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TRAUMATISMOS OCULARES

Características de la patología y / o clasificación


Hiposfagma: Sangrado subconjuntival, se relaciona con una subida de tensión arterial o con una
maniobra de Valsalva.
Erosión córneo-conjuntival: Por lo general se limitan al epitelio y la zona dañada tiñe con
fluoresceína.

 Se trata con 48 horas de oclusión ocular que facilita la reepitelización, y con pomada
antibiótica para evitar la sobreinfección de la herida. Como en cualquier queratitis, para
reducir el dolor se añade un colirio midriático. Si el agente que ha producido la lesión es un
agente sucio, estaría contraindicada la oclusión.

Cuerpo extraño corneal o conjuntival: Son pequeñas motas enclavadas superficialmente. Se


debe descartar siempre una posible perforación ocular.
El plástico, el cristal o el acero se toleran bien, sin gran reacción inflamatoria, pero el hierro y el
cobre dejan un halo de óxido que hay que intentar eliminar.

 El tratamiento consiste en la extracción del cuerpo extraño con una torunda, una aguja o un
electroimán, pomada de antibiótico y oclusión.

Perforación ocular: En los casos de perforación el médico general debe enviar inmediatamente al
paciente a un oftalmólogo, sin tocar ni poner nada en el ojo. Debe sospecharse ante la desaparición
de la cámara anterior o atalamia.

 Se puede pautar un antibiótico intravenoso de amplio espectro y mantener al paciente en


ayunas para proceder al cierre quirúrgico de la herida lo antes posible.

Quemaduras oculares: Estas pueden ser ocasionadas por factores físicos o químicos.

 Por agentes físicos: Las más habituales son las quemaduras producidas por las radiaciones
ultravioleta absorbidas por la córnea, se puede producir debido al sol, nieve y soldadores
eléctricos, que provocan una queratitis actínica. El tratamiento es pomada de antibiótico,
más oclusión y midriáticos si hay mucho dolor o el paciente presenta reacción inflamatoria
en la cámara anterior.
 Por agentes químicos: La afectación ocular depende de la concentración, del tiempo de
contacto y de la naturaleza de la sustancia química. La medida fundamental en este tipo de
quemaduras es el lavado precoz e intenso, con agua o suero, del ojo afectado. Los ácidos
provocan la coagulación de las proteínas celulares, mientras que los álcalis, mucho más
peligrosos, ocasionan su disolución.

Según el grado de afectación, las quemaduras se dividen en leves (erosión solamente),


moderadas o graves (si hay importante necrosis tisular). Siempre se tiene que mandar a los
pacientes con los especialistas.

Traumatismos oculares contusos. La lesión va a depender de la intensidad del traumatismo,


pueden ocurrir en diferentes zonas del globo ocular, como lo son:
Párpados. Desde edema o hematoma, hasta una crepitación subcutánea, que hará sospechar una
fractura de pared orbitaria.
Polo anterior. Las manifestaciones son muy variadas: uveítis traumática, midriasis paralítica
transitoria o permanente por lesión del iris, hipema o sangrado en cámara anterior, lesiones del
ángulo iridocorneal, catarata traumática, o incluso luxación del cristalino.
Polo posterior. Suelen aparecer en traumatismos graves y su gravedad vendrá determinada por la
afectación macular y la del nervio óptico. Es posible encontrar hemorragias vítreas o retinianas,
edema retiniano (edema de Berlín), desgarros de retina con desprendimiento asociado, rotura
coroidea o de nervio óptico. La retinopatía de Purtscher (hemorragias y exudados algodonosos
peripapilares) se puede ver tras traumatismos torácicos o de huesos largos, y se debe a
microembolismos de aire o grasa; también se ha descrito como complicación de una pancreatitis
aguda no alcohólica.
Fractura orbitaria:
La más característica es la fractura del suelo de la órbita por compresión aguda de las estructuras
orbitarias por un objeto romo. El suelo se fractura, se hernia el contenido orbitario al seno maxilar
produciendo enoftalmos limitación de los movimientas oculares con diplopía (al quedar atrapado el
recto inferior se produce una limitación en la elevación del ojo que da lugar a diplopía,
especialmente marcada en la mirada superior).
El tratamiento es quirúrgico, la cirugía se lleva a cabo únicamente en casos en que exista diplopía,
enoftalmos o afectación del nervio óptico. La fractura de la pared medial (probablemente la más
frecuente, al tratarse de la lámina papirácea del etmoides, hueso muy frágil)puede seccionar los
conductos lagrimales, lesionar la tróclea del oblicuo superior o atrapar el recto medio. La del ápex
puede dañar el nervio óptico o producir un síndrome de la hendidura esfenoidal. La del techo puede
provocar lesión de los senos paranasales, o incluso rinorrea de líquido cefalorraquídeo (Licuorrea).

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