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THOMAS CRANMER
TÍTULO:
PRESENTADO POR:
JULIACA, PERÚ
2023
INTRODUCCION
Evaluar el currículo es una necesidad que tienen las instituciones educativas para
optimizar sus procesos administrativos, académicos y comunitarios con el objetivo de
brindar un mejor servicio a las comunidades en las que están inmersas. Es un punto de
partida importante que implica tratar de sacar a la evaluación del lugar de control en el
que tradicionalmente se había ubicado. La evaluación del currículo trata de describir el
significado, el valor y el impacto del currículo como base para la toma de decisiones
curriculares. Pero hay que tener en cuenta que la evaluación del currículo depende de
cómo éste es concebido y de los diferentes enfoques de evaluación que pueden
adoptarse. afirma que la evaluación curricular permite establecer los alcances
pedagógicos y el impacto social que ha generado la propuesta educativa institucional
que se ofrece; así mismo determinar hasta qué punto existe coherencia entre el discurso
y la praxis; de manera que lo planificado y vislumbrado desde los ideales del colegio,
logren evidenciarse en la realidad y garanticen el logro de las metas institucionales. Todo
proceso educativo, ha de estar fundamentado en las bases de una investigación que
permita guiarnos hacia una educación que además de ser pertinente, genere
competencias esenciales para asumir con conocimiento, no solo los problemas de la
sociedad, sino también los desafíos del desarrollo humano en un contexto determinado.
La investigación y evaluación del currículo es una oportunidad que tienen los miembros
de la comunidad para reflexionar sobre sus prácticas, valorar los postulados pedagógicos
que sustentan su accionar, analizar los procedimientos de enseñanza-aprendizaje y
cotejarlos con los resultados que se generan a partir de los mismos dentro y fuera de las
aulas, para así de esta forma establecer un balance que nos permita medir la calidad de
la educación ofrecida actualmente en nuestra institución. Por otro lado, los problemas
sociales, económicos y afectivos que nacen en el seno de las familias de nuestra
comunidad local, condicionan el desinterés creciente hacia los estudios e inciden en los
problemas escolares. Ante este panorama, consideramos que evaluar el currículo
institucional, es pertinente en estos momentos porque nos brinda la oportunidad de
fortalecer nuestra institución para ofrecer un servicio más efectivo que pueda satisfacer
las necesidades generadas por el contexto social. En razón de lo anterior, las directivas
de la institución educativa objeto de análisis han expresado su respaldo a las acciones
adelantadas en la escuela por parte de las docentes investigadoras, para la obtención
de las evidencias necesarias para soportar la presente investigación. Esto propone retos
a nivel institucional, que no solo afrontará el docente, sino toda la comunidad educativa;
trayendo consigo beneficios que permitirán enriquecer las prácticas pedagógicas,
cualificar los procesos y propiciar un clima escolar favorable. En consecuencia,
pretendemos que la escuela logre generar mayor impacto en la comunidad, y a la vez
pueda transformarse en un espacio real de reflexión y acción pedagógica en beneficio
de nuestros educandos.
MARCO TEORICO
El nivel educativo que hoy conocemos como primaria tuvo como antecedentes las
escuelas de primeras letras, la escuela elemental y el trabajo desarrollado por los
"maestros de primeras letras" y por los preceptores particulares. La escuela debe ser
entendida aquí, como una institución especializada, paulatinamente normalizada y que
cumple con la función de instruir, formar e introyectar conocimientos y normas
comunes, además de valores y tradiciones propias de un grupo social. Esta doble función
de la educación –la de ser una y múltiple– constituye la dimensión en la que se insertan
las tensiones entre el poder público y el poder privado, y entre lo que se considera el
bien común y los intereses particulares desde la perspectiva del Estado. La concreción
de la escuela primaria significó un largo devenir del siglo XV al XIX. Durante este período
se generaron las condiciones que más tarde le dieron vida. Algunas de estas condiciones
llegaron a América, procedentes 1 García Alcaraz Maria Guadalupe. Distinción entre
educación pública y privada de, a través de los colonizadores. De entre ellas podemos
destacar las siguientes:
a). Durante el siglo XV hay huellas de que en países como España y Francia ya se
enseñaba a leer y escribir en lengua vernácula. El desplazamiento es significativo en
tanto se dejó el aprendizaje del latín para los estudios avanzados y se empezó a enseñar
la lectura y la escritura en la lengua materna. En las colonias españolas, específicamente
en la Nueva España, lo anterior se reflejó en las acciones emprendidas por algunos
misioneros para enseñar el catecismo en lengua nativa.
b). En Europa desde el siglo XVI existían preceptores de escritura quienes recibían a los
alumnos en su casa o bien, acudían al domicilio de éstos. En esencia eran "particulares"
–aunque en ocasiones organizados en gremios– que tenían cierta autonomía con
respecto a las autoridades municipales y religiosas. En algunas regiones hubo
preceptores itinerantes que recorrían pueblos y pequeñas comunidades ofreciendo sus
servicios. c). Los maestros de escritura fueron comunes entre los siglos XVII y XIX, incluso
coexistieron con las escuelas elementales y de primeras letras organizadas por los
ayuntamientos y por la iglesia. El éxito de estos maestros revela un cierto nivel de
demanda por la alfabetización, la cual se presentaba principalmente en las ciudades.
Este hecho puede interpretarse como "una secularización de la cultura y de la
enseñanza", pues la instrucción ya no era únicamente del interés de la elite, ni de la sola
competencia de la Iglesia, ni tenía como fin único internalizar los dogmas religiosos. d).
Lo que socialmente se estaba generando era una mayor atención hacia la alfabetización.
Esto permitió a un sector de preceptores especializarse, 10 hasta llegar a la figura del
maestro de niños. Con la especialización de quien alfabetiza, se hizo necesario un local
más amplio –o por lo menos fijo– donde laborar y el establecimiento de convenios con
los padres de familia, con el cabildo municipal o con el párroco para el pago del servicio.
Al especificarse la actividad surgieron normas y reglas para regularla. La Iglesia también
contribuyó a especificar la función escolar. Para las órdenes docentes que resurgieron a
raíz de la Reforma, quedó muy claro que el fundamento de la instrucción elemental sería
la enseñanza religiosa. Con el Concilio de Trento, y como parte de la estrategia para el
rescate y permanencia de los fieles dentro de la Iglesia Católica, se afianzó la idea a favor
de una enseñanza religiosa letrada. Este conjunto de necesidades, ideas, prácticas e
intereses formaron parte de la influencia que la Nueva España recibió de Europa a lo
largo del período colonial y constituyó la base que motivó los proyectos de instrucción
elemental que se desarrollaron durante este período. Durante la época colonial la Iglesia
desempeñó un papel protagónico en la instrucción elemental. A ella se deben las
primeras escuelas en suelo americano, además de los colegios de infantes. Sin embargo,
ante la complejidad, estratificación y diferenciación de la sociedad novó hispana, los
proyectos de la Iglesia fueron insuficientes. Para la mayor parte de la población lo más
común era no ir a la escuela. Los deberes, los comportamientos y los saberes propios
del estrato y del sexo al cual se pertenecía se aprendían informalmente, en la vida diaria,
a través de procesos de socialización dentro del grupo familiar, comunal y étnico. la
existencia de pocas instituciones formales no fue obstáculo para la difusión de ideas y
para la hechura de un nuevo entramado social con distintas tonalidades regionales. Al
arribar el siglo XVII se presentaron cambios cualitativos importantes. Algunos de los
colegios y escuelas de primeras letras, sostenidas por la Iglesia o controladas por alguna
de las congregaciones, empezaron a incluir a seglares como maestros; algo similar
ocurrió en las parroquias. También hubo particulares que atendieron la incipiente
demanda de instrucción en ciudades importantes de la Nueva España: preceptoras,
preceptores y "amigas" instruían en la lectura y la escritura, enseñaban a contar y el
Catecismo de Ripalda. Durante la Colonia fue común que autoridades civiles y
eclesiásticas compartieran el control de las escuelas de primeras letras; sin embargo,
con la secularización gestada desde España a través de las reformas borbónicas se
emitieron disposiciones encaminadas a instaurar escuelas gratuitas, controladas y
vigiladas sólo por los ayuntamientos. En los primeros años del siglo XIX, y bajo la
influencia de las Cortes de Cádiz, los municipios ampliaron su participación en la
instrucción elemental, con facultades para promover, fundar y vigilar escuelas y
maestros. ¿Podemos preguntar sobre las fronteras entre educación pública y privada en
períodos anteriores al siglo XIX?, ¿qué referentes se hacen necesarios para especificar
uno u otro ámbito? Por lo pronto podemos anotar que en el período colonial, la esfera
de lo público no se definía a partir de un Estado que se ostentara como representante
del "pueblo" y encargado del bien común. En todo caso, el referente del bien común
estaba mediado por la religiosidad católica y se limitaba a alcanzar la salvación,
preservar el orden y dar continuidad a una estructura social de profundas diferencias.
En este sentido, el propósito de unir la instrucción religiosa con la instrucción elemental
era coherente, pues con ello se garantizaba formar a los fieles y transmitir valores como
la obediencia y el temor. Tanto la Iglesia como la Corona reconocieron en la escuela de
primeras letras un medio eficaz para este fin, la escuela tuvo así una función social
bastante clara. Ésta es una de las razones por las que la instrucción dejó de ser un
privilegio de elite y, aunque de manera escasa e insuficiente, se presentó en la forma de
escuelas "públicas" y "gratuitas". En estas escuelas tenían cabida niños y niñas de
diferente estrato social. Otra razón por la que aparecieron escuelas de este tipo se
relaciona con cómo la alfabetización se convirtió en una necesidad social, pues con ella
era posible ubicarse en algún empleo, realizar operaciones de compra y venta o, tener
acceso a los materiales de lectura que comenzaron a circular con la introducción y
difusión de la imprenta. En el siglo XVIII es posible identificar rasgos de lo público y lo
privado, los que adquirieron un mayor nivel de especificación en los siglos XIX y XX.
Dentro de éstos se cuentan la presencia de los preceptores(as) y "amigas" como agentes
seculares, encargados de la tarea de instruir, junto con el incremento en la demanda de
alfabetización, en un movimiento que involucró primero a la élite y después a los grupos
medios, siguiendo una trayectoria de la ciudad hacia el campo. Es de suponerse que
frente al limitado número de escuelas gratuitas, gran parte de esta demanda fue
atendida por los "particulares". Es importante reconocer también el enorme peso que
la instrucción no "formal" tuvo en la sociedad colonial, pues dependiendo del estrato
social de la familia, de la casta, del sexo, de sí las familias vivían en el campo o en la
ciudad, era el tipo de instrucción al que niños y niñas accedían. El proceso que aceleró
la diferenciación entre lo público y lo privado en educación se inscribe dentro de una
dinámica más amplia relacionada con las transformaciones estructurales que, al nivel
político, social y 13 económico, se produjeron entre las últimas décadas del siglo XVIII y
durante el XIX. Primero con las reformas borbónicas y después con la Independencia se
inició un largo camino orientado a separar las esferas de competencia entre Estado e
Iglesia. El Estado moderno se erigió sobre una nueva concepción: como un cuerpo
político cuyo poder emanaba del "pueblo"; el pueblo era la suma de las voluntades
individuales, lo anterior bajo el supuesto de que el individuo participaría, racionalmente,
en la toma de decisiones. Sobre estas bases se pensaba que el Estado sería ahora el
encargado del bienestar colectivo y el organismo regulador de las relaciones
individuales. Para los liberales del siglo XIX el Estado imaginado, por el que se luchaba
en la prensa y en los frentes de batalla, era un Estado secular, separado de la Iglesia, a
quien intentó limitar por todos los medios. La Iglesia fue así marginada –
legislativamente– del campo educativo, político y asistencial. El cambio no resultó
sencillo y encontró una oposición constante, pues el clero no estaba dispuesto a que su
poder se viese minado. Las confrontaciones bélicas que se sucedieron a lo largo del siglo
XIX tuvieron como fin la construcción de la nación independiente, con una forma de
gobierno específica y un proyecto económico y social. Los avatares que se articularon a
este proyecto impidieron que se concretaran y ampliaran los espacios de educación
elemental. Por lo menos hasta los años setenta del siglo, la lógica estuvo marcada por
las escuelas parroquiales, municipales y de particulares. Es hasta los años ochenta que
los gobiernos de los Estados contaron con las condiciones políticas y financieras
necesarias para poner en práctica el ideario educativo liberal, abriendo y sosteniendo
un número importante de escuelas.
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