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TEXTO 3

Para alguien como yo, que llevo 60 años buscando trazados armoniosos y la forma más natural de unir letras
con letras y sílabas con sílabas — ¡ay!, sílabas con sílabas...— en mi estéril aprendizaje de escritura, una
respuesta afirmativa es obligada. Y temida.
Sin embargo, desde hace mucho ha dejado de ser uno de mis complejos. ¡Qué liberación!, no avergonzarme
cada vez que alguien recibía una carta mía imaginando su indignada dificultad en descifrar aquella tortuosa
caligrafía que pretendía expresarle un sentimiento, narrarle cualquier acontecimiento o informarle de mi
estado y preguntar por el suyo. Tampoco he vuelto a sonrojarme delante de una ventanilla al entregar una
instancia con su póliza ensalivada. Recuerdo a mis profesores de instituto cuando escribían en la pizarra con
una tiza blanca. Tan negra la pizarra, tan blanca la tiza. Tan armonioso el trazo de aquellas palabras. Oigo el
suave roce del cepillo sobre efímeros enunciados. Hasta huelo aromas de pino en las finas virutas
desprendidas de 50 lápices por otros tantos sacapuntas.
La caligrafía daba sentido a la escritura. ¿Qué valor tendría una magnífica caligrafía si no iba acompañada
de una correcta redacción y ortografía? Siempre pensé que si alguna vez lograra escribir con buena letra no
podría parar de hacerlo por el simple placer de ver esas airosas eles mayúsculas; en las efes, sus filigranas, la
sutileza de las eses o las elegantes tes. Todas ellas cadenciosamente enlazadas entre sí. Musicales sílabas
marcando el ritmo a ideas surgidas espontáneamente, encontradas al azar en el papel.
También aumentaba nuestra relación con los demás. Nos identificaba. Hemos olvidado que hasta no hace
mucho, cuando todavía escribíamos con pluma, se analizaba la personalidad a través de la escritura, que no
era otra cosa que los rasgos de su caligrafía.
Hoy, el anonimato ha triunfado. El ordenador, el whatsapp y el corrector se han erigido en el avatar que nos
despersonaliza y en cierta forma nos deshumaniza. Ya no hay necesidad de esforzarse en escribir bien y
claro, ni redactar con correcta ortografía.
Nuestra comunicación es telegráfica y a nadie acompleja reenviar lo escrito por otro. Es tan cómodo...

Agustín Bodega Molina, ¿Importa la caligrafía? | Opinión | EL PAÍS 02 /03/2019


CUESTIONES
A1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes: a) enuncie el
tema del texto (0,5 puntos); b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos); c)
indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).
A2. Redacte un resumen del contenido del texto. (1 punto)
A3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra a favor o en contra de que las innovaciones tecnológicas sean
siempre positivas. (1,5 puntos)

A4. Analice sintácticamente: Nuestra comunicación es telegráfica y a nadie acompleja reenviar lo escrito
por otro. (1,5 puntos)

A5. Indique a qué categoría gramatical o clase de palabras pertenece deshumaniza. analice su estructura morfológica
y señale a qué proceso de formación de palabras responde. (1 punto)
A6. Modernismo y Generación del 98. (2 puntos)

A7. Comente los aspectos más relevantes de la obra española anterior a 1939 que haya leído en relación con
su contexto histórico y literario. (1 punto)

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