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Origami [YM/JS]

cassandra-torrez

Published: 2022
Source: https://www.wattpad.com
Aviones de papel

JiMin estaba de un buen humor, como comúnmente. Le había ido de


maravilla en todo, el chocolate caliente que compró camino a su trabajo
estaba en el punto perfecto de dulce, el dueño de la cafetería le guiñó un ojo
al entregarle su bebida y después de conseguir un par de papeles firmados
podría comenzar a diseñar de verdad, tenía muchas ideas para los nuevos
personajes.
Parecía que sería un buen día.
Hasta que se topó con uno de los verdaderos trabajadores de la empresa.
Se colocó al costado del escritorio ajeno e hizo su mejor esfuerzo de
aclararse la garganta. El hombre lo miró de reojo, decidiendo ignorarlo por
completo. Continuó tecleando en su computadora y continuó con sus
hombros engarrotados.
Quizás no lo había escuchado por los gigantes audífonos. JiMin no iba a
tomarlo como algo personal, aún no tenía las suficientes pruebas para ello.
Tímidamente tocó su hombro.
El hombre detuvo los dedos en su teclado y miró en su dirección.
—¿Qué? —JiMin agitó los papeles en su mano. Contento de tener la
atención que buscó— ¿Qué?
Ante la pregunta, JiMin sonrió y le mostró su gafete. El desconocido
achicó los ojos para leer en voz alta.
—Hola, soy JiMin y estoy haciendo mi servicio social. Te agradecería si...
¿Qué mierda? No tengo tiempo para esto. Malditos adolescente
universitarios.
Suficientes pruebas para saber que esto era personal. El universitario le
mostró su dedo corazón y se alejó dando pasos fuertes. Necesitaba la firma de
ese idiota, que era el jefe del primer departamento de diseño, pero tratar con
ese tipo de personas que siempre lo tomaban de ineficiente no era
exactamente su concepto de diversión.
Si era honesto consigo mismo, la situación apestaba. Su servicio debería
tratarse de estar frente a la computadora dibujando, no yendo por los cafés de
sus superiores y consiguiendo firmas de imbéciles gruñones.
—Disculpa, ¿puedo ayudarte en algo? —JiMin se giró hacia la profunda
voz. Venía de un hombre en una gran camiseta de Star trek que bebía de su
vaso. Olía como americano y sus labios se veían maravillosamente rosas—.
¿Eres el chico que está haciendo su servicio en nuestro segundo
departamento?
—Ahá —murmuró en acuerdo.
—Cool. Yo trabajé en esa sección mucho tiempo. ¿Te enviaron para la
aceptación de los nuevos diseños?
JiMin sacudió la cabeza de arriba a abajo. Completamente feliz de que
alguien le prestara atención.
—Déjame adivinar, JaeWon te está dando problemas. —Con que el
estúpido se llamaba JaeWon, no es como si a JiMin le importa—. Lo siento,
siempre es así en fechas de entrega. Dame los papeles.
JiMin lo obedeció sólo porque no podía no hacerlo. Había un aura fuerte
en el hombre, algo tan atractivo en su seguridad que aceleró sus latidos.
Miró como los largos dedos del hombre doblaban sólo la hoja necesaria,
torpemente. Aunque nunca apartó su mirada, fue una sorpresa notar que su
nuevo aliado estaba haciendo un desequilibrado avión de papel. No pudo
hacer más que abrir la boca cuando la figura de papel fue lanzada hacia
JaeWon, teniendo la fortuna de aterrizar justamente en su ojo derecho.
—¡¿Qué carajos, YoonGi?!
—¡Revisa eso! —Incluso si la broma era infantil, JiMin se encontró
sacudiendo sus hombros de la risa y cuando terminó de reír se dio cuenta que
el apuesto hombre le estaba ofreciendo su mano— Soy Min YoonGi. Por
favor, si estás teniendo problemas respecto a nuestro piso no dudes en
decirme.
JiMin quería preguntarle si podía hablarle y no precisamente para pedir un
favor. Hasta que los dedos de YoonGi hicieron contacto con los suyos y un
anillo de matrimonio le raspó la palma.
Casado entonces.
Definitivamente fuera de su terreno.
Excepto que cuando JiMin se lamió los labios por mera ansiedad, el
hombre siguió el movimiento de su lengua rosada. Luego soltó su agarre
rápidamente.
La mano de JiMin se sintió vacía de inmediato y una bola de decepción se
asentó en su estómago. Esa tristeza era porque ya le gustaba YoonGi. Sólo
que debía entender cuando había juegos fuera de su liga y este
definitivamente era uno.
No era un problema, sus flechazos no duraban más de una semana,
YoonGi no podía ser la excepción.
O eso fue lo que pensó.
Flores de papel

YoonGi no estaba de buen humor, durante los últimos meses no lo estaba. A


su humor habitual no ayudaba el hecho de que estuviera cargando una caja de
cartón y mudándose de departamento después de diez años de servicio.
Se consideraba una persona terrible para adaptarse a los cambios.
Ahora tenía que acostumbrarse a dormir en todo el colchón, cuando su
esposa siempre ocupó la mitad de él y lo pateaba dormida si invadía su
espacio personal. Ni si quiera significaba que extrañara ser golpeado en la
madrugada, pero era un hombre de costumbres. Tener toda una cama a su
disposición se sentía antinatural.
Salió del elevador arrastrando los pies y continuó avanzando, sin detenerse
a tocar la puerta. Así que tomó por sorpresa a todo el mundo en el
departamento.
SeokJin, el jefe del departamento todavía estaba repartiendo indicaciones a
sus trabajadores y todos se congelaron igual a un montón de ladrones
sorprendidos a mitad de un robo.
—Oh, hola, YoonGi. Llegaste temprano. —SeokJin fingiendo que todo era
natural, le dio una pequeña reverencia—. Bienvenido a bordo.
—¡Bienvenido, YoonGi-ssi! —dijeron los veinticinco miembros del
primer piso de diseño, al mismo tiempo. Como si lo hubieran ensayando.
Definitivamente lo ensayaron.
YoonGi hizo un esfuerzo por sonreírles. Estos sólo eran chiquillos
diseñadores y no era su culpa que hubiese sido transferido. En realidad, esa
fue su propia decisión y seguro que la más sana. Necesitaba salir de la rutina
de trabajo donde cada acción le recordaba a su antiguo matrimonio.
Nuevamente, tampoco significaba que le gustara.
Hizo una reverencia para el grupo y les dio una sonrisa cansada.
—A partir de este momento, trabajemos todos juntos.
SeokJin sonrió, el tipo de sonrisa que parecía muy honesta. No se veía
como una persona gruñona, mucho menos con su camiseta rosa donde
SeokJin era un personaje de Mario Bros. YoonGi no tenía que preguntar, ese
diseñó debió crearlo el mismo portador de la prenda.
Al menos, era un sujeto mucho más agradable que JaeWon.
—Haz muchos amigos, por favor. Sé que todos son más jóvenes que tú,
pero aprenderás mucho de ellos.
YoonGi sabía de ello por cuenta propia. Dos años atrás la empresa había
recibido varios chicos de universidades con mensualidades dolorosamente
costosas, como acto caritativo. Pero ese se convirtió en su lema después,
porque claro los chicos no iban a quejarse del salario reducido o las largas
horas de trabajo si podían trabajar en una empresa así de prestigiosa para su
servicio. Eso explicaba porque todos en ese departamento parecían ser
jóvenes.
Ante la petición de SeokJin, sólo asintió con la cabeza. No creía que
pudiera hacer una promesa al respecto. Su esposa siempre fue la amigable, él
no.
Él olvidaba los nombres de las personas recién conocidas y después
olvidaba las personas.
Como si su respuesta hubiera sido suficiente, toda la atención sobre él se
disipó. YoonGi deshizo su minúscula sonrisa y dejó caer su caja en lo que
sería su nuevo escritorio. De inmediato lamentó la caída brusca, su tableta de
dibujo estaba ahí y figuras coleccionables de las que su esposa siempre se
burló.
No era extraño que su nuevo cubículo estuviera vacío, lo único extraño fue
encontrar un ramo de flores.
Flores de papel.
YoonGi sujetó delicadamente el arreglo, sin entender. ¿Por qué alguien se
molestaría en hacer algo así de bonito para un nuevo trabajador? Las flores se
encontraban tan bien trabajadas que seguro se invirtieron horas para el
resultado final.
Necesitaba respuestas.
Miró a su alrededor sin dejar de sostener las figuras de papel y entonces se
encontró con la vista de uno de los chicos del departamento. El muchacho lo
miraba curiosamente desde los muros de su cubículo. No debía ser muy alto
porque parecía estar sufriendo para que espiarlo.
Cuando sus miradas encajaron, YoonGi se cautivó. El chico tenía los ojos
más bonitos y obviamente usaba un rizador de pestañas. Nadie podía tenerlas
así de una forma natural, simplemente no era posible.
A YoonGi le costó un largo instante liberarse del encanto bajo el que fue
puesto, una vez que lo consiguió le mostró el ramo casero, preguntándole si
él era el creador de su regalo. Eso sólo liberó el entusiasmo ajeno, el chico
asintió de arriba a abajo y se señaló.
El diseñador mayor le agradeció usando una sonrisa. La primera genuina
en mucho tiempo.
Olvidos de papel

Cuando JiMin escuchó de parte de SeokJin que YoonGi estaba haciendo el


papeleo para la transferencia a su apartamento, gritó. Aunque lo único que
escapó de su garganta fue un ruidito roto que asustó a todos los chicos a su
alrededor.
Y ni si quiera las miradas de extrañeza pudieron apagar su entusiasmo.
Era el tercer día y todavía no podía creerlo, el hombre que le gustaba
estaba trabajando con él. En realidad, esa misma mañana se encontró
accidentalmente con YoonGi en la zona de fotocopiado. El hombre mayor le
meneó la cabeza a manera de saludo y también le permitió que usara la
maquina primero.
Incluso le sonrió a JiMin. Un insignificante levantamiento de labios que
para JiMin significó el mundo entero.
Sólo que había un problema.
«Él no me recuerda, definitivamente no lo hace.»
JiMin envió el mensaje de texto para HoSeok e inmediatamente empujó su
silla lejos del escritorio, sólo para mirar la expresión que tenía su amigo al
leer su nota.
HoSeok siempre lo tomaba en serio, aunque lo que dijera fuera una
completa tontería. Por eso era su primer y único amigo que hizo en la
empresa desde que trabajó en su servicio tiempo atrás. También era el primer
chico que sabía el secreto de JiMin, sobre su enamoramiento por YoonGi.
Su compañero de trabajo leyó el mensaje con una sonrisa. HoSeok tenía la
mala costumbre de mantener la aplicación de mensajería abierta en su
computadora mientras trabajaba, incluso si no planeaba responder.
Luego siguió haciendo clicks en su dispositivo, demasiado ocupado en
diseñar su personaje de elfo que debía entregar antes del fin de semana.
—Han pasado dos años desde que se conocieron. ¿No es normal que lo
olvidara?
«Pensé que yo era especial. ¡Él me veía como si le gustará!» JiMin tecleó
rápidamente y agregó un montón de emoticones para dramatizar su situación.
—Estaba casado, Jim. Se le permitía mirar, pero no hacer nada.
Una sonrisa victoria tiró de los labios brillosos de JiMin.
«Tú lo dijiste: Él lo estaba.»
JiMin se había enterado accidentalmente. La oficina chismeaba sobre como
el matrimonio favorito de la empresa, el Min, se desmoronaba. Todos los
diseñadores dijeron que los escucharon pelear en el estacionamiento.
Contaron con lujo de detalle la manera en que la señora Min tomó el auto,
dejando su esposo a la suerte.
Por una vez en su vida JiMin agradeció que las personas nunca lo
escucharan. Nadie le prestó atención al chiquillo que recopilaba información
sobre YoonGi.
Divertido, porque sabía muy poco del hombre.
—Si yo perdiera un matrimonio de tantos años lo que menos querría es
conseguir una nueva cita. A menos que ya no amara a mi esposa —HoSeok
comentó, deteniendo su trabajo para darle una mirada seria.
JiMin pensaba que YoonGi ya no amaba a su esposa, pero no estaba
seguro. No tenía el derecho de asegurar algo así.
Era divertido bromear sobre ser el amante de la relación o hacer que
YoonGi lo eligiera él. La realidad era absolutamente distinta, nunca llegaría
tan lejos.
«Sabes lo único que quiero. YoonGi, me gusta y quiero que él lo sepa. No
va a corresponderme y está bien de esta forma. Pero quiero que lo sepa.»
Desde que JiMin tenía memoria, el mundo nunca se tomó un momento
para escuchar lo que quería decir. Fue una vez que se convirtió en un
adolescente que empezó a gritar hasta que todos le prestaron atención.
YoonGi era su enamoramiento más duradero hasta la fecha. Dos largos
años desde que el hombre hizo un estúpido avión de papel y JiMin pensó que
era la cosa más genial del mundo. Dos largos años donde JiMin se dedicó al
origami, así como observar un hombre casado en silencio.
Ahora que el destino estaba prestándole las condiciones perfectas en
bandeja de plata para una confesión, el joven diseñador no pensaba ser un
tonto.
Sonriendo, escogió una hoja del lindo mueble que tenía en su cubículo. El
que usaba para guardar su papel para el origami, sus mangas y sus plumones
de punta fina. Todo estaba tan bien organizado que era agradable de mirar.
JiMin dobló la hoja hábilmente, creando una tierna ratina. Cuando terminó,
usó un post-it transparente para escribir una nota.
En su horario de descanso, dejó su regalo sobre el escritorio de YoonGi.
Su superior sabría lo que provocaba en él, lentamente.
Incluso si no lo recordaba, JiMin haría que lo recordara.
Ranas de papel

YoonGi estaba volviendo de su hora del almuerzo a la oficina con un café


descafeinado. Fue justo en ese momento que se encontró con una pequeña
figura verde descansando sobre sus papeles de trabajo, junto a ella había una
nota.
"¡Los anteojos te quedan geniales!".
El mensaje fue completamente adorable. YoonGi se sentía como un viejo
cada vez que tenía que aumentar la graduación de sus lentes y sólo estaba por
llegar a los cuarenta. No tenía idea de cómo vería cuando se volviera mucho
mayor.
Debía ser ese chico. El chico de las flores de papel.
Si algo había aprendido YoonGi en su nuevo trabajo, era que ese
muchacho se trataba de una verdadera mariposa social fuera del
departamento. Lo encontró hablando con hombres encargados de la
animación y después un grupo de mujeres mayores, todas ellas reían de algo
que había dicho y le tiraban las mejillas cariñosamente.
En su propio departamento, era como si el chico no existiera. Las personas
nunca le dedicaban una segunda mirada.
Curiosamente, en ese instante uno de los chicos de cubículos vecinos a
YoonGi contempló la rana que sostenía y se acomodó para mirarla por
completo.
—Oh, ¿esa no es una de las figuras que hace H?
—¿Qué? ¿H? —YoonGi preguntó, guardando la ranita celosamente en su
portafolio de papeles. H tenía que ser la inicial de su nombre. Nadie podía
ponerle un apodo así de ridículo.
—Ya sabes. H, como la letra.
Otra de las jóvenes trabajadoras que terminaba su café helado se unió a la
conversación. Ella se acercó a YoonGi como si estuviera a punto de contarle
un gran secreto y tuviera miedo de ser descubierta.
—Honestamente H es tan raro. Me pone nerviosa que siempre escuche,
pero nunca tenga nada que decir.
Parecía ser un chiste compartido en los iniciados, porque todos los jóvenes
rieron. A excepción de uno, el chico de cabello platinado y corto se levantó
de su silla. No se veía nada feliz a juzgar por la expresión de su cara.
—Todos son tan insoportables. JiMin ya dijo que odia ese apodo —les
advirtió, apretando los puños. Su tono de advertencia hizo que el primer
chico se sobresaltara.
—Pero, HoSeok, yo nunca lo escuché decirlo.
La aclaración rápida hizo que toda la oficina estallara en risas. YoonGi
estaba por hacerlos callar, porque la broma no era divertida para JiMin,
definitivamente. Sin importar que apenas conociera el nombre del chico. Sin
importar que JiMin no estuviera presente.
Movió la boca hasta que SeokJin hizo acto de presencia y las risas se
detuvieron.
—Como su supervisor voy a pedirles que detengas esas bromas. Si JiMin
ya manifestó que se siente incómodo con ellas, deténgalas. —SeokJin colocó
las manos en su cadera, lo que sólo le agregó dramatismo a la situación—. Se
llama JiMin Yoshida y espero que se refieran a él de esa forma.
—S-sí, superior —respondieron todos al mismo tiempo.
La mirada de SeokJin tuvo a todos volviendo al trabajo rápidamente.
Entonces el jefe del departamento palmeó la espalda de YoonGi y se alejó
con un suspiro.
YoonGi miró las caras de culpa y luego a la ranita dentro de su portafolio.
Quizás JiMin estaba haciéndole figuritas porque todos en la oficina le daban
un trato silenciosamente cruel y buscaba ganarse otro amigo.
Eso era triste.
Impulsado por un sentimiento noble, el diseñador tomó uno de sus bocetos
que no pensaba mejorar e hizo un barco del tamaño de toda la hoja. Su figura
era tan torpe comparado con los trazos de JiMin.
"Gracias. El origami te queda genial." Él escribió en la vela del barco.
Justo cuando estaba por depositar su figura en el cubículo de JiMin, su
teléfono se iluminó con la notificación de un mensaje.
«Iré a recoger las cosas que me faltan. ¿A qué hora puedo pasar por ellas?»
A veces el error de YoonGi era no mirar a fondo en las personas y confiar
en que serían igual de directas que él, también fue el motivo por el que su
matrimonio terminó arruinándose. Por eso se tomó un momento en analizar la
situación, lo que le hizo recordar algo importante.
«Deja de fingir que no conservas una copia de las llaves.»
«Quiero hablar contigo.»
La respuesta ni si quiera le sorprendió. Su exposa nunca iba a cambiar y
YoonGi olvidó por completo entregar el barco de papel después de eso.
Encuentros de papel

El problema de dejar su hábito de fumar era que cada vez que YoonGi tenía
el mínimo intento, su mano automáticamente encontraba el camino hacia la
caja de cigarros en su bolsillo.
Durante sus años de matrimonio, fumar fue un pasatiempo que su esposa y
él disfrutaban. Ambos encendían el cigarro del otro y hablaban de sus futuras
actividades en la semana. Con el tiempo las charlas se apagaron y no quedo
más que las cenizas como un recuerdo.
Ahora el humo le sabía tan amargo en la lengua, pero aún conservaba una
pizca de confortable.
En su horario de descanso, YoonGi estaba por entrar a un cuarto de humo
que la empresa destinaba para sus trabajadores cuando se encontró con un par
de mujeres.
Sabía que eran viejas amigas de su exesposa.
Los tres compartieron una mirada incómoda que sólo se rompió cuando
YoonGi se alejó. Estas situaciones se estaban volviendo comunes desde que
firmó el divorcio y siempre eran incómodamente dolorosas. Era mucho mejor
buscar otro espacio para fumar que soportar ese doloroso aire de tensión.
Detrás del edificio había un espacio asignado para fumadores, pero el
diseñador mayor nunca lo ocupaba porque necesitaba llegar hasta al piso más
bajo, lo que tomaba un montón de tiempo. Sin otra opción salió de la
empresa.
Al mismo tiempo que encendía su cigarrillo se encontró con una pequeña
sorpresa. JiMin estaba sentado con las rodillas levantadas en uno de los
escalones cercanos mientras comía tranquilamente su almuerzo.
Algo sobre su posición hizo que YoonGi se sintiera inevitablemente
atraído hacia él. Tal vez se debía a la calma que rodeaba al chico.
YoonGi se movió hasta la línea amarilla que tarazaba el límite de su
espacio para fumar y después se aclaró la garganta. JiMin se sobresaltó por
un segundo, aunque se recompuso rápidamente y su sorpresa terminó por
convertirse en entusiasmo. Primero se limpió las migas de arroz en sus
mejillas, después agitó la mano para saludarlo como si fueran amigos muy
cercanos.
Antes de que el diseñador mayor pudiera decir algo, JiMin señaló el
cigarro en su boca con una expresión interrogativa.
—Oh, no, no fumo demasiado. Lo hago de vez en cuando —le explicó
rápidamente. Una suave sonrisa adornó los labios de JiMin y YoonGi se
descubrió pensando que el chico tenía labios de muñeca Bratz—. Tú... ¿Estás
tomando tu almuerzo?
JiMin felizmente le mostró la caja de madera desenvuelta de una tela
amarilla con estampado de gatito. La demostración continuó en su almuerzo
casero. Había onigiris, fruta perfectamente picada y un par de galletas de
azúcar.
El entusiasmo en sus movimientos fue tan adorable que YoonGi sonrió.
Mirando los ojos de cachorro de JiMin, la voz de los compañeros de su
nuevo departamento se reprodujo.
"Honestamente H es tan raro. Me pone nerviosa que siempre escuche, pero
nunca tenga nada que decir."
—JiMin, ¿por qué las personas de tu departamento son molestas contigo? ‐
—preguntó, prestándole toda su atención.
La sonrisa del chico se tambaleó un poco, excepto que recuperó su fuerza
velozmente. JiMin no habló, buscó en sus bolsillos y con un gemido
decepcionado aceptó que no tenía lo que buscaba. YoonGi sólo lo observó en
silencio, sin atreverse a interrumpir.
Entonces el diseñador más joven levantó sus manos y lentamente comenzó
usar el lenguaje de señas.
Sus dedos se movieron delicadamente en el aire. Como un encantamiento
que YoonGi no puedo evitar.
—Yo... Lo lamento, no sé lenguaje de señas.
JiMin no lo avergonzó por ser menos inteligente que él, en su lugar le
ofreció una dulce sonrisa. Apuntó su boca y gesticuló, logrando hacer un
suave sonido. Fue lo único que consiguió, un ruidito que estaba lejos de
escucharse como una letra.
YoonGi lo comprendió y se sintió sumamente estúpido por notarlo tan
tarde. Explicaba finalmente porque sus compañeros bromeaban sobre su
condición de esa manera, explicaba porque JiMin nunca habló con él.
Salió de sus pensamientos al mirar como JiMin sacudía sus hombros,
podría haberse tratado de una risa, pero el chico estaba cubriendo su boca con
su mano. Fue evidente que se trataba de una toz silenciosa que fácilmente
podría haber pasado desaparecida por el mundo. Para YoonGi no, sin
embargo.
El cigarro que había encendido, pronto fue apagado en el cenicero.
—Mi culpa. ¿Estás mejor de esta forma?
Algo avergonzado, JiMin afirmó usando la cabeza y eso era todo lo que
YoonGi necesitó para ignorar su necesidad de fumar.
Toques de papel

Dando pequeños saltos, JiMin trotó los últimos escalones para salir del
edificio de diseño. Su buen humor se había mantenido desde que se encontró
accidentalmente con YoonGi y si era totalmente honesto sólo iba a comer al
mismo lugar con la esperanza de encontrarse a su diseñador favorito.
Un pequeño vistazo hacia la salida confirmó su plan. La espalda de
YoonGi estaba obstruyendo el camino, bloqueando la luz del exterior.
JiMin estaba por tocarle del hombro hasta que escuchó al mayor preguntar
algo lo suficientemente molesto para hacerlo saltar. Le tomó un segundo
darse cuenta que no estaba gritándole a él, sino a su teléfono.
Espiar no era la opción más inteligente, lo sabía, pero JiMin siempre tuvo
cierta debilidad por saber más del hombre que le atraía. Antes de que pudiera
cambiar de opinión, YoonGi se giró sobre sus talones y lo encontró en la
escena del crimen.
Al chico no le quedó más opción que darle su sonrisa más inocente. Hizo
un gran avance si consideraba que YoonGi suavizó el tono de su voz al
mismo tiempo que le devolvía la sonrisa.
Fue una imagen cautivadora, YoonGi con el sol haciendo reflejo en sus
lentes y las adorables arrugas que se formaban en su piel por el tiempo. Para
JiMin se sentía como una locura que ahora tuviera la oportunidad de recibir
ese tipo de vista, cuando siempre tuvo que confirmarse en mirar a lo lejos.
Justo en el momento que el mayor colgó, JiMin ya estaba abriendo su
aplicación de notas. Esta vez sí había guardado su teléfono. Habría traído
consigo un paquete completo de hojas blancas y una caja de bolígrafos si eso
necesitaba para tener una charla decente con el hombre.
«¿Todo está bien?»
YoonGi se inclinó, después se ajustó los lentes para leer el mensaje. Fue un
gesto que tuvo a JiMin reprimiendo un suspiro.
—Oh, sí, lamento si te asusté. Yo, tuve una pelea con mi exesposa porque
todavía no decidimos con quién se quedará mi bebé. —En ese momento,
JiMin olvidó como parpadear. También como respirar—. Y es algo
complicado considerando que yo tengo un apartamento, y ella...
Una vez que recuperó el aliento, tecleó tan fuerte que fue un milagro que
su pantalla no recibiera un rayón.
«¿TIENES UN HIOJL????» Le mostró la pantalla e hizo un grito mudo.
No podía creerlo, nunca supo que YoonGi tenía un hijo. ¡No estaba listo para
asumir el papel del padrastro! ¡Era demasiado joven! Aunque quizás podría
hacer un esfuerzo...
YoonGi se rio suavemente, mientras buscaba en sus bolsillos. JiMin se
congeló, en su rápida imaginación el hombre estaba buscando una foto de su
hijo. Cuando en realidad simplemente recibió una fotografía de un perrito
rizado, no muy grande.
Sonriendo, sus pulgares se movieron alegremente. Un perro era algo con lo
que podría trabajar seguramente, tampoco tenía que preocuparse por eso, sin
embargo. Su confesión no se ganaría más que un educado rechazo.
«Oh, eso es lindo. Espero que consigas con la custodia, conozco un buen
abogado si lo necesitas"
Su mensaje consiguió que YoonGi se riera un poco.
—Eres tan lindo —YoonGi murmuró, entre risas y eso fue lo más
inesperado para el menor. JiMin miró al mayor esperando una corrección o
una explicación a ese halago inesperado, sólo que eso nunca llegó—.
¿Tomarás tu almuerzo?
No tuvo más opción que asentir.
—Entonces te acompaño.
Por supuesto que JiMin quería su compañía, excepto que sus pies se
detuvieron. Él apretó sus manos en dos puños, luego ocupó lo único que
tenía: hablar en señas.
—Desearía que dijeras que soy lindo más a menudo. He estado esperando
dos para ello. —Era evidente que el mayor no lo entendería, esa era la jugada
tramposa dentro de su confesión. Cuando el hombre lo miró con confusión,
JiMin no se desanimó. Él fingió que se había confundido, terminando por
apuntar la mano de YoonGi.
—¿Qué? ¿Quieres sostener mi mano? —El menor agitó la cabeza de arriba
abajo y esperó con las mejillas al rojo vivo— Yo, eh, ¿por qué? ¿No prefieres
que entrelazamos nuestros brazos? Mi esposa decía que era algo asqueroso,
porque mi mano se pone sudorosa.
A JiMin no podía importarle menos lo que la esposa de YoonGi pensó al
sostenerlo. Simplemente quería sujetar los dedos del hombre que anheló por
un par de años.
Volvió a insistir, señalando la mano de YoonGi y cuando la tuvo se sintió
igual que un niño en navidad.
Perros de papel

YoonGi tenía que admitir que había esperado una figura de papel de JiMin,
durante el día se mantuvo esperando ansiosamente. Casi pensó que no
llegaría hasta que JiMin también se quedó a hacer horas extras con su mejor
amigo y un par de chicos más. Entonces el origami apareció, una linda figura
de un cachorro sentado, hecho con una hoja café.
Eso era claramente una referencia a la fotografía que le mostró el día
anterior. Era una pequeña representación de su bebé y también su nuevo
tesoro, junto con el resto de las figuras que JiMin le regaló.
Cuando JiMin pasó junto a su cubículo, YoonGi lo atrapó. Los sostuvo de
la manga de su sudadera azul pastel siendo totalmente cuidadoso.
—Me encantó la figura de hoy, gracias. —Ante su comentario JiMin
sonrió de oreja a oreja, viéndose increíblemente tímido. No pasó mucho para
que YoonGi recibiera una respuesta en el smartphone del diseñador más
joven.
«¡De nada! ¿Quieres un café?»
—¿Planeas salir de la oficina a conseguir uno? Porque no voy a beber el
que ofrecen aquí.
JiMin se rio y negó con la cabeza. Sus mechones dorados se agitaron hacia
los lados, como los rayos del sol golpeando en la mañana después de abrir las
cortinas.
«No, planeaba hacer un pedido»
—Oh, entonces uno descafeinado estaría bien. Te lo pagaré más tarde. —
Por la forma en que JiMin le guiñó un ojo, YoonGi comenzó a sospechar que
esa cuenta nunca llegaría a sus manos. Tendría que asegurarse de saber el
precio de su café o invitarle uno de vuelta.
Más tarde, YoonGi notó como su menor favorito esperaba la orden en la
entrada de su oficina.
La segunda vez que miró fue porque JiMin estaba charlando
animadamente con un chico del servicio. Mientras le contaba algo intenso, el
repartidor se apoyó en el marco de la puerta invadiendo el espacio personal
de JiMin. Claramente ambos mantenían una relación más personal que un
cliente y vendedor.
—¿Quién es él? —se preguntó, ajustando sus lentes para mirar mejor. El
repartidor no podía ser más que un veinteañero, ni si quiera su chaqueta de
cuero arremangada para mostrar una manga de tatuajes lo hacía parecer más
adulto.
Esa era una cara que YoonGi había visto antes, pero que olvidó
rápidamente.
—¿JungKook? ¿El repartidor de la cafetería de la esquina?
Incluso si YoonGi se asustó por la nueva voz, no dijo nada. Cuando se
volvió hacia la persona que habló, notó que se trataba del mejor amigo de
JiMin. Quien había aparecido de la nada.
—Tenía un aire familiar para mí. —Volviendo la atención a JiMin
descubrió que estaba riéndose de algo que el repartidor había dicho. Cuando
JiMin se reía todo su cuerpo seguía el movimiento y cada vez que YoonGi
tenía esa vista pensaba que ese era el sonido de su risa. Algo sumamente
encantador—. JiMin ama socializar, ¿no?
Sin saberlo, una sonrisa cariñosa se formó en su rostro. HoSeok sí que lo
notó.
—Lo hubieras visto hace un par de años. Nunca paraba de hablar con
chicos y era muy enamoradizo, lo normal para un universitario. Aunque se
terminó con su último amor. —HoSeok hizo un pésimo intento en ocultar su
sonrisa traviesa. Excepto que YoonGi no lo notó, demasiado concentrado en
la nueva información de JiMin.
Sonaba como JiMin, como una persona joven que se enamoraba
rápidamente con todo su corazón. A YoonGi le hubiera gustado compararlo
con su propia experiencia. Pero su experiencia en el campo romántico durante
la universidad se trató de su exesposa, en realidad desde que la conoció en la
escuela secundaria. No hubo nadie antes de ella y mucho menos después.
—Oh. —Él simplemente dijo, capaz de sentir una nueva brecha entre
JiMin y él. Una que no le gustaba en nada.
A pesar de la notoria diferencia de edad, nunca se había sentido como si
los dos fueran de mundos distintos.
—Soy HoSeok. —El mejor amigo de JiMin dijo, dándole la mano. YoonGi
la aceptó gustoso, el chico definitivamente le agradaba. Defendió a JiMin
cuando la oficina comenzó a molestarlo por su condición y le compartió un
valioso dato. No sería difícil que también se convirtiera en su amigo.
—Min YoonGi. —Una vez que se presentó con educación, regresó su
atención al repartidor. JiMin estaba hablando en lenguaje de señas y el
repartidor le respondió de esa misma forma. Eso lo hizo fruncir el ceño—.
Vaya, incluso sabe lenguaje de señas.
Enamoramientos de papel

Con algo de maña y muchas sonrisas lindas, JiMin había engatusado al


hombre que le gustaba para crear la costumbre de almorzar juntos. Al inicio
YoonGi se sentó junto él, simplemente charlando. Con el paso de los días
aceptó tomarle una galleta casera, luego un poco de sushi y después esperaba
pacientemente que JiMin abriera su caja de bento para turnarse los palillos.
JiMin se sintió realizado mientras observaba a YoonGi chuparse los dedos,
comiendo del tamagoyaki que él mismo hizo antes de ir al trabajo.
—Por cierto, JiMin. Tengo una pregunta. —JiMin le sonrió, esperando que
su superior continuara hablando. Sólo que el hombre desbloqueó su teléfono
para mostrarle un vídeo de una chica hablando en lenguaje de señas, con un
fondo blanco y ropa formal. Pronto fue obvio que no se trataba de la escena
de algún dorama aleatorio, sino una clase—. Me inscribí a este curso, pero...
Ayer en el informe presidencial de las noticias, le presté atención al intérprete
y sentí que eran dos lenguajes distintos. ¿Me han estado estafando todo este
tiempo? Dime que no.
YoonGi le dio una verdadera mirada de preocupación. Pero JiMin no pudo
darle consuelo, estaba pasmado. Fue mera suerte que no se le hubieran
resbalado sus palillos de las manos.
Miró al diseñador mayor por un largo rato, casi sin parpadear. Después
escribió una nota.
«No entiendo. ¿Por qué estás tomando clases de señas?»
—¿No es obvio? Para hablar contigo —YoonGi le dijo con una gran
sonrisa donde las comisuras de sus labios rosas apuntaban al sol de mediodía.
Se miraba tan inocente, como si no estuviera robando el corazón de JiMin en
ese mismo instante.
JiMin no pudo hacer más que abrir los ojos, sintiendo que todo su
estómago daba un vuelco. Le tomó un largo rato recuperarse de la sorpresa y
otro para ordenar las palabras en su teléfono de forma coherente.
«¿Por qué? Es decir, sí, pero no es necesario. Nosotros podemos hablar así,
en las notas de mi teléfono o en papel. En realidad, el lenguaje de señas no es
tan importante para mí, casi nadie lo conoce y aprendí a escribir primero en
Kanji.»
—A veces olvido que eres japonés —YoonGi le dijo sonando enternecido
—. ¿Cuándo aprendiste a escribir?
«Creo que a los 8. Odiaba la escuela»
La sonrisa de YoonGi se esfumó al leer el mensaje. Él se veía como si
acabara de perder la custodia de su preciado bebé perruno.
—¿Qué? ¿Y cómo hablabas con tu familia? —JiMin finalmente entendió
por qué YoonGi parecía tan conmocionado y la preocupación que venía del
mayor sólo consiguió que su corazón quisiera estallar en su pecho—.
¿Inventaste una forma de comunicarte?
«No realmente. Yo sólo sobreviví, supongo. Mis padres son unas personas
ocupadas.»
Sus padres eran ceos importantes en Tokio, ellos apenas estuvieron en casa
cuando JiMin era un niño que no podía decirle a su niñera por que se sentía
triste sino podía hacer más que sonidos de cachorrito. Fue el cansancio lo que
lo volvió un adolescente rebelde, luego un adulto que quería salir del país.
Su sueño siempre fue sobre marcharse de Japón, le tomó algo de tiempo
aprender coreano y luego el lenguaje de signos coreano, pero después de un
par de años lo consiguió. Desde entonces no charlaba mucho con sus padres.
«Por eso no tienes que aprender esto, es ridículo. He aprendido a
adaptarme.»
En un mundo que no estaba creado para las personas con dificultades o
diferencias al resto, JiMin aprendió a sobrevivir. Aprendió a coquetearle a los
chicos sin hablar, aprendió a ignorar a los compañeros de su oficina cuando
lo llamaban H.
—Eso es... Cruel. Sólo me estás dando más motivos para aprenderlo, lo
sabes, ¿verdad? —YoonGi se acercó a él y le acomodó un mechón detrás de
la oreja. Luego le dio una sonrisa tímida, demasiado orgulloso de su propio
trabajo—. Por una vez en la vida quiero que tengas a alguien que se adaptó a
ti.
JiMin atrapó la mano de YoonGi, temblando. Su cabeza era un verdadero
desastre con sus pensamientos corriendo en un sólo sentido: La confesión.
Era un momento que construyó con cado regalo de hojas dobladas.
No pudo hacerlo, sin embargo. Porque una oleada de pánico lo hizo
tambalearse. YoonGi completó su divorcio sólo unos meses atrás, cuando
supiera sobre sus verdaderos sentimientos no querría ser su amigo, no querría
recibir sus figuras de papel.
En ese momento fue que JiMin lo notó. Su flechazo divertido por YoonGi
se había convertido en algo sumamente serio.
Estaba arruinado.
Gatos de papel

JiMin estaba teniendo un mal momento creando su última opción de origami.


Eso debía ser un magnífico cisne negro, no una gallina que falló al cruzar la
avenida. HoSeok debió sentir su tensión porque se levantó de su cubículo
sólo para mirar lo que hacía.
—¿Estás trabajando en el regalo que le darás a YoonGi? —Ante la
pregunta de su mejor amigo, JiMin asintió de malhumor. Un instante después
se encontró gruñendo y deshaciendo la figura que había tomado su última
hora libre, no importaba, no tenía futuro. Ya se le ocurriría en que reciclar la
hoja.
—¿Por qué hay tantas figuras?
Exhalando tristemente, JiMin alcanzó su teléfono para enviarle un mensaje
a HoSeok.
«Aún no he decidido cuál regalarle. Tiene que ser m u y especial y muy,
muy, muy bonita.»
—Me gusta esta. —La que HoSeok señaló era un pequeño gato naranja
dentro de una caja. Si se presionaba delicadamente el minino parecía dar un
ligero brinco. JiMin lo miró un poco más, evaluando su propio trabajo.
Quizás era una buena opción, hasta el momento era una de las figuras más
elaboradas que había hecho. YoonGi se merecía algo así.
«Buen gusto, esta será.»
Con la hoja que alguna vez intentó ser un cisne negro, un plumón blanco y
su washi tape enviada directamente desde Japón se encargó de pegarle una
nota a su trabajo de origami. Él escribió: "¡Gracias por ser mi amigo,
YoonGi!"
Cuando puso el signo final, se sintió como si un gran peso muerto le
impidiera respirar. No le gustaba este sentimiento.
—¿Gracias por ser mi amigo? Jim, eso sólo lo confundirá. YoonGi parece
del tipo de persona que no atrapa las indirectas —HoSeok inteligentemente
hizo su observación, sonaba bastante divertido al respecto—. Pero, incluso yo
podría pensar que ya no te gusta.
El comentario de su mejor amigo, únicamente trajo más tristeza para
JiMin. Sus dedos se mantuvieron suspendidos en el aire por encima del
teclado de su teléfono, sin saber muy bien qué escribir.
«Es que ya no quiero confesarme.» Se mordió el labio, esperando la
respuesta de su mejor amigo. HoSeok hizo un gran sonido. Uno tan grande
que varios chicos de la oficina los miraron asustados.
En lugar de apenarse, JiMin tuvo unas suaves ganas de reír. Le gustaba
HoSeok por eso, era sumamente ruidoso. A veces se entretenía pensando que,
si él también fuera capaz de hablar, sería como su mejor amigo y todos
tendrían que pedirle que se callara.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Ya no te gusta? Pero te gustó por dos años, ¡eso es lo
más que te ha gustado alguien! ¿Es por qué viste a alguien más?
«¡No! Él lo hace, me gusta mucho... Pero ese es el problema. Creo que me
enamoré de él, HoSeok, muy en serio.»
—Oh, Jim. ¿No es ese el punto de confesarse? Lo haces para que la otra
persona entienda la intensidad de tus sentimientos.
JiMin apretó el teléfono contra su pecho. Cuando supo que escribir, lo hizo
rápidamente.
«Lo sé, es...YoonGi es tan diferente a todos los novios que he tenido.
Cuando me gustaba un chico, se lo decía, salíamos y si tenía suerte
romperíamos tres semanas después. Lo que siento por YoonGi es mucho más
valioso que eso.»
«YoonGi es un hombre, ellos eran chicos. Él se preocupa porque me sienta
incluido, se preocupa por su hijo y por no mojarse, porque a su edad se
enfermará. Y yo amo todo eso, incluso las canas que él trata de teñir cada
mes. Y si me confieso, entonces se sentirá incómodo y se alejará.»
«Antes estaba bien con eso. Ahora prefiero conservarlo como un amigo.»
Si ser un amigo le permitía a JiMin sostener la mano del hombre que
amaba o almorzar juntos, estaba bien. Sería extraño no poder dejarle notas
donde le decía lo guapo que se veía en su nueva camiseta del capitán Kirk,
pero era un sacrificio que debía de hacerse.
«Admito que no me gusta esta decisión, no me gusta no poder expresar lo
que siento. Excepto que esto se trata de YoonGi.» YoonGi valía que volviera
a sentirse como un niño que no podía comunicarse, porque el hombre fue el
primero en preocuparse para que eso no sucediera. Una dulce ironía que
JiMin recientemente tomó en serio, el amor.
—¿Entonces...?
«Sólo dejaré de enviarle figuras. Esta es la última.»
Sólo convertiría sus sentimientos en un secreto.
Ausencias de papel

Las figuras de papel desaparecieron. Al inicio YoonGi pensó que JiMin


estaba demasiado ocupado con el nuevo proyecto de la empresa, pero con el
paso de los días tuvo que descartar su hipótesis. El menor actuó como si no
faltara algo sumamente significativo en su relación, incluso cuando YoonGi
le preguntó al respecto.
Hasta ese día. JiMin había faltado al trabajo por una infección estomacal,
eso le dijo por mensaje y YoonGi estaba por tomar su ausencia como una
oportunidad para averiguar por qué faltaban sus amadas figuritas de papel.
Se sentía sumamente nervioso cuando se acercó a hablar con HoSeok. Así
que guardó sus manos sudorosas en los bolsillos de su pantalón, tratando de
parecer lo más seguro posible. Por si acaso, también se aclaró la garganta
antes de hablar.
—Eh, hola, HoSeok. Te tengo una pregunta extraña. —HoSeok detuvo su
lápiz digital un momento para darle una mirada perspicaz. YoonGi nunca se
había sentido tan juzgado en tan pocos segundos.
—Creo que sé cuál es.
El mayor sonrió aliviado. Así sería mucho menos difícil comenzar su
investigación vergonzosa.
—¿De verdad?
—Sí. —HoSeok sonrió de oreja a oreja. El tipo de sonrisa de la que nadie
sospecharía, mucho menos YoonGi—. Te estás preguntando si los mudos
pueden gemir cuando tienen relaciones sexuales.
YoonGi simplemente miró a HoSeok. Sin decir ni una palabra.
—¿Qué...? —El mayor finalmente murmuró.
—Porque JiMin puede hacer pequeños ruidos, por lo que es obvio...
—¡¿Qué?! ¡No, no, no! ¡Esa no era mi pregunta! —YoonGi se pasó las
palmas de las manos por el rostro, tratando que el rubor disminuyera. Miró a
su alrededor con la esperanza de que ningún otro oficinista hubiese
escuchado porque ellos podían contarle a JiMin, aunque hablaran mal de él a
sus espaldas— ¿Por qué las generaciones de jóvenes ahora son tan raras?
El mejor amigo de JiMin no negó la acusación, en su lugar se encogió de
hombros.
—¿Entonces cuál es tu pregunta?
—Ahora creo que no es tan rara como pensaba. —HoSeok le regaló una
sonrisa inocente, excepto que YoonGi no se la correspondió—. Yo, ¿sabes si
JiMin está bien?
—Uh, sí. Ayer fuimos a comer en un buffet de un dólar, pero parece que a
él no le sentó bien. —Esa información no era algo que le sirviera a YoonGi,
él lo sabía también. En realidad, estuvo haciendo una videollamada con JiMin
antes de entrar al trabajo para asegurarse que el chico no necesitara ser
llevado al hospital.
Sólo que la llamada duró tanto que YoonGi llegó tarde a la empresa. En su
defensa, sabía lo mucho que echaría de menos la presencia de JiMin.
—Ah... ¿Todo está bien? Verás, él dejaba figuras de papel en mi escritorio
todos los días. —Comenzó a relatar nerviosamente—. Pero desde una semana
atrás se detuvo y no sé por qué. ¿Tienes alguna idea? Ya se lo pregunté
directamente y sonrió, no me dio otra explicación.
HoSeok simplemente se encogió en su asiento. Fácilmente podría hacerse
el desentendido, pero ese no era su estilo. Debía encontrar una manera de
proteger el secreto de JiMin.
Al parecer YoonGi era mejor leyendo indirectas de lo que su mejor amigo
y él pensaron. El hombre mayor notó rápidamente que JiMin lo estaba
tratando distinto.
—Eh, supongo que las figuras de JiMin son su lenguaje del amor. Hace
algunos días me regaló una. —HoSeok omitió la parte donde decía que JiMin
sólo le regaló un dinosaurio de origami porque fue parte del montón que
nunca le daría a YoonGi—. Quizás significa que son lo suficientemente
amigos ya.
—Pero, ¿por qué se detuvo ahora? Él me dijo que ya éramos amigos
mucho tiempo atrás.
Mientras analizaba la situación, YoonGi recordó algo importante que
HoSeok le contó. ¿Y si JiMin como el chico enamoradizo que fue, tuvo otro
tipo de sentimientos por él, pero ya no más? Tan pronto como lo pensó, lo
descartó. Era una teoría ridícula considerando la diferencia de edades. JiMin
era un joven sumamente bonito y divertido. Estaba rodeado de un aura fresca
igual a un campo lleno de flores, cada vez que reía.
En ese momento, SeokJin se acercó hacia ellos. Haciendo que ambos se
callaran de golpe.
—Buen día. Ustedes dos son amigos de Yoshida, ¿podrían enviarle los
archivos de esta USB? Mi agenda está llena y seguramente olvidaré hacerlo.
Necesito que sea antes del miércoles.
Mucho antes de que HoSeok hiciera un movimiento, YoonGi fue más
rápido para tomar la USB de su jefe.
—¡Yo lo haré! —Entonces se volvió hacia HoSeok— ¿Sabes dónde vive?
Corazones de papel

El dulce timbre de su casa estaba sonando, lo hizo una vez cada minuto.
JiMin tuvo que desatarse su mandil azul de olanes blancos antes de ir a abrir
la puerta. Se preguntó si se trataba del repartidor de Amazon con sus nuevos
sellos de madera, esperaba que sí.
Mientras se tambaleaba torpemente por el pasillo, tuvo que tomar un
respiro. Estaba demasiado agotado por la enfermedad y los medicamentos no
estaban haciendo su trabajo tan rápido como le gustaría.
Una vez que tuviera su fuerza normal le daría un golpecito a HoSeok por
llevarlo a comer a un buffet de un precio bajo. Después le robaría un abrazo,
JiMin se sentía solo sin ir a la oficina.
Con una mano apretó su estómago y con la otra giró la perilla. Si hubiese
sabido que YoonGi lo esperaba del otro lado de la puerta, habría usado la
poca fuerza que tenía para correr a su habitación y ponerse un atuendo que lo
hiciera ver mucho más bonito.
Ambos se miraron por un largo y silencioso rato hasta que YoonGi habló.
—Buen día, JiMin. Eh, SeokJin-nim me pidió que te entregara estos
documentos. —YoonGi le tendió una USB azul—. Y bueno, aquí están.
Una vez que el pequeño aparato estuvo en los bolsillos de su pijama, JiMin
usó sus manos para preguntarle al mayor por qué. Rápidamente pensó que
debía buscar su teléfono, sus gestos no serían suficiente para que una idea así
de larga fuera comprendida. Nunca lo era.
Excepto que YoonGi se rio nerviosamente, como si lo hubiese entendido.
YoonGi lo entendió. YoonGi debió practicar el lenguaje de señas todos los
días únicamente por él.
—Eh, por supuesto, pude enviarlo por correo y habría sido más fácil que
pedirle tu dirección a HoSeok, pero no habría podido darte esto. —JiMin
recibió un pequeño corazón de papel, hecho de una hoja texturizada.
Se veía como si le hubiese costado al diseñador mayor un par de horas
trabajándolo.
¿Qué? ¿Por qué YoonGi había hecho una figura para él? El menor se lo
cuestionó tan sólo mirándolo.
YoonGi se lamió los labios, después respondió tímidamente.
—Yo lo hice para ti, para que te recuperes pronto y... Porque últimamente
tú no has hecho figuras para mí. —La confesión consiguió que JiMin perdiera
el aliento. Nunca había esperado que el hombre notara la falta de su origami,
mucho menos que tendría una confrontación de este tipo.
Simplemente asumió que sus regalos de papel no eran lo suficientemente
importantes. Pero entonces YoonGi hizo un movimiento para demostrarle
que no era insignificante para él, otra vez.
YoonGi era tan lindo que le dolía a JiMin no poder expresarlo más. Apretó
sus dedos, creó un puño, reprimiéndose. Porque ese gesto para él significaba
lo que para la gente normal cerrar los labios para no hablar.
—Lo siento —gesticuló después de un rato.
—No estoy haciendo un reclamo, ni estoy molesto —YoonGi le explicó a
toda prisa, riéndose nerviosamente. Su sonrisa torpe no duró mucho tiempo
en su rostro, sin embargo—. Sólo me gustaría saber por qué... Una respuesta
real. ¿Hice algo mal? ¿Ya no quieres que seamos amigos?
Aunque el problema era que JiMin quería mucho más que eso, negó con la
cabeza.
—Lo siento, pero ahora es un secreto.
—Oh, es un... ¿Secreto? Yo, está bien, creo. Entonces me voy, ya hice todo
lo que debía —JiMin podía ver la decepción en los ojos de YoonGi, la forma
en que lo miró mientras giraba sobre sus talones. El hombre definitivamente
esperaba algo más, pero no lo presionó para obtenerlo—. Ten un lindo día.
Fue una vista dolorosa cómo la figura de YoonGi comenzó a alejarse en la
acera. JiMin le dedicó un ruidito triste al mismo tiempo que retrocedía.
En ese momento detuvo sus pasos.
JiMin se volvió y corrió fuera de su casa hasta YoonGi. Entonces lo abrazó
fuertemente, fue como gritar sus sentimientos, fue como decirle cuánto sentía
haberlo herido. Al inicio el mayor se sintió tan rígido como una tabla de
madera, después se fundió en el abrazo y sus grandes manos apretaron la
pijama de JiMin.
—¡JiMin, estás descalzo! —YoonGi gritó una vez que lo notó, haciendo
que JiMin abriera sus ojos. Sus calcetines realmente estaban tocando el
asfalto— Rápido, pisa mis zapatos.
Inevitablemente el abrazo se rompió cuando YoonGi puso a JiMin sobre
sus pies, más la cercanía de sus cuerpos permaneció.
Ambos rieron y fue perfecto. El menor envolvió sus brazos sobre el cuello
del hombre que amaba, sin dejar de sonreír. Su momento de valentía valió el
esfuerzo, incluso si su estómago seguía revuelto.
—Quédate a desayunar conmigo —le pidió tan dulcemente que el mayor
no tuvo oportunidad de negarse.
Grullas de papel

La primera vez que YoonGi entró a la casa de su exesposa, fue tan planeado
que tuvo el tiempo necesario para ensayar cómo se comportaría en cada
momento. Ahora estaba entrando a la casa de JiMin sin un plan.
Se sentía como un adolescente otra vez. Su mano estaba sudorosa, su
corazón iba sumamente rápido y no podía dejar de pasar saliva. Realmente
esperaba verse mejor de lo que se sentía o asustaría al diseñador menor.
El muchacho estaba lo suficientemente entusiasmado para que sus pasos se
convirtieran en pequeños brincos.
JiMin lo condujo por su casa, tirando de sus manos juntas. YoonGi miró
atentamente cada rincón, descubriendo que ese era el hogar del menor. No
había un sólo objeto que no estuviera condicionado a los gustos de JiMin, ni
las paredes pastel, las cortinas con estampados de anime y mucho menos los
estantes llenos de mangas.
En ese momento ambos cruzaron una especial pared en forma de arco. De
alguna manera, JiMin se las había arreglado para clavar ramitas de madera en
lo alto del techo, de ellas colgaban un montón de grullas de papel. YoonGi
estiró su mano libre para tocar algunas de las figuras.
Una sonrisa hizo acto de presencia en sus labios.
Este no había sido su plan original, sin embargo, ahora estaba teniendo sus
preciadas figuras de papel de vuelta a él. Fue mucho mejor de lo que esperó.
La cocina y el comedor se sintieron hogareños en un nivel de profundidad
difícil de describir. No fue complicado para YoonGi imaginarse a un JiMin
adormilado preparando su caja de bento antes de ir al trabajo, fue adorable.
—¿Qué vamos a desayunar? —le preguntó. Aunque un rápido vistazo a la
harina y huevos le dio la respuesta—. ¿Panqueques?
—Es una receta japonesa. —Sonriendo, YoonGi se encargó de quitarle el
mandil de las manos.
—Yo me encargo, tú todavía estás enfermo. Sólo dime los pasos. —A
pesar de lo pálido que estaba JiMin por la enfermedad, todavía se veía muy
bonito cuando sonrió complacido—. He estado practicando mi vocabulario
en lenguaje de señas sólo para esto.
A pesar de que dijo eso, todavía le costaba entender las indicaciones de
JiMin. Pero valía la pena si el chico no tenía que usar las notas o su teléfono
todo el tiempo. Todo valía la pena si el menor se mantenía así de feliz.
Bajo las indicaciones de JiMin, YoonGi llenó la tetera para ambos. Podía
romper su rutina sobre tomar café sólo porque JiMin necesitaba tomar
líquidos amigables con su estómago.
Gracias al humo de la tetera hirviendo y los panqueques cociéndose, una
neblina permeó los lentes de YoonGi.
—Ah, mis anteojos se están empañando. —Una vez que se quitó los lentes
se preguntó dónde debería ponerlos. Al final decidió hacerlo en el rostro de
JiMin, los colocó con mucho cuidado sobre el puente de su nariz y tomó la
oportunidad para pasarle un mechón detrás de la oreja. El chico parpadeó
mucho, luchando por acostumbrarse al aumento. Eso hizo que YoonGi se
tragara una risa—. Por favor, no está tan mal.
JiMin comenzó a caminar hacia él. Estiró los brazos de manera exagerada,
como si de pronto se hubiese convertido en un ciego... Un zombi ciego.
—Espero que llegues a mi edad con tan buena vista. —YoonGi atrapó a
JiMin, quien reía tiernamente de su broma. Tendiéndolo en sus brazos, lo
alejó de la estufa. Porque supuso que el menor había perdido la vista y podía
quemarse accidentalmente—. Entonces estaré esperando una disculpa y
después te acompañaré a una buena óptica.
—¿Y una vez que salgamos de la óptica?
—Iremos por un café, descafeinado para los dos.
Haciendo planes a futuro, YoonGi se percató de algo importante. Quería
ver a JiMin llegar hasta los cuarenta mientras tenían una relación así de
cercana, quería tener muchos más recuerdos de JiMin en su pijama de olanes
y haciendo el desayuno juntos.
¿No era este sentimiento uno que conoció mucho tiempo atrás?
¿La atracción física? No, demasiado simple, JiMin era una persona mucho
más importante que el dueño de una cara bonita. ¿Entonces eso era amor?
YoonGi no podía estar seguro. El amor que tuvo hacia su única pareja nunca
se sintió como si se pudiera tocar.
Este sí.
JiMin le dio un golpecito en el hombro, atrayendo su atención.
—Gracias por quedarte. En las videollamadas no puedo tocarte y ya te
echaba de menos. —Fue esa pequeña frase la que conmocionó a YoonGi.
Definitivamente era ese viejo sentimiento agridulce buscando venganza.
Secretos de papel

—¡JiMin! —Tan pronto como las palabras abandonaron su boca YoonGi se


arrepintió, había sonado mucho más alto de lo que esperaba. A pesar de eso,
JiMin no lo miró de mala manera, detuvo su charla con HoSeok y le dedicó
una sonrisa— Perdona, yo... ¿Terminaste todo tu trabajo? ¿Puedo hablar
contigo?
—Por supuesto. ¿Vamos juntos a la estación?
Con esa respuesta tan amable, YoonGi esperó a que los dos amigos se
despidieran. Hasta le sonrió a HoSeok, esperando aparentar la calma que no
sentía.
Cuando estuvieron solos, JiMin alcanzó una de sus manos al salir de la
empresa y le preguntó tan sólo mirándolo si todo estaba bien. YoonGi
entrelazó sus dedos, ignorando que sus palmas se estaban volviendo
sudorosas
Podía hacer esto. Sólo era una pequeña pregunta, sólo conseguiría que
JiMin se riera e hiciera mucho más divertido su enamoramiento sobre el
chico.
Tomó el aire fresco del anochecer en busca de valor.
—De casualidad, tú... —Antes de que YoonGi pudiera continuar el
teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. YoonGi estaba dispuesto a ignorarlo,
pero la llamada continuó y continuó. Únicamente existía una persona en su
vida que era así de demandante sobre su atención, incluso si no se amaban
más—. Lo lamento, estoy seguro quien es.
—¿Tu exesposa? —JiMin preguntó, viéndose un poco receloso.
—Sí, lo es. Rayos, que recuerdes que soy un hombre divorciado, justo
ahora, es vergonzoso. —YoonGi se sentía sumamente avergonzado, estaba
por preguntarle a un chico recién graduado de la universidad si tuvo
sentimientos por él con un enorme membrete que decía: "Hombre
divorciado".
JiMin liberó sus manos para poder responderle correctamente. Daba la
impresión de que era algo que requería toda su seriedad.
—¿Qué? ¡No! Si yo tuviera un divorcio por cada novio que he tenido, eso
sería vergonzoso. —La sonrisa traviesa en los labios de JiMin resultó
totalmente contagiosa para YoonGi—. Algo como eso no puede afectar a tu
valor como persona. No a ti. Especialmente tú no.
Bastó con escuchar las palabras de JiMin, para que YoonGi reafirmara que
adoraba al muchacho. Preguntar lo que intentó instantes antes ahora se sintió
sumamente cómodo.
—JiMin, ¿estabas enamorado de mí?
Pero claro, JiMin no lo esperaba.
El chico lo miró por un minuto, casi sin pestañear y justo en ese momento
el teléfono de YoonGi paró de sonar, dejándolos a ambos en el ruido opaco
de la ciudad.
—¿Qué? —JiMin preguntó, con la esperanza de haber escuchado mal la
pregunta. Tristemente esa noche no tenía suerte, por la forma en que YoonGi
lo miró se veía como si no hubiera nada malo con su pregunta.
Dejar de enviar sus figuras de papel no sirvió de nada, YoonGi ya
sospechaba de su actitud amistosa.
—¿Estabas enamorado de mí? —No obtuvo respuesta y cuando intentó
comprobar por qué, descubrió que las orejas de JiMin estaban enrojecidas
igual que la punta de su nariz. Aunque parecía imposible de creer la prueba
estaba justo frente a sus ojos. YoonGi había avergonzado tanto a JiMin hasta
obtener un sonrojo que se extendió por todo su rostro— ¿JiMin? Sólo era una
pregunta tonta, es una suposición, no tienes...
Intentó tomar la mano de JiMin, pero el chico dio un paso atrás y lo
observó directamente a los ojos.
Entonces lo vio sacudir la cabeza de arriba abajo y hacer un gesto con las
manos que no conocía, una palabra que no estaba dentro de su vocabulario.
El no saber que estaba respondiendo JiMin, hizo que tuviera un subidón de
adrenalina. El sonido de su pulso comenzó a retumbar en sus oídos.
—No sé... No sé qué significa eso.
JiMin hizo un sonido distinto y esta vez fue algo que YoonGi reconoció
perfectamente.
—Aún.
Quizás JiMin había dicho todavía, excepto que YoonGi estaba demasiado
pasmado para comparar ambos sinónimos. Esa no era la respuesta que esperó,
no era la respuesta para la que hizo todo un plan.
Había esperado que el diseñador menor dijera que tuvo una atracción por
él en el pasado, creando la anécdota perfecta sobre cómo volvió a tener la
misma suerte que un adolescente en la escuela secundaria intentando
perseguir a la persona que le gustaba. Y que al final resultaría en eso, una
anécdota.
La nueva respuesta de JiMin lo cambiaba todo, sin embargo. Porque
significaba que sus sentimientos eran correspondidos. Entonces él hizo algo
que no había hecho desde los dieciséis porque a sus rodillas ya no les
agradaba.
YoonGi se echó a correr de la vergüenza, sin mirar atrás.

1/4
Confesiones de papel

YoonGi llegó a casa con las mejillas rojas y totalmente sudoroso, resultado
de trotar un par de cuadras como si su vida dependiese de ello. Al quitarse los
zapatos su poodle café lo recibió felizmente, con su colita de algodón
moviéndose de un lado a otro.
Apenas tuvo el cuidado suficiente para no pisar a su pequeño bebé, el
recuerdo de un JiMin avergonzado confesándose estaba ocupando toda su
atención. Una confesión que él había forzado, accidentalmente.
Mirando en retroceso, entendía por qué JiMin actuaba como actuaba su
alrededor. Se volvió obvio porque recibía figuras de papel cada día, porque
JiMin le pedía su mano para sujetarla o el motivo por el que recibía halagos
sobre el mínimo aspecto de su apariencia. Alguien más inteligente que él
habría notado las señales mucho tiempo atrás.
Otra vez le faltó mirar a fondo, igual que en su antiguo matrimonio.
Encogido por una decepción a sí mismo, YoonGi se recostó en su sillón
para escribirle un mensaje a su exesposa pidiéndole que no lo llamara más.
En el momento en que presionó el botón de enviar, recibió una nueva
notificación de la misma aplicación.
Su dedo índice tembló sobre el perfil de JiMin y después de una lucha
interna, se decidió por abrir la conversación y leer los nuevos mensajes.
«Me gustaría disculparme y decirte que fue una broma, pero nada de lo que
haga dará marcha atrás en nuestra relación y así es como lo prefiero, creo.
Nunca he sido bueno para guardar secretos, lo que es divertido considerando
mi condición. Así que, aquí viene la bomba.»
«En realidad, comenzaste a gustarme dos años atrás. Sé que no lo
recuerdas, estabas casado, yo haciendo mi servicio social. Le hiciste una
broma a JaeWon porque estaba molestándome y esa no es la novedad. Tú
fuiste la novedad.»
YoonGi miró la pantalla por un momento y abrió la boca cuando su
cerebro conectó un viejo recuerdo. Completamente cierto, JiMin estuvo ahí
antes. Fue el pasante más bonito que había visto, de labios hechos para adorar
por horas. Pero en aquellos años, creía que su matrimonio todavía tenía una
solución. Fue sumamente terco al respecto, sin importarle que ambos
comenzaron a encontrar atractivas a otras personas, con las que no
compartían anillos.
«Lo divertido es que yo me enamoré de ti ahora.»
«El amor es un sentimiento que no conocía hasta ti. Creo que es gracioso
porque he salido con muuchos chicos durante la universidad y nunca se sintió
de esta forma. Este era el secreto por el que dejé de enviarte figuras de papel,
porque me aterraba que descubrieras mis verdaderos sentimientos. Al final no
fue tan aterrador como pensaba, disfruté decirte que te amaba y disfruté ser
escuchado por ti. Aunque no me gustó que huyeras al final.»
«Gracias por ser el único que se ha tomado el tiempo para escucharme.»
YoonGi se mantuvo mirando su pantalla, incluso cuando esta se apagó por
el tiempo de desuso. Era por ese motivo que estaba maravillado con JiMin, el
chico adoraba hablar y no había nadie que tuviera tanto que expresar como él.
Cada palabra que salía de sus manos era especial, parecía que siempre sabía
que decir.
Leer la opinión de JiMin sobre él, lo hizo sentirse extraño. Cuando se
miraba así mismo veía a un hombre de cuarenta, perseguido por la sombra
del fracaso de un matrimonio con quién debía ser el amor de su vida.
¿Pero qué pasaba si el amor de su vida había llegado un poco tarde?
Porque a través de las palabras de JiMin, fue capaz de mirarse así mismo
de otra forma. Como si fuera una persona que tuvo la culpa justa de un
divorcio, pero que merecía tener un nuevo romance con una nueva persona.
Él escribió un mensaje rápido, invadido por la euforia de su
descubrimiento. Ni si quiera se molestó en revisar la coherencia.
«Para mí, escucharte nunca fue una obligación. A veces pienso que todo el
mundo debería tomarse el tiempo para hacerlo y entonces serían más felices.»
Sabía que eso era una respuesta ambigua y eso era justamente lo que
persiguió. Ya le daría una respuesta perfecta, sólo necesitaba tiempo. Tiempo
y mucho papel.
—Ven, bebé, vamos a buscar hojas que no necesitemos. —El perro café al
mirarlo levantarse, dejó de morder sus juguetes y lo siguió con el mismo
entusiasmo que tenía su dueño.

2/4
Mariposas de papel

Cuando HoSeok le envió un mensaje pidiéndole que fuera la oficina


urgentemente, JiMin se negó porque aún no estaba listo para encontrarse con
YoonGi y escuchar cómo lo rechazaba cortésmente. Ignoró el mensaje o al
menos el primero, su mejor amigo siguió insistiendo hasta que le resultó
imposible negarse.
Caminó hacia la oficina, arrastrando los pies. Únicamente para tener la
suerte de encontrarse con la oficina en una completa obscuridad, así como en
un silencio espeso. La cosa fue todavía más espeluznante cuando la puerta se
cerró detrás de él.
Al mismo tiempo que JiMin hacía un ruido de la sorpresa, las luces se
encendieron de golpe. No tuvo el tiempo suficiente para que sus ojos se
acostumbraran a la vista porque inesperadamente todos los ventiladores
comenzaron a girar sus aspas. Los del techo, los grandes ventiladores que los
trabajadores conectaban en épocas de calor y los pequeñitos para evitar que
las laptops se sobrecalentasen.
Entonces el verdadero espectáculo comenzó. En toda la oficina se creó un
huracán de mariposas de papel. Fue maravilloso, había tantos colores y tantas
de ellas volando que era la vista más bonita que JiMin había tenido, después
de YoonGi sonriendo para él y acomodándose los lentes en el puente de su
nariz.
Todo lentamente se detuvo, haciendo que las mariposas aterrizaran en
todas partes. JiMin estaba muy ocupado recogiendo tantas figuras como
podía que no notó cuando apareció YoonGi en escena. HoSeok y SeokJin
también estaban ahí, pero ellos se mantuvieron al margen.
YoonGi se acercó a él tímidamente.
—¿Eso te gustó? —Aunque la respuesta era evidente, JiMin asintió de
arriba abajo lo suficientemente fuerte como para terminar mareado.
—¡¿Tú lo hiciste?! —preguntó, emocionado hasta los huesos. YoonGi lo
tomó de la mano mientras que sus mejillas se volvían rosadas.
—Me gustaría llevarme todo el crédito, pero recibí un poco de ayuda.
—¿Un poco? —HoSeok en el fondo se quejó, SeokJin se rio y YoonGi los
miró como si intentara silenciarlos. Eso no sucedió.
—En realidad bastante ayuda, pero esto fue totalmente mi idea. —JiMin
apretó entre sus propios dedos los de YoonGi, sólo para descubrir que el
mayor estaba usando un montón de venditas adhesivas. Lo miró seriamente
preguntándole el motivo—. Eso... Es porque descubrí que el papel es más
filoso de lo que parece.
El mayor rio avergonzando y el amor de JiMin por él terminó por
derretirse.
Era difícil resumir el poder que YoonGi tenía sobre JiMin. Este hombre
con sus dedos heridos por trabajar para él y arrugas en las esquinas de sus
ojos, era el único hombre que le había arrebatado el corazón.
—JiMin, yo... Sé que me veo como un tonto ahora, también cuando corrí y
te dejé solo esa noche. —Aunque ver a YoonGi alejarse después de su
confesión lo hirió, JiMin nunca llamaría al hombre tonto—. Pero después de
leer tu mensaje, dejé de ser un poco tonto e hice esto para ti. Es como... Lo
que haces en mí.
—¿Mariposas?
—Haces un desastre de mariposas en mi estómago, como si tuviera
dieciséis otra vez. —Con esa respuesta, los ojos de JiMin comenzaron a
brillar de ilusión. ¿Tenía la oportunidad de ser correspondido? ¿Tenía esa
suerte? Su respuesta vino con las siguientes palabras de YoonGi—. ¿Te
gustaría que c-comencemos a tomar café juntos? ¿Cómo una salida para dos
personas que quieren comenzar a salir? ¡Salir románticamente!
JiMin perdió el aliento. Después de intentar conformarse con ser un simple
amigo para YoonGi, saber que podrían tener citas para tomarse de las manos
consiguió que se sintiera terriblemente mareado. Era ir de tan poco a mucho.
—¿Quieres ir a una cita conmigo?
—A un montón de ellas. —YoonGi dijo, sonando soñador al respecto—.
Me gustaría que esto fuera una propuesta para salir, sólo que mi ritmo es
mucho más lento. ¿Estás bien con ello?
Era difícil dar una respuesta acertada. Lo mejor que JiMin pudo hacer fue
el ruidito más feliz en mucho tiempo de su vida y arrojarse a los brazos de
YoonGi. El hombre lo atrapó por fortuna, después se aferró a él como si le
doliera cada centímetro de espacio existente entre sus cuerpos.
Entre el abrazo, JiMin miró a su mejor amigo y jefe. Les sonrió a ambos en
agradecimiento mientras tiraba más fuerte del cuerpo de YoonGi.
Cuando estuvo sólo un poco más tranquilo, tomó aire y usó el lenguaje de
señas.
—¡Quiero! ¡Estoy perfectamente con ello!

3/4
Anillos de papel

—Jim, tranquilízate. Tu corbata está perfecta. —A pesar de que HoSeok dijo


eso, se inclinó para arreglar el traje de su mejor amigo, desde el saco hasta el
cuello de la camiseta azul. Eso sólo hizo que los nervios de JiMin se pusieran
de punta.
Alcanzó su teléfono y escribió en un parpadeo.
«¿Estás seguro? Tengo que verme perfecto. Todo tiene que salir perfecto.»
Únicamente en caso de que su mejor amigo no lo entendiera, colocó en
negritas la palabra PERFECTO.
—Todo está bien. —HoSeok sonrió mientras arreglaba las últimas arrugas
de su prenda—. No entiendo por qué estás tan nervioso, has salido con
YoonGi por dos años. Dirá que sí.
A pesar de lo increíble que sonaba para JiMin, era cierto. Habían
transcurrido dos años desde que YoonGi y él compartieron su primer beso en
un aniversario de la oficina. Principalmente por ese motivo, JiMin quería dar
el siguiente paso en su relación en el mismo tipo de fiesta donde formalizaron
su enamoramiento.
«Lo sé. Aunque podría no ser suficiente. YoonGi podría sentirse
presionado. Ya se casó una vez. ¿Y si no quiere casarse de nuevo?»
—Sólo estás pensando tonterías.
JiMin sabía que HoSeok tenía algo de razón, pero estaba tan nervioso que
sus preocupaciones comenzaban a parecer reales. No pasó mucho tiempo
para que YoonGi abriera la puerta de la oficina, presumiendo su perfecto traje
negro y su divertida corbata con diseño de Chewbacca.
—¿JiMin? Aquí estabas. —El diseñador más joven le sonrió
nerviosamente. Generalmente le alegraba ver la cara de su pareja, pero no
esta noche.
—Oh, mira eso, es YoonGi.
HoSeok, el traidor, simplemente se rio mientras dejaba a su mejor amigo a
su suerte. Ignorando que JiMin lo miraba pidiéndole silenciosamente que no
lo abandonara, que no estaba listo.
—¿Te pasa algo, uh? —YoonGi le preguntó al menor, tomando el sitio que
antes estuvo ocupado por HoSeok. Estaba usando esa mirada tan encantadora
que siempre embrujaba a JiMin, del tipo que sabía que algo no estaba bien
con él y haría todo por solucionarlo.
—Yo quería decirte algo. —JiMin usó el lenguaje de señas de una forma
tan torpe que en realidad fue como si estuviera tartamudeando. Aquí iba, lo
haría—. No sé cómo hacer esto, ni cómo decirte esto y ahora que estoy a
punto de hacerlo, estoy seguro que debí escribir un discurso o al menos una
guía sobre lo que debería decir... Pero me enganché a ti desde que comencé
a trabajar en la empresa, desde entonces no ha existido un solo momento en
donde no te quiera en mi vida. Te quiero en ella, por el resto de ella. Quiero
sentirme tan viejo como tú y seguir amándote así.
—JiMin, ¿qué estás diciendo...?
JiMin se arrodilló sobre una de sus piernas, buscó en sus bolsillos la caja
de madera especial y entonces la abrió para YoonGi. Le mostró al hombre los
anillos de papel que él especialmente había hecho. De hojas doradas, en
forma de gatito, hechos justo a la medida.
—Estoy diciendo, ¿quieres casarte conmigo?
El tiempo de espera se sintió como contener el aliento bajo el agua. Hasta
que YoonGi comenzó a reír y el corazón de JiMin se rompió.
—Tienes que estar bromeando —dijo su novio entre risas y según el
escaso conocimiento de JiMin en el área, así no es como YoonGi debería
reaccionar ante una propuesta de matrimonio.
Tratando de encontrar una respuesta, miró sus anillos. La oleada de
vergüenza fue devastadora, JiMin sintió que no debió hacerlos de papel,
debió comprar anillos reales. Nunca podría ser tomado en serio con argollas
de ese tipo.
Sus emociones negativas se detuvieron sólo cuando YoonGi se arrodilló en
el suelo con él y lentamente le mostró una caja de terciopelo negro.
—También quería hacerte la propuesta esta noche. —Esa explicación logró
que JiMin se contagiara de la risa avergonzada de su novio. Su espectacular
conexión a veces les jugaba en contra—. Pero me gustan más tus anillos,
podemos usar los míos después.
YoonGi guardó su caja y le tendió la mano. JiMin la recibió, temblando.
—¿De verdad quieres casarte conmigo?
—¿De verdad quieres casarte con este viejo? —Entendiendo lo ridícula
que era su primera pregunta, JiMin le respondió a YoonGi colocándole uno
de sus anillos en el dedo anular. La vista fue algo familiar y al mismo tiempo
refrescante, le recordó que ese hombre sería oficialmente suyo.
Su prometido hizo lo mismo, decorando su mano con su símbolo del
compromiso. A pesar de lo débil que era el papel, se veía como una promesa
concreta.
Finalmente, los dos se abrazaron eufóricamente y YoonGi se encargó de
gritar por ambos.
—¡Dijimos que sí!
Cuando sus amigos aparecieron para las felicitaciones, JiMin pensó que
nunca en su vida se había sentido tan amado. Mirando hacia atrás era
divertido cómo todo empezó por un simple avión de papel.
4/4
ઽCon un maratón sorpresa doy por terminado este mini fic. ¡Gracias a
todos los lectores que llegaron hasta el final! No se olviden de seguirme, los
tqm.

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