forma tan repentina.
—Fui un regalo —informó—. El actual líder de la manada me entregó a su
hijo para que me convirtiera en su esclavo, su juguete, o como quieras
llamarle.
—¡Son unos bárbaros! —chilló ofendida.
—Pensé lo mismo en un inicio, estaba furioso y lo peor es que no podía
hacer algo para cambiarlo porque me descubrirían —dijo—. Sabrían que los
alfas legendarios no son animales salvajes, y no podía arriesgarme.
—¿Permitiste que te humillaran? —cuestionó incrédula.
Yoongi no respondió de inmediato, se quedó pensando en esos días donde
recién conocía a Park Jimin. El único omega que lo doblegó de todas las
maneras posibles y que se adueñó por completo de su alma.
—Esperaba que sucedieran muchas cosas, estaba listo para soportar golpes,
burlas, humillaciones... incluso estaba dispuesto a aparearme si era necesario
para sobrevivir, lo único que no podía permitir era que descubrieran lo que
realmente soy —habló precipitado, soltando una leve sonrisa—. Nada de eso
ocurrió, Rue.
—¿Cómo puede ser posible? Kaisa nos advirtió de ese clan y dijo que era
despiadado con los alfas.
—Sus leyes son estrictas y sí, es verdad que tratan a los alfas como objetos
—aceptó—. Sin embargo, conmigo no sucedió así —hizo una pausa—. Jimin
siempre fue complaciente, incluso amable.
—¿El sucesor?
—Sí, es el omega más hermoso que he podido ver —confesó con un
suspiro—. Me enamoré de él y lo hice desde el principio, porque luego no me
esforcé por volver.
—Espera un momento —pidió RueSo—. Si es verdad lo que me dices,
¿por qué estás aquí?
—Estaban asesinando a muchos omegas en la manada de los Park, Jimin
estaba a cargo de las investigaciones y demás —inició explicando—. Desde
ahí comencé a reconocer algunos alfas que trataban con Kaisa, y uno de ellos
me dio las pistas suficientes para saber que nuestro hermano desea apoderarse
de ese clan —hizo una pausa—. Yo... yo no podía permitir que le hicieran
daño al omega que amo, no lo pienso permitir —aseveró—. Por esa razón fue
que me arriesgué.
Ella lo miró con asombro, por una parte le costaba mucho creer lo que su
hermano decía, pero por otra estaba segura que escuchaba solamente la
verdad. Min Yoongi siempre fue alguien valiente, y su palabra y su lealtad
inquebrantable.
—¿Qué hiciste entonces? —preguntó, aunque ya podía tener una idea.
—Busqué al líder de esa manada —reveló, haciendo realidad los temores
de la menor—. Me mostré con Park YoonWoo como lo que soy, sabiendo
que podía asesinarme.
—¡Estás demente! —gritó ella, siendo una mezcla de nervios e ira—. ¡Eres
un bruto Yoongi!
—No me importaba —refunfuñó el alfa—. Me reuní con él y le propuse
una alianza.
—¿Cómo reaccionó?
Yoongi hizo una mueca antes de responder:
—Al principio muy mal, no me creía de las advertencias que le estaba
haciendo —admitió malhumorado—. El tiempo me ayudó para que creyera
en mis palabras, aunque estoy seguro que me creyó desde el principio, de lo
contrario me hubiera asesinado o delatado con su hijo.
—Oh, eso habla bien de él —murmuró RueSo—. No todos los líderes
tienen la capacidad de escuchar, mucho menos de aceptar alianzas con
bandos que son considerados incompatibles.
—Al final ambos accedimos a una alianza por un motivo en común —
pausó un momento y su mirada se perdió en las llamas de la chimenea—. El
amor por Park Jimin.
RueSo se quedó en silencio, hasta que una mueca poco agradable se
adueñó de sus facciones.
—Dime que conseguiste algo para nosotros, por favor —suplicó—.
Entiendo y respeto tus sentimientos por el omega, pero nosotros necesitamos
un incentivo más para entrar en guerra.
—Lo tienen —informó—. El acuerdo de la alianza es que si Park Jimin
libra la batalla, la jerarquía de los alfas vivirá dignamente entre los clanes —
dijo, llenando de emoción a su hermana—. Tendremos la vida que
merecemos, y ya no nos conformaremos con las espesas montañas.
—Es bastante justo —aceptó, y luego tuvo una duda—: ¿el clan quiere lo
mismo que nosotros?
—El odio que Park YoonWoo siente por Kaisa es escalofriante y tiene
motivos reales que me hicieron comprenderlo y aprender a confiar en él —
dijo, mirando a su hermana—. Ahora, yo te pido que confíes en mí.
—Con los ojos cerrados, hermano —aseguró—. Nosotros vamos a seguirte
y a luchar por lo que crees correcto.
Yoongi se mostró visiblemente aliviado y agradecido. Recordaba que
desde que era un cachorro su hermana lo seguía y apoyaba a ciegas,
manteniéndose firme a su lado, tal y como estaba sucediendo en ese momento
tan importante.
Y con esos recuerdos agradables, también llegó otro.
—¿Dónde está JaeSoon? —preguntó, refiriéndose a su otro hermano.
RueSo desvió la mirada, y con ese gesto Yoongi supo que no le gustaría la
respuesta.
—Decidió seguir a Kaisa —respondió sin más.
—Bien —habló el alfa, decidiendo no darle más importancia—. Reúne a
todos, diles que su líder está aquí y que hablará con ellos.
La menor asintió emocionada, corrió hacia el exterior donde la noticia del
regreso del líder había causado revuelo. Todos los alfas estaban formados,
esperando ansiosos que sus ojos miraran al hombre que respetaban y por el
que estaban dispuestos a dar la vida.
Instantes después, Yoongi salió. Su mera presencia ocasionó un silencio
sepulcral, donde solamente las inclinaciones profundas demostraron el
infinito respeto que generaba con todos los fieles que le esperaron hasta el
final.
—Vine hasta aquí, pero no esperaba encontrarme con un número tan
grande —inició Yoongi, caminando frente a todos los alfas—. Gracias por
continuar firmes, por no flaquear, por confiar aún con mi ausencia —siguió
—. Si estoy aquí, en este momento y frente a ustedes es porque se está
formando una guerra inevitable que amenaza a todas las manadas y nosotros
no somos la excepción —aseguró—. Así que, vamos a darle frente, ¡vamos a
luchar y demostrar el coraje que nos compone así caigamos en el campo de
batalla! —instó—. ¡No vamos a rendirnos y lucharemos por nuestra libertad!
—¡Así será líder! —contestaron todos al mismo tiempo.
—Prepárense para el viaje largo al que tendremos que enfrentarnos —
habló nuevamente—. En tres días estaremos en tierras del clan al que nos
uniremos en combate.
Todos los miembros de la manada de lobos aceptaron las órdenes de su
líder y lo hicieron con gusto y disposición, pues Yoongi estaba de regreso
con ellos.
Estaban listos para la batalla. Kaisa era considerado una amenaza desde
que destruyó la paz y se reveló contra el líder verdadero. De ese modo, era de
esperar una rebelión, y, en ese caso, una alianza.
Omegas y alfas lucharán juntos por primera vez en la historia, marcando
con ello el inicio de una nueva era.
Yoongi estaba listo, y Jimin también.
Ya saben la verdad de Min Yoongi *chillido*
Por supuesto que hay algunos detalles más, pero se irán explicando
más adelante.
Y bueno, para todos los que querían saber las andanzas del alfa, aquí
está ¿qué opinan al respecto?
Nos leeremos pronto.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty seven!

El castillo ceremonial estaba listo, al igual que todos los miembros de la


manada.
La noche lucía gloriosa, el cielo nocturno estaba adornado por una mágica
luna llena que, desde esa lejanía cubría con su luz cada rincón de esas tierras
llenas de gloria, poder y riquezas.
El heredero del clan más poderoso estaba listo para tomar el poder
absoluto y sentarse en el trono de líder.
El salón de la tierra y el fuego era el lugar donde se llevaría a cabo la
ceremonia del poder. Se trataba de un salón rodeado por antorchas que ardían
con fuerza, un techo de cristal que daba la imagen clara de la luna plateada, y
un altar tallado en madera y oro, donde el próximo líder haría la promesa a su
pueblo.
Jimin estaba listo, esperando que el momento del llamado llegara para
presentarse frente a su manada y las máximas autoridades de los clanes
aliados.
A su lado estaba Jackson, el beta cumpliría con su papel de esposo y aliado
en la ceremonia, siendo él quien lleve a Jimin del brazo y lo acompañe en
todo momento.
—¿Cómo te sientes? —preguntó el mayor, concentrado en la tranquilidad
que demostraba el omega.
—Estoy listo —aseguró Jimin, su tono decidido y su mirada llena de valor.
—Cuando te conocí tuve la impresión de que habías nacido para liderar —
confesó Jackson, provocando que su esposo lo mirara—. No me equivoqué.
—Mi padre me preparó durante toda mi vida —dijo el pelinegro—. Ayudó
a forjar mi carácter y me dio las herramientas necesarias para convertirme en
lo que soy.
El beta sonrió al escucharlo. Las expresiones de Jimin estaban controladas
en el momento que habló; sin embargo, tenía los ojos cargados de sinceridad,
y el brillo que los llenó cuando habló de su padre no pudo ser ignorado por
Jackson.
—Lo amas —afirmó el mayor.
—No se lo digas —dijo Jimin con una sonrisa divertida.
—Creo que él ya lo sabe —murmuró Jackson, mirando en dirección al
líder que se aproximaba hacia ellos.
YoonWoo ingresó al salón de espera donde estaba su hijo y Jackson. Miró
a Jimin, lo bien que lucía en su traje de gala color negro y con la capa larga
dorada, afirmándole con ello que estaba listo para tomar el mando de la
manada, para hacer un trabajo increíble, superando con creces su propio
mandato.
—Quisiera tener un momento a solas con mi hijo, por favor —pidió,
dándole una mirada a Jackson.
—Sí señor —asintió el beta, para luego salir del salón y darles ese
momento privado de padre a hijo.
—¿Necesitas algo? —preguntó Jimin, frunciendo levemente el ceño.
Se sorprendió y no supo cómo actuar en el momento exacto que su padre
lo envolvió entre sus brazos. Era un abrazo, uno que le resultó cálido y
profundo, capaz de remover sentimientos que aprendió a controlar con el
tiempo, hasta llevarlo a la época donde era un niño que ansiaba tanto el
contacto cariñoso con su padre.
—Estoy orgulloso de ti, hijo —reveló el mayor de ambos, con sus manos
brindando caricias suaves en la espalda.
Los ojitos del menor brillaron por ese instante, afortunadamente retomó el
control a tiempo. Se separó un poco para mirar a su padre, notando con
sorpresa algunas lágrimas que el hombre derramó, y también el orgullo
infinito con el que lo miraba.
—¿Por qué hasta ahora? —preguntó de inmediato—. ¿Por qué hasta hoy
me estás dando el abrazo que deseé tanto cuando era un niño?
—Porque necesitaba que aprendieras a vivir sin mí, Jimin —respondió.
—¿Por qué? —cuestionó muchas cosas en una misma pregunta. YoonWoo
lo sabía, así como también sabía que no podría darle todas las respuestas a su
hijo, al menos él.
—Quería que te convirtieras en alguien más fuerte que yo para que los
sentimientos de pérdida no te derribaran —confesó—. Lamento no ser el
padre que merecías, pese a todo, no quiero que dudes de mi amor por ti.
—Estás actuando extraño —acusó el menor de ambos—. ¿Me estás
ocultando algo?
—Te he ocultado muchas cosas en realidad —admitió—. Entre ellas las
alianzas que realicé para que tu mandato sea poderoso —hizo una pausa—.
Yo tuve cinco ejércitos bajo mi mando, tú tendrás ocho, incluido uno de alfas
legendarios.
Jimin retrocedió un par de pasos y luego comenzó a caminar por el salón,
las ideas se acomodaron en su mente con mayor agilidad de la esperada, así
que supuso que se debía a su conocimiento en las leyes.
—Tres ejércitos nuevos —habló.
—Uno de omegas —dijo el mayor—. Ese es el ejército de plata, el de betas
que es conocido como la guardia gris y finalmente, el ejército de lobos
legendarios que es conocido como el ejército negro.
—Así que, creaste acuerdos para poner bajo mi poder a tres ejércitos
desconocidos y aparte de eso guardaste un libro importante para mi mandato
—resumió Jimin—. ¿Por qué estás empeñado en que mi poder sea mayor que
el tuyo?
—Porque aparte de todo lo que has mencionado, también te dejo enemigos
—sentenció—. Entrarás en guerra y debes estar preparado para vencerla.
—Kaisa —habló el menor, adueñándose de la atención y el asombro del
actual líder—. Investigué y di con ese nombre, también descubrí lo que está
haciendo —confesó—. Lo que aún no entiendo es por qué odia tanto el linaje
Park.
—Porque fue mi juguete —dijo YoonWoo, Jimin no demostró asombro—.
Un juguete que se obsesionó conmigo y ahora me quiere muerto y a ti
también.
—No podrá con nosotros —gruñó el menor.
—No podrá contigo —dijo el líder—. Eres más fuerte que yo y estás
resguardado —suspiró—. Cuando te conviertas en líder todo estará en tus
manos, hijo, y confío en que la preparación que te di servirá para que te
mantengas en la cima absoluta.
El menor entendió el mensaje oculto en las palabras de su padre. También
pudo comprender algunos comportamientos y decisiones que lo hirieron, pero
que ahora le encontraba más sentido, y, si tenía razón, podría saberlo en ese
mismo instante.
Fue por ello que no tardó en preguntar:
—¿Mi ex juguete está metido en todo esto?
—Yoongi no te traicionó, solamente cumple con su deber —se limitó a
responder YoonWoo, mas para Jimin fue suficiente.
—Deja que yo juzgue eso —habló Jimin, sin demostrar si existía o no una
tormenta en su interior.
Continuaron conversando, más que todo la conversación se ligó a consejos
que Park YoonWoo compartió con su hijo; también le advirtió de la
inflexibilidad que el consejo demostraba con los nuevos líderes, sobre todo si
se pensaba hacer un cambio en las leyes actuales.
—Es importante que mantengas una buena relación con tus generales y
comandante —aconsejó el mayor—. Ellos serán los pilares que te ayudarán a
mantener el orden en la manada.
Jimin lo sabía. Tendría ocho generales y un comandante, hombres y
mujeres de confianza que resguardarían el bien de las personas, defenderían
los terrenos y le ayudarían a compartir la carga que en cuestión de minutos
caería sobre los hombros del sucesor.
Se quedó en silencio, mirando directamente los ojos de su padre y no tardó
en descubrir un leve atisbo de temor en los orbes que conocía tanto como los
suyos.
—¿Temes por mí? —inquirió en voz baja.
YoonWoo soltó un suspiro pesado antes de responder:
—Eres mi único hijo, el hijo que tuve con la mujer que amé —hizo una
pausa—. Temo por ti y por lo que pueda suceder.
—Estoy listo, padre —prometió con convicción—. Tú me preparaste para
esto y te juro que no siento miedo.
El mayor sonrió y sin poder contenerse volvió a abrazar a su hijo. Ese
contacto fue diferente, un poco más cálido y mucho más especial, porque
Jimin también lo abrazó, recibiendo y dando una muestra de cariño.
—Eres y siempre serás lo más importante para mí, cachorro —le recordó
YoonWoo—. No me arrepiento de todo lo que hice, porque gracias a ello tú
estás en el lugar que te corresponde.
Las trompetas que estaban en el salón principal comenzaron a escucharse
con fuerza, siendo esa la señal para que Jimin supiera que la ceremonia había
dado comienzo.
—Te prometo cuidar de esta manada —le dijo el menor, convirtiendo esas
palabras en un pacto valioso que YoonWoo no olvidaría.
Juntos salieron del salón donde estuvieron conversando, en el pasillo se
encontraron con Jackson quien los saludó con una reverencia para marcar el
protocolo.
Jimin tomó el brazo de su esposo y se despidió de su padre. El matrimonio
comenzó a caminar hacia el salón ceremonial, donde fueron recibidos por las
altas autoridades tanto militares, como políticas y religiosas.
—¿Listo? —preguntó el beta, afianzando el contacto entre ellos.
—Estoy listo —respondió el menor, entonces ambos comenzaron a
caminar por encima de la alfombra rojo oscuro y en medio de todos los
presentes.
Sus pasos sincronizados y llenos de seguridad los situaron frente al altar
ceremonial. Jackson fue directamente hacia el asiento destinado para él,
mientras que Jimin quedaba de pie, frente al sacerdote que oficiaría la
ceremonia conmemorativa.
—La noche se impone con fuerza —inició el sacerdote, siendo escuchado
por cada uno de los presentes—. Ahora tengo ante mí a Park Jimin, el último
descendiente del linaje más poderoso y antiguo de los clanes, quien está
dispuesto a convertirse en nuestro líder y guiarnos hacia la victoria en los
tiempos de guerra y a la perseverancia en los momentos de paz.
El hombre tomó una corona forjada de oro que tenía un grabado en ella
con el lema de la manada: "honor, valentía y fuerza" la sostuvo en lo alto,
justo por encima de la cabeza del heredero que estaba a punto de ser la
máxima autoridad.
Fue entonces, que llegó el momento para que Jimin hiciera el juramento.
—Soy el hijo de la sagrada Diosa Luna y fui escogido para esta misión —
recitó en voz alta y controlada—. Juro utilizar mi fuerza para el bienestar de
la manada y alimentar la inteligencia de mis decisiones —continuó hablando
—. Lideraré como un verdadero líder, anteponiendo siempre el bienestar de
mi pueblo —pausó un momento—. Mi historia será escrita al lado de mis
ancestros y seré recordado en las generaciones venideras, no por el título que
estoy obteniendo, sino por los hechos que cumpliré para mantenerme firme y
con la frente en alto, sin dejarme intimidar, sin flaquear jamás —juró, para
luego exclamar el lema—: ¡honor, valentía y fuerza! ¡Yo soy Park Jimin y mi
legado no caerá jamás!
—¡Honor, valentía y fuerza! —exclamaron todos los presentes a viva voz
y con fuerza.
El sacerdote colocó la corona en la cabellera negra del omega. En ese
preciso instante, todos los presentes se inclinaron ante el nuevo líder,
mientras la sagrada Luna se encargaba de iluminarlo a través del techo de
cristal.
—Que la Diosa te proteja siempre, hijo de la Luna —habló el sacerdote,
apoyando ambas manos en los hombros del líder.
Jimin encaró a la multitud, manteniéndose erguido y con la mirada al
frente. Escuchó los aplausos y los vítores llenos de júbilo, así como el saludo
de las autoridades militares que se encargó de responder como era debido.
—¡Una nueva era comienza! —exclamó el sacerdote—. Una donde Park
Jimin es nuestro líder, digno hijo de su padre, y con sangre pura fluyendo por
sus venas cargadas de historia valiosa.
Todos llenaron el salón ceremonial de exclamaciones:
—¡Larga vida al líder Park Jimin!
—¡Larga vida al líder Park Jimin!
—¡Larga vida al líder Park Jimin!
El nuevo líder caminó luciendo su corona en la cabeza que combinaba con
la majestuosa capa dorada. Recibió la reverencia absoluta, que era un acto
simbólico donde todas las autoridades se postraban de rodillas para demostrar
lealtad, respeto y entrega.
El omega sonrió, finalmente daría comienzo.
—Acaba de ser coronado. Park Jimin es el líder de la manada Dacrontt,
continuando con el legado de su familia de mantener el apellido Park en la
cima del poder.
—¡Imposible! Se suponía que la coronación sería en unos meses.
—YoonWoo fue astuto —reconoció Suyin—. Casó a su hijo y lo hizo
cumplir con todos los requisitos para que el consejo no protestara, la
ceremonia de coronación fue realizada de inmediato, y solamente estuvieron
presentes las máximas autoridades.
—Lo que acaba de suceder cambia todos nuestros planes.
—No cambia nada —habló Kaisa por primera vez.
—Acéptalo Kaisa —gruñó Suyin—. Teníamos más control con YoonWoo
en el poder, su hijo es completamente diferente y no sabemos las medidas
que tomará.
—Sin mencionar los cinco ejércitos que tiene ahora bajo su poder —
mencionó otro de los presentes.
Sin embargo y pese a todo lo escuchado, el líder de los rebeldes se
encontraba tranquilo con las noticias escuchadas. Es más, incluso se
emocionó con la posibilidad que le llegó a la mente.
—Los clanes se levantan y también caen —dijo Kaisa con una sonrisa
siniestra—. Me parece que ha llegado el momento de darle al nuevo líder un
regalo de bienvenida.
Porque al final de todo, solamente uno quedaría de pie.
Tenemos un nuevo líder.
Este libro es de todos nosotros, así que, ¿qué consejo le darían a Jimin
para que comience a liderar? Ustedes saben más que él, ayúdenlo.
Se vienen cositas jajaja.
Me iré a dormir el día está lluvioso y cuando está así duermo
mucho.
Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter thirty eight!

"Un nuevo líder nació con la última luna. Las tropas se han desplegado
hacia las fronteras, y los estandartes fueron alzados en el palacio del poder.
Debemos movernos rápido, la presentación de los ejércitos llegará pronto".
Yoongi terminó de leer el mensaje y con su mano libre acarició la cabeza
del águila que descansaba en su hombro derecho. Soltó un suspiro casi
aliviado al saber que Jimin tomó el poder sin contratiempos; sin embargo,
también experimentó sensaciones desagradables cuando recordó lo que
significaba.
El omega finalmente se había casado.
Sin tener deseos de perder tiempo, el alfa respondió el mensaje recibido.
Enrolló el papel y lo ató a una de las patas del águila que no tardó en alzar
vuelo con un destino preciso y lejano.
Reunir un ejército leal y fuerte no era una misión sencilla. Yoongi y su
hermana tuvieron que mostrar su valía en el punto de la estrategia para que
todos los hombres y mujeres que los escuchaban se llenaran del mismo valor
y determinación que tenían ellos para formar parte de la guerra.
Por supuesto que hubo algunos desacuerdos que tenían bases sustentables.
No todos los alfas estaban felices de luchar bajo el mandato de un omega, aun
así, Yoongi se encargó de explicar cada punto del tratado que se creó con el
ex líder, asegurando que Park Jimin tenía la obligación de honrar esa alianza.
RueSo ayudó a mantener el orden en los soldados, y fue así como juraron
lealtad a Min Yoongi, dispuestos a hacer lo mismo por el líder omega cuando
el momento llegara.
—¿Cuántos tenemos? —preguntó Min, mirando a su hermana.
—Mil soldados —informó orgullosa.
—Cuando llegué apenas y eran cien —dijo el alfa, sin detenerse a ocultar
la impresión de la cantidad de alfas dispuestos a pelear.
—Las noticias susurradas por el viento y la tierra son rápidas en
propagarse —comentó Rue—. Ellos vinieron a ti, como una muestra fiel, y
estoy segura que pasará lo mismo con el ejército que Kaisa robó de forma tan
cobarde.
Yoongi no estaba tan seguro. Los alfas legendarios eran leales, pero
también eran orgullosos. Kaisa tenía un ejército de diez mil, suficientes para
destruir todo lo que quisiera, es por ello que debían apresurarse.
—Avisa a los demás que partiremos al amanecer —indicó, al mismo
tiempo que sus ojos quedaban puestos en el cielo oscuro.
Frunció el ceño ante las señales. La oscuridad se estaba formando con
demasiada intensidad, tanta como para que los temores del alma salieran sin
control, instando a caer en abismos y pantanos.
La amenaza del enemigo crecía, los peligros que estuvieron ocultos
finalmente se estaban mostrando, dejando en el alfa una sensación
desagradable que le oprimía el pecho y le revolvía los pensamientos.
Tenía un presentimiento, en lo más profundo de su alma se imaginaba al
omega en su estado más vulnerable, le hacía pensar que Jimin no estaba
preparado para una batalla, no sabía las razones que alimentaban tales
pensamientos, pero eran muchas, suficientes para ponerlo ansioso por volver.
Y no le importaba mostrarse intenso o protector. Yoongi actuaría acorde a
sus sentimientos e instintos.
—Espera un poco más, Jimin —murmuró, con sus manos hechas puños
tensos—. Sólo un poco más...
El palacio del poder tenía uno de los salones más hermosos, eso según la
opinión de YoonWoo.
El ex líder estaba en el salón principal del palacio. Tenía muchos recuerdos
agradables de su vida, y la mayoría de ellos se habían formado en ese mismo
salón, mas era un recuerdo en específico el que le causó una sonrisa
nostálgica:
El baile de su compromiso con Saran.
Cada vez que el omega cerraba los ojos podía recordar nítidamente la
belleza de su difunta esposa. Ella tenía una cabellera negra, era suave y
siempre olía a rosas, ojos pequeños, demasiado expresivos y hermosos...
recuerda que tenían la calidez suficiente para calmarlo en tiempos sombríos y
hacerlo sentir protegido.
Y si podía concentrarse un poco más, también era capaz de recordar la voz
suave, baja y melódica que le profesaba amor, instándole a crear un mundo
de paz para que ella caminara segura y con los pies descalzos.
Sin embargo, se la arrebataron... dejando infierno en la mente y el corazón
de Park YoonWoo.
Escuchó algunos pasos, y segundos después la voz de su más leal amigo y
compañero de mandato.
—Estabas pensando en ella —comentó SeokJin.
—Siempre pienso en ella —dijo YoonWoo—. Pero esta noche se siente
diferente.
El comandante apoyó la mano sobre el hombro de su amigo, ambos se
miraron y sonrieron al mismo tiempo, mientras se dejaban envolver por el
silencio y la tranquilidad que anunciaba quizás el inicio de una tormenta
destructiva.
—Necesito que hagas algo por mí, comandante Kim —pidió YoonWoo,
parándose frente al otro omega.
En ese instante, Park le entregó un juego de llaves a su fiel amigo,
provocando que SeokJin arrugara las cejas al no comprender.
—Mi biblioteca personal —explicó—. Dásela a mi hijo y dile toda la
verdad.
—No puedo hacer algo así —negó de inmediato.
—Insisto —dijo YoonWoo, obligando al otro para que tomara las llaves—.
En algún momento iba a enterarse.
—¿Por qué te precipitas de esta manera?
—Se me agota el tiempo, Seok —admitió—. Mi hijo necesita liberarse de
la venda que yo mismo le puse en sus recuerdos, necesita hacerlo pronto para
que no lo tomen por sorpresa, ni se sienta débil —continuó—. Tú eres el
indicado para hacerlo, confío en que lo harás.
SeokJin guardó silencio por un momento, lo que YoonWoo le pedía era
delicado pues no conocía con certeza la reacción que Jimin mostraría. Pese a
todo, estaba de acuerdo con su amigo, el nuevo líder debía conocer
absolutamente todos los secretos que se ocultaron desde su nacimiento, y
debía hacerlo pronto.
Fue en ese momento que tomó la postura militar que era característica para
aceptar la orden de su superior.
—Te doy mi palabra —habló el comandante.
Para YoonWoo no era suficiente. Se acercó un poco más y miró fijamente
los ojos del hombre a quien confió sus ejércitos y que nunca lo abandonó en
las batallas.
—Júralo —ordenó, mas su voz iba acompañada de la desesperación que
sus mismos ojos gritaban—. Júralo, SeokJin.
El mencionado no lo dudó en ningún momento. Se hincó en el suelo,
demostrando una vez más el alto respeto, y con voz alta hizo su juramento:
—Protegeré a Jimin con mi vida, mientras yo viva tu hijo tendrá un fiel
seguidor y consejero —dijo sin rastros de duda—. Juro que el legado Park no
caerá, pues a su sombra resguarda el linaje Kim, y el día en que falle a mi
juramento, será el último día que tendré el privilegio de respirar. Lo juro por
la antigua Diosa Luna.
YoonWoo sintió una sensación agradable y liberadora que le permitió
sonreír mínimamente a su amigo.
—Confío en ti, amigo —habló YoonWoo—. Por eso me quedo tranquilo,
sabiendo que mi hijo te tendrá a su lado.
—No me gusta la manera en la que te expresas —confesó SeokJin,
mientras retrocedía un par de pasos.
—Kaisa vendrá por mí, y ambos sabemos lo que hará cuando me
encuentre.
—Estaremos listos para enfrentarlo —aseguró Kim, y no supo cómo
sentirse cuando miró a su amigo negar con resignación.
—Cometí un error catastrófico —le recordó—. Yugyeom es un infiltrado
de Kaisa y uno de mis juguetes —recordó con amargura—. Detesto admitirlo,
pero caí en una trampa que no tiene modo de salvación.
—¿A dónde quieres llegar con todo esto que me dices? —inquirió SeokJin,
con todo el cuerpo tenso.
YoonWoo se irguió, demostrando el temple orgulloso que adquirió a lo
largo de sus años de entrenamiento y mandato.
—Vendrá por mí y yo caeré —aceptó sin titubeos—. Pero lo haré con
honor. No le daré el gusto de demostrar miedo, no me arrodillaré, ni suplicaré
—lo miró a los ojos—. Seré inalcanzable para ese maldito hasta el último de
mis respiros.
En el exterior se escucharon gritos, forcejeos y un par de disparos. Las
alarmas se activaron con velocidad en SeokJin, reconociendo lo que estaba
pasando como un ataque inesperado.
—Intentarán tomar el palacio del poder, avisaré a las tropas, mientras
tanto, ve al refugio subterráneo —habló el comandante y lo hizo
apresuradamente.
Sin embargo, YoonWoo no tenía intenciones de moverse de su lugar,
alarmando aún más a su amigo y compañero fiel.
—Tengo recuerdos hermosos en este salón, Jin —murmuró YoonWoo,
ignorando el caos en el exterior—. Me quedaré aquí.
—¡YoonWoo!
—Vete —ordenó el mencionado—. Vete de aquí y alerta a mi hijo. No
permitan que tomen la ciudad.
El comandante derramó lágrimas silenciosas que demostraban la tempestad
de sus propios sentimientos. Estaba dividido entre sus deseos de no
abandonar a su amigo y su deber de obedecer.
Finalmente, su deber ganó, sobre todo porque implicaba la seguridad del
actual líder y su juramento reciente.
—Nos volveremos a encontrar, amigo —dijo SeokJin, al mismo tiempo
que le ofrecía la mano para estrecharla.
—Hasta entonces, continúa honrando tu juramento —respondió YoonWoo,
aceptando la mano ofrecida.
El comandante no fue tan fuerte como lo hubiese querido. Abrazó con
todas sus fuerzas a su amigo, sintiendo como perdía estabilidad cuando Park
le respondió con la misma intensidad.
Los dos recordaron sus vidas juntos. La amistad que se formó desde que
eran niños y que continuó intacta y fuerte, capaz de traspasar a sus propios
hijos.
Cuando el abrazo llegó a su final, SeokJin abandonó el salón esforzándose
por no mirar atrás. YoonWoo quedó imperturbable, mirando a su alrededor,
con la esperanza de que ese salón en específico no quedara destruido.
Tomó una profunda inhalación y aguardó en silencio.
—Sabía que te encontraría aquí, amo.
Esa voz... sí, YoonWoo también recordaba muy bien esa voz, era la única
que le despertaba desprecio y odio infinito. Se giró con lentitud, enfrentando
a un fantasma de su pasado que se encargó de crear el caos que estaba
amenazando a todas las manadas conocidas.
Crispó los labios en una mueca de rechazo. Kaisa tenía el rostro
desfigurado, cicatrices profundas atravesaban la piel, llegando a afectar el ojo
izquierdo que estaba completamente lleno de sangre coagulada.
—Vaya... finalmente tu apariencia demuestra lo que realmente eres —
habló YoonWoo con altivez y gracia.
—Fue un precio que tuve que pagar para sobrevivir —admitió el alfa—.
No me quejo, pues estoy vivo.
—Uno de los tantos errores que cometí —asintió el omega—. Debí hacerlo
con mis propias manos.
—No lo hiciste —se encogió de hombros—. Es un error que yo no
cometeré.
—Tardaste demasiado tiempo —comentó YoonWoo, mientras caminaba
lentamente por el salón—. Dudaste, y eso te convierte en un ser deplorable y
patético.
Kaisa tensó la mandíbula. Durante muchos años deseó vivir ese momento,
anheló con todas sus fuerzas volver a ver al omega que lo había enloquecido,
que lo había enamorado profundamente y que también le había roto el
corazón. Ansiaba que cuando ocurriera pudiera deleitarse con la sorpresa,
miedo, rabia, o alguna otra emoción, mas la realidad fue completamente
diferente.
Park YoonWoo estaba convertido en una barrera de acero impenetrable.
Kaisa no podía reconocer algún tipo de emoción en el omega, quizás un poco
de aburrimiento, más nada.
Lo único que podía asegurar era que la belleza del ex líder continuaba
presente, siendo capaz de nublarle los sentidos por algunos minutos que le
golpearon directamente en el orgullo.
—No soy el mismo alfa estúpido —aseguró con arrogancia—. Conseguí
un ejército poderoso que sigue mis órdenes sin refutar —fanfarroneó—. Y
bajo tus narices hice alianzas con personas que te juraron lealtad, llegando
hasta el propio consejo de tu preciada e intocable manada.
—Eres una rata cobarde que se esconde en la oscuridad, manipula con
engaños para que idiotas hagan el trabajo sucio por ti —atacó YoonWoo,
siendo cruel y realista—. El ejército que presumes no es tuyo, ambos lo
sabemos —continuó, deleitándose con la furia incontrolable que demostraba
el alfa—. ¿Cómo podría tomarte en serio cuando la mayor arma que dices
tener puedes perderla en cualquier momento?
—¡Los lobos legendarios me pertenecen!
—Le pertenecen a tu hermano —corrigió el omega, mostrándose tranquilo
y controlado—. Min Yoongi es el verdadero líder, por eso lo quieres muerto
—avanzó un par de pasos—. ¿Sabes qué es lo mejor? Que tu hermano le
pertenece a mi hijo, por supuesto que, fue una entrega voluntaria,
convirtiéndola en algo fuerte y real que no podrás romper con tu ejército
robado.
—¿Piensas que no podré con ustedes? —indagó el alfa—. No me
subestimes.
—No lo estoy haciendo —aceptó YoonWoo—. Sin embargo, a diferencia
de ti, jamás me arrodillaré —sentenció con rudeza—. Park Saran fue la única
persona que me tuvo a sus pies y así permanecerá, eso te lo juro.
—Estarás a mis pies, aunque sea a pedazos —amenazó Kaisa, desbordando
furia con la mención de la omega que le robó todo lo que quería.
Park YoonWoo soltó una risa corta, y terminó con toda distancia entre
ambos, impuso dominancia con su presencia, provocando que el alfa desviara
la mirada por mero instinto.
—Viniste a matarme, pero antes grábate esto en la cabeza —murmuró el
omega—. Los Park nos arrodillamos ante una sola persona en nuestras vidas,
y ninguna amenaza o guerra podrá cambiarlo.
—Asesinaré a tu hijo con mis propias manos, pero antes lo disfrutaré como
lo hice con la perra de tu esposa.
Esperaba una reacción, pero no la obtuvo, salvo por la sonrisa pequeña que
se dibujó en los labios rojos del omega.
—No subestimes a Jimin, es un consejo que te doy —susurró—. Jamás
podrás con él.
Y la seguridad cruda con la que esas palabras fueron dichas, causó una
nueva ola de contrariedades en la mente de Kaisa.
Minutos después, nueve disparos exactos se escucharon desde el interior
del gran salón... luego de ello, silencio.
⛓Yoon~
⛓Chapter thirty nine!

—¡Estamos bajo ataque!


Jimin y Jackson reaccionaron de inmediato. Salieron de la habitación,
encontrándose en el pasillo con el movimiento masivo de todos los guardias
que estaban actuando bajo órdenes directas del comandante Kim SeokJin.
El líder se aproximó hasta el hombre mayor, lo escrutó con la mirada y no
tardó en reconocer dolor, vacío y desesperación, de una forma tal que
removió todas sus entrañas de forma desagradable.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó directamente. Jackson permanecía en
silencio.
—Los rebeldes pretenden tomar la ciudad, están atacando las fronteras —
respondió SeokJin, sin mirarlo a los ojos.
Jimin tomó el brazo del omega mayor para impedir que se fuera, lo obligó
a mirarlo a los ojos, tensando todo su cuerpo cuando el lobo en su interior
soltó un aullido lastimero.
—¿Dónde está mi padre? —inquirió con los dientes apretados.
El comandante Kim no respondió, pese a ello, el líder pudo saber que algo
malo le había sucedido al hombre que respetaba y amaba.
Fue por esa razón que comenzó a recorrer los pasillos de la mansión, bajó
las escaleras y corrió hasta la salida, ignorando por completo los llamados de
Jackson y de NamJoon.
—¿A dónde vas, Jimin? —cuestionó su esposo, logrando detenerlo cuando
el omega pensaba subir a una de las camionetas.
—El palacio del poder es la mayor fortaleza de la manada y también el
hogar de mi padre —informó con rapidez—. Debo ir hasta allí y protegerlo
de todos esos bastardos.
—Iré contigo —decidió el beta, para luego subirse en la camioneta que el
omega conduciría.
Salieron a gran velocidad por un camino solitario que pocas personas de la
manada conocían. Los pensamientos de Jimin se estaban convirtiendo en una
tormenta mortal que amenazaba con debilitarlo; sin embargo, la furia también
estaba presente, siendo ese el incentivo que necesitaba para enfrentarse a la
amenaza sin temor.
—Jackson —llamó de repente, obteniendo la atención inmediata del
mencionado—. Comunícate con Wheein y Taehyung, diles que preparen un
escuadrón y que nos esperen en la cueva sur del castillo.
El beta cumplió con la demanda del líder. En cuestión de segundos obtuvo
comunicación con Wheein, dando indicaciones específicas que la chica no
tardó en seguir. Hizo lo mismo con Taehyung, sorprendiéndose cuando el
omega Kim le dijo que ya estaba en el palacio del poder y que había logrado
despejarlo.
—¿Escuchaste? —cuestionó Jackson a su esposo.
—Mejor así, no perderemos tiempo —respondió, al mismo tiempo que
pisaba el acelerador hasta el fondo.
La oscuridad de la noche se notaba más en la espesura de los bosques que
rodeaban el camino que recorrían. Jimin apretó el volante con fuerza,
sobresaltándose cuando a la lejanía escuchó un aullido cargado de mando y
potencia que le estremeció por completo.
—Lobos legendarios —susurró Jackson, analizando la oscuridad de las
montañas.
El omega vislumbró la gran construcción y también notó los primeros
daños que el ataque rebelde ocasionó en el palacio del poder. Respiró con
algo de inestabilidad cuando miró uno de sus ejércitos movilizándose por el
área, y luego a Taehyung utilizando por primera vez un uniforme militar.
Bajó de la camioneta seguido por su esposo, ambos fueron recibidos con
reverencias y saludos militares, pero a Jimin no le interesaban en ese
momento. Lo único que se iluminaba con fuerza en sus pensamientos era
descubrir lo que había pasado en ese lugar que era tan especial para sus
padres y para él mismo.
—Dime lo que pasó —pidió de inmediato, haciendo contacto directo con
su mejor amigo.
—Un grupo de veinte alfas intentaron tomar el castillo —informó
Taehyung—. Tenían armamento con visión nocturna y a largo alcance;
afortunadamente pudimos con ellos y tomamos muestras de las balas que
utilizaron para saber a qué nos atenemos.
—¿Han vuelto a atacar? —preguntó Jackson al omega de cabellos azules.
—La frontera del norte está siendo masacrada, si cae, el palacio del poder
será el próximo en hacerlo, por ello le ordené a mis hombres permanecer
aquí.
—El muro de rocas no soportará los bombardeos —avisó una agitada
Wheein—. El enemigo cuenta con artillería pesada, y hay miles de lobos
rondando cada perímetro del bosque para evitar que escapemos.
—Estamos rodeados —afirmó Jackson, y los demás lo aceptaron de mala
gana.
Jimin se hartó de estar en el mismo lugar sin hacer algo. Corrió hacia el
interior del castillo seguido por Wheein, Taehyung y Jackson; el líder tenía
un mal presentimiento, un dolor agudo estaba instalado en su pecho, y, por
primera vez, sintió temor de lo que pudiera ver.
—¡Jimin no lo hagas! —gritó Taehyung de forma desesperada al ver como
su mejor amigo tenía intenciones de ingresar a un salón específico.
El mencionado se detuvo el tiempo suficiente para mirar al otro omega.
Kim se estremeció cuando fue víctima de la mirada oscura y llena de rabia de
su amigo, provocando que se encogiera en su propio lugar y no soltara más
palabras.
Jimin abrió las puertas dobles del gran salón y de inmediato su equilibrio
se miró amenazado. A sus fosas nasales llegó el hedor de la muerte, la sangre
y la traición, para segundos después mirar una escena devastadora que le hizo
soltar un fuerte grito que estremeció a cada uno de los presentes.
Park YoonWoo, su padre, estaba ahí, tirado boca abajo en un charco de
sangre.
Jimin corrió hasta él, se arrodilló y lo estrujó con fuerza entre sus brazos.
El llanto salió descontrolado, doloroso y angustiante, llegó a sacudir cada uno
de sus huesos donde, de forma inevitable, sus recuerdos lo llevaron a la noche
lluviosa donde perdió a su madre.
Y ahora había perdido a su padre.
Los otros tres miraban la escena sin poder moverse. Jamás habían visto a
su líder derrumbarse como lo había hecho en ese momento, nunca antes
escucharon el sonido lastimero que provocaba el llanto del omega, porque
Jimin no lloraba, pero en ese instante estaba convertido en una porción
derrotada de sí mismo, perdido y solo.
Entonces, el tiempo continuó pasando, los minutos agotantes se
acumularon sin descanso, mas nadie se atrevió a acercarse al líder para
intentar reconfortarlo. Se limitaron a acompañarlo en silencio, mirando como
Jimin continuaba aferrado al cuerpo inerte de su padre.
Una fuerte explosión creada en el exterior causó tensión en todos ellos.
Algunos candelabros cayeron al piso en un poderoso estruendo, mientras que
los vidrios de los grandes ventanales se convertían en miles de pedazos que
salieron volando.
—Tomarán el palacio —murmuró Wheein, mientras apretaba con
desesperación el arma que sostenía.
—No —sentenció Jimin con tono sombrío—. Aún queda un Park de pie
que no permitirá que suceda.
Se obligó a sepultar todo rastro de dolor, llanto y lamentos. El líder dejó a
Park YoonWoo en el mismo lugar donde lo encontró, y salió del salón
dispuesto a pulverizar al enemigo, con la sangre de su padre acompañándolo.
Llegó hasta un balcón construido en rocas que daba la mejor visión al
ataque. Un buen pelotón de soldados enemigos estaban tratando de derribar el
muro que protegía el palacio de los bosques, y Jimin sabía que si lo lograban
estarían perdidos, porque del otro lado un ejército de lobos legendarios
aguardaban en silencio para destrozarlos.
—¿Qué ordena mi líder? —preguntó Jackson a su lado.
—Preparen los cañones —lanzó la primera orden.
Jackson comandó el ataque de los cañones. Un grupo de ochenta omegas
prepararon veinte cañones y apuntaron a un mismo objetivo, esperando la
orden de su líder.
Los ojos cargados de odio del omega Park miraron con atención a los
rebeldes, la altura del balcón era una desventaja, pues lo dejaba vulnerable a
algún ataque sorpresa, pero también le otorgaba la ventaja de atacar de frente
y de ser mortal.
—¡Ataquen! —gritó, y de inmediato se escucharon las explosiones
potentes de los cañones que comenzaron a defender el territorio.
El fuego cruzado que se desató con violencia dio lugar a una batalla
cruenta donde los gritos de muerte y la furia de la guerra se mezclaron para
crear un ambiente hostil y cargado de hambre de poder, con la dominancia
absoluta que el último del linaje Park estaba demostrando al momento de
enfrentar a sus enemigos.
Jimin tomó una ametralladora que le pasó Taehyung. Comenzó a derribar a
cada uno de los hombres que lograban llegar a la cima del muro, siendo
certero al momento de hacerlo; mientras tanto, Wheein y el omega Kim se
encargaban de cubrirle la espalda de todos aquellos que intentaban
eliminarlo.
—¡Mi padre atacará por el lado este del palacio! —informó Taehyung,
dándole con ello la posibilidad a Jimin de pensar en una nueva estrategia.
Miró a Jackson, el beta continuaba al frente del ataque de los cañones,
lanzando órdenes que todos los omegas bajo su mando obedecían sin
rechistar. Todos ellos estaban haciendo un excelente trabajo, pues mantenían
a raya a todos los rebeldes y el muro continuaba sin caer.
—Preparen las trincheras —ordenó Jimin, para luego movilizarse hasta
llegar a un punto más cercano de la batalla.
—¡Trincheras listas! —gritó uno de sus subordinados.
El omega analizó con cuidado el ataque que estaba por hacer. Era un poco
temerario, inclusive poco ortodoxo, pero debía admitir que, si funcionaba,
eliminaría una gran parte del enemigo.
—¡Apunten a las trincheras! —ordenó Park a los encargados de los
cañones.
Todos ellos acataron la orden dada por el líder. Jimin dio la orden de
disparar y en ese mismo instante un derrumbe masivo de tierra formó una
inmensa tumba que se encargó de tragar a la mayor parte del grupo enemigo,
haciéndolos caer varios metros bajo la misma tierra suelta que muy pronto los
cubriría.
—Llénenlo de pólvora —ordenó el líder.
En ese instante Wheein empezó a trabajar con un grupo selecto de betas.
Todos ellos cargaron barriles llenos de pólvora que dejaron caer encima del
derrumbe, uno tras otro, ignorando por completo los gritos del enemigo.
—¡Francotiradores listos! —exclamó Taehyung, concentrándose en los
primeros lobos que estaban apareciendo.
Una lluvia de disparos estremeció los cielos y la tierra. Cada impacto
derribó a un lobo diferente, aumentando los gritos de guerra y los ríos de
sangre.
—Enciendan la trinchera —dijo Jimin, para luego concentrarse en atacar al
lado de Taehyung y Jackson.
De un momento a otro toda la trinchera se llenó de fuego. Las llamas se
alzaron orgullosas y mortales, consumiendo a sus víctimas e impidiendo que
más enemigos alcanzaran el muro.
El escenario era sangriento y destructivo, provocando que un alfa situado a
la lejanía tensara todo su cuerpo al ver por primera vez el coraje que el menor
de los Park tenía al momento de liderar una guerra.
—No podremos con ellos —avisó uno de sus hombres con desesperación.
Kaisa lanzó un gruñido enfurecido, miró a Yugyeom quien permanecía a
su lado. Ambos sin moverse, ni participar en la batalla que claramente
estaban perdiendo.
—El niño Park tiene coraje —mencionó con un gruñido.
—Es el más temido de los ejércitos —reconoció Yugyeom a su lado.
—¿Y me lo dices hasta ahora? —inquirió Kaisa con tono peligroso.
—Te dije que no lo subestimaras —dijo el otro—. ¿Pensaste que la muerte
de su padre iba a debilitarlo para que tomaras la ciudad? Desde un principio
creí que nos estábamos precipitando, pero ya no hay marcha atrás.
—¿Qué sugieres entonces? —indagó Kaisa con una sonrisa ladina.
—Usa a los legendarios, ellos podrán destrozarlos en cuestión de minutos.
El líder de los rebeldes soltó una carcajada amarga. Utilizar a su ejército de
alfas legendarios fue su primera opción desde que la noche dio comienzo; sin
embargo, no pudo. La mayoría de los lobos estaban tensos y se rehusaron a
obedecer todas las órdenes que les lanzó, estaban más concentrados en rodear
el territorio, como si buscaran algo con desesperación.
Kaisa no era estúpido, sabía que ese comportamiento extraño era debido a
su hermano.
Yoongi estaba cerca, demasiado cerca... tanto, que su ejército comenzaba a
detectar su presencia y eso era algo que él no podía permitirse.
—Retirada —ordenó de inmediato.
—¿No piensas utilizar a los alfas legendarios? —cuestionó Yugyeom
incrédulo.
—Yoongi está cerca —informó con amargura—. Mientras él viva, el
ejército de legendarios no me sirve.
Ambos comenzaron a alejarse del punto de batalla, siendo seguidos por
todos los sobrevivientes que obedecieron a la retirada. Kaisa miró a su
alrededor, los lobos continuaban actuando extraño y no le gustaba para nada
todo lo que estaba sucediendo.
—La buena noticia es que pudimos infiltrar más hombres en la manada —
dijo Yugyeom con una sonrisa perversa—. Un ataque interno será mucho
más provechoso que esta pérdida de tiempo.
El líder de los rebeldes asintió, estaba de acuerdo con las palabras del otro,
sobre todo en esos momentos donde no podía confiar completamente en su
mayor fortaleza.
Se giró y miró todo lo que dejaba atrás. Ese primer encuentro le trajo
consecuencias que sinceramente no esperaba. Tuvo pérdidas significativas de
muchos hombres leales y fuertes, pero, lo más importante es que comenzaba
a conocer a Park Jimin.
Estaba seguro que el omega no descansaría hasta devolverle el golpe que él
le dio cuando asesinó a YoonWoo; es por ello que Kaisa pensó seriamente en
recuperar a su hijo Jungkook y volverlo a tener a su lado.
Park Jimin... ese nombre y el de su hermano menor resonaron con fuerza
en sus pensamientos, logrando que Kaisa se tensara por las miles de
posibilidades que se crearían en el rumbo de la guerra que se aproximaba.
Después de todo, aquello sólo era el comienzo.
Ojalá les guste.

⛓Yoon~
⛓Chapter forty!

El silencio era peligroso en los momentos de vulnerabilidad del ser


humano.
Jimin descubrió que el silencio era aterrador. Justo en ese momento
experimentaba un sin número de sensaciones, cada una más desagradable que
la otra, pero absolutamente todas mortales a su manera.
El funeral de Park YoonWoo estaba llevándose a cabo en un día
demasiado hermoso, soleado y con un intenso cielo azul. Sin embargo, el
silencio profundo que envolvía a cada uno de los presentes sepultaba todo lo
demás, dejando únicamente el vacío profundo que el ex líder fue capaz de
crear en cada uno de los presentes.
El omega estaba ocupando uno de los asientos principales. A su lado
derecho se encontraba su esposo, silencioso y vistiendo acorde al momento;
mientras que, del lado izquierdo estaba su mejor amigo, sosteniéndole con
fuerza, casi temiendo que Jimin se derrumbara ahí mismo.
¿Alguna vez pensó lo que pasaría cuando quedara completamente solo? La
respuesta es negativa. El líder jamás se puso a pensar en las consecuencias de
una guerra, tampoco lamentó las pérdidas pues sabía que eran un precio que
se debía pagar, y, aun así, ahí estaba... de pie frente al altar donde yacía el
cuerpo muerto del omega que le enseñó todo lo que se requería para
sobrevivir en un mundo hambriento de maldad y poder.
Supo que en ese instante deseaba llorar, llorar y romper todo lo que
estuviera a su alrededor. Ansiaba tanto explotar contra el mundo, mandar
todo al infierno y convertirse en un ser repulsivo que respirara únicamente
por los deseos de venganza que ardían en todas sus venas hasta consumirlas,
tal y como pasaría con el más poderoso volcán luego de una erupción.
Pese a todo, se encontraba en un especie de trance que no le permitía
demostrar todo lo que llevaba en su interior. Jimin permanecía tranquilo, con
semblante sereno, y la mirada fija en su padre.
Escuchaba las palabras del líder religioso, ese sonido era como un eco
lejano que no lograba desprenderlo del silencio que lo consumía. Miró a su
alrededor por primera vez, descubrió que muchas autoridades de la manada
estaban presentes: generales, miembros del consejo, poderosos aliados,
parlamentarios y demás.
Volvió la mirada al frente y descubrió una escena que removió los
sentimientos en su interior. Se trataba de SeokJin, el comandante supremo de
los ejércitos estaba al lado de Park YoonWoo, colocándole pétalos de rosas
blancas encima y llorando en silencio.
—Era su mejor amigo —susurró Taehyung con la voz ahogada—. Perderlo
es como si yo te perdiera a ti, y es doloroso de pensar.
—También fue amigo de mi madre —comentó Jimin, rememorando esas
viejas memorias que justamente ese día se encontraban presentes en sus
pensamientos.
Se quedaron en silencio hasta que el tiempo de la ceremonia llegó a su
final. Las campanadas lúgubres anunciaron a toda la manada que el momento
había llegado, y fue en ese instante que Jimin se puso de pie.
Necesitaba un último momento a solas con su padre, y no tardó en hacer
saber su voluntad.
La capilla quedó completamente a solas, salvo Jimin y su padre.
El omega tomó una rosa blanca que llamó su atención, caminó en silencio,
pasos lentos y casi temerosos que le llevaron más tiempo del planeado, pero
que sin duda cumplieron con su misión de dejarlo al lado izquierdo de su
padre.
Lo miró por un momento, detalló en el rostro tranquilo, notando una
serenidad eterna que Jimin sabía bien, su padre ansiaba experimentar desde el
momento que perdió a su madre.
—Siempre fuiste un terco y creo que en eso fuimos demasiado parecidos
—dijo en voz baja y tranquila—. A mí no puedes engañarme, si estás aquí, si
estás muerto... es porque así lo decidiste.
Tomó una buena cantidad de aire, apretando con fuerza el tallo de la rosa
que sostenía hasta que en la palma de su mano quedó el vestigio de las
espinas enterradas.
—Te fuiste demasiado pronto —mencionó, y el tono de reproche no pudo
ser ocultado—. Te fuiste sin ver lo que haré con nuestra manada y también
sin conocer a tu nieto.
Inmediatamente tocó su vientre, como si recordara que todavía existía algo
importante que debía proteger. Y es lo que haría.
No hubo un momento para despedirse, Jimin lo consideraba innecesario.
Dejó la rosa en las manos entrelazadas de su padre, y luego se inclinó para
besarle la frente.
—Dile a mi madre que envío saludos —susurró, para posteriormente
alejarse del ex líder y comenzar a tocar las campanas de la capilla.
La guardia lunar ingresó, todos ellos con sus trajes negros y con capas azul
oscuro que llevaban bordados de plata. Marcharon de forma sincronizada
hasta donde YoonWoo estaba, cargaron el féretro y con Jimin a la cabecera
salieron de la capilla donde todos los miembros de la manada esperaban.
La marcha fue acompañada por proyectiles de cañones y sonidos de
tambores. Los ejércitos que lucharon bajo el mando del ex líder se habían
reunido para despedirlo con todos los honores que merecía, por todo el valor
que demostró en vida, y por el legado que dejó para salvaguardar el futuro.
Park YoonWoo fue depositado en su eterno lugar de descanso, en la misma
casa donde descansaban los restos de Park Saran, y así juntos estarían para la
eternidad.
Permanecieron en el cementerio un par de horas, y luego de ello las
personas comenzaron a irse. Los últimos en quedar fueron Jimin, en
compañía de Taehyung, Jackson, SeokJin y Jennie.
El líder sintió como una mano delicada se situaba en su hombro derecho,
miró de reojo a la presidenta del consejo, esperando que ella hablara primero.
—Sigo procesando todo esto —murmuró con un suspiro pesado.
—No debería sorprenderle, mi padre era así, siempre impredecible.
—Te pareces demasiado a él, en carácter por supuesto —dijo Jennie,
mientras continuaba mirando la tumba de YoonWoo.
—Espero que su muerte no sea en vano —dijo Jimin, al mismo tiempo que
sus manos se cerraban en puños.
—No lo será —aseguró SeokJin. El omega tenía los ojos irritados por el
llanto derramado y el que ocultó, lucía cansado, pero también la
determinación brillaba con fuerza en sus ojos—. La presentación de los
ejércitos es una ceremonia importante, en ella tomarás el mando de todos los
ejércitos que jurarán lealtad bajo tu mandato.
—Tu padre preparó todo para esa ceremonia —continuó Jennie, ganándose
la atención del último del linaje Park—. Ocho ejércitos participarán y tendrás
a ocho generales dispuestos a dar la vida por tu causa.
"Yo tuve cinco ejércitos bajo mi mando, tú tendrás ocho, incluido uno de
alfas legendarios".
Las palabras de su padre llegaron a la mente del líder. Ningún omega antes
había tenido tantos ejércitos bajo su mando, y debía admitir que se
encontraba con demasiadas dudas; sin embargo, también sabía que el tiempo
corría en su contra, y que si se ponía a buscar demasiadas respuestas, el
enemigo avanzaría bajo sus propias narices.
Había llegado el momento de actuar.
—Estaré listo —afirmó con seguridad y fuerza en sus palabras.
Poco tiempo después, Jimin tomó el brazo de Jackson y juntos se
marcharon hacia el palacio del poder. Con la muerte de YoonWoo, el líder
decidió mudarse a ese lugar por muchos motivos, pero sin duda el más
importante era que estaba lo suficientemente alejado como para mantener su
embarazo lo más discreto posible.
Aun así, Jimin sabía que había llegado el momento de hablar seriamente
con su esposo y decirle lo que estaba pasando. En la guerra los aliados eran
sumamente importantes, y el omega confiaba en el beta lo suficiente como
para confesarle la delicada situación a la que debía darle frente lo más pronto
posible.
Sólo esperaba no equivocarse.
Jackson estaba en silencio, mirando los movimientos continuos del omega
frente a él.
Su matrimonio con Jimin estaba yendo bien. Estaban en la etapa de luna de
miel así que debía compartir habitación con el omega, por al menos una
semana más; luego de ese tiempo tomarían habitaciones separadas como lo
habían establecido.
Estaba preocupado. El omega tuvo que enfrentarse a muchos
acontecimientos fuertes y en un tiempo reducido: su matrimonio por
conveniencia, la marca que dejó en su cuello, misma que Jackson sabía fue
hecha por responsabilidad con la manada y nada más, la toma del poder y
todo lo que conllevaba convertirse en líder, la muerte de YoonWoo, el único
familiar que Jimin tenía, el primer enfrentamiento directo con el enemigo...
demasiados golpes y muy poco tiempo para superarlos.
Sin embargo, también sabía que lo único que no dejaba a Jimin dormir por
las noches era la ausencia del alfa que tanto amaba. Porque Jackson entendía
todo lo que tenía que ver con los sentimientos, y aunque el omega se mostrara
imperturbable, él sabía que estaba sufriendo por la ausencia de Yoongi.
Inevitablemente frunció el ceño. Él no conocía del todo a Yoongi, muy
pocas veces tuvo la oportunidad de verlo, mas en todas ellas reconoció la
devoción y entrega absoluta que el alfa tenía con el omega que ahora era su
esposo.
Lo amaba, Yoongi amaba a Jimin y Jimin amaba a Yoongi. No estaban
juntos por las mismas leyes de la manada y a Jackson le pareció injusto,
incluso ridículo.
—¿Me estás escuchando?
Jackson salió de sus pensamientos cuando Jimin chasqueó los dedos frente
a él. Parpadeó con rapidez, concentrándose en el omega.
—Estaba pensando —murmuró, fijando su atención en el pelinegro que se
sentaba frente a él.
—¿Se puede saber que era tan importante como para perderte por tanto
tiempo? —inquirió el omega, mientras ladeaba la cabeza.
Jackson se inclinó, tomó las manos del menor y las apretó con sutileza, al
mismo tiempo que sus ojos se conectaban con intensidad.
—Quiero que seamos sinceros, Jimin —habló, lamiendo sus labios para
mitigar la ansiedad.
—No te entiendo —logró decir el omega.
—¿Por qué no buscaste a Yoongi? —soltó el beta, notando como el otro se
tensaba de inmediato—. ¿Por qué si lo amas?
—Yo no lo amo —refutó.
—No mientas, no a mí y mucho menos a ti.
Jimin resopló con frustración, hace varias horas que estaba pensando en la
mejor manera de tener una conversación específica con Jackson, así que en
nada le ayudaba que el beta tocara un tema que estaba determinado a olvidar.
—Debo hablar algo más importante contigo, Jackson —habló con un
suspiro—. El tema del alfa no es relevante.
El mencionado pensaba protestar, mas le bastó notar los nervios y la
tensión en el otro para desistir momentáneamente y escuchar lo que el omega
tenía para decir.
—¿Es grave? —preguntó dudoso, sobre todo porque Jimin se había
quedado callado.
—Tan grave que rompí todas las leyes de la manada, y si esto se hace
público probablemente termine ejecutado.
—Mierda, ¿qué hiciste? —preguntó el mayor con una mueca preocupada.
El líder se quedó en silencio, tenía las palabras exactas en la boca, pero le
faltaba valor para decirlas. Miró atentamente a su esposo, descubriendo
apoyo y determinación en los ojos del beta, y quizá sea debido a ello, o que
ya estaba harto, pero al final, Jimin terminó confesando su gran secreto,
aquello que consideraba un pecado agridulce que amaba y que odiaba al
mismo tiempo.
—Estoy esperando un hijo —soltó sin miramientos—. Un hijo de un alfa
legendario.
Jackson abrió los ojos a más no poder y pronto sintió como se quedaba sin
aire. Se dio un puñetazo mental, en ese momento no podía perder la calma,
porque si lo hacía, seguramente el omega no terminaría de hablar.
—Yoongi —pronunció, mirando como Jimin asentía.
—Fue un descuido mío —admitió—. Tuve sexo con él sin notar que el
chip estaba desactivado, así que fue inevitable —continuó diciendo—.
Cuando me enteré busqué en todos los tratados algo que me ayudara, pero
sólo descubrí lo que me pasará si todos se enteran, o lo que pasará con mi
hijo.
—¿Yoongi lo sabía? ¿Por eso huyó? —preguntó de inmediato, algo
exasperado por las noticias.
—No se enteró —respondió—. Yo... yo le dije que había descubierto una
manera para que él fuese libre de todo, más de las consecuencias que tendría
que enfrentar si la verdad se revelaba —hizo una pausa—. Al final tomó la
mejor decisión.
—¿Y tú, Jimin? —preguntó con suavidad—. ¿Qué decisión tomaste?
El omega sonrió ladino antes de responder:
—Pensaba engañarte y hacerte creer que este hijo es tuyo, pero no soy un
cobarde que haga que otros paguen por sus errores —habló con
determinación—. Todavía no sé qué haré, de lo único que estoy seguro es que
tendré a mi hijo y lo protegeré.
—Eres valiente —dijo el beta—. Con todo y tu determinación de continuar
adelante con el embarazo, tienes mucho en tu contra, y lamento decir que la
mayoría es debido a leyes estrictas que nacieron mucho antes que tú lo
hicieras.
—Lo sé, así como también sé que cambiar esas leyes es un proceso de
años.
—Estás jodido.
—Estoy jodido.
Ambos se miraron para luego reír por lo bajo. Jackson no lo pensó mucho,
no tenía algo para pensar realmente.
—Estaremos jodidos, Jimin —habló con seguridad—. Déjame protegerte
de esto, soy el único que puede hacerlo y estoy dispuesto.
—Ya dije que no...
—No podrás ocultar el embarazo por mucho tiempo y lo sabes —sentenció
—. No seas orgulloso y acepta mi ayuda, míralo como una ventaja de nuestro
matrimonio arreglado.
—No quiero crear confusiones —dijo el líder.
—Tú eres el único que tiene el derecho a compartir esta información con
las personas que quieras —dijo—. Yo no me entrometeré, simplemente
serviré de protección para ese pequeño o pequeña, para que nadie le haga
daño y pueda nacer.
Jimin sonrió pequeño, asintiendo levemente y aceptando la ayuda, pues
sabía que era lo mejor para su pequeño cachorro, incluso para él mismo.
—Eres un buen esposo, Jackson —susurró, dejándose abrazar por el beta
que en esos momentos era una gran fuente de apoyo.
Se quedaron tranquilos, porque, de una forma u otra comenzaban a
demostrar la lealtad que esperaban del otro en los momentos más cruciales.
El próximo capítulo es el reencuentro Yoonmin.
¿Emocionados?

⛓Yoon~
⛓Chapter forty one!

El día había llegado.


La ceremonia de presentación de todos los ejércitos que estarían bajo el
mando del nuevo líder se daría a cabo en la plaza principal, lugar donde todos
los habitantes de la manada tendrían la oportunidad de presenciar el histórico
evento que marcaría de una vez por todas el cambio de la historia en las
manadas existentes.
Jimin se encontraba en el palacio del poder, en su nueva habitación. Ahí
estaba siendo preparado por un grupo competente de personas que se
encargaban de su preparación; incluyendo el maquillaje, peinado y vestuario
que usaría.
El líder, al igual que su esposo eran miembros activos del ejército; por
ende, ambos usarían el uniforme militar adecuado, con la mínima diferencia
que Jimin también llevaría una corona que evidenciaba el cargo mayor que
ocupaba dentro de la manada.
Sin embargo, nada de ello omitía el hastío del omega al verse envuelto en
tanta preparación y detalles que para él no tenían relevancia.
—Suficiente —habló, deteniendo los movimientos frenéticos de todas las
jóvenes que lo rodeaban.
—Permítame colocarle el bálsamo labial, es lo único que falta —pidió la
encargada de todo el grupo.
—No quiero dar la impresión de un muñequito de porcelana —aclaró el
líder—. Este día es importante porque conoceré a todos mis generales, así
que no quiero verme ridículo.
—Oh, no es lo que pretendemos, mi señor —negó ella—. Es un omega
hermoso, y es nuestro líder —continuó—. Por favor, permítanos terminar con
nuestro trabajo para que pueda reunirse con su esposo.
Jimin no mencionó palabras, dándole la oportunidad a las mujeres para que
retomaran su labor. El omega quedó con la mirada fija en el espejo, mirando
cada centímetro de su rostro maquillado y su cabello negro que parecía
fundirse con su piel.
Quizá pasaron unos quince minutos para que finalmente le avisaran que
habían terminado. Jimin las despidió con un movimiento de manos, quedando
completamente solo en la habitación.
Los ruidos fuertes del exterior llamaron su atención, el omega se acercó
hasta los grandes ventanales que le daban una de las mejores vistas que
existían de la ciudad, notando a la lejanía la plaza que comenzaba a llenarse
de personas.
Toda su vida fue preparado para ese momento, en sus hombros estaba la
carga de todas las vidas de la manada, y en sus manos estaba encerrado el
poder que ahora tenía. A Jimin le pareció gracioso, tenía poder, pero no podía
hacer lo que quería o de lo contrario lo perdería todo.
Perdió el hilo de sus pensamientos cuando tocaron a la puerta, el líder
otorgó el permiso esperado, y casi de inmediato la presencia de NamJoon
llenó cada rincón de la habitación.
—Te ves bien —comentó el recién llegado con una sonrisa pequeña.
Para ese evento Jimin estaba usando un traje negro en su totalidad, una
gran capa descansaba en sus hombros y caía con gracia hasta los pies, botas
altas, siendo el único color el rojo ambivalente que formaba los bordados
brillantes de las escarapelas y que lograba combinar con los rubíes de la
corona.
—El líder de la sangre de los lobos —murmuró el omega—. Así me
conocen por aquí.
—Debo admitir que es un título bien ganado —aseguró NamJoon, mientras
fingía un estremecimiento.
Jimin lo miró divertido, para luego preguntar:
—¿Qué estás haciendo aquí? Ya deberías estar en la plaza.
—Correcto —concedió Nam—. Pensaba decírtelo después, pero sería en
vano. Es mejor ahora.
—Sé que eres un alfa —habló Jimin con mirada afilada, dejando ver como
el otro se congelaba por completo, sin saber qué decir o cómo continuar.
—¿Cómo lo descubriste?
—Lo sé desde siempre —confesó como si nada—. ¿Por qué crees que te
elegí para que le enseñaras a Yoongi? No soy imbécil, NamJoon.
—Y no me denunciaste con el consejo —comentó Nam, con un brillo de
gratitud presente en sus ojos.
—Espero no arrepentirme —respondió el líder, frunciendo levemente el
ceño—. ¿Era eso lo que querías decirme?
—No —se sinceró—. Pero tocaste un tema importante al mencionar a
Yoongi.
—¿Qué tiene que ver en esto? —cuestionó el omega.
—Volvió —informó el alfa, notando como Jimin perdía el equilibrio de
inmediato.
El líder sintió un mareo que casi le hizo caer al suelo, se sostuvo de la
pared y tomó una profunda respiración que le ayudara a mantenerse en calma,
aunque fuese imposible, pues nunca, ni en sus más remotos pensamientos
imaginó que algo así podría suceder.
—¿Estás seguro? —preguntó en voz baja, la mirada estaba fija en el rostro
del mayor.
—Yo mismo lo miré —aseguró—. Ha cambiado, luce más fuerte, incluso
intimidante.
—¿Dónde lo viste?
—En el cementerio, durante el funeral de tu padre —respondió NamJoon
—. Estaba alejado, pasó desapercibido, pero te juro que era él.
—¿Alguien más sabe de esto?
—No.
—Bien, ahora vete a la plaza. Necesito que hagas algo por mí, cuando todo
esto termine.
El alfa asintió, abandonó la habitación en silencio, dejando en ella a un
omega bastante confuso que no encontraba una explicación lo
suficientemente lógica para todo lo que había escuchado.
"Yoongi no te traicionó, solamente cumple con su deber".
Nuevamente las palabras de su padre hicieron mella en su cabeza. Jimin
comenzó a caminar de un lado hacia otro, pensamientos múltiples se
cruzaban constantemente, dándole paso a muchas posibilidades que en el
pasado descartó por no encontrarles sentido, pero que en ese momento
decisivo sí tenían una explicación, aunque fuese dura y dolorosa de aceptar.
¿Y si Yoongi nunca fue lo que mostró?
Pese a todo, existía algo que sí era definitivo: la verdad siempre se
mostraba, sea en el mejor o peor momento.
Los gritos y aplausos de la multitud recibieron a Jimin con júbilo.
Caminaba al lado de su esposo, rodeado por guardias armados que los
llevarían hasta la tarima de la plaza donde sería la presentación de todas las
fuerzas armadas que en ese día jurarían lealtad a su líder.
—¡Soldados, marchen!
Dos hileras perfectamente formadas se situaron a cada lado del
matrimonio. El sonido rítmico de la banda acompañó la marcha militar,
mientras proyectiles retumbaban en el alto cielo.
—¿Nervioso? —preguntó Jackson a su lado.
—No. —Jimin estaba inquieto, pero jamás lo diría en voz alta. Ni siquiera
le dio una mirada al beta que le sostenía, estaba más concentrado en detallar a
las personas que le rodeaban, y las que iba dejando en su camino a la plaza.
—Primero se presentará el comandante Kim en compañía de su hijo, ya
que ellos están por encima de la jerarquía militar —comentó Jackson. Sabía
que Jimin estaba inquieto y necesitaba distraerlo.
—Luego van a presentarse los generales del primer escuadrón —dijo el
omega—. Los ejércitos del norte y del sur.
—Ya veo que estudiaste, bien hecho —comentó el beta, con la única
intención de molestar al omega.
—Cállate, no me hagas golpearte —gruñó Jimin.
La pequeña conversación llegó a su final en el mismo instante que ellos
pisaron la tarima de la plaza. Habían miles de personas rodeando el lugar,
dejando un camino despejado que sería utilizado para los ejércitos que se
presentarían.
—¡Líder Park!
—¡Líder Park!
—¡Líder Park!
Era todo lo que Jimin podía escuchar. Todos a su alrededor vitoreaban su
apellido, todos ellos mostrándose enérgicos por presenciar el momento
exacto donde el omega reclamaría el poder que por derecho y sangre le
pertenecía.
Sostuvo el brazo de su esposo con mayor fuerza, ambos se situaron en el
centro del lugar, bajo miradas desconocidas y conocidas, mientras la banda
rítmica continuaba haciendo sonar los tambores y más cañones eran
disparados.
El omega miró el costado izquierdo de la tarima donde habían ocho sillas
adornadas con los colores representativos del clan. En ellas se sentarían los
generales que lucharían a su lado en las guerras que se aproximaban, y Jimin
realmente estaba esforzándose por confiar.
Poco tiempo después fijó su vista en el lado derecho. Ahí habían cuatro
sillas, dos que serían ocupadas por el comandante supremo y el sucesor,
mientras que las otras dos quedarían vacías, pues las personas que tenían el
derecho de tomarlas habían muerto.
Todos los miembros del consejo estaban sentados detrás de él y Jackson.
Jimin sonrió ladino, la mayoría de los miembros del consejo demostraron
abiertamente su total desacuerdo con la decisión de elegir la plaza para la
ceremonia de los ejércitos. Ellos alegaban que estaban en tiempos de guerra,
y que sería perjudicial permanecer expuestos en un evento de tal magnitud.
El líder los ignoró, dejando claro que jamás se ocultaría entre las sombras,
pues su enemigo no lo acobardaba.
En ese momento se hizo el silencio entre la multitud. La presidenta del
consejo se colocó en el estrado, y en cuestión de segundos su voz se escuchó
a través de los múltiples altoparlantes que estaban distribuidos por toda la
plaza e incluso las calles.
—¡Honor, valentía y fuerza! —exclamó Jennie, siendo secundada por el
público—. El liderazgo del antiguo líder contó con cinco ejércitos poderosos
que lucharon con honor en cada una de las batallas que libramos —hizo una
pausa—. Ahora, el liderazgo de Park Jimin, hijo digno de Park YoonWoo y
Park Saran...
—¡Park YoonWoo y Park Saran que los dioses los hayan reunido y que
descansen en paz! —exclamaron todos los presentes con una excelente
coordinación.
—Actual líder, miembro activo de ejércitos, un omega sangre pura y
forjado para liderar con justicia —continuó Jennie—. Ha llegado el momento
que nuestros ejércitos y los aliados hagan su juramento ante nuestra máxima
autoridad. Aquí mismo, sin temor, sin retroceder, para luchar por todo
aquello que creemos justo y para no caer jamás.
Segundos después, el comandante Kim SeokJin se presentó en compañía
de su hijo, ambos se posicionaron frente a Jimin y Jackson donde
demostraron absoluto respeto a las personas que mostraban mayor poderío
dentro de la manada.
—Soy el comandante supremo de los ejércitos y estoy aquí reconociendo a
mi líder y entregándole el poder completo, pues está capacitado para tomar el
mando absoluto y mantener el orden entre las manadas.
Tras las palabras del comandante Kim SeokJin, el primer ejército en hacer
su juramento se presentó.
Un escuadrón completo de cien soldados destacados comenzó a marchar
por el camino que los guiaría directamente a la tarima. Ellos representaban al
primer ejército que estaba formado en su totalidad por seis mil quinientos
soldados, encargados de resguardar la frontera y el terreno del norte.
Los dirigía un hombre alto, piel morena, cabello rubio oscuro. Vestido con
su uniforme de general de color rojo escarlata con bordados negros y
medallas en su pecho.
—¡General Taeyang! —exclamó con voz gruesa y cargada de mando,
mientras hacía un saludo militar a su nuevo líder—. Comando el ejército del
norte que pertenece al legado de su abuelo, remontado en los antiguos
orígenes —habló en voz alta, que era escuchada debido al silencio absoluto
del lugar—. ¡Estoy aquí con la mejor tropa para reconocerlo como mi único
líder y jurarle mi lealtad! —juró a Jimin—. ¡Le ofrezco mis soldados y sus
armas, así como también nuestras vidas!
Todo el pelotón se postró de rodillas frente al líder que se mostró
impasible.
En cuestión de segundos el primer ejército se posicionó en su lugar
correspondiente. Taeyang tomó lugar en una de las sillas y en silencio se
esperó la presentación del segundo ejército.
Exclamaciones de sorpresa se dejaron escuchar cuando un nuevo grupo de
cien personas entre hombres y mujeres hicieron su aparición. Todos
representaban al ejército del sur que estaba conformado por cinco mil
soldados. Iban dirigidos por un hombre de contextura delgada, cabello rojo y
mirada profunda. Todos ellos con uniforme azul marino.
—¡General G-Dragon! —exclamó el beta de cabellos rojos, mostrando un
saludo militar al líder—. Comando el ejército del sur que pertenece a la línea
directa creada por su padre, y que junto al del norte forman la primera línea
de la fuerza armada —se hincó sobre una rodilla y exclamó—: ¡Juro lealtad y
lo reconozco como mi único líder, capaz de llevarnos a la victoria y
mantenernos en la gloria del poder! Por ello, mis soldados y yo le entregamos
el poder sobre nuestras vidas.
El tercer ejército apareció en menos de un minuto. Un grupo de sesenta
mujeres marchaban en perfecta sincronía, todas ellas omegas y representando
a la guardia de mil soldados que se encargaba de atacar desde los cielos,
usando el color representativo de su escuadrón, siendo el gris oscuro. Iban
dirigidas por una mujer de cabello corto, que, por las medallas en su pecho se
hacía valer como general.
—¡General Mina! —se presentó con los saludos adecuados—. Comando
los cielos, y dirijo al ejército lunar y fuerza aérea —comunicó, con su vista al
frente—. ¡Todas nosotras lo reconocemos como nuestro líder absoluto,
auténtico hijo de su padre, de linaje inquebrantable! —exclamó con fuerza, al
mismo tiempo que se hincaba con todas las demás miembros—. ¡Juramos
lealtad, y estamos dispuestas a dar la vida si con ello el linaje Park continúa
en el poder!
Mina se sentó en medio de Taeyang y G-Dragon, fijando su vista en el
próximo ejército.
Un grupo de cincuenta mujeres vestidas con uniforme verde oscuro hizo su
aparición. Todas ellas marchaban en sincronía, siendo dirigidas por una
omega de larga cabellera negra, expresiones rudas y mirada mortífera que
evidenciaba todas las guerras en las que había pulverizado al enemigo.
Representaban a uno de los ejércitos más disciplinados, compuesto en su
totalidad por cuatro mil doscientos soldados.
—¡General Hwasa! —gruñó en un retumbo que estremeció a más de uno
—. Comando al ejército del este, que pertenece al dominio Park y no
reconoce ni acepta el poder de un débil o un usurpador —ladró con fiereza,
para luego hacer el saludo representativo de su escuadrón con el arma en alto
—. ¡Ofrezco mi vida y la de mis soldados, viviremos para su causa y
caeremos en la guerra de ser necesario! —juró—. ¡Mi lealtad completa está
en el linaje Park y es un juramento que jamás se desvanecerá!
Jimin sonrió mínimamente. Había escuchado de la mujer que tenía frente a
él, y le agradaba saber que trabajarían juntos en lo que se aproximaba.
Finalmente, el quinto y último ejército que estuvo bajo el mando del
antiguo líder hizo su presentación. Un escuadrón completo de doscientos
soldados comenzaron a marchar, vestidos con uniformes de color marrón y
representando el batallón completo de cuatro mil hombres y mujeres,
capacitados y entrenados para todo tipo de ataques. Estaban siendo liderados
por una mujer hermosa, cabellera rubia y ondulada que no tardó en
presentarse.
—¡General Moonbyul! —exclamó, parándose firme frente al líder—.
Comando el ejército del oeste que pertenece a la segunda línea de las fuerzas
armadas junto al ejército del este —se hincó, al mismo tiempo que todos sus
soldados lo hacían—. ¡Juramos lealtad absoluta al líder Park Jimin, juramos
pelear y morir! —dijo con determinación y cero temor—. El ejército del oeste
está listo para seguirlo, mi señor. No flaqueamos jamás y siempre avanzamos
hacia el camino de la justicia, la libertad y el honor.
Toda la multitud explotó en aplausos y gritos eufóricos que demostraban la
energía que inundaba la plaza. Jennie nuevamente tomó la palabra, con el
propósito de anunciar la presentación de los tres ejércitos que se unirían a la
misma causa.
—Llegó el momento que los tres ejércitos aliados se presenten para hacer
su juramento —habló, y casi de inmediato el primer ejército comenzó a
marchar.
Un grupo de cincuenta miembros se hizo presente. Todos ellos vestían con
uniformes color arena, lucían intimidantes, fuertes, altos, marchando en
sincronía y representando el afamado ejército gris, como era llamado
popularmente, compuesto en su totalidad por tres mil soldados. Eran
comandados por una mujer, alta, de cabello cobrizo y mirada letal.
—¡General Amira Sang! —exclamó con potencia—. Comando la guardia
de hierro que nació en las aguas violentas de nuestros océanos —hizo una
pausa—. Nuestro ejército está listo para luchar en el mar, para así impedir
que enemigos invadan el dominio Park y mantener la seguridad de la manada
—dijo, y luego se hincó en compañía de sus hombres—. ¡Juramos lealtad a
Park Jimin, único líder para nosotros!
Jimin inclinó la cabeza como saludo a la mujer que presentó su primer
ejército aliado. Amira tomó su lugar correspondiente, y, en un perfecto orden,
el segundo ejército se presentó.
Un grupo de cincuenta omegas apareció frente a todos. Vestidos con los
colores celeste y plateado, ellos marcharon siguiendo a su general, un hombre
de cabello largo y plateado, de facciones delicadas, pero con los ojos más
fríos que cualquiera haya visto jamás. Ellos eran el ejército de plata, un
escuadrón de dos mil soldados en su totalidad.
—¡General HyunJin! —se presentó el omega, al mismo tiempo que
realizaba el debido saludo estipulado por el protocolo—. Comando el ejército
de plata, nacido en el templo de las montañas lejanas donde la misma diosa
luna es capaz de tocar la tierra —hizo una pausa—. Vinimos hasta aquí para
honrar nuestra palabra y entregar un juramento sagrado —afirmó, para luego
hincarse frente al líder—. ¡Juramos lealtad, juramos servir fielmente a nuestro
nuevo líder, Park Jimin, ser valientes y dar nuestra vida en el campo de
batalla!
Los ojos de Jimin se encontraron con los del general HyunJin, ambos se
observaron en silencio, sin demostrar ningún tipo de emoción hasta que el
contacto visual se rompió cuando el omega de cabellos plateados tomó su
lugar al lado de los otros generales.
El último de los ejércitos aliados estaba listo para hacer su aparición, y en
ese momento justo, todo el cuerpo de Jimin se tensó.
Toda la multitud presente contuvo el aliento, incluso hubo algunos que no
pudieron con la impresión y dejaron escapar jadeos de sorpresa, incredulidad
e incluso temor.
El silencio era profundo, y fue ese mismo silencio el que fue roto por el
potente aullar de los lobos legendarios.
Una manada de al menos cien lobos de dos metros de altura hizo su
aparición. Todos ellos aullaban y gruñían, mostrando la naturaleza salvaje y
letal que componía su esencia, con la sangre violenta recorriendo con fuerza
sus venas.
Todos ellos caminaron como un depredador lo haría al verse encerrado,
daban vueltas a su alrededor, mirando a todos los presentes, mismos que
continuaban sin creer lo que veían, pues para muchos los lobos legendarios
estaban casi extintos.
—Increíble —murmuró Jackson, admirado de ver un grupo tan fuerte y a
pocos metros de distancia.
Jimin estaba haciendo uso de todo su autocontrol, había sentido la
presencia de alguien más, y aunque todavía no lo había visto, él sabía que
estaba ahí, sabía que estaba por volver a verlo.
No esperó demasiado tiempo, pronto los lobos crearon un camino por
donde su líder caminaría hasta posicionarse frente al omega que lo estaba
esperando para recibir su juramento.
La multitud se asombró cuando miró como un hombre caminaba entre los
lobos. La escena era increíble, llena de poder; el alfa se desplazaba en su
forma humana demostrando dominio y seguridad, mientras lo hacía los lobos
inclinaban la cabeza en señal de sumisión, mostrando el respeto digno del
líder legendario.
Jimin creyó que iba a desmayarse, mas el toque seguro de Jackson lo
mantuvo estable en su lugar.
El alfa caminó con pasos firmes hasta que llegó frente a la tarima donde
estaban reunidos los altos mandos de la manada, detrás de él estaban decenas
de lobos cuidándole la espalda.
Era el único general que no portaba una sola medalla; sin embargo, para
los miembros de la manada que presenciaban lo que sucedía, era el más
intimidante de todos.
Sus ojos dorados hicieron contacto con los oscuros que le acompañaron en
sus más remotos y prohibidos sueños. Tomó aire lentamente, y luego
comenzó con su juramento.
—¡General Min Yoongi! —exclamó con dominio, doblegando a los lobos
con su tono duro—. Comando el ejército de lobos legendarios forjado en los
salvajes bosques —pausó un momento, pero sin dejar de ver los ojos del
omega que amaba—. Somos una raza orgullosa, la debilidad es un peso que
nuestros ancestros tuvieron que pagar, y ahora que estamos aquí
demostraremos de lo que estamos hechos —aseguró, mas en ningún
momento se hincó—. ¡No hay guerra que nos atemorice, la muerte misma la
dominamos! —gritó, acompañado de gruñidos animales que otorgaban más
poder a sus palabras—. Vine hasta aquí porque reconozco a Park Jimin como
el único capaz de doblegarme, como mi líder absoluto; por ello, juro lealtad a
él y únicamente a él. Daré mi vida de ser necesario, y todos los enemigos que
existan tendrán que pasar sobre mi ejército y sobre mí si quieren lastimarlo.
Yoongi inclinó la cabeza lo suficiente para mostrar el cuello al líder que
permanecía quieto. Esa acción antigua de entrega provocó que todos los
lobos se inclinaran por primera vez ante la presencia de un omega, formando
un acontecimiento histórico que sin duda quedaría presente en la manada y
generaciones venideras.
El omega miró al alfa que removía sensaciones desconocidas en su
interior.
El alfa miró al omega que aprendió a amar con la intensidad de miles de
lunas.
Ambos se miraron, y para sí mismos admitieron en silencio lo mucho que
se habían añorado.
Este es el capítulo más largo hasta ahora, pero quería detallar a todos los
ejércitos, sin excepción.
Estoy casi convencida que superó lo que tenía imaginado al principio,
espero que pasara lo mismo con ustedes.
Cuéntenme, ¿qué les pareció esta presentación de ejércitos? Más
importante aún, ¿qué sensación les dejó el reencuentro Yoonmin?
Se viene lo mejor.
Infinitas gracias por leer, votar y comentar.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter forty two!

Había ruido, uno que resultaba confuso, escalofriante y ahogante. Jimin


sentía como el aire salía con rapidez de sus pulmones, y al momento de entrar
se volvía más pesado, haciendo que sus órganos sangraran para recibirlo.
Yoongi estaba ahí, de pie frente a él, usando un uniforme de color negro en
su totalidad, completamente erguido, con mirada afilada, porte orgulloso, y
rodeado de muchos lobos de aspecto intimidante y salvaje.
El omega no podía reconocerlo. En el alfa frente a él no existía nada de
timidez, no había temor en su mirada, tampoco sumisión. Lo único visible y
casi palpable era un extraño brillo que resaltaba el dorado de sus ojos, todo lo
demás pareció que jamás existió.
Fue entonces que Jimin lo comprendió. Su alfita, su frágil juguete jamás
existió. Todo fue un vil engaño, una fachada, para que las cosas se
acomodaran hasta llevarlos a ese momento donde estaban frente a frente.
Sintió un peso extra en el centro de su pecho, sintió como su respiración
cambiaba y sus aromas se condensaban. Oscureció la mirada, sonriendo de
forma cruel cuando el alfa legendario desvió la mirada y caminó hasta tomar
su puesto entre los demás generales.
Todo el torbellino de emociones, tanto negativas como positivas se
mezclaron en su cabeza. Jimin se tambaleó levemente en su lugar,
presenciando una ventisca de alivio cuando los fuertes brazos de Jackson le
rodearon la cintura para mantenerlo estable.
—Lamento esto —murmuró el beta sobre su oído derecho. Él se escuchaba
realmente apenado por una situación que, claramente salía de sus manos.
—Está aquí —dijo. Sabía que no era algo nuevo, pero Jimin de verdad
necesitaba decírselo a alguien para desahogarse—. El padre de mi hijo está
aquí, Jackson.
El omega sentía un hormigueo inestable y un calor infernal en el punto
exacto donde Jackson lo sostenía. Daba la impresión que todo se debía a una
mirada enfurecida que estaba presenciando la cercanía entre beta y omega.
—Tranquilo. La ceremonia está por terminar, dentro de poco podrás
descansar y pensar mejor —confortó Jackson, ofreciéndole una sonrisa
amistosa cuando el omega lo miró a los ojos.
El omega activó el mecanismo de defensa que mejor le servía en esa
situación. Se llenó de todo el orgullo que corría por sus venas y adoptó una
postura mucho más segura y dominante.
A su alrededor muchas personas vitoreaban su nombre. Jennie continuaba
con el discurso planeado, hasta que algunos minutos después, fue el turno del
líder para dirigirse a todos los presentes.
—Desde que tengo memoria fui entrenado para liderar. Para mí es un
deber estar al tanto de todas sus necesidades, convertirme en un protector y
en una figura de temor para todos aquellos que intenten lastimarlos —pausó
un momento y luego continuó—: estamos entrando en guerra. Mi padre
murió y con ello me desafiaron directamente —sonrió ladino—. Un desafío
que estoy dispuesto a devolver con mayor fuerza —aseguró, ganándose más
gritos y aplausos—. Llegó mi momento de liderar. Ahora es tiempo de crear
nuevas leyes, ganar más alianzas, más dominio en los territorios, ampliar
nuestros conocimientos y avanzar hacia el futuro.
Pocas palabras, pero cargadas con toda la verdad que Jimin ansiaba
transmitir a la manada. El omega tomó la mano que su esposo le ofreció, y
juntos caminaron hacia los escalones de la tarima para disponerse a bajar.
Cuando lo hicieron, los ocho generales estaban frente a ellos, de pie y
mirándolos fijamente.
—Reunión al anochecer en el palacio del poder —habló Jimin, mirando a
cada uno, excepto al líder de los legendarios.
Todavía no confiaba en su autocontrol como para hacerlo. Min Yoongi
estaba a menos de un metro de distancia, podía sentir su mirada intensa, su
presencia imponente... Jimin no estaba del todo seguro de poder estar
tranquilo si volvía a mirarlo a los ojos.
Necesitaba tranquilizarse, encontrar respuestas y luego enfrentar la
situación inesperada que se cruzó en su camino.
Recibió una reverencia de todos ellos, así que, con todo medianamente
resuelto, el líder comenzó a alejarse en compañía de su silencioso esposo.
Sin embargo, no pudieron avanzar más de dos metros, pues gritos a su
alrededor llenaron todo el ambiente de pánico y tensión.
Los instintos de Jimin se activaron a una velocidad alarmante. Fijó la
mirada en el edificio viejo que estaba a un par de cuadras y pudo detectar
movimientos en su interior, casi al mismo tiempo que sus oídos escuchaban
los primeros disparos que agitaron la multitud.
—¡Nos están atacando! —gritó uno de los soldados, desencadenando caos
a su alrededor.
—¡Generales! —llamó Jimin. El omega no se movió de su lugar, mientras
continuaba con su mirada oscurecida detectando puntos estratégicos.
—¡Mi líder! —exclamaron ocho voces diferentes en la misma sincronía.
El omega fue rápido en ladrar órdenes a cada uno de ellos.
—Ejército del norte y del sur, encárguense de resguardar a los civiles —
ordenó, y en ese momento Taeyang y G-Dragon comenzaron a desplegar sus
tropas—. Ejército del este y oeste, rodeen el perímetro, que nada entre y salga
—siguió Jimin. Hwasa y Moonbyul acataron la orden—. Ejército lunar y
ejército de plata, encárguense del consejo y brinden apoyo al comandante
Kim SeokJin. —HyunJin y Mina se desplazaron con sus respectivos
soldados, dejando únicamente a dos generales a la espera de órdenes.
Jackson tomó el mando en el mismo momento que le entregaron un arma.
Miró a la general de la guardia de hierro y con un simple asentimiento ambos
corrieron hacia el campo de batalla.
Jimin dio un paso al frente e inmediatamente quedó atrapado por un par de
brazos fuertes que le rodearon la cintura de forma posesiva y protectora. Se
tensó, la presencia varonil a sus espaldas le hizo estragos en sus
pensamientos, y los gruñidos furiosos que soltaba el alfa tampoco ayudaron.
No tardó en escuchar su voz, lanzando la primera orden a los lobos.
—¡Legendarios, protejan a su líder!
En ese instante se formó un barrera impenetrable de lobos alrededor de
Jimin. Los disparos rebotaban de las armaduras mortales que las bestias
llevaban, siendo incapaces de traspasar al líder que celosamente protegían.
—Debo pelear —gruñó el omega, mientras intentaba zafarse de los brazos
que continuaban aprisionándolo.
—No —sentenció Yoongi con rudeza—. Están aquí por ti.
—¡Con más razón debo pelear, mierda! —gritó furioso. El grupo que los
estaba atacando era el mismo que había asesinado a su padre, Jimin
necesitaba eliminarlos, ansiaba hacerlo con sus propias manos o nunca más
podría vivir en paz.
—¡No permitiré que te dañen! —sentenció el alfa, ejerciendo más fuerza
en su agarre para evitar que el omega se le escapara.
—¡Te ordeno que me sueltes! —rugió el líder. Podía escuchar más
disparos, gritos y caos, pero no podía ver nada más que lobos enormes
rodeándolo.
El omega se sentía ahogado e impotente. Su manada estaba siendo atacada
por segunda vez en esa misma semana, y él no podía estar al frente de la
batalla por un estúpido alfa.
La barrera de los lobos se rompió por algunos segundos, los suficientes
para que uno de ellos ingresara en el reducido espacio y se agazapara en
silencio.
—Sube —pidió Yoongi a la altura del oído izquierdo del menor.
—Enloqueciste. —Fue la respuesta de Jimin, y la única que el mayor
necesitó para saber que tendría que actuar contra la voluntad del propio líder.
El alfa cargó al omega con fuerza bruta y lo hizo subir al lomo del animal.
Ignoró la ráfaga de maldiciones que el menor estaba despotricando en su
contra, se concentró en subirse también al lobo y volver a encerrar la cintura
del pelinegro hasta pegarlo a su propio cuerpo.
—Sácanos de aquí —ordenó al animal, quien aulló en respuesta.
En cuestión de segundos la barrera creada por los lobos desapareció. El
lobo que cargaba a Yoongi y a Jimin comenzó a correr con velocidad, siendo
resguardado por muchos más que corrían con la intención de proteger a sus
líderes.
El omega cerró los ojos, casi no podía escuchar ruido a su alrededor. La
presencia de los lobos acaparaba toda su atención, sin mencionar que sus
ideas se habían desconectado desde el momento que su espalda se pegó al
pecho fuerte del alfa que seguía sosteniéndolo con fuerza.
Diez minutos después, los lobos se internaron en los espesos bosques.
Jimin escuchó el crujir de las ramas al ser pisadas y el olor a tierra húmeda;
incluso podía escuchar el suave caer del agua de alguna cascada cercana y
también notó como los aromas de todos los alfas legendarios se unificaban
con el ambiente, siendo ello la prueba infalible que estaban en casa.
Miró a su alrededor con sospecha. El lobo que los cargaba los llevó hasta
la orilla de un pequeño arroyo con mucha vegetación rodeándolo. De ellos,
Yoongi fue el primero en bajar, el alfa se estabilizó en la tierra y posterior a
ello miró al omega, extendiendo sus brazos para ayudarlo.
Jimin iba a negar la ayuda, pero, como siempre, el alfa no pidió permiso al
momento de tomarlo de la cintura y hacerlo bajar con cuidado.
Sus rostros estaban a centímetros de distancia, sus respiraciones se
mezclaron y sus temperaturas se fusionaron como una sola. El omega fue
rápido al notar la mirada dorada puesta en sus labios, fue por ello que se zafó
del agarre con rudeza palpable.
—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó, mientras se encargaba de marcar
una distancia razonable.
Tenía muchas dudas más, pero absolutamente ninguna seria compartida
con ese alfa. Jimin prefería investigar por otra parte, más confiable y segura.
Con Yoongi mantendría un trato real, como lo que ambos eran: él el líder de
la manada y el castaño uno de sus generales.
El alfa sintió sus brazos fríos cuando el cuerpo del otro se alejó, frunció el
ceño, apretó los labios, para al final soltar una respuesta a la interrogante
hecha.
—Eras el objetivo del ataque, te querían muerto —inició—. Por ello
impedí que participaras y te traje a un lugar con agua. El agua de bosques
bloquea los aromas, y estamos rodeados de alfas. No podrán rastrearte hasta
aquí.
Jimin respondió con un simple asentimiento, le dio la espalda a su
acompañante y se concentró en el lugar. Terminó soltando un gruñido
amargo, era inevitable; el consejo tenía razón cuando le advirtió de los
peligros y él no escuchó.
—¿Lograste ver algo? —preguntó, luego de extenuantes minutos en un
incómodo silencio.
Yoongi hizo un sonido afirmativo y luego habló:
—El edificio abandonado era la base central del ataque. Habían
francotiradores que atacaban directamente hacia donde estábamos —informó,
haciendo contacto visual con el omega—. El grupo era reducido, pero tenían
una sola misión.
—Asesinarme —afirmó el omega, con las manos hechas puños.
La mirada del alfa se doblegó por completo, así como su carácter. El
omega estaba abatido, furioso y confundido; era una combinación mortal que
le ordenaba mantenerse a la distancia, mas no podía. Siempre fue débil con
Jimin, y al parecer nada había cambiado.
Así que, ignorando los sonidos de advertencia que resonaban en su mente,
Yoongi atrajo el cuerpo contrario y lo apretó contra su pecho en un fuerte
abrazo.
—Te extrañé tanto, tanto, tanto... —susurró, sintiendo como una lagrima
salía en silencio.
—Yo no —respondió Jimin, con el rostro enterrado en el pecho del mayor.
—Yo lo hice, todos los días y noches —dijo Yoongi—. Y para mí es más
que suficiente.
—Suéltame.
El alfa lo hizo. Lo dejó libre de sus brazos, sintiendo una punzada dolorosa
en su corazón cuando se encontró con la mirada del omega, tan fría,
indiferente y oscura.
Jimin no lo veía como antes, y algo dentro de él se rompió un poco más
cuando entendió que esas miradas coquetas, juguetonas y cálidas jamás
volverían. Al menos, no para él.
—Déjame explicarte —susurró, intentando por todos los medios ganarse la
atención completa del omega.
—¿Hiciste un acuerdo con mi padre? —preguntó Jimin. No lo miraba,
estaba más concentrado en ver el arroyo.
—Sí —respondió el mayor, sintiendo su cuerpo todavía más pesado.
—¿Fingiste conmigo para que no sospechara de ti? —volvió a preguntar.
—Sí, pero...
—¿Desde siempre dominaste nuestra lengua y los conocimientos del clan?
Yoongi dejó caer los hombros, y en un susurro débil respondió con
honestidad:
—Sí.
Jimin soltó una risa amarga que desfiguró las facciones hasta convertirlo
en alguien inflexible, incluso cruel y tirano.
—Me engañaste. —No era una pregunta, y ambos lo sabían.
—Ansiaba, necesitaba protegerte —dijo Yoongi con la misma
desesperación que sentía desde que descubrió la forma en la que el omega lo
miraba.
—¿Qué pediste a cambio? —preguntó, luego agregó—: no, no me digas.
Ya lo descubriré cuando revise los documentos que dejó mi padre.
—No me has dejado explicarte —replicó Yoongi con exasperación.
Sólo entonces, Jimin lo miró. El rostro del omega no mostraba emoción
alguna, permanecía sereno como las aguas tranquilas del arroyo, siendo cruel,
impidiendo que el alfa pudiera siquiera imaginar lo que pensaba o sentía.
—No quiero explicaciones, general Min —dijo con calma—. Respondió
mis preguntas, es suficiente.
La línea divisoria que el líder trazó fue dolorosa, pero Yoongi la recibió
con la frente en alto, dando con ello el aviso que no pensaba rendirse tan
fácilmente.
Y todo parecía estar bien para Jimin, pero entonces el alfa soltó las
palabras que derrumbaron un poco aquel muro impenetrable que estaba
luchando por mantener.
—No mentí al decir que te amo —aseguró el alfa legendario con
intensidad—. Tampoco mentí cuando confesé que has sido el primero y único
en mi vida —continuó, mientras avanzaba hacia el omega. Tomó una de las
manos pequeñas y la dejó justo encima de su corazón—. Siente sus latidos,
ellos son reales, Jimin, así como lo fueron mis palabras en ese entonces, así
como lo fueron mis caricias, así como mi cuerpo reaccionó a tus marcas —
juntó su frente a la otra y continuó—: aquí me tienes, esto soy. Un alfa
perdido por ti, capaz de dar la vida por ti, capaz de amarte con todas mis
fuerzas, y, sobre todo, capaz de luchar contra todo y todos por permanecer a
tu lado y conquistar aunque sea una parte de tu alma —pausó, lo suficiente
para sentir la respiración inestable del omega—. Te lo dije antes, la única
manera de no estar contigo es estando muerto, porque prefiero morir a vivir
sin ti.
Jimin no tuvo la fuerza suficiente para alejarlo. Descubrió que con Yoongi
era débil, y ese descubrimiento tomó mayor sentido y fuerza cuando el alfa lo
besó lentamente, y él no hizo ni el intento de alejarlo.
Estaba dolido, sí, pero también enamorado.
Esto apenas va tomando forma.
Les dije que se venía lo mejor, y realmente espero tener la capacidad
de plasmar todo lo que hay en mi mente con las palabras correctas.
Espero que el capítulo les haya gustado.
Infinitas gracias por leer. Perdonen cualquier falta ortográfica.

⛓Yoon~
⛓Chapter forty three!

La oscuridad de la noche se esparció como neblina por todo el territorio de


la manada.
Los generales estaban reunidos en el palacio del poder, justamente en el
salón de reuniones que se había preparado previamente para darles la
bienvenida. Todos ellos pusieron en marcha sus ejércitos para aniquilar la
amenaza que se formó durante la ceremonia de presentación, y ahora estaban
listos para dar los primeros reportes a su líder.
—¿Dónde está Min? —preguntó Taeyang. El beta estaba ocupado
analizando el mapa de todo el territorio que estaba encima de la mesa
redonda.
—No lo he visto desde que el ataque inició —respondió Hwasa—. Se llevó
al líder a un lugar seguro. Debió saber que el objetivo del ataque era él.
—Espero que esté con vida el cabrón —habló Amira, mientras se
entretenía con una navaja y dibujaba una sonrisa ladina en sus labios rojizos.
Todos ellos sabían los sentimientos conflictivos que el alfa legendario
sentía por el líder absoluto. Convivieron por varios días donde aprendieron a
conocerse y trabajar en equipo, incluso se podría decir que forjaron una
especie de vínculo lleno de lealtad que hasta el momento estaba funcionando
bien.
Cada uno contó su historia, de cómo llegaron a ser generales y todo lo que
habían perdido para lograrlo. Sin duda, la historia más interesante fue la de
Yoongi, pues el alfa no tuvo problemas en admitir el amor que sentía por el
hombre que durante meses fue su amo.
Además que, Min Yoongi se convirtió en el primer general alfa reconocido
por el título dentro de un mando lleno de omegas y betas.
—Lo más probable es que el líder lo haya asesinado —habló Mina—.
Tiene casi una hora de retraso y todos sabemos que durante la ceremonia le
costó mantenerse en control.
—Dejen el cotilleo —gruñó G-Dragon.
El silencio se formó y se extendió porque en ese instante las puertas se
abrieron con fuerza. La presencia de Yoongi se hizo clara en el lugar, el alfa
continuaba en su uniforme militar, a diferencia de los demás generales que ya
se habían colocado ropa más cómoda.
—Oh —mencionó Amira, lanzando una sonrisa ladina que hizo gruñir al
alfa—. Estás vivo.
—Cierra la boca —bramó Yoongi, para luego dejarse caer en su asiento.
El alfa se removió inquieto, tenía siete pares de ojos mirándole
directamente, y lo que le irritó más era que todos ellos veían el mismo punto
específico: la mejilla izquierda levemente inflamada y rojiza, producto de la
violenta abofeteada que el omega le dio.
Sabía que se lo merecía. Besó a Jimin sin pudor ni permiso, volvió a sentir
la textura suave de sus labios esponjosos y cayó en ese pecado que lo
consumía hasta los huesos. El golpe fue el precio que tuvo que pagar, y
Yoongi estaba dichoso con ello.
—¿Quién te golpeó? —preguntó HyunJin. Por supuesto que sabía la
respuesta, pero todos querían escucharla.
—Jimin —respondió corto, cruzándose de brazos.
—Se nota que sabe golpear. —Moonbyul silbó por lo bajo, ganándose un
gruñido del alfa—. ¿Por qué te golpeó?
—Porque no fui respetuoso —dijo en voz baja, y cuando notó las miradas
confusas de sus compañeros, decidió aclarar—: lo besé.
—¿Con lengua o sin lengua? —inquirió Amira, al mismo tiempo que se
acariciaba la barbilla.
Yoongi la aniquiló con la mirada, pero a la beta poco le importó. Desde
que se conocieron, Amira había adquirido el gusto retorcido por molestarlo,
descubrió que el temperamento del alfa era fuerte y controlado, pero que
cuando se trataba de Park Jimin todo quedaba reducido a cenizas, así que, le
causaba mucha curiosidad al respecto.
—Hiciste mal —regañó Mina—. Las cosas han cambiado, Min. Nuestro
líder está casado.
—Sí, con un hombre que no le da lo que quiere.
—¿Tú cómo puedes asegurar algo así? —preguntó Hwasa con una ceja
alzada.
—Porque lo conozco —respondió Yoongi, escuchándose absolutamente
seguro de sus palabras.
La pequeña conversación llegó a su final. Todos ellos se concentraron en
un asunto más importante, como lo era crear estrategias de protección y
rastreo para la manada, así como la formación nueva de los ejércitos para
estar listos en un próximo ataque.
—Era un grupo de veinte personas, pero tenían entrenamiento militar —
comentó Taeyang, tomando el mando de la reunión.
—No eran alfas legendarios —aseguró Yoongi.
—Eran betas —informó Amira, para luego desplegar un pergamino—.
Afortunadamente no lograron su objetivo. El líder está a salvo y el pueblo
también. Hubo tres heridos, pero nada de gravedad.
La atención de todos ellos se interrumpió cuando las puertas volvieron a
ser abiertas. Jimin ingresó al espacio en compañía de su esposo y Taehyung.
Los generales hicieron una reverencia y le dieron la bienvenida a los recién
llegados.
—Según el reporte oficial del comandante Kim SeokJin, ninguno de los
participantes en el ataque está en los registros de la manada —comunicó
Jimin, obteniendo la atención de todos los demás—. Así que, tienen que ser
infiltrados que llevan mucho tiempo aquí, y que también ocupan un lugar
importante dentro de mis tierras para conocer los puntos débiles de la
estructura y las costumbres mismas del clan.
—Kaisa se dedicó los últimos años en infiltrar alfas —agregó Yoongi,
mientras caminaba alrededor de la mesa—. No sólo cambió sus nombres,
sino también sus rangos, con compuestos alterados fue posible modificar el
estatus de alfa a beta.
—¿Cómo es posible? —preguntó G-Dragon.
—Con una distracción —respondió el único alfa del salón, haciendo
contacto visual con Jimin—. Hace varios meses, el líder estuvo a cargo de
investigar el caso de muchos omegas que estaban muriendo a causa de un
virus.
—Esa fue la distracción —continuó Jimin—. El virus que mató a los
omegas fue el producto que los alfas utilizaron para ocultar su estatus de la
jerarquía —reveló—. Se volvieron betas con lentitud, la suficiente como para
pasar desapercibidos.
El líder dejó de hablar para darle lugar a Jackson.
—Ahora, nuestra misión es encontrar a esos alfas infiltrados —habló el
esposo del líder—. El laboratorio central creó una inyección que es capaz de
alterar el adn lo suficiente para que todo aquel que la tenga en su cuerpo no
pueda controlar sus necesidades fisiológicas.
—De este modo todos los betas que sufran un ciclo de calor serán
atrapados y ejecutados —dijo Taehyung con seriedad.
Los betas no tenían ciclos de calor. Los alfas disfrazados de betas, sí. La
inyección estaba diseñada para ello, como una trampa infalible para atrapar a
todas las ratas ocultas dentro de la manada.
—¿Cómo haremos para reunirlos a todos y administrar la inyección? —
preguntó Mina, captando de inmediato la estrategia impuesta por los demás.
—De la misma forma que se creó la distracción —respondió Hwasa,
mirando a Jimin para saber si estaba en lo correcto.
—Sí —dijo el omega Park—. Devolveremos la jugada de la misma manera
que Kaisa lo hizo, pero nosotros lo haremos mejor, tanto que no se dará
cuenta hasta que sea demasiado tarde.
—Comenzará a sentirse acorralado —comentó Yoongi—. Un lobo
desquiciado y perdiendo fuerzas no es un problema real.
—Lo sabemos —habló Taehyung—. También pensamos que buscará
apoyo en las manadas vecinas. Muchos quieren este dominio, así que habrá
más de alguno interesado en escucharlo.
—Me encargaré que no suceda —intervino Jackson—. En una semana
viajaré a mis tierras con un grupo pequeño y desde ahí comenzaré a asegurar
las alianzas, descartando todas aquellas que consideremos amenazas.
—Ustedes se quedarán conmigo —declaró Jimin a sus generales—. Juntos
vamos a empezar a limpiar la basura del clan.
—¡Sí líder! —exclamaron todos al mismo tiempo.
Para ese momento, los ojitos de Yoongi brillaban de admiración y entrega
hacia el omega que estaba comenzando a dar pasos sólidos para derribar a sus
enemigos. Ignoró todo lo demás, sobre todo la molesta presencia de Jackson,
y en su lugar, decidió concentrarse en la belleza del hombre que estaba
determinado a recuperar.
Kim SeokJin ingresó al lugar, dando una noticia que fue del agrado de
todos.
—Logramos atrapar a uno de los involucrados con vida —informó, con su
vista puesta en el líder—. Está en la sala de torturas. Es tu turno de hacerlo
hablar, Jimin.
El mencionado dejó escapar una sonrisa siniestra que tensó a más de uno.
Sin pensarlo demasiado salió del salón de reuniones, seguido por todos los
demás que también necesitaban información para continuar.
—¿Intentaron algo con el prisionero? —cuestionó Jimin, mientras
caminaba al lado del comandante.
—Sí. No hubo resultados —admitió con una mueca—. Está entrenado para
soportar el dolor.
El líder no respondió, en su lugar apresuró el paso hasta que llegó a la
parte inferior del palacio del poder. Ahí había una puerta de gran tamaño que
daba la bienvenida al laberinto de calabazos y salones de tortura que llevaban
años siendo utilizados, con antorchas encendidas a cada lado del pasillo.
Ingresaron al salón donde estaba el prisionero. El hombre permanecía
sentado en una silla de hierro, atado de pies y manos, tenía la cara magullada
de golpes, sangre salía de su boca y al parecer también tenía la nariz rota y un
ojo reventado.
Jimin lo miró, no tardando en chasquear la lengua con fastidio.
—Con razón no ha hablado, ni siquiera le han arrancado un dedo —gruñó,
mirando a los guardias encargados de la tarea—. Átenlo a la pared de púas.
Los hombres se movieron para cumplir la orden. Llevaron al prisionero
hasta la pared central que estaba llena de púas filosas; volvieron a atarlo,
escuchando de inmediato los gritos cargados de miseria y dolor del hombre.
Jimin caminó hasta el mesón donde estaba todo lo que necesitaría.
Mientras tanto, los generales decidieron guardar silencio, mirando con
curiosidad lo que el líder haría.
El omega Park tomó un par de guantes de látex y se los colocó con
lentitud. Sabía lo que hacía, esos movimientos lentos y tranquilos estaban
empujando la cordura de su prisionero hacia un lugar olvidado, dejando
únicamente el terror y la desesperanza al no saber el próximo paso a seguir.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Jimin, mirando al hombre atado en la
pared.
Silencio.
El omega utilizó su pie derecho para empujar el muslo izquierdo del
hombre, inmediatamente las púas hicieron su trabajo, la sangre comenzó a
salir, escurriendo con fuerza en la pared hasta caer en el piso oscuro.
—Hice una pregunta y no voy a repetirla.
—H-haeja —respondió, cediendo a la demanda.
—Bien, Haeja. Esto es sencillo —habló el líder con tranquilidad—. Te
haré algunas preguntas y como en la primera vez, no repetiré ninguna —
advirtió—. Por cada silencio que me des, arrancaré un trozo de tu piel, lenta y
dolorosamente —su mirada se oscureció—. Será tan terrible que me
suplicarás para que te mate, pero no lo haré. Empujaré hasta el máximo,
drenando toda tu energía, y cuando no la tengas te inyectaré para que
permanezcas despierto y sigas sintiendo como te dejo sin piel.
—Y-yo... yo...
—En cambio —interrumpió Jimin con la palma derecha en alto—. Si
cooperas y respondes a todo, tu muerte será rápida y sin dolor —prometió,
ofreciendo una sonrisa inquietante que sacudió al prisionero—. Piénsalo bien,
a mí me divierte torturar a mis enemigos y tengo toda la puta noche para
hacerlo.
Taehyung le entregó un cuchillo para desollar de aproximadamente
dieciséis centímetros. Jimin lo analizó cuidadosamente, disfrutado del
temblor que llegó al cuerpo atado en la pared.
—¿Kaisa te envió? —preguntó, deteniéndose frente a su prisionero.
—S-sí —respondió tembloroso, sintiendo un sudor frío cubrirle la frente.
—¿Con qué cuenta para enfrentarme directamente y en compañía de mis
ejércitos?
El hombre se quedó callado y Jimin no dudó en cumplir su amenaza. Hizo
un corte limpio y preciso en el brazo derecho del prisionero, con ayuda de sus
dedos tiró de la piel hasta separarla de los músculos y siguió haciéndolo,
mientras los gritos desgarradores alimentaban la tensión del salón.
El trozo de piel cayó al suelo, bajo múltiples miradas que estaban
presenciando el momento sangriento.
—K-Kaisa tiene infiltrados —dijo el hombre—. Alfas en su mayoría —
hizo una pausa para poder respirar adecuadamente—. Unos se hacen pasar
por betas... pero la mayoría son juguetes.
Jimin se tensó, al igual que todos los presentes. Si aquello resultaba ser
verdad, lo que por supuesto lo era, significaba que estaban rodeados.
—¿Hay registros sobre nuevas subastas? —preguntó Jimin a SeokJin—.
¿Cómo van esos números?
—La compra de alfas se incrementó y las cacerías también —respondió el
comandante—. El consejo tiene la información.
Algo hizo clic en la cabeza del líder. Nuevamente se concentró en su
prisionero y preguntó:
—¿Tiene infiltrados en el consejo?
El hombre apretó los labios, pero cuando miró las intenciones del omega
de volver a cortarlo soltó toda la información que tenía.
—Sí. Dos omegas —respondió—. Uno es anciano, pero el otro es bastante
joven y atractivo —tragó grueso—. E-ese es el amante de Kaisa.
—Necesito algo más específico que eso —dijo Jimin.
—Cabello oscuro —se apresuró el hombre, con temor palpable—. Aroma
floral, esbelto y ojos marrones.
El líder compartió una mirada con su mejor amigo. No existía un omega
dentro del consejo con esas características, pero la información se escuchaba
real, así que rápidamente llegaron a la conclusión de que quien sea que fuera
ocultaba sus verdaderos rasgos físicos.
Sin embargo, existía algo que no podía ocultar. El infiltrado más fuerte era
un omega joven, y para Jimin era una fortuna que el consejo de su manada
estuviese formado en su mayoría por viejos de la tercera edad.
—La mayor fortaleza con la que Kaisa cuenta es el número de infiltrados
que tiene dentro de la manada. Por ello ha hecho dos ataques seguidos, aun
sabiendo que no ganaría. Fueron la oportunidad perfecta que él aprovechó
para infiltrar más personas, utilizando mi propia coronación para evitar
llamar la atención —concluyó Jimin, mirando a todos los presentes.
—Tiene sentido —habló Taeyang—. El ejército de lobos no le servirá, así
que necesita contar con un arma más discreta y letal.
—Por eso llegó a un acuerdo con miembros del consejo —habló Yoongi,
ganándose la atención de todos—. Kaisa sabe que si tiene el consejo
controlado ninguna ley se cambiará y todos los infiltrados permanecerán
seguros, aunque se sepa de ellos.
Jimin elevó las cejas sutilmente. No lo había visto de ese modo, pero
admitía que las palabras del alfa tenían bastante sentido.
—¿Cómo podemos proceder? —inquirió Hwasa.
—A como lo veo, estamos acorralados —dijo Amira con una mueca.
—No lo pensaría de ese modo —dijo Jackson—. La política es una mierda,
pero ella misma se contradice en la mayoría de las ocasiones —recordó—.
Jimin es el líder, fue coronado hace poco. Por tanto, tiene el derecho de exigir
una convocatoria para hacer su primer decreto oficial, y nadie podrá refutarlo.
—Tienes razón —aceptó el líder con una sonrisa encantadora—. Llegó el
momento de reunirme con el consejo para hacer valer mi decreto.
—Tendré todo listo para un par de días —aseguró SeokJin, para luego salir
del lugar en compañía de su hijo.
El líder miró al hombre atado en la pared, quien prácticamente le suplicaba
con la mirada apagada que lo matara para terminar con su sufrimiento.
Jimin demostró compasión. Tomó un arma y disparó directamente en la
cabeza del hombre, dando final a su asquerosa vida.
—Los generales vivirán en el palacio del poder como se había establecido
en un principio —informó el omega, mientras todos salían del lugar—. Sus
habitaciones están listas para que dispongan de ellas en el momento que lo
deseen.
No le gustaba mucho la idea, pero necesitaba tener a sus generales bajo su
mismo techo por cualquier emergencia.
Mientras caminaba, Jimin sonrió. No le dieron opción, desde un principio
demostraría la crueldad que tenía guardada para todos aquellos que osaran
interponerse en su camino.
¡Hola! ¿Qué les parece la historia hasta ahora?
¿Qué creen que Jimin vaya a hacer con el consejo y la información que
recibió? Quien acierte o se acerque lo suficiente tendrá una dedicatoria
en el próximo capítulo.
Gracias por leer y por dejar su estrellita.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter forty four!

Yoongi estaba desesperado. Se movía de un lado a otro sintiéndose como


una bestia enjaulada, aislada del mundo y del hombre que lentamente
comenzaba a enloquecerlo.
También estaba furioso. Furioso y malditamente celoso. La última imagen
que tuvo de Jimin fue cuando el omega caminó tomando la mano del estúpido
beta que era su esposo, mirándolos desaparecer detrás de las grandes puertas
de la habitación que les pertenecía.
El alfa no quería pensar lo que ellos estaban haciendo en el interior de esa
habitación, de verdad que no quería. Sin embargo, sólo tuvo que recordar la
marca que adornaba el cuello de Jackson para que sus pensamientos se
tornaran más caóticos y oscuros.
No era un matrimonio meramente político como Jimin se lo dijo alguna
vez. Ellos follaban, se besaban, dormían juntos, y el omega lo marcó sin
problemas, como si Yoongi jamás hubiese existido o importado.
Probablemente esa era la realidad y Yoongi simplemente no la aceptaba.
Finalmente, el alfa decidió salir de su habitación. Se sentía ahogado entre
esas paredes elegantes, y no era buena idea si su intención era calmarse para
no llevar sus pensamientos al límite.
El pasillo de las habitaciones de los generales era el segundo dentro del
palacio del poder. Si Yoongi quería llegar hasta la habitación de los líderes
tendría que subir las escaleras hasta llegar al punto más alto. Lo consideró
por un momento, con el pie derecho apoyado en el primer escalón, mas
terminó desechando la idea, pues no terminaba de confiar en su control.
Al final, era un alfa legendario, y aunque estaba puliendo el dominio en sus
instintos, él sabía que nada involucrado con Jimin le daría la ventaja.
De sólo pensar otras manos tocando y besando al omega, enloquecía,
llegando a desconocerse incluso, debido a la violencia de sus pensamientos.
Terminó soltando un gruñido bajo cargado de impotencia. Yoongi dejó de
lado la idea inicial y, en su lugar caminó hasta la salida del palacio con el
objetivo de dar una ronda por su ejército para ver cómo iban las cosas, sobre
todo, como los alfas se estaban adaptando.
El dolor en su corazón no se iba, el peso en su pecho aumentaba. Los
sentimientos en él estaban desbordados, alimentándose cada vez que miraba
al motivo de sus anhelos, creando una guerra cuando sus ojos se encontraban,
y como los otros no le transmitían lo que tanto soñaba.
Dolía como el infierno. Dolía...
Yoongi amaba profundamente a Jimin. Lo veía como su omega, el único al
que podría pertenecerle, y estaba dispuesto a hacerlo. Amarlo, amarlo y
amarlo, incluso si ello significaba perderlo.
Pudo descansar de esos pensamientos destructivos cuando se encontró con
su hermana. La mujer estaba en su puesto de vigilancia, alerta y armada, en
compañía de dos guardias más.
—Rue —pronunció, teniendo cuidado para no asustarla. Aunque sabía que
era inútil, los instintos de su hermana estaban activados, así que no podían
tomarla por sorpresa.
—Veo que tampoco puedes dormir —comentó ella, mientras continuaba
vigilando el perímetro de su ejército.
El alfa frunció ligeramente el ceño. Se concentró en el mismo punto y sus
ojos rápidamente se adaptaron a la oscuridad del lugar, al mismo tiempo que
sus oídos tomaban los sonidos bajos de la noche hasta traducirlos en
información que quedaba encerrada en la mente de Yoongi.
—Es lindo. —el comentario de la alfa fue merecedor de una mirada
confusa.
—¿Qué cosa? —inquirió el castaño.
—Jimin. Es lindo —aclaró, lanzando una mirada profunda a su hermano
mayor.
—Detente con esos pensamientos, hermana. No me gusta —riñó el mayor
de ambos. Mostrándose posesivo e importándole poco.
—¡Hey! Los cargué a ambos y los llevé hasta un lugar seguro, ¡al menos
dame ese derecho!
—¡No tienes ningún derecho! —exclamó, quizá demasiado alto.
Sonidos a su izquierda detuvieron todo intento de discusión. Yoongi se
puso alerta, mostrando un leve rastro de incredulidad cuando su hermana
siguió comportándose con tranquilidad, como si realmente no existiera
amenaza.
—No eras el único que no podía dormir —dijo RueSo ante la mirada
insistente del alfa.
Yoongi comprendió las palabras cuando a pocos metros divisó a Jimin. El
omega estaba dando una caminata nocturna, con la luz escasa de la noche que
fácilmente era consumida por sus ropajes oscuros y cabellera negra.
—Era a él a quien tanto vigilabas —acusó con un gruñido.
RueSo no demostró culpa, simplemente se encogió de hombros, para luego
responder:
—Es el líder. Mi deber es vigilar que esté seguro siempre.
Se ganó un buen golpe de su hermano, quien no perdió tiempo y fue detrás
del omega. Sus instintos de lobo estaban despiertos, el animal que vivía en su
interior y que formaba parte de su alma estaba inquieto, como si quisiera
mostrarle algo que iba mucho más allá de lo físicamente existente, llevándole
a un punto más íntimo, más mágico.
Fue entonces que Yoongi sintió una corriente de aroma proveniente del
omega. Los pasos se detuvieron, sus fosas nasales se ensancharon, dejando
que la esencia ingresara, y notando como la misma había adquirido dulzura...
una dulzura embriagadora que hizo que su lobo rasgara para salir a la
superficie.
Había algo diferente en Jimin. El lobo de Yoongi lo sentía, lo reclamaba
como suyo, rugiendo y soltando feromonas de posesión para cubrir al omega
que estaba a unos cuantos metros de distancia.
—Deja de seguirme. —el gruñido irritado del omega no sorprendió a
Yoongi. Sabía que en cualquier momento, Jimin detectaría su presencia.
—No estás en el palacio, es peligroso —dijo, dando un paso más cerca del
otro.
—Sé defenderme, ¿o es que lo olvidaste?
Por supuesto que Yoongi no lo olvidaba. Jimin era el omega más fuerte e
inteligente que había conocido, y no lo pensaba desde el dominio de sus
sentimientos, sino que realmente así era. El líder del clan se ganó ese puesto a
pulso, por ello él lo respetaba tanto y su lealtad resultaba real e
inquebrantable.
Pese a ello, también notaba cierta fragilidad en la presencia del omega. Era
un sentimiento que no estaba antes, que no podía reconocer del todo y que lo
estaba volviendo loco al no saber lo que era.
—Mi instinto me grita que te proteja —habló Yoongi—. El lobo que vive
dentro de mí te siente frágil, por ello estoy aquí, siendo tu sombra y cuidando
que estés bien.
Jimin se tensó visiblemente, incluso se mostró nervioso. Los pensamientos
del omega llegaron a la conclusión de que era su hijo, el pequeño cachorro
fue engendrado por un alfa legendario, así que, era bastante normal que
estableciera un vínculo inmediato al estar cerca de su padre.
Yoongi no lo sabía, pero lo sentía. Para Jimin fue la mayor prueba de que
estaba en lo correcto, y con ese conocimiento, fue que no supo cómo actuar.
—Estaré bien —dijo, carraspeando para encontrar más fuerza en su voz—.
Quiero estar solo.
—Lo siento, no te dejaré solo.
—Déjame solo, no es la primera vez que lo harías —recriminó Jimin,
dándole una mirada envenenada.
—Tuve mis razones para irme, omega —dijo Yoongi con seguridad—.
Estoy esperando ansioso el momento en el que decidas escucharme de
verdad.
—¿Por qué insistes tanto en lo mismo? Nada va a cambiar.
—No puedes asegurar algo que no está en tus manos —refutó el alfa—.
Tampoco puedes medir la fuerza de voluntad que tengo para recuperarte.
—Nunca me tuviste —aseguró Jimin, ofreciéndole una mirada altiva.
Yoongi sonrió ladino, y en un movimiento rápido y certero encerró el
cuerpo de Jimin contra el tronco grueso de un árbol. La cercanía de ambos
impactó de forma desmedida, donde sus respiraciones volvieron a mezclarse
y sus ojos a encontrarse.
El alfa acarició con delicadeza y sensualidad el cuello del omega, los dedos
largos rozaron la piel que se erizó bajo su tacto, donde ambos recordaron la
única vez que estuvieron juntos de la forma más íntima y carnal posible.
Segundos después, Yoongi se inclinó lo suficiente para que su aliento tibio
golpeara la oreja izquierda del líder.
—Fuiste mío, omega —susurró con voz ronca y profunda—. Tu cuerpo fue
mío, tus besos también —continuó—. Dejé mi semilla dentro de ti y también
te entregué mi nudo —siguió hablando, notando como el otro comenzaba a
inquietarse—. Y eso es algo que no podrás cambiar, ni borrar de tus
pensamientos.
Jimin jadeó cuando los recuerdos de ese encuentro llegaron a su mente.
Mandó todo al infierno por ese efímero instante, y, sin pensar en futuro o
consecuencias, buscó la boca de Yoongi, ya que era la única que se amoldaba
a la suya de manera perfecta.
El beso fue apasionado y demandante. El omega dominó y el alfa se dejó
dominar con todo gusto, sintiendo fuertes latigazos de placer que rápidamente
encendieron sus cuerpos, poniéndolos al límite en cuestión de segundos.
Mordiscos y succiones acompañaron el beso prolongado que estaban
compartiendo. El sonido húmedo de sus lenguas y los chasquidos ahogados
les recordó lo bien que lo hacían, lo mucho que lo disfrutaban, aunque sus
sentimientos fuesen un caos.
Se alejaron porque el aire comenzó a faltarles. Aun así, Jimin seguía
aprisionado contra el árbol y rodeado por los brazos fuertes del alfa que
estaba completamente pegado a su cuerpo.
—Espero que no me golpees por eso —dijo Yoongi, lamiéndose los labios.
—Fui yo quien te besó —respondió Jimin sin darle más importancia—.
Además, me pareció que disfrutaste el golpe que te di, así que no volveré a
hacerlo.
El alfa soltó una risa baja, miró risueño al hombre que seguía sosteniendo
entre sus brazos, dejando que sus ojos se sinceraran para que esa mirada le
transmitiera al omega todo lo que sentía, todo lo que le entregaba de manera
voluntaria y sin miedos o arrepentimientos.
—No pretendas que me aleje de ti después de esto —comentó en voz baja,
atento a la reacción del omega.
—Fue sólo un beso —dijo Jimin, mas su reacción dejó en claro que no
había sido solamente eso.
—Un beso que te hizo fundirte entre mis brazos —aclaró el alfa—. Di todo
lo que quieras, recházame e insúltame que, de igual manera, tu cuerpo se
encargará de contradecir cada palabra que salga de esos labios que están
mordidos por mí.
Las mejillas de Jimin se ruborizaron, y para Yoongi fue tan encantador de
ver que no pudo evitar el suspiro embelesado que salió de sus labios.
—Suéltame —gruñó el omega de mala gana.
El alfa lo soltó con una sonrisa divertida y mirada triunfal. El muy
desgraciado se sentía como un afortunado vencedor, logrando que el humor
del omega se volviera peligroso, sin contar con el cóctel hormonal que
comenzaba a activarse debido a las diez semanas de embarazo.
—Entra al palacio y trata de descansar —sugirió Yoongi, con la única
intención de molestarlo.
Funcionó. Jimin estaba tiernamente furioso.
—¡Tú no me das órdenes! —chilló, pero de igual forma comenzó a dar
zancadas rápidas hasta el palacio del poder.
Mientras tanto, el alfa vigiló de cerca el camino del omega, sonriendo
ampliamente y acariciando sus propios labios que conservaban la huella del
líder.
Kim SeokJin cumplió con la promesa que le hizo a Park YoonWoo.
Jimin recibió las llaves que abrían la biblioteca personal de su padre. El
comandante le explicó que había sido un deseo del ex líder y que ahí
encontraría información valiosa que le ayudaría a comprender muchas cosas
que ayudaron para crear la guerra que se estaba formando.
—Es importante que nos sentemos a hablar de un tema delicado e
importante —informó el comandante Kim, lleno de tensión y seriedad.
—¿Tiene que ver con Kaisa y mi padre?
—Sí, también involucra a tu madre —dijo con cuidado.
El líder tenía una sospecha fuerte, y si resultaba ser verdad estaba seguro
que tenía las energías, el coraje y el deseo latente de exterminar por completo
a la escoria que se atrevió a meterse con los suyos.
—¿Debe ser ahora? —cuestionó, mientras continuaba explorando cada
rincón de la biblioteca.
—No. Primero me gustaría que revises todo lo que hay aquí —respondió
SeokJin—. Existe información que debe ser analizada con cuidado y
solamente por ti.
El comandante sabía que la biblioteca contaba con mucha información que
involucraba la manada y a las vecinas, también existían mapas que revelaban
pasadizos secretos, bóvedas de oro y armas. Todo lo de vital importancia
estaba en ese lugar, incluyendo acuerdos realizados, como todos aquellos que
fueron cancelados en su momento.
—Está bien. Me quedaré todo el día para revisar este lugar.
—Hablaremos cuando lo hagas —decidió el mayor de ambos, para luego
salir del lugar y permitir que el líder explorara los años de valiosa historia que
estaban reunidos en un mismo sitio.
Jimin se quedó solo y con mayor libertad para moverse. Caminó por las
estanterías, leyendo los títulos de algunos libros de aspecto antiguo, los dedos
rozaban superficialmente cada lomo, detallando la textura y los colores.
Y uno en específico llamó su atención.
El omega lo tomó entre sus manos, sintiendo como su respiración se
aceleraba cuando leyó el título que le llenó de muchas dudas.
—I-imposible —susurró, con los ojos abiertos a más no poder.
El título era: "origen y exterminación de los omegas legendarios".
Wenas, aquí ando.
Mi meta es terminar el libro en este mes, así que a darle.
Tengo pensado publicar otro capítulo hoy, espero no tener un
inconveniente al momento de hacerlo.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter forty five!

Taehyung tomó un profundo respiro, dejando que algunos segundos


marcaran el momento exacto que estaba viviendo.
Decidió abandonar las dudas y finalmente ingresar a la habitación que
refugiaba a su juguete. El espacio se encontraba en penumbras, debido a ello,
el omega encendió las luces para concentrarse en el bulto que sobresalía de
las sábanas de la cama.
—Jungkook —llamó con cuidado. Afortunadamente no tuvo que hacerlo
una segunda vez.
El alfa aventó las sábanas con movimientos desordenados, se levantó de la
cama y miró al omega con una mezcla perfecta de ansiedad, desesperación y
miedo.
—¿Q-qué está pasando, Tae? —preguntó en voz baja.
Llevaba días completos encerrado en esa habitación. Escuchó ruidos
extraños, fuertes detonaciones y al final el silencio extraño y asfixiante que
jugó con su mente por un tiempo prolongado. Necesitaba respuestas o iba a
enloquecer.
—Estamos entrando en guerra y necesito que te decidas de una maldita vez
—anunció el omega con determinación—. Jimin tendrá una reunión con el
consejo, desde ese momento el destino de los alfas que son juguetes estará en
peligro.
—¿D-decidirme? —inquirió con nervios, mientras retrocedía torpemente.
Taehyung lo miró en silencio, contemplando las opciones que tenía que, a
decir verdad, se reducían a una sola. Terminó suspirando rendido, siendo
víctima de sensaciones entrañables que parecían alimentarse con fuerza
cuando sus ojos caían en los del alfa.
—Sé quien eres —susurró, mirándolo directamente—. Mi padre también lo
sabe, y supongo que Jimin lo está descubriendo en este mismo instante.
—¿Quién soy para todos ustedes? —preguntó de repente, ganando un poco
de valor y dominio en su comportamiento.
El omega lo miró extrañado, pero terminó respondiendo:
—Hijo único de Kaisa, por ende, el sobrino que Yoongi está buscando.
—¿Él me está buscando? —preguntó Kook con ojitos brillantes de ilusión.
—Sí. Fue lo primero que solicitó a mi padre cuando llegó a la manada —
informó—. Yoongi es el comandante de la guardia negra, Jungkook. El
primer ejército de alfas legendarios que están bajo el dominio de Jimin,
nuestro líder.
La información cayó con velocidad y el alfa tuvo que esforzarse para
comprenderla. Fue más rápido de lo que creyó, ayudó también que sabía la
enemistad que su padre y su tío tenían; una donde ambos habían elegido su
propio bando, y ahora había llegado su turno.
¿Debía pelear al lado de su padre o al lado de Yoongi? La cabeza le dio
vueltas, Jungkook estaba acorralado.
—N-no entiendo... —susurró, más para sí mismo—. ¿Por qué mi padre
está haciendo todo esto? Nunca entendí.
—Por odio —respondió Taehyung de todas formas—. Tu padre ha causado
un caos en esta manada y un daño irreparable en mi mejor amigo —aseveró
—. Jimin desea venganza, Jungkook, y yo estaré ahí para ayudarle.
—Yo... yo, necesito... necesito pensar bien. —el alfa tiró de sus cabellos
con frustración. Las palabras correctas no estaban saliendo de su boca, nada
más meras incoherencias que no le ayudarían a poner en claro su situación.
¿Los omegas no eran los únicos malos de la historia que vivía en su
mente? Jungkook seriamente comenzó a cuestionarse muchas cosas. ¿Por qué
su padre jamás vivió con él durante su niñez? ¿Por qué nunca supo quién era
su madre? ¿Por qué él tenía que odiar a los omegas para ser un buen hijo?
¿Por qué?
—Lo siento, Jungkook, pero no hay tiempo.
Las palabras dichas por Taehyung encontraron explicación cuando a la
habitación ingresó Park Jimin. El líder iba en compañía de su esposo, además
de Kim SeokJin y Kim NamJoon, pero lo que a Jungkook le estremeció en
verdad fue la manera en la que el omega de cabellos negros lo miraba.
—Debería matarte —dijo Jimin, dirigiéndose exclusivamente a Jungkook
—. Matarte con mis propias manos para devolverle el favor a tu maldito
padre.
—Jimin, por favor —intervino Taehyung. Jamás había visto a su amigo de
esa manera, tan furiosa y dolida a partes iguales.
—¿Por qué debería perdonarle la vida? —preguntó Jimin, mirando a su
amigo—. ¿Porque es tu juguete? No te preocupes, Tae. Ya no tendrá la
misma relevancia de antes.
Para ese momento Jungkook tenía los ojos llenos de lágrimas, dando la
imagen real de un pequeño cachorro asustado y perdido.
—El pequeño alfa es inocente, Jimin —habló Jackson—. Él no tiene la
culpa de lo que su padre ha hecho, y tú no lastimas a los inocentes.
El omega Park sonrió con desprecio.
—Tal vez sí lastime a inocentes —dijo—. Matarlo a él me daría un poco
de paz, me haría saber que hice sufrir a ese maldito que me quitó a mis
padres.
Taehyung se colocó frente a Jungkook, protegiéndolo de todos los demás,
sobre todo de Jimin, quien lo miró con leve sorpresa y las cejas alzadas.
—No lo vas a dañar —dijo el omega de cabello azul—. Por mí no lo harás.
—¿Tanta confianza tienes en nuestro lazo de amistad, Kim? —cuestionó
Jimin con una ceja alzada.
—Sí, demuéstrame que estoy en lo correcto Park —respondió Taehyung.
El líder guardó silencio, el suficiente para crear más tensión en el
momento. Miró nuevamente al alfa que su mejor amigo estaba protegiendo, y
por un instante se sintió reflejado en las acciones del menor de los Kim,
aunque la idea no le agradara en lo absoluto.
Se rindió, y el suspiro pesado que expulsó fue la firme prueba de ello.
—Llamen al comandante Min —pidió Jimin, desencadenando una serie de
suspiros tranquilos y una sonrisa ilusionada en Jungkook.
Pasaron unos minutos para que los sonidos de pasos rápidos y fuertes
rompieran la atmósfera del lugar. Min Yoongi ingresó a la habitación,
desesperado y con la respiración acelerada que se atascó en el mismo
momento que miró al pequeño alfa que estuvo buscando durante el último
tiempo.
—Kookie —llamó suavemente, y sólo eso se necesitó.
—¡Yoongi! —exclamó el alfa menor, con los ojos inundados en lágrimas.
Ambos se unieron a un abrazo apretado que no daba tregua. Jungkook se
refugió en el aroma familiar y tranquilizador de su tío, sintiéndose tranquilo
por ese breve momento. Yoongi para él era más importante que cualquier otra
cosa, lo confirmó en ese instante donde volvió a sentirse como un cachorro
indefenso.
—Cachorro, por fin puedo verte —murmuró el alfa mayor, mientras sus
manos acariciaban la espalda de su sobrino para tranquilizarlo.
—Tengo miedo, mi padre... él...
—Trata de mantener la calma, Jungkook —pidió Yoongi—. Todo estará
bien para ti, te lo prometo.
El mayor de los Min soltó brevemente a su sobrino y miró atentamente al
líder. Jimin salió de la habitación en silencio, fue seguido por todos los demás
hasta que llegaron a un salón más amplio y cómodo donde cada uno tomó
asiento.
Cuando todos estuvieron en sus lugares correspondientes, Jimin habló:
—La mayoría de los presentes sabe el decreto que llevaré a cabo —inició
—. Muchos demostraron su desacuerdo, así como hubo otros que me
apoyaron —hizo una pausa—. Sin embargo, es la única manera para debilitar
las fuerzas que el enemigo plantó en el clan.
—Fui uno de los que demostró desacuerdo —dijo SeokJin—. Me pareció
una idea cruel, pero hay que ser objetivos —soltó un suspiro—. Además, eres
nuestro líder, así que te seguiré hasta el final.
—Me parece radical, incluso inhumano —siguió Jackson—. Entiendo que
estamos en guerra y que es la mejor forma que tienes para defender la
manada, así que adelante.
Los ojos del líder se encontraron con los dorados de Yoongi. Ambos
comenzaron un duelo de miradas, hasta que el alfa terminó cediendo.
—Estoy de acuerdo con el decreto —anunció con firmeza, logrando
sorprender a más de uno—. Estamos pasando por momentos cruciales, así
que es necesario cortar todo de raíz para no vivir con la incertidumbre o con
las consecuencias de un pequeño error —dijo, y todos asintieron de acuerdo
—. Lo único que quiero saber es lo que pasará con mi sobrino en todo esto,
pues la nueva ley lo afectará.
—Es una suerte para ambos que mi esposo tenga leyes completamente
diferentes en su territorio —comentó Jimin, notando como Yoongi frunció el
ceño de inmediato—. Jackson se llevará a Jungkook y a NamJoon al clan de
las montañas. Ellos permanecerán ahí mientras la ley se establece. Ya luego
veremos.
—No —gruñó Yoongi de inmediato—. No confío en él.
—Tendrás que hacerlo si quieres que tu sobrino sobreviva —sentenció
Jimin, y por su tono inflexible, el alfa castaño supo que no habría marcha
atrás.
El ambiente se estaba volviendo peligroso, tanto que el propio Jackson
tuvo que intervenir.
—Llegó el momento de dejar de lado todo tipo de problemas personales y
actuar como personas racionales —habló con firmeza, mirando directamente
a Yoongi—. Jungkook y NamJoon son dos alfas y no sobrevivirán si se
quedan aquí —les recordó—. Mis tierras son el único lugar seguro, tanto de
Kaisa como de la próxima ley. Si vamos a hacer algo, debe ser ahora.
Jungkook se inquietó de inmediato, miró a su tío con la duda pintada en su
mirada y luego se concentró en Taehyung.
—¿Me alejarán de ti? —preguntó, con sus ojos puestos en el omega menor
de los Kim.
—No será por mucho tiempo, o eso espero —respondió con una mueca—.
De todas formas, tenemos un viaje al clan montañoso, así que aprovecharé
para verte.
—Ambos estarán a salvo —aseguró el comandante Kim. Él más que nadie
había notado el silencio absoluto que tenía NamJoon con todo lo que estaba
pasando.
—¿Cuando deben irse? —preguntó Yoongi, cediendo y ligándose al plan,
ya que sabía que era lo mejor para Jungkook.
—En la madrugada —respondió Jackson—. Ya todo está listo.
Yoongi miró los ojos de su sobrino, sonrió tenue con la esperanza de poder
tranquilizarlo un poco. La mejor parte fue que funcionó.
—¿Confías en mí, cachorro? —cuestionó con un leve tono de duda.
—Siempre —afirmó Jungkook.
—Entonces vete con NamJoon al clan montañoso —pidió—. Estarás bien
allí.
El menor de los Min asintió levemente, animándose a dar una sonrisa
pequeña a su verdadera figura paternal.
—No irán de vacaciones. —la voz demandante del líder cortó el ambiente
—. Entrenarán bajo máxima vigilancia hasta que se conviertan en alfas útiles
y puedan regresar para tomar lugar en cualquiera de los ejércitos. Es la única
salida que tienen.
—Acepto las condiciones, mi líder —habló NamJoon con serenidad.
—Y-yo también... mi líder —siguió Jungkook, un poco nervioso, pero
confiando en que continuaría con vida.
Decreto oficial número 713.
El líder Park Jimin. Décimo descendiente, hijo de Park YoonWoo y Park
Saran se dirige a las máximas autoridades: miembros del consejo,
comandantes, generales y tenientes. Así como a todos los miembros de la
población.
En la próxima luna llena, todos los ejércitos bajo el dominio Park quedan
autorizados para capturar a cada alfa que esté presente dentro de la
manada, con la única excepción de aquellos que formen parte de la guardia
negra y su general: el alfa legendario Min Yoongi.
Las casas de juegos, la avenida Brooks y los salones de alfas serán
destruidos. Esto incluye el salón rojo, y la guarida de piedra donde residen
los juguetes de los miembros del consejo.
Las cazas en los bosques quedan estrictamente prohibidas, así como la
venta ilegal de alfas. Cualquier persona que se atreva a desafiar la nueva
ley, será ejecutada sin contemplaciones.
Todos los alfas capturados quedan sentenciados a muerte, y el mismo
destino ocurrirá para aquellos que pisen los dominios del actual líder de
forma ilegal.
El territorio bajo el mandato de Park Jimin será liberado de los traidores
a costa de sangre y de muerte. Es un precio que se pagará con la certeza de
salvaguardar el futuro próspero de las generaciones venideras.
¡Honor, valentía y fuerza!
Firmado por:
Líder: Park Jimin.
Comandante: Kim SeokJin.
Presidenta: Kim Jennie.
El primer decreto oficial del líder llegó hasta el rincón más remoto de la
manada. Se desató el caos, y, por primera vez, absolutamente todos ellos,
incluido el consejo, sintieron horror de tan solo escuchar el nombre de Park
Jimin.
Porque Park Jimin fue y quizá será el único omega en la historia del clan
de tener el coraje real de atacar a sus enemigos de frente y hacerlo bajo sus
propias reglas.
Sí pude actualizar
Y...
Jimin hará una masacre
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter forty six!

Capítulo dedicado a @BellaMinPark11 (ya estoy harta que Wattpad no me


permita etiquetar )
El barullo que todos los miembros del consejo habían creado desapareció
de golpe cuando el líder ingresó al salón de conferencias.
La presencia de Park Jimin, llena de dominio y fuerza fue merecedora de
silencio absoluto. El omega caminó con seguridad y la frente en alto dejando
salir todo el orgullo que lo componía, no tardando en recibir reverencias de
todos los que formaban parte del consejo de la manada.
El líder estaba ahí, dándoles la cara a cada uno de ellos y estaba solo. No
necesitaba refugiarse en nadie más que en él mismo, y estaba listo para pelear
contra todo aquel que decidiera ir en su contra o cuestionar sus decisiones.
Jimin caminó hasta tomar el lugar de su padre. Se sentó en la silla que
estaba ubicada en el centro del salón y en el punto más alto, rodeado por
todos los demás hombres y mujeres que eran importantes a la hora de tomar
decisiones o crear y erradicar leyes.
El omega Park guardó silencio durante un tiempo, sonrió muy tenue y
finalmente habló:
—Los escucho —dijo, para luego ponerse cómodo en su lugar.
Ese tipo de comportamiento despreocupado ofendió a más de uno, y no
tardaron en dejar fluir cada reclamo y queja que tenían picándoles en las
gargantas resecas.
—¡Usted! —rugió un anciano. Jimin lo reconoció bajo el nombre de
SeoJang—. Usted cometió un atropello, ¡se ha burlado de las leyes de su
difunto padre y ahora nosotros tenemos que arreglar esto!
—¿Conoce usted las leyes, anciano SeoJang? —cuestionó Jimin,
manteniéndose en control.
—¡Por supuesto que sí! —bramó. El pobre hombre parecía un búfalo
embravecido—. Estuve presente cuando muchas de ellas fueron hechas, y no
tiene el derecho...
—Silencio —habló Jimin, siendo obedecido de inmediato—. Si conociera
las leyes no tuviera la molestia de explicarle esto, pero lo haré para que no
volvamos a tener encuentros desagradables —dijo el líder, y su atención
estaba repartida en cada uno de los miembros del consejo—. Las leyes son
hechas y desechas por los líderes. Los miembros del consejo tienen el
privilegio de opinar, pero nada más, por ende, yo siempre tendré la última
palabra —pausó, sólo para deleitarse con la impotencia y furia ajena—. Mi
padre les otorgó más derechos de los que por ley tienen, yo no cometeré ese
error. A mí no me importa la aceptación de ustedes, si me volví líder es
porque nací para serlo, en cambio ustedes, siguen formando parte del consejo
porque yo así lo quiero.
El silencio tenso fue roto por un sutil carraspeo que llevó la atención del
omega a ese lugar. Jimin se encontró con la mirada serena de Ara, una de las
miembros que mostró fidelidad a su padre, aunque tal acción no significaba
de valor para el actual líder.
—Nosotros no podemos contradecir una orden directa del líder, menos aún
un decreto oficial —inició la mujer—. Sin embargo, el líder Park debe estar
listo para enfrentar las consecuencias que vendrán con la decisión tan radical
que tomó.
—¡El pueblo se rebelará contra nosotros! —exclamó otro miembro del
consejo—. Los alfas eran vendidos en sumas grandes que aportaban para la
economía de nuestras tierras, ¡muchos negocios se perderán por lo que el
líder está haciendo!
—El pueblo puede sobrevivir sin la venta de alfas —aseguró Jimin, con la
misma calma que tenía a todos los demás al borde del colapso—. ¿Qué
estupideces dice? La mayor parte de los negocios que involucraban a los alfas
eran ilegales, así que no había forma para que el pueblo en general saliera
beneficiado de ello —sonrió ladino—. Si va a buscar una excusa para debatir
mi ley, será mejor que se esfuerce más, pues sé lo suficiente de mis tierras
como para tener la capacidad de decidir todo lo que considero es mejor para
mi pueblo.
Murmullos enloquecidos se mezclaron en el gran salón. Jimin les dio su
tiempo para que entendieran todo lo que había dicho, y para que también
cada uno de ellos conociera poco a poco su carácter y su modo de liderar.
—¿Por qué decidió matar a todos los alfas? —preguntó uno de los
miembros más jóvenes—. ¿No era mejor liberarlos?
Jimin miró al omega, reconociéndolo de inmediato. Era Suyin, el
encargado del control de los juguetes del consejo y su mayor sospechoso
hasta el momento.
—Mi padre lo hubiera hecho, los liberaría en lugar de ejecutarlos —
comentó, notando como el otro omega asentía enérgicamente—. Yo no soy
él. No cometeré errores que nos cuesten una guerra peor de la que se avecina,
aunque me vean como un monstruo.
—¡Son alfas tontos, nada más que eso! —debatió SeoJang—. ¿Qué
amenaza podrían darnos? Es inaceptable siquiera pensarlo.
—Por personas como usted es que estamos en amenaza de guerra —gruñó
Jimin, provocando que el hombre saltara del susto.
—Hay más de mil alfas en la manada, será una masacre cruel —murmuró
Lirian. Una mujer callada y que ciertamente no le gustaba tomar un bando al
momento de decidir.
—¿No es más cruel lo que hicimos durante años? —inquirió Jimin—.
Cazamos y vendimos alfas, los esclavizamos, los humillamos, ¿todo por qué?
Porque ellos tienen instinto de sumisión ante la presencia de un omega —
chasqueó la lengua—. No soy hipócrita como la mayoría de ustedes. Fue por
ello que decidí publicar mi decreto sin la ayuda del consejo, no necesito que
ningún cobarde me culpe después de su desdicha, así que, si no tienen el
coraje suficiente de hacer lo correcto por su manada, háganse a un lado y no
me estorben.
Recibió silencio, un silencio sumiso que le dio a entender que sus
decisiones no serían cuestionadas por ninguno de ellos, y para Jimin era lo
mejor que podía suceder, debido que, apenas estaba iniciando a moldear las
leyes.
—Las fronteras están cerradas. Nadie entra y nadie sale —volvió a hablar
—. No traten de esconder a sus juguetes, no quieran jugar conmigo —siseó
amenazante, logrando amedrentar a todos ellos—. La mayoría me conoce
desde que era un crío, así que saben que no me gusta perder el tiempo y
siempre me voy directo al problema.
—Es tan fácil para usted —habló SeoJang—. Después de todo, su antiguo
juguete es ahora un poderoso general, por ello lo libró de la ley.
—Está exento al igual que su ejército, porque eso son ambos. Uno mi
general y lo otro mi ejército —respondió el líder—. Los alfas legendarios
vinieron desde muy lejos, juraron lealtad y confío en Min Yoongi —declaró
—. Así que, no serán afectados por la ley, ni por ninguna otra, esto mientras
continúen demostrando lealtad a estas tierras.
—¿Y si ya no lo hicieran? —preguntó Suyin de pronto—. ¿Qué pasaría de
dejaran de ser leales?
Jimin lo miró con intensidad antes de responder:
—Estamos reunidos para hablar acerca del decreto, no de lo que podría
ocurrir con uno de mis ejércitos —le recordó—. ¿Hay algo en especial que
quieras decirme? Me parece extraño tanto cuestionamiento.
Suyin abrió los ojos como un reflejo involuntario del temor y nerviosismo
evidentes.
—No, no, mi señor —negó con rapidez.
—Bien, ¿hay alguien más que tenga algo para decir? —preguntó sin
rodeos.
Los ojos oscuros del líder se paseaban de un lado a otro, evaluaban cada
rostro conocido, indagaban aún más allá, desvistiendo el alma de cada uno
para conocer sus culpas y remordimientos.
Todos ellos se sentían intimidados por la presencia del líder omega. Quedó
bastante claro cuando bajaron la mirada y aceptaron en silencio la voluntad
del último del linaje Park.
Fue sólo entonces que Jimin se puso de pie, caminó hacia la salida y
ninguno de los presentes tuvo la intención de detenerlo.
La última palabra era siempre la del líder, y el omega Park se encargó de
recordárselos.
Jackson no sabía cómo reaccionar o qué decir.
Se limitó a escuchar cada una de las indicaciones que le dio su esposo, así
como también los puntos a tratar una vez Jungkook y NamJoon iniciaran con
el entrenamiento adecuado.
—Mis órdenes fueron claras —informó el beta—. La llegada de los alfas a
mi territorio se daría de forma anónima, así que tendrás un reporte real en
unos días cuando viaje a las montañas.
—¿Cuánto tiempo estarás en el clan montañoso? —preguntó el omega,
mientras caminaba al lado de Jackson.
—Un par de semanas como máximo —dijo—. Es necesario que esté
presente cuando se envíe el primer cargamento de armas. Mis hombres no
saben que se cambió la dirección, y debo revisar algunas coordenadas para el
transporte aéreo.
—Hazlo, también necesitaré un estudio de perímetro —solicitó Jimin—.
Tus tierras son más libres que las mías. Sinceramente me preocupa el estado
de los lobos legendarios estando en un mismo lugar.
—Cuenta con ello —accedió—. Pero, habla con Yoongi para que acepte.
El omega hizo un sonido afirmativo y luego ambos continuaron caminando
en silencio. Les gustaba hacerlo, para ellos resultaba agradable dar esas
caminatas por los alrededores del palacio del poder, respirar aire fresco y
entablar conversaciones de temas importantes y otros no tanto.
Jimin confió en Jackson desde el momento que le confesó de su embarazo.
Jackson confió en Jimin desde que le entregó el poder completo de su propio
dominio.
—Félix me está esperando para una evaluación médica —murmuró el
omega de repente—. Dice que es necesario para saber cómo está resultando
mi embarazo.
—¿Por qué no has ido? —cuestionó el beta.
—Le dije que iría mañana —respondió—. Según él, ya me queda poco
tiempo y no podré seguirlo ocultando.
Jackson se detuvo a mitad del camino, miró al omega a los ojos y sonrió
pequeño, al mismo tiempo que le tomaba ambas manos.
—Diles a todos que ese bebé es mío —dijo él, Jimin hizo una mueca—. Es
la única forma. Con el decreto que hiciste las cosas están tensas y todos tus
enemigos buscarán enloquecidos la manera de afectarte —suspiró cansino—.
No es lo más correcto, pero en este momento lo que importa es que tú estés a
salvo y el bebé también.
—No estaré a salvo de Kaisa —comentó el líder con una sonrisa ladina.
—No lo necesitas. No ahora que Yoongi regresó —aseguró Jackson,
provocando que su esposo rodara los ojos y continuara caminando por las
orillas del bosque.
Sin embargo, Jimin se detuvo tres pasos adelante, giró levemente y se
encontró con la mirada del mayor. Por un instante se mordió el labio inferior,
viéndose inseguro por ese corto tiempo.
—Yoongi —pronunció bajo.
—¿Qué ocurre con él? —interrogó Jackson.
—No sé cómo vaya a reaccionar con la noticia de mi embarazo.
—Uh, supongo que depende —musitó el beta con un encogimiento de
hombros.
—Explícate —exigió el líder, mientras alzaba una ceja y se cruzaba de
brazos.
—Es sencillo. Si le dices la verdad estará feliz y muy protector contigo,
deberías ver como son los alfas cuando se enteran que van a ser padres, es
una ternura —suspiró, carraspeando luego cuando notó la mueca burlona de
su esposo—. Por otro lado, si decides ser malditamente egoísta y cruel
haciéndole creer que el bebé es mío... lo vas a destrozar.
—¿Egoísta? ¿Cruel?
—Sí, Jimin —respondió con más seriedad—. Tú podrás ser el líder y todo
lo que quieras, pero Min es el padre de ese bebé que viene en camino y tiene
los mismos derechos que tú —hizo una pausa—. Yoongi también tiene
derecho de amar y cuidar a su hijo.
Las palabras dieron vueltas en la mente de Jimin por más tiempo del que
tenía contemplado. De repente sus defensas bajaron un poco, haciéndole ver
que la mayoría eran sus errores, llevándole a aceptar que Jackson tenía razón.
Pese a todo, existían dudas y temores que se formaron desde que supo que
sería padre.
—¿Crees que si le digo la verdad, él aceptará que te use a ti frente a los
demás como el padre del cachorro? —cuestionó—. Yo creo que no, y si
tengo razón estaría condenando la vida de mi hijo, la de él y de paso la mía.
—Es un riesgo que tienes que tomar —dijo el beta—. Es un hombre
inteligente y por supuesto debe saber el peligro que se creó alrededor de ti
con tu estado —continuó—. No lo conozco como tú, Jimin, pero si de algo
estoy seguro es que el amor y la devoción que ese alfa siente por ti es mucho
más grande que su orgullo.
—Entonces piensas que accederá a nuestro plan —concluyó el omega.
—Debes decirle todo. No, lo que ustedes tienen que hacer es hablar de una
buena vez —casi gruñó—. Eres demasiado terco, Jimin. No aceptas lo que
sientes y no te das cuenta que te estás lastimando con eso y de paso al
hombre que de verdad quieres.
—Él me...
—No te traicionó —cortó Jackson—. No lo hizo. Tuvo muchas
oportunidades de hacerte daño y jamás lo consideró. Hablen, por favor, ya no
soporto que ese alfa quiera matarme.
—¿Así que es por eso? —inquirió risueño.
—¡Pues claro! ¿Ya viste lo grandote que está? ¡Un día de estos me matará
y será por tu culpa!
El omega soltó una verdadera carcajada, lanzó una mirada pícara en
dirección al beta, llenándolo de tensión y aumentando su propia diversión.
—Seguramente cree que follamos todas las noches —dijo entretenido.
—No es gracioso —dijo Jackson—. Ya quisiera verte a ti si pensaras que
él anda follando con alguien más.
La sonrisa de Jimin desapareció de inmediato para darle paso a un
profundo ceño fruncido.
—No me causó gracia tu comentario —gruñó el omega.
—A él tampoco le ha de causar gracia nuestro teatro —aseguró el beta—.
Por eso te vuelvo a pedir que hables con la verdad, afloja un poco, Jimin.
Dale un respiro a tu corazón que está en constante guerra.
El omega Park se quedó en silencio; sin embargo, a juzgar por la expresión
serena en su rostro, Jackson sabía que al menos había logrado que lo
considerara, así que, era un gran avance a tomar en cuenta.
—Debo prepararme para el viaje —comentó el mayor de ambos—. Piensa
con calma todo lo que te dije.
—Está bien, me avisas cuando llegues.
El beta asintió, se acercó lo suficiente al omega y le dio un beso en la
frente para luego irse en dirección al palacio del poder.
¿Que Jimin hable con Yoongi o no?
Espero que el capítulo les haya gustado. Muchas gracias por leer,
votar y comentar.
Perdón por cualquier falta ortográfica.

⛓Yoon~
⛓Chapter forty seven!

El campo de entrenamiento número ocho estaba lleno de gruñidos, gritos y


golpes.
El general Min Yoongi estaba a cargo de la vigilancia del nuevo
entrenamiento que sus hombres estaban llevando a cabo. Ellos eran alfas
legendarios, su estilo de pelea resultaba ser bastante tosco y violento;
bastante útil en una batalla sangrienta donde se necesitaba asesinar a la mayor
cantidad de enemigos posibles.
Sin embargo, también era necesario pulir la estrategia y las habilidades de
infiltración de cada uno; incluso era necesario saber identificar los mejores y
peores momentos para atacar, así como también saber el momento idóneo
para abandonar una batalla.
Yoongi sabía que su ejército no estaba del todo capacitado en esos puntos
específicos, por ello agradeció la disponibilidad de Kim SeokJin de enviar
dos expertos para comenzar a entrenarlos adecuadamente.
—No están acostumbrados a pelear en su forma humana. —el comentario
de Amira hizo que la concentración de Yoongi se desviara un poco.
—Hasta hace algunos días éramos considerados salvajes sin importancia
—comenzó el alfa—. Lo que sabíamos de las batallas era porque la propia
naturaleza nos obligó a aprenderlo, una cuestión de supervivencia —
comentó, mirándola ahora—. En los bosques sólo sobrevive el más fuerte.
—Sin embargo, tú tienes un entrenamiento diferente —comentó la beta,
mirándolo de reojo.
Yoongi sonrió sutilmente, parecía estar recordando algo agradable.
—Siempre fui curioso, desde que era un cachorro —murmuró, mientras
seguía perdido en sus recuerdos—. Años atrás conocí a una mujer en las
lindes del bosque sur, muy cerca del límite de estas tierras. Ella era hermosa,
amable, pero muy talentosa en el arte de la batalla —afirmó con admiración
en sus ojos—. De ella aprendí todo lo que pude y luego lo practiqué por mi
cuenta hasta que logré dominarlo sin problemas.
—¿Quién era esa mujer? —preguntó Amira, mirándolo con mucha
curiosidad.
—Nunca lo supe en realidad. Ella no respondía ninguna de mis preguntas
—admitió con un tono divertido—. Decía que el tiempo era valioso y
limitado como para perderlo en cuestiones, que mejor entrenara para
fortalecerme.
—¡Oh! —exclamó la beta, parecía haber descubierto algo importante. De
hecho, lo era—. Es por esa razón que pasas más tiempo en tu forma humana
y tu lobo no tiene problemas con ello.
—Correcto. Fue un entrenamiento de años, mis hermanos también lo
consiguieron porque les enseñé cómo hacerlo —expresó—. Hubo algunos
miembros de la manada que también se interesaron, aunque la mayoría
prefirió permanecer en su forma animal todo el tiempo.
—Me resultas interesante, Min Yoongi —afirmó la general de la guardia
de hierro.
—¿Debido a qué? —cuestionó el alfa, mirándola con una ceja arqueada.
—Rompiste todas las características que representan tu raza —respondió
—. Si alguien que no sabe nada del tema viene y te conoce, no podría deducir
con exactitud tu casta.
—Bueno, soy bastante grande en tamaño. Podrían sacarlo por ahí.
Amira lo miró, divertida con las ocurrencias del alfa que hasta hace poco
tiempo se mostró distante, gruñón y silencioso. El cambio en Yoongi tenía
nombre y apellido, y la beta debía admitir que todo el aspecto intimidante que
caracterizaba al líder de los legendarios quedaba sepultado cuando el líder de
ejércitos estaba cerca.
El alfa se volvía un cachorrito, meneando la cola para hacer feliz a su amo.
—Sabes, ahora entiendo como fue que pudiste llamar la atención de
nuestro líder —comentó con tranquilidad, con su vista de nuevo en el campo
de batalla—. Eres un alfa especial, Yoongi. Admito que me agradas.
—Admito que comienzas a agradarme, aunque seas bulliciosa,
insoportable, y, en ocasiones torpe. —la respuesta del alfa fue merecedora de
un jadeo indignado por parte de la beta.
—No te golpeo porque estamos rodeados de tu ejército —gruñó entre
dientes—. Estos lobos me destrozarían si te pongo un dedo encima.
—Vaya, no eres tan torpe como pensé —se burló Yoongi.
—Hijo de...
La pequeña discusión se vio interrumpida con la llegada del comandante
Kim. El omega tenía una sonrisa ladina pintada en los labios, algo poco
común en él, pero que sin duda significaba buenas noticias.
—Felicidades, general Min —habló—. Tienes hombres y mujeres fuertes y
capaces que están aprendiendo rápido.
—Gracias mi comandante —respondió Yoongi con una leve venia—. Mis
hombres tienen la fuerza de diez soldados promedios, sólo hay que saber
guiarlos.
—Estoy de acuerdo —asintió SeokJin—. De hecho, Taehyung ha
aprovechado la situación para comenzar a pulir su propio entrenamiento
cuerpo a cuerpo. En estos momentos peleará con uno de tus soldados.
Yoongi fijó su atención en el campo de batalla donde se encontraba el
sucesor del comandante. Kim Taehyung estaba peleando con un alfa que le
doblaba en tamaño y peso, pese a ello, el omega tenía una marcada ventaja.
—Es muy bueno —comentó Amira, detallando los movimientos limpios
del menor de los Kim.
El comandante empujó su pecho hacia adelante, claramente orgulloso de su
único hijo y de todo lo que iba logrando en su entrenamiento militar.
—Desde que era pequeño le enseñé lo básico para que pudiera defenderse.
Con Jimin también lo hice —contó, mientras analizaba la pelea instructiva
que su hijo lideraba con la horda de alfas que estaban aprendiendo.
—Nunca he tenido la oportunidad de ver al líder pelear —comentó Amira
al escuchar todo lo que el omega decía.
—Tiene talento para hacerlo, su madre fue una de las mejores guerreras
que he conocido y YoonWoo también sabía atacar —dijo SeokJin con las
comisuras elevadas—. Lo lleva en la sangre.
Yoongi sonrió involuntariamente mientras volvía a perderse en sus
recuerdos. No ha tenido una oportunidad real de ver al omega Park pelear,
mas lo poco que pudo ver hasta entonces le dejó en claro la veracidad de las
palabras dichas por el comandante.
De repente, todo a su alrededor se detuvo. Los alfas dejaron de lado el
entrenamiento, los omegas se concentraron en un punto específico, mientras a
la lejanía el sonido de una camioneta rompía el silencio.
—¡El líder está aquí! —avisó uno de los centinelas.
—¡Formación! —exclamó Yoongi a su ejército, mientras SeokJin hacía
algo similar con todos los demás.
Todos los hombres y mujeres tomaron sus puestos. Formaron dos hileras
perfectas, manteniéndose con la mirada al frente y la espalda recta, mientras
el comandante se situaba en el centro, acompañado de su hijo y los dos
generales que estaban en el lugar.
La camioneta se detuvo frente a ellos. Primero salió Wheein, quien para
ese momento ya era conocida como la escolta personal de Jimin y una mujer
de confianza para él. La beta abrió la puerta trasera, permitiendo que el
omega líder saliera.
El clima frío estaba formándose en la manada, las temperaturas bajas
otorgaron mayor palidez a la piel del omega Park, agregando un sonrojo
tenue en sus mejillas y aumentando el rojizo de sus labios debido a las
concentraciones de sangre.
Los aromas definidos del omega estaban más fuertes de lo normal, siendo
evidentes incluso para los alfas legendarios que estaban formados en el lugar.
Y Yoongi, él no podía apartar la mirada del omega, aunque se esforzara en
hacerlo.
Jimin caminó en compañía de Wheein, llegó hasta el campo de
entrenamiento, recibiendo las reverencias debidas por parte de todos ellos, y
sus pasos únicamente se detuvieron cuando estuvo frente a las autoridades
militares presentes.
—Descansen —habló, y solo ello bastó para que todos se relajaran.
—¿A qué se debe tu visita? —preguntó SeokJin al líder.
El omega pelinegro recibió el efusivo abrazo que le dio su mejor amigo
para luego responder:
—Quería ver como van con el entrenamiento de los lobos legendarios —
comentó—. Además, necesito hablar con el general Min.
Yoongi parpadeó muchas veces en un intento que sus propios
pensamientos le ayudaran a creer que no había escuchado mal. Miró al omega
que amaba, sintiendo como su corazón latió con mayor fuerza sólo porque
Jimin lo estaba mirando atentamente.
—¿C-conmigo? —preguntó incrédulo, omitiendo por completo el
tartamudeo que se le escapó.
Habían cosas más importantes en ese momento, como el hecho de que el
omega quería hablar con él.
—Sí, me gustaría que fuera a solas —pidió el líder Park.
—Sígueme —dijo el alfa, para luego comenzar a caminar.
Se alejaron lo suficiente de los demás, hasta que llegaron a una pequeña
colina donde no podrían ser escuchados. El omega se sentó encima del pasto,
mientras que el alfa se sentaba frente a él para continuar mirándolo.
Jimin fue el primero en romper el silencio.
—Necesito hablar contigo de asuntos que son importantes y que no pueden
esperar más tiempo —inició con cuidado—. Por el momento, es necesario
que sepas que hablé con Jackson pensando en el bienestar de tu ejército —se
lamió los labios y continuó—: las tierras de la montaña los recibirán para que
no se sientan encerrados aquí. Allá podrán tener libertad y estar seguros.
—Está bien —accedió Yoongi—. Dividiré el ejército para mantener la
seguridad y repartiré los tiempos de cada uno.
—¿Estás de acuerdo con ello? —cuestionó el menor de ambos con una
mirada fugaz.
Yoongi quiso tantas cosas en ese momento. Quiso abrazarlo y nunca
soltarlo, acariciar esas mejillas sonrojadas que le llenaban de ternura, besar
los labios rojos por una eternidad de ser preciso, decirle una vez más cuanto
lo amaba, pedirle que le escuchara y demostrarle la devoción entera que
sentía por él... ansiaba pertenecerle nuevamente, volver a sentirse como un
hombre frágil envuelto en los brazos de su omega, y volver a escuchar los
latidos tranquilos de su corazón mientras dormía.
En cambio, terminó sonriendo de manera tenue, luchando por mantener un
pequeño resquicio de esperanza para evitar morir lentamente.
—Apoyaré todas tus decisiones y no lo hago porque seas mi líder —
respondió sincero—. Lo hago porque sé lo inteligente que eres y confío en ti
cuando dices que sólo quieres lo mejor para mi gente.
Jimin le sonrió, una sonrisa pequeña y que parecía ser insignificante, pero
que para Yoongi significó un universo entero.
—Tengo que decirte algo importante —dijo el omega, mostrándose
inseguro y nervioso a partes iguales.
—Dime todo lo que quieras, omega. Yo voy a escucharte siempre.
—No aquí. No ahora —decidió, para luego respirar profundo—. ¿Podemos
vernos esta noche?
Jimin esperaba estar actuando correctamente. Las señales que llevaba hasta
ahora eran buenas, debido a que el peso que cargaba en su conciencia
disminuyó notablemente.
—Podemos —respondió el alfa, dejando escapar una sonrisa pequeña—.
Dime dónde y me tendrás.
—Nos reuniremos en la avenida central, a las veinte horas. De allí nos
iremos juntos a un lugar que conozco, donde podremos hablar sin que nadie
nos moleste.
El omega se puso de pie y Yoongi también. Se miraron en silencio, y
ambos pudieron notar que algo cambió con ese simple intercambio de
palabras.
Jimin estaba acostado en la camilla, tenía el abdomen descubierto,
permitiendo que el transductor manejado por Félix se desplazara por cada
porción de piel descubierta.
Sus ojos estaban puestos en la pantalla frente a él. No podía perderse
ningún detalle, aunque la realidad era que no comprendía nada de lo que veía,
aunque eso no significaba que el omega líder bajara la guardia o dejara
escapar algo importante.
Era su primer monitoreo oficial. Jimin estaba asustado y ansioso.
Era un omega macho, así que tenía ventajas en su embarazo. No tendría
una panza prominente como las hembras, su cuerpo tenía la capacidad de
adaptarse de forma perfecta para que el intruso se desarrollara en un espacio
adecuado, modificando levemente su anatomía.
Según Félix, la pancita sería levemente notable hasta el octavo mes de
gestación.
La desventaja era que no estaba acostumbrado a las sobrecargas
hormonales, así que, era bastante probable que sus cambios de humor y
ánimo se presentaran de manera brusca y descuidada.
También debía modificar sus alimentos y eliminar los hábitos tóxicos, pero
Jimin ya estaba trabajando en ello.
Y, por supuesto no podía cambiar a su forma animal bajo ninguna
circunstancia.
—¿Todo en orden? —preguntó minutos después, ya cuando Félix terminó
con el chequeo y le permitió levantarse.
—Todo está resultando bastante bien, Jimin —informó el otro para alivio
del omega—. El cachorro está desarrollándose correctamente, tiene un buen
peso y un tamaño acorde a las semanas de gestación —sonrió un poco—.
Comenzará a moverse en cualquier momento, así que no te asustes.
—¿Tan pronto? —preguntó, con sus ojitos abiertos y llenos de sorpresa.
—Para este momento, el sistema nervioso del cachorro comenzará a enviar
las primeras señales, así que sí, sentirás algunas pataditas.
El omega Park sonrió, llevó ambas manos a su vientre que se conservaba
plano y brindó un par de caricias suaves. Poco tiempo después, sintió
curiosidad acerca de algo.
—¿Cuándo podré saber el sexo de mi hijo?
—En el próximo monitoreo. Tendrás las semanas suficientes para
determinar el sexo sin temor a errores.
—Muy bien, hasta entonces. —Jimin se puso de pie y abandonó el lugar en
silencio, pero sus pensamientos eufóricos no podían silenciarse, al menos no
aquellos que involucraban a su primogénito.
El omega subió a su auto y empezó a conducir por las calles oscuras. La
hora de su encuentro con Yoongi estaba próxima, así que decidió ir al lugar
acordado para esperarlo.
Grande fue su sorpresa cuando descubrió que el alfa ya estaba ahí,
esperándolo a él.
Estacionó en silencio y abrió la puerta del copiloto en una silenciosa
invitación. El alfa ingresó al espacio, se colocó el cinturón de seguridad, y
sólo entonces Jimin volvió a conducir.
Se alejaron de los límites de la manada y se internaron por un camino que
era desconocido para el mayor de ambos, hasta que los bosques les dieron la
bienvenida.
En todo ese momento, Yoongi no mencionó palabras y Jimin lo agradeció.
Necesitaba el valor suficiente para confesarle toda la verdad al alfa que
había puesto su mundo de cabeza.
¡SE VIENEEEEEEE!
Aquí una curiosidad, ¿quieren niña o niño? Yo ya tengo decidido lo
que será, pero me gustaría saber lo que ustedes quieren.
Admito que al principio estaba tensa y nerviosa con los resultados de
este libro, pero ya poco a poco voy formando el camino que siempre
quise.
Por otro lado, vean esto ufjsjdjw
Morí
¡Gracias por leer!

⛓Yoon~
⛓Chapter forty eight!

El camino continuó siendo silencioso. Jimin condujo hasta un área


específica de bosque que estaba cubierta completamente de árboles, tan
espesos y grandes que el auto y sus luces quedaron ocultos del resto del
mundo.
—Es el túnel de los amores dormidos —habló Jimin, notando la curiosidad
del alfa que miraba todo lo que podía del lugar.
—Tiene un nombre curioso y romántico —murmuró Yoongi, sintiendo
como su lobo prácticamente estaba dormitando por la presencia del omega.
—Decidieron llamarlo así por una historia de amor entre dos amantes —
contó el menor de ambos—. Mi madre amaba esa historia. La de un príncipe
que se enamoró de un guerrero.
—Jamás he tenido la oportunidad de escucharla —admitió el castaño, con
la esperanza de conseguir un poco de historia que fuese acompañada por la
voz suave del omega.
—El príncipe de la primera generación de omegas líderes. Se dice que fue
el último omega legendario que pisó la tierra —dijo Jimin, tratando de
resumir la historia que se sabía de memoria—. Él tenía poderes sobre la luna
y las estaciones, era amado por su pueblo. Sin embargo, para él la vida dejó
de brillar cuando lo comprometieron en matrimonio con un rey que tenía el
deseo mezquino de tener para él a tan hermosa criatura —suspiró pesado—.
Pese a todo, el joven aceptó su destino, y como regalo de compromiso pidió
que se le construyera un templo para orar por todos los soldados caídos en la
guerra.
—La vida fue cruel con el príncipe —opinó Yoongi.
—Él se casó con el rey. Su esposo era un hombre controlador, así que para
conseguir un momento de paz, el príncipe se encargaba de dar pequeñas
caminatas por los alrededores del castillo. Pensaba que era la única manera
para tranquilizarse y saber afrontar los cambios de su vida —explicó, y de
pronto hubo una sonrisa evidente en los labios de Jimin—. Fue en una de esas
caminatas que conoció a un fuerte guerrero. Al principio, el príncipe se
asustó por la presencia intimidante, pero luego el miedo desapareció cuando
pudo ver la amabilidad y deslumbramiento con la que el hombre lo miraba.
Yoongi se recostó en su asiento mientras continuaba escuchando la
historia. Dejó escapar un suspiro entrecortado, debido a que, cada palabra que
salía de los labios del líder lograba acoplarse a la perfección con sus propios
sentimientos y sentires.
—Ellos se enamoraron —dijo Jimin—. Lo hicieron tan fuerte que llegó un
tiempo donde todo el año era primavera; las flores adornaban cada rincón del
lugar, así como lo hacían con la cabellera del príncipe sonriente que
finalmente había encontrado el amor.
—Algo tuvo que salir mal —comentó Yoongi con pesadumbre.
—Su amor fue descubierto por el rey y maldecido por todo el pueblo —
continuó el omega, apretando sutilmente el volante del auto—. El príncipe y
el guerrero decidieron huir, pero un ejército completo los seguía. La historia
cuenta que se refugiaron en este lugar, donde los árboles son tan espesos que
sirven como laberinto infinito donde las personas con mente débil se pierden
y nunca vuelven —pausó un momento—. Ellos se refugiaron aquí, sin temor
a lo que pasaría, pues estaban juntos y era lo único que importaba.
—¿Q-qué sucedió luego? —cuestionó el mayor con mucha intriga.
—Jamás los encontraron —susurró el líder con una sonrisa—. Por más que
buscaron, por más que lucharon, jamás pudieron encontrar al príncipe y a su
amante. Los años pasaron y el pueblo completo creyó que la naturaleza había
reclamado sus almas porque desde que ellos desaparecieron se formó este
túnel de árboles tan espesos —lo miró de reojo—. Por eso su nombre, el túnel
de los amores dormidos.
—Increíble —musitó el alfa, sintiendo los latidos de su corazón más
fuertes y rápidos.
Jimin sonrió, pisó con mayor fuerza el acelerador hasta que el auto salió
del túnel largo y espeso. Una montaña llena de neblina los recibió, también
había un lago y un puente de madera que servía para atravesarlo, y, justo al
frente se mostraba una cabaña de diseño antiguo que a simple vista lucía
acogedora.
—Aquí podremos hablar con calma —informó el omega, para luego salir
del auto.
Yoongi lo siguió sin pensarlo mucho. Juntos subieron las escaleras de
piedra que los guiaban hasta la cabaña. El viento frío, la humedad de una
suave brisa y el aroma espeso a bosque le dio al alfa una tranquilidad
exquisita, donde tuvo la necesidad de respirar profundo más de un par de
veces, sintiendo que jamás podría tener suficiente de ello.
—Nunca imaginé que existía un lugar como este —comentó el alfa.
—Mi padre construyó esta cabaña para mi madre y para mí —confesó
Jimin, mientras abría la puerta principal—. Nadie en la manada sabe de su
existencia, permaneció como un secreto de la familia, hasta ahora.
El alfa se sintió cálido con esa confesión. Ingresó al espacio y miró con
mucha atención cada detalle, la oscuridad dejó de ser un problema cuando
Jimin puso a funcionar la gran chimenea y las antorchas de las paredes. Fue
gracias a ello que Yoongi descubrió el espacio pequeño, pero acogedor. No
habían divisiones, era un mismo salón donde habían tres asientos cómodos,
una cama grande, un librero y una mesa.
—¿Quieres chocolate? Me aseguré de traer porque la noche es un poco
fría.
Yoongi aceptó la taza de chocolate caliente con una sonrisa pequeña, miró
atentamente al omega que lo acompañaba y amó todo lo que estaba
sucediendo en ese momento. Jimin compartió un lugar sumamente especial y
privado con él, quería hablar con él, estaba con él... así que, había llegado el
momento para que el alfa legendario se sincerara por completo.
—Sé que estás molesto y dolido conmigo... lo entiendo y lo lamento —
inició, encargándose de mirarlo a los ojos—. Por eso quiero aprovechar este
momento para contarte mi verdad, antes que tú hagas lo mismo.
Jimin se convirtió en una víctima de los latidos alocados de su corazón.
Una parte de él se mostraba recelosa con la idea de debilitarse ante alguien;
sin embargo, existía otra, una más fuerte que le gritaba que todo aquello era
necesario para continuar.
—Hazlo —susurró, cayendo en la mirada bañada en oro del alfa—.
Cuéntame tu verdad, te prometo que voy a creerla.
Yoongi dejó la taza vacía en la mesa y volviendo a fijar su mirada en la del
omega fue que comenzó a hablar.
—Era el mayor de dos hermanos con los que crecí. Uno de nombre
JaeSoon y una ruidosa que responde al nombre de RueSo. Desde pequeño me
interesé en la manada, tanto así que me gané el título de líder porque los
mismos lobos lo decidieron. Crecimos juntos, entrenamos juntos y fuimos
aumentando nuestras habilidades hasta que comenzamos a llamar la atención
—hizo una breve pausa y continuó—: comenzamos a ser perseguidos por
manadas más fuertes y más avanzadas en tecnología, era una catástrofe.
Sobrevivimos así por años, hasta que finalmente decidimos internarnos más
en los bosques y permanecer únicamente en nuestra forma animal para
siempre estar preparados en caso de ser sorprendidos por algún grupo de
caza.
—Así que de ahí surgió la leyenda de los legendarios —murmuró Jimin
con una sonrisita.
—Sí, nos funcionó mucho que pensaran que estábamos extintos —
reconoció Yoongi—. Todo estuvo en calma, hasta que de repente llegó un
forastero que se presentó como Kaisa —apuñó las manos—. Él reclamó el
mando de la manada, creía que le pertenecía por derecho al ser mayor que yo;
sin embargo, ninguno lo reconoció, así que se fue, dejando a su hijo con
nosotros.
—Jungkook —mencionó Jimin.
—Ese cachorro es como un hijo para mí —dijo el alfa—. Cayó en mis
manos cuando tenía diez años y le enseñé todo lo que sabía hasta que formó
parte de la manada sin problemas —dijo, y de pronto su rostro se oscureció
—. Tiempo después, Kaisa regresó. Tenía el rostro desfigurado, culpó a los
omegas, dijo que fue un prisionero durante todo ese tiempo y que había
logrado escapar por fuerza de voluntad, ya que el líder del clan lo había
mandado a matar sin piedad.
La información que el líder iba recibiendo encajaba a la perfección con su
propia versión de la historia. Incluso hubo algunos detalles que hasta el
momento creyó poco relevantes, y no pudo estar más equivocado.
—Me retó a una pelea por el mando de la manada —continuó el alfa—.
Gané y una vez más me impuse como el verdadero líder. Kaisa pidió
quedarse, no me negué, al final él también era mi hermano —gruñó—. Esa
misma noche me atacó por la espalda, dejándome inconsciente en un lugar
que era conocido por ser frecuentado por los grupos de caza.
>> Desperté dentro de una jaula, habían otros miembros de mi manada en
jaulas parecidas. Enfurecí cuando me di cuenta de la traición de mi hermano,
rompí los barrotes e intenté huir, pues sabía que mi propia manada corría
peligro real. Fue allí donde me enfrenté a tu ex prometido, Jung Hoseok tenía
talento para la caza y lo demostró cuando me doblegó con sedantes y me
encerraron en otra jaula más segura.
Jimin escuchaba, atento y en silencio, siendo un incentivo para que Yoongi
continuara.
—Volví a despertar, pero el lugar era diferente. Se trataba de una
habitación bastante lujosa, con objetos que me parecían extraños —sonrió un
poco—. Recuerdo que, estaba tan curioso al respecto que me olvidé por
completo de la situación de peligro, y cuando quise reaccionar para romper la
jaula, descubrí que era demasiado tarde —lo miró a los ojos—. Fue en ese
momento cuando te conocí.
>> Te miré y mi lobo rebelde y salvaje cayó sumiso por ti. No fingí mi
comportamiento torpe, tampoco la timidez que mostraba cuando estabas
cerca de mí. En verdad, era y soy un cachorro perdido por ti, cayendo
profundo y volviéndome estúpido, porque, ¿de qué otra manera podría
explicar que jamás intenté escapar cuando estaba contigo?
El omega sonrió débilmente, permitiendo que el alfa le tomara las manos y
las besara.
—Me enamore de ti, Jimin. Lo hice y no me arrepiento —aseguró—.
Empecé a sospechar del peligro que corría la manada cuando te involucraste
en el caso de los omegas y el virus, desde ahí supe que algo andaba mal, y
todo cobró sentido cuando descubrí que NamJoon era un alfa infiltrado.
—¿Cómo lo descubriste? —inquirió el omega.
—Hay instintos que no se pueden ocultar. Sólo tuve que observar como se
comportaba al lado del comandante Kim para sacar mis propias conclusiones
—respondió—. Fue fácil saber que Kaisa estaba metido en todo, que era el
responsable y que buscaba acabar con la manada como lo había hecho con la
mía —se relamió los labios—. Supe que Jungkook había sido involucrado,
entonces temí más por ti y tu gente.
>> Decidí buscar a tu padre. Me mostré ante él como el alfa líder de los
alfas legendarios y le dije todo lo que había descubierto, así como todo lo que
podría pasar si no actuaba rápido. Fue difícil al principio, pero YoonWoo
terminó accediendo y fue así como ambos creamos una alianza, con el único
propósito de proteger tu vida y tu tiempo en el poder.
—Diosa... —suspiró bajo—. ¿Hiciste todo por mí?
—Daría todo por ti —prometió—. Con la alianza y tu próximo matrimonio
debía empezar a moverme. Por eso me fui, necesitaba volver a los bosques
para encontrar rastros que me llevaran al lugar donde viví con mi manada y
así recuperar la mayor cantidad de soldados que pudiera.
Fue en ese momento que algo hizo click en la mente de Jimin.
—Por eso dijiste que amabas y que preferías morir antes de abandonarme
—recordó—. Ibas a irte y querías que lo tuviera presente en mis
pensamientos.
—No quería que me olvidaras —dijo el alfa con mirada lastimera—. Me
fui y sabía que al volver te encontraría casado —tensó la mandíbula, con sus
ojos brillantes en lágrimas contenidas—. No me equivoqué, te casaste con
Jackson y lo marcaste.
—Tenía que hacerlo —dijo Jimin, mientras cerraba los ojos con fuerza—.
Al principio creí que podría establecer una relación normal con Jackson, pero
no pude pasar de la noche de bodas. Siempre estuviste en mis pensamientos,
y eso me jodía.
Yoongi apretó las manos más pequeñas con sutileza, pero el contacto fue
tan real que pudo demostrar el temor que azotaba el pecho del alfa sin
compasión alguna.
—¿T-te enamoraste de él? —preguntó. El castaño no sabía por qué hizo tal
cuestión, de lo que sí estaba seguro era que temía de la respuesta.
—No —respondió Jimin de inmediato y con total seguridad—. No amo a
Jackson, Yoongi. Lo aprecio y confío en él, nuestra relación es más de
amistad que cualquier otra cosa —rió un poco—. Incluso dormimos en camas
separadas.
—Tienen la misma habitación —acusó el mayor con un puchero.
—Una habitación que tiene dos camas —indicó Jimin con una sonrisa
entretenida—. Debe ser así porque sería extraño para todos los demás que
empezáramos a usar habitaciones individuales estando recién casados. Los
rumores correrían, y no es algo conveniente, ¿lo entiendes verdad?
—Lo entiendo —musitó el mayor con los hombros caídos.
El omega Park soltó el aire que tenía retenido, y con una de sus manos
tomó la barbilla del alfa para hacer que lo mirara a los ojos.
—No mentí cuando dije que era un matrimonio político —aseguró—.
Tampoco mentí cuando dije que sería sólo para ti...
—Jimin...
—Quiero ser tuyo, alfa —confesó, sintiendo una estampida completa en su
interior, viéndose tan frágil como una hoja otoñal sacudida por el viento.
—Dímelo otra vez —suplicó Yoongi, con sus ojos brillantes puestos en el
omega que amaba y que se había adueñado de cada trocito de su alma—. Por
favor...
El omega lo contempló en silencio, permitiendo que toda la tempestad de
su interior se calmara para poder darle la noticia al hombre que seguía
mirándolo con anhelo.
Se inclinó, besó la frente del mayor y con sus alientos mezclándose, Jimin
repitió las palabras que el alfa tanto quería escuchar, esta vez levemente
modificadas.
—Queremos ser tuyos, nene —susurró, atento a la reacción tierna del
hombre grandote frente a él.
Lo primero que Yoongi hizo fue fruncir el ceño y arrugar la nariz, lo
segundo fue ladear la cabeza hacia la izquierda, y lo tercero fue abrir la boca
y los ojos a más no poder.
—T-tú... t-tú...
—Estoy embarazado —confesó con un hilo de voz—. Estoy esperando un
hijo tuyo.
Jimin finalmente pudo decirlo, sin rastros de dudas o temor. Esa confesión
hizo que el lobo de Yoongi se alzara orgulloso, rasgando el alma de su
portador y aullando a la antigua Diosa, pues había sido recompensado con el
mayor regalo de todos, con ese tesoro valioso que estaba creciendo en el
vientre de su amado.
La noticia hizo cortocircuito en la mente del alfa. Un hijo... él iba a ser
padre, el hombre que amaba le daría un cachorro, una porción hecha por
ambos y que amaría y protegería durante todos los días de su vida.
Ahogó un sollozo y cayó de rodillas frente al omega.
Yoongi rodeó la cintura ajena con sus brazos temblorosos, hundió el rostro
en el abdomen del omega y entonces lloró con mayor fuerza, siendo víctima
de esos sentimientos fuertes que nacieron de él y que ahora estaba
compartiendo con Jimin.
—U-un hijo... —susurró ahogado—. Me darás un hijo.
—Sí —respondió el pelinegro. Entonces se animó a hacer una confesión
más—. Le daré un hijo al alfa que amo.
"Al alfa que amo" Diosa... esas palabras fueron magia ancestral que
alimentó el espíritu de Yoongi, volviendo de él un ser fuerte e imparable,
capaz de dar todo por su omega y por su cachorro.
Levantó la mirada, encontrándose con los ojos oscuros del menor. Todavía
sentía las lágrimas saliendo de sus ojos, pero al alfa no le importaba, de
hecho, ya nada podía importarle más que no fuese su pequeña familia.
—Me amas, omega —dijo, mostrando la sonrisa más hermosa y amplia
que Jimin pudo mirar.
—Te amo —repitió.
El alfa se enderezó y tomó al omega entre sus brazos, le llenó el rostro de
besos, permitiendo que sus aromas mezclados sirvieran de manto protector
para el hijo de ambos.
—No te dejaré ir —dijo el castaño.
—No pienso irme —susurró Jimin.
—Te amo tanto —musitó, rozando su nariz con la del omega.
Segundos después, sus labios crearon un beso que fue diferente a todos los
demás. Aún en medio de la guerra, el caos, la sangre y el dolor, hubo un amor
fuerte y real que fue capaz de florecer en la mayor adversidad, como la
preciosa flor de loto que llegaba a adornar los lugares más sombríos.
Para Jimin y Yoongi su amor era algo similar, pues era lo único que los
mantendría de pie en los tiempos de guerra.

"Entre guerras nos amamos y entregamos".


Ya están juntos.
¿Qué les pareció el capítulo? Por favor, dejen aquí sus opiniones al
respecto.
Infinitas gracias por leer. Les quiero montones.

⛓Yoon~
⛓Chapter forty nine!

La pequeña cabaña estaba impregnada del aroma de ambos.


Yoongi estaba sentado, en su regazo sostenía a Jimin, manteniéndolo
encerrado entre sus brazos, mientras sus labios continuaban enredados con
los del omega en un beso infinito que les había robado suspiros y dejado sin
aliento.
El alfa sentía que estaba viviendo un sueño. Se enteró que iba a ser padre,
y que sus sentimientos eran correspondidos con la misma fuerza que él
demostraba los propios. Ahora comprendía el comportamiento protector que
tenía su lobo cada vez que estaba cerca del líder omega, y también sabía el
motivo por el que los aromas de Jimin estaban adquiriendo dulzura.
Había preñado a su omega, en el vientre de Jimin crecía un cachorro que
sería fuerte, y ese conocimiento hizo que Yoongi inflara el pecho en orgullo.
—Eres un presumido, nene —murmuró Jimin sobre los labios contrarios.
—Llevas a mi hijo en tu vientre. Para un lobo no hay mayor honor que ese
—respondió, mirándole con absoluta devoción.
El omega aprovechó ese momento para hablar de algo importante. Tomó
una distancia adecuada del alfa y se sentó al lado de él, tomando las manos
más grandes para mantener el contacto íntimo que los tenía sumergidos en
una burbuja llena de tranquilidad.
—Estoy embarazado de un alfa... —hizo una pausa prolongada, con su
atención puesta en el hombre a su lado—. Soy el líder de una manada que
tiene leyes antiguas y estrictas que no conocen rangos al momento de ser
usadas, ¿entiendes lo que te quiero decir?
En ese momento exacto, la expresión tranquila de Yoongi cambió por
completo. El alfa demostró la naturaleza salvaje que corría por cada una de
sus venas, sus ojos dorados como oro se fundieron en algo más denso y
mortal, sus aromas aumentaron y todo su cuerpo cambió a un arma letal que
sería usada si el omega y su cachorro corrían el mínimo peligro.
—No permitiré que te hagan daño —rugió, en compañía de su lobo
sangriento que estaba alerta—. Mataré a todo aquel que se convierta en una
amenaza para ti y nuestro hijo.
—No puedes matar a toda mi manada, alfa —dijo Jimin—. Porque son
ellos mi amenaza; si se enteran que el padre de mi hijo es un alfa me acusarán
de traición a la ley —informó con la mandíbula tensa—. Un delito de esa
magnitud dará la oportunidad al concejo de hacerme trizas. Y créeme, ellos
van a aprovecharla.
Yoongi no conocía a profundidad las leyes de la manada del omega, pero
sí lo suficiente para comprender las palabras de Jimin. YoonWoo le advirtió
de muchas ellas, le dijo que si deseaba permanecer al lado del pelinegro debía
actuar con prudencia e inteligencia, mantener en control sus instintos y
esperar cauteloso la valiosa oportunidad de un ataque certero.
Fue entonces que Yoongi comenzó a analizar todos los puntos importantes
de la conversación, los enlazó rápidamente con la realidad que estaban
viviendo, una donde Jimin era el líder absoluto y él un general... una donde el
omega estaba casado con un beta, y...
Inmediatamente se puso de pie.
—Dirás que nuestro hijo es de Jackson —acusó con el ceño fruncido,
mientras lidiaba con la indignación total de su lobo que no tardó en gruñir
para demostrar protesta.
—Yoongi...
—Mierda, no —gruñó—. Ese bufón no tiene derecho de llamarse padre de
mi cachorro ante los demás, ni siquiera es digno de llevar tu marca —aseguró
con furia palpable—. No quiero que nuestro hijo lleve su apellido, ¿dónde
quedo yo, Jimin?
—Te estas precipitando —comentó el omega, mostrándose relajado, como
si tuviera todo calculado.
—No me quitarás los derechos sobre mi hijo, ¿verdad?
—No. Si esos fueran mis planes, no te hubiera dicho que es tu hijo.
Yoongi soltó un suspiro aliviado para luego volver a sentarse, tomó una de
las manos del omega y la llevó a sus labios para llenarla de besos pequeños y
continuos, sintiéndose bien al ver a Jimin sonreír.
—Tienes un plan —comentó el alfa, ansioso por escucharlo.
—Faltan pocos días para que mi aroma delate mi embarazo, Félix me lo
advirtió —inició el menor—. Mi matrimonio es la fachada perfecta, los pocos
o muchos que sospechen mi estado comenzarán a concluir que el cachorro es
de Jackson, pero nosotros no haremos ningún comunicado oficial —explicó a
detalle—. Permaneceremos en silencio, mientras trabajo en modificar las
leyes necesarias y deshacerme del concejo.
—¿Y si alguien te pregunta directamente? —inquirió Yoongi.
El omega soltó una carcajada antes de asegurar:
—Nadie es lo suficientemente valiente como para hacerlo.
El alfa le dio la razón. Todo el pueblo le temía a Jimin, también lo
respetaban; ahora los miembros del concejo estaban tensos por el decreto que
se llevaría a cabo, así que, si descubrían el embarazo no le darían la
relevancia suficiente y rápidamente concluirían que era de Jackson.
Sin embargo, tanto Jimin como Yoongi sabían que su bebé era una
amenaza real para Kaisa. Ese niño o niña que aún no nacía ya era el sucesor y
heredero de la manada que el líder rebelde pensaba conquistar, así que se
convirtió en un fuerte obstáculo con el que aún no contaba.
Un niño con sangre Min y Park, el producto de la unión entre un alfa
legendario y un omega puro era una real amenaza en la guerra, es por ello que
Jimin decidió mantener el perfil bajo, permitir que las cosas tomaran su curso
y actuar sin rodeos.
—Hay dos infiltrados en el concejo, es suficiente para querer eliminarlo de
mi mandato —comentó el líder.
—Es arriesgado, todas las manadas podrían declararte la guerra y romper
las alianzas —dijo Yoongi—. Kaisa podría aprovechar para convertir a tus
aliados en enemigos mortales.
—Lo sé, por eso estoy esperando pacientemente la oportunidad perfecta
para hacerlo —dijo, con su mirada puesta en el fuego de la chimenea—. Pero
te juro que no descansaré hasta deshacerme de cada uno de ellos.
El alfa hizo que el omega se recostara encima de su cuerpo, besó la
cabellera oscura y lo envolvió entre sus brazos. Tiempo después, ambos se
quedaron dormidos.
El clan de las montañas fue una sorpresa agradable para Jungkook y para
NamJoon.
El terreno era boscoso, fresco y lleno de ríos, donde la mayoría de los
campesinos trabajaban como pescadores para abastecer los mercados
tradicionales del lugar.
Habían cuatro aldeas, las personas eran amables, convivían entre ellos con
mucha armonía y no se metían en líos ajenos. Sin embargo, lo que más
agradó al par de visitantes era ver con sus propios ojos cómo vivían los alfas
ahí.
Era increíble. Los alfas tenían sus propios negocios, altos cargos dentro de
la manada y podían formar una familia con quien quisieran, sin temor a ser
juzgados, cazados o esclavizados.
Vivían en libertad, plenitud y dignidad. Mostraban su casta con orgullo, y
en sus pensamientos jamás existió la idea de huir o tener que defenderse.
NamJoon sonrió pequeño al ver un trato igualitario, mientras que Jungkook
estaba luchando para contener la gran emoción que sentía, misma que se
mostraba en lo cristalino de sus ojos.
—El clan de las montañas se mantiene leal a las viejas costumbres —
comentó Jackson con orgullo—. Tenemos un estilo de vida bastante sencillo
en realidad, no anhelamos nada más de lo necesario y no luchamos contra
corriente.
—Pero tienen una de las mejores defensas en el campo de batallas, y el
muro de rocas del sur es impenetrable para las fuerzas enemigas —dijo
NamJoon con emoción.
—Que no nos guste iniciar batallas no significa que los demás vayan a
respetar nuestro modo de vivir —indicó el líder de esas tierras—. Hemos
recibido muchos intentos de invasión en los últimos cincuenta años, así que
aprendimos a defendernos.
Los tres caminaban tranquilamente en la aldea sur, ahí mismo se
encontraba la casa de Jackson que sería el mismo lugar donde NamJoon y
Jungkook vivirían durante su estancia en las montañas.
—Eres un gran líder, hyung —elogió Jungkook con ojitos brillantes.
—Siempre trato de aprender algo nuevo cada día, pero te lo agradezco —
respondió el beta con una sonrisa—. Ustedes dos aprenderán todo lo
necesario para formar parte de la guardia negra comandada por Min Yoongi.
—Yo... yo no soy un lobo legendario —murmuró NamJoon con
incredulidad.
—No es necesario que lo seas —aseguró Jackson—. Jimin te quiere ahí y
Yoongi no tuvo problemas cuando se le informó. Tu deber ahora es entrenar
con voluntad para formar parte.
Llegaron hasta la residencia del líder, una construcción de gran tamaño de
madera sólida y ventanales amplios de cristal. Jackson le mostró a cada uno
sus habitaciones, y también puso el personal a la disposición de ellos,
presentándolos como invitados importantes que su esposo Park Jimin había
enviado a las montañas.
—El entrenamiento comenzará mañana a primera hora —informó—.
Descansen todo lo que puedan.
NamJoon y Jungkook aceptaron los cambios que sus destinos estaban
pasando. Habían llegado hasta ese lugar para convertirse en verdaderos
guerreros, y ninguno de ellos pensaba flaquear en su misión.
Kaisa estaba enfurecido.
La noticia del decreto oficial que Park Jimin hizo valer frente a todos fue
una violenta abofeteada a su orgullo de alfa. Jamás, ni en sus más remotos
pensamientos creyó que el chiquillo omega tendría el coraje suficiente como
para desafiarlo de esa manera.
—Te dije que lo estabas subestimando —dijo Yugyeom con los dientes
apretados—. Jimin no es como su puñetero padre. Es más peligroso, y por
eso debimos matarlo cuando tuvimos la oportunidad.
—Se supone que el concejo no permitiría que sucediera algo así —gruñó.
Yugyeom soltó una risa cargada de sarcasmo que enrabió todavía más al
líder de los rebeldes. La pequeña discusión era de ellos dos, todos los demás
que estaban presenciando permanecían en completo silencio, agregando
tensión a la situación que claramente había salido de sus manos.
—¿Qué parte de que Park Jimin no es como su padre no entendiste? —
bramó Yugyeom—. YoonWoo se dejaba dominar por el concejo, valoraba
sus opiniones y demás, por ello nos resultó ventajoso —le recordó—. El
actual líder no es así. Siempre hizo lo que quiso y nadie se atravesó en su
puto camino, porque los exterminaba sin remordimientos o dudas.
—Ese mocoso no es ningún líder —siseó amenazante. El mal humor le
estaba nublando el juicio, sintiéndose acorralado, como una asquerosa presa
que cayó en su propia trampa.
—Lo es. Nos jodió y tienes que admitirlo —dijo Yugyeom—. Hiciste mal
en matar a YoonWoo, era una debilidad que podíamos usar a nuestro favor.
—Encontraré otra debilidad, aún no me ha vencido.
—El ejército de legendarios está inquieto y es cuestión de tiempo para que
se revelen —le recordó Yugyeom—. Yoongi juró lealtad a Park, el ejército
que tienes le es leal a él, ahí ya tienes una desventaja marcada —sonrió sin
gracia—. La única fortaleza que teníamos eran los infiltrados, fue un trabajo
de años y ahora será destruido por un maldito decreto.
—¡Cállate! —bramó Kaisa, para luego concentrarse en su mejor estratega
—. ¿Qué tan seria será la perdida con ese decreto?
—Muy seria, mi líder —respondió el hombre con tensión—. Si Park Jimin
asesina a todos los alfas de la manada perderemos más de la mitad de nuestro
ejército. Quedaremos vulnerables y no sobreviviremos si deciden atacarnos.
—¡Maldita sea! —gruñó enfurecido, al mismo tiempo que sus puños
impactaban en la madera de la mesa.
Kaisa no quería admitirlo, pero realmente estaba acorralado. Al parecer la
muerte de Park YoonWoo no fue suficiente para debilitar al último de los
Park; más bien parecía que tuvo el efecto contrario, porque el omega lo
estaba atacando sin descanso y sin rastros de temor.
Terminó soltando una carcajada que asombró a más de uno de los
presentes.
—El chico tiene valor —comentó sonriente.
—¿Qué ordena, mi líder? —preguntó uno de ellos.
Kaisa se tomó su tiempo para responder a esa pregunta, caminó alrededor
de la mesa donde estaba un mapa extenso de la manada, y luego su mirada se
fijó en la lista de clanes que mantenían una alianza con Park Jimin.
En su cabeza se formó una posibilidad bastante tentadora, haciendo que
una sonrisa oscura endureciera sus facciones.
—Imaginen a Park como una torre impenetrable, pero, ¿qué pasaría si los
cimientos de esa torre comienzan a desaparecer? —preguntó.
Yugyeom lo entendió de inmediato, la mueca cómplice lo delataba.
—Piensas destruir sus alianzas —aseguró convencido.
—Y utilizaremos el mismo tratado que Park inició a nuestra conveniencia
—habló Kaisa.
—No será tan fácil lograrlo —opinó el estratega—. Las clanes aliados son
fieles al linaje Park, doblegarlos no es una opción.
—Lo tengo en cuenta. Por esa misma razón necesito reunirme con Suyin,
él es indispensable en este momento.
—Suyin es miembro del concejo y Jimin ha cerrado todos los accesos a la
manada —dijo Yugyeom—. No será posible.
Sin embargo, la expresión victoriosa del líder de los rebeldes no se borró
de su rostro, mostrando a los demás que tenía un excelente plan formándose
en lo más secreto de su mente.
Pocos minutos después, la voz de Kaisa volvió a escucharse.
—Suyin estará a mi lado dentro de poco, y también recuperaré a mi hijo.
No era una promesa, sino un juramento escrito con la sangre de su
enemigo.
Estoy preguntándome seriamente a quién debo matar en los próximos
capítulos.
Jajsjaja bromita, o no.
Espero que el capítulo les haya gustado, y también vuelvo a
disculparme por si encuentran una falta ortográfica.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty!

Yoongi soltó un jadeo placentero.


Hace algunos segundos despertó y no existía otra razón más que los labios
expertos, suaves, húmedos y demandantes que estaban entretenidos en su
cuello; sin mencionar la lengua que lamía tentativamente su mandíbula,
creando un recorrido lento hasta la oreja izquierda.
—Omega —suspiró, apretando la cintura ajena hasta que no hubo espacio
entre ambos cuerpos.
—Quiero follar contigo —demandó Jimin, sin detener sus besos y
mordidas en el cuello pálido.
Recibió un gemido como respuesta. Ambos continuaban en la cabaña y
deducían que era de madrugada. Al principio, Jimin quiso mantener las cosas
en calma, pero pronto descubrió que la calma no era la palabra adecuada para
describir todo lo que ese alfa le hacía sentir, y él tampoco pensaba seguir
reprimiendo sus propios deseos.
Se miraron a los ojos, el omega sufriendo exquisitos estremecimientos
cuando notó la forma perversa y lasciva con la que el alfa lo devoraba.
—Quiero follarte —confesó Yoongi—. Follarte de verdad y hacerte mío.
—Hazlo —tentó el menor, mordiéndose el labio inferior—. Hazme tuyo,
nene.
El alfa cargó al omega sin ningún tipo de problemas, se levantó y lo llevó
hasta la cama que había pasado desapercibida durante ese tiempo, pero que
ahora ambos le darían un buen uso.
Recostó a Jimin en el colchón y él se situó encima. Los besos de Yoongi se
tornaron apasionados, justo en ese momento, el castaño estaba teniendo la
oportunidad que siempre quiso, demostrándole al omega que amaba toda la
lujuria que le despertaba con tan sólo una mirada.
Devoró los labios gruesos del menor, los succionó con avidez y los mordió
con ansias. Dejó impresa una huella imborrable que fue adornada por los
chasquidos húmedos que sus lenguas juntas formaron en menos tiempo del
esperado.
Muy pronto sintieron la necesidad de estar piel con piel. Yoongi comenzó
a quitarse la ropa siendo ayudado por Jimin, ambos fueron rápidos al hacerlo,
y cuando estuvieron totalmente desnudos, el omega cambió las posiciones,
colocándose a horcajadas sobre el glorioso cuerpo del alfa.
La posición exacta hizo que el pene erguido del alfa quedara preso en
medio de los glúteos mojados del omega. Jimin comenzó a deslizarse de
adelante hacia atrás, frotando con su piel la sensibilidad de su hombre,
obteniendo a cambio gruñidos primitivos y absolutamente sensuales.
—¿Te dejarás doblegar por mí? —preguntó el líder, conectando su mirada
necesitaba con la de su amante.
—Siempre lo hice y no es algo que esté dispuesto a cambiar.
—Buen chico —ronroneó el omega, mostrándose satisfecho con la
sumisión natural que el alfa le entregaba por propia voluntad.
El embarazo estaba resultando bastante útil en ese momento. La descarga
hormonal extra alojada en el organismo del omega hizo que la cantidad de
lubricante se multiplicara, además, iba acompañado de un dulzor que tenía
enloquecido a Yoongi, con el miembro duro y pulsando enloquecido.
Jimin tomó el pene del alfa en un agarre firme, masturbó con la intención
de enloquecer y lo estaba consiguiendo sin problemas, soltando un gemido
largo cuando sintió su palma empapada por líquido seminal.
Lo alineó en su entrada empapada y poco a poco lo fue ingresando. Gruñó
cuando la punta abrió su interior, soltando más sonidos similares cada vez
que más carne abría paso en su canal, lenta y deliciosamente.
—Debiste prepararme primero —comentó, mientras continuaba
penetrándose.
—No me diste la oportunidad para hacerlo —se defendió el alfa, tensando
la mandíbula cuando la estrechez del omega lo envió por un abismo
placentero que amenazaba con perderlo.
—No importa —jadeó Jimin, mirándolo con oscuridad—. Ya está todo
enterrado en mi culo.
—Joder —gruñó el alfa, aferrando ambas manos en el trasero prominente
del omega.
El pelinegro comenzó a montarlo con intensidad, los movimientos de sus
caderas eran certeros, lograban encontrar su punto sensible, mientras que los
músculos de su interior se encargaban de proporcionar placer al hombre bajo
su cuerpo, pues constantemente se encargaban de apretar la polla mojada que
entraba y salía con rapidez.
—¿Te gusta, alfa? —cuestionó, al mismo tiempo que sus uñas marcaban el
pecho fuerte de Yoongi, incluyendo los hombros tensos.
—Mierda, sí —maldijo, mirando embelesado como el omega caliente y
sexy que tenía encima utilizaba su miembro para joderse hasta el delirio.
En un movimiento rápido, el alfa quedó sentado en la cama. Apretó sus
brazos alrededor de la cintura del omega que continuaba montándolo, y,
haciendo uso de su fuerza lo ayudó a moverse con más profundidad, llegando
tan hondo que Jimin comenzó a gritar de verdad.
La cama se movía, sus cuerpos sudaban. Mordidas, gruñidos, embestidas y
besos acalorados eran los ingredientes del caos delicioso que estaban
experimentando.
Jimin detuvo abruptamente sus movimientos, tomó con fuerza el mentón
del mayor y lo obligó a mirarlo, sucumbieron a la lujuria de sus miradas,
donde un beso profundo y desordenado se creó en sus bocas, intenso, sucio,
animal.
—Cógeme fuerte —ordenó el líder.
El omega formó la posición que quería, quedó apoyado con las manos y
rodillas y el culo alzado en dirección al alfa que no dudó en colocarse detrás
de él para cumplir con los deseos del pelinegro.
Yoongi lo penetró de una sola estocada, su miembro llegó tan profundo
que Jimin juró ver galaxias enteras que todavía no llegaban a descubrirse,
sintiéndose derretir cuando el cuerpo grande y caliente del mayor se pegó al
suyo para comenzar a penetrarlo.
Las manos del castaño apretaron la cintura ajena hasta marcarlas, el pene
entraba y salía con la misma velocidad que Jimin expulsaba sus gemidos
agudos, siendo el acompañante perfecto para todos esos sonidos húmedos que
estaban formando la unión de sus cuerpos sudorosos y desnudos.
"Ah, ah, ah, ah" era todo lo que Jimin podía decir, y para Yoongi era más
que suficiente.
El alfa comenzó a masturbar al menor, el ritmo de su mano era tan intenso
como el de sus caderas, otorgando placer doble al omega que estaba
tembloroso y completamente perdido en las sensaciones que Yoongi formaba
en cada porción de su cuerpo.
—M-más... quiero más —balbuceó el omega. El labio inferior estaba roto
y sangraba, pero Jimin no le prestó atención.
Estaba más ocupado en sentir como el miembro del alfa lo llenaba por
completo.
Yoongi cambió las posiciones. Tumbó al omega y se colocó encima de él;
las piernas gruesas del menor le rodearon la cintura, casi en el mismo
momento que el alfa volvía a hundirse en el interior del pelinegro.
Ambos adoptaron un ritmo más lento y profundo que los tenía
adormecidos. La boca de Yoongi saboreó los pezones sensibles del otro,
dejando que sus dientes juguetearan un poco hasta activar cada partícula
nerviosa que ayudara a construir el orgasmo demoledor que ansiaba darle a
su omega.
La actividad favorita de Jimin era rasguñarle la espalda. El omega clavaba
sus uñas con profundidad, dibujando líneas rojizas en el lienzo blanco,
mientras sus oídos eran consentidos por los gemidos roncos del alfa.
—¿Te gusta la forma en que te hago mío? —inquirió el mayor,
acompañado de gruñidos y jadeos ahogados.
—Me encanta —soltó Jimin, para luego morder con fuerza el hombro
derecho del alfa.
El dolor que la herida ocasionó envió látigos placenteros que atacaron
directamente en la polla rígida del castaño.
Yoongi gruñó, alcanzando el orgasmo al mismo tiempo que Jimin. Llenó
completamente el interior caliente que lo estuvo recibiendo, donde el nudo
tenso y grande no permitió que ninguna gota de esencia saliera.
Tenían los corazones agitados y las respiraciones aceleradas. Juntos
lucharon por recomponerse de los estragos del orgasmo, aunque era difícil.
En esos momentos, ambos eran víctimas crueles del infinito placer que se
formaba únicamente cuando estaban juntos.
El castaño enfocó la mirada en el omega que estaba abajo de él, lo miró
atentamente, deleitándose al verlo jadeante, sonriente y con el rostro
enrojecido por el esfuerzo.
—¿Estás bien? —susurró la pregunta, mientras frotaba levemente su nariz
sobre la otra.
—Estoy muy bien —respondió el omega, soltando un jadeo bajo cuando el
mayor salió de su interior.
Yoongi se acostó, encerró entre sus brazos el cuerpo más pequeño y
empezó a llenarlo de caricias, mimos y besos perezosos que tenían como
función demostrar la entrega y amor que sentía por el omega.
El silencio entre ambos era reconfortante. Descansaron aproximadamente
una hora, y luego decidieron que había llegado el momento de marcharse.
Debían estar en la manada para el amanecer, de lo contrario se formarían
preguntas a las cuales no les convenía dar una respuesta.
—Espero que en algún momento podamos regresar aquí. —el comentario
que soltó el mayor de ambos cuando iban de salida ocasionó una sonrisa
pequeña en Jimin.
—Lo haremos —prometió el omega.
Unieron sus labios en un beso amoroso, y luego ambos subieron al auto
que los llevaría de regreso.
El decreto sangriento del líder había dado comienzo.
Dos ejércitos se encargaron de inspeccionar cada rincón del clan. Calles,
establecimientos, bosques, mansiones, absolutamente todo quedó bajo el
estandarte con el emblema del linaje Park, lo que evidenciaba que se había
cumplido con la orden del líder.
Todos los alfas fueron capturados en masa. Juguetes, esclavos, así como
aquellos que servían de entretenimiento y todos los demás que estaban a la
venta. No hubo uno que se escapara de la ley, ni siquiera los alfas que eran
juguetes de los miembros del concejo y los pertenecientes al salón rojo.
El caos en las calles era evidente. Varias personas intentaron oponerse,
pues sus negocios caerían en la desgracia con la aniquilación de lo que hasta
ese momento fue su mayor fuente de ingresos. Sin embargo, ninguno de ellos
logró objetar cuando las armas apuntaron a sus cabezas, siendo esa la
amenaza inmediata de la muerte inminente a todos aquellos que osaran
interponerse.
La palabra de Park Jimin quedó grabada con fuego y sangre en la mente de
todos los miembros de la manada.
La crueldad, inteligencia y sangre fría del líder se vio reflejada en la
organización pulcra que todos los soldados tuvieron al momento de capturar a
todos los alfas existentes en los dominios de Park.
Fueron encadenados y llevados a un mismo punto, donde un ejército
completo no dudó en acribillarlos a balazos, hasta que ninguno de ellos quedó
en pie.
Los disparos duraron alrededor de media hora, el río de sangre era
escandaloso, cubriendo la tierra, las rocas y el alma del que había realizado el
decreto cruel que pasaría a la historia.
Y fue desde ese instante, que el nombre de Park Jimin comenzó a ser
temido de verdad.
—Los cadáveres están siendo apilados en una fosa común —informó
Taeyang—. Mi ejército está a cargo de la tarea.
Jimin asintió. Estaba reunido con sus generales en el salón de reuniones del
palacio del poder. Aún estaba a la espera de un informe final, pero sabía que
esa tarea a manos del comandante Kim estaba más que realizada.
—¿Cuál fue el número real? —cuestionó, mientras jugaba con los anillos
de sus dedos para entretenerse.
—Mil quinientos trece alfas —respondió Mina.
Ella y el general Taeyang fueron los encargados de cumplir con el decreto
de su líder. Una ardua labor que les llevó cerca de cinco horas, pero que
afortunadamente pudieron hacer sin mayores contratiempos.
Yoongi aprovechó para dar su informe.
—Mi ejército cumplió con su función. La avenida Brooks, los salones y
casas de fiestas fueron completamente destruidos —informó, mirando
atentamente los ojos del omega—. El salón rojo también dejó de existir.
Jimin apuñó las manos con fuerza. Deshizo todo rastro de esclavitud, pero
el precio que pagó había quedado impreso en su alma durante cada día de su
vida.
Él no era la bestia insensible que todos creían; sin embargo, era necesario
comportarse como tal para evitar catástrofes mayores, y Jimin ya estaba lo
suficientemente manchado como para huir de la guerra o no reunir el valor
suficiente para deshacerse de la basura.
—Bien —habló—. Necesito que una tropa vigile las calles durante los
próximos quince días. No quiero arriesgarme a que las personas intenten
crear una rebelión —admitió, y luego hizo su elección—. General Hwasa y
general Amira, queda en sus manos mantener el orden del pueblo.
—Sí, mi líder —dijeron ambas al mismo tiempo.
—Las tropas de las fronteras, refuercen la guardia —ordenó—. Kaisa debe
sentirse como una bestia enjaulada y eso lo vuelve más peligroso. No vamos
a subestimarlo.
Taeyang y G-Dragon asintieron e hicieron una reverencia antes de retirarse
para comenzar a trabajar en la seguridad del territorio.
—HyunJin —llamó Jimin, obteniendo la atención del general—. Envía un
grupo pequeño a las manadas vecinas con las que tenemos alianzas, convoca
una reunión de emergencia. Wheein te dará la información necesaria.
El líder también dio un par de órdenes a Moonbyul y Mina. Finalmente, se
concentró en el general Min Yoongi.
—¿Cómo están los lobos legendarios? —preguntó con cautela.
Sabía la naturaleza de los soldados de la guardia negra, y Jimin temía que
la masacre de los alfas de la manada les afectase de alguna forma.
Afortunadamente, Yoongi pudo notarlo con facilidad.
—Ellos están bien, mi líder —respondió con tono tranquilizador—. No
debes preocuparte.
—De igual forma, empieza a movilizarlos hasta los terrenos de Jackson —
pidió, soltando un suspiro tranquilo cuando Yoongi asintió, aceptando su
orden.
—Ya formé los grupos, comenzarán a moverse en un par de horas —
informó el líder de los legendarios.
Sólo entonces, el omega respiró con mayor tranquilidad, pues tenía pleno
conocimiento de que todos sus movimientos estaban controlados.
Pude actualizar una segunda vez, que bonito.
Ahora a mimir y luego a leer.
Infinitas gracias por leer, espero que el capítulo les haya gustado.

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty one!

Jimin estaba trabajando en su oficina cuando tocaron a la puerta. Otorgó el


permiso necesario, y en cuestión de segundos alzó una ceja que evidenciaba
una sorpresa bastante fingida.
—Mi líder —saludó el omega que había llegado, ofreciendo una reverencia
completa al pelinegro.
—Suyin —pronunció Jimin, su lengua saboreando cada palabra—. ¿A qué
se debe tu visita?
El mencionado sonrió con fingida amabilidad, era una de esas sonrisas que
ablandaban los ojos a la fuerza, siendo evidente y patético al mismo tiempo.
Se tomó su tiempo para responder, pues necesitaba primero analizar todo lo
que le rodeaba, tanto grandes como pequeños detalles.
—Se trata del concejo, mi señor —inició Suyin, concentrándose en Jimin
—. Todos los miembros están inquietos por lo que sucedió ayer.
—Es problema de ellos, ¿no crees? Sabían lo que pasaría, y si lo que me
dices es cierto me demuestra que tengo un grupo de concejo bastante débil.
—Mi señor —llamó con calma—. Le suplico que comprenda un poco lo
que hizo. Fue cruel arrebatarles sus preciados juguetes, algunos de ellos no
tenían nada más que eso en sus vidas solitarias.
—Bueno, ahora pueden adoptar un perro o un gato —sugirió Jimin con una
sonrisa mezquina—. ¿A qué te enviaron exactamente? Porque si es con la
intención de hacerme sentir culpable, debo informarte que pierdes tu tiempo.
—Jamás tendría tal atrevimiento, mi señor —dijo alarmado—. Estoy aquí
porque me siento preocupado por lo que mi líder tenga que afrontar luego que
la ley comenzó a formar parte del libro de los tratados.
El omega Park lo miró con intensidad por un tiempo considerable, lo hizo
hasta que Suyin bajó la mirada con sumisión natural que no pudo controlar a
su antojo.
—Agradezco tu preocupación, Suyin —habló Jimin, en un tono plano que
no pudo mostrar si decía la verdad o mentía.
El miembro del concejo se relamió los labios, su olfato detectó un aroma
agradable que creció a medida que pasaban los minutos y él continuaba en
ese salón. Pronto descubrió de qué se trataba, habían velas aromáticas por
todo el lugar, fue un detalle que le pareció curioso, pero que al mismo tiempo
no era digno de su atención.
—Si mi señor me concede el honor de brindarle un consejo... —inició
dubitativo—. Las cosas pueden salirse de control y quiero reafirmar mi
lealtad con usted.
La mirada de Jimin se tornó en demasía peligrosa cuando preguntó:
—¿Realmente eres leal a mí, Suyin?
—¿Mi señor no confía en mi palabra como miembro del concejo? —
preguntó el mencionado.
—No te ofendas, pero no confío en nadie —sentenció Jimin—. Todos los
miembros del concejo son "leales" por temor y no por lealtad —aseguró—.
Yo no les temo, no les debo lealtad, ni una pizca de reconocimiento, así que,
lo mejor será que te guardes tu consejo. Si alguna vez llego a necesitarlo, me
encargaré de hacerlo saber.
Suyin abrió y cerró la boca sin tener idea de cómo responder. Al final, optó
por hacer una reverencia y salir de la oficina en un silencio incómodo que
quedó en el ambiente.
Jimin soltó un resoplido. Se puso de pie y caminó hasta el librero donde
tomó el libro que estuvo leyendo durante los últimos días. En las páginas
amarillentas estaba escrita toda la historia de los omegas legendarios, lo
extraordinarios que fueron y cómo esas cualidades los llevaron a la
destrucción.
Se recostó en el sillón que estaba al lado del gran ventanal, comenzó a leer
en silencio, todavía sin saber por qué sentía tanto interés en el tema, pues no
suponía algo relevante con lo que estaba sucediendo a su alrededor. Pese a
todo, el líder continuó saciando su curiosidad, hasta que la puerta volvió a ser
tocada.
—Adelante —dijo en voz alta, sin moverse de su cómoda posición.
Miró de reojo una cabellera castaña que se asomaba con lentitud, y para él
fue fácil sonreír al saber quien había llegado a verlo.
—¿Estás ocupado? —preguntó Yoongi, mordiéndose el labio con
inseguridad.
—No. —la respuesta del omega alimentó la confianza del mayor, quien no
se lo pensó mucho al momento de ingresar a la oficina y asegurar la puerta.
El alfa llegó hasta donde estaba el líder, se inclinó lo suficiente y besó los
labios ajenos de manera dulce, para luego besar el abdomen del omega que se
estremeció por la muestra de cariño.
—Huele bien —comentó Yoongi, mientras se acomodaba de tal manera
que ahora su cabeza estaba descansando en el vientre del menor, donde
aprovechaba para frotar la nariz de vez en cuando.
—Ordené que pusieran velas aromáticas por todo el lugar para que las
personas que vengan no se concentren en los cambios de mi aroma —
informó Jimin—. Fue una idea de Wheein y debo admitir que es brillante.
—¿Ella lo sabe? —cuestionó Yoongi, apoyando la barbilla en el abdomen
del pelinegro para verlo a los ojos.
—No, pero lo sospecha —respondió el líder, al mismo tiempo que sus
manos acariciaban la cabellera castaña con suavidad.
El alfa cayó rendido en las caricias suaves que recibía su cabello, apoyó la
mejilla derecha en el vientre del omega y soltó un suspiro ronco cargado de
paz. Podría quedarse dormido en cuestión de segundos, incluso querer dormir
y jamás despertar, debido a la dulzura de los aromas modificados del líder, y
también del conocimiento casi mágico de que su hijo estaba en el punto
exacto donde él estaba apoyado.
—¿Has tenido malestares? —preguntó de repente, todavía con los ojos
cerrados.
—No. Bueno, leves mareos, pero los he sabido controlar.
—¿Y antojos? —inquirió. Quería estar al pendiente de todos los cuidados
de su omega y consentirlo en todo.
—Sí, de tu polla —respondió Jimin, dejando escapar una risita cuando
miró como las orejas del mayor se pintaron de rojo.
Ambos cambiaron las posiciones que tenían para sentirse cómodos.
Yoongi se sentó en el sillón, Jimin volvió a recostarse, sólo que esta vez la
cabeza la apoyó en el regazo del alfa, permitiendo que la mano derecha del
castaño le acariciara el vientre por debajo de la ropa.
—¿El ejército de legendarios está bien? —indagó Jimin, aún continuaba
leyendo, aunque no con la misma intensidad de antes.
—Están en territorio montañoso, ordené el cambio para una semana, y
entonces tendré que viajar con ellos para hacer la distribución final.
—Viajaremos juntos —comentó el líder—. En una semana tengo que
viajar al clan de las montañas y vigilar de cerca el entrenamiento de NamJoon
y Jungkook.
—¿La reunión que pediste será en ese lugar?
—Sí, no podía hacerla aquí con el concejo merodeando. La única que sabe
es la presidenta, pero he aprendido a confiar en ella, aunque no en la misma
medida que el comandante Kim.
Yoongi hizo un sonido afirmativo y posterior a ello se quedó en silencio.
Miró atentamente a su alrededor, notando muchos papeles y libros, además
de algunas pinturas inconclusas que estaban apiladas en un rincón. Fue
entonces que descubrió que esa no era la oficina que Jimin utilizaba cuando
era el sucesor de la manada.
—Era la oficina de mi padre —informó el omega, como si tuviera la
capacidad de leerle los pensamientos—. Tuve que cambiarme aquí, aunque
no termina de gustarme.
—Tiene sentido —murmuró Yoongi, finalmente miró el libro que su
omega leía con afán—. ¿Qué estás leyendo?
El pelinegro cerró el libro y se concentró en el hombre que le acompañaba,
miró los ojos que tuvieron la capacidad de doblegarlo desde el primer
momento, sintiendo como caía más y más cada vez que lo miraba.
Suspiró, animándose a preguntar una de sus inquietudes.
—Alfa, ¿escuchaste alguna vez acerca de los omegas legendarios?
Yoongi frunció el ceño ligeramente, una señal evidente de su
concentración que le ayudó a encontrar respuestas que hasta ese momento
mantuvo olvidadas.
—Solo en leyendas —respondió.
—Cuéntame —pidió Jimin, mientras dejaba el libro de lado.
—Los omegas legendarios fueron creados bajo la magia antigua de nuestra
primera deidad, la luna de plata —contó—. Según las leyendas, ellos fueron
el verdadero complemento de lo que era su otra mitad, los alfas de mi raza.
—Alfas y omegas legendarios —susurró Jimin, más para sí mismo.
—Podían crear lazos más fuertes que los que se crean de la unión de un
beta y un omega o de ambos de la misma casta —continuó Yoongi—. El lazo
unía sus almas, las unía para siempre, y tenía la fuerza suficiente de traspasar
la vida y la muerte.
—Leí algo similar en este libro —apuntó Jimin—. Ahí se explica que los
omegas eran los únicos en brindar protección y tranquilidad a sus alfas. Fue
por ello que otras razas comenzaron a verlos como amenaza, ya que, según
ellos los legendarios eran una fuente de debilidad para todos los alfas
existentes y en la guerra algo así era inconcebible.
—Tu libro y las leyendas que yo conozco se parecen mucho —opinó el
alfa—. En las manadas de lobos salvajes, los omegas legendarios son vistos
como un regalo sagrado que la antigua diosa pidió que le fuera devuelto —
sonrió—. Sólo ella podía cuidar adecuadamente algo tan precioso de la
creación, o al menos es así como se explica su desaparición repentina.
Jimin no terminaba de entender la sensación extraña que recorría todo su
cuerpo cada vez que su mente pensaba en esa raza supuestamente extinta.
Para él debían ser únicamente cuentos fantasiosos para alimentar las mentes
hambrientas de conocimiento o sentimentalismos, mas sabía que iba mucho
más allá de eso, y esa misma razón era la que lo instaba a investigar todo lo
que pudiera respecto al tema.
—¿Crees que las leyendas son ciertas? —se encontró preguntando—.
¿Alguna vez existieron esos omega?
—Probablemente —reconoció Yoongi—. Si lo hicieron y la luna de plata
se los llevó quiere decir que mi alma destinada está en las estrellas —suspiró
—. Y es mejor, porque gracias a ello tuve la capacidad y la voluntad de
amarte como lo hago.
Sólo los alfas y omegas legendarios nacían con un alma predestinada, eso
Jimin lo supo desde que leyó el segundo capítulo del libro, aunque todavía
existían mas dudas que esperaba poder resolver más temprano que tarde.
—Nos amamos, aunque nuestras almas no fueron diseñadas para hacerlo
—comentó el omega en voz baja.
Yoongi sonrió, se inclinó lo suficiente y besó con lentitud los labios suaves
del menor, recordándole y recordándose a sí mismo que no habría batalla ni
sentimiento de pérdida lo suficientemente poderoso como para hacerles
flaquear o desconocer lo que sentían por el otro.
Se separó segundos después, donde besó las mejillas y la frente del
pelinegro, embelesándose con la mirada profunda del omega, donde le
transmitía el mismo sentimiento que él demostraba en cada uno de sus besos.
—Eso convierte a nuestro amor en algo más fuerte y real —aseguró el alfa
—. No estaba destinado a ser, pero se formó y sigue creciendo con el tiempo.
El omega sintió un sentimiento cálido alojándose en el centro de su pecho,
asintió suavemente y permitió que los brazos del alfa lo abrazaran con fuerza,
viviendo ese momento que ambos sintieron íntimo, y dejando que el silencio
brindara paz a sus corazones.
Min Yoongi estaba de lo más relajado en su habitación, comía
ansiosamente trocitos de carne cocinados al vapor en compañía de cerveza.
Debía admitir que los privilegios como general lo estaban haciendo más
vanidoso, pero tenía un humor muy bueno, así que pensó que no sería tan
malo darse ese momento a solas.
Aunque no duró mucho tiempo.
Pegó un brinco en su lugar cuando de pronto su habitación se invadió de
personas. El alfa gruñó como respuesta automática, relajándose un poco
cuando los reconoció.
Eran los demás generales y su hermana menor. Yoongi arrugó la frente
ante el último detalle, la menor de los Min lo miraba con ojitos tristes y un
puchero pronunciado.
—Ay, Yoongi —se lamentó RueSo, corriendo hasta donde estaba su
hermano—. ¿Estás bien?
—¿Por qué no lo estaría? —cuestionó con una ceja alzada, notando
también las muecas incómodas de los demás generales.
—Les dije que estaba mal —comentó Amira, mirando las cervezas y la
carne—. Ya comenzó a desahogar sus penas tragando y bebiendo.
El alfa no entendía nada. Miró a cada uno de los presentes y pronto frunció
el ceño, denotando irritación que no hizo más que crecer cuando los escuchó
suspirar con fuerza.
—O me dicen que diablos les sucede, o se largan de mi habitación —
gruñó, hastiado de tanto misterio y comportamiento tonto.
—Estamos para apoyarte, niño —habló Hwasa, pero no era una
explicación detallada como la que Yoongi necesitaba.
—Sabemos que la noticia te golpeó fuerte, y como buenos compañeros
quisimos venir para que no estés solo —agregó Mina.
—Oh, Yoongi —lloriqueó RueSo—. Lo lamento mucho, hermano.
—Lo único que lamento es que me arruinaron el momento agradable que
estaba teniendo —gruñó el mencionado, dándoles a cada uno de ellos una
mirada irritada.
—Mierda, no sabe nada. —el comentario aterrado de Moonbyul llenó de
tensión toda la habitación.
—¿Qué debería saber? —preguntó el castaño, ya para ese momento estaba
asombrado de su paciencia—. ¡Hablen ya!
—¡Jimin está embarazado! —chilló RueSo, cubriéndose la boca después.
Yoongi se tensó de inmediato, claro que, su reacción fue completamente
malinterpretada por todos los demás.
—¿Qué les hace pensar algo así? —inquirió, notando como su lobo
comenzaba a estar alerta.
—Por sus aromas —respondió Taeyang—. Están más dulces, así que no
hay duda que está en cinta.
—Pensamos que ya lo sabías —murmuró Amira, mirándolo con pena.
Ciertamente, Yoongi no tenía idea de cómo salir del embrollo. No podía
decir abiertamente que ya sabía del estado del omega y que él mismo había
puesto dentro de Jimin su semilla, aunque su instinto más primitivo lo instaba
a hacerlo, el alfa no lo hizo.
En su lugar, trabajó en algo más importante.
—Si Jimin no ha comentado nada, es porque quiere mantenerlo en secreto
—lanzó, tratando de permanecer ajeno al asunto.
—Lo sabemos, no es algo que vayamos comentando en cada rincón de la
manada, sólo queríamos hablarlo contigo porque conocemos lo importante
que es el líder para ti —aseguró G-Dragon—. De cualquier forma, nos
encargamos de expulsar con mayor fuerza nuestros aromas para marcar el
territorio.
—Fue una iniciativa mía —presumió Amira—. De esa manera
confundiremos a todos los demás y será más difícil que sepan del embarazo
del líder.
—Pero, ¿tú estás bien? —preguntó RueSo a su hermano.
—Lo estoy —aseguró Yoongi, esforzándose por no demostrar la infinita
felicidad y orgullo que sentía.
—Jackson también estará feliz con la noticia de que será padre —comentó
Hwasa, sonriendo ladina cuando escuchó el gruñido territorial que expulsó
Yoongi.
—Cállate, no lo menciones —exigió el líder de los legendarios.
—Bien, ¡mejor bebamos! —exclamó Mina, tomando una de las cervezas
de la mesa.
Todos ellos se pusieron cómodos en la habitación de Yoongi, bebiendo y
comiendo hasta la saciedad. Sabían que su principal objetivo era acompañar a
su compañero, brindarle apoyo y consuelo, porque, aunque Min no lo
demostrara abiertamente, cada uno de ellos sabía que la noticia no había sido
buena de escuchar.
Y el alfa... bueno, él no se esforzó en sacarlos de su error.
Yoongi con los generales y su hermana be like:
JAJAJAJAJAJA Me lo imaginé así, lit.
Estamos entrando a la recta final, o según mis cálculos es así.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty two!

Pasaron algunos días, y finalmente había llegado el momento que Jimin


estaba esperando.
HyunJin envió un mensaje específico donde se daban a conocer los detalles
más importantes para la reunión que el líder había solicitado en el clan
montañoso. Desde entonces, Jimin en compañía de los demás generales
comenzaron a planear el viaje hasta las tierras de Jackson que estaban
esperando por su llegada.
El omega Park necesitaba fortalecer sus alianzas, así como también
consideraba necesario un intercambio de opiniones e ideas entre los líderes
aliados; de este modo, sabría con quienes contaba y con quienes no en
tiempos de guerras.
No le agradaba la idea de dejar el palacio del poder desprotegido, mas
sabía que en esas circunstancias debía arriesgar para obtener algo mayor, y
confiaba en la capacidad de los ejércitos para mantener las barreras de
seguridad dentro de la manada.
Además, seleccionó un grupo competente para cumplir con funciones
específicas en su ausencia, y uno más cauteloso para vigilar de cerca los
movimientos de cada uno de los miembros del concejo.
—¡Atención todos! —exclamó el general Min—. El viaje hasta el clan de
las montañas será peligroso si tomamos la ruta habitual. No sabemos si Kaisa
está enterado y tampoco vamos a correr el riesgo.
Yoongi era el encargado de la seguridad del viaje. El ejército de lobos
legendarios eran los más competentes para la tarea, debido a su naturaleza
podían recorrer grandes distancias, sin importar la inestabilidad de la tierra.
—Tomaremos el atajo por el bosque —continuó el líder de los legendarios
—. He seleccionado a los mejores de mis soldados para que cada uno cargue
a una persona y nos movamos con rapidez, de este modo estaremos llegando
en un par de horas.
Casi de inmediato, una fila de diez alfas legendarios quedó frente a Jimin y
sus acompañantes. Los grandes hombres esperaron la indicación de su líder, y
cuando Yoongi la dio cambiaron a su forma animal con rapidez.
Taehyung, SeokJin, Jennie, Wheein, Mina, Hwasa, Amira, Taeyang, G-
Dragon, Moonbyul. Todos ellos tomaron un lobo y lo montaron sin
problemas, quedando únicamente Jimin a la espera.
Yoongi terminó de dar las órdenes a los demás guardias que les
acompañarían por seguridad. Cuando estuvo todo listo, caminó hasta el líder
absoluto y se detuvo frente a él.
—Yo te llevaré —avisó, para luego transmutar a su parte animal.
El imponente lobo de pelaje marrón con algunos mechones dorados se
agazapó hasta que tocó el suelo, lo hizo de tal manera que Jimin no tuvo que
esforzarse tanto al momento de subirse al lomo, y ese detalle hizo sonreír
mínimamente al omega, pues sabía que esos cuidados que el alfa mostraba
con él eran por su estado.
El omega se sostuvo fuerte, miró a todos los que le acompañarían en esa
misión tan importante y luego al grupo de alfas que se encargarían de
cuidarles las espaldas. Soltó un suspiro corto, para finalmente dar la
autorización que todos estaban esperando.
—Hora de irnos —dijo, sosteniéndose más fuerte del alfa.
El líder de los legendarios soltó un aullido fuerte que evidenció la señal de
partida. De un momento a otro todos los lobos iniciaron a correr con un
rumbo específico, ganando velocidad a medida que se iban internando en los
bosques.
El lobo marrón que llevaba a Jimin se situó al frente de la manada que
corría. La velocidad y agilidad que todos ellos tenían para correr en tierra
suelta y húmeda quedó probada, así como la destreza al dar saltos grandes y
continuos sobre troncos caídos y barrancos.
Bajaron por una colina rocosa donde las patas pisaron con fuerza para no
resbalar. De un salto sincronizado y que estremeció la tierra cayeron con
firmeza al suelo, donde una pradera extensa cubierta de flores silvestres les
dio la bienvenida.
La manada de lobos corrió con mayor velocidad, el terreno plano ayudó,
logrando atravesarlo en cuestión de segundos.
—¡Mierda que son rápidos! —gritó Amira, extasiada al comprobar de lo
que estaban hechos los alfas legendarios.
Llegaron hasta un camino más inestable, donde un acantilado amenazaba
con una caída dolorosa. Los lobos disminuyeron velocidad, se formaron en
línea recta y uno a uno fueron bajando por el camino más seguro, hasta que
tiempo después cayeron al río que debían atravesar.
—La corriente es fuerte —observó SeokJin, mirando con desconfianza las
aguas que se sacudían con violencia.
—No sabemos la profundidad —intervino Mina.
—Nosotros no, pero los legendarios sí —dijo Hwasa, notando como los
lobos analizaban cada punto visible, sin moverse todavía.
Jimin acarició la cabeza del lobo marrón, un poco inquieto por la fuerza
que el río mostraba al momento de arrastrar ramas secas con la corriente.
—Yoongi —llamó en un susurro.
El lobo marrón alzó las orejas en su dirección como respuesta automática,
Jimin afianzó el agarre y tragó fuerte antes de hacer la pregunta que no
quería, pero que era necesaria.
—¿Estás seguro que podemos pasar el río sin problemas?
El gran animal giró la cabeza buscando su presencia, soltó un sonido bajo
y tranquilizador que le dio a saber al omega que no debía sentir miedo, ya
que el líder de los legendarios y sus soldados sabían lo que hacían.
Jimin lo comprendió con una facilidad alarmante, pues sin rastros de duda
dijo:
—Confío en ti y tus soldados.
La respuesta agradó al alfa y lo demostró con la convicción de sus
movimientos. Nuevamente el lobo marrón tomó el mando y fue el primero en
ingresar a las aguas fuertes del río, seguido de cerca por los demás miembros
de la manada.
El omega líder soltó un sonido sorprendido que fue acompañado por los
demás al sentir las aguas frías mojarlos hasta los muslos. Todos ellos se
aferraron al pelaje de los lobos, luchando por mantenerse estables en su sitio,
mientras los legendarios cruzaban el río con lentitud y ejerciendo la máxima
fuerza existente en sus patas para no resbalar.
Fue un momento lleno de tensión. Si uno de ellos caía en la corriente, las
probabilidades de salvarlo eran casi nulas; la fuerza del agua era aterradora,
así que todos estaban entregados en un silencio absoluto, donde más de uno
contuvo el aliento.
Cerca de llegar a la orilla, los lobos dieron un potente salto que los llevó a
tierra. No permitieron que el cansancio entumeciera sus extremidades,
continuaron movilizándose con rapidez, siguiendo un mismo camino que
pronto les indicó la salida de los dominios de Park Jimin.
De pronto una neblina fresca les golpeó sus rostros, el aire más frío y el
aroma a pinos les dio la gloriosa bienvenida, mientras que, el respiro
tranquilo que soltaron al mismo tiempo les hizo saber que lo habían logrado.
Porque todo el grupo estaba a salvo, y pisando las tierras montañosas de
Jackson Wang de Park.
Jackson preparó todo lo necesario para darle la bienvenida al grupo que
llegó a sus tierras.
Todo el pueblo del clan montañoso estaba ansioso por conocer al omega
que se había casado con su líder. Habían escuchado algunas cosas del
territorio liderado por los Park, así que las expectativas eran altas, así como la
curiosidad.
Y el bullicio emocionado dio comienzo cuando la manada de lobos
recorrió la calle principal hasta llegar a la casa del líder.
Personas curiosas salieron de sus casas, niños animados chillaron y rieron
contentos cuando sus ojitos cargados de inocencia miraron a los grandes
lobos caminar frente a ellos en una formación pulcra.
Era una imagen alucinante; sin embargo, la atención de la mayoría estaba
puesta en el lobo marrón que lideraba la caminata, el mismo que cargaba en
su lomo al líder de la manada más poderosa y rica de todos los tiempos.
Juntos eran majestuosos. El dominio del alfa líder de los legendarios quedó
marcado en sus pasos firmes, mientras que el poderío de Park Jimin se
mostró de forma natural, con su espalda recta, rostro imperturbable y frente
en alto.
Fue un acto involuntario y simbólico el que se creó, pues, por primera vez
estaban viendo a omegas y betas poderosos montados sobre lobos alfas
legendarios, y ese fue un acontecimiento que ningún miembro del clan
montañoso podría olvidar tan fácilmente.
Poco tiempo después la residencia de Jackson Wang quedó a la vista de la
manada visitante. Jimin reconoció la presencia de su esposo, el beta esperaba
por ellos en compañía de algunos guardias y otras personas que suponía eran
miembros importantes de la manada.
Los lobos alfas se detuvieron frente a la construcción, formaron una hilera
y en la misma sincronía se agazaparon para permitir que los omegas y betas
bajaran con seguridad.
Jimin fue el primero en avanzar. Lo recibió Jackson, el beta sonrió aliviado
al ver que todos habían llegado seguros, sobre todo, los lobos que tuvieron
que correr con una carga extra encima.
—Denles ropa, comida y bebida —ordenó a uno de sus hombres que se
encargó de la tarea de recibir a los alfas legendarios.
El omega Park cruzó miradas con el líder de los legendarios. El imponente
lobo gruñía bajo y amenazante al ver al pelinegro tan cerca de Jackson, pero
solo bastó de una mirada de advertencia de parte de Jimin para que el animal
cediera y siguiera de mala gana a sus compañeros.
—Ellos estarán bien —prometió Jackson.
Jimin tomó el brazo que le ofreció su esposo y en compañía de los demás
avanzaron hasta donde el grupo de personas esperaban. Jackson no tardó en
hacer las presentaciones adecuadas; el concejo del clan montañoso se mostró
amable y servicial, bajando un poco la tensión de los recién llegados.
La atención de todos ellos quedó en una jovencita de larga cabellera de
color rojizo. Era preciosa, con ojos claros y algunas pecas que manchaban
casi de forma adorable ambas mejillas. Por sus aromas definidos supieron
que era una omega, una omega bastante sonriente.
—Ella es Coria, la hija de nuestro comandante supremo —presentó
Jackson.
—Es un honor conocerlos a todos —saludó ella con una reverencia—.
Sean bienvenidos al clan de las montañas.
Minutos después, HyunJin y Yoongi ingresaron al salón donde todos
estaban reunidos. Eran los generales faltantes, y al ser los últimos obtuvieron
la atención absoluta, lo quisieran o no.
Sobre todo la de Coria. La omega prácticamente devoraba con la mirada al
líder de los legendarios.
—¿Todo en orden con los lobos legendarios, general Min? —preguntó
Jackson con una sonrisa amable.
Sonrisa que Yoongi no correspondió. El alfa estaba mortalmente serio,
incluso tenso, aun así, respondió la pregunta hecha por el líder de esas tierras.
—No hubo problemas. Mis soldados están descansando en la casa que
dispuso para ellos.
—Me alegra —respondió con sinceridad, carraspeando levemente al
percibir tensión en el ambiente.
Coria aprovechó el momento de silencio para situarse en el campo de
visión de Yoongi, lo miró con descaro, sonriendo con las dosis exactas de
coquetería que siempre utilizaba cuando deseaba enredar a alguien en sus
manos.
—Jack, ¿nos presentas? —inquirió con voz melosa.
Jackson iba a tratar de zafarse del problema en el que lo habían metido sin
permiso; sin embargo, todas las palabras quedaron en lo profundo de su
garganta cuando otra voz, más fuerte y demandante rompió el silencio.
—Estamos en un asunto importante, señorita. Las presentaciones
extraoficiales se dan en situaciones diferentes, así que no intervenga.
La omega giró en busca de la voz, quedándose helada cuando la mirada
frívola de Park Jimin impactó en ella, como miles de cuchillas venenosas que
sabían exactamente donde atacar.
A esas alturas, Jackson no sabía quién terminaría muriendo primero; si él a
manos del celoso alfa Min Yoongi o Coria a manos del territorial Park Jimin.
Y como lo más inteligente que podía hacer era no arriesgar la vida de
ambos, decidió intervenir.
—No es momento de presentaciones, Coria —dijo con suavidad—. Por
favor, avísale a tu padre que mi esposo ya está aquí.
—Esposo —repitió Yoongi con una sonrisa tensa y los ojos oscuros—.
Debe sentirse orgulloso al decirlo, líder Wang.
—Y usted general —habló Jimin, mirando exclusivamente a Yoongi—.
Debe sentirse orgulloso de llamar la atención de la manera que lo hizo con la
señorita presente, ¿no es así?
El líder de los legendarios no respondió con palabras, únicamente alzó una
ceja y se quedó mirando al omega de cabello negro que parecía querer
matarlo sin razón alguna.
—¡Ok! —exclamó Taehyung, tomando el brazo de su mejor amigo con
firmeza—. Señores, lo mejor será que descansemos un tiempo antes de volver
a reunirnos, ¿qué les parece?
El omega peliazul no esperó la respuesta. Tiró del brazo de Jimin hasta
sacarlo del salón y evitar una masacre asegurada.
—Es una mujer descarada. —la afirmación rabiosa que Jimin soltó causó
que su amigo suspirara.
Ambos se encontraban en la habitación que le habían entregado a
Taehyung. El menor de los Kim estaba tumbado en la cama, mirando como
su mejor amigo daba vueltas como una bestia enjaulada, mientras soltaba
gruñidos y maldiciones.
—Trata de relajarte, por favor Jim —imploró el menor de ambos, a punto
de sufrir una crisis.
—Bueno, ¿es que tú no la viste? —preguntó indignado—. ¡Se lo comía
con la mirada y el muy imbécil parecía disfrutarlo!
—Error, Yoongi ni siquiera la miró —defendió Tae, y lo hizo porque era la
verdad.
El alfa únicamente miró a Jimin, desde el principio hasta el final, claro que,
el omega pelinegro estaba demasiado molesto y celoso como para darse
cuenta.
—Es frustrante y ridículo —refunfuñó Park.
—Si hablas de tu comportamiento, pues te doy la razón, amigo mío —
comentó Taehyung—. Me parece ridículo que andes mostrando un
comportamiento infantil, inseguro y posesivo con alguien que se supone no
tiene nada que ver contigo, sin mencionar el hecho que tú estás casado.
—Yoongi es mío, malditamente mío —sentenció con firmeza—. Nada más
me importa, y me estoy volviendo loco al considerar la idea de que él
empiece a interesarse en alguien más.
—Ay mierda, ¿volviste a enredarte con él? —jadeó el peliazul.
—Tenemos algo que nos une por completo, Tae, y mejor no sigas
mencionando el tema —pidió acelerado—. No quiero que mi mal humor se
descontrole y tenga la imperiosa necesidad de descuartizar a la niña Coria y
dar inicio una guerra entre ambos clanes.
—Dime que no harías algo así, Park Jimin —chilló horrorizado.
La expresión enfurecida del omega pelinegro mostró una respuesta real
que estremeció al hijo del comandante Kim. Y en cuestión de tiempo, obtuvo
una afirmación clara.
—Por ese alfa soy capaz de todo —aseguró el líder, con la mirada clavada
en el exterior que se mostraba a través del ventanal.
—Cálmate, por favor —suplicó Taehyung—. Nadie tiene que morir por un
arranque de celos.
—No estoy celoso —objetó Jimin.
—Ah, ¿no?
—No. Estoy estresado, creo que debería intentar dormir.
El omega Park se acomodó al lado de su amigo, lo abrazó con brazos y
piernas e intentó descansar.
Taehyung se quedó quieto, procesando los repentinos arranques violentos
de su amigo y sus cambios de humor.
Y ahí, en medio de la noche, el omega de cabellos azules comenzó a rezar
con necesidad. Rezó por la vida de Coria y por el control de su mejor amigo.
¿Querían un Jimin celoso? Pues ahí lo tienen.
La verdad es que no sé en qué estaba pensando cuando en el capítulo
anterior puse que estábamos llegando a la recta final, si todavía quedan
como veinte capítulos.
En fin, la peluca roja siempre me hizo lucir bella.
¿Qué les pareció el capítulo? Fue doble actualización, para que no se
salten ninguno, ¿ok?
Probablemente mañana no actualice, tengo cita médica.
Se me cuidan montones, y muchas gracias por apoyarme en mis libros.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty three!

Los campos de preparación en las montañas estaban divididos por sectores


específicos que se adecuaban según las necesidades de los soldados que
estaban en las diferentes etapas de entrenamiento.
Jungkook y NamJoon estaban en el campo número dos, donde hace
algunos pocos días iniciaron con una rigurosa preparación que los convertiría
en soldados competentes.
Con la llegada de Jimin las cosas se facilitaron un poco para ellos.
Jungkook comenzó a ser entrenado por Yoongi, mientras NamJoon era
entrenado por SeokJin. Ninguno de los mayores demostró empatía, fueron
estrictos y rudos al momento de enseñar, con la fuerte convicción de dejar
enseñanzas útiles que sus discípulos jamás olvidarían.
El estilo de pelea que rozaba la crueldad ganó especial atención en los
miembros del clan montañoso, tanto que todos los que podían iban a
presenciar el entrenamiento en persona.
Y eso incluía a Coria y su animado grupo de amigas.
La hija del comandante del clan montañoso tenía la mirada fija en el
general de los legendarios. Yoongi seguía concentrado en el combate
instructivo que estaba teniendo con Jungkook, completamente ajeno a los
ojos hambrientos que devoraban su torso desnudo y lleno de sudor.
—Te va a descubrir —susurró una de sus amigas, dándole un codazo débil.
—Es tan guapo —suspiró embelesada, importándole poco la advertencia
de su amiga—. Lo quiero para mí y voy a tenerlo.
—Es un alfa legendario, ¿no te da miedo? —inquirió otra de sus
acompañantes. Ella sabía que la raza legendaria no era de fiar, que tenían
comportamientos primitivos en la mayoría de las ocasiones, posesivos por
naturaleza, incluso rudos.
Coria no se molestó en desviar la mirada de su principal objetivo. No
entendía del todo lo que pasaba con ella, pero cada vez que miraba al alfa
legendario todo su cuerpo se estremecía en ansias de ser acariciada por esas
manos fuertes, ser sostenida por esos brazos rudos y ser admirada por esa
mirada salvaje que parecía inflexible, distante y mortal.
—Los ojos son dorados —comentó, ganándose la atención de todas las
demás—. Muero porque esos ojos me vean a mí.
—No lograrás mucho con ese alfa, lo mejor será que te lo saques de la
cabeza —aconsejó una de ellas—. Es un general de otro clan, leal a su tierra
y a su líder. No se quedará aquí por un amor.
—Los legendarios no sienten amor —aseguró otra, mirando con recelo al
alfa que peleaba en el campo de batalla—. Es absurdo pensar lo contrario.
—Yo podría hacerlo cambiar de opinión, sólo necesito un momento a solas
con él. —Coria no se estaba rindiendo, siempre demostró ser una mujer que
sabía lo que quería, y que jamás dudaba al momento de obtenerlo.
El parloteo de todas ellas terminó cuando algunas trompetas sonaron por
todo el lugar. Las cuatro personas que seguían entrenando se detuvieron,
justo a tiempo para recibir al comandante del clan montañoso.
—Comandante Kim, general Min, soldados —saludó el hombre, haciendo
notar su presencia.
Yoongi y Jungkook lo miraron con especial curiosidad, sobre todo porque
el comandante RiuSang era un alfa. No uno legendario, pero alfa a fin de
cuentas, con el cargo militar más importante que se puede tener dentro de una
manada.
—Comandante Cha —dijeron los cuatro al mismo tiempo y ofreciendo un
saludo militar.
Cha RiuSang era una de las personas más honorables que SeokJin había
conocido. Ese alfa fue el motivo por el que el omega mayor de los Kim jamás
quiso tener un juguete, pues sentía que si lo hacía estaría escupiendo en la
amistad que forjó con el comandante del clan montañoso.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —reclamó SeokJin, con ambas
manos en la cintura y mirando al otro comandante.
RiuSang alzó una ceja en gesto divertido que lograba ablandar sus
facciones, tiró con fuerza del omega y lo apretó entre sus brazos, formando
un abrazo caluroso y asfixiante que causó más de una queja en SeokJin.
—Yo también te extrañé, Jinnie —afirmó en tono meloso, ganándose más
de un gruñido.
NamJoon inevitablemente frunció el ceño, de pronto aquel comandante no
le agradaba tanto como en un principio creyó.
—Aún no me has dicho dónde estabas —recalcó el omega Kim.
—En la frontera. Jackson me pidió que hiciera un recorrido para verificar
que todo estuviese en orden —respondió, mirando a cada uno de los
presentes—. Las cosas están un poco tensas, más con la pronta visita de los
demás líderes de las manadas vecinas. Debemos tomar precauciones.
—Jimin envió la orden para que tres de sus ejércitos se movilicen —
informó SeokJin—. Te lo digo para que no te asustes por movimientos extras
en la zona fronteriza.
RiuSang hizo un sonido afirmativo. Segundos después sintió un peso
alojarse a un costado de su cuerpo y cuando bajó la mirada se encontró con
una cabellera rojiza y unos aromas dulces que delataban la presencia de su
amada hija.
—Padre, fue una sorpresa encontrarte aquí —comentó Coria, mirando de
soslayo al alfa líder de los legendarios.
El hombre sonrió a su hija, le besó la cabellera y luego se concentró en los
demás.
—Me imagino que ya conocen a mi hija —comentó con una sonrisa
pequeña.
—Ya tuvimos el placer —respondió SeokJin, haciendo una pequeña venia
en dirección a la pelirroja.
Fue hasta ese momento que Yoongi la miró directamente. Se encontró con
unos ojos celestes que brillaban en interés, y unas pestañas largas que
revoloteaban sin descanso. La miró el tiempo suficiente para saber que era
una omega bastante coqueta, y luego se concentró en el comandante que
estaba dando algunos informes que le resultaron mucho más interesantes.
Coria por su parte no pudo evitar resoplar. Obtuvo la atención del hombre
que le había fascinado, pero fue tan duradera como los cinco segundos que le
tomó a ella encantarle. Además, él ni siquiera la miró con interés, sino todo lo
contrario. La detalló con seriedad, incluso podría afirmar que había
aburrimiento en sus ojos dorados, como si su belleza no fuese nada relevante
para el alfa.
Y tampoco le habló, ni una sola palabra que le permitiera volver a escuchar
la voz ronca que la había estremecido en un parpadeo.
—Espero que cuando tengamos oportunidad nos reunamos. Tal vez cuando
todo esto termine y podamos conocer el verdadero significado de la paz —
habló RiuSang con emoción evidente—. Si llegamos vivos hasta el final,
necesitaremos consumir barriles enteros de cerveza.
El comentario provocó sonrisas en todos ellos, aunque no duró mucho
tiempo. No cuando un soldado aterrado corría en dirección a donde estaban
reunidos.
—¡Comandante Cha! ¡Comandante Cha! —gritaba el pobre hombre,
llenando de confusión a todos los presentes.
—¿Qué ocurre? —cuestionó RiuSang, haciendo una mueca confusa ante el
evidente nerviosismo del muchacho.
—Mi comandante —dijo entre respiraciones cansadas—. El líder Wang lo
solicita en el campo de entrenamiento número tres, es una emergencia.
—Explíquese mejor, soldado —demandó el hombre.
—Se trata del líder Park Jimin —informó atropellado, soltando un gritito
asustado cuando Yoongi dio un paso al frente.
—¿Qué ocurre con él? —inquirió Min, con toda su atención puesta en el
soldado que no terminaba de dar el reporte—. ¡Hable ya!
—¡Está peleando con otros soldados! —exclamó—. El líder Park inició
con un entrenamiento, y por más que el líder Wang le pide que se detenga no
obedece —se exasperó—. Por eso solicitan la presencia del comandante Cha,
para que ayude a controlar el caos de los soldados.
RiuSang, todos los presentes, incluyendo a una perpleja Coria se quedaron
quietos cuando escucharon el gruñido furioso que Yoongi expulsó.
El líder de los legendarios corrió hacia el campo de entrenamiento número
tres, seguido de cerca por el soldado que había llevado las noticias y todos los
demás que estuvieron reunidos.
Los gritos enérgicos llegaron hasta los oídos del alfa castaño. Yoongi
apresuró el paso, sintiendo como su furia crecía cuando a la lejanía pudo ver
a un histérico Jackson tratando de convencer a un omega rebelde para que
dejara de pelear.
—¡Jimin ya es suficiente por la diosa! —gritó el líder del clan montañoso.
El omega volvió a ignorarlo, estaba más entretenido con la pelea que iba
ganando, alimentando su orgullo cada vez que el alfa con el que peleaba caía
al suelo y gruñía furioso.
Hasta que un destello rojizo en la mirada de su contrincante hizo que Jimin
se tensara.
Fue en un mismo parpadeo, en esos segundos exactos el alfa se convirtió
en un lobo furioso que sin pensarlo demasiado corrió a atacar al líder omega
con el que estuvo luchado durante el último tiempo.
Sin embargo, ni siquiera llegó a rozarlo.
—Detente.
Los movimientos del lobo se cortaron de forma abrupta. El animal rabioso
se quedó quieto, con la cabeza gacha e incapaz de moverse, mientras Yoongi
permanecía de pie, con Jimin oculto detrás de él, sin la intención de
retractarse de lo que había hecho.
La voz de alfa del líder de los legendarios doblegó por completo la
voluntad del lobo, reconociéndolo como un superior al que no podría vencer
en una batalla.
RiuSang y Jackson se apresuraron a restaurar el orden de los soldados.
Mientras eso sucedía, Coria miraba atentamente las acciones que el líder de
los legendarios estaba teniendo con el omega que por alguna razón no
terminaba de agradarle.
Jimin retrocedió un par de pasos y no pudo seguir haciéndolo. Yoongi lo
tomó del brazo, impidiendo que se alejara de él, con sus ojos dorados
impactando de lleno con la mirada oscura del omega.
—Ya basta, Jimin —murmuró el alfa, concentrado en el menor—. No
puedes entrenar.
—Sí puedo —debatió con terquedad—. Mi cuerpo es fuerte, odio que me
subestimen.
—Vamos, te llevaré a descansar. —Yoongi decidió ignorar todo lo que su
omega había dicho y hecho. Para él era mejor concentrarse en el descanso de
Jimin y en el bienestar de su cachorro.
El omega pensó en ceder, pero sólo le bastó encontrarse con la presencia
de Coria para que su molestia se triplicara a niveles alarmantes. Y en nada
ayudaba que ella se comiera al alfa con la mirada, importándole poco si su
comportamiento rozaba en el descaro.
—Vaya... estabas bien acompañado, Min —escupió Jimin con una sonrisa
amarga.
Yoongi ladeó la cabeza en confusión, soltando un sonido exasperado
cuando el omega se soltó de su agarre con brusquedad.
—No me hagas usar la fuerza —gruñó entre dientes.
—Lárgate de aquí y déjame entrenar —bramó Jimin, devolviéndole el
gruñido.
El alfa legendario lanzó una horda de maldiciones antes de acercarse al
terco omega que amaba. Lo cargó como un costal de patatas, importándole
poco y nada las amenazas de muerte que Jimin le soltó bajo las miradas
sorprendidas de todos los estaban en el campo de entrenamiento.
—Te voy a matar —gruñó el omega, mientras se movía frenéticamente
encima del hombro del alfa.
—Primero quédate quieto —dijo Yoongi, con sus brazos apretando el
cuerpo del otro para mantenerlo en su posición.
Y fue de ese modo como el alfa se llevó a la fuerza al furioso omega
hormonal que pensaba despedazarlo para consentir a su lobo negro y celoso.
Yoongi tenía todo el rostro contraído en una expresión de evidente
molestia. A su lado estaba Jungkook, aunque los intereses del alfa menor
estaban en otra cosa que nada tenía que ver con su tío rabioso.
El menor de los Min miraba hacia el interior del salón, justamente en el
lugar donde Kim Taehyung estaba sentado, tomando té y leyendo un libro.
—No lo entiendo —murmuró el mayor, refiriéndose al comportamiento
explosivo de Jimin.
—Yo tampoco —agregó Jungkook, sólo que él se refería al
comportamiento esquivo de Taehyung.
Ambos suspiraron al mismo tiempo.
—Debería ir a buscarlo y hablar con él —dijo Yoongi, más para sí mismo
que para alguien más.
—Debería ir y simplemente besarlo como he querido hacerlo durante todo
este tiempo —susurró Jungkook con las cejas juntas.
Volvieron a suspirar.
—Iré —decidió Yoongi, para luego ponerse de pie y perderse en la
oscuridad de la noche.
El alfa menor se dio unas cuantas cachetadas mentales para despertar del
letargo que lo mantuvo consumido. Se puso de pie, hizo uso del valor
combinado con sus propios deseos y finalmente caminó hasta que llegó al
salón donde se encontraba el omega Kim.
Taehyung dejó de lado la lectura para mirar al intruso que interrumpió su
momento, abrió y cerró la boca, mostrándose incapaz de articular una frase o
palabra coherente.
El omega admitía estarlo evitando. La presencia de Jungkook le afectaba
como antes no lo hacía en lo absoluto, así que le asustaba, y prefería huir a
experimentar sensaciones que le resultaban conocidas y profundamente
amargas.
—¿Por qué diablos me evitas? —cuestionó el alfa, mientras avanzaba sin
dudar.
—¿Por qué me cuestionas? —devolvió, tratando de mantenerse tranquilo.
—No trates de evadir el tema. Desde que viniste no has hecho ni el intento
de hablar conmigo —reclamó Jungkook, inclinándose sobre la presencia del
omega para ganar cercanía.
—No tengo nada que decirte —respondió el peliazul—. Ya no eres mi
juguete, te estás preparando para ser un soldado honorable, así que no existe
una relación entre nosotros.
Taehyung no sabía por qué razón las palabras que soltó le parecieron
amargas y una absoluta mentira, pero no se pondría a pensarlo. En su lugar,
trató de retroceder lo más que pudo hasta que el sillón le impidió que siguiera
haciéndolo.
El aliento del alfa le golpeó en los labios provocándole cosquillas.
—¿Lo que tratas de decir es que no te debo respeto o algún tipo de lealtad
u obediencia? —inquirió Jungkook, sólo para estar seguro.
—Sí, exactamente eso —respondió el omega, esperando que el otro se
apartara.
El alfa sonrió ladino, alimentando la mirada seductora que mandó
corrientes eléctricas a todo el cuerpo del omega Kim.
—Perfecto, así no tendré remordimientos por lo que voy a hacer —dijo
Jungkook, y entonces lo besó.
Lo besó.
Un beso demandante, ardiente y seductor que sacudió los huesos del
omega y que le desnudó el alma como jamás creyó posible.
Un beso que lo convirtió en un ser frágil y deseoso de afecto, ahí en los
brazos de Min Jungkook.
Los alfas Min son unos loquitos.
Espero que el capítulo les haya gustado, y perdonen si encuentran
alguna falta ortográfica.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty four!

Jimin soltó un gruñido descontento. Ciertamente no encontraba nada


interesante al ser reprendido por su esposo, pero ahí estaba, en la habitación
que le habían entregado y escuchando las quejas de un molesto Jackson.
—Fuiste irresponsable —dijo el beta, y era como la quinta vez que lo
hacía. Jimin no estaba seguro—. Te expusiste con los soldados, cualquiera de
ellos pudo darse cuenta de tu embarazo, y déjame decirte que no tenemos la
seguridad que todos nos sean leales.
—Sólo quería entrenar —murmuró con pesar, hundiéndose en su sitio para
no tener que lidiar con el mayor.
—Esa parte la entiendo, pero debiste escoger un grupo de confianza al
hacerlo —habló—. Jimin, ayúdame con esto, ¿si?
El omega no supo qué responder así que prefirió el silencio. Había entrado
a una etapa diferente del embarazo donde el estrés y las emociones le estaban
jugando en contra. Era necesario para él encontrar un equilibrio, una rutina
que le funcionara para saber que todo estaba en control; pese a ello, sabía que
no era posible y que debía luchar con lo poco que tenía a su alcance.
—Estoy de mal humor, Jackson —informó lo evidente—. No sigas con lo
mismo o te juro que te corto el cuello.
—¿En serio serías capaz de matarme en mis propios dominios?
—Pruébame y verás —gruñó.
Jackson rió por lo bajo y tal acción fue merecedora de una mirada afilada
por parte del omega. Carraspeó, obligándose a adoptar una mejor postura y
tratar de lidiar con los cambios de humor evidentes y escalofriantes por los
que su esposo estaba atravesando.
Tomó una silla y se sentó frente al menor, brindándole toda la atención
necesaria para que tuvieran una buena conversación.
—Cuéntame, ¿qué te tiene tan molesto? —indagó, aunque podía tener
algunas sospechas era mejor escucharlo de la boca del omega.
—No tengo idea —respondió, subiendo y bajando los hombros para
demostrar desinterés—. Sólo estoy molesto y ya.
—¿Sólo así? —preguntó el beta con ojos abiertos en sorpresa e
incredulidad.
—Sí, y ya no me sigas jodiendo —refunfuñó Jimin con el ceño fruncido.
Jackson se tomó un momento para pensar mejor lo que iba a decir, aunque
no pudo lograr mucho, pues de todas formas terminó haciendo una pregunta
bastante peligrosa.
—¿Todo esto tiene que ver con Coria y Yoongi?
Los nombres de esos dos juntos hicieron que la sangre del omega hirviera
hasta el punto de amenazar con romper sus venas. Jimin miró a su
acompañante con lentitud, apretando ambas manos para no estrangularlo.
—No eres muy inteligente, Jackson —dijo, con todo el cuerpo vibrando en
emociones negativas y los aromas volviéndose amargos.
—No tienes que preocuparte por eso, Jimin. Te prometo que no vale la
pena —aseguró el mayor—. Coria siempre ha sido una omega coqueta, pero
Yoongi no es así.
—No quiero hablar de eso, ni de nada más —cortó Jimin con un suspiro.
—Está bien —accedió el mayor, su prioridad era que Jimin descansara y
no asesinara—. Descansa, me iré a terminar todos los pendientes para la cena
de recibimiento que ofreceremos a los líderes aliados.
El omega se despidió con un flojo movimiento de manos. La puerta de la
habitación se cerró dándole a entender que se encontraba solo, así que fue el
momento justo que Jimin utilizó para respirar profundo y encontrar un modo
eficaz de controlar sus emociones.
—Estúpido embarazo —se quejó, haciendo una mueca inconforme.
No sabía que sería tan sofocante y difícil, lo peor es que estaba iniciando
con ese proceso que ya le parecía tedioso; sin embargo, cada vez que se
imaginaba a un niño o niña, esas emociones parecían convertirse en florecitas
de muchos colores pasteles que florecían en sus pensamientos, haciendo de él
un omega soñador, hambriento de besos y abrazos.
Y cuando sucedía sentía repudio de sí mismo. Él no era así, nunca lo fue,
pero al parecer las estúpidas hormonas no estaban de acuerdo con su
ideología y estaban determinadas a crear un desastre en su mente y en sus
acciones.
De un momento a otro la puerta fue abierta; Jimin dio un respingo en su
lugar, notando de inmediato la presencia del alfa que había llegado a verlo.
—Hola. —Yoongi no pensaba que hablar le costaría tanto, pero para él era
más difícil estar alejado del omega, aunque últimamente el mal humor del
menor se estaba haciendo incontrolable, él no pensaba alejarse más.
Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando Jimin lo miró con un puchero
y abrió los brazos en una clara petición.
—Abrázame —pidió el menor, su tono bajo y acompañado por el
desespero que mostraba en los ojos.
Yoongi se apresuró a cumplir con los deseos de su omega, con facilidad lo
tomó entre sus brazos, permitiendo que el menor se aferrara a él con brazos y
piernas. Cuando lo tuvo bien sujeto se sentó en el sillón más cercano, con
Jimin encima de él, dejando que se tranquilizara con sus aromas.
—Mi amor —susurró Yoongi, dejando besitos cortos por todo el rostro del
omega—. ¿Qué ocurre? Sabes que puedes decirme lo que sea.
—No es importante —murmuró Jimin, para luego ocultar el rostro en el
cuello del mayor.
El alfa le acarició con parsimonia, las manos gentiles fueron y vinieron
sobre la espalda del omega, otorgando un silencio necesario para ambos y
llenando de intimidad ese momento.
—Todo lo que tenga que ver con mi omega es importante —dijo Yoongi
con suavidad—. Amor, tú eres mi prioridad. Te amo y quiero que confíes en
mí hasta en estas cosas que consideras que no tienen importancia.
—No es nada, alfa —susurró, aún oculto—. Son cambios de humor que se
deben al embarazo.
—Oh, entonces sí es importante —debatió Yoongi, sonriendo con dulzura
cuando el omega se animó a mirarlo—. Nuestro hijo te está dando problemas
y no me quieres involucrar, es un poco injusto.
Jimin soltó una risa corta, de pronto sintiéndose más relajado por estar
acompañado de su persona favorita.
—Será un rebelde como su padre alfa —afirmó el omega, al mismo tiempo
que acomodaba un mechón de cabello castaño.
—Y un gran líder como su padre omega —dijo Yoongi, sonriendo
ilusionado.
El menor abrazó a su pareja, lo hizo para sentirlo cerca, asegurarse de que
ese hombre que lo sostenía con la misma delicadeza que se sostiene al más
fino cristal o la más ligera pluma era el mismo que estaba destinado a
pertenecerle. Porque Jimin no encontraba una mejor explicación para todo lo
que sentía cuando Yoongi estaba a su lado.
Entonces, el omega decidió ser sincero con sus emociones.
—Me molesta que Coria te mire como lo hace, que sonría y quiera llamar
tu atención —confesó lo que para él era la principal causa de su mal humor.
—¿Coria? —cuestionó el alfa, tratando de recordar.
—La hija del comandante Cha —aclaró Jimin.
—Ah, ella. —fue todo lo que Yoongi dijo, quejándose cuando el omega le
pellizcó el costado derecho.
—¿Sólo eso vas a decir? —cuestionó irritado.
—¿Qué debería decir? Apenas y la he visto, amor —se sinceró.
—Pues ella camina detrás de ti como una polilla siguiendo la luz —renegó
el omega.
—Estás celoso —confirmó Yoongi con una sonrisa embobada—. No
tienes por qué, nadie me interesa, nadie que no seas tú.
—Pero...
—Mi amor —gimió Yoongi completamente enternecido—. Eres el omega
que amo, por el que me postro de rodillas y el que me dará un hijo —le
recordó—. Jamás tendría la osadía de mirar a alguien más, porque soy tuyo,
enteramente tuyo.
Las palabras eran hermosas, pero lo que el omega más apreció fue la
sinceridad palpable en ellas.
Luego besó los labios ajenos, lo hizo con dulzura, una que no se mostraba
todos los días, mientras su aroma dulce salía para marcar cada rincón de la
esencia del alfa como un acto íntimo y posesivo que su lobo y él estaban
demostrando.
Y una vez más, Jimin ansió terminar con la guerra para vivir una vida
tranquila al lado de las personas que amaba.
Amira hizo un puchero inconforme.
Era de madrugada y ella debía estar durmiendo cómodamente, pero no,
Yoongi la había sacado de la habitación pidiéndole que le cubriera las
espaldas porque iba para el bosque.
—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó, mientras ambos caminaban entre
sombras y malezas.
—Porque confío en ti, no hagas que me arrepienta.
—A veces me arrepiento de ser tu amiga —refunfuñó la beta.
—Acostúmbrate Amira —se burló Yoongi. El alfa andaba de buen humor
al parecer.
Caminaron un poco más hasta que llegaron a un claro que era iluminado
por la luna. El alfa olfateó un poco, tratando de enfocarse y poder encontrar
aquello que estaba buscando con necesidad.
—Por cierto, ¿qué buscamos? —interrogó la beta, resignada a su destino y
a perder las horas preciadas de sueño.
La respuesta que obtuvo no la imaginó bajo ninguna circunstancia.
—Jimin quiere comer zarzamoras —explicó Yoongi—. Investigué un poco
y algunos pobladores me dijeron que en esta parte del bosque podía encontrar
debido a que los mercados están cerrados a estas horas.
—Bueno... —Amira carraspeó y luego continuó—: hubiésemos traído un
grupo de guardias que nos ayudaran a buscar, nos llevaría menos tiempo.
—No —dijo el alfa, y casi se le escapó un gruñido—. Sólo yo debo
complacer los antojos que Jimin tenga.
—¡Entonces debiste dejarme dormir! —pataleó ofuscada.
—Haz silencio, ya casi llegamos. —Yoongi ignoró todo lo demás y se
concentró en el camino, hasta que minutos después encontró lo que tanto
estaba buscando.
Del bolsillo de su pantalón sacó una bolsa de tela donde fue depositando
todas las zarzamoras que pudo. Amira le ayudó para regresar más pronto, no
estaban del todo seguros en el bosque y no habían avisado de su paradero. Lo
mejor era apurarse.
—Es suficiente, Yoongi. Sólo es un antojo —dijo la beta, al notar como el
alfa llenaba los bolsillos de su pantalón cuando la bolsa estuvo repleta.
El mencionado asintió, aseguró bien la bolsa y juntos emprendieron el
camino que los llevaría de regreso al clan montañoso.
Al llegar, el alfa se despidió de la general para luego ingresar en la
residencia donde su omega le esperaba. Caminó por los pasillos desolados,
tardando poco tiempo en llegar hasta Jimin.
Los ojitos del omega se iluminaron felices cuando Yoongi le mostró las
zarzamoras, y para el alfa no hubo mayor satisfacción que esa.
El omega devoró cada una con necesidad, una tras otra iban
desapareciendo en su boca, y todo sucedía mientras el mayor se encargaba de
acariciarle el vientre con cariño.
Jimin se las terminó todas, quedando con las mejillas cubiertas, la barriga
llena, mostrándose complacido y sumamente adorable.
—Tengo sueño —comentó.
Yoongi tomó un paño de agua con el que se ayudó para limpiar las mejillas
del omega. Cuando terminó, lo arropó en la cama y decidió que quería
quedarse a su lado, durmiendo juntos y abrazados.
Dulzura, antes que todo se vaya a la chingada.

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty five!

Tenía una espalda desnuda a su disposición, repartía besos húmedos por


toda su extensión, dejándolo a la deriva de sus pensamientos y
embriagándose con el aroma a sexo.
Muy pronto los dedos de la mano izquierda también hicieron su parte.
Acarició sutilmente los muslos desnudos del omega, esos mismos que
estaban enredados entre sábanas y que desprendían un calor adictivo que lo
tenía preso dentro de sus propios deseos.
Los besos que seguía repartiendo se tornaron más necesitados. Era
necesario alargar el tiempo, lo deseaba y rogaba por ello. Mientras sucedía, él
sólo lo besó como muchas veces lo hizo en la privacidad de un espacio que
juntos hacían suyo.
Hasta que el omega se removió y en cuestión de segundos salió de la cama
para comenzar a ponerse la ropa.
—¿Ya te vas? —preguntó NamJoon, mirando a su amante.
SeokJin se acomodó los pantalones y luego se concentró en la camisa.
Todavía sentía la mirada insistente del alfa con el que se enredó sin saber
cómo, así que decidió mirarlo un momento para darle una respuesta.
—Necesito cumplir con algunos deberes antes que los líderes aliados se
presenten en la cena que se preparó para esta noche —explicó con calma—.
Entenderás que no puedo quedarme más tiempo contigo.
NamJoon había escuchado algo de esa cena. Asistirían los altos mandos de
todas las manadas y por supuesto los líderes. En esa pequeña celebración,
Jimin se daría cuenta con quienes contaba al momento de la guerra.
Él y Jungkook al ser discípulos en preparación no tenían el derecho de
estar presentes. No le importaba, lo único que lamentaba era que no pasaría
esa noche en compañía de SeokJin.
—Te extrañaré —comentó, notando como el cuerpo del omega se tensaba.
—No lo hagas, o será más difícil para ambos —advirtió el comandante, y
luego abandonó la habitación.
NamJoon se estiró en la cama, tratando que los pensamientos negativos
abandonaran su mente, aunque sea por minutos contados para así respirar
tranquilidad y conocer un poquito de aquello que los demás llamaban paz.
El salón principal de la residencia de Jackson Wang estaba listo.
Camareros se movilizaban de un lado a otro ofreciendo diversos bocadillos
y bebidas a las personas que iban llegando. Había una fuente de champán
justo en el centro, el líquido dorado caía con gracia sobre un cuenco de
cristal. Las luces eran perfectas, la música también, dando inicio al
importante evento.
Jimin siempre odió ese tipo de eventos. No le gustaba mucho simpatizar
con la política, tampoco fingir sonrisas cordiales para mantener relaciones
estrechas que aseguraran el bienestar de su manada.
Recordaba que cuando era el sucesor y su padre estaba al mando le dio
muchos problemas por esos mismos motivos. Siempre dejó que YoonWoo
diera la cara, hiciera acuerdos y demás cuestiones; sin embargo, las cosas
habían cambiado, pues ahora él era el líder y debía darle frente a la situación.
Era por esa misma razón que se encontraba presente en ese lujoso salón,
tomando el brazo de su esposo y sonriendo encantador a todos aquellos que
llegaban para presentarse debidamente, felicitarlos por su matrimonio y por
supuesto, por su coronación como nuevo líder.
Jimin miró a su derecha y se encontró con SeokJin y Jennie. Ambos
hermanos tenían talento para mezclarse con las personas, reían abiertamente
mientras conversaban con algunos de los líderes aliados que ya estaban
presentes.
Miró un poco más allá y se encontró con Taehyung. El omega estaba
enfrascado en una profunda conversación con otro chico que Jimin reconoció
porque se lo habían presentado hace poco, era JoSi, el sucesor del clan que
más apoyó brindó durante el mandato de YoonWoo.
—No vinieron todos los líderes —comentó a Jackson.
El mayor estaba igual de tenso que él.
—La mitad de ellos no asistió —observó el beta.
—No importa —resolvió Jimin con una velocidad alarmante—.
Resolveremos con los que están aquí y dejaremos a los demás en el olvido.
Jackson asintió sin problemas, eso era lo bueno de ellos dos. Ambos sabían
trabajar con lo poco o mucho que tenían, se adaptaban con facilidad a las
circunstancias y no se acobardaban. Aunque no lo parecía también tenían
respeto por el otro y sus leyes, mucha confianza, y, lo aceptaran o no,
también cariño.
Tenían un buen matrimonio, pero ambos sabían que no duraría mucho.
Jimin estaba enamorado de alguien más, y Jackson merecía ser feliz con
alguien que lo amara de verdad.
—WooSan Ran viene hacia acá —avisó Jackson.
Jimin conocía ese nombre. WooSan era el líder de la manada Yeol,
conocida por sus temibles ejércitos y avances en armamentos. Fue una
alianza que le llevó muchos años a su padre, los lobos de sangre Yeol eran
letales, orgullosos y agresivos, no se aliaban con muchas manadas porque no
lo necesitaban.
Para Jimin significó mucho verlo en esa cena, significaba que el hombre
honraba la alianza que selló con YoonWoo, demostrando honor y haciendo
valer su palabra.
El líder aliado más fuerte estaba ahí, eso era lo importante.
—Señores —habló WooSan, otorgando una reverencia al matrimonio Park
—. Es un honor estar aquí y poder conocer al hijo de Park YoonWoo —miró
a Jimin—. Tu padre me habló mucho de ti, así que no dudo que eres un líder
competente con el que podré mantener la alianza.
—Tengo lo que se requiere para hacerlo, líder Ran —aseguró Jimin con la
frente en alto—. Los acuerdos sellados con mi padre se respetarán, le doy mi
palabra.
—Agradecemos tu asistencia, WooSan —dijo Jackson con sinceridad.
—No hay nada que agradecer. Los amigos son reales en tiempos de guerra
y una fantasía nefasta en tiempos de paz —respondió el líder de Yeol—. Yo
soy amigo de guerra, así que cuentan conmigo.
El hombre ofreció una última reverencia antes de retirarse. Sólo entonces,
Jimin y Jackson soltaron suspiros para liberar un poco de la tensión que los
estuvo torturando.
Todo estaba yendo bien.
Estaba lo suficientemente alejado del ambiente elegante y de fiesta, es por
ello que Yoongi se sorprendió cuando miró a la mujer que estaba a su lado.
—Las fiestas también me aburren —comentó Coria, con un tono
demasiado cómplice para el gusto del alfa.
—¿Está hablando conmigo? —preguntó el alfa, con tono plano.
—Sí, ¿por qué te sorprende? —inquirió coqueta, haciendo el amago de
tocar uno de los brazos del alfa.
El castaño evitó el toque sin importarle si era evidente en el proceso. Giró
un poco, lo suficiente para ver a la sonriente mujer que lo veía con interés;
ella estaba ansiosa por tener su atención, todo su lenguaje corporal se lo
gritaba a la cara, y eso no causó más que incomodidad en el alfa.
—No nos conocemos —cortó—. Y no quiero ser grosero con usted, pero
no me interesa esta conversación ni nada que la incluya.
Ella no se mostró ofendida, todo lo contrario. Avanzó un par de pasos,
hasta que pudo sentir con mayor fuerza el aura dominante del hombre que le
gustaba.
—No es necesario hablar para pasarla bien —ronroneó, lanzándole una
mirada seductora.
—No cambiaré de opinión, señorita —advirtió con severidad—. No insista
más.
—¿Por qué? —preguntó Coria, haciendo un puchero en sus labios rojos—.
No estoy proponiendo nada malo, sólo un rato agradable y lejos de aquí.
—No me interesa nada de usted, y no quiero tener que mostrárselo por las
malas —gruñó, nada feliz de no poder controlar su mal humor—. Me largo.
Coria se quedó con las palabras en la boca, irritada y ofendida. Nadie la
rechazaba, simplemente no era una opción a considerar; fue por ello que
decidió seguir al alfa orgulloso que se vanagloriaba por rechazarla
constantemente.
Diosa, ella ni siquiera buscaba romance, matrimonio o palabras bonitas.
Quería sexo, sexo rudo y sabía que ese alfa tenía todos los atributos para
dárselo.
Pese a todo y sus ideas, no pudo llegar bastante lejos.
Sus pasos fueron interrumpidos por un fuerte agarre en su brazo izquierdo,
Coria se quejó de inmediato, la fuerza con la que la sostenían resultaba cruel
y la marca en su piel estaba más que asegurada. Esas fueron las razones que
la hicieron enfurecer, no tardando en encarar al responsable de tal
atrevimiento.
—¿Qué diablos? —soltó, completamente estupefacta de estar cara a cara
con Park Jimin.
—¿Se te perdió algo? —preguntó el omega pelinegro con aparente calma.
—Suélteme —pidió entre dientes. El líder Park no obedeció—. Me está
lastimando.
—Oh, créeme que no he empezado a hacerlo —aclaró con tranquilidad—.
Cuando te lastime de verdad, lo sabrás.
—¿Es una amenaza? —cuestionó con una ceja alzada.
—Por supuesto que no —dijo Jimin, dándole una mirada altanera—. Jamás
me rebajaría a tanto. Sólo quiero darte un consejo.
El aura del líder cambió por completo, la mirada intensa adquiría poderío
gracias a los ojos oscuros que estaban puestos en la pelirroja, mirándola como
algo inmundo que no merecía la existencia misma, ni de llenar de oxígeno
sus pulmones.
Coria había escuchado historias... unas más aterradoras y sangrientas que
otras. En todas ellas Park Jimin era el protagonista, por supuesto que no las
creyó en su momento; sin embargo, en ese instante donde estaba siendo
acorralada fue que comenzó a considerar la veracidad de cada relato
escuchado.
"Tiene una fijación enferma por la sangre de sus enemigos".
"Dicen que tortura a sus víctimas hasta que ellas mismas le ruegan la
muerte".
"Cuando las cosas se ponen feas, YoonWoo envía a su hijo para que se
haga cargo del desastre".
"El menor de los Park es un monstruo".
"El concejo de su propia manada le tiene miedo porque dicen que los
mataría a todos si terminan con su paciencia".
Y la que recientemente había escuchado:
"¡Es un demonio del infierno! Asesinó a más de mil alfas sin rastros de
compasión y luego los sepultó en una misma tumba".
Verdad o no, todo lo que la omega recordó fue suficiente para que
experimentara temor real. Retrocedió varios pasos, con la cabeza gacha y los
aromas bañados de feromonas sumisas que respondían al reconocimiento de
estar frente a uno de su misma casta con mayor dominio y poder.
—Perdóneme si hice algo que le molestó —murmuró acorralada.
Jimin redujo la distancia entre ambos, la miró directamente, aunque no
hubo intercambio de miradas debido a que Coria se negaba rotundamente a
mirar otra cosa que no fuese el suelo que pisaba.
—Te quiero lejos —murmuró el omega Park—. De todos nosotros —hizo
énfasis, ella entendió de inmediato.
—S-sí —balbuceó.
—Espero que seas una mujer lista, Coria —dijo el pelinegro—. Sería una
pena que no.
Ella asintió muchas veces, sentía que se ahogaba con la presencia
imponente del otro omega, mas luchó para permanecer de pie. Al final, las
piernas temblorosas e inestables la vencieron, haciéndola caer al suelo en el
momento justo que Jimin se perdía en el pasillo.
Se estremeció, un enfrentamiento directo con el líder Park resultó ser una
de las experiencias más traumáticas de su vida, y realmente esperaba no
volver a pasar por lo mismo.
Pasaron un par de días, algunas reuniones y decisiones que obtendrían
relevancia en un futuro bastante cercano e incierto.
Hasta el momento, Jimin y Jackson contaban con el apoyo de cuatro
líderes aliados, cinco de ellos decidieron ausentarse, permitiendo que ese
silencio escarbara en los pensamientos del matrimonio y hacerles ver la
necesidad de crear acuerdos nuevos donde ninguno de los faltantes fuese
incluido.
El omega Park estaba bien con ello. No le hacía mucha gracia mantener
acuerdos con personas desconocidas y aún seguía familiarizándose con
muchas funciones internas, pero al menos dominaba los puntos relevantes y
era un gran estratega.
Si Jimin fuese sincero consigo mismo no tendría problemas en admitir que
prefería quedarse solamente con sus ejércitos, confiar en sus generales y
comandante; sin embargo, las cuestiones de política funcionaban de manera
diferente, y era algo que salía por completo de las manos del líder.
—Debemos volver lo antes posible, mi líder —comentó Taeyang—. Mis
hombres detectaron movimientos sospechosos en la frontera norte de la
ciudad principal.
—En el sur también —informó G-Dragon—. Envié un grupo de soldados
para revisar el perímetro, no encontraron rastros visibles, pero había una
concentración de aromas que resultó alarmante y que no podemos ignorar.
—No lo haremos —dijo Jimin, mostrándose de acuerdo con sus generales
—. Preparen todo para partir.
—El comandante Kim SeokJin se adelantó con una tropa hacia la ciudad
—informó Hwasa—. Él y la presidenta del concejo marcharon a primera hora
de la mañana.
—¿Qué hay de Taehyung? —cuestionó el líder.
—El sucesor Kim se quedó a esperarlo —respondió Amira.
Jimin se quedó en silencio. Había algo que no le gustaba y quedó bastante
claro cuando un agitado Jackson ingresó al salón donde el omega estaba
reunido con sus generales.
El líder Wang era una mezcla perfecta de miedo, tensión y furia, mas todo
cobró sentido cuando habló:
—Atacaron la ciudad —informó atropellado—. Un grupo de rebeldes tomó
túneles subterráneos hasta llegar al corazón de Dacrontte, pero eso no es lo
grave.
Jimin se tensó de inmediato, con sus ojos puestos en el hombre con el que
se había casado, el mismo que parecía estar acorralado y que apretaba con
fuerza un pergamino.
—¿Qué pasó? —exigió saber.
La respuesta lo derrumbó.
—Mataron a algunos miembros del concejo, todavía no sé a quienes —
contó Jackson, y por su expresión Jimin sabía que estaba por escuchar algo
que de verdad no le gustaría. No se equivocó, pues el beta agregó—: mataron
a Félix, no sin antes sacarle toda la información posible y saquear el
laboratorio.
Los generales se pusieron de pie al igual que Jimin, todos con los instintos
despiertos y alertas a las próximas palabras que abandonaron los labios de un
abatido Jackson.
—Todos lo saben, Jimin —siguió, con la mandíbula tensa y la mirada
puesta en el omega—. El concejo, los ejércitos, el pueblo y sobre todo Kaisa
saben que estás embarazado y que el padre es Yoongi... un alfa.
En un instante Jimin cruzó miradas con Yoongi, y ambos sabían lo que
aquello significaba:
La guerra había dado comienzo.
QUE INICIEN LOS JUEGOS DEL HAMBRE
Y todo está bien fundamentado ¿ok? Supieron que el padre es Yoon
por el expediente de Jimin donde el difunto Félix llevaba el control. Ahí
no se puede mentir unu
Lo explico porque en los capítulos no pasará, para que no les quede
esa duda.
Tres capítulos en un día uwu que se note la inspiración par favar
¿Qué les pareció? ¿Ta bueno el libro o es que yo lo miro con amor?
Que la luna los guíe y que nadie muera
Ahora me iré a descansar, pero antes vuelvo a agradecer por leer,
votar y comentar.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty six!

Estaban en una cuerda floja.


Desde el momento que el secreto valioso de Jimin fue revelado su cabeza
ganó valor entre los enemigos del clan y manadas vecinas. Para ese momento
el concejo mismo debía tener listas todas las leyes que utilizarían en su
contra, las mismas que lo llevarían a la pérdida del poder, incluso la muerte.
El destino de Yoongi era similar, pero el alfa estaba demasiado furioso
como para preocuparse por ello.
En un momento tan frágil como ese, la lealtad de los generales sería
probada a base de fuego y de sangre. Jimin conocía las leyes de su clan, en
ellas el concejo tomaría el mando de los ejércitos, ordenarían su captura y
luego ejecución, acompañado del hombre con el que cometió traición.
Sin embargo, Jimin no estaba dispuesto a morir bajo las garras de todas las
personas que traicionaron los ideales de su padre. Si en algún momento él
llegaba a morir sería en un campo de guerra luchando por lo que cree
correcto, o de causas naturales. Jamás moriría por decretos formados por
hombres, se lo juró a sí mismo.
Y por esa misma razón fue que no tardó en regresar a su manada y
enfrentar las leyes que lo estaban condenando.
El auto negro estacionó cerca de la plaza, Jimin miró a través de los
cristales oscuros y había una aglomeración de personas que rodeaban el
castillo concejal, lugar donde se llevaban a cabo juicios importantes donde
los involucrados poseían rangos elevados en el clan.
—El concejo debe estar listo para hacer la condena pública —habló
Jackson, mientras apretaba con fuerza el volante del auto.
El omega no respondió, se quedó mirando el exterior y todo el ruido de las
personas que parecían gritar sin control, arrojaban rocas y elevaban pancartas.
Parecía una huelga, algo poco usual que atrapó toda la atención del líder
Park.
—El pueblo está furioso —comentó Yoongi, mientras sostenía la mano
izquierda del omega a su lado.
—Sí. No saldremos de aquí hasta que descubramos la razón —decidió
Jackson, para luego contactarse con el escuadrón de vigilancia.
—Están así por mí —respondió Jimin—. Hace pocos días formé una ley
para erradicar a los alfas de mi manada y ahora saben que me embaracé de
uno. Deben verme como un hipócrita y un traidor al linaje y la sangre de mis
ancestros.
Tenía más desventajas que ventajas. La muerte le respiraba en la nuca, se
erguía sobre su presencia amenazando con vencerlo. Jimin no flaqueó, no
demostró temor, sólo el infinito odio que sentía por cada miembro del
concejo.
Poco tiempo después apareció RueSo. La hermana de Yoongi se apresuró a
entrar al auto, tomando el asiento de copiloto antes de ser vista por personas
indeseadas.
—¿Qué está pasando ahí afuera, Rue? —indagó Yoongi con ansiedad.
—No han tomado la ciudad. Hubo un grupo de forasteros, pero no hicieron
un ataque directo —aclaró con rapidez—. Murió el director del laboratorio e
hicieron público el expediente médico del líder Park, lo que me lleva a pensar
que la persona que lo hizo tenía una sospecha del secreto que se intentó
guardar.
—¿No mataron miembros del concejo? —inquirió Jackson.
—No, al principio creímos que sí porque en el conteo que se hizo faltaban
tres, pero en la mañana aparecieron.
—Malditos hijos de puta —gruñó el omega con todo el cuerpo tenso y
cargado de ira.
—Hermana —llamó Yoongi—. ¿Qué está pasando con el pueblo? Desde
aquí escuchamos el alboroto.
La respuesta que RueSo dio sorprendió a todos, más a Jimin.
—Están apoyando al líder —respondió RueSo—. El concejo preparó un
escenario para ejecutarlo, y el pueblo está protestando. Ellos no seguirán a un
gobernante que no lleve sangre Park y lo están dejando bastante claro con los
tumultos de personas que intentan derribar las puertas del castillo concejal.
—El concejo decidió atacar, y si lo está haciendo directamente es porque
cuentan con el apoyo para hacerlo —comentó Jimin, sonriendo torcido
cuando se dio cuenta—. Ahora entiendo la razón por la que no llegaron todos
los líderes aliados.
—Ellos apoyan al concejo —susurró Yoongi, mirando a su pareja y luego
a su hermana—. ¿Viste a más personas ahí, Rue?
—Nadie ha entrado, el ejército del norte se encargó de la tarea —aseguró
—. Si de verdad están recibiendo apoyo debe ser a través de otro medio.
El omega se cansó de esperar, abrió la puerta del auto con seguridad y salió
al exterior, seguido iba un agitado Yoongi que no quería exponer al pelinegro
a ese tipo de situación. Pese a todo, sabía que no lograría convencerlo de
dejarlo a cargo, Jimin era demasiado terco y orgulloso como para esconderse
detrás de la espalda del líder de los legendarios.
El último de los Park estaba dispuesto a debatir la postura del alfa; sin
embargo, el castaño se adelantó.
—Iré contigo y no me harás cambiar de opinión —sentenció Yoongi,
concentrado en los ojos oscuros del menor—. Caeremos juntos si es
necesario, pero vamos a defender la vida y derechos de nuestro cachorro al
precio que sea.
—Honor, valentía y fuerza —recitó Jimin, mientras terminaba de reunir el
valor necesario para enfrentarse al pueblo y al concejo.
El alfa se acercó y besó los labios ajenos con lentitud y amor. Momentos
después se separó llevándose pocos segundos en transmutar a su parte
animal. Pronto, el lobo de grandes dimensiones y de pelaje marrón quedó a la
vista, mostrándose orgulloso y nada temeroso.
—Jackson —llamó Jimin, obteniendo la atención de su esposo—. Prepara
a tus hombres para la batalla. El verdadero enemigo está esperando mi muerte
para tomar la ciudad, así que debes estar preparado.
—No vas a morir, Jimin —aseguró el beta con furia contenida—. Ni tú, ni
tu alfa, mucho menos el cachorro.
—Haz lo que te pido —pidió el líder Park con una media sonrisa—.
Vamos a devolver el golpe y esta vez será definitivo.
Jackson asintió y sin más que decir se marchó del lugar con un objetivo en
la cabeza. Jimin se quedó de pie, en compañía del lobo marrón y RueSo que
no tardó en transmutar, mostrando la majestuosidad de su loba color pardo.
El alfa líder de los legendarios expulsó un aullido que estremeció cada
rincón de los bosques y sacudió la tierra. El sonido fue tan fuerte que Jimin se
cubrió los oídos por instinto; estaba seguro que fue escuchado en cada rincón
de la ciudad, anunciando que ya estaban ahí, y que en su naturaleza de líderes
ocultarse para que otros hicieran el trabajo no era una opción.
El omega se subió al lomo del alfa, se aseguró bien y con la mínima señal
los dos lobos comenzaron a correr en dirección al castillo concejal. En el
camino se encontraron con algunos guardias que estaban quietos,
imperturbables y silenciosos; más adelante el pueblo entero los recibió.
"¡Larga vida al líder Park!"
Con esa exclamación llena de euforia, toda la multitud explotó en vítores
de apoyo y lealtad que eran dedicados al único líder que reconocían.
El lobo marrón continuó avanzando en compañía de su hermana. Ambos
llegaron hasta las afueras del castillo concejal donde se había instalado una
pequeña tarima que sería el lugar donde el concejo pensaba ejecutar a su
propio líder.
Jimin estaba rodeado de todo el pueblo que seguía aclamando su nombre.
Frente a él tenía a la horda de traidores quienes lucían rostros victoriosos y
sonrisas socarronas. Ahí mismo estaba el concejo, finalmente mostrando sus
verdaderos rostros, mientras los generales de ejércitos estaban situados del
lado izquierdo.
El lobo marrón se quedó quieto, y el omega no se movió. Permaneció
arriba, con la espalda recta, sin dejarse intimidar y orgulloso hasta el final.
Suyin fue el primero en tomar un micrófono para dirigirse a todo el pueblo.
Su actuar seguro y confiado no convenció a Jimin, en medio de toda esa
máscara, el líder pudo notar el leve temblor en el otro, sabiendo que hacía
bien al sentir miedo, ya que lo mejor aún no daba comienzo.
—Park Jimin —pronunció el miembro del concejo—. Se ha demostrado
que quebrantaste nuestras leyes, burlaste los acuerdos y manchaste el linaje
de tu raza al albergar en tu vientre la semilla impura de un alfa —continuó
con firmeza—. El concejo y los ejércitos te consideran un traidor que como
castigo merece la muerte.
—Tenemos un concepto diferente de traición, Suyin —habló Jimin,
mirando fijamente los ojos del otro omega que pareció encogerse en su lugar
—. ¿Quieres que hablemos del tuyo?
—¡Insolente! —exclamó SeoJang—. Siempre supe que no tenía carácter
de líder. ¡Es una vergüenza para nuestros ancestros y nuestras leyes! Debe
morir, él y su bastardo deben perecer bajo la justicia.
—No es vergüenza amar a un alfa —dijo Jimin, siendo escuchado por
todos los presentes en ese silencio profundo y lleno de incertidumbre—. No
me siento culpable de lo que hice, volvería a hacerlo una y otra vez —
aseguró, ganándose exclamaciones alarmadas por todo el concejo—. Mi hijo
es un Min y un Park, él ya existe, se forma en mi vientre y nacerá bajo el
dolor de mis propias entrañas para convertirse en líder. El primer alfa en
liderar un mundo regido por los omegas.
Ciertamente también estaba la posibilidad de que su hijo fuese omega; sin
embargo, debido a los genes dominantes de su padre alfa al poseer la primera
casta existente, las posibilidades de que naciera un alfa se elevaban.
Además, Jimin deseaba que su primogénito fuese un alfa, y en sus rezos a
la diosa antigua iban incluidos esos deseos.
—¡Eres una vergüenza para nuestro linaje puro! —exclamó Suyin con
rabia.
—Diste la espalda a tu manada, a tus enseñanzas y a tu linaje —continuó
SeoJang—. Las leyes son claras y justas. Desde este momento, el concejo
toma el mando de la manada y condena a Park Jimin y su amante a muerte.
Ambos serán decapitados, nunca tendrán descanso, pues sus pecados son
abominables y su sentencia es eterna.
En ese instante, los siete generales de ejércitos se colocaron frente a Jimin
y los dos alfas legendarios. El omega miró a cada uno de ellos en silencio, no
estaba armado, estaba vulnerable, así que era el momento ideal para saber si
los juramentos de lealtad que recibió de cada uno de ellos significaba algo o
eran simplemente palabras para cumplir con un protocolo.
Hubo exclamaciones y más cuando los altos mandos de ejércitos
reverenciaron la presencia de Jimin y Yoongi, aumentando las emociones
cuando todos los generales enfrentaron al concejo con armas en alto.
—Nadie que amenace a nuestro líder es merecedor de la vida —anunció
Amira, para luego disparar sin contemplaciones dando justo en la frente de
SeoJang. El miembro del concejo que los había sentenciado a muerte.
—¡Generales! —bramó Suyin, siendo una mezcla perfecta de temor e ira
—. ¡Su lealtad es con las leyes!
—La de nosotros no —debatió HyunJin, apuntando con su arma—. Somos
ejércitos aliados y el antiguo líder Park YoonWoo firmó los acuerdos bajo el
juramento de lealtad absoluta a Park Jimin —dijo con fiereza en su mirar—.
Por tanto, nuestra lealtad es con el líder, y así continuará hasta el final de
nuestros días.
—General Taeyang, general G-Dragon —llamó Suyin en un intento de
mantener el control—. Los ejércitos del norte y del sur son los más antiguos y
se rigen bajo nuestras leyes —les recordó con la mirada ensombrecida—.
Hagan honor a sus juramentos y maten a los traidores.
Ambos generales compartieron una mirada, siendo Taeyang el que habló.
—Renunciamos a esos juramentos desde que juramos lealtad a Park Jimin
—sentenció y un rugido de guerra acompañó sus palabras—. No vamos a
darle la espalda a nuestro líder, nuestro honor como soldados no lo permitirá
jamás, aunque la muerte fuese el único camino, nosotros no vamos a
retroceder.
—¡No pueden darle la espalda a los ideales de estas tierras! —gritó Suyin,
descubriendo en ese momento que algunos miembros del concejo habían
retrocedido en señal de rendición.
De un momento a otro, un sonido fuerte y que nunca antes se había
escuchado en la historia de esa manada se creó, como un augurio amenazante
que tomó fuerza cuando se descubrió el origen, el significado y el grito
aguerrido del inicio de la verdadera guerra.
Las orejas del lobo marrón se alzaron, el animal giró en el momento exacto
para recibir a miles de lobos legendarios que corrían hasta donde su
verdadero líder esperaba por ellos, pues habían escuchado el aullido del
legendario y no dudaron en abandonar al usurpador para acudir al llamado.
Jimin jadeó sorprendido y con miles de emociones atravesándole el pecho.
Ahí, frente a ellos estaba un ejército poderoso de lobos que aparecieron desde
los bosques y atravesaron la ciudad solamente para postrarse ante el líder
legendario que aún cargaba al omega en su lomo.
Eran los legendarios que Kaisa lideró con mentiras, los mismos que
escucharon a su líder y no dudaron en servirlo.
Todos los lobos estaban inclinados completamente, mostrando su versión
sumisa ante uno que reconocían como su guía, su protector, un alfa que les
enseñó con sabiduría y creció con ellos en los bosques impenetrables que
iban más allá de cualquier manada conocida.
Fue en ese momento que Min Yoongi quedó reconocido como el verdadero
líder de los legendarios, siendo un pilar de fortaleza para su omega, una
barrera impenetrable para su hijo, y una amenaza mortal para sus enemigos.
Los lobos los rodearon, soltando gruñidos amenazantes e impidiendo que
cualquiera hiciera el mínimo movimiento que indicara amenaza para su líder
alfa y su luna.
Hwasa fue la primera en salir de su estupor, carraspeó un poco para
encontrar la voz que se le había escapado, y finalmente se enfocó en el líder
omega.
—¿Qué ordena? —preguntó, con su arma aún apuntando a los miembros
del concejo que estaban congelados en sus puestos.
Jimin hizo contacto visual con Suyin, le sonrió con oscuridad y no dudó al
momento de lanzar su orden.
—Arresten a todos los miembros del antiguo concejo, pues desde que
intentaron derribarme dejaron de ser hijos de Dacrontte —ordenó—. ¡Tortura
y muerte a todos!
—¡Soldados! —exclamó Hwasa.
Todos los que formaron parte del grupo concejal fueron encadenados y
llevados a la prisión de máxima seguridad. El líder Park tenía planes para
cada uno de ellos, pero primero debía encargarse de su pueblo.
Fue por ello que con fuerza hizo valer su voz ante la multitud que lo
escuchaba.
—¡Soy el hijo de Park YoonWoo y Park Saran! Soy el líder por derecho de
este clan y lo voy a defender a costa de sangre —inició, mientras el lobo
marrón se movía por los alrededores de la multitud—. La noticia fue real,
estoy esperando un hijo de un alfa legendario y voy a parir ese hijo —siguió
—. Él será el sucesor de estas tierras y futuro soberano, y todo aquel que no
lo acepte será desterrado.
El pueblo entero estalló en aplausos y gritos enérgicos. A ellos no les
importaba la combinación de castas, lo único que sabían y le daban prioridad
era que en el vientre de su líder se estaba formando un sucesor que
mantendría el linaje Park en el poder.
"¡Bendita sea la antigua diosa por brindarnos un heredero!" Exclamó una
anciana con lágrimas en los ojos.
Y otros más siguieron.
"¡Bendito el alfa que engendró un nuevo guerrero!"
"¡Bendito el vientre de nuestro omega líder!"
"¡Larga vida al líder Park!"
Jimin sintió que le faltaba el aire. Jamás pensó que su pueblo lo respaldaría
y defendería con uñas y dientes, ni siquiera como una pequeña posibilidad.
Ahora que podía verlo con sus propios ojos y escucharlo con sus oídos, era
que el omega podía entender las palabras que su padre le dijo alguna vez.
"Un buen soberano prioriza el bienestar de su pueblo, y un pueblo leal
siempre protegerá a su soberano. Jimin, los ejércitos y aldeanos son el
pueblo. Las riquezas y los convenios no importan si tienes esos dos pilares
rodeándote y siendo soporte para que no caigas".
Jimin lo entendió. En ese momento que estuvo a merced de la traición del
concejo, su vida, su alfa y su bebé fueron salvados por la lealtad de su
pueblo.
Y él se encargaría de retribuirles de la única manera que podía:
Vencer a sus enemigos, ganar la guerra y devolver la paz a su gente.
La lealtad es más importante que el dinero y el poder.
¿Qué les pareció el capítulo? Déjenme aquí sus opiniones.
Perdonen cualquier falta ortográfica. Escribí rápido de la emoción.

¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty seven!

El orden en la manada fue restablecido gracias al proceder ordenado que


cada general de ejércitos demostró.
Hwasa y todo el ejército del este se encargaron de los miembros del
concejo. Cada uno de ellos fue encerrado en celdas de máxima seguridad,
privados de todo tipo de derechos y desligados de los títulos que hasta ese
entonces presumieron con vanidad.
Taeyang y G-Dragon se encargaron de ordenar sus tropas en una nueva
formación. La vigilancia de las fronteras se triplicó, diversos grupos de
rastreo comenzaron a trabajar para encontrar el escondite de Kaisa y todos los
líderes que traicionaron la alianza que alguna vez firmaron con el padre de
Jimin. El líder Park no estaba dispuesto a dejarse sorprender y su clan no
olvidaba las traiciones.
Por otro lado, Jimin fue claro al momento de ordenar mayor seguridad al
pueblo, es por esa misma razón que los generales HyunJin y Moonbyul
estaban a cargo de movilizar a las personas hasta los búnker subterráneos que
estaban capacitados con todas las comodidades, incluyendo comida, medicina
y agua. Toda la población estaría segura, sin tener que sufrir los estragos de
una guerra que no era su responsabilidad.
El general Min estaba ordenando su propio ejército. Con la llegada de más
lobos legendarios la tropa creció desmesuradamente, y él debía encontrar el
equilibrio perfecto para comandarlos a todos y mantener un orden estricto
dentro de una batalla. Por tanto, decidió que RueSo le ayudaría, pensando
también en incluir a su sobrino cuando estuviera listo.
Mina estaba visitando los almacenes de todo el clan. Jimin ordenó reunir
todas las armas disponibles en las bodegas del palacio del poder y esa fue una
tarea que el ejército lunar estaba cumpliendo en tiempo récord. La guerra
inició horas atrás, el líder derribó al concejo y comenzó a forjar sus propias
leyes, así que sus enemigos no tardarían en volver a atacar.
Y por último, Amira y toda la guardia de hierro estaban en la misión de
encontrar al comandante Kim SeokJin y la presidenta del antiguo concejo
Kim Jennie, pues ninguno había aparecido en los territorios de la manada
desde la madrugada que salieron del clan de las montañas.
—¿Crees que Kaisa los haya capturado?
Jimin miró directamente a su mejor amigo. Taehyung tenía la mirada
perdida en algún punto del bosque, las manos convertidas en puños y la
mirada cristalina, siendo esa la evidencia que el omega estaba luchando para
contener el llanto.
—Tienes que mantenerte firme, Taehyung —habló Jimin—. No puedo
darte una respuesta a la pregunta que me hiciste, lo único que te puedo decir
es que seas valiente.
—Yo siempre admiré tu valentía —confesó el peliazul—. Cuando tu padre
murió, pensé que no podrías continuar —pausó un momento—. Me
equivoqué por supuesto, has sabido liderar y no te acobardaste con la
amenaza enemiga, ni con todos los intentos que los demás tuvieron para
arrebatarte el poder —siguió hablando, y era como un método de desahogo
que Jimin comprendió—. Estás liderando una guerra, y todo mientras llevas
un hijo en el vientre. Joder... eres el omega más valiente que he conocido.
—Las circunstancias vividas te obligan a ser valiente, es parte de la
naturaleza y el instinto de supervivencia —dijo el pelinegro, restándole
importancia—. Sobre mi hijo... lamento no habértelo dicho.
—Lo sospechaba —admitió Taehyung con una leve sonrisa—. Esos
cambios de humor explosivos debían tener una explicación lógica.
—Estar embarazado apesta —se quejó Jimin chasqueando la lengua.
—Pero hacerlos no —debatió Taehyung, subiendo y bajando las cejas con
picardía.
Ambos amigos soltaron una risa que ayudó para disminuir un poco la
tensión que llevaban en los hombros, se retiraron del balcón y llegaron hasta
la oficina del líder donde estaba Jackson en compañía de una cara que ambos
querían ver.
Amira hizo una reverencia dedicada al sucesor del comandante y al líder
del clan. De ellos, Taehyung fue el que le habló, desesperado.
—¿Los encontraron? —cuestionó el omega Kim, con sus ojos brillantes
puestos en la beta.
—No, mi señor —negó con una mueca—. Envié una tropa al bosque
negro, ahí se encontró un rastro débil del comandante; sin embargo, el rastro
de la presidenta es completamente opuesto, va hacia el sur, a tierras lejanas.
—Están separados —concluyó Jimin con una mueca pensativa.
Jackson rodeó la mesa donde estaba el mapa de las manadas y sus bosques.
Achicó los ojos cuando encontró el punto exacto que marcaba los límites del
bosque negro, y no tardó en descubrir un detalle más que llamó su atención.
—El río Kodor atraviesa el bosque negro y conecta con estas tierras —
inició, mientras los otros le escuchaban—. El agua neutraliza los aromas, es
probable que esa sea la razón por la que el rastro del comandante Kim sea tan
débil y no pueda seguirse.
—El río nace en las tierras donde se detectó el rastro de Jennie —comentó
Jimin, mientras continuaba analizando el mapa—. No conocemos la
estructura, pero el agua es suficiente para sospechar de un escondite que sea
funcional para Kaisa, ya que conecta directamente con este territorio.
—Mi padre debió escapar —susurró Taehyung—. Dejó el rastro de forma
intencional para que descubriéramos la existencia de ese río y la conexión
que existe entre estas tierras y el bosque negro.
Fue suficiente para que Jimin tomara una nueva decisión.
—General Sang, seleccione a los mejores soldados que tenga y vayan a
inspeccionar el río Kodor que llega a nuestras tierras —ordenó, Amira asintió
acatando la orden—. Despliegue tropas, que algunos legendarios la
acompañen, ellos deben conocer mejor el territorio.
—Sí, mi líder —aceptó, para luego retirarse y comenzar a trabajar.
—Taehyung —mencionó Jimin—. Necesito pedirte un favor especial.
—Lo que sea, Jim —accedió de inmediato.
—Ve a la biblioteca central y recoge toda la documentación de la manada.
Necesito que los tratados y los libros de leyes sean enviados al clan
montañoso, Jackson construyó un espacio seguro donde no podrán robarlos.
El omega Kim asintió, para después abandonar la oficina con muchos
objetivos en mente.
—Bien —habló el beta—. Los ejércitos están asegurando el pueblo,
reuniendo el armamento y asegurando las fronteras. La búsqueda de los Kim
podría alagarse o terminar de un momento a otro —hizo un sonido pensativo
—. Hay algo importante que falta.
—¿Qué cosa? —inquirió Jimin, bastante concentrado en el mapa.
Jackson le entregó una carpeta que despertó la curiosidad en el omega que
la tomó. El líder Park comenzó a revisar los papeles, para luego mirar al beta
con una ceja alzada y una sonrisa ladina.
—Tarde o temprano pasaría —comentó Jackson, mientras miraba sus uñas.
—Vaya, quien diría que te divorciarías de mí tan rápido —comentó Jimin,
mirando los papeles que representaban su separación legal con el que se
había convertido en su mejor aliado—. ¿Tan mal esposo fui?
—No seas tonto —refunfuñó Jackson, mirando al omega—. La verdad es
que pude enamorarme de ti, o sea, tienes todo para conquistar a quien quieras
—reconoció sin problemas—. Sin embargo, desde que te conocí supe que tu
mente, tu alma y corazón ya estaban ocupados —confesó—. No me gusta
entrometerme en sentimientos ajenos, y como renovarás por completo las
leyes, nuestro matrimonio ya no es necesario.
Jimin sintió un sentimiento agradable y cálido en su pecho, uno que se
formó gracias a ese beta que lo miraba con sinceridad en los ojos y una
sonrisa genuina de apoyo. Le llevó segundos descubrir que se trataba de
gratitud, además del cariño que sentía por él, mirándolo como un miembro
importante de su manada, de su entorno y de su familia.
—Mi hijo te llamará "tío Jackson" —comentó, notando como los ojitos del
beta se llenaban de lágrimas y mucha ilusión.
—Ah, no seas así —se lamentó con dramatismo.
—¿No te agrada la idea? —preguntó el omega con diversión.
—¡Claro que sí! —chilló—. Seré el mejor tío que el cachorro pueda tener,
pero, si Yoongi no me mató por ser tu esposo, me matará por ganarme el
cariño de su hijo.
Jimin rodó los ojos antes de afirmar:
—Eres un exagerado.
—No, soy realista —se defendió el líder de las montañas—. Espero que
cuando sepa que eres libre ya no quiera matarme.
El omega soltó una verdadera carcajada que fue contagiada al beta. Ambos
se sentaron en los sillones de la oficina y compartieron algunas galletas,
mientras conversaban de diversos temas, algunos importantes y otros banales.
—No volveré a formar un concejo —decidió Jimin—. Lo mejor para mi
mandato y el de futuras generaciones es fortalecer la pirámide militar y una
nueva política de seguridad para mantener intacta la seguridad del clan y no
tener preocupaciones innecesarias.
—Será un cambio radical —admitió Jackson con impresión—. El primer
mandato en la historia que será libre de miembros concejales.
—En todo caso, lo único que podría tener es un consejero privado —
murmuró pensativo—. Hay ocasiones en las que las responsabilidades pesan
demasiado y los pensamientos proliferan sin control. Por esa razón es que
tendría una persona de confianza.
—Podría ayudarte —se ofreció Jackson—. Tengo experiencia en esos
asuntos y no será problema para mí.
—Acepto —dijo de inmediato—. También me gustaría que firmemos un
tratado oficial de paz y que ambos clanes se beneficien del otro, como una
fusión —propuso—. Te ganaste mi confianza, Wang, y como ya no seremos
esposos, podemos ser excelentes aliados.
La sonrisa del beta fue amplia y resplandeciente. Asintió muchas veces,
con la energía intacta que tendría un niño cuando le ofrecen su cosa favorita
del mundo; pues algo similar pasaba con Jackson, debido a que Jimin le
ofrecía prosperidad, seguridad y años buenos a su pequeña manada que yacía
oculta en las montañas.
—Acepto —dijo emocionado—. Pero primero vamos a ganar esta guerra.
Y Jimin estuvo completamente de acuerdo.
El bosque negro. Recibió su nombre por la espesura anormal de los
árboles, la humedad volvía la tierra en tonos oscuros y la maleza venenosa
propia del terreno alimentaba todas las leyendas que se escucharon en las
manadas cercanas.
Yoongi estaba en el lugar, había decidido acompañar a Amira en la misión
y comandar personalmente el grupo de legendarios que recorrían el terreno,
mientras olfateaban en búsqueda del rastro de Kim SeokJin.
—El río es caudaloso. Si alguien cae por accidente, podría morir. —el
comentario de Amira ganó especial atención en Yoongi.
El alfa caminó por la orilla de las aguas, sus ojos dorados inspeccionaban
con cuidado cada detalle que iba encontrando fuera de lugar, como las sogas
fuertes unidas a rocas grandes con la misma secuencia y distancia de ambos
lados.
—Es un puente —comentó.
—Lo que queda de él —dijo Amira, notando también las sogas que estaban
bien sujetas.
—Mira aquí —pidió Yoongi, mientras señalaba marcas que quedaron
pintadas en el barro y el césped—. No llevan muchos días, lo que significa
que siguen usando esas sogas para atravesar el río.
Amira gritó una orden a su escuadrón y en cuestión de segundos toda la
guardia de hierro se encargó de colocar explosivos en los lugares que su
general iba indicando. La tarea se llevó a cabo en media hora, cuando todo
estuvo listo, la beta líder activó las detonaciones.
La forma natural del río Kodor quedó destruida por completo. Grandes
cantidades de tierra suelta cayeron sobre el agua, las sogas dejaron de existir,
así como toda posibilidad de cruzar esas aguas tempestuosas.
—Sea lo que sea que exista del otro lado de estas aguas quedó aislado, y
para pisar tierras de la manada tendrán que rodear el bosque negro y
encontrarse cara a cara con los ejércitos del líder Park. —luego del
comentario, Amira volvió a reunirse con Yoongi que estaba ocupado en los
límites del bosque.
—Los legendarios encontraron a SeokJin —informó el alfa Min.
—¿Dónde? —cuestionó Amira, mientras llevaba una de sus manos al arma
que descansaba en su cintura.
—En el centro del bosque —respondió Yoongi—. Rue encabeza el rescate,
me dijo que el comandante está inconsciente y con heridas graves.
—Mierda —maldijo la beta—. ¿No encontraron rastros de la presidenta?
—Nada de ella. Debe estar lo suficientemente lejos como para poder
rastrearla desde aquí.
El sonido de aullidos múltiples los pusieron alertas. En cuestión de
segundos una manada de legendarios encabezados por una loba de color
pardo se presentó con ambos generales. Yoongi reconoció a su hermana, pues
era ella quien llevaba el cuerpo herido del comandante Kim en su lomo.
—Yoongi —pronunció Amira con duda en su voz—. Ven a ver esto.
El general de los legendarios acudió al llamado de su compañera,
descubriendo que otro lobo llevaba en su lomo el cuerpo de una mujer que no
conocía. Se acercó un poco y revisó con mayor cuidado, abriendo los ojos de
par en par cuando se dio cuenta de un detalle importante.
—Esta mujer está muerta —anunció, con un estremecimiento que le indicó
peligro.
—¡Todos regresen al palacio del poder! —ordenó Amira, para luego correr
hacia una de las camionetas.
Yoongi transmutó en un segundo, encabezó a la manada de lobos y juntos
comenzaron a alejarse a gran velocidad, mientras escuchaban los primeros
disparos provenientes del oscuro bosque.
Una hora después, todo el grupo ingresó al palacio del poder donde Jimin
esperaba ansioso por noticias.
El omega ordenó a un equipo médico para que se hicieran cargo del
comandante Kim SeokJin, y luego fijó su vista en el cuerpo de la mujer que
algunos soldados estaban colocando en una camilla.
—La encontramos en el bosque negro. No pudimos identificarla —informó
Amira, mientras Yoongi se situaba al lado de su omega ya completamente
vestido.
Jimin la miró, y cuando llegó al rostro de la mujer sintió náuseas,
sumándole un mareo que lo estremeció de pies a cabeza, de forma tal que
Yoongi se vio en la necesidad de sostenerlo entre sus brazos para que el
menor no cayera.
—¿Estás bien? —preguntó el alfa, mirando con preocupación al líder
omega.
—C-conozco a esa mujer —confesó en susurros, mostrándose consternado.
—¿De quién se trata, Jimin? —indagó, llevándole a pensar que era alguien
importante que justificara la reacción del omega.
La respuesta que obtuvo le confirmó lo que pensaba. El líder lo miró a los
ojos, confuso, furioso y al mismo tiempo con una mezcla de remordimientos.
—Es Jung LeeHa —informó Jimin—. La madre de Hoseok.
¿Teorías?
¿Película de terror que me recomienden?
También voy a aprovechar para recordarles que este libro tiene
playlist en Spotify. Si la quieren, mándenme un mensaje privado con
confianza.
Ya casi, casi rozamos la recta final, lo digo sin temor a equivocarme.

¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty eight!

Taehyung no mencionó palabras desde que se enteró del estado de salud de


su padre y de la desaparición completa de Jennie.
El omega menor de los Kim decidió permanecer al lado del comandante.
Vigiló por días enteros su bienestar, mientras pedía en sus rezos por su pronta
recuperación. Mientras sucedía, Taehyung también tomó las
responsabilidades de su padre, dirigiendo a todos los generales de ejércitos.
Por suerte Jimin no lo dejó solo. Ambos omegas trabajaron juntos en los
ataques que se libraron durante las últimas semanas. Los primeros resultados
fueron algunos pueblos destruidos y la frontera sur cayó por completo.
Las defensas del clan liderado por Park Jimin no había tenido bajas
significativas; sin embargo, las sospechas de cada uno de ellos quedó
esclarecida cuando el último ataque tuvo como objetivo destruir la ciudad.
Sólo entonces, supieron que Kaisa había tomado todos los ejércitos de
cuatro manadas que en el pasado fueron aliadas de Dacrontte, aunque aún no
podían saber bajo qué circunstancias el líder de los rebeldes lo había logrado.
El único problema real era que Kim Jennie no había aparecido. Para Jimin
era evidente que Kaisa la tenía, y esa conclusión no lo tranquilizaba en lo
absoluto. La mujer poseía información vital que si caía en manos enemigas
significaría la derrota absoluta del linaje Park.
—Se está recuperando. —el comentario aliviado de Taehyung hizo que el
líder cambiara de pensamientos. Ambos miraron hacia la gran cama donde el
comandante descansaba, con vendajes cubriendo todas sus heridas y un
soporte vital que marcaba la regularidad de sus signos.
—Tu padre es uno de los hombres más fuertes que he conocido —susurró
Jimin, con la vista fija en SeokJin—. Va a recuperarse por completo.
El omega Kim hizo un sonido afirmativo, pues él también lo creía así.
Poco tiempo después recordó un detalle que, aunque no era del todo
importante, quiso compartir con su amigo.
—Me encargué de todos los gastos del funeral de la señora Jung —informó
—. Quise que la sepultaran al lado de su hijo.
—Sabía que lo harías —reconoció Jimin con una sonrisa pequeña.
—Ella era una buena persona, no merecía morir así.
—¿Aún lo amas? —el cambio repentino y la pregunta inesperada causó un
estrago interno en Taehyung. El omega peliazul se quedó callado, procesando
la interrogante y tratando de evitarla.
—No es relevante —respondió finalmente, aunque no se escuchaba
convencido.
—Para mí sí lo es —debatió Jimin—. Y estoy seguro que para Jungkook
también.
El rostro del menor explotó de rojo, se lamió los labios y carraspeó
sutilmente.
—¿C-cómo lo supiste? —cuestionó con cuidado.
—Nos conocemos desde que éramos cachorros, Tae —le recordó Jimin—.
Has sido el único amigo que he tenido y eso me hizo ser observador y
protector contigo —asintió—. Por lo mismo, he podido ver la forma en la que
te comportas cuando Jungkook está cerca, cómo lo miras, cómo le hablas y
cómo lo defendiste de mí con valor.
—Lo que siento por Jungkook es diferente a lo que siento por Hoseok —
reconoció con tono bajo y seguro—. Por ese alfa rebelde tengo sentimientos
fuertes y que me resultan sinceros, reales —sonrió un poco—. Por Jung... lo
amé con todas mis fuerzas, pero ese amor estaba manchado desde un
principio, y sabía que jamás podríamos tener un buen final.
—Aún amas a Hoseok, pero también a Jungkook —concluyó el pelinegro.
—De Hoseok sólo me queda el recuerdo, Jim. No es muy agradable —dijo
Tae con una mueca—. Jungkook... a él lo quiero, quiero verlo todo el tiempo
y que siempre sonría, tiene una sonrisa tierna —suspiró—. Yo... quizás estoy
confundido.
—No lo estás —respondió el líder, para luego besar la frente de su amigo
con suavidad—. Pienso que los sentimientos reales saldrán en el momento
indicado, no te desesperes por ello.
—También te amo a ti, demasiado —confesó Taehyung, disfrutando el
abrazo apretado que el líder le brindó.
—Eres un omega tierno y muy sentimental —se quejó Jimin—. Yo
también te amo.
Ambos se separaron cuando escucharon fuertes sonidos que se formaban
en el exterior del palacio del poder. Abandonaron la habitación donde
SeokJin descansaba y caminaron con rapidez hasta que llegaron a las puertas
de entrada, sólo para ver la entrada triunfal de una tropa que estuvo en el
campo de batalla.
Jimin soltó todo el aire cuando pudo reconocer a su alfa. Yoongi tenía el
uniforme roto y el rostro lleno de sangre; sin embargo, lucía bien, no tenía
problemas para caminar y no había expresión de sufrimiento o malestar en su
rostro.
—Los vencimos —informó el general Min, con los ojos puestos en su
omega—. Los que sobrevivieron intentaron huir, pero mis soldados los
atraparon para ejecutarlos.
—¿Cuál fue el número de bajas? —preguntó Taehyung, mientras sus ojos
inspeccionaban los soldados que habían regresado del enfrentamiento.
—Veinte soldados caídos y quince heridos —respondió Yoongi—. Ya me
hice cargo de todo, y ahora Amira y Mina están colocando los explosivos en
la frontera.
—Bien, ahora ve a descansar —pidió Jimin, con los ojos blandos puestos
en el alfa.
El líder de los legendarios hizo una reverencia antes de retirarse. El omega
Park empezó a revisar las distribuciones que cada uno de los generales había
hecho con sus ejércitos, así mismo, hizo un nuevo conteo de armas. No
quería que la gran guerra los alcanzara y sus soldados no estuvieran
preparados.
Escuchó el sonido de tambores que anunciaban la llegada de los dos
faltantes en las filas militares. Miró a Taehyung con una sonrisita,
aumentando su diversión al notar la palidez completa del otro omega.
—Tu amado Jungkook acaba de llegar —informó, para luego continuar
concentrado en su trabajo.
—Se supone que vendrían dentro de un mes —murmuró el omega Kim.
—Adelanté todo. La gran guerra se acerca y debemos estar listos, por ello
NamJoon y Jungkook están aquí.
Taehyung abrió y cerró la boca, luego la volvió a abrir cuando miró al alfa
legendario bajar del auto blanco que estacionó a varios metros de donde él se
encontraba. El omega Kim se estremeció cuando los ojos amarillos lo
miraron sin parpadear, sintiéndose pequeño sin una explicación coherente, y
sonriendo como idiota al verlo acercarse.
—Espero que me hayas extrañado —comenzó Jungkook cuando estuvo
frente al omega.
—¿El entrenamiento te hizo más pretencioso? —inquirió Tae con una
sonrisa ladina.
—No, haberte besado lo hizo —respondió el menor, mirándolo con una
intensidad que mareó al omega.
Afortunadamente para Taehyung, NamJoon también se acercó para
saludarlo como era debido. Los dos alfas lucían más fuertes, el entrenamiento
recibido quedó evidente en la fuerza de sus músculos, o esa fue la impresión
que tuvo el omega Kim.
—¿Dónde está el comandante SeokJin? —preguntó NamJoon, mirando a
su alrededor, tal vez buscándolo.
La mueca del omega alertó al alfa moreno, quien se preparó para recibir la
peor noticia, tal y como su mecanismo de defensa lo ordenaba cuando debía
enfrentarse a situaciones similares.
—Interceptaron a mi padre y a mi tía en su camino a estas tierras —explicó
Taehyung a ambos alfas—. Hace unas semanas el general Min y la general
Amira encontraron a mi padre en las profundidades del bosque negro, estaba
malherido. En estos momentos sigue recuperándose.
NamJoon quería ir y verlo con sus propios ojos, mas recordó el puesto que
tenía dentro de todo aquello y no sería nada beneficioso ponerse en evidencia.
Además, el sucesor dijo que el comandante ya estaba recuperándose, así que
debía confiar en su palabra.
—¿Y la presidenta Kim? —preguntó después.
—No la hemos encontrado —respondió Tae con una mueca—. Se han
enviado tres equipos de búsqueda, pero es imposible tener resultados cuando
no existe rastro de ella.
—Son malas noticias —advirtió NamJoon. Él más que nadie sabía toda la
información valiosa que vivía en la mente de esa mujer. Ella y el comandante
Kim eran los únicos que habían permanecido con vida desde el inicio del
mandato de Park YoonWoo, y eso los convertía en piezas claves en la guerra
que estaban afrontando.
—Lo sabemos —comentó Taehyung, mientras sentía como el alfa a su
lado tomaba una de sus manos para sostenerla con firmeza—. Lo único que
nos queda es continuar peleando.
La respiración agitada no le estaba dejando pensar con claridad. Un nuevo
puñetazo impactó de lleno en su rostro, y entonces Jennie sintió como algo
crujió en su nariz.
—Eres una ramera asquerosa —escupió Yugyeom, para luego propinarle
una patada en el abdomen que le sacó todo el aire a la omega.
Jennie tenía todo el cuerpo adolorido, podría jurar que también sus
costillas estaban rotas pues le costaba mucho respirar, sangre seca y fresca
salía de su nariz y de la boca, la cabeza le daba vueltas, cuando cerraba los
ojos veía puntos negros y azules mezclándose continuamente, para que al
abrirlos se sintiera sumamente mareada.
En nada le ayudaba sumar todos los días que llevaba encerrada en ese lugar
nauseabundo, sin comer, ni beber, debilitando sus defensas y la
determinación de salir viva de ahí.
—Habla de una puta vez, maldita —demandó Yugyeom, el silencio de la
omega estaba alimentando la ira que sentía—. ¡¿Dónde está el tratado de las
manadas?! Se lo diste a Jimin y sólo tú y ese hijo de puta saben su ubicación
exacta.
La omega lo miró, regalándole una sonrisa burlona de dientes
ensangrentados.
—Jódete perro —gruñó, aumentando la furia del alfa.
Kaisa ansiaba ese tratado. Era el libro más poderoso después de todo, y con
ese simple objeto podía doblegar hasta los propios ejércitos y derribar al
actual líder sin tanto problema. Jennie lo sabía, así como los rebeldes sabían
que ella conocía el lugar donde estaba oculto; es por ello que resistió, porque
primero muerta antes de entregar a su manada al enemigo.
Yugyeom tomó un bate de hierro y se acercó peligrosamente hasta donde
estaba la omega encadenada, levantó el pesado objeto por la empuñadura,
mas no logró usarlo, ya que en ese momento la presencia de Kaisa invadió el
lugar.
—Suficiente, Yugyeom —ordenó el líder de los rebeldes, con sus ojos
puestos en la mujer herida que lo miraba con odio y asco.
Kaisa se acercó hasta donde estaba ella, se acuclilló para poder estar a su
altura y la siguió mirando. Lucía deplorable, no existía indicio alguno que
mostrara que esa omega era una de las más importantes dentro de la manada
que pensaba conquistar, y ese conocimiento le causó gracia.
—Luces mal, querida —comentó con voz suave.
—Tú te ves peor —afirmó Jennie—. No recordaba tu rostro lleno de
cicatrices, aunque en bestias como tú quedan bastante bien —afirmó con
soberbia—. Demuestran lo primitivo de tus instintos.
—Kim Jennie —pronunció Kaisa, ignorando lo dicho por la omega—.
Hermana mayor de Kim SeokJin, presidenta del concejo de la manada
liderada por el linaje Park, único en el mundo que aún posee sangre de
omegas legendarios —hizo una pausa—. Se escucha bastante bien, ¿no
crees?
Jennie no respondió, se limitó a verlo a los ojos.
—Nunca te casaste y tampoco tuviste hijos —continuó Kaisa—. Cuando
era juguete de YoonWoo le pregunté por qué jamás formaste una familia si
eras tan hermosa, de hecho, aún lo eres.
El cuerpo de la omega se tensó por completo, y ese detalle no pasó
desapercibido por Kaisa, quien como respuesta sonrió de forma cruel.
—Obtuve una respuesta interesante —continuó el alfa—. Él me dijo que tú
te habías enamorado perdidamente de nuestra hermosa Saran, pero era algo
imposible. Ella había sido elegida para convertirse en la esposa del líder y tú
tuviste que aceptar, tragarte tu amor y honrar las leyes de tu manada, ¿no es
eso cruel, Jennie?
—¿A dónde quieres llegar con esto? —preguntó la omega, forzando las
cadenas que la mantenían atrapada y fallando en todos los intentos.
—Las leyes son crueles —respondió Kaisa—. Las leyes mataron a Saran,
no fui yo.
—Cállate, no la menciones con tu boca asquerosa.
—Por las leyes tuviste que sepultar lo que sentías por ella —continuó
Kaisa—. Por las leyes viste como se casaba con otro, y por esas malditas
leyes fuiste una perra leal a ellos, demostrando que esa lealtad era genuina
cuando murieron porque, aún después de eso, seguiste leal con el hijo que
tuvieron —chasqueó la lengua—. Esa fue la diferencia entre ambos, mi
querida Jennie. Tú te hiciste a un lado como la insulsa leal que eres y yo me
vengué, destruyéndolos por completo.
—No, Kaisa —negó la omega con frialdad—. La verdadera diferencia es
que yo tengo honor y todo el poder que tú jamás conocerás —habló,
golpeando directamente en el orgullo del alfa—. Haz lo que quieras, destruye
todo lo que puedas. Te juro que al final, el linaje Park y el Kim continuarán
gobernando, porque somos líderes natos, no ratas como tú.
—Mi hermano menor se encargó de manchar ese linaje que tanto me
presumes —informó Kaisa—. ¿No sabías? Yoongi preñó a tu amado líder, así
que la sangre Min se combinó con la Park para crear una aberración que no
puede nacer.
—Un hijo de un alfa legendario con los genes de Jimin —susurró Jennie,
más para ella misma que para alguien más.
—Increíble, ¿no crees? —inquirió Kaisa, para luego ponerse de pie—.
Afortunadamente, encontré una solución al problema.
Jennie lo siguió con la mirada, atenta a todo lo que aquel lunático hiciera o
confesara. Lo miró rodear una mesa alta que no le permitía ver más allá,
observó como el alfa tomaba una caja de metal pequeña, y luego volvía a
acercarse hasta donde estaba encadenada.
—La guerra real se acerca y nosotros ya estamos listos para ganarla —
habló Kaisa, mientras sostenía en sus manos una pequeña esfera de cristal
que en su interior tenía un líquido brillante de color púrpura—. Creamos esta
belleza, ¿quieres saber lo que es?
—Adelante —dijo, mientras analizaba el líquido encerrado en el cristal.
—Son balas —simplificó Kaisa—. Verás, mi hermano consiguió retomar
el mando de los legendarios, así que necesitaba protegerme de ese detalle —
explicó—. El líquido que alberga cada bala tiene una función simple:
adormece la parte racional del lobo, dejando únicamente la animal y salvaje
—contó con una sonrisa cruel—. Así que, cuando les demos uso en la guerra,
el ejército completo de legendarios será infectado por estas balas,
convirtiéndose en animales salvajes que atacarán sin importar el bando.
—Eres un maldito —gruñó Jennie, entendiendo el plan del enemigo y
admitiendo que estaba preparado para darles pelea.
—Y eso no es lo mejor —siguió el alfa con entusiasmo enfermizo—. Lo
mejor será cuando tenga a Park Jimin encadenado y mi hermano bajo lo
efectos de este juguete que he creado —suspiró ilusionado—. Yoongi matará
a su omega y su cría. Después, le inyectaré el antídoto para que sepa lo que
hizo, y la culpa lo enloquezca.
—Estás enfermo —dijo la omega—. Enfermo y bastante idiota para pensar
que funcionará todo lo que tienes planeado.
—Oh, claro que funcionará —respondió sonriente—. Estoy ansioso de que
ese momento llegue.
Jennie no lo demostró, pero sintió terror de lo que podría pasar y de las
muchas posibilidades de que las palabras dichas por Kaisa se convirtieran en
realidad.
Kaisa va con todo mi gente.
Espero que el capítulo les haya gustado, aunque sea un poquito.
Perdonen cualquier error. Infinitas gracias por leer.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter fifty nine!

Sucedieron muchas cosas en cuestión de días.


La disolución del matrimonio entre el líder Park Jimin y el líder Jackson
Wang se publicó en un decreto oficial que fue enviado a ambas manadas. La
noticia causó revuelo, mas todo quedó controlado cuando ambos líderes
informaron que los acuerdos de la unión se respetarían, y que continuarían
siendo aliados para el bienestar de su gente.
En esos días Jimin recibió nuevas propuestas de matrimonio. Muchos
líderes y sucesores de manadas lejanas hicieron notar los intereses que tenían
por una unión política que los involucrara, ofreciendo diversos tesoros que
serían muy beneficiosos para el omega Park.
Sin embargo, Jimin dio una respuesta negativa a cada uno de ellos,
asegurando que no se casaría por conveniencia ya que confiaba en sus
capacidades de liderar y en la riqueza propia de su clan.
Kim SeokJin estaba más recuperado. El comandante supremo de los
ejércitos pudo levantarse de la cama que lo mantuvo cautivo y comenzó a
movilizar los pies para sentirse activo. Taehyung continuó cumpliendo con
los deberes de su padre, permitiendo que el mayor de los Kim tuviera mayor
descanso, o al menos lo intentara en esos tiempos turbios y sombríos.
NamJoon y Jungkook ingresaron al ejército de Min Yoongi. La ceremonia
de integración fue corta, pero muy significativa para ambos alfas que estaban
con el orgullo elevado y con la fuerte convicción de defender todo aquello
que creían justo.
Jennie no apareció. Todos los equipos de búsqueda fallaron, y el tiempo
significativo que llevaba desaparecida obligó a Jimin para que hiciera una
declaración oficial, con una marcha en honor a la valiente mujer que cayó por
defender la soberanía de su tierra.
Fue un golpe duro para SeokJin el tener que liderar esa marcha, aún
guardaba esperanzas de encontrar a su hermana con vida, pero también debía
ser fuerte y entender que no podía hacer mucho con ella cuando tenían la
guerra encima.
Y finalmente, se había logrado sentenciar a muerte a todos los miembros
que formaron parte del concejo de YoonWoo.
Todos ellos estaban de pie, eran apuntados con armas de fuego, en el
mismo escenario que ellos habían preparado para ejecutar a Jimin y Yoongi.
El líder Park estaba en silencio, a su lado su alfa le tomaba de la mano con
sutileza, transmitiendo el calor necesario en esa noche fría. Ambos en
silencio, escuchando las palabras directas de Kim SeokJin antes de llevar a
cabo la ejecución.
—Sus delitos y traición los han condenado a muerte. En esta noche y bajo
el mandato del líder Park Jimin, el último en su linaje, quedará escrito para la
historia y generaciones venideras que es de esta forma como hacemos pagar a
los traidores —sentenció SeokJin.
Jimin hizo contacto visual con Suyin. El omega traidor estaba situado en el
centro, donde recibiría mayores impactos de bala que le darían una muerte
asegurada.
—¡Preparen armas! —ordenó el omega Park.
Los soldados acataron la orden de inmediato. Con una sincronización
excelente, todo el grupo preparó sus armas, provocando un chasquido
colectivo cuando las cargaron con balas, listas para ser usadas.
—¡Apunten! —volvió a ordenar el líder, sin flaquear.
Las armas apuntaron a todos los miembros del antiguo concejo. El silencio
breve que se extendió fue agobiante, cargado por la neblina mortal de una
muerte inminente que se cernía sobre cada uno de ellos, sin posibilidades de
escapar y con el peso de su traición alojándose en sus mentes temerosas y
débiles.
Después, Jimin dio la orden final.
—¡Disparen! —ordenó con una frialdad digna y merecedora de su cargo.
La lluvia de disparos estremeció todo el lugar. Cada uno de los soldados
encargados de la ejecución vació sus armas, llenando los cuerpos de plomo,
reventándolos en sangre y haciendo volar los sesos.
La escena sangrienta era digna de un cuento de terror. El hedor de la
muerte quedó impreso en cada uno de los presentes, como un recordatorio
más de lo que pasaría con todos aquellos que osaran traicionar al apellido
Park.
Nada quedó del antiguo concejo y sus leyes absurdas, siendo esa una
revolución que beneficiaría más a las generaciones venideras.
Yoongi hizo una mueca preocupada.
Daba vueltas de un lado a otro, mordiéndose los labios de vez en cuando y
soltando leves lloriqueos cargados de impotencia. No le gustaba lo que estaba
sucediendo, absolutamente no, y quería ayudar, pero no sabía cómo.
Jimin se había encerrado en el baño desde hace mucho tiempo, el alfa lo
único que escuchaba eran las maldiciones que el líder soltaba, acompañado
de sonidos de arcadas que ponían los nervios del legendario al límite.
—Mierda —maldijo por lo bajo, para luego apoyar la oreja derecha encima
de la madera de la puerta.
Escuchaba jadeos rápidos, más maldiciones y más arcadas. Yoongi arrugó
las cejas, animándose a tocar la puerta con la misma desesperación que
sentía.
—Jimin abre la puerta —pidió, siendo ignorado por el omega—. ¡Abre o te
juro que la derribo!
—¡Déjame vomitar en paz! —gruñeron del otro lado.
El alfa se apartó para no hacer algo realmente estúpido. Comenzó a dar
vueltas por toda la habitación, luchando contra sus impulsos de correr hacia
el omega, de protegerlo con sus brazos y hacerle sentir bien.
Luego de minutos que parecieron interminables, la puerta del baño fue
abierta. Los ojos dorados inspeccionaron cada punto visible del omega,
notándolo tenso, cansado y pálido. Esa era una combinación para nada
tranquilizadora, provocando que el instinto protector de Yoongi se activara de
inmediato.
—¿Cuánto tiempo llevas sin dormir? —preguntó Yoongi, mientras se
encargaba de acomodar a su pareja en la cama.
—Uh, dos días —respondió con ojitos cansados—. Había mucho trabajo y
tenía que asegurar al pueblo.
—¿Cómo te sientes ahora? —inquirió el mayor, sentándose a un lado del
omega para brindarle caricias a la cabellera oscura.
—Mareado, débil y malhumorado —resopló, con sus manos puestas en el
vientre que albergaba a su hijo—. Este pequeño me está matando, alfa.
—Llamaré a un médico —decidió Yoongi, mas el omega se negó.
—Todos los pueblos y ciudades están asegurados en los búnkeres. No
saldrán de allí hasta que la guerra haya terminado —habló con decisión—.
Yo estaré bien, sólo necesito descansar.
El alfa se inclinó lo suficiente y besó con suavidad la frente del omega,
luego repitió el proceso en ambas mejillas, la nariz, para finalmente caer en
los labios rellenos que lo recibieron con la misma intensidad con la que él
estaba formando el beso.
Yoongi se quitó los zapatos para acomodarse en la cama, se apoyó en el
espaldar de madera y atrajo al omega hasta dejarlo seguro entre sus brazos.
Repartió besos pequeños en la cabellera ajena, mientras tomaba varias
inhalaciones de los aromas dulces que inevitablemente le arrancaron una
sonrisa.
—No puedo dormir —se quejó Jimin con sofoco.
—¿Te sientes incómodo con algo? —cuestionó el castaño, al mismo
tiempo que sus manos quedaban puestas en el vientre de su omega.
El menor se quedó en silencio durante un tiempo considerable. Al final,
terminó expulsando un suspiro corto que iba acompañado de su respuesta.
—He tenido muchas pesadillas —susurró en voz baja—. Algunas me
llevan a la noche en la que perdí a mi madre, otras al momento donde
encontré el cadáver de mi padre —pausó—. Y, finalmente las otras que me
muestran mi propia muerte, la tuya y la de mi hijo.
Yoongi sintió un nudo fuerte en su garganta que se ramificaba hasta su
pecho, provocando que de manera inconsciente abrazara con mayor
intensidad al omega.
—Son pesadillas, omega —murmuró, apoyando la barbilla en la cabeza del
menor—. Pesadillas de los dioses del sueño que envidian lo que eres, y lo que
logramos formar estando juntos.
—Llevan algo de verdad —comentó el menor, jugando con los dedos
largos que acariciaban su vientre—. La muerte está entre nosotros, alfa, y
nadie es resistente a ella.
—La muerte no te va a lastimar —prometió Yoongi, y lo dijo con una
seguridad tan fuerte que Jimin le creyó.
El omega pudo encontrar paz en sus sueños gracias a la protección que la
presencia del alfa le otorgaba. Jimin no tardó en quedarse dormido, el
cansancio de esos días pesó en él haciendo que cayera en ese descanso
profundo y necesario donde todo quedaba olvidado, o donde todo era
recordado.
Yoongi no se apartó del menor. Ahí permaneció, como un firme devoto,
como un guardián protector y compañero fiel que daba la vida por su ser
amado, pues sabía que esa criatura hermosa, poderosa, cruel en ocasiones
necesarias, era el elixir y el secreto mismo de su propia existencia.
Y lo amaba... lo amaba con la misma intensidad que las deidades de antaño
debieron amarse. Lo amaba y reconocía como su único complemento, como
la parte faltante de su propio universo, como el creador de sus más preciados
anhelos, como el príncipe dormido que llegaba a visitarlo en cada uno de sus
sueños.
En tiempos de guerra donde la tierra se estremecía por la maldad y las
ansias de poder, los pensamientos sombríos llegaban a doblegar la voluntad
del hombre. Sin embargo, la verdadera batalla en la que Yoongi fue derrotado
se libró hace mucho tiempo, de hecho, sucedió cuando conoció al omega que
en ese momento dormía entre sus brazos, el mismo que lo hizo arrodillarse,
doblegar su voluntad y entregar su corazón sin temor a las consecuencias.
Porque el alfa le pertenecía por completo al omega, era una entrega
voluntaria y eterna que nadie podría romper jamás.
Las horas pasaron con extrema rapidez. Yoongi miró el reloj de pared que
marcaba las cuatro de la mañana, con cuidado acomodó el cuerpo dormido de
su omega, lo abrigó y dejó un último beso en la frente ajena. Necesitaba salir
un momento, así que modificó las luces de la habitación y finalmente salió al
pasillo que estaba custodiado por algunos guardias.
Caminó el largo trecho que lo dividía de las escaleras principales,
descendió hasta el primer piso del palacio y giró a la izquierda buscando la
cocina.
Al ingresar al lugar se encontró con su sobrino. Jungkook estaba sin
camisa, con la cabeza sumergida en el pote de helado que estaba devorando
sin ningún tipo de cuidado.
—Come despacio —riñó, asustando al alfa menor con su repentina
presencia.
El menor de los Min lamió el sabor del helado que aún quedaba en sus
labios, se deshizo del restante y enfocó sus ojos en el recién llegado. Arrugó
la nariz, toda la presencia de Yoongi era dulce, desde los aromas que lo
cubrían, hasta la sonrisa pequeña que se le dibujaba en los labios sin permiso.
Luego abrió la boca, recordando algo importante.
—¿Es cierto lo que se dice? —cuestionó, apresurándose hacia dónde
estaba el mayor y mirándolo con asombro—. ¿Vas a ser papá?
Yoongi infló el pecho orgulloso.
—Es verdad —respondió—. Mi omega está embarazado.
—Oh —musitó el alfa menor, con un rubor extendiéndose hasta las orejas
—. E-entonces... t-tú... ¿ya?
—¿Qué cosa? —inquirió Yoongi, mirándolo con curiosidad.
—Ya sabes —carraspeó, desviando la mirada—. ¿Ya lo hiciste?
—No estoy entendiendo nada, Jungkook —admitió el mayor.
—Hablo del apareamiento —confesó el alfa menor con las mejillas a punto
de explotar.
—Ah, pues sí —aceptó Yoongi—. Es un poco tonto que lo preguntes
cuando te dije que mi omega está preñado —apuntó—. Los cachorros no se
engendran con besos y caricias.
Jungkook mordió su labio inferior con indecisión. Para el mayor era
evidente que su sobrino quería hablar sobre algo relacionado o saciar
curiosidades; sin embargo, optó por mantenerse en silencio y darle su
espacio.
—Yoongi —pronunció con duda, luego de un silencio prolongado—. ¿Es
normal que duela? H-hablo de la primera vez.
El mencionado se cruzó de brazos, recordando a la perfección su primera
vez con Jimin.
—Sí, a mí me dolió, pero no es un dolor extremo. Más bien es como una
molestia.
—Entonces sí es normal —refunfuñó el menor, escuchándose molesto.
—¿Me vas a contar? —indagó el castaño con una mueca entretenida.
—Uh —se lamió los labios y continuó—: hace pocas horas estaba con
Taehyung, y pues llegamos hasta ese momento —contó, sin tanto detalle—.
Me quejé, él me preguntó si me dolía y le dije que sí.
—Entonces, ¿cuál fue el problema?
—¡Que se detuvo! —exclamó airado—. Se detuvo, dejándome con una
dureza que dolía más que cuando yo estaba dentro de él.
—No me des tantos detalles —pidió Yoongi con una mueca—. Bueno,
probablemente le dio miedo lastimarte más.
—Pero yo quería seguir —dijo Jungkook con un puchero—. Y contigo no
se detuvieron.
El alfa mayor soltó una carcajada antes de responder:
—Todas las personas son diferentes, mocoso. En todos los ámbitos; sin
embargo, puedo entender tu punto, ya que para mí es evidente que ese omega
te gusta mucho.
—Tae me encanta —admitió derrotado—. Todo de él, y cuando lo vi así,
tan hermoso, con su piel rozando la mía y compartiendo el mismo calor pude
sentir que de verdad nací para pertenecer a él.
—Tendrás mucho tiempo para demostrarle lo que sientes —dijo Yoongi,
notando como su sobrino comenzaba a relajarse—. No te preocupes, y
tampoco te sientas mal o insuficiente —regañó, pues conocía a la perfección
al menor—. Verás que cuando vuelvan a estar juntos de esa manera las cosas
resultarán mejor.
Jungkook sonrió en dirección a su tío, y Yoongi como respuesta cariñosa le
revolvió el cabello, de la misma forma que lo hacía cuando era un cachorro.
—Tienes que prometerme que cumplirás con tu palabra. Por el bien de
nuestra manada, por el juramento sagrado y por todo lo que es correcto.
—Estoy listo para hacerlo, debes confiar en mí.
—Confío, realmente confío en ti.
Hoseok sonrió, tomó las manos de la mujer que había salvado y dejó un
par de besos para demostrar su respeto.
—Me iré ahora, pero aquí estarás segura —prometió—. Cuando todo esto
termine, volveré por ti.
—Mi anillo te ayudará a pasar las fronteras —dijo ella con cansancio en su
voz—. Jimin y Taehyung tienen razones para odiarte. Actúa con cuidado.
—Lo sé, no pretendo que me vean con gracia en sus ojos —se sinceró—.
Simplemente voy a terminar la misión que Park YoonWoo me encomendó,
aunque pueda morir en el intento.
Murió Suyin y revivió la esperanza.
Mañana matamos a Kaisa y revivimos a YoonWoo JAJSJAJS OKNO.
La mayoría sospechaba que el Hobi andaba errante por ahí, pues no se
equivocaron je, va a volver para tomar su lugar en la guerra y... ¿en el
corazón de Taehyung? Mujajaja
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty!

El toque suave de una mano más pequeña que la suya hizo que Yoongi se
sintiera cálido.
Miró ese detalle y sonrió. Jimin tenía unas manos pequeñas, dedos
pequeños y delicados que hacían contraste con la fuerza de todo su cuerpo.
Le gustaba entrelazar sus dedos, para luego llevarlos a sus labios y llenarlos
de besos.
Ambos caminaban por un pasillo lejano del palacio del poder. Jimin le dijo
que había un lugar que deseaba mostrarle, algo que resultaba especial para
ellos, en ese momento que parecía ser el indicado para recordarse sus
sentimientos.
Al día siguiente debían partir en dirección al bosque. Los campamentos ya
estaban listos y los ataques comenzarían en cualquier momento. El líder
decidió movilizar las tropas hasta el punto de encuentro con el enemigo, y
Yoongi con el omega Park pensaban participar en todo lo que se avecinaba.
Sin embargo, antes que todo pasara y que los escombros de una guerra los
alcanzara, querían amarse y estar juntos. Ellos ansiaban vivir un momento
siendo lo que son: un alfa y un omega totalmente enamorados, dejando en el
efímero olvido sus rangos, sus responsabilidades y sus miedos.
El omega abrió un pasadizo secreto e invitó al alfa para que lo siguiera. Un
túnel de rocas preciosas les dio la bienvenida, y al final un salón rodeado de
antorchas, almohadones de plumas y una esplendorosa vista de la luna.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Yoongi, mirando con atención cada
detalle del espacio que le causó sensaciones agradables.
—Era el lugar favorito de mi madre —respondió Jimin con melancolía en
su voz—. Lo usaba para leer, pintar, cantar, y yo venía con ella todas las
veces que podía escaparme de mi habitación.
—¿Escaparte? —cuestionó Yoongi con una sonrisa.
—Ella lo visitaba durante las noches —explicó—. Yo debía estar dormido,
pero me escapaba para verla y escucharla.
El alfa sonrió cuando una imagen nítida se formó en su mente. En ella
podía ver a su omega siendo un niño curioso, travieso y sonriente; lo
imaginaba al lado de una mujer a la que no podía darle un rostro, pero ese
detalle no entorpecía en lo absoluto a su imaginación.
Y con esos pensamientos, fue que nació un deseo tan intenso que no dudó
en exteriorizar.
—Me gustaría escucharte cantar —comentó, dándole una mirada de ojos
brillantes.
—No canto tan bien como ella lo hacía —murmuró con un sonrojo—.
Pero, por ti podría intentarlo.
Yoongi asintió muchas veces, y sin pensarlo mucho se sentó en uno de los
almohadones dándole toda la atención al omega. Jimin también se sentó,
quedando frente al alfa que esperaba ansioso por escucharlo cantar.
Hizo un sonido pensativo, tratando de recordar alguna de las letras que su
madre cantaba, y cuando formuló los párrafos necesarios, fue que inició.
Decir las cosas por como son.
Los huesos se convertirán en polvo.
El oro se volverá óxido.
Decir las cosas por como son.
Por debajo de la luz.
Y toda la madera astillada.
Nada aquí está brillando.
Brillando como debería.
Preferiría ver mi reino caer.
Quiero todo o nada.
Preferiría ver mi reino caer.
Quiero todo o nada.
El omega se detuvo los segundos exactos para descubrir que Yoongi lo
miraba completamente embelesado. Sonrió, para luego continuar con la
canción que lo trasladaba a la parte más feliz de su infancia.
Dime lo que quieras decir.
Dime que es verdad.
La última cosa que harás.
Dime lo que quieras decir.
Preferiría ver mi reino caer.
Quiero todo o nada.
Preferiría ver mi reino caer.
Quiero todo o nada.
Hubo un silencio que fue necesario para ambos. Estuvieron mirándose a
los ojos, dejando que la luz intensa de la luna los iluminara junto al fuego de
las antorchas, mientras sus almas se reconocían, estando en paz y sintiéndose
completos y frágiles.
—Cantas precioso —susurró Yoongi, sintiendo a su lobo adormecido por
la voz delicada de su omega.
Jimin gateó hasta que estuvo encima del regazo del mayor. Lo abrazó,
hundiendo el rostro en el pecho fuerte, cálido y seguro que le hizo respirar
con mayor facilidad, corroborándose a sí mismo que su vida entera estaba en
las manos de ese alfa.
—Te amo —confesó, en un hilo de voz que el mayor no pudo ignorar.
—Jimin...
—Te amo —repitió, aferrándose más fuerte al abrazo que mantenía con el
alfa—. Aprendí a hacerlo y ahora mi amor por ti es más grande que cualquier
cosa —miró hacia arriba, encontrándose con la mirada dorada del mayor—.
Te amo más que a nada, con la fuerza de miles de universos —jadeó—. Por
eso necesitaba entregarte esta noche donde estemos juntos, porque mañana
vamos a la guerra y no sabemos si sobreviviremos a ella.
—Te amo —susurró Yoongi, entendiendo el sentimiento que el omega le
transmitía—. Viviremos o moriremos, pero siempre juntos —prometió,
mientras unía su frente a la contraria—. Jimin... tú, mi hijo, ambos son el
tesoro más valioso que tengo, y en este momento están protegidos en mis
brazos —dijo, mientras abrazaba al más pequeño—. Mañana, en días
venideros y en la batalla no podré tenerte seguro conmigo, pero te hago un
juramento, mi amor —suspiró—. Juro luchar con todas las fuerzas que tengo
para regresar a ti y nuestro hijo —besó los labios ajenos y continuó—: porque
nuestro amor es tan grande que ninguna guerra podrá destruir.
Unieron sus labios en un beso agridulce. Ese momento íntimo entre ellos
también estaba acompañado por una sombra de despedida, y por muchas
promesas que se hicieron con los sentimientos a flote.
—Alfa, cásate conmigo —pidió Jimin, estando a horcajadas del mayor y
mirándolo a los ojos.
El corazón del alfa legendario se detuvo por segundos que no fueron
contados. Lágrimas empezaron a salir de sus ojos brillantes, mientras que una
sonrisa de lo más hermosa nacía de sus labios para ser dedicada al omega de
su vida.
—¿C-casarnos? —susurró entrecortado.
—Quiero ser tu esposo y que tu cuello lleve mi marca —confesó el menor
sin gramo de vacilación—. Nuestra unión eterna sería la fuerza que ambos
necesitamos para salir vencedores de la batalla que nos espera.
—Ser tu esposo, omega —musitó, perdido en sus emociones—. Tantas
noches lo soñé, tantos días lo anhelé, y ahora que me lo estás pidiendo en
nuestra última noche de paz, siento que es un sueño más.
—Quise pedírtelo hace mucho tiempo —admitió Jimin—. Fue difícil
contenerme, sobre todo cuando fui educado para anteponer mis deberes sobre
mis sentimientos —hizo una pausa—. Pero todo ha cambiado. Tú eres la
razón de mis anhelos más profundos y por eso quiero convertirte en mi
esposo y yo ser el tuyo, para que seamos uno solo, por un día o por una
eternidad.
El alfa tomó entre sus manos el rostro del omega, lo llenó de besos cortos y
tiernos, transmitiendo una emoción nueva que salió para hacer brillar su
espíritu y para que su alma se alimentara de toda esa felicidad que el menor le
hacía sentir.
—Quiero ser tu esposo, omega —respondió con timidez—. Lo he querido
desde siempre.
Jimin sonrió y lo hizo de verdad, sonrió hasta que sus pequeños ojos
desaparecieron por completo, sonrió mostrando los dientes impecables,
estirando los labios brillantes, luciendo ilusionado, hermoso y sumamente
enamorado.
—En ese caso... —comenzó sonriente, mientras sacaba del bolsillo de su
abrigo una cajita de color negro con bordes dorados—. Este brazalete te
pertenece.
En antaño, los omegas tenían la tradición de entregar un brazalete a la
persona con la que juraron casarse. La joya era puesta en la muñeca izquierda
del portador, ya que se creía que era capaz de llegar hasta el corazón del ser
amado para unir sus sentimientos.
Yoongi miró como el amor de su vida le colocaba el brazalete en la
muñeca izquierda, se estremeció cuando Jimin besó ese punto específico y
nuevas lágrimas salieron de sus ojos al saber lo que aquello significaba para
él, para ambos.
Luego el omega levantó la muñeca izquierda para mostrarle al mayor que
él también estaba usando un brazalete, aunque el diseño era el mismo, la
contextura del material era más delgada y liviana.
Una promesa quedó formada entre ellos y grabada en sus mentes. Tenía el
poder suficiente para fortalecer sus espíritus guerreros y así combatir sin
ningún temor, sin retroceder, sin mirar atrás.
Sus miradas volvieron a encontrarse, y el mismo deseo refulgía en ambos,
por ello fue terminaron besándose, cayendo entre los almohadones en un beso
abrasador que los consumió en cuestión de segundos.
Yoongi se posicionó encima del menor, repartió besos por el cuello ajeno,
mientras sus manos se encargaban de desvestirlo con destreza. Lo primero en
salir fue el abrigo de Jimin, seguido por los zapatos y pantalones.
La piel quedó expuesta para que los labios del alfa legendario crearan su
propio camino en ella. Besó cada punto sensible de su pareja, saboreó los
rincones remotos y luego volvió a los labios que esperaban ansiosos, donde
las mordidas también comenzaron a formar parte.
El alfa finalmente pudo sacar la camisa del pelinegro, de inmediato probó
los pezones levemente hinchados, jugó con ellos, con la sensibilidad que
tenían y la exquisitez que los componía, al mismo tiempo que sus oídos eran
acariciados por los gemidos largos del omega que se frotaba con descaro.
Las manos grandes arrancaron la ropa interior dejando a Jimin
completamente desnudo y excitado. El omega enredó ambas piernas
alrededor de la cintura ajena, moviendo las caderas para que sus erecciones se
tocaran.
Yoongi lo miró con oscuridad, llevó dos de sus dedos a la boca húmeda
que los recibió sin problemas, soltando gruñidos primitivos cuando miró la
forma tan sucia con la que Jimin los succionaba, todo mientras lo miraba a
los ojos.
Los dedos mojados salieron de la cavidad caliente que los masajeó, fueron
descendiendo por el cuello, pecho y abdomen del menor, dejando un camino
húmedo y excitante que estremeció a ambos al mismo tiempo.
—Quítame la ropa —susurró Yoongi, para luego morder el labio inferior
del omega.
La provocación causó un estrago más en la lujuria de Jimin. El omega se
deshizo de la camisa del mayor con suma facilidad, los dedos inquietos
recorrieron los músculos fuertes de los brazos ajenos y se perdieron en la
ancha espalda sintiéndola tensarse de vez en cuando, sobre todo cuando sus
uñas decidían jugar con ella.
Posterior a ello, las manos del pelinegro se dirigieron hacia el pantalón.
Zafó el botón y bajó la bragueta lo suficiente para poder cumplir su objetivo.
Tiró con fuerza de la tela, llevándose de paso la ropa interior del alfa.
Yoongi le ayudó a deshacerse de la ropa que le estorbaba con la ayuda de
sus pies, soltando un gemido ronco cuando sus erecciones se tocaron sin tela
de por medio.
—Hazlo alfa —tentó Jimin, haciendo que sus cuerpos se unieran más—.
Mételo.
El mayor soltó un siseo bajo y luego palpó la humedad del omega. En ese
momento agradeció a las hormonas de Jimin, gracias a ello el cuerpo del
menor estaba listo para recibirlo, pues su canal interno estaba más mojado y
elástico de lo normal.
Alineó el pene en la entrada, frotó un poco, para luego comenzar a
ingresar, sin perder detalle de las expresiones gloriosas que cruzaban por el
rostro angelical de su dueño.
Reclamó los labios gruesos en un beso apasionado que sepultó los jadeos y
los gemidos de ambos.
Las caderas de Yoongi se movieron con rapidez, entrando y saliendo del
caliente interior que lo masajeaba deliciosamente, mientras sus labios eran
adormecidos por la boca experta que lo sometía a su antojo, volviendo de él
un adicto sin control.
Los sonidos que se creaban de la unión de sus cuerpos desnudos quedaron
grabados en cada pared de ese salón. La luz lunar todavía los cubría, el fuego
a su alrededor alimentaba el calor con el que se entregaban al otro,
sucumbiendo a sus deseos y aferrándose a sus ansias infinitas de unirse por
completo.
De un momento a otro Jimin cambió la posición. El omega tumbó al alfa
quedando a horcajadas del cuerpo fuerte y montándolo con frenesí.
Las manos de Yoongi cayeron en las caderas que se movían
constantemente. Se dedicó a mirar como el omega lo hacía suyo, tomando
toda su longitud y disfrutando de ella sin ningún tipo de pudor.
Cuando ambos estaban cerca del clímax, el mayor enderezó la parte
superior de su cuerpo quedando sentado y con su pareja encima. Volvieron a
besarse, ahogando los gemidos sincronizados que salieron de sus bocas en el
momento exacto que llegaron a su orgasmo.
Pero sucedió algo más grande que mandó por la borda todas las emociones
de Yoongi.
Jimin lo mordió.
Cuando ambos eran víctimas del orgasmo demoledor, el omega terminó
con el beso para trasladarse al cuello ajeno, donde mordió con fuerza,
enterrando los colmillos filosos en el punto exacto donde se formaba una
marca.
El lazo ancestral se formó de inmediato, con una fuerza estremecedora que
los desestabilizó a ambos. De pronto, sus emociones y pensamientos se
mezclaron, cada uno compartió sus recuerdos, sus miedos, sus sueños, como
si un hilo invisible y poderoso se hubiera formado para unir sus mentes para
siempre.
Alfa y omega emitieron un mismo sonido de reconocimiento, ese que les
indicó que habían encontrado a su complemento, la parte faltante para
sentirse completos.
Jimin estaba abrumado, había escuchado del poder de un lazo, pero jamás
imaginó que se sentiría así. Tan mágico y correcto.
Y Yoongi, él se encontraba completamente feliz, pues ahora pertenecía
enteramente al hombre de su vida, y Jimin le pertenecía de igual manera a él.
—Puedo sentir tus emociones y escuchar tus pensamientos —comentó
Jimin, completamente asombrado—. ¿C-cómo es posible?
—Yo también siento tus emociones y escucho tus pensamientos —confesó
Yoongi, para luego soltar un sollozo—. Diosa... puedo sentir a nuestro
cachorro.
—Maldición, no quiero llorar —gruñó Jimin, pero sus ojos ya estaban
brillantes—. No sabía que marcar al alfa que amo sería tan maravilloso.
—¿Eso quiere decir que no te arrepientes de haberlo hecho? —inquirió el
mayor con ilusión en su mirada de oro.
Jimin le dio un dulce beso antes de responder:
—Nunca me arrepentiré —aseguró—. El lazo que ahora comparto contigo
es de lo más increíble que he experimentado —acarició las mejillas pálidas y
sonrió—. Tú eres increíble, alfa.
El omega abrazó el cuerpo del castaño, lamió la herida de la marca para
ayudarla a cicatrizar, escuchando los suspiros que salían de los labios de
Yoongi cada vez que su lengua entraba en contacto con la piel herida.
—Jamás olvidaré esta noche —confesó el alfa.
—Yo tampoco —aceptó Jimin, mientras apoyaba la frente en el hombro
izquierdo de su futuro esposo.
Futuro esposo... ese simple pensamiento le arrancó una sonrisa que supo
ocultar.
El resto de esa noche la compartieron entre risas, abrazos y caricias, para
dormir juntos toda la madrugada y enfrentar el día que se aproximaba.
La canción de multimedia es la que Jimin cantó a Yoongi.
Desde hace mucho tiempo quise leer un libro que tuviera un romance
apasionado en medio del caos y la guerra. No encontré algo así, por eso
quise hacer un libro más o menos con esas ideas.
Y es Alpha's owner, aunque me esté quedando medio chueco, es
trabajo honesto.
¿Se esperaban la propuesta de Jimin y la marca?
¿Qué les pareció el capítulo?
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty one!

El movimiento militar se activó a primera hora del día.


El comandante supremo y el sucesor se reunieron con cada uno de los
generales para dar órdenes específicas. Querían una distribución pulcra, no
existía espacio para fallas.
—El general Min ordenó un escuadrón de tres mil lobos legendarios. Ellos
se quedarán para proteger la ciudad —explicó SeokJin a Jimin—. El centro
de control ya está listo, Wheein tomará el lugar cuando nos vayamos y estará
dándonos información acerca de los movimientos y ubicación del enemigo.
—¿Cuál es la ubicación actual? —preguntó Jimin, con su vista fija en la
gran pantalla que mostraba todo el territorio con algunos puntos resaltados en
color rojo que indicaban su propia ubicación.
Wheein tecleó rápidamente algunas letras en clave antes de dar su
respuesta.
—Sesenta y cuatro kilómetros al noreste del bosque negro —informó la
beta, mientras continuaba analizando la información que aparecía en la
pantalla—. Están siguiendo el camino del río que conecta con esta ciudad.
—Activa los explosivos del área seis, ocho y diez —ordenó Jimin a la beta
que no tardó en teclear para cumplir la orden—. Hagamos que esas ratas
lleguen al punto donde los estaremos esperando.
Segundos después la gran pantalla mostró como muchos puntos rojos
desaparecían, el color azul intenso cubrió una faja completa de territorio,
anunciando con ello que todos los explosivos habían sido detonados.
—El objetivo se traslada rápidamente hacia el oeste —informó Wheein—.
Cuarenta kilómetros para llegar al campo de guerra.
—Hora de movernos —anunció Jimin, para luego salir del búnker en
compañía de SeokJin.
La ciudad estaba desierta. No habían ciudadanos expuestos y los lobos
encargados de protegerla estaban ocultos en lugares estratégicos que fueron
seleccionados con antelación. Los ejércitos cubrían todo el territorio de la
manada, y frente a Jimin estaban los ocho generales que lucharían a su lado.
—No tengan compasión, porque nadie la tendrá con ustedes —sentenció el
líder, mirando a cada uno de ellos.
—Sí, mi líder —respondieron todos al mismo tiempo.
—Nos veremos en el campamento en un par de días —avisó, recibiendo
una inclinación de cada uno de ellos, y una mirada preocupada de color
dorado que lo acompañó hasta que Jimin ingresó al auto que lo llevaría al
lugar mencionado.
Cuando el omega Park se marchó en compañía del comandante, todos los
generales soltaron el aire que tenían atravesado.
—Joder, el líder me intimida más de lo que mi orgullo puede admitir —
comentó Amira, mientras caminaba al lado de sus compañeros.
—Cállate o Yoongi va a darte una paliza —dijo Moonbyul con una sonrisa
ladina.
Todos ellos soltaron una carcajada colectiva que aminoraba la tensión que
la guerra provocaba; sin embargo, callaron de inmediato, casi de forma
espeluznante, dejando un silencio sepulcral que tensó a Yoongi al no saber el
motivo del cambio radical del ambiente.
Fue entonces que el alfa parpadeó muchas veces y miró a sus compañeros.
Frunció el ceño, luchando con el tonto rubor que llegó a sus mejillas cuando
se dio cuenta que todos los demás generales tenían la mirada puesta en su
cuello, con las mandíbulas desencajadas.
—Eso no estaba ahí ayer por la tarde —dijo Mina, apuntando la marca
fresca que adornaba el cuello del líder de los legendarios.
—Eso tampoco —mencionó G-Dragon, apuntando el brazalete de oro que
el alfa llevaba en la muñeca izquierda.
Todos ellos seguían viéndolo, esperando ansiosos por una explicación que
Yoongi no podía dar porque estaba más ocupado en deshacerse del rubor en
sus mejillas.
—Hay que seguir —dijo con torpeza, adelantándose un par de metros.
—¡Por eso el líder se separó! —chilló Amira, mientras seguía al alfa en
compañía de los demás.
—Habla, no te van a dejar en paz si no lo haces —habló HyunJin a Yoongi
—. Además, quizás este sea el último momento en que todos estemos con
vida, así que no pasa nada si eres sincero con nosotros.
El alfa detuvo sus pasos y se concentró en sus compañeros. Miró sonrisas
en ellos, ojos expectantes y emocionados, así que, llegó a la conclusión de
que realmente deseaba compartir su felicidad con ellos, y que la guerra no era
tan importante como para reprimirse.
—Tuve la mejor noche de mi vida —contó—. Mi omega me pidió
matrimonio y este brazalete es la prueba de la promesa que nos hicimos —
explicó sonriente—. La marca se explica por sí misma. Estoy unido a Jimin,
ya no sólo por el cachorro que tendremos, sino por algo más fuerte, y espero
que así continúe.
—Tienes una razón grande para destrozar a todos esos hijos de puta —dijo
Taeyang, mientras le daba golpecitos en el hombro.
—Y pensar que nosotros estábamos preocupados con la noticia del
embarazo del líder —refunfuñó Hwasa—. De haber sabido que era tuyo,
jamás me hubiese molestado en intentar consolarte, menudo imbécil.
El comentario de la omega generó otra carcajada colectiva. Todos ellos
revisaron sus armas y apresuraron el paso, pues debían estar en la base
central en dos horas para iniciar a comandar sus respectivos ejércitos.
Los ocho llegaron hasta la salida de la ciudad donde había un camión
blindado esperando por ellos. Subieron uno por uno y se acomodaron en el
interior que estaba iluminado por pequeñas bombillas, cuando todos
estuvieron en sus lugares correspondientes el pesado vehículo inició su
marcha en la carretera, ganando velocidad a medida que se alejaba de la
ciudad.
Jimin llegó en medio del enfrentamiento.
Miles de soldados que no llevaban ninguna clase de uniforme
representativo estaban enfrentándose al ejército del norte. Las detonaciones
de los explosivos sacudían con violencia la tierra, junto a los gritos de guerra
que acompañaban a cada disparo perpetrado por las armas llenas de humo y
de pólvora.
—Tengan cuidado. Hay movimientos sospechosos en un radar de cuatro
kilómetros.
La voz controlada de Wheein llegó hasta los auriculares que Jimin,
SeokJin y Taehyung llevaban puestos. Los tres omegas bajaron del auto, con
armas activadas para usarse en cualquier momento, mirando a su alrededor y
escuchando las explosiones.
—Había una aldea cerca de aquí —comentó SeokJin, para que Wheein
investigara en la base de datos.
—Afirmativo. Debido a la ubicación fue destruida, pero no hubo heridos
gracias a que todos los habitantes fueron asegurados en los búnkeres.
Una explosión detonó muy cerca de ellos. Los instintos de Jimin se
activaron en cuestión de segundos; el omega sostuvo la ametralladora con
fuerza y empezó a disparar en medio del espeso follaje que daba la entrada al
bosque. Pronto los cuerpos inertes de varios soldados cayeron frente a sus
ojos, todos ellos pertenecientes al ejército rebelde.
—Sigamos —indicó, mientras empezaba a desplazarse con rapidez entre
las rocas y cúmulos de tierra suelta.
Llegaron hasta una pendiente inestable que era evidencia de un
enfrentamiento reciente. Los tres omegas caminaron entre charcos de sangre,
órganos expuestos, cabezas y más partes del cuerpo humano que daban una
escena asquerosa.
Muy pronto el hedor de la podredumbre golpeó en las fosas nasales de
Jimin. El omega se tambaleó levemente, gruñó una maldición y se aferró al
arma que cargaba para continuar caminando por en medio de la muerte.
—Hay un pelotón de soldados enemigos a quince metros de distancia.
El aviso de Wheein hizo que se detuvieran. SeokJin analizó el perímetro,
todavía tenían que atravesar la aldea en escombros para llegar al
campamento; sin embargo, la nueva información cambiaba un poco sus
planes.
—¿Puedes saber el número? —preguntó Taehyung.
—Negativo, mi señor. Los sensores de calor están inactivos en el área
donde están.
—No podemos rodear, seríamos descubiertos y asesinados de inmediato —
dijo SeokJin con una calma sorprendente.
—Debieron saber que pasaríamos por aquí —murmuró Jimin, dando pasos
que lo llevaron hasta la entrada de la aldea.
Los tres fueron ágiles al cortar la distancia que los separaban del grupo
rebelde. Supieron ocultarse entre escombros y cadáveres en los momentos
adecuados, hasta que estuvieron lo suficientemente cerca para saber el
número.
—Mierda, son demasiados —comentó Taehyung.
—Pude contar a cuarenta de ellos —informó SeokJin—. Y puedo asegurar
que hay muchos más ocultos en algún lugar.
Jimin pensó en muchas posibilidades y lo primero que debían hacer era
eliminar los aromas que los delataban. Miró a su alrededor y no lo pensó,
rápidamente llenó sus manos de sangre y de lodo y comenzó a cubrirse con el
hedor. SeokJin y Taehyung hicieron exactamente lo mismo.
—Vamos a enfrentarlos —decidió el líder, con el corazón creando fuertes
latidos que le taladraron los pensamientos.
SeokJin y Taehyung asintieron, ambos cargando sus armas para seguir a su
líder.
No sucedió como esperaban.
Hubo una explosión que destruyó gran parte del pelotón. Los que
sobrevivieron a ella activaron sus armas y las vaciaron contra un grupo
desconocido que se ocultaba en los escombros, los mismos que respondían
con la misma intensidad al ataque, derribando a muchos en poco tiempo.
Jimin y los Kim se movieron del lugar. Avanzaron hacia el frente,
disparando a todo lo que se movía frente a ellos y cubriéndose las espaldas;
llegaron hasta el epicentro, donde el caos había quedado representado en más
sangre y cuerpos muertos que pisaron sin cuidado al caminar.
Se detuvieron en medio de escombros, los tres omegas se colocaron
espalda con espalda, apuntando todo a su alrededor y con los instintos alerta
de cualquier sonido o aroma que indicara amenaza.
—No me gusta lo que está pasando —afirmó Taehyung, alerta.
Una nueva ola de disparos los puso a combatir. Jimin y Taehyung
derribaron un grupo de lobos que salieron de los bosques, y a juzgar por el
tamaño de los animales supieron que se trataban de omegas.
Si embargo, no previeron el máximo ataque de ese grupo.
Múltiples bombas fueron arrojadas en su dirección. Las explosiones
continuas partieron el suelo y soltaron la tierra que los desestabilizó hasta
hacerlos caer entre rocas filosas que les dañaron.
Jimin hizo una mueca, tenía algo enterrado en su costado izquierdo que le
estaba dificultando la respiración. La nube de polvo a su alrededor se
extendió como una tormenta imparable, cubriendo sus fosas nasales,
ahogándolo e impidiendo que mirara lo que sucedía a su alrededor.
Los disparos cada vez se escuchaban con mayor intensidad, y un grupo
nuevo de rebeldes parecía emerger de la destrucción para asesinarlos.
Los tres se levantaron a cómo pudieron, habían heridas en sus cuerpos que
todavía no habían notado por la adrenalina que expulsaban a cada segundo.
Devolvieron el ataque con la misma furia que sentían, pese a ello, sabían que
tenían que salir de ahí. El número de rebeldes era demasiado para tres omegas
que estaban luchando solos.
Aunque no estaban del todo solos.
—¡Hay un grupo de apoyo! —gritó Taehyung en medio del ataque.
—¡No sabemos quienes son, no podemos confiarnos! —exclamó SeokJin,
mientras continuaba disparando.
Lanzaron una bomba que cayó en medio de Jimin y Taehyung. La
explosión directa lanzó lejos a ambos omegas, haciéndolos caer a varios
metros de distancia en un golpe mortal que les aturdió por segundos.
Los oídos de Jimin emitieron un pitido agudo que le hizo arrancarse los
auriculares, se mareó por completo, volviendo a caer cuando intentó
levantarse.
—¡Jimin! —el grito desesperado de Taehyung hizo que el líder se tensara.
El omega Park sintió una humedad caliente mojar sus muslos, y cuando
bajó la mirada se encontró con sus pantalones llenos de sangre.
No tuvo tiempo de procesarlo, no cuando un grupo de rebeldes iba en
dirección a él con claras intenciones de matarlo. Miró a Taehyung, el omega
tenía una pierna atrapada en escombros que le impedía moverse, mientras que
SeokJin continuaba peleando.
Jimin se arrastró, soportó el dolor insoportable que le hizo gritar y tomó un
arma. La cargó y empezó a disparar al grupo de hombres que se habían
percatado de su presencia, lo hizo hasta que se quedó sin balas.
Y cuando el final de su vida parecía estar cerca, un batallón completo lo
rodeó para protegerlo.
El líder se quedó quieto cuando miró el estandarte con el escudo de pelea
que solía utilizar su madre. Sintió mucha confusión, aún más cuando las
mujeres que lo rodeaban comenzaron a atacar al enemigo, haciéndolos caer
en cuestión de minutos.
—Se encuentra a salvo, líder Park —habló una de ellas, mientras otras dos
lo ayudaban a ponerse de pie.
El resto del grupo se encargó de ayudar a Taehyung y a SeokJin. Mientras
tanto, Jimin tenía muchas preguntas.
—¿Quienes son? ¿Por qué están aquí?
—Pertenecemos a la antigua guardia de Saran. Vinimos aquí porque nos
llegó la noticia que el hijo de nuestra líder nos necesitaba.
El omega Park torció el gesto cuando un nuevo latigazo de dolor llegó para
estremecerlo. Luchó por permanecer de pie bajo sus propios medios, mientras
continuaba con la vista fija en la mujer que al parecer lideraba el grupo que
los había salvado.
—¿Cómo lo supieron? —preguntó finalmente.
Aguardó por una respuesta que nunca llegó. Jimin miró como la mujer
desviaba la mirada hacia un punto específico, él siguió la misma dirección,
encontrándose con una imagen fantasiosa, graciosa, terrorífica, inesperada y
malditamente inexplicable que le hizo jadear.
Ahí había un hombre, uno que conocía bastante bien y que era el verdadero
líder de ese grupo. El omega lo miró a los ojos, y sabiendo que no se trataba
de un producto de su imaginación, fue que pronunció su nombre que estuvo
olvidado durante todo ese tiempo.
—Jung Hoseok.
Soy muy mala escribiendo escenas de combate. Pidoperdon unu
Bueno, espero que les haya gustado, aunque sea un poquito.
Muchas gracias por leer, ¡hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty two!

Sentía frío, mucho frío.


Había una superficie cómoda que le dio descanso a su cuerpo adolorido,
una ventisca fresca que sacudía su cabellera con cuidado, y una luminosidad
que podía traspasar aun cuando tenía los ojos cerrados.
Jimin no sabía dónde estaba, lo único que resultó real para él fue el dolor
que entumecía su cuerpo y que finalizaba en su vientre, como si miles de
cuchillas filosas se enterraran en lo profundo de sus entrañas, provocando que
lágrimas silenciosas resbalaran de sus párpados cerrados.
Había algo más... sí, en lo más remoto de sus pensamientos dormidos
sentía una inquietud ajena, sentimientos tormentosos que no le pertenecían,
pero que llegaban hasta él con una fuerza estremecedora que lo abrumaba en
demasía.
El omega soltó un gemido bajo y adolorido, continuaba sintiendo frío, pero
entonces, una mano cálida y mucho más grande que la suya llegó para
compartir calor, uno que necesitaba para volver a intentar abrir los ojos.
El movimiento de los párpados fue lento. Jimin se tomó su tiempo para
acostumbrarse a la luz que lo rodeaba, y también para continuar respirando
con tranquilidad. Era necesario, su omega agitado le avisaba que no podía
exaltarse, que era necesario cuidarse, aunque el líder no tuviera claras las
razones.
Finalmente logró abrir los ojos por completo. Se encontró con un techo
blanco y paredes en tonos oscuros, había una ventana alta que estaba abierta,
así que prontamente supo que esa era la fuente de luz. Miró un poco más y
notó un equipo médico completo que estaba activado y dando reportes de su
estado de salud, cables adheridos en su pecho y dos vías intravenosas; una
para líquidos, y la otra que contenía un paquete de sangre que poco a poco
ingresaba a su cuerpo.
Recordó el tacto cálido y miró a su lado izquierdo, encontrándose con la
mirada preocupada de su mejor amigo.
—Tae —mencionó con voz ronca. Hizo una mueca por ello, tenía la
garganta reseca y le dolía pasar saliva.
El omega de cabellos azules le ofreció un poco de agua que Jimin no tardó
en tomar, y luego le ayudó para que el mayor de ambos tuviera una posición
más cómoda.
—Diosa, estás bien —suspiró Taehyung, mientras brindaba caricias a la
mano izquierda de su amigo.
—¿Dónde estamos? —preguntó Jimin, con la vista fija en la ventana que
no mostraba nada más que la luz del sol.
—En el campamento —informó el menor—. Estamos a salvo, Jim.
Jimin se tensó cuando los recuerdos del enfrentamiento llegaron a su
mente. Por instinto y necesidad llevó la mano derecha a su vientre, palpó con
miedo, con temblor, mientras se repetía una y otra vez que debía mantener la
calma para no empeorar su situación.
—Tae... mi hijo...
—Él está bien —respondió el omega Kim, notando como los ojos de su
amigo se llenaban de lágrimas—. Es un pequeño guerrero que se aferró a ti
mientras tú luchabas.
Jimin sonrió, sintiéndose aliviado al saber que su hijo continuaba creciendo
en su vientre.
—Es fuerte como su padre alfa —comentó con tono orgulloso, llevándole
a recordar asuntos importantes—. ¿Ha habido noticias de los generales?
—Sí. Ellos también tuvieron un enfrentamiento, pero lograron masacrar a
los rebeldes —contó con detalles—. El último reporte que enviaron fue para
avisar que ya venían para el campamento, y que si todo salía bien estarían
aquí antes del anochecer.
Jimin se sorprendió ante las noticias escuchadas, miró atentamente a su
amigo, arrugando las cejas cuando más dudas llegaron a su cabeza.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —preguntó, y no se detuvo—. ¿Dónde están
las mujeres que nos salvaron el trasero? Y más importante aún, ¿por qué
diantres Hoseok esta vivo?
—Llegamos hace un día y medio —respondió Tae—. Lo demás... bueno,
no tengo idea —resopló—. Jim, espero que entiendas que ese es un tema que
no quiero tocar, mucho menos comprender.
—Lo sé —murmuró con cansancio—. Sólo dime que no lo aluciné.
—Todo fue real —confirmó con voz plana—. De hecho, él solicitó hablar
contigo a la mayor brevedad posible.
A Jimin se le hacía gracioso que su amigo se esforzara por no mencionar el
nombre de Hoseok. Dejó pasar ese detalle y se concentró en la conversación
que estaban teniendo.
—¿Te lo dijo a ti? —cuestionó con cuidado.
—No. Mi padre fue el que habló con él —aclaró.
Se había prometido no indagar más, pero a Jimin le importaba todo lo que
estuviera sucediendo con su único amigo, aunque tuviera que ser un poco
impertinente.
—¿No quieres hablar con él? —indagó, mirándolo a los ojos para poder
descifrar las emociones que cruzaban en los ojos miel de Taehyung.
—No, definitivamente no.
—Está bien, pero yo sí quiero hablar con él. —Jimin no pensaba seguir
presionando a su amigo para hablar de algo delicado. En su lugar, le pidió
que le hiciera saber a Hoseok que estaba listo para una conversación.
Taehyung salió de la habitación y le dio el recado a un guardia que no
tardó en cumplir con lo pedido. Poco tiempo después, Jung Hoseok estaba
ingresando al lugar donde Jimin descansaba, como un espectro o un demonio
traído del infierno.
El omega lo analizó con detenimiento. Hoseok lucía bien, la misma
cabellera gris, los mismos ojos azules, la misma expresión fría. Se había
ganado un par de cicatrices pequeñas, una por la ceja derecha y la otra debajo
de la oreja izquierda, también lucía más fuerte, era evidente el entrenamiento
que tuvo durante ese tiempo que se hizo pasar por muerto.
—Jung —saludó el omega con simpleza.
—Park —devolvió el mayor de ambos, y por el movimiento que hacían sus
ojos, Jimin sabía que el beta también lo estaba evaluando—. ¿Estás bien?
—Sí —respondió el omega, para luego invitar al peligris para que tomara
asiento—. Debo agradecerte a ti y a esas mujeres por habernos salvado la
vida.
—Cumplimos con nuestro deber —se limitó a decir.
En ese instante, Jimin decidió ser directo.
—¿Cómo es que estás vivo?
—Fue una misión que me dio tu padre —explicó Hoseok—. Cuando Min
Yoongi se alió con él y se tuvo certeza de la existencia de Kaisa, YoonWoo
me mandó como infiltrado, pero para eso necesitaba convertirme en una
mancha en la manada, perder mi estatus, mi rango en el ejército... necesitaba
perder todo para que los rebeldes no dudaran de mí y me aceptaran.
—¿Yoongi sabía de esa misión? —interrogó el líder.
—No. Por la delicadeza del asunto quedó como un secreto entre tu padre y
yo —respondió—. Tenía que buscar la forma para que me exiliaran de la
manada; sin embargo, era el segundo al mando, la mano derecha del líder —
sonrió ladino—. La mayoría de las leyes no funcionaban conmigo, pero
contigo y tu poder sí —enfatizó—. Por ello, dañé lo que consideré era lo más
valioso para ti, para despertar tu ira y así finalmente ser condenado.
—Por eso te llevaste a Yoongi y lo torturaste —comentó, atando cada hilo
en su mente.
—Así es —aceptó sin rastros de culpa—. Fue beneficioso para mí que
estuvieras trabajando con los casos del virus creado, ya que pude crear la
situación ideal para que todo calzara con mi misión.
—Sabías que ibas a joderme —gruñó entre dientes.
—También sabía que debía cumplir con la orden de Park YoonWoo, sin
importar el costo.
Jimin hizo una mueca. Sabía los alcances que su padre podía llegar a tener
cuando le interesaba obtener algo. Aun así, logró sorprenderse con todo lo
que estaba escuchando, pues la misión de Jung era demasiado larga, costosa y
peligrosa que no aseguraba un éxito.
—Así que, decidiste que toda la manada y el concejo te repudiaran y que
mancharan el honor intachable de tu apellido —analizó el omega.
—Fue un precio alto que pagué —admitió—. No me arrepiento, demostré
mi lealtad con tu padre y de alguna forma lo hice contigo, pues todo lo que
hizo YoonWoo fue siempre pensando en tu bienestar.
—Estás demente, Jung —comentó—. Incluso permitiste una humillación
pública, con latigazos incluidos.
Hoseok hizo una mueca al recordar.
—Mi espalda aún conserva las marcas que dejaste —gruñó—. Siempre
pensé que fue extremo, pero me ayudó al momento de infiltrarme —concedió
—. Nadie podría pensar que seguía siendo leal al clan que me desprestigió
con crueldad, así que fui bienvenido en los dominios de Kaisa.
—¿Cuál fue tu función? —cuestionó el líder.
El beta sonrió con travesura antes de responder:
—Ganarme la confianza del líder rebelde. Tuve que compartir algunos
datos personales de YoonWoo para lograrlo, pero él estuvo de acuerdo —
detalló con fluidez—. Durante ese tiempo estuve en contacto con tu padre, le
daba reportes de mis avances y él me indicaba como debía proceder.
Jimin asintió, no indagaba más y no confiaba del todo. Desgraciadamente
para Hoseok la única persona que podía confirmar sus palabras estaba
muerta, y el omega Park no cometería el error de confiar a ciegas.
Pese a todo, hubo algo más que el beta dijo que indudablemente ganó su
atención.
—YoonWoo murió, tú tomaste el poder. En ese momento supe que debía
regresar, pero también necesitaba dejar un arma letal que los hiciera confiarse
y así poder escaparme.
Hoseok le mostró una cajita que contenía unas esferas con liquido púrpura.
Jimin arrugó las cejas en una mueca interrogativa.
—Es un suero modificado para adormecer la parte racional de los lobos —
explicó Jung—. Lo creé para Kaisa, y le metí en la cabeza un plan ridículo
pero que le debió gustar lo suficiente como para tomárselo en serio.
—¿Qué plan? —preguntó el pelinegro, mientras seguía observando las
esferas llenas de líquido.
—Le dije que lo usara contra el ejército de legendarios. El suero los
convertiría en lobos salvajes que matarían todo lo que se cruzara en su
camino —contó sin rodeos—. Pero hay un detalle que él ignora.
—¿No funcionan? —cuestionó el menor.
—Claro que funcionan, de lo contrario no estaría vivo —dijo el peligris—.
Lo que Kaisa ignora es que yo hice las esferas, sólo yo conozco el
componente, y sólo yo puedo hacer una defensa para que los efectos sean
nulos en los lobos —explicó—. Otro detalle importante es que el suero no
funciona en humanos, en conclusión: si los lobos legendarios pelean en su
forma humana, el suero no los dañará en lo absoluto.
Jimin formó una sonrisa ladina que fue correspondida por el mayor.
—¿Tienes como probar todo lo que me has dicho, Jung?
—Sí —aseguró con confianza—. Puedo mostrarte todas las pruebas en el
momento que quieras.
—Tengo una pregunta más —habló, y cuando recibió la atención de
Hoseok, preguntó—: ¿cómo lograste escapar de los dominios de Kaisa?
—De la misma forma en la que escapé de la manada —respondió—. Fingí
mi muerte, utilizando el caos de una explosión a mi conveniencia.
—Maldito bastardo —bramó Jimin, ocasionando una mueca burlona en el
otro.
—Jennie estaba ahí —informó de repente—. Me encargué de llevarla a un
lugar seguro, estaba herida —hizo una mueca—. Espero que sobreviva.
—Podemos enviar un equipo de búsqueda.
—No, es peligroso —dijo Hoseok—. Le prometí volver con ella cuando la
guerra terminara. Le prometí salvarla, ya que no pude hacerlo con mi madre.
Jimin hizo una mueca al escuchar las palabras llenas de impotencia que
salieron de los labios de Hoseok. Él lo entendía, tuvo que vivirlo en carne
propia para hacerlo.
—Lamento lo de tu madre —murmuró en voz baja.
—¿Ya lo sabías?
—La encontramos muerta en el bosque negro, SeokJin estaba con ella.
—Así que fue ese lugar el que eligieron para abandonarlos —gruñó el beta,
con la mandíbula tensa y las manos convertidas en puños.
—Sí, por suerte encontraron a tiempo a SeokJin.
Hoseok asintió. Debía admitir que le causó alivio cuando miró con sus
propios ojos al comandante Kim, fuerte y peleando. Nada había quedado del
omega moribundo que abandonó Kaisa a su suerte, junto al cadáver frío de su
madre.
Su madre...
—¿Qué hicieron con mi madre? —preguntó, mostrándose frágil por
primera vez en aquella conversación.
—Taehyung se encargó de darle una digna sepultura, también preparó la
ceremonia adecuada para que los dioses le dieran purificación a su alma para
un nuevo renacer.
La expresión del mayor se ablandó por completo cuando escuchó ese
nombre específico, también los ojos azules se cargaron de añoranza,
arrepentimiento y tristeza.
Eran detalles que Jimin no pudo ignorar.
—Él me odia, ¿cierto? —inquirió derrotado.
—Yo también te odio —contestó el omega.
—No me interesa que tú me odies, pero mi Tae... —suspiró.
—No puedes culparlo, y realmente espero que lo dejes tranquilo —advirtió
—. Respeta la distancia y el silencio de mi amigo. Si lo lastimas más, yo
mismo voy a matarte.
—No pierdas el tiempo con amenazas, te aseguro que no voy a acercarme
a él —dijo con seguridad—. Sin embargo, voy a protegerlo siempre que
pueda.
—Bien, es todo por ahora. Necesito descansar —informó Jimin,
despidiendo al otro—. Nos reuniremos con el comandante y los generales
cuando me haya recuperado, sólo entonces mostrarás las pruebas que le darán
peso a tus palabras.
Hoseok hizo una leve venia y finalmente salió de la habitación para
permitir que el omega analizara toda la información que le había compartido.
Jimin se acomodó mejor en la cama y trató de dormir un poco. sonrió tenue
al sentir por medio del lazo que compartía con su pareja la cercanía que
Yoongi estaba ganando entre ambos.
El alfa estaba cerca, el omega podía sentirlo, y ansiaba verlo pronto para
poder enfrentar la guerra que apenas estaba dando comienzo.
Hola de nuevo.
Bueno, con este capítulo se mostró un poco de lo que pasó con Hoseok.

¿Qué piensan de este personaje? ¿Creen que es sincero o que miente?

Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty three!

Yoongi se encontraba en un estado de ansiedad absoluto.


Nunca antes un camino le había parecido tan largo e interminable. El líder
legendario había recorrido grandes distancias a lo largo de su vida; días
completos, incluso semanas, pero justo ahora que faltaban minutos para
llegar al campamento sentía como el tiempo se ralentizaba, como si estuviera
burlándose de su preocupación y desdicha.
Sabía que algo estaba mal con su omega. Pudo sentirlo a través del lazo,
también pudo notarlo con los silencios prolongados que recibió de SeokJin y
de Taehyung cada vez que preguntó por las ausencias de Jimin.
Fue por ello que decidió irse al campamento lo más pronto posible. No
pensaba seguir con la incertidumbre y la impotencia de no saber lo que
pasaba, misma razón que le hizo tomar una decisión.
—Ya estamos llegando —avisó Amira, mientras daba un vistazo al
exterior que comenzaba a pintarse de la oscuridad nocturna.
Yoongi se quedó en silencio, quieto, concentrado en tomar profundas
respiraciones para que su estado desesperado no influyera en el ánimo del
omega. Abrió y cerró las manos constantemente, importándole poco la
imagen vulnerable que estaba mostrando a los demás generales que le
acompañaban en el viaje.
—Tranquilízate Min —pidió HyunJin—. El líder está bien.
—Lo creeré hasta que pueda verlo —dijo Yoongi con voz baja y ronca.
—Debiste tomar un baño —comentó Mina. La omega iba sentada al lado
del alfa legendario y tenía la nariz arrugada—. Hueles a muerte, sangre y
sudor. El olfato sensible del líder va a repudiarlo.
El alfa parpadeó, hasta ese momento fue que notó su estado. Le dio la
razón a su compañera, lucía asqueroso, tenía el uniforme roto, algunas
heridas pequeñas y mucha sangre seca que se acumulaba más en el cabello.
—No puedo presentarme así —admitió con una mueca.
—Nos encargaremos —decidió Hwasa, y pocos segundos después el
camión que los transportaba se detuvo.
Los ocho generales de ejércitos salieron del pesado vehículo, fueron
recibidos por los soldados que custodiaban el lugar quienes no tardaron en
dedicarles el saludo militar correspondiente, para luego regresar a sus tareas.
El campamento era grande, estaba en una zona alejada del campo de
batalla y con una excelente visión a todos los puntos por los que el enemigo
podría atacar, así que no existía forma de ser tomados por sorpresa.
—Sígueme Min —pidió Hwasa al alfa.
Yoongi lo hizo. Siguió los pasos de la omega hasta un área bastante
apartada que contaba con agua. Hwasa le entregó una toalla y le indicó dónde
podía tomar un baño rápido que le ayudara a deshacerse de la suciedad para
que luego pudiera entrar a las instalaciones y buscar a Jimin.
—No tengo tiempo para un baño —renegó el alfa con las cejas juntas.
—Quítate la camisa, haremos esto rápido —dijo Hwasa, mientras buscaba
una de las mangueras.
Yoongi lanzó la toalla lejos y se deshizo de los trozos que le quedaban de
la camisa. En cuestión de segundos soltó un sonido relajante cuando el agua
impactó en su torso ensangrentado, lavando la suciedad y haciéndole sentir
extremadamente bien.
Se ayudó con las manos, frotó los brazos, el cuello y el rostro. Metió la
cabeza directamente en el chorro de agua, y gracias a la presión que ejercía al
salir fue que pudo sacarse toda la mugre que tenía en el cabello.
Varios minutos después, la omega guardó la manguera, mientras el líder
legendario tomaba la toalla para secarse.
—Traje ropa —avisó Moonbyul, dejando un nuevo uniforme a la
disposición de Yoongi.
El alfa le agradeció a sus compañeras. Ellas lo dejaron solo para que
pudiera cambiarse con calma y comodidad, aunque calma era lo último que
Yoongi podría sentir en esos momentos.
Yoongi fue rápido y descuidado en sus movimientos. Lanzó lejos la ropa
mojada y secó su cuerpo a como pudo. Con velocidad se colocó el uniforme
nuevo, y no le importaba que algunos botones estuvieran fuera de lugar, o
que las agujetas de sus botas militares estuvieran sueltas, menos aún podría
importarle el cabello desordenado y goteante.
Lo único que le importaba era reunirse con el omega que amaba, y
asegurarse que estaba bien.
Ingresó a las instalaciones reforzadas de la casa central del campamento,
había mucho movimiento alrededor con soldados vigilando cada punto
visible. Yoongi caminó por los pasillos grises con rapidez, recibiendo
reverencias y saludos militares que no respondió como debería, debido a que
estaba concentrado en una sola cosa, y era encontrar a Jimin.
Al final de un pasillo se encontró con el comandante Kim. El omega
parecía estarlo esperando, pues no demostró sorpresa en su expresión y no se
movió de su lugar.
—Comandante —saludó el general Min—. ¿Dónde está mi omega?
—En estos momentos está siendo atendido por el médico —informó—.
Nada de gravedad, sólo un chequeo de rutina para asegurar que todo está bien
con él y el cachorro.
—Tuvieron problemas para llegar al campamento. —Yoongi no lo estaba
preguntando, sabía que fue así, porque de otra manera hubiese tenido reportes
con la firma directa del líder Park.
SeokJin soltó el aire, decidiendo decir toda la verdad al alfa. Después de
todo, nadie más que Min Yoongi tenía derecho a saber lo que ocurría con
Jimin y su embarazo.
—Fuimos emboscados en una aldea que estaba en ruinas —inició—. Sólo
éramos Jimin, mi hijo y yo. No contábamos con refuerzos porque los
escuadrones cercanos estaban en batalla —calló un instante—. Nos
acorralaron, hubo una explosión y estuvimos a punto de morir.
El alfa sintió un nudo mortal instalado en su pecho que le hacía imposible
la tarea de respirar. Miró con necesidad al omega frente a él, sin tener la
capacidad de controlar las primeras lágrimas que se acumularon en sus ojos
cansados.
—Ellos están bien, ¿cierto? —inquirió, relamiéndose los labios producto
de la ansiedad—. Dígame que mi omega y mi hijo están bien.
—Cálmate Min, ellos están bien —aseguró SeokJin, mientras apoyaba
ambas manos en los hombros del alfa—. Jimin es un omega fuerte, difícil de
vencer —siguió, otorgando una sonrisa tenue—. Tu hijo también es fuerte.
Yoongi asintió, con mirada brillante de orgullo que le hizo darse cuenta a
SeokJin de todo el profundo amor que ese alfa sentía por el líder Park y el
pequeño que continuaba en el vientre del líder.
—¿Cómo sobrevivieron al ataque? —preguntó el alfa, cuando ya estuvo
más calmado.
—Fue un milagro, al menos así lo veo —afirmó el comandante—. Un
grupo de mujeres que forman parte de la antigua guardia de la madre de
Jimin llegaron en el momento indicado para salvarnos.
—¿De qué manera podrían saberlo? —indagó con todo el rostro
desfigurado en confusión.
El comandante hizo una fina línea con sus labios. Ciertamente, él seguía
procesando las nuevas noticias y le resultaba difícil; imaginaba que sucedería
algo similar con el general Min, pero era importante decirle.
—Hoseok está vivo —reveló, notando como el otro abría los ojos por
completo—. Es una historia un poco complicada, Min. Será mejor que Jimin
te informe.
Yoongi tenía muchas preguntas para hacer, pero terminó asintiendo. Su
máxima prioridad ahora era saber un poco más del estado actual de su pareja,
y fue una fortuna para él que la puerta a su lado se abriera, revelando la
presencia de un médico.
El hombre mayor que usaba una bata blanca miró a Yoongi con extrañeza,
luego fijó la vista en el comandante, esperando una explicación que no tardó
en llegar.
—Él es el general de los legendarios, Min Yoongi —presentó SeokJin—.
Pareja del líder y padre del heredero.
—Oh, es un honor conocerlo —saludó el médico con una reverencia—.
Primero necesitaba saber quien era para hablar del estado de salud de nuestro
líder. Como verá es un tema delicado que no puede llegar a muchos oídos,
espero que comprenda.
—Lo hago, ahora dígame cómo está mi omega y mi hijo —pidió, quizá
con demasiada desesperación como para sonar amable.
Sin embargo, el hombre mayor no se mostró ofendido en ningún momento,
entendía que el alfa estaba preocupado y por ello comprendió el tono
impaciente.
—La etapa de peligro ya pasó —informó—. La hemorragia fue producto
de la fuerte situación de estrés a la que el líder estuvo sometido. Pudimos
estabilizarlo con transfusiones sanguíneas —explicó con calma—. El
embarazo está avanzando correctamente. Entró a su sexto mes y el niño tiene
un peso y talla adecuados.
El corazón de Yoongi se detuvo por esos segundos.
—¿N-niño? —preguntó en un hilo de voz.
—El líder está embarazado de un varoncito fuerte —anunció el médico,
notando la sonrisa ilusionada del alfa frente a él—. ¿No lo sabían?
—No —susurró el general.
—En ese caso, lamento si arruiné la sorpresa —se disculpó.
—¿Hay algo que debamos tomar en cuenta? ¿Algún cuidado especial que
mi omega requiera? —preguntó Yoongi con interés y sobre todo mucha
emoción.
Es que, diosa... él sería padre de un varón. Un pequeño niño le diría
"padre" y seguiría el ejemplo que Yoongi le diera. Eran muchas emociones
que lo tenían desbordado, sintiéndose afortunado y agradecido por lo que su
luna le había entregado.
—Es complicado —murmuró el médico con una mueca—. El líder
necesita reposo, un ambiente en calma, pero estamos en guerra y soy
consciente que los rebeldes no darán una tregua. Por tanto, estoy seguro que
si logra descansar al menos una semana, podrá retomar sus obligaciones.
—Jimin es muy terco, doctor —intervino SeokJin—. No se quedará de
brazos cruzados, ni se ocultará cuando los demás pelean. A él le importa
mucho su manada.
—Bueno, él podría pelear —asintió el médico, mientras ajustaba sus gafas
—. Sus genes de omega puro le ayudan mucho y el que sea varón es como
una barrera extra de protección para su hijo —explicó con seguridad—. Lo
único que pido es que sean cuidadosos y que no permitan que se exponga en
un campo abierto —hizo una pausa—. Y si llega a ocurrir, no lo dejen solo,
sería una catástrofe.
Yoongi escuchó con atención todas las indicaciones y consejos del médico.
Lo hizo y los grabó en lo más profundo de su mente, jurándose a sí mismo
proteger con su vida a su gran amor y a su pequeño hijo.
Sintió unos labios gentiles acariciar con parsimonia cada porción de su
rostro, reconoció los aromas que se volvían más fuertes con el tiempo,
dándole la oportunidad a su olfato para que se embriagara con la frescura de
la menta y la madera de cedro.
Abrió los ojos, encontrándose con la persona que tanto quería ver. Yoongi
estaba ahí, a su lado, sosteniendo una de sus manos y dejando besos cortos en
sus mejillas.
—Hola —saludó Jimin, dejando escapar un bostezo corto.
—Hola —respondió Yoongi, concentrándose en el omega y en lo lindo que
lucía somnoliento.
—¿Hace cuánto tiempo viniste? —indagó el pelinegro, mientras acariciaba
la mano del general que se negaba a soltarlo.
—Hace un par de horas —respondió—. Te encontré dormido y me quedé
para cuidarte.
—Debes estar cansado —comentó, con sus ojos oscuros acoplándose a los
dorados.
—Un poco, pero quiero estar contigo —se sinceró—. Verte y cuidarte me
hace bien.
Jimin llevó la mano izquierda del mayor hacia su mejilla y se frotó contra
ella en una muestra de cariño que resultó tierna para el alfa. Ambos se
quedaron en silencio, cayendo en la tranquilidad que se generaba con la
presencia del otro, y olvidando por un momento el caos desatado en el
exterior.
—¿Hablaste con el doctor? —preguntó el líder, dándole espacio para que
el castaño se sentara en la orilla de la cama.
—Sí —dijo, e inevitablemente sonrió enamorado—. Ya entraste al sexto
mes, omega y tendremos un varón.
—Lo sé, ¿te hace feliz? —cuestionó Jimin con repentina timidez que se
evidenció en las mejillas rojas.
Yoongi se inclinó para besarle la frente antes de responder:
—Feliz, infinitamente feliz —aseguró, mirándolo con devoción.
—También me siento feliz —confesó en voz baja—. Tuve miedo de
perderlo, me imagino que SeokJin te informó de la situación que vivimos.
—Lo hizo —concedió Yoongi, tratando de mantener la calma—. Pero
estás bien, omega. Además, no pienso separarme de ti.
—No me sorprende —comentó el menor, ganándose una risa corta de parte
de su alfa—. ¿Cómo resultó la visita al centro de control?
—Una masacre —admitió el castaño, chasqueando la lengua al recordar—.
Yugyeom lideró un considerable grupo de rebeldes que pretendían tomarnos
por sorpresa con una emboscada —bufó irritado—. No fue complicado
deshacernos de ellos, aunque la rata de Kaisa escapó.
—En los reportes que enviaron mencionaron pérdida de armamento —
comentó Jimin.
—Sí, pero Jackson se está encargando de volver a abastecer el almacén
principal —tranquilizó Yoongi—. No te preocupes por esos detalles, lo
tenemos controlado.
El omega asintió. Confiaba en Jackson y sabía que el líder de las montañas
tenía la capacidad para cumplir con esa misión; también estaba confiado con
los estudios de terreno que eran liderados por Wheein, la beta sabía lo que
hacía, y en un corto período de tiempo pudo activar las señales para detectar
con mayor precisión los movimientos enemigos.
—Ordené restricción en tu área de descanso —dijo Yoongi, rompiendo el
silencio—. Coloqué guardias de vigilancia día y noche, también indiqué que
el mismo médico sea quien te atienda, y que toda comida y bebida que
consumas sea probada por alguien más antes.
El omega alzó las cejas, completamente sorprendido por las medidas de
seguridad que el alfa había tomado. Sin embargo, le agradaba que Yoongi lo
hiciera, definitivamente le gustaba que su pareja usara la autoridad que tenía
para protegerlo abiertamente.
—¿Tengo derecho a visitas? —preguntó, entretenido por la seriedad del
mayor.
—Sí, personas específicas —aclaró Yoongi—. Taehyung, SeokJin, el
médico, y por supuesto yo.
—¿Y los demás generales?
—Ellos están ocupados, no es necesario que te visiten.
—¿Y Jackson?
—Mierda, no.
—Bien, pero, ¿quién me traerá los alimentos y todo lo que necesite? —en
realidad, a Jimin poco le importaban esos detalles, pero no podía mentirse, le
encantaba esa faceta sobre protectora del alfa.
—Yo —anunció Yoongi, con el pecho inflado de orgullo—. Soy tu alfa,
así que a mí me compete la tarea de atenderte en todo y darte lo que
necesites.
Jimin formó una sonrisita lobuna antes de hacer un comentario que puso a
Yoongi a gruñir.
—El enfermero me daba unos baños de espuma bien relajantes, es una
pena...
—Yo doy baños mejores para que sepas —le gruñó el alfa con las cejas
arrugadas.
—Ah, ¿si?
—Sí, así que no es necesario enfermeros ni nada por el estilo —decidió
Yoongi—. Yo voy a cuidarte, nadie más podría hacerlo mejor, porque nadie
te ama como yo lo hago.
—Alfa tonto —murmuró Jimin, siendo vencido por la estúpida sonrisa
enamorada que se formó en sus labios y que ablandó su mirada.
Yoongi era la única persona existente en el mundo que podía lograr
suavizar los ojos fríos del líder Park, y ese conocimiento hizo sentir cálido a
ambos.
Estoy triste.
Debo someterme a una cirugía en el mes de noviembre para seguir
existiendo en este mundo, y para ello me mandaron a bajar de peso.
En palabras más simples: valí madres.
¡En fin! Espero que el capítulo les haya gustado, y ya saben que es un
niño el que Jimin va a tener AHHHHHHHH como celebración dejen un
corazoncito azul
Como siempre, les agradezco por leer, votar y comentar. Perdonen las
fallas ortográficas, es que nunca reviso los capítulos.
Se me cuidan montones.

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty four!

Taehyung estaba liderando una reunión con los generales de ejércitos por
primera vez en su vida.
Desde el atentado que sufrió su familia, el omega menor de los Kim se fue
adaptando a las responsabilidades y el peso del poder que otorgaba su
apellido; en algunos meses se convertiría en el nuevo comandante supremo,
liderando la parte militar de la manada.
Al principio creyó que nunca podría estar listo a tiempo, y que tampoco era
digno de tomar el poder que su padre cuidó por tantos años; sin embargo, la
guerra y las traiciones sufridas le hicieron comprender que él era el indicado
para tomar el puesto, debido a que su lealtad pertenecía únicamente a Jimin, y
era capaz de dar incluso su vida para protegerlo.
Y era justamente eso lo que estaba demostrando, creando estrategias con
los generales y enviando escuadrones completos de soldados hacia el campo
de batalla donde se estaba decidiendo el futuro del clan.
—Se colocó una línea de explosivos en la parte sur del bosque —explicó
Taeyang, mientras señalaba con un rotulador el área específica en el mapa—.
El centro de control ya tiene órdenes específicas, va a explotar en veinte
minutos.
—¿Cuánto tiempo ha durado el enfrentamiento? —preguntó Taehyung.
—Cerca de dos horas —respondió Moonbyul—. Mi ejército está en el
frente, respaldados por un escuadrón de Mina que ataca desde el cielo.
—La fuerza naval está lista para atacar —confirmó Amira—. Sólo necesito
la orden para destrozar a esos hijos de perra.
—No es conveniente —murmuró Taehyung, mientras seguía concentrado
en el mapa y en la información que se mostraba en la gran pantalla frente a
ellos—. Tenemos ventaja en el enfrentamiento, si utilizamos un ataque de
artillería estaríamos mostrando al enemigo todas las armas que tenemos y
daríamos la oportunidad para prepararse —explicó a los generales—. Kaisa
aún no ha dado la cara, y nuestros ejércitos pueden destrozar el batallón que
está dándonos problemas.
—Solicito permiso para enviar un escuadrón de apoyo, mi señor —pidió
G-Dragon—. El número suficiente para erradicarlos de inmediato.
—Permiso concedido —aceptó Taehyung, y en ese mismo instante el
general del ejército del sur comenzó a enviar refuerzos.
El omega Kim se quedó observando la gran pantalla. Los datos reflejados
afirmaban la victoria de ese enfrentamiento, y los refuerzos que G-Dragon
envió incluían seis tanques que empezaron a masacrar a los rebeldes en
cuestión de segundos.
Se vivió un momento cargado de tensión que fue superado cuando en la
pantalla apareció "misión cumplida" en letras verdes. Taehyung soltó un
suspiro aliviado que fue compartido por los demás generales.
—Que las tropas se retiren y envíen un grupo de vigilancia —solicitó a
través del audífono.
Wheein era la encargada de hacer llegar la orden desde el centro de
control. Todas las tropas se retiraron y un grupo de soldados expertos en
espionaje llegó para montar guardia en el terreno, en compañía de cañones
automáticos que se activarían bajo presión de presencias desconocidas.
—Buen trabajo, generales —habló Taehyung, mirando a los hombres y
mujeres sentados alrededor de la mesa que él encabezaba.
De un momento a otro las puertas fueron abiertas. Todos se pusieron de pie
para recibir al comandante SeokJin con una elaborada reverencia,
demostrando honor y respeto a su superior.
Taehyung sintió como le faltaba el aire y como el suelo se volvía inestable
cuando se dio cuenta que Jung Hoseok acompañaba a su padre.
—Hicieron un gran trabajo, todos —hizo saber el comandante, mientras
tomaba asiento al lado de su hijo—. Ganamos este enfrentamiento y hasta el
momento vamos liderando la guerra, pero no podemos confiarnos.
SeokJin le hizo una señal a Hoseok para que se presentara con los demás
como era debido. El beta lo hizo, dio su nombre, su rango y explicó
detalladamente la misión que estuvo cumpliendo durante todos esos meses,
así como el principal objetivo y los resultados que había obtenido.
Mostró todas las pruebas que daban peso a sus palabras. En cuestión de
minutos la gran pantalla frente a ellos se llenó de información valiosa con la
que nunca pensaron contar. Ahí se mostraban todos los atajos que Kaisa
utilizaba, el armamento con el que contaba, el conteo de soldados, y las
manadas que había saqueado para obtener los ejércitos con los que estaba
atacando.
—Al principio estaba confiado con el ejército de legendarios —explicó
Jung—. Sin embargo, poco tiempo después se dio cuenta que los lobos no lo
obedecían por completo, y que tampoco lo reconocían como su líder.
—¿No intentó controlarlos? —preguntó Yoongi, con la mirada fija en el
beta.
—¿Es posible lograrlo? —cuestionó Hoseok con una sonrisa ladina—. Por
supuesto que lo intentó, pero lo único que consiguió fue que los lobos se
atacaran entre ellos y perdieran el control —expresó—. Fue entonces que
tuve la idea del suero.
Jung dejó encima de la mesa la caja con las esferas de liquido púrpura. A
continuación explicó cada detalle del componente, detalló con especial
cuidado las razones por las que fue hecho, así como las consecuencias que
generaría en los lobos, y las formas que existían para evitarlo.
—¿Cómo podemos saber que el suero es tan letal como dices? —cuestionó
HyunJin, mientras sostenía una esfera entre sus dedos y la analizaba con
cuidado.
—Si quieren presenciar sus efectos puedo probarlo sin problemas, sólo
necesito un lobo legendario —respondió Hoseok con una frialdad increíble.
—No tocarás a ninguno de mis soldados —gruñó Yoongi, mostrándole los
colmillos en amenaza.
Hoseok no se intimidó. Miró al alfa con el mismo temple impenetrable de
siempre, y cuando habló, lo hizo exclusivamente para Yoongi.
—Tus lobos se convertirán en perros salvajes en el campo de batalla, tú
mismo podrías hacerlo si eres afectado por el suero —le recordó—. Kaisa
está confiado, a él no le importa que masacren a su ejército porque sabe que
al final podría obtener lo que quiere.
Fue entonces que con las palabras dichas por Jung, Taehyung descubrió
algo importante.
—Los legendarios —susurró, y aunque se escuchó bajo, obtuvo la atención
de todos los presentes—. Kaisa está esperando que los legendarios acudan al
campo de batalla para dar la cara.
—Sí —apoyó Hoseok, con la mirada puesta en Yoongi—. Le di un arma
poderosa y la va a usar.
—¿Por qué hiciste algo tan estúpido? —inquirió Amira. No conocía al tipo
que estaba frente a ella, pero si estaba ahí era porque resultaba ser alguien
importante.
—Cuando eres un infiltrado tienes que hacer cosas incorrectas para
sobrevivir —respondió Hoseok—. Como les dije antes, con la muerte de mi
líder y la ascensión de Jimin tenía que volver. Primero me aseguré que el
arma que Kaisa utilizara fuese creada por mí, así podría saber cómo evadirla
o vencerla.
Las pruebas estaban frente a ellos. Las esferas con el suero fueron tocadas
y analizadas por todos los presentes; también escucharon la explicación
detallada que el beta de cabello gris les otorgó, y sus ojos miraron los
componentes utilizados para crear el arma que afectaría a los legendarios,
como también conocieron lo necesario para crear la defensa que desactivaría
sus efectos.
—Es brillante —fue todo lo que Hwasa dijo luego de una detallada
exposición ofrecida por Jung Hoseok.
Luego de un silencio que resultó extenuante, Yoongi habló:
—Mis soldados tienen la capacidad de pelear en su forma humana —inició
con voz controlada—. Sin embargo, son más letales y rápidos en su forma
animal.
—Podemos modificar la armadura de los lobos legendarios —propuso
Taehyung—. Ayudará para protegerlos de ese suero.
—Es una buena idea —murmuró SeokJin, para luego concentrarse en
Hoseok—. ¿Podrías hacer el suero de defensa para el ejército del general
Min?
—Por supuesto —aceptó sin vacilación—. Pero siempre hay un problema,
y es el número de lobos —miró a Yoongi—. ¿Por cuántos legendarios está
formado tu ejército?
—Once mil lobos —respondió.
—Puedo crear el suero de defensa para esa cantidad. El problema será el
tiempo que llevará administrarlo a cada lobo —explicó el beta peligris.
—No habrá problemas —intervino Taehyung, y por primera vez en esa
reunión Hoseok hizo contacto visual con el omega—. Este campamento tiene
un personal médico de treinta y cinco personas, los pondremos a tu
disposición para que protejan al ejército de legendarios.
—Bien —accedió—. Solicito permiso para hacer uso del laboratorio,
comandante.
—Concedido —respondió SeokJin—. ¿Cuánto tiempo tomará?
—Tres días —informó Hoseok—. Luego los legendarios podrán pelear en
el campo de batalla sin correr riesgos.
—Jung —llamó Yoongi, ganándose la atención del mencionado—. El
primer lobo que inyectarás será a mí. Quiero asegurarme que el suero no es
dañino para mis soldados, de lo contrario no les pondrás un dedo encima.
—Será un placer, general —afirmó el beta, para luego retirarse del salón de
reuniones para comenzar a trabajar.
Entonces, el líder de los legendarios se concentró en el comandante Kim
con el objetivo de hacerle una pregunta directa.
—Comandante, ¿realmente confía en Jung Hoseok?
La respuesta que obtuvo fue abstracta, pero que al mismo tiempo resultó
convincente para los demás, incluido el mismo Yoongi.
—YoonWoo confió en Hoseok hasta el final de sus días, y para mí es más
que suficiente.
Todos los generales y el sucesor despidieron al comandante supremo con
un saludo militar. Cuando quedaron solos, iniciaron conversaciones más
relajadas, hasta que Yoongi hizo un pedido inusual que despertó la curiosidad
de los presentes.
—Necesito la ayuda de todos ustedes —inició el líder de los legendarios,
desencadenando una indescriptible euforia cuando explicó lo que quería
hacer.
El alfa ingresó a la habitación donde su omega continuaba descansando. A
decir verdad, era un poco difícil mantener a Jimin tranquilo, pudo conseguirlo
porque tanto el líder como él ansiaban el bienestar del cachorro.
—Deberías estar en la cama —comentó Yoongi al mirar como el menor
caminaba alrededor de la habitación.
—El doctor me dijo que ya podía caminar sin sufrir riesgos —respondió
Jimin—. No quiero ver esa odiosa cama, estoy harto.
—Y bastante irritado —agregó el alfa, ganándose un gruñido corto del
pelinegro que le arrancó una sonrisa.
—Cállate, mejor dime cómo resultó la reunión.
—Si me callo no podré responder, y si hablo estaré desobedeciendo la
orden de mi superior y podrían matarme por ello.
El comentario lleno de diversión irritó más a Jimin. El omega tomó una
almohada y la lanzó en dirección al alfa que ya reía abiertamente, sin temor a
la muerte asegurada que tendría si continuaba jugando con la paciencia del
líder.
—¿Crees que es gracioso? —preguntó el omega con absoluta seriedad.
—Un poco, sí —admitió Yoongi con un encogimiento de hombros.
El pelinegro estaba a punto de soltar humo por las orejas, las mejillas rojas
lo anunciaban. El alfa se acercó con tranquilidad y estrechó el cuerpo más
pequeño entre sus brazos, para luego enterrar la nariz en la cabellera oscura
donde robó del aroma dulce que tanto le encantaba.
—Ganamos el último enfrentamiento y no ha habido señales de los
rebeldes —informó Yoongi con voz suave—. Taehyung está haciendo un
buen trabajo —reconoció—. Hoseok se reunió con todos los mandos del
ejército y mostró las pruebas necesarias, también explicó todo lo referente al
suero y al componente de defensa que utilizará en mi ejército para que no
seamos afectados por Kaisa.
—¿Accediste? —inquirió el omega, mientras permanecía con el rostro
oculto en el pecho del mayor.
—No había opción, mi líder —respondió—. Voy a arriesgarme y confiar
en Jung.
—¿Y por eso viniste tan feliz y humorístico? —preguntó Jimin, saliendo
de su escondite para mirarlo a los ojos.
Yoongi rió, besó la nariz pequeña de su omega para luego responder:
—No, es por otra razón —murmuró, perdido en los ojos oscuros del líder
Park.
—¿Cuál? —curioseó Jimin, abrazando la cintura del alfa.
El mayor de ambos desvió la mirada por un instante, sintió como ambas
mejillas se calentaron así que seguramente estaban sonrojadas. El corazón
acelerado, conectado con el único pensamiento que rondaba en su mente,
mismo que le animó a hablar.
—Omega... ¿aún quieres casarte conmigo? —indagó con cautela, sin
perderse las emociones reflejadas en el rostro del menor.
—Por supuesto que sí, alfa —respondió con seguridad y una mirada
brillante que hizo saber a Yoongi que no había dudas en lo que estaba por
hacer.
—Entonces casémonos —pidió, con sus ojos dorados rebosantes de anhelo
—. Casémonos esta noche.
Próximo capítulo: boda Yoonmin. No es simulacro. ❤
Espero que el capítulo les haya gustado, y si no es así, no me digan.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty five!

Jimin suspiró. Tenía las emociones revueltas y el corazón acelerado.


Se iba a casar, era un hecho porque en el mismo instante que Yoongi lo
dijo, él aceptó. Todavía no sabía de qué forma, ni siquiera tenía idea de cómo
podrían hacer una ceremonia en un corto periodo de tiempo y en una
situación tan crítica; sin embargo, el alfa le aseguró que ya todo estaba listo,
así que Jimin confiaba en su palabra.
Instantes después, la puerta de la habitación fue abierta; el omega Park dio
un salto involuntario debido a la sorpresa, y luego se concentró en el huracán
eufórico que lo abordó sin tregua.
—¡Te vas a casar! —chilló Taehyung con una sonrisa enorme, al mismo
tiempo que corría a abrazar a su mejor amigo.
—No es la primera vez, Tae —canturreó Jimin con buen humor, mientras
se dejaba abrazar por el menor.
—Te vas a casar con el hombre que amas, con el único que has amado —
debatió el peliazul, seguro de sus palabras—. Para mí, este es el verdadero
matrimonio.
Cierto, Taehyung era un omega demasiado sentimental, dulce y soñador.
Jimin podía imaginarse la felicidad que su amigo sentía por él, ya que desde
siempre le hizo saber lo mucho que deseaba que su amigo encontrara el amor
y que se dejara llevar por él, y muchas cursilerías más a las que el líder no
terminaba de acostumbrarse.
Pese a ello, Jimin pensó que en esa ocasión era una buena oportunidad para
recordarlo.
—Debo admitir que estoy ligeramente ofendido con ese comentario. —La
voz conocida hizo que ambos omegas se separaran brevemente para mirar en
dirección a la puerta. Jimin sonrió al ver a Jackson apoyado en el marco, con
una sonrisa tenue y los brazos cruzados.
—No tendrías por qué. Fuiste un buen esposo —comentó el omega Park
con una sonrisita.
—Lo sé, espero que algún día puedas superarme —alardeó el beta con
vanidad—. Mientras sucede, quiero que seas feliz con mi verdugo.
—Yoongi no te hará daño, deja el tema por la paz —riñó Jimin, aunque se
escuchó más divertido que molesto.
—Mis líos, mis chistes —debatió Jackson con fingida indignación—. Y
cambiando de tema, estoy aquí por dos cosas.
—Te escuchamos —alentó Taehyung, mientras hacía que su amigo se
sentara para comenzar a prepararlo.
—La primera es que seré el encargado de llevar al novio hasta el altar —
soltó—. Lo sé, es un poco temerario de mi parte, pero hay que cumplir con
algunas tradiciones para que la unión sea más significativa.
—¿Y la segunda? —cuestionó Jimin, mientras su amigo comenzaba a
maquillarlo.
—La segunda es que uses esto. —El beta terminó de ingresar a la
habitación, dejó una caja de tamaño considerable encima de la cama y de ella
sacó un traje hermoso de color negro con detalles en oro, además de la corona
que le colocaron en la ceremonia de la toma del poder.
Sin embargo, lo que más emocionó al omega Park fue ver la capa de tonos
dorados que tenía el estandarte del antiguo clan.
—Es la capa que usó mi madre en su matrimonio —comentó Jimin,
mientras tocaba la tela de la valiosa prenda con dedos temblorosos.
—¿Cómo hiciste para conseguir todo esto? —inquirió un sorprendido
Taehyung.
—Hice un viaje rápido a la ciudad Dacrontte —respondió para sorpresa de
ambos—. Cuando supe que los demás generales estaban preparando los
detalles de la boda me reuní con SeokJin y le dije que viajaría hasta el palacio
del poder para tomar algunas cosas representativas —hizo una pausa,
notándose nervioso—. No sé si fue atrevido de mi parte, pero quería que
tuvieras algo de tu madre y de tu padre en tu ceremonia.
Jimin no quería dejar fluir sus emociones, sabía que si lo hacía terminaría
llorando como un niño pequeño mientras abrazaba la capa que usaría con
orgullo.
—Te lo agradezco Jackson. —Las palabras cortas fueron suficientes para
el beta, pues él mismo pudo ver las emociones mezcladas que se cruzaron en
la mirada brillante que Jimin le dio y la sonrisa sincera que le dedicó.
Jackson se acercó, tomó la mano derecha de Jimin y besó el dorso con todo
el respeto y admiración que sentía por él. Después, miró a un emocionado
Taehyung y le revolvió el cabello con ternura.
—Estaré esperando afuera para llevarlos al lugar de la ceremonia —avisó.
—¿Dónde será? —preguntó Jimin, ansioso y curioso a partes iguales.
—Es una sorpresa —dijo el beta—. Yoongi así lo dispuso.
—¿Habrá seguridad? No quiero que los rebeldes nos tomen por sorpresa
—dijo el pelinegro con los ojos entrecerrados.
—Tienes los ocho ejércitos más poderosos del mundo, ocho generales y
casualmente te casarás con el más sobre protector y estratega que he conocido
—habló Jackson—. Así que, cálmate un poco, olvida por un instante que el
mundo está en llamas y permítete este momento que, estoy seguro, te está
haciendo feliz.
Jimin lo aceptó. Estaba siendo feliz y confiaba en el hombre con el que se
iba a casar.
El lugar de su ceremonia era el palacio lunar.
Se trataba de una construcción con un diseño único que permitía una visión
espectacular de la antigua diosa de los lobos. Cada manada en el mundo
debía tener un palacio lunar, era una tradición heredada desde los ancestros y
así debía continuar a lo largo de los años.
Jimin había visitado ese palacio únicamente dos veces. La primera en
compañía de su madre, y ese recuerdo era demasiado borroso e inestable; sin
embargo, la segunda fue cuando cumplió la mayoría de edad, y su padre pidió
una ceremonia especial en ese palacio, así que el recuerdo estaba más vívido
en su mente.
Cuando bajó del auto lo primero que notó fueron los grandes pilares de
mármol blanco. La construcción estaba en la cima de una montaña. El palacio
era majestuoso, adornado por las llamas de fuego de múltiples antorchas,
candelabros y cristalería que reflejaba la luz lunar.
Habían soldados custodiando todo el lugar, incluso escuadrones completos
y armados vigilaban el camino desde el campamento hasta la montaña. La
seguridad era impenetrable, cada detalle fue cuidado con especial atención y
a esa hora de la noche, Jimin se dio cuenta que realmente estaba pasando.
—¿Estás bien, Jim? —preguntó Taehyung. Su mejor amigo y Jackson
fueron los únicos que viajaron con él; el resto de los involucrados ya estaban
en el interior del palacio.
—Lo estoy —respondió, jugando con sus manos en un gesto nervioso.
El omega Kim se encargó de extender la gran capa que su amigo llevaba
sujeta a los hombros, la tela se mostró majestuosa, creando un contraste con
el traje a medida y la corona de brillantes que el líder portaba en la cabeza.
—Mi padre hizo venir a un escriba y un líder religioso —comentó
Taehyung en voz baja—. Tu matrimonio será simbólico, tradicional y
quedará escrito en la historia de tu mandato.
—Pensé que...
—Que simplemente sería un acto simbólico, sin autoridades religiosas que
le dieran peso y poder a la unión que formarás con Yoongi —completó
Jackson por él—. Pensaste mal, será un matrimonio poderoso y real, y una
vez vuelvas a tu manada, lo harás en compañía de un esposo que el pueblo
igualmente reconocerá.
La información hizo que los nervios florecieran con mayor fuerza en
Jimin, pero al mismo tiempo una nueva emoción llegó para hacerle sonreír.
Entonces sí era una unión completa, una con los votos sagrados, el lazo de
sangre y la unión eterna que nunca soñó experimentar, pero ahora que lo
hacía no añoraba algo más.
—Estoy listo para casarme —anunció, y sólo de ello se necesitó.
Taehyung dejó un beso en la frente de su amigo, luego comenzó a caminar
hasta el palacio lunar, donde al lado de los demás presentes esperaría la
entrada del líder.
Un par de minutos pasaron y Jimin ya se encontraba únicamente en
compañía de Jackson. El beta se colocó al lado derecho del omega, le ofreció
su brazo, mismo que el menor tomó y juntos comenzaron a caminar.
De inmediato los soldados formaron dos hileras intactas, firmes y con el
saludo militar fue que todos ellos crearon un camino cargado de respeto
dedicado al líder omega que estaba por unir su vida a un general honorable
que todos ellos aprendieron a seguir y obedecer.
—La capa es pesada —se quejó Jimin, mientras subían las escaleras para
ingresar al palacio lunar.
—Sí, pero no puedes negar que te miras mayestático con ella —dijo
Jackson.
—Soy un líder, por supuesto que luciré a la altura de mi linaje.
—En antaño les llamaban reyes, y como es una boda tradicional, puedo
decir que eres un rey que está por casarse con un general o un guerrero.
El omega sonrió. Lo hizo porque recordó el cuento del príncipe que se
enamoró de un guerrero, y también porque esos recuerdos fueron
acompañados por la noche que compartió con su alfa en la cabaña.
Ingresaron al palacio lunar en el mismo momento que un conjunto de
instrumentos creó una melodía suave. De pronto, el corazón de Jimin se
detuvo, aferrándose más fuerte al brazo de Jackson que lo estaba guiando
hacia la felicidad que desde hace mucho tiempo no experimentaba.
Un salón amplio, de color blanco y altos pilares los recibió. Candelabros
otorgaban una fuerte luminosidad, permitiendo que Jimin mirara a todas las
personas que estaban ahí, listos para ser testigos de una unión singular, pues
por primera vez un alfa y un omega se reconocían como iguales bajo el
encanto de la diosa.
Caminaron encima de una alfombra azul con bordados plateados. Todos
los generales estaban presentes, así como el comandante supremo, los líderes
aliados que siguieron los acuerdos de Jimin, NamJoon, Jungkook, RueSo,
algunos sacerdotes, el escriba, y, el líder religioso que estaba a un lado de
Yoongi.
Yoongi... diosa, el alfa lucía apuesto y muy varonil con su uniforme de
gala en color negro, y una capa del mismo tono con bordes dorados. Él veía a
Jimin con ojos brillantes, sonrisa resplandeciente y las mismas emociones
intensas que estaban enloqueciendo el corazón agitado del líder.
El omega fue entregado por Jackson. El líder del clan montañoso se
encargó de entrelazar las manos del líder de los legendarios con Jimin, y
cuando ocurrió tomó su lugar correspondiente al lado de los invitados.
El toque de sus manos mandó una energía estremecedora que sacudió a sus
almas. Jimin miró los ojos dorados que amaba y Yoongi se perdió en los
oscuros que le doblegaban. Compartieron una sonrisa cómplice, para luego
escuchar las palabras del líder religioso.
—Esta noche los antiguos dioses se han unificado en el firmamento para
ser testigos de una unión de dos almas que se reconocen como iguales —
habló el líder religioso con solemnidad—. Ahora, tengo ante mí a un alfa y
un omega, dos personas separadas por su rango y unidas por el amor que se
formó, dando lugar a un vínculo que traspasó todo lo existente.
Uno de los sacerdotes se acercó al altar, llevaba una charola de plata y
encima de ella iba una daga y un lazo de tela color blanco.
—Llegó el momento de formar el lazo de sangre —indicó el sacerdote.
Jimin tomó la daga y con ella cortó la palma de su mano derecha, luego se
la entregó a Yoongi quien hizo el mismo procedimiento. Entrelazaron sus
manos, la sangre de ambos se mezcló, mientras el sacerdote se encargaba de
unir ambas manos con el lazo blanco que no tardó en mancharse de carmín.
—Sangre y sangre serán hoy, mañana y siempre —anunció el líder
religioso—. Sus almas fueron tocadas por el lazo de sangre que afirma lo que
están dispuestos a sacrificar por el otro, más allá de la simplicidad de la vida
mortal, y aún después del privilegio de la eternidad; la unión ofrecida a los
dioses es un tributo que jamás se romperá.
El sacerdote soltó el lazo cuando fue el momento indicado. El líder
religioso preparó un par de copas llenas del agua sagrada que se creaba en ese
mismo palacio, le entregó una a Yoongi y la otra a Jimin.
Ambos tomaron el líquido cristalino, lo hicieron mientras sus miradas
yacían entrelazadas y sus corazones latían en una misma sincronía. Tranquila,
armoniosa y correcta.
Llegó otro sacerdote, llevaba un almohadón de terciopelo rojo donde
descansaban dos anillos de oro. El hombre de túnica se colocó frente a la
pareja, mientras el líder religioso continuaba dirigiendo la ceremonia.
—Ha llegado el momento de recitar los votos sagrados —anunció el líder
religioso—. Estos votos deben honrarse a lo largo de sus vidas juntos, están
rebosantes de historia y de la magia antigua que mantuvo en nuestras
memorias los recuerdos de nuestros ancestros —continuó, dándole una
mirada cálida a la pareja—. Por favor, tómense de las manos y díganlo, aquí,
con todas estas personas y los antiguos dioses como testigos.
Alfa y omega se tomaron de las manos, y mirándose directamente a los
ojos comenzaron a recitar los votos sagrados, al mismo tiempo y sin prisas.
—Antiguos dioses, deidad lunar, yo soy suyo y él es mío. Prometo
protegerte en la vida y buscarte en la muerte, prometo amarte como si fuera el
comienzo, y amarte sin miedo al final, prometo ser tu luz en la oscuridad,
prometo ser tu armadura en la guerra, ser el guardián de tus sueños y el
protector de tu vida; prometo escribir tu nombre en la historia de mi
existencia, y atar nuestras almas en el fuego y la sangre de nuestros ancestros.
Al finalizar sus votos, el líder religioso continuó.
—Omega puro y soberano, Park Jimin —pronunció—. ¿Acepta libremente
unir su cuerpo y su alma con la de este alfa, jurando lealtad y amor en los
tiempos de paz y guerra?
—Acepto —respondió el omega, con una sonrisa amplia que contagió al
mayor.
—Alfa legendario y general, Min Yoongi —siguió el líder religioso—.
¿Acepta libremente unir su cuerpo y su alma con la de este omega, jurando
lealtad y amor en los tiempos de paz y guerra?
—Acepto —respondió Yoongi con voz frágil y ojos brillantes de lágrimas
contenidas.
Fue entonces que el omega tomó uno de los anillos y lo colocó en el dedo
anular de la mano izquierda del alfa. Luego, Yoongi hizo lo mismo con el
amor de su vida.
El sacerdote retiró los brazaletes de promesa y los colocó en el almohadón,
como un acto simbólico y especial de un juramento consumado al reemplazar
las joyas por los anillos que adornaban sus dedos.
—Un nuevo legado ha dado inicio con esta unión —habló el líder religioso
—. Por el poder sagrado de los antiguos dioses, los papiros de historia y la
magia que acontece ante el reconocimiento de dos almas iguales, ambos
quedan unidos en matrimonio. De hoy en adelante, por futuras generaciones y
manadas lejanas serán reconocidos como esposos, siendo uno y viviendo por
el otro —hizo una pausa y finalizó—: alfa Min, puede besar a su esposo.
Yoongi soltó un suspiro enamorado, tomó entre sus manos el rostro
perfecto de su esposo y juntos unieron sus labios en un beso que marcó el
inicio de su vida juntos.
Todos los que presenciaron el importante momento aplaudieron con
fuerza. En el exterior se escuchó múltiples proyectiles disparados al cielo,
anunciando sin miedo al mundo entero lo que había sucedido.
Porque alfa y omega moldearon un mundo que parecía ser de hierro para
dar vida a su amor, y esa fortaleza inquebrantable sería el arma que usarían
para alcanzar la victoria.

"Recé por ti antes que te llamara mío".

"Puedo amarte, es la mejor cosa que haré


Puedo amarte, es una promesa que te estoy haciendo.
Lo que sea que venga, escogeré tu corazón,
Para siempre soy tuyo, para siempre lo soy.
Puedo amarte
Puedo amarte".
Recta final.
⛓Yoon~
⛓Chapter sixty six!

No tuvieron luna de miel.


Al finalizar la ceremonia, todos volvieron al campamento. Había mucho
trabajo por hacer, los enfrentamientos no se detenían y debían estar listos
para acabar de una buena vez con todos los rebeldes que se convirtieron en
una catástrofe real.
Hoseok no salió del laboratorio hasta que pudo preparar el suero de
defensa que se administraría al ejército de legendarios. Jimin se encargó de
vigilar cada uno de sus pasos, pidiendo explicaciones detalladas del
procedimiento y no perdiéndolo de vista.
El líder no terminaba de confiar en la palabra del beta, y se encargó de
demostrarlo al mantenerlo vigilado las veinticuatro horas del día.
—¿Estás seguro que va a funcionar? —preguntó el omega Park, mientras
analizaba minuciosamente el componente líquido que estaba almacenado en
ampollas de cristal.
—Sí. —Hoseok ya estaba irritado. No era la primera vez que el omega le
hacía la misma pregunta, y realmente comenzaba a ofenderse. Él sabía lo que
hacía, y por qué lo hacía.
Estaban reunidos en un amplio salón, un grupo completo de médicos
estaban preparando las inyecciones, mientras algunos soldados se encargaban
de mantener el orden de los lobos legendarios para que el procedimiento
fuese rápido y en orden.
—El componente debe administrarse directamente en la yugular, el alfa en
su forma humana. De esta manera el mecanismo de defensa se activará más
rápido —explicó Hoseok a los hombres y mujeres que estaban ahí para
ayudarle.
Luego de ello, la presencia del líder de los legendarios llenó el salón.
Yoongi dio pasos seguros hasta donde Hoseok le esperaba con una inyección
preparada. Tal y como lo pidió días atrás, él sería el primero en recibir el
componente para asegurarse que su ejército no corriera ninguna clase de
riesgos.
—Me conmueve tu pasión y liderazgo —murmuró el beta, mientras
desinfectaba el área a inyectar.
—Jódete Jung —gruñó Yoongi, para luego hacer contacto visual con su
esposo.
—Relájate o haz el intento —pidió Hoseok—. De lo contrario, va a doler
el doble.
El alfa lo hizo. Recordó la noche de su matrimonio y como lo selló en
medio de las piernas de su esposo, perdiéndose en el placer infinito que le
otorgaban sus besos, sus caricias y sus palabras. Esos recuerdos hicieron que
el lobo en su interior dormitara gustoso, sobre todo cuando recordó los
mimos recibidos y la renovación de la marca que presumía en su cuello.
En cuestión de segundos sintió el pinchazo en el cuello, luego un líquido
que quemó todo a su paso. Yoongi se tensó, ardía como la mierda, pero era
soportable y no sentía nada más que lo alertara.
—El ardor es normal —informó Hoseok, como si fuese capaz de leerle los
pensamientos—. El efecto pasará en algunos minutos.
El alfa se puso de pie, no estaba mareado y eran buenas noticias. Caminó
hasta donde Jimin estaba, dejando escapar una sonrisa pequeña al verlo
preocupado por su estado.
—¿Te sientes bien? —preguntó el omega, con sus manos atrapando el
rostro del alfa.
—Estoy bien, esposo —respondió, para luego besar la frente del omega.
Yoongi adoptó la costumbre de llamarlo esposo. Desde que se casaron no
hizo más que llamarlo así, en todo momento y lugar, el alfa siempre le
recordaba lo que eran, en lo que se convirtieron tras decir sus votos, y para
Jimin resultaba abrumador, en demasía cálido y correcto.
—Hagan pasar a los demás —ordenó el líder de los legendarios, cuando se
aseguró que todo estaba bien.
Un grupo de cincuenta repartidos entre hombres y mujeres ingresó al gran
salón. Entre ellos iba la hermana de Yoongi y un tenso Jungkook, quien se
mostraba reacio a recibir una inyección.
—¿Duele mucho? —preguntó el menor de los Min, notando como su tía
arrugaba la cara en gesto de dolor.
—Es soportable —respondió RueSo—. No lo pienses mucho y hazlo.
Jungkook estaba dispuesto a refutar, pero terminó abandonando esas ideas
cuando miró a Taehyung ingresar al salón. Él no quería verse como un
cobarde frente al omega que le gustaba, es por ello que se sentó de inmediato
en el lugar correspondiente y esperó a que uno de los médicos le colocara la
maldita cosa esa con líquido dudoso y nombre extraño.
Sin embargo, el toque indeseado no llegó con la rapidez que esperaba.
Jungkook frunció el ceño, animándose a mirar a la mujer de bata blanca que
estaba de pie a su lado derecho.
—¿Qué ocurre? —preguntó desconfiado.
La mujer se limitó a darle una sonrisa amable, y cuando habló lo hizo
dirigiéndose exclusivamente a Hoseok, quien era el encargado de dirigirlos.
—El alfa está demasiado nervioso y tenso —hizo saber al beta de cabello
gris—. No creo que se calme por sí solo, recomiendo administrar un sedante
para que pueda recibir el componente.
—Proceda —autorizó Hoseok, atento a cada uno de los movimientos de la
mujer para asegurarse de que el alfa joven no corriera riesgos.
Sin embargo, Jungkook explotó en una ola incontrolable de pánico. No
pudo controlar sus instintos, no cuando miró que la mujer intentaba sedarlo,
llevándole a recordar el momento exacto que fue atrapado para que lo
subastaran.
—¡Aléjate! —gritó con fuerza, para luego transformarse en un lobo de
pelaje marrón claro.
Todas las personas soltaron exclamaciones llenas de sorpresa, y los demás
legendarios se agitaron por el comportamiento de uno de los suyos. La
reacción del joven lobo era la que se usaba cuando estaban bajo amenaza,
todos los demás miembros de la manada pudieron percibirlo, amenazando
con desatar el caos para protegerse entre ellos.
En ese instante, Yoongi tuvo que intervenir para que ninguno de los demás
perdiera el control de sus pensamientos, gruñó la única orden de mantenerse
quietos, imponiendo su dominio de líder, y siendo obedecido por todos ellos
para alivio de todo el personal médico.
Mientras que, Taehyung no se lo pensó en correr hasta el lobo que gruñía a
todo lo que se acercaba.
—Tae, no te acerques, puede dañarte —intervino Hoseok, notando las
intenciones del omega.
—Él jamás me lastimaría —aseguró Taehyung con una determinación que
hizo retroceder al beta.
El omega de cabellos azules se acercó hasta el animal furioso que se había
arrinconado en una de las esquinas del salón. El silencio que se formó
alrededor era tenso y nervioso, mas ninguno fue capaz de romperlo, pues
temían que el mínimo sonido desatara la agresividad del alfa y terminara
lastimando al sucesor Kim.
—Kookie —llamó el omega con mucha suavidad, mientras continuaba
acercándose—. ¿Puedes reconocerme? Soy Tae.
El lobo le gruñó con fuerza cuando el omega intentó acariciarlo. Taehyung
apartó la mano, pero no retrocedió, manteniendo la mínima distancia entre él
y el alfa.
El omega soltó un suspiro, miró con preocupación al lobo que temblaba
levemente y se desesperó aún más cuando volvió a intentar tocarlo recibiendo
más gruñidos que aumentaban el comportamiento agresivo. Al cabo de
algunos minutos sin lograr avances, decidió ser más práctico y radical.
Utilizó su voz de omega para doblegarlo.
—Reconóceme alfa, soy Kim Taehyung... yo soy tu dueño.
Los aromas definidos del omega, el poder de su voz y la mirada de ojos
mieles contribuyeron para que el alfa legendario se doblegara a su completa
voluntad. De pronto, el lobo dejó de gruñir, ya no temblaba, ni mostraba
rastros de amenaza; se convirtió en un animal manso que se dejó caer al
suelo, apoyando la cabeza en las patas delanteras y moviendo la cola al
reconocer el dominio de su amo.
Las mejillas de Taehyung explotaron de color rojo, quería desaparecer del
mundo. Diosa... él no era así, no era ningún dominante, y tampoco le gustaba
aprovecharse de las ventajas que su rango le ofrecía. Pero fue la única
manera, o al menos eso se decía para no sentir culpa.
Se inclinó para poder acariciar las orejas peludas que se movieron bajo su
tacto. Sonrió enternecido, el lobo de Jungkook era pachoncito, con mucho
pelo y una cola animada que continuaba agitándose con su presencia.
Taehyung continuó acariciándolo por un momento más, permitió que sus
aromas impregnaran la presencia del lobo, concentrado en calmarlo para que
le hiciera caso y no volviera a sentirse amenazado.
—Nadie va a lastimarte, cachorrito —murmuró, concentrado en los ojos
del lobo que no se apartaban de los suyos.
El lobo lamió la mejilla izquierda del omega con la rapidez suficiente para
aturdirlo. Las mejillas del peliazul volvieron a enrojecer, con la diferencia
que en esa ocasión también terminó sonriendo.
—Cambia a tu forma humana —pidió, soltando una risa cuando el lobo
ocultó la cabeza entre sus patas delanteras—. Vamos, hazlo. Te prometo que
no te dejaré solo.
Taehyung pensó que su petición sería ignorada; sin embargo, un minuto
después se encontró con la imagen de un joven desnudo y avergonzado que le
miraba con timidez, ilusión y muchas emociones más que le hicieron sentir
extraño, pero en el buen sentido.
—Necesito una bata —pidió Taehyung, pero Yoongi fue más rápido.
El alfa le entregó una muda de ropa a su sobrino, se encargó de regañarlo
con la mirada, bufando cuando Jungkook le respondió con una sonrisa
inocente.
El menor de los Min se colocó la ropa con rapidez, se puso de pie y tomó
la mano derecha del omega que tenía intenciones de alejarse.
—No, no te vas a ir de mi lado —dijo, para luego abrazarlo con fuerza, tan
sólo siguiendo los instintos necesitados de su lobo y de él mismo.
—Jungkook...
—No te dejaré ir, omega —advirtió, importándole muy poco que todos los
que estaban en ese lugar los miraran—. Me importas demasiado como para
hacerlo.
—Jungkook, la inyección —le recordó Taehyung, pero de igual forma sus
brazos estaban rodeando la cintura del alfa.
—Ah, eso —farfulló con torpeza.
El omega salió de los brazos del menor y lo hizo caminar hasta donde
estaban colocando el componente que los mantendría protegidos. Cumplió la
promesa de estar a su lado, durante el proceso, las manos de Jungkook
sostuvieron las de Taehyung, mirándose a los ojos e ignorando lo demás.
Y una vez más, los sentimientos del omega Kim quedaron claros en su
mente y en su corazón.
Él realmente estaba enamorado de Min Jungkook.
Los ejércitos volvieron a movilizarse durante la madrugada.
Wheein dio aviso desde la base de control del movimiento repentino de
Kaisa; el alfa desplegó sus propias tropas y tomaron gran parte del bosque
cercano al campamento, era evidente que planeaban atacar, y para ello debían
estar listos.
—La fuerza aérea está lista, mi líder —avisó Mina. La omega estaba de pie
frente a Jimin, dando los últimos reportes antes de comandar a su ejército y
atacar desde el cielo.
—Preparen las armas —ordenó el omega a la general—. Quiero que
masacren el bosque y los hagan salir de su escondite.
—Como ordene —aceptó Mina, para luego ofrecer una reverencia y tomar
uno de los aviones de combate que estaban listos para alzar vuelo.
El líder estaba en el exterior del campamento. SeokJin ya había tomado un
grupo de soldados para dirigirse al frente de batalla. Jackson y RiuSang lo
acompañaban con sus tropas correspondientes, pues los rebeldes planeaban
conquistar las montañas, y eso era algo que ni su comandante ni su líder
pensaban permitir.
Taehyung se quedó al lado de su amigo, debido a que Jimin continuaba
dando órdenes a sus generales, escuchando reportes y tomando en cuenta las
sugerencias que ellos tenían para darle.
—En cuestión de minutos viajaré hasta el mar para reunirme con mi
ejército —informó Amira al omega Park—. La guardia de hierro tiene
preparados los buques de guerra, así que la fuerza naval está lista para atacar,
mi líder.
Los buques de guerra ya estaban en el mar, esperando órdenes. La
ubicación exacta era a cinco kilómetros al este del campo de guerra, y a diez
kilómetros del campamento. Jimin sabía que Kaisa también contaba con
fuerzas guerrilleras que sabían atacar en las aguas, pero confiaba en su
ejército y en la fortaleza de liderazgo que Amira Sang había demostrado hasta
ese momento.
—Destrózalos, general Sang —habló Jimin, provocando una sonrisa ladina
en la mujer.
Amira tomó uno de los helicópteros y en cuestión de minutos lo puso a
funcionar hasta llegar al buque principal de su ejército.
Los demás generales se quedaron con él, ya que su especialidad eran los
ataques por tierra. De ese modo, G-Dragon tomó control de los cañones
portátiles, eligiendo a sus mejores soldados para manejarlos; Taeyang y su
mejor escuadrón tomaron los tanques de guerra que maniobraron hasta rodear
los puntos frágiles del bosque; HyunJin y un pelotón se armaron de
metralletas; Yoongi controló a todos los lobos que estaban usando armaduras
con púas filosas capaces de destrozar carne y huesos con facilidad.
Y, por último, Jimin y Taehyung se armaron con lanzagranadas.
El ataque aéreo comenzó poco tiempo después. Múltiples aviones volaron
encima del bosque, disparando proyectiles que no tardaron en incendiar el
lugar.
El ejército lunar comandado por la general Mina hizo que los rebeldes
salieran al campo de batalla, donde un fuego cruzado dio inicio de inmediato.
Ya empezó el desvergue ALV ♀
No tengo idea de cómo narrar la guerra Aiudaaaaa
Estoy pensando en narrar por partes, es decir. Narrar lo que pasa con
SeokJin, luego con los generales, con Jimin, con Taehyung, Yoongi. Ir
cambiando sucesivamente de escenario para hacer la cosa más fluida,
¿les parece bien o es mucho enredo?
Que Diosito me ayude unu
Espero que el capítulo les haya gustado, muchas gracias por leer. ❤

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty seven!

Había destrucción a su alrededor.


La mezcla de emociones negativas influyó para que Jimin enfureciera. El
omega temblaba de pies a cabeza por la fuerza de su propia furia, misma que
alcanzó un nivel nuevo cuando sus instintos más sangrientos se activaron en
cuestión de segundos.
Activó el lanzagranadas e hizo la primera detonación; el golpe fue certero
ya que derribó a un batallón completo en una explosión de sangre, restos
humanos y fuego que abrió paso a sus ejércitos para continuar con la
masacre.
—Yoongi, ve con los legendarios —pidió a su alfa, al mismo tiempo que
hacía otro ataque certero en las lindes del bosque.
El ejército de legendarios estaban rodeando el perímetro, la armadura que
cada uno de ellos llevaba los cubría de los proyectiles; sin embargo, en
cualquier momento los rebeldes podrían atacar con el suero que habían
preparado para destruirlos, así que su líder debía estar alerta, sobre todo,
asegurarse que la barrera de defensa creada que les administraron funcionaría
o les impediría participar en la batalla.
—No quiero dejarte solo —respondió el alfa con la respiración agitada.
—Jimin no va a estar solo —dijo Taehyung. Él omega Kim estaba al lado
de su mejor amigo, lanzando ataques directos a toda la amenaza que se movía
cerca de ellos.
Yoongi asintió, sabía que Taehyung cuidaría la espalda de su esposo, así
como Jimin lo haría con el omega peliazul. Ambos se complementaban bien,
y en esos momentos donde el alfa debía separarse para comandar su ejército,
realmente lo agradecía.
—Volveré a tu lado —prometió el alfa a su omega, para luego desaparecer
entre los tumultos que estaban atacándose.
Jimin no tuvo tiempo de responder. Con rapidez se concentró en la batalla,
y en compañía de Taehyung comenzaron a rodear el inmenso campo hasta
llegar al punto más alto y tener una mejor visión del enfrentamiento.
—Necesitamos localizar a Kaisa —habló Taehyung a su amigo—. Con él
muerto, todos los rebeldes restantes no tendrán más opción que rendirse.
—Hoseok y NamJoon están trabajando en ello, espero el primer reporte
dentro de veinte minutos —respondió, sin dejar de correr con sigilo entre el
fuego cruzado—. Vamos por allá.
Ambos omegas se arrastraron por el suelo cuando llegaron a la orilla del
bosque, el barro los cubrió por completo mientras continuaban
desplazándose, escuchando fuertes explosiones y disparos continuos que
pasaban con velocidad por encima de sus cabezas.
Llegaron hasta una pendiente que estaba llena de maleza y cuerpos sin
vida. Jimin y Taehyung utilizaron los cadáveres a su conveniencia, los
colocaron como escudos a su alrededor y para pasar desapercibidos. Luego se
acostaron boca abajo, tomaron binoculares con visión nocturna y comenzaron
a rastrear los movimientos de la zona roja.
No tardaron en encontrar lo que buscaban. En una parte lejana, había una
especie de cueva que conectaba con la tierra suelta del bosque. Parecía una
entrada subterránea que el ejército rebelde utilizaba para movilizarse con
mayor facilidad.
—Parece que es su guarida —susurró Taehyung, mirando el mismo punto
que el líder.
Jimin permaneció en silencio, siguió vigilando el punto específico,
esperando encontrar algo que alimentara sus sospechas y sus deseos por
destruirlo. Lo encontró pocos minutos después, específicamente cuando miró
a Yugyeom salir del mismo sitio en compañía de un pelotón grande de
soldados.
—Ordena un ataque de artillería a esa ubicación —pidió Jimin a
Taehyung.
El sucesor Kim se puso en contacto con la general Amira. Autorizó la
orden para el ataque marítimo, facilitando las coordenadas específicas que
apuntaban directamente hacia la cueva que ambos omegas habían
descubierto.
—Debemos alejarnos —indicó Taehyung—. El ataque dará inicio en diez
minutos y nuestra ubicación actual es un riesgo para cuando inicie.
Jimin estuvo de acuerdo. Los dos omegas se desplazaron con la misma
rapidez que usaron al llegar. Activaron sus armas e hicieron múltiples
detonaciones, logrando liberar una faja de terreno considerable para que los
tanques de guerra se alejaran de su posición actual.
—Artillería naval activada. Abandonar posiciones —habló Jimin a través
del audífono que llevaba en su oreja derecha.
Wheein se encargó de enviar el mensaje del líder desde el centro de
control. En cuestión de minutos todos los ejércitos y generales retrocedieron,
alejándose lo suficiente para que el ataque marítimo no les afectara a ellos.
El ataque fue inmediato, respetando el tiempo de espera estipulado. El
conjunto de cañones, morteros y obuses atacó desde los buques que estaban
en el mar, siendo mortales e imparables, destruyendo todo a su paso,
derribando árboles, partiendo la tierra, arrebatando vidas y creando ríos de
sangre.
Jimin y Taehyung tuvieron suerte de llegar a tiempo a una de las fortalezas
del ejército. Las lindes del bosque eran peligrosas, debido al ataque muchos
árboles caían, quedando enterrados entre miles de cadáveres y tierra.
Se miraron por un momento, ambos tenían la respiración acelerada, los
uniformes sucios y los cuerpos adoloridos; sin embargo, no pensaban
detenerse, no hasta acabar por completo con el enemigo.
El silencio que los consumía era inquietante.
Hace algunos minutos las fuertes detonaciones habían terminado, dejando
un ambiente de muerte, lleno de sangre, polvo espeso y destrucción.
SeokJin tomó una profunda inhalación y luego se arrepintió cuando el
hedor le llenó las fosas nasales. Miró a sus dos compañeros de misión,
Jackson estaba herido y le costaba movilizarse, mientras que RiuSang tenía
todo el hombro izquierdo ensangrentado.
Él no estaba mejor. Desde hace mucho tiempo sintió una herida en la
cabeza, sangre salía de cada lado, bañando su frente y las sienes. Los ojos le
ardían, costándole enfocar cualquier objeto a su alrededor, y, aun con todo
ello, el comandante estaba lejos de rendirse.
Habían encontrado el rastro de Kaisa. SeokJin se encargó de enviar un
aviso directo al centro de control, para ese momento Jimin ya debería estar
enterado de la noticia y de su ubicación, así que sólo era cuestión de tiempo
para que llegaran los refuerzos.
—Tienen que avanzar —habló Jackson, entre jadeos y gruñidos de dolor.
—No vamos a abandonarte, Wang —negó el omega, con la mirada fija en
el torniquete que hizo en el muslo izquierdo del beta líder.
Fueron atacados por un pelotón completo, así que SeokJin seguía
preguntándose, ¿cómo diantres salieron con vida? Probablemente se debía a
que los tres eran fuertes y estaban acostumbrados a la guerra, o simplemente
tuvieron suerte.
El más afectado fue Jackson. El beta recibió el impacto de tres balas que se
alojaron en su muslo izquierdo, la hemorragia fue inmediata y SeokJin junto
a RiuSang tuvieron que actuar rápido para salvar la vida del líder del clan
montañoso.
Sin embargo, el peligro persistía, estaban rodeados de enemigos y Jackson
tenía que ser atendido de inmediato.
—Riu, llévate a Jackson de aquí —pidió SeokJin, tomando una decisión.
—¡No! —exclamó el beta de inmediato—. Ustedes váyanse y déjenme
aquí.
—Un médico tiene que ver esa herida o terminarás perdiendo la pierna —
advirtió el omega.
RiuSang hizo contacto visual con su viejo amigo. Lo que encontró en los
ojos de SeokJin fue determinación, una que brillaba con ferocidad y que le
hizo entender que no existía algo en el mundo que fuese lo suficientemente
fuerte como para hacerlo cambiar de opinión.
—Comandante Kim —pronunció, dedicando un saludo militar al omega
que se quedaría en el campo de batalla.
—Comandante Cha —respondió SeokJin, devolviendo el saludo.
RiuSang cargó el cuerpo de Jackson dejándolo encima de su hombro
derecho. Las quejas del líder comenzaron de inmediato, mas todas ellas
fueron ignoradas por el alfa que tenía como objetivo llevarlo hasta el
campamento para que uno de los médicos del lugar pudiera atenderlo.
SeokJin se quedó solo. Rompió una manga de su uniforme y con la tela
trató de limpiar el exceso de sangre que tenía en la cabeza; no ayudó mucho
porque la mayoría ya estaba seca, pero fue cierto alivio liberar sus ojos del
líquido molesto que le afectaba en la visión.
Se puso de pie y empezó a caminar por el sendero estrecho que conectaba
con el bosque. A la lejanía escuchaba los ataques que se llevaban a cabo en el
campo cercano al mar, y uno que otro proyectil que caía cerca de su
ubicación actual.
En ese momento supo que la fuerza aérea y la naval estaban unidas en
ataque. Mina y Amira debían estarse enfrentando a un ejército grande y
capaz, como para mantenerlas por completo concentradas en un mismo
objetivo.
Ese detalle otorgó silencio a los bosques, y la oportunidad a SeokJin para
que siguiera avanzando.
Dio unos cuantos golpecitos al dispositivo que llevaba en su oreja, no
obtuvo cambios. El audífono dejó de funcionar y SeokJin no sabía con
exactitud el tiempo que llevaba incomunicado con el centro de control, los
generales y su hijo. De lo único que estaba seguro era que resultaba ser una
gran desventaja, pues, de forma automática se convertía en un punto invisible
dentro de todo lo que estaba sucediendo.
El omega decidió continuar adelante con su plan. Caminó más allá de los
límites establecidos hasta que se encontró con un terreno desconocido y lleno
de vegetación.
Se tensó de inmediato, en ese lugar el aroma de Kaisa estaba
completamente concentrado.
—Fue estúpido venir hasta mis dominios sin refuerzos, Kim SeokJin.
La voz de Kaisa llegó hasta los oídos del omega y no fue lo único que
ocurrió. Momentos después, SeokJin recibió un fuerte golpe en la cabeza que
lo mandó al suelo, mientras su visión se apagaba al igual que sus sentidos.
El tiroteo no cesaba. NamJoon cubría el lado derecho y Hoseok hacía lo
mismo con el izquierdo.
—El general G-Dragon está atacando por el frente —avisó NamJoon,
mientras continuaba disparando a la horda de rebeldes que parecían
reproducirse con cada segundo vivido.
—No es suficiente, nos están acorralando —dijo Hoseok, lanzándose al
suelo cuando una bomba hizo una explosión a pocos metros.
NamJoon rodó lejos junto a todo el barro y las piedras sueltas. A su lado
derecho cayó una bomba que el alfa tomó con rapidez y la lanzó sin punto
específico. Tenía la respiración agitada, el sudor que lo bañaba era frío, y el
lobo en su interior se movía inquieto, impidiendo que sus pensamientos se
enfriaran para determinar el peso de sus decisiones.
—¡Tenemos que avanzar! —gritó Hoseok en su dirección.
El alfa se arrastró por la tierra, trató de ponerse de pie y falló cuando un
nuevo impacto desestabilizó el terreno. NamJoon soltó una maldición,
decidiendo arrastrarse hasta un punto más seguro y disparando cuando creía
necesario.
Divisó un pelotón completo de soldados enemigos que se acercaban con
velocidad. Se puso de pie y comenzó a correr hasta que llegó a un camión de
armas y tomó lo primero que estuvo a su alcance.
NamJoon se dio cuenta que los soldados tenían el objetivo de rodear el
campamento. Se escabulló entre cadáveres, y cuando llegó el momento
oportuno, activó el lanzallamas.
El líquido inflamado salió con fuerza de la manguera provocando que todo
el pelotón de rebeldes cayeran al suelo, con sus cuerpos quemándose y los
gritos martillando los sentidos agudizados del alfa Kim.
NamJoon continuó avanzando, destruyó todo a su paso utilizando las
llamas de fuego mortales que soltaba su arma. Incineró a decenas de
soldados, sintiendo como la respiración le faltaba en momentos cortos, lo
suficiente para debilitarlo considerablemente.
De repente se detuvo, lo hizo cuando tuvo a Yugyeom frente a él y cuando
no pudo respirar con normalidad.
—Hola, perro traidor —saludó Yugyeom, con una sonrisa siniestra.
El alfa Kim cayó de rodillas cuando las fuerzas le fallaron. El químico del
arma entró por las heridas abiertas de su piel y sentía como los pulmones
amenazaban con explotar si permitía que siguieran llenándose de oxígeno.
NamJoon fijó la mirada en el alfa que en ese momento le apuntaba con un
arma, sonrió ladino, sobre todo cuando detectó la furia con la que Yugyeom
lo miraba.
—Siempre fuiste un juguete desechado, así que no pretendas obtener una
grandeza para la que no fuiste hecho —le dijo, utilizando sus últimas fuerzas
en esas palabras que calaron profundo en el orgullo de Yugyeom.
—Te voy a matar —aseguró el otro, notando como el alfa Kim respondía a
su amenaza con un simple encogimiento de hombros.
—Da igual, no me importa morir —dijo con sinceridad, la suficiente para
que el contrario frunciera el ceño—. Ustedes también morirán, y de forma
más patética que la mía.
—Elegiste el bando equivocado, Kim —comentó Yugyeom, a su alrededor
varios soldados del ejército rebelde lo respaldaban, todos ellos apuntando el
mismo objetivo.
NamJoon expulsó un suspiro lleno de tranquilidad y resignación. No
pensaba romperse en el momento culmine de su vida, pensaba permanecer
con la frente en alto, inquebrantable como el titanio y como el incendio
mismo de los bosques.
"Eres un soldado honorable, Kim NamJoon". Las palabras dichas por Kim
SeokJin, el hombre al que tanto admiraba y amaba le ayudaron para soportar
ese momento.
Porque NamJoon era honorable, valiente y fuerte. Lo supo en ese momento
que demostró su lealtad al no doblegarse frente a los rebeldes.
Y con ese conocimiento presente, fue que el alfa Kim pronunció lo que
serían sus últimas palabras:
—Honor, valentía, y fuerza.
Luego de ello, todo el grupo de rebeldes vaciaron sus armas en el cuerpo
del alfa, siendo Yugyeom el que dio el tiro mortal en la frente de Kim
NamJoon.
Jimin abrazó con fuerza a Yoongi cuando se encontraron.
El alfa estaba lleno de sangre, pero no había heridas en su cuerpo que
indicaran que el líquido rojo le pertenecía. El omega soltó un leve suspiro,
sintiéndose más aliviado cuando su esposo le regaló una sonrisa pequeña.
—La inyección funcionó —informó el líder de los legendarios—. Nos
atacaron con el suero y no tuvo efectos en ninguno de mis soldados, tampoco
conmigo.
—Significa que Hoseok hizo bien su trabajo —comentó Jimin.
—Y que no nos mintió —agregó Yoongi.
Ambos avanzaron hasta el campamento. Los enfrentamientos se habían
detenido cuando el ejército rebelde retrocedió ante el armamento de las
fuerzas que eran leales al linaje Park. Así que, en ese breve lapso de tiempo,
todos aprovecharon para encargarse de los heridos y buscar sobrevivientes.
Tiempo después, Taehyung llegó corriendo, y, a juzgar por su expresión no
llevaba buenas noticias.
—NamJoon está muerto —anunció con una mueca. Jimin y Yoongi se
tensaron—. Lo encontraron a unos quince metros del campamento, con el
cuerpo lleno de balas.
—¿Quienes más? —preguntó Jimin, sintiendo como el suelo bajo sus pies
se movía.
El omega Kim hizo una fina línea con sus labios antes de responder:
—Hwasa... —susurró—. Ella también murió.
—¿Cómo sucedió? —cuestionó Yoongi, con todo el cuerpo tenso al saber
que una de sus compañeras había caído en batalla.
—No tengo el reporte completo, pero todo indica a que fue Yugyeom
quien la asesinó en el lado norte del campamento —informó lo poco que
sabía—. El caso está relacionado con NamJoon, porque a ambos los asesinó
el mismo alfa. Sólo que con el segundo fue respaldado por más rebeldes.
—¿Hay más? Por la diosa, Tae, suéltalo todo —demandó Jimin, a
sabiendas que todavía quedaba información por conocer.
—RiuSang y Jackson regresaron al campamento, ambos obligados por mi
padre —contó con la voz amenazando con romperse—. Jackson está en una
cirugía delicada, aún no podemos saber si sobrevivirá. El comandante del
clan montañoso informó que encontraron el rastro de Kaisa y que lo estaban
siguiendo cuando fueron atacados.
—Sí, Wheein me informó del reporte de SeokJin y ordené que enviaran
una tropa para apoyarlo —comentó Jimin.
—La tropa nunca llegó —informó Taehyung con seriedad—. Mi padre
lleva más de cuatro horas desaparecido y no podemos rastrearlo.
Hubo un momento de silencio angustiante, pesado y tenso. Jimin se
encontró con la mirada de su amigo, sintiéndose impotente cuando las
lágrimas de Taehyung resbalaron por sus mejillas.
—Jimin —pronunció con dificultad, luchando con los sollozos—. Kaisa
tiene a mi padre, y tomó el control de todo el centro de operaciones.
En ese instante, todos los audífonos, radios y pantallas dejaron de
funcionar. El líder se movió hasta la sala central, siendo seguido de cerca por
Yoongi y Taehyung.
—Mierda —soltó el omega Park, con un gruñido furibundo.
Una de las pantallas mostraba una imagen, en ella se podía ver la cabeza de
Wheein encima de una mesa, llena de sangre y el rostro de la beta compuesto
de expresiones cargadas de terror.
Y sólo segundos después, la imagen en la pantalla cambió, mostrando una
escena en tiempo real.
Taehyung gritó enloquecido en ese momento. Yoongi tuvo que usar gran
parte de su fuerza para sostenerlo, mientras Jimin apretaba con violencia sus
manos hechas puños, al mismo tiempo que sus ojos hacían contacto por
primera vez con su mayor enemigo.
Porque del otro lado se mostraba la imagen sonriente de Kaisa. El alfa
estaba en el centro de control, y frente a él permanecía SeokJin, de pie,
mientras era apuntado por el líder de los rebeldes.
No me odien, al menos hay final feliz para el Yoonmin.
O eso creo...
Quedan tres capítulos para que el libro termine, así que, si no tengo
inconvenientes (que es lo que de verdad espero) lo estaré terminando
mañana mismo.
Infinitas gracias por leer, votar y comentar.
¡Hasta el próximo capítulo!

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty eight!

Jimin mantuvo la calma, y con el aumento de su aroma ejerció un dominio


silencioso sobre Taehyung para que el menor también lo hiciera.
El silencio que estuvo llenando cada rincón del salón se vio interrumpido
por la voz llena de diversión del líder de los rebeldes.
—Admito que es divertido conocernos así, Park Jimin —habló Kaisa,
mirando con especial interés al omega pelinegro—. Eres igual a tu difunta
madre.
—No ensucies su recuerdo con tu boca —dijo Jimin, mostrando una calma
engañosa que advirtió a los demás—. Eres un perro que ladra, y ella fue una
reina.
—Una reina a la que le arranqué la corona —atacó el alfa, con el único
propósito de provocar.
—Una corona que nadie más que ella pudo usar, ni siquiera tú —
contraatacó Jimin, soltando una sonrisa pequeña al ver como los ojos del
hombre ardían en ira.
Los ojos de Kaisa se movieron hasta la persona que estaba sosteniendo al
menor de los Kim. Soltó un gruñido de inmediato, aquellos ojos dorados lo
habían perseguido hasta en lo más profundo de sus pesadillas, y si en ese
momento tenía una marcada desventaja en soldados se debía únicamente a la
existencia de su maldito hermano.
—Hermano menor —soltó con una mueca de desprecio que fue
correspondida con creces—. Tanto tiempo sin verte que no he tenido la
oportunidad de felicitarte —siguió hablando—. Lograste lo que no pude —
admitió—, pudiste enredar a un Park y engendrar un bastardo.
—Y también seguí siendo el verdadero líder de los legendarios —agregó
Yoongi, provocando un gruñido en el otro alfa—. Incluso Jungkook me
prefirió a mí, ¿qué se siente ser despreciado por todo aquello que amas?
El cuerpo entero de Kaisa se tensó. Las palabras de Yoongi fueron las
correctas, las mismas que alimentaron su odio, que avivaron sus recuerdos,
llevándole al momento exacto donde Park YoonWoo quien era el omega que
amaba, lo cambió para casarse con una mujer que no valía nada.
—Tienes razón —murmuró, mientras continuaba perdido en sus recuerdos
—. Todos los que he amado me han traicionado. Mi hijo... y el hijo de puta
de Park YoonWoo —gruñó, exponiendo sus emociones y sosteniendo con
mayor fuerza el arma con la que apuntaba al comandante Kim—. Por eso es
mejor no sentir amor, porque al final te traicionan de la peor manera, ¿o no,
Yoongi?
—Estás desquiciado, Kaisa —habló SeokJin, ganándose la atención de
todos—. Haces todo esto por un odio sin fundamento.
—¡Cállate! —bramó el mencionado—. Tú, tú fuiste el mejor amigo de ese
maldito, ¡tú sabías lo que teníamos!
—Una relación de amo y esclavo —dijo SeokJin sin dudar—. YoonWoo
jamás te amó, siempre fue sincero contigo, y, aunque tú eras un verdadero
dolor de cabeza, él siempre te trató bien... incluso llegó a sentir aprecio por ti.
—Yo no quería aprecio —escupió el alfa mayor con rabia y desborde—.
¡Lo quería a él!
—¡Querías la manada! —atacó SeokJin, desafiando a su captor con la
mirada—. Querías riqueza y poder, por eso fue que traicionaste —siguió
acusando—. ¡Por eso mataste a Park Saran y a Park YoonWoo!
Un ruido seco provocó que la atención cayera sobre Jimin. El omega tenía
la piel hirviendo, los colmillos sobresalían de sus labios entreabiertos y los
ojos de color rojizo estaban fijos en Kaisa, lo miraba con tanto odio, que, por
primera vez, el alfa en su interior se encogió como respuesta automática.
—Voy a matarte —prometió el último de los Park, mirando a su enemigo
—. Te juro que voy a matarte.
La amenaza directa hizo que un sudor frío recorriera la frente del líder de
los rebeldes. Analizó el dominio de aquel omega a través de lo que la pantalla
podía mostrarle; sin embargo, fue suficiente para reconocer el brillo
hambriento de sangre que se reflejó en la mirada de Jimin, ese instinto letal
que no pudo ver en nadie más que en sí mismo.
Entonces lo supo. Se dio cuenta que Park Jimin no era como Saran, aunque
fuesen idénticos físicamente, el hijo tenía el alma manchada en maldad.
Tampoco lucía como la esencia de YoonWoo. No, el menor y actual líder
resultaba ser algo mucho más cruel, que no le importaría cometer atrocidades
para tenerlo bajo sus garras.
Y fue en ese instante donde entendió todas las veces que le dijeron que no
lo subestimara, y vaya que lo había hecho.
Resultó peor cuando Kim SeokJin se abalanzó sobre él. El omega había
aprovechado esos segundos de distracción para forcejear con Kaisa, dando
inicio a una pelea que no tenía asegurado a un vencedor.
Una bala se escapó del arma y golpeó directamente en la pantalla
interrumpiendo la señal.
—Iremos al centro de control —decidió Jimin, saliendo de la habitación
con rapidez.
Taehyung comenzó a ladrar órdenes. El omega Kim estaba lleno de rabia,
y el lobo en su interior permanecía alerta debido a las amenazas constantes a
su sangre.
—Yoongi, prepara a los legendarios y avisa al ejército del norte que iremos
al centro de control —pidió Kim, siendo obedecido en segundos.
Hubo una explosión en el exterior del campamento, el grito de guerra que
estremeció la construcción dio el aviso que un nuevo ataque había dado
comienzo.
—Malditos bastardos —gruñó Jimin, mientras ponía a funcionar la
seguridad de emergencia de las instalaciones.
Taehyung salió al exterior donde un nuevo caos se estaba formando. Sus
ojos audaces recorrieron la extensión de terreno, no tardando en encontrar
una escena que sacudió cada porción de su cuerpo de manera peligrosa.
Se trataba de Jungkook, el alfa peleaba en su forma humana con Yugyeom,
sin armas de por medio, al menos por el menor de los Min.
<<¿Por qué no se transforma?>> se preguntó el peliazul, sintiendo la
necesidad de correr y deshacerse de la amenaza que rodeaba al alfa que
amaba.
Entonces, recordó lo frágil que Jungkook se comportaba cuando Yugyeom
estaba cerca, lo pequeño que se volvía y como gritaba ayuda silenciosa con
sus ojos expresivos. Así que, Taehyung supo que en ese instante el alfa Min
estaba teniendo una lucha en su interior que su enemigo utilizaría a su
conveniencia para derribarlo de forma definitiva.
Y él no iba a permitirlo.
Revisó a su alrededor con rapidez. Los almacenes de armas estaban vacíos,
y no tenía tiempo suficiente para ir en busca de una. Miró la pared cercana, y
de ahí tomó una cadena gruesa que decidió llevar consigo para darle un mejor
uso.
Estaba furioso, y la única forma de tranquilizar a su omega era dándole lo
que tanto exigía: la sangre de su enemigo.
Por ello corrió, corrió con velocidad y sin dudarlo golpeó con fuerza la
espalda de Yugyeom hasta derribarlo al suelo. Taehyung no se quedó quieto,
se le lanzó encima y con ayuda de la cadena atrapó el cuello contrario,
ejerciendo una presión mortal que poco a poco dejó al alfa rebelde sin aire.
—Mírame, maldito, ¡mírame! —gruñó Taehyung, notando como los ojos
del alfa se abrían más de la cuenta, con los vasos sanguíneos dilatados y
amenazando con sangrar, como el rostro se ponía morado por la falta de aire
y como los labios se agrietaban.
El alfa rebelde pateó con fuerza logrando zafarse del agarre impuesto por
el omega. Yugyeom tomó grandes bocanadas de aire, en un intento
desesperado que sus pulmones dejaran de doler; sin embargo, nuevamente
fue derribado al suelo, esta vez por Jungkook.
—Kook —pronunció, mirándole con súplica—. Por favor...
—Mataste a Nam hyung, a Noona y quien sabe cuántos más —gruñó el
menor, mientras se encargaba de sostenerlo—. Mereces morir.
Jungkook y Taehyung lanzaron el cuerpo del alfa rebelde boca abajo y
ejercieron presión para que no se moviera. El omega Kim se sentó a
horcajadas en la espalda agitada de Yugyeom, tomó la cadena y volvió a
enrollarla en el cuello maltratado, deleitándose con los gritos desesperados y
con los sollozos ahogados.
—¡Suéltenme! —gritó aterrado—. ¡Suéltenme malditos hijos de puta!
—Espero que estés listo para morir —murmuró Taehyung.
El omega tiró de la cadena hacia atrás con todas sus fuerzas. Lo hizo como
un domador haría con una bestia, imponiéndose sobre el alfa rebelde que
manoteó en busca de aire, en un intento desesperado por sobrevivir.
Jungkook le propinó una serie de puñetazos que desfiguraron el rostro de
Yugyeom, mientras tanto, Taehyung continuó ejerciendo presión, dejando
que el tiempo transcurrido le arrebatara la vida al cobarde de forma lenta y
dolorosa.
Finalmente, el omega Kim tiró con más fuerza de la cadena haciendo que
el cuello del alfa rebelde se rompiera de forma inmediata. El crujido resonó
en sus oídos, la piel se desgarró, dejando bullir la sangre que su lobo omega
tanto quería.
Yugyeom murió bajo el poder de sus propias manos, y a Taehyung le
complació saber que Jungkook lo había ayudado.
Llegaron al centro de control más rápido de lo que en un principio
creyeron.
Jimin desplegó los ejércitos, a su lado Taehyung caminaba con un objetivo
claro en mente, mientras los soldados leales al clan se encargaban de rodear
el lugar.
El omega líder no quería admitirlo en voz alta, pero en esos momentos le
resultaba de gran ayuda la presencia de Hoseok. El beta estuvo sumergido en
el campamento ayudando a los heridos, pero cuando se enteró de la situación
delicada decidió abandonar lo que hacía para ofrecer su ayuda.
Fue de esa manera como Jimin pudo obtener nuevamente el mando del
centro de control. Hoseok hackeó el sistema interno de la operación,
permitiendo el mando al líder Park y dejando a Kaisa en un callejón sin
salida.
—No sabemos si el comandante Kim está vivo —murmuró Hoseok,
mientras tecleaba con rapidez—. El centro de control tiene muchos atajos, no
podremos revisarlos al mismo tiempo.
—No, pero podemos bloquearlos —propuso Yoongi—. De esa manera
Kaisa no podrá escapar.
—Ya cerré la salida de emergencia —informó Jimin—. Las cámaras no me
han mostrado la presencia de ese bastardo, pero ya lo estoy rastreando.
Taehyung mordió su labio inferior antes de tomar una decisión. Se acercó
hasta donde Hoseok continuaba haciendo un rastreo completo del terreno, y
sin ningún ápice de duda le hizo una petición.
—Encuentra a mi padre. —Taehyung estaba determinado a no perder más
tiempo. No le importaba en lo absoluto el peligro, mucho menos lo que
podría ocurrir en caso de cometer un error. Lo único que brillaba con letras
grandes en su mente era que su padre, el hombre que le dio todo, estaba en
peligro, y que él sería imparable al momento de recuperarlo.
El beta abrió y cerró la boca, al final terminó asintiendo. Tecleó algunos
códigos necesarios y en cuestión de segundos tuvo a su disposición todas las
cámaras del área.
Taehyung sintió como el aire le faltaba cuando en una de las imágenes
reconoció a su padre. El comandante estaba tirado en el suelo, parecía
desmayado, y realmente el menor de los Kim quería pensar que era de ese
modo.
—Está en la habitación B19 —informó Hoseok.
—¿Cómo llego hasta ahí? —preguntó el peliazul.
Jung se encargó de darle las indicaciones correctas, pues sabía que nada ni
nadie detendría al omega. Después, Taehyung se reunió con Jimin para
hacerle saber su decisión, y el líder Park no dudó en acompañarlo.
—No tienes que hacerlo, Jim —comentó el menor, al ver las intenciones
de su amigo.
—¿Qué estupideces dices? SeokJin es el mejor amigo de mi padre, uno de
los pocos leales y con honor, me entrenó desde que era un niño y me salvó la
vida —enumeró con convicción—. Le debo mucho, y quiero salvarlo.
Taehyung se limitó a darle una sonrisa agradecida. A la misión se unieron
Yoongi, Jungkook, Hoseok, RueSo, Taeyang, G-Dragon y Moonbyul.
HyunJin y RiuSang quedaron a cargo de la vigilancia exterior, mientras el
grupo ingresaba al centro de control para dar inicio con la verdadera cacería.
Yoongi y Taeyang iban al frente. Ambos generales armados con
ametralladoras, luego de ellos iban Moonbyul y Jungkook, ellos
acompañaban los pasos de Jimin y Taehyung, cubriéndoles las espaldas.
Hoseok y G-Dragon llevaban fusiles, mientras que RueSo era la encargada de
vigilar en la pequeña pantalla que sostenía el movimiento interno de la
estructura.
Un grupo de soldados aparecieron en el pasillo próximo. Yoongi y
Taeyang los eliminaron sin problemas, dejando que los demás avanzaran
hacia un mismo objetivo.
—Nos encontraremos con unas escaleras, a unos cinco metros a la derecha
—informó RueSo—. Debemos subirlas para llegar al lugar donde se
encuentra el comandante.
Las palabras de la alfa se volvieron realidad momentos después. El grupo
subió las escaleras, con armas en alto y los instintos a tope.
Las paredes estaban ensangrentadas, habían múltiples cadáveres en el
pasillo y la puerta de la única habitación estaba abierta. Taehyung se apresuró
a entrar al lugar, seguido de cerca por Jungkook y Jimin.
Encontraron a SeokJin en el lugar indicado. El omega estaba boca abajo en
un charco de su propia sangre. Jimin se apresuró a revisarlo, soltando un
mínimo suspiro cuando encontró signos vitales en el comandante.
—Está vivo —anunció al resto del equipo.
—Voy a sacarlo de aquí —informó Taehyung con decisión.
El grupo se dividió. Hoseok, Jungkook y RueSo se quedaron apoyando a
Taehyung; el beta activó el sistema de emergencia en el campamento,
avisando que llevaban consigo un herido que debía ser atendido con rapidez.
Mientras tanto, Taeyang, Moonbyul y G-Dragon decidieron respaldar a
Jimin y Yoongi en el momento decisivo de toda aquella guerra que había
dejado miles de muertos.
Sabían que el final llegaría con la cacería del cabecilla, y todos estaban
listos para reclamar la vida de Kaisa.
—Está en la zona subterránea —avisó Jimin y fue más que suficiente para
que iniciaran a preparar una emboscada.
Taeyang y G-Dragon dieron órdenes específicas a sus ejércitos a través de
los auriculares. En ese mismo instante, un muro gigante de soldados rodeó
toda la salida de la central, impidiendo que el alfa escapara.
—Está atrapado —anunció Taeyang con una sonrisa perversa.
Jimin tomó la mano de su esposo y juntos comenzaron a seguir el rastro
evidente que Kaisa iba dejando impreso en el camino. Todos los demás
tenían la responsabilidad moral de atrapar al responsable, más por una
cuestión de honor y juramentos sagrados; sin embargo, el caso del
matrimonio Min&Park era diferente. Ellos fueron víctimas directas de la
maldad del líder rebelde, así que estaban ansiosos por vengarse y devolver la
paz a sus tierras.
Llegaron al último piso de la construcción, todos con armas en alto y
alertas. Rodearon el lugar, revisando cada punto visible y atajos posibles que
Kaisa pudo usar para escapar.
—Aquí hay algo —informó Moonbyul.
Yoongi tomó el frente, siguiendo el rastro de sangre que su compañera
había encontrado. Dejó escapar un gruñido furioso cuando la esencia total de
su hermano mayor le golpeó directamente en la nariz, avisando con ello que
el alfa rebelde estaba más cerca de lo que imaginaban.
Se encontraron con una puerta de cristal oscuro. G-Dragon tomó un
cilindro de metal y golpeó con fuerza hasta que la puerta quedó hecha
pedazos. Uno a uno fueron ingresando al nuevo espacio, dejando fluir sus
aromas con el amargo acompañante de la amenaza que tenía como función
acorralar al enemigo.
Encontraron a Kaisa en un rincón. El alfa estaba desarmado, pues en su
afán de huir no tuvo oportunidad de prepararse.
Todos los generales le apuntaron directamente y sin dudar. Kaisa tembló
ligeramente, sintiéndose peor cuando se encontró cara a cara con Jimin y con
Yoongi.
—Hermano mayor —habló el líder de los legendarios, regalándole una
sonrisa ladina.
—No lograrán nada con esto —aseguró Kaisa con los dientes apretados—.
Así que, mátenme de una maldita vez.
Escuchó una risa, y cuando sus ojos buscaron el origen se encontró con
unos ojos oscuros bañados en odio, maldad e intenciones dolorosas que le
estremecieron de forma involuntaria.
—¿Qué te hizo creer que sería tan fácil para ti? —cuestionó Jimin con la
cabeza ladeada—. Tu muerte será muy lenta y dolorosa.
El líder de los rebeldes fue testigo directo de la mirada cómplice que Jimin
compartió con Yoongi; también pudo notar el odio que los demás presentes le
lanzaban cada vez que lo miraban, entonces concluyó que no había necesidad
de negar su destino.
Hizo todo un caos ¿y para qué? Para terminar en las manos de las dos
personas en el mundo que tanto se esforzó por destruir.
No funcionó, y ya no veía salida probable que pudiera garantizarle la vida.
Estaba condenado.
Y por primera vez, Kaisa sintió terror real.
El próximo capítulo es la muerte de Kaisa.
¿Cómo lo torturamos?
Perdón por cualquier falta ortográfica, espero que el capítulo les haya
gustado.
Infinitas gracias por leer.

⛓Yoon~
⛓Chapter sixty nine!

Jimin creó un espectáculo para la muerte de Kaisa.


Se preparó un salón completo para la ocasión. El lugar tenía estructura
circular, iluminado por antorchas en las paredes y lleno de asientos para que
todos los interesados en presenciar la muerte del líder rebelde estuvieran
cómodos.
En el centro del escenario estaba una X de madera. G-Dragon y Taeyang
fueron los encargados de encadenar al alfa, atándolo de manos y pies, sin la
mínima posibilidad de moverse, mucho menos de escapar.
Al lado derecho estaba una mesa alargada que tenía muchos instrumentos
de tortura. Kaisa se estremeció cuando reconoció la mayoría de los utensilios,
y tampoco pudo controlar el sudor frío que le llenó la frente.
Jimin había dado orden directa de no ponerle una mano encima al
condenado. El omega quería divertirse con el alfa, y para ello necesitaba que
Kaisa se mantuviera intacto, sin golpes o el mínimo rasguño.
Yoongi también quería hacerlo, ambos estaban cegados en su hambre de
venganza, siendo una necesidad aplastante que pronto se convirtió en la
adrenalina que los hizo moverse por el lugar, mientras planeaban torturas
dolorosas para alargar la agonía que el maldito rebelde merecía.
Poco tiempo después el lugar comenzó a llenarse de personas. Todos los
generales se sentaron en primera fila, ellos pensaban ver todos los detalles de
la muerte del responsable de tanta destrucción, además, sentían que con ello
pagarían un tributo especial a su compañera caída en batalla.
La muerte de la general del ejército del este dolía en sus corazones. Hwasa
siempre sería recordada como la mujer valiente que defendió sus ideales, y es
por ello que el estandarte de su tropa estaba presente en ese salón, al igual
que el uniforme verde oscuro.
RueSo también ingresó al salón. Ella iba acompañada por algunos
legendarios que pidieron presenciar la muerte del hombre que destruyó su
manada. La hermana de Yoongi llevaba el estandarte de su ejército, en
compañía de la única medalla que Kim NamJoon pudo conseguir cuando se
integró a las filas comandadas por el general Min.
El alfa Kim caído en batalla merecía justicia, al igual que las demás
víctimas. RueSo se encargó de llevar consigo la medalla como un acto
simbólico y de hermandad, pues ambos lucharon usando el mismo uniforme
de color negro.
Jimin caminó hasta donde estaba su víctima, hizo contacto visual con
Kaisa por algunos segundos para luego concentrarse en el instrumental que
estaba a su disposición.
—Yoongi me complacerá —comentó por lo bajo, siendo escuchado por
Kaisa—. Al final, seré yo quien te mate.
—No te tengo miedo, niño —respondió Kaisa.
—Es mejor así —aseguró Jimin con una sonrisa—. Los que sienten miedo
tienden a gritar demasiado y me quitan la diversión.
El omega Park notó la presencia de su mejor amigo. Taehyung recién
ingresaba al salón en compañía de Jungkook, quien tenía una expresión
indescifrable en el rostro.
Yoongi tomó a su sobrino del brazo y le instó a caminar fuera del salón;
sin embargo, Jungkook ejerció fuerza para permanecer al lado del omega
peliazul en una petición silenciosa que el líder de los legendarios terminó
aceptando.
—Me quedaré aquí —dijo Jungkook con seriedad, mientras veía
atentamente la imagen de su padre encadenado.
—No tienes que ver esto —habló Yoongi con un leve tinte de
preocupación en su voz.
—Quiero verlo —confesó el menor de los Min, aferrándose al brazo de
Taehyung.
—Jungkook...
—Estoy bien, Yoongi —aseguró el mencionado—. Si estoy aquí es porque
necesito asegurarme que ese hombre va a morir, no me importa nada más.
Fue suficiente para que el alfa mayor no siguiera insistiendo. Luego de
ello, Jimin se encontró con su mejor amigo, y lo hizo para hacer una pregunta
que estaba dándole vuelta en los pensamientos durante las últimas horas.
—¿Cómo están SeokJin y Jackson? —preguntó ansioso.
—Recuperándose —respondió con una sonrisa floja—. El médico dice que
el pronóstico de ambos mejorará con el tiempo.
—Estarán bien —asintió Jimin, más para él que para alguien más.
—Jim, hay algo más que tengo que decirte —dijo Taehyung con
nerviosismo.
—¿Qué ocurre? —cuestionó de inmediato, tensándose por reflejo.
—Hoseok se marchó para buscar a mi tía —informó—. Y yo... le di un
escuadrón de soldados para que le apoyaran en la misión de búsqueda y
rescate.
—Hiciste bien —dijo Jimin, ocasionando tranquilidad con sus palabras—.
Ahora ponte cómodo, la función está por comenzar.
Un par de minutos después, el salón estaba medianamente lleno de todas
las personas que querían presenciar la sangrienta ejecución que ambos líderes
planeaban hacer.
Yoongi fue el primero en entrar en escena. El alfa legendario se acercó
hasta donde estaba el hombre que le destruyó la vida en un principio, que lo
traicionó y que lo engañó para obtener poder. Lo miró con frialdad, sintiendo
los deseos que su lobo tenía de salir a la superficie para hacerlo pedazos.
Tomó una daga de la mesa y con ella rompió la ropa de Kaisa. Lo dejó
completamente desnudo, revelando la piel marcada por cicatrices,
rebajándolo y humillándolo hasta que el lobo del traidor se encogió en algún
punto desconocido y lejano.
—No pensé que atacarías a tu propia sangre —comentó Kaisa, mirando a
su hermano.
—Tú lo hiciste primero —respondió Yoongi—. Yo también tengo sangre
fría cuando se requiere, hermano. Debiste matarme cuando tuviste la
oportunidad.
—Fue un error catastrófico que cometí —gruñó el traidor.
—Y uno que no cometeré —prometió el líder de los legendarios.
Yoongi tomó un juego de cuchillas largas. Las láminas de metal lucían
brillantes y filosas, delgadas, lo suficiente para perforar piel y no romperla de
inmediato. Era el arma perfecta que el castaño necesitaba para llevar a cabo
su castigo.
El general Min clavó la primera cuchilla, lo hizo en el antebrazo izquierdo
de Kaisa y en un ángulo perfecto para no afectar nada más que piel. La sangre
salió en un hilo continuo que pintó la piel del hombre encadenado, mismo
que gruñó al sentir como el arma se enterró en la madera, tirando de su carne
y generando ardor.
—Necesito que no te muevas —explicó Yoongi, mientras enterraba otra
cuchilla, esta vez al lado de la muñeca izquierda—. Mi esposo va a arrancarte
la piel y debes estar quieto para que no mueras tan rápido.
Kaisa mordió con fuerza sus labios, no podía gritar, aunque quisiera
hacerlo con todas sus fuerzas hasta partir su garganta, el alfa se negó,
soportando lo mejor que podía todo el dolor que las cuchillas enterradas en su
piel le provocaban.
Yoongi continuó con su trabajo. Enterró cuchillas en el brazo derecho, en
los mismos puntos que lo hizo en el izquierdo; luego se trasladó hasta el
torso, ahí dejó cuatro cuchillas, dos de cada lado y por encima de las costillas,
tomando únicamente la capa de piel para que las heridas dolieran de forma
agonizante, pero sin la gravedad necesaria para causar la muerte.
El cuerpo desnudo de Kaisa quedó atado a la madera no sólo por las
cadenas en sus manos y pies, sino también por las doce cuchillas que tenía
enterradas en la piel, en sus brazos, torso y muslos.
La sangre salía constantemente llenando el salón con el hedor, llegaba a
gotear en el piso hasta que se formó un pequeño charco que llegó a ensuciar
las botas de Yoongi.
El general miró lo que sus manos habían hecho y se sintió satisfecho,
Kaisa comenzaba a ser víctima de temblores involuntarios, los músculos
saltaban a la vista como reflejos escalofriantes al dolor, las venas llenaban
cada rincón del cuello y la mueca de angustia no pudo ocultarse, por más que
el traidor luchó por hacerlo.
—Ah, no soy tan bueno en esto como creí —comentó Yoongi en voz alta,
provocando risas en los demás generales—. Lo mejor será que mi esposo se
encargue.
El líder de los legendarios miró sobre su hombro, encontrándose con la
mirada ansiosa de Jimin. El omega quería empezar y Yoongi no pensaba
seguir estorbando.
El alfa retrocedió un par de pasos, mientras que el omega líder los avanzó.
Se encontraron a mitad del camino donde tuvieron la oportunidad de
compartir una sonrisa pequeña, para luego cada uno ocupar sus lugares
correspondientes, con Yoongi sentado en primera fila y Jimin frente a su
víctima.
El omega se tomó su tiempo para revisar lo que tenía a su disposición,
desde un inicio desechó la idea de utilizar guantes. No, Jimin quería sentir la
tibia sangre ajena en sus manos, además, los guantes eran lisos y le
entorpecerían al momento de arrancar la piel.
—Mi método de tortura favorito es desollar a mis víctimas —contó Jimin,
con sus ojos puestos en el alfa—. Me gusta tanto que aprendí a perfeccionar
mi técnica y lo hago tan bien que las personas que lo sufren no mueren de
inmediato —continuó—. Por lo general, deberían morir por la pérdida de
sangre o alguna especie de Shock —informó sonriente—. Es lo que pasa
cuando muestro compasión, pero tú eres el desafortunado hombre que se
metió en mi camino, así que te mantendré vivo hasta que me canse de
provocarte sufrimiento.
—No tienes la sangre tan fría, apenas eres un chiquillo —habló Kaisa,
negándose a creer que el omega frente a él era capaz de hacer algo así.
Jimin soltó una carcajada auténtica. Los aromas del omega estaban
condensados mostrando con ello el placer que le provocaba la situación
sangrienta que crecía con el tiempo; los ojos del líder también demostraban
éxtasis, las pupilas dilatadas, los colmillos filosos y las venas enmarcadas
fueron el resto de detalles que mostraron el instinto asesino que el líder
absoluto tenía.
Decidió no responder y enfocarse en lo que le interesaba. El omega tomó
un cuchillo filoso, lo analizó un momento para luego situarse frente al alfa
que ya estaba temblando de pies a cabeza.
—No te muevas o será más doloroso —advirtió Jimin como única muestra
de compasión.
El líder comenzó a cortar la piel del brazo derecho. Inició en la muñeca,
calculando la profundidad necesaria y con un pulso perfecto llevó una línea
recta de piel cortada en un camino de ascenso que finalizó cerca del cuello de
Kaisa.
Repitió el proceso con el otro brazo. Dejó cortes expertos, uniformes y
bien elaborados, lo hizo con tanta pulcritud que la sangre no salió,
permaneció encerrada aguardando por el mejor momento.
Jimin no se detuvo. Se trasladó hasta el torso donde los cortes fueron un
poco más profundo debido a la anatomía. Cortó ambos costados, en líneas
rectas y hacia abajo donde se encontraron alrededor del ombligo. El omega
calculó fríamente y palpó con ayuda de sus dedos, mostrándose como un
carnicero experto que estaba preparando un cerdo.
Se veían con claridad los pliegues de la piel cortada, la manera que
sobresalían y las líneas blancas de tejido; sin embargo, la sangre no se
derramaba.
El omega volvió a la mesa donde tomó un frasco que estaba lleno de un
químico que se utilizaba para infectar la sangre. Los glóbulos rojos eran el
blanco principal, la víctima sufriría de una hemorragia inmediata, pero la
sangre no podría salir porque los cortes realizados en la piel así lo
demandaban, así que la tortura se prolongaría, y el dolor aumentaría.
—Por todos los omegas inocentes que mataste con el virus —habló Jimin,
mientras le inyectaba el químico en el cuello del alfa.
La reacción fue casi inmediata. El alfa rebelde soltó un gruñido y seguido
un grito de puro dolor. Sentía que la sangre que corría por sus venas pesaba el
doble, caliente y espesa, amenazando con romperlo por dentro en una
búsqueda implacable de escape al exterior.
La piel de Kaisa se volvió roja, incluso se formaron diversas manchas
oscuras de todos los coágulos internos. El alfa ya no pudo soportarlo, gritó,
gritó buscando ansioso un descanso, gritó hasta que la sangre infectada subió
por su garganta y se escapó por su nariz y oídos.
La escena era escalofriante, y lo era aún más el comportamiento frívolo
que el omega mostraba. No había dudas en los movimientos de Jimin,
tampoco existía temor en su mirada envenenada. Ahí, frente a un público
silencioso estaba la imagen cruda de un omega vengativo que no tenía
compasión con su víctima, y que estaba dispuesto a hacerlo sufrir de todas las
maneras posibles.
La agonía del alfa alcanzó un punto donde convulsionó. El cuerpo de Kaisa
se sacudió entre las cadenas, provocando que los espasmos removieran las
cuchillas que tenía en la piel, agravando las heridas y alimentando el dolor
que le estrujaba y le hacía desear la muerte.
—¡POR FAVOR, MÁTAME! —imploró enloquecido, con más gritos que
estremecieron las paredes del salón.
Jimin ignoró las súplicas que no le generaban el mínimo sentimiento.
Tomó una navaja curva y volvió a acechar a su víctima, haciendo que lo
mirara a los ojos para alimentar su odio con todo el sufrimiento que estaba
provocándole.
—Por todas las personas a las que violaste, incluyendo a la madre de
Jungkook —murmuró amenazante.
Luego tomó el pene del alfa rebelde y lo cortó de una sola rebanada. Kaisa
se estremeció por el nuevo golpe que su cuerpo soportó, sintiendo como una
cascada de sangre salía de la herida recién hecha.
Sin embargo, Jimin no permitió que la sangre siguiera saliendo ya que
cauterizó la herida con agilidad, creando un tapón resistente que volvió la
agonía más duradera.
El omega tomó unos ganchos de metal que lucían finos y con punta filosa.
Los colocó en los pliegues de piel que sus cortes habían creado, lo hizo con
cuidado, sin perturbarse por los gritos y lloriqueos de su víctima,
manteniendo un control estable en su actuar y en su comportamiento frívolo.
Cada gancho lo ató a una cadena diferente, el procedimiento era lento y
algo complicado, pero Jimin encontró la paciencia suficiente para llevarlo a
cabo.
Le llevó cerca de una hora terminar con todos los ganchos y cadenas, y
cuando estuvo listo fue que sintió una nueva corriente de adrenalina sacudirlo
por completo.
El omega tomó una distancia de más o menos un metro. Sus manos estaban
llenas de cadenas que conectaban con diferentes partes del cuerpo de Kaisa, y
fue entonces que dio inicio.
—Por la sangre inocente de mi pueblo —habló el líder, para luego tirar de
la primera cadena.
La piel de todo el brazo derecho del alfa se separó por completo. La cadena
ejerció la fuerza suficiente para arrancarla de un solo golpe, lanzando al suelo
el desperdicio y escuchando con más nitidez los lamentos del condenado.
—Por mis soldados —siguió Jimin, y esta vez tiró de la cadena que unía la
piel del otro brazo.
La sangre ennegrecida por los químicos saltó a la vista. Los músculos
desgarrados de ambos brazos mostraron una escena que era digna para una
historia de terror, y cada uno de los presentes estaban seguros que los
lamentos ahogados del condenado serían difíciles de superar.
—Por Yoongi y todos los legendarios —siguió Jimin, tirando de la cadena
que sostenía la piel del muslo izquierdo.
El dolor era indescriptible, Kaisa sentía como cada centímetro de piel le
era arrancada sin piedad dejando la carne roja y expuesta, deseando la muerte
sin obtenerla, mientras maldecía, gritaba y lloraba.
—Por tu propio hijo —dijo el omega, al mismo tiempo que tiraba de la
cadena del muslo derecho.
El suelo estaba lleno de largos trozos de piel que eran bañados por la
sangre que salía por montón. El alfa rebelde estaba perdiendo las fuerzas,
incluso ya no pudo seguir suplicando, dejando gimoteos bajos y continuos
como único sonido que salía de sus labios.
Jimin tomó con ambas manos la cadena principal, y mirando con letalidad
a su víctima fue que volvió a hablar.
—Por mis padres, Park YoonWoo y Park Saran.
Tiró con fuerza, estremeciendo a todos los presentes cuando miraron como
toda la piel del torso de Kaisa cedía bajo la fuerza del omega.
El alfa quedó convertido en un ser lamentable, todo el cuerpo lo tenía
convertido en carne viva, estaba desangrándose lentamente y Jimin no
pensaba intervenir. Se quedó de pie, sin apartar la vista del hombre que
agonizaba, sin hacer algo para apresurar su muerte.
Kaisa soportó cuatro horas en esas condiciones, las mismas que Jimin
presenció sin mover el mínimo músculo.
Hasta que finalmente el alfa murió.
Momentos después, Jimin ordenó que le cortaran la cabeza, ya que pensaba
llevársela como un tributo a su pueblo y a las tumbas de sus padres.
Espero haber complacido sus deseos de venganza.
¿Qué les pareció? Cuéntenme.
Este es uno de los capítulos más largos de la historia, que bonito.
El próximo capítulo es el final.

⛓Yoon~
⛓Chapter seventy!

Jimin regresó a la ciudad y lo hizo sosteniendo la mano de su esposo.


Se formó una caravana completa donde todos los ejércitos participaron
encabezados por sus líderes. Los estandartes se elevaron, en compañía de los
tambores y las trompetas que anunciaban a cada persona la victoria absoluta
que habían obtenido.
Todo el pueblo salió de los búnkeres que los mantuvo protegidos durante
la cruenta batalla. Salieron a las calles entonando canciones antiguas de la
historia del clan y gritando a viva voz la victoria que se alzó sobre ellos, y
que tomó más significado cuando la cabeza del líder de los rebeldes desfiló
frente a sus ojos.
"¡Larga vida al líder Park y su esposo el general Min!"
La misma oración fue gritada por multitudes completas, las mismas que
reverenciaron la presencia del líder que los defendió a costa de sangre y del
lobo legendario que protegió la vida de ese líder.
"¡Larga vida al comandante y sus generales!"
"¡Larga vida al sucesor Kim!"
"¡Larga vida al líder Wang!"
Marcharon dispuestos a dar la vida por su pueblo, marcharon con la frente
en alto y la necesidad de justicia alimentando sus fuerzas; derramaron su
sangre en el campo de batalla y defendieron como verdaderas fieras sus
ideales, sus derechos y sus sueños.
Probablemente no fuesen héroes con magia extraordinaria, pero eran
hombres y mujeres valientes que dieron frente a la traición y se alzaron entre
escombros de destrucción para ver renacer esas tierras en una nueva época de
paz.
Los pasos de Jimin se detuvieron cuando se encontró frente al palacio del
poder. Estaba intacto, hermoso y majestuoso; una sonrisa nació de sus labios,
al mismo tiempo que los latidos de su corazón se aceleraban al darse cuenta
de un detalle importante.
Esa sería la primera vez que entraría a la residencia cargada de historia
tomando la mano del hombre que amaba, otorgándole a Yoongi el derecho
que le perteneció desde un principio.
Afianzó el agarre que tenía en la mano del alfa, la llevó hasta sus labios y
besó el dorso. Se encontró con los ojos dorados que le profesaban amor y la
infinita devoción que salía con creces, hasta lograr ramificarse por cada fibra
de sus cuerpos que llevaban las huellas impresas de un amor que nació en la
adversidad y que se fortaleció en los tiempos de guerra.
—Te amo, nene —susurró el omega, y no le dio tiempo al alfa para que
respondiera, debido a que sus labios ansiosos buscaron a unirse con la boca
de su esposo.
El beso que compartieron frente a toda la multitud fue ovacionado. Yoongi
atrajo a su esposo y lo encerró entre sus brazos fuertes, devolvió las caricias
que sellaron sus almas entrelazadas, y entonces supo que su felicidad estaba
dando inicio.
Juntos ingresaron al palacio del poder como lo que eran: esposos y líderes
de esas prósperas tierras.
La situación mejoró en los próximos días.
Hoseok regresó con el escuadrón intacto y acompañado de Kim Jennie. La
omega fue recibida con todos los honores que su lealtad de hierro ganó,
siendo reconocida entre los ejércitos y entre los líderes.
Jimin no pudo evitar abrazarla. Lo hizo como una muestra de
agradecimiento, porque esa mujer fue leal al mandato de sus padres y mostró
esa misma lealtad con él hasta en los momentos más sombríos.
Y con el regreso de la omega fue que el líder Park decidió darle un nuevo
cargo. De ese día en adelante, Jennie sería su consejera personal, eliminando
por completo la posibilidad de formar un nuevo grupo concejal.
También se llevó a cabo una ceremonia en honor a todos los valientes
caídos.
Los generales y sus ejércitos mostraron una última muestra de respeto a la
urna que protegía los restos de la general Hwasa, donde el estandarte de su
ejército se alzó con orgullo y dignidad para ser acariciado por el viento lleno
de libertad.
El comandante supremo y el sucesor fueron los encargados de dirigir la
ceremonia, convirtiendo el acto en algo mucho más especial y significativo
cuando los líderes religiosos tomaron parte importante.
La misma noche de la ceremonia, el comandante Kim SeokJin permaneció
frente a la tumba del soldado NamJoon. En silencio, consumido en muchos
pensamientos y palabras inconclusas que no se animó a decir en voz alta.
El líder del clan montañoso regresó a sus dominios en compañía de su
comandante. La recuperación de Jackson fue lenta y segura, volviendo a sus
tierras como el beta valiente que hizo honor a su palabra y a la alianza creada
con el linaje Park.
Y, tan sólo algunas semanas después, Kim Taehyung estaba listo para
convertirse en comandante supremo de ejércitos.
El omega Kim estaba de pie frente a su líder, el salón ceremonial y los
invitados estaban listos para escuchar el juramento que el sucesor daría a
Jimin, sellando una unión inquebrantable que mantendría la seguridad de la
manada.
—Yo soy Kim Taehyung, el ultimo omega del linaje Kim que ha
comandado los ejércitos durante los últimos años —inició el peliazul, con sus
ojos puestos en la mirada orgullosa que Jimin le dedicaba—. ¡Juro lealtad
eterna a mi líder absoluto, juro entregar mi sangre y mis fuerzas para
defender nuestros ideales! Me convertiré en un comandante y en un protector
digno de estas tierras, con la sabiduría otorgada por los dioses para saber
liderar nuestras fuerzas armadas —hizo una pausa y concluyó—: ¡honor,
valentía y fuerza! Honor por nuestros ancestros, valentía por nuestros hijos y
fuerza por nuestro pueblo.
Taehyung hizo el saludo militar que el comandante dedicaba
exclusivamente al líder. Llevó la mano derecha a la altura de su pecho donde
la cerró en puño, permaneciendo erguido, mientras Jimin le colocaba la capa
representativa de su nuevo cargo y SeokJin las medallas correspondientes.
—Ahora presento ante ustedes a Kim Taehyung, comandante supremo de
los ejércitos —anunció el maestro de ceremonia.
El nuevo comandante giró para enfrentar a la multitud que representaba a
todos los ejércitos. Los generales saludaron en una pulcra sincronía, y los
soldados invitados les siguieron después, todos ellos demostrando el respeto
ante su superior dentro de las fuerzas armadas.
Con esos acontecimientos que se celebraron en cada rincón del poderoso
clan fue que Park Jimin en compañía de su esposo fueron creando leyes
nuevas, abriendo sus puertas a la casta de los alfas con los mismos derechos y
oportunidades de superación que tenían los omegas y los betas.
El emblema del líder cambió. Ahora el estandarte de color negro con
dorado tenía a un lobo legendario dibujado en el centro, con el escudo
antiguo del linaje Park impreso.
La nueva bandera se colocó en el palacio del poder y en todas las casas de
la ciudad, con ello se abrió paso al cambio drástico donde dieron finalización
a la esclavitud de los débiles, y donde la igualdad entre jerarquías se tomó
con mayor respeto y seriedad.
Y fue así como la noticia recorrió a todas las manadas, tanto lejanas como
vecinas. De esa forma todo el mundo se enteró que el clan Dacrontte ahora
tenía a dos líderes que compartían el peso de liderar y tenían el mismo poder
al momento de tomar decisiones.
Y uno de ellos era Min Yoongi, un alfa que comandó a un ejército de
lobos, perteneciente a la primera casta creada por la deidad lunar, y el
primero en convertirse en esposo de un omega puro con sangre de ancestros
legendarios corriendo por sus venas.
Yoongi daba vueltas y vueltas en el mismo sitio, luego se detenía por un
momento y volvía a retomar su andar descuidado y ansioso.
Tenía razones de peso para comportarse así. La primera era que su esposo
había entrado en labor de parto hace un par de horas, la segunda era que no
podía estar con él debido a que su comportamiento ansioso no ayudaría a
Jimin, y la tercera era una explosión exacta del terror que sentía que le
sucediera algo a su omega o a su cachorro.
—Quédate quieto —le gruñó RueSo—. Tu omega está pariendo a tu hijo y
no le ayudas si tensas el lazo.
—No puedo quedarme quieto —gruñó Yoongi, mirando a su hermana—.
Lo que quiero es estar con él.
—Ya lo intentaste y no funcionó —le recordó la alfa—. Joder Yoongi,
tienes que controlarte.
El mencionado resopló frustrado, del otro lado de la habitación escuchaba
varios sonidos y palabras amortiguadas que le ponían los vellos de punta. El
reloj de pared parecía burlarse de él, el tiempo pasaba lentamente y Yoongi
ya estaba entrando en un ataque crítico de ansiedad.
Taehyung lo miró tan nervioso que se apiadó de él. Se acercó con lentitud,
manteniendo su mano entrelazada a la de un silencioso Jungkook que estaba
ahí porque también quería conocer a su pequeño primo.
—Yoongi —llamó el omega Kim—. ¿Estás seguro que podrás controlarte
ahí dentro? Recuerda que Jimin necesita apoyo, nada más que eso.
La voz suave del omega hizo que el alfa hundiera los hombros. Se apoyó
en la pared más cercana y cerró los ojos por un momento, mientras pedía a
una fuerza suprema que le permitiera soportar ese tiempo y que también
tuviera la capacidad de calmarse.
Logró un pequeño avance porque sintió como el lazo se destensaba. Sonrió
tenue, debido a ello pudo sentir las emociones alteradas de su omega, mas
sabía que todo estaba resultando bien porque su unión así se lo afirmaba.
Finalmente y luego de una larga espera, la puerta de la habitación fue
abierta por el médico que atendió al líder omega.
Yoongi lo abordó de inmediato, seguido de cerca por todos los demás que
esperaban ansiosos por noticias.
—Felicidades, líder Min —habló el hombre de bata blanca con una sonrisa
—. Es padre de un saludable varón.
—¿E-ellos están bien? —preguntó Yoongi, con sus ojitos brillantes y
ansioso por entrar.
—El omega líder está cansado, pero todo salió bien —tranquilizó el
hombre—. Puede pasar para que se reúna con ellos.
Yoongi recibió el abrazo de su hermana, las felicitaciones de un sonriente
Taehyung y un ilusionado Jungkook. Se despidió de ellos con una sonrisa de
lo más resplandeciente, para luego ingresar a la habitación donde su pequeña
familia lo esperaba.
Ingresó en silencio, y la primera imagen que sus ojos captaron fue la de su
esposo recostado en la cama, con un pequeño bulto de sábanas azules en
brazos.
—Acércate —pidió Jimin con una sonrisa dulce que hacía desaparecer sus
ojitos.
Yoongi dio pasos torpes que lo llevaron hasta la cama, se dejó caer de
rodillas sobre el suelo, liberando muchas lágrimas cuando sus ojos pudieron
ver unas manitos pequeñas y blanquitas que sobresalían de la manta.
El omega inclinó un poco al bebé para que su padre alfa pudiera conocerlo.
Ese momento exacto quedó grabado en la memoria de Yoongi. El pequeño
tenía una piel tan blanca como la nieve, abundante cabello castaño oscuro, los
ojitos permanecían cerrados, y una boca pequeña que estaba entreabierta la
cual soltaba bostezos de vez en cuando.
—Su nombre es Haeun —susurró Jimin, haciendo contacto visual con su
alfa—. Min Haeun.
Yoongi ahogó un jadeo al escuchar el apellido que acompañaría al nombre
de su hijo. Su esposo ya le había hablado de su decisión, le dijo que su
primogénito llevaría el apellido Min para que el linaje del alfa quedara
impreso en la historia de las manadas, siendo el sucesor quien lo mostraría
con orgullo al mundo.
—Nuestro hijo —murmuró Yoongi, totalmente embelesado en la imagen
de su esposo cargando a su cachorro—. Omega, tenemos un bebé hermoso.
—Es el cachorro más hermoso —asintió Jimin con orgullo—. ¿Quieres
cargarlo?
El alfa asintió muchas veces viéndose tierno e ilusionado. Jimin dejó a su
hijo recién nacido en los brazos fuertes que lo protegieron, dedicándose a ver
las emociones que cruzaron por el rostro de Yoongi, siendo esos ojos dorados
incapaces de apartar la vista.
—Te amo tanto, hijo mío —murmuró el alfa con amor, para luego besar
una de las manitas del bebé.
El cachorro aún dormido buscó más del contacto con su padre alfa. El
calor protector lo cubrió por completo, logrando que un suspiro tierno
abandonara sus labios pequeños, y que sus manitas se aferraran a la manta
que lo mantenía calientito.
Yoongi devolvió el bebé a los brazos de su omega y con cuidado se
acomodó en la cama. Jimin suspiró gustoso cuando el aroma de su esposo lo
cubrió, como una segunda manta que le permitió dormir luego de tanto
esfuerzo.
El alfa estuvo pendiente de sus dos tesoros. Besó la cabellera de su omega
y lo abrazó con suavidad, costándole creer que esa felicidad y plenitud que
sentía en el pecho era una realidad.
El omega que amaba y al único que amaría era su esposo.
Y ahora también se había convertido en padre de un cachorro por el que
lucharía para mantener un mundo estable y seguro que le acompañara durante
su crecimiento.
Esa fue una promesa sagrada que hizo ese mismo día y que se encargó de
cumplir durante el resto de su vida.
Jimin tomó una profunda inhalación y luego abrió los ojos.
Se encontró con la majestuosidad del bosque y sus colores verdes, el gran
túnel no había cambiado y el omega no sabía por qué, pero realmente le
aliviaba comprobar que ese punto específico y hasta mágico continuaba
intacto.
Sonrió cuando Yoongi se colocó a su lado, el alfa cargaba con su brazo
derecho a su pequeño hijo, mientras que con el izquierdo se encargó de
abrazar la cintura del omega.
—¿Recuerdas este lugar? —preguntó el omega.
El alfa hizo un sonido afirmativo, pero también respondió:
—Es el túnel de los amores dormidos.
Jimin asintió, se giró un poco para contemplar los ojitos curiosos del
cachorro que miraban los grandes árboles, se inclinó y besó la frente de su
hijo para luego caer en los labios de su esposo.
El beso que juntos crearon fue lento, cálido y perfecto. Los labios del
omega acariciaron los del alfa, al mismo tiempo que sentía el tacto cálido del
mayor sobre su cintura y el viento sacudiendo sus cabelleras.
Al culminar, ambos unieron sus frentes, refugiando entre sus cuerpos al
pequeño bebé que los miraba desde abajo.
—He llegado a pensar que la historia del príncipe y el guerrero fue una
premonición de lo que pasaría con nosotros y nuestro destino.
Las palabras de Yoongi era seguras y cargadas de romanticismo. Jimin lo
miró a los ojos, soltando una risa pequeña para camuflar la timidez que llegó
a presentarse en el propio rubor de sus mejillas.
—Tiene sentido —terminó diciendo—. Sólo que en nuestra historia un
líder se enamoró de un general.
El alfa le besó la nariz antes de decir:
—No, un amo se enamoró de su esclavo, rompiendo todas las leyes de su
propia manada para estar con él.
—Y no me arrepiento, incluso volvería a hacerlo las veces que fueran
necesarias —aseguró Jimin con mirada altiva.
—Lo sé, esposo. Es por esa razón que siempre he sido tuyo.
El omega lo miró a los ojos, volviendo a perderse en el universo infinito y
brillante que vivía en el dorado fundido que llenaba la mirada del hombre que
amaba.
—¿Me amas, nene? —cuestionó con voz baja.
—Con toda mi vida, mi alma y mi propia existencia, amo —respondió
Yoongi.
Fue entonces que volvieron a besarse, y ahí, en ese rincón mágico de
bosque, Yoongi se entregó sumiso a su dueño.
Porque al final de todo eso era Jimin:
El dueño del alfa.
⛓FIN⛓

Aún queda el epílogo.

⛓Yoon~
⛓Epilogue: fire and blood!

Años después: cumpleaños número cinco del sucesor.


El salón de fiestas estaba lleno de personas. Había una orquesta completa
que deleitaba al público con verdaderas obras musicales, mesas arregladas y
ordenadas alrededor del espacio, dejando como protagónico el escenario
central donde el anfitrión daría su primera presentación.
El pequeño Min Haeun estaba cumpliendo cinco años, y ese mismo día se
había presentado como alfa.
Un alfa que estaba creciendo con una excelente preparación para tomar el
poder algún día.
Jimin y Yoongi estaban orgullosos de su pequeño hijo, es por ello que no
dudaron al momento de preparar una gran celebración para que su cachorro
se presentara por sí mismo frente a los altos mandos de la manada y todos los
representantes de los clanes vecinos que habían acudido al evento.
El matrimonio hizo su aparición en el gran salón. El omega tomaba el
brazo de su esposo con confianza, y ambos recibían por igual reverencias de
respeto y sobre todo mensajes de felicitación por la presentación de su
primogénito.
—¿Dónde está mi sobrino consentido? Quiero comérmelo a besos.
Yoongi gruñó por lo bajo cuando escuchó la voz melosa de Jackson. El
líder del clan montañoso se presentó en compañía de su esposa, quien no era
nadie más que Amira Sang, la general de la guardia de hierro, y también se
podría decir que mejor amiga del líder de los legendarios.
Jimin continuaba preguntándose, ¿cómo aquellos dos terminaron juntos y
tan enamorados? La realidad era que no tenía una respuesta, pero le agradaba
verlos juntos, felices y con la beta embarazada.
—Está preparándose para hacer su presentación —respondió Jimin con una
sonrisa.
—Ha practicado durante los últimos dos meses para que sea perfecto —
agregó Yoongi con una sonrisa orgullosa.
—Por supuesto que saldrá perfecto, es mi sobrino de quien hablamos —se
jactó Jackson, provocando una sonrisa en Amira.
—Y mi hijo —refunfuñó Yoongi—. Mío, ¿escuchaste bien, Wang?
—Bah, para nadie es un secreto que me quiere más a mí que a ti —
comentó Jackson. Él definitivamente ya no le tenía miedo a Yoongi.
En ese preciso momento RueSo llegó hasta donde ellos estaban. La alfa era
una tormenta de energía que hacía un contraste extraño con su novio, pues
Hoseok siempre fue serio y distante.
Aun así, ellos se llevaba bien y se complementaban. Los dos años de
relación eran una prueba firme de su amor.
—Haeun está entusiasmado con su tambor —chilló enternecida—. Es un
mini Yoongi todo tierno y sonriente.
Jimin suspiró, la realidad era esa. Su hijo resultó ser una copia exacta de su
esposo.
—Espero que tu segundo hijo no se parezca al alfa —comentó Hoseok,
mirando atentamente el vientre del omega líder.
El segundo bebé de Jimin llegaría en menos de dos meses, era otro niño y
estaba entusiasmado porque Amira también daría a luz en esas fechas.
—Yo espero lo mismo Jung —respondió Yoongi con seriedad, misma que
desapareció cuando miró a su esposo—. Anhelo que mi segundo bebé sea
como su padre omega.
La conversación quedó olvidada cuando las palabras del anunciador
llegaron a cada rincón del lujoso salón.
—El heredero de Dacrontte ya está aquí, listo para hacer su presentación
en honor a sus abuelos.

Presentación oficial del sucesor Min Haeun, cuyo nombre significa


"alegría del mundo".
El primer alfa en la historia nacido para liderar un clan forjado por la
sangre pura y legendaria de omegas.

Sonidos enternecidos y aplausos fueron la bienvenida que el público


sonriente dedicó al pequeño niño que llevaba un tambor rojo atado a la
cintura.
El infante iba acompañado por el comandante Kim Taehyung y su primo
favorito en el mundo Min Jungkook, ellos dos acompañaron a Haeun en sus
prácticas y le prometieron estar con él cuando hiciera su presentación.
Haeun se emocionó mucho cuando entre la multitud se encontró con sus
padres, los saludó con sus manitas, sonrojándose cuando escuchó risas
enternecidas por su comportamiento. Así que, decidió ofrecer una adecuada
reverencia para luego dar inicio con lo que tenía preparado.
—Soy Min Haeun —anunció con su vocecita y la frente en alto—. Hijo de
Min Yoongi y Park Jimin, soy sucesor de este clan —siguió recitando lo que
había aprendido con ayuda de sus padres—. Me presenté como un alfa, digno
de mi linaje y prometo prepararme para llegar a ser el líder que todos ustedes
merecen —hizo una pausa y sus ojitos marrones se fijaron en el cuadro de sus
abuelos—. Dedico mi primera presentación a mis abuelitos valientes,
YoonWoo y Saran, para que ellos cuiden el hilo de mi vida donde sea que
estén.
Cuando terminó su pequeño discurso (que ciertamente le costó mucho
aprender por su corta edad) miró una vez más a sus padres. Ellos le dieron
pulgares en alto, demostrando que lo había hecho bien.
El pequeño heredero comenzó a tocar el tambor con ayuda de las baquetas.
El ritmo sincronizado fue acompañado por la orquesta en su debido
momento, dando cuerpo a la melodía sublime que Haeun había ensayado con
tanto esfuerzo.
"Hijo de fuego y sangre" así le llamaban al heredero, pues todos sabían que
fue un guerrero más que se mantuvo con vida en el vientre de su padre omega
durante la guerra sangrienta que azotó a la manada años atrás.
La presentación terminó y fue entonces que el público completo aplaudió
el talento del pequeño infante.
Haeun hizo una reverencia con las mejillas rojas, mientras Jungkook le
quitaba el tambor para que el cachorro corriera al encuentro de sus padres.
Jimin y Yoongi lo atraparon en un cálido abrazo, lo llenaron de besos y le
dijeron lo orgullosos que estaban de él. Los tres mostraban la imagen ideal de
una familia donde el amor era el pilar principal, ese sentimiento cálido que
curó las heridas en los adultos y que les enseñó la manera correcta de amar,
de cuidar y proteger.
Para nadie era un secreto lo consentido que era Min Haeun, y lo querido y
protegido que era por toda la manada, incluyendo al clan de las montañas.
—¡Tío Jackson! —chilló el pequeño Haeun, corriendo a los brazos abiertos
del beta cuando tuvo la oportunidad.
—¡Pequeño Hae! —chilló de vuelta Jackson, mientras cargaba al niño y lo
llenaba de besos.
Yoongi miró la escena y no pudo ocultar la sonrisa sincera que se dibujó
en sus labios, sobre todo cuando sus oídos escucharon las risas felices de su
amado hijo.
Miró a su lado derecho y descubrió que su esposo también sonreía.
En esos años los ojos de Jimin adquirieron una calidez encantadora que lo
enamoró más si es que era posible. Yoongi pensaba que su omega se sentía
más libre, ya que mostraba abiertamente sus sentimientos y sabía que estaba
cómodo con ello.
El alfa legendario siguió recorriendo con la mirada a todos los que estaban
ahí. Miró a Taehyung compartiendo un beso con Jungkook, también miró a
SeokJin jugando con su nieta, el omega mayor de los Kim se había
convertido en niñero de tiempo completo luego de su retiro y la verdad es que
lucía más feliz.
También se concentró en su hermana y en Hoseok, ellos hablaban mientras
reían. Yoongi sonrió tranquilo, ante todo por el amor sincero que podía ver en
los ojos azules de Jung, el mismo que le dedicaba a RueSo sin ningún tipo de
restricciones.
Enfocó su vista en Jackson, el beta había dejado ir a su cachorro y ahora
estaba concentrado en Amira, mirándola con adoración y aceptando los besos
que ella le daba.
—¿En qué piensas? —preguntó Jimin, mirando con curiosidad el
comportamiento de su esposo.
Yoongi lo miró, se inclinó y besó los labios gruesos de manera casta antes
de responder.
—Todos somos felices, esposo —respondió.
—Eso es bueno, ¿no te parece? —inquirió Jimin con una sonrisa pequeña.
El alfa fue abordado por la energía de su cachorro. Yoongi tomó a Haeun
entre sus brazos, sintiendo su corazón cálido cuando el infante le dio un beso
en la mejilla derecha, casi al mismo tiempo que Jimin le besaba la mejilla
izquierda.
—Es grandioso —respondió, con el corazón desbordado en sentimientos.
Ser feliz... Yoongi lo soñó muchas veces en el pasado, ¿lo mejor de todo?
Era que la realidad que estaba viviendo superó con creces cada uno de sus
sueños.
Era feliz, infinitamente feliz, con Jimin, su hijo, su familia... y continuaría
así aún después de la muerte, porque lo habían prometido en sus votos.
Ellos se buscarían en la eternidad y volverían a recordar el verdadero
significado de la felicidad y del amor que se tenían.
Y fue una promesa que ambos, omega y alfa supieron honrar.
Los estaré esperando en el apartado de agradecimientos.

⛓Yoon~
⛓Thanks!

Holaaa.
Me siento muy feliz, la verdad es que al principio no me imaginaba
que se sentiría tan satisfactorio el final que decidí para este libro.
La idea inicial de Alpha's owner era algo más sencillo, de hecho puede
verse en los primeros capítulos. Tenía pensado hacer una trama más
tóxica, con más escenas de sexo y más de lo mismo.
Pero luego me pregunté, ¿y si agrego algo que en verdad sea
interesante? Me nació la necesidad de hacerlo y me aventé de una,
creando todo en base a lo que tenía para darle una abofeteada a la idea
básica del principio y tratar de mejorarla.
Y bueno, he aquí los resultados.
Quiero que sepan que mis libros no están destinados para ser
perfectos. Soy consciente que me falta mucho por aprender; sin
embargo, me divierto estando aquí, y me hace feliz encontrarme con
ustedes a través de las letras que soy capaz de escribir.
Así que, gracias. Infinitas gracias por la valiosa oportunidad que
decidieron otorgarme al leer este libro. Gracias por la paciencia. Gracias
por votar, por comentar.
Simplemente gracias por existir del otro lado de esta pantalla y
hacerme saber que son personas invaluables que merecen sólo lo mejor.
Y, como siempre hago cada vez que termino un libro, me gustaría que
me dejaran su opinión final de Alpha's owner, ¿qué les pareció?
Si piensan que valió la pena, pueden recomendarlo con sus amigos. Lo
agradecería muchísimo.
Si tienen alguna duda respecto al libro o alguna curiosidad, pueden
dejarla por aquí y les estaré respondiendo en cuanto pueda.
También déjenme:
⛓Personaje favorito.
⛓Momento favorito.
⛓Pareja favorita.
Espero que podamos seguirnos encontrando en mis demás historias.
Hasta entonces, manténganse saludables y sonrían siempre que tengan
los deseos de hacerlo.
Mi Instagram: @moondreams774.
Mi cuenta de respaldo: yoon_dreams.
Les quiero montones, les mando un abrazo y un beso enorme. ฀❤
Se despide, Yoon.

⛓Esto fue: Alpha's owner⛓

Inició: 23/06/2022.
Finalizó: 31/10/2023.

Líder absoluto del clan Dacrontte, último de su linaje puro y sangre


legendaria:
Park Jimin.

Comandante supremo de los ejércitos durante el mandato del antiguo


líder y los inicios del actual:
Kim SeokJin.

Comandante supremo de los ejércitos durante el actual mandato del


líder Park Jimin:
Kim Taehyung. (imagínelo de cabello azul )

General del ejército del norte:


Taeyang.
General del ejército del sur:
G-Dragon.

General del ejército lunar y fuerza aérea:


Mina.

Antigua general del ejército del este:


Hwasa.

General del ejército del oeste:


Moonbyul.

General de la guardia de hierro:


Amira Sang.

General del ejército de plata:


HyunJin.

General de la guardia negra:


Min Yoongi.

Soldado de la guardia negra:


Min Jungkook.
Antiguo soldado de la guardia negra:
Kim NamJoon.

Líder del clan montañoso y mayor aliado de Park Jimin:


Jackson Wang.

Yoon~

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