Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
cassandra-torrez
Published: 2022
Source: https://www.wattpad.com
Aviones de papel
El problema de dejar su hábito de fumar era que cada vez que YoonGi tenía
el mínimo intento, su mano automáticamente encontraba el camino hacia la
caja de cigarros en su bolsillo.
Durante sus años de matrimonio, fumar fue un pasatiempo que su esposa y
él disfrutaban. Ambos encendían el cigarro del otro y hablaban de sus futuras
actividades en la semana. Con el tiempo las charlas se apagaron y no quedo
más que las cenizas como un recuerdo.
Ahora el humo le sabía tan amargo en la lengua, pero aún conservaba una
pizca de confortable.
En su horario de descanso, YoonGi estaba por entrar a un cuarto de humo
que la empresa destinaba para sus trabajadores cuando se encontró con un par
de mujeres.
Sabía que eran viejas amigas de su exesposa.
Los tres compartieron una mirada incómoda que sólo se rompió cuando
YoonGi se alejó. Estas situaciones se estaban volviendo comunes desde que
firmó el divorcio y siempre eran incómodamente dolorosas. Era mucho mejor
buscar otro espacio para fumar que soportar ese doloroso aire de tensión.
Detrás del edificio había un espacio asignado para fumadores, pero el
diseñador mayor nunca lo ocupaba porque necesitaba llegar hasta al piso más
bajo, lo que tomaba un montón de tiempo. Sin otra opción salió de la
empresa.
Al mismo tiempo que encendía su cigarrillo se encontró con una pequeña
sorpresa. JiMin estaba sentado con las rodillas levantadas en uno de los
escalones cercanos mientras comía tranquilamente su almuerzo.
Algo sobre su posición hizo que YoonGi se sintiera inevitablemente
atraído hacia él. Tal vez se debía a la calma que rodeaba al chico.
YoonGi se movió hasta la línea amarilla que tarazaba el límite de su
espacio para fumar y después se aclaró la garganta. JiMin se sobresaltó por
un segundo, aunque se recompuso rápidamente y su sorpresa terminó por
convertirse en entusiasmo. Primero se limpió las migas de arroz en sus
mejillas, después agitó la mano para saludarlo como si fueran amigos muy
cercanos.
Antes de que el diseñador mayor pudiera decir algo, JiMin señaló el
cigarro en su boca con una expresión interrogativa.
—Oh, no, no fumo demasiado. Lo hago de vez en cuando —le explicó
rápidamente. Una suave sonrisa adornó los labios de JiMin y YoonGi se
descubrió pensando que el chico tenía labios de muñeca Bratz—. Tú... ¿Estás
tomando tu almuerzo?
JiMin felizmente le mostró la caja de madera desenvuelta de una tela
amarilla con estampado de gatito. La demostración continuó en su almuerzo
casero. Había onigiris, fruta perfectamente picada y un par de galletas de
azúcar.
El entusiasmo en sus movimientos fue tan adorable que YoonGi sonrió.
Mirando los ojos de cachorro de JiMin, la voz de los compañeros de su
nuevo departamento se reprodujo.
"Honestamente H es tan raro. Me pone nerviosa que siempre escuche, pero
nunca tenga nada que decir."
—JiMin, ¿por qué las personas de tu departamento son molestas contigo? ‐
—preguntó, prestándole toda su atención.
La sonrisa del chico se tambaleó un poco, excepto que recuperó su fuerza
velozmente. JiMin no habló, buscó en sus bolsillos y con un gemido
decepcionado aceptó que no tenía lo que buscaba. YoonGi sólo lo observó en
silencio, sin atreverse a interrumpir.
Entonces el diseñador más joven levantó sus manos y lentamente comenzó
usar el lenguaje de señas.
Sus dedos se movieron delicadamente en el aire. Como un encantamiento
que YoonGi no puedo evitar.
—Yo... Lo lamento, no sé lenguaje de señas.
JiMin no lo avergonzó por ser menos inteligente que él, en su lugar le
ofreció una dulce sonrisa. Apuntó su boca y gesticuló, logrando hacer un
suave sonido. Fue lo único que consiguió, un ruidito que estaba lejos de
escucharse como una letra.
YoonGi lo comprendió y se sintió sumamente estúpido por notarlo tan
tarde. Explicaba finalmente porque sus compañeros bromeaban sobre su
condición de esa manera, explicaba porque JiMin nunca habló con él.
Salió de sus pensamientos al mirar como JiMin sacudía sus hombros,
podría haberse tratado de una risa, pero el chico estaba cubriendo su boca con
su mano. Fue evidente que se trataba de una toz silenciosa que fácilmente
podría haber pasado desaparecida por el mundo. Para YoonGi no, sin
embargo.
El cigarro que había encendido, pronto fue apagado en el cenicero.
—Mi culpa. ¿Estás mejor de esta forma?
Algo avergonzado, JiMin afirmó usando la cabeza y eso era todo lo que
YoonGi necesitó para ignorar su necesidad de fumar.
Toques de papel
Dando pequeños saltos, JiMin trotó los últimos escalones para salir del
edificio de diseño. Su buen humor se había mantenido desde que se encontró
accidentalmente con YoonGi y si era totalmente honesto sólo iba a comer al
mismo lugar con la esperanza de encontrarse a su diseñador favorito.
Un pequeño vistazo hacia la salida confirmó su plan. La espalda de
YoonGi estaba obstruyendo el camino, bloqueando la luz del exterior.
JiMin estaba por tocarle del hombro hasta que escuchó al mayor preguntar
algo lo suficientemente molesto para hacerlo saltar. Le tomó un segundo
darse cuenta que no estaba gritándole a él, sino a su teléfono.
Espiar no era la opción más inteligente, lo sabía, pero JiMin siempre tuvo
cierta debilidad por saber más del hombre que le atraía. Antes de que pudiera
cambiar de opinión, YoonGi se giró sobre sus talones y lo encontró en la
escena del crimen.
Al chico no le quedó más opción que darle su sonrisa más inocente. Hizo
un gran avance si consideraba que YoonGi suavizó el tono de su voz al
mismo tiempo que le devolvía la sonrisa.
Fue una imagen cautivadora, YoonGi con el sol haciendo reflejo en sus
lentes y las adorables arrugas que se formaban en su piel por el tiempo. Para
JiMin se sentía como una locura que ahora tuviera la oportunidad de recibir
ese tipo de vista, cuando siempre tuvo que confirmarse en mirar a lo lejos.
Justo en el momento que el mayor colgó, JiMin ya estaba abriendo su
aplicación de notas. Esta vez sí había guardado su teléfono. Habría traído
consigo un paquete completo de hojas blancas y una caja de bolígrafos si eso
necesitaba para tener una charla decente con el hombre.
«¿Todo está bien?»
YoonGi se inclinó, después se ajustó los lentes para leer el mensaje. Fue un
gesto que tuvo a JiMin reprimiendo un suspiro.
—Oh, sí, lamento si te asusté. Yo, tuve una pelea con mi exesposa porque
todavía no decidimos con quién se quedará mi bebé. —En ese momento,
JiMin olvidó como parpadear. También como respirar—. Y es algo
complicado considerando que yo tengo un apartamento, y ella...
Una vez que recuperó el aliento, tecleó tan fuerte que fue un milagro que
su pantalla no recibiera un rayón.
«¿TIENES UN HIOJL????» Le mostró la pantalla e hizo un grito mudo.
No podía creerlo, nunca supo que YoonGi tenía un hijo. ¡No estaba listo para
asumir el papel del padrastro! ¡Era demasiado joven! Aunque quizás podría
hacer un esfuerzo...
YoonGi se rio suavemente, mientras buscaba en sus bolsillos. JiMin se
congeló, en su rápida imaginación el hombre estaba buscando una foto de su
hijo. Cuando en realidad simplemente recibió una fotografía de un perrito
rizado, no muy grande.
Sonriendo, sus pulgares se movieron alegremente. Un perro era algo con lo
que podría trabajar seguramente, tampoco tenía que preocuparse por eso, sin
embargo. Su confesión no se ganaría más que un educado rechazo.
«Oh, eso es lindo. Espero que consigas con la custodia, conozco un buen
abogado si lo necesitas"
Su mensaje consiguió que YoonGi se riera un poco.
—Eres tan lindo —YoonGi murmuró, entre risas y eso fue lo más
inesperado para el menor. JiMin miró al mayor esperando una corrección o
una explicación a ese halago inesperado, sólo que eso nunca llegó—.
¿Tomarás tu almuerzo?
No tuvo más opción que asentir.
—Entonces te acompaño.
Por supuesto que JiMin quería su compañía, excepto que sus pies se
detuvieron. Él apretó sus manos en dos puños, luego ocupó lo único que
tenía: hablar en señas.
—Desearía que dijeras que soy lindo más a menudo. He estado esperando
dos para ello. —Era evidente que el mayor no lo entendería, esa era la jugada
tramposa dentro de su confesión. Cuando el hombre lo miró con confusión,
JiMin no se desanimó. Él fingió que se había confundido, terminando por
apuntar la mano de YoonGi.
—¿Qué? ¿Quieres sostener mi mano? —El menor agitó la cabeza de arriba
abajo y esperó con las mejillas al rojo vivo— Yo, eh, ¿por qué? ¿No prefieres
que entrelazamos nuestros brazos? Mi esposa decía que era algo asqueroso,
porque mi mano se pone sudorosa.
A JiMin no podía importarle menos lo que la esposa de YoonGi pensó al
sostenerlo. Simplemente quería sujetar los dedos del hombre que anheló por
un par de años.
Volvió a insistir, señalando la mano de YoonGi y cuando la tuvo se sintió
igual que un niño en navidad.
Perros de papel
YoonGi tenía que admitir que había esperado una figura de papel de JiMin,
durante el día se mantuvo esperando ansiosamente. Casi pensó que no
llegaría hasta que JiMin también se quedó a hacer horas extras con su mejor
amigo y un par de chicos más. Entonces el origami apareció, una linda figura
de un cachorro sentado, hecho con una hoja café.
Eso era claramente una referencia a la fotografía que le mostró el día
anterior. Era una pequeña representación de su bebé y también su nuevo
tesoro, junto con el resto de las figuras que JiMin le regaló.
Cuando JiMin pasó junto a su cubículo, YoonGi lo atrapó. Los sostuvo de
la manga de su sudadera azul pastel siendo totalmente cuidadoso.
—Me encantó la figura de hoy, gracias. —Ante su comentario JiMin
sonrió de oreja a oreja, viéndose increíblemente tímido. No pasó mucho para
que YoonGi recibiera una respuesta en el smartphone del diseñador más
joven.
«¡De nada! ¿Quieres un café?»
—¿Planeas salir de la oficina a conseguir uno? Porque no voy a beber el
que ofrecen aquí.
JiMin se rio y negó con la cabeza. Sus mechones dorados se agitaron hacia
los lados, como los rayos del sol golpeando en la mañana después de abrir las
cortinas.
«No, planeaba hacer un pedido»
—Oh, entonces uno descafeinado estaría bien. Te lo pagaré más tarde. —
Por la forma en que JiMin le guiñó un ojo, YoonGi comenzó a sospechar que
esa cuenta nunca llegaría a sus manos. Tendría que asegurarse de saber el
precio de su café o invitarle uno de vuelta.
Más tarde, YoonGi notó como su menor favorito esperaba la orden en la
entrada de su oficina.
La segunda vez que miró fue porque JiMin estaba charlando
animadamente con un chico del servicio. Mientras le contaba algo intenso, el
repartidor se apoyó en el marco de la puerta invadiendo el espacio personal
de JiMin. Claramente ambos mantenían una relación más personal que un
cliente y vendedor.
—¿Quién es él? —se preguntó, ajustando sus lentes para mirar mejor. El
repartidor no podía ser más que un veinteañero, ni si quiera su chaqueta de
cuero arremangada para mostrar una manga de tatuajes lo hacía parecer más
adulto.
Esa era una cara que YoonGi había visto antes, pero que olvidó
rápidamente.
—¿JungKook? ¿El repartidor de la cafetería de la esquina?
Incluso si YoonGi se asustó por la nueva voz, no dijo nada. Cuando se
volvió hacia la persona que habló, notó que se trataba del mejor amigo de
JiMin. Quien había aparecido de la nada.
—Tenía un aire familiar para mí. —Volviendo la atención a JiMin
descubrió que estaba riéndose de algo que el repartidor había dicho. Cuando
JiMin se reía todo su cuerpo seguía el movimiento y cada vez que YoonGi
tenía esa vista pensaba que ese era el sonido de su risa. Algo sumamente
encantador—. JiMin ama socializar, ¿no?
Sin saberlo, una sonrisa cariñosa se formó en su rostro. HoSeok sí que lo
notó.
—Lo hubieras visto hace un par de años. Nunca paraba de hablar con
chicos y era muy enamoradizo, lo normal para un universitario. Aunque se
terminó con su último amor. —HoSeok hizo un pésimo intento en ocultar su
sonrisa traviesa. Excepto que YoonGi no lo notó, demasiado concentrado en
la nueva información de JiMin.
Sonaba como JiMin, como una persona joven que se enamoraba
rápidamente con todo su corazón. A YoonGi le hubiera gustado compararlo
con su propia experiencia. Pero su experiencia en el campo romántico durante
la universidad se trató de su exesposa, en realidad desde que la conoció en la
escuela secundaria. No hubo nadie antes de ella y mucho menos después.
—Oh. —Él simplemente dijo, capaz de sentir una nueva brecha entre
JiMin y él. Una que no le gustaba en nada.
A pesar de la notoria diferencia de edad, nunca se había sentido como si
los dos fueran de mundos distintos.
—Soy HoSeok. —El mejor amigo de JiMin dijo, dándole la mano. YoonGi
la aceptó gustoso, el chico definitivamente le agradaba. Defendió a JiMin
cuando la oficina comenzó a molestarlo por su condición y le compartió un
valioso dato. No sería difícil que también se convirtiera en su amigo.
—Min YoonGi. —Una vez que se presentó con educación, regresó su
atención al repartidor. JiMin estaba hablando en lenguaje de señas y el
repartidor le respondió de esa misma forma. Eso lo hizo fruncir el ceño—.
Vaya, incluso sabe lenguaje de señas.
Enamoramientos de papel
El dulce timbre de su casa estaba sonando, lo hizo una vez cada minuto.
JiMin tuvo que desatarse su mandil azul de olanes blancos antes de ir a abrir
la puerta. Se preguntó si se trataba del repartidor de Amazon con sus nuevos
sellos de madera, esperaba que sí.
Mientras se tambaleaba torpemente por el pasillo, tuvo que tomar un
respiro. Estaba demasiado agotado por la enfermedad y los medicamentos no
estaban haciendo su trabajo tan rápido como le gustaría.
Una vez que tuviera su fuerza normal le daría un golpecito a HoSeok por
llevarlo a comer a un buffet de un precio bajo. Después le robaría un abrazo,
JiMin se sentía solo sin ir a la oficina.
Con una mano apretó su estómago y con la otra giró la perilla. Si hubiese
sabido que YoonGi lo esperaba del otro lado de la puerta, habría usado la
poca fuerza que tenía para correr a su habitación y ponerse un atuendo que lo
hiciera ver mucho más bonito.
Ambos se miraron por un largo y silencioso rato hasta que YoonGi habló.
—Buen día, JiMin. Eh, SeokJin-nim me pidió que te entregara estos
documentos. —YoonGi le tendió una USB azul—. Y bueno, aquí están.
Una vez que el pequeño aparato estuvo en los bolsillos de su pijama, JiMin
usó sus manos para preguntarle al mayor por qué. Rápidamente pensó que
debía buscar su teléfono, sus gestos no serían suficiente para que una idea así
de larga fuera comprendida. Nunca lo era.
Excepto que YoonGi se rio nerviosamente, como si lo hubiese entendido.
YoonGi lo entendió. YoonGi debió practicar el lenguaje de señas todos los
días únicamente por él.
—Eh, por supuesto, pude enviarlo por correo y habría sido más fácil que
pedirle tu dirección a HoSeok, pero no habría podido darte esto. —JiMin
recibió un pequeño corazón de papel, hecho de una hoja texturizada.
Se veía como si le hubiese costado al diseñador mayor un par de horas
trabajándolo.
¿Qué? ¿Por qué YoonGi había hecho una figura para él? El menor se lo
cuestionó tan sólo mirándolo.
YoonGi se lamió los labios, después respondió tímidamente.
—Yo lo hice para ti, para que te recuperes pronto y... Porque últimamente
tú no has hecho figuras para mí. —La confesión consiguió que JiMin perdiera
el aliento. Nunca había esperado que el hombre notara la falta de su origami,
mucho menos que tendría una confrontación de este tipo.
Simplemente asumió que sus regalos de papel no eran lo suficientemente
importantes. Pero entonces YoonGi hizo un movimiento para demostrarle
que no era insignificante para él, otra vez.
YoonGi era tan lindo que le dolía a JiMin no poder expresarlo más. Apretó
sus dedos, creó un puño, reprimiéndose. Porque ese gesto para él significaba
lo que para la gente normal cerrar los labios para no hablar.
—Lo siento —gesticuló después de un rato.
—No estoy haciendo un reclamo, ni estoy molesto —YoonGi le explicó a
toda prisa, riéndose nerviosamente. Su sonrisa torpe no duró mucho tiempo
en su rostro, sin embargo—. Sólo me gustaría saber por qué... Una respuesta
real. ¿Hice algo mal? ¿Ya no quieres que seamos amigos?
Aunque el problema era que JiMin quería mucho más que eso, negó con la
cabeza.
—Lo siento, pero ahora es un secreto.
—Oh, es un... ¿Secreto? Yo, está bien, creo. Entonces me voy, ya hice todo
lo que debía —JiMin podía ver la decepción en los ojos de YoonGi, la forma
en que lo miró mientras giraba sobre sus talones. El hombre definitivamente
esperaba algo más, pero no lo presionó para obtenerlo—. Ten un lindo día.
Fue una vista dolorosa cómo la figura de YoonGi comenzó a alejarse en la
acera. JiMin le dedicó un ruidito triste al mismo tiempo que retrocedía.
En ese momento detuvo sus pasos.
JiMin se volvió y corrió fuera de su casa hasta YoonGi. Entonces lo abrazó
fuertemente, fue como gritar sus sentimientos, fue como decirle cuánto sentía
haberlo herido. Al inicio el mayor se sintió tan rígido como una tabla de
madera, después se fundió en el abrazo y sus grandes manos apretaron la
pijama de JiMin.
—¡JiMin, estás descalzo! —YoonGi gritó una vez que lo notó, haciendo
que JiMin abriera sus ojos. Sus calcetines realmente estaban tocando el
asfalto— Rápido, pisa mis zapatos.
Inevitablemente el abrazo se rompió cuando YoonGi puso a JiMin sobre
sus pies, más la cercanía de sus cuerpos permaneció.
Ambos rieron y fue perfecto. El menor envolvió sus brazos sobre el cuello
del hombre que amaba, sin dejar de sonreír. Su momento de valentía valió el
esfuerzo, incluso si su estómago seguía revuelto.
—Quédate a desayunar conmigo —le pidió tan dulcemente que el mayor
no tuvo oportunidad de negarse.
Grullas de papel
La primera vez que YoonGi entró a la casa de su exesposa, fue tan planeado
que tuvo el tiempo necesario para ensayar cómo se comportaría en cada
momento. Ahora estaba entrando a la casa de JiMin sin un plan.
Se sentía como un adolescente otra vez. Su mano estaba sudorosa, su
corazón iba sumamente rápido y no podía dejar de pasar saliva. Realmente
esperaba verse mejor de lo que se sentía o asustaría al diseñador menor.
El muchacho estaba lo suficientemente entusiasmado para que sus pasos se
convirtieran en pequeños brincos.
JiMin lo condujo por su casa, tirando de sus manos juntas. YoonGi miró
atentamente cada rincón, descubriendo que ese era el hogar del menor. No
había un sólo objeto que no estuviera condicionado a los gustos de JiMin, ni
las paredes pastel, las cortinas con estampados de anime y mucho menos los
estantes llenos de mangas.
En ese momento ambos cruzaron una especial pared en forma de arco. De
alguna manera, JiMin se las había arreglado para clavar ramitas de madera en
lo alto del techo, de ellas colgaban un montón de grullas de papel. YoonGi
estiró su mano libre para tocar algunas de las figuras.
Una sonrisa hizo acto de presencia en sus labios.
Este no había sido su plan original, sin embargo, ahora estaba teniendo sus
preciadas figuras de papel de vuelta a él. Fue mucho mejor de lo que esperó.
La cocina y el comedor se sintieron hogareños en un nivel de profundidad
difícil de describir. No fue complicado para YoonGi imaginarse a un JiMin
adormilado preparando su caja de bento antes de ir al trabajo, fue adorable.
—¿Qué vamos a desayunar? —le preguntó. Aunque un rápido vistazo a la
harina y huevos le dio la respuesta—. ¿Panqueques?
—Es una receta japonesa. —Sonriendo, YoonGi se encargó de quitarle el
mandil de las manos.
—Yo me encargo, tú todavía estás enfermo. Sólo dime los pasos. —A
pesar de lo pálido que estaba JiMin por la enfermedad, todavía se veía muy
bonito cuando sonrió complacido—. He estado practicando mi vocabulario
en lenguaje de señas sólo para esto.
A pesar de que dijo eso, todavía le costaba entender las indicaciones de
JiMin. Pero valía la pena si el chico no tenía que usar las notas o su teléfono
todo el tiempo. Todo valía la pena si el menor se mantenía así de feliz.
Bajo las indicaciones de JiMin, YoonGi llenó la tetera para ambos. Podía
romper su rutina sobre tomar café sólo porque JiMin necesitaba tomar
líquidos amigables con su estómago.
Gracias al humo de la tetera hirviendo y los panqueques cociéndose, una
neblina permeó los lentes de YoonGi.
—Ah, mis anteojos se están empañando. —Una vez que se quitó los lentes
se preguntó dónde debería ponerlos. Al final decidió hacerlo en el rostro de
JiMin, los colocó con mucho cuidado sobre el puente de su nariz y tomó la
oportunidad para pasarle un mechón detrás de la oreja. El chico parpadeó
mucho, luchando por acostumbrarse al aumento. Eso hizo que YoonGi se
tragara una risa—. Por favor, no está tan mal.
JiMin comenzó a caminar hacia él. Estiró los brazos de manera exagerada,
como si de pronto se hubiese convertido en un ciego... Un zombi ciego.
—Espero que llegues a mi edad con tan buena vista. —YoonGi atrapó a
JiMin, quien reía tiernamente de su broma. Tendiéndolo en sus brazos, lo
alejó de la estufa. Porque supuso que el menor había perdido la vista y podía
quemarse accidentalmente—. Entonces estaré esperando una disculpa y
después te acompañaré a una buena óptica.
—¿Y una vez que salgamos de la óptica?
—Iremos por un café, descafeinado para los dos.
Haciendo planes a futuro, YoonGi se percató de algo importante. Quería
ver a JiMin llegar hasta los cuarenta mientras tenían una relación así de
cercana, quería tener muchos más recuerdos de JiMin en su pijama de olanes
y haciendo el desayuno juntos.
¿No era este sentimiento uno que conoció mucho tiempo atrás?
¿La atracción física? No, demasiado simple, JiMin era una persona mucho
más importante que el dueño de una cara bonita. ¿Entonces eso era amor?
YoonGi no podía estar seguro. El amor que tuvo hacia su única pareja nunca
se sintió como si se pudiera tocar.
Este sí.
JiMin le dio un golpecito en el hombro, atrayendo su atención.
—Gracias por quedarte. En las videollamadas no puedo tocarte y ya te
echaba de menos. —Fue esa pequeña frase la que conmocionó a YoonGi.
Definitivamente era ese viejo sentimiento agridulce buscando venganza.
Secretos de papel
1/4
Confesiones de papel
YoonGi llegó a casa con las mejillas rojas y totalmente sudoroso, resultado
de trotar un par de cuadras como si su vida dependiese de ello. Al quitarse los
zapatos su poodle café lo recibió felizmente, con su colita de algodón
moviéndose de un lado a otro.
Apenas tuvo el cuidado suficiente para no pisar a su pequeño bebé, el
recuerdo de un JiMin avergonzado confesándose estaba ocupando toda su
atención. Una confesión que él había forzado, accidentalmente.
Mirando en retroceso, entendía por qué JiMin actuaba como actuaba su
alrededor. Se volvió obvio porque recibía figuras de papel cada día, porque
JiMin le pedía su mano para sujetarla o el motivo por el que recibía halagos
sobre el mínimo aspecto de su apariencia. Alguien más inteligente que él
habría notado las señales mucho tiempo atrás.
Otra vez le faltó mirar a fondo, igual que en su antiguo matrimonio.
Encogido por una decepción a sí mismo, YoonGi se recostó en su sillón
para escribirle un mensaje a su exesposa pidiéndole que no lo llamara más.
En el momento en que presionó el botón de enviar, recibió una nueva
notificación de la misma aplicación.
Su dedo índice tembló sobre el perfil de JiMin y después de una lucha
interna, se decidió por abrir la conversación y leer los nuevos mensajes.
«Me gustaría disculparme y decirte que fue una broma, pero nada de lo que
haga dará marcha atrás en nuestra relación y así es como lo prefiero, creo.
Nunca he sido bueno para guardar secretos, lo que es divertido considerando
mi condición. Así que, aquí viene la bomba.»
«En realidad, comenzaste a gustarme dos años atrás. Sé que no lo
recuerdas, estabas casado, yo haciendo mi servicio social. Le hiciste una
broma a JaeWon porque estaba molestándome y esa no es la novedad. Tú
fuiste la novedad.»
YoonGi miró la pantalla por un momento y abrió la boca cuando su
cerebro conectó un viejo recuerdo. Completamente cierto, JiMin estuvo ahí
antes. Fue el pasante más bonito que había visto, de labios hechos para adorar
por horas. Pero en aquellos años, creía que su matrimonio todavía tenía una
solución. Fue sumamente terco al respecto, sin importarle que ambos
comenzaron a encontrar atractivas a otras personas, con las que no
compartían anillos.
«Lo divertido es que yo me enamoré de ti ahora.»
«El amor es un sentimiento que no conocía hasta ti. Creo que es gracioso
porque he salido con muuchos chicos durante la universidad y nunca se sintió
de esta forma. Este era el secreto por el que dejé de enviarte figuras de papel,
porque me aterraba que descubrieras mis verdaderos sentimientos. Al final no
fue tan aterrador como pensaba, disfruté decirte que te amaba y disfruté ser
escuchado por ti. Aunque no me gustó que huyeras al final.»
«Gracias por ser el único que se ha tomado el tiempo para escucharme.»
YoonGi se mantuvo mirando su pantalla, incluso cuando esta se apagó por
el tiempo de desuso. Era por ese motivo que estaba maravillado con JiMin, el
chico adoraba hablar y no había nadie que tuviera tanto que expresar como él.
Cada palabra que salía de sus manos era especial, parecía que siempre sabía
que decir.
Leer la opinión de JiMin sobre él, lo hizo sentirse extraño. Cuando se
miraba así mismo veía a un hombre de cuarenta, perseguido por la sombra
del fracaso de un matrimonio con quién debía ser el amor de su vida.
¿Pero qué pasaba si el amor de su vida había llegado un poco tarde?
Porque a través de las palabras de JiMin, fue capaz de mirarse así mismo
de otra forma. Como si fuera una persona que tuvo la culpa justa de un
divorcio, pero que merecía tener un nuevo romance con una nueva persona.
Él escribió un mensaje rápido, invadido por la euforia de su
descubrimiento. Ni si quiera se molestó en revisar la coherencia.
«Para mí, escucharte nunca fue una obligación. A veces pienso que todo el
mundo debería tomarse el tiempo para hacerlo y entonces serían más felices.»
Sabía que eso era una respuesta ambigua y eso era justamente lo que
persiguió. Ya le daría una respuesta perfecta, sólo necesitaba tiempo. Tiempo
y mucho papel.
—Ven, bebé, vamos a buscar hojas que no necesitemos. —El perro café al
mirarlo levantarse, dejó de morder sus juguetes y lo siguió con el mismo
entusiasmo que tenía su dueño.
2/4
Mariposas de papel
3/4
Anillos de papel