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La Revolución Industrial 1

Prof. Alejandra L. Clariana

Historia 3er año


Trabajo Práctico N° 3
La Revolución Industrial
Objetivos:
Comprender las causas de la Revolución Industrial
Identificar los cambios sociales y económicos que produjeron la Revolución Industrial

Se conoce con el nombre de Revolución Industrial al proceso que modificó las características económicas y
sociales, e indirectamente las políticas, de la sociedad occidental. Este proceso introdujo una nueva forma de
producción, la fabril, orientada a cubrir necesidades de mercados compradores en expansión, y estableció
nuevas relaciones sociales, relaciones capitalistas de producción, entre los trabajadores y los dueños de las
fábricas. Este proceso comenzó en Inglaterra alrededor de 1780 y se difundió por todo el mundo occidental
en los siguientes cien años.

¿Qué es una revolución?

Una revolución es un cambio profundo en la vida de una sociedad, que transforma en modo duradero alguno
o varios de sus aspectos (político, social, económico, etc.). En el caso de la Revolución Industrial, los
cambios fueron esencialmente económicos y sociales, ya que introdujo modificaciones en las formas de
producir, en las características de lo producido, en las relaciones de trabajo y en los mercados.

La Revolución Industrial fue un proceso, es por ese motivo que no puede señalar una fecha precisa de inicio.
Comenzó hacia 1780, pero durante los cien años previos se fueron gestando las condiciones para que se
produjera. Por otra parte, su consolidación, llevó en Inglaterra, unos cincuenta años. Los cambios que
produjo la Revolución Industrial fueron graduales y, probablemente, no fueron percibidos como
revolucionarios por las personas que los vivieron.

Inglaterra a fines del siglo XVIII

Una serie de transformaciones económicas, sociales y políticas preparó el camino para que en Inglaterra
existieran condiciones únicas para el inicio de la Revolución Industrial.

Durante los siglos XVI y XVII se produjeron grandes cambios en la agricultura inglesa, con la introducción
de nuevos cultivos y nuevos sistemas de rotación en las variedades sembradas. Estos cambios requerían
reunir y delimitar los campos de un mismo productor, que antes estaban distribuidos en parcelas dispersas.
Eso se hizo mediante los cercamientos, que concentraron esos lotes en una única propiedad. Este proceso
consolidó la gran propiedad terrateniente, trabajada por campesinos arrendatarios, es decir que alquilaban las
tierras, cuya producción se orientaba al mercado interno. Como resultado de esos cambios, muchos
campesinos perdieron gran parte de sus tierras y necesitaron, entonces, nuevas fuentes de ingresos.

Al mismo tiempo, en esa época se desarrolló una primera forma de producción industrial, el trabajo rural a
domicilio, que consistía en que los empresarios entregaban materia prima a los campesinos que necesitaban
ingresos extra, y estos producían telas, enseres y herramientas para un mercado urbano y rural que se
encontraba en crecimiento.

El comercio colonial inglés, por su parte, vinculaba África, América e Inglaterra como nunca antes se había
hecho. Los empresarios ingleses proveían a África y América de bienes industriales, vendían esclavos en
América y compraban allí bienes primarios, como azúcar, algodón y tabaco. De esta manera se vinculaban
tres continentes y diversos modos de producción: el trabajo esclavo en las plantaciones americanas y la
industria rural a domicilio europea.

A todo ello se sumó una serie de revoluciones políticas de 1640-1648 y de 1688-1689, que limitaron el poder
del rey y de la nobleza. Estas revoluciones aseguraron la participación de sectores de la burguesía en las
decisiones de gobierno, a través del Parlamento, y la adopción de medidas que beneficiaban sus negocios.
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Todas estas transformaciones permitieron que, a fines del siglo XVIII, existieran en Inglaterra capitales
disponibles, empresarios deseosos de invertir para ampliar sus negocios, mano de obra experimentada que
necesitaba trabajar y un mercado comprador de bienes industriales. Al mismo tiempo, en Inglaterra no
existían trabas que las monarquías absolutistas imponían a las actividades económicas en la mayoría de los
países europeos, como los monopolios establecidos para algunas actividades industriales y comerciales, que
los reyes otorgaban como privilegio exclusivo a ciertas personas.

Una nueva forma de producir

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, las colonias inglesas en América del Norte aumentaron su
demanda de productos manufacturados debido al crecimiento de las plantaciones de azúcar y algodón. Los
compradores de esos mercados eran los dueños de las plantaciones que producían con mano de obra esclava
y adquirían herramientas, tejidos y otros productos manufacturados en Inglaterra. Para satisfacer la creciente
demanda, la producción de textiles requería innovaciones técnicas y de organización. Esa necesidad y los
cambios aparejados por ella condujeron, en unas décadas, al comienzo de la Revolución Industrial.

La producción textil tiene dos pasos: el hilado (que convierte el algodón o lana en hilo) y el tejido (que con
esos hilos produce tela). Hacia fines del siglo XVIII, gracias a la invención de la lanzadera volante por John
Kay, el tejido era un proceso más rápido y requería menos mano de obra que el hilado. Esto hacía que
muchas veces las tejedurías se quedasen sin hilo suficiente en el momento que lo necesitaban. Para evitar
este inconveniente se introdujeron máquinas de hilar, que reducía el tiempo de fabricación: la Spinning
Jenny (1760), la Water-frame (1768) y la Mule o Mule-Jenny, a la que pronto se le incorporó la energía de
vapor. La Spinning Jenny, producía hilos demasiado quebradizos, lo que se intentó corregir con la Water-
frame, que producía hilo resistente pero muy grueso. Finalmente, con la Mule se logró producir hilo delgado
y resistente a la vez.

Todas estas máquinas permitían que un solo trabajador produjera varios hilos a la vez, a diferencia de los
husos manuales. Por consiguiente, se aceleraron los tiempos de producción, a la vez que se abarataban los
costos, puesto que se reducía la cantidad de mano de obra necesaria para producir cada hilo. La introducción
de la energía hidráulica primero (Water-frame) y del vapor después (Mule) aceleró aún más la producción, al
no depender ya de la energía humana.

El uso de máquinas de hilar creó un nuevo desequilibrio, opuesto al que existía antes, ya que ahora era más
rápido el proceso del hilado que el del tejido. Esto se corrigió con la introducción del telar mecánico,
inventado por Edmund Cartwright (1785).

La incorporación de maquinaria inició una transformación profunda en las formas de producción. Cómo las
máquinas eran de grandes dimensiones, la actividad textil dejó de estar dispersa en los hogares campesinos y
se concentró en grandes talleres. Así nacieron las fábricas.

Tecnologías, conocimientos y capitales

La Revolución Industrial se desarrolló en fases o etapas. En este trabajo se verá la primera, que abarcó el
período 1780 – 1830 aproximadamente. A esta fase se la llama fase textil, porque fue esa industria la que
marcó el ritmo del cambio. En unas pocas décadas, prácticamente toda la industria textil incorporó las
maquinarias y la nueva forma de organización del trabajo. Esto fue así por varios motivos.

En primer lugar, el capital necesario para montar una fábrica y dotarla de maquinarias era relativamente
pequeño. Muchos empresarios emprendedores o artesanos ricos aprovecharon la oportunidad creada por el
aumento de la demanda de los mercados externos y fundaron establecimientos fabriles. Las máquinas eran
sencillas y su costo no era muy elevado.

En segundo lugar, la tecnología que incorporaban las nuevas maquinarias estaba disponible desde hacía
tiempo y solo requería adaptarse a las necesidades de la industria. La innovación de la Spinning Jenny, por
ejemplo, solo consistió en incorporar más husos en una rueca. La energía hidráulica y la energía del vapor
eran conocidas y utilizadas para otros fines (como los molinos y la extracción del carbón). Las innovaciones,
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entonces, se aplicaron cuando fue necesario o útil, no antes, aunque ya estuvieran disponibles. El hecho de
que la tecnología fuera conocida y sencilla facilitó, además, el empleo de trabajadores ya experimentados,
que aportaban a las fábricas los conocimientos adquiridos en los talleres manufactureros anteriores.

Una nueva organización del trabajo

La fábrica como unidad de producción supuso una nueva organización del trabajo industrial que modificó
tanto las formas de producir como las relaciones sociales de producción.

En la fábrica, la producción se concentraba en un único lugar, a diferencia del sistema industrial a domicilio,
donde la producción estaba dispersa en las casas de los artesanos campesinos. Esta concentración permitió
reducir los tiempos totales del proceso de producción, ya que no era necesario trasladar la materia prima a
todos los hogares campesinos ni recoger de ellos el producto terminado.

En la fábrica, además, el empresario podía controlar el ritmo de producción y los tiempos de trabajo.
Mientras que en la producción a domicilio los tiempos de trabajo los disponía los campesinos, en los
momentos que no dedicaban a sus tierras, en la fábrica estaban regulados por un horario que marcaba el
inicio y el fin de la jornada laboral, que era considerablemente más larga que en el sistema rural a domicilio.
La introducción de la iluminación artificial (a gas) permitió, además, extender esta jornada
considerablemente, ya que podía extenderse más allá de las horas donde había luz natural. Por otra parte, los
ritmos de trabajo están ahora regidos por las máquinas y por los capataces; los momentos de descanso y
pausa eran reducidos y pautados por estos.

Finalmente, la fábrica era la base de una nueva sociedad, que estaba ahora dividida en dos: los propietarios
de los medios de producción (maquinarias, instalaciones, materias primas) y los trabajadores. En el sistema
industrial a domicilio, los trabajadores campesinos eran propietarios de las herramientas y máquinas; ahora
lo eran los capitalistas dueños de las fábricas.
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El papel del gobierno

Junto con la existencia de mercados compradores y la disponibilidad de capitales, mano de obra y


tecnologías para aprovechar el crecimiento de la demanda, hubo otro factor que contribuyó al surgimiento de
la Revolución industrial en Inglaterra: las políticas del gobierno.

El Parlamento inglés aprobó leyes que fortalecieron la posición de los industriales. Entre ellas se destacaron
dos referidas a la India, que era un importante productor de telas de algodón y que en este período se
convirtió en colonia británica. En 1700, el Parlamento inglés prohibió la importación de telas de la India, lo
que consolidó a la industria textil inglesa en el mercado interno. A partir de 1813, el gobierno británico
impuso una política de desindustrialización en la India, con lo cual la producción inglesa penetró en el
mercado asiático.

Además, la ampliación del mercado externo dependía, en gran medida, de las zonas de influencia que el
gobierno pudiera ganar militarmente frente a sus competidores europeos. Para ello, el Reino Unido contaba
con una poderosa marina. Además, las guerras coloniales supusieron un estímulo indirecto para la
Revolución Industrial porque con ellas aumentaba la demanda de navíos y armas (y por lo tanto, de hierro),
abastecidos por los industriales ingleses.

Una nueva sociedad

La Revolución Industrial creó una nueva sociedad, la sociedad capitalista, en la cual el rasgo que
diferenciaba a las personas era la propiedad de los medios de producción. La nueva sociedad estaba dividida
en capitalistas y obreros. Los primeros eran propietarios de los medios de producción (fábricas, maquinarias)
y poseían el capital necesario para invertir (comprar materias primas y nuevas maquinarias o productos para
comercializar). Los obreros, en cambio, sólo disponían de su fuerza de trabajo, y trabajaban para los
capitalistas a cambio de un salario.

El origen social de ambos grupos era diverso. Los capitalistas podían ser antiguos empresarios de la industria
rural a domicilio, comerciantes del mercado interno o externo, e incluso antiguos artesanos. Entre los obreros
había antiguos trabajadores a domicilio, campesinos y también trabajadores del viejo sistema gremial.

La nueva sociedad era muy compleja, con muchos sectores y grupos sociales. Entre los capitalistas había
industriales (pequeños o grandes), comerciantes (los más ricos, dedicados al comercio exterior; los más
pobres, comerciantes al por menor en las ciudades o mercados rurales), banqueros, financistas, entre otros.
También había rentistas, es decir, propietarios que vivían de las rentas que les proporcionaba el arriendo de
sus tierras. Entre los trabajadores coexistían campesinos, obreros fabriles y artesanos, empleados de tiendas o
negocios y un innumerable grupo de variados oficios dedicados a la prestación de servicios (deshollinadores,
techistas, cocheros, entre otros).

Actividad:
1) Observa el esquema de la página 3 y agrega más información para completar las causas de la Revolución
2) El gobierno inglés, ¿favoreció o trató de impedir el desarrollo industrial? Justifica tu respuesta
3) Explica las consecuencias de la Revolución Industrial
4) Completa el siguiente esquema:

ANTES DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN

¿Cómo se produce la tela?

¿Quién es propietario de las


herramientas?

¿Quién controla los tiempos de


producción?

5) Toma nota del audiovisual “la revolución industrial en 7 minutos”:


https://www.youtube.com/watch?v=3LQAnFEADl4
https://www.youtube.com/watch?v=iaOAa9Hktak

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