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Impacto de la Pandemia en la Educación en Ecuador.

La llegada del covid-19 a nuestras vidas trastocó profundamente a la educación. Para


comprender estos cambios, Deisi Cecibel Yunga, Sor Natalia Brizuela y Artieres Estevao
Romeiro, docentes de la carrera de Educación Básica de la Universidad Técnica Particular de
Loja (UTPL) reflexionan sobre el contexto actual que enmarca a la educación del país y cómo
solventar las nuevas necesidades.

Hace poquísimo tiempo existía una creencia generalizada acerca de la educación como un
fenómeno que ocurría solamente en las aulas de clase tradicionales, sin embargo, la actual
pandemia ha obligado a varios sectores, entre ellos, el educativo a desarrollar sus actividades
con el uso de tecnologías digitales.

En este contexto, de un día para otro las salas, comedores, dormitorios e incluso patios se
convirtieron en entornos escolares improvisados, y así, los padres de familia se transformaron
en facilitadores del aprendizaje y los estudiantes tuvieron que autocapacitarse acerca de las
nuevas plataformas digitales para continuar con sus estudios. Esto llevó a un esfuerzo
individual y colectivo de docentes, estudiantes, padres de familia y autoridades
educativas para velar por la educación en el país.

El 12 de marzo de 2020, el Ministerio de Educación del Ecuador suspendió las clases


presenciales, así, escuelas y colegios de todo el Ecuador se unieron a las medidas tomadas en
otros países y en cuestión de semanas pasamos a la ejecución de un modelo de educación
remota de emergencia, para dar respuesta a la crisis sanitaria; pero tras casi un año, un
anuncio ministerial determinó que se irá retomando las clases en al menos zonas rurales de
nuestro país. La desigualdad es quizá el problema más grave de la educación en todo el mundo. Sus
causas son múltiples, y entre sus consecuencias se encuentran las diferencias en el acceso a la
escolarización, la permanencia y, sobre todo, el aprendizaje. A nivel mundial, estas diferencias están
correlacionadas con el nivel de desarrollo de los distintos países y regiones. En los diferentes Estados, el
acceso a la escuela está ligado, entre otras cosas, al bienestar general de los alumnos, a su origen social y
cultural, a la lengua que hablan sus familias, a si trabajan o no fuera de casa y, en algunos países, a su sexo.
Aunque el mundo ha avanzado en las cifras absolutas y relativas de estudiantes matriculados, no han
disminuido las diferencias entre los más ricos y los más pobres, así como entre los que viven en zonas
rurales y urbanas1.

Estas correlaciones no se producen de forma natural. Son el resultado de la falta de políticas que
consideren la equidad en la educación como vehículo principal para lograr sociedades más justas. La
pandemia ha exacerbado estas diferencias principalmente debido a que la tecnología, que es el medio de
acceso a la escolarización a distancia, presenta una capa más de desigualdad, entre otras muchas.

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