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INTRODUCCIÓN
La historia de la filosofía es una muestra del pensamiento europeo que, desde su origen
con los griegos, Heráclito, Platón y Aristóteles, no han dejado de pensarse en los temas
más elocuentes que constituyen la clave de la filosofía Occidental, como la metafísica, la
ontología, la ética y la política. Si bien, los griegos fueron parte fundamental del
conocimiento filosófico a través del paso mito-logos, es ahí cuando sin duda nacen las
inquietudes de trascender las barreas de las cosas concretas. En las próximas líneas
abordaremos Filósofos posmodernos que han apoyado sus teorías en los griegos,
algunos de estos reafirmando y otros negando completamente sus dogmas.

2. ESTRUCTURA DE CONTENIDOS

Unidad 6: La filosofía y su visión de la existencia y la realidad posmoderna


6.1. Friedrich Nietzsche:
6.1.1. El nihilismo.
6.1.2. El eterno retorno.
6.1.3. El superhombre.
6.1.4. La transmutación de los valores.
6.2. Martin Heidegger.
6.2.1. Ser para la muerte.
6.2.2. Existencia auténtica e inauténtica.
6.3. Gianni Vattimo.
6.3.1. El fin de la modernidad.
6.3.2. El pensamiento débil.
6.4. Jean-François Lyotard.
6.4.1. Crítica a la posmodernidad.

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3. DESARROLLO DE CONTENIDOS

6. La filosofía y su visión de la existencia y la realidad posmoderna

La filosofía posmoderna es una corriente filosófica que asume que se han sobrepasado
las ideas que han caracterizado a la Modernidad y a la Ilustración. La filosofía
posmoderna surgió sobre todo en los años 60, especialmente en Francia (lo que los
estadounidenses denominaron con el nombre de French theory). Este nombre agrupa
pensamientos que desarrollan una fuerte crítica a la tradición y la racionalidad propias de
la modernidad occidental.

El término fue popularizado sobre todo por Lyotard en su obra La condición posmoderna.

6.1. Friedrich Nietzsche

Friedrich Wilhem Nietzsche nació el 15 de octubre de 1884 en Röcken, una pequeña


ciudad alemana. Parece poco probable que su familia descendiera de un linaje de nobles
polacos (los Niëzky), por mucho que al filósofo le gustara afirmar tal cosa en un doble
afán aristocrático y anti alemán. La familia de Nietzsche fue muy religiosa, y todo indicaba
que el pequeño Fritz, al igual que su padre y sus dos abuelos se convertiría algún día en
pastor.

A una edad muy temprana tuvo que enfrentarse a la experiencia de la muerte: en 1849
fallece su padre a causa de una enfermedad cerebral, y meses después muere su
hermano pequeño. En 1850 tras la llegada de un nuevo párroco para ocupar la vacante
que había dejado el padre, la familia (compuesta por Friedrich, el único y mimado varon,
su hermana Elisabeth, su madre, y dos tías solteras y su abuela) se ve obligada a
trasladarse a la cuidad de Naumburg.

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6.1.1. El nihilismo

Término que empezó a ser utilizado por los románticos alemanes para referirse a las
doctrinas que propugnan la ausencia de convicciones verdaderas y, especialmente, la
ausencia de valores.

Pero este término adquiere su significado filosófico más importante en Nietzsche. Para
este autor el término nihilismo tiene dos significados distintos:

Nietzsche emplea el término nihilismo al menos con dos significaciones:


1. Nihilismo activo: Como signo del creciente poder del espíritu.
2. Nihilismo pasivo: Como decadencia y retroceso del poder del espíritu.

En síntesis, el nihilismo se define en función de la voluntad de poder. Cuando esta


voluntad disminuye o se agota, aparece el nihilismo, puesto que tal voluntad no es otra
cosa que la esencia de la vida. De acuerdo al diagnóstico que realiza Nietzsche, este tipo
de nihilismo está a punto de llegar porque todos los valores creados por la cultura
occidental son falsos valores porque son la negación de la vida misma. Entonces, cuando
esos valores ilusorios se derrumben, llegará necesariamente el nihilismo.

Contra ese nihilismo pasivo, Nietzsche reacciona con el nihilismo activo que, por un lado,
es una potencia de destrucción que se origina en el creciente poder del espíritu, los
valores no caerán por sí solos, sino que son destruidos directamente por la 'voluntad de
poder' que los niega. Y por el otro, es condición necesaria para que la voluntad de poder
cree nuevos valores.

La crítica de Nietzsche a la cultura occidental se centra en que la considera una


manifestación de este nihilismo activo que intenta adelantarse al nihilismo pasivo y crear
una civilización nueva antes de que la antigua sea definitivamente derrumbada.

Por una parte, en sentido negativo, designa el largo proceso de decadencia de la cultura
occidental que se inició con el socratismo y se prolongó con el platonismo y,
especialmente, con la religión judío-cristiana. Esta decadencia es fruto de una plena
inversión de valores pues, desde Sócrates, se ha puesto la vida en función de la razón

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en lugar de poner la razón en función de la vida. Este conceptualismo socrático-platónico
se acentuó con el cristianismo, cuyos valores de sometimiento, de resignación y de
culpabilidad, son el fruto del resentimiento contra todo lo vital. El fruto de todo ello ha sido
la pérdida de sentido del devenir, la formación de una moral de esclavos y de una
metafísica de verdugos, que tiene en los sacerdotes a sus oficiantes. En este sentido, el
nihilismo es el cumplimiento de la esencia de la metafísica occidental decadente, y
coincide con el movimiento histórico propio de la cultura occidental.

Nietzsche interpreta el nihilismo como la consecuencia natural del desarrollo de la


metafísica. De hecho, considera que el nihilismo representa la culminación de la historia
de la metafísica occidental, o lo que es lo mismo, de la Filosofía.

6.1.2. El eterno retorno

Concepción del tiempo característica de la filosofía de Nietzsche, consiste en aceptar que


todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras
se repetirán eternamente.

Esta es una de las tesis más extrañas de Nietzsche, particularmente porque parece
contraria al modo dominante de interpretar la sucesión de acontecimientos: a una cosa
le sigue otra, y a ésta la siguiente, y las que quedan en el pasado son irrecuperables, ya
no podrán darse más; las personas que creen en la inmortalidad del alma afirman, en
todo caso, que los seres queridos podrán “retornar”, que volveremos a tener una
experiencia de ellos, que podremos recuperarlos. Pero nadie ha defendido que otros
objetos –por ejemplo, el ámbito de los objetos “insignificantes” que rodea nuestra
existencia, como la piedra con la que tropiezo, o la hoja que cae sobre la acera, o el vaso
que se acaba de romper, ...– puedan recuperar su existencia. Las historias de la filosofía
suelen indicar que esta concepción, tan profundamente incrustada en nuestra mente, del
carácter irreversible del tiempo y de todas las cosas que caen en su interior, se debe a la
influencia del pensamiento cristiano. Según esta interpretación, el cristianismo introduce
una visión lineal de la historia y del tiempo, una visión que establece un sentido en la
historia, sentido que se expresa además en la idea del progreso: la historia comienza con
la creación, tiene momentos cruciales como la encarnación de Dios en la figura de Cristo
y la presencia de la Iglesia, y culminaría con la segunda llegada de Cristo, al final de los

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tiempos. Independientemente de si esta consideración es correcta, y de si antes de la
visión cristiana las personas tenían una visión cíclica del tiempo, las tesis de Nietzsche
relativas al tiempo son tan radicales y extrañas que difícilmente las podemos encontrar
en alguna cultura de la que se tengan datos históricos. Según la tesis del eterno
retorno todo va a repetirse un número infinito de veces. Fijémonos en el alcance de esta
afirmación:

• Las personas que conocemos volverán a estar presentes;


• pero también el resto de los seres (animales, plantas, objetos inertes);
• volverán las mismas cosas con las mismas propiedades, en las mismas
circunstancias y comportándose de la misma forma.

¿Por qué Nietzsche propone esta extraña teoría? Cabe presentar dos interpretaciones:

• La primera se refiere al “argumento” que presenta en su defensa, argumento que se


expresa casi de forma matemática: dado que la cantidad de fuerza que hay en el
universo es finita y el tiempo infinito, el modo de combinarse dicha fuerza para dar
lugar a las cosas que podemos experimentar es finito. Pero una combinación finita en
un tiempo infinito está condenada a repetirse de modo infinito. Luego todo se ha de
dar no una ni muchas sino infinitas veces;
• Sin embargo, es posible entender también la tesis nietzscheana del eterno retorno
como la expresión de la máxima reivindicación de la vida, como una hipótesis
necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es fugacidad, nacimiento,
duración y muerte, no hay en ella nada permanente (recordemos las críticas de
Nietzsche a toda filosofía que postula la existencia de entidades permanentes). Pero
podemos recuperar la noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure
eternamente, no porque no se acabe nunca (lo cual haría imposible la aparición de
otros instantes, de otros sucesos) sino porque se repite sin fin. En cierto modo, y
aunque pueda parecer paradójico, Nietzsche consigue con esta tesis hacer de la vida
lo absoluto.

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6.1.3. El superhombre

Hombre nuevo que aparece tras la “muerte de Dios”; lo concibe como el individuo fiel a
los valores de la vida, al “sentido de la tierra”.
Nietzsche emplea con frecuencia un tono combativo y un lenguaje retórico que puede dar
lugar a interpretaciones que no son fáciles de aceptar después de la terrible experiencia
de nuestro siglo: sus exabruptos contra los judíos, la exaltación de “bruto rubio
germánico”, y algunos de los calificativos con los que a veces se refiere a lo que parece
considerar el ideal de hombre (crueldad, brutalidad, falta de compasión, ...) permiten
comprender que su filosofía haya sido utilizada por el nazismo para la defensa de sus
tesis racistas. Pero es posible presentar la idea nietzscheana del superhombre
precisamente a partir de una crítica de su lectura nazi. Las características que Nietzsche
atribuye al superhombre y que pudieron dar pie a esta interpretación son las siguientes:

1. Nietzsche fue contrario al igualitarismo, tanto del igualitarismo implícito en el


punto de vista cristiano (para éste todos somos iguales pues somos hermanos
al ser hijos de Dios), como al igualitarismo defendido por el movimiento
socialista cada vez más pujante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Hay
hombres inferiores y hombres superiores, el superhombre pertenece a este
segundo grupo;
2. Moral de la violencia: en muchos textos Nietzsche atribuye al superhombre
rasgos para los que los nazis fueron particularmente competentes: la falta de
compasión, la crueldad, la fuerza, el gusto por la acción, el combate y la guerra,
el desprecio por los débiles;
3. Si a estas tesis unimos, como antes se ha indicado, los textos en los que con
los calificativos más exagerados critica al judaísmo, al cristianismo y reivindica
la ferocidad y empuje de los pueblos germánicos, podemos comprender que los
nazis pudieran hacer uso de la filosofía nietzscheana para la defensa de su
punto de vista político.

Sin embargo, en la filosofía de Nietzsche encontramos también elementos muy


importantes que no parecen favorecer esta interpretación:

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• Manifestó expresamente su hostilidad ante los alemanes y la cultura alemana
(incluso llegó a abandonar la ciudadanía alemana y se hizo suizo);
• La figura del superhombre no se puede separar de la consideración general
nietzscheana relativa al platonismo y la muerte de Dios; implica una concepción
filosófica y una teoría de la historia ajena por completo a las ideas nazis. El
hombre al que hay que superar es el que se somete a los valores tradicionales,
a la “moral del rebaño”, a la moral basada en la creencia de una realidad
trascendente que fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia
entre las personas. El superhombre sólo es posible cuando se prescinda
absolutamente de la creencia en Dios, cuando se realice hasta el final la “muerte
de Dios”;
• El nazismo defiende el culto a la raza y al Estado, predica la superioridad del
grupo sobre el individuo, pero es esencial a la filosofía nietzscheana la tesis de
que no existe lo universal: Nietzsche no cree en realidades universales, para él
no existe la Humanidad, ni la Raza, ni la Nación. La estética nazi, el gusto por
los uniformes, la disciplina militar, las manifestaciones en las que la
muchedumbre oculta y anula al individuo, son signos menores pero claros de la
importancia que esta ideología da al grupo en menosprecio del individuo. La
noción de Raza, de Destino de un pueblo, de Estado, de Nación, en las que
cree el nazismo son diversas máscaras bajo las que se oculta lo absoluto.
• Nietzsche consideró al Estado como una de las mayores perversiones creadas
por el hombre; el Estado representa lo abstracto, la conducta del Estado es
conducta despersonalizada, trata a los individuos de un modo indiscriminado, y
el individuo, cuando se somete a él y se preocupa por él, pierde su
individualidad, creatividad y libertad. El superhombre no se puede identificar con
una clase social con privilegios que le puedan venir por la tradición o que
descansen en su poder social (con la aristocracia, por ejemplo), ni con un grupo
definido biológicamente (con una raza) pues los genes no son una garantía de
excelencia. Pero lo podemos reconocer a partir de su conducta moral:

1. Rechaza la moral de esclavos: la humildad, la mansedumbre, la prudencia que


esconde cobardía, la castidad, la obediencia como sometimiento a una regla exterior,
la paciencia consecuencia del sometimiento a un destino o a un mandato, el servilismo,
la mezquindad, el rencor.

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2. Rechaza la conducta gregaria: detesta la moral del rebaño, la conducta de los que
siguen a la mayoría, de los que siguen normas morales ya establecidas; como
consecuencia de su capacidad y determinación para crear valores, no los toma
prestados de los que la sociedad le ofrece, por lo que su conducta será distinta a la de
los demás.
3. Crea valores: los valores morales no existen en mundo trascendente, son invenciones
de los seres humanos; pero no todos los hombres los crean, muchos –la mayoría– se
encuentran con los valores ya creados por otros, siguen las modas, los estilos vitales
vigentes; el primer rasgo del superhombre es precisamente éste: inventa las normas
morales a las que él mismo se somete; pero este rasgo no es suficiente para definir al
superhombre, pues no vale que cree o invente cualquier valor, además ha de
crear valores que sean fieles al mundo de la vida y que le permitan expresar
adecuadamente su peculiaridad, su propia personalidad y riqueza.
4. Vive en la finitud: no cree en ninguna realidad trascendente, ni en Dios ni en un
destino privilegiado para los seres humanos, una raza, una nación o un grupo; no cree
que la vida tenga un sentido, como no sea el que él mismo le ha dado; acepta la vida
en su limitación, no se oculta las dimensiones terribles de la existencia (el sufrimiento,
la enfermedad, la muerte), es dionisíaco.
5. Le gusta el riesgo, las nuevas experiencias, los caminos no frecuentados, el
enfrentamiento, las pruebas difíciles; no está preocupado ni por el placer ni por el dolor,
ni propio ni ajeno, pues pone por encima de ellos el desarrollo de su voluntad y de su
espíritu; es duro consigo mismo y con los demás, es valiente, no huye del dolor ni de
ninguna forma de sufrimiento: sabe que de estas experiencias puede salir enriquecido,
puede crecer.
6. Es contrario al igualitarismo: ama la exuberancia de la vida, le gusta desarrollar en
él mismo y en los demás aquello que les es más propio; no tiene miedo a la diferencia.
7. Ama la intensidad de la vida: la alegría, el entusiasmo, la salud, el amor sexual, la
belleza corporal y espiritual; puede ser magnánimo, generoso, como una muestra de
la riqueza de su voluntad.
8. En conclusión: el superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el creador
y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre.

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6.1.4. La transmutación de los valores

Momento necesario para el final de la moral tradicional (o moral de esclavos) y la


aparición del superhombre.

Nietzsche no propone vivir sin valores (llega a considerar incluso que esto es imposible);
propone más bien invertir la tabla de valores: superar la moral occidental, moral de
renuncia y resentimiento hacia la vida, mediante una nueva tabla en la que estén situados
los valores que supongan un sí radical a la vida.

Con una expresión excesivamente retórica Nietzsche llama “rebelión de los esclavos” a
la situación que se crea con el triunfo del cristianismo: el cristianismo y el judaísmo
sustituyen la moral aristocrática (que Nietzsche cree encontrar en el mundo griego
antiguo) por la moral de los esclavos. Con el cristianismo prospera la moral de los débiles,
de los que quieren huir del rigor de la vida inventándose un mundo objetivo, de reposo,
de justicia. Nietzsche nos dice que los judíos invierten el código moral aristócrata:

MORAL DE SEÑORES MORAL DE ESCLAVOS

voluntad de jerarquía, de
voluntad de igualdad
excelencia

resentimiento contra la vida


ama lo que eleva, lo noble
superior

quiere la diferencia iguala, censura la excepción

es la moral del héroe, del guerrero, glorifica lo que hace soportable la


del que no teme el dolor ni el vida a los pobres, los enfermos y
sufrimiento débiles de espíritu, la concordia

altruismo, hermandad entre los


hombres

es la moral de la persona que crea se encuentra con los valores


valores dados

ama la muerte de Dios ama y teme a Dios

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La transmutación de los valores es la superación de esta moral de esclavos para
recuperar de nuevo la moral aristócrata, y permite el triunfo del código moral del
superhombre.

6.2. Martin Heidegger

Filósofo alemán. Discípulo de Edmund Husserl, su indiscutible preeminencia dentro de la


filosofía continental se ha visto marcada siempre por la polémica, sobre todo la de su
adhesión al régimen nacionalsocialista, manifestada en el discurso que pronunció en la
toma de posesión de la cátedra en la Universidad de Friburgo (1933).

6.2.1. Ser para la muerte

Heidegger en su primera filosofía podemos ver una gran influencia de la fenomenología


de su maestro Edmund Husser, lo que Heidegger pretende es recobrar la búsqueda del
"sentido del ser", y la relación de éste en el mundo. Al hombre le corresponde la forma
específica del ser, el "Ser-ahí" (Dasein). Pero este Dasein es "arrojado en el mundo", un
mundo con una serie de imposiciones, como es la muerte. Heidegger acabará aceptando
que la muerte es un fenómeno de la vida, no debe ser algo externo al hombre, sino como
algo intrínseco a la vida del hombre. Esa es la llamada "vida auténtica", en la que el
hombre reconoce esa caída al mundo; será entonces cuando el hombre sea totalmente
libre, cuando tenga plena consciencia de su finitud y de su "ser para la muerte" (Sein zum
tode). La muerte constituye la posibilidad para el Dasein, precisamente, de no-poder-
existir-más.

“Nadie puede tomarle al otro su morir […]. El morir debe asumirlo cada Dasein por sí
mismo. La muerte, en la medida en que ella “es”, es por esencia cada vez la mía. Es
decir, ella significa una peculiar posibilidad de ser, en la que está en juego simplemente
el ser que es, en cada caso, propio del Dasein. En el morir se echa de ver que la muerte
se constituye ontológicamente por medio del ser-cada-vez-mío y de la existencia”.

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6.2.2. Existencia auténtica e inauténtica

La existencia inauténtica consiste en un entretenerse con las cosas, un entretenerse a


la trivialidad de las relaciones sociales o de los placeres estéticos, un olvidar la profunda
tragedia de la existencia. La auténtica, en cambio, es un abrazarse con la angustia, un
vivir consciente de la fragilidad del existir, una presencia constante del destino último de
la existencia: nada a través de la muerte.

Sin embargo, de acuerdo con Heidegger, no es un solo hombre que el que le da sentido al mundo,
sino es su interrelación con otros. Los seres humanos en su conjunto (es decir, los que conforman
una cultura) le dan sentido al mundo para nuestro autor, el ser humano también ve y también
considera al otro, en ese sentido tiene un cuidado para con él.

6.3. Gianni Vattimo

Importante filósofo italiano, uno de los principales autores de la filosofía posmoderna y


considerado el filósofo del pensamiento débil. Es seguidor de la
corriente hermenéutica en filosofía, y discípulo de Hans-Georg Gadamer. También se ha
desempeñado en política.

6.3.1. El fin de la modernidad

Vattimo en la introducción a su libro “El fin de la modernidad” establece que a lo largo del
texto aclarará la relación que vincula los resultados de la reflexión de Nietzsche y
Heidegger con respecto al tema principal de su obra, así como ahondar sobre el fin de la
modernidad y sobre la posmodernidad para entonces descubrir nuevos y más ricos
aspectos de verdad. Con respecto a Nietzsche se puntualizará en la especificación de
“eterno retorno”, con Heidegger se referirá al “rebasamiento de la metafísica”.

Vattimo también contesta la cuestión que podría surgir en el lector del por qué Nietzsche
y Heidegger, a lo que responderá por el hecho de que Nietzsche como Heidegger ponen
en tela de juicio el que la modernidad se pueda caracterizar como fenómeno dominado
por la idea de la historia del pensamiento, y de si la filosofía moderna concibe el curso

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del pensamiento como desarrollo progresivo en lo cual lo nuevo se identifica con lo
valioso en virtud de la mediación y de la apropiación del fundamento origen.

Modernidad o posmodernidad, ¿dónde estamos?, será otro elemento a poder profundizar


en la obra de Vattimo, ya que especificará el por qué no es ésta el fin de la historia, sino
la amenaza de la posibilidad de una catástrofe atómica, así como de qué forma se
caracteriza dicha posmodernidad, todo dentro de la dualidad historia-historicidad, que
llevará a entender el por qué la historia de la salvación se convertirá en la historia del
progreso en este primado del conocimiento científico, otros temas importantes a tratar
será el de poder abrirse a una concepción no metafísica de la verdad dentro de la
experiencia posmoderna.

6.3.2. El pensamiento débil

El pensamiento débil plantea, efectivamente, una ética de la tolerancia: hacemos una


interpretación de la cultura que toma como modelo la historia del ser de Heidegger con
el propósito de debilitarlo, de reducirlo. Tenemos razones para defender la tolerancia y la
no violencia porque la única racionalidad que podemos aceptar es la que entronca con
una tradición que, desde el medieval hasta la edad moderna, ha devenido en la reducción
de las estructuras fuertes, del poder, el Estado.

Es a la vez una reducción de la filosofía y no veo a la filosofía como guía de una acción
política. El pensamiento débil propone el abandono de la violencia, el control sobre la
destrucción de la naturaleza -en cierto modo somos ecologistas- y, en definitiva, una
interpretación menos neurótica de la existencia. En Más allá del sujeto se planteaba esta
cuestión. La experiencia del terrorismo italiano estaba fresca y es el libro más político que
he escrito. Proponía la sustracción del sujeto a sus patrones. La política es un
debilitamiento del sujeto e implica la sustracción de éstos como súbditos del poder. El
poder necesita entidades fuertes, la policía, por ejemplo. Entonces, se trata de negar
estas entidades fuertes, es decir, abogar por la destrucción del poder y no apostar por
una opción más fuerte.

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6.4. Jean-François Lyotard

Filósofo, sociólogo y teórico literario francés. Su discurso interdisciplinario incluye temas


que abarcan la epistemología, la comunicación, el cuerpo humano, el arte moderno
y posmoderno, la literatura y la crítica teórica, la música, el cine, el tiempo y la memoria,
el espacio, la ciudad y el paisaje, lo sublime, y la relación entre estética y política.

6.4.1. Crítica a la posmodernidad

Durante la década pasada, buena parte de la obra de Lyotard estuvo dedicada a razonar
la continuidad del pensamiento surgido del mayo francés, buscando sus raíces en Marx
y en Freud. Sus textos han defendido la necesidad de una "política libidinal" que, a juicio
del autor, ya estaba contenida en El capital. A la vuelta de los años, Lyotard se muestra
ajeno a esos orígenes y, por el contrario, prefiere cuestionar la propia vigencia del
pensamiento. "El universo tecno científico en el que vivimos y que caracteriza a la
sociedad posmoderna", aseguró, "ha demostrado que el único valor vigente está en
aquello que sea capaz de ofrecer un resultado. Ello nos obliga a cuestionar la propia
utilidad del pensamiento, que es una disciplina que lleva tiempo, no puede garantizar sus
resultados y, además, no suele ser muy operativa".

El otro gran ideal de la modernidad que, según Lyotard, ha fracasado, es la búsqueda del
mejoramiento económico, a través del trabajo: "Aunque el nivel de vida es en la actualidad
superior al de hace unas décadas, podemos comprobar que el desarrollo ha provocado
una crisis mundial de empleo y ha logrado neutralizar y dejar fuera del circuito económico
a diferentes sectores sociales".

Este fracaso sería, aparentemente, el motivo de la actual pérdida de interés por el


sindicalismo y la desvalorización de la noción misma de trabajo. "Ni siquiera la irrupción
de las nuevas tecnologías podrá solucionar esta cuestión, ya que, por el contrario,
provocarán nuevos contingentes de parados".

Por último, Lyotard lleva la crítica al que considera el gran ideal emancipador de los
últimos 100 años -el marxismo-, del que asegura "se ha convertido en alimento de la

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policía política y la burocracia cínica en los países del Este, mientras que pierde
credibilidad en Occidente".

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4. GLOSARIO
Daisen: Término que en alemán combina las palabras «ser» (sein) y «ahí» (da),
significando «existencia».

Finitud: Cualidad de lo que es finito, que tiene un fin.

Nihilismo: Corriente filosófica que sostiene la imposibilidad del conocimiento, y niega la


existencia y el valor de todas las cosas.

Transmutación: Es un término relacionado con la alquimia, física y química que consiste


en la conversión de un elemento químico en otro.

Posmodernidad: Movimiento cultural occidental que surgió en la década de 1980 y se


caracteriza por la crítica del racionalismo, la atención a lo formal, el eclecticismo y la
búsqueda de nuevas formas de expresión, junto con una carencia de ideología y
compromiso social.

5. RECURSOS BIBLIOGRÁFICOS

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