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Un Aroma Salvaje

Omega prisionero

Naruto Namikaze tenía el cuerpo tenso y los brazos estirados a los lados mientras contemplaba
desde el porche de su casa cómo un vehículo todoterreno derrapaba sobre la tierra polvorienta
antes de detenerse. De este, salió un hombre alto, vestido con unos simples vaqueros y una
camiseta de manga larga, de piel clara, con el corto cabello negro revuelto como si no se lo
hubiera peinado y unos ojos oscuros que gritaban peligro y sed de sangre.

Y no lo culpaba.

Hacía menos de una hora, había recibido la llamada de Fugaku, líder del clan de los jaguares
negros Uchiha. Este clan era originario de Japón, pero hacía varios días que sabía que estaban en
Estados Unidos para concertar una reunión con el resto de manadas jaguares del país, incluida la
suya propia, aunque no había sabido el motivo hasta que le había llamado por teléfono para
suplicarle su ayuda.

Su hijo Omega había sido secuestrado.

Los cambiantes eran muy diferentes a los humanos; mientras que ellos se dividían en hombres y
mujeres, ellos lo hacían en Alfas, Betas y Omegas. Sin embargo, entre aquellos que poseían la
mágica habilidad de cambiar de forma, existía una amplia igualdad de sexos y estaba prohibido el
maltrato y el desprecio a cualquiera por su género, después de todo, los cambiantes eran muy
pocos en comparación con los hombres y debían mantenerse unidos para evitar su extinción,
como había ocurrido milenios atrás en una guerra contra los mortales. El problema era que su
reproducción era complicada; los Betas podían tener hijos entre sí, pero pocos, tal vez un máximo
de tres si eran afortunados, mientras que entre dos Alfas, la hembra solo llegaba a tener un
cachorro, después de eso, sus órganos internos quedaban seriamente dañados y era incapaz de
tener más hijos. Por eso, los Omegas eran su mejor baza, pero no eran numerosos. Por ahora, eso
no era un grave problema, no representaba una inminente extinción ya que los cambiantes eran
inmortales, sin embargo, procuraban mantener muy protegidos y cuidados a los que había, ya que
ellos podían quedar en cinta durante mucho tiempo y daban a luz camadas grandes de cachorros,
algunos llegaban a tener hasta seis crías por camada.
El motivo era que los Omegas, para poder ser fértiles, debían haber sido marcados por un
compañero durante su primer celo, que se producía cuando cumplían los treinta años. Según las
leyes sagradas, estos debían ser reclamados por su Alfa destinado, escogido por su diosa, la Gran
Madre Tierra, puesto que el vínculo entre ambos era muy fuerte incluso sin apenas conocerse, lo
que garantizaba que el Alfa protegería y cuidaría muy bien del Omega y, se decía, este estaría más
predispuesto a quedarse preñado. Por desgracia, a veces no se encontraba al destinado antes del
primer celo y este debía escoger a otro Alfa para poder embarazarlo; sin embargo, este vínculo
nunca llegaba a ser tan poderoso y, a veces, la infelicidad del Omega por no poder estar con su
verdadero compañero acababa por ponerlo enfermo.

Naruto ahora comprendía que Fugaku había llevado a su hijo hasta allí con la esperanza de
encontrar a su Alfa destinado… pero antes de poder hacerlo, otros se habían adelantado.

Siempre había habido grupos de Alfas que creían estar por encima de los demás. Era verdad que,
por tradición, un Alfa era el líder de un clan, estaba en la naturaleza de los cambiantes seguir a
uno de ellos, pero eso no quería decir que debieran menospreciar a los Betas o los Omegas, o que
estos no tuvieran derecho a ejercer los mismos trabajos que los Alfas, todo dependía del esfuerzo
que pusieran en ello; el propio Naruto jamás había impedido que un Beta hábil se convirtiera en
ejecutor, un guerrero que protegía el clan, o forzado a un Alfa a ser uno de ellos si este prefería ser
artista o desempeñar otras funciones para su manada. Esos Alfas que habían llegado a gobernar su
clan vulneraron los derechos de los suyos, forzando al resto de Alfas a convertirse en asesinos,
esclavizando a los Betas mientras que los pobres Omegas fueron víctimas de abusos, maltratos y
violaciones, algunos incluso fueron marcados por sus crueles hombres delante de sus propios
destinados. Obviamente, duraron muy poco. Y el hijo de Fugaku no sería la excepción si la manada
de Naruto no les ayudaba.

Sabía que el líder de los Uchiha no habría traído a todo su clan consigo, sino que habría ido él
mismo con su hijo y varios de sus ejecutores de confianza para protegerlo. Eran muy pocos para
dar con él y, además, estaban en un terreno desconocido. Por eso mismo necesitaba su ayuda.

El hombre que había salido del vehículo fue hacia él e inclinó la cabeza a modo de saludo.

—Alfa —lo saludó respetuosamente.


Naruto le devolvió el gesto, pero hizo una mueca.

—No es momento de andarse con formalidades, solo dime cómo debo llamarte y lo que ha
pasado.

El otro hombre pareció de acuerdo.

—Soy Shisui, mi compañero es el hermano mayor de Sasuke.

—Sasuke… ¿Es el nombre del Omega?

Shisui asintió.

—Fugaku y yo fuimos a concretar los detalles de la reunión con el resto de clanes, queríamos que
fuera algo seguro para Sasuke y también rápido, por si su compañero destinado estaba aquí, ya
que falta poco para que entre en celo. Él se quedó en su habitación con el resto de ejecutores,
pero fueron emboscados; usaron gas lacrimógeno para nublar sus sentidos y los mataron con
facilidad. Sasuke tuvo más oportunidades de defenderse porque lo necesitan vivo, es un Omega
fuerte y logró matar a dos, pero parece que había más cambiantes y lo cogieron.

Naruto soltó un gruñido.

—No pueden ser más de diez. Este tipo de Alfas suelen ser muy dominantes y acaban peleando
entre ellos si llevan mucho tiempo juntos. Serán menos ahora. —Casi se le escapa una diminuta
sonrisa al pensar que el Omega había podido con dos Alfas. Era un chico duro, sin duda—. Eran
otros jaguares, ¿verdad?

—Sí.
—¿Qué más habéis averiguado?

—Había una jeringuilla en el suelo, seguro que lo sedaron para poder llevárselo. Su coche salía en
las cámaras de seguridad y pudimos rastrear la matrícula hasta el aeropuerto… parece que esos
cabrones tienen un jet privado.

—No son muy listos para ocultarse —observó él.

—No, el problema es que sabemos que han volado hasta aquí, y también tenemos la matrícula del
coche que han cogido, pero…

—Esto es Alaska —gruñó Naruto, viendo por dónde iban los tiros—, hay bosques por todas partes
y muy pocas cámaras por estas zonas. Será muy difícil rastrearlos con esos métodos.

El rostro de Shisui palideció.

—¿No hay posibilidades de encontrarlo?

Naruto le hizo un gesto con la cabeza para que entrara en su casa. Allí, estaban casi todos sus
ejecutores, aquellos a los que había llamado para que le ayudaran con la búsqueda del Omega.
Ordenó a varios de los suyos que se pusieran en contacto con los líderes de los otros clanes de
cambiantes para que averiguaran si habían visto a un grupo de jaguares Alfas extraños pasando
cerca de su territorio, además de pedir su colaboración. Después, se volvió hacia Shisui.

—Lo bueno de que Alaska tenga tantos bosques es que es el lugar ideal para los cambiantes. Hay
muchos clanes por aquí y nos conocemos entre todos, si alguien ha visto algo raro, nos lo dirán.

El Uchiha frunció el ceño.


—¿Hay más clanes de jaguares aquí? Creía que solo erais vosotros.

Naruto negó con la cabeza, gruñendo.

—No. Sobre todo son osos y lobos, también hay unos pocos linces y una manada de pumas que,
como nosotros, no son originarios de aquí.

—¿Quieres decir… que… os relacionáis? —preguntó el otro Alfa con cierta sorpresa.

No es que él pudiera reprochárselo. En situaciones normales, los cambiantes eran recelosos entre
distintas especies debido a sus costumbres y tradiciones, diferentes entre sí, también había un
fuerte componente territorial… pero en Alaska era distinto.

Se le escapó un suspiro.

—El clima de aquí es muy difícil; inviernos muy duros, lluvias torrenciales, tormentas eléctricas,
incendios e inundaciones… Debemos ayudarnos los unos a los otros.

—¿Nos ayudarán a encontrar a mi cuñado?

Naruto gruñó.

—Es un Omega. Esos desgraciados morirán en cuanto los encontremos.

Shisui le agarró un brazo con gesto suplicante.


—Tenemos que dar con él. Por favor. Mi compañero está embarazado de su segunda camada y si
le pasa algo a Sasuke, es posible que él…

Lo comprendió al instante. La ansiedad podría hacer que ese Omega perdiera a sus cachorros, un
aborto sería muy peligroso para él.

Podrían perder a dos Omegas si la cosa salía muy mal.

Pero eso no pasaría si él tenía algo que hacer al respecto.

Mientras sus ejecutores trabajaban, él decidió tranquilizar a Shisui. No le sería de mucha ayuda si
estaba nervioso a la hora de salir a buscar a Sasuke.

—¿Dónde está Fugaku?

—Eliminando las huellas de esos cambiantes en Nueva York —respondió Shisui con una mueca—.
Lo último que necesitamos es a los humanos metiendo las narices en nuestros asuntos.

—¿Alguien sabía que iríais allí? —Era habitual que, cuando un Omega viajaba a alguna parte fuera
de su clan, su ubicación se mantuviera en estricto secreto precisamente para evitar estos
secuestros—. ¿El clan estaba informado?

—Solo sabían que nos llevaríamos a Sasuke a Estados Unidos, todo el mundo lo conoce y es
consciente de que su primer celo está cerca, también saben que no es el primer viaje que hace
para encontrar a su destinado, así que no tenía sentido tratar de ocultarlo cuando lo habrían
adivinado de todos modos, pero no le dijimos a nadie que iríamos a Nueva York.

Naruto entrecerró los ojos.


—Los sujetos como ellos buscan Omegas constantemente, pero son conscientes de que no
pueden enfrentarse a un clan para llevárselos, puesto que tienden a estar en inferioridad
numérica, así que seguramente trabajarán en aeropuertos o rondarán cerca de estos para
aprovechar los viajes de los Omegas que buscan a su compañero. Su seguridad siempre es menor
que estar en su manada y en su terreno, probablemente uno de ellos olería a Sasuke estando por
allí y os seguiría hasta el hotel.

—¡Mierda! —maldijo Shisui.

—¿Tenéis fotos suyas? Eso ayudaría mucho.

—No, siempre están de espaldas a las cámaras o llevan algo que cubre la mitad inferior de su
rostro, pero no hay duda de que son jaguares. Los dos Alfas que mató Sasuke llevaban el olor de
nuestra especie.

A Naruto no le extrañaba, los cambiantes solo podían criar entre los miembros de su propia
especie, las mezclas eran muy raras y solamente posibles si el Alfa y el Omega eran compañeros
destinados, de modo que sería estúpido que unos lobos secuestraran a un jaguar a menos que
hubieran establecido algún tipo de alianza entre ambas especies, como si ellos conseguían un
Omega jaguar, estos les conseguirían a los lobos un Omega de su especie, pero era algo poco
común ya que, como decía Shisui, existía cierta desconfianza entre los cambiantes de distintas
razas.

En Alaska la cosa cambiaba. Cuando ocurría algún desastre natural, siempre había un clan u otro
que había sufrido graves pérdidas, ya fueran sus casas, su territorio, víveres e incluso seres
queridos, de modo que el resto de manadas se ayudaban entre sí para poder sobrevivir. Gracias a
eso, ahora había fuertes vínculos de amistad entre los clanes cambiantes de esa zona.

Tras echar un vistazo rápido a sus hombres, los cuales tenían los móviles pegados a la oreja,
decidió seguir conversando con Shisui para evitar su nerviosismo.

—Entonces, tú eres el próximo líder del clan —intuyó.


El Alfa esbozó una media sonrisa.

—Por tradición, sí, pero será Itachi, mi compañero, quien lidere la manada. Es muy inteligente y
poderoso para ser un Omega.

—Estás orgulloso de él —afirmó Naruto, sintiendo una punzada de envidia.

Shisui hinchó el pecho.

—Por supuesto que sí. Él y yo somos amigos de la infancia, y cuando llegamos a la pubertad,
descubrimos que éramos compañeros. Yo estaba muy feliz de que fuera él, siempre había
admirado a Itachi, era más fuerte que los Alfas a pesar de ser más delgado y esbelto, pero no por
ello era presumido o vanidoso, solía decir que lo importante era aprender de cada combate que
libraba, eso solo me demostraba lo sabio que era a pesar de ser tan joven. Yo sentía que no
merecía tener a alguien así a mi lado, pero él… él me quería a pesar de todo —dicho esto, le sonrió
—. Estoy muy agradecido porque nuestra Gran Madre nos juntara tan rápido, así tuvimos mucho
tiempo para estar juntos como pareja antes de que lo reclamara.

El rubio le devolvió la sonrisa con amargura.

—Fuisteis muy afortunados.

Shisui lo miró un instante con suspicacia.

—Sé por tu olor que no estás acoplado. ¿Hace mucho que buscas a tu compañero?

Naruto iba a responder cuando unos de sus ejecutores gritó:


—¡Tengo algo, Alfa!

De inmediato, él se acercó a su hombre.

—¿Qué es?

—Uno de los lobos de Kiba vio a unos jaguares Alfas en una gasolinera. Los recuerda porque no los
reconocía como de nuestro clan y porque tenían un leve olor a Omega, pensó que lo estarían
escoltando a nuestra manada para encontrar a su compañero.

—¿En qué zona fue?

Su ejecutor le dio la dirección y Naruto pensó rápido: pidió a sus hombres que pasaran la
información al resto de clanes cambiantes y que por favor echaran un vistazo a sus territorios por
si captaban el olor de los jaguares y del Omega. Mientras tanto, él, Shisui y dos de sus ejecutores
irían a la gasolinera en busca de más pistas.

Durante el camino, no pudo evitar pensar en el funesto destino que le aguardaba a Sasuke si no
llegaban antes de que entrara en celo. En el peor de los casos, sería reclamado por uno de esos
animales y se lo llevarían a algún lugar recóndito donde lo mantendrían prisionero hasta que se
quedara embarazado… y eso si antes no moría por los maltratos y abusos. Sin embargo, no lo creía
probable; Shisui había dicho que Sasuke había matado a dos de los Alfas, eso era un indicio muy
claro de que el Omega era fuerte y, dada la reputación de los Uchiha, no le cabía duda de que
tenía fuerza de voluntad, probablemente lograría sobrevivir a eso… Por desgracia, eso significaba
que esos desgraciados podrían aprovecharse de él durante mucho tiempo, puede que incluso
arrebatarle muchos bebés y educarlos por su cuenta para formar su propia manada. Si tenía
cachorros Omegas, estaba convencido de que esos desgraciados esperarían también a su primer
celo para acoplarlos.

Pero eso sería en el peor de los casos.


Naruto estaba convencido de que, con la ayuda del resto de clanes cambiantes, tenían una
oportunidad de evitar que eso ocurriera. En el caso de que no pudieran llegar a tiempo, Sasuke
sería reclamado, sí, pero esos Alfas no podrían moverlo de sitio sin llamar la atención; los Omegas
en celo apenas podían pensar en otra cosa que no fuera en alcanzar la satisfacción sexual, y
cualquier cambiante olería a uno de ellos en semejante estado, era un olor muy fuerte. En el caso
de que se quedaran donde estaban, era cuestión de tiempo que los encontraran; entonces,
tendrían que atrapar al cabrón que había marcado al Omega y lo mantendrían vivo durante un
año, tiempo suficiente para que pudieran matar a ese desgraciado sin que su compañero sufriera
represalias por cortar el vínculo, el cual no sería muy fuerte al haber sido forzado y no ser
verdaderos compañeros. Puede que Sasuke no pudiera tener cachorros después de eso, pero al
menos podría ser feliz con un Alfa al que quisiera, incluso tendría mucho más tiempo para
encontrar a su destinado.

Sin embargo, Naruto estaba decidido a encontrarlo antes de que eso ocurriera.

—Alfa —lo llamó su ejecutor, señalando sus manos.

Las miró y soltó un gruñido al darse cuenta de que habían salido sus garras. Cerró los ojos y se
concentró para retractarlas lentamente.

—Daremos con el Omega, Alfa. Ya lo verá.

Naruto sabía en qué dirección iban los pensamientos de su ejecutor. Su madre, su padre. La
muerte de ambos.

—Por supuesto —gruñó.

Y cuando encontrara a los animales que lo tenían preso, los mataría.


Tres días más tarde, en los remotos bosques vírgenes de Denali, se alzaba una cabaña solitaria de
aspecto destartalado y viejo, con algunas placas de madera fuera de su sitio, el tejado maltrecho y
la pintura descolorida, era como si nadie hubiera vivido allí en décadas. Sin embargo, en el
cobertizo había un orgulloso Omega que asesinaba con su negra mirada a los cuatro Alfas que lo
estaban vigilando.

Sasuke Uchiha era un bello ejemplar de jaguar negro; era alto pese a ser Omega, de metro
ochenta, y tenía un cuerpo atlético de músculos ondulados, delgado y ágil, fuerte y esbelto a la
vez, todo cubierto por una aparentemente delicada piel blanca que resaltaba su cabello de un
negro brillante con reflejos azules, el cual llevaba largo por debajo de los hombros, y sus ojos
oscuros como una noche sin luna, afilados y fríos. Pese al tiempo que llevaba siendo un prisionero,
mantenía la cabeza alta con aire desafiante, importándole muy poco que esos Alfas lo hubieran
dejado desnudo sobre el frío suelo de madera, atándole los tobillos con cuerdas y las muñecas con
grilletes que rodeaban una viga, de forma que sus brazos permanecieran en alto; su cabello estaba
desaliñado y enmarañado, su piel sucia por el tiempo que llevaba allí… y su cuerpo tenía varios
mordiscos.

Sasuke no era la clase de Omega que se doblegaba fácilmente a los demás, por lo que había
aprovechado cada ocasión para golpearlos y tratar de escapar, pero era en vano. Esos hombres le
ponían algún tipo de droga que impedía que pudiera alterar la química de su cuerpo, procurando
así que fuera incapaz de cambiar a su forma animal, ni siquiera podía sacar sus garras o colmillos.
Era capaz de moverse todo lo que le permitían sus ataduras, que era poco, sin embargo, su fuerza
física se había reducido a la mitad, sus golpes no eran suficientes para salir de allí, por mucho que
lo había intentado.

A los Alfas no les había gustado su resistencia y el hombre que había decidido hacerlo suyo le
había dejado profundas marcas de colmillos. Eso le había jodido no solo a nivel físico, sino que
también le había herido emocionalmente.

Sasuke era consciente de su responsabilidad como Omega, sabía que era importante para su clan y
para su especie que se apareara durante su primer celo, y lo había aceptado. Ver cómo su
hermano estaba felizmente acoplado con Shisui le hizo desear encontrar a su propio compañero,
por eso nunca se opuso cuando su padre lo había llevado de viaje a distintos países para concertar
reuniones con los clanes de jaguares con la esperanza de hallar a su destinado, realmente quería
estar con este en vez de conformarse con otro Alfa al que probablemente jamás amaría.

Por eso mismo, Sasuke había establecido unas normas en lo referente a sus amantes. Sí, los
Omegas que no encontraban a su compañero tenían amantes, después de todo, los impulsos
sexuales aparecen durante la pubertad y para los cambiantes era completamente natural
satisfacer esas necesidades, a diferencia de algunos humanos que habían obligado a sus
congéneres a contenerse hasta el matrimonio. Sasuke era un Omega hermoso y no era de extrañar
que hubiera tenido unas cuantas aventuras, sin embargo, había ciertas cosas que se había jurado a
sí mismo que nunca haría si no era con su destinado, jamás con otro que no fuera su Alfa.

Una de ellas era que lo marcara con sus colmillos.

Que ese desgraciado le hubiera mordido salvajemente hasta dejarle cicatriz le había dolido mucho.
Se suponía que su compañero debía ser el primero en marcarlo, un Alfa que sería cuidadoso con
él, que procuraría que disfrutara del momento de su unión y que jamás le haría daño. En cambio,
ese cabrón le había tratado como si fuera una mascota a la que castigar cuando hacía algo malo, y
solo por ser Omega.

Pues si este Omega pudiera transformarse, vería lo débil que podía ser… después de abrirlo en
canal y ahorcarlo con sus propios intestinos.

Ojalá pudiera hacerlo, lo deseaba con todas sus fuerzas, pero ni siquiera podía tirarse un pedo sin
que esos cabrones se dieran cuenta; siempre había uno o dos que tenían sus ojos puestos en él,
lujuriosos, ansiando poder clavarle algo más que los colmillos… como en ese instante.

Sasuke le lanzó un gruñido al gilipollas que lo estaba devorando con los ojos.

—Deja de mirarme tanto, puto pervertido.


El Alfa, cuyo nombre había identificado como Kidomaru, le mostró una sonrisa de colmillos
afilados.

—No vuelvas a insultarme, Omega… o te prometo que me divertiré con tu bonito culo.

Otro Alfa, de cabello blanco largo hasta los hombros, llamado Kimimaro, le lanzó una mirada de
advertencia.

—Ya conoces las normas, Kidomaru. No puedes tocarlo.

—Él me está provocando con su sucia boca —replicó el otro hombre, mirando a Sasuke mientras
se relamía los labios—. Quiere que lo folle.

El Omega resopló:

—Antes jodería con venado.

Kidomaru se levantó de un salto, agarrándose la parte delantera del pantalón para arrancársela
mientras andaba hacia él, pero Kimimaro y otro Alfa lo detuvieron y lo obligaron a sentarse de
nuevo donde estaba.

—Estate quieto —ordenó el primero con un gruñido.

—Este Omega es de Orochimaru —comentó con firmeza la única hembra Alfa del grupo, Tayuya,
que tenía el cabello rosado muy largo—. Si lo quieres, tendrás que desafiarle.

Kidomaru miró con ojos lujuriosos a Sasuke.


—No quiero reclamarlo… pero sí follarlo. —Sus fosas nasales se abrieron—. Puedo oler que su celo
está cerca y me está volviendo loco, ¡quiero metérsela hasta que grite!

El Omega le lanzó una sonrisa burlona.

—¡Pff! ¿Crees que serías capaz de hacerme gritar?, ¡por favor! He visto tu polla y no es gran cosa,
en todo caso lloraría de decepción.

Kidomaru rugió y se levantó de un salto, claramente para atacarlo, pero Kimimaro y el otro Alfa,
un tipo grande con el pelo muy corto de color zanahoria, Jirobo, lo contuvieron y lo inmovilizaron
en su asiento.

—¡Basta! —gritó Kimimaro.

El jaguar se detuvo, resoplando con fuerza.

—Solo deja que folle su boca para que aprenda a estar en silencio, ya que Orochimaru es incapaz
de mantenerlo bajo control.

Sasuke esbozó una amplia sonrisa.

—Eso me parece genial.

Kidomaru imitó su gesto e hizo amago de levantarse, pero Tayuya lo cogió por los hombros y lo
obligó a permanecer sentado.

—¿Eres idiota o qué? Este Omega ha estado tres días jodiéndonos, ¿y ahora piensas que te hará
una mamada alegremente? ¡Quiere arrancarte la polla, imbécil!
El hombre le lanzó una mirada envenenada a Sasuke, que lamentó no tener la oportunidad de
castrar a ese gilipollas.

—Pequeño hijo de…

—¿Qué está pasando aquí?

Sasuke se estremeció un poco al escuchar esa voz. El autor principal de su secuestro apareció por
las escaleras, un Alfa jaguar muy alto y larguirucho, de piel muy blanca, casi enfermiza para su
gusto, resaltando de un modo espeluznante su largo cabello negro y sus siniestros ojos amarillos.
Iba acompañado por dos Alfas gemelos de cabello grisáceo y ojos oscuros que llevaban un montón
de bolsas, probablemente llenas de comida y otras provisiones.

Eso quería decir que iban a forzar su unión allí mismo, pensó con horror. Había tenido la esperanza
de que lo trasladaran a otro lugar más cómodo para que él pasara su celo, ya que sería su mejor
oportunidad para tratar de escapar. Sin embargo, él podía sentirlo, su cuerpo no estaba excitado,
no podía estarlo en esa situación, pero era consciente de que su temperatura corporal estaba
aumentando y empezaba a notar molestias en su entrada, estaba seguro de que le faltaban pocos
días para su celo.

Kimimaro se hizo a un lado para hacerle una respetuosa inclinación.

—Alfa, Kidomaru está un poco irritado.

Orochimaru levantó una ceja hacia el susodicho.

—¿Cuál es el problema?
Este se levantó y señaló al Omega con un dedo.

—Tu gatita no sabe cómo debe dirigirse a nosotros.

—No soy la gata de nadie, rata mugrienta —masculló Sasuke, furioso.

Kidomaru le enseñó los colmillos.

—¿Lo ves? Si planeas hacerlo tuyo, más vale que aprenda modales pronto o tendré que hacerlo
yo.

Los escalofriantes ojos amarillos del líder del grupo brillaron de un modo peligroso.

—¿Qué insinúas, Kidomaru? —preguntó muy lentamente y con un tono de voz suave. Demasiado
suave.

Este se encogió y, sabiamente, agachó la mirada, evitando el desafío.

—Solo… Solo estoy pidiendo que lo meta en cintura… El olor de su celo es cada vez más fuerte,
entre eso y su falta de respeto… pues… está siendo irritante… Alfa.

Su controlada respuesta pareció apaciguar a Orochimaru, quien esbozó una cruel sonrisa antes de
posar sus ojos en Sasuke, que le enseñó los dientes en señal de amenaza.

—Ya entiendo, ¿eso es lo que ocurre, Sasuke? ¿Necesitas que te toquen?


—Lo que necesito es que me sueltes ¡de una puta vez! —rugió antes de lanzarle una mirada
asesina—. Sabes que mi padre no dejará pasar esto, ¿verdad? Te despellejará vivo y colgará tu piel
en una de las paredes de su casa… pero si dejas que me vaya, será más clemente contigo —añadió,
tanteando a Orochimaru, esperando que la amenaza de una muerte horrible a manos de su padre
fuera suficiente para salir de allí.

Sin embargo, el Alfa solo sonrió.

—Oh, tu padre no me preocupa.

—Es Fugaku Uchiha —le recordó Sasuke—, ¿acaso no te suena el nombre de mi clan?

—Claro que lo recuerdo, mi dulce Omega. —Le molestó muchísimo que lo llamara de esa forma, él
no era dulce ¡ni mucho menos suyo!, y aunque lo reclamara durante su celo, jamás lo vería como
su Alfa—. Hace muchos años, tu padre te trajo al clan al que pertenecía para ver si tu destinado
estaba allí. Eras muy joven, una preciosidad de doce años… pero yo supe al instante que eras mío
—afirmó con fiereza, mirándolo con un brillo psicótico en los ojos—. No me importaba que fueras
un crío, yo te quería a mi lado, pero dijiste que no sentiste a tu compañero… no me sentiste… —
tras decir eso, sus facciones se endurecieron y su rostro se volvió sombrío—. Hablé con tu padre,
le supliqué que te trajera ante mí para que me olieras, pensé que tal vez eras demasiado joven y
que por eso no te habías dado cuenta de que estaba allí… pero él se negó.

Sasuke no podía creer lo que estaba oyendo. Joder… ese Alfa estaba como una puta cabra.

Orochimaru continuó divagando:

—Me enfureció que Fugaku me separara de ti y le exigí al líder de mi clan que lo enfrentara… pero
también se negó… y tuve que matarlo.

El Omega no podía dejar de mirarlo con los ojos como platos, horrorizado. Ese loco estaba tan
convencido de que era su compañero que hasta había asesinado a su propio líder.
—Mi manada me persiguió por ello. No lo entendían, no comprendían que, por fin, después de un
milenio en soledad, había hallado a mi destinado y todos se negaban a dármelo… por eso tuve que
buscar otros aliados —comentó, abriendo los brazos para señalar a su reducido grupo—. Lo siento,
mi querido Omega, sé que no es gran cosa, pero tendrá que ser suficiente hasta que rehagamos
nuestra propia manada.

Sasuke se inclinó hacia adelante con fuerza, importándole muy poco que los grilletes se clavaran
en sus muñecas hasta hacerle sangrar o el calambrazo de dolor que le recorrió los brazos.

—Yo no soy tu compañero —gruñó.

Orochimaru apretó los labios y se abalanzó sobre él. El Omega lo esperaba y estaba preparado;
flexionó las rodillas y, cuando lo tuvo encima, le golpeó en las pelotas con todas sus fuerzas,
haciendo que el Alfa se doblara por el dolor, brindándole una preciosa oportunidad para darle un
cabezazo en la nariz. Sonrió al escuchar una especie de crujido, pero no se detuvo a regodearse,
tenía que aprovechar esos segundos de sorpresa para causar el mayor daño posible, así que,
viendo que Orochimaru se echaba hacia atrás con las manos en la cara, le propinó otra patada,
esta vez en el estómago, en el bajo vientre, provocando que el cuerpo del Alfa volviera a echarse
sobre él y, en esta ocasión, dejó que se acercara lo suficiente como para poder morderle el cuello.
No lo pensó dos veces; fue directo a por la garganta y mordió con ferocidad. No sería tan efectivo
como sus colmillos, la droga todavía le estaba haciendo efecto y comprobó que su cuerpo todavía
no era capaz de cambiar, pero tal vez podía ejercer suficiente presión como para…

De repente, unas garras se clavaron en su costado, provocando que aullara de dolor y que soltara
a Orochimaru. Este sacó sus afiladas zarpas con brusquedad, rasgando su piel, y agarró su cabello
para golpear su cabeza contra la viga al mismo tiempo que clavaba su rodilla en sus muslos,
inmovilizándolo.

—¡Tú eres mío, Omega! —rugió—. ¡Me perteneces! —dicho esto, hizo su cabeza a un lado y lo
mordió salvajemente en la base del cuello, en el punto donde se suponía que su Alfa debía
marcarlo. Sasuke rugió, retorciéndose, queriendo alejarse de sus colmillos, pero Orochimaru lo
tenía bajo su control absoluto, lo único que estaba consiguiendo era hacerse más sangre en las
muñecas de tanto tirar de los grilletes y desgarrar la carne de su cuello.
¡BLAM!

Un estruendo sorprendió a los Alfas restantes, que se habían quedado paralizados contemplando
el brutal castigo de su jefe al Omega. Para cuando se dieron la vuelta para mirar la puerta del
cobertizo, ya había jaguares saltando sobre ellos con la clara intención de matarlos. Kimimaro y su
grupo adoptaron rápidamente su forma animal mientras se defendían como podían, pero no
contaban con que hubiera tantos ejecutores… ni tampoco con los lobos.

Una puñetera jauría de lobos. El caos se desató y la sangre corrió a borbotones cuando estos se
colocaron en posición para ayudar a los ejecutores a acorralar a cada uno de los Alfas
secuestradores, quienes trataban de mantenerse juntos, pero poco a poco, con el acecho de los
lobos y los asaltos de los jaguares, acabaron separándose y siendo masacrados.

Pero mientras la pelea se desarrollaba, Orochimaru se dio cuenta del ataque y adoptó
rápidamente su forma animal, la de un gran jaguar negro, dispuesto a usar a Sasuke como rehén
para poder salir de allí con los pocos hombres que le quedaran…

Sin embargo, eso no llegó a suceder.

Un potente rugido hizo retumbar las paredes y, de repente, Sasuke vio a un enorme jaguar
saltando sobre Orochimaru. El gran animal aplastó al Alfa y lo mordió en el lomo, haciéndole rugir
de dolor, aunque eso no evitó que usara todo su cuerpo para empujar hacia arriba, provocando
que el otro jaguar perdiera el equilibrio por un momento que aprovechó para sacudírselo de
encima. El Alfa que había ido a salvarlo, sin embargo, se recuperó a tiempo de saltar hacia atrás
para evitar el zarpazo de la pantera; esta se acercó más a él para tratar de arañarlo, pero el jaguar
vio venir el ataque y se agazapó, esquivándolo, antes de saltar contra su cuerpo para darle un
placaje que finalmente la alejó de Sasuke, que era su objetivo principal.

El Omega, entonces, pudo ver bien a su salvador. Se sorprendió al ser plenamente consciente de
que era dos veces más grande que cualquier jaguar que hubiera visto, un impresionante
espécimen musculoso y robusto, de patas fuertes y ágiles rematadas por afiladas garras negras,
larga cola y cabeza maciza, con el liso pelaje dorado moteado. Este se movió más cerca de él con la
clara intención de protegerlo mientras le enseñaba los enormes colmillos a Orochimaru.

Entonces, lo reconoció.

Por encima del fuerte olor a cerrado del cobertizo y el más desagradable de la sangre que ya
manchaba la estancia, percibió el aroma del jaguar, una deliciosa mezcla de tierra y bosque, una
esencia varonil, fuerte y fresca a la vez. Su cuerpo reaccionó de inmediato, haciendo que un
agradable hormigueo surcara su piel y que una oleada de calor sexual invadiera sus entrañas,
provocando que su miembro se sacudiera y que su entrada se humedeciera.

Era su destinado.

Lo supo con tanta seguridad como que el fuego quema.

Observó hipnotizado cómo se acercaba más a él, aparentemente para cubrirlo; se movía con la
peligrosa sensualidad propia de un depredador experimentado, con fluidez, flexionando los
fuertes músculos de sus patas y costados, ondulando el lomo, haciendo que su excitación
aumentara.

Entonces, su Alfa lo miró.

Si no fuera porque su boca ya estaba seca por los pocos sorbos de agua que le habían dado sus
secuestradores, se le habría secado al contemplar esos bellos ojos. Tan azules como el cielo
despejado de una soleada mañana de verano, con unas pupilas afiladas que se ovalaron cuando lo
observaron, algo habitual en los cambiantes felinos. Su intensa mirada se clavó en la suya, en la
cual vio un brillo de reconocimiento… seguido por una lujuria que le hizo tragar saliva, notando
cómo su vientre ardía y sus pezones se erizaban; después, sus ojos se volvieron más cálidos,
mostrando una emoción profunda que le hizo palpitar el corazón.
Finalmente, su compañero desvió sus hermosos ojos, centrándolos de nuevo en Orochimaru con
cautela, que se estaba recuperando. Sin perderlo de vista, inclinó su enorme cabeza y le lamió un
muslo a Sasuke, que tembló un poco por la suave caricia; era como si le estuviera haciendo saber
que estaba ahí y que lo protegería, insuflándole una ola de calma y ternura.

La pantera vio eso y rugió de rabia, furiosa porque ese insignificante gato estuviera tocando tan
íntimamente a su Omega. Sin pensárselo dos veces, se abalanzó sobre él. El otro jaguar no se
contuvo y fue a su encuentro con un gruñido feroz.

Para Sasuke, esa carrera en la que ambos felinos corrían el uno contra el otro sucedió a cámara
lenta. Fue como si todos los sonidos se apagaran a su alrededor hasta el punto de que tan solo
escuchaba las fuertes pisadas de su Alfa, su pesada respiración, la sangre bombeando su corazón.
Contempló fascinado cómo los músculos de su compañero se tensaban y contraían con cada
elegante y fluido movimiento, cómo su cuerpo se estiraba y encogía con cada larga zancada. Un
rayo de calor lo atravesó al ser consciente de que la Gran Madre lo había bendecido con un
destinado sano y muy fuerte, una criatura tan bella y salvaje que le costaba creer que realmente
fuera suya.

Podría parecer extraño que la lujuria lo estuviera invadiendo en una situación tan tensa, pero en
realidad, no era tan raro dado que su primer celo estaba cerca. La conexión entre los destinados
era evidente por la poderosa atracción sexual que ejercía el uno sobre el otro, superior a la de
cualquier amante que pudiera haber tenido ninguno de los dos, era un indicativo de que eran muy
compatibles para criar juntos. Si a eso había que sumarle el primer celo de Sasuke, la época exacta
en la que debía ser reclamado por su compañero, la lujuria era mucho más fuerte, por lo que no
era de extrañar que el Omega estuviera ardiendo por la necesidad a pesar de ser consciente de
que había una batalla a su alrededor.

Sin embargo, su deseo se enfrío cuando su Alfa y Orochimaru se encontraron.

El temor lo atenazó.

Ambos jaguares se alzaron sobre sus dos patas y clavaron sus garras en los costados de su
contrincante en un intento de desequilibrar al otro mientras trataban de morderse el uno al otro.
Orochimaru golpeó el hocico del otro Alfa con los colmillos, este gruñó y procuró mantener la
cabeza alejada y clavar sus zarpas en la piel de su rival, hundiendo sus afiladas uñas cerca de las
costillas. La pantera soltó un alarido y, furibunda, mordió brutalmente el hueco entre el cuello y la
pata del otro jaguar, manchando rápidamente su pecho de sangre.

Un rugido de dolor sacudió la estancia, haciendo que Sasuke temblara.

No podía perder a su compañero, no ahora que por fin había dado con él, ahora que tenían la
oportunidad de estar juntos.

Echó el cuerpo hacia adelante y rugió con todas sus fuerzas, animando a su destinado.

Los ojos del Alfa se abrieron de golpe y lanzó un veloz ataque contra el cuello de Orochimaru. Esta
vez fue su turno de chillar, soltando su agarre del jaguar en el acto, momento que aprovechó este
para sacudirlo hacia un lado, haciendo que por fin perdiera el equilibrio y cayera al suelo. El jaguar
se colocó rápidamente sobre él, clavando una de sus patas delanteras en su lomo para mantenerlo
contra los duros tablones de madera, hundiendo sus afiladas uñas en él para reforzar la presión,
mientras la otra acabó sobre la cabeza de la pantera, también extendiendo sus garras para que no
se moviera.

Orochimaru pataleó, pero el Alfa apoyó la parte trasera de su enorme cuerpo sobre el suyo,
dejándolo por fin totalmente indefenso ante él. Como último recurso, el cabrón arañó
profusamente una de sus patas traseras, pero el jaguar ni se inmutó.

En vez de eso, levantó la cabeza, gruñendo fuertemente, antes de lanzarse a por la yugular de su
rival. Sus dientes desgarraron la vulnerable piel de esa zona, provocando que un chorro de sangre
saliera de su garganta y manchara todo el suelo rápidamente. Aun así, Orochimaru seguía vivo, su
pecho todavía subía y bajaba con desesperación, sus patas arañaban como podían la madera en
un vano intento por alejarse.

Fue inútil. El Alfa presionó con más firmeza su cuello y, luego, hizo un movimiento rápido que
acabó con la vida de la pantera en un horrendo crujido que resonó en la estancia. Le había partido
el cuello. Estaba muerto.
Sasuke suspiró de alivio cuando su compañero soltó el cuerpo inerte de ese bastardo. Lo vio
observar con detenimiento su alrededor y él hizo lo mismo; los hombres de Orochimaru estaban
cayendo como moscas, los únicos que quedaban en pie aún eran Kimimaro y Kidomaru y, a juzgar
por la cantidad de ejecutores y lobos que los rodeaban, no tardarían mucho en caer.

Satisfecho con la situación, su Alfa soltó un gruñido suave y luego fue rápidamente hacia él. Por un
instante, su mirada recorrió su cuerpo y luego clavó sus hermosos ojos azules en él, teñidos por la
preocupación.

Sasuke supo de inmediato lo que quería saber.

—Estoy bien.

El jaguar asintió y se posicionó frente a sus piernas. Levantó una pata y sacó una de sus uñas para
cortar las cuerdas que le ataban los tobillos, las cuales cedieron en poco tiempo, permitiendo que
Sasuke pudiera por fin estirarse, a pesar del dolor muscular que le produjo hacerlo, pero era
agradable tener más capacidad de movimiento. Luego, su Alfa caminó por su lado hasta la viga de
madera, gruñendo enfadado al ver los grilletes. Al estar hechos de metal, eran más difíciles de
romper… pero no imposible.

Sin embargo, Sasuke sabía que le dolería. Inspiró hondo y se preparó.

—Adelante. —Su compañero lo miró con cierta duda—. Puedo soportarlo —prometió.

Su destinado pareció aceptarlo y se colocó a dos patas frente a la viga, esta vez sacando todas sus
garras para poder romper la cadena. Sasuke echó la cabeza hacia atrás para ver cómo sus negras
uñas acariciaban el metal, como comprobando su resistencia; él sabía que podía romperlas, pero
ni siquiera su compañero podría evitar tirar hacia abajo, causándole un fuerte dolor en los brazos,
ya que los había tenido levantados durante tres días, inmóviles en esa postura, por lo que
cualquier otro movimiento distinto y medianamente brusco, le haría gritar de dolor…
Pero merecería la pena. Quería salir de ese lugar de una vez, no podía esperar a que encontraran
la llave de los grilletes.

Inspiró hondo y apretó los dientes, dispuesto a aguantar. Después, asintió para darle la señal a su
destinado.

Este no vaciló ni un instante, fue rápido y fuerte; levantó las garras y golpeó el metal con la parte
más afilada de estas, haciendo que la cadena se resistiera por un instante antes de ceder con un
desagradable chasquido… seguido por un breve grito de Sasuke. Como los grilletes no se habían
roto de inmediato, el golpe del Alfa los había lanzado hacia abajo, haciendo que los brazos del
Omega fueran con ellos con brusquedad y causándole un calambrazo de dolor. Sin embargo, la
joven pantera era fuerte y no tardó en ahogar su grito cerrando los labios con fuerza, aunque eso
no evitó que gimiera un poco y que se abrazara los brazos, tratando de mitigar los calambres que
recorrían sus músculos.

—Ya está, ya está…

De repente, unos grandes brazos lo rodearon y lo atrajeron hacia un poderoso pecho. Sasuke
ronroneó al reconocer su olor y darse cuenta de que era su compañero, que había adoptado
forma humana. Sin pensárselo dos veces, frotó su rostro contra su pecho como muestra de cariño
y para aspirar su delicioso aroma, queriendo impregnarse de él hasta oler como su destinado. Era
normal en los cambiantes acoplados que sus cuerpos tuvieran los olores de ambos, demostraba
que ya pertenecían a alguien.

El pecho de su Alfa vibró, señal de que también ronroneaba, y empezó a acariciarle la espalda, los
hombros, la cabeza, las piernas. Sasuke tembló de puro gozo; normalmente no habría permitido
que ningún Alfa lo consolara, él no era un Omega débil y podía soportar tanto el dolor físico como
la traumática experiencia de ser secuestrado… pero ese jaguar era su compañero y anhelaba su
toque, por eso lo permitía.

Cuando se sintió más tranquilo, levantó la vista, curioso por saber cómo era su destinado… y se
quedó con la boca abierta. Los amantes de Sasuke solían ser miembros de su clan, por lo que la
mayoría tenían el pelo y los ojos oscuros, era a lo que estaba acostumbrado, y por eso le
sorprendió tanto el exótico aspecto de su Alfa: era el hombre más alto que había conocido con sus
buenos dos metros, y no había una sola parte de su robusto cuerpo que no fuera puro músculo;
sus espaldas eran muy anchas y el pecho amplio y acogedor, adornado por fuertes pectorales que
bajaban hacia los abdominales más sexys que jamás había visto, los cuales se encontraban
enmarcados por una cintura más estrecha, dándole a su Alfa un aspecto poderoso y ágil a la vez,
como debía serlo el de cualquier jaguar; su piel era de un tono tostado delicioso, le daban ganas
de lamerlo de arriba abajo para averiguar si sabía tan bien como parecía; su rostro era muy
apuesto, de facciones duras y varoniles, pero conservaban un aire juvenil que le hacía muy joven y
agradable, el cual acentuaban unas curiosas y adorables marquitas en las mejillas; el cabello rubio,
dorado como los ardientes rayos del sol, caían en revoltosos mechones hasta rozar sensualmente
sus hombros, y esos hermosos ojos azules lo contemplaban con una alegría y felicidad que le
llegaron hasta lo más hondo, derribando los fríos muros que solía levantar para el resto del
mundo.

Definitivamente, era el hombre más caliente que había visto nunca, y sus instintos animales
pronto lo animaron a derribarlo en el suelo y montarlo hasta que ninguno de los dos pudiera
mover un músculo.

Su Alfa esbozó una pícara sonrisa, probablemente había olido su lujuria, y se inclinó sobre su oído
para susurrarle:

—Pronto, mi Omega. Pronto me tendrás solo para ti.

Sasuke gimió, sintiendo cómo su entrada volvía a mojarse ante esa voz tan profunda y masculina
que parecía estar prometiéndole hacer realidad hasta sus deseos más salvajes. Se mordió el labio
inferior, tratando de contener ese deseo primario de sellar su unión con su compañero de un
modo carnal y primitivo, pues era consciente del fuerte aroma a deseo que exudaba en esos
momentos, pero era inevitable; la pantera que había dentro de él rugía de alegría por haber
encontrado al fin a su alma gemela y necesitaba sentir que la hacía suya.

Se lamió los labios, intentando mantener un mínimo control sobre sí mismo, aunque este se
desvaneció cuando vio la mirada hambrienta que le lanzó su Alfa a su boca. La lujuria también
emanaba de su cuerpo, haciéndole saber que no era el único ansioso por estar a solas y dejar que
sus manos hicieran algo más que acariciarlo.
—¿Cómo te llamas? —logró preguntar, esperando que eso lograra distraerlo.

Los ojos del jaguar se alzaron hacia los suyos y le sonrió, travieso.

Mierda, otra oleada de humedad inundó su palpitante sexo.

—Naruto —ronroneó, rozándole esta vez los labios, tentándolo a mordisquearlos—. No sabes lo
feliz que estoy de haberte encontrado por fin, llevo tanto tiempo buscándote… —murmuró,
mirándolo como si fuera la criatura más especial de la faz de la Tierra—. Te prometo que seré un
buen compañero, Sasuke, daré lo mejor de mí para hacerte feliz. Te protegeré y cuidaré de ti, y tú
también puedes cuidar de mí —dicho esto, esbozó una amplia sonrisa—. He visto la herida que
tenía ese cabrón en el cuello, se la has hecho tú, ¿verdad?

Sasuke asintió, sonriendo con malicia.

—Vi mi oportunidad y no la desperdicié.

Naruto gruñó, complacido.

—Tu cuñado me ha dicho que mataste a dos de ellos —comentó, mirándole con una clara
admiración—. Eres un Omega fuerte y me siento honrado de ser tu compañero. Estoy orgulloso de
ti.

Escuchar esas palabras hizo que Sasuke ronroneara, le gustaba que su Alfa se sintiera así sobre él.
Si bien era cierto que los Omegas tenían los mismos derechos que el resto de sus congéneres,
muchos preferían que estos, como compañeros, fueran dulces, tímidos y más sumisos, les hacía
sentir más… ¿necesarios?, ¿fuertes?, ¿Alfas? No estaba seguro de qué era lo que buscaban
exactamente en ese tipo de Omegas, pero él nunca había encajado en ese estereotipo, igual que
su hermano. Los dos eran hijos del líder de su clan y habían decidido ser lo bastante fuertes para
protegerlo, no les importaba mancharse las garras de sangre por su gente. Por eso mismo era
importante para él que su compañero lo aceptara tal y como era.

—Entonces, ¿no debo preocuparme porque vayas a tratarme como a un delicado Omega?

Naruto rio.

—Viendo lo que eres capaz de hacer, no se me ocurriría menospreciarte —dicho esto, sus ojos
adoptaron un matiz de preocupación y tristeza y le acarició la mejilla con una ternura que logró
que se derritiera por dentro—. Sin embargo, estás malherido, y probablemente también
hambriento y cansado. Deja que esta vez sea yo quien se ocupe de ti; te haré una buena comida,
nos bañaremos juntos y curaré tus heridas.

Sasuke no pudo evitar sonreír un poco. Jamás había permitido que ninguno de sus amantes
cocinara para él, o que le bañara, o cualquier otra cosa parecida, para él habría sido simplemente
ofensivo que creyeran que no era capaz de valerse solo. Sin embargo, Naruto era su compañero,
con él podía hacer una excepción siempre y cuando él lo hiciera para compartir la intimidad propia
de los destinados, no porque pensara que necesitaba ayuda. Además… podía comprender su
malestar; estaba herido, sucio, cansado y necesitaba con urgencia comida y agua; seguro que
tendría un aspecto deplorable por haber estado tres días en cautiverio, era perfectamente normal
que quisiera cuidarlo.

Le dedicó una pequeña sonrisa y apoyó la cabeza en su amplio pecho, frotándoselo con la nariz.

—Solo por esta vez… y porque eres mi compañero.

Escuchó cómo su compañero ronroneaba antes de estrecharlo fuertemente contra sí. Sasuke no se
resistió, cerró los ojos y disfrutó de estar encerrado entre sus brazos y de cómo sus manos seguían
acariciando su espalda para reconfortarlo. La verdad es que le hacía sentirse muy seguro,
protegido y… querido. Era una sensación maravillosa.
—Gracias, Sasuke, prometo no agobiarte. Te pondrás bien en unos días, y podemos aprovechar
ese tiempo para conocernos mejor… y ocuparme de otras necesidades —añadió Naruto en un
gruñido bajo que hizo que el Omega se estremeciera, por no hablar de una de sus manos, que se
había deslizado traviesa hasta su culo para tantear una de sus nalgas.

Sasuke jadeó y se arqueó contra su destinado. Tenía unas manos grandes y viriles, de una textura
ligeramente áspera que logró erizar su piel y sus pezones, con dedos largos que seguro se sentirían
increíbles si follaran su entrada, la cual, a esas alturas, estaba tan mojada y palpitante que se
sentía incómodo.

—Alfa… —gimió, necesitado.

—¿Qué coño crees que estás haciendo?

El Omega se giró al reconocer la furiosa voz de Shisui. Su cuñado estaba a un par de metros de
ellos, desnudo, puesto que había estado luchando en su forma animal, y lleno de sangre que no
parecía ser suya. No le hizo ni pizca de gracia la manera en la que asesinaba a su compañero con la
mirada.

—Sasuke acaba de pasar por una dura experiencia… ¡y tú vas y te aprovechas de él!

Sasuke se dio cuenta entonces de que Naruto y él estaban en una postura muy íntima, con él entre
sus brazos, desnudos y muy pegados el uno al otro, por no hablar de la mano que tenía su Alfa en
su trasero… Por supuesto, Shisui no era consciente de que ambos eran compañeros, eso era algo
que solo ellos dos sabían por el olor que desprendían, mientras que él probablemente estaría
aspirando el aroma a lujuria que emanaba su destinado.

Este avanzó a pasos furiosos hacia ellos con las garras extendidas y los colmillos asomando entre
sus labios.

—¡Apártate de él! —rugió, agazapándose para abalanzarse sobre él.


Sin embargo, Sasuke lo vio venir y todos sus instintos protectores se activaron. A pesar de estar en
pésimas condiciones y del terrible dolor que recorrió su cuerpo al moverse, logró levantarse sobre
las puntas de sus pies y envolver protectoramente el cuello de Naruto con sus brazos, clavando los
dedos en su espalda con afán posesivo y girándolo de forma que Shisui tuviera que pasar por
encima de él para atacarlo. Sin dudarlo, le rugió a su cuñado como una clara amenaza de muerte,
dejándolo totalmente parado y confundido.

En otra situación, el Omega jamás habría actuado así con Shisui, había formado parte de su vida
desde que Itachi y él eran niños, y era un miembro de su familia desde que descubrieron que era
el compañero de su hermano. Por desgracia para él, acababa de encontrar a su destinado y su lado
animal estaba muy cerca de la superficie, opacando su raciocinio; lo único que sabía era que no
permitiría que nadie hiciera daño a Naruto, antes tendrían que matarlo primero.

Shisui se quedó con la boca abierta.

—Pero… Sasuke…

—No te acerques a él —le advirtió sin dejar de gruñir—. ¡Es mío! —afirmó, clavando aún más sus
dedos en la espalda de Naruto, aferrándose a él ante la idea de que pudieran separarlos.

Afortunadamente para su cuñado, su Alfa empezó a ronronear y a acariciar su espalda con suma
suavidad a la vez que plantaba tiernos besos en su hombro y su cuello. La sensación de tener sus
labios calientes sobre su piel hizo que se estremeciera con un gemido y que olvidara rápidamente
todo lo demás, aflojando el agarre que tenía sobre su compañero y, esta vez, abrazándolo
fuertemente mientras hundía su rostro en el hueco de su garganta para aspirar su delicioso aroma.

—Tranquilo, mi Omega —lo arrulló Naruto sin dejar de besarlo—. Shisui no lo sabía y se ha
preocupado porque yo estuviera intentando tomarte aprovechando tu estado y que estás muy
cerca del celo.
Sasuke gruñó y le lanzó una mirada feroz a su cuñado, a pesar de que sus palabras estaban
dirigidas a su destinado.

—Tú eres mi compañero.

Shisui levantó las manos en señal de rendición.

—¡Joder! ¿Y yo qué sabía?

—No habría dejado que un Alfa me tratara así a menos que fuera mi compañero —le gruñó,
ofendido porque creyera que él se dejaría manosear por cualquiera.

Naruto volvió a distraerlo pasando la lengua por su oído, haciéndole gemir.

—Ya está, Sasuke —susurró mientras jugaba con el lóbulo de la oreja—, Shisui solo estaba
preocupado, no pasa nada. Ahora necesito que te centres en mí y me escuches.

Pese a que el Omega aún estaba un poco enfadado con su cuñado, asintió y se giró para mirar a su
Alfa. Su rostro ya no tenía ninguna muestra de picardía y estaba bastante serio, de modo que él le
prestó toda su atención.

—Dime, mi Alfa.

A Naruto se le escapó una pequeña sonrisa por el apodo cariñoso, pero después la borró y señaló
su alrededor.

—Hemos dejado un buen desastre aquí, y también muchos cuerpos. Tengo que ayudar a mis
ejecutores y a los lobos a limpiar todo esto, mientras tanto, quiero que vayas con Shisui al coche y
descanses un poco.
—Puedo ayudar —replicó Sasuke de inmediato, tratando de incorporarse… sin embargo, le falló
una pierna y se habría caído de no ser porque Naruto lo sostuvo entre sus fuertes brazos.

—Mi Omega —lo llamó cariñosamente con una sonrisa—, sé que eres orgulloso y te prometo que
la próxima vez dejaré que me ayudes a limpiar la sangre y a quemar los cuerpos si te hace feliz,
pero ahora mismo necesitas recuperarte de tus heridas. En el coche hay agua y puedes dormir un
poco. —Hizo una pausa en la que entrecerró los ojos con un matiz de inquietud en ellos—. He
visto las marcas que te ha hecho ese cabrón, incluyendo la más reciente en tu cuello. Ya estoy
bastante preocupado por tu salud, no me lo hagas más difícil, por favor.

Sasuke se ablandó al ver el dolor en sus bellos ojos azules. Realmente odiaba ver sufrir a su
compañero, supuso que tal vez se sentía culpable por no haber llegado antes de que Orochimaru
le hiciera tanto daño… así que optó por dejar que hiciera su trabajo, pese a que le molestaba
alejarse de él.

—De acuerdo —accedió, abrazándolo un poco más, resistiéndose a soltarlo—. No tardes.

—Descuida —le prometió Naruto antes de besarlo en la frente y ayudarlo a ponerse en pie. Luego,
lo entregó a Shisui, quien se aseguró de sostenerlo mientras se alejaban de la masacre que había
tenido lugar en el cobertizo.

Una vez fuera, Sasuke tuvo que entrecerrar los ojos por la repentina claridad del día, pero se sintió
aliviado al estar por fin bajo los cálidos rayos del sol, percibir la suave brisa meciendo sus cabellos
y aspirar el aroma de los árboles. Era verdad que necesitaba estar fuera de ese lugar donde había
estado prisionero, le hacía falta sentir el aire fresco sobre su piel y la tierra y la hierba bajo sus
pies.

Shisui lo llevó hasta uno de los coches todoterreno que había aparcados unos metros más lejos,
donde probablemente los habían dejado para que Orochimaru y sus hombres no les oyeran llegar.
Una vez allí, lo metió en la parta trasera con una manta y le tendió una botella de agua fría, que
Sasuke agradeció con creces mientras se acurrucaba en su asiento. Definitivamente, era mucho
más cómodo que el duro suelo de ese cobertizo.
—¿Cómo estás? —le preguntó su cuñado.

—Mucho mejor ahora que esos cabrones están muertos —dijo Sasuke cuando se terminó la
botella—. ¿Cómo me encontrasteis?

—Tu padre y yo te rastreamos hasta aquí, pero te perdimos la pista por la ausencia de cámaras y
tuvimos que pedirle ayuda al clan de Naruto.

Sasuke levantó una ceja, sorprendido.

—Espera, ¿Naruto es el líder de su manada?

—Sí, el más joven de todos los clanes jaguares. Creo que tiene poco más de doscientos años.

Eso era raro. Normalmente, los Alfas primogénitos se convertían en los líderes de la manada
cuando alcanzaban un mínimo de quinientos años, algunos incluso debían esperar hasta haber
cumplido un milenio, todo dependía de si su progenitor consideraba si estaban listos o no para
asumir su cargo.

—Al parecer Naruto se lleva muy bien con el resto de clanes que hay por aquí a pesar de ser de
otras especies y les pidió ayuda. Uno de los lobos vio a tus secuestradores en una gasolinera y te
olió en ellos, así que fuimos a investigar. No encontramos nada, así que todas las manadas
estuvieron rastreando sus territorios y los alrededores por si te encontraban, pero Naruto insistió
en poner a alguien en esa gasolinera por si volvían. Resulta que lo hicieron y su ejecutor los siguió
hasta aquí, después nos informó y estuvimos investigando cuántos Alfas eran para poder trazar un
plan antes de sacarte.

Sasuke tuvo que reconocer que estaba algo impresionado, no era habitual que los clanes se
relacionaran entre sí si pertenecían a razas diferentes, pero con una alianza así, era normal que le
hubieran encontrado tan rápido.
—Entonces… —empezó Shisui, que estaba terminando de vestirse—. ¿Naruto y tú?

Sasuke asintió.

—Créeme, yo tampoco esperaba encontrármelo así —dicho esto, sonrió—, pero me alegro de que
haya dado conmigo.

—Tu padre estará muy contento cuando lo sepa… aunque Bankotsu se sentirá decepcionado.

Él frunció el ceño al oír el nombre de uno de los Alfas del clan.

—¿Por qué?

—Estaba convencido de que no encontrarías a tu destinado y que le escogerías a él como


compañero para que pudierais criar juntos. Siempre ha estado detrás de ti.

—Solo hemos sido amantes, le dejé muy claro que no buscaba una relación.

—Sin embargo, era el Alfa al que más frecuentabas para tener sexo.

—Él sabía cómo tratar conmigo, no esperaba que fuera un Omega sumiso y delicado.

—Precisamente por eso le gustas tanto, por eso y por la posición que ocuparía en el clan si lo
convertías en tu compañero. Le gusta el estatus y le gusta tu culo. Tendrías que haber visto cómo
se puso Itachi cuando se enteró de cómo fanfarroneaba acerca de que cuando volvieras de
América sin un destinado irías corriendo a proponerle un acoplamiento. Estará muy embarazado,
pero daba un miedo terrible.
Sasuke gruñó.

—Yo no habría ido corriendo a por él. Habría chasqueado los dedos y él habría venido a mí
moviendo el rabo. De todos modos, ya no tiene importancia porque he encontrado a Naruto —
dijo, profundamente aliviado por haber tenido la gran suerte de dar con él antes de que entrara en
celo. La idea de tener que conformarse con otro Alfa lo había tenido preocupado, a esas alturas,
había creído que ya no había esperanzas de dar con su destinado. Pero, por suerte, la Gran Madre
había decidido unirlos.

—Tu padre estará feliz cuando se entere —coincidió Shisui con una sonrisa.

—¿Dónde está, por cierto? —Le extrañaba que su padre no hubiera estado ahí para acabar con los
desgraciados que le habían secuestrado con sus propias garras.

—Esos malnacidos dejaron un montón de pruebas de tu secuestro, no podíamos permitir que los
humanos se metieran en esto, habría sido muy peligroso. Fugaku se quedó en Nueva York para
borrar todas las huellas.

En ese momento, Sasuke detectó el olor de Naruto a lo lejos y se irguió sobre su asiento, ansioso
por verlo. Había más aromas a su alrededor, sus jaguares iban con él y también los cambiantes
lobos, uno de los cuales estaba muy cerca de él. Eso le hizo sentirse un tanto receloso, ya que no
estaba acostumbrado a la cercanía de una especie distinta a la suya.

El Alfa no tardó en aparecer acompañado por un hombre de piel morena, cabello castaño corto y
ojos negros y afilados. Los ejecutores lobos y jaguares iban detrás, conversando entre ellos
alegremente como si fueran amigos de toda la vida, algo que a Sasuke se le antojaba… extraño,
aunque para ellos parecía ser lo más natural del mundo. Notó que todavía olían a sangre, pero
también a humo y ceniza, indicativos de que habían estado limpiando la escena del crimen y
destruyendo los cuerpos.
Naruto y el otro hombre, que Sasuke supuso que era el líder de los lobos, se quedaron hablando
un momento mientras el resto se despedía y se dirigía a sus vehículos. Su Alfa le dedicó una
inclinación de cabeza, parecía que a modo de agradecimiento, y el lobo le sonrió y le palmeó la
espalda, diciéndole unas últimas palabras antes de alejarse. Después, Sasuke vio con el corazón
acelerado cómo Naruto le miraba e iba hacia ellos. Cerró los ojos cuando llegó hasta él y le
envolvió con sus fuertes brazos, frotando su mejilla contra la suya para mostrarle afecto.

—¿Estás mejor? —le preguntó Naruto con un susurro.

—Sí —respondió Sasuke, sonriéndole.

Su Alfa le devolvió el gesto y luego se separó un momento para coger una bolsa del maletero que
contenía su ropa; se vistió rápidamente y después entró en el coche, colocándolo diestramente y
sin esfuerzo sobre su regazo para abrazarlo. Él no opuso resistencia y se pegó a su cuerpo,
disfrutando de los duros músculos de su torso y de su piel caliente.

—Bien —dicho esto, miró un momento a Shisui, que ya se estaba colocando en el asiento del
conductor—. Vamos a ir a mi casa. Podrás comer, darte un baño y descansar. Te sentirás mucho
mejor después de eso.

—Y mañana estaremos de vuelta en Nueva York, así que no te preocupes —comentó el Uchiha
mientras arrancaba el motor e iniciaba la marcha.

Tanto Sasuke como Naruto se quedaron mirándolo.

—¿Qué? —preguntaron al unísono.

Alfa puro
—Tu padre está preocupado por ti y no puede venir hasta que haya borrado todo rastro de esos
Alfas.

Sasuke frunció el ceño.

—Shisui, no puedo irme —dijo, mirando brevemente a su compañero—. Si Naruto es el líder de su


clan, no puede abandonar a su manada así como así, debo quedarme con él para mi celo.

—No te preocupes, volverás a tiempo para eso, pero primero debes recuperarte de tus heridas.

Naruto apretó los labios y estrechó al Omega contra sí con fuerza. Sasuke podía notar su tensión.

—Sasuke puede recuperarse perfectamente en mi casa. Además, lo último que necesita en estos
momentos son más vuelos largos.

Shisui gruñó en respuesta.

—No te ofendas, Naruto, te estoy muy agradecido por haber encontrado a mi cuñado y haberlo
salvado… pero ahora mismo necesita estar con su padre. Ya es bastante malo que no esté en su
casa, que se encuentre en un entorno extraño, como para añadir además a un desconocido
cuidando de él. Fugaku y yo estaremos a su lado, Sasuke se sentirá mejor con su familia y, cuando
esté a punto de entrar en celo, lo llevaremos de vuelta aquí.

—¿Estás insinuando que no soy digno de confianza para cuidarlo? —preguntó Naruto muy
despacio, claramente ofendido—. Soy su compañero.

—Sí, pero no te conoce, ni Fugaku ni yo tampoco. Solo queremos estar seguros de que Sasuke se
recupera de esto.
El Omega, viendo que su destinado estaba a punto de abalanzarse sobre Shisui, puso una mano
sobre su amplio pecho, esperando que su toque pudiera calmarlo. Naruto desvió sus ojos del
Uchiha y los centró en él. Se relajó un poco y permitió que lo acariciara a la vez que volvía a
relajarse en el asiento, dándole vía libre para que se hiciera cargo de la situación. Eso le gustó.

Buscó los ojos de Shisui en el espejo retrovisor.

—Shisui, no voy a ir a Nueva York, voy a quedarme con Naruto.

—Sasuke… —empezó este, pero él no le dejó continuar.

—Es una tontería marcharme cuando me quedan pocos días para el celo, perdería dos días
enteros con ese viaje. Naruto es mi destinado, tiene todo el derecho a ocuparse de mí, estaré bien
—dijo con firmeza.

—Lo sé, lo entiendo, pero no le conocemos, tu padre preferiría…

—Mi padre estaría encantado de saber que mi destinado quiere cuidarme. Además, Naruto te ha
ayudado a encontrarme sin exigir nada a cambio y ha sido él quien me ha salvado. ¿Qué más
necesitas saber sobre él?

—Solo creo que te sentirías mejor en un entorno más familiar que con alguien a quien apenas
conoces…

—Es mi compañero. Acabo de encontrarlo, Shisui, lo último que quiero es separarme de él.

—Lo sé y lo entiendo…
—No. Deja de decir que lo entiendes porque no tienes ni puta idea —gruñó Sasuke, enfadado—.
Itachi y tú habéis estado juntos desde siempre, tú no has tenido que recorrer medio mundo con la
esperanza de encontrar a tu destinado y darte de bruces con una pared una y otra vez, creyendo
que jamás lo encontrarás o que, cuando lo hagas, ya estarás acoplado con otra persona. Ahora,
por fin, estoy con él y estoy a punto de entrar en celo, así que estoy muy caliente y ansioso porque
me folle, de modo que si tienes algún problema con que me quede en su casa, puedes parar el
coche, bajar y ver si tienes huevos para pelear conmigo.

Un silencio pesado se hizo en el auto mientras seguían su marcha por la carretera, pero fue roto
poco después cuando Naruto dejó escapar un silbido. Sasuke lo miró alzando una ceja y su
compañero le sonrió y le guiñó un ojo antes de volver a ajustar su abrazo sobre él.

Shisui no dijo nada más hasta que llegaron al territorio de Naruto. Sasuke se había dado cuenta de
que se encontraba en mitad del bosque, aislado de toda civilización y, por tanto, estaban a salvo
de la mirada de los humanos; unas cabañas rurales se alzaban por toda la zona, eran grandes y
hogareñas, hechas de madera y con distintos diseños; había árboles y arbustos por doquier, pero
parecía que los jaguares se habían tomado la molestia de despejar varios caminos para andar, por
lo que parecía un pequeño jardín dentro del propio pueblo.

Naruto salió primero para reunirse con sus ejecutores, a los que dio un par de órdenes antes de
regresar al coche para ayudar a Sasuke a bajar, seguido de Shisui. Este no volvió a abrir la boca
para pedirle al Omega que fuera con él a Nueva York, pero siguió al Alfa hasta su casa… Sin
embargo, el líder del clan tenía planeado una larga intimidad con su destinado, de modo que se
cruzó de brazos en la puerta después de que Sasuke entrara.

El otro Alfa lo miró con cara de pocos amigos.

—Oh, ¡venga! Es mi cuñado, tengo que estar con él.

—Creo que Sasuke ya ha dejado claro que quiere quedarse conmigo.

—Sí, pero…
—Mira, Shisui, llevo doscientos años esperando a Sasuke —dijo Naruto con una sonrisa cansada.
No le apetecía seguir discutiendo con su futuro concuñado—. Voy a darle los mejores cuidados del
mundo, y sí, si él está tan caliente como dice, voy a follarlo muy fuerte y a hacerle gritar muy alto,
de modo que no quiero público —dicho esto, le cerró la puerta a un Shisui boquiabierto con los
labios curvados hacia arriba con suficiencia por su reacción.

Sasuke lo estaba esperando en el salón, todavía ataviado únicamente con una manta que lo cubría
hasta por debajo de las rodillas. Parecía estar echando un vistazo a su casa.

Naruto se acercó unos pasos para poder observarlo a placer. Le encantaba que fuera alto para ser
Omega, y atlético, fuerte. Alaska no era lugar para los débiles, el clima era duro y no tenía piedad
para nadie, menos aún para Omegas delicados y quisquillosos. Por suerte, Sasuke era cualquier
cosa excepto un niño mimado; no se había quedado temblando en su rincón mientras había
estado secuestrado, sino que les había plantado cara a esos Alfas, incluso había intentado matar a
su líder.

Eso decía mucho de él. Lo admiraba.

—¿Te gusta mi casa?

Sasuke se giró y le sonrió.

—Es acogedora. Cálida.

Naruto se sintió un tanto aliviado. Llevaba tanto tiempo viviendo como un Alfa soltero que temía
que su compañero se sintiera como en una cueva para cavernícolas.

—Ahora es tuya también. Puedes cambiar cosas si quieres —dicho esto, hizo una pequeña pausa
—, quiero que seas feliz aquí.
El Omega parpadeó, un tanto sorprendido.

—Gracias, eso es muy considerado.

Naruto avanzó hacia él a paso lento, escogiendo cuidadosamente sus palabras, no quería que
Sasuke se sintiera atrapado u ofendido; realmente deseaba que se quedara con él, llevaba mucho
tiempo solo, apesadumbrado por no haber encontrado a su compañero y temeroso porque
hubiera llegado tarde y escogido a otro Alfa en vez de a él, sobre todo porque, al ser el líder de un
clan, no podía simplemente marcharse y buscarlo por su cuenta.

Finalmente, llegó hasta él y lo cogió por las caderas con cuidado.

—Como yo dirijo una manada, no puedo irme contigo a Japón, eso significa que tendrías que
quedarte aquí conmigo. Soy consciente del sacrificio que eso conlleva, renunciarías a toda tu vida
allí para estar a mi lado, a tu clan, a tu familia. Así que… quiero ponerte las cosas tan fáciles como
sea posible.

Sasuke pegó su cuerpo al suyo y posó sus manos sobre su pecho.

—Naruto, desde que era adolescente quería aparearme con mi compañero destinado. Veía lo
felices que eran mis padres y mi hermano con Shisui… y no quería tener que conformarme con
otro Alfa. —Hizo una pausa para mirarlo y acariciarle una mejilla. Naruto ronroneó de gusto—.
Quiero estar aquí, y quiero estar contigo.

El jaguar gruñó y, sin pensarlo demasiado, se apoderó de la boca de su Omega. Sus labios eran
finos y suaves, y se abrieron para darle total acceso a su lengua, la cual no dudó en internarse en
su cálido interior para explorarlo a placer. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo estrechó
con fuerza, pasando una mano por su espalda, de abajo arriba hasta llegar a su cabello; estaba
enmarañado, pero no le importaba, le agarró los mechones de la nuca con cuidado para poder
mover su cabeza a placer y controlar el beso. Su Omega se lo permitió con un gemido y rodeó su
cuello con los brazos, dejando caer la manta que llevaba encima. Saber que lo tenía desnudo hizo
que Naruto gruñera más fuerte e hiciera descender su otra mano hasta sus redondeadas y
perfectas nalgas. Sasuke jadeó cuando pasó un dedo entre ellas, comprobando si estaba tan
húmedo como parecía… y así era, estaba preparado para él.

Se apartó de su boca con un gruñido de frustración.

—Deberías comer algo, Sasuke.

Este esbozó una sonrisa traviesa.

—Estoy de acuerdo —coincidió, bajando las manos por su pecho y su vientre, haciéndole gruñir de
pura lujuria, hasta que sus dedos llegaron a sus pantalones.

Naruto sonrió con picardía.

—Descarado —lo acusó, cogiéndole suavemente las manos para apartarlas.

Sasuke gimió una protesta.

—Te deseo. Ahora.

El Alfa ronroneó, complacido por sus palabras, e inclinó la cabeza para frotar su mejilla contra la
de Sasuke.

—Yo también, Sasuke, pero no sería un buen compañero si no empezara por darte de comer y
prepararte un baño caliente, sé que lo necesitas —dicho esto, le mordisqueó el labio inferior y
sonrió—. Después, me ocuparé de ti.
El Omega levantó una ceja.

—¿Me harás gritar muy fuerte?

La sonrisa de Naruto se amplió.

—¿Has oído mi conversación con Shisui?

—Sigo teniendo un oído muy fino, aunque no pueda transformarme.

Los labios del Alfa cayeron hacia abajo y frunció el ceño.

—He olido la droga, pero no sé qué es —dicho esto, olfateó su cuello—. ¿Necesitas que te
examine un médico?

Sasuke negó con la cabeza.

—Tranquilo, solo impide que altere mi química corporal, ni siquiera puedo sacar mis garras o
colmillos —explicó, mostrándole las manos y sus cortas uñas, tratando de sacar sus garras sin éxito
—. Saldrá de mi sistema antes de que acabe el día, solo necesito comer, bañarme… y a ti.

La sonrisa de Naruto regresó a su rostro y le cogió las manos para besarle los dedos.

—Me tendrás, mi Omega, pero lo primero es lo primero, vamos a darte algo de comer —dicho
esto, miró sus muñecas con mala cara, viendo los grilletes que aún colgaban de estas. Antes,
habían roto las cadenas para que dejara de estar atrapado en la viga, pero no le habían quitado los
grilletes—. También llamaré a un amigo para que te quite esto. No quiero romperlas como antes y
hacerte más daño.
—Está bien —accedió Sasuke, permitiendo que su Alfa recogiera la manta y la envolviera a su
alrededor antes de guiarlo a la mesa de roble del comedor, cuya gruesa pata parecía ser
únicamente el gran tronco tallado de un árbol. Le gustaba ese diseño.

Después, Naruto desapareció unos minutos en la cocina mientras el Omega volvía a echar un
vistazo a la amplia estancia que era el salón: toda la casa estaba hecha de madera clara, dándole
un aire muy acogedor que aumentaba la elegante chimenea hecha de piedra oscura; había un gran
sofá en forma de ele de color rojo burdeos sobre una alfombra de distintos tonos castaños y
marrones con formas geométricas doradas, y también un mueble de tono vengué que sostenía la
televisión; frente a la mesa donde estaba sentado, se encontraba una estilizada estantería del
mismo tono oscuro que el mueble que contenía libros, películas y discos, además de algunas
pequeñas esculturas hechas de madera, y en las paredes habían colgado lo que parecían ser
grandes fotografías del paisaje de Alaska, aparte de alguna otra donde reconoció a Naruto con
otras personas que supuso que eran amigos o gente del clan.

Era tan… diferente del lugar donde había vivido siempre. Tanto él como Itachi se habían criado en
la casa de sus padres, una mansión tradicional japonesa que, si bien no era exactamente fría, sí
tenía una apariencia más… recta, con un aire más respetuoso; después de todo, los japoneses se
caracterizaban por tener una normas de comportamiento más estrictas que en otras partes como,
por ejemplo, América. La casa de Naruto, a diferencia de la suya o la de sus padres, era
desenfadada, cálida y acogedora, daba la sensación de que estabas entrando directamente en su
círculo más íntimo. Era bastante agradable, le hacía sentirse aceptado, y el hecho de que su
compañero le hubiera dado la bienvenida con los brazos abiertos, acentuaba aún más esa
sensación.

Sí, estaba seguro de que pronto podría sentir esa casa como si fuera suya.

Un delicioso aroma a carne estofada inundó sus fosas nasales, haciendo que olvidara la casa y que
su estómago rugiera como el animal hambriento que era en esos momentos. Giró la cabeza y vio
que Naruto llevaba en sus manos un gran plato humeante. Su Alfa le sonreía con cierto
arrepentimiento.

—Lo siento, son las sobras de mi cena de ayer, pero es lo más rápido que tenía para hacer, bastaba
con calentarlo… a menos que prefieras otra cosa…
Sasuke negó rápidamente con la cabeza.

—Podría comerme una ardilla cruda ahora mismo.

La sonrisa de su compañero se hizo más ligera y le dejó el plato delante junto a una cuchara. Se
lanzó directo a devorar la sabrosa carne de alce cubierta de un caldo caliente con un toque de
verduras, nunca había probado algo así, pero casi gimió al probar el primer bocado y agradeció
con creces que su destinado hubiera sido tan rápido. Este le dejó también un vaso y una jarra de
agua por si quería beber antes de pasar un brazo por sus hombros y besarle en la cabeza.

—Voy a llamar a un amigo para que te quite esos grilletes y a preparar el baño, ¿de acuerdo?

Sasuke hizo una pausa para asentir y presionar su rostro contra su pecho. Nunca había necesitado
que nadie cuidara de él, era fuerte y muy capaz de valerse por sí mismo… pero, en ese instante, se
sintió profundamente afortunado porque Naruto estuviera allí con él, encargándose de todo. Sería
un imbécil si dijera que no había sentido miedo con esos Alfas, no tanto por la tortura física, eso lo
habría soportado, sino por la idea de verse acoplado con ese Orochimaru; pensar en que tal vez
ese desgraciado lo habría retenido para siempre, que lo habría violado una y otra vez hasta dar a
luz a sus cachorros, a los que sin duda le habría arrebatado para que fueran tan retorcidos como él
o para usarlos a su antojo, había hecho que se encogiera su corazón. Antes habría preferido
quitarse la vida, eso era mucho mejor que permitir que ese hijo de puta hiciera daño a sus crías.

Ese estrés lo había dejado agotado, lo cierto era que se sentía más débil de lo que quería
aparentar por fuera, y su destinado había tenido razón al decir que primero necesitaba comida… y
también un baño. Como felino, odiaba estar sucio y, encima, todavía tenía sangre pegada al
cuerpo de cuando Orochimaru lo había atacado. En otras palabras, se sentía demasiado cansado
como para hacer nada por su cuenta, y también ansiaba el contacto físico de alguien que no
quisiera dañarlo, de alguien que se preocupara por él y le quisiera. Por eso Naruto no podría haber
aparecido en mejor momento, lo necesitaba.

—Gracias por todo, mi Alfa —susurró.


Este sonrió y lo abrazó, besándole el cuello.

—Estoy aquí para ti, Sasuke, solo para ti —dicho esto, se separó un poco y le dio un tierno beso en
los labios antes de acariciarle las mejillas—. Sigue comiendo, yo me encargo de todo —y tras esas
palabras, le sonrió y se alejó para llamar por teléfono.

A los pocos minutos, llegó a la casa un ejecutor alto y delgado, de corto cabello rubio y ojos azules
que tenía una afable sonrisa. Saludó alegremente a Naruto como si fueran amigos de toda la vida y
luego este lo guio hasta donde se encontraba Sasuke, que en esos momentos estaba terminando
con las sobras del estofado de alce.

—Sasuke, este es Fye, uno de mis ejecutores de mayor confianza, estaba con nosotros cuando te
sacamos de esa cabaña. Fye, ya conoces a Sasuke.

—Tu compañero —añadió este, dedicándole una respetuosa inclinación de cabeza al Omega—. Es
un honor, Sasuke. Me alegro de que la Gran Madre os haya unido al fin.

—Es un placer —dijo Sasuke, devolviéndole el gesto.

Una vez presentados, Naruto le pidió a Fye que le quitara los grilletes a su compañero mientras él
iba a preparar el baño. En cuanto los dejó solos, el ejecutor se puso manos a la obra sacando unas
largas agujas que sin duda servían para forzar las cerraduras. Sasuke le tendió una de sus muñecas
para facilitarle la tarea.

—¿Te encuentras mejor, Sasuke? —le preguntó amablemente el Alfa mientras trabajaba.

—Sí, gracias.
—Eres un Omega fuerte, encajarás muy bien con nosotros —le dijo, sonriéndole—. No te asustes
por ser forastero, nuestra manada es bastante extrovertida y nos gusta relacionarnos con los
demás, ya has visto que no tenemos problemas con los otros clanes en ese aspecto.

Sasuke se removió un poco antes de preguntar algo que le tenía un poco preocupado.

—¿Tendré problemas con… los amantes de Naruto?

Pero, para su sorpresa, Fye soltó una risilla.

—No te preocupes, Naruto nunca se ha acostado con nadie de nuestra manada. Solía decir que no
quería que su destinado se sintiera incómodo cuando tuviera que vivir aquí. Aunque no te mentiré,
algunas Alfas se enfadarán porque te haya encontrado, muchas estaban ansiosas por ser
acopladas por un Alfa puro.

El Omega frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Fye logró abrir uno de los grilletes y se lo retiró suavemente. Sasuke hizo una mueca, adolorido,
pero no se quejó.

—Los dos padres de Naruto eran Alfas… pero la Gran Madre los emparejó. Estaban destinados a
estar juntos.

Sasuke se quedó con la boca abierta. Era extremadamente raro que dos Alfas fueran compañeros,
igual que dos Omegas, o cualquiera de los dos con Betas, pero no imposible, aunque las
probabilidades eran muy bajas.
—¿De veras?

—Sí, eran de manadas distintas, pero nada más verse supieron que se pertenecían el uno al otro.
La manada de Kushina se puso furiosa, ya sabes que dos Alfas solo pueden tener un hijo, y eso con
suerte, por eso no querían que se uniera a Minato, había un Omega sin compañero que había
aceptado acoplarse con ella porque era la futura líder de su manada, pero ella se negó y fue
desterrada del clan. Por suerte, los padres de Minato lo aceptaron, para ellos no había nada tan
sagrado como el vínculo entre dos destinados, y acogieron a Kushina. Por desgracia, eso causó
tensión con la manada de Kushina y nos vimos obligados a marcharnos para evitar una guerra.

Sasuke asintió y ladeó la cabeza.

—¿Así fue cómo acabasteis en Alaska?

—Sí, nuestro clan no era débil, pero el de Kushina tampoco; una batalla habría sido perjudicial
para ambos bandos. Por eso nos fuimos al norte, más allá de Estados Unidos, ya que en Alaska
había muchos territorios desocupados y supusimos que podríamos instalarnos sin problemas.

—¿No fue así?

—A los cambiantes lobos y osos no les hizo mucha gracia —respondió Fye mientras continuaba
maniobrando con el otro grillete—. En aquella época no éramos tan amigos como ahora, pero el
hecho de que Minato y Kushina fueran dos Alfas los puso en ventaja sobre los otros clanes.
Aquellos líderes que vinieron para tratar de echarnos, se las vieron con dos jaguares poderosos
que se protegían el uno al otro o que podían separarse sin provocar disputas por el liderazgo en un
clan; uno podía salir fuera de su territorio para ocuparse de asuntos del exterior mientras que el
otro mantiene el orden en la manada.

Sasuke tuvo que reconocer que eso era una ventaja. Normalmente, el líder de un clan debía
permanecer dentro de su territorio para guiar al resto y evitar las disputas, puesto que había otros
Alfas de naturaleza dominante, a veces eran inevitables las peleas, por eso mismo respondían ante
otro Alfa más fuerte, el líder. Este no solía salir de su clan a menos que fuera totalmente
necesario, ya que el resto de Alfas podrían tener la tentación de tomar el liderazgo, lo cual
derivaría en combates sangrientos dentro de la propia manada, que se decantaría por un bando o
por otro.

Esa era la razón por la que un Alfa necesitaba un compañero: los Omegas en general no eran tan
fuertes como sus destinados, pero tenían la capacidad de segregar unas hormonas especiales que
destilaban un olor dulzón que calmaban los ánimos, así, el Omega se hacía cargo de evitar el
desorden en una manada mientras su Alfa estaba fuera. Había veces en el que las disputas eran
demasiado fuertes como para que se calmaran con las hormonas, por eso el líder designaba a los
ejecutores Alfas más fuertes para proteger a su compañero, ya que estaba en su naturaleza
proteger a los Omegas; así, si este no era capaz de detener una batalla, los ejecutores lo hacían
por él, manteniendo de esa forma el equilibrio en una manada.

Pero si había dos Alfas, la cosa era diferente. Ambos tenían muchísima más libertad de
movimientos, ya que la continua presencia de un líder Alfa tranquilizaba a los cambiantes y los
mantenía unidos. Y no había nada tan fuerte como una manada unida.

—Al final tuvieron que toleraros —adivinó Sasuke.

—Sí, los líderes tenían compañeros Omegas o no tenían, así que no podían permitirse muchas
visitas a nuestro clan, y menos todavía una guerra. En aquel entonces, el invierno estaba al caer y
una pelea en esa época era un suicidio, pero lo que fue clave para nuestra aceptación, fue que el
clan de lobos de Kiba se vio arrasado por un alud tras una tormenta de nieve. Pidieron ayuda por
radio con la esperanza de que otra manada de lobos los ayudara, pero fuimos nosotros quienes
recibimos el mensaje. Minato se compadeció de ellos y llevó a parte de sus ejecutores para tratar
de quitar toda la nieve que fuera posible y evacuar a tantos cambiantes como fuera posible.
Tuvimos que llevarlos a nuestro clan, donde Kushina ya les había preparado el albergue para que
descansaran y también mucha comida. La madre de Kiba, que era la líder entonces, dijo que
estaría siempre en deuda con nosotros, e intercedió por nuestra manada con los clanes de lobos
para que fuéramos aceptados, de ese modo, estábamos bajo su protección.

—Así que si los osos querían echaros, tendrían que luchar también contra todos los clanes de
lobos.
—Exacto —coincidió Fye un segundo antes de que soltar el otro grillete. Lo retiró con cuidado de
la muñeca de Sasuke y lo dejó junto al otro.

El Omega, sin embargo, aún no había satisfecho su curiosidad.

—Entonces, a pesar de que Minato y Kushina eran destinados, ¿solo pudieron tener a Naruto?

Fye esbozó una triste sonrisa.

—Sí, y la verdad es que les costó bastante tiempo que Kushina se quedara en cinta. El embarazo
fue muy duro para ella, pero se negó a rendirse, estaba empeñada en tener un hijo. Por eso
Naruto es tan especial, Sasuke, no es simplemente el hijo de dos Alfas, sino de dos Alfas
destinados, por eso es más grande que los jaguares normales. Para nuestro clan fue como una
señal, era como si la Gran Madre nos estuviera diciendo que ese chico había nacido expresamente
para dirigirnos.

Sasuke esbozó una sonrisa, un tanto orgulloso de su compañero.

—Sus padres estarán orgullosos de él. Tengo ganas de conocerlos.

La mirada del ejecutor se volvió sombría.

—Minato y Kushina siempre estuvieron orgullosos de su hijo.

El Omega se dio cuenta de que hablaba en pasado y palideció un poco.

—¿Murieron?
Fye asintió, contemplándolo con curiosidad.

—Parece una broma cruel que Naruto te haya encontrado en un secuestro, ya que su madre murió
en una situación muy similar a la que has pasado tú.

Sasuke frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—Unos Alfas secuestraron a una Omega de uno de los clanes de osos. Kushina fue la que los
encontró junto a sus ejecutores, pero ellos los estaban esperando y fueron emboscados. Aun así,
Kushina logró matarlos a todos y devolver a la Omega a su hogar, pero sus heridas eran demasiado
graves y murió sin que el clan pudiera hacer nada por ella. Al ser Minato su destinado, ya sabrás lo
que le pasó.

El Omega se estremeció.

—Perder su vínculo con ella fue demasiado para él.

—Logró aguantar un año antes de que la tristeza lo consumiera. Naruto solo tenía cincuenta años
entonces y era demasiado joven para liderar el clan. Creemos que Minato duró tanto tiempo
porque tenía miedo por su hijo, él sabía que muchos Alfas querrían aprovechar su juventud para
desafiarlo y apoderarse de la manada.

Sasuke sintió un escalofrío. Con cincuenta años, un cambiante ya hacía algún tiempo que era
adulto, pero seguía siendo demasiado joven e inexperto como para dirigir un clan. Podía
imaginarse a su compañero más joven, siendo rodeado por muchos Alfas deseosos de ocupar su
posición.

—Sin embargo, Naruto es vuestro líder.


—Minato y Kushina fueron unos líderes extraordinarios, y muchos de sus ejecutores les éramos
leales, por lo que protegimos a su hijo de los ataques traicioneros. Naruto también contaba con el
apoyo de los clanes de lobos, ya que la manada de Kiba no solo tenía una deuda con nuestra
manada, sino también con Minato porque fue él quien decidió acudir en su ayuda. Además, la
Omega osa que rescató Kushina era la destinada del líder de un clan, el cual también juró lealtad a
Naruto para hacer honor al sacrificio que su madre hizo por su compañera, en consecuencia, los
osos también se pusieron de su parte. De ese modo, evitamos una guerra interna en la que nos
habríamos matado los unos a los otros.

—Pero no podíais evitar los desafíos individuales —comentó Sasuke—. Naruto era un adulto y
estaba obligado a pelear para defender su posición, nadie podía ayudarle en eso.

En esta ocasión, Fye hinchó el pecho con orgullo.

—Naruto no solo era más grande que el resto de los Alfas, también tuvo un desarrollo muy rápido.
Tenía mucha facilidad para entrar en contacto con su animal interior, eso le permitió aprender
más rápido a usar sus sentidos, sus habilidades, y también a pelear. No necesitó ayuda de nadie
para vencer a aquellos que osaron desafiarlo, tanto yo como el resto de ejecutores solo
intervinimos cuando otros Alfas trataban de atacarlo en grupo, eso era rastrero y teníamos el
derecho de proteger a Naruto en esa situación.

Sasuke asintió.

—Ahora comprendo por qué Naruto se lleva tan bien con los otros clanes.

—Es un buen líder, todos le queremos y le respetamos. Nuestra manada es próspera y nuestra
relación con el resto de clanes se ha afianzado gracias a él, todos saben que pueden pedirle ayuda
a Naruto y que este removerá cielo y tierra para echarles una mano. Se ha ganado su puesto como
dirigente, por eso ya nadie le desafía… y por eso ha tenido tantas pretendientes.

El Omega entrecerró los ojos, molesto.


—Eso lo has dicho antes, pero sigo sin entender por qué las Alfas precisamente lo quieren como
compañero.

Fye soltó una risilla.

—Piénsalo, Naruto es un Alfa puro, hijo de dos Alfas destinados. ¿Qué ocurriría si Naruto se
acoplara con otra Alfa?

Sasuke gruñó:

—Otro Alfa puro.

El ejecutor recogió los grilletes y se incorporó en toda su estatura.

—Yo siempre he creído que para que eso ocurra, la compañera de Naruto tendría que ser otra
Alfa. Los cambiantes como él son únicos, milagros que solo se ven una vez en la vida. De todos
modos, ya no importa —añadió, sonriéndole—, porque te ha encontrado.

El Omega no pudo evitar sonreír, contento porque hubiera ocurrido. La verdad era que las
pretendientes de su compañero no le preocupaban, el vínculo entre dos destinados era
prácticamente indestructible, uno de los dos tendría que cometer una auténtica traición para que
se rompiera y, aun así, eso podría matarlos a ambos. No, Naruto no miraría a ninguna de sus
hembras Alfas dos veces, especialmente si nunca se había acostado con ellas para que él no se
sintiera incómodo, era algo muy dulce por su parte. Además, si esas zorras trataban de acercarse
demasiado, se las verían con sus garras… aunque primero tendría que recuperarse.

Entonces, escuchó los pasos de su compañero en las escaleras. No tardó en aparecer en el salón,
sonriéndole.
—Veo que ya eres libre —comentó antes de mirar a Fye—. Gracias por venir. Sé que también estás
cansado del rescate.

El ejecutor le guiñó un ojo.

—No es ninguna molestia, después de todo, mi deber es servirte a ti y a tu compañero —dicho


esto, levantó una mano a modo de despedida—. Os dejo descansar.

En cuanto los dejó solos, Naruto se acercó a Sasuke, pasando un brazo por sus hombros y besando
su sien.

—¿Te has quedado con hambre?

Sasuke negó con la cabeza, mirando su plato prácticamente reluciente por haber devorado hasta
la última gota de caldo.

—No, estoy lleno.

Naruto sonrió y lo cogió de la mano.

—Entonces, tu baño está listo.

—¿Vas a bañarte conmigo? —le preguntó el Omega con una sonrisa sugerente.

Su Alfa se la devolvió y pegó sus labios a su oído.


—¿Acaso creías que no lo haría? —susurró antes de mordisquearle el lóbulo de la oreja, haciendo
que se le escapara un gemido y que su húmeda entrada volviera a palpitar, ardiendo de necesidad
—. Vamos.

Sasuke lo siguió dócilmente por las escaleras, sin prestar demasiada atención a los pasillos ni al
resto de habitaciones que tenían la puerta abierta, estaba deseando tener a su Alfa desnudo y
preparado para aliviar sus necesidades más básicas. No tardaron mucho en llegar al cuarto de
baño, la única estancia que en vez de estar recubierta de madera, lo estaba de azulejos oscuros
con líneas irregulares blancas, aunque la verdadera sorpresa fue descubrir que Naruto había
dejado la luz apagada (pues no había ventanas en esa sala), resaltando así los dos pequeños
montículos de velas aromáticas que había en el suelo, a ambos lados de la enorme bañera que ya
estaba llena de agua y espuma.

—¿Qué…? —empezó Sasuke, que se había quedado con la boca abierta.

Naruto se rascó la nuca, un tanto avergonzado.

—Bueno, no hemos tenido el encuentro más romántico del mundo y pensé que esto podría…
suavizarlo un poco, al menos. —Hizo una pausa en la que se pudo notar que estaba nervioso—.
¿He sido demasiado cursi?

El Omega negó con la cabeza y se puso de puntillas para besar a su compañero en los labios.

—Es un detalle que te preocupes por estas cosas. Nunca esperé… tener un Alfa que hiciera algo así
por mí. Gracias.

Naruto se inclinó y le devolvió el beso, tomando su rostro entre sus manos.

—Haría cualquier cosa por ti, Sasuke. Lo que sea —dicho esto, esbozó una sonrisa traviesa y sus
dedos se deslizaron por su cuello hasta terminar sobre sus hombros—. Y ahora, vamos a quitarte
esa manta mugrienta y a bañarte.
La tela cayó al suelo de un solo movimiento, dejando desnudo a Sasuke. Este permitió que su Alfa
lo examinara con detenimiento, examinando sus heridas, frunciendo el ceño cuando reparó en las
más recientes, la de los costados y el cuello.

—¿Te duele mucho? —le preguntó, preocupado.

Él le acarició el rostro para calmarlo.

—No es nada que no pueda soportar.

Naruto soltó un gruñido bajo y amenazador, pero Sasuke no se asustó, sabía que su rabia no
estaba dirigida a él. En cambio, se pegó a su cuerpo y lo abrazó, frotándose contra él para hacerle
saber que estaba bien y que se encontraba sano y salvo. Su compañero lo envolvió con sus fuertes
brazos de inmediato.

—Tendría que haberle dado una muerte lenta y dolorosa a ese cabrón por lo que te ha hecho.

—No podías permitirte darle la oportunidad de que me cogiera como rehén, Naruto, habría sido
muy peligroso para mí y os habría dejado indefensos. Por eso actuaste tan rápido, hiciste lo
correcto.

Su Alfa lo besó en la cabeza.

—Aun así, me habría gustado que sufriese más.

—A mí también —reconoció Sasuke, levantando la mirada—, pero ya no importa, porque estoy


contigo.
Los ojos de Naruto brillaron con emoción antes de apoderarse de sus labios. Él se dejó hacer,
cerrando los párpados y permitiendo que su compañero lo devorara a placer, barriendo su boca
con su ávida lengua mientras sus manos se movían hambrientas por todo su cuerpo, explorando
su espalda, enredándose con su cabello, acariciando sus muslos. Cuando por fin le clavó los dedos
en las nalgas, un jadeo salió de sus labios; su entrada todavía estaba mojada y pedía a gritos la
atención de su destinado, necesitaba que aliviara el fuego que se había creado en su bajo vientre y
que ahora volvía a extenderse por cada centímetro de su piel.

Ansioso por sentir a su Alfa, le agarró el bajo de la camiseta y tiró hacia arriba; este le ayudó a
quitársela pasándola por encima de su cabeza antes de lanzarla a la otra punta de la estancia y
volver a encerrarlo en sus brazos mientras su boca se hundía en su cuello, en la zona que no
estaba herida, para llenarla de besos y eróticas caricias de su lengua que le dejaron las piernas
temblorosas, mientras que sus dedos curiosos exploraron con lujuria su musculoso pecho,
disfrutando de cómo estos parecían tensarse a su paso. Cuando bajó sus abdominales, gimió al
sentir que otra intensa oleada de humedad asaltaba su entrada; no podía evitarlo, Naruto tenía el
vientre más duro que jamás había tocado, lo excitaba y estaba deseando pasar su lengua por esos
sexys músculos.

De repente, su Alfa soltó un gruñido de deseo y se apartó. Sus hermosos ojos azules se habían
oscurecido por la lujuria.

—A la bañera, ya —ordenó en un tono de voz bajo y ronco que hizo estremecer a Sasuke.

No dudó en obedecer, aunque necesitó la ayuda de su compañero para meterse. Su cuerpo aún
estaba dolorido y no pudo evitar hacer una mueca cuando levantó las piernas para entrar en la
bañera. No pudo evitar soltar un suspiro de placer al sentir el agua caliente sobre su piel; como
cambiante felino, odiaba estar sucio y agradeció en silencio que Naruto se hubiera empeñado en
bañarlo, además de que, como jaguar, le encantaba el agua. El rubio lo sostuvo suavemente por
los brazos mientras le ayudaba a bajar hasta quedar recostado en uno de los extremos del
recipiente. Estaba tan a gusto que cerró los ojos un momento.

—¿Se siente bien?

Entreabrió los párpados para encontrarse con el bello rostro de su Alfa. Este le sonreía con afecto.
—Se siente genial —dicho esto, se fijó entonces en el hombro izquierdo de Naruto, que estaba
ensangrentado, y el miedo le hizo palidecer al recordar el horrible mordisco que le había dado
Orochimaru durante la pelea—. ¡Por la Diosa! ¿Estás bien? —Se sentó de un salto y le tocó los
bordes de la herida, examinando el daño.

Naruto le cogió la mano con delicadeza y la besó.

—Tranquilo, parece peor de lo que es. Se curará. —Hizo una pequeña pausa en la cual le dedicó
una divertida sonrisa—. Por eso quería que nos bañáramos, supuse que te sentirías más cómodo si
hacíamos el amor cuando los dos estuviéramos limpios.

Aun así, Sasuke se sentía inquieto. Recordar la batalla con ese malnacido le hizo darse cuenta de
que su compañero también necesitaba cuidados.

—¿Tienes más heridas?

Sin decir nada, Naruto se levantó y se dio la vuelta, mostrándole la espalda. En la zona baja, muy
cerca de los costados, tenía largos y profundos arañazos que todavía sangraban, Orochimaru había
procurado desgarrar tanta carne como fuera posible. Lo que le había hecho a Sasuke en los
costados no tenía ni punto de comparación con eso, pues al Omega lo quería vivo, tan solo le
había clavado las uñas para que le soltara el cuello cuando lo había atacado, pero a Naruto, en
cambio, había intentado matarlo, por lo que los cortes eran más largos y feos.

La furia consumió a Sasuke, deseó tener a ese hijo de puta delante para poder arrancarle la piel a
tiras.

—Mierda, Naruto —maldijo.

—No te preocupes, no es tan grave. Uno de mis ejecutores me echó un vistazo, solo necesito
curarlas y descansar.
El Omega no desconfiaba de su compañero pero, aun así, le dolía ver que estaba herido por su
culpa. Quería ayudarlo a sanar.

—¿Tienes más?

El rubio desabrochó los pantalones y se los quitó. Por un instante, Sasuke se quedó un tanto
embobado contemplando la gran erección de su destinado; tenía una polla grande y dura, que
prometía sentirse extremadamente placentera si le ofrecía su trasero para que lo follara fuerte y
rápido. Le habría gustado poder hacer eso, sin embargo, su distracción terminó cuando se fijó en
la sangre que manchaba uno de sus muslos. No era tan grave como las heridas de los costados o el
cuello, pero odió ver las marcas de uñas que le había hecho Orochimaru al intentar librarse de su
Alfa cuando lo había inmovilizado en el suelo.

Sin pensarlo dos veces, señaló severamente la bañera con la cabeza.

—Voy a limpiarte y a curar tus heridas. Métete —ordenó.

Naruto soltó una risilla, pero fue hacia él para obedecer.

—Sí, mi Omega.

Sasuke le enseñó los dientes mientras su destinado se sentaba detrás de él.

—No tiene gracia. Ese bastardo te ha hecho daño —añadió, sintiéndose mal por ello. Naruto ni
siquiera sabía que él era su compañero cuando fue a buscarlo pero, aun así, había arriesgado su
vida por él, resultando herido.
Su Alfa tiró de él para pegar su espalda a su musculoso pecho y abrazarlo por la cintura. Sus
grandes brazos lo consolaron un poco, del mismo modo que lo hizo el cariñoso gesto de su
destinado cuando frotó su mejilla contra su hombro.

—Ha merecido la pena —susurró, estrechándolo con fuerza contra sí—, ahora estás en mis brazos.
—Sasuke se estremeció. Era lo más bonito que le habían dicho en su vida—. Y si me hubieran
dicho que para poder tenerte tendría que soportar mil zarpazos más, los habría recibido gustoso.

—Naruto… —murmuró el Omega antes de dar media vuelta y sentarse a horcajadas sobre su
destinado para besarlo. Su Alfa dio la bienvenida a sus labios en un beso que, en esta ocasión, fue
más tierno y afectuoso, lleno de un amor que estaba creciendo en ambos.

Sin dejar de intercambiar muestras de cariño, se lavaron el uno al otro. Sasuke le quitó toda la
sangre a Naruto, así como las capas de polvo y tierra que había acumulado durante el combate
con Orochimaru, mientras que el Alfa le dio un cuidado más completo a su Omega, puesto que
había estado tres días sin poder limpiarse; primero se deshizo de toda la sangre para poder ver
bien sus heridas, asegurándose de que no fueran graves, y luego le frotó la piel con los dedos para
quitarle toda la suciedad acumulada. Durante el proceso, masajeó suavemente todos sus
músculos, empezando por los hombros y la espalda, sumiendo a Sasuke en un estado relajado
que, poco a poco, se fue calentando, ya que Naruto tuvo que continuar por su pecho, donde se
tomó su tiempo para acariciar cada línea de sus fuertes pectorales y sus suaves abdominales,
jugando vilmente con sus pezones hasta que estos se pusieron duros bajo sus traviesos dedos.

—Alfa… —suspiró el Omega, encantado por las caricias.

Su compañero ronroneó en su oído.

—Shh… Solo te estoy lavando, mi sexy Omega —dijo con una sonrisa antes de pellizcar con
cuidado uno de sus pezones, provocando que Sasuke arqueara la espalda, ofreciéndole su pecho
para que siguiera.

—Y una mierda —jadeó este.


Naruto soltó una risilla antes de lamerle el cuello y deslizar sus manos hacia abajo muy
lentamente, logrando así que el Omega se retorciera por la expectación, sabiendo hacia dónde se
dirigían sus dedos.

—No puedo evitarlo… —reconoció el rubio sin dejar de provocar a su destinado con sus lánguidas
caricias—. Eres hermoso, Sasuke, siento curiosidad por tu cuerpo, por saber lo que te gusta…
¿Prefieres que pare? —le preguntó antes de usar sus colmillos para arañar con mucha suavidad el
hombro de Sasuke, quien gimió fuerte por la deliciosa sensación que le producían sus caninos
sobre su piel.

—¡No! Sigue, por favor —suplicó. Jamás lo había hecho ante un Alfa, pero estaba demasiado
caliente como para ser orgulloso y su entrada le dolía.

Naruto gruñó complacido y sus manos se apoderaron un instante de sus caderas antes de bajar
hacia sus muslos, que masajeó firme y eróticamente con los dedos, haciendo que Sasuke echara la
cabeza hacia atrás para gemir con fuerza, ansiando tener esas manos en otras zonas de su cuerpo
que sin duda alguna harían que alcanzara la cima.

—Por favor, mi Alfa… —gimoteó, apoyando las manos en los bordes de la bañera para y los
talones en el suelo de esta para poder mover sus caderas hacia adelante y hacia atrás, frotándose
desinhibidamente contra la dura polla de su compañero.

El rubio gruñó, excitado por la reacción de su Omega.

—Lo que quieras, mi Omega —dicho esto, una de sus manos acarició el muslo de Sasuke,
ascendiendo por él hasta que, por fin, se envolvió alrededor de su henchido miembro.

Este gritó cuando Naruto lo acarició de arriba abajo a un ritmo suave, pero no muy lento. Eso le
gustó demasiado, la mayoría de sus amantes no solían masturbarlo así, y los pocos que lo habían
hecho, simplemente habían empezado a tocarlo demasiado rápido, algunos incluso le habían
hecho daño así, por lo que se habían ganado un buen mordisco como castigo. Su Alfa no había
dado por supuesto que estaba lo bastante excitado como para buscar directamente su orgasmo,
sino que lo tanteaba primero al mismo tiempo que lo provocaba y seducía, jugaba con él a la vez
que le proporcionaba grandes dosis de placer. Era delicioso, y no dudó en mover las caderas al
compás de sus caricias, tanto para hacerle saber que le encantaba cómo lo tocaba como para
seguir frotándose contra su erección. No era el único que sabía jugar.

Se mordió el labio, satisfecho y caliente cuando su compañero volvió a gruñir de pura lujuria. Aun
así, este no se apartó de él, también parecía gustarle su forma de provocarlo.

—Con que tengo un Omega juguetón entre manos, ¿verdad, Sasuke? —murmuró con esa voz
grave y ronca que tanto lo excitaba. Se estremeció cuando lo mordisqueó debajo de la oreja y su
otra mano se deslizó hacia arriba, buscando uno de sus pezones para frotarlo con el pulgar,
acentuando el placer.

—Sí… —gimió, moviéndose un poco más rápido, pidiéndole así a su compañero que le llevara a la
cima de una vez.

Pero Naruto no se lo concedió. Aún no.

—Estás listo para correrte, ¿no es así? —dicho esto, le dio una embestida rápida a su miembro con
la mano que le hizo chillar de placer antes de que esta regresara al ritmo anterior. Sasuke se
quedó tembloroso y jadeando pesadamente, de no haber estado en el agua, la humedad de su
entrada ya habría estado escurriéndose por sus muslos; eso le sorprendía un poco, ya que jamás
había estado tan excitado, y menos todavía por tener a alguien masturbándole.

—¡Sí! Sí, por favor —gimoteó.

Naruto le dedicó un sexy gruñido antes de clavar suavemente los colmillos en su cuello, en la parte
que no estaba herida. De nuevo, Sasuke lanzó un largo gemido de necesidad, su lado animal
estaba deseando ser mordido y marcado por su compañero.
—¿Y cómo quieres correrte, Sasuke? —le preguntó en voz baja, besando la zona en la que había
estado jugando con sus caninos, ascendiendo por su garganta hasta su oreja, donde se entretuvo
para chuparle el lóbulo o mordisquearlo a placer—. ¿Quieres que te toque despacio, lento,
torturándote hasta que te corras… o te gusta rápido y duro?

Sasuke ni lo dudó.

—Rápido, duro —jadeó.

Su Alfa ronroneó en su oído, complacido por su respuesta, y no se hizo de rogar. Sus dedos
subieron y bajaron frenéticamente sobre su duro y necesitado miembro, dándole grandes oleadas
de placer que lo arrasaron por dentro, haciendo que el fuego que había tenido retenido todo ese
tiempo explotara y que el éxtasis lo asolara, haciéndole gritar de puro gozo.

Estaba terminando de correrse, jadeando por el intenso orgasmo, cuando Naruto tiró suavemente
de él para atraerlo de nuevo a sus brazos, envolviéndolo amorosamente con ellos, antes de
plantar tiernos besos en su hombro y su cuello. Sasuke cerró los ojos y se recostó en su pecho,
disfrutando de la paz que sentía su lado animal ahora que había experimentado la poderosa
química sexual con su pareja destinada; todavía estaba algo irritada por no haber sellado la unión
entre ambos, pero eso no sería posible hasta que entrara en celo, por lo que, de momento, se
conformaba con ser satisfecha por el Alfa.

El rubio le acarició una mejilla con el dorso de los dedos.

—Mucho mejor, ¿a que sí? —susurró con suavidad.

Sasuke levantó perezosamente la vista hacia su destinado. Había perdido el brillo de deseo en sus
ojos, siendo sustituido por uno feliz que se reflejaba también en su sonrisa. Era muy guapo cuando
le miraba así, le hacía sentirse el Omega más afortunado del mundo.

—Gracias, Naruto. Lo necesitaba.


Este lo besó tiernamente en la cabeza.

—Estás a punto de entrar en celo, es normal que estés más caliente de lo normal… y, como buen
compañero que soy, es mi obligación procurar tu bienestar sexual —añadió con diversión.

Sasuke no pudo evitar resoplar, aunque también sonreía.

—Sí, obligación, claro. Lo que querías era meterme mano.

Naruto le miró con cara de cordero degollado. Se veía adorable.

—Solo soy un pobre Alfa cachondo que acaba de encontrar a su compañero… Ten un poco de
compasión…

No pudo evitar reír un poco, haciendo que el rubio, inmediatamente, sonriera, al parecer contento
por haber provocado esa reacción, y después lo estrechó entre sus brazos mientras lo besaba,
juguetón, en la espalda. Sasuke soltó una carcajada, divertido y encantado por esa faceta de su
destinado; los Alfas de su manada no se comportaban así, todos eran… más como él, serios, rectos
y respetuosos, la época de hacerse bromas entre ellos terminó en la adolescencia. Sin embargo, a
Naruto no parecía importarle demasiado ser un adulto, se lo pasaba en grande tomándole el pelo
y chapoteando en el agua como un niño pequeño y, la verdad, le encantaba. En el fondo, siempre
había encontrado a sus amantes bastante aburridos.

Entonces, mientras él fingía querer librarse de sus brazos, notó de nuevo su dura erección y cayó
en la cuenta de que él no se había corrido. Se detuvo en seco y echó la cabeza hacia atrás para
buscar sus ojos.

—¿Qué pasa? —le preguntó Naruto, que paró al ver que él ya no jugaba.
—Tú no te has… —empezó, haciendo amago de envolver sus manos alrededor de su polla.

Sin embargo, su Alfa le cogió delicadamente las muñecas y negó con la cabeza.

—No te preocupes por mí.

—Pero… —intentó replicar, pero su compañero puso el pulgar en sus labios y luego los acarició
despacio, mirándolo con cariño.

—Ya habrá tiempo para eso —le dijo con dulzura antes de cogerle un mechón de pelo y tironear
de él con una sonrisita—. Aún no te he lavado el cabello.

Sasuke se lo tocó e hizo una mueca de disgusto al notarlo tan enredado y enmarañado. Vale, eso
era un poco asqueroso, no entendía cómo a su Alfa no le había importado tocarlo antes con lo
sucio que estaba. Su cara hizo que este se riera entre dientes.

—Anda, ponte de espaldas y déjame a mí.

Él dudó un poco antes de obedecer.

—Nadie me había lavado el pelo desde que era niño.

Sintió la mano de Naruto en su nuca, masajeándola. Cerró los ojos, disfrutando de las suaves
caricias que le regalaban sus dedos.

—¿Te molesta que lo haga yo? —preguntó con suavidad.


Sasuke lo meditó un momento.

—… No. Pero creía que los Alfas no hacían esa clase de cosas.

Su compañero se inclinó hasta apoyar el mentón en su hombro.

—Por suerte para ti, a mí me gusta dedicarte esta clase de cuidados, creo que es algo íntimo y que
los dos podemos disfrutar —dicho esto, le dio un beso en la mejilla y se apartó, sin dejar de
masajearle el cuero cabelludo con una mano.

Sin embargo, en vez de empezar a lavarlo, escuchó cómo quitaba el tapón de la bañera, haciendo
que el agua fuera bajando.

—¿Por qué has hecho eso? —interrogó. Le gustaba estar sumergido en agua caliente.

Naruto señaló el líquido con el ceño ligeramente fruncido.

—No se ve porque hay espuma, pero el agua se ha ensuciado por habernos limpiado la sangre y
todas las capas de polvo y tierra que teníamos. Voy a usar la alcachofa para terminar de lavarte.

Sasuke asintió y volvió a ponerse de espaldas a su Alfa, notando con pesar que apartaba su mano
de su cabeza para encender la alcachofa. A los pocos minutos, ya tenía la cabeza echada hacia
atrás, permitiendo que su destinado le mojara el cabello mientras acariciaba mimosamente sus
mechones antes de enjabonarlo, dándole otro masaje más largo que lo dejó completamente
relajado. Naruto tenía razón, se sentía como si estuviera compartiendo algo muy íntimo con él y
era muy agradable, le gustaba que le dedicara ese tipo de atención. Cuando terminó de aclararle el
pelo, le puso suavizante y le peinó el cabello con los dedos antes de volver a mojarlo; una vez hubo
terminado, acarició su larga cabellera con delicadeza.

—Tienes un pelo precioso, Sasuke —le dijo, frotándolo entre sus dedos.
Él sonrió y se dio la vuelta, sentándose a horcajadas sobre su regazo. Su Alfa se lo permitió y rodeó
su cintura con los brazos.

—Tu turno —dijo, cogiendo la manguera.

Naruto sonrió como si fuera un niño pequeño.

—¿Quieres lavarme tú también?

Asintió, un poco sonrojado ya que no recordaba habérselo hecho a nadie en su vida. Aun así,
quería que su compañero experimentara la misma ternura y cariño que él le había dado con esa
simple tarea. Este no opuso ninguna resistencia y apoyó su cabeza en su pecho mientras Sasuke
repetía el proceso; disfrutó acariciando los indomables mechones dorados de su cabello, los cuales
parecían poco dispuestos a dejarse desenredar, pero, con paciencia y habilidad, logró someterlos a
sus suaves caricias, logrando que Naruto ronroneara al mismo tiempo que plantaba besos en su
torso, a veces lamiendo sus pezones con afán juguetón, ganándose un sermón de Sasuke, el cual
solamente le hacía reír por lo bajo antes de volver a recostarse en él y dejarse hacer.

Cuanto terminó, el Alfa lo miró claramente feliz, haciendo que se sintiera orgulloso y contento de
su trabajo.

—Gracias, Sasuke, nadie me había lavado el pelo desde mi madre.

La mención de su progenitora hizo que su corazón se encogiera. Acarició su hermoso rostro,


debatiéndose entre si debía decirle que sabía lo de sus padres o no. Al final, se decantó por ser
sincero, después de todo, era su destinado y no quería mentirle.

—Tu ejecutor me ha hablado sobre ella.


Naruto no pareció sorprendido.

—Lo sé, escuché parte de la conversación mientras iba a buscar las velas.

Sasuke hizo una mueca de preocupación.

—¿No te molesta?

Su Alfa le sonrió y le dio un beso en los labios.

—Eres mi Omega, no tengo secretos para ti y, de todos modos, lo habrías sabido tarde o
temprano.

Él lo contempló con tristeza y lo abrazó con fuerza.

—Siento mucho lo que les pasó, Naruto.

Este le devolvió el gesto y hundió una de sus manos en su cabello.

—No lo hagas, Sasuke. Mi madre murió haciendo lo correcto, estoy orgulloso de ella, y mi padre
no habría sido un verdadero compañero si no la hubiera seguido. Fue duro ver lo mucho que sufría
su pérdida, pero agradecí que quisiera quedarse conmigo un poco más para asegurarse de que
estaría bien. No podría haber pedido más —dicho esto, se separó un poco para tomar su rostro
con una de sus grandes manos, observándolo con tristeza—. Cuando me hablaron de ti, no pude
evitar recordarlos, por eso no dudé en hacer todo lo que estuviera en mi mano para recuperarte,
aunque tuviera que morir en el intento.

—Menos mal que no ha sido así —dijo Sasuke.


Naruto sonrió.

—No tenía intención de morir, menos aún después de darme cuenta de que eras mi compañero.
Tengo planeado pasar miles de años contigo.

El Omega sonrió, la idea sonaba bastante bien y estaba deseando empezar una nueva vida con su
compañero; cuanto más lo conocía, más le gustaba Naruto, lo cual era un tanto curioso porque no
se parecía en nada a los amantes que había tenido. En el fondo, siempre había creído que su
destinado sería alguien similar a ellos, serio y educado, algo comedido y respetuoso con él al
principio por ser desconocidos, que tal vez lo tratara también como a un delicado Omega, ya que
la mayoría de ellos solían ser sumisos y dulces, muy dedicados a sus Alfas, que se dedicaban a
tareas que ni implicaran la violencia, puesto que la mayoría de ellos eran pequeños y no tan
fuertes como el resto de sus congéneres. Sin embargo, Naruto lo trataba con una confianza y
calidez que le hacía sentirse aceptado y bienvenido en su vida, no había un trato más distante ni
tampoco cauteloso por ser hijo de otro líder, simplemente, había conectado con él como lo que
realmente era, su pareja destinada; además, tenía ese aire travieso y juguetón que tanto le
gustaba, como si fuera un cachorro que estaba entrando en la adolescencia, y ya había
demostrado que era cariñoso con sus cuidados y que lo protegería con su vida si era necesario. No
podía haberle pedido a la Gran Madre un Alfa mejor.

Se inclinó para frotar su mejilla, mostrándole su afecto al mismo tiempo que lo besaba en el
cuello, sintiéndose completo por primera vez en su vida. Sonrió cuando Naruto no dudó en
abrazarlo y en acariciarle la espalda, por lo que continuó dejando besos sobre su piel… hasta que
notó dos perforaciones.

Inquieto de repente, se apartó, observando con el corazón encogido la herida que le había dejado
los colmillos de Orochimaru durante el combate. Era la prueba de que su Alfa había estado
dispuesto a morir por él y, aunque apreciaba mucho que Naruto estuviera tan dispuesto a
defenderlo, le dolió ser tan consciente de ser la causa por la que había arriesgado la vida.

Queriendo compensarlo, sacó la lengua y lamió la zona con cuidado. La saliva de los cambiantes
tenía propiedades curativas que ayudaban a acelerar la cicatrización, así que era habitual verlos
lamiéndose los unos a los otros después de un combate. Naruto sonrió con ternura y ladeó la
cabeza para darle acceso completo a su Omega, permitiendo que cuidara de sus heridas. Eso
también fue importante para Sasuke, ya que en su clan los Alfas eran demasiado orgullosos para
consentir que sus compañeros cuidaran de ellos, algunos lo consideraban hasta una muestra de
debilidad, pero el suyo, en cambio, ahí estaba, recostado en la bañera y acariciándolo mientras se
encargaba de él.

Cuando consideró que la herida ya estaba bien, se apartó de su compañero y ordenó:

—Date la vuelta.

Naruto le sonrió con diversión.

—Sí, mi Omega.

Sasuke le devolvió la sonrisa, que desapreció cuando su compañero hizo lo que le pedía; estaba
arrodillado y con las manos apoyadas en la pared, dándole una increíble visión de su enorme
espalda y su musculoso trasero, que le dieron ganas de morder. Era la clase de culo que le gustaría
aferrar mientras le follaban con fuerza.

Se mordió el labio inferior. Quería tocarlo, pero no sabía si a Naruto le molestaría, después de
todo, los Alfas eran dominantes por naturaleza y preferían tener el control de la situación durante
el sexo, había sido uno de los motivos por los que Sasuke había discutido mucho con sus amantes,
no siempre le había hecho gracia que estos trataran de restringirlo durante sus relaciones.

El rubio, que en esos momentos olía el ligero aroma de la lujuria de su compañero, lo miró por
encima del hombro y le sonrió con picardía.

—Vamos, Sasuke, no seas tímido.

Este se sobresaltó un poco.


—¿No te importa?

Naruto le guiñó un ojo.

—Eres mi destinado, puedes tocarme cómo y dónde quieras.

Sasuke no pudo evitar gruñir, complacido. Se acercó a él hasta que pegó su cuerpo al suyo; como
era más bajo, su vientre se presionaba contra sus duras nalgas y el resto de su torso contra su
amplia espalda. Ronroneó al ser consciente de su piel caliente y sus fuertes músculos,
acariciándolos con sus manos, disfrutando de cómo se contraían bajo su toque como una erótica
sinfonía de poder y sensualidad. Aun así, eso no lo distrajo de lo que realmente le importaba, curar
a su destinado; se inclinó sobre su cuerpo y empezó a lamer los horrendos arañazos que tenía en
los costados, con mucho cuidado por si le hacía daño. Naruto no se quejó, pero se tensó un poco
cuando pasó la lengua por sus heridas. Sasuke se dio cuenta de que le dolían más de lo que quería
demostrar y, queriendo aliviarle, puso una de sus manos en su espalda y la otra sobre su pecho
para acariciarlo. Eso pareció calmar un poco a su Alfa, que se relajó poco a poco y empezó a
ronronear, encantado por sentir sus dedos delineando cada angulosa línea de sus omóplatos, o
por cómo jugaba con sus enhiestos pezones, que se habían fruncido para reclamar su atención. No
lo pensó dos veces y le dio lo que quería, pasando las uñas por ellos, haciendo gruñir al rubio y que
el poderoso aroma del deseo inundara la estancia, burlándose de su nariz y de su propia entrada,
que se humedeció de nuevo como un fiel reflejo de la pasión de su compañero.

Mientras le curaba la herida, se tomó su tiempo para explorar a conciencia su espalda y su torso,
incapaz de no sorprenderse por sus grandes pectorales y por los aún más sexys abdominales, que
parecían estar perfectamente marcados para que él los tocara a placer. Naruto gruñía o
ronroneaba, encantado por las caricias y por el dulce olor que desprendía su Omega, al parecer
caliente y ansioso porque volviera a poner las manos sobre su ardiente cuerpo para calmar su
necesidad. Y lo haría, claro que sí, le había encantado oír sus gemidos y que le suplicara que le
hiciera correrse, y había disfrutado cumpliendo sus caprichos… pero, por ahora, permitiría que su
compañero terminara de curarle las heridas, después de todo, no era tan estúpido como para
contradecirlo cuando estaba preocupado por su estado físico. Además, quería demostrarle que no
lo trataría como a un Omega sumiso y delicado, sabía que la gran mayoría era así, pero no su
Sasuke; todavía no se conocían mucho, pero habían hablado lo suficiente como para darse cuenta
de lo orgulloso y fuerte que era, y lo último que haría sería faltarle al respeto insinuando que no
era capaz de cuidarle. De modo que permitió que siguiera tratando los cortes de garras y colmillos
que tenía con su deliciosa la lengua y que lo distrajera del escozor con sus dulces manos.

Cuando Sasuke consideró que ya había sido suficiente, pasó al otro costado. Una vez más, su Alfa
se tensó un poco por el dolor, pero él ronroneó para calmarlo al mismo tiempo que deslizaba sus
dedos hacia abajo, hacia su trasero. Sin dudarlo, le dio un firme apretón, clavándole las uñas,
haciendo que Naruto lanzara un gruñido de deseo que le puso el vello de punta.

—Sasuke… —dijo con esa voz ronca tan sexy.

—Tranquilo, ya te tengo —susurró antes de seguir lamiéndole y masajear sus fuertes nalgas. Su
Alfa respondió jadeando fuerte y moviendo sensualmente sus caderas hacia adelante y hacia
atrás, imitando el movimiento de alguien follando lentamente a su amante, sin prisas,
saboreándolo. Gimió ante la sola idea de ser embestido así y su entrada empezó a palpitar,
adolorida—. Naruto…

—Deja que me encargue de ti, mi Omega —pidió su compañero con impaciencia—. Huelo lo
mojado que estás, lo mucho que me necesitas… Te prometo que te daré todo lo que quieras,
Sasuke, te haré todo lo que te guste…

—Aún no —gruñó él y, sin previo aviso, agarró la polla de su destinado con ambas manos.

Este rugió de placer con tal fuerza que Sasuke juraría que las paredes temblaron. Se habría sentido
orgulloso de sí mismo si no fuera porque su intensa respuesta lo puso aún más mojado que antes,
además de que su compañero, consumido por la lujuria, empezó a mover más bruscamente las
caderas, tratando de frotar su pene contra sus manos con más rapidez.

Por desgracia, eso impedía que Sasuke pudiera curarle bien la herida.

—Cálmate un poco, mi Alfa, así no me dejas ayudarte —lo arrulló.


Naruto soltó un gemido, pero ralentizó el ritmo de sus embestidas hasta que volvió a esa danza
lenta y sensual que tanto lo seducía. Lo recompensó apretando un poco más su miembro y
acariciándolo con más firmeza, haciéndole gemir y gruñir.

—Falta poco, mi Alfa, aguanta ahí —le ordenó antes de seguir lamiendo su herida, dejando que su
saliva lo ayudara a cicatrizar.

Su destinado obedeció, a pesar de que Sasuke se dio cuenta de que lo que realmente quería era
frotarse más rápido contra sus manos para poder correrse; notaba su polla dura como una piedra
y parecía tener pulso propio, como si palpitara acorde con su propia entrada. Probablemente, debí
de dolerle, pero necesitaba que siguiera así un poco más, era su forma de distraerle del dolor de
sus heridas mientras las curaba con la lengua.

Cuando al fin estuvo seguro de que era suficiente, se apartó y soltó a Naruto.

—Date la vuelta —casi gimió, ansioso por darle el placer que tanto ansiaba.

Su compañero lo hizo con rapidez, sentándose de nuevo y recostándose contra la bañera,


apoyando la cabeza y sus grandes brazos en los bordes al mismo tiempo que habría las piernas
para él, exponiendo su adolorido miembro.

Sasuke no tuvo que pensarlo dos veces, se inclinó sobre sus muslos y lo tomó en boca. Era la
primera vez que hacía algo así, ya que era una de esas cosas que se había prometido a sí mismo
que solamente haría con su destinado, por mucho que sus amantes se lo habían suplicado, pero
eso no le impidió saborear a Naruto entre gemidos, sorprendido y fascinado por la esencia de su
pasión, por lo increíble que se sentía al tenerlo dentro y tocarlo de ese modo tan íntimo; no pudo
evitar de preguntarse si se sentiría así de lleno cuando le hiciera suyo.

Por otro lado, Naruto respondía a sus caricias con fuertes gruñidos, echando la cabeza hacia atrás
y flexionando todos los músculos, siendo asaltado por una oleada ardiente de deseo. No había
esperado que su Omega fuera a chupársela, y mucho menos de esa forma tan desinhibida, como si
fuera lo mejor que hubiera probado nunca. Incapaz de retenerse, agarró el cabello de Sasuke por
aferrarse a algo, en un intento por permanecer quieto y no golpear esa dulce boca con sus
caderas, pues era consciente de que era grande y temía hacerle daño si se movía con demasiada
brusquedad. Estar a su completa merced, siendo víctima de las intensas y húmedas caricias de sus
labios y lengua, provocó que se corriera con fuerza a los pocos minutos, rugiendo de puro éxtasis.

Sasuke gimió al sentir cómo su compañero se estremecía a causa del orgasmo y chupó su esencia,
en absoluto asqueado, más bien se sentía orgulloso por haber provocado una reacción tan
poderosa en él. Lo limpió cuidadosamente al mismo tiempo que sentía sus dedos tocándole el pelo
con cariño, para después deslizarse hasta la última herida que tenía en el muslo; esta no pareció
causarle ningún dolor cuando la lamió, al contrario, lo escuchó ronronear amorosamente mientras
pasaba sus manos por su cabello, su nuca, sus hombros y la parte superior de su espalda. Cuando
se quedó satisfecho con sus cuidados, se irguió y miró al rubio… quien tenía una mirada lasciva en
sus ojos.

Tembló involuntariamente, apretando las nalgas en un intento de aliviar el ardor de su entrada.

—Tu turno, mi Omega —dijo Naruto en ese tono bajo y ronco que parecía augurar un intenso
encuentro sexual—. Ven aquí —lo tentó.

Él gimió y fue hasta él, sentándose a horcajadas sobre él. Uno de los brazos del Alfa rodeó su
cintura, pegándolo a su duro cuerpo, haciendo que se agarrara a sus hombros, mientras que su
mano libre acarició una de sus nalgas con lentitud, haciendo que se mordiera el labio, pues se
hacía una idea de lo que iba a hacer.

—Ladea la cabeza —ordenó, confundiéndolo por un instante—. Tú también estás herido.


¿Pensabas que no iba a curarte? —le preguntó antes sentir cómo le clavaba los dedos en la piel de
su trasero.

Sasuke gimoteó por la sensación, anhelando que lo follara con ellos.

—Alfa… —suplicó, poseído por la lujuria.


Naruto gruñó complacido al mismo tiempo que se inclinaba para lamer las marcas de colmillos que
tenía en el cuello, las más recientes que le había hecho Orochimaru. El Omega no pudo evitar
estremecerse otra vez, ya que esa era la zona donde su destinado debía morderlo para marcarlo
como suyo. Nunca antes le había gustado tanto que lo tocaran ahí, aunque supuso que era
precisamente porque era su auténtico compañero quien lo estaba acariciando ahí.

—Tranquilo, mi Sasuke —ronroneó su Alfa contra su cuello, pasando la lengua sin cesar por ese
lugar tan sensible y erógeno que lo estaba poniendo aún más caliente—, te prometí que me haría
cargo de todas tus necesidades… y es lo que pienso hacer.

Entonces, le metió un dedo, despacio.

No importó, Sasuke chilló y abrió las piernas tanto como pudo, dándole la bienvenida a sus suaves
embestidas. Naruto se internó en él poco a poco, tanteándolo y torturándole de un modo
placentero que lo hacía gemir y suplicar, estaba muy mojado y solo quería que lo aliviara otra vez.

—Por favor… Por favor, Naruto.

Este gruñó, excitado.

—¿No te hago daño?

—No —jadeó cuando su Alfa retiró su dedo de su interior. Sin embargo, gritó cuando le metió dos
dedos con un movimiento más brusco, provocando que el fuego estallara en su bajo vientre—. ¡Sí!

—Rápido y duro, ¿verdad? —adivinó con la voz ronca.

—¡Sí! —chilló otra vez cuando su Alfa lo embistió otra vez sin piedad. Clavó las uñas en sus
hombros, presa del deseo, y trató de balancear sus caderas contra su mano, pero el otro brazo lo
tenía inmovilizado, procurando mantener el control sobre él. Eso lo puso aún más húmedo y buscó
los labios de Naruto para besarlo entre gemidos—. Por favor. Por favor, mi Alfa, por favor, fóllame.

Este le metió la lengua sin miramientos, barriendo el interior de su boca, al mismo tiempo que sus
dedos le hacían el amor a su ardiente trasero a un ritmo más rápido que hizo que le fallaran las
rodillas y dejara de sostenerse sobre ellas, apoyándose por completo sobre el cuerpo de su
compañero, a quien rodeó con los brazos y contra el que se arqueó, ofreciéndose. Naruto gruñó,
satisfecho por su entrega.

—Si hago que te corras, luego me dejarás curarte sin rechistar, ¿entendido? —le dijo en un tono
más brusco, casi dominante, pero Sasuke sabía que era porque volvía a estar excitado, olía su
deseo y era muy consciente de cómo su polla presionaba de nuevo contra su vientre, acariciando
la suya.

Aun así, su voz seguía siendo como sexo puro en sus oídos.

—Sí, lo prometo —juró con un jadeo.

—¿Seguro? —jugueteó Naruto, sacando los dedos de su interior, provocándole un incómodo vacío
por unos instantes, antes de volver a ser llenado por ellos con una fuerte embestida que lo hizo
gritar.

—¡Sí! ¡Sí, Alfa!

Su compañero ronroneó, complacido.

—Bien.

Fue lo único que dijo antes de follar su culo con los dedos. Rápido, duro. Tal y como había
prometido, tal y como a Sasuke le gustaba. Lo único que pudo hacer fue aferrarse a su compañero
y chillar, dejándose arrastrar por las intensas embestidas de placer que se acentuaron cuando este
le arañó la piel del cuello con los colmillos, justo en el lugar en el que debía marcarlo durante el
celo, haciendo que el animal que llevaba dentro se volviera loco y rugiera de necesidad, ansiando
ser reclamado.

En pocos minutos, tuvo un fuerte orgasmo que lo dejó jadeando sobre su Alfa, quien lo abrazó y
ronroneó para él para calmarlo al mismo tiempo que lo acariciaba y, esta vez, lamía sus heridas
para curarlo. Sasuke, todavía un poco sensible por el toque de su compañero y por estar tan cerca
del celo, se estremeció ante el roce de su lengua, pero inclinó igualmente la cabeza a un lado para
permitir que tratara los cortes que le había hecho Orochimaru. En el fondo, deseaba que esas
marcas desaparecieran lo antes posible.

Sin embargo, Naruto aún no había terminado con él.

Mientras lo curaba, sus manos volvieron a masajear sus nalgas y sus traviesos dedos rozaron de
nuevo su entrada casualmente, deslizándose entre sus nalgas seductoramente, haciendo que
tardara muy poco en humedecerse de nuevo. Estando a punto de entrar en celo, era muy fácil
provocar su necesidad sexual, especialmente estando con su destinado. Aun así, Sasuke no se
quejó, solamente se dedicó a gemir suavemente cosas incoherentes, el nombre de Naruto o
murmurar lo mucho que le gustaba que lo tocara.

El Alfa disfrutó viendo a su Omega en estado de necesidad a la vez que cerrada con su saliva las
heridas de su cuello, donde se entretuvo algún tiempo, ya que el jaguar que llevaba dentro
ansiaba acoplarlo, a pesar de que eso no sería posible hasta que Sasuke entrara por completo en
celo; también se ocupó de sus tiernos hombros, sus duros pezones que parecían ansiar su lengua,
los costados, donde ese cabrón le había clavado las uñas… y ambos lados de las caderas, en los
cuales le había mordido profundamente, pero él procuró pasar un buen rato lamiéndolos para que
pudieran cicatrizar cuanto antes. Durante ese tiempo, jugó con la dulce entrada de su destinado,
acariciándola, esparciendo su humedad a su alrededor para procurar una mejor penetración y, de
vez en cuando, metiendo uno o dos de sus dedos en una lánguida embestida. No podía evitarlo, su
Omega tenía un aroma cálido y dulzón que anunciaba la llegada del ardiente celo, lo ponía duro y
hacía que solo pudiera pensar en tocarlo.
Pero lo primero era lo primero; quería que las marcas de ese desgraciado que había osado tocar a
su compañero desaparecieran, le cabreaba la idea de que otro Alfa le hubiera dejado cicatrices,
sobre todo con la intención de hacerle daño… de violarlo y forzarlo a un acoplamiento.

Cuando terminó con la parte delantera, se separó de Sasuke y lo contempló. Aún le costaba creer
que su Gran Madre le hubiera bendecido con un destinado tan hermoso: era alto para ser Omega,
y también atlético, esbelto y fuerte a la vez, una deliciosa y atrayente mezcla que lo hacían babear;
podía admirar los ondulados y elásticos músculos de su cuerpo bajo su piel blanca, que lejos de
parecer enfermiza, se veía firme y suave, todavía bañada por gotas de agua que le encantaría
limpiar con su lengua; tenía el cabello largo por debajo de los hombros, de un precioso negro
brillante con hermosos reflejos azules que lo fascinaban, tan suave que se moría por frotar su
mejilla y sus dedos contra sus mechones, que enmarcaban un rostro de rasgos finos, no delicados,
pero sí elegantes, además de unas mejillas que en esos momentos estaban sonrosadas por la
lujuria, y unos bellos y cálidos ojos negros que tenían un brillo febril. Y por si eso fuera poco, su
Omega tenía una enorme fuerza de voluntad, no se había amedrentado ante los Alfas que le
habían secuestrado, les había plantado cara con valentía y no se había derrumbado cuando todo
había pasado.

Hermoso, valiente, fuerte y apasionado. Jamás se habría atrevido a pedir tanto en un compañero,
pero estaba feliz porque fuera Sasuke.

Embargado por la emoción, acarició su rostro, a lo que este respondió cerrando los ojos y
presionando su mejilla contra su palma con un ronroneo. Naruto se lo devolvió mientras lo besaba
suavemente en los labios.

—¿Te duele algo? —le preguntó con dulzura, sin dejar de tocarlo.

—Estoy bien —respondió su Omega con un tono suave como la seda. Tenía una voz melodiosa, era
agradable al oído, con un punto seductor que parecía querer incitar a los Alfas a tratar de
dominarlo durante el sexo; eso lo volvía loco, le daban ganas atarlo a su cama, vendarle los ojos y
jugar con su cuerpo hasta que le suplicara que lo follara… otra vez. En ese momento, Sasuke abrió
los párpados, como si hubiera oído sus pensamientos, y se mordió el labio inferior de un modo
que le pareció adorable al mismo tiempo que frotaba su pecho contra el suyo, provocándole con
sus pezones. Por poco gruñó, le gustaba esa faceta de su compañero—. Te deseo otra vez.
Él esbozó una maliciosa sonrisa y le mordisqueó los labios.

—Me prometiste que dejarías que te curara las heridas sin rechistar.

—Ya lo has hecho —respondió con un jadeo, probablemente porque no había podido resistir más
la tentación de volver a masajear sus nalgas.

—Solo por delante… falta por detrás —dijo con una gran sonrisa a la vez que deslizaba un dedo
por su entrada, metiéndolo hasta el fondo.

Sasuke le recompensó con un largo gemido.

—Aaaah… Alfa…

—Aún no he acabado contigo, mi Omega —gruñó Naruto, excitado—. Date la vuelta y apoya las
manos en la pared.

El Omega gimoteó como protesta, poco dispuesto a separarse de él, pero el Alfa no era tan
paciente y, con cuidado, lo levantó con facilidad de la bañera, cogiéndolo en brazos para dejarlo
de cara a la pared, poniéndolo de nuevo de rodillas, con las palmas contra la fría y húmeda pared
por el vapor, de forma que su cuerpo quedara inclinado hacia delante, dándole una perfecta visión
de su trasero.

—Naruto… ¡Aaaaah! —Sasuke gritó cuando su compañero le metió dos dedos hasta el fondo con
firmeza. Estaba muy caliente por las anteriores caricias que le había dedicado y que él había
recibido gustosamente, no podía negar que su Alfa sabía muy bien cómo tocarlo… y cómo
provocarlo. Joder, no podría soportarlo si seguía jugando con él de esa manera—. Sigue, por favor
—pidió, necesitando correrse otra vez.
El rubio ronroneó al mismo tiempo que colocaba su cuerpo sobre el suyo. No pudo evitar jadear al
sentir su duro torso contra su espalda, contrayéndose en una demostración de poder y
sensualidad que hizo que su lado animal gimiera, aunque lo que realmente lo dejó tembloroso fue
que frotara su dura polla contra sus nalgas, de vez en cuando acariciando su húmeda entrada con
su punta, amenazando con penetrarlo. Por un instante, su miembro se internó lentamente en él,
metiéndolo lo suficiente como para dejarlo con ganas de más, antes de retirarse y dejarlo con un
incómodo vacío en su interior.

—¡Fóllame, Alfa! —exigió, incapaz de resistirse más.

Naruto pegó sus labios a su oído y susurró:

—Teníamos un trato, Sasuke. Aún no estás curado.

—Me da igual, te necesito —jadeó.

Notó que su Alfa dudaba. Aprovechando la situación, restregó sus nalgas contra su polla, tratando
de que le penetrara. Oyó que Naruto gruñía y que presionaba su fuerte pecho contra el suyo,
inmovilizándolo en la pared, haciendo que se pusiera aún más caliente; su lado Omega ansiaba ser
dominado y sometido por un poderoso Alfa que fuera digno de él, su compañero, especialmente
durante el celo, por lo que otra oleada de humedad lo asaltó, haciéndole gemir.

—Quieto, Omega —le ordenó Naruto—. Sé que antes dije que me ocuparía de todas tus
necesidades… pero estás herido y no quiero que estés aún más adolorido después…

—No me importa —dijo Sasuke, echando la cabeza hacia atrás para mirarlo con deseo—. Me duele
por ti. Por favor, mi Alfa.

Vio en los hermosos ojos de su jaguar que había logrado ablandarlo, lo cual se confirmó cuando se
inclinó para apoderarse de sus labios. No fue un beso tan ansioso y apasionado como antes, sino
más dulce, cariñoso y suave, como si le estuviera diciendo con su boca lo importante que era para
él y lo mucho que se preocupaba por su bienestar.

Nadie lo había besado así nunca. Ni siquiera sus amantes.

Naruto se separó despacio de él a la vez que le acariciaba las caderas.

—No te dejaré a medias, Sasuke —le prometió, haciendo que su corazón se acelerara y que las
rodillas le temblaran—, no soy tan cruel para hacerte algo así, menos aún cuando tu celo está tan
cerca… pero lo haremos a mi manera. Y por la Diosa que voy a curarte esas heridas de todas
formas.

—¿Qué…? —empezó a preguntar, confundido por sus palabras, sin embargo, fue incapaz de hilar
un pensamiento coherente cuando los dedos de su Alfa volvieron a penetrarlo con fuerza,
deslizándose fácilmente por su húmeda entrada, haciéndole gritar de puro gozo.

Fue levemente consciente de los movimientos que hacía Naruto tras él, colocándose de tal forma
que tuviera libre acceso a su baja espalda, la cual empezó a lamer con cuidado. Supo entonces que
estaba tratando las otras marcas que le había hecho el cabrón de Orochimaru en esos tres días
pero, por suerte, las penetraciones de su Alfa hicieron que se olvidara rápidamente de ese
malnacido, tan solo podía sentir los pulsos de placer que enviaba por todo su cuerpo, provocando
que su temperatura corporal saltara por los aires y que sus entrañas se incendiaran a causa del
orgasmo que se estaba formando en él.

A los pocos minutos, estaba corriéndose con fuerza, sin embargo, Naruto no parecía tener
intención de acabar tan rápido con él, ya que sus dedos siguieron embistiéndole suavemente,
alargando su orgasmo y excitándolo de nuevo, logrando que, al poco tiempo de haberse
recuperado un poco, volviera a estar gimiendo de necesidad, ansiando un nuevo orgasmo. Su Alfa,
consciente de eso, le dio lo que quería al mismo tiempo que seguía curando los cortes que le
quedaban, uno en la parte trasera de un muslo, donde estuvo especialmente sensible ante el roce
de la lengua de Naruto, llegando a correrse dos veces…
Aunque no tuvo nada que ver con lo que sintió cuando su destinado llegó a la última marca, que
tenía en la nalga derecha. Todavía recordaba con una opresión en el pecho cómo Orochimaru se la
había hecho el primer día; él todavía estaba muy sedado y apenas pudo hacer un ridículo intento
por resistirse cuando ese desgraciado lo desnudó, pasando sus frías manos por su cuerpo, antes de
atarlo y darle un mordisco en el trasero, tan solo para probarlo un poco antes de que entrara en
celo. Había sido duro para él que lo marcara entonces y por primera vez, además de en un lugar
tan íntimo.

Naruto pareció percibir su cambio de ánimo, porque volvió a ponerse sobre su cuerpo para
abrazarlo y frotar su mejilla contra su hombro.

—Tranquilo, mi Sasuke, estoy aquí y estamos juntos. Lamento no haberte encontrado antes de
que te marcara de esa forma, pero te prometo que, después de esto, esa cicatriz desaparecerá —
dicho esto, le besó en el cuello, en la zona donde debía reclamarlo como su compañero—. Pronto
serás mío y la única marca que tendrás será la mía.

Sasuke giró la cabeza para poder besarlo y su Alfa le entregó sus labios sin rechistar.
Intercambiaron un beso intenso pero suave que él mismo rompió para acariciarle la nariz con la
suya.

—Siento haber pensado en eso cuando estamos…

—Shh… —Naruto lo interrumpió y lo estrechó un instante contra sí—. No debes preocuparte por
eso, es normal después de todo lo que ha pasado. Ahora, voy a curarte eso y después
descansaremos, ¿de acuerdo?

Él asintió y alzó el trasero, dispuesto a permitir que su destinado acabara de curarlo. Sin embargo,
no esperó que este colocara ambos brazos entre sus piernas, separándolas más, y curvarlos para
abrazar sus caderas, impidiendo así que pudiera mover la parte inferior de su cuerpo. Entonces, su
lengua lamió la zona más carnosa de su nalga, donde tenía la herida.

Una nueva ola de calor lo golpeó, haciendo que se mordiera el labio intentando no gemir, pero fue
inútil; estar totalmente a merced de su Alfa mientras este lo lamía en un lugar tan íntimo le hizo
arder y su entrada, que ya estaba bastante mojada por los anteriores orgasmos, palpitó de nuevo
exigiendo alivio. Naruto pasó un buen rato jugando con su trasero, bueno, curándolo, pero Sasuke
no pudo evitar sentirlo como si quisiera que seducirlo otra vez, sobre todo porque sus fuertes
brazos le impedían cerrar las piernas como acto reflejo a alguna de sus más calientes caricias, que
le provocaron suaves jadeos.

Cuando creyó que ya había acabado, estaba tan ansioso porque volviera a follarlo con sus dedos
que estuvo a punto de suplicárselo otra vez, pero no hizo falta; su Alfa movió su lengua hacia un
lado, mordiendo y chupando con cuidado su piel sensible, como si le estuviera advirtiendo de lo
que venía a continuación, sumiéndolo en un estado de expectación que envió eróticos escalofríos
por su espalda, provocando en esta ocasión que animara a su compañero a hacer lo que creía con
gemidos fuertes y continuos que pretendían seducirlo.

Su táctica se vio recompensada cuando, al fin, Naruto pasó la lengua entre sus nalgas, lamiendo su
húmeda entrada. Chilló por el inmenso placer que le produjo esa sensación, tratando de
contonear sus caderas para frotarse contra su lengua, pero su Alfa era fuerte y a duras penas logró
mover sus brazos unos centímetros. Su compañero gruñó:

—Joder, Sasuke, eres delicioso.

—Hazlo otra vez —jadeó este, en cambio, demasiado ansioso para pensar en otra cosa.

Naruto no jugó esta vez con él y le penetró lentamente con la lengua, viendo hasta dónde podía
llegar. Sasuke lanzó un largo gemido, inmerso en su pasión.

—Aaaaaah… Sí, así…

Su compañero apretó el agarre que tenía sobre él y clavó sus dedos en sus nalgas para abrirlas,
dejando su entrada totalmente expuesta. Él cerró los ojos con fuerza, disfrutando como la pantera
en celo que estaba a punto de ser cuando su Alfa lo embistió una y otra vez con una lengua
implacable que parecía estar deseosa por follarlo; cada vez sus envites eran más duros y rápidos,
haciendo que las palpitaciones de su interior se intensificaran y que su humedad se escurriera
hacia afuera, siendo lamida sin dilación por Naruto, el cual chupaba como si fuera lo más exquisito
que hubiera probado nunca. La cosa se puso más interesante cuando este se puso a gruñir,
haciendo vibrar su lengua al mismo tiempo que esta alcanzaba un ritmo más duro y frenético,
provocando que se corriera con tal fuerza que se le escapó un rugido animal, dejándolo tan
tembloroso que ya no pudo sostenerse sobre sus manos y rodillas, dejándose caer en los brazos de
su destinado, quien empezó a ronronear para tranquilizarlo mientras lo abrazaba y lo acariciaba.

Poco después, su compañero lo cogió con cuidado en brazos y lo sacó de la bañera. Sasuke estaba
tan agotado que solo atinó a dejarse llevar, permitiendo que Naruto lo sentara en su regazo y lo
secara amorosamente con una toalla; sus manos gentiles y su cuerpo cálido hicieron que se le
cerraran los ojos, por lo que no fue consciente de que lo había llevado a su habitación hasta que
sintió un mullido colchón bajo su cuerpo. Suspiró del gusto de tener al fin una cama y se hizo un
ovillo, sintiendo cómo su Alfa lo envolvía con sus brazos y lo atraía hacia su pecho. No lo pensó
mucho, se acurrucó en él y dejó que el sueño lo arrastrara.

Unión destinada

Sasuke se sentía muy perezoso cuando notó que un rayo de sol impactó en su rostro. Abrió un ojo,
sintiéndose desorientado por un momento al no reconocer dónde estaba pero, en ese momento,
un enorme brazo lo estrechó contra sí y sonrió al reconocer su fuerte aroma a bosque, tierra… y
hombre.

Se dio la vuelta y contempló el tranquilo rostro de su compañero, todavía dormido. ¿Cómo era
posible que siguiera sobando después de pasar gran parte de la tarde y toda la noche en la cama?,
tonto dormilón… aunque era muy guapo cuando estaba así, con las facciones tan relajadas y los
mechones más largos cubriendo sus ojos y sus mejillas. Alzó una mano y le apartó el cabello…
encontrándose con unos grandes ojos azules que brillaron felices al verlo.

—Buenos días, dormilón —lo saludó.

—Mmm… —respondió este, atrapándolo entre sus brazos y piernas.

Sasuke rio.
—¿Cómo puedes tener sueño? ¿Qué clase de Alfa eres que te quedas remoloneando en la cama?

—Uno muy enamorado de su Omega —dijo, dejando a Sasuke totalmente desarmado y rojo hasta
las orejas, por eso no pudo hacer nada cuando Naruto lo besó en los labios, con suavidad pero
profundamente, introduciendo su lengua en su boca como si le hiciera el amor. Gimió y rodeó su
cuello con sus brazos, arqueando la espalda, entregándose a su Alfa.

Sin embargo, el sonido de los golpes en la puerta los interrumpió. Naruto gruñó malhumorado y se
apartó de él.

—Vuelvo enseguida —dijo, dándole un beso rápido en la boca antes de sonreírle y guiñarle un ojo
—, no te muevas y no te vistas —dicho esto, se puso unos pantalones a toda velocidad y se fue de
la habitación.

Sasuke negó con la cabeza, pero no podía evitar sonreír, un tanto divertido por la actitud de su
compañero. Entonces, recordó que había dicho que estaba enamorado de él y volvió a sonrosarse;
no debería estar tan sorprendido, el vínculo entre destinados era poderoso, así lo había decidido la
Gran Madre, pero apenas se conocían de un día y… y, aun así, Naruto ya le quería.

Y él también lo hacía.

Pese a saber que eso ocurriría, que cuando encontrara a su compañero todo sería muy rápido
entre ellos, no podía evitar estar sorprendido. No era precisamente la persona más sociable del
mundo y le costaba conectar con los demás a nivel emocional, en ese sentido era más parecido a
su lado animal, una pantera solitaria, que necesitaba su propio espacio, pero con Naruto, no se
sentía… agobiado; su destinado parecía haber aceptado su carácter más orgulloso y fuerte que el
de un Omega normal, ya que no lo trataba como si se fuera a romper en cualquier momento.
Además, no podía negar que su personalidad también ayudaba a que se sintiera muy atraído por
él; era cálido y cariñoso, le había hecho sentirse muy acogido y bienvenido a formar parte de su
vida, también era divertido y detallista, ninguno de sus amantes se habría puesto a chapotear en el
agua o se habría preocupado por ser un poco más romántico, simplemente habría asumido su
papel de compañero dando por supuesto que él lo aceptaría sin más. No es que fueran malas
personas, es solo que en Japón tenían esa forma de ser más seria y tradicional y, hasta el
momento, lo había aceptado, creyendo que era eso lo que quería… pero, al parecer, conocer a
Naruto le había dado una nueva perspectiva, una que le gustaba mucho.

Escuchó los pasos apresurados de su destinado y su corazón se aceleró. Verlo solo con el pantalón
puesto, con su poderoso torso al descubierto, provocó que su vientre ardiera y su entrada
empezara a humedecerse.

Naruto se arrodilló frente a la cama y le acarició el cabello.

—Tengo que irme un momento con mis ejecutores, ¿de acuerdo?

—¿Va todo bien? —preguntó, inquieto y haciendo amago de incorporarse, pero su compañero lo
instó a tumbarse de nuevo y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Sí. Es solo que ayer estaba tan centrado en ti que no tuve tiempo de organizar a mis hombres
para que se hicieran cargo de todo mientras paso el celo contigo. No podré separarme de ti en ese
tiempo, así que tengo que darles algunas instrucciones y dejar a alguien dirigiendo a la manada en
mi ausencia.

Sasuke se relajó y le acarició el pecho con cariño.

—¿Necesitas ayuda?

Su Alfa soltó una risilla.

—Llevas solo un día aquí y ya quieres asumir parte de mis responsabilidades. Eres tenaz, mi
Omega.

—¿Eso te molesta? —preguntó, levantando una ceja.


Naruto le sonrió con ternura.

—No, me enorgullece. Serás un gran líder. —Sus palabras hicieron que a Sasuke se le hinchara el
pecho, contento porque, una vez más, su compañero le estaba reconociendo como un igual y no
simplemente como a su consorte. Cerró los ojos cuando su Alfa se inclinó para besarlo en la
cabeza y aceptó las tiernas caricias que le dio en la cara—. Pero aún estás débil y pronto entrarás
en celo, necesitas recuperar todas tus fuerzas para ese momento —dicho esto, le guiñó un ojo—,
sobre todo porque no creo que pueda quitarte las manos de encima.

Sasuke le dedicó una sensual sonrisa.

—Esperaba que dijeras eso.

Su Alfa soltó una risilla y le dio un beso rápido en los labios.

—Volveré en unos minutos, no me llevará mucho tiempo organizarlo todo. Mi casa es tu casa
ahora, Sasuke, entra donde quieras y siéntete libre de usar la cocina si tienes hambre. —Hizo una
pausa en la cual dudó—. Estás bien para moverte, ¿verdad? ¿O necesitas que yo te…?

El Omega lo detuvo poniendo un dedo en sus labios antes de acariciarlos.

—No te preocupes, me siento bien. De verdad. —Naruto le sonrió, al parecer contento por la
respuesta, y lo besó de nuevo, esta vez más profundamente y rodeando su cintura con sus brazos,
haciendo que Sasuke sonriera, divertido por la poca predisposición de su destinado a apartarse de
él—. Naruto, tus hombres te están esperando, sé un Alfa como la diosa manda y ve con ellos.
Cuanto antes termines, antes podrás volver conmigo.

Finalmente, su compañero le dio un último beso y se marchó. Por otro lado, Sasuke se estiró sobre
la cama y decidió levantarse, puesto que el día anterior ya había dormido demasiado; todavía
tenía los músculos doloridos por haber pasado tres días en la misma postura incómoda, pero al
menos los efectos de las drogas parecían haber desaparecido, ya que se sentía más fuerte y ágil.
Aun así, y aunque era tentador, no adoptó su forma animal, era consciente de que el proceso
podía ser perjudicial en esos momentos para su recuperación y que, probablemente, sería muy
doloroso con su actual condición física, pero le consoló ver que era capaz de sacar sus garras y
colmillos.

Satisfecho consigo mismo, se puso de pie… y se dio cuenta de que no tenía ropa que ponerse;
Orochimaru destrozó su ropa cuando lo desnudó y Shisui solo le trajo una manta el día anterior,
por lo que había nada suyo. Sin tener muchas opciones, fue al armario de Naruto, bastante seguro
de que no le importaría que usara sus prendas, y se puso unos calzoncillos que le llegaban por
encima de las rodillas y una camiseta de manga corta que le venía algo grande, ya que su Alfa era
más grande que él y tenía unos pectorales muy tonificados… era indudablemente sexy.

Agarró el cuello de la camiseta e inspiró profundamente, ronroneando al reconocer su aroma. No


podía evitarlo, los compañeros destinados que se encontraban eran muy dependientes el uno del
otro al principio, más todavía si aún no se habían reclamado el uno al otro; la necesidad de sus
animales interiores por estar juntos era muy fuerte, de ahí que Naruto no hubiera querido alejarse
de él al principio a pesar de que sería por poco tiempo, y que Sasuke no pudiera evitar hundir la
nariz en su ropa para aspirar su esencia. Con el tiempo, cuando su vínculo fuera más fuerte y
llevaran más tiempo juntos, podrían permanecer separados más tiempo, como Fugaku y Shisui en
esos momentos, pero, por ahora, no era el caso de Sasuke, quien ya estaba ansioso porque su Alfa
regresara para poder estar en sus brazos.

Se le hacía un poco gracioso sentirse tan cursi, pero lo dejó estar al pensar en su padre y decidió
llamarlo para asegurarle que estaba bien, aunque estaba seguro de que Shisui ya le habría
informado de su estado. Puesto que también estaba hambriento, bajó a la planta baja y cogió el
teléfono del salón para marcar el número del móvil de su padre mientras se dirigía a la cocina para
ver qué podía desayunar. Ver un montón de filetes de beicon le hizo la boca agua y no dudó en
coger un paquete y un par de huevos; necesitaba las proteínas que no había podido consumir en
ese tiempo.

—¿Diga? —contestó la profunda voz de Fugaku.

—Hola, padre.
—¡Sasuke! ¿Cómo estás? ¿Estás herido? Shisui me dijo que parecías estar bien, pero quiero que
me lo digas tú.

No pudo evitar sonreír un poco. Su padre era un hombre bastante serio excepto en la intimidad de
su hogar, sobre todo si su madre andaba cerca o cuando él e Itachi no eran más que unos
cachorros. Nadie imaginaría al imponente Alfa persiguiendo a sus crías con afán juguetón en su
forma animal.

—Solo estoy un poco dolorido, pero me encuentro muy bien —lo tranquilizó antes de morderse el
labio inferior. Suponía que Shisui le habría hablado de Naruto, pero teniendo en cuenta cómo se
había metido con él, dudaba que lo hubiera halagado ante su padre, y temía un poco su opinión
sobre él, aunque eso no cambiaría nada, pensaba quedarse en Alaska con su compañero y
consumar su unión—. Padre… ¿Shisui te ha dicho lo de Naruto?

Fugaku pareció un poco confundido por el cambio de tema, pero se recuperó con rapidez.

—Sí, por supuesto —dicho esto, su tono se aligeró—. No sabes lo aliviado que me siento de que
hayas encontrado a tu compañero, hijo, sobre todo después de lo que ha pasado.

Vaya, no era la reacción que esperaba, aunque se sintió reconfortado al saber que no le guardaba
rencor a Naruto por haberse negado a entregarlo a su familia.

—¿Shisui no te ha contado la discusión que tuvimos ayer? —preguntó con cuidado.

—Oh, sí, claro que lo ha hecho —respondió Fugaku como si nada, sorprendiéndolo.

—¿Y no estás enfadado?

—… Hijo, si yo hubiera sido tu compañero, le habría arrancado la cabeza por querer apartar a tu
madre de mí. —Hizo una pausa en la que soltó un suspiro—. Es un buen hombre y comprendo sus
motivos para proponer que volvieras a Nueva York, pero ha tenido la gran suerte de encontrar
muy temprano a su destinado y por eso no entiende a los que hemos tenido que buscar a nuestras
parejas, como tú y yo.

Sasuke dejó escapar el aire, aliviado.

—Gracias por entenderlo.

—¿Tú estás bien con él? ¿Te trata bien?

Sasuke se sonrojó.

—Es genial, padre. Es distinto a la gente de nuestro clan, pero… me gusta.

—Si te hace feliz, a mí me basta, Sasuke. No negaré que me apena que tengas que estar tan lejos
de tu familia, pero nunca me interpondría en eso. Ya sabes lo que me pasó con tu madre.

Sí, todo el clan conocía la historia. En los tiempos de sus padres, las manadas de cambiantes de
Japón estipulaban que si un Omega no había encontrado a su verdadero compañero un año antes
del celo, dicho año se utilizaba para encontrar un Alfa aceptable para él. Ese fue el caso de su
madre, pero ella se negó a aparearse con el Alfa que habían escogido para ella y huyó de su clan
pocos días antes de que empezara su celo, pues no deseaba acoplarse a otra persona que no fuera
su destinado. Estuvo escondida en una cueva hasta que entró en calor, instante en el que su olor
se intensificó… atrayendo a Fugaku, que la reconoció al instante como su compañera.

Ambos se aparearon durante el primer acto sexual, a pesar de que no sabían ni sus nombres. No
les importaba, Fugaku era mucho más mayor que ella con más de quinientos años a sus espaldas,
llevaba mucho tiempo buscándola y, cuando dio con ella, no le importó no conocerla, era suya y él
le pertenecía también. En cuanto a Mikoto, el único deseo que había tenido en su vida era
encontrar a su pareja, la única que podría hacerla feliz de verdad. De modo que pasaron el celo
juntos en una mísera cuerva, sin cama, ni casa, ni comodidades, comían lo que Fugaku cazaba
cuando la Omega descansaba de los múltiples apareamientos y dormían en sus formas animales.
Y, aun así, cada vez que uno de los dos contaba esa historia, lo hacían con una enorme sonrisa en
el rostro, como si hubiera sido el momento más hermoso de sus vidas, demostrando que lo único
que habían necesitado era tenerse el uno al otro y nada más.

Sin embargo, esta unión no hizo muy feliz a la manada de su madre. En Japón era importante el
protocolo social, incluso en la actualidad, aunque ahora ya no era tan estricto, y la familia de
Mikoto se mostró indignada con su apareamiento con Fugaku, ya que no lo conocían en
profundidad, por no hablar del Alfa que quería a la Omega como su compañera, el cual desafió a
Fugaku para poder tenerla.

En esas situaciones, el combate era a muerte, ya que era la única forma de deshacer un
acoplamiento y, como este era muy reciente, no mataría a Mikoto, aunque sí la harían sufrir
muchísimo. Sin embargo, Fugaku venció y se llevó a su compañera con él, amenazando a la familia
y a su manada con matarlos a todos si intentaban separarlos de nuevo.

—Lo sé, padre, gracias —dijo Sasuke, sonriendo—. Me gustaría que lo conocierais, creo que os
caería muy bien.

—Solo he interactuado un poco con Naruto, pero parece un buen líder a pesar de su juventud.
Además, te ha salvado la vida, hijo, incluso antes de saber que eras su pareja. Eso dice mucho de
él, así que no tienes que preocuparte por mi opinión.

Tras esas palabras, Sasuke se relajó del todo.

—Eso es un alivio. Me preocupaba lo que pudieras pensar tras hablar con Shisui, sé que no le
sentó bien que Naruto quisiera que me quedara con él.

—Su reacción fue totalmente comprensible, los Alfas sentimos la necesidad de cuidar y proteger a
los Omegas, sobre todo si son nuestros compañeros, así que no me sorprendió que actuara un
tanto agresivo. No te preocupes, no le guardaré rencor por eso, menos aún si tú decidiste
quedarte con él, solo espero que te dé el mejor cuidado posible, Sasuke. Después de todo, eres mi
hijo y me preocupo por ti.
Él esbozó una sonrisa, tocándose la camiseta.

—Pues no tienes que preocuparte. Naruto cuida muy bien de mí… pero no me agobia, no es…
sobreprotector. Entiende que no soy un delicado Omega y sabe hasta dónde puede llegar
conmigo, eso lo aprecio.

—Bien, siempre me preocupó que acabaras con algún Alfa imbécil que te tratara como a un gato
doméstico —gruñó, ofendido—. Serás un Omega, pero eres mi hijo y te he educado para que
protejas a nuestra manada, no para que simplemente te quedes en casa a cuidar tu manicura.

Sasuke soltó una carcajada por lo impensable que era eso. Puesto que pasaba mucho tiempo
cazando y corriendo en su forma animal, sus uñas se desgastaban por la tierra y apenas
necesitaban cuidados, el simple hecho de marcar su territorio con las garras y aferrarse con ellas a
los árboles y al suelo hacía que se mantuvieran fuertes y cortas de forma adecuada y saludable,
por lo que la manicura no era una preocupación para él.

—Descuida, no creo que Naruto espere eso de mí. Esta misma mañana me ha dicho que… —Se
sonrojó al recordar el orgullo en sus ojos, le gustaba que lo mirara de esa manera.

—¿Que…? —lo animó a seguir su padre con un tono divertido, como si supiera que se había
puesto rojo.

—… Me ha dicho que seré un gran líder. Creo que no le importa que le ayude a dirigir su manada.

Fugaku dejó escapar un suave gruñido.

—Por supuesto que sí, hijo. Estoy muy orgulloso de ti y me alegro de que te hayas encontrado a tu
compañero y un nuevo hogar a su lado. —Hizo una pausa en la que soltó un suspiro satisfecho—.
Creo que con esto ya he cumplido con mis deberes paternales, ahora solo tengo que esperar a que
me des un montón de nietos. Aunque con tu celo tan cerca, creo que no tendré que esperar
mucho —dicho esto, empezó a reír a pierna suelta, haciendo que Sasuke se pusiera rojo, pero esta
vez de vergüenza.

—¡Padre!

—¿Qué? Vas a ser muy receptivo al embarazo una vez estés acoplado. Si este año no te quedas
embarazado, será el próximo.

El Omega decidió que era un buen momento para cortar la conversación; no le hacía mucha gracia
tener esa clase de conversación con él, sobre todo porque, cuando entró en la pubertad y los Alfas
empezaron a comérselo con los ojos, a su padre no le hizo ni pizca de gracia, ni tampoco enterarse
de que empezó a tener amantes a una edad relativamente temprana, con unos dieciséis años. Por
supuesto, Fugaku era consciente de que era algo normal a su edad, pero aun así, seguía siendo su
hijo y aquellos niñatos no eran su pareja destinada, no los veía lo suficientemente dignos como
para tocar a su cría. Sin embargo, con Naruto era distinto precisamente porque la Gran Madre
había dictaminado que él era el Alfa indicado para Sasuke, confiaba en el vínculo que los unía para
que este cuidara y protegiera a su hijo con su vida tal y como él había hecho siempre con Mikoto.

Una vez se despidieron, no sin que antes Fugaku le hiciera prometer que le llamaría si necesitaba
cualquier cosa, Sasuke colgó el teléfono y se hizo el desayuno. Hizo todo el beicon y huevos
revueltos, y se comió la mitad, dejando la otra para Naruto. El muy tonto no había tomado nada y
su instinto lo movía a cuidarlo, quería que supiera que él también estaba implicado en la relación y
que se esforzaría por ser tan buen compañero como lo había sido él el día anterior.

Estaba fregando su plato cuando escuchó un portazo. Frunció el ceño, ya que eso había sonado un
poco rabioso y no creía que fuera Naruto. Un olor extraño le dijo que no era él segundos antes de
que una mujer entrara a zancadas furiosas en la cocina; no tuvo ninguna duda de que era una Alfa
por su aroma y por su altura, apenas unos centímetros más alta que él, además de su figura
atlética y curvilínea, cubierta de piel bronceada que contrastaba con su intenso cabello rojo y sus
ojos azul oscuros, que lo fulminaban con la mirada.

Un gruñido amenazador salió de sus labios, revelando sus colmillos.


—¿Eres tú?

Sasuke dejó de inmediato el plato en la pila y la enfrentó, tensando los músculos y sacando las
garras y los colmillos, solo por si acaso.

—No sé de qué me hablas —dijo lentamente, devolviéndole una mirada gélida. Si creía que podía
asustarlo por ser una Alfa, podía esperar sentada.

Ella lo miró de arriba abajo con una mueca.

—¿Eres el destinado de Naruto?

—Sí.

La mujer rugió de rabia y golpeó una pared con tal fuerza que se escuchó un crujido. Eso hizo
gruñir a Sasuke.

—Eh, cuidado con lo que haces, que es mi casa.

La Alfa lo asesinó con los ojos y le enseñó los colmillos.

—Es la casa de Naruto, y tú no deberías estar en ella, ¡ni llevar su ropa!

Sasuke se cruzó de brazos.

—Es mi compañero, así que también es mi casa, y dudo que le importe si me pongo su ropa.
Ella gruñó más fuerte, furiosa.

—Tú no tendrías que haber aparecido. No entiendes lo importante que es para la manada que
Naruto se aparee con una Alfa.

Él comprendió ahora lo que estaba pasando; seguramente, esa mujer era una de esas Alfas de las
que le había advertido Fye, una que quería a Naruto como compañero para poder dar a luz a un
Alfa puro que dirigiera la manada, a pesar de que el ejecutor estaba bastante convencido de que
eso no podía ocurrir a menos que los dos Alfas fueran destinados.

—Deberías irte y volver con tu clan —rezongó la mujer, acercándose un poco a él, mirándolo con
desprecio—. No necesitamos a un extranjero para dirigirnos, menos todavía a un delicado Omega.
Renuncia a Naruto y encuentra a otro Alfa que esté a tu medida, eres muy poca cosa para él.

Sasuke volvió a colocar los brazos a ambos lados de su cuerpo, con las garras a punto para el
combate. Su comentario lo había enfurecido. Él era muchas cosas, pero delicado no se acercaba ni
por asomo a su persona, ¿y qué era eso de que no era digno de Naruto? Puede que él hubiera
pensado que la Gran Madre le había hecho un regalo al escogerlo como su Alfa, pero ni por un
momento había pensado que era menos que él. Era un Omega fuerte y decidido, estaba dispuesto
a ayudar a Naruto con su manada, sabía que podía hacerlo en cuanto aprendiera cómo
funcionaban las cosas allí, y también a ser un buen compañero para él, era tan capaz de cuidarlo y
protegerlo como había hecho él el día anterior al salvarlo de Orochimaru.

Y ahora venía esa gata celosa a echarlo.

¡Ja!, qué graciosa.

—Pues parece que Naruto no piensa lo mismo que tú —la pinchó, esbozando una sonrisa que dejó
al descubierto sus colmillos—. Quiere quedarse conmigo, me dijo que llevaba mucho tiempo
esperándome y que estaba ansioso por reclamarme. Por eso nunca se ha acostado contigo,
¿verdad?, no quería que me sintiera mal por tener que ver a sus amantes todos los días.
La mujer se tensó y supo que había tocado una fibra sensible. Bien.

—He dado en el clavo, ¿a que sí? —se burló—. Nunca te ha tocado como lo ha hecho conmigo, y
eso que no llevo ni un día aquí. Nunca te ha puesto la mano encima, mientras que a mí me ha
dejado recorrer su cuerpo de arriba abajo, me dijo que podía hacer lo que quisiera con él y le hice
rugir de placer —dicho esto, soltó un gemido suave—. ¿Y sabes qué hizo luego? Me folló con sus
dedos y su lengua hasta que no pude tenerme en pie.

La Alfa se agazapó con un rugido y saltó hacia él con las zarpas curvadas, pasando por encima de la
mesa. Sin embargo, Sasuke la esperaba y se hizo a un lado, poniéndose a cuatro patas para salir
corriendo de la cocina, ya que era un espacio reducido y no podría pelear libremente ahí. Nada
más llegar al salón, ya tenía a la pelirroja encima; se agachó, esquivando el ataque, pero esta era
una Alfa entrenada para el combate y se puso en pie rápidamente, girándose para arañar a su
contrincante. El Omega se cubrió la cara con un brazo, bloqueándola a la altura de la muñeca para
que no le rasgara la piel y le dio una certera patada alta que impactó en su barbilla, haciéndola
caer de espaldas contra el suelo.

La mujer se tocó la zona herida con una mueca de dolor antes de fulminarlo con los ojos. Sasuke se
sentía adolorido por forzar sus músculos, aún debilitados por el cautiverio, pero su orgullo le
impedía dejarla ir sin más cuando había manifestado interés en su Alfa, eso lo enfurecía. Así que
abrió la boca, enseñando los colmillos, y le lanzó un bufido que manifestaba una clara amenaza,
provocándola a seguir peleando.

La gata se le lanzó encima, otro movimiento que el Omega vio venir, por lo que se hizo a un lado,
agarrándola de un brazo para golpearla con el codo en la espalda, haciendo que rugiera de dolor.
Sin embargo, se recuperó rápido y, ahora que estaba apoyada sobre sus piernas, le hizo un placaje
con todo su cuerpo que lanzó a Sasuke contra la pared, dejándolo casi inmovilizado contra esta, ya
que estaba bien entrenado y no dudó en darle un rodillazo en el estómago, seguido por su mano,
que la agarró del pelo con la fuerza para echar su cabeza hacia atrás, dándole así un puñetazo que
la tiró al suelo.

A esas alturas, la mujer estaba tan furiosa que adoptó su forma animal, la de un jaguar dorado
moteado con reflejos rojizos, que se abalanzó sin pensárselo dos veces contra el Omega. Este trató
de transformarse… provocando que sus músculos se resintieran brutalmente, haciendo que un
intenso calambrazo de dolor lo recorriera, postrándolo de rodillas en el suelo entre temblores y
gemidos, a merced de la Alfa.

Estaba a punto de alcanzarlo cuando algo golpeó con fuera su costado, lanzándola a un lado.
Sasuke miró sorprendido al gigantesco jaguar que había atrapado a su atacante entre sus fuertes y
enormes patas, mordiéndola sin vacilar en el cuello. Un chorro de sangre manchó la madera al
mismo tiempo que la Alfa pataleaba aterrorizada, soltando pequeños chillidos de súplica y dolor.

—¡Alfa!

Sasuke vio cómo entraba un asustado Fye seguido de tres ejecutores más. Entonces se dio cuenta
de que el felino que lo había salvado era su compañero, no había podido reconocer su aroma
porque este estaba prácticamente ofuscado por el picante olor de la rabia que flotaba en el aire.

El rubio se acercó a los dos jaguares con las manos alzadas.

—Naruto, sé que estás furioso, y lo entiendo, lo comprendo perfectamente, pero eres nuestro
líder y tienes que pensar. No puedes matarla así como así, lo sabes.

El enorme animal resopló con rabia y buscó con los ojos a Sasuke. Este supo que estaba analizando
su estado y, que dependiendo del daño que le hubiera hecho, la mataría o no. Pese a que odiaba a
esa puta gata, sabía que no era razón suficiente para acabar con su vida, y que eso también podría
arruinar la imagen que se había formado como líder de su clan, y no lo consentiría. No permitiría
que su compañero tuviera que volver a lidiar con desafíos por el control de su clan, no después de
todo lo que se había esforzado, de modo que ocultó su dolor tan bien como pudo y asintió,
haciéndole saber que estaba bien.

Naruto resopló una vez más y soltó a la hembra con brusquedad antes de regresar a su forma
humana. Incluso como hombre, y a pesar de estar desnudo, el Alfa era imponente con sus grandes
músculos flexionados, el pelo revuelto de un modo salvaje y la boca llena de sangre, respirando
fuertemente, como si le costara mantener el control. Resultaba un poco aterrador, no para
Sasuke, era consciente de que su compañero jamás le haría daño, pero podía comprender el
temor en los ojos felinos de la mujer que lo había atacado. No pudo evitar sentirse impresionado
cuando la agarró por el lomo y la arrastró lejos de él, sin duda alguna para mantenerlo alejado del
peligro, aunque lo sorprendente era que incluso en forma humana pudiera manejar tan fácilmente
a un cambiante transformado.

En cuanto consideró que Sasuke estaba a salvo, Naruto soltó sin miramientos a la Alfa y la asesinó
con los ojos.

—Cambia de forma —ordenó con voz áspera, haciendo que la jaguar se encogiera. Eso le hizo
enfurecer y se inclinó para clavar las zarpas en su lomo una vez más—. ¡TRANSFÓRMATE! —rugió.

Ella gimoteó, aterrada.

Sasuke, viendo que su Alfa estaba al borde de su autocontrol, trató de arrastrarse hacia él. No
tendría que haber intentado cambiar, su cuerpo aún no estaba preparado y había pagado las
consecuencias con los calambres que seguían recorriéndolo, por lo que apenas podía moverse, tan
solo lograba empujar torpemente sus rodillas y arañar el suelo para impulsar el resto de su cuerpo.

Naruto, que no había dejado de vigilar a su Omega por el rabillo del ojo, se olvidó rápidamente de
la mujer al verlo ir hacia él. Era evidente que estaba muy mal si no era capaz de ponerse en pie.

—¡Sasuke! —lo llamó, yendo hacia él de inmediato y envolviéndolo con cuidado con sus brazos
para examinarlo—. ¿Estás bien? ¿Dónde te ha herido? —preguntó, buscando el origen de su dolor
con desesperación.

Él puso una mano en su rostro.

—Estoy bien, no ha llegado a tocarme…

—¿Y por qué estás temblando? —lo interrogó. Sus ojos, todavía idénticos a los de un jaguar,
indicativo de que sus emociones estaban fuera de control, lo recorrieron asustados.
—He intentado transformarme, no estoy lo bastante bien para hacerlo todavía. Por favor, cálmate.
Entiendo que acabamos de encontrarnos y que tu animal interior está a flor de piel pero tú eres un
buen líder y sabes que no merece morir por una trifulca amorosa.

Naruto gruñó.

—Toda mi manada sabe que eres el Omega al que secuestraron. Ella sabía que estabas débil, ¡fue
premeditado! —rugió.

Sasuke cogió su rostro entre sus manos e hizo algo que no creyó que llegara a hacer nunca,
siempre había creído que era lo suficientemente fuerte, pese a ser un Omega, como para resolver
cualquier problema peleando… pero no con su compañero. Él era la única persona en el mundo
con la que usaría ese truco; puede que estuviera demasiado débil para adoptar su forma animal,
pero no lo suficiente como para controlar las hormonas de su cuerpo, de modo que se concentró y
alteró su química celular, despidiendo un aroma fuerte y dulzón que inundó rápidamente la
estancia.

Naruto no pudo resistir. Incluso si el jaguar que llevaba dentro estaba furioso porque su pareja
había sido agredida en su ausencia, era incapaz de no desear salvajemente a su Omega cuando
desprendía ese olor, la Gran Madre les había concedido esa habilidad como una defensa ante
depredadores y también para seducir a sus Alfas en caso de que quisieran concebir. Para un
cambiante que acababa de encontrarse con su destinado, cuya bestia estaba tan sensible a las
emociones en ese momento, fue como si le hubieran echado un fuerte sedante repleto de
afrodisíacos.

Para reforzar el efecto, Sasuke empezó a ronronear.

—Tranquilo, mi Alfa, tranquilo —musitó en voz baja y sensual, haciendo que Naruto gimiera y
enterrara la nariz en su cuello, lamiendo su piel. Ya está, lo tenía bajo su control.
—Mi Omega —gruñó, excitado y rozando su piel con los colmillos, provocando que el propio
Sasuke se mordiera el labio inferior al sentir cómo todo su cuerpo se estremecía, a pesar del dolor
que todavía tenía en los músculos.

Sin embargo, no era momento para dejarse llevar por la lujuria. Tenía que resolver lo de esa gata
celosa.

—Mi Alfa —lo llamó con suavidad—, no creo que ella tuviera intención de matarme —le dijo.
Naruto se tensó de nuevo, pero él continuó exudando sus hormonas para mantenerlo calmado al
mismo tiempo que ronroneaba y frotaba su mejilla contra su hombro—. Escúchame, solo estaba
celosa de mí; parece que tú la has rechazado varias veces y de repente aparezco yo y me instalo en
tu casa, aun siendo un extranjero y sin conocerme apenas. Se sentía herida y acabamos
discutiendo y peleando, pero no iba a matarme, solo quería demostrar su fuerza y que sería mejor
compañera que yo. —Su destinado volvió a gruñir, esta vez con más brusquedad, como si eso lo
hubiera ofendido. Sasuke lo besó en el cuello y se acurrucó contra su cuerpo, induciéndolo a
abrazarlo para evitar que volviera a cargar contra ella—. Solo ha sido un desafío por ti, sabes que
eso está permitido.

—No mientras estés herido, no ha sido una pelea justa —dijo el Alfa entre gruñidos, su voz apenas
sonaba humana—. Además, tú eres mi destinado. En mi manada está prohibido hacer daño a los
compañeros verdaderos.

—Y ella ha pagado las consecuencias; está herida y puedo oler su miedo desde aquí. Por favor,
Naruto, eres un buen líder, sabes que no merece ser ejecutada por esto.

El pecho del Alfa retumbó, pero finalmente cerró los ojos y permitió que su Omega terminara de
calmarlo. Al abrir los párpados, ya no había tanta ira en ellos y sus pupilas volvían a ser redondas,
era una buena señal.

—Muy bien, le perdonaré la vida… pero solo porque no has salido herido —advirtió en voz alta,
seguramente para que la mujer lo oyera.

Sasuke esbozó una pequeña sonrisa y lo besó en los labios.


—Gracias, mi Alfa.

Naruto asintió y lo dejó con cuidado contra una pared. Intercambió una mirada rápida con Fye,
quien fue de inmediato junto a Sasuke para vigilar su estado; este no protestó a pesar de que
estaba seguro de que no tenía nada grave, sobre todo porque sabía que su compañero estaría más
tranquilo si su ejecutor lo cuidaba, no quería alterarlo más de lo que ya estaba, bastante habría
tenido con volver a casa y ver que estaba siendo atacado por una gata loca.

El rubio caminó hasta la jaguar, quien, bajo la intensa y aún rabiosa mirada del Alfa, adoptó su
forma humana, la de una despampanante mujer desnuda, aunque la sangre que tenía en el cuello
y el terror que deformaba su rostro arruinaba la sensualidad de su figura. El hombre se cruzó de
brazos, clavando los dedos en su piel para contener las ganas de rematar el trabajo que había
empezado.

—¿En qué coño estabas pensando, Kira?

Los otros ejecutores flanquearon a Naruto. No creían que la mujer fuera a atacar a su líder,
después de todo, lo idolatraba, pero no estaban tan seguros respecto a su compañero Omega y
decidieron cubrir los espacios disponibles por si ella trataba de llegar hasta el joven.

Sin embargo, Kira estaba demasiado asustada para intentar nada, ni siquiera podía mirar a Naruto
a los ojos.

—En que nuestra manada no necesita a un Omega debilucho —logró decir. Temía la reacción del
jaguar, pero también deseaba convencerlo para que no sellara la unión con él.

Lo curioso fue que Naruto, en vez de enfadarse, levantó una ceja, sorprendido.

—¿Debilucho? Ha estado prisionero tres días y, a juzgar por los rugidos de pelea que he oído y que
él no tiene ni un rasguño, diría que ha presentado bastante batalla. Una Alfa en perfectas
condiciones y fuerte como tú se ha vista obligada a adoptar forma animal para vencer a un Omega
que no se encuentra al cien por cien de su capacidad física… yo diría que la única debilucha aquí
eres tú.

Sasuke no pudo evitar sonreír, un tanto orgulloso porque su Alfa reconociera sus habilidades
físicas. Por otra parte, Kira soltó un gruñido bajo.

—Es un extranjero.

—No sería el primero. Ya he aceptado a muchos Alfas, Omegas y Betas en nuestra manada por ser
compañeros destinados, incluso alguna vez solo lo he hecho porque no tenían otro lugar al que ir
ni manada a la que volver, y nunca hemos tenido problemas por eso, ¿verdad?

Finalmente, Kira alzó la vista y lo miró con ardiente ira.

—Yo puedo darte un Alfa puro, Naruto.

—Y Sasuke puede darme camadas grandes de cachorros —dijo este con calma.

—¡Un Alfa puro es lo mejor para nuestra manada!, ¡será el más fuerte de todos!

—No sabía que para dirigir un clan había que ser un Alfa puro —comentó el rubio con seriedad—,
que yo sepa, soy de los pocos que hay en el mundo, por no decir el único entre los jaguares, el
resto, solo son Alfas como tú, mis padres también lo eran y fueron grandes líderes. No tengo
ningún problema con un hijo mío liderando la manada siendo un Alfa normal, ni siquiera lo tendría
si fuera un Omega, de hecho, será una bendición para nosotros si Sasuke me da una camada
entera de crías Omegas, eso significará que nuestro clan crecerá todavía más. ¿Alguna otra queja?

Kira lo miró herida y enfadada.


—¿Por qué escoges a un extraño por encima de mí? Me conoces de toda la vida.

—Él es mi compañero —respondió con sencillez.

—¡No lo conoces!

—¡No me hace falta! —gritó Naruto, cansado de la conversación—. Ya sabes cómo funciona
nuestra Gran Madre Tierra, Kira, ella nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe lo que
necesitamos, por eso crea el vínculo entre dos destinados. ¿No ves la gran suerte que tenemos?
Los humanos se pasan décadas buscando entre ellos a su pareja perfecta porque son incapaces de
sentirla, acaban heridos con sus múltiples relaciones, mientras que nuestra diosa nos ha
bendecido con el don de reconocerla por el olor. Lo nuestro jamás habría funcionado porque tú no
eres lo que necesito, ni yo soy lo que te hace falta en la vida.

—Y aun así, siempre te negaste a tocarme —replicó ella, gruñendo.

Naruto tensó los músculos y su pecho retumbó. Sasuke se dio cuenta de que era una amenaza,
aunque no estaba seguro a qué venía tanta molestia de repente.

—¿Todo esto es porque nunca me he acostado contigo? —preguntó el rubio despacio.

—Pudiste haberme tenido durante años, en vez de tener que conformarte con esas perras del clan
de Kiba.

El Omega no pudo evitar quedarse con la boca abierta. ¿Naruto había tenido relaciones con
cambiantes de otras especies?

Este le lanzó un breve rugido.


—Ten mucho cuidado con lo que dices, Kira. Los lobos son nuestros aliados y amigos, no permitiré
que insultes a sus mujeres.

—Pudiste haber follado con otras jaguares como haría un cambiante normal, pero no, tú preferías
joder con perras.

Esta vez, Naruto rugió con fuerza, haciéndola callar y bajar la vista.

—Ya te lo dije en su momento, no iba a joder con nadie del clan para que mi Omega no tuviera
que lidiar con antiguas amantes, aunque parece que no me ha servido de nada puesto que tú estás
aquí, creyendo que tienes algún derecho a reclamarme o juzgar siquiera con quién me acuesto. —
Dio un paso más hacia ella y le enseñó los colmillos como advertencia—. Tú y yo nunca tuvimos
nada, Kira, así que guárdate tu puta opinión sobre mí. Y teniendo en cuenta lo que piensas de mis
otras relaciones, ¿por qué cojones siempre estás abriéndote de piernas para mí?

Ella lo miró de arriba abajo con descaro, haciendo que Sasuke gruñera e hiciera amago de
levantarse, pero Fye lo mantuvo quieto en su sitio y le susurró que no distrajera a Naruto.

—Eres un Alfa puro, te quiero como compañero. A tus padres les fue bien dirigiendo la manada.

—Mis padres estaban destinados.

—Hay Alfas que se han acoplado sin serlo.

—La mayoría de ellos se cansaron de esperar a encontrar a su pareja, o bien esta murió o se
acopló con otra persona. Yo he encontrado a Sasuke, y me da igual todo lo que quieras ofrecerme,
voy a reclamarlo en pocos días, y si tienes un problema con eso, puedes desafiarme —añadió,
dejando los brazos flexionados a los lados y sacando las garras.
Kira apretó los labios y agachó la cabeza, siendo consciente de que no era rival para su líder. Pero
era muy duro aceptar que había perdido cualquier oportunidad con él; había estado enamorada
de Naruto desde que era una adolescente, y él la había rechazado una y otra vez, todo porque ella
no era su compañera y él no quería que su destinado se sintiera mal por tener a algunas de sus
amantes a su alrededor. Ella deseaba una pareja así, había creído que, con el tiempo, el Alfa se
cansaría de esperar y al final aceptaría llevarla a su cama, pensó que si le daba la oportunidad de
mantener relaciones sexuales con ella podría retenerlo a su lado. Pero, en vez de eso, tuvo que ir
al clan de Kiba y joder con las lobas, y lo peor era que ellas parecían gustarle, en sus visitas a la
manada las muy perras coqueteaban con él y él las trataba con cariño, como si fueran de su propio
clan, mientras que a ella la había hecho a un lado, la había menospreciado al elegir a esas lobas
por encima de alguien de su misma especie como ella.

Aun así, mantuvo la esperanza de poder acercarse a él cuando su destinado no apareciera, algunos
Alfas tenían que esperar siglos para encontrarlo, otros no llegaban a tiempo, pensó que sería
cuestión de esperar… y, entonces, esa mañana, se enteraba de que Naruto había encontrado a su
destinado, un maldito Omega extranjero. La rabia se había apoderado de ella y había ido a
buscarlo con la intención de intimidarlo y que abandonara al rubio, así ella tendría vía libre para
consolarlo, pero el muy cabrón había resultado ser más fuerte de lo que pensaba… y después,
cuando por fin lo tenía a su merced, Naruto había aparecido para defenderlo.

Por supuesto, la había sometido con facilidad. Era un Alfa puro, después de todo, siempre había
mostrado ser más habilidoso que el resto de los jaguares, era otra de las razones por las que lo
había admirado.

Por desgracia, ahora no tenía las de ganar.

Naruto, viendo que no parecía tener intención de pelear, ocultó sus zarpas de nuevo y gruñó
suavemente.

—Tienes suerte de que mi Omega me haya calmado antes de que te matara, porque eso es lo que
quería hacer… y lo que haré si esto se vuelve a repetir. Si tú o cualquier otra gata intenta algo
contra Sasuke, no habrá ni juicio ni mierdas, os despellejaré vivas y colgaré vuestras pieles como
recordatorio de lo que pasa cuando alguien hace daño a un destinado, ¿entendido?
Kira se estremeció.

—Sí.

—Bien. Y ahora largo.

Ella se incorporó tan rápido como pudo, ya que le dolía la herida del cuello, y se fue de allí tan
rápido como pudo. Naruto se tomó unos momentos para inspirar hondo y acabar de calmarse,
mientras que Fye le palmeó un hombro a Sasuke y lo felicitó:

—Lo has hecho muy bien.

Él sonrió un poco, orgulloso de sí mismo y de su compañero por haber podido controlar la


situación… y feliz porque lo hubiera escogido a él por encima de todo. Ni siquiera lo había dudado
a la hora de darle la patada en el culo a esa zorra.

A los pocos minutos, Naruto regresó a su lado y despidió a sus ejecutores tras darles un par de
órdenes más. En cuanto se quedaron solos, lo primero que hizo fue examinarlo a fondo en busca
de heridas.

—¿De verdad no te ha hecho daño?

Sasuke frotó su cara contra su pecho.

—En serio, simplemente no tendría que haber intentado cambiar de forma.

Naruto asintió, confiando en su compañero.


—¿Puedes levantarte?

—Creo que sí. —A pesar de sus palabras, dejó que su Alfa lo ayudara a levantarse, ya que sentía
sus músculos adoloridos—. Por cierto, te he hecho el desayuno.

Los ojos de su destinado brillaron.

—Ya decía yo que olía a beicon y huevos. Gracias, mi Omega.

Fueron a la cocina y Naruto sentó a Sasuke en su regazo mientras comía. Este se dejó hacer, le
gustaba compartir esa intimidad con su destinado y más aún ver que disfrutaba con lo que había
cocinado para él; era algo que nunca había hecho con ninguno de sus amantes y estaba
agradecido de que apreciara su esfuerzo.

Una vez hubo dejado el plato limpio, lo dejó en la pila y lo llevó a la habitación. Sus piernas
echaron a temblar a la hora de subir las escaleras, por lo que tuvo que dejar que su Alfa lo cogiera
en brazos. Le resultó un poco humillante al principio, pero se le olvidó cuando Naruto, en vez de
burlarse de él, se mostró preocupado y estuvo a punto de volver a examinarlo si no fuera porque
Sasuke le aseguró que solo necesitaba descansar un poco.

En cuanto los dos estuvieron tumbados en la cama, el rubio tironeó de su camiseta.

—Veo que te gusta mi ropa —comentó con una sonrisilla.

—¿Te molesta? —No lo creía, pero quería estar seguro.

Tal y como sospechaba, Naruto negó con la cabeza.

—No, pero habrá que conseguirte ropa, aquí no tengo nada de tu talla.
—Cuando pase el celo —dijo Sasuke. No tenía nada de ganas de moverse hasta un centro
comercial, menos todavía en su estado y sin la compañía de Naruto, ya que este no podía dejar la
manada a menos que fuera un asunto importante.

Como si este leyera sus pensamientos, soltó una risilla y frotó su nariz contra su mejilla.

—Sasuke, nuestro territorio está muy lejos de cualquier parte, nosotros pedimos la ropa y algunos
suministros por internet y los llevan hasta una gasolinera donde unos Betas lo recogen todo para
traerlo hasta aquí. Solo necesitas un ordenador.

Aun así, se sentía demasiado perezoso como para ponerse a mirar ropa, de modo que se acurrucó
en el cuerpo desnudo de su Alfa, feliz de sentirse envuelto por su piel caliente y su intenso aroma,
le resultaba embriagador.

—En otro momento.

Naruto no insistió y se limitó a abrazarlo e intercambiar caricias con él. Sasuke estaba tan a gusto
que se le habrían cerrado los ojos si no fuera porque su compañero dijo:

—Lamento lo ocurrido con Kira. No tendría que haber descargado su ira contra ti.

Levantó la vista para clavarla en los tristes ojos de su Alfa. Dolido al ver su culpa, le acarició el
rostro con cariño.

—No es culpa tuya, Naruto. Ella tendría que haber respetado tu decisión y haberte dejado en paz.
—Hizo una pausa, dudando de si debía preguntar—. ¿Lleva mucho tiempo detrás de ti?

Naruto gruñó un poco. Era evidente que era un tema que lo estresaba.
—Desde que éramos adolescentes. No es una mala persona, pero… no quiso entender mi punto
de vista. Desde niño supe que quería una relación como la de mis padres, y que solo podría
obtenerla con mi destinado, así que enfoqué todos mis esfuerzos en hacer que tu vida aquí fuera
lo más sencilla posible.

—Por eso nunca te has acostado con nadie de la manada —terminó diciendo Sasuke, recordando
que Fye se lo había mencionado el día anterior y que el propio Naruto se lo había dicho a Kira.

—Exacto.

—… ¿Ni siquiera con una única persona? —No pudo evitar preguntarlo.

Su compañero le sonrió, divertido.

—Ni una.

Sasuke se sintió un poco mejor tras saber eso, a pesar de que era consciente de que no era justo,
ya que él no había tenido la misma decencia y se había acostado con Alfas de su manada sin
pensar en cómo podría sentarle eso a su destinado. Le hizo sentirse un poco culpable.

—Eso es un gran detalle por tu parte. Gracias.

—No hay de qué, mi Omega.

—Ahora me siento horrible por no haber hecho lo mismo —admitió—. Si no fueras el líder de tu
clan, habrías tenido que venir conmigo, ya que soy hijo de uno y hermano del próximo.
Para su sorpresa, Naruto no se mostró ofendido, solo se encogió de hombros.

—Sasuke, la mayoría de los nuestros hacen como tú, no tienes que sentirte mal por eso… aunque
reconozco que me siento aliviado por no tener que tratar con tus amantes. Si alguno me
provocara o te mirara dos veces, le arrancaría el cuello.

El Omega se mordió el labio inferior, contento porque su compañero se sintiera tan posesivo con
él como su propio animal interior se sentía. No le había hecho ni puta gracia que Kira se hubiera
presentado en su ahora casa para reclamar a su destinado, no negaría que se había sentido
tentado a matarla, a pesar de que al final había sido incapaz por culpa de su estado.

—No estés celoso —le dijo, besándolo en el pecho—. Hay muchas cosas que no he hecho con mis
amantes y que a ti te permito hacer; a ninguno le dejé nunca que me llevara en brazos, o que me
diera de comer y me bañara.

—¿Reservaste tu intimidad para mí? —le preguntó con sus hermosos ojos llenos de ilusión.

Él asintió, ganándose un tierno beso en los labios y que lo estrechara un poco más contra sí.

—Eso es muy importante para mí, Sasuke, sobre todo viendo lo orgulloso que eres. Gracias por
permitir que cuide de ti.

Sasuke ronroneó y se frotó amorosamente contra su Alfa, mostrándole su afecto. Le encantaba


ese lado tan cariñoso de Naruto y que fuera agradecido porque le tuviera como compañero, no
estaba seguro de si siempre era así entre dos destinados, pero habría jurado que si le hubiera
tocado al imbécil de Bankotsu, probablemente habría tenido alguna queja sobre su fuerte deseo
de ser independiente; era cierto que este parecía haber aceptado mejor que otros de sus amantes
esa faceta de su carácter, pero no se le había escapado las muecas que hacía cuando se había
negado a dejar que cazara para él o que compartieran la cama para dormir, Sasuke siempre se
había negado a ese tipo de cosas ya que era algo que únicamente había querido hacer con su
compañero.
Mientras seguían acariciándose el uno al otro, una duda lo asaltó y levantó la cabeza para buscar
los ojos de Naruto.

—¿Te puedo hacer una pregunta personal?

—Claro —contestó su Alfa sin dudar.

—Es sobre las lobas con las que has estado. —Al ver la expresión seria de Naruto, que lo
contemplaba como si lo estuviera analizando con atención, Sasuke intuyó a dónde iban sus
pensamientos—. No me parece mal, ¿sabes? Mi clan nunca ha tenido una relación próxima a otros
cambiantes, pero no por eso odio a otras especie o estoy en contra de interactuar con ellas, es
solo que… me parece curioso.

Notó que su compañero se relajaba y volvió a acariciar su cuerpo con aire distraído.

—Bueno, como ya sabes, yo no quería tener relaciones con nadie de mi manada. —Sasuke asintió
—. Eso significa que debía esperar a las reuniones con otras manadas de jaguares, que se celebran
anualmente, a veces ni eso por culpa del clima, así que comprenderás que, a menudo, me sentía
frustrado.

El Omega se sintió un poco mal por su compañero. No le hacía gracia imaginarlo con otras parejas,
pero entendía que tuviera necesidades como las había tenido él y que fuera difícil tener que
contenerse, después de todo, los cambiantes eran sexualmente más activos que un ser humano.

—En aquella época, Kiba y yo éramos amigos y él me pidió un favor; había una loba Omega en su
manada que tuvo su primera experiencia sexual con un imbécil que le hizo daño. —Dudó un
momento antes de contarle el problema—. El muy idiota la mordió como si fuera a reclamarla.

—¡¿Qué?! —exclamó Sasuke, horrorizado—. ¿Cómo demonios se le ocurre? ¡No puede hacer tal
cosa si no está en celo!
—Al parecer, en los lobos es más fuerte el instinto de querer acoplarse a una pareja, por eso
algunos muerden durante el sexo, pero está mal visto que claven los dientes en la zona destinada
a un compañero. Parece que ese lobo no pudo contener el instinto y su animal quiso acoplarla a
pesar de que aún no tenía la edad ni eran destinados. Para ella fue horrible; al morderla en esa
zona, la tuvo inmovilizada mientras terminaba de follarla. La pobre estaba aterrorizada después de
eso y se negó a volver a tocar a ningún lobo; cuando faltaba una década para su celo, se negó a
viajar para encontrar a su pareja, dijo que no quería tener compañero.

Sasuke sintió lástima por ella. Era comprensible que tuviera miedo después de que el muy cabrón
le hiciera algo así, pero le pareció aún más doloroso tener que renunciar a su destinado por eso.

—Lo siento por ella.

—Yo también lo hice.

—¿Pero qué tenías tú que ver en eso?

—A Kiba se le ocurrió algo; ella era una loba y yo un jaguar, así que éramos incompatibles para ser
pareja, por lo que yo no sentiría ningún impulso de acoplarme con ella ni necesidad de morderla.
Esa Omega lo sabría y puede que se sintiera más segura si mantenía una relación conmigo, Kiba
sabía que yo no le haría daño y que sería muy cuidadoso.

—¿Ella aceptó?

—No inmediatamente. Al principio solo salíamos juntos a pasear y a correr, quería que hubiera
cierta confianza entre nosotros para demostrarle que no le haría daño. Luego fui poco a poco
hasta que llegamos al final, ella se recuperó tras pasar algún tiempo conmigo y volvió a confiar en
los lobos, acabó encontrando a su compañero.

Curiosamente, Sasuke no se sintió celoso por esa relación, al contrario, le pareció hermoso lo que
había hecho por esa Omega.
—Me alegro mucho por ella.

—Yo también.

—Y me enorgullece lo que hiciste. —Naruto le miró y sus ojos resplandecieron. Parecía feliz
porque no le importara que hubiera tenido una especie de relación con una loba—. Entonces, a
partir de eso, ¿has tenido más relaciones con otras lobas?

—Muchas eran amigas de esa Omega y me estaban agradecidas, también sintieron curiosidad por
mí. Además, sabían que yo estaba buscando a mi compañero y que no quería que se sintiera
incómodo si vivía en mi clan junto a mis amantes, eso les gustó y creo que quisieron ayudarme.

Sasuke ladeó la cabeza con curiosidad.

—¿Cómo es hacerlo con un lobo?

—Son muy cariñosos, no hay amor en la relación sexual, pero sí afecto. Los felinos normalmente te
dan una patada en el culo nada más terminar de follar, no es que yo quisiera una relación a largo
plazo con otra jaguar, pero nunca me gustó que fueran tan frías conmigo; los lobos intercambian
caricias e incluso duermen con sus amantes. Ellos necesitan tener más contacto físico, dar
muestras de afecto tras el sexo para mostrar que no has sido solo un objeto de placer, para mis
amantes habría sido muy ofensivo si yo simplemente me hubiera largado sin más.

—¿Dormías a menudo con ellas?

—Solo con la primera Omega, éramos amigos y yo me sentía protector con ella tras saber lo que le
había ocurrido. Con las otras me quedaba un rato para hablar, eran bastante agradables y al
menos no me miraban como si fuera imperdonable que yo quisiera que mi Omega se sintiera
cómodo en mi manada.
Sasuke frunció el ceño.

—¿Las jaguares te despreciaban por ello?

—Se sintieron insultadas, ya que no es algo habitual, pero fue peor cuando empecé a visitar a las
lobas con frecuencia. —Se quedó callado un momento, contemplándolo con cierta inquietud—.
¿Te molesta que me viera con ellas?

El Omega negó con la cabeza y lo besó con ternura en la mejilla.

—No te negaré que me sentiré un poco celoso si las veo alguna vez… pero no, no me molesta, y
entiendo que prefirieras estar con ellas antes que con alguien como Kira. Además… —añadió,
sonriendo con picardía— me gusta que no tocaras a nadie de la manada por mí. Es muy dulce.

Naruto le devolvió la sonrisa con altanería.

—Así que, a pesar de todo, mi plan para conquistarte está dando frutos.

Sasuke rio.

—Está bien para empezar, pero no te lo pondré tan fácil.

—Esperaba que dijeras eso —sonrió el Alfa antes de apoderarse de sus labios.
Pasaron varios días en los que Sasuke permaneció en casa de su Alfa, terminando de recuperarse
del tiempo que había estado prisionero. Shisui, viendo que allí no tenía nada que hacer, terminó
regresando a Nueva York para reunirse con Fugaku y volver a Japón; ya que Itachi estaba a punto
de dar a luz y que su hermano estaba sano y salvo en casa de Naruto, por no decir que no podrían
verlos de nuevo hasta que la época de celo hubiera pasado, ninguno de los dos estaría en
condiciones de recibirlos en ese tiempo, ya que el Omega dependería mucho de su compañero
para atender todas sus necesidades.

Por otro lado, la manada de Naruto se tomó con alegría la noticia de que al fin había encontrado a
su pareja, todos sabían lo mucho que este había ansiado hallar a su destinado. Hubo un par de
hembras Alfas disgustadas por la presencia del Omega, ya que pensaban que sería mejor tener
otro Alfa puro como líder, por no mencionar la posición que ocuparían dentro del clan y que el
rubio estaba para comérselo, sin embargo, no intentaron nada después de lo ocurrido con Kira; los
rugidos de su pelea con Sasuke fueron escuchados por mucha gente, además de que otros vieron
a Naruto entrar corriendo en su casa en su forma animal y luego a la pelirroja salir de allí con
sangre resbalando por su cuello, no había que ser muy inteligente para intuir lo que había
ocurrido. De modo que las pocas que estaban decepcionadas por la aparición del Omega, se
mantuvieron alejadas de este por miedo a lo que Naruto haría con ellas.

En cambio, la pareja disfrutaba de su tiempo a solas mientras Sasuke recuperaba sus fuerzas. Su
vínculo crecía con cada día que pasaba, ambos parecían compenetrarse a la perfección a pesar de
que sus personalidades diferían bastante la una de la otra, pero era precisamente por eso que
mejoraban como individuo al influenciarse el uno al otro; el Omega hacía que su Alfa fuera más
tranquilo, calmaba esa hiperactividad que siempre lo había caracterizado y evitaba que sus
emociones saltaran a la más mínima provocación, le hicieron ser más equilibrado, mientras que
Naruto lograba que Sasuke se soltara más en un ambiente íntimo, le hacía reír y jugar como si
fuera un cachorro, también despertaba su lado más cariñoso y le hacía ser más abierto y empático.

En lo referente al plano físico, Sasuke estaba cada vez más caliente y necesitaba que Naruto le
hiciera correrse varias veces a lo largo del día… y con eso quería decir que le provocaba muchos
orgasmos en cada encuentro sexual; por la mañana, después de comer, por la tarde, y por las
noches se tomaba mucho tiempo para dejarlo tan exhausto que luego solo quería acurrucarse en
el cuerpo de su Alfa y dormir. Naruto no llegó a hacerle el amor del todo, temía dejar sus músculos
más adoloridos de lo que ya estaban y quería que conservara todas sus fuerzas para cuando
entrara en celo. Al principio, Sasuke se quejó un poco, pero comprendió que su compañero solo
estaba preocupado por su salud y, por eso, no forzó el asunto… Además, una vez entrara en celo,
Naruto no podría resistirse a él, su olor lo volvería tan loco que no lo follaría hasta que ninguno de
los dos pudiera moverse.

Tuvo que reconocer que apreciaba que lo cuidara, que estuviera tan pendiente de él, tan
sincronizado con sus necesidades. En realidad, no creía que hubiera una sola cosa de Naruto que
no le gustara, era un buen Alfa que dirigía sabiamente a su manada, a pesar de que a veces era
impulsivo, pero por suerte sabía escuchar a sus ejecutores y siempre pensaba en lo que era mejor
para su plan; respetaba su espacio y su independencia, nunca trataba de sobreprotegerlo, más
bien sabía hasta dónde podía llegar con él y actuaba en consecuencia, lo veía como a un igual y
parecía gustarle, y, además, no podía negar que se sentía totalmente atraído por su personalidad,
tan alegre y espontáneo, tan divertido y cariñoso… tan rematadamente sexy y encantador.
Normalmente no sucumbiría tan fácil a un Alfa, pero la Gran Madre había dado en el clavo al
emparejarlo con Naruto, porque ya estaba locamente enamorado de él.

En eso pensaba una noche mientras lo contemplaba esa noche. Ambos estaban en la cama,
desnudos bajo las sábanas, como ya era costumbre; Naruto estaba profundamente dormido a su
lado, abrazándolo por la cintura mientras que él apartaba su rebelde melena rubia de su rostro
para poder apreciar sus apuestos rasgos. Le gustaba verlo tan tranquilo y pacífico, normalmente
era un hervidero de actividad y energía, pero cuando estaba en la cama se volvía tan relajado y
apacible… aunque claro, desde el primer día supo que era un dormilón sin remedio, hasta por las
mañanas se despertaba él antes y el muy perezoso remoloneaba en la cama junto a él, negándose
a levantarse… pero sospechaba que solo lo hacía para poder tenerlo en brazos un poco más.

Y sí, a él también le encantaba que hiciera eso.

Estaba acariciando sus labios cuando, de repente, un rayo de fuego lo atravesó. Jadeó,
sorprendido, notando cómo sus sentidos del olfato y el tacto se agudizaban al máximo, incluso
más de lo que lo había logrado nunca, haciendo que sus fosas nasales se llenaran del intenso y
deliciosa aroma de su compañero y que su piel se erizara ante el contacto de su cuerpo desnudo
contra el suyo. La sangre empezó a hervir bajo su piel caliente, los pezones se le pusieron duros y
notó un intenso calor en el bajo vientre que provocó que su entrada se mojara con rapidez.

Supo instintivamente que había entrado en celo.


—Naruto —lo llamó, embargado por una oleada de lujuria que le hizo pegarse a su Alfa para
frotarse contra él. Cada roce con sus fuertes músculos le hacía gemir en voz alta.

El rubio abrió los ojos de inmediato, alerta. Sin embargo, antes de poner incorporarse para buscar
el peligró, detectó un olor dulzón que impregnaba la habitación, haciendo que fuera consciente
entonces de cómo su Omega se restregaba sensualmente contra él, aferrándose a sus hombros y
rodeando su cadera con sus piernas mientras lo llamaba entre deliciosos gemidos.

Sus pupilas se estrecharon, revelando al animal que llevaba dentro y que reconoció con un rugido
de alegría como que su compañero al fin estaba preparado para aparearse con él.

—Sasuke —gruñó, excitado.

—Estoy listo, mi Alfa.

Naruto no perdió el tiempo. Giró en la cama, de forma que Sasuke estuviera bajo su cuerpo,
tumbado de espaldas, y le abrió las piernas con las rodillas. Al hacer eso, el Omega gimió más
fuerte, levantando las caderas y exponiendo su húmeda entrada, ofreciéndose para que lo follara.
No pudo evitar soltar otro gruñido lascivo, había estado varios días conteniéndose porque temía
herir a su destinado sin querer mientras él aún estaba recuperándose, pero ahora ya estaba en
celo y sabía que sería muy doloroso para él si no consumaba su unión.

Ahora podría hacerlo suyo. La expectativa de poder follarlo a placer durante días le hizo la boca
agua y que su polla doliera.

Sin dudarlo, cogió sus muslos y lo instó a subirlos; Sasuke obedeció dócilmente y puso sus tobillos
sobre sus hombros antes de inclinarse sobre él, estirando sus piernas y manteniendo su culo
completamente expuesto a su firme erección. Sabía que, durante el celo, los Omegas no
necesitaban precisamente demasiados juegos previos, lo único que podía aliviarlos era una
penetración constante.
Aun así, aprovechó su postura para meterle un dedo.

—¡Aaaaaah! —gritó Sasuke, clavando las uñas en los hombros de Naruto, sintiéndose al borde del
orgasmo, y eso que solo era el primer toque. Su Alfa gruñó profundamente, de ese modo tan sexy
que lo puso aún más mojado.

—Joder, Sasuke, estás empapado.

—Por favor, mi Alfa, por favor —suplicó él. No podía soportarlo, su cuerpo ardía con tal intensidad
que era doloroso, su único alivio había sido cuando Naruto le había metido el dedo con firmeza.
Aún lo sentía dentro de él, trazando pequeños círculos en su interior, sin duda alguna
comprobando que estuviera realmente listo para ser embestido, y, por la Diosa, vaya si lo estaba,
lo único que quería era tener su polla golpeando dentro de él.

Naruto volvió a gruñir, esta vez más fuerte, delatando su necesidad de hacerlo suyo, y retiró su
dedo. Gimoteó cuando el calor volvió a invadir sus entrañas, arrasándolo todo, sumiéndolo en una
delirante necesidad de alcanzar el clímax.

—Las manos arriba —le ordenó su Alfa con la voz ronca.

Él obedeció y no se resistió cuando el rubio le agarró las muñecas con ambas manos. En cualquier
otra situación, Sasuke no habría permitido que un Alfa lo restringiera de esa manera, era
demasiado orgulloso y desafiante para ponérselo fácil pero, estando en celo, su lado humano era
sustituido por su animal Omega, uno que ansiaba ser dominado por un poderoso Alfa, del mismo
modo que este deseaba someterlo a su férrea voluntad. Tal vez la pantera que llevaba dentro no
hubiera sido tan dócil si no fuera porque Naruto era su destinado, la otra mitad de su alma, y por
la acuciante necesidad que sentía de unirse a él.

En cuanto el jaguar lo tuvo bien cogido, posicionó su miembro entre sus nalgas y empujó
suavemente. Sasuke arqueó la espalda y chilló fuerte, disfrutando de cómo cada centímetro de su
polla se introducía en él, gruesa y dura, palpitante, llenándolo. El hecho de estar restringido solo
logró incrementar el placer; era su Alfa quien lo follaba, quien tenía todo el control, quien se
encargaba de todo, quien le cuidaba, lo único que tenía que hacer él era dejarse llevar, limitarse a
sentir su lánguida embestida, torturándolo y seduciéndolo al mismo tiempo.

—Aaaaah… Alfa… Más, mi Alfa, más —gimoteó. Pese a que era increíblemente placentero, no
podía evitar desear el orgasmo, uno poderoso y explosivo.

Naruto ronroneó para él.

—Lo sé, mi Omega, lo sé. Tú también te sientes genial alrededor de mi polla… pero necesito que
aguantes un momento, necesito saber cómo de profundo eres, no quiero hacerte daño.

Sasuke pasó las uñas por el pecho de su Alfa, haciendo que este gruñera fuerte cuando le arañó
suavemente los pezones. Amaba sentir sus duros músculos flexionándose bajo sus manos, eran
tan sexys y calientes, sobre todo sus abdominales, en esos días no se había cansado de tocarlos y
lamerlos.

—No me harás daño… —gimió, demasiado ansioso para esperar—. Puedo tomarte, solo… solo…
¡Aaaah! —gritó al notar que su miembro estaba entrando más profundo, ya casi había alcanzado
su punto más sensible, por lo que olvidó lo que iba a decir e intentó mover las caderas para
animarlo a embestirlo hasta el fondo, pero era imposible. Su Alfa lo tenía bajo su completo
control, cogiéndolo por las muñecas y con los tobillos sobre sus hombros, los cuales no podía
mover a los lados ya que sus brazos se lo impedían. Se sintió más mojado al darse cuenta de que
su compañero lo sometía y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para disfrutarlo—. Ahí…
—gimió, mordiéndose el labio inferior. Ya estaba cerca, muy cerca—. Más hondo, mi Alfa, más
profundo…

—¿Así? —preguntó Naruto antes de penetrarlo completamente.

Sasuke lanzó una mezcla entre gemido y grito al notar cómo presionaba el punto más sensible de
su cuerpo. No había llegado a correrse, pero había estado tan cerca…
—¡Sí! ¡Sí, Alfa, sí!

Naruto le respondió con un feroz gruñido de deseo.

—Joder, Omega, eres más profundo de lo que creía… y estrecho… —mientras decía esto, se
retiraba suavemente de su interior, dejando que su polla se deslizara entre su resbaladizo interior,
y luego volvía a metérsela, más fuerte, haciéndole jadear con desesperación— y caliente… y tan
malditamente húmedo…

—Aaaah… ¡Aaaaah! ¡Naruto, por favor! —gritó, a punto de correrse.

El Alfa obedeció y se dejó de juegos ahora que sabía que podía tomarlo. Sus caderas golpearon
con fuerza el trasero de Sasuke, embistiéndolo hasta el fondo de una sola vez, haciendo que este
rugiera de placer y dejara su mente totalmente en blanco, rindiéndose a las abrasadoras olas de
calor que lo consumían con cada firme penetración. Naruto lo folló a un ritmo frenético y salvaje,
sin permitir en ningún momento que Sasuke escapara de su dominio, procurando que se
mantuviera quieto y que lo único que pudiera sentir fuera a él haciéndole suyo. Bastaron unas
pocas embestidas fuertes para que el Omega se corriera con fuerza, encontrando un instante de
alivio, pero su compañero sabía que eso no sería suficiente y, implacable, continuó galopando
duramente sobre él, alargando su orgasmo al mismo tiempo que construía uno nuevo, dejándolo,
por un instante, en una deliciosa agonía antes de que volviera a alcanzar el clímax.

Sasuke no supo cuánto tiempo estuvo así, corriéndose una y otra vez entre gritos, pero pareció
que había pasado al menos una hora cuando, por fin, tras un último orgasmo, su Alfa alcanzó el
clímax con un rugido de pasión. Tembló un poco, sintiéndose lleno y completo al sentir cómo
derramaba su semilla dentro de él, y ronroneó suavemente para su compañero, haciéndole saber
que se sentía bien y feliz.

Naruto liberó finalmente sus muñecas y apartó sus piernas con delicadeza, dejándolas de nuevo
sobre la cama. Sasuke las sentía un poco adoloridas, pero lo olvidó cuando el rubio le masajeó los
muslos, relajando la tensión de sus músculos.

—¿Estás bien? —le preguntó con la voz áspera, probablemente de tanto gruñir.
—Sí —respondió Sasuke, estirando sus entumecidos brazos hacia él, invitándolo a reunirse con él.

Su Alfa se tumbó sobre su cuerpo, apoyando su peso en los codos para no aplastarlo, y lo besó en
los labios. Gimió suavemente, disfrutando de las tiernas caricias de su lengua mientras lo abrazaba
por el cuello, se sentía especialmente cariñoso después de hacer el amor con él.

Cuando se separaron, Naruto frotó su nariz contra la suya.

—¿No te he hecho daño?

—No. Ha sido increíble —reconoció con una sonrisa que su destinado le devolvió.

—Me alegro, porque vamos a hacerlo muchas veces mientras estés así de caliente —le dijo antes
de inclinarse para mordisquearle el cuello, justo la piel sensible donde debía dejar su marca.

Sasuke jadeó cuando otro rayo de fuego lo atacó. Ahora que se había corrido varias veces, no era
tan doloroso como la primera vez, pero seguía siendo intenso y quería que Naruto se la metiera
otra vez… y que lo reclamara. Sentía un extraño ardor donde lo estaba besando, ansiaba que
hundiera sus colmillos en él y lo acoplara.

—Naruto…

—Me necesitas otra vez —gruñó su Alfa, complacido, y lo besó una vez más en los labios antes de
mirarlo a los ojos—. Quédate tumbado y déjame a mí.

Él obedeció, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, permitiendo que su rubio lamiera,
chupara y mordiera su cuello al mismo tiempo que su cuerpo se movía sensualmente sobre el
suyo, provocando que se estremeciera por sentir su ardiente piel, erizando sus pezones. De hecho,
estos no tardaron en estar en su punto de mira cuando su boca besó la línea de su clavícula antes
de ir más abajo; sus labios capturaron uno de sus pezones mientras que sus traviesos dedos
jugaban con el otro, rozándolo y apretándolo, haciendo que volviera a estar mojado, aunque no
podía negar que disfrutaba con eso.

—Mmm… Sasuke, estás húmedo otra vez —le dijo Naruto, sonriendo.

—Pues ya sabes lo que tienes que hacer —respondió Sasuke, entrecerrando los ojos.

Su Alfa ensanchó su sonrisa, mostrándole los colmillos.

—Sí, me hago una idea —dicho esto, le chupó el otro pezón pero, esta vez, su mano no se
entretuvo con el otro, sino que le acarició el vientre con suavidad, descendiendo hasta sus
muslos… donde encontró su miembro erecto y lo envolvió con cuidado.

Sasuke hundió las uñas en la almohada cuando empezó a masturbarlo. Se le escaparon tiernos
gemidos de su boca al mismo tiempo que contoneaba las caderas, animando a Naruto a tocarlo
más rápido, pero este parecía empeñado en hacerle disfrutar de cada lenta caricia, frotando su
punta con el pulgar para acentuar el placer.

—Aaah… Aaaah… Sí… ¡Mmm!

El rubio se apartó de su pezón y lo observó con deseo.

—No tienes ni idea de lo erótico que estás en este momento, Sasuke. Tengo ganas de ver cómo te
corres.

—Pues hazlo… —gimió, sintiendo incomodidad entre sus piernas.


Su súplica no fue en vano, ya que su Alfa lo acarició más rápido mientras su boca bajaba lamiendo
y besando su vientre, como si le estuviera advirtiendo de lo que venía a continuación. No le
importaba, todo lo que quisiera hacerle era bienvenido siempre y cuando hiciera que su pasión
estallara… y lo hizo justo cuando la punta de su lengua lamió su miembro erecto, no pudo soportar
su húmeda y erótica caricia y acabó teniendo un orgasmo antes de que Naruto pudiera chuparlo.

Al mirar a su compañero, vio que este sonreía con malicia, como si acabara de hacer una
travesura. Su orgullo quedó un tanto ofendido al darse cuenta de que este estaba disfrutando
viendo la facilidad con la que su cuerpo reaccionaba a su toque, pero debía admitir que era un
tanto sexy ver esa cara de pícaro.

—Te estás divirtiendo con esto —lo acusó, aún jadeando.

Naruto ronroneó, sin dejar de sonreír.

—Y tú también, Sasuke, ¿o vas decirme que esto no te gusta?

Él se mordió el labio, poco dispuesto a reconocer que su Alfa le provocaba los mejores orgasmos
de su vida y que era el sexo más caliente que había tenido nunca, pero abrió más las piernas,
puesto que todavía necesitaba y quería que le follara.

El rubio gruñó suavemente al ver su entrada mojada, encantado por la invitación.

—¿Lo ves? Me quieres jodiendo tu dulce culo —murmuró, acariciándolo entre las nalgas con un
dedo, haciendo que Sasuke volviera a aferrarse a las sábanas con un fuerte jadeo—. ¿Qué quieres
esta vez, mi Omega? ¿Mi boca o mis dedos…? ¿O ambas cosas?

Sasuke abrió los ojos como platos.

—¡¿Ambas cosas?! —exclamó, sorprendido.


Naruto le guiñó un ojo.

—Con que ambas cosas, ¿eh? Eres un avaricioso, Sasuke.

Antes de que este pudiera decir nada, a favor o en contra, no estaba seguro porque jamás le
habían hecho eso, el rubio acogió su miembro todavía erecto en su boca y lo penetró al mismo
tiempo con dos dedos. Se le escapó un grito al sentirse abrumado por el placer, su Alfa se la estaba
chupando con avidez, ansioso por probarlo, al mismo tiempo que lo embestía sin inhibiciones, con
firmeza, rozando ese punto erógeno dentro de él que le arder en llamas. No fue consciente que,
inmerso en esa vorágine de lujuria, sus garras salieron y desgarraron la sábana, aunque tampoco
importaba; solo quería que Naruto siguiera haciéndole eso.

—¡Aaaah! ¡Más rápido, Alfa! —chilló cuando supo que estaba a punto, que lo único que
necesitaba era un empujón más.

Su destinado obedeció, lo chupó con más fuerza y sus dedos lo penetraron una última vez hasta el
fondo, provocándole un fuerte orgasmo que lo dejó tiritando y más caliente que antes. Joder,
acababa de correrse y ya estaba deseando que lo hiciera de nuevo.

—Naruto… —suspiró, en parte aliviado y en parte deseoso por volver a sentirlo en su interior.

El rubio se apartó de su miembro tras lamerlo para limpiar los pocos restos de su orgasmo, ya que
los Omegas se corrían con más fuerza por su entrada que por su pene, pero, aun así, sí se les
escapaba un poco de humedad. El Alfa contempló a su compañero con hambre, sus ojos de
pupilas ovaladas revelaban lo cerca que estaba su animal de la superficie; Sasuke se removió ante
su mirada posesiva, pues sabía lo que su destinado quería de él y, sin pensárselo dos veces, giró en
la cama, tumbándose boca abajo, y se colocó sobre sus manos y rodillas, abriendo los muslos para
que tuviera una perfecta visión de sus nalgas y su entrada, más dispuesta que nunca.

Se estremeció excitado cuando lo escuchó rugir de deseo. No le sorprendió sentir sus manos
agarrando su trasero, hundiendo los dedos en su piel para mantenerlo quieto, de todas formas, él
no tenía intención de oponer resistencia; la base de su cuello quemaba, estaba preparado para
que su Alfa lo reclamara.

Cerró los ojos y gritó cuando Naruto pasó la lengua entre sus nalgas, probando su esencia. Amaba
que lo follara con su lengua, era húmeda y tenía una ligera textura rasposa que incrementaba el
placer hasta tal punto que dolía si no se corría, por no decir que, cada vez que gruñía o
ronroneaba, la hacía vibrar de forma que lo catapultaba al orgasmo; a lo largo de esos días lo
había hecho muchas veces, su compañero era consciente de lo mucho que le gustaba y, además, a
él le encantaba lamerlo, le había asegurado que se había vuelto adicto a su sabor.

Sin embargo, a diferencia de otros días, esta vez no fue suave ni se dedicó a torturarlo hasta que
suplicara que le hiciera correrse, sino que fue duro y firme, su lengua lo golpeó tan profundo como
le era posible, girando dentro de él para acariciar las paredes húmedas de su sexo y dejarlo
delirante de deseo. Lo único que era capaz de hacer él era gemir y gritar, animando a Naruto a que
siguiera follándolo, sabía que lo estaba preparando para lo que iba a ocurrir después.

Alcanzó la cima con un rugido animal y salvaje, que Naruto le devolvió con pasión. Eso se había
sentido muy fuerte y le temblaban un poco los brazos y las piernas, le costaba sostenerse sobre sí
mismo, pero la expectativa de lo que venía ahora le hizo quedarse en su sitio, sobre todo cuando
su compañero ascendió por su cuerpo, frotando su esculpido torso contra su espalda, haciendo
que la piel le hormigueara y se sintiera más caliente por las zonas donde se rozaban. En cuando
estuvo totalmente encima de él, prácticamente cubriéndolo, adoptando la postura de un Alfa que
reclamaba a su pareja, sintió cómo otro rayo de fuego volvía a atravesarlo, esta vez con más
fuerza.

Naruto le apartó el cabello hacia un lado, dejando expuesta la base del cuello. Ya no quedaban
marcas de Orochimaru, su piel era lisa y estaba lista para ser marcada por siempre.

—¿Estás listo, mi Omega? —le preguntó el Alfa con una voz ronca y profunda, que sonó más a
exigencia que a otra cosa. Aun así, Sasuke no estaba asustado, sabía que su rubio jamás le haría
daño ni que se movería hasta que le diera su consentimiento.

Asintió sin dudar y ladeó la cabeza para ofrecerle su cuello.


—Por favor, mi Alfa.

Escuchó el gruñido bestial de Naruto un segundo antes de ser embestido con dureza. No dolió,
pero gritó al sentirse lleno de nuevo por su compañero; de nuevo, este se dejó de juegos y se
limitó a follarlo a un ritmo salvaje para consumar su unión, poseyendo su cuerpo frenéticamente,
penetrándolo hasta lo más profundo, golpeando una y otra vez su punto más sensible. Sasuke se
dejó llevar por las sensaciones; por las oleadas de calor que invadían cada recoveco de su ser, por
el roce de los duros y sexys músculos de su pecho sobre su espalda, por sus caderas chocando con
firmeza contra sus nalgas, por la lengua que lamió estratégicamente la base de su cuello,
preparándolo para marcarlo.

Era demasiado, el calor lo sofocaba y su animal lo arañaba desde su interior, gimiendo suplicante
por consumar su tan anhelada unión con aquel Alfa que lo poseía sin vacilar.

—¡Muérdeme, Naruto! —gritó, al borde del orgasmo.

Su orden activó al jaguar que el rubio llevaba dentro y clavó sus colmillos en la piel caliente de
Sasuke. Este sintió la penetración de sus caninos como una oleada de placer sexual que llegó hasta
su entrada, mojándola tanto que Naruto pudo acelerar todavía más el ritmo de sus embestidas,
follándolo más rápido y duro, provocándole un poderoso orgasmo que fue seguido de otro, y otro,
haciéndole gritar y rugir de placer cuando la polla de su ahora compañero se hinchó hasta
quedarse bloqueada dentro de él, corriéndose con fuerza y derramando su caliente semilla en su
interior. Lo que acababa de pasar con el miembro de Naruto solo era posible en los Alfas
acoplados, de ese modo se aseguraban de que su semen permaneciera dentro del Omega para
dejarlo preñado, a partir de ahora, ocurriría siempre que hicieran el amor.

Finalmente, a Sasuke le fallaron las piernas y los brazos y se derrumbó sobre la cama, jadeando,
con las mejillas totalmente rojas y la piel brillando por el sudor. Todo su cuerpo temblaba mientras
los últimos espasmos de placer desaparecían, los cuales se alargaron ya que Naruto seguía con sus
colmillos clavados en su cuello y su polla dentro de él, su hinchazón no bajaría hasta que pasaran
varios minutos, durante los cuales no podría separarse del Omega sin hacerle daño.
Mientras Sasuke se recuperaba, Naruto, que tampoco era inmune a la intensidad del
acoplamiento, tomó una de sus manos y entrelazó los dedos con los suyos al mismo tiempo que su
pulgar acariciaba su torso, haciéndole saber que estaba con él y que todo había ido bien. En
cuanto estuvo seguro de que el vínculo estaba hecho, soltó con mucho cuidado el cuello de
Sasuke, quien gimió un poco, en parte de dolor y en parte de decepción, y empezó a lamer la zona
herida; para acoplarse, había tenido que hundir sus dientes profundamente y le había hecho
sangre, por lo que ahora le estaba curando.

En cuanto consideró que la herida cicatrizaría bien, lo abrazó por la cintura y los tumbó de lado,
procurando que su polla siguiera dentro del Omega para evitar hacerle daño, ya que todavía no
había bajado la hinchazón. Sasuke todavía estaba recuperándose de la unión, mientras que
Naruto, aún afectado por la intensidad de esta, respiraba agitadamente, aunque su necesidad de
cuidar de su compañero le hacía abrazarlo y acariciarlo, frotando su mejilla contra su hombro.

—Ya está, mi Sasuke… Ya eres mío —dijo, curvando los labios hacia arriba.

Sasuke giró un poco la cabeza y le dedicó una cansada pero feliz sonrisa. Naruto le habría dado un
beso si no fuera porque no podía moverse todavía para no hacerle daño.

—Y tú mío.

Él ronroneó y lo estrechó contra su cuerpo, besándolo en la marca que acaba de hacerle.

—Por supuesto —dicho esto, le acarició el rostro con una mano—. ¿Cómo estás?

—Agotado… pero feliz.

—Yo también. —Lo besó una vez más y lo acomodó un poco mejor en su cuerpo—. Vamos a
descansar un poco, antes de que tu celo te haga entrar en necesidad de nuevo. —Se quedó un
instante en silencio, dudando entre si debía decir lo que sentía o callarse por el momento. Al final,
no pudo de reprimirse, no después de aparearse con su destinado—. Te quiero, Sasuke.
Su Omega entrelazó los dedos con los suyos y se llevó su mano a los labios para darle un beso
antes de acurrucarse de espaldas en su pecho.

—Y yo a ti, Naruto.

Este parpadeó, un poco sorprendido, pero luego sonrió y enterró el rostro en el cuello de su
Omega para poder aspirar su olor. A los pocos minutos, notó que su Sasuke se quedó dormido y,
tras asegurarse de que su sueño era pacífico, cerró los ojos.

Sasuke ronroneaba satisfecho sobre el cuerpo de su Alfa, disfrutando de las suaves caricias que le
regalaba a su espalda y de la mano que mantenía sobre su trasero, al que había estado muy
pegado durante más de cuatro horas de sexo.

Tras dos semanas de caótica y ardiente de lujuria, su celo por fin había llegado a su fin y su unión
con Naruto estaba más que consumada; habían sido días tan intensos como agotadores, apenas
había podido pensar en otra cosa que no fuera en que su compañero le estuviera follando cada
dos por tres, y eso que este le había estado montando una y otra vez durante extensas sesiones
que abarcaban prácticamente todo el día, tan solo deteniéndose para hacer sus necesidades
básicas. Sin embargo, ahora comprendía por qué en esa etapa los Omegas necesitaban a alguien
que los cuidara; para cuando su celo le daba un descanso, lo único que quería hacer era dormir, no
tenía fuerzas para nada más, por lo que había sido su sexy y tierno Alfa quien se había encargado
de darle de comer, de bañarlo y de que durmiera lo suficiente como para que se recuperara para
la siguiente ronda. A veces, por supuesto, era imposible esperar y en más de una ocasión el calor
lo había atacado en mitad de una comida o durante el baño… por lo que se podría decir que no
había un rincón de la casa que no hubieran probado ya. Joder, Sasuke no podía olvidar cómo
Naruto lo había follado contra el banco de la cocina, o sobre la mesa del comedor, o en las
escaleras…
Un apretón a su nalga desnuda le hizo regresar al momento presente y levantar la vista hacia su
rubio. Este le sonreía con cariño, sin dejar de acariciarlo.

—El olor de tu celo está remitiendo, ¿te sientes mejor?

Sasuke volvió a apoyar la cabeza sobre su pecho dejando escapar un suspiro.

—Sí, por fin.

—Ha sido intenso y agotador para ti —coincidió su Alfa.

Él levantó una ceja y lo miró otra vez.

—Oye, que tú también dormías muy a gusto cuando terminábamos.

Naruto le guiñó un ojo.

—Merecía la pena. Además, eres muy sexy cuando estás tan caliente y mojado.

Se mordió el labio inferior, mentiría si dijera que no le gustaba que su compañero estuviera tan
pendiente de sus necesidades sexuales, le volvía un poco loco lo salvaje y dominante que se ponía
en la cama… o en el sofá.

—Gracias por cuidarme estas semanas —le dijo, besándolo en el pecho y frotando su mejilla
contra su piel para mostrarle afecto. Su destinado respondió con un ronroneo y abrazándolo.
—Ha sido un verdadero placer —bromeó él, besándole en la cabeza antes de soltar una risilla—. Si
no te dejo embarazado después de este celo, no sabré qué pensar de mí mismo.

Sasuke se tensó un poco al pensar en ello. En teoría, él, al ser un Omega, era muy fértil, sobre todo
en época de celo, y, pese a que sus médicos siempre le habían dicho que estaba sano en ese
sentido, tuvo miedo de no poder quedarse preñado esa primera vez. No era por él, no tenía prisa
por formar una familia, aunque tampoco le importaría saber que ya estaba en cinta, pero había
oído que algunos Alfas rechazaban a sus compañeros si no les daban hijos enseguida. ¿Y si él no se
quedaba embarazado? ¿Y si Naruto se resentía con él por ello?

—Eh, eh, ¿qué ocurre? —preguntó este, alarmado al detectar un leve aroma a miedo en su pareja.

Sasuke lo miró inquieto, preparado para analizar su reacción.

—¿Y si no estoy embarazado?

Naruto parpadeó, perplejo.

—¿Tú quieres estarlo?

—… ¿Y tú? —inquirió, queriendo saber primero lo que pensaba el Alfa.

Este, sin embargo, no era estúpido e intuyó a dónde se dirigían sus pensamientos. Con una sonrisa
tierna, besó a Sasuke en la frente y lo estrechó contra sí.

—Sasuke, no me importa si no te he dejado en cinta, solo estaba haciendo una broma.

—¿De verdad? —preguntó, todavía dudoso.


—De verdad —dicho esto, miró su habitación con aire pensativo—. Cuando construí esta casa, la
hice pensando en que tendría un compañero y una familia, intenté pensar en las cosas que
necesitaría para que te sintieras cómodo aquí. También hice una madriguera en el sótano, para
cuando tuviéramos cachorros; no está preparada para eso, pero la hice de todos modos para el
futuro. Lo que quiero decir es que sí, por supuesto que sería muy feliz si me dieras una camada,
pero no tiene por qué ser ahora. Si ocurre, está bien, y si no, también. Ya te dejaré embarazado
cuando sea el momento.

—¿Y qué pasa si no puedo tener cachorros?

Naruto sonrió, como si ya hubiera pensado en eso.

—No importa, sigues siendo mi destinado.

—Pero…

—Ey —lo interrumpió su Alfa, tumbándolo en la cama boca arriba y colocándose encima para
justar su frente a la suya y tomar su rostro entre sus manos—, eres mío y yo soy tuyo. El vínculo
está sellado y solo la muerte lo romperá. No pienses ni por un instante que renunciaré a ti, mi
Sasuke.

Lo besó y el Omega dejó que lo calmara. Maldita sea, le había tocado la lotería con Naruto, nunca
pensó que podría tener un compañero tan dulce como él, podía entender que hubiera un montón
de hembras Alfas celosas porque le hubiera encontrado.

Que se jodan. Ese rubio era suyo.

Cuando se separaron, él apartó los mechones de su rostro y lo acarició con cariño.


—Te amo, Naruto.

Sus hermosos ojos azules brillaron de pura felicidad, como cada vez que se lo decía.

—Y yo a ti. —Le dio un beso esquimal y luego le sonrió con ternura—. No sé si te habré dejado
embarazado o no, pero ¿qué te parece si, por ahora, nos limitamos a disfrutar el uno del otro?

Sasuke sonrió y rodeó el cuerpo de Naruto con sus brazos y piernas.

—Me parece estupendo.

Tres años después.

Naruto llegó a su casa soltando un suspiro hastiado. Le gustaba ser el líder de su clan y cuidar a su
gente, pero en el último año estaba siendo un fiasco. No es que pasara nada malo; tras acoplarse
con Sasuke años atrás, hubo algunas hembras Alfas que mostraron su desacuerdo, la mayoría
porque ansiaban la posición de consorte del líder (o lo que es lo mismo, ser el segundo al mando
de la manada) y porque pensaban que podían dar a luz un Alfa puro como él. Puesto que su unión
con su Omega ya se había consumado, estaba prohibido desafiar a Sasuke, ya que su muerte
podría provocar que él mismo muriera, pero a unas pocas no les importó y lo atacaron días
después de presentarlo a su clan como su pareja. Para entonces, su compañero había recuperado
fuerzas e hizo frente a las Alfas con una ferocidad que le hizo sentirse orgulloso de él, saliendo
victorioso además. El único altercado fuerte que hubo fue cuando un grupo de hembras trató de
atacarlo por la espalda pero, por suerte, Naruto no andaba lejos y él y sus ejecutores fueron en su
ayuda, sometiéndolas.

No tuvo más remedio que expulsarlas de la manada. Una cosa era un desafío individual, no es que
fuera legal puesto que ya se había acoplado a Sasuke pero, aun así, la penalización por esa clase de
cosas era un castigo físico que no tuvo problemas en aplicar, pero otra cosa era atacar en grupo,
eso implicaba más premeditación, casi un intento de homicidio. Naruto ya no confiaba en esas
Alfas para que permanecieran en su clan y, tras consultarlo con sus ejecutores, que compartían su
misma opinión, las echó de allí. No las tachó como criminales que tuvieran que ser perseguidas,
dejó que buscaran otra manada a la que unirse sin percances, pero no las quería cerca de Sasuke.
Pese a que este pudo mantenerse con vida mientras luchaba contra ellas, no habría durado mucho
tiempo al estar en inferioridad numérica, lo llenaba de rabia pensar en lo que podría haber
ocurrido si no hubiera estado cerca de él.

Además, su Omega ya tuvo suficiente con los Alfas que lo secuestraron como para que, encima, no
se sintiera seguro en su propio hogar.

Por suerte, Sasuke era fuerte y se recuperó rápido del susto. El resto de la manada estaba
contenta con él, sobre todo tras demostrar lo poderoso que era en combate tras vencer a las otras
hembras Alfas que lo habían desafiado, les gustaba tenerlo como líder al ver su fortaleza y
percatarse de su carácter reflexivo, inteligente y calculador, era una gran incorporación a su
manada, además de que, como Omega, pronto les daría una gran camada de cachorros.

Sasuke no se quedó embarazado la primera vez que tuvo el celo, pero eso les permitió tener más
tiempo para que este se adaptara a su nuevo hogar, para que conociera su nueva familia, para
aceptar sus responsabilidades y para que ambos pudieran tener tiempo juntos como pareja, fue
muy bueno para él.

Y, durante el segundo celo, se quedó en cinta. Ambos estaban muy felices por formar una familia y
la manada entera, como cada vez que una camada grande venía en camino, se puso como loca y
celebraron el acontecimiento. Cuál fue la sorpresa de todos cuando supieron que Sasuke estaba
esperando ni más que menos que seis cachorros.

Seis cachorros.
Era lo máximo que podía dar a luz un cambiante Omega, y extremadamente raro en los felinos,
que solían tener como mucho cuatro crías. Como cuando nació Naruto tantos años atrás, el clan lo
consideró una señal divina, un mensaje de la propia Gran Madre de que la manada seguiría siendo
próspera.

Pero ahí empezó el problema de su líder. Los deberes y responsabilidades de este se repartieron
entre sus ejecutores para que pudiera pasar más tiempo con Sasuke, para que estuviera bien
atendido, sobre todo durante los últimos meses de embarazo, que era cuando necesitaba más
ayuda pero, aun así, el jaguar que Naruto llevaba dentro parecía empeñado en querer pasar todo
su tiempo junto a su Omega; él sabía que Sasuke no era débil, de hecho, los primeros meses que
estuvo en cinta, los pasó sin problemas ayudándolo en sus labores para con la manada, pero
después, a medida que su vientre se iba hinchando, más crecía su necesidad por tenerlo cerca, por
asegurarse de que estaba sano y salvo, a pesar de que su cabeza sabía que no le ocurriría nada
malo.

El parto fue largo, muy, muy largo, pero su compañero lo sobrellevó tan dignamente como cabía
esperar de él, dándole seis hermosas crías, cinco Alfas fuertes, cuatro varones y una chica, y,
gracias a la Gran Madre, un pequeño y lindo Omega. Los primeros se llamaban Menma, Kurama,
Narumi, Arashi y Miko, y al último lo llamaron Saki. Naruto no podía estar más orgulloso de su
compañero y de los hijos que le había regalado.

Por supuesto, tras su nacimiento, empezaba la etapa más dura para los padres. Cuando una
camada de cachorros nacía, los cambiantes Omegas eran prácticamente dominados por sus
instintos animales, haciendo que su instinto maternal los impulsara a permanecer cerca de ellos
todo el tiempo y evitando que otros ajenos a la familia tocaran a sus crías. Era el momento en el
que los Omegas eran más peligrosos, se volvían muy territoriales y apenas se separaban de sus
hijos, ya que, al ser recién nacidos, eran más vulnerables. Por esa razón, todos los cambiantes
reservaban el sótano de sus casas para convertirlo en lo que ellos llamaban “madriguera”; en
realidad, era una habitación muy amplia, cuyo suelo lo cubrían de mullidas alfombras y, en un
rincón, creaban una especie de nido con colchones, que era donde se colocaba el Omega con sus
crías. Toda la familia, el Alfa incluido, viviría en esa estancia subterránea durante los primeros años
de los cachorros para tenerlos vigilados y protegidos hasta que aprendieran a andar, entonces, ya
los dejarían merodear por la casa y posteriormente les mostrarían el mundo exterior, aunque la
madriguera seguiría siendo su habitación hasta que alcanzaran la pubertad.
Ese era el motivo por el que Naruto estaba tan estresado últimamente. Era consciente de sus
responsabilidades como líder, pero como jaguar solo quería estar pendiente de su familia y
cuidarla. Además, puesto que Sasuke no se separaría de sus cachorros por el momento, era él
quien cazaba para todos y se encargaba de mantener la casa; no era una queja, en realidad, no le
importaba hacerlo puesto que era su territorio y, como Alfa, estaba en su naturaleza mantener su
hogar habitable para su familia y darles de comer mientras su Omega cumplía el importante deber
de proteger a los cachorros. Sin embargo, le irritaba tener que ocuparse de algunas cosas del clan
cuando lo que quería era estar en la madriguera mimando a su compañero y contemplando a sus
hijos.

Cerró la puerta de su casa con llave y se desvistió allí mismo, dejando su ropa en el suelo con
rapidez antes de dirigirse a la puerta que conducía al sótano. También le echó la llave, si alguien
quería algo o había una emergencia, tenían un móvil abajo por si acaso, pero esperaba
fervientemente que no le molestaran en todo el día.

Adoptó forma animal y bajó elegantemente las escaleras. Al llegar a la esquina que giraba a la
izquierda, lo primero que oyó fue un suave gruñido de advertencia antes de alzar los ojos con
tranquilidad y contemplar el nido donde yacía su pareja con sus hijos. Sasuke, como era habitual,
estaba transformado en una hermosa pantera de brillante y liso pelaje negro con reflejos azules,
esbelta y atlética, ligeramente más pequeña que un Alfa, pero no lo suficiente como para no
intimidar a un ser humano. Este tenía los flexibles músculos tensos, sus garras blancas se hundían
en el colchón sin llegar a romperlo y le estaba enseñando los afilados colmillos, pero se relajó al
reconocerlo y le lanzó un suave ronroneo, dándole la bienvenida.

Naruto se lo devolvió y saltó los escalones que le faltaban, aterrizando con elegancia en el suelo
antes de trotar hacia el nido de su Omega. Antes que nada, localizó a sus crías, que estaban
desperdigadas por los colchones, la gran mayoría bastante cerca de Sasuke, para no pisarlas por
accidente. Después, se acercó a su compañero para acariciar su cabeza con la suya a modo de
saludo, y luego volvió a buscar a sus hijos para lamerlos a todos como muestra de afecto mientras
ronroneaba, feliz de estar con ellos y ver que, como siempre, estaban sanos y salvos. Una vez
hecho, fue junto a su pareja y se recostó a su lado para pasar la lengua por su cabeza con cariño,
esta hizo lo mismo durante un rato, claramente contenta de que hubiera regresado y, una vez
estuvieron satisfechos, adoptaron forma humana. La mayor parte del tiempo, ambos eran
jaguares para proteger mejor a sus hijos en caso de que los pillaran por sorpresa, pero había ratos
en los que eran hombres para poder hablar y acariciarse.

—¿Qué tal tu día? —le preguntó Sasuke, acariciándole la mejilla.


Él resopló.

—Descentrado. No he dejado de pensar en vosotros —respondió, sincero, antes de que ojos


vagaran hacia Saki, que estaba hecho una bolita contra el vientre de Sasuke, el cual lo envolvía con
un brazo. Acarició su cabecita repleta de mechones oscuros y soltó un suspiro—. Esta mañana he
estado a punto de correr cuatro veces hacia aquí. Mis ejecutores me han regañado por no prestar
atención, acabarán matándome si sigo así.

Su Omega le sonrió, comprensivo.

—Entienden que es tu jaguar el que te provoca para venir aquí, es normal —dicho esto, él también
suspiró—. Yo me siento muy poco humano últimamente. No hago más que querer morder a
cualquiera que no seas tú o nuestros hijos.

Naruto parpadeó, fingiendo estar sorprendido.

—¿De veras? —dicho esto, cogió en brazos a Narumi, que estaba cerca de él, y lo acunó contra su
pecho mientras lo miraba con un brillo travieso en los ojos—. No sé, yo creo que este chiquitín
está deseando que le den un bocado… ¡Roar! —bromeó antes de inclinarse sobre su cachorro para
hacerle pedorretas en la tripa, haciendo que el pequeño rubio riera encantado, aferrándose a los
mechones de su padre.

Sasuke no pudo contener una sonrisa cariñosa al ver la escena. ¿Quién iba a decirlo? El frío y
solitario jaguar negro Sasuke Uchiha se convertía en un idiota embobado cuando contemplaba a
sus preciosos hijos o veía cómo el payaso de su padre jugaba con ellos, recordándole por qué
estaba locamente enamorado de él. Desde que lo conoció, supo que Naruto sería un padre
fantástico, era cariñoso, divertido y juguetón, sus cachorros apenas tenían unos pocos meses, pero
ya lo adoraban. Igual que él desde hacía tres felices años.

Realmente había sido muy afortunado. A veces le costaba creer que, de un día en el que fue
secuestrado por unos Alfas retorcidos, uno en el que creyó que su vida terminaría, había pasado a
encontrarse con el que era sin lugar a dudas el amor de su vida, la mitad de su alma, y que le había
dado una hermosa camada de seis cachorros por los que mataría a quien fuera necesario.

Naruto lo vio mirándolo y, como si fuera capaz de leer sus pensamientos, dejó con cuidado a
Narumi en el colchón y lo abrazó para besarlo dulcemente, diciéndole sin palabras que él también
lo amaba. Sasuke lo dejó hacer, aspirando su delicioso aroma a árboles y tierra, el mismo que le
había dicho el primer día que lo vio que ese sexy, tierno, juguetón y salvaje jaguar le pertenecía.

FIN

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