Está en la página 1de 4

CAPITULO 6

El recién nacido
Faas, A.E.
1. Etapas del parto

Aproximadamente 15 días antes del nacimiento comienza lo que se denomina “trabajo de


parto”. El parto es el proceso expulsivo del feto que se inicia mediante contracciones
uterinas graduales y progresivas que ayudan a que éste descienda por el canal de parto.
Cuando el descenso se produce, la progesterona, que durante la gestación mantiene
relajados los músculos uterinos y le da firmeza al cuello uterino, cambia su equilibrio en
relación al nivel de estrógenos, los que al aumentar rápidamente contraen el útero y
aportan laxitud al cuello. Al mismo tiempo, la placenta produce la denominada “hormona
liberadora de corticotropina” (CRH) que promueve la maduración de los pulmones del
feto, hecho fundamental para la adaptación del medio acuático intrauterino al medio
aéreo en el cual deberá sobrevivir. Como puede verse, una serie de factores se conjugan
para colaborar con el nacimiento de un niño por parto normal o vaginal. Cuando se
analizan los momentos del parto, se identifican 4 etapas:

1 . Primera Etapa: Implica contracciones uterinas regulares de frecuencia creciente que


ensanchan o dilatan el cuello del útero. Es la más prolongada del parto y su extensión
puede superar las 12 hs. en la madre primípara.

2 . Segunda Etapa: Aquí la cabeza del bebé comienza a pasar por el cuello del útero. Esta
etapa termina cuando el bebé abandona el cuerpo de la madre y dura entre una y dos
horas. Más allá de este tiempo el bebé necesitará atención.

3 . Tercera Etapa: En esta etapa se expulsa la placenta y se corta el cordón umbilical,


realizándose los procedimientos médicos necesarios para curar el remanente del mismo
que posteriormente formará el ombligo del bebé. Estos procedimientos suelen tomar de
15 a 20 minutos.

4 . Cuarta Etapa: La recuperación de la madre durante las dos horas posteriores al


alumbramiento constituyen esta etapa con los procedimientos médicos necesarios que
monitorean su recuperación.

Sin embargo, un número considerable de partos ocurre por cesárea. A partir de 1970, el
aumento del peso promedio al nacer y la tendencia a las maternidades tardías han
aumentado el número de cesáreas. Muchas veces la cesárea es un procedimiento
innecesario sumando a esto que el parto natural estimula la producción de hormonas que
colaboran con la adaptación del bebé fuera del útero. Más aún, el procedimiento por
cesárea puede ser incluso perjudicial para el niño. Aproximadamente un 4% tiene
complicaciones como hemorragias o infecciones.
Cuando un parto natural ocurre, diversos factores anatómicos, fisiológicos y psicológicos
pueden influir facilitando o dificultando el mismo. Entre los primeros podemos mencionar
la conformación anatómica tanto de la madre como del hijo, la posición del feto en el
útero materno, el estado de salud materno, entre otros. Entre los factores psicológicos, la
preparación de la madre para el parto y los temores asociados a él revisten una
importancia fundamental.

A principios del siglo XX el Dr. Grantly Dick-Read relacionó el dolor del parto
fundamentalmente con el temor materno ante esta situación y fomentó el parto natural
combinado con estrategias de educación a las madres sobre respiración y relajación. A
mediados de siglo, el Dr. Lamaze introdujo el “parto preparado” que implica la orientación
hacia toda una serie de respuestas físicas voluntarias y aprendidas ante el dolor al tiempo
que se trabaja con información certera sobre la anatomía y fisiología del parto. Las
actuales estrategias de “psicoprofilaxis obstétrica” se basan en los principios
fundamentales de este método. La psicoprofilaxis obstétrica implica un conjunto de
estrategias que conjugan información sobre los cambios biológicos del embarazo, la
práctica de ejercicios físicos y técnicas psicoterapéuticas de grupo para lograr que la mujer
embarazada y su pareja tengan plena conciencia del proceso que atraviesan y puedan
actuar en consecuencia en el momento del parto, evitando la administración innecesaria
de analgésicos o anestesia. Los cursos suelen comenzar en la semana 30 de embarazo y su
dictado está a cargo de equipos interdisciplinarios conformados principalmente por
obstetras y psicólogos quienes brindan conocimiento de los fenómenos fisiológicos del
embarazo y el parto, entrenamiento en ejercicios prácticos de tipo obstétrico (respiración,
relajación y pujidos) y entrenamiento psicológico (relajación, autocontrol emocional,
reducción de la ansiedad, el miedo, de los pensamientos en torno al embarazo y
habilidades para encarar situaciones de estrés en el ámbito hospitalario) reduciendo de
esta manera el estrés y/o el temor ante el parto. Como se mencionara, las consecuencias
psicológicas asociadas al proceso de parto también pueden mitigarse hoy con un mayor
protagonismo de la mujer en lo que se denomina “parto humanizado” que implica la
participación activa de la mujer en el proceso de embarazo, parto y puerperio pudiendo
estar acompañada de quien elija, recibiendo la información adecuada para la toma de
decisiones y siendo considerada una persona sana. Un parto respetado implica respetar los
tiempos biológicos y psicológicos evitando prácticas invasivas innecesarias.

Como puede verse, el nacimiento del bebé representa un momento crítico tanto para la
madre como para el niño. Si pensamos en el nuevo ser, el parto implica la separación
abrupta de su órgano vital y nutricio, la placenta, debiendo poner en funcionamiento sus
pulmones y comenzar a respirar. El llanto inicial es el indicador de que los pulmones se han
inflado, marcando la vitalidad del neonato. A partir de este momento, muchas funciones
que cumplía la madre deberán estar a cargo del bebé, el que no sólo deberá ajustar su
respiración al medio aéreo sino también su oscilante temperatura. La protección y
amortiguación característica del útero materno se reemplazará por un cúmulo de
estímulos externos que suscitarán en él variadas reacciones físicas y comportamentales. El
corte del cordón umbilical lo llevará a incorporar y digerir por sí mismo su alimento.
Comenzará por primera vez a eliminar desechos hacia el exterior y modificará su
circulación sanguínea, que ahora pasará por los pulmones para oxigenarse. Todo ello
hacen del recién nacido un ser complejo y particular con funciones y capacidades que le
son propias.

2. Funciones y Capacidades del Recién Nacido

El recién nacido viene al mundo provisto de unas características físicas particulares que,
junto a un vasto repertorio de funciones y capacidades, lo preparan para adaptarse
exitosamente al mundo que lo rodea.

Siguiendo a Delval (1996) las capacidades del recién nacido se pueden agrupar en tres
sistemas: para recibir, para actuar y para transmitir información.

—El sistema para recibir información involucra todas las capacidades sensoriales que
colaboran con la percepción del entorno: sistema visual, auditivo, táctil, gustativo y
olfativo. Como se verá mas adelante, estos sistemas están medianamente preparados al
nacer pero irán evolucionando y madurando a medida que el bebé se desarrolla e
interactúa con su mundo circundante. La experiencia repetida y la familiarización cotidiana
con los objetos y personas de su en-torno facilitan la discriminación sensorial y el recién
nacido pronto aprenderá a distinguir una cara de otra, o una cara de un objeto o un objeto
de otro. Sabrá las características particulares del olor de su mamá a diferencia del de otras
personas y también podrá anticiparla al escuchar su voz. Las capacidades crecientes de
integración sensorial le ayudarán a incorporar lo que sucede a su alrededor posibilitándole
comportamientos cada vez más adaptativos.

—El sistema para transmitir información involucra justamente estas conductas y


comportamientos seleccionados útiles para la supervivencia. Comportamientos como el
llanto, las diversas expresiones faciales, la activación de los movimientos del rostro y del
cuerpo e incluso las variaciones (aceleración o des-aceleración) en su ritmo cardíaco y
respiratorio son conductas a través de las cuales el niño nos transmite qué le está
sucediendo o cómo está registrando información proveniente de su entorno.

—El sistema para actuar involucra para Delval los reflejos, que en principio son conductas
innatas de respuesta a estímulos ambientales (internos o externos), pero luego muchos de
ellos se complejizan tornándose comportamientos aprendidos modulados por la
experiencia. Muchos de los comportamientos reflejos aparecen por dolor, hambre, es
decir motivados por estímulos inter-nos, pero otros lo son en respuesta a contacto físico,
sonidos intensos, etc. La succión es uno de los reflejos fundamentales del recién nacido ya
que no sólo le asegura la supervivencia sino que también, y como se verá más adelante, es
el medio que el niño utiliza para explorar el mundo durante los primeros meses. Cuando
un bebé nace necesitará identificar al pecho que lo alimenta así como a la persona que lo
provee de él y esto asegurará su supervivencia.

Así, los reflejos de orientación y prensión, que colaboran con la identificación y el “agarre” a la
madre así como el de succión, que colabora con la conducta de alimentación mediante el
pecho materno, son fundamentales para la sobre-vivencia del niño y tienen un gran valor
adaptativo para el recién nacido. Más adelante veremos cómo estos reflejos también son de
gran importancia desde el punto de vista psicológico resultando de gran valor en el
establecimiento del vínculo de apego. Otros reflejos como gatear, nadar e incluso caminar
(reflejo de marcha automática) desaparecen luego de unos meses apareciendo mucho más
tarde como conductas aprendidas.
Para comprender las características de un recién nacido debemos considerar el interjuego
dinámico entre sus sistemas físicos y corporales, sus sistemas comportamentales y sus
capacidades de aprendizaje y memoria sobre su entorno particular.

Parte II
Primera infancia: los primeros dos años de vida

Faas, A. E.
Desde el punto de vista funcional la primera infancia puede definirse desde que el bebé nace
hasta que inicia su andar autónomo, esto la sitúa cronológicamente en los dos primeros años
de vida. La primera infancia, además de caracterizarse por el prolongado período de juegos
también implica cambios sustanciales en el crecimiento, habilidades y destreza motriz. El
crecimiento en este período es particularmente pronunciado en los bebés humanos en
comparación con otras crías de animales e implica cambios tanto estructurales como
funcionales. A medida que el cerebro se desarrolla el cuerpo del bebé gana musculatura y
tonicidad, gana peso e invierte su desproporción respecto a la cabeza. La adquisición de la
marcha y la comunicación suelen tomarse como los grandes hitos de la primera infancia. Los
primeros pasos que aparecen aproximadamente hacia el final del primer año se corresponden
con el momento en que los bebés comienzan a ser verbales, más allá del balbuceo. Es por esta
época cuando comienzan las primeras palabras sueltas. La aparición correlativa de estos hitos
colabora con el logro de la autonomía en el bebé acercando al niño al mundo social de los
adultos.

La primera infancia es un período de cambios rápidos y espectaculares si se lo compara con el


resto de la vida del individuo. El formidable crecimiento mental que caracteriza al niño de 0 a 2
años les permite desplegar paulatinamente capacidades para aculturarse, discernir el mundo
que los rodea, tomar conciencia de sí mismos, hablar y comunicarse simbólicamente con los
demás. Con sólo 18 a 24 meses de vida, el bebé habrá aprendido a hablar, andar, reconocerse
como sujeto e incorporará el sistema simbólico de su cultura. Cuestiones como mantener el
equilibrio, alcanzar las cosas, agarrarlas, comunicar y percibir sentimientos o hasta interpretar
los hechos en que intervienen objetos físicos o personas son cuestiones dadas por supuestas
en el mundo adulto. Pero los niños pequeños nos enseñan todo lo que cuesta funcionar como
adultos en un entorno significativo: el bebé deberá aprender sobre sí mismo, sobre el mundo
físico que lo rodea y sobre su entorno social (Rochat, 2001). Este período de la infancia
humana es clave. Es en la infancia humana donde se concentran las características exclusivas
de lo que somos: individuos de orientación simbólica y cultural.

También podría gustarte